Después de posponer su estreno reiteradas veces debido a la pandemia, este jueves 12 de agosto se estrena de forma exclusiva en salas de cine Free Guy: tomando el control (Free Guy, 2021) , a pesar de su productora 20th Century Studios pertenecer actualmente a Disney Studios. En esta película de ciencia ficción donde prima el tono de comedia, Guy ( interpretado por el carismático Ryan Reynolds ) es un hombre común y corriente, aparentemente feliz hasta que descubre que es un NPC (Non Playable Character), es decir, un personaje secundario no jugable dentro de un video juego. La película está dirigida por Shawn Levy, quien posee una extensa trayectoria como director y productor (Stranger Things, Night at the museum, This is where I leave you, Cheaper by the Dozen) y escrita por Matt Lieberman y Zack Penn. Si bien es un guión original, podemos relacionarla intertextualmente con otras películas donde sus protagonistas descubren que son parte de una gran puesta en escena, a través de lo que según la literatura griega llamaríamos un proceso de "anagnorisis" (reconocimiento) que cambiará su conducta futura. Por citar algunos ejemplos, La rosa púrpura del Cairo (1985), The Truman Show (1998) y Ralph, el demoledor (2012), ésta última también vinculada al universo de los video juegos. A partir de allí, la estructura del relato puede dividirse en dos planos, el del video juego y el del "mundo real" donde se encuentran los creadores del mismo. En éste último, el villano es un empresario (Taika Waititi) que le ha robado creaciones a sus empleados (Jodie Comer y Joe Keery, quienes intentarán recuperar su creación y salvar el juego. Para concluir, si bien Free Guy es una propuesta simpática y entretenida, llegando a su desenlace resulta algo extensa y monótona. Asimismo, el final es bastante "edulcorado", primero por recurrir al cliché de que el amor es la solución a todo, y después por proponer un video juego donde no haya conflicto y reine la paz... Esto resulta extraño si pensamos que la mayoría de los videos juegos que se consumen son todo lo contrario. ¿Quizás en un mundo actual tan agitado, ese sea el nuevo escape al que se quiera recurrir? Por último, sin dudas los gammers la disfrutarán junto a sus referencias a los video juegos y la cultura pop.
Esta comedia de acción se centra en un «hombre» que se da cuenta que es un personaje secundario dentro de un violento videojuego creado por una corporación e intenta hacer algo para cambiar las cosas con la ayuda de una jugadora. Con Ryan Reynolds y Jodie Comer. Solo en cines. Uno sabe que existe cierta ironía –por no decir, cinismo– cuando grandes estudios hacen películas en las que se defiende al «little guy» frente a las corporaciones. Y FREE GUY precisa que el espectador se olvide por dos horas de eso si pretende no mirar con cierta desconfianza o una risita lo que comenta, analiza y propone esta película acerca de un «hombre» que se da cuenta que no tiene porqué ser un observador pasivo de universos violentos y agresivos, y que tiene la posibilidad de enfrentar a los poderosos y de liberarse de ellos para tratar de crear un mundo mejor y más amable. Hecha con todos los recursos que Disney posee –incluyendo algunas visitas de otros productos de la empresa–, FREE GUY: TOMANDO EL CONTROL podría ser la historia de dos jóvenes diseñadores de un videojuego que se esfuerzan por descubrir que sus ideas fueron usadas por una corporación para meterlas dentro de un juego de acción muy popular y masivo. ¿Cómo llegan a esa conclusión? Gracias a Ryan Reynolds. El actor de DEADPOOL encarna a un tal Guy, un tipo cuya rutina cotidiana consiste todos los días en hacer y decir las mismas cosas, además de ser testigo de los mismos acontecimientos alrededor suyo, incluyendo escenas violentas, robos a bancos y gente disparándose entre sí. El sigue su rutina como si estuviera programado por computadora. Es que, bueno, lo está. Enseguida sabremos que el tal Guy es lo que se llama un NPC, un «non player character» (o Personaje No Jugador), esos personajes de videojuego que no son controlados por los jugadores sino que responden a algoritmos armados por sus creadores y que están programados para estar de fondo y hacer siempre lo mismo. Y el mundo en el que vive, que remeda a THE TRUMAN SHOW, es en realidad un híperviolento juego llamado «Free City» en el que los personajes (esto es, los avatares de los jugadores) portan unas gafas y uniformes muy cool, viven disparándose unos a otros y destruyendo todo lo que se les cruza alrededor. Como pasaba en aquella película de Peter Weir protagonizada por Jim Carrey, Guy empieza a notar que hay algo raro –repetitivo, monótono– en su mundo mecánico y que algo falta. Su impresión se confirma cuando se topa con una tal Molotovgirl (Jodie Comer, la estrella de KILLING EVE) y se enamora al instante. Y luego, cuando le toque probarse esas benditas gafas, tendrá una revelación a lo THEY LIVE (se la conoció como SOBREVIVEN en América Latina), de John Carpenter, y verá las cosas un poco más parecidas a lo que son en la realidad. El misterio es: ¿cómo es que un NPC como Guy pudo llegar a esa revelación, a ese conocimiento de sí mismo? Y si se trata de algún tipo de inteligencia artificial que evoluciona, ¿qué es lo que puede hacer Guy para cambiar el «mundo» en el que vive? La película transcurre en dos escenarios paralelos a la vez. En el mundo real, Molotovgirl es Millie, una programadora que trabaja en una corporación llamada Soonami, liderada por un tal Antwan, interpretado por un pasado de rosca Taika Waititi, que está preparando el lanzamiento de «Free City 2», que promete ser bigger & better. Ella y su amigo y colega Keys (Joe Keery, de STRANGER THINGS) tienen la sospecha que el tal Antwan ha robado cosas de otro proyecto personal suyo de características muy diferentes, y lo ha insertado en el juego. Y acaso Guy sea la clave para develar ese secreto corporativo. En el medio, claro, Millie empieza a tomarle cariño al NPC, por más raro que eso suene… Lo que Shawn Levy crea aquí es, en tono de comedia, una de esas parábolas futuristas que mezclan tropos de clásicos como «Un mundo feliz» o «1984«, entre otros universos que imaginan mundos de aparentes posibilidades infinitas pero que son en realidad limitadas a unos pocos o distopías controladas por un organismo superior. En esta especie de saga de liberación, Guy y Millie no solo querrán descubrir si es cierto que le han robado algo a los programadores sino que pelearán por cambiar la lógica de ese mundo virtual, hacerlo más humano, democrático, participativo y menos violento. Cualquier similitud con una reflexión sobre el cine –o los videojuegos o el mundo real– no es casualidad, ya que el proyecto de los jóvenes, de hecho, se parece más a una película que a otra cosa. Si uno exagera las conexiones con el Hollywood real, se dará cuenta que este fue un producto originado por 20th. Century Fox antes de ser adquirido por Disney y podrá leer su trama a partir también de esa conexión, ya que hoy el «incorporado» estudio Fox bien podría funcionar como ese little guy (relativo, pero en comparación lo es) en medio de una mega-corporación que lo hizo rendirse a sus pies. Si no fuera por el ya citado cinismo de base de la propuesta (caray, esto es un producto de una de las corporaciones mediáticas más grandes del planeta, constante productora de secuelas y secuelas, y de películas más y más violentas), esta oda «progre-woke» a la liberación de las mentes, a la paz, el amor y la armonía entre sexos, géneros y razas en el mundo virtual –y también el real– sería casi un llamado a marchar contra esas mismas empresas y rechazar el constante flujo de secuelas, una más violenta y espectacular que la otra. Pero no creo que la gente salga a hacer eso. Es más probable que traten de comprar merchandising de la película. De todos modos, FREE GUY funciona bien dentro de su propia lógica. Levy logra articular muy bien los cruces entre los dos mundos –son simpáticos los aportes de streamers y comentaristas de videojuegos, algunos de los cuales seguramente sean muy famosos–, la relación entre los protagonistas principales está bien establecida y Reynolds siempre le aporta ese personal estilo de humor que posee y que siempre incluye guiños al espectador que siempre parecen estar al borde de romper la llamada «cuarta pared». Y hasta la historia de amor entre un personaje del mundo real y otro del virtual es creíble. Es que más allá de las dudosas relaciones con el mundo real, o de alguna lectura tontuela y falsamente «libertaria» que se pueda hacer de la historia, lo que el guión de Zak Penn (el guionista de READY PLAYER ONE) y Matt Lieberman propone –un llamado a la empatía, a la solidaridad, a la idea de que el «little guy» siempre tiene la posibilidad de ser un «free guy», y a una casi borgeana noción de la existencia– no es para nada desdeñable. Y si Disney lo dice, lo mejor será obedecer…
Tomando el control ¿Qué pasaría si agarrás The lego Movie y la juntás con The Truman Show? El resultado sería algo así como Free Guy, una de las sorpresas más divertidas del año. Con una combinación de personajes que rozan lo ridículo, esta película nos adentra en un videojuego llamado Free City con un personaje que es parte, llamado Guy, que día tras día repite la misma rutina. Hasta que se encuentra con una chica misteriosa (Jodie Comer) y eso permite que de un día para el otro se cuestione todo lo que vivió. Free Guy es una aventura para toda la familia más ambientada para un público que juega videojuegos, con grandes referencias que solo un fanático va a reconocer y que son usadas de una manera orgánica para la trama de esta película. En lugar de adaptar un videojuego en particular, Free Guy cuenta una historia nueva y original que está arraigada en el mundo de los. Esto significa que el guion de Matt Lieberman y Zack Penn se liberó de las limitaciones de una propiedad establecida y pudieron contar la historia que quisieran. Quizás sorprendentemente, eligieron contar una historia sobre el amor y el libre albedrío, que se entrelaza a la perfección con el mundo de los videojuegos de Free Guy. Si bien el juego Free City y la forma en que Shawn Levy presenta su mecánica rayan en lo fantástico, es la historia en el corazón de Free Guy lo que lo mantiene firme, ya que sus personajes luchan con luchas muy humanas sobre el significado de la vida y el amor. La película logra el equilibrio perfecto entre la comedia de acción alegre y divertida y los momentos reales más serios de crecimiento y aprendizaje para hacerla una experiencia completa y entretenida. En el corazón de esa experiencia está Ryan Reynolds, quien interpreta a Guy con una combinación de carisma y optimismo de ojos abiertos, casi ingenuo, en el que el actor sobresale. Reynolds ha demostrado una habilidad para equilibrar la acción y el humor en sus roles pasados (Deadpool, The Hitman's Bodyguard, 6 Underground, solo por nombrar algunos), aunque muchos de esos personajes pueden terminar sintiéndose como copias al carbón el uno del otro. Guy tiene un poco de eso, pero funciona dentro de la película, ya que el encanto natural de Reynolds combina bien con el guion y el personaje. También ayuda que Reynolds esté rodeado por un elenco estelar que incluye a Jodie Comer como la decidida Millie y a Taika Waititi como el villano Antwan. Posiblemente Free Guy tropiece un poco cuando intenta representar el mundo más grande y el impacto de Guy fuera de Free City, lo que hace que la película muestre transmisores de juegos populares y varias personas desconocidas que comentan o miran la situación. Pero desde el punto de vista de la historia, son necesarios para configurar el tercer acto culminante, aunque la inclusión de los streamers se sienta más como un servicio para fanáticos de los juegos y, como resultado, es algo torpe. No obstante, con su inteligente narración, su corazón sincero, su humor tremendamente divertido y su acción emocionante, Free Guy tiene todo lo que los espectadores podrían desear ver en una sala de cine.
Ryan Reynolds toma el control de nuestros corazones en “FREE GUY”, una comedia romántica que mezcla estilos, estéticas y temáticas como nunca antes. La película trata sobre un videojuego multijugador masivo llamado Free City. En este, a diario, se conectan millones de jugadores para cazar recompensas, perseguir objetivos e interactuar a través de identidades virtuales. El creador de este juego, Antoine (Taika Waititi), parece esconder un gran secreto dentro de él. En la búsqueda de esos secretos, Molotov Girl (Jodie Comer), ayudada por Keys (Joe Keery), un desarrollador de software que trabaja para Antoine, conoce a Guy (Ryan Reynolds) dentro de la plataforma gamer, cambiando las vidas de los tres para siempre. Lo primero que debemos mencionar es que la historia es original, divertida, y el guion, más allá de algunas ocasionales fallas de lógica, es espectacular, dinámico, imaginativo y sincero. Ambas realidades, la del videojuego y la concreta, son narradas de forma paralela, de una forma completamente absorbente. Los diálogos poseen la dosis justa de humor inesperado que te hace acordar un poco al estilo de humor de ‘Deadpool’: la participación de Reynolds como productor es notoria. Lo que más sorprende es que, a pesar de todas las estimulantes escenas de acción, el film persiste como comedia romántica, y ese es un logro en sí mismo. La cantidad de referencias a la cultura pop actual, ya sean grandes personajes de franquicias de cómics, o personalidades célebres de Twitch, es exorbitante. Además, Free City, en la trama, es un juego en que los jugadores pueden tener ‘skins’, o aspectos personalizados para su avatar. Esto brinda un valor agregado de creatividad plena, en donde la cultura online se ríe de sí misma. Esta película se vende sola, convence, e inesperadamente, introduce una perspectiva algo crítica sobre las grandes empresas creadoras de videojuegos y su afán por vender sin realmente brindar entretenimiento valioso a sus usuarios. Por otro lado, es destacable cómo el CGI (imágenes generadas por computadora) ayuda a construir la trama. Se usa de forma colaborativa con toda la técnica, sobre todo, la fotografía, con escenas complejas y delicadamente coreografiadas, generando fotogramas que refuerzan las situaciones dramáticas. La imagen está llena de luz y colores; elementos que ayudan a diferenciar las dos realidades. Las paletas de colores son algo predecibles, pero funcionan. El montaje es exquisito, haciendo que, en múltiples ocasiones, el espectador sienta que está jugando Free City o viendo un stream en Twitch. Hace mucho que no veía una historia pochoclera como ésta que sea tan buena y no deje cabos sueltos o tenga hoyos en el guion. Disfruté cada segundo, el final es una joyita. Vayan a verla el próximo finde largo, ya que no tiene desperdicio. Por Carole Sang
Bajo el estandarte de The Truman Show. Especulando con llevar una vida normal, Guy (protagonizado por Ryan Reynolds) es un banquero que vive todos los días de la misma manera: se levanta, se pone su ropa determinada, compra un café, y se dirige a ocupar su puesto de trabajo en un sistema que funciona como un reloj; él sabe que, en cualquier momento como todos los días, diferentes personas con lentes de sol ingresarán a asaltar el banco donde él trabaja. La realidad es que en este mundo las personas con lentes de sol son considerados súper humanos mientras que aquellos que no posean dicho accesorio no tienen derecho a tratar con ellos. Lo que no sabe Guy es que, junto con todos sus conocidos, son ni más ni menos que NCP (non- player character); en otras palabras: una inteligencia artificial de menor relevancia que habita dentro de un determinado videojuego y que es manejado por “la máquina”. Por supuesto que en un determinado momento y en la búsqueda de comenzar a darle forma al film, Guy consigue dar con estos lentes y a la vez, rompe con su codificación determinada al caer completamente enamorado de MolotovGirl (Jodie Comer), una usuaria del videojuego que, sin saber, comienza a instruirlo en esta nueva realidad que lo sacará completamente de lo cotidiano y lo sumergirá en una aventura que jamás haya imaginado. Dejando un poco de lado la premisa, hay que destacar que lo interesante de esta película dirigida por Shawn Levy es la manera con la que los realizadores encuentran el camino correcto para involucrar algunos de los nuevos métodos de comunicación, los cuales se dan a partir de cierta participación en el mundo de los videojuegos online. Con esto busco enfatizar no solo en la sociabilización de jugadores en forma de avatares, sino también al rol que cumplen las nuevas plataformas de streaming, las cuales se encargan de propagar aún más el fenómeno y el contenido de dicho mundo virtual. Todos estos recursos argumentativos (ya conocidos sobre todo por las nuevas generaciones de niños y adolescentes), serán las bases para ir tejiendo una historia que, si bien parecía apichonarse desde el comienzo dado las bajas expectativas, sabe cómo ir de menos a más; escalando hacia un determinado clímax en donde, como espectadores, nos veremos extrañamente atrapados de principio a fin. Y la razón principal de que esto ocurra, no será solamente gracias al carisma infinito que caracteriza a Reynolds, sino que se debe mas bien a una estructura fílmica que sabe muy bien cómo acompañar a un guion que apunta, sobre todo, a un público bastante joven. Es así como, sumando los enormes efectos especiales y contemplando el trabajo de un gran elenco (integran también Joe Kerry, Lil Rel Howery, y Taika Waititi), Free Guy se consagra como una feel good movie de gran factura, en donde lo satírico y lo absurdo consigue divertir, e incluso emocionar a grandes y pequeños. Aquí poco interesa las incongruencias que se puedan presentar (de todos modos son pocas), lo que importa es tratar de pasar un buen momento frente a la gran pantalla; y Free Guy lo puede garantizar increíblemente. Toda una sorpresa.
Crítica publicada en YouTube
“Free Guy”. Crítica Shawn Levy y Ryan Reynolds toman el control en Free City. Ryan Reynolds acapara la atención de todos en Free Guy como un avatar en una nueva comedia llena de referencias y con una reflexión en el mundo de los videojuegos. Dirigida y producida por Sawn Levy, escrita por Matt Liebermann y Zack Penn. Mientras que en la producción, junto a Levy se encuentran, Ryan Reynolds, Greg Berlanti, Sarah Schechter y Adam Kolbrenner. El elenco está compuesto por Ryan Reynolds, Jodie Comer, Joe Keery, Lil Rel Howery, Utkarsh Mbudkar, Taika Waititi, Channing Tatum, Matty Cardarople, Britne Oldford, Camille Kostek y Aaron W Reed. Un cajero del banco descubre que es un personaje de fondo en un videojuego de mundo abierto llamado Free City que pronto se desconectará, lo que provoca que él trate de salvar su mundo y hacer algo diferente con su vida habitual. Free City Cuando Ryan Reynolds encara una película de comedia o de acción, siempre está su remarcado y acido humor, en este caso, a pesar de que es el papel que más le sienta al actor, jugó con el doble sentido de una forma muy inteligente. Guy es un personaje bastante inocente y carismático, lo que provoca que el espectador se encariñe rápido con él. Se supone que no tiene conocimiento de que él es un personaje secundario de un video juego, lo que hace que esta inocencia sea divertida, incluso cuando descubre la verdad. Obviamente es el más puro en toda la película, junto al resto de los personajes dentro del juego, ya que las demás personas que entran al juego desde el mundo real no actúan como ellos mismos, esto es para no revelar sus identidades. Luego la trama es muy típica, el malvado villano, líder de la corporación que estafa a todos sus consumidores y planea arruinar el mundo de nuestro héroe o héroes. Quizás, aunque sea un cliché, la idea de tener a Taika Waititi como un villano que lo que menos da es miedo, sino gracia y pena ajena, está muy bien ensamblado y funciona. Una carta de amor
Guy (Ryan Reynolds) es la persona más feliz del mundo. O, al menos, de su mundo: una pequeña ciudad hiperviolenta donde los comportamientos de todos y todas se repiten con precisión relojera. Por ejemplo, cada día, siempre a la misma hora, una vecina llama a su gato perdido. Algo raro hay en esa dinámica. Pero a Guy no le importa, y cada mañana se pone el uniforme de cajero bancario para atender a cada cliente con su mejor sonrisa de publicidad de dentífrico. Hasta a los ladrones que usualmente vacían la caja fuerte les sonríe. Sucede que Guy, en realidad, es un “extra” dentro de un videojuego estilo Grand Theft Auto al que los usuarios “reales” ingresan para circular con sus avatares digitales. Como en The Truman Show, el protagonista de Free Guy debe enfrentar su destino hasta entonces manipulado. Lo hace utilizando a su favor el “error” de programación que permitió que estuviera ahí, alertado por una misteriosa chica que no es otra que una de las programadoras. Sucede que, en realidad, el error no fue tal, sino una parte del juego diseñada por un empleado de poderosa empresa de programación que robó su jefe (Taita Waititi), un villano al que solo le interesa el dinero. Un producto surgido de la cantera de Disney (vía Twentieth Century Studios) mostrándose crítico con las corporaciones: la coherencia, te la debo. Pero el director Shawn Levy, como buen veterano del cine familiar (fue el responsable de Una noche en el museo y Gigantes de acero, entre otras películas), se mueve con soltura por el terreno de la comedia leve, imprimiendo una cercanía notoria con su protagonista. Guy es un tipo querible, y es casi imposible no “hinchar” por él cuando se enfrente a los obstáculos que pongan en su camino para intentar borrarlo. El resto es conocido: un despliegue visual apabullante, un ritmo narrativo que no decae y, claro, las puertas abiertas para una secuela.
Frenesí multijugador Ryan Reynolds, simpático actor de comedias mediocres, y Shawn Levy, mediocre director de comedias simpáticas, unen fuerzas para crear una comedia romántica de acción y ciencia ficción que hace un poco de todo y no sobresale en nada. En esencia la película es una nueva versión de Ready Player One (2018) - ambas comparten el mismo guionista, Zak Penn - que toma la perspectiva no de un jugador sino de un personaje ficticio atrapado en el juego. Mirando a través de unas gafas especiales, Guy (Reynolds) descubre que su realidad es virtual y que puede adueñarse del pasivo rol que ha sido forzado a interpretar toda su vida a la sombra de las personas jugando y abusando de él. Las gafas ideológicas son un préstamo de ¡Sobreviven! (They Live, 1988) pero la crisis existencial de Guy es en comparación tibia, y la comercialización agresiva que la película critica por un lado es empleada libremente y sin ironía por el otro. Las reglas del juego son claras pero no muy consistentes: la emoción de cada escena dicta su lógica y las emociones que maneja la trama tienden a lo frívolo. El resultado es una emulación fiel del frenesí multijugador, completo con un tono caótico y un ritmo hiperactivo. Lo que se pierde con una trama de manual se recupera en parte con personajes simpáticos y hasta entrañables. La premisa es interesante, exprime sus mejores ideas al principio, pone sus chistes más graciosos en el fondo (abundan los gags visuales) y le da rienda suelta a Reynolds para que se regocije en el papel de afable idiota que ha amaestrado tan bien. Acostumbrado ya el cine del espectáculo a las realidades virtuales y panorámicas digitales, Free Guy: Tomando el control (Free Guy, 2021) luce las suyas sin mucho asombro. Las ironías y contradicciones de los videojuegos rinden más risas. Cuenta también con un surtido de apariciones especiales, algunas graciosas y otras puramente autorreferenciales. La voraz monopolización del entretenimiento no deja mucho lugar para las sorpresas, pero hay aunque sea un par efectivas. Ryan Reynolds se ha convertido en una suerte de marca registrada para la comedia. Ya esté haciendo de Deadpool o poniendo la voz a Pikachu sus películas garantizan el mismo resultado una y otra vez: irreverencia en moderación, una eterna puja entre cinismo y cursilería, y siempre marcando el rumbo hacia un territorio concreto, conveniente y sobre todo familiar.
“Free Guy: Tomando el Control” (de mi propio destino). Guy (Ryan Reynolds) es un empleado bancario que tiene una vida aparentemente perfecta. Se levanta todas las mañanas con una sonrisa de oreja a oreja, es por demás de optimista, y comienza su rutina con un rico café. Mientras lo seguimos con su andar radiante, ya notamos algo extraño. En la calle se suceden episodios muy violentos (explosiones, robos y demás), pero este lo asume con total naturalidad. Guy, un día, motivado por la actitud valiente de una bella mujer, decide romper con sus hábitos. Comienza a elegir otra ropa, a realizar otro tipo de acciones como enfrentar a los delincuentes que ve a diario. La revelación viene acompañada por unas simples gafas de sol, que cuando se las coloca le muestran algo extraordinario: un mundo nuevo o un mundo paralelo. Resulta que Guy forma parte de un videojuego, es un PNC (un personaje secundario de Free City). Y por su nuevo accionar, es un “error” del sistema. Fuera de este universo virtual, se encuentran Miller (Jodie Comer) y Keys (nuestro chico Stranger Things, Joe Keery), las mentes detrás del Free City quienes se encuentran alejados uno de otro. Keys ahora trabaja para Antoine (Taika Waititi), un ambicioso y poderoso empresario del rubro, que parece haberle robado alguna que otra idea a este par creativo. Guy es un ente virtual autónomo, un rebelde, que resurge desde su invisibilidad para ahora protagonizar el juego. Él y los de su misma condición, porque claro que colocará más de una gafa para revelar esa otra realidad en donde se puede tomar decisiones por cuenta propia. A partir de este planteo diríamos filosófico existencial, hasta uno de índole más tecnológico como es la inteligencia artificial, se estructura esta tecno aventura. Indiscutido el carisma de Ryan Reynolds, así como el aporte hilarante de Taika Waititi, en el rol de este falso gurú tecnológico (infantil y caprichoso), que lo único que le importa es el dinero. Ambos le suman solidez a este relato colorido donde la acción no cesa, acorde a la lógica de un videojuego; y está muy presente la comedia. Free Guy es un viaje divertido, singular, también algo sentimental, que le sacará más de una sonrisa al espectador (y esto se agradece).
Fallida propuesta que revisita clásicos del cine en donde un/una hombre/mujer despiertan del letargo que las reglas y estructuras le han impuesto a sus cotidianeidades. Ryan Reynolds no es Jim Carrey, y no lo será nunca, aunque fanáticos exacerbados por su rol de Deadpoool y el ambiente gamer de la propuesta intenten posicionar esta aventura, grande en presupuesto, pero pequeña en ideas, como la gran comedia del 2021.
¿Somos libres para elegir sobre nuestra propia vida o alguien decide nuestro destino? La pregunta ocupa la mente de filósofos, ya sean profesionales o de café, desde hace siglos. La ficción también ensayó algunas respuestas; en el cine, películas como Matrix y The Truman Show propusieron, de maneras muy distintas, reflexiones sobre el tema. Free Guy: Tomando el control vuelve a poner a la cuestión del libre albedrío en el centro de la escena. Pero como este es el Hollywood del siglo XXI, sujeto a la hegemonía del entretenimiento familiar, la reflexión filosófica está simplificada y contenida dentro de la estética y las reglas de los videojuegos. Esa decisión estética, derivada de la trama, hace que Free Guy: Tomando el control tenga una imagen poco agraciada, la de un mundo de CGI poblado por clichés visuales. Claro que esto es parte del chiste del film, pero esa intención no hace la diferencia ante los ojos de aquellos espectadores a los que les cuesta encontrar belleza en esa estética (aunque hay un par de escenas en las que se puede vislumbrar). Esto no impide que la película de Shawn Levy entretenga, aunque su humor no logre dar en la tecla en numerosas oportunidades. Free Guy: Tomando el control se sostiene en el carisma de Ryan Reynolds, quien interpreta al personaje secundario de un videojuego que decide salirse del libreto. El actor recuerda bastante al Jim Carrey de The Truman Show, film al que se hace referencia de manera tácita en más de una oportunidad. Jodie Comer es el otro puntal de la película, haciendo de nexo del espectador con el universo del film y los temas planteados. Aún cuando éstas preguntas existenciales sean simplificadas en eslóganes de autoayuda, la conexión humana sugiere al público un infinito de reflexiones posibles.
Ryan Reynolds es un muy buen comediante, lo que quiere decir que también es un muy buen intérprete. No llega a ser, por ahora, como Tom Hanks, que es amigo de todos en la platea, no importa la edad, pero al canadiense de La propuesta, Duro de cuidar y hasta Deadpool es imposible que a alguien le caiga mal. Como al Jim Carrey de The Truman Show. ¿Quién no simpatizaba con el personaje que se encontraba, sin saberlo, metido en un reality show? Como en aquella gran película de Peter Weir en la que Truman no sabía que era parte de una maquinaria, Guy es un tipo (guy, en inglés, significa eso) que tiene una vida normal y hasta aburrida y rutinaria -de nuevo, como Truman-. Pero en verdad es un personaje no jugador de un videojuego. Hasta que -y sin los hasta que, o los pero, las comedias costumbristas no saldrían de su formato y derivarían en otra cosa- un buen o mal día deja de despertarse, levantarse, hacer las mismas cosas, inclusive en su puesto de cajero del banco, que siempre, pero siempre es asaltado. Sea por una casualidad o una falla en el algoritmo, Guy evolucionó, y alcanza un estado de Inteligencia artificial en el que maneja el libre albedrío. Y si él no entiende qué le pasa, imagínense los programadores del videojuego, Millie (Jodie Comer) y Keys (Joe Keery) y hasta al dueño de la compañía (Taika Waititi) que estafó a los diseñadores. No queda otra: Millie deberá ingresar al juego como jugadora, y una vez en el juego, bueno, que pase lo que Dios o los guionistas quieran. Que es algo bastante descontracturado y caótico. Una buena idea La idea de producción es buenísima: juntar a un guionista de comedia animada -Matt Lieberman, de Los locos Addams y Scooby- con uno del universo de los cómics -Zack Penn, de varias de las X-Men) y darles la premisa de que el mundo de los videojuegos se entremezclara con la inteligencia artificial y algo parecido a la realidad. Ofrecerle el paquete a Shawn Levy, realizador de la saga Una noche en el museo, que sabe de lo que es tratar de conjugar realidades distintas -y también director de varios capítulos de Stranger Things, de donde saltó Joe Keery-. Sumar un poco de humor, otro tanto de aventura, algo de acción, varios destrozos, muchos, pero muchos colores saturados, un diseño de producción (por computadora) alucinante y un elenco de adictos a la comedia, con excepción de Jodie Comer. Y eso que Comer, que interpreta a Villanelle en la serie Killing Eve, y no proviene precisamente de la cantera humorística, cumple y con ganas con su papel. Y, además, Free Guy es una comedia que no se plantea como The Truman Show ningún tipo de crisis existencial, a lo sumo arriesga que, precisamente, el que no arriesga, no gana, y que cada uno debe ser el conductor de su propia vida. ¿Muy elemental el mensaje? Seguro, como que Free Guy es un entretenimiento puro, destinado a un público premonitoriamente de chicos y adolescentes, con muchos guiños en lo que se ve, de fondo, en el videojuego. Hay varias sorpresas por ahí en las casi dos horas de la proyección. Sólo digamos que hay cameos y personajes de otros “universos” tomados y amablemente prestados.
Luego de la serie de “Una noche en el museo”, el director y productor Shawn Levy, también responsable de “Stranger things”, desarrolló otra idea de comedia fantástica familiar repleta de efectos especiales. “Free Guy” podría ser definida como “The Matrix”, pero multicolor y nada metafísica, con una pizca de “The Truman Show”. Su trama se basa en las aventuras de un empleado de banco, protagonista absoluto desde el título, un jovial Ryan Reynolds que se levanta con una sonrisa, come cereales infantiles y va feliz a su monótono trabajo. Esto a pesar de que todos los días el banco es asaltado por feroces criminales, entre muchas otras cosas tremendas que nunca lo afectan. Es que este empleado, sin tener la menor idea, es un ser inexistente en un mundo irreal, apenas un personaje con el que nadie juega en un elaborado video game, o sea una especie de extra en un universo de fantasía. La película relata la liberación de tal personaje de su existencia absurda, y lo hace a través de algunos gags e ideas argumentales atractivas, pero sobre todo mediante un caleidoscópico arsenal de efectos especiales que, a veces, se pasan de la raya. Con todo, hay una buena actuación de Reynolds, y una original y colorida dirección de arte.
Seis meses en una granjita de rehabilitación para combatir la Deadpool dependencia. Una estadía que le vendría bien a Ryan Reynolds con el objetivo de recuperar la espontaneidad perdida en sus interpretaciones. Inclusive cuando compone otros personajes, como el caso de esta producción que no tiene nada que ver con el superhéroe de Marvel, sus expresiones y el modo que remata los diálogos graciosos arrastran los modismos de Wade Wilson y ya terminó por cansar. Todavía cuenta con el apoyo del fandom geek que le festeja cualquier cosa y su nueva película mima bastante a ese target de espectadores, sin embargo el estilo de humor que propone se volvió redundante y hasta predecible. Free Guy es una propuesta familiar construida en base al robo de ideas ajenas que se maquillan como "homenajes", con el fin de armar una ensalada argumental que combina elementos (de un modo muy burdo) de The Truman Show, Tron, The Lego Movie, El día de la marmota, They Live (de John Carpenter), Matrix, Ralph, el demoledor y Ready Player One. La pereza creativa del guión es realmente impactante y gran parte del entretenimiento del film se apoya en la comedia reiterativa de Reynolds y el fan service de Disney, que no es menos burdo que el de Space Jam 2. Sin la necesidad de entrar en spoilers pueden imaginarse por donde va la mano. El film apunta a conectar principalmente con la generación Tik Tok de gamers que pasan horas en You Tube para nutrirse con la sabiduría divina de los "influencers", quienes les venden productos a sus seguidores y desarrollan tutoriales para completar los videojuegos. La trama inclusive cuenta con la participación de youtubers norteamericanos y periodistas de medios de prensa mercenarios como IGN, cuya finalidad es establecer un puente entre esta producción y ese nicho de espectadores que probablemente se enganchará más con la propuesta. La narración del director Shawn Levy (Una noche en el museo) construye el conflicto central a través de dos líneas argumentales que se cruzan entre sí. Una se desarrolla en la realidad y tiene como protagonistas a Jodie Comer (Killing Eve) y Joe Keery (Strangers Things), quienes sobresalen como lo mejor del reparto, y la otra se ambienta dentro de un video juego con Reynolds y sus momentos humorísticos. Un penoso y sobreactuado Taika Waititi (el director de Thor: Ragnarok) interpreta al villano principal en un intento por ser gracioso que no termina de funcionar. El tema con esta película es que no todo está mal y durante el transcurso de la historia la obra de Levy trabaja cuestiones interesantes que podían haber elevado un poco más la calidad del contenido. Hay por momentos una especie de comentario sobre el modo en que la mercadotecnia atenta contra el desarrollo de la creatividad en la industria del video juego e inclusive todo un rollo con una mujer que consigue experimentar un poco de romance en su vida a través de una relación con un código de inteligencia artificial. Lamentablemente, el film no presenta ningún interés en explorar esas cuestiones a fondo y el foco de atención se concentra en un entretenimiento más genérico que tampoco despierta tantas carcajadas desde la comedia. Después del tercer chiste sobre la virginidad de los gamers se hace evidente que los guionistas no estuvieron muy inspirados. Free guy cuenta con un primer acto muy bueno, donde se genera un espectáculo atractivo con la presentación de los personajes principales y luego se empieza a desinflar para llegar a un final soso donde resuelven a las apuradas el conflicto central. Es justo destacar que desde los aspectos más técnicos la obra de Levy se destaca en el campo de los efectos especiales y la elaboración de algunas secuencias de acción con autos que se disfrutan especialmente en la pantalla de cine. Más allá que Reynolds se volvió infumable, la película tampoco es mala y funciona como pasatiempo pochoclero para entretenerse un rato. Una cuestión que en estos días tiene un enorme valor. Sin embargo, me quedó la sensación que el producto final, por el concepto que manejaba, podría haber ofrecido una producción muy superior sin tanta obsecuencia al fandom geek que busca complacer con desesperación.
Free Guy es de las películas mainstream más completadas de los últimos tiempos. Parte de un concepto ya explorado, pero aún así no es ni secuela, ni precuela, ni reboot, ni remake. O sea, algo para destacar en los tiempos que corren. Es una mezcla de The Truman Show (1998) con un RPG violento y la mezcla sale a la perfección. En parte gracias al tremendo carisma y dotes de comedia de Ryan Reynolds, pero también porque hay corazón en la historia. Te interesás por los personajes secundarios y lo que creen. Las dos historias de amor funcionan y el público es cómplice de todo y en todo momento. Son fuertes las carcajadas que podés llegar a largar, así como también las exclamaciones de delirios nerds por algunos guiños y cameos en momentos determinados. Lo único negativo para resaltar es que el film cae en su propia trampa y se repite a sí mismo en un par de ocasiones. El resto del trabajo de Shawn Levy es formidable. El director ya había demostrado su pericia para la acción mezclada con comedia en las dos entregas de Una noche en el museo (2006 y 2009, respectivamente) y gran narración en Real Steel (2011). Aquí combina eso y le agrega algo de épica dentro de un mundo en el cual vale todo y por lo cual no se le puede objetar nada. Free Guy es la película ideal para ver en el cine.
Guy (Ryan Reynolds), es un hombre clásico que trabaja en el Banco de Free City, una ciudad en donde los días transcurren de manera similar: se levanta, saluda a su pez Goldie, desayuna en el mismo lugar su café de siempre, camina al trabajo junto a su amigo Buddy (Lil Rel Howery) y sufre el mismo robo en el Banco día tras día. Así de monótona es su vida. Un día como cualquier otro, mientras le comentaba a su amigo sus ganas de encontrar a la mujer de sus sueños, ve a Molotovgirl, el Avatar de Millie (Jodie Comer). Una mujer con mucha determinación y anteojos de sol, objeto nada menor. Por primera vez, sale de su rutina y la aborda, pero ahí cae en la cuenta de su realidad: él es un "personaje no jugador" o secundario (NPC) de un videojuego y ella una protagonista clave. El único trabajo de Guy es ayudar a los jugadores a ganar puntos pero él es uno más. A partir del encuentro con Molotovgirl y la posibilidad de usar un par de anteojos, su vida cambia por completo ya que esto le posibilita la entrada a las grandes ligas. La historia se divide entre el mundo virtual y el real y Guy quiere dejar de ser un Don Nadie para pasar al otro bando pero lo que más quiere es hallar el amor. De forma paralela se desarrolla la historia del socio de Millie, "Keeys" McKeys (Joe Keery) su socio en la creación del software que corre peligro de caer en las manos de Soonami, la Empresa liderada por el villano Antwan (Taika Waititi ). A partir del uso de los anteojos se abre para Guy, un nuevo mundo repleto de acción que jamás decae. El guion de Matt Lieberman y Zak Penn es divertido, ágil, original y muy actual. El film cuenta con una muy buena dirección de Shawn Levy y efectos visuales súper impactantes, llenos de color. Hay algunos cameos interesantes que no voy a spoilear y un ligero aire a "The Lego Movie" y "Wreck it Ralph" con la música de Mariah Carey. Hay un lindo mensaje que es el de luchar por lo que querés el cual, aunque trillado, no deja de ser cierto. @20thcenturystudiosla #20thcentury
El empleado de banco descubre que en realidad es un personaje dentro de un videojuego. Ryan Reynolds es uno de esos actores que ya se ganaron al público y su mera presencia en un póster asegura una fila de fanáticos frente a las salas. Siempre se espera verlo en el mismo tipo de roles y en general, se siente cómodo ahí. En Free Guy, vuelve a su lugar común, pero lo hace con un toque de inocencia e incredulidad que, hasta ahora, no había mostrado. Nunca está mal verlo, es carismático, es gracioso y sus personajes son icónicos, pero Guy, Guy es la clase de persona a la que le querés dar un abrazo. La nueva película del director Shawn Levy llegó a los cines después de mucho tiempo. Entre la venta de Fox a Disney y la pandemia, el proyecto tardó mucho más tiempo de lo esperado en llegar, pero lo hizo y sorprende. El primer adelanto entusiasmó, la variedad de actores, la idea y el atractivo para aquellos que conocen el mundo de los videojuegos era algo que prometía una gran historia. Pero a eso le siguieron más y más adelantos que parecían develar la trama. Además hacía muy evidente el uso y abuso de CGI, por lo que las esperanzas de que fuera algo bueno se fueron esfumando. Pero una vez que la película empieza demuestra que no, que no hay nada que temer y que es una fiesta de acción, comedia y referencias al mundo de la cultura pop, sea cuál sea el medio. Puede que el espectador empiece con sus dudas, pero tranquilos, que nada de eso dura. El mundo de Free City es caótico, todo es un desastre, pero sus habitantes son optimistas, aunque es de esperarse, están programados para serlo, aunque ellos no saben que son NVP. Guy, el protagonista, ama su vida y su trabajo y a su amigo, no le molesta tomar el mismo café todas las mañanas o no poder llegar nunca a comprar las zapatillas de sus sueños. Todo es alegría en la tierra donde mandan las personas con lentes, o los jugadores. Todo cambia cuando algo desconocido se despierta en él y le pasa al ver a Molotov Girl, el avatar de Millie (Jodie Comer). Ahí empieza la historia, que se divide entre lo que ocurre dentro del juego y lo que sucede por fuera, en las oficinas de los dueños dirigidas por un histriónico y desatado Taika Waititi. Los «creadores» del juego solo están interesados en el rédito económico, en las ventas y no en la calidad o lo que tienen para proponer y acá se presenta uno de los arcos más sorpresivos de “Free Guy”, es una crítica consistente hacia la industria que solo busca facturar a base de lanzamientos vacíos, secuelas y falta de ideas originales. Es irónico que ahora la cinta sea de Disney. Pero no es lo único que sorprende, casi de refilón, presenta una gran comedia romántica con un final enternecedor y completamente inesperado para el género pero muy bien construido. Además, a todo esto se suman grandes actuaciones de todos sus protagonistas, en dónde se debe destacar a Joe Keery, que vuelve a confirmar que le espera una gran carrera cuando termine Stranger Things. Colorida, divertida, tierna y con un mensaje muy poderoso de fondo. Free Guy sorprende de la mejor manera. No es la mejor película del año ni pretende serlo, es entretenida y deja una sonrisa en el rostro, algo más que necesario en todo momento.
Después de encontrar su rol memorable con el antihéroe de la incorrección política en Deadpool, que tendrá pronto su tercera parte, el canadiense Ryan Reynolds se pone en la camisa (celeste) de un héroe cabal. Aunque el pobre Guy, como personaje de un videojuego muy popular, no sabe que lo es. Ni siquiera sabe que es parte de un universo creado por unos programadores. Y que su rutina de felicidad boba, a prueba de balas, es solo realidad para los que no pueden ver a través de los anteojos negros que utilizan los avatares. Como en un guiño a Sobreviven, el clásico de John Carpenter, las gafas implican una ampliación de la mirada y, por tanto, del universo. En aquel caso, con un comentario político y una implacable reflexión sobre el capitalismo. El director Shawn Levy (Gigantes de acero, Una noche en el museo) juega también, en la primera parte, con las referencias a The Truman Show. Pero aquí la parodia, no exenta de crítica hacia las malvadas y codiciosas megacorporaciones, es hacia el mundo online y del videojuego. Mientras Guy repite su día a día con la misma sonrisa, en una ciudad hiperviolenta, como si no pasara nada, la programadora que creó el juego (Jodie Comer, la actriz británica de Killing Eve), entra en él con yo digital. Y cuando se la cruza, el bueno de Guy hace cortocircuito y deja de funcionar como se espera de él. La autora del juego entró buscando una falla, que demuestra que el dueño de la compañía (Taika Waititi) le robó la creación, mientras una subtrama romántica propondrá una suerte de triángulo que atraviesa los dos mundos. Todo con el despliegue visual y de efectos especiales esperable, para una comedia entretenida, que sostiene su ritmo con el profesionalismo del equipo que está delante y detrás de cámara.
Cuando salió a la luz que el encargado de dirigir este film era Shawn Levy sabíamos de ante que iban a haber muchas risas involucradas y que la película estaba en buenas manos. En estos últimos años, el reconocido director tuvo bastante repercusión ya que produjo nada más ni nada menos que la serie Stranger things. Además, en la pantalla grande tiene un gran repertorio en el género comedia, como por ejemplo en Una noche en el museo y Aprendices fuera de línea. Con “Free Guy” nos trae la historia del día a día de Guy (Ryan Reynolds), un hombre común y corriente que trabaja en un banco en Free City. Se caracteriza por ser buena persona, siempre estar feliz y obviamente transmitírselo a cada uno que está a su alrededor. De repente su vida cambia por completo cuando se entera de que no está viviendo en una ciudad normal – vive en un videojuego y él es uno de los personajes. Esta revelación ocurre gracias a que se topa con Molotov Girl (Jodie Comer), quien no solo le cuenta que es un personaje de un videojuego sino que también le hace ver que él es el único que puede salvar la ciudad de quienes quieren destruirla por completo sólo por ego propio. La actuación de Reynolds fue bastante precisa. Si bien al principio no convence ni atrapa del todo al espectador, luego de unos minutos efectivamente lo logra cuando uno empieza a conocer al personaje y ver el toque característico que le da. Esa decisión es clave para entender el tono del personaje y lo bien que está llevado adelante. Además, en cuanto al humor, el actor logra despegarse del superhéroe Deadpool y eso es un gran acierto. En el caso de Jodie Comer, destacó mucho con su personaje, teniendo un papel muy importante en el film ya que es quien hace trabajo doble, tanto el del videojuego como el de la vida real. Con respecto a las demás actuaciones como las de Joe Keery y Taika Waititi estuvieron muy bien, quienes pudieron apoyarse a ciegas en el guión, el cual estaba preparado para cada personaje con un estilo y humor único que hizo de “Free Guy” una historia sin baches ni aburrimiento. Aprovecharon y confiaron 100% en los personajes, sin necesidad de apelar a otras herramientas. Por su parte, los efectos visuales estuvieron muy bien logrados y utilizados ya que no hubo exageración en su uso, y eso se apreció desde la butaca, lo cual creo es fundamental: no abusar de los recursos. El soundtrack acompaña de manera original y perfecta – no cae en el cliché de lo que sería una clásica música de videojuegos y a esto se le suma los guiños hacia el GTA y al Fornite, poniendo lo más característico de cada uno. Otro detalle que no es para nada menor es que hay varias escenas que si uno las mira con atención, se puede apreciar como el jugador ve en la pantalla cuando controla al personaje. Estas decisiones a nivel artístico suman mucho a la película. Sin dudas, “Free Guy” es un film que vale la pena ver y disfrutar. Hay muchas sorpresas y la realidad es que la película es una apuesta interesante de comedia para disfrutar con pochoclos y en familia.
INOCENTE RELATO "Balanceado y simple film, idóneo en entregar emoción y comedia en partes iguales." FREE GUY: TOMANDO EL CONTROL, 2021. Una comedia épica de aventuras de Twentieth Century Studios, un cajero de banco descubre que, en realidad, es un jugador secundario de un videojuego de mundo abierto, y decide transformarse en el héroe de su propia historia… una escrita por él mismo. Ahora, en un mundo donde no existen los límites, está decidido a ser el hombre que salve su mundo a su manera… antes de que sea demasiado tarde. Protagonizada por Ryan Reynolds, Jodie Comer, Lil Rel Howery, Joe Keery, Utkarsh Ambudkar y Taika Waititi, FREE GUY: TOMANDO EL CONTROL está dirigida por Shawn Levy a partir de un guion de Matt Lieberman y Zak Penn, y una historia del propio Lieberman. La película cuenta con la producción de Ryan Reynolds, p.g.a., Shawn Levy, p.g.a., Sarah Schechter, Greg Berlanti y Adam Kolbrenner con Mary McLaglen, Josh McLaglen, George Dewey, Dan Levine y Michael Riley McGrath como productores ejecutivos. Como aspecto adverso del film, vale decir, que se apoya de manera desmesurada en videojuegos sin un resultado armonioso. interrumpiendo cierta fluidez, necesaria para lograr la empatía e identificación del espectador y generando clichés, para los entendidos en el tema. Con lo cual, existe la posibilidad de sentir la carencia de profundidad. Sin embargo, integra de forma excelente ese universo gracias a un guion simple pero bien estructurado. Por otra parte, las interpretaciones se adaptan bien a la trama dramática, apoyando las emociones de las escenas y respetando los tiempos de la comedia y del drama. Con respecto al diseño de efectos especiales, vale decir que respetan la estética de la película, aportando fineza y acoplándose así, con la puesta en escena. "Free Guy, película recomendable y entretenida. Brinda una historia que profundiza con seriedad y sin exagerar. Tanto lo cómico como lo dramático se encuentran en equilibrio."
Las mejores películas son las que se pueden ver dobladas al castellano en un colectivo de larga distancia. Free Guy: Tomando el control es una de esas películas que, con el destino marcado de clásico de domingo por la tarde, pueden ser vistas en cualquier condición y seguir siendo atrapantes y entretenidas. Bajo el tutelaje de Disney/20th Century Studios, el director Shawn Levy (Una noche en el museo, Gigantes de acero) vuelve a demostrar su capacidad para fabricar comedias de ciencia ficción que se ven de un tirón gracias a la soltura narrativa, los personajes entrañables, los pormenores de la trama y los espectaculares despliegues visuales, que siempre nos mantienen atentos en la butaca. Pero que Free Guy: Tomando el control funcione a la perfección se debe principalmente al carisma arrollador de su protagonista principal: Ryan Reynolds, un actor que puede hacer reír con una mueca de inocencia, emocionar con unas pocas palabras dichas al pasar y enganchar cuando se pone en el papel de héroe de acción romántico, de tímido galán sin conciencia de serlo. Ryan Reynolds es Guy, el “hombre de azul”, un muchacho que vive en un bucle: todos los días se levanta, saluda a su pececito dorado, elige su ropa (todas iguales), sale a la calle, pasa por un café (el de siempre) y entra al banco en el que trabaja como cajero, mientras afuera suceden cosas dignas de una película de acción, con persecuciones explosivas, tiros, robos y peleas. En realidad, Guy es un personaje de fondo de un videojuego de mundo abierto llamado “Free City”, en el que los avatares de los jugadores llevan unos lentes de sol para poder ver los elementos del videojuego. Esto es lo que hace Guy un buen día, después de que asaltan por enésima vez el banco: se coloca los lentes de uno de los ladrones y se da cuenta de que todo a su alrededor es un videojuego. Los creadores del éxito gamer del momento son dos jóvenes, Millie (Jodie Comer) y Keys (Joe Keery), quienes hace un tiempo habían diseñado un videojuego cuyo código vendieron al excéntrico empresario Antoine, el villano interpretado por Taika Waititi. Sin embargo, Antoine no quiere darles crédito, y es por eso que Millie decide recuperar el código para demostrar ante la corte que Antoine les robó la idea. La apuesta de la película es que Guy va a empezar a independizase del resto de los personajes del videojuego gracias a la especial condición del algoritmo con el que está hecho, hasta que se da cuenta de que no es real, de que es un NPC (personaje no jugador, en su sigla en inglés). Es decir, el algoritmo toma conciencia, y durante toda la película se trata de que Antoine no desconecte el videojuego. Los creadores no solo quieren recuperar el código que les pertenece, sino también salvar a Guy. Free Guy: tomando el control bebe un poco de The Truman Show, El día de la marmota, Matrix y They Live, de John Carpenter, para hacer un entretenimiento familiar con rasgos de originalidad, como el tema que plantea, esa especie de utopía en la que convivir con la inteligencia artificial en paz y armonía es posible. La película maneja un alto nivel de complejidad teórica, pero a su vez tiene la capacidad de ser simple. Es una comedia romántica de acción, con toques de ciencia ficción, que se disfruta de principio a fin, y que tiene una visión del mundo optimista, en donde la buena utilización del algoritmo puede ser la salvación.
LO IMPORTANTE ES DIVERTIRSE El caso de Ryan Reynolds tiene sus particularidades: en sus películas viene construyendo personajes e historias marcadas por la autoconsciencia y un distanciamiento canchero que muchas veces roza lo irritante. Eso ha llevado a que películas como Deadpool y Deadpool 2 no profundicen más allá de sus superficies autorreferenciales, o que en Escuadrón 6 agote su batería de chistes, perdiendo de vista lo que implica la composición de un personaje con algo de carnadura. Sin embargo, Free Guy: tomando el control insinúa un cambio de rumbo para el actor, o más bien un salto madurativo, que le permite colocarse al servicio de lo que se está narrando en vez de querer montar un show propio para la audiencia. Quizás parte de la explicación pase por la asociación que establece Reynolds con el director Shawn Levy, quien armó una saga de aventuras bastante decente como la de Una noche en el museo, dirigió esa pequeña maravilla subvalorada llamada Gigantes de acero y es productor de la serie Stranger things. Es que hay una sensibilidad particular en este relato sobre un solitario empleado bancario que descubre que es en realidad un personaje de fondo de un violento videojuego, lo cual lo conduce a acciones que cambian las reglas de su entorno. La autoconsciencia está, a pleno, pero no con una visión distanciada, sino empática, mucho más cercana al espíritu de El último gran héroe, donde la exposición del artificio era también un soporte para una reflexión sobre el lado oscuro de la creación artística. Esa oscuridad aparece en Free Guy: tomando el control por el lado del villano interpretado por Taika Waititi, el supuesto “creador” del juego, aunque esa creatividad que detenta no sea tal, porque lo suyo es puro cálculo, manipulación o directamente plagio. Frente al cinismo que encarna el personaje de Waititi, el tándem Levy/Reynolds plantea una reivindicación de lo lúdico y, principalmente, de la aventura, del disfrute puro. Free Guy: tomando el control es una película que no para nunca, pero no de forma antojadiza, sino porque siempre está buscando giros nuevos para llevar adelante la narración y sus protagonistas. Alrededor de ese héroe involuntario que es el personaje de Reynolds, el film arma, a puro movimiento, un pequeño gran universo repleto de seres con los cuales empatizar, como los encarnados por Jodie Comer, Joe Keery y Lil Rel Howery. A todos ellos les brinda un espacio y desarrollo propios, lo que permite que los géneros se fusionen fluidamente: estamos ante una comedia de acción que es también un relato romántico, de amistad y de aprendizaje. Se podrá decir que Free Guy: tomando el control apela por momentos a una pirotecnia audiovisual algo excesiva y que algunos de sus diálogos son un tanto redundantes con lo que quiere transmitir. Pero lo cierto es que Levy nunca pierde de vista lo que importa contar, maneja el tono juguetón con el equilibrio apropiado y le da la libertad justa a Reynolds para que construya el que quizás sea su personaje más querible: un tipo honesto y leal, un romántico nato en todos los aspectos. Free Guy: tomando el control incorpora de forma correcta unas cuantas lecciones de la mencionada El último gran héroe, pero también de films como Ready Player One, Jumanji y Zathura. Desde ahí se hace cargo del rol del creador y los espectadores, además de lo que puede dar la imaginación cuando va de la mano con la libertad. Lo hace con una catarata de colores y dejándonos en claro que no hay nada más importante que la diversión a todo galope.
Como el protagonista de The Truman Show, el personaje principal de Free Guy vive en un mundo que no es lo que él cree. Como Buzz Lightyear, tendrá la dura noticia de que solo es un personaje, en este caso de videojuego. El hombre de la camisa azul (Ryan Reynolds) trabaja en un banco y vive siempre su jornada en una ciudad donde los personajes con lentes hacen lo que quieren y el resto se limitan a ese mundo de acciones repetidas. Free City es una mezcla del GTA y el Fortnite, más un sinfín de influencias y referencias de todo tipo. Cuando este personaje decida cambiar su vida generará en el juego situaciones inesperadas y en sus jugadores sorpresa y admiración. Millie (Jodie Comer) es una programadora enojada con el dueño de la compañía que vendió el juego, participa como jugadora buscando algo que demuestre que le robaron sus ideas. Cuando el avatar de Millie se cruce con Guy, todo el mundo del juego se pondrá patas para arriba. Free Guy es, por encima de cualquier otra cosa, una película muy divertida. Tan divertida que vale la pena destacarlo. Dista de ser perfecta porque se las ingenia para ponerse sentimental fuera de la historia del protagonista, lo que le quita algo de energía a la historia. Parte de la diversión está dada por su gran protagonista, Ryan Reynolds, cuyo talento de comediante encaja perfectamente con el personaje. Pero el sentimentalismo mencionado tiene que ver con algo importante: Free Guy es una representante perfecta de los tiempos que corren. La película no acepta bajo ningún concepto la violencia, los conflictos, el drama, pero tampoco puede aceptar la melancolía, la angustia existencial, el dolor. Entonces tuerce el guión para que todos, excepto el villano, encuentren un camino que les evite los sinsabores de la vida. Un final feliz es más que aceptable, pero siempre y cuando la historia tenga lógica en esa dirección. Representante absoluto de la cultura pop y homenaje a los videojuegos, la película no puede evitar ser algo sentenciosa y condenar lo más potente de su narración. De criticar la apología de la violencia desmedida en los videojuegos a querer anularla por completo hay un largo camino. Las escenas de acción son espectaculares, pero al final de la película nos dicen que no habrá más. Un mundo mejor para los personajes, pero mucho menos interesante para los espectadores.
Free Guy: Tomando el control finalmente llegó a los cines después de muchas postergaciones por la pandemia. La esperada cinta de Shawn Levy (Una noche en el museo) nos sumerge en el apasionante mundo de los videojuegos. Ryan Reynolds es Guy, un rutinario cajero de banco que termina dándose cuenta que, en realidad, no es más que un personaje no jugable (NPC) de un videojuego. La premisa es interesante por sí misma, y en ningún momento el desarrollo de la historia desengancha al espectador. Una de las principales virtudes de este film es que es consciente de lo que es: una comedia sin demasiadas pretensiones. Con un correcto guión de Matt Lieberman y Zak Penn, Reynolds se mueve como pez en el agua en un papel que parece quedarle pintado. Con muchísimas referencias que adorarán los fanáticos de los videojuegos, es reconocible la capacidad de atraer a cualquier audiencia, adolescentes y adultos, tengan o no conocimientos sobre el tema. El resto del elenco, mención especial para un descontrolado Taika Waititi, cumple con creces y no desentona con el ánimo del film. Otro punto fuerte es la ingeniosa utilización de la música o pequeños gags que se repiten a lo largo del metraje, que van cobrando mayor sentido y gracia a medida que transcurren los minutos. Por si fuera poco, la historia de amor que rodea la película está plasmada en pantalla con una sutileza que es difícil de encontrar en este tipo de comedias, aspecto sumamente destacable. Por último, la idea de consciencia e identidad están bien tratados, sin necesidad de dar sentencias al respecto o “educar” al espectador con lo que tiene que pensar. Free Guy: Tomando el control es una película para pasar un buen rato, reírse mucho (solté más de una carcajada) y salir con una sonrisa de la sala de cine. Altamente recomendable para quienes necesitan despejarse, sin tampoco esperar encontrarse con una obra maestra. Puntuación: 7,5/10 Por Manuel Otero
Es rara la obra del realizador Shawn Levy: puede hacer películas bellas y divertidas para toda la familia (“Una noche en el museo”, “Gigantes de acero”) y también películas torpes y aburridas. Pero hay en las buenas un auténtico espíritu lúdico, de hecho el juego es en gran medida un tema: se lo ve como vehículo de crecimiento. “Free Guy” es un poco eso, y juega con el tema central de estos tiempos: el estatuto de la realidad. Hay un personaje secundario de un videojuego participativo (un Ryan Reynolds cada vez más cómodo en su rol de comediante) que, un poco como en “The Truman Show” (la película a la que más le debe cosas, aunque no falta mucho de “Ready Player One”, o de “Matrix”), toma conciencia de quién es y comienza a revolucionar ese universo virtual. El despliegue visual es suntuoso aunque a veces hay demasiado ruido visual; lo que vuelve a la película una experiencia que vale la pena es básicamente el costado Harold Lloyd de Reynolds, que ha creado ya un personaje propio: el irónico torpe que tiene que aprender cómo funciona el mundo que lo rodea y termina controlándolo. Por ese lado, Free Guy es un festival Reynolds.
Ryan Reynolds en su mejor versión, original, fresco e histriónico Finalmente llegó la esperada película de Ryan Reynolds luego de sus diferentes retrasos y cancelaciones, en medio de la pandemia y la fusión Fox / Disney. Guy (Ryan Reynolds) es un cajero de banco en la normalmente violenta ciudad de Free City, un lugar donde abunda el crimen y los asesinatos pero esos hechos a él particularmente no parecen afectarle ya que, a pesar de estas contingencias, lleva una vida demasiado rutinaria y día a día repite la misma fórmula. Todo hasta que Guy se cruza accidentalmente con Molotov Girl (Jodie Comer), una mujer de armas tomar que cautiva a Guy como nunca antes y que lo obliga a moverse de sus tareas corrientes y ahí se dará cuenta de que su vida no es tan corriente cómo el piensa ya que él forma parte de un RPG (videojuego de rol) llamado Free City, pero Guy no es un jugador más sino que es un programa dentro del juego denominado NPC (personaje no jugable). De esta manera Guy tendrá que lidiar con ahora saber que su vida es, básicamente, una mentira y al mismo tiempo, en el mundo real, otra disputa se presentará con quienes manejan el juego (en las oficinas) cuando encuentren más de un problema al descubrir que su juego tiene vida propia. Así como suena su premisa, la nueva película de Shawn Levy parece un delirio sin comparaciones de la que sólo se podría esperar lo peor, pero el resultado final termina siendo totalmente lo opuesto. Las razones por las que este proyecto, en el que Reynolds tuvo tanto protagonismo tanto frente como detrás de las cámaras (uno de los productores) son varias. Ahora hay un motivo que es muy particular y especial que es el de ser orgánicamente divertida y entretenida durante toda su duración 115 minutos, algo que hoy por hoy no es fácil, sino todo lo contrario, cada vez es más complejo; el guion a cargo de Zack Penn y Christophe Beck se encarga de mantener una narrativa ágil y audaz para presentar su propuesta y que tenga los menos baches posibles. Ahí claro que entra en juego otro tema, ya que la historia que se cuenta y los elementos que la rodean pueden parecer simples y familiares para toda una generación que ya ha crecido con juegos como el Grand Theft Auto (GTA) en sus diferentes ediciones, ahora para el resto del público, el más maduro, digamos, también encuentra mecanismos en los diálogos cómo para no quedarse afuera de lo que sucede y que sea sólo diversión para los más chicos y no tan chicos también. Ahora claro, la película también aborda un tema en lo diegético que irónicamente se dio en la previa de la realización de la misma en la vida real, por lo que su retraso se produjo varias veces previo a la pandemia, entonces se puede trazar un paralelismo muy pero muy directo entre los héroes y villanos de la película con los señores de traje que se encuentran en las diferentes oficinas de los estudios de cine. Para que no queden dudas, básicamente Disney y lo que antes era 20th Century Fox. Uno de los grandes condimentos del film es su gran y variado elenco que, encabezado por Ryan Reynolds, cada uno de los actores y actrices logran en su función y rol destacarse y lograr una labor muy armónica en donde todos tienen su momento en particular para demostrar sus dotes actorales. La gran sorpresa, o no tan sorpresa, es la aparición de Jodie Comer que pide a gritos nuevas posibilidades en películas mucho más importantes; quizás esta película sea su trampolín. Otro que sigue escalando y demostrando su capacidad, ahora en un papel un tanto secundario pero no así menos importante, es Joe Keery que bajó un cambio después de romperla toda en Spree (2020) y que demuestra que puede estar en diferentes géneros y que en todos le va bien. Alguien que sigue incursionando en la actuación es Taika Waititi y acá la verdad da un paso atrás siendo el gran debe de la película siendo un antagonista poco memorable. El le imprime su estilo particular manejando la ironía y la comedia gestual pero poco hay que destacar de su trabajo, hasta tal punto llega que termina siendo realmente insoportable simplemente escucharlo. Claro que todas las luces se las lleva Ryan Reynolds y eso está muy bien porque acá está en su salsa y se mueve como pez en el agua, siendo un “payaso” cuando se lo requiere y cuando hay que ser más serio, también. Pero el carisma del canadiense es tan grande que produce un eclipse para con las falencias que puede llegar a tener como actor. Una sonrisa, una mirada, una postura corporal basta para que Reynolds le saque una sonrisa al espectador y eso es más que fundamental y destacable. Free Guy es una película que funciona, que divierte, que entretiene y que logra que el espectador se sienta realmente bien. Por sus momentos de comedia y de aventura el visionado y la atención puesta en la cinta no corre peligro, pero es más que entretenimiento pasajero y momentáneo. Si se quiere, habla de cómo funciona una industria en donde el más grande se come al más chico y se limita el desarrollo creativo, de cómo la falta de originalidad lleva a todos los estudios a que hagan y no dejen de hacer franquicias esquematizadas en base a números y no en experiencias y a que el espectador se termine sintiendo como Guy, como un personaje no elegible en donde la vida es controlada por algoritmos. Entonces Free Guy puede significar y ser todo lo contrario, todo depende de como lo quieran tomar.
Las cuestiones relacionadas con la ruptura por parte de un sujeto del encuadre opresor en el que se desenvuelve, ya han sido trabajadas en el mundo del cine en múltiples oportunidades. Y en el mundo contemporáneo, sin dudas podemos destacar a «The Truman Show» y «Matrix» como dos ejemplos que han servido de inspiración a «Free Guy». Claro, sin dejar de lado títulos más relacionados a los videojuegos como «Ready Player One» (con quien comparte guionista) y «Edge of tomorrow», por supuesto, que son comunes a este universo propuesto. Y si bien puede verse como negativo iniciar una review hablando de todos los films que desfilan en nuestra cabeza a lo largo del desarrollo de «Free Guy», lo cierto es que, al menos esta vez, todas estas influencias salen a la superficie en forma inmediata ya en los primeros minutos de la cinta. Como nota de color, 20th Century Fox es una compañía de Disney, sin embargo, luego del fracaso del estreno combinado vía Premier Access, «Tomando el control» sólo puede verse en salas. Ryan Reynolds es un empleado de banco, con una rutina habitual, en la que cosas poco interesantes suceden (o sí, en cierta retorcida manera!) a quien un día se le cruzan unos interesantes lentes (gafas) que le permitirán reconocer su situación real. Digamos, el pibe es un elemento más de un videojuego en el cual siempre repite una tarea monótona hasta que una mujer lo despierta de su letargo. Como el amor todo lo puede, a partir de conocer a una jugadora (Jodie Comer), iniciará una cruzada para liberarse de las reglas impuestas en su universo. Reynolds, entonces, desplegará su habitual arsenal de recursos para la comedia con la idea de sostener una trama que, hay que decirlo, se afirma en la espectacularidad de los efectos especiales que son, sin duda, lo más destacado del film. En ese sostenido camino de situaciones divertidas y absurdas, la pareja central cumple con su cometido de ofrecer momentos disparatados para levantar a la platea sea cual sea su edad. Desde el punto de vista técnico, el veterano Shawn Levy (a cargo de la dirección), sabe lo que hace y «rodea» al protagonista con todo lo que tiene, hecho que permite a Reynolds jugar a lo que él sabe: desparramar humor negro (esta vez en clave infantil-adolescente) en cantidades industriales y marcar los pasos de un personaje dinámico y decidido dentro de una trama liviana y pasatista. Creo que «Free Guy» no es pionera en la temática que aborda y tampoco ofrece muchas aristas nuevas. Pero sin embargo, si la intención es pasar un rato de intensidad sin mayores expectativas, se puede decir que cumple.
Hay que empezar a pensar en Ryan Reynolds como un autor, hay algo que sus películas empiezan a dibujar como un mundo propio junto a algunas ideas sobre el entretenimiento que hace que podamos hablar de un “Cine de Ryan Reynolds”. Establecida esa idea, nos metemos ahora en la película de la que Reynolds es el protagonista y motor de la producción. El director Shawn Levy es conocido por comedias como Una noche en el museo y seguramente su mayor éxito han sido los capítulos que dirigió de la serie “Stranger Things”, mientras que los dos guionistas (Matt Lieberman y Zak Penn) tienen varios hits por separado y en particular Penn, queparticipó en El último gran héroe y de Ready Player One. Sabemos que no siempre las combinaciones funcionan o logran tener química, pero sí se cumplen en Free Guy. En el inicio hay claro guiño a The Truman Show, todo es perfecto en el mundo de Guy (Reynolds) hasta que entran unos ladrones a la sucursal del banco donde trabaja y es humillado por uno de los asaltantes. El mundo de Guy es el de un juego que se llama Free City y él es apenas uno de los personajes secundarios del juego – no se indignen por este comienzo, que es lo que se cuenta en el tráiler-, a los pocos minutos de película Guy muestra conductas que no están previstas y entonces pasamos al otro lado de la pantalla. Vemos a los programadores entre los que se encuentra Walter “Key” McKeys (Joe Keery) uno de los creadores del juego original que es un empleado más de Antwan (Taika Waititi) el dueño de la empresa que lanzó el juego. Walter y su amiga Millie (Jodie Comer) crearon la base sobre la que Antwan edificó Free City. Walter siguió en la empresa pero Millie se alejó y lleva adelante un juicio contra su ex jefe. El problema es que para ganar ese juicio debe recuperar el código original y para eso hay que meterse en el corazón del juego, cosa que hace Millie a través de su avatar, Molotov Girl. La película es vertiginosa, llena de guiños, menciones cinéfilas y para los gamers. La primera hora, en la que Guy se va volviendo independiente y se cruza con Molotov Girl, mete al espectador de lleno en las dos historias y utiliza la comedia romántica como una forma de que los dos mundos se conecten La sensación que deja Free Gu es que uno está viendo una película que puede ser un clásico a futuro, pero cuando llega el final se pierde el vértigo y hay que decir que un poco tropieza donde tropiezan otras películas en las que se trata de hablar de la realidad y la “realidad virtual”. Lo cierto es que la película es ideal para ver en pantalla grande, con momentos de emoción y un elenco que funciona muy bien, en especial Taika Waititi, en su rol de villano. Porque ya sabemos, un buen villano consolida a las películas de este tipo. FREE GUY: TOMANDO EL CONTROL Free Guy. Estados Unidos, 2021. Dirección: Shawn Levy. Guion: Matt Lieberman y Zak Penn. Intérpretes: Ryan Reynolds, Jodie Comer, Lil Rel Howery, Utkarsh Ambudkar, Joe Keery, Taika Waititi, Britne Oldford, Camille Kostek, Jamaal Burcher, Bob Gilliam, Matty Cardarople, Owen Burke y Leah Procito. Música: Christophe Beck. Fotografía: George Richmond. Distribuidora: Disney (Twentieth Century Studios). Duración: 115 minutos.
Si hay un medio que aún no logra llevarse bien con el cine, es el de los videojuegos. O al menos las adaptaciones de grandes franquicias, porque si es verdad que varios films utilizaron el lenguaje videojueguil para contar sus historias; y esos sí funcionaron. Y para ese lado apuntaba el estreno de esta semana, Free Guy. La historia se centra en Guy, una persona alegre y feliz, que ama su rutina pero que se siente solo. Tras conocer a la mujer de sus sueños, decide darle un vuelco a su vida convirtiéndose en una especie de héroe en su ciudad, Free City. O eso es lo que él pensaba, ya que la verdad sobre quien es y el mundo donde vive, está a punto de hacer tambalear todo. Como dijimos al inicio, Free Guy no adapta ningún videojuego en sí, sino que toma su lenguaje para hacer una película, algo que ya vimos en Scott Pilgrim vs the World o Ready Player One (aunque ambos films eran adaptaciones). En esta ocasión, lo que se agarra son los juegos online donde el usuario tiene libertad total para hacer desmadre en x lugar; aun si eso conlleva a maltratar a los pobres NPC (personajes no jugables). Ryan Reynolds as Guy and Jodie Comer as Molotov Girl in 20th Century Studios’ FREE GUY. Courtesy of 20th Century Studios. © 2020 Twentieth Century Fox Film Corporation. All Rights Reserved. Y quizás ahí radique uno de los problemas de la película. La gente no tiene la obligación de saber cómo funcionan determinados videojuegos, y si son un poco duros de marote, nunca van a lograr entender bien qué está pasando, dónde se sitúa la acción, o porque algunos actores están en el mundo real y en el de Free City al mismo tiempo. Otra cosa en contra es que, si bien la película tiene acción casi de forma constante, se siente un poco larga; y con varios momentos donde lo que pasa no interesa mucho. Si a eso le sumamos que la mitad de los diálogos son de exposición, explicando sin ninguna sutileza que es lo que está pasando, termina provocando que Free Guy se sienta larga pese a que apenas supera las dos horas. Pero la película es así y todo logra sostenerse. En especial por el carisma de Ryan Reynolds, quien se carga todo el film a sus espaldas, en un papel que le sienta cómodo. Eso sí, no esperen ver humor negro, aunque si, quizás, estemos ante el mejor gag y cameo del año. Además, el nivel de producción es A1. En ningún momento veremos algún efecto que se note, o pantallas verdes que den vergüenza ajena. En este sentido, la película hace los méritos suficientes como para que paguen una entrada de cine. Free Guy es una película pasatista. Promete acción y es lo que da, pero al mismo tiempo nos deja una sensación de que es algo que ya vimos en el cine, pero con otra fórmula. Eso, sumado a que por momentos uno se queda esperando a ver en qué momento reírse, termina por restarle varios puntos a esta producción.
Una muy divertida comedia de aventuras, donde el protagonista, un eterno optimista de pronto descubre que en realidad es un personaje no jugador, de fondo de reparto, algo asi como un Truman show de los videojuegos aunque deliciosamente más ingenua. Ese personaje al principio se encuentra conforme con levantarse cada día, vestirse siempre igual, saludar a sus vecinos, tomar su café e ir a su trabajo de empleado de banco. Nada lo perturba ni las escenas de violencia a su paso ni el cotidiano asalto de la entidad donde trabaja. Un personaje femenino lo atrae tanto que empezará a interrogarse sobre su existencia y a descubrir la verdad: lo que existe más allá de su imperturbable rutina. Los guionistas Matt Liberman y Zak Penn pusieron muchos guiños para los entendidos y consumidores de videogames pero también todo el ingenio para que hasta los que menos saben del tema la pasen muy bien. Mucha acción y aventura entre humanos y avatares que toman partido en secuencias llenas de color y estridencias, absolutamente entretenidas. Ryan Reynolds hace que su personaje parezca como si solo él pudiese infundirle corazón, carnadura y a la vez esa diversión por la aventura. Su rol es absolutamente encantador. Un ser sumergido en el caos pero que sin embargo sabe muy bien lo que quiere y a quien rescatar para vivir eternamente a su modo. Gran elenco y todo el dinamismo que sabe ponerle el directo Shawn Levy ( conocido por ser director y productor de Stranger Things y la saga de las noches en el museo) para que esta película sea tan disfrutable.
"Free Guy: tomando el control": la lucha del hombre contra el sistema. Hecha con el arsenal habitual de la compañía Disney, la película dirigida por Shawn Levy transcurre mayormente “dentro” de un sistema operativo, aunque intercalando acciones en el mundo “real”. Esta es la historia de un tipo muy feliz con su rutina. Todos los días se levanta contento y desayuna mirando el mismo noticiero de siempre, con noticias muy similares. Después, ya vestido con su ropa de trabajo, camina por el barrio saludando vecinos a los que, casi sin excepción, encuentra haciendo exactamente lo mismo que el día anterior, y que el que vendrá. Antes de llegar al banco donde atiende una de las cajas, se toma la misma variedad de café en el local de la esquina. Ni siquiera los frecuentes robos a mano armada que sufre en la caja o los tiroteos en plena calle pueden quitarle su sonrisa de publicidad de dentífrico. Pero ese orden basado en la reiteración es, en realidad, un andamiaje ficticio en el que todos, menos él, saben que se trata de un engaño, de una vida maquetada cuya única finalidad es la observación ajena. Cuando se entere, estalla la crisis. Y aquel muchacho pasivo deviene en paladín de su libertad. Todo lo anterior podría ser la descripción de The Truman Show, aquella película con Jim Carrey como involuntario protagonista de un reality show televisado al mundo entero. Pero no... se trata de la premisa de Free Guy: tomando el control, hecha con el arsenal habitual de la compañía Disney, incluyendo “cameos” de otros personajes cobijados por la casa de Mickey. Si bien The Truman Show se volcaba hacia el drama y ésta, hacia la comedia de acción ATP, tranquilamente podría tratarse de una remake adaptada a los usos y costumbres contemporáneos. Es así que lo que antes era televisión, ahora es un videojuego estilo Grand Thief Auto, habilitando el despliegue audiovisual que mandata las aspiraciones de masividad. Como Ralph, el demoledor, Emoji: la película o la reciente Space Jam, Free Guy transcurre mayormente “dentro” de un sistema operativo, aunque intercalando acciones en el mundo “real”, transiciones que el director Shawn Levy (veterano del cine familiar gracias a Una noche en el museo y Gigantes de acero, entre otras) resuelve con fluidez y naturalidad. Guy (Ryan Reynolds) es un personaje de reparto –lo que se llama NPC, acrónimo anglosajón de Personaje No Jugador– dentro de un esquema donde los protagonistas son avatares digitales de personas de carne y hueso. Quienes, como él, son extras, están diseñados para repetir una y otra vez los mismos movimientos. La autonomía de Guy se explica por un error de programación no contemplado por el maquiavélico jefe de la empresa creadora del juego (un sacado Taika Waititi), el mismo que robó la autoría intelectual a una pareja de empleados y ya piensa en la segunda parte. Una de esas empleadas, interpretada por Jodie Comer (Killing Eve), ingresa al juego para alertar al bueno de Guy y evitar su desaparición. Y entonces Free Guy se convierte en la batalla de un solo hombre contra el sistema. No deja de ser llamativa esta invocación a la rebelión contra las corporaciones que solo persiguen el lucro, teniendo en cuenta que Disney no es precisamente una pyme.
La divertida comedia de acción de Ryan Reynolds es perfecta para reír y pasar un buen rato, en el marco de un videojuego.
La vida en FreeCity es tranquila y rutinaria para Guy (Ryan Reynolds), un simple cajero de banco en la más violenta y caótica ciudad del mundo. Y la única, porque sin saberlo cada día de su repetitiva vida ocurre dentro del videojuego multijugador de mundo abierto más popular del mundo. Free Guy: Tomando el Control crítica poster free guyPero Guy no es uno de esos millones de jugadores de todo el mundo que se conectan cada día para cometer toda clase de crímenes a cambio de mejores armas, vehículos y ropa; él es solo uno de los tantos algoritmos atrapados en un bucle diario que le dan vida al mundo de FreeCity para que los jugadores se diviertan destruyéndola. Está contento con su vida, pero siente que necesita encontrar a alguien con quien compartirla para que sea perfecta. Y cuando se cruza con la jugadora Molotov Girl (Jodie Comer) queda instantáneamente convencido de que la ha encontrado, pero para poder acercarse a ella necesita romper su círculo y abrir los ojos al juego que todo ese tiempo estuvo sucediendo a su alrededor sin que pudiera verlo. En el mundo real, Molotov Girl es Millie, una diseñadora que está convencida de que FreeCity fue ilegalmente creado sobre un juego que construyó junto a su socio Keys (Joe Keery) antes de que fuera comprado y luego destruido por Antoine (Taika Waititi), el millonario empresario dueño de FreeCity. Sabe que dentro del juego podrá encontrar las pruebas que necesita y Guy parece ser el aliado perfecto para lograrlo. Free Guy, otra IA rebelde. La premisa de Free Guy está un poco a mitad de camino entre Ready Player One y The Truman Show, con gran parte de la historia sucediendo dentro del juego pero con fragmentos importantes en el mundo real, lo que lleva a que al gimmick de lo virtual sea dejado de lado bastante pronto como el centro de la propuesta para concentrarse más en los personajes que en bombardear la pantalla con referencias pop que no aporten más que distracciones. Es que Free Guy no se trata de identificar avatares que pasan por el fondo o escenarios sacados de alguna otra película sino de contar las historias de varios personajes que se cruzan, porque aunque retrata el mundo de los videojuegos y su cultura aledaña de forma bastante acertada, no es una película sobre el juego en sí. El mundo virtual de Free Guy es más bien un puente para hablar de algunas otras cosas que podrán no ser tremendamente originales pero que le aportan bastante más volumen a la película que si fuera una simple historia de acción con mucho CGI. Por un lado, con Guy que comienza persiguiendo a su “chica ideal” y pasa a descubrir que hay mucho más en la vida. Por el otro, con Millie y Keys reaccionando de formas opuestas al mismo fracaso de un sueño y necesitándose mutuamente para resolverlo. Enfrente del trío y varios escalones más abajo queda la caricatura de villano de esta historia, que a su limitado desarrollo se suma la interpretación fuera de tono de Waititi, es el más flojo de todo el elenco principal. Sin llegar a niveles muy profundos ni complejos, porque no deja de ser una comedia romántica de ciencia ficción que apunta sobre todo al entretenimiento, Free Guy plantea conceptos como lo difícil que es salirse de una rutina que resulta cómoda o lo que implica para un artista dejar un pedacito de alma en su obra para poder convertirla en algo único, un logro que difícilmente pueda valorar alguien que solo pretende ofrecer al público lo que pide para engordar su cuenta bancaria.
Reseña emitida en la radio
Free Guy podría haber sido memorable si no hubiera contado con un director perezoso. El tipo dijo “todo el mundo vio el trailer, saben que trata sobre un personaje animado de un videojuego que toma conciencia propia así que… ¿para qué me voy a matar creando suspenso y revelando poco a poco la verdad?”… y simplemente decidió vomitar todas las cosas a la cámara sin hacer el mas mínimo esfuerzo de estilo. Lo que podría haber sido “Neo se despierta en GTA en vez de la Matrix“ se convierte en una comedia efectista y sin misterio a los cinco minutos de comenzado el filme. “Vale!: que me cobro toda la guitilla fácil mientras la gracia natural de Ryan Reynolds me hace todo el trabajo!”. Vos te das cuenta de que la cosa daba para muchísimo mas cuando ves el tercer acto, el que se transforma en un paseo por el catálogo de las franquicias Disney / Marvel – guau, esto podía haber sido Ralph Rompe Internet pero con actores! – pero llega demasiado tarde para remontar el filme. El drama con Free Guy es la disparidad: arranca joya, pierde empuje, entra Jodie Comer – sobreactuando mal – y la cosa se empantana por casi una hora. El romance no excita a nadie, no hay química entre Comer y Reynolds, y solo cuando Taika Waititi aparece en pantalla la cosa repunta un cacho. Hay montones de cosas rebuscadas, otras demasiado simplificadas y agujeros de lógica grandes como una casa – esconder el código de un juego antiguo en uno nuevo… ¿para qué?; los Call of Duty reciclan escenarios de versiones anteriores pero acá, ¿para qué te sirve meter un universo con dinosaurios, unicornios y cascadas en un escenario urbano a lo Grand Theft Auto?; el que el antiguo socio de Comer (Joe Keery, aún con menos química con Comer que Reynolds) se quede laburando sin chistar en la corporación que le devoró y arruinó su emprendimiento independiente es algo que carece de toda lógica; (alerta spoiler) que Keery le diga a Waititi que Reynolds es una inteligencia artificial, justo para que el neozelandés decida borrar el juego y después liquidar literalmente los servidores (Keery…¿es idiota?; no le hubiera dicho nada y el otro, que vivía en bavia, no hubiera decidido nada ya que vivía convencido de que Reynolds era un hacker con piel de NPC) (fin spoiler) -, y solo el Acto III tiene un poco de adrenalina y originalidad pero… ¿no podían haber hecho algo mejor con las infinitas posibilidades que te brinda un universo virtual?. ¿Nadie aprendió nada de Ralph Rompe Internet o siquiera de Ready Player One?. Decí que Reynolds puede revivir hasta a los zombies. El tipo tiene una gracia infinita – siempre en Deadpool mode, aunque restringido a PG-13 – y se carga al hombro cualquier cosa. Y es por Reynolds que Free Guy termina siendo potable, aunque el 80% que tiene en RottenTomatoes es excesivamente generoso. Como esto está cocinado para dar a luz una franquicia espero que traigan a otro tipo en lugar de Shawn Levy (Mas Barato por Docena; La Pantera Rosa con Steve Martin, Una Noche en el Museo) que venga con mas energía y mas inspirado. ¿James Gunn está disponible?. Así como está Free Guy zafa, tiene algunos momentos pero es una pálida sombra de lo que podría haber sido en vista de la enorme riqueza de la premisa (y de sus infinitas posibilidades).
Una película que ya en su título tiene dos palabras que dan bastante en que pensar en relación a su mundo y las personas que forman parte tanto del interior como del exterior. ¿Qué es ser un hombre libre en la ciudad libre? Es un poco obvio al pensarlo. Pero, aunque la conclusión sea bonita, y de hecho todo el film tiene una fotografía brillosa con contrastes bajos y su personaje principal que parece sacado de instagram como modelo publicitario. Detrás de eso se esconde un final que puede resultar destructivo por la ambición de Antwan con el dinero. El film tiene todos los atractivos del momento en mostrar a los streamers, videojuegos, YouTube, buenas referencias a superhéroes como Deadpool o Los Avengers; pero principalmente el mundo virtual en el que vivimos, transcurriendo casi en su totalidad dentro del juego. Pero todo esto sin ser tendencioso ni limitarse a ser un film que hable del momento. A pesar de toda su diversión, temáticas y atracciones. El film se contradice al mostrarnos como en todos lados del mundo, están pendientes de la vida de un algoritmo; indignándose y volviéndose locos por la desaparición de este. Cosa que tiene sentido pensando en nuestro mundo actual que es dominado por algoritmos. La idea no resulta tan novedosa, porque todos somos conscientes de eso. Aunque la manera de plasmarlo en la historia es eficiente. Y Levy es bueno colocando cosas o elementos culturalmente muy reconocibles y queden bien dentro de la historia. Pero la contradicción interesante ocurre en la escena final del film la cual solo diré que ocurre en un exterior luego de que el personaje de Millie dejara la computadora para ir a buscar su verdadero amor. Pero si pensamos en el corolario del film, este final es absolutamente falso en lo que connota. La libertad en el mundo real no ocurre, los humanos siguen estando pendientes en este caso, de otro mundo virtual, muy parecido al anterior, pero con un leve cambio en su nombre. Los personajes que hicieron todo lo posible por salvar a alguien que no existe físicamente, sino que es importante porque lo crearon ellos, para luego ser de todos.
Shawn Levy («Night at the Museum», «Real Steel», «Date Night») es un director que hizo sus armas en la comedia (con películas buenas y malas) y que supo combinarla efectivamente con el cine de acción y aventuras. En esta oportunidad, nos trae una historia original (sin estar basada en ningún comic, película, producto audiovisual o literario preexistente) que cuenta con un guion de Matt Lieberman y Zak Penn. «Free Guy» se centra en Guy (Ryan Reynolds), un cajero de un banco que lleva una rutina bastante tranquila, monótona y repetitiva. Este solitario hombre, cuya existencia parece estar atravesada por una excesiva positividad, comienza a sentir que le faltan motivaciones u objetivos en su vida cotidiana. Un día el banco donde trabaja es asaltado y termina siendo rehén durante el atraco. Este hecho y algunas eventualidades dentro de Free City (su ciudad de residencia) junto con la llegada de una extraña y atractiva mujer (Jodie Comer) lo llevan a descubrir que en realidad es un personaje no jugable dentro de un videojuego de acción. Levy parece combinar conceptos de otros populares relatos tales como «The Truman Show» (1998) de Peter Weir o incluso la adaptación cinematográfica de la novela «Ready Player One» (2018) dirigida por Steven Spielberg (asimismo podríamos citar a «They Live» de John Carpenter con el recurso de los lentes que te hacen ver la realidad) para construir una historia que yuxtapone el atractivo mundo de los videojuegos con un relato del estilo «hombre descubre que su existencia es una farsa» brindando un film convencional en varios aspectos, pero efectivo en tantos otros. A esta altura Reynolds parece verse encasillado en el humor que adquirió luego de haber personificado al personaje de Deadpool en dos ocasiones («Deadpool» -2016- y «Deadpool 2» -2018-), no obstante, su querible Guy junto con personajes secundarios bien desarrollados, entre los que se destacan la coprotagonista Millie (Comer) junto a su avatar dentro del juego y Keys (Joe Keery), un desarrollador y programador del mundo gamer, hacen que el relato cobre fuerza y se sostenga con un guion correcto sin demasiadas pretensiones. La creación del universo que logra el relato resulta ser mucho más inspirada y digna que la de muchas de las adaptaciones de videojuegos que inundaron la pantalla grande durante los últimos años. Probablemente, el buen timing para la comedia que logra Levy junto con los talentosos interpretes que reúne, hacen que la experiencia sea entretenida a pesar de algunas falencias y recursos trillados. Por otro lado, la crítica a las corporaciones, el abuso de la tecnología y la lucha de los emprendedores frente a las grandes compañías que terminan «robando» sus ideas parecen enriquecer la experiencia, aunque resulte algo irónico viniendo de las entrañas de la propia Disney dueña de 20th Century Studios, compañía productora de la película. En suma, «Free Guy» parece presentar algunas buenas ideas contrapuestas con igual cantidad de clichés. Aun así, el film se nutre de buenos personajes (exceptuando quizás a un Taika Waititi exacerbado como el villano), un buen ritmo en lo que respecta a la comedia y un despliegue visual seductor. Una propuesta pasatista pero entretenida.
Free guy: Tomando el control tiene muchas cosas para decir respecto de la industria de los videos juegos y los gamers. La película sorprende cuando se concentra en su premisa, pero no tanto cuando emerge en la subtrama romántica.
La atracción existente entre videojuegos y cine explota sus posibilidades para concebir una película que será de indudable disfrute a ojos de avezados gamers. Ahora bien, ¿cuáles son los auténticos valores y merecimientos de esta parodia del cine de blockbusters y superhéroes? Postergada desde julio de 2020 por razones de emergencia sanitaria, “Free Guy” gestiona su verosímil alrededor de la falsa violencia en la búsqueda de convertirse en una divertida parodia. El cineasta quebequense Shawn Levy, ligado al humor mainstream y nuevo estandarte de la nueva comedia americana -responsable de la trilogía “La Noche en el Museo”, también director de la serie “Stranger Things”- es quien se coloca detrás de cámaras. Los reconocidos guionistas Matt Lieberman (“La Familia Adams”, “Crónicas de Navidad”) y Zack Penn (“Ready Player One”, “Avengers”, ““X-Men”, “El Ultimo Héroe de Acción”), de profusa trayectoria, completan el tripartito cerebro creativo encargado de plasmar en pantalla el nuevo producto de la factoría Disney absorbida por Fox. El metalenguaje del héroe redescubierto ejercita su enésima reversión, estimulando la conexión entre ambas expresiones (cine/videojuego), una comunión que data desde logrados intentos como “Tron” (1982). “Free Guy” viene a derribar la idea de un mundo feliz para un despertar feliz en una ciudad artificiosa. Todo lo que nos rodea es falso, aunque a la reconstrucción le falte audacia. La realidad es maleable, pero…¿hasta que punto? Inspirado en los ‘non playable characters’ de “Battle Royale”, la locura y desenfreno son moneda corriente en un sistema en donde reina la demencia. El paradigma virtual todo lo permite cuando la regla se distorsiona y el extremo alcanzado llega a un punto absurdo innecesario. Proveyendo la mínima prueba intelectual, bebe de las referencias de “The Groundhog Day” (1990) y “The Truman Show” (1998): apenas un atisbo del cuestionamiento existencialista que no llega a la exigencia filosófica, prefiriendo el interés comercial. Prepárense para el ‘one man show’ de Ryan Reynolds, ¿o no? Allí está el héroe de turno, un Reynolds estereotipado, predecible y afín a la fórmula obvia. Finalmente, nos encontramos frente a una película que no puede ver más allá de su propia programación. En tiempos de auge de jugadores en línea, “Free Guy” sintetiza la ironía de “Dead Pool” (2016) con la impostura de don nadie de “Lego Movie” (2014). Pero todo parece programado mediante la fría combinación de algoritmos carentes de cuerpo y alma.
En la era en la que los videojuegos parecen ya películas, se vuelve más que interesante estudiar las respuestas que encuentra el cine a la hora de recrearlos. Históricamente, los acercamientos a sagas famosas no han sido del todo satisfactorios, dejando más en el debe que en el haber para los espectadores. En el caso de "Free Guy", es importante señalar que al no estar basada en un título en particular goza de más libertades que cualquier otro producto. Aunque no siempre mayores posibilidades significan mejores ideas, hay que advertir que Shawn Levy ha sacado provecho de las mismas, logrando crear una película realmente satisfactoria. Puede que 'Free Guy' no represente un juego en particular, pero sí ha conseguido reflejar un momento específico de la industria de forma magnífica. • Ryan Reynolds es quien oficia de protagonista de esta historia aunque paradójicamente su personaje representa lo contrario en la recreación del videojuego "Free City". Reynolds interpreta a uno de los llamados "NPC" (Non playable character), lo que sería un "no jugador" básicamente creado para generar verosimilitud en la ciudad donde juegan los jugadores verdaderos. Es interesante y original esta mirada sobre los NPC, sobre todo porque su "rutinaria" vida suele ser ironizada en el mundo gamer. Cuando el personaje de Reynolds (Guy) tome contacto con una jugadora real (genial Jodie Comer) empezará a desarrollar algunas habilidades no previstas que harán disparar la trama de la película. Es importante notar como Shawn Levy amalgama ciertos géneros, que van desde la acción y la ciencia ficción, hasta momentos de comedia romántica muy logrados. Incluso consigue el mismo efecto con sus personajes. Todos crecen y se desarrollan al mismo tiempo que van generando sus propias relaciones. Ninguno acaba la película como la empezó y en eso el guión es responsable exitoso. • Aún con un villano algo decepcionante, 'Free Guy' tiene todo para ser una de las películas más entretenidas e inteligentes del año. Una sorpresa, de la que muchos esperaban demasiado poco.