Crítica publicada en YouTube.
AJUSTE DE CUENTAS EN UN MUSEO ROJO No es menor destacar que –incluso al ser una evidente precuela, porque el destino de la protagonista es bien conocido- todos los tráilers, especialmente los dos primeros, han sabido maniobrar una puesta de información un tanto ambigua. Por mencionar un caso, el solo especificar el año en el que transcurren los eventos centrales del film podría ser considerado un spoiler y esto es algo que no solo se mantuvo en secreto hasta ahora, sino que se le es declarado manifiestamente a fieles amantes de estas sagas, aunque para quienes no estén al tanto de sus continuidades esto carecerá de relevancia. Black Widow no es una película “de superhéroes”, más bien se suscribe al género –o subgénero, o transparencia- de thriller de espionaje. Claro que no es la primera del Universo Cinemático de Marvel (UCM) en hacerlo y cuenta con un presupuesto que se eleva de los doscientos millones de dólares, cifra que comúnmente se la justifica con destrozos y explosiones de proporciones descomunales. Ante aquello, esta película sabe postular y reconocer su inserción en el mainstream pasados sus primeros veinte minutos de duración, con una escena en la que Natasha Romanoff (en la piel de Scarlett Johansson) recita de memoria los diálogos de un film que está mirando: Moonraker. Es importante recordar, a esta altura del UCM, el plan maligno que atraviesa a la undécima entrega de 007 en cines. Hugo Drax (interpretado por Michael Lonsdale) compone un gas neurotóxico derivado de orquídeas-amapolas de la jungla amazónica con la finalidad de equilibrar la naturaleza humana, matando a quien haya que matar y preservando una raza incorrupta de hombres y mujeres con especímenes físicos perfectos. Por supuesto, esta meta es saboteada por el James Bond de Roger Moore, pero fíjense en las simetrías que hay entre el villano bondiano, el Thanos de Avengers – Infinity War y el hecho de que Romanoff reconozca esta trama al pie de la letra en la comodidad de su dormitorio. En los últimos años esta cualidad se le atribuyó a personajes como Star Lord (mencionando a Footloose) y Peter Parker (con El Imperio contraataca y Aliens – El regreso), pero no terminaban de ser otra cosa más que simpáticas referencias cinéfilas citadas para justificar soluciones de guion imitadoras de aquellas. En Black Widow lo bondiano está siempre latente y no necesariamente para la comodidad de los públicos del espía británico. Olvídense de la secuencia de Busan en Black Panther, en la que se exhibió una versión de James Bond afroamericano y futurista, acá las citas son constantes, no del todo evidentes para el público casual y no solo en “homenaje” al agente secreto creado por Ian Fleming. Sí, el final de la primera secuencia cuenta con un despegue de avioneta bastante inverosímil y resulta imposible no pensar en la escena pre-créditos de GoldenEye, con todas las diferencias del caso. La persecución del tanque en Budapest es un tanto simétrica a la de Pierce Brosnan en San Petersburgo, el deslizamiento por la escalera mecánica de una estación subterránea es brevemente reminiscente a Skyfall, pero todo esto es al servicio de una trama apropiada por mujeres, en la que se reconoce el pasado del género cinematográfico, tomando impulso desde él y de manera ingeniosa. ¿En qué consiste esta trama? Bueno, no diremos muchos o, mejor, no detallaremos mucho. Sin embargo, en todos los tráilers hay una promesa de algo que se viene esperando desde una entrega anterior. En Avengers – Age of Ultron nos dejaban en claro que Natasha fue formada, junto con muchas mujeres, por una institución que perfeccionó sus habilidades de asesina y la esterilizó como al resto de sus integrantes. Esta institución es denominada en los tráilers y el film como la “Habitación Roja”, o “Red Room”. Privándose de hacer el chiste cinéfilo inevitable de referenciar al “Redrum” de El Resplandor, la directora Cate Shortland cumple con lo prometido en la segunda Avengers y convierte a esta habitación en un museo análogo a la petrificación de la mujer y sus destrezas, como también a la trata de personas. Esto sin ser, ni alegorizar específicamente en ese tema. Hablando de museificaciones rojas y el secuestro de adolescentes, este film se relaciona al UCM de manera similar a lo que hace el episodio titulado Museo Rojo con la serie Los expedientes secretos X. Bien saben los seguidores de la serie de los ovnis que hay episodios que se vinculan con el argumento principal de conspiraciones gubernamentales y otros que son autónomos, etiquetados como “Monstruo de la semana”. De manera extremadamente lábil a los primeros se los catalogan como “character driven” (conducidos por los personajes) y a los segundos como “story driven” (conducidos por la historia), cuando en general cada relato tiende a ser un híbrido de ambos, mientras que Museo Rojo fue el primero en ser las dos cosas deliberadamente. Esta película llega –y hubiera llegado también, de haberse estrenado en su fecha original pre-pandémica- en un momento en el que los eventos de su universo compartido están agotados y como nunca. Hay muchas historias y personajes por explotar, perfecto, pero todo lo que tenía por auto cumplirse ya fue elaborado en Avengers – Endgame. De ahí la firmeza de Black Widow por sostenerse y explorarse en un género tan específico. Con todos los elementos que en esta obra se supieron poner en práctica con sutileza, le cuestionaremos un detalle técnico que atenta contra su puesta en escena: su modo de aplicar el flashback. Este es un recurso al que la saga Bond casi siempre le huye como la peste porque es un cocodrilo difícil de domar, sobre todo para argumentos enredados con espías. Alguien que se atrevió a emplearlo y lo hizo a la perfección fue Brian De Palma en Misión: Imposible. Basta con recordar el genio del autor en la escena que Ethan Hunt se reencuentra con Jim Phelps. Phelps le relata unos acontecimientos a Hunt, pero este se imagina todas las acciones opuestas porque sabe que su mentor es un traidor y a lo largo del film hemos descubierto indicios junto al personaje para poner en duda la fidelidad de su colega. A este estreno dirigido por Shortland no le cuestionaremos menudencias superficiales como el uso del CGI en las secuencias explosivas, pero sí que su manera funcional de aplicar el flashback en el tercer acto atenta contra su pacto tácito para y con la confianza de sus públicos. ¿Será Black Widow una de las entregas más amadas por fans del UCM? Si no se saben apreciar esos gestos como los que hemos mencionado, lo dudamos mucho. Es posible que se la tome por una película comprometida en el mal sentido, como la cuota necesaria de una corporación por nunca haberle dado una superproducción propia a su gran emblema femenino y encima después de haber matado al personaje. Y hasta podría ser entendida como un mero menjunje de referencias cinéfilas para entendidos inverosimilistas. Por nuestra parte diremos que estamos ante un relato que, si está comprometido con algo, es con lo histórico del género que aborda. Todo lo demás, sobre todo su justificación de pertenecer a un conjunto de sagas compartidas, es secundario.
Black Widow es la primera película de la Fase 4 del Universo Cinematográfico de Marvel y su trama principal se ubica en la línea temporal entre Capitán América: Civil War y Avengers: Infinity War. Alcanza esta introducción para decir que las película está inmersa en un mundo gigantesco de películas y resultará por momentos incomprensible para los espectadores que no sigan al universo Marvel. No todo el tiempo, porque hay un cierto esfuerzo por darle vida propia a la historia de la película más allá de las conexiones. También hay un acercamiento al universo de James Bond, no solo por las citas explícitas a ese cine, sino también por dedicarle un espacio mayor a las intrigas de espionaje que al mundo puro de los superhéroes. No alcanza para atraer a quienes no les guste el mundo Marvel. Black Widow era un personaje del que algunos dudaban si podía tener su propio film. Todo tiene un tono de ramificación de la línea principal del UCM una duración menor no le habría venido nada mal. Sin embargo, sus ideas son claras. Busca un film de acción con elementos de melodrama familiar y empoderamiento femenino y amor fraternal. Algunas escenas de acción son muy buenas y otras son bastante fallidas. De una gran calidad técnica se pasa de golpe a efectos especiales de segunda línea sin explicación alguna. Nada en la película tiene aire de clásico. Basta ver una persecución en moto para ver la distancia abismal que la separa, por ejemplo, de los films de Misión: Imposible. Un poco de sentido del humor forzado intenta alivianar sin necesidad la intensidad dramática que la historia de los personajes reclama a cada paso. El valor de la película está más en ser parte de algo mayor que en sí misma. Tiene las escenas post créditos que corresponden y todos los guiños necesarios. Scarlett Johansson interpreta una vez más al personaje protagónico y ya se la ve un poco cansada del rol o tal vez sea la película y su desviación de la línea central del inagotable y a la vez cansador universo de films de Marvel.
Película balanceada "Black Widow, 2021 amplía el universo cinematográfico de Marvel con una película que no busca destacar, ni pasar desapercibida." Natasha Romanoff se enfrenta a lo más oscuro de sus cuentas pendientes, cuando surge una peligrosa conspiración que tiene lazos con su pasado. Perseguida por una fuerza que no se detendrá ante nada para derribarla, Natasha debe lidiar con su historia como espía y con las relaciones rotas que dejó a su paso mucho antes de convertirse en parte de los Vengadores. Scarlett Johansson vuelve como Natasha/Black Widow, Florence Pugh interpreta a Yelena, David Harbour interpreta a Alexei/The Red Guardian y Rachel Weisz es Melina. La película es dirigida por Cate Shortland y producida por Kevin Feige. El film continúa con los altos estándares de Marvel, precuela en el universo cinematográfico. Sin embargo, no depende en su totalidad de este universo, logrando conformarse como una película independiente, que mantiene el ritmo y construye su trama sin dificultad. Su narración también logra equilibrar momentos de acción con momentos de drama dejando breves y buenos momentos de comedia ligera, que toman distancian de la comedia ya vista en Marvel, algo que da una bocanada de aire fresco al espectador acostumbrado a las grandes secuencias. Con respecto a las interpretaciones, todas mantienen un gran estándar de calidad. Sin embargo, Florence Pugh se lleva toda la atención, desempeñando un papel secundario que nutre al personaje principal de la película, Scarlett Johansson, haciendo que no todo el peso de la película recaiga en ella y logrando un gran dinamismo en los personajes. Otro punto importante, es el diseño de sonido, que evita que la película caiga en sus partes más lentas. "Si bien Black Widow no es la mejor película de superhéroes, si es una contribución más que digna para el universo cinematográfico de Marvel, con grandes secuencias de acción y un guion simple y balanceado, con las medidas justas de calma y acción."
Natasha Romanoff (Scarlet Johansson) es una espía y asesina de élite, formada por la KGB, al menos en un sector de lo que quedaba de ese servicio secreto de la ex Unión Soviética. Dentro de las veintitrés películas que conforman la Fase 3 del Universo Cinematográfico de Marvel (UCM), a Romannoff le tocó la mejor parte a la hora de dotar al personaje de un perfil y un un arco dramático más desarrollado. Dentro de ese grupo disfuncional llamado The Avengers, creado para defender al planeta Tierra de los peligros de que la acechaban en la galaxia, Natasha es una rareza porque no tiene ninguna clase de poder especial ni artilugio particular, solamente su astucia y algún gadget creado por las industrias Stark. Cuando llegó el momento épico de enfrentar una destrucción monumental provocada por ese villano extraordinario llamado Thanos, a los miembros de los Avengers les tocó ir hasta el límite de sus capacidades y en el camino algunos se sacrificaron, entre ellos como Natasha. Ese momento de Avengers: End Game fue realmente un momento conmovedor de esa película. Cuando terminó esa fase había pendientes algunos films que se suponía que continuaría la historia y la haría avanzar hacia lo que Marvel llama Fase 4 y una de esas era la película de Black Widow. Todos los planes del estudio y claro, del mundo, fueron alterados a mediados de 2019 cuando de alguna forma apareció un virus que detendría el tiempo y provocaría que la vida que vivíamos todos se detuviera con consecuencias todavía imprevisibles. La pandemia, que podría haber sido creada tranquilamente por algún villano de Marvel hizo que el calendario de estrenos cinematográficos y las series de las plataformas tuvieran que esperar un tiempo y alterar su ritmo de salida. Black Widow debió estrenarse a comienzos de 2020 y eso no sucedió lo que produjo que el público de la saga tuviera que esperar a 2021 para ver las series que se habían anunciado y varios meses de este año para ver la película, de ese personaje que tanto habían querido en el marco de la Fase 3 pero que a esta altura de los acontecimientos, ya la mayoría pasó el duelo y no esperan mucho de la película salvo llenar los huecos de la historia que no se habían contado hasta ahora. La decisión de Marvel fue contar una historia individual de Natasha ubicada temporalmente después de los hechos de Civil War momento en el que los Avenger estaban disgregados y enemistados entre sí, además de que algunos de ellos eran perseguidos por las autoridades. La película nos cuenta sobre la familia falsa de Natasha en una secuencia que se ubica entre las mejores cosas que se hayan hecho sobre la saga. En términos del canon del UCM, todo está perfectamente utilizado y los personajes que van apareciendo no sorprenden a los iniciados: Natasha consigue un refugio pero tiene que compartirlo con alguien más, su hermana, Yelene Belova (Florence Plugh) y a partir de ese momento empieza la aventura que va a reunir a la familia falsa, Melina Volstokoff (Rachel Weisz) y Aalexei Schostakoff (David Harbour) conocido en los días de la Guerra Fría como Red Guardian que era la respuesta soviética a Capitán América. Mientras el grupo familiar se reúne para arreglar problemas del pasado y van todos contra el villano que manejaba el programa que entrenó a la protagonista Dreykov (Ray Weistone). El relato es divertido y con grandes escenas de acción, pero no tiene mucho más para decirnos sobre Natasha que no supiéramos con las entregas anteriores. Hay referencias y comentarios adicionales sobre los Avengers, un duelo muy entretenido entre Johansson vs. Plugh y no mucho más.Vamos a extrañar a Scarlet Johansson en el mundo de Marvel pero Florence Plugh parece ser una buena apuesta a futuro de lo que ya se está desarrollando: Fase 4. BLACK WIDOW Black Widow. Estados Unidos, 2021. Dirección: Cate Shortland. Intérpretes: Scarlett Johansson, Florence Pugh, David Harbour, Rachel Weisz, Ray Winstone, O-T Fagbenie, Ever Anderson, Violet McGraw y William Hurt. Guion: Eric Pearson, basado en los personajes de comics de Marvel. Fotografía: Gabriel Beristain. Edición: Leigh Folsom Boyd. Música: Lorne Balfe. Apta para mayores de 13 años. Duración: 133 minutos.
Scarlett Johansson en la primera película en solitario de Viuda Negra Con un retraso considerable, tanto por decisiones ejecutivas de la factoría Marvel como por la pandemia de COVID-19, llega finalmente a los cines Black Widow, la película en solitario de la heroína interpretada por Scarlett Johansson. Si bien el film no logra subsanar del todo las falencias con las que ha contado el personaje en producciones anteriores, ni ellas ni el enorme desafío de ¿presentar? a la agente rusa tras casi dos años del estreno de Avengers: Endgame atentan contra el entretenimiento garantizado que suelen asegurar este tipo de propuestas. Durante toda su participación en el Universo Cinematográfico de Marvel, Natasha Romanoff, alias Black Widow, ha sido víctima tanto del protagonismo absoluto de los superhéroes varones que hicieron al MCEU gran parte de lo que es, como de las decisiones argumentales que han girado alrededor de su personaje. Claro está que el problema no es Scarlett Johansson, una actriz de indiscutible talento que, principalmente luego de este film, consolidará de manera positiva su marca en una franquicia sin precedentes (con todo lo bueno y malo que ello implica). No obstante, el foco de la implacable agente rusa ha sido absorbido, casi de manera absoluta, por lo visual, tanto en secuencias de acción como en constantes poses que hasta son objeto de gags en esta nueva película. Sí. No caben dudas de que la ausencia de una historia en solitario puede obstaculizar la composición de un personaje que ha estado presente en varias de las películas más importantes de Marvel, alrededor de varios protagonistas que fueron introducidos de manera exclusiva. Sin embargo, dicha carencia podría haber sido explotada para que todos los misterios que giran alrededor de esta subestimada heroína provoquen interés en profundizar sobre sus inicios. En cambio, la nueva película de la directora australiana Cate Shortland llega (de manera tardía) por cuestiones de agenda y no por la necesidad de conocer más sobre Romanoff. En razón de los sucesos ocurridos en Avengers: Endgame, donde reservaron toda la majestuosidad para Tony Stark/Iron Man, relegando el “fin” de la vengadora en cuestión a una de las escenas más absurdas de la franquicia, Black Widow nos sitúa luego de que el “Team Cap” decidiera violar los Acuerdos de Sokovia en Captain America: Civil War. Tras dicha decisión, Natasha se convierte en fugitiva y comenzará a involucrarse en cuestiones de su pasado, puntualmente ligadas a sus 13 años de edad (versión del personaje interpretada por Ever Anderson), mientras vivía en la ciudad de Ohio con sus padres Alexei (David Harbour) y Melina (Rachel Weisz), junto a su pequeña hermana Yelena (Violet McGraw). El film comienza presentando a esta atípica familia mediante una gran escena, digna de cualquier thriller de espionaje, para luego -tras unos atractivos créditos iniciales en los que suena el solemne nuevo cover de “Smells Like Teen Spirit” interpretado por Malia J– trasladarnos 21 años después. En ese momento, las hermanas unirán fuerzas para enfrentarse al despreciable General Dreykov (Ray Winstone), jerarca de las Fuerzas Armadas Soviéticas y supervisor de un programa destinado a lavar el cerebro de jóvenes mujeres para convertirlas en asesinas letales. Si bien no faltan los clásicos elementos que han atravesado todas y cada una de las producciones del Universo Marvel, desde espectaculares escenas de acción hasta numerosos gags que suelen funcionar (especialmente en cada participación de David Harbour), Black Widow no ha sido suficiente para redimir al personaje de los casi inexistentes rasgos identitarios que presentó desde su introducción en Iron Man 2. Es decir, ¿cómo puede revertirse en una sola película el desarrollo de un personaje que ha sido esencialmente secundario, que solo ha contado con escenas de acción, planos destinados a resaltar la figura de Scarlett Johansson y un final que, lejos del efecto épico y más allá de sus buenas intenciones, terminó generando risas involuntarias? Si este interrogante en algún momento ha sido tenido en cuenta, podría decirse que ha sido un punto que han buscado resolver (amén de que el fanatismo por sugerentes planos de Johansson continúe vigente, aún con una directora mujer y la mismísima actriz como productora ejecutiva), tanto en la ejecución de la cálida y dinámica relación (adulta) de Natasha y su hermana Yelena (la gran Florence Pugh, en una significante y alentadora adición al MCEU), como en aquellos momentos que buscaron definir a Romanoff como la columna vertebral de Los Vengadores. Si bien estas decisiones han sido favorables a la protagonista, el balance final de la heroína entre sus participaciones y su película propia es, al menos, olvidable. En definitiva, en Black Widow hay entretenimiento, acción al mejor estilo Marvel, personajes entrañables y un decente cierre para La Vengadora rusa. A pesar del retraso cronológico con el que ha contado su producción, al menos consigue despertar el interés y dar inicio en cines a la Fase 4 del MCEU, que continuará con Eternals, de Chloé Zhao, el próximo noviembre. N.B. La película cuenta con una importante escena post-créditos (no en medio de ellos) que dará cuenta de los conflictos venideros en las siguientes producciones.
“Black Widow”. Crítica Llegó la tan esperada película de Marvel Studios y cierra de manera impecable al personaje. La última película de Scarlett Johansson como Black Widow llegó a los cines, abriendo las puertas a Florence Pugh para que empiece su paso en el Universo Cinematográfico de Marvel. Dirigida por Cate Shortland y producida por Kevin Feige. La historia fue creada por Jac Schaeffer, y Ned Benson, mientras que el guion fue escrito por Eric Pearson. El elenco está compuesto por Scarlett Johansson, Florence Pugh, David Harbour, Rachel Weisz, Ray Winstone, William Hurt, O-T Fagbenle, Ever Anderson, Violet McGraw y Olga Kurylenko. Situado tiempo después de los acontecimientos de Capitán América: Civil War y antes de los eventos de Avengers: Infinity War. Natasha Romanoff se encuentra sola, escondida de la ley por violar los acuerdos de Sokovia y obligada a enfrentarse a una peligrosa conspiración vinculada a su pasado. Perseguida por una fuerza que no se detendrá ante nada para derribarla, Romanoff debe lidiar con su historia como espía y las relaciones rotas que dejó su paso mucho antes de convertirse en una Vengadora. Una despedida con estilo A pesar de que el filme redunda un poco en el pasado de Natasha, lo cual es suficiente para dejar bien claro lo que hacia la organización a la cual ella pertenecía, no se habla mucho más. La miembro de Los Vengadores muestra todo su potencial en su película en solitario y revela lo diferente que es al resto en todo sentido. Black Widow, quizás, tendría que haber llegado mucho tiempo antes, incluso después de la primera película de Los Vengadores, pero la línea temporal está bien construida ya que la trama sigue acontecimientos mucho tiempo después de su escape de La Sala Roja. La película le da un buen cierre a Natasha Romanoff y le da la posibilidad de continuar desarrollando el personaje de su hermana, Yelena. No te tropieces Yelena es un personaje el cual aún no se mostró por completo su desarrollo, no como con Natasha a lo largo de toda la saga de Los Vengadores e incluso Capitán América. A pesar de ello, es uno de los mejores en la película y tiene muchísimo potencial para seguir tanto con alguna otra cinta o incluso en una serie. Florence Pugh fue uno de los mejores aciertos para interpretar a Yelena y es un personaje que tiene mucho más para mostrar y seguir sorprendiendo. Luché contra el Capitán América Hay muchos guiños e incluso menciones a casi todos Los Vengadores a lo largo de la cinta, pero no los muestran. El único personaje que tiene una conexión con ellos y hace su aparición es el ex general Thadeus Ross (William Hurt), que persigue a Natasha al igual que a Steve Rogers, ambos fugitivos. Con respecto a las personas que rodean a Natasha o, mejor dicho, su familia disfuncional, sirve como descompresión en ciertas partes de la película. Obviando la excelente actuación de Florence Pugh, no se da muchas vueltas alrededor de la madre de Natasha, Milena (Rachel Weisz), pero su interpretación es bastante buena también, dándole gratos momentos. Quizás no fue lo mejor, y tampoco lo peor, pero Alexei (David Harbour), como El Guardian Rojo, comienza siendo un personaje serio, pero termina siendo el bufón en toda la película. Aunque la idea es dar cierta comicidad, llega a rozar lo ridículo, y lo tira un poco abajo, ya que no se lo toma en serio en ningún momento. La marioneta
La primera superheroína de todas Natasha Romanoff fue una de las pocas cosas buenas de Iron Man 2 (2010), hubo que esperar más de diez años pero finalmente llegamos a su película en solitario. ¿Tarde? Sí. ¿Valió la pena la espera? Lo leeremos… ¿De qué va? Natasha Romanoff, también conocida como Black Widow, se enfrenta a lo más oscuro de sus cuentas pendientes, cuando surge una peligrosa conspiración que tiene lazos con su pasado. Perseguida por una fuerza que no se detendrá ante nada para derribarla, Natasha debe lidiar con su historia como espía y con las relaciones rotas que dejó a su paso mucho antes de convertirse en parte de los Vengadores. Scarlett Johansson vuelve como Natasha/Black Widow, Florence Pugh interpreta a Yelena, David Harbour interpreta a Alexei/The Red Guardian y Rachel Weisz es Melina. La película es dirigida por Cate Shortland y producida por Kevin Feige. ¿Pero Nat no estaba desaparecida después de los eventos de Avengers Endgame? Bueno, si… técnicamente Black Widow se lleva a cabo en tres temporalidades diferentes: en el pasado, a mitades de los 90s, antes de lo sucedido en Infinity War, y una escena post-créditos (¡sí! quédense…) que es prima hermana del momento en que se desarrolla The Falcon and the Winter Soldier. Sin lugar a dudas, el trabajo de Scarlett Johansson es una de las razones por las que esta película existe. Una asesina entrenada que decidió cambiar su destino y convertirse en una heroína rodeada por Dioses, Monstruos y genios. La tridimensionalidad del personaje y la empatía que genera son el nexo perfecto con esa versión al borde de las lágrimas que vimos cinco años después que Thanos chasqueaba los dedos, y termina de cerrar un círculo que nos deja con un buen regusto de boca. Pero también es una historia de origen. Porque como en los comics, Nat no es la única Viuda Negra, existe también Yelena (interpretada acá por Florence Pugh) que viene a convertirse en la nueva iteración necesaria para comenzar cual tabula rasa con la nueva generación de héroes y heroínas de Marvel. La frescura y presencia de Florence es otro de los puntos altos de la historia. La historia repite los tropos del cine de espías, adobados con la dosis de acción y verosímil que sagas como Mission: Impossible han sabido aportar al género en las salas hoy. Hay un villano que vive en las sombras y controla cual marionetas todo a su alrededor, hay un “traidor” que descubre que su lugar en el mundo no sea como se lo imagina, hay un asesino a sueldo implacable, hay vueltas de tuerca, sorpresas y gente volando por los aires. Si sos del equipo que disfruta cada vez que Tom Cruise se pone los anteojos negros de Ethan Hunt… ni lo dudes, Black Widow es tu película. El villano es cuestión es Taskmaster, una máquina de matar que es conocido en los comics por su capacidad de mímica: puede replicar a la perfección cualquier estilo de pelea que ve. Imaginen alguien que pelea como el Captain America, Hawkeye, Natasha, Black Panther y Bucky Barnes al mismo tiempo. ¿Hay sorpresas al respecto? Pues claro, se pueden adivinar si sos habitué del género pero se agradecen. ¿Pero la acción se inicia en los 90s porqué? En su pre-adolescencia Nat fue parte de una misión de infiltración que recuerda mucho a la serie The Americans, y que la obligó a formar parte de una familia durante años, una familia algo disfuncional. Alexei Shostakov / Red Guardian (interpretado por el actor de Hellboy y Stranger Things, David Harbour) era el patriarca, un boludón gigantesco que tuvo éxito en las pruebas del suero del super-soldado (el mismo de Steve Rogers) y que se convirtió en un ícono de Rusia hasta que fue olvidado y tirado en una celda. Melina Vostokoff (interpretada por la siempre efectiva Rachel Weisz) fue una de las primeras Viudas Negras, y oficiaba de madre coraje a través de su inteligencia, sangre fría y falta de cualquier tipo de empatía. El cuarteto se cerraba con Natasha y Yelena como las hijas y hermanas. Estos años terminaron siendo muy importantes para los cuatro, aunque no se hagan cargo y hayan tenido que emigrar a las apuradas a Cuba. Y esa relación filial es una de las bases del relato y uno de sus puntos más fuertes. Black Widow es un Canto de Cisne al personaje, tiene un tono diferente al de las películas del MCU recordando que no estamos frente a personas con poderes (salvo Red Guardian), sino a humanos y humanas con grandes capacidades. El hipervínculo con Captain America: Winter Soldier es muy fuerte, pero agregando mucho mas tecnología, espionaje detrás del muro ruso, y todo lo que respecta a la Sala Roja… ¿y nos enteramos que pasó en Budapest? Bueno, sí. Así que vayan al cine o pongan unos morlacos más en Disney+ para verla esta semana.
La sororidad de las viudas Black Widow (2021) es la primera entrega dentro de la gran saga de Avengers que tiene al personaje de Natasha Romanoff (Scarlett Johansson) como centro de la historia y eje de la acción. Temporalmente el largometraje en cuestión se ubica entre lo acontecido después de Capitán América: Civil War (Captain America: Civil War, 2016) y antes de Avengers: Infinity War (2018). Black Widow apareció públicamente por primera vez en el cómic de Marvel intitulado Tales of Suspense Nº52, publicado en 1964 como creación conjunta de Stan Lee, Don Rico y Don Heck. Además, fue el segundo personaje femenino en adoptar un nombre en clave, no casualmente el tercero, cuya aparición fue en los 90, llamado Yelena Belova (Florence Pugh), también participa en Black Widow como la “hermana” de la Viuda Negra, volviéndose la coprotagonista de la película. El relato comienza con un prólogo ubicado en 1995 con una pequeña pero ya entrenada Natasha Romanoff, en el cual se nos presenta la vida familiar de la misma, con los presuntos progenitores, que son dos espías, Melina (Rachel Weisz) y Alexei (David Harbour). El prólogo finaliza con un conflicto con S.H.I.E.L.D. y la mencionada “familia” que desemboca en un escenario cubano donde los espera su líder, pues como es de costumbre en este tipo de films, el país enemigo de los Estados Unidos da asilo a dichos integrantes de la KGB soviética. A continuación, la acción se sitúa 21 años después con Black Widow tal y como la hemos observado en otras entregas. El conflicto involucra la misión de liberar a un ejército de mujeres que se encuentran sometidas, mediante componentes químicos y tecnológicos, a la voluntad de un cruel líder soviético, Dreykov (Ray Winstone), el villano del relato, quien quiere erradicar el concepto de libre albedrío. Hay que destacar que Black Widow, en comparación con otras películas del género de superhéroes, posee una trama sólida y un buen desarrollo del estatuto de los personajes, con más profundidad psicológica que en otras entregas. Sin embargo, aunque hay una buena conceptualización del villano, su personificación resulta insulsa y endeble. El misterio en torno a su más potente “soldado” enmascarado se mantiene durante todo el relato y es uno de los puntos interesantes del mismo. Aunque podría haberse elaborado mucho más algunas cuestiones, como por ejemplo qué entrañaba ese conflicto de los 90, y visibilizar el entrenamiento y confinamiento de las “mujeres-soldado” en el “Red Room” (Cuarto Rojo), donde incluso se explicita mediante un parlamento que a las mujeres se les extraen sus órganos reproductivos en un proceso de deshumanización. Al respecto, la película tiene el acierto de no explicitar o subrayar su feminist-power a diferencia de otras películas del cine popular hollywoodense. Sin embargo, resulta quizás algo paradojal que se recurra constantemente a la emotividad familiar en una película de acción y aventuras. ¿No será esto sostener el cliché patriarcal de que lo vinculado al universo mujeril es “sensible”? Incluso la cursilería de que el antídoto sea color rojo, quizás como una metáfora de que lo que salva a las mujeres es el amor. Finalmente, el recurso del comic-relief en boca de los personajes de Yelena y Alexei/ Red Guardian rara vez resulta eficaz, porque al parecer ya se le ha hecho costumbre al cine de superhéroes creer que debe incluir humor ya que en algunas oportunidades ha funcionado. Incluso algunos chistes ponen en evidencia la metadiscursividad del género, se enuncia a las heroínas en tapas de revistas en contraposición a las heroínas anónimas. Por otro lado, el largometraje no abusa de los efectos especiales, a excepción de las escenas grandilocuentes en donde, por ejemplo, parece ridículo que un par de lentes no sean destruidos por el fuego. En conclusión, Black Widow es una película que cumple en cuanto a entretenimiento vacuo, pero que sinceramente no trascenderá ni a corto ni a largo plazo en el tiempo, cayendo en el pronto olvido. A ello mismo se debe la inclusión del tema musical Smells Like Teen Spirit (1991), de Nirvana, justo después de los créditos iniciales, cuya letra dice “with the lights out, it’s less dangerous/ here we are now, entertain us”, parafraseando “con las luces apagadas, es menos peligroso/ aquí estamos ahora, entreténgannos”, como si el espectador común en la oscuridad de la sala de cine enunciara que eso es lo que le pide a este tipo de películas, un poco de “cine shampoo”. Por último, como es habitual hay una secuencia extra post-créditos que deja la puerta abierta a la continuidad en pantalla del personaje de Yelena como posible sucesora de la Viuda Negra en el Universo Cinematográfico de Marvel (MCU).
A Natasha Romanoff, a.k.a. Black Widow, la vimos hace más de una década en Iron Man 2 y luego en la trilogía de los Avengers y en un par de entregas del Capitán América. Ahora -a tono con el empoderamiento femenino en el universo superheroico en general y en el de Marvel en particular- tiene su película propia, que Scarlett Johansson aprovecha en todo su esplendor. No es que el guion de Eric Pearson (el mismo de Thor: Ragnarok y la reciente Godzilla vs. Kong) sea revolucionario (de hecho cumple con los inevitables requisitos de explicar el pasado de los personajes y ubicarlos en el contexto del Universo Cinematográfico de Marvel), pero la directora australiana Cate Shortland -Somersault (2004), Lore (2012), Nunca te vayas (2017)- y las protagonistas (Johansson, la ascendente Florence Pugh y, en menor medida, Rachel Weisz) le insuflan nuevos aires y mayor diversidad a un género con demasiada testosterona. Búsquedas de renovación y cambio que seguramente se consolidarán dentro de poco con Eternos, rodada por la ganadora del Oscar Chloé Zhao. El prólogo -ambientado en la Ohio de 1995- es un excelente exponente del thriller de espías (rusos): Natasha (interpretada por Ever Anderson) tiene 13 años y vive con su hermana menor Yelena (Violet McGraw) y su madre Melina (una Rachel Weisz rejuvenecida vía efectos digitales). Cuando el padre Alexei (David Harbour) llega al hogar es tiempo de huir a las apuradas. La escena -narrada con suma tensión y precisión- los encuentra eludiendo la persecución policial y volando a Cuba. Salto temporal de 21 años y, ya en 2016, nos reencontramos con Natasha y Yelena enfrentadas primero (una escena que remite a la serie Killing Eve) y luego unidas para combatir a fuerzas del mal lideradas por el general Dreykov (Ray Winstone). En la relación entre las dos hermanas encarnadas por Johansson y Pugh es donde afloran la compasión y la vulnerabilidad, facetas y matices no demasiado profundizados en el universo Marvel. Hay muy buenas set-pieces y escenas de lucha cuerpo a cuerpo (el influjo del cine asiático de acción es indudable), una subtrama “familiar” que apuesta a lo disfuncional para trabajar elementos cómicos (esencial en ese sentido el papel de bufón de Harbour) y una narración que recorre el mundo (se rodó en locaciones de Noruega, Hungría, Marruecos, además de Reino Unido y los Estados Unidos) alternando secuencias inspiradas y otras que, en cambio, reciclan fórmulas bastante transitadas. No hay escena en medio de los créditos finales, pero sí una cuando el largo rodante termina. Solo diremos que reaparece allí el personaje de Florence Pugh. Marvel sabe que en ella, luego de Lady Macbeth, Midsommar: El terror no espera la noche y Mujercitas, hay una estrella en potencia.
“Dudo de que el dios del espacio tenga que tomar un ibuprofeno después de una pelea”, le dice a Natasha Romanoff, uno de los personajes de Black Widow, la película que por fin se centra en la historia de la heroína que Scarlett Johansson encarna desde su primera aparición en Iron Man 2. Y aunque tenga que tomar analgésicos y no cuente con los superpoderes de sus colegas de Avengers ni con los recursos ilimitados de Tony Stark, puede que la Viuda Negra sea uno de los personajes más intrigantes del universo cinematográfico de Marvel. Una sospecha que por momentos confirma esta película dirigida por la australiana Cate Shortland, la primera realizadora a cargo de un film de la usina de superhéroes en solitario. Un hito que, más allá de la estrategia de promoción, se refleja en el desarrollo de la historia ubicada narrativamente en los años “perdidos” de Romanoff entre Capitán America: Civil War y Avengers: Infinity War. Aquí, el guion a cargo de Eric Pearson (Thor: Ragnarok), utiliza la idea de la historia de origen del héroe, un recurso muchas veces transitado pero que esta vez consigue darle espesura, matices y sentido a su protagonista. Más historia de espías que espectáculo de ciencia ficción, Black Widow comienza con una secuencia que muestra a la adolescente Natasha en un escenario propio de la serie The Americans o la película Espías sin rostro, fingiendo ser una familia tipo del medio oeste norteamericano junto a los adultos Alexei (David Harbour) y Melina (Rachel Weisz) y la pequeña Yelena, la única que no sabe que todo se trata de una ficción creada por la KGB. A partir de allí la trama avanzará un par de décadas para intentar una reunión familiar que resulta conmovedora y al mismo tiempo muy cómica, especialmente gracias a la interpretación de Harbour (Stranger Things), ya un especialista en encarnar a padres adoptivos de mujeres jóvenes extraordinarias. Claro que por todo el oficio de Harbour y Weisz, lo más interesante del film -que falla al crear un frente enemigo de limitado interés- es el vínculo que logran transmitir Johansson y Florence Pugh, la talentosa actriz británica que interpreta a Yelena de adulta. Es que Black Widow no solo salda parte de la deuda que Marvel tenía con el personaje de Johansson y las heroínas femeninas en general, sino que lo hace poniendo el foco en la compleja relación entre esas dos mujeres fuertes e independientes que entienden que su mayor enemigo no es el general Drykov (Ray Winstone) sino los traumas no resueltos de su pasado en común. Ese que intentan resolver entre patadas, cuchillazos y momentos de notable vulnerabilidad.
Dentro del universo cinematográfico de Marvel Black Widow siempre fue un personaje menospreciado que los productores no supieron aprovechar. Recién cuando Warner la pegó con Wonder Woman consideraron la posibilidad de darle una película a la espía rusa donde se pudiera desarrollar más su historia personal. Lamentablemente eso no llegó a suceder porque las reglas de mercadotecnia en este tipo de franquicias pesan más que los riesgos artísticos. Una desventaja que siempre afectó a esta heroína es que las características esenciales de su personalidad y el tono de las historias que brindó en el cómic no son compatibles con la fórmula de cine familiar, para todos los públicos, que ofrecen Marvel y Disney. Para hacerle justicia a Natasha Romanoff era inevitable salir de la zona de confort comercial y jugarse con una propuesta diferente y el tema es que no hay un interés del estudio por seguir ese camino. Por consiguiente, todo lo que puede ofrecer Marvel de la mano de Kevin Feige y Victoria Alonso es una película de relleno insípida y sin corazón, que decepciona por su pereza creativa y falta de inspiración. No ayudó tampoco que el guión quedara a cargo del siempre inepto Eric Pearson (Thor: Ragnarok), quien ni siquiera se tomó el trabajo de por lo menos leer el perfil de Wikipedia del personaje. En más de 50 años de vigencia en la cultura popular, Black Widow jamás protagonizó un argumento tan bobo como el que se presenta en este film y por eso este estreno deja un sabor amargo. La viuda les servía en bandeja la posibilidad de sorprender a los espectadores con algo diferente y fueron a menos con una película que le queda chica a esta heroína. El conflicto central se relaciona con un científico loco que crea mercenarias con una fórmula ridícula en un cuartel flotante. Dejemos de lado lo que hicieron con el villano Taskmaster donde se repiten errores de Iron Man 3 que pensamos que no volveríamos a ver. La dirección de Cate Shortland presenta un film conservador que hace lo imposible por evadir los aspectos más oscuros de la protagonista y su historia de origen. En cada oportunidad que el relato amaga con entrar en alguna cuestión turbia enseguida caen los chistes y diálogos tontos para que esta producción no se desvíe de la fórmula Marvel. Se percibe un conflicto interno permanente en esta cuestión como si la directora hubiera tenido la intención de desarrollar una narrativa más oscura que fue contenida por el estudio. El actor David Harbour a cargo de una versión payasesca de Red Guardian parece haber sido incluido en el proyecto con ese fin. Su función pasa por descomprimir con estupideces el drama y arruinar todas las escenas intimistas de Florence Pugh. Una actriz que cuenta con un papel más destacado que la propia Scarlett Johansson, quien lamentablemente no encontró en esta producción la posibilidad de hacer algo diferente con Black Widow. Cuesta muchísimo comprar a Pugh como mercenaria implacable pero es la única integrante del reparto que no parece anestesiada y ofrece una labor más que respetable. Inclusive en las secuencias de acción llega a humillar al elenco de Los Ángeles de Charlie de Elizabeth Banks. Otra cuestión rara de este film es que parece más interesado en introducir a Florence como la nueva Black Widow que en otorgarle la despedida que se merecía el rol de Johansson. La obra de la cineasta australiana tiene un muy buen primer acto que se apoya en la química entre las dos protagonistas y la intención de explorar el trauma sufrido por sus personajes. Luego el interés se desinfla y la dirección de Shortland queda opacada por la labor de los realizadores de la segunda unidad que toman la posta con secuencias de acción grotescas, pero bien elaboradas, que tal vez esta producción no necesitaba. Motivo por el cual queda la sensación que los mejores momentos de Natasha Romanoff los encontramos en Capitán América: El soldado del invierno que seguía con mayor fidelidad y cariño el espíritu comiquero del personaje. Esta película individual se queda a mitad de camino y no contribuye para nada en enriquecer el arco argumental de la integrante de los Vengadores. En resumen, un espectáculo de relleno estilo Thor 2 y Iron Man 3 que dentro de la saga ofrece una propuesta de visionado opcional entre Capitán América: Guerra Civil y Doctor Strange.
Texto publicado en edición impresa.
Ya todos saben que Black Widow es una precuela, y que es muy probable que Yelena (la ascendente Florence Pugh), la hermana de Natasha (Scarlett Johansson) sea quien tome la posta, así como ya lo tiene el Capitán América y seguramente los habrá de Iron Man y Doctor Strange. El comienzo -y la primera mitad de la película- es prometedor. Estamos en Ohio, en 1985, con Natasha de pelo coloreado jugueteando con su hermana menor, y aparece la figura materna, Melina (Rachel Weisz). Hasta que llega la noche y con ella, la del padre (David Harbour, el sheriff de Stranger Things) y la imperiosa necesidad de huir. Toda esa secuencia hace que uno se frote las manos, y no por el frío. Natasha Romanoff tiene, por fin, su película en solitario. Foto Marvel/Disney ¿Se acuerdan de que Natasha Romanoff era una espía rusa, no? Todo tiene su explicación en Black Widow, pero lo más importante es que se apeló a la emoción y, a que el núcleo familiar es indispensable y se necesita sostener para enfrentar y/o vencer cualquier obstáculo. Las acciones transcurren, luego, por 2016, esto es, años antes de Avengers: Endgame que, para los que la vieron, saben lo que significa. Natasha tiene entre ceja y ceja bien depilada, y siempre maravillosamente maquillada, al malvado Dreykove (Ray Winstone). Fue el impulsor del programa de las Viudas negras del que ella fue víctima. Hay que desmantelar La habitación roja, todo aquello que las convirtió en asesinas, en sumisas ante la opresión. Quien quiera ver una crítica al patriarcado y un empoderamiento femenino, está en todo su derecho. Y quien quiera seguir viendo Black Widow como un filme de acción, y un thriller de espías, que salta de país en país como cualquier película de Bond, de Bourne o de Ethan Hunt (Cruise en Misión: Imposible) sin importarle los géneros, también. Pero no por nada Melina le dice a una Yelena aún niña que ella es “una chica valiente; el dolor te hace fuerte”. Volviendo a lo de entre ceja y ceja, y ya lo hemos dicho, el aroma de la venganza es el que mejor le sienta a los superhéroes del siglo XXI. De eso se alimenta la película, y de confiar en los seres queridos, aquellos que lo acompañaron o criaron. ¿O acaso los Avengers no funcionan como una familia? Como toda película de acción de los ’90 al presente, las llamadas set pieces -escenas de acción que se concatenan con una excusa argumental- tienen acción, ritmo, pero tampoco es que la directora australiana Cate Shortland marque como con una fibra su firma, su estampa. Con todo, lo mejor de Black Widow, y lo que la destaca del resto de los filmes del Universo Cinematográfico de Marvel, sucede en la interacción entre Natasha y Yelena, entre Johansson y Pugh, y si están Harbour y Weisz en el encuadre, mejor. No es Black Widow una catarata de acción como las de Avengers. El tempo aquí es otro, puede gustar o no. Hay claramente una profundización del personaje de Natasha, no como superheroína, sino como ser humano común y corriente. Natasha tiene emociones (y no es que no las haya mostrado en las películas corales en las que estuvo, pero eran en cuentagotas). El apego a la familia, y las decisiones que luego tomará en la mencionada Endgame tiene su punto de inflexión en Black Widow. Lo cual no quiere decir que sea necesario haber visto sus participaciones en las cuatro películas de Avengers o en las dos del Capitán América, o en Iron Man 2 donde apareció. No. Black Widow es su aventura personal, y se entiende por sí sola, aunque siempre ofrezca guiños a los fans, como ése del final de los créditos.
Debe ser una mezcla entre el retraso por pandemia y la focalización de las series en Disney+, que la consecuencia del estreno de Black Widow es que me la olvidé ni bien salí del cine. Pese al amor que le tengo a Scarlett. Tal vez se debe también a que la película -número 24- de Marvel no posee sorpresa alguna y eso era algo que ya sabíamos. O sea, un film de origen de la Viuda Negra era una cuenta a saldar por parte del Estudio, pero se pierde noción de ello en el camino. Arranca muy bien y se mantiene así todo el primer acto. Pero luego es imposible no pensar “es una más” u “otra vez lo mismo”. La fórmula (muy exitosa) Marvel vuelve a repetirse: intercalar secuencias de acción con alivios cómicos y un leve drama que es desechado al segundo. No ayuda para nada saber que no hay peligro alguno para las dos protagonistas ya que una se encuentra muerta en la actualidad y la otra se anunció que seguirá en el universo. Situar los hechos del film entre Capitán América Civil War (2016) y Avengers Infinity War (2018) es entendible desde lo narrativo pero un desperdicio desde lo original y emocional. ¿Por qué no situarla previa a Ironman 2 (2010) y/o a los hechos ocurridos en Budapest? Y hablando de la Capital de Hungría, es increíble que luego de haber estado machacando por varias películas con ese recurso (y esa intriga) no nos muestren lo sucedido ahí ¡sino que eligieron contarlo! El trabajo de la directora Cate Shortland es del manual de Marvel/Disney y por lo tanto es correcto, pero desalmado e impersonal. ¿Realmente la realizadora de Somersault (2004) está detrás de este film? ¿Pasará lo mismo cuando veamos Eternals a cargo de la ganadora del Oscar Chloé Zhao? Imposible no recordar las palabras de Lucrecia Martel… Pero bueno, ese es otro debate. La acción y los VFX están a la orden, pero sin ninguna escena en particular que trascienda en el subgénero de superhéroes o siquiera en la Compañía. Lo mejor -y motivo exclusivo por el cual se mantiene el film- es Scarlett Johanson, quien puedo darle algo más a su Natasha y tener una especie de cierre. Aunque merecía más. Por su parte, Florence Pugh está muy bien y se esperará con ganas más de su Yelena. En cambio, David Harbour y Rachel Weisz no dicen nada. ¿El villano? Ray Winstone interpreta a alguien a imagen y semejanza de Harvey Weinstein y es muy malo porque tiene que serlo. En definitiva, Black Widow es una película vacía, que llega tarde y que elige una historia para contar que no interesa demasiado. Pero bueno, es Marvel y con eso tal vez, alcanza.
Scarlett Johansson y Florence Pugh enfrentan al patriarcado En diálogo con temas actuales y asuntos de género, la nueva película de Marvel es una metáfora de la mujer escapando/enfrentando/cambiando al sistema opresivo y normativo patriarcal. En una de las primeras escenas de Black Widow (2021) conoceremos a unas jóvenes Natasha y Yelena, protagonistas del relato, transitando un apacible verano en Ohio, Estados Unidos, en 1985. Junto a sus tutores (David Harbour/Rachel Weisz) conforman un círculo pequeño de apoyo, pero que rápidamente es destruido al tener que abandonar el lugar y regresar a su verdadero hábitat, en donde el núcleo será disuelto. Cate Shoreland (Lore) decide con esta intro humanizar a sus personajes centrales, convirtiendo a la película en una de las primeras en donde la familia es esencial para superar cualquier obstáculo presentado, aun cuando luego el relato decida desplegar un arsenal narrativo que no impugna lo presentado, al contrario, potencia sus ideas, ofreciendo pirotecnia audiovisual al servicio de la historia. También en un momento de esa primera escena, y ante un accidente, Melina (Weisz) le dice a Yelena joven, “eres una muchacha valiente, el dolor te hace fuerte”, algo así como la reinvención de ese dogma absurdo de “los muchachos no lloran”, subrayando, una vez más, aquello que luego devendrá con las protagonistas ya adultas, mujeres “fuertes” que arrasarán con los hombres. El nudo de la película es “La habitación roja”, una organización que mantiene, cual secta, a miles de jóvenes mujeres en todo el mundo, “hipnotizadas”, entrenándolas bajo una estricta rutina, transformándoles en viudas negras, asesinas de sangre fría, que hacen TODO lo que se les solicita en pos del beneficio de su líder, el siniestro Dreykove (Ray Winstone). Pero cuando Yelena (Florence Pugh) es liberada del “hechizo” que la mantenía cumpliendo órdenes, y descubre una poción que podría liberar a todas las viudas negras del mundo, y salir de ese régimen autoritario que las mantiene anestesiadas, sumisas, y dedicadas únicamente al perfeccionamiento de sus habilidades mortales, la aventura que la pantalla ofrece, tendrá un plus adicional, el de permitirse transgredir, de alguna manera, las leyes del género “películas de superhéroes” para adentrarse en una discusión políticamente correcta sobre el rol de la mujer en la sociedad, dentro y fuera de la pantalla. Ese espacio conocido como habitación roja, bien podría ser visto, y no metafóricamente, como la opresión masculina durante años, y en donde mujeres como Natasha (Johansson) o Yelena, ya no quieren habitar, deseando continuar con sus vidas y sueños, pero desde un lugar que respete sus vidas y sus intereses. “Esa tiene fuego en su interior” dice uno de los soldados que recibe a Natasha en su vuelta a la habitación roja, ese fuego es la pasión de la que Johansson se agarra para llevar adelante la tarea de esta primera película en solitario del personaje, una de espías y fugitivos, internacional, en donde salir de la “secta” es el impulso principal para sus acciones, pero también el evadir a Thunderbolt Ross (William Hurt), su eterno perseguidor, al igual que tratar de comprender, qué ha pasado con la disolución de los Avengers y cuál podría ser su rol en un nuevo intento de aunarlos. La pirotecnia visual, acompañada de humor, y reflexiones que tienen que ver, por ejemplo, con las poses que Natasha asume en cada lucha y contienda, convierten a Black Widow en la película más feminista del MCU, y aun en sus trazos gruesos, estereotipos, y frases de manual (“antes no tenía control sobre mi vida y ahora sí”), el espectáculo permite una reflexión en los espectadores, los que, ante tanto panfleto y oportunismo, recibirán esta película como una lograda aceptación de la industria del cine de girar el volante que la guía, al menos, hacia otro lugar, apoyándose, además, en potentes interpretaciones, como la de la joven Pugh en el papel de Yelena.
Sin dudas, una de las películas más esperadas del año, sobre todo después de la ausencia de estrenos de la factoría Marvel debido a la Pandemia Mundial de público conocimiento. "Black Widow" es una película de acción que me gustó pero no me deslumbró. La directora australiana Cate Shortland ofrece un buen trabajo al brindar persecuciones en autos y motos en distintas locaciones como Noruega, Marruecos, Estados Unidos y Reino Unido y peleas cuerpo a cuerpo, contando con un elenco muy sólido. Situada cronológicamente después de "Civil War",pero antes de "Avengers: Infinity War" y "Endgame" tiene su inicio en 1995 en Ohio, con una breve muestra de la infancia de Natasha Romanoff (primero Ever Anderson, luego Scarlett Johansson) su familia rusa de espías y su relación con la Habitación Roja, la sala que Natasha creía desaparecida y donde el villano Dreykov (Ray Winston) prepara jóvenes para ser asesinas de elite, con métodos non-sanctos. Aquí es donde se devela parte de ese pasado y las consecuencias que su adoctrinamiento dejó en la heroína que da título al film. 21 años más tarde Natasha está en Europa de Este, huyendo y evitando ser arrestada por violar los "acuerdos de Sokovia". La famosa sala donde ella fue entrenada para ser una súper espía es también conocida como "Programa Viuda Negra" y el nudo central es desintegrar el grupo comandado por Dreykov y así salvar a las inocentes mujeres. Para esto necesita la ayuda de su familia, no la de los "Avengers", sino la que conforman Yelena Belova (primero Violet McGraw y luego Florence Pugh) su hermana menor, su madre Melina Vostokoff (Rachel Weisz) y su padre, Alexei Shostakov, "Guardián Rojo" (el carismático David Harbour) quien ofrece pasajes de humor que a veces son un acierto y en otros momentos, restan... Es todo lo que voy a contar para no spoilear absolutamente nada y que puedan disfrutar la película en la sala más grande a la que tengan acceso. Scarlet Johansson brinda calidad pero la gran sorpresa es Florence Pugh al ofrecer un trabajo impecable, tanto en su rol de antagonista, como también como compañera de aventuras de "Viuda Negra". Como Marvel nos tiene acostumbrados, hay una escena post-crédito que abre un nuevo capítulo.
Llegó el turno de ella. Después de tanta espera se inaugura la Fase 4 de Mundo cinematográfico de Marvel con "BLACK WIDOW" (Viuda Negra), la película propia sobre la talentosa espía y asesina rusa: Natasha Romanoff. Con la dirección de Cate Shortland, el filme explora algunos momentos de la infancia de Natasha para luego adentrarse de lleno en la acción y seguir a la heroína en sus aventuras para salvar al mundo. La protagonista debe lidiar con su historia como espía y con las relaciones rotas que dejó a su paso mucho antes de convertirse en parte de los Vengadores. Esta no es una película sobre sus orígenes, ya que tras una breve introducción a su vida (que sirve para conocer a los nuevos personajes), toma otro rumbo para centrarse en lo sucedido con Black Widow entre los hechos de “Capitán América: Civil War” y “Avengers: Infinity War” . El filme combina el estilo de las entregas de "James Bond" o "Misión Imposible" con los 'fuegos artificiales' de Marvel. En la historia conviven los momentos llenos de acción (hay peleas un poco más duras a las que estábamos acostumbrados) con otros de introspección y reflexión. Los personajes se sienten reales, vulnerables, humanos y conectamos con sus deseos y faltas. Hay un claro diálogo con temas actuales y asuntos de género. Es la película más feminista de Marvel hasta ahora y lo vemos claramente en la conformación del elenco, la dirección y el guion. El casting de la película es muy acertado. Scarlett Johansson vuelve a brillar en un personaje bien conocido por ella y despliega su talento en pantalla y por fuera de ella, ya que debuta como productora ejecutiva. David Harbour (Stranger Things, Hellboy) y Rachel Weisz (La Favorita, Un Océano Entre Nosotros) son dos de las tres grandes incorporaciones al universo. Ambos logran una muy linda dinámica y nos regalan momentos de tensión y risas. Florence Pugh (Midsommar, Mujercitas) completa el cuarteto principal como Yelena, compartiendo el protagonismo casi cabeza a cabeza con Scarlett (Raro considerando que es LA película de Black Widow). Su personaje llegó para quedarse, tiene un gran peso en la trama y llena la cinta de frescura con sus intervenciones. Gran adición para el MCU. Cate Shortland nos regala un largometraje con personalidad propia que se diferencia un poco del resto de las películas de Los Vengadores. No pierde su sello personal y logra un equilibrio justo entre lo cómico y lo emocional. Como punto a criticar (y pensando en esta aparente renovación del universo), me hubiera gustado que se permitan experimentar un poco más como lo están haciendo las nuevas series de Disney + y que no se ahonde en temas comunes tan tratados en el género como por ejemplo: "la amenaza Soviética". A su vez, al poner el foco sobre Black Widow y su 'team', el villano no tiene un peso fuerte y con pocos minutos en pantalla no se siente tan amenazante. "BLACK WIDOW" nos abre las puertas de esta nueva fase y nos llena algunos vacíos en la línea temporal del MCU. Una linda cuota de acción y aventuras que pesa tanto por su elenco como por su mensaje. Como toda peli de Marvel, tiene su escena postcréditos, así que a no irse rápido del cine y a disfrutar hasta el último segundo. Por Matías Villanueva
Marvel viene pisando fuerte tanto por sus series en la plataforma Disney+ como en la pantalla grande a pesar de la pandemia. En este caso nos sorprende con “Black Widow”, una de las historias más esperadas por todo aquel que sigue este gran universo y se preguntaba cuál es la historia de Natasha. Quien está a cargo de la dirección en esta oportunidad es Cate Shortland, directora que se desempeñó tanto en películas como en mini-series y, quién dice, quizás podamos volver a verla involucrada en Marvel. La película nos mete de lleno en la vida de Natasha Romanoff (Scarlett Johansson), en cómo llegó a convertirse en espía rusa entrenada por la KGB y alejarse de ello. Se da a conocer su pasado, su familia y esa conexión especial que tiene con sus pares, Los Vengadores. Pero como en toda vida de superhéroes y superheroínas, nunca se puede estar en paz y ocurre una situación que la obliga a ponerse nuevamente en pie de guerra. Esto lleva a que se vea involucrada su familia y a que refloten varios temas que creían olvidados y solucionados. Las integraciones al UCM de Florence Pugh, David Harbour (ambos ganan al público con su humor) y Rachel Weisz (a quien nos faltaba verla en un papel como éste) fueron más que acertadas. Cada uno le aporta al personaje una identidad única que se destaca por no ser ni exagerada ni obvia. Por su parte, y como era de esperarse, Scarlett Johansson vuelve a deslumbrar con este personaje en el que que se la ve siempre tan intrigante y guerrera. Y continúa siendo fiel a esas características. Los efectos visuales sorprenden cada vez más – incluso son tan buenos que hasta se destacan en escenas que ni eran necesarias pero se nota mucho el buen trabajo realizado por los responsables del área. Además acertaron con el soundtrack y no se olvidaron de hacernos saltar del asiento. Sin dudas este film entretiene al espectador desde el principio hasta el final, incluso en los más pequeños detalles. Debo reconocer que a la mitad de la película disminuyó un poco el enfoque de la historia y algunos temas pasaron a tratarse a la ligera, sin darle tanta connotación ni importancia – decisión que llevó a que se perdiera una parte muy interesante para explorar a nivel argumento. Definitivamente, “Black Widow” es una gran película para volver a pisar los cines. Además, Marvel nos está sorprendiendo cada vez más con sus spin-off y éste no se queda atrás.
La viuda más deseada. Junto a Hawkeye, Black Widow fue blanco de memes por el solo hecho de no tener su propia película. Sin embargo, los amagues de su cinta en solitario siempre fueron constantes. Quizás por las dudas que se tuvieron -o por el hecho que sabemos sobre su destino en Endgame– que la película por un lado me hizo sentir que llegó demasiado tarde a los cines. De haberse estrenado luego de Civil War, la historia hubiese sido diferente y tal vez hubiese hecho una diferencia en aquel entonces. De todos modos, con el filme en curso lejos de juzgarla traté de disfrutarla como un filme independiente lejos de la cohesión con el UCM. ¿Qué obtuvimos? Un filme de espías, que remite al 007 y Misión: Imposible mezclado con los superhéroes. No es una mala mezcla, pero a veces hay ingredientes que pueden estropear el filme. En este caso es la comedia –respeto que es el sello de Marvel para decir “hey chicos, es un filme Marvel”– pero también deberían saber cuándo usar los chistes porque arruinan bastante las escenas. Por otro lado, debo decir que tanto David Harbour como Florence Pugh prometen más y espero verlos en futuras entregas, sobre todo Pugh que fue la mayor sorpresa de la propuesta y se me hizo que la introducción de Scarlett Johansson fue más una estrategia de marketing para incorporar al personaje nuevo que otra cosa. Y hablando de Scarlett no es nada que no hayamos visto antes de Black Widow, su personaje está bien en solitario, aunque sabemos su destino, no lo sentí como la despedida que se merecía. En definitiva, Black Widow es un filme que se pidió más por la actriz antes que por su personaje. Lo siento Marvel, en esta no me sorprendiste.
Concibiendo mi historia. Una niña con cabellos de color furioso juega con su hermanita en el patio de su casa. Complicidad, diversión, uno que otro golpecito en la rodilla. La mamá las interrumpe, hay que ir a cenar… ¿y si esta situación cotidiana, de una familia “común”, fuera parte de un sofisticado experimento soviético? Bueno, así comienza Viuda Negra, la película de MCU que indaga los orígenes de nuestra vengadora favorita, Natasha Romanoff (Scarlett Johansson). Una cinta en solitario que indaga sobre el pasado de uno de los personajes más activos y atractivos del universo superheroico marvelita. Su temperamento férreo, además de por su genética, fue también formateado por una escuela de espías rusa, donde se manifiestan resabios de la Guerra Fría, con un líder de temer: el general Dreykov. Quien en su tremenda ambición ya no se contenta con armas nucleares, sino con manipular la mente de jóvenes desprotegidas, invisibles ante un mundo hostil. Y así nos enteramos de la única familia, ficticia y disfuncional, de Natasha (pero familia al fin), compuesta por su madre Melina (Rachel Weisz); una científica prodigio también manipulada por el ruso mayor; Alexei (David Harbour), un super soldado en su momento carne y uña con Dreykov; y Yelena (Florence Pugh), la hermana menor, que también es victima de esta organización malvada que trasciende el suelo soviético. Veinte años después la vida (y sus orígenes en común) los volverá a unir para desenmascarar a este supervillano poderoso que teje los males del mundo desde una consola, a su vez que forma ejércitos de viudas negras a fuerza de resetearles el cerebro. Una dinámica familiar cómica y emocional a la vez, que pone en relieve las buenas actuaciones del tremendo elenco. Todos están en su dosis justa, destacando a nuestras chicas que le aportan una mirada fresca a este universo cargado de testosterona. Una película de espionaje, también con escenas de peleas muy bien coreografiadas, y por supuesto que no falta la acción nivel fantasía que muy bien caracteriza a este género, porque convengamos que más allá de su flanco emocional, nuestros personajes no son convencionales: son súper humanos, superhéroes; y en su universo está permitido el exceso. Natalia y Yelena, juntas son dinamita (literalmente), y no solo esclarecen sus orígenes y crean su propia historia como pueden. También ayudan a liberar, a reconstruir la identidad de sus pares. Chicas raptadas, invisibilizadas, utilizadas como armas con fines bélicos; y sino cumplen con las expectativas, desechadas. Black Widow, sin dudas es la historia que Natasha Romanoff se merecía. Una hermosa carta de amor de despedida.
MARVEL ESTÁNDAR El regreso del universo Marvel a las salas de cine luego de todas las postergaciones por la pandemia es con una película a la que, injustamente y por contexto, se le depositan demasiadas expectativas. Black Widow fue pensada, en su momento, con una película de transición entre la Fase 3 y la Fase 4, con el componente emotivo para los fans de despedir finalmente a uno de sus personajes históricos: la Black Widow (¿ex Viuda Negra?) de Scarlett Johansson. Pero quiso el destino que el coronavirus azote al mundo, los cines se cierren, la producción cinematográfica a nivel global se demore y el calendario diseñado de manera muy ajustada por la gente se Marvel se desplome como un castillo de naipes. Así las cosas, Black Widow representará para muchas personas en el mundo entero el regreso a las salas de cine, a reencontrarse con la sala oscura y el evento compartido de disfrutar de una historia proyectada en una pantalla grandota. Eso significa, claro, que hay una expectativa un poco desmedida por disfrutar de un espectáculo enorme, hiperbólico, gigantesco, como el cine sabe darnos y la comodidad de casa nos retacea por más 55 pulgadas que tengamos. Ahí, en esa exigencia, es donde la película Cate Shortland se queda un poco a mitad de camino. Pero reconozcamos una cosa, esta Black Widow es tal vez la primera película de Marvel que explicita un vínculo directo con el cine, que es pensada en relación a un universo cinematográfico con sus propias reglas y que, a su vez -y en un interesante juego metalingüístico-, se vincula con una parte del propio universo cinematográfico de Marvel. Que una película de semejante diseño, que pareciera construir un público sin conexión con el resto de la historia del cine y que empieza y termina en sí mismo, muestre filiaciones, haga guiños y se acepte como parte de una tradición no deja de ser interesante en este contexto, como una forma de reforzar el vínculo del cine con su propio pasado, enlazando generaciones. Black Widow hace esto en una escena puntual, cuando Natasha Romanoff (Johansson) aparece mirando una película de James Bond y recitando sus diálogos de memoria. Si uno piensa la estructura del guion, el diseño de las secuencias de acción y su lógica interna, y la psicología del villano (incluso su torpeza para explicar demasiado sus planes hacia el final) encuentra allí que el film de Shortland acepta ese linaje, lo homenaje y lo reescribe. Que la película de Bond citada sea Moonraker, una de las peores del agente 007 (y la peor con Roger Moore), es apenas un detalle indeseable, aunque tal vez se relacione con los resultados algo menores de esta película. La relación de Marvel con la tradición del cine de espionaje ya estaba presente en películas como Capitán América y el soldado del invierno o Capitán América: Guerra Civil, pero allí lo que se hacía era asumir una superficie que, incluso, estaba más relacionada con algo que podríamos denominar como neo-espionaje, un cine más físico y brutal donde la representación definitiva son las películas de Jason Bourne. Black Widow dice, entonces, que se inscribe en ese segmento de películas Marvel de intrigas más terrenales, pero además en el proceso reconoce que antes de todo hubo un origen. Y que las películas, el cine, son también parte de la vida de estos personajes icónicos de la pantalla grande, y que son héroes pero que los héroes de la ficción también existen y hasta pueden haber sido una inspiración. Eso, y no otra cosa, es lo que finalmente termina humanizando a estas criaturas. Es verdad que Black Widow es más interesante por esas conexiones mencionadas, que por sus resultados como película de acción y espionaje. Al film de Shortland le falta fluidez para imbricar el gran espectáculo con el drama familiar (y de hecho es más lo segundo que lo primero), y solo lo logra en la muy interesante secuencia de arranque. Pero incluso en la acción uno no puede dejar de pensar que eso ya lo vio antes y mejor en muchas otras películas. Lo que sí está claro es que Marvel tiene a esta altura una vara bastante alta y que sus películas, incluso las menos interesantes, orbitan una medianía donde encontramos siempre puntos atractivos para analizar: un universo autosuficiente que no teme en buscar links por afuera y revestirse con otras texturas y otros registros, según requiera la historia en cuestión. Y que además se da el lujo de tener a Scarlett Johansson, Florence Pugh, Rachel Weisz, David Harbour, Ray Winstone pegando piñas y patadas, saltando, volando por los aires. Es cierto que hay algo de prepotencia en una película estándar como Black Widow, pero también de vuelta a lo lúdico, de cine como juego que conecta con esa época en la que éramos niños y descubríamos el cine.
Como con la mayor parte de los tanques que están llegando a salas, se van comenzando a perfilar un escenario más natural que el de los últimos tiempos en términos cinematográficos. Ya un poco cansados del «cine en casa» que proveen los servicios de streaming, un poco de entretenimiento pochoclero y sin mayores aspiraciones en pantalla grande, es lo que gran parte de la audiencia quiere, y necesita. Y lo primero que hay que decir del regreso de Marvel Studios a la pantalla grande es que en ese sentido, se cumple el axioma que garantiza cierto nivel de espectáculo dentro de un entorno divertido, épico y con personajes ya instalados en el calor popular. Ahora si la pregunta es si me gustó «Black widow», creo que debo decirte que me parece que está un poco por debajo de la intensidad de los títulos de la saga, y parece más centrada en promover una despedida con cariño para la histórica vengadora, que en explorar en el oscuro pasado del perfil de la única mujer de la fase 3, que además no posee sin poderes especiales. Sí, hay un lanzamiento de otra estrella al universo de Marvel, la hermana de Natasha, Yelena (Florence Pugh) quien parece que cobrará protagonismo en la nueva fase planificada por el estudio. Pero en sí, la historia es de corte más familiar, en cierta medida hasta terrenal (sí, claro, no olvidemos la franquicia a la que pertenece, quiero decir en general) y podemos ver al único componente del clan «Avengers», que debe tomar ibuprofeno después de una dura pelea, cosa que no le sucede al resto de la banda, al parecer. La historia arranca en Ohio, en los noventa, donde una familia aparentemente normal, de un momento a otro tiene que abandonar su vivienda y su vida, ante la amenaza de un numeroso equipo S.H.I.E.L.D que viene a buscarlos. El padre de la familia, Alexei (David Harbour) y la mamá, Melina (Rachel Weisz) se muestran ante sus hijas en ese escape trepidante, como lo que son: espías soviéticos en territorio americano. Una vez que el grupo llega a Cuba, tomarán todos distintos caminos y a partir de allí, la trama se moverá hacia muchos años después, con Natasha (Scarlett Johansson) también de fugitiva, pero de las autoridades, por haber violado los acuerdos de Sokovia (¿recuerdan? esto es cronológicamente, después de «Captain America: Civil War»). Natasha se cruzará con su hermana de ficción (porque en realidad la operación de Ohio no se hizo con familia de sangre), Yelena (Pugh) quien ha descubierto que el general Dreykov (que conducía el proyecto de la creación de supersoldados años atrás, jugado por Ray Winstone), utiliza un suero para conducir la voluntad de todas las «viudas negras» entrenadas en un espacio llamado «The Red room». La hermana de Natasha ha conseguido el suero para detener ese dominio y liberar a las jóvenes mujeres que sirven a los propósitos del villano por lo que unirá fuerzas con ella para terminar con esos planes de dominación que amenazan volverse globales. Para esto, las chicas deberán sanar algunos temas (hay heridas emocionales aquí) y reestablecer la vinculación con su familia de adopción, con miras a destruir a Dreykov y que todas las mujeres capturadas y puestas a sus órdenes sean libres. El relato es bastante lineal y respira todas las convenciones de Marvel que ya conocemos hace muchos años. Hay buenas escenas de acción (aunque no demasiadas), guiños a los fans de los comics, respetable química en los protagonistas y un ritmo que no aburre. La dirección está a cargo de la alemana Cate Shortland («Lore», «Sommersault» y «Berlin Syndrome»), quien debuta en las grandes ligas con este título. Se nota que no logró imponer sus criterios de trabajo en forma plena y que ha tenido que respetar todas las convenciones de la franquicia, por lo cual, hay que ver como evoluciona su carrera de aquí en más. Los rubros técnicos, impecables (bueno, el CGI podría estar mejor) en general. El tema principal me mató (una versión nueva de «Smells like teen spirit», de Malia J, tremenda) y como ya deben saber a esta altura, hay escena post-crédito y más vale que vengan mirando las series de Marvel en Disney + porque quizás les de una pista de lo que vendrá. En síntesis, una peli para despedir bien a Natasha. No le suma demasiado al universo, pero es un interesante gesto de los productores para Scarlett, quien estuvo diez años en esta formidable máquina taquillera en que se ha transformado «Avengers». Ideal para retomar el hábito de volver a ver el cine, donde primero debe verse, en sala.
«Black Widow» hizo su primera aparición en el Universo Cinematográfico de Marvel en 2010 en la segunda aventura en solitario de «Iron Man». Allí inició su camino el ahora reconocido personaje interpretado por Scarlett Johansson de una forma bastante hipersexualizada que poco a poco fue corrigiendo el rumbo con el avance del #MeToo y el correr de los años. Así y todo, tuvieron que pasar 11 años para que Marvel decida estrenar su film en solitario, habiendo quedado en una especie de limbo creativo durante mucho tiempo y teniendo que ver como otros personajes que no estaban en los inicios de este MCU, tengan su película antes que ella. Obviamente, «Wonder Woman» (2017) allanó el camino e hizo que más personajes superheroicos femeninos como «Captain Marvel» (2019) puedan tener su protagónico en la gran pantalla, pero aun así las aventuras de Natasha Romanoff seguían siendo postergadas. Tanto fueron pospuestas, que incluso el personaje murió en «Avengers: Endgame (2019)» y por eso este film se siente como tardío e incluso intrascendente. Más allá de eso la película está aquí entre nosotros, y si bien podría llegar a pensarse que las características de la espía rusa daban justamente para tener un relato que coquetee con el thriller de espionaje (que solo es tocado en la trepidante introducción del film), en definitiva, termina siendo otro de los tantos relatos de ciencia ficción de fórmula a los que ya nos tiene acostumbrado Marvel hace tiempo. El largometraje se enfoca en retratar dos períodos, la infancia de Natasha en EEUU y como termina convirtiéndose en una espía y asesina implacable para la Unión Soviética, al mismo tiempo en que vemos su aparente «marco familiar» compuesto por Alexei (David Harbour), Melina (Rachel Weisz), y su hermana Yelena Belova (Florence Pugh, en su representación adulta), para luego situarnos en la época post «Civil War» (2016) donde los Avengers estaban divididos. Es en ese preciso momento donde Natasha deberá volver a sus orígenes cuando una conspiración la lleve a reencontrarse con su familia, que no es otra cosa que un grupo de ex agentes de soviéticos ya separados y con situaciones personales bastante alejadas del resto. Natasha deberá lidiar con Dreykov (Ray Winston), el líder de la agrupación Red Room y con varias de esas relaciones familiares resquebrajadas que quedaron de su vida anterior a su etapa de Vengadora. Probablemente uno de los principales problemas de la obra es que trabaja con el personaje más terrenal del MCU pero así y todo la acción se vuelca a la ciencia ficción, desperdiciando la posibilidad de poder hacer una digna película de espionaje (incluso en un momento Natasha se encuentra viendo Moonraker de James Bond, que nos deja con la sensación de que podría haber sido un film de Bond pero justo decidió parecerse específicamente a ese que es de los más inverosímiles). Cate Shortland (directora de «Lore») parece tomar ciertos elementos de «The Americans» en el inicio de la película o incluso «Killing Eve» con esa dinámica de ir trasladándonos por diversos países y locaciones, para después brindarnos algunos pasajes de comedia que reflejan la relación del personaje de Scarlett Johansson con su familia improbable y disfuncional. No es que el film resulte ser malo o aburrido, de hecho cuenta con varias secuencias de acción bastante creativas e impresionantes como nos tiene acostumbrado Marvel pero también sucede que la trama es bastante genérica y de fórmula, e incluso la introducción de tantos personajes nuevos y desconocidos, entre los que se destaca Yelena, con una maravillosa interpretación de la talentosísima Florence Pugh («Midsommar», «Little Women»), hacen que se le quite peso nuevamente (tal como pasaba en algunas entregas de «Avengers») a Black Widow que en esta ocasión es el personaje principal (o al menos debería serlo). Otra vez Marvel parece poner el ojo en el futuro y en el traspaso del mando (un traspaso que también es generacional) que termina olvidándose del presente y de darle una despedida digna al personaje que también resulta algo tardía y vacía por las cuestiones que explicábamos al comienzo de esta reseña. «Black Widow» es ser un capítulo que no termina de hacerle del todo justicia al personaje, por lo que representaba para el MCU y por su aventura tardía, pero que aun así se presenta como un film de acción vertiginoso que gustará a los fans de Marvel y de este tipo de relatos.
Black Widow se sitúa después de los eventos de Civil War, con una Natasha que ahora es perseguida por el gobierno de Estados Unidos por ser considerada una traidora. Mientras buscaba pasar una larga temporada escondida; su hermana se hace presente y ambas deberán lidiar con fantasmas de su pasado, mientras intentan ayudar a otras mujeres que pasaron por el proyecto de Viuda Negra. Llega a nuestros cines, después de un año de postergación por el tema que ya todos conocen, Black Widow, donde por fin le iban a dar su film en solitario a Scarlett Johanson; centrándonos en una precuela de lo visto en las últimas dos cintas corales del MCU ¿Valió la pena la espera? Y la verdad es que eso va a depender en gran medida de las expectativas que le tenían a esta película. Y no lo decimos porque sea mala o aburrida. Pero estamos ante esos casos donde uno no se aburre en la sala, pero cuando sale, empieza a hacerse tantas preguntas, que es mejor parar, para no terminar arruinando la experiencia. Dentro de lo bueno, podemos decir que el tándem que forman Scarlett Johansson y Florence Pugh es de lo mejor de Black Widow. Ambas chicas tienen química en pantalla, ya sea para pelear entre ellas, en conjunto o dar momentos graciosos. Sería una pena no volver a ver a Pugh en el MCU, así que a cruzar los dedos… Otro punto a favor, es que pese a las evidentes lagunas de guión que empiezan a aparecer cuando uno ya digiere la película, esta, no se vuelve pesada. Y en este sentido, que apenas dure dos horas y diez minutos (poco comparado con lo que nos venía dando Marvel), y que el post crédito sea algo útil y no una tomada de pelo como hormigas gigantes o discursos en tv, ayuda a que el film se haga más llevadero. Pero ahora llega el turno de lo malo; y es que algunas (por no decir muchas) cosas pasan porque sí, como por ejemplo que las chicas sean inmunes a las caídas. O que durante toda la película nos preguntemos porqué Natasha no le pidió ayuda a su hermana en el tramo final del MCU siendo una aliada de confianza. O que tan fans son los guionistas de Capitán América: El Soldado de Invierno, y podríamos seguir. Y mejor no hablemos del cgi en el clímax. Black Widow es una película, que, por desgracia, nos llega bastante tarde. Y no lo decimos por la pandemia; sino que para el universo donde pertenece, su personaje ya tenía un arco cerrado; algo que le quita cualquier tipo de epicidad que podía tener el film que hoy nos toca comentar. Al menos podemos decir que Johansson tuvo su merecida despedida, algo es algo.
Perseguida por violar el Acuerdo de Sokovia y sumarse al bando de Steve Rogers, Natasha Romanov (Scarlett Johansson) se ve obligada a pasar a la clandestinidad y cortar todo vínculo que había construido en años recientes. Pero su pasado no está dispuesto a dejarla en paz aún y reaparece traído por Yelena (Florence Pugh), lo más parecido a una hermana que tuvo en su infancia. Aunque Natasha creyó todos estos años haber terminado con la organización que la convirtió a la fuerza en Black Widow, Yelena es la prueba viviente de que estaba equivocada: el Red Room no solo sigue activo sino que su líder, Dreykov (Ray Winstone), ha llevado al extremo su poder para controlar mentalmente a las Viudas. Dispuestas a saldar sus deudas y ganarse su libertad, ambas se embarcan en una nueva misión para asesinar a Deykov y liberar a las nuevas Viudas, un camino que las obligará a reencontrarse con la familia de espías que pretendieron ser cuando eran pequeñas. Black Widow en duplicado Hay dos ideas sobre la representación de Black Widow en el MCU que tienen bastante consenso entre el público: una es que pertenece a los personajes más desaprovechados, y la otra es que su mejor participación fue durante Capitán América y El Soldado del Invierno, justamente porque es una película que se aleja un poco de la épica superheroica para contar una historia de espionaje. Por ambas cosas resulta un acto de justicia que finalmente pueda ser el centro de una película propia y que sea con historia en el rango que mejor le funciona. Más justicia aún hubiera sido que Black Widow saliera en 2017 como correspondía y no como una obra póstuma, porque no hay nada en la trama de esta película que justifique no haber contado esta historia en su momento en vez de hacerlo ahora. Sigue siendo mejor que nada. Entrando en lo específico de esta película, Black Widow cumple las promesas que hace, incluso cuando está siempre al borde de querer abarcar más de lo que puede. Eso sucede más que nada por el protagonismo compartido entre Natasha y Yelena, pero tiene bastante éxito con su plan de llenar huecos en el pasado de la que ya conocemos al mismo tiempo que plantea una historia de origen para la que estamos conociendo y que seguramente será su reemplazo. Son dos historias que se cuentan entrecruzadas y apoyándose mutuamente de forma orgánica para funcionar como una sola. Por fuera de las escenas de acción (de las que a esta altura no hay mucho para agregar más que son efectivas y siempre dentro del manual de estilo de Marvel) es la relación entre ambas y cómo intentan recomponer lo que alguna vez fueron lo que hace avanzar la trama, al punto que tanto el villano principal como los aliados secundarios están apenas bocetados con trazos gruesos sin que importe demasiado. Por eso Dreykov es el clásico villano caricatura de película de Bond y Red Guardian (David Harbour) es poco más que un acompañante puesto para hacer chistes. Una tarea que la mayoría de las veces incluso hace mucho mejor Florence Pugh, especialmente cuando le toca burlarse de cómo ha sido representada Black Widow en las películas anteriores, casi siempre más cerca de ser la acompañante bonita que una heroína fundamental para el equipo. Sí la química entre hermanas resulta verosímil y entrañable es en buena medida por la amistosa rivalidad cómplice entre ambas y las ácidas burlas que la menor disfruta a costillas de la mayor. Como buenas hermanas, pueden tirarse con munición pesada entre ellas y al mismo tiempo sacarle los ojos a cualquiera que se atreva a mirar mal a la otra. En ese sentido, el discurso crítico de Black Widow es sutil pero muy claro: hay tintes feministas en lo que cuenta pero también en cómo lo cuenta, no solo por la relación entre sus protagonistas sino -sobre todo- en su relación con las otras viudas que aún están bajo el control de Dreykov y con Melina (Rachel Weisz). No va a faltar la crítica desde una parte del público respecto a ello, pero seguramente se van a concentrar más sobre el personaje de Taskmaster y los fuertes cambios que sufre respecto a la versión clásica de los cómics. Cambios que tienen sentido dentro de la propuesta de Black Widow y que dejan con ganas de ver más sobre el personaje, aunque quizás eso ya no suceda. Con una propuesta cargada de acción y humor que a veces cae en la sobreexplicación clásica de esta franquicia (donde parece más peligroso no hacer un flashback explicando lo ya evidente que hacer un chiste sin ninguna gracia), Black Widow es una digna despedida para el personaje y al mismo tiempo le abre la puerta a quien seguramente será su reemplazo en el futuro.
Por fin el personaje de Scarlet Johansson tiene su propia película que se ubica temporalmente entre Capitan América Civil War y Avengers Infinitive War. la espera valió la pena. El film tiene el guión de Eric Pearson y la dirección de Cate Shortland, la buena base y la realización que nos otorga a los espectadores un previsible film sobre una supeheroína, sino que la historia y su desarrollo le da a Johansson y Florence Pugh la dicha de personajes con carnadura, lógica, espesor dramático y emoción. El personaje central vuelve a sus orígenes, a una familia ensamblada según las órdenes del villano de turno, el comienzo del film resume ese pasado con maestría, para volver al presente, con Natasha (Scarlet) en plena huída, sus compañeros en problemas y su particular hermana dejándole un pedido de ayuda. Las dos mujeres empoderadas deberán desmantelar una fábrica de viudas negras siniestra, el sueño machista al cubo, disponer de mujeres abandonadas o seleccionadas para transformarlas en maquinas que aceptan ordenes, luchan, se mimetizan con el enemigo hasta destruirlo. La propia Natasha huyo de ese domino. Yelena (Florence) también. Pero liberarlas no es fácil y entre revelaciones, encuentros y desencuentros, secretos muy bien guardados y sorpresas, las escenas de acción trepidante conformaran a todos. Lo que hace el guión es defender los afectos y las familias, aunque estas sean torcidas, extrañas pero siempre necesarias. Cuando el cuarteto esta en acción con Rachel Weisz y David Harbour (Strangers Things) se redondea todo. Se puede leer este film en clave feminista, en defensora de la familia, todo es válido, pero lo mejor es que no es una colección de efectos visuales con conflictos olvidables apenas uno sale del cine. Atención que después del final y los largos créditos llega una escena sorpresa que no hay que perder, en especial para los fans.
"Black Widow", la Avenger busca saber quién es. Cuando el film de la australiana Cate Shortland parece encaminado hacia una típica historia de Marvel, elige un lado mucho más humano y menos pirotécnico. Y para eso resulta indispensable la interpretación desasosegada de la protagonista. El periodista Sebastián Tabany publicó el martes un hilo de Twitter en el que contaba que la idea de llevar a Natasha Romanoff/ Black Widow al cine no es nueva. Para principios del milenio, sus derechos estaban en manos del estudio Lionsgate, que luego del éxito de X-Men (2000) y Spiderman (2002) dio luz verde para una película centrada en su historia. Contrataron a David Hayter para escribir un guion que, sin embargo, nunca se materializaría en pantalla: entre diciembre de 2005 y marzo de 2006 se estrenaron Blood Rayne, Ultraviolet y Aeon Flux, tres películas con personajes femeninos como protagonistas, que resultaron un fracaso. Lionsgate, entonces, retrocedió y archivó el proyecto. Lo que sigue es conocido: el pase a Disney, el debut en Iron Man 2, un creciente protagonismo a medida que avanzaba el Universo Cinematográfico de Marvel (UCM) y, finalmente, su debut como solista en la película con su nombre. No hay que ser un genio para pensar estas postas como consecuencia de los movimientos sociales encabezados por mujeres en los últimos años. Incluso la propia película se hace cargo de su contexto, aunque no necesita andar gritándolo en cada escena. Con Pantera Negra, Disney hizo un panegírico del Black Power para intentar congraciarse sin tapujos con la comunidad afroamericana. Esa matriz culpógena es la misma que mueve los hilos de Black Widow. Pero aquí la culpa sociocultural no ópera como techo sino como plataforma de despegue para la que quizás sea la película más chica, íntima –o todo lo íntimo que puede ser un producto pensado para su consumo global– y tristona de Marvel, una condición para la que resulta indispensable la interpretación desasosegada, como si estuviera auténticamente compenetrada con la búsqueda de su personaje, de Scarlett Johansson. Hay en ella una sensación de vacío que dialoga muy bien con los pilares emotivos y los temas que aborda la película de la directora australiana Cate Shortland. No debe olvidarse que Black Widow marca el inicio de la llamada fase 4 del UCM y, por lo tanto, el punto final para esta etapa del personaje, más allá de que nunca puedan descartarse futuros renacimientos o regresos, y el pase de mando a su hermana Yelena (Florence Pugh). ¿Natasha tenía una hermana? Sí, y una familia, como muestra una escena introductoria que transcurre en 1995 y en la que las dos hermanitas están a punto de compartir la mesa familiar con mamá (Rachel Weisz) y papá (David Harbour), hasta que este último, intranquilo, los levanta a todos para huir con urgencia con destino a Cuba, donde son recibidos por un grupo de rusos. Rusos, Cuba, espías, el modelo familiar como fachada: el esquema inicial remite al de la serie The Americans, en la que una pareja de espías secretos de la URSS se camuflaba, en plena Guerra Fría, en Estados Unidos apelando a los usos y costumbres norteamericanos. Incluso allí también había una hija que empezaba a oler que los padres no eran quienes decían ser, abriendo así una trama que podría definirse como melodrama identitario. Un camino similar al que sigue Black Widow, ya que lo que narrará luego de esa secuencia inicial no es otra cosa que la búsqueda del personaje por saber quién es. La búsqueda la llevará primero hasta su hermana y luego, ya juntas, a una poderosa organización, liderada por el general Dreykov (Ray Winstone), que utiliza mujeres para intentar timonear, cuándo no, los destinos del mundo. Todo muy Marvel hasta aquí, pero Black Widow elige ir hacia un lado mucho más humano, menos pirotécnico, priorizando las resonancias del reencuentro de Natasha consigo misma y con su historia. Habrá, indefectiblemente, varios set-pieces de acción con luchas cuerpo a cuerpo, viajes por todo el mundo y los inevitables apuntes humorísticos a cargo de, en este caso, el personaje de Harbour. La diferencia es que, al menos por una vez, todo le ocurre a alguien un poco más cercano al común de los mortales.
'Black Widow', dirigida por Cate Shortland ('Berlin Syndrome', 'Lore'), es la ultima película de la factoría Marvel, que llegó el jueves a los cines y también puede verse en la plataforma Disney + abonando el arancel correspondiente. En esta oportunidad, el espectador se asoma a la historia personal de Natasha Romanoff para conocer de dónde viene, resultados son sus vínculos familiares, y adentrarse en el personaje que ya hemos visto en otras películas del mundo Marvel pero del cual no se conocía tanto. La historia, pretenciosa pero bien ejecutada, remonta a la audiencia a la infancia de Natasha, su dura adolescencia y juventud. Tras un lapso temporal determinado la joven se transforma en una ex vengadora que regresa para poder acabar con el villano en cuestión: un ruso que ha logrado dominar a lo largo de los años a cientos deviudas negras(mujeres captadas y entrenadas bajo un régimen arduo y militarizado) y que se encuentran bajo sus órdenes. Para cumplir su misión Natasha se reencuentra con su hermana Yelena (Florence Pugh), otra ex-viuda negra que ha logrado escapar del ejercito de viudas. ADRENALINA 'Black Widow' no da respiro desde el comienzo. A lo largo de sus más de dos horas de duración la acción no da tregua, y si bien tiene momentos cómicos (de la mano de un efectivo David Harbour) y otros más dramáticos, en líneas generales es una película cargada de acción y aventuras, efectos especiales por doquier, escenas de luchas impresionantes y un sinfín de situaciones llenas de adrenalina y violencia. La dupla de Scarlett Johansson y Florence Pugh es una de las aristas más valiosas de la película. Ambas se hacen cargo del relato y de la mayoría de las escenas. Brindan dos performances destacables donde cada una logra lucirse por igual. El trabajo de Florence Pugh es extraordinario, la joven actriz tiene un futuro increíble por adelante y ya ha demostrado su versatilidad y compromiso en los diferentes papeles que le han tocado interpretar ('Lady Macbeth', 'Mujercitas'). El elenco principal lo completa David Harbour y Rachel Weisz, quien está un tanto desaprovechada en su rol. Los efectos visuales son excelentes y la banda sonora es un factor muy positivo de la película, trabajo de Lorne Balfe. La historia se desarrolla en múltiples ciudades y tiene una producción millonaria. En este caso, el presupuesto del filme fue de alrededor de doscientos millones de dólares. Cate Shortland se hizo cargo de uno de los tanques de Marvel para este año y logró un producto entretenido y lleno de acción.
Las películas de Marvel, en cierto sentido, no decepcionan: proveen de acción, aventuras y personajes que nos interesan por lo menos el rato que las vemos. Son honestas en ese sentido. También son bastante anónimas: salvo excepciones (principal la de James Gunn con "Guardianes de la Galaxia"), las secuencias de acción están realizadas por un equipo de ingenieros efectivos, y el resto es “la película” del director. Eso, ni más ni menos -así de canónico- es Black Widow. Salvo por la excepción notable de los actores. Johansson quiere mucho a su personaje, y gracias a eso, nosotros también. Black Widow pasa de chica sexy y dura (en Iron-Man 2, su primera aparición) a esta hermana mayor constantemente conmovida por la suerte de su (falsa) familia. Florence Pugh logra transmitir al mismo tiempo humor y desamparo. Finalmente, es la historia de un grupo de personas unidas por el azar manipulador del espionaje que encuentra en el cariño mutuo un arma. Ahora bien: ese film familiar es breve y se entreteje en el otro, el de la espectacularidad, no siempre de modo efectivo. La fórmula “la acción es el vehículo del drama humano” requiere que cada trompada, cada tiro, se impregne de importancia. Cuando no sucede, la desconexión notable lleva en ocasiones al desconcierto o el tedio. Sí, es una linda película para ver en el cine, completa un álbum. Pero la mayonesa, en ciertos momentos, parece cortada.
Luego de varios años de dudas corporacionales y una pandemia de por medio, llegó finalmente la película en solitaria de Black Widow, el personaje de Marvel interpretado por Scarlett Johansson que ha sido una pieza fundamental en todo su universo. Ambientada en los eventos posteriores a Civil War, la vengadora se encomienda a resolver algunas cosas pendientes de su pasado en un filme que más que otorgarle un cierre a la historia del personaje, deja en evidencia lo que pudo llegar realmente a convertirse. Scarlett Johansson y muchos seguidores del universo de Marvel tenían una gran cuenta pendiente. Conocer el pasado del Black Widow. El personaje que conocimos en Iron Man 2 se estableció a lo largo de las películas como un componente importante pero siempre siendo una actriz secundaria. Hasta ahora sabíamos muy pocas cosas de ella. Es una gran agente, baila ballet, no puede tener hijos, tuvo un fallido romance con Bruce Banner y no más. Incluso para ser Marvel, compañía que le encanta sobreexplicar las cosas en pantalla, siempre fue raro no ver realmente que es lo que motivaba a Natasha Romanoff a ser como es. Esta película apenas logra su cometido pero sin mucho más. La historia inicia en 1995 en Ohio con unos simpáticos momentos donde vemos a la joven Natasha con su familia. Tiene una hermana y unos padres. Vemos una escena bastante natural y calidad. Quizás la más realista de todo el UCM sin pantallas verdes. Todo iba bien hasta que deben escapar rápidamente de su casa ya que realmente estaban infiltrados en los Estados Unidos trabajando en una misión secreta. Tras una gran escena de persecución que mantiene la tensión en todo momento, descubrimos que todo es una farsa ya que no son una familia real. El padre es Alexei Shostakov, el Guardián Rojo interpretado por David Harbour. La madre es Melina Vostokoff encarnada por Rachel Weisz. Y la hermana mejor es Yelena Belova, quién en el presente será caracterizada por Florence Pugh. Luego de escapar, ambas chicas son separadas de sus “padres” y enviadas a la Sala Roja, lugar donde completaran su entrenamiento para convertirse en Viudas Negras. Ya en el presente, luego de traicionar al Team Iron Man en los eventos de Civil War, Romanoff debe desaparece del mapa hasta que se calmen las cosas. Simultanéame Yelena, quien sigue trabajando como una Black Widow, obtiene un antídoto que puede salvar a sus compañeras, ya que estas están siendo controladas mentalmente. Ella decide mandárselo a Nat y así inicia una historia genérica más de Marvel. Me detuve a explicar el inició de la película ya que este embrollo que se nos presenta deja en evidencia que el personaje de Black Widow daba para, por lo menos, más de una película. No una cinta descontextualizada que no le aporta al Universo de Marvel. Con el filme completamente visto es natural preguntarse ¿en qué cambió Natasha entre esos sucesos y los de Infinity War? ¿Por qué se termina sacrificando en End Game cuando ahora tiene la familia que siempre quiso? ¿Por qué nunca volvió por Yelena? Son preguntas que se establecen en la cinta y no tienen una respuesta. Especialmente por tener un final muy débil hecho a la apuradas. En general Black Widow es una película disfrutable que no sale de la media de Marvel. Es una cinta inspirada en las clásicas películas de espías que en el tercer acto tiene un agradable homenaje a la saga de Misión Imposible. Cuenta además con una subtrama familiar lograda. En cuanto a los personajes, la única que realmente tiene tiempo para desarrollarse es Florence Pugh quien pasa la prueba de los Avengers con buena nota, además de tener una gran química con su “hermana”. Por su parte Alexei y Melina terminaron siendo un relleno más. Incluso en un momento Melina toma una decisión que realmente no se explica nunca. Esto pasa porque la película no tiene profundización por ninguna parte. Para destacar queda el trabajo de su directora: la australiana Cate Shortland (Lore, Berlin Syndrome). Se puede ver en la película un gran aporte de nuevos elementos de diversidad en un género adueñado históricamente por la testosterona. Puede ser el inicio de una ola de renovación que quiere instalar Marvel (Choé Zhao con los Eternals).
A pesar de la importancia, la película no cumple ni siquiera con los estándares básicos del Universo Cinematográfico de Marvel, colocando a Natasha en un thriller de espías decepcionante.
Buena, divertida… y genérica. Después de Avengers; Endgame, después de la pandemia, las sospechas se confirman: el Universo Cinemático Marvel ha perdido su mojo. Y no es culpa de los intérpretes – fogueados y carismáticos como siempre – sino de los talentos creativos recién contratados, provengan del cine indie o del ámbito televisivo. Es como si el MCU se hubiera bastardizado, perdiendo el envión que traía hasta Endgame y bajando de calidad hasta volverse una rutina autorreferencial. Cuando Viuda Negra, Loki, el Soldado de Invierno o Wanda Maximoff hablan de los Vengadores que no están (en las últimas películas y series de la Fase 4), no es divertido sino que es el lamento por el brillo perdido. Uno compara los deslucidos vehículos estelares que les tocan ahora y llora por la gloria pasada. Las imágenes de la decadencia se acumulan: en vez de una actriz ganadora del Oscar tenemos a una segundona de comedietas zarpadas como villana (como Kathryn Hahn, que dará el physique du rol y será sólida en el rol pero, rayos, no juega en la misma liga que Anthony Hopkins o Cate Blanchett); algo similar ocurre aquí con el cameo de Julia Louis Dreyfuss, el cual no le da clase a la conclusión de Black Widow. Es simplemente Elaine (de Seinfeld) haciendo pavadas con un pañuelo en un cementerio, destilando cero grado de amenaza (¿en serio se supone que es la mina mas cruel del mundo, jefa de un ejército de asesinas??). Black Widow es rutinaria. El drama no es tanto el argumento sino la dirección, la cual carece de originalidad. Cuando la Pugh y Scarlett corren por las calles de Budapest uno espera que se crucen con la SUV torteada de Jason Bourne o la moto pistera de Tom Cruise de alguna de sus Misiones Imposibles. ¿Acaso queda algo de originalidad y adrenalina en el MCU?. Las peleas están ok, los diálogos no tienen mucho brillo y, cuando se ponen a hablar de los Vengadores, uno pone los ojos en blanco. ¿En qué momento de las películas previas a Endgame hablábamos tanto de otros héroes – ausentes sin aviso en la presente aventura -?. Para colmo el que le hayan dado Black Widow a una directora y guionista no termina aportando nada substancial al filme mas que pura blandura. Hay un par de momentos dramáticos bien hechos pero la dichosa impronta feminista que Cate Shortland podría darle a un blockbuster de superheroínas brilla por su ausencia. Por favor buscáme en la agenda el teléfono de los hermanos Russo: el MCU funcionaba mejor cuando era un club de muchachitos. Pero también la historia elegida es errónea. Si íbamos a hacer un flashback de la biografía de Viuda Negra, ¿por qué no elegir el momento en que iba a matar a Clint Barton y decidió dejar de ser una asesina, algo que tenía mucha mas substancia que la historia finalmente elegida?. Y la razón detrás de la elección final que vemos en pantalla suena tan terrible como utilitarista: esto no se trata de despedir a Scarlett Johansson con honores sino de meter con calzador a nuevos personajes al MCU. David Harbour es un delicioso Capitán América a la soviética, panzón y decadente; Florence Pugh es la nueva Viuda Negra, sarcástica, carismática y letal – próximamente, mas aventuras con estos dos -. Pero la Johansson, pobre, ésta no es la despedida que merecía. No hay nada memorable aquí, solo un entretenimiento pasable. Alguien dijo que a Tony Stark le dieron todos los honores por vencer a Thanos con el guantelete infinito… pero nadie le prendió una vela (ni le hizo un entierro masivo con todos los superhéroes de la galaxia) a Natasha, la cual se sacrificó en Vormir para que Clint obtuviera la dichosa piedra del alma y Tony pudiera completar su colección de joyas superpoderosas. Viuda Negra se siente así, como una idea tardía o accidental metida de calzador en el MCU, sin demasiado peso propio mas allá de que una heroína le pase la posta a otra. Oh, sí, amo a Harbour, la Pugh y hasta a la Weisz (¿no es ridículo que haga de madre de la Johansson?; ¡ni por asomo es tan vieja!), pero no siento que éste sea el vehículo que precisaba la Johansson para despedirse del personaje en toda su gloria. El villano es super genérico (y la referencia a Moonraker no está demasiado alejada de la calidad del filme), el secuaz carece de personalidad, la calidad de los efectos especiales es dispar, William Hurt se ve como un cadáver a pesar de que acá debería figurar con 10 años menos y las persecuciones son genéricas. No siempre hay que salvar ni al mundo ni al universo pero Viuda Negra podría ser otro super thriller a lo Capitán América y el Soldado de Invierno y termina siendo una Jason Bourne lite, mas parecida a la fallida entrega de esa saga con el amigo arquero Jeremy Renner (y la Weisz!; qué chico que es el mundo!) que con los brillantes capítulos protagonizados por Matt Damon. Chau, Scarlett: te vamos a extrañar y te adoraremos por siempre… y quizás encuentres la redención que precisas en alguna entrega futura del MCU si es que arman un Multiverso y todos regresan para algún cameo de una forma u otra. Pero no será en este filme, genérico, deslucido, un entretenimiento ok que no le hace justicia a semejante monumento de personaje.
En nuestra época de ineludible vindicación de la mujer en todos los espacios imaginables no podía faltar que el ubicuo género de superhéroes se alinee con este imperativo cultural y dé un giro decisivo en la mayor usina contemporánea de la imaginación mitopoética. Hace un tiempo fue Mujer Maravilla, ahora Viuda Negra. Que no sea Tom Cruise subido a una moto el que se desliza por las calles de Budapest, o Matt Damon el que reparte golpes cortos y patadas certeras, y sea Scarlett Johansson y otras cuantas mujeres las protagonistas que tienen a su cargo los tiros y las proezas físicas constituye la asequible y bienvenida prueba del espíritu del tiempo, como también sucede detrás de cámara, donde Cate Shortland es la última responsable de coordinar explosiones, escapes, peleas y diálogos.
Reseña emitida en la radio
Hasta que comenzó la fase 4 de Marvel. Obviamente estoy hablando de películas, ya salieron 3 series, que si sos fanático de Marvel, anda a verlas que están muy bien. Segundo film en el universo Marvel protagonizado por una mujer y a mi parecer no es tan bueno como el primero, pero si está muy bien. La película cuenta con excelentes escenas de acción, peleas muy bien coreografiadas, muchas explosiones. Quizás demasiadas. El CGI no se nota tanto, salvo en la parte final del film, pero la verdad que está muy bien logrado todo el resto. La “Bond” del universo Marvel como leí por varios lugares, seguimos más de cerca la historia de Natasha, cuando ella se está ocultando por ser Team Capitán América. Ubicada entre Civil War e Infinity War. También conocemos parte del pasado de Natasha, que hasta el momento, solo habíamos escuchado un poco. Conocemos a su “familia” y nos adentramos en el mundo de (las) Black Widow(s) y el infame Red Room. La banda sonora de Marvel siempre es destacable, desde el cover de “Come As You Are” hasta los sonidos ya típicos de Marvel en esos momentos cruciales o épicos que siempre nos dan ganas de más. Como toda peli de Marvel Black Widow tiene sus momentos cómicos, su gran mayoría a cargo de Florence Pugh (Yelena) y también por parte de David Harbour (Red Guardian). Por supuesto que nuestra querida Scarlett tiene sus momentos. No es una película que abusa de la comicidad (Hola Ragnarok) están bien realizados y en momentos justos. Las actuaciones están…bien. No se destaca nadie, aunque debo confesar que me gustó Pugh en su papel y quiero ver mucho más de ella, está en la lista de actrices que aparecerá en la serie de Hawkeye. Scarlett como siempre está al nivel de la película, y por favor no nos olvidemos de la hermosa Rachel Weisz que siempre cumple. El guion tiene sus huecos y sus momentos obvios. Falla en algunas cosas, nos introduce a un enemigo importante en los comics. Pero… (hablaré de ello en la zona de spoilers). Ni hablar de los hermosos lugares que conoces por todo Europa gracias a nuestra espía, nuestra Avenger fallecida. Paisajes y fotografía increíble. Es un film que cumple en mostrarnos otro lado de Natasha. Pero es solo eso. Acá me voy a arriesgar y decir que no es una película que suma al MCU (Me fue mal cuando dije lo mismo de Ant-man and The Wasp, ojala me equivoque de nuevo). Tiene una escena post créditos. Mi recomendación: Si no sos fan de Marvel, no te perdes de nada si no la ves. Quizás la escena post créditos suma un poco, pero siempre podes googlearla. Mi puntuación: 7/10 Zona de spoilers: Mucho para hablar. Primero las dos partes obvias del guion. En el momento que Natasha nos cuenta que “mató” a la hija de Dreykov me pareció obvio que Taskmaster era ella. Y acá también quiero hablar de como el Marvel o Disney o quien sea destruyó un posible gran enemigo dentro del universo. Taskmaster tiene otro origen (no es el primer villano o personaje que le cambian todo para que quede bonito en el cine) y lo matan en la primera película que aparece. ¡¿POR QUE?! Segunda parte obvia del guion es el cambio de caras. Cuando muestran a Black Widow tirada en el piso porque su mamá “la traicionó” no muestran su cara, muestran su cuerpo. Ese fue mi primer indicio. El segundo fue las armas que llevaba en la espalda. Cuando tiene el traje negro, y la cara de Melina, algo me dijo que no era ella, por la forma en que las armas estaban ubicadas…puede sonar ridículo, pero me pareció muy obvio. Por ende, los dos “grandes” giros, no me llegaron a sorprender, pero no por eso deja de ser un film entretenido. La escena final post créditos, me dejo un poco boqui abierto. No porque Yolanda esté trabajando con Val, sino porque esta última quiere hacerla creer que Clint tuvo la culpa de la muerte de Natasha, y así hacerla enemiga de los Avengers, o al menos de Hawkeye. Todo indica que con US Agent + Black Widow, Val está creando otro equipo de superher…perdón. De anti-superhéroes. Thunderbolts quizás. Y menos mal que conocimos a Val primero en Falcon and The Winter Soldier. Porque si este film hubiese sido su introducción, dejaba mucho que desear. Tiene muchas partes en las que uno dice: “Daaaale ¿en serio pasó eso?” pero hay algo que nos olvidamos y es que esto es ficción o mejor dicho ciencia ficción, y está muy claro que las cosas van a suceder para que nuestros héroes ganen o les vaya bien.
En 1995 los agentes secretos rusos Alexei Shostakov y Melina Vostokoff junto con sus hijas ficticias, Natasha Romanoff y Yelena Belova, se hacen pasar por una familia normal en Ohio, Estados Unidos. Deben escapar del país al ser descubiertos. En 2016, Natasha Romanoff es fugitiva al haber roto con los acuerdos de socovia y hace todo lo posible por escapar encontrándose con Yelena Belova, su hermana falsa. Ambas se encuentran en una aventura para terminar con el reinado de terror de Dreykov. Dreykov fue el que las arrancó de sus familias para convertirlas en asesinas (viudas negras), práctica que seguía realizando, secuestrando a cientos de mujeres de todo el mundo. Situada luego de “Capitán América: Civil War” (2016), “Black Widow” (2021) es el último estreno en el MCU (Universo Cinematográfico de Marvel”. Esta será la última película en la que aparezca Scarlett Johansson. Fue estrenada en los Estados Unidos el 9 de julio de 2021 y rápidamente se convirtió en el film más taquillero del año. La película es impresionante, los efectos especiales son impecables y la puesta en escena es espectacular. Los diálogos y el vestuario no se quedan atrás. Se destacan las actuaciones de Scarlett Johansson (Natasha Romanoff), Florence Pugh (Yelena Belova), David Harbour (Alexei Shostakov) y Rachel Weisz (Melina Vostok off). Es genial poder conocer la historia de la Viuda Negra después de tantos años. La mayoría de los vengadores tienen su película propia, pero hasta ahora la historia de este personaje no había sido contada. Es una historia trágica con tintes humorísticos que también está cargada de drama. Si bien existe la posibilidad de verla online yo le recomiendo ir a verla al cine, es una experiencia totalmente diferente y esta producción vale la pena. Si son fanáticos del MCU o les gustan las películas de superhéroes entonces “Back Widow” es para ustedes. Se encuentra disponible en cines y en Disney Plus (con costo adicional)
Si se considera a Black Widow como una película "feminista", entonces el feminismo está en el horno.
Critica emitida en radio. Escuchar en link.
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El último adiós a Natasha Romanoff La heroína más popular de Marvel consiguió su película en solitario para despedirse por la puerta grande. Después de más de diez años y una veintena de películas, llegó el momento de Natasha Romanoff como protagonista de su propia película e historia del MCU. Con un estreno retrasado y pospuesto una insólita cantidad de veces por la pandemia, el engranaje que terminó uniendo a Los Vengadores al fin puede valérselas por motu propio en una película que se sitúa luego de los eventos de Capitán América: Civil War (2016) y Avengers: Infinity War (2018). Sentadas dichas bases, el margen de maniobra no sobraba con respecto a las aventuras que Natasha (Scarlett Johansson) podría llegar a tener porque todo amante de este universo sabe perfectamente lo que el destino le deparó a Black Widow en el planeta Vormir. Pero claro su historia no estaba contada del todo y el clamor popular fue un factor clave para que Kevin Feige considerase la posibilidad de que su película individual fuese un hecho. La directora australiana Cate Shortland es la encargada de llevar la historia escrita por Jac Schaeffer, Eric Pearson y Ned Benson, que nos establecen en plena fuga de Natasha post Guerra Civil superheroica y buscando nuevos rumbos mientras intenta no caer en las manos de las autoridades gubernamentales. En plena fuga, Natasha se encontrará con Yelena Belova (Florence Pugh), una parte fundamental de la vida pre-shield de la infalible espía, y ésta le contará que la famosa Red Room, lugar donde la KGB experimentaba con niñas robadas convirtiéndolas en máquinas de matar casi sin conciencia, continúa operando y a gran escala. Nat no podrá dejar pasar semejante, e inoportuna, noticia y juntas idearán un plan para formar un equipo con antiguos aliados y conocidos que los ayuden en su noble propósito de terminar de una vez y para siempre con esta fábrica de asesinas sin par y como si fuera poco, ambas serán cazadas por una amenaza nunca antes vista y mencionada, que imita a la perfección todas las técnicas de peleas de los héroes que ya conocemos, llamado TaskMaster con quién se librará una lucha en la que no habrá piedad por parte de nadie. LEER Vota Loki: El plan del Dios para gobernar A diferencia de otras entregas del Universo Cinematográfico de Marvel, esta película tiene los límites marcados como para volver a darle la vuelta de rosca necesaria que la línea argumental actual viene necesitando. La película funciona y tiene bastantes motivos positivos para señalar, pero la única negativa que se le puede reprochar es que la cinta no goza de sorpresa. No porque la trama en sí no la tenga, de hecho tiene varios, sino porque el desarrollo de la aventura llega en un momento en donde todo aquel que está viendo la película sabe perfectamente qué cosas no van a pasar, entonces el nerviosismo en escenas de acción en donde está involucrada la protagonista principal no generan nada. Claro que se presentan más personajes con los que podemos relacionarnos más o menos, pero la empatía es generada “artificialmente” y nuestra relación, con la gran mayoría, no es nada real. Hay sólo un gran personaje que se ve introducido en esta vigésimo cuarta película marvelita. Claro que los problemas no sólo se ven en este aspecto ya que dentro de la historia, el antagonista principal queda desdibujado muy pronto sin lograr convertirse en una amenaza del tamaño que se prometía. Lo propio sucede con las escenas de acción y coreografías de pelea de la cinta. Si el enfoque era realizar una película de acción con tintes de espionaje, Marvel no puede (de nuevo) quedarse con batallas mediocres y un CGI cómo si ya no llevaran en los hombros mejores propuestas realizadas. Pero claro, sin dudas que también la película tiene sus puntos altos y estos son bastante marcados casi que sosteniendo toda la estructura general. Imposible sería no comenzar por el desempeño de Scarlett Johansson que vuelve a demostrar que el papel de Black Widow es suyo, que será inolvidable y que por siempre se le guardará aprecio. Incluso en esta oportunidad haciendo las veces de productora, se nota que en sus ganas de tener una película propia lejos estaba de querer perpetuarse en el tiempo porque sí o, tener un relato mediocre y olvidable. La cinta deja entrever el subtexto, fuerte, duro y por momentos demasiado realista para verse en el plano de “película de superhéroes”. Como Natasha, dentro de todo, es parte del mundo normal las problemáticas que la envuelven también. Por eso la decisión de realizar un film evocando a películas de espías no es accidental y es el ámbito en donde ella mejor se desenvuelve, recordando a la vanagloriada Capitán América y el Soldado del Invierno (2014). Y, cómo era necesario, también encontró en Florence Pugh el refuerzo necesario para que el peso de la película no estuviera solamente en sus hombros. La actriz británica, que está encabezando todas las listas de castings de Hollywood, demuestra por qué es una de las más solicitadas y de las más valoradas (cosa que no siempre va de la mano) para protagonizar o co protagonizar, cualquier historia que le propongan. Funciona como compañera de acción, refresca cuando la trama se pone algo agobiante y con su carisma hace que el humor parezca natural. No hay dudas de que lo mejor de la película son ellas dos, la relación que establecen entre ambas y lo orgánico que esto parece. También, se nota el paso de “manto” de una a la otra, sabiendo que ahora Florence o Yelena, deberá ocupar el rol de Natasha en el MCU. ¿Desde qué lado? eso aún está por verse pero la película se asegura de dejar muchos frentes abiertos. LEER La Red de Black Widow: ¿En quién confiar? Black Widow es una película que cumple, sirve cómo último vistazo a uno de los personajes más queridos del MCU y se cuida de no embarrar el legado construido. El problema más grave es que llega tarde, bastante tarde, y no se genera sorpresa o dramatismo pero sí funciona como el último adiós que la mayor y mejor heroína de Marvel se merecía. Hasta siempre Natasha Romanoff. Hasta siempre, Scarlett Johansson.
Después de años, al fin nos presentan el film con la increíble Natasha Romanoff a la cabeza y es un digno film de superhéroes. Lástima que llegó demasiado tarde para ser todo lo que pudo ser. Black Widow llega a nosotros este 9 de julio, tanto a través de Disney+ como en la pantalla grande. Por fin, luego de casi una década de Natasha Romanoff como parte del MCU (Marvel Cinematic Universe), el personaje de Scarlett Johansson tiene su (más que merecida) película en solitario. El film, que llega a los espectadores luego de la muerte del personaje en Avengers: Endgame, se ubica cronológicamente luego de Capitán América: Civil War y, como bien dice el título, llega tarde. El film comienza con ella, de aproximadamente 12 años, viviendo con una familia en el estado de Ohio. Como varios sospecharán, la familia no era tal. Era una tapadera para sus «padres», ambos espías rusos, quienes deben huir de forma apresurada luego de cumplir la misión. Lo que resulta en su regreso al Cuarto Rojo (Red Room). Más allá de todo, lo importante es la introducción de su «familia», compuesta por su hermanita Yelena Bolova (Florence Pugh), su mamá Milena (Rachel Weisz) y su papá Alexei Shostakov/Red Guardian (David Harbour). El film tiene un peso emocional interesante, ya que como nos informarán a lo largo de la historia, esa misión donde pretendieron ser familia por tres años significó más de lo que cualquiera quiere admitir, incluso si sus sentimientos y recuerdos de la misma no coinciden. Sí están de acuerdo con una cosa: fue la última vez que tuvieron familia, real o no. El foco principal lo lleva, obviamente, Natasha, quien está huyendo de Ross luego de los eventos de Civil War y quien, por razones de la vida, se ve envuelta de lleno en los problemas que siguen a su hermanita, la nueva viuda desertora. Porque el problema es que ya no debería haber más viudas. El film hace un buen trabajo de darnos un poco de backstory de Black Widow sin volverlo el centro de la historia y sin que sea pesado, además de darnos un poco de contexto sobre la famosa historia de Budapest (como dice Hawkeye en The Avengers: «Tú y yo recordamos Budapest muy distinto»). El desarrollo de las relaciones de las «hermanas «, así como eventualmente la de ellas con sus «padres «, son el foco de la historia, mientras empezamos a entender un poco más cómo es la sociedad de asesinas conocidas como las Viudas Negras y vemos cómo la «familia» se pone en campaña para detener las actividades del Cuarto Rojo de una vez por todas. Y si de paso nos tiran un bocadillo aquí y allá sobre la historia de Natasha, no está mal. Melina, Natasha and Yelena || Black Widow || 2021 - Black Widow Photo (43656552) - Fanpop El problema es que, a pesar de ser muy buena – tiene un muy buen arco narrativo, las acciones y decisiones de los personajes siempre parecen acorde al personaje, increíbles escenas de acción y un elenco centrado alrededor de unas mujeres asombrosas – nos llega unos cinco años muy tarde. La película logra varias cosas, incluyendo una mirada mucho más femenina que otras (con el foco puesto en la percepción de las mujeres por parte del villano – que las objetiviza – y con el protagonismo bien puesto sobre Natasha, y en segundo plano, en Yelena y Milena. Es verdad que hay ciertos momentos que fallan en ese objetivo, pero dentro de todo, no les salió tan mal), pero considerando que Black Widow, como parte del MCU, está muerta, el film se queda corto. Si hubiéramos visto esta película en el momento en el que cronológicamente está situada, la verdad es que hubiera sido digno de elogio. Especialmente porque Marvel se hubiera arriesgado. Pero hoy, tanto tiempo después, ubicándose fuera de la línea temporal (por así decirlo), no parece haber vivido a las expectativas de la gente, especialmente a las de quienes esperaban una suerte de gran despedida de un gran personaje. Pero como en Endgame, Black Widow no recibió la despedida que se merecía. Black Widow llega para cubrir las falencias de Marvel y su trato con los personajes femeninos. En total, logra un muy buen film, entretenido, con buenos personajes, llenos de potencial y con mucha acción. Solo que llegó demasiado tarde para poder lograr todo el potencial que un estreno anterior hubiera podido. Scarlett Johansson se destaca y le da una dimensión extra a un personaje de por sí muy completo e interesante. Una lástima que quedó relegada para el final.
Una superheroína en busca de la historia perdida Finalmente “Black Widow” llegó a los cines, después de más de un año de espera, en el contexto de la pandemia, con la capacidad de las salas reducida, y también en la pantalla chica, en el premier access de Disney+. Es el “tanque” que la industria esperaba, lo nuevo de Marvel después del taquillazo de “Avengers: Endgame”, y un proyecto largamente planeado por su protagonista y productora ejecutiva, Scarlett Johansson. Ahora bien, la pregunta es si el resultado está a la altura de tanta expectativa, y la respuesta es simple: es difícil que Marvel falle. Con más de 20 películas del MCU, Kevin Feige y su equipo lograron una fórmula que rara vez defrauda: un gran trabajo sobre los personajes, un poco de acción, un poco de humor y dejar la solemnidad de lado. “Black Widow” simplemente cumple cuando se limita a la fórmula (en un sentido es la típica película que explica el origen del personaje), pero también se anima a ir un poco más allá cuando se convierte en un thriller de espías cruzado con un drama familiar. La directora australiana Cate Shortland (“Lore”, “Nunca te vayas”) dijo que sus principales influencias en este caso fueron “Sin lugar para los débiles”, “El silencio de los inocentes” y “Oldboy”, entre otras. Risas aparte, digamos que las referencias más directas pasan por la saga de James Bond, la serie “Killing Eve” y hasta “Misión imposible”. Lo cual está perfecto. De hecho, la secuencia inicial es de lo mejor de la película: ahí está Natasha Romanoff (futura Viuda Negra) en versión adolescente, en 1995, viviendo en el medio oeste norteamericano con sus padres y su pequeña hermana Yelena, la única que no sabe que esa feliz familia es sólo una ficción creada por la KGB. Una noche, en medio de la cena, la familia tiene que huir a las apuradas, perseguida por la policía. Su destino es Cuba, y de ahí volarán a Rusia, con las hermanas cruelmente separadas. El tema clave de la película es la identidad. Hay muy buenas escenas de lucha cuerpo a cuerpo, hay un toque de humor (fallido) en el personaje de David Harbour, hay empoderamiento femenino y metáforas que remiten a las mujeres tratando de escapar de un sistema opresivo. Pero en el centro siempre está la búsqueda de Natasha Romanoff por saber quién es, reflejada en el reencuentro con su hermana Yelena (Florence Pugh) y con la conflictiva historia de su pasado. Scarlett Johansson se calza por última vez el traje de Black Widow con convicción y un dejo de nostalgia (¿será realmente su despedida del personaje?), y le pasa la posta a la británica Florence Pugh (estrella de “Mujercitas”), que promete ser una potente sucesora. Parece que el futuro de los éxitos de Marvel está asegurado.
Esta película de Marvel, que inaugura la Fase 4 del llamado MCU, recupera la historia familiar de Natasha Romanoff, poniéndola a combatir con un nuevo enemigo con la colaboración de su hermana menor. Con Scarlett Johansson y Florence Pugh, acompañados por Rachel Weisz, David Harbour y Ray Winstone. En cines el jueves 8 y en Disney+ (pagando extra) a partir del viernes 9 y durante dos semanas. En el mundo del MCU (Marvel Cinematic Universe) donde todo es posible y cada película o serie puede aparecer al abrirse alguna tangente en la curiosa línea espacio-temporal que presenta la saga, una película como BLACK WIDOW funciona, casi, de manera clásica. Si bien los hechos que narra se centran en un personaje que (SPOILER ALERT para los que desconocen todo acerca del devenir de Natasha Romanoff) ya murió en la ficción marveliana, lo que la película de la australiana Shortland (LORE) hace es recuperar, por un lado, su historia original y, por otro, contar un episodio clave de su vida, uno que transcurrió en paralelo a su turbulenta estadía en el mundo de los Avengers. El film tiene algo de THE AMERICANS, en su pintura de una supuesta familia de espías rusos viviendo en Ohio, Estados Unidos, y también hace recordar a títulos como LOS INCREIBLES, un film de animación en el que una familia entera debía dedicarse a atrapar o vencer al villano de turno. En su formato narrativo –la MCU suele imponer algún tipo de género a cada una de sus películas–, BLACK WIDOW, al menos durante la primera mitad de sus más de 135 minutos, recuerda más bien a películas de espionaje internacional similares a la saga Bourne. Pero una vez que la acción toma el control de todo lo que vemos, y los efectos especiales digitales se hacen cargo del relato, la referencia se pierde y estamos de nuevo en plena casa Marvel: películas de animación que solo por momentos parecen ser de acción real. La película tiene unos muy buenos, efectivos, intensos y llamativamente graciosos primeros dos actos. De entrada conocemos a los «Romanoff» en los años ’90, cuando Natasha es una adolescente intensa y un tanto rebelde que vive con su hermana menor y sus padres (David Harbour y Rachel Weisz), quienes funcionan –como en la serie citada anteriormente– como espías rusos en los Estados Unidos, por más que la Guerra Fría ya haya terminado. Pero la fachada es descubierta, la familia tiene que huir a Cuba –la secuencia de escape está entre las mejores del film– y allí el grupo se separa por completo. Las chicas quedan bajo el control y el entrenamiento de un tal General Dreykov (Ray Winstone), que parece tener un ejercito de «Viudas» en distintos lugares del mundo y las controla de una manera un tanto misteriosa. El resto del film transcurre en 2016 y, si odian cualquier tipo de spoilers (los fans del MCU son muy sensibles al respecto) deberían dejar de leer acá. Natasha ya es la «Black Widow» de los Avengers, ya que se ha escapado de Dreykov y ahora trabaja para S.H.I.E.L.D. Pero el grupete de Iron Man, Hulk, Capitán América, Thor y compañía no están pasando por su mejor momento familiar entonces (épocas de CAPITAN AMERICA: CIVIL WAR) y la muchacha trata de reconectarse con su hermana, Yelena (Florence Pugh, la de MIDSOMMAR y MVP de la película), que también está en conflicto con la «facción» que representa. Tras una pelea inicial, de a poco reconectarán y, en plena Europa del Este, deberán lidiar con una amenaza temible (un violento y enmascarado enemigo que las quiere liquidar a cada momento) y se irán dando cuenta que el tal Dreykov es el verdadero enemigo de ambas. Lo mejor de BLACK WIDOW pasa por su costado humano. Las hermanas van encontrando cosas en común entre sí, desmitificando sus roles (es muy gracioso como Yelena/Pugh se burla de algunas poses y actitudes de su hermana, a la que considera una pop star) e intentando reconectar con el resto de su familia, que ha quedado perdida en el camino. Ellos volverán a aparecer, pero no serán iguales a como eran antes. Cada uno a su manera –más graciosa en un caso y no tanto en otro, aunque no revelaré nada más que eso– son muy distintos ahora a la dupla que eran en los ’90. Y, finalmente, será Dreykov el hombre al que habrá que liquidar en una trama que tiene mucho de película de James Bond, a tal punto que en una escena Natasha ve MOONRAKER en una televisión. Cuando la película se escapa de las manos de Shortland (como se sabe, las escenas de acción en el MCU tienden a estar dirigidas y armadas por un equipo aparte, y el director tiene poco que hacer, decir u opinar al respecto) la tensión decrece. Si bien las primeras persecuciones –la del inicio, una que tiene lugar en Budapest y alguna más– retienen cierta potencia de thriller de acción clásico, faltando más de 40 minutos de película todo empieza a reducirse a un juego de efectos especiales que contradice todo lo mostrado anteriormente. Y si bien es convincente como película que da todo el poder y potencia a dos personajes femeninos, el CGI también las transforma en criaturas de fantasía pura. «No tengo poderes –le dice Natasha en un momento a su hermana, en referencia a lo que la distingue de algunos otros Avengers–. Seguro que el Dios del espacio no tiene que tomarse un ibuprofeno al terminar una pelea». Lo cierto es que, a juzgar por lo que sucede en esa última parte, más que un ibuprofeno la chica (las dos, en realidad) necesitaría una serie de operaciones de columna y cuello para seguir con vida y con el cerebro funcionando. Contradicciones, que le dicen, respecto a lo un superhéroe dice ser y lo que, al menos en las películas del MCU, finalmente es. PD. Sí, previsiblemente, hay una escena post-créditos que interesará especialmente a los que quieran saber cómo continúa la Fase 4 del MCU.
Después de años sin Marvel en el cine, al Fase Cuatro abré con la primera entrega individual de Black Widow. ¿Está a la altura de las expectativas? Probablemente este escribiendo bajo el influjo de mi primera dosis del Universo Cinematográfico Marvel en cines después de dos años clavados, pero ahora mismo siento que acabo de ver en Black Widow una de las mejores películas de la serie. Lo cual no es poco teniendo en cuenta que esta es la vigésimo cuarta entrega de una empresa que empezó ya hace trece años. La expectativa ante los tráilers y la premisa, una entrega autocontenida y enfocada en el personaje que Scarlett Johansson viene interpretando desde Iron Man 2, era de un regreso al registro más de acción pura y hasta thriller político que hizo de Winter Soldier una favorita. En el segundo cargo, los resultados son más bien mixtos. Claramente no íbamos a encontrar la finesa en el tratamiento de los conflictos ideológicos de algo como, por ejemplo, The Americans, una clara influencia en la cinta. No ayuda que, para ajustar los tiempos a las fechas establecidas por el MCU hay que romper todos los libros de historia, poniendo a operar a los infiltrados soviéticos de la Habitación Roja, Alexei Shostakov (David Harbour), Melina Vostokoff (Rachel Weisz) y sus “hijitas” Natasha y Yelena cuatro años después de la disolución de la U.R.S.S. Pero realmente es ahí donde terminan los puntos flacos de la película, por lo menos si se la mide con otros blockbusters contemporáneos. La acción, sin llegar a la precisión y ritmo implacable de un John Wick, o al lirismo y ambición de las últimas Misión: Imposible¸ es más que eficiente. Quizás en algunos momentos se caen en la cámara más “sucia” que pusieron de moda (y quemaron) las viejas entregas de Bourne, pero esto no termina de opacar un laburo de coreografía impecable. En este sentido, bien hay un guiño al Bond clásico, queda claro que la inspiración en Black Widow fueron las películas antes citadas, que ponen actualmente la vara del género. No sé si, como denunció en su momento Lucrecia Martel, el laburo de acción queda por fuera de las manos del director, en este caso la australiana Cate Shortland, y es manejado completamente por el estudio. Pero sea como sea el caso, alguien hizo las cosas muy bien. En lo que, quizás inevitablemente, difiere de ese cine de acción con aspiración más clásica es en el uso más intensivo de CGI. Como no puede ser de otra manera, la película incluye un tercer acto a toda orquesta, donde el estudio siempre se siente obligado a tirar todo por la ventana y dejar que los muchachos de ILM tomen la batuta. Sin embargo, salvo quizás en lo que respecta al personaje Taskmaster, deliberadamente presentado como sobrehumano, prima el mano a mano y trabajo de dobles de riesgo. Black Widow retrasada En lo que también se parece a esas las mejores películas de acción de la década pasada, y a Bond llegado el caso, es en el espíritu trotamundos, que aporta una bienvenida cuota de diversidad a la muy buena cinematografía. Una pieza central de la película sucede justamente en Budapest, escenario de la tan mentada misión que refieren más de una vez Nat y Clint Barton (Jeremy Renner) en Avengers. Pero donde realmente Black Widow sorprende es en el corazón que tiene, siendo una seria candidata a ser la más humana de toda la familia Marvel. Entre los principales responsables tenemos a Eric Pearson, veterano del estudio que ya había escrito mucho laburo sin acreditar para el estudio y que puso la firma en Thor: Ragnarok, asi como la confiada dirección de Shortland, quien claramente tiene un ojo para capturar el drama de las relaciones familiares. Es igual de cierto que los golpes emotivos no funcionarían igual sin el enorme respaldo del elenco principal. Johansson está aquí acompañada por su “hermana” Yelena, interpretada Florence Pugh (Midsommar), a quien si le dan pista amenaza con ser una mejor Viuda Negra que Nat, junto con los ya mencionados David Harbour (Stranger Things) y Rachel Weisz (La Momia, Constantine). Todos actorazos del carajo por sí solos, pero que aquí tienen una química que ayuda a vender que hay una familia con solo dos o tres escenas. No me canso de repetirlo, y lo voy a seguir haciendo hasta que quede instalado: los profesionales, en general mujeres, que hacen el casting de estas películas son los héroes anónimos del MCU. Sin ellas, quienes ni aparecen listadas en las páginas de Wikipedia de las películas, el experimento de Feige hubiese fracasado hace rato. Es interesante en este sentido que las dos escenas que proporcionan el corazón de Black Widow, dos momentos alrededor de la mesa familiar, son muy similares a las secuencias más íntimas que se rumorea quería incluir el malogrado Whedon en Age of Ultron, y cuya remoción habría llevado al alejamiento del director del MCU. Que esta película se permita tomarse ese tiempo para frenar y desarrollar los personajes es un signo de maduración, y uno que aplaudo. Black Widow En esta nota, también parece haber una mejor comprensión del timing, o quizás se deba que hay una mujer detrás de la cámara, pero el ribete feminista de la película, que es explicitado sobre el final, aparece mucho más justificado y con sustancia que el cringe que indujo el momento girl power en Avengers: Endgame. Otro departamento donde las cintas de Marvel supieron estar flojas de papeles, la música incidental, acá está muy bien. El encargado de la composición es Lorne Balfe, discípulo del maestro Hans Zimmer y veterano de la saga Misión: Imposible. Al final, vale aclarar que sí, hay escena post créditos, así que no se vayan hasta el final. Además de una despedida a la altura de las circunstancias para Nat, este bis promete por donde seguirá creciendo esta esquina del MCU y es prueba de una mayor integración del todos los productos de la franquicia como hace unos pocos años solo hubiéramos soñado. Por suerte, hay Viuda Negra para rato.
Épica y a la altura de lo mejor de Marvel Finalmente le llegó el turno a Natasha Romanoff, Black Widow, de tener su primera película en solitario y el resultado es una sorpresa que se cola fácilmente entre las mejores películas de Marvel. Como buena hija del patriarcado, Marvel priorizó desarrollar las historias de su staff de grandes varones súper héroes hasta el destape que generó el movimiento #MeToo en la industria del cine. Habiendo llegado a la conclusión de que ya era hora de presentar heroínas fuertes que promuevan un mensaje de empoderamiento, Disney y Marvel decidieron otorgarle una merecida película en solitario a Black Widow. La aventura drigida por Cate Shortland sorprende de manera positiva y se cola fácilmente entre las mejores historias del popular Universo. Allá lejos quedó la Natasha Romanoff (Black Widow) híper sexualizada, objeto de comentarios cosificadores (ver Iron Man 2) y relegada a un rol secundario en la saga Avengers. En la nueva película la protagonista se enfrenta a lo más oscuro de sus cuentas pendientes cuando surge una peligrosa conspiración que tiene lazos con su traumático pasado. Perseguida por una fuerza que no se detendrá ante nada para derribarla, Natasha debe lidiar con su historia como espía y con las relaciones rotas que dejó a su paso mucho antes de convertirse en parte del famoso equipo de súper héroes liderado por el Capitán América. Además de la poderosa carga feminista que envuelve a la trama, Black Widow acierta cuando presenta su subtrama familiar con sólidos matices dramáticos. Y aquí es pertinente remarcar que el trabajo de Florence Pugh, Rachel Weisz y David Harbour (el ladrón de escenas por afano) como los miembros del complejo árbol genealógico de Natasha, no solo acompaña al crecimiento de la protagonista sino que abre puertas muy interesantes para seguir explorando en el Universo Marvel (la escena post créditos es la clave para entender los planes del UCM a futuro). Con muy buenas escenas de pelea cuerpo a cuerpo y una adrenalina que se sostiene a lo largo de los 133 minutos que dura la película, Black Widow no se apoya en la pata más fantástica que suelen exprimir las historias de Marvel y aún así logra consolidarse como un entretenimiento capaz de sacudir vibras cinéfilas y remitirnos a lo mejor del cine de espías.
Un mero capítulo intrascendente dentro de la saga. Lo mejor son las participaciones de Florence Pugh y David Harbour. El potencial que tenía Taskmaster como villano brilla por su ausencia. Marvel busca otra excusa para ganarse el voto femenino.
Mucha acción y poco argumento. Muchas explosiones y poco desarrollo. Buenos efectos y pobre guión. Básicamente Black Widow es eso. El estreno que se esperaba, el nuevo gran lanzamiento de Marvel. Pero sólo logró apaciguar débilmente la fiebre de superhéroes qué hay en estos tiempos post-Avengers. Natasha Romanoff (Scarlett Johansson) es uno de los personajes más enigmáticos del universo Marvel. Y uno de los que tuvo menos desarrollo en los films de Avengers. Claro, era complicado abarcar su pasado ¿Cómo llegó a ser quién es? ¿Su relación con Hawkeye? ¿Por qué fue reclutada por SHIELD? Aparte tenemos otros condimentos. Estados Unidos, Rusia, enigmas, espías, súper soldados. Si bien son argumentos repetidos, son más que suficientes para dar un buen espectáculo. Por todo esto, la idea de la película de Black Widow en solitario parecía buena. Pero las buenas ideas no siempre se transforman en buenas películas. En este caso nadie sale favorecido. Ni el personaje de Natasha Romanoff, ni el UCM. Y peor es el saldo para el resto de los personajes secundarios que introduce el film. Más que una ayuda, son un verdadero lastre (predecible e insulsos) que Scarlett debe cargar. Los dos grandes inconvenientes son: por un lado que la película no aporta nada trascendente a la historia que ya conocemos. Más que hurgar realmente en el pasado atormentado que vivió Natasha, el film se centra en una chata y tragicómica historia “familiar”. En segunda instancia la temporalidad del largometraje no ayuda en lo más mínimo. Estrenada a destiempo y mal ubicada en lo que tanto cuidó Marvel, que es su línea para contar varias historias en paralelo. Lo más interesante que deja es la escena post créditos. El mayor enigma del film. Y fiel al estilo Marvel. El resto. Es una linda portada.
A no confundir con la recordada película de Bob Rafelson, estrenada en 1987. Recomendable thriller psicológico que engendraba un portentoso duelo actoral entre Debra Winger y Theresa Wright. Aquí, ni una Scarlett Johansson en su mejor versión podría impedir el naufragio. Aunque lejos esté la (ex) blonda intérprete de ofrecer algo semejante. Insostenible resulta una historia intrascendente que poco aporta a la conversación del género, explorando el pasado de personajes conocidos mediante un ejercicio de técnica y forma que deja mucho que desear. El agotado universo Marvel se presta a la enésima reencarnación. No habrá milagro de resurrección posible. El retorno a las fuentes de “Civil War” (2016) nos ofrece una propuesta de género de acción que cruza su esencia con el cine de espionaje, acercándose a “Winter Soldier” (2014). La red de seguridad que apuesta a la fórmula conocida. Es la convención perezosa que conforma el paladar del cinéfilo que adoptará las inflexiones del inagotable cine de superhéroes sin carnadura. “Black Widow” vende al mejor postor pura cáscara sin emoción. Mixtura élites secretas, oscuras corporaciones y nuevo orden mundial, sin la mínima intención de verosimilitud. La cinta traza un arco de desilusión comprobable: no hay cimientos que sostengan el argumento, permeable al cliché de grandiosas proporciones. El film encarna el típico prototipo de ficción que guarda una tenue referencia con la realidad. La exageración hiperbólica encuentra su punto cúlmine cuando no existen parámetros para la escalada de cero a cien en el ejercicio de vértigo de acción sin el más mínimo reparo narrativo. En adición, la contradicción temática diluye cualquier visión profunda posible sobre la historia. Las ideas naufragan. Entretanto, una alegoría esbozada tibiamente insiste en el uso del flashback para explicar lo explícito. Masacre narrativa y descarrilamiento sin solución. En “Black Widow” no hay conflicto ni drama verdadero. No hay riesgo y todo luce demasiado calculado. Es un homicidio al buen gusto cinéfilo. Un espectáculo coreografiado para las masas que digieren sin detenerse a pensar.