Ahora que está de moda en hollywood reciclar guiones y hacer reboots, de la mano de J. J. Abrams (Super 8), nos llega Star Trek, en la oscuridad, continuación de aquella Star Trek que nos llegara en 2009 y que recibió tantas críticas positivas por su manera de reinventar una franquicia que se sentía gastada después de la infumable Star Trek Némesis de 2004 (no, estos datos no los saqué de IMDB. También soy fan de Star Trek aunque no sepa hablar klingon ni me sepa todos los nombres de la tripulación del USS Enterprise). Con Chris Pine como el emblemático Capitán Kirk y Zachary Quinto como Spock (de lejos lo más acertado del cast), En la oscuridad nos presenta a John Harrison (un genial Benedict Cumberbatch), integrante de la flota estelar que busca venganza en contra de los altos comandos por un crímen contra su vida (y su "pueblo"). En medio de unos efectos buenos (aunque el 3D no es lo espectacular que se promete), la cinta es una especie de montaña rusa de emociones. Mientras abrimos con una secuencia vertiginosa en un volcán, caemos un poco al tedio de los diálogos. Posteriormente más adrenalina, más diálogos, y así avanzamos la película hasta el acto final. Eso si, hay que decir que en ningún momento se siente tediosa, todo lo contrario, tiene el ritmo justo para mantener al espectador atento, si bien la primera mitad puede llegar a sentirse sin el mismo interés que el final. Ahora que están de moda los viajes en el tiempo, Abrams aprovecha el giro argumental que dio con la primera parte, en 2009, jugando con la posibilidad del espacio-tiempo y abriendo una línea de tiempo alternativa para contar la misma historia de un modo diferente. Si ustedes son fans de la saga desde aquellos lejanos años 80, habrán notado que la película de 2009 tiene muchas semejanzas con aquella de 1979. De igual modo, ésta nueva entrega tiene otras tantas semejanzas con aquella Star Trek II, La ira de Khan. Y no sabemos si fue a modo de homenaje o fue por continuar con el reboot, aunque apostamos por la segunda, pues la mención de "una misión de 5 años" nos refiere directamente a las 3 temporadas de la primera serie. Entonces ¿Es reboot u homenaje?. Cualquiera que haya sido la intención lo logra de una buena manera, haciendo una historia moderna con sus diferencias a aquellas historias (valiéndose, ya dijimos, del recurso espacio tiempo que usó en 2009), y al mismo tiempo un homenaje, volviendo a incluir a Leonard Nimoy en una emblemática escena (lástima que nos falte William Shatner). Como sea, Star Trek en la oscuridad logra ser una buena apuesta en este verano (aunque ya se haya estrenado desde el mes pasado) y sigue siendo del agrado del público para aquellos trekkies de antaño, como para los nuevos adeptos a este universo. Recomendable para los amantes de la ciencia ficción
VideoComentario (ver link).
Uno esperaría que la siguiente frase esté al final de esta crítica, pero en esta ocasión, vamos a cambiar los convencionalismos. Sin lugar a dudas, "Star Trek: Into Darkness" es la mejor película de la franquicia creada por Gene Roddenberry en la década del 60. Esta nueva entrega comienza desde el primer minuto, con una altísima dosis de acción y humor, que se repetirá como fórmula constante a lo largo de sus dos horas. Es muy difícil encontrar en el cine de ciencia ficción una empatía tan fuerte entre la audiencia y lo que pasa en la pantalla. Sin ánimos de generar una rivalidad, ni siquiera "Star Wars" (La Guerra de las Galaxias), logra sentimentalmente vincularse forma tan intensa con el público. Los personajes han estado en la cultura contemporánea durante casi 40 años y por más que el espectador no haya seguido los once títulos anteriores o las series que se transmitieron desde 1966 hasta 2005, está plenamente consciente de los personajes principales. Y en este sentido, la relación más personal que se ve en esta ocasión entre el capitán James T. Kirk y el vulcano Sr. Spock, logra varios guiños y hace aún más íntimo el relato. En 2009, el director J.J. Abrams tuvo la difícil tarea de relanzar la franquicia y lo hizo con gran éxito, convirtiéndose en la entrega más taquillera. Y aunque los más puristas de "Star Trek", han criticado cierta deformación de la historia original, la realidad es que el núcleo central no se perdió. "Into Darkness", nuevamente con Abrams detrás de cámaras, es una explosión visual permanente, con logrados efectos especiales que permiten sumergirse plenamente en la aventura, una banda de sonido que exalta y una alta factura técnica. Y aunque pueda parecer paradójico, a pesar de sufrir fuertes ataques del enemigo, nunca se vio al Enterprise con tanta plenitud. "Star Trek XII" hace honor a "Viaje a las Estrellas II: La furia de Khan" de 1982, y la aparición -nuevamente- de Leonard Nimoy como el original Sr. Spock, suma otro punto extra. Mientras transcurría la película, no podía dejar de pensar que en 2015, se estrenará "Star Wars: Episodio VII". Y a pesar de ser una franquicia ¿completamente? diferente me sentía con la tranquilidad de saber que el reboot de la saga estará en las buenas manos de J.J.
Star Trek 2, en la oscuridad, es una espectacular y apasionante película de vista obligatoria en salas de cine. Y no lleguen tarde que empieza con toda la carne al asador. Suele ocurrir que con algunas películas uno se queda encantado con los efectos visuales pero sale lamentando que la historia no fue muy buena o viceversa, pero en este caso...
Ir adonde ya habíamos ido Nadie va a ir a ver Star Trek: En la oscuridad (Star Trek Into Darkness, 2013) por accidente. Lo harán como fans de la serie original de los ‘60s, o de las 5 películas que se hicieron luego de su cancelación, o de los otros 5 shows que inspiró, o incluso del nuevo canon que arrancó con Star Trek: El Futuro Comienza (2009) bajo la dirección del súper productor J.J. Abrams. En realidad se trata de una “realidad alternativa” creada dentro del mismo canon en la película anterior, vagamente explicada mediante agujeros negros y viajes en el tiempo. Esto permite, por ejemplo, que Leonard Nimoy (el Spock original) continúe apareciendo a la par del nuevo Spock (Zachary Quinto). La primera película gastó mucho de su precioso tiempo estableciendo este escenario que permitía resguardar el sagrado canon trekkie cuando en realidad lo estaba reiniciando con actores más jóvenes, efectos más nuevos y un presupuesto más abundante. La segunda se beneficia de no tener que darle más explicaciones a nadie, aunque intentar verla sin el conocimiento de la primera puede ser un experimento tortuoso. La historia y en particular el recorrido de sus personajes está calcado de la primera película: el lozano capitán James T. Kirk (Chris Pine, blanco como siempre) sigue teniendo problemas de autoridad y el gélido Spock sigue incapaz de dejarse llevar por sus emociones. Cualquier enseñanza que les haya dejado la primera película ha sido borrada y olvidada: han de aprender las mismas lecciones una vez más. La pregunta es cómo y a qué costo. El cómo viene de la mano del nuevo villano, el traidor Harrison (Benedict Cumberbatch, el de la voz meliflua y sepulcral), un acomplejado superhombre cuyos actos de terrorismo remitirán, tarde o temprano, a aquellos del 9/11. Al atacar la federación Starfleet se gana una jurada vendetta personal de Kirk, quien le da caza junto a Spock y compañía a bordo del U.S.S. Enterprise. Le persiguen hasta el sistema Klingon, donde un movimiento en falso podría dar pie a una guerra intergaláctica. Star Trek: En la oscuridad suma puntos cuando trata sobre la camaradería de la tripulación. Eso hacía la serie original, ¿correcto? Hay un triángulo extraño entre Kirk, Spock y Uhura (Zoe Saldaña), aunque la relación más significante de toda la película es sin duda la de Kirk y Spock. Y de vez en cuando entramos en modo aventura, echamos vistazos a algún que otro nuevo mundo y vemos de soslayo una Tierra que ha sido modernizada con toda la inmaculada pompa de Apple. Al contrario, las escenas de acción entran en piloto automático, y son tanto más peor cuando las combinan con la idiota jerga tecnológica que explica poco y significa nada. Repítanme de vuelta, ¿por qué los personajes sólo pueden teletransportarse de vez en cuando y no cuando lo necesitan? No es que Star Trek: En la oscuridad sea una mala película. Es entretenida; probablemente cuanto menos sepa el espectador del universo de Star Trek, menos molestarán las alusiones y referencias chistosas, y más entretenida será. Supera a la primera película por el mero hecho de no verse importunado por la necesidad de introducir nuevamente a su panteón de personajes o explicar a los fans por qué esta versión no es una remake hereje, sino algo más parecido a un spin-off. Y se ve genial. Los efectos 3D están debidamente aplicados. Nomás que la historia es un calco de la anterior, y no hay nada verdaderamente nuevo en la mesa. Esperemos que, si hay una tercera parte, J.J. Abrams o a quien le toque decidan, para variar, ir a donde ningún hombre ha ido antes.
Lo primero que hay que saber antes de leer esta opinión es que, no soy “trekkie” ni he visto todas las “Star Trek” (son 11 si mal no recuerdo), aunque si la serie y recuerdo el disfrute que me provocaba el gran producto creado por Gene Roddenberry a fines de los 60 (3 años, 3 temporadas, 80 capítulos que pueden ver en alguna señal de cable). Ya todos saben que JJ Abrams, el creador de “Lost”, lleva las riendas del asunto desde que se hizo cargo de inyectarle aire a la franquicia en 2009 (facturó internacionalmente casi 260 millones de dólares), así que ya tenemos en sala la segunda entrega de esta nueva etapa de “Viaje a las estrellas” llamada “En la Oscuridad”. Los pruristas, ya saben que esperar de Abrams: respeta el espíritu de la historia, elige no transformar su película en una sucesión de batallas y escenas espectaculares en el espacio, recrea la magia de lo vincular en sus protagonistas y se dedica a edificar una trama de suspenso sólida que permite que el film se disfrute en forma natural. El hombre sabe. Jim Kirk (el mejor trabajo de Chris Pine en mucho tiempo) tiene a su cargo el Enterprise (la legendaria nave que ya todos conocemos) pero en la primera misión que nos presenta, comete errores que lo llevan a perder esa posición. Mientras se define su destino militar, un terrorista, ex miembro de los cuadros especiales de su misma fuerza, ejecuta un sangriento atentado en la Londres del futuro, provocando la alarma de la superioridad. A pesar de que sabemos que ellos tienen una visión no-intervencionista, su comandante Marcus (el regreso de Peter Weller!) acepta reintegrar a la acción a Kirk y encomendarle que viaje a buscar al peligroso asesino a una zona delicada (un error puede derivar en una guerra) y hacerlo pagar por sus crímenes… Así es como nuestro líder reúne a su tropa y parte a buscar a Khan, (Benedict Cumberbatch), sin saber que esa tarea puede deparar el fin de no sólo de su nave sino del planeta Tierra incluso. Hasta aquí, lo que podemos contarles. Si, hay una compleja trama de intereses detrás de esta simple misión que se irán desplegando ante el espectador pausada y armoniosamente. El cast, otra vez, repite el trabajo del 2009: todos están bien, con menciones especiales para Zachary Quinto (nuestro inefable Sr.Spock), Karl Urban (Bones, el doc) y Simon Pegg (como Scotty). Si bien Pine a veces no da el perfil del histórico Kirk de William Shatner, no tiene porqué hacerlo, es un héroe más contemporáneo y por ende, más físico y dubitativo. Pero hay química y la platea lo siente. Abrams es uno de los tipos que mejor cine industrial hace en estos momentos y la peli esta a la altura de la leyenda que aborda, sin dudas. Si están acostumbrados y disfrutan de ver los tanques hollywoodenses en los que cada 4 minutos se destruyen vehículos, derrumban edificios o estallan artefactos, quizás esta “Star Trek” no sea lo suyo. Aquí hay mucha atención en el conflicto, antes que la espectacularidad (que la tiene, pero medida). Eso la hace distintiva. No te agota con su impacto visual, te seduce desde la interacción y el vínculo que los protagonistas presentan y viven. Tener eso en cuenta si deciden internarse en este “Viaje a las estrellas”. Luminosa segunda entrega y larga vida a la saga (vamos en la dirección correcta).
La esperanza es Abrams El buen cine de ciencia ficción o aventuras parece ser una especie de eslabón perdido en estos tiempos. Aquella esencia mágica con la que realizadores como Steven Spielberg, George Lucas y Robert Zemeckis hacían décadas atrás ese tipo de películas resulta casi olvidada, en tanto que esa conjunción entre tópicos como arte y entretenimiento - que supieron materializar en diversas historias - cada vez toman más distancia entre sí. Pero por suerte hay una esperanza: J.J. Abrams. El realizador estadounidense supo como revitalizar esa clase de films demostrando una gran capacidad narrativa a la hora de situar sus creaciones en diversos universos fantásticos, siendo Star Trek y Super 8 un claro ejemplo de esto...
Un Regreso con Mucha Ira A poco menos de dos años que se estrene el Episodio VII de la saga de La Guerra de las Galaxias, Jeffrey Jacob Abrams, sigue demostrando su enorme talento como narrador en la secuela de Star Trek, que viene a ser la secuela de la precuela de la saga original, pero a la vez una especie de remake del film de Nicholas Meyer de 1982, Viaje a las Estrellas II: La Ira de Khan. Es cierto que Abrams ha revitalizado una franquicia que previamente a 2009, solo seguían los fans de la serie, convirtiendo a esta serie creada originalmente por Gene Roddenberry en un producto de culto, que ha fascinado a grandes y chicos durante varias generaciones. Lo cierto es que más allá de la Nueva Generación, creada en los 90s’, Star Trek necesitaba lavarse un poco, adaptarse al siglo XXI y Abrams con su enorme pulso para narrar y su intuición y fanatismo por la ciencia ficción logró convertirla en una obra divertida, que no solo se destaca en el terreno de la ciencia ficción, sino también en la aventura, la acción y el suspenso...
Amigos en el espacio Una vez más, como había pasado en la primera Star Trek que dirigió J.J. Abrams hace ya algunos años, Star Trek: En la Oscuridad empieza con una pequeña secuencia casi aislada que se desarrolla completa antes de que aparezca en pantalla el título de la película. Si en la anterior esa secuencia era la de un parto y una muerte que abrían toda una nueva realidad en el universo de Star Trek (una nueva línea de películas, que estaba iniciando Abrams), en la primera secuencia de esta secuela lo que vemos es (tal vez) menos dramático: se trata de una misión (como cualquier otra) de la nave Enterprise. Hay riesgo, hay peripecias, hay personajes y un planeta (literalmente) coloridos, y hay un final para la aventura. Esta primera secuencia funciona casi como un corto y en realidad parece la versión condensada de lo que podría haber sido un capítulo de la hipotética nueva serie de televisión de esta nueva Star Trek. La diferencia es evidente: si la primera Star Trek de Abrams debía crear un nuevo universo y recrear personajes ya viejos y conocidos, Star Trek: En la Oscuridad trabaja sobre terreno construido. Eso le da una ventaja: no tiene que explicar nada ni recurrir a largos recorridos a través de la vida de sus personajes. Pero también genera un problema: en parte la razón por la que su primera Star Trek había funcionado tan bien era que al quebrar con las películas preexistentes (aunque, obviamente, sin traicionarlas), esta nueva versión para nuevas generaciones podía tomarse unas cuantas libertades y, sobre todo, construir sus personajes frente al espectador. No hacía falta ser un fanático de Star Trek para disfrutar de Star Trek: Abrams le ponía todo el pulso y todo el corazón a sus personajes para que sufriéramos y disfrutáramos con ellos a través de una historia llena de luces y un ritmo sostenido. En cambio, Star Trek: En la Oscuridad tiene más anclas en el pasado y ese peso se siente. No se trata únicamente del hecho de que esta nueva Star Trek remita constantemente a la anterior (fortaleza y debilidad de toda secuela: poder armar sobre lo ya armado, pero a la vez depender de aquello que no está directamente frente al espectador), sino que sorprendentemete esta nueva película remite de una forma importante a todo el universo preexistente de Star Trek: no solo por la aparición de un villano que los trekies ya conocerán, sino fundamentalmente por anclarse en ciertas concepciones generales de la saga que para un espectador nuevo no son tan claras (fundamentalmente, la misión y los valores que representan la Flota Estelar y, por extensión, sus miembros). Hay demasiados datos y un universo demasiado amplio que atraviesan Star Trek: En la Oscuridad y Abrams es suficientemente sabio como para no detenerse a explicarlos. A pesar de todo esto, la gran virtud de la nueva película de Abrams siguen siendo sus personajes. Si en la película anterior la gran protagonista era la acción, que llevaba todo adelante y a través de la cual íbamos descubriendo unos personajes que terminábamos por querer, en esta el centro son los personajes mismos. Esa primera secuencia antes de los títulos marca ya (aunque en el momento no se vea tan claramente) el tema de la película: más que una de ciencia ficción y naves espaciales, Star Trek: En la Oscuridad parece una bromance, una película de amistad masculina atravesada por el humor pero también por una corriente pareja y segura de sentimientos. No hay timidez y no hay dudas: los hombres de Abrams se quieren y lloran (poco) cuando las circunstancias lo requieren. La gran escala de la aventura (bien sostenida) nos permite también temer por los protagonistas; el amor y la muerte campean siempre en esta película.
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"Jamás he sido fan de la serie Star Trek, era muy aburrida", dijo J.J. Abrams hace unos meses en una entrevista para el canal ABC. Sabias palabras con la que puedo identificarme. Lo cierto es que Abrams continúa con éxito su cruzada por ponerle onda a Star Trek, una propuesta que para aquellos que nunca compartimos el fanatismo fervoroso de sus seguidores, representaba hasta no hace mucho tiempo un tedio absoluto. Más allá de la visión fresca del director sobre esta historia y los personajes clásicos el relanzamiento de la franquicia en el cine se vio favorecida por el reparto que armaron y las buena química que se gestó entre los actores. En la última película este elemento me parece que fue un factor clave y contribuyó a que la nueva entrega de Star Trek resulte un decente film pochoclero que se disfruta y cumple con el objetivo de brindar un buen entretenimiento. Abrams básicamente repitió la misma fórmula que utilizó en la producción anterior y logra una correcta fusión entre la pirotecnia visual, el suspenso de la trama y el humor a cargo de Simon Pegg, quien se roba las escenas en las que aparece. A veces ni siquiera habla pero hace un gesto y te hace reír, algo que contribuye a descomprimir un poco la seriedad del conflicto central. También se destaca en esta entrega esa relación de admiración/amor y odio entre Kirk y Spock que supieron construir Chris Pine y Zachary Quinto en el film del 2009 y que acá estuvo más desarrollada. El rol del famoso villano Khan estuvo a cargo de un actorazo como Benedict Cumberbatch, quién actualmente la rompe en la serie de televisión Sherlock, donde encarna al famoso detective inglés. El trabajo de Cumberbatch es bueno pero queda la sensación que no lograron aprovechar más a este artista y al personaje que interpreta que es interesante y tal vez daba para más. Por cierto, no puedo dejar de destacar el regreso de Peter Weller (Robocop) en una producción importante. Ojalá esto le sirva para conseguir más trabajos en Hollywood. Gran actor que hace mucho tiempo no aparecía en los cines. Me quedó la sensación que a la película le sobra media horita que tal vez podían haberla reservado para la versión extendida en dvd. Hacia el final la duración se siente un poco, pero tampoco es nada grave. La verdad que no hay mucho para quejarse. Comparada con películas realmente malas que tuvo Star Trek en el pasado como Insurrection (1998) y Nemesis (2002) esto es el Paraiso y no deja de ser un buen renacimiento para estos personajes en la pantalla grande. Como ocurrió con la entrega anterior, si no sos fan de esta historia el film se disfruta bastante, ya que Abrams entiende bien el concepto de entretenimiento y sabe como capturar la atención de espectador con su narración.
En su segunda incursión en la saga trekkie (ya había dirigido hace cuatro años Star Trek: El futuro comienza ), J.J. Abrams ratifica no sólo su gran capacidad como narrador y su inventiva visual, sino también su comprensión y representación cabal de la filosofía, la ética y los códigos que cimentaron a esta franquicia televisiva y cinematográfica que ya está a punto de cumplir medio siglo de vida (fue creada por Gene Roddenberry en 1966). Realizador de impecables películas de género como Misión: imposible III , Cloverfield: Monstruo y Súper 8 , y creador de series, como Alias, Lost, Alcatraz y Fringe , Abrams ha logrado imponer en sus dos films de Star Trek su estilo y su sello personales sin por eso traicionar el clasicismo, el estilo old-fashioned , el humor irónico de la franquicia y al mismo tiempo exponer las tensiones entre la ética, las reglas y el honor (encarnados, sobre todo, en el personaje mitad humano mitad vulcano de Spock) y la capacidad de improvisar, la tendencia a subvertir las normas y a llevarse por los impulsos y las emociones (el capitán Kirk). El film arranca con una espectacular secuencia a puro vértigo y tensión en el planeta Nibiru con Kirk (Chris Pine) y Bones (Karl Urban) huyendo de la persecución de unos indígenas que quieren masacrarlos, mientras el lugar corre el riesgo de ser arrasado por una erupción volcánica. Ambos personajes y Spock (Zachary Quinto) -que se sumerge en medio de la lava para detener la explosión- se terminan salvando, pero a su regreso son sancionados por no haber seguido los procedimientos del caso. Y ése será el destino de éstos y otros personajes durante las más de dos horas del film. La tripulación de la nave Enterprise será puesta siempre a prueba, deberá tomar decisiones extremas en todo momento, cambiar su estatus de pacíficos exploradores del universo para convertirse en defensores de la Federación frente a una amenaza inesperada, un enemigo interno (un terrorista de inmensa fortaleza física e inteligencia llamado John Harrison), que es capaz de manipular emocionalmente a sus interlocutores, atacar con misiles en el espacio o poner una bomba en el corazón de Londres. En este sentido, Abrams y sus tres guionistas no ahorran referencias políticas que pueden ser leídas con bastante claridad como un cuestionamiento al intervencionismo y el militarismo de las grandes potencias actuales. El director alterna casi siempre con buenos resultados escenas intimistas y los bienvenidos momentos de humor (la relación entre Kirk y Spock, el personaje de Simon Pegg) y la grandilocuencia propia de una saga épica. Otro hallazgo es haber elegido al inglés Benedict Cumberbatch (el Holmes de la serie Sherlock ) como el brillante malvado de turno. En el terreno técnico, cabe destacar que la conversión a 3D hecha en la posproducción luce mucho mejor que en otros casos previos y en ciertas escenas de acción ese cambio de último momento se termina justificando. Así, Abrams sale más que airoso de este nuevo desafío trekkie , a la espera de uno todavía mayor: revivir la saga Star Wars, de George Lucas, ahora en manos de Disney, con el Episodio VII, que llegará en 2015. La espera, seguramente, valdrá la pena.
El cine masivo también puede ser inteligente Con pulso notable y un elenco acorde, el realizador de Lost continúa la reactualización de la saga iniciada con El futuro comienza. Y demuestra que se puede hacer una película de acción que tenga emoción, seso, acción, pensamiento y sentido del espectáculo. Antes que nada, un mea culpa. Por distracción, miopía o un mal día, este crítico no supo en su momento ver la previa Star Trek, el futuro comienza (2009). Con ella, ese nombre clave del cine y la televisión contemporáneos que es J. J. Abrams (creador de Lost) relanzó la saga, que venía en estado letárgico. Una revisión permite, ahora sí, verla: una película magnífica, en la que las mejores tradiciones del relato de aventuras –creación, desarrollo e interés de los personajes, red de interrelaciones, multiplicación de subtramas, acciones y emociones con causas y consecuencias– se combinaban con una utilización fluida y funcional de lo tecno (dentro y fuera de la trama), para dar por resultado lo que a esta altura se extraña como pocas cosas: una película de gran espectáculo que piense, sienta y tenga sentido. Producto del mismo equipo creativo y otra vez con el mismo cast, lo menos que puede decirse de Hacia la oscuridad: Star Trek (inexplicable inversión del original Star Trek Into Darkness) es que replica, una a una, todas las virtudes de la anterior, confirmando a Mr. Abrams como uno de los pocos creadores capaces de poner al día todas las virtudes de “las buenas de antes”: acción, seso, emoción y sentido del espectáculo. Presentados que fueron los personajes en El futuro comienza (sí, ya se sabe que vienen de la serie, pero Abrams y sus coguionistas de confianza se tomaron la libertad de refrescarlos), Hacia la oscuridad hace proliferar, desde el minuto cero, una serie de secuencias culminantes, del modo en que sólo el creador de Lost parece poder hacerlo: con el suficiente savoir faire como para que en lugar de volverse agotador, ese frenesí sirva para multiplicar intensidades. En menos de media hora se presencia el escape de Kirk (Chris Pine) y el Dr. “Bones” (Kart Urban) de unas bestias gigantes, en un planeta selvático, la introducción de Spock (Zachary Quinto) en un volcán en erupción, que amenaza con hacer saltar el planeta en pedazos, y el intento de apagado mediante un “supercubo de hielo” (¡admirable disparate de clase B!). Pero también se asiste a la presentación de un conflicto ético que atravesará la película entera, generando ecos a su paso. Mientras el díscolo Kirk –recuérdese que aquí es un jovencito, a diferencia del maduro William Shatner– desobedece lo que indica el reglamento, exponiendo su vida y la de sus compañeros para salvar la de Spock, éste reconoce que en una situación inversa hubiera dejado librados a su suerte a Kirk o a quien fuera. Oposición clásica entre el muy humano imperio de los sentimientos de uno y la muy vulcánica preponderancia de la razón y la lógica por parte del otro. Clásica y engañosa: en la anterior pudo verse hasta qué punto Spock es capaz de dejarse llevar por sus emociones; aquí se tendrá una nueva confirmación de ello. No hay que olvidar que este Spock hasta puede amar a una mujer. Y qué mujer: en la piel de Uhura, la escultural Zoe Saldaña queda bastante más a la vista que en la de la digitalizada pitufa azul de Avatar. El terreno emocional está preparado. Pero faltan dos elementos clave: la cálida y trágica reaparición del Comandante Pike, padre sustituto del huérfano Kirk (Bruce Greenwood, secundario infalible), y la presentación de la astrofísica Carol, llamada a ser un personaje importante en la vida del donjuanesco capitán de la nave (la rubia Alice Eve). En términos de trama van a desplegarse dos, que sabrán de oportunísimas, precisas vueltas de tuerca. Por un lado, la aparición de un villano con antecedentes, el hiperinteligente Khan (recuérdese Viaje a las estrellas: La ira de Khan, 1982). Con ojitos entrecerrados, mirada de hielo y un arltiano mechón oscuro lloviéndole sobre el ojo, el británico Benedict Cumberbatch le da una temible dimensión. El otro eje argumental lo constituye el encargo que a los tripulantes de la Enterprise hace la Flota Estelar, presidida por el Comandante Marcus (aplaudible reaparición de Peter Weller, a quien los años y las arrugas dan una densidad dramática que en tiempos de Festín desnudo no tenía). Completado con el seleccionado mutiétnico que integran el ingeniero escocés Scotty, que pronuncia como recién salido de Trainspotting (el cómico Simon Pegg), el piloto asiático Sulu (James Cho) y el tripulante ruso Chekov (Anton Yelchin habla como en una de Guerra Fría), el pasaje entero de la Enterprise se dirige hacia el temido planeta de los Klingon, sin saber que les tendieron tremenda cama espacial. Los personajes femeninos tienen un rol activo, los peligros del patrioterismo y el militarismo quedan expuestos, las máximas autoridades resultan no del todo confiables y los toques de humor no escasean: Hacia la oscuridad es una película plenamente contemporánea, no por demagogia, sino por convicción. Estallan planetas, pululan teletransportaciones, Kirk y un compañero salen propulsados como cohetes humanos, abundan clásicos y bellos “ballets espaciales”, se hacen experimentos de hibernación secular y revitalización sanguínea, se pelea con fasers o a trompadas, pero siempre en pos de “descubrir nuevas civilizaciones” y no de conquistarlas. El espíritu de Gene Roddenberry es honrado, el superespectáculo reina sin deshumanizaciones, la ciencia ficción ofrece sus asombros y no hace falta ser un trekkie para disfrutar de todo esto: si algo prueba Hacia la oscuridad es que el cine masivo sigue estando en condiciones de ser popular, inteligente, excitante.
Viaje a otras estrellas El interés por En la oscuridad, Star Trek va más allá del lógico por saber cómo J.J. Abrams retomaba al universo trekkie tras su Star Trek, El futuro comienza, de 2009. Es que el creador de Lost se pondrá al hombro la nueva saga de Star Wars, y En la oscuridad podría dar más que pistas de su estado narrativo. Pues bien, para los que siguieron las sagas en el cine del capitán Kirk y Spock, más que la de TV, En la oscuridad no los defraudará. Como tampoco a los que elevaron a un altar a Abrams por Lost. Esa recurrente y aplaudida extravagancia de jugar con los tiempos y los espacios -nada para Abrams es tan lineal y previsible- sigue al orden del día y, para terminar con Star Wars, es de suponer que con Skywalker y su gente volverá a aprovecharlo y detonarlo. Para Abrams los tripulantes de la Enterprise son como una familia. No es como en Lost, donde en la isla se podía desconfiar de cualquiera. Aquí la solidaridad es la moneda diaria, por más que estemos en el año 2259. Al impulsivo Kirk (un encendido Chris Pine) y el vulcano lógico y atado a las reglas Sr. Spock (un medido pero extraordinario Zachary Quinto) los fusiona la confraternidad, y uno daría la vida por el otro. Con esa y no otra base, Abrams y sus guionistas de siempre armaron una historia de terrorismo interestelar, que -ojo- transcurre mucho en la Tierra. Está visto que el director de Super 8 quiere inquietar a los fans. El malvado Khan -al que Benedict Cumberbatch sabe cómo extraerle en módicos gestos toda su bravura-, que estuvo en uno de los filmes de los ’80, regresa en medio de una probable guerra entre la Flota Estelar y los klingons. No será el único malvado, no habrá una sola vuelta de tuerca y no tiene ningún sentido adelantar nada más de la trama. Abrams se rehusó a utilizar el 3D que le exigía Paramount, porque quería rodar en el formato IMAX. Los dos salieron empatados, ya que la filmó con cámaras IMAX y luego se la traspasó al 3D, con efectos asombrosos. Y allí sigue estando la clave. Las escenas de acción y combate están perfectamente realizadas y logran transmitir la adrenalina que Star Trek necesita. El comienzo de En la oscuridad bien podría ser el de algún nuevo capítulo de Star Wars. Lo mismo algunos movimientos de masas en los hangares... Abrams regala una película disfrutable, y abre la puerta como para ilusionarse.
En la noche más oscura A casi 50 años del inicio de una serie televisiva que luego se convirtió en saga cinematográfica, se acaba de estrenar una versión dirigida por J. J. Abrams, el de Lost. Viaje a las estrellas (Star Trek) empezó en la década del '60 como una serie sin demasiado éxito que sin embargo se transformó luego en un fenómeno que llega hasta la actualidad. Doce largometrajes en total, y varias series posteriores a la original, confirman la vigencia. Sin embargo, con la llegada de un nuevo elenco interpretando a los personajes de la serie original y con J. J. Abrams en la realización, Star Trek parece haber logrado su máximo nivel y salirse de su público cautivo, sus muy fieles fans, para llegar mucho más allá, donde ninguna otra Star Trek había llegado antes. Abrams, creador de series como Lost, y director de grandes películas como Misión: Imposible III y Super 8, es lo que marca la diferencia. Cuando en el año 1979 la serie llegó al cine por primera vez, lo que ofrecía era el poder ver en pantalla grande a la nave Enterprise y la película se ocupaba largo y tendido de ello. Pero con estos nuevos dos films, Abrams apostó a dos cosas: un elenco brillante y espectacular, y la creación (o recreación) de personajes que lograran cautivar a todos los espectadores que nunca se interesaron en Star Trek. Esta característica se veía claramente en Star Trek (2009) y se potencia y llega a su punto más alto en Star Trek 2: En la oscuridad. Todos los personajes son interesantes, todos los actores están bien y, como corresponde, la película tiene un villano memorable interpretado por Benedict Cumberbatch. Los toques de humor funcionan, las escenas de acción son impactantes y el equilibrio entre drama, espectacularidad y emoción. Aunque no hay nada kitsch ni retro en la película, aunque no hay nada disparatado ni absurdo ni clase B, hay que decir que el espíritu de la serie original no es traicionado, sino que es mejorado. Quienes no hayan oído jamás hablar de la serie o quienes sean fanáticos de la misma, disfrutarán de esta película por igual. No hay misterio, hay oficio para lograr esto. No se puede contar nada de la trama por una razón muy simple: estamos frente a uno de los mejores films del año, y cada escena, cada sorpresa, cada acción, valen la pena por sí mismas. A pesar de que muchos creen imaginar cómo será esta película, les digo que está llena de sorpresas, gracias a su extraordinario director y su incomparable elenco.
STAR TREK no supo sostener, en la Argentina, la popularidad de otras sagas de ciencia ficción, ni televisivas ni cinematográficas. En algún momento fue exitosa (la serie comenzó a fines de los años ’60, pleno furor de la ciencia ficción, y en TV le fue bastante bien), pero no logró permanecer como hito de la cultura popular y se volvió una saga de culto casi sólo de fanáticos. Algo de eso queda claro en el título que le han puesto a la película en toda América Latina. El cambio es sutil: originalmente se llama STAR TREK: EN LA OSCURIDAD y acá se la presenta como EN LA OSCURIDAD: STAR TREK. Si habrían podido sacar el STAR TREK de ahí da la impresión que lo hubieran hecho (ver nota sobre el tema aquí). Hay algo entendible en esos reparos, especialmente cuando la saga no es inmensamente popular, ya que se entiende que pocos espectadores están al día con la serie original, las series derivadas, las películas previas (once, en este caso) y todos los materiales que han circulado en sus casi 50 años de existencia. Y queda claro también con la decisión de demorar el estreno local más de tres meses en relación al estadounidense para lanzarla en un mercado menos congestionado por los grandes estrenos previos. star-trek-into-darkness-chris-pine-karl-urbanLo curioso es que STAR TREK es de los mejores tanques del año (la mejor, en mi opinión, después de TITANES DEL PACIFICO), una superproducción hecha por buena parte del equipo que hará la nueva STAR WARS, empezando por su director, J.J. Abrams. Y es una pena que, a juzgar por los resultados del “reboot” de 2009 que dirigió también Abrams (que fue visto por 100.000 personas aquí, cifra ínfima para este tipo de películas), tal vez no vaya a ser del todo apreciada por más público. Sería un error. Es una muy buena película de aventuras. EN LA OSCURIDAD es la segunda parte de la nueva y relanzada saga, funcionando en un universo alterno/paralelo al de la anterior, con casi los mismos personajes pero con nuevas aventuras. Aquí, los problemas comienzan cuando el Capitán Kirk (Chris Pine) es relevado del comando de la U.S.S. Enterprise al desoír una directiva de su programa de exploración y revelar la presencia de la nave en un planeta tecnológicamente primitivo. Lo hace para salvar de una muerte segura a Spock (Zachary Quinto), quien -utilizando su lógica furibunda y extraterrestre- prefería dejarse morir que no cumplir con las reglas. Ese choque entre sensatez y sentimientos, entre corrección y pasión, será el tema que atravesará la película de principio a fin. Enfocado -humanamente hablando- en la relación entre ambos. star_trekHay una especie de ataque terrorista a una sede secreta de la Federación que lleva a reinstalar a Kirk en su cargo y a viajar con su nave a Kronos (el planeta de los Klingon) a liquidar al culpable, que se esconde entre ellos. Esto lo harán cumpliendo las órdenes del Almirante Marcus (Peter “RoboCop” Weller) y aún a riesgo de iniciar una guerra total, ya que los Klingon son los principales enemigos de la raza humana. Si esta situación tiene alguna similitud más que metafórica con cierto bombardeo de un 11 de septiembre y la reacción posterior de ir a cazar al culpable sin importar las víctimas colaterales, tal vez no sea del todo casual. Lo que sucederá después tendrá que ver con las idas y vueltas, las traiciones y engaños de esa captura que Kirk y los suyos hacen del supuesto Agente Hamilton, que finalmente develará ser uno de los clásicos villanos de la saga. Si bien allí los que no lo conocen de antes se perderán algunas referencias, no es demasiado problemático: los villanos se explican la mayor parte de las veces por sí solos. Y, en este caso, interpretado con enorme intensidad por Benedict Cumberbatch (el actor de la serie SHERLOCK y de películas como EL TOPO y CABALLO DE GUERRA), no hace falta mucho background para temerle. Ni para creerle hasta cuando miente. star-trek-into-darknessAlfred Hitchcock solía decir que “cuanto mejor sea el villano mejor será la película” y algo de eso es cierto en STAR TREK, aunque es cierto también que la fuerza del villano puede ser tal que los héroes se vuelvan casi una carga. En esas situaciones, no sólo el villano nos parece más atractivo como personaje, sino que nos cuesta creer que nuestros héroes -con sus dilemas morales- puedan hacerle daño. Pero Abrams logra superar ese escollo confiando en el trabajo en equipo del Enterprise (además de Kirk y Spock están los imbatibles Scotty, Dr. Bones, Uhura, Sulu y el cada vez más ruso Chekov) y en la idea de que la capacidad de saber utilizar los conocimientos y el talento de cada uno es lo que dará buenos resultados. Es una suerte de oda a la profesionalidad, al ingenio y -también- una celebración de la amistad y el sacrificio. Abrams no escatima con las escenas de acción pero, salvo una, casi todas son orgánicas y están narrativamente muy bien ensambladas entre sí. Uno de los combates finales, sin embargo, tiene la misma lógica de “daños colaterales” que la película intenta discutir y que ya es una marca de fábrica de esta temporada de tanques de taquilla, películas que, literalmente, arrasan con todo a su paso, sin importar quién muere en el camino. Hasta ese momento (que, uno imagina, fue puesto para darle un empujón de espectacularidad al filme o para demostrar que Abrams puede hacerse tranquilamente cargo de STAR WARS), la película mantiene sus escenas de acción y suspenso más acotadas a las naves en disputa, con engaños, desperfectos y un esquema hasta similar -en su aparente bajo perfil- al también usado por el coguionista Damon Lindelof en el final de GUERRA MUNDIAL Z. Star-Trek-Into-Darkness-10STAR TREK sigue una lógica también muy 2013 en cuanto a la narración cinematográfica, acumulando todo el desarrollo dramático en la primera mitad del filme para luego soltar la acción en la segunda. Pero a diferencia de, por ejemplo, EL HOMBRE DE ACERO, Abrams logra que esa escalada, si se quiere, armamentista, esté acompañada por situaciones dramáticas lo suficientemente interesantes como para que jamás se nos escape el costo humano de cada acción. La intensidad emotiva de Kirk (un Chris Pine que todavía da demasiado “joven calentón”) se complementa a la perfección con la dualidad de Kirk (excelente Zachary Quinto) a la hora de manejarse respecto a esos impulsos no racionales. La idea de consensuar ambas miradas del mundo puede ser una forma de hablar indirectamente del subtexto político de STAR TREK, tratando de contentar por igual a “halcones” y “palomas”, impulsivos y racionales, humanistas y vengativos. Pero la decisión definitiva de los tripulantes de la nave está más cerca de la misión pacifista y exploradora de los orígenes de la serie creada por Gene Rodenberry (los ’60 y su discurso contra la guerra de Vietnam) que de la más belicosa y revanchista que parece haber triunfado en la actualidad, tanto en la política internacional como en el cine. Pregúntenle si no a ese tal Clark Kent…
Esta secuela mantiene el altísimo nivel de la primera entrega, redoblando incluso la apuesta con una estética mas sombria, que se aleja muchísimo del concepto original de la serie original con William Shatner y Leonard Nimoy. J.J. Abrams vuelve a sorprendernos con su pericia detrás de cámaras, logrando escenas de alto impacto visual, una estética espacial sorprendente, y un manejo del suspenso y la acción, que parece provenir del cine de genero mas clásico. Un enorme aperitivo mientras esperamos la nueva Star Wars que el creador de Lost, ya esta preparando.
Adonde otros estuvieron antes La Enterprise arranca de nuevo, para explorar nuevos mundos y civilizaciones. Con el capitán Kirk al mando, y el ¿fiel? Spock a su lado, se adentra en la más pura aventura, esquivando la filosofía y cualquier atisbo de profundidad que los fanáticos de la serie pretendan encontrar. No todo es lo que parece en la Federación y un viejo enemigo regresa para buscar venganza. Una de las consecuencias es que Kirk se expone ante su propia soberbia. El impetuoso capitán debe lidiar además con una crisis de confianza sobre su primer oficial, Spock, quien también lucha por hallar un equilibrio entre su ser humano y su ser vulcano. Lógica versus emoción, eterno dilema. El ritmo del relato es trepidante, avanza hacia la acción y la espectacularidad sin fisuras. El guión es apenas una excusa, tiene la coherencia justa, no sin algún arrebato; nada importante que se interponga en el objetivo: entretener con calidad. Los protagonistas ya se muestran cómodos en sus roles, convincentes y a la altura de los clásicos de la serie. No faltan los destellos característicos del director en la fotografía, ni los guiños para los trekkers, quienes tal vez tengan reparos con esta franquicia dirigida al público más variado.
Antes de cruzarse de vereda y dirigir el nuevo film de Star Wars, J.J. Abrams vuelve a probar suerte en el universo trekkie y sale airoso una vez más, aunque sin la frescura de la primera parte. Al infinito y más allá Es muy difícil contar la trama del film sin arruinar algunas cuentas sorpresas, céreamente que cuento menos sepan más lo van a disfrutar, pero igualmente aquí vamos: Son tiempo difíciles para la Federación. Un poderoso enemigo que parece surgido de la misma organización está causando terror y poniendo a la flota de rodillas. Para detenerlo, el Capitán Kirk y su tripulación deberán viajar e un peligroso planeta con órdenes directas de eliminarlo. Comenzará así una cacería humana a través del espacio que pondrá a prueba no solo la lealtad de toda la tripulación del Enterprise, sino que también de la Federación. Eramos toda la novedad No es ninguna originalidad decir que Abrams es un gran narrador de historias. Sus films suelen ser siempre prolijos y bien contados a pesar de tener algunos excesos de sentimentalismo o mostrar más de la cuenta (¡Si, te estoy hablando a vos Súper 8!). Más allá de eso el querido J.J. hizo un gran trabajo presentando Star Trek a las nuevas generaciones y también dejando felices a los viejos fanáticos en el intento (o al menos a parte de ellos). A los que disfrutaron de la primera Star Trek de Abrams les traigo una buena y una mala noticia. La buena: esta secuela es similar a la primera. La mala: esta secuela es similar a la primera. Si, la buena y la mala noticia son la misma, y quedará a criterio del espectador y sus expectativas el disfrute de este film. Mientras que el primer intento de Abrams resultó una bocanada de aire fresco en lo que parecía una franquicia ya casi acabada, con las últimas películas de la saga recaudando muy poco dinero en taquilla y yendo directo a video en nuestro país, esta secuela llega con algunas sorpresas en su trama pero con poco que la diferencie de su antecesora. Quizás este sea el único punto criticable del film ya que sobresale en todos en cada uno de los aspectos que uno espera de una superproducción de esta índole. Los efectos especiales son de última tecnología, las escenas de acción son espectaculares y tanto las actuaciones como el guión son por demás de aceptables. Abrams junto a sus guionistas de cabecera Roberto Orci, Alex Kurtzman y Damon Lindelof, construyen la trama de tal manera que se darán unas cuentas revelaciones a lo largo del relato y aunque algunas de ellas quizás no dejen contento a los viejos trekkies (fanáticos de Star Trek), de seguro los nuevos esperadores disfrutarán y se sorprenderán con ellas. Star Trek En la Oscuridad se ve sumamente beneficiada por su villano, quien es quizás uno de los mejores malos que vimos en el cine de acción y aventuras desde que Heath Ledger interpretó a El Guasón. La fantástica actuación del británico Benedict Cumberbatch (Sherlock) va casi de la mano con un personaje lleno de matices, brillantemente escrito y a quien le toca recitar mucho de los mejores diálogos de la película. Cumberbatch se las arregla para “robarse” muchas de las escenas que comparte con el Capitán Kirk (Chris Pine) o Spock (Zachary Quinto). Nunca falta esa cuota de humor en la película de Abrams y obviamente Star Trek no es la acepción. Chris Pine y Zachary Quinto le sacan el mayor redito a estas bromas gracias al excelente timing que hay entre ambos y aprovechando al máximo esa relación que evoca casi a un matrimonio entre Kirk y Spock. Ser o no ser 3D La película llega a nuestras salas con la opción de ser vista tanto en 2D como en 3D. La versión que tuve la oportunidad de ver fue en tres dimensiones y déjeme decirles que no quedé del todo contento con el resultado. Para empezar no soy un fanático del formato, sobre todo cuando la película se filma para ser estrenada en 2D pero el estudio (a pesar de la negación del director) decide hacer una conversión a 3D, tal como ocurrió en este caso. Abrams no planeo la película para que sea vista en tres dimensiones y eso está claro desde a la forma en que decidió filmarla. Muchos movimientos de cámara rápidos, mucha cámara en mano y muchos objetos que se cruzan ante nuestros ojos. No va a llevar mucho tiempo para que algunos espectadores comiencen a experimentar algunos dolores de cabeza. Dicho esto también cabe destacar que en algunas (pocas) escenas en particular, sobre todo en las que hay mucha profundidad de campo o las que transcurren en el espacio, la nueva dimensión le agrega un poco de espectacularidad a la imagen. Queda en ustedes de qué manera prefieren apreciarla. Conclusión Aunque Star Trek en la Oscuridad guarda muchas similitudes con la primera película, está lejos de ser un mal film. Abrams entrega una vez más una película por demás de entretenida, con excelentes escenas de acción y efectos especiales de primera línea. El guión guarda suficientes giros y sorpresas para mantenernos enganchados y las actuaciones son de lo mejor que podemos esperar en un film como este. Viejos trekkies, vayan con cuidado, Abrams y compañía nuevamente se tomaron algunas libertades.
Gran reelaboración de la saga Star Trek Luego de renovar la saga de "Viaje a las estrellas" con su original precuela "Star Trek: el futuro comienza", el director J.J. Abrams ahora logra hacer otra muy buena película, a pesar de no contar con elementos novedosos para describir los primeros pasos de los tripulantes del Enterprise cuando apenas estaban saliendo de la Academia espacial. Ya habiendo ubicando temporalmente a los personajes años antes de su historia oficial es decir, la de la serie original de fines de la década de 1960- pero esta vez definitivamente fuera de la escuela de cadetes, Abrams se siente libre para reelaborar a gusto cualquier odisea espacial que enfrente la impulsividad del Capitán Kirk con la lógica vulcana de Spock. Con muy buen ojo para elegir el material adecuado, el argumento de "Star Trek: En la oscuridad" apunta a volver a las fuentes de lo mejor de la serie y, sobre todo, la que podria ser considerada como la mejor película de la saga, "Viaje a las estrellas 2 : la ira de Kahn", dirigida por Nicholas Meyer en 1982. Aquel segundo largometraje volvía al vengativo personaje de Kahn siempre con Ricardo Montalban- años después de la acción narrada en el show televisivo, y ahora la producción número 12 de "Star Trek" para la pantalla grande revela detalles previos de esta historia que, por lo visto, aún daba para más. Las revelaciones sobre los verdaderos orígenes de la ira de Kahn permite armar un gran homenaje a todos los elementos clásicos de "Star Trek", empezando por la siempre tensa pero inquebrantable y emotiva amistad entre Kirk y Spock, puesta a prueba desde el imperdible prólogo en un planeta de vegetación púrpura y palidos nativos primitivos a punto de ser borrados del universo por una explosión volcánica. Las increíbles imágenes de esta secuencia explotan en un 3D especialmente creativo y contundente dado que Abrams eligió filmar todo en formato IMAX para luego adaptarlño al sistema digital tridimensional método inédito hasta el momento, y probablemente sólo posible dado el impresionante presupuesto de la producción-. Se entiende lo imposible de mantener el nivel del prólogo. Sin embargo, las más de dos horas de película incluyen un puñado de secuencias con el mismo impacto visual, alternados con momentos destinados a homenajear con humor, pero tambien auténtico aprecio, a cada elemento de esta mitología de la cultura pop creada en el siglo pasado por Gene Roddenberry. Aún más que en la precuela anterior, Chris Pine se convierte en un exacto Capitán Kirk joven, mientras que el Spock de Zachary Quinto esta vez realmente convence en el papel que inmortalizó a Leonard Nimoy (que hace uno de sus típicos cameos). Lo mismo todos los actores que conforman una convincente tripulación juvenil del Enterprise. Eso sí, nadie que recuerde al antiguo iracundo Kahn a cargo de Montalban podria relacionarlo con el mucho menos carismático Benedict Cumberbatch. En cambi
Star Trek Into Darkness llega a los cines argentinos con un retraso de tres meses respecto a una importante cantidad de mercados en los que ya se estrenó. Una demora tan pronunciada para un tanque de Hollywood –los lanzamientos para películas de semejante magnitud suelen ser en simultáneo, una semana después o incluso días antes-, quizás se explique por la búsqueda de una mejor suerte en la taquilla nacional, ya que de haberse presentado en mayo habría perdido espectadores frente a otros films como Iron Man 3 o Rápidos y Furiosos 6, lo mismo que de haberlo hecho más tarde hubiese tenido dificultades en encontrar salas por las vacaciones de invierno y así sufrir el desaire que tuvo la gran Titanes del Pacífico. En lo que es una absoluta suposición, creo que el motivo tiene que ver con algo más profundo que engloba las dudas de la distribuidora acerca del posible desempeño en la venta de entradas: Viaje a las Estrellas no tiene tanto predominio en el público local. En Estados Unidos, Star Trek es comparable con Star Wars y si bien la Argentina debe tener su importante cuota de trekkies, la saga creada por George Lucas tiene una llegada ampliamente superior a la de la otra. Esas 106 mil personas que fueron a ver la primera parte están lejos de los números que hoy se esperarían y, lamentablemente, no le hacen justicia al trabajo de J.J. Abrams para con la franquicia. En su acercamiento a la serie que comenzó en los años '60, el creador de Lost ha logrado ofrecer sólidas apuestas de ciencia ficción capaces de encontrar afinidad de parte del público fanático de la versión original así como de aquellos que no conocieron a Spock y a Kirk hasta recién en el 2009. Dentro de un género al que ha ayudado a instalar una vez más –desde la pantalla chica con su revolucionario programa, así como en el cine con la primera parte de esta saga o Super 8-, En la Oscuridad: Star Trek tiene la llave del éxito en su mezcla de acción y aventuras intergalácticas que en ningún momento abruma –a pesar de sus 132 minutos que no pesan-, sino que se desenvuelve como una progresión natural que no pierde el ritmo en un perfecto balance con sus elementos dramáticos. Para ser justos con la verdad, Into Darkness se percibe en varios aspectos como una repetición de la fórmula de la primera. Más allá de lo anecdótico de los lens flares de Abrams que ya son su marca registrada, hay puntos argumentales de contacto con la anterior, como son la motivación del villano que busca vengarse, el recurso al Spock de Leonard Nimoy o los problemas con la autoridad de Kirk (Chris Pine) y sus consecuencias a raíz de la intervención del Spock de Zachary Quinto, que llevan a considerar que tras haber abierto con fuerza el campo del Universo en la primera parte –con la destrucción de planetas y la rasgadura misma del tiempo/espacio-, tanto el director como los guionistas Roberto Orci, Alex Kurtzman y Damon Lindelof eligieron jugar sobre seguro. Esta falta de riesgos es difícil de detectar, no obstante, por la avasallante presencia de John Harrison -un Benedict Cumberbatch brillante-, un personaje intimidante desde lo físico y lo intelectual, impávido, frío como la muerte y de una voz grave capaz de quebrar todo lo que la Flota Estelar representa. El némesis moviliza a los protagonistas de una forma totalmente diferente a la que lo hacía Nero (Eric Bana), que a fin de cuentas era un enemigo formidable pero que no tenía incidencia en las relaciones entre los tripulantes del Enterprise, sino que más bien los ponía a prueba frente a sus superiores. Harrison, por el otro lado, afecta al núcleo de la nave. Le habla a Kirk de la familia y sus valores, se muestra como un espejo del descorazonado Spock y amenaza con romper el vínculo que une al grupo. Por eso esta es una película más centrada en el capitán y su primer oficial a bordo, lo que genera que si bien el resto del equipo tenga su participación, esta sea más bien secundaria. Con su secuela, J.J. Abrams puso el foco en los personajes y en su desarrollo. Hay mucho trabajo en materia de emociones y el vínculo profundo que hace que las remeras rojas, amarillas o celestes sean diferencias mínimas para lo que en realidad es una familia que todavía tiene mucho por recorrer. La oscuridad que el título propone es sincera, real y común a todos. ¿Qué no haría uno por su familia?
"Nunca el universo de Star Trek se vio tan real y cercano como ahora. La mejor película de la franquicia hasta el momento". Escuchá el comentario. (ver link).
Muy disfrutable capítulo con notable aprovechamiento del 3D Se puede disfrutar “En la oscuridad: Star Trek” (“Star Trek into Darkness”) aún no siendo un experto en la saga e incluso sin haber visto la mayoría de las doce películas hasta ahora filmadas. Pero si se desea ahondar en la temática que comenzó como una serie de TV, creada por Gene Roddenderry en 1966, puede ser útil consultar la muy rica página www.startrek.com La primera de las películas fue dirigida por Robert Wise (“Amor sin barreras”) en un ya lejano 1979 y los personajes del Capitán Kirk y Spock eran interpretados respectivamente por Leonard Nimoy y William Shatner. Por esas curiosidades de la vida ambos nacieron en marzo de 1931 con apenas cuatro días de diferencia y en su momento dirigieron algún episodio y aparecen a veces (sobre todo Nimoy) en los últimos capítulos de la serie. J.J.Abrams (“Misión imposible III”, “Super 8”, la serie “Lost”) ya había dirigido en el 2009 el episodio anterior al que ahora se estrena y que era en verdad también una precuela a la serie televisiva de Roddenderry. Chris Pine y Zachary Quinto son quienes interpretan al dúo Kirk-Spock y lo hacen con mucha desenvoltura acompañados por un elenco sin fallas. Son dignas de mención las interpretaciones de Karl Urban (Bones), Zoe Saldana (Uhura), los más veteranos Simon Pegg (Scotty), Bruce Weller (Marcus) y el canadiense Bruce Greenwood (Pike) e incluso del aún no muy conocido actor inglés Benedict Cumberbatch en el rol de Khan y de su compatriota Alice Eve (Carol). Abrams muestra gran pericia en la dirección de actores y en el ritmo que imprime a la acción logrando superar las dos horas de metraje sin distraer la atención del espectador. El uso del 3D, un elemento novedoso en la serie Star Trek, es un componente decisivo en esta oportunidad ya que es aprovechado al máximo. Esto no sólo ocurre cuando objetos de los más diversos parecen que van impactar en uno sino, y sobre todo, cuando “vuelan” cerca del espectador partículas de todo tipo (cenizas, polvillo, esquirlas, etc.). Los aspectos técnicos está cuidados al máximo empezando por la música de Michael Giacchino, que por momentos tiene un ritmo de jazz muy bien aplicado a una de las locaciones centrales de la acción, una Nueva York del futuro. La fotografía y las imágenes de edificios gigantescos y medios de locomoción, muy a menudo aéreos, son otro prodigio de la técnica digital. Entre tanto modernismo Abrams muestra un San Francisco del futuro donde milagrosamente aparece un tranvía igual al que viene circulando desde hace muchas décadas para delicia de los turistas. La historia en este nuevo capítulo recupera a la clásica nave espacial Enterprise, conducida por el capitán Kirk y Spock, enfrentándose con el malvado Khan. La extensa secuencia inicial en una selva de un planeta poblado por feroces salvajes y con un volcán a punto de entrar en erupción constituye por si sola una muestra de la riqueza que muestran los guionistas de otro capítulo de una serie que seguramente tendrá continuidad en el futuro para delicia de los muy fanáticos y de otros que no lo son tanto como este cronista.
La Enterprise corre riesgos Es la doceava entrega de la saga de los "60, que el gran público conoció por televisión, como "Star Trek", la serie creada por Gene Roddenberry. La historia simple puede ser captada por los que no conocen ni la original ni las posteriores, porque simplemente es la eterna lucha de los "muy buenos" contra los "muy malos". La diferencia es que sucede intergalácticamente con toda la parafernalia tecnológica disponible en estos momentos. Mientras el bueno del capitán de la Enterprise, James Kirk (Chris Pine), proyecta nuevas exploraciones por rincones lejanos del Universo, se produce un incidente grave, la Flota es atacada en su base londinense, el problema es que el enemigo está adentro de la misma Flota Estelar. La única solución es dirigirse al planeta Klingon y llegar posteriormente a la Bahía de San Francisco. ENEMIGOS NATURALES Pero el manejo de los Klingon, enemigos naturales, va a requerir una actitud especial porque puede traer problemas futuros a nivel interestelar. Es ahí cuando aparece el malo de turno, un tal John Harrison, que se parece más a un villano de series de James Bond que de Star Trek, pero que paradójicamente la moderniza bastante. Entre lucha y lucha, también reaparece el preferido de la saga, el joven doctor Spock (Zachary Quinto), ese híbrido encantador de orejas grandes, que nació de un habitante de Vulcano y un humano con la total incapacidad de mentir (imaginar los problemas que esto le trae) y un férreo concepto ético. AMISTAD Y ALGO MAS Más allá de las luchas, los enfrentamientos intergalácticos, esta versión da un lugar especial a la amistad y al sentimiento en general y refuerza el concepto general de un mundo integrado, donde semejantes y diferentes puedan convivir en armonía. La novedad del 3D, el diseño de una Nueva York con reminiscencias de filmes como "Metrópolis" y "Blade Runner", más el querido Vulcano y la increíble aparición de Leon Nimoy, el original Spock de los 60, con más de ochenta años, pero bien conservado por la magia de la virtualidad son las mayores sorpresas de esta versión. El inglés Benedict Cumberbatch de voz nocturnal, Chris Pine y Zachary Quinto, son algunas de las atracciones de "En la oscuridad: Star Trek 3D", que, reiteramos, puede atraer no sólo a fans de la saga por su nuevo acercamiento a esta realidad de terrorismo y violencia, contrarrestado por la importancia de las emociones y la amistad.
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"J J" había hecho un gran trabajo con este renacimiento de Star Trek. Y acá totalmente consolidado hace lo que tiene que hacer cualquier secuela de algo... ir directo a los bifes. Filmada de una manera tan refinada y con una gran belleza en cada toma, el director logra hacer una gran obra de una buena historia de aventuras. Dejemos de lado todo el peso de Star Trek que puede ahuyentar a algún desprevenido que cree que no será de su interés. Star Trek 2 en la oscuridad es un peliculón de aventuras y acción que merece ser visto. Mucho influyó seguramente el Imax, donde la película se luce y mucho. El 3D es algo que se nota mucho al comienzo, y toda la sala se correrá para evitar el flechazo que va directo al cerebro, pero luego ya es parte de la película o uno se olvida porque hay más cosas para destacar. Quizás se hace un poquitín larga. Tiene las cosas clásicas de JJ en cuanto a las líneas azules, y al manejo de zooms en tomas de acción a la distancia. El elenco está muy bien dentro de lo que son sus personajes ya definidos, pero el que se luce es el malo: brillante por su actitud y sus gestos. Aplaudo estar Star Trek 2 y ojalá mucha gente a verla, no por aumentar a un grupo de fans... simplemente para dejar en claro que esto es lo que hay que hacer con una buena historia: una gran película y eso hay que apoyarlo.
Viajar al espacio ya colonizado. En 2009, el estreno de la secuela, precuela y reinicio Star Trek - El futuro comienza hizo que el entonces ajeno J.J. Abrams (más conocido por su rol como productor de hits televisivos como Lost y Alias) matara dos pájaros de un tiro, entregando un origen que atraía a las audiencias masivas, pero que al mismo tiempo complacía a los fieles seguidores de las historias de la tripulación de la nave Enterprise (e incluso se ataba a la continuidad previa). Ahora, todo el equipo vuelve en Star Trek: En La Oscuridad (Star Trek Into Darkness, 2013), una odisea espacial que mantiene la energía y la aventura del film predecesor, a pesar de algunos percances serios a la hora de explorar nuevos territorios. Arrancando con una vibrante misión que no hubiera quedado fuera de lugar en la serie de los años sesenta, la película reintroduce el choque entre la decisión apasionada de Kirk (Chris Pine) y el pensamiento lógico de Spock (Zachary Quinto), durante una situación en la cual el último corre riesgo al quedar atrapado en un volcán mientras trata de salvar un planeta lejano. El vulcano se prepara para abrazar la muerte, pero el capitán lo salva, al costo de revelarse a una civilización primitiva, romper las reglas de Starfleet y perder su posición. Sin embargo, eso queda al costado cuando un misterioso terrorista (Benedict Cumberbatch, de Sherlock, luciendo su gran presencia en un personaje muy cercano al Hannibal Lecter de Anthony Hopkins) atenta contra los cuarteles de la flota espacial, acabando con casi toda la cadena de mando. Tras descubrir la locación del atacante en el territorio enemigo de los klingons, los exploradores son armados por el almirante Marcus (Peter Weller) para ir y tomar venganza, sin importar las consecuencias. Pero cuando el culpable de la tragedia resulta ser más de lo que parece, las traiciones, conspiraciones y revelaciones pondrán en peligro al mundo de 2259. Todo está balanceado a través del ojo de Abrams, quien mezcla con ritmo y facilidad la química del elenco (casi una familia, a esta altura) en sus escenas íntimas sobre sacrificio y tradición, con la astucia e invención de las escenas de acción, pasando de persecuciones a través de tierra, aire y el cosmos a batallas de buques, phasers y puños. Es realmente remarcable la habilidad del realizador de Misión Imposible 3 y Super 8, que domina la un universo en el punto medio entre el idealismo tecnológico de ayer y hoy, como enseña el estilo retrofuturista de la producción, acompañado por excelentes efectos especiales e incluso un buen uso del 3D. Este film es prueba suficiente de que J.J. está listo para cruzar la vereda a su mayor desafío, que será el próximo episodio de la saga Star Wars, en 2015. Además, hay un pequeño lugar para un mensaje en línea con las ideas expresadas hace casi 50 años por Gene Roddenberry, esta vez manejando claras críticas al manejo de la política intervencionista occidental de los últimos tiempos (es curioso como frases clásicas como “las necesidades de la mayoría tienen más peso que las necesidades de los pocos” se pueden volver más siniestras por el contexto actual), que se alinean con lo tocado previamente este año en Iron Man 3. Si bien en ambos casos el mensaje no entra en profundidad, son interesantes muestras del cine comercial post-11/9. Por desgracia, no todo el recorrido es placentero, debido a la insistencia de los verdaderos enemigo que desafiaron la calidad del primer film: los guionistas. Ahora que Roberto Orci y Alex Kurtzman (Transformers) usaron el relato de origen, no saben que hacer, y no ayuda que se les sume Damon Lindelof, responsable en las polémicas Prometeo, Guerra Mundial Z y el final de Lost. Por un lado, la mayoría de los personajes originales son olvidados: excepto por las idas y vueltas de los camaradas Kirk y Spock (que repiten sus arcos del film anterior; uno es demasiado inmaduro, y el otro tiene problemas con su lado humano), y por la asistencia cómica de Scotty (un estupendo Simon Pegg) y Bones (el siempre subestimado Karl Urban), el equipo queda en el fondo; las mujeres -Zoe Saldana como Uhura y Alice Eve- están casi pintadas a la escenografía. Por otra parte, la construcción del misterio central (esa gran debilidad de Abrams) y del inescapable guiño lleva a una inmensa cantidad de inconsistencias y errores dentro y fuera de la historia, que plagan la mente horas después de que uno sale del cine. Y todo esto lleva a la peor parte de la película, de la cual no se puede deslizar mucho sin entrar al terreno de los grandes spoilers. De todas formas, basta con plantear unas preguntas: ¿para qué meterse en tantos problemas con crear un nuevo comienzo del universo conocido, cuando van a tirar todo por la borda por forzar a un personaje clásico de la mitología trekkie (cuya identidad revelada es insustancial para los que no vieron los films, e inconsistente para los que sí conocen su iracunda personalidad) y calcar escenas de hace tres décadas? ¿Es este el futuro de la franquicia, el modelo de la vieja banda que sólo saca álbums de grandes éxitos reversionados, una y otra vez? Es esta frustración la que invade el final del film, que se pasa en destrucción sin sentido y vueltas tan predecibles como seguras. Después de todo, es cierto lo que cantó alguna vez Anthony Kiedis: “El espacio puede ser la frontera final / Pero está filmado en un sótano de Hollywood”. Pero aún a pesar de toda la pereza disfrazada de homenaje, es imposible resistir el encanto que el equipo de Star Trek: En La Oscuridad entrega. Sólo esperemos que, la próxima vez, los creativos se atrevan a ir donde nadie fue antes.
La ira de Khan A unos 5 años del lanzamiento de Star Trek: El Futuro Comienza (Star Trek), J.J. Abrams retomo la saga que él mismo revitalizó para seguir con Star Trek: En la Oscuridad (Star Trek Into Darkness) una película que sigue demasiado en la línea de la anterior presentando solo algunas pequeñas diferencias que la convierten en un producto superior en varios sentidos, pero en una propuesta menos "sorpresiva" que su predecesora. En esta oportunidad Kirk (Chris Pine) y Spock (Zachary Quinto) deberán proteger al universo del poderoso y malvado Khan (Benedict Cumberbatch), un despechado agente superhumano que trabajó en el pasado para la Confederación. Será esta misión la que pondrá a prueba su amistad y su capacidad de mando a bordo de la tripulación de la Enterprise. J.J. Abrams, que de cine sabe muchísimo, vuelve a abrir una película con una gran secuencia que dará el puntapié inicial al desarrollo de la trama. Ya en Misión: Imposible III, su debut en la dirección, ponía en jaque a Ethan Hunt con la captura de él y Julia. En Súper 8, hasta ahora su mejor película, comenzaba con una autentica y brillante demostración de lenguaje cinematográfico con el accidente fuera de plano de la madre de Joe. Abriendo la primera entrega de esta franquicia desarrollaba una espectacular escena de acción donde el padre de Kirk da la vida por su tripulación y donde de paso dejaba entrever el poderío armamentístico del enemigo. Ahora en Star Trek: En la Oscuridad se dedica a narrar otra larga secuencia de acción que será la encargada de desencadenar el foco de conflicto del film, que vendría a ser la maduración de la amistad/enfrentamiento entre Kirk y Spock. Obvio que la oposición no será interna entre ellos, cómo si lo era en la primera parte más allá de tener a Eric Bana como villano, sino que acá encontraremos al malvado Khan como la máxima amenaza pero para vencerlo el capitán y el primer oficial de la Enterprise deberán más que nunca poner su ingenio y sus opuestas capacidades al servicio de un mismo fin. Star Trek: En la Oscuridad presenta por momentos algunos focos de conflicto y desarrollos que se asemejan a su predecesora teniendo como ejemplo más resonante la motivación de su villano. Inevitablemente llevado por la antinomia de personalidades de sus figuras volverá a enfrentar las personalidades (de un lado la lógica y del otro la rebeldía y la pasión) de sus personajes principales pero ahora conseguirá elevar ese conflicto lo elevará a otro nivel. Este debate es el verdadero motor de la película. El tiempo pasó y Kirk y Spock son buenos amigos. Ya no hay una búsqueda de "quien la tiene más grande" sino que ahora los conflictos entre ellos son meramente ideológicos, generando un desarrollo mucho más rico e interesante de sus psicologías. Este nuevo horizonte presentado sirve como parámetro para entender que la primera sentó las bases y esta segunda parte se encargó de comenzar a edificar y fortalecer la relación. Chris Pine retorna para interpretar a Kirk con esa desfachatez con la que brilló en la primera parte y Zachary Quinto vuelve a ser el Spock de la gente. Ese ser cuya mente vive en una continua disputa interno que acá encuentra una faceta irónica muy bien aprovechada para varios one liners cómicos. El crack de Simon Pegg y el todo terreno de Karl Urban son nuevamente los comic reliefs encargados de alivianar la historia, mientras que completando el reparto tenemos al inglés de voz omnipresente Benedict Cumberbatch en el rol del villano principal. Cumberbatch da el salto a las grandes ligas con una brillante performance cargada de intensidad, frialdad, ira e inteligencia. Su villano es totalmente temible y su capacidad de poner en peligro a todo el universo termina siendo terriblemente sentible. Son la solvencia narrativa y la espectacularidad puesta en favor de la historia aportada por J.J. Abrams, la puja de personalidades encarnada por Chris Pine y Zachary Quinto y la tangible ira de Benedict Cumberbatch lo que hacen de Star Trek: En la Oscuridad una secuela a la altura de su anterior exponente.
Buenas noticias para los fans de Viaje a las estrellas, también conocidos como "trekies". La saga sigue en manos de J.J. Abrams y el director volvió a hacerlo bien. Muy bien. Tan bien, que le asignaron el próximo capítulo de otra exitosa saga espacial: La guerra de las galaxias, que saldría al ruedo dentro de dos años. Pero no es momento del viajar al futuro en esa dirección, sino en la que quiere esta nueva entrega de las aventuras del capitán Kirk y su tripulación. Un Kirk cuyo coraje y rebeldía -generalmente reprendida por sus superiores-, un día le sirve para salvar otra vez al planeta Tierra. En esta oportunidad, será enfrentando a otro humano, un experimento genético que acaba de salir del congelamiento y quiere tomar venganza. Un enemigo de cuidado porque es más inteligente y fuerte, y porque juega con el peligro inminente de desatar una temible guerra entre nuestra raza y los klingons, los peores vecinos de la galaxia. Qué decir del filme. Primero, que sus realizadores han sintetizado lo espectacular y lo dramático en un solo átomo. La película hace durante más de dos horas un camino vertiginoso que en una curva roza el romance, luego entre en un túnel de acción cuerpo a cuerpo, más tarde asoma a la superficie para volar en imágenes catástrofe, y unos minutos más tarde está otra vez jugando con las ideas del espectador acerca de la moral, la amistad o el sacrificio por el prójimo. El torbellino exige alta concentración para no perder el hilo de la historia, y ese puede ser un pequeño defecto, pero es tanto lo que el filme ofrece a otros niveles que puede pasárselo por alto sin ningún problema. Y es que, sobre todo, Star Trek: En la oscuridad, brinda algo que no se siente a menudo en el cine y que se llama mística. El filme de Abrams se salpica con ella, al explotarla con el dedo como si fuera pompas de jabón. Otro punto a favor es que su contenido violento es bastante bajo, lo cual la emparenta un poco más con la serie original de Viaje a las estrellas, que se caracterizaba por su mensaje humanista. Más bien, la acción está generada por métodos más genuinos, y como ejemplo puede citarse la excelente secuencia en la que Kirk y su adversario Khan, circunstancialmente aliados, atraviesan a toda velocidad el espacio exterior, lanzados de una nave a otra, con la necesidad de acertar en una escotilla de tamaño reducido, mientras el espectador sabe que eso es virtualmente imposible. Espectáculo con mayúsculas. Modelo de astucia para contar una historia. Hollywood en su máxima expresión. Producto de la industria de esos que hacen honor a la palabra "tanque", y unen lo que la crítica divide.
Convicciones Hay una secuencia de En la oscuridad: Star Trek que es maravillosa. En ella, dos personajes tienen que saltar de una nave a otra, en medio del espacio y a varios metros de distancia, atravesar una atmósfera cargada de basura espacial e ingresar por una puertita así de chiquita. La escena tiene mucho vértigo y gran tensión, porque el objetivo de los personajes parece a simple vista imposible. Claro, si uno piensa dos segundos la escena, resulta inverosímil, improbable, aún dentro del verosímil que propone la película. Pero hay algo que no muchas veces aparece en el cine, y que hace posible lo imposible: convicción. Convicción de los personajes, convicción del director en proponer algo irreal de la forma más rigurosa posible y convicción de los actores por hacer de eso algo totalmente lógico (parece una pavada y puro maquillaje de efectos especiales, pero trate de ver una película de acción mal actuada y luego nos cuenta). Es, claro, como el transitar del ilusionista: primero creerse el cuento, para que los otros lo crean. Más o menos, aquello que nos enseñaba Atrápame si puedes, de Steven Spielberg. Si bien en el cine de J.J. Abrams no parecen haber demasiados rasgos autorales, sí hay que decir que algo que se repite película tras película es la convicción de sus personajes y la que evidencia a la hora de narrar sus cuentos. Devolverle la vida a una franquicia muerta como la de Star Trek es, sin dudas, su mayor acto de arrojo. Hay sí rasgos estéticos que comparten sus películas -esos flashes azules que atraviesan sus ágiles y excitantes paneos horizontales- y hasta una cuestión ética en devolverle al cine de entretenimiento masivo la inteligencia perdida durante años (en este marco, Súper 8 sería su gran película personal). Pero, como decíamos, no parece haber un tema común. Es más, si hasta parece un director que hace películas por encargo, uno de esos artesanos sin personalidad que se esconden detrás de mecanismos perfectos de entretenimiento. Pero ahí están, a la vista, las convicciones: del Ethan Hunt de Misión: Imposible 3, a los chicos de Súper 8 y pasando por la tripulación de ambas Star Trek. Convicciones por una forma de ver el mundo y de enfrentar las adversidades. Sobre todo eso, enfrentar las adversidades. Lo que sobresale en esta segunda parte de la saga galáctica, En la oscuridad, es el carácter de los profesionales que integran la tripulación de la Enterprise. Presentados los personajes en el primer -y mucho más complejo, interesante y emotivo- film, aquí se los suelta a una aventura concreta. Si hasta parece un capítulo de la serie, pero estirado a 132 minutos (sí, la película dura más de dos horas diez minutos que se pasan volando -literalmente-). Cada uno de ellos tiene una naturaleza y un modo de ver el mundo, lo particular es que extrañamente no se los juzga: el conflicto central es el de siempre, la búsqueda de lógica vulcana y pragmática de Spock contra lo intuitivo y más humano de Kirk. Y cada uno, a su manera, demostrará que lo más preciso es una presencia balanceada de ambos métodos. Tal vez en algunos aspectos En la oscuridad repita algunos temas de El futuro comienza, pero cuando aquella era más elaborada argumentalmente, esta opta por la acción directa: y eso redunda en que las emociones de los personajes se transmitan mucho más por medio de la acción y la actitud (si hasta filma la escena de amistad masculina más gay de la historia del cine mainstream). El film es una tensa línea argumental que envuelve a los protagonistas en inteligentes giros narrativos como vórtices que van chupando la acción y la tiran hacia adelante. En lo central, En la oscuridad: Star Trek es una de acción con intrusión de ciencia ficción: la pericia técnica para lograrlo es envidiable, Abrams es un tipo que viene de la televisión y ha demostrado estar a la altura de lo que demanda una aventura en pantalla ancha, el equipo de guionistas de lujo que trabaja siempre con el realizador (Orci, Kurtzman y Lindelof) depura y depura el material hasta construir un entretenimiento sólido y sin fisuras, y la música de Michael Giacchino demuestra que sigue siendo el mejor orquestador de la actualidad en Hollywood. Si a todo esto le sumamos, entonces, una historia con reminiscencias políticas fuertes, que sostiene un humanismo coherente con el material original, que tiene uno de los mejores villanos en años, que sabe cómo jugar con la iconografía de la serie sin dejar afuera a los neófitos de Star Trek como quien suscribe y que nunca confunde ritmo con velocidad ni acción con ruido chirriante, estamos entonces ante un claro ejemplo del Hollywood ese que nos gusta apreciar. Ese que, con convicción, nos marca el norte de cómo debe ser un entretenimiento que respete al público. Abrams parece ser un tipo que se adapta fácilmente a los materiales que le toca abordar y que aporta su punto de vista personal, sin querer estar por encima de la obra. A esta altura, hay que decirlo, difícilmente haga una mala película. Y esto es así porque su obra proviene de la convicción de querer contar algo que valga la pena, de una manera siempre rigurosa y libre a la vez. En sus manos, sin dudas, el futuro de Star Wars está más que seguro.
Al infinito... ¡y más allá! El capitán Kirk recupera el mando de la nave Enterprise para llegar hasta un planeta ubicado en los dominios de los klingons, donde se refugia un terrorista infiltrado que amenaza a toda la Flota Imperial. Tiene la orden de ultimarlo, pero los hechos sufrirán un giro inesperado. La nave Enterprise y su heterogénea tripulación han prestado durante décadas el marco ideal para desarrollar las más afiebradas aventuras, en las que parece no haber límite para la fantasía. Los capítulos de la serie televisiva (que acá se veían en las pantallas en blanco y negro del viejo Canal 10) hicieron las delicias de generaciones de espectadores y contribuyeron a crear una legión de fanáticos familiarizados con la mezcla de aventura, humor, ironía, acción y fantasía que son la marca de fábrica de un verdadero clásico del entretenimiento. Le cabe a J.J. Abrams el mérito de haber relanzado la franquicia después de años de olvido. Con este título, el director confirma que el rumbo elegido es el correcto porque entrega una película divertida, ágil, entretenida y magníficamente narrada; por supuesto que los seguidores de la serie tendrán motivos para disfrutar casi de cada fotograma; pero hay que advertir que aún aquellos que no conozcan a los personajes estarán en condiciones de pasar más de dos horas a puro entretenimiento y diversión. Párrafo aparte para el aprovechamiento expresivo de las posibilidades técnicas del sistema 3D (al cual Abrams se había negado en el rodaje y que se agregó en la post producción). Es una de las películas de aventuras y de acción en la que las tres dimensiones agregan elementos de interés a cada una de las tomas, y no sólo en las escenas de acción. Uno de los principales aciertos de Abrams está en la elección del elenco. Chris Pine y Zachary Quinto (Kirk y Spock) parecen haber nacido para reencarnar a los personajes centrales y consiguen el milagro de que el espectador no extrañe sino que evoque a los inolvidables William Shatner y Leonard Nimoy (este último, con una emocionante participación). También Simon Pegg (Scotty, el mago de la sala de máquinas), Karl Urban (Bones, el médico) y Zoe Saldana (la inquietante teniente Uhura) cubren con alta calificación sus personajes. La película dura un poco más de dos horas, durante las cuales se alternan escenas de acción (magníficamente realizadas) con diálogos tensos, dramáticos o francamente humorísticos. El final deja abierta la promesa de una nueva entrega, y es mérito de este nuevo capítulo el hecho de que el espectador palpite desde ya el próximo encuentro. Es que el público se entrega incondicionalmente al imperativo del entrañable Buzz Lightyear en "Toy Story": "al infinito... ¡y más allá!".
La épica continúa El intrépido capitán Kirk está de regreso y recargado. El director J.J. Abrams volvió a ponerse al frente de esta segunda precuela sobre la legendaria creación de ciencia ficción que pronto cumplirá 50 años. Parte del atractivo se apoya en la pareja protagónica que funciona como el clásico dúo de una película de compañeros (buddy movies). Al arrojo de Kirk (“No se lo que debo hacer; sólo sé lo que puedo hacer”) se opone el escrupuloso y metódico Spock. Juntos, y guiados con el dinamismo de la dirección de Abrams, la esperada continuación vuelve a la pantalla grande cuatro años después de “Star Trek. El futuro comienza”. En aquella ocasión Kirk se enteraba del legado de su padre y ahora tiene la oportunidad de mostrar cuánto aprendió sobre sus obligaciones en la Enterprise y más allá. Ahora el enemigo -un siniestro personaje que juega al terrorismo con los métodos brutales y conocidos, interpretado por el inglés Benedict Cumberbatch, actor de “El Hobbit” y protagonista de la serie “Sherlock”- está en casa. Abrams, que supo generar una legión de admiradores con “Lost”, pero que también sorprendió con “Misión Imposible III” y sobre todo con la originalidad vintage de “Super 8”, despliega una eficaz imaginería visual y su buen criterio para administrar el suspenso y la acción. Todo sin perder el buen gusto de subrayar, en medio de la crisis galáctica de un futuro incierto, la supervivencia de los viejos valores.
NO ESTAMOS SOLOS EN EL UNIVERSO Felipe Quiroga Advertencia: En esta crítica se revelan detalles del argumento Aún con todos sus aciertos, STAR TREK (2009) se preocupaba demasiado por poner a los personajes en el lugar que les correspondía, lo que daba lugar a situaciones algo forzadas y a prestarle poca atención al desarrollo del villano. En EN LA OSCURIDAD - STAR TREK (STAR TREK INTO DARKNESS, 2013), Kirk (un carismático Chris Pine) y su tripulación ya pueden vivir sus aventuras sin el lastre de la necesaria presentación. La evolución de los personajes continúa, claro, pero en forma más orgánica a la trama, lo que da lugar a la aparición de un enemigo mucho más complejo y ambiguo, con motivaciones parecidas a las que llevan a actuar a Kirk para proteger a sus seres queridos. ¿Quién es este misterioso nuevo enemigo? ¡Se acabaron las especulaciones! Es Khan (interpretado en forma brillante por Benedict Cumberbatch), quien comete violentos actos terroristas contra la Flota Estelar convirtiéndose así en un hombre buscado. Kirk será quien lidere una misión para encontrar al villano y hacerlo pagar por sus crímenes, aunque eso lo obligue a viajar al territorio de los klingon y a provocar una posible guerra. A partir de allí, la trama revelará varios secretos que remiten al pasado de la franquicia pero sin caer nunca en los homenajes obvios. Entre los puntos fuertes de esta secuela se encuentra la composición de Cumberbatch, que se convierte así en una gran adición a la saga: Khan mata y destruye, pero lo hace para defender a los suyos. Sin duda, esta ambigüedad es parte de lo que hace interesante al personaje. Obviamente, hay ciertas referencias a STAR TREK 2: THE WRATH OF KHAN (1982) pero modificando algunos detalles para recordarnos que estamos en un universo paralelo y que el film no se trata de un simple reboot de la franquicia. Lo interesante es la manera en que Abrams juega con ese fan-service: aquí, por ejemplo, quien muere es Kirk en vez de Spock, un cambio que seguro debe haber sorprendido a varios. Chris Pine y Zachary Quinto (Spock) también brindan buenas actuaciones y, como en la película anterior, parecen divertirse con sus papeles. Ambos se muestran cómodos en sus personajes y en los respectivos caminos que éstos siguen: al final del film anterior, Kirk había logrado su objetivo de convertirse en capitán. Pero, más de allá de lo sucedido, era un título vacío que contrastaba con su personalidad rebelde y despreocupada: ahora, Kirk debe demostrarle a los suyos (y a sí mismo) que tiene lo que hace falta para convertirse en capitán, que está dispuesto a darlo todo por sus seres queridos (el famoso "the needs of the many..."). Claro que su sacrifico queda algo diluido con su tonta resurrección al final, pero al menos se nota que hay un crecimiento. Si EN LA OSCURIDAD - STAR TREK funciona, mucho tiene que ver la mano del director, JJ Abrams, que sabe cómo trasladar a la pantalla los aprietos en los que el argumento pone a la tripulación de la Enterprise. Desde la persecución en el colorido y salvaje planeta al inicio del film hasta el vertiginoso combate cuerpo a cuerpo entre Spcok y Khan, toda la película está cargada con secuencias emocionantes que nos hacen temer por el destino de nuestros héroes y que aprovechan de forma muy satisfactoria el uso del 3D. Hay que destacar la brillante secuencia del salto de Kirk y Khan por el espacio y el momento en el que la Enterprise cae hacia la Tierra, obligando a los personajes a sufrir los cambios en la gravedad que sufre la destruida nave. El guión suma unos cuantos momentos humorísticos al darle más participación a Scotty (Simon Pegg) pero falla en otorgarle sustancia a personajes nuevos, como Carol (Alice Eve) y el Almirante Marcus (Peter Weller). EN LA OSCURIDAD - STAR TREK logra equilibrar grandes secuencias de efectos especiales con los momentos más íntimos entre los personajes. Al explorar las relaciones entre estos compañeros de vuelo convertidos en familia, el film nos dice que si tenemos que enfrentar a la oscuridad, ya sea la del espacio o la que puede surgir de adentro de nosotros mismos, lo mejor es hacerlo junto a alguien.
Como ya expuso y quedo claro en la muy buena película producida por el “gran” Steven Spielberg “Súper 8” (2011), J.J.Abrams sabe que ser discípulo del Rey Midas del cine trae sus dividendos. En este sentido, y en este camino, hasta podría superar al maestro, tanto en la facturación que produzcan sus productos, refrendado en la primera que realizó de esta serie "Star Trek, el Futuro Comienza" (2009), como en relación a ser un gran contador de historias. Posee en su bagaje todos los elementos constituyentes del hálito juguetón del cine, imaginería visual, algo así como la conjunción de la ingeniería puesta al servicio de la fantasía, incluyendo al arte y la fotografía en una danza clásica, sentido del uso de la banda de sonido, y contemporáneamente establecer de forma empática la relación con los espectadores, sumado la pericia de estampar enigmas. El problema (acá es más de uno), es que también cae en la trampa de recurrir al golpe bajo para fomentar sentimientos, como asimismo intentar generar varias de las incógnitas, plantarlas en este texto sin dar cuenta que están develadas “a priori” por el sólo hecho de ser en si mismo una “precuela”. Posiblemente su seguridad en cuanto a la estructura narrativa y el manejo de los tiempos para el relato, incluyendo todo el arsenal cinematográfico que tiene a su disposición, termine por retornarle como un boomerang, no desde el como contar, que de eso sabe y mucho, sino del “que” incluir o no en su construcción, combinada con la no menos numerosas provisión de municiones que hagan efecto sólo en el corazón de los seguidores de la franquicia. (Suena a negocio y en parte lo es) Un paquete con un muy buen envoltorio, léase efectos especiales, montaje cuasi perfecto, guión con algunos guiños humorísticos, parece una redundancia, y el malvado de turno, Khan (Benedict Cumberbatch), lo mejor del filme, de perfecta performance más que adecuada arquitectura o progresión del personaje y poco más dedicado casi exclusivamente a sus fanáticos. La historia actual se agradece el respeto a la linealidad temporal del relato, comienza cuando luego de una arriesgada jugada realizada por el capitán Kirk, con el fin de rescatar al señor Spock, su “amigo” (a confesión de partes relevo de pruebas), en la que puso en riesgo a toda la tripulación y al “Enterprise” mismo, es convocado a regresar a casa. En ese retorno tropiezan con un enemigo que es el icono mismo del terror, surgido desde la propia organización (¿Alegoría a Bin Laden? No lo creo) ha detonado a la flota y todo lo que ella representa, dejando al planeta Tierra en un estado de crisis y desvalimiento. Ya instalado como un objetivo personal claro, el bueno de Kirk liderará la cacería por capturar a un “hombre” que es en si mismo un arma de destrucción masiva. (¿Mel Gibson en “Arma Mortal 1987 ? No, tampoco). Mientras nuestros protagonistas son impulsados a un heroico juego de ajedrez en donde la vida y la muerte son sus únicas proyecciones posibles, al mismo tiempo que las lealtades se ponen en evidencia y riesgo sumidos por variables como el amor, la amistad, el deber, lo correcto, las reglas, sacrificios que comprometerán al ser asumidos por la tripulación toda, que se terminan de constituir en la única familia del capitán Kirk. Todas las escenas, principalmente las de acción, son de una manufactura impecable, primero seducen desde lo visual para luego atrapar al espectador desde lo vertiginoso. Lo que sucede es que las vueltas de tuerca del texto son previsibles y las consecuencias sabidas, por lo que la intriga no funciona y eso hace que aparezca como redundante, por ende extendido innecesariamente, lo que implica que por momentos, y solo momentos, aburre. Por supuesto que el entretenimiento, per se, está asegurado, cumple y al mismo tiempo demuestra que se puede hacer un producto m´ss allá de esas cuestiones, que no nos manipule como espectadores de hacernos sentir unos minusválidos intelectuales. Eso sí, estate seguro que cuando se termino el pochocho te sentís lleno, pero no alimentado.
Aventuras en el espacio multióptico Visto el paisaje crítico, hay varios periodistas que disfrutan al revelar detalles fundamentales, que provocaron resentimiento entre lectores/espectadores. ¡Pero es que tienen razón! ¿Dónde radica la sapiencia del que refiere si se detiene en la develación de misterios? En fin, una pena. Salvado un primer párrafo de discordia, hay que decir que En la oscuridad: Star Trek está muy bien. Porque asume el carácter de nuevo capítulo fílmico y porque remite al vínculo televisivo de origen. Televisión que es también lugar relacional con el hacer del realizador J.J. Abrams: Lost, Fringe, Person of Interest, Alcatraz, entre otras series. En ellas, el quiebre o la duplicación temporal como lugar coincidente, si no desde la ciencia ficción y los mundos paralelos, sí desde la paranoia espía o los flashbacks vueltos flashforwards y viceversa. En esta manera identitaria se inscribe también el nuevo universo Star Trek, ya plasmado de manera genética en el episodio primero y su replicación espaciotemporal, ahora con una profundidad mayor, que remite aún más a la serie de origen, como espejo sobre el que se mira, se reconoce y se distancia. En este sentido, Abrams produce un prisma multióptico, que va y viene entre los capítulos de los años '60, las películas previas y el desarrollo actual. Entre los límites que los distinguirían es donde se tejen miradas cómplices, guiños, transgresiones, trucos dramáticos. En este sentido, cualquiera de los personajes de Star Trek puede ser remitido a lo que era, a lo que es, a lo que podrá ser. Puesto que entre versión y versión algo se pierde, algo se gana, será posible entonces ver a Spock actuar como nunca antes --es él la imagenespejo mayor, capaz de verse a sí mismo, viejo o joven, todo depende desde dónde-, o ver a Kirk más desaforado que de costumbre. El inicio es nodal: con la ley como lugar de encuentro y desencuentro, de obediencia y desobediencia; los personajes se cuestionan y desgarran, de cara a un planteo que tendrá ramificaciones mayores. Dentro y fuera de la ley, explorador o soldado, patriota o terrorista. Todo esto está dando vueltas en la nueva Star Trek, con un ingenio lo suficientemente hábil como para lograr dislocar los lugares acostumbrados y alterar el tablero de juego. Capaz, por eso, de lograr una de las recreaciones más directas del 11S pero sin la cursilería discursiva habitual. El terrorista, claro, es peligroso. Y necesario. Allí la dualidad. Y allí otra vez la puesta en escena de imágenes espejadas, con las que Abrams gusta pensar sus tramas. Si Spock puede mirarse a sí mismo (Zachary Quinto/Leonard Nimoy), Kirk y el misterioso John Harrison (Chris Pine/Benedict Cumberbatch), así como los mandos superiores que encarnan Bruce Greenwood y el gran Peter Weller, son otras de las variaciones de anverso/reverso con las que se construye el film.
Un viaje placentero J.J. Abrams vuelve a sembrar interés a partir de una secuela que no decepciona ni pierde el hilo en ningún momento. Star Trek 2: en la oscuridad sabe comprar al espectador otorgándole unas buenas dosis de entretenimiento pochoclero y un guión prolijo sin demasiados baches. La cinta nos mete de lleno en una verdadera aventura con excelentes tintes de ciencia ficción; clásicos y bastante vistos, pero que se muestran en sintonía con el transcurso del relato. Resulta importante destacar el hecho de que esta última entrega no tiene nada que envidiarle a la edición anterior e, incluso, hasta la supera en muchos factores. La historia, a diferencia de lo que viene sucediendo últimamente con muchos films del género, acierta en la escala y en el grado de entusiasmo que ocasiona: el ritmo se condice con el nivel de atención que suscita en el público, llevando la marcha por sí solo ascendentemente y sin plancharse en el desarrollo de la proyección. El reparto también ayuda a sumar unos cuantos puntitos al score; si bien Chris Pine sabe dirigir la batuta encarnando a un firme y a la vez atolondrado Capitán Kirk en la toma de decisiones, quienes se roban la película son Zachary Quinto y Benedict Cumberbatch, en ese orden. Quien ofició de joven cerebrito en Margin Call en esta oportunidad enlaza a través de la extraordinaria personificación de Spock, acertando en la frialdad, sinceridad y expresando, valga la paradoja, la inexpresividad del vulcano. Por otra parte, el protagonista de la gran serie Sherlock, es el encargado de impartir momentos de tensión e incertidumbre desde la interpretación del villano Khan. Cumplidora, entretenida y bien construida, Star Trek 2: en la oscuridad supera la expectativa y logra con su cometido, tanto en lo técnico (efectos, filmación) como en la trama. LO MEJOR: Quinto, Cumberbatch, la calidad del film. Aventurera, no aburre. LO PEOR: le sobran unos minutos. Algunas que otras exageraciones en ciertas resoluciones. PUNTAJE: 8,2
Star Trek Into Darkness, una saga próspera y de larga vida gracias a J.J. Abrams Tomó un buen tiempo para tenernos acá hablando de una historia que está próxima a cumplir media década desde su existencia. Star Trek, conocida como la prima hermana, menos famosa de Star Wars, por su largo periodo de transiciones logró generar un séquito de fanáticos, denominados trekkies/trekkers, que estuvieron desde siempre enamorados de aquellas primeras historias, aventuras (1966) del Capitán Kirk y su mano derecha, Spock. Aún cuando tenemos muchas más historias protagonizadas por estos personajes, que de Han Solo y Luke, la serie nunca alcanzó un éxito uniforme fuera de Estados Unidos, por lo que siempre fue una serie de culto, con iconos bastante reconocibles. No fue hasta hace unos 6, 5 años atrás que J.J. Abrams, famoso productor de series como Lost y Alias, decide reciclar la historia de Star Trek y llevar al cine una nueva película (la número once), que comenzaba desde cero, pero con algunos guiños a lo que ya se conocía. Abrams fue claro cuando dijo que no veía la serie porque lo aburría, por lo cual decidió que ya no debería ser así. La película resultó ser un bypass para la franquicia, que no aspiraba a abrir nuevas puertas y generar nuevos seguidores, sino afianzar a los que ya tenía y modernizar fielmente su historia, de forma tal, que ya no resultara ‘aburrida’ para el público común y corriente, gracias a su particular forma de hablar, tanto en la pantalla chica como en la grande. En Star Trek: Into Darkness (Star Trek: En la oscuridad), J.J. alza la barra que se auto-impuso con su primera misión en la Enterprise e indaga aún más en historias claves de la serie, ahondando en sus personajes (particularmente en Kirk y Spock) para mostrar al público viejo, y por qué no a uno nuevo, qué fue lo que enamoró de estos personajes. Si Star Trek ha sobrevivido por tantos años, ha sido porque siempre tuvo la capacidad de abrazar el cambio, siempre manteniendo conexiones con lo que ya se vio. J.J. y Damon Lindelof no hacen caso omiso a esto en ninguna de las dos películas, encontrando la forma de atar todo el universo que ya existe dentro de diez películas y cinco series, siendo en parte Leonard Nimoy, uno de los elementos que conecta pasado, presente y futuro, tanto en la película del 2009, como en Into Darkness. Algunos trekkies podrán decir que la lavada de cara que Abrams le da a Star Trek, la distancia del resto del material porque posee mucha más acción y aventura, además ciertas construcciones de los personajes poseen incoherencias y errores históricos, que se pueden pasar fácilmente por alto dado los resultados. Es decir, el público no fanático no va a notar nada de esto, pero el que sí lo es, no le dará gran importancia (no debería) dado a que Into Darkness en una película que no deja cabo suelto y que no permite poner en duda su calidad, tanto cinematográfica, como narrativa. ¿Por qué? La historia no es rebuscada y Abrams salta de planeta en planeta como si fuero lo más normal del mundo, y hace quedarnos en una nave por más de treinta minutos sin sentir claustrofobia. El guión da los detalles justos y necesarios, y se permite hacer guiños constantes a la película en la que se basa (La Ira de …, 1982) sin que quede como algo raro y fuera de contexto. Into Darkness comienza poco después finalizada la película del 2009, con Kirk como Capitán de la tripulación de la U.S.S. Enterprise y Spock como su primer oficial. Ambos son culpados por romper la Primera Directiva de la Federación y son relevados de su cargo. Londres sufre un ataque terrorista por manos del Comandante John ‘guiño guiño’ Harrinson (Benedict Cumberbatch), quien le declara la guerra a la Federación, por lo que Spock y Kirk vuelven a sus puestos y son enviados a capturarlo a Klingon, un planeta en el que desprecian los humanos y poner un pie sobre él significa guerra. Que la película sea llevadera en varios aspectos, tiene que ver con que J.J. sabe elegir a sus actores. En Into Darkness se ve mucho de porqué Kirk y Spock son tan unidos y se complementan. Kirk es un capitán joven, testarudo e impulsivo, que decide salvar a Spock de ser asesinado por la erupción de un volcán, porque sabe que el vulcaniano nunca haría nada para romper las reglas de la Federación, dado que su raza se guía solo por la razón, aún cuando eso le cueste su vida. Chris Pine madura junto a Kirk, y ambos demuestran que tienen mucho carisma en lo que hacen. Zachary Quinto le brinda una solemnidad única a un Spock que evoluciona, entendiendo los orígenes de su naturaleza, mitad humana, mitad vulcana. Intensa es la palabra que describe la actuación de Cumberbatch, quien realmente asusta con tan solo hablar y como nunca mejor dicho, mata con la mirada. Para aligerar la carga emocional que tiene esta aventura de Star Trek, nunca sobra Simon Pegg, en su papel de Scotty o Karl Urban, como el doctor Bones y Anton Yelchin como Chekov. Una lástima que esta vez Sulu (John Cho) no tenga mayor relevancia en la historia. Difícil de admitir y creer, pero el 3D, aún cuando se realizó en post producción, está muy bien logrado y como pocas veces da esa experiencia extra para la cual fue creado el efecto. Star Trek Into Darkness debería complacer a la mayoría de los aficionados al cine ya sean que fans confesos de Star Trek o no. Y así, la lista de logros de J.J. Abrams en su odisea por Star Trek, dan las razones necesarias de porqué él es EL hombre indicado para traer nuevamente Star Wars al cine y crear las expectativas de que va a ser algo digno de ver. Live long and prosper, J.J.
Decisiones difíciles J.J. Abrams lo hizo de nuevo, como decía una vieja canción de Britney Spears. En 2009, cuando estrenó su primera película sobre “Star Trek”, en estas páginas decíamos que había remozado la franquicia aportándole una estética propia de “Star Wars”: estructura narrativa con primera aventura, nudo central y escena de condecoración con final abierto; estética general (batallas, nuevas razas) similares a las de las precuelas. También que con la idea de rasgar el tejido del espacio-tiempo le permitía generar una nueva realidad alternativa, y así salirse del canon que las series y las películas había creado (sobre todo con la multiplicación de series y la saga de películas posteriores a la VI, que metieron a los Borgs en el medio y cruzaron a envejecidos protagonistas con las estrellas de “La Nueva Generación”. Y que probablemente todo esto había sido un desafío a los trekkies (fanáticos talibanes de la serie). Quizás todo eso le valió a Abrams la designación de Disney (nueva propietaria de la franquicia) para dirigir el Episodio VII de “Star Wars” (algo que supuestamente no quería, porque prefería ser espectador... hasta que aceptó). En simultáneo con este dato, estrenó “Star Trek: en la oscuridad”, en la que vuelve a poner en juego los mismos condimentos, pero suma nuevos extremos: por un lado, los trekkies están contentos con que la trama tenga algunos giros que la acercan a las películas gloriosas (I a VI): una intriga que pone en peligro la relación con el imperio Klingon, Sulu haciendo de capitán (como Chekhov en “Star Trek VI: Aquel país desconocido”), y la aparición de Khan como villano en la segunda de la saga (como en “Star Trek II: La ira de Khan”). Además, la nueva aparición de Leonard Nimoy como el viejo Spock del futuro alterno, esta vez como consultor, refuerza la entidad de la saga clásica, sin perjuicio de la recanonización de la franquicia. Así que la amistad con los fans está garantizada: de yapa, unos buenos diálogos en klingon, saludito vulcano y metáforas malas del doctor McCoy son como un condimento a la cosa. Por otro lado, avanzó sobre algo que no se vio mucho en la saga: la Tierra del futuro, con sus arquitectura anacrónica, o al menos ecléctica en la combinación arquitectónica (que de todos modos es más creíble que una Tierra hecha de nuevo, salvo que haya habido una hecatombe nuclear, como en todas las Neo Tokio del animé). Con todo esto, Abrams logra inteligentemente la síntesis entre la lealtad al mito y un sabor actual: lejos estamos de la inocencia de los tiempos en los que Gene Roddenberry pensó los viajes de la USS Enterprise... Nada es lo que parece En cuanto a la historia, empieza con una intervención del Enterprise en salvar una civilización primitiva de un volcán, algo que arriesga la vida de Spock, lo que lleva a que Kirk lo salve dejando que los pobladores vean la nave y empiecen a venerarla (un guiño para los paleoufólogos herederos de Däniken). Esto viola la Primera Directriz (en realidad, lo primero tampoco estaba bien) y redunda en un castigo para los dos: Spock va como segundo oficial de otro capitán, y Kirk queda como segundo del almirante Pike, su mentor. Un atentado motorizado por un agente llamado Harrison hace que los capitanes y segundos oficiales de las naves cercanas se reúnan; en tanto, Kirk advierte que ése era el verdadero plan: reunirlos a todos para matarlos, y aunque se da cuenta tarde, logra poner en fuga a Harrison, no antes de matar a varios, incluyendo a Pike. De vuelta como capitán por muerte de su superior, recibe la misión de perseguir al terrorista... que está en Kronos, mundo madre de los Klingon. Ahí empieza la verdadera misión, que implicará descubrir imposturas varias, elegir sacrificios, luchar por salvaciones y mostrar cuánto se quieren estos amigos tan diferentes. Héroes de ahora Es interesante cómo los personajes crecen y se modernizan: el galán Chris Pine le pone el cuerpo a un James Tiberius Kirk festivo, insubordinado y mujeriego (esas chicas con cola...); Zachary Quinto está muy bien en su Spock, con su transición del contenido vulcano a la “explosión” que vivirá; Zoë Saldana como Nyota Uhura se reposiciona como el tercer personaje en discordia, por encima del doctor Leonard “Bones” McCoy (que igual tiene unos momentos humorísticos, en los que Karl Urban se puede lucir tanto como DeForest Kelley): a estas alturas, es lógico que entre tres protagonistas haya una chica (¿ley de cupo?), y mejor si es bonita. Benedict Cumberbatch como Khan impacta y da miedo: en cierta forma es su película también. Simon Pegg (Scotty), Anton Yelchin (Chekov) y John Cho (Sulu) hacen los honores a personajes que están muy grabados en la memoria, mientras que Bruce Greenwood (almirante Pike); Peter Weller (almirante Marcus) y Alice Eve (Carol Marcus) vuelven creíbles a sus personajes.
Un film muy atractivo, lleno de acción, adrenalina, visualmente impactante y en el que no es imprescindible haber visto la primera parte para entenderlo. Esta es la continuación de “Star Trek - El futuro comienza” (2009). Luego de ese gran éxito, llega esta nueva historia. La nave “USS Enterprise” se encuentra en el planeta clase M en el sistema de Nibiru para observar una civilización primitiva. El Capitán James T. Kirk (Chris Pine) corre porque es perseguido a través de un extenso bosque de árboles, quien va en su ayuda es el primer oficial Spock (Zachary Quinto) que pone su vida en peligro. Tras este hecho el Capitán James T. Kirk es degradado a primer oficial de la Enterprise, con su predecesor, el Almirante Christopher Pike (Bruce Greenwood), quien regresa a su puesto de comandante, y Spock es asignado a otra nave. Todo se volverá confuso y llevará a todos a enfrentarse a una gran crisis y nuevos desafíos. Pero todos seguirán recorriendo la galaxia y viviendo miles de aventuras: Kirk y Spock pese a todo deberán estar juntos y a ellos se sumarán: Uhura (Zoë Saldana), Bones (Karl Urban), Scotty (Simon Pegg), Sulu (John Cho) y otros tripulantes del U.S.S. Enterprise. Irán apareciendo distintos imprevistos y se podrán observar los difíciles momentos por los cuales está pasando la Federación. Es importante destacar lo siguiente: los guionistas Roberto Orci y Alex Kurtzman (Transformers) y Damon Lindelof (Prometheus) le dan toda su experiencia a la trama y se apoya en todo momento en la técnica que sostiene el ritmo vibrante. Nuevos personajes principales: jefe villano John Harrison (Benedict Cumberbatch, “Caballo de guerra”), su verdadero nombre es Khan Noonieng, Singh, una muy buena elección y muy buena interpretación, resulta sobresaliente; la Flota Estelar con el Almirante Alexander Marcus (Peter Weller, trabajó en “RoboCop”); y el oficial científico de Carol Wallace (Alice Eve, “El cuervo”) .Estos dos últimos están geniales en sus papeles. Muy buenos efectos especiales, buen montaje y toques de humor, secuencias muy logradas que son impresionantes, como la secuencia vertiginosa en un volcán, tiene algunos mensajes políticos y sociales Resulta imperdible para aquellos seguidores de la ciencia ficción, mucha adrenalina, fantasía, bien colorida, emociona y mantiene al espectador en tensión. Si bien dominan el suspenso y la acción, contiene algunos baches narrativos que quedan en segundo plano ya que muestra un alto impacto visual. Para los fanáticos es de destacar que se respeta la música original de la serie de televisión.
Otra gran película 1. Este año… No, ni siquiera este año: ocho meses todavía no completos de 2013 ya han brindado un menú cinematográfico mecho mejor al de 2012. Tabú, Antes de la medianoche, Titanes del Pacífico, La cabaña del terror, El conjuro, En otro país, Iron Man 3, Viola, La nana, Django sin cadenas, Lincoln, The Master, Nada es lo que parece, Lazos perversos, La noche más oscura. Todas películas dignas de un top ten. Este bienvenido exceso de buenas películas, de películas estimulantes, se ha agrandado con el estreno de la semana pasada Star Trek: en la oscuridad, la película de J.J. Abrams, a estas alturas, con cuatro largometrajes, uno de los grandes directores de la actualidad. 2. Star Trek: en la oscuridad es una prueba más de la tremenda capacidad de J.J. Abrams, un que ya con la Star Trek de 2009 había obrado una especie de milagro: inyectarle vida a una serie del pasado y que habían tenido un correlato fílmico que más allá de méritos aislados no vendía mucho más que entretenimiento vintage y no genereba mucho más interés que a los seguidores, los fans (esa endogamia). No hay nada vintage en las Star Trek de Abrams, no hay necesidad de centrarse en la endogamia, los guiños que haya (si los hay los podrán reconocer los fanáticos) quedan enterrados, o directamente anulados, por una fruición narrativa digna del mejor Spielberg (ese que también proyectaba su luz sobre Super 8). 3. Star Trek: en la oscuridad deja con ganas de más, como enseñaba Spielberg. Cuenta, y cuenta, y suma secuencias con vértigo, suspenso, esplendor visual, complicadas en el papel y logradas con claridad, absoluta inteligibilidad, a pesar de que pueden tener enorme enorme complejidad de detalles, de lógica, de disposición espacial. Una película con por lo menos cinco secuencias de acción muy diferentes entre sí como la del planeta en riesgo de ser cocinado por un volcán del principio (en el que trabaja con colores que quiebran las expectativas sobre Star Trek); la captura de Kahn; la persecución voladora de Kahn; el ataque al cónclave y la llegada a la otra nave volando entre escombros (realmente alucinante) es una película grande, o mejor dicho una película que aspira a la grandeza con fundamentos. No es nada fácil generar este nivel de acción, y a la vez sostener una estética clara, una definición precisa de los personajes, sus emociones y sus deseos sin resignar ritmo. O quizás sea al revés, quizás la mejor manera de hacer todo eso bien es por la claridad estética y narrativa y la claridad de la mirada, de las que se derivan los otros méritos. 4. En otro orden de cosas, todo aquel que se considere cinéfilo, o quiera saber cómo eran algunas charlas y reflexiones cinéfilas en estas tierras a fines de los ochenta y principios de los noventa, cómo era ese ambiente, con algunos de sus personajes fundamentales, no se pierda Cinéfilos a la intemperie el viernes 30 de agosto a las 19.00 en la Biblioteca Nacional, gratis. Cinéfilos a la intemperie es un documental dirigido por Carlos O. García y Alfredo Slavutzky, rodado entre 1989 y 1990 y recién editado en 2005 y presentado en el Bafici. Entre los participantes estaba Jorge Acha, personaje ineludible. Sobre Acha puede leer acá por ejemplo y hoy mismo, también en la Biblioteca, pueden ver una de las películas que dirigió.
Star Trek: En la Oscuridad es la secuela del reboot de la franquicia lanzado en el 2009 por J.J. Abrams y su hueste de creativos. En aquella ocasión la novedad consistía en contar la historia de la saga desde cero, poniendo a una camada de actores jóvenes y sexys en la piel de los roles icónicos de la saga - léase el capitán Kirk, Spock, el doctor McCoy, etc -. Mientras que al principio la medida sonó a sacrilegio, lo cierto es que resultó ser adecuada y popular, obteniendo una de las entradas más taquilleras de la saga desde que desembarcara en el cine en 1979. Ahora llega la secuela, la cual viene a reafirmar las premisas establecidas en el reboot del 2009: es decir, más planos sexys de sus jóvenes protagonistas, mas acción espectacular, más jugueteos dudosos con la mitología histórica de la saga, y un puñado de ideas interesantes cuyo desarrollo deja algo que desear. Como ya es de público conocimiento el despiole producido por los viajes en el tiempo de Star Trek: El Futuro Comienza terminó por resetear todo aquello tal cual conocíamos. En la línea temporal creada por J.J. Abrams y su equipo el planeta natal de los vulcanos no existe, y conviven dos Spocks - el joven y el anciano - en la misma época. Semejante artilugio argumental le permite a los Abrams boys revisitar la mitología trekker como se le plazca, plantando versiones alternativas de hechos y personajes que siempre han formado parte del folklore de la saga. En esta secuela el quid de la cuestión pasa por reflotar a Khan Noonian Singh, el villano que tenía a mal traer a William Shatner, su tupé y el resto de su tripulación en Viaje a las Estrellas II: La Ira de Khan (1982). A diferencia del patovica metalero que componía con gusto Ricardo Montalban en la cinta de 1982, el Khan de Abrams es un inglés modosito que habla con voz de trueno, escupe maldades y liquida a sus enemigos con la velocidad de un rayo. En lo particular no me desagrada para nada esta nueva versión, especialmente porque Benedict Cumberbatch se apodera del papel y de la escena, y termina generando un villano de presencia formidable. Tal como ocurría con los Batmans / Jokers de Tim Burton / Christopher Nolan, uno no tiene por qué caer en la estupidez de abrazar una única versión del personaje, y debe dedicarse a disfrutar lo que le aporta cada intérprete. En este caso en particular Cumberbatch me ha sorprendido gratamente, hasta el punto de agendarlo en mi lista de intérpretes favoritos. Por supuesto la historia de su origen es similar a la de Montalban: era un super soldado creado genéticamente en el siglo XX (¿una versión fallida de Industrias Stark y el proyecto Capitán América?), al cual se le subieron los humos racistas y terminó siendo congelado por unos 300 años - ¿por qué no matarlo directamente? -, hasta que a alguno se le ocurrió abrir el freezer. Acá la revelación de la identidad de Khan se toma su tiempo como para crear algo de suspenso, o por lo menos provocar un mínimo espasmo de shock cuando Cumberbatch pronuncia su nombre, aunque el 99% de la platea - compuesta por trekkers de pura cepa - está al tanto de qué va el personaje. Mientras que el lifting de Khan no me plantea problemas, en donde sí comienzo a crujir los dientes es con el desarrollo de la conspiración en la cual participa. Ya levanto el cartel (alerta spoilers) porque es imposible hacer un análisis del filme sin explorar un par de secretos de su trama... los cuales no son tales si uno se guía por la ley de economía de personajes - esa en que uno contabiliza los nombres conocidos del cast, los personajes que han sobrevivido a la mitad de la película y deduce por descarte cuál es el villano de identidad oculta -. Tal como pasaba en entregas anteriores, hay un núcleo corrupto dentro de las altas jerarquías de la Federación, los cuales aborrecen a los recién descubiertos Klingons - beligerantes y peligrosos - y desean entablar cuanto antes una guerra, así los sacan del universo de una patada en el trasero. Allí entra a jugar su rol Khan, el cual es forzado a colaborar con la conspiración a cambio del descongelamiento del resto de su equipo - 72 tipos superpoderosos y superinteligentes que están en sueño criogénico -. Mientras que hasta ahí iba todo bien, los problemas aparecen cuando el guión intenta explicar por qué Khan hace lo que hace, vomitando una serie de parrafadas reñidas con la lógica, o bien dejando agujeros argumentales por los cuales pasaría la Enterprise. Que alguien me diga por qué: 1) un tipo con conocimientos del siglo XX es capaz de desarrollar superarmas desconocidas para el siglo XXIII; 2) el mismo tipo carece de conocimientos como para sacar del sueño criogénico al resto de sus amigos (algo que sería una tarea intelectual mucho más simple); 3) el mismo tipo es capaz de raptar (uno a uno, y sin que nadie se de cuenta de su ausencia) cada uno de los 72 supersoldados que formaban su escuadrón y que el verdadero villano tenía secuestrado (¿qué dejó en el lugar de los cuerpos?; ¿almohadas?); 4) además, tiene el pésimo tino de esconderlos en el interior de torpedos de protones, en vez de llevárselos a su casa o meterlos en un almacén; 5) conoce (¿cómo???) que a Kirk le dieron los 72 torpedos con los tipos adentro, y comienza a negociar con el capitán a partir de ello. Mientras que el plan del falso ataque terrorista para iniciar la guerra es tolerable - y uno diría que hasta hay alguna que otra lectura con los hechos ocurridos durante la administración Bush -, la trama de Khan es increiblemente agarrada de los pelos. Lo cual es una macana, ya que Weller y Cumberbatch son actores de la hostia, y la acción está filmada como los dioses; incluso el resto de los actores de la nueva camada parecen estar más cómodos con los icónicos papeles que deben encarnar por segunda vez, aunque el Spock de Zachary Quinto se ve algo infantil y quejoso por demás. (siguen los spoilers) Yo creo que los problemas de Star Trek 2: En la Oscuridad tienen que ver con los vicios creativos de los guionistas de la nueva saga: están acostumbrados a saltarse el desarrollo lógico de las cosas, metiendo abundantes deus ex machina y argumentos reñidos con la coherencia, los que van desde el ridículo contrabando de cuerpos en torpedos de protones, hasta las sucesivas degradaciones / ascensos del rebelde James T. Kirk, con la única excusa de mantener la trama siempre en movimiento y de manera espectacular. Para colmo el climax está plagado de dichos excesos, como la recuperación milagrosa de Kirk luego de un serio caso de envenenamiento por radiación, eso sin contar con el pecado imperdonable de recrear una de las escenas más clásicas de la saga, pero con los intérpretes cambiados. ¿Era necesario?. Porque, si se trata de una versión alternativa ocurrida en este nuevo universo, es tan rápida y está tan mal montada que carece de tensión (¿quien cree que van a matar al personaje principal de una franquicia multimillonaria en el momento más exitoso de la misma? - distinto era en 1982, en donde la jubilación de Leonard Nimoy era un hecho más que probable... aunque el tipo después se arrepintió y siguió apareciendo en la serie hasta el día de hoy); y si se trata de un homenaje, seguramente los fans históricos de la saga deben estar rasgándose las vestiduras, ya que la puesta en escena está tan mal orquestada que parece una afrenta a la memoria de uno de los mejores momentos de la franquicia. (fin spoilers) Viaje a las Estrellas: En la Oscuridad es pasable como espectáculo pochoclero, pero dudo que deje satisfecho al espectador promedio pensante, y mucho menos a los trekkers. La acción es abundante y espectacular pero el componente intelectual deja mucho que desear; lo cual es una lástima ya que el filme posee un casting de lujo - comenzando por Peter Weller y Benedict Cumberbatch - y tenía todas las condiciones para haberse convertido en una obra memorable. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/star-trek-darkness.html#sthash.mUDQt0ZO.dpuf
¡Larga vida a Abrams! Si algo positivo se puede decir sobre J.J. Abrams es que este tipo verdaderamente conoce lo que el espectador va buscando al cine y tiene una visión fantástica sobre lo que significa entretener. Presenta productos de alta calidad y convence al público de haber visto algo trascendente, que posiblemente se convierta en un título de renombre en el séptimo arte. Y con una saga como Star Trek no es para menos, con una legión de Trekkies (fans) a nivel mundial que incluye entre sus filas a famosos como Tom Hanks, Seth McFarlane, Bill Gates y Quentin Tarantino. En esta ocasión, Abrams nos presenta un trama que gira en torno a Khan, un villano frío, inteligente y despiadado cuyos planes resultan misteriosos y desesperantes al mismo tiempo. El actor que da vida a este personaje es nada más y nada menos que Benedict Cumberbatch, gran actor que se encuentra en franco ascenso por estos días en Hollywood. La contraparte es la tripulación del Enterprise, cuyos personajes individuales se están formando una personalidad distintiva que ya habilita para ir seleccionando favoritos. Spock (Zachary Quinto), Kirk (Chris Pine), Uhura (Zoe Saldana), Scotty (Simon Pegg) y Bones (Karl Urban) entre otros, conforman un grupo bien variado cuya química en pantalla resulta ser fabulosa. Pine está cada vez mejor como el capitán Kirk, profundizando en las capas del personaje, y Pinto por su lado hace un trabajo formidable como Spock. Me gustó mucho el cameo de Leonard Nimoy y la incorporación del Peter Weller (Robocop). La historia, si bien presenta algunos baches menores, resulta interesante y con algunas vueltas de tuerca atractivas que mantienen al espectador atento durante las 2 horas 12 minutos que dura el film. Es uno de los pocos casos en los que un tiempo de duración tan extendido no resulta pesado y de cierta manera se justifica para redondear la trama. Quizás lo más flojo tuvo que ver con la incorporación de demasiados factores, lo que genera que se profundice menos sobre ellos. Ejemplos de estos son la historia de Khan, de la nueva tripulante Carol, los klingons y algunos aspectos más que no diremos para no spoilear. Abarcar un gran número de personajes y situaciones deriva en que no siempre se pueda lograr un tratamiento completo de ellos, aunque creo que Abrams logra salir airoso del tema reduciendo los baches al mínimo. Redondeando, creo que Abrams se supera a sí mismo y logra un entretenimiento absoluto de un producto que muchos ya conocemos como la palma de nuestra mano, y eso no es algo fácil de lograr. Ojalá pueda mantener esa visión y creatividad para los nuevos episodios de Star Wars. Muy recomendable.
Funcional y efectista Luego de una sólida primera entrega, la nueva saga ya corre sola. JJ Abrams, creador de las series Lost y Alias ya había presentado en Star Trek (2009) un interesante terreno con media docena de personajes atractivos, encabezados por dos protagonistas en constante tensión -los legendarios Capitán Kirk y Mr. Spock- que, en las antípodas el uno del otro, representaban respectivamente la discreción racional y el arrojo instintivo. Con personajes tan bien trazados, un conflicto inherente y un universo atrayente, sólo hacía falta lanzarlos a la carrera. En esa primera entrega se lograba justificar mediante realidades paralelas la existencia de dos sagas distintas -la clásica y esta nueva- sin que exista una contradicción y logrando así que pueda operarse con relativa libertad a la hora de crear un universo nuevo, repleto de aventuras. Con ese sustento previo, más el borrón y la cuenta nueva, Abrams se permite homenajear a una serie que lo formó y al mismo tiempo hacer lo que se le canta con ella, con la puerta abierta para plasmar infinitas secuelas hasta que las audiencias se harten. Aquí los tripulantes del Enterprise deben salir a la caza de un terrorista interplanetario, que pone en jaque a la federación y a la Tierra y podría ser la causa (o la excusa) de que los terrícolas entren en guerra con una especie sideral. El ingenio marca de Abrams es volcado con eficacia, y si bien la película está llevada con excelente ritmo y mucha gracia, el verdadero punto a favor está en la confianza depositada en la inteligencia del espectador para que siga los presurosos diálogos y las decenas de giros de guión. La tensión es alimentada con plenitud de detalles, pequeños factores adversos a tener en cuenta que se superponen, proveyendo suspenso e incidiendo en que los picos de acción sean realmente inquietantes. Ahora, es curioso que un libreto tan profuso de detalles, tan colmado de giros argumentales, caiga en ciertas incoherencias lógicas, tramos débiles que no resisten a una reflexión pormenorizada o al llano sentido común. Por ejemplo: una negociación con un villano que tiene todas las de salirse con la suya le sirve a Mr. Spock para recuperar y salvar a tres de sus tripulantes, cuando el malo no gana absolutamente nada devolviéndoselos. Asimismo, el malo (supuestamente brillante y poderosísimo) tiene la capacidad de teletransportar a quien quiera de la otra nave a la suya y viceversa con absoluta facilidad y a piacere, y bien podría haber decidido teletransportar a todos sus adversarios hacia su propia nave cuando se entera que está por explotar por una jugada maestra de Spock. Intentando no adelantar un detalle final, podemos decir que el manido recurso de la resurrección puede ser lo suficientemente efectista, pero resulta un comodín poco recomendable ya que quedando esa posibilidad abierta todos los personajes podrían eventualmente sobrevivir en un futuro, lo cual quitaría buena parte de la gracia a la franquicia.
En su cuarta película, después de muchos años de haberse fogueado en la televisión, J.J. Abrams muestra una seguridad en el manejo del aparato cinematográfico notable. Las torpezas a la hora de la acción física de la primera Star Trek, que resultaba un gran film porque el realizador sabía sacar partido de la humanidad de los personajes, aquí desaparecen, y si la película parece un escalón por debajo de la previa en la franquicia (e incomparable con la bellísima Super 8) la relación personajes-acción es mucho más pareja. En gran medida, eso tiene que ver con la presencia de Benedict Cumberbatch como el villano del film, actor creíble de cabo a rabo (de paso, si puede, vea a su Holmes en la gigantesca serie Sherlock, pura belleza y comedia). Abrams logra, además, responder a la pregunta sobre qué nos hizo enamorarnos del cine cuando éramos chicos, dedicándose a divertirnos con lo maravilloso sin perder de vista que esos personajes son nuestros propios avatares. Y es la relación entre ellos -especialmente la tensión amistosa, cada vez mejor calibrada, entre Spock y Kirk- la que sostiene el equilibrio entre la región “humana” de la película y la espectacularidad de la aventura fantástica. Es un film “para chicos”, sí, en la medida de su épica alegre. Y es un film “adulto”, claro, en la medida en que entiende la complejidad de sus criaturas. Star Trek para todo el mundo.
"Grande Abrams, muy grande" Una de las cosas que se aprenden con el paso del tiempo es que todo cambia, todo se adapta y todo se renueva para llegar a nuevos públicos y audiencias en materia de entretenimiento. Son muy pocas las veces que estamos frentes a productos completamente nuevos y originales. Podríamos contar con los dedos (y nos costaría mucho) las veces que el séptimo arte en los últimos años nos ofreció algo de lo anteriormente mencionado. Libros, cómics, series de televisión, videojuegos y hasta juegos de mesa, han sido las fuentes de las que se nutrió la industria de cine más grande e importante del mundo para entretener a las más recientes generaciones. Dentro de esa colososal y monstruosa estructura, podrá haber (como lo ejemplifican los hechos) falta de ideas a la hora de concebir proyectos, pero lo que si hay es talento. Poco, pero lo hay. Y J.J. Abrams es un ejemplo de ello, debido a lo que aportó tanto a la televisión (siendo “Lost” su mayor éxito, además de haber producido un par de series más) y al cine (desde un lavado de cara a la saga de “Misión Imposible” y la más que nostálgica y emotiva “Super 8”). Pero también es un referente de lo que mencionábamos al principio, del ciclo de lavados de cara, relanzamientos y remakes de viejas ideas para un público dispuesto a consumirlas, pero de otras formas. Los tiempos del cine cambiaron con el mismísimo paso del tiempo (valga la redundancia) y todo conlleva a otra conclusión mucho más cierta y acertada dentro de la industria: el que no corre, vuela. Abrams y su trabajo detrás de la saga cinematográfica de “Star Trek” revitalizada en el 2009 son la muestra perfecta. Y esta segunda entrega viene a dejar bien en claro cómo es que se deberían hacer las cosas en Hollywood si realmente se decide seguir con este sistema de reinventar clásicos. Lo primero que hay que decir de “Star Trek: En la Oscuridad” es que es una secuela directa, inherente a su predecesora, pese a ser al mismo tiempo, una película de aventuras que se disfruta de gran forma sin haber visto el inicio de las aventuras de esto personajes. Por un lado van a estar aquellos que, al igual que quien les escribe, saben dónde poner el ojo en esta nueva producción con los integrantes de la flota del USS Enterprise, ya sea porque simpatizaron con la historia desde antes del desembarco de Abrams, o porque este ultimo les generó empatía hacia los personajes. Es decir: en la tensa, divertida y por momentos muy emotiva relación de amistad/odio entre Kirk (Chris Pine) y Spock (Zachary Quinto), en el triangulo que forman estos dos con Uhura (Zoe Saldana) y, por supuesto, en el gran villano de turno interpretado por Benedict Cumberbatch, el cual se hace llamar John Harrison, pero todos sabemos bien de quien se trata realmente. Un enorme acierto de los guionistas Alex Kurtzman, Roberto Orci y Damen Lindelof es introducir nuevamente al villano más importante que tiene esta saga y que sin dudas, de salir todo como lo tienen esperado los productores y responsables de este film, será clave en las próximas entregas cinematográficas de “Star Trek”. Pero por otro lado también estarán aquellos que ingresen a la sala teniendo poca o ninguna noción de los personajes y la historia en sí, y que pese a esto, se encontraran con una grata sorpresa: “Star Trek: En la Oscuridad” funciona de maravillas, porque se concentra en los aspectos más sobresalientes que tiene para ofrecer en materia de entretenimiento una historia que sigue vigente desde 1966 y se ha ganado su lugar dentro de ese selecto grupo de producciones que provocan pasiones inexplicables. “Star Trek” no deja de ser una historia de aventuras en donde la amistad, el compañerismo, el suspenso, la acción y la magia (siempre vigente y necesaria en estos productos) son los verdaderos protagonistas. Abrams explota eso al máximo, acompañado de un bestial apartado técnico y un excelente trabajo del elenco, ofreciendo así el segundo paso firme dentro del arduo camino de expandir este universo creado por Gene Rodenberry. No en vano muchos idealistas de “Star Trek” consideran a esta secuela como una de las peores películas de toda la saga que existe, ya que Abrams se dio el lujo de abrir la historia a fronteras muchos más amplias que el sequito de trekkies dispersos a lo largo del mundo. Como diría Bob Dylan: “Los Tiempos están cambiando”. Los nerds ya no son lo que eran. Las exigencias cambian. Los contenidos se adaptan. Los públicos se renuevan, para llegar así a la actualidad, donde cualquiera que vea esta película podrá emocionarse con la frase “Porque tu eres mi amigo” en una escena clave del film. Efectos especiales de una jerarquía notable (el tramo final del film es un derroche visual imponente) al servicio de una historia que vale la pena contar, pequeñas secuencias en donde Abrams y la música de Michael Giacchino dan cátedra de lo que es la producción audiovisual y emoción en la medida justa. Personalmente creo que “Star Trek: En la Oscuridad” tiene todo lo que necesita, no solo para estar entre lo mejor del año, sino para convertirse en la invitación perfecta para que te sumes a este gran universo de aventuras espaciales, cuya frontera, cuyo único límite, es la inmensidad del espacio.
Una película que tiene un argumento inteligente, que tiene mucha acción y que, quizás su mayor problema sea que tiene demasiada acción, que es muy dinámica, quizás algunos querrían un respiro. Escuchá la crítica radial completa (hacé click en el link)
Otra odisea espacial Cuando J.J. Abrams y Damon Lindelof, los creadores de Lost, anunciaron una remake de Star Trek para la pantalla grande, innumerables trekkies (quizá, la más célebre tribu salida de la televisión) habrán puesto el grito en el cielo, al imaginar que sus personajes podían quedar varados en una isla o ser perseguidos por humo negro. Por suerte para ellos, como ocurrió en otros largometrajes que involucraron a Abrams (Cloverfield; Super 8), Star Trek (2009) estuvo libre de excentricidades. No faltaron ingredientes inusuales, si bien pobremente explotados (como las realidades paralelas), y la secuela de aquel film, subtitulada En la oscuridad, lleva al Enterprise a los tumbos por la misma vereda intergaláctica. Ya con el capitán Kirk al frente de la nave (Star Trek funcionó como precuela de la historia creada por Gene Roddenberry), Abrams y Lindelof entregan un trabajo más sólido, aunque nuevamente a medio camino entre el homenaje (hay una reaparición de Leonard Nimoy, el original Spock) y las intenciones de crear algo nuevo. El villano de turno es Khan (Benedict Cumberbatch, protagonista de Sherlock), un ex agente de alto rango con poderes especiales, una especie de arma mortal trekkie que inicia una solitaria cruzada contra la organización Starfleet. Durante su captura, Kirk y Spock sellan su amistad entre momentos de comedia y drama, que no mueven ni a la risa ni al llanto. Mientras la elección de Chris Pine y Zachary Quinto (en los roles de Kirk y Spock, respectivamente) continúa siendo dudosa, lo cierto es que Abrams y Lindelof quedaron huérfanos de ideas. Casi todo su arsenal es, en el mejor de los casos, un reciclaje de género. En el peor (la vana sensiblería; argumentos que no cuajan), recuerda a todo aquello que saboteó el éxito de Lost.