Voluntad de matar Así como en la película original del 2014 la excusa para la montaña rusa de acción era el asesinato de la pequeña perra del protagonista, el implacable sicario John Wick (Keanu Reeves), y el robo de su auto por parte de representantes de la mafia rusa, con Viggo Tarasov (Michael Nyqvist) a la cabeza, y en la primera secuela del 2017 la historia de turno se desencadenaba por la destrucción de su casa a manos de miembros de la Camorra y la manipulación de la que era objeto nuestro querido antihéroe para volver al ruedo y luego ser traicionado, ahora la trama retoma el final del capítulo previo con Wick transformado en un “excomunicado” cuando se le retira la membresía del poderoso y secreto sindicato internacional de criminales al que pertenece por haber matado dentro de los confines de The Continental, una enorme cadena de hoteles considerados “territorio neutral”, a Santino D’Antonio (Riccardo Scamarcio), capo mafioso neoyorquino que venía de cargarse a su propia hermana con la intención de escalar dentro de la estructura hegemónica citadina. John Wick 3: Parabellum (John Wick: Chapter 3- Parabellum, 2019) vuelve a sintetizar todo lo que estaba bien en el cine popular de otras épocas y que su homólogo de hoy en día ha olvidado casi por completo a caballo de un conservadurismo formal e ideológico que en pos de satisfacer a todos los públicos termina produciendo epopeyas para nadie: la saga dirigida por Chad Stahelski y escrita por Derek Kolstad ha sabido combinar las premisas del western, cierta impronta cercana al film noir y un desarrollo concreto vinculado al cine de acción enérgico y despiadado de las décadas del 80 y 90, aquel que hacía del desquicio homicida non stop su obsesión al punto de no perdonar a nadie y acumular cadáveres de rivales desde un mega sadismo en sintonía con los antiguos “shoot ‘em up” o los actuales “first-person shooters” del ámbito de los videojuegos. El Reeves veterano, ya con 35 años de carrera encima, encontró en Wick a la horma de su zapato porque el sustrato taciturno y lacónico de este forajido parece compatibilizar en un cien por ciento con su propia persona. Similares a la recordada secuencia del club nocturno de la primera propuesta y a las escenas en Roma y en el museo de su continuación, hoy los momentos más furiosos se concentran en la escaramuza de los cuchillos, aquella otra situada en Casablanca y el desenlace en su conjunto en The Continental, un puñado de enfrentamientos asimismo enmarcados dentro de un planteo narrativo que pasa por la necesidad del protagonista de huir e intentar arreglar el asuntillo pendiente con The High Table, el gremio en cuestión, con vistas a que eliminen el “contrato”/ recompensa sobre su cabeza, ese que hace que todos los sicarios del planeta pretendan matarlo. El devenir del relato nos pasea por las clásicas y hermosas carnicerías de la franquicia y por los encuentros de John con diversos personajes secundarios de los que escapa o a los que recurre por ayuda, lo que por cierto otra vez nos deja con un elenco excelente que incluye a Anjelica Huston, Ian McShane, Laurence Fishburne, Halle Berry, Mark Dacascos, Asia Kate Dillon y Lance Reddick, entre otros profesionales de gran peso. Sin duda las características distintivas de estas tres películas, más allá de -por supuesto- la presencia del parco y al mismo tiempo “afable cuando quiere” Reeves, son los instantes de extrema acción del metraje porque resultan sumamente disruptivos si los sopesamos según su mismo contexto industrial de producción, con un Hollywood mainstream apelando de manera permanente a toneladas de CGI semejante a plástico inerte, artilugios tecnológicos en materia de armas, un gigantismo bobalicón y necio que despersonaliza a los individuos en pantalla, una triste redundancia para con los acontecimientos en sí y finalmente a una edición apresurada y confusa que en su búsqueda de transmitir una sensación fetichizada de velocidad lo único que termina generando es tedio y ganas de abandonar el visionado: John Wick 3: Parabellum en cambio, como sus dos antecesoras, está construida alrededor de tomas fijas y sin cortes que permiten apreciar en todo su esplendor las geniales coreografías detrás de las refriegas, un gesto en verdad invaluable empardado al corazón retro del film. Precisamente, el encanto de la faena se condice con las satisfacciones que le ofrece a los espectadores que ansían entretenimiento light pero además memorable en serio, alejado del cancherismo y la soberbia insoportables de la enorme mayoría de los grandes estudios de nuestros días y su constante oferta de escapismo baladí y muy remanido destinado a los infradotados que confunden cantidad con calidad, gente a la que el arte y la cultura en el fondo -y en la superficie también- les importa poco y nada. Productos nobles de cadencia artesanal como los englobados en la presente saga ponen de relieve el hecho de que todavía se pueden entregar trabajos que eviten la corrección política imperante y se metan de lleno en esa violencia masculina siempre latente y en una voluntad de matar a los considerados “enemigos” que es tan humana como la mentira o la idiotez, dimensiones aquí llevadas al campo de un juego morboso en donde salir con vida o siquiera aspirar a la paz equivalen a romper una infinidad de cráneos, tajear cuerpos y disparar muchas balas bien mortíferas…
SI VIC PACEM PARABELLUM Si quieres la paz, prepárate para la guerra. Bajo esta frase o concepto, se levantan los cimientos de esta tercera entrega de una de las nuevas sagas de acción de este último tiempo que más han pegado con el público en general. Quizás por lo sencillo de su trama, por las increíbles escenas de acción o simplemente por Keanu Reeves. La trama es sencilla de seguir, pero es necesario tener cierto contexto para entender lo que sucede, ya que inicia momentos después del final de la segunda película. Y tiene ciertas referencias a la primera. Tanto Keanu como la película en sí, son muy conscientes de lo que son y de lo que ofrecen. E incluso se siente como si ironizaran sobre ello. Es curioso como las escenas de acción en general causaban mucha gracia, ya que daban muchos guiños al público y a los seguidores, pero de una manera sutil. La película sigue la formula ya conocida y esperada, con acción a cada paso, peleas bastante bien coreografiadas y los suficientes elementos de trama para justificar el quedarnos sentados en la butaca. Esta entrega tiene muchísimas escenas excelentemente ejecutadas y filmadas, con planos que prácticamente nunca se cortan. Pero es justamente por esta razón que, a veces, algunas peleas se sienten innecesariamente estiradas o con pausas muy notables, como si los enemigos esperaran a ser rematados. Hay una en particular que es tan larga que se vuelve tediosa y aburrida. Uno de los puntos a destacar es la hermosa fotografía y la excelente dirección que tiene, de la mano de Dan Laustsen (The Shape of Water – Guillermo del Toro) y Chad Stahelski (quien dirigió también las anteriores entregas) En general el tono de la película es constante y nunca cambia demasiado, nunca desentona bruscamente. Y a cada segundo algo sucede. COMENTARIOS FINALES Ciertamente, para los seguidores, es una película que no va a decepcionar. Puede sentirse como mas de lo mismo, pero da pie para (al menos) otra entrega. Y para quien no, disfrutará de una gran película de acción. Se merece el título de película pochoclera.
John Wick 3 – Parabellum: Volvió y no decepciona para nada. Llena de secuencias de acción brutales, con una gran destreza tanto física como técnica, esta película entrega acción sangrienta y original, con el clásico estilo de John Wick. Desde el comienzo esta película es una patada al pecho llenando de adrenalina el cuerpo con el gran John Wick al mando. Peleando contra un actual gigante jugador de la NBA con tanta ferocidad que predispone para una gran película de acción que no decepciona. El punto fuerte de John Wick nunca fue la historia, pero siempre con una correcta estructura que permite secuencias de acción estupendas. En este caso Wick será el objetivo de diferentes hombres y mujeres sicarios del mundo, por haber asesinado a un miembro del gremio internacional de asesinos. Hay mucho dinero por su cabeza, lo que permitirá diversos intentos de asesinato a este brutal personaje. El director Chad Stahelski se redime de lo entregado en John Wick 2, la cual quizá fue algo tediosa y poco original en ciertos aspectos, aunque disfrutable. Que en este caso, con esta tercera parte, el director junto al guionista de siempre Derek Kolstad, quien recibió ayuda de otros colegas como Shay Hatten, Chris Collins (Sons of Anarchy) y Marc Abrams, logran otorgar innovación a esta gran película, haciendo pasar muy rápido estas 2 horas de film. Con Wick volviendo a ciertos aspectos de su pasado para poder sobrevivir estos ataques. Además de salvar una función privada llena de problemas técnicos, lo que solo John Wick puede lograr. Más allá de poseer buenos personajes secundarios, apoyados por grandes actuaciones (Incluida Anjelica Huston), aparecen perros que atacan a la par de Halle Berry y Keanu Reeves, una persecución de caballo con motos y una de las mejores peleas de cuchillos o armas filosas vistas en pantalla grande. Además de tener a dos grandes peleadores provenientes de The Raid 1 y 2, películas que cualquier fanático de la acción conocerán. Todo armado con una gran destreza técnica como física, esta película te asombra en cada secuencia de acción. Como también posee una gran fotografía, esta vez por parte de Dan Laustsen (The Shape of Water, Crimson Peak) que engrandece todas las escenas; una obra de gran belleza mezclada por la sangrienta ferocidad del protagonista. John Wick volvió con todo. Trajo buena historia, buenos giros narrativos, y una casi segura continuación de este “Wickverse”. Armas por doquier, una cantidad monstruosa de actos violentos nunca antes visto en películas de acción. Por lo menos con tanta crudeza. Lo brillantemente coreografiado de las escenas servirá como base de muchas películas de acción, ya que en este caso otorgan velocidad, destreza y crueldad como pocas veces antes visto. El limpio y preciso uso de cámara las separa de otros grandes films de acción, dándole ese estilo propio de John Wick. Este film quedará en la retina de cada espectador, si es que tu ojo sobrevive tantos cuchillazos y disparos que salpican sangre por toda la hermosa escenografía.
Si estás buscando la medida justa de acción, lucha y un poco de suspenso, esta película dirigida por Chad Stahelski es perfecta. Parabellum es la tercera de la saga de John Wick protagonizada por Keanu Reeves. Desde su primer entrega, las secuencias de acción han sido varias veces elogiadas por su coreografía y esta no es la excepción. Disfrutaremos desde tiroteos y peleas con katanas hasta persecuciones en caballo por NYC. Veremos a un John Wick que lejos de aburrir y decepcionar con peleas absurdas, nos dará escenas muy bien realizadas y balanceadas mientras se ofrece una millonaria recompensa por su cabeza. El personaje desde el primer film es magnífico e interpretado a la perfección con cero empatía, nada de ironía y manteniendo siempre una personalidad fría a la hora de defender lo que más ama. Aquí no hay excepción por más que ahora tenga que recurrir a Sofía (Halle Berry) para que lo ayude y así pelear juntos contra medio mundo. Prohibido olvidar a los pastores alemanes que no solo son letales sino que también sirven para recordarnos que el protagonista debe defender su vida luego de una serie de eventos que se sucedieron al ver como el perrito de wick era asesinado por un grupo de jóvenes mafiosos allá por la primer entrega. Continuando con nuestra "crítica", Parabellum, tiene una fotografía excelente que acompaña muy bien cada momento. La gran edición y los FX cumplen un rol fundamental y generan que cada escena tenga una continuidad casi perfecta evitando que se noten esos cinco años de diferencia entre la primera y la tercera de la saga, generando un hilo de continuidad que no marea al espectador. En general "John Wick 3: Parabellum" está a la altura cumpliendo con las mismas líneas que las anteriores y me atrevo a decir que junto con la primera son las más espectaculares. Es altamente recomendable si lo que buscas son 120 minutos de acción pura y no sos muy impresionable (Si, corre mucha sangre). Por Keila Ayala
John Wick 3: Parabellum, te mata cinco veces antes que toques el suelo John Wick 3: Parabellum es el nuevo capítulo en la historia de acción y venganza que se inició por… la muerte de un perrito. Dirigida por Chad Stahelski (como las dos anteriores), un director que inició su carrera como responsable de dobles de acción (técnicamente llamados “stunts”), y supo imprimir en estas tres películas un estilo de acción nunca visto, sin tanto cortes y con una imaginación que muchas veces roza el slapstick (comedia física con golpes y coreografía cómo Chaplin o Los Tres Chiflados). John Wick (interpretado por Keanu Reeves y que descubriremos en esta tercera parte que no es su nombre original) arranca escapando, está a minutos de pagar las consecuencias de haber roto las reglas, de haber asesinado a un integrante de “La mesa grande” y además, hacerlo en el Hotel Continental, ese lugar que sirve de refugio y asilo para la elite de asesinos. Un lugar sagrado que es manchado por sus acciones, convirtiéndolo en un excomulgado. ¿La recompensa? 14 millones de dólares por su cabeza. Winston (Ian MacShane, a quien estamos viendo en American Gods) decide tener piedad y darle una hora para que pueda sanar y comenzar a sobrevivir. Primer paso: dejar a su nuevo perrito al cuidado de Charon (Lance Reddick, de Fringe), el manager del Hotel Continental. Segundo paso: cerrar sus heridas. Tercer paso: iniciar la mejor defensa, un ataque feroz. A partir de acá, todo es una fiesta que arranca gritos, aplausos y sorpresas. Una secuencia con cuchillos, espadas y caballos (les juro, tiene sentido) que es una delicia visual y coreográfica, una pelea cuerpo a cuerpo con un gigante en una biblioteca (¿quién te conoce, Lyanna Mormont?), una pelea contra decenas de asesinos junto a Sofia (Halle Berry, de… Catwoman) y sus dos perros altamente entrenados, y un clímax en el hotel que es un catálogo de como abordar diferentes formas de pelea. En el medio, una persecución en la mitad de Nueva York a caballo… Sólo con estas secuencias, John Wick 3 se configura como una película visualmente entretenida con grandes dosis de acción, pero decide ser mejor que su antecesora indagando aún más en este grupo de asesinos que viven bajo nuestros ojos aunque no podamos verlos. Conocemos más sobre su origen, sus objetos, su estructura interna. Además (y algo que parecía no importar, pero una vez que sucede nos hace querer conocer más) se mete de lleno en el pasado de John, enseñándonos a su familia que va a pagar un costo muy caro por ayudar (a la fuerza, claro) a nuestro héroe asesino. Vuelve el rey Bowery (Laurence Fishburne), llenándonos la sangre de nostalgia y esperando que juntos re-creen alguna escena de Matrix. Hay varias caras nuevas, pero lo que se lleva todas las palmas es el trio de asesinos orientales que tienen el encargo de terminar de una vez y para siempre con el problema Wick: Zero (interpretado por la leyenda viviente de Mark Dacascos – Brotherhood of the Wolf, Cradle 2 the grave, Drive) y sus dos esbirros interpretados por Yayan Ruhian y Cecep Arif Rahman (que vimos en The Raid 2). Este trío tiene las mejores secuencias de acción de la película y Dacascos demuestra que a pesar de su edad sabe como patear culos. Parabellum se configura entonces como una gran película de acción, que sigue agregando elementos a su mitología y que “sin quererlo” se está convirtiendo en una saga épica con reglas propias al nivel de los grandes universos superheroícos; con ramificaciones ya confirmadas como una serie por venir. Mientras esperamos que Keanu estrene la tercera parte de Bill & Ted (llamada “Face the Music”), nos seguimos maravillando con un actor que sigue encontrando papeles importantes aunque parezca tener un solo registro. Mira que bien nos mintió…
“¿Quién no ha salido de ver una película de acción en el cine y ha querido llevarse el mundo por delante, creyéndose Bruce Lee o el mismísimo Chuck Norris?”. Eso es lo que nos genera nuevamente la tercera entrega de esta saga que arrancó en 2014 con “Otro Día para Matar” y nos siguió entreteniendo en “John Wick 2: Un Nuevo Día para Matar” (2017). Con este nuevo film, la franquicia de John Wick continúa revolucionando el género que tuvo su primer apogeo en la década del 80 y que, desde entonces, fue mutando para atraer y retener la atención del público. La odisea prosigue donde nos dejó la anterior película en la que John Wick viola una de las reglas más importantes del mundo de los asesinos al eliminar a Santino D’Antonio dentro de las instalaciones del hotel Continental, significando para John quedar ex-comunicado, es decir, vetado de cualquier tipo de apoyo de la sociedad a la vez de tener un contrato internacional por su muerte de millones de dólares. Así, y con todo el mundo tras él, deberá usar todos los recursos a mano para revertir su situación mientras lidia con todos los asesinos que quieren la recompensa por su cabeza. “John Wick 3: Parabellum” nos muestra que siempre hay un escalón más que subir en un mundo en el que uno cree que “ya lo vio todo”. En este largometraje, Chad Stahelski, pionero en la rama cinematográfica de las escenas de riesgo, forja circunstancias de acción inimaginables, deleitándonos con cada secuencia perfectamente coordinada y coreografiada al nivel de una danza clásica, evitando que los hechos lleguen a ser demasiado sobreactuados o sin sentido. Keanu Reeves mantiene impecable el personaje, como ya ha demostrado saber hacer en las anteriores entregas al igual que Ian McShane (“Hellboy”, 2019). Por lo contrario, las nuevas participaciones de figuras reconocidas, entre la que aparece Halle Berry (“El Pasado Nos Condena”, 2002), no llegan a la altura de John Wick, pero contribuyen con lo necesario para que la trama avance, más que nada desde el lado del guion, que no es destacable, complementándose con el protagonista que aporta mucha pelea, pero pocas palabras. ¿Qué podemos esperar de esta película? Persecuciones a caballo, peleas sobre motocicletas con katanas, perros perfectamente entrenados para matar y escenas de acción explícitas que van a hacer que más de uno grite del dolor ajeno. Una película que se distancia totalmente del paradigma que muchas obras del género han formado alrededor de él al hacernos creer que todas las películas necesitan grandes explosiones sin sentido para mantenernos en la butaca.
¿Sabian que hay un John Wick de verdad? Vamos a darle un poco de contexto al asunto. El personaje surge de la pluma del guionista Derek Kolstad, quien dio vida a un sicario cuyas aventuras tendrían como eje la venganza y su carácter de antihéroe. El primer proyecto se llamaba Scorn (Desprecio) y su figura central rondaba los 60 años. Cuando Keanu Reeves se sumó al proyecto, la edad pasó a ser anecdótica (y claro, lo tenían a Keanu re emocionado ahorcando a gente imaginaria para meterse en personaje, ¿Cómo rechazas eso?). Kolstad tomó el nombre de su abuelo, quien se dedica a la construcción, y la franquicia cambió de denominación por idea de Keanu. ¿Por qué les cuento esto? Porque tengo ganas de agregarle data curiosa a las reseñas. Uno nunca sabe cuándo le pueden preguntar en El Imbatible de dónde surge el nombre de John Wick. La tercera parte de la franquicia comienza apenas termina John Wick Chapter 2 (2017). Nuestro héroe (porque a esta altura se convirtió en un icono de la cultura pop) está huyendo de una parva de asesinos dispuestos a cazarlo. Es que en los últimos minutos de la entrega anterior violó una regla de oro: cometió un crimen dentro del Hotel Continental. Para sumarle más ceros a su recompensa, resulta ser que su víctima era integrante de la Mesa Suprema. En este mundo de criminales a sueldo y sociedades secretas quedar «Excomunicado», como John al inicio de Parabellum, significa tener la membresía suspendida, con lo cual no puede acceder a ningún servicio (armas, alojamiento, atención médica) ni a la ayuda de los otros miembros. Y así, solo, en un universo que no deja de mostrar nuevas facetas, paisajes y complejidades, comienza una nueva aventura. Ese es el primer punto a su favor. Las franquicias caducan cuando ya no tienen nada que aportar, y no es el caso de esta entrega. Nuevos personajes, vinculados al pasado de Wick (gran acierto nunca haber revelado demasiado sobre él), nuevos roles dentro de esta sociedad y lugares nunca visitados nos dan un vistazo más general a su mundo, pero no lo agotan (si, queda latente una cuarta entrega). Y de estos nuevos personajes, quizás el más resonante sea el de Sofia (Halle Berry) y, de modo llamativo, lo mejor de su participación no es precisamente ella (Sin spoilers, sin spoilers). Las coreografías de pelea siguen siendo increíbles y parecen no tener límites a la hora de incorporar elementos. Y algo interesante en este punto es que se muestra el cansancio y la factura que los años y las palizas recibidas le pasan a Wick. Si bien se juega con forzar hasta dónde llega el verosímil mediante la exageración, cada tanto hay una vuelta al realismo que establece una tensión constante la cual se estira, pero nunca se rompe. Y la potencia, la violencia y lo visceral de estas peleas están reforzadas por todos los elementos que las puedan reforzar: ambientes increíbles, movimientos de cámara precisos e iluminaciones acordes a cada espacio, cuya variedad termina conformando un paisaje misceláneo de colores y texturas que supera a las dos entregas anteriores. En lo personal, no sé si me convence del todo que la saga no haya cerrado como trilogía, dando a entender que tendremos una cuarta parte (luego confirmada oficialmente). Si bien es cierto que queda mucho camino por recorrer y se está construyendo de modo minucioso y a conciencia, siempre prefiero que los ciclos se cierren con gloria.
Nacido para matar John Wick 3 comienza solo minutos después de la anterior. John está escapando luego de haber roto la principal regla del Hotel Continental. Por lo tanto, está por ser declarado excomunicado y todos los asesinos de Nueva York, o el resto del mundo, estarán detrás de el por una enorme recompensa. Esta película es genial, no hay muchas vueltas que darle. Quién hubiera dicho en los tiempos de Matrix que, en cuanto a entretenimiento y acción, esa no iba ser la mejor, más excitante y más consistente trilogía de Keanu Reeves… La acción es mas intensa y constante que en las anteriores, y como ya nos tiene acostumbrados, Chad Stahelski las dirigió impecablemente. Con hermosa cinematografía, excelentes e inventivas coreografías y magnífico trabajo real y en cámara de los actores y dobles de acción, en momentos recordando a The Raid, y a veces hasta agregando detalles cómicos. Con perfectos movimientos de cámara, planos generales y largos, donde se puede apreciar a la perfección todo lo que esta sucediendo. Lo único malo de esto, es que varias veces podés notar la coreografía y ver como los “tipos malos” podrían haber hecho más o están esperando a que el actor haga su movimiento. Pero es un detalle que estoy dispuesto a obviar, con tal de no volver a esa moda de hace unos años con planos cercanos, cámaras epilépticas y 200 cortes por segundo. Corre el riesgo de que pueda ser mucha acción, y eventualmente uno se pueda cansar o aburrir. Pero considero que logra evitarlo teniendo suficiente variedad y creatividad con cada escena. La parte mas débil, sin duda es la historia. Sin ser mala o algo que te pueda sacar de la película, pero si tiene unos villanos bastante débiles y no físicamente hablando. Mientras más se revela del mundo de los asesinos, más inverosímil se vuelve, y sin entrar en detalles ni spoilers, hay unas idas y vueltas que te van a hacer cuestionar la lógica o motivación de ciertos personajes. Pero sé es un progreso en cuanto a la segunda parte, aunque no tenga la simpleza y enfoque de la primera. Aunque trama e historias puede que no sea el enfoque de estas películas, aun así, puede ser un problema. Pero si sos fan de la acción, la buena acción, y de esta saga, no te preocupes que no vas a salir decepcionado.
Descomunal, impactante, brillante, escenas de acción como nunca antes vistas, algunos de las descripciones que pueden acompañar el lanzamiento de esta tercera entrega del vengador de los perros y que suma, con buen tino, a una socia feminista (Halle Berry, con sus ovejeros alemanes ataca penes) y recupera a la gran Anjelica Huston en un papel clave. Para pasarla bien y salir del cine escapando de los asesinos.
Sinopsis: Luego de los eventos ocurridos en John Wick 2, saga que comenzó en 2014, nuestro héroe y protagonista, (Keanu Reeves) comienza a ser perseguido por todas las Mafias que simpatizan con el italiano Santino D'Antino. Con un precio por su cabeza que escaló a 14 millones de dólares, ahora todos los sicarios van por él, lo que provoca que tenga que huir por distintas razones y de todas las maneras posibles, ya sea en moto, auto, corriendo o a caballo. Su cabeza tiene precio y todos los asesinos del mundo están detrás suyo, por haber sido el autor de un asesinato dentro de los confines del Hotel Continental. La Mesa Suprema lo quiere muerto, pero su Gerente, Winston (Ian McShane), le otorga un período de gracia antes de ser un ex-comunicado, lo que significa, perder el carnet de asociado y ser aislado sin recibir ayuda de nadie. Filmada en distintas locaciones, pero principalmente en la ciudad de New York, John escapa de los asesinos que corren tras él y su habilidad y rapidez es tal que la película se transforma en un viaje de divertimento inigualable, con una acción que no decae ni un minuto de sus dos horas de duración, planos que no se cortan y un John Wick indestructible y brutal que no podría ser otro que Reeves. La dirección de Chad Stahelski es precisa al entregar momentos sangrientos y con coreografías de lucha que no tienen desperdicio. El guión es simple: la cacería de Wick a manos de los más grandes asesinos por la recompensa y su habilidad del mismo para seguir con vida y volver a su antigua posición. Aunque cuenta con un buen reparto de actores secundarios como Anjelica Huston, Hale Berry (Sofhia)y Laurence Fishburne es sobre el protagonista sobre quien recae todo el peso del film con momentos increíbles (cuando pensaba que ya nada podía sorprenderme) como la escena de los cuchillos y los perros. Espectacular. Todo el film divierte, entretiene, sorprende y no da tregua con el plus de la gran fotografía de Dan Laustsen (“The Shape of Water”) https://www.youtube.com/watch?v=tIHKJuHD5Ug TITULO ALTERNATIVO: John Wick 3: Parabellum DIRECCIÓN: Chad Stahelski. ACTORES: Keanu Reeves, Halle Berry. ACTORES SECUNDARIOS: Asia Kate Dillon, Jason Mantzoukas, Ian McShane, Laurence Fishburne, Anjelica Huston, Lance Reddick. GUION: Derek Kolstad. FOTOGRAFIA: Dan Laustsen. MÚSICA: Tyler Bates. GENERO: Suspenso , Acción . ORIGEN: Estados Unidos. DURACION: 131 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 16 años con reservas DISTRIBUIDORA: BF + Paris Films FORMATOS: 2D. ESTRENO: 23 de Mayo de 2019 ESTRENO EN USA: 17 de Mayo de 2019
La tercera entrega de una de las sagas de acción más estimulantes de la actualidad propone un recorrido desenfrenado, felizmente caótico e hiperviolento, aunque se resiente cuando apuesta por el desarrollo de los personajes y la historia. Con Liam Neeson ya viejo para andar trompeando y tirando patadas y Tom Cruise enfrascado en misiones imposibles cada vez más cosmopolitas y parecidas a las de James Bond –aunque Cruise, a diferencia del agente 007, está dispuesto a mancharse–, John Wick se erige como una de las sagas de acción más estimulantes de la actualidad. En su tercera parte, vuelve a apostar por un recorrido deliberadamente caótico que, sin embargo, se resiente cuando apuesta por el desarrollo de sus personajes y la historia. A John Wick 3 – Parabellum le pasa lo mismo que a Rápidos y furiosos, otra saga nada casualmente pensada para, por y desde lo desaforado; esto es, funciona muy bien en su faceta de acción y hace gala de un caudal enorme de ideas visuales a la hora de transmitir en imágenes el placer del movimiento, pero cae cuando pone el freno de mano para darle carnadura al relato. Un relato que comienza inmediatamente después del fin de la segunda parte, con Wick transformado en “excomunicado” debido al retiro de la membresía de la poderosa agrupación de criminales que integra(ba). La consecuencia principal de esa “excomunicación” es el pedido internacional de su cabeza a cambio de ni más ni menos que 14 millones de dólares. Los primeros 20 minutos de John Wick 3 – Parabellum son de lo mejor del año. Allí el hitman trajeado (Keanu Reeves, que con esta franquicia encontró una inimaginable segunda vida para una carrera hasta hace unos años extinguida) hace lo que mejor sabe: fugarse hacia adelante, sortear obstáculos de las formas más impensadas y, desde ya, boletear a una cantidad imposible de tipos que vienen a matarlo. Los boletea sin sutilezas, con lo que tenga a mano: hasta un libro funciona como elemento mortal en manos de Wick, en la escena más ridícula y graciosa de toda película. El ex doble de riesgo devenido en director Chad Stahelski tira toda la carne al asador durante una introducción que remite a la primera etapa de John Woo, aunque con una apuesta por el humor y la autoconciencia ausentes en la filmografía del realizador hongkonés: secuencias sin diálogos, con pocos cortes de montaje y filmadas casi siempre en plano conjunto, una claridad conceptual enorme para clarificar visualmente la acción y, desde ya, una sucesión de peleas diagramadas con una precisión digna del cuerpo de ballet del Bolshói. Esa oda a la violencia, sin embargo, se detiene, y Wick, de inmutable rostro de nada, empieza a involucrarse con distintos personajes que podrían detener la cacería. Los diálogos se vuelven altisonantes y graves, como si quisieran negar la condición festiva e irreverente de las secuencias de peleas, y la película, más allá de las escenas de acción posteriores, se estira hasta unos innecesarios 130 minutos. Así, el resultado va entre la locura y la solemnidad, entre el desenfreno y lo litúrgico. Pero a no preocuparse demasiado: todo indica que Wick tendrá su revancha.
La vuelta de Baba Yagá Con el estreno de John Wick en 2014, el novato director Chad Stahelski entendió, con su ópera prima, lo que el público quería de una película de acción: nada más ni nada menos que la acción, explicita y sin relleno. Tal es así que fue todo un éxito tanto en la taquilla como en la crítica que le valió una secuela en el 2017 y una tercera parte que llega a los cines esta semana. Posiblemente este éxito tenga mucho que ver con que el propio Stahelski trabajó durante muchos años como coordinador de dobles de riesgo, lo que lo llevó a conocer a profundidad este género, pero con eso solo no alcanza y para que el éxito sea tal, encontró en el consagrado Keanu Reeves al actor perfecto para interpretar a este experto cazarecompenzas. Esta nueva entrega comienza en el mismo punto donde finalizó la segunda película. Luego de que John Wick asesinara dentro del hotel Continental (algo que está sumamente prohibido dentro por La Orden Superior) su cabeza tiene un precio y todos los demás sicario buscarán ser quienes acabaron con el famoso John Wick y así cobrar los 14 millones de dólares. Pero si hay algo que no hace John Wick es rendirse y no se las dejará muy fácil.. A diferencia de las películas anteriores no estamos ante una historia de venganza, sino una de supervivencia, lo que hará que todo aquel que se encuentre con nuestro personaje principal quiera asesinarlo sin darle descanso alguno. Tal es así que ya desde el arranque John Wick se enfrenta a distintas mafias, en distinto ambientes y con distintas armas como pistolas, cuchillas, caballos! y también peleas cuerpo a cuerpo, lo que directamente remite a un videojuego de acción con diferentes niveles. Ahí esta la gracia y el éxito de esta saga. Las películas son 100% acción. Poco espació hay para una trama más profunda. Como ya dije, el director encontró una formula que le da apenas poco (pero necesario) lugar a la historia, y que lejos de ser repetitiva y cansadora, mientras siga estando bien justificada, cada vez nos atraerá más y más. Los personajes secundarios (pero con actores de primer nivel) también logran aportar lo suyo. Ian McShane como Winston, el encargado del hotel Continental y Laurence Fishburne como Bowery King vuelven a repetir sus roles, y aún con mayor importancia ya que ambos también serán culpados por permitir que John Wick haya violado las reglas. Quien se suma en esta entrega es la talentosa Halle Berry, que interpreta a Sofia, un personaje del pasado de Wick que lo ayudará cuando más lo necesite. Un párrafo aparte merecen todos los aspectos técnicos de está película, desde la excelente fotografía, hasta los movimientos de cámara que, junto al gran trabajo coreográfico, logran unas escenas de acción tan reales y que incluso llegan a causar gracia al público. John Wick 3: Parabellum es la mejor película de una saga que lejos está por terminar, y mientras siga encontrando la formula (ya está confirmada una cuarta parte para 2021) , pasará a la historia como una de las mejores franquicias de acción.
John Wick 3: Parabellum es la muestra de que el género de acción puede ser tomado en serio y destacarse por más aspectos que solo sus coreografías. John Wick vuelve a consolidarse como una de las franquicias del momento y la expansión de su universo es inminente. Después del éxito de John Wick allá por el 2014, el director Chad Stahelski y el protagonista Keanu Reeves vieron en esa historia la oportunidad de volver a poner a una franquicia de acción nuevamente en el primer plano mundial. Por palabras de los mismos protagonistas, lo que en su momento surgió como una idea de hacer una historia autoconclusiva con un nivel de acción pocas veces visto antes y una calidad estética sin precedentes para ese tipo de producciones, tuvieron que “verse obligados” a continuar la historia del asesino más voraz de todos gracias al gran impacto que John Wick tuvo en el público, en la crítica y en la taquilla. Pero claro que la historia no podía seguir de la misma manera y entre ellos tuvieron que aclarar que si esta incipiente franquicia quería consolidarse como tal, debía tener en claro hacía dónde ir y cómo expandirse de manera apropiada. De manera que la historia no podía continuar directamente alineada a la historia de su esposa y el perrito, por eso que la franquicia tomó un rumbo nuevo. De esa manera en 2017 llegó la segunda parte, John Wick Chapter 2. En esa secuela todos aquellos pequeños conceptos que habían gustado de la primera fueron cobrando cada vez más sentido y al mismo tiempo el universo de mercenarios se fue expandiendo y otros conceptos fueron surgiendo. Uno de estos nuevos elementos fue la mención de una supuesta Orden Suprema, una organización que aparentemente es la que rige todo este universo ¿clandestino? de asesinos a sueldo por todo el mundo y que son aquellos que ponen las reglas. Una de esas reglas y quizás la más sagrada e importante, es justamente la que John termina rompiendo en el final de ese segundo capítulo. John mata a alguien dentro del Continental, suceso que le costó hacerse del mote de “excomunicado”. ¿Qué significa eso? Que ahora ya no sólo no cuenta con la asistencia de todos los posibles aliados que John supo tener sino también que ahora cuenta con un contrato bajo su nombre a nivel mundial de 14 millones de dólares para quien lo elimine. Y exactamente ahí es donde se retoma la historia. Minutos después de que Winston (Ian McShane) le otorgue la posibilidad de tener una hora para escapar a John (Keanu Reeves) y así poder salvar su cabeza de todos los mercenarios que se encuentran en el mundo. Ahora, sin el apoyo de ningún sector, John deberá recurrir a los pocos aliados que le quedan como El Rey del Bajo Mundo (Laurence Fishburne) y otros antiguos aliados que lo ayudarán a irse a otras partes del mundo para cobrarse favores que aún le deben y así intentar sobrevivir a la mano dura de la Orden Suprema y al mismo tiempo intentar terminar con ella. Si se pensaba que la saga de John Wick no podía seguir teniendo éxito luego de su segunda entrega, aquellos que lo sostenían ya deben estar pidiendo disculpas. Estamos en presencia de la saga de acción mejor llevada a cabo del milenio y posiblemente estas sean las películas que mejor representan al género desde la primera Duro de Matar (Die Hard, 1988). Había tres grandes valores que se podían destacar de las otras dos entregas: Las coreografías de pelea, el despliegue visual y el guion. En esta oportunidad todos estos aspectos logran superar lo que se venía proponiendo y terminan conformando una master class de como renovar, efectivamente, un género entero. Y a estos tres puntos, ahora se le puede sumar uno más y es el humor. Si algo le faltaba a estas películas era que se distendieran un poco y para bajar a la tierra un momento hacían falta momentos en donde el espectador se relaje. Decisión arriesgada y con más chances de que salga mal y “romper” la franquicia y la esencia de ésta, pero por suerte, pasa todo lo contrario y le da aquello que necesitaba la saga para consolidarse como una de las mejores. ¿Tiene algún aspecto negativo? Si, pero a cuenta gotas. Hay tres o cuatro momentos en donde las escenas se notan alargadas excesivamente solo para generar un impacto mayor, pero termina provocando cansancio y agotamiento. Otra cuestión que hace un poco menos fluido el guion es la cantidad de nuevos elementos, denominaciones y cargos que se introducen que la narrativa se vuelva más engorrosa. Si bien la trama no es complicada, la connotación de determinados elementos se empiezan a volver fundamentales y algunos pueden pasar de largo si no se presta una atención permanente. Como punto “más bajo” algo que sucede en esta oportunidad es que el verosímil termina de romperse por completo en el último acto, llevando al extremo la exageración y sembrando un margen de duda para el futuro en cuanto al hasta donde se pueden llevar ciertas situaciones. La actuación de Keanu Reeves vuelve a ser espectacular y demuestra que el papel le interesa y bastante. Iba a ser difícil para él despegarse de haber interpretado a Neo en la trilogía de Matrix (1999-2003) pero después de tanto intentar con otro tipo de papeles ha podido dejar a Neo en el pasado y volver a ser reconocido como un personaje serio en una franquicia seria. Si bien en este film vuelven a aparecer todas las caras que ya conocemos, nuevos integrantes son incluidos y entre ellos aparecen Anjelica Huston, Halle Berry y Mark Dacascos como los que más se destacan. Todos aprovechando al máximo sus momentos en cámara para demostrarle al mundo que el mundo de los asesinos va más allá de John Wick. De no mediar inconvenientes John Wick 3: Parabellum será un éxito rotundo y hay quienes ya la ponen por encima de todas las anteriores de la franquicia. De lo que si se puede estar seguros es que habrá John Wick para rato o por lo menos lo habrá de este universo ya que no solo se deja la puerta abierta para una cuarta, ¿y última?, entrega de la saga sino que también es muy probable que empiecen a surgir rumores sobre posibles spin-offs tanto en televisión como en el cine. No caben dudas de que John Wick llegó para quedarse, será mejor no hacerlo enojar e ir a verlo a la sala más cercana porque Wick ya se volvió un sinónimo de calidad.
En la mira de los asesinos. Si alguien nos hubiese dicho hace casi 20 años que la saga más popular de Keanu Reeves no iba a ser Matrix, seguramente nos hubiésemos reído en su cara… y mucho. Con Sin control (John Wick, 2014) el ex-boxeador devenido doble de acción y posteriormente director Chad Stahelski inició una saga que no se propuso reinventar la rueda, pero sí hacerla girar distinto. Así las cosas, John Wick 3 (John Wick: Parabellum, 2019) llega para solidificar ese camino trazado dentro de un cine de acción teóricamente clásico, pero con condimentos actualizados. La trama retoma exactamente donde nos dejó John Wick 2: Pacto de sangre (John Wick Chapter 2, 2017), con el personaje titular (Keanu Reeves) siendo excomulgado de la organización secreta de asesinos a la cual pertenecía y con una recompensa millonaria por su cabeza para quien lo atrape, preferentemente muerto antes que vivo. Lo que inicia como un pequeño homenaje a The Warriors (1979) de Walter Hill muta hacia a un beat ‘em up del mejor arcade ochentero que puedan imaginar, entregando secuencia tras secuencia la oportunidad perfecta para que nuestro protagonista despliegue su oficio letal con una variedad inusitada de armas en los ámbitos menos pensados, con un timing más que inoportuno y con peleas de un nivel coreográfico tal que cada movimiento se puede leer como un paso de ballet perfeccionado con horas y horas de ensayo. Al cast de renombre que acompaña a Reeves desde las entradas previas, como es el caso de Ian McShane y Lawrence Fishburne, ahora se suman figuras como Angelica Houston y Halle Berry. Porque una de las políticas más interesantes de este renacimiento del cine de Acción es dejar en claro que la violencia y su capacidad de imponerla sobre otros ha dejado de ser potestad exclusiva de los hombres. De la misma forma la toma de poder es demostrada desde el personaje de La Adjudicadora (Asia Kate Dillon), persona encargada de poner las cosas en orden tras el desparramo de tiros y sangre cortesía de John Wick. Sin traicionar su estilo, las más de dos horas de película entregan una secuencia frenética tras otra, pero repletas de la frescura necesaria para no caer en la repetición ni aburrir al espectador: una pelea de sables cruzando un puente arriba de una moto, un escape a caballo montado a pelo, un intercambio dentro de una armería que ofrece literalmente un arsenal de alternativas, y así nos vamos moviendo por la trama. Una trama que por cierto parece morderse su propia cola mientras transiciona del segundo al tercer acto, dando la sensación de que algunas elecciones del guión sólo buscan hacernos llegar a la próxima escena de acción, pasar a la siguiente pantalla, ver qué se trae entre manos la siguiente wave de asesinos. John Wick 3 funciona como confirmación de un antihéroe posmoderno, un protagonista que a fin de cuentas es un hombre atrapado en su propio laberinto y a quien ni los guionistas ni los estudios planean dejar tranquilo, especialmente pensando que a pocos días de su estreno ya se confirmó una cuarta parte para el año 2021. La palabra Parabellum, incluída en el título original, deriva de la frase en latín “si vis pacem, para bellum” que significa “Si quieres paz, prepárate para la guerra”. Esa paz tan ansiada por Wick, esa vida tranquila que añora, no va a ser posible a menos que dispare, golpee y en última instancia mate a todo lo que se cruce en su camino. Tomando la taquilla y los fans como referencia, todo indica que el pobre Sr. Wick no va a tener paz durante un largo tiempo.
Aclaremos que el término “parabellum” en latín significa “prepararse para la guerra”. Y eso es lo que hace John Wick en esta tercera película de la saga que comienza exactamente donde finalizó la segunda. Con el desesperado sicario a sueldo con una hora a su favor para ponerse a salvo, antes de ser excomulgado de la sociedad de asesinos, ponerse a salvo, y gambetear como pueda la recompensa de catorce millones de dólares que ceba a cuanto criminal o aprendiz ande suelto. El director Chad Stahelski , que dirigió las dos anteriores de John Wick, se propuso con sus cuatro guionistas ( Dereck Kolstad –creador de los personajes-, Shay Hatten, Chris Collins y Marc Abrams), mostrarnos tal carga de acción, con mucha violencia, momentos semicómicos, y secuencias para estudiar, dos horas y media caóticas por momentos magnéticas y también agotadoras. No hay respiro entre algunas escenas de persecución, tiroteos en el desierto con la participación de Halle Berry sus perros feroces (atacan siempre los genitales masculinos) mucha sangre y algunas mutilaciones. Todo encaminado a una larga secuencia final con cristales y espejos, coreografiada a la perfección, con castigos que ningún humano soñaría con soportar. También aparece una hipnótica Anjelica Huston que se transforma en una aliada forzada que ayuda al buenazo y un tanto curtido Keanu Reeves, que está dispuesto, según el argumento a una cuarta entrega. Los amantes de la acción tienen un plato fuerte, excesivo, energético, con todos los trucos al asador. Se lucen Laurence Fishburne, Ian McShane, Lance Reddick y Asia Kate Dillon (en TV “Billons”, “Orage is the new black) Los fans saldrán exaltados.
El sicario sigue en movimiento El estreno de John Wick 3. Parabellum llega precedido por su fama, la de ser la película que le impidió a Avengers Endgame mantenerse al tope de la lista de películas más vistas en los Estados Unidos por cuarta semana. No es poca cosa. Siete días después aterriza en las salas locales y aunque parece improbable que el fenómeno se replique por acá, habrá que ver qué pasa. Fiel a sus principios, esta tercera parte de la saga viene a ofrecer más de lo mismo. La afirmación no parece ser nada de elogiosa, sin embargo lo es. Al menos de forma parcial. Es que las dos películas previas, protagonizadas por este eficaz sicario retirado al que las circunstancias obligan a volver a poner en práctica sus habilidades asesinas, consiguieron llamar la atención a partir de un meritorio trabajo de puesta en escena, que hizo del uso virtuoso del movimiento su principal recurso. Puede decirse que en ese plano es donde se encuentra lo mejor de la saga y es justamente ahí donde, por momentos, John Wick 3 ofrece algunos de los puntos más altos dentro de la trilogía. En la primera parte, estrenada con el título de Sin control (2015), John Wick atraviesa el duelo por la muerte de su esposa, responsable de sacarlo del crimen. Pero el hijo de un mafioso y su bandita entran a su casa sin saber quién es, le roban el auto y matan a su perrita, regalo de la difunta. ¡Para qué! Ese punto de partida, absurdo pero autoconsciente, da lugar a una de las matanzas más entretenidas del cine del siglo XXI. La parte dos arranca pocos minutos después del final de la primera y fracasa con dignidad en el intento de superar lo visto, creando una organización criminal con leyes propias que engloba a todos los asesinos del mundo. Contra ellos se enfrenta ahora Wick. Como las anteriores, John Wick 3 es algo así como un western y comedia de artes marciales, que alcanza todo su potencial en las escenas de acción. Durante la primera secuencia se ve de modo fugaz en una pantalla gigante de Times Square, la clásica imagen de Buster Keaton sentado en la trompa de la General. El detalle es la mejor clave para disfrutar de la película: acá también hay pasión por convertir al movimiento en el protagonista. Es difícil encontrar en el cine reciente escenas que combinen una dinámica kinética tan precisa con una ultraviolencia desatada, pero que aún así puedan ser vistas como piezas perfectas de comedia física y humor negro. Eso ocurre con las secuencias de acción de John Wick 3, sobre todo con las de la primera mitad. Luego la progresión se estandariza, aunque siempre signada por un crescendo marcado por la cantidad de cuchilladas, golpes y disparos de armas cada vez más grandes que el protagonista necesita para acabar con ejércitos enteros. Un delirio precioso interrumpido cada tanto por fragmentos, digamos, dramáticos, que solo parecen estar ahí de relleno, para justificar lo otro, lo disfrutable, lo que todos preferirían seguir viendo. Una de piñas y tiros que lleva al límite las reglas del género, pero sin traicionarlas.
John Wick 3: Violencia que nunca pasa de moda Lo primero que se le debe pedir a una película de acción es justo eso, el guion y demás pasan a un segundo plano mas también definen a la película. Keanu Reeves vuelve al que ya será recordado como uno de sus personajes emblemas, John Wick, y nos demuestra que la violencia bajo coreografías impecables, los códigos de honor y los perros, nunca están de moda. Para esta tercera entrega Wick deberá enfrentarse al propio sistema del que fue parte. Pagar y responder por sus acciones en las anteriores películas, ya que hay reglas en este mundo. Habrá asesinos por doquier y miles de artimañas, sin embargo “lo único que nos separa de los animales son las reglas”, como es citado en la película. Los códigos de honor, que van desde referencias a mismo James Bond hasta cualquier película de mafia, están presentes en todo momento y, dejan claro que nadie esta arriba del sistema. A nivel narrativo pareciera que la historia viniera de un videojuego. En la primera entrega Reeves debe salir de su retiro y enfrentarse con la mafia rusa. En la segunda con mafias mundiales y esta vez con el mundo del cual pertenece. Algo llamativo es que los personajes demuestra que el mundo se divide en dos, los asesinos que dominan la jerarquizanción de las cosas y luego esta el resto que parece no verse involucrado. Para esta película hay mas acción y menos motivación que en las anteriores. Wick debe arreglar su situación ya que su cabeza tiene un precio. La manera en que intenta arreglarlo es explosiva pero a nivel historia no es tan interesante. Es una historia sencilla en la cual el personaje pasa por diferentes lugares y habla por cortos momentos con diferentes personas. Eso sí, se podría sacar una historia o spin-offs de todo lo que le rodea, sin involucrarlo a él. Pero si de acción y fotografía hablamos, de pie. Si hay algo difícil hoy en día es tratar de conseguir nuevas maneras divertidas de matar. Chad Stahelski lo logra, te puede crear un escena de pelea que dure 4 minutos y te haga reír, taparte los ojos y sufrir. En un mundo donde todo es CGI y cortes de plano a montón, esta franquicia hace la diferencia. Y eso también es parte de la historia y guion. La cinta empieza muy arriba y termina con sed de más. Eso es suficiente para un buena película en la cual los actores carecen un poco de motivación. Bueno, esta el perro de por medio que ya es suficiente trasfondo para los fanáticos de la franquicia.
La nueva entrega de John Wick consolida esta serie entre las mejores franquicias que brindó el género de acción en las últimas décadas, con una adición especial que no debe ser ignorada. Proviene del cine independiente. Con un presupuesto moderado que no supera los 60 millones de dólares, ni la intervención de los ejecutivos de los grandes estudios, el director Chad Stahelski y Keanu Reeves lograron mantener el control creativo de su obra para ofrecer una propuesta inusual dentro de las producciones norteamericanas. A diferencia de lo que se creía en un principio el nuevo film no cierra en absoluto la historia de personaje, sino que por el contrario expande aun más el bizarro mundo de violencia en el que se desenvuelve el protagonista. Parabellum deja en claro que habrá John Wick para rato y esto está muy lejos de llegar a una conclusión. Un riesgo que decidieron correr los realizadores, ya que expone a la serie a un eventual desgaste que eventualmente se manifestará en la taquilla de los filmes. El tema es que mientras Stahelski continúe superando su propia labor con cada entrega, como lo hizo hasta ahora, la franquicia tiene un futuro solido como ocurrió con Misión: Imposible. El tercer episodio tiene una apertura extraordinaria donde el director no le da respiro a los espectadores durante los primeros 30 minutos. La trama retoma el conflicto a partir de la escena final de la entrega previa, donde Wick se convertía en una paria dentro de la sociedad de asesinos. La intensidad de las secuencias de acción es descomunal a tal punto que uno se pregunta cómo harán para mantener ese ritmo y la calidad de las coreografías de peleas durante los 100 minutos restantes. El típico clímax de una buena película de artes marciales acá lo encontrás en el primer acto. En este punto encontramos una de las grandes virtudes de la dirección de Stahelski, quien nunca se repite en el tratamiento de la acción y le encuentra la vuelta para abordar los tiroteos y la peleas de un modo fresco y diferente. El modo en que emplea un libro en una biblioteca durante una coreografía, los caballos, que incluyen un guiño al western, y los perros ninjas de Halle Berry son algunos de los elementos que construyen esta oda sentimental al género. Con la particularidad que además juega muchísimo con el humor negro y el absurdo, un detalle que hace que esas escenas sean mucho más entretenidas. Stahelski centra su relato en la acción y con pequeño detalles y sin demasiados diálogos construye el argumento de un modo perfecto. Un ejemplo de esto lo encontramos en las presentaciones de los personajes de Angelica Houston y Halle Berry donde conocemos todos lo que necesitamos saber de ellas en una breve conversación con el protagonista. En el caso de Berry acá tiene una participación fabulosa que pide a gritos un spin-off de su personaje y su intervención por momentos parece el teaser de una futura película dentro de esta franquicia. La gran novedad de Parabellum es que ofrece un espectáculo adicional para los fans del cine de artes marciales con la incorporación en el reparto de figuras populares del género. A lo largo de la trama tienen sus momentos destacados Tiger Chen (Man of Tai Chi), mentor de Keanu Reeves y Yayan "Mad Dog" Ruhian, de la película The Raid, quien sobresale en una pelea de casi 10 minutos con el protagonista. Estas son las cosas que le valoro al cine de Stahelski y la franquicia de John Wick. Al ser concebida en la producción independiente los realizadores se dan el lujo de hacer lo que quieren y nos regalan momentos como ese que son imposibles de encontrar en otras producciones hollywoodenses. Más allá de la presencia de los artistas mencionados, Parabellum sobresale además por traer de regreso a Mark Dacascos (Only the Strong, Pacto de lobos), una de las grandes glorias del cine de artes marciales de los años ´90, en todo su esplendor. Un actor que en los últimos años se desempeñó como conductor del reality de competencias culinarias, Iron Cheff America, y Stahelski lo hace lucir en el cine otra vez con un inusual rol de villano. A los 55 años Dacascos vuelve a demostrar por qué su nombre se encuentra entre los grandes del género y la secuencia de pelea que tiene con Keanu Reeves es completamente épica. Un momento que además brinda un hermoso homenaje al clásico Operación Dragón de Bruce Lee. Para el amante del cine de acción esta producción es la gloria pura en una pantalla de cine y se destacará en la lista de los grandes estrenos del año. Si sólo pueden ver una película este mes en el cine, que sea John Wick 3 que no decepciona en absoluto.
John Wick es el héroe de acción definitivo de este momento, y Keanu Reeves un ícono indiscutido de la cultura pop. Sin saberlo, en 2014 descubrimos un personaje que no sabíamos que necesitamos y del cual ahora deseamos una saga infinita. Con el asesinato de su perro y robo de su auto como motivo, emprendió una de las mejores cacerías/venganzas de la historia del cine. Un estilo de artes marciales muy marcado por las producciones coreanas, cabezas empezaron a volar y los huesos a romper. Acción de la buena que perduró en la secuela de 2017, y que sigue ahora en este estreno. El director Chad Stahelski brinda otra vez un laburo excelente con grandes secuencias de acción y pelea. Una fotografía sucia, con arte a tono, maridan a la perfección en una narrativa estridente. En esta oportunidad seguimos explorando aquel universo planteado en la primera película, en el cual una camarilla, una sociedad secreta de asesinos tienen sus propias leyes y lugares. Lo sucedido en el Hotel Continental en la entrega anterior tiene su consecuencia aquí, y sirve como excusa para escalar todo a nivel global. Pero New York sigue siendo protagonista. Asimismo, habría que hacer el conteo de muertes para ver cuánta gente “se carga” el señor Wick en esta oportunidad, donde sus contrapartes son estrellas del cine de artes marciales. Keanu Reeves siempre estuvo bien arriba y ha protagonizado grandes éxitos, pero aquí encontró algo nuevo, algo de nicho, pero al mismo tiempo mainstream. Y el público lo ama. La película es lo que esperas que sea, adrenalina pura y no decae en ningún momento. Una gran adición para la saga, de la cual deseamos que sigan con este gran nivel, donde el verosímil no importa y los balazos son incontables.
Wick Recargado Creativa, cómica, violenta, coreografiada impecablemente y con un diseño de producción suntuoso y estilizado, John Wick 3: Parabellum (John Wick: Chapter 3 - Parabellum, 2019) canoniza la trilogía protagonizada por Keanu Reeves como uno de los mejores seriales de acción de este siglo. La trama nunca volvió a ser tan tensa o emotiva como Sin control (John Wick, 2014) pero en materia de personalidad, adrenalina y virtuosismo técnico cada film no hace más que superar al anterior. Retomando la historia inmediatamente luego de su abrupta conclusión al final de John Wick 2 (John Wick: Chapter 2, 2017), John Wick (Reeves) huye por las calles de Nueva York, contando los minutos hasta que la Orden Suprema de asesinos a la que solía servir lo excomulgue oficialmente y ponga un precio exorbitante sobre su cabeza. Son estas reglas y códigos de honor lo que hacen de estas películas tan divertidas: por más caprichosas o infantiles que suenen son observadas con absoluta seriedad, y esencialmente delinean una cancha de juego en la que lo único que limita a los jugadores es su creatividad para doblar reglas sin romperlas. Corriendo de noche por Nueva York Wick llega inevitablemente a Times Square, donde se divisa en las carteleras de neón el pétreo rostro de Buster Keaton. El memento promete y no decepciona: perseguido por todos, eternamente traicionado y asistido por los elementos, con entradas inusuales y salidas aún más inusuales, dedicado a extensos planos secuencia y con un don nato para la improvisación, Wick canaliza la corporalidad del clown silente mejor que nadie. Las escenas de acción se transforman en rutinas cómicas y viceversa con una fluidez deleitable. La trama tiene a Wick repeliendo hordas y hordas de asesinos mientras busca desesperadamente la forma de contrarrestar, dentro de sus ridículas leyes, a la Orden Suprema que lo quiere muerto. Es el tipo de historia que se alimenta del tono y la onda de las escenas y de los personajes que se las roban, más que de carga dramática o evolución narrativa. A lo largo de tres películas ha juntado un elenco de aliados formidable, interpretados por Ian McShane, Lance Reddick, Laurence Fishburne y excelentes recién llegadas como Anjelica Huston y Halle Berry. Mientras el tour de force de acción dura es inmejorable, pero el balance final de la película es menos contundente de lo usual. En vez de coronar una trilogía, el final simplemente regresa a todos los jugadores al casillero de partida y promete más de lo mismo. Como en el caso de las Misión Imposible, “más de lo mismo” siempre es bienvenido aún ante el riesgo de agotar la buena fe del espectador en una historia con principio, medio y fin. Hay una técnica para crear un buen film de acción y el director Chad Stahelski, el guionista Derek Kolstad y su estrella Keanu Reeves la dominan con una gracia y estilo dignos del género.
Keanu Reeves vuelve para seguir revolucionando el cine de súper acción, con esta historia de asesinos, tan violenta como estilizada. Keanu Reeves nunca abandonó la escena, pero cada tanto tiene un “regreso” memorable, casi siempre relacionado con una nueva saga de súper acción con ganas de sacudir lo establecido. No hace falta que recordemos “Matrix” (The Matrix), ¿o sí?, franquicia a punto de cumplir sus primeros veinte años que, entre otras cosas, llegó para revolucionar la estética visual y las peleas en pantalla, mezclando cyberpunk con las destrezas marciales del cine hongkonés. Pero no estamos acá para hablar del clásico del sci-fi de las hermanas Wachowski, sino de la serie que iniciaron Chad Stahelski y David Leitch en 2014, poniendo al bueno de Neo (perdón, Keanu) al centro de la escena como un ex asesino muy profesional, que debe salir del retiro para vengar la muerte de su mascota. “Sin Control” (John Wick, 2014) resultó un éxito inesperado, rescatando los tropos más básicos del cine de súper acción, reformulándolos y explotándolos al extremo, prestándole el debido cuidado a su estética neo noir y sus estilizadas escenas de peleas cuerpo a cuerpo con cualquier tipo de arma o elemento que se puedan imaginar. Con una segunda entrega cada vez más exitosa, llegamos a “John Wick 3: Parabellum” (John Wick: Chapter 3 - Parabellum, 2019), no precisamente el final de una trilogía, ya que tanto director como estrella están más que dispuestos a seguir con esta locura mientras que el público siga respondiendo positivamente… y que a Reeves le dé el cuerpo para hacer las acrobacias necesarias. Indispensable haber visto “John Wick 2: Un Nuevo Día para Matar” (John Wick: Chapter 2, 2017) para enganchar con esta nueva historia que arranca apenitas después de los sucesos de la secuela, con un Baba Yaga “excomunicado” tras haber roto las reglas del Sindicato (The High Table) y asesinado a Santino D'Antonio en el Hotel Continental de Nueva York. Herido y con muy poco tiempo, antes de entre en vigencia la orden que le pone precio a su cabeza (14 millones para ser precisos), John sopesa sus posibilidades de escape, esperando que todos los asesinos de la ciudad vengan por él. Una vez que pone a salvo a su perrito -al cuidado de Charon (Lance Reddick), conserje del Continental- y se hace paso ante un ejército de asesinos dispuestos a cobrar la recompensa, Wick contacta al Director (Anjelica Huston), miembro de la Ruska Roma (la mafia, bah) y su protectora hasta ahí, la única capaz de ayudarlo y darle un salvoconducto para salir del país. Hay que tener en cuenta que la High Table no se anda con chiquitas, y además de quedarse con la cabeza de Jonathan, va a castigar y exigir lealtad a todos aquellos que lo protegieron o le dieron una mano amiga. Entre ellos, Winston (Ian McShane) -manager actual del hotel-, y el Bowery King (Laurence Fishburne), líder del mundillo criminal que se mueve entre las sombras de la Gran Manzana y más allá. Mientras la representante del Sindicato (Asia Kate Dillon) hace su trabajo sucio en Nueva York tirando ultimátums a diestra y siniestra, John viaja hasta Casablanca (Marruecos) para encontrarse con Sofia (Halle Berry), otra ex asesina con la que comparte pasado, ahora manager del Continental local. Entre ambos hay una deuda (y un Marcador, claro) que Sofia no está muy dispuesta a cumplir a riesgo de poner en peligro su propia vida, pero pocos le pueden decir que no a Wick, quien necesita contactar al Anciano (The Elder), el miembro de más alto rango de la High Table, y el único que puede revertir su situación, claro está, a cambio de algún favor y mucha más lealtad. Nada de esto se consigue de forma sencilla y diplomática. Para llegar a este punto, el director Chad Stahelski nos ofrece un sinfín de encontronazos y peleas súper coreografiadas y sangrientas, que van cambiando de escenarios hasta volver a Nueva York, ahí donde todo comenzó. Ahora, John Wick tiene una desagradable tarea que cumplir si pretende salvar su vida, y será dentro de las paredes del Continental donde va a presentar su ¿última? batalla. Keanu, el irrompible Como sus antecesoras, “John Wick 3: Parabellum” no pretende sorprendernos con la complejidad de su relato, es más, los guionistas (Derek Kolstad, Shay Hatten, Chris Collins y Marc Abrams) lo fueron simplificando con la única misión de destacar la acción por sobre cualquier otra cosa. Así, algunas secuencias como las de Marruecos desaprovechan grandes oportunidades y personajes, y terminan resultando una simple excusa para mostrar los imponentes paisajes de la zona, y ver como la Berry reparte patadas junto a sus dos canes asesinos. Acá queda más que claro que lo visual siempre va a tener preponderancia, ya sea las bellas imágenes de las bailarinas rusas entrenadas por el personaje de Huston, o los laberinticos recovecos de las salas más protegidas del Continental, donde John derrocha sangre y energía enfrentando a todo tipo de oponentes… muchas veces, en enfrentamientos que se extienden demasiado. No esperen mucho más (y claro que no lo esperan) porque esta la intensión principal de la franquicia: un festín de violencia estilizada y muy bien filmada, que no siempre se agarra de la razón o la coherencia. Ojo, tampoco pretende lo contrario. Lo mejor de esta locura hemoglobínica (y un poco descerebrada, digamos todo) es el universo y las reglas que plantea, ampliando capítulo a capítulo la mitología de este sindicato global de asesinos muy educados que se guían por el honor (aunque no siempre), los códigos y las jerarquías. Claro que John y compañía llegaron para romperlos, generando disputas internas y externas, cuyas ramificaciones pueden extenderse más allá de esta película. Sofia es otra amante de los peritos... y asesina de carrera Por supuesto que no está todo dicho cuando se trata de Baba Yaga. El suceso de esta trecuela -más el cómic companion que lanzaron y una posible serie derivada- abre las posibilidades a futuro, garantizando mucha sangre, actuaciones exageradas y escenas de pelea rebuscadas. Además, ¿quién puede resistirse a Keanu?
1, 2, Ultraviolento. La exitosa saga del experto asesino obligado a salir de su retiro para tomar venganza, al que da vida Keanu Reeves, regresa con un nuevo capítulo donde la acción pura y dura sigue siendo el motor del film. La tercera entrega continúa en el punto exacto en el que concluyó su predecesora, con John Wick junto a su fiel pitbull corriendo por su vida que es amenazada al ser perseguido por todas las familias mafiosas y asesinos a sueldo de Nueva York. Como se ha puesto un precio de 14 millones de dólares para dar caza al implacable mercenario de pocas palabras, todo el mundo ruega por un pedazo de John Wick, lo que implica que el director dobla la apuesta ofreciendo un mayor caos y acción encarnizada por doquier. En esta ocasión, una vez cumplido el tiempo de ventaja que le dio su viejo protector Winston (Ian McShane), el protagonista no cuenta con ningún tipo de protección, por lo cual es él contra el mundo. Arraigado bajo ese simple puntapié inicial, el film de Chad Stahelski resulta una alucinante experiencia, intensa y adrenalínica. Claramente esa sensación de fuerza imparable ya estaba presente en los dos filmes anteriores, pero en esta ocasión es utilizada reinventándose en cada secuencia de acción, con una mayor inventiva coreográfica cargada de cruda violencia. De esta manera, cada enfrentamiento de John Wick funciona como algo jamás visto, por más absurdo que pueda resultar por momentos: aquí solo hay lógica para la acción en toda su expresión. Es así como el film no pierde tiempo en implosionar, con todo lo que tiene para dar a los pocos minutos de haber comenzado, comenzando con una serie de secuencias que tan solo pasarán a detenerse como elemento para tomar respiro, preparándonos para una dosis siempre más cargada que la anterior. La variedad de espacios y entornos donde se producen los enfrentamientos es lo que permite esa carga intensa de violencia, a la vez que gracias a ello también hay una sensación de cambio constante que impide que el film se vuelva repetitivo. Al menos eso en lo que refiere a gran parte de su desarrollo, ya que no evita flaquear un poco, más que nada con todo lo relacionado a la participación de Sofia (Halle Berry), una vieja compañera de John con la que se halla en Marruecos y que resulta lo menos interesante del film. Pero sin tardar demasiado, y regresando a la ciudad del protagonista, es que la historia regresa a brindarle lo mejor al espectador. El guion que conforma a cada una de las entregas de la saga no es nunca nada demasiado elaborado, pero sí lo es la espectacular manera en que cada momento de acción y cada espacio en el que se sitúan los personajes se encuentran narrados de una forma única. Es por ello que se puede pasar de una cruenta pelea en una biblioteca (utilizando tomos de libros como armas) a una lucha dentro de una armería (tomando armas blancas como herramienta de combate) a otro enfrentamiento en medio de un establo, siendo los equinos los elementos para poner fuera de juego a sus oponentes… como no podía ser de otra manera. Es debido a esa originalidad constante que funciona tan bien en el componente de acción, y sobre todo que acompaña perfectamente a la presencia invencible del protagonista, lo que hace a los films de John Wick un disfrute total en la forma de golpes y sangre. Este tercer film de la saga resulta realmente toda una fiesta para los fanáticos del género de acción, pero más que nada también para todo espectador que tan solo quiera encontrar una experiencia única que lo colme de alegría luego de verla. Y es que a pesar del dolor y la crudeza encarnizada que deja un reguero de sangre tras el paso de John Wick, la virtuosa manera de llevar a cabo el nivel de violencia es de una espectacularidad tal que resulta imposible reaccionar ante ella de ninguna otra forma más que encantado de presenciarla. Con el estreno de este tercer capítulo estamos lejos de haber presenciado lo último de John Wick, siendo que ya se ha confirmado una cuarta parte para estrenarse en 2021. Siempre es un placer ver en pantalla a Keanu Reeves, y si ello implica verlo matando a todo aquel que signifique un problema para él o para su perro, más aún. John Wick no descansa y aún hay muchas más cabezas por cortar, o por disparar, o la manera más original de asesinar que se le ocurra en el futuro.
“John Wick 3: Parabellum”, de Chad Stahelski Por Hugo F. Sanchez Para los que son ajenos a la saga de John Wick, es conveniente contextualizar mínimamente. El protagonista es un killer tremendo, acaso el mejor de su generación. Milagrosamente pudo apartarse del círculo de hierro de la rígida organización criminal a la que pertenecía gracias a que había encontrado el amor. Su mujer murió y le dejó un perro, en donde John depositó todo su amor huérfano, hasta que un canalla (miembro también de la organización) mató a su mascota, desatando toda la ira del asesino, dispuesto a apilar tantos cadáveres como fuera necesario para saciar su sed de venganza. Así que la ya legendaria frase “Has matado a mi perro, prepárate a morir”, tan absurda como ilógica, dentro del universo que asomaba hace apenas cinco años tenía una coherencia perfecta e iniciaba algo que probablemente nadie pensara que se iba a convertir en saga, pero el asunto funcionó tan bien que acaso esté siguiendo la lógica de por caso, Duro de matar, que fue un clásico casi instantáneo. Ahora la historia suma tres capítulos, pero si con la energía cinética desatada en la primera bastaba, el impulso sigue teniendo la fuerza y la absoluta convicción de que basta con agregarle unos pocos elementos para completar la historia del protagonista, sostener y ampliar el mundo en que se mueve y sumar más humor y situaciones absurdas para que el goce se prolongue. Así que en las sucesivas entregas se fue completando el perfil de la todopoderosa organización, diseñada a partir de una serie de intricadas reglas que se resumen a la lealtad y membresías que se actualizan al ritmo de las traiciones y la ambición de los participantes. Así que el hotel Continental, diseñado para la pausa y la reflexión de sus huéspedes y regido por un férreo código de honor, continúa siendo un factor importante dentro de la historia, pero es apenas una arista del complejo mundo criminal, que actúa como juez y parte de la ley no escrita que marca la vida de los personajes. Es cierto, si la primera (Sin control) era pura adrenalina, la segunda (Un nuevo día para matar) sumaba humor e ironía, la tercera pretende complejizar los códigos de honor, además de sumarle estrellas como Anjelica Huston y Halle Berry, que no aportan demasiado por un guion endeble que las olvida rápidamente para concentrase en la hiperviolencia y sí, el disfrute de los dos tiros en la cabeza con los que siempre el letal John Wick asegura su trabajo contra los innumerables asesinos con los que debe lidiar. Hay grandes percusiones, extraordinarias peleas, algún momento western con Keanu Reeves en traje de diseño cabalgando por Nueva York y disparando desde abajo de la panza del caballo y hasta un pequeño homenaje a La dama de Shanghai, con varios duelos en una habitación de espejos. Parabellum no es la mejor de las tres, pero en el panorama adocenado de estrenos -y ni hablar del recorte de las películas de acción copadas por superhéroes-, es un modico milagro de estos días. JOHN WICK 3: PARABELLUM John Wick: Chapter 3 – Parabellum. Estados Unidos, 2019. Dirección: Chad Stahelski. Intérpretes: Keanu Reeves, Halle Berry, Ian McShane, Anjelica Huston, Laurence Fishburne, Lance Reddick, Asia Kate Dillon, Jason Mantzoukas, Mark Dacascos y Yayan Ruhian. Guion: Derek Kolstad, Shay Hatten, Chris Collins y Marc Abrams. Música: Tyler Bates y Joel J. Richard. Fotografía: Dan Laustsen. Distribuidora: BF París. Duración: 130 minutos.
Llueve en Nueva York y el reloj corre al igual que John Wick. Pronto serán las seis y el contrato por su cabeza se hará público, así como la noticia de que fue excomunicado. John Wick: Chapter 3 – Parabellum retoma la historia en el mismo lugar en donde termina la entrega anterior. Chad Stahelski vuelve a ocupar la silla de director y entrega una frenética continuación de la mejor saga de acción de la década.
En el capítulo uno conocimos su mundo, en el segundo John Wick (Keanu Reeves) mostró el profesionalismo y “sacrificio” de su trabajo y en John Wick: Parabellum las cosas se desatan, los reinos se caen y nuevos jugadores entran en escena. Dirigida por Chad Stahelski (reconocido doble de riesgo y ahora sin duda un director competente de género), este tercer capítulo es una fiesta de armas, balas, cuchillos, perros y hasta caballos. La saga John Wick se agranda y está mejor que nunca. Tras los sucesos acontecidos en el segundo capítulo la vida de John Wick pende de un hilo que pesa 14 millones de dólares y va en aumento. Al violar el terreno protegido y derramar sangre en The Continental (una suerte de terreno sagrado para asesinos) el legendario asesino corre por su vida acompañado de su perro para recuperar su honor y matar a todo aquel que se ponga en su camino… y cuanto más largo es el camino de John, más cuerpos se acumulan. La acción no tiene frenos en los 131 minutos de duración. Hay enfrentamientos con todo tipo de armas de principio a fin, incluyendo una pelea de cuchillos que no sólo pone tensión sino que también no se lamenta en buscar la risa en el público. Parabellum no tiene nada de que lamentarse, ninguna acción pasa desapercibida en la película y cada nueva escena que se ofrece es una nueva forma de jugar con el estilo autoconsciente que plantea Stahelski en un mundo cuya historia trasciende – si se quiere – la pantalla grande. Keanu Reeves nuevamente deja todo de sí en este proyecto, pero en esta serie la palabra «todo» se queda corta porque en cada nueva entrega el actor junto a todo el equipo técnico rompen la barrera de la sorpresa y demuestran que pueden innovar y sostener sus ideas, moldearlas en la forma que quieran y dejar un producto finalizado que sólo ofrece buenas cosas para todos los seguidores. Reeves comandando y sus coestrellas acompañando cambian su estilo de juego sin traicionar los inicios y códigos del mundo. A destacar: Lance Reddick nuevamente en acción y Halle Berry en un rol sumamente correcto pero breve (ella simplemente es una página de un gran capitulo). ¿Todavía no están convencidos? Hablamos de un personaje que mata a gente con un lápiz, apunta a cabezas con la pata de un caballo y remata victimas con extrema puntería. No hay que extrañarse de que toda esta serie de películas se considere una de las mejores en el género de acción ya que busca lo mejor del género en los años 80’s, lo fusiona con el estilo de los 90’s en un ambiente actual con una exquisita coreografía a cargo de Jonathan Eusebio. Estamos en una década que tiene miedo al experimentar con la acción pero no se divierte en el intento… pero Stahelski, Reeves y compañía lo hacen y transforman todo en una fiesta que el espectador no quiere que llegue a su fin. Valoración: Muy buena (y bien presente en mi lista de lo mejor del año).
Luego de “Matrix”, Keanu Reeves volvió a encontrar una franquicia personificando a John Wick, un personaje que experimenta en carne propia la dura vida del asesino profesional. Con más violencia que la típica superproducción de Hollywood, y cierto nivel de originalidad al describir una sociedad secreta de sicarios con sus reglas y hasta burocracias, las dos películas previas mostraban a un siempre bien vestido Reeves matando gente a diestra y siniestra. Todo viso de naturalismo se pierde en este tercer capitulo que, de todos modos, tiene una primera mitad bastante divertida en la que todos los asesinos del planeta quieren matar a Wick por haber traicionado las normas del negocio, por lo que el protagonista despacha a sicarios por docenas mientras busca una especie de salvoconducto que lo conduzca a Casablanca para encontrarse con una implacable Halle Berry que, quizá, se digne a ayudarlo. Hay muchas escenas violentas con animales, incluyendo perros que asisten a los protagonistas y hasta una persecución entre motociclistas y jinetes de a caballo. Y el antihéroe se somete a crueldades masoquistas al mejor estilo de Marlon Brando en sus westerns, aunque claro, con un poco menos de histrionismo. Lamentablemente la segunda hora de “John Wick 3” pierde el foco argumental y deja de importar quién tiene que matar a quién, además de extrañarse a una gran actriz como Anjelica Huston que tiene algunas escenas al principio.
El actor Keanu Reeves, convertido en el nuevo rostro del género de acción, parece desafiar el paso del tiempo (al igual que Tom Cruise) en esta saga de gran demanda física. Desde el comienzo, Wick huye por las calles de Times Square y es perseguido por matar a uno de los miembros de la Gran Orden en el hotel Continental. Así de complicada está la vida de este sicario a quien le asesinaron a su perro (un regalo de su esposa fallecida) y le robaron su auto en John Wick: Otro día para matar (2014). La venganza llegó contra todos en John Wick 2: Pacto de sangre (2017) y ahora su cabeza tiene un precio de catorce millones de dólares. No hay lugar hacia dónde escapar y se transforma en un “excomunicado”. John Wick 3: Parabellum retoma justo donde terminó la anterior. Esta tercera entrega es ambiciosa al plasmar un universo de jerarquías y luchas de poderes, en la que las reglas no pueden quebrarse porque desatan una furiosa ola asesina a nivel global que se extiende desde La Gran Manzana hasta Casablanca. En ese escenario árido encontrará como aliada a una vieja compañera, Sofía (Halle Berry), custodiada por dos ovejeros alemanes adiestrados para matar. El director Chad Stahelski, quien proviene del mundo del kick-boxing, entrega un producto vertiginoso que no da respiro y rompe las reglas de lo ”verosímil” desde el inicio. Hay muchos personajes dispuestos a matar a Wick, apodado Jordani, o a aquellos que le brinden su ayuda. Acá reaparece Bowery (Laurence Fishburne) con sus palomas y se incluye a la Directora (Anjelica Huston), quien le asegura que “la vida es sufrimiento” y lo cuestiona: “¿Todo esto es por un perrito?”. El relato explota los recursos del género de acción al máximo, con una impactante escena desarrollada en una biblioteca, en la que un libro se transforma en arma letal, contra un asesino gigantesco (en una clara alusión al Mandíbula visto en dos filmes de Bond); persecuciones a caballo al mejor estilo de un western moderno y un enfrentamiento con cuchillos. El filme acumula referencias (Operación Dragón) sobre el desenlace, guiños y violencia coreografiada hasta el mínimo detalle, con tomas extensas para apreciar las escenas de riesgo y las luchas cuerpo a cuerpo. Un digno ¿cierre? de una trilogía exitosa en la que el héroe se convierte en la víctima de una horda de villanos que lo persiguen sin descanso. Al igual que sus fanáticos.
John Wick 3 – Parabellum es una nueva entrega de este personaje de cine acción encarnado por Keene Revés. Un asesino profesional retirado que se ve obligador a volver a entrar en acción cuando unos mafiosos le roban el auto y le matan al perro, este último el regalo que le había dejado su mujer al morir. En el primer film él iba a buscar venganza e iniciaba un efecto dominó que llega hasta este tercer film. John Wick es uno de los pocos films de acción en estado puro que quedan en la actualidad. No hay mucha sorpresa aquí en esta nueva entrega, porque ya nos hemos acostumbrado a una calidad muy por encima del promedio. John Wick 2 terminaba con un anuncio y esta película arranca justo ahí, por lo que la continuidad es total. Es muy recomendable que vean las dos primeras entregas antes de ver esta tercera. El mundo de las películas de John Wick es diferente a casi todas las películas de acción que se hacen. Es un mundo donde los asesinos a sueldo parecen estar en todos lados. Es un mundo donde los que no forman parte de esta lucha prácticamente no aparecen. Se pueden matar varias personas a plena luz del día sin que nadie se preocupe, como si esta red mundial de asesinos y todos los criminales que matan no fueran visibles para el común de la sociedad. Lo máximo que se puede dar es que observen la pelea, pero no se generan nunca grandes revuelos. Pero justamente esta idea de cine de acción puro es la clave. Todos los personajes de relevancia en película son criminales, se dañan, atacan y traicionan entre ellos. El tamiz de la corrección política no tiene nada que hacer acá. Esto es tan simple como lo explique arriba. Una venganza contra unos asesinos terminó con varias masacres y John Wick convertido en un paria. Keene Revés, que ha tenido un puñado de películas fundamentales de los últimos treinta años ha encontrado en John Wick un espacio para volver a relanzar su carrera. Siempre de traje, siempre con contactos en todos lados y con una renovada fuerza para matar en lugar de que lo maten a él. Keene Revés es el actor ideal para este título y uno cree todo lo que le va pasando, John Wick es inimaginable con otro intérprete. John Wick y John Wick 2 mantienen viva la llama del género, funcionando muy bien en taquilla pero también con prestigio artístico, una combinación no muy habitual. Acá hay muchas escenas de acción increíbles, tanto por cómo están filmadas, así como la originalidad de las mismas. Pero una vez más, el mundo en el que transcurre la película tiene su propia lógica y verosímil y funciona a la perfección. Que sea Chad Stahelski el director de los tres films ayuda a mantener el estilo. Comparada con los films anteriores John Wick 3 – Parabellum la película es más chica, aun cuando el punto principal del conflicto es que Wick fue expulsado de todos lados y se ofrecen 14 millones de dólares de recompensa para quien lo mate. Para entender y disfrutar más de todo esto lo ideal sería volver a ver los títulos anteriores, de lo contrario muchas cosas son incomprensibles o resultan demasiado sorpresivas. John Wick 3 – Parabellum tiene aire de película un poco más ligera, quitando el pie del acelerador en algunos los momentos para saborear las escenas de acción, varias de ellas verdaderamente excelentes. Pero finalmente lo que se entiende al finalizar la película es que se trata de un título de transición, que de acá habrá que seguir a un apoteótico nuevo film donde todo debería volverse inolvidable. Mientras esperamos, esta película sigue siendo la mejor película de acción del año y se puede disfrutar mucho si un entiende los temas del film. John Wick, como William Munny, el protagonista de Los imperdonables, es un asesino de gente mala que fue redimido por su mujer. Wick y Munny dejaron su vida de asesinos por sus mujeres, pero ya viudos ambos retoman la profesión. Son implacables e invencibles, son feroces y profesionales. Siendo un poco menos espectacular que las anteriores, hay varias escenas con aire de clásico. El sentido del humor se mantiene, los actores secundarios están impecables y vuelve a aparecer Ian McShane como el gerente del Continental, el hotel para asesinos. Están también Halle Berry, Anjelica Huston –dos ganadoras del Oscar, aunque a los fans del cine de acción no les importe mucho- y Larry Fishburne. La calidad total de la película se ve en cada escena y se agradece. Ya está en camino la cuarta, por lo que claramente el interés por un buen cine de género sigue vigente.
Reglas y consecuencias John Wick 3: Parabellum (John Wick: Chapter 3 – Parabellum, 2019) es una película de acción dirigida por Chad Stahelski y co-escrita por Derek Kolstad, Shay Hatten, Chris Collins y Marc Abrams. El filme constituye la tercera entrega dentro de la franquicia John Wick, que tuvo su primera producción en 2014 y la segunda parte en 2017. Keanu Reeves vuelve a ponerse en la piel del protagonista así como retornan los personajes interpretados por Ian McShane, Laurence Fishburne, Lance Reddick y Margaret Daly. A su vez se agregan nuevas caras tales como Halle Berry, Mark Dacascos, Asia Kate Dillon, Anjelica Huston, Jerome Flynn (Bronn en Juego de Tronos), entre otros. Al romper las reglas del hotel Continental en el final de la segunda entrega, John Wick (Keanu Reeves) queda excomunicado y en pocos minutos el contrato de catorce millones por su cabeza se activará. Junto a su perro, John correrá por las calles de Manhattan y deberá rebuscárselas para seguir con vida. Desde el 2014, las películas de John Wick llegaron para imponerse dentro del género de acción. Ya sea por la exquisita estética planteada, las innovadoras coreografías, la manera de filmar las peleas, la edición de sonido o la construcción del personaje protagónico, interpretado por un Keanu Reeves al que el papel le queda pintado, las producciones de Chad Stahelski supieron cómo meterse en la cultura popular con su gran dosis de violencia. Increíblemente, en esta ocasión las secuencias de peleas logran estar un escalón más arriba que las antecesoras, lo que hace que Parabellum sea un atractivo y pleno entretenimiento en la mayoría de su metraje. En esta ocasión, Jonathan llegó al punto en el que no puede confiar en nadie y absolutamente todos los individuos de la ciudad resultan una amenaza. La primera hora del filme se alza como lo mejor de la cinta ya que desde el comienzo a John no le es seguro detenerse en ningún lado, por lo que como espectador también sentimos el peligro que lo acecha a cada paso. Los diferentes escenarios en los que se desarrolla la acción, así como los elementos que utiliza Wick para pelear, ayudan a que sea imposible apartar la mirada de la pantalla. Cuchillazos, todo tipo de armas, libros (sí, John es letal hasta en una biblioteca), perros obedientes y hasta caballos se hacen presentes en una tercera parte llena de adrenalina. En cuanto a los nuevos personajes, se destacan Asia Kate Dillon en el papel de la adjudicadora, una firme mujer de la Orden Suprema que viene a poner orden en el Continental y Halle Berry como Sofía, manager del hotel de asesinos ubicado en Marruecos. A pesar de que esta última tiene poco tiempo en pantalla, su personaje logra ser lo suficientemente interesante para que en el futuro se lo pueda explorar con mayor profundidad. Sin embargo, no todo es perfecto ya que en esta tercera parte el desenlace se vuelve inverosímil teniendo en cuenta los parámetros que plantea el filme con respecto al mundo de los sicarios. A su vez, sobre el último acto una pelea en particular está alargada innecesariamente. John Wick 3: Parabellum se alza como un festín para los fanáticos del género, uno que deja sin respiro y también impresiona en varias ocasiones. Admirable cómo Keanu Reeves a sus 54 años aún sigue dando lo mejor de sí para un papel que requiere de un trabajo físico descomunal.
La tercera parte de la saga sobre el asesino a sueldo más apático y con más onda, "John Wick 3: Parabellum", de Chad Stahelski, es una película a tantas revoluciones por minuto que no tiene tiempo ni de contar una historia. La historia del eterno Ave Fénix, Keanu Reeves, un actor que siempre está a punto de pasar a producciones menores, quedar relegado al streaming o a películas muy estilo Clase B, y siempre encuentra un modo de reinventarse y volver al candelero. Soporta críticas por su parquedad actoral, por su expresividad no muy notoria, pero todo lo suple con un extraño carisma y una historia real detrás del personaje, que hace que lo banquemos en todas. En 2014, luego de ser actor joven indie, estrella de acción mundana, protagonista de una trilogía de ciencia ficción ícono de fines de principios de siglo, y galán romántico dramático; venía de la impresentable "47 Ronin", y la olvidable remake de "El día que paralizaron la tierra". Ya se encontraba a las puertas del Clase B cuando una de esas películas, sorpresivamente, la pegó. "John Wick" (que para los no memoriosos acá se llamó "Sin control") era una película de acción barata con un argumento curioso; un asesino a sueldo vengando la muerte de su perrita en manos de unos mafiosos que querían cobrarse una deuda. De la noche a la mañana, no sólo se convirtió en un éxito, sino en un ícono y culto del cine de acción actual, momentos en los cuales el género atraviesa no las mejores aguas. ¿Por qué? Porque es diferente, rescata algo que en la época de oro sobraba, gracia e inventiva, carisma, por sobre músculos y sexistas chicas en bikini. Ahora estrena su tercera entrega y, a diferencia de la primera, es una de las películas más esperadas de la temporada, y ya es todo un éxito (en EE.UU. se estrenó la semana pasada y destronó a "Avengers: Endgame" del primer puesto en la taquilla) ¿Está este tercer capítulo a la altura de semejante expectativa? Por supuesto que sí. La cosa es así, en la primer película, él salía a cobrar venganza por la perrita y a recuperar su auto robado. En la segunda (guarda con el spoiler si no la vieron y tiene intenciones), le incendiaban la casa al negarse aceptar un trabajo, y sale en busca otra vez de venganza, lo cual termina siendo todo un engaño para que vuelva “a trabajar”, y sobre el final asesina al líder Santino D’Antonio (Riccardo Scamarcio), lo cual, lo pone en la mira de la organización sindical de asesinos a sueldo y mafiosos central en la historia. Así, arranca este nuevo film, a puro tiro, golpe, velocidad, y ritmo imparable. John Wick (por si no entendieron, él es Keanu Reeves) fue “excomulgado” de la organización y se ofrece una recompensa por su cabeza que, a medida que pasan los minutos, va creciendo hasta ascender a los U$D14.000.000; por lo cual deberá enfrentarse a varios personajes que quieren su tajada, y tienen sus propios intereses. También deberá trazar nuevas alianzas ¿duraderas? "John Wick 3: Parabellum", que continúa dirigida por Chad Stahelski como las dos anteriores – David Leitch se bajó en la primera y sigue como ejecutivo – prácticamente no tiene una historia o argumento que contar; es un clásico film de intermedio (sí, ya se anunció una cuarta entrega para 2021), y en el que todas las escenas son tan a las apuradas que ni quiera se toma su tiempo para hacer una introducción (y eso que a diferencia de las dos anteriores, tiene varios guionistas). Mantiene el mismo ritmo, como si fuese un cronómetro descendiente, desde el primer minuto hasta el último. Sí, se reconoce, para la entrega anterior, las opiniones no fueron las mejores. De los errores se aprende, y se entendió que cada una de sus tres partes les da a su público lo que fueron a buscar; por eso son tan populares. ¿Alguien va a ver "John Wick 3: Parabellum" en busca de una gran historia intrincada con ribetes? Lo que importan son las secuencias de acción, y de eso abundan, y bien al estilo de la saga, cada vez más perfeccionadas en ese sentido, bien inventivas. Aprovechadas por una cámara y una puesta siempre elegante. Hay personajes que aparecen, pareciera que van a ser fundamentales, y de golpe desaparecen sin mayor peso; hay varias incongruencias; y se necesitarían varias explicaciones más de cómo y por qué suceden determinados hechos. Pero no importa, las escenas de acción no se limitas a empuñar un arma gigante y cargarse un contador de cuerpos, o a pegar piñas y patadas luciendo una musculosa sudada. No, en John Wick cualquier cosa puede ser un arma, y las coreografías tienen todo el entramado que la historia no tiene. La clave es, cuanto más ridículo, gracioso, e inverosímil es, mejor es. Un libro puede ser mejor que una trompada, y un látigo improvisado puede ser mejor que un arma de fuego. Por supuesto, nada de atuendos vulgares, todos en exquisitos trajes y vestidos de fina costura. Un ambiente entre noïr y neón, cuidado diseño de arte, y una elegancia casi nórdica ochentosa en su aspecto (la idea de este sindicato, hotel incluido, sigue siendo muy buena); hacen u gran aporte. Es poco lo que cambió en "John Wick 3: Parabellum", sobre todo respecto a la anterior secuela. Se nota una mano más prolija en el montaje, no tan abrupto como en aquella; y definitivamente ya no quedan rastros de solemnidad. Si bien no hablamos de parodia, ni de una comedia de código abierto, asume su completa inverosimilitud y la tuerce a su favor en pos del entretenimiento. Keanu Reeves es todo. Para este entonces se siente muy cómodo como John Wick, y otra sería la película sin su presencia. Tiene tanto estilo, algo tan natural, que hace que lo amemos. Su sola presencia repunta cualquier momento débil. En el resto del elenco encontramos varios conocidos como Halle Berry, Laurence Fishburne, Ian McShane, Angelica Huston, Lance Reddick, y hasta el astro del cine de acción de fines de los ’80, principio de los ’90 Mark Dacascos. Todos correctos, haciendo lo que tienen que hacer, divertirse, pero por debajo de Keanu, la verdadera y única estrella del plato. "John Wick 3: Parabellum" no engaña ni defrauda a los que saben qué van a buscar en una saga que ya está instaladísima. Faltará alguna cosa, sobrará otra; pero al fin de cuentas, lo que importa – Keanu y los golpes con cualquier cosa – lo encontramos y en su mejor forma. Fans, a por ella.
La tercera entrega de la franquicia de acción más esperada del año llega para traernos una fiesta de acción e imágenes vibrantes que llenarán las expectativas de los fans.
Luego de que John cometiera asesinato dentro de una de las sucursales del Continental, es ex comulgado por la Orden Superior. Con todo el mundo luchando por el premio de 14 millones que pende sobre la cabeza de Wick, el retirado sicario deberá buscar antiguos aliados si quiere permanecer con vida, mientras todos sus allegados pagan caro el grave error de haberlo ayudado. Después de una corta espera, nos llega la tercera entrega de una saga, que ni sus propios creadores pensaron que iba a surgir. Sin proponérselo, John Wick nos retrotrajo a ese cine de acción de antaño que tanto cuesta encontrar hoy en día, que tanto rinde y es tan amado; pero increíblemente, casi ningún realizador o guionista se anima hacer. Lo primero que notamos de John Wick 3, es que ese aire realista que vimos en la primera entrega, y se dejó un poco de lado en su secuela, acá ya se termina de perder del todo, para darnos en cambio secuencias de adrenalina pura (sobre todo al principio), haciendo que quizás JW3tenga el record de heatshots en la historia del cine. También se indaga un poco más en este sub mundo de asesinos. No solo exploramos un poco más de las sucursales del Continental; sino que vemos un poco de los tejes y manejas de la Orden Superior, entidad que regula a todos los caudillos de los bajos fondos. Lo bueno, es que todo lo mencionado, es acompañado por una fotografía y música similares a las entregas anteriores, dándole una cohesión de verdadera saga, y no solo películas individuales que fueron juntadas porque sí. Pero no todo es bueno en John Wick 3. Algunas situaciones, si nos ponemos un poco en exigentes, podrían sacarse del corte final y la historia seguiría funcionando igual, dando a entender que están ahí solo para sumarle una secuencia más de acción al film. Un claro ejemplo de esto es todo lo referido al personaje de Halle Berry, quien sobra totalmente. El hecho de que estemos ante una tercera entrega, y con lo dicho más arriba, ya debería servir para que saquen sus propias conclusiones. Aquellos que disfrutaron de la saga hasta el momento, la van a pasar muy bien y seguro van a salir del cine con ganas de más. Si por el contrario nunca vieron nada de John Wick, les recomendamos que hagan la tarea, y se pongan al día, porque estamos ante una de las mejorcitas trilogías de acción no súper heroicas del momento.
Entretenida mejoría respecto de su predecesora. Así como Quantum of Solace sirve como un tercer acto extendido de Casino Royale, John Wick 3 Parabellum sigue la misma lógica en relación a su predecesora. ¿Serán las eficientes coreografías de acción lo suficiente para sostener esta franquicia? La respuesta es tanto un sí, como hasta cierto punto un no. Si quieres paz… El cine de acción no necesita mucho para cumplir como entretenimiento: un objetivo claro, obstáculos acordes, riesgos, la verosimilitud en su justa medida. Así podés sostener una película tranquilamente. Quizás no sea memorable (se necesita un gran desarrollo de personajes para eso), pero no te pueden colgar el mote de aburrida. En el caso particular de John Wick 3 Parabellum, no expande el universo de la sociedad de asesinos, pues ya da por sentado que su antecesora hizo ese trabajo. Es la falta de esta obligación lo que ayuda a que uno se adentre en la película desde el vamos. El conflicto que debe superar el personaje es claro, y el cómo lo supera (pura y exclusivamente desde lo físico y pirotécnico, obviamente) hace que valga la pena pagar el boleto para ver está película. Si de ese cómo nos tenemos que poner a hablar, esta entrega ratifica su compromiso con la vieja escuela del cine de acción, en cuanto a la manera en que se ruedan y editan las escenas de tiroteo y de pelea: con planos amplios sostenidos, casi sin cámara en mano y con el corte justo, a contrapelo de la puesta en escena hiperkinética de la acción moderna. Por ello, más allá de los resultados narrativos, el espectador va a estar siempre agradecido. Más incluso por saber cuándo imprimir cuotas de humor, tales como devolver un libro ensangrentado (ya se imaginarán por qué) a la biblioteca, o tener el valor de mostrar cómo un cuchillo atraviesa un globo ocular cuando muchas otras películas lo omiten o apenas amagan con mostrarlo. Debe destacarse una secuencia de acción en la que los personajes de Halle Berry y Keanu Reeves liquidan a un escuadrón de lacayos con la ayuda de dos ovejeros alemanes. Habitualmente hay un dicho que dice “si tu co-estrella es un perro, estás en problemas”. Acá sin embargo no se aplica, porque la acción canina es solamente la cereza del postre en cada movimiento de la coreografía, más que un robo de la escena, algo que pudo haber pasado tranquilamente sobre todo considerando el papel emocional que los caninos juegan en esta franquicia. Pero no todo son rosas para esta entrega. Si esta crítica debe señalarle un defecto concreto a John Wick 3 Parabellum es su resolución anticlimática. Un anticlímax que surge de la necesidad de establecer la película siguiente. Una técnica que, concedido, puede contribuir a que los fans sigan consumiendo la franquicia, pero que no es aconsejable reiterar a futuro, en particular si se inclinan por depender cada vez menos de los aspectos emocionales del personaje. Es meritorio que John Wick haya encontrado la manera de ser una franquicia sin tener atrás un producto preexistente. Es una digna descendiente de sus ancestros y una ejemplar alumna. Ahora falta que, como ellos, tenga el valor de ser su propia cosa y no solo la base de algo más.
La tercera entrega de la saga de John Wick no da un minuto de respiro en las más de dos horas que van desde su primera imagen hasta la última. De punta a punta está electrizada por escenas de combates cuerpo a cuerpo, tiroteos y persecuciones. Y la banda sonora, la edición, la escenografía retrofuturista, la coreografía de las peleas, los movimientos de cámara, todo converge en una especie de remolino frenético que deja sin aliento. Esa clase de asfixia espectacular es lo que se supone que debe provocar una película de acción. Sin embargo, habría que preguntarse si cumplir hasta la exageración una fórmula probada basta para componer un producto de calidad. Hay que admitir que tanto el público como la crítica ya la han consagrado como un especie de clásico de la década, y contra semejante doble veredicto sería necio insistir en los defectos y despreciar las virtudes. Pero si la primera y la segunda de la serie merecían ese grado de veneración, a esta última se le nota demasiado el cálculo, los pespuntes por donde se une con la anterior y por donde va a unirse con la próxima. John Wick 3 Parabellum es vertiginosa para los ojos y para los oídos, sin dudas, aunque para la mente es de una lentitud exasperante. Morosa por repetición, por episódica, por falta de vueltas de tuerca. Más allá de algunos guiños a la historia del cine (nada menos que a El maquinista de la General, de Buster Keaton) y a la cultura pop, lo único que ofrece en términos dramáticos es un argumento lineal, más parecido a la progresión en los niveles de un videojuego que a una aventura con personajes de carne y hueso. Asociado al universo turbio y paranoico de la segunda antes que al espíritu de venganza de la primera, el relato empieza con una condena a muerte de John Wick, promulgada por la Orden Superior, la organización a la que obedecen todas las mafias del mundo. De pronto, hay 14 millones de razones para eliminar al asesino a sueldo más peligroso del planeta. El virtuosismo del director Chad Stahelski para encadenar una tras otras escenas de acción es incomparable. La mezcla única de barroquismo, kitsch y esquematismo de historieta que constituye su estética de fanático de las artes marciales genera muchísimos momentos sublimes en esas interminables secuencias de enfrentamientos cuerpo a cuerpo. Quedará para el recuerdo la escena que se desarrolla en un establo y la que incluye a los perros asesinos del personaje que interpreta la actriz Halle Berry, Sofia. Pese a su calculado efectismo, Chad Stahelski (que también dirigió las primeras dos películas de John Wick) se permite una libertad que recuerda a la de Quentin Tarantino, un Tarantino que avanzara siempre con el acelerador a fondo y pasara por encima de todos los obstáculos, sean morales, narrativos o cinematográficos.
John Wick vive en un mundo de fantasía que sería del agrado de cierto exfuncionario local de tendencias sociopáticas: casi todos sus habitantes son asesinos brutales, pero con códigos. "Las reglas son aquello que nos separa de los animales", dice uno de los jefes mafiosos y, en efecto, todos los criminales y sicarios de esta historia cometen los actos más bestiales, aunque siempre avalados por un conjunto de normas más o menos arbitrarias. Claro que cada vez que las reglas acorralan no tanto a un personaje como a los guionistas se puede encontrar, siempre a último momento, una excepción a los más férreos preceptos. Al mismo tiempo que una película de venganza, la saga de John Wick es una hábil relectura de The Matrix: no solo por la presencia de Keanu Reeves (que interpretaba a Neo) y la incorporación reciente de Lawrence Fishburne (que era Morpheus), sino porque estos films también muestran dos realidades: la de la gente normal (solo escenografía, un fondo) y la de los asesinos, el bajo mundo, que parecen vivir en un plano propio, donde es posible una violencia sin límite y sin consecuencias (nunca hay policía, nunca hay "civiles" heridos, parece no existir nada que no sea Wick y la multitud que va tras él). El uso de armas de carga inagotable, de artes marciales sobrehumanas y la monocromática estética de hiperlujo retro refuerza esta conexión. Hay otras referencias cinematográficas (Game of Death, de Bruce Lee), aunque el vínculo narrativo más fuerte no viene del cine, sino del videojuego. Si bien la superposición entre la estructura de un blockbuster y la de los shooters se viene dando desde hace años, en esta saga se lleva a un punto inédito: la película es solo una sucesión de secuencias de acción en las que un personaje (el jugador) enfrenta a cientos, con la diferencia de que aquí no se puede participar. La película y la saga misma están ordenadas por niveles de dificultad (en la primera, Wick enfrenta a la mafia rusa; en la segunda, a todas las mafias; en la tercera, al mundo); sin embargo, aunque parece una progresión narrativa, no hay diferencia alguna entre los niveles. Las pétreas reglas que siguen los mafiosos se extienden al relato y todo está tan codificado que la mayor carga de creatividad reposa en la representación de la violencia, en encontrar nuevas y más entretenidas forma de matar. El director Chad Stahelski (que había sido coordinador de las escenas de acción en la saga de las Wachowski) es más que eficaz para registrar sus hiperbólicas coreografías y hace de las dos horas de relato un pasatiempo hueco pero atractivo.
Una franquicia que llegó para quedarse. Hoy en día cuando una película es exitosa se planean dos entregas más como mínimo. John Wick tuvo su debut en 2014 con el filme Sin control y el resultado fue inesperado. En 2017 llegó la todavía más explosiva John Wick 2: Un nuevo día para matar que redobló todos los aspectos de la original: más acción, más presupuesto, más duración, más personajes para masacrar y la ampliación del “Wickiverso”. Con una tercera película, una serie en desarrollo y planes para más secuelas, John Wick está lejos de decir adiós y dentro del género parece sumarse a Misión: Imposible y a Rápido y Furioso como ejemplo de una franquicia en la que las numerosas continuaciones no aburren. Chad Stahelski hace un excelente trabajo en la dirección y se lo admira aún más cuando analizamos que a cada obra le otorgó un estilo propio y giros inesperados que favorecen progresivamente cada filme en el que se involucra. Keanu Reeves como siempre está impecable y Halle Berry parece preparar cancha para un spin−off, que no sería extraño con los tiempos que corren, y de paso relanzar su carrera que hace mucho no se la ve en una propuesta comercial. El resto del elenco se luce como siempre y después no tengo nada que objetarle, más bien todo lo contrario. John Wick 3: Parabellum es acción bizarra, un entretenimiento puro que no decae nunca durante más de 120 minutos. No por nada desbancó a Avengers y pensándolo bien me atrevo a decir que la disfruté más que a la cinta de superhéroes. Si estás cansado de Marvel, DC u otras adaptaciones de cómics recientes y no sos fácil de impresionar, esta película es para vos.
Nunca subestimes al Indicado. Sin lugar a duda es uno de los estrenos más esperados en lo que va del año. Esta tercera entrega es muy ambiciosa y está a la atura de lo que ansían los fans. Con efectos especiales sorprendentes, lo normal es que quieras volver a verla en cine. Keanu Reeves, en uno de sus papeles más icónicos, realizó el 98% de las acrobacias, dato tan solo para tener en cuenta antes de verla. Él será capaz de enfrentar toda eventualidad y afortunadamente para deleite del espectador, surgirán muchas. Los perros tendrán mucho que ver tanto para la trama como para la melancolía y sed de venganza del protagonista. En John Wick 3 – Parabellum (2019) nuestro héroe (Keanu Reeves) retoma desde el final anterior y huye para salvarse puesto que infringió un reglamento esencial: asesinó dentro del propio Hotel Continental. Condenado por todos, los servicios relacionados con el Continental están cerrados para él. John se encuentra sin apoyo, su cabeza tiene precio, su jefe lo abandonó y es atacado por los asesinos más peligrosos del mundo. Entre las estrellas principales tenemos a Halle Berry, Ian McShane, Lance Reddick, Mark Dacascos, Anjelica Huston, Laurence Fishburne y Asia Kate Dillon, cada uno más o menos desarrollados desde la construcción del personaje, su psicología, cómo acompañan al protagonista y sus habilidades; siendo los demás personajes secundarios. Mucho se puede decir de este fim tan esperado de puro acción y suspenso excelentemente logrados, dirigido por Chad Stahelski. Keanu Reeves (Matrix, 1999) nos deleita nuevamente con sus habilidades combativas, es admirable su entrenamiento en artes marciales (kung-fu, wushu, silat indonesio) y manejo de armas. El inglés Jerome Flynn (Game of Thrones), es uno de los recién llegados a esta secuela, junto a Anjelica Huston. Gran despliegue de escenografía, interpretaciones, efectos especiales, dirección, guion -que en este género de películas poco énfasis se le brinda; sin embargo, aquí es coherente, correspondiente a las anteriores entregas, y logra ser impredecible-, paseamos junto a John por Nueva York, Marruecos, Marrakech y el Sahara. John Wick 3 – Parabellum hace foco en batallas grupales que muestran la coreografía absoluta, fusionando los estilos de las artes marciales, desde el kung fu al wushu y el silat indonesio, a diferencia de los dos primeros juegos, que fueron entre dos oponentes. No nos olvidemos de los perros belgas de Sofía, que fueron entrenados por Andrew Simpson; cada Malinois fue elegido por su inteligencia, su agilidad y su placer de aprender, logrando una suerte de jiu-jitsu canino. La música y locaciones son extraordinarias y enfatizan la trama. Parabellum también es el nombre de un arma, una pistola alemana, así como sus municiones. Para John Wick 3 – Parabellum, Chad Stahelski y su equipo han procurado garantizar que las escenas de acción sean aún más imponentes que en las dos anteriores, con un enfoque más auténtico logrando un resultado brillante: las acrobacias son reales y las peleas excepcionales. El director optó por tomas amplias que le mostraran al espectador los detalles de secuencias. Si bien la mayoría de las peleas de los dos primeros John Wick fueron entre dos oponentes, esta tercera creación se concentra en muchos choques de grupos que realzan la coreografía del conjunto. Sin más que agregar, solo queda disfrutar del film y del talento de un Reeves que a sus 54 años demuestra encontrarse en óptimas condiciones.
A LAS ARMAS LAS CARGA EL BABA YAGÁ Por mucho que se llegue tarde a este fenómeno casi instantáneo que es John Wick, no puede dejar de recomendarse que se arranque por la primera parte y no se omita la segunda. No porque el desarrollo argumental sea demasiado intrincado, sino porque es la forma de justificar la escalada de violencia y de sentir que el personaje ve cómo el peligro lo va invadiendo de manera sofocante, a pesar de su natural “sobrehumanidad” para enfrentarlo. De todos modos no está demás poner en situación al espectador que por alguna razón decide comenzar por esta tercera parte omitiendo las anteriores. John Wick (Keanu Reeves) es un ex asesino a sueldo, parte de una organización internacional, que en determinado momento colgó los guantes para casarse. Luego enviuda y cuando parece que podrá sobrellevar la soledad y el dolor con un pequeño cachorro, regalo póstumo de su moribunda esposa, el hijo de un mafioso local decide matar al animal y robar su auto por puro entretenimiento. Wick no tiene otro remedio que regresar con todo y desatar un infierno, porque él no era un asesino más o como le decían algunos “el hombre de la bolsa”, sino a quien llamás para matar al hombre de la bolsa. La segunda parte, que comienza unos días después que la anterior, ya se encarga de desplegar toda la mitología y trasfondo del universo de este personaje y lo coloca en un punto de no retorno, aquel el cual será “excomunicado”, lo que significa que su cabeza tiene precio y ni siquiera tendrá un lugar como terreno neutral para no ser atacado, a la hora que sea. Y allí es, minutos después de que concluya esa historia, que arranca Parabellum, con un John Wick corriendo bajo la lluvia con su nueva mascota, y esta vez por su vida. Y quizás esa sea una de las novedades en cuanto al perfil de estos asesinos que no tienen nada que perder. Wick ha perdido a su esposa, al perro que le regaló y luego a su condición de retiro pero no se rinde. Esta vez lucha por su vida y lo que intenta es sobrevivir, aunque se agregue también como motivación, el desmantelamiento de la Organización de la Orden Suprema que regentea a los Continentales, una cadena internacional de hoteles -de la que se viene una serie- cuya finalidad principal es la de albergar a esta casta de asesinos tan particulares sin que puedan agredirse ni hacer correr sangre en alguno de ellos cuando se encuentran alojados allí. Claro que la travesía de JW no se limita a Nueva York, en donde cada persona, por inocente que se vea, parece pretender el premio de 14 millones de dólares por su cabeza, sino que también viajará en busca de un salvoconducto. Y bajo esas condiciones es que irá tocando a esos secundarios que vemos de gran nombre, como Anjelica Huston o Halle Berry, cuyos personajes son bastante reducidos en participación, casi como armando historias breves o etapas de un videojuego. Lo cual transforma esta fiesta de acción en algo que también se parece a una aventura. No hay demasiado de nuevo en las coreografías de acción, aunque se agradece el agregado del humor y la creatividad en las maneras de matar que tiene Wick. En la segunda parte se comenta que en un bar mató a varias personas sólo con un lápiz, pero nunca anticiparon que lo veríamos usar a un caballo de escopeta o a un libro de hacha, entre otras cosas tan creativas como hilarantes. Las carcajadas vencen al morbo de lo sanguinario de las ejecuciones, al punto que un fan hizo un conteo por el cual descubrió que John Wick mató a más personas que Michael Myers de Halloween y Jason Voorhes de Martes 13 juntos, en todas sus sagas. Y lo peor de todo, es que no nos resulta excesivo. Pero también hay que reconocer que las relaciones entre personajes son otra perla en sus rápidos ida y vuelta, como los que tiene el propio Wick con el gerente local del Continental Winston (Ian McShane) o Bowery King (Laurence Fishburne), que van de la lealtad a la traición y viceversa con una facilidad pasmosa. Y así es como, merced a la rapidez con que se dan vuelta esa clase de relaciones, nos encontramos con un final que sorprende pero que sube aún más la vara, como si se pudiera. Los riesgos de aquí en más son grandes al haber renunciado a cerrar la trilogía, aunque los fans de la saga ya dejaron las pretensiones de lado porque claramente, sólo quieren divertirse.
Una película de acción, entendida como una manera de crear emociones sólo a partir del movimiento. John Wick es como un milagrito en Hollywood: una saga que apareció de la nada, con una premisa absurda al principio pero que generó un auténtico culto (en este momento, la tercera entrega destrona de la taquilla americana a “Avengers-Endgame”). Aquí la comunidad de asesinos va detrás del atribulado John, la máquina de matar perfecta. La sorpresa por el universo fantástico y lleno de excentricidades bellas de la primera película ya no está, el mundo subterráneo que plantea es toda una sociedad y Wick se ha vuelto un poco más complejo. Nada de eso conforma el atractivo de la película sino transformar las escenas de acción en obras plásticas realizadas con una combinación de ojo estético y precisión tecnológica que es muy difícil de encontrar. Cine de acción entendido como una manera de crear emociones sólo a partir del movimiento, lo que no está lejos del cine más experimental.
Festival de fuego, sangre y muerte. extravagante y visualmente bella Chad Stahelski, en “John Wick 3: Parabellum”, regresa con más humor y con el legendario asesino, Keanu Keeves, que inspira tanto admiración y respeto, como temor y odio, entre las mafias más despiadadas. La acción comienza casi en el mismo instante en que finalizó el anterior film. Wick corriendo por el centro de Manhattan, para llegar a su refugio seguro, el Hotel Continental dirigido por Winston (Ian McShane), antes de las seis de la tarde. Éste anticipará el ballet de cuchillos, navajas y todo tipo de armas en danza cuando sostiene “Si vis pacem, para bellum” - "Si quieres la paz, prepárate para la guerra". Ante esto es posible decir que nadie se prepara para la guerra como lo hace John Wick. Sobre su cabeza se agita un contrato abierto que se denomina “excomunicado - excomulgado”, cuya recompensa es de 14.000 de dólares, pero que aumenta a medida que pasan los días. En su carrera contra reloj Wick debe desplazarse bajo una intensa lluvia por espacios poco convencionales: tienda de antigüedades que posee en su trastienda una colección de armas de todo tipo, entre antiguas y modernas; interdependencias de restaurantes, y un submundo nada placentero. Antes de partir para Marruecos deberá pasar, por la Biblioteca Pública de New York, en busca del libro de cuentos folclóricos rusos de Alexander Afanásiev, especialista en un personaje mitológico llamado Baba Yaga (La Bruja, apodo que posee John Wick), en cuyo interior encuentra un rosario, una moneda y un camafeo, junto a la foto de su esposa Helen, de gran utilidad para salvar su vida. Allí deberá pelear con un gigantón, para más tarde escapar y toparse con una banda de forajidos Yakuza, y de mafiosos italianos de los que escapa galopando sobre un caballo haciendo piruetas y acrobacias por las resbaladizas calles de New York (una de las mejores escenas del film), en una mezcla de Travis Bickle (“Taxi Driver”, Martín Scorsese, 1976) y Roy Rogers montado en su caballo Tigger. Luego ingresará buscando amparo en el United Palace de la calle 175, convertido en “Teatro Tarkovsky”, cuyo letrero anuncia la obra de teatro “Los dos Lobos” (una leyenda Cherokee sobre la lucha entre el bien el mal dentro de sí mismo) donde entrenan los mafiosos rusos sin distinción de sexo, especialmente jóvenes, entre ensayos del Pas de Deux “El Príncipe y el hada del azúcar” del “Cascanueces” de Tchaikovsky. Ese espacio está dirigido por un hierático personaje interpretado por Anjelica Huston, cuyo modo de hablar fue trabajado al extremo de haber perdido su acento neoyorquino para acercarlo al de María Ouspenskaya (“El puente de Waterloo”, Mervyn LeRoy, 1940). De allí pasará a Erfoud (“Casablanca” en la propuesta) un oasis en medio del desierto en donde lo espera, Sofía (Hally Berry) con sus dos perros Malinois bien entrenados, cuyo entusiasta ataque a los genitales de Berrada (Jerome Flynn), el jefe de la banda marroquí, roba cámara en una de las escenas. Después de vencer al ejército de Berreda, John Wick se pierde en el Sáhara, cuyo paisaje marciano deslumbra tanto de noche como de día. Allí, ya casi muerto, es recogido por un bereber y llevado frente al Administrador de la “Orden Suprema” (Robin Lord Taylor), quien le autoriza a regresar a New York luego de cortarse el dedo pulgar. Previo baño y cambio de ropa. Mitad del film se aferra a su camisa manchada de sangre, y en la otra luce impecable con su traje o uniforme negro, incluyendo la corbata. Uno de los personajes introducidos en esta nueva entrega es el “Adjudicador” interpretado por la gélida no-binaria Asia Kate Dillón (“Billons”, 2016-19, “Orange Is the New Black”, TV series), que explica la letra pequeña de la “Orden Suprema”. Su postura es implacable, y le da a ese mundo barroco posmoderno cierto toque de distinción. Mientras el monosilábico Wick se tambalea de ida y vuelta a través de las húmedas calles de neón de Time Square, o en la Estación Central, asediado donde quiera por malvivientes de toda índole desde mendigos, taxistas, rusos, y una corte multirracial de orientales, su amigo Bowery King, (Lauence Fishburne) el rey de los mendigos, es cortageado y maltratado por el Adjudicador y su socio japonés el implacable Zero (Mark Dacascos). El mundo de John Wick, es un universo bizarro creado por el guionista Derek Kolstad para la primera entrega de Johm Wick y que fue mejorando en las sucesivas. Está plagado de idiomas extranjeros, reglas, códigos de conducta, jerarquías masónicas o religiosas escritas en un Wickverse extremadamente creativo y detallado. Ese caos multirracial y multicultural se parece un poco al reino de la farsa, humor y locura de los cartoons de Tex Avery (Bugs Bunny, Pato Lucas, Porky Pig, Droopy). En ese universo malabarístico y marcial las series de secuencias de lucha son mucho más sofisticadas y elaboradas e increíblemente coreografiadas, mezcladas con escenas absurdas que recuerdan a filmes de clase B. Todo se debe al director Chad Stahelski (un experto en artes marciales que fue doble de Keanu Keeves en la serie de “Matrix”), que apostó a la multiplicación de efectos. En “John Wick 3: Parabellum”, la luz utilizada por el director de cámara Dan Laustsen ("The shape of water" –“La forma del agua”-, Guillermo del Toro,2017, "Crimson peak" –“La cumbre escarlata”-, Guillermo del Toro, 2015), es de gran importancia ya que varió de los colores cálidos de la primera y segunda entrega a los claroscuros de azules y violetas, fríos, de ésta. Una cambiante paleta de colores que llega hasta el ingenioso juego de vidrios reflectantes, sin olvidar las lúgubres lluvias casi constantes que recuerdan a “Blade runner” (Ridley Scott, 1982) La utilización de la profundidad de campo es primordial en este filme donde lo importante puede ocurrir en cualquier espacio del encuadre y pasa de un punto a otro en un ágil juego acrobático. El tratamiento del sonido también es excelentemente cuidado. y los diálogos no son demasiado relevantes, están para ambientar y orientar al espectador hacia una acción. Donde mayor exposición posee esa profundidad de campo, que fue crescendo, es en la escena de la habitación de vidrio, con vitrinas exhibiendo calaveras de cristal, o trajes de samuráis con todos sus ornamentos, un mundo a lo Jacques Tati en “Playtime” (1967), donde las paredes transparentes causan malentendidos lúdicos. La banda sonora se compone de zumbidos, crujidos de puertas o muebles, platos o cubiertos, el murmullo del tráfico, y la música de Vivaldi (“Verano”, de “Las cuatro estaciones”) que escucha Winston en su oficina se torna extradiegética al intercalar su melodía con los vidrios rotos y los golpes para acentuar la tensión y el dramatismo de esa situación. “John Wick 3: Parabellum”, se mueve en dos espacios: el de la intimidad y soledad de un personaje trágico, perseguido y apaleado, y el espacio del mundo exterior que no lo deja respirar. Cuando se profundiza la gran soledad del hombre, las dos inmensidades se tocan, se confunden. En el reino de las imágenes esa coexistencia proporciona al filme un valor de entrenamiento visual inédito.
No era solo un perrito La tercera entrega de una de las mejores sagas de acción de los últimos tiempos –al nivel de Misión Imposible o, en menor medida, dada la disparidad de algunas entregas, de Rápidos y furiosos– continúa expandiendo ese universo tan particular habitado por una sociedad universal de asesinos con sus reglas y códigos de convivencia. Como sucede en Misión Imposible, acá el movimiento también es el protagonista, y siguiendo la línea de Rápidos y furiosos, Stahelski se ocupa de que cada película nos ofrezca un poco más de lo que esperamos encontrar. En este caso: más fantasía, más estilización, más violencia y una acción maximizada a la enésima potencia. Los primeros minutos de la película nos ponen en contexto: la organización de sicarios a la que pertenecía John Wick ofrece una recompensa de 14 millones de dólares por su cabeza, y el ahora excomunicado hitman debe luchar por su vida. Esto implica matar a todos los asesinos existentes alrededor del globo dispuestos a eliminarlo del mapa cueste lo que cueste. Parabellum es un show de sicarios reventándose unos a otros, pero la acción no se reduce a un mero frenesí de cuerpos cayendo como moscas delante de nuestros ojos sin otro sentido que la acumulación gratuita. Stahelski construye cuidadosamente su ballet demencial: los cuerpos danzan y se mueven por el espacio aprovechando cada una de las piezas dispuestas sobre el escenario de turno, donde un libro o un caballo, en manos de Wick, pueden convertirse en armas letales. Asistimos a un desfile secuencias frescas y originales, con salidas impensadas como el repentino cambio de tiempo, espacio y género en una misma secuencia en la que Wick parece haberse teletransportado al set de un western para luego atravesarlo en una inesperada y grandiosa persecución a caballo. El director, que antes de su debut detrás de cámara trabajó como coreógrafo de artes marciales y doble de acción, sabe muy bien lo que hace y no le teme al ridículo. El resultado es una película igual de salvaje que sus protagonistas con secuencias delirantes y absolutamente brillantes que incluyen una cantidad absurda de cuchilladas y un final a puro juego, disparos, patada, piña, y comedia. Sí, Parabellum es una gran película de acción y también una gran comedia. La imagen de Buster Keaton en una pantalla gigante en Times Square durante el comienzo de película, y el tono lúdico que predomina de principio a fin, nos invitan a formar parte de un juego casi abstracto de poco más de dos horas con una puesta en escena de una elegancia ejemplar. Aquí, al igual que en el cine de Keaton, el entorno es un protagonista a la par de los personajes, y Keanu Reeves se mantiene en movimiento constante: corre, monta un caballo, atraviesa un desierto, se sube a una moto o pelea mientras crea comedia a partir del esfuerzo físico en esta sinfonía perfectamente orquestada por Stahelski, y obtiene resultados tan graciosos como improbables. Como la consolidación de Keanu Reeves como héroe de acción.
Se estrenó John Wick: Parabellum, tercera parte de la saga protagonizada por Keanu Reeves. Nuevamente Chad Stahelski se luce diseñando secuencias de acción increíbles y ampliando el universo sobre el funcionamiento de la multinacional dedicada a asesinatos por encargo. John Wick rompió las reglas. Asesinó a una persona en The Continental, el único sitio en el mundo donde los asesinos a sueldo no pueden matar. Su cabeza tiene un precio y sus horas están contadas. Después de Matrix, parecía que Keanu Reeves no tenía chance de volver a generar un megaéxito, pero John Wick sorprendió por su premisa simple, su ingenioso humor y, especialmente, por sus notables coreografías, donde la cámara y la destreza física de los dobles de riesgo sobresalen por encima de los efectos digitales. Si la primera parte, sin demasiadas ambiciones ni pretensiones, cumplía con la misión de entretener y renovar la cara del cine de acción, la secuela (2017) se propuso profundizar en las reglas de este microuniverso de asesinos a sueldo multinacionales llamado La Orden. Sin embargo, no por darle mayor entidad a la empresa y sus reglas se perdía el componente de entretenimiento puro. John Wick 3: Parabellum (o para la guerra) nos muestra al héroe, protector de los caninos, abocado a escaparse a toda costa de sus pares perseguidores. No sabemos muy bien qué busca, pero al mejor estilo Will Kane (Gary Cooper) de A la hora señalada, el protagonista debe enfrentarse a todo el mundo solo: yakuzas, gangsters italianos, gigantes… Enemigos de todo tipo aparecen de la nada y John Wick los enfrenta con cualquier cosa que tenga a mano. Desde un libro a un caballo, cualquier cosa es sinónimo de peligro en manos de Keanu Reeves. Los primeros alucinantes 40 minutos de esta tercera parte dirigida nuevamente por Chad Stahelski son lo mejor de la saga, no ocultan la influencia del western estadounidense y, sin ir más lejos, es lo mejor que ha dado el género de acción desde la tercera Bourne de Paul Greengrass y Matt Damon. Superior, incluso a Misión Imposible. Pero luego el relato y la narración toman un respiro. El personaje vuela a Casablanca y, siguiendo con el clasicismo, uno intuye que se encontrará con un relato de aventuras en Oriente Medio, al mejor estilo película de Michael Curtiz con Humphrey Bogart. No. Aparece Halle Berry interpretando a una especie de John Wick femenina con ¡dos ovejeros alemanes letales! Y la acción disminuye. Vale destacar que Berry está espléndida, pero su personaje le quita tensión al relato y está de relleno. Recordemos que intentaron que Berry sea una versión femenina de James Bond en la última película en la que Pierce Brosnan interpretó al agente 007 –Otro día para morir– y no dio resultado. Esta vez, la presencia de Berry tampoco sobresale, y toda la secuencia deja un poco que desear. En el último tramo, Wick regresa a Nueva York, donde se enfrenta a unos de los mejores contrincantes que se hayan visto en un film de acción reciente: Mark Dacascos. Este maestro de las artes marciales fue estrella de cine clase B en los años 90, y después desapareció hasta que Marvel le dio un pequeño gran personaje en Agents of SHIELD. En John Wick 3: Parabellum, Dacascos demuestra que sigue siendo un excelente luchador y acróbata pero, sobretodo, buen comediante. Le roba todas las escenas a Reeves a pura expresividad y buenos latiguillos. Si el protagonista de Máxima velocidad no se destaca es porque los guionistas deciden agregar demasiados personajes secundarios, demasiados jefes y esto provoca un poco de enredo argumental. Ni Angelica Huston, Laurence Fishburne o Ian McShane terminan sumando. La mejor incorporación, además de Dacascos, es la joven y seudo desconocida, Asia Kate Dillon, que compone a una notable villana intelectual. Y si bien pocos serán los que van a ver esta nueva secuela para asombrarse con personajes complejos o narrativas existencialistas, es cierto que al ampliar el micromundo y agregar capas de subtramas, se necesita un guión menos manoseado para que haya un equilibrio entre acción y narración. Pero estamos viendo John Wick. Y lo cierto es que la acción nunca decae del todo. La estética visual le debe mucho al cine asiático -Johnny To, Won Kar Wai- y dichas referencias están presentes también en las coreografías. Stahelski convierte Nueva York en Shangai, y no está nada mal.
Perro amor explota Con las dos primeras entregas de la saga “John Wick”, su director Chad Stahelski dejaba en claro que el cine de acción necesitaba reinventar su lenguaje. Stahelski, junto al co-director David Leitch y la estrella principal Keanu Reeves, trasladaron el tecnicismo de películas como “La Redada” y “El Maestro de Tai Chi” al circuito americano, pudiendo de esta manera reivindicar al género que en su momento supieron enaltecer eminencias en la materia como Sam Peckinpah y John Woo. Esta fórmula de balaceras frenéticas y peleas coreografiadas procesaba un estilo atractivo para el público contemporáneo, teniendo como entramado un submundo habitado por sicarios que son condicionados a cumplir una serie de reglamentos que estructuran su mecánica de trabajo. “John Wick 3: Parabellum” continúa con la odisea que padece el personaje interpretado por Reeves para sobrevivir en una Nueva York atestada de asesinos a sueldo que buscan cobrar una recompensa millonaria. Además de los nuevos ingresos que se suman al elenco (una avejentada Anjelica Huston, la devaluada Halle Berry y el regreso triunfal de Mark Dacascos), la historia se traslada a nuevos escenarios (la secuencia de disparos en Marruecos es tremenda) y expande su línea argumental. Para el cierre de la trilogía, Stahelski mantiene el pulso dinámico del montaje, su humorada autoconsciente y sus guiños al spaghetti western, mientras que Reeves se sigue glorificando como una de las mejores figuras de acción de su generación. Y para alegría de todos, el próximo capítulo ya está en marcha.
En el año 2014, David Leitch y Chad Stahelski dieron comienzo a una saga de acción súper exitosa que se caracteriza por la crudeza de la violencia representada en las secuencias trepidantes del film y un buen entendimiento del espacio representativo así como también de las coreografías en función de la puesta en escena y los distintos ángulos de cámara. Todo esto fue brindado nuevamente en la secuela de 2017 y ahora llevado a un punto todavía más elevado en la tercera parte de John Wick. “John Wick: Chapter 3 – Parabellum” nos trae nuevamente al personaje representado por Keanu Reeves (“Matrix”, “Bill & Ted”) en una secuela directa del film anterior retomando justamente donde finalizó aquella entrega. El personaje del título regresa a la acción, solo que esta vez con una recompensa de 14 millones de dólares sobre su cabeza y con un ejército de mercenarios intentando darle caza. Tras asesinar a uno de los miembros del gremio de asesinos al que pertenecía en el territorio neutral del hotel The Continental, Wick es expulsado de la organización, pasando a convertirse en el centro de atención de multitud de asesinos a sueldo que esperan detrás de cada esquina para tratar de deshacerse de él. En esta oportunidad el film retoma ese espíritu de las cintas de acción brutales de los años ’80 con ciertos toques del cine oriental de artes marciales en ese afán de mostrar la fluidez y la claridad de las coreografías mediante un limitado uso de la fragmentación. Es decir, la duración de los planos es más larga y estos también son más abiertos en términos de focal para poder tener un claro entendimiento del espacio escénico y de las posiciones de los personajes. Algo que Hollywood pareció dejar de lado últimamente para favorecer la edición, el frenetismo desmedido y la confusión. Es sumamente interesante este costado explotado por Chad Stahelski (que antes de dedicarse a la dirección fue doble de riesgo y coordinador de stunts) para explotar la técnica y ponerla en beneficio de lo narrativo. Esta tercera entrega decide justamente concatenar o yuxtaponer a John Wick, sus numerosos oponentes y sus aliados (Halle Berry, Lance Reddick y unos perros) a través de elaboradas e impresionantes coreografías que embellecen la acción. Asimismo, tenemos esa reminiscencia al cine oriental en escenas que recuerdan al cine coreano y al japonés, en especial la escena de las motos que nos remiten a la famosa persecución de la cinta coreana de 2017, “La Villana”. Más allá de toda la pericia del trabajo de coordinación de los stunts, la sutilidad del CGI y un inspirado trabajo de fotografía de Dan Laustsen elevan la propuesta aun más por sobre la media de este tipo de relatos. A nivel guion se sabe que la película no es ninguna joya pero igualmente cumple con una trama simple, clara y un desarrollo de una mitología de este clan de asesinos bastante interesante como para darle cierta dimensión a la historia. Interpretativamente, Reeves compone un personaje de pocas palabras, bastante parco y estoico que sorprende por su parte física y de entrenamiento. Acompañan de manera acertada un elenco estelar compuesto por: Halle Berry, Ian McShane, Anjelica Huston, Laurence Fishburne,Lance Reddick, Asia Kate Dillon, Jason Mantzoukas, Mark Dacascos. “John Wick 3: Parabellum” es un excelente ejemplo de lo que tendría que ser una secuela de película de acción, dando aun más de lo que se vio en entregas anteriores de una forma entretenida, original y fresca. Una saga que ya eleva al personaje a la categoría de “culto” gracias a una buena dirección de Chad Stahelski y un estupendo trabajo a nivel técnico.
La trama es sencilla, sin un guión sólido y violenta, pero con un personaje que es John Wick y que sabe captar muchísimos seguidores, como lo fue en 1988 John McClane en ese “Duro de matar” interpretado por Bruce Willis que tuvo su saga y una buena recaudación. Vuelve a la escena el actor de cine y televisión canadiense nacido en Líbano, Keanu Reeves aquí no necesita ser demasiado expresivo, pero si demuestra una gran destreza con su físico, algo salió mal, ya no cuenta con la protección de la Orden, su persona tiene precio, una recompensa de 15 millones de dólares, podemos disfrutar grandes escenas de acción, mientras el monta a caballo, otros lo persiguen en moto y una vez más debe huir de miles de asesinos. También participan otros personajes importantes para su desarrollo como: Anjelica Huston, Ian McShane, Laurence Fishburne, Halle Berry, Asia Kate Dillon, entre otros y perros muy bien entrenados. El espectador que elija esta cinta se va a encontrar con buenas coreografías de luchas cuerpo a cuerpo, disparos, peleas, persecuciones, todo bajo un ritmo frenético que nunca decae. Acompaña una banda sonora acorde al film, con buenas locaciones y algunas referencias cinematográficas (“Matrix”, “Casablanca”, entre otras), es puro entrenamiento y ya se anunció que «John Wick 4» con Keanu Reeves se estrena el 21 de mayo de 2021.
Un poderoso cóctel de adrenalina y sangre La tercera entrega de la saga de acción redobla la apuesta de sus antecesoras. Anjelica Huston, Ian McShane, Laurence Fishburne y Halle Berry integran el elenco de la película Primero tuvo que vengar la muerte de su perra y el robo de su auto. Luego tuvo que enfrentarse a la camorra italiana. Ahora el implacable John Wick tiene que escapar de un sinnúmero de sicarios que quieren eliminarlo. Sin la protección del sindicato internacional al que pertenecía, el hombre deberá valerse de todas sus virtudes físicas para evitar caer bajo las balas de los distintos caza-recompensas que le siguen sus pasos. Es interesante lo que ha ocurrido con esta saga. Nacida con un filme independiente de bajo presupuesto como puntapié inicial, fue creciendo en popularidad gracias al boca en boca, generando una secuela de mayor presupuesto que triunfó en taquilla y que terminó derivando en esta tercera entrega, que pese a contar con más recursos, no ha perdido su espíritu de "clase B". Play Tráiler de la película "John Wick 3: Parabellum" Las tramas principales de la trilogía son sencillas, casi una excusa para generar un espectáculo muy bien compuesto de luz, coreografías de acción y virtuosismo visual. Pero esto no significa que el guion no tenga solidez, por el contrario, en su sencillez se encuentra la base para que todo el andamiaje artístico funcione. Y es que John Wick nunca intenta ser pretenciosa, por el contrario cumple con su premisa a rajatabla: entretener sin culpas. Chad Stahelski, el hombre detrás del mito, vuelve a valerse de su pericia a la hora de rodar escenas de acción y combate cuerpo a cuerpo (muchos de ellos filmados en planos secuencia, a puro realismo) para regalarnos un verdadero festín del género, con actores y stunts sólidos y bien entrenados acompañando a la figura principal. Un montaje frenético al ritmo de la banda de sonido exacta es una guía por este viaje de dos horas de metraje que nunca decae. De esta manera, supera a su predecesora, que presentaba algunos baches argumentales que la hacían más despareja. Los litros de sangre que inundan la pantalla, los casquillos de balas que vuelan por los aires y los filosos enfrentamientos con cuchillos (verdadero plato fuerte de esta secuela) no serían nada si no tuvieran como figura principal a Keanu Reeves, un intérprete con muchos matices, creíble, empático y dotado de una gran destreza física, el indicado para un papel digno del más violento videojuego. Y si el protagonista de Matrix encontró el personaje de su vida en esta franquicia, quienes lo secundan, lo hacen con igual pasión. Es un verdadero lujo para el género enfrentarse a un cast tan atractivo como el que conforman Anjelica Huston, Ian McShane, Laurence Fishburne y Halle Berry. John Wick es sin dudas un emblema, la corporización de un héroe de los ochenta agiornado para el disfrute de las nuevas generaciones de espectadores. Tan mortífero como irresistible. El último personaje de culto.
Las escenas de lucha son más que originales y están pensadas para ofrecer un muy buen espectáculo. Entre todas ellas se destaca por lejos la que incluye a perros asesinos que trabajan a la par de los personajes de ...
Deber para el hogar: cosas que aprendí viendo John Wick: Los cuchillos no sólo sirven para cortar la comida. Los lápices no sólo sirven para escribir. Los perros a veces no son los mejores amigos del hombre. Los libros no sólo se usan para leer. John Wick es tan caritativo que te puede arreglar en un segundo un problema de conjuntivitis o una muela cariada sin necesidad de anestesia. Y… que no hay nada mas peligroso que un tipo desarmado. Bienvenidos a la apoteosis de la locura, la violencia y la testosterona. Si Tarantino convirtió a la violencia en arte, la saga de John Wick es – por definición – una trilogía de obras maestras. Nunca ví despachar a tantos monos de tantas maneras diferentes. Tirar miles de puñales uno tras otro como si fueran balas, partir cabezas al medio lanzándoles un rifle de asalto descargado – como si fuera su propia versión del RompeTormentas, el hacha que estrenó Thor en la última de Los Vengadores -, o usar perros entrenados como letal soporte de combate armado a puertas cerradas. La primera hora es un delirio tan grande que te deja doliendo la cara de tanto sonreír. Es una andanada de refriegas, una tras otra sin descanso, y donde el veterano Keanu Reeves refrenda que es el icono del cine de acción de la última década. Nunca hubo nadie tan violento ni tan expeditivo en el cine en los últimos años, sean Los Vengadores, John McClane o Liam Neeson… juntos. El tipo mata gente a una velocidad pasmosa y de las maneras mas creativas posibles. La primera hora es una carnicería constante y es lo mas genial que he visto en los últimos tiempos. John Wick, asesino a sueldo de altisima reputación obligado a salir de su retiro profesional por circunstancias fuera de su control, ha comenzado a librar una batalla personal que culminó con el enojo del sindicato de asesinos (llamada “la Alta Mesa”), quienes lo proscribieron y le pusieron precio a su cabeza. Tras una sucesión de batallas campales llega a un refugio de la mafia rusa donde nos enteramos que Wick es un nombre inventado y que el tipo es un bielorruso que se llama Jardani Jovonovich (!). Apelando al honor de la directora de la Ruska Roma (Anjelica Huston), Wick consigue un boleto de ida a Casablanca, Marruecos, en donde reside el mandamás de la Alta Mesa. Si tan solo pudiera ubicarlo en persona para poder negociar un perdón, Wick podría poner fin a la matanza… aunque ello implique que tenga que pagar un precio exorbitante por la paz de su alma. Durante la primera hora John Wick 3: Parabellum funciona como un relojito. La acción es gloriosa. La payada, inspirada. Derek Kolstad saca la guitarra y se pone a inventar cosas de todo tipo, engrosando la fascinante mitología de la saga y dando a luz algo digno de comic. Como que la Alta Mesa desciende de la orden de los Hassassins – ¿se acuerdan de la cofradía de sicarios a los que se enfrentaba Jake Gyllenhaal en El Príncipe de Persia: Las Arenas del Tiempo (y que era lo mejor de la película)? -, o que el sindicato posee un comité de disciplina formado por individuos plenipotenciarios (Adjudicadores), capaces de dictar juicio sumario a quien sea sin importar el rango que tenga en la organización. O el personaje de Halle Berry, una ex asesina que tuvo una hija y que le encargó a Wick que la ocultara en el mayor de los anonimatos, no sólo para que no conociera los horrores de la profesión de su madre sino para evitar que sus potenciales enemigos pudieran encontrarla, lastimarla o utilizarla como moneda de cambio (un favor enorme que ahora Wick viene a cobrar, pidiéndole que lo lleve hasta el jefe de la Alta Mesa). O el asesino ninja (Mark Dacascos, arruinando con picos de sobreactuación lo que podría haber sido un memorable némesis) que admira a Wick y pasa sus noches preparando sushi en un puesto callejero. Eso sin contar con las guaridas secretas donde forjan las monedas de oro con que se maneja la organización así como los escudos que indican el grado de poder dentro del sindicato. Sí, sí, es sanata de alto vuelo, oh, yes. Mientras que todo eso es impecable, lo que sigue en la segunda hora ya no está tan inspirado. La acción comienza a volverse algo repetitiva y cansadora, aunque sigue siendo intensa. Pero si el director Stahelski mantiene la energía aunque la novedad de los trucos se vaya agotando, el que parece perderse es el libretista Kolstad. De pronto, no todo es tan claro. La trama de traiciones, contra traiciones y acuerdos secretos se vuelve confusa y sin propósito. La coherencia empieza a quedar pagando y todo parece un intento forzado para engendrar una cuarta parte que nadie esperaba. Definitivamente no ocurre la esperada “guerra total” contra la Alta Mesa sino que todo queda estancado en un estadío intermedio y con personajes comportándose de manera no muy coherente que digamos. Si John Wick 3; Parabellum es recomendable, que no te quepa la menor duda. La primera hora es impecable y es increíble la cantidad de veces que te vas a reír con ganas debido a las animaladas que se le ocurrieron a los responsables del producto. Con 55 años Keanu Reeves es un soldado admirable, y le pone el cuerpo a un esfuerzo físico tremendo (la Berry no se queda atrás y hasta me gustaría ver una película basada en su historia personal). El es el que saca a flote la saga y el que se ha ganado el comeback que está teniendo (ahora la gente de Marvel amenaza con tentarlo para darle un rol en el MCU). Pero la franquicia está amenazando con salirse de madre por una cuestión de codicia. Por eso el grueso de las sagas no pasan de trilogías (a menos que tenga un sólido sustento literario detrás, como Harry Potter o James Bond), y acá Kolstad corre el riesgo de cometer el mismo pecado que los hermanos / las hermanas Wachowski, que es irse en ambiciones y extender tanto la mitología que después no hay manera coherente de poder atar todos los cabos. John Wick 4 llegará en dos años, y depende de la creatividad de Kolstad que sea un golazo de media cancha… o el ancla que termine por hundir a una franquicia tremendamente prometedora y de lo mejor que ha surgido en la última década.
La tercer entrega de John Wick, dirigida por Chad Stahelski, realmente se las trae. Keanu, con su interpretación, ya nos dejó maravillados con las anteriores películas y sin dudas su actuación en ésta nueva suma sin dudas. El famoso asesino está escapando de quienes podríamos decir eran sus colegas. Aquel quien lo mate ganará una buena suma de dinero a la que no se le puede decir que no. En este caso, la Orden Suprema está en su contra y buscan su cabeza. Debido a esta persecusión, el protagonista vuelve a recurrir a viejas amistades, en este caso Sofía (Halle Berry), para que lo ayude a encontrar a la persona indicada que quizá lo pueda liberar de esta guerra contra él. Ya estamos acostumbrados a ver cómo se las ingenia para sobrevivir. Pero ahora, la gran incógnita, es la disyuntiva por lo que él quiere: seguir teniendo esta vida de asesino y persecuciones constantes o salir de ese turbulento mundo. Si de actuaciones hablanos, Ian Mc Shane y Laurence Fishburne están excelentes. Además, tenemos la incorporación de la gran Anjelica Huston, quien hace un personaje excepcional que le va como anillo al dedo. Halle Berry continúa regia y tuvo que realizar mucho trabajo para este personaje ya que, como verán en el film, tiene una particular compañía. En el caso de Keanu Reeves, no podemos decir muchas cosas nuevas; se nota lo comprometido que está con el personaje y cómo él como actor quiere aportar más. Las escenas de pelea son fantásticas por el despliegue y lo bien logradas que están. En esta tercera parte nos encontramos con 130 minutos de ciencia ficción de verdad. Ya está confirmada una cuarta entrega, así que no duden de ir al cine a ver esta película y disfrutar de pura ciencia ficción.
La nueva John Wick, que no será la última, arranca segundos después de donde terminaba la anterior. Wick (Keanu Reeves) es un excomunicado, una especie de paria que quedó afuera de su oscura organización criminal, la Mesa Suprema. Con precio, alto, por su cabeza. Todo el mundo lo quiere matar, allá adonde vaya. Pero él, se sabe, es el ejército de un solo hombre: los primeros quince minutos ofrecen un festival violencia y carnicería que es de lo más gozoso del cine de acción en tiempo. Con su traje oscuro, su melena y su monosilabismo, el protagonista icónico -que le proveyó a Reeves, sino el papel de su vida al menos un increíble relanzamiento- es un héroe apaleado y apaleador que huye hacia adelante, matando como quien clava una chincheta, de las manera más práctica y desapegada, con lo que tiene a mano. Un libro de tapa (muy) dura, cuchillos, piñas, patadas y una absurda cantidad de balas. John Wick 3: Parabellum es, claro, un show agotador y sin pausas. Que funciona como funciona, atrapándonos como si estuviéramos ahí, por una puesta que privilegia el plano conjunto sobre la edición frenética, la acción real sobre los efectos especiales, y el sonido, con sus silencios, por encima de la sobremusicalización. Aunque de todo eso hay, y, cómo no, en dosis generosas. Desde Bush a Vivaldi. Bien lo saben los fanáticos de esta saga, que se consolidó como una especie de nuevo subgénero, heredero del de John Woo y si quieren, del de héroes de acción a la Chuck Norris, y de la dinámica de los videojuegos. Los que comparten videos sobre el rodaje para ver cómo el director y doble de riesgo, Chad Stahelski, mueve su cámara como si fuera un arma, entre los actores que bailan coreografías de muerte. En escenas de colores estridentes que parecen salidas de las páginas del cómic. En su trama de huida, Wick se encuentra esta vez con personajes que pueden ayudarlo, en distintas partes del mundo. Difíciles de reconocer, y con peso relativo entre una secuencia de matanza y la siguiente, pasan por allí Anjelica Huston y Halle Berry. Además, hay una dura emisaria de la organización que visita a sus posibles aliados para asegurar que el excomunicado deje de molestar de una vez. Obsesionada con la aplicación de Las Reglas y a cargo de la no binaria Asia Kate Dillon, en un registro muy parecido al de la serie Billions. Hay mucho humor, y tantas ideas, en la creativa Parabellum que, lejos de cansar -y a pesar de que le sobran algunos minutos, o sea, unos cuantos cadáveres- te deja con ganas de seguir pasándolo así de bien. ¿Y todo esto por un perro?, le pregunta alguien a John Wick. Cómo no va a tener fans un Baba Yaga como ese.
Gran cierre de una trilogía que sorprendió a todos Se completó una gran trilogía que, a sabiendas de su rotundo éxito, deja la puerta entreabierta para seguir brindando películas futuras del asesino preferido de todos, Baba Yaga (John Wick). Uno dirá, ¿para qué? Si ya puedo hacer un cierre redondito y de calidad. Esperemos que lo que viene sea aún mejor y no arruinen esta saga que fue realmente entretenida. Ya en 2014 había sorprendido a propios y extraños con la historia de un ex asesino a sueldo de fama mundial que decide volver del retiro luego de morir su esposa, y posteriormente su perro. Esta última muerte, como detonante de varios acontecimientos malos en su vida, despertó nuevamente al frío y talentoso asesino que habita dentro de un hombre aparentemente tranquilo, que sólo quería salir del juego y vivir una vida mundana. En la secuela, vimos como un alto miembro de La Orden Superior lo engaña y pide luego por su cabeza, teniendo que lidiar con varios asesinos igual de peligrosos que él, que querían tener en su CV haber sido quien eliminó a John Wick. En el proceso de tratar de salvar su vida, John quebranta algunas reglas y termina siendo excomunicado de la sociedad mundial de asesinos. En esta tercera parte, lo encontramos directamente luchando contra todos los asesinos juntos que deciden ir en busca de su cabeza y cobrar la enorme recompensa que hay por ella. El final sólo puede ser morir o matarlos a todos. Como su adelanto comercial prometía, esta tercera entrega llega con más asesinos, más detalles de ese imaginativo submundo de sociedades secretas, más peleas, más violencia y espectaculares formas de quitarle la vida a una persona. Las secuencias de pelea con los asesinos orientales y los cuchillos o contra el gigante con un libro como arma mortal, son simplemente arte puro. "John Wick: Parabellum'' tiene todo lo que tiene que tener un buen film de acción. Tiene una historia que si bien es simple, es interesante y nos mantiene todo el tiempo queriendo más, saber más de la vida de John, de sus colegas, de las sociedades secretas de asesinos que manejan el mundo. Por otro lado tenemos un gran protagonista en la piel de un actor con carisma de más. Keanu Reeves vuelve a demostrar que es uno de los actores más vigentes y con mayor aceptación del público en general. Basta con entrar unos minutos en internet y ver como desborda de artículos o memes sobre él. Luego tenemos un muy buen acompañamiento con nombres como Laurence Fishburne, Ian McShane, Anjelica Huston y Halle Berry entre otros. A esto súmenle secuencias de acción tan bien coreografiadas y con un nivel de violencia tal, que nos saca el animal que tenemos dentro. En fin, una película que desafía la regla de la segunda secuela y podría colocarse incluso como la mejor entrega de las tres. Si te gusta la acción, no te puede no gustar ''John Wick: Parabellum''.
Sumido en la mediocridad de un relato moderno que se vale de estrategias narrativas sumamente pueriles y de extrema fragilidad estética, el género del nuevo milenio se ha visto sumido en la reiteración absoluta. Inmerso en un cine de superhéroes revestidos de alarmante superficialidad (cortesía del universo Marvel) apenas un par de sagas convertidas en franquicias cinematográficas brindaban algo de renovado aire al predecible panorama hollywoodense, proveyendo logrados retratos de héroes de acción de carne y hueso. Podríamos citar la saga “Taken”, al comando de Liam Neeson y su implacable e intrépido Bryan Mills, quien supo hacer de las suyas hasta que la tendencia propuesta sumiera a la trilogía de películas (2010-2012-2014) en la reiteración y la nimiedad constante en su última entrega. Un producto más decoroso ofreció “El Justiciero” (2014-2018), transposición televisiva en donde Denzel Washington encarnó a un héroe de acción dotado de sensibilidad y humanismo, redescubriéndose como un maduro y eficiente héroe de acción a las órdenes de Antoine Fuqua (repitiendo la dupla exitosa de “Día de Entrenamiento”). Así llegamos a John Wick, un prometedor ejemplar del nuevo de cine de acción que en 2015 irrumpiera en la gran pantalla y tuviera su secuela hace dos años, renaciendo la carrera cinematográfica de un desauciado Keanu Reeves. Si en sus primeras dos entregas, “John Wick” se mostraba como una saga dueña de una propia mitología interesante de descubrir, poco queda de aquellos buenos pergaminos en esta tercera exploración al traumado universo de su protagonista. Sumida en la vacuidad narrativa de sus excesivas dos horas de metraje, la película se abarrota de las más ampulosas escenas de persecución, tiroteo y lucha cuerpo a cuerpo amén de cubrir su severo déficit argumental, al tiempo que convierte a una serie de intérpretes secundarios de renombre (Ian McShane, Laurence Fisburne, Angelica Huston y Halle Berry) en meros decorados de cartón. Lejos quedó el cine clásico de antaño en donde la destreza narrativa era coronada por la trepidante acción (léase, la antológica persecución de coches en “Contacto en Francia”, de William Friedkin), aquí el virtuosismo visual deja de ser un soporte para convertirse en un leit motiv que procure disimular torpezas y carencias. Cuando se habla de la moda pasatista y de las tendencias pasajeras mucho tiene que ver la cada vez más absorbente y abarcativa influencia del ámbito televisivo sobre el cine. En “John Wick” se percibe dicha marca, estimulada por un lenguaje cada vez más fragmentario y en búsqueda del impacto instantáneo. El sentido del ritmo narrativo, como decía el emérito Robert Bresson, entendido éste por intensidad sostenida y no por velocidad igualada a la acción, es una fórmula que el cine de acción actual parece ignorar por completo. Observando el derrotero emprendido por Keanu Reeves a lo largo del film, uno se pregunta: ¿dónde quedó el auténtico héroe de acción? El rejunte de super héroes del cómic que transitan la cartelera por estos días en “The Avengers” y sus infinitos facsímiles, parece más un intento taquillero, furioso y desmedido que un proyecto serio, consecuente y acabado. Tan impensado como el desaprovechado talento dramático de Robert Downey Jr. y su remanida etiqueta de héroe de acción del cómic, una desproporción gigantesca. Claro está, los tiempos cambian, mal que nos pese la nostalgia. No imaginaríamos en este presente a Sean Connery calzándose el smoking de “James Bond”, a Bruce Willis haciendo acrobacias en los rascacielos en “Duro de Matar” o a Mel Gibson ajustándose con bastante dificultad el atuendo de “Mad Max”. Aunque sí es sensato asumir, se llevan los aplausos por regalarnos los mejores momentos del cine acción durante un tiempo que sin dudas ya quedó en el pasado. Íconos de acción eran los de antes. El relato posmoderno de Hollywood propició la moda de remakes y secuelas, impactando notablemente en el consumo de tales propuestas fílmicas. No obstante, su puesta en práctica data de mucho tiempo antes. La huella dejada se convirtió en cliché para futuras reinvenciones en la pantalla. Más un afán comercial en tiempos de sagas y refritos, que un producto con buena materia cinematográfica para el análisis, “John Wick” se espeja cómodamente en esta mediocridad. Nada resulta más ejemplificador para graficar la banalidad de los tiempos que corren, que resaltar el fenómeno que representa el género de acción agotado en su forma. O bien resucitando viejos clásicos carentes de sustancia, o bien poblando la cartelera de sagas interminables y con enorme arraigo en el público más juvenil. Lo peor del asunto es que, en su abrupto epílogo, el personaje de John Wick contiene su enojo como pretexto que multiplica los motivos de su próxima venganza, asegurando una futura secuela que garantizará sus dividendos en taquilla.