El falso culpable. Aquellos que crecimos durante las décadas de los 80 y 90 fuimos marcados por las obras industriales del período, ya sea en lo que respecta a atesorar alguna que otra vertiente en particular o alejarnos de los primeros coletazos de la lógica de los blockbusters para los adolescentes eternos, ese magma de Hollywood en materia de un público polirubro. Quizás los dos estratos más populares han sido el cine familiar y las propuestas sobrecargadas de testosterona: los treintañeros resultantes de la primera franja son por lo general bobazos que siguen festejando la senilidad inofensiva de El Club de los Cinco (The Breakfast Club, 1985), Los Goonies (The Goonies, 1985) o Volver al Futuro (Back to the Future, 1985). Por suerte no todos somos campeones de la inercia ni diletantes de la pavada por la pavada en sí, prefiriendo en cambio posiciones más extremas como las que nos acercaban los genocidas de las ametralladoras y las granadas al por mayor. Si bien los films de la súper acción reaganeana tampoco resisten un análisis más profundo, por lo menos pintaban un mundo más real, constituían la puerta de entrada a otros géneros y hasta se acomodaban sin problemas con la idiosincrasia masculina vinculada al conflicto liso y llano. ¿Quién hubiera pensado que un Liam Neeson empardado al Harrison Ford de aquella etapa se abriría camino como una de las últimas esperanzas de los thrillers vertiginosos de corazón retro? Vale aclarar que dentro de la franquicia en cuestión sólo la original Búsqueda Implacable (Taken, 2008) estuvo al nivel de los trabajos del señor con el genial Jaume Collet-Serra, léase Desconocido (Unknown, 2011) y Non-Stop: Sin Escalas (Non-Stop, 2014). Este tercer eslabón se ubica en un prodigioso segundo puesto que destroza a cualquier mamarracho mainstream de nuestros días: bien lejos de los CGI y esos chistecitos para inmaduros avejentados o sus acólitos imberbes, aquí retomamos las carnicerías fascistoides de antaño (toda una rareza para la irreverencia símil corrección política de hoy) y la “singularidad étnica” de los villanos (ayer fueron albaneses, ahora disparan compulsivamente los rusos). Como en el resto de los exploitations de suspenso y acción de Luc Besson, cuando la fórmula tradicional no da para más, se produce un giro hacia otra receta paralela, esta vez orientada al falso culpable, una traición más cercana que de costumbre y la necesidad de Bryan Mills (Neeson) de escapar del Inspector Franck Dotzler (Forest Whitaker), quien lo considera el sospechoso principal en el asesinato de su esposa. Búsqueda Implacable 3 (Taken 3, 2014) apuntala a su protagonista como un equivalente cinematográfico del taciturno Jack Bauer (Kiefer Sutherland) de 24 y nos regala momentos de gran tensión, con escenas a la altura de sus homólogas de la anterior y también aguerrida secuela del 2012…
A Busqueda implacable 3 se lo puede considerar tanto como un film entretenidísimo como uno regular ya que todo depende de lo que esperes de un thriller de superacción. Entre los problemas que tiene, se pueden mencionar los siguientes: es muy similar a sus antecesoras en cuanto a su estructura, no ofreciendo nada...
No hay nada más decepcionante que arruinar una buena premisa. Si la fabulosa Taken nos presentó a un fantástico héroe en la piel de Liam Neeson, Taken 2 se encargó de enturbiar el ambiente con una -casi- innecesaria secuela. Fue entretenida, sí, pero más allá de una trama tirada de los pelos y un par de buenas escenas de acción, no aportó nada nuevo. Y acá llegamos al ¿final del camino? con Taken 3, donde nadie es secuestrado, el título original queda obsoleto, y la franquicia cae en un boquete estrepitoso del que dudo pueda escapar. Es casi irresponsable la idea que se les ocurrió a Luc Besson y a Robert Mark Kamen para traer de vuelta a Bryan Mills al ruedo. Normalmente, en una película de acción, lo que menos atención ocupa en el espectador es el guión, pero cuando la historia no tiene sentido alguno prácticamente es difícil engancharse en la trama y disfrutar de resto. Tras una muerte bastante cercana y un claro intento de culparlo por un crimen que no cometió, el experto militar retirado que interpreta Neeson debe emprender un escape a través de la ciudad de Los Ángeles para limpiar su nombre. El caso es que el disparador de la trama no es lo suficientemente excitante para creernos una nueva aventura de nuestro héroe veterano preferido, si hasta se nota el paso del tiempo en Neeson, que resopla con cada salto y corrida que tiene que hacer. El tiempo es tirano y da un poco de pena las acrobacias que Besson y Kamen lo obligan a interpretar. Menos excitante es el lado del villano de turno, quien se presenta en una escena antes de los títulos y no vuelve a aparecer hasta pasada la hora de metraje. Normalmente, uno puede perdonar la desinformación y la confusión si al menos la gran revelación fuese impresionante o al menos interesante, pero no, todo es tan rápido que ni siquiera el poderío en pantalla de Neeson logra subsanar un guión carente de emoción. Habrá algún que otro personaje agregado para volver las cosas más interesantes, como el detective de Forest Whitaker, pero por mucho actor de talento que se agregue a la historia eso no se transmite en un guión orgánico y cohesivo. Y si uno logra sobrevivir a la vacía trama, queda la dirección de Olivier Megaton, protegido particular de Besson, que entrega su trabajo menos inspirado hasta el momento. Taken 3 tiene sólidos momentos de acción y persecución a toda velocidad... en papel. Una vez transmitidos a la pantalla, la velocidad a la que sucede todo es tan acelerada que no se puede disfrutar ni un segundo de lo que ocurre en pantalla. Megaton confunde una edición acelerada por frenetismo, pero el tiro le sale por la culata y el trabajo parece hecho por un novato, sin transmitir adrenalina sino confusión en demasía. Hay que tenerle mucho amor a Liam para poder sobrevivir a Taken 3. Sencillamente la peor entrega de la saga, espero que éste sea el clavo final para un franquicia que ha pasado su fecha de vencimiento.
La hora del adiós Con las sagas de El transportador y Búsqueda implacable, el productor y coguionista Luc Besson ha conseguido hacer con financiación y técnicos en su mayoría franceses cine con una calidad media que nada tiene que envidiarle a la de Hollywood. Para algunos será apenas una digna copia; para otros, menos de lo mismo. Apoyado paradójicamente en estrellas británicas (el inglés Jason Statham en El transportador y el irlandés Liam Neeson en esta), Besson desarrolló lucrativas franquicias con el tema de la venganza como motor y con un indudable oficio para la construcción de tensión, suspenso y set-pieces (sobre todo para las persecuciones automovilísticas). Uno de los directores que suelen trabajar en la factoría Besson es Olivier Megaton, responsable de El transportador 3 y Búsqueda implacable 2, que regresa ahora con la que aparentemente será la despedida de esta saga. El planteo es básico, pero efectivo: Bryan Mills (Neeson), experimentado ex agente encubierto, es acusado de un crimen que no cometió. Deberá demostrar su inocencia, defender a su hija adolescente (Maggie Grace), mientras lo persigue la policía (liderada por Forest Whitaker) y se enfrenta -con la ayuda de un grupo de amigos/colegas- también a la todopoderosa y sádica mafia rusa. Algunos cuestionarán la justificación del ojo por ojo y la tortura que plantea el film, pero -más allá de lecturas ideológicas- el principal problema de esta tercera entrega tiene que ver con la edición de las escenas de acción. A la habitual cámara hiperkinética se le suma aquí una proliferación de cortes de montaje que intentan maquillar las limitaciones físicas de Neeson (de 62 años) y suplirlas con el trabajo de los dobles de riesgo que ocupan su lugar cuando tiene que correr o saltar. El resultado es un armado “videoclipero” que irrita más de lo que fascina. Más allá de ese cuestionamiento (no menor), Neeson le imprime a las escenas dramáticas su habitual aplomo para un film que, en definitiva, está un poco por debajo de sus predecesoras, pero que así y todo se sigue con bastante interés. Tiempo de despedida, entonces, para este vengador conocido y una franquicia que ha sido millonaria en ganancias.
Buscando al fugitivo Llega la tercera parte y todo augura el final. Al menos el subtitulo “Todo termina aquí” así lo indica, ah no ser que un éxito de taquilla suponga una obligada cuarta entrega. Lo cierto es que Búsqueda Implacable 3 (Taken 3, 2015) tiene aires de cierre de saga: evita errores de la segunda y repite virtudes de la primera, en un épico espectáculo final. Liam Neeson es –otra vez- Bryan Mills, el hombre común de habilidades especiales y hazañas extraordinarias. El tipo que adora a su hija (Maggie Grace) y protege a su ex mujer (Famke Janssen) como un eterno compañero de ruta. El film se toma su tiempo (como en la primera película) para describir tal relación así como la soledad del hombre a pesar de su devoción filial. Es hora entonces de volver a ser imprescindible para “ellas”. Surge el conflicto. Su ex mujer aparece muerta en su depto. y Bryan Mills es el principal sospechoso. Fugitivo, tiene un tiempo límite para atrapar al culpable atando cabos, mientras elude a la policía con Franck Dotzler (Forest Whitaker) a la cabeza. La trama sigue así el formato de héroe rescatando a la damisela de Búsqueda implacable (Taken, 2008), desarrollando la relación de Millls con la niña ya adulta. Un punto a favor de Búsqueda Implacable 2 (Taken, 2012), que sólo repetía y recargaba los mismos componentes de la primera parte: el secuestro y rescate de la niña, sumada su ex mujer. El defecto es aquí la suma de la trama del fugitivo no siempre bien balanceada con la otra, la de "rescate y venganza". La primera hora de la película está dedicada a burlar a la ley que lo persigue por doquier con algunas incoherencias, la segunda a capturar cuan policial –deduciendo pistas- a los malos y eliminarlos para proteger a su amada hija. Punto en contra también es la dirección de Olivier Megaton. El tipo es un grasa y piensa que está filmando un videoclip, le quita dramatismo a las escenas de acción y deja la coreografía efectista en escena. Una pena. ¿Entonces? aparece Liam Neeson, el hombre que da perfecto con el héroe de acción anticuado, con la impronta justa para cargar de dramatismo a las violentas secuencias que no lo tienen. En esta oportunidad se recibe de superhombre, lo que le faltaba al actor para ser icono del género era una escena monumental: Una vez Bruce Willis chocó un helicóptero con un auto, aquí Liam choca…bueno, vean la película. Búsqueda Implacable 3 es mejor que la segunda aunque no iguala a la genial primera parte. Igual, no deja de ser un cierre acorde para una saga, con fuegos y luces de artificio, que enaltece la figura de su máxima creación: Bryan Mills, el hombre de campera de cuero que interpreta Liam Neeson.
Una de las grandes pegadas de Luc Besson fue ponerse a producir con su EuropaCorp franquicias llenas de acción como “El Transportador” (Transporter), “Taxi” y, por supuesto, las aventuras de Bryan Mills, el ex agente de la CIA entradito en años –personificado por Liam Neeson-, experto en amenazas telefónicas y en acabar, él solito, con todos los malos que se atrevan a poner en riesgo a su familia. Ahora, la trilogía de “Búsqueda Implacable” (Taken) parece llegar a su fin y, en esta oportunidad, no hace falta sacar ningún pasaje a Europa ya que los quilombos se presentan en la mismísima ciudad de Los Ángeles y, más precisamente, en la residencia de nuestro protagonista. El director francés Olivier Megaton se pone tras las cámaras de esta saga por segunda vez - además de ser responsable de otras adrenalínicas producciones de Besson como “El Transportador 3” (Transporter 3, 2008) y “Venganza Despiadada” (Colombiana, 2011)- y no escatima en acción, persecuciones, tiros y sangre. Tras las peripecias ocurridas en Estambul dos años atrás, la relación de Bryan con su hija Kim (Maggie Grace) sigue viento en popa, aunque el tipo vive en negación y no se da cuenta que la “nena” ya tiene edad suficiente para convertirlo en abuelo, más que para jugar con enormes ositos de peluche. Las cosas con su ex esposa son más complicadas. Lenore (Famke Janssen) se consiguió un nuevo marido, Stuart St John (Dougray Scott), pero sigue habiendo entre los dos buenas vibras y un poquito de pasión contenida que podría generar más de un problema. Y claro que los quilombos no se hacen esperar. Mills es inculpado por un crimen que no cometió, lo que lo obliga a darse a la fuga y tratar de poner a resguardo a su hija mientras intenta encontrar a los responsables para darles su merecido. Todo esto al tiempo que debe escapar de un astuto policía, Franck Dotzler (Forest Whitaker), que le sigue los pasos bastante de cerca y no descansará hasta descifrar la verdad, más allá de que todas las pistas apunten al ex agente. Bryan tendrá, una vez más, el apoyo y la ayuda incondicional de sus viejos camaradas, y pondrá en juego todas sus habilidades y destrezas conseguidas a través de los años para encontrar y cazar a los verdaderos culpables: tal vez alguien de su pasado que le juró venganza o algún que otro ruso enojado porque trató de interferir con sus planes, quien sabe, Mills es un tipo que acumuló más enemigos que amigos, sin duda alguna. “Búsqueda Implacable 3” (Taken 3, 2015) desparrama acción en cada escena y no se detiene a pensar en ningún momento. Liam vuelve a ser ese héroe solitario que le hace frente a todo y se calienta cuando se meten con su familia, repartiendo piñas y balazos a troche y moche. Megaton nos plantea puro entretenimiento y una cámara frenética. La historia y la fórmula se repiten (porque funciona y reditúa), no hay mucha originalidad de por medio, pero al menos se esfuerza en demostrar que no todos los policías son unos inútiles. Mills siempre está un pacito adelante, pero Dotzler y su gente hacen un trabajo por demás eficiente para tratar de atraparlo, algo que no se suele ver muy seguido en este tipo de films y que, gracias a Forest Whitaker, le otorga cierto grado de veracidad a la trama. Claro que no la necesita, “Búsqueda Implacable 3” es sobre tipos buenos acusados injustamente, la búsqueda de la verdad y la inocencia, un padre capaz de cualquier cosa por un hijo y, sobre todo, Liam Neeson pateando traseros.
La tercera será la vencida A esta altura de la franquicia y sumándonos al coro de críticas sobre las inverosímiles aventuras de este pobre personaje creado por el poco creativo Luc Besson, Liam Neeson vuelve a subirse a la montaña rusa de complicaciones y se enfrenta nada menos que a los rusos, esta vez en reemplazo de los malvados albaneses para dar cabida a otro exabrupto mal dirigido en Búsqueda implacable 3. El falso culpable, elemento trillado si los hay, es el detonante de esta trama en la que el ex CIA encuentra en su domicilio a su ex mujer (Famke Janssen) asesinada cuando la policía cae de sopetón y lo atrapa –por unos segundos claro- con las manos en la masa. A partir de ahí, el derrotero y la pirotecnia absurda que en coreografías mal resueltas le suman persecuciones con montajes vertiginosos para tapar la falta de pericia de Olivier Megaton; un plan macabro que lo involucra y lo conecta directamente con la mafia rusa hacen las delicias para fanáticos de estos thrillers sin cerebro que solamente entretienen por el ritmo pero que hacen agua desde el guión por donde se lo mire. Decir que el argumento de El fugitivo (1993) es más que sospechoso en esta tercera parte, como si fuese una copia al carbónico pero en lugar de Harrison Ford lo pusieron a Liam Neeson, sería demasiado sutil en este caso porque particularmente el justificativo de aquella trama del film dirigido por Andrew Davis, protagonizada por Harrison Ford, era establecer un antagonismo con el personaje de Tommy Lee Jones en esa dialéctica de caza que abunda durante todo el metraje. En el caso particular de este tercer acto no hay correspondencia entre Neeson y el policía detective interpretado por Forest Whitaker, cuyo personaje queda completamente desdibujado frente al mareo visual de la propuesta. Superados esos detalles no menores tratándose de un thriller, la película fluye si es que el espectador no se toma demasiado en serio lo que está viendo.
Tal como lo dicta el protocolo de cualquier éxito de taquilla, se realizó y llega a los cines una tercera película de Búsqueda Implacable (Taken), escrita por la dupla original: Luc Besson y Robert Mark Kamen. Mc Bain contra los comunistas-nazis Por suerte la familia Mills sólo está compuesta por tres integrantes y ya no queda ninguno por secuestrar, por lo que Luc Besson y Robert Mark Kamen se las rebuscaron para poder hacer una tercera película, dirigida por el mismo delincuente de la segunda, Olivier Megaton. En esta oportunidad Bryan Mills (Liam Neeson) vuelve a su casa para desayunar junto a su ex-esposa Leonore (Famke Janseen) y la encuentra muerta sobre su cama. Se acerca para comprender qué es lo que sucedió y cae la policía y tratan de detenerlo inútilmente ya que Bryan pone en funcionamiento todos sus conocimiento de la CIA para escapar (aunque entre nos, Liam para moverse está más duro que el Diego). Con la complicidad de su hija (Maggie Grace) y del equipo de siempre que lo viene ayudando desde la primera película de esta saga, tendrá que encontrar a los verdaderos responsables del asesinato de Leonore mientras que toda la policía lo busca por ser el máximo sospechoso. Nitroglicerina everywhere! En "Búsqueda Implacable 3" todo hace combustión, hasta lo irracional. Todo aquel objeto que es lindo para explotar, será explotado, así como las películas de acción de antaño. Asimismo, hay unas cuantas cuestiones de guión en las cuales es mejor no ahondar porque empieza a hacer agua por todos lados y sincerándonos, el que va a ver esta película quiere justamente a Bryan Mills en acción descochando cabezas y rompiendo porque nada más importa. No creo que resista mucho análisis esta película, estéticamente es muy similar a sus predecesoras y tampoco aportaban nada nuevo. Quizás, la única singularidad que tenía la primera película es su guión redondo, presentado casi como una receta de cocina que funcionaba perfectamente y encajaba en el género en el que era presentado. En esta oportunidad no es para nada así, aunque es notoria la mejoría con la segunda película que fue realmente nefasta. Conclusión "Búsqueda Implacable 3" es ideal para aquellos amantes de la acción que no buscan profundizar demasiado desde su butaca, que pareciera también ser el fin de quienes la realizaron. Entretiene porque la acción es ágil, no se dan muchas vueltas y se pasa realmente rápido, pero si buscas algo más construido, elaborado, con subtexto y demás elementos esenciales en el séptimo arte te sugiero que ni te aparezcas por el cine.
Un fugitivo en el ojo de la tormenta En la tercera entrega el personaje encarnado por Liam Neeson se convierte en el principal sospechoso de la muerte de su esposa, actúa en equipo y es perseguido por el detective jugado con eficacia por Forest Whitaker. El cine de acción ubica a Liam Neeson como un referente maduro del género después del suceso mundial de Búsqueda implacable -2008-, la película de Pierre Morel que crispó los nervios del espectador a partir de una historia sencilla y efectiva. Luego llegó Búsqueda Implacable 2 -2012-, de Olivier Megaton, que resultó entretenida pero bajó un escalón con respecto a la anterior y con la venganza como principal motor del argumento. Ahora es el turno de Búsqueda Implacable 3 -con un slogan publicitario que indica que esto termina aquí- que viene de la mano del mismo realizador de la segunda y nuevamente con el guión de Luc Besson y Robert Mark Kamen. En esta oportunidad, el espectador espera ver que le ocurrirá al enérgico Bryan Mills -Neeson- después de las corridas y secuestros sufridos en las otras entregas. La historia se dispara hacia otros costados para ganar en interés y, para que el andamiaje funcione nuevamente, se apoya en el reordenamiento del ámbito familiar: Mills le compra un oso de peluche a su crecida hija Kim -Maggie Grace-, quien le traerá un secreto; existe la posibilidad de un reencuentro amoroso con su ex esposa Lenore -Famke Janssen- y, como si fuera poco, aparece en escena Stuart -Dougray Scott - la actual pareja de ella. El tema del falso culpable, al igual que en los filmes de Alfred Hitchcock o en El fugitivo, domina la trama cuando Mills -a quien se lo ve más cansado y con baja de azúcar- se convierte en el principal sospechoso de la muerte de Lenore y se ve obligado a escapar del Inspector Dotzler -Forest Whitaker- y de un ejército de policías. Sólo tiene dos días para demostrar su inocencia en este vertiginoso relato de acción que se desarrolla en su ámbito y con su propio equipo -a diferencia de los dos anteriores- que combina con pericia las escenas de persecuciones en la autopista y los enfrentamientos con enemigos rusos que parecen estar de moda en las últimas producciones del género. A la forzada escena del ascensor o la vuelta de tuerca final, se suma Forest Whitaker -jugando con su bandita elástica y alerta para seguir los pasos del sospechoso en cuestión- que potencia la pantalla con su sola presencia. En tanto, la acción se pasea cómodamente entre autos veloces, cámaras de seguridad, guardias y una banda de peligrosos villanos armados hasta los dientes. Y Mills está nuevamente en el ojo de la tormenta. ¿Volverá?...
Y ahí esta el bueno de Liam Neeson que no tiene paz, esta vez complicado con el marido de su exmujer y mafias superpoderosas. Es la tercera de la serie y la última. La saga no da para más, aunque el protagonista siempre le aporta solidez a su personaje, pero la fórmula se repite con acción, efectos, dobles, peleas, tiros y persecuciones. Una más que no defraudará a sus seguidores.
Deja ya de buscar Al veterano Bryan Mills (Liam Neeson) le tienden una emboscada. Alguien quiere que pase por asesino y de paso haga un trabajo sucio sin saberlo. Es obvio que no se dejará atrapar por la policía y en el camino por limpiar su nombre no dejará enemigo por destruir. Porque aunque a Mills se lo vea ya algo viejo y fuera de estado, la magia del cine le permite enfrentar a matones corpulentos decenas de años menores que él y eliminarlos con facilidad. El agente Dotzler (Forest Whitaker) va tras Mills, no está convencido de que sea responsable de la muerte que le imputan pero tampoco está dispuesto a dejarlo hacer lo que quiera, sin embargo lo único que le queda es ser testigo del caos de sangre y destrucción que el tipo deja como rastro. La saga luce ya tan cansada como su protagonista, y ciertamente no da para más. Sirva esta última entrega como entretenimiento cargado de escenas tan inverosímiles como el género lo permite. Género donde, por supuesto, los malos tienen las armas más sofisticadas pero también una pésima puntería; en tanto el héroe, con una pistola y un par de balas, puede hacer carambola a tres bandas contra sus enemigos.
Una fórmula que llegó al agotamiento. Pese a la interpretación de Liam Neeson, a esta altura un experto en el género de acción, la película no está a la altura de sus predecesoras, con un héroe un poco más lavado y menos siniestro y sin lugar para sorpresa alguna. En el año 2008, un actor asociado al cine dramático como Liam Neeson, le dio un vuelco inesperado a su gran carrera. El intérprete de La lista de Schindler aceptó un papel que para muchos otros actores no habría sido interesante. Neeson había probado desde el comienzo de su carrera todo tipo de géneros, pero ya había alcanzado gran prestigio y premios por hacer cine dramático. Sin embargo, estaba a punto de convertirse en una estrella del cine de acción. Búsqueda implacable (Taken) fue en muchos sentidos una sorpresa, incluyendo al propio Neeson, que no pensó en el éxito enorme del film y como cambiaría su carrera. Taken era una excelente película de acción y un actor de tanto talento y presencia cinematográfica ayudó mucho a que fuera aun mejor. Guión (Luc Besson), dirección (Pierre Morel) y la actuación de Neeson la convirtieron en un film de culto que muchos quisieron imitar y que ha traído dos secuelas. Lamentablemente, así como Búsqueda implacable 2 era divertida pero carente de interés, Búsqueda implacable 3 tampoco posee interés alguno y además no es divertida. No hay secuestros esta vez –el propio Neeson no quiso que los hubiera– pero sí una muerte de la que el protagonista será culpado. El director ya había cambiado en el film anterior y la excelente factura del film inicial –violento, directo, vertiginoso, emocionante– no apareció en ninguna de las dos secuelas. Claro que tienen una buena base para filmar escenas de acción y hay buenos momentos aislados, pero no hay que conformarse con menos de lo mismo. Otro detalle que Búsqueda implacable 3 posee es que en un giro típico de las sagas de cine de acción, la violencia desaforada y terrible del primer film se fue reduciendo hasta convertir, al menos en comparación, al implacable protagonista de aquel film en un héroe un poco más lavado, más blanco, menos siniestro. Esto ocurre cuando se estira aquello que no debería ser estirado. Una cosa es un film como El transportador, y otra muy distinta una experiencia como Taken cuya trama era tan oscura que era absurdo creer que su personaje principal podría actuar nuevamente sin que se perdiera la esencia del personaje. Así que en resumen, de aquella sorpresa original, hemos pasado en seis años a este exponente menor e irrelevante del género. Liam Neeson entrega la misma actuación sin fisuras, pero lo que tiene su alrededor no logra estar a su enorme altura. La saga de Búsqueda implacable está definitivamente terminada. A lo que sigue.
Persecuciones que se repiten. En la primera (e innecesaria) secuela de Búsqueda implacable, estrenada aquí en 2012, la única novedad eran los escenarios de Estambul que si no alcanzaban a compensar la irremediable mediocridad del guión, aportaban algún atractivo visual. Este tercer capítulo -cuyo único valor destacable reside en la declarada promesa de que "todo termina aquí"-, ni siquiera existe ese desahogo. Todo transcurre en una imprecisa región urbana del sur de California, similar a las que se ven en la mayoría de las ficciones producidas en Hollywood y alrededores, y lo que se ofrece es el menú de siempre: un mínimo de historia y un máximo de acción. Eso sí, a velocidad de vértigo y, en este caso, a costa de la inteligibilidad, sacrificada por culpa de una edición espástica. Gracias a ella, y también a una cámara que elige los ángulos más rebuscados e incoherentes cuesta, por ejemplo, distinguir a quien golpea de quien recibe el golpe y establecer quién persigue a quién. En fin: una colección de cacerías, enfrentamientos, tiroteos, choques y alguna que otra explosión. Situaciones de las que el protagonista, el ex agente de la CIA Bryan Mills (un Liam Neeson con cierto aire de fatiga comprensible a estas alturas de las repeticiones) saldrá siempre indemne. Bastaría con decir que se trata del peor de los tres capítulos de esta serie en la que Luc Besson invirtió escasísima imaginación. En este caso, han pasado algunos años desde la última aventura: el protagonista se ha separado amigablemente de su esposa y ésta se ha vuelto a casar. Con un millonario, con quien las cosas no andan del todo bien. Por eso, porque necesita confesar sus penurias, visita a su ex, siempre tan comprensivo. Él le ofrece la llave de su departamento por si necesita tomar distancia para reflexionar, y ella acepta. En mala hora, se verá por qué. Lo que importa es que el héroe tenga a quien hacer objeto de otra búsqueda implacable, si es posible con la cooperación de su brava hija adolescente. Para eso hay un asesinato y Bryan resulta sospechoso de haberlo cometido. Ya se las arreglará para huir de quienes lo siguen mientras él busca al verdadero asesino. Todo eso es, claro, lo de menos. Sólo importa que haya persecuciones, muchas, confusas y repetidas. Por lo menos, para Besson y sus secuaces, que ni siquiera fueron capaces de disponer de un villano más o menos convincente. El vértigo, otra vez, no alcanza para disimular la torpeza de la realización. Queda confiar en que la promesa se cumpla y todo termine aquí.
Ya no le queda ni la hija por rescatar Podría decirse que Liam Neeson devino en estrella del cine de acción de manera inesperada y que casi sin querer acabó convertido en uno de esos actores que son un género en sí mismos. La punta de ese ovillo se encuentra en el origen de Búsqueda implacable, saga que una vez logrado el rango de trilogía parece haber llegado a su fin. Es cierto que Neeson mostró siempre buenas aptitudes para el cine de acción, basta recordar que tuvo una importante participación en proyectos como la segunda fase de La Guerra de las Galaxias, en Batman Inicia, de Christopher Nolan, y hasta su protagónico como superhéroe en Darkman, de Sam Raimi, hace 25 años. Aun así era difícil imaginarlo como un habitué de esos papeles que solían ir a parar a las manos de Stallone, Schwarzenegger, Willis, Gibson o Statham. Pero con la guía de ese industrial del cine que es Luc Besson, el actor irlandés comenzó un camino sólido interpretando a antihéroes que calzan muy bien con su perfil de prócer. Una carrera prolífica que de 2008 para acá ha sumado casi una decena de títulos, todos entretenidos y algunos de ellos, como la primera Búsqueda implacable, dirigida por Pierre Morel, o Non Stop - Sin Escalas, de Jaume Collet-Serrá, buenas películas de acción. Y eso es lo que ofrece Búsqueda Implacable 3 que, igual que la segunda entrega de la saga, vuelve a ser dirigida por Olivier Megaton, uno de los amanuenses favoritos de Besson en su faceta de guionista/productor. Aunque esta vez la serie termina de alejarse definitivamente de la premisa que le dio origen y que justificaba su título original, Taken, que en este caso podría traducirse como “capturado/ capturada”. El título era una referencia directa al secuestro de una adolescente en París, a la que su padre, Bryan Mills, un ex agente de la CIA interpretado por Neeson, termina rescatando a sangre y fuego de una red de trata de personas destinadas a la prostitución. En el segundo episodio Mills todavía se enfrentaba a los parientes de los criminales que habían secuestrado a su hija, con la ciudad de Estambul como telón de fondo. Pero acá ya no hay secuestro ni nadie a quien el héroe deba rescatar, con lo cual se desdibuja un poco el personaje, aunque eso no significa que le falten problemas por resolver. En este caso, el asesinato de su propia ex esposa, crimen del cual él mismo es el principal sospechoso.Búsqueda implacable 3 es el episodio más flojo de la saga, en donde el montaje del dispositivo de la intriga es más endeble, dejando el verosímil cinematográfico al límite del fracaso. La película no consigue ser eficaz en la imprescindible tarea de mantener sus secretos bajo control, permitiendo que sea sencillo saber qué personajes ocultan algo y cuáles están puestos para justificar los abracadabras del guión. La única que se mantiene en pie, sólida y confiable, es la capacidad de Neeson para hacer de Bryan Mills un personaje creíble y querible. Parece bastante, y lo es, pero no alcanza. 5-BUSQUEDA IMPLACABLE 3 Taken 3, Francia, 2014.Dirección: Olivier Megaton.Guión: Luc Besson y Robert Mark KamenDuración: 109 minutosIntérpretes: Liam Neeson, Forrest Whitaker, Dougray Scott, Framke Janssen.
Superior a su antecesora, esta tercera entrega mantiene la tensión y los climas de acción extrema habituales. Entretenida, pochoclera desde su concepción, la película no defrauda nunca, logrando captar la atención de los espectadores desde el inicio del metraje. El montaje frenético, los movimientos bruscos de cámara, la fotografía de colores estridentes y el diseño de producción, marca registrada de LUC BESSON, son puntos altos del filme. Pero sin dudas, la cinta funciona por el carisma y la fortaleza de LIAM NEESON, el vengador anónimo de las nuevas generaciones, un héroe de acción puro y duro que jamás defrauda.
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Decepción. Eso fue lo que sentí cuando terminé de ver Búsqueda implacable 3. Una película que zafa para disfrutarla en una avant premiere o en un avión, si no tenés a mano un buen libro, pero no se destaca entre las mejores películas de acción que vimos en el último tiempo. El fiasco no se produjo por casualidad y hay razones concretas que explican esta situación. Luc Besson, productor de esta trilogía, la pifió con un par de decisiones que tomó para las dos continuaciones que se hicieron de esta propuesta. En primer lugar tenemos el problema de la dirección. La primera entrega de Búsqueda implacable fue realizada por Pierre Morel, una de las grandes revelaciones que surgieron en el cine de acción en los últimos años. Morel debutó en el 2004 con ese tremendo film de culto que fue Distrito 13 y es enemigo de hacer continuaciones de sus películas. Esto generó que Besson tuviera que buscar otros directores para las secuelas del justiciero Bryan Mills. En este caso delegó la tarea en uno de sus empleados, Olivier Megaton, quien se dedica a filmar continuaciones que le encarga el productor, como ocurrió con las películas de Liam Neeson y El Transportador 3. Megaton es un tipo que no suele tener grandes ideas a la hora de brindar una buena propuesta de acción y se limita a refritar fórmulas que desarrollaron otros directores. En el caso de Búsqueda implacable 3 se sumó un problema adicional. Como hizo Sylvester Stallone en la última entrega de Expendables, Luc Besson quiso que el público adolescente de 14 y 15 años pudiera ver la película en el cine para incrementar la taquilla y por esa razón el tono de la violencia en las secuencias de acción fue muy reducido. Por consiguiente, la nueva historia de Bryan Mills prácticamente es una película aséptica. Por momentos trae al recuerdo los viejos episodios de Brigada A. Es decir, hay tiroteos y peleas pero los realizadores se cuidaron mucho de no mostrar sangre para que no modificaran la calificación de "prohibida para menores de 13 años". Inclusive los métodos de tortura del protagonista son mucho más livianos que los que implementaba en la película original. Con una propuesta moderna en materia de realización, el primer film había evocado a la perfección las historias de justicieros que solían filmarse en los años ´70, como los clásicos Rolling Thunder (Tommy Lee Jones), El vengador anónimo (Charles Bronson) y Get Carter (Michael Caine). Búsqueda implacable 3, por el contrario, durante gran parte de la trama es un refrito mediocre de El Fugitivo, con Liam Neeson en el rol del doctor Richard Kimble (faltó que incluyeran al hombre manco) y Forest Whitaker en el papel del policía Samuel Gerard. Olivier Megaton brinda un film trillado y predecible que falló por completo a la hora de crear buenas situaciones de suspenso. Algunas escenas de acción inclusive traen al recuerdo ciertos momentos ridículos de la saga de James Bond con Roger Moore. Hay un par de escapes de Bryan Mills en esta entrega que no tienen sentido y encima después el guión hunde más la película con la explicación de esas situaciones. La realidad es que la brutalidad y la tensión que tenía la primera historia del personaje se diluyeron por completo en las secuelas y no resultaron lo mismo. Reitero, para matar el tiempo, este estreno zafa por las interpretaciones de Liam Neeson y Forest Whitaker pero es una propuesta que dentro de este género quedará en el olvido.
Regresa el agente con más mala suerte después de John McClean y su capacidad para caer en el lugar menos indicado en el momento menos indicado. Hablamos de Bryan Mills, personaje que ya es todo un emblema en el rostro de Liam Neeson con la saga iniciada en 2008. Veamos, después de que su hija fuese secuestrada por una red de trata de blancas, que él y su entonces esposa Lenore fueran secuestrados por el padre de uno de los mafiosos muerto en la primer entrega ¿qué más le podía pasar? Se retiró de la fuerza y se separó de su mujer, podíamos suponer que lo esperaba una vida de tranquilidad, bueno no. Durante los primeros veinte minutos de esta tercera entrega vemos que Bryan sigue siendo tan abnegado como siempre a su familia pero desde un lugar más pasivo. Visita a su hija (a la que trata como a una nena y no sabe que está embarazada), juega al golf con sus ex compañeros, y escarcea con su ex mujer que parece no llevarse bien con su actual pareja. Pero como no estamos en un film sobre los placeres de la vida en la tercera edad, esto dura poco y vemos como le tienden una trampa. Lenore (Famke Janssen, divina como siempre) aparece muerta degollada en la cama de Bryan, y justo él cae en la escena del crimen convocado supuestamente por la propia mujer. De inmediato se convierte en el sospechoso número uno y se convertirá en el blanco del FBI y los servicios de inteligencia, todo a cargo de Frank Dotzler un agente encarnado por Forest Whitaker. Bryan deberá, huir de la policía, averiguar quién y cómo mató a Lenore, cuidar a su hija de no ser la próxima víctima, y por supuesto, vengarse de todos. Con menos acción que en las dos entregas anteriores, esta vez el acento vira más hacia una trama de suspenso tradicional en la cual el hombre de familia es traicionado y debe proteger a los suyos. Así, pese a lo que se podría intuir por la escena previa a los títulos, los villanos (rusos) aquí están mucho más desdibujados, poniendo un mayor acento en los escapes de Bryan fuera de la ley. El agente encarnado por Withaker también pareciera haber necesitado de una mayor presencia en pantalla para transformarse en una contrafigura o en un co-equiper, lo mismo sucede con Stuart St John, nueva pareja de Lenore encarnado por Dougray Scott, importante para el desarrollo del argumento. Más cerca de “Desconocido” que de los dos films previos de la saga, pero sin la intriga atrapante del film de Jaume Collet Serra, esta nueva película de Olivier Megaton luce algo deslucida sin por ello dejar de ser lo suficientemente entretenida. No hace falta aclararlo, si el film se mantiene en un nivel de interés es gracias a la presencia y porte de Neeson. “Búsqueda Implacable” es la saga que le permitió al actor de “La Lista de Schlinder” y “Realmente amor” pegar un giro hacia el héroe de acción de apariencia mundana. Bryan Mills es él, y le alcanzan unas pocas líneas para despertar una sonrisa en el espectador y hacer de las escenas de acción cada vez más inverosímiles un verdadero deleite. Bryan es tan letal como inmutable pero a su vez es carismático y entrador, es imposible no estar de su lado y creerle todo lo que le pasa. Con Luc Besson nuevamente como productor y co-guionista, Búsqueda Implacable 3 se basa en repetir la fórmula, intenta nuevos caminos pero confluye en lo mismo, no va a sorprender, no es la mejor de las tres (aunque tiene menos bajada de línea que la primera y es más concreta que la segunda). Es un film pensado para los seguidores de una franquicia, los cuales no saldrán defraudados, más aún cuando se les ofrece la posibilidad de que esto siga y siga; los villanos no entienden la regla básica “no se metan con la familia de Bryan”.
A Bryan Mills (Liam Neeson) no lo quieren dejar en paz, y si en las primeras entregas de la exitosa “Búsqueda Implacable” su mujer (Famke Janssen) e hija (Maggie Grace) eran el motivo de su desdicha, en esta oportunidad será él mismo el que deberá sobrevivir a toda costa cuando lo implicarán en el asesinato de Loren (Janssen) y ser perseguido por el oficial Dotzler (Forest Whitaker) y su equipo. En el fondo Mills está agotado de escapar, más aun cuando no puede superar la sorpresiva muerte de su ex, con quien a pesar de estar nuevamente en pareja con Stuart John (Dougray Scott), sigue manteniendo el interés en ella. Oliver Megatone dirige plasmando de un ritmo vertiginoso a la historia, con la que Besson y compañía deciden cerrar la historia de Mills (¿lo cumpliran?) y deciden asumir algunos riesgos para evitar dejar todo librado al azar. El contraste entre el fugitivo y el equipo de policía, casi una búsqueda a ciegas y hecha por tontos, rápidamente es solventado con la aparición de un grupo de mafiosos rusos que le complicaran su huida. Pero Mills no estará solo, y al acompañamiento de su hija, que también queda shockeada por el asesinato de su madre, se sumarán una serie de ex compañeros que le facilitarán el poder, desde la clandestinidad, descubrir la verdad. Hay mucho de varios filmes referentes del género dentro de la película, cuya estructura se asemeja a una mamushka con algunas sorpresas. Para el caso, películas como "El fugitivo", la más notoria, pero también filmes más recientes como "3 días para matar", "Caminando entre tumbas" y hasta la propia trilogía que la precede, no evitan que "Búsqueda Implacable 3" (USA, 2014) encuentre su propio ritmo y narrativa que, aun no logrando superar a las precuelas, intenta afirmar su lugar en el mundo de las cintas de acción. Liam Neeson sigue confirmando su buen tino en el tono que le imprime a Mills, con su clásica voz grave y ronca y economía de gestos. Podemos afirmar que de un tiempo para acá su carrera se afirma como héroe de acción destronando a muchos que anteriormente tenían ese puesto. Además, el actor compone su personaje con oficio y en el contrapunto con los oficiales solo puede destacar el que mantiene con Withaker, otro gran actor que logra en cada escena hacerle sombra a Neeson. “Búsqueda implacable 3” es entretenimiento puro, cumple con sus premisas y expectativas y mantiene la tensión hasta la última escena, algo por estos tiempos no un dato menor. Mensaje para los productores; no descarten una secuela con Mills vengándose de Stuart.
El justiciero La tercera y ¿última? parte de Búsqueda Implacable (Taken), aquella saga que comenzó a todo trapo en el 2008 y que encumbró a Liam Neeson como héroe de acción, hoy nos entrega, de la mano de Olivier Megaton, su peor producción. Lenore (Famke Janssen) es asesinada y el principal sospechoso es Bryan Mills (Neeson), que no se va a quedar comiendo una barbacoa con sus amigos ex agentes esperando que la policía local resuelva el caso. Entonces Bryan comienza su ya conocido raid en plan de vengador conocido de asesinatos, torturas y averiguaciones para encontrar a los verdaderos asesinos de su ex esposa, mientras también debe escapar de las fuerzas públicas comandadas por el avispado Franck Dotzler (Forest Whitaker), que buscan apresarlo por el crimen. La franquicia Taken se caracterizó por presentar historias “palo y a la bolsa”, que remiten al mejor cine de acción de los ‘80. La primera parte muestra a un ex agente entrado en años que hace gala de su experiencia y rescata a su hija secuestrada; en la segunda hace más o menos lo mismo pero para salvar a su mujer (secuestrada por el padre de uno de los tantos muchachos que mató en el film debutante). En esta tercera entrega, Olivier Megaton pretende narrar la historia con complejidad, vueltas de tuerca, traiciones y falsos culpables sin ningún sustento o algo que las emparente con el espíritu de la trilogía. En Búsqueda Implacable 3 (Taken 3), Megaton (siempre me resultó gracioso que si a ese apellido le agregás una “r” antes de la “o” se convierte en el villano de Transformers y si le sumás una “e” al final se transforma en una cadena que vende electrodomésticos) vuelve a recurrir a esa cámara vertiginosa que intenta disimular, por medio de continuos cortes en la edición, las obvias deficiencias físicas de Liam Neeson (de 62 años). El recurso es válido y quizás hasta necesario, pero la mayoría de las escenas de acción, por propia impericia de su realizador al pasarse de rosca, terminan quedando como secuencias inconexas y confusas. La saga Búsqueda Implacable se caracterizó por presentar historias sencillas que remiten al mejor cine de acción de los ’80. Lo que aprovecha muy bien Olivier (director recurrente en las producciones de la factoría Luc Besson) es el peso intrínseco de los protagonistas. La gran química entre Neeson y su hija -interpretada por la bonita Maggie Grace- o el rol ahora más preponderante del equipo de ex agentes amigos de Mills son algunos de los elementos usados con sapiencia para darle un poco de relieve y gracia a una trama bastante chata. Si bien Búsqueda Implacable 3 no representa el mejor cierre para esta querible trilogía, tampoco es un final decepcionante. Los fanáticos de la saga (yo me considero uno) van a encontrar lo que fueron a buscar. Tiros, piñas, venganza y Neeson aplomado y preciso en ese rol de héroe de voz ronca que le queda pintado. Nada más y nada menos también. Pero no por eso hay que dejar de mencionar las falencias de una franquicia que se termina desinflando un poco por quedarse a mitad de camino entre apostar por lo seguro o por un cambio sustancial que consiguiese revitalizarla.
Búsqueda previsible, pero aún entretenida. Gracias a la primera "Búsqueda implacable", Liam Neeson empezó a matar mafiosos de origen eslavo por docenas. A partir de ese momento no hubo camino de vuelta y este gran actor de películas como "La lista de Schindler" quedó transformado en un superhéroe de acción. En la entrega anterior de la saga, Neeson exterminaba a hordas de gangsters albanos que quedaban como idiotas, y esta vez el turno de quedar así le toca a los policías de Los Angeles, que tratan en vano de apresarlo por toda la ciudad. Es que se lo acusa de un crimen que no cometió: nada menos que la muerte de su ex mujer y madre de su hija, que como siempre coprotagoniza la película (este detalle del guión saca del juego a Famke Jansen, lo que es una verdadera pena). Como siempre también, hay que esperar unos insulsos 20 minutos para que empiece la acción, sólo que esta vez en principio es un poco menos sangrienta, ya que obviamente, por más que sean igual de bobos que los mafiosos exterminados en las películas anteriores, los policías californianos no son malos y no se los puede matar de modo truculento. De ahí que básicamente el héroe debe eludirlos y, a cambio de la mortandad, el productor Luc Besson ofrece un par de persecuciones automovilísticas notables, con autos que vuelan por todos lados, mientras un conteiner los va aplastando de manera deliciosa. Otro aporte es la presencia de un detective hábil interpretado por el siempre eficaz Forest Whitaker, aunque su personaje siempre llega un poco tarde. Recién a la hora de proyección aparecen los verdaderos asesinos de su esposa para que Neeson los pueda masacrar como en los buenos viejos tiempos. Hay una pelea realmente truculenta y, sobre todo, una masacre final a sangre y fuego. La película es elemental y totalmente previsible, pero al menos está muy bien filmada (especialmente por la segunda unidad para las escenas de choques) y una vez que empieza de verdad, nunca aburre. Para una tarde de zapping podría llegar a ser un buen pasatiempo.
Uno que se las sabe todas. El filme de Olivier Megaton muestra a un héroe infalible, que deja en ridículo a sus enemigos. En la entretenida Búsqueda implacable (2008), unos albaneses que manejaban una red de trata de mujeres secuestraban, en París, a una rubiecita. Lo que ignoraban era que el padre de la chica era una especie de súper agente capaz de todo por recuperarla. Ante el éxito de taquilla, en 2012 Luc Besson -guionista y productor- y su gente hicieron una secuela en la que invertían los roles. Ahora el secuestrado -por el padre de uno de los albaneses ajusticiados en la primera parte- era Bryan Mills (Liam Neeson) junto a su ex mujer, y su hija lo ayudaba a liberarse. Se rumorea que para la tercera parte, Neeson exigió que no hubiera ningún secuestrado (todas las fórmulas tienen un límite, al parecer). Y entonces, para esta Búsqueda implacable 3, Besson y compañía armaron una nueva versión de El fugitivo: Mills es acusado y perseguido por un crimen que no cometió, y debe encontrar al verdadero culpable para probar su inocencia. El director de esta tercera entrega es el mismo de la segunda, Olivier Megaton. Y los resultados son parecidos: todo es muy poco creíble. Es cierto que a estas películas no hay que exigirles verosimilitud, pero tampoco la pavada. Todo resulta demasiado fácil para Mills, que hace y deshace a su antojo. Jamás pierde la calma y cada una de sus movidas sale tal cual las planea. Su superioridad no es sólo mental, sino también física: es capaz de cargarse tanto a una patota de matones como a un escuadrón de policía sin sufrir ni un rasguño. Neeson tiene 62 años; aunque parece menos, igual se lo ve grande: por más entrenado que esté y más habilidades que tenga, es improbable que noquee tan fácilmente a tipos tan preparados como él y treinta años menores. Muchas de las escenas de acción son forzadas por giros rebuscados del guión, que hace que Mills tome decisiones ilógicas sólo con el objetivo de que haya, por ejemplo, una persecución automovilística (¿siempre tiene que haber autos voladores en estas películas?).Como sucedía en El fugitivo, hay un policía sagaz y noble que tiene la difícil misión de perseguirlo. La presencia de Forest Whitaker siempre es bienvenida, pero aquí está desperdiciado: por más que se vaya dando cuenta de las artimañas de Mills, él y sus colegas de la policía de Los Angeles quedan siempre en ridículo. Como varias partes de la película.
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Tengo que ser sincero... No entiendo en que momento se le dió luz verde a este proyecto que debería haber reposado en un cajón para toda la vida. "Búsqueda Implacable 3" supone continuar con "la acción" de sus dos películas predecesoras... sí sí, supone, y no lo logra. La historia es aburrida; hasta casi los primeros 50 minutos no pasa mucho, pero bueno, si hay que destacar algo, Liam Neeson y Forest Whitaker, hacen lo que pueden. Tenía mucha expectativa por esta última parte, pero recordaré la primera y la segunda como las únicas que lo valen. Vos ya sabes, es tu decisión ir al cine y cerrar la trilogía.
Un plato frío y rancio La tercera parte de Búsqueda implacable muestra el desgaste de la idea original, dirigida por Luc Besson y productor de la saga. Siete años pasaron desde el secuestro de la hija del ex agente Bryan Mills; ahora, Bryan (Liam Neeson) y Kim (Maggie Grace) están de vuelta de Europa y llevan una tranquila vida hogareña. Bryan y su ex esposa Lenore (Famke Janssen) han encaminado su relación en mejores términos, cuando Stuart (Dougray Scott), la nueva pareja de la mujer, les advierte que están demasiado juntos. Mills se aleja de Lenore y poco tiempo después recibe su llamado; cuando llega a la casa encuentra a su ex muerta; como si fuera poco con la tragedia, Mills entiende que la CIA y el FBI le tendieron una trampa. Es cierto que Neeson juega con el corazón en todos los papeles y que el rol de vengador ultrajado está hecho a su medida desde Darkman (Sam Raimi, 1990), pero ninguna fórmula resiste tanto reciclaje y el irlandés, que nunca fue, en esencia, un actor para el cine de acción, resulta poco creíble a su edad. Hay algo inverosímil en las escenas de acción que recuerda a Anthony Hopkins en Hannibal, de Ridley Scott. El director Olivier Megaton no fracasa al momento de montar una buena persecución, pero nunca remonta la sensación de que la verdadera trampa va dirigida al bolsillo del espectador.
Que la persecución no termine nunca. Más que director y productor, Luc Besson es una especie de gerente general de franquicias cinamatográficas lucrativas. La industria le debe una larga lista de éxitos contagiosos, como Nikita, Taxi, El transportador y Búsqueda implacable. Su concepción del negocio consiste en extraer la máxima ganancia posible de un producto y su imaginación parece programada y configurada para la invención serial. No hace falta decir que la serialidad es lo contrario de la originalidad. Sin embargo, como se sabe desde la época de las novelas por entregas, para que una fórmula funcione es necesario equilibrar la ecuación entre repetición y variación. Siempre hay alguien dispuesto a vender la misma historia, pero no siempre hay alguien dispuesto a comprarla una y otra vez. Besson es un genio para apreciar la potencialidad de un personaje y un contexto básicos. En el caso de Búsqueda implacable, cuya tercera parte, dirigida por Olivier Megatón, se estrenó esta semana, los factores que transforman una idea simple en un máquina de hacer millones son el magnetismo de Liam Neeson (tal vez el más creíble y el menos irónico de los actores de acción) y la rara combinación, inherente a su personaje de Bryan Mills, entre su identidad secreta de exagente especial y su identidad cotidiana de padre afectuoso y sentimental. En las tres entregas, en el fondo sucede lo mismo: la parte vulnerable de su vida entra en tensión con la parte invulnerable. Y el resultado tiene la forma de un estallido. Peleas, tiroteos y, la gran especialidad de la factoría Besson, persecuciones. Esta vez, no se trata de una intrincada capital europea, como París o Estambul, sino de la híper automovilística Los Ángeles, cuyas calles y autopistas son un escenario ideal para destrozar vehículos lanzados a toda velocidad. De hecho, la persecución es el esquema narrativo básico de Búsqueda implacable, la estructura del juego del gato y el ratón, la incesante pelea entre Tom y Jerry, aunque con varios millones de dólares más en los rubros escenografía y efectos especiales. ¿Se la puede definir, entonces, como un dibujo animado para adultos? Sí, pero también es algo más. Y ese algo tiene que ver con la contrafigura de Neeson en esta tercera entrega. Nada menos que Forrest Whitaker, ese enorme actor al que todas las películas desde Bird le han quedado estrechas. Sus 150 kilos de talento están al servicio de la composición de un detective respetable, diferente a esa caracterización sumaria de los policías que en las películas bressonianas suelen ser presentados como variantes humanas de simios (tal vez el único rasgo francés de sus productos "americanos"). Si bien la confrontación entre ambos personajes no llega ni siquiera al grado de competencia intelectual –pues no hay tiempo para esas sutilezas–, tiene la virtud de tejer una trama psicológica paralela a la de la acción brutal y continua que la historia propone desde el principio. Ese elemento de honorabilidad o caballerosidad, ausente en las dos películas anteriores, vuelve menos tenebroso el mundo donde se mueve Bryan Mills y hace que su violencia ficticia no pueda verse como una justificación de ninguna violencia real.
Crímenes y castigos El éxito de esta saga es uno de los asuntos más extraños del cine industrial reciente. Más allá del fascismo que desprende su propuesta -algo que parece ser bienvenido por una parte importante de la platea mundial-, lo curioso es que como film de acción luce bastante regular, con escenas mal filmadas, rutinarias, poco creativas y de un escaso aprovechamiento del suspenso y la emoción. Y esta tercera entrega no escapa a la norma, aunque sí tal vez se agradece una reducción en su mirada reaccionaria (aunque hay un regreso a la tortura), más allá de que no pueda escapar del todo a su lógica primermundista: arbitrariamente aparecen unos rusos malos que serán masacrados -como debe ser- por el ex agente que interpreta Liam Neeson. Llama la atención desde siempre la celebración que hace Búsqueda implacable del héroe solitario e individualista, que no recurre a las instituciones (que de hecho él mismo integró) y decide tomar justicia por mano propia cargándose a cientos de villanos, preferentemente de Europa del Este. Entre esas torpezas ideológicas y narrativas naufraga esta Búsqueda implacable 3. El ¿film? de Olivier Megaton (que supo ser más plástico en El transportador 3) plantea algunas novedades en el marco de esta saga, como por ejemplo que esta vez el ex agente Mills (Neeson) es involucrado por un crimen que no cometió -a lo Richard Kimble en El fugitivo- y debe huir perseguido por las fuerzas de la ley, mientras trata de descubrir cuál es la conspiración a su alrededor. Es, al menos, un cambio estructural que enrarece un poco el panorama. Así, Búsqueda implacable 3 se pone a jugar más al thriller de misterio que a la película de acción, aunque con el mismo nivel de arbitrariedad y recurriendo a las viejas mañas reaccionarias: nótese cómo Mills nunca mata a los policías que lo persiguen -aunque los golpea un poco- y sí a los rusitos que mencionamos anteriormente, cuando tanto unos como los otros lo buscan para boletearlo. Una de las mayores atrocidades de esta saga es la escasa importancia que se le da al factor humano: son narraciones mecánicas, con villanos invisibles que sólo están para caer bajo las balas de Mills, y además tampoco importa demasiado el destino del héroe porque raramente sale lastimado. La violencia es tan constante y a la vez tan escasa de sangre (otro detalle no menor), que desaparece el riesgo y todo queda en una virtualidad banalizante. Sin embargo, no inocentemente, la franquicia insiste con poner el drama familiar como centro, lo que invoca cuestiones como la justificación de la violencia ante la agresión a la familia como un concepto occidental básico. La familia es, también, la Nación, y está sostenida por valores que no deben ser corrompidos por agentes externos. Decíamos de la falta de presencia del factor humano. Ahí, una curiosidad, que se da de narices con la idea que persigue el film: digamos que un personaje clave de la saga muere en el comienzo y uno debería pensar que la película se toma un momento para reflexionar o “despedir” a ese personaje. Y sin embargo nada de esto pasa, básicamente porque Megaton está más apurado en contar la fuga y acumular piñas y balas, que en hacer pie en el drama. Ese desprecio a la vida de uno de sus personajes fundamentales es un elemento preciso que resalta el nivel de brutalidad que manejan estas producciones. Podríamos decir que, al fin de cuentas, no podemos impugnar una película por su ideología. Tal vez. El problema con Búsqueda implacable 3 es que tampoco funciona como entretenimiento, ni acumula imágenes espectaculares. Y otro asunto: Stallone y Schwarzenegger nos dieron a entender con Los indestructibles que aquellas películas de los 80’s sólo son posibles hoy con una alta dosis de autoconsciencia. Búsqueda implacable 3 no sólo no la tiene, sino que está convencida de alimentar esa nostalgia con solemnidad y cero sentido del humor. Su único legado interesante ha sido la construcción de Liam Neeson como héroe de acción veterano, pero que ha lucido más en propuestas como Desconocido o Non-Stop que en esta aburridísima serie de crímenes y castigos.
Parece que finalmente la saga de Búsqueda Implacable llega a su fín, como una especie de Toy Story violento hemos transitado por toda la vida de la joven hija de Bryan Mills (Liam Neeson ) y es hora de dejarla entrar definitivamente en la madurez sin la protección excedida de su padre.En este caso el ex agente encubierto se verá injustamente acusado de un crimen que no cometió y deberá para resolverlo darse a la fuga, operando desde la clandestinidad.Pero en este ostracismo no estará solo porque contará con su grupo de tareas (una especie de A Team de cincuentones) que le brindarán el apoyo táctico para poder llevar adelante su investigación. Busqueda_Implacable_3_Portada En la vereda de enfrente estará la mafia rusa que parece estar seriamente involucrada en ese crimen que se le atribuye al padre ejemplar de Mills. De modo que nuestro héroe cincuentón deberá repartir su tiempo entre la mafia y la policia sin descuidar la integridad psíquica y física de su amada hija. La mano de Luc Besson se siente en cada escena de frenética acción (el verosímil debe ser dejado al entrar en la sala) que muestra un despliegue visual al que nos tiene muy bien acostumbrados. Bryan Mills se erige como un Jonathan Smith de A Team (papel que también interpretó en la gran pantalla) que parece tener un plan para todo y eso le brinda esa actitud relajada aún en las situaciones más extremas.Solo le falta prenderse un puro y decir ” me encanta cuando un plan se concreta”.Tal vez lo peor del film pase por el excesivo uso del montaje para lograr disimular lo mejor posible las limitaciones física de nuestro padre heroico. De todas formas el film se erige como un gran cierre de saga mucho mejor que su antecesora y un poco por debajo de la primer entrega que jugaba muy bien con el factor sorpresa de la original propuesta Pochoclo en estado puro y una bella despedida para este padre que ha sabido llevar el complejo de Electra a su máximo nivel.
UN ÚLTIMO ESFUERZO BÚSQUEDA IMPLACABLE (TAKEN, 2008) es una de las mejores películas de acción del 2000 en adelante. Una oscura, violenta y desesperada persecución que no da respiro. BÚSQUEDA IMPLACABLE 2 (TAKEN 2, 2012), en cambio, es una de las peores películas de acción del nuevo milenio. Una estúpida, mal filmada y poca emocionante atrocidad, editada horriblemente y escrita sin ganas. Ahora nos llega BÚSQUEDA IMPLACABLE 3 (TAKEN 3, 2015), que supuestamente es la conclusión de la saga protagonizada por Liam Neeson en papel de espía retirado. En esta ocasión, nadie es secuestrado (al menos no hasta el final), solo la reputación y la libertad de nuestro héroe Bryan Mills, quien un día llega a casa y descubre a una persona cercana a él muerta en su habitación. Todo parece indicar que él es el responsable, por lo que la policía no dudará en detenerlo. Después de repartir algunas piñas y de darse a la fuga, Bryan se convierte en el hombre más buscado por la ley. Mientras escapa del oficial a cargo de su caso, Franck Dotzler (un desaprovechado Forest Whitaker), el padre del año no se detendrá ante nada hasta encontrar a los verdaderos asesinos, mientras intenta mantener a su hija Kim (Maggie Grace) a salvo. De seguro la historia de BÚSQUEDA IMPLACABLE 3 les resultará familiar. Sí, es básicamente la misma que la de EL FUGITIVO (1993). Pero en lugar de contar con Harrison Ford, Tommy Lee Jones, una pulida dirección y un inteligente libreto, BÚSQUEDA IMPLACABLE 3 llega lamentablemente acompañada de la insoportable estética del Olivier Megaton (BÚSQUEDA IMPLACABLE 2), ese inútil director que corta frenéticamente sus planos como si estuviera haciendo un videoclip. Aquí se controla un poco más que en la anterior (pero no lo suficiente) y las escenas de acción son más entendibles. Y aunque le cueste por la edad, Neeson vuelve a cargarse la película sobre sus hombros. Gracias a él –y al hecho de que usaron una premisa que ya sabían que funcionaba–, esta tercera entrega no es un desastre como lo fue su predecesora, aunque tampoco llega a rozar la grandeza del film original. BÚSQUEDA IMPLACABLE 3 funciona, pero entra en la categoría de cine de piñas, patadas y tiros “Para pasar el rato”. Como cierre de su franquicia, decepciona un poco al alejarse del Legado Taken (ser la saga de los secuestros) y es definitivamente una despedida sin fuerza. Prefiere ser una película de acción de medio pelo, desperdiciando la riqueza de una trama llena de suspenso y provocando que el film nunca te tensione del todo. En su guión abundan clichés, escenas de acción ya vistas y algunos giros que resultan ser más confusos que inesperados, y carece por completo de un villano fuerte. Pero a pesar de todo, la película nunca aburre. Esto no se deba a su ritmo veloz o sus variadas escenas de acción, sino a su protagonista. La ferocidad que soltó en la primera película sigue lamentablemente ausente, pero BÚSQUEDA IMPLACABLE 3 nos muestra nuevas caras de Bryan Mills. Repitiendo una virtud de la TAKEN original, este film se toma el tiempo necesario para mostrarnos al personaje de Neeson en su vida cotidiana, antes comenzar a repartir palizas. Lo vemos cuidando de su hija, charlando con su ex, saliendo con sus amigos y hasta comprando facturas (¡!). Suena aburrido, pero ayuda a darle realismo a los personajes y más emoción a la historia cuando los problemas comienzan. Paradójicamente, aquí también lo vemos consolidarse como uno de esos héroes irreales del cine de acción, haciendo proezas imposibles (similares a las de John McClane) en una badass secuencia final en un aeropuerto. Y más paradójicamente, BÚSQUEDA IMPLACABLE 3 nos muestra a Bryan Mills en su momento más vulnerable. Recibe incontables palizas, se enfrenta a rivales más ágiles que él y se cansa hasta de correr. Es la edad. Sus ganas de patear malos siguen siendo las mismas, pero los años le pesan. BÚSQUEDA IMPLACABLE 3 es igual. Carga consigo la gloria y los errores del pasado. Le cuesta levantarse y, una vez que lo hace, tambalea. Para nada le quita el saber que al menos hizo un último esfuerzo.
Crítica emitida por radio.
De mayor a menor La tercera parte de una saga que en su inicio sorprendió y cautivó a muchos finalmente arriba a los cines entre murmullos de parte de espectadores que no se sintieron del todo conformes con lo visto en la secuela que tuvo lugar en el año 2012. Olivier Megaton vuelve a ser el encargado, detrás de cámaras, de intentar imprimirle fricción y frescura a la cinta protagonizada por el gigante Neeson. Pero, por mala fortuna, el andar intermitente de la historia se diluye a medida que los acontecimientos y los personajes secundarios dejan entrever un nivel de lejanía, en cuanto a calidad y fuerza de enlace, en parangón a lo que ofrece nuestro protagonista, quien se pronuncia como lo más destacable de la película. Hay muy pocos detalles que no se perciben expuestos a la fuerza en Taken 3. En esta ocasión, la ex esposa de Bryan Mills es asesinada mientras que acusan a nuestro héroe del homicidio. Éste, con todas las artimañas posibles que le permitan escapar, tratará de demostrar que nada tuvo que ver para, a su vez, cobrarse venganza de quienes llevaron a cabo tamaña acción. La creatividad y el ingenio de Luc Besson parecen no estar presentes con holgura en esta oportunidad. Megaton, valiéndose de lo que representa el guión, procura adornar las situaciones con un comienzo tan manso como interminable. Entre lo sentimental vinculado al asesinato del personaje compuesto por Famke Janssen, el film da la sensación de nunca explotar de forma abrupta para volcarse de lleno a las instancias de mayor frenesí, esas que fueron capaces de inquietar y mantener expectante al observador en lo que supuso la apertura de la saga. Liam Neeson se las arregla como para salvar algunos buenos momentos; su figura de por sí es significativa y acapara la atención del público por su portentosa presencia en la gran pantalla. Pero su gratificante participación no alcanza para sacar a flote una narración que nunca arriba al clímax y que carece de fuerza incluso con la exhibición de escenas en donde las explosiones y persecuciones pretenden dotar al asunto de adrenalina. A excepción de Forest Whitaker (de buena labor), quienes secundan al actor norirlandés no convencen ni tampoco ocasionan algún grado de desasosiego desde el flanco malvado, ese con la responsabilidad de frenar o al menos complicar a Mills. Taken 3 acaba resultando el capítulo más flojo hasta aquí, continuando en un orden decreciente en el que las ideas se agotan y la previsibilidad aumenta. LO MEJOR: Liam Neeson. Los primeros minutos. LO PEOR: previsible, intermitente. Innecesaria. PUNTAJE: 5
Millones de dólares en las boleterías del mundo hacían previsible una tercera parte, episodio o capitulo, en la vida del ex agente Mills. El afiche insiste con que “todo se termina aquí”, sin embargo nunca hay que confiar demasiado: Cuando uno se quiera acordar le agregan una coma y la frase continúan con “…pero sigue en otro lado” Anda bien Bryan Mills (Liam Neeson). Bah!. al menos eso es lo que parece. Se lo ve sonriente, bien con la hija, tolerante con el yerno (aunque hay que ver como se pondría si se entera de su futuro como abuelo), incluso Leonor (Famke Janssen), su ex, le pega una visita prometedora disfrazada de excusa para contarle que la relación con su nuevo marido no camina sobre rieles. Así y todo el futuro se ve calmo y promisorio. Pero como en éste género nunca falta alguien que trae pollo asado a la hora del té, aparece Stuart (Dougray Scott), actual esposo de Leonor y, con cara de "perdimos 5 a 0", le pide a Mills que no la vea más, para ver si puede recomponer la cosa. Como ya van 15 minutos y Mills no se boxeó con nadie todavía, el guionista saca un asesinato de la galera como para inculpar al héroe de algo que no cometió. “Yo no hice esto,” dice al pie de su cama donde yace degollada su ex y, con la rapidez del dólar blue, manda un codazo a los chinchulines de uno de los policías, castañazo a la mandíbula del atento compañero, y a otra cosa. Sabemos que Mills es de romper primero y fijarse qué rompió después, luego no nos sorprenderá ni la manera de averiguar las pistas, ni la del accionar detrás de las mismas. Todo en pos de dar con el responsable de esto y borrar las acusaciones del jefe de policía Dotzler (Forest Whitaker), limpiar su buen nombre y escabechar a cuanto homo sapiens se interponga en su camino. “Búsqueda implacable 3” tiene nuevamente al grandote de Liam Neeson al frente de una fórmula efectiva en función de no pretender ser más que una de tiros, pero que va perdiendo por abuso de repetición la chispa que llevó a la franquicia a ser la sorpresa en su momento. Tal vez por esto del secuestro que se erigía como una suerte de temática estacionaria, sumada a la resolución directa del asunto, “Búsqueda implacable” (2008) fue un gran éxito de taquilla en todos lados pero, como dice el propio Neeson al hablar de esta última entrega:“No seamos ingenuos, ¿Cuántas veces te pueden secuestrar?”. Aun sabiendo el espectador el tipo de producto que va a ver, la tercera parte adolece del poder de síntesis y se vuelve larga pese a su notable factura técnica, con lo cual tenemos una película que no decae en el vértigo de las acciones, pero redunda volviéndose inevitablemente previsible. Acción hay un montón, y bien filmada, más no siempre está justificada.
El tiempo pasa tan rápido Sin que nos diéramos cuenta, Liam Neeson dejó de pasear su jeta inconmovible de sujeto eternamente estreñido por dramas confeccionados con mayor o menor suerte –apartemos de ese lote el engañoso primer golpe de fama con La lista de Schindler – para convertirse en protagonista escrupuloso de películas de acción de pleno derecho. La verdad es que de pronto el hombre parece haber nacido solo para esto: cuando hace rato que está listo para hacer de padre de familia perfectamente establecido, reblandecido y aporcinado, su corpachón y su cara agobiada por una tristeza de otro mundo lucen perfectamente compatibles a la hora de encarnar con aplicada verosimilitud a un ex hombre peligroso que no ha perdido las mañas. No es necesario aclarar que parte del curioso encanto de estas películas de familia amenazada que constituyen la seguidilla de Búsqueda implacable reside en que en ellas el personaje de Neeson es precisamente ese esposo y padre dedicado: el pasado puede ser una amenaza perseverante para el presente, pero también una experiencia formadora insoslayable –digamos una didáctica– a la que recurrir para salvar las papas en el momento oportuno. Ex agente, ex peleador de batallas oscuras, ex killer por la gracia del Estado, vaya a saber: lo concreto es que ahora el hombre solo pretende pasar tiempo con su familia sin que le rompan las pelotas. Claro que si las cosas fueran tan fáciles no habría película. Búsqueda implacable 3, último avatar hasta el momento de este sistema o franquicia que nadie creyó que podría extenderse tanto, empieza una tarde en la que nuestro hombre va de visita a lo de su hija con un oso de peluche enorme y una botella de champagne. Como ocurre en toda serie de películas que emplea a los mismos actores para interpretar a sus personajes a lo largo de un período de varios años, especialmente si hay gente muy joven involucrada, que se transforma visiblemente de una a otra (hay ejemplos célebres), el tiempo constituye un factor que se impone con una carga dramática inevitable. Búsqueda implacable 3 establece el paso del tiempo como motivo inicial de la película. La chica está embarazada, pero el padre que se presenta en el umbral con una media sonrisa colgada en la cara (esa clase de sonrisa que indica en quien la porta que no está seguro de cómo será recibido cuando se abra la puerta) no lo sabe. Esa chica que ya dejó hace rato de ser una niña y ese padre que no las tiene todas consigo, pero que no acaba de rendirse ante la evidencia de que no puede seguir comportándose como si su hija no hubiera traspasado aun el umbral de la adolescencia, configuran el efecto inmediato más perdurable del mapa emocional que la película intenta establecer con su protagonista. Cuando la hija lo convence con toda la delicadeza y el cariño del mundo de que el festejo adelantado por sorpresa de su cumpleaños no es una buena idea, y Neeson se vuelve al auto con el oso y la botella a cuestas, y habla luego con la madre de la chica (su ex mujer, para más datos), y nos damos cuenta de que la sigue amando, no necesitamos más para saber que Búsqueda implacable 3 podría no ser otra cosa que la historia de ese viejo hombre de acción que ahora tampoco tiene del todo una familia. En el momento en que la violencia por fin estalla, entonces sí, el hombre se encuentra de nuevo en su salsa, siempre con esa expresión neutra (a su modo tierna) del antiguo profesional cuyas habilidades dormidas se despliegan una vez más para conseguir lo único que le importa en la vida: la seguridad de sus seres queridos. El director francés Olivier Megaton no parece, ciertamente, un dechado de virtudes. Su torpeza a la hora de filmar la acción física es manifiesta; los planos demasiado cortos, el montaje fragmentado al extremo, transforman un tiroteo dentro de un kiosco de estación de servicio en un arrebato cubista de ocasión, sin pies ni cabeza, carente de la emoción necesaria. En cambio cuando Megaton filma a los actores como seres humanos, no entregados al diseño febril con el que están concebidas las escenas de violencia, vuelve la fe (y el interés) en el destino de los personajes. En una larga secuencia el antiguo agente es perseguido por un montón de policías desorientados y logra eludirlos, como un Houdini con mirada desarmada, escapando por un conducto cloacal. Hay que ver el movimiento que hace Neeson con los hombros cuando por fin sale a la luz y nadie lo está mirando: avanza tambaleándose, como si anduviera a tientas, golpeado en el cuerpo (es de suponer), pero también en el alma, y como si lo que intentara hacer es sacudirse el dolor de encima. El personaje no es el hombre que sabía demasiado sino el que todavía sabe demasiado poco. El espectador quizá tiemble un poco, a la par de ese hombre y de su circunstancia. Búsqueda implacable 3 se deja ver casi siempre con una atención más o menos esmerada, propia de los thrillers sin director, cuya factura de oficio está asegurada por los rudimentos de la industria que le son propios. Solo la sombra herida de un tipo con la vida destrozada (Neeson, en una performance tan definitivamente recoleta como estremecedora) nos acompaña fuera del cine.
Búsqueda Implacable 3 es considerada tanto por críticos, como por la audiencia, como el peor filme de la trilogía; no es una película que sea mala en sí, sino que no entusiasma y no produce el mismo gozo que las anteriores, además es menos violenta. Es un filme sin ninguna ambición artística que peca de excesos en el movimiento de cámara, para compensar la falta de acción en la coreografía y en el guion. Además tiene un efecto de cansancio en la franquicia que se ve reforzado por la muerte de un personaje principal; y por el hecho de que cambiar el esquema de perseguidor a perseguido, no funciona del todo. Es entretenida y con ese fin se deja ver, pero si se la pierden no es de gravedad, el comentario completo aquí: Escuchá la crítica radial completa en el reproductor debajo de la foto.
Pura adrenalina que deja al espectador sin aliento. Esta historia nace con un eficiente agente de la CIA Bryan Mills (Liam Neeson) cuya hija Kim Mills (Maggie Grace, “El experimento”) es secuestrada y luego rescatada en un oscuro escondite en Europa. En la segunda entrega los secuestraban a él y su ex-esposa Lenore St. John (Famke Janssen, “En el bosque”) y quien los rescata es su hija, para la tercera existió un rumor donde Liam Neeson pidió como condición que ningún personaje de la familia fuera secuestrado. Por lo tanto los guionistas, Luc Besson y Robert Mark Kamen, pusieron manos a la obra y la acción se torna más trágica y oscura. Bryan Mills está a punto de reconciliarse con su ex esposa (en una breve aparición de Famke Janssen) pero algo sucede y termina siendo perseguido por un delito que no cometió, sabiendo que es inocente, quien se encarga de eso es siempre el rendidor Forest Whitaker, quien debe hacer cumplir la ley. Mills usa todas sus habilidades para hacer justicia y encontrar al verdadero culpable como lo hemos visto por ejemplo en “El vengador anónimo”. Liam Neeson a sus 62 años, tiene carisma y destreza, vuelve a poner su cuerpo y su rostro, no existen demasiadas sorpresas aunque le dan una vuelta de tuerca, poco interesa su guión y el director Olivier Megaton es un conocedor del género ya tiene en su haber “Transporter 3”, entre otras. Aprovechando la buena repercusión que tuvieron la primera y segunda entrega, prometen que esta será la última pero el final no dice lo mismo y queda abierta para una cuarta y quinta. Luc Besson conoce a la perfección a sus seguidores y no los defrauda ofreciendo todo lo que quieren ver: escenas a toda acción, choques, tensión, pura adrenalina, tiroteos, persecuciones de todo tipo y todos los elementos que necesita en este género. Aunque sea más de lo mismo entretiene y el público que solo quiera distraerse acudirá masivamente a las salas de cine con el habitual balde de pochoclos.
"Una vuelta de tuerca" Liam Nesson vuelve a las andanzas como el ex-agente de la CIA que más amenazas ha tenido en su carrera, mientras que Olivier Megaton regresa a la dirección como en la segunda parte de esta franquicia. Junto con el nuevamente guionista, Luc Besson, son los franceses más estadounidenses del universo para traernos la más clásica acción yanqui. Confieso que mi primera impresión antes de ver esta película fue un largo suspiro y más de lo mismo. Secuestran a su hija en París, y en la segunda parte a su esposa en Estambul, pero por primera vez las cosas son bastante diferentes y por eso estamos agradecidos. Todo empieza cuando la vida del ex agente Bryan Mills (Nesson) parece finalmente encaminada. Se ha vuelto muy unido con su hija, y con su ex esposa; aunque con el detalle de que sigue enamorado de ella. Sin embargo, Lenore (Famke Jensen) se ha vuelto a casar con un multimillonario pelmazo, Stuart (Dougray Scott). Más allá de las discusiones entre Bryan y Stuart por el favor de la bella Lennie, nada parece fuera de lo normal. Eso hasta que ella aparece asesinada en el departamento de Bryan. Mientras huye de la policía que lo cree el asesino de su ex esposa, él pretende descubrir quién ha querido incriminarlo y por qué. Y lo encontrará y lo matará. Es una novedad que nadie haya sido secuestrado para variar. Por otro lado, es un buen cierre que retomemos el personaje de Stuart como el nuevo marido de Lenore, a quien conocíamos de la primera entrega aunque re-casteado en otro actor. Esto le da una cierta continuidad y cierra cabos que habían quedado a medio cerrar. También es una ventaja que el personaje de Kim (Maggie Grace), la hija de Bryan, finalmente esté mostrando un costado algo más adulto. Le creció la nena, pero siempre el último en enterarse es el padre. Además, la adición de Forest Whitaker como el Inspector Dotzler le da un buen toque. El personaje sirve tanto de descargo cómico como de una pausa para la reflexión, y el ex “Dimensión Desconocida” hace un excelente trabajo. Por otro lado, aunque el guión empieza como tanto que ya conocemos, el mafioso ruso con cara de niño malcriado que quiere vengarse y bla bla bla… luego la cosa cambia. Gracias a todos los dioses de la acción por darnos un poco de variedad a esta franquicia. Sabía que podías hacerlo, Luc, como en la franquicia de “El Transportador” donde las entregas son bastante diferentes una de otra. De todos modos hay un excesivo abuso de las explosiones al mejor estilo Michael Bay. Mills ya demostró que tiene siete vidas y una suerte impresionante, pero hay varias situaciones donde definitivamente no debería sobrevivir. Y otro par de cosas que no tienen sentido. Además, hay un abuso del montaje súper rápido, los planos pasan a velocidad warp y marea bastante. A pesar de estos abusos de los mecanismos técnicos de la acción, el guión ayuda bastante, y la interpretación impoluta de Nesson hace su gran trabajo. Y sigue con su frase muletilla, “te encontraré y te mataré”, ya resulta un viejo y entrañable conocido. Sin embargo, con el ascenso y ocaso del Stuart que conocíamos en la primera entrega y la muerte de Lemore, esta franquicia ya está bien cerrada. Algo más sería innecesario, aunque en una entrevista que Nesson dio a Fox News este mes, dejó abierta la posibilidad de una cuarta entrega. “Pienso que si la audiencia va a verla y si les gustan estos personajes, me encantaría trabajar con Forest [Whitaker] otra vez; y si fuera en un escenario de “Búsqueda Implacable 4?… genial“, declaró Nesson. ¿Estamos listos para un “capítulo final” más? Agustina Tajtelbaum
"Bryan Mills te buscará y te matará" Cuando nos enteramos que habría una “Búsqueda Implacable 3” lo primero que se nos cruzó por la cabeza fue: ¿Otra vez le ocurrirá algo a esta misma familia? ¿A quién queda todavía por matar? ¿Cuánto va a poder soportar Bryan Mills? ¿Alguna vez podrá tener una vida normal? Es probable que sea un poco así y que sea una fórmula ya conocida y repetida; que uno vaya al cine en busca de más de lo mismo y que ya nada le pueda sorprender. Sin embargo, “Búsqueda Implacable 3” no es del todo así. A pesar de que sean personajes que ya conocemos y que sabemos cómo actúan, la película deja lugar para la sorpresa. En esta oportunidad se cuenta una historia un poco más personal, que difiere un tanto de las primeras dos películas, en las cuales Kim (Maggie Grace) es secuestrada al azar para introducirla en el mundo de la trata de blancas, mientras que en la segunda parte, las “víctimas” del ataque de Bryan Mills (Liam Neeson) en París vuelven para buscar venganza durante un viaje de la familia a Estambul. La historia, en este caso, se aleja del clásico secuestro y se centra sobre todo en un asunto más familiar: Leonor (Famke Janssen), la ex esposa de Bryan Mills aparece muerta y el ex agente de la CIA es acusado de su muerte. Una vez más, y por última vez, deberá utilizar sus habilidades para descubrir al verdadero asesino e impartir justicia. Con respecto a la acción, “Búsqueda Implacable 3” es muy dinámica. Tal vez la introducción a la historia sea un poco lenta, pero a partir de la escena de la muerte, todo va muy rápido. No hay momento para relajarse: tenemos buenas persecuciones, peleas cuerpo a cuerpo, explosiones; todo lo que se le demanda a este tipo de género. La película genera adrenalina y tensión en la mayoría de las escenas, con varios giros en su historia, algunos tal vez esperados pero otros no, provocándonos sorpresa. Liam Neeson se destaca en su actuación de Bryan Mills, como en las dos películas anteriores y vemos a Maggie Grace en una versión un tanto más adulta de Kim, a pesar de que su padre la siga viendo como su pequeña niña. Grace tiene un papel mucho más activo, al igual que lo tuvo en la segunda parte. A pesar de que la promoción de la película fue que ésta iba a ser la última secuela, el mismo Liam Neeson dejó lugar a la duda. ¿Podrá haber una “Búsqueda Implacable 4”? Probablemente dependa mucho del éxito o fracaso de la taquilla, ya que muchas veces la repetición de una fórmula se realiza con objetivos económicos. Y aunque puede ser que la idea ya esté un poco gastada, “Búsqueda Implacable 3” también deja la puerta abierta para otra posible secuela. Sin dudas Bryan Mills es eterno y podría seguir haciendo lo que hace un tiempo más. Dependerá del apoyo del público y de tratar de no quemar a este personaje que ya se convirtió en un héroe mítico. En síntesis, “Búsqueda Implacable 3” no es una copia de sus dos películas anteriores, sino que nos presenta una historia nueva. Para los amantes de esta saga, el film va a estar a la altura de sus expectativas, como también para los que esperan dos horas a pura acción. Samantha Schuster
El director cree que una edición rápida y entrecortada provee al film de adrenalina y logra exactamente lo opuesto, las escenas de pelea y las persecuciones en auto son atroces y confusas, los diálogos olvidables y las actuaciones convencionales incluido un abúlico Neeson.
Taken 3 es otro claro ejemplo de película cuya existencia sólo se ve justificada porque la anterior entrega recaudó una cantidad obscena de dinero. En el 2009 la primera Taken era fresca y digna de aplauso, y convirtió al geronte de Liam Neeson en una sólida estrella de acción a la increíble edad de 57 años. Desde ese entonces todos los veranos norteamericanos ameritan una película de balazos y piñas del irlandés, el cual ha demostrado ser mucho mas fiable en la taquilla que Jason Statham. Pero la saga Taken ha ido descarrilándose de a poco, y éste es el necesario capítulo final de una franquicia agotada. Buena parte de la culpa le corresponde al director Olivier Megaton (Transporter 3, Taken 2), quien ha dirigido algunas de las películas mas flojas que ha dado a luz la factoría de Luc Besson. El problema con Búsqueda Implacable 3 es que la anécdota es rebuscada y estirada. A Neeson le matan la mujer y se la pasa una hora esquivando la policía hasta que encuentra una pista válida. Lo que sigue es rastrear a los culpables y darles su merecido, lo cual ocurre hasta que descubre cosas sospechosas que demuestran que nada es lo que parece. Hay mucha charla y, cuando las cosas aburren, el libreto mete con calzador alguna persecución o balacera. La macana es que la acción va de lo aburrido a lo mareante, principalmente porque Megaton es horrendo a la hora de manejar la tijera en el cuarto de edición: el tipo mete un millón de cortes - de no mas de un segundo - en escenas rodadas con cámaras en movimiento, lo cual asesina la tensión y lo convierte en una experiencia vomitiva. Todo es demasiado mareante y confuso, y parte del problema de la edición frenética es que Megaton debe camuflar que Neeson está demasiado lento para las peleas y las corridas. El irlandés gigante se defiende bárbaro en cosas mas estáticas como Non-Stop, pero acá debe correr, trepar techos y cargarse a cinco tipos a la vez con las manos desnudas; y cuando la cámara lo toma mas de dos segundos, se nota que está fuera de estado. No es Stallone - un geronte con un físico envidiable - sino un jubilado con pancita que apenas tiene piernas para correr una cuadra; ni que hablar de atravesar a pata la mitad de Los Angeles con todo el cuerpo policial detrás de sus talones. Aún con todo el rebusque y la edición caótica, Taken 3 es un poco mejor que la entrega anterior. Quizás pase porque Neeson es simpático, o porque el personaje de Forest Whitaker no come vidrio y es bastante despierto, o porque hay un par de persecuciones pasables. No es gran cine, pero es un pasatiempo bastante potable, y uno no termina enojándose con él. Ciertamente los agujeros de lógica abundan y, en algunos casos son enormes - el cómo la policia deja libre a Neeson después de cargarse a la mitad de la población rusa de Los Angeles (al final del filme) es inexplicable -, pero el balance da ok. Prefiero una pelicula mediocre de Neeson antes que una mediocre de Stallone, ya que hay mejores perfomances y menos latiguillos. Dificil recomendar Taken 3, porque califica con lo justo. Mas vale, espere un tiempo y véala de rebote en cable, salvo que lo agarre un fin de semana en pleno estado de desesperación y aburrimiento y tenga que salir corriendo al videoclub a buscar algo de piña / patada / disparo que no resulte muy insultante. Neeson es bueno en su oficio, el problema son los responsables de los productos, los cuales a veces se limitan a la rutina y no le ponen ganas a las cosas como para inyectarle un poco de originalidad. Por lo demás es típica comida de fast food, sólo que los condimentos franceses han camuflado un poco - pero sólo un poco - su habitual sabor a comida chatarra.
VideoComentario (ver link).
Un cierre poco digno Llegó la tercera parte de la saga y se cumplió mi miedo. El cierre de la trilogía de Bryan Mills es la más floja de las tres entregas. Gran parte de la culpa se la hecho al productor Luc Besson, que no supo parar donde debía. Al menos podría haber contratado a un director más picante que Olivier Megaton, cuyos trabajos anteriores no han sido de lo más copados. "El Transportador 3", "Búsqueda Implacable 2", "Colombiana", son películas de acción de calidad media, algunas más entretenidas que otras, pero que no causan impacto verdadero. Este cierre de trilogía adolece de la misma enfermedad. "Búsqueda Implacable 3" tiene un guión bastante chato, con varios problemas de narración, algunas hazañas inverosímiles y mucha acción PG-13. Las coreografías de pelea cuerpo a cuerpo, las explosiones y las persecuciones están muy bien logradas, pero ese es algo que ya sabemos que Besson y Megaton saben hacer. Esta vez estábamos con ganas de que cambiaran el chip de la venganza como motor principal de la trama y nos ofrecieran algo más original, pero no, se quedaron en la zona de confort y cruzaron lo dedos para recaudar con el efecto de cola de las entregas anteriores. Como escribí en la reseña de la segunda entrega de "Taken", la historia de fondo de la primera película era interesante, se adentraba en el mundo de la trata, las mafias organizadas del poder y el dinero. En los dos filmes posteriores la trama viró hacia la venganza pura, algo que ya hemos visto en el cine miles de veces. Otro error creo es haber minimizado cada vez más los personajes de Lenore (Famke Janssen), la ex esposa de Mills, y Kim (Maggie Grace), la hija. Con cada entrega se volvieron más superficiales e inútiles, al punto tal de que a Lenore la matan en esta tercera entrega y ya nos lo muestran desde el trailer. Con el rol de Kim, repito también lo que dije anteriormente en la reseña de la segunda parte, ¿no habría sido más interesante hacer que Kim se volviera una adulta más áspera digan hija de su padre? No, la siguieron poniendo en el rol de damisela en peligro. Otra cuestión floja tuvo que ver con las embestidas que recibió el protagonista. Hay al menos dos secuencias que son un tanto ridículas por como se manejaron. Por ejemplo en una de ellas Bryan Mills cae dentro de un auto por el hueco de un ascensor que apenas toca el piso explotar varios pisos hacia arriba llegando la llamarada hasta el techo. No nos explican como Mills logra salir ileso, pero acto seguido lo vemos casi sin ningún rasguño. Realmente nos subestiman. Por último pero no menor tomaron al esposo de Lenore, Stuart St. John, y cambiaron al actor original para ponerlo a Dougray Scott, cuyos roles en cine son casi en el 100% como villano. Si ves bastante cine, al verlo aparecer ya te das cuenta de como viene la mano con todo lo que va a pasar. Liam Neeson está muy bien en su rol como siempre. Es un tipo con una presencia increíble en pantalla, pero ni él logra salvar a esta película de caer en lo común. Un final bajo para un personaje altísimo que se merecía un cierre con gloria y calidad.