Una elegante película de estafas que pierde el foco de su historia Nicky (Smith) es un estafador experimientado que conoce a Jess (Robbie), una novata a quien comenzará a entrenar en el arte del engaño y con quien pasará a tener una relación que va mucho más allá de lo profesional. Luego de un exitosa estafa, Nicky decide cortar repentinamente la relación entre ambos y desaparece. Tres años despues Nicky viaja a Buenos Aires contratado por un magnate del automovilismo internacional para perpetrar una nueva trampa, pero el plan cambia cuando Jess aparece nuevamente en escena. Fuera de foco focus_ver4Focus -también conocida como la película que Will Smith filmó en Argentina- es una historia de estafadores y estafados. Pero donde las estafas quedan relegadas a un segundo plano para, en su lugar, concentrarse en la relación amorosa entre dos artistas del engaño que carecen de química alguna. Cuando los guionistas y directores Glenn Ficarra y John Requa planearon Focus, lo hicieron con los actores Ryan Gosling y Emma Stone en mente para los papeles principales, con quienes ya habían trabajado juntos en la comedia romántica Loco y Estúpido Amor y tenían una buena química asegurada. Evidentemente las conversaciones no llegaron a buen puerto, ya que en su lugar terminamos ligando a Will Smith y Margot Robbie, la Loba de Wall Street, extraña dupla si las hay. Ambos componen una pareja de estafadores que se conocen en medio de un engaño. Aquí comienza a darse una una relación maestro/aprendiz que, gracias al carisma de Smith y la frescura de Robbie, resulta muy eficaz. Pero lentamente esta relación profesional comienza a mutar y se transforma en una relación amorosa, lo que termina por desperdiciar todo lo que tenía a favor la película hasta ese momento. Nunca nos interesa lo que le suceda a Smith y Robbie como pareja, por el simple hecho de que pareciera que ni a ellos les importara. La relación entre ambos es un fiel reflejo del problema que aqueja a la película: la falta de chispa. Falta de chispa entre sus protagonistas y falta de chispa en su historia. Que al igual que un petardo con pólvora mojada, se apaga cuando en realidad debería explota. Constantemente la cinta nos recuerda que, a la hora de engañar, es importante no perder el foco. Pero justamente la película es la primera en perderlo. Pero no todas son pálidas en Focus. Aunque está muy lejos entrar al panteón de las grandes películas sobre estafadores junto a otras obras de gente como David Mamet o nuestro propio Fabián Bielinsky, la cinta nos regala varios buenos momentos, como una escena de apuestas descontroladas durante un partido de fútbol americano, por ejemplo. Se mueve de manera rápida y con estilo, mostrando a la Ciudad de Buenos Aires de tal manera que parece salida de un folleto turístico. Y aunque Smith y Robbie no son convincentes como pareja, cuando la película no está centrada en su relación amorosa es cuando mejor funciona. Sobretodo para Margot Robbie, ya que si alguien sacará provecho de esta película, sin dudas será ella ya que le abre las puerta a futuros roles protagónicos que serán bien merecidos. Conclusión Focus es la clásica cinta que se disfruta mejor una tarde de fin de semana lluviosa. No tiene grandes aspiraciones ni ideas novedosas, pero entretiene manteniendo un buen ritmo narrativo con una elegante puesta en escena. Me encataría poder decir que Smith y Robbie se sacan chispas en una historia que nos mantiene al borde del asiento y adivinando sus giros, me encantaría. Pero es justamente ese el gran fallo de la película.
Autofocus Focus: Maestros de la estafa (Focus, 2015) logra lo que ya intentó sin éxito El turista (The Tourist, 2010): hacer una comedia romántica con un giro criminal sin otra herramienta más que el sex appeal de sus estrellas y las locaciones exóticas en las que se los pone. Como El turista, esta película está repleta de inconsistencias y falacias lógicas, pero la química entre Will Smith y Margot Robbie la mantiene a flote, dentro de todo. Reconocerán la premisa de cualquier otra película sobre estafas: un veterano estafador toma bajo su reticente ala a un estafador de poca monta. El primero es Will Smith, cool y relajado como siempre; la segunda es Margot Robbie, la rubia despampanante de El lobo de Wall Street (The Wolf of Wall Street, 2013), aquí haciéndose pasar por una pícara Emma Stone. Jess (Robbie) intenta timar a Nicky (Will), el cual se limita a devolverle una crítica constructiva sobre su método. Obnubilada, Jess le persigue hasta Nueva Orleans, donde Nicky dirige una lucrativa red de ladrones y carteristas en vísperas del Superbowl. Las escenas de robos callejeros y el cuidado con el que se las ilustra recuerdan un poco a Nueve reinas (2001), con la cual Focus: Maestros de la estafa comparte una fascinación por la mezquindad criminal y los reveses inesperados. Esto lleva al meridiano de la película, y por lejos su mejor secuencia, en la que el personaje de Smith sucumbe a su adicción por el juego (en pleno Superbowl) y de a poco va apostando todas sus ganancias, doblando la apuesta con cada pérdida y con cada pérdida confiando en probabilidades más y más delirantes. Es una excelente escena, inmediatamente secundada por una explicación tan absurda que sabotea toda su magia. Luego la película hace un salto en el tiempo, y tres años más tarde Nicky se encuentra en Buenos Aires, donde todos escuchamos tango y tomamos Malbec (“Es lo único que toman por acá”). Nicky y Jess se reencuentran pero el romance se les complica con la aparición del playboy e hipotenusa de turno Garriga (Rodrigo Santoro): Nicky está trabajando para él, Jess está saliendo con él. Así comienza la segunda parte de la película, que pone el piloto automático y depende más del melodrama circunstancial que de otra cosa. En general la segunda se siente considerablemente más débil que la primera. Uno se pregunta cuál es la necesidad de dividir la película en dos con un corte tan abrupto y forzoso. Las circunstancias han cambiado, sí, ¿pero y los personajes? Son los mismos, quieren lo mismo, hacen lo mismo para obtenerlo. Es como si la película decidiera resetear la historia a medio camino con tal de demorar un poco más el inevitable final. Es aquí donde la película se traiciona y revela que jamás fue tan inteligente como pretendía ser, que por cada charada que se manda debe pagar el impuesto de una escena igualmente larga explicando qué acaba de pasar, por qué y qué sigue. El final en sí es un torrente de exposición que a falta de mejor idea decide explicar en vez de ilustrar cómo se supone que la película nos ha engañado. Y ni siquiera es una buena explicación: sale tomada de los pelos, como el conejo de una galera. Si algo redime a este desganado y poco astuto intento de trama, es la química entre Smith y Robbie y la forma en que la trabajan con tal de sacar adelante su historia de amor. En los viejos tiempos este tipo de películas eran “vehículos” que servían al “star system”. Smith y Robbie no se comportan como otra cosa que estrellas de cine, y ciertamente son los únicos empujando el vehículo.
“Focus: Maestros de la Estafa” (Focus, 2015) forma parte de la tradición de las clásicas películas de timos con protagonistas carismáticos y encantadores como “El Golpe” (The Sting, 1973), cualquiera de las entregas de “La Gran Estafa” (Ocean's Eleven) o incluso “Nueve Reinas” (2000). Tipos que convierten este “oficio” en un arte y una forma de subsistencia, y viven al límite esquivando las consecuencias. Glenn Ficarra y John Requa -los mismos de “Loco y Estúpido Amor” (Crazy, Stupid, Love, 2011) y “Una Pareja Despareja” (I Love You Phillip Morris, 2009)- escriben y dirigen esta aventura internacional que los trajo hasta nuestras Pampas para contar la historia de Nicky (Will Smith), un experimentadísimo estafador que comanda una verdadera “empresa” de timos menores, mayormente relacionados con robos de guante blanco, apuestas y similares, con un sinfín de “empleados” a su servicio. Así conoce a Jess (Margot Robbie), una joven sin mucho que perder con ganas de aprender del maestro y formar parte del equipo, una carterista del montón que pronto se convierte en su mejor alumna. Pero el amor empieza a fluir entre los dos, un verdadero obstáculo (y distracción) para este estilo de vida, y al muchacho no le queda otra que cortar por lo sano para no seguir arrastrando a la chica por el mal camino. Tres años después el destino los reencuentra en Buenos Aires. Así, las callecitas de San Telmo, La Boca y Puerto Madero toman otro color al convertirse en el escenario de un fraude millonario que involucra al dueño de una escudería de Fórmula 1, interpretado por Rodrigo Santoro. El magnate quiere deshacerse de su principal competencia y no tiene mejor idea que contratar los servicios de Nick para llevar a cabo sus planes, claro que la inesperada aparición de Jess podría estropearlo todo, además de revivir esa llamita que nunca terminó de extinguirse. “Focus” no va a quedar en los anales. Tiene demasiados giros en una trama de apenas 105 minutos, explica por demás cada uno de sus trucos como un mago que no puede quedarse callado y tiene unos cuantos baches argumentales, pero no deja de ser entretenida y llevadera gracias a la química y al encanto de sus protagonistas principales. A Will Smith ya se lo puede considerar un galán maduro que no necesita tirar un chiste cada dos frases, más recatado y sereno que la burbujeante Margot, que se roba suspiros, miradas y cada escena en la que aparece. Ficarra y Requa saben mantener el ritmo y el glamour que este tipo de películas siempre exuda, la acción es vertiginosa y elegante, sobre todo en la primera parte de la historia. Después desbarranca un poco, más que nada, porque no podemos evitar pensar donde está el truco en este juego del gato y el ratón constante, como una muñeca rusa que esconde un engaño dentro de otro. A Smith y Robbie los acompaña un gran elenco de ilustres desconocidos, de esos que las caras nos suenan de miles de producciones (Adrian Martinez, Gerald McRaney, BD Wong, Brennan Brown, Robert Taylor) y una banda sonora que mezcla clásicos de los Stooges y los Rolling Stones con el candombe de Los Mareados. Para pasar un buen rato sin muchas pretensiones, admirar la blanquísima sonrisa de Robbie y aprender a cuidarse de los chorros en el subte.
La primera alarma que dispara Focus en el inconsciente colectivo es la de ser una versión con mucho glamour y romance de ese gran clásico argentino titulado Nueve Reinas. Grandes diferencias si las hay, en el lugar del estafador novato que interpretaba Gaston Pauls tenemos a la bomba sexual que es Margot Robbie, y su contraparte, el Ricardo Darín experimentado es en este caso el gran Will Smith, cuya carrera ha visto mejores días pero aún posee ese carisma que le rezuma por cada poro. La estafa ya no tiene lugar en una sola ciudad sino que se vuelve moderadamente internacional, y el botín en juego es una suma millonaria. Glenn Ficarra y John Requa -la dupla detrás de geniales comedias dramáticas como I Love You Phillip Morris y Crazy, Stupid Love- se anotan nuevamente un par de puntos debajo de la lista imaginaria de Películas que no aportan mucho pero que son tremendamente entretenidas. Varias de las nociones que toca ya han sido revisitadas muchas veces y con mejor -o peor- suerte, pero la fuerza centrífuga que genera su pareja protagonista, en especial Robbie, hace de esta propuesta una sólida salida al cine. Mi gran problema con Focus, y uno mínimo si vamos al caso, es el gran cambio tonal que se nota conforme avanza la trama. De a ratos es una comedia, cuando quiere intenta bordear el romance, y cuando lo necesita apuesta todo o nada al suspenso. Ficarra y Requa dirigen su propio guión y las muchas ideas que tienen en su cabeza a veces entrechocan en la pantalla, con un resultado no tan satisfactorio como uno pudiese esperar. Tener una escena rebosante en suspenso y peligro, para rematarla con un chiste y una morisqueta de Smith a veces no es la mejor resolución, y eso genera un conflicto importante en el espectador. Este queda desconcertado, o quizás sea una manera de hacer perder el foco, la concentración del título -guiño, guiño-. Si le sumamos el hecho de que la gran diferencia de edad entre Smith y Robbie no ayuda a generar la mejor de las químicas, es una gran brecha la que los directores deben rellenar. La suerte está del lado de los directores que, sin querer queriéndolo, explotan las virtudes que tienen a mano. El submundo de los carteristas y sus modus operandi es rápido y excitante, y las primeras interacciones entre la pareja protagonista rebosan de inteligencia y picardía. Cuando el crimen escala a las grandes ligas, hay una fabulosa secuencia en la cual se luce el maravilloso B.D. Wong como un millonario adicto a las apuestas, que genera la mejor escena del film, rebosante de suspenso y mucha comedia, donde los directores demuestran todo su poderío visual y narrativo. Una vez que esa termina es donde la historia podría decirse que inicia su descenso cuesta abajo. Desde los calurosos pantanos de Nueva Orleans a las familiares calles de Buenos Aires, donde tiene lugar el resto de la historia, el brusco corte de la acción genera un efecto latigazo del cual es difícil regresar. La nueva estafa no es mucho más incipiente que la anterior y no genera la misma adrenalina, aunque el botín en juego es bastante suculento. Si a eso le sumamos una gran cantidad de giros de efecto en el tramo final, el resultado queda corto del potencial que tenía al comienzo. Will Smith no es la estrella que era antes pero todavía tiene esa chispa innata que lo hace sobresalir casi en forma instantánea, aunque su cara cansada diga una cosa pero su cincelado cuerpo diga otra. El americano, sin embargo, no tiene manera de frenar al huracán australiano a su lado, ya que Margot Robbie se come la película bocado a bocado, con ese aire tan despistado y andares de femme fatale absoluta. Focus es una fastuosa historia criminal que quizás se crea más inteligente de lo que es. Al subestimar al espectador con sus giros de guión es donde quizás pierda más fuelle, pero con suficientes escenas entretenidas, un desarrollo interesante y un dúo en pantalla magnético, sobrelleva cualquier falla externa. Eso y que Margot Robbie ha llegado para quedarse. Si The Wolf of Wall Street fue su salto en trampolín olímpico, Focus es su zambullida perfecta en la piscina que es Hollywood.
Cómo aprender el arte del engaño "Focus: Maestros de la Estafa" fue rodada parcialmente en Buenos Aires y encuentra sus mejores momentos en la simpatía de Will Smith, en escenarios reconocibles y en su elenco. La dupla de realizadores estadounidenses que ya había trabajado junta en Una Pareja Despareja -2009- y Loco y Estúpido Amor -2011-, Glenn Ficarra y John Requa, vuelve a la carga con esta película que se introduce en el mundo de la estafa, en ambientes lujosos y en una reconocible Buenos Aires en varias de sus escenas. Focus: Maestros de la Estafa tiene el móvil del dinero como disparador y principal atractivo de un relato que se inclina más hacia la comedia romántica que a los momentos de acción. Quien realmente sostiene todo el andamiaje es Will Smith en el rol de Nicky, un estafador con experiencia que se reencuentra en Buenos Aires con la novata colega Jess -la australiana Margot Robbie, vista en El Lobo de Wall Street-. Ambos están trabajando por separado pero enfocan un mismo objetivo: el multimillonario dueño de una escudería de autos de carrera -Rodrigo Santoro-. En un mundo frío dominado por los negocios y el arte del engaño, la palabra amor puede cambiar las reglas del juego. Si hay algo que el film ostenta es su cuidado trabajo de fotografía, que resalta los lujosos ámbitos donde se desarrolla la acción, y los escenarios reales de Caminito, San Telmo, Palermo, Recoleta y Barracas. La astucia de la trama descansa además en el peso que tiene la información que manejan los personajes para hacer lo que hacen y salir airosos en sus objetivos. Entre automóviles de lujo, chips valiosos, matones bien armados y un agudo poder de observación, Nicky y Jess se verán involucrados en un caso que se complica más de lo debido y que hace peligrar sus vidas. Si la película cumple con las expectativas es por la simpatía de su protagonista, la presencia de un buen intérprete como el brasileño Rodrigo Santoro -aquí pelilargo y perverso-, y la cuota de sensualidad que irradia Margot Robbie. Por la parte argentina, Juan Minujín es el barman que juega una breve y simpática escena con Nicky.
De amor y de engaños Will Smith vuelve a la pantalla grande luego del fracaso total de After Earth con Focus: maestros de la estafa, y, aunque este filme es de lo mejorcito que la estrella realiza en años, ni el mundo lujoso en el que se mueven sus personajes -con alta costura, autos incomprables y restaurantes chic- puede salvar a esta película sobre estafadores de caer en la mediocridad de un filme que pretende ser más inteligente de lo que realmente es. Pero partamos de un punto: Focus es una película entretenida, por lo menos al principio. Nicky Spurgeon es un talentoso estafador que decide tomar de aprendiz a Jess, una rubia con muchas ganas de aprender interpretada por Margot Robbie. Los dos terminan enamorándose, como cabe esperar de un flick hollywoodense, pero las cosas no funcionan y se separan. Años después se reencuentran en Buenos Aires, y todo se complica. Con una fotografía que resalta la vida y los colores de las calles porteñas y con tomas que por momentos recuerdan a Paul Thomas Anderson en sus primeros años, Focus podría haber llegado a ser más interesante de lo que terminó siendo su producto final, si el guion estuviera mejor pensado. La química entre Smith y Robbie es innegable y va más allá del obvio exterior de una pareja atractiva físicamente. Hay algo más. El resto del elenco no podría ser mejor: Adrián Martínez, Rodrigo Santoro y Gerald McRaney brillan con mérito propio, y le dan a Focus una chispa de comedia muy necesaria, aunque sus esfuerzos no llegan a ser lo suficiente para salvar a una película que arranca interesante y cae poco a poco en la monotonía.
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Buenos Aires, o una París con italianos Partiendo de la base de que Focus: maestros de la estafa, tercera película escrita y dirigida por el tándem integrado por John Requa y Glenn Ficarra, no es su mejor trabajo, sino más bien todo lo contrario si se la compara con I Love You, Philip Morris (2009) y Loco y estúpido amor (2011), de ningún modo sería justo afirmar que se trata de una película mala. Pero tampoco fallida, sino de una en la que los directores eligen justamente desviar o repartir el foco narrativo, por momentos perdiendo de vista la parte más entretenida de la historia que eligieron contar, en pos de crear un producto que lleve el concepto de multitarget hacia su versión más amplia. Porque Focus intenta ser todo a la vez: una comedia romántica pero también una comedia a secas, un ligero thriller de estafadores y una buddy movie, agregando además pinceladas de drama, violencia explícita y escenarios exóticos, siempre sin perder la línea de una cristalina estética high class.Hay que reconocer que, así y todo, la película logra sostener el interés, aunque a veces lo haga valiéndose de espejitos de colores cinematográficos. Para el espectador argentino en particular, el film estará cargado de ese tipo de brillos, ya que más o menos la mitad de la historia transcurre en Buenos Aires, que viene a aportar la mentada cuota de exotismo. Por cierto resulta interesante ver cómo la ciudad, al ser retratada por una mirada extranjera, de manera nada sorpresiva aparece como una especie de París habitada por italianos. También es curioso que una película cuyos protagonistas son pungas de alta sociedad se traslade a Buenos Aires, para muchos la capital mundial de la inseguridad (aunque en este caso, claro, se trate de una inseguridad cool). Por supuesto que la miseria y la sordidez que son parte de la Buenos Aires real no tienen lugar en la película ni tienen por qué tenerlo, ya que no hacen al universo creado por los directores. En ese sentido, Focus hasta puede ser vista como una pieza promocional de la ciudad y del país, que toma una inesperada posición en la disputa de realidades que tiene a la Argentina como teatro de operaciones. Lejos del ranking de Bloomberg que hace poco ubicó al país entre las cinco economías más penosas para vivir y trabajar, Focus hace un retrato ABC1 de Buenos Aires, en el que se la presenta como una ciudad amable, cálida y llena de gente feliz. En ambos casos se trata de construcciones parciales, que tienen más que ver con los intereses del sujeto que mira que con el objeto observado en sí mismo.En tanto pieza cinematográfica, puede decirse que en Focus Requa y Ficarra vuelven a dar pruebas del ingenio que ya habían mostrado en sus otros trabajos como directores y guionistas. Por su parte, Will Smith recupera algunos de los muchos puntos que perdió con la intolerable Después de la Tierra (2013) y Margot Robbie entrega nuevas evidencias que confirman, como en El lobo de Wall Street (2014), que es más que una de las actrices más lindas del momento. En el camino queda una película de estafadores que se empecina demasiado en querer ser una comedia romántica. 6-FOCUS: MAESTROS DE LA ESTAFA (Focus) EE.UU., 2015.Dirección y guión: John Requa y Glenn Ficarra.Duración: 105 minutosIntérpretes: Will Smith, Margot Robbie, Rodrigo Santoro, Juan Minujín.
Comedia de ladrones y amoríos. Protagonizada por Will Smith la película está en la línea de las clásicas historias de estafadores, pero se inclina por priorizar una endeble relación sentimental entre los protagonistas. Parte de la trama fue filmada en Buenos Aires. La belleza del timo, el componente artístico de un fraude bien planeado, la simple eficacia del cuento del tío, el engaño como una de las artes más sofisticadas, son los componentes que nutren a las películas que se centran en la estafa, uno de los subgéneros del thriller, desde El golpe (George Roy Hill), pasando por la trilogía de Ocean's Eleven y Ambiciones prohibidas (Stephen Frears), hasta la reciente La gran estafa americana (David O. Russell). Focus. Maestros de la estafa no es la excepción y los directores Glenn Ficarra y John Requa (Loco y estúpido amor, Una pareja despareja), van por lo seguro, con Will Smith como Nicky, un estafador con mucha experiencia encima que un día elude con elegancia el chapucero intento de Jess (como en El lobo de Wall Street, otra vez Margot Robbie en plan femme fatal) de quedarse con su billetera. Sin embargo, Nicky ve el potencial de la chica y la entrena para el profesionalismo, comenzando una relación maestro-alumna, en donde los yeites del oficio se despliegan con bastante acierto y relucientes recursos en un juego del Super Bowl en Nueva Orleans –el punto interesante es que el núcleo del negocio es el mayoreo, prescindiendo del transitadísimo gran robo definitivo–, aunque claro, para el público argentino es inevitable que surja la comparación de la contundencia del famoso travelling de Nueve reinas, en donde se enumeraba la división de los "oficios" de la calle: descuidistas, culateros, abanicadores, gallos ciegos, biromistas, mecheras, garfios, pungas, boqueteros, escruchantes… Lo cierto es que la película abandona esta línea del relato, o en todo caso la deprecia, jerarquizando la relación amorosa en progreso de la pareja protagónica, como si el innegable atractivo de Smith y Robbie fuera más importante que la historia, aún cuando la química entre ambos actores nunca llega a dispararse del todo. Así, después de un paréntesis de tres años en la pareja, la acción se traslada a una Buenos Aires de postal y muestra a los personajes más duros, con Jess como ¿novia? de Garriga, el dueño de una escudería de autos de carrera (Rodrigo Santoro) y Nicky haciendo lo suyo, ambos más mentirosos que nunca, jugando al engaño, mintiendo y sobre todo, mintiéndose, un camino predecible con poco de la entretenida liviandad de la primera parte. Comedia de ladrones, drama de amantes, la mezcla de géneros no siempre da como resultado el equilibrio necesario y Focus es la muestra de que las indecisiones y los guiones desflecados, más allá de algunos aciertos, terminan por condenar el resultado final.
Romances y estafas en una Buenos Aires de película. No es difícil encontrar las principales fuentes de inspiración de esta película de Glenn Ficarra y John Requa: algo del Alfred Hitchcock de Tuyo es mi corazón; la saga de La gran estafa, de Steven Soderbergh, y, por qué no, la argentina Nueve reinas, pero sobre todo el cine de David Mamet y la literatura de Elmore Leonard. O sea, una combinación entre acción, robos, romances, trampas, engaños y constantes vueltas de tuerca. En este caso, hay un atractivo extra: más de media película (toda la segunda parte) transcurre en Buenos Aires y, más allá de que esa resolución es menos satisfactoria que el arranque, ni siquiera el gobierno de Mauricio Macri podría haber imaginado un mejor institucional turístico: los guionistas y directores -confesos amantes de la ciudad- filman Caminito en La Boca o el mercado de San Telmo con la fascinación que muchos porteños han perdido. Hay incluso una escena en el aeropuerto de Ezeiza y hasta una larga toma aérea nocturna de Puerto Madero. ¿Qué más se puede pedir? En términos estrictamente cinematográficos, tenemos una típica historia de amor entre el estafador curtido que se las sabe todas (Will Smith) y la chica hermosa y novata que finalmente no será tan ingenua como parecía (Margot Robbie, la revelación de El lobo de Wall Street, en otro convincente trabajo no exento de humor). Como todo film de este subgénero, habrá golpes llenos de ingenio y audacia (como cuando Nicky y su equipo salen a robar en medio de una multitud que asiste a las celebraciones en Nueva Orleáns), escenas cómicas (brillante el duelo de apuestas con un millonario chino en medio de un partido de fútbol americano) y revelaciones inesperadas. El problema es que el segmento que transcurre en Buenos Aires (con una trama ligada a un fraude en el mundo de las carreras automovilísticas) no es particularmente logrado y Rodrigo Santoro tampoco resulta un antagonista de interés. ¿Más hallazgos? Una muy divertida aparición de Juan Minujín como el barman de una fiesta y los notables secundarios del veterano Gerald McRaney y de Adrian Martinez. Podrá decirse que Focus no está a la altura de Una pareja despareja, la muy audaz ópera prima de Ficarra y Requa con Jim Carrey, pero -aun con sus desniveles- resulta un entretenimiento más que digno. Y si ni siquiera eso convence siempre quedará la oportunidad única de apreciar la belleza de Buenos Aires en una producción hollywoodense.
Ojo con la estafa Buenos Aires luce como nunca, con glamour, y Will Smith y Margot Robbie hacen buena pareja. Ni siquiera un publicista o asesor de imagen de Mauricio Macri hubiera podido mostrar una Buenos Aires con el glamour que el tándem Glenn Ficarra - John Requa (los mismos de Loco y estúpido amor) logra en Focus. La película, combinación de comedia con algo de thriller, e historia romántica y de estafadores pinta una ciudad colorida, limpia, sin baches. Totalmente alejada a lo que se suele mostrar, tanto sea por realizadores locales como extranjeros que vienen a filmar por aquí. Esta vez no fue por excenciones económicas, sino porque les daba bien el look porteño. Y hay algo de superficialidad en Focus. De que todo está hecho para ver lo de afuera, que luzca precioso, pero le estaría faltando algo de sustancioso a este plato gourmet con Will Smith y la ascendente Margot Robbie (El lobo de Wall Street). Precisamente el foco de la película, que lo lleva en su título, tiene que ver con cómo los estafadores logran que su víctima pierda el foco, esté atento a algo para poder robarle sin que se dé cuenta, otra cosa. Nicky y Jess se conocen en Nueva York. El es un maestro en esto de estafas y robos. Se ven, se atraen, ella pasa a ser más que su aprendiz, hasta que luego de un golpe en Nueva Orleáns, él la abandona. Tres años más tarde, mediando la película, se cruzan, sí, en Buenos Aires. El se va a hacer pasar por un ingeniero despechado que trabaja para el español Garriga (el brasileño Rodrigo Santoro), dueño de una escudería de Fórmula 1, para hacerle creer a un contrincante que puede venderle una fórmula secreta de un aditivo del combustible, que a los autos de Garriga los hace imbatibles. Y hete aquí que Jess es la novia de Garriga. Smith parece menos locuaz y acelerado, enloquecido que en sus anteriores filmes donde se luce como comediante. Está, sí, más maduro. En esta suerte de Nueve reinas donde siempre se intuye que se está mintiendo -la reiteración, se sabe, no suma sino que disminuye el interés y la atracción- es más difícil creerle el personaje. Todo se mueve en un ambiente top, en fiestas a todo lujo, elegante, el Faena, Recoleta, La Boca que parece de postal, con ropa chic y buenos tragos (imperdible el bartender que hace Juan Minujin). Como si no se les hubiera escapado nada -aunque vean el edificio de la última toma, y entenderán que no es tan así-, los tramposos siempre “pagan”, en el cine, y Smith y compañía no son la excepción.
Egos afectados Un colega lo dijo de manera bastante tajante y apropiada a la salida de la función de prensa: “muchachos, no le demos vueltas, es mala y punto”. Y lo cierto es que sí, Focus: maestros de la estafa es mala y jamás consigue cumplir con los varios objetivos que se propone: no funciona ni como comedia romántica ni como el típico relato situado en el universo de las estafas. Pero lo cierto es que los críticos estamos también para darle algunas vueltas al asunto, así que vamos a tomarnos un tiempo y unas cuantas líneas para pensar por qué salió mal lo previamente planeado. La respuesta quizás pase por cuestiones donde los egos son definitorios y terminan afectados. El primer ego es el de Will Smith, un actor que continúa siendo una estrella de peso, en especial a nivel internacional, pero que ya no es tan decisivo, fundamentalmente en Estados Unidos. Siempre fue un intérprete con una presencia ambivalente, que sólo cuando realmente se presta a lo que le pide el relato es plenamente funcional. Por desgracia, demasiadas veces quiere montar su propio show y convertirse en el centro absoluto del film, y en el caso de este film sucede más lo segundo que lo primero. Básicamente Smith repite su papel de Hitch: experto en seducción: allí se dedicaba a explicarnos con tono canchero a nosotros espectadores cómo ayudaba a otros hombres a enamorar a las mujeres que deseaban, mientras que en Focus: maestros de la estafa se dedica a explicarle con tono canchero al personaje de Margot Robbie -y de paso a nosotros espectadores- cómo es el universo de las estafas. En ambas películas termina sucediendo lo mismo: todo termina girando alrededor de la figura de Smith, quien absorbe el absoluto foco de la atención y le resta aire al resto del elenco, los personajes y finalmente el relato que se quiere contar. El segundo ego es el de los realizadores, Glenn Ficarra y John Requa, quienes venían de mostrar en Loco y estúpido amor y Una pareja despareja que tenían unas cuantas cosas para decir y que sabían cómo decirlas, acumulando capas de significado y niveles de conflicto, aunque por momentos les jugaba en contra una pose demasiado astuta en la construcción de los puntos de vista de los personajes y hasta cierta falta de atrevimiento para pisar el acelerador a fondo al momento de encauzar las tramas hacia su resolución. En Focus: maestros de la estafa queda muy poco de los méritos y demasiado de los defectos: el tono elegido por los directores es tan distanciado y superficial que la parte de la estafa propiamente dicha no genera la tensión requerida y el romance entre el tutor que encarna Smith y la discípula interpretada por Robbie jamás genera empatía o identificación en el público. Todo es demasiado brilloso y difícil de creer, no sólo porque los personajes explicitan cuánto mienten o engañan, sino porque la cámara no se permite filmarlos con sinceridad. De hecho, la pareja protagónica sufre un mal endémico del cine romántico hollywoodense de este milenio: son irreales, inverosímiles, es en extremo dificultoso creer en su amor y no hay una química palpable entre ellos. Una comparación cercana lo deja claro: en Loco y estúpido amor, Ficarra y Requa lograban capturar con mucha más pericia y principalmente honestidad el camino -y los momentos- que recorrían los personajes de Ryan Gosling y Emma Stone para llegar a enamorarse. El tercer y último ego afectado es el de una ciudad y sus habitantes. Es que Focus: maestros de la estafa tiene una primera mitad situada mayormente en Nueva Orleans, donde va creciendo el romance entre los dos protagonistas, hasta que él decide interrumpirlo cuando ve que la relación con ella amenaza con debilitarlo, y un segundo segmento, situado en Buenos Aires, donde se reencuentran accidentalmente, justo cuando él está armando una de esas grandes estafas que le permitirían retirarse para siempre. Los que podían tener expectativas por contemplar cómo Hollywood ve a la capital argentina se van a sentir decepcionados, porque lo cierto es que es difícil entender y/o explicar por qué la película se tiene que mudar hasta ahí: no hay nada en el relato que esté condicionado o enriquecido por el espacio urbano porteño. Podía haber sido cualquier ciudad europea o incluso otra ciudad estadounidense, pero termina siendo una Buenos Aires apenas identificable por íconos como el Obelisco o Caminito. No es la primera vez que esto sucede: la Reina del Plata siempre quedó disuelta en su potencialidad cuando fue visitada por Hollywood. Se podría pensar que a Ficarra y Requa -y otros directores que los precedieron, como Alan Parker cuando filmó Evita- los invade el temor cuando deben abordar una metrópoli tan inabarcable y variada como Buenos Aires, pero la auténtica razón es un poco más hiriente: simplemente no les interesa, porque Hollywood -salvo raras excepciones- nunca se ha sentido interesado o cautivado por Buenos Aires o el resto de la Argentina. Hollywood viene a filmar acá cuando le conviene, mal que nos pese. La única verdad es la realidad, y la realidad es que no les importamos.
Es una de estafadores y engaños. “Con men”, le dicen al subgénero, para ser más precisos. La historia es la de un estafador muy bueno (Will Smith) que incluye en su equipo a una principiante que resulta talentosa (Margot Robbie, en ascenso). Se enamoran. Luego de un primer trabajo exitoso, se distancian y vuelven a encontrarse tiempo después en una estafa incierta y riesgosa. Si no confían en mi sinopsis y gustan de los trailers, allí encontrarán todo esto y más. Y mejor. No sé si había una gran película aquí, tampoco creo que se trate de algo malo. Se deja ver, diríamos. De todos modos, me parece apropiado señalar una falta de fluidez narrativa, con obvias y pesadas secuencias que le restan dinamismo a la trama, además de una elipsis que debió ser más breve para generar mayor expectativa y credibilidad. Por otro lado, aparece una cierta desconfianza de los directores (también autores del guión, Glenn Ficarra y John Requa, peculiar elección) en el género, como si el hecho de saber que siempre hay un engaño a mano justificase cualquier tipo de información dudosa o inverosímil que luego será esclarecida en un diálogo revelador o a través de un ‘flashback’. Es extraño. Los largos flashbacks de “Focus” contienen más dinamismo y emoción que las escenas que los preceden. Sólo una –la de las apuestas en el partido de fútbol americano- sale airosa, construyendo un ‘crescendo’ dramático que revela la estafa sutilmente, en medio de la acción; aunque luego un flashback se encarga de detallarnos el engaño. Esta regla de “el flashback nos salvará” se sostiene hasta los últimos momentos donde, por otra parte, se acumulan una serie de giros sucesivos que se acercan al agotamiento. Más allá de Farhad (una hilarante creación de Adrian Martinez que tendría que haberse explotado más), la película carece de humor. Más allá de una primera escena de “entrenamiento” en la nieve y una secuencia de robo colectivo, el film no encuentra gracia. El intento de inclusión de un villano que no es tal, es cuestionable. La química de ambos –bellos- protagonistas con la cámara, es innegable. Entre ellos, habría que revisarlo. Es cierto que la segunda parte del relato hace ‘foco’ en el poco creíble drama romántico de los personajes, perdiéndose bastante de una cuota de juego y diversión que podría haber sido mayor. “Hancock”, por ejemplo (por mencionar una gran película con Will Smith), contaba un potente romance a la vez entretenido, cómico, vital. Y era una de superhéroes. Tomá pa vos “Birdman”, de paso.
Te miran, se te acercan, incluso te seducen… y cuando te quisiste dar cuenta, tu bolsillo quedó vacío. Esa es la esencia de los ladrones de guante blanco, en la vida y en el cine, donde suelen ser los personajes centrales de lo que ya es un subgénero. Y como pocas cosas generan tanto placer culpable como ver antihéroes salirse con la suya, surgió una buena cantidad de clásicos. Nunca está de más nombrar a El Golpe como uno de los pilares. Pero incluso la menos genial de estas películas tiene sus hallazgos, si es que está ejecutada con pericia. Como sucede con Focus: Maestros de la Estafa. Nicky (Will Smith), un timador experimentado, conoce a Jess (Margot Robbie), principiante en la materia. Lo que comienza como un coqueteo deviene en una relación maestro-discípulo, en donde él le enseñará que estafar al prójimo puede implicar enormes movimientos y variados recursos. Y pronto esa relación se convertirá es amor, en sentimientos verdaderos, cosa que alguien de ese mundo no puede permitirse sin experimentar las peores consecuencias. Entonces Nicky toma una decisión. Sin embargo, tiempo después, asuntos que creía del pasado reaparecen en su vida, justo en medio de un gran golpe. El principal encanto de la película dependía de la dupla protagónica (o -al menos- de quien encarnara a Nicky), y allí reside su mayor acierto. Pocos astros de Hollywood tienen el carisma de Will Smith: lo demuestra en cada plano, en cada frase, en cada gesto. Un papel similar al de Hitch: Experto en Seducción, con el agregado de que incurre en actividades políticamente incorrectas (criminales, bah). En ese sentido, su talento ya no sorprende. Quién sí tenía una prueba de fuego era la australiana Margot Robbie. La muchacha que cautivara a Leonardo DiCaprio en El Lobo de Wall Street (otra con un simpático saqueador) se consagra en un rol que le permite explotar tanto su belleza como su calidad de actriz. La química entre Smith y Robbie ya vale la pena el precio de la entrada. Glenn Ficarra y John Requa saben mezclar comedia, romance y elementos policiales, como se nota en el guión Un Santa no tan Santo (dirigida por Terry Zwigoff) y Una Pareja Despareja, la ópera prima del dúo. Aquí reinciden en otra historia de delincuentes implacables pero de buen corazón, dividida en dos partes. La primera se desarrolla mayormente en Nueva Orleans y consiste en el adoctrinamiento de Jess por parte de Nicky, que también le permite al espectador adentrarse en el universo de las estafas, desde los simples robos de billeteras hasta las jugadas más ambiciosas. La segunda mitad se desarrolla en Buenos Aires, donde los personajes principales vuelven a encontrarse durante una operación que involucra a un empresario español (Rodrigo Santoro). Esta porción del film gana en exotismo y sofisticación, pero narrativamente es inferior a la primera parte. De todas maneras, las estrellas y los toques de humor impiden que el guión caiga en un pozo. Focus: Maestros de la Estafa es un correcto -y por momentos, muy ingenioso- ejemplo de cómo las películas con estafadores nunca dejan de ser interesantes y atractivas, sobre todo si los actores dan en el blanco con el tono. Y el tándem Will Smith-Margo Robbie sí que sabe meterse a los espectadores en el bolsillo.
Estafa publicitaria pero entretenida. Desde "El golpe" y "Luna de papel" a "9 Reinas", las películas sobre estafas, sobre todo si estan dedicadas a estafar a estafadores, siempre merecerán un lugar especial dentro del policial, género al que tal vez sólo pertenezcan parcialmente, dado que suelen describir, o incluso reflejar metafóricamente, lo complejo de las relaciones humanas. En sus peores momentos, "Focus" parece un comercial de algún desodorante ligeramente inspirado en alguna buena película. En sus mejores momentos, sin embargo, lo esencial del tema se aprovecha en su máxima expresión, dado que las estafas y en este caso también robos tipo descuidistas realizados masivamente utilizando distintas situaciones- enredan el hipotético romance entre la pareja protagonica, Will Smith y Margot Robbie. El es el jefe de la banda de estafadores en cuestión, y ella es una aprendiz que él considera una gran alumna, aunque finalmente se aprovecha de ella a nivel emocional. Eso sucede en los Estados Unidos y la venganza de ella llega en Buenos Aires, donde se encuentren un tiempo después dado que el audaz timador participa de una estafa vinculada con autos de carrera (detalle que limita un tanto las locaciones porteñas, que de todos modos incluyen un pintoresco momento en el barrio de la Boca). El problema de "Focus" es que si bien en teoría intenta describir con realismo las faenas de estos criminales simpáticos, pero criminales al fin, en la práctica propone todo tipo de escenas progresivamente más inverosímiles. Algunas son realmente divertidas y muy intensas, como un gran momento en el que el supuesto maestro de la estafa y el robo imperceptible parece desbarrancarse en una loca serie de apuestas millonarias sobre resultados parciales de un partido de fútbol americano. Todo está filmado con un estilo extremadamente publicitario que por momentos se vuelve un poco cansador, ya que termina usando todos los trucos cinematográficos posibles para, de algún modo, convertir al espectador en víctima de una especie de estafa narrativa. Es que en el contexto visual que proponen los codirectores Ficarra y Requa, los personajes pueden hacer cualquier robo o engaño sin que parezca necesario volver creíbles sus fechorías.
Crítica emitida por radio.
Una de estafadores hecha con mucho ritmo y todas las vueltas de tuerca para asegurar la diversión y el entretenimiento. Will Smith, en su salsa, gran química con Margot Robbie y, para nosotros, el plus de ver la ciudad de Buenos Aires en la segunda mitad del film. Acción, sorpresas, bien hecha.
"Robo y seducción" Will Smith es Nicky, un experimentado estafador que lidera un grupo de ladrones de guante blanco de alto nivel. Conoce a Jess (Margot Robbie), una mujer que intenta ser criminal aunque no con mucho éxito, por lo que acaba adoptándola como una pasante en su humilde organización. Con una vuelta de tuerca a las típicas películas de este género, seguiremos los pasos de Nicky y su banda alrededor del mundo, desde Nueva Orleans y hasta nuestro Buenos Aires querido. Lo novedoso es que los caminos de estos dos no siempre van juntos. No es una típica historia de maestro y alumno, y aunque parecen haberse tomado mucho cariño, Nicky despide a Jess cuando terminan el negocio con éxito. Esto la deja bastante resentida y con una buena lección también para el espectador: no le creas nada a Nicky. Así que estaremos toda la película preguntándonos cuánto de lo que dice es así, para acabar descubriendo la verdad de la milanesa en un final que nos deja boquiabiertos. Cuando maestro y alumna toman caminos separados, vuelven a encontrarse en nuestro país para trabajar con Garriga (Rodrigo Santoro), el dueño de un equipo de Fórmula 1 hermosamente ambientado en el Autódromo de La Plata, que parece haber encontrado una muy codiciada fórmula para mejorar la performance de sus autos. Y ¡sorpresa! Jess resulta ser su novia. Ahora que ella aprendió a mentir y a estafar tan bien como Nicky, será una relación de tire y afloje en la que no sabemos quién tiene las de ganar y quién será el estafado o asesinado. Sin olvidar por supuesto que Garriga no es ningún ingenuo, y tiene pegado a su suspicaz guardaespaldas en todo momento, Owens (Gerald McRaney). Párrafo aparte para las locaciones, que tienen la difícil tarea de mostrar nuestro país al mundo en pocos planos. Vemos mucho de San Telmo, el mercado de Defensa, la Avenida Alvear, Caminito, el microcentro, Recoleta, y varios hoteles cinco estrellas. Es un acierto que se haya mostrado la ciudad como es, sin afearla ni embellecerla en exceso, y convirtiéndola en una protagonista visual de la película. El único (y horrible) error de todo esto es haber convertido el Hospital Neuropsiquiátrico Moyano en un hospital normal, sin siquiera molestarse en sacar el cartel del plano. Además, se realizaron casting locales para cubrir roles secundarios. Por eso vemos, por ejemplo, un genial cameo de Juan Minujín como el barman en la fiesta de Garrida. Los giros del guión y la dirección de fotografía se llevan todo lo mejor de esta película para despegarla de otras del género de gangsters o ladrones de guante blanco. Las interpretaciones son correctas, los personajes nos resultan divertidos y misteriosos en igual medida, sin descuidar la elegancia que caracteriza a esta banda de ladrones. Los directores Glenn Ficarra y John Requa, que vuelven a trabajar juntos, han sabido darle un ritmo rápido y variado como ya lo habían hecho en “Loco, estúpido, amor“, aunque no llega a ser confuso. Mantiene el misterio necesario para darnos intriga y sorprendernos al final. Se trata de un blockbuster pochoclero, que tiene más de intriga que de acción, la dosis justa de romance sin resultar excesiva, y un ritmo veloz pero aun así relajado. Plus, es interesante ver una relación interracial en el cine, lo cual no ocurre tan seguido; de una forma muy desprejuiciada y natural. Divertida, inteligente e intrigante, para un buen rato relajado. Agustina Tajtelbaum
Pocus pocus Nicky (Will Smith) es un ladrón, hábil descuidista, ingenioso estafador, que conoce a una bella señorita llamada Jess (Margot Robbie), quien todavía es una amateur en materia de hurtos y estafas. Sin mucho prolegómeno, Nicky suma a la joven al equipo que le acompaña para que aporte la distracción sexy que siempre es útil en los trabajos que encaran. Entretenida y obvia a la vez, la historia se desarrolla con agilidad en el tramo inicial para sentar las bases del conflicto central que se desarrolla en Buenos Aires. Así, los protagonistas se pasean por La Boca, San Telmo y Puerto Madero en puestas muy propias de catálogos turísticos. Una pena que al introducir a la ciudad en el relato suene una canción con ritmo uruguayo, pero está visto que los productores de Hollywood tiene un problema serio con esta región. Si viste "Now You See Me" ("Nada es lo que Parece") entonces ya tenés la estructura de esta película. Muchas vueltas de tuerca, giros "inesperados" y una liviandad general que hace de este filme un entretenimiento pasatista que, de yapa, a los que conocen Buenos Aires les da el plus de reconocer sitios modificados para el filme.
Focus es una entretenida película de suspenso con toques de romance y comedia. Y el plus para los de este lado del continente es sumar a Buenos Aires como nunca se la vió en una producción hollywodense. Por eso es un buen entretenimiento y realmente el tiempo que se pasa en la sala es para disfrutar y deja paga la entrada con comodidad. Will Smith cumple con su papel de casi siempre, Margot Robbie deja en claro que no es sólo una cara bonita y el resto del elenco que incluye al brasileño Rodrigo Santoro está muy bien. Tiene buen ritmo, situaciones muy buenas aunque otras medias descolgadas, pero definitivamente se deja ver. Sobre el tratamiento de Buenos Aires haré una nota aparte, pero obviamente es protagonista de la historia y ocupa poco más de la mitad de la película me dio la sensación. Fue lindo ver a la ciudad de manera tan profesional y con tanto respeto, no siendo una ciudad de alguna dictadura sudamericana como es fácil mostrar a Hollywood. Focus se disfruta y es una buena salida al cine.
Películas como Focus generan que el cine de Fabián Bielinsky se extrañe muchísimo. Pasaron 15 años del estreno de Nueve reinas y hasta la fecha ninguna película de Hollywood o de Europa pudo presentar una historia de estafadores que supere a la producción argentina. Ridley Scott fue el único director que brindó una muy buena propuesta en el 2003 con Los tramposos, que protagonizaron Nicolas Cage y Sam Rockwell. Pese a que no estaba al nivel de Nueve reinas resultó una de las mejores historias relacionadas con estos personajes que se hizo en los últimos años. Luego del fracaso del film de M.Night Shyamalan, Después de la Tierra, Will Smith volvió un poco a sus fuentes con esta comedia de suspenso donde interpreta esos personajes simpáticos que solían encarnar en los años ´90, cuando se disparó su carrera en el cine. Junto a Margot Robbie (El lobo de Wall Street), una de las actrices más atractivas que surgieron en el último tiempo, Smith formó una buena dupla que logra sacar adelante esta producción. La historia no ofrece un gran thriller pero termina siendo muy entretenida gracias al carisma de los dos protagonistas. Una particularidad de Focus es que el 80 por ciento de la película fue filmada en distintas locaciones de Buenos Aires. Escenarios que parecen haber sido elegidos de un folleto de turismo y presenta lugares clásicos como Puerto Madero, Recoleta, Caminito, San Telmo y algunas zonas del Microcentro porteño. De todo modos son lugares funcionales a la historia. Lamentablemente a Focus le faltó un conflicto más sólido y la parte que se desarrolla en Argentina no es tan interesante como el comienzo del film que transcurre en New Orleans y ofrece mejores momentos. La estafa en Buenos Aires que involucra a los protagonistas no es atractiva y desaprovecha por completo a un gran actor como Rodrigo Santoro, quien no tuvo demasiado espacio en la trama para destacarse. La dirección corrió por cuenta de Glenn Ficarra y John Requa, responsables de una película más interesante como fue I love you Philip Morris, con Ewan McGregor y Jim Carrey. Focus si bien no está al mismo nivel cumple en brindar un buen entretenimiento y se disfruta más que nada por la dupla que formaron los protagonistas.
Focus: una gran estafa Seguramente uno de los criminales con más glamour, o mejor retratado, en la historia del cine es el del estafador. Ese personaje que tiene un ingenio tremendo, gran habilidad para la actuación, mucha oratoria, muy buen gusto y sobrada inteligencia y que usa todas esas cualidades que posee para quebrantar la ley en beneficio propio. Son carismáticos, seductores y sus historias siempre entretienen. Muchas películas dan cuenta de ello: El Golpe, La Gran Estafa, Atrápame si Puedes y Nueve Reinas (2000), son algunos de los ejemplos. Y justamente la película argentina tiene muchas similitudes con la que nos compete hoy: Focus: Maestros de la Estafa. Nicky (Will Smith) es un experimentado estafador que conoce todos los trucos y todo lo que tiene que ver con su profesión a la perfección Es así que se da cuenta de que Jess (Margot Robbie), una joven y hermosa mujer, está tratando de engañarlo para sacarle dinero. Le sigue el juego, la expone y le da un par de consejos antes de irse. Pero a Nicky le cae muy bien y, poco a poco, acepta enseñarle el oficio y sumarla a su equipo de trabajo para realizar golpes. A medida que va pasando el tiempo y comparte todo con ella, Nicky se siente cada vez más atraído hacia Jess. Después de realizar un golpe millonario, él decide separarse abruptamente de ella y tomar distancia. Tres años más tarde Nicky se encuentra en Buenos Aires a punto de ejecutar un plan y, cuando está a punto de hacerlo, se encuentra nuevamente con ella. Todo esto cambiará radicalmente el curso de las cosas. ¿Ahora se entiende lo de Nueve Reinas? Salvando las distancias (sexo de los personajes y relación sentimental), tenemos también aquí a un tutor y un pupilo que realizan estafas. Claro que el film argentino supera ampliamente a este largometraje que peca de no saber qué quiere contarnos. La película arranca muy bien, relatándonos las peripecias, trucos y engaños de este tipo de criminales, incluso nos muestran una gran escena de cómo se organizan y dan un golpe en Nueva Orleáns. Todo esto despierta el interés en el espectador y estas escenas de acción están muy bien filmadas, explicadas y editadas por los directores y guionistas Glenn Ficarra y John Requa, los mismos de Loco y Estúpido Amor. El problema surge cuando la trama se traslada a Buenos Aires; dicho sea de paso, hermosas las locaciones de La Boca, Puerto Madero, Palermo y Recoleta, entre otras. Rodaron durante 16 días en nuestro país y se ve todo muy lindo. Pero toda esta "argentinidad" no alcanza para salvar a una película que no sabe qué quiere contar: ¿Una historia de amor o una historia de criminales? En todo caso, falla a la hora de mezclar las dos cosas, si se quiere. Smith y Robbie, a quien vamos a volver a ver juntos en Suicide Squad (2016), él personificando a Deadshot y ella a Harley Quinn, están bien. Nada que decirles. Robbie eclipsa la pantalla y Will sabe cómo hacer su trabajo. El problema, como se dijo, pasa por otro lado y eso es lo que atenta contra el largometraje. Es como si fuera un auto que arranca y se para, arranca y se para, arranca y se para. Termina fastidiando. La estafa mayor pasa por querer vendernos que, como fue éxito de taquilla en EE.UU. la primera semana, el filme es bueno. Y no lo es. Es simpático que la palabra "focus" en inglés significa concentrase, enfocarse: y eso es exactamente lo que le falta a la película. Irónico, ¿no?
Pungas high class Focus es un film entretenido. La palabra entretenimiento muchas veces no significa demasiado, pero en el caso de esta película, que gira en torno al sugestivo mundo de las estafas, el adjetivo cabe. También es una comedia romántica o pretende serlo, y en ese “pretende” reside su problema. Focus son dos películas en un mismo largometraje: una funciona y la otra no. Asimismo, esas dos películas encuentran, dentro de la puesta en escena, dos escenarios muy diferentes pero atractivos desde el punto de vista visual, como Nueva Orleans y Buenos Aires. En la primera etapa, la introducción de una sexy aspirante a estafadora por parte del maestro apodado “Meloso” rápidamente llega a la cúspide en una secuencia digna del aplauso por el nivel de tensión que se maneja en la trama. En paralelo a este enfoque, y la palabra no es antojadiza porque en definitiva se trata de poner foco u orientar la mirada hacia donde los directores pretenden que el espectador mire, se van tejiendo las coordenadas de una relación amorosa que por motivos que no revelaremos se verá interrumpida abruptamente para trasladar la acción tiempo después a Buenos Aires. No puede dejar de pensarse en películas como Nueve Reinas, La Gran Estafa, Hitch: experto en seducción, por citar referencias que vienen al alcance de la mano o de los ojos, para ser más precisos. De cada una de ellas, en Focus, aparecen reminiscencias: de la primera, la relación de complicidad entre Will Smith y Margot Robbie, similar a la de Ricardo Darín con Gastón Pauls; de la segunda, ese ejercicio lúdico bien calibrado de las Estafas con una apuesta en el Super Bowl muy ingeniosa y por último, de la tercera, el inigualable carisma de Will Smith para lograr convencer y seducir, no sólo a la chica, sino también al espectador. Los directores Glenn Ficarra y John Requa logran un film de una dinámica muy afín a la química de su protagonista, sin excesos de artificios, pero con una fuerte presencia del paisaje urbano como fondo que hace de esta película un buen ejemplo de posicionamiento de marcas si fuese la intención publicitaria promocionar por ejemplo la ciudad de Buenos Aires.
Cuando Buenos Aires es la estrella Will Smith es un actor carismático y bastante selectivo a la hora de ser dirigido, con apenas veinticuatro títulos en igual número de años. Su consagración tuvo lugar a mediados de la década del ’90 con dos películas sucesivas de su corta filmografía: “Día de la independencia” y “Hombres de negro”. Esta última tuvo dos secuelas igualmente exitosas y no sería de descartar que tenga en algún momento, no muy lejano, un cuarto capítulo. “Focus” del dúo Glenn Ficarra y John Requa (“Loco estúpido amor”) se estrena aquí con un segundo título (“Maestros de la estafa”) que claramente anticipa de qué va la película. Pero lo que no dice es dónde tienen lugar los timos ni obviamente quiénes son sus ejecutores. El lector que imagine que uno de ellos es el actor de “Muhammad Ali” no se habrá equivocado pero si decide revisar el reparto es probable que no encuentre muchos nombres conocidos. La actriz principal es Margot Robbie, una muy bella y joven australiana, que se hizo notar hace un año en “El lobo de Wall Street”. Y del resto seguramente el brasileño Rodrigo Santoro le sonará familiar o conocido al haberlo visto en “300”, “Che” (como Raúl Castro) o antes en “Carandirú” de nuestro Héctor Babenco. El guión de “Focus” no es demasiado novedoso y lo que salva al film es que resulta entretenido, aunque menor. La mitad inicial, que es la mejor, transcurre en Estados Unidos siendo en particular destacable la larga escena en el Super Bowl. Será el dramático momento en que Nicky (Smith), en compañía de Jess (Robbie), arriesgue dinero “non sancto” y no todo propio (parte pertenece a otros miembros de la banda) en una apuesta con un chino presente en el estadio. Como acertado fondo se escucha la voz de Mick Jagger en “Sympathy with the Devil” y puede decirse que el “diablo” pareciera haber invadido el alma de nuestro simpático estafador. La resolución de esta situación resultará ingeniosa, pero poco después el espectador asistirá a un giro sorpresivo seguido de un brusco salto “3 Years Later”. Y ahora la acción se trasladará a Buenos Aires con el imaginable reencuentro de la pareja central. De ahora en más la estrella será Buenos Aires no sólo por las imágenes en lugares conocidos, aunque bien elegidos, como “Caminito”, San Telmo, varios hoteles famosos (Faena, Hilton) o vistas nocturnas como una muy bella de Puerto Madero. Y alguna frase apropiada como cuando refiriéndose al vino la chica le dice que “en Argentina lo que todos beben es Malbec” Pero lo que se gana en vistosidad se pierde en atractivo temático y hacia el final lo mejor será el protagonismo de Owens, que personifica un actor veterano, casi exclusivamente de series. Se trata de Gerald McRaney, que en una nueva casualidad similar a la que acontecía en la cartelera local hace un mes con el ganador del Oscar (Eddie Redmayne), también está en otro estreno de esta semana (“Lo mejor de mí”). La escena final transcurre en otro lugar conocido de Buenos Aires que no conviene develar. Y si usted cree haber visto a Juan Minujin en el film no se equivoca. Le aclaro que él, al igual que McRaney, está también por partida doble en “Pistas para volver a casa”, otro estreno de la semana.
Pocas películas (internacionales o vernáculas) han presentado una Buenos Aires tan brillante y atractiva como la que se fotografía en esta cinta. Una ciudad idílica, casi Europea que sirve de marco para una entretenida historia que entrelaza romance, acción, aventuras, intrigas y humor. En el tono de las historias de ladrones de guante blanco, Focus trae a un WILL SMITH muy sólido, no tan desaforado como en sus comedias más populares y una MARGOT ROBBIE bellísima! que demuestra que es mucho, pero mucho más que una cara bonita y un cuerpo explosivo. Sin ser un lecho de originalidad, resulta una opción liviana y entretenida.
Ladrones por el mundo Buenos Aires is a free country, right?”, pregunta Will Smith, alias Nick, a una rubia argentina, pretendiendo pasar por borracho; y por supuesto, la rubia corrige: “Buenos Aires no es un país, es una ciudad”. La primera equivocación va adrede, el resto queda amparado bajo el subtítulo local de Focus, cuya filmación en locaciones porteñas fue tan promocionada. Rodada en Nueva York, Nueva Orleans y Buenos Aires, Argentina, la primera parte del film muestra el encuentro entre Nick y Jess (Margot Robbie), una femme fatale aficionada al robo, y sigue con las artimañas que Jess aprende de Nick, cuyo equipo es capaz de robar de un plumazo a un centenar de transeúntes. La cacería sigue en el Super Bowl, pero entonces un incidente con un chino burrero destapa la duda. ¿Quién es Jess? Antes de que el deus ex machina de Nueve Reinas muestre las cartas, el dúo ya está en Buenos Aires, y el final es, como corresponde, a fuego lento. Nobleza obliga, la Reina del Plata fue retratada con su natural encanto nocturno. Después, habría que taparse los oídos cuando en el Mercado de San Telmo se oye una sobregrabación de voces cubanas, y en un paseo por Caminito suena salsa y merengue. Y no mirar la letra chica del hospital donde va a parar Will, ni más ni menos que el neuropsiquiátrico de mujeres. Maestros de la estafa, sin duda.
ESTAFADORES EN BUENOS AIRES Comedia turística de estafadores elegantes metidos en ambientes de lujo. Truchadas de alto nivel, con enredos y suspenso. El viejo tema del cazador cazado que al final caerá en las trampas del amor, que cuando atrapa no suelta. Al comienzo la cosa suena bien: Will Smith es un embaucador simpático y entrador. Y ella es una muchacha que quiere ascender en el submundo del hampa cinco estrellas. Y aprende mucho al lado de él. Y la alumna de a poco se le pondrá a la par. Los dos están tan acostumbrados a fingir y disfrazar todo, que les cuesta descifrar si ese amor, que empiezan a sentir, es cierto o es el gran truco final. Son respetables señoritos que saben distinguir un buen vino y un buen reloj, que van de un lado a otro y la juntan con palas. Arrancan en Nueva York, pasan por Nueva Orleans y acaban en una Buenos Aires fotogénica. Lamentablemente el libro no ayuda. Pero Caminito, San Telmo, Puerto Madero le ponen coqueta escenografía las andanzas exageradas de estos estafadores de buenos modales. Hay tantos trucos y tantos engaños que al final nada es cierto y hasta ellos se confunden. Pero se deja ver, nos muestra una Buenos Aires colorida y vale la pena el trabajo de esta actriz que junta malicia inocencia y audacia a pura mirada y sonrisa. Algo es algo.
La verdad siempre fue una mentira La película que Will Smith filmó en Argentina, se queda a mitad de camino. Todas las historias incluyen algún tipo de mentira, dice Orson Welles en la introducción de F for Fake. Y la de Focus, maestros de la estafa no es una excepción, aunque comete la imprudencia de incluir varias mentiras como para empalagar al espectador con sensibilidad cinéfila. Jess (Margot Robbie), una blonda infernal, intenta robarle a Nicky (Will Smith), un estafador profesional, en un primer encuentro tan forzado como insípido. Pero Nicky es mucho más experto que la neófita Jess y se da cuenta enseguida de la trampa. La metodología aplicada por Jess es básica: hace uso de su belleza para seducirlo y llevarlo a la habitación, donde entra un cómplice con una pistola para sacarle la plata. Jess queda asombrada con la astucia de Nicky, a tal punto que quiere ser parte de su equipo. Luego llega el enamoramiento y la decisión, por parte de él, de tomar caminos diferentes. Después de tres años se encuentran nuevamente en Argentina. En la segunda parte, la que transcurre en Buenos Aires, hay un momento clave para entender aún más lo que es Focus: un personaje sale de una farmacia y se escucha la discusión en español de una pareja de porteños. La mujer dice "No es nada", y el muchacho interrumpe diciendo "Siempre lo mismo". La película es eso: no es nada y siempre es lo mismo. La incorporación del elemento dramático hacia el final, el del padre adoptivo explicando con mucha seriedad por qué abandonó a Nicky de chico, desencaja en el aparato inverosímil que se viene construyendo desde el comienzo. Y la atención de la película, su focus, es sin dudas la belleza pornográfica de Margot Robbie. Esta es su única virtud: la fotogenia de su rostro perfecto. Al igual que F for Fake, el filme dirigido por Glenn Ficarra y John Requa es también una película acerca de los trucos y el fraude. Pero el propósito no es compararla con la obra maestra de Welles, con la que no tiene nada que ver, sino darle un contexto en la historia del cine para reducirla con tranquilidad a lo que es: una postal colorida para vendérsela al turista interesado en conocer Caminito o San Telmo, un filme carterista, que le descuida la billetera al espectador.
Mucho mejor que las últimas películas que ha realizado Will Smith, y satisfactoria en grado suficiente, Focus podría haber sido un film mejor si tuviera –mil perdones– foco. Cuenta muchas cosas aunque cuente solo una: la relación entre dos expertos estafadores, uno de los cuales es Smith y la otra, la rubia Margot Robbie, a quien vieron en “El lobo de Wall Street” y aquí hace algo un tanto diferente. Smith demuestra no solo que puede hacer personajes de comedia con toques dramáticos con absoluta facilidad sino que gracias a esa capacidad es que la pasamos bastante bien. La Robbie, de hecho, logra responderle el dueto sin demasiados problemas. El guión está plagado de vueltas de tuerca como corresponde al género “te engaño pero no te engaño pero te engaño”, y eso vuelve el asunto bastante entretenido. Es decir, la combinación trama enrevesada pero rápida, actores con carisma pero que saben ser personas alcanza para que tengamos la impresión de estar ante una gran película que es solo buena. Los realizadores John Requa y Glenn Ficarra (que hicieron un gran film sobre relaciones y autodescubrimiento con “Te amo, Phillip Morris”) no terminan de decidir si lo más importante es el romance o la trama, y eso es un punto débil. Sí, sí, se filmó en parte en Buenos Aires y luce muy linda, pero el film es algo diferente de sus locaciones aunque no mucho respecto de sus protagonistas.
Las mil vueltas de tuerca de una estafa Nicky, un consumado estafador, ha visto algo en Jess, además de su belleza. Ella está decidida a mezclarse en ese submundo y cuando Nicky la incorpora a su “equipo de trabajo” se mueve como pez en el agua. Pero las cosas no serán tan sencillas para la pareja. La media hora inicial de “Focus” es buenísima. Nicky le explica a Jess que lo del “gran golpe”, ese que permite retirarse a pasear en yate para toda la vida, es un cuento. La plata se hace de a poco, con robos hormiga de tarjetas de crédito, joyas y billeteras. Un escenario como el Super Bowl -y en Nueva Orleans- es un parque de diversiones para los rateros sofisticados que comanda Nicky y a los que Jess se integra con la mayor eficiencia. Pero Nicky es, además, un apostador compulsivo, incapaz de resistir un desafío, lo que cocina un plato mucho más sabroso si va por la vida con un maletín repleto de dólares. Hasta allí, Glenn Ficarra y John Requa escriben y dirigen una película deliciosa, digno homenaje a ladrones de guante blanco como Cary Grant o David Niven. Una banda de estafadores queribles, como los comandados por Frank Sinatra -cuyo Danny Ocean replicó George Clooney por partida triple-. El quiebre se produce cuando la acción salta a Buenos Aires, donde se rodó buena parte de la historia. “Focus” se ralentiza y resigna frescura. Como si la melancolía de algún tango que suena de fondo hubiera contagiado a Will Smith. Su Nicky, tan vivaz al principio, queda enredado en la trama romántica, comete errores. Los diálogos adquieren un convencionalismo desenfocado del tono de la película. Extraño en la dupla Ficarra-Requa, cuyo capital siempre fue la velocidad y la chispa para mantener sus comedias a flote. Hay, por supuesto, una estafa en marcha. Envuelve a Nicky, a Jess y al magnate despiadado que Rodrigo Santoro compone en piloto automático. Santoro será, para siempre, el Jerjes de “300”. Todo con el fondo de una Buenos Aires for export, incluyendo bellísimos cuadros de San Telmo, Caminito y Puerto Madero. Por allí pasean Will Smith y la inquietante Margot Robbie (foto). Está también Gerald McRaney, uno de los tantos y brillantes secundarios de “House of cards”, en un papel que destila previsibilidad. “Focus” es un éxito en las boleterías y reencamina la carrera de Smith, en la banquina desde la espantosa “Después de la Tierra”. Queda la sensación de que pudo haber sido mucho más.
Esperábamos con ansias este estreno, no sólo por ver la nueva película de Will Smith conformando la dupla protagónica con la australiana Margot Robbie sino debido a que hay un elemento extra y es la ciudad de Buenos Aires, donde transcurre más de la mitad (toda la segunda parte) de esta historia que fue rodada durante el mes de Noviembre de 2013 en las locaciones de Ezeiza (el aeropuerto), el Centro Porteño, Recoleta, Puerto Madero (un reconocido hotel), La Boca (Caminito) y el San Telmo (el mercado). En “Focus: Maestros de la Estafa”, escrita y dirigida por Glenn Ficarra y John Requa, los mismos realizadores de “Loco y Estúpido Amor”, Nicky (Smith), es un experimentado estafador y maestro del engaño que se involucra sentimentalmente con una novata e “ingenua” carterista muy bonita llamada Jess (Margot Robbie). A medida que le va enseñando los secretos del oficio y la incorpora a su equipo de estafadores, ella se acerca demasiado. Él, incómodo, corta la relación abruptamente y se aleja. Tres años más tarde, su vida se desestabiliza cuando su ex-novia -ahora convertida en una femme fatale- aparece en la capital de la Argentina. Para enredar aún más las cosas, ella está saliendo con un multimillonario propietario de una escudería de autos de carreras, Garriga (el brasileño Rodrigo Santoro), quien justamente contrata a Niky para realizar un trabajo fraudulento que tiene que ver con un algoritmo de combustión en medio de la realización del Gran Premio de Buenos Aires. La trama de esta muy entretenida producción que combina un poco de comedia con suspenso y romance, se inicia en Nueva York, pasa por Nueva Orleáns y concluye en Buenos Aires. Párrafo aparte merece la muy cuidada filmación llevada a cabo en nuestra ciudad, la cual es mostrada como realmente se lo merece; ese estilo hollywoodense que sabe cómo resaltar la belleza de una metrópoli. Giros y vueltas de tuerca inesperadas captan la atención del espectador que disfrutará de muy buenas situaciones (el duelo de apuestas con un millonario chino en medio de un partido de fútbol americano es genial) en las que resalta la química entre Will Smith (por momentos deja salir ese payasito que tiene adentro) y la ascendente Margot Robbie, la revelación de “El Lobo de Wall Street” que nos vuelve a demostrar que no es sólo una cara bonita. Gerald McRaney y Adrian Martinez, con sus personajes secundarios, también aportan lo suyo. Por su parte, el actor argentino Juan Minujin participa brevemente como como el barman de un hotel.
Luego de años fuera de la pantalla grande, el actor Will Smith comenzó su vuelta haciendo una segunda secuela de Hombres de Negro y luego con la fallida Después de la Tierra. Ahora, Smith pone a prueba su éxito en la taquilla con Focus: Maestros de la Estafa. Acompañando al actor está la joven australiana Margot Robbie, la revelación en El Lobo de Wall Street. Ambos están bajo las órdenes de John Requa y Glenn Ficarra (Una Pareja Despareja). Focus encuentra a Will Smith en una posición atípica: es protagonista en un film noir romántico de mediano presupuesto en el cual personifica a un criminal de carrera. Acostumbrado a liderar films de ciencia ficción de abultados presupuestos, aquí el actor afroamericano planea estafar gente utilizando su ingenio , moviendo la acción desde Nueva Orleans hasta Buenos Aires. Uno de los mejores atributos de la película son sus actores: Smith saca a relucir su carisma y Robbie su sensualidad, logrando entretener al público con su química. Focus no es el mejor ejemplo de un film sobre estafas, considerando que sus posibles influencias lo sobrepasan, ya sean los trabajos de David Mamet , Jean-Pierre Melville o Jules Dassin. Es muy probable que los realizadores no quisiesen superar a estos ejemplos, sino de construir un producto divertido y ligero, sin tratar de innovar o de ser el mejor en su rubro. Más allá de sus varias y rebuscadas vueltas de tuercas, la mediocre banda sonora y su estilo visual poco distintivo (no logra separar con éxito a Nueva Orleans de Buenos Aires, considerando las notables diferencias entre ambas ciudades), Focus: Maestros de la Estafa tiene el gran atractivo de su pareja protagónica, junto a un guión liviano y bien logrado.
Estafas y mil giros Focus abarca varios géneros o, más bien, incursiona en unos cuantos. Mientras el tráiler nos vende una cinta de robos y estafas, al momento del desarrollo la historia se desdobla con frecuencia hacia el romance y, en algunos pasajes, apela a la comedia. Quizás este sea el inconveniente principal que sufre la proyección dirigida por Glenn Ficarra y John Requa (I Love You Philip Morris): es en su intento por contener matices diversos que pierde el foco de lo que realmente interesa. El resultado final no termina de satisfacer netamente, pero al menos se salva por algunas que otras escenas meramente entretenidas. El carisma de Will Smith todavía permanece intacto y redondea un buen trabajo en el papel de un timador al que no se le escapa un solo detalle. Su experiencia en la materia y sus métodos siempre parecen ser redituables. Nicky, nuestro protagonista conoce a una joven sensual llamada Jess (Margot Robbie), quien quiere iniciarse en el oficio. Las cosas se complican o toman otros rumbos cuando ambos se ven inmersos en una relación amorosa. La película de Ficarra y Requa funciona cuando las situaciones nos remontan al ámbito del engaño, donde cada uno de los especialistas realiza su labor en tareas de diferentes niveles de dificultad. Filmada en parte en Argentina, Focus arranca como una promesa ágil y llevadera pero a los pocos minutos deja en evidencia su punto más débil, el destinado a enseñarnos el costado romántico del relato, algo que más adelante se tornará monótono hasta casi el hartazgo. Las secuencias decididas a exponer lo que sucede entre Nicky y Jess carecen de fuerza, de emotividad y tal vez hasta no gocen de la suficiente química como para que el espectador se sienta parte de lo que le cuentan. Existen, en dichos senderos, muchos diálogos que dan la apariencia de estar de relleno para simplemente sumar minutos, puesto que no nos llevan hacia ningún sitio ni enriquecen el asunto. Si hay algo por lo que el film vale la pena es por lo ingenioso de sus vueltas de tuerca y por los sucesos vinculados al mundo del fraude, primordialmente cabe resaltar la escena que se da en el palco de un estadio de fútbol americano. Son esas circunstancias las que suplen la falta de tensión o de audacia para conquistar completamente al observador. Si bien el entretenimiento es intermitente, la propuesta cumple con lo justo gracias a la gran cantidad de giros que posee, los cuales son siempre bienvenidos. LO MEJOR: las vueltas de tuerca. Los momentos asociados a las estafas. La escena del estadio. LO PEOR: el costado romántico de la historia resulta fallido y denso. Irregular a la hora de entretener. PUNTAJE: 6
Estafadores de poca monta Advertencia: Esta crítica contiene algunos spoilers. Focus: Maestros de la Estafa es una película difícil de clasificar, no porque sea algún tipo de experimento audiovisual sino porque se queda a mitad de todos los géneros en los que pretende incursionar. Si nos dejamos llevar por el título del film vamos a esperar ver una película de ese género hermoso que son las estafas. Apropiándome de una frase de mi compañero Nicolás Viademonte me atrevo a decir que hay películas y hay películas de estafas. Es que cuando el fraude, el engaño y la ilusión se fusionan en una película se termina indefectiblemente hablando del cine mismo. Película de Estafa Lo fundamental del género es el desarrollo de un objetivo grande, un big hit que ponga realmente a prueba las capacidades de los protagonistas. Eso que tienen obras como El Golpe y otras que pueden repasar en este enlace si les interesa la temática. Focus, por su parte, prefiere gastar esas energías en pequeños timos que en principio funcionan para revelarnos más de la personalidad de los protagonistas (Will Smith y Margot Robbie) pero que al repetirse a lo largo del metraje empiezan a aburrir. No porque el film se haga extenso sino porque a los 40 minutos de película todavía no podemos precisar bien de qué trata (dura 105 minutos). De esta forma asistimos a un popurrí de subtramas que parecen abrirse y se cierran casi inmediatamente de forma desalentadora. Si pensamos positivamente podemos decir que en Focus los estafadores parecen ser una simple excusa para contarnos un romance. Romance Nick (Will Smith) y Jess (Margot Robbie) comienzan a trabajar juntos. Como es de esperar, rápidamente se involucran en una relación sentimental. Esto lo sabemos porque los vemos acostarse juntos y después verbalizar sus sentimientos. La química actoral está tan ausente como los momentos del guión en donde se demuestren sentimientos sin decirlos en voz alta. Focus: Maestros de la Estafa está llevada adelante con liviandad y desgano. Un día Nick la abandona. Se supone que por sentirse “demasiado involucrado sentimentalmente” porque eso dice la sinopsis. Nunca vemos este proceso interior del personaje. Tres años más tarde vuelven a encontrarse en Buenos Aires. En ese momento entendemos que están destinados a estar juntos para siempre, de otra forma, jamás se hubiesen encontrado en Buenos Aires. Él quiere volver con ella. Ella lo rechaza (ahora tiene un novio adinerado). Se reconcilian (porque están destinados y eso). Las breves oraciones separadas por punto y seguido intentar graficar lo que literalmente se ve en la película. Juro que no deje desarrollos relevantes afuera. Todo es así de maquetado. La única diferencia es que entre secuencia y secuencia hay chistes. Comedia Por algún motivo que desconozco los directores (Glenn Ficarra y John Requa) que tienen en su haber gemas del celuloide como Loco y Estúpido Amor y I Love You Philip Morris decidieron cortar todos los momentos de suspenso de la película con chistes básicos, gags poco inspirados y gestos cómicos de Will Smith. Los toques de comedia que están lejos de los momentos de tensión del film (que son dos) pueden llegar a sacar una sonrisa. El resto (la mayoría) hacen que el espectador no entienda muy bien la finalidad, ni de los chistes ni de la película. En fin, Focus: Maestros de la Estafa no es una película de estafas, no sabe generar la empatía necesaria con los personajes como para narrar un romance y no se entiende porque pretende ser graciosa todo el tiempo. El Tour por Buenos Aires está bastante bien y queremos ver a Margot Robbie junto a Will Smith en Suicide Squad el próximo año como Harley Quinn y Deadshot respectivamente. Nada más importa.
Muy esperada por haber sido rodada parcialmente en Buenos Aires, finalmente llegó a las salas Focus, tercer largometraje de la dupla de realizadores Glenn Ficarra y John Requa, conocidos también por haber co-escrito el guión de la efectiva comedia Un santa no tan santo. Al inicio del filme vemos como Nicky (Will Smith), un maestro de la estafa, conoce a Jess (Margot Robbie) una joven novata en el mismo “oficio”. Él comenzará a entrenarla en la técnica del engaño para incorporarla a un gran equipo que realiza infinidad de pequeños robos aprovechando el clima de jolgorio que se vive en la ciudad de New Orleans gracias a la celebración de Mardi Gras y una inverosímil final de futbol americano. Durante la segunda mitad la acción del filme se trasladará a Buenos Aires. Desde el primer minuto existe una química entre Nicky y Jess que trasciende la pantalla y que se transformará en un elemento fundamental para que el relato pueda sostener su interés. Entre los aspectos técnicos sobresale la fotografía de Xavier Grobet dominada por una paleta de colores brillantes, vívidos, que enfatiza la belleza de las locaciones elegidas. Pero Focus tiene un problema importante, la información que se le brinda al espectador es poca y el relato se construye sobre la base de una serie de giros sorprendentes. Llevado a la teoría hitchcockiana se podría decir en el texto de Ficarra & Requa la sorpresa prevalece por sobre el suspenso y eso le quita tensión e interés al relato. Pese a ello, en términos generales, y teniendo en cuenta el universo de filmes hollywoodenses de grandes estudios Focus se destaca como un entretenimiento agradable. Por Fausto Nicolás Balbi @FaustoNB
Los tramposos Seis años después de su debut cinematográfico con I love you Philip Morris –estrenada en nuestro país bajo el título particularmente torpe de Una pareja despareja–, el dúo Firraca-Requia regresa a la pantalla grande con otra historia sobre estafadores, de la mano de Will Smith y Margot como Nicky y Jess, un maestro del engaño y su novata pero rápida aprendiz –era Robbie la rubia que seducía a un ladrón muchísimo más interesante que este en El Lobo de Wall Street y que anteriormente enamoraba a un inexperto Domhnall Gleeson en la maravillosa Cuestión de tiempo–. Dicho esto, y teniendo en cuenta que la carga de arrastrar a la película más floja de los guionistas de Un Santa no tan santo como un caballo cansado a lo largo de todo el metraje recae sobre ellos, podemos diferenciar claramente una primera mitad en la que la película despliega varios subgéneros sin demasiada claridad, y una segunda, filmada en Buenos Aires, donde todo se vuelve aún más confuso en cuanto a su objetivo. Un ejemplo evidente de sus desajustes narrativos es la escena del partido de fútbol americano: mientras Nicky y un millonario se disputan grandes cantidades de dinero en un peligroso juego de apuestas, la secuencia parece extenderse de manera irracional y sin ningún tipo de ingenio para crear expectativa por el resultado, hasta que recién llegado el final se devela el giro con el que la película intenta justificar de alguna manera la dilatación del asunto. El problema es que ni ese giro ni los que seguirán funcionan. En parte porque el estiramiento de las escenas no tiene otro motivo que la pretensión de abrir un juego de artimañas –que, por otro lado, no es más que una serie de espejitos de colores– ante un espectador deseoso de acción y algo desorientado, que se irá tornando tan repetitivo como los constantes engaños tras engaños y absurdas vueltas de tuerca que terminan agotándonos a nosotros y a la película de igual manera. Toda esta parafernalia de trucos que parecen salidos de una película de Nolan –sin dudas todo un profesional en el arte de querer vendernos bijouterie por joyas cinematográficas– sumada a la falta de un antagonista bien definido, comienzan a provocar una considerable pérdida de interés por lo que resta de la película, que no se sostiene ni siquiera gracias a la simpatía y los esfuerzos de Will Smith ni de la femme fatale que lo acompaña. Lo que sucede es que en algún momento entre la primera y la segunda mitad, los directores desvían su rumbo hacia una comedia romántica de esas cubiertas por gruesas capas de una cursilería imposible y romances mostrados de las formas más absurdas basadas en novelas de Nicholas Sparks, algo a lo que no se prestaba su antecesora Loco y estúpido amor, a pesar de no animarse a ser la salvajada que fue Una pareja despareja. En su afán por llegar a un público cada vez más amplio, la última propuesta de Firraca y Requa se va diluyendo en su propio juego hasta transformarse lentamente en poco más de una hora y media de desencanto que duele como un paquete de papas fritas sin tazo. Focus: maestros de la estafa intenta elaborar un complejo acto de magia frente a nuestros ojos, pero en cambio revela el truco: no hay nada detrás de la canchereada megacool de sus actores y de una Buenos Aires de cine-postal woodyalleniana. Lo que queda no es más que una película reofertada que se acerca más a la delincuencia de pasarela que retrató Sofía Coppola en su más reciente y fallida Adoro la fama que a cualquier otra referencia del cine de estafadores con mayúsculas.
Lecciones de alta escuela Si gusta del entretenimiento high class, aproveche para ver “Focus: maestros de la estafa”, en la cómoda butaca de la única sala XD disponible en nuestra ciudad. Se trata de una película de acción escrita y dirigida por el dúo integrado por John Requa y Glenn Ficarra (“I love you, Philip Morris” y “Loco y estúpido amor”, entre otros títulos), y protagonizada por el carismático Will Smith (“Hombres de negro”, etc.) y la belleza en ascenso Margot Robbie (“El lobo de Wall Street”). Resulta que la chica, de nombre Jess, aprovechando la atractiva anatomía con que la naturaleza la dotó, más algunas cualidades de su propia cosecha, intenta abrirse paso en la vida estafando y/o robando a incautos candidatos, ablandados y con la guardia baja, a los que logra rendir ante sus irresistibles encantos. Es así que en una de sus habituales rondas de cacería nocturna, quiere atrapar a Nicky, nada menos que a Nicky... ella lo ve como un objetivo fácil pero no tardará en advertir que está ante un hueso duro de roer. El muchacho es un experto en el arte del engaño y el arrebato, y lo que pretende es darle una lección a la novata, a quien no solamente le frustra su plan sino que la humilla. Pero pronto las cosas se pondrán más interesantes, porque ella, ni lerda ni perezosa, correrá tras él para rogarle que la tome como su discípula y le enseñe las artes de tan distinguida y honrosa profesión. Él al principio se hace el difícil pero después de algunos ronroneos de la hábil muchachita, al fin, afloja. A partir de ese momento, Jess será sometida a un duro entrenamiento, porque hay que mencionar que Nicky no es un improvisado ni nada que se le parezca, es parte importante de un equipo de profesionales que no se andan con chiquitas. Jess ha tenido la fortuna de tropezar con una banda que actúa a gran escala y a nivel internacional, así que cuenta con la oportunidad de aprender con un grupo selecto y lo hace con resultados sobresalientes. Pero... lo que al principio parecía una ventaja pronto se convierte en una desventaja. La chica no solamente es muy lista, es demasiado atractiva y Nicky, que es un sentimental al fin y al cabo, se siente vulnerable, entonces decide tomar distancia. Hasta allí, el escenario de estos acontecimientos ha sido la ciudad de Nueva Orleans, en los Estados Unidos. Después de ese corte, la película da un salto y el escenario se traslada a Buenos Aires, sí, la capital de nuestro querido país. Han pasado tres años desde que Nicky despidió elegantemente a Jess y no se han vuelto a ver desde entonces. Pero ¿el azar? quiere que se reencuentren en el ámbito porteño. Ella anda en compañía de un acaudalado joven (Rodrigo Santoro) que hace ruido en el negocio de las carreras de automóviles de alto nivel y él, en sus asuntos, como siempre. Y como se imaginarán, donde hubo fuego... El caso es que vuelven a enredarse afectivamente e inevitablemente también se mezclarán los asuntos profesionales y se armará un lío fenomenal. La trama dará varias vueltas de tuerca con algunas extravagantes sorpresas y el espectador disfrutará de un entretenimiento vistoso que lo dejará contento por un rato y afortunadamente, sin consecuencias desagradables ni efectos colaterales.
Nick (Will Smith) es un estafador profesional que sabe todo lo necesario para hacer de su “oficio” un “arte”. Para las noticias policiales de cualquier matutino el tipo sería un punga cualquiera, pero lo hace con estilo, glamour, gracia y simpatía. El chorro adorable, en una palabra, que por supuesto tendrá en Focus la oportunidad de encontrar la horma de su zapato. O bien porque se mete con la víctima equivocada o porque encuentra en Jess (Margott Robin) una suerte de talón de Aquiles. Una vez consumado el primer encuentro, Nick sigue a Jess con el propósito de elevar su status de novata a experta, aunque un juego interesante de seducción va tomando buen color a medida que avanza el relato. Así como ocurrió con varias comedias del mismo planteo, como “Dos pícaros sinvergüenzas” (la de 1964 y la remake 1988), está el ladrón culto, refinado, vivo, apuesto y con mucha clase que toma a un discípulo de poca monta y lo convierte en su “pollo” para entrenarlo y enseñarle todo lo que sabe, y así perpetrar robos de todo tipo con el resto del equipo. Nick toma a Jess como su polla (menos mal que no estamos en España), un poco por diversión, sí; pero sobre todo porque se enamora de ella. Él no lo reconoce, pero todos los presentes en la sala lo sabemos. Focus debe su nombre a la traducción en español: foco. Según Nick, lo importante para tener éxito en esto de ser ratero es la focalización y la concentración en un punto, o en la mirada como factor de distracción hacia la víctima. En fin… El guión de Glenn Ficarra y John Requa mezcla un poco de la referencia anterior, con algo de acción muy medida y elementos de “Nacida ayer” (1993) y de “Sabrina” (1954) para proponer como resultado una película entretenida, cuyo gancho principal es la química entre los dos actores protagónicos y el humor. De hecho hay un diálogo entre ambos donde se citan ejemplos cinematográficos de lo que estamos viendo. Sigo. Es en ese carisma especial de Will Smith donde se apoya la mitad del producto. La otra pata depende de Margott Robbin que opone belleza, una sonrisa de publicidad de pasta dental, y algunos destellos de frescura que ayudan a construir lo que para el personaje de Smith sería una mujer “irresistible”. No vamos a ahondar en los detalles de por qué la acción se traslada de Nueva Orleans a Buenos Aires, porque entraríamos en el pedregoso terreno del verosímil, terreno que en éste caso está rodeado de un pantano de caprichos. Podría ser Buenos Aires o Maracaibo, da igual. – “¿Malbec?” - pregunta Nick en un bar. - “Es lo que toman aquí” - responde Jess. Es todo lo que se les ocurre a los directores. ¿Tango como parte de la banda sonora? Olvídelo. Si es por la música que suena en la calle pareciera que la acción tiene lugar en el centro de Costa Rica. Mejor quedémonos con lo que sí funciona. Además de la química en la dupla central, también están bien ajustadas la mayoría de las líneas de diálogo para lograr varios momentos de mucho humor. No sólo en el personaje de Nick, sino en el de su compinche Farhad (Adrián Martínez). Un gordito simpaticón con cierto grado de oscuridad en su impronta que no pasa para nada desapercibido en esta producción. “Focus: Maestros de la estafa” entretiene con buenos elementos y de paso repunta un poco el camino de Will Smith que venía de un par de resbalones. Para eso fue realizada.
Focus maestros de la estafa es una película pasatista, con algunas situaciones un tanto inverosímiles, pero bastante llevadera. El gancho principal radica en hacerte creer una cosa para que realmente resulte siendo otra, pero al usar tantas veces este recurso el desenlace se termina adivinando...
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Focus, con Will Smith, luego de dos años fuera de las cámaras llega a los cines Argentinos. Hay una especie de sub género en la comedia policial, que es el de aquellas películas en las cuales el espectador se conecta con el estafador en lugar del héroe que pretende atraparlo, en el medio de una trama plagada de giros y engaños. El primer recuerdo que tengo de eso es la película El Golpe (The Swing, George Roy Hill, 1973), que fue un punto de giro en el género para la mayoría de nosotros, y el último, sobre todo para los argentinos, es Nueve Reinas. Focus se encuentra cercana a El golpe, tratando de generar una trama en la cual, desde el principio, las cosas no son lo que parecen. Todo es una fachada, victima, victimario y situación, todo es falso. Y tal vez ese es el motivo por el cual la película que tiene unas cuantas buenas ideas, no puede desarrollar bien casi ninguna, trata de engañar tanto al espectador, que a los veinte minutos, uno ya no compra nada. Otro de los grandes problemas que tiene Focus es que, para hacer que una trama plagada de engaños funcione bien, las actuaciones tienen que ser verosímiles. Will Smith es un actor que a veces hace trabajos aceptables, pero en líneas generales no se ha podido cargar encima una película en la cual su actuación fuese primordial, y esta no es la excepción. Fluctúa entre el carismático y el triste, y en ninguna de las dos se convierte en un personaje demasiado concreto. Su co-estrella Margot Robbie, es de una belleza pocas veces vista, pero como actriz es más que fallida, no hay una escena en la cual pueda hacerse creíble para el espectador, cosa que en esta película es imprescindible. Estéticamente, para nosotros, la película tiene el encanto de que más de la mitad fue filmada en Buenos Aires, y uno puede reconocer partes de Recoleta, San Telmo, Caminito, y otros lugares. Ese dato solo, debería darle a la película una aceptable agenda en nuestras salas, a pesar de que, como película, no reviste la menor importancia, sirviendo solo para pasar un buen momento. Particularmente recomendable para aquellos que salieron fanatizados con Nueve Reinas, Focus puede representar una muy buena experiencia en el cine, aunque cabe advertir que carece de la parte interesante que el film argentino brindaba con su “picardía porteña”, su contraparte es el acartonado personaje de Smith.
Romances, estafas, acción y escenas filmadas en la Argentina en 2013. Will Smith despliega una vez más toda su simpatía y carisma interpretando a Nicky Spurgeon en una historia para adultos (todo lo que hace no es para ser tomado como ejemplo) en la cual gana mucho dinero trabajando para una red de estafadores muy profesionales en todo el mundo. Su oficio viene de familia desde su abuelo (pasa de generación en generación). Todos son tremendamente mentirosos y hábiles a la hora de robar. Sus días cambian cuando se encuentra con la atractiva, bella y sexi Jess (australiana Margot Robbie, trabajo hace poco en “El lobo de Wall Street” junto a Leonardo DiCaprio), una ladrona de poca monta. A partir de ese encuentro varias situaciones se sucederán en un importante hotel y luego de una serie de complicaciones terminarán trabajando juntos. Ellos son una pareja en todo sentido, la pasan bien, se aman y divierten, él le enseña el arte de robar, todos los trucos y tiene un duro entrenamiento. Nicky y Jess junto a sus hombres logran juntar una importante suma de dinero y joyas entre otras cosas. Algunos momentos tiernos y dulces entre miradas, mimos, lleno de lujos y toques de humor. Una de las tantas escenas encantadoras es cuando van al estadio de fútbol americano, ellos comienzan a jugar con apuestas hasta que participa un espectador que allí se encuentra Liyuan (BD Wong, "Siete años en el Tibet") y le da toques de tensión y recreación. Después de pasar buenos momentos juntos, Nicky decide darle un fin a la relación pero se vuelven a reencontrar en después de tres años en Buenos Aires. Will Smith saca su lado encantador, atractivo, y lleno de matices. La historia no tiene un gran guión, igual resulta muy entretenida gracias a la pareja protagonista, muy buen ritmo y maravillosa la fotografía, algunas vueltas de tuerca, momentos de drama, suspenso y thriller, llena de acción y efectos especiales, lujos y automóviles espectaculares. Esta película tiene algo muy especial y sobre todo para los argentinos y es que se encuentra filmada gran parte en distintos lugares de Buenos Aires, con escenarios en: Recoleta, Aeropuerto de Ezeiza, Palermo, Puerto Madero, Caminito, San Telmo y algunas zonas del Microcentro porteño (bellísimas las imágenes). Una película con varios extras en argentina, genial y se luce Juan Minujín que es un barman que juega una breve y simpática escena con Nicky, además las argentinas: Justina Bustos, Paula Brasca, entre otros. Uno de los actores mal aprovechado dentro de la trama es el brasilero Rodrigo Santoro quien no logra destacarse. Parte del elenco: Gerald McRaney, Adrian Martinez, Dominic Fumusa, entre otros.
Fotografiada con estilo y elegancia “Focus” busca entretener como lo hacían las viejas películas, recostándose en el carisma de sus protagonistas. Cuando la trama llega a la Argentina las vueltas de tuerca constantes pierden fuerza, sin embargo personajes como el de Farhad (Adrián Martinez) mantienen el interés. Una Buenos Aires filmada cinematográfica y no documentalmente -como suelen filmarla los directores argentinos- es también un personaje más de una película que tiene sólo una ambición: hacer pasar un buen momento al espectador y como un buen estafador el film nos distrae hasta el final
Ok, Will es simpático, nos cae bien su onda, y actúa muy bien… Junto a Eddie Murphy guardan el secreto de la eterna juventud. Margot es una mujer bella, como Scarlett Johansson, perfectas para el lente de la cámara. Una historia para pasar 104 minutos. Se suben puntos por la hermosa Argentina que muestran las imágenes, todo bien y en foco.
El texto de la crítica ha sido eliminado por petición del medio.
Estafa entretenida pero tramposa "Focus" es la nueva película de comedia/acción de la dupla de directores Glenn Ficarra y John Requa, responsables de otros títulos reconocidos como "Loco y estúpido amor" y "I love you Philip Morris". Este nuevo proyecto es más liviano y comercial que "I love you...", más al estilo de "Loco y estúpido...", aunque presenta algunas cuestiones inverosímiles y exageradas que le bajan el nivel. La trama de la película se centra en Nicky (Will Smith), un estafador de gran carisma y talento que lleva adelante una organización criminal con verdaderos profesionales en el arte de robar. Un buen día se topa en un restaurante con una rubia infartante que lo "seduce" para luego poder robarle junto a un cómplice, cuestión que nuestro protagonista ya había advertido a los 3 segundos del momento en que Jess (Margot Robbie) lo había abordado. Al sabotear su intento de hurto, y sólo porque la blonda le cayó bien, Nicky decide darle algunos concejos de la calle para que no termine presa a causa de torpeza. A partir de acá, se establece una relación entre ambos que transita desde la interacción maestro-discípulo hasta el plano amoroso, pasando por una serie de mentiras y engaños varios entre medio. Debo admitir de que más allá de que uno advierte de manera un tanto grosera la poca factibilidad de alguna de las estafas que se llevan a cabo en "Focus", resulta entretenida y permite que nos involucremos con la pareja protagonista, perdonándole algunas carencias y clichés del género. Un ejemplo claro de esto es la escena de apuestas contra el magnate Liyuan (BD Wong) en un partido de fútbol americano. Todo es tensión y emoción hasta que al final de la secuencia la perjudican al remarcar demasiado algunas explicaciones no necesarias. Como argentino, debo decir que me gustó mucho ver cómo los directores mostraron la ciudad de Buenos Aires en las escenas que filmaron en nuestro país. Hoteles de lujo de la Recoleta, Puerto Madero, la Boca, Palermo. Se muestra Buenos Aires como la ciudad cosmopolita que es, con gente sofisticada, y no como un lugarsucho del tercer mundo como ha pasado en otros títulos hollywoodenses. En cuanto al humor, diría que el resultado es irregular. Por momentos funciona, con un carismático Will Smith y una Margot Robbie sexy y divertida, pero por otros se tornan un tanto sobreactuados y los diálogos sólo logran sacar una tímida mueca parecida a una sonrisa. Si hay algo que les gusta incorporar en sus trabajos a Ficarra y Requa, son las vueltas de tuerca inesperadas y bizarras. "Focus" no es la excepción y vuelven a presentar un twist de 180 grados que finalmente también termina pareciendo forzado y un tanto tirado de pelos. Conclusión: La película se disfruta por su pareja protagonista que tiene buena química y carisma, por algunos toques creativos a la hora de presentar las estafas y porque gran parte de la acción tiene lugar en nuestro país. Por otro lado, es irregular en su humor y nudos de la trama, presentando algunos clichés básicos que le bajan categoría a la propuesta. Disfrutable.