Los negros siguen de moda Los negros están de moda, decía el suegro del personaje interpretado por Daniel kaluuya en la muy buena sátira fantástica Get Out (2017), haciendo gala de un Estados Unidos post-racial que nunca llegó realmente y que se fue por la letrina con Trump. Al alejarse ese paraíso de supuesta superación volvió la culpa blanca y volvieron los premios y los protagónicos para los negros (los muchachos de Moonlight y Get Out con espíritu independiente, y John Boyega y Chadwick Boseman representando al cine popular adolescente, por nombrar algunos). Como en las viejas blaxploitation, Pantera Negra es la primera película de superhéroes con un reparto casi enteramente negro. Y, siguiendo la tradición de la corrección culposa y haciendo casi una inversión del cine de explotación y de las panteras negras con las que comparte nombre, la película de Ryan Coogler no hace lugar ni a la violencia institucional ni tampoco a la revolucionaria. El héroe negro, llamativamente, luchará acá contra un hermano que quiere la liberación de su gente. De todos modos, los grandes problemas de Pantera Negra son los que comparte con otras de su universo Marvel y con muchas de las actuales adaptaciones de comics en general, y que no tienen que ver con lo discursivo que suele ser más patético que corrosivo. La pérdida del cine material, la técnica y la dirección de arte por sobre el suspense, generan lo mismo que generaron tantas otras tanto del MCU como de DC y que ni hace falta nombrarlas: la gastada dinámica repetitiva modorrera, que sólo unas pocas películas de superhéroes pudieron reformular. La larga espera a que terminen las peleítas y que ganen los buenazos. La repetición de la fórmula hasta dejarla seca; y, en este caso, la formulita se lleva puesta una puesta que prometía. La presentación de los personajes y del pueblo del héroe (la ficticia Wakanda, una retrofuturista ciudad oculta con reservas del súper-mineral Vibranium) más allá de los clichés en la representación de las tribus, aporta vitalidad con un laburo de arte fenomenal; material o virtual, quién sabe. Esa película enana de treinta minutos dentro de las más de dos horas de Pantera Negra y con un punto de giro que es también su propio climax, es lo mejor de lo que propone Coogler -director también de Creed (2015), uno de los mejores estrenos de nuestro 2016- así como también son bienvenidas las caras del mencionado Kaluuya y de Andy Serkis, como algunas peleas cuerpo a cuerpo y una persecución en Busan, esta vez, por desgracia, no de zombies en trenes. Todos elementos aislados que no terminan de cohesionar y que se pierden en la ñoñez de la resolución. Pero no vayamos a hablar mal de una película repleta de negros, compañeros. Las reseñas de Rotten Tomatoes son todas a favor. ¿La corrección se impone en la crítica del norte? Es que allá entran en juego más cuestiones que acá con el tema de los negros (dos siglos de esclavitud, por ejemplo). Y la incorrección es muchas veces confundida con el discurso reaccionario de la derecha rancia, que deriva en el conservadurismo que propone la era Trump. Quién sabe, tal vez bancar cierta corrección como manera de despegarse del discurso redneck ahora poderoso, puede ser una buena estrategia política; por desgracia, no artística, si es que pueden separarse.
Uno de los potenciales del cine que más lo preservan como un arte vivo a pesar de todos los cambios y cómodas novedades que buscan dejarlo atrás es que, más allá de su contexto productivo o de la modernización constante de las plataformas, tiene la posibilidad de regresarnos a estados primitivos y originarios. La voluntad del cine puede valerse de todas las herramientas del caos hipermoderno para mantener vivo un enlace con los relatos que nada tiene que ver con la avasallante globalización en la que todo es diplomático, libre, pero congelado. El cine sigue demostrando que es capaz de hacernos atravesar eso como experiencia vital. Todo lo perdido puede restituirse y, siendo relato, volver a imponerse como cultura. En Pantera Negra, la idea de Wakanda como lugar oculto en el corazón de África, no penetrado por la globalización, comienza como una posibilidad prometedora. La caracterización, a la que muchos podrán reclamarle el mismo simplismo que le reclamaron a Avatar (en este caso con las comunidades negras conformadas como tribus, donde los tambores suenan a cada momento remitiéndonos a una idea más o menos acabada de lo que es la música tribal, aquí remixada con un moderno hip-hop), resulta igualmente capaz de conformar narrativamente una tensión interesante con el mundo exterior. Wakanda no conoce los estados de opresión que se viven afuera, le son inconcebibles, funciona como un lugar virgen y por ende secreto, con la amenaza constante de que tal origen arcaico se pierda. Su héroe, T’Challa, Black Panther, príncipe (y ahora Rey) de Wakanda, parece tener el rol de mediar en ese mundo de tensiones. No es de mi interés ahora que nos adentremos en las peripecias de la trama. Tan sólo diremos que, tratándose de un reino, se coquetea mucho con las historias de las tragedias shakesperianas que tantas veces han sido transpuestas al cine, diseminadas como películas de apariencia “menor”. Con eso nos alcanza, aludiendo además a una reciente y extraordinaria trilogía que es Rise, Dawn y War for the Planet of the Apes, cuya matriz shakesperiana se desarrolla no sólo como idea o estructura, sino que la constituye esencialmente en una gran tragedia. Quizás el problema de Pantera Negra sea que su inocente fe en el bienestar mundial se priva completamente de incorporar elementos trágicos. La usurpación del poder por parte de Killmonger, primo no reconocido de T’Challa, tiene ecos de la segunda entrega de El Planeta de los Simios (con la traición de Koba a la comunidad de César). Sin embargo, se parece mucho más a una burda alegoría del triunfo de Donald Trump como presidente de Estados Unidos. La construcción de Wakanda, esa que comenzaba prometedora e interesante, deviene una representación al estilo punto por punto de la norteamérica ultrajada por la asunción del horror trumpista. Así, Killmonger deja de ser personaje por su mera función reflexiva; y la película, que amaga con darnos la experiencia de lo originario, parece pervertirse a sí misma para convertir a Wakanda en una utopía demócrata globalista (que lejos está de cualquier origen arcaico). Al avanzar la lucha se da una resistencia, y el triunfal regreso de T’Challa la encamina hacia buen puerto. Resulta desafortunado, y sobre todo lamentable, cuando comenzamos a detectar frases directas del Papa Francisco pronunciadas en el lugar equivocado. Lo que comenzó como un regreso al origen nos termina transportando a una conferencia de la ONU, donde T’Challa, ahora de traje, pregona ante todos que Wakanda se abre al mundo. Una de las peores alternativas narrativas del cine, o de lo que con el cine puede hacerse, es esto. Podemos asomarnos y mirar algunas ideas, pero si nos petrificamos (tal vez por no ser capaces de soportarlas), terminamos conduciendo el origen hacia su parodia; en este caso una fría máscara de diplomacia donde la paz se sosteniente imaginariamente, donde T’Challa jamás cae (aunque pueda levantarse) y no hay tragedia, sólo una idea tecnocrática de la política y del mundo.
Pantera Negra: El Rey ha muerto…….¡VIVA EL REY! Llega la realeza al MCU, con una historia que más que origen, sería de regreso triunfal. Luego de hacer una entrada triunfal en “Captain America: Civil War (2016)”, Pantera Negra debía recibir su película en solitario, porque se lo merecía y porque necesitábamos saber más sobre uno de los personajes más importantes del Mundo Marvel. Claramente, el neófito no sabe quién es T’Challa ni la ciudad africana ficticia de Wakanda, creaciones de los geniales Stan Lee y Jack Kirby; pero esto tampoco deja que no se disfrute de un personaje con tantos matices como el soberano wakandiano. Haciendo un poco de historia, Pantera Negra (Black Panther) es algo así como ese personaje púrpura de las viejas historietas, llamado El Fantasma: el manto de la Pantera va pasando de generación en generación, de monarca a monarca, no solo por protección y heroísmo hacía su gente, sino también para proteger el material que alguna vez en el pasado cayó en forma de meteorito y es el recurso más preciado por el mundo y de Wakanda, con el que también esta construido el escudo de Steve Rogers: el Vibranium. Este material es el principal recurso energético de los wakandianos y así se han mantenido no solo al margen de los problemas del resto del mundo, sino han avanzado como ningún otro. Volviendo al film, el director Ryan Coogler logra plasmar la historia de origen de Wakanda, el legado de Pantera Negra y su relación con el mundo de una manera magistral en los primeros minutos, sin necesidad de contar una historia propiamente dicha de “origen”, sino que cuenta con la tecnología wakandiana para hacerlo (cuando vean la peli se darán cuenta de qué hablo), y así introducirnos de lleno en la acción…y el drama en la década del 90; cuando el Rey T’Chaka debió detener a su hermano por las ideas radicales que quería imponer como espía en Estados Unidos, y de ahí, al mundo. En Pantera Negra, Coogler no solo habla de la historia de un nuevo superhéroe, habla de la segregación racial, de como los afroamericanos sufrieron una y otra vez a través de los tiempos. El realizador hace una reivindicación de las generaciones pasadas africanas, de sus ancestros, a partir de este personaje que, obviamente, Marvel había creado allí por la década del 60 y fue el primer superhéroe negro, irónicamente, meses antes que el grupo reaccionario “Pantera Negra” sea creado. Y en esta historia Ulysses Klaue (Andy Serkis) reaparece para sembrar el caos junto a un nuevo enemigo: Erik Stevens, de quién poco se sabe pero en una sola aparición tanto T’Challa como nosotros sabremos de lo que es capaz. Gracias a los dioses, el monarca recibe la ayuda del agente de la CIA Everett K. Ross (Martin Freeman), quien actúa no solo de apoyo logístico informando que Stevens es un antiguo comando especial entrenado para derrocar gobiernos, sino como un aliado fiel a Pantera Negra. Pero luego de varios dimes y diretes, Erik “Killmonger” Stevens logra enfrentarse a T’Challa reclamando el trono y logra derrotarlo. Para volver a reinar, el joven rey no solo deberá enfrentar sus incertidumbres, sino también deberá confiar en sus compañeros cercanos, varias tribus de las que no tiene el visto bueno y, principalmente, de su madre y hermana. Pantera Negra es un deleite visual de principio a fin, desde el aspecto técnico hasta la banda sonora llena de acordes y sonidos africanos que seguro nos remiten al “Rey León (The Lion King, 1994)”, pasando por los coloridos vestuarios y la tecnología wakandiana a base del Vibranium (toda una novedad luego de ver miles de veces la “tecnología Stark”). Incluso el realizador tiene tiempo para homenajear una de las clásicas escenas del film “Cat People (1982)”. Chadwick Boseman nació para ser T’Challa (a esta altura quien le puede cuestionar a Marvel algo sobre el cast), Angela Bassett es soberbia como la matriarca, Lupita Nyong’o bella y letal, pero una de las sorpresas será seguramente Letitia Wright como Shuri, la hermana de T’Challa, un hallazgo increíble que le da frescura al MCU por su carisma y su humor (el cual es muy poco y en justa medida). Qué decir de Michael B. Jordan, seguro que no mucho más, pero con Killmonger se destaca entre uno de los villanos más tridimensionales del Universo Marvel, desde mi punto de vista. Muy poco más para decir sobre Pantera Negra, quizás se alargue un poco al principio del tercer acto, pero aún así es disfrutable y de visión obligatoria para el seguidor fiel del Universo Cinemático Marvel. Y, aunque es seguidor fiel, hay que recordarle que se tiene que quedar tras los créditos finales ya que hay 2 ESCENAS ADICIONALES.
T´ Challa (Chadwick Boseman) llega a Wakanda para ser coronado luego de la muerte de su padre a manos del Doctor Zemo en un atentado. Junto a su fiel guardiana y compañera Okoye (Danai Gurira) van en busca de Nakia (Lupita Nyongo) y juntos llegan a Wakanda. Tras ser coronado rey, un viejo enemigo reaparece para traer el caos a Wakanda de la mano de un miembro de la familia real del que se desconocía su existencia, Erik Killmonger (Michel B Jordan), que reclamará su derecho al trono. Así T´Challa junto a sus aliados deberán luchar para defender y proteger a Wakanda. Una de las películas más esperadas del año y del universo cinematográfico de Marvel, tanto por su elenco que está en un 99% integrado por personas de color, como por ser la entrega anterior al evento más importante del MCU, “Infinity War”, que se estrena en abril por estos lados. “Pantera Negra” es un gran relato que mezcla perfectamente la cultura africana con la modernidad, representadas en Wakanda, que para el mundo exterior es un país tercermundista, sin embargo posee la más grande reserva de Vibranium (el metal más preciado del Planeta) y esto la convierte en un lugar lleno de tecnología de avanzada. La fotografía de la película es atractiva, con una mixtura de colores y sonidos (banda sonora) se crea el clima perfecto, donde el espectador va querer conocer Wakanda (aunque este solo sea un país ficticio). En cuanto a las actuaciones, se destaca mucho la intrpretación de Shuri (Letitia Wright), la hermana menor del rey y encargada de la tecnología y diseño del país, Martin Freeman como un agente retirado de la CIA (al que vimos en “Civil War”) llamado Everett Ross, que llega a Wakanda de casualidad y se une a la lucha para salvarla. Los demás actores están impecables en sus papeles y quizás Michel B. Jordan como Killmoger es uno de los mejores villanos que vimos dentro del MCU. Como ante sala a la que será una de las películas esperadas del año y probablemente de las más taquilleras, “Pantera Negra” es el condimento justo que los fanáticos de Marvel necesitan para aguardar el estreno de “Infinity War”, presentando así a un nuevo personaje con una historia rica en cultura y argumento. Ahora solo nos queda esperar qué le aguarda a T´challa y a su equipo en la siguiente entrega cinematográfica del MCU.
Esta película abrirá aguas. Los fanáticos del comic en el que se inspira estarán de parabienes con la historia tras el legado del trono de Wakanda y la defensa del mismo. Aquellos que busquen LA PELICULA de superhéroes se encontrarán con otra cosa. “Pantera Negra” es el ejercicio maduro de un género que encuentra en algunas oportunidades una historia que posibilite la reflexión dentro de un contexto fantástico. Además la banda sonora, la puesta, los escenarios, ofrecen una mirada sobre el otro distinta, no estigmatizante, algo poco frecuente en el universo Marvel. Celebramos esa apertura y su lograda progresión.
Este personaje de Marvel creado por Stan Lee y Jack Kirby en 1966 tuvo su debut cinematográfico junto a Capitán América en el 2016. El mismo actor Chadwick Boseman es ahora el protagonista en su nueva película. Dirigida por Ryan Coogler, que co escribió el guión con Joe Robert Cole. La idea del film es contar con acción, con momentos que parecen salidos de una de James Bond, con corridas y persecuciones que siempre tienen este tipo de películas, un plus especial. Se trata de mostrar un mundo exótico, colorido, con una mezcla del verde de la naturaleza y el azul de un metal especial el “vibrano” que le permite a ese pueblo perdido en la selva africana alcanzar niveles de tecnología únicos, riqueza, confort, una ciudad increíblemente avanzada, oculta de la avidez del mundo. Y en la historia que recuerda por momentos esas películas intensas y divertidas que fabricaba por docena Cinecitá con forzudos famosos, abundan secretos de familia, enfrentamientos, asesinatos y los malos que toda película de aventura tiene que tener: el hijo abandonado que se volvió violento encarnado por Michael B. Jordan (“Creed, Corazón de campeón” del mismo director) y un Andy Serquis desatado y talentoso. Acompañan al rey de Wakanda mujeres leales y talentosas como Ángela Bassett, Lupita Nyong´o, Laetitia Wright y Danai Gurira. Están Forest Whitaker y Martín Freeman en un agente de la CIA buenazo. El traje de la pantera negra es un acierto y no faltan los consabidos trucos digitales marca de superhéroes. Por momentos demasiado formal, con poco humor, compensado con sentimientos de personajes con carnadura, distintos y queribles. Vendrán secuelas.
Pantera negra, de Ryan Coogler Por Jorge Barnárdez Cuando Stan Lee y Jack Kirby crearon al primer superhéroe negro, el mundo apenas estaba preparado para semejante audacia, se escuchaban los estruendos de las luchas por los derechos civiles pero la realidad es que al salir Black Panther ni siquiera existía el movimiento político conocido como Las panteras negras, que serían la expresión extrema de ese movimiento social que esperaba correr los límites que imponía la sociedad estadounidense. La película que viene a sumarse a lo que hoy se conoce como Universo Marvel toma esa historia, la inserta en ese universo cinematográfico y crea un personaje con sus propias reglas. Lo que está pasando en ese universo es novedoso, parece no tener limites y ya se conocen estrenos que se producirán en 2020. Lentamente la avanzada de los Avengers se va apagando, todavía falta una película para definir la guerra civil que agita el mundo de los superhéroes de Marvel y mientras tanto, vamos conociendo propuestas nuevas como Pantera negra. No crean que Marvel ha tomado un camino, más bien piensen qie este desarrollo de personajes es algo así como la ampliación del horizonte. Wakanda es un país africano que esconde en su interior, un territorio oculto que fue bendecido con la caída de un mineral desde el espacio que le proporcionó la posibilidad de desarrollar una tecnología diferente. El lugar fue mítico y debió ocultarse todo lo que pudo pero un mercenario de nombre Ulysses Klaue (Andy Serkis, por fin a cara lavada), enterado del mineral que hacía distinto a ese territorio africano, entró y robo una porción de esa riqueza. Wakanda entonces se mostró ante el mundo pero como una república emergente del tercer mundo, mientras a los ojos del mundo era un país africano en donde las ventajas de una tecnología autónoma y diferente llegaba hasta el último de los habitantes del reino. Pero esa existencia idílica escondía una interna familiar intensa y una intrincada política de alianza con otras tribus y la disputa sobre si Wakanda debía permanecer en el semi anonimato o el mundo merecía conocer todo lo que se había desarrollado gracias al Vibranium, el mineral del que el reino sacaba los avances de los que se podía jactar. La película arranca en 1971 con una lucha entre hermanos y de ahí vuelve al momento en que el rey muere en el atentado -que se ve en Capitán América: Guerra civil- para después pasar a Wakanda y desarrollar una historia al estilo de la serie Game of Thrones. Una característica del país africano es la fuerte presencia femenina y en ese sentido en el elenco brillan Lupita Nyong’o y sobre todo Letitia Wright cono la hermana de Black Panther. Pantera negra tiene la belleza visual de todas las películas de Marvel, una banda de sonido extraordinaria y no tiene casi nada del extravagante sentido del humor del que por caso, hace gala Thor, que fue la última película que conocimos de Marvel. Queda mucho por desarrollar si es que el camino elegido es seguir la línea argumental de la historieta, pero lo que queda por ahora es esperar la próxima película de los Avenger y ver como se van acomodando los planetas en esta galaxia paralela en que se ha convertido el Universo Marvel. PANTERA NEGRA Black Panther. Estados Unidos, 2018. Dirección: Ryan Coogler. Guión: Ryan Coogler y Joe Robert Cole. Intérpretes: Chadwick Boseman, Michael B. Jordan, Lupita Nyong’o, Danai Gurira, Martin Freeman, Daniel Kaluuya, Letitia Wright, Winston Duke, Sterling K. Brown, Angela Bassett. Producción: Kevin Feige y David J. Grant. Distribuidora: Buena Vista. Duración: 134 minutos.
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Un superhéroe negro en plena era Trump El film se hace cargo de un linaje étnico, pero funciona mejor como gesto político que como película. Dieciocho películas, más de una decena de superhéroes provenientes de toda la galaxia, cinco mil millones de dólares de recaudación en taquilla... El Universo Cinematográfico de Marvel (UCM) marcha a todo vapor desde hace diez años, pero recién ahora se calza las botas. Desde la seminal Iron Man (2008), la empresa evitó incluir cualquier elemento falible de interpretarse al calor de la coyuntura, con acciones y personajes circunscriptos a terrenos impersonales y un crecimiento “hacia adentro” del UCM en lugar de “hacia afuera”. Eso hasta ahora. Pantera negra es la primera película de Marvel que parece transcurrir en este mundo y no en cualquiera. Es una película que, además, se hace cargo abiertamente de esa condición ensayando una mirada propia –o todo lo “propio” que pueda haber en un tanque supervisado hasta el último pixel– que dialoga con la actualidad política, social y cultural de los Estados Unidos de la era de Trump. Pero de allí a ser el peliculón que vaticinaban las críticas norteamericanas hay un trecho importante. Una buena porción de esos textos le endilgaron como virtud la de tener “al primer superhéroe negro”, como si nunca hubieran existido el Blade de Wesley Snipes o, más acá en el tiempo, el Hancock de Will Smith. Lo cierto es que este personaje, presentado públicamente en Capitán América: Civil War (2016), no es “el primero” pero sí el más importante, el que efectivamente se hace cargo de un linaje étnico, el único nacido de una superproducción con un director y casi todo un elenco negro. En ese sentido, Pantera negra funciona mejor como gesto político que como película, aun cuando muestre un entusiasmo similar a los de esos jugadores de fútbol que salen a romperla después de pasar una temporada en el banco de suplentes. Corre y transpira por la causa, pero cuando le bajan las pulsaciones exhibe las mismas limitaciones que las del 99 por ciento de sus colegas blancos. A excepción de un par de escenas en Estados Unidos y otras en Corea, el film de Ryan Coogler (Creed: Corazón de campeón) transcurre íntegramente en Wakanda, un país ficticio de Africa que encarna lo más parecido a la concreción del triunfo de la soberanía y la libertad contra el colonialismo. Allí el flamante rey T’Challa (Chadwick Boseman) tiene como misiones más importantes el mantenimiento de la armonía entre las distintas colectividades –hay una en principio “opositora” que mira de reojo al nuevo monarca– y la protección de las riquezas naturales del suelo, en especial de un metal de origen extraterrestre llamado vibranio. Con este material, su hermana Shuri le fabrica el traje de su alter ego superheroico. Que ella tenga toda la simpatía e inteligencia que le falta T’Challa, quizás el personaje menos carismático del UCM, y que a lo largo de las poco más de dos horas de metraje las mayores muestras de bravura y sabiduría recaigan en personajes femeninos, le suman a un film de indudables aspiraciones reivindicativas otro elemento caliente de la actualidad como el empoderamiento de las mujeres. Es un problema –para la película, no para la reivindicaciones, que funcionan bárbaro– que T’Challa sea un sujeto tan poco interesante, con su habla cansina, falta de gramaje emocional y una solemnidad que a estas alturas aburre. Un problema que el guión intenta sortear poniéndole no uno sino dos villanos. Igual que en Thor: Ragnarok, el film anterior de Marvel, inevitablemente uno de ellos pierde peso narrativo. La buena noticia es que se impone Erik Killmonger (Michael B. Jordan) por sobre Ulysses (Andy Serkis), un cultor de la supremacía blanca que no ve con muy buenos ojos al flamante rey pero que se vuelve un recuerdo para cuando inician los créditos finales. Partidario de la lucha antes que de la unidad, Killmonger está vinculado a T’Challa por un pasado que no conviene develar, y por lo tanto tiene derecho a luchar por el trono, según las normas de la comunidad. Se trata de un (anti)héroe complejo y trágico, que piensa y siente y lo mismo que su gente, y cuya villanía surge por una cuestión metodológica y de origen antes que por ideales opuestos. Son, pues, las caras de una misma película.
Dentro del vasto universo Marvel llega “Pantera negra”, la película que presenta a un superhéroe nuevo que pronto será parte del mundo del resto de los Vengadores. El director es Ryan Coogler (el mismo de la gran “Creed”) y la película la escribe junto a Joe Robert Cole. “Pantera Negra” presenta primero un nuevo escenario: Wakanda. Allí, en medio del África pero escondida y aislada del resto del mundo, nos encontramos ante un pueblo muy avanzado a nivel tecnológico. Luego, al protagonista, T’Challa, que regresa a ocupar el puesto de rey de Wakanda cuando su padre fallece y de repente se encuentra no sólo con las responsabilidades propias de cada rey sino con la amenaza de perder ese puesto a manos de un asesino. Como varias películas de superhéroes, “Pantera Negra” tiene más de un villano, o mejor dicho presenta a uno y luego devela que el verdadero villano no era aquel, sino una amenaza mayor. Allí entra en juego primero Andy Serkis, esta vez alejado de la captura de movimiento para presentar su histrionismo en carne y hueso, con un personaje al que se le hubiera deseado más tiempo en pantalla. Después, está Michael B. Jordan, un personaje más oscuro y al cual se lo desarrollará un poco más, el que mejor representa la tragedia. No obstante, su Killmonger termina resultando algo plano. A nivel estético, la película cuenta con una dirección de arte muy lograda, consiguiendo un estilo tribal y moderno al mismo tiempo ya sea desde el vestuario como la construcción de Wakanda. En cuanto a la música la combinación es similar, sumándole algo de hip hop a los tambores. Chadwick Boseman es el encargado de dar vida al personaje que da título al film. No es la más lograda de las interpretaciones, cumple pero sin más pretensiones. En cambio, acá son las mujeres las que mejor se lucen. Lupita Nyong’o, Danai Gurira y Letitia Wright entregan tres personajes fuertes y con convicciones y al mismo tiempo cada una mucha personalidad. También está Angela Bassett, aunque no la ayudan sus pocos minutos en pantalla. En cuanto al tono, en “Pantera negra” hay una seriedad un poco mayor a lo que nos venía acostumbrando Marvel. Si bien tiene algunos chistes, se deja de lado el humor canchero que caracterizó a las últimas entregas. Coogler se toma muy en serio el trabajo de realizar esta película y esto se ve de manera más que clara en la trama y las referencias a la situación actual de EE.UU. No obstante, ninguna denuncia o crítica hace que se pierda el eje del relato, simplemente son parte de él. Con respecto a otros aspectos técnicos, Coogler se trajo consigo a gran parte del equipo que trabajó con él en “Fruitvale Station”. “Pantera negra” funciona muy bien por sí sola, es la que más se despega del universo Marvel propiamente dicho. También es cierto que es el inicio, la presentación (aunque sí, ya lo habíamos visto en “Civil War”) que el personaje necesitaba y éste no se da en el medio de todos los otros superhéroes. A la larga estamos ante una película entretenida y bien construida que, como muchas, falla más que nada en la construcción de sus villanos. Pero la película sabe lo que quiere contar, lo que quiere decir. Después, además, implica algo muy importante para la gente de color, es verdad, pero no necesita alimentarse sólo de eso. Por último, no hace falta aclarar que la película cuenta con dos escenas post créditos así que siempre es recomendable quedarse hasta el final de los largos créditos.
Pantera Negra es la película distinta, la que más transmite y podría tranquilamente considerarse como un antes y un después en el universo cinematográfico de Marvel. Durante sus años de vida, en el afán por proteger a su pueblo y al resto del mundo, Pantera Negra ha sido parte de algunos de los grupos de superhéroes conocidos en el universo de Marvel Comics. Fue parte de Los Vengadores, luego de su primer encuentro con el Capitán América, trabajó a la par de Los 4 Fantásticos en más de una ocasión pero su participación mas preponderante se dio cuando junto a Namor, Tony Stark y Dr. Strange, entre otros, dependiendo la época, formaron el grupo conocido como Los Iluminatti. Ahora, luego de tantas aventuras e importancia tomada en los comics, y después de lo que fue su debut en el MCU en Civil War (2016), Ryan Coogler es el designado a llevar al rey de Wakanda en su primer aventura en solitario en la gran pantalla. Con la vuelta de Chadwick Boseman en el papel de T´Challa/Pantera Negra, esta primera historia en singular del personaje, introducirá un mundo del que poco se sabe. En esta oportunidad, luego de los eventos de la guerra civil, el Rey T’Challa regresa a su hogar como nuevo monarca, luego de la muerte de su padre, pero se verá desafiado por otras tribus para poder conservar el trono. No solo eso lo tendrá atento, ya que dos enemigos se harán aliados para conspiran y poder derribar su reinado. T’Challa deberá formar un equipo con las amistades y aliados que le quedan y deberá como Pantera Negra, junto con la ayuda de el agente de la CIA, Everett K. Ross (Martin Freeman) y miembros de las fuerzas especiales de la Dora Milaje, la guardia real de Wakanda, evitar una guerra que destruya a su nación por completo. Más allá de que su estructura sea muy similar a las anteriores entregas del MCU, esta película número 18 del universo de Marvel da un paso al frente y demuestra poder transmitir una idea y un mensaje mucho más profundo que sus predecesoras. Da la sensación que esta peli, no podría haberse estrenado en otro momento ya que queda justo con los tiempos sociopoliticos que atraviesa el mundo y el mensaje de trasfondo de unión queda perfecto. Después de todo, mucho se le recriminaba al estudio que comanda Kevin Feige, para que tuvieran una mayor participación en cuanto a ideales y posturas, debido a la gran cantidad de público que acceden a sus películas. El mismo Ryan Coogler (Creed, 2015), quien definió a esta película como su trabajo más personal, demuestra que estaba en lo correcto y realiza una tarea soberbia. Empezando con la elección del elenco, un 90% integrado por actores y actrices de tez negra, cada personaje está llevado de la mejor manera. Con un reparto que entre sus filas tiene a, entre otros, Michael B. Jordan (Creed, Fantastic Four), Lupita Nyong’o (12 Años de esclavitud, Star Wars), Danai Gurira (The Walkind Dead), Forest Whitaker (Rogue One: Una Historia de Star Wars) y Daniel Kaluuya (Get Out), la química en pantalla es admirable y no solo de aquellos que poseen más minutos en escena, sino de todos en particular. Al trío protagonista, conformado por Nyong´o, Gurrira y Boseman, no se le puede adjuntar ningún tipo de critica, sus actuaciones son perfectas para los papeles que representan. El trabajo de Chadwick del que ya se tenía un buen concepto, vuelve a demostrar de lo que esta hecho y demuestra que nació para interpretar al monarca. Del lado femenino de este trinomio, los mismos elogios. Ambas muestran un poder femenino tremendo dejando en claro que no sólo los hombres pueden servir para los ejercitos o para infiltrarse en misiones casi suicidas. Más allá de estos tres, hay dos personajes en particular que destacan sin lugar a dudas. Por el lado de los buenos, una jovencita Letitia Wright, a quien se la verá mas adelante este año en Ready Player One, la rompe toda. Interpretando a la hermana menor de T´Challa, la princesa Shuri desafía a todos los pronósticos y se queda en el podio de las mejores interpretaciones de esta peli. Otro que se redime totalmente con el mundo comiquero es Michael B. Jordan. El ex Johnny Storm en Los 4 Fantásticos del 2015, es el encargado de ponerse en la piel del antagonista principal, Killmonger y lo hace de tal manera que se lo puede comparar tranquilamente con el Loki de Tom Hiddleston. Si, quizás el mejor villano del universo Marvel, hasta que se conozca a Thanos en mayo en Avengers: Infinity War, ya tiene un competidor que dispute el trofeo a mejor antagonista de las películas de Marvel. Por el simple hecho de tener un plan verídico, dentro una película de superhéroes, un propósito claro y una forma de llevarlo a cabo en donde nadie se le interpondrá, el trabajo de Jordan cumple con las expectativas de los fanáticos y del propio actor, quien declaró que él se debía una revancha, después de la decepcionante primer incursión en las historias de superhéroes. La parte visual siempre ha sido un elemento a destacar en las películas de Marvel y esta vez no será diferente. Todo el CGI utilizado produce una sensación de realismo y sorpresa que a estas alturas del partido no es fácil de lograr, teniendo en cuenta que ya hace 10 años que vienen utilizando siempre tecnología de primer nivel. A la hora del vestuario, los diseños del mismo tienen todo el estilo que pretenden tener, combinando atuendos de varias culturas africanas, el resultado es óptimo. Éste, junto con la gran paleta de colores y tonos que se utilizan terminan creando una fotografía final impecable. Otro toque distintivo que viene teniendo el MCU, sobretodo en las dos Guardianes de la Galaxia y Thor: Ragnarok, es la importancia que tiene el soundtrack. Curado y producido ejecutivamente por Kendrick Lamar y Anthony “Top Dawg” Tiffith (CEO del sello Top Dawg Entertainment), la banda de sonido está conformada por 14 canciones que le imprimen la frutilla del postre a la estructura técnica de la película. Esta décimo octava película del MCU lo tiene todo. Sentido de pertenencia, respeto hacia las tradiciones culturales y un orgullo hacia ellas, pero sobre todas las cosas, un mensaje que suena fuerte y claro, que va más allá de la aventura comiquera en sí: La unión de un pueblo y una cultura en general, que se han visto oprimidas durante mucho tiempo y desmuestran que es el momento para unificar lazos y dejar de construir muros que los separen de los demás. Es muy difícil determinar que película de todo este universo enorme es la mejor, pero definitivamente Pantera Negra es la distinta, la que más transmite y podría tranquilamente considerarse como un antes y un después en este universo tan amplio.
Pantera negra: aventura sólida y entretenida Un superhéroe negro, un elenco liderado por jóvenes (Chadwick Boseman, Michael B. Jordan, Lupita Nyong'o, Daniel Kaluuya) y legendarias (Angela Bassett, Forest Whitaker) figuras afroamericanas, dos guionistas y un director (el talentoso Ryan Coogler) también de ese origen... No cabe duda de que P antera Negra es la superproducción que Hollywood estaba necesitando en estos tiempos de escasa diversidad racial (recuérdese la reciente campaña de protesta en medios y redes #OscarsSoWhite).
Un héroe para la diversidad Con un elenco prácticamente de intérpretes negros, el filme es menos bombástico que otros de Marvel. De no ser por los tiempos de corrección política, el #OscarSoWhite, y la diversidad que desde algunos lugares de Hollywood se quiere imponer, Pantera Negra podría pasar, como tantas películas de acción protagonizadas por intérpretes negros, como una más. Pero es producida y se estrena bajo el paraguas protector de Marvel, que todo lo magnifica para bien y para lo que sea. Todo este preámbulo va porque Pantera Negra vendría a ser la punta de lanza o la cabecera de playa del desembarco de un nuevo cine. Si se concreta o no, se verá. La película per se es correcta, pero no es la obra maestra del cine de acción que vaya a marcar parangones, ni a poner la vara más alta que otras de Marvel. Es menos bombástica, si se quiere, la trama no es una mera suma de peleas coreografiadas, la animación digital no es primordial aunque esté, y hasta se hace un poquito larga. Nada de esto lo leerán en las críticas estadounidenses, donde hay un consenso generalizado de que Pantera Negra es lo más. Analizando el filme, que será el primero de una trilogía sobre el personaje del título, no sólo se ve que el elenco es primordialmente negro –hay sólo dos papeles secundarios encarnados por blancos, a la inversa de lo que suele suceder en Marvel, cuyos héroes son acompañados por personajes de reparto, sean el Halcón Negro o War Machine, por caso- y las mujeres tienen un peso de decisión en el reino de Wakanda que tampoco es común. El asunto no es que sean negros, asiáticos o latinos, sino que Chadwick Boseman, el actor que encarna a T’Challa (el heredero del trono) no tiene carisma ni es fácil sentir empatía por él. Lo que le sobra a Erik Kilmonger (Michael B. Jordan, que protagonizó las dos muy buenas películas anteriores de Ryan Coogler –negro, 32 años-, el drama Fruitvale Station y Creed: Corazón de campeón). Pasa a veces: el villano es más atractivo que el héroe. La trama se centra en ese país africano ficticio, en el que el metal vibranium ofrece miles de posibilidades de progreso. Depende en manos de quién caiga, Wakanda será la salvación del mundo, o el mundo caerá bajo la dictadura y el oprobio. Los fanáticos, los que llevan la camiseta puesta de Marvel, seguramente no le encontrarán peros. Pero Pantera Negra no es mucho lo que ofrece al margen de su corrección política y diversidad, temas nuevos para el universo Marvel, que en el cine prioriza que el espectador active más las mandíbulas comiendo pochoclo que el cerebro.
COMPLACER ES LO PRIMERO No deja de llamarme la atención el nivel de euforia que hay en los críticos estadounidenses con Pantera Negra, aunque si se lo piensa un poco, tiene su lógica: en una época donde lo que impera es la corrección política, esta nueva entrega del universo Marvel aprieta todos los botones indicados y, desde una pose supuestamente disruptiva, se dedica a complacer a las mentes biempensantes. Lo que más se elogia en Pantera Negra es lo que se dice (que ni siquiera es tan original o profundo) y cómo se dice. Allí está precisamente la diferencia con los anteriores films del director Ryan Coogler, quien en Fruitvale Station y Creed: corazón de campeón había logrado trabajar apropiadamente, de formas enriquecedoras y complejas, cuestiones referidas al racismo, la construcción del heroísmo, los vínculos con las figuras paternas o maternas, y el peso de los legados. Pero en esta historia sobre T´Challa (Chadwick Boseman), quien tras la muerte de su padre retorna a la nación de Wakanda para ocupar su lugar como Rey y como Pantera Negra, pierde buena parte de la profundidad que venía caracterizando a su cine, en pos de cómodos recursos mensajísticos. Si el arranque del film es innegablemente interesante, a partir de cómo piensa los mecanismos narrativos para contar la historia de Wakanda y cómo su aislamiento del resto del mundo le permitió mantener en secreto sus notables avances tecnológicos, en los minutos siguientes se irán disolviendo las expectativas creadas inicialmente. Eso lleva, por ejemplo, a que el diseño audiovisual, que es espléndido, sea apenas eso: un diseño, una muestra un tanto prepotente de las capacidades de un tanque hollywoodense para impactar desde la composición estética. Detrás no hay mucho más, sólo superficie, y eso se traslada a los demás componentes de la película: T´Challa no es mucho más que un vehículo para dejar en claro que las acciones de los padres terminan incidiendo en los conflictos que afrontan los hijos; los personajes femeninos (como la hermana de T´Challa o su interés amoroso) están ahí para decirnos que las mujeres pueden pelear y ser inteligentes, aunque finalmente casi no tomen decisiones propias y sigan el liderazgo de los hombres sin muchas dudas; y Wakanda (lo que incluye a sus diversos personajes) está para dejar en claro que Africa también existe -aunque sea desde un país ficcional-, que puede tener autonomía, decidir su propio destino y aportarle algo al resto del mundo. No hay una verdadera construcción de un imaginario, sólo guiños y gestualidades, y hasta en la acción impera lo rutinario. Quizás el único personaje realmente interesante es el villano Erik Killmonger, encarnado por Michael B. Jordan, que a esta altura podría decirse que es la musa inspiradora de Cogler: en su recorrido funcionan de manera mucho más apropiada las tensiones con la figura paterna y el rencor que motiva a romper con determinados legados en función de otros. Y aunque la narración en muchos aspectos lo termina condenando a acciones estereotipadas, se puede intuir mucho mejor en su figura los choques entre el drama íntimo y las intrigas palaciegas (por lejos lo más interesante del film), los rituales culturales (que transitan unos cuantos lugares comunes) y las tensiones sociales que se hacen presentes en otros lugares del globo -definitivamente lo más lineal de la película-. Los problemas interaccionan en Pantera Negra: si la discursividad podrá disfrazarse de innovadora pero no pasa de lo políticamente correcto y la previsibilidad (la secuencia del final en la ONU es un buen ejemplo de eso); el mensaje que quiere transmitir el film se come a los personajes y se limita a decir exactamente todo lo que quiere escuchar el espectador. De hecho, la película es mucho menos arriesgada desde lo narrativo que, por citar un par de casos, Thor: Ragnarok o Iron Man 3. Hasta podría decirse que es como la versión Marvel de Diamante de sangre. Aunque no termine de congeniar directamente con el film, algunas declaraciones de Kevin Feige ayudan a explicar las limitaciones de Pantera Negra. El showrunner del Universo Cinemático Marvel (y factor importante en algunas películas excelentes, hay que reconocerlo) dijo que él creció en Estados Unidos siendo un hombre blanco y que se acostumbró a que sus héroes cinematográficos lucieran como él, por lo que quería que todos sintieran lo mismo que él. Un tierno, ¿no? Habría que recordarle que no es un gran innovador (por ejemplo, Wesley Snipes hizo una larga carrera como héroe de acción y hasta protagonizó la trilogía de Blade); que los negros no son la única minoría que quiere ver héroes propios en la pantalla grande; que recién para el 2019 Marvel nos va a dar una heroína protagonista en Capitán Marvel, después de tenerla durante un largo rato de secundaria a Viuda Negra; y que recién tras una década de existencia del Universo Cinemático y sobre el final de la Fase 3 llega un film sobre un superhéroe afroamericano. Cuando se analiza un poco el asunto, no cuesta mucho llegar a la conclusión de que Marvel, aún con todas sus virtudes, no deja de practicar la típica tolerancia de cartón corrugado del marco hollywoodense y el artístico en general. Y en punto es comprensible, no se le puede pedir a Hollywood que sea revolucionario. Lo que sí puede pedírsele es que no pretenda ser revolucionario y que no sobreactúe. Pantera Negra es eso: sobreactuación y pretensiones pseudo revolucionarias, mientras se siguen confirmando todos los esquemas.
Black Panther probablemente sea una de las películas del universo cinematográfico de Marvel con más estilo y personalidad desde Capitán América: el soldado de invierno (Joe Russo, 2014), presentando un variopinto de atmósferas que se pasean desde la épica fantástica hasta la intriga y el espionaje. Las películas de Marvel Studios trasladaron a la pantalla grande un sello de calidad e identidad que supo consolidarse en los últimos 10 años gracias al prestigio de personajes de larga data en el ámbito de las viñetas. Aunque buena parte del volumen de producción de Marvel Studios en los últimos tiempos no se mueva de una cierta zona de confort – que puede tornarse redundante y ajustada a una fórmula magistral -, haciéndose difícil mostrar algo diferente a su creciente número de espectadores, cada vez más ávidos por novedades. De modo que se hace más notoria la distinción de películas enraizadas a la identidad de sus realizadores, o el peso de su relato: es el caso de ambas entregas de Guardianes de la Galaxia (2015, 2017), Thor: Ragnarok (2017) y Pantera Negra que, en esta oportunidad, se contrapone a todo lo que ya se ha visto en la factoría de la casa de las ideas. Desde mediados del siglo XIX la literatura corono al continente africano de aventuras y misterios más allá de la imaginación. Esta fue la influencia de Stan Lee y Jack Kirby, patriarcas de Marvel Comics, para situar en el corazón del continente a la ficticia nación de Wakanda , cuna de los relatos de Black Panther. Un personaje que desde su primera aparición en Fantastic Four# 52 (1966), destaco como un interesantísimo héroe, de cuantioso desarrollo narrativo y una riquísima tradición. Desde tiempos inmemoriales el reino de Wakanda ha protegido su mayor recuso natural: el Vibranium, un metal precioso adosado a inimaginables propiedades, que hace de este lugar un prodigio del desarrollo científico-tecnológico que por milenios ha ocultado su verdadero potencial, por encima de los canones de civilizaciones entreveradas en conflictos bélicos. El realizador Ryan Coogler, responsable de Fruitvale Station (2013) y Creed: (2015), toma entonces las riendas la nueva superproducción de Marvel Studios, que resulta una celebración al entretenimiento que sutilmente deja entrever temáticas socio-políticas contemporáneas que darán que hablar. Si bien estamos hablando de una película que trae como protagonista a un superhéroe de ascendencia africana y todo su fascinante universo, lo que obviamente es importante es que Ryan Coogler como director apela viejo arte de contar una historia. Destaca la importancia otorgada a la trayectoria y simetrías que definen con igual relevancia al protagonista y del antagonista, independientemente de tratarse del héroe o villano de turno. Si Capitán América: El Soldado de Invierno (2014) fue una de las producciones más políticas de Marvel Studios, en Black Panther la política es mucho más intrínseca. No estamos ante una película de orígenes, dado que ya conocimos a Black Panther en Capitán América Guerra Civil (2016), cuando T’Challa tuvo que heredar el trono después del magnicidio de su padre. El carismático rey T’Challa intenta hacer lo correcto para su pueblo, pero en el proceso descubre un complot que atenta contra su liderazgo. A pesar de tener un gran poder sustentado desde la parafernalia tecnológica – dejando al mismísimo Iron Man/ Tony Stark en ridículo -, es su responsabilidad e impacto como líder en su comunidad la mayor fortaleza de T’Challa como monarca, y de Black Panther como protector de su pueblo. Aquí se exponen dos visiones de mundo, bien al estilo de las ideologías de Malcom X y Martin Luther King respecto a la unión y libertad para el pueblo negro y, por supuesto, la revolución. Por un lado tenemos T’Challa/ Black Panther (un cautivante Chadwick Boseman que dota de matices a su personaje), quien asume la responsabilidad como el monarca de Wakanda. Como un meticuloso rey, promueve la unidad de su pueblo para concebir la integración y apertura política del reino de Wakanda al mundo, aludiendo a los principios de coexistencia pacífica de Martin Luther King. En tanto que Killmonger (un sorprendente Michael B. Jordan), tal como Malcolm X, harto de persecuciones terroristas racistas, planea utilizar la supremacía de su pueblo para restablecer una condición de poder en el mundo, revelando la verdadera y oculta naturaleza de Wakanda. Por primera vez en las películas de Marvel, el impacto en el discurso de un antagonista como Killmonger puede causar en el espectador algunas plausibles reflexiones. Sin embargo resultan cuestionables sus motivaciones y todo aquello que hizo para llegar a luchar por el trono de Wakanda y de los congéneres que viven en el mismo continente. Resulta cautivante la propuesta de diversidad e igualdad, para nada panfletaria, encarnada en las cuatro mujeres que, junto a Black Panther, son protagonistas de la escena. Lupita Nyong’o, Danai Gurira, Angela Bassett y Letitia Wright, interpretan al entorno cercano del nuevo héroe de Marvel que arriba a la pantalla grande, ellas, literalmente se roban cada escena de este sorprendente espectáculo. En tanto el villano Klaw , ya visto en Avengers: Age of Ultron (Joss Whedon, 2015), magistralmente interpretado por Andy Serkis incita y desvía toda primera intención de revolución promulgada por el antagonista Killmonger interpretado por Michael B. Jordan (Creed). El tono y la atmósfera alrededor de la épica del héroe de un pueblo superior, junto al protector de toda una cultura y por extensión del mundo entero, resultaron idóneos para el desarrollo argumental de Black Panther. Nadie es consciente del verdadero poder del reino de Wakanda que, aislándose del resto del mundo, supo convertirse – deliberadamente – en un enclave cuya ciencia avanzada está protegida por la voluntad de un pueblo que defiende sus tradiciones y su identidad. Una paradoja fascinantemente que juega entre el pasado enraizado y la utópica promesa de un sorprendente futuro que acontece en el presente. El extraordinario relato de Black Panther promueve peligros inesperados que perfilan en el núcleo más cercano de nuestro héroe. Es el antagonista y contendiente al trono quien pretende transformar el aislamiento del reino en la agresión motivada con el deseo de dominar, dando rienda suelta sentimiento de venganza contra un mundo que nunca ha tenido consideración alguna para el pueblo africano a lo largo de los siglos. Mucho más que en cualquier otra película Marvel Studios, Black Panther posee claramente una identidad política precisa, un soberbio mensaje anti-racismo y la celebración de una épica que alude a la igualdad entre hombres y mujeres. Pero por sobre todas las cosas destaca un interesante enfoque acerca de la responsabilidad personal de un rey frente a un pueblo, y que junto con el respeto, también refiere a la tradición y creación de un mito en nombre de la auto-preservación de un pueblo.
¡Wakanda para siempre! Pantera Negra es mucho más que una película que profesa la corrección política. Es un film que habla de conflictos dentro de una misma etnia, sus legados políticos y culturales, dentro de una película de superhéroes. Siglos atrás, cuando cinco tribus africanas guerrean por un meteorito formado por el vibranium de metal alienígena , un guerrero ingiere una “hierba en forma de corazón” afectada por el metal y adquiere habilidades sobrehumanas. Al convertirse en la primera “Pantera Negra”, une a las cinco tribus y forma la nación de Wakanda. A medida que pasa el tiempo, los Wakandans utilizan el vibranium para desarrollar una tecnología altamente avanzada y al mismo tiempo aislarse del resto del mundo y hacerse pasar por un país del Tercer Mundo. Toda este relato que se transmite de forma oral de generación en generación, es de la forma que arranca pantera Negra. Un universo desconocido para muchos, y que sirve de puntapié para entrar en la acción. Pantera Negra tiene todo prácticamente a su favor: una historia bien narrada que va saltando en el tiempo y espacio (va de Oakland a Londres, de Viena a Busan y de allí a Wakanda) para contar la asunción de T’Challa (Chadwick Boseman) como rey de la tribu. Luego vendrán los conflictos internos y externos y el dilema si continuar ocultos a los ojos del mundo o no, en una ambientación donde no veremos destruirse ciudades enteras en medio de chistes innecesarios cada diez minutos. Por otro lado mantiene una excelente fotografía y belleza visual, incluso mejor que tantas otras películas del Universo Cinematográfico de Marvel, a lo que se le suma una banda de sonido extraordinaria, curada por el rapero estadounidense Kendrick Lamar, quien junto al director Ryan Coogler, compusieron una serie de canciones originales hechas especialmente para la película. Y por último hay que mencionar al elenco, partiendo desde el mencionado Boseman hasta el villano (según el cristal con el que se lo mire) Erik Killmonger, interpretado gratamente por Michael B. Jordan. Y sin olvidar destacar el trabajo de las mujeres cargadas de independencia y personalidad, dodne nos encontramos con la fiel guardia real comandada por Danai Gugira, la hermana de T’Challa que personifica Letitia Wright, la espía interpretada por Lupita Nyong’o o la madre del Rey, a cargo de Angela Bassett. Todas mujeres de armas a tomar que sacan sus uñas cuando deben hacerlo. Posiblemente el único detalle en contra para Pantera Negra sea la falta de escenas de acción suficientemente espectaculares, si comparamos con lo que hemos visto en sus predecesoras. La ausencia de coreografías destacadas nos dejan con ganas de ver mucho más, sobre todo en las que respectan a enfrentamientos corales, donde pierde la película algunos puntos. Pantera Negra tiene un tratamiento en su dirección para la cual no estamos acostumbrados en una película Marvel. Es pacifista, socialmente relevante y pertinente para estos tiempos. ¡Wakanda para siempre!
El manifiesto más político de Marvel Una más, otra más. Es lo que pensaríamos de cualquier película de una saga que se extendiera durante todos los años en nuestros cines a lo largo de una (recién cumplida) década. Pero el Universo Cinematográfico de Marvel, bajo la tutela de Disney, está sabiendo mantener y seguir explotando la gallina de los huevos de oro con gran capacidad y sin causar sensación de hastío en su público. Reinventarse o morir. Marvel camina sobre una línea muy delgada, repitiendo el patrón de películas de origen de superhéroes cada poco tiempo para introducir nuevos personajes, y combinando a su vez a éstos para crear monumentales crossovers bajo la bandera de Los Vengadores. Aquel modelo que estableciera una más que acertada Iron Man ha sido el canon para todo lo que vino después, y, sin embargo, en cada una de estas películas han sabido aportar el grado justo de novedad sin olvidar el factor de entretenimiento que los define. Así, tras los Capitán América, Thor, Doctor Extraño y otros llega Pantera Negra, el primer superhéroe negro de la Casa de Ideas. Una película para nuestra época. La cuestión racial podría haber sido un tema por el que Marvel pasara de lado de forma discreta, siguiendo una línea continuista con su cine de entretenimiento sin implicaciones políticas. Sin embargo, el equipo de Pantera Negra ha sabido entender muy bien la oportunidad que manejaban, y en plena era Trump erigen un largometraje que gira en torno a un mensaje muy claro: tender puentes y no crear muros. De la forma más inteligente, la trama de cuestiones políticas y enredos en la corte acaba convirtiendo el proteccionismo y el cierre de fronteras en el enemigo más claro. Lejos de presentar un antagonista canónico, un malo con ganas de destruir el mundo por que sí, es esta idea de defensa patriótica la que se contrapone a nuestro protagonista en última instancia. De esta forma juega con uno de los villanos mejor construidos de toda la saga, pues Killmonger no se configura como un ser unidimensional (como temo que será Thanos, e igual que fueron Ronan, Cráneo Rojo o Hela). La clave, además, está en una motivación comprensible por parte del espectador, que facilita una identificación con el mismo, aunque no se compartan sus ideas o métodos. Aquí se encuentra su principal diferencia con el anterior antagonista que se salía de los patrones del villano unidimensional: aún no entendemos (ni siquiera sabemos si él puede) la motivación de Loki que guía el arco del personaje a lo largo de la importante cantidad de películas en las que aparece. Además del aspecto político, la película aprovecha sus personajes para lanzar otro mensaje: unión ante la opresión, lucha contra las injusticias hacia las personas menos favorecidas únicamente por el lugar donde nacieron y/o el color de su piel. Es uno de los aspectos más agradecidos cuando termina, pues se hace patente que la oportunidad que se les presentaba con el personaje no ha sido desaprovechada, y da pie a una mayor profundidad en temáticas más serias que puedan ir de la mano del entretenimiento al que nos tiene acostumbrados. Enmarcada dentro de una mayor atención a la diversidad que ha entrado con dificultad en la agenda de Disney sobre el universo superheroico (la primera mujer protagonista llegará en dos años con la Capitana Marvel, a pesar de tener un personaje como Viuda Negra en espera desde hace mucho más tiempo) Pantera Negra toma iniciativa propia para elevarse como uno de los héroes con más posibilidades en el futuro de dicho universo.
Ríos de tinta se han dedicado a la llamada fórmula de Marvel, receta concebida para el éxito que permitió instalar y potenciar su Universo Cinematográfico. No obstante, realizadores como Joss Whedon, James Gunn, los hermanos Anthony y Joe Russo, Shane Black o Taika Waititi han dado cuenta de su capacidad para romper con ese molde para obtener grandes películas dotadas de personalidad propia, que no pierden de vista que son parte de un armado colectivo pero que no por eso renuncian al estilo personal de cada uno. Ryan Coogler es el último nombre que se puede agregar a esa lista, de la mano de Black Panther. Bien puede que no se trate de la mejor película de la compañía, como más de uno ha sostenido, pero sin lugar a dudas se le puede reconocer el pretender alcanzar algo más, con la utilización de todas las herramientas que el cine tiene para ofrecer en pos de conseguirlo.
Muerto el Rey Desde la antigüedad Wakanda se mantuvo aislada del resto del mundo, desarrollando en secreto una sociedad avanzada que empequeñece a otras potencias mundiales gracias a los increíbles recursos de sus yacimientos de Vibranium, un mineral llegado del espacio que prácticamente no existe en otro lugar de la tierra y que fue utilizado -por ejemplo- para fabricar el escudo del Capitán América. Cada nueva generación de reyes recibe también el título de Pantera Negra, el protector de Wakanda y único habilitado para consumir un brebaje secreto que lo dota de fuerza, resistencia y destreza sobrehumanas, además de darle acceso a un arsenal de tecnología nunca vista en el resto del planeta. Los inicios del nuevo reinado son en una época de cambios que cuestionan el tradicional aislamiento de Wakanda, pero también le presentan la oportunidad de cerrar una herida que su padre nunca pudo resolver: capturando a un ladrón que décadas atrás asesinó a varias personas para robar un cargamento de Vibranium. Una misión a simple vista simple se complica al descubrir que la CIA y un misterioso experto en la cultura de Wakanda están implicados en un nuevo robo, poniendo al borde de la guerra civil al habitualmente pacífico país. De África al mundo Aunque el personaje ya había aparecido en el MCU dando una muestra general de sus habilidades y carácter, Pantera Negra no deja de ser una película de origen. En este caso, la presentación más minuciosa no es tanto del personaje sino del mundo que habita: una sociedad africana tan aislada del resto que casi parece alienígena por su combinación de la más avanzada tecnología y un respeto importante por los valores tradicionales de su cultura ancestral. Este es uno de los pocos puntos originales de la película, junto a una muy interesante propuesta visual dando vida al particular país. Una paleta de colores vibrantes y un acertado diseño de vestuario definen a las distintas tribus junto a los roles que ocupan dentro de la sociedad. Pantera Negra habla mucho a través de los ojos para componer su mundo, pero no tanto para armar una historia que hasta parece esforzarse por ser lo más simple posible. Un problema que suelen padecer las historias de origen es que al tener que presentar tanta información nueva pierden espacio para contar una historia interesante; Pantera Negra no está entre las excepciones, la cuales existen incluso dentro del universo Marvel. Generalmente no se espera un desarrollo de personaje demasiado profundo en este tipo de films, pero en este caso van un poco más allá: del lado del héroe no hay nadie con suficiente carisma o motivaciones como para destacarse notoriamente, mientras que del lado de los villanos hace falta sumar a los dos para conseguir algo medianamente rescatable. Mientras que Klaue es una caricatura de villano, la interpretación de Andy Serkis (El Planeta de los Simios, El Hobbit, un gran actor al que poco se le conoce el rostro) es de lo mejor del reparto y parece complementar a Killmonger, quien con un intérprete que no aporta nada para lucirse recibe un trato mucho más atractivo desde el guión como uno de esos antagonistas que plantean argumentos con tanto sentido que hacen dudar al héroe. La combinación de un héroe invulnerable (que puede liberarse de una pelea contra una docena de soldados con un chasquido de dedos), y un villano que nunca lo pone en real peligro ni se gana al público, solo funciona si el protagonista tiene otros conflictos internos lo suficientemente interesantes, algo que en este caso tampoco sucede. Todo esto tiene una importancia secundaria en una buena película de acción que no deje tiempo ni ganas de pensar en los problemas de los personajes, un campo donde Pantera Negra no queda mal parada. Los combates tienen un ritmo fluido que entretienen, aunque no tengan un estilo coherente con la calificación de edad buscada por el estudio, haciendo parecer absurdo que todo un regimiento use sus lanzas para golpear gente con el bastón de modo que nadie salga herido ni se derrame una gota de sangre. Conclusión Aunque funciona como película de acción, Pantera Negra padece de una tibieza de contenido que la deja a mitad de camino y corre con la seria desventaja de estar inserta en un universo saturado, donde pocas veces se atreven a salirse de fórmulas ya probadas con el público más masivo.
La factoría Marvel se consolidó en la industria como una fuerza cinematográfico-comercial que supo respetar a rajatabla una fórmula inobjetable: Películas solistas sobre superhéroes de primer nivel de su propiedad (Iron man - El hombre de hierro, Capitán América: El primer vengador, Thor – Ragnarok), películas de conjunto para consolidar el universo en la pantalla grande (la saga de Los Vengadores) y películas intermedias con personajes menores (Ant-Man: El hombre hormiga, Dr. Insólito) que cumplen la función de mitigar la espera entre un lanzamiento y otro. Así las cosas, la firma que desde hace un tiempo pertenece a Disney, se encarga de entregarnos 2 o 3 películas por año. A semejante ritmo no es de extrañar que muchas de sus producciones menores sean percibidas como un ejercicio de negocios antes que un evento necesariamente artístico ni mucho menos cinematográfico. Afortunadamente Pantera negra (Black Panther, 2018) corta con dicha rutina, gracias a una historia que busca dejarnos algo, más allá de llenar un vacío y vender la próxima épica marveliana. Con un dream team que celebra la diversidad étnica -Chadwick Boseman al cabeza, Lupita Nyong`o, Michael B. Jordan, Angela Bassett, Forest Whitaker y Daniel Kaluuya entre otros- y una narración que combina el drama shakespeareano con guiños a James Bond, el director Ryan Coogler (Creed: Corazón de campeón, 2016) entrega una de las películas de superhéroes más sólidas de la casa Marvel desde Capitán América y el soldado del invierno (Captain America: The Winter Soldier, 2014). Después de una intro explicativa para ponernos en contexto, la historia nos pone frente a T’Challa (Boseman) el heredero del trono de Wakanda, ese país ficticio africano que -MacGuffin de por medio- esconde maravillas tecnológicas que podrían erradicar completamente múltiples males del planeta. T’Challa no solo es el nuevo soberano de su patria, sino también Pantera Negra, el héroe titular. Tras la trágica muerte de su padre T’Chaka (John Kani), la cual presenciamos en Capitán América: Civil War (Captain America: Civil War, 2016), T’Challa se prepara para convertirse en rey, pero un personaje del pasado retorna para desafiar el funcionamiento monárquico de la región y consecuentemente poner en jaque al mundo entero, por supuesto. Los 134 minutos de duración jamás se sienten largos y las secuencias fluyen una tras otra de manera orgánica, gracias a puestas en escena que deslumbran por su paleta de colores, escenas de acción que entretienen sin saturar y una banda sonora tecno-tribalista a cargo de Kendrik Lamar -uno de los músicos del momento- que se fusiona de forma efectiva con la imagen. A través de una metáfora muy bien planteada sobre el uso y el abuso del poder, que refleja intencionalmente y con poca sutileza la actualidad política estadounidense, pero por sobre todo la presidencia de Donald Trump, Pantera negra aprende de las flaquezas de las producciones previas de Marvel. La tragedia Shakespeareana que salpica el relato atrae ecos de ciertas cuestiones exploradas sutilmente en Thor (2011), pero en esta ocasión la presentación de un villano con peso específico y un accionar concreto revisten de solidez un film que acumula tensión para luego liberarla en un tercer acto que hábilmente divide su desenlace en 3 secuencias paralelas. Pantera negra sube la vara para las próximas películas de superhéroes mal considerados secundarios, demostrando que cuando se tiene algo realmente interesante para contar -más allá de garantizar un buen negocio y posicionamiento de marca- no hay personajes ni historias menores.
Pantera Negra no sólo es la mejor película de Marvel desde Capitán América: el soldado del invierno, sino que además sobresale como una obra de autor dentro de las propuestas de una compañía que se había estancado en la estupidez. Desde la original secuencia inicial, que de entrada establece una clima diferente, hasta la última escena, cada fotograma de esta producción tiene la impronta del estilo narrativo de Ryan Coogler (Creed). Resulta muy interesante ver como un cineasta toma el proyecto de una franquicia que podría haber ofrecido otro producto genérico y lo convierte en un film personal con identidad propia. El director se adueña por completo del personaje y la historia para romper la fórmula de comedias infantiles con la que Disney venía distorsionando a estos personajes en el último tiempo. Más que la clásica historia de origen, el director Coogler (quien además es guionista) presenta en este caso una introducción a la cultura y mitología del país de Wakanda, que resulta un mundo fascinante para ambientar íntegramente la aventura del personaje. Pantera Negra pasó a la historia en el campo de los cómics por ser el primer superhéroe negro del género. Su creación tuvo lugar en la revista de los Cuatro Fantásticos en 1966, en un momento en que la comunidad negra de los Estados Unidos empezaba a manifestarse por los derechos civiles. No obstante, en esas primeras aventuras del príncipe T´Challa, Stan Lee y el ilustrador Jack Kirby evitaron abordar cuestiones sociales y los conflictos se desarrollaban en el terreno de la fantasía. A mediados de los años ´70, Pantera Negra se volvió un personaje más complejo cuando los argumentos empezaron a incluir temáticas políticas que reflejaban la sociedad norteamericana de ese momento. En una de las tramas más famosas el superhéroe tenía un enfrentamiento con el Ku Klux Klan, algo que fue bastante controversial cuando la historia se publicó en 1976. En esta película Ryan Coogler se basa en esa versión del personaje para desarrollar una propuesta más dramática que inclusive tiene el atrevimiento de incluir tintes geopolíticos en el conflicto. T´Challa no es un millonario con tiempo libre que se dedica a combatir el crimen o un soldado como el Capitán América que está vinculado con las autoridades de Washington. En este caso no encontramos con el líder político de una nación africana que busca conducir de la mejor manera posible a su pueblo y eventualmente se ve obligado a pelear por su condición natural de guerrero. Ese simple concepto genera una atracción directa por el personaje. Probablemente quienes aclamaron Thor 3 y buscaban más comedias idiotas del estilo de Taika Waititi se aburran con esto, ya que es la antítesis del cine descerebrado que Marvel presentó el año pasado. Pantera Negra si bien no inventa nada en este género al menos propone un enfoque diferente en la manera de contar la historia y esto le da una variedad de matices interesantes a este universo cinematográfico. Coogler no tuvo reparos en relegar el humor a un espacio marginal, con el objetivo de hacerle justicia a un personaje que no daba para ser representado como otro comediante con superpoderes. T´challa viene de perder a un padre, tiene la obligación de asumir la conducción de un país y se encuentra con problemas en todos los frentes de su vida. Dentro de ese contexto era imposible que el personaje siguiera la línea de los que fueron las últimas producciones de esta compañía. El director tuvo el ingenio de centrar los momentos humorísticos en la adorable hermana del protagonista, quien presenta un contraste perfecto con la seriedad que tiene el personaje principal. La princesa Shuri interpretada por Letitia Wright, que es una adición relativamente nueva en el mundo de Pantera Negra, en este caso domina la mayoría de los diálogos graciosos sin caer en la redundancia. Lo mismo ocurre con el rol de Martin Freeman que es mucho más cómico en las historietas y el director lo retrata con un perfil más serio. Otra gran virtud de esta película pasa por el tratamiento de los personajes femeninos que hasta la fecha eran paupérrimos en estas películas, por más que las gacetillas de prensa de Marvel intentaran comunicar lo contrario. Una particularidad interesante de Pantera Negra, que no vimos en otros personajes, es que el héroe está rodeado permanentemente de mujeres fuertes que tienen una enorme influencia en su vida y no aparecen en la trama como un elemento decorativo. De hecho, su círculo íntimo de aliados es estrictamente femenino. El carácter de T´Challa está muy influenciado por el sostén emocional de su madre (Angela Basset), la asistencia técnica de su hermana (que funciona también coma una versión femenina de Q en la saga Bond), su amante (Lupita Nyong´o) y su consejera militar, Odoke que sobresale por lejos como la mejor heroína femenina que se vio hasta el momento en las producciones de este estudio. La actriz Danai Gurira, conocida por el rol del Michonne en la serie The Walking Dead, se roba más de una escena de este film con un personaje muy sólido y carismático que se destaca más allá de las escenas de acción. En el terreno de los villanos Michael B. Jordan y Andy Serkis cumplen con personajes funcionales a la historia central. Muy especialmente Jordan, quien encarna al enemigo clásico de Pantera Negra y cuya historia personal en los cómics estuvo muy bien integrada en el argumento de la película. Killmonger no es un villano popular y tampoco pasará a la historia en el universo cinematográfico de Marvel, pero contribuye en este caso a desarrollar el arco argumental del personaje principal. Desde los aspectos técnicos Coogler sorprende con una puesta en escena ambiciosa que encuentra su mayor fortaleza en el diseño de los escenarios y los vestuarios que le dan mucha personalidad al mundo cultural de Wakanda. También se puede percibir elementos distintivos del cine del director, como el tratamiento de la música en la narración y los planos secuencias en las peleas del protagonista, que fueron parte de la identidad de Creed. Por otra parte, la dirección de Coogler logró resolver con éxito una gran desventaja que tenía esta propuesta. Debido a que el personaje principal aparece en el avance del nuevo film de Los Vengadores, el espectador ya sabe de entrada que el héroe saldrá airoso de cualquier drama o peligro que enfrente, porque en un par de meses regresará en otra producción. Sin embargo el director logra mantener la intriga del conflicto hasta el final por el modo en que abordó la narración de la historia y el tratamiento que tuvieron los personajes. El simple hecho de poder disfrutar otra vez una película de Marvel sin los continuos remates chistosos, donde los protagonistas tienen espacio para desenvolverse en un terreno más dramático, me pareció fascinante. Ryan Coogler, quien suma otra gran película a su filmografía, vuelve a sorprender con un film inteligente que se permite jugar con cuestiones políticas sin olvidarse que se trata de la historia de un superhéroe. Por todo lo mencionado, Pantera Negra sobresale como una de las grandes producciones de esta franquicia, que esperemos pueda conservar el mismo nivel artístico durante el resto del año.
Pantera Negra es la película más DC que ha hecho Marvel. Con esa afirmación arranco la presente reseña, y para quien escribe eso es algo muy bueno. Tal como vengo señalando en las últimas críticas de las películas que transcurren en el universo donde habitan Ironman y Hulk, su repetitiva fórmula a base de exceso de humor/golpe de efecto ya cansa. Aquí sorprende que hay muy pocos chistes y muy sutiles. El film pasa por otro lado. Conocemos el origen y secretos del héroe presentado en Capitán América: Civil War (2016), de una manera simple y lineal. Es el clásico relato del “camino del héroe” pero con una gran particularidad: se trata de un afroamericano. Si bien hay algún que otro antecedente de esto e incluso en la tv actual hay dos casos (Luke Cage y Black Lighting), nunca se había hecho una producción de esta escala protagonizada (y también dirigida) por afroamericanos. Cuando se habla de “película revolucionaria” realmente se está en lo cierto, pero no por lo que le aporta al género en cuestión de guión, narrativa o efectos, sino porque marca un antes y un después en la historia. Dicho esto, vuelvo a la película y recalco que la disfruté mucho. Noté un realizador detrás, a alguien a quien le permitieron escapar un poco del Manual de Estilo de Marvel. El director Ryan Coogker, quien viene de hacer el excelente spinoff de Rocky, Creed (2015), supo usar muy bien todos los recursos a su disposición, y aún si poner un sello que lo destaque, hace notar su impronta de autor en los personajes. El elenco es muy sólido. Encabezado por Chadwick Boseman, quien le da más profundidad a T´Challa, al punto que te encariñás con él. Por su parte, Michael B Jordan cumple como villano muy bien. Su personaje está muy bien escrito y por eso se diferencia. Jamás leí un comic de Black Panter así que no puedo opinar sobre que tan fiel es al personaje en ese sentido, solo sé y puedo juzgar a partir de las dos veces que lo vi en cine y me resulta muy consistente. Pantera Negra es una película muy entretenida, del estilo que suele disfrutar una parte sectorizada del público que no gusta de los chistes porque sí cada dos minutos. Por ello, por lo que significa, y por ser una obra concisa, me parece que es de lo mejor que Marvel ha hecho en sus diez años de historia.
De superhéroes, y sin repetirse Las películas de superhéroes viene filmándose en tal cantidad que las repeticiones se vuelven inevitables. Eso es algo que no tiene esta formidable "Black Panther", ya que transcurre lejos del mundo habitual de los superhéroes. Charles Boseman es el nuevo rey de Wakanda, un país supuestamente tercermundista en el corazón de África que, tras su fachada de pobreza, esconde riquezas y descubrimientos tecnológicos gracias al vibranio, metal que sólo se consigue en esa tierra. Esconder ese secreto es primordial para Wakanda, aunque su nuevo rey querría aplicar sus conocimientos para ayudar al resto del planeta. En todo caso, hay un villano extranjero que conoce el secreto y hará lo posible por conseguir el preciado metal. El malo, interpretado por Andy Serkis por una voz a cara descubierta y no bajo una capa de animación digital- es sólo uno de los hallazgos de esta gran película que puede ubicarse entre las mejores adaptaciones de Marvel al cine. Más allá de otras excelentes actuaciones como la de Forest Whitaker como el médico brujo de Wakanda. Pero lo que convierte a "Black Panther" en algo especial es la estética africana mezclada con la fantasías típicas del comic que logra una combinación inédita, que también se aplica a la música.
En lo personal, en los meses que precedieron al estreno de esta nueva película de Marvel, no tenía ninguna expectativa. No conocía al personaje, no entendía como encajaba en el MCU (Universo Marvel) y su aparición en Civil War, si bien fue buena, no logro intrigarme ni interesarme al punto de querer ver una película solamente sobre el. Pero a medida que salían algunas opiniones, y viendo el reparto, me empezó a generar curiosidad. Con Ryan Coogler como director (Fruitvale Station, Creed) y básicamente los mejores actores negros del momento (Chadwick Boseman, Michale B. Jordan, Lupita Nyong’o, etc.), empezó a crecer en mi la intriga que calculo todos teníamos: “Podría ser Pantera Negra la “Mujer Maravilla” de los súper héroes Negros?” Y desgraciadamente, la respuesta es no. No solo la historia es tremendamente básica, sino que exceptuando micro momentos, los personajes son planos, carentes de carisma, no generan empatía, y las escenas de acción son no solo cortas, sino repetidas de otras películas de este universo. Y lo que más me sorprendió de ella, es que la manera en la que describe África y el pueblo de Wakanda, parece sacada de la imaginación de un hombre blanco de 40 años que vio un par de documentales de National Geografic. La música, los trajes, los rituales, etc., todo, pero todo parece cuasi caricaturesco, al punto que nada, repito NADA, de lo que esta en África es bueno. Todo lo bueno que tiene el pueblo de Wakanda es gracias a la tecnología, lo moderno es bueno… Para parecer africanos, que hacen los Wakandianos? (Si, creo que invente el termino) SE HACEN PASAR POR POBRES. Porque todos lo sabemos, África Pobre, Mundo Occidental Moderno Bueno. Es sinceramente sorprendente que un reparto y un director tan comprometido con la causa de los negros en USA, cuya opera prima hablo y relato las desigualdades en Estados Unidos siendo negro, haya hecho tremenda película con un lugar común tan, pero TAN sesgado, y me atrevería a decir ofensivo. Pero más allá de todo esto, la película aburre. Le sobra por lo menos media hora, y le falta algo de coherencia, ya que con las palabras “desarrollamos esta tecnología” básicamente Pantera Negra y sus perlas, pueden hacer cualquier cosa. Y cuando digo cualquier cosa, me refiero a CUALQUIER COSA. Una lastima sinceramente, pero parece que el MCU se esta quedando sin nafta. .
El rey llegó para quedarse Tras los acontecimientos de Capitán América: Civil War (2016), T’Challa (Chadwick Boseman) vuelve a Wakanda -una nación africana avanzada tecnológicamente pero escondida del mundo– a heredar el trono. Sin embargo, viejos enemigos reaparecen para enfrentar al Rey y probar al mismo T’Challa si está listo de asumir la responsabilidad, mientras un conflicto interno pondrá en peligro a Wakanda y su relación con el resto del mundo. Después de jugarse con Tiaka Waititi y una versión muy diferente y peculiar de Thor con relación a mundo de los cómics (Thor: Ragnarok /2017), Pantera Negra (2018) es el último escalón de los Avengers para llegar a Infinity War (2018), el evento que agrupará a todos sus héroes marcando un antes y un después en el género superheroico. Sin embargo, mediante T’Challa y la mitología de su personaje como la de Wakanda se planta una de las mejores películas del MCU y tal vez la mejor que funciona como originaria para un personaje. Como director, Ryan Coogler (Creed) fue el candidato ideal para representar a la cultura afroamericana como también para trasladar los problemas sociales, raciales y políticos a los que se vieron sometidos a lo largo de toda su historia. Black Panther presenta una imponente puesta desde su sonido, imagen y dirección para disfrutar de Wakanda como de sus costumbres y ritos, mientras abre el debate sobre la inmigración, discriminación y política de manera muy consistente pero natural. Wakanda, un oasis tecnológico debido a ser la única nación en el mundo en poseer vibranium, el metal más invulnerable del mundo, se encuentra oculta del resto de los países por temor a ser invadida y colonizada por extranjeros, como así ocurrió con sus hermanas naciones a lo largo de la historia. Madura por su contenido político, diversidad y reflexión al exponer los conflictos étnicos como raciales que padecieron a lo largo de su historia las personas de color, Black Panther es un paso diferente, comprometido y contundente en comparación de las demás películas de la franquicia. El traslado de las viñas a la pantalla para representar tanto a su soberano, T’Challa como a la nación que encabeza cuajó a la perfección con la idea de Coogler. En Pantera negra el humor es importante pero no relevante para desarrollar la cinta, algo que Marvel Studios trasladó a gran parte de sus personajes aunque éstos no tengan esa característica específica en su personalidad (Thor, Doctor Strange). Tanto en los guiones de Joe Robert Cole, como en el del propio Coogler, la película presenta una narración intensa y entretenida entre la acción y la reflexión social y cultural en sus 134 minutos de duración. En los diálogos de sus personajes se encuentra tal vez lo mejor que produjo el estudio hasta ahora, con críticas políticas y culturales a la sociedad estadounidense apuntando al pasado y a la más reciente actualidad (Te están hablando a vos, Trump). Black Panther envuelve al espectador en un viaje frenético sobre su esencia y personajes a la par de crear una estética única: en lo visual y sonoro, Black Panther es el film más representativo del estudio en una clara declaración de objetivos. La fotografía de Rachel Morrison lleva a recorrer y entender las costumbres de la nación soberana de Wakanda mientras que por otro lado, expone la realidad del ghetto de las personas de color en los Estados Unidos, con la presión social e inseguridad como temas rutilantes. Con el aparto sonoro por parte de Ludwig Göransson, el país de T’Challa también habla con voz propia y nunca deja de bailar ni de invitar al espectador a que sea parte de este lugar. Por otro lado, la película también contiene canciones originales producidas por el rapero Kendrick Lamar y Top Dawg creando así “Black Panther: The Album”, un disco con melodías de la película y otras inspiradas en ella con más de 100.000 unidades vendidas y a punto de llegar al número de 1 de Billbord. Chadwick Boseman emprende el camino del héroe tratando de soportar la presión de estar a la altura de sus antepasados pero sin cometer los errores que hoy en día acechan su puerta. Siendo Pantera Negra, el rey y guardián absoluto de Wakanda, Boseman encara con T’Challa un camino de aprendizaje, dudas y reflexiones sobre la forma de gobernar y la responsabilidad que conlleva, dotándolo de un carisma esencial en la personalidad en su personaje. Otro punto fundamental en Black Panther es la elección de un cast a la altura de los mejores del estudio: personalidades vigentes y de primer nivel como Lupita Nyong’o, Michael B. Jordan, Andy Serkis, Martin Freeman, Angela Bassett, Forest Whitaker y Danai Gurira que llevan a otro nivel a las producciones de Marvel. Sin embargo, el papel de Michael B. Jordan (Creed) -el actor fetiche de Coogler– es de los más completos generando un antagonista a la altura del personaje principal. En la piel de Erik Killmonger, Jordan manifiesta un personaje complejo y aquejado por el sufrimiento y dolor que sufrió en su pasado, preocupado por las personas que representa tanto en los suburbios de Estados Unidos como así también por la inacción de Wakanda para comprometerse internacionalmente. Pantera negra (2018) es una película comprometida y audaz con el mensaje que busca trasladar, desde la dirección, el guion y sus personajes. Un equilibrio narrativo, visual e ideológico no tan consistente en películas del género pero sí necesario para lo que tiende a representar.
Wakandan panther doesn’t know the whey En el momento en que esta pieza está siendo redactada, la nueva entrega de los estudios Marvel tiene cien por ciento en Rotten Tommatoes dando a entender que es una de las mejores obras de superhéroes de la historia. Lo que hay que tener en cuenta cuando sale una película como “Black Panther” es que a los críticos no les gusta que se insinúe que se posee odio por la gente de color, por eso los films de culpa blanca llegan a la categoría de mejor película en los Oscars. La historia principal se pone en contexto mediante una animación computarizada que debió haber costado mucho tiempo, trabajo y dinero, pero los productores decidieron que odiaban al animador así que destruyeron toda la secuencia agregando narración innecesaria; la misma cuenta que hace milenios un meteorito hecho de vibranium, el metal más duro de la tierra, cayó en el medio de la sabana africana, las cinco tribus que habitaban el lugar lo utilizaron para avanzar su tecnología, creando el país de Wakanda y decidieron mantener todo en secreto por un gran número de razones. Luego de ese cuento pasamos a la coronación del nuevo rey la cuál es demasiado larga y no ofrece ningún tipo de conocimiento acerca de las motivaciones de los personajes con excepción de una corta pelea en la cual “T`Challa”, el heredero al trono, perdona la vida de un insubordinado. Lo admirable de esta obra es su escenografía, se puede notar que detrás de la geografía y arquitectura del país ficticio de Wakanda hubo reflexiones minuciosas, cada rincón estuvo pensado cuidadosamente mostrando una civilización avanzada con influencias africanas incluyendo la sala del trono, la cual contiene un suelo de tierra roja con asientos esculpidos de la misma como los que se encuentran en las civilizaciones primitivas del continente. La musicalización tiene el mismo nivel de detallismo, consiste de tambores tribales y posee elementos de coro y orquesta de vientos, definitivamente redime algunos de los fallos narrativos que contienen las escenas. Los problemas narrativos que han de encontrarse son precisamente los incentivos inexistentes de los personajes, uno de los súbditos más leales de T´Challa, interpretado por Daniel Kaluya, no tiene razón ni lógica, en el minuto en que Michael B. Jordan aparece decide unírsele sin excusa, sin consideración por su país y ejecuta sus planes al pie de la letra poniendo en peligro a sus amigos y hasta a su esposa, un completo desperdicio de talento. Mientras tanto la hermana de nuestro héroe (Letitia Wright) es una interpretación la cual provoca vergüenza ajena, los escritores tratando de hacer que las audiencias jóvenes se sientan identificadas crearon uno de los peores personajes de Marvel, lo único que faltaba era que la llenen de fidget spinners mientras se saca selfies. La excepción a esta regla es el héroe de la historia que se encuentra dividido acerca de cuál es el camino correcto luego de aprender un secreto de su padre que lo hace reconsiderar los objetivos de su tierra natal, ese es el único esfuerzo que el guion contiene. Para finalizar es necesaria una reflexión sobre las críticas positivas, la publicidad que rodea a esta película y la opinión de quien redacta esta pieza. El puntaje dado no es sincero con todos los aspectos, sino que es forzado por la política correcta que traen estos tiempos, tratándolo con lógica, si se debe admirar a un artista puramente por sus dotes físicos no se lo está respetando, sino cosificando, es un acto de favoritismo que es utilizado por los progresistas blancos para denotar fútilmente la igualdad entre ellos y los afroamericanos; esto es particularmente deshonesto debido a que están utilizando las apariencias de tan brillantes actores para satisfacer sus propias necesidades y por definición se trata de un acto de segregación.
El rey T’Challa (Chadwick Boseman) ingresa al universo cinematográfico de Marvel con su propia película introduciendo un mundo completamente nuevo para lo que nos tenía acostumbrados esta empresa. Después de ser introducido en Captain America: Civil War (2016) y ser uno de los puntos fuertes de la película, Black Panther, consigue su propia bienvenida homónima de forma personal y presentando la nación de Wakanda. Para ser directo, la película dirigida por Ryan Coogler (Creed, Fruitvale Station) es una excelente carta de presentación del personaje y su reinado; Wakanda es un paraíso oculto hermoso que consigue una inversión total en el espectador. Toda su estructura es única y no es una repetición de, por ejemplo, Asgard. Wakanda tiene su propia mitología, sus leyes, su estilo y todo estas bases estas soberbiamente explicadas en pocos minutos; Wakanda se maneja por sus propias formas. Además de plantear un extraordinario escenario, Black Panther ofrece nuevas caras al rooster “Marveleano”. Michael B. Jordan, Angela Bassett, Forest Whitaker, Daniel Kaluuya, Letitia Wright, Danai Gurira, Sterling K. Brown y regresando en sus interpretaciones Andy Serkis y Martin Freeman, la película es inmensa por el nivel de talento que hay en el elenco. Como destacan erróneamente muchos medios, la película NO es el primer superhéroe de la franquicia de Marvel de color en la pantalla grande pero sí consigue una representación maravillosa de lo que es la cultura con raíces africanas; Black Panther vive y respira esta cultura mencionada y se fortalece manteniéndose cerca de ella. De todas formas y para no caer en una repetición constante de lo que influye la cultura de las raíces en el film, la película posee los mejores personajes femeninos que se han visto en una película del MCU. La presencia que tienen estos personajes impacta inmediatamente desde el primer minuto de la película. El rol de la actriz Danai Gurira, Okoye, pone un ritmo frenético, sólido y cementa sin competición (nadie se va a acordar de Black Widow después de Okoye) lo mejor de lo mejor en personajes de Marvel, si hay una verdadera estrella en Black Panther es la presencia de Gurira, una flor de actuación por parte de la Michonne en la serie The Walking Dead. Acompañan de gran forma las actuaciones de Letitia Wright (Suri, la hermana científica de T’Challa), Andy Serkis (repitiendo su rol de Ulysses Klaue) y Michael B. Jordan realizando un correcto pero sumamente sobrevalorado papel del villano Killmonger. Chadwick Boseman decepciona por su protagonismo estático. Si hablamos del guión, éste se destaca por desarrollar un film que se basa en relaciones humanas. Más allá de toda la acción – hay momentazos en todo el film – la historia evoca por momentso a El Rey León (cuesta sacar de la cabeza alguna canción de Elton John mientras se ve Black Panther). A pesar de ser floja, predecible y densa en sus 134 minutos, Black Panther logra un grato resultado a la hora de generar interés por las relaciones entre los personajes. En lo que va del MCU Black Panther ingresa correctamente en la fase tres de este universo, es una entretenida presentación y con grandes personajes pero no logra mantener un ritmo deslumbrante.
Nació el superhéroe que un pueblo esperaba Chadwick Boseman se pone en la piel de Pantera Negra, el nuevo superhéroe de Marvel que ruge frente al racismo. Estamos ante la película más política del universo Marvel y no a modo metafórico, como supieron serlo las primeras entregas de X-Men (perfectas alegorías sobre la marginalidad). Esta vez la propuesta es explícita, difuminando la frontera entre película de superhéroe y thriller político. La impresión que deja Pantera Negra es de alta consistencia narrativa, detalle para nada menor considerando que es el mito fundacional del superhéroe, y esta clase de películas, abocadas a explicar el nacimiento del personaje, ingresan siempre en dos compartimentos: el antes y el después de la adquisición de poderes o la decisión de usarlos. Por eso las segundas partes del género suelen ser más atractivas: el héroe ya existe, no hace falta explicar nada, sólo verlo en acción. Aquí Ryan Coogler, guionista y director, ejecuta una maniobra arriesgada: hacer confluir la parábola de T'Challa/Pantera Negra con el reposicionamiento geopolítico de Wakanda, un país tercermundista ficticio. Todas las crisis que transita Wakanda enriquecen y complejizan a T'Challa, y viceversa. La economía dramática es prodigiosa y favorece la fluidez del relato. La asunción de un nuevo Rey, el respeto sacro por las instituciones y el pasado, las inminentes guerras civiles, el dilema entre proteccionismo o expansión al mundo: estas cuestiones políticas se convierten en metonimia del conflicto interior de T'Challa. Para Ryan Coogler, personaje y pueblo son igual de importantes, un ente indisociable. Se percibe mucho respeto al momento de recrear una cultura que combine el folklore de las tribus africanas con tecnología de punta. De la unión entre lo tribal y lo futurista uno esperaría cierto eclecticismo bizarro, pero lejos de eso, e inclusive sin emparentarse con el mundo de Thor, el Wakanda de Pantera Negra luce absolutamente creíble y carismático. Hay un trasfondo que atañe a uno de los personajes centrales que peca de altisonancia y oportunismo. Un subrayado innecesario que conecta la historia de la negritud y que problematiza la esclavitud y el racismo. Por ser una película discursivamente habilidosa, semejante bache es imperdonable, casi una intromisión de la corrección política de Hollywood, afectada y chillona. Por esto mismo tampoco sorprende que su desenlace sea diplomático y reformista hasta el absurdo. Por supuesto que no todo será política ni drama cortesano: habrá dosis de humor, tensión romántica y sofisticadas secuencias de acción (atentos con la persecución en Corea del Sur). El apartado musical a cargo de Ludwig Göransson fusiona con desfachatez cantos étnicos con gran orquesta, y desde la dirección artística hay que reconocer que Wakanda es bello sin caer en el cotillón new age de Avatar. El elenco es en su totalidad negro salvo dos notas disonantes: Martin Freeman como un agente de la CIA y el excelente Andy Serkis encarnando a un villano de esos que se extrañan en el cine: gracioso y escalofriante. Pantera Negra podría resumirse como el costado DC de Marvel. Pero bien hecho, con elegancia en su gravedad y soltura en su edificación intelectual.
Black Power según Marvel La primera aventura en solitario del héroe africano funciona como una moderna puesta a punto de la corriente Blaxploitation de los setenta T´Challa es el heredero al Trono de Wakanda (un lugar ficticio de África), una tierra paradisíaca que, a diferencia de lo que ocurre en la realidad del Continente Negro, es rica, próspera y por supuesto codiciada. Por eso el Monarca, deberá mutar en Pantera Negra, un superhéroe con la velocidad y fiereza de un felino, dispuesto a todo por mantener el orden y la seguridad en su reino. A Pantera Negra ya lo habíamos visto en Capitan America: Civil War, su presencia en aquella película no pasó inadvertida, sin embargo es en esta historia que se profundiza en sus orígenes, su familia y sobre todo en su tierra y sus congéneres. Hay en el filme una interesante utilización de las raíces africanas que fusionadas con el moderno hip-hop recrean una estética muy atractiva, tanto en el diseño del vestuario como en los decorados, y por supuesto la música, que acompaña la marcha de la acción al igual que los tambores de guerra marcan el ritmo de la batalla. La cuestión tribal, presente en todo el filme, la transforma en la mejor exponente de un género que se reaviva siguiendo los pasos de las seminales Shaft o Foxy Brown. El director Ryan Coogler logra que el filme sea más que la típica historia de superhéroes, incluso, saliéndose de la "fórmula Marvel", con una trama de espionaje e intriga y con más contenido social sin por eso renegar de los combates cuerpo a cuerpo, ni del vértigo, ni de los extravagantes efectos especiales (aunque, mal de esta era de los efectos digitales, por momentos se abusa del CGI). El elenco con Chadwick Boseman a la cabeza se luce y está elegido a la perfección. Un dream team de actores afroamericanos que incluye a un excéntrico Forrest Withaker, al atractivo villano que compone Michael B. Jordan, y a varias actrices (Lupita Nyong'o, Darai Gurira, Leticia Wright) que componen personajes femeninos con mucha más personalidad y peso del que suelen tener en este tipo de largometrajes. Todos cumple con creces, sobresaliendo tanto en las secuencias físicas como en las de diálogos, escenas que van desde lo trágico, pasando por momentos de romance, conflictos políticos y claro, humor… negro, por supuesto.
WAKANDA FOREVER El MCU da un gran paso para el género superheroico, y para la industria en general. En muchos aspectos, que poco y nada tienen que ver con lo narrativo, “Pantera Negra” (Black Panther, 2018) se asemeja a “Mujer Maravilla” (Wonder Woman, 2017). Sus mayores logros: contar una historia consistente sin necesidad de anclarse a ninguna franquicia (aunque, justamente, de allí provenga), y triunfar dentro de su propio universo, único, diferente a lo ya concebido, abriendo las puertas a la diversidad, la inclusión y a muchas de esas culturas que quedan en segundo plano cuando se habla de blockbusters hollywoodenses. La representación importa, mucho más de lo que imaginamos desde nuestro lugar de “clase media baja privilegiada”, a veces, un poco ciegos y ensimismados en nuestros problemas, diferentes a los de otras minorías, religiones, etc. Todos quieren verse reflejados en la pantalla, hinchar por un ídolo a su imagen y semejanza, y no hablamos simplemente de dramas o comedias. Cuando llega el momento de arriesgarse con las superproducciones, los estudios suelen ser bastante renuentes a invertir sus millones en protagonistas o historias que no les aseguren buenos dividendos, de ahí la escasez de heroínas, el whitewashing, y otros tantos retrasos que se están tratando de revertir poco a poco. La importancia de “Pantera Negra” va más allá de perpetuar el éxito del MCU o allanar el camino hacia “Avengers: Infinity War” (2018). Además de contar una aventura entretenida, intenta saldar una de las tantas deudas pendientes del género superheroico y la representación de la riquísima cultura africana en la gran pantalla, derribando, de paso, más de un estereotipo fallido, perpetuado a lo largo de décadas y décadas en el cine y la TV. T'Challa (Chadwick Boseman) ya había demostrado de qué estaba hecho en “Capitán América: Civil War” (Captain America: Civil War, 2016). Un personaje mucho más complejo, íntegro y consciente de su rol como “héroe”, que los dos papanatas que se peleaban en aquella ocasión. Pero “Pantera Negra” no tiene tanto que ver con la odisea de este superhéroe de traje felino, sino con el monarca que debe asumir su posición de liderazgo y tomar las decisiones más difíciles, justamente, porque no le conciernen sólo a él, sino a toda la nación de Wakanda, su gente, y su lugar el en mundo. El realizador Ryan Coogler, responsable de “Fruitvale Station” (2013) y “Creed: Corazón de Campeón” (Creed, 2015), acepta esta enorme responsabilidad y retoma la historia donde nos habíamos quedado en “Civil War”. Tras la muerte de su padre T'Chaka (John Kani), T'Challa regresa a Wakanda para asumir su lugar en el trono y recoger el manto de Pantera Negra. A los ojos del mundo, Wakanda es otra pobre nación africana sumida en la miseria y las guerras civiles, nada más alejado de la vedad, teniendo en cuenta que se trata de un estado avanzadísimo en materia tecnológica gracias a sus reservas de vibranium, un poderoso mineral de origen extraterrestre base, entre otras cosas, del escudo del Capitán América. Para que no caiga en las manos equivocadas, Wakanda decidió cerrar sus fronteras y aislarse del resto del mundo, dejándoles creer que Ulysses Klaue (Andy Serkis) había robado todo el preciado material años atrás. Así siguió creciendo y evolucionando bajo el reinado de T'Chaka, haciendo oídos sordos a los problemas de otras naciones africanas que bien podrían beneficiarse de semejante tecnología. Por ahí pasan los verdaderos conflictos de la película. Por un lado, T'Challa asumiendo la responsabilidad como líder, buscando proteger a los suyos, pero cayendo en esta disyuntiva de compartir sus avances con el resto del mundo en beneficio de los que menos tienen. Por el otro, la amenaza de fuerzas externas con el regreso de Klaue y un nuevo aliado: el joven Erik Killmonger (Michael B. Jordan), wakandiano criado en un barrio poco coqueto de Oakland (California), que no guarda mucho cariño por su nuevo rey. Killmonger no es el típico antagonista, más bien la contracara del “héroe” (no, no es lo mismo). Sus ideas pueden ser un tanto radicales, pero no están erradas, tal vez sólo su accionar extremo que, en definitiva, puede poner en jaque a la nación y al resto del mundo. Erik llega a Wakanda con la intención de remover el pasado y reclamar el trono (algo que puede hacer según las tradiciones locales), pero también con la certeza de que es hora de demostrar el poderío de su país, sin importar cuantos perezcan por el camino. Coogler nos da las herramientas, y los motivos de unos y otros, para que nosotros decidamos de qué lado queremos estar. Ambos argumentos son convincentes, pero el verdadero reto de la historia es encontrar ese balance, ese punto medio que, de alguna manera (y sabiendo que es casi imposible), pueda dejar a todos contentos por igual. El argumento de “Pantera Negra” no atraviesa el clásico camino del héroe porque T'Challa debe ser mucho más que eso, y visto a la distancia no es su protagonista excluyente. Es más, “Wakanda” le sienta mucho mejor como título a esta historia, que se adentra en la amalgama de costumbres y tradiciones africanas con toda su mística y colorido, y la alta tecnología que protege e impulsa a la nación, además del trajecito del felino. El elenco de “Pantera Negra” funciona como un todo donde cada engranaje encaja a la perfección y hace avanzar la historia. Todos se destacan por igual y tienen sus grandes momentos, aunque claro que hay que destacar la fantástica presencia femenina resumida en la Dora Milaje (fuerzas especiales que protegen al rey y la nación conformada íntegramente por mujeres de diferentes tribus), liderada por Okoye (Danai “Michonne” Gurira); además de Nakia (Lupita Nyong'o), mucho más que un ex interés amoroso del monarca; y Shuri (Letitia Wright), hermana menor de T'Challa, una geniecito encargada de diseñar el traje de Pantera Negra y todos los artilugios tecnológicos que se les ocurran. Incluso Ramonda (Angela Bassett), madre de T'Challa y reina de Wakanda, que todo el tiempo se debate entre el bienestar de su familia y su nación. Mujeres poderosas que no retroceden ante el peligro, y luchan de igual e igual (incluso mejor) con sus contrapartes masculinas. Lo mejor y más destacado de “Pantera Negra” son sus contrastes. Los “paisajes africanos” (aunque originalmente se trate de Atlanta y Corea), cortesía de la fotografía de Rachel Morrison -primera mujer nominada al Oscar este año por “Mudbound”-, en oposición a la mega tecnología de la ciudad. Las diferentes tribus, con acento en diferente, que mantienen sus tradiciones, alianzas o enemistad según el caso, como W'Kabi (Daniel Kaluuya) y su Tribu Fronteriza, primera línea de defensa de Wakanda, o M'Baku (Winston Duke), líder de los Jabari, exiliados en las montañas. Hasta la música de Ludwig Göransson, cargada de esos sonidos tribales tan característicos, que acá se cruzan con los temas originales de Kendrick Lamar. Todo dotado de una belleza única, y pocas veces vista en el género superheroico. La mitología y las costumbres siempre están presentes, ya sea en la ceremonia de coronación; la figura de Zuri (Forest Whitaker) y las propiedades de la hierba de corazón que suma fuerza y habilidad a la Pantera; o en los enfrentamientos cuerpo a cuerpo, las mejores escenas de acción que tiene la película (no por nada es el director de “Creed”). En oposición, lo que más falla nos las secuencias grandilocuentes cargadas de efectos especiales y CGI, imposibles de evitar en este universo, pero que le restan perfección al conjunto visual porque ponen en evidencia el artificio. Una lástima. Por lo demás, todo funciona. La incorporación de Klaue (a pesar de sus chistes) y el carisma de Serkis, una de las pocas veces donde le vemos su verdadera cara; y la de Everett K. Ross (Martin Freeman), única conexión con el MCU y ese mundo exterior que no tiene la menor idea de lo que pasa en Wakanda. “Pantera Negra” plantea un argumento sencillo con algunos puntos predecibles y apresurados, sí, pero plagado de conflictos y decisiones que no lo son. Decisiones que, al fin y al cabo, le corresponden a su protagonista, pero que no dejan de ser una metáfora de cada uno de nosotros reaccionando y empatizando ante los otros, el resto del mundo que se aparta de nuestro querido y seguro microcosmos. Coogler maneja sensibilidad, pero no sentimentalismos (aunque ya hablaremos del momento “Rey León”), y jamás planta a sus protagonistas en la vereda de las víctimas para demostrar algún punto. En cambio, nos muestra una cultura empoderada que no se maneja por revanchismos y, de alguna manera, intentará abrir la cabecita y corregir los errores del pasado. Un consejo que le viene muy bien a Hollywood y a todos aquellos que (todavía en pleno siglo XXI) rechazan las nociones de igualdad, diversidad, inclusión y representación, reduciendo y desmereciendo todo el asunto a la apretada agenda política del momento. LO MEJOR: - El mensaje, y la posibilidad de que llegue hasta los más “escépticos”. - Un elenco insuperable. - Wakanda, todo Wakanda, el despliegue visual y sus contrastes. LO PEOR: - Esos personajes y peleas en CGI. Ay, ay, ay. - Que no van a faltar los comentarios racistas.
Algún día deberemos tomarnos en serio este episodio raro que es la traslación a la pantalla grande de las historietas de Marvel. Por ahora, veamos las películas. El realizador Ryan Coogler había demostrado capacidad para narrar, grandes dotes técnicas y ojo para la emoción en la bella Creed, esa continuación de la saga Rocky. Aquí toma al primer gran superhéroe negro, nacido a fines de los sesenta -de allí que “Black Panther” tuviera en su tiempo otro sentido tambien- y narra a su manera una historia de orgullo negro. El film es vibrante, la pericia técnica es innegable y la creatividad para torcer el espacio de un modo épico es perfecta. La historia del nuevo rey de un utópico reino escondido en África y cómo debe -o no- relacionarse con el mundo está bien narrada, aunque por momentos el aire satírico que tiene todo mundo de superhéroes parece no llevarse bien con el intento de seriedad shakespereana que alarga la historia. Hay un muy buen villano (Michal B. Jordan, subrayando las capacidades que le vimos en Creed) y mucho “caramelo visual”, esa pirotecnia a veces casi expresionista que nos obliga a seguir mirando. Eso sí: hay también cierta idea conservadora sobre la defensa del clan que de algún modo resulta molesta. No cabe duda de que el racismo en los Estados Unidos hace que este film se vea, en su país, diferente de cómo lo vemos en el resto del mundo. Aún así, vale la pena el viaje.
Con Black Panther los Estudios Disney/Marvel vuelven a hacer lo que mejor les sale: contar una historia de orígenes, desde cero, y con suficiente backstory para que se entienda de manera simple y eficaz, qué hace una de las más recientes adiciones de personajes en el Universo Avengers. La fórmula está por demás comprobado que funciona, y es en ese sentido que, naturalmente, Black Panther no defrauda, aunque tampoco sorprende. Atravezada por folklore africano e imágenes tribales, la película de Ryan Coogler (Creed) se apoya fundamentalmente en las actuaciones y el desarrollo de personajes. Es más, no resulta exagerado decir que, hasta la última parte de la película, Black Panther es posiblemente el film de Marvel con menos acción hasta la fecha. Esto no es necesariamente algo malo, todo lo contrario, pero sí puede chocar con algunos fanáticos de los otros films de la interminable saga de superhéroes, más adeptos al bombardeo audiovisual constante. El argumento nos sitúa inmediatamente luego de los eventos ocurridos en Captain America: Civil War, donde el Príncipe T’Chala (Chadwick Boseman) había tenido una pequeña participación, tras la cual debe regresar a su pueblo, Wakanda, para asumir el trono que heredó de su recientemente asesinado padre. No tardarán demasiado en aparecer los antagonistas, que van desde otras tribus que buscan disputarse el territorio ¿wakandense? hasta un malvado villano que tiene mucho que ver con un pasado oscuro para el príncipe. Entre los varios hallazgos del film de Coogler se encuentra principalmente el de contar una historia de manera independiente, que aunque sucede en el mismo marco de los otros films, no tiene la necesidad obligatoria de incluir cameos (más allá del de Stan Lee, que debe remitir a un contrato) de otros personajes, ni anclar el eje principal en una amenaza más grande que se verá en un futuro cercano, que con Marvel nunca termina de llegar. Black Panther no es, sin embargo, ni remotamente el mejor film de los Estudios Disney (como lo viene inflando la prensa cinematográfica), pero sí es un capítulo entretenido que incorpora un personaje otrora ignorado.
El universo Marvel, que ahora entra en la órbita de la cada vez más oligopólica Disney, sigue adelante con la presentación de sus personajes de cómic. Esta vez es el turno de Pantera Negra, el primer protagonista negro de las sagas, líder africano de la ficticia Wakanda, quien debe defender a su patria no tanto de enemigos extranjeros como internos. Como dato curioso, el término fue acuñado el mismo año que el partido político estadounidense del mismo nombre (los Black Panters) pero unos meses antes. - Publicidad - Aunque ya sabemos cómo funciona la maquinaria del cine norteamericano, proponiendo productos altamente entretenidos pero con un fuerte componente normativo que el espectador absorve casi sin darse cuenta, siempre es interesante tratar de poner en evidencia esos mecanismos de penetración cultural. En Pantera Negra nos encontramos con un caso arquetípico del héroe (hombre heterosexual, viril, inteligente, forzudo) quien debe superar una serie de pruebas para convertirse en el líder por derecho propio. Muerto el rey anterior -su padre T’Chaka-, el joven T’Challa (Chadwick Boseman) asume la responsabilidad del trono. Y por supuesto que es precisamente en este momento que la estabilidad del reino peligra, y él debe salvar la situación. Como todo héroe, debe defender el Bien, debatiéndose entre seguir al tradición de sus ancestros, o proponer cambios para solucionar una crisis causada por un elemento del pasado que impacta en el futuro. Para que el relato funcione, la crisis de este mundo ficticio debe tener resonancias con nuestra realidad: se trata de un tema de poder político y económico. Wakanda tiene acceso a un mineral – el vibranium- que le permite ser una potencia en tecnología, aunque ellos lo ocultan a los ojos del mundo. Cuando algunos antihéroes lo descubren, lógicamente quieren robarlo para darle otros usos (armas principalmente). En este sentido, Pantera Negra cumple con uno de los grandes objetivos del cine posmoderno: el mensaje de que el curso actual del mundo nos llevará a la autodestrucción y de que un cambio donde se recuperen los valores humanos por sobre los económicos individualistas es necesario, impacta con más fuerza en el espectador que las acciones que la política en el mundo real puedan lograr. El cine hace tomar más conciencia a los consumidores que las acciones reales. Pero, paradójicamente, quien transmite este mensaje es una gran maquinaria económica sostenida por un país imperialista.
Crítica emitida en Cartelera1030 por Radio Del Plata (AM 1030) el sábado 17/2/2018 de 20-21hs. El personaje de #PanteraNegra ya había hecho su primera aparición cinematrografica en Capitan America: Civil War en donde su padre, gobernador de Wakanda era asesinado, heredando T'Challa el trono. A partir de ahí hay varias relaciones intertextuales con Hamlet de Shakespeare ya que posteriormente se desarrollarán ciertas traiciones familiares. Pero no de europeos sino de africanos, en un universo que pone a los negros en el centro de atención. Esto tiene que ver con que las primeras apariciones de Wakanda en los cómics son de 1966 y 1978, cuyo contexto social y político justamente tenía que ver con la eclosion de los conflictos raciales y pedidos de igualdad en EEUU.Tenemos un inicio que sintetiza la fundación de Wakanda, este lugar ficticio del universo Marvel cuyo único componente real es que pertenecería a África. T' Challa asume el trono y hace el ritual de la Pantera Negra obteniendo todo su poder, fiel al comic. Ese momento de ritual en una catarata es para mi una de las escenas más lindas e incluso remiten visualmente, aunque salvando las distancias, a una escena de Dreams (1990,Kurosawa) por lo onírico del ritual y su belleza visual. Pronto surgirán los problemas, hay por fin dos villanos bien construidos, puesto que por lo general, tanto en los filmes de DC como de Marvel, los villanos últimamente son flojos, siempre es un alíenigena o robot que quiere un elemento todopoderoso para conquistar la tierra. En consecuencia, hay dos villanos bien terrenales: uno que persigue fines económicos y el otro que tiene una venganza personal como motivación. Allí volvemos a lo que se decía al comienzo sobre los vínculos con las traiciones Shakespearianas que desatarán una guerra civil. Por otro lado, el mostrar a Wakanda (un supuesto país del 3er. mundo) como escondedor de sus recursos naturales y avances que lo llevarían a ser del 1er mundo , pero que en vez de usarlos para dominar los usa para protegerse y ahí tenemos una bajada de línea ideológica. Conclusión, no es lo mejor de Marvel pero es entretenida y con más profundidad que otras películas de la saga, quizás se hace algo extensa hacia el final. Tiene dos extras al final, asi que no se vayan hasta que enciendan la luz de la sala!
Marvel sigue avanzando cuál avalancha furiosa hasta llegar a sus dos Infintiy War, algo que todo fan de este binomio Marvel-Disney espera con muchas ansias, y para apaciguarlas un poco nos lanzan varios platos y distraernos un poco del postre. Esta película es una de ellas. Nos introduce al primer superhéroe afroamericano del mundo Marvel, creado ya hace más de 50 años, logrando alcanzar la pantalla grande primero en “Capitán América: Civil War” y ahora obteniendo su papel protagónico. Nos situamos en Wakanda, donde nuestro buen T'Challa es el rey, pero como todo no puede ser color de rosa en la vida de los buenos de Marvel aparece alguien a querer reclamar su trono. Es más bien un drama, una historia de un reinado. La política muy metida en el medio y la lucha de algunos por no callar y salir al mundo y de otros por mantener nuestro orden. Algo así como la lucha de los individualistas (acá estoy bien no me importa lo de afuera) contra los… ¿socialistas? Que buscan ayudar con lo que tienen a los menos pudientes. Una película que se torna densa por varios momentos, tiene una narrativa que te lleva a mirar para el costado, pispiar el celular (aunque si lo haces al lado mío en el cine soy capaz de tirártelo) en resumidas cuentas tiende a hacer que te distraigas del film por su guion algo pesado. También cae en lo predecible. Algunas acciones del film son obvias como van a seguir, no logra salir de la obviedad del cine de Marvel que a veces cansa. Cuenta con buen humor, poco pero acertado. Tiene buenas escenas de pelea, bien coreografiadas y bien llevadas a cabo, tanto las individuales como las grupales. Una banda sonora que está bien, acompaña bien (y al no conocer mucho de la cultura de África no sé qué tan bien o mal) esta vida en África, con canciones que parecen típicas, rituales típicos, gritos típicos o como dije antes eso nos hacen creer a los desconocidos de esta vasta cultura. El CGI deja que desear por momentos. Se nota la pantalla verde de fondo y te dan ganas de maldecir mucho a Marvel, a esta altura ya no debería ser tan obvio. Pero tiene otros efectos que están muy bien y dan ganas de verlo en pantalla grande. Las actuaciones están bien, todos los wakandeses cumplen con su rol dentro del film y también el gran Martin Freeman hace un gran papel, por más que no aparezca mucho tiempo en pantalla. Es lindo ver a Michonne de The Walking Dead, haciendo algo que no sea esa serie (que ya veo por inercia) Mi recomendación: Fanáticos de Marvel, véanla en el cine que lo vale, al resto pueden hacer el esfuerzo también.
La historia está bien desarrollada, con una trama bien elaborada, el protagonista está muy bien construido por Chadwick Boseman (“Capitán América: Civil War”) aquí es T’Challa / Black Panther, el primer superhéroe negro, lo hace con solidez, soltura y agilidad, está presente la relación entre su padre y su hermana, en algún momento le da cierto corte dramático. Te hace conocer Wakanda (un lugar ficticio), como nace, una gran presentación, sus distintas tribus, sus costumbres, la rutina de los países africanos, tiene un toque político y social, como siempre está el bien y el mal, un gran despliegue, buen vestuario, la banda sonora genial de Ludwig Göransson (“Creed”, “Huye”, “Todo, Todo”) percusiones tribales mezcladas con sonidos modernos. Contiene buenas escenas de combate, se le da más participación a la mujeres en este caso un gran guerrera Nakia (Lupita Nyong’o), la hermana Panther, Shuri (Letitia Wright), Okoye (Danai Gurira), entre otras. Un gran elenco: Forest Whitaker, Martin Freeman, Winston Duke, Michael B. Jordan y a Andy Serkis estos dos últimos los villanos y actúan como tal. La luchas están bien realizadas y con coreografías bien elaboradas, pocas escenas de humor y chistes, cuenta con la buena dirección de Ryan Coogler (“Creed: corazón de campeón”) que la logra hacer entretenida y atractiva, tiene aventuras mezclada con ciencia ficción, pero no mantiene el ritmo. Hay dos escenas extras post créditos finales por lo tanto espera un poco más en tu butaca.
En su intento por abrir camino a nuevos superhéroes -fuera de los conocidos Iron Man, Thor y Capitán América-, el denominado Universo Cinematográfico de Marvel (UCM) apuesta ahora por Pantera Negra, el primer superhéroe negro de la franquicia. Tras casi una veintena de películas en su haber, Marvel decidió dejar a los superhéroes tradicionales de lado -los cuales por algún motivo siempre son blancos, heterosexuales y, obviamente, estadounidenses- y llevar a la pantalla grande a Pantera Negra, personaje que ya había sido presentado hace dos años en Capitán América: Civil War. Con una intención de dar más lugar a la diversidad -aunque se podría discutir qué tan real es esta nueva actitud adoptada tanto por Marvel como por Hollywood- este proyecto a cargo del cineasta Ryan Coogler (Creed) cuenta con un elenco conformado casi en su totalidad por afroamericanos. La película nos lleva a Wakanda, una nación ficticia ubicada en el continente africano. Debido a que el lugar se encuentra oculto a los ojos de la humanidad, el país se muestra ajeno a las constantes amenazas que se viven en el mundo externo. Además, los múltiples avances tecnológicos -los cuales se deben a las altas reservas del supermineral vibranio-, generan un fuerte paralelismo con el estilo de vida que llevan las tradicionales tribus que habitan el lugar. Es por eso que Wakanda es un lugar tan campestre como futurista. Tras la muerte del rey T’Chak -quien falleció durante el atentado terrorista perpetrado por Zemo (villano de Capitán América…)-, su hijo T’Challa (Chadwick Boseman) deberá asumir como nuevo líder de Wakanda. En un principio, la amenaza principal de Pantera Negra será Ulysses Klaue (Andy Serkis), un contrabandista de vibranio. Con el correr de los minutos, un nuevo personaje ocupará el lugar de villano principal: Killmonger (Michael B. Jordan), un misterioso personaje que hará todo lo posible para destruir al héroe y quedar al mando del país. A pesar de las constantes luchas feministas, el machismo continúa presente en casi todos lados: entre ellos el mundo de los superhéroes. La mayoría de los personajes principales tanto de Marvel como de DC son hombres. De hecho, todas las películas que adaptó hasta el momento el UCM son protagonizadas por hombres. Los personajes femeninos suelen ocupar un lugar completamente secundario, donde no son más que un mero objeto. Pantera Negra decidió, para bien, dar un cambio a esta imagen tan retrógrada. Si bien Pantera Negra está protagonizada por un hombre, la principal fortaleza de la película es la participación de los personajes femeninos. Lejos de caer en los típicos clichés donde las mujeres son débiles y necesitan ser rescatadas, ellas le harán frente a cada amenaza que se presente. Personajes como Ayo (Florence Kasumba), Nakia (Lupita Nyong’o) y su hermana Shuri (Letitia Wright), son los que realmente se adueñan de la pantalla. Ellas dejan en claro que no son un simple adorno o una cara bonita. Otro punto en el que se diferencia esta película de las anteriores que venía realizando Marvel es en el no uso de la comedia. Tras el éxito que tuvo Guardianes de la Galaxia, el UCM decidió utilizar el humor en sus nuevas adaptaciones. Guardianes de la Galaxia 2, Spider-Man: de regreso a casa y Thor: Ragnarok, contaban insistentemente con escenas que pretendían ser graciosas, aunque resultaban más tediosas que otra cosa. Pantera Negra muestra un tono más serio y maduro. La película no está atestada de escenas de acción ni tampoco de comedia. Lo importante es el desarrollo de cada personaje. Tanto el protagonista como el villano y, también, los personajes secundarios, tienen un motivo para ser cómo son. Se ocupa el tiempo necesario para desarrollar a cada uno de ellos, ya que ninguno importa más que el resto.
Apenas empezó el 2018, en Twitter comenzó un proyecto grupal tan excéntrico como hermoso: la lectura colectiva, de a un canto por dia, de La Divina Comedia. Para muchos, y me incluyo, fue la primera vez en que nos atrevimos a encarar ese libro. Conforme el Dante avanza por los círculos del Infierno, una de las primeras cosas que llaman la atención es la cantidad de figuras históricas que se cruza, una serie de cameos más insistentes que los de Stan Lee. Muchas de estos personajes son nombres desconocidos para el lector promedio, habitantes de la época del Dante que el poeta distribuye a criterio según sus supuestos pecados. Querer identificarlos lleva a uno a recurrir a las notas de pie, agregados que no son necesarios para la comprensión de la obra y que muchas veces ni siquiera tienen la respuesta porque ni los estudiosos se ponen de acuerdo sobre quien era ese muñeco. Esta información, o falta de la misma, no influye en la apreciación de La Divina Comedia. La importancia que seguramente tuvieron estas referencias ya no es la misma y los valores universales de la obra la superan. ¿Qué tiene que ver todo esto con Pantera Negra? A la hora de ver la nueva película de Marvel, sirve recordar que ninguna obra escapa de su época, pero que estas conexiones son eventualmente insignificantes para la valoración artística. El tiempo pasa, la situación cambia y lo que queda es la película. Como con Mujer maravilla el año pasado, cuesta leer textos sobre Pantera negra que no insistan en su importancia en relación con el contexto. En tiempos en que la representación de las minorías en Hollywood se pone en cuestión con mayor ferocidad, un tanque de superhéroes con un elenco casi exclusivamente afroamericano está destinado a convertirse en estandarte de la causa. Causa que merece triunfar, pero que no por eso mejora o empeora las películas. Pantera negra es la última película de Marvel antes de Infinity War, la película-evento hacia la que toda esta saga de dieciocho films se ha estado dirigiendo. Como tal, comparte bastante con Doctor Strange: la necesidad de establecer un mundo que expanda el existente y siembre las bases del posterior. Los actores tienen contratos, los contratos se terminan y Marvel necesita elementos para seguir con las películas cuando los Vengadores originales cuelguen las capas. Estas dos películas son las que más notoriamente cargan con esta doble labor de seguir una historia al tiempo que tratan de armar los cimientos para muchas otras. Este peso no lastima a Pantera negra, que crea su Wakanda con trazos firmes y claros sin que el universo Marvel se le caiga encima. Ryan Coogler aprovecha la oportunidad para un variado despliegue visual en ese país africano atravesado por una tecnologia imposible, pero que no pierde su identidad. Lamentablemente, no cuenta con la misma capacidad para la narrativa. Pantera negra es una historia contada a los tumbos en la que cada conflicto presentado falla y solo sirve como distracción del duelo central entre T’Challa y Killmonger. Con una motivación que utiliza los temas de la época pero entramados en la historia ficcional de forma que funcionen independientemente, Killmonger es un villano trágico espectacular que la película tarda demasiado en aprovechar. La insistencia con el personaje de Andy Serkis, la descolgada relación entre el amigo de T’Challa y la guardaespaldas, el irrelevante tratamiento de Whitaker y Bassett; toda la primera parte avanza con torpeza, sin saber sintetizar ni economizar recursos. Esto, sumado a la impericia para el manejo del CGI de Coogler, culmina en una película con numerosas ideas pero casi todas truncas. Hoy todo es celebracion alrededor de Pantera negra, con sus numerosos récords y textos laudatorios. Pero cuando se asiente el polvo y se la separe del contexto, quedará lo que en realidad es: una película con algunas ideas atractivas mayormente desaprovechadas que deja bases para continuar con el Marvel Cinematic Universe. Cómo continuará es algo que está por verse, pero el camino ciertamente no es por acá.
En esta oportunidad el cuento (si bien te puede gustar mucho o poco) es interesante, bien elaborado, está protagonizado por personajes bien desarrollados, y ofrece sólidas escenas de acción y de efectos digitales. Lo mejor que tiene este film es que por ser una producción ...
Visualmente impactante pero narrativamente demasiado solemne, esta nueva puerta de entrada al Universo Marvel es de las más originales en cuanto a estética pero no termina de esquivar las fórmulas ya conocidas de la productora de películas de superhéroes. El problema no es nuevo. A lo largo de la historia del cine los reconocimientos a una película –o las críticas negativas– han estado muchas veces teñidas del clima de época, de la situación social o cultural que se atraviesa en el momento del estreno en cuestión. La lista de películas sobre o subvaloradas de EL NACIMIENTO DE UNA NACION hasta hoy por motivos que no tienen que ver, estrictamente, con lo cinematográfico, es inmensa. Por un lado, es comprensible que ante delicadas situaciones políticas, sociales o culturales la crítica sienta que su misión sea colaborar con “la causa” del momento, pero a la vez esa misión muchas veces nubla la vista respecto a las consideraciones estéticas. Nos ha pasado a todos. En los últimos años, pero especialmente desde la asunción de Donald Trump, en la prensa cultural de los Estados Unidos hay una misión: la de ajustar cuentas, las de denunciar la poca presencia de minorías delante o detrás de cámaras, la de exhibir tanto los abusos sexuales como los económicos que sufren las mujeres en Hollywood. Y si bien es correcto que eso se haga notar, el problema es que se vuelve una anteojera analítica que obliga a pensar todas y cada una de las películas en función de si cumplen o no ciertos mínimos parámetros de representación y no mucho más. Es secundario si la película funciona o no, lo prioritario es marcar las tarjetas. El caso de LA MUJER MARAVILLA es ejemplar en ese sentido: era una muy buena película sí y solo sí se la comparaba con el resto del universo de DC Comics. Pero fue puesta por las nubes por motivos, digamos, externos. En ese sentido, no sorprende lo mal recibidas que fueron las películas recientes de Clint Eastwood o Woody Allen o el fallido estreno de la de Louis CK. Más allá de los defectos que puedan tener, las críticas van contra los autores y están condenadas de antemano. Decir algo positivo de ellas, parece, es volverse apologista del crimen, casi como tener algo bueno para decir de la anteriormente citada película de Griffith o de Leni Riefenstahl. Y, por el contrario, si las películas o cineastas superan esa policía moral, ética o de representatividad, salvo casos extremos, estaremos ante muy buenas o excelentes críticas. Nadie duda que PANTERA NEGRA es un hecho cultural importante, especialmente en los Estados Unidos. Es la primera superproducción multimillonaria hecha allí con un superhéroe, un director y casi todo un elenco negro (no, no es lo mismo ni BLADE ni HANCOCK), transcurre en un país africano moderno y tecnológicamente avanzado, con un líder sabio que, además, se rodea de mujeres que son tanto o más inteligentes que él, tanto o más fuertes y violentas que él. Y más graciosas, seguro. Todo esto es muy loable, no hay dudas. Ahora bien: ¿la película es tan buena o su relevancia pasa por otro lado? Digámoslo así: PANTERA NEGRA es una competente película de Marvel, mejor que muchas producidas por la empresa. Pero lejos está de ser una maravilla. Así como tiene elementos de construcción dramática y de originalidad estética que superan la media de las películas de superhéroes (hay una cantidad cuantificable y reconocible de personajes, no hay una veintena de locaciones imposibles de recordar y la trama tiene una integridad dramática que la hace casi autosuficiente respecto del resto del Universo Marvel) también tiene algunos problemas que le impiden, sin ir más lejos, tener la frescura y sensibilidad de la reciente THOR, de Taika Waititi. Es una película que se toma excesivamente en serio y casi no tiene humor, su protagonista no logra ser demasiado interesante (de hecho, el villano es mucho mejor personaje) y funciona casi con el tempo de saberse una “película importante”. Demasiado autoconsciente, en su gravedad, de saber el lugar que ocupa culturalmente. Voy a resumir apenas la trama porque no quiero spoilear y, además, porque tampoco es tan original. El nuevo rey de Wakanda, T’Challa (Chadwick Boseman) tiene que lidiar con el potencial robo del Vibranium, el poderoso metal de origen extraterrestre que es la fuente de riqueza y poder de esa nación, y el que le permite convertirse en Black Panther. Dos peligrosos villanos se destacan allí: Ulysses Klaue (Andy Serkis, en plan sudafricano blanco racista) y Erik Killmonger (Michael B. Jordan, actor de las películas anteriores de Coogler como CREED, cuya relación con el universo wakandiano es un tanto más shakespeareana). Y es contra ellos –y contra algunos no del todo leales personajes del frente interno– que T’Challa y sus inteligentes y amazónicas mujeres con look a lo Grace Jones en su etapa más afro-chic tienen que combatir. Lo más inteligente de la puesta de Coogler es su contención, al menos en relación a otras películas de Marvel. Salvo unas escenas en Estados Unidos y una larga secuencia en Pusán, Corea, todo transcurre en un país africano con zonas ultramodernas y otras más tradicionales, al punto que el filme podría funcionar separado del MCU, como una cruza entre EL REY LEON y una película de James Bond, sin integrarse jamás al universo de Iron Man y compañía. Coogler le agrega otro eje inquietante que podría definirse como la relación entre los africanos y los afroamericanos, con las distintas experiencias de vida que han tenido cada uno. Si algo distingue al héroe del villano es eso: el segundo carga con la furia vengativa de ser descendiente de esclavos, algo que no le llega tanto a T’Challa, cuyo país jamás fue colonizado. Tal vez por eso –y por la intensidad de la caracterización– a uno termina cayéndole mejor Killmonger que la propia Pantera Negra. Es como el enfrentamiento entre un pacifista Martin Luther King y un más enojado Malcolm X pero con lanzas y trajes de superhéroes. Pero la película no puede evitar ser presa de su propia gravedad. Boseman debe ser el superhéroe con menos gracia de la galaxia Marvel, una especie de político africano que habla de modo lento y formal, con un acento xhosa que le da un tono similar al de Nelson Mandela. Muy respetable, sin duda, pero excedido de gravedad y con muy poca onda, algo que intentan cubrir los personajes que lo rodean, especialmente su hermana Shuri (Letitia Wright), una especie de genio de la tecnología que es a la vez la graciosa del grupo que además integran la ex de T’Challa (Lupita Nyong’o) y el ejército de amazonas llamado Dora Milaje. Pero Killmonger, de todos modos, termina resultando un personaje más interesante que todos ellos. Lo más recordable de PANTERA NEGRA es, sin duda, su utilización a la manera de mash-up de toda una imaginería visual africana tomada de distintas fuentes. Así como COCO, de Disney, era una mezcla disparatada pero creativa de una cierta idea estética de México, aquí tanto Wakanda como los personajes que la habitan podrían ser sacados de la tapa de un disco de afrobeat o de Sun Ra de los años ’70, con los colores, vestidos y diseño de producción apropiados. Es fascinante observar ese mundo y Coogler es tan respetuoso con todos sus detalles que no hay nada librado al azar. Pero, a diferencia de COCO, aquí nadie parece animarse del todo a divertirse con el concepto. Y el respeto prima por sobre la libertad creativa.
Un héroe actualizado A mediados de los 60, la misma época en la que el movimiento Panteras Negras empezaba a preocupar al gobierno de Nixon, Stan Lee y Jack Kirby lanzaron a Pantera Negra, el primer héroe de origen africano de la historia de Marvel Comics. Era cuestión de tiempo que una de las tramas más arriesgadas de Marvel llegara al cine. Y pasa en un momento clave, cuando Hollywood sigue reclamando una mayor racial y de género. “Pantera Negra” cumple con ambas premisas y suma otras capas de lectura. La 18ª película del Universo Marvel retoma al personaje que debutó en 2016 en “Capitán América: Guerra Civil”. Y ahora, como protagonista de su propio filme, se explica la verdad sobre su país, Wakanda, un estado africano que vive aislado del mundo. Los medios se refieren a Wakanda como un país pobre del Tercer Mundo. Pero no lo es y nadie lo sabe, y el objetivo es que las cosas sigan así. Su riqueza y su secreto es un mineral llamado vibranium que les permitió desarrollar una tecnología inimaginable. El filme comienza con la asunción del príncipe T’Challa tras la muerte del rey de Wakanda. Pero el poder no es fácil y las circunstancias harán que se replantee el hermetismo en el que vive Wakanda. Con un elenco de actores negros encabezado por Chadwick Boseman, Michael B. Jordan y Lupita Nyong’o y sólo un par de intérpretes blancos en roles secundarios, el filme no sólo reivindica los reclamos agrupados en el hashtag #OscarsSoWhite que irrumpió en 2015, sino que suma a los relacionados con los roles femeninos ya que ahora las mujeres son centrales en la trama, al tiempo que esboza ideas sobre dramas tan actuales como el de los refugiados o sugiere otras tan antiguas como el colonialismo.
Un héroe político "Black Panther" es lo nuevo de Marvel Studios que llega en medio de un ambiente social y político propicio para su éxito, hay que decirlo. El efecto que está teniendo sobre la crítica en general, y por ende en parte de los espectadores alrededor del mundo, es parecido a lo que sucedió en su momento con "Wonder Woman" de DC, su competencia. La película de la heroína llegaba en medio del surgimiento del movimiento femenino por la igualdad de derechos en Hollywood, el empoderamiento de la mujer y las primeras acusaciones de abuso sexual por parte de productores, directores y actores varones a mujeres del medio. El famoso Time's Up. El caso de "Black Panther" es parecido en el sentido de que llega luego de reclamos varios sobre la falta de reconocimiento de producciones dirigidas e interpretadas por afroamericanos, de hecho hubo hasta un boicot en los Oscars, recordemos el "Oscars so white". En mi opinión todo esto afectó los comentarios por demás positivos que se están leyendo por ahí de la crítica especializada, como queriendo sumar puntos post reclamo. ¿La película es buena? Sí, es muy buena y entretenida, pero no es lo mejor que ha hecho Marvel, de hecho es una de las entregas donde más se nota la dinámica infantil e inocente de Disney. Es decir, el público objetivo de la película es más joven que en otras películas de la factoría. Lo mejor del film es sin dudas el dilema moral del protagonista, que llega al trono de manera legítima pero sin tener toda la historia completa de su clan familiar. Creo que en este sentido hay una linda novedad y la trama toma senderos interesantes, sobre todo los que tienen que ver con el villano, Killmonger (Michael B. Jordan). Por otro lado tenemos la novedad de ver una historia que para muchos es fresca y nueva, aún para algunos lectores asiduos de comics. Recordemos que Black Panther no es de los personajes principales de Marvel y eso creo que generó novedad sobre este relato. Por último podemos resaltar lo colorido y espectacular que resulta la presentación de la ciudad de Wakanda dentro del universo marveliano. La combinación de tradición africana con el elemento tecnológico resulta un fiesta para los ojos. ¿Lo que menos me gustó? Creo que por momentos la dinámica se torna demasiado infantil, con reacciones y diálogos puestos sólo para atraer a niños y adolescentes. Por un lado está bien porque son el futuro del estudio cinematográfico en el cine, pero a veces estos recursos atentan contra el flow del relato. Hay algunas reacciones de los personajes que son precipitadas y hasta torpes. No quiero spoilear, pero fíjense por ejemplo el personaje de Daniel Kaluuya, W'Kabi. También se encuentran algunas contradicciones como el de volver pasos para atrás presentando sistemas de monarquías y castas que son tan polémicas como ignorar producciones por ser lideradas por afroamericanos. Otra cuestión que me cansó un poco tiene que ver con la fórmula cinematográfica utilizada, ya que si bien en esta película los escritores trataron de ir por algunos caminos más nuevos, se mantuvieron de manera conservadora sobre los mismos elementos bases que sostienen y moldean las historias de superhéroes de Marvel. La dinámica tiende a repetirse no importa cual sea el relato o el superhéroe en cuestión. En este sentido creo que deberían empezar a diversificar más el estilo. "Black Panther" va a gustar mucho a los seguidores de Marvel, pero creo que la mayoría coincidirá en que no es lo mejor de la factoría si bien podría llegar a estar en el top 5.
Crítica emitida por radio.
Honestamente, nunca vi antes nada parecido a Black Panther. La gente de Marvel le ha encomendado una aventura pochoclera a un director de calibre – Ryan Coogler – y el tipo se ha despachado con un acontecimiento cultural. No solo ensalza de manera maravillosa la cultura tribal africana – mezclándola con la modernidad y la ciencia ficción – sino que se despacha con un ferviente discurso sobre el orgullo de pertenecer a la raza negra. En el fondo Black Panther no deja de ser blaxploitation en envase de super lujo, matizado con detalles de altisima calidad que lo convierten en un producto único y diferente. He aquí una de superheroes con subtexto. La trama de fondo no deja de ser una típica intriga shakespereana – intrigas palaciegas, parientes secretos que vienen a reclamar el trono, traiciones de último momento -, pero el envase es deslumbrante. El reino de Wakanda parece ser una civilización asentada 300 años en el futuro, dotada de avances técnicos de todo tipo y color debido a poseer la única y mayor mina de vibranium del mundo – el mineral indestructible con el que hicieron el escudo del Capitán América -. Con el vibranium se cura, se come, se educa y se hacen super proezas. Utilizando una barrera de camuflaje, esta super civilización africana se esconde del mundo porque prefiere el aislamiento a que vengan los demonios extranjeros y pretendan conquistarlos. Ciertamente Wakanda posee tal capacidad tecnológica que está en condiciones de doblegar a toda la humanidad si así lo quisiera – y el cual termina siendo el objetivo principal de villano – pero prefiere la paz de la soledad. El lacónico príncipe T’Challa (Chadwick Boseman) se ha visto coronado de golpe debido a la súbita muerte de su padre – empardando con los acontecimientos ocurridos durante Capitán América: Guerra Civil -, y no se acostumbra ni al luto ni al trono. Cumpliendo con los ritos de coronación, T’Challa bebe una poción de flores nacidas del vibranium, lo que le hace prácticamente invencible pero, a su vez, le permite viajar al mas allá y contactarse con sus seres queridos. Ahora su misión es atrapar y ajusticiar a Ulysses Klaue (Andy Serkis, que perdiera un brazo en Vengadores: la Era de Ultrón, y ahora tiene un reemplazo multipropósito y super poderoso), quien ha estado robando vibranium desde hace tiempo para venderlo en el mercado negro. El problema es que, en el proceso de captura, T’Challa se topa con Erik Killmonger (Michael B. Jordan), quien no sólo resulta ser su primo sino que tiene una deuda de sangre con su fallecido padre (y, ahora, con su heredero regente). Frases De Cine: un compilado de los mejores dialogos de las peliculas mas famosas de la historia del cine La acción es espectacular como siempre, pero lo que mas impresiona es el aspecto visual, que es sencillamente orgásmico. Las Dora Milaje – el ejército de guerreras que conforma la custodia personal del rey – es una de las cosas mas formidables que jamas haya visto en pantalla, y gracias a la interpretación de Danai Gurira – que exhibe una ferocidad que haría pishar de miedo a las amazonas de la Isla Paraiso – deja una impresión imborrable. A ella se le une Lupita Nyong’o como la osada ex novia de T’Challa, devenida en agente de inteligencia del reino, y la irreverente hermana del rey, Letitia Wright, que tiene el intelecto de un genio y hace la veces de una Q con faldas, proveyendo todo tipo de gadgets al rey. Pero si la disputa por el trono es shakespereana, el tono de los contrincantes es tema viejo y se remota a los albores de los X-Men. Si T’Challa es un Martin Luther King pasivo y aislacionista que solo piensa en la paz de su pueblo, Killmonger es Malcolm X, un tipo que ha vivido en el resto del mundo y que desea las armas de Wakanda para sacar a los morenos de la opresión que han sufrido en todas partes del globo. No es un loco megalómano sino un tipo que desea usar la superioridad wakandiana para borrar las injusticias que ha padecido su raza y, como consecuencia, castigar a los blancos construyendo un imperio wakandiano que se extienda de sol a sol. Sí, es un hombre que ha vivido en el dolor como Erik Lehnsherr y que éste lo ha endurecido hasta el punto de abocar su existencia a la venganza. Si todo es genial en Black Panther, el único punto flaco es Boseman, el cual mantiene un perfil demasiado modesto para la épica que reclama su personaje. Boseman es un gran actor, y en filmes como Marshall es un lujo exhibiendo determinación y honestidad, pero acá termina menoscabado cuando debe compartir pantalla con gente mucho mas carismática. Parte del drama es que el trio de mujeres que lo acompaña, Michael B Jordan y hasta Andy Serkis devoran la pantalla con un gusto que él no demuestra por exhibirse restringido. Puede que le falte asentamiento en el rol – fijense lo que le pasó a Chris Hemsworth con Thor -, o que Coogler deba escribirle un rol mas descollante – hasta el mismo Michael B. Jordan parece una mejor elección para Black Panther que Boseman -. El tiempo dirá si es el hombre adecuado para el papel, ya que aquí llega con lo justo. Black Panther es un gran gran filme. Es inteligente, denso, tiene montones de personajes formidables, una estetica genial y una buena historia. Pero su mayor valor es la reivindicación de la cultura africana, la que se asoma como fascinante. Honestamente, después de ver el filme, salí corriendo a leer en la Wikipedia sobre tribus africanas, ritos, escudos y mascaras, implicando que Black Panther tiene muchisimo mas para ofrecer que una simple aventura pasatista y taquillera.
El Rey (no) León. Pantera negra, film dirigido por Ryan Coogler y el número 18 perteneciente al MCU (universo cinemtográfico de Marvel), sobresale debido a que funciona de manera independiente en relación a otros films de la saga Marvel. Gracias a su elección de contar una historia respetuosa con la cultura africana y construyendo el camino del héroe y sus problemáticas de un modo diferente al ya hartamente acostumbrado, la película brinda un mundo nuevo a descubrir. Sin embargo, no todos son aciertos en la nación imaginaria de Wakanda y a medida que la trama se desarrolla, ya no todo es novedoso y diferente. La historia de T’Challa (Chadwick Boseman), el recientemente coronado rey de Wakanda, se centra en contar y transmitir la difícil tarea que su posición conlleva, no solo como monarca sino también como hombre, como hijo y como hermano. Todo ello es narrado con unos impresionantes escenarios, un diseño de vestuario impecable y una banda sonora que acompaña a la perfección todo lo visto para construir la idiosincrasia de la cultura de Wakanda, lo cual vuelve sumamente placentero el estar ante este mundo, siendo el espectador, con ojos de turista, el que descubre algo nuevo, lugar que dentro de la trama viene a ser ocupado en parte por el agente de la CIA Everett Ross (Martin Freeman). Pero si la historia se observa más de cerca, eliminando toda bella distracción como lo son los aspectos mencionados o las más que impresionantes secuencias de acción (más que nada en su primera mitad), detrás de todo su artilugio audiovisual se revela una suerte de re-adaptación de la fábula El rey león, que a la vez le debe todo a Hamlet de Shakespeare. Y no es que reescribir una historia con otros medios resulte algo negativo, pero en cierta forma termina por quitarle la notoriedad y el aroma novedoso que desprendía en un principio. Una vez entendido, o descubierto, el origen de la historia, lo más interesante es la presencia e intenciones del villano, en esta ocasión no a cargo de un tío malvado, sino del primo, el hijo del tío que fue desterrado y asesinado. Killmonger (Michael B. Jordan) es el típico villano que reclama su posición en el trono, pero al mismo tiempo su búsqueda de reconocimiento se logra entender gracias a su posición perteneciente a las minorías que por tanto tiempo han sufrido la falta de derechos. Killmonger es tanto africano como estadounidense, nativo y extranjero a la vez. Su reclamo de compartir las riquezas tecnológicas de esa nación africana oculta con los más desfavorecidos es un tanto extremo por el peligro que representa armamentísticamente, pero también es entendible desde la búsqueda y el trasfondo del personaje. Es así que, lejos de la amenaza de seres de otros universos o de villanos que buscan sin mucha razón la aniquilación del mundo, Pantera negra cuenta con quien tal vez sea el villano más racional en lo que va de diez años de historia cinematográfica. Es por ello que, si bien en su fórmula de guion y en la totalidad de su ejecución el film pierde fuerzas, cuanto más nos adentramos en la historia y en la exótica región africana, el mismo logra mantenerse un poco a flote gracias a esos aciertos estéticos y argumentales que resplandecen cada tanto —no siempre— al igual que los maravillosos y coloridos atardeceres que se disfrutan en el reino de Simba… perdón, digo de T’Challa. Hasta a Disney le puede pasar.