Superficies de placer. Así como vivimos en una sociedad ridícula en la que por un lado está legitimada la venta del tiempo/ esfuerzo particular, a ojos de la mayoría, y por el otro el comercio del cuerpo es visto bajo un signo negativo, por supuesto por esa misma mayoría que consume a pura hipocresía los productos del capitalismo sexual, películas como Magic Mike (2012) son en extremo necesarias porque analizan -desde la distancia que habilita el arte- esta confluencia social entre “trabajo” y “prostitución”. De hecho, aquella pequeña gran maravilla de Steven Soderbergh empardaba ambas comarcas y ponía de manifiesto las latencias positiva y negativa en torno a dos planos que en la vida diaria equivalen a la explotación de siempre. La desaparición de los límites que establece el prejuicio berreta, y su unión en el esquema de la “carrera profesional”, constituían el marco conceptual de una estructura sencilla que giraba alrededor de la premisa del docente superado por su alumno, ahora en el ecosistema de los strippers de Tampa, Florida. En Magic Mike XXL (2015), Soderbergh le pasó la posta a Gregory Jacobs, uno de sus asistentes históricos, y si bien la obra no llega al nivel de su antecesora, aún conserva el encanto y hasta reproduce sin mayores problemas ese ideario sexploitation que evita la banalidad del Hollywood contemporáneo, resaltando la dimensión humana y las correlaciones entre las quimeras laborales y “el trabajo que paga las cuentas”. Podríamos decir que esta secuela se adueña del engranaje prototípico de las franquicias que se contentan con escribir un comentario o “nota al pie” con respecto a la original, léase el sacar del centro de la escena a figuras otrora fundamentales para concentrarse en el protagonista y construirle un relato acorde, el cual paradigmáticamente esquiva el cliché de la continuación clásica y toma la forma de un devenir colateral. Así las cosas, hoy vuelan los personajes de Matthew McConaughey, Alex Pettyfer y Cody Horn mediante excusas varias, y la trama nos presenta el viaje/ reunión de Mike (Channing Tatum) con sus colegas strippers para una “actuación de despedida” en una convención del rubro en Myrtle Beach. A pesar de los faltazos delante y detrás de cámara, la propuesta se sostiene bastante bien por una sabia combinación entre elementos conocidos (el acento naturalista y una fotografía despojada, de tonos sepias) y algunos novedosos (la convivencia grupal adquiere un rol decisivo, junto al reemplazo de la obsesión estética de antaño por el arte del lap dance). Precisamente, la historia adopta el armazón de las road movies para ofrecernos una serie de viñetas que unifican el desarrollo dramático y esa “danza estrella” -de índole onanista/ vinculada a la cópula- que hace del contacto entre el pene y la vagina un show bizarro, por suerte obviando la nostalgia del crepúsculo individual y exaltando el placer de la vocación. Nuevamente dos de los puntos a favor del convite pasan por la inversión de la dialéctica tradicional de los géneros masculino y femenino, y el retrato de la estupidez de las mujeres en materia de consumo de productos aparatosos, de una genitalidad rimbombante, como los aquí analizados, demostrando que las señoritas y las señoras no tienen nada que envidiar a los hombres más babosos y sexistas. Los regresos de Tatum, cuyo mejor film sigue siendo Foxcatcher (2014), y de Reid Carolin, guionista de la primera, suman consistencia a un opus ameno que conoce sus limitaciones y no pretende ser más de lo que es, circunstancia que puede leerse como una jugada sincera y eficaz en pos de aquella satisfacción laboral…
Magic perdió la magia Una secuela en la que Channing Tatum y sus compinches no están a la altura del film original. En 2012 Steven Soderbergh filmó Magic Mike, una comedia sobre strippers masculinos hecha con pocos recursos y mucha simpatía. La apuesta fue tan exitosa que tres años después llega la inevitable secuela. Ya no está SS al frente (aunque se reservó un lugar como productor ejecutivo y aparece con distintos seudónimos como responsable de la fotografía y la edición) sino su habitual asistente de dirección, Gregory Jacobs, responsable de la floja remake de Nueve reinas (Criminal). Esta segunda entrega tiene el agregado de XXL. Puede ser más grande en presupuesto, pero en cuanto a resultado artístico le cabe mejor una S (de Small). No es que sea particularmente mala (se sigue con ciertas sonrisas producto de esa apuesta permanente al ridículo, al placer culpable), pero el asunto tiene demasiado de piloto automático (el guionista, Reid Carolin, es el mismo). La idea es un poco la de la saga de Rocky (y tantos otros films), aunque aquí la cuestión no es volver al ring sino a los escenarios rodeados de mujeres ardientes que acompañan con alaridos cada uno de sus contorneos eróticos. Mike (Channing Tatum) ha montado una pequeña empresa de reparación y confección de muebles, pero la madera (sin referencia a sus dotes actorales) no parece ser lo suyo. Cuando sus viejos compinches (Matt Bomer, Joe Manganiello, Kevin Nash, Adam Rodriguez) pasan por el lugar lo convocan a partir de una mentira (que uno de ellos ha muerto), pero en vez del funeral se encuentra con una de las típicas fiestas descontroladas. No tardará en unirse a la troupe con destino a una convención de “entretenedores masculinos”. Hay algunas peripecias típicas de road-movie (por allí aparecen Andie MacDowell en plan MILF sedienta de amor y la bella Amber Heard como objeto del deseo) y un puñado de las esperables coreografías para la platea femenina. Eso es todo. Ni más ni menos (aunque cabe destacar que ya no está el Dallas del gran Matthew McConaughey). Un film discreto que algunos defenderán desde un aspecto más intelectual analizando las implicancias sociológicas, con temas como la ambición, la explotación del hombre, los límites de la pornografía, el hedonismo, el consumismo, la disciplina en el arte y un largo etcétera. No me atrevo a tanto. Para mí es un producto con algunos pocos momentos disfrutables, sí, pero al fin de cuentas decididamente menor.
Road movie en zunga y con esteroides. Magic Mike XXL (2015) caerá en la creciente lista de “secuelas innecesarias a la caza de un mango extra a costa del éxito inesperado de la producción original”. No hay nada que podamos hacer al respecto, digámoslo desde el arranque y saquemos a ese enorme elefante de la habitación. Saquemos al elefante metafórico y hagamos espacio literal para los bailarines cuyos músculos también necesitan cierto lugar para hacer su gracia. Magic Mike (2012) había sido un éxito inesperado que -sin dejar de ser un mero entretenimiento- combinaba el espectáculo del erotismo masculino con una historia de “maestro y aprendiz” que intentaba brindarnos más de una capa de lectura, y se apoyaba 100% en el tándem Matthew McConaughey- Channing Tatum. En esta ocasión McConaughey se bajó del proyecto y Tatum es el encargado de llevar todo el peso en sus aceitados hombros. Transcurrieron tres años desde lo ocurrido en la primera entrega, y ahora Mike (Tatum) se encuentra alejado del mundo de los strippers y los clubes nocturnos. Vive una vida tranquila junto a su prometida y se dedica tiempo completo a su negocio de muebles artesanales (porque claramente el cliché de los hombres viriles siempre los obliga a hacer cosas con sus propias manos). Pero cuando su prometida abandona el barco, Mike vuelve a reconectarse con sus viejos amigos de la noche y se suma a un viaje hacia una convención de strippers. La película se encarga en cinco minutos de destruir todo aquello que el personaje de Tatum construyó durante el film anterior, simplemente para restaurar la fórmula “tipos musculosos sin ataduras y bien predispuestos para divertirse”. Es así como nos encontramos ante una road movie que inserta como puede secuencias en las cuales los muchachos hacen su necesaria gracia y exponen sin restricciones pectorales, glúteos y abdominales en las situaciones menos esperadas, como puede ser comprar comida en una estación de servicio. Ya sin el club nocturno como espacio de acción, el formato road movie obliga a los guionistas a sacar conejos -sin doble intención- de la galera para justificar que los muchachos hagan lo que hacen. Y por tratarse de una película de bailarines eróticos, los números musicales son escasos y sin mucho trabajo coreográfico, incluso en la secuencia final. La ausencia de McConaughey obliga a que los amigos de Mike tengan más peso en el relato, y es así cómo cada uno tendrá “su momento” dentro del film. Los guionistas intentan meter en medio de esto una historia de amor entre Mike y Zoe (Amber Heard) para levantar un poco los ánimos, pero con apenas tres escenas entre ellos es un poco difícil construir algo atractivo, o creíble. Heard no es una actriz descollante, pero así y todo se la percibe desperdiciada. Lo mismo ocurre con las apariciones especiales de Andie MacDowell y Jada Pinkett Smith. Finalmente cuando llegamos a la resolución del film -no decimos conflicto porque difícilmente haya uno- la historia se ha ido por la tangente de tal forma durante sus eternos 115 minutos, que poco nos interesa lo que vaya a pasar, sin importar cuánto aceite y purpurina intenten echarle encima.
Los que especialmente van al cine a ver Magic Mike XXL para "cachondearse" con los protagonistas o con los bailes sexies, la van a pasar bien, aunque seguro se van a quedar con ganas de ver más ya que en esta oportunidad los cuadros de strippers duran apenas minutos y no tienen ningún impacto visual ni novedoso excepto el último, donde...
Sin Soderbergh al frente, Magic Mike pierde su magia. Magia veneno En más de un sentido, esta secuela de Magic Mike es una involución con respecto a la película original. En aquella primera parte el stripper con el corazón de oro interpretado por Channing Tatum buscaba alejarse del negocio para dedicar su vida a diseñar muebles (NdR: bastante horribles, por cierto), mientras en el camino peleaba por el corazón de una muchacha. Sin ser uno de los trabajos más memorables de Steven Soderbergh, echaba algo de luz a la vida de los strippers masculinos más allá de las bambalinas. Y demostraba que, a pesar de los prejuicios, ese mundo podía llegar a ser más interesante y complejo de lo que se esperaba. Tres años después nos llega Magic Mike XXL, la continuación a cargo de Gregory Jacobs (responsable de la aceptable cinta de terror Wind Chill y Criminal, la horrorosa remake de Nueva Reinas), que no solamente deshace completamente todo lo logrado por Soderbergh, tambien demuestra que el camino de regreso al mundo del baile y los desnudos puede ser muy aburrido. Magic Mike XXL encuentra al Mágico Miguel viviendo su sueño, que más bien se está transformando en una pesadilla. Su chica lo dejó y su negocio de muebles feos no está funcionando (¡que sorpresa!). Habiendo abandonado a sus compañeros de Los Reyes de Tampa hace tres años y cuando estaban en su mejor momento, Mike hace lo que cualquier persona que se siente perdida en la vida haría: regresar a lo que alguna vez lo hizo feliz. De esta manera emprende una suerte de viaje con el grupo, para dar un último show y cerrar de una vez este capítulo de su vida para siempre... o no. Desde el momento en que el trailer empezó a circular por internet, quedó claro que la intención de esta secuela no sería la misma que la de la primera entrega. Por lo menos desde el avance se le puso mucho más énfasis a las escenas de coreografía, por lo que en esta oportunidad sería más una suerte de musical, con algo de road movie,y ¿drama?, ¿comedia?. La realidad es que Magic Mike XXL no tiene mucha idea de lo que quiere ser y eso se nota. Para ser un musical los números son verdaderamente pocos, no tiene la progresión de una road movie y nunca se aprovechan las distintas locaciones, y para ser honestos hay tan pocos conflictos y están poco desarrollados, que hasta es difícil calificarla como un drama. Por desgracia, los toques de comedia son todos involuntarios. Conclusión Magic Mike XXL es una versión muy diluida de la primera película. Al punto que si no vas a ver directamente lo único que tiene para ofrecer, no vas a encontrar absolutamente nada digno de rescatar. ¿Y que es lo que tiene para ofrecer? Muchos bíceps y abdominales, mucha crema explotando, mucha música de moda y Bakcstreet Boys, muchas luces fluorescentes, muchos dolares volando, mucho Channing y mucho Tatum. ¿Pero será suficiente?.
Volvió el grupito de strippers. Para quienes no recuerden, o no vieron la primera entrega y piensan mandarse a ver la secuela sin pasar por ella, el personaje de Mike, interpretado por Channing Tatum y basado en sus propias experiencias previas a hacerse famoso como actor en Hollywood, se había cansado de ser un stripper, un objeto de deseo para mujeres, y en vistas parece tener un amor correspondido y una idea de proyecto personal con muebles que él mismo crea. Si bien en el film se destacaban otros dos personajes, además de aquellos que vuelven para esta entrega ahora no dirigida por Steven Soderbegh pero quien sigue detrás como productor y algunos créditos extras como editor y fotografía, sobre sus ausencias se hace una justificación breve, no muy profunda: nunca sabremos hasta qué punto las drogas se convirtieron en un problema para Kid, quien fue interpretado por Alex Pettyfer y aparentemente tuvo varios problemas en el set con Tatum, y sobre Dallas, el gran Matthew McConaughey, de lo mejorcito que tenía la película, se limitan a decir que “se fue y se llevó a Kid”. Ahora, el mágico Mike se encuentra con su proyecto en pie, pero nada es tan fácil como parece. La vida del trabajador resulta más dura, los resultados tardan más en llegar… y hay algo que le falta a su vida. Varios años después de aquella renuncia al mundo stripper, un día recibe un llamado con una noticia mentirosa pero que sin duda llama su atención y así se reúne con sus antiguos colegas. Abandonados por Dallas, planean ir a Myrtle Beach para una convención de strippers, y que ése sea su último baile, para después cada uno seguir su sueño personal. Porque se sabe que para ser stripper la apariencia y la juventud son necesarios, y eso es algo que nadie tiene durante el resto de su vida. Mientras la primera entrega, si bien era una película floja a nivel guión y más larga de lo necesario (esta peca de lo mismo y dura dos horas), se sentía auténtica en su retrato del mundo nocturno y este ambiente en particular, esta segunda apunta más al humor que nada, un humor que termina logrando un resultado ridículo e imposible de tomar en serio. No podemos entender si hay una crítica sobre la cosificación de en este caso los cuerpos masculinos, porque nunca parece reflexionar al respecto, o la intención detrás de la inversión de los roles que ocupan los géneros. En su lugar, el director de la remake de Nueve reinas, Criminal, cae en personajes delineados de manera superficial y sin gracia, y cuando más humor le quiere agregar, más ridícula es, con unas pocas excepciones que sí logran una risita. Entre los complementos femeninos increíblemente sólo logra destacarse Amber Heard, quien le aporta mucha frescura a su personaje. Andie MacDowell, Jada Pinkett Smith y Elizabeth Banks caen en personajes vacíos que no aportan más de lo mismo: momentos para que los hombres de torsos marcados sigan luciendo su cuerpo y poco más. El show final, lo que se supone es lo más esperado de la película, es un conjunto de escenas grasas y exageradas. Si el guión al menos hubiese estado mejor trabajado a la hora de crear conflictos, el resultado quizás hubiese sido otro. Pero acá nunca se siente emoción por lo que los protagonistas logran (al fin y al cabo no era tan difícil, ni siquiera hay una competencia). Los actores ponen todo en la mesa, sin embargo no alcanza. Destaco principalmente el uso de un par de canciones conocidas en dos escenas bien distintas: los Backstreet Boys y un bailecito de Joe Mangianello, y Heaven de Bryan Adams cantada por el tierno de Matt Bomer. El resto da un poquito de vergüenza ajena.
Y aquí estamos, ante un híbrido raro, muy raro, en el que se prefirió narrar la historia del stripper Mike (Channing Tatum) desde el lugar que Steven Soderbergh no quiso en la primera entrega. Es que Gregory Jacobs en “Magic Mike XXL” (USA, 2015) no sabe por dónde comenzar la historia, y si bien en el arranque nos muestra a un Mike alejado de los “caños” y concentrado en su negocio de muebles, rápidamente cambia esa idea para sumarlo a un “alocado” viaje por Estados Unidos en busca de un lugar en la convención anual de Strippers, a la que acudirán convencidos de poder conseguir un “tsunami” de dólares. Y si bien en un primer momento el guión deja en claro la comprometida situación financiera en la que Mike se encuentra, luego no llegamos a comprender bien cómo de un momento para el otro decide volver al ruedo, más allá también del desengaño amoroso que tuvo. Así las cosas, “Magic Mike” será una road movie en la que el grupo de strippers, del original quedan sólo Joe Manganiello (“Big Dick Richie”), Kevin Nash (“Tarzán”) y Matt Boomer (“Ken”), a los que se sumarán a lo largo del viaje otros para conformar un equipo sólido y con nuevas rutinas para encantar a las mujeres, caerá rendido ante los deseos de las mujeres con las que se toparán y se entregarán a los excesos. Pero claro está que las dificultades y obstáculos estarán a la orden del día, por lo que Mike y compañía deberán acudir a ex compañeros, amigos, amantes, exparejas, para poder llegar a tiempo a destino y cumplir con el objetivo. Mientras en la primera película de Mike se mostraba mucho más como un fresco sobre la actividad nocturna de los bailarines, que tomaba distancia de muchos prejuicios y lugares comunes con los que siempre se ha construido desde la pantalla grande el verosímil e imaginario sobre éstos, “Magic Mike XXL” explora el costado más superficial de los bailarines, enfocándose en las miserias que alrededor de la actividad se construyen a diario y mostrándolos mucho más superficialmente y sin siquiera detenerse en el verdadero motor que los hace dirigirse hacia la meta. La mano de Soderbergh, y el talento con el que nos tiene acostumbrados a urdir narraciones contemplativas con diálogos mordaces, llega a extrañarse tanto en esta entrega que ni siquiera la ingeniosa incorporación de Andie Mc Dowell como una potentada ama de casa sureña que recibe al grupo de strippers en una de las paradas logísticas hacia la convención hacen superar el tedio que hasta el momento se va acumulando. Hay más baile, coreografías extensas y estudiadas, con claras referencias a la cultura pop, como ese Mike en los inicios del filme bailando con su máscara de soldar a lo “Flashdance”, pero que no terminan por cerrar una propuesta que supo brillar en su anterior capítulo y que ahora se preocupa mucho más por el “envase” que por la historia (al revés de la entrega pasada). “Magic Mike XXL” encontrará en el público femenino a sus espectadores ideales, y esto sin querer estigmatizar la propuesta, todo lo contrario, la afirmación es porque Jacobs decide hacer borrón y cuenta nueva con los personajes y la historia, pero es una lástima que el resultado, al menos en esta oportunidad, da negativo.
Juegos para mirar. Hay algo distinto en la secuela de la sórdida Magic Mike (2012) de Steven Soderbergh, quien delegó la responsabilidad de la continuación en su habitual asistente de dirección Gregory Jacobs para la ejecución de Magic Mike XXL (2015), y esta reside en una mirada propia, independiente y distinta por parte de Jacobs, una visión mucho más amable y grácil del cine, lejos de la gélida y calculada forma narrativa a la que nos tiene acostumbrado Soderbergh. Esta frialdad de Soderbergh, un condimento absolutamente intrínseco de su cine, no necesariamente conlleva una connotación negativa, en algunas de sus producciones ese témpano se convierte en el corazón narrativo, por ejemplo en Contagio (2011). Pero en Magic Mike XXL Jacobs rompe el hielo cinematográfico que predica su maestro para construir una película desprejuiciada, lúdica, alejada de cualquier tipo de conflictividad y problemática. El director toma la cámara como un juguete y durante dos horas se dedica al más placentero de los juegos: mirar. El viejo equipo de strippers pierde a una pieza fundamental como Dallas (el gran Matthew McConaughey) y ante la ruptura del dúo de líderes que formaba con Mike (Channing Tatum), el cual fundó una pequeña empresa de decoración hogareña, los participantes residuales del grupo deciden hacer una última presentación en una convención de strippers en Myrtle Beach. Ahí, cuando Mike decide acompañarlos, es donde Jacobs se libera y empieza el juego con una secuencia de baile individual donde Tatum simula todo tipo de penes (una barra de metal contra una amoladora, un taladro contra una mesa, etc.), una verdadera escena de liberación, de decisión y de inicio de aventura. La película tiene una estructura clásica de reagrupación/ viaje/ representación. Magic Mike XXL es una road movie plana, sincera, sin estridencias. Hay una especie de felicidad en adivinar que los personajes no necesitan crecer ni modificarse, solo tienen que entregarse al viaje, un viaje definitivo, de fin de ciclo, pero que no se vive como tal y en el que solo se disfruta el momento. Jacobs amaga con complejizar la narración con la aparición de Zoe (Amber Heard) y una supuesta subtrama amorosa con Tatum. Esto nunca sucede, no se cristaliza. De haberlo hecho el director estaría quebrando la convención narrativa, la lógica interna y la película naufragaría. No pasa porque no es necesario, no se puede derrocar esta pulsión de testosterona y mujeres hermosas gritando todo el tiempo con las dificultades que plantea el amor en el cine. En Kiss Kiss Bang Bang la maravillosa Pauline Kael decía que en el cine la mayoría de las cosas se reducían a dos elementos: tiros y sexo. En Magic Mike XXL no es así, el sexo es el MacGuffin y la película se trata de una sola cosa, de que los muchachos disfruten el viaje.
Menos Magic Mike (2012) era una comedia dramática sobre un stripper (Channing Tatum) que buscaba juntar el dinero suficiente para crear su propio negocio. Como Fiebre de sábado por la noche en los setenta o Cocktail en los ochenta, la película fluctuaba entre la inocencia y la profundidad. El héroe populista de la clase trabajadora era simpático y el contexto en el cual transcurrían las acciones era original e interesante. El éxito inesperado, tanto de público y crítica, llevó inevitablemente a una secuela. Acá Mike se ha retirado del mundo de los strippers, pero no se siente muy a gusto en su nueva vida. Cuando sus ex compañeros lo pasan a buscar para una última actuación, Mike acepta lanzarse a una aventura final. En el camino, y con el formato de road movie, la película muestra como estos entretenedores de damas viven su absurda, algo patética y finalmente inocua vida. Hay todo un universo de sexualidad femenina que aunque caiga en estereotipos masculinos no deja de ser algo distinta a lo que se suele mostrar en las películas. No es común que el deseo y el sexo en las mujeres quede plasmado en un relato comercial. Sin duda el despliegue de cuerpos masculinos también es algo fuera de lo común en un mundo donde los únicos cuerpos que se exhiben son los de las mujeres. Aun con la simpatía algo tonta que tienen los protagonistas, una vez más consiguen ser criaturas queribles. El director del film anterior, el muy premiado Steven Soderbergh, acá se reserva solo la producción y una velada responsabilidad en la fotografía y el montaje. El director de la película, Gregory Jacobs, tiene en su historial el ingrato recuerdo de haber hecho Criminal, la triste remake de la gran Nueve reinas. Si Magic Mike era una sorpresiva combinación de ideas sociales, comedia, drama y strippers, acá solo quedan los strippers, porque todo lo demás no llega a mantener aquel nivel. Pero un éxito es un éxito y la película tal vez repita el buen funcionamiento de su antecesora. Pasaron muchos años desde aquel lugar común que decía que segundas partes nunca fueron buenas, pero tal vez lo que no sea bueno es crear una segunda película donde ya no hay nuevo para contar. Por el productor del film seguramente, una serie de grandes estrellas aparecen aunque sea de forma breve en la película. Y Channing Tatum, aun con las limitaciones de guión, vuelve a componer un Mike simpático, querible y algo tonto. También demasiado bronceado, pero eso seguramente es por su profesión.
Innecesario regreso al mundo stripper Ahora los strippers salen en plan road movie.¿Era necesaria una secuela de Magic Mike? Probablemente no. Pero, al fin y al cabo, ¿cuántas secuelas innecesarias se filman por año? Lo cierto es que los chicos están de vuelta, ya sin Steven Soderbergh detrás de las cámaras. Aunque tal vez no sea tan así: si bien Magic Mike XXL fue dirigida por Gregory Jacobs, asistente de S. S. durante muchos años, el director de Sexo, mentiras y video no sólo produce sino que, bajo distintos seudónimos, tuvo a su cargo la fotografía y el montaje del film. “Me retiro pero no me retiro del todo”, a esta altura un clásico soderberghiano. ¿Viene más grande de tamaño esta vez? En principio, la duración de casi dos horas parece corroborarlo, aunque la comparación más interesante que puede hacerse respecto de la película original se relaciona con el tono y las pretensiones: si Soderbergh intentaba un típico relato de ascenso, caída y redención en el mundo de los strippers masculinos (perdón, male entertainers), esta versión recargada deja de lado cualquier atisbo de seriedad para lanzarse a la ruta de la comicidad y las emociones primarias. No, no las sexuales.Porque los musculosos muchachones que integran el quinteto –ya sin el Dallas que encarnaba Matthew McConaughey, despachado a algún remoto lugar de Asia en un par de líneas de diálogo– son, esencialmente y antes que nada, un dechado de cariño y comprensión hacia el otro. Vamos, que deben ser los amigos más entrañables del cine reciente. Tal vez por eso Magic Mike (nuevamente Channing Tatum) abandona su nuevo trabajo alejado de los shorts ajustados y las lentejuelas y se suma, tres años más tarde, al show despedida que la troupe anda planeando llevar a cabo en una convención de strippers en Miami. En apenas quince minutos y luego de un baile unipersonal en el taller del fondo de su casa, Mike se sube a la pintarrajeada van del grupo (Scoo- by Doo tiembla de envidia) y así arranca la consabida road movie, con su encuentros, reencuentros, desencuentros, accidentes, peleas, reconciliaciones y demás condimentos, que incluyen papeles secundarios para Elizabeth Banks, Andie MacDowell como una viuda sureña a punto de caramelo y Jada Pinkett Smith como la reina de los chongos.Magic Mike XXL es tan tiernamente boba que expulsa la posibilidad del enojo casi de entrada, aunque no así la del tedio. Con una estructura lábil que avanza por acumulación de escenas, convencional hasta la médula, la película alterna momentos de comicidad, secuencias de baile y puntos de concentración dramática, aunque ninguno de esos elementos logra la efectividad buscada. Los protagonistas ya no son, como en la original, personajes que representan arquetipos sobre las tablas sino esos mismos arquetipos encarnados: el blanquito tierno, el moreno caliente, el veterano resistente, etcétera, y para cada uno de ellos llegará su momento confesional. Para el grand finale, veinticinco (25) minutos de baile bultero en continuado, ideal para que lo vean los concursantes del programa de Tinelli y se roben alguna que otra idea.
Una segunda parte sin gracia ni sentido Pocas historias aprovecha mejor Hollywood que aquellas centradas en la realización personal, el triunfo y la redención. Y si esos elementos del relato pueden combinarse con la presencia de estrellas prometedoras dispuestas a exhibir sus cuerpos como si se trataran de mercancía, el negocio parece ser redondo. Y lo fue en Magic Mike, la primera parte de este film basado ligeramente en las experiencias de su protagonista, el carismático Channing Tatum, como stripper. Ante el éxito de taquilla y público de esa película dirigida por Steven Soderbergh (que esta vez se encargó de la fotografía y la edición utilizando los seudónimos que figuran en la ficha de más arriba), la llegada de esta continuación era inevitable. Lo que sí se podría haber prevenido es la transformación del interesante estudio planteado por Soderbergh sobre la sordidez de un mundo supuestamente divertido en una comedia alocada carente de progresión dramática y de coherencia narrativa. La reflexión original devino en festejo descerebrado de la supuesta fantasía y alegría que brindan Mike (Tatum) y sus amigos. "Sanadores", como se autodenomina uno de ellos implicando, claro, que las mujeres que los siguen rociándolos con billetes y gritos histéricos están enfermas, tan carentes de afecto que hasta la fantasía -transacción económica- que los inflados muchachos le ofrecen es preferible a su realidad. Con su presencia escénica intacta y su habilidad para el baile puesta en primer plano, Channing merece algo mejor que un par de escenas apenas graciosas que lo deja más cerca de la parodia de sí mismo que del actor serio que puede llegar a ser. Los momentos más logrados de la película recaen en Joe Manganiello y Matt Bomer, dos de los bailarines que sueñan con ser quienes le devuelvan la sonrisa a las mujeres. Aunque sea más mueca desesperada que una verdadera muestra de alegría.
"Un último baile" En 2012 se estrenó “Magic Mike”, película dirigida por Steven Soderbergh y protagonizada por Channing Tatum, Matthew McConaughey y Alex Pettyfer, entre otros, en la cual un stripper con una vasta experiencia en el negocio introduce a un joven a este nuevo mundo. Sin embargo su secuela llega con cambios profundos. Soderbergh le deja el mando a Gregory Jacobs, quien participó como productor y primer asistente de dirección en el film anterior, y personajes importantes como los de McConaughey, Pettyfer y Cody Horn (quien mantenía una relación de seducción y amor con Magic Mike) no aparecen. Y esto significa el punto de partida para esta nueva historia. “Magic Mike XXL” se sitúa tres años después de que Mike se haya retirado de su vida como stripper. Con ganas de un cambio en medio del éxito de su nuevo negocio de muebles, se une a los restantes Reyes de Tampa (interpretados por Joe Manganiello, Kevin Nash, Matt Bomer y Adam Rodriguez) quienes deciden hacer un último viaje hacia la convención de strippers en Myrtle Beach y retirarse a lo grande. De esta manera, podemos definir a esta película como una road-movie, en donde el grupo de amigos busca redescubrirse, encontrar sus pasiones y modificar el estilo rutinario que los caracterizaba. La secuela conserva el estilo de su antecesora, aunque con algunas modificaciones: se busca explotar mucho más la parte divertida, lúdica y entretenida de la película, que la mezcla con el drama de la primera parte; con nuevas y más elaboradas performances en algunos casos. En otros, el baile se encuentra en un segundo plano. Pero a su vez nos muestran un mundo que ya conocemos, con algunas variaciones probablemente, pero en general no se profundiza sobre el mismo. Se buscan distintas excusas para que los “animadores masculinos” demuestren sus dotes. Incluso las relaciones parecen un poco forzadas. Como en “Magic Mike” veíamos este juego de seducción entre el personaje de Tatum y el de Horn, en esta oportunidad nos encontramos con Amber Heard quien suplantaría a la actriz en este rol, pero esta relación se queda como a mitad de camino. En síntesis, “Magic Mike XXL” carece un poco de esa chispa y originalidad de su primera parte, enfocando su energía en las performances y la diversión de los personajes (cuyos secundarios toman un mayor protagonismo en la secuela, tal vez por la falta de la presencia de McConaughey y Pettyfer). Una película para el público femenino que busca un simple momento de entretenimiento. Samantha Schuster
Por cuatro días locos La secuela de la exitosa Magic Mike (2012) funciona más como una vuelta al universo de la primera que como una “continuación” propiamente dicha. Ya sin la dirección de Steven Soderbergh, Magic Mike XXL (2015) se aproxima más a una película televisiva, pero tiene sus puntos de interés. La primera parte fue, acaso, un batacazo inesperado. Se trataba de una producción económica para los estándares de Hollywood, con un elenco en el que tan sólo había una estrella en renovado ascenso (Matthew McConaughey como Dallas, aquí ausente) y la exploración de un mundo que habilitaba perfectamente el tono cómico pero, a la vez, podía inmiscuirse en el drama. El mundo de strippers, con su desenfreno, el compañerismo, y las exigencias del afuera, que exigía madurez y comportamiento. La segunda parte está dirigida por Gregory Jacobs y, alejado Dallas, se centra más en el punto de vista de Mike (Channing Tatum), quien ahora diseña muebles pero no deja de añorar sus virtudes frente a la platea femenina. No tardan en aparecer sus amigotes (Matt Bomer, Joe Manganiello, Kevin Nash y Adam Rodriguez), quienes –broma pesada mediante- lo “enganchan” en el plan de volver con todo para participar de una convención de strippers. Lo que sigue, claro, es deliberadamente anodino. Resultaba mucho más interesante la exploración de este universo grasa y exultante de testosterona en la primera parte, más concentrada en una “trama” y en cierta medida más sorpresiva. No obstante, hay un espíritu que late en la película y le da un aura de frescura, sobre todo en la despreocupada forma en la que el relato grafica ese viaje en el que aparecen algunas bienvenidas “sorpresas” (el encuentro con el personaje de la reaparecida Andie MacDowell y sus amigas, por ejemplo). Si el guion es entre elemental y pasatista, los diálogos son más elaborados, diseñados a medida de los personajes pero no por eso menos inteligentes. En este sentido, hay momentos que –obviado el desparpajo- la película adquiere una textura similar a las películas de Richard Linklater, en donde una cámara y dos personas apoyadas en un auto pueden ser más reveladoras que un viaje al fin del mundo.
Cuando en 2013 se estrenó Magic Mike en mi crítica señalaba dos cosas, una a través de un eufemismo diciendo que se trataba de “porno para mujeres” y otra que el director Steven Soderbergh había hecho un gran laburo para no caer en lugares erróneos y recursos repetitivos para darle lugar a una comedia simple pero inteligente. ¿Qué sucede en esta secuela? Pues todo lo contrario. La ausencia del director de Traffic (2001) y La gran estafa (2002) se nota demasiado. Lo poco que era piola en la entrega original aquí se banalizó por completo para dar paso a dos largas horas de un show de streptease masculino. Ahora bien, el film tiene muy claro su prerrogativa y al público al cual está dirigido: grupos de amigas que quieran acalorarse en el cine. Se quintuplicaron los números coreográficos en comparación a la primera parte y estos, que eran secundarios, aquí tienen un rol fundamental dado a que son el motor de la historia. Otra ausencia que se nota es la de Mattehew McConaughey, no porque el elenco esté mal sino porque su carisma era muy importante. Adam Rodriguez, Matt Bomer y Joe Manganiello escoltan bien a Channing Tatum pero ninguno de estos cuatro puede lograr que su personaje sea algo más que músculos aceitados. El director Gregory Jacobs, cuya ópera prima en 2004 fue la decepcionante remake de Nueve reinas (Criminals), apostó todo a su coreógrafo y el resultado está a la vista: un film pobre que tiene como único punto a destacar tipos facheros poniéndose en bolas. Magic Mike 2 es solo apta para grupos de amigas que quieran pasar un momento divertido en el cine pero por complicidad entre ellas y no por mérito de la película, el mérito le corresponde a los músculos de los actores.
De vuelta al negocio de la seducción Sin Steven Soderbergh detrás de cámaras, la película adquiere un tono de "road-movie" y se sostiene con las situaciones que enfrenta el grupo de strippers hasta su actuación final. En 2012 Steven Soderbergh estrenaba Magic Mike, la historia de un obrero de la construcción que veìa más dinero en el negocio del strip-tease que en su trabajo, mientras tenía un protegido y lidiaba con una actividad que despierta suspiros y deja jugosas propinas. En esta coninuación, el director Gregory Jacobs -La nueva gran estafa- continúa con la historia de Mike -Channing Tatum-, quien se convirtió en su propio jefe y recbe ahora un llamado de sus antiguos compañeros. Lo que sigue será una suerte de "road -movie" muy similar al tono de la exitosa trilogía ¿Qué pasó ayer? con equivocaciones y con el arte del desnudo como fondo. Los conflictos personales afloran durante una travesía accidentada y el grupo de los cinco sigue su marcha hasta un escenario donde desplegarán sus coreografías eróticas y seductoras para deleite de las chicas que los observan. Los regresos de Tatum -visto en Foxcatcher- y de Reid Carolin, guionista de la primera, suman puntos a un entretenido producto que espía las reacciones femeninas desmedidas ante la presencia de hombres que se contorsionan como en un acto sexual. El relato acumula y abre los estereotipos de sus personajes: Joe Manganiello, como el dotado que no puede encontrar su media naranja; Tarzán -Kevin Nash- el más adulto y gigante; elchofer -Gabriel Iglesias-; el que aplica reiki -Matt Bomer- y el latino Tito -Adam Rodríguez-, con papeles reservados también para Jada Pinkett Smith, la seductora Amber Heard y una reaparecida Andie MacDowell. Y, aunque no estén en esta secuela, también sobrevuelan los nombres de Dallas -Matthew McConaughey- y el novato Adam -Alex Pettyfer-. Esta versión Extra Large está un escalón por debajo de la anterior pero entretiene con buenos recursos y abre el abanico de una historia que no se contenta sólo con mostrar los cuerpos masculinos en acción, sino los problemas que también afrontan en esa colorida travesía entre escenarios y pistas llenas de billetes.
La película estrenada en el 2012, Magic Mike, fue una grata sorpresa para no solo la platea femenina. El film tuvo un presupuesto acotado en comparación con las grandes potencias de Hollywood y más teniendo en cuenta quién estaba en la dirección: Steven Soderbergh. El film protagonizado por Matthew McConaughey y el ascendente Channing Tatum, contenía humor, baile, sin abusar del recurso teatral de mostrar las coreografías enteras, y podía mechar, sin quedar fuera de lugar, escenas dramáticas. La historia de Mike encajaba a la perfección en el film y la mayoría de los espectadores quedaron sorprendidos por el resultado final. Fue divertido y un poco más. Con mayor presupuesto y Soderbergh alejado de la dirección pero con un puestito de productor ejecutivo, llega la segunda parte. La secuela está dirigida por Gregory Jacobs, el habitual asistente de dirección del director de Traffic (2000) y responsable de Criminal, la remake de Nueve Reinas. Pensada como una manera de expandir el universo de estos “animadores masculinos” y relatar el karma de aquellos que deciden elegir la vida de stripers, la cinta no es buena pero tampoco defrauda. Entretiene y eso no es sinónimo de algo malo. Magic-Mike-XXL-Locoxelcine Mike Lane (Channing Tatum), el ahora dueño de una empresa de diseño y reparación de muebles, se lo puede ver desde el primer plano de la película un tanto reflexivo y amargado pero con una vida lejos de las preocupaciones económicas que lo perseguían en la primera entrega. Esta calma es interrumpida por la vuelta de sus amigotes (Matt Bomer, Joe Manganiello, Kevin Nash y Adam Rodriguez) que, con la excusa de que Dallas (Matthew McConaughey) había muerto, lo engañan y lo arrastran a una de esas fiestotas americanas llenas de alcohol, cuerpos esculturales y una gran piscina, para hacerle una proposición. Hay que reconocer que hay varios aciertos: no tantos shows, momentos más intimistas y, sobretodo, la inclusión Andie MacDowell, Donald Glover, Amber Heard, Elizabeth Banks y Jada Pinkett Smith, que interpretan a personajes que aparecen en el camino de este grupo de stripers hacia su show de despedida y terminan colaborando con la causa. El film tiene fragmentos de road-movie, una carretera llena de percances muy divertidos y oportunos. Promediando la cinta, luego de su paso por una mansión destinada al placer femenino, una especie de Netflix pero de stripers, la meta de los protagonistas adquiere importancia y las escenas empiezan a cobrar sentido. En la segunda mitad, la película es todo más concreto y esperable, pero no por eso malo. Como se dijo antes, lo entretenido está bien y es lo que logra, con escenas de baile y canto más ostentosas, que dejan en evidencia el incremento en el presupuesto, pero también con el desarrollo de los personajes que no se pudo disfrutar en la primera entrega porque la trama ocupaba mayor espacio. Joe Manganiello y Matt Bomer se lucen en sus momentos, muy divertidos ellos y bastantes simpáticos hasta para la platea masculina. En resumen, carece de una trama sólida, pero no decepciona. Entretiene, te hace mover los pies en reiteradas ocaciones y te saca varias sonrisas. Esta vez, solo es divertida a secas.
Como sucedió con la reciente PITCH PERFECT 2 llega a la Argentina MAGIC MIKE XXL, la secuela de la película de Steven Soderbergh, más como consecuencia del éxito de ambas sagas en los Estados Unidos que por sus respectivas resonancias locales. En el caso de PITCH PERFECT, la segunda fue un enorme éxito muy superior a la primera en EE.UU y acá volvió a pasar tan o más inadvertida que la primera. Es muy probable que suceda lo mismo con MAGIC MIKE, cuya primera parte fue completamente ignorada aquí mientras en EE.UU. se convertía en un suceso de 115 millones de recaudación. A diferencia de PITCH PERFECT a la segunda película de la saga de los strippers no le fue tan bien allí como a la primera, pero se estrena acá igual. Y lo curioso es que es una buena película: mejor que la primera, más relajada, más erótica, más divertida y con una libertad narrativa (y sexual) muy superior no solo a la anterior sino a la media del cine comercial norteamericano. En cierto punto, me hizo recordar a TOURNEÉ, la película del francés Mathieu Amalric, en la que el hombre se iba de gira por pueblitos de Francia con un grupo de artistas de burlesque. Apostaría a que los cinéfilos de Soderbergh (productor y director de fotografía aquí, bajo su habitual seudónimo de Peter Andrews que usa para estos casos) y su habitual asistente Jacobs (ahora director, como lo hizo en la olvidable remake de NUEVE REINAS, titulada CRIMINAL) en algún punto se habrán inspirado en el filme. magic-mike-01-800Channing Tatum, que al final de la primera parte había abandonado el trabajito de male stripper para trabajar de otra cosa y formar una familia, se reencuentra tres años después con algunos de sus ex compañeros que se juntan para hacer un último show en una convención del “gremio”. Ya no está el lider y MC que encarnaba Matthew McConaughey y los muchachos siguen con sus viejas rutinas, ninguno animándose a salir a probar otras cosas, tanto en el escenario como en la vida. Lo cierto es que el bueno de Tatum –al que las cosas fuera del negocio no le salieron tan bien como suponía– termina reuniéndose con la banda y la película será una road movie en la que se irán mostrando sus pequeñas desventuras, su camaradería, sus peleas, fiestas y encuentros con chicas, el reencuentro con algunas viejas amistades y con señoras que buscan sexo, hasta llegar a la tan mentada convención. Estarán las escenas que, se suponen, irán a buscar tanto mujeres como hombres que disfruten de los strippers, pero el corazón de la película pasa por la relación entre los muchachos, veteranos cansados ya de repetir rutinas, y la gente con la que se van encontrando. magic-mike-xxl-amber-heardSi hay un eje argumental está ligado al intento de Tatum de que sus colegas dejen de hacer esas viejas rutinas agotadas (el policía, el bombero, el cowboy, todo ese combo Village People) y se expresen de una manera que les sea más propia y ligada a sus intereses. Las experiencias en el camino ayudarán a que eso suceda. Lo mejor del filme esta vez está relacionado a la camaradería, el placer y la sensación de que este tipo de entretenimiento sexual puede ser liberador, positivo y amable, a años luz de la imagen más oscura y algo turbia que suele tener y que posiblemente sea más realista. Jacobs, Soderbergh y Tatum no van aquí por el realismo sino por algo parecido a una road movie algo lírica, liberadora y lúdica, casi como una película independiente de los años ’70. Por supuesto que aquí y allá estarán las sesiones eróticas esperables, pero aún en esas circunstacias la película apuesta no tanto por el show o el shock sino por una extraña mezcla de agresividad sexual y ternura. Como si en el fondo, pese a sus años de gimnasio y su look de patovicas entre torpes y simplotes, los protagonistas de MAGIC MIKE XXL (Tatum, Mike Bomer, Joe Manganiello, Kevin Nash, Joe Rodríguez) y los personajes que aparecen en su recorrido (Jada Pinkett-Smith, Elizabeth Banks, Amber Heard, Donald Glover, Andie McDowell) se convirtieran en una suerte de poetas del amor físico, liberados y liberadores profetas del disfrute sexual. Algo que, en el cine norteamericano, no es nada común.
“Magic Mike XXL”: lejos del strip tease original Lo original del "Magic Mike" de Steven Soderbergh no era tanto el tema de explorar el submundo de los clubes de strippers masculinos, sino el hecho de tomar ese tema para hacer una comedia existencialista sobre cómo un tipo común logra perder todo temor al ridículo y descubrir un lado desconocido de su personalidad en el escenario de un club nocturno sólo para público femenino. La película tuvo éxito suficiente para generar esta secuela innecesaria ya desde su trama forzada, que muestra a Channing Tatum decepcionado de su vida normal fabricando muebles convocado con un mínimo engaño para participar con la troupe del film anterior de una convención de strippers en Florida. Sólo que en la troupe faltan varios actores esenciales del elenco original, empezando por su líder Matthew McConaughey, que evidentemente no quiso participar de esta fallida segunda parte. "Magic Mike XXL" es una road movie sobre el viaje de los strippers resucitados a esa convención, un viaje donde realmente casi no pasa nada, salvo chistes fuera de lugar, que parecen salidos de una comedia picaresca adolescente, o patéticos momentos emotivos en los que el protagonista siempre cae en algún lado justo en el momento en que hay señoras festejando su flamante divorcio o desencantadas con su vida conyugal listas para ayudar a los bailarines a llegar a su destino. Hasta la música, básicamente hip hop, es muy floja en relación con la del film original, y claramente la dirección de Gregory Jacobs, habitual asistente de dirección de Soderbergh (y director de "Criminal", la remake hollywoodense del film argentino "Nueve reinas"), no está al nivel de la situación, empezando por la ausencia de ritmo narrativo que provoca que durante casi una hora y media de proyección, antes de que los personajes terminen su viaje, pasen muy pocas cosas interesantes. Recién cuando empieza la dichosa convención los strippers pueden ponerse realmente en acción, pero para entonces ya es demasiado tarde. El aburrimiento parece haber contagiado incluso al propio Tatum, que ofrece una actuación realmente muy poco animada teniendo en cuenta que supuestamente es el legendario stripper Magic Mike.
Juegos de seducción La historia nos encuentra tres años después de que Mike se haya retirado de su vida de stripper cuando estaba en la cresta de la ola, y a punto de tirar la toalla. Y lo que nos pasa con esta secuela es que extrañamos la mano de Soderbergh en la dirección (continúa detrás de cámaras como productor, editor y fotografía). Si bien la primera se trataba de una película floja en cuanto a su guion, resultaba novedoso y auténtico en cuanto al relato, el ambiente que describía. En esta ocasión, tenemos a Magic Mike: XXL, con una historia larga innecesariamente, donde se apunta al humor sobre todas las cosas, y que no termina por deslizar risas. Tampoco se entiende bien si es una crítica a la cosificación de los cuerpos porque no encontramos una resolución a la moraleja. Carece de dramatismo, emoción y de coherencia narrativa. Y tampoco se molesten mucho en ver la primera si no lo hicieron: hay pocas explicaciones acerca de los personajes que ya no aparecen (como el interpretado por Alex Pettyfer y el de Matthew McConaughey). Afortunadamente contamos con la presencia escénica y habilidades para mover el cuerpo de Channing Tatum, aunque los mejores momentos se los roban Joe Manganiello y Matt Bomer: hay mucho más coreografías y bailes acompañados de música pop, donde ambos actores se destacan: suena Backstreet Boys junto al movimiento sensual de Mangianello, y Heaven de Bryan Adams interpretada por Bomer. Pero no todos son hombres: entre la platea femenina tenemos a Amber Heard, quien le otorga ese toque de relax al film. El resto (Andie MacDowell, Jada Pinkett Smith y Elizabeth Banks) no aportan demasiado. Magic Mike XXL es ideal para el encuentro de un público femenino en grupos, atentas a algunas pocas escenas. El resto pueden ir y venir de la sala, que no se perderán de nada. Es una historia que podría haber funcionado muy bien si no se hiciera borrón y cuenta nueva, donde ni siquiera los bailes más enérgicos le dan el ritmo necesario para llegar a atrapar.
Magic Mike XXL arranca tres años después de los hechos acontecidos en la película original. El grupo de Mike (Channing Tatum) se encamina a una convención de strippers para dar una última gran actuación. A pesar de no contar con Steven Soderbergh tras las cámaras, ni con la presencia del fundamental Matthew McConaughey, la historia detrás de estos "hombres objeto" aún mantiene su encanto. El secreto de esta historia, es que pese a estar claramente destinada al público femenino, presenta personajes muy humanos, queribles, con los que la platea masculina también puede empatizar. Por supuesto, los bailes y las performances de los musculosos son logrados y la idea de encarar el filme como una especie de road movie también ayuda a darle frescura a esta comedia pasatista y efectiva.
No hay nada de extra extra largo en Magic Mike XXL. Lo que se venía prometiendo como una secuela desvergonzada y pasada de revoluciones no es nada más ni nada menos que un road trip de estos esculturales muchachos que deciden dar una última vuelta de gloria antes de retirarse del negocio del entretenimiento femenino. No strippers, porque strippers es una palabra que desprestigia el trabajo de estos señores. Al retirarse Steven Soderbergh de la silla de director, le cedió el lugar a su colaborador cercano, Gregory Jacobs, que se encarga de manejar este barco en plena zozobra, con una historia de parte de Reid Carolin que se limita a sumar un momento tras otro, sin peso suficiente como para interesar. Se siente muchísimo la ausencia de Matthew McConaughey y su total y amenazante carisma, y en su reemplazo hay un intento honesto de expandir la historia de los secundarios para que tengan más peso y humanidad, y que ayuden a que Channing Tatum no se tenga que cargar él solo la película en los hombros. Por momentos este cambio funciona, pero por otros hace aguas completamente. La gran cualidad de Soderbergh era haber contado la historia de un hombre siempre considerado un pedazo de carne pero que quería salirse de esa casilla y ansiaba convertirse en algo más, todo esto mezclado con momentos coreográficos donde la carne estaba literalmente toda puesta en la parrilla. No se olviden de una de las últimas imágenes del Dallas de McConaughey, casi desnudo en el escenario, y Soderbergh eligió poner en primer plano el generoso trasero del consagrado actor. Ése y otros momentos carentes de vergüenza fueron lo que hicieron a Magic Mike tan grande y sorpresiva. En Magic Mike XXL es como si a Jacobs y compañía les diese pudor mostrar más piel, y los muchachos permanecen mayormente tapados de la cintura para abajo, eligiendo seducir mediante otros artes, obviando que sobre ellos pende el título XXL. Quizás la película no vaya por eso lado y la historia quiera generar un oximoron con su título, pero yendo al caso, el nuevo romance de Mike con la aburrida Amber Heard -afuera queda ese cálido flirteo con Cody Horn- no tiene sentido alguno ni llega a un punto conclusivo. Explorar un poco lo que hará cada miembro del grupo cuando terminen su gira tampoco es tan revolucionario, y apenas si Jada Pinkett Smith puede zafar cada escena en la que está presente con su característico método de comerse el escenario con la tersura y sensualidad de su voz y su actitud. Magic Mike XXL es una de esas continuaciones que se hacen en modo piloto. Se nota lo divertido que debe haber sido el viaje para ellos y lo bien que la pasaron, pero un par de escenas divertidas no levantan una trama que no va a ningún lado, y que tampoco parece querer hacerlo.
Sin McConaughey ni Soderbergh no hay fiesta Primeras alertas al comenzar Magic Mike XXL (2015): el carismático Dallas, en la carne de Matthew McConaughey nunca aparece; Alex Pettyfer, protagonista de Magic Mike (2012) como The Kid, se fugó supuestamente con Dallas para hacer un show en el extranjero, dejando “huérfanos” a todos los demás de la banda y la alarma final pasa por Steven Soderbergh, director de la entrega original, quien abandonó el puesto para dar lugar a un joven Gregory Jacobs, asistente de dirección de Soderbergh. Ante tantos cambios es razonable entrar en la especulación, Magic Mike (2012) había sido un suave drama sobre strippers en busca del ansiado sueño americano, de establecerse y formar una familia, y al final dejaba abierto que Channing Tatum -Magic Mike- por fin encontraba el camino hacia la concreción de aquel sueño. Pero en los primeros minutos de la segunda parte vemos a un Mike sobrepasado por su trabajo de diseñador de muebles y ni rastro de la bella Brooke -Cody Horn-, interés amoroso en la primera entrega. Si bien Mike ahora está viviendo de su sueño, el baile lo puede. Pequeños “videoclips” con grandes coreografías muestran que su retiro voluntario no fue tan conciliador como él pensaba. Rápidamente, recibe un llamado de sus ex compañeros de pista donde le dicen que Dallas falleció y que el velorio es en la ciudad donde se encuentra. Al acudir al sepelio, Mike llega a un hotel y se encuentra con sus amigos al costado de la pileta, lejos del ambiente de un velorio. Un simple chascarrillo inocente con el sólo objeto que Mike aparezca una vez más, a sabiendas de su negativa expresa en caso de una convocatoria distinta, para proponerle el reencuentro de la película: manejar hasta Carolina del Sur para una competencia de hombres streapers. Mike se sincera con sus amigos, les cuenta de su penosa actualidad y acepta emprender el viaje. De acá en adelante es donde la película pierde por completo su personalidad, si en Magic Mike (2012) había un armado armonioso, que se tomaba sus tiempos para construir los personajes y plantear los conflictos, Magic Mike XXL destruye todo eso para simplemente esbozar una deslucida roadmovie, donde cinco hombres, perfectamente tonificados, muestran sus abdómenes a lo largo y ancho de EEUU. Por el lado positivo entran los rubros técnicos; las coreografías en cada baile y las interminables ideas de cómo hacerle un “lapdance” a una chica son inagotables y, en cada nueva presentación, sorprenden los movimientos tanto de Tatum como de sus compañeros. Sin embargo, al final de cuentas se comprende porqué este proyecto no pudo contar con nada de lo mejor de la película original: su director, Matthew McConaughey, Alex Pettyfer, Cody Horn, entre otros aspectos. Magic Mike XXL (2015) puso de lado todo lo que le dio vuelo e interés a la primera entrega y dejó las carnes vivas de Channing Tatum y compañía, pegadas al lente de la cámara dando y dando un gran paso hacia atrás desde 2012.
Más chotas perfectas Hay una escena de Magic Mike XXL en la que Big Dick Richie (Joe Manganiello) debe probarse a sí mismo que puede innovar, dejar de hacer su vieja rutina y animarse a lo nuevo. Así que apurado por sus amigotes strippers, entra a un mercadito rutero e improvisa una rutina delirante al ritmo de I want it that way de Backstreet Boys: el objetivo está cumplido, la seria empleada que atiende el mercadito termina esbozando una sonrisa. Y nosotros también, porque ese pequeño gran momento pone en juego una serie de decisiones interesantes por parte de los personajes, la puesta en escena es ajustadísima y Manganiello juega el rol con notable gracia. Y, además, la película encuentra al menos un posible tema para justificar esta innecesaria secuela: los strippers como dadores de un placer un universal, personajes límites que exhiben de manera explícita y brutal aquello que alimenta las fantasías más prosaicas. Cuando Steven Soderbergh anunció que se retiraba del cine, empezó a filmar como perseguido por un demonio. Y una de esas películas fue Magic Mike, un drama con ribetes sociales que buscaba quitar el velo sórdido detrás del laburo de los desnudistas aunque no podía escapar de una mirada estereotipada y prejuiciosa. El film fue un éxito y su secuela se hacía inevitable, ahora dirigida por el amigo de Soderbergh, Gregory Jacobs. Secuela, hay que decir, que parte de una rareza y que viene como a negar la primera parte: si el personaje de Channing Tatum en aquella trataba de salirse de ese mundo y en el final parecía que lo lograba, ahora se descubre que lo que emprendió por fuera no funcionó (ni el laburo ni el matrimonio) y que volver a girar con los danzarines en sunga es la solución a los problemas. Lo curioso, teniendo en cuenta la oscuridad que sobrevolaba la primera, es que aquí todo es más desenfadado y alegre, como atravesado por esa estética de adolescentes prefabricados a lo MTV: Magic Mike XXL tiene esa textura hip-hopera y chillona de la saga Step Up, y se la nota influenciada por el éxito de las Pitch perfect: quiere a toda fuerza construir un grupo y hacernos sufrir por el destino de los muchachos. La película entonces es una road movie -el género ideal para hacer eso-, con los muchachos yendo de aquí para allá en dirección a una convención de strippers. Al final de cuentas, Magic Mike XXL tiene la lógica de esas películas de acción que en su primera parte presentan personajes interesantes, y en sus secuelas se dedican sólo a revolear cosas porque no hay nada que contar. Acá, es lo mismo. Si bien se celebra ese desenfado y también la sexualidad sin pruritos de la que parece gozar (especialmente cuando está protagonizada por un público femenino al que Hollywood parece negarle cualquier tipo de placer), lo que no puede evitar Magic Mike XXL es evidenciar su vacío absoluto. Los diálogos, más que definir algo, demoran la acción; los personajes que se cruzan en el camino son poco interesantes; hay otros, como el que interpreta Jada Pinket Smitth, que es realmente insoportable; y motivo del viaje (que se demora demasiado) se descubre al final como algo realmente intrascendente. Magic Mike XLL no es más que cuerpos lustrosos y chotas bamboleantes, y si bien no hay nada malo en eso también es cierto que es muy poco para el cine.
El largo y tedioso beso del adiós Magic Mike, la primera, supo ser una película sobre el amor, el amor hacia un trabajo, el amor de amigos, el amor de pareja. El grupo de strippers se constituía como una cofradía, una congregación que solo aceptaba, a regañadientes y con algo de desconfianza, nuevos miembros que tuvieran el valor potencial de sumar a ese grupo humano. Los ensayos de las coreografías se vivían como momentos serios, de respeto, responsabilidad y camaradería. Cada uno hacía su número, además del grupal, y aportaba al del compañero. Había un líder, sí, pero todos tenían su lugar. Después llegaba el amor, como casi siempre, y el consiguiente abandono de la práctica como paso positivo en la vida, lo que venía a traicionar el espíritu celebratorio de todo lo anterior. Pero, más allá de eso, no había vergüenza ni nada de qué arrepentirse; el stripper disfrutaba de ser stripper y de los muchos beneficios que la actividad le traía. Magic Mike XXL tiene un ritmo y un espíritu completamente distintos. Los personajes están grandes y cansados, de vuelta de todo, con la intención de hacer una última gira, un último viaje, como la banda de rock que se junta, después de años de separación, para ese último gran show. El problema es que el proceso hasta llegar a esa instancia conclusiva se siente extraño. Es como si MM XXL fuera consciente de su propia finitud, en tanto película sin más secuelas (suponemos), en tanto fin de una era y de la carrera de estos hombres entrados en años. MM XXL tiene gusto a despedida, en la forma, el fondo y el tono. Algo que llama la atención de la película es el ritmo. Tratándose de una historia cuyo foco está puesto en el baile, esperábamos, como en la primera, varias escenas de coreografías, con música al palo y montaje videoclipero, esa vertiginosidad en la duración de los planos que ya habíamos visto en la primera. Pero no, al igual que sus protagonistas, MM XXL es lenta, cansina, reposada, contemplativa. Los Reyes de Tampa -excepto Dallas (Matthew McConaughey, cuya falta se hace sentir)-, que se quedó con Adam (Alex Pettyfer) para abrir un negocio nuevo en otra ciudad- salen de gira con el objetivo de ganar una competencia de strippers en Myrtle Beach. Mike (Channing Tatum), asentado en su vida de dueño de una mudadora y separado de Brooke (Cody Horn), se ve atrapado en cierta monotonía, además de sorprenderse a sí mismo con ánimos irrefrenables de danzar. Entonces decide unirse a sus ex compañeros para una última aventura. Lo que sigue a partir de ahí es una serie de postas, lugares en los que los muchachos van cayendo de casualidad hasta arribar a la ansiada competencia. Cada espacio viene a reafirmar aún más la idea de finitud, de esta despedida prolongada que la película se empeña en reforzar constantemente. Hay escenas largas de conversaciones insignificantes entre los protagonistas y con personajes irrelevantes, hay otros strippers de otros clubes a quienes se les dedican escenas enteras, hay tiempos muertos, hay tiempo de sobra, como quien se va de viaje un fin de semana, sin rumbo, sin prisa. Toda la secuencia en la mansión de Rome (Jada Pinkett Smith) es sorprendente por la duración, y porque prácticamente no los tiene a ninguno de ellos como protagonistas. La sensación es que hay un pasaje de mando, de las viejas a las nuevas generaciones, y una nostalgia por un pasado mejor. Lo mismo ocurre con la escena en la casa de Nancy (Andy MacDowell), secuencia excesivamente larga que solo sirve para reforzar la idea del fin, de la edad, del paso del tiempo, de la vejez como mal inexorable, aunque no del todo desdeñable (después de todo, Nancy es la única capaz de resistir el pene gigante de Richie). Magic Mike XXL es lenta, cansina, reposada, contemplativa. Y este ritmo del que hablamos atenta contra la dinámica de la película, que se vuelve, de a ratos, larga, dilatada, gomosa, fláccida, como si esos momentos de excesiva duración que poco aportan a la trama fueran injertos remachados con desdén. El correlato entre forma y fondo se vuelve cansino y poco atractivo. MM XXL aburre, cansa, nos expulsa del centro. Lo prometido en el tráiler, más magia, mayor tamaño, mucho XXL, queda reducido a un par de secuencias de baile que ni siquiera llegan a impresionarnos, a excepción de un par a cargo del talentoso y multifacético Channing. Algunos números de baile, en la competencia final, en el clímax, son tan básicos y perezosos que no pueden simbolizar otra cosa más que una despedida, del público del torneo, de nosotros, los espectadores. Ni siquiera hay en MM XXL lugar para el amor (Mike conoce a Zoe pero no termina pasando nada, solo un par de conversaciones insustanciales y aburridas), como si acaso ese sentimiento fuera un residuo de otra época, exclusivo de los años de juventud. El tono medio resulta algo interesante por lo novedoso (hay pocas comedias hoy en día que no tengan ni una subtrama romántica) pero frustrante por la acumulación de inacciones. Como pasaba en el final de Rápidos y Furiosos 7, cuando toda la familia/grupo se sentaba en la playa, mirando el horizonte y despidiéndose de Paul Walker, el grupo de strippers también termina mirando la playa, el horizonte (con el ruido de los autos de fondo y las chicas nuevas atrás, de relleno), observándose entre sí y con esa expresión en la mirada de quien dice adiós para siempre.
Resulta ridículo imaginar un grupo de amigos cuarentones que tienen como meta principal participar en una convención de strippers. Sin embargo, es lo que sucede en “Magic Mike XXL”, una comedia hecha a la medida de mujeres que disfruten de ver un show de strippers en la pantalla grande. Se trata de la segunda parte de lo que fue “Magic Mike”, en 2012, en donde un grupo de amigos se reencuentran para seguir haciendo delirar a las mujeres. El legendario Magic Mike (Channing Tatum) decide unirse a sus amigos en un último viaje para despedirse de los escenarios. Pero en el camino hacia el último show, Mike y los chicos se encuentran con personas que resignificarán su pasado y los harán ver la vida de otra manera. La obsesión por el cuerpo, la dicotomía del fracaso y el éxito y el juego de seducción son los aspectos principales de esta propuesta dirigida por Gregory Jacobs. Si dejamos de lado a la trama inconsistente y la primera hora de la película, que se hace interminable, “Magic Mike” cumple con lo que promete: logra entretener -aunque no explota en ningún momento- a lo largo de sus 100 minutos de cuerpos esculturales haciendo coreografías sexies.
Escuchá el audio (ver link). Los sábados de 16 a 18 hs. por Radio AM750. Con las voces de Fernando Juan Lima y Sergio Napoli. Un espacio dedicado al cine nacional e internacional. Comentarios, entrevistas y mucho más. ¡No te lo pierdas!
Parecía que todo estaba contado. Que ya no había nada más por desarrollar por Steven Soderberg en “Magic Mike” (2012). Todo cerraba en los personajes y en la historia sobre los avatares, la vida cotidiana, y los códigos en el mundo de los strippers. Pero algún ejecutivo sacó cuentas con el contador y se preguntó: “Por el valor de otra entrada… ¿no querrá el público saber qué fue de la vida de Mike (Channing Tatum)?” Al final el tipo dejaba el oficio de stripper para focalizarse en una vida menos… agitada, digamos. “¿Y sus amigos? No estarán deseosos de enterarse lo sucedido con el resto de los porta-abdominales Richie (Joe Manganiello), Ken (Matt Bomer), Tarzan (Kevin Nash), Tito (Adam Rodriguez) y Tobias (Gabriel Iglesias)?” La respuesta sería no. No, gracias. Ya sabemos todo lo que queríamos saber en aquella primera parte que jugaba mucho (y lo hacía en forma muy efectiva) con simplificar el asunto sin dobles lecturas ni pretensiones: un grupo de tipos que sabían aprovechar la “dotación” entregada por Dios para hacer algo de guita extra mientras se conserva un laburito en el rubro de la construcción, comercio, gastronomía, o lo que sea. A lo sumo, ponía sobre el tablero las dificultades para relacionarse orgánicamente con la gente que vive de día, en especial esa chica que tanto le gustaba a Mike. Ahora tenemos un par de talles más: “Magic Mike XXL” El XXL del título (en lugar de un 2, o un II estilo Rocky) supone una secuela en la que se avisa que todo lo visto antes, ahora está magnificado, sobredimensionado. ¿Nos referimos a algún conflicto? ¿La dificultad para insertarse socialmente, por ejemplo? ¿La falsa moralidad de una sociedad que condena a los trabajadores de la noche? No, que va. Al contrario, el guión arranca de raíz toda posibilidad de tratamiento de temas sociales, más que algún atisbo que no pasa de una frase hecha o un titular de diario vespertino. La decisión tomada por el director es la de iluminar la ruta, la noche, el día, caras, brazos, piernas, entrepiernas, tetas y abdómenes con todo lo que puedan aguantar las lentes HD logrando que, como dice un amigo, “el producto esté plagado de colores primarios muy vivos lo que implica una ausencia total de materia gris”. Claro, tal aseveración obedece a la pobrísima excusa que el libreto esgrime para justificar esta continuación, en conjunción con la descontada falta de interés del espectador por utilizar sus neuronas. Así, esta pretendida road movie llena los ojos de planos detalles, sonido envolvente, una banda sonora cuidadosamente seleccionada con temas acordes a la propuesta, y por supuesto, belleza. La artificial. La que criticaba tan brillantemente Ben Stiller en “Zoolander” (2003). La belleza que se paga por ver. Es tal el regodeo y el subrayado sobre los cuerpos esculpidos a fuerza de gimnasio y anabólicos, que sin darse cuenta “Magic Mike XXL” cae, tal vez sin proponérselo, en un discurso misógino y discriminador (más por omisión que por declamación). Será por eso que no se molesta en aclarar por qué vemos que sólo las mujeres obesas, negras, y fiesteras pagan por acceder a estos placeres. A lo mejor uno, que busca otro tipo de estímulo en el cine, ya tiene demasiado visto en otras producciones como para encontrar en éste estreno algo para rescatar fuera de una notable factura técnica. Pero… ¿Cómo era la letra de esa canción? “…dale circo, dale un lindo show…”
Esquivar el bulto Los Reyes de Tampa, ahora sin Dallas (Matthew McConaughey) ni Adam (Alex Pettyfer), se dirigen a una convención de strippers para dar una última gran actuación antes de colgar las tangas. El innecesario regreso de los Expendables de los bultos viene de la mano del habitual asistente de dirección de Soderbergh –aquí aparece como el mediocre montajista y director de fotografía– que, a partir de un inexistente guion, encadena sin gracia secuencias de una absurda duración que prácticamente no tienen nada de interesantes, ni siquiera para todas aquellas –y aquellos, claro– que simplemente quieran sentarse a disfrutar de cuerpos lampiños que revolean sus bultos a lo largo y a lo ancho de la pantalla. Channing Tatum vuelve a confirmar su capacidad actoral aún en una película que se empeña en quitarle protagonismo. Lo mismo sucedía en la primera, en la cual era desplazado por el magnetismo que generaba el personaje de Matthew McConaughey. Pero esta vez, los pasos del GI Joe bailarín no son lo suficientemente potentes como para desviar nuestra mirada –aunque sea por una milésima de segundo– de su cuerpo de goma con abdominales. El mayor problema de Magic Mike XXL es que pareciera no querer contar nada. El argumento es tan minúsculo que se acerca más a una idea que a una trama; en vez de escenas, lo que hay es una serie de situaciones estiradas de forma irracional que no conducen a ninguna parte. La extensísima secuencia en la mansión comandada por la versión femenina de Hugh Hefner y aquella en la que los strippers pasan la noche en la casa de una milf interpretada por Andy McDowell tienen algo en común, y es que no funcionan a nivel narrativo, dramático o ni resultan visualmente atractivas. Pero no es porque sean demasiado largas, sino porque esa dilatación del tiempo no es utilizada para construir nada más que un relato chato y aburrido que ni siquiera logra captar nuestra atención con las coreografías. Hay hombres musculosos, cuerpos aceitados, sudorosos y semidesnudos sacudiendo bultos, pero lo que falta es testosterona. A la ausencia de química entre los actores se le suma una historia de amor que nunca llega a concretarse ni a generar una mínima tensión sexual; la mirada conservadora que ya estaba presente en la anterior –sobre todo hacia el final– ahora se hace mucho más evidente; al mismo tiempo, los diálogos, torpes e insustanciales, suenan gastados en boca de los personajes. La película se siente tironeada entre la repetición de la fórmula que funcionaba de a ratos en la primera, y las pretensiones cómicas y hasta de parodiarse a sí misma que ya estaban presentes en algunas de sus performances. El problema es que Jacobs se queda a mitad de camino y no logra acercarse ni a una cosa ni a la otra. Pero hay algo en lo que sí acierta y es en apostar a la parte más lúdica y festiva, evitando caer en el tono dramático que afectaba a la anterior. Los muchachos se disfrazan, bailan y se sacan la ropa hasta quedarse en tanga frente una audiencia de mujeres calientes y desesperadas simplemente porque les gusta, y el director se aferra a esa idea con todas sus fuerzas para escaparle a cualquier atisbo de tragedia que pueda opacar lo que (para él) es una fiesta. Sucede que una sola idea no alcanza para sostener una película de casi dos horas. Y menos para invitarnos a una verdadera celebración visual. De todas formas, lejos de causar enojo o indignación por su torpeza, Magic Mike XXL podría verse solamente como una gaysploitation muy trash de sí misma. Todo lo demás es relleno.
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Crítica emitida por radio.
La magia se perdió por completo en esta secuela innecesaria que pierde lo poco que había sido interesante en la película original que en 2012 dirigió Steven Soderbergh y que se trataba de una producción inspirada parcialmente en las experiencias de Channing Tatum como stripper antes de dedicarse por completo a la actuación. Todo estaba relacionado a la falta de dinero de su protagonista, y a los múltiples trabajos, para poder dedicarse a su propia empresa de fabricación artesanal de muebles. Le fue tan bien en la taquilla y tuvo tanto éxito que se decidió realizar una segunda. En esta entrega “XXL” (yo diría más una XXS en cuanto a la historia, ¡no me malinterpreten chicas!), no hay trama argumental ni conflicto, nada, aunque el guionista es el mismo de la primera, Reid Carolin. Aquí sólo hay una sucesión de escenas y diálogos sin sentido, algunos muy bobos (“Somos sanadores…”, dice uno), y una gran cantidad de bailes coreografiados de estos “animadores masculinos” que, si bien buscan un cambio de rumbo en sus vidas (algo que llene su vacío), lo único que hacen es mostrar sus esbeltos cuerpos y sus “six packs” de abdominales, lo cual es muy bienvenido, claro. ¿De qué se trata? Ya sin Matthew McConaughey como Dallas ni Alex Pettyfer como “el niño”, los Reyes del Tampa se reúnen -tres años después de que Mike Lane (Tatum) renunciara- para un último gran show porque todos deciden retirarse por completo de esta “profesión”. Lo brindarán en la convención de strippers que se realizará en Myrtle Beach y con la legendaria estrella “Magic Mike” compartiendo el foco de atención. Durante el fin de semana del 4 de Julio, Ken (Matt Bomer), “Big Dick” Richie (Joe Manganiello), Tarzan (Kevin Nash) y Tito (Adam Rodriguez), y el propio Mike claro, se aventuran hacia Carolina del Sur. Todo termina siendo una road-movie con paradas en lugares como Jacksonville y Savannah en los que el grupete (que a veces parece que no tuviera muchas luces) se cruza con todo tipo de personajes; desde Drag Queens, pasando por una adinerada señora sureña (a cargo de ¿Andie McDowell?) y sus amigas maduritas, hasta una joven que quiere ser fotógrafa y que se hace amiga del protagonista principal (Amber Heard). Mike también se reencuentra con viejas conocidas. Por un lado Rome (Jada Pinkett-Smith), la dueña de un palacio de entretenimiento masculino, y antigua llama del bailarín; por el otro, Paris (Elizabeth Banks hace un cameo) una amiga que es la presentadora de la convención. Es en las experiencias vividas en el camino donde los muchachos encuentran la inspiración para armar una rutina original y así dejar de lado sus viejos y repetitivos numeritos. Porque, hasta ese momento, ninguno caía en la cuenta de que no se animaban, ni en el escenario ni en la vida, a intentar probar algo nuevo antes de tirar la toalla y abandonar el rubro. Aunque -muy en el fondo- es posible encontrar una pequeña pizca de una historia concreta, la realidad es que “Magic Mike XXL” son dos horas de algo que no tiene otro propósito que generar acaloramiento en la platea femenina, agradecida por ver esos movimientos de Channing Tatum. No neguemos que sus dotes para el baile siguen intactos pero su personaje, esta vez, ha sido ridiculizado. La desafortunada dirección recayó en Gregory Jacobs (su debut fue con “Criminal”, la remake norteamericana del film argentino “Nueve Reinas”), asistente de Soderbergh en todos sus proyectos cinematográficos.
La película original de Steven Soderbergh sobre un stripper que quería ser otra cosa no era demasiado buena, seamos realistas. Esta tampoco lo es, pero tiene dos ventajas: Channing Tatum afiló mucho más sus cualidades para la comedia (gracias, Comando especial) y la historia de volver para una última performance es casi deportiva y carece de las pretensiones de la original, lo que no deja de ser una virtud. Un pibe simpático, no más.
Purpurina y sentimientos Cómo es Magic Mike XXL, la continuación de la película que sigue a un grupo de strippers liderados por Channing Tatum. Cuesta imaginarse Magic Mike XXL como una road movie encantadora y entretenida con sólo ver los avances. La promoción de la película protagonizada por Channing Tatum y producida por Steven Soderbergh hacía pensar en una prolongación natural del show que ponían sobre el escenario los Reyes de Tampa en la primera entrega estrenada en 2012. Pero no se limitó a eso. No es que falten los bailes sexys de hombres musculosos con poca ropa, es que la historia dirigida por Gregory Jacobs corre el foto del espectáculo y lleva al grupo de amigos y colegas a un viaje por Florida con la excusa de llegar a reventar los últimos cartuchos en una convención de strippers. Mike (Tatum) hace tres años ha dejado las pistas para dedicarse a diseñar muebles, aunque sin mucho éxito. Cuando los chicos pasan a buscarlo, decide sumarse a la procesión, un poco porque extraña la adrenalina del escenario y otro poco porque no le queda otra. Dallas (el extravagante personaje de Matthew McConaughey en la primera parte) ya no los regentea y esa libertad conlleva la posibilidad de exteriorizar el costado creativo de este grupo de hombres que se saca la ropa para pagar las cuentas. Así, XXL se convierte en una historia de amistad, camaradería y reflexión que reformula a su predecesora, en la que unos tipos ya adultos sin mucha perspectiva de futuro, no temen reinventarse en el camino. "Somos curadores", dice Ken (Matt Bomer) como para poner en perspectiva la premisa fundamental. En cada parada del viaje, el encuentro con mujeres de distintas edades pondrá de relieve su lugar en el mundo, sus inseguridades y sueños. Es que no se trata de desvestirse porque sí nomás, sino de entender qué quieren ellas, de contenerlas, divertirlas, hacerlas fantasear. El negocio ha cambiado y los strippers son, además de curadores, artistas sensibles a cargo de un espectáculo. XXL deja para el final el momento más significativo: un show que luce a todos los personajes por partes iguales. Sin embargo, brinda antes algunos bocadillos de striptease como avanzada. Advertencia: no hay bombero hot ni policía sensual, pero no faltan las tremendas contorsiones y acrobacias de Tatum (lejos, el más virtuoso), que terminan por dar el golpe de gracia. La magia, en ese departamento, sigue intacta.
Disfrutable y simpática, con una buena banda sonora y a puro entretenimiento. La Warner Bros pictures en Argentina eligió el “Golden” como referente de la película “Magic Mike XXL” y se realizaron varias funciones antes de su estreno con sorpresas y premios. También algo similar se efectuó en Estados Unidos con los protagonistas, más otros jóvenes que ofrecieron un poco de show. Tres años después de que Mike se haya retirado de la vida de stripper, los restantes “Reyes de Tampa” están también a punto de tirar la toalla. Son casi dos horas para disfrutar de distintas situaciones: los cuerpos y buenas coreografías de Channing Tatum ("23 Jump Street”, “El destino de Júpiter”), Joe Manganiello (“Spider-Man 3”, “Qué esperar cuando estás esperando”) y Matt Bomer ("Monty Clift”, “Cuento de invierno”) , todos dirigidos por Gregory Jacobs ("Wind Chill"). En esta secuela ya no está como uno de los protagonistas Matthew McConaughey (“Gold”, “Interstellar”), tampoco se encuentra dirigida por Steven Soderbergh pero si está como productor ejecutivo. Lo que promete esta nueva entrega es tirar la casa por la ventana donde el carismático Mike (Channing Tatum) y sus amigos: Tito (Adam Rodriguez), Tarzan (Kevin Nash), Big Dick Richie (Joe Manganiello), Ken (Matt Bomer) y Salvador (Juan Piedrahita) el manager, deciden hacer un largo y divertido road movie para presentarse a un concurso de strippers y se supone que será el último espectáculo (dependiendo de la taquilla esta historia continuará). Vivirán nuevas experiencias que les servirán para olvidarse de algún trago amargo de la vida y disfrutar entre amigos. No tiene un gran guión, ni tampoco en este caso lo necesita, porque se apoya bien en sus protagonistas y mujeres apuestas y apasionadas. Muchas situaciones van ocurriendo como en la mansión de la divorciada millonaria Nancy Davidson (Andie MacDowell); escenas encantadoras con Rome (Jada Pinkett Smith, esposa de Will Smith) con momentos estupendos (se come ciertas escenas); y un cuadro caliente con la bella Zoe (Amber Heard, "Drive Angry"), entre otras. Contiene muy buenas coreografías, es erótica y divertida,con escenas de baile seductoras y asombrosas. Comenzando con el actor, bailarín, productor y modelo estadounidense Channing Tatum (quien en sus comienzos trabajó como striptease en un club nocturno, bajo el nombre de Chan Crawford), un buen baile en un taller de coches entre chapas, agujereadoras, entre otros elementos; un momento picaresco bajo una apuesta a sus amigos al mejor estilo de “Flashdance” (1983) un buena coreografía lograda por Mangianello y otros números de baile. Llena de humor, un cóctel de diversión y con humoradas a otras películas.
Si de películas con gran éxito en recaudación se tratan las secuelas de las misma no tardan en llegar. Magic Mike XXL no es la excepción aunque no sabemos si era del todo necesaria. Con su antiguo realizador (Steven Soderbergh) ocupando lugar en la producción y dejando la silla de director a Gregory Jacobs, su fiel asistente, los strippers de Tampa vuelven al ruedo tres años después del estreno de la primera entrega. La historia comienza con la nueva vida que lleva Mike Lane (Channing Tatum) luego de haber abandonado al grupo de bailarines y se empiece a dedicar a la fabricación de muebles, teniendo dominio de su propio negocio y disfrutando una vida tranquila. Sus antiguos compañeros de trabajo están a punto de terminar sus carreras tras la partida de su líder Dallas (Matthew McConaughey) y logran contactar a su amigo después de tanto tiempo, invitándolo a que se una en un último viaje antes de que se separen definitivamente. Mike, aunque en un primer momento se niegue, no tarda en unirse a ellos para poder cerrar ese capitulo de su vida. El grupo de entretenedores masculinos están decididos a dejar esa etapa de su vida atrás y a lo largo de toda la película podemos ir descubriendo los deseos que tiene cada personaje para su futuras profesiones, mientras se dirigen a la convención nacional de strippers donde los aguardan miles de mujeres. Un largo camino con diferentes paradas, reencuentros con amigos del pasado, personajes pasajeros y mujeres en cantidades disfrutando de cada show de este grupo de amigos. Esta nueva entrega de los bailarines eróticos es una versión mas light de la primer película, la trama no va más alla de la travesía del viaje y tocando por arriba el drama que rodea a los personajes. La ausencia de Matthew McConaughey se percibe dejándole todo el peso del protagonismo a Tatum por mas que este se defiende perfectamente con sus números de baile junto a sus compañeros de elenco. Las mujeres en cambio funcionan de manera de relleno pudiendo resaltar únicamente a Jada Pinkett Smith en su papel de Rome quien en cada momento hace valer la belleza y la seguridad que tendría que sentir cada mujer. Obviamente, la película esta dirigida a un publico femenino joven-adulto desbordando sensualidad y a la vez tratando de lograr una conexión con ellas recordándoles en cada momento oportuno cuan especiales y bellas son. Magic Mike XXL llegó para entretener a su público y regalarle un buen momento a las salidas al cine entre amigas o en parejas. Números de bailes imperdibles con un toque de humor pero que no va mas alla de un viaje de despedida de un grupo de amigos.
Muchos nos sorprendimos después de la primer entrega de “Magic Mike” allá por 2012, protagonizada por Channing Tatum y junto a Matt Bomer, Kevin Nash, Adam Rodiguez, Joe Manganiello, Alex Pettyfer y Matthew McConaughey. En la primer entrega conocemos el mundo de “Magic Mike” y a eso le sumamos la iniciación de Adam (Alex Pettyfer) y eso lleva toda la película. “¿Por qué hago esto? ¿Qué quiero hacer a cuando me toque envejecer?” y al mismo tiempo teníamos a Adam que pensaba lo mismo pero a más corto plazo. Mike le cedía el trono a un “módelo” más jóven de él. En esta nueva entrega ya no hay nada que presentar, salvo el pequeño nuevo presente de Mike, que como había dejado claro al final de la primer película, no era bailar. Ahora sin Adam y Dallas, el viejo grupo le tira la posibilidad de hacer un gran último show en una convención de stripers.
Función privada La secuela del filme sorpresa de 2012 llega a las pantallas argentinas con su protagonista ahora convertido en una famosa estrella de Hollywood. Cuando en 2012 Magic Mike llegó a los cines de Estados Unidos, sólo el público que sigue el cine de Steven Soderbergh y las pocas fanáticas del actor Channing Tatum y de los strippers esperaban algo de ella. Pero ocurrió uno de esos raros fenómenos del "boca a boca" que los veranos yanquis suelen fomentar y por eso el filme se convirtió en un mega éxito de taquilla que recaudó 167 millones de dólares... ¡con tan solo 7 (siete) de costo! Con esas cifras, no es de extrañar que Tatum se convirtiera en cuestión de meses en el "hombre más sexy del mundo", según la revista CQ y el filme se convirtiera en una de esas producciones "de culto", por más que la temática sea la de la danza exótica y el circuito del dinero fácil. Menos raro es que, en una época en la que las idead no salen con la facilidad de antes, el propio Soderbergh decidiera exprimir un poco más el jugo a estos personajes con una secuela que delegó –tras otorgarle el doble de presupuesto- en el director Gregory Jacobs, el responsable de Criminal, la remake norteamericana de 9 Reinas. Y la verdad es que la "magia" de Mike sigue funcionando de la misma manera ya que el film se reinventa del drama romántico de la original en una clásica "road movie" (película de carretera) en la que varios de los protagonistas de la primera entrega emprenden el camino hacia una convención de strippers que se desarrollará en Miami y que puede tanto consagrarlos como enterrándolos en el más profundo de los pozos. A pesar de encontrarse retirado, Mike acepta acompañar a sus amigos en un viaje que lo saque de una decepción amorosa que le dio un vuelco a su vida. Y de esta manera se presenta ante el espectador un filme que comienza como una de esas producciones independientes que suelen cosechar premios en pequeños festivales pero que, poco a poco, se acerca al "mainstream" del cine norteamericano, con espectaculares coreografías, mucha música y show, mucho show. Pero a pesar de la diversión en pantalla, el film requiere una distensión difícil de lograr en el público local respecto a los strippers, algo que se notó en la taquilla de la primera entrega que si bien no fue mala no alcanzó las cotas que si obtuvo el estreno en los Estados Unidos. Cabe destacar que Magic Mike se estrenó en el país a casi siete meses de llegar a las pantallas norteamericanas y en medio de una catarata de filmes nominados al Oscar. En definitiva, ir a ver esta segunda tanda de strip tease puede culminar en una de esas charlas de pareja que terminan en "vos andá a verla que yo entro a esta de Hitman y te espero a la salida", o bien en un consentimiento mutuo que derive en un divertido momento juntos; o una excelente excusa para festejar una despedida de soltera o –por supuesto- de casada.
Sólo cuerpos Vuelven Mike y sus amigos strippers, más algunos personajes nuevos que vendrían a ser la "sangre nueva" de esta historia, que en mi opinión no tuvo anteriormente ni tiene ahora mucho sentido más que el deleite hormonal del público femenino y gay. Seamos sinceros, la primera parte dirigida por Steven Soderbergh tampoco era una buena película, pero al menos trataba muy por arriba temas como el tráfico de drogas y la discriminación. En esta nueva entrega la trama no trata ningún tema en particular, sólo limita a mostrarnos a los chicos haciendo filosofía barata en un road trip super aburrido y luego por supuesto, piel, músculos y muchos cachetes traseros danzando de manera muy cursi al ritmo de temas de moda. No entiendo a la crítica especializada que le dio reseñas positivas a un producto tan vacío como este bajo el lema de "es buena porque no se toma demasiado en serio a sí misma" y luego defenestra un "Batman v Superman". Todo bien con no querer ser más de lo que se es, pero tampoco la pavada. "Magic Mike XXL" no trata sobre nada más que un grupo de amigos flojos de neuronas moviendo el culo para cumplir su sueño de ser "entretenedores masculinos". Suena fuerte, pero es así. Hasta le intentaron imprimir un tratamiento artístico a la cuestión, apelando a reflexiones sobre el "arte" de ser stripper. Vamos muchachos... no da para tanto el tema. En cuanto al cast, los personajes secundarios que van apareciendo no tienen otra función que ser el relleno de las performances de baile de los muchachos. Amber Heard por ejemplo está pintada al óleo y no se entiende cuál es su rol o relación con Mike. Jada Pinkett Smith hace un papel lastimosamente exagerado, como una especie de gángster/presentadora del mundo del striptease. Lo mismo sucede con Andie MacDowell que hace de veterana caliente por unos pocos minutos en pantalla. No hay mucho más para agregar. Una peli para ver a actores facheros despilfarrando testosterona durante 115 minutos en una trama prácticamente inexistente.