La infancia puede ser espantosa. Más allá de la estrategia de refritar ad infinitum marcas o productos ya establecidos en el imaginario atávico de los consumidores, el Hollywood que engendró Peter Pan (Pan, 2015) saca a relucir su obsesión con los CGI vidriosos por sobre cualquier tipo de apuntalamiento de personajes con carnadura, con un peso específico que permita de por sí el progreso de la historia sin el agradable -aunque sobreexplotado- recurso de la pompa visual a todo trapo. De este modo, una y otra vez nos topamos con mega aventuras a cargo de protagonistas que despiertan poco o nulo interés; circunstancia que en el presente film se ve magnificada por el acervo simbólico que arrastra el jovencito central y la multiplicidad de interpretaciones que se han acumulado a lo largo de las décadas en torno a su devenir (hoy reducidas al entretejido del “Mesías” que viene a salvar/ purificar una tierra de posibilidades mágicas). Antes de avanzar con el análisis concreto, conviene explicitar que en Peter Pan confluyen dos trayectorias históricas, la del director Joe Wright y la del personaje en cuestión. El británico tuvo un comienzo de carrera maravilloso con el díptico Orgullo & Prejuicio (Pride & Prejudice, 2005) y Expiación, Deseo y Pecado (Atonement, 2007), dos opus de avanzada que rompieron el molde de los relatos de época, tanto en términos visuales como narrativos, pero lamentablemente El Solista (The Soloist, 2009), un trabajo más tradicional y anacrónico, bajó bastante el promedio. Si bien las correctas Hanna (2011) y Anna Karenina (2012) nos hicieron olvidar el mal paso, lo cierto es que ambas carecían de la coherencia procedimental de antaño y funcionaban más como ejercicios de estilo, en especial en lo referido al “collage pop” y la perspectiva irrespetuosa para con los géneros. En lo que atañe al muchacho del título, y considerando lo realizado por la industria cultural hasta la fecha, no nos queda otra que reconocer que efectivamente la película de Disney de 1953, y la versión en live action de 2003, continúan imbatibles en el campo de la lectura cinematográfica de la clásica obra de teatro de 1904 de J.M. Barrie: propuestas parasitarias como la fallida Hook (1991) o la simpática aproximación metadiscursiva Descubriendo el País de Nunca Jamás (Finding Neverland, 2004) sólo sirvieron para convalidar el estatus del convite animado, al cual hoy por hoy podemos ubicar entre la mojigatería y el idealismo abstracto (muy pocos films para chicos envejecen con dignidad). Peter Pan unifica esta doble tradición maltrecha, generando al mismo tiempo el opus más impersonal de Wright y otro “dislate” fastuoso alrededor de la utopía de la niñez eterna, carente de responsabilidad. Ahora bien, lo realmente curioso del guión de Jason Fuchs es que traslada a Barbanegra (Hugh Jackman) el rasgo principal de Pan, el anhelo de una juventud petrificada, vía la excusa de que la película es una precuela en la que el propio Peter es aún un infante. La trama se centra en la venta/ secuestro de un grupo de huérfanos por parte de unas monjas malvadas durante la Segunda Guerra Mundial, transacción en función de la cual resulta beneficiario Barbanegra, quien esclaviza a los pequeños para que trabajen en una suerte de “mina de polvo de hadas” en pos de poder disfrutar de unas peculiares inhalaciones que le garantizan más y más años de vida. Un Garfio (Garrett Hedlund) homologado a Indiana Jones aparece de la nada para asistir al protagonista, en esta ocasión interpretado por Levi Miller, un actor demasiado austero a nivel expresivo para los requerimientos del personaje. La propuesta pretende balancear a los tumbos las tres dimensiones primordiales, léase el recuperar los orígenes (Peter), el ansia de libertad (Garfio) y el perpetuarse a toda costa (Barbanegra), no obstante el recorrido narrativo se siente lineal y las secuencias de acción poco imaginativas. Los toques de humor ayudan para que la epopeya resulte más digerible y menos mecánica, sumados a los interesantes detalles freak de Wright (las canciones de los piratas, el diseño caricaturesco de las aves, los polvos flúo que emanan los nativos al morir y la arremetida de las hadas). A Peter Pan le falta convicción y soberbia, esas que en el pasado se escondían como subtexto detrás de una moraleja que nos interpelaba desde la certeza de que la orfandad -en la infancia- puede ser en verdad espantosa si dejamos de lado los juegos y la amistad, y sobre todo considerando el canibalismo del mundo circundante…
Un Peter Pan humanizado. Peter Pan (2015), dirigida por Joe Wright, conocido por sus transposiciones literarias Orgullo & Prejuicio (2005), Expiación, Deseo y Pecado (2007) y Anna Karenina (2012), lleva aquí a la pantalla grande la obra de teatro estrenada en 1904 bajo el título de Peter Pan, el niño que no quería crecer. Es sabido que se han llevado a cabo varias transposiciones del clásico personaje infantil, pero la originalidad de esta interpretación reside en su carácter de precuela, a diferencia de Peter Pan (2003), la cual no aportaba ninguna novedad. Aquí se narran los inicios de Peter Pan, introduciéndonos en su origen y su arribo a la tierra de “Nunca Jamás”. Peter es un niño que fue abandonado por su madre Mary (nombre que originalmente poseía la madre de Wendy) y por ende, se encuentra en un orfanato en la Inglaterra de la Segunda Guerra Mundial. Las monjas crueles que manejan dicha institución secretamente venden a los niños a los piratas. La característica de este film es que enfatiza el lado humano de Pan, a pesar de poseer el don de volar. Es decir, en la psicología del personaje las ambivalencias humanas serán más que sus dotes, a diferencia del tradicional Peter Pan (1953) de Disney, por ejemplo, que tenía un aspecto de niño-duende; es decir, su aspecto mágico relucía en su apariencia exterior (hoy el detalle se transforma en una emoción interna). Aquí es el único don mágico que tiene, además de entender el lenguaje de las hadas, mientras que en el texto de su creador James M. Barrie poseía varias cualidades extraordinarias. La llave de la flauta de Pan develará que Peter está destinado a cumplir la profecía del lugar (al igual que Alicia en Alicia en el País de las Maravillas, de Tim Burton), centrada en la liberación del País de Nunca Jamás de la tiranía de Barbanegra. La inclusión del más famoso de los piratas ingleses (interpretado por el versátil Hugh Jackman), caracterizado con un vestuario negro que combina las estéticas del barroco y la oriental, viene acompañada de un ejército de colegas, algunos de ellos clowns aterradores. Barbanegra, el villano del film, es representado como un líder carismático que explota niños en minas para obtener polvo de hadas (la explotación infantil será un rasgo presente en ambos mundos). A este líder carismático lo acompaña un soundtrack muy intertextual con canciones como Smells Like Teen Spirit de Nirvana y Blitzkrieg Bop de los Ramones. En la versión de Disney, para volar eran necesarios los pensamientos y el polvo de hadas (polvo de estrellas), en cambio aquí la fe en uno mismo es más que suficiente. El poder del polvo de hadas está limitado a la eterna juventud, la cual será anhelada por el villano y no encarnada en el personaje del niño eterno Peter Pan. En esta aventura Pan estará acompañado por quien en el futuro será su enemigo, el Capitán Garfio, y también por su fiel colega Smith. Pan y Garfio lucharán a la par en este mundo paralelo lleno de misterios, en donde sirenas y árboles guardan recuerdos, funcionando como la memoria histórica del País de Nunca Jamás y protegiendo todos sus secretos. En este mundo mágico los nativos serán representados por diferentes culturas homologadas en una estética que combina lo indígena con lo oriental. El reino de los nativos, a diferencia del de Barbanegra, es muy colorido. Finalmente, se dejan aquí las puertas abiertas para el inicio de una saga en la cual sería interesante ver cómo se transforma la amistad entre Peter y Garfio en enemistad. Asimismo, nos preguntamos si se desplegará o no su potencial mágico, planteado originalmente por su creador Barrie, o si seguirán primando sus características humanas (enfatizadas por su búsqueda identitaria).
A la búsqueda de la inocencia Nueva incursión en el clásico infantil del escocés James Matthew Barrie, porque a medida que avanzan los años la historia se debe acercar a las nuevas generaciones ¿verdad?, y si bien la última adaptación cinematográfica que realizó Steven Spielberg en Hook (1991) no funcionó en el público, la más cercana en dibujos animados Jake & los piratas del país de Nunca Jamás (2011) tomó parte del imaginario relacionado con los piratas de manera correcta, derivando en la lógica necesidad de una nueva puesta al día. Y para Joe Wright la oportunidad se presentó con Peter Pan (Pan, 2015) para nada mejor que hacerlo desde un punto hasta ahora desconocido, la amistad entre Peter Pan (Levi Miller) y Garfio (Garrett Hedlund) cuando el primero es llevado por Barba Negra (Hugh Jackman) a la tierra de Nunca Jamás a trabajar en una misteriosa mina. Pan es llevado pese a su resistencia, a un misterioso barco volador que tendrá como destino Nunca Jamás, y en donde miles de niños son sumados a la dificultosa tarea de poder encontrar en oscuras minas “pixies”, mejor conocido como el “poder” con el que las hadas obtienen sus encantos y que Barba Negra lo utiliza para “rejuvenecer”. Ni bien llega al lugar, Pan entablará una relación de amor/odio con Garfio, uno de los más antiguos buscadores de “pixies”, con quien intentará encontrar a su madre, que lo abandonó en el orfanato, para poder liberar y liberarse de la esclavitud de Barba Negra y sus siniestros planes. Junto a ellos se sumará una líder tribal llamada Tigra (Rooney Mara), quien guiará a la dupla hacia la tierra de las hadas para lograr el objetivo y que además acercará la película al público femenino. El preciso guión de Jason Fuchs, le posibilita a Joe Wright crear un universo mágico con claras reminiscencias a películas de aventuras de los años ochenta (no por nada Garfio tiene un registro muy a lo Indiana Jones), y con un despliegue visual y una reconstrucción de época única (segunda Guerra Mundial) además de una creativa narración que por momentos avanza digresivamente para luego terminar en un espectáculo que se apropia de la cultura popular para construir su verosímil (ingeniosa utilización de canciones contemporáneas como cantos de trabajo y lucha de los piratas), que harán de esta propuesta un nostálgico entretenimiento que puede sustentar sus ideas, gracias –también- a las solventes actuaciones protagónicas y algunos secundarios. Peter Pan es una interesante puesta al día de una historia conocida pero que en la posibilidad de narrar algo nuevo y desconocido supera –justamente- la traba de trabajar sobre aquello ya visto.
El niño eterno de Nunca Jamás nos muestra sus orígenes en esta nueva aventura familiar plagada de piratas, chicos perdidos, hadas combativas y una tribu dispuesta a dar la vida para ocultar y proteger los más grandes secretos de esta tierra de fantasía. Hay dos tipos de historias que se pusieron de moda en los últimos tiempos: las precuelas y las adaptaciones infantiles a cargo de actores de carne y hueso. Joe Wright, director acostumbrado a reversionar clásicos de la literatura como “Orgullo y Prejuicio” (Pride & Prejudice, 2005) o “Anna Karenina” (2012), decidió mezclar ambas opciones y tomar las riendas de “Peter Pan” (Pan, 2015), una nueva mirada al relato de J.M. Barrie. El guión escrito por Jason Fuchs formó parte de la “Black List” de 2013, una historia que narra los orígenes de este huerfanito que pronto descubrirá el destino que le aguarda en la mágica tierra de Nunca Jamás. Peter (Levi Miller) pasó toda su vida en un orfanato inglés a la espera, como tantos otros pequeñines, de que su madre vuelva por él. Estamos en plena Guerra Mundial y las religiosas a cargo del establecimiento no parecen muy maternales. Además del maltrato constante –todo muy Oliver Twist-, esconden oscuros negocios que involucran la desaparición de estos pobres huéspedes. Peter está decidido a develar el misterio, además de encontrar a su mamá, cueste lo que cueste. La curiosidad lo termina embarcando en una nave pirata que atraviesa los cielos de Londres y más allá, hasta llegar a una tierra fantástica donde él, junto a los demás niños perdidos durante décadas y décadas, han tenido que trabajar en las minas bajo la tiranía de Barbanegra (Hugh Jackman), un pirata codicioso en busca de polvo de hadas y de la inmortalidad. Su reinado de terror ha destruido gran parte de Nunca Jamás y, a pesar de su poder, sabe que existe una profecía sobre un pequeño que puede volar y que llegará, tarde o temprano, para liberarlos a todos de su brazo opresor. Como se podrán imaginar, Peter muestra ciertas habilidades y así cabe la posibilidad de que sea este famoso “elegido”. Sin mucha convicción, ni fe en sí mismo, logra escapar con la ayuda de James Hook (Garrett Hedlund), otro de los cautivos de Barbanegra, bastante granuja y egoísta. En medio de la jungla de Nunca Jamás, los fugitivos se cruzaran con los nativos del lugar, la tribu combativa que resguarda los secretos de las hadas y le hacen la vida imposible al malvado pirata. Entre ellos Tiger Lily (Rooney Mara), guerrera de pura cepa que verá en el inseguro jovencito al futuro salvador de esta tierra. “Peter Pan” se agarra de la mitología que ya conocemos para contar una historia expandida y mucho menos infantil que sus antecesoras. Hay un poquito de violencia, pero también mucha fantasía, acción y aventura que puede disfrutarse tanto por los grandes, como por los más chicos. Peter es el protagonista absoluto, rodeado de un elenco genial donde se destaca la imponente figura de Jackman, entre manierismos, teatralidad y temas de Nirvana y los Ramones totalmente reversionados. Wright entiende que estamos en una época donde las damiselas ya no están en peligro, sino que pueden ser las verdaderas salvadoras. Mara patea traseros, al mismo tiempo que muestra su lado más tierno y humano, al igual que otras protagonistas femeninas de esta historia. Visualmente, tiene todo lo que una aventura fantástica de estás características debe tener, sin caer en los excesos. Claro, hay magia y color por todas partes, pero todo parece tener un aire familiar y naturalista que no nos aparta del relata. Incluso, las Sirenas o ese temible cocodrilo gigante. El único problema de “Peter Pan”, tal vez sea que es demasiado infantil para los adultos y demasiado adulta para los chicos. Le falta ese punto medio que logran otras películas del género, pero no por ello pierde el atractivo. Se viene la secuela obligatoria, sin duda alguna, más que nada porque necesitamos saber como la amistad entre Peter, Tiger y Hook se va a transformar, convirtiéndolos en enemigos mortales. Lo mejor de la historia de Wright es que deja la puerta abierta para mil aventuras más, sin forzar la continuación, pero con ganas de más, sobre todo, de seguir descubriendo cada rincón de Nunca Jamás. Dirección: Joe Wright Guión: Jason Fuchs, Elenco: Hugh Jackman, Levi Miller, Garrett Hedlund, Rooney Mara, Adeel Akhtar, Nonso Anozie, Amanda Seyfried, Kathy Burke, Lewis MacDougall, Cara Delevingne.
Star Wars mágica En una época donde los orígenes de los personajes de cuentos están siendo re versionados, era imposible que Peter Pan no llegará. Blancanieves, Caperucita roja, La bella durmiente (Malefica), entre otras habían tenido sus reboots mucho más oscuros. En este caso hay que destacar que Peter Pan no va por ese lado, sino que explora los orígenes del niño del Nunca jamás, pero de forma mucho más suave. Está claro que John Whright, un director que ya había tenido experiencias previas en adaptaciones literarias como Orgullo y Prejuicio (Pride and Prejudice, 2005) o Ana Katerina -2012- tuvo una fuerte influencia en la miniserie de SyFy, Neverland. El argumento es similar: un joven Peter Pan situado en un orfanato de Londres antes de ser secuestrado y llevado a Nunca Jamás, con un destino de convertirse en el mesías de ese mundo, plagado de criaturas extrañas, magia y hadas. Además de tener a Garfio –O Hook, como se lo llama en la versión original – quien es su amigo. Olvídense de Wendy o Campanita (quien tiene sus breves segundos en pantalla) porque esta historia de origen relata cómo un tímido y abandonado Peter Pan -Levi Miller- se convierte en ese intrépido niño que todos conocemos. El director arriesgó darle el protagónico a este joven actor, que brinda un tierno Peter Pan y se lo ve evolucionar. Y como toda historia tiene su villano, es esplendida la actuación sobria y por momentos infantil de Hugh Jackman como Barbanegra, en los trailers parece no verse tan malvado como es pero conforme avanza la trama se evidencia que realmente tiene maldad. Ese enfoque es el que vuelve esta reversión diferente al resto de los cuentos, donde la línea entre el bien y el mal es bastante delgada, mientras que acá los héroes y villanos están bien definidos. Con respecto a Garrett Hedlund, en el papel de Garfio, es difícil imaginar que este personaje se convierta en el peor enemigo de Pan. Su interpretación por momentos parece al de un Indiana Jones, aunque con tintes de Han Solo. Creo que faltó un poco de química con Rooney Mara (Tiger Lily) quien constantemente se mostraba durante todo el film reacia a cruzar palabra con él. Aunque sobre el final deja evidenciar que después de todo sentía algo, hasta incluso parece que el director no se permitió que haya beso entre ambos. Con el cambio de etnia de Tiger Lily, donde se eligió que fuese caucásica en vez de mestiza, cabe mencionar que Wright lo hizo como respuesta por volver de color a personajes caucásicos. Ejemplos hay de sobra como en el caso del género de superhéroes, donde actualmente muchas veces son puntos de debate. El de Rooney Mara no fue la excepción, aunque en el metraje no pareció ser un problema. Los personajes no tendrían su encanto de no ser por la excelente fotografía colorida que el film nos brinda por escena, aunque el 3D no es más que un gasto adicional y no aporta prácticamente nada. Si hay tres escenas es mucho, para aquel que quiera verlo en formato tradicional, que lo haga, ya que no se pierde de nada. En conclusión, hay que ver cómo avanza la historia y si se animan a una secuela. Parece que el director apenas quiso arriesgarse, aunque al final le hubiese agregado algún otro conflicto. Faltó eso: un final abierto.
Revisitar clásicos nunca es fácil. Joe Wright, acostumbrado a adaptar piezas de literatura al cine (Orgullo y prejuicio, 2005; Anna Karenina, 2012), se aventuró en esta ocasión con Peter Pan, cuyo origen está en la obra para niños homónima del escosés James M. Barrie, escrita en 1904, y cuyas adaptaciones, tradicionales o no, son demasiadas (resaltan Peter Pan -1953-, producción de Disney y Hook -1991-, dirigida por Steven Spielberg). Sin embargo, en esta ocasión el espectador se encuentra con la precuela de la leyenda del niño que nunca creció. Peter Pan (Miller) es un pequeño huérfano, abandonado por su madre en un orfanato cuando era bebé. A medida que él crece, se vuelve un niño rebelde y aventurero, cuyo mayor placer lo encuentra en molestar a las monjas a cargo. Hasta que un día, casi por arte de magia, Peter, de 12 años, es raptado junto a otros compañeros por un grupo de piratas, que se trasladan en un barco volador. ¿El destino? Nunca Jamás. Allí, Peter, junto a otros huérfanos/niños perdidos, es obligado a trabajar en una mina de polvo de hadas, bajo el mandato del malvado capitán Barbanegra (Jackman). Durante el trabajo, Peter conoce a Garfio (Hedlund), quien se convertirá en su cómplice a la hora de escapar (porque todavía no es el villano y conserva sus dos manos). Juntos, se unirán a la tribu de nativos y Tigrilla (Mara) para poder vencer a Barbanegra y restaurar así la paz en Nunca Jamás. La película inicia con una frase que dice “para saber cómo termina todo, hay que saber cómo empezó”, es decir que Wright busca explicar los orígenes de Peter Pan: cómo llegó a convertirse en la leyenda que representa. Sin embargo, no cumple con su objetivo: quedan cabos sin atar y el viaje no es del todo llevadero. La historia se pierde en un mar de efectos tecnológicos, y por momentos cansa. Aun así, hay pequeños momentos que le sacan sonrisas a los espectadores más grandes. Ejemplos pueden ser la utilización de Nirvana como soundtrack, un Garfio muy similar a Indiana Jones en su espíritu aventurero y su sombrero marrón, o las pequeñas reminiscencias al relato original de Barrie. Miller, en su debut actoral como protagonista, encarna bien al pequeño Pan (por lo menos mejor que Jeremy Sumpter en Peter Pan: la gran aventura, de 2003). Tanto Jackman como Hedlund son correctos en sus respectivos papeles, mientras que Mara se queda un poco atrás: una Tigrilla ni muy niña, ni muy adulta, es decir que no seduce por ningún lado al espectador. Aunque por momentos pesada, la película tiene sus momentos de entretenimiento, pero deja al público con ganas de un poco más. Peter Pan es uno de los personajes más clásicos y universales de la literatura, y a esta altura, también del cine, es por esto que revisitarlo no es una tarea para nada simple. El objetivo de una precuela, es el de querer contar una historia para comprender mejor otra, y Wright con su Peter Pan pareciera querer desvincularse de toda tradición pasada.
Joe Wright es uno de los mejores directores ingleses que surgieron en esta última década. Hasta la fecha brindó muy buenas películas en su filmografía como Expiación, deseo y pecado, el thriller de acción Hanna y las adaptaciones literarias de Orgullo y prejuicio y Anna Karenina. Su nuevo trabajo representa una amarga incursión en el género de la fantasía con esta historia de origen innecesaria de Peter Pan. Wright es un gran realizador pero lamentablemente en este proyecto no pudo explotar su potencial debido al mediocre guión de Jason Fuchs a quien no se le cayó una idea original a la hora de re imaginar el universo de ficción de J.M.Barrie. En manos de este muchacho está el guión de la próxima película de la Mujer Maravilla que si sigue esta línea probablemente será otro fiasco comercial para DC. El problema con Peter Pan es que es una película demasiado oscura para los más chicos y extremadamente aburrida para los adultos amantes de la fantasía. El argumento es un collage de clichés que vimos centenares de veces en los últimos años desde que surgió Harry Potter. Desde el momento en que se menciona en la historia la trillada "profecía del Elegido" todo va cuesta bajo en esta producción, ya que no hay sorpresas ni elementos originales que generen interés. No deja de ser llamativo que las películas animadas de Tinkerbell, que presentó Disney en los últimos años, tengan conflictos con más contenido que el guión de Jason Fuchs. De hecho, el origen del Capitán Garfio estuvo mucho mejor elaborado en Tinkerbell: Hadas y Piratas (película orientada a nenas de entre cuatro y siete años) que en esta producción donde el personaje es un robo de Han Solo y no tiene nada que ver con la creación de J.M.Barrie. Las personalidades de los protagonistas son muy similares a los personajes famosos de Star Wars. Peter Pan es Luke, "el Elegido" que está destinado a salvar el reino de las hadas, Garfio tiene el rol de Han (vestido como Indiana Jones) y la india Tigrilla básicamente es la princesa Leia. Juntos se unen para vencer al Darth Vader de la historia que es el pirata Barbanegra, interpretado por Hugh Jackman. Una propuesta bastante aburrida que se vio atenuada por el trabajo del director Wright en los aspectos técnicos. La verdad que es una lástima que los productores no pudieran contratar un guionista más decente porque este realizador podría haber brindado una gran película de fantasía. Desde los aspectos visuales Peter Pan es fabulosa y ofrece un gran trabajo en la puesta en escena. Al igual que El mago de Oz, Joe Wright abre la historia con una fotografía en blanco y negro donde se narra la vida de Peter en un orfanato. Luego cuando el personaje toma contacto con los piratas de Nunca Jamas la estética del film se vuelve más colorida. De todos modos nunca se genera el mismo impacto que en el El Mago de Oz, ya que el universo de fantasía que se presenta en esta película es más oscuro. Otra mala decisión que en mi opinión tomaron en este film. Todo es demasiado serio y dramático y la película falla por completo a la hora de capturar la magia que siempre estuvo asociada con esta historia. Algo que se consiguió a la perfección en la excelente película del 2003 dirigida por P.J.Hogan que pasó desapercibida en los cines. Las figuras principales del reparto en general hicieron un buen trabajo si se tiene en cuenta el guión que tenían disponibles, incluida Rooney Mara, cuyo casting causó polémica en los Estados Unidos. La idea que la princesa india sea blanca en este caso se explicó con el hecho que todos los indígenas pertenecen a distintas razas. Otro detalle desafortunado del film, ya que los indios de Nunca Jamás parecen personas disfrazadas para una fiesta de Halloween. Son esos elementos que no tienen mucho sentido en esta producción, como los breves números musicales del comienzo, donde los piratas cantan canciones de Nirvana y los Ramones. Un concepto que estuvo mucho mejor trabajado en Corazón de caballero, de Brian Helgeland. La película se destaca más en el campo de los efectos especiales y las secuencias de acción donde además se hizo un gran uso del formato 3D. No puedo dejar de resaltar también la música de John Powell que hacia el final levanta muchísimo el film con las melodías que le rinden tributo a las viejas películas de piratas de Errol Flynn. Una lástima que la historia nunca de termina de convencer. Al igual que en la película de los Cuatro Fantásticos cuando la trama llega a su fin no te deja con el entusiasmo de ver a estos personajes en una continuación. Hay que ver como le va ahora en los aspectos comerciales pero cuesta creer que esto se convierta en una futura saga que expanda las aventuras de Pan
Podríamos decir que Pan es una re-introducción del clásico personaje creado por J.M. Barrie para el público moderno. La última adaptación de la obra original la tuvimos hace poquito más de una década (Peter Pan, 2003) y no tendría sentido alguno hacer otra remake de un cuento tan conocido en un lapso de tiempo tan breve. Ni Disney se atrevería a meterlo en sus planes de llevar al live action todas sus animaciones dado a que aquella película dirigida por P.J. Hogan tomaba la misma estructura que la animada de 1953. ¿Entonces qué se hace con este personaje que ya ha tenido películas, obras de teatro, musicales, series de tv, mangas y videojuegos? Pues Joe Wright respondió muy bien esa pregunta. Utilizó una fórmula muy conocida en el cine de los últimos tiempos: el año uno (o año cero) para contar los orígenes de alguien ya establecido. Y por si quedaba alguna duda al respecto las primeras líneas del film hacen referencia a ello: “la historia que sucedió antes de la leyenda”. Aquí es donde se expande la mitología creada por Barrie y nos presentan a un Peter huérfano en Londres en plena Segunda Guerra mundial, el misterio de por qué su madre (la siempre bella Amanda Seyfried) lo dejó ahí será una constante toda la cinta. Algo curioso para destacar es la paleta de colores, cuando se muestra al orfanato y la vida ahí lo vemos en blanco y negro y solo hay colores (pero no tan vívidos) cuando los chicos juegan. No pasa mucho tiempo hasta que la Tierra de Nunca Jamás se hace presente y no son sus colores infinitos los que llaman la atención sino el gran diseño de arte, algo que Wright viene demostrando muy bien en todos sus films y este no solo no es la excepción sino que también le añade el tono fantástico por lo cual pudo desatar más a su equipo de producción. Asimismo, el film es un despliegue de efectos visuales que por momentos abusa y peca con el CGI. Algunas de las escenas de Peter volando son groseras en lo obvio que no es el actor al que vemos sino a uno generado gráficamente. Pero fuera de eso está muy bien. El director le da buen ritmo al film y entretiene mucho. Incluso genera intriga por más que el final se puede imaginar con facilidad. En cuanto al elenco, hay de todo. Hugh Jackman es un actor excelente y no hay rol que interprete mal pero la verdad que aquí parece sobreactuado. Ojo, hay que aclarar que es la naturaleza del personaje y seguro también le dieron directrices para que sea de esa manera. Pero vale la pena mencionarlo. Rooney Mara no se destaca demasiado y llama la atención su elección para el papel dado que Tiger Lily (Tigrilla por aquí) es -tanto en el libro como en las adaptaciones anteriores- de etnia de pueblo originario de Estados Unidos. Pero bueno, es una nueva moda de Hollywood cambiar razas. El Capitán Garfio que aún no es Capitán cayó en manos de Garret Hedlund, cuya carisma no es la necesaria para interpretar a tal icónico personaje. Pero a su favor vamos a decir que aquí todavía le falta que le corten la mano para convertirse en quien está destinado a ser. Por otro lado el que se lleva todas las loas es el debutante Levi Miller ya que la mayoría de la película recae en sus jóvenes hombros y la puede llevar muy bien. Sin él este film no funcionaría así que fue un gran hallazgo. Su naturalidad y química con el resto del elenco es admirable. Pan también goza de humor y de algunos elementos controversiales. No los mismos que en la novela original sino unos nuevos siendo que el Polvo de Hadas se extrae a través de la minería y es aspirado por el villano el más llamativo. En definitiva nos encontramos ante un muy buen film de aventuras cuyo target principal son los niños y pre-adolescentes pero que puede ser disfrutado por todo público. Ojalá le vaya bien para poder seguir viendo la historia y la evolución de los personajes hasta que lleguen a ser quienes todos conocemos. La ventana quedó muy abierta para ello.
El espectador adulto se encontrará con una parafernalia visual que atraerá a los más pequeños pero que, en escasas ocasiones, despierta adrenalina y emoción, más allá del cuidado estético y del abuso de las técnicas del CGI. Después del clásico animado de Disney de 1953, y de las películas de acción en vivo como Hook y Descubriendo el país del Nunca Jamás llega esta precuela titulada en inglés Pan, que aborda el universo mágico de la historia y se remonta a tiempos de la Segunda Guerra Mundial, donde unas monjas malvadas entregan a sus niños huérfanos a Barbanegra -Hugh Jackman- que los utiliza a su vez para trabajar en una mina. Con este comienzo, el director británico Joe Wright explora los confines de mundos fantásticos pero se encuentra alejado de la efectividad de sus anteriores trabajos. Sólo basta recordar Orgullo y Prejuicio; Expiación, Deseo y Pecado e incluso su vertiginosa Hanna. En Peter Pan el interés principal pasa por conocer el origen de Peter -Levi Miller-, el niño que fuera abandonado y que descubrirá que es fruto de la relación entre un hada y un príncipe. En su camino lleno de obstáculos -desde pájaros parecidos a dinosaurios y aguas que esconden a un gigantesco cocodrilo-, el pequeño "elegido", capaz de volar, es acompañado por Garfio -Garrett Hedlund-, una suerte de Indiana Jones con poco carisma y la guerrera Tiger Lilly -Rooney Mara-, todos inmersos -y suspendidos- en tierras desconocidas que encierran misterio y sorpresas. El espectador adulto se encontrará con una parafernalia visual que atraerá a los más pequeños pero que, en escasas ocasiones, despierta adrenalina y emoción, más allá del cuidado estético plasmado en hallazgos policromáticos y del abuso de las técnicas del CGI, entre barcos que surcan cielos, aviones de guerra en pleno combate y una aldea que rinde culto a su ídolo Barbanegra como si se tratara de una estrella de rock o de un emperador romano. La inocencia y la capacidad de soñar para combatir el horror de la realidad aparece opacada en los momentos en los que la historia necesitaba mayor corazón y tensión dramática en lugar de tanto chisporroteo. De todas formas, puede ser que el público menudo disfrute con estos piratas, seres mágicos, sirenas y acrobacias circenses que hacen añorar otros tiempos, mientras se intenta emular el espíritu de los clásicos.
Una historia que no es como la recordamos En esta nueva moda de reinterpretar historias infantiles -bastante alejadas de la idea original-, le tocó el turno a Peter Pan. Ahora los piratas cantan canciones de Nirvana y Los Ramones, el malo no es Hook sino Blackbeard, interpretado por Hugh Jackman al estilo de los grandes musicales de Broadway. En esta ocasión Peter es un niño travieso que vive en un orfanato en Inglaterra durante la segunda guerra mundial; su mejor amigo es Nibs (Lewis MacDougall) y trata de evadir los castigos de las malvadas monjas que dirigen el lugar. Pero Peter no es un huérfano común y corriente, y como le escribió su madre en la carta que dejó junto a él, es un niño especial, un elegido con una importante misión. Una noche, malvados piratas en barcos voladores roban a los huerfanitos mientras duermen para llevarlos a trabajar en las minas de la isla de las hadas. Y es en ese lugar donde Peter conocerá su verdadera identidad y sera el encargado de liberar a las hadas de la malvada tiranía de Blackbeard, con la ayuda de Hook (Garret Hedlund), Tiger Lily (Rooney Mara) y su tribu. La historia no mantiene casi nada del formato original, y los agregados y variantes que se le hicieron parecen ser solo excusas para poder mostrar aventuras, persecuciones, musicales y recargadisimos escenarios llenos de retoques digitales. Finalmente, y entre tanto extra, decorado y efectos especiales, Peter logra recorrer el camino del héroe, vencer el miedo a volar y enfrentarse a su destino. Peter pasa de niño a héroe, convirtiéndose para el final de la historia en el mágico ser que ya conocemos. Las actuaciones son bastante aceptables teniendo en cuenta lo ilógico del guión. En esta historia donde los elementos visuales tienen mucho más peso que la historia en sí, es que en los deslumbrantes escenarios Hook luce como la mezcla entre Indiana Jones y un modelo de Levi´s. Rooney Mara siempre está espléndida y con una impecable ropa colorida, aunque esté por morirse ahogada. La sirenas es Cara Delevigne y el hogar de la tribu parece una casa de decoración étnica de Palermo. Pese a todo, las casi dos horas de imparables andanzas tienen sus buenos momentos, gracias a la ternura de Levi Miller y la enorme gracia de Hugh Jackman, en esta historia que al final deja todo listo para una secuela.
Joe Wright (“Orgullo y prejuicio”) se mete con un cuento tan conocido, derrochando una técnica sofisticada, que por momentos parece muy “Avatar”, con algo de “Indiana Jones”, que pasa de una Londres oscura de los bombardeos nazis al derroche de fantasía. Pero no está lograda. El espíritu del cuento sólo llega por momentos. Igual, entretiene.
Cuando Garfio era bueno Precuela del relato clásico, se toma varias licencias, pero mantiene el espíritu aventurero. La esencia no cambia. Eso es lo importante. El Peter Pan de Joe Wright toma sólo algunos personajes creados por el escocés J. M. Barrie para narrar lo que sería una precuela. No importa que se tome licencias -puristas del relato original, abstenerse y mejor quedarse en casita- para contar cómo Pan conoció a Garfio, y cómo los amigos pueden llegar a convertirse a futuro en enemigos. Situada en plena Segunda Guerra Mundial (!), Peter (Levi Miller, a quien pronto veremos en la serie Supergirl) no es Pan en el comienzo. Su joven madre lo dejó, siendo un bebe, en la puerta de un orfanato. Años más tarde el cielo de Londres se verá atestado de aviones alemanes, pero también lo surcará un barco pirata, que se lleva a los niños (luego, los niños perdidos). Mientras son obligados a trabajar por el nefasto Barbanegra (un Hugh Jackman plagado de excesos) con el pico en las minas, donde buscan lo que Barbanegra arrebató de las hadas, Peter y Garfio se conocerán, y vivirán aventuras al mejor estilo Indiana Jones. Porque este Peter Pan tiene una historia pequeña, pero mucho despliegue visual. El mágico mundo de Nunca Jamás es, por decirlo de alguna manera, bastante particular, hay una guerra ancestral, personajes nuevos (Tiger Lily, según Rooney Mara), muchos guiños -cocodrilos y sirenas incluidos-, mucho humor y alguna que otra escena que pondrá los pelos de punta a los más pequeños. Los miedos de los chicos están retratados de una manera sutil y hasta con vuelo -precisamente, el temor de Peter a poder o no volar- que el director inglés de Expiación, Orgullo y prejuicio y Anna Karenina presenta con naturalidad. Aunque la versión de Peter Pan (2003) de P.J. Hogan nos siga resultando, por mucho motivos, insuperable -con Jason Isaacs como el padre de Wendy... ¡y Garfio!-, esta película, si funciona entre el público, puede dar pie a nuevas aventuras. Ya se sabe: Hollywood demostró que todo puede adaptarse, no importan los saltos temporales. Si Pan no puede crecer, y en la continuación del libro original vive en el presente, no hay nada que no pueda crearse. Ni creerse.
No queríamos otra historia Peter Pan vuelve, una vez más, sobre los personajes creados por J. M. Barrie para su obra de teatro estrenada en 1904. Numerosas versiones cinematográficas, televisivas y teatrales se han sucedido a lo largo de más de un siglo, siendo por ahora la más famosa la creada por Walt Disney en 1953. Ahora, en esta nueva adaptación, se promete contar la historia jamás contada sobre el famoso personaje. No es una buena noticia, hay que decirlo. Personajes extraordinarios amados por millones de personas son alterados para poder buscar una nueva manera de justificar otra película. Porque Peter Pan nos cuenta la historia previa, la que nunca nos contaron, la que tal vez nunca nos interesó que alguien nos contara. Peter está en un orfanato en Londres, durante la 2da Guerra mundial. Sufre las injusticias del lugar en una mezcla entre Charles Dickens y Matilda. Pero no pasará mucho tiempo hasta que aparezcan los piratas y la Tierra del Nunca jamás. Con algunas variables, como por ejemplo que el todavía joven y simpático Garfio no parece ser un enemigo del protagonista. La idea no resulta y se vuelve tan aburrida como absurda toda la trama. Nada del encanto de los personajes originales aparece, todo es distante, frío y terriblemente barroco. Porque si en algo Joe Wright puso todo, fue en la dirección de arte, el vestuario y los efectos visuales. Mucho, sin duda, pero nada memorable. El director de Orgullo y prejuicio, Expiación, deseo y pecado y Anna Karenina se aferra más a ese aspecto de la película que a cualquier otra cosa. Es así que durante largas secuencias sin ritmo ni sentido, vemos colores de toda clase, suntuosos vestuarios, escenarios descomunales. La estética, extrema, a veces aplastante, recuerda a una versión más lavada e industrial de las películas de Terri Gilliam como Los aventureros del tiempo o su versión de Las aventuras del Barón Munchausen. Otra curiosidad: el que desea que el tiempo no pase no es Peter, no por ahora al menos, sino el villano, el pirata Barbanegra. Es decir que los eventos que llevarán a Peter a convertirse en el personaje que todos conocemos, aun no terminan de desarrollarse, lo mismo para el Capitán Garfio, que no se ha convertido en el malvado enemigo de Peter Pan. La peor amenaza que se cierne en esta película es que están buscando realizar una secuela. Que exista esa segunda o incluso tercera parte, no dependerá de méritos artísticos sino de resultados en taquilla. La suerte de Peter Pan aun no termina de saberse. A juzgar por las serias limitaciones de esta nueva propuesta, esperemos que el camino se termine ya. Ojalá Joe Wright crezca y vuelva a hacer el gran cineasta que supo ser al comienzo de su carrera.
Toda historia tiene un principio Sin dudas Joe Wright es uno de los mejores directores que hemos tenido los últimos años, acreditado por películas como Atonement (Expiación, deseo y pecado), Pride and Prejudice (Orgullo y prejuicio) y Hanna. Pero debemos decir que esta nueva Peter Pan (Pan) no está a la altura de sus anteriores trabajos. No porque no sea entretenida (incluso para un mayorcito lo ha sido), pero al momento de ponernos más críticos, debemos decir que viene floja de guion. Digamos que toda la historia recorre demasiados elementos que resultan un cliché, y que la originalidad se la olvidaron en algún cajón. Por ejemplo en los personajes: Garfio (Garrett Hedlund) nos recuerda a un joven Indiana Jones, Peter Pan (Levi Miller) es Luke (el "elegido" en Star Wars) y Tigrilla (Rooney Mara) nos recuerda mucho a Neytiri en Avatar. Hugh Jackman es el pirata Barbanegra (bueno, el mismo pirata que tantas otras películas nos supieron dar). Todos en función de una profecía que hace tiempo estaban esperando se cumpliera. Otro aspecto negativo, y si tenemos en cuenta el público al cual va dirigido, es el exceso de dramatismo y oscuridad que recorre el film. Pocas veces justificados durante todo el desarrollo. Lo mismo que su soundtrack, que si bien recurre a canciones de Nirvana y los Ramones en algunas secuencias musicales, no tienen demasiado sentido. Mejora notablemente hacia el final con la musicalización de John Powell. Sí hay que destacar los aspectos visuales, tanto por parte de los escenarios como de la buena utilización del 3D (que últimamente viene dado más que como una oportunidad de aumentar ingresos que como aporte artístico). Y las escenas de acción también se llevan los mayores halagos. Por parte de las actuaciones, no mucho que decir: se adaptan bien a sus personajes y siguen el guion que les dieron. Podemos decir que lograron un buen trabajo. Como mencioné al principio, Peter Pan no deja de ser entretenida y banco que intenten buscar historias detrás de lo que es el gran personaje de este niño perdido. Pero en esta oportunidad quedó a mitad del viaje al País de Nunca Jamás.
Las adaptaciones anteriores del inglés Joe Wright siempre fueron buenas ("Pride and prejuidce" y "Atonement", sin duda los puntos más altos), así que este "Peter Pan", era bastante esperado a la luz de que no sólo partía de un director sólido y con experiencia sino que además, instalaba la historia a modo de precuela del famoso personaje. Sin embargo, toda la energía puesta en el proyecto no logró vencer algunas dificultades que se mostraban a priori como obstaculizadoras de la propuesta: a saber, una historia demasiado clásica pero que podría volverse riesgosa al abordar (necesitaba un buen giro para convocar en la actualidad), la incógnita de encontrar un cast que catalice la química en forma eficiente y la decepción que podrían experimentar los seguidores del personaje, a la hora de salir de las primeras proyecciones, si el film no los impactaba. Supongo que no fue una buena idea confiar el guión a Jason Fuchs (quien escribió hace poco el regreso de "Wonder woman"). Si bien se basó en los personajes del legendario J.M.Barrie, esta suerte de propuesta oscila entre seguir los cánones tradicionales del cine de aventura de los años 60' o abrazar los nuevos aires en el cine familiar. Ese navegar en dos propuestas que parecen intervenirse mutuamente, genera una cinta que no termina de convencer. Si vamos a detonar la historia conocida, hay que hacerlo a fondo, con estilo y no oscilar entre tratar de respetar el origen del personaje principal o aggionarlo sin vuelta atrás. La respuesta es "Pan", un relato que no termina por definirse y que nunca logra por hacer sentir al espectador confortable y predispuesto, quizás porque su manera de revisitar un clásico sea dubitativa. La intensidad dramática nunca termina de armarse (quizás por los lineamientos del director) y el conflicto central no logra subir la aguja del amperímetro por mucho tiempo... Levi Miller es el protagonista, un húerfano dejado en la puerta de un orfanato en los años previos a la Segunda Guerra Mundial por su madre, Mary (Amanda Seyfried). Esos años de conflicto marcan al niño, quien hacia la edad de 12, convive junto a otros chicos, en ese lugar, regenteado por religiosas de dudosa reputación. Rápidamente el inquieto protagonista descubrirá que algo sucede por las noches en relación a la desaparición de sus compañeros. Sin anticipar mucho lo que viene, podemos decir que Peter se topará con Barba Negra (Hugh Jackman) y participará de un viaje a la tierra de Nunca Jamás, donde descubrirá las razones que llevan al pirata a buscar un mágico material que las hadas han dejado en las profundidades de las montañas de ese lugar. Dentro de esa travesía, será acompañado por el Capitán Garfio (Garrett Hedlund) y más adelante por Lily (Rooney Mara), una nativa que lidera una tribu guardiana de muchos secretos que Barba Negra anhela descubrir. Digamos que "Peter Pan" ofrece algunas sopresas (la secuencia donde los chicos cantan "Smells like teen spirit" es la más extraña que yo recuerde en este tipo de films), se inspira en lugares ya transitados con héroes al estilo Indiana Jones y ofrece una realización técnica, justa, que no descolla. La banda de sonido es interesante y sí también lo son, las secuencias de acción que proponen los piratas, con especial reconocimiento para la de apertura, en la Londres bombardeada por los aviones nazis, muy simpática. Resumiento, "Peter Pan" no tiene el impacto que esperábamos ni es una película redonda, intensa ni carismática. Sin embargo, posee alguna construcción esquemática que le permite instalar un escenario para jugar sus cartas, sin mucho impacto pero intentando llegar a algún puerto seguro para rebootear, tal vez, con miras a un nuevo inicio. Y podemos decir que si no tienen grandes espectativas, quizás les interese adentrarse en este viaje. En lo personal, creo que es un producto regular, poco inspirado y que está lejos de la última gran versión del personaje que planteó Steven Spielberg en "Hook". Sólo para fans, me atrevería a decir.
El clásico relato de James Barrie vuelve nuevamente a la pantalla grande pero esta vez en clave de precuela para niños y no tan jóvenes-adultos. La aventura y los efectos especiales están a la orden del día. Huele a espíritu adolescente Una de las actuales modas en Hollywood es tomar cuentos clásicos de la literatura infantil y aggionarlos en un tono moderno para las nuevas generaciones. Es decir, tratar de darle una vuelta de tuerca a una historia que ya conocemos todos y agregar esa cuota de acción y fantasía de la que ya venimos acostumbrados desde Harry Potter. Prueba de ello fueron films como Maléfica y Blancanieves y el Cazador; y ahora Peter Pan, que se suma como un nuevo bastión de esta reciente tendencia. La última película de Joe Wright (Orgullo y Prejuicio, Expiación: Deseo y Pecado) nos narra los inicios de Peter Pan (Levi Miller) en Nunca Jamás; tierra perdida y dominada por el pirata Barbanegra (Hugh Jackman), pintoresco corsario y explotador infantil – rara combinación – en busca del elixir más preciado: el polvo de hadas. Un agregado algo lúgubre a la mitología pero que no es nada comparado con los detalles perturbadores que se pueden leer generalmente en la literatura infantil del siglo XIX -y si no me creen, lean la historia original de Caperucita Roja-. Al ser un film live-action (es decir, con seres humanos de carne y hueso) el primer recuerdo que se nos viene a la cabeza es Hook; sin embargo, a diferencia de ese recordado largometraje de Spielberg, Peter Pan nunca se explicita como un producto específicamente pensado para los más chiquitos. Aquí el límite de edad se estira y apela a un espectador más adolescente con un importante bombardeo de acción y efectos especiales. También resulta curiosa la intromisión de covers de bandas como Nirvana y Ramones, incluso alguno de ellos interpretados por el propio Jackman. El camino del héroe La película mantiene un ritmo fluido y entretenido por el mayor parte del metraje salvo por la inclusión de algunas secuencias explicativas e innecesarias donde se intenta no estancar la trama. Paradójicamente lo que ocurre es todo lo contrario y es aquí donde se encuentran los baches más importantes. El guión no aporta demasiada originalidad al imaginario de Barrie, recayendo en la arquetípica historia de la “profecía del elegido” y convirtiendo al conflicto central en otra pelea de Nativos vs Invasores a lo Avatar (o sea Pocahontas, o sea Danza con Lobos). No obstante no son todas pálidas, la dinámica establecida entre Garfío y Peter Pan sumado a la construcción del villano es realmente de lo más divertido del film, ésto claro, apoyado por las buenas interpretaciones de Garret Hedlund (Tron, Inside Llewyn Davis), Levi Miller y Jackman respectivamente. Si bien hay una notable dedicación al diseño de arte, no hay una línea de coherencia en el mismo, nunca se encuentra un estilo definido en una puesta donde se mezcla la estética de principios de siglo XX con la distopia de Mad Max y elementos de la Superman de Richard Donner – se van a dar cuenta cuando lo vean -. El verdadero acierto en este terreno es darle un carácter original e imaginativo a los nativos del Nunca Jamás, de esta manera se esquiva la polémica y la tremendamente racista representación que Disney había incluido en la película animada. Por otro lado, es indudable la belleza de los paisajes creados por la animación computada, acrecentados por un buen uso del 3D. Conclusión Pese a sus desperfectos de diversa índole, Peter Pan puede resultar una buena opción para ir al cine con la familia y dejarse llevar por sus bellas imágenes y entretenida narrativa. Pudo haber sido mejor, pero a veces sólo con eso alcanza.
No hay dudas que Peter Pan, titulada así en Brasil, Chile y Argentina, entre otros, es una película para chicos. Este film es una precuela de la obra homónima del escritor escoses James M. Barrie, que fue escrita en 1904 y llevada al cine muchísimas veces. La más recordada es la versión dirigida por Steven Spielberg, Hook, en 1991. Se estrena en 221 salas en todo el país. En esta ocasión, Joe Wright toma el timón de este barco no volador y confecciona una película íntegramente para los más bajitos. Da la sensación que la fecha de estreno hubiese sido más apropiada en julio pasado, en plena vacaciones de invierno, pero la propuesta es interesante: siempre tiene que haber algo para los niños en cine, no van solo 15 días al año. Protagonizada por Hugh Jackman (X-Men, Australia), Garrett Hedlund (Tron: Legacy), Rooney Mara (La Chica del Dragón Tatuado, Red Social) y el pequeño Levi Miller, Peter Pan cuenta la historia de un huérfano inglés que es raptado por piratas y trasladado al país de Nunca Jamás. Allí, Peter tendrá que luchar junto a Garfio (sí, el que todos conocemos como malo) y Tigrilla contra el malvado pirata Barbanegra, para poder traer la paz de nuevo a Nunca Jamás. Peter Pan (Miller) es un huérfano, abandonado por su madre en un orfanato cuando era bebé, que se vuelve rebelde e imparable. Travesuras constantes es la regla en el compartamiento del joven. Hasta que un día es raptado y llevado a Nunca Jamás. Allí, Peter, junto a otros esclavos, niños en su mayoría, es obligado a trabajar en una mina de polvo de hadas que el capitán Barbanegra (Jackman) regentea. Durante el trabajo, Peter conoce a Garfio (Hedlund), quien se convertirá en su cómplice a la hora de escapar. Juntos, se unirán a la tribu de nativos y Tigrilla (Mara) para poder vencer a Barbanegra y restaurar así la paz en Nunca Jamás. “La historia antes de la leyenda”, ese fue el camino que tomó Joe Wright, el director de Orgullo y Prejuicio (2005) y Expiación (2007). Encaró por el camino que transita Hollywood en los últimos años, escarbar en las historias no contadas de personajes ya conocidos, el famoso año cero de Peter Pan. El resultado es un tanto confuso. Si bien la película no es mala, tampoco llega a ser un gran producto excepto para los niños. Muchas luces, mucho color y todo muy motivador, ideal para el hijo, el primo o el ahijado: ver a chico de su altura y edad poder volar y enfrentar a un gran número de piratas acompañado de hadas mágicas. Entre lo más interesante del film están los momentos de cada uno de los actores: Hugh Jackman es un actor excelente que de vez en cuando elige malos proyectos. En este caso, quiso desafiar al propio destino y se comprometió con este Barbanegra al bordo de la sobreactuación. Se nota, y desde que empezó a filmar la película, que el personaje le encanta y está entusiasmado con el estreno. Las reiteradas publicaciones en Instagram mientras interpretaba al pirata deja en evidencia al actor. Ojo, no es una mala crítica, es respetable y valorable el compromiso de este para el personaje. Rooney Mara no se destaca demasiado más allá de su belleza y ahí no hay con que darle, es preciosa y está correcta. Para la platea masculina, también dará el presente Cara Delevingne, encarnando a las sirenas. Garfio, que aún no es Capitán, interpretado por Garret Hedlund, no llega a darle la potencia que necesita el personaje ni con esa voz tan particular. El casting falla en ese sentido y se lo percibe durante todo el metraje. Sobre el debut del pequeño Miller como protagonista, no está nada mal, y si se lo compara con el Peter Pan de la versión de 2003, film que pasó desapercibido por los cines. Es una excelente interpretación. Un encanto los momentos donde musicalizan la película con temas de Nirvana y The Ramones. Por lo menos una para los más grandes entre tanto CGI mal usado y sobrecarga de color. La película no llega a cumplir las expectativas y no genera un enganche para continuar la saga. Claro está que si es un éxito de taquilla, habrá una segunda parte donde se pueda explorar más la relación entre Garfio y Peter. Sin dudas es un film recomendado para poder disfrutar de la sonrisa de los más chicos, de alimentar sus sueños y generar ese primer acercamiento con los clásicos de la literatura.
Peter Pan nos presenta el origen de la historia del eterno niño que puede volar. Como llego al País de Nunca Jamás, sus primera aventuras junto a Garfio, su relación con Tigrilla, Campanita, los niños huérfanos y su enfrentamiento con el malvado pirata Barbanegra. Joe Wright dirige esta cinta visualmente magnifica cargada de aventuras, magia y color, un relato de corte fantástico que se despega de las anteriores versiones del mito de Peter Pan, con un argumento original y cautivante. Hugh Jackman hace gala de todo su histrionismo para componer un villano de antología, acompañado por un elenco de jóvenes y sólidos actores. Para ver en familia y volver a sentirse niño por un ratito.
Nace una leyenda Peter Pan, la historia de J.M. Barrie, inspiró nuevas vistas sobre el personaje y su entorno, destacándose Hook (1991), de Steven Spielberg, y Finding Neverland, protagonizada por Johnny Depp. Lo realmente novedoso de Pan (dirigida por el inglés Joe Wright, quien adaptó Atonement, de Ian McEwan, para la pantalla) es que imagina la vida del personaje previa a su aventura en Neverland. En esta precuela (en la cual Barrie no tiene absolutamente nada que ver), Pan es abandonado por su madre en un orfanato londinense durante los años ’30, y escapa a la inminente guerra para aparecer en Neverland. El despliegue de imaginación para crear esta tierra de fantasía es, posiblemente, lo más logrado de la película. El escenario es colorido, a gran escala y delirante, como también lo son los personajes. Pan (el australiano Levi Miller) es secuestrado por el pirata cazador de niños Blackbeard (Hugh Jackman), que arriba al film con una versión de “Smells Like Teen Spirit”, de Nirvana, y lo pone, junto a otros chicos, a excavar en busca del polvo de duendes, que permite a los habitantes volar. Con un elenco que completa el explorador James Hook (Garrett Hedlund), una especie de Indiana Jones, aún no convertido en el Capitán de Barrie, y Tiger Lily (Rooney Mara), que lidera a una multirracial tribu, Pan, aún con grietas de guión, es un entretenimiento a gran escala.
Llega a los cines Peter Pan, una particular visión de los personajes creados por J.M. Barrie a cargo del realizador de Orgullo y prejuicio. Hace bastante tiempo, en una tierra no tan lejana, acaso desconocida, un niño se negaba a crecer y lideraba a una banda conformada por niños de su misma edad, muchos de ellos, aborígenes para luchar contra una banda de piratas, que desean acabar con las hadas. La historia de Pan cautivó a numerosas generaciones a través de los tiempos y fue el estudio del gran Walt Disney el que realmente la inmortalizó con una hermosa adaptación animada. Y si bien originalmente se trató de una obra de teatro, que fue llevada al escenario en numerosas oportunidades, nunca tuvo una verdadera transposición cinematográfica hasta 1991, que Steven Spielberg, realizara Hook, que narraba el regreso del protagonista a “Nunca Jamás”, desde una mirada adulta, como una continuación del relato clásico. Hook, más allá de lo que digan sus detractores, es una propuesta original, divertida y que integra todos los conceptos temáticos que el realizador viene trabajando desde sus primeros tiempos: familias divididas, las implicaciones sociales del crecimiento y la madurez, un padre ausente, etc. Años después, el australiano P.J. Hogan –realizador de La boda de mi mejor amigo– dirigió una adaptación más fidedigna a la obra de Barrie que no tuvo la repercusión que merecía, y posteriormente, apareció Descubriendo el País de Nunca Jamás, donde Johnny Depp se puso en la piel del autor para descubrir los orígenes de su creación. Posiblemente, debido al éxito de la saga animada Tinkerbell, Joe Wright agarró por el encargo la historia de Pan y le dio un giro argumental un poco más novedoso, imaginar como el personaje llegó a la Tierra de Nunca Jamás, que conflictos lo llevaron a querer no crecer y enfrentarse con el Capitán Garfio. El guión de Jason Fuchs utiliza como base, la información suministrada en detalles en el cuento de Barrie, lo amplía y magnifica para darle una coherencia narrativa, y posiblemente, comenzar una saga. Esto lo combina con la mitología del nacimiento del héroe, y en ella no puede faltar una princesa, un maestro, un renegado hosco pero de buen corazón y el villano despiadado. Peter es huérfano, su madre la abandonó en un hogar que parece salido de la imaginación de Charles Dickens, pero en el siglo XX. Al tiempo que Londres es bombardeada durante la Segunda Guerra, Peter descubre junto con un amigo, que están desapareciendo niños del orfanato. Pronto, ambos se darán cuenta que la malvada monja -bastante estereotipada- a cargo, se los está dando a un barco pirata que llega volando por los cielos, secuestrando menores y dejando suministros. Peter es llevado hacia la Tierra de Nunca Jamás tras participar de una persecución aérea que remite demasiado al final de La guerra de las galaxias –la original-. En esta tierra anacrónica, un grupo de piratas que parecen salidos de un circo burtoniano –similar al de Batman vuelve pero viven en el cañón de Mad Max: Furia en el camino– utiliza niños para esclavizarlos en las minas –alguien mencionó Indiana Jones y el templo de la perdición– mientras buscan polvo de hadas que permitirá rejuvenecer a su líder, el malvado Barbanegra, interpretado por Hugh Jackman. Peter con la ayuda de James Garfio, un muchacho grande que creció en las minas escapan y se refugian con los aborígenes que, defendiendo a las hadas, le están haciendo la guerra a Barbanegra. La primera parte de la película es bastante divertida y entretenida, aún cuando Wright da rienda suelta a su imaginación y plantea un collage de CGI demasiado pomposo, pretencioso y estético, fiel a lo que hizo en sus obras anteriores. Más que argumentalmente remite bastante a la saga creada por George Lucas, también hay guiños visuales que parecen indicar un simil fanatismo del director con la historia espacial. Así mismo, también aparecen numerosas referencias a films de Spielberg, ya sea Indiana Jones, como incluso una pequeña secuencia fundamental en la historia y características del personaje, filmada igual que Hook. Una especie de homenaje que no sale bien, porque tampoco este eje pierde relevancia en la segunda mitad del film, donde este decae bastante en ritmo y narración. Es muy extraño el villano que interpreta Jackman, en forma bastante sobreactuada. Al principio tiene una carga emotiva que lo lleva a empatizar un poco con el público, pero con la llegada de Tigrilla –Rooney Mara, lejos lo mejor del elenco, junto con el niño Levi Miller- pierde relevancia. Extraño resulta el vestuario de Barbanegra, identificado cual rock star –incluso sus entradas son con canciones a cappella de los años 90- pero se viste como zar ruso que parece salido de la película previa de Wright y guarda –como se puede observar en una escena-tributo a El imperio contraataca– bastantes reminiscencias a Darth Vader. Pan es un híbrido. Por un lado, imaginativa, por otro demasiada influenciada por las obras ya mencionadas de Lucas y Spielberg. Tiene rasgos demasiado infantiles, pero también termina siendo bastante violenta. La primera parte del film es dinámica, la segunda plantea una moraleja ecológica y peor aún resulta densa, extensa y extremadamente emotiva. El trabajo de Jackman no logra destacarse. Es exagerado y grandilocuente. Es similar lo que sucede con Garret Hedlund, al que se lo ve un poco perdido dentro un personaje tan importante como Garfio, en tono amistoso, pero con características de Han Solo. Pan es un pastiche, que debido a sus múltiples pretensiones y referencias, se queda en la superficie de la historia, convirtiendo su narración en convencional, y a la película, en un producto mediocre y demasiado ruidoso.
Más Julio Verne que J. M. Barrie Joe Wright no se anda con chiquitas. Conocido –y reconocido– internacionalmente desde mediados de la década pasada gracias a su adaptación de Orgullo y prejuicio, de Jane Austen, el realizador británico cimentó una carrera basada en el supuesto prestigio legado por traspasar a la pantalla grande a varios pesos pesados de la literatura. Así, entonces, le siguieron Expiación-deseo y pecado (2007), sobre novela de Ian McEwan y –después de probar suerte en arenas más convencionales con El solista (2009) y Hanna (2011)– ni más ni menos que Anna Karenina (2012), opus máximo de León Tolstói. En esa línea se inscribe Peter Pan, universo que si bien fue originalmente concebido por el británico J. M. Barrie para una obra teatral en 1904, alcanzó su apogeo gracias al cine, la televisión y una buena cantidad de libros.Hace ya unos cuantos años que Hollywood puso el ojo en los clásicos infantiles para exprimirlos aún más. Esta nueva ola incluye a Maléfica, La chica de la capa roja, Blancanieves y el cazador, Hansel y Gretel: cazadores de brujas, Cenicienta y ahora, claro está, Peter Pan. El film muestra a Peter (Levi Miller) viviendo en una Londres en ruinas durante la Segunda Guerra Mundial. Hasta allí llegan los piratas al mando de Barbanegra (un Hugh Jackman felizmente exacerbado) dispuestos a reclutar mano de obra esclava para encontrar un polvo de las hadas que alarga la juventud. ¿Acaso no era el pibe quien no envejecía? Sí, pero el film de Wright opera como precuela a lo previamente conocido: Peter es aquí un mortal común y corriente y Hook, también esclavo y posterior aliado en la cruzada libertadora.El paso de los corsés y los amores contrariados, prohibidos y decimonónicos a una épica de aventuras más tradicional y clásica en línea con Indiana Jones no le sienta del todo mal a Wright, quien sin embargo confunde relectura con aggiornamiento. Así, moldea su materia prima sobre la base de buena dosis de modernidad formal pop, los habituales valores de producción inflamados y deliberadamente visibles y sonoros de todo tanque norteamericano y un soundtrack que incluye reversiones colectivas de Nirvana y The Ramones, elevando así la autoconciencia del artificio de Anna Karenina y que en su momento le había valido una comparación –ahora algo más pertinente– con el Moulin Rouge!, de Baz Luhrmann.La segunda mitad del film va un poco más allá de la obsesión por el color y el trabajo sonoro. Ocurre cuando sobre esa superficie sobrevuela un sentido de la aventura que por momentos remite a Julio Verne. Como en Viaje al centro de la Tierra, Wright apuesta a naturalizar la fantasía hasta convertirla en elemento fundamental de la narración, con cocodrilos gigantes, sirenas y unos pajarracos huesudos, todos de notable invención visual y perfectamente integrados a la acción.
Huele a espíritu adolescente Una nueva película sobre el personaje creado por James Matthew Barrie protagonizado por Hugh Jackman, Levi Miller, Rooney Mara, Amanda Seyfried y gran elenco. Un a vez más el mito de Peter Pan, el personaje creado por James Matthew Barrie, es llevado al cine. Esta vez llega bajo la dirección de Joe Wright (Anna Karenina, Hanna) y con un giro en la historia, que funciona como una suerte de precuela, ya que cuenta los inicios del niño volador que no crece, cómo llega al país de Nunca Jamás (Neverland), su enfrentamiento con Barbanegra y el nacimiento del Capitán Garfio (Hook). Peter Pan (Levi Miller) crece huérfano en un orfanato gobernado por una monja estricta y malvada, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, hasta que una noche es succionado desde el techo del edificio por los barcos voladores de Barbanegra para ser llevado a Nunca Jamás. Ahí es cuando se produce el quiebre de la realidad para transformarse en una película de hadas, en una historia mágica, llena de fantasía y personajes pintorescos. Esta vez se trata de cumplir la profecía que dice que el niño tiene que llegar al reino de las hadas para poder vencer al temible pirata, interpretado por el siempre sólido Hugh Jackman, y encontrar a su madre (al espíritu de su madre). Antes deberá pasar como prisionero en esa isla que es como un sueño del que no se puede despertar, pero donde todo es posible. Allí conocerá al que será su amigo inseparable, Garfio (Garrett Hedlund). Una vez más la apuesta de una superproducción son los efectos especiales, como si el cine sólo consistiera en aplicar la tecnología más avanzada para crear mundos imposibles y no en saber cómo contar una historia novedosa. Joe Wright intenta ir más allá al agarrar el mito y desmontarlo para contar todo de nuevo. El problema es que combina sus componentes con una fórmula repetida y el resultado es más de lo mismo. La fantasía y la magia se adueñan por completo de Peter Pan, es cierto. Pero no agrega demasiado ni tiene grandes momentos.
Una historia divertida, llena de criaturas fantásticas, magia y aventura. La película comienza cuando vemos una bella mujer triste que durante una noche fría deja en las puertas de un orfanato en una canasto a un bebe bien abrigado y con una carta conmovedora prometiendo que volverá por él. Luego continua doce años después y nos situamos en Londres durante la Segunda Guerra Mundial, ese niño ya ha crecido y se llama Peter (Levi Miller, "Terra Nova" - TV Series) es inquieto, curioso e inteligente se encuentra bajo el dominio de unas monjas malvadas, quienes hacen trabajar a todos en ese orfanato, los maltratan y les dan poca comida y alguno de ellos desaparecen extrañamente. Peter y su amigo inseparable Nibbs (Lewis MacDougall, "A Monster Calls") descubren una habitación secreta de una maldita monja, la documentación de cada uno de los niños, comida y un tesoro. Son descubiertos y castigados, pero durante la noche Peter en contra de su voluntad es raptado de manera mágica, aparece en las minas de Neverland donde debe trabajar intensamente para encontrar un tesoro muy especial. Y a nadie le interesa que muera o sus manos se lastiman, todos allí sirven al despiadado Barba Negra (Hugh Jackman, compone un villano brillante). Peter encuentra algo exclusivo ante tal hecho, se arma un gran alboroto y termina siendo juzgado donde lo tiran al vacío, es ahí cuando todos lo ven volar. Barba Negra descubre que se está cumpliendo la profecía que dice que un niño nacido del príncipe de hadas y una madre humana matará a Barba Negra y liberará a la isla. A raíz de eso su vida toma un giro, desde un principio es apoyado por su nuevo amigo el Capitán Garfio (Garrett Hedlund, “Troya”, “Cuatro hermanos”) y se suma una guerrera la princesa Tigra Lily (Rooney Mara, “Red social”, “Ella”). Juntos deben vencer varios obstáculos, luchar, discutir y llegar al mundo de las hadas llamado “Nunca Jamás”. Resulta visualmente mágica, llena de fantasías, color y aventuras. Muy buena la reconstrucción de época en Londres durante la Segunda Guerra Mundial. Cuenta con las buenas actuaciones siempre sobresaliente de Jackman, un Capitán Garfio al mejor estilo Indy (Harrison Ford) en “Indiana Jones”, le da un toque especial el personaje de Tigra (Rooney Mara, “Red social”, “Ella”). Se encuentra llena de personajes y criaturas fantásticas, además de una breve aparición de Campanita. La música es estupenda, un buen pasatiempo para consumir un buen balde de pochoclos. Con final abierto parece que la historia continua.
Peter Pan, distinto pero no mejor La película del inglés Joe Wright arranca con la promesa explícita de que no contará "la misma historia que antes". En un sentido literal eso puede ser cierto, ya que estamos ante una precuela sobre el origen de los personajes concebidos por J. M. Barrie, pero en términos artísticos esta Peter Pan no sólo se parece a transposiciones previas de la popular historia, sino que incluso resulta un reciclaje y una acumulación de elementos visuales y narrativos ya probados en películas como Alicia en el País de las Maravillas, de Tim Burton; Avatar, de James Cameron, y hasta de las sagas de Piratas del Caribe e Indiana Jones. Wright, que había dirigido muy logradas historias de época como Orgullo y prejuicio, Expiación, deseo y pecado, y Anna Karenina, parece aquí sepultado por la catarata de personajes, situaciones, conflictos, viajes, peripecias, locaciones, escenografías y, sobre todo, de efectos visuales en 3D (impactantes, sí, pero a la larga agotadores por la falta de sustento dramático). El resultado es una narración desenfrenada hasta lo caótica, ruidosa hasta lo abrumadora, tan gritona que aturde y que confunde el ritmo lógico de todo relato de aventuras con un vértigo que apuesta a un estímulo permanente que impide el disfrute genuino. El prólogo muestra a la madre de Peter dejando al bebe en la puerta de un hogar para huérfanos de Londres. Doce años más tarde, en plena Segunda Guerra Mundial, el protagonista y sus compañeros son víctimas de los abusos de unas monjas tan desalmadas que hasta se quedan con las raciones de comida destinadas a ellos. Para colmo, los niños del lugar empiezan a desaparecer, víctimas de secuestros. Peter (digno trabajo del debutante Levi Miller), su compinche Nibs (Lewis MacDougal) y, sí, su aquí amigo Garfio interpretado por Garrett Hedlund ("los enemigos alguna vez empezaron como amigos", nos advierten en el film) comenzarán luego a vivir todo tipo de desventuras en bosques encantados con pájaros gigantes, cataratas con cocodrilos y la amenaza permanente de un villano estereotipado hasta la médula como el pirata Barbanegra (un desatado Hugh Jackman que parece una parodia del paródico Jack Sparrow de Johnny Depp) y su barco volador. La película juega con permanentes y ridículos anacronismos musicales (cantan, por ejemplo, una versión del tema de Nirvana "Smells Like Teen Spirit" y otra de los Ramones), la estética remite por momentos a las fotos de Sebastiao Salgado en las minas de carbón y en otros toma prestados elementos de Charles Dickens y los hermanos Grimm, pero finalmente todo se reduce a una suerte de búsqueda del tesoro, a la incógnita de si Peter es "el elegido" y a las habituales persecuciones a ritmo de montaña rusa. No puede decirse que este regreso al universo de Peter Pan sea completamente inadecuado, ya que hay un indudable esfuerzo por convertirlo en un espectáculo de alto impacto, pero más allá del despliegue de producción y de un par de buenas secuencias de acción, el resultado del entretenimiento familiar no es demasiado convincente.
Peter antes de ser Peter Pan, y Garfio antes de convertirse en su némesis Joe Wright se mete con esos clásicos que parecen intocables y los reinventa. El director británico antes había filmado Orgullo y prejuicio (Jane Austen), Expiación, deseo y pecado (Ian McEwan) y Anna Karenina (León Tolstoi); ahora pretende contar la historia de Peter Pan antes de ser el que todos conocemos, el niño icónico de la cultura popular que supo apadrinar el escritor escocés James Matthew Barrie. Este personaje versión 2015 interactúa con personajes de ese universo caracterizados y jerarquizados de tal manera que termina destruyendo la cosmovisión Disney. Los efectos visuales y el 3D son un viento de cola para trazar la épica de esta (¿nueva?) aventura. Levi Miller es Peter Pan y tampoco quiere crecer, Hugh Jackman es el impiadoso Barbanegra, Garrett Hedlund es -paradójicamente- su amigo Garfio y Rooney Mara es Tigrilla, la princesa. En una segunda línea completan el reparto Adeel Akhtar, Amanda Seyfried, Nonso Anozie, Kathy Burke y Cara Delevingne. Campanita casi ni aparece. El primer flashback muestra el abandono de un bebé en un orfanato, ahí crece el -hasta entonces ignoto- protagonista de esta historia. Entre castigos y austeridad. Durante la Segunda Guerra Mundial, una de las monjas comete el pecado o la avivada de adueñarse de las provisiones; de carnes hasta golosinas pasando por lo insólito. La curiosidad de Peter le permite descubrir el escondite del motín y es la primera de las aventuras que lo llevarán del hospicio directamente a NuncaJamás. La escenografía y el vestuario están muy bien logrados, acompañan sin altibajos el desarrollo de la historia. Aunque las secuencias de acción se quedan a mitad de camino, contemplando el target son justificadas la ausencia de violencia desmedida o de sangre, pero podrían ser mejor y el relato no teme mostrar cómo mueren niños. Algunas persecuciones parecen una mala parodia de esos videojuegos donde el personaje corre de frente a la pantalla esquivando enemigos de izquierda a derecha y con suerte saltando. NuncaJamás es una cantera de polvo de hadas. El recibimiento a Peter Pan como parte del séquito de jóvenes que trabajan para Barbanegra es acompañado por el canto al unísono de un clásico de Nirvana, también hay uno de los Ramones que los +25 se van a descostillar de risa. Las situaciones hilarantes se contraponen a las condiciones infrahumanas del trabajo, que además de mostrarse como la tiranía misma, al mismo tiempo esconde cierto cinismo con la burocracia extractivista. La profecía indica que un niño salvará de la tiranía pirata a la célebre isla, los pobladores originales que esperan por ese mesías deberán someter a determinadas pruebas al intruso que busca a su madre perdida más que la emancipación. Si vuela, lo confirma. Allí encontramos a la princesa interpretada por Mara, quien se esfuerza desde un principio para que sus apariciones empeoren escena tras escena. Los vericuetos con el linaje de Tigrilla son el pasaje más aburrido, con escenas obvias y un doble del Ravi Shankar (bueno) que no llega a reunir el suficiente temple ni gracia. Los paisajes son asombrosos; justamente el asombro y el drama son los adjetivos principales que describen la filmografía de Wright. El trabajo del guión es bueno, allá tendremos a los popes que intentarán contrastarlo con el libro original o las otras seis versiones del cine, pero las comparaciones están hechas para los titulares. Por decantación, el pirata que encarna Jackman podrá también ser comparado con el Jack Sparrow de Johnny Deep en Piratas del Caribe. Los dos son desafiantes y graciosos a la vez. La caracterización de Barbanegra es llevada al límite y algunos no lo reconocen. Peter Pan es una película entretenida, aunque empiece lenta y tenga obviedades. Las actuaciones, música y guión están bien entrelazados y el producto final es digno de recomendación. Será cuestionada, para la inmensa mayoría no podrá superar a la versión del 2003 pero funciona como precuela de una historia que conocen casi todos. Toma riesgos y resuelve los interrogantes que eso conlleva sin dejar de contar bien una aventura que parecía haber agotado todos los recursos narrativos.
Escuchá el audio (ver link). Los sábados de 16 a 18 hs. por Radio AM750. Con las voces de Fernando Juan Lima y Sergio Napoli. Un espacio dedicado al cine nacional e internacional. Comentarios, entrevistas y mucho más.
Pan, de Joe Wright, experto en adaptaciones es quizás la película más desconcertante del año. “Precuela” de Peter Pan, es decir que los personajes están ahí pero es “otra cosa”, una mirada en última instancia personal sobre cierto mundo. Hay momentos de suntuosidad alocada, como si Baz Luhrmann hubiera tomado más que ajenjo. Hay momentos de una teatralidad evidente e incluso algunos horrores y ambigüedades que no suelen formar parte del actual “cine familiar”, aunque, nobleza obliga, siempre fueron parte de los mejores cuentos de hadas. Ahora bien: todos estos elementos interesantes en ocasiones andan a la deriva, como si el film fuera sólo un catálogo de posibilidades para un relato y no un relato en sí. El tema de la infancia como lugar peligroso queda disuelto en parte por tanta ambición. Pero es un film que apuesta al riesgo, raro en el campo del gran espectáculo.
Fallidas fantasías Hay un momento, en La cumbre escarlata, en el que creemos que ha vuelto lo mejor de Roger Corman, lo mejor de la Hammer y lo mejor de esa respiración cinematográfica que tienen los grandes. Y todo junto. Cuando uno viaja al exterior, por más que hable el idioma del lugar, el esfuerzo de comunicación es mayor. Y es difícil sentirse más a gusto en la lengua que en casa, con la lengua madre en su uso cercano. Ese esfuerzo mayor incluso sucede en lugares en donde se habla castellano, otro castellano. Al volver al nuestro, sentimos la comodidad de lo conocido, la fluidez incomparable. Durante el primer tercio de La cumbre escarlata estamos ante un lenguaje que quienes hemos frecuentado al Corman en colores, la Hammer y el terror gótico -glorioso ciclo de un verano de los noventa en la Lugones, maravillosas copias restauradas de terror italiano en Roma el año pasado- lo sentimos conocido, familiar, bienvenido. Y llevado adelante con un brío y un brillo tan evidentes como inusuales. El placer del género se hace presente de forma indudable, vemos un cine que se mueve con altísima seguridad, con una gracia especial, que deslumbra con su reconstrucción de época, que va -en el segmento de Estados Unidos- mucho más allá del diseño de producción. Mientras la acción se sitúa en Buffalo todo tiene, hace y genera sentido: las ansias de la protagonista por ser escritora, la creación de un país poderoso, el funcionamiento social. Pero cuando la acción se traslada a Cumberland, Inglaterra, Del Toro se queda solo y sólo con el poderío visual -espectacular, por cierto- y la acción se detiene, o al menos se hace pastosa (es notable cómo la película parece cobrar vida brevemente en cada escena que vuelve a Buffalo). Pasan cosas en la acción europea, pero lo que sucede es de una tremenda obviedad, de género y tradición puestos en automático, como el habla de la lengua materna pero limitada al uso burocrático o museístico. No hay más lugar para jugar, para moverse, para sorprender con los personajes. Todo se encamina a una resolución que, a medida que se acerca, nos importa cada vez menos. Y no porque Edith y su pretendiente americano no sean queribles y nobles, sino porque a la resolución obvia se nos lleva de forma desganada, indigna de esos brillantes primeros 40 minutos y de la maestría que ha sabido demostrar Del Toro (las que me más me gustan de su atractiva filmografía son Titanes del Pacífico y Blade II). Las pistas aparecen a lo bestia, de frente, sin juego y sin recovecos -los cilindros, el baúl, el té- y la narración que tan bien puede manejar el director mexicano se debilita, hasta llegar incluso a poner en duda la mismísima decisión de manejarse con fantasmas. Sí, aunque hay una excusa verbalizada dentro del mismo relato -que son una metáfora-, no hacen sentido si se piensan desde el final. Son innecesarios por completo, y su clarividencia vapososa y macabra se vuelve arbitraria y cosmética, con lo cual la película atenta contra su propio sostén. Aunque, bueno, a fin de cuentas, quién nos quita esos primeros 40 minutos en los que creíamos en el milagro de la obra maestra actual con casa embrujada incluída. El conjuro de James Wan, menos sesenta y más setenta, sigue siendo la mejor de terror de casa tomada, por el tenebroso pasado, del cine reciente. Otro estreno de estos días, la muy maltratada Peter Pan de Joe Wright, es también una película fallida, aunque con otra clase de fallas. En lugar de quebrarse en algún momento por no ir hasta el fondo con la recreación de los modos cinematográficos elegidos, Pan es una película de energía intermitente de principio a fin. Parece por momentos perderse en el ridículo -ese traje de pavo real azabache de Hugh Jackman es parte del vaivén- y por otros acierta en su osadía: los cocodrilos, en burbujas flotantes o en el río, marcan momentos de especial belleza. Por otro lado, a diferencia de la gloriosa tradición de casas embrujadas en el cine (no todas son buenas -no son submarinos- pero han sido un escenario con muchos grandes exponentes) la línea Peter Pan no ha generado películas de alto nivel, al menos entre las que conozco. No son especialmente atesorables la Hook de Spielberg ni la animada de Disney, ni Descubriendo el país de Nunca Jamás ni la Peter Pan de PJ Hogan (y ni que hablar de la serie de películas animadas centradas en Tinkerbell). Esta Pan de Wright, extraña precuela con una musicalización al estilo Happy Feet en un segmento y que luego se pierde, tampoco es memorable, aunque es al menos una película estrambótica, un fracaso extravagante, un exponente de cómo todavía puede colarse una narrativa deforme en el mainstream.
La previa de la historia La película de aventuras está inspirada en el relato de James M. Barrie y viene a contarnos una precuela. A diferencia de lo ocurrido en Estados Unidos y Canadá, donde apenas recaudó el 10 por ciento de su inversión en el estreno, en la Argentina Pan: Viaje a Nunca Jamás, se ubicó en el top ten de las películas más vistas del fin de semana, junto con los estrenos Sin escape y En la cuerda floja; Sicario -todavía no ingresada en la cartelera bahiense- y la nacional Baires. Con pie derecho en nuestro país, la película de aventuras inspirada en el relato de James M. Barrie viene a contarnos una precuela en la que se explica cómo huérfano fue a parar al país de otra dimensión y confirma la fragilidad de los vínculos, cuando se encuentra a los futuros enemigos como aliados y hasta amigos. Aquí el villano todavía no es Garfio, sino Barba Negra (Hugh Jackman), un pirata que esclaviza a niños y adultos por igual en las minas de polvo de hadas, en el País de Nunca Jamás. Hasta allí llega Peter (Levi Miller), abandonado por su madre 12 años antes, con una carta donde le promete reunirse "en éste u otro mundo". Ahí, Peter encuentra a Smee (Adeel Akhtar), asistente y capataz de las minas; a Garfio, un prisionero más, a las hadas (Cara Levigne) y a Tigrilla (Garrett Hedlund), la princesa indígena que lo conducirá a la tribu que más tarde lo acompañará en una rebelión contra el opresor, entre otros conocidos personajes. Buena parte de los 150 millones invertidos -se nota-, fueron a parar a la espectacular producción de arte y efectos, para recrear un Nunca Jamás y un desarrollo de situaciones a la altura del más imaginativo. Dentro de ese fascinante envase, el guión se entrama, anda y desanda, pero se encarga de salir adelante para tentar a la dudosa continuidad. ¿Qué podría salir mal? Ya se verá. Por ahora, una inversión difícil de recuperar.
Los cuentos de hadas y misterio han sido desde la antigüedad un nexo entre el mundo infantil y el adulto. Los padres, las hermanas mayores o abuelos los contaban y los niños escuchaban. Según Bruno Bettelheim los cuentos de hadas servían para introducir al niño en un universo encantado, cuya magia permitía dar rienda suelta a la imaginación cada vez que las dificultades de la vida real amenazaban con aplastarlo. El niño vive en un mundo caótico. Pero mientras los adultos han aprendido a integrarlo, el niño se siente abrumado por las contradicciones que se producen en su psiquis. Experimenta la doble sensación de amor y odio, deseos y temores. Así es como el cuento de hadas describe su mundo: los personajes encarnan la maldad más atroz o la bondad extrema. Los animales devoran o ayudan. Todos los personajes son unidimensionales, lo que permite que el niño comprenda con facilidad sus acciones y reacciones. Con respecto a los cuentos tradiciones hay dos vertientes, la que siguen los Hermanos Grimm, agresiva, violenta y apegada a la realidad, y la de Perrault más edulcorada. Pero en su análisis de los cuentos tradicionales sostenía que los cuentos de hadas, en la mayoría de los casos, eran más crueles que la propia realidad. Entre esas dos variantes se encuentra el “Peter Pan” de James Matthew Barrie, escrita y estrenada en el teatro en 1904, y novelizada en 1911. Seguramente haciendo una paráfrasis del cuento de “Pulgarcito” construyó personajes más acordes a las necesidades del niño del siglo XX, a la vez que recuperó el universo infantil de la época victoriana que tan bien había reflejado Dickens en “Oliver Twist” y “David Copperfield”. La nueva versión de “Peter Pan” está realizada por Joe Wright, quien comenzó su carrera con dos excelentes filmes: “Orgullo Prejuicio”(“Pride prejudice”, 2005) y “Expiación, deseo y pecado” (“Atonement”, 2007), queen su momento marcaron una nueva dimensión tanto en términos visuales como narrativos. Luego con “El solista” (2009) cambio su rumbo y su postura fue más formal. Con “Hanna” (2011), concebida también como un cuento de hadas, y “Ana Karenina” (2012) se refugia en la transculturización desde un punto de vista irreverente y el “collage pop”. “Peter Pan” a su vez tuvo varias variantes en el cine a partir de la presentada por Disney en 1953, dirigida por Clyde Geronimi y Wilfred Jackson. En 1960 se presenta “Peter Pan” con actores dirigida por Vincent J. Donehue, en 2003 aparece la realizada por P.J. Kogan (la que mejor refleja el contenido de la novela original), en 2004 se realiza “Finding neverland” dirigida por Marc Foster, y en 2014 se presenta “Peter Pan live” realizada por Rob Ashford y Glenn Weis; también se realizó la miniserie dirigida por Nick Willing: “Neverland” (2011). Sin olvidar la desangelada versión de Steven Spielberg “Hook” (1991). La propuesta de Joe Wright para esta nueva “Peter Pan” toma como base el cuento de James Matthew Barrie, y realiza su propia versión bajo las leyes de una curiosa intertextualidad, manteniendo la crueldad del cuento original a través de los adultos y la fantasía e inocencia mediante los niños. En esta versión Peter Pan es un niño que va en busca de sus orígenes con un colgante, una flauta de Pan. Esos símbolos desde la antigüedad se entregaban a los que por distintos motivos se ausentaban de sus casas y al regresar, por temor a no ser reconocidos, mostraban sus medallones con la inscripción clave. Joe Wright cambia algunos personajes y agrega otros, pero no le da a Peter el carácter maligno que posee en el cuento original. Lo personifica como un niño dulce y solidario, que intenta buscar salidas, no mágicas, para resolver los problemas. Y tras ensayo error logra volar y salvar a los niños perdidos como el otro Peter. El Peter Pan original es un niño semejante a un gnomo, que pelea con los piratas y los aplasta con gran satisfacción. Es simpático, y exige de cuantos le rodean una sumisión absoluta. Sus travesuras le absorben de tal manera que es capaz de arriesgarlo todo (y a todos) poseído por la acción. Para éste niño no existen pasado ni futuro, vive en un constante presente y está cautivo de su propia acción, hasta ser en la práctica un ser extremadamente hiperactivo. Ese Peter Pan poco tiene que ver con el niño simpático, amigable y por momentos abúlico que presenta Wright El acento sobre el desquiciado mundo adulto fue puesto en el nuevo personaje creado, el capitán Barbanegra (Hugh Jackman), que encarna por una especie de transferencia los dos lados negativos de Peter Pan: la maldad y el no querer crecer. En el caso del Barbanegra está reflejado en su obsesión por inhalar polvo de estrellas, que obtenía mediante el trabajo forzado en minas de los niños vendidos por las monjas de un orfelinato de los años ‘40. Barbanegra, posee todas las cualidades de Hook: es un ser humano, vive en el tiempo, recuerda su aristocrática educación, teme al cocodrilo y espera acabar algún día con Peter Pan. En él es posible vislumbrar verdaderos sentimientos (maldad y compasión). Y por eso, también, es un personaje trágico, porque él, que está hecho de tiempo, se ve perdido en la tierra de Nunca-Jamás y como a cualquier mortal a él también le llega su hora. En síntesis esta versión de Joe Wright es muy confusa para los que conocen la trama original, y despareja en el ritmo. Éste parece dividido en dos partes, una primera divertida y entretenida, en la que da rienda suelta a su imaginación al plantear un collage estético muy pretencioso, en tanto que la segunda apunta a una apelación ecológica, visualmente magnifica, y se desbarranca hacia un apresurado final, sostenido a veces por la música (“Smells like teen spirit”, de Nirvana y “Blitzkrierg bop”, de los Ramones), y en otros momentos por una explosión de estética visual punk (vestuario y escenografía), acompañadas por pinceladas semejantes a los paisajes de John Constable, máximo representante de la pintura romántica paisajista inglesa del siglo XIX, cuya técnica consistía en dar más importancia a los colores vivos y muy expresivos, como también los contrastes mediante el claroscuro. Varias escenas poseen guiños a George Lucas, y en especial una escena tributo que alude a “Star wars V - El imperio contraataca” (1980). También Spielberg recibe sus guiños con un capitán Hook (Garret Hedlund) semejante a Indiana Jones en una pequeña escena, fundamental en la historia, pero que pierde relevancia por el fárrago de imágenes. También cuando las naves vuelan trae a la memoria “Las aventuras del varón de Munchausen” (1988) dirigida por Terry Gilliam. Con respecto a las interpretaciones, especialmente de Hugh Jackman no logra alcanzar la altura de un villano y no consigue elaborar un personaje creíble, su creación parte de la exageración para instalarse en la grandilocuencia, hasta alcanzar ribetes de clown. Más o menos algo semejante sucede con Garret Hedlund, que no encontró el tono preciso para dimensionar a Hook. Levi Miller en cambio le da a su Peter el encanto necesario para convertirlo en un niño de carne y hueso que debe luchar contra un mundo adulto que no alcanza a comprender. El “Peter Pan” de Joe Wright es un bello espectáculo visual, pero carente de contenidos apropiados para niños, ya que la confusión es el “leiv motiv” de toda la trama. Cuando se trabaja para el universo infantil lo fundamental es ofrecer contenidos claros y reconocibles. Barrie si bien creó un personaje que no quería crecer, ni enfrentar los traumas de la pubertad, ni tener obligaciones, era coherente, sabía lo que quería. En cambio el Peter de Wright no sólo no sabe lo que quiere, sino que debe ser empujado a completar su destino. La búsqueda de identidad y de las figuras parentales tan propia de la historia de la humanidad (Edipo), en esta versión pierde la potencia y convierte al filme en un pobre cuentito pasatista.
La leyenda del elegido Desde hace un tiempo, un súbito revisionismo parece haberse metido con el corpus de los “cuentos clásicos”, un territorio que va de los “cuentos de hadas” nacidos y transfigurados en el acervo folclórico de varias culturas (materia prima de recopiladores como los hermanos Grimm, y de formalistas rusos) a complejas fantasías “de autor”, como las obras cumbres de L. Frank Baum, Lewis Carroll y James Matthew Barrie. Ese revisionismo se da en el terreno de la cinematografía, quizás porque fue en ese terreno donde Walt Disney cristalizó las versiones de esas historias que se volvieron canónicas para la era de la industrial cultural (y la “mistificación de masas”, diría T.W. Adorno). El adagio antropológico de que “el mito son todas sus versiones” parecería estrellarse contra esas “solidificaciones”, pero bajo esa consigna se legitiman también las relecturas cinematográficas. Sin dejar de nombrar a “Blancanieves y el Cazador” (plagada de referencias cruzadas de cinematografías varias), debemos destacar las precuelas y secuelas que la propia empresa Disney fogoneó de sus propios clásicos, como “Maléfica” (lectura ampliada y revisada de “La Bella Durmiente”) y “Alicia en el País de las Maravillas” (en su regreso adolescente); y ajenos como “Oz: El poderoso” (precuela a “El mago de Oz”). En estas se muestran continuidades y procedencias que amplían esos relatos fijados, y empezamos a ver que muchas cosas no son como creíamos. Huérfano british En cuanto a nuestro buen Peter Pan, tuvo su gran revisión en la llamada “Peter Pan 2000”, de P.J. Hogan, que encaró al hueso de la oscuridad de Barrie (Garfio es el mismo actor que el papá de Wendy, como pedía el autor; el conflicto de la pubertad, cuando la niña es tentada por los piratas). Del otro lado, Steven Spielberg apuntó a la melancolía y la sensación del tiempo perdido en “Hook”. El guión de Jason Fuchs para la nueva “Peter Pan” (“Pan” a secas en el original) es una precuela, aunque quizás no tenga tantas pretensiones reinterpretativas. Pero sí busca ampliar ese universo que se nos aparecía estático, dotarlo de una historia y un devenir, y mostrarnos que todo tiene un origen y que los enemigos alguna vez estuvieron del mismo lado. Lo que le da aire a esta versión es la magnificente puesta visual guiada por la mirada de Joe Wright: sabemos que nadie mejor que él para rodar cintas bien inglesas (pensemos en sus logradas “Orgullo y prejuicio” y “Expiación, deseo y pecado”), y eso explota en el tramo inicial. Se nos cuenta de un pequeño Peter abandonado por su madre en un orfanato de monjas, y lo vemos ya crecido en tiempos de la Segunda Guerra: conocemos ese universo “so british”, que va desde el acervo de los huérfanos de Dickens hasta el clima opresivo que la escuela tiene para Pink en “The Wall”, un mundo de castigos físicos y adultos horripilantes. Alguien podrá vincular la dicotomía entre esto y “lo que viene” con “Las Crónicas de Narnia” (y la caída de la bomba de la Luftwaffe recordará a “El espinazo del Diablo”, si nos ponemos estrictos). Universo visual Pero el pequeño tiene un colgante de una siringa (la “flauta de Pan”, de la que sale el nombre) y una misteriosa carta de su madre que le dice que es especial. Tendrá que probar esto cuando junto a otros niños del orfanato sea capturado por un barco pirata volador (la secuencia aérea es loable) y llevado a Nunca Jamás (Neverland), una isla flotante sobre vastos océanos; un terreno que en su planteo estético nos lleva también a imaginarios conocidos: sus selvas (y sus “antigravedades”) recuerdan a la Pandora de “Avatar” (que alguno podría vincular a la Endor de “El regreso del Jedi”), sus cielos de fantasía a la de “Oz: El poderoso”, y las minas al mundo de “Mad Max”, incluyendo la presencia de música (homenajes a Nirvana y The Ramones) y la megalomanía del jefe. Porque los chicos son capturados por Barbanegra, un pirata que los hace trabajar en canteras de pixum (un cristal de hadas), donde Peter descubre que es parte de una profecía y que su madre era de Nunca Jamás. Para escapar de allí se aliará con una especie de Indiana Jones individualista, James Hook (Garfio), que se supone devendrá en su futuro enemigo. En el pedazo de camino que los une junto con Smee (un cómplice del aventurero), encontrarán a los salvajes y a la temible Tiger Lily (Tigrilla): ya no son indios de las planicies sino una tribu multiracial e indómita. Juntos tendrán que armar un equipo para salvar al País de las Hadas y derrotar definitivamente a Barbanegra. Fetiches De alguna forma, Wright construye como figura fetiche a la versátil Rooney Mara, como la renovada Tiger Lily (que ya no es una indiecita indefensa sino una guerrera exótica, con vestuarios y tocados vistosos y la panza al aire (seguramente unos años atrás el papel hubiese ido para Keira Knightley. El otro personaje paradigmático es el Barbanegra de Hugh Jackman, con todos los atributos “de cuento” que asociaríamos a Garfio. Y por supuesto suma Levi Miller como Peter: sin el niño apropiado, la película no tendría sentido. Garrett Hedlund pilotea convencionalmente su “egoísta devenido héroe”, registro que ya hizo Harrison Ford con Han Solo. Los acompaña en el “rol bufo” Adeel Akhtar, como Sam Smiegel, un futuro señor Smee con onda de judío neoyorquino. Entre algunas apariciones relevantes están Kathy Burke como la detestable Madre Barnabas, la corpulencia de Nonso Anozie (Xaro Xhoan Daxos en “Game of Thrones”) como el pirata Bishop, un poquito de Amanda Seyfried como Mary (mamá de Peter) y la belleza intrigante de Cara Delevingne como las sirenas. El círculo no está cerrado: todavía queda mucho por contar, hasta que los hermanitos Darling entren a la vida de Peter.
Finalmente llegó a los cines la esperada nueva versión de Peter Pan, dirigida por Joe Wright y protagonizada por Levi Miller (Pan), Hugh Jackman (Barba Negra) y Garret Hedlund (Capitán Garfio). Una película llena de aventura y muy disfrutable desde el aspecto visual, pero que se queda a mitad de camino en otros aspectos, sobre todo en lo argumental. El director Joe Wright -acostumbrado a llevar clásicos de la literatura del siglo diecinueve a la pantalla grande (Orgullo y prejuicio, Ana Karenina)- dio vida a este nuevo Peter Pan como si fuera un personaje de Charles Dickens, pero en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. Abandonado por su madre en las puertas de un orfanato, Peter debe crecer en ese lugar horrible dirigido por una monja malvada. Los niños van desapareciendo de a poco, sin tener noticias de cómo ni por qué sucede esto, hasta que una noche y literalmente de la nada llega un barco pirata volador que secuestra a todos los niños y, en el medio de un tiroteo con aviones aliados, desaparecen y son llevados al País de Nunca Jamás. Bien logrado visualmente, pero muy forzado y sin matices. A partir de ese momento, las relaciones con Dickens se van desvaneciendo y asistimos al ascenso de Peter Pan. Pasa de ser un niño abandonado a su suerte en un orfanato a lo que podríamos llamar un superhéroe de la Generación Z (generación de la era digital). Con tantas películas de superhéroes dando vueltas por ahí, creo que Joe Wright no aguantó la tentación de crear el suyo propio. Y ahí es donde falló. Si se hubiera apoyado más en Dickens, quizás le hubiera resultado mejor. Con actuaciones poco memorables y sin una base sólida sobre la que asentarse desde lo argumental, esta versión de Peter Pan, que pretende ser el inicio de una franquicia, tiene como aspecto más sobresaliente el 3D. Y punto. Quizá les alcance...
Peter Pan no es una mala película, pero tampoco es una maravilla, y si bien está pensada para un público joven no tiene ningún atractivo especial como para que ellos la hagan suya (excepto que éste sea el primer film que ven dentro de este género), y mucho menos, esperar con ansias una secuela. La tecnología digital es impecable y sumamente atractiva, pero lamentablemente los personajes y la historia ...
Volvemos una vez más a los remakes de las grandes historias del cine, esta vez, nos toca Peter Pan. Pero ¿qué pasa cuando Hollywood desea exprimir hasta el máximo una idea? Yo me imagino que se juntan en una larga mesa en una oficina y piensan “Sí, hagamos esa, pero desde antes, volvamos a cuando los personajes no eran los personajes, y mostremosle al mundo cómo fue esa transición a su estado final que tanto amamos… ah, y de paso hacemos dinero, mucho dinero”. Pero ¿alguien nos preguntó a nosotros los espectadores si queremos ver eso? Un niño, llamado Peter (Levi Miller), es abandonado en un orfanato de Londres, en los años 30. Doce años más tardes, el niño sigue luchando con la idea de que su madre va a volver a buscarlo, mientras por otro lado intenta averiguar a dónde están yendo muchos de sus compañeros huérfanos, que parecieran desaparecer a la noche. Sus preguntas son respondidas cuando todos son secuestrados por un grupo de piratas en un barco volador, con destino a Nunca Jamás. Una vez allí, se entera de que un pirata está juntando a todos los huérfanos del mundo, para usarlos como esclavos en su mina y conseguir el tan preciado Pixium. Este pirata es Barbanegra (Hugh Jackman). Entre idas y vueltas, Peter se da cuenta de que tiene la habilidad de volar y se escapa de las minas junto a Garfio (Garrett Hedlund), para buscar a su madre en el bosque de los nativos. Una vez allí, conoce a Tiger Lily (Rooney Mara) y descubrirá que tiene que aliarse con los nativos para evitar que Garfio y compañía destruyan el mundo de las hadas. Peter Pan es una película rara que no termina de encajar desde el principio, aunque no sepamos bien qué es lo que está fallando. Empecemos partiendo del punto de que es una película infantil, tiene toques de comedia absurda para los más chicos que en muchos momentos me hicieron acordar a Matilda, con sonidos ridículos, diálogos y personajes ingenuos, etc. Pero lo que más me molestó sobre lo infantil de esta película, es la historia. No hay trasfondos, no hay tramas ocultas, los personajes buenos son buenos, los malos son malos, los objetivos siempre son los mismos. Tal vez Pixar nos ha malacostumbrado a estas películas infantiles con increíbles trasfondos de gran profundidad como Wall-E (la contaminación, el sedentarismo de la humanidad) o Toy Story (la amistad, el abandono, la pérdida). No le pedía tanto a Peter Pan tampoco, pero no llegó ni a esas pobres expectativas. Es demasiado simple para Petar Pan y Nunca Jamás, un mundo que pareciera ser inmenso, con miles de personajes por recorrer. Pero ahondemos más un poco en esta “simpleza de la que hablo”. Tomemos como ejemplo al villano de la película, el Capitán Barbanegra interpretado por Hugh Jackman. Desde que nos presentan al personaje, él tiene un sólo objetivo: Encontrar el pixium que lo mantiene joven. Pero ¿qué más sabemos de él? Nada. Sabemos que secuestra niños para su mina, pero ¿porque quiere ser inmortal? No lo sabemos. ¿Qué es lo que lo lleva a enfrentarse con el mundo de las hadas que tanto odia? Sabemos que pelea con ellas, justamente por el pixium, pero ¿porque destruirlas si son justamente ellas las que general el pixium? ¿No sería mejor mantenerlas atrapadas? De esta forma podríamos repasar a todos los personajes, el arco es tan predecible que no queda lugar para la sorpresa: Barbanegra siempre quiere su juventud, Peter siempre busca a su madre, Garfio siempre busca la libertad. Dirigida por Joe Wright, que hasta antes de esta película sólo había dirigido dramas y casi todos para un público femenino, se ve superado por esta gran producción de $150 millones de dólares. Su principal falla es la historia, transparente, sin altibajos, sin sorpresas, que hace que los personajes luzcan unidimensionales y aburridos, rodeados de colores brillantes y peleas absurdas. Puntaje: 5 – Sin duda, una de las películas que decepcionó esta año, con un director que intentó jugar a lo seguro y perdió.
La colorida adaptación de Wright "Pan" es otra de esas películas desafortunadas que por falta de publicidad, críticas no demasiado positivas o simplemente mala suerte, no ha gozado de buenos resultados de recaudación, lo que hace peligrar la continuidad de la saga. Recordemos que la propuesta se había planteado como una trilogía. La verdad es que si bien no me pareció fabulosa, superó mis expectativas y por momentos me trasladó a ese estado infantil al cual te quiere llevar el film para que lo disfrutes como niño maravillado. En esta ocasión el director Joe Wright ("Orgullo y Prejuicio") nos cuenta una historia poco difundida del origen de Peter Pan. En lugar de centrarse en el clásico relato que tenía como protagonistas a los hermanos Darling y la relación de Wendy con el niño mágico que no quería crecer, la trama se concentra en contarnos cómo Peter, uno de muchos huérfanos que vive en un orfanato y fue abandonado por razones que desconoce, llega a ser el mítico Peter Pan. En el plano de la producción cinematográfica no hay nada de qué quejarse. Es una película colorida, alegre, con buenos efectos audiovisuales que trasladan al espectador a ese maravilloso mundo de fantasía llamado Nunca Jamás. Un golazo para los más chicos. Hay secuencias realmente lindas visualmente, como por ejemplo la de la llegada de los barcos piratas con los nuevos niños a las tierras de Nunca Jamás, las escenas en la laguna de las sirenas con un cameo de la modelo del momento, Cara Delevinge, o la batalla que tiene lugar entre Garfio y el guerrero nativo de la tribu rebelde. Por el lado del casting, me parece que todos en general hacen un muy buen trabajo, desde el novato Levi Miller (Peter Pan) hasta el veterano Hugh Jackman (Barba Negra). Todos están creíbles y aportan algo valioso a la trama del film. En cuanto al guión, creo que si bien presenta algunos problemas que no le permiten enamorar por completo al espectador, arroja un saldo positivo e introduce una nueva parte de la historia que todos desconocíamos. Tenemos personajes nuevos como Tigrilla y el villano Barbanegra que aportan frescura a la propuesta. En conclusión creo que "Pan" es un buen trabajo, que sin encantar o ser una película revoluciona logra su objetivo de entretener y llevar a los espectadores por un ratito a la niñez. Una peli que recomiendo para ver con los más chicos de la familia.
El amigo de Garfio Una nueva versión de la clásica novela infantil llega a la pantalla grande aunque en esta ocasión los productores buscaron situarla en un aspecto que nunca se develó sobre el personaje: su origen. Peter Pan es quizá uno de los personajes literarios que más adaptaciones al cine ha tenido ya sea en la película que cuenta su historia producida por Walt Disney y la versión con actores de 2003 dirigida por P.H. Hogan, sobre su futuro (Hook, de Steven Spielberg) o sobre su creador James M. Barrie (Descubriendo el País de Nunca Jamás con Johnny Depp), pero hasta el momento nadie –salvo el historietista francés Regis Loisel - se había puesto a trabajar sobre su origen. ¿Cómo llegó Peter Pan al país de Nunca Jamás y se convirtió en el niño que no puede crecer? Esta idea fue el disparador para que el guionista Jason Fuchs (La Era de Hielo 4) desarrolle una historia en la que Peter (Levi Miller) es un huérfano de 12 años que espera a que su madre vuelva a buscarlo mientras hace las mil y unas en el convento en el que vive, mientras afuera caen las bombas alemanas en plena Segunda Guerra Mundial. Pero la codiciosa madre superiora de ese establecimiento tiene un convenio secreto con el oscuro pirata Barbanegra (un malísimo Hugh Jackman) por el cual le provee de "trabajadores" gratuitos para sus minas a cambio de oro. Peter logra colarse en el barco volador del pirata y llega a Nunca Jamás donde no tardará en llamar la atención del villano y de un joven aventurero que se encuentra allí trabajando; James Hook, o el futuro Capitán Garfio, interpretado por Garrett Hedlund. De allí en más, el pequeño emprenderá una carrera contra el tiempo para contactar a la tribu de aborígenes liderados por Tigrilla (la bella Rodney Mara) que habitan la selva de esa tierra de fantasía y que se han convertido en la última línea de defensa que evita que el malvado capitán se haga con el control de la isla. Lo mejor que podía pasarle al previsible guión de Fuchs (en el que también metieron mano Greg Berlanti, Sarah Schechter y el nominado al Oscar, Paul Webster) es sin duda la llegada de del director británico Joe Wright (que ya adaptó las novelas Anna Karenina, Deseo y Pecado y Orgullo y Prejuicio) y que se encargó de agregarle a la historia la suficiente acción como para que la atención no decaiga en las dos horas que dura el filme. A medida que la trama se desarrolla comienzan a aparecer los otros personajes clásicos del relato como las sirenas, el cocodrilo, y –por supuesto- el hada Campanita, aquí marginada a un rol muncho menor que en anteriores ocasiones en pos del personaje de Mara. Pero la incógnita con la que juega todo el tiempo el filme –y deja librada a una futura secuela- es cómo llegan Peter y Hook a convertirse en despiadados adversarios. El director también ha tomado la precaución de cuidar que la historia sea apta para todos los públicos y por eso las acciones violentas están enfocadas desde otro ángulo para que no se vea, por ejemplo, las muertes de algunos personajes (que desaparecen en una nube multicolor o están fuera de plano) y otras acciones que podrían herir susceptibilidades. Mención aparte para la versión infantil de "Smells Like Teen Spirit" de Nirvana que los niños mineros cantan para recibir a Barbanegra. El apartado técnico es lo que sin dudas salva al filme de ser una más de aventuras, ya que la recreación de Nunca Jamás –mucho más fantástica inclusive que la de P.H. Hogan- y que corre por cuenta de los directores de fotografía Seamus McGarvey y John Mathieson y a la diseñadora de producción Aline Bonetto, a la diseñadora de vestuario Jacqueline Durran, todos ellos nominados y ganadores del premio Oscar. Las actuaciones tampoco descollan pero tratándose de actores de origen inglés y australiano (salvo Mara), la media se eleva un poco más de lo habitual y permite destacarse a la estrella principal, Hugh Jackman, que se come la pantalla con cada aparición de lo malvado que puede ser. En definitiva, la previsibilidad del guión le quita una buena cantidad de puntos a este Peter Pan, que de todas maneras se convierte en una opción más que adecuada para pasar un buen rato con los chicos descubriendo el origen de uno de los personajes más emblemáticos de la literatura infantil, que además promete una secuela.
A comienzos del siglo XX el escritor escocés J.M. Barrie le dio vida a una de las historias más espectaculares de la literatura infantil. La fantástica leyenda de un niño que se negó a crecer. Desde ese momento Peter Pan cautivó a distintas generaciones y fue pieza clave de muchas adaptaciones tanto en cine como en obras de teatro, musicales y series de televisión. Queda claro que luego de 90 años de adaptaciones, reversiones, precuelas y secuelas, Hollywood continúe atraído en seguir invirtiendo en nuevas versiones para la pantalla grande. Así es como llegamos a este nueva reinterpretación de la historia del niño de Nunca Jamás. "Pan" (2015), el director Joe Wright vuelve a indagar en los clásicos de la literatura. Claro, no es la primera vez que lo hace. Recordemos que ya dirigió "Orgullo y Prejuicio" (2005), "Expiación, Deseo y Pecado" (2007) y "Ana Karenina" (2012). En esta exégesis de Wright nos cuenta el comienzo de esta historia. Nos muestra a un joven Peter Pan (Levi Miller), desde que es un desafortunado huérfano en Inglaterra en plena segunda Guerra Mundial, hasta su llegada al país de Nunca Jamas. En el orfanato, Peter descubre que algunos niños comienzan a desaparecer y que detrás de esto está el malvado pirata Barbanegra (Hugh Jackman) que los obligados a trabajar en minas en busca del polvo de las hadas. Allí Peter conoce a un joven James Hook, (Garrett Hedlund), quien se convertirá en su compañero de aventuras. Luego, en medio de la selva de Nunca Jamás, los dos aventureros se encontrarán con los nativos del lugar, la tribu que protege los secretos de las hadas. Entre ellos Tiger Lily (Rooney Mara), que descubrirá en el joven recién llegado al futuro salvador. Es cierto que Joe Wright se toma algunas licencias - por ejemplo Garfio no es el villano de la película y ni siquiera es un pirata... y sobre el paradero de Campanita, ni noticias- para contar esta historia que sin lugar a dudas tiene su mayor acierto en el descubrimiento del joven actor Levi Miller. En el lado contrario ubicamos a Hugh Jackman, interpretando sin lugar a dudas el peor papel de su carrera. En general la película posee una estética muy colorida cargada de efectos digitales y un inteligente uso del 3D, pero sin sustento narrativo. Ese fascinante trabajo en lo visual no se complementa con la historia que resulta aburrida por momentos. De esta forma, "Pan" se convierte en un típico producto para el consumo familiar que será olvidado muy pronto. No esperen encontrar algo semejante a la magia de "Hook" o al clásico animado de Disney.