Con el paso del tiempo se ha vuelto cada vez más común en el cine y televisión la utilización del arte del spin-off. Este tipo de proyectos significan darle un nuevo giro a una película o serie de gran éxito desde el punto de vista de un personaje, que en su momento fue secundario, pero captó la atención de la audiencia lo suficiente como para desprenderse de la historia original, pasando a ser protagonista de su propio universo y hechos que lo rodean. Este es el caso actual de la franquicia de “Rápidos y Furiosos” que, 18 años después de su primer film, decide apostar por una idea de este estilo al ver cómo se destacaban los personajes de Dwayne Johnson y Jason Statham en las últimas entregas de la saga. Sin embargo, los spin-off no sobresalen en el mundo del espectáculo por ser exitosos sino por representar un logro fallido de las compañías de generar nuevos ingresos. ¿Será esta la excepción o solo una demostración de que no hay triunfo sin Dominic Toretto? Los caminos del agente Hobbs (Dwayne Johnson) y del solitario mercenario Shaw (Jason Statham) vuelven a cruzarse en este film para enfrentarse a Brixton (Idris Elba), un anarquista ciber-genéticamente mejorado que quiere obtener el control de una peligrosa arma biológica. Esto, sumado al hecho de que Brixton está en búsqueda de la hermana de Shaw (Vanessa Kirby), una intrépida agente del MI6, significará para ambos protagonistas dejar de lados sus diferencias para salvar al mundo con la ayuda del otro. David Leitch se mete de lleno en la dirección de su cuarto largometraje, luego de debutar co-dirigiendo la primera entrega de la saga “John Wick”, utilizando todas sus habilidades como hombre de riesgo y su impronta personal, ya vista en “Deadpool 2” (2018), para traer un film a la medida del cine de acción de este último tiempo. Leitch utiliza las escenas de peleas y persecución, coreografiadas y musicalizadas a la perfección, junto al excelente uso de la cámara y edición, que captan cada detalle desde los mejores ángulos, para atrapar al espectador desde el primer momento con un enfoque distinto al de la saga original. Abusando de las contiendas a mano limpia, aunque no de mala manera, el director se desvía un poco el hecho de que se trate de una franquicia en el que los vehículos son las estrellas, dedicándole menos tiempo a las persecuciones, más allá de ser realizadas impecablemente, y más a sus protagonistas que prueban lo que saben hacer, lo suficiente como para opacar la precariedad de la trama y las falencias del guion. El dúo principal, presentados como el ying y el yang, demuestra que los opuestos claramente se atraen, o por lo menos atraen al público, con un carisma que hipnotiza y una imagen fuera de este mundo, apoyado por la presencia femenina de Vanessa Kirby que poco suma, pero nada resta. Por último, Idris Elba no llega a darnos todo de él por la simplicidad del libreto, pero nos convence con su carácter y espectacular porte. Con esto dicho podemos establecer que el nuevo spin-off de “Rápidos y Furiosos” voltea los porcentajes de acción característicos de la serie original, distanciándose de la misma, para darnos más golpes que derrapes con una película pochoclera que no necesita ahondar en la trama ni desarrollar las bases de su historia para captar nuestra atención y hacernos desear más de esta dupla formidable, sobre todo con un final abierto que desconocemos si nos anticipa una secuela de la misma obra o de una novena parte de la saga sumando a Toretto y al resto del equipo.
Dwayne Johnson y Jason Statham se juntan para una action budy comedy que llega de manera rápida y furiosa.
Un nuevo spin-off de la saga “Rápidos y Furiosos” llega a las salas bajo la dirección de David Leitch y guión de Chris Morgan. Esta vez en los excesivos 136 minutos de film, el agente secreto Luke Hobbs (Dwayne Johnson) padre de Sam (Eliana Su'a) y Shaw (Jason Statham) un ex agente de élite, son reclutados para trabajar juntos, muy a su pesar, ya que no se llevan nada bien. Esto lo demuestran durante casi toda la película mediante chistes pavos y gestos para molestarse mutuamente, además de pelearse brutalmente varias veces. El objetivo de la unión es conseguir un supervirus que supuestamente recolectó la Agente del M16 Hattie Shaw (Vanesa Kirby) llamado CT17 cuyo nombre clave es “copo de nieve”, además de ser la responsable de la muerte de sus colegas. Dicho virus es capaz de eliminar a la mayoría de la población mundial, y atrás de él también está Brixton Lore (Idris Elba) un soldado genéticamente modificado, estilo cyborg de una organización criminal que se autodenomina el “Superman negro”contra quien también tendrán que luchar y mucho ya que no le entran balas, literal. El film no es más que eso. Si buscan acción, la van a encontrar a raudales, ya que hay peleas, persecuciones, choques, escenas impactantes que implican autos caros, helicópteros, motos y descenso tipo rappel de un rascacielos. De comenzar siendo una humilde película de carreras callejeras pasó a ser un film de acción puro al borde de lo irracional e incrédulo, rozando lo exagerado. En algún momento hay lugar para la familia de Hobbs en Samoa, pero es breve y no tiene gran sustento emocional. Hay una breve intervención de Helen Mirren (muy breve) como la madre de los hermanos Shaw y escenas post-créditos. En síntesis, sólo para fanáticos. ---> https://www.youtube.com/watch?v=kpMwCltBVoY TITULO ORIGINAL: Hobbs and Shaw DIRECCIÓN: David Leitch. ACTORES: Dwayne Johnson, Jason Statham, Vanessa Kirby, Idris Elba, Eiza González, Helen Mirren, Eddie Marsan, Cliff Curtis. GUION: Chris Morgan. FOTOGRAFIA: Jonathan Sela. MÚSICA: Tyler Bates. GENERO: Acción . ORIGEN: Estados Unidos. DURACION: 136 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 13 años con reservas DISTRIBUIDORA: UIP FORMATOS: 2D. ESTRENO: 01 de Agosto de 2019 ESTRENO EN USA: 26 de Julio de 2019
Rápidos, furiosos y franquicieros... Después de ocho películas llega el primer spin-off de Rápido y furioso, una de las franquicias más taquilleras del milenio que supo construir un imperio a base de autos veloces, tipos duros y chicas audaces. Parece que después de las peleas entre Vin Diesel y Dwayne Johnson durante el rodaje del último film de la saga, la cosa quedó tan mal que en vez de darle para adelante con la novena entrega, decidieron cortar por lo sano tomando caminos separados, lo que implicó darle un spin-off a Hobs, el personaje de Johnson. Pocas veces este recurso sirvió de forma más políticamente correcta para desactivar una enemistad que atentaba contra el futuro de una franquicia millonaria. Así las cosas, Rápidos y furiosos: Hobbs & Shaw (Fast & Furious presents: Hobs & Shaw, 2019) pone a Hobs (agente de la CIA, del Servicio Secreto o la agencia que sea que tiene asignada en este nuevo guión) a trabajar codo a codo con Deckard Shaw (Jason Statham), un personaje que como muchos en esta saga, cambió de bando y ahora es de los "buenos". Juntos tienen detener a una organización secreta llamada Ethion, cuyo objetivo es liberar un virus mortal que amenaza con azotar el planeta. Para hacer la cuestión todavía más crítica, el virus corre por las venas de Hattie, la hermana de Shaw. Con Brixton, un superhombre mejorado en un laboratorio (interpretado por Idris Elba) persiguiéndolos alrededor del mundo, Hobs y Shaw tienen que neutralizar el virus, salvar a la chica y consecuentemente al mundo... uno de esos plots estándar dentro del cine de Acción, con varios ecos al universo de Misión Imposible y a ese subgénero ochentero que conocemos como buddy cop movies. Para todo aquel que vaya al cine con conocimiento previo del universo "rápido y furioso", sus guiños y códigos, y siendo consciente del producto que tiene frente a sus ojos, el entretenimiento está más que garantizado. La estructura narrativa está conformada de manera tal que a una escena explicativa que detalle quién es el malo y que tienen que hacer los buenos, la seguirá la consecuente escena de acción que ponga en hechos lo planeado, y a continuación o durante la acción misma seremos testigos de un intercambio de "chicaneadas" entre Hobs y Shaw... y así ad eternum... o al menos hasta finalizar unos tal vez excesivos 135 minutos de película. Decir que Rápidos y furiosos: Hobbs & Shaw juega todo el tiempo con el verosímil y desafía la suspensión de la incredulidad escena tras escena sería sumamente redundante y derivativo. Este tipo de productos son un género en si mismo donde el espíritu "over the top" todo lo atraviesa y hacen de la exageración un dogma, donde gran parte del goce para el espectador es ver cómo la próxima secuencia se las ingenia para superar el absurdo de la previa, sin importar lo que digan las reglas de la Tecnología, la Ciencia, la Física, la Química y por sobre todo la gravedad. El tercer acto del film es prueba viviente de esto, además de dar la sensación de ser claramente un capricho 100% de The Rock, quien es también uno de los productores. Johnson y Stathan se lucen durante sus jocosos intercambios probando la buena química que hay entre ambos, de la misma forma que demuestran en cada momento de acción porque siguen siendo dos de los referentes del género. Algo que probablemente sea el condimento fundamental de Rápidos y furiosos: Hobbs & Shaw, un producto que entretiene y muy conscientemente cumple su rol de placer culposo de todo amante de los tiros, los golpes, las explosiones y los tipos rudos con sentido del humor.
En la reseña de la última entrega de Rápidos y furiosos mencioné que la franquicia, debido a la extravagancia de los argumentos, ya estaba a punto caramelo para que los Transformers tuvieran su encuentro con la familia Toretto. En la película de Hobbs y Shaw queda claro que el mundo les quedó demasiado chico a los personajes de esta saga, cuya próxima aventura debería tener lugar en el espacio. Con el paso de los años esta serie pasó de ser una propuesta de acción sobre carreras clandestinas a un clon bizarro del cine de James Bond en sus etapas más ridículas. La realidad es que muchos espectadores también terminamos por dejar pasar esta característica y uno disfruta las películas dentro del pasatiempo ligero que brindan. En este contexto yo puedo aceptar que Hobbs y Shaw desafíen las leyes de la física en sus hazañas exageradas, ahora que tengan como villano a un cyborg con superpoderes me parece que es demasiado. El nuevo trabajo del director David Leitch (John Wick, Deadpool 2) se pasa de rosca con estas cuestiones en una producción a la que le sobran fácil 40 minutos. No hay demasiada justificación para que este film supere las dos horas de duración que se hacen interminables en la butaca. La dupla que conforman The Rock y Jason Statham tiene un enorme potencial que acá se abordó con un conflicto bobo que trabaja elementos de ciencia ficción. Idris Elba, en el peor rol de su carrera, es desperdiciado como una especie de Terminator clase B que parece pertenecer a otra producción. Un personaje que inclusive llega a tener su momento Transformer. Todo el conflicto apocalíptico no termina de encajar demasiado con Hobbs y Shaw que tal vez funcionarían mejor con una premisa diferente. Son personajes que están más para enfrentar traficantes de armas o narcos que clones de villanos de Bond de los años ´90. En materia de acción Leitch cumple con algunas secuencias vistosas pero este film no representa su mejor trabajo en el género. Muchas escenas de peleas y persecuciones después de un tiempo resultan redundantes o terminan contaminadas por un exceso de CGI, producto de la intención de brindar un espectáculo grotesco. Otra debilidad de esta producción es que los personajes principales son extremadamente perfectos y siempre vencen a sus enemigos con facilidad. No hay ninguna situación donde los protagonistas enfrenten algún peligro importante, algo que afecta el tratamiento de la acción ya que se vuelve muy predecible. Lo mejor de esta propuesta pasa por la química entre los actores principales y sus continuas chicanas humorísticas que ofrecen momentos divertidos. Cabe recordar, para quienes les interese, que hay tres escenas post-créditos (una más estúpida que la otra) que aportan situaciones graciosas de relleno. Si optan por no quedarse hasta el final tampoco se pierden nada relevante. Hobbs y Shaw probablemente encontrará sus seguidores más entusiastas en los fans acérrimos de la saga Rápido y furioso que disfrutan el género de acción trabajado de este modo.
¿Era necesaria esta película? Por supuesto que no. ¿La franquicia se ha convertido en un absurdo? Por supuesto que sí. ¿Entonces se disfruta? Obvio que sí. Este estreno es el ejemplo perfecto de película de acción inverosímil y entretenida para pasar el rato, y para apagar el cerebro, mientras vemos situaciones imposibles de superhéroes disfrazados de hombres. Porque eso es lo que son estos dos personajes en la época dorada del cine con gente disfrazada. Son héroes de acción de la vieja escuela, pero llevados al extremo. Dentro de ese universo, el film tiene lógica y sirve para conocer un poco más y explorar esta gran dupla que conocimos en la saga Rapído y Furioso. Y ahí hay que hacer una breve aclaración, dado a que el póster es un poco engañoso en Argentina ya que se lee primero y más grande “Rápidos y Furiosos” en lugar de Hobbs and Shaw, que es su título original (y el nombre de los personajes). Este film es un spinoff y no una secuela directa, motivo por el cual no vemos a Vin Diesel y Cia, quienes están en plena producción de la próxima entrega. La historia es sencilla y repetitiva, pero está bien ejecutada. La película es muy entretenida y no decae nunca. David Leitch, quien viene de dirigir Atomic blonde (2017) y Deadpool 2 (2018) hace un gran laburo con todas las escenas de acción, y mantiene un buen ritmo en todo momento. El problema de esta película, y las de su estilo, es que ya me la olvidé. No tiene absolutamente nada que se quede con el espectador a largo plazo. No hablo de la dupla protagonista y sus interacciones, porque lamentablemente la proyección para la prensa fue en versión doblada. Por lo cual me es imposible juzgarlos a ellos y sus diálogos. En definitiva, Hobbs and Shaw es buen entretenimiento para los amantes de la acción y de la saga Rápido y Furioso.
Qué bueno, y sencillo, es que los personajes se autopresenten y definan con simples palabras. Ante la pregunta, con signos de admiración e interrogación, de “quién car… sos”, el malo responde “El malo”, Hobbs (Dwayne Johnson) “El que te dará una paliza” y Deckard Shaw (Jason Statham) algo referido a una botella de champagne, que para no spoilear, no diremos con palabras textuales. Aunque es difícil spoilear una película de la saga de Rápidos y furiosos -Hobbs & Shaw es el primer spin-off, precisamente con estos personajes como protagonistas-, salvo que se advierta sobre alguna muerte… Porque las películas, por más que sean parecidas, tienen sus diferencias de forma, más que de contenido. Como la mayoría de las producciones de acción hollywoodenses de este siglo, sus tramas se estructuran a partir de escenas precisamente de acción. Lo que importa es eso: ver autos veloces, peleas bien coreografiadas -hay especialistas en eso- o lo intrépido que son los personajes. Y el director David Leitch, que viene del rubro de doble de riesgo -lo fue de Brad Pitt y de Matt Damon infinidad de veces-, y dirigió Deadpool 2, sabe de qué se trata el asunto. Cuando a la agente del MI6 Hattie (Vanessa Kirby, la princesa Margaret en The Crown) el “sobrehumano” Brixton (el malo, interpretado por Idris Elba) le tiende una trampa al querer apropiarse del virus CT-17 (Brixton mata a todo el equipo de los ingleses, y ella logra escapar, pero inyectándose el virus que puede convertir los órganos internos humanos en líquido en pocas horas), queda como que Hattie es una traidora. El MI6 y la CIA deben ir tras ella. Y tras el virus, claro. Y el primero llama a Shaw, que recordarán los fans es un mercenario, y la Central de Inteligencia a Hobbs (que se lleva pésimo con Shaw), para que, juntos, cumplan la misión. Si fallan, la suerte del mundo, cuándo no, está en peligro. A partir de allí comienza una atípica buddy movie, porque no es que Hobbs & Shaw sean precisamente amigos. Y hay datos que se saben casi de arranque: Hattie es hermana de Deckard Shaw, cuya madre es interpretada por Helen Mirren, sabremos más sobre el pasado de Hobbs, y hay una aparición sorpresiva de... No lo diremos, porque no figura en los créditos. Pero es importante. Ni lógica ni nada por el estilo le piden los espectadores a la trama, menos a que Statham y Kirby hayan sido criados de niños -hay un par de raccontos donde se los ve de chicos- cuando uno tiene 52 y la otra, 31 años. No importa. Lo que sí importa es que la película dura 136 minutos, de los cuales más de 12 son de créditos finales -por supuesto, pasan cosas durante el rodante final- y las secuencias de humor y acción empalman como corresponde. Que le hagan decir a Idris Elba “Soy Superman negro”, cuando suena que será el nuevo James Bond, es un guiño humorístico, como la repetida frase de “nadie me dice qué hacer” y otra sobre que el cambio climático, “el terrorismo y el capitalismo” terminarán con la Tierra “para 2096”. Con una peli de Rápidos y furiosos cada dos años tal vez llegarán, no en forma, pero vivitos y a toda máquina.
Tras ocho películas de la exitosa saga "tuerca" y casi un año antes de que llegue la novena entrega liderada -ya sin el Brian O'Conner de Paul Walker- por el Dominic Toretto de Vin Diesel, Rápidos y furiosos presenta su primer film stand-alone, su primer spin-off. El recurso aplicado por decenas de productoras y franquicias (desde Marvel hasta Star Wars) se extiende ahora a esta, otorgándole el protagonismo absoluto a dos personajes que fueron ganando espacio en los últimos años: el Lucius "Luke" Hobbs de Dwayne Johnson (visto de la quinta a la octava parte) y el Deckard Shaw de Jason Statham (que apareció en las dos últimas, aunque ya había tenido un cameo en la 6). Rápidos y furiosos: Hobbs & Shaw es, en esencia, una combinación entre el thriller y la buddy movie que encuentra algo de comicidad en la sociedad, en principio forzada y tirante, entre dos héroes de acción decididamente opuestos entre sí: el impulsivo y extrovertido agente estadounidense Hobbs, y el cínico y contenido mercenario británico Shaw. La excusa argumental es un virus que todos quieren poseer y que en la escena inicial se lo inyecta Hattie (Vanessa Kirby que algunos reconocerán como la princesa Margarita en The Crown y por su papel en la más reciente entrega de la saga de Misión: imposible), una intrépida agente del MI6 que además resulta ser la hermana de Shaw; mientras que el malvado de turno es Brixton (Idris Elba), quien a partir de sucesivas mejoras genéticas se ha convertido en un poderoso cyborg. Tenemos entonces dos protagonistas que se odian, pero fruto de las circunstancias se verán obligados a trabajar juntos, una presencia femenina fuerte, un malo de fuste, una amenaza biológica que podría acabar con el mundo y... 200 millones de dólares de presupuesto para rodar por todo el mundo. Además, el director contratado para la ocasión fue David Leitch, quien venía de filmar Atómica, Deadpool 2, y es un reconocido coreógrafo de escenas de acción. Sin embargo, la unión de todos estos elementos da como resultado un film que está un poco por debajo de las expectativas. El carisma de "La Roca" es indudable, Statham siempre funciona en su eterno papel de duro y hay una muy buena secuencia final ambientada en Samoa (con Hobbs reencontrándose luego de 25 años con su familia y sus raíces), pero el film pocas veces alcanza la audacia, la potencia, la espectacularidad y el sentido del humor de los mejores momentos de la saga de Rápidos y furiosos. Por eso, y porque la dupla Johnson-Statham prometía más, Hobbs & Shaw deja algunas sonrisas, pero también gusto a poco.
Tratándose de un nuevo producto, de un desprendimiento —aparentemente— sin ataduras de la saga canónica, Hobbs & Shaw se presenta como la nueva entrega más prometedora de la franquicia de Rápidos y furiosos. Un “borrón y cuenta nueva” lleno de promesas y con un encomiable listado de involucrados. Sin embargo, lamento informar, todo ese potencial que parecía albergar no es más que una nube de humo salida del caño de escape de este nuevo modelo. Es cierto, desde afuera, posee cierto atractivo; pero, una vez dentro, no se tarda demasiado en llegar a la conclusión de que, pese al cambio de las partes, la carrocería —tristemente— sigue siendo la misma. La trama, desarrollada durante unas extenuantes dos horas y quince minutos, gira en torno a los personajes de Luke Hobbs (Dwayne Johnson) y Deckard Shaw (Jason Statham), quienes deberán dejar de lado sus diferencias para enfrentar a un enemigo en común y salvar a la humanidad. Los jocosos choques entre ellos, junto con el carisma característico de ambos actores y su ductilidad para el género, probablemente representen el punto más alto —si no el único— del film. En cuanto al personaje del enemigo, interpretado nada menos que por Idris Elba, no hay mucho para destacar: se refiere a sí mismo como “Superman Negro” pero, por fuera de tener una fuerza sobrehumana —gracias a la tecnología de la secta supremacista a la que pertenece (leyeron bien)—, su villano prueba ser bastante poco súper. “Los buenos” se le escapan —por lo menos— unas tres veces, jamás está siquiera cerca de cumplir su arquetípico objetivo y, encima, debe rendirle cuentas a una voz misteriosa que lo supervisa cual Charlie a sus ángeles. De todos modos, si vamos a hablar de personajes mal construidos, el que se lleva el premio es el de Vanessa Kirby. Siendo el único personaje femenino relevante del relato, su caracterización —primero, como mero MacGuffin y, segundo, como interés afectivo de uno de los protagonistas masculinos— es mínimamente problemática, por no decir insultante. Sobre todo, teniendo en cuenta las múltiples cualidades que “Hattie” exhibe en los primeros minutos (estratégica, ágil, fuerte, independiente) y que son paulatinamente abandonadas hasta llegar al final del film, en el que oficia de damisela en peligro y, como si ello fuera poco, prácticamente se le pide que se haga a un lado mientras los muchachos pelean. Naturalmente, esto ocurre, entre otras cosas, porque su personaje no importa por sí mismo, sino por lo que representa para los otros dos, particularmente para Shaw. Como en toda película de Rápidos y furiosos, el eje temático recae sobre la institución familiar (condición sine qua non de la marca, al parecer). En el caso de Hobbs & Shaw, dicho eje se manifiesta a través de los varios conflictos fraternales de la trama; siendo el principal aquel que se da entre ellos en el presente (pasan de despreciarse a quererse “como hermanos”) y los subsidiarios siendo aquellos que arrastran desde sus respectivos pasados (Hobbs le dio la espalda a su hermano 25 años atrás, mientras que Shaw vivió la experiencia en carne propia cuando Hattie le hizo lo mismo). Dejando de lado que el mismo conflicto entre los protagonistas ya había sido planteado, tratado y superado en Rápidos y furiosos 8 (la vi días antes de Hobbs & Shaw, única razón por la que puedo dar fe de esto), uno pensaría que la película haría caso omiso a esta suerte de tradición y, en cambio, apostaría por nuevos conflictos dramáticos o, aunque sea, por una nueva dinámica relacional más allá de la familiar. Sin embargo, el primer spin-off de la franquicia retoma una de las líneas narrativas más agotadas y parodiadas de la saga, arribando así al mismo y previsible puerto que sus antecesoras: un cálido y atonal abrazo familiar. En su crítica de la anterior película del director, Atómica, Javier Porta Fouz dijo sobre éste: “[David] Leitch tiene más experiencia como doble y coordinador de dobles que como realizador, y lamentablemente se nota”. En Hobbs & Shaw, eso no sólo se nota nuevamente, sino que la labor del director se ve doblemente cuestionada, ya que ni las secuencias de acción resultan rescatables. Totalmente a contramano de lo logrado en Atómica, Leitch abraza aquí la peor faceta del cine de acción: apela al montaje frenético y al caos visual como medios para generar adrenalina y tensión. Lo curioso es que Leitch codirigió la primera entrega de John Wick, saga vista actualmente como ejemplar en la ejecución del género. Pero mientras que Chad Stahelski demostró perfeccionar sus habilidades como narrador de una entrega a la otra, Leitch parece haber optado por el desaprendizaje, diezmando cada vez más sus méritos en aquella primera película. Un paralelismo similar podría establecerse con Christopher McQuarrie, quien en Misión: Imposible – Repercusión también incluyó una secuencia de salto HALO (High-Altitude Military Parachuting). Claro, con la pequeña diferencia que, allí donde McQuarrie encontró el escenario ideal para rodar un extraordinario plano secuencia, Leitch, por el contrario, escogió fragmentar la escena, montarla en paralelo con otra, convertir a los actores en píxeles tras emprender el salto, elipsar la acción y retomarla en el aterrizaje. En síntesis: ningún tipo de emoción, progresión dramática, construcción del suspenso, sentido de la espectacularidad o intento alguno por aprovechar el talento de sus intérpretes. Una gran oportunidad desperdiciada, tal como el resto de la película.
“Rápidos y furiosos: Hobbs & Shaw”, de David Leitch Por Jorge Bernárdez La saga de Rápido y furioso se fue adaptando a los tiempos y a alguna desgracia de la vida real y ya poco y nada queda de aquellas películas “pisteras” de los comienzos. Los productores y el elenco saben que el show debe seguir y a eso se han ido adaptando. De tomas maneras este spin off de la historia original guarda alguna relación con el comienzo, no vayan a creer que todo es un sinsentido. Luke Hobb (The Rock) y Shaw (Jason Stratham), ya demostraron tener poco en común y detestarse en alguna película anterior, pero esta vez deberán trabajar juntos para salvar al mundo y a la hermana de Shaw, Hattie (Vanessa Kirby). La chica es agente del MI6 y es sospechada de alta traición, pero la verdad es que Hattie se inyectó un virus letal para sacárselo de las manos a los malos, en particular a uno llamado Brixton (Idris Elba), que trata de obtenerlo para su jefe que maneja una organización poderosa que está metida en chanchullos en todo en el mundo o casi todo. Los primero minutos de película son de una intensidad arrolladora y de un derroche de testosterona, algo desacostumbrado para estos días y hay que decir que el relato baja pocas veces de ese ritmo vertiginoso. Lo que tampoco afloja es el clima de comedia y las constantes bromas de los protagonistas demostrando su enemistad. Todo es abrumador y excesivo al punto de que las dos horas y cuarto terminan siendo agotadoras. Hay en la película una idea del rescate de la familia -que en el original era la familia que se elegía, pero en este caso es la real de ambos protagonistas-, ya que Hobbs para terminar el pleito vuelve a Samoa donde está toda su parentela, más los hermanos Hobbs luchan contra el mal y salvan, por ahora, al planeta. A favor de la película hay que anotar las sorpresas, la acción y el tono de fiesta corrida que sale de la pantalla. En contra hay que volver a decir que abruma y por momentos es reiterativa. RÁPIDOS Y FURIOSOS: HOBBS & SHAW Hobbs and Shaw. Estados Unidos, 2019. Dirección: David Leitch. Intérpretes; Dwayne Johnson, Jason Statham, Vanessa Kirby, Idris Elba, Eiza González, Helen Mirren, Eddie Marsan, Cliff Curtis. Guion: Chris Morgan. Fotografía: Jonathan Sela. Música: Tyler Bates. Distribuidora: UIP. Duración: 136 minutos.
Payasos al volante Más que una (mala) película de acción basada en delirios de toda índole, el noveno eslabón de la franquicia iniciada con Rápido y Furioso (The Fast and the Furious, 2001) es una (mala) comedia de pareja dispareja que por un lado retrasa mínimo unas tres décadas y por el otro ni graciosa resulta dentro de su catarata de momentos pueriles, torpeza narrativa sin freno y secuencias de acción larguísimas llenas de CGI que no tienen ni un ápice de la testosterona de los films que supuestamente pretenden emular, léase aquellas gestas bien lúdicas y muchísimo mejor ejecutadas del cine de acción de los 80 y 90. El tono infantil y banal destinado a los burgueses y lúmpenes descerebrados que consumen estos productos lo recubre todo, anulando cualquier indicio de peligrosidad porque sabemos que por más extrema que sea la faena que los adalides deben realizar, siempre saldrán airosos y limpios. La preponderancia de la velocidad como tal fue introducida en el cine mainstream sobre todo en las décadas del 60 y 70 pero vinculada a la contracultura de la época y las epopeyas de deriva existencial improvisada, especie de pequeño ademán de rechazo contra el sistema capitalista en su conjunto mediante la metáfora de seguir caminos prefijados por la sociedad pero adoptando los marginales y menos transitados por las enormes mayorías de los colectivos humanos. Las dos décadas siguientes iniciaron un proceso de destilación política progresiva orientada a eliminar el sustrato de izquierda y dejar sólo las agitadas escenas de acción que enmarcaron a las road movies, las propuestas de atracos y aquellos dramas históricos del pasado inmediato, pronto generando un cine tontuelo y simple pero entretenido y decididamente más cercano a la derecha represiva de finales del Siglo XX. Hollywood fue arrepintiéndose de este enfoque abiertamente fascistoide para encarar los productos destinados a los hombres y de a poco fue volcándolo hacia una fantasía neutra que pretende incorporar también a las mujeres y los niños, provocando mixturas genéricas cada vez más inofensivas y conservadoras como la de la presente saga, una combinación de carreras callejeras, heist movies y cine de espionaje que paulatinamente se fue acercando a la ciencia ficción lisa y llana mediante artilugios tecnológicos, amenazas de ocasión y giros retóricos en verdad ridículos. Hoy, sin ir más lejos, la historia nos encuentra siguiendo los pasos de los otrora enemigos Luke Hobbs (Dwayne Johnson), un agente federal del servicio diplomático yanqui, y Deckard Shaw (Jason Statham), un ex miembro de las fuerzas especiales británicas reconvertido en mercenario, quienes deben unirse para impedir que un virus que licúa los órganos internos de las personas caiga en manos del villano de turno, Brixton Lore (Idris Elba), un terrorista y ex MI6 -mitad androide, mitad ser humano- que utiliza su fuerza y habilidades para reventar a cualquiera que ose ponerse en su camino. El trío de los buenos se completa con la hermana de Shaw, Hattie (Vanessa Kirby), una agente del servicio de inteligencia inglés que se inyecta el virus y así se transforma en el eje de las refriegas entre ambos bandos para controlar el arma de destrucción masiva. Como decíamos anteriormente, aquí todavía están presentes las secuencias de acción con vehículos motorizados pero poco y nada queda del sustrato terrenal y semi policial de los orígenes de la franquicia, un trasfondo que desapareció para dejar lugar a la fantasía más delirante en cuanto a los enfrentamientos, un metraje muy excesivo y constantes secuencias de comedia liviana que explotan la faceta de payasos de Johnson y Statham, lo que significa que el que lleva la batuta es el primero a raíz del predominio del enclave cómico por sobre cualquier atisbo de seriedad o coherencia narrativa. Los dos actores principales están bien en lo suyo (de hecho, vienen haciendo lo mismo desde hace décadas y a esta altura lo hacen más o menos bien), sin embargo el opus en sí de David Leitch es de lo más perezoso y remanido al punto de la exasperación por la acumulación de estereotipos mal ejecutados…
Enemigos íntimos. Estamos ante un spin off de la franquicia furiosa, y desde el vamos te contamos que no veremos nada nuevo bajo el sol. Los excesos de efectos especiales y las escenas de acción incesantes, estructuran un relato tan veloz como señala el título. Sin Dominic Toretto (Vin Diesel) a la cabeza, serán el agente Hobbs (Dwayne Johnson) y el “sin ley” Shaw (Jason Statham) los que tomarán el mando. Los chicos rudos quienes alguna vez estuvieron enfrentados a muerte y evidentemente no tienen química, serán convocados por la CIA y la inteligencia británica respectivamente, para unir fuerzas y desbaratar el macabro plan del anarquista ultra tecnológico Brixton Lore (Idris Elba). Se suma a la magnánima aventura la agente secreta Hattie Shaw (Vanessa Kirby), si la hermana de Ian, quien es la portadora humana del virus 100% letal que quiere esparcir Brixton. O sea que además de salvar el mundo los muchachos deberán proteger a su familia, constante que queda bien asentada en la cinta, desde el momento que Shaw visita a su madre en la cárcel y se reencuentra con su hermana; o al mostrar como Hobbs interactúa constantemente con su hija, y cuando regresa a su hogar después veinticinco años, claro que obligado por la compleja situación. Entre escena de acción, estampidas y carreras vertiginosas, en Rápidos y Furiosos: Hobbs & Shaw, hay momentos de humor que alivianan la tensión, indispensable las apariciones de Ryan Reynolds; y también surgirá un costado romántico. Indudablemente Hattie y Hobbs se sienten atraídos, aunque no se desarrolla demasiado la historia. Cuerpos perfectos y marcados, habilidades y escenas fantásticas y/o surrealistas, como mantener un helicóptero al ras de la tierra jalado a través de una cadena por uno de nuestros hombres, marcan la constante de una formula ya harta utilizada, y diría esencial de la saga. Claro que parados en el terreno de la exageración, esta buddy movie, a diferencia de sus películas parientes, pone por encima de los cuatro ruedas a los personajes. Aquí, en vez de ser una parte orgánica de la trama, los vehículos solo son funcionales a nuestros forzudos y combativos protagonistas, pero siempre conservando el alma de la franquicia. Una historia que sabrá mantener en vilo a los amantes de las peleas duras, las explosiones y la adrenalina.
La discusión eterna aplica en varios órdenes de la vida: ¿fue primero el huevo o la gallina?, en este caso: ¿Rápidos y furiosos: Hobbs & Shaw existe porque se pelearon Vin Diesel y Dwayne Johnson o porque se dieron cuenta de la potencialidad infinita de la franquicia? Sea cual sea la respuesta no importa, sólo queda entrar en este mundo inverosímil y hermoso de una longeva saga que parece no tener fin ni techo. Mientras se graba Rápido y furiosos 9 (¿realmente creían que no iban a seguir?) nos metemos en el primer spin-off de esta franquicia que en un principio era sobre “policías en acción sobre cuatro ruedas”, para luego virar a “producción pochoclera de super-acción” a lo que es hoy “la franquicia más redituable y extensa de superhéroes después de Marvel”. Ya está, aceptémoslo… lo que primero parecía ser simplemente un salto de fe en el verosímil de lo que sucedía en las primeras películas (algunos saltos imposibles entre auto y auto), terminó virando a una gran saga que bebe de los héroes con capas, no solamente en la cuestión de lograr hazañas físicamente imposibles sino también como se va entretejiendo el universo compartido y los personajes de las diferentes películas (no olvidemos esa INCREÍBLE escena post-créditos en R&F5 con el personaje de Eva Mendes de R&F2 sorprendiéndose con el regreso de entre los muertos de la mujer de Toretto…). Y la pieza fundamental que ayudó a este viraje fue la introducción de Dwayne “no me llamen mas La Roca” Johnson, una montaña de carne, esteroides y sobre todo mucho carisma. La marca de las llantas En este caso asistimos a su merecido spin-off, pero aderezado con la genial introducción de otro personaje (que cómo en los comics) pasó de la villanía al lado más heroíco… estamos hablando de Deckard Shaw (Jason Statham), un personaje que entró a la saga para vengar a su (no tan) fallecido hermano y que fue mutando hasta salvar al SPOILERS hijo de Toretto en R&F8. Hobbs & Shaw es entretenimiento puro y duro, junto con Misión Imposible es parte de ese engranaje perfecto entre una historia simple pero bien ejecutada, personajes con carisma y mucha sabiduría en el uso de la cámara para las escenas de acción. La excusa: hace acto de presencia una nueva hermana (esto ya parece la familia de Freezer de Dragon Ball) Shaw: Hattie, interpretada por Vanessa Kirby; ella se alejó de su familia luego de creer que su hermano era un traidor y se puso a trabajar para el MI6. Lamentablemente, se cruza con un virus letal, que una empresa maquiavélicamente diabólica Eteon (que tiene una agenda entre la ya nombrada MI y James Bond) está buscando. Ella tiene que inyectarse el virus y escapar, siendo acusada injustamente de traidora. Eteon se dedica a modificar genéticamente a los seres humanos hasta lograr al “Superman Negro” (esto no es un pensamiento personal, así se lo nombra en la película), Brixton, interpretado por Idris Elba, que tiene un pasado con Deckard Shaw. ¿El resultado? Hobbs y Shaw tienen que unir fuerzas para encontrar a la hermana perdida, detener el apocalipsis virósico, recorrer el planeta, de vez en cuando subirse a un auto, y sobre todo llenar de carisma, humor y el concepto “familia” todo el metraje que sea posible. Suena como si fuese una de R&F, porque básicamente lo es. Cuerpos gigantescos, corazones también Además de grandes escenas de acción y un evidente cambio de paradigma hacia algo mas superheroíco, Hobbs & Shaw sorprende por un par de cameos geniales de personajes/actores que merecen mantener el secreto para que te sorprendas en la sala. No los busquen, no indaguen en IMDB, son dos personajes que ofrecen un par de escenas que sacan sonrisas y que se agradecen en tiempos de sobre-información y spoileo. El corazón también es parte de esta franquicia, y así como la familia Toretto, una nueva se comienza a formar: Hobbs vuelve a sus raíces, luego de alejarse y separar a su hija de su abuela y tío, mientras que Shaw busca satisfacer a su madre (la gran Helen Mirren) y volver a unir a los hermanos. Rápidos y furiosos – Hobbs & Shaw es un espectáculo pochoclero a 300 km/h, cargado de acción, comedia y carisma, que aprovecha los recursos actorales para explotarlos al máximo en el lugar donde se sienten más cómodos. Es otro peldaño de esta escalera que parece infinita llamada Rápidos y Furiosos.
Novena entrega, y segundo spin-off de la saga iniciada en 2002, "Rápidos y Furiosos: Hobbs y Shaw", de David Leitch es ante todo una comedia con la positiva capacidad de jamás tomarse en serio. La historia de "Rápido y Furioso" en el mundo del cine es lo más parecido al famoso camino del héroe. Quienes bancaron aquella primera película allá por 2002, hoy deben estar mirando con cierta mirada socarrona triunfalista. El film del menospreciado Rob Cohen recibió todo tipo de críticas pese a ser un taquillazo. Casi que era un placer culposo masculino. Hecho que se mantuvo hasta la tercera entrega que tocó fondo, y tras una cuarta que pasó desapercibida, a partir de la quinta resurgió cuál Ave Fénix como una gran saga de acción ahora con el apoyo hasta de la crítica especializada. Hay una clave de ese éxito, "Rápido y Furioso" es una saga que supo mutar, que fue aprendiendo, y así mantenerse siempre vigente. De ser películas fierreras básicas con carreras clandestinas, pasó a las acrobacias improbables como las de "Misión:Imposible", a los grandes robos, a la hermandad de grupo masculino, fue sumando cada vez más un elenco de figuras importantes; y hoy suma una nueva mutación, las buddy movies. "Rápidos y Furiosos: Hobbs & Shaw", no sólo es la novena entrega de la franquicia, es el segundo spin off de la rama troncal de la historia. Recuerden que la tercera, (Reto Tokio) comenzó como un spin off individual, y posteriormente – y gracias a una escena final – se unió su historia al conjunto para que fuese canon. En esta oportunidad, no es una historia completamente individual, sino que toma a dos personajes (uno que se convirtió en protagonista en las últimas entregas, y otro secundario) del conjunto, y los lleva a vivir una aventura aparte. Hablamos de quienes le dan título al asunto, el agente de la CIA Hobbs (Dwayne Johnson) y el redimido ladrón británico Shaw (Jason Statham). El asunto se dispara mediante un objeto preciado, una cápsula de un virus letal capaz de destruir todo un cuerpo desde adentro. Este virus es disputado entre dos bandos, y termina siendo inyectado en el cuerpo de Hattie (Vanessa Kirby), frente a la frustración de los terroristas ambientalistas liderados por Brixton (Idris Elba). Hattie, una peligrosa femme de armas tomar, huye con el virus en su interior, y la CIA debe recuperarlo. Hasta ahora, un argumento muy similar al de Misión:Imposible II. El responsable de la CIA (una participación sorpresa de peso) busca a su antigua compañero Hobbs para asignarle la búsqueda, y deberá trabajar en conjunto con Shaw ¿Por qué? Habrá que descubrirlo viéndola en la pantalla más grande que puedan. Son varias las novedades respecto de este spin off con las ocho entregas anteriores. Pasamos ya de las piruetas imposibles, y las persecuciones complejas y destructivas, a una suerte de película de super héroes. Brixton es un villano prácticamente indestructible; hay un jefe superior, el verdadero líder al que nuca le veremos su rostro ni su voz sin distorsión, que lo salvó de la muerte y lo transformó en un androide similar a los de Upgrade. Resiste balas, tiene una visión de precisión tecnológica, y una fuerza sobrehumana. Después, claro, la elección de David Leitch como director no es aleatoria, las escenas de acción coreografiadas hasta el detalle están a la orden del día, y tal como sucede en "John Wick", el verosímil es lo que menos importa. Los autos y sus persecuciones ya no son tan importante como las complejas escenas de puños, patadas, y pistolas. La testosterona vuelve a estar en los músculos antes que en el combustible. Fundamental, "Rápidos y furiosos: Hobbs & Shaw" es más allá de una película de acción, una buddy movie, y una comedia en clave buddy movie. En las anteriores podía notarse algo de camaradería y comicidad. Aquí todo pasa por la unión de la pareja dispareja en la aventura, y ya no hay comicidad en pinceladas sino que hablamos de una abierta comedia que no intenta nunca ser tomada como otra cosa. Hay intertítulos graciosos, secuencias de parodia, personajes sorpresa que se burlan de sí mismo, y los diálogos que buscan permanentemente arrojar chistes, para fortuna nuestra, la mayoría efectivos y siempre funcional a la historia. Por supuesto, tal como sucede en "Deadpool" o "Shazam", en la comicidad el que sale perdiendo es el villano que carece de un mayor peso que pudo tener. Dwayne Johnson ya no caben dudas que es la estrella de acción del momento. Su carisma es arrollador, se sabe burlar de sí mismo, tiene encanto, tiene gracia y comicidad, y de alguna manera logra atraer a hombres, a mujeres, y hasta a un público más menudo. No importa si es un gran actor, es una gran estrella. Statham palidece frente a su figura, de todos modos, logra buenos momentos individuales, despunta ese tono de tosco y elegante hombre inglés, es una buena contrafigura socia, y tiene muchísima química con Johnson. Kirby también se acopla muy bien al dúo. Repetimos a Elba le falta peso como personaje, y también su composición que debió ser más de temer. En sus dos horas y cuarto de duración, el ritmo no siempre es parejo, y si bien nunca aburre, se siente innecesariamente larga, con algunos tramos en donde el asunto parece no avanzar, o dar vueltas de más. Una duración más corta hubiese favorecido su aglutinamiento, algo que parece ser el problema del director de "John Wick" y "Atómica". "Rápidos y Furiosos: Hobbs & Shaw" no engaña, no pretende ser más de lo que es. Es una propuesta en donde todos se divierten y divierten al público. Hay alguna deconstrucción de mensaje machista, y mucho que aún persiste; hay humor; hay acción inverosímil y muy efectiva; y personajes que nos meten a todos en sus bolsillos. Novena entrega o spin off, vuelve a demostrar que a esta saga hay que respetarla.
En una kilométrica saga que acumula ocho películas, Rápidos y furiosos, fue girando el volante desde su inicio y se instaló con éxito a través de historias que fusionaron acción espectacular, amistad y lucha en equipo. Este "spin-off", Rápidos y Furiosos: Hobbs & Shaw, trae sólo a los personajes del título, encarnados por el gigantesco Dwayne Johnson, un agente del Servicio de Seguridad Diplomático de Estados Unidos y al acrobático Jason Statham, un ex agente militar británico. A pesar de estar en bandos opuestos, ambos unen fuerzas en una nueva misión: localizar a Brixton -Idris Elba-, el villano de turno, un soldado genéticamente modificado que busca desatar el caos con un virus mortal. La película, ambientada en Los Angeles, Londres y Moscú, entre otros escenarios internacionales, propone vértigo desde el comienzo cuando ambos personajes funcionan a manera de espejo y con pantalla dividida. A ellos se suma Hattie -Vanessa Kirby-, una agente del MI6, y hermana de Shaw, que lleva el virus en su cuerpo. Con personajes que se pasan de bando, una constante en esta saga, y dos hombres dispuestos a todo para recuperar lo suyo -sin la química necesaria-, la propuesta ostenta secuencias exageradas -al borde del precipicio- que le juegan en contra en varios tramos. El filme, que acumula diálogos poco eficaces y gags que no siempre funcionan, apuesta entonces al chisporroteo visual, las persecuciones, las explosiones, la caída desde lo alto de un edificio y una delirante escena final con helicóptero, pero flaquea en la adrenalina que generaron las películas anteriores. Por su parte, Brixton parece salido de una película de Marvel, con cierto parecido a Pantera Negra, y no termina de cuajar con el planteo del filme. El costado familiar dice presente a lo largo de la historia, con un Hobbs que se mantiene en comunicación con su pequeña hija y un reencuentro con lo suyos en Samoa: mientras Shaw visita a su madre -Helen Mirren, en una aparición desaprovechada- en la prisión. El relato abre la puerta en el final, con un gancho poco ocurrente, a una futura misión.
Es un spin off, una película dedicada a la mala relación entre los personajes de Jason Statham y Dwayne Johnson, un mercenario al mejor postor uno, un agente federal el otro que se vieron en la número 7 de la saga y ahora tienen la responsabilidad de entretenernos. Para los fanáticos de la sarie, falta ese toque que solo Vin Diesel sabe dar y sus fans adoran.. Pero cada uno de los protagonistas tiene su público. Y si se trata de peleas y corridas de autos y hasta, como lo muestra el tráiler, enganchar un helicóptero en pleno vuelo, ya se sabe que “la roca” todo lo puede y Statham es el rudo antipático de siempre. Escrita por Cris Mogan que no encuentra nada original pero bate ingredientes: El mundo está amenazado por un virus que puede matar a media humanidad. Los musculosos se unen para combatir a una organización mafiosa que convirtió a Idris Elba (una presencia magnética increíble) es un soldado cibernético y casi imbatible que quiere ese virus que está en el cuerpo de la hermana de Jason Statham. Ella es Vanessa Kirby, del servicio secreto británico. El toque familiar se acentúa hacia el final como para tener un sentido de pertenencia que caracteriza a los rápidos y furiosos, en Samoa. Se incluye a toda la familia de Hobss con un bailecito haka y todo, mas mamá que, ojota en mano, domina a un verdadero ejército de forzudos. Un argumento de cosas vistas al servicio de las escenas de acción pero más pensando en chicos que en adultos, y sin sabores originales.
Tango y Cash era una película de 1989 tan autoconsciente de sus intenciones pirotécnicas que se hacía imposible echárselo en contra. Era la acción por la acción misma, desprovista de reflexión alguna (y orgullosa de ello), sazonada con ocasionales humoradas y apoyada en el carisma de sus dos protagonistas, Sylvester Stallone y Kurt Russell. Pero incluso con estas intenciones tan lúdicas, la película conocía sus límites; se hacía disfrutable, ágil; no iba a cambiar la historia del cine pero al espectador le quedaba la sensación de pasar un buen rato. Quien esto escribe la trae a colación debido a que Hobbs & Shaw busca ese espíritu pero no rinde los mismos resultados. No tan extraña pareja La película es explícitamente clara sobre dónde descansa el atractivo de su propuesta: el juego de opuestos existente entre los personajes de Jason Statham y Dwayne Johnson. Una explicitud remarcada en una de las primeras escenas mediante una pantalla dividida, la diferencia en la paleta de colores (frio para Statham; cálido para Johnson), y sus estilos de vida (uno hace ejercicio y el otro se va a un bar a beber). Luego, naturalmente, muestran lo que tienen en común: hacer uso de su fuerza para sacar a los criminales de las calles. Todo esto para dejar en claro que, diferencias aparte, los dos son los mejores en lo suyo. Si a estos detalles le sumamos una escena previa donde son introducidos el villano y el objeto a ser recuperado de una manera bastante eficiente, podemos decir que tenemos todos los elementos para hacer una película de acción disfrutable. Sin embargo, por más spin-off que esto sea, hablamos de Rápido y Furioso, una franquicia que ya hace largo rato soltó cualquier respeto a la lógica; entonces, uno se pone a pensar si es necesario seguirles achacando un estilo que por más reservas que se tenga desde lo narrativo, produce resultados convocantes. Lo que haría posible semejante consideración es si el saldo final fuera por lo menos el de una película entretenida: es ahí donde parece tropezar Hobbs & Shaw. Es una película que tiene miedo de ser sencilla. Con los actores que tenía y su premisa, podrían haber bordado un producto más que digno. Cuando la trama está en Londres tiene todos los condimentos que hacen pensar que la película puede salir airosa: humoradas producto del desacuerdo de los protagonistas, un villano aparentemente indestructible, y un riesgo emocional para los dos personajes centrales. Sin embargo, cuando el villano ataca el cuartel general londinense de los protagonistas es cuando empieza a descender el interés. Hay que tener tino para saber meter un chiste en una situación de peligro sin que parezca desubicado. Por desgracia, el desubique de dicho recurso se vuelve ley. Cuando la trama deja Londres para transitar por Moscú y Samoa es donde Rápidos y furiosos: Hobbs & Shaw se empieza a meter en un agujero negro, sus 135 minutos se empiezan a sentir como si fueran muchos más. Es también en este viaje donde el montaje se vuelve más picado, irreconocible, y se ignora cualquier noción de tiempo-espacio para acomodar efectos dramáticos (como una pelea bajo la lluvia, en una locación donde en otro punto de la misma está completamente despejado). Por otro lado, no se puede negar que la película guarda cierta coherencia temática con sus antecesoras (o por lo menos las últimas) en cuanto a remarcar el concepto de familia: ya que la hermana del personaje de Statham es la que pone en marcha el conflicto, y la familia del personaje de Johnson serán quienes acudan en su ayuda para tratar de resolverlo.
Rápidos y furiosos: la historia como farsa La película se aparta de la premisa “autos corriendo por todas partes” que alimenta a la serie y que recién aparece a todo trapo en la secuencia de acción final. Marx dijo (Karl, no los hermanos; aunque Groucho también podría haberlo hecho) que “la Historia ocurre dos veces, primero como tragedia, luego como farsa”. Casi todo el mundo oyó la frase alguna vez y sin dudas la conocía otro filósofo, Francis Fukuyama, quien a comienzos de los ’90 acuñó el concepto de Fin de la Historia para celebrar la derrota del marxismo, la supremacía del capital y el advenimiento del reinado de la economía de mercado. Más allá (o mejor dicho: más acá) de las discusiones en torno a estas ideas, ambas pueden ser útiles para pensar el estreno de Rápidos y furiosos: Hobbs & Shaw, derivado de la saga cinematográfica más exitosa de la historia si se la evalúa a partir de la relación contenido-beneficio. Este desvío que toma la serie nacida con el comienzo del siglo, hace ya nueve películas, se corre por primera vez de los protagonistas originales, los miembros de “la familia Toretto”. En su lugar pone al frente a los personajes del policía Luke Hobbs (Dwayne Johnson) y el ex agente prófugo Deckard Shaw (Jason Statham), aparecidos en los episodios 5 y 6, quienes con sus nombres de pensadores comenzaron a ganar cada vez más peso hasta lograr este ascenso que los convierte en figuras centrales. La sinopsis es básica: una agente del MI6 es asaltada por un grupo comando cuando su escuadrón recuperaba un peligroso virus sintético. Para evitar que caiga en manos equivocadas, la heroína se inocula las cápsulas letales y huye. Ahí Hobbs y Shaw son convocados para ir tras la prófuga y el terrorista superhumano que la sigue. Como siempre, el producto gira en torno de la acción, pero a diferencia de los primeros episodios “serios” de la saga, esta vez se trata de una comedia abierta. Para ello son vitales las habilidades de Johnson y Statham, tal vez los héroes de acción puros y duros con mayores dotes para jugar con la farsa en la actualidad. En otras palabras, dentro de la estructura de la saga Rápidos y Furiosos: Hobbs & Shawhabita en el segundo término del aforismo marxista. La película incluso se aparta bastante de la premisa “autos corriendo por todas partes” que alimenta a la serie y que recién aparece a todo trapo en la secuencia de acción final. El carácter farsesco se confirma en todas partes, aunque con pocas luces. La gracia se basa sobre todo en la enemistad entre los protagonistas, quienes durante casi toda la película se chicanean con epigramas propios de adolescentes. El chiste puede ser gracioso un rato, pero no se sostiene como único recurso humorístico en una película de más de dos horas. Como ocurre en la rama central de la historia, el derivado replica al original configurando una nueva estructura familiar entre sus protagonistas. Y de paso presenta a sus futuros integrantes, cuyas apariciones sorpresa están entre lo mejor del film. Se trata de una nueva familia que quizá alguna vez se termine cruzando con la original para deleite del fandom. Y de los productores. Porque como dijeron Fukuyama y su colega Jacobo Winograd (y el cine parece haber aceptado en las últimas décadas): billetera mata… lo que sea.
Aire fresco. En pleno 2019 ninguna película queda exenta a ser explotada ya sea una secuela o spin−off, como se viene haciendo actualmente. Tenemos varios ejemplos en el cine, pero el que más se le parece es el caso de Star Wars. Concibiendo spin−off como forma de hacernos la espera entre episodios más amena, su plan no resultó el mejor y luego de dos spin−off fallidos, se dio marcha atrás (al menos hasta el estreno de su serie). Eso temía de la saga de Rápidos y furiosos. Sin embargo, si analizamos las películas, cada entrega ofrece algo diferente y supo reinventarse, ya con 8 películas, una en espera para el año que viene, un spin−off se venía gestando: Hobbs & Shaw, Dwayne Johnson y Jason Statham, sus personajes habían aparecido previamente en las entregas de Rápidos y furiosos y sus personajes tuvieron una excelente repercusión. Ni hablar de su química. Un hecho que tuvo sus precedentes con las segunda y tercera entrega fierrera, pero que a diferencia de ellas, en esta ocasión se llevó mucho mejor a cabo. Hobbs & Shaw no pasa por los autos solamente, sino que ofrece algo novedoso y hasta roza la ciencia ficción con el magistral villano encarnado por Edris Elba, la dupla de sus protagonistas nos recuerda a una especie de misión imposible en formato buddy movie, y sumado a que son personajes que no necesitan ser presentados eso da lugar a muchas cosas para crear. Este spin−off se sostiene por si solo y eso era lo que temía que no llegara a pasar. No es de extrañar que en la siguiente entrega estos personajes no volvieran a aparecer (al menos con regularidad), pero al menos nos calma la ansiedad de saber qué pasará con Toretto y compañía. Si tengo que objetar algo, es el hecho que se añada el supertraje del villano que, si bien es algo nuevo que ofrece la saga, no deja de hacerme ruido el elemento sobrenatural. El resto es pura acción que seguro muchos disfrutarán. Agradezco que la entrega haya cumplido mis expectativas; no sé si calmó mis ansias por la parte 9 de la saga principal pero solo digo… ¿qué será del siguiente spin−off femenino que se está preparando? Solo el tiempo lo dirá.
Luke Hobbs y Deckard Shaw (Dwayne «The Rock» Johnson y Jason Statham) dejan atrás sus diferencias para intentar salvar al mundo de un virus letal mientras son perseguidos por un mercenario superhumano (Idris Elba). Desde hace rato la saga de Fast & Furious pasó de largo sus origines de autos ploteados, velocidad y carreras; ahora estamos en un terreno inverosímil cuyas situaciones bizarras bordean el camino de lo absurdo a niveles de Asylum Production. Hobbs y Shaw es una película en esteroídes; tiene todo lo que un fan de la saga furious quiere pero aumentado (tarde o temprano van a llegar al espacio). La química entre Johnson y Statham funciona a la perfección sobre lo que se busca y los mejores momentos de la película se divisan en el intercambio de palabras (o palos) entre los dos protagonistas. Para complementar la situación Vanessa Kirby demuestra que tiene lo suficiente para seguir sorprendiendo en roles que conllevan mucho trabajo físico al igual que buen manejo de expresiones. Kirby es joven, es bella y tiene un gran futuro por delante (hay que considerar que se encuentra ahora en dos grandes sagas de acción: Fast and Furious y Mission:Imposible). De plus: nos encontramos con cameos que a pesar de sentirse algo fuera de lugar del hilo narrativo y sean pura y exclusivamente marketineros, caen simpáticos. Hobbs y Shaw recae en la comedia; este spin-off da un punto de apoyo en un terreno que viene seduciendo a la saga furious desde hace ya tiempo. Ahora bien, al adentrarse en este «pantano» vemos como las situaciones dejan de tener un shock emotivo y los personajes se vuelven caricaturescos. Antes Decks Shaw era un asesino perfecto, ahora es uno más de la lista y el personaje de Hobbs por más que hable del maná, su enemistad familiar y del poder de su tierra, y de las circunstancias de la vida y bla bla bla… sinceramente a nadie le importa nada y sí, aburre. Además, la película tiene una duración de 135 minutos que son difícil de llevar. A pesar de que las situaciones se vean vacías, y predispuestas al éxito del cliché, la película tiene ciertos momentos de brillo; todos son en parte a la vida cotidiana y la forma de ser de Hobbs y Shaw, el resto es un show de pantalla grande que deja mucho que desear al igual que su villano Brixton (Idris Elba). Puede ser que de antemano Elba – gran actor – nos advirtió sobre su personaje como la «más grande amenaza que la saga tuvo»… por un lado tiene razón, pero por otro y a fin de cuentas su personaje termina siendo un artefacto cibernetico de un misterioso bien mayor que en algún futuro veremos. Hobbs y Shaw es una película que merecía ser hecha pero el resultado no llega a imponer el entretenimiento y calidad de prometía. Con desafortunados villanos, historia olvidable y demasiados errores de edición la primer spin-off de rápido y furioso llega a media marcha. Valoración: Regular.
El primer spin-off de la franquicia Rápidos y Furiosos llegó cargado de acción y con un dúo explosivo. La cinta reúne a los personajes de Dwayne Johnson y Jason Statham (Luke Hobbs y Deckard Shaw) en una nueva aventura repleta de golpes, explosiones, violencia y grandes escenas de acción con ese toque fantástico que la saga nos viene dando desde las últimas entregas. David Leich se sienta en la silla del director, quien tras haber dirigido películas como Deadpool 2 y John Wick, parece ser la mejor opción para un film de estas características. La trama sigue a Hobbs y Shaw trabajando juntos forzadamente para salvar al mundo de un nuevo villano, Brixton. Interpretado por Idris Elba, este superhumano que se define a si mismo como Superman Negro, es el encargado de dirigir una organización terrorista con tecnología militar de última generación. Johnson y Statham tienen una gran química en pantalla al igual que sus personajes quienes se robaron toda la atención y el amor/odio del público desde su primera aparición en la saga. La película está hecha para entretener totalmente al espectador, cuyo objetivo logra al cien por ciento. Es sin duda, la mejor opción comercial en cartelera para ver este fin de semana, y posiblemente el mejor estreno de acción de este año.
Rápidos y furiosos es una franquicia de películas que pasó de un origen vistoso pero mediocre a convertirse en una fiesta de acción y aventuras que desde su quinta entrega ya forma parte del mejor cine industrial de los últimos años. Ya van nueve películas, una de las cuales aún no se estrenó, y llegó ahora la idea de ramificar ese universo con un spin off. Si las secuelas son complicadas y las precuelas lo son todavía más, hay que destacar que los spin off suelen ser directamente un callejón sin salida. Sin estar en el centro comercial de la franquicia, perdiendo varios de sus elementos claves, un spin off suele estar llamado a vivir siempre en un segundo plano. Los personajes elegidos acá son el agente Hobbs (Dwayne Johnson) y el mercenario Shaw (Jason Statham) quienes por su química en Rápidos y furiosos 7 fueron elegidos para tener su propio film. En el espíritu familiar que la saga fue adquiriendo, acá el tema familiar vuelve a aparecer de forma central, incluyendo a la hermana de Shaw, Hattie (Vanessa Kirby) y a su madre presa (Helen Mirren). También está la pequeña hija de Hobbs y una historia con su hermano al que no ve desde hace décadas. Hermanos alejados, padres e hijas, madres e hijos, todo un sector del film apuesta a esto. De hecho es una de las muchas líneas que la película trabaja. Hattie se inoculó con un virus letal para que no caiga en manos del terrorista Brixton (Idris Elba), un personaje de humano tecnológicamente mejorado, a mitad de camino entre humano y máquina. Hobbs y Shaw deberán rescatarla antes de que caiga en manos de Brixton o que el virus la mate. El mundo está en peligro con esta amenaza. Un McGuffin hecho y derecho, como nos enseñó Alfred Hitchcock. Una simple excusa argumental para hacer avanzar la trama. De manual, pero no por eso malo, al contrario, funciona como tal. A todos los actores mencionados, todos de excelente nivel, hay que sumarle a Eddie Marsan, uno de los grandes secundarios del cine contemporáneo. Sin duda todos ellos –más varios cameos- son el gran atractivo del film. Los problemas son otros. Rápidos y furiosos nació como una franquicia de acción que luego se convirtió en acción y aventuras, lanzándose con todo a un mundo imposible pero creíble. Acá la trama es ciencia ficción y nada, absolutamente nada resulta creíble, ni para el género, ni para el cine. Todas las escenas tienen contradicciones ridículas y disparates que casi nunca son simpáticos. En las películas de la saga se podía tener todo tipo de medio de transporte. Aviones y submarinos llegaron a ser parte de las persecuciones y todo resultaba lógico dentro de los films, porque los guiones eran buenos y estaban bien filmados. Acá el villano parece un Terminator sin humor, sin peligro, sin impacto. Las citas cinéfilas no suman, restan. Los guiños y las bromas de la cultura pop nunca fueron motivo para hacer que una película sea buena, pero ahora además se han vuelto molestas. Es hora de pensar seriamente en volver a las películas que no hagan referencia explícita a otros films o personajes. Acá no suma. Tampoco suma que las frases y los gags se repitan una y otra vez. Lo que quedó claro en los primeros veinte minutos de película no tiene que ser subrayado durante las dos horas siguientes. Una franquicia traicionada, una historia de familias, un film que busca más comedia que acción, que se inscribe en lo que se llama Buddy Movie, y desde su presentación al estilo Dos tipos audaces cree que es todos soplar y hacer botella. Por suerte el personaje de Hattie, tanto para el humor como para la acción, le da un poco de dinámica a las situaciones que parecen prefabricadas y poco fluidas. Como toda saga que se extiende, Hobbs & Shaw ha renunciado por completo a la violencia realista y aunque en el guión se nota que se trata de una historia violenta, la sangre ha desaparecido casi por completo, lo que en algunas escenas resulta un poco ridículo. Varios momentos producen vergüenza ajena por lo fallidos que son. Lo único que logra darle vida a la película es cuando aparecen los autos y se arman esas coreografías ridículas y a la vez felices. De esas hay solo una hacia el final, el resto del tiempo las cosas no terminan de arrancar. Es un poco triste que con tanta certeza y alegría prometan una segunda parte, si no pueden hacer nada con la primera. Debería estar prohibido para los guionistas que se crean tan seguros de la continuidad de la historia si ni siquiera pudieron lograr que el comienzo funcione.
Quienes siguen de cerca la saga de acción fierrera con más pelados en su elenco, sabían que en cualquier momento se iba a hacer el spin-off de los personajes interpretados por Dwayne Johnson y Jason Statham, los únicos rivales capaces de entregar las peleas más aguerridamente espectaculares que se puedan ver en una pantalla XXL. Desde que el agente del Servicio de Seguridad Diplomático de Estados Unidos Lawman Luke Hobbs (Johnson) y el exagente militar británico Deckard Shaw (Statham) se agarraron a las piñas en la séptima y octava parte de Rápidos y furiosos, la pica entre ambos entusiasmó a los espectadores más fieles, que se morían de ganas de verlos en una película que los tuviera como protagonistas absolutos, con sus férreas musculaturas talladas en largas sesiones de gimnasio y entrenamiento con peso pesado. Así es que los productores, que a la hora de hacer negocios son bastantes rápidos y furiosos, llamaron al director David Leitch (Atómica, Deadpool 2) para que se encargara de dirigir este desprendimiento de la franquicia en el que se intenta empezar una nueva historia y, de paso, expandir el universo de motores rugientes. Rápidos y furiosos: Hobbs & Shaw llega con más bochinche que una moto sin caño de escape para pasearse desde Londres hasta la imponente Samoa, con Hobbs y Shaw enfrentados como siempre pero con la salvedad de que esta vez tienen que dejar de lado las viejas rencillas para combatir a Brixton (Idris Elba), una especie de Superman negro modificado genéticamente que intentará conseguir un virus que es una verdadera amenaza para la humanidad. Es ahí donde entra la mala lectura del filósofo Nietzsche, que lleva siempre a los fascismos. Los que se toman al pie de la letra lo que escribió el autor de Así habló Zaratustra pueden resultar muy peligrosos. En ese sentido, está bien que la película deje clara su posición y que combata con toda su fuerza a los que pretenden hacer realidad el sueño psicópata del superhombre. En el medio de ambos grandulones se mete la hermana de Shaw (Vanessa Kirby), experta en el arte del latrocinio y agente astuta del MI6, con quien deberán aunar fuerzas para luchar contra Brixton. Lo bueno del personaje de Kirby es que no solo reparte bifes sino que abre la posibilidad de una relación amorosa con el archirrival de su hermano. Las virtudes de la película radican en la ágil dirección de Leitch, quien le da su toque cool a las escenas de acción, con coreografías que son algo así como una celebración de la adrenalina, dotadas de una belleza visual hipnótica, y sin abusar de los ralentíes obligatorios del género. Pero lo mejor es sin dudas la relación beligerante entre Hobbs y Shaw, que se pelean verbalmente todo el tiempo y entregan momentos humorísticos que son el gozoso punto fuerte del filme. Fiel a sí misma y al universo al que pertenece, Hobbs & Shaw es una anabolizada buddy movie que cuenta con un indisimulable falocentrismo testosterónico, una especie de oda a la masculinidad más viril y bestial, una comedia de acción con sentido del humor y del honor que disimula muy bien su incorrección política y que luce orgullosa su musculosa anatomía de cine popular de trazo gruesísimo. Rápidos y furiosos: Hobbs & Shaw Dirección: David Leitch. Guion: Chris Morgan y Drew Pearce, basado en los personajes creados por Gary Scott Thompson. Elenco: Dwayne Johnson, Jason Statham, Idris Elba, Vanessa Kirby, Helen Mirren, Eiza González. Fotografía: Jonathan Sela. Duración: 135 minutos. Apta para mayores de 13 años, con reservas. Complejidad: nula. Sexo: nulo. Violencia: alta.
Es interesante el camino que se ha recorrido para llegar a Hobbs & Shaw. Un desprendimiento de Fast & Furious, está encabezada por dos personajes que se incorporaron a la franquicia como enemigos de la familia Toretto, que con el paso de las películas fueron acercándose al interior del círculo de confianza. Dwayne Johnson se sumó en Fast Five, sin lugar a dudas la mejor de todas las entregas, e inyectó una dosis de adrenalina a la vez que se pivoteó hacia otro rumbo, menos enfocados en los autos rápidos y más orientados hacia el equipo como una suerte de agentes internacionales dispuestos a salvar a la humanidad. El caso de Jason Statham es algo más complejo, dado que su Deckard Shaw literalmente mató a uno de los héroes, el Han de Sung Kang.
Dos de los señores con más carisma y simpatía de la pantalla grande, Johnson y Statham, forman aquí una pareja de amigos/enemigos que enfrenta a un supervillano. Desde que empezamos a ir al cine nos preguntamos, secretamente, si los actores que están en la pantalla se divierten –o sufren– tanto como nosotros cuando interpretan sus personajes. Lo que hace de esta película de David Leitch (un tipo que sabe filmar, un doble de acción devenido en director que nos dio tanto la primera “John Wick” como la desaforada “Deadpool 2”) es responder la pregunta: dos de los señores con más carisma y simpatía de la pantalla grande, Johnson y Statham, forman aquí una pareja de amigos/enemigos que enfrenta a un supervillano (el muy divertido Idris Elba, de paso) en una seguidilla de aventuras tan hiperviolentas, tan hipertróficas que nos hacen reír como a un chico maravillado. Es cierto, estamos en la era del todo es posible digital, pero eso no significa absolutamente nada si no sentimos algo de empatía, sobre todo de simpatía, por esos dos pelados en la pantalla. Y sucede desde el fotograma uno. Esto es –no todo, por supuesto– el cine: que encontremos en aquello que se vuelve gigantesco hasta el absurdo, por pura saturación, el elemento humano: la sana ironía de saber que el peligro sin cuento al que se enfrentan los héroes está allí para hacernos muy felices. ¿Una película infantil? Pues claro: Trinity y Bambino con cientos de millones de dólares, cientos de millones de ganas de divertirnos. De paso: qué bien están filmadas las peleas, puras acrobacias que nos recuerdan que el cine americano nació en la tienda de un circo.
200 MILLONES DE DÓLARES DE CHURROS Creo que fue por mi hermano que escuché por primera vez el dicho “más grasa que un millón de dólares de churros”. No es una frase muy sutil y no es difícil explicarla. La esencia de Rápidos y furiosos: Hobbs & Shaw tampoco lo es, por más que se construya desde un mecanismo de constante acumulación, que en demasiados pasajes le juega en contra. Como si los 200 millones de dólares de presupuesto con que cuenta la película fueran todos churros. Este spinoff tiene un par de factores a favor, que son –obviamente- Dwayne Johnson como Luke Hobbs y Jason Statham como Deckard Shaw, el agente de la ley y la mente criminal que no pararon de bardearse y a la vez tenerse algo de simpatía en Rápidos y furiosos 8. Acá se ven forzados a trabajar juntos para impedir que un virus aniquile a la mayoría de la población mundial. En el medio está Hattie (Vanessa Kirby), hermana de Shaw y agente del MI6 que se une a la misión, pero también un villano casi indestructible y con fuerza sobrehumana –cortesía de algunas alteraciones genéticas- al que Idris Elba interpreta con la solvencia que lo caracteriza. Además, tenemos a una organización secreta que está tras el virus y que es tan despiadada como pródiga en recursos. Y hay varias persecuciones, explosiones y peleas (algunas más propias del cine de animación) en Londres, Rusia y hasta Samoa. Y toques de ciencia ficción, de romance, de comedia, algo de drama familiar hecho a las apuradas, rituales polinesios, cameos de estrellas y la clara intención de dejar allanado el camino para una franquicia aparte de la de Rápidos y furiosos. Tantos elementos, tantas tramas, subtramas y tonalidades –casi todas transitadas a mil por hora- convierten a Rápidos y furiosos: Hobbs & Shaw en una experiencia tan abrumadora como irreal. Es casi como ver una película de Michael Bay, aunque más prolija desde la puesta en escena –al fin y al cabo, David Leitch sabe filmar las secuencias de acción- y con un poco más de humanidad en el desarrollo de los personajes. En el último factor son claves Johnson y Statham, que no solo sustentan sus presencias desde lo corporal, sino también desde sus capacidades cómicas y la innegable química que construyen entre sí. Aún con sus méritos y pasajes ciertamente atractivos en la primera mitad de su metraje –que nacen, en buena medida, de su desparpajo- Rápidos y furiosos: Hobbs & Shaw no llega a redondear de manera óptima su propuesta. De hecho, la última media hora es tan ruidosa como tediosa, aunque igual le alcance para ser de lo mejor de la franquicia a la cual todavía pertenece. Quizás se pasaron con la cantidad de churros.
Los reyes de la acción volvieron recargados: Hobbs y Shaw son obligados a trabajar juntos para resolver un conflicto que pone en peligro al mundo entero, lo que resulta una completa pesadilla para estos personajes tan disímiles. Hobbs, norteamericano, arrogante, musculoso y extrovertido y Shaw, británico, mental y conservador. Este dúo sustenta una novena entrega a lo "buddy movie" que aporta momentos de humor, aunque un tanto forzados, y tensión permanente. La trama se centra en una amenaza mortal: un virus que todos quieren poseer y que lo tiene inyectado Hattie (Vanessa Kirby, "The Crown" y "Misión: imposible"), una agente del MI6 que además resulta ser la hermana de Shaw. Este trío deberá mantener el virus a salvo de los enemigos escapando de Londres a Moscú y de Moscú a Ucrania, rodando en palacios rusos, centros de biotecnología y callejones infinitos. Y ese es precisamente el plato fuerte de la película, las locaciones y las coreografías de acción a todo ritmo que no dejan parpadear.
Rápidos y furiosos: Hobbs & Shaw, dirigida por David Leitch con Jason Statham y Dwayne Johnson. Ocho películas en total lleva la saga de Rápidos y furiosos desde su comienzo en el año 2001. De aquella primera película con un policía que se infiltraba en el mundo de las carreras de autos ilegales fuimos pasando, a más autos, más carreras, más mujeres como objeto, más reggaeton, más actores musculosos y más sin sentido. Pese a todo eso el público, en espectadores, fue acompañando esta saga inesperada. Dieciocho años pasaron para que tengamos el primer spin-off, con dos de los últimos actores en sumarse a la franquicia: Statham y “La Roca”. Si bien las anteriores películas de Rápido y Furioso fueron perdiendo el hilo que alguna vez tuvo, seguían enmarcadas en el mismo universo, con personajes e historias que, dentro de todo (y de ese mundo audiovisual), no desentonaban tanto. En Hobbs & Shaw pareciera que dijeron “nuestro público se traga cualquier cosa, hagamos lo imposible, lo ridículo y lo inverosímil en este spin-off”. Y lo hicieron. Claramente los personajes de esta película se conocieron en las anteriores, por eso no se detienen en explicarlo demasiado, pero si algún desprevenido entra a ver esto sin lo anterior, no entenderá del todo. Aunque tampoco hay mucho que entender. La historia, si a alguien le interesa, es la de Hobbs & Shaw tratando de salvar al mundo, ¡sí al mundo!, de un virus. En el medio se meten asuntos familiares a resolver, las amistades y muchas explosiones. Pero todo, como nos tienen acostumbrados, metido con fórceps. Idris Elba es el villano en esta historia, pero parece salido de una película de superhéroes más que de una película de acción. También hay una pequeña aparición de Ryan Reynolds que aunque no esté vestido de Deadpool, hace de Deadpool. Hobbs & Shaw es un sin sentido. Ni siquiera diría que vale la pena verla por las explosiones, la acción y ni hablar por la historia. A esta nueva película también podrán acompañarla los números y que se llenen las salas. Pero las moscas también llenan salas.
Otra de "Rápidos y furiosos", y van... La clásica franquicia entra en un nuevo siglo en su calidad de spin off (historias surgidas de una obra ya existente). Los personajes que componen el núcleo central de la saga, como recuerdan los fans, son Luke Hobbs (Dwayne "La Roca" Johnson), aquel musculoso miembro de los Servicios de Seguridad del Cuerpo Diplomático de Estados Unidos, y Deckard Shaw (Jason Statham), ex miembro del cuerpo de Ejército Británico, que una vez fue encarcelado por Hobbs por su condición de mercenario. La dupla, esta vez ayudada por la hermana de Deckard, la rubia Vanessa Kirby, ex agente del M16, debe olvidar sus diferencias y enfrentar a un tercero en discordia. Acorde con la época actual, el nuevo enemigo, Brixton Lore (Idris Elba), es un modificado genéticamente que con sus cualidades de superhéroe excede cualquier intento común de defensa y es portador de un virus mortal capaz de hacer desaparecer la Tierra en cuestión de minutos. Y por supuesto, los únicos capaces de enfrentarlo son Hobbs y Shaw, que deberán tratar de moderar sus diferencias para sumar poderes entre despliegues de kick boxing y taekwondo. HUMOR Y EFECTOS "Rápidos y furiosos: Hobbs and Shaw" entrega lo que sabe hacer mejor, toda la acción y la desmesura iluminadas por ráfagas de humor. Las peleas más exageradas, los golpes con consecuencias imposibles, el helicóptero que parece desafiar a los rascacielos entre los que se escapa, las bajadas absurdas del piso cuarenta como si fueran cómodos toboganes. Todo puede pasar en la película de David Leitch ("Deadpool 2"), hasta encontrar al luchador profesional Joe Anoa (destacado en futbol americano) en el papel de hermano de Luke Hobbs. Claro que el parentesco no es tan lejano. Dwayne "La Roca" Wayne, que hace de Hobbs, es en la vida real primo de Joe Anoa, que figura en los créditos como Roman Reigns, su nombre de competición en lucha libre. Persecuciones, acrobacias varias jugadas por Hobbs ("una lata de golpes", como se presenta a él mismo) con su amigo-enemigo Shaw, más una buena cuota de efectos especiales y un ritmo a toda máquina, resultado final de un spin off de impecable trazo formal.
Esta supuesta secuela (no se lea esto como sinónimo de consecuencias de una enfermedad, o si), de la saga que comenzó allá por el 2001, nunca creí que vaya a durar tanto y ya va por la novena, deja de lado por completo lo que se supone estableció aquella original. Si hay autos, corridas, peleas, escapes, y por supuesto buenos y malos, ahora se le agrega el mundo en peligro y una pareja de héroes que termina siendo un trío. También hace uso autorreferencial de los actores protagonista, intentando establecer algo del orden del humor, pero para que esto funcione el espectador debería haber visto las anteriores películas de los actores principales. Luke Hobbs (Dwayne Johnson) es un policía de los buenos, padre de una niña, y miembro de los Servicios de Seguridad del Cuerpo Diplomático de EEUU, que es reclutado por la CIA, para realizar un trabajo especial, pero deberá romper su estilo solitario y compartir la aventura con un agente ingles Por su parte, Deckard Shaw (Jason Statham) es también un solitario, ex miembro del Cuerpo de élite del ejército británico. Tienen un pasado conflictivo en común, al que deberán dejar en el arcón de los recuerdos en procura del bien general. (Novedoso por donde se lo mire) De entrada, no tienen nada en común. Además, desconfían el uno del otro, y los insultos y golpes entre ambos no han cesado desde que se conocieron. Su propósito será detener a Brixton (Idris Elba), quien se ha convertido en un arma mortal a partir de ser sometido a ensayos de biotecnología, todos en busca de una peligrosa arma biológica, el punto que ese virus se encuentre dentro del cuerpo de Hattie (Vanessa Kirby), quien se lo ha inyectado para que no caiga en manos de los malos, lo coloca en una gran excusa para hacer avanzar el texto, casi como un Mcguffin hitchcockiano, sin llegar a serlo, claro. Aunque establezcan desde lo dialógico que tienen un tiempo determinado antes que el virus termine con la vida de blonda agente. (Me suena a alguna de las de Misión Imposible, no?). Lo que convierte al filme en una carrera de obstáculos a contra tiempo y son tantos los estorbos, y tanto lo que dura, que se alarga al infinito de manera soporífera. Ni siquiera esos intentos de vuelta de tuerca, o la intención de establecer un tipo de discurso pro- familia, la rescatan de la meseta en la que se establece y no despega. Estamos hablando de un producción que se instala en el género de la acción, claro que filmada como Dios manda, o manda el género, las escenas de acción de buena factura, nada novedoso, sólo restaba esperar que cumpla con su cometido, pero no lo logra. Los actores cumplen con sus propios antecedentes, hay apariciones fugaces que tendrían la intención de establecer mayores créditos al producto, pero es poco lo que pueden hacer, Hellen Mirren, Ryan Reynolds, entre otros. En definitiva, un producto que no cumple con su cometido por aburrido.
Duelo de testosterona entre The Rock y Statham La franquicia tuerca se sigue expandiendo de la mano de otros personajes con la misma "rapidez" y "furiosidad" que sus compañeras cinematográficas. También con sus mismas exageraciones, claro. Después de ocho películas y más de dieciocho años rompiendo cosas, la saga tuerca que comenzó con Rob Cohen en 2001, se corre un poquito de la “Familia” para darles el protagónico a dos de sus estrellas secundarias. No se preocupen que Dominic Toretto (Vin Diesel) y los suyos van a volver ‘a todo gas’ en 2020, pero para mantener la adrenalina bien arriba, a Universal Pictures se le ocurrió sumar este primer spin off, menos rápido y menos furioso (bueh, esto no tanto), pero con la misma intensidad, súper acción y testosterona rebosante que sus compañeras de universo. Tal vez, demasiada. David Leitch, quien de esto sabe bastante, tiene la tarea de juntar a Dwayne Johnson y Jason Statham en la misma película una vez más y, en este caso, lograr que sus personajes se lleven más o menos bien para realizar una misión conjunta. Sabemos que esto es muy poco probable, debido a la historia que comparten después de los sucesos de “Rápidos y Furiosos 8” (The Fate of the Furious, 2017), pero cuando un virus mortal amenaza con destruir a toda la humanidad, deben dejar sus egos de lado por un ratito aunque no quieran. Una labor complicada, y por ahí viene el gran atractivo de “Rápidos y Furiosos: Hobbs & Shaw” (Fast & Furious Presents: Hobbs & Shaw, 2019), una historia que se agarra de la química entre estos dos pelados fortachones, que no paran de tirarse broncas y de medir el tamaño de sus… músculos. Si vamos a ser sinceros, la película de Leitch -ex doble de riesgo devenido en realizador, responsable de aventuras recargadas como “Sin Control” (John Wick, 2014), “Atómica” (Atomic Blonde, 2017) y “Deadpool 2” (2018)- tiene más puntos en común con algunas de las entregas más flojitas de “Misión: Imposible” (Mission: Impossible), que con su propia franquicia, y ahí residen sus problemas más visibles: la falta de originalidad y la repetición de tropos y lugares comunes. Todo arranca en Londres cuando un escuadrón del MI6 intenta detener el tráfico de un virus que puede eliminar a media humanidad de la faz de la Tierra. Las cosas no salen tan bien y son interceptados por un grupo de mercenarios comandados por Brixton Lore (Idris Elba), un ex agente de la misma compañía dado por muerte desde hace años, pero bien vivito gracias a las mejoras cibernéticas de Eteon, una organización criminal mega poderosa, que está detrás de este acto terrorista. Para que el patógeno no caiga en las manos equivocadas, la agente Hattie Shaw (Vanessa Kirby) se inyecta la sustancia y escapa del lugar, quedando como la culpable del ataque, porque Eteon también tiene el poder para manejar la verdad, sobre todo ante la prensa. Brixton, el "Superman negro" Con Hattie a la fuga, la inteligencia británica y la norteamericana unen fuerzas para trabajar en equipo y para ello deben juntar a Luke Hobbs (Johnson) y Deckard Shaw (Statham), que tienen formas de actuar muy distintas. Ahí arranca la verdadera aventura, con el trío a contrarreloj, intentando salvar a la chica (y al mundo), mientras escapan del implacable Brixton, una especie de Terminator incansable. En el medio, explotan y rompen todo lo que se interpone en su camino, reciben y dan golpes sin sufrir consecuencia alguna, y terminan en la remota Ucrania (todo con mucho olorcito a Chernóbil) haciéndole frente a los soldados de Eteon. Nada que no podamos predecir desde el minuto cero, ya que el esquema es bastante conocido. Lo bueno de todo esto, es que la experiencia de Leitch nos permite disfrutar de un montón de peleas bien coreografiadas y secuencias de súper acción, muchas veces inverosímiles, como todo en el universo de “Rápidos y Furiosos”. De paso, el guión de Chris Morgan (habitué de la franquicia) aprovecha para sumar referencias pop de todo tipo (algunas innecesarias), cameos simpáticos (hasta cierto punto, no vamos a spoilearles el momento), y personajes y elementos de otros trabajos cinematográficos de Dwayne y Jason, para divertimento de los “entendidos”. Tres son multitud “Hobbs & Shaw” no aporta nada desde lo argumental -pero encaja bien dentro de la saga y abre un poco más el juego para lo que se viene-, tampoco desde lo visual, donde toma nota de grandes obras modernas como “Mad Max: Furia en el Camino” (Mad Max: Fury Road, 2015). Pero sigue siendo coherente en cuanto a las personalidades de sus protagonistas, dos machos alfa que desbordan testosterona y todo el tiempo deben competir por su pequeño territorio (y su hombría), aunque no dejan de preocuparse por cosas más simples e importantes como la familia. Los realizadores procuran insertar momentos “emotivos”, pero ninguno encaja debidamente en este mar de pochoclo y súper acción non stop que, a lo largo de sus 135 minutos, pierde demasiado tiempo concentrándose en las diferencias y “peleítas” de sus dos personajes principales, mientras Kirby revolea los ojos y logra lucirse en alguna contienda. Un chiste que se repite demasiado y recién nos da respiro en un tercer acto que ya sobra y alarga este festín de aventuras descerebradas, que no busca lo contrario (por supuesto), pero tampoco se esfuerza para hacer una diferencia y dejar su marca en una franquicia que ya lo probó (y lo explotó) todo. ¿Cuándo se van al espacio, muchachos?
Uno se acostumbra fácil a la eficacia de películas como las Rápido y furioso, un cine cuyo secreto hay que buscarlo en la notable inteligencia narrativa que permite imprimirle gracia y potencia a personajes, diálogos y situaciones inverosímiles que rozan el absurdo. Un arte de la desaparición, en suma, que requiere que el espectador alcance a olvidarse de la complejidad del objeto y se entregue sin más al placer de las explosiones y los one-liners. Películas como Hobbs & Shaw, de manera involuntaria, llaman la atención sobre la hazaña estética que supone filmar ese cine. Imposible saber dónde empiezan y terminan las responsabilidades, que si la dirección, el guion o la producción, que el presupuesto esto o el estudio aquello: el caso es que en Hobbs & Shaw nada funciona como debería y la película se vuelve un masacote pesado y duro, desprovisto de cualquier forma de gracia. David Leitch hace una mezcolanza improbable de géneros de la que ninguno sale bien parado: ni la buddie movie, ni la película de espionaje, ni el cine de acción (ese, cómo llamarlo, ¿macrogénero? que domina el cine hollywoodense, en general para bien). En los primeros minutos se anuncia la desidia general: la rivalidad entre los protagonistas no arroja casi diálogos bien escritos o apenas cómicos; el villano principal es un negro mejorado tecnológicamente que trabaja para una corporación sin rostro conducida por un personaje anónimo, pero nada de todo eso genera algo de interés (ni siquiera el pobre de Idris Elba, que cumple a conciencia con el papel y las líneas que le tocaron en suerte); la hermana de Shaw, la tercera en discordia, es una criatura gris que no hace nada y de la que uno se olvida toda vez que no está frente a la cámara. Todo este malestar se adivina ya en las primeras escenas de pelea, ejercicios coreográfico con mucho montaje y poco trabajo físico que el director termina de arruinar del todo al saltar de un combate al otro todo el tiempo. El abuso de lo meta, con las miradas a cámara y los personajes hablando de sí mismos, parece querer disimular un poco el desastre, como si la película dijera que no hay que tomarla muy en serio: se trata de un gesto cobarde e inútil, claro, un manotazo de ahogado al que se le puede responder con las películas de la serie de Misión Imposible o de las misma Rápido y furioso, donde la autoconciencia requiere elegancia y diseño y supone una idea del cine, una toma de posición y no un remiendo penoso. El fracaso de David Leitch es estrepitoso incluso teniendo a Jason Statham y a Dwayne Johnson, dos de los actores con más carisma y presencia del cine popular del presente. En el último tramo, el director parece darse cuenta del fiasco que tiene entre manos y opta por un desborde final: los personajes viajan a Samoa y se atrincheran allí para preparar la batalla final. Ahí, recién sobre el final, al director se le ocurren una o dos ideas visuales, como hacer que Dwayne Johnson y su familia se vistan y pelen como antiguos guerreros samoanos, o disponer una persecución entre un helicóptero y un montón de autos que forman un trencito, pero ya es tarde: esas piruetas hechas a las apuradas no redimen dos horas de diálogos escupidos sin pasión, chistes sin gracia y una historia descuidada. Hablando de las Rápido y furioso: las películas anteriores son tragedias que adoptan las formas de un hedonismo ligero y celebratorio; Hobbs & Shaw, en cambio, quiere ser una comedia, que como todo el mundo sabe es el género más difícil de hacer. De la serie quedan apenas el título, algunos personajes y dos o tres escenas con autos, pero solo eso, no hay nada de su tradicional épica esteroidea, de su gusto por la velocidad y el exceso de las imágenes, de su cándida vocación de gran espectáculo, ninguna inocencia salvaje.
Hobbs & Shaw expanden el universo de Rápidos y Furiosos de manera efectiva pero sin crear un producto memorable. La franquicia de autos, acción y crímenes liderada por Vin Diesel es una de esas sagas que a medida que fueron pasando sus entregas, ha sabido renovarse en el momento oportuno para poder evitar el fracaso y caer en el olvido. Con un punto de inflexión claro en la película número cuatro, Fast & Furious (2009), la franquicia decidió expander la historia de sus protagonistas principales desarrollando tramas mucho más complejas y atractivas y una apuesta hacía otro tipo de géneros como bien podría ser el de los atracos. Ese cambio produjo que las posibilidades para hacer secuelas pareciera ser inagotable, de hecho el año próximo se estrenará la novena parte de la saga, a manos de Justin Lin- director que logró revivir la saga en 2009-, y ya hay confirmada una parte décima entrega para las aventuras motorizadas de Dominic Toretto y compañía. Pero al margen de las razones mencionadas ya previamente, una de las decisiones que mejor le han salido a los productores de la franquicia fue la de la inclusión de Dwayne “The Rock” Johnson al elenco estable, un actor que con su simpatía, su físico incomparable y sus ganas de siempre involucrarse en proyectos que tengan como premisa máxima el entretenimiento, logró aportarle a la saga una cuota humorística necesaria, aunque a veces exagerada, para que la monotonía y la oscuridad no se apoderen de los diferentes filmes. Tal es así que desde su primera aparición en Fast Five (2011), su preponderancia en la trama general ha ido creciendo de manera exponencial y, después del fallecimiento de Paul Walker, se ha sabido colocar como el segundo actor de mayor importancia dentro de la franquicia. Tal es así que ahora Luke Hobbs, el personaje de The Rock, se ha ganado su propio spin-off junto con Jason Statham, otra de las estrellas recientemente agregadas al staff de la franquicia. Bajo el nombre de Rápidos y Furiosos: Hobbs y Shaw (Fast & Furious presents: Hobbs & Shaw) llega ésta primera historia en paralelo que, como bien indica el nombre, tendrá a Hobbs (Dwayne Johnson) y a Shaw (Jason Statham) luchando codo a codo intentando detener una amenaza biológica masiva que amenaza al mundo. Dicho peligro contará con dos complejidades extra, por un lado éste se encontrará dentro del torrente sanguíneo de Hattie (Vanessa Kirby) la hermana de Deckard y por otro, todo este ataque es un plan ideado por Brixton (Idris Elba), un viejo conocido de Shaw que ahora está bajo las ordenes de una corporación que intenta terminar con la humanidad como se la conoce. Hobbs y Shaw deberán limar asperezas entre si para poder salvar al mundo y a Hattie mientras ambos lidian con problemas de sus respectivos pasados. A pesar de que ésta película bien podría catalogarse como innecesaria, el resultado termina siendo levemente satisfactorio y cumple con el único propósito que se establece: entretener al espectador de forma inversiva. Dirigida por David Leitch (Deadpool 2, 2018) y guionada por Chris Morgan (responsable de todas las Rápidos y Furiosos desde 2006 en adelante), este spin-off logra ampliar el universo conocido de una manera completamente natural y sin forzar ningún aspecto. Quizás una de las razones de su eficiencia para con el público sea el hecho de que esta historia funciona de manera totalmente independiente al resto y no es necesario ver las películas anteriores para entender la totalidad del film. Obviamente si se tienen conocimientos previos de la saga muchos gags y chistes cobran un sentido más amplio, pero no son para nada determinantes. Otro de los puntos a favor que tiene la obra y que afianza más aún la relación con el espectador, son las constantes referencias a otros temas de la cultura popular actual, esto provoca una relación hasta de confianza con el público haciendo una experiencia mucho más amena. Por otro lado, la película cuenta con algunas situaciones que podrían haberse evitado para generar una experiencia completamente disfrutable. Como viene pasando en las últimas entregas de R&F, las tramas se han tornado un poco redundantes. La tecnología aquí toma un rol fundamental a tal punto que es poco verídico y en ningún momento se logra brindar una explicación convincente de su utilización u origen; Por momentos pareciera más una película de Transformers o Terminator y el eje se pierde por completo ya que la esfera de verosimilitud se ve ampliada de sobremanera sin tener un sentido que así lo demande. Las escenas de acción alternan buenas y malas decisiones técnicas a la hora de sus ejecuciones, obviamente la exageración es una moneda corriente en este tipo de producciones y ésta película no quiere perderse su oportunidad de destruir cuanta cosa pueda y si es de la forma más aparatosa posible, mejor. El montaje es extraño y los cortes de cámara suelen ser abruptos y torpes, sin dejar disfrutar de los planos bien logrados por una combinación interesante con juegos de luces que hacen que la fotografía se destaque un poco más que todas las películas de la franquicia regular. La película se termina volviendo larga a que en las intensas más de dos horas de duración, da la sensación que la trama se estira de más solo para introducir un elemento pintoresco y simpático, pero bastante ridículo. En cuanto a las actuaciones no hay mucho material analizable que ya no se sepa sobre Johnson y Statham. Ambos comparten una habilidad innata para las acrobacias de acción y los dos comparten un fetiche para con la comedia que los hace súper puntos en cada interacción que tienen entre sí. Hay muchos tramos en donde las escenas solo constan con diálogos entre ellos donde prevalece su química personal por sobre la de los personajes. En cuanto a la incursión de Idris Elba y Vanessa Kirby, el primero logra imponerse como antagonista principal de una manera correcta pero hasta ahí, da la sensación que el trasfondo de su personaje hace más por él que el propio actor. En cuanto a ella, su participación es claramente la mejor aparición que podría tener hoy por hoy la franquicia. Para combatir tanta testosterona desparramada por doquier, Kirby llega para establecer un personaje femenino totalmente a la altura de sus compañeros e incluso por delante de ellos cuando le toca participar en las escenas de acción, sin dudas es un personaje que debe regresar a la franquicia y sacarle todo el jugo posible porque es un hallazgo y han dado en el clavo. Este primer spin off del universo de Rápidos y Furiosos deja sensaciones ambiguas, si bien la película es garantía de entretenimiento y de pasarla bien, la extensa duración del metraje termina agotando por la intensidad de la trama y las vueltas de guion de más que se dan. A la acción de siempre se le suma muchísima más comedia y eso se debe a la gran química y relación de sus protagonistas. A pesar de esto, la sensación de conformidad sólo puede aguantar hasta salir del cine, ya que para el post el filme no será para nada memorable.
Luego de tanta especulación y hermetismo llega a los cines Hobbs and Shaw, un spin-off que extiende el universo de la conocida saga Rápidos Y furiosos. La película está dirigida por David Leitch, quien empezó siendo el doble de riesgo de Brad Pitt en muchas de sus películas y que luego se volcó a la dirección realizando títulos como John Wick y Deadpool 2. Muchos cuando nos enteramos del proyecto en solitario de estos dos personajes de la popular franquicia de autos, no entendíamos a quién se le había ocurrido tal idea de llevarlos a la pantalla grande. Es obvio que muchos pensaron que era una jugada para seguir “robando” y tratar de sacarle todo el jugo a la gallina de los huevos de oro, ya que Rápidos Y Furiosos (aunque es discutida por muchos) es una marca ya para el cine pochoclero de acción estadounidense. Y tiene millones de fans en todo el mundo que revientan la taquilla internacional. Ahora es el turno de ver en acción solamente a Luke Hobbs (Dwayne “The Rock” Johnson) y a Deckard Shaw (Jason Statham), sin la presencia del equipo liderado por Toretto. Desde el inicio del film, nos dejan en claro por qué había tanta mala onda entre estos dos individuos en las anteriores películas, ya que ambos son el agua y el aceite. Hobbs un hombre amante del gimnasio, sencillo y sin clase; Shaw en cambio más marcado por la estructura inglesa y por su gran elegancia, pero hay algo que sí tienen en común: ambos son implacables en misiones importantes. Después de muchas idas y vueltas de no querer trabajar juntos, deciden finalmente unir fuerzas para derrotar a Brixton (Idris Elba), un enemigo de Shaw que fue modificado genéticamente y cuenta con habilidades superhumanas. Él quiere recuperar un virus biológico que la hermana de Shaw, una agente de MI6, tuvo que inyectarse para que no caiga en sus manos. El objetivo de Brixton es que el virus elimine a la parte débil y pobre de la sociedad para hacer una purificación de la población mundial. De esta forma el dúo protagonista tendrá que dejar sus diferencias para evitar una catástrofe irreversible. Extrañamente (y lo digo porque verdaderamente no lo esperaba) la película se desarrolla muy bien. Tanto Hobbs como Shaw tienen grandes momentos donde podemos averiguar un poco más de sus vidas, fuera de los golpes y crean situaciones bien llevadas a nivel de evolución de personajes. Las secuencias de acción son muy buenas. El CGI está muy bien y no molesta para nada. Y si hay algo para destacar son las coreografías de peleas, en especial en las que se lo ve a Jason Statham, donde por momentos nos recuerda a películas del actor como El Transportador, ya que podemos apreciar su gran destreza en las artes marciales. Rápidos y furiosos: Hobbs & Shaw es sorprendentemente una muy buena película dentro de su género. Cumple con creces con la acción y la comedia, y no te hace extrañar para nada a Vin Diesel y a los demás integrantes de Fast and Furius. Tiene sus incoherencias y errores en el guion pero que uno tiene que saber y asimilar cuando paga la entrada para este tipo de películas.
Casi es una garantía para la película que se encuentre producida por Morgan, Johnson, Statham y Hiram Garcia, bajo la dirección del cineasta David Leitch (Deadpool 2”, “Atómica”) con base en el guión del creador de la saga de Rápidos y Furiosos, Chris Morgan. Tiene como protagonistas a Jason Statham y Dwayne Johnson quienes se complementan muy bien, son desiguales físicamente, divertidos, cómicos y logran hacer cualquier peripecia de acción que les pidan. Cada uno con su estilo, se lucen y tienen mucho carisma. Su desarrollo es clásico: Luke Hobbs (Dwayne Johnson, “Terremoto: La falla de San Andrés”, “Rápidos y furiosos 7”), Deckard Shaw (Jason Statham, “Rápidos y furiosos 6, 7 y 8”) y Hattie (Vanessa Kirby, «Misión imposible 6») deben cuidar un supervirus que es capaz de arrasar con toda la humanidad si cae en manos equivocadas y para ello tendrán que luchar contra un terrible villano cibernético de nombre Brixton (Idris Elba, “La torre oscura”) y sus hombres. Visualmente impactante, contiene mucha acción, tiros, saltos, persecuciones, derrumbe de edificios, secuencias con un helicóptero increíble, autos volando, motos y momentos exagerados. Posee sus toques emotivos en algunos diálogos entre Shaw con su hermana acerca de su alejamiento y Hobbs con su hermano y hasta vemos el ritual de los samoanos. Nos encontramos con personajes muy graciosos, cameos y otros desaprovechados como los casos de Helen Mirren, Eiza González y Eddie Marsan. Uno de los problemas es el guión flojo, repetitivo y previsible pero salvo ese detalle, la película tiene mucho ritmo, es entretenida y pochoclera. La acción transcurre en Los Ángeles, Londres, Chernobyl y el bello paisaje de Samoa. Hay que ver hasta el final de todos los créditos porque hay escenas extras.
Dirigida por David Licht, a quien recordamos por su reciente trabajo en Deadpool 2 y Atomic Blonde, la entega nos ofrece un combo de armas robadas, un intento de salvar al mundo contrarreloj, una dupla con mucha química e historias de fondo que tienen que ver con la base de este universo: La Familia. Esta fórmula fue sumamente explotada con anterioridad, sin embargo, resulta. La película abre con un grupo de agentes del MI6 intentando recuperar el virus Snowflake, un arma biológica genéticamente modificada que puede arrasar con la humanidad. Hattie (Vanessa Kirby) se inyecta el virus en su propio cuerpo y huye, solo para descubrir que ha sido acusada por el asesinato de sus colegas y designada una amenaza global. Una operación conjunta entre múltiples agencias internacionales de investigación reúne a Luke Hobbs (Dwayne Johnson) con Deckard Shaw (Jason Statham), pero después de los eventos de Fate of the Furious, ninguno de los dos está especialmente entusiasmado con la idea de asociarse y trabajar juntos. Una guerra de egos y masculinidad se desata, y el dúo llega a los golpes casi de inmediato después de intercambiar unas palabras. “Cada vez que hablas, es como arrastrar mis bolas a través del cristal roto”, dice Hobbs. “Duele”. Pero cuando Brixton ( Ydris Elba) realiza una audaz incursión en una oficina de la CIA y se marcha con Hattie, Hobbs y Shaw se ven obligados a dejar de lado sus diferencias para recuperarla (y el virus). Hobbs & ShawEl personaje de Elba se llama a sí mismo como “Superman negro”, pero sus implantes cibernéticos, que le otorgan mayor poder y agilidad, junto con una superposición de diagnóstico que muestra las amenazas entrantes, esquemas de construcción y cualquier otra cosa que la trama considere necesaria, en realidad lo acercan más a Terminator o Iron Man. Todas las películas de Fast and Furious han ofrecido su cuota de inverosimilitudes, pero la idea misma de Brixton y su equipo, con “ilusiones de salvar al mundo mejorando a la raza humana”, empuja a Hobbs y Shaw bien al territorio de la ciencia ficción. Es una propuesta arriesgada que podría haber fracasado, pero el elenco hace un trabajo admirable , y el pacto ficcional entre la audiencia y el narrador permanece intacto. Hobbs y Shaw se apoya en la excelente química cómica entre Johnson y Statham, basándose en su dinámica de la película anterior y asegurando que el humor abunde. Muchas de las bromas son chistes fáciles. Un cameo importante, que no esperábamos, también inunda la pantalla de humor. Por momentos la lluvia de golpes, patadas, disparos y explosiones agota. Hobbs y Shaw no deja de ser un blockbuster con momentos irracionales e ilógicos que la vuelven una caricatura de una película de acción, cargada de egos machistas raya en la parodia y es, a veces, indescriptiblemente tonta, pero de la mejor manera posible, porque cumple con su propósito, entretener, y no quitar la vista de la pantalla. Seguramente esto no sea lo último que veremos de la dupla, ya que contiene una escena post créditos que sienta las bases para una secuela. También es posible que no veamos a Johnson y Statham entre el elenco principal de Fast and Furious en breve, pero Hobbs y Shaw es una muestra de que este dúo recién comienza.
Después de ocho películas llega el primer spin-off con dos de los personajes más populares de las últimas entregas de Rápidos y Furiosos: Dwayne Johnson en la piel de Hobbs y Jason Statham como Shaw. Todo comienza en Londres donde un virus es robado por una ex agente del MI6. Obligados a trabajar juntos en el caso, estos dos detectives con diferentes técnicas de trabajos deben limar asperezas para lograr encontrar lo que es una potencial amenaza de exterminio de la humanidad.
El primer spin-off de la saga mantiene el espíritu de la franquicia original Dwayne Johnson y Jason Statham protagonizan este filme que presenta dos horas de adrenalina fílmica a toda marcha En esta película surgida del universo Rápidos y furiosos encontramos a Luke Hobbs (Dwayne Johnson), el implacable y musculoso policía de origen samoano que debe formar equipo con Deckard Shaw (Jason Statham), el solitario mercenario al que conocimos en la séptima parte de la serie. A pesar de que no tienen nada en común y que desconfían el uno del otro, no tendrán más remedio que trabajar juntos para salvar a la humanidad de un virus mortal. Para eso deberán hacer frente a una siniestra organización y a su brazo armado comandado Brixton, un súper soldado compuesto por Idris Elba. A medida que las secuelas de la saga Fast & Furious fueron llegando a la pantalla grande, la estética y los argumentos de las películas mutaron, pasando de las clásicas historias de acción con autos veloces y música de reggaetón a megaproducciones con elementos de fantasía y personajes indestructibles. Play El tráiler de la película Sin el acartonamiento de Vin Diesel, ni los lugares comunes del cast habitual, este desprendimiento gana en intensidad y frescura gracias a la química y a la pericia física y gestual del dúo protagonista. Johnson y Statham apelan a la parodia de sus propios personajes como "héroes de acción", y no temen ni al ridículo, ni al humor físico, ni al verbal. Juntos se complementan, son los opuestos que se atraen y por momentos funcionan como una versión lisérgica y con anabólicos de Stan & Laurie. Por supuesto, el enorme presupuesto con que cuenta esta producción se luce en la pantalla panorámica, con secuencias de acción de gran intensidad que se desarrollan por igual tanto en las calles de Londres, como en la fría Rusia o la exótica Samoa. Hay persecuciones de todo tipo y color, peleas cuerpo a cuerpo con extravagantes coreografías, armas sofisticadas, chistes gratuitos, frases edulcoradas, y hasta un mensaje de "unidad familiar" y la importancia de las raíces. Con un cóctel tan variado, el resultado podría ser catastrófico, pero cuando detrás de cámaras hay un realizador como David Leitch, quien ya ha demostrado con Deadpool 2 que se puede hacer humor negro, sin dejar de lado la espectacularidad, el entretenimiento está asegurado. Visualmente la película tiene varios momentos muy logrados, por ejemplo, al inicio, en la presentación de los personajes principales se los diferencia con una luz más cálida o más fría según el estilo de cada uno de ellos. También en la escena del clímax hay un buen manejo de la cámara lenta, la subjetiva y el agua de la lluvia para generar un tono más dramático. La musicalización acompaña el montaje fusionándose con balas y explosiones para conformar un diseño de sonido que recuerda a los modernos videojuegos. Está claro que para disfrutar de este metraje, como del resto de la serie, hay que desprenderse de los prejuicios y la búsqueda de realismo, entrar en el código y pensar la acción como si fuera parte de un cómic. Como entreteniendo pochoclero, Hobbs & Shaw cumple con lo que promete, dos horas de adrenalina fílmica a toda marcha.
Ojos en blanco. Es raro que uno ponga los ojos en blanco cuando está frente a un disparate, pero a mí me ocurrió seguido con Rapidos y Furiosos: Hobbs & Shaw, el nuevo ripoff de la saga de Rápido y Furioso que pretende convertirse en una franquicia independiente. El potencial está, los actores son ideales, el director es genial… pero los libretistas… mamma mía. Estos tipos pretenden que, en todo este caos y delirio, alguien se interese por el costado dramático de los personajes y los parlamentos que tratan al respecto terminan convirtiéndose en una abominación. ¿Cómo alguien puede ponerse serio o existencial en un filme donde la física y la lógica no existen o salen volando por la ventana?. Cada vez que una de las dos bestias que protagonizan el filme (The Rock, Jason Statham) se ponen a hablar de la familia, de los valores familiares, de las deudas que tienen con sus parientes, de sus preocupaciones… a mí me agarra un ataque de epilepsia. Este filme no es para eso. Si querés hacer personajes tridimensionales, mas vale que tengas un rapto de brillantez y los perfiles con dos o tres trazos a lo Peter Jackson o Christopher Nolan; un par de diálogos que pinten de cuerpo entero al personaje y adelante!, sigue con el negocio que pretendes concretar. Pero acá te la impresión de que es relleno – para no seguir quemando dólares en efectos especiales -, amén de que lastra el ritmo impresionante que David Leitch (John Wick, Deadpool 2, Atómica) le impone. El tipo sigue haciendo maravillas con la cámara: peleas de coreografía imposible, persecuciones a pura adrenalina y originalidad a mas no poder. Pero el libreto es otro cantar. El humor – emanado de los chispazos entre los dos protagonistas de personalidades muy diferentes – se siente forzado; y los momentos serios son como una inyección de Valium. Lo cual es una macana porque las cualidades para una super franquicia están. La revelación es Vanessa Kirby (Misión Imposible: Fallout), la que se para entre estos dos patovicas con la misma estatura de carisma y personalidad badass. La Kirby está para cosas superiores – no es de extrañar que en un futuro haga una carrera a lo Emily Blunt o Gemma Arterton – pero acá se luce mas que bien. Puede ir en solitario con su propia franquicia de acción. Pero el resto, dejando de lado las virtudes de Leitch (y los fallidos actos dramáticos del guión) se sienten como una versión refritada de tercera categoría de Misión Imposible, con menos suspenso, mas disparate y excesiva pirotecnia verbal. Es posible que, con lo que recaudó, tengamos otra de Hobbs & Shaw en el futuro y allí la formula encuentre la pulida que precisa. Nada de seriedad ni de dar tantas vueltas sobre un mismo tema. Mas argumento y vueltas de tuerca. Dejar a Leitch con las manos libres para podar el libreto. El tema de la organización mundial malvada a lo Spectre está pasado de moda, pero puede zafar como villano si la manera de exponerla es válida. Acá el tema de un Idris Elba híbrido con implantes biónicos es de ciencia ficción y la idea de que los malos quieren exterminar medio planeta para engendrar una nueva raza humana mejorada genéticamente es un bolazo de aquellos (¿quién puede poner toda la tarasca para bancar semejante organización?; al menos Spectre sobornaba y chantajeaba a medio mundo para financiarse), pero la gracia es ver a estos superhumanos pegándoles flor de paliza a la Roca y Statham, tipos duros si los hay. Como sea, sobran cosas y a otras le falta una horneada y el gustito te queda en la boca de que volverías a probar el mismo plato si al menos el chef pone un poco mas de empeño y aprende a condimentar mejor las cosas.
Un spin-off exagerado que resulta entretenido igual Se estrenó la película que generó una linda pelea de egos entre nada más y nada menos que Dwayne Johnson y Vin Diesel. La Roca (Johnson) quería más protagonismo y logró convencer a los productores de hacer un spin-off de la saga ''Rápidos y Furiosos'' pero sin la presencia del alma de la franquicia, Diesel. El actor que encarna a Toretto se sintió amenazado y ninguneado por esta decisión, y esto desató una pelea mediática que por ahora parece haber llegado a su final, luego de que se confirmara que compartirán nuevamente equipo en la próxima producción. Este spin-off sigue las andanzas del agente especial Hobbs, encarnado por Dwayne Johnson, y el mercenario Shaw, en la piel de Jason Statham, que se ven forzados a trabajar en equipo para salvar al mundo de un terrorista que busca robar un virus letal. Bueno, hasta acá ya podemos ir sacando algunos puntos a remarcar. El primero es que no deben esperar una historia muy elaborada. El guión es básico y sigue de manual la dinámica de una película de acción. Gente buena debe detener a la gente mala que quiere ver el mundo arder, porque sí básicamente, y por dinero. Eso es todo. Después entre medio, hay matices y recursos para hacer que la propuesta no sea tan opaca. Otro elemento a resaltar, es que se trata de una buddy movie, es decir, ese tipo de película que propone una dinámica de amistad y comedia entre dos protagonistas. La química entre los dos pelados es buena, y acá está explotada de manera un tanto exagerada a través de los constantes chistes que se hacen entre ellos. ''Hobbs & Shaw'' es una comedia de acción, ni más ni menos. Dicho esto, seguimos con un par más de detalles. Completan el reparto la cada vez más efectiva, Vanessa Kirby, como la hermana de Shaw, Idris Elba, como el villano superhumano Brixton, Helen Mirren como mamá Shaw, Eiza Gonzalez como una estafadora femme fatale y Eddie Marsan como un científico del lado equivocado. El reparto es muy bueno y cada uno desde su talento aporta un granito de arena para subirle un puntito a una propuesta que es bastante genérica. Tiene una estética muy Bond, algo que le juega positivamente desde la belleza y modernidad que aporta esto a las secuencias, pero negativo desde la inevitable comparación que se hace con los últimos filmes del 007, que desde sus guiones son infinitamente más complejos que esta nueva entrega del universo Rápido y Furioso. Parece una especie de copia adrede que parece forzada, demasiado para la naturaleza de esta nueva buddy movie. ''Hobbs & Shaw'' es una película muy desvergonzada, y esto también es positivo y negativo a la vez. Positivo porque no reniega de su objetivo, que es alucinar a sus fans con peleas coreografiadas de manera imposible, armas y explosiones al por mayor y mucha testosterona. Hay algunas perlitas lindas, que asombran por su espectacularidad y exageración. Y la verdad es que el que va al cine a ver una propuesta de estas, está esperando mucha acción, exagerada a veces, sí. La parte negativa tiene que ver también con esta exageración, cuando la cosa se empieza a pasar de rosca y ya empalaga. El ejemplo más palpable es el villano encarnado por Idris Elba. No es solo un mercenario con aires de grandeza, es un cyborg... sí, un humano biónico, modificado genéticamente para funcionar como un super humano. Acá creo que se fueron al pasto. No era necesario... Le metieron el ingrediente de la ciencia ficción y quedó raro. Creo que no supieron donde frenar con algunas cosas. En conclusión, ''Hobbs & Shaw'' es un digno spin-off de la saga ''Rápidos y Furiosos'', quizás no el mejor que podrían haber hecho, pero en el balance general sale airoso y logra el objetivo de brindar acción hard core a sus fans manteniendo cierto nivel, en gran parte, aportado por su reparto.