El músico (Taron Egerton) entra a un pasillo con atuendo de demonio. Su postura es de superhéroe, como si estuviese a punto de enfrentar a un villano, en dirección al que pareciera ser el escenario de uno de sus shows. El destino, en cambio, es una clínica donde lo espera un grupo de autoayuda para individuos con problemas de adicción, lugar que da pie para marcar la columna vertebral y la estructura del film. A partir de estos encuentros, Elton irá realizando un racconto alternando tiempos, en cierta manera un exorcismo, el sacar afuera ese diablo del disfraz y así desarrollar facetas de su infancia, el rise and fall, sus miedos y una temible frase materna que se repite una y otra vez, recorriendo y dando sentido a todo el film: “(por ser homosexual) nadie te amará realmente”. Si bien puede inscribirse en el género musical, Rocketman cuenta con todos los elementos (imagino, intencionales) para que luego de su estreno comercial en salas pueda convertirse en un musical de Broadway. Para ello, la incorporación de escenografías móviles, extras por doquier, cambios de vestuario y climas repentinos va también amalgamando el recorrido de su vida a través de sus temas más conocidos. Entre ellos Your Song, Don’t Go Breaking My Heart (junto a Kiki Dee) o la filmación del videoclip original de I’m Still Standing en la Croisette donde transcurre el Festival de Cannes, algo que podría haberse aprovechado como excusa para abrir el festival. Rocketman hace hincapié en dos relaciones puntuales de Elton: laboral con Bernie Taupin (Jamie Bell), el escritor de las canciones con que Elton comenzó su carrera y quien lo acompañó en una amistad entrañable a lo largo de varias décadas; y sentimental con su manager, John Reid (Richard Madden). El film presenta varios puntos en común con Bohemian Rhapsody, film del que Dexter Flechter tuvo que hacerse cargo repentinamente tras la desvinculación de Bryan Singer. Puntos en los que muchos otros biopics sobre estrellas musicales se ven atrapados con frecuencia. Rocketman en cierta manera intenta eludir estas similitudes y es su aporte coreográfico-musical el que define esa otra manera de poder contar una historia y en el que se luce con generosidad Egerton. Su espacio no se ve limitado a “imitar a” sino que traspasa esa barrera; su timing es perfecto en los distintos registros que debe lograr, el de ser un showman y un músico en escena, involucrando el arco payasesco y hasta el dramático.
Melancolía al piano A diferencia de Bohemian Rhapsody (2018), la película sobre Queen y Freddie Mercury, en esencia una biopic tradicional que utilizaba la voz original del mítico cantante y reservaba para los pasajes en vivo o en estudio las canciones en sí, Rocketman (2019), el repaso por la carrera del gran Elton John, es un musical estándar a lo Hollywood repleto de segmentos abstractos/ surrealistas destinados a explorar episodios del devenir del artista, sus estados de ánimo y el catálogo de sus frustraciones, aunque con la enorme salvedad de que son los propios actores los que entonan los temas con todo lo que ello implica, léase la posibilidad de defraudar a los fans históricos del señor de la mano de la triste ausencia del ingrediente fundamental de la experiencia en su conjunto, la voz de una de las figuras emblemáticas del genial glam inglés de David Bowie, T. Rex, Roxy Music y los mismos Queen, entre otros. Como era de esperar, la trama se centra en la génesis de John, nacido bajo el nombre de Reginald Dwight (Matthew Illesley lo interpreta en la niñez y Taron Egerton como adulto), y en ese subibaja emocional que atravesó a lo largo de su vida privada y su trayectoria profesional; dimensiones caracterizadas por arrebatos depresivos, adicción a las drogas, malas decisiones en cuanto a sus compañeros de cama, algunos intentos de suicidio, unas cuantas insatisfacciones por el mismo sustrato caníbal de la fama, y principalmente la idea de no sentirse querido ni por su adusto y frío padre, Stanley (Steven Mackintosh), ni por su rígida y bastante hipócrita madre, Sheila (Bryce Dallas Howard). Por supuesto que también está muy presente la amistad que lo une desde fines de la década del 60 con Bernie Taupin (Jamie Bell), el letrista y socio de siempre del artista en su camino hacia la consagración. El desempeño detrás de cámaras de Dexter Fletcher, aquel que reemplazó a Bryan Singer en -precisamente- Bohemian Rhapsody, es relativamente correcto y si bien ninguna de las secuencias musicales es en verdad memorable, por lo menos la realización es prolija y cumple a nivel general con su objetivo de ofrecer un resumen sucinto de las idas y vueltas del querido Elton y su impronta melancólica y tímida al extremo, suerte de contracara de su faceta rimbombante arriba del escenario en consonancia con ese personaje que creó para armarse de valor y dar rienda suelta a su creatividad todo terreno (justo como ocurría con Mercury, las aventuras de John no se apartan del periplo paradigmático del pop y el rock y esto pesa mucho al momento de construir una historia de cadencia cinematográfica debido a que el adalid es una persona introspectiva sin el carácter bien demencial de otros colegas). Si pensamos en el repertorio empleado, gran parte de las canciones obedecen al período de oro inicial y esto también puede no caerle del todo simpático a los admiradores que el señor se ganó luego de aquellos gloriosos 70, ya que hay muy poca representación de hitazos posteriores y gemas por descubrir o redescubrir. Egerton no pasa vergüenza cantando la andanada de himnos de turno sin embargo no tiene nada que hacer con el Elton original, algo que también se extiende al resto de los intérpretes ocasionales según el capricho símil “melodrama pomposo” del equipo responsable de la faena. Más allá de estas licencias, las cuales incluyen además el apelar al antiguo truco -siempre verídico- del manager villano, definitivamente el mayor éxito de Rocketman se ubica a escala conceptual: el opus de Fletcher redondea un retrato complejo y sufrido del hombre real y su majestuoso piano…
El cineasta encargado de finalizar “Bohemian Rhapsody” (2018) tras el despido de Bryan Singer, fue el elegido para dirigir este film que nos presenta la historia del cantante británico Elton John. Otro ícono de la música internacional en las manos de Dexter Fletcher (“Eddie The Eagle”), actor devenido en director y productor. Aparentemente con el boom de la película que contó la historia de Queen empezó a surgir una tendencia a las biopics de grandes cantantes, bandas, estrellas y nombres rutilantes de la escena musical. Hace varias semanas Netflix presentó una cinta que nos mostraba los pormenores tras el ascenso de Mötley Crüe y ahora en pantalla grande se nos presenta “Rocketman”, una obra que profundiza en la infancia, el ascenso y las adicciones de Elton John producto de una carrera exitosa, de un ámbito familiar atribulado y de amores fugaces que no llenaban su vacío afectivo. Lo interesante de esta propuesta, que abarca varios temas y cuestiones que ya vimos en las películas antes mencionadas, es que se muestra como un musical puro presentando nuevas versiones de los temas de Elton, interpretados por el joven y enérgico Taron Egerton (“Kingsman”) y el resto del elenco compuesto por otros nombres destacados como Jamie Bell (“Billy Elliot”), Richard Madden (“Game of Thrones”), y Bryce Dallas Howard (“Jurassic World”). En este punto la película se destaca e incluso supera a lo visto en “Bohemian Rhapsody”, ya que hace uso de las letras y las melodías del músico para la creación de nuevos números y pasajes sonoros. La modalidad de musical le da mayor libertad para volar, para crear secuencias oníricas y para alternar el presente y el pasado con flashbacks armoniosamente motivados. Un triunfo en todos los aspectos, ya que no solo es excelso todo lo relacionado a las nuevas versiones sino que también hay coreografías agraciadas que adornan mediante el baile las distintas secuencias. Por otro lado, también se destaca todo el vestuario y la reconstrucción de época que sacan a relucir toda la parafernalia grotesca, ridícula y extravagante del artista, dándole sentido a la figura de su nombre y a la creación de la leyenda que impone su nombre. Otro punto a favor del largometraje pasa por la audacia del director y los guionistas de mantenerse fiel al espíritu y a la figura del cantante. El film no pretende esconder los errores, las caídas, las adicciones y/o la sexualidad del artista. Es totalmente abierta y honesta con esas cuestiones y eso enriquece la experiencia al evitar edulcorar la figura del Sr. John. Y también es más atrevida en el hecho de presentar un estilo más hibrido y variado como el que pueden llegar a exhibir las películas de Baz Luhrmann (respecto al musical y las secuencias coreografiadas). Punto aparte merece la composición de Taron Egerton del protagonista ya que se lo nota cómodo en un papel al que le puso el alma y el corazón (también sumó bastante el hecho de que el propio Elton fue asesor suyo), demostrando verdadera pericia tanto para bailar y cantar como para tocar el piano en ciertas secuencias. El guion puede transitar por algunos lugares comunes durante las dos horas de metraje que se nos presentan pero la realidad es que la película cumple con todo lo que se plantea ofrecer en un principio. Es entretenida, emotiva, exagerada y sumamente disfrutable tal como la discografía del músico. “Rocketman” es una celebración a la figura de Elton John pero también una fiesta audiovisual (reitero un musical verdadero). El hecho de que se mezcle la estética videoclipera con ciertos aspectos del musical clásico hace que la experiencia sea realmente gratificante, incluso para aquellos que no somos fans o conocedores de la música del cantante. En ese sentido es muy superior a “Bohemian Rhapsody” que se movía en un terreno más seguro de biopic clásica. Un film extremadamente disfrutable.
En época de biopics, luego de “Bohemian Rapsody”, los amantes de los musicales estamos de parabienes. Elton John decidió abrir su corazón y contar su historia. Nació como Reginald Dwight (interpretado magistralmente por Mathew Illesley) en una familia fría, salvo por su abuela quien lo contenía ante una madre, Sheila (Bryce Dallas Howard) que lo trataba con indiferencia y desdén y un padre, Stanley (Steven Mackintosh) incapaz de abrazarlo, aunque su hijo se lo pidiera, crueldad 100%. En la sala de la casa había un piano, y el niño prodigio, de la nada, con su oído maravilloso, comenzó a repetir las notas de una canción que escuchaba en la radio. Su madre decidió que “quizás no sea tan inútil” y lo mandó a clases. A partir de allí, (pasando por otro talentoso actor como Kit Connor) el que lo interpretará de ahí en más es el potente y talentoso Taron Egerton, (“Kingsman”) quien en ese momento conoce a quién sería su gran socio en la composición: Bernie Taupin (Jamie Bell, “Billy Elliot”) con quien lleva más de cincuenta años de amistad en la actualidad. En ese momento luchan por trascender y eso muestra el film, no será fácil. Una vez que lo consiguen la historia nos lleva por un mundo de drogas, alcohol, sexo, intentos de suicidio,el amor con su manager John Reid (Richard Madden) y la desilusión, tocar fondo y caer en grupos de autoayuda, y en el medio, la música, siempre. Con libro de Lee Hale y dirección de Dexter Fletcher la película navega por todos los estados por los que pasó el músico, su gran depresión, su soledad, sus adicciones, y resurgir hasta conseguir el amor verdadero. La reconstrucción de cada época es sencillamente perfecta, lo mismo la puesta en escena y el vestuario con su extravagancia y sus cientos de pares de anteojos imposible de creer. La película se presentó en el Festival de Cannes siendo muy bien recibida ante la emoción de Elton John al ver su historia plasmada en pantalla grande. Un homenaje merecido ante alguien que aportó tanto por la música. Más allá de ese detalle una gran película de ascenso y caída, con excelentes canciones (todas interpredas por Egerton), gran elenco, números musicales espectaculares, más allá de que hayan tenido la colaboración del músico, siendo él el productor, es digno de destacar.Película para ver en pantalla grande, sí o sí. ---> https://www.youtube.com/watch?v=RhFnqvMrPro DIRECCIÓN: Dexter Fletcher. ACTORES: Taron Egerton, Jamie Bell. ACTORES SECUNDARIOS: Richard Madden, Bryce Dallas Howard, Stephen Graham, Tate Donovan, Gemma Jones. GUION: Lee Hall. FOTOGRAFIA: George Richmond. MÚSICA: Matthew Margeson. PRODUCCIÓN: Elton John. GENERO: Drama , Biográfica . ORIGEN: Reino Unido. DURACION: 121 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 16 años DISTRIBUIDORA: UIP FORMATOS: 2D. ESTRENO: 30 de Mayo de 2019 ESTRENO EN USA: 17 de Mayo de 2019
Una vida hecha de canciones La música como contrapunto para contar el porqué, sin lo obstinadamente pretencioso que muchos realizadores creen necesario para narrar la historia de una estrella del rock, a veces basta con subrayar esa voz al costado que te incentivó a pesar de que todos esperaban verte fracasar o esa súplica por un abrazo de la persona indicada. Reginald Dwight no llegó a la música para brillar. En todo caso Reginald Kenneth Dwight fue la chispa de esa ignición. Rocketman es una biopic más, es una historia desprolija y no lineal al tempo, un musical plano pero también es una historia increíble y una magistral puesta actoral por parte del protagonista (Taron Egerton). La historia sigue los pasos de la estrella desde su temprana edad en sus primeras lecciones de piano a oído y los malos tratos por parte de sus padres. Tiene una particular forma atrapar con ráfagas oníricas esos primeros desencantos de una vida llena de excesos, pasando por Bluesology y esa eterna sociedad musical con Bernie Taupin (Jamie Bell). Elton llega a su primera reunión de AAA vestido de diablo afirmando ser adicto al alcohol, a todas las drogas, al sexo, bulímico y por sobre todo comprador compulsivo. Pienso que su mayor virtud es ser sincera con su empalagosa puesta, no busca ser correcta desde el simple homenaje se mete con la vida del músico desde sus problemas de adicción y su larga e intensa soledad mezclando pasajes de su vida con musicales (no siempre bien resueltos) pero entretenidos. Hay escenas que expulsan de la emoción. Sobre todo dos: la de la composición de “Your Song”, donde puede leerse claramente esa declaración de amor por alguien que es parte esencial en la vida de Elton; y la otra cuando interpreta “Crocodile Rock” en su primer show importante en los EEUU, logrando en una secuencia de ensueño una fluctuación perfecta de lo que representa la música cuando sale de alguien con semejante talento. Rocketman aborda la soledad y esa eterna lucha de un ser frágil por no perecer al desamor heredado, la estigmatización típica de la época a la homosexualidad a través de una docena de hits pegadizos. La parte más floja es el arco que tiene a John Reid (Richard Madden), quien fuera manager de Elton por más de veinte años y con quien tuvo un prolongado romance que terminó en una demanda legal por malversación de fondos, cuando el cantante descubrió una carta que detallaba los gastos del manager. “Nunca te van a amar debidamente” le dijo su madre Sheila Farebrother (Brice Dallas Howard) cuando Elton le confesó su homosexualidad, y le costó varias internaciones y un intento de suicidio entender que DEBIDAMENTE es todo aquello que nos hace bien, asumir lo que somos, entender lo que no tenemos y perdonar a pesar de todo. Rocketman en su impronta de película celebrativa tiene un mensaje muy lindo “LA MUSICA COMO MOTOR DEL ALMA”. Rocketman sin ser perfecta es de esas películas que permiten transgredir sensaciones siguiendo los parámetros del rock y la lisergia propia de una estrella tan potente como caricaturezca.
Rocketman, la película que el mismísimo Elton John presentó fuera de concurso en el reciente Festival de Cannes, es para nada indulgente con el músico. A diferencia de lo que se vio en Bohemian Rhapsody, sobre Freddie Mercury y el grupo Queen, que tenía entre sus coproductores a Brian May y Roger Taylor, guitarrista y baterista de la banda, el filme parece tomarse las cosas muy en serio, Y mostrarlas tal cual fueron. Vale recordar que Sir Elton John es productor del filme, por lo que estamos hablando de su autobiografía autorizada. Aquí la película arranca con todo. Taron Egerton, el actor de Kingsman, que bien puede hacer la biografía de Gastón Pauls porque es muy parecido, aparece vestido con el traje de plumas naranja y el casco con cuernos, irrumpe en una sala. Se está sumando a una ronda de adictos. “Soy adicto al alcohol. Soy adicto a las drogas. Soy adicto a la cocaína. Soy adicto al sexo”, dice. Y lo que sigue, a lo largo de dos horas, es un cruce como de musical de Broadway en el que las letras de las canciones forman parte de la vida del protagonista, con mucho vuelo -genial la escena en la que debuta en Los Angeles y él y los espectadores empiezan a levitar-. Está la infancia, con el desprecio de su padre, la poca atención de su madre (Bryce Dallas Howard, de Jurassic World) y la adoración de su abuela, sus comienzos, cómo cambió de ser Reggie Dwight a su nombre artístico (el John es por Lennon), la relación con el letrista Bernie Taupin (Jamie Bell, que ya no es el niño de Billy Elliot) y mucho más. El director Dexter Fletcher (que había dirigido a Egerton en Volando alto) imprime ritmo constante, sea con números musicales o saltando de una desavenencia de Elton con su pareja y manager a su consumo desmesurado de droga. La película tiene todo para ser un éxito, y mantiene en parte la estructura de Bohemian…, pero parece mucho más sincera y cercana al autor de Club at the End of the Street.
Tras su estreno en el Festival de Cannes, se lanza en los cines de todo el mundo esta biopic que -como no podía ser de otra manera tratándose de Elton John- resulta ampulosa, artificiosa, extravagante, por momentos incluso ridícula, pero siempre fascinante y divertida. La película comienza con Elton John (consagratorio trabajo de Taron Egerton) yendo disfrazado de diablo a una reunión de Alcohólicos Anónimos. "Soy adicto al alcohol. A la cocaína. A las pastillas. En verdad a todas las drogas. Y al sexo. Y soy bulímico. Y comprador compulsivo". Así, Rocketman se desmarca desde el primer plano de los lugares comunes de la biopic oficial y celebratoria (aunque igualmente lo es, ya que Elton John es productor) para mostrar las múltiples facetas de un hombre que, si bien triunfó en todo el mundo y a los 25 años ya era multimillonario, debió luchar contra una historia familiar aterradora, los prejuicios de las diferentes épocas, la timidez y la soledad. Traumas que lo llevaron -como él mismo admite- a consumir todas las sustancias ilegales imaginables y a desayunar con vodka mientras los demás se servían jugo y café. La narración va y viene en el tiempo: desde la traumática infancia en tiempos de crisis de la Inglaterra de posguerra con padres poco afectuosos y en varios momentos directamente hostiles hasta su sociedad artística y amistad de toda la vida con el compositor Bernie Taupin (Jamie Bell), pasando por varias de sus grabaciones en estudio, recitales y hasta la relación de amor-odio con su manager John Reid (Richard Madden). Sin embargo, lo que distingue a Rocketman son sus números musicales. No estamos hablando de pasajes en los que Egerton toca el piano y canta (que los hay) sino de largas, ambiciosas y creativas escenas con multitudes bailando en coreografías construidas en varios casos a puro plano secuencia y que bien podrían haber sido concebidas por Baz Luhrmann. Rocketman es un crowdpleaser con todas las letras: lleno de picos emotivos, con interpretaciones de veinte de los temas más populares de su carrera (otro punto para Egerton) y con fuertes contrastes entre el Elton John público con coloridos vestuarios, botas con plataformas y gigantescos anteojos y el hombre muchas veces abatido, deprimido, consumido por los efectos de la droga en la intimidad. En definitiva, una fábula sobre los excesos de rock, los peligros de la fama y una épica sobre la fuerza de voluntad para la redención personal. Si 2018 fue el año de Bohemian Rhapsody, Queen y Freddie Mercury, no extrañaría que 2019 le pertenezca (al menos en el ámbito de los premios para las biopics musicales) a Rocketman y Elton John.
La historia de Elton John parece cumplir el decálogo del manual de vida de la estrella de rock, con las clásicas dificultades familiares, esfuerzos por conseguir el éxito, los excesos con drogas y su eventual recuperación de las adicciones. Debido a la familiaridad que presentan estas temáticas, luego de ver Rocketman queda la sensación que si el propio compositor no hubiera sido el productor ejecutivo de este proyecto tal vez la película nunca hubiera existido. John es un pianista excepcional y tiene un repertorio con canciones magníficas, pero la realidad es que nunca fue uno de esos artistas que dejaron una huella irrepetible en la historia del rock y la música popular en general, como David Bowie, Bob Dylan o Michael Jackson. No sé cuantos cineastas se morían de ganas por narrar la vida de este intérprete en el cine. Frente al desafío que generaba desarrollar un relato con tantos lugares comunes, el director Dexter Fletcher logró encontrarle una vuelta interesante a esta producción que termina por ofrecer un espectáculo muy ameno. Fletcher fue el responsable de concluir Rapsodia Bohemia tras el despido de Brian Singer y en este proyecto brinda una película muy superior dentro de la temática que trabaja. Rocketman tiene la particularidad de combinar el esquema de biografía tradicional con el género musical, donde se nota una influencia notable del cine de Alan Parker y muy especialmente de Ken Russell (Tommy). De Russell toma todos esos elementos kitsch que tenían los clásicos del cineasta inglés en los años ´70 y acá se pueden apreciar en las secuencias más excéntricas. No es ninguna casualidad que en un momento de la historia se escuche el clásico de The Who, Pinball Wizard, el tema más famoso de Tommy. Una película en la que el propio Elton John interpretó a un campeón de flippers. En esta producción aparentemente todo está relacionado. El guión corrió por cuenta Le Hall, el creador del musical Billy Elliot, que contó con canciones de John y en su versión para cines tuvo como protagonista a Jamie Bell, quien interpreta en este film al compositor Bernie Taupin. La trama se concentra en los orígenes del músico hasta los comienzos de los años´80 y el lanzamiento del famoso video clip, Im Still Standing, que realizó Russell Mulcahy, el director de Highlander. La elección de este período tiene sentido ya que la vida de Elton a partir de ese momento se volvió mucho más tranquila y dejó de comportarse como el rocker descontrolado por las drogas de los años ´70. La película de Fletcher ahonda en la psicología del protagonista y no tiene miedo en explorar los momentos oscuros del músico de un modo más honesto. Una de sus grandes virtudes reside en el tratamiento que tuvieron en la trama las canciones clásicas de John. La película de Queen era un pastiche de grandes éxitos donde los temas famosos aparecían de un modo forzado. La escena del We Will Rock You, por ejemplo, si se quitaba del film no afectaba en absoluto el desarrollo de la historia. Por el contrario, en Rockteman las canciones se incorporaron como un instrumento más de la narración que se relacionan con los sentimientos o situaciones que atraviesa el protagonista. No siempre los temas se aferran a una rigurosidad cronológica pero funcionan perfectamente dentro de la dirección de Fletcher. Un claro ejemplo es el uso de Saturday Night´s is All Right for Fighting que Elton no escribió cuando tenía 12 años y en esta película se la implementa muy bien, dentro de una secuencia musical que representa el coming of age del artista y su paso de la infancia a la juventud. Un párrafo aparte merece la labor extraordinaria de Taron Egerton en el rol principal, quien presenta un trabajo de composición mucho más complejo que el de Rami Malek con Freddie Mercury. Egerton tal vez no luce exactamente igual a Elton pero logra darle vida al personaje en una interpretación donde no sólo canta con su voz, sino que además se desenvuelve de un modo impecable en las secuencias musicales. Su trabajo nos permite conocer al músico a través de los diferentes matices de su personalidad y es el corazón que hace funcionar esta película. Rocketman deja muy en claro que Taron no es un paracaidista de la industria que tuvo un golpe de suerte, sino que es un actor talentoso que está destinado a cosas grandes en el cine. Otra figura destacada del reparto es Jamie Bell, como el compositor Bernie Taupin, que en mi opinión brinda la subtrama más interesante de este film. Toda la relación de hermandad con Elton está muy bien desarrollada y sobresale entre los temas más atractivos de esta producción. Si hubiera que resaltar alguna debilidad de Rocketman es que por momentos se excede con el victimismo del artista. A lo largo de la historia conocemos a numerosos personajes que fueron responsables de convertir su vida en una experiencia miserable pero la autocrítica del cantante por los errores cometidos es mínima. La culpa siempre está puesta en el rol que cumplieron las personas que lo rodeaban. El tercer acto del film cuando se empiezan a cerrar los diversos conflictos se siente muy acelerado y algunos miembros del reparto como Bryce Dallas Howard, en el rol de la madre de Elton, y John Madden como el manager John Reid se ven algo sobreactuados. Reid directamente es retratado como la versión gay de Pierre Nodoyuna y su papel en la trama parece algo exagerado. De todos modos son minucias que no afectan en absoluto el buen espectáculo que ofrece Rocketman con esta biografía musical del compositor inglés.
Es estreno es, sin dudas, uno de los mejores musicales de la era moderna de Hollywood, y de todos los tiempos también. Rocketman es perfecta por donde se la mire, una biopic intensa, conmovedora y comprometida, sobre uno de los personajes más importantes del pop mundial. No conozco al detalle la biografía de Elton John como para analizar que tan fidedigno es este relato, eso lo harán los más fanáticos, pero como obra de entretenimiento, como film, es un viaje vibrante y adrenalínico que no te deja respirar, e imposible de no cantar. Ni bien va avanzando el metraje, te vas dando cuenta y recordando la cantidad de hits que tiene este señor. Sabés todas las canciones. Ahora bien, la comparación obligada con Bohemian Rhapsody, varias cosas para decir al respecto: Como película, en un conjunto y desde un análisis narrativo, Rocketman es muy superior, en el único aspecto que pierde es en la dirección de fotografía, los planos en la biopic de Freddie Mercury siguen siendo más abrumadores. Otro tema no menor, y por lo cual Bohemian Rhapsody fue bastante criticada, fue lo “family friendly” al retratar los excesos con las drogas y la homosexualidad del gran frontman. Todo lo contrario ocurre en Rocketman, donde sin ser trash, muestran a Elton John consumiendo en reiteradas oportunidades y teniendo sexo con hombres. Desde ese lugar, y pese a ser un musical, la película es más sincera. Estoy convencido de que si el espectador prefiere Bohemian Rhapsody ante Rocketman es debido a sus gustos musicales o la imagen, representación y/o popularidad de un cantante por sobre el otro en la vida real. Y la otra gran diferencia es que el presente estreno es un musical a toda ley. O sea, hay coreografías que salen de la nada y se utilizan las canciones como parte de la historia. En cambio, en la otra película era todo a través de los recitales o videoclips. En esta “fantasía real”, tal como reza uno de los loglines del póster, el director inglés Dexter Fletcher, quien viene de hacer la genial Eddie The Eagle (2015), despliega un fantástico artificio bien digno del personaje que retrata. La recreación de época, los vestuarios, los diferentes números y el montaje, todo formidable. Pero el verdadero atractivo y mayor acierto del film es Taron Egerton. Cuya nominación al Oscar tendría que salir mañana mismo. Al igual que su colega Rami Malek, fue poseído por la estrella que imitó a la perfección. Derrocha carisma a través de una transformación increíble y grandes habilidades como showman. Aplausos de pie y admiración eterna para este actor. Asimismo, se encuentra muy bien acompañado por un cast cumplidor donde se destacan Jaime Bell, Richard Madden, Bryce Dallas Howard, y los debutantes Matthew Illesley y Kit Connor, quienes componen a Elton John en distintas etapas de su niñez. Rocketman entra en mi top ten de 2019 y se perfila como uno de los grandes estrenos del año. Es una película que tiene que ser vista y disfrutada en el cine.
Rocketman: Lujo y delirio de un solitario divo. Esta biopic sobre Elton John bien podría ser un gran espectáculo de Broadway. Es un musical con un frenesí exagerado y una emotividad que toca las fibras más delicadas. Taron Egerton canta, baila y actúa con una energía desorbitante. Utilizando como eje principal una sesión de AA o Adictos a cualquier sustancia/actividad, Elton va narrando su maravillosa carrera musical y sus terribles traumas de toda la vida, presentándose como “adicto al alcohol, a la cocaína, a las pastillas recetadas, a todas las drogas, al sexo y a las compras”. A partir de esa primera escena, el protagonista se mezcla en situaciones reales y oníricas en las que los personajes de su vida (incluso su YO infantil) hacen un número musical fantástico, contando el motivo por el que llegó hasta ahí. La película narra la historia de ese joven multimillonario que debió luchar contra su familia, y los fantasmas que le quedaron; la timidez, la soledad y los prejuicios por la potencia de su presencia extravagante que, antes de un gran show, decide correr a internarse en una clínica de rehabilitación. Desde allí, empieza el relato de su infancia caótica, su talento, su éxito y sus golpes en la vida. Hasta ahí llega. No tenemos al Elton de la actualidad, sino que termina en el momento de la primer escena donde se interna para rehabilitarse de sus adicciones. Todo está contado desde el punto de vista del artista, lo que le da un valor añadido ineludible (además del hecho de estar vivo y seguir siendo un ídolo), ya que pareciera que él mismo hubiese escrito el guion para colocar a todos su alrededor en su contra y así ser víctima de su autodestrucción. Quizás a la película le falta un poco de autocrítica sobre el propio artista ya que sus problemas son por culpa de otros. Todo es a partir de sus traumas: el padre, la madre, su pareja, su homosexualidad. Dexter Fletcher es el encargado de llevar la vida de Elton John al cine, luego de haber sido quien terminará “Bohemian Rhapsody”, tras el despido de Bryan Singer. Son 2 películas diferentes que no debieran ser comparadas. “Rocketman” es un producto completo, consistente con su objetivo: mostrar al artista británico, a la persona sufrida detrás del artista, y realzar su música. La verdadera estrella de “Rocketman” es su protagonista. Taron Egerton ha demostrado que le sobra nivel de actuación, carisma y canto. Todo se ve muy bien exprimido por el actor que aprovechó esta oportunidad al máximo. Cada escena es jugada, tiene un coraje enorme para la interpretación del divo. Además, se destaca la química que Egerton tiene con sus compañeros de elenco, sobre todo con el personaje de Jamie Bell (Bernie Taupin), letrista de Elton John y mejor amigo desde sus comienzos. Su amistad es lo más conmovedor de la película. Esa vida de excesos se muestra en detalle, pero muy cuidado al estilo Hollywood, el desayuno con alcohol, la cocaína hasta que sangre la nariz, el sexo gay. Hablando de ello, esa escena en la que Elton y John Reid (Richard Madden) se desnudan en la cama, entrelazando las piernas es, sin duda, una de las mejores de la película. Loable es que se utilizan a los propios actores como intérpretes de las canciones, no sólo a Egerton, sino el pequeño Elton, su madre, su padre, su abuela, su manager, el escritor de sus letras. Todos cantan y actúan. Es cierto que es en formato musical, pero no solo en cuanto a ver al protagonista tocando sus emblemáticos temas, sino a escenas coreográficas narrando parte de la trama en formato musical. Las canciones no siguen la cronología real pero se adaptan perfectamente al relato. Para los fans de Elton, es un espectacular repaso de éxitos: “Saturday Night’s Alright”, “Tiny Dancer”, “Your Song”, “Sorry Seems To Be The Hardest Word”, “Goodbye Yellow Brick Road”, “Tiny Dancer”, “Your Song” o “Crocodile Rock”. Y esto con los brillos, plumas, zapatos de colores y gafas extravagantes que merecen. El trabajo de vestuario es de primerísimo nivel. “Rocketman” es una película potente, biopic en forma de musical, donde se muestra al británico Elton John en todo su esplendor y en la caída más profunda. No se esfuerza por disimular la homosexualidad, sino que se toma como algo natural y lo convierte en un tema importante en la historia. Egerton no se limita a “imitar a Elton John” sino que traspasa todo límite interpretativo, con un arco que va de lo más ridículo a lo más dramático. Es una historia gay, extravagante al máximo, casi al punto del delirio en algunos casos, que hace emocionar y al mismo tiempo cantar o bailar esos temas que (sorpresa) muchos espectadores no sabrán que son suyos.
“Rocketman”, de Dexter Fletcher Por Hugo F. Sanchez Ustedes son muy chiquitos pero hubo una época en que Elton John no era solo es un señor mayor con peluquines imposibles y un título de la realeza de Sir, que desde hace años los medios muestran como asiduo invitado a cada rancio casamiento de la realeza europea. No, antes Reginald Kenneth Dwight tuvo que recorrer un largo camino para superar una infancia sin amor, rebautizarse como Elton Jhon y conquistar al mundo con su talento para la música y el olfato para el espectáculo pop, con sus extraordinarios outfitys y excentricidades varias. Así que llegó Rocketman de la mano de Detxter Fletcher, un director sin demasiada experiencia aunque con una larga carrera como actor -fue sargento John Martin en la serie Band of Brothers y el recordado Soap de Juegos, trampas y dos armas humeantes, entre otros innumerables trabajos-, previo paso por el festival de Cannes en donde fue bien recibida. Como toda biopic, se trata de contar los mojones de la existencia del protagonista, así que el camino elegido en Rocketman es una sesión de terapia grupal a donde acude el el bueno de Elton a tratar sus innumerables adicciones y traumas varios de la niñez. Desde allí el músico ya convertido en una estrella global va desgranando su vida, sobre todo sus primeros años conviviendo con unos padres monstruosos. El tópico de infancia horrible que habilita una vida de excesos, caprichos y desenfreno se cumple a rajatabla y sin pudor, pero el clisé no clausura el vuelo de Rocketman, porque es así, Rocketman se eleva y vuela sobre el género. En ese sentido y hablando de alturas vs. relatos definitivamente pedestres, es inevitable comparar la película de Detxter Fletcher con la reciente Bohemian Rhapsody de Bryan Singer -curiosamente Fletcher también estuvo involucrado en el film sobre Queen-, así, mientras Bohemian… iba por el lado del relato clásico y esquivaba sin culpa el lado oscuro de Freddie Mercury, en Rocketman abunda sobre toooodas las drogas que consumió el músico, tooodos sus excesos y toooodos los conflictos que atravesó por su elección sexual. Y siguiendo con las comparaciones, si bien es cierto que el Freddie de Rami Malek (por el que ganó un Oscar al mejor actor) y el Elton John de Taron Egerton son igual de destacables, Egerton sí canta las canciones del soundtrack de la película, un dato no menor teniendo en cuenta que se trata de un musical. Así que la exuberante Rocketman vuela -hay una gran escena en que efectivamente lo muestra levitando junto a su público en el debut en Estados Unidos-, entusiasma, atrapa, convence, es superficial, pop y hasta boba. Probablemente que por esos mismos elementos sea tan disfrutable. ROCKETMAN Rocketman. Reino Unido/Estados Unidos, 2019. Dirección: Dexter Fletcher. Guión: Lee Hall. Intérpretes: Taron Egerton, Jamie Bell, Richard Madden, Bryce Dallas Howard, Gemma Jones, Steven Mackintosh, Tom Bennett, Matthew Illesley, Kit Connor, Charlie Rowe. Producción: Matthew Vaughn, David Reid, David Furnish y Adam Bohling. Distribuidora: UIP. Duración: 121 minutos.
Paramount Pictures nos trae Rocketman dirigida por Dexter Fletcher (director que no ha sido reconocido por su labor sobre el final del rodaje de Bohemian Rhapsody) y con Taron Egerton quien pone el cuerpo y la voz para interpretar al protagonista. Trata sobre la carrera y vida de Reginald Kenneth Dwight mejor conocido como Elton John. Desde sus inicios musicales en su niñez hasta su resurgimiento en la década del ochenta. La película muestra la cruda infancia de un hijo único, no deseado por su padre, ignorado y maltratado. Criado por su madre y su abuela. Luego como figura paterna se incorpora la pareja de su madre, que traerá a la vida de Regi un nuevo género musical que marcará su adolescencia: el rock & roll. Momento en el que se dispara su carrera musical hasta llegar al éxito, y más allá. Porque Elton John es un artista que trasciende y ha logrado mantenerse en la industria hasta la actualidad. El género de la película es drama musical. Extraordinaria decisión que le sienta muy bien al personaje/artista a retratar. Con un gran despliegue de bailarines y actuaciones cantadas por parte del entorno del personaje protagonista. Una puesta en escena que se mueve de manera frenética avanzando temporalmente en la carrera musical del cantante y pianista. La historia cuenta con dos momentos muy importantes en la vida del artista y que se alinean con los puntos de giro del guión. Éstos dotan de una carga emocional muy fuerte a la trama creando una conexión intensa con el espectador. En ambas secuencias son protagonistas absolutas las canciones Your song, para el primer punto de giro y I’m still standing, en el segundo. Para destacar, el inicio de la película genera un poco de extrañeza en cuanto a lo visual, una puesta intensa y contrastada para remarcar la coexistencia de dos temporalidades que queda resonando hasta la llegada de Your song. Representativa en la carrera y en la relación de Elton y el letrista Bernie Taupin. A pesar de ser un drama, de poner en pantalla la caída y el peor momento del artista, es un film inspiracional y alentador que trata sobre la recuperación transmitiendo la emergencia del talento por encima de la adicción a las drogas. Nos muestra un talentoso cantante y pianista que ha logrado subsistir al abrumador ambiente de la industria discográfica. Un verdadero sobreviviente. Calificación 10/10
Entre cuadros musicales, el rocketman lyrics despega a la fama exorcizando traumas. Después del furor de Bohemian Rhapsody, el biopic del líder de Queen, Fredy Mercury, llega Rocketman, la cinta que indaga la vida de otro músico muy famoso: Elton John. Despegándose de la estricta biografía, esta se asemeja más a un musical fantasy, construyendo un universo delirante, combinado con un melodrama de intensa carga emocional. Las puertas se abren, y de repente vemos a Elton (un magnífico Taron Egerton) con su traje de diablo, cubierto de piedras brillosas, y no está entrando a brindar un show con miles de personas, sino a una reunión de Alcohólicos Anónimos. Dejando al grupo asombrado, se sienta en una de las sillas que conforma el círculo y allí confiesa su actual verdad: que es adicto a todo tipo de drogas y al sexo. A partir de semejante revelación, la narración se estructurará en un ida vuelta temporal conformado por números musicales, mostrando las distintas etapas de la vida del cantante. Desde su dramática infancia, la de un niño con padres poco afectuosos que debe alimentar solito su talento innato para la música; hasta su ascenso meteórico a la fama, y sus vínculos más importantes como el de su amigo y compositor Bernie Taupin (Jamie Bell), o el de su amante manager John Reid (Richard Madden), por cierto muy conflictivo. Un hombre que a pesar de tener el mundo a sus pies, talento y fama; se siente muy solo y le sigue sopesando el rechazo de un padre indiferente, una mujer carente de instinto maternal, además de tener que luchar con los prejuicios de una sociedad conservadora, por ser “distinto” a los demás. Es en los Estados Unidos, donde puede liberar su potencial artístico, para convertirse en un verdadero Rocketman. Si bien la cinta indaga de manera operística y algo banal su vida personal, a pesar de que surjan temas complejos como las drogas y su elección sexual, la historia gana desde su flanco musical. Los cuadros son luminosos, pegadizos y a través de ese recorte biográfico, escuchamos sus canciones más simbólicas y populares (¡aunque no está Sacrificio!), interpretadas por un acertado Egerton que parece captar la esencia del artista a la perfección. Toda la extravagancia, la ampulosidad, el artificio, los brillos y los excesos que convierten a Reginald Kenneth Dwight en Elton John, funcionan como un escudo emocional para cubrir el dolor, y a su vez sublimar lo que siente ese pequeño vacío de amor; ese niño que solo necesitó un beso y un abrazo dado a tiempo. "El arte consiste en crear mitos para revelar la verdad. Esta es la vida de Elton en clave de fantasía musical. Hemos querido celebrar la imaginación, la creatividad y las maravillosas posibilidades de Elton John", describe con certeza uno de los productores del film, y nosotros lo apoyamos.
La vida en un piano Resulta curioso que, con muy pocos meses de diferencia, se hayan estrenado dos biopics acerca de dos de las leyendas más importantes del rock/pop británico. Y que encima su director, Dexter Fletcher, haya estado involucrado en ambas (Fletcher reemplazó a Bryan Singer en la dirección de Bohemian Rhapsody a dos semanas de terminar el rodaje) es más que llamativo a la hora de la inevitable comparación. Porque si bien la película de Queen yacía convenientemente en la magistral figura de Rami Malek como Freddie Mercury, el resto del grupo tenía el suficiente protagonismo para que el film no se convirtiera únicamente en la biografía del cantante. En este caso, lógicamente Rocketman gira alrededor de la épica de Elton John en su camino a convertirse en uno de los artistas más exitosos de la historia de la música, sin embargo, la interpretación de Taron Egerton no solamente se mimetiza increíblemente con su alter ego real, sino que también pone su voz para que la encarnación del Elton real no dependa en gran parte del trabajo de post-producción. Fletcher propone una impronta distinta y más despreocupada de la historia de Elton que ya se podía saber por reportajes y entrevistas. Desde su infancia como prodigio – cuando todavía se llamaba Reginald Dwight – y la problemática relación con sus padres (Bryce Dallas Howard y Steven Mackintosh), quienes lo trataban con una crueldad casi caricaturesca, hasta el encuentro con su mejor amigo y socio por el resto de su vida Bernie Taupin (Jamie Bell), y luego la llegada vertiginosa de la fama y el espiral autodestructivo de drogas y adicciones que casi lo dejan al borde de la muerte, todo se muestra desde una perspectiva teatral, que por momentos es un musical y por otros un viaje alucinógeno por los traumas del protagonista. Algo que fácilmente se aleja de la solemnidad y el realismo que podían sugerir algunos episodios trágicos de la vida del artista británico, pero que en definitiva termina siendo un trayecto más orgánico y alineado con la personalidad de Elton John y sus exóticas presentaciones, por más que en determinados momentos caiga en los cliches propios de todo artista conflictuado. Incluso cuando se aborda su sexualidad, la película se presenta menos desprejuiciada y más directa que Bohemian Rhapsody, por poner el ejemplo más directo. Es así que la relación tóxica y pasional de Elton y su representante John Reid (Richard Maden) es mostrada sin tantos tabúes ni vueltas, más allá de los prejuicios de la época, antes que andar insinuando problemas existenciales como sucedía con Freddie Mercury. Aquí, Elton John se asume homosexual desde un principio y no existen reparos para convertirlo en una característica más de su persona. Gran parte de esta naturalidad se debe a la sensacional interpretación de Taron Egerton a la hora de personificar con soltura la extravagancia del artista en los escenarios, pero también para exponerse inseguro y depresivo en sus peores momentos. Su sensibilidad en cámara se suma al acertado uso del extenso repertorio de canciones disponibles para cada momento de la vida del músico, con Goodbye yellow brick road como cortina latente para acompañar la búsqueda de redención que recorre toda la película. Rocketman se nota como el resultado de la gran devoción que existe por parte del director Dexter Flechter y su equipo para homenajear al ícono británico, lo que les da la libertad de agregar todo tipo de guiños y detalles con vestimentas, diálogos y situaciones que luego son representadas mediante fotografías reales en los créditos. Incluso en las secuencias más oscuras, relacionadas con las drogas y el suicidio, la presencia de Egerton y la puesta en escena de Fletcher hacen que se sienta una historia cercana y cálida. Algo que trasciende al interés personal que pueda existir por la carrera de Elton John, haciendo al film una experiencia disfrutable por el simple hecho de ser una historia bien contada.
Rocketman es una película llena de contradicciones. Esta biografía del músico Elton John pertenece al género musical, no solo al biopic de un músico. Es decir que tiene números musicales con coreografías, fantasía, momentos pertenecientes al universo del cine musical más allá del registro de las actuaciones de Elton John o sus ensayos y grabaciones. En ese aspecto es mucho más sofisticada que otras películas de la última década y se acerca a films como All That Jazz, por citar un título con el cual Rocketman tiene algunas similitudes. Por otro lado no se priva de ninguno de los lugares comunes más obvios a la hora de retratar la vida privada del artista. Se ajuste o no a la realidad biográfica –eso no tiene ninguna relevancia a la hora de juzgar los valores cinematográficos- lo cierto es que se ve como una ametralladora de clichés con tres o cuatro momentos de vergüenza ajena. Tal vez todos los músicos tienen la misma vida, pero sea o no así, las novedades de cine se reducen muchísimo. No es lo único contradictorio, no es lo único desparejo de este film. Lo que empieza como una mirada despiadada del artista termina con una apología y festejo feliz de un nivel de inocencia y cursilería que no tiene precedentes en el cine del siglo XXI. Pero a esto hay que hacerle una aclaración: Rocketman es tal vez la primera autobiografía por encargo completamente autorizada por el protagonista. Elton John productor parece resumirse en estas contradicciones, y lejos de que esto sea malo, terminando siendo el corazón mismo de esta película. Rocketman es como se ve Elton John a sí mismo, un egotrip narcisista pero lleno de amor y ternura, con un carisma arrollador que hace que la película se pase volando. Elton John es adorable, el de la película y el verdadero de las imágenes de cierre. Los números musicales son para atesorar, todos ellos, más cerca del musical en estado puro que de cualquier intento grave de registro de la historia del artista. Más cerca del Hollywood clásico que del realismo contemporáneo. La película podría durar el doble y sería una fiesta. Con momentos muy obvios y ridículos, tal vez como una rueda de terapia de grupo con una sola persona contando su historia, pero con muchos momentos luminosos. Del lugar común a la gloria, de la obviedad a la simpatía sin límites, así es Rocketman, la biografía más ñoña y querible que se haya visto en los últimos años.
Al principio no sabíamos que fue lo que llevó a Elton John, una estrella musical aún vigente, a querer realizar una película sobre su vida. Conociendo su particular personalidad podría tratarse simplemente de un capricho tras conocer el proyecto de Bohemian Rhapsody, la película sobre Freddie Mercury y Queen. Además, que él mismo esté tan involucrado en el proyecto sobre esta biografía podía pretender que se buscará contar una versión limpia de la historia, pero por suerte sucede todo lo contrario: Rocketman es una biopic, si, pero también una fantasía musical desenfrenada que en ningún momento oculta todos las situación que vivió Elton durante su ascenso que incluían problemas familiares, el afrontar su homosexualidad, sus relaciones tóxicas y por sobre todo, sus adicciones. Todo esto mezclado con las canciones más representativas de un ícono del pop. La película comienza con un Elton John, interpretado de manera espectacular por Taron Egerton, entrando a rehabilitación a principio de los 90s y a partir de allí comienza a relatar toda su vida desde su infancia hasta traernos nuevamente a ese momento. Esta claro que Elton quiso contar lo difícil que fue su ascenso a la fama y los excesos propios de este estilo de vida, posiblemente sus años más gloriosos pero también más difíciles. Ya tenemos el "qué contar", ahora falta el "cómo", lo que si duda hace que el espectador promedio, aquel que no compra una entrada solo por la figura de Elton John, decida ir a verla. Y es este "cómo" el mayor acierto de la película. Como ya dije Rocketman no es solo una biopic, es también una fantasía musical por su manera de estar contada. Mientras que la ya mencionada Bohemian Rhapsody contaba una historia utilizando la música de Queen únicamente en los momentos de recitales y grabaciones, es decir, los momentos más verosímiles, esta película utiliza tanto la música como algunos detalles técnicos como elementos fantasiosos. Ver a un Elton John adulto hablando con un Elton John chico, o toda una multitud flotando durante un concierto permiten trazar una clara analogía a la vida desenfrenada y fantasiosa que vivió. Además, todas estas escenas están también logradas por el director Dexter Fletcher (que por casualidad o no tanto fue quien se hizo cargo de Bohemian Rhapsody tras la partida de Bryan Singer) que a pesar de la inverosimilitud no pierde el hilo en ningún momento de lo que se intenta contar. El trabajo de Taron Egerton, quien fue propuesto por Elton John tras trabajar juntos en Kingsman El circulo dorado, no tiene nada que envidiarle al de Rami Malek y su papel de Freddie Mercury que le valió un Óscar. Su gran interpretación, junto a un gran diseño de maquillaje y de vestuario con trajes calcados a los originales, posiciona este papel como el mejor de toda su carrera. El elenco lo completan Jaime Bell como Bernie Taupin, el socio de toda la vida y responsable de ponerle letra a las canciones de Elton; Richard Madden como John Reid, su manager y primer amor y Bryce Dallas Howard y Gemma Jones como su madre y abuela respectivamente. Mientras que para Elton John la película le puede servir como un modo de hacer catarsis y a su vez como un autohomenaje en una época en la que cada vez se va alejando más de los escenarios para dedicarse de lleno a su familia, a los fanáticos (y no tan fanáticos) nos quedará una gran película.
'Rocketman' nos cuenta la historia de una de las leyendas vivas más importantes de la historia de la música: Sir Elton John. Narra la historia más personal y sin censura del cantante. La trama se centra en el viaje de transformación de Reginald Dwight, un tímido niño prodigio de una ciudad pequeña a la super estrella internacional que es hoy día: Elton John. Rocketman se estrenó previamente en Cannes con la presencia de Elton John, ahora es el turno del estreno a nivel mundial, y estas son nuestras impresiones. Dexter Fletcher vuelve a dirigir un biopic tras la exitosa 'Bohemian Rhapsody'. El cantante está interpretado por Taron Egerton ('Kingsman: El servicio secreto') que también pone la voz a las canciones. En el reparto podemos encontrar a Bryce Dallas Howard ('Jurassic World: El reino caído'), Richard Madden ('Juego de Tronos') y Jamie Bell ('Billy Elliot') entre otros. Vamos a arrancar con lo principal, increible y consagratorio trabajo de Taron Egerton, suponemos que Elton debe estár feliz con la interpretación (fue productor de la cinta) Rocketman nos muestra todas las diferentes facetas de la carrera del gran Elton John, no tiene miedo en indagar en sus múltiples adicciones ni en su terrorífica vida familiar. Nos encontramos con una narración no lineal, va y viene en el tiempo mostrando la Inglaterra post guerra con una familia fría como la guerra soviética. Si bien estamos hablando de un personaje extremadamente mediático, los que "tocamos de oido" como yo, nos desayunaremos muchísimas cosas de la vida personal de Elton que no teníamos ni la mas remota idea. La película en sí, es un viaje de transformación, de un tímido niño prodigio a una super estrella reconocida a nivel mundial. Es imposible no trazar paralelismos con Bohemian Rhapsody, la cual si la paras enfrente de Rocketman, queda algo edulcorada en comparación a la fabula de sexo droga y rock and roll que es Rocketman. Una recomendación que en serio les va a hacer mas amena la película, busquen un cine con un buen sistema de sonido, y una buena pantalla, ideal Imax, por que los números musicales, son de otra dimensión, si, opacando incluso a ese Wembley de Bohemian Rhapsody. Sin dudas una Biopic diferente al resto, la cual se disfruta de comienzo a fin, incluso con sus excesos y hasta bizarreadas extremas.
Un cohete que no se estrella. El director Dexter Fletcher, que estuvo a cargo de completar la filmación de la fallida Bohemian Rhapsody luego de que Bryan Singer debiera abandonar la dirección tras las acusaciones de abuso, ahora se pone detrás de cámara para contar la historia de Elton John. Muy lejos de los resultados que tuvo la biopic sobre el líder de Queen, el film dedicado al extravagante músico británico se sostiene por muchas más razones que la mera música del artista. Gracias a la interpretación de Taron Egerton que se pone en la piel y la voz del cantante, la historia del hombre, el músico y el adicto se siente como una celebración y mirada respetuosa sobre el talento y maldición del mismo. A nivel narrativo, el film funciona como un largo flashback relatado por Elton en una reunión para adictos. El mismo se describe como adicto al alcohol, la cocaína, la marihuana, el sexo y demás excesos. Y si bien dentro de este género de films muchas veces solo se pasa a narrar retazos de los eventos más importantes de la figura en cuestión, aquí esto se da de una forma que se siente mucho más natural y progresiva al estar hilada a través de muchos de los temas de Elton que se encuentran dispuestos para servir como reflejo de los distintos sentimientos y situaciones que formaron a su persona, todo ello acompañado por una importante presencia en escena del género musical que brinda una colorida variedad de escenarios y coreografías, resonando en pantalla con cierto encanto de los musicales de la vieja escuela. Esta dinámica sobre la que se basa la narrativa hace que cada escena y momento relevante del artista se vea cargado del carisma y la excentricidad del mismo, desenvolviéndose como si cada situación vivida fuera un aspecto que vibra de su personalidad. La labor de Taron Egerton resulta excepcional al destacarse en todos los frentes que debe cubrir como protagonista, ofreciendo pruebas de sobra el talento para la actuación y el canto que posee, sin necesidad de recaer en la imitación (Rami Malek, guiño guiño). Así, el film decide centrarse en la vida de Elton celebrando su talento pero no idealizando su imagen o glorificándolo, sino abordando sus sentimientos y las complejidades de su identidad para lograr entender la carga y las disconformidades de ser una estrella y de no haber sabido encontrarse a sí mismo. A medida que la trama avanza, y con ello pasamos de los primeros pasos en la música de Reginald Dwight (verdadero nombre de Elton), incluyendo el desafecto de sus padres hasta alcanzar su grandioso éxito una vez que debuta internacionalmente en Estados Unidos, se puede atestiguar como poco a poco se va despojando de toda la parafernalia que lo rodea. En un comienzo, y siguiendo la lógica de que la imagen artística de Elton siempre ha sido acompañada por un excéntrico uso de su vestimenta, lo primero que vemos en pantalla de él es su llegada a la clínica utilizando un traje de un demonio alado con un fuerte tono naranja. Pero una vez que el espectador conoce más de su vida, y especialmente esa idea de matar a la persona que alguna vez fue en su juventud y convertirse en otro para alcanzar el éxito, el personaje comienza a desprenderse de cada prenda de su traje. El director, a su vez, desnuda al protagonista al mismo tiempo que expone las razones de la verdadera identidad que se esforzó en ocultar y disfrazar Elton John para enterrar a Reginald Dwight. El relato rodea al personaje principal de las personas que funcionaron de apoyo y castigo en su vida, dando un lugar de importancia co-protagónica a la fuerte relación de amistad y trabajo que formó junto a Bernie Taupin (Jamie Bell), quien compuso las letras de su discografía desde el comienzo hasta la actualidad, además de una de las pocas personas que llegaron a conocerlo y comprenderlo realmente. La forma en que está retratado el fuerte vínculo y la colaboración de ambos permite que el film no solo se preocupe por la figura de Elton, sino de brindar crédito e importancia a la persona que es tanto parte de él como de su música, algo que se transmite desde lo actoral por parte de ambos actores y que encuentra su puntó máximo en los momentos donde Elton crea la música que acompaña las sentidas letras de Bernie, como es el caso de la composición de temas como Your Song, o la forma en que la presencia de Tiny Dancer o el propio tema Rocketman contextualizan a través de la música el sentimiento de perdición y soledad del personaje. A pesar de estos logros, el film no puede evitar caer en algunos lugares típicos de las biopics como es el caso de una rápida edición que funciona como elipsis del ascenso artístico del protagonista o algunos diálogos discursivos que se sienten forzados en la boca de los personajes, subrayando su propósito más de lo que deberían. No obstante, es la sentida honestidad que deconstruye la imagen más conocida de Elton John para entender el sufrimiento del hombre detrás de ella lo que hace que también se aparte de muchos de los lugares comunes de las biopics. La fuerza de las escenas musicales que se perciben y disfrutan como una fiesta tienen su lado más oscuro en el discurso y la introspección que significan para el protagonista, dando como resultado un balance bien logrado digno de ser mirado, escuchado y, por supuesto, cantado.
Dexter Fletcher, quien reemplazó a Bryan Singer en la dirección de Bohemian Rhapsody (aun así no fue acreditado) nos trae otra película biográfica llena de glamour y rock and roll, Rocketman, la vida de la estrella bestseller Elton John, contada en un musical lleno de emociones que relata la dura infancia y adultez del reconocido rockstar cantautor de hitos de la historia de la música.
Dexter Fletcher finalmente nos muestra su visión de cómo abordar una biopic con “Rocketman”, inspirada en la vida de Elton John. La película nos cuenta cómo el tímido prodigio del piano Reginald Dwight, se convirtió en Elton John, la aclamada superestrella internacional. Atravesado por sus canciones más queridas, veremos a este chico de un pequeño pueblo transformarse en una de las figuras más icónicas de la cultura pop. Sí, son odiosas las comparaciones. Pero resulta inevitable pensar en su antecesora “Bohemian Rapsody”, si hasta director comparten. Dexter Fletcher había sido considerado inicialmente para dirigir la película inspirada en la vida de Freddy Mercury, pero fueron sus diferencias creativas lo que terminaron por alejarlo del proyecto. Sin embargo, luego de que echaran a Bryan Singer cuando el film aún estaba en proceso de fotografía y edición, terminó por asumir el mando. Fletcher hizo lo posible por llevar a buen puerto un barco que parecía a la deriva, y a pesar de todos los contratiempos y teniendo como resultado algunos errores notorios, como por ejemplo su edición (y aún así ganó el Oscar a mejor edición), un brillante Rami Malek y el peso musical de una de las grandes bandas de la historia lograron la aceptación del público convirtiendo el film en un éxito indiscutido. El resultado no fue lo que Fletcher tenía en mente para esa película, pero él ya tenía su biopic rockera para plasmar todos sus deseos artísticos: “Rocketman”. El propio Richard Madden, Rob Stark para los fanáticos (o ex fanáticos) de GOT, y miembro del elenco definió al film como una “Moulin Rouge en ácido sobre Elton John”. Pues aquí no hay una versión realista y propagandística sobre el artista en cuestión sino una fantasía musical. La película se hace cargo de estar narrando un cuento ficcionado y surreal. Es una gran decisión abordar el film no como una película de música, sino como un musical. Esto le brinda un toque distintivo de otras biopics dándole identidad propia. La música de Elton John no sólo está para hacernos vibrar (como no podría ser de otra manera) sino también aporta en función narrativa de la historia. La fantasía y la magia es a su vez combinada con oscuridad y crudeza ya que también seremos testigos de su decadencia y excesos. Al comienzo veremos en pantalla un Elton John espléndido en uno de sus tantos vestuarios extravagantes entrando a un centro de rehabilitación, en donde poco a poco a medida que el relato avanza irá quitándose el disfraz, como si estuviese quitándose sus propias máscaras, revelando y enfrentando su verdadera identidad. Del mismo modo la cinta va despojándose de un tono más propio del teatro musical para entrar en un código más crudo. En materia actoral nos encontramos con un gran y sólido elenco con Taron Egerton a la cabeza. En uno de esos trabajos sumamente complejos, de gran presión y expectativa, el británico logra llevarlo a cabo con soltura, desparpajo, carisma y emoción. Especial mención a Jamie Bell, actor que siempre deseo ver más en pantalla y tendremos más seguido en este 2019. Resulta difícil evaluar estas películas sólo como un film, dado que también son una oda, un tributo al artista en cuestión que nos golpea con un arsenal de hits infalibles que todos conocemos y deseamos cantar como si estuviésemos en un recital. Pero “Rocketman” no es sólo eso. Es una excelente película, bien contada que, fiel a Elton, tiene identidad propia. Por Matías Asenjo
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Tras el estreno exitoso (en cuanto a los números de la taquilla, los logros artísticos fueron más cuestionables) de Bohemian Rhapsody, llega Rocketman, basada en la vida y la carrera de Elton John, dirigida por Dexter Fletcher, curiosamente o no, quien se hizo cargo de terminar la biopic de Freddie Mercury y Queen al ser despedido Bryan Singer. La vida del músico inglés, creador de innumerables hits, se desarrolla cumpliendo los típicos pasos que el cine instituyó para contar el surgimiento de cualquier ídolo: su formación, su éxito, las adicciones y la soledad de la fama y el final o la nueva chance (según corresponda). Ascenso, caída y renacimiento/mito. En este caso con la particularidad de que Elton John está vivo. Y es uno de los productores del film. Lo que no impide que se muestre el lado oscuro. La vida se cuenta a partir de flashbacks que el protagonista relata en medio de una reunión de AA, a la que llega, sabremos a medida que avance el film, en su peor momento y vestido de diablo. Entonces comprenderemos que así como la intervención de los padres es esencial para conformar la personalidad de Elton, y su búsqueda del reconocimiento y del cariño permanente (seguramente simplista en el origen del trauma psicológico y en la resolución de “abraza y perdona a tu niño interior”), el vínculo de amistad posterior con Bernie Taupin (con quien construyeron la dupla compositiva que aún permanece intacta) también se convierte en central. Evitar lo edulcorado de Bohemian Rhapsody en cuanto al retrato sexual y el de adicciones (drogas y alcohol), es una decisión acertada. Y por lo menos aporta una complejidad que no concede toda la construcción al desarrollo del estereotipo. La aparición de las canciones aporta un toque creativo más que interesante. Casi cuadros musicales (muchos de ellos al mejor estilo Broadway), no aparecen sólo para afectar el sentimiento del espectador y empatizar con facilismos en busca del recuerdo emocional, sino que se vuelven parte integrante del argumento, complemento necesario, a lo que se le suma el juego con la coralidad de varios personajes haciéndose cargo de las canciones e interpretándolas como parte de la trama. Párrafo aparte para las actuaciones que son un plus destacadísimo. Además de Gemma Jones, Richard Madden, Bryce Dallas Howard (como una madre impiadosa) y Jamie Bell (brillante como Bernie Taupin), lo de Taron Egerton, manejando con excelencia todos los estadios de su protagonista, es una labor consagratoria. Extravagante, exagerada, kitsch, sentida y honesta como el protagonista que retrata, Rocketman, la biopic sobre Elton John, se luce y entretiene.
Rocketman es la biopic de Elton John, el talentoso músico británico, en la que se nos narran sus orígenes y como su éxito vino acompañado de una vida llena de excesos durante su juventud. El actor encargado de interpretarlo es Taaron Egerton, y lo acompañan Jamie Bell como Bernie Taupin, Byrce Dallas Howard como su madre, Richard Madden como John Reid y gran elenco. Todos ellos dirigidos por Dexter Fletcher, encargado de finalizar Bohemian Rapsody, quien acá hace uso de una mayor libertad creativa. Con un guion escrito por Lee Hall, la película fue que Reginald Kenneth Dwight, un niño ingles de clase media con un notable talento para la música, eligió transformarse en Elton John. Pero lo hace desde el punto de vista de su protagonista, por lo que si bien la minuciosa investigación biográfica se ve reflejada en la reconstrucción fiel de algunas escenas, también se da lugar a la libertad creativa recurriendo al surrealismo en los números musicales. Lo primero que vale la pena destacar de esta película es el trabajo actoral de Taaron Egerton, ya que quien no solo se mimetiza físicamente gracias al excelente trabajo de maquillaje o la imitación exacta de su extravagante vestuario, sino que compone un personaje scorsessiano. Porque la película comienza in medias res, con Elton John confesando sus excesos en un grupo de terapia, para luego pasar a su niñez en la que sufrió la falta de afecto de sus padres, raíz de su comportamiento propenso a las adicciones durante su juventud. Porque esto es lo que le da sentido a la imitación perfecta que hace de este excéntrico músico, razón por la cual supera ampliamente al Freddie Mercury deRami Malek para Bohemian Rapsody. Otro aspecto a destacar es el uso narrativo de los números musicales basados en algunos de sus éxitos, ya que se los aprovecha para hacer avanzar la acción, saltando de una escena a la otra mediante elipsis, el mismo recurso utilizado en El rey león, también con canciones suyas. Y en estas escenas se permite momentos surrealistas donde se luce el montaje del ganador del Oscar Chris Dickens, quien aprovecha esta libertad creativa para utilizar algunos efectos propios del videoclip. Pero un aspecto negativo es que su director no se anima a explotar todo el potencial de estos recursos narrativos, porque las coreografías no alcanzan el nivel de espectacularidad que tienen las obras maestras del género musical. En conclusión, Rocketman es una película que funciona tanto como homenaje a uno de los músicos más populares del siglo xx, y como una historia de ascenso, caída y redención contada en clave de musical surrealista como Chicago. Y si bien es imposible negar el talento y el buen trabajo de su director, le faltó la genialidad de un Bob Fosse, por ejemplo. para terminar de explotar el enorme potencial que tenía ese material y convertir la película en una obra maestra.
Rocketman, una exitosa fusión de sinceridad y fantasía. Un largo pasillo. Dos puertas al final del mismo. Se abren. Entra un hombre con un vestuario naranja, dos alas enormes acopladas a los hombros, cuernos de utilería sobre su cabeza. Una figura extravagante. Este hombre se está acercando a otro set de puertas. Se empiezan a escuchar progresivamente los gritos del público. Pero cuando este hombre, que vemos es Taron Egerton interpretando a Elton John, se dispone a abrirlas encontramos… …que no es un estadio, sino el cuarto de una clínica de rehabilitación. Hay personas sentadas en un círculo al que Elton se incorpora. La excentricidad de su figura naranja destaca entre los deprimentes blancos, negros, pálidos azules y verdes de la escena. Él admite todas sus adicciones: alcohol, drogas, sexo y comienza a cantar su historia… a su yo que es todavía un niño. Dos minutos (puede ser más, puede ser menos) es todo lo que necesitan el guionista Lee Hall y el director Dexter Fletcher para introducir género, tono, tema, conflicto y, lo más importante, personaje. Aunque el término introducir es apenas un formalismo para definir cómo Rocketman nos va a sumergir en la vertiginosa historia de Elton John. Elton Hércules John En un reciente artículo del diario inglés The Guardian, el célebre cantante comentaba que el estudio Paramount le pidió reducir un poco las drogas y el sexo de su biopic. La respuesta del cantante fue contundente: “Yo no viví una vida PG-13”. El tono de esa respuesta, honesta, directa, valerosa incluso como todas sus canciones, es la que permea constantemente el tono de la película. Rocketman no se guarda nada. Lo bueno, lo malo y lo feo están aquí. Dicen presente. La adicción a las drogas, la homosexualidad, el ego, la soledad, la inseguridad, el maltrato, el abandono. La historia de un hombre que aunque incuestionablemente tuvo a la música como el eje de su vida profesional, fue también el instrumento de su búsqueda para, según las hirientes palabras de su madre, “ser amado apropiadamente”. Las canciones de John están en el centro de todo: en números musicales complejos tanto desde lo coreográfico como desde la puesta de cámara, todos extravagantes como la trayectoria del cantante, pero nunca olvidando cuál es el verdadero corazón de la película. Por un lado, la reconciliación de la realidad de un adulto con aquellos deseos del niño que fue; y que la amistad, esa familia que uno elige, tiene lazos que pueden ser más profundos que el de cualquier familia biológica, una familia biológica que no queda muy bien parada en el film por sus actitudes, pero que tampoco es demonizada desde una lente resentida. Rocketman también es una película sobre la madurez, y esta, no pocas veces, significa saber perdonar a nuestros padres. Taron Egerton se devora la película en su interpretación del cantante. El actor pone todo el cuerpo desde el primero hasta el último minuto, pero es en los primeros planos donde vemos la ira, la frustración, la euforia, la oscuridad, la felicidad, las lágrimas. Donde descubrimos que Egerton tiene todo, pero todo, para hacer de esta una labor consagratoria. Un amplio abanico de emociones que consigue destacar incluso en su labor cantada.
La pregunta inevitable de mucha gente antes de ver la película es si se trata de otra “Bohemian Raphsody”. Otra biopic de alguien legendario de la música. Y las diferencias son muchas. Mientras que en aquella, lo mejor fue la recreación de los enormes recitales populares de la banda, la historia que se contaba no estaba a la altura legendaria de Queen. Y mientras el protagonista cantaba poco y se mimetizaba con Freddy Mercury, aquí ocurre todo lo contrario. Dejemos las comparaciones de lados. Aquí no se trata de un destino trágico, Elton John y su esposo supervisaron esta película pero tuvieron la inteligencia de no omitir los costados oscuros. Si, este film puede ser un compendio de lugares comunes, la estrella que finalmente se rehabilita y comete el “pecado” de sobrevivir. Pero, aquí el tiempo, el protagonista, el director y el guionista se unieron de la mejor manera para gozar de un film que no necesita solo a fans de Elton John. Es más hasta pueden odiarlo y felizmente redescubrirlo. El guionista Lee Hall ( que trabajo con Elton en la adaptación de “Billy Elliot”) toma el comienzo del tratamiento del cantante, cuando abandona el escenario vestido de diablo y aterriza en una sesión de terapia, para ir y venir desde la infancia de Reginald Dwight hasta su consagración y sus excesos, y cerrar el círculo de su recuperación. Todo el tratamiento cinematográfico es un hallazgo, con escenas tan creativas como el encuentro en el fondo de una pileta en su intento de suicidio con el niño que fue con su pequeño piano, a su debut en Los Ángeles donde el naciente ídolo levita y hace levitar a su público, incluidos muchos famosos del momento. Riesgosas e impresionantes escenas, como el estilo de mostrar a su familia disfuncional, castrados en eso de demostrar afecto, hasta las crueldades del protagonista para con los suyos. Y ese despliegue de vestuario cada vez más excéntrico para disfrazar al pequeño ser humano, talentoso, vulnerable, perdido. No faltan los excesos de drogas y alcohol. La relación de profunda amistad con su letrista Bernie Tupin. La conflictiva relación de sexo y dinero con su mánager John Reid. Y esas canciones que están siempre, no solo en el escenario. Capítulo aparte merecen el elenco. Taron Egerton pone el alma, la sangre, los huesos para este trabajo consagratorio, canta las canciones al estilo de Elton, emociona con su entrega. Algo similar ocurre con Jamie Bell (inolvidable Billie Elliot) Richard Madden, Bryce Dallas Howard (el mejor papel de su carrera) y siguen los nombres. No se pierda esta película
La superación de las adversidades Rocketman (2019) es una película biográfica musical basada en la vida del músico inglés Elton John, siendo él uno de los productores ejecutivos del filme. Dirigida por Dexter Fletcher y escrita por Lee Hall, la cinta está protagonizada por Taron Egerton (Testamento de Juventud, Kingsman). El reparto se completa con Jamie Bell (Las Estrellas de Cine Nunca Mueren), Bryce Dallas Howard (La Aldea, Jurassic World), Richard Madden (Cinderella), Celinde Schoenmaker, Gemma Jones, Matthew Illesley, Steven Mackintosh, Charlie Rowe, entre otros. Desde pequeño, a Reginald Kenneth Dwight (Matthew Illesley) le interesó la música, en especial tocar el piano. A pesar de contar con un padre que casi ni le prestaba atención y una madre que no creía en su talento, Reggie va a probar suerte a la Real Academia de Música ubicada en Londres, todo gracias a la confianza que tenía en él su abuela Ivy (Gemma Jones). Con el transcurso del tiempo, Elton (Taron Egerton) conocerá al compositor Bernie Taupin (Jamie Bell), el cual se convertirá en su gran amigo, tendrá su enérgica presentación debut en el club nocturno californiano The Troubadour y descubrirá su homosexualidad. Además, Elton caerá en el abuso de drogas e intentará suicidarse al perder completamente el rumbo. Luego de darle la voz al gorila Johnny y cantar I’m Still Standing en la película animada Sing: ¡Ven y Canta! (Sing, 2016), Taron Egerton conoció a Elton John en el set de rodaje de Kingsman: El Círculo Dorado (Kingsman: The Golden Circle, 2017). Ahora, Taron es Elton John y de todas las buenas decisiones que se tomaron en Rocketman, ésta se alza como la mejor. Egerton no solo interpreta a Elton de una forma magistral tanto desde sus movimientos como desde lo gestual, sino que también el actor de 29 años canta maravillosamente todas las canciones del filme, logrando que éste rol esté a otro nivel dentro de su carrera. Por otro lado, el guión no se priva de nada ya que es súper realista y nos muestra las duras situaciones que atravesó Elton tanto en su infancia como en su juventud, todo desde una estructura narrativa no lineal que tiene muchísimo sentido y resulta muy satisfactoria. Aunque el músico a veces no se haya comportado correctamente, de igual manera la empatía con Elton se mantiene gracias a que como espectador nos es muy fácil ponernos en su lugar y comprender qué pasaba por su mente en esos momentos. Además, la cinta no tiene miedo de su género: es un musical al 100% en donde las letras de las canciones de Elton encajan a la perfección para cada conflicto personal que vivió el cantante. Párrafo aparte para el diseño de vestuario a cargo de Julian Day. Aproximadamente 50 fueron los trajes que se hicieron para el filme, sumados a la gran variedad de anteojos extravagantes. Los colores fuertes, los brillos y las plumas eran indispensables para esta producción y cada atuendo se ve mejor que el anterior, por lo que sería una injusticia que la película no se lleve una nominación al Óscar en esta categoría. Por otra parte, el maquillaje de Bryce Dallas Howard está muy bien utilizado, haciéndola ver avejentada sin que luzca artificial. En conclusión, poco y nada hay para reprocharle a Rocketman, una película que nos permite vivir la fantasía de Elton John en su máximo esplendor, con sus altibajos y subidas de adrenalina. Arriesgada, dura y emocionante, la cinta de Dexter Fletcher está hecha para ser disfrutada una y otra vez y recordar que, de las situaciones difíciles, siempre se puede salir adelante.
Biografía autorizada de Elton John en clave musical, el relato es apasionante cuando juega con escenas oníricas y de ensoñación del protagonista peleando por sus objetivos. Taaron Egerton deslumbra en el rol del cantante que rompió todos los moldes en una película que se muestra edulcorada en demasía y políticamente correcta.
La esperada biopic basada en la vida de Elton John, "Rocketman", de Dexter Fletcher, despliega una gran emotividad para narrar la historia de un artista con un espíritu muy personal. Las comparaciones son odiosas, pero desde que se anunció este proyecto, casi a la par que fue anunciado el inicio de rodaje de "Bohemian Rhapsody", las especulaciones entre ambas abundaron. Dos biopics, basadas en músicos provenientes de Inglaterra, de gran popularidad entre los ’70 y los ’80, estrafalarios, íconos pop, e íconos de la cultura LGBT+. El film sobre Freddy Mercury estrenado en noviembre del año causó tantos adeptos como críticas y polémicas, y no sólo por los problemas penales en los que justo se vio envueltos su director Brian Synger acusado de abuso sexual a menores. Por un lado se convirtió en un éxito inmediato y se llevó varios premios de la Academia, además de reinstalar la música de Queen en el top de los charts. Pero no pocos le criticaron la liviandad y frialdad con la que se trataron varios temas, y el modo en que algunos asuntos fueron dejados de lado voluntariamente. ¿Caería "Rocketman" en lo mismo? Lo primero que habrá que tener en cuenta, y marcará diferencia. Freddie ya no está entre nosotros, y la película fue hecha con la asesoría (y el dinero) de los otros miembros de la banda, más conservadores. En "Rocketman", Elton está más vivo que nunca. Las luces iluminan la pantalla, las puertas se abren de par en par, y una figura fulgurante ingresa, Elton (Taron Egerton), enfundado en un llamativo catsuit de lycra naranja, con piedras rojas simulando llamas, un gorro con cuernos diabólicos haciendo juego, y los infaltables anteojos: rojos y con piedrecillas en los marcos. No hay dudas de que es Elton. Así ingresa a una reunión de adictos en recuperación, se siente, y los demás pasan a segundo plano, a escuchar. Elton tiene algo para decirnos, y para eso, va a rememorar su vida. Rocketman se enfunda en un esplendoroso realismo mágico muy acorde con la figura homenajeada. El pasado se entremezcla con el presente, como visitas que vienen a dar un alerta; se estructuran coreografiados cuadros musicales; abundan los colores y el brío; podemos flotar, y reír sin parar. ¿No sería más feliz la vida si fuese un colorido musical? Elton se remonta a su infancia, cuando todavía era Reggie Dwight (Matthew Illesley), y ahí comenzamos a sentir el fuerte peso de esos padres. El matrimonio de Stanley (Steven Mackintosh) y Sheila (Bryce Dallas Howard) no funciona, y las aventuras de ella, forzarán que él los abandone y pierda contacto con un Reggie al que nunca le tuvo afecto. Reggie pasa a vivir sólo con su resentida madre, y su adorable abuela; y salir adelante no le será sencillo. Apenas se tiene a él, y al piano. Con constantes vueltas a esa ¿imaginaria? reunión de adictos en recuperación a modo de capitulación, "Rocketman" nos irá mostrando su dura adolescencia, su ingreso a la música llevado por el ritmo beat y los bares; y cómo la música fue la que lo liberó y encontró dentro de él a ese Elton escondido. También la música será quien le haga cruzarse en el camino con Bernie Taupin (Jamie Bell). Aquí está la gran diferencia con "Bohemian Rhapsody", y en donde "Rocketman" le gana ampliamente. Este es un film sobre ser uno mismo, sobre la lucha por no esconderse, sobre encontrar los verdaderos afectos, aquellos que comprendan que uno es lo que es, y que eso no debería coartarnos. "Rocketman" también es un film sobre el amor, pero no sólo el amor de una pareja. La relación entre Elton y Bernie atraviesa toda la película, es en buena parte su motor. Dos amigos que se encontraron circunstancialmente, y la música los hermanó. Bernie no es sólo el letrista, es su hermano del alma, su atención, el afecto que tanto Reggie/Elton buscaba. Elton es una figura ardiente, avasallante; pero adentro sigue estando ese Reggie que solo quiere que lo acepten, que lo quieran, y no le hagan más daño. En esa búsqueda desesperada por el amor cometerá errores, y también caerá en las manos equivocadas. También abrazará las adicciones de todo tipo para evadirse. Volviendo a las comparaciones. Mientras que "Bohemian Rhapsody" es un film culposo, que trata de ocultar lo más posible la homosexualidad, y cuando ya se hace imposible le adjudica todas las desdichas de Freddie; "Rocketman" lo vive con la frente en alta. Elton es gay, y trastabilla emocionalmente, como nos puede pasar a cualquiera que no es aceptado, pero en ningún momento se plantea que su sexualidad es la que lo llevará a una vida de soledad. No, el rechazo es sólo responsabilidad de quien rechaza. No todas las canciones se presentan a modo de cuadros musicales que relatan la vida de Elton, algunas simplemente están, y la amalgama entre ambos estilos es perfecta. Los cuadros son precisos, aunque nunca llegan a tener un peso suficiente como para marcarnos y dejarnos tarreando y bailando durante días al terminar la función. Elton persona es más importante que Elton músico para "Rocketman". Taron Egerton logra una gran composición de Elton John. No busca algo mimético, se mete dentro de sus sentimientos, lo vive, y se expresa como él. Su interpretación levanta aún más el film. La química con Bell es brillante, se sienten como hermanos, y Bell ya se ha probado en musicales con mucha solidez. El resto de los secundarios también es exquisito, con especial destaque de Bryce Dallas Howard. Dexter Fltcher es una elección muy correcta como director. Su labor siempre se ubica detrás de todo el armado de la película, y el director de "Eddie The Eagle", está acostumbrado a los films soleados, cálidos y potentes. El detalle en la reconstrucción es sorprendente, y queda plasmado en una secuencia de créditos final comparativa. Todo el glamor y lujo british con que se lo asocia a Elton está ahí. Sumado a un montaje tan vibrante como la sólida edición de sonido. "Rocketman" es un film que sabe de lo que habla. No es sólo la biopic de un gran ícono pop, es un film cálido, con un mensaje de integración capaz de emocionar, y con un corazón tan enorme como el del artista. Elton John se merecía este homenaje, y los espectadores podemos celebrar la libertad de poder encararlo.
El sol no se pone sobre ella. Tras el pleno de Bohemian Rhapsody lo tenía difícil otro mito del pop-rock inglés como Elton John para que su biopic destacara y no perdiera todas las batallas en el mar de las comparaciones a las que inevitablemente se someterá. Pero Rocketman consigue desmarcarse de su predecesora para también contar un relato sobre la fama con una voz propia. Si el film de Queen seguía un estilo más académico, observando el interior de la banda y de Mercury que, pese a vestirse de personal, terminaba resultando externo al tirar por los caminos de la hagiografía y tocar la polémica con la punta de los dedos, en esta ocasión Dexter Fletcher (codirector de Bohemian Rhapsody tras el despido de Bryan Singer, no olvidemos) rebaja la solemnidad y la pulcritud para entregarse a una propuesta más desinhibida y extravagante como el estilo del pianista. Fletcher pone la cámara y la narración al servicio del mismo John, en una obra en la que innegablemente vemos el sello del intérprete, donde convergen el sentido del espectáculo, el barroquismo y el colorido con una confesión, filtrada como en toda obra, pero confesión, a fin de cuentas. Fletcher y John, en lugar de seguir un patrón informativo puramente clásico, apuestan por el juego, en el que la historia es narrada desde el recuerdo y la emoción, no desde el rigor. No esperen una biografía a rajatabla del cantante, ya que abundan los anacronismos –como bien también pasaba en Bohemian Rhapsody, solo que allí pretendían hacerlos pasar por buenos para que la trama trazada por los greatest hits cuadrara-, tómenlo como una crónica vital explicada por John a través de los artefactos del espectáculo, su medio natural, y todo lo que conlleva. Porque Rocketman es una declaración construida desde la idealización del recuerdo –no en vano, el film es un gran flashback de John desde una terapia de grupo en los años 80-, en la que las memorias no son plasmadas fielmente, sino a través de los sentimientos suscitados desde una revisión en el presente. Fletcher, John y Lee Hall (guionista) plantean la obra como una reminiscencia de episodios descritos emocionalmente mediante sus canciones –de manera más o menos adecuada-, siempre con la consciencia de la representación que permite el género musical. Y es en el llamativo uso narrativo de la coreografía musical donde se imprime lo excéntrico de la personalidad como John, suponiendo el gran acierto de Rocketman. El punto de vista de la película permite convertir un habitual relato del ascenso al estrellato en una expiación pecaminosa donde John, sin pudor alguno, no escatima en desvelar sus adicciones, tormentos sexuales y traumas familiares de forma más bien autocomplaciente, siempre desde el filtro de la representación, claro. Aunque su trasfondo psicológico es un tanto superficial, este queda redimido por la falta de condescendencia y la sinceridad en su tratamiento, donde la música siempre tiene la última palabra. Arriesgado también era consagrar la interpretación de temas como Tiny dancer, Your song o Honky cat a una voz ajena a la de John, pero la entrega de Taron Egerton da sus frutos, ofreciendo la viva imagen joven del intérprete sin dejarse llevar por la imitación. Le siguen a la zaga Bryce Dallas Howard en la piel de su madre y un notable Jamie Bell como su media naranja artística, Bernie Taupin, forjando a partir de su compenetración una amistad incondicional correctamente apuntada, pero a la que se le echa en falta una indagación más profunda en la vertiente creativa. Con pocas ínfulas pretenciosas, pero bien facturada, Fletcher es capaz de confeccionar algunos números musicales realmente inspirados, como el del título homónimo, desarrollados con fluidez, pero es de lamentar no contar con una gran actuación en estadio –más allá del preludio de su poder escénico en el momento Crocodile rock-, con la que poder contemplar lo que, al final, acaba cautivando al público. Pese a sus defectos y no llegar al espacio exterior, Rocketman acaba manteniéndose en pie con firmeza ante todo lo que a priori podía tener en contra, como el mismo Elton. No hará falta que alguien le salve la vida esta noche, otra vez.
Cantando y bailando con el “Hombre cohete” “Basada en una fantasía verdadera”, la película dirigida por Dexter Fletcher no sólo toma distancia de lo real en términos dramáticos. También es un musical de pura cepa. El estreno de Rocketman, el musical basado en la vida de Elton John, abre algunos interrogantes. Pero hay uno en particular que seguro comenzará a resonar en la cabeza del espectador ni bien se apaguen los títulos finales: ¿realmente estaba tan buena Bohemian Rhapsody? Claro, se trata de una chicana, del juego de las comparaciones odiosas (pero entretenidas) que le permiten al morbo colectivo inventar duelos solo por diversión. ¿Son mejores los superhéroes de Marvel o los de DC? ¿Spielberg o Cameron? ¿Gene Kelly o Fred Astaire? ¿Qué actor se la banca más como rockero en pantalla grande, Rami Malek con Freddie Mercury o Taron Egerton como Elton John? Dilemas que por lo general son innecesarios y de resolución quizás imposible, pero que aún así pueden resultar enriquecedores a la hora de hablar de películas. Y al mismo tiempo producir polémicas emocionantes. Entonces, por cierto, la respuesta es Egerton. Pero por qué apurarse, si para pelear el tiempo sobra. Lejos de jugar a la biopic rigurosa, Rocketman advierte incluso desde el afiche que la película está “basada en una fantasía verdadera”. No es que su argumento se aparte de lo que en líneas generales debe entenderse por una biografía, pero sí se permite tomar distancia de lo real en términos dramáticos. Una decisión oportuna para mantener a raya a las legiones de fanáticos, que no tardarán en hacer la lista de las cosas que no ocurrieron como se las muestra, o de las que tuvieron lugar antes o después. Y es que no se trata de un documental, mucho menos un libro de historia, sino de una película que se propone poner a su favor la plasticidad del vínculo entre realidad y fantasía. En ese sentido la elección de convertir la vida de Elton John en musical –género que tal vez establece la mayor brecha entre el relato y el verosímil– no puede haber sido más certera. Ni más lógica, que no es lo mismo que más obvia: ahí está Bohemian Rhapsody, que de ningún modo es un musical, para confirmarlo. Rocketman sí lo es, uno de esos en los que los personajes se largan a cantar en cualquier parte con la excusa de expresar sus emociones, de alertar al público respecto de ciertos conflictos íntimos, o simplemente porque tienen ganas de cantar. Un musical que no solo no provoca vergüenza ajena, sino que honra la tradición del género desde su puesta en escena (coreografías multitudinarias incluidas) y con un gran trabajo de guión. El mismo es obra de Lee Hall, autor también de los libretos de películas como Billy Elliot (Stephen Daldry, 2000) o Caballo de guerra (Steven Spielberg, 2011), antecedentes que ayudan a generar confianza de entrada. Lo maravilloso de su trabajo no radica solo en la capacidad para hilvanar un relato que combina con eficiencia la dinámica entre la fantasía y lo real, sino en hacerlo utilizando para ello las letras de Bernie Taupin, el socio artístico de Elton John. De algún modo el guionista replicó la dinámica creativa entre músico y letrista que se muestra en la película. Es que Taupin y Elton no trabajan juntos, sino que el primero escribe las letras y luego se las pasa al otro para que les encuentre su melodía. Del mismo modo Hall fue capaz de componer el drama usando algunas de las canciones más conocidas de la pareja, haciendo que cada una sirva para representar diferentes momentos de la vida de los personajes. Esto provoca ciertos anacronismos que los puristas se encargarán de subrayar, pero que se justifican por sus efectos narrativos. Se necesita un párrafo aparte para destacar lo realizado por Egerton, quien no solo consigue una mimesis aceptable (sobre todo cuando la cámara lo toma a cierta distancia), sino que canta con increíble destreza cada una de las canciones. Es verdad que el joven actor inglés ya había mostrado su eficacia como comediante y figura de acción en la saga Kingsman, sus dotes vocales en el musical animado Sing ¡Ven y canta! y su capacidad para el drama en Volando alto. Pero el trabajo que realiza poniendo a disposición su cuerpo para que Elton John se convierta en protagonista de Rocketman es digno de ser celebrado. Y la chicana del comienzo vuelve a asomar su sucia cabeza, porque si al otro le dieron un Oscar al mejor actor con prótesis dental, a Egerton le tienen que tallar la cabeza en el monte Rushmore. Como mínimo.
No es una película más luego de biográficos musicales como "Bohemian Rhapsody", que evoca al cantante británico Freddie Mercury y al grupo Queen, o "Vox Lux" que recuerda el ascenso a la fama de una estrella de rock ficticia (Natalie Portman). Seguro que formará parte de las aspirantes a varias estatuillas en la carrera de los Oscar del próximo año. "Rocketman", esta efervescente biografía musical sobre Elton John y sus cincuenta años de trayectoria, retoma lo que ya parece ser un clásico, el triunfo del talento sobre la adversidad. Más allá de su merecido reconocimiento musical, el tímido estudiante de la Real Academia de Música británica, nacido en una ciudad del noroeste de Londres, logra superar a una familia problemática renaciendo una y otra vez con sus estruendosos anteojos en forma de corazón. "Rocketman" muestra a un Elton John nacido británico como Reginald Kenneth Dwight, criado en un hogar de la clase popular por padres difíciles, en una época en que declararse gay era tabú. Necesitado de amor lo encontrará en los temas musicales que escribe y en el público que tarareándolo lo amaba. Y con su querido Bernie Taupin, el actor de "Billly Elliot" Jamie Bell se convertirá en socio creativo de sus canciones y en el dueño de una amistad de años. El mundo del espectáculo lo elegirá como su preferido y 300 millones de copias vendidas de sus álbumes hablarán de su popularidad. UN GRAN ACTOR Filme sin limitaciones, exagerado en metraje, canciones y extravagancias, "Rocketman" muestra números musicales sofisticados y no siempre de buen gusto, con la personalidad avasallante de Taron Egerton, el chico de "Kingsman", que nunca para y puede deslumbrar con su sorprendente capacidad en el mundo de Hollywood. Con momentos que llevan a los fanáticos a alturas extremas, como cuando Elton levita metafóricamente con sus admiradores encabezando un show. El filme aprovecha canciones inolvidables como la "Tiny Dancer" de su desilusión amorosa, donde se transforma en ""una chica de jeans azules, costurera para la banda, destinada a la boda"", o con sus sesiones de terapia anti-alcohólica, hecho un ridículo diablo rojo. Fauna oxidada rodeando su fama, abuela cálida, a pesar de todo a su lado (Gemma Jones); una narración inquieta, nada profunda pero entusiasta, y lo bueno de sobrevivir feliz creando, son virtudes que el notable Taron Egerton exhibe en una vital composición, toda pluma y lentejuelas.
Después de la exitosa biografía de Freddie Mercury, una biopic de Elton John filmada en el mismo tono habría sido no sólo oportunista sino también redundante. Al menos, esta “Rocketman” sobre la transformación de Reginald, un gordito de suburbio que sueña con ser estrella pop, en su alter ego más famoso, el astro de la era del glam Elton John, está contada en el estilo de cine de los salvajes años ‘70, lo que de todos modos no le quita el toque de oportunismo. El director Dexter Fletcher, que casi estuvo a punto de terminar “Bohemian Rhapsody” cuando su director original casi abandona el proyecto, se pone en los zapatos del delirante y talentoso Ken Russell, y en vez de una biopic tradicional construye una especie de opera rock light en la que desde la primera escena, con una imaginativa versión orquestal del tema del título, arma alucinatorios números musicales que van ilustrando la vida del protagonista. En este sentido, la estética de homenaje a los 70 por momentos funciona bien, y combina de manera original los atractivos musicales con la particular estética visual de aquellos años locos, donde abundaban los zapatos con plataformas altísimas, la purpurina y, en el caso de Elton John, también los anteojos estrambóticos. Entendiendo esto y la presencia de los mejores hits del artista, desde “The Bitch is Back” a “Cocodrile Rock”, mezclado con la parafernalia multicolor diseñada para abrumar la vista, puede ser algo así como el séptimo cielo para los fans del músico. Pero no tanto para los que no siguen especialmente su carrera, quienes al tercer número musical percibirán cierta repetición eludible. Pero más allá de estas dudas, no hay manera de negar la sólida performance de Taron Egerton (el espía de las peliculas de “Kingsman”) y la eficacia de escenas como la de “Pinball Wizard”, con Elton interpretando a un campeón de “flippers” segun la opera rock de The Who filmada por Ken Russell en los ‘70. Tanto el sonido, como la dirección de arte y el vestuario son impecables.
Tras su paso por el Festival de Cannes, llegó a nuestra cartelera la biografía de uno de los iconos de la música pop de todos los tiempos: Elton John (quien demostró su emoción y felicidad durante la proyección de la película en el festival). Con dirección Dexter Fletcher, un actor y director de cine inglés, que ha manifestado las ganas que tiene de ahora dirigir una película sobre Madonna (corren tiempos de biopics), y el protagónico impecable de Taron Egerton (“The smoke”, “Kingsman”), cuyo nombre saltó al estrellato y a la popularidad masiva luego de esta película. Tras el éxito en ventas de la biopic de Freddy Mercury (“Bokemian Rhapsody“), que se alzó con varias nominaciones y premios (entre ellos el Oscar a mejor actor a Rami Malek el año pasado), la vara para el espectador de este tipo de filmes no había quedado baja: el filme de Bryan Singer logró transmitir la emoción y el espíritu de Freddy para muchos de los seguidores de la banda, espectadores de cine y parte de la crítica. Rocketman por su lado alcanza el objetivo con creces: transmite la emoción y la calidad cinematográfica que se esperaba y sorprende con una estética impecable, actuaciones sólidas, y una fluidez narrativa que no encuentra fisuras. Elton John (quien también es productor ejecutivo de esta película) decide trasladarnos a su infancia y recorrer junto a él sus vínculos personales (relaciones que lo marcaron como persona y con las cuales tuvo que luchar durante toda su vida para seguir adelante), su pasión por la música, sus sueños, y por supuesto, su salto a la fama a muy temprana edad y las consecuencias de volverse millonario y de tener todo lo que podría un artista desear, y sin embargo no sentirse realizado en su faz personal. El pequeño Reginald Dwight frente al piano y sus primeras notas, el chico de 11 años que logra acceder a la Royal Academy Of Music por su talento, el joven que decide dedicarse a la música para toda la vida, compositor talentoso y empedernido, trabajador incansable, artista revelación en su época, icono pop millonario, apasionado, todo eso fue y es Elton John, y la película lo expone con alegría, emoción, glam y estilo, pero lo más logrado sin duda es como Fletcher también recorre el lado más oscuro del artista y que decide contar desde la primera escena, un Elton desmejorado, adicto, devastado emocionalmente, extasiado, y que decide pedir ayuda para seguir luchando: porque no todo fue brillo y éxitos en la vida de uno de los hombres más talentosos en el campo de la música. Y al mencionar la palabra música hay que destacar, más en este tipo de películas, no solo los cuadros musicales de gran despliegue visual si no también a la banda sonora de Rocketman, integrada por temas compuestos y grabados por Elton John para que sean interpretados por Taron Egerton. En un comunicado, el artista confesó que le confió al productor musical, compositor y multiinstrumentista británico Giles Martin el trabajo musical de Egerton. Y lo cierto es que el resultado es muy logrado, la banda de sonido encuentra en la voz e interpretación del joven actor todo aquello que cada tema tiene como objetivo transmitir. Les comparto el link de la banda sonora completa, que pueden escuchar en Spotify: Con rubros técnicos de primer nivel, donde se destaca, por supuesto la música Matthew Margeson, el diseño de producción, la dirección de arte y el vestuario (a cargo de Julian Day), esta biopic es una de las opciones cinéfilas más recomendables. ¡Contundente, ambiciosa y muy bien lograda: más que recomendable!
Rocketman el ícono surrealista del pop La película biográfica del pianista Elton John desplegó una producción, que mezcla realidad con ficción, un guiño al superrealismo. Una composición donde guión y la elaboración de ilusiones visuales juega un rol impactante a la hora de plantear sensaciones a los fanáticos del gran cantante londinense. Por. Florencia Fico. En dos horas el filme sobre Reginald Kenneth Dwight más conocido como Elton John quien de chico fue becado por su talento frente al imponente instrumento de teclas blancas y negras en la Royal Academy of Music. Logró llegar al estrellato globalmente debido a su intercambio y largo trayecto con su socio asistente y compositor Bernie Taupin. El filme es de Reino Unido y cuenta con el siguiente reparto: Taron Egerton, Jamie Bell, Richard Madden, Bryce Dallas Howard, Steven Mackintosh, Gemma Jones, Tom Bennett, Kit Connor, Viktorija Faith, Charlotte Sharland, Layton Williams, Bern Collaco, Ziad Abaza, Jamie Bacon, Kamil Lemieszewski, Israel Ruiz y Graham Fletcher-Cook. Actualmente ganó en la “Sección oficial largometrajes (fuera de concurso)” en el Festival de Cannes. La dirección estuvo a cargo de Dexter Fletcher impregnado por el éxito de Bohemian Rhapsody encontró otro enfoque muy diferente menos cronológico y con más carga en el impacto visual. El empieza su filme en pleno momento de crisis en la vida del artista en terapia de grupo un buen giro al narrar una historia. El realizador fluctua entre una locación íntima donde Elton John (Taron Egerton) es el único que repasa su vida y la recrea de una manera exagerada, desesperada, musical y puntos críticos donde los límites entre lo verídico y la inventiva de el mismo Elton John se ve perfilada y diseñada. John como productor de su filme convirtió el set de grabación en una secuencia de eventos disparatados y estridentes. Donde Fletcher tuvo que ordenar sus piezas concretas y auténticas para esbozar un plano más realista, asimismo, intentar un filtro coherente. Taron Egerton como Elton ingresa al cuarto, con un entero rojo similar a la figura del diablo. Además cuernos brillantes en su capucha. Él se hace presente y empieza a diagnosticarse él mismo como: alcohólico, bulímico, adicto al sexo y las compras, sin control de la ira y drogadicto. Un díalogo, de por sí intimidante y testimonial buen recurso que utilizó Lee Hall al combinar flashbacks, imágenes delirantes y ampliar el espectro dramático del filme. Hall el guionista se afirmó en la técnica narrativa que trata de entremezclar en la progresión de una charla o grabación musical con frases o acontecimientos previos al que relata el personaje de Taron en su momento de rehabilitación de todas sus patologías. El filme tiene como productoras a: Marv Films, Rocket Pictures, Marv Studios, New Republic Pictures y Pixoloid Studios y distribuída por Paramount Pictures. El género dramático ganó impulso por la pluma del guionista al tratar la vida personal de Elton el desprecio y abandono de su padre Stanley Dwight(Steven Mackintosh) lo que le generó un vacío emocional intenso. Nunca le dio un abrazo pero él pudo sanarlo dándoselo a sí mismo; una toma figurativa que deja entrever el surrealismo. Siguiendo con las etapas drásticas de su intimidad la visión aberrante y mosntruosa de su madre con su elección sexual como homosexual. Bryce Dallas Howard como Sheila Eileen la mamá del cantante recibe la noticia telefónicamente y hace una pausa y su rostro se trasforma pero de forma sarcástica le responde: “Prepárate para estar solo, nadie te amará”. Bryce Dallas Howard in Rocketman (2019) Taron como Elton rompe en llanto y da una serie de conciertos ebrio y consumiendo sustancias, los escenarios le dan vuelta con su piano y en ese mareo irreal demuestra su depresión y angustia. En un intento de suicidio se vio en el fondo de su piscina se vio como un niño astronauta toca un piano y lo cautiva, ésta escena capturada desde las profundidades toca el corazón de los espectadores. La mezcla de ensoñación y la cruda vivencia del artista quizá manifiesta de una forma poética. A la que se le agrega un musical y las personas que intentan salvarlo como siluetas de sirenas y delfines. Se le suma una entrada al hospital con médicos que también se unen al baile. Flota en la película la esencia surrealista y creativa muchas de sus adquisiciones fueron sobre vanguardias artísticas como un cuadro cubista analítico que se lo enfoca en primer plano. Parte también de su híper consumismo. La musicalización por Elton John y Matthew Margeson pasaron desde sus influencias por el blues ya que su primer trabajo fue tocar como pianista en un bar de su barrio cuando se alejó del conservatorio clásico que no lo conformaba, luego fue motivado por el naciente “Rock and roll” de Elvis Presley y decidió formar parte de la banda Bluesology, en su mayoría integrada por descendientes afroamericanos y él como su tecladista. Posteriormente en su colaboración con el letrista y compositor Bernie Taupin (Jamie Bell) cobró notoriedad cuando ambos fueron a probarse como nuevos talentos por medio de un aviso publicitario bajo el sello de Ray Williams aunque ya tenían muchos pianistas lo contrataron con la idea de escribir temas para la compañía discográfica. Bernie fue su primer amor aunque no correspondido en la sensualidad se basó la melodía “Your song” que lo hizo ingresar a las listas estadounidenses y estar en el podio 10 en Estados Unidos. La fotografía de George Richmond fue un calco del histrionismo y la visible etapa de rock glam que visibilizó la característica forma de plantarse del artista, saltando sobre su piano, posándose sobre él, la postura de frontman, subiendo gente a su escenario, en una disco su costado más sexual con actos explícitos en orgías con hombres, mujeres y drags queens. Sus ataques de furia y agonía. Un detalle no menor fue el inmenso vestuario que bien le calzó e interpretó Taron como Elton. El actor usó lentes de todas formas, colores, marcos y brillantes. Emplearon géneros textiles como pieles, animal print, engomados, plumas, cuero y corderoy. Por otro lado Taron se mimetizó tanto con el artista que se vieron muecas propias de Elton, su forma de gesticular cuando aprieta mucho sus labios e insolencia. Taron personificó humorísticamente y seriamente fotografías documentales del artista por ejemplo: un hada madrina, un béisbolista americano o un pavo real. Además poniéndose: coronas con tentáculos dorada o armadas con estrellas, enterizos, botas con taco, sombreros, accesorios extravagantes que lo ubicaron como el personaje más distinguido, atrevido y moderno del pop londinense. Puntaje: 95.
Un nene pelirrojo que corre por la calle con sus pantaloncitos cortos y saco a tono. Un joven tímido que duda si cambiarse el nombre para conseguir sus sueños. El hombre que conquistó al mundo con su talento y sus trajes extravagantes. Rocketman es un recorrido musical y brillante por la vida del icono Elton John, sin timidez ni resguardos muestra sus altos y bajos, su vida en sus propios términos, y entrega una de las mejores películas del año.
Hay películas que uno disfruta aun sabiendo mientras las mira que no son particularmente buenas ni particularmente malas. No existe nada –o existe poco– en ellas digno de alabanzas desmedidas; pero, de igual modo, tampoco despiertan pasiones tales que se necesite salir a vapulear las decisiones tomadas en el casting, en el rodaje o en la edición. Más bien, en general, provocan una cierta tibieza de emociones en los espectadores. Es posible argüir que la gran mayoría de los estrenos de la cartelera de los jueves (esos que son agrupados bajo la designación de cine mainstream) caen de forma indefectible en esta categoría. Rocketman intenta desembarazarse de esa etiqueta, escapar del lugar común del quehacer cinematográfico de las grandes productoras; sin embargo, no es la excepción aunque por momentos lo logre. Taron Egerton, sobre quien gravita todo en el film –no hay escena sin él– interpreta a Elton John y Jamie Bell a Bernie Taupin, el letrista, colaborador del músico desde el comienzo. Con forma de biopic musical (con tino, muchos periodistas ya vaticinan que devendrá comedia musical teatral), la vida de John es contada en flashback a partir de su internación en una clínica de rehabilitación en la década del noventa. Como recurso narrativo, el relato del protagonista de su propia historia, desde la más temprana edad hasta ese momento, en las sesiones grupales de terapia contra la adicción, no es original, pero sí efectivo. Amén de los breves momentos en que el relato vuelve al presente de la historia para ir mostrando la cura emocional que la terapia propicia, se nos dará a ver la infancia disfuncional, la orientación sexual confusa, los éxitos artísticos y los fracasos amorosos, así como las consecuencias del abuso de sustancias, alcohol, compras y sexo (algunos hasta podrían tildar a esta película de osada frente al puritanismo de Bohemian Rhapsody) atendiendo a la cronología de hechos reales. Por el contrario, las canciones son empleadas con libertad según las necesidades dramáticas, sin respetar fechas, por ejemplo, la utilización de la bella “I Want Love”, canción del 2001, para la secuencia que cuenta la infancia del músico y el desamor de aquella época. Entre los flacos aspectos de la película, podría decirse que algo en el tono nunca termina de cuajar. Cuando se encuentra en clave comedia, los personajes y las situaciones proponen un registro paródico, mientras que, en clave dramática, todo hace leer la construcción de un cierto realismo, rayano en el naturalismo. Tal amplitud de modos narrativos hace que Rocketman acabe no siendo ni una cosa ni la otra. Es una verdadera pena porque cuando el film no toma en serio ni a su personaje ni a sí mismo resulta en una explosión feliz de música, colores y movimientos, al mejor estilo de la tradición del musical americano. Por esto, sin contar que las canciones del músico inglés pueden sostener por sí solas cualquier relato, las secuencias más logradas son aquellas que transcurren bajo la estela del musical integrado, es decir, esas secuencias en las que las canciones –y los bailes– no son meras decoraciones sino que a través de ellas el relato avanza, evoluciona, por caso, la transición de la infancia de Elton hacia la adolescencia o el desborde orgiástico en pleno pico de fama. Cuando la puesta en escena renuncia a su pretensión “realista”, a cierta moralina biempensante, cuando duplica de lleno las extravagancias de la persona pública del músico, cuando hace del exceso su lema y procedimiento, volcándose sin freno a lo camp, a lo kitsch, a la fantasía, es allí donde se despega de los intrascendentes estrenos semanales a los que estamos terriblemente acostumbrados.
BIOPIC DE AUTOAYUDA El biopic cinematográfico ha estandarizado una serie de reglas que lo vuelven un género tan previsible como efectivo para el público que busca lo biográfico como seguro de calidad: hay una suerte de contrato implícito por lo que se termina tomando como indudable eso que se nos cuenta en la pantalla. Y que no es otra cosa que la acumulación de datos enciclopédicos sobre la estructura de ascenso y caída de los ídolos. Dentro del género, el biopic sobre músicos es el que más se ha extendido a raíz de un dato cierto: los cantantes, los músicos, parecen tener esa dosis de carisma y gancho para convocar a multitudes (el reciente suceso de un film apenas discreto como Bohemian Rhapsody es una demostración cabal de esto). A este territorio se suma ahora Rocketman, la película de Dexter Fletcher que sigue a pie juntillas el reglamento: es un recorrido por un tramo de la vida del británico Elton John, muestra las luces y las miserias del artista, su genio y su talento, adosando datos biográficos wikipediables y un elenco interpretando a celebridades con esfuerzo y carácter mimético. Pero (y lo interesante de la película son sus peros) hay un borde que Rocketman decide atravesar, una contención que derriba, que la conecta con el personaje y que la vuelve distinta y fulgurante. El primer detalle interesante de la película de Fletcher es cómo decide construir el relato. Si la película es producida por el propio Elton John, que el John ficcional (interpretado con pasión por Taron Egerton, una de las claves positivas de la película) se introduzca en un grupo de autoayuda para, a partir de ahí, desandar un trayecto de su historia, es tan autoconsciente como honesto. No sólo porque pone al relato en una forma de discurso casi ficcional, sino porque ya no se trata de dudar de lo que se cuenta, sino de aceptar lo que se cuenta como una autorreflexión que puede estar ocultando o no algunos datos. Datos que pueden vestirnos alguna verdad, que pueden recordar con el nivel de irregularidad con que lo hace la memoria, embelleciendo o afeando lo que se desea. En definitiva, manipulando la historia, la verdad, que es aquello que todos los biopics hacen pero pocos se animan a confesar. Ese carácter de narrativa explícita tiene su correlato además con las formas que adquiere el mismo. Ese artificio que la película admite se relaciona con el género musical que es el que toma por completo el control de Rocketman. Aquí tenemos no sólo canciones ejecutadas sobre un escenario o en un estudio recreando pasajes históricos, sino también diálogos que se convierten en canciones (el momento coral de I want love) y números musicales subrepticios como el enérgico cuadro con Saturday night’s alright. Lo otro que hace distinta a Rocketman es lo desaforado de algunos pasajes. Si el propio Elton John es un intérprete desaforado a través de su vestuario, Fletcher encuentra el correlato visual y narrativo en una suerte de entramado de estímulos audiovisuales que hacen recordar por momentos al cine de Baz Luhrmann. Hay pasajes como el de Rocketman (el tema) que incluyen una metáfora de lo más grasa, pero la película asume que ese es además parte de su encanto y del encanto de su personaje: no temerle al ridículo, provocar, romper con determinadas estructuras. Por eso que en definitiva la clave en Rocketman es la auto-confesión, aquella sesión de autoayuda (a la que Elton John ingresa vestido de demonio) que le sirve al personaje real para hacer las paces con su pasado, también para pasarle factura a sus padres o aceptarse tal cual es (ahí ingresa otra metáfora un poco redundante, la del artificio abrazando al hombre que es, pero que la película asimila por los materiales con los que trabaja). Todo esto da cuenta de una egomanía que, en verdad, el propio personaje real nunca disimuló y por eso suena lógica. Claro que Rocketman es también una película que exige ingresar en sus propios códigos, pero eso es también algo distintivo en el contexto de un mainstream que se piensa para ser consumido sin complicaciones. Rocketman es la película que sirve para que el espectador conozca un poco más del personaje, pero que también le sirve al personaje para exorcizar sus propios demonios.
Rocketman (2019) es una biopic basada en la vida del músico #eltonjohn (quien participa como productor del filme) perteneciente al género musical. El relato inicia con el protagonista transitando un pasillo desde una luz brillante (a la inversa de la creencia popular de que cuando uno está por morir ve un túnel hacia una luz), hacia una sala de terapia grupal a través de la cual mediante varios flashbacks irá recordando momentos claves de su vida. . Para enfatizar la idea de un autoconocimiento y la anagnorisis del protagonista, a través de las secuencias Elton John- interpretado de forma convincente tanto a nivel vocal y gestual por #taronegerton - se irá despojando de su exuberante vestuario hasta quedar desnudo literal y metafóricamente. . Rocketman hace de forma inteligente una síntesis de la infancia y adolescencia del cantante hasta su rápido ascenso y éxito. Como todo relato clásico la fama, eldinero, las drogas y toda clase de excesos lo volverán soberbio encegueciendolo hasta que vuelva tomar conciencia de sí en este relato ciclico, que evidencia que "somos quién somos gracias a nuestros padres y tenemos los problemas que tenemos por ellos". . En conclusión, Rocketman es entretenida, pero algo reiterativa lo cual le quita dinamismo. Si bien tiene momentos emotivos, carece de una conmoción general. actuaciones son correctas y sorprende gratamente la interpretación de Taron Egerton, aunque vemos convivir al actor y al personaje en algunos flashes y no constantemente (a diferencia de Rami Malek en Bohemian Rhapsody o Natalia Oreiro en Gilda, cuya convivencia del doble estatuto era asombrosamente constante). Finalmente, es un filme pasatista de la vida de un compositor que sin dudas merecía ser llevada a la pantalla grande pero que dudo se mantenga vigente como película a lo largo del tiempo. . Extra: su director #dexterfletcher trabajo como productor en #bohemianrhapsody
Biopic 2.0 Rocketman (2019) termina de expresar aquello que insinuaba el año pasado Bohemian Rhapsody (2018): las estrellas de rock de este milenio ya no son simples reventados cuya vida culminó de forma trágica (Elton John no murió, de hecho autorizó la versión filmada y oficia de productor ejecutivo) sino seres que transitaron el subibaja del éxito y los excesos pero con esplendor y mucho glamour. En un momento histórico donde todo entra por los ojos –incluso la música- la película le da un giro a las biopic musicales y pone sobre el tapete las claves del cine de este siglo: la fascinación visual y el ritmo narrativo. Bohemian Rhapsody era una película correcta porque recurría a la estructura clásica del músico talentoso y desconocido que adquiría la fama y perdía los afectos bordeando el melodrama. El ritmo arrollador y la excelente edición de la película nos transportaban a la propuesta de forma sensorial. Elton John (un genial Taron Egerton) es como Freddy Mercury, otro músico inglés no reconocido en su juventud que enfrentó dilemas sociales por su sexualidad y adicciones. Lo interesante aquí es que la película narra el descenso (hasta tocar fondo) del músico sin escatimar ni ocultar su adicción a las drogas, al alcohol y a la vestimenta extravagante, en su momento de mayor éxito y fama producto de su carencia afectiva. Cómo en toda biopic melodramática hay villanos, el insensible y chupasangre manager (Richard Madden), y sus padres (Bryce Dallas Howard y Steven Mackintosh), incapaces de reconocer su talento y de demostrarle afecto, lugares comunes del género. Elton John es un reventado de esos que caen bien al público, rico pero infeliz buscando reencontrarse consigo mismo. La película no es una tragedia como los casos nacionales de Gilda: No me arrepiento de este amor (2016) o El Potro, lo mejor del amor (2018) pero bordea los golpes bajos, solo evitados gracias a un guion inteligente que combina coreografías musicales con retazos de su pasado. El punto de partida es una sesión de terapia en un centro de recuperación de adictos desde dónde Rocketman traza puentes con su infancia y los momentos más destacados de su carrera profesional. ¿Qué es entonces lo destacable de este film? Los toques de fantasía siempre presentes para escenificar episodios sensoriales de su vida. Cuando se eleva tocando el piano en su debut en EEUU, cuando se sumerge en la piscina con intenciones de suicidarse, en ambos extremos de su “fascinante vida” –así es representada- la magia de las musas se apodera de la escena. Ese misticismo se combina a la perfección gracias al musical, el verdadero género detrás de Rocketman, que articula tragedia con magia, catarsis y golpes bajos con un ritmo exquisito que encuentra la síntesis en cada letra de sus canciones. La segunda línea argumental es su relación con su amigo y compañero Bernie Taupin (Jamie Bell), el único personaje capaz de quererlo y apoyarlo en la fama. Sobre el final, triunfa el pop, el reviente se vuelve estética y el drama personal se supera hacia un curioso concepto de normalidad planteado por el film. El orden se reestablece y el artista emerge como el Freddy Mercury de Bohemian Rhapsody. No hay culto al reviente, sino un pasado de desmanes propios del rock que es –según el film- mejor superar. Después de todo el pop edulcora los excesos y los convierte en un dato estético más, como los extravagantes vestidos que ostenta Elton.
La biografía de Elton John, una especie de fluir de la conciencia pop que narra la vida del cantante británico. Rompamos todo suspenso y sí, es mejor que “Bohemian Rhapsody”, y la filmó el tipo que hizo la segunda unidad de la biografía de Freddie Mercury. Si quería saber eso, ya está. Si quiere saber si vale la pena ver “Rocketman”, biografía de Elton John, le pregunta a la persona inadecuada: le voy a decir que cualquier película vale la pena incluso si no nos gusta. ¿Entonces? Entonces el lector se pregunta qué es. Y entonces le decimos que es una fantasía, una especie de fluir de la conciencia pop que narra la vida del cantante británico (que es mucho más que “un cantante británico”, amigos, es Elton John, nada menos) durante su salto a la fama de la única manera en que es posible: como un gran musical colorido y festivo incluso en sus momentos más o menos trágicos.
Después del éxito (y la controversia) con "Bohemian Rhapsody", llega la biopic de Elton John, una historia más sincera y extravagante, por dónde se la mire. Parece que se nos hace imposible evitar las comparaciones entre “Rocketman” (2019) y “Bohemian Rhapsody: La Historia de Freddie Mercury” (Bohemian Rhapsody, 2018), un poco por su proximidad musical y otro tanto por la participación del director Dexter Fletcher, realizador no acreditado en la biopic de Queen -quien llegó para terminar el trabajo tras la partida de Bryan Singer- y amo y señor de este drama musical hecho y derecho. Sí, podrá haber muchas similitudes entre ambas películas, pero son más grandes sus diferencias, de entrada, el formato que eligen Fletcher y el guionista Lee Hall, el mismo de “Billy Elliot” (2000). Si somos sinceros, “Rocketman” es más cercana -en cuanto a estructura- a historias como “Mamma Mia!” (2008), donde las canciones se convierten en partes fundamentales del relato. En este caso, para contar el ascenso a la fama de Reginald Kenneth Dwight, prodigio musical más conocido como Elton John, quien a los 25 años ya era toda una estrella mundial y un millonario solitario en busca de un poquito de amor. A diferencia de “Bohemian Rhapsody”, acá el artista sí da concesiones y, a pesar de las licencias (porque siempre hay licencias), permite que el espectador se inmiscuya en todos los aspectos de su existencia, sobre todo los excesos (el sexo, las drogas, el alcohol) que marcan el punto de inflexión, tanto en su vida como en este recorte de su historia. Todo comienza en una sesión de rehabilitación, donde el pasado viene a recordarle el vertiginoso camino recorrido desde su tierna infancia en Pinner (Londres), criado por una madre bastante desapegada (Bryce Dallas Howard), un padre frío y ausente (Steven Mackintosh) y una abuela que siempre creyó en él (Gemma Jones). El pequeño Reggie tiene talento natural para tocar el piano y pronto consigue una beca para estudiar en la Royal Academy of Music. Su amor por el rock and roll no tarda en llegar, como las influencias del blues y el jazz que heredó de los gustos de papá. Y así, entre “The Bitch Is Back”, “I Want Love”, “Saturday Night's Alright for Fighting”, “Thank You for All Your Loving”, “Border Song”, “Your Song” y tantas otras, el nene va creciendo y convirtiéndose en el adulto Elton interpretado por Taron Egerton, estrella indiscutida de esta biopic que, además, se atreve a cantar cada una de las canciones junto al resto del elenco. Fletcher y Hall mapean una historia que se mueve entre ese presente donde el artista tocó fondo, y cada una de las etapas de su carrera. Las presentaciones en los pubs locales pronto se transforman en la banda de soporte Bluesology, la posibilidad de encontrar el éxito junto a Dick James (Stephen Graham) y sus primeras colaboraciones con Bernie Taupin (un genial Jamie Bell). Este es el punto de partida para una gran amistad y el suceso arrollador que van a encontrar al otro lado del charco cuando sus hits penetren en los oídos de los espectadores de Los Ángeles, ávidos de nuevos sonidos. Desde ahí todo va cuesta arriba para este dúo que debe atravesar algunos baches antes los celos de Elton y la interferencia de John Reid (Richard Madden), amante y manager de la estrella que todo el tiempo busca compensar esa falta de amor en su niñez, sin ver a aquellos que lo rodean. “Rocketman” salta de concierto en concierto, hit detrás de otro hit, y las inseguridades de Elton que lo impulsan a abrazar la extravagancia en el escenario y en la vida real. Este llamado constante de atención también se da en la intimidad, donde la mala influencia de Reid lo empuja a un torbellino de excesos y vicios varios que empiezan a afectar su salud y sus relaciones sociales. El abismo está a un solo salto de distancia, y no hay momento en el que John no coquetee con un final melodramático. And I think it's gonna be a long long time... Así es la película de Fletcher: colorida y extravagante por momentos, oscura y melancólica en tantos otros, y entre los brillos, la energía y las canciones (que obviamente no se pueden dejar de tararear) va encontrando el equilibrio entre el drama desbordado del artista, imposibilitado para manejar todo el éxito repentino, y la necesidad de encontrar un poco de monotonía en una vida que no tiene absolutamente nada de ordinario. “Rocketman” nunca pretende ser realista, sino contagiarnos con su magia y conmovernos con los momentos más íntimos de su protagonista, que poco y nada tienen que ver con los escenarios. Acá hay mucho de “All That Jazz” (1979), aunque sin la maestría y el surrealismo inundado de Bob Fosse, pero igual hay que aplaudir la puesta en escena de Fletcher y su equipo -ovación de pie para el vestuario de Julian Day y los arreglos musicales de Matthew Margeson-, un realizador con poca experiencia en la materia. Sus números musicales son casi anárquicos y se disfrutan de principio a fin, creando una narración orgánica que funciona la gran mayoría de las veces. Taron/Elton no es tan hipnótico como Freddie/Rami, aunque este detalle (no casual) sirve para profundizar en sus conflictos internos, un tanto maquillados, pero más auténticos y emotivos que los de Mercury con su banda. La intención de los realizadores (y el propio artista que colaboró codo a codo en la producción) es clara desde el primer momento: contar la verdad o, al menos, una verdad más cercana e íntima que no tiene miedo al qué dirán. Obviamente que “Rocketman” no escapa al artificio y la teatralidad, pero se siente la sinceridad detrás de todos los responsables, además de una búsqueda estética mucho más interesante. Te estamos mirando a vos, biopic de Tolkien.
Las canciones de Elton John parecen haber sido hechas para narrar su vida en un musical que alguna vez se iba a hacer. «Rocketman» presenta el costado más amargo y oscuro del señor de los mil y un colores durante dos horas de relato intenso, talento y fantasía. ¿Cuántos caracteres me voy a demorar en compararla con Bohemian Rhapsody? Listo, ya está hecho. Pero es que tiene sentido: después de que la película de Queen se convirtiera en una de las más exitosas de 2018, el estreno de otra biopic musical de otro ídolo británico hace que el juego de siete diferencias surja sin chance de evitarlo. Básicamente, Rocketman es todo lo que Bohemian Rhapsody no es: ni mejor, ni peor. Diferente. En primer lugar, lo primero que me sorprendió de la película es que efectivamente es un musical, en el sentido más clásico. Es decir, se cantan las canciones para narrar el contenido argumental de la historia. Y sucede que es ese inmenso y formidable repertorio de Elton John, hay una letra y una melodía para cada situación. Lo segundo que hay que decir es que Rocketman nos presenta una historia que, para muchos, es desconocida. Un niño con un oído privilegiado que crece en un hogar hostil, crece y conoce a Bernie Taupin, un letrista brillante, con quien conforma una de las mejores duplas de compositores de la historia, no sin transitar el infierno en cada nuevo paso hacia la gloria. Rocketman, la fantasía musical Elton John, quien también es productor del film, definió Rocketman como una fantasía musical y no hay dudas de que ese es el género. Cuadros visuales ilustran el paraíso y el infierno -sobre todo- de la vida del artista con escenas realmente conmovedoras. Y necesito volver a Bohemian Rhapsody. La película sobre Freddie Mercury apeló a la nostalgia a través del humor, la amistad y los himnos que elevan las endorfinas, sosteniendo un tono en general alegre para equilibrar ese final trágico que no muestra. Y está bien que así haya sido: una celebración de lo que fue Queen. La estrategia de Rocketman es justo la opuesta: con un tono dramático, cuenta la historia de un sobreviviente que logró salir a flote. Lo mismo pasa con el estilo: mientras una se apegó a lo clásico y entregó una película amena y disfrutable para todo público, Rocketman opta por mostrar el costado más oscuro de la consigna «sexo, drogas y rock&roll» mediante escenas poco convencionales y plenas de fantasía y alucinaciones. Y hasta acá llegué sin hablar aun del estupendo trabajo del elenco, encabezado por un Taron Egerton desbordante de talento. Lo que canta y lo que actúa, soberbio. Es un placer verlo. A él lo acompañan Bryce Dallas Howard (la madre de Elton John), Jamie Bell (Bernie Taupin) y Richard Madden (el manager John Reid), todos estupendos en sus papeles. Sin pretensiones de realismo, Rocketman es una película que se anima a ofrecer una mirada personal y única, fiel al hombre que la protagoniza. Puntaje: 8/10 Duración: 121 minutos País: Estados Unidos / Reino Unido Año: 2019
Después del éxito descomunal (no tanto por parte de la crítica especializada) de Bohemian Rhapsody era el turno de otro de los popes de la música de tener su biopic: Hablamos de Elton John, contemporáneo de Mercury y cía. durante la década de los setenta y ochenta. Rocketman, tal es el título, la dirigió Dexter Fletcher al mismo tiempo que Bryan Singer filmaba la biografía de Freddie Mercury. Como Singer fue despedido del proyecto por su comportamiento irresponsable Fletcher se encargo de terminar el film de Queen. De todas formas bohemian quedaba más como un trabajo del director de Los sospechosos de siempre ya que viendo los resultados finales se nota que el corazón de Fletcher estaba en la historia del pianista británico. Rocketman es inmensamente superior a Bohemian Rhapsody en casi todo. Tal vez haya sido por los problemas que hubo detrás de escena que aquella película se convirtió en un mamarracho desde el montaje hasta la narración despareja y que solo zafaba debido a la importancia de Queen en el imaginario popular. En esta biografía de Elton John se nota un cuidado importante sobre varios aspectos. Fletcher se toma su tiempo para construir a su personaje principal y el contexto en el que creció, sobre todo la relación con sus dos padres (interpretados por Steven Mackintosh y una irreconocible Bryce Dallas Howard). También se toma su tiempo para desarrollar la larga amistad que aún sigue teniendo con el letrista Bernie Taupin – interpretado por Jamie Bell – esta misma amistad es uno de los puntos fuertes de esta película. Entre ambos se dan los momentos más conseguidos, debido a la química entre los dos actores. Y hablando de su protagonista Taron Egerton no tendrá una larga carrera cinematográfica – de hecho sus primeros trabajos datan del 2012 – pero sí es, por ahora, el único actor capaz de interpretar a Sir Elton John. No solo tiene una voz similar, sino que físicamente es parecido, a diferencia de Rami Malek y su enano Freddie Mercury. Es en esa imitación – que bien podría acusársele de cosplayer – que Egerton logra sus mejores picos de actuación al punto de poder mantener una sola escena con su presencia y sus gestos exagerados. Y aunque entendible que se le acuse de imitación, lo cierto es que funciona ya que el material pedía que sea ese el registro actoral y no otro. Lo que si no funciona son algunas secuencias musicales que demuestran la poca experiencia de Fletcher en este campo. Muy pocas logran la fuerza que si tienen otras escenas y para variar la falta de timing, en un intento de filmar planos secuencias a lo La La Land le juega en contra y termina afeando algunas secuencias, como la de Saturday night’s alright for Fighting donde la cámara no sabe para dónde moverse. Fletcher quiere jugar a ser Baz Lurhman (director de Moulin Rouge, entre otras películas) pero le falta; tal vez en un par de años y varias películas de medio logre hacer un gran musical pero acá es un borrador. En ese sentido en Bohemian Rhapsody si estaban mejor realizadas estas secuencias, o por lo menos pegaban con el ritmo de las canciones, aunque esa idea no se sabe a quién le corresponde. Con sus pros y sus contras Rocketman es valiosa como acercamiento a la vida de un cantante que vivió al límite y vivió para contarlo. A su vez es un paso adelante para los musicales y para todos aquellos que buscan que ese género muerto vuelva a disfrutarse en pantalla grande, con las biopics descubrieron el camino y es por acá. Calificación: Buena.
Decir que en la actualidad las biopics musicales se han convertido en un subgénero repetitivo y tedioso sería un eufemismo. Asimismo, el éxito rotundo de Bohemian Rhapsody abrió la puerta para que muchas más de estas historias sean llevadas a la pantalla grande en los próximos años. Como consecuencia de este nuevo oleaje llega Rocketman, la biopic de Elton John, que bien podría haber tomado un camino convencional, pero en cambio opta por otorgarle a su homenajeado una dosis de magia y surrealismo. Rocketman comienza con un Elton John en su punto más bajo, recurriendo a rehabilitación por una serie de adicciones que él mismo se encarga de detallar en los primeros minutos de la película. Y nada falta en este póker de vicios: alcohol, drogas, sexo e incluso compras son algunas de las cosas que llevan al músico al límite de tener que contar en frente de un grupo de extraños toda su vida desde que era el pequeños Reginald Dwight, hijo ignorado y prodigio del piano. La película entonces alternará entre esta retrospectiva sobre los momentos más importantes de la vida del cantante y compositor y el presente de su narración, en el cual reflexiona sobre su historia. La interpretación de Taron Egerton como Elton John merece todos los elogios posibles, ya que se funde en su personaje y realmente hace una interpretación genuina, más que una mera imitación, como suele suceder en muchas biopics. El estudio de la persona a encarnar se nota minucioso en Egerton, quien capta a la perfección ciertas expresiones y manierismos de Elton (el hecho de que su objeto de estudio esté aún vivo sin duda ayudó mucho), además de entonar él mismo las canciones. Pero este protagonista necesita un compañero, y Rocketman encuentra en Jamie Bell un excelente Bernie Taupin (escritor de las letras de sus canciones y uno de sus amigos más cercanos), quien dentro de su austeridad funciona como un perfecto contrapunto para la excentricidad manifiesta de su socio. El elenco principal se completa con una más que correcta interpretación de Bryce Dallas Howard como su distante madre y Richard Madden en el papel de John Reid, otrora representante y pareja secreta del músico. Otro acierto del director Dexter Fletcher y del guionista Lee Hall fue proponer a la película como un verdadero musical más que una sucesión de hechos (verídicos o no) a lo largo de la vida de una persona. De esta manera, las canciones toman un protagonismo central, y ninguna de ellas es elegida azarosamente, ya que mientras están sonando, dialogan con la trama de forma elocuente. Y si bien faltan algunos clásicos, la mayoría de los temas que componen el soundtrack son verdaderos himnos, desde Your song y Tiny dancer, pasando por Saturday’s night all right for fighting y Goodbye yellow brick road, hasta llegar a Sorry seems to be the hardest word y Rocketman, que da título al film. Es aquí donde la cronología ya no tiene tanta importancia, dado que muchas de las canciones que suenan no habían sido compuestas para el año en que está inmersa la trama. Pero como sirven para motorizar la trama, poco interesa su ubicación en la línea temporal de esta discografía repleta de éxitos. Por supuesto que en ciertas ocasiones la película recae sobre algunos lugares comunes propios del género al que pertenece. A pesar de despegarse de lo estrictamente biográfico gracias a su impronta musical, muchos tópicos relacionados a la vida de la estrella de rock son revisitados una vez más. El vertiginoso ascenso y la dura caída, la falta de aceptación de los padres, las dudas sobre la sexualidad, lo efímero del éxito y la pérdida de la identidad y la privacidad son algunos de los temas que en Rocketman también aparecen representados, quizás sin ofrecer nada muy nuevo al respecto. El ritmo decae por momentos en los que merma el frenesí y la energía de las canciones y la historia se enfoca más en el drama, descubriendo la fragilidad de la persona detrás de la estrella. La inclusión del mismo Elton John como uno de los productores de la película podría haber sido una elección peligrosa, ya que al estar involucrado en la recreación de su propia historia, quizás habría elegido obviar ciertas cuestiones más escabrosas sobre su vida personal, haciendo que su personaje sea mucho más digerible. Sin embargo, cuando la película debe afrontar el costado negativo del cantante, lo hace de manera sutil y efectiva. Tal vez la demonización de la figura de John Reid sea uno de estos pasos en falso producto de la influencia de Elton John en el largometraje, aunque en el panorama general termina resultando un detalle menor. Demás está decir que para cualquier fanático del británico, Rocketman es de vista obligatoria. Estas canciones escuchadas una y otra vez reciben un nuevo tratamiento y a su vez son adaptadas al formato musical que tan bien le sienta a esta música, derivando así en una explosión de color y alegría. Las secuencias que lindan entre lo onírico y lo real nos demuestran que toda la película se desarrolla en la mente de Elton John, atribulada en muchas ocasiones, pero nunca privada de una desbordante imaginación ni de proyecciones astrales.
Este film se viene preparando desde el 2011, producido por Giles Martin, el hijo de George Martin, productor y arreglista de los Beatles y dirigida por Dexter Fletcher. La trama muestra parte de la vida de Elton John (el actor inglés Taron Egerton, estupenda interpretación, con una magnífica voz, canta él) desde su infancia hasta su adultez, sus inseguridades, sus conflictos, su soledad, la depresión, el sexo, la bulimia, los excesos, el alcohol y las drogas. La trama aborda su terrible soledad, de niño solía encerrarse en su habitación porque sus padres discutían, lo marcó la relación con su madre Sheila Farebrother (Bryce Dallas Howard, una buena interpretación) y un padre frio e incapaz de mostrar amor Stanley Dwight (Steven Mackintosh) era músico y tocaba la trompeta, fue piloto militar veterano de la Segunda Guerra Mundial. Como suele suceder su pareja y manager John Reid (Richard Madden, está magnífico) con quien todo termino mal, su amigo y letrista Bernie Taupin, (Jamie Bell) encantador, a Elton le costó asumir su homosexualidad y en 1984 se casó con Renate Blauel (Celinde Schoenmaker), pero eso no duró y se terminaron separando. Aunque no se menciona en la película tuvo una relación anterior con Linda Hannon. En la cinta se encuentra muy bien marcada la transición entre la adultez y la niñez con un muy buen montaje, llena de color, números musicales, un gran vestuario, resulta prolijo y cuidado. Esta es otra biopic sobre un cantante como lo fue “Bohemian Rhapsody” (2018) mostrando parte de la vida de Freddie Mercury interpretada por Rami Malek, imposible no compararla, pero los espectadores sabrán marcar las diferencias.
Despliegue de autocompasión En una escena inicial, el protagonista participa de un círculo de terapia grupal y comienza a enumerar sus principales problemas: “Soy Elton Hércules John y soy alcohólico, y cocainómano, y adicto al sexo, y bulímico, y adicto a las compras. También tengo problemas con la marihuana y de control de la ira”. Adicciones no tan frecuentes (al menos no acumuladas todas en una misma persona) que, de algún modo, llevan a pensar que lo que se avecina será una biopic turbulenta, o cuando menos incómoda, y más si se conocen al menos superficialmente algunas de las historias del comportamiento del verdadero Elton John en los backstages durante las décadas del 70 y 80. Pero es interesante cómo durante el devenir de la posterior narración, varias de estas problemáticas son minimizadas o directamente omitidas del cuadro.
Brillante realización por su tratamiento narrativo y calidad estética No serán pocas las sorpresas para quien vaya a ver “Rocketman”, empezando porque el motivo principal para verla es que está brillantemente realizada independientemente de la figura que intenta retratar. Sin ninguna concesión es el arranque de este opus sobre la vida de Elton John. En plano entero y cámara lenta, viniendo de la luz a la oscuridad, vemos la figura del cantante y compositor inglés muy bien interpretado por Taron Egerton. Camina con uno de esos estrafalarios vestuarios que han caracterizado su carrera. Entra a la vida del espectador vestido (no disfrazado) de un demonio con alas, o un ángel demoníaco si se quiere, o ambos mejor dicho. Pero esa marcha sirve para bajar la estrella al suelo porque las primeras palabras que salen de su boca son: “Soy alcohólico, adicto a la heroína, al sexo y a las compras compulsivas sin sentido”. En esa misma escena, casi sin respiro, aparece su versión de niño (Matthew Illesley) y en tiempo abolido (tanto en presente como en el pasado, cruzando ida vuelta las líneas espacio-temporales), este estreno se manifiesta en todo su esplendor como lo que es: un musical sobre un músico fenomenal. Como director, Dexter Fletcher se aleja bastante de lo hecho como productor de “Rapsodia Bohemia”, ganadora de cuatro Oscar este año. Excepto por cierto orden cronológico de los eventos que marcaron a Elton John, su niñez, el descubrimiento de su identidad sexual, su maestra de piano, la elección de su nombre artístico, etc; “Rocketman” obedece sus virtudes a guión cinematográfico. Lee Hall, autor de “Billy Elliot” (2000), uno de los grandes musicales contemporáneos, encuentra varios vértices comunes a la historia de aquel niño que descubre tempranamente su pasión por la danza y pone toda la carne al asador en su texto. Cada tema de Elton John que escuchamos sirve como alimento argumental de los momentos de su vida que se narran, no solamente porque es la banda de sonido obvia, sino porque las letras forman parte del cuento. De principio a fin la elección del montaje, los encuadres, la dirección de fotografía son un relato sí mismos, y hasta podría decirse que estamos frente a una sucesión de pequeños clips episódicos que van concatenando el relato y haciéndolo progresar. Como si fuesen dos flechas que van dirigidas a chocar entre sí, la vida privada y la vida artística de Elton comienzan a horadarse mutuamente hasta que se convierten en un vínculo simbiótico para construir el conflicto: un joven en los ‘70 que desborda talento se verá enfrentado a su receptividad abierta a los excesos. El espectador estará agradecido, no solamente por la capacidad del realizador para sublimar un relato convencional con licencias artísticas de enrome frescura. como por ejemplo la escena en la cual todos flotan en un boliche al comenzar un rock and roll en el piano. Pero además, estamos frente a una gran dirección de actores porque si bien Taron Egerton hace un gran trabajo, el resto del elenco está en el mismo nivel de entrega. Jamie Bell en el papel de Bernie (eterno compañero de saga del músico) o Stephen Graham encarnando al productor Dick James son algunas muestras de gran acoplamiento. Es cierto que los montajes del avance de la carrera artística obedecen a cuestiones convencionales ya vistas en “Rapsodia Bohemia” y otras biografías. En este sentido es hasta esperable pero no por eso se resienten los valores de esta película que seguramente se convertirá pronto en otro formato. La puesta, el vestuario, la recreación de época y las coreografías de Adam Murray piden a gritos pasar de inmediato a musical de Broadway. Será una gran sorpresa para el espectador desprevenido, y sin ninguna duda un catálogo eterno de hits indelebles que los fanáticos no cesarán de tararear. El rock que nació en Inglaterra con la generación de chicos nacidos en la década del ‘40 está siendo revisado y viene cada vez mejor.
LIBERAR LOS ESPEJITOS DE COLORES A pesar de la distancia de tonos y perspectivas, Rocketman y Bohemian Rhapsody comparten algo más que la dirección a cargo de Dexter Fletcher*: la estructura narrativa. Relatos que comienzan con cantantes bien reconocibles mediante el vestuario pero cuyos rostros se perciben fragmentados o cubiertos y que deben atravesar corredores en una suerte de ralentí –de frente o espaldas– hasta el punto de inflexión que cambiará radicalmente la consideración del mundo sobre ellos y su música. La mejor performance de todos los tiempos del Live Aid o la primera charla en el grupo de rehabilitación son los momentos de quiebre para desplegar el gran flashback que abarca casi todo el metraje y regresar en el final a dicho instante ya resignificado como puente con el presente, algunos datos biográfico por fuera de la historia o fotografías comparativas entre los músicos y los actores. Un entramado que postula el deseo, la experimentación y la búsqueda identititaria como los grandes motores del diferencial artístico. De esta forma, ambas historias articulan las destrezas en la composición musical, en el conocimiento de los instrumentos o en el juego para combinar letra y sonido con las sensaciones personales, el nexo familiar, el lugar de origen, las prendas característas, el cambio de nombre, el exceso y hasta con el despertar sexual, aunque varían las intensidades. La película estrenada en 2019 apuesta a una mayor crudeza y a la individualidad de todos los personajes. La madre que desprecia la maternidad, el padre gélido, la abuela compañera, el manager embaucador, el amigo incondicional, el niño – hombre sin amor propio; cada uno funciona por sí mismo y en soledad, incluso, en un sitio lleno de gente para subrayar dicha carencia de lazos. Por el contrario, la del año pasado se sostiene en las diversas formas de familia como la de sangre, los amigos, la pareja, la banda y hasta el público. Los rasgos singulares no hacen más que potenciar el conjunto que, con sus diferencias y debilidades, actúa para volverse fuerte y libre. El contraste más sobresaliente en los dos abordajes del director se encuentra en el rol del espectador. Mientras que en el film liderado por Freddie Mercury se vuelve crucial dentro y fuera de la pantalla, en el centrado en la vida de Elton John se ubica en segundo plano, incluso, ausente en ocasiones. Ya interviene en la apertura aparece una guitarra y el vivo de un show frente a un breve silencio y una lenta emergencia del sonido instrumental en la otra. La razón es sencilla. Bohemian Rhapsody apela a que la multitud complete la historia para investirla de sentido propio, que interactúe marcando el ritmo con el pie o cante en la sala oscura como si estuviera en esos recitales. Dentro de ese código, Fletcher ahonda, por ejemplo, en la grabación de estudio de la canción que le da nombre, en las exploraciones musicales de cada álbum, las recreaciones de las puestas en escena en estadios colmados o la réplica del videoclip I want to break free junto a imágenes de archivo que pasan desapercibidas en general. Todo apunta a que quien agite el puño, grite los estribillos o baile tanto en los conciertos como en las butacas se apropie de la experiencia completa. En Rocketman, por el contrario, el protagonista es el único capaz de otorgarle sentido total a los temas porque ese recorte enfatiza sus estados de ánimo, pesares, fantasías, necesidades y sentimientos más profundos que jamás reveló a nadie. La terapia grupal no sólo implica revisar el pasado, sino descubrir las numerosas capas para aceptarlo, dejar ir y reconectarse con quien desea ser. Los espectadores, entonces, se limitan a contemplar las creaciones musicales, la extravagancia de los atuendos, los excesos del repentino éxito, el adormecimiento –con drogas, alcohol o alejándose de los demás mediante la acumulación de máscaras para implantar una falsa felicidad– hasta convertirse en los mayores propulsores de su propia espectacularización. Así lo confirman el vestido y la peluca isabelinos, la colección de anteojos, la coreografía de Saturday night’s alright for fighting en la feria que recrea los musicales de la época dorada hollywoodense o la interpretación de I want love por los cuatro Dwight, donde cada párrafo define sus actitudes o puntos de vista. De esta manera, el relato erige una distancia entre la multitud y la experiencia musical sólo quebrada por el despojo del protagonista del enterito naranja con piedras brillantes y gorro al tono. Un abrazo sincero para reconfigurar la esencia en atuendos reconocibles sin llegar al ridículo, por ejemplo, despertar del letargo y convertirse frente al mundo en quien siempre había anhelado ser. Por Brenda Caletti @117Brenn
Hay tres razones por las cuales tras ver la película de Rocketman, escucho su banda sonora sin parar: la primera porque son canciones de Elton John, uno de los músicos más exitosos; la segunda porque es una recopilación de las mejores canciones y la tercera es que me brinda recuerdos de las escenas de las películas, que si tuviera en mi mano “la cinta” no dudaría en verla una y otra vez. Hay muchas películas que retratan la vida de artistas famosos como el reciente éxito “Bohemian Rhapsody” centrado en Freedie Mercury, “Descubriendo a Morrisey” (No es necesario aclarar de quien trata), “Elvis: El Comienzo” y muchísimas otras. Sin embargo, “Rocketman” tiene un factor diferente que la convierte en especial, ya que es la película de un músico hecha musical, por lo tanto en ciertas ocasiones la realidad se verá cortada por los momentos típicos de los musicales: habrá coreografías y extras cantando, aunque también habrán ciertos elementos fantasiosos donde Elton John volará, el público flotará, etc. Lo que no quita la credibilidad expresada en la historia ya que estos momentos se usan de forma muy inteligente para representar metáforas, hacer transiciones en el tiempo o expresar de forma más directa las emociones de los personajes o situaciones. La historia nos relata la vida de Elton John desde su infancia, en el momento que se sentó en un piano, pudiendo tocar una canción de oído, a lo que gracias al incentivo de su abuela fue inscripto para estudiar piano. Con los años fue perfeccionando su habilidad hasta descubrir distintos géneros de música y llegar a su estilo tan particular, personal y fuertemente marcado. Podremos ver las relaciones familiares, las amistades, las personas que lo acompañaron durante el inicio de su carrera y también el momento en que su vida se volvió caótica, mostrándonos sus excesos con las drogas, alcohol e intentos de suicidio. Elton John no sólo es un personaje en esta historia, ya que participa detrás de cámaras como productor ejecutivo, por lo tanto, muchas decisiones de la cinta dependieron de su aprobación. Gracias a eso se puede decir que tenemos una película sincera. Según varias entrevistas, se quería llegar a una calificación apta para todo el público, lo que significaba pasar por alto las escenas de drogas y sexo, a lo que Elton estuvo en desacuerdo, ya que si se quería hacer una representación honesta de su vida se necesita mostrar la faceta de su descontrol en los 70′ u 80′. Taron Egerton tiene el honor de representar al talentoso músico, haciendo un excelente papel, interpretando adecuadamente sus gestos y además con una excelente voz, en la que según las mismas palabras de Elton John “Hay algo asombroso en su voz, no trata de imitarme pero algo pudo capturar de mí”. Eso es tal cual; no parece ser que Taron Egerton esté tratando de imitar la voz del “Hombre Cohete” pero se siente cierta similaridad que nos transmite familiaridad. Jamie Bell Interpreta un papel importante ya que encarna a Bernie Taupin, el letrista que acompaña a Elton desde antes de sus inicios y a su vez su mejor amigo, por lo que cabe destacar que se nota una química entre los dos actores que parece atravesar la pantalla. Por su parte, Bryce Dallas Howard personifica a la madre de Elton, actriz que tiene ya una carrera bastante popular y una vez más hace un excelente trabajo. No hay que pasar por alto a las versiones jóvenes de Elton o mejor dicho Reggie Dwight (El nombre real del cantante): Matthew Illesley hace de la versión infantil haciendo su debut con tan sólo 9 años, mientras que Kit Connor hace una versión pre-adolescente y se lleva mis aplausos, ya que tanto su interpretación y voz son muy buenas con sólo 15 años de edad. Realmente su voz ¡es fabulosa!, con mucho potencial que se debe seguir explorando (se puede escuchar su voz en el Soundtrack en las canciones “I Want Love” y el principio de “Saturday Night’s Alright”). A pesar de su corta edad, tiene una extensa lista de participaciones y una carrera prometedora. Corriéndonos de la actuación, también hay que destacar el trabajo de Julian Day, diseñador de vestuario que trabajó también para la mencionada Bohemian Rhapsody, donde en este caso tiene que adaptar los distintos vestuarios extravagantes del llamativo artista, utilizando más de 50 pares de zapatos y más de 50 anteojos. Finalizando la crítica, Rocketman es una película capaz de contentar a los fans, al público general, a los amantes de los musicales e incluso a los que los odian, ya que contiene de forma muy equilibrada el tránsito de diálogos, historias y la música. A su vez, es un film sincero donde no se quiere mostrar a Elton como un héroe si no como una persona sufrida con sus propios demonios, que pudo encontrar la paz. Mi nota es un 9 – Le falto poco para ser perfecta pero se tiene que convertir en un éxito.
Con varios puntos en común con la premiada Rapsodia Bohemia, incluyendo a su director, el musical Rocketman, sobre la vida y las canciones de Elton John, deja claras, desde el principio, sus fundamentales diferencias. Ya que sea apta para mayores de 16, en lugar de 13 años, promete: una historia de ascenso y caída de una gran estrella del rock difícilmente puede puede contarse como una de Disney. Luego, el film de Fletcher, que en Bohemian reemplazó al innombrable Bryan Singer, es un musical. Y allí donde la biopic convencional acumula episodios de una vida (ahora se casa, ahora sale del armario, ahora se entrega al mal camino), Rocketman utiliza las canciones del músico británico para contar su vida. Esta idea, de canciones (fantásticas como su estrafalaria estrella), que cuentan una historia, le permite a los realizadores una libertad y un vuelo que por momentos alcanza tremenda altura. Con una estructura que ubica a Elton en un presente de rehab, durante el cual rememora su vida frente a sus compañeros. A la luz de semejante espectacularidad, todo lo que queda afuera de lo musical -una vida dramática-, interesa menos. Y si bien Fletcher toca, va y viene entre un mundo y otro, la densidad de los rollos psicológicos llega a cansar un poco. Sobre todo hacia el final, cuando se pone algo discursiva, explicativa de más, en torno de lo que ya queda muy claro: la historia de un chico solitario y malquerido que fue rico y famoso demasiado joven, se estrelló y, a diferencia de Freddy Mercury, sobrevivió para contarlo. Producida por Elton y su actual marido, David Furnish, Rocketman es no sólo más libre, sino más verdadera, o menos remilgada, frente a los excesos del sexo, las drogas y el rock and roll. Aunque todos provengan de las maldades que el mundo le hace a su protagonista. Más allá de sus irregularidades, es un musical que se ve con gran placer, redescubriendo (en mi caso al menos) las estupendas canciones del músico de los anteojos locos. Y con un elenco notable, encabezado por el talentoso Taron Egerton, que canta bien y se mete en su personaje. Lo acompaña Jamie Bell, que siempre está bien, como el letrista y socio de la vida de Elton, Bernie Taupin. Si vale como termómetro de una buena película, Rocketman es de las que te quedan en la cabeza y te van gustando más a medida que pasan las horas o los días. Como sus canciones.
Escuchar en el cine canciones como “Your Song”, “Goodbye Yellow Brick Road”, “Tiny Dancer” o “Honky Cat” ya vale el precio de la entrada de “Rocketman”. Recordar esos temas o descubrirlos (para las nuevas generaciones) es una gratificación imbatible. Pero esta biopic de Elton John tiene mucho más para ofrecer. Es inevitable establecer una comparación con la reciente y taquillera “Bohemian Rhapsody”. Después de todo, Elton John y Freddie Mercury comparten los años 70, los brillos y los excesos de esa época. Sin embargo, “Rocketman” tiene muy poco que ver con la película de Queen, que es más una biopic de estructura convencional. Acá estamos frente a un musical (de los mejores), en el cual la narración avanza mediante las mismas canciones. Las letras del gran Bernie Taupin (el socio creativo de Elton) se adaptan perfecto para reflejar una infancia difícil, un ascenso a la fama que parece fácil y un estrellato millonario pero tortuoso, plagado de frustraciones, drogas y hasta un intento de suicidio. No hay baches en la película, y tampoco golpes bajos. “Rocketman” está concebida en un tono de fábula: es celebratoria más allá de la melancolía, y hasta es un tanto kitsch en sus momentos oníricos. Eso se refleja muy bien en los cuadros musicales coreografiados, que a veces parecen salidos de los clásicos de Broadway. En ese registro, el actor Taron Egerton se mueve como pez en el agua. Actúa y canta sin necesidad de imitar, y así logra rescatar la esencia de Elton John desde el desborde entusiasta hasta los quiebres más íntimos.
Rapsodia excesiva En Rocketman, la vida de Elton John no se estructura como un biopic sino como un musical que usa de manera lúdica su agitada historia personal. Una personalidad como la de Elton John se presta claramente para una película musical como Rocketman. No necesariamente por su vida, que se ubica dentro de los parámetros bastante habituales de las de muchas estrellas de rock –familia complicada, adolescencia problemática, incomodidad social, talento musical, etc.– sino por su específica propuesta artística: tanto las melodías que compone como su presencia escénica tienen algo intrínsecamente teatral, excesivo, alejado de la realidad. Y el musical, como género, conecta muy bien con esa exageración, ese desapego de cualquier realismo, de cualquier contacto evidente con el mundo tal cual es. La música y los vestuarios de Elton se alinean con las formas más ampulosas, dramáticas y ficcionales del rock. Y una película que jugara con esas canciones no podía apostar jamás por existir en el mundo real. Vamos, que por algo se hace llamar Elton Hercules John y no usa su Reginald Dwight de nacimiento. Rocketman, a diferencia de Bohemian Rhapsody –por citar un ejemplo tan discutido como exitoso reciente– no es la biografía de un músico de rock sino un musical hecho y derecho estructurado a partir de sus canciones y que usa de manera lúdica su historia personal. Por momentos muy inspirado y en otros algo banal, el film de Dexter Fletcher recorre la vida y obra de Elton más como lo haría un musical de Broadway que un relato clásico de ascenso y caída de una estrella de rock. Digamos: es más Velvet Goldmine o Moulin Rouge que Ray, The Doors o Sid & Nancy. Y el estilo bigger than life de su personaje cuaja a la perfección con ese tratamiento. Las canciones –interpretadas aquí por los actores en versiones que muchas veces tienen poco y nada que ver con las originales– van armando el hilo de una historia que, de otro modo, casi no escaparía al de “otra película más sobre los sufrimientos de una millonaria estrella de rock”. De hecho, cada vez que pasa a ser eso empiezan los problemas, ya que el material dramático es tan convencional y simplista que solo el abrumador ritmo del film, las emociones exageradas de sus canciones y la propia hiperactividad del personaje logran que la película no se caiga. El musical permite eso: el truco es que uno disfrute de esa efervescencia lo suficiente como para distraer la mirada del vacío que muchas veces está en su centro. Es el espectáculo el que triunfa. Siendo biografía oficial uno no puede esperar grandes revelaciones en Rocketman, sino una celebración del artista hecha y derecha. Los conflictos personales que lo atravesaron a lo largo de su vida fueron muchos (las adicciones a casi todo, fundamentalmente), pero el guion se lo atribuye siempre a alguien más: al padre que no lo abrazaba, a la madre que no le prestaba suficiente atención, a su sexualidad, a las parejas que lo usaban y lo dejaban, y así. La película se estructura en torno a un relato de Elton en una reunión de Alcohólicos Anónimos alrededor de 1990 y es a partir de eso que su vida se cuenta, entre canciones, drogas, alcohol y algo de sexo. Típico chico inglés solitario de posguerra, con un talento enorme y mucha curiosidad para la música, irá sobreponiéndose al maltrato y a la frialdad familiar a partir de tocar el piano, empezar a componer con su letrista de casi siempre (Bernie Taupin) y luego saltar a la fama descomunal –y a sus excesos– a principios de los ‘70. La fama, pese a sus idas y venidas, continúa intacta hasta hoy. Los excesos, aparentemente, ya no. Pero lo mejor de Rocketman está en lo formal. Fletcher, a diferencia del trabajo más rutinario, de empleado bajo contrato, que hizo en la película sobre Freddie Mercury –a la que entró a reemplazar al despedido Bryan Singer–, monta las escenas inspirándose en musicales clásicos, en el teatro de Broadway y en que sean ellas las que vayan haciendo avanzar la historia. Manda al diablo la cronología (“I Want Love”, un éxito de 2001, se usa al principio de la película porque funciona a la hora de hablar de su infancia familiar) y hace de la música y de las letras su mapa dramático. Es curioso que las letras no sean del propio artista, pero es tal la simbiosis que siempre tuvo con Taupin (Jamie Bell) que uno podría considerarlas como suyas. El resto del disfrute que produce Rocketman tiene que ver con una inspirada actuación de Taron Egerton que funciona en todos los niveles (canta bien, se parece a Elton y tiene una energía vital que desborda la pantalla) y un montaje feroz que tiene muy en claro el juego que la película juega. Y por otro lado están las canciones. Pero no me refiero a los temas en sí (para eso están los discos, no hace falta filmar nada) sino, por un lado, a las versiones realizadas específicamente para la película que le permiten evitar ser un sobreproducido video de karaoke y, por otro, a la manera en la que están puestas en la pantalla, en escenas que casi parecen desafiar la gravedad. Algunos hitos de la vida de Elton –su debut en el Troubadour californiano, los excesos de su vida fiestera, sus amores y desamores– cuadran muy bien con clásicos suyos como “Crocodile Rock”, “Tiny Dancer” o el propio tema que da título a la película, entre otros. El director Fletcher (Volando alto) y el guionista y autor teatral Lee Hall (Biily Elliot, Orgullo y prejuicio y la inminente adaptación al cine de Cats) no se atrevieron a hacer mash-ups musicales, pero distribuyen muy bien las canciones para que funcionen como guías, por lo que vendría bien que estén subtituladas. Rocketman es un poco como la música y las canciones de su homenajeado, ya que respeta y honra de manera muy efectiva el arte que convirtió a Elton John en una estrella. Es una celebración del gesto y de la gracia interpretativa de sus actuaciones (y vestuarios) y del desgarrado melodrama que se desprende de las letras y las melodías de sus mejores canciones. Siempre grandilocuente y desgarrada, Rocketman es, a su modo, una ópera rock en formato corporativo. Y con el presidente de la empresa firmando los cheques y quedándose con las ganancias. “La gente no paga para ver a Reginald Dwight –dice en un momento–. La gente paga para ver a Elton John”. Y eso es lo que pagarán por ver acá.
El inagotable subgénero de biopic recrea, por enésima vez, el meteórico ascenso a la fama de una estrella del rock and roll. En esta ocasión, la convocante figura de un artista prolífico y excéntrico como Elton John se resume como una deliciosa y emotiva aventura cinematográfica, que revivirá el conflictivo mundo personal y el ascenso a la fama de una de las estrellas populares de la música del siglo XX. Hábil compositor de encantadoras melodías, dotado de un talento innato para hacer del piano una extensión de su propio cuerpo, las canciones de Elton John destilan energía, contagian emoción y recrean, con luminosidad, los rincones más oscuros de su mundo personal, conflictuado y traumatizado; marcado por la anulación y el sometimiento permanente de un entorno familiar que jamás supo darle cariño y comprensión. Centrándose en una etapa personal en donde el cantante buscaba superar el grave problema de adicciones en el que se encontraba sumido (la película comienza su relato emplazándose en el centro de rehabilitación donde la estrella se encontraba internada), “Rocketman” nos relata mediante el uso del flashback las instancias de su infancia y el tránsito hacia la adolescencia, en donde Elton descubre con fascinación su increíble don para tocar el piano con maestría. Poseedor de un oído musical absoluto, de una memoria fotográfica y de una gran avidez de aprendizaje, el joven aprendiz de músico aprendió el lenguaje a puro instinto, desafiando los mandatos familiares de un núcleo conservador y disfuncional. Apoyado por su entrañable abuela pero continuamente ignorado por su severo padre (un ser adusto y despreciable que, paradójicamente, gustaba de coleccionar vinilos de Count Basie) y su intrascendente madre (superficial por completo), Elton encontró en la música una necesaria vía de escape a una realidad familiar que lo sofocaba, privandolo de expresar sus más íntimos deseos y encontrarse con su verdadera identidad. Estás huellas vivenciales se plasmarían en la temprana etapa compositiva del díscolo compositor, quien intenta exorcizar en bellas notas y armonías musicales todo el dolor y la incomprensión contenida. A fines de los años ’50, la futura estrella es sacudida por la masiva fiebre del rock and roll, desatada por Elvis Presley. No sin ciertos clichés previsibles que prefiguran la típica figura paternal abandónica y la maqueta dramática bajo la cual se crea un joven inmerso en un núcleo familiar del que no se siente parte, la película logra sortear los mediocres lugares comunes para zambullir su relato hacia tramos notoriamente interesantes, intercalando los registros genéricos del biopic con el musical más puro. La historia de Elton John es la de un artista que supo encontrar la luz inmerso en su propia bruma de penumbras, sorteando férreas imposiciones socio-culturales y la continua segregación de un entorno que lo relegaba. El joven Reginald Dwight se encuentra con su alter-ego artístico Elton John (un nombre inspirado en la figura de su admirado John Lennon) en una fábula que asemeja a aquel artista que encuentra una gema preciosa en su interior, sabedor de que necesita fraguarse un destino que eluda las tibias ambiciones del pequeño pueblo en dónde se crió (Pipper). Dirigida por Dexter Fletcher (quién también se había hecho cargo de la recientemente estrenada y premiada biopic de Queen, “Bohemian Rhapsody), “Rocketman” conjuga una interesante mixtura de relato de ficción con la recreación musical de baile y coreografía de algunos de los tempranos éxitos de Elton John (ya adulto, en la piel de un notable Taron Egerton), cuyas letras sirven para simbolizar un cuadro de situación -tanto epocal como personal- que atravesaba el joven músico, centrándose en sus duros comienzos: lidiando con los fantasmas de la permanente anulación, encontrándose con su potencial creativo, superando el descreimiento de los principales sellos discográficos y ganándose la vida como pianista de grupos afroamericanos de soul (“The Hollies” y “The scaffolds”). Autor de implacables y desgarradoras power ballads, como “Don’t let the sun Go down On Me”, el destino le guardaba sortear más de una vicisitud. Durante los primeros tramos de su carrera musical, la película nos cuenta su encuentro con su inseparable compañero artístico Bernie Taupin, quién se convertiría a lo largo de los 50 años de trayectoria musical en su inseparable partenaire, aportando inolvidables líricas a la suntuosas melodías compuestas al piano. Un vínculo que devino en amistad fraterna y mutua comprensión, pese a la atormentada vida privada del genio compositor, acosado por sus adicciones durante décadas. La figura de Taupin fue clave en la resurrección personal que experimentaría Elton a finales de los años ’70, sirviendo de valioso sostén al cantante cuando la codicia y tentaciones de la fama (que potencian el ego y el narcisismo qué caracteriza a toda estrella de rock sabedora de su genialidad) amenazaban con fagocitar ese niño interior que el artista perseguía denodadamente. Al tiempo que éste encontraba en su naturaleza auténtica una inyección espiritual y anímica vital, afloró su verdadera identidad sexual y comenzó a despojarse de los oportunistas de turno al acecho de sacar provecho, tal como las reglas del negocio mandan. Así es como podemos contemplar el nacimiento de una estrella extravagante, rocambolesca y desfachatada, desafiando el pre-concepto y el estatus del canon de estrella de rock por entonces. De tal modo Elton conquista los charts musicales, mediante tempranos éxitos como “This Is Your Song”, “Crocodille Rock” y “Goodbye Yellow Brick Road”, editados gracias a su primer contrato discográfico. Hito que lo llevaría a estrenarse tempranamente en tierras americanas: el desembarco de Elton en el mundo hollywoodense lo coloca en el epicentro de la movida musical angelina, codeándose con estrellas consagradas de la talla de Bob Dylan León Russell y Neil Diamond. Mediante una excelente recreación de época, observamos a un veinteañero y virtuoso compositor con aspiraciones de estrella mientras contemplamos la efervescente escena musical de la capital del rock del fines de los años ’60. Así, podemos ver legendarios recintos como The Troubadour (un mítico lugar donde debutará Guns n’ Roses, en junio de 1985) y The Hollywood Palladium (selecto reducto glam rock de los años ’80). Desde los suburbios de Londres a la cumbre del rock mundial, Elton y su piano volador alcanzaron inesperadas alturas. “Rocket man” es la semblanza de un artista en estado de gracia: carismático compositor que conquistara las tapas de los diarios y las marquesinas hollywoodenses, en los comienzos de los años ’70, tomando por asalto la escena musical, con notable versatilidad. El autor de “Sacrifice” surcó los terrenos del rock, del pop y del rhythm and blues, plasmando a través de 30 discos de estudio y más de 300,000 copias vendidas a lo largo de medio siglo de carrera, un legado notable. Algunos hitos testimonian la huella de de uno de los artistas más influyentes del siglo XX: es integrante del Salón de la Fama del Rock and Roll desde 1994, ganador de cinco Premios Grammy y un Premio Oscar, producto de su participación como compositor de bandas sonoras para cine por el film “El rey león” (Can You Feel The Love tonight), en 1994. Como si fuera poco, el compositor de “Candle In The Wind” (escrito en memoria de la princesa Lady Di, 1997) puede atribuirse para si haber compuesto el sencillo más vendido de la historia. Con originalidad e inventiva visual, Dexter Fletcher refleja la laboriosa transformación de un dotado musical convertido en genio, relatando su fulgurante encuentro con la fama (y su coqueteo con el diablo), retratando el éxito alcanzado por un auténtico self made rockstar, qué desafío y ganó todas las apuestas en su contra. Todos amamos a Elton.
El biopic que se merece una estrella Hay biopics y biopics. En general suelen ser bastante tibios y condescendientes con las figuras de las cuales cuentan la historia. Entiendo que de cierta forma deben serlo, ya que necesitan autorización del personaje en cuestión o de los tutores legales de su legado si ya partió hacia mejor vida. Entiendo que no se pueden mostrar todas las miserias, pero creo que para tener una buena película autobiográfica, sobre todo de una estrella del rock, debe haber un equilibrio entre los momentos de magia que los rodean y los momentos donde son vulnerables, con sus genialidades y sus miserias, porque sabemos que no son santos, que sin seres humanos con dones extraordinarios, pero humanos al fin. Dicho esto, creo que ''Rocketman'', sobre el camino de Elton John al estrellato y posterior consagración como leyenda de la música, es una biopic que logra un buen mix, de manera elegante y cuidando ciertas formas, pero nos ofrece una mirada general al ser humano detrás de la celebrity. Se lo puede ver a Elton siendo un mago con el piano y en otra escena aspirando cuanto polvo blanco se le cruzó por el camino, y eso es algo que sabemos que sufrió, las adicciones marcaron su vida y no está mal que podamos ver una fotografía de cómo transitó ese período. Podemos ver su aceptación de sexualidad como hombre gay, el proceso que le llevó, y podemos verlo en situación sexual con otro hombre. Esto también está bien. Han habido biopics recientes de otras estrellas del rock, también gays, de los cuales se pudo ver apenas quizás un beso tímido cuando de hecho tenía una adicción al sexo. Este tipo de ''cuidados'' sobre la figura de la personalidad en cuestión parecen más vergüenzas y tabúes que otras cosas. Aplaudo que en ''Rocketman'' podamos ver a un Elton John infumable por su problemas de ira y a la vez siendo manipulado por amor, haciendo magia con su talento musical y a la vez dando lástima cuando le metía duro a las drogas, sufriendo una niñez poco feliz y luego de adulto disfrutando del estrellato. Este tipo de combinaciones hacen a un buen biopic, porque nos hacen empatizar mucho más que si nos ponen en pantalla a un dios artificial de la música. Otra cuestión que me gustó bastante fueron los momentos de cine arte que se incluyeron. Algunas coreografías diferenciadas en colores donde un Elton niño baila y canta con un grupo de bailarines, ese momento trascendental en su carrera cuando toca en el club The Troubadour y literalmente se eleva del piso junto con el grupo de personas que estaba presenciando el ascenso de una nueva leyenda de la música. Esos momentos ''La La Land'', como me gusta llamarlos, le aportan belleza cinematográfica a la propuesta. Por último, creo que la actuaciones fueron muy buenas, sobre todo la del joven Taron Egerton (''Kingsman'') que está impecable en el rol de Elton. Se lo come al personaje. Acompañan muy bien Jamie Bell (''Billy Elliot'') como su amigo inseparable Bernie Taupin, Bryce Dallas Howard (''Jurassic World'') como su madre, Sheila, y Richard Madden como el representante de estrellas John Reid. Un biopic para disfrutar una historia excepcional seas o no fanático de Elton y su música.