Trabajo de equipo Si bien Zombieland: Tiro de Gracia (Zombieland: Double Tap, 2019), la muy demorada secuela de Tierra de Zombies (Zombieland, 2009), no llega a ser ni remotamente tan hilarante como la película original, algo así como un neoclásico del cine industrial en lo que a las comedias de terror se refiere, aun así logra una pequeña proeza muy poco común tanto en el enclave hollywoodense como en el terreno de las continuaciones: el film, nuevamente dirigido por Ruben Fleischer, exuda un saludable cariño para con sus personajes y los acompaña en un derrotero de lo más simpático que podríamos englobar en la comarca de los melodramas de rescate, un rubro en el que por suerte importan más los protagonistas y sus vicisitudes -sean éstas más o menos unidimensionales o remanidas, según el caso de turno- que la pompa de la acción infinita, los CGIs, la corrección política y lo cool patético. Aquí retornan los cuatro protagonistas principales, el adalid rudo pero de buen corazón Tallahassee (Woody Harrelson), su compinche un tanto maniático y obsesivo Columbus (Jesse Eisenberg), la desconfiada Wichita (Emma Stone) y su hermana menor Little Rock (Abigail Breslin). El detonante narrativo ahora es doble: primero tenemos la partida de las mujeres porque Wichita se siente demasiado apegada a Columbus y Little Rock considera que el paternal Tallahassee se ha vuelto demasiado posesivo en una etapa en la que la chica está más interesada en superar la adolescencia buscando una pareja, y en segundo lugar está la odisea de los dos señores más Wichita cuando esta última regresa tiempo después porque su hermana ha decidido marcharse con un tal Berkeley (Avan Jogia), un hippón banal que se niega a utilizar armas en esta coyuntura ultra apocalíptica llena de muertos que caminan. Como toda comedia satírica con elementos absurdos que se precie de tal, hoy volvemos a encontrarnos con las diferentes facetas del ser humano y su generosa estupidez al afrontar la debacle en cuestión, para colmo maximizada porque los zombies han evolucionado en un surtido de “especies” con sus propias características. Más allá de los rasgos ya conocidos en materia de los cuatro personajes principales, sobresalen también los secundarios con un puñado a la cabeza, léase Madison (Zoey Deutch), una rubia tonta, vegana y bien pueril que forma un triángulo con Columbus y Wichita, Albuquerque (Luke Wilson) y Flagstaff (Thomas Middleditch), unos dobles muy graciosos de Tallahassee y Columbus, y el propio Berkeley, un neohippie burgués y trasnochado proclive a llevar a su novia a una comuna, asimismo autoencerrada/ autoaislada y sin comprender la necesidad de defenderse de los muertos vivientes ya que opta -como tantos otros colectivos humanos de nuestro tiempo- por el facilismo de negar la situación y mantenerse “fiel” a criterios cada vez más caducos. Fleischer, que venía del desastre de Venom (2018), no sólo se recupera vía una propuesta simple y honesta sino que hasta consigue algunas escenas en verdad eficaces en este viaje desde la Casa Blanca, el hogar de los protagonistas al comienzo de su aventura, hasta Graceland y más allá, incluyendo una parada en un reducto comercial centrado en Elvis y administrado por la bella Nevada (Rosario Dawson), el interés romántico reglamentario del personaje de Harrelson. El guión de Paul Wernick, Rhett Reese y Dave Callaham no ofrece nada particularmente original pero el asunto funciona como una agradable excusa para disfrutar de otro gran desempeño del elenco en su conjunto, para redescubrir personajes queribles gracias a sus paradojas y para toparnos con un interesante ejemplo de Hollywood defendiendo el trabajo en equipo orientado a sobrevivir en una época -con o sin zombies- enmarcada en un constante individualismo que cae en ridiculeces en pos de satisfacer un ego que pretende imponerse en el entorno que sea y con la voracidad de la seudo verdad…
Una secuela que supera a la original En esta secuela y empleando el característico sentido del humor del que hizo gala Zombieland, el grupo de protagonistas tendrá que viajar desde la Casa Blanca hasta el corazón de los Estados Unidos, sobreviviendo a nuevas clases de muertos vivientes que han evolucionado desde lo sucedido hace algunos años, así como a algunos supervivientes humanos rezagados. Pero, por encima de todo, tendrán que tratar de soportar los inconvenientes de convivir entre ellos. Tras un tiempo sin ver al equipo, no sólo ellos han madurado y evolucionado, sino que los zombies también han evolucionado y veremos cuatro tipos: el primero de ellos es el “Homer” Este zombi tiene sobrepeso, es lento y tiene la inteligencia de una piedra, lo que le lleva normalmente a morir de una forma horrible. Los Homers sólo buscan sangre y no les importa su propia vida, es un zombi estúpido vamos; en segundo lugar tenemos a los “Hawking” que es el zombi pensante. El nombre está basado en Steven Hawkings, estos zombis han evolucionado y son los más listos y con más recursos. Desde usar ojos humanos para escáneres de retina o directamente siendo más listo que tú, los Hawkings te ganarán al Scrabble, diseñarán una app que te robe todo el dinero y después te cenarán. En tercer lugar, tenemos al “Ninja” Este zombi de incógnito aparece de la nada. Tiene grandes reflejos, los Ninjas son ligeros y rápidos, los velocistas olímpicos y gimnastas del reino zombi y por último tenemos al cuarto tipo conocido como “T800” estos tipos son terroríficos, implacablemente destructivos, y resistentes al Mata y Remata. Son muy duros de matar y siguen levantándose, lo que los hace no sólo duros de matar, sino complicados de anticiparte a ellos. Esta secuela es una película que demuestra el dicho “Para qué cambiar lo que funciona” y aunque hay momentos dentro del filme que recuerdan mucho a la primera entrega, hay que destacar las grandes dosis de humor que nos ofrece esta nueva entrega de Zombieland, a parte de las nuevas incorporaciones que más tarde comentaremos, pero que también están geniales sobre todo una de ellas. Mientras que la primera película se centraba en cuatro solitarios en la carretera a través de un apocalipsis zombi, que les acabaría convirtiendo en una improvisada familia, la segunda se centra en mantener a esa familia junta. Al igual que la primera película, los guionistas y el director nos presentan un mundo terrorífico y destornillante. Lo más importante para que una secuela funcione es que sus protagonistas a parte de madurar y evolucionar se hayan convertido en una familia en la que -pase lo que pase- siempre estarán juntos, éste es uno de los aspectos que hacen que la película funcione porque la química es la misma tanto en pantalla como en la vida real. Además, también podemos ver cómo el miembro más pequeño del grupo abandona el nido para emprender su propio viaje, pese a que se da cuenta de que no es lo mismo sin su familia y los necesita, aunque ella misma crea que puede avanzar sola y hace que el espectador empatice mucho con su decisión. Por otro lado, también hay que destacar que la forma de matar a los zombies es mucho más sofisticada y salvaje que su antecesora consiguiendo muchas más risas, demostrando además que tienen que ser mucho más letales para poder sobrevivir y siempre haciendo caso a la #Regla Nº2: MATA Y REMATA. Podemos decir que las dos películas de Zombieland son una guía improvisada o manual de supervivencia ante un posible apocalipsis zombie, que porqué no podría ocurrir y entonces qué mejor que este tipo de cintas para ayudarnos a prepararnos para el futuro. Con el director Ruben Fleischer, los guionistas Rhett Reese y Paul Wernick consiguieron que con “Bienvenidos a Zombieland” la película se convirtiera en un éxito de crítica y de taquilla con un género nuevo denominado “Zomedia”, es decir, mezclar zombies y comedia. Ahora, una década después vuelven para seguir mostrándonos cómo hay que matar a los zombies, aunque la evolución de los personajes y de los zombies es más que considerable. Uno de los mejores momentos de la cinta son los dos homenajes que los guionistas han metido dentro de la película consiguiéndose burlarse de la primera entrega a través de unos personajes calcados a Columbus y Tallahassee, y de una de las series de zombies más importantes de la televisión como “The Walking Dead”. A nivel interpretativo tenemos que destacar de primera mano a los cuatro protagonistas que están increíbles y hay que dividirlos en dos partes: primeo tenemos a Columbus y Wichita, se han hecho pareja en el dormitorio Lincoln, pero mientras Columbus está preparado para dar el siguiente paso, Wichita es una solitaria de corazón y duda sobre su vida doméstica. Por otro lado, tenemos a Tallahassee, mientras se ha convertido en un miembro de la familia a regañadientes y en la figura paterna de Little Rock, quien se ha convertido en una joven mujer. Estando en plena adolescencia, Little Rock ansía conocer a gente de su edad y quiere volar del nido y empezar a vivir su vida. Los que dicen que las segundas partes no son buenas, con Zombieland 2 no se cumple porque es mejor que su antecesora, aunque con la exitosa esencia de la saga, añadiendo algunos aspectos más a la trama como la familia, el romance o más acción, consiguiendo risas aseguradas de principio a fin. También hay que destacar que la sangre, las explosiones o la pirotecnia están muy bien. En definitiva, Zombieland 2 es una secuela de lo más digna, mucho más divertida que su antecesora, pero aunque la esencia de la saga siga latente es bastante mejor que Zombieland porque vemos la evolución no sólo de los zombies, sino también de la familia formada por los cuatro protagonistas y con unas nuevas incorporaciones que dan muchas risas y grandes momentos.
Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis Zombie. Crítica de “Zombieland: Double Tap” de Ruben Fleischer.I El éxito de la primer “Zombieland” fue tal que muchos la han llegado a catalogar como una película de culto dentro de género comedia de zombies. Si hacer una secuela de una película exitosa ya es un riesgo bastante difícil, mucho más lo es cuando se trata de un clásico. Afortunadamente la película es tan buena como la original y, aunque la espera ha sido larga, la reunión de Columbus, Tallahassee, Wichita y Little Rock, llega en el momento adecuado y los resultados son satisfactorios. Por Bruno Calabrese. Diez años después de la primera película, “Zombieland: Double Tap” encuentra al cuarteto original viviendo en la Casa Blanca. Todos están más grandes, y las relaciones cambiaron. Columbus (Jessie Eisenberg) vive un noviazgo-matrimonio con Wichita (Emma Stone) y Tallahassee (Woody Harrelson) una especie de paternidad con la ya adolescente mayor Little Rock (Abigail Breslin), pero el cambio está a la vuelta de la esquina. Columbus y Tallahassee se encuentran abandonados cuando Wichita y Little Rock deciden repentinamente escaparse, para experimentar nuevas experiencias. Los chicos se topan con Madison, interpretada por Zoey Deutch, en un centro comercial, y la pareja rápidamente se convierte en un trío, algo de lo que Tallahassee no está exactamente encantado. No mucho tiempo después, Wichita está de vuelta. Ella les dice a los muchachos que Little Rock la ha abandonado, que ha conocido a un hippie llamado Berkeley, interpretado por Avan Jogia, y se dirigen a una nueva área, supuestamente segura y libre de zombis. También hay una nueva raza de zombies que ha evolucionado para ser más fuerte y más rápida que las originales. Entonces, los cuatro están en el camino nuevamente tratando de rescatar a la pareja. Naturalmente, las cosas no saldrán como esperaba y todo se complicará. Una vez más, el elenco original funciona a la perfección. Cada uno de ellos cumple su rol y la química entre ellos resulta sumamente entretenida, pero la novedad es la acertada incorporación de Zoey Deutch. Su actuación como Madison vale la pena el precio de la entrada por sí solo. Interpretando a un personaje que en un principio parece que va a ser increíblemente molesto y termina siendo irresistiblemente genial. Es el rendimiento de Deutch lo que despierta las mejores escenas de risa de la película. La química que logra con el elenco original es perfecta, lo que potencia el humor con respecto a la primera. También se unen al elenco Rosario Dawson, Luke Wilson y Thomas Middleditch, quienes aportan algo a la mezcla como los respectivos dobles de Wichita, Tallahassee y Columbus, incluido un agradable giro. Referencias a otras películas de zombies hay muchisimas y muy divertidas. El comic de “The Walking Dead”, con opinión de Columnus incluida, la famosa torre del clásico “Land of the Dead” de George A. Romero, con la diferencia que aquella se encontraba habitada ricos, esta es habitada por los hippies que la llaman Torre de Babylon. El fantasma de Elvis Presley vueve a estar presente en toda la película (el plano secuencia en el hotel-museo de Elvis, de Columbus y Tallahassee peleando contra dos zombies es maravilloso), así como clásicos del rockanroll como “Free bird” de Lynyrd Skynyrd. Sumado a la enérgica “Master of Puppets” de Metallica que suena en los créditos (en la original sonaba “From Whom To Bell Tolls” de la mítica banda trash metal) y algunas canciones de Bob Dylan y Bob Marley componen la banda sonora ideal. “Zombieland: Double Tap” es una secuela más que digna y pieza complementaria de la película original. Un film que nos hizo dar cuenta de lo mucho que extrañábamos a este cuarteto, cuya química está intacta; que los diez años, una carrera de éxitos (con nominaciones al Óscar incluidas) no les pesaron a la hora de dejar los egos de lado para volver a juntarse. Una película cuyo acto final ofrece, al igual que la primera, otra batalla de zombis que impresiona por su originalidad. Con una cuota de humor nueva y fresca, gracias al aporte de Zoey Deutch y su personaje, Madison. Un film que, si bien no logra el estatus clásico por derecho propio, le hace justicia a la película original. PD: Hay una genial escena post-crédito que está conectada con la película original divertidísima. Puntaje: 80/100.
Ruben Fleischer nos trae una secuela tan gore y paródica como su antecesora. ¡Era hora! Diez años después llega a nuestros cines la esperada secuela de Zombieland, también dirigida por Ruben Fleischer. Sin dudas todos queríamos saber qué sucedió con ese grupo tan heterogéneo que sobrevivió a un apocalipsis zombie: Columbus (Jesse Eisenberg), el rudo Tallahassee (Woody Harrelson), y las hermanas Wichita (Emma Stone) y Little Rock (Abigail Breslin). La secuela nos trae ahora al grupo unido, muy preparados para combatir muertos vivos, y mudados a una abandonada Casa Blanca. Columbus y Wichita siguen en modo romance, y Tallahassee ha asumido el papel de padre sobreprotector de Little Rock, quien es una adolescente, con intereses y la rebeldía típica de la edad. Los chicos establecen sus propias reglas para hacer frente a la adversidad y conforman una dinámica familiar muy particular. Si bien los hombres se sienten confortados en su nuevo hogar, las mujeres están algo inquietas. Little Rock quiere vivir nuevas experiencias a pesar de que la rodea un ámbito post apocalíptico; y Wichita sale algo espantada cuando Columbus le pide casamiento. El resultado, las hermanas escapan. A partir de aquí comenzará una road movie de los más alocada y sin rumbo definido que incluirá nuevos personajes, como la refrescante Madison (Zoey Deutch); Berkeley (Avan Jogia), un hippie que combate zombies con canciones pacifistas usando su guitarra como arma; una aguerrida Nevada (Rosario Dawson); cual espejo, dos personajes que serán los doppelgangers de nuestros protagonistas hombres; y claro que los zombies quienes han evolucionado, ahora hay una nueva cepa dura de matar. Conceptualmente Zombieland: Tiro de Gracia, sigue el rumbo de su antecesora. No solo está plagada de sangre, acción física y chistes irreverentes, sino que en su narración parece que redobla la noción paródica. O sea, metadiscursivamente, se convierte en la parodia de la parodia inicial ¿se entiende? No cabe duda que nos divertiremos a lo grande con este cuarteto, a pesar de que los personajes no tienen las motivaciones muy claras. Si bien no devoran cerebros y tienen raciocinio, ellos se han vuelto un poco zombies. Vagan sin rumbo y la cinta sigue esta misma dinámica: se estructura como de a momentos, a partir de gags, diálogos desopilantes y autorreferenciales. Párrafo aparte (¡Spoiler!) la aparición de Bill Murray en la escena post créditos, ya es de culto. Nos retrotraemos al 2009 y vemos como Bill lucha contra zombies solo con una silla de arma, previo a presentar su película Garfield 3. Chic@s, preparen las gaseosas y las palomitas, que estamos ante una secuela que vale la pena.
Pasaron diez años desde la película anterior y el cuarteto de protagonistas vuelve a la carga con el mismo director Ruben Fleischer, y sigue escapando de un Holocausto zombie que lo mantiene alerta en esta digna secuela. En Zombieland: Tiro de gracia no hay nada que sorprenda pero sí se mantiene el espíritu juguetón del filme anterior -sigue con sus reglas impresas en la pantalla y su humor burlón- con sus escenas de matanzas y ejércitos de criaturas que han evolucionado, al punto de clasificarlas desde la más inofensiva, Homero, hasta la más feroz e implacable, Terminator. La acción, respaldada por el relato "en off", lleva a Tallahassee -Woody Harrelson-, Columbus -Jesse Eisenberg- yWichita -Emma Stone- a los escenarios de La Casa Blanca y la casa museo de Elvis Presley mientras Little Rock -Abigail Breslin- se aparta de ellos y se lanza a la aventura con un simpático hippie. En su travesía, esta suerte de "familia ensamblada", encuentra momentos de humor y terror, mientras busca su lugar de pertenencia. A la sangrienta cacería se une Madison -Zoey Deutch en un rol divertido-, la adolescente ingenua que tiene comentarios insoportables y que también traerá sorpresas. El punto final del viaje, Babilonia, será el escenario para emboscar a las almas en pena que los persigue sin descanso. Lo que llama la atención es que los actores parecen no haber envejecido, pero los cambios se perciben en Abigail Breslin, con su personaje que pasó de niña a adolescente y mantiene una relación padre hija con Tallahassee. Los puntos fuertes están en los gags entre éste y Colombus y en las carreteras desoladas que rápidamente cobran vida cuando son abordadas por los zombies. A la altura de su predecesora, la película consigue lo que busca y no se aparta en ningún momento de la receta de género, coquetea con el gore e instala su infierno post-apocalíptico zombie entre disparos y destripes varios pero siempre en clave de humor.
Luego de los eventos ocurridos en la primera entrega, pasaron varios años en Zombieland, y con ello, cambiaron varias cosas. Algunas de ellas radican en que Wichita y Columbus son pareja estable, y Tallahassee se cree el padre de Little Rock. Todo se complica cuando la mayor de las hermanas empieza a sentirse agobiada, y la más pequeña, a querer conocer a gente de su edad; y es por eso que ambas deciden irse. Ahora los hombres del grupo se embarcan en una misión de rastrearlas a lo largo del país, mientras una nueva mutación vuelve a los zombies más peligrosos. Seamos honestos, cuando se anunció que Zombieland tendría una secuela, fuimos varios los que pensamos que no era buena idea. No solo porque ya habían pasado varios años desde la primera película; sino que, además, dicha cinta, si bien era entretenida y lograba sacar algunas risas, tampoco había sido una maravilla como para que queramos saber más sobre los cuatro personajes principales. Peor aún, los propios actores, mal o bien, no están con su carrera en el punto que necesitan revivir viejos logros para mantenerse vigentes. Y, así y todo, Zombieland: Tiro de gracia, es un buen film. Lo primero a destacar es que la química entre el cuarteto actoral se conserva intacta. Si bien ya pasaron varios años, de verdad se siente la camaradería entre los actores, casi como cuando uno se junta con amigos que hace tiempo que no ve. Los chistes y pases de factura (que involucran a guiños a la primera entrega) están presentes desde el minuto cero. A esto hay que sumarle el añadido de un personaje en particular (el de Zoey Deutch), que si bien en algunos momentos ya cansa con su humor, es un soplo de aire fresco a la película; además que el tándem que forma con Emma Stone logra sacar los mejores momentos cómicos de Zombieland: Tiro de gracia. Pero esto no pasa con todos los nuevos personajes. Si bien hay algunos que no aportan ni restan, otros ya a los cinco minutos de pantalla se sienten pesados y carentes de gracia, haciendo que queramos que salga de la historia de forma inmediata. Y hablando de la historia, tampoco innova en nada con respecto a la original, notándose el copy/past de forma muy obvia; pero con el suficiente disimulo como para que aun nos entretengamos con la película y sus gags. Zombieland: Tiro de graciaentretiene, y, por ende, cumple con su función principal; ya que es obvio que nadie esperaba (ni los propios creadores) que la historia o el personaje nos marquen nuestras vidas. Ahora, si ante un casi seguro éxito de taquilla, deciden hacer una tercera entrega, ya no es para acompañarlos.
El apocalípsis será zombie o no será Es curioso el marco de contemporaneidad en el cual llega a materializarse una secuela como Zombieland: Tiro de Gracia, que llega exactamente 10 años después de Zombieland. El éxito de la original y su status -para algunos- de culto ayudó a cimentar una nueva era de historias sobre muertos vivientes tanto en la pantalla grande como en la chica y en otros medios periféricos al entretenimiento como los cómics, los videojuegos e incluso ese nichos curiosos y de corta vida como fueron las novelas de ficción histórica. Decimos que el marco actual es curioso porque cuando los no-muertos parecen haber perdido la batalla de la popularidad a manos de los superhéroes, llega una nueva historia de este cuarteto accidental que busca la mejor forma de pasar el tiempo en un planeta devenido páramo post-apocalíptico. Sin dudas el mayor atractivo es la vuelta del elenco original compuesto por Woody Harrrelson, Emma Stone, Jessie Eisenberg y Abigail Breslin; quienes curiosamente fueron nominados a premios de la Academia por diversos trabajos (Stone la única ganadora) tras su primer experiencia juntos. Una cuestión que de primera impresión parecía dificultar aún más un potencial reencuentro, pues el stardom de cada uno se confirmó o aumentó desde aquel entonces. La historia es retomada algunos años después de donde nos dejó la primera parte con Tallahassee, Columbus, Whichita y Little Rock aún juntos y buscando el mejor rumbo después de que el apocalípsis zombie diezmó por completo nuestro planeta. Una marca característica de la lógica interna del universo Zombieland es que, sin importar la cantidad de años que llevan juntos, siempre algún integrante del grupo siente la necesidad de abandonar la seguridad de esa unión, y de tal forma resulta que los engranajes de la trama se ponen en movimiento. Esta vuelta la que siente la necesidad de abandonar el nido es la joven Little Rock (Breslin), quien vuelve a la ruta con el deseo de insertarse en una suerte de comunidad hippie aislada, supuestamente a salvo de la amenaza zombie. Es así como el resto del grupo emprende viaje para buscarla, topándose con tantas complicaciones como situaciones cómicas cabían en el guión. Según el cristal con el que se la mire, Zombieland: Tiro de Gracia es una película construida de forma inteligente. Porque si bien es evidente la intención de copiar la exitosa estructura previa, sabe agregar pequeñas modificaciones que le dan la frescura necesaria como para entretener de manera lo suficientemente digna durante poco más de noventa minutos. Algo similar sucede con la construcción de personajes: además de aquellos que ya conocemos, se agregan nuevos cuya función primordial no es romper ningún paradigma ni transformar la estructura de base; simplemente están ahí para evitar la monotonía, refrescar el aire y convertirse en escapes cómicos ante un espíritu “repetitivo” que por momentos parece sobrevolarlo todo. No es difícil decodificar ciertos guiños al estado actual de la política y de la sociedad norteamericana en la era Trump: por momentos parece transmitir la idea de que la violencia y aquellos que la ejercen son a veces un mal necesario, cuyo objetivo es proteger al supuestamente débil o inocente. No conforme con eso, el film arranca con una secuencia que nos muestra a los cuatro protagonistas viviendo en una devastadísima Casa Blanca, consecuencia de años de abandono post-apocalíptico. El humor y el sarcasmo son las herramientas a través de las cuales se manifiesta esta ideología, si bien no termina de quedar muy claro de qué lado del chiste están parados los autores, o si la ambigüedad es a propósito. La autoconsciencia y el sentido del humor con los que este segundo capítulo se ríe de sí mismo y de los lugares comunes que ayudó a cimentar en el cine zombie de la década es sumamente destacable: desde el safe haven donde supuestamente todos estarían a salvo hasta las referencias al shopping de El amanecer de los muertos (entre muchos otros guiños a George A. Romero). El chiste interno como forma de retroalimentación también es otra de las herramientas de las que se vale para agregar un poco de brillo extra a cada escena. Zombieland: Tiro de Gracia es una película que conoce muy bien a su audiencia y sabe con que bueyes está arando. A pesar de que por momentos se le notan algunos hilos, cumple la función de expandir su universo y compensar la falta de originalidad gracias al carisma de un elenco principal que sigue funcionando de forma eficiente como conjunto.
Secuela de la comedia de zombies Zombieland (2009) dirigida por Ruben Fleischer y protagonizada por Jesse Eisenberg, Emma Stone, Woody Harrelson y Abigail Breslin. Acá vuelven sus cuatro protagonistas y se repite el director, al mismo tiempo que se mantiene perfectamente el tono de comedia sin ser parodia, sino una genuina película de zombies con mucho sentido del humor y buenos chistes. Tiene sorpresas y agregados, escenas memorables y al mismo tiempo un afán de película sin excesos de producción ni gigantismo industrial. Regresan Columbus, Tallahassee, Wichita y Little Rock en esta tierra plagada de zombies donde cada vez hay menos humanos. La narración sigue siendo dinámica con toques de autoconciencia, una voz en off que regresa una y otra vez y los mismos carteles que aparecen en la pantalla con las reglas de supervivencia en el mundo zombie. Todo mantiene su originalidad, su simpatía, los actores son un lujo descomunal para un film sin pretensiones y justamente por eso todo funciona. Los cuatro protagonistas, en particular Emma Stone, están brillantes, pero hay que sumarles a Rosario Dawson, Luke Wilson y Thomas Middleditch. Y sí, no se preocupen, también aparece Bill Murray haciendo de sí mismo, pero obviamente de una manera particular, dando un doble cierre brillante en dos escenas durante los títulos del final.
En el 2009 cuando los zombies recién volvían a invadir todos los universos de la cultura pop luego de unos años de ausencia, apareció Zombieland, una película que mezcló zombies y humor, una formula poco explorada pero efectiva (Como sucedió con Shaun of the Dead). Tras 10 años y una larga espera para los fanáticos que ansiaban su regreso llega a los cines Zombieland: Tiro de gracia, la secuela que nos trae una nueva aventura de Tallahassee (Woody Harrelson), Columbus (Jesse Eisenberg), Wichita (Emma Stone) y su hermana Little Rock (Abigail Breslin). Luego de 10 años del inicio de la invasión zombie provocada por una mutación del virus de la vaca loca, los zombies se siguen reproduciendo y en algunos casos evolucionando volviéndose más ágiles e inteligentes. Sin embargo, nuestros 4 protagonistas se encuentran tranquilos viviendo en la Casa Blanca hasta que la convivencia se hace aburrida y Little Rock decide tomar su propio rumbo sin desconocer el peligro que se avecina. Es por eso que Columbus, Tallahasse y Wichita emprenderán un peligroso viaje para rescatarla, en el que conocerán nuevos amigos como Madison (Zoey Deutch) y Nevada (Rosario Dawson). Esta nueva aventura sigue la misma linea que su antecesora, con humor efectivo y mucho gore. Incluso si algo se le pudo criticar a la primera película fue que mostraba poco zombies, deuda que en esta entrega queda saldado (claro, gracias a un presupuesto de casi el doble). El elenco original nuevamente vuelve a funcionar y crear una gran química a pesar de lo opuesto de los personajes. También suman mucho las nuevas incorporaciones, cada una aportando aire fresco a la cinta. Zombieland: Tiro de gracia es una digna secuela que está a la altura de su predecesora. Sin ser una obra maestra ni tener un gran guion, cumple con todo lo que se propone y logra entretener y hacer pasar un buen rato al espectador con chistes inteligentes, referencias a la cultura pop y asesinatos de zombies de lo más loco (y con mucha sangre). No sabemos si esta película es el punto final de la saga o tendremos una nueva entrega (¿en otros 10 años quizás?), así que por el momento tenemos con que saciar esa espera.
Diez años después del apocalipsis zombie (y exactamente a una década del estreno de la primera parte), esta secuela encuentra a los personajes de Woody Harrelson, Jesse Eisenberg, Emma Stone y Abigail Breslin iniciando otra etapa de sus vidas viviendo en los restos de la Casa Blanca. Pero hay algo de la rutina que comienza a generar roces entre ellos y por eso mismo las chicas deciden emprender un nuevo camino en el que puedan tomar sus propias decisiones. Hasta que la aparición de un músico hippie cambia los planes y ahora todo el clan debe reunirse en busca de la tierra prometida de los sobrevivientes: Babilonia.
La familia más particular está de regreso “Zombieland: tiro de gracia” (Zombieland: double tap, 2019) es una película de comedia y acción que funciona como secuela de “Tierra de zombies” (Zombieland, 2009). Ruben Fleischer vuelve a estar a cargo de la dirección. En cuanto al guión esta vez, aparte de contar con Rhett Reese y Paul Wernick, se suma Dave Callaham. Como en la primera entrega, el filme está protagonizado por Woody Harrelson (Los juegos del hambre), Jesse Eisenberg (Café Society), Emma Stone (La la land) y Abigail Breslin (911: llamada mortal). El reparto se completa con Zoey Deutch (Si no despierto), Avan Jogia, Rosario Dawson, Thomas Middleditch, Luke Wilson, Victoria Hall, entre otros. Unos años después de los eventos ocurridos en el primer filme, los zombies que deambulan por todo el país norteamericano han evolucionado, diferenciándose en categorías en donde los más letales son más rápidos y difíciles de matar. Siempre preparados para sobrevivir, el grupo compuesto por el paranoico Columbus (Jesse Eisenberg), el amante de los tiros Tallahassee (Woody Harrelson) y las hermanas Wichita (Emma Stone) y Little Rock (Abigail Breslin) decide instalarse a vivir en la abandonada pero aún lujosa Casa Blanca. Sin embargo, las mujeres empiezan a sentir que ese no es el lugar en el que se quieren quedar. Por un lado, Wichita recibe una propuesta inesperada que la asusta y, por el otro, Little Rock está cansada de la sobreprotección que ejerce Tallahassee, el cual actúa como si fuera su padre y aún la trata como a una niña. Al irse de allí solo dejando una nota de despedida bastante seca, Columbus y Tallahassee deberán rebuscárselas solos… no por mucho tiempo ya que en un centro comercial se toparán con Madison (Zoey Deutch), una joven fanática del color rosa que logró sobrevivir gracias a estar encerrada dentro de un freezer. Cuando Wichita reaparece y explica que su hermana menor se escapó con Berkeley (Avan Jogia), un músico hippie, los cuatro emprenderán viaje para hallarla cuanto antes ya que el peligro está a la vuelta de la esquina. Diez años atrás Ruben Fleischer tenía su debut cinematográfico con “Tierra de zombies” (Zombieland), una comedia post-apocalíptica que fue muy bien aceptada tanto por la crítica como por la audiencia. Como sucede con la mayoría de producciones, debido al éxito comercial se decidió armar una segunda parte. Con el mismo director y guionistas, esta secuela logra salir bien parada en gran parte porque tiene muy en claro dos cosas: no se toma en serio a sí misma y solo busca entretener. De esta manera la película funciona, otorgándonos variadas escenas súper graciosas en donde la dinámica de los personajes está intacta y el espectador llega a sentir que los años no pasaron con respecto a la primera entrega. Llena de referencias a la cultura pop, que van desde Tolkien y Elvis Presley hasta “The walking dead” y “Terminator”, esta nueva aventura logra tener más acción y ritmo narrativo aunque lo que menos importa aquí es la historia. Por otro lado, todos los elementos que nos gustaban del anterior filme siguen estando presentes, ya sea la lista de reglas que tiene Columbus para continuar con vida, la mejor muerte zombie del siglo, el odio de Tallahassee a determinado coche, el temor a los payasos y hasta incluso Bill Murray. Los nuevos personajes se acoplan a la trama sin problemas, destacándose Zoey Deutch que, a pesar de tener que ponerse en la piel de una joven hueca y con tono de voz insoportable, se la banca y logra sacar más de una carcajada. Alocada e irreverente pero aún manteniendo el concepto de la familia y la unión, “Zombieland: tiro de gracia” se convierte en una digna secuela ya que llega a su objetivo: hacer que el espectador disfrute viendo a estos personajes de vuelta en la pantalla, dejándose llevar por sus acciones sin tener que pensar demasiado durante hora y cuarenta.
El subgénero de la comedia de aventuras con muchos zombies y buenas dosis de gore (cabeza cortadas, baños de sangre, vísceras y fluídos en primer plano) tuvo su momento de gloria durante la década pasada con films como Muertos de risa(2004) y Tierra de zombies (2009). Diez años después llega la secuela de este último título con el mismo director (Ruben Fleischer) y casi todo el elenco de la película original (quienes se queden a ver los créditos finales se reencontrarán también con Bill Murray). El resultado esta vez es menos sorprendente, audaz y estimulante que el de la primera entrega, pero de todas maneras hay unos cuantos gags inspirados y ciertos momentos de esplendor cómico por parte de los protagonistas que terminan compensando otros pasajes bastante anodinos, poco elaborados y con mucho regusto a fórmula. La voz en off de Columbus (Jesse Eisenberg) nos explica en el inicio que los zombies han evolucionado en todo este tiempo y presenta una suerte de guía con las habilidades y puntos débiles de cada tipo de muertos vivientes. Su personaje -bastante neurótico e inseguro- también tiene una lista de reglas que se irán desplegando durante el relato, según la situación que él y sus amigos deban atravesar. Hay, en ese sentido, un claro espírtiu autoparódico, así como una acumulación de referencias, juegos y guiños cómplices que van desde The Walking Deadhasta hasta los clásicos de George A. Romero, pasando por Terminator. En un universo post-apocalíptico, Columbus, su novia Wichita (Emma Stone), Tallahassee (un desatado Woody Harrelson) y Little Rock (Abigail Breslin) protagonizarán una road movie con paradas en ámbitos tan reconocibles como la Casa Blanca o Graceland y toda la iconografía de Elvis Presley, aunque -claro- con esos y otros edificios muy degradados. En el camino se les sumarán Madison (Zoey Deutch), Nevada (Rosario Dawson) y pequeñas participaciones de Luke Wilson y Thomas Middleditch. El director de Fuerza antigángster y Venomincursiona en distintos géneros (a una escena de acción le seguirá otra propia de la comedia de enredos y en el medio habrá tiempo para subtramas románticas o las apuntadas explosiones sangrientas) con suerte dispar, pero el diseño de producción, el despliegue de sofisticados efectos visuales y los aportes no menores del director de fotografía coreano Chung Chung-hoon (habitual colaborador de Park Chan-wook) le otorgan al film una espectacularidad que el público sabrá agradecer.
Sobrevivir en un mundo atestado de zombies no es sencillo, y menos aún lo es para una comedia en los tiempos que corren, plagados de zombies en las pantallas grandes, chicas y en cualquier dispositivo. Zombieland: Tiro de graciaes la para muchos demorada, para otros innecesaria secuela del éxito de 2009. Trae a los mismos protagonistas y al mismo director, Ruben Fleischer, que ahora venía de realizar Venom, y trata más o menos sobre lo mismo. Es una sátira con personajes delineados de manual, por lo que el que no vio la película original enseguida lo entenderá todo: características, relaciones, deseos y caprichos de Columbus, Tallahassee, Wichita y Little Rock. La irreverencia de 2009 no es la misma que la de 2019. Por de pronto, aquí el disparador es que las chicas, hermanas, disparan: deciden dejar la Casa Blanca, que es el hogar de los cuatro cuando empieza la película. Ambas, porque sienten que los hombres las tienen como posesión, Wichita (Emma Stone) no se banca el pedido de matrimonio, con anillo incluido, del obsesivo Columbus (Jesse Eisenberg), y Little Rock (la ya crecida Abigail Breslin, la niñita dePequeña Miss Sunshine) cree que el paternal Tallahassee (Woody Harrelson) no le deja desplegar sus alas. Y a tono con la mirada de Hollywood, cuando los hombres salgan a buscarlas, los personajes más ricos con que se crucen serán femeninos. Madison, una clásica rubia tarada hecha un clisé, vegana y pavota (Zoey Deutch), de la que Columbus parece enamorarse, y Nevada (Rosario Dawson), quien regentea un negocio de memorabilia pegado a Graceland, la casa de Elvis Presley. Porque si hay que desacralizar, a la Casa Blanca o al Rey, se lo hará. Lo mismo al neo hippie (Avan Jogia) del que se enamora Little Rock, que no quiere usar armas, y a una sociedad aislada por decisión propia, encerrada en sí misma, negacionista, que desea vivir en paz desconociendo el peligro que pueden afrontar si los comedores de cerebros, que han evolucionado, y se los denomina Hawking, Ninja, T 8000 (por Terminator) o bajan a la categoría de Homero, los alcanzan. También se cruzan con un par de símil gemelos de Tallahassee y Columbus, en cuanto a su relación, interpretados por Luke Wilson y Thomas Middleditch. Hay mucha sangre, cabezas y cuerpos destrozados, y el humor irreverente que se mantiene como marca de la ¿saga?, que tal vez termine aquí mismo. Porque el guión no ofrece nada nuevo y todo es como un largo pasatiempo. A propósito, y para los fanáticos de la primera: hay un guiño a Bill Murray, que trabajaba en Zombieland. Y, por las dudas, no se levanten de sus butacas hasta que estén por terminar los títulos.
La secuela de Zombieland hace honor a la película original y por momentos hasta es mejor. La gran actuación de Woody Harrelson y el hecho de abrazar su naturaleza hacen que este film sea un disfrute absoluto de principio a fin. Diez años después de que Ruben Fleischer y su equipo de guionistas le hayan brindado al mundo una película que se transformó inmediatamente en cinta de culto, Zombieland de ese lejano 2009, el mismo equipo -con elenco incluido- regresa a la gran pantalla para aprovechar el momento de la industria y las ganas de sus propios protagonistas de querer seguir indagando en este mundo repleto de zombies y situaciones hilarantes por doquier. Una década ha pasado desde que vimos por última vez a la disfuncional familia conformada por Tallahassee (Woody Harrelson), Columbus (Jesse Eisenberg), Wichita (Emma Stone) y Little Rock (Abigail Breslin). Ahora ya más afianzados en cuanto a sus conocimientos con respecto a los zombies, que también han evolucionado peligrosamente, y con Columbus y Wichita establecidos como pareja pero donde predomina la rutina y la monotonía. Si bien se podía esperar que esta secuela fuera a estirar el producto innecesariamente, para fortuna de los fanáticos Zombieland 2: Double Tap está al nivel de la película original y en muchos aspectos incluso está por encima de aquella cinta. Como bien se mencionó antes, el director y los guionistas (Rhett Reese y Paul Wernick, más la nueva inclusión de Dave Callaham) regresan a diagramar esta historia y la sacan a flote de principio a fin haciendo hincapié principalmente en abrazar la esencia de aquella primera película y fortalecer los aspectos más débiles que tuvo el film de 2009. Para empezar el nivel de humor que se maneja en ésta oportunidad es mucho más recurrente, más físico y si bien maneja la ironía muy bien, es menos irónica que aquella primera vez. La trama que atraviesa a los personajes en esta oportunidad tiene mucho más peso que antes y este hace que las situaciones cómicas y de aventura no parezcan sketches individuales. La utilización de efectos prácticos y efectos especiales para generar un detallismo extremo en los zombies vuelve a destacarse pero en donde realmente se nota una vuelta de tuerca es en los momentos en donde se exprime a fondo el gore, un aspecto en donde no habían hondeado o experimentado lo suficiente previamente. Obviamente que el film no es perfecto ni mucho menos, incluso a pesar de garantizar el entretenimiento y de nunca ser aburrida, la trama parece estirada por lo menos diez minutos más de lo que sería un corte ideal. En esos momentos, la película parece divagar lo máximo posible sólo para sacar alguna carcajada más o alguna referencia a la cultura pop. Uno de los aspectos claves que impulsó a la popularidad del film anterior fue su elenco. Por aquel momento los incipientes Eisenberg, Stone y Breslin supieron aprovechar al máximo sus minutos para luego consolidarse en la industria y hoy por hoy ser estrellas establecidas. Todos ellos vuelven a repetir muy buenas interpretaciones usando su simpatía, su seriedad, su ironía y sus miradas fulmines (siempre que son necesarias). Al contrario de ellos, Harrelson utilizó aquel film para lograr que su carrera, que no venía muy bien, vuelva a estar en los planes de la industria y así lo logró, después de un papel que le quedaba justo. Ahora Woody eleva su propia vara y se convierte en la estrella absoluta de este film abrazando por completo su personaje y llevando a “Tallahassee” a ser el mejor personaje por escándalo de esta película. A su vez, Zombieland 2 cuenta con muchos más personajes que la película anterior y todos ellos tienen muy buenos momentos, aunque pasajeros. La que más protagonismo tiene es Zoey Deutch que a pesar de funcionar la mayor cantidad de minutos como un comic relief bastante poco propio de esta época, termina teniendo un papel importante y se vuelve un personaje entrañable y simpático. Luke Wilson, Rosario Dawson y Avan Jogia, son otros actores que tienen participación y aprovechan sus minutos de la mejor manera. Zombieland: Tiro de Gracia hace justicia a su título y a su antecesora, elevando el nivel de aquellos aspectos en donde flaqueaba y profundizando sus aciertos. Más divertida, más sangrienta y con una trama más sólida y llevadera, esta secuela es una continuación a la altura de la original.
Sin llegar al nivel de la excelente comedia original, esta “Zombieland: Tiro de gracia” es rápida, divertida y truculenta. La historia encuentra a los mismos personajes del film anterior buscando un lugar donde puedan sentirse seguros, y lo encuentran en Washington DC, en la Casa Blanca. La vida de los protagonistas podría seguir ahí muy tranquilamente, ya que no hay manera que entren los zombies, pero la inquietud femenina complica las cosas, y de golpe la adolescente del grupo se ve perdida en algún punto de los EE.UU. junto a un hippie pacifista –algo complicado en medio de un Apocalipsis zombie-, camino a Memphis para visitar Graceland, el santuario de Elvis. En el camino, Harrelson y Eisenberg se encuentran con un nuevo tipo de zombie más resistente al disparo en la cabeza, y también en un museo de Elvis conocen a Rosario Dawson, una gran adición al equipo original. Hay muy buenos gags y un elaborado trabajo visual, pero lo que le falta al director Ruben Fleischer es darle una verdadera trama a los distintos episodios, que culminan en una comuna hippie; de allí que la película se puede describir como una serie de anécdotas unidas por los mismos personajes.
Innecesaria vuelta al universo plagado de zombies y asesinos de zombies. Aquello que hace 10 años era original y hasta novedoso, en el aggiornamiento de las clásicas historias de muertos vivos, hoy tiene un dejo amargo. Sólo la incorporación de Zoey Deutch, y la brevísima intervención de Emma Stone la salvan de aún caer más bajo.
Familia Ensamblada Contra toda expectativa, el disfuncional grupo se mantuvo unido durante años y se volvieron expertos en sobrevivir al apocalipsis zombie, el cual lejos de mejorar se convirtió en el nuevo estándar establecido del mundo. Luego de una rápida presentación poniendo al día del progreso en ese tiempo intermedio, más una escena de créditos a pura violencia y Metallica, Columbus (Jesse Eisenberg), Tallahassee (Woody Harrelson), Wichita (Emma Stone) y Little Rock (Abigail Breslin) parecen haber encontrado al fin un refugio donde pueden disfrutar de una vida relativamente cómoda y segura. Una tranquilidad que les permite también revivir sus conflictos internos, empujando a las dos hermanas a volver a ansiar la libertad de vagar sin el lastre de sus acompañantes. Especialmente, la ya casi adulta Little Rock, empieza a sufrir las consecuencias de haber pasado toda la adolescencia sin conocer gente de su edad: necesita rebelarse contra esta familia que puede llegar a resultar agobiante. Más por esa necesidad que por conocer a su primer amor adolescente (un hippie pacifista que increíblemente logró sobrevivir todo este tiempo), es que la joven escapa buscando su propio destino, para desesperación del resto del grupo. Salen en su búsqueda preocupados por una nueva cepa de zombies evolucionados que ha comenzado a aparecer en la región. Como buena secuela, Zombieland: Tiro de Gracia no necesita presentar a sus personajes ni su mundo pero a la vez tiene el complejo desafío de ampliarlo, de levantar la apuesta sin perder el espíritu que le valió el éxito la primera vez. No le hace un favor el hecho de que pasaran tantos años entre ambas películas y -aunque dentro de la historia esa brecha está reducida- algunos de los conflictos no funcionan tan fluidamente como deberían entre personajes que llevan tantos años conviviendo. Narrativamente le falta un poco de esa cohesión que siempre le suma a una comedia para que no se sienta una simple sucesión de chistes, y algunas de las ideas que establece como puntos importantes quedan en el aire o se resuelven de manera anti-climática. Igualmente logra establecer algunos gags que se van construyendo progresivamente antes de llegar a un remate más importante: logra sacar risas hasta en sus momentos más flojos, que en general coinciden con los personajes nuevos que no terminan de encontrar orgánicamente su lugar. Sí, lo de cruzarse con dobles en un apocalipsis zombie ya lo hizo antes y con más sutileza Edgar Wright, pero contrariamente a lo que parece indicar el trailer no es algo central en la película; el foco nunca deja de estar sobre los protagonistas originales. Salvando ese punto, que después de todo no es lo que cualquiera va a esperar con más ansiedad en una comedia con zombies, cumple con éxito la parte de tomar todo lo bueno que ya le ganó una base de fans, potenciándolo en una nueva propuesta que está claramente apuntada a ese público: si bien no es fundamental haber visto Zombieland para entender la trama, tenerla fresca en la memoria ayuda a disfrutar más de muchos chistes y referencias que hace esta secuela, como las Muertes de la Semana o el legendario incidente con Bill Murray que aún tortura a Columbus. Incluso con algunas subtramas no tan bien explotadas o que abusan de estereotipos para funcionar, Zombieland: Tiro de Graciasostiene un ritmo ágil que alterna continuamente el humor visual con el verbal, y hasta con la ocasional ruptura de cuarta pared para que no pasen más de un par de minutos sin un gag efectivo, ya sea una muerte violenta y ridícula o un intercambio ácido entre los protagonistas.
El cuarteto de la película original, que tiene a sus seguidores cautivos, esta vez está instalado en la Casa Blanca, divirtiéndose con el arte y los artefactos coleccionados allí. Columbus quiere casarse con Wichita, Little Rock busca independencia y el guerrero sureño Tallahassee pronto se transformara en un padre celoso. Las dos chicas huyen del lugar y cuando Jesse Eisenbargy el inefable Woody Harrelson se ponen en movimiento conocen a la Madison de Zoe Deuch, un compendio de rubia tonta, y todavía falta sumarse la intensa Rosario Dawson. En este viaje delirante, Emma Stone esta siempre seria, Abigail Breslin ya es una adolescente, pero las ideas de diversión con toneladas de zombies rondando cada situación ya no tiene la gracia de la primera entrega. La llegada a Graceland es un punto fuerte, y un parque de diversiones donde se reúnen los humanos pacifistas, redondean un guión de un entretenimiento que funciona, aunque sin la frescura de la película estrenada hace ya diez años. Abundan las escenas de acción, una acumulación de buenas ideas y un aire de diversión que llega hasta el espectador, con sorpresa incluida después de los títulos. El director Rubén Fleischer (Venom) con los guionistas Dave Callaham (Los indestructibles) y el dúo de Deadpool , Rhett Reese y Paul Wernick, se encargaron de disparar buenas ideas, algunas más logradas que otras no del todo bien hilvanadas. El resultado es un entretenimiento simpático donde el que parece haberse divertido mas es el bueno de Harrelson.
"Zombieland: Tiro de gracia", humor absurdo y muertos vivos La secuela de Tierra de Zombis muestra a los cuatro protagonistas, que sobrevivieron instalándose nada menos que en la Casa Blanca. El estreno de Zombieland: Tiro de gracia, secuela del film Tierra de Zombis de hace una década, confirma que el impacto que la figura del zombi ha tenido en la cultura popular es inmenso, generando tal vez el único núcleo mítico original del siglo XX. Nacidos en 1968 en la monocromática ópera prima de George A. Romero, La noche de los muertos vivos –en donde la palabra zombi no era pronunciada ni una sola vez—, en la actualidad el personaje del muerto viviente ocupa por derecho propio un lugar importante dentro del mainstream. Cine, televisión, historieta e incluso la literatura han corrido a mojar sus patas en la fuente zombi para aprovechar sus posibilidades narrativas. Y si bien la saga Zombieland trabaja con éxito a partir de los códigos de la comedia y la parodia, también hereda la capacidad metafórica de estas criaturas de apariencia chata pero de gran complejidad. Clásica historia de apocalipsis epidémico, Tiro de gracia retoma a los cuatro personajes que en la original lograban constituir un núcleo familiar signado por la disfuncionalidad, en un mundo por completo disfuncional. Han conseguido sobrevivir a la horda cuidándose unos a otros, para finalmente formar un hogar instalándose nada menos que en la Casa Blanca. El espacio da pie a una buena ración de humor político, que no teme ironizar acerca de una clase gobernante no siempre digna, como esbozar una mirada crítica de la cultura de consumo. Pero como ocurría en la primera película de Romero, lejos de hallar tranquilidad, acá también se generan conflictos y disputas que tensan las relaciones interpersonales, potenciadas por el aislamiento. Curiosamente, ese concentrarse en los vínculos que se aferran a la ficción de una normalidad imposible hace que la amenaza externa quede en un segundo plano. Y si el zombi siempre encarnó la idea atemorizante de lo otro, aquí ese/eso otro dejó de importar, convirtiéndose en algo alejado de lo cotidiano. Tan ocupados están los protagonistas en creer que pueden vivir una vida como la de antes, que olvidan que aquel mundo ya no existe. Tal estado de enajenación se rompe cuando uno de los miembros de la familia (la adolescente encarnada por Abigail Bresling) escapa al exterior y entonces la amenaza vuelve a tornarse real. El chiste de que la chica se haya ido atrás de un exalumno de música de Berckley, hippie y pacifista, sirve para confirmar que no hace falta ser zombi para ocupar el lugar de lo otro. Salir otra vez al mundo para rescatar a la nena de la familia será el motor de una nueva aventura donde el humor vuelve a funcionar muy bien. Apoyado sobre todo en la química de la pareja integrada por Jesse Eisenberg y Woody Harrelson, que se muestran dueños de sus personajes, Tiro de gracia ratifica lo conseguido en 2009, aprovechando una vez más el poder del humor negro y el absurdo. Y hasta se permite combinar el arquetipo del zombi con el del doble, otra figura de raíz siniestra para abordar con gracia el miedo al otro.
Pasaron diez años del estreno de la primera. Woody Harrelson protagonizó la primera temporada de ‘True Detective’, Jesse Eisenberg se convirtió en Lex Luthor, Abigail Breslin acompañó a Schwarzenegger en un film muy desatendido y repudiado (búsquenlo) y, les guste o no, Emma Stone ganó un Oscar por ‘La La Land’. En el medio, a causa de una afición que nunca se volvió pasión por parte del director Ruben Fleischer y el elenco mencionado, los guionistas y creadores de ‘Zombieland’ -Rhett Reese y Paul Wernick- desarrollaron un piloto televisivo en 2013 para Amazon Video que nunca se catapultó a modo de serie. No era un relato paralelo, era una secuela con los mismos protagonistas, pero con distintos intérpretes, algo que el público en general no pudo tolerar. La primera ‘Zombieland’ fue un debut cinematográfico glorioso para Fleischer, recaudó casi cinco veces más de lo invertido y el recibimiento de la prensa norteamericana le ha sido favorable. Su siguiente película, ’30 Minutes or Less’ (2011), no contó con la misma suerte en los aspectos señalados: era más ácida y con un guión deliberadamente más disruptivo, aunque el gran impedimento a la hora de querer exhibirla por fuera de salas estadounidenses se debió a las similitudes que tiene la trama con un evento criminal de extremada sensibilidad mediática. El largometraje, de todas formas, conserva su grupo –en apariencia reducido- de acólitos que la considera como una digna heredera de los mejores momentos de las franquicias de ‘Arma Mortal’ y ‘Duro de Matar’.
Me pasa que cuando estamos viendo en el cable y pasan "Zombieland" (2009), siempre les digo a mis chicos "haganme feliz: vayan y disfruten de esa peli". Mis hijos me miran (adolescentes), se levantan y se van a ver sus videos de youtube, sin hacer caso a mi sabio consejo. Indudablemente, por mucho que me gusta este clásico de culto, no logro sonar convincente para que la vean y disfruten. Pero debo decirles que esa peli fue un hit global (superó los 100 millones de dólares y costó un cuarto de esa cifra) en su tiempo y que su premisa era clásica pero fresca, por la calidad de sus intérpretes y la ferocidad de sus escenas de acción. Creo que el tema "zombie" tiene (y los sociólogos se harán un festín con esto) es convocante incluso a distintas edades. Hay gancho ahí. En ese universo, donde todos debaten el por qué hay tanto espacio para jugar en este escenario y por qué mueve tanto el amperímetro de las audiencias, debo decir que hay entusiasmo en mi corazón para "Zombieland: double tap". Quizás no sea novedosa, pero... ofrece entretenimiento en estado puro, como se dice habitualmente. Para los que no recuerdan de donde partimos, bueno... no hay mucho que explicar... Ya sabemos, un día se termina el mundo que conocemos y los zombies se vuelven reyes de las calles y ciudades. En esa vuelta y en la peli que da inicio a la trama, cuatro sobrevivientes se van encontrando en ese camino de supervivencia y van armando una especie de "familia ensamblada" en la cual, se cuidan, se divierten y por sobre todas las cosas, plantean un humor corrosivo distinto, con tintes políticos y sociales interesantes mientras masacran zombies a mansalva y se vinculan como pueden con aquellos humanos que van quedando en pie dentro de lo caótico de la situación. Desde allí salimos y nos reencontramos diez años después, paseando por la destruída América... y llegando hasta la misma Casa Blanca, que demás está decir, ya no luce como en sus tiempos de gloria. Esa es la primer escala del tour que hará la "famiglia". Ya sabemos, están todos de vuelta: Columbus (Jesse Eisenberg), Tallahassee (Woody Harrelson), Wichita (Emma Stone) y Little Rock (Abigail Breslin), todos cargados de premios y primeras figuras en cuanta cinta se presente. Instalados ahí, los chicos y chicas harán gala de una adecuada veta de humor político y nos mostrarán como la vida de aislamiento, no es buena en ningún lugar. Esto hace que Wichita, tenga sus rollos con Columbus, y se enoje y decida tomar algo así como un rumbo distinto (miren todo lo que puede lograr una propuesta matrimonial). Pero esta cuestión comenzará a complicarse un poco más cuando se sume a la lista de fugadas, Little Rock , quien se buscará un novio hippie, Berkeley (Avan Jogia) y a quienes habrá que rescatar. O algo así. También se sumará al cast la simpatiquísima y delirante Zoey Deutch como Madison, chica que suma al interés romántico de Columbus pero sabemos que está para aportar desorden, humor físico y algunas sonrisas, su aporte habitual en cualquier tipo de película. Incluso en aquellas cuyo universo representa muerte, desolación y fugas. La historia mutará en una road movie (otra vez) que terminará en la patria de Elvis, donde aparecerán nuevos personajes (breves pero interesantes) y un final de historia más abierto y punzante que el anterior. "Zombieland: double tap" tiene algunos puntos a favor y otros en los que no aporta demasiada novedad. Primero, los intérpretes han crecido mucho profesionalmente y se nota. Hay un aire de cinismo y humor negro, letal. Ruben Feischler ("Venom" como referencia directa), dirige su secuela (fue el responsable de la primera) con el desparpajo esperado, el guión es de un trío que está en alza en Hollywood (Dave Callaham que le pone el gancho a "Wonder Woman 1984", para que se den una idea; Rhett Resse y Paul Wernick - Deadpool, ejem!) y los aspectos técnicos son lo esperable en este tipo de propuestas. Léase, están muy bien. Uno piensa el nivel que las series de zombies han logrado en este último tiempo y es muy díficil ofrecer algo por debajo del estandar. "Zombieland: double tap" está muy cuidada y los productores saben que ofrecer. Es física cuando tiene que serlo y ácida e irónica cuando el ritmo se detiene. Sí, (y es justo decirlo), ese mix que intenta contener varios géneros (acción, romance, humor negro), a veces sale bien, y otras no tanto. El pasaje de escena es medio abrupto a veces y hay un clima de..."esto es así y no hay demasiado en las transiciones para discutir", que impregna el film de principio a fin. Daría la impresión de que es ese tipo de películas donde el cast la pasa súper bien y esa atmósfera se traslada a la audiencia. Sin embargo, nos dicen las notas de la prensa especializada que los intérpretes no se llevan tan bien como creemos y que el rodaje fue ajustado pero que a pesar de eso, pudieron presevar el estilo amistoso de la propuesta. Ese aire caótico (no por algo dos de los guionistas escribieron Deadpool) atraviesa "Zombieland: tiro de gracia" y establece un marco simple que invita, a que te encante la cinta, o no te interese para nada. Digamos, si te movió la original o estás ávido por historias irregulares pero plagadas de humor negro y violencia, esta es tu peli para el finde, sin dudas. A veces no hay que explicar tanto de que va una propuestas cuando de zombie hablamos, pero sí contar que hay un espacio para el entretenimiento sólido, como es este caso. Podemos aceptar las críticas de los puristas (a los que no les gustó esta secuela o la ven innecesaria), pero nunca uno puede renunciar a pasar un rato de buena diversión en salas. Sea o no franquicia. Haya o no zombies. Y eso, señores, ofrece "Zombieland: double tap" con todas las letras. Tenemos una película inestable, inflamable, inconsistente quizás, pero divertida a tope y eso es todo lo que importa para el público, en muchos casos.
“Zombieland: Tiro de gracia”, de Ruben Fleischer Por Jorge Bernárdez Reglas para la lucha contra los zombies 1- Cardio 2- Matar y rematar 3- Cuidado con los baños 4- Usa cinturón de seguridad En 2009 se estrenó Zombieland, una historia en un mundo post apocalíptico donde una derivación del mal de la “vaca loca” terminaba con la raza humana -al menos con una parte de ella-, con un elenco que funcionaba muy bien, una comedia donde el tema de los zombies era abordado con mucha gracia. Reglas para la lucha contra los zombies 6- Sartén de hierro fundido 7- Viajar ligero. Este ítem además de hablar de que no conviene viajar con muchas cosas, implica que hay que viajar solo. En aquella película quedaba establecido un grupo formado por Columbus (Jesse Eisemberg), Tallahasee (Woody Harrelson), Wichita/Cristal (Emma Stone) y Little Rock (Abiugail Bresslin), en el camino quedó el mismísimo Bill Murray. La película constituyó un éxito inesperado y Hollywood, que no está para desaprovechar posibles franquicias, obviamente llegó Zombieland 2. Pasó el tiempo y los que entonces eran actores en ascenso hoy son estrellas, pero por suerte la película no pierde el sentido del humor y la frescura de aquella se mantiene en esta segunda parte. Reglas para la lucha contra los zombies 22- Por tu vida asegura la salida 33- La navaja suiza 48- Higiene El grupo resistente ocupa lo que fue la Casa Blanca y por clasificarlo de alguna manera, está aburguesado, están en lo que uno podría decir es una zona de confort, dentro de lo que puede ser confortable en un mundo post apocalíptico, pero el ser humano es inconfomista y Columbus le propone casamiento a Wichita, que lo rechaza para terminar huyendo del lugar con Little Rock, que es la más joven y siente que necesita aventuras y un novio. Nuestros héroes vuelven a la ruta, se cruzan con Rosario Dawson y llegan a una especie de comunidad hippie, donde Little Rock se consiguió un novio que toca la guitarra. Hippies en el medio de una hecatombe zombie, nada puede salir mal. Zombieland 2 respeta la original, mantiene el humor, se burla de otras historias con zombies y los protagonista se divierten y divierten al público. ZOMBIELAND: TIRO DE GRACIA Zombieland: Double Tap. Estados Unidos, 2019. Dirección: Ruben Fleischer. Guión: Paul Wernick, Rhett Reese y Dave Callaham. Elenco: Woody Harrelson, Jesse Eisenberg, Emma Stone, Abigail Breslin, Rosario Dawson, Zoey Deutch, Luke Wilson, Thomas Middleditch, Avan Jogia, Bill Murray. Producción: Gavin Polone. Distribuidora: UIP. Duración: 99 minutos.
Tiro de gracia En 2009 nos sorprendimos de la mano de Ruben Fleischer con una vuelta de tuerca en el largo derrotero zombie (manoseado hasta el hartazgo hoy) con un universo divertido, con una subtrama emocional y romántica por momentos, en el envase de una comedia que cubre todo. Columbus conoció a Tallahassee, luego el destino los cruzó con Wichita y Little Rock (para los que no la vieron, cada personaje elegía el nombre de una ciudad para no dar a conocer su verdadera identidad, y así poner distancia) y el resto fue historia… hasta hoy. Y si no vieron 30 minutos o menos, del director que nos trae aquí hoy, se las recomiendo. Retomando, diez años después Columbus (Jesse Eisenberg) regresa con sus reglas de supervivencia; Tallahassee (Woody Harrelson) también hace lo propio y en esta ocasión junto a Wichita (Emma Stone) tienen que ir en busca de su hermana, Little Rock (Abigail Breslin), quien es ahora una adolescente y se escapa junto con un joven idealista. Primer detalle: es una comedia. No le pidan más, y mucho menos corrección política. Nada de eso habrá. Y por eso, a partir del lugar de lo que una buena comedia de este tipo pide, es genial. El elenco creció y fue hacia diversos lugares en lo interpretativo, pero al observarlos en pantalla nuevamente en los roles originales, es notorio que la química que producen sigue intacta. En mi humilde opinión Zombieland 2 es una película que de público más o menos minoritario pasará a ser de culto dentro del género. Es lo que quiso hacer Jim Jarsmuch con Dead don´t die y no pudo. Hasta tomó prestado a Bill Murray para ello… y aún así no le salió. No hay chistes malos, los personajes se muestran aún más sólidos, y las nuevas apariciones, Rosario Dawson (Sin city, de 2005; Death proof, de 2007, entre muchas otras) y Zoey Deutch (a quien recientemente pudimos ver en la serie The politician, una delicia de comedia con tintes negros) son excelentes, como también Luke Wilson y Thomas Middleditch como secundarios, con cierta relevancia, quienes hacen de las suyas y encajan perfectamente, aportando aire fresco. El guion está bien logrado, deja un poco más de lugar a la aventura que en la primera entrega pero el romance y la amistad siguen allí. En algunos trazos me recuerda un poco al humor de Idiocracia, de Mike judge (2006). Hoy estoy recomendón, así que si no la vieron, adelante. La van a disfrutar. Como también van a disfrutar Zombieland 2. Funciona por mil y de verdad que no es solamente una secuela para recaudar. Cierra una historia y entrega un poco más de una historia divertida, emocional y bien construida. Solamente, aunque los voy a extrañar, creo que sería bueno que los dejaran ir, para no arruinarlo. Desde Columb… bueno, no, desde Buenos Aires, les digo no se olviden las reglas. Buenas noches. Pd. No se vayan. Las escenas post-créditos valen oro.
Más muerto que un zombie. Cuando en la década pasada se desató, tanto en cine como en televisión, el fanatismo por relatar historias acerca de muertos vivientes, el film Zombieland de Ruben Fleischer fue uno de los mejores ejemplos en el terreno de la comedia en contexto del apocalipsis zombie, aunque claramente el primer puesto sigue perteneciendo a Muertos de risa de Edgar Wright. La comedia de 2009 se sentía fresca e ingeniosa en un género que aún no había agotado sus ideas ni sobreexplotado la pantalla. Diez años después de su estreno, y con la temática de muertos resucitados ya habiendo pasado su época de furor, llega su segunda parte en la que el director y su elenco original vuelven a la aventura con un uso del humor mucho menos logrado —lo que funcionaba en el primer film no tiene porque hacerlo una década después. Bienvenidos a Zombieland. Abrochen sus cinturones, porque es la única forma de mantenerse viendo este film. Han pasado 10 años y el grupo de sobrevivientes protagonistas se encuentra mucho más habituado y experto en la caza de los no vivos. Ahora habitando la abandonada Casa Blanca, los protagonistas deben aprender a funcionar como una verdadera familia, y ello conlleva aceptar los sentimientos en vez de correr hacia el próximo objetivo hambriento de carne humana. Es así como, por un lado, el iracundo cowboy moderno Tallahassee (Woody Harrelson) ahora cumple el rol de padre protector de Little Rock (Abigail Breslin), quien ya es una típica adolescente con ganas de huir de casa, tener novio y conocer el mundo por cuenta propia. Por otro lado, Columbus (Jesse Eisenberg), el neurótico y creador de reglas para sobrevivir hace tiempo que se encuentra manteniendo una relación con Wichita (Emma Stone) y está listo para dar el siguiente paso. Ante la propuesta de casamiento, y la imposibilidad de ambas hermanas de abrazar los lazos afectivos, huirán una vez más de la idea de construir un verdadero hogar, al menos hasta que Wichita recurra a la ayuda de sus viejos compañeros para ir en busca de su hermana que huyó con un joven pacifista llamado Berkeley (Avan Jogia). Es así como los tres compañeros vuelven a las andadas, sumándose a la aventura Madison (Zoey Deutch), una chica de pocas luces que sirve como un alivio cómico con el que, irónicamente, se sufre mucho su presencia. El personaje representa al viejo estereotipo de “la rubia tarada”, pero con una gracia para nada eficiente. Una de las clases de zombies del film es denominada Homero, haciendo alusión, por su falta de inteligencia, al personaje de Los Simpson. De igual manera, Madison pareciera caer en la clase de gags que no recuerdan a la mejor época de la familia amarilla sino al humor torpe y banal que la serie tiene hace tiempo. El film no cuenta con ningún elemento nuevo o amenaza importante que se deba afrontar más que el hecho de ir en busca de Little Rock. Al salir nuevamente a la ruta tendrán enfrentamientos con los zombies de turno, contando con otra clase nueva como los indestructibles T-800, o se toparán con personajes que funcionan como el cameo ocasional. Pero el film deja de lado cualquier intención original para recaer en una continuidad de gags humorísticos que en gran parte no funcionan, evitando enfocarse en desarrollar mínimamente elementos que le den forma o relevancia a la historia. Incluso el tema principal de la trama que podría decirse que es la búsqueda del hogar solo se hace presente como moraleja del film de manera subrayada en palabras de los personajes. Y si bien el ingenio humorístico que podría ser el motor del film se siente pasado de moda o forzado a remates que son poco o nada efectivos, aún así cuenta con grandes momentos que resultan un oasis de comedia. La química entre Nevada (Rosario Dawson) y Tallahassee le brinda gracia y encanto, pudiendo ver el costado vulnerable y de seducción de un personaje que siempre intenta aparentar ser el macho alfa. Por otro lado, el efecto reflejo que produce el encuentro de los protagonistas con sus dobles exactos es de las ideas más divertidas con las que cuenta esta secuela. Albuquerque (Luke Wilson) y Flagstaff (Thomas Middleditch) son los personajes nuevos que solo están allí para que Columbus y Tallahassee puedan verse en la piel de otros que funcionan tanto como némesis y aliados, teniendo que odiar y aceptar las mismas características que los describen a ellos. El encuentro ofrece un memorable enfrentamiento entre las reglas de Columbus y los mandamientos de Flagstaff, además del uso de un deslumbrante plano secuencia cargado de acción y humor, algo que tendría que haberse balanceado más a lo largo de todo el desarrollo de la trama. Y si de grandes momentos de comedia hay que hablar, uno de ellos está presente como escena durante los créditos finales y se ve enlazado a la presencia del personaje de Bill Murray de la primera parte, lo cual refuerza la idea de un film que se ve obligado a tomar lo bueno de su primera parte para funcionar. Así, Zombieland: Tiro de gracia es una secuela que llega demasiado tarde pero que, de haber salido unos pocos años después del estreno de la primera tal vez hubiese funcionado mejor. En cambio, ahora es imposible no notar una falta de ideas en comparación a su antecesora y un humor que se siente trillado y de más utilizado. Por más que los muertos insistan en salir de sus tumbas, como director, Fleischer debería optar por enterrarlos lo más profundo posible. Porque los muertos viven, pero la comedia muere.
Zombieland 2: Todavía sirve, todavía sirve… Sorpresiva secuela que regresa a un universo, que paso con más gloria que pena, gracias al rol de su director en Venom y un mundo post-Deadpool que acepta de otra manera las comedias para adultos. Diez años después de una primera parte que gustó bastante pero fue de a poco quedando en el olvido, llega una secuela que nadie pedía y cuya existencia solamente puede explicarse con algo cada vez más raro: aquellos que hicieron la original realmente tenían ganas. En 2009 una comedia para adultos que cruce los 100 millones era para celebrar, por lo que en este mundo post-Deadpool no es extraño que los estudios vean con mejores ojos un regreso como este. Qué el director en el medio haya roto lógica y récords de taquilla con Venom también seguro que ayuda. En un mundo contemporáneo aunque post-apocalíptico, un grupo de jóvenes y Woody Harrelson tratan de sobrevivir lo mejor que puedan a un planeta ya dominado por los zombies. Liderados por Jesse Eisenberg y con un dúo femenino todavía más relegado en esta secuela a un segundo plano. Los personajes de Emma Stone junto a Abigail Breslin (Little Miss Sunshine) tienen importancia en la narrativa, pero nunca disponen del tiempo en pantalla o los recursos que Eisenberg o Harrelson tienen para ser protagonistas. A estas alturas, que una película (comedia especialmente) que no aproveche tener a Stone como protagonista solamente puede explicarse al pensar que decidieron no invertir tanto económicamente en el rol de la actriz en la cinta. Aunque algún equilibrio se logra con la inclusión de un personaje secundario que termina por tener mucha más presencia que sus otras colegas, interpretado por Zoey Deutch. Actriz que definitivamente está disfrutando de un año revelador gracias a este papel y su rol principal en la serie The Politician de Netflix. Dos personajes muy diferentes que muestran no sólo su versatilidad sino también lo cómoda que se siente actuando en la cornisa de lo que podría haber salido muy, muy mal. Quizás hablar tanto de un nuevo aspecto relativamente menor de la secuela transmita que lo que regresa no lo hace de buena manera, pero no es así. Simplemente vale la pena destacar que lo que pudo haber sido «la Jar-Jar Binks» de esta suerte de franquicia haya quedado tan bien como lo hizo. Si bien su mundo o personajes no invoca ninguna nostalgia, sigue siendo refrescante a esta altura que una comedia de alto presupuesto para adultos tenga cosas que decir. Dista bastante de tener comentarios sociales, pero su director Ruben Fleischer logra darle una vida y personalidad que pocos proyectos saben tener. Comentarios o perspectivas interesantes para algo tan revisionado una y otra vez como es el género zombie. Además del hecho de que todo su elenco estuvo más que contento de volver. En esta era del streaming a las grandes estrellas nunca les faltan proyectos para realizar, así que es destacable el regreso de varios nominados al Oscar que además (sin dar las performances de sus vidas) están tan bien casteados como para ser la mejor versión de sus personajes. No hace falta casi ningún repaso por lo que fue la anterior cuando tus cuatro protagonistas van como anillo al dedo con sus personajes. La excusa para una nueva aventura se siente bastante natural, y aunque hay contados desarrollos de la trama que podrían sentirse forzados al ponerse bajo el microscopio, la verdad es que todo fluye de buena manera entre todo el humor y las vísceras. Todos los que regresen a Zombieland esperando más de lo mismo van a estar más que satisfechos, mientras que aquellos con innecesarias expectativas quizás se sientan decepcionados al ver que esta no es El Padrino 2 de las comedias de zombies. Aún si nunca te molestaste en ver la primera, no te va a costar nada disfrutar de esta segunda parte. Es una película que cumple muy bien con las expectativas apropiadas. Lo peor de la peli es una secuencia de créditos iniciales que se alarga demasiado, pero se compensa con una escena post-créditos para el recuerdo que paga sola el precio de la entrada. En el medio de ese paso en falso de arranque y la excelencia final se encuentra toda la peli. Con buen timing tras el estreno de la película de Breaking Bad, estos proyectos hacen que más de uno se plantee que tan «necesarios» son algunas películas o series. Por nuestra parte, creemos que si algo puede disfrutarse o denota que aquellos que lo realizaron hicieron lo que realmente querían hacer ya es más que suficiente para justificar su existencia. No es nada fácil hacer una secuela una década después de la original y que se sienta como si apenas hubiesen pasado unos meses; para bien o para mal Zombieland 2 logra exactamente eso. Una agradable sorpresa aún cuando no vaya más allá de eso.
Lejos de la alegoría sociopolítica propia del género, en Zombieland: Tiro de gracia los zombis son meros obstáculos amenazantes a los que hay que matar con un tiro en la cabeza, y, en lo posible, rematarlos con un tiro de gracia porque cada vez están más hambrientos y más (inexplicablemente) veloces. En esta tardía segunda parte de la devenida comedia de culto Zombieland (2009) todo es un juego autoconsciente, una complicidad pasatista entre personajes que se divierten matando monstruosos muertos vivientes y espectadores sedientos de películas que se digieren como un bocadito Cabsha. Dirigida nuevamente por Ruben Fleischer y protagonizada por el cuarteto mata-zombis de la original, el filme no tiene pretensiones filosóficas ni mucho menos mensajes que reflexionen sobre el estado de la humanidad en la actual etapa del capitalismo zombificante. Es más bien un simpático e inofensivo ataque a todo lo que representa una amenaza a las personas queridas. En la Casa Blanca Esta vez, Columbus (Jesse Eisenberg), Tallahassee (Woody Harrelson), Wichita (Emma Stone) y Little Rock (Abigail Breslin) buscan un hogar para estar a salvo del apocalipsis y se mudan a la mismísima Casa Blanca, mientras se enfrentan a una especie evolutiva de zombis, bautizados T-800 (sí, por Terminator), una creciente y anónima masa uniforme de come-cerebros que será la excusa perfecta para introducir escenas sangrientas en cámara lenta, gags imposibles y diálogos básicos pero efectivos. Otro de los puntos a favor es que la química de los protagonistas sigue intacta como hace diez años. Sin embargo, la que se lleva todos los aplausos es la “rubia tonta” interpretada por la siempre estupenda Zoey Deutch, que a medida que transcurre el filme se convierte en el personaje más gracioso y entrañable. También se incorporan Rosario Dawson, como la mujer que comparte el fanatismo por Elvis Presley junto a Tallahassee, y Luke Wilson y Thomas Middleditch, como los dobles involuntarios que entregan la pelea cuerpo a cuerpo más lograda, en un plano secuencia sutilmente virtuoso. El mundo de Zombieland: Tiro de gracia es como el de un videojuego gore, en el que los protagonistas tienen que matar zombis a medida que aparecen con el ímpetu de fieras hambrientas. Y, como en todo videojuego, hay reglas, muchas reglas, y cada vez que Columbus (que también es la voz en off de la historia) las nombra, salen en la pantalla como incrustaciones interactivas, novedad pedagógica de la puesta en escena que atrae y distrae al mismo tiempo. El guion es antojadizo y la trama es un goce de lo inverosímil. Nada importa y todo vale con tal de entretener. Y si bien todo indica que se trata de una película libre y desprejuiciada en el contexto de un Hollywood cada vez más estreñido y sensible, en realidad está encorsetada en las fórmulas del éxito de la gran industria de las pesadillas. A pesar de lo mencionado, la película es eficaz (desde su banda sonora hasta su humor) y tiene la virtud de ser lo que quiere ser: lúdica y atolondrada, ridícula y divertida. Y, por favor, quédense hasta los créditos finales, la sorpresa es un plus que justifica la entrada.
Tras 10 años de espera llega la secuela de “Zombieland” (2009), aquel film dirigido por Ruben Fleischer (“Venom”, “Gangster Squad”, “30 Minutes or Less”), que mezclaba la comedia con el subgénero de zombies logrando un film entretenido repleto de tripas, sangre y corazón. En esta oportunidad, y tras varios años de lo que parecía un “infierno creativo” combinado con la organización de agendas sumamente apretadas por parte de sus exitosísimos y requeridos actores, llega esta segunda parte que básicamente repite la misma fórmula que hizo exitosa a la primera con el objetivo de volver a poner en pantalla esa indiscutida química que presentaban los cuatro protagonistas de la obra. Quizás en esta oportunidad se notan un poco más los hilos que teje el guion, tal como pasó entre la primera y la segunda parte de “Home Alone” (1990) o las primeras dos entregas de la saga “The Hangover” (otra exitosa película del año 2009). No obstante, ese sentimiento de familiaridad que logra hacernos sentir el director y los intérpretes, hacen muy disfrutable la experiencia cinematográfica. En un mundo plagado de zombis, Columbus (Jesse Eisenberg), Tallahasse (Woody Harrelson), Wichita (Emma Stone) y Little Rock (Abigail Breslin) comienzan a sentirse cómodos con la rutina que armaron conviviendo en la Casa Blanca. Esta situación enciende una alarma en las mujeres del grupo, que se sienten sofocadas por la actitud sobreprotectora de Tallahasse con Little Rock, y la propuesta matrimonial de Columbus con Wichita. Es así, que Little Rock busca relacionarse con gente de su edad y se dirige al seno de una comunidad hippie y pacifista que vive en un hábitat sin armas. El resto del grupo emprenderá la búsqueda de Little Rock que desconoce las nuevas clases de muertos vivientes que han evolucionado desde lo sucedido hace algunos años, así como a algunos supervivientes humanos rezagados. Pero, por encima de todo, tendrán que tratar de soportar los inconvenientes de convivir entre ellos. Así como en la primera entrega las mujeres se iban a un parque de diversiones donde llamaban la atención de una horda de zombies, en esta oportunidad la joven del grupo se va a un complejo hippie que también será acechado por muertos vivientes en un gran clímax final donde se resolverán los conflictos personales y aquella complicada dinámica de grupo. Lo cierto es que la experiencia se hace mucho más entretenida porque ya conocemos los personajes y sus actitudes, al mismo tiempo que se nos introducen algunas incorporaciones interesantes que cumplen el rol de la novedad que componían los protagonistas en la primera entrega. Zoey Deutch personifica a Madison, una chica vegana bastante superficial y con pocas luces que viene a ser un nuevo interés romántico de Columbus frente al abandono de Wichita. Avan Jogia es Berkeley un hippie anti violencia que enamora a Little Rock y la convence de mudarse a la comunidad de pacifistas. Por otro lado, Rosario Dawson compone a Nevada, la dueña de una posada cercana a Graceland, la casa de Elvis Presley, que hará pareja con Tallahasse. Y también se incorporan Luke Wilson y Thomas Middleditch que conforman una pareja muy parecida a la de Harrelson con Eisenberg dando pie a una serie de gags bastante hilarantes. Quizás se le pueda reprochar al film haber ido a lo seguro en lugar de buscar innovación o algo distinto al haber tenido 10 años para desarrollar esta secuela, no obstante, el resultado es más que digno y comprende un relato disfrutable para los amantes del gore y la comedia por igual. El grado de frescura de la primera que solo tenía como gran antecedente “Shaun of the Dead” (2004), no se logra alcanzar pero los fans quedarán más que satisfechos con la película. “Zombieland: Double Tap” es una secuela tardía pero efectiva que se nutre de sus intérpretes, del amor de su director por los personajes y el mundo creado y de una serie de recursos intrínsecos bastante ricos y atractivos para explotar.
Zombieland: Double Tap ha estado en planes por años. Desde que la primera fue un éxito de crítica y taquilla, allá por el lejano 2009, se planteó la posibilidad de continuar su historia. Y sin embargo, los tiempos se estiraron de tal forma que parecía que una secuela nunca se iba a materializar. Finalmente los planetas se alinearon, las agendas de todos los involucrados coincidieron y se volvió a traer a la acción al cuarteto central, con Ruben Fleischer (Gangster Squad, Venom) otra vez detrás de cámaras y la dupla de Rhett Reese y Paul Wernick (Deadpool) nuevamente en el guion. Mismo equipo para hacer nuevamente lo mismo, dado que esta continuación elige volver a tildar todos aquellos casilleros en donde la anterior se destacó, sin pretender abrirse nuevo camino y más bien como una gira de grandes éxitos de una banda que se reúne.
VOLVER AL 2009 Con diferencia de una semana, llegaron dos secuelas que ya desde sus respectivos anuncios planteaban la duda de su necesidad o utilidad: tanto Maléfica: dueña del mal como Zombieland: tiro de gracia arriban con una diferencia de tiempo considerable respecto a sus predecesoras y cuando no parece haber mucha demanda de nuevas entregas. Pero si el retorno de la villana interpretada por Angelina Jolie confirmó los peores prejuicios, a partir de una continuación carente de sentido y propósito aún en su gigantismo, las nuevas aventuras de Tallahassee (Woody Harrelson), Columbus (Jesse Eisenberg), Wichita (Emma Stone) y Little Rock (Abigail Breslin) funcionan como recordatorio de discursividades y estructuras narrativas que prevalecían hace apenas una década pero que hoy –cortesía del vértigo de estos tiempos- lucen casi imposibles de implementar. El planteo narrativo de Zombieland: tiro de gracia se hace cargo de cierto paso del tiempo, mostrando cómo esa familia disfuncional ha terminado de ensamblarse tanto que no solo encontró un cómodo hogar (que resulta ser la Casa Blanca), sino que incluso ha entrado en una rutina un tanto perjudicial. En esa cotidianeidad, Tallahassee ejerce de figura paterna de Little Rock de forma conservadora y hasta insensible, mientras que Columbus y Wichita ya son una pareja en la que el casamiento podría ser el próximo paso al cual no termina de asumirse. Una serie de eventos un tanto arbitrarios pero indispensables sacuden la estantería de los protagonistas, llevándolos nuevamente al terreno de la road movie, del descubrimiento y de un pequeño aprendizaje. Pero si el tiempo pasa para los personajes, no lo hace para la película, que asume plenamente ese tiempo congelado que deja el subgénero apocalíptico de zombies, dejando en claro que en su mundo todo se detuvo en el 2009. Eso implica hacer de cuenta que nunca existieron el #MeToo, los nuevos debates raciales y feministas, la caída de Harvey Weinstein o el ascenso de Donald Trump. Tampoco la adaptación televisiva del cómic The walking dead o el dominio incuestionable del Universo Cinemático de Marvel. De ahí que nos encontremos con un film que no tiene ningún problema en mostrar cómo Tallahassee despliega todo su imaginario cavernícola o a Zoey Deutch encarnando al estereotipo de la chica linda pero hueca, y que no parece especialmente preocupado por dejar abiertas las puertas para futuras secuelas, precuelas o spinoffs. Es una nueva entrega de un mundo que solo se expande un poco en función de presentar nuevos personajes, algunos conflictos adicionales y algo más de profundidad en sus protagonistas, hasta parecerse a las secuelas de finales del siglo XX, al estilo Arma mortal o Indiana Jones, sin ambiciones de alimentar franquicias eternas. En esa apuesta a la repetición de lugares conocidos y a la vez marginales, Zombieland: tiro de gracia parece una anomalía dentro de la actualidad de Hollywood, por más que no sea ni renovadora, ni extremadamente nostálgica. Sus chistes, ocurrencias, giros y decisiones rara vez salen de lo previsible, pero esa previsibilidad –que va de la mano con su ligereza- es de hace apenas diez años. En un punto, lo que nos proponen el director Ruben Fleischer –recuperando algo de la pericia perdida en Venom y Fuerza antigángster– y los guionistas Rhett Reese, Paul Wernick y Dave Callaham, es un retorno a un pasado inmediato antes de que se convierta en pura nostalgia. Como volver a visitar el colegio donde hicimos la primaria apenas un par de años después de haber arrancado la secundaria, temiendo haber olvidado nuestra infancia.
El tema de los muertos-vivos es casi un género propio y, diez años atrás, Zombieland fue una de las que mejor supo emplear sus recursos para transformarla en una de las comedias más icónicas de la primera década de este milenio. Como nos tienen acostumbrados estos tiempos que corren, era claro que no tardaría en llegar la secuela de esta cinta. Y por fin arribó, con el mismo director y protagonistas de la primera. Sin mucha ssorpresas ni tan fresca como su antecesora, Zombieland: Tiro de gracia funciona como lo que pretende ser: una comedia algo tonta pero que hace reír mucho. Nuevamente, la dupla Eisenberg-Harrelson es lo más efectivo de la película. El "niño" nerd con el rudo viejo y anticuado nos regala las más ocurrentes situaciones y estupendos gags a lo largo de su metraje. Emma Stone y Abigail Breslin también ofrecen sus buenos momentos, pero quienes más protagonismo tienen son los dos primeros. El hilo de la trama es algo difícil de delinear, ya que no se preocupa tanto porque esté bien claro. Más bien, parece un compendio de giros que hacen que la historia vaya de un lado al otro, al igual que la primera. De todos modos, aquí se hace algo más apresurada y repetitiva. La aparición de algunos personajes secundarios es tanto positiva como negativa, aunque inexorablemente necesaria para la trama. Si intentamos observar la cinta de manera más intrínseca, nos encontraremos como problemas amorosos, con la necesidad de un hogar y familia, planteados de modo torpe y con sobre-explicaciones, pero vamos, es una comedia de zombies. Dame sangre y risas. Y de eso hay de sobra. En síntesis, esta nueva entrega de Zombieland es para ir al cine a lanzar unas carcajadas, no solo por la película en sí, sino también por la nostalgia de la original. Funciona, pero no esperen mucho más. Y quédense para las geniales escena post-créditos. Puntuación: 6,5/10 Manuel Otero
Una sorpresa llega con esta segunda parte de una película poco recordada. Se trata de la secuela de Zombieland que aparece 10 años después de su primera entrega en las salas para demostrar por qué las películas de zombies nos gustan tanto. Si bien es bastante improbable que trascienda en la historia del cine (o siquiera en la de su género), la película sí nos deja con la grata sensación de habernos reído un rato. Y esto es para destacar, con lo que les gusta exagerar a las producción hollywoodenses: ¡dura apenas una hora y media! El gran mejor punto a favor de esta entrega es el casting que lleva adelante un mundo en donde los zombies evolucionaron al punto de volverse extremadamente difíciles de matar. Y no sólo porque ver al equipo matando zombies sea estéticamente bello y artístico (elemento con el que continúan el juego, en “el asesinato zombie de la semana”), sino también por el contraste que generan las nuevas incorporaciones actorales. Mención aparte para Zoey Deutch, que salvando contadas veces donde su papel parece un poco demasiado, nos hace soltar varias risas. Las caras de Emma Stone, las frases de Woody Harrelson, la torpeza de Jesse Eisenberg y la sorprendentemente crecida Abigail Breslin componen una familia extraña en este mundo apocalíptico que nos sorprende con gags en su mayoría buenos (como la hermosa referencia a The Walking Dead). Y, si de sorpresas hablamos, el épico Bill Murray nos acerca uno de los momentos más épicos de todo el film. No hay que dejar de destacar los fx, que evolucionaron positivamente de una entrega a otra, al igual que las gráficas de “las reglas”. En cuanto a la trama, vemos un mundo ya establecido donde se permitieron desarrollar aún más los aspectos interesantes de ver, como la creación de comunidades libres y pacíficas. La historia en sí misma no nos aporta nada nuevo, ni conflictos, ni resoluciones, ni procesos. Sin embargo no hay que olvidarse que se trata de una película de género y eso lo lleva con elegancia aceptable. Una película innecesaria pero que divierte y otorga un buen rato del entretenimiento más industrial que el mismísimo Hollywood nos puede brindar. Esperemos que empiecen a crear nuevas historias y dejen de reutilizar todo lo ya hecho. Pero mientras tanto, dense un rato para reirse mientras ven volar zombies en mil pedazos.
Regreso de las secuelas vivientes Auna década de Tierra de Zombies (Zombieland, 2009), la secuela llega demasiado tarde para importar mucho pero no lo suficiente como para hacer algo nuevo o distinto. Los personajes no han cambiado, sus problemas tampoco y la trama es la misma que ciertas franquicias están condenadas a rodar ladera arriba una y otra vez: aprender a trabajar en equipo, por no decir en familia. No es que la dinámica entre el dúo de Jesse Eisenberg y Woody Harrelson haya dejado de ser simpática (junto a Emma Stone, son actores intachables en papeles que ya rayan la caricatura), o que ciertas escenas no sean entretenidas (paradójicamente, la mejor llega junto con los créditos). El tema - y motivo de frustración para los personajes - es que no hay hacia dónde ir, salvo continuar dando vueltas haciendo las mismas cosas, repitiendo las mismas gracias. A la que ya no le causa gracia es a Little Rock (Abigail Breslin), cuyo adolescente interno se muere de aburrimiento en medio del apocalipsis de zombie así que abandona su familia adoptiva rumbo a la aventura. En el camino levanta a un estereotípico hippie con guitarra; su grupo, que está siguiéndola, levanta a una estereotípica rubia tonta. Gran parte de los chistes corren a expensas de estos especímenes extraordinariamente estúpidos. La frustración de Harrelson y Stone, que se siente bien genuina, empieza generando risas y termina generando empatía. La otra novedad es un versus exacerbado entre la cultura armamentista de Estados Unidos - llevada al extremo por Tallahassee (Harrelson) - y la juventud activista que aún rodeada de muertos vivientes prefiere luchar contra “la injustica social”. Los mejores chistes de la película se hacen sobre esta dicotomía pero más que afectar realmente a la trama es algo que la decora. Hay una total falta de tensión entre lo que los personajes quieren lograr y los obstáculos a los que enfrentan. Esencialmente la historia trata sobre un rescate que no tiene urgencia alguna. Se muestra reiteradamente que Little Rock está sana y salva (y todavía aburrida), y hasta la inclusión de “nuevos” tipos de zombies es más que nada anecdótica. Los desafíos son triviales y el objetivo no es apremiante, ¿por qué es interesante la historia? De vez en cuando sobresale alguna secuencia individual, pero las escenas se suceden sin sumarse y el clímax llega sin gran ímpetu. Zombieland: Tiro de Gracia (Zombieland: Double Tap, 2019) se presenta como una comedia irreverente y políticamente incorrecta, del tipo que se celebra a sí misma con numerosas referencias pop (varias de ellas a la película original) e indulgencias por el estilo, pero por más festivo que sea el tono de la película la fiesta en sí no es la gran cosa.
Remate efectivo pero sin épica La segunda parte de esta comedia de terror es de un humor irreverente, inteligente y agresivo, pero no tiene un gran hilo argumental. "Esto no es para nada realista” dice Columbus (Jesse Eisenberg) mirando un comic de “The Walking Dead”, mientras está acostado en la cama presidencial de la Casa Blanca. Llegó allí con Tallahassee (Woody Harrelson), Wichita (Emma Stone) y Little Rock (Abigail Breslin), tras sus primeras aventuras contra los zombies. El humor de la ahora saga es irreverente, inteligente y agresivo. Todo lo que debería ser una comedia de terror. La segunda parte, que llega una década después de su inicio, mantiene la esencia y sin hacer muchos cambios, sigue siendo efectiva. En 2009, “Zombieland” se convirtió en éxito y filme de culto al mismo tiempo. Tomando la temática zombie, se consagró por su historia enmarcada en un mundo postapocalíptico en el que los muertos vivos han terminado con la civilización. En ese contexto se conocen Columbus, Tallahassee Wichita y Little Rock, que a pesar de sus diferencias deciden formar equipo para sobrevivir. Wichita se siente muy apegada a Columbus, por lo que decide dejarlo, y escapa con Little Rock, quien se sentía con ganas de conocer el mundo y el amor. Pero cuando las dos conocen a un músico (Avan Jogia) y Little Rock decide escapar con él para ir a una comunidad hippie llamada “Babylon”, Wichita regresa para conseguir provisiones e ir a rescatarla. Al grupo se sumará Madison (Zoey Deutch), una joven que sobrevivió todo este tiempo en la heladera de un centro comercial, y que a pesar de sus buenas intenciones, les traerá un par de conflictos nuevos a todos. Muy a pesar del comentario inicial de Columbus, la serie toma la idea de sociabilizar que tanto se ve en “The Walking Dead”, y los protagonistas interactúan con más personajes (Owen Wilson, Rosario Dawson) y hasta forman parte de una “ciudad”. Más allá de las risas, el filme profundiza algunos análisis sociales desde su narrativa y sus gags, sobre conflictos como el racismo y el individualismo, aunque sobrevive porque nunca cae en la parsimonia. El problema con “Tiro de gracia” es que no tiene un gran hilo argumental que la lleve hacia algún lugar. A pesar de ser muy disfrutable, no deja de ser un episodio largo de aventuras, como si se tratara de una -muy buenasitcom. De ahí que se mencionó el término efectivo, que a veces puede ser más importante que el de “brillante”, u “original”, porque a pesar de que el chiste sea contado por segunda vez, sigue causando gracia.
La continuación de Zombieland es una de las comedias más efectivas que pasaron por la cartelera este año y no defraudará a quienes disfrutaron la primera entrega hace una década. Una producción que tardó demasiado tiempo en concretarse y aunque inevitablemente perdió la frescura de la original el reencuentro con estos personajes logra ser muy divertido. Una de las inquietudes que despertaba la película era el hecho que se estrenaba en un momento donde la agenda moralista de corrección política rige los contenidos de la propuestas hollywoodenses. En este contexto, un personaje fantástico como Tallahassee (Woody Harrelson), que se desempeña con una ideología y conducta que hoy podría resultar ofensiva, tenía grandes chances de ser modificado o por lo menos atenuado. Afortunadamente el director Richard Fleischer consiguió mantener la integridad artística de la continuación que está en sintonía con el tono humorístico de la original. Tallahassee sigue siendo el mismo cavernícola de siempre y representa claramente el corazón del film con un Harrelson completamente inspirado. Zombieland 2 no tiene la ambición de redefinir el género y ni se molesta en hacer algo diferente con los personajes. Es más, la película ofrece más de lo mismo a tal punto que ni siquiera es necesario tener vista la entrega previa. Sin embargo, dentro del espectáculo que se presenta, el tratamiento del humor y las interacciones de los protagonistas generan un pasatiempo muy entretenido. La película te hace reír y tiene algunos momentos fantásticos, como los clips que destacan las grandes matanzas de zombis del año. Dentro de las novedades la gran revelación del reparto la brinda Zoey Deutch, (hija de la actriz Leah Thompson (Volver al futuro), quien sobresale en un rol cómico con un personaje que representa el estereotipo de la clásica Valley Girl californiana. En lo referido al elenco original, la química entre ellos sigue intacta aunque en esta ocasión Abigail Breslín quedó más desdibujada. Si bien su personaje es el disparador del conflicto a lo largo del film tiene poco para hacer y su participación terminó relegada a un papel más secundario. Aunque en términos generales el nivel de la comedia es muy bueno, el director Fleischer eleva la experiencia con la adición de la mejor escena pos-créditos del 2019. Son dos en realidad y vale la pena esperarlas en la butaca porque le dan a la película un cierre desopilante. Zombieland tal vez no da para extenderse con futuras entregas, en este capítulo queda claro que ya explotaron los personajes todo lo que podían. Pese a todo, la segunda parte está a la altura de la obra original y se destaca entre las novedades del mes para tener en cuenta. ver crítica resumida
Hacía mucho que no me reía tanto en el cine. Zombieland: Tiro de gracia está a la altura de las expectativas, y las mismas estaban muy altas para los que fuimos amantes de la primera entrega hace diez años. El humor que manejan es muy difícil de lograr de manera sostenida y lo hacen de forma espectacular durante una hora y media. La fórmula es la misma: narración en off de Jesse Eisenberg hablándole directamente a los espectadores sentados en una butaca de hice, ya sea con la moda de los zombies (por The Walking Dead), mucha cultura pop e incluso haciendo referencia al cine 4D. Siguen las reglas para sobrevivir y la genial dinámica entre los protagonistas. Pasó una década, dan nota de ello y lo usan como gran excusa argumental para el personaje de Abigail Breslin, quien ahora es adolescente que quiere experimentar nuevas cosas. Y por su parte, Emma Stone y Woody Harrelson son magníficos como siempre. Y hablando de personajes, las nuevas incorporaciones Rosario Dawson y Luke Wilson están muy bien. Pero destaco más el laburo de Zoey Deutch porque tiene momentos más que geniales e interacción diferente con todos. La historia es simple, y tiene que ser así, pero lo ejecución de Ruben Fleischer es magnífica. El director también había estado detrás de la primera entrega, y ahora viene de hacer la muy exitosa Venom (2018). Las secuencias de acción son geniales, hay un muy buen uso de cámara lenta y la edición es bien al palo. Un dato no menor para destacar es que el film posee dos escenas post créditos, las cuales son de lo mejor que se ha hecho en la materia. Me animo a decir que incluso le ganan a la ya icónica secuencia de Deadpool 2 que incluía el guión de Green Lantern. Así que no se levanten de las butacas hasta que se prendan las luces de la sala. En definitiva, Zombieland: Tiro de gracia es puro disfrute para todo el público, pero aún más para quienes amamos el novedoso film de 2009.
En esta secuela sucede lo que se repite en la mayor parte de los intentos de las productoras de reflotar un éxito comercial. En este punto es que luego de 10 años del estreno de la original el grupo etáreo al que va dirigido el filme es el mismo, salvo que los espectadores que pertenecen a ese grupo ha cambiado, y esto es lo único novedoso que trae esta producción. Por supuesto que los seguidores y fanáticos concurrirán como por inercia, y para corroborar si los cambios que se produjeron en ellos se repiten en los personajes y darán cuenta de la ausencia de temporalidad en la pantalla de cine. El hecho que todo sea una repetición de estructura narrativa, de un guión plagado de referencias a la original, y simultáneamente referencial a sí mismo, no produce una ruptura tal que tienda al aburrimiento. Es más, quedan sentadas las bases sobre qué vamos a presenciar desde la primera imagen. Esto se sostiene a lo largo del filme casi exclusivamente por las muy buenas actuaciones del cuarteto protagónico, y de la química que fluye entre ellos El grupo original, Woody Harrelson, Emma Stone, Jesse Eisenberg, Abigail Breslin, muy bien acompañados por la todavía atractiva Rosario Dawson, Luke Wilson, la rubia Zoey Deutch con el personaje más fuera de foco dentro del filme, y por supuesto Bill Murray, otra vez interpretándose a sí mismo, y lo bien que le sale. En cuanto al relato, este va utilizando lo propio que ha establecido como humor del que hizo ostentación, en el mejor sentido del término, la original "Zombieland" (2009), vuelve a fortalecerse en el humor negro, irreverente, agregándole una pizca de incorrección política, no mucho. La historia retoma el mismo grupo de protagonistas que decide salir de su zona de confort en la Casa Blanca para llegar al centro espiritual de los Estados Unidos, Memphis, la casa de Elvis Presley, pero se deberán enfrentar a nuevas calañas de muertos vivientes, ellos sí que han evolucionado, además de contar con tiempo para encontrarse con otros sobrevivientes humanos de la hecatombe producida hace 10 años. En algún punto del recorrido empieza a sentirse cierta morosidad en el relato, principalmente en el desarrollo de personajes laterales que. por repetición de los recursos narrativos, tienden a pensarse como más de lo mismo y repetido, pero en el último tercio el filme repunta. Una realización que, si bien no agrega demasiado novedoso. entretiene, haciéndose fuerte en las mencionadas actuaciones y referenciando toda la producción, de manera constante, a los efectos especiales, y al diseño de sonido. incluyendo la banda sonora y al departamento de arte , en este rubro se destaca la dirección de fotografía. PD: Quédese hasta que terminan los créditos, no sé si es la apertura de una tercera entrega, pero vale la pena.
Los actores son todos geniales y tienen el coraje de tomarse esta tontería explícita y bien hecha con la seriedad de los grandes comediantes. Hace diez años, Zombieland fue un pequeño éxito y un gran film de culto. Era una comedia sobre el paso de la adolescencia a la adultez en medio de un apocalipsis zombie, que creaba cuatro personajes hermosos. Los cuatro vuelven y esta secuela se hace cargo de que pasó una década. También se hace cargo de que en esa década existe una película llamada “Zombieland” que se volvió de culto. Así que opta por algo divertido e inteligente: continuar con la broma, dejar que esos personajes vuelvan a acompañarnos, desnudar sus conflictos y llevarnos a un muestrario de muertos vivos que es metáfora de este mundo inmerso en la “idiocracia” que nos toca ver en todas partes. Los actores son todos geniales y tienen el coraje de tomarse esta tontería explícita y bien hecha con la seriedad de los grandes comediantes, y se nota que quieren mucho este mundo loco, surreal y cómico. Gran combinación de amabilidad y cabezas reventadas.
Reglas para sobrevivir a un apocalipsis zombie. Zombieland: Tiro de gracia (2019) es la secuela de Tierra de Zombies (Zombieland, 2009), una película de muertos vivientes que llamó la atención por mezclar eficazmente el gore con la comedia. En este caso vuelve a estar dirigida por Ruben Fleischer, y protagonizada por la ganadora del Oscar Emma Stone, Jesse Eisenberg, Woody Harrelson y Abigail Breslin, a los que se les suman Rosario Dawson, Zoey Deutch, Avan Jogia y Luke Wilson, entre otros. La película vuelve a utilizar el recurso narrativo de la voz en off del personaje de Columbus (Jesse Eisenberg), que rompe la cuarta pared explicándole al público cuáles son sus reglas para sobrevivir este apocalipsis zombi que a su vez vuelven a aparecer en pantalla como créditos. Y debe recorrer el interior de Estados Unidos junto a Tallahasse (Woody Harrelson) y Wichita (Emma Stone), para volver a reunirse con Little Rock (Abigail Besslin), quien se escapó con un Berkeley, un joven que quiere llevarla a una comunidad hippie llamada Babilonia. Si bien Zombieland: Tiro de gracia carece del factor sorpresa de su predecesora, funciona por el muy buen uso de su puesta en escena. Lo primero que vale la pena destacar es la combinación entre gore y comedia, cuya eficacia fue demostrada por Peter Jackson en la genial Braindead (1992), que acá vuelve a dar lugar al humor negro y situaciones escatológicas. Pero lo que realmente lo hace funcionar es que su director logra sacar provecho de la incompatibilidad de caracteres de cada uno de sus cuatro protagonistas, obligados a estar juntos para sobrevivir. Un párrafo aparte merece el diseño de producción, que se diferencia de su precuela al mostrarnos como el paso del tiempo destruyó aún más la civilización. Y es así como vemos una Casa Blanca abandonada donde se alojan nuestros protagonistas al comienzo, o las rutas destruidas con autos abandonados a los costados. Esto es fundamental, porque a diferencia de otras películas de zombis como Exterminio (28 Days Later…, 2002) y Exterminio 2 (28 Weeks Later, 2007), no hay un ejército que proteja a los humanos, con lo que el desamparo de estos es mucho mayor. En conclusión, Zombieland: Tiro de gracia es una película que funciona porque combina muy bien el gore con la comedia. Porque en lugar de focalizar en el drama de un mundo desolador, como se vio en muchas películas postapocalipticas, se centra en las relación de estos cuatro personajes opuestos obligados a estar juntos para sobrevivir a los que las circunstancias los terminan convirtiendo en héroes.
Hace diez años Fleischer dirigió, en una gran comedia, a Jesse Eisenberg (en pleno ascenso), Emma Stone (mucho antes de La La Land), Woody Harrelson y Abigail Breslin. Tierra de zombies (Zombieland) funcionó en ese subgénero de la comedia que introduce a los zombies, como también lo hicieron películas como Muertos de risa (Shaun of the Dead). En los últimos años se está dando un fenómeno en el cine mainstrean: que el público, las productoras, los estudios, “alguien” pide que aquello que tuvo éxito vuelva, ya sea como secuela o precuela u homenaje o algo. Pasa en las series de televisión también, como pudimos ver hace poco con el estreno de la fallida El camino, «recuperando» un personaje de Breaking Bad. La premisa de “si algo funcionó, volverlo a hacer con los mismos interpretes debería funcionar” es falaz. Zombieland: tiro de gracia es otro ejemplo de eso. De los hechos vividos en la primera película, esta secuela retoma la historia habiendo pasado algún tiempo (nunca se especifica cuánto, pero a la actriz Abigail Breslin es a quien más se le nota el paso de los diez años reales). En Zombieland: tiro de gracia el mayor logro, si se quiere llamar así, es el hecho de haber logrado juntar a los cuatro actores originales. Si bien a Harrelson y a Eisenberg se los ve muy cómodos en su regreso a Tallahassee y Columbus, respectivamente; Stone como Wichita y Breslin como Little Rock parecieran no estar disfrutando la vuelta. Vale la pena aclarar que quien escribe disfrutó mucho y encuentra muchos aciertos en la primera película y que, como suele suceder con muchas secuelas, esta no la creí necesaria. Tierra de zombies funcionaba como la historia de ese grupo que se encuentra de casualidad en un mundo distópico con un objetivo en particular. En Zombieland: tiro de gracia se ve lo forzado, funcionan algunos chistes y lo técnico es mucho mejor, lo cual en 2019 no es un logro si no requisito mínimo. En esta historia Little Rock se va porque necesita “encontrar su camino” y el resto del grupo deberá ir a salvarla. Zombieland: tiro de gracia no era necesaria, como tantas cosas que no lo son pero las pedimos o nos las ofrecen igual. No aburre, pero no aporta, no resta pero no suma en nada. Quizás lo mejor se ve en los créditos y eso ya dice mucho de ella como película.
10 años después de la primera película, el director Ruben Fleischer (Venom) logró volver a reunir al elenco principal compuesto por Woody Harrelson, Jesse Eisenberg, Abigail Breslin y Emma Stone para la tan esperada secuela. Escrita por Rhett Reese & Paul Wernick y Dave Callaham, “Zombieland: Double Tap” trae consigo un universo mejorado, donde los zombies evolucionaron de The Walking Dead a The Last Of Us y nuestros personajes deberán enfrentarse a una nueva aventura en la cual la acción, la comedia y el drama familiar no van a faltar. Siempre se suele decir que las secuelas son tan malas como innecesarias y que, en ocasiones, arruinan la calidad de su antecesora. Pero, por suerte para Ruben Fleischer, este no fue el caso. "Zombieland: Double Tap" nos vuelve a meter en un universo que podría funcionar como una parodia de The Walking Dead, donde la supervivencia en un mundo apocalíptico lleno de zombies se toma como un juego de Playstation regido por reglas para sobrevivir que mezclan lo coherente con lo absurdo. Esta nueva secuela es similar a su antecesora, pero con algunas variaciones. En su presentación, nos cuentan que los zombies evolucionaron (sorprendentemente más que Wichita, que 10 años después de estar con la misma persona le sigue teniendo miedo al compromiso) y que a estos nuevos especímenes los llaman T-800 y Homer, por Terminator y Homero Simpson. Luego, meten en la historia nuevos personajes secundarios que, aunque por momentos pueden parecer relleno, permiten que esta nueva trama avance y se desarrolle, siendo sus aportes necesarios para el desenlace final. Entre ellos, destaco a Madison, interpretada por Zoey Deutch, quien es el perfecto estereotipo gastado de rubia tonta, pero que funciona, porque la utilizan como recurso cómico al ser un personaje que queda fuera de contexto y es incapaz de adaptarse a él. Incluso depositan gran parte de la comedia del film en ella, quitándole minutos a Abigail Breslin (Little Rock), quien fue prácticamente dejada de lado, y a Emma Stone (Wichita) que tampoco pudo lucirse por su limitado tiempo en pantalla y el nulo desarrollo de su personaje. Y si de actuaciones hablamos, también hay que destacar, junto con Zoey, la interpretación de Jesse Eisenberg, que vuelve a realizar su interpretación de Columbus, el neurótico que aporta las reglas al film (y la voz en off). Tras 10 años de espera, con un guión simple pero entretenido, "Zombieland: Double Tap" es una secuela aceptable, que cuenta con más acción que humor e incluso un mayor nivel de calidad en cuanto a aspectos técnicos. A pesar de que la moda de los Zombies, en la cual nació su antecesora en el 2009, ya paso, lograron que funcione igual. Hay que tener en cuenta que la importancia de la trama es nula, y se nota que esto es adrede. Es una película para no prestar mucha atención. Recomendable para desconectar, reirte un poco y disfrutar del rato. Ah, y tiene una escena post creditos bastante larga y divertida. No se olviden de quedarse a verla. Por Estefanía Da Fonseca
Diez años después del estreno de la primera, llega la secuela de los asesinos de zombies. Con el mismo tono de comedia gore, y el mismo grupo central. Tallahasee (Woody Harrelson), Columbus (Jesse Eisenberg), Wichita (Emma Stone) y la joven Little Rock (Abigail Breslin). Los que siguen su camino, a través de la geografía de los Estados Unidos, matando zombies y guiándose por reglas de oro, que aparecen impresas en la pantalla, acerca de qué hacer y qué no debe hacerse nunca. Las cosas se complican cuando las mujeres deciden tomar otro camino. Y, luego, cuando la más joven conoce a un muchacho hippie y se va con él. Instalados en la Casa Blanca (!), irán a buscar a la pequeña hacia la comunidad hippie en la que no hay armas, una pésima idea en un mundo invadido por muertos vivientes. En el medio, habrá un paseo por Graceland, el palacio de Elvis, del que Tallahasee es fanático, y un encuentro con una mujer que guarda su memorabilia (Rosario Dawson). También, un subplot tan interesante como inquietante: una especie de zombies nuevos, más agresivos y veloces, a enfrentar. Mientras se suman algunos personajes simpáticos que suman a lo que conocemos y encontramos de nuevo en esta secuela: simpatía, gracia, sangre y gore. Todo en tono de comedia, por momentos muy divertida.
¿Cuántas películas más resistirá el subgénero “zombie” y una trama que incluye catástrofe posapocalíptica, virus fulminante y zombificante y un grupo heterogéneo de personajes unidos por la necesidad de sobrevivir? Esa es la primera pregunta que surge con “Zombieland 2”, una secuela que opaca el buen desempeño de la primera parte. Woody Harrelson y Emma Stone, como los aguerridos líderes del grupo salvan como pueden con sus buenas actuaciones las debilidades de un guión previsible, sin gracia y chistes flojos. La máxima ironía de los abundantes diálogos es la mención que hace Rosario Dawson sobre que Bill Murray es un zombie. El actor, que tiene una breve participación, vuelve a hacer de sí mismo y ratifica el chiste de Dawson con su habitual gesto impasible, muy similar a los que usó en “Perdidos en Tokio” o “Los Tenenbaum”. Abigail Breslin acompaña con esfuerzo su breve participación como adolescente rebelde y Jesse Eisenberg se hunde en la verborragia en el rol que completa la extraña pareja que forma con Harrelson. El filme es una sucesión de escenas repetidas en infinidad de películas con la misma temática. En este caso es una irreconocible Washington invadida por la maleza y la plaga zombie, con la única novedad de que ahora existe una generación de monstruos más letales y resistentes a los balazos.
Zombieland 2 es una secuela innecesaria y desactualizada Tallahassee, Columbus, Wichita y Little Rock están de regreso una década después, pero sus aventuras no parecen haber envejecido. Hace diez años, Ruben Fleischer hacía el salto a la pantalla grande con “Tierra de Zombies” (Zombieland, 2009), comedia de terror con pocas pretensiones, un presupuesto ajustado y un par de caras que empezaban a emerger en la constelación hollywoodense. Y sí, del cuarteto protagonista, el único con un currículum destacable era Woody Harrelson, el resto (Jesse Eisenberg, Emma Stone y Abigail Breslin) comenzaba a dar sus primeros pasos delante de la cámara, y un poco deben agradecerle a esta road movie recargada de muertos vivientes que recuperó su inversión con la recaudación de su primer fin de semana en los Estados Unidos. Hoy, una década después, el panorama es muy diferente, pero Tallahassee (Harrelson), Columbus (Eisenberg), Wichita (Stone) y Little Rock (Breslin) se vuelven a juntar para rememorar aquellos buenos viejos tiempos, expandir un poco más este universo e intentar seguir sobreviviendo al apocalipsis en plan de familia disfuncional. Por ahí pasa la excusa de este reencuentro, con un Fleischer que viene de romperla con “Venom” (2018) -al menos, en cuanto a números de taquilla- y varios de sus protagonistas oscarizados. No vamos a entrar en la discusión de cuán necesaria, o no, es esta secuela, pero a rasgos generales tiene poco que aportar a una historia que no se beneficia de dicha continuación, es más, le queda repetitiva y un tanto añeja, teniendo en cuenta que sus chistes expiraron mucho más de una década atrás. “Zombieland: Tiro de Gracia” (Zombieland: Double Tap, 2019) subsiste gracias a sus protagonistas y la química que se entabla entre ellos. También a las mejoradas escenas de acción (y al doble de presupuesto) y a alguna que otra simpática referencia. ¿Es posible hacer una película en 2019 sin guiños a la cultura pop? Lo dejamos para otro debate. El resto es un rejunte de chascarrillos gastados, creados a base de estereotipos aún más gastados, y un conjunto de nuevos personajes que entran y salen de escena sin mucho peso. No se dejen engañar por los adelantos, la historia que nos cuentan va por otro lado y la incursión de Nevada (Rosario Dawson), Albuquerque (Luke Wilson) y Flagstaff (Thomas Middleditch) se siente un poco deslucida y desaprovechada. “Zombieland: Tiro de Gracia” arranca sin dar muchas explicaciones de lo que estuvieron haciendo nuestros protagonistas durante estos diez años de apocalipsis zombie. El presente los encuentra haciendo rancho en la Casa Blanca -su nuevo hogar-, tratando de llevar una vida normal, en el caso de Wichita y Columbus, como parejita enamorada. La estabilidad no les dura mucho, y la joven Little Rock decide partir por su cuenta para encontrar su propio rumbo alejada de la sobreprotección de Tallahassee. Afuera, el mundo es un tanto distinto, ya que los muertos vivos fueron evolucionando, muchas veces, en criaturas más veloces, inteligentes y peligrosas. Este es el disparador para volver a salir a la ruta, vivir aventuras y situaciones alocadas. En el camino conocemos a Berkeley (Avan Jogia), un hippie pacifista que hace buenas migas con Little Rock, y a Madison (Zoey Deutch), cuya única misión es ser la ‘rubia tonta’ de la historia. Sí, en serio, y en cierto punto ya da un poco de vergüenza la explotación de un personaje salido de una comedia de la década del ochenta. Una familia muy normal Fleischer y sus guionistas -Dave Callaham, Rhett Reese y Paul Wernick- parecen más interesados en repetir la fórmula que ya les funcionó la primera vez y no tanto en expandir este universo que fue ganado adeptos con el tiempo, mucho después de su estreno cinematográfico. No cabe duda que esta nueva aventura está enfocada en esos leales seguidores que pueden captar hasta la más mínima referencia, pero también en los nuevos espectadores que llegan un poco despistados. Para ellos van las constantes repeticiones y sobre explicaciones que pronto se transforman en redundancia, más allá de que formen parte de un chiste constante. Al final, uno debería preguntarse (como muchas veces con estas secuelas tardías) qué ganamos los espectadores. Sí, “Zombieland: Tiro de Gracia” es entretenida y nos arranca algunas sonrisas desde el principio, pero va decayendo con el correr de los minutos, su humor soso y una narración cíclica que no nos lleva a ninguna parte. Lo mejor, como ya dijimos, termina siendo el cuarteto protagonista y una simpática escena post-créditos… y hasta este plus lo terminan estirando para raspar el tarro de un cameo muy esperado. Si “Zombieland” se benefició de éxitos ‘parecidos’ como “The Walking Daead”, esta secuela sufre del mismo desgaste que la serie/cómic de Robert Kirkman. Puede ser que la saturación de los comecerebros ya no llame nuestra atención y esto influya en la recepción de la historia, aunque en el caso de la aventura de Fleischer, las criaturas siempre fueron (y siguen siendo) una excusa para jugar con las relaciones entre los protagonistas. Lamentablemente, esto ya no nos alcanza y “Tiro de Gracia” cae en el olvido, incluso más rápido que ‘la muerte zombie de la semana’.
Manual de supervivencia Zombieland 2 cumple su promesa. La caza de zombis es generosa, y la descomposición de muertos vivos se aprecia en todo su esplendor. Los zombis ganaron la batalla: lograron tener vida eterna en la pantalla grande. Y es que el cine mismo, capaz de resucitar una y mil veces ante diversas crisis y competencias, es el primero en rechazar la muerte, resucitando incluso a cada estrella o extra que fue parte del plano. Buster Keaton no falleció en 1966. Cada vez que vemos El maquinista de La General, el cómico sale de su ataúd y retrocede en el tiempo hasta abandonar la palidez de su rostro. El cine es la única fórmula contra la muerte. Paradójicamente, el subgénero de zombis fue, es y sigue siendo una inyección de vitalidad para el séptimo arte. Una buena razón para salir de casa y asistir a una fiesta multitudinaria en la sala de cine. ¿Cuántas películas pueden hacerse sobre muertos vivos? Nunca las suficientes. Desde la película clase B inglesa The Plague of the Zombies (John Gilling, 1966) hasta la coreana Train to Busan (Yeon Sang-ho, 2016) han desfilado cientos de demacrados con distinto carácter y maquillaje. Muy lejos del origen vudú y la magia negra que propuso Victor Halperin en White Zombie, en 1932, George Romero inauguró el subgénero de zombis modernos en 1968 con La noche de los muertos vivientes. Pero en este caso la anomalía no es el monstruo. Es el humano. Una película que dibujaría con marcador indeleble el identikit del zombi, vivito y coleando cincuenta años después. Fue Romero quien invitó a los muertos vivos a comer carne humana, fragmentos de cuerpos que en realidad eran jamón asado cubierto de salsa de chocolate. Con la conducta caníbal nacía la cruda metáfora de los horrores de las sociedades modernas. Sin embargo, pese a que la gente creía que Romero hacía películas de zombis para hablar de política, él hacía películas políticas para hablar de zombis. Y como el cine mismo, jamás se cansó de los muertos vivos. Como en un vínculo de amor, el director descubrió en los zombis facultades que nadie veía: agilidad, inteligencia y hasta una cualidad emocional. El artista de FX Tom Savini fue el encargado de ponerle terror a los rostros de los muertos vivos a partir de Dawn of the Dead, basándose en todas las atrocidades que vio trabajando como fotógrafo de guerra en Vietnam. Romero y Savini abrieron el juego y nadie quiso quedarse afuera de la celebración caníbal. En las últimas décadas, los zombis ralentizaron su paso para robarnos una sonrisa (Shaun of the Dead, 2004), demostraron que saben de amor y conocen el espíritu rosa de las comedias románticas (Mi novio es un zombi, 2013), aprendieron a construir montañas con sus propios cuerpos desintegrados (Guerra Mundial Z, 2013), formaron parte de un ejército de tiburones capaces de volar (Sky Sharks, 2017). ¿Qué se puede decir a través de este subgénero que no se haya dicho? En 2005, Joe Dante hizo un episodio de la serie Masters of Horror llamado Homecoming. Recogiendo el guante de Romero, el director de Gremlins viste a los zombis de militares, o a los militares de zombis, para visibilizar la crueldad de la guerra y la política exterior norteamericana. Los soldados zombis despiertan para asistir a las elecciones generales, reclamando un derecho a voto post mortem. Un capítulo, o TV movie, bien político, que no dudaba en morder a los espectadores. Regla 3: Cuidado con los baños Es difícil encontrar la novedad en un subgénero tan transitado. Por eso el director estadounidense Ruben Fleischer convirtió esa limitación en la materia prima de su película estrenada en 2009, Zombieland (acá llamada Tierra de zombis), guionada por Rhett Reese y Paul Wernick. El cineasta de 45 años no buscaba originalidad sino todo lo contrario: jugar con nuestra memoria y los clichés del subgénero. Diez años después vuelve al ataque, fiel a los muertos vivos que deambulan por la escena. Zombieland: Tiro de gracia convoca a los mismos actores (Woody Harrelson, Jesse Eisenberg, Emma Stone, Abigail Breslin y una breve y explosiva aparición de Bill Murray que justifica el precio de la entrada) para mostrarnos cómo habitan juntos hoy la Casa Blanca. Mugrienta y destartalada, porque si ellos no limpian no lo hace nadie. La soledad es inminente. Pero los cuatro se tienen a sí mismos; lo quieran o no, ahora son una familia. ¿Elegida o aceptada a la fuerza? Esa pregunta es la que tendrán que responder a lo largo de esta secuela. Como en la primera película, Zombieland: Tiro de gracia hace del manual de supervivencia en un mundo post apocalíptico un sistema de reglas obsesivas. Un recurso visual (las letras rojas que invaden el plano hasta romperse en mil partes como la ventanilla de un auto) y narrativo le da pulso al relato, otorgándole a la repetición la esencia lúdica del juego Simon says. Regla 7: Viaja ligero Entre Zombieland 1 y 2, Fleischer dirigió a otros zombis, en especial a Drew Barrymore en Santa Clarita Diet, una serie que no habla de combatir al monstruo externo sino de aprender a convivir con el propio monstruo. Sin embargo, en el fondo, Santa Clarita Diet es una comedia de rematrimonio, y sobre todo de refamilia. La fatalidad los arrastra a tener que elegirse de nuevo, sorteando las incómodas circunstancias. Zombieland: Tiro de gracia toma prestado gran parte de ese conflicto cuando el club de la pelea se desarma, porque la necesidad de sobrevivir ya no es razón suficiente para mantenerse unidos bajo el mismo techo. El peso sentimental no es el fuerte de Fleischer, no hay espacio para la emoción en esta película. Al director y a sus guionistas (Dave Callaham, Rhett Reese y Paul Wernick) les importa el terreno de la risa. Incluso del subgénero de zombis como caricatura. Algunos chistes funcionan, otros mueren en el acto sin posibilidad de resucitar. Es la autoconsciencia que a veces se come su propio cuerpo. Como el personaje de Jesse Eisenberg leyendo un cómic de The Walking Dead. ¿Qué hay de nuevo en esta entrega? Los zombis han sido etiquetados: divididos en los Homero, los Hawking y los T-800, tan temidos como odiados por su capacidad de resistir los golpes. Las matanzas de Zombieland (1 y 2) se asemejan más a la imagen y la adrenalina de un Arcade de fines de los años 90 que a una película de Romero. En estas dos películas la aventura reemplaza al terror, los gags al discurso. Lo cierto es que no hay nada nuevo en esta secuela salvo la belleza heroica de Rosario Dawson, quien vive en la mansión de Elvis Presley y maneja un tractor mutante que asusta hasta los zombis T-800. ¿Es esta imagen una razón suficiente para ver la secuela de Zombieland? Sin ninguna duda. Regla 32: Disfruta las pequeñas cosas La regla 32 es la más valiosa de la lista infinita de Columbus (Jesse Eisenberg). Zombieland: Tiro de gracia cumple con su pequeña promesa: la caza de zombis es generosa. Y, lo más importante, los muertos vivos escupiendo sus sesos pueden apreciarse en todo su esplendor. No es para menos: el responsable del maquillaje es Tony Gardner, quien en 1990 transformó con dos pesos a un joven Liam Neeson en Darkman, con su rostro derretido por el fuego. Cada vez que un zombi explota uno puede imaginar a Gardner, junto a su equipo, disfrutando del espectáculo que él mismo creó. Zombieland es, en ese sentido, esa buena razón para salir de casa y asistir a una fiesta multitudinaria en la sala de cine. Gardner entiende que en una película de zombis la estrella no es Woody Harrelson, ni Jesse Eisenberg, ni siquiera Emma Stone. Los protagonistas son los muertos vivos, aunque nadie sepa quién está detrás de tanta resina. ¿Qué tienen de especial los zombis que nos atraen tanto? Es la posibilidad de enfrentar y ganarle a un pasado tortuoso que camina detrás nuestro. De sobrevivir a los monstruos que todavía nos tienen bajo amenaza.