Una chica contra todos Se reinicia la vida cinematográfica de Lara Croft y el encargado a llevar a cabo esta nueva entrega es Roar Uthaug (La última ola). Ya quedaron atrás las dos representaciones donde Angelina Jolie protagonizaba la saga. Ahora quien se pone en la piel de Lara es ni más ni menos que Alicia Vikander (ganadora al Oscar por La chica danesa). El film narra la vida de una joven y principiante Lara Croft. Allí podemos ver desde su precario trabajo y su esfuerzo físico -haciendo king boxing-, hasta ponerse su típica indumentaria en búsqueda de misterios arqueológicos. Como otras veces, ella cree que su padre Richard Croft (Dominic West) aún vive y por eso decide buscarlo después de que hayan pasado 7 años. El largometraje se divide claramente en dos partes, lo que genera un cambio brusco. En la primera mitad podemos apreciar una parte más íntima y cotidiana de la protagonista. Mientras que en la segunda, el director se mete de lleno en el objetivo principal (encontrar al padre y evitar que roben la tumba de Himiko). La fotografía logra asemejarse a un videojuego, por lo que podría ser tranquilamente parte de los 10 que tiene Tomb Raider en su historia. Las persecuciones y situaciones de peligro están muy bien logradas, logran tensionar el ambiente. Aunque -cabe destacar- abusa de la caída hacia cualquier tipo de precipicio. Todo el tiempo vemos a la protagonista colgada de un brazo y con el tiempo pierde intensidad. Las actuaciones en general son aceptables, aunque Alicia Vikander se destaca sobre el resto. Se la nota realmente compenetrada con el personaje, lo cual lo hace creíble. Además, -dato de color- la actriz se entrenó para poder realizar las acrobacias ella misma y de esta forma ser más ajustada a la heroína de los videojuegos. Es un acierto el desarrollo del personaje principal, ya que demuestra el poder femenino, la fuerza e inteligencia. La trama cierra a la perfección, dejando lugar a una futura película para que podamos seguir experimentando el mundo cinematográfico de Lara Croft.
Angelina lo hizo mejor Lara Croft, otrora interpretada por una joven Angelina Jolie como un personaje sexy, pícaro, divertido y algo sociópata, es ahora interpretada por Alicia Vikander en clave “realista”, una eterna víctima de las circunstancias despojada de cool, misterio o glamor. ¿Qué interesa a los guardianes del realismo el género aventurero? Imaginen a Eddie Redmayne reemplazando a Daniel Craig como James Bond. La idea detrás de Tomb Raider: Las Aventuras de Lara Croft (Tomb Raider, 2018) es ilustrar los orígenes de la icónica aventurera, darle un arco transformador y sugerir un futuro en el cual sus aventuras son más divertidas que las de esta película. No funciona. Lara es de entrada aburrida y jamás se transforma su personaje, mucho menos en uno interesante. Ni ayuda que el villano sea igual de blando, un Walton Goggins desperdiciado en el papel más soso de su carrera, nunca amenazante ni particularmente detestable. Basta decir que Lara, más tarde que temprano, se embarca rumbo a una remota isla japonesa tras los pasos de su padre, quien desapareció en busca de la tumba de la mítica reina Himiko. Naufraga y es aprisionada por el grupo de mercenarios más gentil del mundo, considerando que llevan siete años curtiéndose en la intemperie y no hay otra mujer en la isla. A partir de ahí todo va relativamente bien para Lara, que disfruta de demasiados aliados y alegres coincidencias. El resto de la película mantiene el entretenimiento en un nivel templado y olvidable. Esta nueva rendición de Tomb Raider: Las Aventuras de Lara Croft es tan mediocre que no logra conjurar una sola escena o secuencia que sea genuinamente propia o algún día pueda llegar a ser recordada de manera emblemática. Aún la impresionante escena del avión pendiendo sobre un abismo está plagiando al menos tres películas de Steven Spielberg a la vez. Pero la decepción no se demora y ya en el primer acto contamos una pelea y dos persecuciones totalmente inconsecuentes. Las carreras ilegales en bici con reggaetón de fondo son tan poco representativas del resto de la película que la escena no debería estar ahí ni para simbolizar el personaje tocando fondo. Se quiere establecer a Lara como un personaje simpático desde la vulnerabilidad, porque vive perdiendo peleas y desafíos y siempre está falta de dinero, pero no sólo nada de todo esto afecta el resto de la trama sino que tales debilidades jamás vuelven a ser problemáticas. Los guionistas Geneva Robertson-Dworet y Alastair Siddons se sirven libremente de todo tipo de tácticas trilladas para resumir ideas como quien está obligado y se las quiere sacar de encima. Otro ejemplo: hacer que el villano ejecute a uno de sus hombres para establecer rápidamente un nivel de crueldad e indiferencia hacia la vida humana que no sólo se ha visto incontables veces sino que jamás se ve reflejado en el resto de sus acciones. El diálogo demuestra cuán poco inspirado es el guión, desde los intentos de frases supuestamente inteligentes (“Al menos no estamos muertos”/“No me digas” se repite dos veces como si los guionistas hubieran hallado oro en el intercambio) hasta líneas de relleno tipo “Nos estamos acercando” mientras los personajes, Dios los guarde, se están acercando. Tomb Raider: Las Aventuras de Lara Croft es una película que iba a ocurrir tarde o temprano independientemente de la inteligencia y la creatividad detrás del proyecto. Quizás uno podría comendar la fidelidad con la que adapta el videojuego de 2013 (el cual, a su vez, reiniciaba la serie) y saca en limpio una historia más o menos digna, lo cual a la zaga de la bochornosa Assassin's Creed (2015) es un alivio. Hela aquí pues, una nueva versión de Tomb Raider que oscila entre mediocre e incompetente y no deja sabor a nada salvo las ganas de volver al pasado.
El nuevo gameplay cinematográfico En campaña por relanzar al personaje bajo un aspecto más actual, Tomb Raider: Las aventuras de Lara Croft (2018) acompaña el lanzamiento de su nuevo juego para las consolas de última generación. Lara Croft (Alicia Vikander), una joven atlética sin un rumbo claro en la vida, decide investigar y averiguar que ocurrió con su multimillonario padre, teniendo como única pista su último paradero: una isla mítica, lugar de una tumba legendaria en alguna parte de la costa de Japón. Esta última versión de Croft se aleja de la imagen sexualizada de Angelina Jolie de 2001 para focalizarse en un personaje más joven, terrenal, con conflictos internos sin resolver. Entre una mezcla de acción y puzzles, la película se desarrolla al igual que los videojuegos característicos de la franquicia como así también los de aventura. El film adapta a la perfección esta esencia gamer en un gran traslado del joysticks a la pantalla de manera fluida y natural, cuando en muchos otros casos no se obtuvo el mismo resultado –Assassin’s Creed (2016), por ejemplo-. Alicia Vikander, la ganadora del Oscar como mejor actriz de reparto por La chica danesa (2015), encara a una Lara Croft autosuficiente y que busca encontrar el rumbo a su vida después de la desaparición de su padre hace siete años. A su vez, Vikander demuestra una destreza física ideal para desenvolverse de manera eficaz tanto en las coreografías de combate como en las escenas de acción. Lejos está de envidarle algo a los héroes de acción en estos tiempos; al contrario: dota a su personaje de una sensibilidad que conmueve y genera empatía con el espectador, acercando a su personaje más al público. Utilizando los flashbacks como un recurso narrativo, el director Roar Uthaug recorre distintas facetas del padre de Lara como también desarrolla el vínculo que los une. El cast que acompaña a Vikander también logra una buena performance, tanto Daniel Wu como compañero y Walton Goggins como un antagonista con las intenciones claras y sin titubear. El punto flojo recae en Dominic West como el padre de Lara, preso de las -malas- decisiones del guión, con un personaje que en ningún momento termina de convencer en pantalla. Bajo esta impronta, Tomb Raider se pierde en incoherencias y acciones muy fuera de lugar que ayudan a que se desarrolle la historia en 122 minutos, aunque son muy poco comprobables y creíbles. Sin muchos sobresaltos y con un guión que no ayuda a sostener una trama -con varios antibajos-, Tomb Raider Las aventuras de Lara Croft (2018) logra salir airoso de su reboot cinematográfico en una película que cumple con su propósito: entretener con mucha acción y una Lara Croft autosuficiente e intensa.
El ascenso de Lara Croft. Lara Croft es uno de los personajes más populares de la cultura audiovisual contemporánea. Aparece por primera vez en 1996, cuando la franquicia Tomb Raider dio comienzo. A lo largo de los años este videojuego ha tenido muchas secuelas, prolongando la fama del personaje como no ocurrió con ningún otro personaje de videojuegos en la historia. Al videojuego le siguieron comics, libros, cortometrajes y dos adaptaciones cinematográficas previas a la que se estrena ahora. Ningún otro videojuego tuvo tanto éxito fuera de su ámbito y todo indica que este suceso está muy lejos de terminar. Como suele ocurrir con estos fenómenos, hay ya incluso algunas contradicciones con respecto al personaje, su origen y sus características. Lo que sí sigue siendo coherente es que Lara Croft es una joven aristocrática británica que ha hecho de la búsqueda de tesoros una forma de vida y que a lo largo de los años ha realizado notables descubrimientos. En el momento de la creación del personaje hubo muchas influencias, pero para el mundo del cine queda claro que la máxima inspiración es el personaje de Indiana Jones. La película producida por George Lucas y dirigida por Steven Spielberg, fue el resumen de todo el imaginario del cine y la literatura de aventuras en una suerte de homenaje y vuelta a empezar con el género. Tomb Raider parte de ahí, pero sigue su propio rumbo. La arqueóloga Croft tiene el origen aristocrático de El Zorro o Batman, dos grandes modelos de la aventura del siglo XX que se inspiraron en los grandes héroes de la historia del género de aventuras. Pero al tratarse de un videojuego, la rigurosidad con el género es muy relativa. Tomb Raider puede luchar contra animales salvajes, sectas, monstruos mitológicos, mercenarios varios, dinosaurios o lo que sea a la hora de cumplir su objetivo. Pasa de las armas más nobles y tradicionales del género como el arco y la flecha a las armas más modernas y letales, como sus famosas pistolas, inspiradas en la película hongkonesa Hard Boiled, de John Woo. Las armas y los recursos de Lara han ido mejorando y cambiando a lo largo de los años. También se ha establecido que Croft tuvo como inspiración al comic Tank Girl y a la cantante Neneh Cherry, lo que termina de armar una mezcla bastante rara. El personaje nació con un costado sexy que motivaba un alto número de seguidores hombres, que veían en las curvas de Lara Croft un atractivo extra. Pero a la vez que esto era un motivo de interés, lo cierto es que crecía y crecía su condición de heroína femenina poderosa capaz de llevar a adelante aventuras que antes solo estaban protagonizadas por hombres. Si comparamos el primer Tomb Raider (2016) con el Rise of the Tomb Raider Edición aniversario (2016) los cambios son espectaculares, pero no solo de personaje, sino también tecnológicos. Jugar un videojuego hace veinte años era algo completamente diferente. Otro de los hallazgos que rodearon a Lara Croft es contratar a una modelo para la interpretara en las presentaciones de cada nuevo videojuego. Esto le dio a Lara Croft una presencia física diferente a la de los demás personajes creados en ese mundo. Nathalie Cook fue la primera de estas modelos y luego le siguieron Rhona Mitra, Nell McAndrew, Lara Weller, Lucy Clarkson, Jill de Jong, Karima Adebibe y Allison Carroll. Estas modelos y actrices en algunos casos hicieron todas las giras de promoción del juego, alentando a miles de mujeres en todo el mundo a hacer su propio cosplay y tomar también a Lara Croft como personaje a imitar. Ya sea como sex symbol o como referente, el personaje atravesó los años sin perder su fama y popularidad, aun sin ser hoy el videojuego más famoso o prestigioso. Cuando Angelina Jolie protagonizó la primera de las películas de Tomb Raider, también rompió el estigma de que los videojuegos no podían ser llevados a la pantalla grande con éxito. La secuela confirmó el éxito pero jamás se llegó a realizar una tercera parte. La evolución del personaje en el videojuego no podía no trasladarse a la pantalla. La Lara Croft de 1996 es muy diferente a la del año 2016 y por lo tanto no reconocer ese cambio hubiera sido catastrófico para una adaptación cinematográfica. La nostalgia nos hace pensar que Angelina Jolie –ideal para interpretar a aquel personaje, como quedó demostrado- era para siempre Lara Croft en el cine. El problema es que en el 2001 y el 2003, Jolie protagonizó dos películas que fueron dos oportunidades desperdiciadas a la hora de llevar a semejante personaje al cine más allá del mencionado éxito. Pero si triunfa esta nueva versión 2018 esto terminará en otro videojuego y el personaje seguirá evolucionando, como lo han hecho muchos otros personajes de ficción llevados al cine. No solo Alicia Vikander, sino otras actrices, interpretarán a la aventurera británica. Es importante repetirlo una vez más: Un personaje de videojuego creado en 1996 recibe en el 2018 su tercera versión cinematográfica que busca comenzar una nueva serie de películas. Hacer un reboot, es decir reiniciar una saga o un personaje es algo que existió en el cine desde siempre, pero en los últimos años se volvió más fuerte como concepto. Hoy se puede reiniciar un personaje sin importar cuánto tiempo haya pasado desde su última aparición en cine. Pasados ya quince años desde Tomb Raider: La cuna de la vida este nuevo comienzo suena razonable y no forzado. Como mencionamos, el videojuego evolucionó mucho y con él una nueva generación ve con otros ojos a Lara Croft. El cine también ha cambiado, pero si nos ponemos a observar lo que pasa en esta película lo que importa es que el estilo narrativo es mucho más prolijo y eficaz de lo que fuero los dos films anteriores, más preocupados en mostrar el vestuario de la estrella y a hacer chistes sin gracia que a dedicarse a la aventura en sí misma. El director Roar Uthaug tiene a su disposición un guión clásico que sin ser una obra maestra le permite armar una historia de aventuras en el sentido más estricto y tradicional del término. Alicia Vikander, como Lara Croft, también construye un personaje más clásico y serio, fiel a la tradición del género. Pero serio no significa que deba ser solemne, algo de humor podría haber sumado más en la historia. No falta tampoco alguna cita más que explícita a Indiana Jones, para reconocer la deuda con el gran personaje. Cada época tiene su Lara Croft y acá nos toca una versión fuerte, realista en términos de acción física, todavía muy seria y sin injustificadas situaciones de romance que en este guión no vendrían al caso. Sí hay que decir que los videojuegos son un poco más violentos y salvajes que la película. Tomb Raider es claramente la primera de una saga y por eso se toma todo el tiempo que necesita para contarnos el origen de su protagonista. Como siempre, su padre perdido sigue siendo clave en la historia y el motor del relato. A pesar de la fantasía como parte esencial de lo que nos cuentan, hay una apuesta a que las cosas no parezcan un disparate total, como lo era en las anteriores películas o con la lógica de los primeros videojuegos. Desde el primer plano de la película hasta el último (esto dicho sin metáforas) Tomb Raider es generosa con los seguidores del personaje y los juegos. Una tras otra y casi sin hacer ruido dentro de la trama, se suceden todos los guiños posibles para que Lara nos suena familiar y cercana. Las escenas en la casa de empeño (las que tienen más humor) y el final de la película nos hacen creer que la secuela será todavía mejor que este gran regreso a la pantalla grande. Y que, si todo funciona bien en taquilla, tendremos Lara Croft para rato.
Tomb Raider: Lara Croft y los cazadores de la isla perdida. Alicia Vikander se pone en la piel de uno de los personajes más conocidos y queridos del mundo gamer, y acá te contamos qué podes esperar del reboot de Tomb Raider. Tomb Raider es quizás una de las franquicias más longevas y exitosas de la historia de los videojuegos. La saga cuenta con 16 juegos que conforman la línea principal de Lara Croft, y después hay varios spin-offs y entregas pensadas para dispositivos móviles. A su vez, como es lógico en productos tan populares, se creó una suerte de universo transmedia que está conformado por comics, novelas e incluso una serie animada de 10 capítulos. Ahora bien, su paso por el ámbito cinematográfico, al igual que el de muchas otras adaptaciones de videojuegos es otra historia. Angelina Jolie fue la encargada de personificar a la señorita Croft en dos adaptaciones que pudimos ver en la pantalla grande en 2001 y 2003, respectivamente. Lara Croft: Tomb Raider y Lara Croft: Tomb Raider – The Cradle of Life fueron dos productos fallidos que fracasaron a la hora de llevar la esencia de la obra original al plano audiovisual. Jolie no pudo compensar con su carisma y/o talento unos guiones flojos y poco inspirados. 15 años después, y luego de haber sido testigos del reboot del universo Tomb Raider en el mundo virtual, se estrena una nueva producción fílmica que intentará revertir las cosas y demostrar que no todas las adaptaciones de videojuegos son nefastas. Algo que logra en su mayor medida pero que no termina de sorprender. La película dirigida por el realizador noruego Roar Uthaug (The Wave) nos presenta una primera entrega bastante entretenida y respetuosa de su homónima jugable. En ella, se nos relatan acontecimientos mezclados de los videojuegos relacionados al reboot de 2013 y a su posterior secuela (Rise of The Tomb Raider) de 2015. Lara Croft (Vikander) es la independiente hija de un excéntrico millonario devenido en aventurero. El susodicho desapareció cuando ella era apenas una adolescente sin dejar rastro alguno. En la actualidad, Lara es una joven de 21 años sin ningún propósito en la vida. Se abre paso por las caóticas calles del East London como mensajera en bicicleta, un trabajo que apenas le da para pagar el alquiler. Los empresarios de la corporación de su padre la buscan constantemente para que firme los documentos necesarios y se ponga al frente de la compañía de la cual es heredera. Sin embargo, algo le impide tomar las riendas de ese imperio empresarial. Todavía no está decidida a aceptar la muerte de su progenitor por lo que un día decide dejar atrás todo e ir en busca del último paradero conocido de su padre: una legendaria tumba en una isla mítica (La isla Yamatai del juego de 2013) que podría estar en algún lugar de la costa de Japón. La cinta protagonizada por Vikander no representa nada innovador en el ámbito de las películas de aventura. Es más, podríamos decir que le debe mucho a la saga de Indiana Jones, especialmente a Indiana Jones And The Last Crusade (1989), con la que comparte algunas reminiscencias en los momentos en que Lara debe enfrentarse a ciertos acertijos para poder atravesar las trampas de la tumba. No obstante, un comprometido trabajo de la actriz de origen sueco, unas logradas secuencias de acción y el traspaso de ciertas mecánicas del juego a la obra fílmica hacen de esta cinta algo realmente entretenido y disfrutable. A su vez, Alicia está muy bien acompañada por Dominic West (300, The Square) en la piel de Richard Croft, Kristen Scott Thomas (The English Patient) y Walton Goggins (The Hateful Eight) como el despiadado villano de turno. El guion presenta algunas lagunas narrativas en función de una aventura frenética. Luego de un primer acto medio extenso donde se nos muestra a la joven Lara y su penosa vida cotidiana, la obra pasa a meterse de lleno en la aventura con el objeto de desentrañar la intriga central. Es ahí, que se pondrá el foco en Lara y se dejará de lado el desarrollo de ciertos personajes, como por ejemplo el de Lu Ren, el ayudante de la protagonista compuesto por Daniel Wu (Into The Badlands) o el villano de Goggins que pertenece a una misteriosa agencia conocida como La Trinidad, de la cual nos gustaría saber un poco más. Igualmente, el villano presenta un poco más de sustancia que muchos otros opositores de películas mainstream. La evolución del personaje principal está muy bien llevada a cabo, mostrando un arco creciente donde Lara pasa de ser una inexperta y una adolescente inocente a una exploradora aguerrida cuyo temple irá surgiendo a medida que la acción lo requiera. La primera persona que mata su personaje hace que verdaderamente uno empatice con ella y sienta ese dolor y ese punto de quiebre en su actitud. Además, cabe destacar el vínculo padre-hija establecido durante el metraje, que si bien por momentos se abusa de los flashbacks sobre la infancia de Lara, estos serán necesarios para la evolución y el presente de la muchacha. Por el lado de los aspectos técnicos, el film sufre de un exceso de fragmentación en algunos segmentos del relato, que provocan que no se puedan lucir del todo las logradas coreografías de acción. También podemos decir que algunos efectos visuales que se veían cuestionables en los avances, no son tan terribles como se advertían. Los efectos en la escena del barco están bastante logrados considerando la producción de bajo presupuesto y uno puede sentir ese coqueteo de Lara con una muerte inminente. Las secuencias de acción están perfectamente confeccionadas. Tomb Raider es un film de acción y aventura bastante divertido y ameno que establece los orígenes de la joven expedicionaria. Una película que al fundar las raíces del personaje incurre en algunos clichés narrativos del estilo de película inicial y/o fundacional. Una historia que pese a contar con ciertos momentos predecibles logra salir a flote gracias a una intrépida composición de la ganadora del Oscar, Alicia Vikander. La joven actriz logra insuflar de aire fresco a la franquicia que necesitaba de un personaje más terrenal e inexperto en sus inicios.
Lara intenta recorrer su propio camino, alejada de la herencia que le dejó su padre, Lord Richard Croft, al desaparecer. Todos lo dan por muerto pero ella no, y sus sospechan se confirman cuando encuentra una oficina secreta con una investigación que podría tener el paradero actual de Lord Croft. Lara se embarcará en una peligrosa aventura para saber la verdad, y también conocer su propia fortaleza y de lo que es capaz. Bastante se habló de Tomb Raider: las aventuras de Lara Croft. En especial, se criticó la elección de Alicia Vikander como Lara, siendo constantemente comparada con la Lara de Angelina Jolie, mostrando un desconocimiento bastante grande por parte de quienes hacían estas quejas: ya que este nuevo inicio fílmico, viene de la mano con el reboot en los videojuegos realizado en el 2013. Y si comparamos a la aventurera de las consolas, veremos que físicamente es muy parecida a Alicia Vikander, así que la decisión de castear a la actriz sueca tiene todo el sentido. Y con este cambio, veremos una nueva heroína en el cine; que no solo resuelve los problemas a los tiros o golpes de puño; sino que utiliza su inteligencia para resolver enigmas y salir airosa de más de una situación peligrosa; dando un giro al estilo de mujer bad ass que veníamos viendo en la gran pantalla, y optando por la sapiencia y deducciones del personaje, por sobre su destreza física. Todo un acierto en el cambio social que estamos viviendo. A todo esto hay que sumarle un guión que si bien tiene más de un agujero argumental, cumple su función de entretener y hacer que las dos horas de película se pasen rápido. Y sobre todo nosotros como espectadores, tenemos que entender que estamos ante una adaptación de un video juego, no de una obra de Shakespeare… Lo que si no podemos dejar pasar, es que la falta de presupuesto se hace evidente casi de forma constante en todo el metraje. Y no lo decimos solo por algunos efectos especiales que atrasan bastante; sino que en la idea de poner grupos de personas que apenas llegan a diez y tildarlas de ejército, termina sonando no solo ridículo; sino que nos da que pensar que las personas que estaban siendo sometidas por el grupo a cargo del villano de Tomb Raider: las aventuras de Lara Croft, podrían haberse revelado fácilmente. Y todo esto se traduce a una sensación de “barato” en toda la cinta. Tomb Raider: las aventuras de Lara Croft es una película bastante entretenida, y una buena adaptación de un videojuego. Antes de ir a verla hay que ser consientes que se está por ver; y para lo que fue pensada y creada, cumple con su cometido. Solo esperamos que de haber una eventual secuela, los encargados del proyecto puedan contar con un presupuesto más amplio para establecer a Lara como una heroína de acción en el cine; porque en los games, lo es hace tiempo.
Aunque pasó mucho tiempo de las dos películas de Lara Croft en la piel de Angelina Jolie, en el 2001y el 2003, el desafío de reemplazarla para Alicia Vikander es grande. Pero convence. No tiene la belleza magnética de la diva con su rostro único, pero es mejor actriz. El tema es que la película que dirige Roar Uthaug tarda mucho en llegar realmente a la aventura y se engolosina sin justificación en entrenamientos y una carrera de bicis, hasta que la acción prometida comienza. Y si bien se exagera con el vínculo padre e hija, para motivar las acciones, las escenas de jungla y todos los mecanismos de la famosa tumba de una emperatriz china tiene el aire a lo Indiana Jones y esta muy bien logrado el impacto. Por supuesto que da la puerta abierta para que esta heroína se luzca en el futuro y se vea disparada directamente a las fantásticas hazañas. Diversión módica para una protagonista resucitada en el momento justo, como una suerte de precuela, con una actriz que hasta ahora daba muestras de sensibilidad artística y debió entrenar y endurecerse para hacernos creer que es una trotamundos insaciable e imbatible. Para los que aman la acción y tienen el recuerdo de las anteriores producciones, terminarán aceptado la nueva cara de Lara. Demasiados trucos digitales y pocos momentos de algún interludio amoroso, reemplazados por la devoción filial. Sin embargo cuando arriban las persecuciones o se adentra en la maldición china, todo empieza a funcionar.
Mito y realidad El éxito del video juego de aventuras británico Lara Croft: Tom Raider desde su lanzamiento en 1993 condujo a la expansión de su franquicia, que llegó al cine de la mano del director de films de acción Simon West en 2001 protagonizado por Angelina Jolie y su padre Jon Voight. Esta saga continuó con Lara Croft Tomb Raider: The Cradle of Life en 2003 con la dirección de Jan de Bond, responsable de films de gran éxito como Máxima Velocidad (Speed, 1994) o Tornado (Twister, 1996). El personaje de Lara Croft regresa ahora en Tomb Raider (2018) a secas, interpretado por la actriz sueca Alicia Vikander. Aquí la joven encarna a la hija de Lord Richard Croft (Dominic West), un acaudalado aristócrata inglés dueño de Croft Holdings, un conglomerado corporativo poseedor de una vasta cantidad de empresas. Ante la desaparición de su padre en medio de la búsqueda de la tumba de una antigua leyenda japonesa en una isla del mar de Japón, Lara escapa de su mansión y su vida de lujo para trabajar de repartidora en bicicleta y practicar lucha en un club de Londres. Al meterse en problemas en un juego para conseguir dinero, Ana Miller (Kristin Scott Thomas), una miembro de la junta directiva del Holding la saca de aprietos y le recuerda que debe firmar los papeles de sucesión para heredar la empresa y los activos de su padre desaparecido, presumiblemente muerto según las autoridades de Japón. Lara encuentra un Koyosegi, un rompecabezas japonés, mezcla de arte e ingeniería, como testamento que la conduce hacía la revelación de que su padre buscaba la tumba de Himiko, una reina sacerdotisa cuyas leyendas y mitos son motivo de controversia para los historiadores japoneses aún hoy. Lara decide salir en busca de su padre a pesar de las indicaciones recibidas de destruir toda investigación sobre Himiko. Pero el padre de Lara también había descubierto a una organización, Trinity, que lo vigilaba para utilizar sus averiguaciones con el fin de intentar apoderarse de los poderes de Himiko para controlar el mundo a partir de la apropiación de los atributos sobrenaturales de la sacerdotisa. La elección de Alicia Vikander como Lara Croft, aunque polémica, funciona, tal vez por esa misma razón, ya que el film no se centra solo en la acción sino en las caracterizaciones de los personajes, especialmente en la primera mitad, para pasar después a la acción y a la aventura como ejes del camino de descubrimiento de la heroína. De esta forma el film avanza con una historia en principio creíble, con un villano que resulta ser un empleado psicópata enloquecido por la búsqueda, pero de a poco va perdiendo fuerza y frescura y cayendo en escenas de acción espectaculares que permiten que se luzca el departamento artístico y que el director construya muy buenas escenas catástrofe y efectos especiales acordes a la propuesta. El film del realizador noruego Roar Uthaug, director de La Última Ola (Bølgen, 2015) construye a partir del guion de Alastair Siddons y Geneva Robertson-Dworet un relato que mezcla el tono aventurero de desciframiento de acertijos mitológicos e históricos a través del estudio antropológico popularizado en la saga de Indiana Jones, el personaje de George Lucas y Philip Kaufman llevado al cine por Steven Spielberg, con la temática del justiciero millonario al estilo de Batman, el joven acaudalado que decide vivir una vida de aventuras y utiliza su dinero para combatir el mal, y con el típico combate del antihéroe solitario -el outsider- contra las corporaciones, como una combinación para los fanáticos del videojuego y los inconformistas del consumo juvenil. Tom Raider construye así una trama que se va complejizando con una historia que se revela como las pistas del videojuego al que emula, utilizando los típicos chistes del género de aventuras contemporáneo, que no cuajan con el relato, para intentar darle frescura -en este caso con resultados contradictorios- a un opus en el que Uthaug logra imponerle su sello catástrofe a una saga que busca su secuela desesperadamente para desarrollar al personaje.
Impactante puesta al día en la que optaron por sacrificar el espritu gamer del relato (no olvidar que el personaje principal) para construir una aventura única sobre la búsqueda de la identidad. Inmersiva, atrapante, potente y entretenida, Alicia Vikander otorga el toque clásico a un personaje que ha perdido en sorpresa, pero que ha ganado en entretenimiento le pese a quien le pese.
Lara Croft, fue antes interpretada por Angelina Jolie y ahora por la ganadora del Oscar por “La Chica Danesa”, la sueca Alicia Vikander, se basa en el videojuego del mismo nombre. Lara es una joven multimillonaria, dueña de empresas y mansiones, pero que vive con lo justo, con un trabajo de repartidora en bicicleta (?) en Londres. Abandonada por su padre, Richard Croft (Dominic West) que decidió viajar a una isla remota en Japón llamada Yamatai en busca de la tumba de la Reina Himiko, queda huérfana muy pequeña. Por eso decide emprender una expedición llena de peligros para ver que sucedió con Richard que nunca más volvió, con lo cual ella y todos sus asistentes, socios, etc, suponen que falleció. Su hija no está tan convencida por una serie de pistas que su padre deja en la casa y, luego de siete años decide ir a buscarlo. Su precario barco naufraga y ella y su compañero deberán intentar huir de Walton Goggins que es el villano, aunque no es de los peores.... Lara está muy preparada físicamente y eso es lo más entretenido, las escenas de acción, y pelea, sobre todo una que no contaré pero que involucra a un avión. Una mujer común que por amor a su padre decide luchar y aprender a sobrevivir por la única familia que le queda. Aunque fue algo criticado, me pareció muy tierno el amor padre-hija. Una más de aventuras, eso sí, rodada en grandes escenarios naturales con impecable fotografía y muy buena actuación de Vikander. Actriz comprometida en todo lo que hace. Nuestra Opinión: Buena La Dirección es de Roar Uthaug y el guión de Geneva Robertson-Dworet y Alistair Siddons . ---> http://www.fandango.com/tombraider ---. TITULO ORIGINAL: Tomb Raider ACTORES: Alicia Vikander. Dominic West, Walton Goggins, Kristin Scott Thomas, Nick Frost, Daniel Wu. GENERO: Aventuras. ORIGEN: Estados Unidos. CALIFICACION: Apta mayores de 13. ESTRENO: 15 de Marzo de 2018 Warner Bros. Pictures
Quince años pasaron desde que Angelina Jolie interpretara a Lara Croft por segunda y última vez: aquellas dos Tomb Raider estuvieron entre las primeras películas con distribución internacional basadas en videojuegos. Parecía que el personaje había caído en el olvido para el cine, pero los videojuegos protagonizados Lara Croft siguieron apareciendo, y en 2013 hubo un relanzamiento que resultó el más vendido de toda la saga: más de once millones de copias. Números demasiado tentadores como para no intentar también un relanzamiento cinematográfico. El elegido para dirigirlo fue el noruego Roar Uthaug, con experiencia en cine de acción y aventuras, conocido por La última ola (2015), un decente ejemplar de cine catástrofe. Y el protagónico recayó en otra escandinava, la sueca Alicia Vikander. Un acierto: la ganadora del Oscar por La chica danesa es fundamental para cumplir con el objetivo de Uthaug de presentar a una Lara Croft humana. Esa es la mayor fortaleza de esta nueva Tomb Raider: una heroína de 1,66 capaz de asombrosas proezas físicas y de pelear cuerpo a cuerpo contra temibles mercenarios sin dejar de mostrarse como una mujer vulnerable. Es falible y puede llorar después de matar a alguien, gritar ante un peligro o pedir ayuda cuando se ve acorralada. Y, también, ganarse el mango como repartidora en bicicleta por las calles de Londres, tal como se ve en la primera parte de una película que va de mayor a menor. Se supone que su vida en Londres, jugando a la trabajadora como renegada heredera de una fortuna, es una introducción, pero resulta mucho más apasionante que lo que viene después. Que es su viaje en búsqueda de su padre, desaparecido siete años atrás en una isla cercana a Japón. Hay algunas escenas notables -como la del avión de la Segunda Guerra-, pero esa aventura no tiene nada que no se haya visto con más gracia en cualquier antecesora del género, empezando por Indiana Jones.
Tomb Raider, de Roar Uthaug Por Paula Caffaro Alicia Vikander no es Angelina Jolie y eso, tal vez, como placer culposo, se celebra. Lejos quedó aquella femme fatale para dar paso a una nueva versión millenial de Lara Croft encarnada en una joven menudita y sin mucho dinero que es millonaria debido a una herencia que prefiere no cobrar, sabiendo que dicho consentimiento sería, finalmente, aceptar, la muerte de su padre. Todo lo que sabemos de Tomb Raider, algunos por el mítico video juego, otros por la interpretación de Jolie en el cine, está representado en esta última puesta, que deja en exposición la aparición de un nuevo modelo de mujer. Mientras que, en versiones anteriores, incluso en las primeras entregas del juego, las que predominaban en pantalla eran las virtudes corporales de la voluptuosa actriz, lo que reluce en esta nueva interpretación es un acento de las habilidades de Lara como mujer valiente y corajuda. Lara Croft vive con la angustia de haber sido abandonada por su padre hace 7 años atrás. Sin haber dejado rastros concretos, le llevará casi todo el transcurso de su adolescencia decidir dar el paso definitivo hacía la resolución de la desaparición misteriosa de su padre. Será entonces cuando una vez decidida a firmar los papales que la declaran como única heredera de la fortuna Croft, que la joven de agallas comience, a través de pistas y puzles, a conocer cuál era la verdadera misión de su padre: resolver el misterio de la tumba de la princesa Himiko en la tenebrosa isla de Yamatai. Demostrando su valor y coraje, Lara Croft emprende el viaje que le cambiara la vida para siempre. No solo porque deberá atravesar difíciles pruebas físicas y mentales, sino porque será un viaje iniciático y revelador en el que encontrará más de una respuesta a los enigmas que la acompañaron por tantos años. ¿Quién es verdaderamente su padre? ¿Cuáles eran sus sueños? ¿Cómo continuar con el legado? Tomb Raider es ágil y entretenida, además tiene un soundtrack disfrutable más allá de las seguidillas de escenas de acción que bien representan el espíritu del juego en todos sus clishés como las imágenes arquetípicas de Lara Croft corriendo con sus brazos pegados al cuerpo, las escaladas en soga por hoyos que emergen de la tierra y su clásico torniquete en la pierna. Tomb Raider toma con responsabilidad la representación de la figura femenina y Alicia Vikander es justo lo que Lara Croft necesitaba: una mujer sencilla, de belleza exótica sin la necesidad recurrir a los ángulos de cámara y planos en los que las versiones anteriores de la película se sostenían sobre la figura voluptuosa de una Jolie en todo su esplendor. La culpa, por supuesto no es de Angelina, sino de quienes creyeron que Lara Croft sólo era un objeto sexual. TOMB RAIDER Tomb Raider. Estados Unidos, 2018. Director: Roar Uthaug. Intérpretes: Alicia Vikander, Dominic West, Walton Goggins. Fotografía: George Richmond. Montaje: Stuart Baird, Tom Harrinson-Read, Michael Tronick.
La nueva versión de Tomb Raider quedará en el recuerdo entre las mejores adaptaciones que se hicieron en Hollywood sobre un video juego. Un grupo muy selecto por cierto, ya que por lo general esta temática suele brindar decepciones constantes, como vimos hace poco en la olvidable Assassin's Creed Me encantó esta película y estoy convencido que no se puede adaptar Tomb Raider mejor que esto en términos visuales y técnicos. Si bien no está exenta de objeciones y tiene cuestiones para mejorar en el caso de una futura continuación, la nueva producción captura muy bien el espíritu de aventura de esta propuesta y lo que es más importante, las características esenciales de la versión moderna de Lara Croft. Un personaje que fue un producto de su tiempo cuando surgió a mediados de los años ´90. Por entonces se habían puesto de moda, especialmente en los cómics, las heroínas voluptuosas que llamaban la atención por sus físicos exagerados y las vestimentas sugerentes que utilizaban. Dentro de ese contexto, Lara era un objeto sexual que se destacaba en la acción y no tenía más profundidad que eso. En el cine Angelina Jolie encarnó esa versión de la exploradora en filmes olvidables donde ella era la principal atracción. Recién en el 2013 Tomb Raider experimentó cambios radicales cuando la guionista Rhianna Prachett (hija del célebre autor Terry Prachett) concibió el aclamado relanzamiento de la franquicia, que fue un enorme suceso y presentó una encarnación más compleja y dramática de la popular heroína. Esta adaptación cinematográfíca que se estrena esta semana está basada exclusivamente en las últimas entregas del juego y la serie de cómics de Gail Simone (Wonder Woman). Atrás quedó la aventurera sexualizada que era una millonaria excéntrica y llamaba la atención por sus ajustadas vestimentas. La nueva Lara Croft ahora se desenvuelve en pantalones largos, cambió los revólveres por el arco y la flecha y tiene una personalidad más vulnerable. Alicia Vikander (La chica danesa) que es una actriz con formación en roles dramáticos y no contaba con experiencia en el género, brinda una composición brillante de esta encarnación moderna del personaje. Si bien su presencia física no llama la atención como lo hacía Angelina, Vikander le puso tanta dedicación y corazón a su rol que es imposible no sentir empatía por ella. Una característica interesante para resaltar de este film es que la nueva Lara Croft no es la protagonista perfecta a la que todo le sale bien de un modo cool y estilizado. A diferencia de Rey de Star Wars, que se convirtió en Jedi por un tutorial de You Tube o las heroínas de Milla Jovovich que aciertan todas las balas, en esta historia Lara es presionada física y emocionalmente al extremo. En ocasiones toma malas decisiones, la vencen en combate y sus eventuales victorias le cuestan literalmente sangre, sudor y lágrimas. Al margen que esto le da una mayor riqueza al personaje, estas falencias que presenta la protagonista se debe a que nos encontramos ante una heroína en construcción, que todavía no surgió como la aventurera famosa que llegará a ser. La transformación que tiene Alicia Vikander desde su aparición inicial hasta la conclusión está muy bien trabajada y rara vez podemos disfrutar estas cosas en filmes basados en videos juegos, que tienden a enfocarse más en los aspectos visuales. Esta es una película que le otorgó un foco importante al desarrollo del personaje principal y sus vínculos familiares. La dirección de Tomb Raider corrió por cuenta del noruego Roar Uthaug, quien fue responsable de La ola, una muy buena propuesta de cine catástrofe que pasó por los cines hace un tiempo. Al igual que en aquella producción, Uthaug abordó los efectos especiales con mucho equilibro y la gran mayoría de las secuencias de acción fueron trabajadas de un modo práctico, donde sobresale el desempeño físico de Vikander. La puesta en escena en ese sentido es brillante y hay numerosas escenas que tienen referencias directas al video juego. En estos días donde se abusa permanentemente del CGI, Tomb Raider sorprende con un extraordinario diseño de producción que se luce especialmente en la media hora final del film. Dentro del reparto secundario en lo personal esperaba mucho más de Walton Goggins (Justified , The Shield), un gran actor que suele destacarse en roles de villano. Lamentablemente en esta película estuvo muy limitado por el guión y si bien su trabajo es muy correcto no explota el potencial del artista con este tipo de personajes. Dominic West (The Wire) logra lucirse un poco más como el padre de Lara Croft que tiene más relevancia en la trama. En la ausencia de un villano más sólido y el modo acelerado en que se desarrolla el tercer acto se encuentran las debilidades más fuertes que tiene la dirección de Uthaug. La mitología que presenta se podía haber expandido un poco más y la trama se embrolla en la resolución donde faltó una pulida del guión. No obstante, son cuestiones que se podrían resolver en una potencial continuación y en el balance general las cosas que se hicieron bien tienen más peso. Tomb Raider captura el espíritu de las viejas historias de Indiana Jones, quien no fue otra cosa que el padre espiritual de esta heroína, al mismo tiempo que le hace justicia a la fuente original de esta propuesta. Vuelvo a reiterar, ante tantas decepciones que dejaron numerosos filmes horrendos basados en video juegos, en este caso al menos hubo un esfuerzo por brindar una buena película. El relanzamiento de esta franquicia supera con facilidad a los filmes previos y en la interpretación de Alicia Vikander encontramos a la mejor Lara Croft del cine.
Este reinicio de la saga basada en un popular videojuego, presenta a una heroína acorde a la época, una mujer astuta, valiente y lejos de la cosificación Lara Croft (Alicia Vikander) es una joven rebelde que decide averiguar qué ocurrió con su padre, desparecido hace siete años. La investigación la lleva a una isla remota, un lugar que esconde una tumba milenaria y un secreto que puede significar el fin de la humanidad. Roar Uthaug (La ola) dirige este nuevo inicio de la saga basada en un popular personaje de videojuegos. Esta Lara Croft es una millennial muy distinta a la compuesta por Angelina Jolie. Aquella versión, con una camiseta ajustada y shorts, hacía hincapié en las curvas de su protagonista, presentándola como una mujer de armas tomar tanto como un símbolo erótico. Todo ha cambiado en este renacimiento. Alicia Vikander está muy lejos de ser mujer/objeto, es inteligente, atlética y planta cara a cualquier villano que se le pare enfrente. La interpretación de la actriz sueca permite su lucimiento en las secuencias dramáticas como en aquellas en las que abunda la acción. La película contiene secuencias de aventuras selváticas que incluyen persecuciones, saltos al vacío, peleas a puño limpio y momentos dignos de Indiana Jones (algunos que ocurren dentro de la Tumba parecen claros homenajes a Los Cazadores del Arca Perdida). Si bien no encontramos ciertos tópicos que hicieron de Croft un personaje mítico de las consolas (por ejemplo el uso de sus dos pistolas) está más que claro que el filme es el inicio de una serie y que oficia como introducción a muchas otras futuras aventuras. Como ocurre con muchas adaptaciones de videojuegos, los diálogos no son muy elaborados, y algunas motivaciones de los personajes parecen poco creíbles, pero en líneas generales la película resulta entretenida y bien realizada. No es fácil encontrar papeles femeninos de carácter que sean protagonistas en el cine industrial y pochoclero, por lo que esta Lara Croft merece un aplauso ya solo por romper con este vetusto patriarcado fílmico.
A INDIANA JONES LE GUSTA ESTO Llega una nueva versión de Lara Croft y no tiene nada que ver con Angelina. El panorama protagónico-femenino-cinematográfico cambió bastante desde que Anjelina Jolie se calzó los zapatos de Lara Croft, allá por el año 2001. Las superheroínas, y las heroínas en general, vienen copando la pantalla cada vez con más fuerza (y éxitos), cargadas de vulnerabilidad, humanidad, destrezas y mucho girl power; y no tanto con esa sexualidad y lugares comunes que se esperan de ellas. “Lara Croft: Tomb Raider” (2001) respondía a otros estándares y “requisitos” de la época, por eso le queda tan bien esta refrescada de cara y actitud, que van más allá de una simple adaptación videojueguil. “Tomb Raider: Las Aventuras de Lara Croft” (Tom Raider, 2018) hace borrón y cuenta nueva, toma como punto de partida la versión gamer de 2013, y se concentra en la aventura hecha y derecha, mucho más que en satisfacer las necesidades de los jugadores que gustan de la buscadora de tesoros, según el libro Guinness de los récords: “La heroína humana más exitosa en la historia de los videojuegos”. Con apenas unos pequeños trabajitos en su currículum, el director noruego Roar Uthaug debuta en Hollywood con esta historia de origen, y una Lara (Alicia Vikander) bastante joven y rebelde que se niega a aceptar la muerte de su padre y, por ende, su herencia y su compañía. Mientras tanto, vive como puede, dedicándose al delivery de comida por las callecitas de Londres, al mismo tiempo que se mantiene bien en forma y me mete en cuanto problema se le cruza. Papá Richard Croft (Dominic West) desapareció hace siete años y, desde entonces, Lara quedó al cuidado de su socia Ana Miller (Kristin Scott Thomas), quien ahora la alienta a aceptar el legado y seguir adelante con su vida. Lo que también recibe en la volteada es un acertijo y una llave que la lleva derechito hasta la oficina secreta de su padre, y una segunda vida que la chica desconocía. Richards se había obsesionada con el mito de la reina Himiko que, según dice la legenda, tenía el poder sobre la vida y la muerte, y fue confinada a pasar la eternidad en la isla de Yamatai para evitar que extendiera su mortífero dominio alrededor del globo. La investigación de Croft se cruzó con una peligrosa organización llamada Trinity que quiere echar mano del cuerpo (y el poder) de Himiko, por eso dejó especificaciones para que Lara destruyera cada pieza de su indagación. Pero la curiosidad de la chica es más fuerte, y decide partir rumbo a Hong Kong para tratar de averiguar que ocurrió realmente con su padre, desaparecido cuando intentó llegar hasta Yamatai, un archipiélago más jodido con Skull y Nublar combinados. En Hong Kong, Lara “contrata” los servicios de Lu Ren (Daniel Wu), capitán de un barco destartalado, cuyo papá desapareció junto al de la chica. Intentando llegar hasta Yamatai, la nave queda atrapada en medio de una tormenta, y ella logra llegar a la costa, sólo para ser atrapada por Mathias Vogel (Walton Goggins), líder de una expedición quien intenta encontrar la tumba de Himiko bajo las órdenes de Trinity. Lo que sigue es pura acción y aventura, bien al estilo del videojuego y de ese arqueólogo cinematográfico tan, pero tan famoso. Sí, se nota a la legua la “influencia” de Indiana Jones -sobre todo de “La Última Cruzada”-, de la que Uthaug toma prestados unos cuantos guiños y la estructura del serial de aventuras más clásico. El modernismo lo agrega con una artillería de escenas de riesgo y efectos especiales (algunos mejor logrados que otros) y, por supuesto, su protagonista, ninguna damisela en peligro, decidida a hacer lo que sea necesario para salvar el día. El director prefiere enfocarse en el puro entretenimiento y se despega de la estética fichinera para contar su propia historia. Desde el minuto cero nos mete de lleno en la súper acción, algunas persecuciones y la alocada vida de Croft, pero también le deja su lugarcito a las emociones y a la importancia del lazo entre padre e hija, punto clave para la formación del carácter de Lara, cada una de sus acciones y, posiblemente, el futuro de la franquicia. “Tomb Raider” no es una película de aventuras que sobresale, es más, entrega un relato y villanos bastante genéricos (aunque, aguante Goggins, no nos importa nada); pero sabe dónde poner el acento (su protagonista) y cómo mantener nuestra adrenalina bombeando hasta el último minuto. Es una historia de origen que sigue el manual al pie de la letra, pero no podemos culpar a Uthaug por irse a lo seguro, más teniendo en cuenta la suerte que suelen correr la mayoría de las adaptaciones de videojuegos. Alicia Vikander es el centro -y lo mejor- de todo esto, una mujer que se abre camino en un mundo de hombres (esperemos que sólo por ahora, ya que le estarían faltando algunas actrices a este elenco); una heroína vulnerable que se dobla pero que no se rompe, demostrando que no se necesitan súper poderes ni tetas enormes, sólo inteligencia, habilidad y bastante ejercicio físico, claro. Sigue siendo un personaje de ficción, pero para nada bidimensional. Le creemos sus angustias y su espontaneidad, porque fue criada de esa manera y se convirtió en este espíritu libre con ganas de no encasillarse y de escribir su propia historia. No se necesita ser un experto en el jueguito de Square Enix para disfrutar de la película, pero tampoco hay que ser muy exigente a la hora de la narrativa y estar dispuesto a abrazar todos esos “homenajes” que trae consigo. “Tomb Raider” deja la puerta bien abierta para el futuro de la franquicia, y a una protagonista bien plantada para seguir adelante y madurar con sus aventuras. Divina como siempre la banda sonora de Tom Holkenborg que se complementan a la perfección con unos cuantos temas gancheros. Eso sí, revisemos esos efectos, y si tanto nos gustan las peripecias de Indy, tomemos nota de cómo lo hacían Steven y George cuando no tenían tantas computadoras a mano. LO MEJOR: - Alicia Vikander. Punto. - Ese gustito por la aventura más clásica. - Que no necesita anclarse al videojuego. LO PEOR: - Media pila con ese guión, muchachos. - Representación femenina a medias.
Hace algunos años, cuando le preguntaron a John Carpenter cuáles eran sus videojuegos favoritos del año, puso entre los mejores a Tomb Raider: Survivor, de 2013. Resignado ante la poca frecuencia de películas que viene manejado el maestro, incursioné en su recomendación lúdica. Independientemente de mi estima incondicional hacia el maestro, el juego me pareció excelente. No jugaba a Tomb Raider desde aquella edición en la que Lara Croft, su ya célebre personaje, arrancaba la aventura luchando contra un tigre en medio de la selva. Pasaron muchos años y ahora los videojuegos de aventuras tienen, además de gráficos sorprendentes, construcciones narrativas mucho más complejas, con escenas casi “fílmicas” y un entramado de personajes más amplio. Lo más interesante de Tomb Raider: Survivor, que al igual que este nuevo film se constituye como el “origen” de Lara, era la capacidad para entender a su personaje como a una heroína en construcción, que pasaba de ser una chica con culpa por haber sacrificado a la tripulación de un barco a convertirse en la salvadora de todos. Lara era vulnerable y uno, interactivamente, la iba acompañando en el proceso de experiencias y situaciones. En Tomb Raider: Las aventuras de Lara Croft pasa algo parecido. Lara (Alicia Vikander) es un personaje con caprichos e ingenuidades que se va sumergiendo en la aventura, pero a la vez transita momentos de miedo, dolor y debilidad. Es bien sabido que los héroes son mejores cuando son personas comunes. De alguna manera esa es la esencia: encontrarse en el momento y lugar indicado enfrentando una situación que no se quiere enfrentar, que se teme enfrentar, porque enfrentarla implica un sacrificio, y que implícitamente expone el deber de realizar una tarea que nadie más es capaz de llevar a cabo. Al contrario de lo que proponen varias películas oportunistas actuales con personajes femeninos “fuertes”, esta simple película de aventuras no nos pide simplemente asombrarnos ante la “mujer-figura”, la súper mujer que empodera desde su genialidad indiscutible. Los mejores momentos del film son aquellos en los que Lara se manifiesta como una chica vulnerable, que casi llora cuando se lastima, que siente dolor. Estamos ante una Lara Croft muchísimo más humana. Una de las mejores escenas se da cuando se reencuentra con su padre después de siete años, al que habían dado por muerto. Lara no corre a abrazarlo ni a que experimentemos aquel momento dramático del reencuentro. Ella simplemente cae al piso de dolor por la rama que se clavó en el abdomen unos minutos antes para que su padre vaya a cuidarla y curarla. Ese punto es clave si queremos entender la manera que tiene la historia de hacernos acompañar el camino de esta heroína. Quizás se deba todo a la relación con su padre. La versión de 2001 con Angelina Jolie era todo lo contrario. Entrábamos al film con ella ya instalada en su enorme y característica mansión, mientras sus sirvientes la observaban entrenar luchando contra complejos y avanzados robots. La relación con su padre (que interpretaba John Voight) era breve y muy desaprovechada. En Tomb Raider: Las aventuras de Lara Croft, en cambio, esto es lo más importante. Podríamos decir que se trata de una película sobre padres y sobre hijos. Esto vale tanto para Lara como para su compañero Lu Ren (Daniel Wu) y para el villano Vogel (Walter Goggins), cuyo fundamento para sus actos es simple y concreto: entregarle el sarcófago a los malos para poder volver a su casa a ver a los dos hijos que abandonó. Ese probablemente sea el mejor aspecto de esta entrega: saber trabajar con los elementos dramáticos aún en una película que derrocha efectos y acción por todos lados y que calca algunos de los rompecabezas de lógica del videojuego. En cuanto a la trama en cuestión, quizás podamos lamentar que solo cumpla una función de McGuffin, siendo únicamente funcional al movimiento de la trama. No porque los McGuffins estén mal, sino porque la cuestión se inicia con un planteo bastante interesante y difícil de deshechar: la tumba buscada es la de una reina japonesa cuya leyenda la retrata como la más despiadada dictadora que usó su poder y fuerza para el mal. Que Lara tenga que enfrentar ese aspecto de la misión, mientras transcurre su propio empoderamiento, podría haber convertido al film en una obra maestra.
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Lara Croft vuelve a trompearse en sus aventuras con el reboot de la famosa franquicia de videojuegos Tomb Raider. En esta oportunidad, la joven de armas tomar es interpretada por Alicia Vikander (The Danish Girl, Ex Machina), dando lugar a una protagonista más salvaje, brutal y con muy poca profundidad de personaje. El relanzamiento da cuenta de la carencia de creatividad de la industria, así como la paupérrima calidad de sus productos en un film que, más que en un cine, debería ubicarse en un arcade, ya que se asemeja mucho más a un videojuego… tampoco uno muy bueno.
Un regreso inesperado. El clásico de los videojuegos, Tomb Raider, vuelve a la gran pantalla luego de quince años. Con una nueva estética, renovados efectos visuales y la acción de siempre, el director Roar Uthaug está a cargo de este retorno que cuenta nada menos que con la ganadora del Oscar, Alicia Vikander, para ponerse en la piel de la emblemática Lara Croft. De un tiempo a esta parte hemos tenido varios ejemplos de “resurrecciones” de películas o personajes clásicos que creíamos que por el momento habían agotado sus posibilidades cinematográficas. Blade Runner, Jurassic Park o el reinicio de Los Cuatro Fantásticos son solo algunos ejemplos de esto que, partiendo del prejuicio de la falta de ideas o creatividad para la invención de personajes frescos, nos han dejado todo tipo de conclusiones que van desde la remake innecesaria, la continuidad algo forzada y la historia justa para revivir a un clásico en toda su gloria. La nueva Tomb Raider se encuentra un poco en el medio de esto. Lo que tenemos es a una Lara Croft algo más juvenil si la comparamos con la versión que propuso Angelina Jolie a principios de la década del 2000. Lo que sí se repite es la figura paterna ausente en la vida de Lara y sobre esa pérdida no tan consumada es que girará la trama de esta nueva etapa de Tomb Raider. Resulta que la joven Croft se rehúsa a firmar los papeles necesarios para heredar la gran fortuna de su padre ya que esto significaría asumir como un hecho la muerte de Lord Richard Croft. De esta manera es que vemos a una Lara distinta, tratando de ganarse el pan con el sudor de su frente y para ello hará gala de sus grandes habilidades físicas en una escena inicial con bicicletas bastante lograda. Pero la parte de “Tomb” en el título no está puesta porque sí por lo que más pronto que tarde sabremos que la desaparición de Lord Croft fue la consecuencia de una investigación arqueológica que el empresario iniciara cuando su hija era solo una niña y que lo depositó en una isla prácticamente inaccesible donde presuntamente encontró la muerte. Cuando Lara finalmente accede a hacerse con la fortuna de los Croft descubre una pista dejada por su padre que la llevará a retomar la investigación con el doble objetivo de saber lo que pasó con su padre y evitar que se propaguen los males de una maldición oculta en la tumba de una antigua emperatriz japonesa. Si el fanático del universo Tomb Raider está buscando una versión renovada de Lara Croft y que a su vez esté a la altura de la historia que la precede, debe saber que Alicia Vikander es la respuesta a todo esto. Combinando su enorme capacidad actoral con un despliegue físico formidable y algunos gestos onda “badass” que la vuelven todavía más atractiva, esta brillante actriz sueca logra captar al personaje en todas sus facetas, incluso en el acento británico. Ahora bien, ya sean fanáticos o no, si lo que se busca es una película entendida como obra integral es otro cantar. Durante gran parte de la película da la sensación de que todo el proyecto cae en los hombros de Vikander y, si bien ella es impecable, no puede hacer nada frente a una trama troncal bastante pobre, un villano poco carismático, un grupo de actores secundarios que ni de casualidad están a la altura de Jon Voight (el primer Richard Croft) y un compendio de escenas de acción a cual más inverosímil que no solo le quita realismo a la historia (algo perdonable dadas las características de este género) sino que refuerza el hecho de que la película es el personaje, todo ocurre porque Lara Croft es perfecta e invulnerable. Esa chatura narrativa es su principal talón de Aquiles. La nueva Tomb Raider desilusiona por su historia pero promete por su actriz principal siempre que este caso sea el de una primera película que abrirá el horizonte para una serie de secuelas que, ya hechas las necesarias introducciones, se anime a ir a fondo con un personaje que puede y merece mucho más.
La nueva adaptación cinematográfica de la popular franquicia de videojuegos iniciada en 1996, TombRaider, gana al tratarse de una aventura tradicional, pero pierde al no poseer elementos que la destaquen. Iniciada en 1996 con el famoso videojuego que le dio nombre. Lara Croft inmediatamente trepó a los recordguinnes como la heroína más popular de esa plataforma. A esa primer aventura le siguieron otros once videojuegos, comics, y dos películas en la primera mitad de la década del 2000 que si por algo son recordadas es por la exacta similitud de Angelina Jolie como Lara. Como suele suceder en el mundo del entretenimiento, en 2013, luego de cinco años de inactividad, los videojuegos de TombRaider “sufrieron” un reboot de la saga, con una imagen renovada de Lara más acorde a las modas actuales. Si el éxito siguió acompañando, es hora de una nueva adaptación, y así llegamos a la nueva versión para cines de TombRaider en la que hay algo que acarar desde entrada referido a lo anterior. Dato para gamers, público principal al que va dirigido esta película, los dos films con Angelina Jolie responden – con muchas libertades – a la Lara Croft original, la de los juegos de PsOne. Este nuevo film toma como base el reboot de 2013, siendo bastante más fiel. Alicia Vikander es la nueva Lara Croft, una chicadejóvenes 21 años, casi adolescente, alejada de la curvilínea y sexy figura de Jolie. Ella es repartidora de pizza y recorre la ciudad de Londres con su bicicleta en busca de emociones, y algún dinero extra que le permita pagar las cuentas. En verdad, Lara podría tener mucho más dinero del que tiene, aunque se niega a serlo es la heredera del imperio Corporación Croft, un conglomerado de empresas propiedad de su padre, actualmente desaparecido. Lo único que debe hacer Lara es firmar los papeles que reconozcan que su padre ha fallecido, y así asumir como la nueva titular de todo. Pero Lara aún aguarda esperanzas de que regrese, además de considerar que ese mundo empresarial no es el suyo. Por una de las múltiples casualidades que presenta la historia, Lara terminará descubriendo una pista dentro de un juego rompecabezas que heredaría de su padre, y una cosa lleva a la otra, y así. Dirigida por el noruego RoarThaug en su primera incursión hollywoodense, TombRaider tiene un guion escrito a ocho manos en el que se apela a una estructura básica en la cual sus tres actos están claramente delineados. De la presentación del personaje en la ciudad, Lara pasará a vivir una aventura en una isla de Japón en busca de pistas sobre la desaparición de su Padre Richard. Lo cual la llevará a enfrentarse a un grupo de investigadores comandados por Mathias Vogel (Walton Goggins) pertenecientes a la agrupación Trinity que busca el tesoro en la tumba de la diosa japonesa de la muerte. Es imposible no hablar de esta TombRaider sin marcar las diferencias con los films de 2001 y 2003. Aquellos films, más allá de presentar a una mujer adulta que yaeramillonaría y parecía que asaltaba tumbas por la sola sensación de adrenalina, presentaban una forma más confusa, con un montaje videoclipero, un desborde innecesario de efectos, y una atmósfera más sobrenatural. Casi como incómodos films para chicos. TombRaider 2018 es un films de aventuras más clásico, que no abusa de los efectos, en el que todo lo que sucede se entiende, con un villano con razones entendibles más allá del “quiero todo el poder del mundo”, y con razones valederas para poner a la heroína en acción y mostrar su transformación. Es más, hasta respeta lo suficiente (más allá de hacer agregados para introducción argumental) la historia y mecánica del film de 2013 y su secuela RiseoftheTombRaider. Logra tener una mecánica de videojuego sin que se sienta que estamos con un joystick en la mano. Hasta casi que podría funcionar como precuela de los primeros films y mejorando la experiencia de aquellos. El problema con este nuevo film es que, tal cual sucedió con el film que llevó a Thaug al éxito, La última ola, su tradicionalidad se termina traduciendo también en falta de innovación. El guion tiene agujeros notorios, muchísimas casualidades, resoluciones forzadas, y hasta se le puede achacar la muchísima suerte que Lara tiene para agarrar(se de) cosas en el aire. Pero todo eso podría criticársele al 99,99% films de esta especie. TombRaider entretiene. Alicia Vikander si bien no es tan similar al personaje como Jolie a la primera Lara, posee carisma; y hasta da gusto verla Kristin Scott Thomas como un personaje que puede llegar a desarrollarse a futuro si a esta le va bien. El escollo es que así como entretiene , se olvida, y no logra trascender de la media en ningún momento.
Amor fraternal y pura adrenalina en el reboot de nuestra saqueadora de tumbas. Cuando nos enteramos que saldría a la luz otra versión de Tomb Raider, aquella película de acción basada en el famoso videojuego noventero, vale señalar que nos costó hacernos la idea de una nueva Lara Croft, ya que Angelina cumplió con creces las expectativas. En este nuevo episodio cinematográfico, a Alicia Vikander le tocó a asumir el personaje de esta mujer que lleva la aventura en las venas. El resultado: más que satisfactorio. En la cinta nos retrotaemos a los inicios de nuestra súper heroína; cómo llego a convertirse en esa mujer que defiende al mundo de logias secretas que tratan de dominarlo a cualquier precio, y que no le tiembla las manos a la hora de defender a la humanidad. Por lo que en un principio vemos a una Lara citadina, más terrenal, que pierde una lucha cuerpo a cuerpo mientras práctica el deporte, y sobre toda reniega de su millonaria herencia, ya que no asume que su padre desaparecido haya muerto. A raíz de una especie de puzzle de madera chino legado por su padre, la protagonista descubrirá su arriesgada vida paralela. Es así que irá tras sus pasos y se sumergirá en la aventura fundante que la transformará en la mítica heroína que hoy día sigue siendo, y que se destaca por su destreza física e inteligencia. El film resalta dos aspectos. Uno relacionado al origen del personaje, presentando su contexto y su estructura emocional; y el otro que se vuelca por completo a la acción y a la aventura física. En este tramo de la cinta, cuando nuestra heroína llega a la isla donde reside una tumba maldita, el despliegue de efectos especiales es apabullante, sin por este motivo abrumar el relato. La historia está bien contada, los elementos genéricos se conjugan en dosis equilibrada: hay mucha fisicidad y aventura, hallazgos arqueológicos, sumado el factor sentimental; condimentos que estructuran el mito. Mientras las flechas vuelan por el aire, dirigidas a su blanco con gran precisión, Vikander se prepara para otorgarle muchas más aventuras a esta power girl de armas tomar.
Tomb Raider (2001) y Tomb Raider: La cuna de la vida (2003) no fueron buenas películas, pero al menos tenían algo de vértigo, de lucha cuerpo a cuerpo y la presencia magnética de Angelina Jolie como la heroína surgida de los videojuegos. Quince años después, con cambio de productora y de protagonista (la nueva Lara Croft es la sueca Alicia Vikander), los problemas no solo persisten sino que incluso se acrecientan. Es que en este reboot de la saga estamos ante un guion endeble por donde se lo mire (no resiste ni siquiera un análisis superficial), las escenas de acción son pocas y no demasiado espectaculares, y la idea de hacer una Indiana Jones en versión femenina resulta burda y torpe. Vikander aporta algo de simpatía, su sonrisa compradora y poco más para interpretar a Lara, la heredera de un imperio que se niega a administrar hasta determinar el paradero de su padre Richard Croft (Dominic West), desaparecido hace años en una expedición a una isla remota y de muy difícil acceso. Hasta allí irá la protagonista y se encontrará con el ejército esclavista del cruel Mathias Vogel (Walton Goggins) y elementos fantásticos ligados con una antigua tradición japonesa. Si la descripción parece ridícula es porque la película lo es. Nada tiene demasiada justificación y el director noruego Roar Uthaug ( Escalofrío, La última ola) parece filmar a reglamento. Un regreso sin gloria para un personaje que sigue sin tener suerte en el cine y cuyo futuro (todo luce preparado para una larga franquicia) está en riesgo.
Incluso estando en una época donde los videojuegos son prácticamente pensados como una película, sus adaptaciones cinematográficas (ya sea por pereza narrativa y/u ostentación de recursos técnicos) todavía no consiguen sacarse el gualicho de no poder hacerle justicia al material fuente. Tomb Raider, adaptación y lavada de cara de la aparición que tuvo recientemente el personaje, no consigue ser una excepción. No esa clase de Croft Lara Croft es la heredera de un imperio, pero prefiere deambular por las calles de Londres siendo una repartidora. Esta sencilla existencia llega a un alto cuando le informan que se han cumplido siete años de la desaparición de su padre y debe firmar los documentos que lo pronuncien legalmente fallecido. Lejos de asumirlo, ella decide embarcarse en una búsqueda tomando como punto de partida el último paradero de su padre: una isla remota que alberga los restos de una mítica y poderosa hechicera japonesa. Una búsqueda no exenta de obstáculos impuestos por cazadores de tesoros que desean adquirir dichos poderes para su propio beneficio. El guion de Tomb Raider lamentablemente tiene sendos problemas narrativos. Estamos hablando de sospechosos habituales como incoherencias, predictibilidades y situaciones resueltas por casualidad más que por una acción directa de la protagonista. Las escenas de acción están bien ubicadas y desarrolladas, pero sus resoluciones no pocas veces cuentan con los problemas ya mencionados. Aparte cabe aclarar que hay muchos personajes que están prácticamente de adorno y otros cuyo pobre desarrollo ponen demasiado en evidencia que estamos hablando de otro intento desesperado de empezar una franquicia. Sólo que en este caso es tan pero tan notorio que contribuye a que la resolución haga quedar a la protagonista como una completa estúpida. Las comparaciones son odiosas pero a veces son inevitables, por lo que muchos se preguntarán cuál es la evolución, si la hubiere, respecto de la versión del personaje encarnada por Angelina Jolie en el 2001. Lo único que puede decirse es que esta Lara Croft es más terrenal y no tan exagerada. En aquella versión el personaje luchaba con robots y saltaba en bungee dentro de su propia casa. En esta, la afición a los deportes extremos es retratada mediante una persecución en bicicleta por Londres donde también muestra la inteligencia del personaje para despistarlos. Un detalle apreciable, por ínfimo que sea, en una narración que deja bastante que desear En materia técnica tenemos una apropiada fotografía y montaje, adjetivo también aplicable a los efectos visuales utilizados, destacándose más en las escenas de acción. En materia actoral, Alicia Vikander hace lo que puede, pero lamentablemente el guion no la ayuda. Caso también aplicable al antagonista que encarna Walton Goggins. Un poco mejor parados quedan Dominic West y Kristin Scott Thomas, pero por una simple cuestión de ser intérpretes de mayor trayectoria. Conclusión Tomb Raider es un ensamble de acción que propone escenas propias de sus orígenes informáticos, pero es endeble en su fundación y operación narrativas. Ni su apropiada propuesta visual o competentes actuaciones ayudan a que la película llegue a buen puerto.
El reinicio que entrega más de lo mismo “No todo pasa”, debería decir el anillo de oro del anular del ejecutivo de Hollywood que pensó que reiniciar la franquicia Tomb Raider era una buena idea. Su protagonista, Lara Croft, había saltado al cine de la mano de Angelina Jolie en 2001, en medio del aumento exponencial de ventas del popular videojuego que servía de materia prima, y tuvo una segunda aparición en 2003, otra vez con la actriz de los labios carnosos como ama y señora. Pero por aquellos años la franquicia gamer mostraba los primeros síntomas de agotamiento después de escupir una entrega anual durante una década. Recién en 2006, con el pase a la órbita de la empresa Crystal Dynamics, vino la lavada de cara con miras a conquistar a nuevos públicos para los que las situaciones imposibles de Croft eran poco más que un objeto de burla kitsch. Con una flamante heroína más humana y frágil que prefiere el pantalón caqui al minoshort ajustado, Tomb Raider: Las aventuras de Lara Croft hace un borrón y cuenta nueva con una maniobra similar a la de casi todos los reboots de los últimos años; esto es, dotar a la protagonista de un andamiaje emotivo anclado en una ausencia familiar. Y como casi todos los reboots, el resultado es más de lo mismo. O menos. Narrada con el automatismo plúmbeo de las superproducciones sin corazón, la película del noruego Roar Uthaug quiere ser tantas cosas con tal de no parecerse a la saga de Jolie, que termina siendo ninguna. Hay una intención evidente de abrazar la “aventura arqueológica” estilo Indiana Jones, con la salvedad de que para eso no alcanza con acumular escenas “de peligro” en lugares remotos ni mucho menos con la inédita idea de meter a los personajes dentro de la tumba de una reina maldita a punto de destruirse. Hasta la remotísima isla del Pacífico que la alberga llega Lara (Alicia Vikander, que dará muy bien en papeles dramáticos pero para tomar las armas le falta bastante) siguiendo la huella de su padre, a quien todos dan por muerto menos ella: Tomb Raider modelo 2018 también quiere ser un drama paterno-filial, aunque es difícil que funcione con personajes sin un mínimo espesor emocional. La única que tiene algo para decir –pero no la dejan– es Kristin Scott Thomas como la madrastra interesada en que Lara reconozca la muerte de papá, en una subtrama de “thriller-corporativista” que recién explota en los últimos quince minutos, cuestión de tener algo para contar en entregas venideras. Da toda la sensación de que con ella como villana Tomb Raider hubiera sido alguito mejor, incluso digno de verse.
AVENTURAS EN PAÑALES Digamos que el reboot de Tomb Raider presenta algunos detalles que hablan del cuidado con el que se pensó el proyecto: detrás de cámaras el director noruego Roar Uthaug, especialista en cine de entretenimiento prestigioso (La última ola, por ejemplo), y en el mítico rol de Lara Croft, la sueca Alicia Vikander, una actriz capacitada para adosarle al personaje elementos que van más allá de la entrega física que la propuesta requiere. Si el antecedente que tenemos son aquellas dos discretas películas protagonizadas por Angelina Jolie en plan bomba sexual en musculosa (películas sexistas que explotaban el cuerpo de la actriz sin culpa), sin dudas que estamos ante un film mucho más elaborado y donde se busca dar un sustento emocional a la aventura. Si no se lo logra completamente, es en todo caso porque la película tiene sus limitaciones estructurales y porque no puede sacarse el peso de las inevitables comparaciones con las fuentes en las que abreva. Si bien aquellas dos películas con la Jolie, dirigidas por Simon West y Jan de Bont -respectivamente-, no eran ninguna genialidad, al menos demostraban que Tomb Raider era uno de los pocos videojuegos con posibilidades de pasar al cine sin problemas. Si se ajustaban algunas piezas y se dejaba de lado la idea de convertirlas en un mero vehículo para el lucimiento de la actriz (que por ese momento estaba en el centro de la escena), podían ser aventuras escasamente disfrutables. Es que si en la construcción del personaje de Lara Croft hay algo de Batman (la aristócrata que sale a pelear contra el mundo), en ese universo hay preferentemente una recuperación del cine de aventuras a lo Indiana Jones. Es decir, Tomb Raider -el juego- se pensaba directamente como una aventura gráfica que podía trasladarse con facilidad a la pantalla grande porque su materia esencial era el cine: su movimiento y el uso espacial eran cinematográficos. Uthaug y Vikander entienden todo esto y saben que la acumulación de espectacularidad sin sentido sería un despropósito. Por eso se preocupan en construir el misterio alrededor del personaje y en desarrollar una Lara Croft humana, con conflictos y más cerca de la identificación con el espectador. A esta Tomb Raider la podemos acusar de ser un poco solemne (un mal del cine de entretenimiento de estos tiempos) pero nunca de ser rigurosa con su propia esencia: hasta cierto punto la acción es sumamente física, los golpes se sienten como tales y la dureza del paisaje al que la protagonista se enfrenta va forjando su carácter. Tomb Raider se las arregla durante la primera hora para generar movimiento y ritmo sin necesidad de que haya estrictamente una escena de acción. El villano tarda en llegar (y puede ser tan malvado como Walton Goggins cuando logra ser absolutamente reptil y despreciable), pero cuando aparece transmite temor y se apodera del relato. Entonces Tomb Raider parece tener todo bajo control: una heroína consistente, un villano acorde, la construcción de un universo bastante sólido y la inventiva visual para ser espectacular cuando el relato lo requiere, como en cierto accidente marítimo o en la imponente y vertiginosa secuencia con un avión oxidado y una catarata como protagonistas. Sin embargo hay algo que la película no termina de resolver positivamente, que es el vínculo entre Lara Croft y su desaparecido padre, una relación que se solventa por la vía de los lugares comunes, que no serían escandalosos si no terminaran deteniendo la narración como la detienen. Entonces uno se acuerda de Indiana Jones, de cómo los vínculos se ponen en juego mediante la aventura y el movimiento, y cómo este cine de aventuras contemporáneo está impedido de la alegría más mundana. Hay una seriedad que hace imposible que los misterios de la última hora contagien algo, porque estamos pensando más en el mecanismo que en la acción. Tomb Raider se termina estirando y haciendo un chicle, y para colmo de males se monta un epílogo que hace pie en el peor vicio del cine contemporáneo: plantea una franquicia, deja cabos sueltos con promesa de querer resolverlos en la próxima película. Y uno se pregunta al fin de cuentas si lo que vio era importante o apenas una presentación de personajes. Esa es la gran paradoja de mucho cine de entretenimiento actual: un cine gigantesco, imponente, grandote, mastodóntico, pensado como pasatiempo que nunca termina de concretar nada porque todo queda suspendido hasta la próxima aventura. Una pena, porque sin todos estos detalles Tomb Raider podría haber sido un entretenimiento más o menos respetable y lo que queda, en cambio, es la promesa de algo que no terminó de ser.
En tiempos de relanzamientos, porqué no resetear la saga nacida del video juego, ahora con la ascendente Alicia Vikander en lugar de Angelina Jolie. Una aventura bastante deudora de su fuente original, hay que decir, lo que explica que algunas secuencias de acción parezcan más circuitos de obstáculos para pasar a otra pantalla que narración cinematográfica en desarrollo. Es lástima, porque ese ritmo compulsivo, que reitera situaciones (otra vez en el agua a punto de ahogarse, de nuevo colgando de un precipicio), juega en contra del entretenimiento, y una película de acción con heroína joven en busca de su padre desaparecido en una isla maldita, debía por lo menos divertir. Es que Lara es heredera de un imperio que lleva su apellido, nena de un papá que partió, al perder a su esposa, en busca una legendaria diosa del mal japonesa. Porqué no.
Alicia Vikander, la ganadora del Oscar a la mejor actriz de reparto por "La chica danesa", tiene el trabajo de robarle el rostro a Angelina Jolie y convertirse en la nueva Lara Croft, la especie de Indiana Jones surgida de un video game que anda buscando a su padre por parajes exóticos. En realidad, no es que sea mucho trabajo borrar el recuerdo de Angelina, porque las películas de la saga de Tomb Raider, si bien eran taquilleras, no eran memorables. Esta nueva tampoco es nada del otro mundo, pero lo mejor que tiene para aportar es la protagonista, que está excelente en el papel de esta chica de armas tomar. La historia es la misma: la pobre Lara Croft crece añorando a su papá, un aventurero que busca reliquias mitológicas y civilizaciones perdidas, y un día decide salir en su búsqueda, lo que la lleva a viajar a Hong Kong , aliarse con el marinero Daniel Wu, partir hacia una misteriosa Isla en el Pacifico (se llama igual que la de King Kong, Skull Island). Hay lindas escenas de aventuras en cascadas y tumbas milenarias bien filmadas por el noruego Roar Uthaugh, el de "La ola".
Hay varias cosas para decir de Tomb Raider: Las aventuras de Lara Croft. Lo primero es que de entrada se anota un punto a favor al demostrar que tiene muy claro su origen de videojuego y su espíritu aventurero. Alicia Vikander, la sucesora de Angelina Jolie en el papel de Lara Croft, se luce como la heroína edípica que lucha mano a mano contra los malos de turno. Es fascinante ver cómo el personaje supera obstáculos y se carga la película al hombro. El resultado es como si estuviéramos presenciando un videojuego influenciado por la saga Indiana Jones y ciertos cómics de superhéroes. Verla a Vikander correr, saltar, tirar patadas y piñas y flechas, y hacer acrobacias imposibles en situaciones extremas es un reconfortante deleite cinematográfico. La película dirigida por Roar Uthaug, que es el reinicio de la saga que debutó en cine en 2001, entiende la esencia lúdico-aventurera de la historia y entrega un entretenimiento efectivo y complaciente. Pero Tomb Raider no se queda sólo con esto y se conecta, además, con otra tradición de cine importante: la de películas de acción interpretadas por mujeres fuertes. Lo malo es que no deja de ser un producto nacido del mercado de Hollywood, lo que también la convierte en una película insignificante, intrascendente, olvidable. Y lo que la baja aún más es que acentúa los vicios de la industria. Por ejemplo, la música exagerada para realzar algún momento dramático, y la detención de la acción para que la protagonista llore o para que afeite al padre. Por querer humanizarla, la edulcoran hasta tornarla empalagosa y ridícula. La historia muestra a una joven Lara que no puede superar el abandono de su padre, de quien se desconoce el paradero. Hasta que descubre el motivo de la desaparición de su progenitor y se va a buscarlo a una lejana y misteriosa isla donde tendrá que enfrentarse a tipos jodidos y armados hasta los dientes, liderados por Mathias Vogel (Walton Goggins). La aventura y la acción están sobre la mesa. Y lo bueno es que Croft/Vikander nos lleva de la mano a ese lugar tremendo y nos divierte en el camino. Lo mejor de la película es cuando deja al descubierto el mecanismo del género, cuando deja a la vista los engranajes de la acción, la cuestión estrictamente formal. Por ejemplo, cuando Lara tiene que hacer malabarismos para no caerse del fuselaje de un avión que pende de una cascada. Vencer un obstáculo para enfrentarse a otro inmediatamente después, y así, mientras la adrenalina crece, hasta casi el infinito. Los momentos como ese o aquellos en los que ella está sola, tratando de zafar de algún peligro o corriendo, son los mejores, porque representan al género en estado puro, auténtica acción desesperante. Sí, es una película que probablemente no quede en la memoria del espectador, pero es muy entretenida.
Quien le dio vida a este personaje de Lara Croft en 2001 fue Angelina Jolie que se transformó en una saga, la idea era continuar con Jolie pero se negó a seguir interpretando su papel. Esta versión y adaptación de 2018 se reinicia en el videojuego de 2013, a través de una expedición vuelve a la acción Lara Croft interpretada por la sueca Alicia Vikander ganadora de un Premio Oscar como mejor actriz de reparto por la película “La chica danesa” (2015). Toda esta gran aventura gira en torno a esta joven, que busca a su padre a quien ama y no soporta más su ausencia, no cree que este muerto, él desapareció cuando se fue en una expedición en busca de la reina enterrada, una antigua leyenda japonesa Himiko en el misterioso archipiélago de Yamatai, son su objetivo y resolución del enigma. Se encuentra dirigida por el noruego Roar Uthaug (The Wave), acompañan a la protagonista Daniel Wu (Warcraft: El origen, El hombre de los puños de hierro) como uno de los aliados de esta heroína, Dominic West (Colette, Chicago) es el padre de Lara Croft y Walton Goggins (El corredor del laberinto: La cura mortal) es el villano odiable. Otros personajes Derek Jacobi y Kristin Scott Thomas. Contiene momentos emotivos, una alta tecnología, está llena de efectos visuales, buena fotografía, Lara Croft en el naufragio sufre una terrible tormenta, cae en una isla desierta llena de obstáculos, supervivencia, usa muy bien el arco y las flechas. Utiliza diferentes armas, escala, lucha, salta, nada y hace acrobacias. Las persecuciones y situaciones de peligro están muy bien logradas, a lo largo de su desarrollo tiene mucho de videojuegos y este es el reinicio para transformarse en una saga.
El personaje de una de las más conocidas series de videojuegos vuelve a la pantalla grande. Comparar a Vikander con Angelina Jolie es ocioso: esta Lara es más realista que aquella en cuanto a actuación y despliegue físico, lo que vuelve a esta película de aventuras fantástica un poco (un poco) más visceral que aquellas. El ritmo es bueno, Vikander se toma en serio el personaje y el film no aburre. No hay demasiado más: el viaje se disfruta y, también, se olvida rápido.
Si hay un reboot del juego tiene que haber reboot de las películas, y por suerte así fue. Recuerdo cuando jugué este nuevo reboot de la saga Tomb Raider quedé fascinado por como encararon la historia de Lara, nos muestran una Lara joven que recién comienza sus aventuras y por ende aprende cosas nuevas y nosotros con ella. Este nuevo film no se queda atrás y apoya esta nueva historia con gran altura. Alicia Vikander hace una gran Lara Croft, una gran joven Lara. Su actuación es formidable y logra hacernos (por momento) olvidar de Angelina. La gran diferencia con Jolie y Vikander es el parecido, Alicia es mucho más Lara que Jolie, y también logra captar esta nueva versión más humana, más traída a la tierra. El resto del elenco está bastante bien, el malote de Walton Goggins, también hace un gran papel. La historia está contada para todo público, es decir no sólo para los conocedores del nuevo juego de 2013, nos muestran una Lara teniendo una vida “normal”, hasta mostrarnos como se empieza a convertir en la intrépida que ya conocemos. Tiene todo lo que los juegos tienen. Acción, aventura, rompecabezas, adivinanzas, saltos, caídas…todo, y todo eso lo tiene muy bien. Cada vez que Lara hacía algo típico del juego me encontraba diciendo para mí mismo: “Eso es muy Tomb Raider” y hubo muchísimos de esos momentos. Tiene buena acción, buenas peleas y buenos momentos de tensión, muy destacables. La historia es una mezcla del primer y segundo juego de la nueva saga. Solo pude jugar el primero y me fascinaba ver los escenarios idénticos a los del juego, momentos muy parecidos y hasta pequeños elementos, como el hacha de escalar, que eran un guiño constante para los ávidos jugadores de los últimos juegos. Los gráficos están muy bien desarrollados, son pocas las veces que se puede ver que es pantalla verde. La banda sonora no desentona y no se destaca, casi ni la recuerdo salvo por los sonidos ambientes. Hubieron un par de cosillas que no me gustaron y las voy a hablar en la zona de spoiler. Mi recomendación: Tiene buenos efectos que merecen ser vistos en el cine. Mi puntuación: 7/10 Zona de spoilers: Me gustan cuando las películas son fieles a su elemento de origen. En este caso venían muy bien hasta que…aparece el padre vivo. Fue algo que me hizo dar bronca, porque está claro que fue puesto en un intento de conmover al espectador, ya que todo lo que hace podría haber sido hecho por Lara o alguno de sus amigos que van de viaje de ella, esto en el juego, ya que en el film no aparecen.
15 años después de la saga protagonizada por Angelina Jolie, que resultó en un exitoso primer film y una secuela que quedo en el olvido, llega esta nueva adaptación del famoso videojuego de acción, readaptada a los tiempos políticamente correctos y protagonizada por Alicia Vikander, alejándose mas del personaje que fue un símbolo sexual en las dos versiones anteriores y recuperando la esencia de la versión mas aventurera del videojuego. En 2013 el juego dio un giro total y transformo a la Lara Croft femme fatale en una jovencísima exploradora, valiente y capaz, pero frágil como cualquier humano en entornos hostiles. Esta nueva versión bebe de dichos cambios y propone una entretenida, aunque predecible, propuesta de acción y aventuras con marcadas influencias de Indiana Jones y una Lara Croft protagonizada por una actriz ganadora del Oscar con más talento de lo que la historia requiere, que recibe un poco de profundidad que nunca existió en las películas de Angelina Jolie. Una carismática Alicia Vikander -la actriz sueca más conocida por sus participaciones en dramas como La Chica Danesa, por el cual ganó un Oscar a mejor actriz de reparto en 2016- logra registrar una versión más humana de Lara Croft, estilizada y menos voluptuosa de la que ofreció Jolie, mostrando una vulnerabilidad emocional real pero no menos heroica que vive haciendo delivery en bicicleta un poco alejada de su verdadero destino, hasta que su apretada realidad económica la lleva a descubrir un acertijo y su llamado a la aventura. Es indiscutible, como ya lo era en el juego, la influencia de Indiana Jones tanto en las escenas de acción como en los escenarios y la cuota de misticismo y sus acertijos, aunque no así el suspenso y trama a la hora de unir las piezas del rompecabezas. Basta con mencionar que la aventura se traslada a una isla remota en la costa de Japón, en el infame Mar del Diablo, donde intentara rescatar a su padre y enfrentarse a un inescrupuloso villano para encontrar la tumba de Himiko, una milenaria emperatriz hechicera. El director noruego Roar Uthaug -La ola- propone una película que se parece mucho al videojuego presentándonos no solo una historia fiel, sino que también acierta en la ambientación, con parajes exóticos, templos y civilizaciones antiguas, y guiños estéticos al juego como una Lara Croft desalineada, resolución de acertijos y puzles, la habilidad y varias escenas que parecerían sacadas del videojuego. Si bien Tomb Raider: Las aventuras de Lara Croft logra llevarse varios laureles, en comparación a otras adaptaciones desechables como lo sucedido con Warcraft: El origen y Assassin’s Creed, hay un aspecto de los videojuegos más complejo de trasladar a la experiencia cinematográfica como es la interactividad. Ni la dosificación del suspenso para resolver los misterios, ni sus personajes secundarios unidimensionales con un débil e intrascendente villano, seducen al espectador a interesarse por otra cosa que no sea el desarrollo de la aventura. Aun así, Tomb Raider: Las aventuras de Lara Croft cumple como una entretenida película de aventuras al estilo Indiana Jones, cuyas secuelas serán directamente proporcional a sus resultados en la taquilla.
Los debotos al videojuego, sin dudas disfrutarán de la película por sus referencias, guiños y situaciones. Si la película, llega a recaudar la cantidad de dinero que se espera, tendremos Tomb Raider para rato. Hace más de una década atrás, Angelina Jolie se encargó de personificar a uno de los personajes femeninos más fuertes de la industria de los videojuegos, cuando se encargó de interpretar a Lara Croft en Tomb Raider (2001) y en su secuela, Tomb Raider: La cuna de la vida (2003). Teniendo altos y bajos, se pudo considerar a estas dos primeras adaptaciónes como aceptables, sobre todo por la gran forma de combinar la aventura y el dramatismo logrando una película bastante fiel y con guiños al juego, pero también para atraer al público ajeno a los videojuegos, sentando algunas bases bastante originales que quedaron muy bien. Ahora, 15 años después de su última participación en cines, la aventurera londinense regresa con un reboot que promete mucha más acción y momentos épicos que la saga pasada. De la mano del director noruego Roar Uthaug, llega Tomb Raider: La aventuras de Lara Croft (Tomb Raider, 2018). En esta oportunidad, planteando una historia de origen totalmente novedosa, Lara Croft (Alicia Vikander), es una joven de cuna de plata cuyo padre está desaparecido y presuntamente muerto. Deberá luchar contra viento y marea para conseguir la verdad sobre su padre. Mientras tanto, deberá combatir contra las fuerzas armadas de la corporación TRINITY, una organización secreta que de manera encubierta, se encarga de buscar y saquear tumbas de antiguos mitos y leyendas, para apoderarse de los poderes sobrenaturales que estas poseen y así conseguir el completo y total control del mundo. En el medio de su cruzada para detener a TRINITY, Lara deberá enfrentarse a la posibilidad concreta de no encontrar a su padre y de que sus miedos de quedarse sola, se concreten. Algo que hay que decir sobre esta nueva primera entrega de una de las franquicias de videojuegos más longevas que hay, es que en este caso, es una película para aquellos que aman, siguen y juegan a las aventuras de Lara Croft. Esta peli tiene guiños por doquier hacia el título en demasiados pasajes del relato y para aquellos que hayan pasado horas y horas jugando a sus últimas ediciones, encontrarán esta cinta bastante amena. Para el grupo que no vive el día a día con el videojuego, posiblemente sea mucho más difícil para ver. ¿Porque será más difícil para ver? Prácticamente es una historia que no tiene alma. Este es un elemento que suele suceder con las adaptaciones de juegos, pero este caso es súper notorio. Hay más de un par de situaciones donde los problemas se resuelven casi de casualidad y solos. Quitando que todo lo que sucede es muy predecible, el guión tampoco ayuda para nada. Diálogos absurdos, tomas por demás rebuscadas y una elección del elenco bastante normalito, hacen que la película aburra a pesar de sus grandes escenas de acción. Lo único rescatable de la película, es el gran trabajo de su protagonista principal. Se puede reconocer que Alicia Vikander hizo un trabajo especial previo a la filmación y que en él, dejó la vida. Demuestra fuerza, inteligencia, valor y sobre todo muchas ganas de sobreponerse a las adversidades. El aspecto físico logrado por Vikander para el papel, tiene un nivel de semejanza con el personaje animado que sorprende. Desafortunadamente para ella, el resto del elenco está solo para acompañarla, nadie se destaca, nadie. De hecho, en un 95 por ciento del corte final, ella está en escena y se siente una sobre explotación del personaje.
Rompiendo la seguidilla de adaptaciones mediocres sobre el mundo de videojuegos, Tomb Raider es un ejemplo de cómo hay que realizar las cosas para mantener el espíritu de su fuente original. Empezando por la selección de Alicia Vikander como Lara Croft, la película se mantiene fiel al estilo de la renovación de la saga que resurgida en el año 2013. Vikander se mete de lleno en la piel de la joven Corft – absolutamente inexperta en lo que respecta aventuras internacionales – y nosotros, los espectadores, le creemos sin ningún problema. Vikander no tiene la presencia que poseía Angelina Jolie en su momento pero tiene alma, funciona mejor con el rol y es más creíble. Si bien estamos ante una película que resulta una excelente adaptación de su obra original, Tomb Raider se mantiene sin demasiados lujos. Historia simple – que resulta forzada en ciertos puntos -, plotholes y preguntas que quedan dando vuelta por la cabeza de todos y sí, en Tomb Raider podemos adivinar lo que va a pasar con cada personaje en segundos de presencia. Estamos ante una película que ofrece entretenimiento, mantiene sus bases originales pero que no muestra nada memorable a largo plazo. Se podría decir que la película es un buen comienzo para una prometedora saga – decir eso en una adaptación de un videojuegos, me resulta absolutamente reconfortante-. Roar Uthaug, aclamado director noruego que dió su gran salto con la película Bølgen (la última ola, 2015) pone a prueba la credibilidad utilizando grandes dosis de CGI en esta película. Si bien el videojuego Tomb Raider basa sus aventuras en mostrar la naturaleza y el principal enemigo -más allá del villano de turno – es el factor climático, en esta película nos encontramos con grandes dosis de espectáculos artificiales que sorprenden pero al mismo tiempo no terminan convenciendo. Los efectos especiales son correctos no obstante hay tantísima variedad de ellos que resulta abrumador ver todo “correcto, pero falso”. Uthaug tendría que haber aprovechado lo natural en vez de ir de lleno por lo artificial. A pesar de tener a una joven talentosa como first billed en esta nueva adaptación tenemos un elenco internacional y de grandes nombres. Daniel Wu, Dominic West, Walton Goggins, Kristin Scott Thomas y Derek Jacobi son conocidos talentos con roles secundarios que ayudan a nutrir la narración del film, también es una agradable sorpresa ver a Dominic West en un rol fuera del encasillamiento de villano y posiblemente da la mejor actuación de la película. Por otro lado Walton Goggins funciona correctamente como villano con un razonamiento realista. Tomb Raider es una entretenida película y resulta una excelente adaptación. A ritmo en aumento – con un fallido tercer acto copia de Indiana Jones and the last crusade – logra lo que quiere: dar un correcto inicio para una historia que pide ser desarrollada a gritos y una heroína sexy, encantadora y temeraria.
El regreso de una "supermujer" El regreso de "Tomb Raider", dirigida por Roar Uthaug, relata las aventuras de Lara Croft, interpretado por la sueca Alicia Vikander. Sin embargo, el filme comienza con algunas diferencias respecto de la historia de 2001. Finalmente llega el reinicio de “Tomb Raider”, con las aventuras de Lara Croft, una de las heroínas más importantes de la pantalla grande. A 17 años del estreno del filme que dio inicio a la saga, basado en el videojuego de mismo nombre, el director noruego Roar Uthaug está a cargo de la aventura con el protagónico de Alicia Vikander. El filme comienza con algunas diferencias sustanciales respecto de la historia de 2001. Cuando Angelina Jolie interpretaba a Lara, se trataba de una millonaria con todos los recursos necesarios para vivir sus aventuras, con armas y tecnología de última generación (para la época). Sin embargo, aquí, vemos a Lara (Vikander) más joven, y sin una libra, sobreviviendo en Londres como una mensajera con habilidades para la acción y la pelea, pero a la que nunca le salen bien las cosas. Su pobreza se debe a no querer firmar el acta de defunción de su padre, millonario empresario que está desaparecido desde hace años. Sin ese consentimiento, los bienes de los Croft quedaron congelados, hasta que ella se dispone a aceptar que su padre no volverá, pero a último momento, literalmente a segundos de finalizar con ese “trámite”, le dan un regalo que cambia todo: de repente conoce el hobby secreto de su padre y lo que lo llevó a viajar a un lugar desconocido, lo que renueva su esperanza y hará que se embarque en una aventura que dará luz a la Lara que todos queremos ver. La primera parte del filme obliga a que redescubramos a Lara Croft. En peleas, carreras y hasta intentos de robo, nos enteramos de que es voluntariosa, sagaz, pero parece condenada a perder. En la segunda mitad hay un brusco cambio y empiezan a percibirse las cualidades heroicas de la protagonista, con algunas secuencias clásicas del videojuego que generó la franquicia. De todos modos, la película recae en recursos básicos de los productos del género, y termina en un limbo de falta de ideas y un guión tosco. Clásico caso de buenas intenciones con malos resultados, algo que, con la infraestructura de “tanque”, es difícil de salvar al comentar el largometraje. Por otro lado, la película puede sacar ventaja de la coyuntura: una mujer de acción como única protagonista, y llevando a cabo sus ideas contra los que le dicen lo que no puede hacer -sin refuerzo romántico para crear una subtrama-, en un mundo en el que las mujeres piden más igualdad de oportunidades, es esperanzador. ¿Es la película que esperamos para que levante alguna bandera? Claramente no, pero sí es necesario mantener ese rumbo.
El popular personaje de videojuegos Lara Croft (que fue interpretado previamente por Angelina Jolie) regresa a la pantalla grande. En esta ocasión es interpretada por Alicia Vikander y dirigida por Roar Uthaug. El personaje de Lara Croft nació en 1996 bajo la franquicia de Tomb Raider, un videojuego desarrollado por Core Desing. El mismo se volvió un éxito debido a su original manera de jugarlo. En el 2013, la compañía Square Enix presentó un nuevo juego de esta saga, el cual relata los intensos y conflictivos orígenes de Lara Croft. La película dirigida por Roar Uthaug se basa en esta última creación. En esta adaptación, la trama presenta a Lara Croft, una joven de tan sólo 21 años que se niega a firmar la herencia que le corresponde, ya que eso significaría aceptar que su padre, quien lleva 7 años desaparecido, está muerto. En lugar de eso, la protagonista trata de ganarse la vida trabajando como mensajera en la ciudad de Londres. Tras una serie de eventos, y también de rompecabezas, Lara comenzará a investigar qué fue lo que realmente ocurrió con su progenitor. Para ello emprenderá una aventura hacia una isla ubicada en algún lugar de la costa de Hong Kong, un lugar silvestre dónde se ubica la tumba de Himiko, una antigua reina de la muerte japonesa. En su primera parte, el film podría compararse en varios puntos con un videojuego. El jugador/espectador conoce algunos antecedentes de la protagonista, el personaje sabe que tiene una misión y, como es habitual, comienza a adquirir las habilidades de a poco, para luego lanzarse hacia la aventura. De hecho, la película toma algunas de las secuencias icónicas que ocurren en el videojuego, tal como el escape del avión y la caída en paracaídas. A diferencia de la Lara Croft interpretada por Angelina Jolie (2001 y 2004), la de Vikander muestra un lado mucho más humano del personaje. La protagonista no destaca solamente por las escenas de acción, sino que se toma en cuenta su lado más sentimental. La adaptación de Roar Uthaug muestra una Lara que se lastima y que siente dolor como cualquier otra persona. Para alejarse también del estereotipo que representaba la Lara de Jolie -que estaba basada en los primeros videojuegos de la franquicia (una industria completamente machista en aquel momento, por cierto)-, la cual se destacaba por sus prominentes curvas y su diminuta vestimenta, ahora se presenta una Lara más ajustada a la época actual: sus motivaciones no pertenecen a un interés romántico, es simplemente una persona que trata de sobrevivir a la amenaza que se le presenta.
Un film clásico realizado el estilo de la vieja escuela que entretiene bastante sin espectacularidad ni abundante acción. Alicia Vikander, su protagonista, no deslumbra pero tampoco se la ve tan apagada ni mustia como se la puede ver en el poster. Cumple, pero no...
“Que linda es Angelina Jolie. Pero qué linda que es”. Recuerdo bien que, hace casi diecisiete años, este pensamiento fue recurrente durante toda la proyección de “Lara Croft: Tomb Raider” (Simon West, 2001). Dos años después me pasó lo mismo durante las dos horas de proyección de la secuela: “Que linda es Angelina Jolie. Pero qué linda que es”. Lo que pasa es que en ambos casos, la ex de Brad Pitt era lo único que valía la pena, más allá de algún adelanto tecnológico. O sea que el relanzamiento del personaje una década y media después tiene tintes de reivindicación para este producto nacido en el mundo de los videojuegos. Es notable como una gran oportunidad se ve absolutamente desperdiciada. Una teoría es que tanto el director, Roar Uthaug, como los guionistas de “Tomb Raider”, Geneva Robertson-Dworet, Alastair Siddons y Evan Daugherty, tienen entre 35 y 42 años. O sea veintipico cuando se estrenaron las originales. Todo indica que es un acto de venganza, o de soberbia, contra los guionistas y directores anteriores para demostrarles que sí se puede hacer peor. En una aventura de estas características hay elementos que son insoslayables. El vértigo del montaje, el uso de diálogos filosos, por supuesto el humor frente a situaciones desesperadas y, obviamente, la instalación del verosímil y la construcción de personajes merced a un guión bien escrito. Casi nada de esto ocurre aquí, porque la estética seria solemne y melancólica endilgada ex profeso a la protagonista, tiñe el metraje de una energía extraña, como si nadie la estuviese pasando demasiado bien, empezando por Alicia Vikander. Si el casting fue por phisyque du rol y nada más que por eso, parecería acertada la elección, pero aún con las características que Lara tenía en el videojuego: seca, de pocas palabras, fría pero decidida a la acción, etc, el cine de aventuras se puede tomar algunas licencias, porque hasta Scarlett Johansson en “Lucy” (Luc Besson 2015) tenía momentos de distensión facial y situaciones que promovían a la risa. Lara Croft debe emprender un viaje a una isla llena de peligros, la misma en donde desapareció su padre. Con esto sólo basta para promover la habilidad de los artistas para contar la historia, pero entre los larguísimos momentos de distensión, las secuencias de acción desangeladas y diálogos demasiado difíciles de remar, por más Oscar que se haya ganado, “Tomb Raider” aburre y cae en un tedio de siesta en Santiago del Estero a las dos de la tarde, con chicharras incluidas. “Que linda es Angelina Jolie. Pero qué linda que es”.
Mas plata, mas talento, mejores efectos especiales, mejor libreto no siempre redunda en una mejor película. Comparada con la primera iteración basada en el personaje (del 2001 con Angelina Jolie), la versión 2018 es tan prolija como inerte. Cuando en el fotograma final Alicia Vikander se hace con el par de pistolas Heckler & Koch que caracterizan a su personaje, uno lo único que siente es indiferencia. Tomb Raider 2018 no hace nada mal, pero es incapaz de despertarte algo o dejarte un recuerdo mínimamente perdurable. ¿En donde está la falla?. Vaya uno a saber. Quizás sea porque se trata de Lara Croft Begins, y el personaje es tan falible como sufrido, distante a millones de años luz de la arqueóloga badass que todos conocemos de los videojuegos. O será que no cancherea cuando patea traseros. O quizás sea que le falten tres talles de corpiño mas. En todo caso el protagonista hace la diferencia, y Tomb Raider 2018 lo que termina ejemplificando es que, para ciertos papeles, no se precisa una gran actriz sino una estrella, alguien que irradie carisma y que ocupe toda la pantalla cuando aparece. Los musculitos de la Vikander impresionan, pero la perfomance de la actriz resulta anónima. Al menos la Jolie – que actuaba mal y canchereaba demasiado en el filme del 2001 – parecía disfrutar de las refriegas cada vez que se enfrentaba a una tonelada de malos hace casi dos décadas; acá en cambio esta sueca (de aspecto latino) mueve todos los músculos faciales como la actriz de altura que es, pero no va con lo que uno espera de Lara Croft. Es simplemente un acto fallido. Lo cual es una lástima ya que la producción está cuidada y la trama es medianamente interesante. La primera media hora es algo soporífera y sorpresiva ya que a la Vikander la cascan de todos lados, hace piruetas fallidas con la bici (trabaja como delivery en un restaurant chino), nunca estudió un pomo (olvídense de la arqueóloga descifradora de misterios), nunca disparó un tiro y ni siquiera tiene la fortuna que todos conocemos. Su padre desapareció hace 20 años y ella se niega a dar el parte de muerto, lo que implicaría darle una chorrera de empresas y la enorme fortuna que éste le dejara. En cambio obtiene una pista, empeña un talismán de jade y se va con la plata justa a la otra punta del globo, a rastrear una pista sobre el paradero de su viejo, que fue a buscar la tumba secreta de una emperatriz china semi bruja y maldita por toda la eternidad. Se topa con el dueño de un cascarón flotante, le ofrece unas libras y el tipo – sin más preámbulos – decide hacerle caso y viajan al rincón mas peligroso del planeta, un mar plagado de nieblas y rocas que parece salido de la versión de King Kong de Peter Jackson. Bah, el filme toma prestadas demasiadas cosas de otras peliculas – el piso que se cae y la posición del penitente en la tumba de la emperatriz suenan demasiado parecidos a Indiana Jones y la Ultima Cruzada -, y las repite de manera prolija pero poco excitante. Una vez en la isla perdida Lara se topa con Walton Goggins, que hace un villano decente, inteligente y bastante despiadado. No es guau pero es potable, un buen némesis para nuestra chica. Al ver que la muchacha le trajo los papeles de estudio de su padre – que reiteradamente le ordenó destruir en grabaciones de audio, video y mensajes escritos (!) -, tiene las respuestas servidas en bandeja. Después de 7 años de estar varado en la isla podrá encontrar el cadáver de la emperatriz y regresar a su hogar ya que es malo pero tiene una familia adorable. Y el cadáver de la susodicha posee un secreto letal, tan grave que puede borrar a toda la humanidad de un plumazo. Pero eso no le importa a Goggins ya que simplemente es un esbirro de una organización malvada (inserte su risa malévola aquí) que quiere tener semejante poder devastador en su mano como para extorsionar naciones o venderlo al mejor postor. PortalColectivo, tu guia de colectivos urbanos en internet: recorrido de lineas de Capital Federal, Gran Buenos Aires y principales ciudades del interior de Argentina Si bien el libreto tiene cosas traidas de los pelos, el principal lastre es la Vikander. No hay manera que el guión la venda de manera simpática o carismática. Cuando Harrison Ford iba a tirar abajo medio ejército alemán en la clásica persecución del camión en Los Cazadores del Arca Perdida, uno sentía la adrenalina y se maravillaba de la locura y el disparate del protagonista. Acá la Vikander tiene una escena muy jugada – en un bombardero de la Segunda Guerra mundial, varado en el borde de una catarata – y es incapaz de sacar un wow de la platea. La secuencia no está para nada mal; lo que ocurre es que, en todos los minutos previos, vimos con indiferencia a la protagonista y ahora no la acompañamos cuando está en riesgo su vida. A los héroes uno debe admirarlos y eso no ocurre aquí, resaltando la enorme distancia que hay entre un director prolijo como Roar Uthaug (de La Ultima Ola) y uno talentoso como Steven Spielberg. El noruego no mete la pata, no es un amante del disparate a lo Rob Cohen (que resulta nada creíble y hasta chocante), pero no logra inyectarte nada de energía en las venas. Imaginen este filme con Margot Robbie o Daisy Ridley (que fue barajada como candidata en su momento) en el rol, y verán que la actriz elegida le hubiera dado otro cariz al personaje. Tomb Raider 2018 es simplemente correcta. Que la heroína favorita de los fichines se ve demasiado blanda y golpeada es cierto, y que la perfomance de la Vikander es superior al producto es verdad, pero también es cierto que uno precisaba alguien que radiara algo mas que una buena interpretación. Fíjense sino en Gal Gadot, que es de madera en las escenas serias pero brilla como el oro en la acción y en los momentos álgidos. Acá tenemos una historia rutinaria con escenas prolijas y un buen elenco, en donde el principal detalle es que la protagonista es tan buena actuando como cero impresionando.