A reir que se acaba el mundo Tras el éxito de Muertos de risa (Shaun of the Dead), de Edgar Wright, llega otra muy simpática mixtura entre la comedia negra y el terror gore sobre la guerra contra los zombies con una estética apocalíptica que remite de forma inevitable a la saga de Exterminio, al cine de George A. Romero y a los primeros films de Peter Jackson. Esta opera prima de Ruben Fleischer, de todas formas, se permite jugar con casi todos los géneros: es también una road-movie, una película de iniciación amorosa juvenil a-la-Judd Apatow, un western, un film pop que utiliza unos subtítulos gigantes como metalenguaje, guiño cómplice y apuesta humorística, y una reivindicación de la cinefilia videoclubística de los años '80 con un homenaje a Los cazafantasmas y un impagable cameo del genial Bill Murray. Cabe decir, entonces, que en los menos de 90 minutos del film (que incluye un desenlace a todo trapo en un parque de diversiones) casi todas las búsquedas llegan a buen puerto, aun con sus esperables desniveles y excesos. Uno de los grandes aciertos de Tierra de zombies (además del ingenioso guión original, claro) es la elección de los dos (opuestos) antihéroes del relato: por un lado, Woody Harrelson (que completa un desaforado uno-dos luego de un personaje casi tan loco como éste en 2012) en el papel de un desquiciado cowboy caza-zombies; y, por el otro, Jesse "Adventureland" Eisenberg, que se consolida como uno de los actores más interesantes de su generación como un joven solitario, cobarde, virgen, fóbico y con la autoestima por el piso, pero... decididamente querible y de buen corazón. Esta pareja-despareja deberá vérsela con dos chicas de armas tomar (y engaños provocar) integrada por la bella Emma Stone (Supercool, La casa de las conejitas) y Abigail Breslin (la revelación de Pequeña Miss Sunshine), y -por supuesto- con decenas, cientos de muertos-vivos desesperados por carne humana. La película se ríe con ironía de las convenciones del cine familiar y de la corrección política, mientras prioriza la empatía hacia los personajes por sobre el (funcional) despliegue visual de CGI y efectos gore. En definitiva, una pequeño gran entretenimiento para aquellos que gustan de la comedia más horrorífica y del terror más gracioso.
Comedias de terror hay muchas, comedias de zombies ni hablar, pero Zombieland no se parece en nada a ninguna de ellas. Es una decisión muy peculiar tomar una comedia con zombies para hacer una película con espíritu de cine independiente americano. Peculiar, pero más que acertada, porque podemos perdernos en la aventura de estos cuatro personajes que deben sobrevivir una vez que el mundo se ha convertido en una jungla de zombies, pero la película se encarga de avisarnos “ojo, que por ahí no pasa todo”. Y es que Zombieland toma la aventura, la comedia, y mínimamente, el terror (pocas películas dan menos miedo que esta), para contarnos la historia de cuatro personajes, un joven tímido, un cazador aguerrido y dos hermanas estafadoras, que se unen para sobrevivir, cuatro personajes solitarios y desamparados que terminan formando una familia bastante extraña, pero, al menos para el joven Columbus, ideal. El protagonista está encarnado por Jesse Eisenberg, que encontró su protagónico perfecto en Adventureland. Con ambas, podríamos decir que Eisenberg se está consolidando como un actor más que atendible, y si tuviera algunos años más de carrera hasta afirmaríamos que se trata de un actor-autor. Más allá de la obvia similitud de títulos entre aquella y esta, no son pocas las similitudes entre su James Brennan de Adventureland y el Columbus de esta. Ambos son adolescentes desamparados, con claros conflictos con sus padres, que encuentran una familia nueva fuera de su hogar, en el caso de Brennan la encontraba en el parque de diversiones, mientras que Columbus la encuentra en sus compañeros de supervivencia. Tanto Brennan como Columbus se enamoran perdidamente, pero su forma de ser les impide expresarlo, por lo que terminan generando que sea la chica en cuestión la que de el primer paso, y mientras una sucede en los ochenta, y transcurre casi enteramente en un parque de diversiones, la otra es un claro homenaje a esa época, y una de sus escenas clave transcurre en ese mismo espacio. Casi estamos ante una continuación de su personaje anterior, de la misma forma en que podríamos encontrar al mismo personaje en los papeles más importantes de Michael Cera, el joven actor con el que se lo vincula a Eisenberg (algunos despistados hasta se atreven a confundirlos) por el perfil similar que adoptan los personajes de uno y de otro. Ambos actúan con una aparente apatía que les sirve de máscara para apelar a una notable economía expresiva, que potencia la personalidad de los personajes que abordan. Si Eisenberg/Columbus representa la apatía y la supuesta indiferencia o ingenuidad ante lo que sucede, Woody Harrelson/Tallahassee, y su ya famoso despliegue expresivo, es el perfecto opuesto, un carismático cazador de zombies, que parece haberse devorado todo el catálogo de películas de este tipo. A ellos hay que sumarle a Emma Stone, perfecta en su papel de chica mala, y Abigail Breslin, heredera de todos los papeles que por edad ya no le pueden dar a Dakota Fanning, y aquí mostrando una sorprendente veta cómica. Habíamos mencionado que Zombieland es un homenaje al cine de los ochenta. Su manera de abordar este tipo de cine está de hecho más cerca de los Cazafantasmas (uno de los mayores símbolos cinematográficos de la comedia de aventuras de los ochenta, junto con Volver al futuro), que de cualquier película de zombies. Y si faltaba algo para conectarla con esa película, tenemos a Bill Murray en un muy buen cameo, con un previsible pero cómico final, y a los protagonistas jugando a los cazafantasmas en la “mansión” de Murray. Pero más allá de este homenaje puntual, la celebración de ese tipo de cine está más en su espíritu ochentero, que en cualquier elemento referencial, una forma de homenaje mucho más interna que externa, más honesta con el cine que se está celebrando. Sin embargo, lo que asombra de esta propuesta es, como ya dijimos, que esta comedia de zombies es una excusa para el discurso que proclama el protagonista y la película, que la familia ideal es la que uno elige, un discurso que toma lo más liberal del cine de comedia y de las películas de terror, contradiciendo cualquier tipo de conservadurismo, hoy tan en boga en Hollywood, incluso en el cine de terror, y hasta en alguna que otra comedia. Tanto lo que dice la película, como el marco que se utiliza para pronunciar este discurso, son aspectos para celebrar, en una película sorprendente que suponíamos carente de mayores pretensiones.
¡Vienen zombies! Zombieland (2009) es una comedia moderna que posee los habituales conflictos adolescentes bajo la excusa liviana de un ataque de muertos vivientes en un mundo desfavorable y moribundo. Dos hombres sobreviven a un ataque de zombies. Uno, Columbus (Jesse Eisenberg), es frágil, metódico y obsesivo. El otro, Tallahassee (Woody Harrelson), es rudo, seguro de sí mismo y, como suele pasar, un tanto hueco. Ambos intentarán mantenerse con vida enfrentando a una Norteamérica apestada de zombies. En el medio, conocerán a dos mujerzuelas (Wichita, Emma Stone; Little Rock, Abigail “Pequeña Miss Sunshine” Breslin), unas hermanas astutas que se las arreglarán para pasarla lo-mejor-que-puedan en un presente adverso. Todos serán parte de este disfuncional convoy de sobrevivientes, quienes descubrirán, con el devenir de los acontecimientos, que un amigo fiel también es familia (aunque cueste fricciones revelarlo). Ruben Fleischer es el director de esta entretenida aventura, en la que el protagonista de Adventureland: Un verano memorable (Adventureland, 2009), Eissenberg, persiste en su registro actoral tontuelo (no menos naif, y siempre divertido) similar al de, por ejemplo, Michael Cera en casi todas sus intervenciones cinematográficas. El motivo de los zombies no se explica y poco importa. Éstos son sólo una excusa que sobrevuela en el ambiente. No es criticable, sino todo lo contrario: ¡Una comedia con zombies era necesaria! También, es inevitable la mención al genio absoluto de Bill Murray. Con un cameo divertidísimo, el astro de Los Cazafantasmas (Ghostbusters, 1984) hace de sí mismo en medio de la toma de su propio hogar mechando crossover con la vida real (“Acabo de ver a Eddie Van Halen en Hollywood convertido en zombie”.). Con una gran banda sonora (destacable: Band of Horses – No One’s Gonna Love You), Zombieland es el reflejo de que la comedia para adolescentes funciona y mucho, más allá de los gags localistas (el constante cacheteo a los “rednecks”, adjetivo despectivo que hace alusión al sureño norteamericano), en (casi) todo el mundo, con un lenguaje universal: el del absurdo. Una película con final feliz y sonrisa constante. Recomendada, sobre todo, para la pendejada.
88 minutos de pura diversión. De eso se trata todo esto. Tierra de zombies es una muy buena comedia de terror relacionada con los muertos vivos que representa un gran debut del director Ruben Fleischer. La película brinda una historia muy entretenida en la línea de lo que fue Shawn of the Dead, con Simon Pegg, sólo que con un humor más norteamericano. El director Fleicher no pierde el tiempo con grandes introducciones de personajes ni explicaciones del origen de la plaga de zombies y directamente se concentra en la acción. Esto no es REC donde en los primeros 20 minutos conocés a los personajes en situaciones distendidas. Acá desde que arrancan los títulos iniciales el film se mete de lleno en la masacre de los zombies y las mutilaciones y así continúa hasta el final. Woody Harrelson se roba la película con un personaje con el que se nota se divirtió a lo grande en el rodaje. Jesse Eisenberg, por otra parte, bueno, hace de Jesse Eisenberg, que es probablemente el rol que tendrá en el cine junto con Michael Cera en los próximos 20 años. Me refiero al nerd amigable que siempre tiene comentarios graciosos para hacer. A diferencia de Shawn of the dead que era una comedia de principio a fin, el trabajo de Fleischer se relaciona más con el género de terror y presenta muy buenos momentos de tensión con los zombies. Este director hizo el mejor uso de la cámara lenta que pude ver en mucho tiempo, probablemente desde Apocalypto. Hay un par de secuencias, que más allá de los hechos que muestran, se ven realmente espectaculares en el cine. Fleischer no escatimó en el gore y a los que les gusten las historias de muertos vivos bien sangrientas van a quedar encantados con esto, ya que la violencia de Tierra Zombies es bastante brutal. Sin embargo, como la historia se desarrolla en el campo del humor esos momentos no resultan chocantes, salvo para los que no sean amigos del humor negro. Hace poco se anunció la secuela para el 2011 que contará nuevamente con el mismo director, así que esto recién comienza. Si te gustan los zombies no la podés dejar pasar.
Apenas el fin del mundo Desaforada y desopilante mirada de un grupo de marginales perdidos en un territorio apocalíptico. Un nerd depresivo, neurótico obsesivo (Jesse Eisenberg); una suerte de cowboy, tan traumado como duro e inescrupuloso (Woody Harrelson); dos hermanas ventajeras, tramposas (Emma Stone y Abigail Breslin), perdidas en una ruta devastada. Esto es lo que queda de los humanos tras una hecatombe que convirtió al planeta en una carnicería zombie. El sarcástico, feroz, gracioso apocalipsis que plantea Ruben Fleischer en su opera prima: un tanto irregular, pero desaforada, espasmódicamente entretenida. Tierra de zombies, narrada desde la perspectiva de Columbus (Eisenberg), recibe al espectador con un cross al mentón y un desenfrenado combo cinematográfico que bombardea los sentidos. La película es una road movie que transcurre en un ambiente de fin del mundo, estilo La carretera, de Cormac McCarthy, o Soy leyenda, de Richard Matheson. Pero que combina elementos de películas de zombies, de comedias de iniciación amorosa, de westerns y de filmes de familias disfuncionales (Breslin, la nenita de Pequeña Miss Sunshine, acá aparece como una adolescente nada cándida). El tema de la formación de una familia, como también el del sexo, obsesiona al torturado Columbus, del que nunca sabremos cómo se llama, ya que los personajes se mencionan entre sí por los nombres de los sitios a los que quieren llegar. El muchacho, cuya voz en off domina gran parte del relato, suena tan neurótico que, por momentos, el Apocalipsis no parece ser más que la representación de sus temores. Y una serie de reglas que inventó, para evitar a los zombies, a las manías compulsivas de los obsesivos. Pero Fleischer, felizmente, no cae en psicologismos. Transmite las personalidades de sus protagonistas a través de la acción vertiginosa: motor de la película, junto con un gore humorístico -en las antípodas del de sagas estilo El juego del miedo- y el perfil bien trazado de cada personaje. Entre secuencias de mayor o menor efecto cómico, se destaca una en la mansión de Bill Murray, con una breve pero efectiva participación del actor de Perdidos en Tokio y Flores rotas. El tramo final de Tierra, en un parque de diversiones, es un verdadero remolino de adrenalina. Esa es, justamente, la simple propuesta de Fleischer. La posibilidad de reírse de las convenciones, de hacer catarsis a los golpes y, por qué no, formar una familia donde había sólo destrucción, nada.
Unos zombis muy estrafalarios Woody Harrelson protagoniza esta película que desafía las convenciones del género de los muertos vivos. Los zombis, esos seres de ultratumba, poseen también su lado humorístico, como lo prueba este film. El director Ruben Fleischer, basado en un original guión, los ubica en un mundo en el que toda la raza humana ha desaparecido como consecuencia de un virus que la convirtió en monstruosas criaturas. Ciudades y pueblos están destruidos, todo es desolación y ruinas. Entre ellas, sin embargo, aparece Columbus, un joven que se salvó de convertirse en zombi. En su camino encuentra a otro humano no contaminado, Tallahassee, un rudo individuo que desea, como Columbus, exterminar a esa plaga. Cuando el relato parece enfilar hacia lo tétrico, da una vuelta de tuerca para inscribirse en la divertida aventura de esos dos cazazombis que se tropiezan, a cada paso, con algún peligro, en un relato que es una especie de road-movie con elementos. El dúo pronto se convierte en cuarteto cuando se les unen Wichita, una bella joven, y Little Rock, su hermana adolescente, quienes también se han salvado de la contaminación del maléfico virus. Los cuatro llegan a Los Angeles, donde los zombis también se apoderaron de la ciudad. Allí, entre acertados gags, humorísticos diálogos y jocosas situaciones recalarán en una lujosa mansión perteneciente al actor Bill Murray, donde se verán sorprendidos por la aparición de decenas de zombis. Sería indiscreción relatar el final de esta aventura, pero bien vale decir que a todas y cada una de las escenas encierran algún elemento novedoso que no escapará a la suspicacia de los espectadores. El director supo imponer la necesaria cuota de humor a esta muy entretenida comedia que actualiza el género de terror y se burla del apocalíptico mundo que muestra. La labor de Woody Harrelson como ese invencible cazador de monstruos, y Jesse Eisenberg, en el papel del tímido joven que saca fuerzas para defender a su amada cubrieron con enorme simpatía sus respectivos personajes, en tanto que Emma Stone y Abigail Breslin salieron también airosas de sus respectivos compromisos.
Cuando los muertos vivos se divierten Abandonando de entrada el costado político de la extensa obra de George A. Romero, Zombieland se zambulle, desde el primer fotograma, en la más desembozada parodia del género, al que le suma sin pudores muchas de las ansias y frustraciones de la comedia teen. Has recorrido un largo camino, zombi. Desde que George A. Romero rebautizara con nuevos pelos y señales a los undead con su seminal La noche de los muertos vivos (1968), una parte del cine de terror dejó de ser lo que era. De un tiempo a esta parte, las secuelas –tanto originales como apócrifas–, parodias, robos y homenajes se cuentan por docenas. El mismo Romero recibió luz verde para continuar su inextinguible saga con tres nuevas entregas (la última de las cuales, Survival of the Dead, todavía no tiene fecha de estreno en la Argentina) merced, en gran medida, al éxito del remake de unos de sus films. Si los muertos están más vivos que nunca, Tierra de zombies vuelve a confirmar que la imagen apocalíptica de un planeta Tierra dominado por criaturas antropófagas puede ser excusa tanto para el susto como para la comedia más visceral... esto último nunca mejor dicho. El título original, Zombieland, da más pistas sobre el tono burlón, con aroma y color a parque de atracciones, que tiñe la ópera prima de Ruben Fleischer. Abandonando de entrada el costado político de la extensa obra magna de Romero, Tierra de zombies se zambulle, desde el primer fotograma, en la más desembozada parodia del género. Al menos en un cincuenta por ciento, porque la otra mitad –entrelazada e inseparable de la primera– adopta sin pudores muchas de las ansias y frustraciones de la comedia teen. Uno de sus protagonistas, Columbus, es un adolescente virgen sin demasiada experiencia en mucha cosa, exceptuando la capacidad para encerrarse en su cuarto por semanas para sumergirse en los placeres de algún videojuego online. No casualmente Columbus está interpretado por Jesse Eisenberg, quien encarna aquí una versión caricaturesca –aunque perfectamente humana– de su personaje de Adventureland, otra película con título de parque de diversiones. Pero a no equivocarse: el muchacho posee varias virtudes, entre ellas el haber logrado salvar el cuello en un ambiente sumamente hostil gracias a una serie de inflexibles reglas de supervivencia. Entra en escena Tallahassee, cuyo estrafalario nombre se lleva de maravillas con su configuración mental, particularmente en la piel de un Woody Harrelson en plan “rompan todo que se acaba el mundo”. Las aventuras en la tierra de los zombies de esta pareja despareja –un señor maduro con alma de infante y una notable afición por las armas de fuego junto a un joven con las hormonas a punto de estallar– pega un volantazo luego del encuentro con Wichita y Little Rock (Emma Stone y Abigail Breslin), dos hermanitas con suficientes artimañas como para engañar a los hombres en más de una oportunidad. Ya integrado el cuarteto, que devendrá en una suerte de familia disfuncional, el film continúa por la ruta del disparate, sin dudas su mayor fuerte. Es que Tierra de zombies no puede ni debe ser tomada en serio. Se trata de una película que pide a gritos ser disfrutada como lo que es: una estudiantina slapstick ejecutada con buen ritmo. Precisamente, el film trabaja con estereotipos y clichés tomados de cientos de relatos ya vistos y oídos, pero logra construir con ellos personajes singulares y situaciones que, sin ser novedosas, se sienten frescas y originales. Un buen ejemplo de ello es el recuerdo de Columbus de una noche en la cual su posible debut sexual con una bella vecina deviene en flashback que anticipa el horror por venir. De esa intimidad expuesta y traicionada se desprende la adopción de nombres falsos (ciudades de los Estados Unidos) como método de profilaxis ante el acercamiento emocional. Romper a golpes las cabezas de los zombies se transforma en algo así como el deporte nacional y la posibilidad de iniciar una nueva vida rodeada de muertos la única chance de mantener la cordura. De allí la terquedad por saborear cierta golosina que obsesiona a Tallahassee o la necesidad de Columbus de continuar su búsqueda del erotismo y, tal vez, del amor. Bill Murray hace algo similar al encerrarse en su mansión de Beverly Hills, mientras se interpreta a sí mismo en una de las secuencias más divertidas de la película (aunque el remate del chiste no esté a la altura de su desarrollo). Tierra de zombies, es cierto, llega un poco cansada al desenlace, con sus dos caballeros de acero al rescate de las doncellas en un parque de diversiones controlado por una horda de muertitos. A esa altura los mejores gags han pasado y la rutina parece a punto de infectar el relato. Pero el film termina rápidamente y el recuerdo no podría ser más agradable: una comedia que le hace los honores gore al universo que parodia –hay baldazos de sangre irónica– pero que no olvida la necesaria dosis de humanidad para que los personajes resulten entrañables y la aventura sustancial.
Esta película lisa y llanamente es una fiesta. Así hay que entrar… pensando en pasarla bien por un buen rato. Y como buena fiesta, vas a lamentar cuando te digan que te tenés que ir. Tierra de zombies está hecha de manera inteligente, con buena diversión bien distribuida, con un elenco que le calza como anillo al dedo, y con un guión con algunos detalles maravillosos. Los personajes están muy bien construidos y las personalidades se resaltan por los momentos que les hacen vivir. El protagonista, Jesse Eisenberg, de la misma camada de loser de Michael Cera, sigue con el mismo personaje casi de Adventuraland… hasta pasa por un parque de diversiones y todo. Seguramente ese pibe sea así, un personaje en si, pero acá cada gesto es aprovechado a full, y a mi particularmente lo de “colon irritable” me mató… es perfecto para una situación así! Woody Harrelson también se luce con la locura de su personaje… este tipo nació para hacer papeles así! Aunque también fue creíble cuando laburó con Will Smith en Siete almas. De las chicas, empiezo por Abigail Breslin, que está laburando muy bien y si así encara su transformación de niña estrella a adolescente, va por el buen camino. Por último tenemos a Emma Stone… ¿Dónde estaba escondida esta chica? ¿Que me venís con Megan Fox y Megan Fox!!! Es un derroche de sensualidad y es perfecta para el papel que le toca. Los 4 protagonistas se lucen con el guión y los momentos tan bien planeados. Hay un momento bizarrísimo que es descabellado… y no quiero entrar en detalles para disfrutar ese momento, pero el “¿Te arrepentís de algo??? “ es para llorar de risa. El arte puesto, con todos los cartelitos y las reglas son muy originales y muy bien aprovechados. Tierra de zombies realmente es una montaña rusa, donde te bajás y volvés a hacer la fila. Y como soy fiel a la filosofía de juzgar a la película por lo que la película pretende ser, no puedo dejar de ponerle una A… y por respeto a Clint Eastwood que estrena en la misma semana su Invictus, me veo en la obligación de ponerle la A – Pero definitivamente, para pasar un rato maravilloso, dejando el cerebro de lado, esta película es genial. Y saber que tendrá una secuela, y en 3D! deja con ganas de más reglas para aplicar… pero lo importante en la vida, es saber disfrutar esos pequeños buenos momentos… Tierra de zombies lo es.
Humores de muertos El género de zombies sigue acumulando filmes, pero esta vez los muertos vivos son apenas una excusa para dar curso a una comedia que recurre al humor antes que al horror y redondea un entretenimiento básico mas no insultante. Columbus (Jesse Eisenberg) nos cuenta en off cuales son las principales reglas a seguir al momento de enfrentarse con un zombie. Ante todo un buen estado físico para poder correr, asegurarse de rematar al zombie y nunca relajarse. Hay otras, pero se irán describiendo a lo largo de la historia a la que se suman Tallahassee (Woody Harrelson) un desquiciado que a nada teme y sólo desea encontrar un budín relleno para comer, Little Rock (Abigail Breslin) y Wichita (Emma Stone) hermanitas adorables y timadoras que buscan un lugar donde la plaga de muertos vivientes no haya llegado. Juntos, diferencias mediante, intentarán sobrevivir en una tierra arrasada donde la amenaza de ser devorado es continua. Los guiños al espectador son constantes y si promediando el filme todavía no se dieron cuenta de que va la cosa, es la aparición de Bill Murray la que le da el tono definitivo a una propuesta que no horroriza ni mata a carcajadas pero que cumple como divertimento.
Esos malditos y torpes muertos vivos Pocas cosas podrán hacerse más gozosas, por estos días soporíferos, que ir a ver Zombieland a un cine con un buen equipo de aire acondicionado. Aunque para algunos sea el placer culposo reservado para cosas tales como, precisamente, pelis de zombies. La de Ruben Fleischer es una de esas sorpresas que asoman cada tanto, sin grandes aspavientos, para confirmar aquella máxima según la cual un buen guión hecho con cariño, diálogos y textos inspirados, un elenco perfecto y mucho sentido del humor absurdo hacen un combo de encanto indestructible. Más aún si se vuelcan esos ingredientes sobre un marco de muertos vivos, algo así como símbolos de la más cargosa estupidez humana: torpes, pesados, peligrosos y desagradables como gigantescos insectos viscosos. A un mundo zombie se enfrenta, porque no le queda otra, Columbus-Ohio, llamado así, como los demás personajes, por su ciudad-estado natal e interpretado por el extraordinario Jesse Eisenberg, el chico tímido de Adventureland, una de las mejores películas de 2009 con la que Zombieland no sólo comparte su presencia (y el genérico de su título), sino también la de un parque de atracciones, aquí como eje de la gran secuencia final. En su camino hacia algo vagamente parecido a la idea de hogar, siguiendo una absurda lista de normas autoimpuestas, como buen nerd, para la supervivencia, Columbus se encontrará con Tallahassee (Woody Harrelson), un matazombies a la manera del Jack Crow de James Woods en Vampiros. Y con dos chicas más peligrosas que una manada de caníbales, Abigail “Miss Sunshine” Breslin y Emma Stone. Mientras se alternan temas de Metallica o The Racounters con el hilarante off de Columbus en plan diario de (mal) viaje. Y el ritmo visual desemboca en sorpresas con clímax en un cameo que hay que ver para creer, durante un bizarro tour por el circuito turístico de las mansiones de famosos, en una Los Ángeles vacía. Zombieland es una película de humor en serio. Que provoca la carcajada mientras se crece como slapstick con genuina ternura. Además, sin un pelo de tonta, la película comenta ideas acerca de los lazos familiares, las convenciones sociales y la soledad en una sociedad zombie, donde ni los que quedan vivos son capaces de confiar entre sí lo suficiente como para contarle al otro cuál es su nombre de pila. Aunque en el fondo, eso qué importa.
Nos devoran los de afuera Cuantas alegrías nos han dado los zombies en los últimos años. Desde el regreso triunfal del maestro Romero a sus monstruos originales (Tierra de los muertos, El diario de los muertos) a los pases de comedia negra (Shaun of the Dead), pasando por las reformulaciones infecto-contagiosas (Exterminio, ([REC]), y en el medio el debate a vida o muerte (o a muerte sola, nomás) entre zombies rápidos vs zombies lentos. Alegrías que tienen un valor adicional en un género como el terror que, por lo menos en Hollywood, viene alicaído y previsible, embotado como muerto vivo, dedicado al copy-paste de éxitos pasados y sucesos extranjeros (mayormente orientales) o a la explotación miserable de las pulsiones sádicas. En un contexto así, los zombies se cargaron el género al hombro y le brindaron muchos sus mejores momentos. La última de esas alegrías se llama Tierra de zombies, y no es mezquina en aquellos elementos que uno disfruta en una película de muertos caníbales: el humor negro, el gore y el despliegue descerebrado y alegre de violencia brutal. En un mundo arrasado por la plaga zombie y con una humanidad en vías de extinción, cuatro sobrevivientes se encontrarán y deberán seguir juntos para poder subsistir. Un muchacho tímido y asustadizo, un redneck de carácter duro pero de corazón blando y un par de hermanas (una joven y una niña) que sobrevivieron siempre –y también ahora- gracias a su habilidad para embaucar ingenuos. A pesar de la desconfianza inicial que hace que ni siquiera se revelen sus nombres y se llamen por su lugar de origen (Columbus, Tallahassee, Wichita y Little Rock), se cuidaran las espaldas a sabiendas de que si entre ellos se pelean los devoran los de afuera. Y aunque igual se pelean bastante, entre ellos ira surgiendo un vínculo afectivo genuino. Porque de lo que se trata aquí, en ese trasfondo de horror y supervivencia, es de la constitución de una familia. Una familia sustituta, posiblemente disfuncional pero adecuada a tiempos disfuncionales, cuyos miembros en circunstancias normales hubieran sido incapaces de formar una. Lo que Tierra de zombies viene a ofrecer no es algo nuevo, pero lo cuenta de manera muy entretenida y manejando hábilmente los ingredientes que mezcla: la trama de terror, el tono de comedia y los elementos de road movie y hasta de western, mientras la química entre los personajes opuestos de Tallahasee y Columbus (Woody Harrelson y Jesse Eisemberg) le da su toque de buddy movie. En esa mixtura juega un gran papel el soundtrack de country y rock, que incluye temas que van desde Willie Nelson a Metallica (en una apertura que es la épica del splatter), junto a las citas cinéfilas igualmente eclécticas para ir desde Deliverance a Los cazafantasmas. Hay una diferencia entre ser ingenioso y querer pasarse de piola. En Tierra de zombies hay ideas ingeniosas que están integradas al relato, como las reglas de supervivencia elaboradas y formuladas por Columbus, que cobran presencia física y van jalonando la historia. O también los divertidos flashbacks que no se limitan al pasado de los protagonistas y pueden incluir experiencias, explicaciones y ejemplos de víctimas y sobrevivientes anónimos. El director, Ruben Fleischer, declara la influencia de Shaun of the Dead y ha citado a El Hombre lobo americano como ejemplo de una buena combinación entre terror y comedia. Esas influencias se notan, al igual que la de El regreso de los muertos vivos, la saga con la que Dan O’Bannon integró a las criaturas de Romero al reino del humor. Hay precisamente un tono de desparpajo, de liviandad en medio del desastre, de catarsis y buenos momentos, que le dan a Tierra de zombies su carácter de película feliz.
Más vivos que muertos La premisa es más que sencilla: Tierra de zombies es una parodia lisa y llana sobre ciertos códigos y elementos del género que, en estos tiempos en los que reina la solemnidad y la seriedad mal entendida en películas de terror, aporta una dosis de frescura y creatividad tan necesarias como estimulantes. Lejos de la consabida metáfora política acerca de los muertos vivientes, ya consagrada a fines de los 60's por el legendario George A Romero, una pátina de saludable cinismo y desparpajo recubre los casi 90 minutos de metraje, donde una mezcla de road movie ácida con algunos rasgos de western urbano no hacen otra cosa que deleitar al espectador con la presentación de una galería de personajes extraños -cincelados desde los estereotipos-, con una gran cuota de singularidad y hasta humanidad que los eleva por encima del promedio general. La trama se instala sin vueltas en un presente post apocalíptico en el que la plaga de muertos vivos pulula por cada rincón de los Estados Unidos, haciendo gala de su torpeza en los movimientos, aunque también de su voracidad por la carne humana. Por supuesto, existen humanos que han logrado sobrevivir sin recibir las temibles dentelladas (portadoras de malos presagios para quien le toque en suerte); entre ellos, el púber Columbus (Jesse Eisenberg), el lunático Tallahassee (Woody Harrelson) y las timadoras Wichita (Emma Stone) junto a su hermana menor Little Rock (Abigail Breslin). Todos ellos evocan desde sus singulares nombres un pueblo o ciudad ya desvastado por los zombies, como parte de uno de los guiños que el debutante director Ruben Fleischer comparte con el espectador, así como un par de situaciones desopilantes que no hacen otra cosa que confirmar un buen guión que acumula gags y pasos de slapstick con buen ritmo y sin resultar forzados Entre escopetazos, desmembramientos -que no deben envidiarle nada a cualquier producto de este tipo- y una suma de chistes verbales y diálogos filosos, los personajes se abren camino y el film transita con absoluta fluidez gracias al buen manejo de cámara y al apropiado uso del espacio cinematográfico en las secuencias que exigen un mayor despliegue escénico. Mención aparte merece el encuentro bizarro con el gran Bill Murray, sin dudas lo mejor de esta calibrada parodia que, si bien cuenta con algunos altibajos (promediando su última media hora es evidente), invita con enorme generosidad a relajarse y gozar.
También vi Tierra de zombies, y es un poco destartalada pero si uno se ríe de la mitad de los chistes que tiene ya vale la pena. Woody Harrelson y Bill Murray, por su parte, demuestran con elegancia que pueden reírse de todo.
Tan simpática como sencilla, Tierra de zombies (Zombieland, 2009) entretiene gracias a un apocalipsis caníbal extremadamente pautado y algunas escenas muy hilarantes (en especial se destaca la que se desarrolla en la mansión de Bill Murray...). El realizador Ruben Fleischer homenajea a Muertos de risa (Shaun of the Dead, 2004) y nos regala la inestimable presencia de Woody Harrelson como un mata- zombies antológico...
Unidos o devorados La canción de Tierra de zombies es simple: los muertos vivos están todo el día en horario de almuerzo, la gente que conocías en el mejor de los casos ha muerto y se dice que hay un lugar donde puede encontrarse refugio de la pandemia. ¿La road movie está servida? Sí, pero no como plato principal. En este (el primer) largometraje de Ruben Fleischer, la aventura rutera se desarrolla a reglamento y funciona como excusa de una comedia que termina descansando en la revaloración de la institución familiar. De campera con capucha, camisa y una voz de tímida cadencia, Jesse Eisenberg interpreta a Columbus, el beautiful loser de turno. El es un pibe solitario cuya estadía en esta tierra de los muertos se rige por instrucciones de un manual de supervivencia propio atravesado por cierto dogmatismo militar: se impone la disciplina del cuerpo (mantener el estado físico, precalentar antes de la acción) y la prevención (conocer la salida de cada lugar, recordar dar el golpe de gracia a la “víctima”). Si estos mandamientos se quiebran en algún momento es sólo para crear una regla nueva (no ser un héroe/ ser un héroe), y la película los presenta con unos muy televisivos gráficos animados que se acompañan por la voz en off del protagonista. Woody Harrelson (abro paréntesis sólo para recordar y celebrar a Charlie, aquel entrañable ecologista hippón que interpreta en 2012) tiene el papel de Tallahassee, el compañero de mal temperamento que se acoplará a Columbus. En el camino de este par irrumpirán Emma Stone (de un semblante y una sonrisa que parecen fugados de una juguetería) y Abigail Breslin como Wichita y Little Rock, una pareja de hermanas timadoras que vive en constante escape, engañando a pobres diablos que caen en la vieja trampa de la belleza y la inocencia. Por supuesto que ellas no dudarán en hacer lo mismo con Columbus y Tallahassee. Porque en Tierra de zombies, no tomar cariño por nadie es otro código de supervivencia. Todos evitan dar su verdadero nombre, usan seudónimos de acuerdo a su ciudad de origen o destino. Sin embargo, la recurrencia con la que este cuarteto cruzará sus caminos los encontrará recreando, de a poco, mediante discusiones triviales y parloteos varios, los más típicos cuadros de escenas familiares. La película dispone a los personajes femeninos, en principio definidos claramente como autosuficientes, como funcionales a llenar el espacio vacío que signa a los masculinos por la falta de una persona en sus vidas, Columbus por no encontrarla y Tallahassee por haberla perdido: una mujer y un hijo, respectivamente. Por otro lado, se puede identificar un leve coqueteo en referencia a la obra de George Romero. La visita a la mansión de Bill Murray en medio del escape, que da lugar al disfrute de bienes y lujos ajenos al alcance cotidiano, recuerda a esa concepción del shopping como espacio de refugio que aparece en El amanecer de los muertos (1978). En Tierra de zombies, entonces, la supervivencia es un escape sin fin hacia un lugar incierto (en el oeste se dice que se encuentra al este y viceversa), edificado sobre el mismo material inconsistente con el que se construye esa esperanza que aparece cada vez que se vuelve a empezar. Ese reinicio, es el de estos cuatro que ahora forman una unidad que Columbus llama familia y que marchan sobre ruedas, manteniéndose alertas. Procurando que no se los devoren los de afuera.
El último éxito de la taquilla norteamericana es Zombieland, una comedia de terror con zombies al estilo de Shaun of the Dead. Aquí hay un equipo creativo que figuraba en ligas menores - secuelas de títulos de la Disney; otras secuelas de calidad cuestionable como Cruel Intentions 3; productores televisivos - que ha pegado el gran zarpazo. Si bien no tuvo una recaudación espectacular - éstas suelen ser de las fechas más flojas en las taquillas yanquis -, a todo el mundo le gustó la película. Y es que Zombieland, tal como Shaun of the Dead, tiene risas, sustos y sobre todo corazón. A alguien se le ha ocurrido decir (y con bastante inteligencia) de que el horror está dividido por clases sociales. Los vampiros suelen ser condes y, por lo tanto, de clase alta; los hombres lobo son de clase media; y los zombies vendría a ser el horror proletario. Son masivos, todos tienen las mismas características y son baratos de fabricar. Aunque hay momentos de gore y ataques multitudinarios de muertos vivientes, los zombies no son lo más importante en Zombieland. A la película no le interesa demasiado explicar las causas, o poner un evidente villano en el centro de escena. Los muertos vivos son más un paisaje de fondo que otra cosa. Como suele suceder con el género de los zombies - y por ello la popularidad del mismo -, semejante escenario da para generar subtextos. En realidad, siempre se sigue el modelo de George A. Romero - el padre de la criatura desde su clásico La Noche de los Muertos Vivos y sus interminables secuelas y remakes -, en donde los revividos son una especie de alegoría social. Aquí la historia pasa en realidad por un grupo de inadaptados sociales que terminan formando una familia sui generis - y los zombies vendría a ser el resto de la sociedad que los ataca o rechaza - . Vean sino los especímenes que han sobrevivido a la hecatombe: un adolescente fóbico y antisocial, un provinciano racista y violento, un dúo de estafadoras. No son precisamente lo mejorcito del mundo para intentar reconstruir la existencia de la raza humana. El tema es que semejantes personajes terminan resultan queribles, porque empiezan a mostrar un lado humano bastante tierno. La historia se centra en Columbus (Jesse Eisenberg), un nerd maniático y antisocial, que comienza a descubrir el mundo y a madurar cuando debe salir al exterior de su hermético departamento de estudiante. En el fondo, Zombieland no es más que una road movie en donde los personajes se redescubren a sí mismos. Ya sé que todo este análisis suena demasiado intelectual ya que estamos hablando de una comedia, pero allí precisamente es donde radica el plus que hace tan disfrutable al filme. No son personajes profundos ni demasiado tridimensionales, pero al menos son entendibles y creíbles, y uno se identifica con ellos. Y mientras se redescubren y empiezan a valorar el significado de la amistad, se les presentan situaciones disparatadas. Por momentos Zombieland parece sintonizar a Feast - en especial los cartelitos en pantalla con las reglas de supervivencia de Columbus -, y muchas veces la acción es propia de las caricaturas, como la secuencia de el asesino de zombies de la semana. Al momento de generar situaciones cómicas, lo hace con gracia y a veces con mucha gracia. Toda la secuencia en que el cuarteto llega a Los Angeles e irrumpe en la mansión de Bill Murray es desopilante. Será breve, pero por lejos es lo mejor del filme. Zombieland es una excelente comedia con zombies. Hay gore, pero no tanto. Los diálogos tienen su chispa, y los actores están espléndidos en sus excéntricos papeles. Entretiene de cabo a rabo, y encima ofrece un plus de cierta profundidad. Y eso ya es pedir demasiado para un filme de terror cómico.
Apocalymbo El mapa de films que se mofan del género zombie es mas bien extenso: Desde la sólida Shaun of the Dead hasta la simpática Doghouse, pasando por la delirante Stacy: Attack of the Schoolgirl Zombies y la gloriosa The Return of the Living Dead, algo ha destacado a estos films respecto a las propuestas serias y políticamente cargadas de George A. Romero ó de –no tan políticamente cargadas ni tan serias- Dany Boyle. Sus concepciones presentan novedades que refrescan al género y no se quedan en la burla básica y tensan la cuerda ofreciendo algún que otro elemento interesante. Zombieland pertenece a éste mapa que nos concierne y sin embargo ocupa un sitial particular en el mismo, pues aquí el zombie no es objeto de burla ó de originalidad. Es un zombie prototípico de fines del siglo XX: Hambriento, cabrón y veloz. Son los vivos los que reciben las pinceladas interesantes, a través de la pluma bipartita de Rhett Reese (aportó lo suyo en el guión de Monsters Inc.) y Paul Wernick. Un mozalbete simpático y benigno (que tiene la particularidad de emitir más del 80% de sus líneas de diálogo en off para saciar su parloteo superador personal y para divertirnos a nosotros, sus ávidos espectadores) nos introduce en Zombieland, una América arrasada por zombies en la cual la disciplina es la única bandera que nos puede mantener con vida. Disciplina manifiesta a través de simpáticas reglas (en una secuencia inicial muy chula) que, de no cumplirse, ameritan muerte segura. Nuestro héroe deambulará por allí cumpliendo las reglas (e incorporando algunas nuevas) hasta cruzarse con un hipertrofiado BillyBoy (Woody Harrelson), que no sabe nada de reglas pero que, oh casualidad, también ha logrado mantenerse con vida. La química fluye entre ambos (a fuerza de piñas y malos entendidos) y Zombieland nos regala otra pareja dispareja para el olimpo cinematográfico freak, a la altura de Tommy Lee Jones y Will Smith en Men in Black, pero con menos lustre y sofisticación. El muchachito quiere cerciorarse de que su familia (hasta ese momento, inexistente en su cerebro) esté con vida, y a BillyBoy no le importa a dónde dirigirse siempre y cuando al llegar allí haya golosinas, entonces emprenden camino hacia la Nada, pues ya sabemos que las chances de encontrar parientes vivos en una epidemia de zombies es harto escasa. En el camino acoplarán a dos Femme Fatales con sus propios planes e intenciones, y el destino final los encontrará a todos en un parque de diversiones atestado de zombies. Adelantar las cuestiones ó acciones que hacen que nuestra pareja dispareja acople a dos damas en su derrotero, y por qué todo concluye en un gran parque de diversiones, sería arruinar más de la mitad de las gracias que despertará Zombieland sobre quien decida dirigirse a su sala de cine favorita en busca de un film de zombies jodón. Sólo podemos adelantar que BillyBoy en realidad no es tan abstruso como parece, y que -obviamente- las intenciones del muchachito no son otras que pinchar con Wichita (una de las femmes), por más que dichas intenciones queden cubiertas por su galantería de joven cool lastimoso. Promediando el film nos llega un cachetazo de frescura (quizá innecesario, pues el film se sostiene de modo genial y avanza sin mayores inconvenientes) a través de la participación especial de un actor lo suficientemente idolatrado como para justificar la reacción de Woody Harrelson ante su presencia. A nivel “novedad zombie”, el film aporta poco y nada. Excepto una secuencia de créditos espectacular colmada de planos en cámara super-lenta. No exageramos al decir que nunca vimos a un zombie vomitar tan lento y tan lindo. La carencia de aportes originales a la composición morfológica o psicológica del zombie nominal no debería ser un inconveniente si dejamos la ortodoxia de lado y disfrutamos la composición morfológica de los personajes (sobre todo de Emma Stone, algo así como una Goldie Hawn joven, tamaño pocket y morocha) y la psicología de los mismos (sobre todo del muchachito y la muchachita). Woody Harrelson, ya lo sabemos, es completamente inimputable y lo amamos. Además aquí hace todo (muy) bien. Busquen una sala con aire acondicionado y transcurran un momento grato con Zombieland. Bonus Track - Los personajes de Zombieland no tienen nombre ni apellido. Sus apodos corresponden a los sitios de los cuales provienen. Si Zombieland transcurriese en Argentina, los personajes podrían llamarse Paternal, Calamuchita, Carapachay y Floresta sin ningún problema. =) - Woody Harrelson homenajea, a su modo, al excelente film Deliverance de John Boorman. - El freak Jack White tiene un breve cameo de diez segundos (se lo come un zombie). - La banda sonora del film es, además de ecléctica, efectiva y bonita. Incluye Metric y ¡Hank Williams!
Sentí como que al principio me brindaron muy buenas ideas que prometían terminar en un gran peliculón, sobre todo cuando aparece el personaje de Woody Harrelson, pero desde que llegan a ...
Zombieland: un viaje memorable. Tierra de Zombies, ópera prima de Ruben Fleischer, comienza con una imagen tomada mediante cámara en mano que tranquilamente podría evocar al último film de Romero, Diario de los muertos. Es que luego de representar, en subjetiva y con gran nervio, una furibunda carrera por la supervivencia de un camarógrafo, corrida que comenzará a dar cuenta de cierta fascinación del realizador por el gore en un plano cercano que proporciona el shock a través de la provocación de la carne siendo despedazada (impureza digna de toda splatter movie), Fleischer decide aniquilar esa instancia de registro en vivo y en directo a través de un narrador omnisciente (voz en off en primera persona) que hace gala de ciertas reglas de supervivencia. Tales pautas, que parodian con burlesco énfasis lo que podría concebirse como un punteo aniquilador y lúdico de todo clisé en lo que a películas de zombies y otros derivados del survival horror respecta, son enumeradas por el joven Columbus (Jesse Eisenberg), un temeroso y antisocial personaje que alude con su impronta (fachada satírica) a una buena parte de la juventud que cambia salidas y vínculos con el otro sexo por encierro, videojuegos y una especie de soledad que oficia a modo de confort frente al sufrimiento del mundo exterior. Es que si Columbus es como es, todo se debe a su crianza: el joven ha crecido alejado de todo núcleo protector familiar y distanciado de otros grupos que pueden considerarse afectivos (ej: amigos o compañeros). En ese aislamiento, Columbus, más que perdedor consagrado deviene mañoso solitario. Y esas mañas, un conjunto de aptitudes perfeccionadas debido al surgimiento de Zombieland (los juegos temporales de la película van y vienen entre un antes y un después del despertar de los muertos vivos) que elevan al joven protagonista hacia lo más alto de una especie de podio de maestro en las tácticas de la supervivencia, se centran particularmente en las corridas: hay que regular de manera adecuada el ritmo cardíaco y en lo posible estar en forma para no convertirse en alimento de los numerosos perseguidores caníbales (como una de las reglas nos enseña cuando un zombie se deglute a un obeso corredor). En este sentido, probablemente no sea disparatado considerar a Tierra de zombies como una película de corridas, de carreras. Un film de índole maratonista repleto de perdedores y ganadores. Durante esas instancias, medianamente originales gracias a la autoconciencia que promueven las reglas de supervivencia ya mencionadas, la película levanta vuelo, se torna adrenalínica, generando tensión y altas dosis de humor negro. Basta con ver la secuencia de imágenes que acompañan los títulos de apertura: perseguidores y perseguidos se mueven en cámara lenta mientras se escucha For Whom the Bell Tolls, de Metallica. Esos minutos iniciáticos, paródicos, de una libertad absoluta y que se asemejan a aquellos de Watchmen únicamente en cuestiones formales (música extradiegética más cámara lenta más acciones en diversos contextos), brindan un resumen de lo que puede ser pensado como una especie de telón de fondo en Tierra de zombies. Porque si el film de Fleischer evoca paródicamente a Exterminio (Danny Boyle), hace referencia levemente a los incontables films de muertos vivos de Romero, o se acerca un poco a Muertos de risa (Edgar Wright), los momentos a través de los cuales se producen las situaciones más calmas y que consiguen sacarle al espectador una sonrisa emotiva son aquellos dignos de encontrarse en toda comedia adolescente. Sí, estamos en presencia de un híbrido. Habrá que admitir que tal mezcla funciona. Quiero decir: si la película de Fleischer parodia ciertos géneros, o subgéneros, como las películas de zombies, también satiriza varias convenciones del núcleo familiar y de las vivencias de adolescentes. Basta con observar la relación de Columbus con Tallahassee, un genial y alocado Woody Harrelson que parecería ser la cruza perfecta entre el Walker Texas Ranger de Norris y el Cobra de Stallone. Ambos podrían ser hermanos funcionando claramente como opuestos: uno metódico y bien racional, otro explosivo y altamente pasional (incluso cuando esa pasión es desatada por la obtención de aquella diminuta masa rellena, esponjosa y dulce denominada Twinkie). Además, donde hay dos hombres también puede haber dos mujeres para equilibrar las cuestiones genéricas y llegar a conformar la imagen, en este caso sumamente destartalada por autoconciencia, de la familia tipo: papá, mamá, hijo e hija. Las mujeres en cuestión son la sexy Wichita (Emma Stone) y la pequeña Little Rock (Abigail Breslin), dos figuras que remiten a aquellas de hermanas y, en ocasiones, de madre e hija. Así, la familia sustituta queda conformada para emprender un viaje, un camino hacia donde pueda ser posible sobrevivir un poco más (Tierra de zombies también es una road movie: como dije antes, todo un híbrido). En un momento de ese viaje, el grupo culmina por entrar en la supuesta mansión (un verdadero palacete) del actor Bill Murray. Allí, Tierra de zombies se convierte en un homenaje más que disfrutable a la figura del actor. El gran Bill hará de sí mismo, mostrándose maquillado como un zombie para evitar ser devorado (maquillaje que lo llevará a alcanzar un destino abrupto, trágico y con desenlace disparatado). Pero también se evocan acciones, imágenes y canciones de Los Cazafantasmas: todo está servido para que se impongan los guiños sobre los nostálgicos. Y, la verdad, uno la pasa tan a gusto en la casa de esa especie de tío famoso y millonario que es imposible irse sin pensar en lo que se dejó atrás. De todas formas, el show debe continuar. Y esa continuación se extiende hasta llegar a un parque de diversiones que no es otra cosa más que la verdadera Zombieland (si antes conocimos a Adventureland…). En ese lugar, las acciones se tornan algo chatas y recurrentes. Ya no sorpresivas, sino más bien catárticas: Columbus desobedece una de sus reglas y deja de lado su peor miedo (los payasos) para salvar a su amor, Wichita, mientras Tallhassee desata su ira contra los zombies, afirmando que él es el mejor en lo que hace: matar muertos vivos. Si bien Fleischer sabe del horror del gore, de las corridas, del humor negro, de la sátira y la parodia, también sabe qué es lo que más se disfruta y se valora: desear seguir adelante pese a toda adversidad existente. Sea como sea: esa nueva familia, unida frente a todo tipo de diferencia, logra evitar ser devorada por las hordas de una Zombieland devastada.
Corridas, sangre y carne por doquier Era hora de que un film de zombies sea realmente de humor. Esta comedia está protagonizada por Woody Harrelson (en el papel de Tallahassee), un tipo duro y cazador de zombies, que luego de perder lo más preciado en su vida, decide salir a un mundo plagado de muertos vivientes y exterminarlos. El otro, es Jesse Eisenberg (Columbus en la ficción) un joven adolescente, sistemático y algo miedoso que va camino a la casa de sus padres, con el fin de retomar los lazos familiares. A ellos se suman dos hermanas mentirosas y sumamente desconfiadas: Emma Stone (como Wichita) y Abigail Breslin (Little Rock y quien fuera Pequeña Miss Sunshine), quienes desean librarse de los carnívoros ambulantes y también suelen sacarse de encima con facilidad a los seres vivos que caen en sus telarañas. Desde el comienzo la película es entretenida y con muy buenos efectos visuales, y el joven Columbus va narrando en forma de cuento consejos y comentarios de los zombies y de los demás integrantes. Disparatada de principio a fin, la propuesta del director Ruben Fleischer, logra entretener y jamás aburre, en momentos donde otros hubieran agregado minutos: son algo más de 80 que pasan rápidamente, sin extenderse en detalles con poco sentido e incluso poco deja saber de dónde proviene el virus que convierte a los simples mortales en entes. Con la participación especial de un caza fantasma, como es el actor Bill Murray, que es visitado en su mansión por estos cuatro personajes. Bill, en este caso, hace de sí mismo y le agrega a la historia un toque de nostalgia y humor. Tierra de Zombies es una propuesta muy interesante, que no tiene desperdicio y con un cierre de historia, que si bien es predecible, está bien logrado.
Dos films, tan distantes, tan cercanos. Adventureland y Zombieland, ambos se refieren a “tierras”, protagonizadas por el mismo actor, Jesse Eisenberg, transcurren gran parte dentro de un parque de divesiones, podrían ser catalogadas como comedias, tienen en común temas relativos a la pérdida de la virginidad, en ambas, el confiar en una mujer se torna peligroso. Comenzando con una gráfica de titulos lineales siguiendo las estructuras de edificios, calles, postes, al igual que en Intriga Internacional, La Habitación del Pánico y otras, iniciaremos a conocer las reglas básicas que el protagonista principal posee a la hora de tener recaudos para no convertirse en alimento de zombies, hacia el final del film, rondando las 32. #1 Cardio #2 Tener cuidado en los baños #3 Cinturones de seguridad #4 Doble disparo #5 No tener ataduras sentimentales Y asi las siguientes… Tierra de Zombies es un film crudo, demasiado sangriento y divertido. Se dirige al espectador en primera persona, contándonos un relato que escapa las osadías, aventuras, experiencias e inexperiencias del jóven protagonista masculino. Columbus (Jesse Eisenberg) es un adolescente sin familia, nunca la tuvo y desconoce si quisiera tener una. Es tímido, no tiene experiencias con mujeres hasta llegado el día que una asustada e histérica toca a su puerta, denominada “406”, numero del departamento contiguo, a escasas horas, la única mujer a quien haya de abrazar se ha convertido en una zombie que no deja de atacarlo. Dentro de la barbarie que se ha desatado en los Estados Unidos, conoce a Tallahassee (Woody Harrelson), un tipo bruto, calzando botas, manejando camioneta y aniquilando a todo zombie que se cruce por su camino, tarea para la cual según sus palabras “ha nacido”. El film se caracteriza por la gran agilidad a la hora de la edición, gracias a ello, tampoco se cae en el sentido hermetico de las típicas películas de zombies, los diálogos hacen hincapié en citas cinematográficas, se cuenta con una visita inesperada a una mansión de una estrella en Beverly Hills constituyendo la mayor y agradable sorpresa. Ruben Fleischer reitera que se pueden conjugar géneros tan opuestos como es el gore de un film de zombies con una comedia, tarea que ya hemos visto realizada en Shaun Of The Dead, aquella zombie-comedia inglesa que tenia como escritor y protagonista a Simon Pegg. Woody Harrelson se luce en su rol, nuevamente interpretando a un hombre sacado de sus cabales, secundado por la hermosa Emma Stone, vista en Supercool y Abigail “Pequeña Miss Sunshine” Breslin, ya crecidita, a la orden de tareas más adultas y con mayor requerimiento actoral.
Reinsertarse en un mundo de zombies. Uno de los protagonistas de Tierra de zombies, está desesperado por Twinkies, unos bocadillos rellenos. El tipo está en medio del apocalipsis y sólo quiere disfrutar, una vez más, esa comida. Habla sobre los pequeños placeres que hay que disfrutar. Bien podría ser el comentario sobre la misma película. No es que Tierra de zombies sea ni la pionera ni la mejor comedia con muertos vivos (acaso la mejor es Muertos de risa) o la más original (eso corresponde a El amanecer de los muertos, de Romero). Es sólo una muy buena propuesta para divertirse un rato. Y no está mal. La trama involucra a 4 "excluídos": Columbus, un adolescente sin familia, un nerd flacucho que se debe haber escapado de Supercool; Tallahassee, un cowboy recio cuyo deporte favorito es matar, de las formas más intrincadas posibles, a los zombies (algo que inventó Romero en la secuela antes mencionada), cuando no es buscar pastelillos; Wichita, una femme-fatale de armas tomar, que será el interés romántico del joven protagonista; y Little Rock, la little Miss Sunshine Abigail Breslin. Cada uno de los actores están más que bien (todos tienen química, y eso se agradece), principalmente Jesse Eisenberg, que repite el rol de Adventureland: Un verano memorable, como el pibe de corazón grande aunque un poco torpe. Es algo así como Michael Cera en la película de iniciación de Greg Mottola (bueno, en la anterior película de iniciación de Mottola). Y ojo, que Tierra de zombies detrás de su fachada de película de humor negro, también esconde una simbosis de road-movie con las recién nombradas películas de iniciación. No hay que olvidarse que el protagonista es un perdedor cuya relación con las mujeres nunca termina bien (la primera vez que tiene una chica, es un zombie). Y tampoco el condimiento extra: cada uno de los individuos de esta película es un excluído. Y en medio del fin del mundo, tienen la oportunidad de comenzar de nuevo, y consagrar una familia. Tampoco es que la película centre toda su energía en hacer un drama familiar (de eso, poco y nada, salvo que los personajes realmente se sienten vivos) ni en provocar angustia o sustos. Ahí restamos: el clímax es flaco, y desentona con el resto de la película, quizás por no jugarse un poco más y guardar cosas para la secuela (a esta altura, ya se sabe que es en 3D). La rara mixtura (y funcional) del debut de Ruben Fleischer en la dirección se da en la película cómica y chiquita (más cercana a Adventureland que a Supercool o alguna de la factoría Apatow) con zombies. No conté cuánto tiempo aparecen en pantalla, pero acá los zombies son bien secundarios. No es que alguno de los mejores gags no los involucren, pero la verdadera gracia la tienen (como debe ser) los protagonistas. Algunos de los momentos más inspirados analizan la psiquis de estas 4 personas en un panorama similar al de Soy leyenda: que hacer en un mundo donde todo está permitido. Desde las originales muertes a los no-muertos hasta los "descargos" contra objetos inanimados. Tierra de zombies está más que bien como una comedia. Ofrece buenos momentos (en especial, toda la secuencia en la mansión de Bill Murray) y es como un parque de diversiones. Sus personajes nos importan, y ese, quizás, sea el mayor mérito. Nos concentramos en los desencuentros amorosos del joven miedoso, aún cuando está todo lleno de muertos sedientos de carne humana.
Admito que en los últimos años me he vuelto bastante adepto a las historias de zombies. No sé realmente el motivo. Tal vez deba hablarlo con mi analista... Lo cierto es que el cine le sigue encontrando vueltas de tuerca a este subgénero. Y eso me pone contento. Zombieland, con su original enfoque y retorcido sentido del humor, es una clara muestra. El protagonista de la historia es Columbus (Jesse Eisenberg), un joven timorato que, gracias a su estricto código de reglas, consigue sobrevivir en un mundo apestado por zombies. Un día se cruza en su camino Tallahassee (Woody Harrelson) un tipo recio y solitario que, medio a regañadientes, acepta la compañía del joven. Ambos luego se encontrarán con un par de chicas (la ascendente Emma Stone y la Little Miss Sunshine Abigail Breslin) que son menos inocentes de lo que parecen. En suma, se conforma el típico grupo desparejo de esta clase de films. Personajes que primero desconfían los unos de los otros, pero que luego se van conociendo y estimando. Lo que sigue es el recorrido que realizan para llegar a un supuesto lugar seguro, libre de mutantes. Desde ya, en el camino irán encontrando problemas varios. Como se verá, no hay nada en la historia que parezca muy original. Pero lo que hace de Zombieland una experiencia tan entretenida es el modo en que está narrada. Ya desde el principio la peli es diferente, con Columbus contando en off sus reglas esenciales para sobrevivir en un mundo de zombies. Reglas que hacen hincapié en algunos tópicos básicos de este subgénero, pero de una forma muy original. La película es una comedia de terror, aunque miedo sea lo que menos cause. Tal vez no posea el ingenio ni sutileza de Shaun of the dead, pero tiene un humor más salvaje (lo que es lógico, siendo aquella inglesa y ésta yanqui). Y tiene a un Woody Harrelson en plenitud, componiendo a uno de esos brutos simpáticos que tan bien le salen. Y posee un gran cameo que, si bien ya lo deschavaron en varios medios, prefiero no develar. Además, tiene algo que me gusta de las películas de zombies, y es que no se busca explicar las causas de lo que sucede. Sólo sabemos que el mundo está lleno de zombies. Punto. Y mucho menos busca reflexiones ni analogías con el mundo real, con la política, con la sociedad... Es una película que juega con el género, nada más. Ni nada menos. Ah, y es cortita. Zombieland no será extraordinaria, pero está buena. Una justa mezcla de humor, tripas y sangre. Y parece que ya está en camino la continuación. Así que los fanáticos de los fiambres vivientes seguiremos disfrutando. ¡Larga vida a los muertos!
Poco susto y mucha risa No es otra película de zombies, sobre todo por su esquema y su estilo narrativos. No hay científicos locos ni un grupo de personajes que, a mordiscón limpio, va de a uno hallando su fin. No hay suspenso ni muertes en primer plano. Gracias a una hamburguesa podrida, los muertos vivientes ya están ahí y el objetivo de los pocos seres humanos que quedan es sobrevivir. Así, un joven, un cazador de monstruos (un Harrelson haciendo su acostumbrado freak) y dos chicas tratan de cruzar la tierra de zombies en busca de sus sueños. En ese contexto de arrebatos sanguinolentos, es el humor el condicionante de un estilo que no busca asustar sino contar una aventura inocente, divertida y con un único mensaje: sigue las reglas, aunque vengan (literalmente) degollando.
Aires de libertad en tierra de zombies El comienzo es un despliegue de imaginación y adrenalina, con los títulos de crédito entreviéndose en medio de una invasión de zombies. Un pibe gordo corriendo para evitar ser atacado permite ironizar sobre el estado físico de los ciudadanos estadounidenses, y unas nenas convertidas en pequeños monstruos hacen que lo cándido mute graciosamente en aborrecible. Zombieland no es, en efecto, un simple enfrentamiento de zombies contra humanos nutrido de sacudimientos gore y efectos especiales, sino una comedia con un cuarteto de simpáticos personajes a quienes la cercanía del peligro los pone en una carrera de divertidos obstáculos. Quien timonea el relato es un adolescente poco decidido (Jesse Eisenberg, el de Adventureland), compañero de un tipo mayor pero casi tan inmaduro como él (el bueno de Woody Harrelson), sumándose un dúo de hermanas nada dóciles (Emma Stone, de Supercool, y Abigail Breslin, la nena de Pequeña Miss Sunshine). Si al comienzo (y no sólo al comienzo) hay chispazos entre ellos, el saberse únicos sobrevivientes humanos tras la invasión zombie los lleva a cierto grado de mutuo entendimiento (resulta tierna la escena en el auto en la que los mayores se desdicen de sus comentarios ácidos para proteger emocionalmente a los chicos). En el transcurso de una gozosa hora y media, las instancias cómicas se suceden excediendo lo sanguinolento, poniendo el foco, más que nada, en la personalidad de los cuatro (anti) héroes/heroínas. Hay, también, abundantes chistes cinéfilos (cuyo punto culminante es un improbable homenaje a Los cazafantasmas y a un actor cuyo nombre no conviene revelar aquí), una lista de reglas de supervivencia que parecen practiquísimas (aunque razonablemente se aclara, en un momento, que a veces es mejor no cumplirlas) y hasta algún atolondrado flirteo amoroso. Cuando los personajes dan rienda suelta a sus pulsiones en un supermercado, en una lujosa mansión aparentemente abandonada o en un parque de diversiones –arrojando con felicidad estanterías con caramelos o regocijándose con el vértigo de una montaña rusa– Zombieland contagia una excitación ciertamente liberadora, donde el desbande de colores y de luces más el fondo atronador de Metallica contribuyen al disfrute casi infantil. Es cierto que en algún momento el film parece olvidarse de los zombies o que algunos flashbacks resultan algo torpes o innecesarios, pero proporciona un rato de legítimo placer cinematográfico. Aún siendo una película sin pretensiones, vale como aplicación de una de los consejos recomendados por el protagonista: “Disfrutar de las pequeñas cosas”.
Matando Zombies a garrotazos: "Todo empezó con una hamburguesa contaminada hace unos años atrás y derivó en esto..!", explica Columbus, uno de los dos personajes del dúo dinámico mata-zombies que integran con Tallahassee, especie de cowboy, arrogante, y amante de las golosinas "Twinkies". Estos absolutos cruzados intentan sobrevivir en una USA atestada de zombies, uniéndoseles luego dos hermanas muy peculiares, quienes también conforman un llamativa pareja. Son apenas la poca gente que no ha sido contaminada, y que sus cuerpos no han sido trasnformados. El filme del debutante Ruben Fleischer desde sus títulos es original y en extremo divertido, porque si hay que sobra, y se remarca aqui es la aboluta diversión y entretenimiento que ofrece la peli en su acertada duración de metraje. Verla es un disfrute, algo así como recorrer una gran parque de diversiones, donde la forma y manera de deshacerse de los zombies se convierte en una vorágine total, y sitio de diversión que es donde también se desarrolla la parte del final. A su vez, dentro del filme hay una gran cantidad de guiños a otras pelis, pequeños homenajes, está Bill Murray en una participación especial tan pero tan divertida, donde se toma el pelo a si mismo en su supuesta mansión de Hollywood. Lo "explatter" o "gore" de otros filmes del género, aqui es disparate, farsa, acertada burla, efectivo uso de la "comedia-de-horrores" casi granguiñolesca. Anoche en la sala 1 del Complejo Monumental experimenté estar jugando con la mejor Play Station, la más grande del mundo quizás, y completando mi satisfación de cinéfilo en esta suerte de western-apocalíptico, con el cual uno tiene la seguridad del disfrute, de la diversión, esa misma que suelta Woody Harrelson montado en los juegos del parque de diversiones y bajando a su paso decenas de zombies. El casting es ideal, los 4 protagonistas están impagables, inmejorables, Jesse Eisemberg es el anti-héroe ideal que nunca olvida su enumeración de reglas para enfrentar zombies, Emma Stone es la chica hermosa y a la vez inteligentísima (cualidad digna de atención mayúscula), Abigail Breslin -la misma protagonista de "Pequeña Miss Sunshine"- es su hermanita menor que tambien sobresale todo el tiempo, y que decir de Harrelson, el tipo ideal que merece 10 millones de Oscars a la actuación en su fenomenal personaje, especialmente en su desesperada búsqueda de golosinas o cuando descarga tensiones y se relaja garroteando autos en la calles desiertas. Lo dicho una total, absoluta joyita del cine que además está excelentemente fotografiada, además de actuada. Si alguien preguntara cúal es la bendita fórmula de la diversión en el cine y a pantalla grande, no caben dudas aqui hay un notable ejemplo. De los mejores e imperdibles.
El momento de la aparición de los zombies en la ficción audiovisual se puede ubicar en el año 1932, con el filme "White Zombie", dirigido por Victor Halperin. Décadas después, el estreno del primer largometraje de George A. Romero, en 1968 (es curioso, pero en ese mismo año irrumpía desde París el Mayo francés y transformaba la vida en occidente), marca el inicio de una segunda etapa del subgénero. Aquel filme planteaba una fuerte crítica, ya que por momentos la violencia más irracional era llevada a cabo por alguno de los personajes centrales, todavía humanos. A partir de 2002, con el estreno y la repercusión de "Exterminio" ("28 days later", de Danny Boyle), el subgénero se vio revitalizado. Tanto es así que Romero estrenó en 2005 y 2007 dos nuevas entregas de su serie de películas, donde deslizó alguna que otra crítica a los ágiles zombies modelo siglo XXI. Tierra de zombies toma el tándem "terror gore - escenario posapocalíptico" y lo usa para llevar el humor negro al extremo, con momentos de lo más efectivos e hilarantes. Para ello expone a los cuatro únicos sobrevivientes en los EEUU: un adolescente solitario, lleno de fobias y con síndrome de intestino irritable (Jesse Eisemberg); un duro cowboy (Woody Harrelson) cuya primordial fuente de placer en un mundo devastado es una golosina de nombre "Twinkies" y dos mujeres (Emma Stone y Abigail Breslin), hermanas, dispuestas a todo para llegar a "Pacific Playland", el parque de diversiones supuestamente libre de peligros. A pesar de su profunda e irreconciliable superficialidad, la película sugiere disfrutar de las pequeñas cosas y valoriza a la amistad y el amor como elementos que movilizan, transforman y dan sentido. La escena final en un parque de diversiones cierra el filme y al mismo tiempo lo sintetiza: entretenimiento puro. La frase "Acabo de ver a Eddie Van Hallen, en el Hollywood Bowl, es un zombie" (Bill Murray)
LAS REGLAS PARA PODER SOBREVIVIR Y REIR En el 2004 “Shaun of the Dead” fue la única película moderna en quebrar exitosamente el esquema “serio” y de terror de los muertos vivos y como si se le estuviese rindiendo homenaje a George Romero o a Peter Jackson, el humor desarrollado complementó perfectamente a los zombies. Ahora bien, aunque es inevitable la comparación con el film de Edgar Wright, “Zombieland” posee características que la definen por sí sola y la convierten en uno de los mejores entretenimientos oscuros de los últimos años. La Tierra fue apoderada por zombies y Columbus, un adolescente solo y perdido en el camino, junto con sus reglas de supervivencia va a tratar de poder llegar a su hogar. En el camino se va a encontrar con tres personas, que juntos van a intentar seguir vivos, aunque los problemas aparezcan y sean interminables. Uno de los tratamientos más llamativos de esta cinta es, mediante un excelente e innovador guión, el contraste entre los personajes. Jesse Eisenberg interpreta a Columbus, un chico solitario, tímido, miedoso, vergonzoso y que mete la pata en todo momento; Woody Harrelson es Tallahassee, una especie de cowboy moderno con el alma dispuesta a destrozar de la peor manera a los muertos vivos que lo enfrenten; Emma Stone y Abigail Breslin son Wichita y Little Rock respectivamente, dos hermanas dispuestas a hacer todo lo posible por controlar la situación y chantajear a los muchachos. Todas son personalidades opuestas y ese toque diferente hace de la película una experiencia en la que no se sabe qué puede suceder en la escena siguiente. Otra de las características que hacen de esta película muy llamativa es que todos los retos que se permite explorar salen exitosos, ya sean por su edición, locura o por sus sorpresivos remates. Es así como situaciones como: la introducción en cámara lenta, la intromisión en el supermercado, la obsesión por los famosos pastelitos, la continua aparición de las reglas en pantalla, el pasado de columbus, la llegada a la mansión de un genio del humor y ese ambicioso pero excelente final en el parque de diversiones, nunca desentonan con el sentido de la película y demuestran que con un poco de imaginación y dedicación, una temática ya gastada, como lo son los zombies, puede convertirse en una experiencia muy gratificante y divertida. El humor se basa en la palabra, en las técnicas de supervivencia y en el gore que correa por su exceso en diferentes oportunidades. La edición acompaña muy bien el relato, tratando de involucrar en el mismo diferentes acciones y situaciones que no se pueden ver, así como las cámaras lentas y rápidas, los juegos con los tiempos y el recordatorio de las reglas inventadas por el fóbico muchacho. La música es correcta y los efectos especiales muy convincentes. “Zombieland” es una experiencia muy divertida y, aunque no se la pueda dejar de referenciar con “Shaun of the Dead”, posee una trama original, diferente y propia. Un film bien actuado, con un guión perfecto y un tratamiento visual bellisimo. Una grata sorpresa que vale la pena ver, disfrutar y dejarse llevar. LO BUENO: actuaciones, guión, dirección, parte técnica, originalidad, sorpresas argumentales, introducción, escena después de los créditos LO MALO: en todo momento tiene a “Shaun…” por detrás y algunas cuestiones, casi al final de la cinta, pudieron haber sido rematadas de una manera más creíble UNA ESCENA A DESTACAR: llegada a la mansión de BM
La corrupción del mata-zombies. Es sabido que se ha creado todo un subgenero dentro del subgenero de zombies, y ese es el de la comedia terrorífica basada en zombies. Sí, suena insoportable, pero es así. La creatividad, el buen gusto para el humor ácido y, principalmente, una buena caracterización, debieran ser -a criterio de este servidor- los condimentos indispensables para encarar un proyecto que intente posicionarse entre el grupo selecto que tiene a la exquisita Shaun of the Dead como referente o modelo a seguir. Quizás el error más grave sería comparar a Zombieland con aquella película de Edgar Wright, ya que esta última sentó las bases para el mencionado subgenero, indiferentemente del orden de creación de dichas producciones. Zombieland es, por lo menos en estos días de euforia "box officera", un filme aceptable, con ciertos rasgos característicos que la hacen defendible sólo si se la mantiene en esa delgada línea de estupidez por la que recorre, jactándose de ser graciosa y aguda. Las interpretaciones actorales de Jesse Eisenberg (una versión más canchera de Michael Cera, aunque no sabría decir quién copia a quién), Woody Harrelson, Emma Stone y Abigail Breslin (¿esta es la adorable niñita de Signs? Increíble) son buenas, pero lejos están de construir un grupo tan épico como el de Simon Pegg y compañía. Y aquí es donde hay que detenerse a analizar qué ha hecho el grupo dirigido por Ruben Fleischer. Tal vez estemos ante una parodia del cine zombie, o una oda a los video juegos al estilo Redneck Rampage, o simplemente una fallida producción que se mofa de unos efectos especiales muy buenos y un ritmo frenético de acción violenta y ¿cómica?. Plagada de estereotipos (el sonso que conoce al rudo delirante, que encima se topa con la hermosa chica mala y su no tan dulce hermanita menor), y con un estancamiento sobre la mitad que la conduce hasta el borde del bodrio (patética la escena de Bill Murray haciendo de él mismo), esta producción es tentadora desde su comienzo tan posmoderno de presentar la trama, sentándose en las "reglas" que sigue Columbus (Eisenberg) para ser uno de los pocos sobrevivientes de la ex-Tierra ahora devenida en "Z-land". Para ir englobando un poco la cuestión, podríamos decir que estamos ante una trama que traza un curva ascendente en la primera media hora, para descender violentamente (casi tanto como la escena de la mujer saliendo despedida de su auto) en la mitad, y elevarse un poquito en el clímax. Harrelson sabe hacer papeles como éstos, por lo que quizás sea uno de los pilares de esta historia tan pop. Su personaje es una clara corrupción del mata-zombies admirado en la cultura popular americana, y se deja llevar por esa fachada de ganador al que le importa más devorarse un Twinkie en vez de desatar una furia contenida a causa de su dolorosa pérdida. En fin, como bien apunta Eisenberg en una escena, "todo es muy duro en Zombieland", pero nada ácido y mucho menos terrorífico. Nos quedamos simplemente con un filme atractivo que no nos hará nada de daño si nos lo perdemos.
Tenedor libre La tierra ya no es la tierra. Una hamburguesa contaminada desató un virus que hizo de la humanidad una banda de zombies carnívoros y ahora para vivir, hay que matar. Una comedia que te levanta los cachetes. Leé, leé. Columbus es un adolescente, medio bobo y fóbico y uno de los pocos humanos con vida, tras una epidemia que convirtió a EE.UU. en “Zombieland”, la tierra de zombies. El pibe se las arregla bastante bien huyendo de los bichos, en parte por su paranoia y en parte porque sigue al pie de la letra una serie de reglas muy claras. Regla número uno: siempre disparar dos veces. En camino a su hogar materno, se encuentra con Tallahasee (Woody Harrelson) un lunático empeñado en asesinar tantos zombies como pueda y en disfrutar con las pequeñas cosas de la vida como destruir lo poco que queda en pie en la civilización en busca de una golosina. También aparecen un par de hermanas muy pillas quienes quieren instalarse en un parque de diversiones desierto que suponen libres de zombies. Delirante, frenética y llena de sangre y cráneos hechos puré, esta comedia es una de las pelis del año, no la dejes pasar. Lo mejor: la competencia por el “Asesinato zombie del mes” y Bill Murray, que aparece brevemente y se fuma una pipa del tamaño de un taxi.
Con presencia en la literatura, el teatro, la historieta y los videojuegos, la temática zombie, o zombi, se incorpora a la cinematografía el 04 de agosto de 1932 con el estreno de “White Zombie”, producción estadounidense realizada por Víctor Halperin, protagonizada por Bela Lugosi. Considerada como la primera película que abordó el tema, fue un producto independiente producida por los directores del período silente Edward y Víctor Halperin, con guión de Garnett Weston, distribuido por United Artist. El proyecto tuvo su origen en una obra teatral de Kenneth Webb, titulada “Zombie”, basada en el libro “The magic island” de W. B. Seabrook, estrenada el 10 de febrero de 1932 y que tuvo apenas 21 representación. Sólo el quince por ciento del metraje de “White Zombie” era sonoro, por lo que el film cosechó malas críticas. Sin embargo el gran público la respaldó, convirtiéndola en un trabajo muy rentable para los hermanos Halperin. La historia involucraba a Neil Parker (John Harron) y Madeleine Short (Magde Bellamy), una joven pareja que viajan a Haití invitada por el terrateniente Charles Beaumont (Robert Frazer) para celebrar su matrimonio. Sin embargo, Beaumont está enamorado de Madeleine y guarda esperanzas de que ella acceda a casarse con él. Al ser rechazado, acude al hechicero de vudú local, Legendre (Béla Lugosi). Su plan es que Legendre la convierta en zombi, se la declare muerta y se la entierre, que Neil vuelva a los Estados Unidos, revivirla y que permanezca junto a él. Sin embargo, Legendre tiene sus propios planes para Madeleine y para Beaumont. Tomando como referente éste antecedente, a lo largo de las ocho décadas siguientes más de un centenar de títulos están asociados directa, indirecta o lateralmente, con dispares valores artístico, a la narrativa fantástica audiovisual. “Zombie” o “zombi” es (según el diccionario) una voz de origen africano occidental, semejante al congoleño “nzambi”, dios, y “zumbi”, fetiche, popularizado por la ciencia vudú (“espíritu” que responde al culto supersticioso mezcla de religiones animistas de África, de politeísmo de pueblos guineanos, y de cristianismo). Se refleja en el folclore y las leyendas haitianas originadas en la magia negra y el vudú. Entre sus ritos se encuentra uno mediante el cual un hechicero podía, supuestamente, revivir a los muertos privándolos de su voluntad para someterlos a su antojo, al reducirlo a condición de autómata. La exposición de esta temática tiene sus propios códigos y convenciones, incluso estéticas, presentes en cualquiera de los géneros en el que sea planteado un proyecto, en toda la gama que pasa por la tragedia, el drama y la comedia en todas sus variantes. La trama de “Tierra de zombies” se ajusta a las narraciones de este tenor. La raza humana esta al borde de su extinción por un virus que la afecta convirtiéndola en cadáveres vivientes, por lo que el planeta es ruina y desolación. Empero, algunos parece que sobrevivieron, aunque desconoces sus existencias, tal el caso del joven e inocente Colombus, quien en su solitario deambular conoce a otro incontaminado, Tallahassee, adulto rudo y experimentado, a los que se suman dos hermanas, Wichita y Little Rock. Para sobrevivir deberán enfrentar a los insaciables depredadores superando obstáculos para llegar a un final...al menos hasta que llegue en el 2011 “Tierra de zombies 2”. Después de asistir a la proyección de “Tierra de zombies” el espectador afecto a la temática es muy posible que abandone la sala con la satisfacción de haber asistido a nada nuevo, pero medianamente entretenido. A quienes compete apreciar la obra con una mirada más analítica podrían estimar que guionistas, realizador y productores tuvieron una excelente oportunidad de pergeñar una interesante e ingeniosa comedia satírica, que hubiera podido integrarse a dos producciones que trataron exitosamente el tratamiento con ese matiz en dos proyectos, una respecto al tema de ciencia ficción que involucra a Frankenstein mediante “El joven Frankenstein” (1975), merced a Mell Brooks, la otra, referida a la fantasía del vampirismo encarado por Roman Polaski con “La danza de los vampiros” (1967). En este sentido, por ahora, debemos seguir esperando a algunos que tengan el talento, la audacia y el sentido del humor apropiado para sorprendernos con los zombies. “Tierra de zombies” tiene punto de partido en un guión enclenque que desarrolla una historia rutinaria tomada entre lo serio (con toques de grand guiñol) y lo ridículo, con un pretendido humor sin relieve, por ende nada efectivo, en un audiovisual algo extravagante pero indefinido, sin vuelo, técnicamente correcto.
Apetito por la destrucción Encontrarse en las salas con una obra sencilla, sincera y desenfadada como Tierra de zombies es algo digno de festejos. Una efervescente inyección de glucosa, una película con sabor a matineé, de esas que huelen a maní con chocolate, a refrescos y churros. Para que no exista confusión, estamos hablando de un registro futurista post-apocalíptico, de sobrevivientes en un mundo dominado por los muertos vivos, más escopetas, más sesos desparramados en el pavimento, más Woody Harrelson escupiendo clichés y poniendo cara de malo, más Bill Murray en un cameo demencial, más una catártica balacera en un parque de diversiones. Otra vez nos encontramos con una divertida sátira al cine de muertos vivientes -aunque sigue sin superarse a Braindead, la obra de culto de Peter Jackson- y se agradece que el director Ruben Fleischer se haya arrojado al género sin dar mayores explicaciones a la plaga ni al apocalipsis, desatando una road movie fresca, libre de pretensiones y para nada culposa. Al comienzo el protagonista enumera un interesante conjunto de reglas de supervivencia, a lo que sigue una secuencia de créditos con caóticos ataques de zombis en cámara lenta mientras suena el poderosísimo clásico de Metallica “For whom the bell tolls”. Ya se da la pauta de que a continuación se sigue un entretenimiento puro, filmado con destreza y muy buen gusto. Lo curioso es que la película también se toma sus tiempos para presentar parcialmente elementos pasados de los personajes, aportándoles ciertos matices para diferenciarlos de los estereotipos, y dándoles así un atractivo especial que confluye en algún tramo de genuina emoción. Es atípico que un cineasta, en el terreno de una comedia negra desquiciada, se permita que sus personajes respiren, planteen sus frustraciones, lloren y amen, y esto es un mérito sumamente loable. Y quizá lo más adorable de ellos y de la película sea su carácter infantil. El objetivo primario del personaje de Woody Harrelson –un excelente actor de comedias al que no muchos cineastas le han descubierto la veta- es dar con determinadas golosinas antes de que les llegue su fecha de caducidad. De la misma manera, un par de chicas adolescentes quiere ante nada llegar a un parque de diversiones abandonado para revivir glorias pasadas. Una de las reglas que el protagonista aprende junto a su compañero de ruta es “disfruta de las cosas pequeñas”, por lo que la improvisada familia no pierde la oportunidad de destruir a palos una tienda de baratijas para turistas –al fin y al cabo eso no molesta a nadie, porque casi no queda gente en el mundo- ni de encontrarle cierto goce adrenalínico al asunto de extrminar no-vivientes. De estructura predecible y clásica, esta misma película no deja de ser un pequeño condensado, anárquico y risueño, una divertida ingesta que hasta merecería ser disfrutada varias veces.
Adventureland en la tierra de los zombies Al fin una de zombies que nos saca de la cabeza esa plaga de vampiros que se aparece cada vez que uno mira un pantalla... A pesar de que Zombieland no es una "de zombies" convencional, porque está más orientada al humor que al terror, no deja de ser un soplo de aire fresco. Y más aún si tenemos en cuenta que logra su cometido y hace reir, al mismo tiempo que logra un par de sustos y momentos gore bien gore. Cuando Simon Pegg -un amigo de esta casa- se puso a las órdenes de Edgar Wright por primera vez fue para realizar la desopilante Shaun of the dead (conocida aquí bajo varios nombres, entre los que se conoce Muertos de risa), una comedia de zombies que parodiaba a la reciente remake de Zack Snyder El amanecer de los muertos (en inglés Dawn of the dead, nótese la rima humorística) marcó un hito en el cine contemporaneo al lograr una película genial, con dosis de humor y de gore bien equilibradas en todo momento y con personajes absolutamente adorables como el propio Shaun y su amigo Ed, interpretado por Nick Frost. Un par de años después, este trío de director-escritor y actores volvieron a reunirse para otra comedia estupenda, esta vez parodiando a las películas de acción y policiales. Su nombre en inglés es Hot fuzz, aunque en latinoamérica el canal de cable Cinecanal la ha vuelto famosa bajo el título Superpolicías. Ambos filmes son totalmente imperdibles, con un humor inglés fantástico e historias que realmente valen la pena a pesar de que el objetivo principal de la trama sea hacer reír. Zombieland es una buena película, que combina nuevamente estos dos géneros, pero en comparación con Shaun of the dead es sólo aceptable. La principal diferencia es que pareciera utilizar la excusa de los zombies como vehículo para la diversión y deja a la historia principal un tanto descuidada, tanto en la construcción de los personajes, como en las decisiones que van tomando a lo largo del metraje. Tierra de zombies cuenta la historia de Columbus (Jesse Eisenberg), un joven que cree ser el único hombre sobre la tierra, puesto que su país se ha infestado de zombies devoradores que no dan tregua y la única razón por la que sigue vivo es el hecho de que es fiel a una serie de reglas que él mismo se inventó para sobrevivir. A pesar de todo, pronto descubrirá que no está sólo y se topará con Tallahasse (Woody Harrelson), un sujeto algo demente y bastante sádico que lo acompañará en la búsqueda de su tierra natal. Luego se sumarán al grupo dos niñas, Wichita y Little Rock (una despampanante Emma Stone y la ascendente Abigail Breslin) que esconden más de lo que parece, en un tempranero giro de guión que se nos aparece un tanto ilógico. Si hay algo que sorprende en Zombieland es lo parecido que es el personaje principal, el de Jesse Eisenberg, al que él mismo interpretaba en Adventureland. Un joven inseguro, enamoradizo, virgen, inteligente pero a la vez algo torpe, etc. Demasiados parecidos para dos películas tan cercanas en el tiempo. Es como si al personaje de Adventureland se le hubiera infestado el mundo de zombies. Hasta el parque de diversiones aparece sobre el final, en otro sobresalto de guión que no termina de convencer. La principal falla de Tierra de zombies es intentar una historia demasiado "seria", con un personaje principal con un background algo extenso que invita más a la intimidad o a la sonrisa cómplice que a la carcajada. A diferencia de Shaun of the dead, Tierra de zombies pareciera ser más introspectiva y menos exagerada, y allí las risas disminuyen un poco. De todas maneras, no deja de ser un filme muy entretenido, bien dirigido por el debutante Ruben Fleischer (que se destaca con toques de estilo muy interesantes, como las placas con las reglas del personaje principal que van apareciendo escritas en cualquier parte o algunas cámaras lentas bien utilizadas). También tiene una presentación a todo trapo, con imágenes semi fijas bastante perturbadoras y cómicas y los parlantes del cine vibrando con For whom the bell tolls, el tema de Metallica del disco Ride the lightning (que tan sólo escucharlo con tanta calidad ya paga la mitad del precio de la entrada). En resumen, Tierra de zombies es una promisoria ópera prima, entretenida, bastante bien escrita aunque con algunas incoherencias y con un grupo de actores principales bastante simpáticos que hacen muy bien su trabajo. Y pese a todos esos elogios, a Shaun of the dead no le llega ni a los talones. Otra vez será.
Zombieland es a las películas de zombies lo que Scott Pilgrim a las películas basadas en comics. Ambas cuentan con protagonistas adolescentes que pelean por su vida, ellos tienen una chica deseada que es inaccesible y, a nivel estético, tienen efectos gráficos del mismo estilo, sobreimpresiones y escenas ralentizadas. Además salen del esquema preestablecido para sus respectivos géneros. En un estado crítico universal, el mundo es tomado por zombis y los seres humanos no infectados son la minoría. El primer personaje que conocemos es Columbus (Jesse Eisenberg), el clásico antihéroe, quien nos presenta una serie de reglas de supervivencia, por si alguna vez a nosotros también nos toca enfrentar zombies; luego aparece de casualidad y con aire desenfadado Tallahassee (Woody Harrelson) y por último, como no podía faltar y para sacarnos del machismo en el que solo los hombres matan muertos vivos, llegan Wichita (Emma Stone) y Little Rock (Abigail Breslin). Entre los cuatro lucharan por sobrevivir y llegar, cada uno, a su supuesto lugar sin zombies, su refugio. La película no es de terror, sino que se ubica mejor dentro de la comedia y se perfila como película de culto dentro de los próximos 10 años. Ya desde un primer momento se define como cómica y no sale de ese lugar, en gran parte se lo debemos a Woody Harrelson, quien se roba el protagonismo y es sin duda, el mejor actor que se podría haber elegido; es corajudo y enfrenta sin problemas a los malos, tiene un solo fin y aunque suene surrealista, todo lo hace por comerse un Twinkie. El director del film, Ruben Fleischer, debuta en la pantalla grande con esta película, y hace un trabajo más que correcto. El guion es, junto con los actores, el gran acierto del film; diálogos concretos, gags eficaces y sobre todo la inclusión de Bill Murray es sin duda la cereza del postre. Si les gustan los zombies es sin duda, imperdible.
Abrochate el cinturón Decime la verdad, ¿Cuántas veces soñaste que estabas en un mundo repleto de Zombies? ¿Demasiadas no? Y así también son las películas que hay sobre este tema, pero no nos cansamos de verlas, y hoy en nuestras manos tenemos “Zombieland”, que presenta algo diferente. Si, vas a ver desmembramientos, golpes atroces a cabezas muerto-vivientes, disparos errados y corridas atroces, pero podemos decir, y dar gracias, que no fue lo único. “Zombieland” no tarda en decirnos como matar un zombie, no nos dice como correr o escapar. No se pierden valiosos minutos de celuloide tratando de explicarnos con acciones “casuales” como se los mata (Algo que realmente ya lo tenemos incorporado como manual). NO. “Zombieland” desde el primer momento plantea sus reglas, plantea un escenario y una lógica de supervivencia. Logra con este recurso hacer partícipe al espectador, y no solo tensionarlo con las corridas feroces y llenas de sangre coagulada. Y estas reglas nos habla tambien de los personajes, de lo que perdieron y de lo que son. Cada regla que eligen usar los define y nos muestra su carácter. Esta herramienta que supieron usar nos brinda mucho más de lo que pudimos esperar. Nos brindan la sorpresa de no encontrarnos con una mera película “gore” (¡Igualmente tiene momentos gore, no se me pongan mal!), sino de encontrarnos con tintes de comedia, romance y hasta un poco de drama en ciertos puntos. Y es esta ensalada con sesos Zombies la que nos cae tan bien. Esa mezcla tan adecuada y medida, tan acertada, que nos permite valorarla mas alla del titulo obvio que posee. zombieland Escenas memorables. Luego de descubrir las reglas, inmediatamente y sin perder tiempo, conocemos el segundo elemento monstruoso de “Zombieland”. Los personajes. Desde sus nombres, hasta sus latiguillos, desde sus diálogos hasta la forma de tratar con su tierra perdida, y finalmente, la forma en la cual interactúan entre ellos y con su entorno. Jessie Eisenberg (Columbus) y Woody Harrelson (Tallahassee), se complementan desde el primer momento. Es más, nosotros queríamos ver esa complementación al instante de su encuentro, ¡Y así fue! “Zombieland” no pierde tiempo en formalidades y va al grano, eso es lo que nos gusta tanto. No tiene vueltas, no se pone cargosa y tampoco es histérica. La parte femenina del grupo interpretada por Ema Stone y Abigail Breslin (Wichita y Little Rock), es también comoda al ver. Uno piensa “Uh seguro en algún momento me van a contar su aburridisima historia” pero cuando llega la “aburrida historia”… ¡Esta bien hecha!, no es densa y se acopla a la generalidad del relato. En fin, los personajes crean un cuarteto en sinfonía, armónico, funcional ¡Y listo para patear traseros en descomposición! Podemos decir también que el director Ruben Fleischer cuido todos los detalles de esta entrega. Se nota la obsesión en el detalle, desde los personajes ya mencionados, hasta en los ritmos en donde SE LA JUEGA realmente y apuesta a momentos calmos cuando los quiere o a momentos de tensión cuando los necesita, no haciendo uso del recurso barato de asustarte cuando estas tranquilo. Esa decisión es fuerte y se hace notar en la cinta. El universo está planteado de manera diferente a lo que es “The Shaun of the Dead”, que apunta quizás a una tipología de zombies más a lo Romero. Estos zombis se apegan mas a la tipología “Dawn of the Dead”, en donde los tipejos moribundos tienen mejor estado fisico que Javier Zanetti, y te corren hasta sacarte todo (Como la AFIP). Esto determina un ritmo en las escenas más que nada, un ritmo bastante abrumador y tensionante, aunque Woody Harrelson se las supo arreglar matando algunos de maneras… particulares. Ya verán. Sin duda es la película Zombie “humorística” (Tampoco vamos a encasillarla porque posee elementos interesantes no solo del genero del Humor) mas dotada de Hollywood, y hasta puedo decir que es una de las películas Zombies menos Zombies del mundo Zombie (¡Doup!), en la cual vamos a encontrar más de un tinte que nos interese. Eso sí, si la doña puede bancarse uno que otro seso saltar hacia la pantalla. zombieland-woodywalking1 Con Woody en este estado, me dan ganas de verlo en "Defendor" también eh. Yapitas Woody Harrelson sin duda es uno de los personajes del año. Logra transmitir todo lo que queremos recibir. Gestos, acento, actitudes, generosidad y hasta ira. Contiene todo lo que ese personaje tiene que tener, y hace en el momento justo lo que queremos que haga. Podemos decir que Woody Harrelson logro tener la versatilidad de los grandes actores, aunque veremos cuantos escalones le falta. Pero esta bastante apetecible. “Zombieland” posee hacia el final uno de los cameos más IMPRESIONANTES jamás visto. No vamos adelantar nada, solo que no es Bob Marley. “Zombieland” es una buena opción para el “fanboy” de este universo post-apocaliptico, para el que no lo es tanto, y para el amante de las buenas películas. Seguramente satisfaga mas a uno que a otro, pero todos van a salir de sus salas muy conformes. Es asi como presentado un mundo perfectamente diseñado, con personajes altamente humanos, nos adentraremos una vez más en el mundo en donde un disparo solo, no nos da seguridad de nada. Bienvenidos a Zombieland.