Un film bastante desigual con muy buenos momentos de tensión, que a pesar de sus falencias merece su visión. La primera parte es creíble y efectista, pero luego todo comienza a tornarse repetitivo y muy fantasioso, sin contar que el personaje tiene...
Personalidades en cautiverio El indio M. Night Shyamalan supo demostrar a lo largo de sus primeras películas un gran manejo en lo que a puesta en escena y destreza para manipular la cámara se refiere, cualidades que en este último opus, Fragmentado, vuelven a resaltar en una suerte de retorno a su viejo cine con ciertas diferencias de estilo en base a los años transcurridos y a la irregular recepción de sus películas más recientes que lo sumieron en una pendiente descendente de la que parecía comenzar a salir a partir de su anterior obra La Visita. Si bien en otros países al film se lo denominó con otro título como por ejemplo Múltiple, lo cierto es que lo “múltiple” en este caso no se amolda a las personalidades disociadas del protagonista, sino a los puntos de vista sobre la historia en todo su desarrollo. La primera gran pregunta que rondaba cuando se conoció el proyecto, que iba a contar como protagonista con el actor Joaquin Phoenix (por motivos de agenda no pudo incorporarse) era si esas personalidades iban a encontrar en James McAvoy el actor ideal para emerger. Afortunadamente, uno de los pilares en que Fragmentado se apoya es en el enorme aporte de este actor para encarnar a varias de las caras visibles de Kevin. El relato define con sutileza el verdadero conflicto psíquico del protagonista, su cúmulo de traumas ligados a su infancia y pasado que son el origen de las personalidades que tomarán su cuerpo y mente no de manera azarosa sino bajo un estricto patrón que el espectador deberá ir descubriendo entre pistas, detalles, gestos y reacciones ante el entorno. Para que este mecanismo psicológico opere es necesario el conflicto no tanto en su faceta de adaptabilidad, sino como respuesta ante la vulnerabilidad y el dolor que causa la disociación. Tal vez el director cometa aquí uno de los primeros errores de la película al trazar cierto paralelismo entre Kevin, opacado por todas sus otras personalidades, y una de las chicas raptadas (Anya Taylor-Joy), antagonista por excelencia, para quien reserva el recurso del flashback explicativo y abusivo. Lo mismo ocurre con la figura de la psiquiatra (Betty Buckley), representante de la idea de la ciencia frente al desorden natural, pero también pretexto narrativo para reforzar algunos elementos claves de la trama para todo aquel público disperso o enemigo de la sutileza. Con sus fallas – que debe reconocerse son menos que los aciertos – el guión de Fragmentado dosifica y multiplica de manera inteligente y eficaz la información pero además construye con rasgos distintivos cada una de las personalidades e incluso deja el juego a la interacción cuando el conflicto psicológico emerge a la superficie y el propio protagonista padece los brotes con especulación y sorpresa, en un registro que oscila entre el suspenso y el terror en proporciones adecuadas, aunque el defecto a veces llega en los momentos de los climas teniendo presente la puesta a prueba de la resistencia de las tres cautivas, los propósitos rituales y el espacio de encierro y angustia, que aumenta con el correr de los minutos. Resulta por demás interesante la subtrama entre Anya Taylor-Joy y su captor en términos de cazadores y presas que intercambian roles, unidos por el hilo delgado de la locura y la cordura o lo instintivo por encima de la racionalidad. Sin embargo, a ese puñado de subtramas hilvanadas a veces de manera torpe y otra acertadas le juega un tanto en contra la pseudo filosofía oculta en la trama y mucho mas un epílogo forzado que no alcanza para una re lectura del film como se pretende esgrimir en argumentaciones un tanto antojadizas y exageradas.
Sólo el dolor nos legitima Luego de un período dominado por obras olvidables, M. Night Shyamalan con Fragmentado termina de redondear un regreso francamente insólito a lo mejor de su carrera, algo que ya habíamos intuido en la previa y también refrescante Los Huéspedes… Lamentablemente estamos en una época en la que los principales tanques del año de los estudios hollywoodenses son películas de superhéroes anodinas y mediocres, sin el más mínimo rasgo autoral que las diferencie una de la otra o quiebre -aunque sea momentáneamente- esa lógica serial digna de la televisión (el cine debería tomar de la TV actual la calidad de sus productos y no el encadenamiento de sus eternos eslabones). M. Night Shyamalan, en su nuevo opus Fragmentado (Split, 2016), vuelve a ese universo de “superhombres” reales y sufrientes que ya había examinado en la también maravillosa El Protegido (Unbreakable, 2000): de hecho, el film que hoy nos ocupa funciona a la vez como una secuela conceptual de aquella y como una confirmación del muy buen nivel al que ha regresado el hindú desde la anterior e hilarante Los Huéspedes (The Visit, 2015). Aquí el relato gira en torno a Kevin (James McAvoy), una víctima de abuso infantil por parte de su madre que con el tiempo construyó 23 personalidades en un caso extremo de trastorno de identidad disociativo. El hombre secuestra a tres adolescentes, Claire (Haley Lu Richardson), Marcia (Jessica Sula) y Casey (Anya Taylor-Joy), a quienes mantiene encerradas primero en una celda colectiva y luego en calabozos individuales improvisados, a medida que los intentos fallidos de escape se van acumulando. La historia desarrolla paralelamente las sesiones de Kevin con la Doctora Fletcher (Betty Buckley), una psiquiatra que ve desfilar por su consultorio diversas identidades dominantes en la psiquis del protagonista, y las diferencias entre las cautivas, ya que mientras que Claire y Marcia son las típicas burguesas consentidas, Casey sí tuvo que atravesar momentos turbulentos. El director introduce la idea de un poder sobrehumano que esquiva los clichés del género, en sintonía con El Protegido, a través del objetivo que persiguen todos los seres que habitan en Kevin: la captura de las chicas obedece a una ofrenda en favor de una misteriosa personalidad número 24 llamada “La Bestia”, que para colmo promete abrirse camino como el siguiente estadio de la evolución humana. La inteligencia de Shyamalan reside en la decisión de jugar con la dialéctica de los héroes y los villanos tanto a nivel de la mente del protagonista (Hedwig, una identidad que dice ser un niño de nueve años, es lo más parecido a una ayuda para las jóvenes) como en lo que respecta al contrapunto con Casey (la única figura capaz de entender el dolor subyacente en Kevin por su propia experiencia de vida, hablamos de un personaje fuerte que evita el envalentonamiento feminista bobo). Si bien el tópico de la escisión del inconsciente ya ha sido trabajado en muchas ocasiones, como por ejemplo en el famoso libro Sybil de Flora Rheta Schreiber de 1973 sobre el caso de Shirley Ardell Mason, en lo que atañe al séptimo arte se lo suele relacionar con el campo de los psicópatas y aledaños en un recorrido que comienza con Psicosis (Psycho, 1960) de Alfred Hitchcock, continúa con el Brian De Palma de Vestida para Matar (Dressed to Kill, 1980) y Demente (Raising Cain, 1992), y llega hasta El Club de la Pelea (Fight Club, 1999) de David Fincher. El hindú recupera en parte este legado pero lo saca del terreno del “remate del desenlace”, su funcionalidad más extendida, para acercarlo a preguntas más interesantes vinculadas con el doble filo de la capacidad de nuestra estructura psíquica para protegerse y al mismo tiempo “canibalizarse” de una manera subrepticia y fuera de control. Indudablemente el otro gran pivote de la propuesta pasa por el desempeño de McAvoy y Taylor-Joy: el británico se luce a puro histrionismo con muchos personajes sucesivos y hasta manteniendo conversaciones entre sí, una labor meticulosa que le permite explorar las distintas facetas de Kevin, y la norteamericana, a la que ya habíamos visto en Morgan (2016) y la gloriosa La Bruja (The Witch: A New-England Folktale, 2015), hoy termina de ratificar que es una de las promesas más importantes de los últimos años. Fiel a su estilo, en Fragmentado Shyamalan se reserva un rol muy gracioso para sí mismo e incluye una referencia directa a El Protegido, dos detalles que calzan perfecto dentro de un andamiaje narrativo que retoma una vieja premisa del horror, aquella que afirma -con toda la razón- que sólo el sacrificio y el pesar nos legitiman como personas, no así la banalidad diaria…
Tenemos que hablar de Kevin M. Night Shyamalan, cineasta poseedor de una amplia secta de fanáticos defensores, vuelve a la carga con lo que se supone que es un retorno a su primer cine tan enormemente idolatrado por estos acérrimos seguidores. Fragmentado, el nombre de su última creación, es una película que presenta numerosas similitudes con Identidad, de James Mangold, donde también se trata el tema de las personalidades múltiples desde el punto de vista de un thriller. A su vez el filme bebe directamente de la famosa novela El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, sólo que en lugar de convivir dos personalidades lo hacen veinticuatro (siendo una de ellas, obviamente, Mr. Hyde o La Bestia como aquí se le llama). Desde un primer momento se hace patente el exceso de elementos sobrantes en la obra. Entre los más destacables se encuentran los flashbacks de la supuesta protagonista y toda la trama secundaria referente a la psiquiatra. Estas subtramas no hacen más que enfriar el ritmo del filme y entorpecer el desarrollo de la historia. Encontramos además una gran cantidad de diálogos y escenas cuyo único objetivo es explicar al espectador de la forma más burda y simple sobre qué está hablando la película. Shyamalan trata al público como a un conjunto de niños que necesitan absolutamente todo bien masticado. Todo este lío complica el filme hasta el extremo, de forma que en ciertos momentos es incluso imposible de determinar quién es el protagonista: ¿La psiquiatra, la secuestrada o el propio secuestrador? Se cambia el punto de vista constantemente, a tontas y a locas, queriendo centrarse en todo a la vez y consiguiendo no profundizar en nada. Pero hay más, Shyamalan se permite usar a la figura de la mujer de la forma más tópica que existe en el mundo cinematográfico, en ropa interior y gritando como una desposeída. Y es que esto es algo que como producto comercial nunca puede fallar: cine de terror + unas buenas tetas o un buen culo = éxito asegurado. Da igual que reste verosimilitud al conjunto, ver a unas colegialas que aparentan veintimuchos chillando en bragas siempre merece la pena. Respecto a McAvoy, de quien no se puede negar su capacidad como actor, cabe decir que trabaja sobre un papel completamente absurdo. ¿Para qué demonios interpretar a una persona con veinticuatro personalidades vacías e incomprensibles? ¿No es mejor centrarse en algo menos complicado y desarrollarlo de una forma más completa? ¿O es que hoy en día se valora el trabajo del actor tan sólo por la extravagancia del personaje? McAvoy coge todos los papeles de Johnny Depp y los junta en uno solo, obteniendo como resultado un amasijo de expresiones faciales dignas del mismísimo Jim Carrey. Fragmentado es un supuesto híbrido entre el cine de suspense y el de terror, pero si nos centramos en este último aspecto podemos encontrar una serie de elementos que no funcionan. El más llamativo de entre todos ellos es también el más simple, los sustos (que ante todo cabe decir que no son necesarios para contar una historia de terror, pero parece que muy pocos cineastas son capaces de darse cuenta de esto). Y es que los sustos no asustan (valga la redundancia), en su lugar son vulgares, facilones y sobre todo muy previsibles lo cual conlleva a aumentar ese absurdo que rodea a la película a lo largo de todo su metraje. El último filme del “maestro” Shyamalan es por tanto todo un ejemplo de lo que es el cine de sus inicios: giros argumentales incoherentes, sorpresas totalmente injustificadas al más puro estilo Deux ex machina, un terror común y manido y los cameos del propio director a lo Hitchcock (quien sí es el verdadero maestro del suspense). Tan sólo queda hablar del guiño final de la obra a El protegido, guiño que todo sea dicho ocurre después de un anticlímax innecesario y chabacano. Este homenaje ha sido tachado por muchos como un elemento metalingüístico de proporciones bíblicas. Permítanme estas personas que califique tal acto como una burda tomadura de pelo, concebida tan solo como sorpresa final, eso sí, al más puro estilo M. Night Shyamalan.
El director M. Night Shyamalan -"Sexto Sentido"- arremete con este film que combina terror, suspenso y toques sobrenaturales. Tres chicas son secuestradas por un hombre que tiene 23 personalidades, encarnadas por un multifacético James Mc Avoy. Después de Los huéspedes, el director hindú M. Night Shyamalan parece encauzar nuevamente su carrera con el estreno de Fragmentado -Split-, un éxito de taquilla en Estados Unidos, que retoma el tema de las personalidades múltiples en este relato demencial. El terror, el suspenso y los toques sobrenaturales se dan cita a partir del momento en el que tres chicas son secuestradas y encerradas por Kevin -James Mc Avoy-, un joven con 23 personalidades y, una más, la más instintiva y siniestra, que está por aflorar. Fragmentado mantiene un logrado clima claustrofóbico -por momentos recuerda a Avenida 10 Cloverfield- y remite a títulos como Demente, de Brian de Palma, y a Identidad, de James Mangold. Tres adolescentes quedan a merced de un hombre perturbado debido a los abusos que sufrió por parte de su madre y que lo llevó a un caso extremo de trastorno de identidad disociativo. Estas identidades sorprenden gracias al trabajo multifacético de James Mc Avoy, capaz de pasar y hablar como un niño ingenuo de nueve años o transformarse en la "dulce" celadora Patricia. Todas harán su aparición e interactuarán de acuerdo a las situaciones que se presentan en esta habitación refaccionada como una celda para mantener encerradas a las adolescentes. El relato juega también con la relación entre Kevin y la Dra. Fletcher -Betty Buckley, de gran peso en la historia-, su psiquiatra de confianza, pero quizás el punto más fuerte recae en Casey -Anya Taylor-Joy-, una de las chicas que tiene todo menos ingenuidad por el pasado que arrastra y que se conoce a través de "flashbacks". Ella es la única que puede entender lo que pasa realmente dentro de la cabeza de su captor. Entre las sesiones de terapia del protagonista, los intentos de fuga que inquietan al espectador y la sensación de un peligro mayor que se avecina, "La Bestia", Fragmentado es una buena película de terror y suspenso, que quizás encuentra su punto más débil sobre los minutos finales, pero no opaca los giros del relato sobre presas y cazadores, ofrendas, locura y muerte. El realizador también se asegura un papel menor en la trama, ayudando a la Dra Fletcher, y una sorpresa sobre el minuto final. Rica en detalles, la película ofrece un pesadillesco paseo por los laberintos de la mente.
Luego de ser invitada a asistir a un cumpleaños por compromiso, la joven Casey se prepara para volver a su casa en el mismo auto que la cumpleañera y otra compañera de clases. Pero todo se convierte en una pesadilla cuando es secuestrada por un misterioso hombre. Ahora las tres adolescentes están cautivas por su captor, que no solo es un secuestrador, sino que padece de disociación de personalidad y tiene veintitrés personas distintas conviviendo en su cuerpo. Luego de la regular Los Huéspedes, nos llega Fragmentado (Split en su nombre original), lo nuevo del siempre separador de opiniones M. Nigth Shyamalan; quién parece que aún debe rendirle cuentas a la crítica y a los espectadores por no tener una filmografía que sostenga el nivel de Sexto Sentido o El Protegido. Todo este preámbulo lo hago para decirles que lo mejor que pueden hacer con esta película es mirarla como un film independiente, sin juzgar el curriculum de su realizador, y dejarse llevar por una historia que atrapa gracias a un trabajo actoral de alto vuelo. El guion escrito por el propio Shyamalan es muy sólido, y los giros (algo que todos debían de esperar de ese director), no se notan forzados o ridículos. Todo tiene sentido debido a la gran construcción que se hace, y lo bien que se aprovechan las dos horas de duración del film. Algo que a otras películas de suspenso recientes vimos como un error, acá es todo un acierto. Pero como dije más arriba. Esta cinta se sostiene en su trama y en sus actuaciones, siendo notables tanto la de Anya Taylor – Joy como la de James Mcavoy. En primer lugar esta joven actriz ya demostró el talento que tiene en La Bruja, y acá no tiene problemas en cargar con gran parte del peso dramático a sus espaldas, en un rol con varios matices. Pero todo esto queda opacado porque lo de James McAvoy, quien hace una labor notable. El actor escocés tiene la difícil tarea de interpretar a diferentes personas, solo usando cambio de vestuario y su propio talento; y podemos decir que cada una de estas personalidades son bien distintas y con caractesticas bien marcadas, logrando que más de una vez nos olvidemos que estamos viendo al mismo actor en dicho rol. Quizás lo menos destacable sea la dirección del propio M. Night Shyamalan, quién vuelve a usar esos planos (en especial primeros planos) bastante extraños que terminan sacando por unos instantes al espectador de la película. Pero de todas formas esto no llega a volveré molesto o restarle puntos al film. Fragmentado es una buena película, muy sólida y con una historia que se sostiene aún cuando da algunos giros inesperados. También es el film de suspenso con las mejores actuaciones vistas en muchos años, y ya por eso, es una de las mejores cintas que tendremos en cartelera estas semanas.
Síndrome De Palma Ahora que Brian De Palma ya no filma, quién mejor homenajea a Alfred Hitchcock es M. Night Shyamalan. No es nuevo, lo mismo se dijo a fines de los noventa cuando el realizador indio hizo sus mejores películas. Pero tras una serie de fracasos comerciales estrepitosos donde parecía que Shyamalan había perdido no sólo su marca de autor sino también su talento, se reinventa hace un par de años con Los huéspedes (The Visit, 2015) una película de bajo presupuesto con un elenco pequeño que transcurre en su mayoría en una sola locación. Repitiendo el esquema, escribe y dirige con el mismo equipo Fragmentado (Split, 2017). Con esta película Shyamalan regresa sobre algunas ideas de El protegido (Unbreakable, 2000), su film con Bruce Willis y Samuel L. Jackson. En Fragmentado se concibe la personalidad de manera evolutiva, con la posibilidad de adquirir características sobrenaturales del tipo mitológicas, que tienen su origen en la gesta de los superhéroes, pero no pensemos en seres de cómic con fines justicieros, sino mejor en personas destinadas a cumplir misiones por fuera de su propia voluntad. Hay una esencia existencialista trágica en todo el proceso que envuelve a la película. Y no es caprichosa tal interpretación, el cameo final lo confirma. La historia con varios tintes de suspenso y del terror de serial killers nos trae a un paciente que tiene múltiples identidades (interpretado por un multifacético James McAvoy), quién secuestra a tres chicas adolescentes y las encierra en un kafkiano establecimiento sin saber muy bien para qué. La mujer que oficia de psiquiatra (Betty Buckley), la única que lleva un registro de las nefastas consecuencias del surgimiento de sus personalidades más oscuras, investiga el caso con obsesión mientras las chicas tratan de escapar. Las 23 personalidades tienen una evolución y la película crece al igual que su personaje. En todo sentido. Estamos sin duda ante la mejor película de M. Night Shyamalan en años, o al menos, la de mayor interés. En ella el cineasta demuestra una clara marca de autor en la temática desarrollada y un sólido dominio de la técnica para llevarla a cabo. La escena inicial es de un virtuosismo sorprendente. Los movimientos de cámara ubican a los personajes frontalmente al espectador, otorgándole la misma posición de encierro que tienen las adolescentes y estableciendo un suspense preciso entre aquello que es mostrado y lo que no. El punto de vista también limita la composición del espacio reduciéndola en virtud de la situación de claustrofobia. En ese aspecto la creciente transformación y mutación de su protagonista toma las dimensiones monstruosas de un espeluznante cine de terror. La referencia al maestro del suspenso Alfred Hitchcock es notoria y explotada por las diferentes identidades de su personaje principal. Desde los disfraces con pelucas hasta la vulnerabilidad del niño que siente culpa, pero al igual que Brian De Palma en su faceta de guionista, se notan los hilos del argumento que fuerzan la historia a sus objetivos finales. Las 23 identidades del protagonistas parecen un exceso, y también los giros de la trama. Se nota que Shyamalan busca sumergir al espectador en su laberíntico universo para llegar a determinado puerto, independiente de si la historia pierda o no verosimilitud. A De Palma le pasó lo propio con Blow Out: El sonido de la muerte (Blow Out, 1981) o Mujer Fatal (Femme Fatale, 2002), por un lado demuestra un dominio absoluto de la manipulación del espectador, por el otro se excede en cierto momento y causa el efecto contrario. El director de Sexto sentido (The Sixth Sense, 1999) parece haber encontrado la fórmula en producciones de bajo costo, gastando menos y arriesgando más, que le permiten retomar su senda de autor, haciendo lo que mejor sabe y ampliando ideas interesantes que le quedaron en el tintero. El protegido fue una película muy criticada en su momento, con la misma vehemencia que amada. Tal vez porque varias de las ideas allí mencionadas quedaban inconclusas. Fragmentado es la excusa para continuar dicho camino y explayarlas.
UNIVERSO EN EXPANSIÓN Un caso psiquiátrico de estudio y una doctora que trata de hacer un seguimiento de un paciente al que le detectaron 23 personalidades. Y un director, M. Night Shyamalan, que a su vez parece ser dos, uno casi genial el otro una especie de vende humo al estilo Caruso Lombardi y un actor principal, James McAvoy, habituado a película de gran presupuesto y de papeles de galán, puesto a la empresa de desarrollar la distintas personalidades del relato. Shyamalan sale ileso y revitalizado del desafío, McAvoy demuestra que es un gran intérprete que puede sostener solito la película. Y la escena final le dejará al fan del director la sensación de que valía la pena sentarse a la butaca para sufrir durante 117 minutos. Tres adolescentes son secuestradas en el comienzo de la película y toda la película no es más que la lucha por la supervivencia que se entabla entre ellas y su secuestrador o secuestradores, mejor dicho. La tensión se hace insoportable, el desarrollo de las múltiples personalidades del secuestrador es imparable y van apareciendo en la prisión de las secuestradas o en el consultorio de la psiquiatra, que presenta el caso ante el mundo científico con la hipótesis de que los pacientes con este tipo de trastornos quizás sean una evolución del ser humano. Todos los protagonistas están entregados al sostenimiento de una trama que va mostrando de manera escalonada las facetas del monstruo que protagoniza McAvoy. Shyamalan (Sexto sentido, El protegido, Señales, La aldea, El fin de los tiempos) encontró la forma de volver a asustarnos, de desarrollar sus temas y de recuperar la atención del espectador. Vale la pena ver Fragmentado y si no seguimos, es porque preferimos aceptar el pedido del director indio de que no se revele nada más acerca de la película. Y sí, la petición es comprensible en tanto el universo que abarca la película tiene un crecimiento que puede ser infinito. FRAGMENTADO Split. Estados Unidos, 2016. Dirección y guión: M. Night Shyamalan. Intérpretes: James McAvoy, Anya Taylor Joy, Betty Buckley, Brad William Henke, Haley Lu Richardson, Sterling K. Brown, Kim Director, Sebastian Arcelus, Lyne Renee, Neal Huff, Jessica Sula, Maria Breyman, Steven Dennis, Peter Patrikios, Matthew Nadu. Música: West Dylan Thordson. Duración: 117 minutos.
A fines de la década de los ´90s, M. Night Shyamalan había sido considerado como "el próximo Spielberg", fue la mente maestra en películas como El Protegido y Sexto sentido, pero con cada película que iba estrenando su calidad artística como director venia en descenso. En el 2015 estreno La Visita y con ella volvió algo del Shyamalan que tanto ansiábamos, ahora nos trae su nuevo thriller psicológico, Fragmentado. Kevin alberga dentro de su mente 23 personalidades diferentes, cada una de ellas muy distinta a la otra, puede ser una mujer, un niño de 9 años o un artista dedicado al mundo de la moda, pero también dentro suyo tiene algunas personalidades que lo pueden llevar a la máxima locura. Él logra con éxito secuestrar a tres adolescentes y mantenerlas encerradas dentro de un cuarto con cuatro paredes, ellas serán las testigos de conocer a fondo los cambios en el comportamiento de su secuestrador, pero Kevin está a punto de soltar a La Bestia, su personalidad n° 24, un ser superior al resto y totalmente despiadado. A James McAvoy lo vimos en peliculas relacionadas al universo de los X-Men, pero acá hace gala de una faceta muy distinta y entregando uno de los mejores papeles en su carrera, es difícil interpretar a un personaje, pero el logra meter a más de uno sin alterar su actuación, sino que la duplica en los gestos, la forma de hablar y hasta de moverse. Lo mismo ocurre con nuestra Anya Taylor-Joy (The Witch) que interpreta a Casey, una de las tres adolescentes mantenidas en cautiverio con un pasado bastante turbio, pero siendo una de las mas firmes a la hora de hacerle frente al antagonista. Betty Buckley también pone un gran desempeño en su actuación interpretando a la Dra. Fletcher, la terapeuta de de Kevin, ademas ella es la única capaz de controlar a su paciente y todas sus personalidades. M. Night Shyamalan vuelve a estar a la altura de sus comienzos con un thriller brillante que ofrece momentos llenos de tensión, con personajes complejos y retorcidos, un film digno de un director que reaparece con éxito. Lo bueno: James McAvoy se luce con cada una de sus personalidades, la última es escalofriante. Por su parte Anya Taylor-Joy demuestra ser mas que una de las jóvenes promesas de Hollywood. El giro final en los últimos momentos y un cameo inesperado son imperdibles. Lo malo: Hay ciertos momentos en que hay baches argumentales, pero quiero pensar que son puestos intencionalmente para engañar al espectador.
Loco un poco nada más. En Fragmentado, tres jóvenes son secuestradas por un hombre que padece un grave trastorno de personalidad disociativa. Mejor dicho, una de las veintitrés personalidades que habitan la mente de Kevin, secuestra a este grupo de jovencitas y las mantiene cautivas en una especie de calabozo, por razones que se irán descubriendo a lo largo del film. Pero eso no es todo; existe otra personalidad, la numero 24, mucho más fuerte y peligrosa que el resto, cuya aparición es inminente. Fragmentado es un oscuro y entretenido thriller psicológico. Como director, Shyamalan aprovecha al máximo el reducido escenario donde se desarrolla la película y, a través de movimientos de cámara y planos sumamente contenidos y claustrofóbicos, construye de manera solida el suspenso que la historia le demanda. Visualmente es hermosa. La fotografía de Michael Gioulakis (que fue contratado por el director luego de ver su trabajo en It Follows) juega con los espacios, las luces y las sombras que, junto con el increíble diseño de sonido y la música compuesta por West Dylan Thordson, crean una atmósfera totalmente opresiva y angustiante. El Shyamalan guionista también hace un trabajo muy solido. Fragmentado probablemente sea la película más “transparente” del director. ¿Que quiero decir con esto? No creo estar equivocado si afirmo que, después de Sexto Sentido, cada vez que vemos una de sus películas esperamos que en el desenlace haya una tremenda revelación que nos vuele la gorra. En mi caso, apenas me senté en la butaca, subí la guardia y agudice mis sentidos para intentar descubrir que era lo que me estaban escondiendo, como si de un truco de magia se tratara. Debo admitir que fue un error. Fragmentado es un caso especial. Voy a tratar de ser muy cuidadoso al explicarme porque no quiero arruinarle la fiesta a nadie. La historia que nos presenta la película se desarrolla y concluye de manera muy directa y efectiva. Sin embargo, la película esconde una sorpresa (¡y que sorpresita…!) que enriquece y potencia el valor del film por completo, haciendo obligatoria una segunda visita desde una perspectiva diferente. En cuanto al desarrollo de personajes, el guionista y director respeta a la audiencia y les pide que sean pacientes, que lo sigan con confianza y muy de apoco va desplegando las distintas capas que los recubren. Déjense llevar y van a ser muy bien recompensados. En este sentido, es muy interesante cómo se utilizan los flashbacks para desarrollar al personaje de Anya Taylor-Joy (La Bruja). A lo largo del metraje, se nos van presentando pequeños retazos de su pasado, que nos ayudan a comprender el porqué de su presente y su particular personalidad. Las actuaciones son, sin duda, la principal atracción del film. El trabajo de James McAvoy es demencial. Es evidente que se entregó por completo al rol y solo el hecho poder disfrutar del magnifico resultado de su compromiso vale cada centavo de la entrada. Cada una de las personalidades que interpreta logra diferenciarse por completo de las demás. El sutil pero distinguible cambio que hay entre las distintas voces, gestos y posturas es estremecedor. Anya Taylor-Joy hace un gran trabajo dándole vida a un personaje muy complejo e introvertido. Es muy poco lo que expresa a través de la palabra -como mencioné mas arriba, el personaje está construido a base de flashbacks que contextualizan su conducta actual- por lo que es sumamente importante todo lo que transmite con sus gestos y mirada. La joven actriz logra superar con creces el desafío. La interpretación de Betty Buckley (Carrie) como la psicóloga de Kevin que intenta desesperadamente comunicarse con todas las personalidades que habitan la cabeza de su paciente y ayudarlo, también es muy buena. Algunos aspectos del film no terminan de funcionar del todo bien. A nivel guion, el cierre de la historia deja algunos cabos sueltos, con Shyamalan haciendo una enorme apuesta a futuro. Por otro lado, las interpretaciones de las dos jóvenes actrices que acompañan a Anya Taylor-Joy no resultan del todo convincentes (sobre todo Jessica Sula) y son casi olvidadas por el guión. Por ultimo, si bien la película explora temas como la familia, la infancia, el pasado y el dolor, todos recurrentes en la filmografía del director, no llega a hacerlo con la fuerza emocional de otras de sus obras. Conclusión: Fragmentado es una película intensa, arriesgada y original, cuyo punto más alto puede encontrase en la estremecedora y brillante actuación de James McAvoy, la cual es motivo suficiente para pagar la entrada al cine. M. Night Shyamalan está de vuelta y trae consigo la recompensa para todos los que no perdimos la fe en él, después de todos estos años.
El famoso director M. Night Shyamalan recordado por “Sexto sentido”, “El protegido” y “La aldea”, después de varios fracasos de gran presupuesto, volvió a películas más pequeñas y a su mejor forma. Ya con “Los huéspedes” (The visit) retomó su camino. Pero ahora nos trae un entretenimiento desconcertante y bien construido que mantiene en vilo al espectador. El protagonista es un hombre que padece el trastorno de identidad disociativa, que alberga en un solo individuo distintas personalidades. Este en cuestión posee 23, a punto de tener 24, aunque solo se muestren algunas. Y aunque la argumentación científica no tiene nada de rigor, la lleva adelante la doctora que atiende a este paciente, la que explica, pero que otorga, en manos de Betty Buckley, una enorme calidez al personaje. James Mc Avoy tiene en sus manos el sueño de todo actor, interpretar a todas esas personalidades, y lo hace muy bien, con el desborde y la intensidad perfecta, y en general con mínimos aditamentos. El tema es que una de esas personalidades secuestra a tres chicas, “mandado” por la bestia, y las aloja en un depósito acondicionado especialmente y abandonado. Entre ellas esta la sobreviviente de abusos que podrá hacer frente a la situación: Anya Taylor-Joy, también en una gran entrega. Con precisión, con acciones fuera de campo, con un constante clima de amenaza, el film es el pasaporte a la tensión que se afianza en la historia del secuestrador y sus personalidades distintas y en la de una de las secuestradas que desarrollo un instinto de supervivencia, que las otras chicas de vida acomodada y sin conflictos no pueden afrontar. Y para el final una sorpresa digan del director en su buena forma.
Fragmentado trae de regreso el mejor cine de M.Night Shyamalan luego de numerosos proyectos fallidos que no lograron convencer al público en esta última década. Un cambio notable en la filmografía del cineasta que empezó a gestarse en su labor previa, Los Huéspedes, donde se pudo percibir un regreso a sus raíces artísticas. A diferencias de las producciones que hizo en los últimos años, en Fragmentado nos encontramos otra vez con una película especial, cuya reseña requiere un cuidado meticuloso para no adelantarle demasiados detalles a los lectores sobre la experiencia que les espera en el cine. Algo que tal vez no ocurría desde el estreno de Señales. En esta oportunidad Shyamalan vuelve a demostrar un dominio absoluto del género de suspenso con la historia más oscura y retorcida de su filmografía. Un relato intenso que aborda las enfermedades mentales y los abusos sexuales en un conflicto que se vuelve atrapante a medida que se desarrollan las historias de los personajes. Más allá de su talento como narrador a la hora de construir situaciones de tensión, el director en este trabajo delegó el peso del film en las interpretaciones de los dos protagonistas. Cuesta entender que James McAvoy haya sido ignorado en todas las entregas de premios de esta temporada, cuando sacó adelante con una maestría absoluta un rol tan complejo y demandante como el psicópata Kevin Wendell. Supongo que si tocaba el clarinete en alguna escena los genios iluminados de la Academia de Hollywood lo hubieran tenido más en cuenta. Obviamente no vas a descubrir que McAvoy es un gran actor con esta película porque hace muchos años que se destaca con sus interpretaciones en el cine, pero si lo vas a disfrutar de un modo especial. El modo en que trabajó las transformación de las distintas personalidades de su rol es extraordinario.Wendell es un personaje aterrador, pero a la vez atractivo e interesante de seguir por la locura en la que se desenvuelve su vida cotidiana y en ese punto encontramos la virtud del trabajo de McAvoy. La humanidad que le otorgó a su composición generó que el personaje no se convirtiera en un trillado villano del cine de terror. Fragmentado probablemente no hubiera sido lo mismo sin la labor de Anya Taylor-Joy que estableció una química estupenda con McAvoy a través de un personaje intenso que resulta más interesante de lo que parece su introducción. La actriz que ya se había destacado en el film de terror La bruja, sobresale con otra gran interpretación que la obligó a trabajar diversos rango de emociones. Me gustó mucho lo que hizo en esta película y creo que es una de las nuevas figuras del cine para seguir con atención en el futuro. En el tercer acto de esta historia Shyamalan no puede con su genio y encara la película por el terreno de la bizarrada total. No obstante, dentro del marco en el que se desarrolla el cuento, esas situaciones tienen un sustento por el cierre impecable que luego le da a la historia. La escena final te roba una sonrisa y consolida el regreso del director en el género que mejor domina. Con su nueva obra M Night. Shyamalan volvió a recuperar la confianza de sus seguidores y obtuvo un suceso comercial que viene siendo muy elogiado a nivel internacional. Queda por esperar que no arruine este buen momento de su carrera y continúe ofreciendo buenas películas.
La carrera de M. Night Shyamalan es digna de muchos análisis. Deben ser muy pocos los directores que hayan llegado bien alto para luego caer por un precipicio y salir a flote nuevamente. Con Sexto sentido (1999), El protegido (2000) y Señales (2002) demostró una gran habilidad narrativa y un sello tremendo en sus climax. Fórmula que luego sobreexplotó en sus siguientes films. Recibió la espalda tanto de críticos como espectadores con The Happening (2008) y sus siguientes películas como director por encargo fueron un fiasco. Todos creyeron que la carrera del que alguna vez fuera bautizado como “el nuevo Hitchcock” había acabado hasta que en 2015 volvió a recibir buenos comentarios y éxitos con The visit. Pero con este estreno vuelve a la senda de la cual nunca se tendría que haber ido ya que es muy fácil ubicar Fragmentado en la misma línea que sus primeros films. El espectador se encontrará totalmente atrapado desde que secuestran a las tres adolescentes porque el nivel de suspenso que se mantiene es excelente. Lo mismo sucede con la temática que aborda el film: los traumas no resueltos, las obsesiones, y desordenes de personalidades llevados al extremo. James McAvoy se luce en la muy difícil tarea de interpretar a varios personajes (las diferentes personalidades) a la vez, y si bien hay algunas que le salen mejor que otras, demuestra gran capacidad actoral. No puedo decir más sin revelar hechos y este film contiene el que por ahora es el “spoiler de la década” si se menciona. Fragmentado es una gran película de suspenso y terror psicológico con la vuelta al género de su último gran abanderado.
Hace apenas cuatro años temimos lo peor, creyendo que M. Night Shyamalan le había puesto el último clavo a su propio ataúd cinematográfico con Despúes de la Tierra (After Eart, 2013), ese Sci-Fi fatídico con Will Smith e hijo a la cabeza, película que sucedía a las también endebles El Último Maestro del Aire (The Last Airbender, 2010) y El Fin de los Tiempos (The Happening, 2008). Afortunadamente en 2015 retomó el camino gracias a ese relato de suspenso en clave cámara en mano llamado Los Huéspedes (The Visit, 2015), dando señales de que la redención era posible. Parte de ese camino redentor continua en Fragmentado (Split, 2017), la nueva película que escribe y dirige el hombre que sorprendió al mundo cuando nos hizo caer en la cuenta de que Bruce Willis era un fantasma con asuntos pendientes. En esta ocasión presenta la historia de Kevin, interpretado por James McAvoy, un hombre que sufre de personalidades múltiples. Si, múltiples… 23 personalidades conviven en el mismo cuerpo. Cuando el cúmulo de ánimas se sale de control, Casey (Anya Taylor-Joy) y sus amigas se llevan la peor parte, siendo secuestradas y confinadas en un lugar sin escape aparente. Con un planteo similar al de Avenida Cloverfield 10 (10 Cloverfield Lane, 2016), Shyamalan construye un relato claustrofóbico, en el que la tensión va en aumento y los espacios confinados se vuelven asfixiantes secuencia tras secuencia. McAvoy vuelve a entregar una performance inobjetable, con momentos de enorme intensidad. Todo esto multiplicado por la cantidad de diferentes personalidades que interpreta. Por el lado de Anya Taylor-joy, revalida todo lo bueno que ya había demostrado en La Bruja (The Witch, 2015). Parece un personaje hecho a su medida, ya que aprovecha al máximo sus rasgos particulares para transmitir con efectividad un enorme rango de sensaciones. De esas actrices que no necesitan decir una palabra: su cara y sus gestos lo dicen todo. Pero no caigamos en la idea reduccionista de creernos simplemente frente a una película de un chiflado que secuestra unas chicas y las hace pasar un mal rato. El guión de Shyamalan ofrece más de una lectura, ahondando en los traumas infantiles que dejan marcas profundas, el costado salvaje de la psiquis humana y la verdadera esencia de la maldad. Al igual que con Los Huéspedes, el director vuelve a mostrarse más cómodo trabajando dentro de una historia mínima pero compuesta por varias capas de análisis, alejándose de los relatos sobredimensionados y grandilocuentes. Como si todo esto fuese poco, aquellos fans más hardcore de Shyamalan enloqueceran -en el buen sentido del término- con el guiño final.
Fragmentado: El baile de la bestia. M. Night Shyamalan vuelve a la carga con un thriller que, gracias a soberbias actuaciones de sus personajes principales y una gran ejecución por parte del director, parece ser el regreso esperado por sus fanáticos desde hace 15 años. Casey (Anya Taylor-Joy) es una adolescente retraída que, junto con dos compañeras de la escuela con las cuales volvía de una fiesta de cumpleaños, son abducidas por Dennis, una de las veintitrés personalidades que habitan dentro de Kevin (James McAvoy), un hombre que padece de trastorno de identidad disociada luego de haber sufrido abusos de niño. A partir de esto las jóvenes conocerán otras de las identidades de Kevin, e intentaran engañarlas para poder escapar de su encierro, y del atroz destino que les espera con la llegada de “La Bestia”, la temida vigesimocuarta identidad por lo destructiva que podría ser para Kevin, sus identidades no dañinas y las niñas. La premisa de por sí parece interesante y atractiva, en gran parte por la estupenda posibilidad que le da a McAvoy de explotar todo su potencial actoral personificando desde un pervertido adicto a la limpieza, un extrovertido diseñador de moda, una perversa mujer con actitudes maternales y hasta un niño de 9 años fanático de Kanye West. Todas estas personalidades (junto con la fantástica actuación de McAvoy) hacen de Kevin un antagonista impredecible y magnético para el espectador que observara pacientemente como la talentosa Anya Taylor-Joy sabe más de lo que deja ver sobre estas situaciones delicadas. Shyamalan vuelve a sus raíces, un thriller de cocción lenta con giros por doquier en la última media hora del film, sin embargo, en su mayoría son satisfactorios y sirven para llegar a destino en las subtramas que va alimentando a cuentagotas a lo largo del film, la desesperación es real y se va acrecentando, pero ciertos momentos de humor destacan sin quitarnos del ambiente general del film. Si bien a veces el ritmo se estanca, en especial cuando McAvoy no está en escena, pero al menos cuando toma fuerza sobre el final del segundo acto se mantiene cautivante hasta el final. Los giros finales entran en terreno un poco controversial, ya que en una escena particular relacionada con el personaje de McAvoy el tono realista y perturbador se torna un tanto risible hasta prácticamente el final del film, donde otro giro nos termina de quitar varias dudas de forma eficaz (especialmente para los admiradores de los primeros films del cineasta) pero el efecto confuso de esta escena puede dejarnos rascando la cabeza durante el climax del film si veníamos acostumbrados al estilo de los primeros actos. La historia revisita temas de previos films de Shyamalan relacionados al poderío y la evolución humana, especialmente en las escenas en las que participa la Dra. Karen Fletcher (Betty Buckley), psicóloga de Kevin, quien cree que el trauma sufrido por sus pacientes desbloquea una nueva etapa en la evolución humana, pero al sospechar que las identidades malignas de Kevin han tomado el control en su mente tendrá que enfrentar la posibilidad de que sus hipótesis sean probadas de una manera negativa. La relación mas directa es con “El Protegido” (2000) uno de los mayores éxitos del director. El elenco no es muy extenso, y sus personajes secundarios, la ya mencionada Betty Buckley y Haley Lu Richardson (Edge of Seventeen) y Jessica Sula (Skins) quienes son las compañeras de Casey secuestradas, cumplen sin destacarse demasiado. El plato fuerte definitivamente son Anya Taylor-Joy (The Witch) y James McAvoy (X-Men: First Class) quienes comparten una gran dinámica, que mediante los intentos de convencer a su captor en vez de confrontarlo deja constantemente abierta la posibilidad de Casey como sobreviviente, pero tampoco le quita lo amenazante a las personalidades de Kevin. La música está a cargo de West Dylan Thordson (Joy, Foxcatcher) y la fotografía es de Mike Gioulakis (It Follows) ambos participes vitales en la creación de una atmósfera constantemente oscura e inquietante. En conclusión, Fragmentado vuelve a poner en la mira a un director que estaba cerca de convertirse en un meme pocos años atrás, nos da una de las mejores actuaciones en la carrera de uno de esos actores que pueden hacer de todo con McAvoy, cementa el crecimiento de una futura estrella en Taylor-Joy y es una gran opción para ir a ver un poco de suspenso del bueno.
23 personalidades en un solo cuerpo, una buena actuación de James McAvoy y el sello de Night Shyamalan, conforman una historia singular. Fragmentado es un thriller que combina un buen trabajo de su protagonista James McAvoy con la dirección inconfundible de Shyamalan. Crea suspenso y acción, curiosidad e incomodidad. James McAvoy es Kevin, pero también es Dennis, Patricia, Hedwig y otros tantos más. En su cuerpo conviven todas estas personas, con diferentes sentimientos, patologías, sexo, edad, profesiones, gustos y mucho más. Tan distintas como complejas. Este tipo de personajes, que albergan además una personalidad más que está a punto de surgir, pueden causarle muchísimas sensaciones al público y eso, en cierta forma está logrado. Acompañan a McAvoy, Anya Taylor-Joy, una de las jóvenes que es secuestrada por una de las identidades de Kevin; muy buena actuación; y su analista, la Dra Karen Fletcher (Betty Buckley). Hay dos actrices más. Dos chicas que son secuestradas junto a Casey (Taylor-Joy), cuyas malas actuaciones sacan de contexto permanentemente. Realmente, parece que están jugando a actuar. No lograremos creernos ese secuestro por más que le pongamos garra. El film se torna reiterativo, donde el secuestrador lleva de un lado a otro a las víctimas, o conversa con ellas y luego visita a su analista. Esto mismo se repite en varias ocasiones, mientras no avanza la historia. Hacia el final, el director revela quizás una posible trilogía. Los fanáticos aplaudirán con un final prometedor.
El psicópata que termina siendo muy light. En relación con los dislates de La mujer de agua (2006), El último guerrero (2010) y Después de la Tierra (2013), Fragmentado –modesta, calma y de medio tono– representa para M. Night Shyamalan un claro run for cover o busca de refugio. Pero conviene no olvidar que antes de ésta hubo una notable comedia negra de (mucho) terror, la injustamente inadvertida Los huéspedes (2015), sin ninguna duda una de las mejores películas del realizador de origen indio. Fragmentado es una película sumamente económica, que da a pensar que a Shyamalan le escatimaron el presupuesto. La acción, mayormente hablada, se desarrolla casi enteramente en dos interiores: el bunker del psicopático protagonista y el consultorio de su terapeuta, interpretada por Betty Buckley, la recordada profesora de educación física de Carrie. Como en las recientes No respires y la recién estrenada Intrusos, un sótano, que alberga a tres chicas secuestradas, vuelve a ser el sitio por excelencia de lo siniestro. Lo de “fragmentado” (Split, en el original) es en referencia a la enfermedad que padece el protagonista, que hasta hace unos años se conocía como “personalidad múltiple” o “dividida” y actualmente se denomina “trastorno de identidad disociativo”. Dejando de lado la más conocida disociación entre dos identidades, en cine la variante múltiple la padecieron, entre otros, Sally Field en sus comienzos (Sybil, 1976), John Lithgow (Demente, de Brian de Palma, 1992) y Michael Keaton (Mis otros yo, 1996). Con veintitrés personalidades contra las dieciséis de Sally Field, el escocés James McAvoy lleva hasta el momento la delantera como Máximo Divisor Múltiple. Inevitablemente oscura al transcurrir en espacios cerrados y sin salida al exterior, Fragmentado respira un aire incómodo. Pero ni viciado ni malsano: el psicópata (y/o esquizofrénico) de McAvoy no es suficientemente perverso, ni despierta la suficiente piedad. Una historia de secuestro tiene que jugar necesariamente alrededor de la tortura, psíquica o física, real o potencial. Y aquí nada. Ni siquiera un poco de motivación, en verdad, porque, ¿por qué secuestran Hedwig y sus veintidós compañeros a las tres chicas? No parece haber razón. En el último tercio de película se anuncia la inminente llegada de la personalidad número 24, la temible La Bestia, pero cuando llega tampoco pasa mucho, confirmando al protagonista como primer psycho-light de la pantalla. El secuestrador libra dos duelos con sendas mujeres. Uno es con una de sus prisioneras, Casey (Anya Taylor-Joy), quien tal vez por haber vivido de pequeña una historia sumamente tortuosa, ya en el primer plano de la película se presenta con mirada alerta. El otro es con su terapeuta, con quien lo une una sugestiva equiparación: ella también, como Dennis le hace notar, vive encerrada y sola, y “su familia son sus pacientes”, como ella misma reconoce. Interesante simetría entre “el bien” y “el mal”, que lamentablemente no se desarrolla mucho más allá. En la última escena hay una cita a El protegido, que divertirá a quienes hayan visto esa película.
Un villano que asusta por 23 En 1999, M. Night Shyamalan se consagró con Sexto sentido. Estaba llamado a ser el gran director de cine de género con elementos sobrenaturales e ínfulas intelectuales de su generación. Más allá de algunos films rescatables, su carrera se fue en una pendiente que parecía no tener fin. Sin embargo, la bienvenida recuperación arrancó hace un par de años con Los huéspedes y continúa ahora con Fragmentado. James McAvoy -en un tour de force actoral de esos que quedan en la historia- encarna a un hombre con un serio trastorno de identidad disociativo. Tan serio que en él conviven nada menos que 23 personalidades distintas (desde las más violentas hasta las más dóciles, de las más adultas a las más aniñadas, de las más masculinas a las más femeninas). Lo cierto es que el protagonista secuestra en los primeros minutos del film a tres adolescentes (Anya Taylor-Joy, Jessica Sula y Haley Lu Richardson) y las mantiene encerradas en un lugar semiabandonado. Ellas deberán lidiar, por supuesto, con las distintas personalidades del captor, que va cambiando a cada rato de actitud. El quinto personaje importante de este casi siempre fascinante rompecabezas psicológico es la veterana terapeuta de McAvoy (Betty Buckley). Aunque por momentos se apela al trazo grueso, al subrayado y a ciertas arbitrariedades a la hora de explorar los demonios internos y los traumas infantiles que generan heridas de por vida, Fragmentado cumple con su objetivo principal: nunca deja de entretener y aterrar.
Con el spoiler en el ADN En el nuevo filme del director de "Sexto sentido", el enfrentamiento entre el raptor y una de las tres secuestradas tiene punch. Y el final.. La palabra spoiler tiene en el cine de M. Night Shyamalan un valor prominente. El director nacido en la India y que filma casi siempre en Filadelfia tocó el cielo con las manos cuando estrenó Sexto sentido. Candidaturas al Oscar, el mote del nuevo Hitchcock o el próximo Spielberg un tanto exagerados, más aplausos tras El protegido. Señaes y La aldea le fueron limando crédito, y Después de la Tierra, con Will Smith, ya fue la debacle. Con Los huéspedes (2015) optó por el bajo presupuesto, pero la vuelta de tuerca del final se descubría mucho antes y restaba interés al relato. Ya estaba más volcado al suspenso no sobrenatural. Siempre hábil, y decidido a no dar el brazo a torcer, Fragmentado tuvo un costo de US$ 9 millones y sobrepasó los 70 de recaudación en todo el mundo. Shyamalan vuelve a ser redituable. Pero ¿qué es lo que hace a Fragmentado un éxito? James McAvoy es Dennis/Patricia/Hedwig/Kevin/Barry/Orwell/Jade y siguen las firmas. Es que tiene 23 personalidades. Una de ellas rapta a tres jóvenes y las encierra en un cuarto. ¿Dónde? No se sabe. De a poco irán apareciendo algunas de sus otras identidades, pero será Casey (Anya Taylor-Joy, quien vivió en la Argentina de chica y fue protagonista de La bruja) la única de las tres secuestradas que no cejará en su intento por recuperar la libertad. En Taylor-Joy y en McAvoy descansa Shyamalan para que su thriller avance como un engranaje perfecto. Claro que algunos clisés se le caen de las manos y se ven en primerísimo primer plano. La psiquiatra (Betty Buckley) que ayuda a Kevin y/siguen/las/firmas con su desorden psicológico es el papel que debe airear la trama y el correspondiente encierro. Porque Fragmentado es por momentos tan ingeniosa como ridícula. La transformación del actor escocés de Expiación, deseo y pecado y el joven Xavier de X-Men en la maldad personalizada en Dennis y/siguen/las/firmas es abrumadora. Como lo es el tiempo que el director se toma para dilatar la revelación, hasta que… Lo dicho: el spoiler está en el ADN de Shyamalan. Y sí, Fragmentado tiene un guiño para los seguidores del director de El protegido, que seguro lo aplaudirán. La pregunta es: aquellos que no la vieron, ¿qué sentirán al final?
El hombre de las 23 caras Adivinar el giro final de una película de M. Night Shyamalan, sólo con ver el tráiler, es casi una competencia cuando recién aparecen los avances de uno de sus nuevos proyectos. Esencialmente, Shyamalan creó un género propio en sí mismo con la irrupción de Sexto sentido (1999), El protegido (2000) y Señales (2002): personajes masculinos endebles que enfrentan crisis existenciales a la par de conflictos con aura paranormal. Fantasmas distraídos, superhéroes de carne y hueso o alienígenas fóbicos al agua, todos son representados con la misma seriedad y pragmatismo que las habituales vueltas de tuerca en sus películas. La fórmula pocas veces cambia y, por sobre cada mensaje espiritual y medioambientalista, más parece aferrarse a sus convicciones cinematográficas. Y, a decir verdad, en tiempos donde reina el exitismo masivo, es casi una cualidad de este realizador amado/odiado por sus manierismos. Sin embargo, de todas sus propuestas ambiciosas, Fragmentado (2017) es lo más parecido a un equilibrio, entre lo que alguna vez supo insinuar el director indio en sus inicios a base de planos osados, y la vibra siniestra característica de sus films más experimentales. Algo que si bien ya se podía ver en la más que aceptable Los huéspedes (2015), no dejaba de ser una propuesta en piloto automático. En este caso, la libertad artística se hace valer desde un primer momento. Aquí, la mirada Shyamalanesca del thriller psicológico deja de focalizarse en la construcción del giro final para hacer hincapié en el desarrollo de personajes, y por primera vez el giro aparece desde el comienzo como principal premisa: El villano tiene múltiples personalidades y no es ningún secreto. El secuestro de tres adolescentes, Casey (Anya Taylor-Joy, luego de su gran debut en The Witch), Claire (Haley Lu Richardson) y Marcia (Jessica Sula), es el mero disparador inicial para que su captor Kevin (James Mcavoy) comience a demostrar progresivamente su locura a través de nada menos que 23 personalidades. Cada una con sus propias características y pensamientos únicos, el foco no está puesto únicamente en predecir qué tipo de secretos nos depara cada uno de sus álter egos, sino también en la relación de éstos con sus víctimas. Desde la obsesividad compulsiva de Dennis y las fantasías del aniñado Hedwig, hasta los sofisticados modales de Patricia y la sensibilidad de Barry, Mcavoy realiza una labor excelente a la hora de encarnar esta multitud de identidades tan dispares – incluso llegando a cambiar de una a otra en un mismo diálogo – y se aleja aún más de los papeles acartonados que alguna vez lo lanzaron a la fama. Situaciones absurdas, como una coreografía de Kanye West, acaban aportando otro sentido cuando el actor escoces logra transmitir una impronta tanto patética como aterradora. De todas formas, Fragmentado no está exenta de los clásicos vicios pretenciosos de Shyamalan como cineasta. Parte de su particular estilo – ya ni siquiera se pueden considerar falencias cuando ya es notorio que viene a ser algo intencional –, los ya conocidos discursos híper explicativos y las acciones inexplicables de ciertos personajes terminan combinándose con estilizados planos subjetivos y perspectivas claustrofóbicas que contagian la paranoia del encierro. Todos estos elementos convergen para ir sumando, de a poco, más incógnitas a las verdaderas intenciones de Kevin (o de algunos de los entes que conviven en su cabeza), al plan de las chicas para escapar, y fundamentalmente al escenario macabro que producen estas personalidades al interactuar entre sí, poniendo el límite de lo humano en juego. Shyamalan mantiene vivo el misterio hasta los créditos finales y resignifica en última instancia todo lo que se venía contando hasta el momento, atando cabos que ni siquiera se habían planteado desde un principio. Probablemente estemos en condiciones de decir que el realizador indio haya logrado recuperar su mejor forma desde sus primeras colaboraciones con Bruce Willis. ¿Quién sabe? Con suerte hasta podríamos verlos juntos de nuevo.
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“Fragmentado”: el doctor Jekyll y sus 42 Mr. Hydes El creador de un género personal de suspenso se ocupa esta vez de un psicópata que tiene múltiples personalidades, y que secuestra a tres adolescentes que deben negociar con alguna de sus mutaciones. A esta altura, las películas de M. Night Shyamalan ("Sexto sentido") son un subgénero aparte dentro del cine fantástico de las ultimas décadas. Reconocido esto, no se puede dejar de notar que, a veces, repite demasiado la fórmula de una historia que plantea un enigma que se resuelve con una sorpresiva vuelta de tuerca final. Pero esta vez saca una par de ases de la manga. O mejor dicho, en "Fragmentado" saca unos 23 ases, ya que éste es el número de personalidades en las que multiplica la mente del protagonista, James Mc Avoy, cuyo complejo tour de force actoral se convierte en el principal motivo, aunque no el único, para recomendar este original psycho thriller. Aquí también hay un par de sorpresas argumentales hacia el final, pero sostenidas en una historia que no depende especialmente de ellas, sino que va construyendo un clima de tensión progresiva a lo largo de las casi dos horas de metraje, a partir de la segunda escena en la que un psicópata secuestra a tres chicas adolescentes para encerrarlas en un siniestro calabozo. Las chicas escuchan con horror que podrán ser devoradas por un ser especial, y dos de ellas se desesperan por huir del extraño sitio atacando al agresor. Pero una se da cuenta de que, entre las muchas personalidades de su captor, hay algunas con las que puede interactuar favorablemente para huir. El suspenso crece a medida que esta chica Ana Taylor-Joy, de la reciente "La bruja"- recuerda experiencias de su vida que le pueden ser útiles en la actual situación, mientras a su vez el criminal multifacético sostiene sesiones de terapia con su cada vez más preocupada psiquiatra, que está convencida de que cada personalidad de su paciente tiene una conciencia y detalles físicos independientes de las demás. Lo que no sabe es que tal vez las 23 personalidades están escondiendo una personalidad adicional temible. El director y guionista arma un rompecabezas tan perturbador como entretenido, bien filmado y, como ya dijimos, muy bien actuado por James Mc Avoy, que debe haberse divertido mucho con su metamorfosis. Un detalle importante: a manera de epílogo, una escena en los créditos del final conecta este film con uno de los primeros de Shyamalan, logrando que el espectador pueda darle una lectura distinta a todo lo ya visto.
Hace tres años, con Los Huéspedes (The Visit, 2015), celebramos el regreso tan esperado del director indio M. Night Shyamalan a su cine pensado, con ideas y sin importarle lo que opine la crítica y el público en general. Después de más de una década penando entre súper producciones fallidas, el director pareció relajarse y darle el tiempo necesario a sus proyectos. “Fragmentado” (Split, 2016) es su segundo largometraje de esta “nueva etapa” y nos recuerda indudablemente a “El Protegido” (Unbreakable, 2000), y tiene su explicación porqué. Kevin (James McAvoy) sufre de Trastorno de Identidad Disociativo (TID), más conocido como trastorno de personalidad múltiple. Debido a un trauma en su infancia, el joven convive con 23 personalidades diferentes y algunas no saben muchas veces lo que las otras hacen. Entre ellas están Hedwig, un travieso niño de 9 años; Barry, un aspirante a diseñador de modas; Dennis, un obsesivo-compulsivo; y Patricia, una mujer muy amable pero con gran autoridad. Pero Kevin no enfrenta solo su condición, todas las personalidades son bien conocidas y monitoreadas por la Dra. Fletcher (Betty Buckley), su psiquiatra. Pero hay algo que la doctora no ve venir, y es que las personalidades más problemáticas dentro de Kevin (Patricia, Dennis y Hedwig) están desarrollando un plan que tiene un oscuro y misterioso propósito. Para esto, Dennis secuestra a tres chicas adolescentes, Claire (Haley Lu Richardson), Marcia (Jessica Sula) y Casey (Anya Taylor-Joy), y las encierra en un cuarto en un sótano. Casey es la que rápidamente se da cuenta a lo que se están enfrentando, pero si quiere escapar de allí junto con sus amigas se tiene que dar prisa porque lo que las tres personalidades están haciendo es preparando la llegada de la vigésimo cuarta identidad que se hace llamar “La Bestia”... Antes de que piensen que la historia escrita por Shyamalan raya la locura, sepan que en Estados Unidos existió un hombre llamado Billy Milligan que tenía 24 personalidades diferentes y que en 1977 fue arrestado por violación y robo con armas. El problema es que Billy no sabía lo que había hecho, ya que había sido una de sus personalidades. Por supuesto que para que la trama fuera creíble se necesitaba de un actor con una mucha capacidad y versatilidad, y James McAvoy cumplió con creces. El actor no sólo define bien a cada personalidad, sino que hasta en una escena se da el lujo de hacerlos salir a todos juntos (hablamos de los 4 o 5 principales). Por otro lado tenemos a Anya Taylor-Joy, la nena de “La Bruja” (2015), que promete convertirse en una de las mejores actrices. La historia que va construyendo en director es sobre la evolución de una entidad del mal –sí, como en El Protegido pero al revés–, sobre cómo en un alma torturada y rota toma el control algo que va más allá de lo ordinario y que a la vez es peligroso y diabólico. Y llega para enseñar, para mostrar el dolor, de ahí el secuestro de estas “niñas bien” que nunca han padecido ningún sufrimiento. Claro que Casey tiene también un pasado oscuro que hace que pueda entender a lo que se está enfrentando. “Fragmentado” comienza muy bien, pero se va enmarañando con la historia y cuando llega al clímax tiene un poco confundido al espectador. El final es sorprendente, y guarda relación con lo que vendrá más adelante. Sólo basta decir que en “El Protegido”, en la escena del estadio en donde el personaje de Bruce Willis trabaja como seguridad, aparece Kevin junto a su madre. “Fragmentado” es un film que exige ser visto al menos un par de veces para unir bien sus pedazos, que decante y poder asimilarlo. Sólo dense el tiempo para hacerlo.
El realizador de El sexto sentido, M Night Shyamalan, está de vuelta y en su mejor forma, lo cual no deja de ser una buena noticia después de una serie de películas que parecieron tapar la carrera del director clásico y prometedor, amigo del giro sorpresa final, bajo capas de desconcierto e incertidumbre. Los mensajes alegóricos de películas como La Aldea o Señales fueron lastre que pesó cada vez más en sus thrillers fantásticos, limando su inteligencia. Lastre que por suerte está ausente en Split/Fragmentado, el thriller esta vez psiquiátrico en el que el director indio se mantuvo pegado a su historia. El centro de Fragmentado es Dennis. O Barry, o Patricia, o Hedwig. Algunas de las más de veinte personalidades que habitan en el personaje que interpreta James McAvoy con entusiasmo gozoso y talento desbordante. Split abre con una escena que asusta, el secuestro de tres chicas por parte de un sujeto que no entendemos bien de qué va. Ellas, como nosotros, van descubriendo más pronto que tarde que el tipo está chiflado, sobre todo desde que lo oyen dialogar consigo mismo. Aunque Shyamalan no se detiene demasiado en el retrato de las víctimas, entendemos que son bien distintas. Una rubia malcriada y segura de sí misma, una morocha más quedada y obediente, y una outsider, la rara del colegio, a la que temen y desprecian, la única que tiene puntos en común con el victimario, interpretada por la mitad argentina Anya Taylor-Joy, la revelación de The Witch. Fragmentado transcurre por carriles conocidos y bastante previsibles, sobre una base absurda -¿porqué este tipo, tratado por expertos, no está internado?- que se incorpora con naturalidad y hasta con una broma mordaz hacia la psiquiatría, fascinada por sus sujetos de estudio. Inscripta en el subgénero de cautiverio en interiores laberínticos, que tantas buenos films viene regalando, parece un claro y bienvenido homenaje retro, en pro de la recuperación de la temática “psi” de Hitchcock a su discípulo Brian De Palma, como rica materia cinematográfica. Con sus debilidades, Shyamalan consigue mantenernos atrapados en su relato como las chicas en su cárcel, y desde ahí, cuando pone quinta, llevarnos a pasear por un camino que se vuelve montaña rusa, cada vez más juguetón y desaforado. McAvoy tiene mucho que ver en lo placentero que resulta el paseo. Y es obvio que no conviene contar nada que se acerque a su desenlace: al fin y al cabo, estamos hablando del nuevo film de algo así como el precursor de la cultura no spoiler.
A medida que transcurre la historia se va generando mayor tensión, suspenso, intriga, aunque por momentos su ritmo es pausado, se van generando buenos climas y situaciones claustrofóbicas. Contiene pocos personajes y locaciones y su desarrollo mantiene a los espectadores expectantes de cada escena por lo que quedarán pegados a la butaca. Sobresalientes la actuaciones de James McAvoy (“Expiación, deseo y pecado”), en un personaje para lucirse (su rostro, expresiones corporales y físicas) y Anya Taylor-Joy, la joven actriz que se destacó en “La Bruja”. M Night Shyamalan mantiene su estilo pero tiene algunos toques del cine de David Cronenberg; y algunas miradas y gestos del protagonista me hicieron recordar a Anthony Hopkins en “Hannibal”.
Cuando M. Night Shyamalan quiere, puede. Después de una seguidilla de fracasos absolutos, el guionista y director decidió cambiar el rumbo y ambicionar historias más chiquitas e independientes, siempre ancladas en el terror, la fantasía y todos esos géneros que tanto le gustan. Esta nueva etapa de su carrera –auspiciada por Jason Bloom, capo de las franquicias de terror de bajo presupuesto- arrancó con la muy bien recibida “Los Huéspedes” (The Visit, 2015) y ahora suma “Fragmentado” (Split, 2017), un thriller de suspenso que tiene a James McAvoy en el centro de la escena, poniéndose en la piel de Kevin, un muchachito con desorden de personalidades múltiples que comparte su vida con 23 alter egos. Su personalidad más destacada, la que lleva las riendas de su vida “normal”, es Barry, un sensible diseñador de modas que trabaja sin molestar a nadie. Pero hay otras personalidades que quieren tomar el control, entre ellas Dennis (una de las más fuertes) y Patricia, una fanática religiosa. Estas dos figuras, junto con el pequeño Hedwig (un nene de nueve años), creen en algo más poderoso y deciden prepararse para su llegada. Así, Dennis secuestra a tres jovencitas y las encierra en un sótano aislado, supuestamente, para alimentar a “La Bestia”, una nueva personalidad que está por emerger poseedora, entre otras cosas, de fuerza sobrehumana. Casey (Anya Taylor-Joy), Marcia (Jessica Sula) y Claire (Haley Lu Richardson) no tienen la menor idea de con qué están lidiando, ni que les espera, y todo se complica un poco más cuando son separadas tras un fallido intento de fuga. Por su lado, Kevin sigue asistiendo con regularidad a las sesiones con la doctora Fletcher (Betty Buckley), psiquiatra que apoya firmemente la teoría del trastorno y trata de mantener a su paciente lo más cómodo y tranquilo posible. Las señales de los cambios de humor son bastante visibles y la terapeuta empezará a bucear en el pasado del chico para entender las razones de semejante comportamiento. Shyamalan esboza varias cosas interesantes. Por un lado, una historia llena de tensión, traumas y giros inesperados; y por el otro, un planteo bastante singular sobre las capacidades del cerebro y la evolución de los seres humanos. Como si se trataran de los mutantes de X-Men, el realizar se despacha con la hipótesis de que estos pacientes con múltiples personalidades son capaces de aprovechar regiones de la mente que, nosotros simples mortales, ni llegamos a comprender. Así, el trastorno disociativo se convierte en una gran excusa para explicar fenómenos sobrenaturales, un tema que ya se exploraba en las películas de terror de la década del setenta. Más allá de los tópicos psicológicos, que por momentos pueden ponerse un tanto densos, Shyamalan y su protagonista nos hacen dudar a cada segundo. McAvoy se carga la película al hombro y transita por la locura y las diferentes personalidades que se “apoderan” de su cuerpo. Taylor-Joy (la jovencita de “La Bruja”) y sus amigas terminan siendo una excusa para definir al protagonista/villano, pero al menos no se convierten en las típicas adolescentes molestas y inverosímiles que abundan en los films de terror. Casey es una muchachita bastante alienada con sus propios mambos, recuerdos dolorosos que vuelven a surgir durante su cautiverio y que, de alguna manera, la “conectan” con su captor. “Fragmentado” es un gran thriller de suspenso que triunfa, precisamente, por su falta de pretensiones, buenas actuaciones y una historia que da en el clavo. No es una película perfecta, pero (si s quedan hasta el final) puede ser el principio de algo mucho más interesante. El Shyamalan que pretendía ser el nuevo “Steven Spielberg” va encausando su camino. Por más ideas originales y menos cameos innecesarios, amigo.
Cuando un triplete -por no decir quinteto- de films depositaba a M. Night Shyamalan en la primera “B” de la cinematografía mundial, llegaron las atrevidas The Visit y Split. Con presupuestos que no superaron los 10 millones de dólares, el director de The Sixth Sense realizó dos películas capaces de volverlo a poner en órbita, calzándose los botines, en la más reciente, de la mano de un James McAvoy que interpreta a 23 personajes a la vez.
Fragmentado: cuando lo bueno viene en frasco grande La nueva película de M. Night Shyamalan no hace sino confirmar que el director ha vuelto con todo, en esta ocasión, con un thriller que le pondrá los pelos de punta a más de uno Luego de la interesantísima “Los Huéspedes”, estrenada en 2015, el público pudo apreciar el regreso de M. Night Shyamalan en su mejor estado. Claro que en esa ocasión ayudó, y mucho, el hecho de que el realizador se haya asociado con la productora Blumhouse, famosa por sus películas de bajo presupuesto y gran taquilla. En esta ocasión, el creador de “El Sexto Sentido” y “El Protegido” presenta un film que respeta todos los parámetros de sus producciones anteriores: un villano increíble, una sensación de que todo lo que ocurre es épico, un alto componente psicológico, la ciudad de Filadelfia como escenario y, como no podía ser de otra manera, el agregado sobrenatural. El gran pilar de esta nueva película del director de origen indio es el actor escocés James McAvoy, que en los últimos tiempos ha sido el protagonista de una ascendente carrera que lo ha llevado a participar de algunas franquicias redituables (X-Men) y de otros films más artísticos como “El último Rey de Escocia” y “Expiación, Deseo y Pecado”. En “Fragmentado”, McAvoy compone a Dennis, un paciente psiquiátrico diagnosticado con Síndrome de Personalidades Múltiples que ha llegado a desarrollar nada menos que 23 personalidades totalmente diferentes entre sí. Y aunque parezca inverosímil, el actor logra diferenciarse en varias interpretaciones que tiene como aliciente que las hace sin recurrir a maquillaje o disfraces; un detalle que le suma puntos. El tema es que algunas de estos personajes que viven en la mente de Dennis han decidido secuestrar a tres jóvenes para que alimenten a “La Bestia”, la vigésima cuarta fragmentación de esta mente enferma, que se encuentra “en gestación”. Encerradas en un lugar desconocido, las jóvenes deberán preocuparse no sólo por escapar sino también por descubrir cuál de las personalidades de Dennis es la que pasa a visitarlas en su celda a cada hora. La película se juega en dos frentes: por un lado, en la guarida de Dennis, en el que las jóvenes (la argentino-británica Anya Taylor Joy, Haley Lu Richardson y Jessica Sula), y también en el consultorio de la dra. Karen Fletcher (Betty Bucley), la profesional que atiende a Dennis, y que sospecha que algo se está “cocinando” en esa cabecita. Inspirado como pocos, Shyamalan busca, investiga, prueba, hace y deshace durante la primera mitad de la película y ajusta las clavijas en la segunda para cerrar una historia en la que no falta nada pero tampoco sobra. Es un Shyamalan que todavía está corriendo y haciendo lagartijas de fílmico para ponerse bien al día y despacharse con una película que supere a sus obras iniciales.
El realizador de “Sexto sentido” y “La aldea” regresa con su mejor película en muchos años, una historia de suspenso y terror acerca de un extraño y macabro hombre con múltiples personalidades que secuestra y encierra a tres adolescentes. James McAvoy y Anya Taylor-Joy protagonizan este thriller que, como suele acostumbrar el director, reserva un par de sorpresas para el final. En FRAGMENTADO, el director M. Night Shyamalan continúa el retorno que sus fans estábamos esperando. El director de SEXTO SENTIDO, EL PROTEGIDO y SEÑALES, en algún momento considerado el sucesor de Steven Spielberg en el universo de un cine comercial y popular de calidad, empezó luego de esos filmes una lenta decadencia en la cual cada película era un poco peor que la anterior. Si bien sus siguientes tres filmes (LA ALDEA, LA DAMA DEL LAGO y EL FIN DE LOS TIEMPOS) tenían algunos elementos de su reconocida maestría (planos largos y misteriosos, historias contenidas en pocos personajes, tramas con ingeniosas vueltas de tuerca), cada uno parecía más irregular que el anterior. Y las dos últimas (EL ULTIMO MAESTRO DEL AIRE, DESPUES DE LA TIERRA) ya fueron fracasos totales: superproducciones infantiles y de ciencia ficción en las que el director estaba completamente fuera de su elemento. A partir del éxito de la serie de televisión que produce (WAYWARD PINES), se produjo una suerte de recambio en su carrera, una vuelta –si se quiere– a los comienzos, filmando películas pequeñas, contenidas y de bajo presupuesto producidas por Blumhouse Productions, compañía especializada en hacer cine de terror y suspenso con poco dinero y ganar mucho con productos como ACTIVIDAD PARANORMAL, la saga de THE PURGE, OUIJA, LA NOCHE DEL DEMONIO y muchas otras. Shyamalan filmó para ellos LOS HUESPEDES, su versión de un relato de falso found footage (ese estilo hoy usado hasta el cansancio que arrancó con LA BRUJA DE BLAIR WITCH) que se pasaba literalmente de rosca y se transformaba casi en una tesis sobre el cine y el arte de narrar historias. FRAGMENTADO combina esta nueva faceta del cine del realizador de origen indio con sus estilos y temáticas iniciales de una manera aún más efectiva, de hecho hasta citando en el camino su propia obra. El protagonista (James McAvoy, en un trabajo asombroso de constantes transformaciones) es un hombre que posee… 23 personalidades (sí, leyeron bien) y cuya alteración mental lo lleva a secuestrar a tres adolescentes y encerrarlas en un oscuro y cavernoso sótano con siniestros planes. En realidad el que las secuestra es Dennis, una de las personalidades de Kevin (tal es su nombre original), el más dominante del “grupo”. Está el más accesible Barry, el infantil Hedwig (que dice tener 9 años), Patricia y otros más que, para no confundir más al espectador, casi no aparecen. Con las chicas encerradas, Kevin (o, más bien, Barry) tiene continuos encuentros con su terapeuta (Betty Buckley, la hoy veterana actriz de CARRIE), quien está convencida que las personalidades de Kevin lo transforman, literalmente, en distintas personas y no solo uno con diferentes formas de ser y pensar. Pero sus ideas sobre el tema no son muy tenidas en cuenta en la comunidad psiquiátrica/neurológica. Las chicas, en tanto, tratan de escapar, pero la única que parece darse cuenta cómo jugar con su captor es Casey (Anya Taylor Joy, la chica de familia argentina que protagonizó LA BRUJA), también una joven un poco inestable emocionalmente y solitaria. Es claro que entre ambos –secuestrador y secuestrada– hay una conexión ligada a diferentes manifestaciones de algún trauma infantil que la película de a poco irá develando. Si bien FRAGMENTADO por momentos se pasa de expositiva –hay mucho que explicar y entender de las diversas personalidades e historias, por lo que los flashbacks y las sesiones de terapia a veces funcionan solo para eso–, Shyamalan crea suspenso no solo a partir del secuestro, sino a través de la amenaza de Barry y Hedwig de que una nueva personalidad, casi sobrehumana, a la que llaman La Bestia, vendrá para acabar con todo, una suerte de manifestación brutal que reunirá/someterá los fragmentos de ese traumatizado personaje. Otro enorme punto a favor del filme es la fotografía de Mike Gioulakis, que viene de lucirse en su trabajo en TE SIGUE y que, con sus largos y ágiles planos, convierte cada pasillo del sótano en el que las chicas están encerradas en un laberinto infernal y cada escalera en un homenaje a Hitchcock y De Palma. Para el final habrá, previsiblemente, algunas sorpresas. Una de ellas, dejará particularmente satisfechos a los fans de la obra del realizador y abrirá las puertas a que FRAGMENTADO pueda tener una suerte de continuidad más original que las habituales secuelas. Es imposible analizar del todo el filme sin entrar, al menos tangencialmente, en el terreno del spoiler por lo que solo diré acá que, de a poco en su trama y, especialmente, en su final, la película termina revelando ser no un filme de horror sino otra cosa. Ya verán cuál…
Si algún incrédulo dejó pasar la oportunidad para ver la redención de Shyamalan tras su film La Visita del año pasado, conviene saber que el resto del mundo ya oficialmente perdonó al realizador de clásicos modernos como El Sexto Sentido y El Protegido, pero también culpable de bodrios como La Dama del Agua y El Último Maestro del Aire. Fragmentado es no sólo una vuelta a los orígenes, sino también la evolución de un director que supo inspirarse en Hitchcock y Spielberg para absorber lo mejor de ambos, con una significativa cuota de autor. En clave de thriller psicológico, el film que tiene a la (casi) argentina Anya Taylor-Joy como protagonista, es un relato tenso que comienza con un impacto apenas pasados los primeros cinco minutos: un hombre se sube a un auto tras deshacerse del conductor original, y secuestra a tres jóvenes que, a partir de ese momento, pasan a ser sus esclavas. Comienza así una seguidilla de situaciones turbias que revelan que el captor no es un psicópata, sino acaso algo más impredecible: un hombre que sufre de personalidades múltiples, algunas de ellas muy peligrosas. Esta premisa permite al director jugar con un suspenso por momentos inaguantable (pero siempre altamente hipnótico), y a la vez otorga al gran James McAvoy una herramienta para dar rienda suelta a un tour de force actoral de una potencia pocas veces vista. La película alcanza las casi dos horas de duración pero, gracias a sus intérpretes y la hábil mano de Shyamalan, estas no solo no se resienten sino que hasta dejan ganas de más. Algo que, si el hombre cumple su palabra, obtendremos de aquí a un tiempo no muy lejano, puesto que el inesperado éxito del film casi garantiza una secuela. Mejor así: Shyamalan ha vuelto, y está en mejor estado que nunca.
Hubo un tiempo en el que creímos que Shyamalan iba a renovar el cine fantástico. No se puede negar, de todos modos, que sigue empecinado en la suya, lo que no deja de ser un mérito. Aquí narra la historia de un hombre con 23 personalidades que secuestra a tres chicas con un motivo escalofriante. Hay, además, otras dos historias: la de una de las secuestradas y la de la psiquiatra que atiende al protagonista y a todas sus personalidades. A esto se suma una apuesta al suspenso en espacio cerrado y un desenlace que tiende a lo fantástico. Shyamalan maneja bien el rompecabezas, no así el suspenso. Y todo se sostiene en que creamos en la actuación de McAvoy, lo que es en este caso discutible. Hay, también, una notable falta de tensión que pretende sustituirse por gravedad, como si la diversión sarcástica que el tema y el género proponen no le alcanzara al realizador.
_ But I found you. So many sacrifices, just to find you. M. Night Shyamalan (n. en Puducherry, India, 1970) ganó fama internacional después de escribir y dirigir Sexto Sentido (The Sixth Sense, 1999), película que fue éxito comercial y nominada a seis estatuillas Oscar. En aquel entonces Hollywood creyó haber encontrado a su nuevo profeta. Sin embargo, tres años más tarde llegaría El Protegido (Unbreakable, 2002) y nada volvería a ser lo mismo. Es paradójico que siendo un director que intenta romper el molde, repita tantas veces las mismas ideas. En general, sus películas tienen un giro inesperado o un final sorprendente, tienden a tener temáticas religiosas, sus personajes son individuos ordinarios atrapados en circunstancias extraordinarias, “etcétera”. Motivos por los cuales fue perdiendo prestigio y protagonismo a través de los años. No es casualidad que Blumhouse Productions (Actividad Paranormal, 2009), compañía dedicada a explotar el cine terror, clase B, haya producido conjunto a Shyamalan, Fragmentado o Slipt si se quiere, en su idioma original. Lo primero que voy a decir es que me gustó, y mucho. Tiene puntos muy altos, aunque tal vez le sobren 10 minutos. Este thriller psicológico hace buen uso (y no abuso) de los primeros planos, los cuales generan (junto a una monotemática ambientación) sentimientos de opresión y angustia, que por consecuencia dan paso a escalofriantes y terroríficos momentos. Otro gran acierto es el tiempo que se toma en desarrollar a sus personajes, en especial a Kevin Wendell Crumb (James McAvoy) o bien a Casey Cooke (Anya Taylor-Joy). Supongo que fue una decisión difícil, Kevin cuenta con 23 personalidades! Imposible imaginar a todas en acción, por lo que centrarse en cinco o seis fue lo más acertado. A medida que se desarrolla la trama, este mundo despiadado toma entidad y deja en claro que solo los más fuertes sobrevivirán. Si se quiere hilar fino, la imagen final de la estatua del león sobre su presa es mucho más profunda de lo que parece, como la película en sí. James McAvoy deslumbra con una versatilidad actoral pocas veces vista. Como dato interesante el presupuesto es ínfimo en comparación a sus otras producciones (The Last Airbender, 150 millones USD). McAvoy deslumbra con una versatilidad actoral pocas veces vista. Increíble el trabajo corporal que realizó al ir mutando de personalidad. Por el lado de Taylor-Joy, su carrera, como protagonista del cine terror, está en plena consolidación. Su papel de misteriosa adolescente que esconde un pasado horrible esta personificado de forma sublime. Betty Buckley como la Dra. Karen Fletcher tiene momentos muy buenos. Hasta el mismísimo Shyamalan cuenta con un cameo. En resumen, la conjunción de clichés o refritos utilizados no aburren en lo más mínimo y la famosa vuelta de tuerca o latiguillo re significa la perspectiva final, de manera tal, que nos es imposible no volver al’ 99 y pensar en “pucha, estaba muerto!”. Moraleja, no todo los cliché son una bosta… Gracias Shyamalan!
RELATOS FRAGMENTADOS ATENCIÓN: SE REVELAN DETALLES IMPORTANTES DE LA TRAMA Night Shyamalan es uno de los reyes del thriller de las últimas dos décadas desde aquella pieza espectacular que fue Sexto sentido (1999), que supuso un interesante giro de tuerca e incluso dentro de la historia del cine de suspense. Claro que con el pasar del tiempo su pulso fue derrapando, y gran parte del público no perdonó algunas incursiones como El fin de los tiempos, películas demasiado débiles con las que hasta la crítica lo defenestró. A favor del director podría decirse que Los huéspedes (2015) fue un digno regreso donde con el manoseado estilo de cámara en mano (recreando el mockumentary) dos niños conocían por fin a sus “tiernos abuelitos” mientras su madre disfrutaba de unas vacaciones cariocas. En esta oportunidad, Fragmentado es un proyecto autofinanciado y con apoyo de la productora Blumhouse de Jason Blum. Esta nueva película resulta un producto pretensioso donde el cineasta de origen indio estudió casos de identidades disociadas, aprovechó las clases de psicología cuando fue alumno en la Universidad de Nueva York y se entrevistó con psiquiatras expertos en la temática para volcarlo en este thriller. La película cuenta cómo un tipo convive con 23 personalidades distintas, algunas violentas, otra infantil, y hasta una femenina. A la vez, relata cómo este paciente psiquiátrico rapta a tres jóvenes para retenerlas en un bunker abandonado. El protagónico recae en la impecable versatilidad y capacidad multifácetica de James McAvoy (la saga X-Men, El último rey de Escocia), un loco de aquellos que cambia de actitud en cuestión de minutos y explica a las jóvenes secuestradas el leimotiv de la profecía que se avecina. Serán entre estas adolescentes, la excluida Casey (interpetada por la estadounidense-argentina Anya Taylor-Joy, vista en La bruja y que aquí no se luce demasiado) la que lidie con el captor y le siga su juego. Al parecer una experta en esta cuestión, por su oscuro pasado familiar que Shyamalan irá revelando a gotas. Otra que aparece aquí es Betty Bucley (actriz emblema del género, quién dio vida a la profe de Educación Física en Carrie, de Brian De Palma) como la especialista que trata el trastorno del protagonista y busca una cura posible a este caso extremo. Fragmentado nunca deja de entretener y aunque esté bien narrada, le sobra metraje. Al principio desarrolla muy bien los climas que cortan el aliento. Los enigmas se van revelando con el correr de la trama y van encontrando la luz, algo que es típico en los relatos de este director. Sin embargo, el desarrollo se vuelve muy extenso y cae en una espiral de secuencias repetidas. Es decir, en una larga agonía que busca su resolución en los diez minutos finales. Es al final que Shyamalan, como “manotazo de ahogado” y tras una tibia conclusión, incluye un personaje mítico de su filmografía. Su función es ampliar un posible universo en la trayectoria del director: estamos ante el nacimiento de una trilogía. Podemos anticipar que Shyamalan revelará -dentro de algunos años- una continuación del personaje de Fragmentado que se enfrentará al otro, en una película de acción/comic. Por el momento, esta película y su personaje principal son sólo piezas de un gran engranaje que pueden ser disfrutadas sin grandes pretensiones.
La premisa del filme es original y atrapante: tres adolescentes son secuestradas por un psicópata, un hombre que alberga dentro de él a 23 personalidades distintas. Se trata de un thriller que tiene en James McAvoy, el protagonista, uno de los grandes pilares para que la historia resulte creíble y funcione. Histriónico, el actor logra mutar -en cada una de las personalidades que componen su ser- valiéndose de gestos, miradas y la ayuda de un vestuario acorde. Una gran composición que recuerda por momentos la timidez y peligrosidad del mítico Norman Bates de Psicosis. El trío de chicas, víctimas de este "monstruo", también está a la altura, aunque se desataca nuestra compatriota Anya Taylor-Joy, quien al igual que en La Bruja logra traspasar la pantalla con unos ojos profundos cargados de horror, tratando de sobrevivir (algunas de las secuencias del filme son tan inquietantes que hielan la sangre). M. Night Shyamalan vuelve a la senda del cine de misterio con la vuelta de tuerca que tan bien supo hacer en las recordadas Sexto Sentido, El protegido o La Aldea. Con un guion sólido, plagado de intrigas y engaños, recursos necesarios para sorprender, es un bienvenido regreso al cine de género, algo que ya había insinuado en Los huéspedes, su anterior filme. Climática, con un buen manejo del fuera de campo, Fragmentado es una experiencia de terror cotidiano que funciona y entretiene. Una película que se disfruta más allá de la personalidad del espectador.
Shyamalan por partes, crítica a ‘Fragmentado’ de M. Night Shyamalan No son grandes obras las que definen a los maestros. Entiendo que sabemos mucho más de un director como Shyamalan cuando lo vemos sudar. No fue sino hasta los fracasos de The Happening y After Earth que el vanagloriado artista se encontró ante sus límites. Límites que poco tienen que ver con el despliegue de su talento, por el contrario, es en razón de una fama inevitable y merecida, de una expertice inconfundible y una puntería certera que la obra del director deviene encorsetada, asfixiada e insuficiente. Son los laureles los que pesan y derriban el techo del ego sobre el prestigio para ahogarlo entre los escombros. Es así, pues, porque el talento define una praxis, un hacer idéntico así mismo, una reproducción sublime de lo mismo. O acaso, ¿no espera el lector de Shakespeare lo sublime, el lector de Martin la osadía, el de King la imaginación desata, el de Borges el temblor de la sangre? El espectador y el crítico, binomio permeable y alterado, son ofendidos justamente cuando el estilo de un artista no corresponde a sí mismo, cuando las experiencias propuestas no pueden ser medidas con las varas de la retrospectiva. Busco desprenderme de estas demandas, y aproximarme al pasado por placer o análisis, y no por los pasajes de la melancolía, que siempre encuentra excusas para recordar el viejo axioma de la edad de oro. Esta declaración de principios, defensa de mí mismo, se vuelve fundamental cuando consideramos que Fragmentado es una obra que no solo reflexiona sobre elevación de la mente y la locura, sino también sobre las tendencias del cine y la hyperautoreferencialidad que está afectando irreversiblemente el arte cinematográfico. ¿Cómo podemos criticar una obra cuando sus sentidos se configuran tanto en lo anterior como en lo que vendrá? Shyamalan es un gran maestro, trabaja sobre el movimiento y el tiempo como los mejores narradores de Hollywood, como los tantos Spielbergs y los tantos Allens, y los tantos Fintchs, y los tantos directores coreanos que nos tensionan la médula con sus historias. Su estilo se basa en la picardía narrativa; esconde, omite y luego revoluciona las bases que se habían establecido como universo diegétivo y verosímil del film. Nos conduce a ese lugar donde todo es posible siempre y cuando ciertas pistas puedan regresar hacia el final como parte de un silogismo lógico. Propone cierta operación intuitiva dirigida a la sorpresa y al artificio. En Fragmentado todo esto está presente en su naturalidad universal, la cual da garantías y termina por justificar el razonamiento imposible. Como suele suceder, una película no es solo una obra de arte, es también una serie de fragmentos artísticos. La actuación de James McAvoy es histriònica y convincente, se disfruta tanto en la sutileza como en la grandilocuencia. El desafío de interpretar a varios personajes, las personalidades de Kevin, es aceptado y superado con gracia y predisposición. Acertadamente podemos escuchar que la interpretación de este protagonista-antagonista-ayudante-opositor es la diva definitiva y poco tendríamos para argumentar en contra. Los microgestos, la versatilidad, la velocidad de la transformaciones, “etcétera”, son una constante fuente de placer y asombro. Del resto de la película, podemos decir que es un thriller que deviene ciencia ficción, y que la única distancia que percibimos como espectadores se hallaba en la artificialidad insípida del giro final que emociona por las razones equivocadas.
M. Night Shyamalan vuelve en su mejor forma, lejos de los ecos sobrenaturales y presentando un gran trabajo actoral. De entrada, el director es inteligente al plantear una dialéctica de tres personajes, uno de los cuales tiene 23 personalidades. Ese es Kevin (James McAvoy), que en la primera escena del filme rapta a tres adolescentes y las deposita en un sótano, para visitarlas turnando a las tres o cuatro personalidades dominantes de su psique. Luego está Casey (la británico-argentina Anya Taylor-Joy), psicológicamente la más fuerte de las tres raptadas, cuyo perfil resiliente se muestra en intermitentes flashbacks. Y finalmente está la doctora Karen (Betty Buckley), psiquiatra de Kevin, alguien que cree en la posibilidad de redimir a su paciente, a quien considera víctima, cuando en realidad Kevin está más preparado para ser victimario. El viejo truco de la personalidad múltiple es, desde Psicosis, algo que no sorprenderá a nadie, pero McAvoy moldea muy bien cada faceta, desde el niño desvalido hasta la mujer y su esposo psicópata, para terminar en La Bestia, una suerte de Hulk con conciencia de raza superior. Quien verdaderamente va construyéndose como revelación es Taylor-Joy: habiendo debutado como la chica poseída de La bruja, esa maravilla del cine de horror que conquistó al más renegado, nuestro crédito es capaz de decirlo todo con una mirada de sus enormes ojos, como una especie de pequeña Björk. Hay al final una sorpresita que ya no es tal, debido a su viralización, y es el paneo de Bruce Willis como David Dunn, el personaje de Unbreakable (2000), presagiando una secuela junto al protagonista de Fragmentado. Quizá sea sólo un capricho de Shyamalan, pero todo indica lo primero. El tiempo dirá.
Crítica emitida por radio.
Elogio de la locura "Fragmentado" narra la historia de tres adolescentes que son secuestradas por un hombre que alberga dentro de él a 23 personalidades distintas, pero una más poderosa pondrá a todos en peligro. Tras algunos fiascos, M. Night Shyamalan regresó para cautivarnos. Tres adolescentes son secuestradas por un hombre y encerradas en una habitación. No pasará mucho tiempo hasta que se den cuenta de que su captor es esquizofrénico y cada intento de escapar o movimiento que planeen no será posible de realizar, por las diferentes personalidades que viven dentro del cuerpo de Kevin (James McAvoy). La psiquis del secuestrador será desnudada para nosotros por la psiquiatra (Betty Buckley) del hombre, una profesional que cree que las múltiples personalidades son una especie de evolución de la mente humana y el tratamiento que le ofrece no es más que una manera de escarbar dentro de su cerebro para demostrar su teoría. Sin embargo, lo impredecible de su comportamiento, más las inquietudes de su doctora significarán un cóctel peligrosísimo para sus víctimas. Tras algunos fiascos comerciales, M. Night Shyamalan sorprendió en 2015 con "La visita", un filme de bajo presupuesto con el que volvía a llamar la atención del público y la crítica gracias a su particular visión del género thriller. Por ese motivo y por el misterio que ofrecía desde el trailer, "Fragmentado" era una de las películas más esperadas del año, y afortunadamente está a la altura de las expectativas. Manipulando las mentes -como es su gusto- de su audiencia, el largometraje aumenta la tensión a medida que van surgiendo las disímiles personalidades de Kevin. Altas y bajas El tono cambia a mitad del metraje, cuando el libreto cuenta cuáles son los motivos del secuestro y las intenciones del esquizofrénico. Sin embargo, lejos de encontrar la calma, la variación hace más entretenido el cuento, porque si bien se devela información, se percibe que no existen límites en la propuesta, que en el caso de Shyamalan, puede derivar en cualquier tipo de delirio. Sin embargo, las vueltas del guión, que no llegan a ser quiebres, mantienen una línea -sinuosa en todo caso- y el director especula demasiado en los caminos a los que quiere llegar. De todas formas, el valor del riesgo es mejor que la opacidad, y en una historia de suspenso psicológico es mejor excederse que quedarse a mitad de camino. Las "entidades" dentro del personaje de McAvoy están muy bien contenidas, y el actor se destaca en sutileza y versatilidad a la hora de componer cada una de las personalidades.
Aclaración anticipatoria, ineludible para quién suscribe, el filme recurre a una psicopatología diagnostica diferencial que tiene en uso, todavía discutido por los especialistas, no más de veinticinco años, y por si fuera poco, por necesidades narrativas, tergiversadas. El personaje central padece de “Trastorno de Identidad Disociativo”, esto es que al menos conviven en un mismo cuerpo dos personalidades, en nuestro caso 23, y vamos por más. Dejando de lado la deformación profesional, es dable decir que luego del primer impacto negativo, de observar que todas y cada una de las personalidades que se presentan en el cuerpo del actor saben que él es una de tantas. De una situación similar todavía no hay registro, ya que una de las variables más importantes de este trastorno es la amnesia completa de los sucesos y actos realizados por los otros. El director hindú, que se hiciera famoso por la maravillosa “Sexto sentido” (1999), y que luego entrase en una pendiente descendente con demasiados “actos fallidos”, léase películas de regulares a malas. Obtuvo con “Los huéspedes” (2016) un posible resurgimiento, ahora, refrendado y salvando las objeciones iniciales, demuestra que todavía puede atrapar con buenas herramientas al espectador. Con mucho detalle y dándole prioridad a la actuaciones, principalmente de James MCAvoy, quien se hace cargo de todas las personalidades como del desarrollo lineal de la historia, muy bien secundado por Anya Taylor Joy (Casey Cooke) una de las secuestradas por el enfermo mental, y Betty Buckley (Dra. Karen Fletcher), la psiquiatra que se hace cargo del paciente y conoce todas sus personalidades, menos una, claro. Acá entraríamos en otra disquisición de diagnostico y tratamiento, pero ya atrapado por el relato dejémoslo pasar como licencia poética. El filme comienza con el secuestro de tres jóvenes, la nombrada Casey junto a Claire y Marcia, llevadas a un lugar en apariencia desahitado y aislado de la ciudad, encerradas. Ante ellas se van presentando las distintas personalidades, a veces de manera simultánea, con sólo un cambio de registro y tono del actor, Kevin Wendell Crumb / Dennis / Patricia / Hedwig / Barry / The Beast. Los motivos del secuestro y encierro sólo es conocido por las personalidades, un plan macabro, las jóvenes puestas como ofrenda para la llegada del la vigesimocuarta: “La bestia”. De forma alterna nos van contando la vida de Casey, quien tampoco la paso demasiado bien en su infancia, pero que al mismo tiempo le enseño a defenderse e implico un desarrollo superior de la inteligencia. La mayor parte de la narración transcurre en dos ámbitos, el lugar donde las mantiene encerradas y el consultorio de la Doctora, eso genera mucha sensación de asfixia, encierro, los pocos exteriores son mostrados con luz fría, o en situación de violencia, interpelando lo climático de las imágenes con el diseño de sonido y la banda de música, la mayor parte incidental. Todo esto ayuda a lograr el objetivo de este filme construido como de terror, pero desarrollado en la vertiente de thriller psicológico, entretiene engañando, pero sin mentiras. El final proporciona una sorpresa para los fanáticos seguidores del director. Un guiño agradable.
Shyamalan es un buen director con un problema: suele tomarse demasiado en serio a sí mismo. Fragmentado, felizmente, pertenece al grupo de sus películas ligeras, festivas, donde la complejidad no viene a sostener ningún comentario altisonante sobre el mundo. La película se ríe de su propia premisa: una terapeuta cree que los desórdenes de personalidad, lejos de constituir una patología, suponen una ventaja adaptativa de los sujetos al entorno, y que su manifestación puede conducir incluso a modificaciones de orden biológico. La terapeuta formula su hipótesis después de haber conocido a Kevin, un paciente que registra una veintena de personalidades diferentes. Las personalidades se interrelacionan creando una jerarquía interna que desplaza a Kevin, como si varios sujetos fueran tomando alternativamente el control de su cuerpo. La terapeuta interactúa con Kevin (o con lo que queda de él) y cree descubrir que una de las personalidades se hace pasar por otra: en esos momentos, la película toma la forma de algo así como un relato de misterio psicológico, como si hubiera que buscar las huellas de un crimen psíquico. Freud jugando al detective. Por su parte, la multitud que habita el cuerpo de Kevin espera la llegada de una personalidad adicional, La Bestia, a la que se convoca con un ritual que incluye el sacrificio de chicas. La trama va revelando sucesivamente esas capas y logra un equilibrio poco común entre un punto de partida delirante y la ejecución del suspenso. Parte de ese éxito depende del compromiso que demuestra la película con su universo: una vez establecidas las reglas de ese mundo algo desquiciado, el guion las respeta a rajatabla. Bien lejos de la seriedad de Señales o La aldea, lo que hay acá es es un director que confía plenamente en los mecanismos que hacen funcionar la ficción. La película toma el psicologismo y, multiplicándolo varias veces por sí mismo, casi por la vía del absurdo, lo transforma en un material apto para el thriller: no se trata de capturar a un psicópata desequilibrado antes de que mate, sino de descubrir a la(s) personalid(ades) capaces de matar dentro de un mismo cuerpo. Shyamalan balancea la premisa de la historia con una puesta en escena sobria y elegante que extrae silenciosamente la fuerza de cada escena: basta ver la cantidad enorme de planos distintos con los que filma la pequeña habitación de las chicas cautivas, o la manera en que el espacio en el que se las encarcela (que conviene no develar) gana espesor con cada nuevo recorrido. James McAvoy, un actor del montón al que no se le conocen grandes películas ni performances memorables, acá tiene un lucimiento inesperado: el tipo es capaz de componer con solvencia a varios personajes distintos y hasta de cambiar de uno a otro en plano. La joven Anya Taylor-Joy es todo un hallazgo: sabe cómo actuar la duda, la planificación, todo sin mover un músculo de la cara. El entusiasmo que generó el guiño final a una secuela (que formaría una eventual trilogía con El protegido) no debería distraer la atención dela gran película que es por sí sola Fragmentado.
Al maestro, con cariño. Cuando una persona quiere dedicarse al cine se encuentra con dos problemas: 1) existe una película que se llama Psicosis, 2) existe Hitchcock. ¿Qué significa esto? Por un lado, que si alguien quiere filmar una película de suspenso tiene que por lo menos hacerlo en el nivel de Psicosis o hacer algo mucho mejor, tarea bastante imposible. Porque si no, todos iríamos a ver directamente la Psicosis de 1960 en vez de gastar plata para ver algo nuevo y malo. Otra posibilidad es que se haga una película totalmente distinta. Por otro lado, significa que si uno quiere adentrarse al mundo cinematográfico tiene que aprender con el mejor. El director Gus Van Sant lo resolvió de una manera indiscreta. En 1998 Hizo una nueva versión muy particular de Psicosis. Casi un experimento. Filmó nuevamente una copia casi exacta, plano por plano, de la Psicosis original. Sólo le agregó algunas imágenes oníricas en escenas claves. M. Night Shyamalan (Sexto Sentido, Señales, El protegido) también sabía de estos dos problemas. Así que recién después de una gran filmografía al fin se animó a ir más allá de Psicosis. Recordemos que aquella película de Hitchcock mostraba la historia de Norman Bates, un encargado de hotel rutero que asesinaba vestido de su propia madre, ya que padecía de algún tipo de psicosis, personalidades múltiples. Allí estaba la famosa escena del asesinato en la ducha. Aunque usted haya pensado instantáneamente “uh, nunca la vi” le aseguro que de alguna u otra manera usted la vio, si es que ha visto algo audiovisual en su vida. Ya que además de haber sido parodiada y copiada hasta el infinito, esa escena es una clase de cine en sí misma, un manual vivo de montaje audiovisual del que todo director tuvo que aprender ineludiblemente para poder hacer cine. M. Night Shyamalan se hizo cargo, aprendió la lección e hizo Fragmentado. Acá James McAvoy es un paciente con múltiples personalidades (¡¡23!!) que tiene cautivas a 3 chicas. En todas sus escenas el suspenso se hace presente en el transitar visual de cada una de las acciones. Poco a poco el victimario se configura como lo más atractivo, y lo fantástico empieza a deslizarse hábilmente y de manera furtiva. M. Night Shyamalan trata de pararse sobre los hombros del maestro, sobre ese hombre que sabía demasiado. Hace un dificultoso equilibrio, con riesgo a caerse, para poder ver qué hay más allá.
Me considero cinéfilo, y por eso esta confesión que haré a continuación me puede desacreditar como tal. He visto (antes de ver esta) una película y media del reconocido Shyamalan. Si, leyeron bien una y media. ¿Por qué media? Porque empecé a ver “La Aldea” y realmente no pude terminarla, me aburría mucho (tan solo tres películas no pude terminar de ver en mi vida). La que vi completa fue “La visita” y me pareció que estaba bien (este es el momento en el que el lector que ama a Shyamalan me dice ¿no viste “Sexto Sentido”? ¿”Señales”? No, no las vi.) Entremos en esta nueva película del reconocido director. Como ya sabemos es una película de múltiples personalidades, 23 para ser exactos. Las interpretaciones que hace McAvoy de las distintas personalidades (las que vemos) tiene sus altibajos, pero no deja de ser genial. La película en sí me pareció larga y me hizo bostezar un par de veces (película que te hace bostezar, película que resta puntos, salvo que estés muy cansado) y no me sorprendió tanto como se suponía. Transcurre en su mayoría en un lugar cerrado, me hizo acordar a “No Respires” o a “Avenida 10 Cloverfield”. El argumento es posible que esté un poco trillado, y hasta me atrevería a decir que predecible. El personaje principal femenino, interpretado por una compatriota, habla con la mirada, y dice mucho, no sé si es un hallazgo del director o un logro de Anya, pero como se ve en el tráiler, la escena cuando es raptada y tan sólo lo mira mientras se le cae una lágrima está cargada de emociones. La importancia de ella está en toda la película y por medio de flashbacks Shyamalan nos muestra el pasado de Casey, estableciendo ciertos rasgos de ella para que entendamos todo lo que sucede en la última mitad de la película. Fragmentado no me termina de convencer, a mi entender deja cabos sueltos, tal vez para una segunda parte, o tal vez el director quiere hacer un universo de sus películas. Mi recomendación: No vayas al cine a verla, mirala un finde en casa tranqui, pero mirala.
M. Night Shyamalan es un director conocido por sus grandes films como “Sexto Sentido” (1999), “Señales” (2002) o “La Aldea” (2004), donde supo bien cómo generar climas de suspenso y tensión que atrapen al espectador. Pero después de estas producciones, el director no pudo conquistar ni a la crítica ni al público con películas como “El fin de los tiempos” (2008), “El Último Maestro del Aire” (2010) o “After Earth” (2013), con argumentos inverosímiles o adaptaciones poco fieles. Sin embargo, con “Fragmentado” Shyamalan vuelve a un universo muy conocido por él y que tan bien le sienta. Sin dudas es un regreso exitoso del director a la pantalla grande. “Fragmentado” se centra en el secuestro de tres jóvenes, quienes estarán cautivas por un tiempo. Sin embargo, el captor no es una persona común y corriente, sino un hombre con un trastorno de identidad desasociada. Sus distintas personalidades aparecerán para hacer de la vida de estas jóvenes un infierno. Antes de hablar de esta historia tan atractiva como original, hay que destacar la actuación de James McAvoy, quien encarna a este hombre con trastorno de identidad disociada. Probablemente sería difícil realizar a uno de estos personajes, pero el actor logra hacer tres o cuatro a la perfección. Tal vez se podría haber abordado cada una de las 23 personalidades, pero también es mucho pedir. Solamente con gestos y miradas, McAvoy retrata a personas diferentes entre sí. El resto del elenco también acompaña de una manera muy correcta. Como anunciábamos anteriormente, la historia es muy original y llamativa, ya que el protagonista tiene una cualidad particular. Esto generará los distintos climas necesarios para que la trama avance. Es una historia a la que no le sobra nada, ni tiempo ni escenas; todo está perfectamente calculado. Se nota cómo Shyamalan mejoró la narrativa de sus films, un esbozo de lo que también se comenzó a ver en la última película del director, “The Visit” (2015), donde no sólo se vive la pura tensión, sino que existen momentos cómicos que sirven para aliviar un poco, pero sin perder el clima construido. En síntesis, con “Fragmentado” Shyamalan volvió a su mejor momento, ya que presenta una historia compleja desde el punto de vista actoral y muy atractiva. El argumento ofrece tensión y suspenso del bueno, con un elenco que se encuentra a la altura de la trama. Puntaje: 4/5
La última pavada de Shyamalan. A M. Night Shyamalan una vez se le cayó una buena idea con Sexto Sentido (para mi gusto, mal ejecutada) y luego nunca más pudo recuperar el rumbo. Lamentablemente, Split no es una reversión de esa tendencia, sino más bien una confirmación. La fórmula continúa siendo la misma. Las películas de Shyamalan se construyen sobre bases sólidas de misterio y apelan al suspenso como hilo conductor, pero en el trámite de iniciar la conclusión derrapan narrativamente y giran hacia el absurdo, en el mejor de los casos. Es difícil entender los motivos por los cuales el director continúa esforzándose en sorprender al espectador con giros radicales e insensatos, pero evidentemente es más fuerte que él. Esta necesidad impetuosa de impacto genera un alto contraste en la percepción de una historia que, en el caso de Split, comienza como una interesante y adulta propuesta y termina siendo una pavada sobrenatural, que podría haber sido escrita por un pre adolescente. El cine de Shyamalan no es serio ni armonioso; es eternamente ensayístico y banal. Lo único bueno de Split es la gran interpretación de McAvoy y nada más. Todo lo demás es vergüenza ajena, como pocas veces uno la experimenta en el cine.
CONSTRUIR LA DEFENSA Contundente es el regreso de M. Night Shyamalan, quien luego de algunas realizaciones menos logradas regresa al centro de la escena con Fragmentado, una película no apta para ansiosos. Recuperando la inteligencia con la que solía generar un expectante ambiente de suspenso, el indo-estadounidense logra crear en su último filme una atmosfera cargada de tensión. Preocupado por una representación bastante verídica de lo que se conocen como los trastornos de identidad disociativos el realizador pone en escena la historia de un individuo (James MacAvoy) que convive con 23 personalidades incluyendo la número 24, más conocida como La Bestia. Comenzando con una escena en la que tres jóvenes son secuestradas y puestas en cautiverio, Fragmentado juega con dos aspectos trascendentales. Por un lado, el constante viaje al pasado de una de las tres mujeres que, entrenada en supervivencia, cumple el rol de líder de la triada. Y por el otro, un mecanismo de similitudes empáticas entre el inocente secuestrador y Casey Cook (Anya Taylor – Joy), la joven mencionada. Las huellas de sus traumas de infancia (violencia y violaciones) son la llave maestra con la que se abren las puertas de muchas de las consecuencias de sus acciones presentes. Y es ahí donde el filme insiste en mostrar cómo cada ser humano elabora sus duelos. Impecable actuación la de MacAvoy quien en una entrañable escena logra interpretar a más de cuatro personalidades en una misma toma y acorralado en un primerísimo primer plano. Así también lo es la performance de Anya Taylor-Joy que logra ponerle el cuerpo a un personaje tan carismático como misterioso. No hay dudas que Shyamalan regresó con aires renovados que recuerdan sus primeros éxitos, porque Fragmentado es mucho más que una película de suspenso, es un documento audiovisual acerca de una enfermedad de la que poco se conoce. Por Paula Caffaro @paula_caffaro
El gran cuento del campeón caído que vuelve a renacer frente a todos los pronósticos. Un día alguien va a escribir la historia de M. Night Shyamalan y probablemente sea similar a un relato épico situado en Hollywood. El director de Sexto Sentido hizo que rápidamente todos posaran la mirada sobre él y lo consideraran poco menos que un genio del suspenso con tan solo aquella historia del psicógo y el niño que ve fantasmas. Pero poco a poco, ese fuego se fue apagando, y a un puñado de películas celebradas, les siguieron un espiral que casi logra sacarlo del mercado. Casi, porque aquel camino de regreso que se inició en 2015 con Los Huéspedes, se confirma como finalmente consagratorio con el estreno de Fragmentado. Tres compañeras, Claire (Haley Lu Richardson), Marcia (Jessica Sula), y Casey (Anya Taylor-Joy), son raptadas en el estacionamiento del colegio. El captor (James McAvoy) las encierra en una habitación y pareciera querer cumplir algún deseo, pero, sobre todo, aguardar. ¿Qué es lo que diferencia a esta película de otros miles sobre personas secuestradas que deben huir de su sádico captor? ¿Se acuerdan de Irene y Yo, y mi otro Yo? El captor sufre de un trastorno psiquiátrico, o como lo ve su psiquiatra (Betty Bucley), un don, que le permite dividirse en varias personalidades; para ser más exactos, veintitrés. Así, el hombre, que en realidad se llama Kevin, se presentará ante las chicas y su doctora con diferentes actitudes, haciéndolo imprevisible. De las veintitrés personalidades, mayoritariamente conoceremos cuatro; Dennis (el captor), Patricia (una mujer que parece cubrir a Dennis), Hedwig (un niño de nueve años que le teme a los otros dos), y Barry (diseñador de modas, amable y atribulado, la cara simpática para su doctora). Pero hay más… "Fragmentado" es una verdadera caja de sorpresas, la gratificante característica es que no sabemos hacia dónde puede ir. Hay un juego de gato y ratón basado más en la inteligencia que en lo físico, en el que Casey tomará un claro protagónico. La historia se cuenta en tres planos entre el secuestro, la doctora que deberá descubrir la verdad detrás de su paciente, y la historia de la niñez de Casey que la formó en la chica extraña pero sobreviviente que es hoy. Esta fragmentación del reato hace que nuestro interés jamás decaiga, siempre estemos atentos sobre lo que sucede, y más de una vez, aferrados a la butaca sobrepasados de tensión. Desde la fotografía hasta la composición musical enorme, todo invita a un ambiente claustrofóbico, de gran suspenso; y como gran obra del género, el espectador será invitado a que también deduzca, y sea parte del misterio. Anya Taylor-Joy realiza una composición muy precisa, y se afirma como ideal para este tipo de personajes extraños. Pero, por supuesto, quien se lleva todas las miradas es James McAvoy, en una interpretación enorme, no hay otro calificativo. Cada una de las personalidades de Kevin, y hasta el propio Kevin, es una persona distinta, y McAvoy lo entiende así. Todo tienen tics y características diferentes, y puede pasar de una a otra instantáneamente. Sobre el final, algunas vueltas parecerán enroscar el argumento más de lo necesario, llevándolo por caminos no tan convincentes; pero una escena final, para aplaudir de pie, vuelve a resignificar, y a darle total sentido a eso que hasta ese momento no convencía tanto. "Fragmentado" es el regreso triunfal de un director que supo ser un nombre puesto entre lo mejor de la cartelera; y aquí, confirma que ese toque no está perdido. Será difícil que este año encontremos otra obra de suspenso que la supere.
El indio loco Con el estreno de Fragmentado, M. Night Shyamalan parece haber vuelto a las fuentes, pero aún en sus peores películas mostró un universo personal. Fragmentado es una película sobre un hombre con trastorno de identidad disociada, o sea, alguien con el mismo padecimiento que el icónico Norman Bates. La diferencia es que este personaje no tiene dos sino decenas de personalidades diferentes conviviendo adentro de él. Como su protagonista es alguien dividido en muchos pedacitos de personalidades, la película va narrándose inteligentemente en pedazos constituidos por tres líneas narrativas: la de tres chicas secuestradas, la de una psicóloga irresponsable, y la de la historia de una de las tres chicas, que se encuentra narrada en forma de flashback. Las tres líneas narrativas van teniendo un sentido al mismo tiempo que todas las personalidades de este protagonista van derivando en un solo lugar. Como puede verse, Fragmentado es, en primer lugar, una película ingeniosa en cuanto a su estructura narrativa. Pero además esta historia es otra cosa: una película con la mejor actuación que James McAvoy tuvo en su carrera, un relato rabiosamente entretenido y hasta humorístico (con un humor enfermo y retorcido, pero humor al fin) que se permite tocar el tema del abuso infantil sin caer en el golpe bajo, y una película con un cameo extraordinario. Fragmentado también se permite otras virtudes: construir una puesta en escena visual precisa en donde la cuestión de la fragmentación se ve sutilmente hasta en la composición de los planos (miren las características de las celdas, las pantallas divididas de las computadoras del Skype, las habitaciones atrás de las habitaciones), musicalizar la película de forma inhabitual con melodías extrañadas y elegantes ahí donde otros directores hubieran optado por sonidos más dramáticos, y jugar en varias escenas de suspenso con las expectativas del espectador dejando fuera de campo momentos que uno esperaría ver en pantalla, o frustrándole finales catárticos. Además de todo, Fragmentado es otra cosa: la última película de M. Night Shyamalan, más conocido popularmente como “el director de Sexto Sentido”. A Shyamalan se lo sigue asociando con la idea de un director que hace películas con vueltas de tuerca, con sorpresas que cambian todo el sentido de lo que habíamos visto. Shyamalan hizo cuatro películas seguidas así: Sexto sentido, El protegido, Señales y La aldea. Después su cine empezó a pasar por otro lado e intentó sorprender de diferentes maneras, pero si bien abandonó sus famosos plot twists, su estilo y temáticas se conservaron intactos. Shyamalan sigue gustando de los travellings laterales lentos y de precisión milimétrica, de hacer bruscos primerísimos primeros planos con gran angular, y de presentar a la mayoría de sus seres sobrenaturales de manera repentina en planos generales a pleno día. Su gusto incluso por la puesta refinada es tan innegociable que llegó a utilizarla en La visita, una película de terror found footage donde ni disimula que ese formato le resulta insostenible –hasta hace un homenaje a la propia El proyecto Blair Witch mandando al diablo el verosímil del falso documental- y que prefiere construir la ficción como más le place. Fragmentado La mejor actuación de James McAvoy en toda su carrera. En su filmografía también encontramos otra cosa: varias películas horribles. En general, las más aceptadas en este grupo son La dama del agua, El fin de los tiempos, El último maestro del aire y Después de la Tierra. Estas cuatro fueron destrozadas por la crítica en general y solo defendidas por un nicho pequeño de gente (tales como los integrantes de Cahiers du Cinema, que decidieron nombrar a La dama del agua entre las diez del año). En general estas defensas suelen argumentar que eso que otros consideran fallas son en realidad parte de una lógica estética previamente planificada y que hay que ver esas películas no con los parámetros del cine de género común y silvestre, sino como una ficción con sus propias reglas. Yo mismo en su momento defendí con argumentos así El fin de los tiempos, película a la que sigo sosteniendo como una suerte de homenaje a los ejemplares clase B de ciencia ficción de los ‘50 y como una reflexión de los miedos más grandes del siglo XXI (desde la debacle ecológica, a la guerra biológica y los atentados terroristas). Película de actuaciones fuera de registro, un sentido del humor extrañísimo y una lógica narrativa que a cada rato está rompiendo sus propias reglas, El fin de los tiempos sigue siendo para mí una película sobre el desconcierto: el de sus personajes, sí, pero también el de un espectador que no sabe exactamente cómo reaccionar ante una película en donde los monstruos vienen en forma de plantas y en la que encontramos reacciones tan raras como la de Zooey Deschanel entrando en pánico porque la llama un chico con el que fue a comer una torta tiramisú. No puedo decir lo mismo de las otras tres películas masacradas por la mayoría de la crítica. La dama del agua, Después de la Tierra y El último maestro del aire no me parecen malas sino malísimas. Con errores de casting, narrativamente confusas y fallidas a la hora de crear emoción. No obstante tienen algo de atractivo y no es precisamente el de un gusto por lo trash, sino el de ver en ellas genuinas ganas de experimentar y de adentrarse por caminos narrativos diferentes. O sea, estas películas podrán ser malas, pero son malas en forma diferente y a su raro modo y gracias a su particularidad terminan quedando en la memoria. Después de la Tierra, por ejemplo, es una épica minimalista, una suerte de Avatar en clave íntima. Así es como Shyamalan imagina un mundo nuevo lleno de criaturas extravagantes pero lo construye para solo dos personajes (un padre y un hijo), uno de los cuales está la mayor parte del metraje postrado en una silla y viendo a su hijo desde una pantalla. Shyamalan además toma a Will Smith para despojarlo de cualquier carisma y volverlo alguien con un gesto adusto y amargado durante todo el metraje y se da el lujo de elipsar bruscamente un epílogo que atenta por completo contra el relato clásico. El caso de La dama del lago es todavía más particular. La película no puede sostenerse desde ningún lugar, pero sí llama la atención que Shyamalan se proponga reflexionar de manera tan directa y ambiciosa sobre los mecanismos narrativos y las leyendas atávicas. Por otro lado, es una película personal hasta la médula, donde el director reflexiona acerca de su relación con la crítica y lleva su gusto por los personajes excéntricos hasta niveles insospechados. Podrá ser mala y hasta en muchos aspectos ridícula, pero no hay muchas películas malas así, tan libres, tan personales, tan dispuestas además a aprovechar la fama y el prestigio ganado para ir por caminos impredecibles y arriesgados. Prueba máxima de lo personal que es esta película y también de su total carencia de miedo al ridículo es que el propio Shyamalan se asigna acá el rol de un escritor cuyo trabajo cambiará el rumbo de la humanidad. Si uno lo piensa, este gesto del director tiene bastante sentido dentro de una obra de estas características. La dama del lago es un cuento de hadas que reflexiona sobre nuestra necesidad de tener cuentos de hadas y finales felices. También es una película donde todos encuentran roles que les dan sentido a su vida, y donde su propio director parece querer expresar en este papel que se asignó un deseo propio de que lo que haga sea genuinamente significativo y trascendente. Este tipo de inquietud por un significado existencial se ve con cierta frecuencia en su cine. Después de todo, ¿qué es El protegido sino una película sobre personajes que tratan de entender para qué vinieron al mundo y qué otra cosa mueve al personaje de Samuel L. Jackson a cometer esas aberraciones si no es tratar de hallar quién es él realmente? Esta búsqueda por un significado existencial se lleva al extremo en el final de Señales. Muchos han visto en ese desenlace algo burdo y decepcionante, pero en verdad no es otra cosa que llevar a su literalidad más llana la creencia de un religioso. Después de todo, muchas religiones conciben la idea de que un Dios creador de un universo infinito, un ser carente de noción del tiempo, tiene un plan para cada uno de nosotros, y se preocuparía si uno de sus seres termina saliéndose de la vía de la fe. Que Shyamalan llegue al extremo de imaginar una historia de ciencia ficción en la que un ser Todopoderoso es capaz de enviar una invasión extraterrestre que aterroriza a la humanidad para que un ex pastor vuelva a su oficio es sin dudas extravagante, pero no muy alejado de interpretaciones bíblicas a las cuales cualquier creyente en el fondo adhiere. De este modo, Señales puede ser también una reflexión más sofisticada y ambigua (en tanto muestra ese tipo de fe en toda su esperanza pero también en su absurdo) de lo que suele pensarse. El protegido Bruce Willis y Samuel L. Jackson tratándole de encontrarle sentido a su existencia. Por otro lado, esta obsesión por encontrar un orden para todo se refleja en la clase de intereses que la película busca para encontrar un cosmos, y tiene una causa en la forma en la que Shyamalan concibe la realidad que lo rodea. En casi todo su cine, hay una alusión a algo muy antiguo o atávico a lo que los personajes quieren seguir o en lo que pueden terminar encontrando una solución. Los cuentos populares en La dama del lago, la figura del héroe antiguo en El protegido, el misterio del más allá en Sexto sentido, las sociedades originarias en La aldea. Son todas figuras que evocan lo eterno o lo durable, que parecieran estar inmersas en un conjunto de reglas y a veces tradiciones que parecen seguras. La razón por la cual el director busca esperanzas en cosas así es sencilla: la realidad para él es más bien horrible y desoladora. Para darse cuenta de esto, basta ver qué pasa con Sexto sentido cuando se le quita el elemento fantástico. Lo que se obtiene es la historia de un nene al que le hacen bullying en la escuela y que es criado por una madre que tiene varios trabajos para mantenerse. El chico estudia en una escuela que funcionaba como Tribunal de Justicia donde se ahorcaba gente frente a la desesperación de sus familiares. Además de todo, Sexto sentido incluye tragedias tales como una madrastra que asesinó a su hija enfermándola progresivamente. Este tipo de cosas espantosas no pertenecen solo a esta película: La dama del agua tiene un protagonista cuya familia fue brutalmente asesinada por un criminal que entró a su casa; en El protegido hay atentados terroristas que matan cientos de personas y psicópatas peligrosos en cada calle; en Fragmentado están los abusos infantiles, a lo que se le suma una indiferencia generalizada que infunde miedo (la escena del walkie talkie es desesperante) y en El fin de los tiempos, las alusiones a los daños reales que provoca la humanidad son tan fuertes que la defensa planteada por las plantas parece bastante lógica. Por eso también muchas veces en Shyamalan el elemento fantástico que parecía temeroso termina funcionando como un alivio o como un mal menor frente a otros mucho peores y cotidianos. Los fantasmas de Sexto sentido no son otra cosa en el fondo que gente necesitada de ayuda, el extraterrestre de Señales se vence con batazos y agua, y la criatura amenazante de La dama del agua termina resultando bastante torpe. Incluso el propio monstruo de Fragmentado termina perdonándole la vida a una víctima que caerá después en las garras de un abusador pedófilo. Desde este lugar, parece comprensible la lógica de los personajes adultos de La aldea, quienes decidieron inventarse un monstruo horrible imaginario para huir de las monstruosidades cotidianas que hay detrás del muro que construyeron. Por supuesto, vista la película con atención, es verdad que esta sociedad está, sin darse cuenta, construyendo su propio infierno terrenal, basado en sostener una mentira a cualquier costo y en manipular de forma aberrante a sus propios hijos. Pero esto tiene que ver con la mirada de un Shyamalan que siempre se ha movido entre la compasión y la misantropía, que a veces ha querido ser emocional y otras, ácido. En algún momento, a este realizador se lo comparó con Hitchcock, y el sallo le quedó (como le hubiera quedado a casi todos los directores de la historia) demasiado grande. Lo que terminó siendo es un director desparejo pero curioso, capaz de hacer muy buenas películas, ocasionales obras maestras, y largometrajes tan fallidos y ambiciosos que uno se pregunta cómo hizo exactamente para llevarlos a cabo; una anomalía demasiado excéntrica en el sistema de Hollywood como para pasarla por alto y tan demencialmente personal que es imposible no tenerle respeto.