Ok, terminó y voy directo al grano. A esta altura no sirve criticar ni la historia ni a Pattinson. Por el lado de la historia tiene muchos seguidores, se vendieron muchos libros y eso es lo que quieren ver en la pantalla. Pattinson mejoró mucho desde el arranque. O sea peor es técnicamente imposible que haya sido su trabajo en las que siguieron a la primera entrega. Además me dio la sensación que lo expusieron menos y no le buscaron las caras de bebé constipado de la primera. Y en esta última el muchacho está discreto. Asi que voy a la película. Sin lugar a dudas creo que esta última entrega es la más floja en la producción de todas las vistas. Es increíble que la hayan hecho con una calidad tan mediocre. Desde el arranque vas a ver carreras por el bosque que por poco se ve la “pantalla verde” detrás. No es “mágico” ni un estilo de nada. Es trucho. Los efectos usados en esa parte son truchos. No hay vuelta atrás. No es una “belleza exótica”. Es feo lo que hicieron. El bebé digital es una atrocidad. No puedo creer que en el siglo XXI alguien ponga digitalmente algo así en una película con tanto presupuesto. A ver… venimos de una saga que no se lució con muchos actores ¿y pretendés que un bebe de verdad sea buen actor? Poné un bebé y que salga lo que salga! Luego siguen con el crecimiendo de la nena y le meten gestos digitales… para eso hubieran arrancado con Pattinson en la primera! Ya están jugados señores, ¿qué pretendieron hacer? Por suerte en un momento cortan con la "animación" de la hija y es de carne y hueso. El desarrollo de la primera hora realmente es aburrido. Charlando con fans de la saga que la vieron conmigo en una presentación me contaron que igual le sacaron mucho. Menos mal pienso ahora. Porque sin conocer este último libro da la sensación de estiramiento de muchas cosas sin sentido. Y todo edulcorado con los efectos y fondos truchos. Y el director junto con el que adaptó el guión queda en offside muchas veces. Tiene muchas escenas que pueden servir para Scary Movie 6 y 9 directamente. Por suerte para el final hay una gran escena, que me contaron estos mismos fans que es un injerto o una gran “libre interpretación” de lo que decía el libro. Menos mal!! Porque eso la salva a la película como desarrollo en si para un público general. Tiene la falla igual de planos, donde los fans se mataron de risa cuando ves que son un montón y el director pone una imagen a la distancia y parece que son 2 contra 2… O como se hizo te hace recordad a Corazón valiente y pensás que en cualquier momento llega Mel Gibson en pollera y a caballo. Los temas que fueron un punto a favor de las anteriores, acá no se luce. Solo el tema del final es acorde a la película. El resto nada. Este segunda parte de Amanecer y final de la saga Crespúsculo no brinda sorpresas y es más de lo mismo obviamente. Pero como producción sin lugar a dudas es la más floja de todas. Porque la primera no tuvo presupuesto y estaba bien para un inicio de algo que no se sabía sería tran grande de taquilla y seguidores. Pero con esta ya tenian todo el dinero posible y un gran equipo de producción. Y ahí es donde falla esta última entrega. En no valorar a su público, a los espectadores. Les dieron una última parte mal elaborada. Y por respeto a ellos, le podrían haber puesto un poco más de garra… de estos hombres lobo con bronceador de cama solar... pero garra al fin.
Un amor para siempre Y llegó la esperada segunda parte del final de la saga Crepúsculo, basada en la novela de Stephenie Meyer, donde se da a conocer el fruto del amor entre Edward Cullen (Robert Pattinson) y Bella Swan (Kristen Stewart). Ellos consumaron su relación en la Isla Esme y en consecuencia, Bella se transforma en una salvaje "woman" y la beba Renesmee (que poca acción suma a la historia) crece rápidamente. Renesmee, "mitad humana y mitad vampiro" cuenta con otros dones y será la bisagra entre los lobos amigos de Jacob (Taylor Lautner) y las "craituras de la noche" amigas de Edward, en contra de las fuerzas oscuras de Aro (Michael Sheen). La leyenda cuenta que la niña podría ser una amenaza para la raza bebedora de sangre. El relato evidencia una historia melosa al comienzo (con exceso de fundidos encadenados), donde todo es color de rosa, y los jóvenes vampiros viven acomodadamente en la casa del bosque (claro está, sin trabajo ni ocupaciones) y sin ningún tipo de conflictos. Incluso la rivalidad entre Edward y Jacob se mantiene de manera pacífica. El final entrega la mayor dosis de acción (y la mejor) en los fríos escenarios de la montaña, y con más creatividad que en las entregas anteriores. La inclusión de personajes nuevos podrían haber sumado mucho más a la historia, pero muchos no fueron aprovechados. Amanecer es, en la medida justa, lo que se esperaba: un film donde los fanáticos de Crepúsculo podrán disfrutar y soñar con el amor para siempre. Un digno broche que tendrá legiones de espectadores.
Y vivieron felices por siempre... Tras la función de prensa matutina en el Village Recoleta -que compartimos como en entregas anteriores con adolescentes que integran el club de fans local de la saga-, twitteaba sobre las sensaciones tan opuestas que puede generar una serie de películas como esta: para esos chicos que estaban unas filas adelante se había cerrado una etapa fundamental de sus vidas; para un crítico como yo, que vio estoicamente en cine los cinco episodios de la franquicia, es apenas una anécdota, una etapa más de una larga carrera profesional pletórica de sagas que pasarán al olvido (o casi). No quiero sonar cínico, canchero, superado frente a una propuesta que hasta mi hija de 9 años me pide ver (y que lleva recaudados 2.500 millones de dólares en todo el mundo). Los problemas, limitaciones y conservadurismos varios de la saga Crepúsculo los conocemos de memoria quienes tenemos una mirada -digamos- desapasionada o distante del fenómeno. Tampoco tiene demasiado sentido comparar entre tal o cual entrega (me sigo quedando con Eclipse, de David Slade, y con la primera parte de la entrega final también dirigida por Bill Condon), pero aquí estamos: para ofrecer unas pinceladas de esta última película e intentar, esbozar una (re)lectura a modo de balance. Más allá de que con el correr de la saga las historias se tornaron más sexuales y sangrientas (aquí abundan las deapitaciones) respecto de su mojigato arranque, Amanecer - Parte 2 apela como nunca a una perimida estética publicitaria (de esa bien grasa y sin un uso irónico) y tiene una de las peores musicalizaciones de la historia del cine. No es que uno pretenda que luego de cinco films la cosa se vuela sofisticada e intelectual, pero en el terreno estético y narrativo Condon retrocede un par de casilleros. Claro que esas carencias se ven compensadas -para los fans, por supuesto- con el inevitable pico de intensidad que todo cierre de una saga como esta genera. Y, más allá de la batalla final con los malvados Volturis y del happy ending tranquilizador, el desenlace seguramente convencerá y emocionará a los fans. En este sentido, está bien pensada la secuencia de créditos de cierre en la que todos los actores de la saga se van presentando cual despedida de una compañía de teatro que agradece la fidelidad de su público. Contar de qué va esta quinta película no tiene mucho sentido (los que siguen la saga ya lo saben y los que no, difícilmente se sumen ahora), pero tenemos a Bella (Kristen Stewart) ya convertida en vampira -y con una fuerza inusitada- y en madre de una niña que crece a toda velocidad. Precisamente, la pequeña Renesme se ubica en el centro de la escena, ya que los Volturi quieren matarla (según ellos, podría ser una amenaza para el futuro de la especie), mientras que los Cullen liderados por Edward (Robert Pattinson), sus amigos de todo el mundo y, sí, los lobos comandados por Jacob (Taylor Lautner) se unen para defenderla. Hay un par de escenas de sexo (también publicitarias), la apuntada batalla, un armado de familia no tradicional (de a cuatro) y una coda que sirve de resumen de las cinco entregas. Nada demasiado sorprendente, aunque nada demasiado indignante (¡salvo las horribles baladas omnipresentes!). Con esa medianía calculada que fue -con sus pequeños altibajos- la constante de la saga. Si de cine no hubo mucho, la explicación de semejante suceso literario y en imágenes habrá que buscarlo por otro lado: por el boom de lo vampírico, por las nuevas formas del sexo adolescente (sobre todo femenino), por la astucia de los capos del marketing que supieron cómo enganchar durante 606 minutos a tantos niños, adolescentes y jóvenes de todos los rincones del planeta. Un misterio cultural y sociológico que yo no estoy en condiciones de entender ni mucho menos de explicar.
VideoComentario (ver link).
sta es la última entrega de una saga multimillonaria y el argumento (o la falta de él) está planteado desde hace tiempo. Pero aún así es que la que más floja me ha parecido de todas, lo cual me decepciona porque fui seguidora de todas las entregas y los libros. (Lo confesé y todo) Después de que la entrega anterior nos dejara al vilo para poder ver a Bella vampiresa, esta vez no empieza con ella narrando como solía ser. Los bosques aparecen petrificados a los pies de la cámara sin introducirnos al problema de Bella en ese momento. OK, puede ser porque esté muerta pero hubo un quiebre innecesario ahí. También me sorprendieron los títulos que abandonaron la forma que tenían siempre de evocar el fenómeno (Crepúsculo, Luna Nueva, Eclipse) del que hablaban. Me imaginaba algo mucho más sangriento y pasional en esa introducción que fue nada. Y la secuencia de títulos dura como tres minutos... En este caso Edward y Bella (felizmente casados), tienen que defender a su hijita de la furia de los Volturi y en realidad proteger a su clan porque se convirtieron en una amenaza para esta suerte de “realeza” de los vampiros. Pero no termina de quedar ese sabor a enfrentamiento si el resto de los de su clase no son convencidos para tomar uno u otro lado. La película se convierte, así, en un desfile de vampiros muy simpáticos, pero que dan lo mismo que nada. No se sabe mucho de sus vidas, da lo mismo cómo los reclutan o cómo los conocen. Y esto dura una hora más o menos… Por otro lado, los efectos especiales utilizados en Reneesme cuando es beba son paupérrimos. Parecen literalmente cortados y pegados de otro lugar. Teniendo la posibilidad de poner una beba preciosa e intentar hacerlo realista, ¿Tenían que irse a ese extremo? Y esto, desgraciadamente, aparece unos diez minutos en pantalla… Me faltó Charlie en esta entrega. El personaje del padre de Bella es uno de mis favoritos pero queda desdibujado absolutamente. Casi parece como si lo hubieran solucionado de un plumazo por falta de presupuesto. Y eso que tiempo le sobra por todos lados a la película. Como si eso fuera poco (y lo cuento para que no esperen escena post credits) los créditos finales estilo obituario con la “canción de cuna de Bella” son espantosos. De verdad. Y duran como seis minutos más. Y la gente de la sala no te prende las luces. Pero el drama está presente y promete mejorar…pero no cumple. Y esto dura las dos horas y pico de la película. En cuanto a las actuaciones, si bien son empalagosos para el resto de los seres humanos, no se puede negar la química de la pareja principal y la belleza de ambos. Remarco al vampiro Garret y a Benjamín que fueron los más simpáticos de los miles que circularon por pantalla. Michael Sheen como Aro, como siempre soberbio (uno de esos actores que no me canso de ver) y creo que hay pocos personajes a los que le deseé una muerte tan dolorosa como a la Jane que construye Dakota Fanning. Sostengo que mucha de la falla está en la adaptación. No importa que esté basada en una novela porque nada obliga a que sea literal el paso de un soporte a otro, me parece que desaprovecharon contar historias, desarrollar personajes, hacerla intensamente más dramática y alargaron escenas que no tenían sentido. Casi la viví en tiempo real. Es muy probable que esto sea porque fue Stephanie Meyer la que la produjo. Se enamoró de su forma de ver su mundo y no pudo despegarse. Sé que la película va a ser un éxito no importa lo que yo escriba de ella, pero quiero ser justa y seria con la crítica como siempre lo he sido. Los vampiros no envejecen, pero yo sentí que tenía 80 cuando salí. Eterna. Y no pasa nada.
¡El / al fin! Al releer gran parte de mis notas publicadas en este medio, noto que consecutivamente realizo una distinción entre films bajo el término “producto” cuando quiero explicitar como una característica quizás algo negativa a lo que cinematográficamente me resulta la visión de aquellos largometrajes dentro de los cuales las ideas son escasas, las resoluciones vagas, los méritos empobrecidos. Hoy en día todo el arte es un producto, más aun cuando en la categorización cinematográfica debe cumplir con la ocupación de butacas para lograr uno de sus merecidos: ser visto, llegar a una audiencia, tarea por demás difícil en muchos casos...
Tú y yo somos dos adolescentes, que se aman Llega a su fin la saga Crepúsculo de la mano de Amanecer - Parte 2, luego de que la entrega inicial de la misma dejara abierta una "alta" expectativa sobre el cierre de una de las franquicias más exitosas de los últimos tiempos. Contar de qué va la historia me parece un poco al divino botón, pero para los que vayan al cine algo desprevenidos les contaré que este film tendrá como trama el enfrentamiento de los Cullen y sus clanes aliados contra los Vulturi, la antigua y poderosa familia de vampiros, que se desata debido a un malentendido con el nacimiento de Renesmee. A ver, si bien no considero a la saga Crepúsculo en su totalidad como un desastre cinematográfico, creo que esta última parte de la franquicia es un paso atrás en relación a Eclipse y principalmente Amanecer - Parte 1. Ojo, no voy a citar en esta crítica la solemnidad, la histeria, el conservadurismo, los momentos timoratos y otras obvias cuestiones ya vienen atachadas a las películas de Crepúsculo, debido a que considero que si alguien va a ver una de estas cintas sabe a lo que se enfrenta. Más allá de esa observación y dejando de lado esas salvedades, Amanecer - Parte 2 no logra desarrollar y aprovechar ese buen final que tuvo su predecesora, principalmente por la brusquedad narrativa y las pocas ideas que presenta su director Bill Condon. O sea, Amanecer - Parte 2 presenta muy pocos hallazgos entretenidos a lo largo de sus casi dos horas que "justifiquen" su división. Es como si todos los cartuchos los hubiesen gastado en la primera entrega, apostando solamente para la edición final a la "épica" pelea de los Cullen contra los Vulturis. Tranquilamente podrían haberle sumado lo más rescatable de esta última entrega a la anterior y hubiese quedado un producto mucho más redondo, aunque obviamente menos suculento en su recaudación. Sólo condimentan el film (con mejores y peores resultados) un puñado de grasulientas escenas con estética publicitaria, varias secuencias digitales hechas con bastante artificio y algunos que otros momentos cómicos con la falta de dominio de los nuevos poderes de Bella. Ah, el efectivo final con Bella y Edward en la pradera que es utilizado como un rápido repaso por las cinco entregas y la secuencia de créditos protagonizados por la mayoría de los protagonistas de la saga merecen destacarse por aprovechar de buena manera el consumado final. Seguramente varias muchachas serán las que suspiren/griten ante las apariciones de Jasper, Mike y muchos otros que fueron quedando en el camino de las nuevas ediciones. Hay una cuestión dentro de la saga que es incuestionable y la misma es que incluso llevando a cuestas sus propias falencias y complejos ha conseguido traducir de manera efectiva una historia de amor que a lo largo de las cuatro películas ha evolucionado tornándose irrefrenable, palpable, sensible y hasta por momentos conmovedora. Dentro de Amanecer - Parte 2 encontraremos que Robert Pattinson continúa en su franco ascenso hacía el absoluto estrellato y Taylor Lautner consigue que por momentos se le caigan algunos que otros gestos, mientras que Kristen Stewart sigue expandiendo su belleza hacía fronteras inalcanzables. Stewart puede no tener un amplio repertorio actoral, pero hay detrás de ella una mirada angelical que suplanta todas las falencias que pueda tener como actriz. Ojo, no todo es color de rosa en el paliducho reparto, debido a que dentro del elenco secundario hay un par de "actores" que son de madera terciada y aún sigo sin entender como un muy buen actor como Michael Sheen permitió que le pongan esa peluca que no sólo provoca un daño irreparable en la vista sino que además trae a la memoria a los mejores quinchos que ha inmortalizado el querido Nicolas Cage. Amanecer - Parte 2 cierra de manera regular una de las sagas más exitosas de los últimos años. Muchos/as se quedarán con el recuerdo de sus principales falencias, mientras que otros/as encontrarán en el incontenible y prohibido amor adolescente las fuerzas para recordarla con el paso del tiempo.
Todo concluye al fin, por fin Termina la saga Crepúsculo, esa serie de películas que logró cambiar la imagen pública y tradicional del vampiro. Stephenie Meyer, la escritora de los libros en los que se basan los filmes, despojó a los vampiros de sus colmillos y su aura erótica, les cambió la dieta por una casi vegetariana, hizo de la condición de estas criaturas algo más cercano a un superhéroe que a una maldición, y de la inmortalidad algo placentero en lugar de una condena. En esta entrega, que es la segunda parte del cuarto libro, Bella (Kristen Stewart) descubre sus poderes tras haber sido convertida en vampiro por su amado Edward en el episodio anterior, como única medida para salvar su vida. Todo el clan Cullen está muy feliz, incluso sus tradicionales enemigos, los hombres lobo, con Jacob (Taylor Lautner) a la cabeza comparten esa felicidad que trajo Renesmee, la hija de Bella y Edward (Robert Pattinson). Sin embargo aún hay peligro, ya que los Vulturi, el clan tradicional, creen que la niña es producto de un crimen y deciden eliminar a los Cullen por su supuesta falta. No hay mucho más en lo que al argumento respecta; en cuanto a las actuaciones, Kristen Stewart no logra -como siempre- imprimirle emoción a su personaje, no importa cuál sea la situación que atraviese. Algo similar sucede con Pattinson, por alguna extraña razón uno de los actores jóvenes más solicitados actualmente. En cuanto a Lautner, es el tercero en discordia menos conmovido de la historia del cine. Incluso la talentosa Dakota Fanning pasa inadvertida. El único que sale airoso es Michael Sheen, que interpreta a Aro, el líder de los Vulturi. Con momentos dignos de culebrón, situaciones que bordean lo irrisorio, y efectos especiales demasiado burdos, como el uso del sonido para mostrar la fuerza sobrehumana que ahora tiene Bella, y que la imagen no puede transmitir, el único valor de esta película es ser el cierre de esta exitosa y marketinera saga. Lejos quedaron los tiempos de los vampiros sufridos, condenados a la noche y a la eternidad; ahora se imponen estos, seres abúlicos que dan la impresión de haber pasado apenas una mala noche.
Lo primero es la familia Con Amanecer (Parte 2) (Breaking Dawn Part 2, 2012) llega el desenlace de la saga Crepúsculo que se aleja definitivamente de las idas y venidas amorosas de sus protagonistas para centrarse en las luchas entre clanes y dar lugar a la batalla final, con un giro inesperado. La acción comienza horas después de los sucesos de Amanecer (Parte 1). Bella (Kristen Stewart) despierta y renace como vampiro gracias a que Edward (Robert Pattinson) la ha salvado en el último momento. Ahora debe controlar su sed de sangre antes de conocer a su hija Renesmee y cometer filicidio. En plena caza descubre un mundo nuevo lleno de colores y sensaciones que hasta ahora desconocía. De vuelta en casa de los Cullen se encuentra con Jacob (Taylor Lautner) y enfurece cuando este le cuente que se ha “imprimado” en su hija. Pero los problemas serios comienzan cuando una vampira de la familia denuncie ante los Volturi el hecho de que Edward y Bella hayan engendrado una hija supuestamente inmortal. Ahora la acción se desplazará a todo el mundo cuando la familia Cullen busque testigos que convenzan a los Volturi de que la niña no representa una amenaza. Y aquí, Amanecer (Parte 2) nos recuerda la búsqueda de X-Men: Primera Generación (X-Men: First Class, 2011) lo que hace al relato más dinámico y ameno. Cada vampiro que va alistándose tiene unos poderes especiales que terminarán siendo útiles en el enfrentamiento final pero que en la preparación de la pelea servirá como un elemento unificador entre seres de todas partes del globo. La dirección cayó nuevamente en manos de Bill Condon, el director de la primera parte. Y tal vez este haya sido el mejor acierto de los productores. El ganador de un Oscar por el guión de Dioses y monstruos (God and Monsters, 1998) logró que la saga diera una vuelta de página, se aleje un poco de los conflictos amorosos entre sus protagonistas y que se convirtiera en algo más. Asimismo, la fotografía que vuelve a estar a cargo del mexicano Guillermo Navarro, también ganador del Oscar por su trabajo en El Laberinto del Fauno (2006) logra un trabajo que puede apreciarse y disfrutarse, especialmente en la secuencia de la primera caza de Bella. En el incesante desfile de caras nuevas sobresale Lee Pace (Pushing Daisies, 2007) y repite la argentina Mía Maestro con una participación más destacada que en el film anterior. Pero el que realmente sobresale es Michael Sheen como el jefe de los Volturi. Y si bien la trama es sencilla no deja de ser una película que por momentos se disfruta por su humor y por las escenas de acción del final que a último momento guardan una sorpresa que causará alivio. En conclusión, Amanecer (Parte 2) es un cierre correcto para una saga que cautivó a miles de adolescentes alrededor del mundo. Con una cuota de acción, pero sin dejar de lado el costado romántico con una banda de sonido sensiblera, dejará contentos a los fanáticos de los libros y conformes a aquellos que se acercaron para ver de qué se trataba el fenómeno Crepúsculo.
Hay dos caminos que te llevan a ver una propuesta como esta. Puede que seas un fan de esta saga o un amante de las películas malas que divierten. La saga literaria Crepúsculo es probablemente una de las peores historias que se han escrito en el género fantástico en la última década, donde los principios ultraconservadores de su autora hicieron que “Mujercitas”, de Louise May Alcott, hoy en pleno siglo 21 tenga una visión mucho más progresista de la mujer. La verdad que como fan de Hard Rock Zombies y Black Gestapo no podía dejar pasar esta gran obra del cine clase Z disfrazada de super producción hollywoondense. Pocos filmes en los últimos años lograron sacarme tantas carcajadas como las entregas anteriores de esta historia. ¿En que otra película vas a encontrar hombres lobos que lucen como strippers y pseudo vampiros que parecen muñecos de cera y se van de luna de miel a Brasil? Nos estamos refiriendo a una historia donde el vampiro principal se niega a morder la garganta de su amada hasta que no estén casados. Alabados sean los mormones en este mundo! Ver este tipo de cosas es algo que no tiene precio y esas situaciones ni siquiera las encontrás en la película más bizarra de Roger Corman. Amanecer parte 2 si bien tiene menos escenas desopilantes que las entregas anteriores sigue calificando como uno de los grandes placeres culposos del cine. Una saga que ya quedó en la historia por haber reunido en una misma trama a la mayor cantidad de actores mediocres del cine hollywoodense. Salvo por Michael Sheen, Dakota Fanning y Billy Burke (Charlie) que son artistas en serio que tienen un talento genuino para actuar, el resto son realmente horrendos. Sin embargo, las malas actuaciones no son el problema de este estreno. El gran inconveniente de Amanecer parte 2 y el motivo principal que justifica mi calificación es que desde la realización es un film espantoso. Olvidate de Robert Pattinson, la soporífera Kristen Stewart y los libros mediocres de Stephenie Meyer. Como producción cinematográfica esto es decadente. Es una vergüenza que una película de Hollywood que costó 131 millones de dólares tenga los efectos visuales de un típico film clase Z de Lorenzo Lamas. Es más, uno de los últimos trabajos de Lorenzo, Megashark Vs. Giant Octopus tiene escenas con efectos digitales mucho más dignas que esta película y no es un chiste. Hay algunos momentos en esta producción, como el que Bella Swan sale a cazar por primera vez, que resultaron realmente patéticos y los efectos especiales son de una pobreza impactante. La batalla final entre los “vampiros”, que incluyeron para ponerle un poco más de onda a un conflicto aburridísimo, contiene escenas absolutamente berretas donde el trabajo con la animación computada es muy mediocre. Los movimientos y transformación de los lobos, por ejemplo, son completamente truchos y también se ven como dibujos animados artificiales. Hoy en día tenés videos juegos donde los gráficos tienen un realismo mayor al que vas a encontrar en varias escenas de esta película. Por eso esta producción es una vergüenza que subestima la inteligencia de sus fans. Les ofrecen basura mal hecha total lo van a consumir igual y no les importa. En la primera película de Crepúsculo, más allá de lo que te pueda parecer la historia, estos aspectos estaban más cuidados. Amanecer parte 2 que es la más cara de la saga increíblemente resultó todo lo contrario y desde lo cinematográfico es una película muy mala. La batalla final es una de las peores secuencias de acción que se hicieron en los últimos años. Después tenés una musicalización paupérrima que carece de todo tipo de criterio. Canciones que suenan en la historia sin sentido más que para justificar la venta de una banda de sonido. Esas son la cuestiones berretas que tienen estas películas. Dividir esta trama en dos partes es casi criminal y no tiene otro motivo que el de recaudar más plata porque el conflicto se podía contar en un solo film. Hasta el final en que se enfrentan los clanes de freaks que inventó la autora de estos libros (los vampiros son otra cosa) la verdad que no pasa nada relevante, salvo por las escenas románticas que parecen escritas por los guionistas de una telenovela de Thalía. Lo positivo es que por lo menos la película tiene varios momentos que te roban una carcajada. La llegada de los testigos de Brasil en el clímax del conflicto y el montaje final que recuerda toda la saga y parece un video de una fiesta de egresados de quinto año son momentos gloriosos. En fin, terminó Crepúsculo. Adiós a un ìcono del cine cutre que divierte. Forever.
El fin de la saga vampiteen Finalmente y ante la histeria reinante entre sus seguidores en todo el mundo, la saga Crepúsculo ha llegado a su fin en la pantalla grande y por más cómodo que resulte pegarle y aniquilar con disección de cirujano a este engendro cinematográfico es necesario también ver las particularidades que este producto nos presenta. La saga posee un público fiel que va al encuentro sabiendo lo que va a consumir, recordando los diálogos casi de memoria y esperando ver cómo fue adaptada la obra literaria a la gran pantalla (en este caso nuevamente por el director Bill Condon). Sobre esa base, el verdadero desafío para el realizador es principalmente narrar con maestría, gusto estético y oficio. La historia en este caso continúa a su predecesora y nos cuenta la transformación de la joven Bella en un vampiro neófito con poderes sobrenaturales y tal vez aquí también comience la mayor falla de la historia: su falta de desarrollo. El fan de la saga ha esperado este momento por años. Bella lo deseó; Jacob lo temió y Edward trató de evitarlo. La conversión de la adolescente en vampiro y sus primeros pasos como tal eran un evento importantísimo para el desarrollo de la historia. Sin embargo, es mostrado con una superficialidad que impresiona: la pulsión por la sangre y su saciedad son apenas repasados en el film. Luego, todo será armonía, Bella junto con su marido y su nueva bebe (Renesmee) conforman una feliz familia, donde Jacob ocupa un papel importante dado que se ha imprimado en la hija de ambos (desapareciendo así también el triangulo amoroso entre Bella - Edward - Jacob). Otro elemento de difícil desarrollo desde lo visual era precisamente la personificación de Renesmee, la niña que es un hibrido entre vampiro y ser humano, posee expresiones faciales que no son propias a la edad cronológica. Justamente por eso la escritora tenía serios reparos en la posibilidad que la realización cinematográfica de un bebé por ordenador fuera creíble. Su preocupación no era antojadiza porque basta con ver el resultado final que es pésimo. La base del conflicto en esta última entrega detona cuando llega a los oídos de los Vulturi (ese antiquísimo cuerpo colegiado de vampiros erigidos en una especie de corte suprema, tracción a sangre) la existencia de una supuesta niña inmortal, lo cual está terminantemente prohibido por lo que se movilizan hasta donde habitan los Cullen para dar muerte a la pequeña y castigar a sus irresponsables progenitores. Así, la única solución posible para la subsistencia de la niña será el recoger testimonios de diversos vampiros del mundo que puedan dar fe sobre el carácter hibrido de la niña y de esta manera evitar la matanza. En eso constará la aventura –por así decirlo- de esta entrega final, sazonada con escenas de sexo, claramente morigeradas por el espíritu mormón de su creadora que harán preferir a los fans aquellas épocas de no consumación carnal que otrora atravesaban los protagonistas en las anteriores entregas de la saga. Tal vez esta última entrega sea la más decepcionante de todas porque no cuenta con la fuerza motora de las anteriores: el anhelo, el palpitante deseo insatisfecho que caracteriza a la adolescencia, el eterno impulso que se retroalimenta en su propia no concreción. No esperábamos mucho más de unos vampiros que son seres sociales, que viven de día, concurren a la prepa y tienen el suficiente control como para no morder a ningún humano, pero aún así creo que el fan promedio se merecía un producto cinematográfico mucho más digno que éste. Los vampiros que toman sangre con sorbete han cerrado su saga, y como producto cinematográfico poco han dejado, sin embargo como suceso sociológico nos debe llamar a la reflexión para preguntarnos cómo un interesante planteo de marketing puede convertir a un producto destinado al fracaso en un boom de ventas tanto literaria como cinematográfica.
Luego de cuatro películas de fluctuante calidad, una de las sagas adolescentes más populares de los últimos años llega a su fin, y en Breaking Dawn: Part II la historia de Bella y Edward ofrece una conclusión vergonzante y carente de afecto, tan fría como los propios vampiros de la saga. Cada minuto de las agonizantes dos horas que dura la película se encargan de dinamitar todo lo logrado por los anteriores directores con mayor o menor pericia. Este desenlace carece de enfoque y casi todos los puntos negativos son imposibles de soslayar. Siendo la entrega con mayor presupuesto de todas, es la que peor luce técnicamente, no hablemos ya de vampiros brillantes u hombres lobo de cartón, sino de la cantidad apabullante de malos efectos especiales que se suceden, los más concentrados en la progenie de la parejita del momento, un horror insubsanable que se ve y se siente atroz. Realmente en el único punto que podría marcar una diferencia considerable, hicieron agua brutalmente. Ya lejos quedaron las épocas en las que se discutían las habilidades de interpretación de Kristen Stewart, Robert Pattinson y Taylor Lautner: todos son paupérrimos y juegan una carrera a ver quién dice más parlamentos de la manera más vacua y gélida. No hay calidez en sus papeles y todo lo que sale de sus bocas suena superficial e irrelevante. Del resto, no hablemos, o mejor si: grandes talentos como Dakota Fanning y Michael Sheen están absolutamente desperdiciados, siendo ella la gran perdedora con una sola línea en todo el film, y él empujado a una especie de Sombrerero Loco pálido. Entré a la sala esperando un final predecible, almibarado y cliché. Durante más de hora y media de metraje, mis expectativas iban en línea con ese final que tenía en mente, pero por alguna de esas casualidades de la vida la guionista Melissa Rosemberg y el director por segunda vez en la saga Bill Condon intentaron innovar y mejorar el aburrido y nada explosivo final del libro con una escena totalmente inventada. En cierto momento creí que lo lograrían, realmente tuve genuina emoción al pensar que, después de todo, se habían superado y alcanzado lo que nunca supuse que lograrían. Incluso la palabra redención se me pasó por la mente. Cinco minutos después un baldazo de agua fría fue lo que sentí. El insulto final, la última carcajada al espectador que pensaba que la saga podría despedirse de la mejor manera posible, teniendo en cuenta el viaje. Breaking Dawn: Part 2 va a reventar taquillas y las seguidoras morirán de emoción con la última aventura de sus personajes favoritos, pero más allá del fanatismo exacerbado, no hay ningún atisbo de esperanza que redima a la saga. Ninguno. Twilight ha muerto, para siempre. Dios existe, tal parece.
Yo fui hecho para amarte El final de la saga de “Crepúsculo” dejará más que satisfechos a los fans. La saga Crepúsculo , ya en las cuatro novelas de Stephenie Meyer (igual que con Harry Potter , el último libro se dividió en dos películas para recaudar el doble), plantea una diferencia desde las entrañas, bien sanguínea, con el mito vampírico. Los chupasangres de antaño ahora son galanes adolescentes. Los jóvenes son todos lindos y la trama romántica siempre estuvo por delante de todo. Del despertar sexual, de la relación paterno filial, de los vínculos de la amistad y de la diferencia de clases. El miedo a lo desconocido siempre estuvo grabado en la saga. Un balance de Crepúsculo nos llevaría a observar cómo el personaje de Bella (Kristen Stewart) fue transmutando desde aquella tímida adolescente a esta mujer que, cuatro películas después le dice a su amado Edward Cullen (Robert Pattinson) lo que él más quería escuchar: “Yo nací para ser vampira”. Y sí, tienen la misma temperatura... Así, esta Parte 2 de Amanecer es, si se quiere, más de lo mismo -Taylor Lautner, el lobo, debe sacarse la camisa por contrato-, pero con dos segmentos bien diferenciados. Como arranca donde terminó la primera parte, comienza con el reacomodamiento de Bella Swan (que renace como indica su apellido como un cisne, ahora vuelta vampira) descubriendo su velocidad, su fuerza y sus ojitos rojos. La segunda ya nos lleva de lleno al desenlace de la saga que se veía venir: el combate final entre los Cullen y los Volturi. Con más parsimonia y menos truculencia -aunque haya varias decapitaciones sin sangre-, el director Bill Condon (el de Dioses y monstruos y Amanecer Parte 1 ) narra cómo otros vampiros buenos se acercan y apoyan a Bella y Edward, cuya hija Renesmee crece a pasos agigantados (su carita digital de bebé recuerda a los efectos de Benjamin Button) y, no habiendo sido mordida, es mitad vampira mitad humana. Los Volturi la creen una amenaza para la especie (de inmortales) y de ahí a la secuencia final hay sólo un paso. A los fans de Crepúsculo poco y nada les puede importar algunos clisés, porque todo final conlleva un frenesí, un entusiasmo sólo comparable con la exacerbación y la exaltación por un equipo de fútbol. Y como sólo lo conocido es tolerable y seguro, como esboza Aro (Michael Sheen, el líder de los Volturi), en Parte 2 abundan los enfrentamientos cuerpo a cuerpo, los lobos aullando y, lo que sí es nuevo, las vueltas de tuerca. El combate final sí hace abrir más grandes los ojos, no por la pelea sino por lo que pasa. Hay sorpresas (no para los que leyeron el libro). “Nadie ha amado a alguien como yo a ti”. Imaginen quién se lo dice a quién. Así como Harry Potter acompañó, película tras película, el crecer de varios chicos hasta su adolescencia, el capítulo final de Crepúsculo encontrará a sus adolescentes contentos y felices. Quédense a ver los créditos. Mejor final no puede tener.
Hacia el final, un intenso “Amanecer” Todo tiene un final, incluso cuando los productores estiran una película al punto de dividirla en dos con el solo objetivo de sacarle más dividendos a su exitosa franquicia. De modo similar, pero no tan grave ni largo, al interminable final de Harry Potter, esta última entrega de la saga de «Crepúsculo» pierde contundencia por dedicar más de media película a escenas demasiado dialogadas y situaciones donde los personajes repiten los mismos conflictos de los films anteriores. La diferencia es que hay más atractivos, empezando por una Kristen Stewart que ahora es vampira, y descubre que la vida de los no muertos incluye superpoderes que tienen más que ver con los personajes de Marvel Comics que con la descripción del vampirismo según la famosa novela de Bram Stoker o cualquier otro producto literario o cinematográfico con algo de sentido común. Pero, sobre todo, la gran alegría de la flamante vampira Bella es que finalmente, consumados sus lazos vampíricos con su galán Robert Pattinson en la primera parte de «Amanecer», ahora también consuma sus lazos amorosos, algo que después de tanta frustración en las películas previas. la pobre realmente se merecía. Pero por suerte también hay alegrías para esa pobre gente que pagaba una entrada al cine para ver una de terror y se encontraba con estos anticlimáticos vampiros que nunca se deciden a clavar sus colmillos y hombres lobo que logran controlar su metamorfosis aun ante la visión de la más radiante luna llena. Al menos este final tiene bonitas masacres de vampiros malos a cargo de los vampiros buenos, y viceversa, incluyendo algunos flashbacks medievales cortando cabezas de lo lindo e incluso arrojando niños al fuego (en uno de los guiños a «Alexander Nevski» de Eisenstein, que por algún motivo el director Bill Condon asocia con esta batalla campal entre no muertos, con ayudita de los hombres lobo que, como ya se sabe, en esta saga son mas buenos que Lassie). Esto no significa que no haya que esperar demasiado para que las cosas terroríficas exploten como debería suceder en un film del género fantástico. También faltan actores de reparto de nivel, y lo que realmente no tiene redención son las canciones pop del soundtrak, todo un insulto al supuesto gusto musical de las adolescentes que componen mayormente el público al que está destinada esta saga. Para ser justos, las escenas intensas de esta segunda «Amanecer» realmente lo son, y tanto la fotografía de Guillermo Navarro como el score de Carter Burwell aportan detalles brillantes.
Los vampiros se despiden Después de cinco años y cuatro películas, la saga Crepúsculo cierra su marcha en el cine con el film más entretenido, coherente y autoconsciente de toda la serie. Reservado para los seguidores de la historia de Bella y Edward, la pareja formada por la tímida humana y el vampiro que se niega a tomar sangre humana, este último capítulo arranca exactamente donde había terminado el anterior: con la transformación de la heroína. Un momento fundamental del relato que el director Bill Condon muestra sin pausa ni demora, sabiendo que su mejor carta surgirá de allí. Es Kristen Stewart, que con Bella convertida en la vampira que siempre quiso ser consigue su mejor interpretación en la saga. Lejos de las angustias que torturaron hasta ahora a la adolescente enamorada, la actriz deja atrás ese personaje titubeante y de minúscula autoestima y se divierte interpretando a una chupasangre en pleno uso de sus capacidades. Así, después de demasiado tiempo tapada por los poderes y la belleza extraordinaria de sus dos pretendientes, el vampiro y el hombre lobo, el personaje de Stewart es ahora el más dinámico e interesante, algo que (a diferencia de Robert Pattinson y Taylor Lautner) la actriz hace creíble. De hecho, en este último episodio los pasajes más edulcorados -que muchas veces empujaban a la serie al borde de la parodia- están reducidos a su mínima expresión, lo mismo que las intervenciones de Pattinson y Lautner. Su tiempo en pantalla lo ocupa el bebe de Bella y Edward, cuyos rasgos fueron desprolijamente delineados digitalmente. Ya liberados del triángulo amoroso que era parte esencial de la trama y de la complicación de tener una pareja de enamorados separados por las diferencias entre humanos y vampiros, la guionista Melissa Rosenberg, el director Condon y la editora Virginia Katz logran un desarrollo intenso que cubre los puntos más destacados de la novela sin estancarse en ellos. Los realizadores también parecen haber abandonado toda pretensión de realismo en su trama o de densidad psicológica en sus personajes para aceptar la liviandad de una historia de fantasía romántica en la que los vampiros no tienen colmillos y los lobisones son modelos de músculos desarrollados. Dejando atrás el lastre del pasado, el conflicto aquí tiene que ver con los malvados Volturi, los monarcas del universo vampírico que, comandados por el siniestro Aro, buscarán apoderarse de las habilidades especiales de Edward y los suyos. Interpretado por el británico Michael Sheen, el personaje resulta tan ridículo como divertido, una bocanada de aire fresco en medio de muchas actuaciones mediocres y opacadas por el exceso de maquillaje que sufren los actores que interpretan a los vampiros en estado de alerta. Sin grandes despliegues en términos de efectos especiales -el costado más flaco en términos de producción de toda la saga-, el film presenta una creíble escena de batalla que sorprenderá a los conocedores de la historia de la novela. Esos que agradecerán los cuatro "casi finales" con los que Condon dará por cerrada la historia que los apasionó.
Final mormón para la saga de vampiros La primera parte del episodio que concluye la serie escrita por Stephenie Meyer había abierto algunas esperanzas, pero todo quedó en eso. Aunque el público adolescente delirará, el cierre de Crepúsculo exhibe las mismas debilidades que caracterizaron la saga. Haciendo fluir finalmente algo de sangre, sexo y tragedia, un año atrás Amanecer parte 1 permitió abrigar esperanzas de que la saga Crepúsculo repusiera aunque más no fuera en parte, en sus últimas entregas, todo aquello de lo que hasta entonces había sido drenada. Que Amanecer parte 2 volviera a quedar en manos de Bill Condon, realizador de Dioses y monstruos y aparente responsable de que esta saga más cataléptica que vampírica cobrara súbita vida, no hacía más que reforzar la módica ilusión. Pero en ilusión quedó. A pesar de que algún revolcón se den Bella y Edward (ahora pueden: están casados) y más de una cabeza ruede por el polvo (¡pero sin derramar una maldita gota de sangre!), Crepúsculo se cierra haciendo honor al proyecto demencial de su autora, Stephenie Meyer. Como se sabe, la señora es mormona (la misma fe que profesa el homofóbico y antiabortista Mitt Romney), una de las creencias religiosas más férreamente puritanas de Occidente. De allí que Mrs. Meyer se propuso contar una saga de vampiros sin sangre: lo más parecido que puede haber a un western sin tiros o una porno sin tetas. Concluida la saga, debe reconocerse que la señora logró convertir su inaudito proyecto en objeto de culto, juntó millones y millones de fans y se llenó de plata. Dada su división en subpartes bien diferenciadas, La saga Crepúsculo: Amanecer parte 2 puede desagregarse de la siguiente manera: La saga Crepúsculo: Amanecer parte 2 (1) Qué lindo es ser vampiro; La saga Crepúsculo: Amanecer parte 2 (2) Taxonomía vampirológica: un curso veloz; La saga Crepúsculo: Amanecer parte 2 (3) Enfrentamiento final: preparación, anticipación y dilación; La saga Crepúsculo: Amanecer parte 2 (4) X-Men 6: Los vampiros también eran mutantes; La saga Crepúsculo: Amanecer parte 2 (5) Enfrentamiento final sin enfrentamiento final; La saga Crepúsculo: Amanecer parte 2 (6) Happy End for Everybody. Si la descripción de su estructura deja al lector en estado levemente catatónico, que sirva de premio consuelo saber que algo semejante ocurrirá al espectador. Salvo que se trate de alguno de los miles de millones cautivos de la saga (sobre todo si son muchachas de entre 11 y 16 años). Ellos sí disfrutarán como locos/as de cada una de las seis partes de esta segunda parte de la cuarta parte, de más está decirlo. Lo mejor está seguramente en la primera parte, cuando Bella, convertida al chupasangrismo en su debut sexual (“si lo hacés te volvés vampira”, sería el mensaje), descubre sus superpoderes. En tiempos de superhéroes, los colmilludos no podían ser menos y es así como en esos primeros tramos Bella prueba su superolfato, su supervelocidad, su superpotencia sexual (los vampiros no duermen ni se cansan) y, finalmente, su carácter de “escudo”. Lo cual conduce ya a la segunda parte, que es la del curso veloz sobre las distintas clases de vampiros. El vampiro-escudo es uno, y Bella resulta ser una de ellos. Después están los vampiros buenos (el clan Cullen, del cual Edward es miembro) y los malos (los Vulturi, italianos cuyo linaje se remonta al Renacimiento, aristócratas despiadados a quienes todos los demás temen). La culpa de que los Vulturi finalmente se les vengan encima a los Cullen la tiene Renesmee, disparatado nombre que Bella le puso a su hija. Niña mestiza, hija de vampiro con mortal, Renesmee carga con la sospecha de que se trate de una “niña inmortal”. Sí, se sabe que todos los vampiros lo son, pero parece que algunos son más inmortales que otros. Y terriblemente quilomberos: en la Edad Media, algunos de estos niños terminaron destruyendo sus propios poblados. Desde entonces, los Vulturi (entre quienes asoma una ya veinteañera Dakota Fanning, en su debut y despedida de la saga) se dedican a la caza, persecución y decapitación de niños inmortales y sus madres. Por lo cual tiemblan Bella y la pequeña Renesmee. Pero mientras tiemblan reúnen un ejército de vampiros, venidos de todas partes del mundo. Amazónicos, rusos, árabes e irlandeses, son como los corredores de Los autos locos, pero serios (todo es terriblemente serio aquí). A ellos se les suma Jacob, el hombre-lobo enamorado de Bella (que tiene cierto interés depositado en Renesmee que no se revelará, pero que constituye tal vez el único aspecto divertido de la película) y detrás de Jacob vienen los demás lobo-hombres, alineándose en el equipo de Bella y los suyos, para enfrentar a los Vulturi, estilo Corazón valiente. Que, de más está decirlo, como son los malos los decuplican en número. Ese enfrentamiento, preanunciado hasta el hartazgo durante media película, termina con una especie de chiste, que es también un llamamiento final a la paz en el mundo. ¿Así termina una historia de vampiros? Sí, ésta sí. Fotografiada en ese tono gris-azulado que le es propio, con escenas románticas musicalizadas estilo FM Aspen y esparciendo el minishow de efectos especiales de rigor, durante casi todo su metraje Amanecer parte 2 es poco más que un desabrido desfile de chicas y chicos como salidos de ShowMatch: ellas, maquilladísimas, teñidísimas y cirujeadísimas (las narices; recuérdese que no tienen tetas); ellos, tan inflados de anabólicos que hasta a Schwarzenegger se le desinflará un bíceps al verlos. Lo que no hay es baile del caño, algo que para los mormones será algo así como Obama para Mitt Romney.
La ceremonia de cierre La película marca el fin de una etapa que con un estética básica y aires de telenovela emociona hasta las lágrimas a sus seguidores. El guión apuesta a la conciliación. La saga de Crepúsculo llega a su fin. Cinco películas en total –teniendo en cuenta que Amanecer tiene dos partes– en cinco años seguidos y un fenómeno nacido en la literatura que se hizo extensivo al cine. Esta culminación divide definitivamente las aguas. O se sigue con euforia el cierre de la saga o se la pasa por alto sin problemas. No es el momento de acercarse a estas películas ni vale la pena discutirle a los seguidores acerca de la calidad de los films. Quienes amen la historia de Bella, Edward y Jacob, lleven los pañuelos, porque si hay algún mérito en Amanecer parte 2 es justamente la emoción. Emoción que se logra por llegar al final de la historia. Pero fuera del universo de los fans, hay que decir que pocas películas comerciales de esta masividad están tan mal filmadas como esta serie. De las cinco películas no importa si esta es la peor, pero sí está claro que estéticamente es muy básica, incluso torpe. Estática hasta llegar al ridículo, sus aires de telenovela barata la hacen difícil de soportar. Más que una telenovela, parece una fotonovela, pero tampoco es que ese absurdo llega lo suficientemente lejos como para hablar de estilo. La historia comienza con Bella recuperada del parto y convertida en vampiro, y la nueva crisis que supone la llegada de una hija que no se sabe si es como sus padres o no. Muchos diálogos estáticos, los mismos efectos especiales lamentables de toda la serie y los mismos actores inexpresivos, llevados ya a límites asombrosos. Pattinson ya demostró que siempre está igual, pero Stewart y Lautner han probado ponerles más fibra a los papeles que han hecho más allá de las películas de Crepúsculo. El único elemento interesante y rescatable de la película es una inusual apuesta a la conciliación antes que a la violencia y la guerra. No es poca cosa resolver una saga con esta idea. La necesidad de espectacularidad de las películas industriales termina siempre en batallas épicas y desaforadas, como única forma de resolver los conflictos, algo a lo que Amanecer parte 2 renuncia con inteligencia y hasta ingenio. Si bien las películas llegan acá a un final, no podemos tener la certeza de que este cierre sea definitivo. Ese es el problema con los vampiros, si uno no los mata, son capaces de vivir para siempre. Para siempre, sobre todo en el cine, es mucho tiempo, demasiado.
Entre vampiros y licántropos Las grandes expectativas sobre el final de la saga, al menos en este filme, no se concretan. Por eso pensamos que habrá una historia más para reivindicar la historia, que seguirá, igualmente, atrayendo especialmente a los adolescentes. Nuevamente el romance vampírico de Bella Swan (Kristen Stewart) y Edward Cullen (Robert Pattinson) en la pantalla cinematográfica con un presunto final (lo dudamos). Pasadas las instancias del compromiso, el casamiento, el nacimiento de la bebé Renesmee (Mackenzie Foy), mal llamada Nessie, como el monstruo escocés, la pareja se enfrenta a un nuevo problema. Un falso rumor hace que se difunda la idea de que Renesmee es una niña inmortal con todas las funestas consecuencias que esto trae para la especie. Por mala información de una integrante de la familia; los Volturi, grandes enemigos de nuestros conocidos vampiros, se sienten nuevamente en peligro y se preparan para combatir. CONTROLAR LA SED Esta ‘Parte 2’ se centra en la familia, su protección y la consolidación de la nueva condición vampírica de la protagonista de la serie, Bella (Kristen Stewart), momento que tendrá lugar en la primera parte del filme, cuando la joven debe controlar la sed y cualquier exceso que la haga caer en lo que prometió abstenerse, el asesinato para conseguir alimentos. Como en otras películas de la saga, siempre está presente Jacob Black (Taylor Lautner), el pretendiente y amigo de la protagonista, de familia licántropa, o sea de los que se transforman en lobos, que decide proteger a la pequeña Renesmee y quién sabe, suponemos, en un futuro, buscar en ella, el amor frustrado por Bella. La película está basada en el cuarto y último libro de la saga de novelista Stephenie Meyer y a diferencia de los anteriores, se mantiene en un medio tono general, no ofrece mayores novedades y sólo reserva una vuelta de tuerca en el final, luego de una buena manifestación épica con bastante despliegue, que enfrenta a los italianos Vulturi, con los Cullen (padres de Edward) y compañía, familia licántropa incluida. CABEZAS RODANTES Lamentablemente, no se agregaron significativos personajes, ni aventuras originales. Eso sí, hay sexo, violencia en forma de cabezas que ruedan (influencia de las publicitadas y reales decapitaciones de carteles de la droga) y cierta preeminencia del personaje de Aro, representado por Michael Sheen, un interesante actor galés. Es llamativa la presencia de la ‘híbrido’ Renesmee (Mackenzie Foy) en la preadolescencia, pero es lamentable el manejo digital que se utiliza con Renesmee bebé. Las grandes expectativas sobre el final de la saga, al menos en este filme, no se concretan. Por eso pensamos que habrá una historia más para reivindicar la historia, que seguirá, igualmente, atrayendo especialmente a los adolescentes con sus amores a lo Romeo y Julieta, los envidiables poderes telekinéticos de los protagonistas y la necesidad de superar obstáculos y enfrentarse a nuevos desafíos.
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Nosferatu, El Conde Drácula y hasta Chócula abandonaron sus sarcófagos para ver si el final de la saga Twilight era o no una estaca en el corazón. A ver. El balance lo hago basándome en lo que ha sido la saga en general, pero mis críticas se enfocan en el final. Hay que aceptar que a Kristen Bella Stewart le sienta mejor el vampirismo que la simple y fría vida de humana que solía tener. Desde ya aclaro que no estoy de acuerdo en la insistencia de comparar a las películas de La Saga Crepúsculo con otras sagas de culto e icónicas, así como también critican la imagen que tienen estos vampiros modernos con respecto a los clásicos Drácula. Hay que ubicarse en la butaca del momento y ver éstas películas desde el lugar de lo que son y al público que apuntan, sin pedir más. Ahora sí, me pongo las creepy contact lenses y paso a enfocarme en Amanecer – Parte 2 (Breaking Dawn: Part 2, 2012). Como se imaginarán el comienzo de la películano es muy introductorio, ya que todos los líos que se venían armando deben solucionarse antes de que la nieve endurezca. Es como si comenzara todo de nuevo pero esta vez desde los ojos de Bella y con el conflicto por su revolucionaria hija. La tendencia que se venía gestando en cuanto a maquillaje, efectos y fotografía se confirma del todo; no hay excusa para defenderla. Todos esos componentes son muy flojos y evidentemente exagerados. Algunos personajes, sobretodo femeninos, parecen vedettes operadas, la pequeña Renesmee carga con una suerte de aura que la hace un poco escalofriante, principalmente cuando es bebé, que de humanidad tiene un cero a la izquierda. Prácticamente está todo generado por computadora y eso la vuelve muy poco creíble, aunque con ese dato no les estoy aportando ninguna novedad. El maquillaje ha ido de mal en peor y no ha coincidido entre películas; los que primero eran nada más que vampiros pálidos con ojos miel o rojizos, ahora parecen demonios. La fotografía se conserva, medianamente… Y el sonido tiene momentos muy raros para el oído. También hay varios cortes en ciertas secuencias que te dejan un poco descolocado. Seguramente, en la fantasía del lector de los cuatro libros, todo esto se presentaría mucho más lindo e impresionante de lo que luego puede verse en la película. Yo creo que los verdaderos fans van a quedar conformes; se desata la esperada y tan anunciada batalla, y con alguna que otra sorpresa. Bella desarrolla todo su potencial con su nueva identidad siendo eso lo más interesante que hay para ver. La pasión entre los recién casados continúa y las tensiones con Jacob ya se redujeron a una tranquila amistad. Tanto los vampiros veganos, como los lobillos, la temida familia italiana y hasta los humanos (bueno el pobre de Charlie que es el único que queda y el que mejor actúa gracias a que por ahora no le picó el bicho de la onda sobrenatural), toman decisiones que supongo van a dejar a todos satisfechos. Hay muchísimos personajes nuevos, aunque lamentablemente algunosestán de sobra… Sin más; no esperen una película de Tarantino, esperen una película que si se convierte en culto es por haber generado tanto amor y tanto odio al mismo tiempo, todo mezclado en una coctelera de testosterona adolescente y de gente que no entiende que simplemente esto esuna tendencia actual y diferente. No pretendan que esté al nivel de cintas como Star Wars, Volver al Futuro o si quieren más cercanas, Harry Potter. Tan sólo confórmense con que Twilight and company es un fenómeno indiscutido y tiene sus razones. El cine es así y uno tiene la libertad de ver lo que le gusta y lo que no, pero no por eso las cosas son buenas o malas. Se criticará que los Cullen sólo beben sangre animal, se criticará que no tienen el aspecto de un verdadero vampiro y que encima son buena onda y cancheros, se criticará que son lindos y deseados por todas, se criticarán las actuaciones de los protagonistas, los efectos, las incoherencias y todo lo que quieran… Pero nadie puede negar que la culminación de Twilight suponga el cierre de todo un ciclo que arrancó pasiones desde el principio, aún si Taylor Lautner no se hubiese sacado la remera.
Pechos fríos del cine Con varios de los integrantes de FANCINEMA hemos estado trabajando en la construcción de una nueva categorización para algunas películas: una categorización que reúna a esos films desapasionados, aburridos, infames, que nunca se animan a dar el paso adelante, a ser atrevidos, agresivos, salvajes, cuando la ocasión lo requiere; pero también a esos actores y directores que buscan un multi-target lavado e insulso. A ese tipo de producto-autor lo ubicaremos bajo la etiqueta de pecho frío. El pecho-friísmo es una instancia superadora de la mala calidad. Es más, es mucho peor. Porque lo feo esconde alguna intensidad, alguna vibración, alguna virulencia que genera una reacción en el que mira. En cambio lo pecho frío no, porque está lo suficientemente pensado como para gustar a los convencidos y dejar indiferentes a los no convencidos. La saga Crepúsculo hasta el momento estaba más cerca de lo feo que del pecho-friísmo, porque su exaltación de la castidad sexual motivaba el desprecio inmediato. Uno se enojaba, puteaba, quería despertar de un empujón a aquellos adolescentes (y adolescentes eternos) que se quedaban embobados con una de las historias de amor más insulsas que vio el cine en mucho tiempo. Sin embargo el cierre de la saga, este Amanecer Parte II, bate récord de “pechofriez” con una narración inane que no avanza nunca y una vuelta de tuerca digna del más frío de los pechos. Esa paz y tranquilidad final a la que se arriba es tan lustrosa y falsa que, aún así, no deja de ser coherente con el resto de la saga: que siempre ha sido una exaltación de lo artificial. De todos los males de esta saga pergeñada por Stephenie Meyer ya hemos hablado hasta el hartazgo por estas páginas, así que no ahondemos en eso: sí, es vergonzosamente conservadora, pero digamos que este final, preocupado en otras cosas, tiene mucho más morigerado ese subtexto reaccionario. Así que eso ya lo sabemos y no hay queja posible. Incluso también hemos charlado por acá de lo inútil que resulta seguir hablando de estas cuestiones, por lo que intentaremos no reiterarnos. Observemos, pues, qué tiene para ofrecer esta quinta película, recordando que habíamos dejado a Bella y Edward en el preciso momento en que ella daba a luz y ya era una vampira más. Si algo había tenido de bueno Amanecer Parte I, es que con la llegada de Bill Condon en la dirección la saga había incorporado, de repente, el humor. Incluso, la autoconsciencia (¿recuerdan aquel vaso de sangre servido con sorbete? Bueno, eso…). Pero Amanecer Parte II es como un retroceso (si esto es posible) para Condon, ya que de aquel humor no queda nada y lo que sí hay es una larguísima primera hora muy aburrida, que es casi una reclusión de los personajes principales en la casa de los Cullen, mientras se espera la avanzada de los Vulturi (explicar sobre clanes y familias a esta altura ya me resulta redundante). Lo que sigue después no es mucho mejor, pero al menos tiene un poco más de movimiento y menos diálogo: otro mal de la saga es que los personajes dicen parrafadas imposibles -imposibles por tontas y también por intrascendentes- haciendo la acción muy derivativa y escasa. Y, claro, cuando llega esa acción, la misma es excesivamente lavada y con una estética visual publicitaria, pero publicitaria de las malas. Todo en la saga Crepúsculo luce artificial: arrancando por lo más preocupante, las emociones de los personajes, y pasando por esos bosques iluminados de manera diáfana, unos efectos visuales pobrísimos y lejos del estándar habitual que uno debe exigirle a Hollywood. Ahora debemos sumar una beba hija de la digitalia, que parece un manchón borroso en la imagen antes que algo vivo. Avisamos: a partir de acá hay algunos SPOILERS. Todo esto que hemos señalado anteriormente forma parte de lo que más o menos hemos venido señalando de la saga. Lo que no nos veíamos venir era una maniobra de guión tan estúpida como inconveniente desde un punto de vista narrativo. Una deuda eterna de Crepúsculo es la sangre; que una historia que mezcla vampiros y hombres lobos carezca de sangre y tripas no es sólo una decisión estética, sino que también lo es política: es indudable si analizamos su subtexto virginal y asexuado, en el contexto de una historia que apunta, fundamentalmente, a los adolescentes. Por eso cuando de repente los Cullen y los Vulturi se enfrentan en una batalla final más cercana a Pandillas de Nueva York que a esta ameba fílmica, uno no puede evitar alegarse un poco, sentir que algo de vida reside en el corazón de un blockbuster tan tonto como este. Ojo, una Pandillas de Nueva York con decapitaciones y demás truculencias, pero extraña y (a esta altura) ridículamente sin sangre. Sin embargo, en un giro propio de un guión mediocre o involuntariamente gracioso, esa larga secuencia de acción se nos revela de repente como una premonición incrustada en la mente del malvado Aro por parte de la buena de Alice. Es decir, cuando Aro descubre que en ese futuro inmediato muere decapitado, decide frenar la guerra, decretar una paz torpe y tranquilizadora y marcharse con su tropa. Y así los Cullen, que suman a la familia al lobezno Jacob y a la ex humana Bella, se quedan re piolas viviendo en su regia casa. Así las cosas, esa violencia que nos alegraba por lo repentina y abrupta para la saga, que traía algunas muertes inesperadas, se convierte en un flashforward extenso y tramposo, que es además una de las movidas más pecho frío que se le podían ocurrir a los autores de esta gansada absoluta. Luego de esto llega una coda bastante comprensible y lógica dentro de los parámetros de Crepúsculo: hay promesas de amor eterno y una celebración cómplice hacia los seguidores. Este cuentito moral(ista) se ha ido, esperemos, para no volver.
A diferencia de la anterior entrega, en donde el manejo de la tensión y los climas de suspenso, se fusionaban con las secuencias mas edulcoradas, con cierta efectividad; este capitulo final, resulta sumamente desparejo. Por un lado, contiene mas violencia que cualquiera de las otras partes (con decapitaciones incluidas) y un climax que desemboca en una batalla final de todos contra todos que funciona en los planos cortos, pero que en los generales, denota cierta impericia por parte del director (impericia que incluye groseros saltos de continuidad) Pero sin dudas, lo mas irritante se da en el uso excesivo y pornografico de los efectos digitales, que incluye la manipulacion facial de la niña protagonista. La musicalizacion, barata y redundante, es otra falla de este desenlace desafortunado. Esta claro, que sabiendo que los fanaticos de la historia, que han disfrutado de toda la saga, poco se preocuparan por la barata factura tecnica, los realizadores apostaron a un producto limitado pero efectivo. La realidad es que, este cierre merecia una mejor performance cinematografica.
Crepúsculo y sus continuaciones deben conformar la saga más insípida producida por la historia del cine. Basados en novelas de la astuta autora Stephenie Meyer, y aún con algunos toques imaginativos dentro de la frecuentada mitología vampírica, el conjunto de cuatro films nunca lograron remontar su propuesta, pálida como la piel de sus protagonistas. Dirigida fundamentalmente a jóvenes preadolescentes, con una estirada trama que combina peripecias de chupasangres y licántropos con un lánguido y telenovelesco romanticismo, la saga llega a su clausura con un film dividido en dos partes. Siempre encarnados por chicos y chicas modernos, atildados, bellos y fashion, con escasas dotes actorales y expresivas, estos vampiros y hombres lobo presentan una casi imperceptible monstruosidad, un detalle menor dentro de las alternativas de la historia. Quizás esta última parte, incluyendo Amanecer parte 1, contenga mayores ingredientes de terror y aventura. Se podría mencionar el final de la primera parte, que muestra un inquietante embarazo de la heroína Bella, con algún toque de Alien, y el remate de este segmento definitivo, que muestra un enfrentamiento final con cierta épica y violencia desusada. Este desenlace guarda una sorpresa, que apela a un recurso empleado asimismo por Oliver Stone en su reciente Salvajes. Sea como fuere, hay cierto nervio y espectáculo en ese final, dentro de una película que en general no conmueve demasiado. Esto no ocurrirá con los abundantes fans de la saga, que con seguridad disfrutarán intensamente de este cierre crepuscular. Bill Condon, director de la excelente Dioses y monstruos y de la rítmica y atrayente Dreamgierls, no alcanza ni por asomo esa calidad expresiva con Amanecer Parte 2, pero sin dudas que conformará a los seguidores y habrá acumulado recursos para futuras obras más personales. El formidable histrionismo de Michael Sheen se destaca claramente dentro de la pobreza interpretativa.
¿Ver o no ver "Amanecer 2"? La última película de la saga romántica Crepúsculo relaciona dos conceptos que pueden desencadenar la guerra total. Inmortalidad y descendencia coinciden en un mismo personaje humano y vampiro a la vez, mezcla escandalosa que los fundamentalistas Volturi no toleran. Bella y Edward son padres de una niña, Renesmee, con quien Jacob experimenta el fenómeno de la ‘imprimación', un sentimiento más fuerte que el amor. Amanecer, parte 2 es la conclusión de la historia en la que cada hilo encuentra un nudo, aun cuando los desenlaces suenen forzados y el devenir de la acción se extienda demasiado en la preparación de la batalla final con los Volturi. Por eso, el espectador que no esté familiarizado con los códigos de sus protagonistas andará perdido en el bosque entre sujetos de piel de nieve y ojos rojos. Hay que saber de los vampiros buenos (los Cullen), la historia de amor de la pareja que trasciende las dimensiones; los mecanismos que mantienen a los Volturi (vampiros malos) alejados, así como la relación compleja entre los Cullen y los hombres-lobo (Jacob Black/Taylor Lautner). La primera hora de la película gira en torno a las nuevas habilidades de Bella que estrena su condición de vampiro, con una fuerza, velocidad y capacidad perceptiva excepcionales. Lamentablemente Kristen Stewart no supera el rictus inexpresivo y le debe los movimientos a los efectos especiales. Bella aprende a cazar y tiene que dominar la sed de sangre, situación que la mantiene alejada de su niña. Los vampiros veteranos se encargan de cuidarla y Jacob no se despega del grupo. Mientras tanto, Robert Pattinson es el galán triste que ratifica su amor a la mujer que desata el caos en el orden natural. La pareja se mueve de manera artificial frente a la cámara. Quizás por eso, el director Bill Condon impone al espectador la omnipresencia de la música incidental, en cada escena y conflicto: romántica y melancólica, épica y grandilocuente, la música reemplaza, o intenta, el tratamiento de los personajes, siempre estáticos, con look exótico, como una tribu urbana con elementos folk. La hibridación, el nacimiento de la niña, aparece también en esas mezclas por momentos bizarras. Los Volturi quiebran el equilibrio cuando irrumpen con sus capas y capuchas de inquisidores, a las órdenes de Aro. Se destaca Michael Sheen como el jefe para quien los humanos son una amenaza, y Ashley Greene, como Alice Cullen, la chica que ve el futuro. La película presenta cantidad de personajes de uno u otro bando, vampiros del mundo que van llegando al bosque para pelear en la nieve. Hay raccontos, juegos temporales y, en general, demasiada decoración para contar una historia que pierde su atractivo con el primer suspiro helado.
Muchas risas y poca sangre. De forma simultánea, llegó a los cines de todo el mundo la quinta y última parte de "La Saga Crepúsculo", franquicia basada en la serie de novelas escritas por Stephenie Meyer que ha marcado a toda una generación de lectoras asiduas del romance entre un vampiro y una humana. Como espectadora y fanática de los libros, siento que el director Bill Condon ("Dreamgirls") no ha cumplido con las expectativas. La presentación de los títulos en fundido rojo y blanco (y muy largo por cierto), hace crecer más la tensión por ver qué pasó con Bella (Kirsten Stewart) desde la última escena en la que despierta al final de la primera parte de "Amanecer". Lo que sigue a continuación es muy parecido a los films anteriores: escenas en la que la familia se reúne, pasea por el bosque, caza algún que otro animalito y dos especialmente románticas de los tortolitos que continúan su luna de miel eterna. Las mismas resultan ser cursis o chistosas para los fans como por ejemplo cuando Jacob (interpretado por Taylor Lautner) intenta explicarle a Charly (Billy Burke), el padre de Bella, que ella había "cambiado". Sutilmente, el chico se empieza a desnudar en cámara y se convierte en lobo. El griterío del público femenino -en su mayoría adolescente- rápidamente se escucha por todo el cine. El personaje de vampiro histérico de Edward (encarnado por el actor en ascenso Robert Pattinson), sigue subestimando a su amada, aún cuando ella ya es convertida al vampirismo y es más poderosa que los Volturi y todo el clan Cullen juntos. En este film, el actor británico se encuentra más suelto y dinámico... y hasta se permite salirse del guión, al igual que papá Cullen, el doctor Carlisle (Peter Facinelli). Otro punto criticable y que genera una extraña sensación de que estamos viendo un film de bajo presupuesto, es el efecto especial que se utilizó sobre el personaje de Reneesme. Es muy gracioso ver la diferencia visual de la cara de la beba en comparación al resto del elenco. Lo mismo ocurre cuando aparece Mackenzie Foy, la joven actriz que la interpreta más adulta. Sin embargo, a pesar de la poco efectiva puesta en escena -ni la labor del mexicano Guillermo Navarro ("El Laberinto del Fauno") en la fotografía logra salvar el film- si hay algo que vale la pena destacar es el tan esperado momento del enfrentamiento entre los clanes, cuyos efectos que no se pudieron lograr en las anteriores, aquí se resaltan increíblemente. No apta para amantes del clan Cullen, ya que pueden volar cabezas. Al final hay un video recopilatorio, en la que Bella y Edward recuerdan, recostados en el jardín de lirios, su historia de amor con escenas de las anteriores películas. Bien podría parecerse a un video editado por los fans y posteado vía YouTube. En lo que respecta a la música, la banda estadounidense punk rock Greenday presenta el tema principal titulado "The Forgotten", el cual vale la pena escuchar. Se suponía que el film iba a trascender como una culminacíon épica, pero lamentablemente decepciona a la mayoría de los fans, ya que su final se asimila a las anteriores, sin ninguna novedad que deje boquiabierto al público. Sin dudas no fue la mejor de las cinco, pero hay que verla para cerrar el ciclo.
Una historia de amor eterno por los siglos de los siglos, y vivieron felices por siempre. Esta es la historia de amor de una adolescente que se enamora de un vampiro. La saga comenzó con "Crepúsculo, 2008"dirigida por Catherine Hardwicke y basada en la novela del mismo nombre escrita por Stephenie Meyer, resultó ser un éxito en la taquilla; le siguió "Luna Nueva 2009" en la dirección Chris Weitz;"Eclipse, 2010" la dirige David Slade; por último "Amanecer 2011 Parte 1 y ahora para culminar "Amanecer Parte 2" ambas bajo la misma dirección Bill Condon (“Soñadoras”, “Kinsey: El Científico del sexo”). De esta forma llegamos al cierre de la franquicia, los protagonistas son: el inglés Robert Pattinson (26), la americana Kristen Stewart (22) y el americano Taylor Lautner (20), los tres resultaron convertirse en figuras de Hollywood algo convocantes por el gusto de sus fans. Completan el elenco: Peter Facinelli, Elizabeth Reaser, Ashley Greene, Jackson Rathbone, Kellan Lutz, Nikki Reed, Billy Burke, Chaske Spencer, Mackenzie Foy, Maggie Grace, Jamie Campbell Bower, entre otros; vuelve a encargarse del guión Melissa Rosenberg y el equipo técnico casi el mismo. Como es lógico tenes que haber visto las anteriores. Cuando comienza vemos a Bella Swan (Kristen Stewart) después del parto, en el cual casi muere y gracias a su amado esposo Edward Cullen (Robert Pattinson) ahora es un vampiro para seguir viva y el fruto de este amor es la Renesmee (Mackenzie Foy) que crece rápidamente; pronto descubren que quien debe protegerla (luego sabremos por qué) es el gran amigo de Bella, Jacob (Taylor Lautner). La pareja debe aprender a vivir, por un lado Bella que ya no tiene el mismo cuerpo y debe alimentarse, aprender cómo controlar sus instintos, su fuerza y conocer sus nuevas habilidades, además de ser madre, esposa y proteger a sus seres queridos, por otro lado esta Renesmee, "mitad humana y mitad vampiro", todo indica que es una nueva especie inmortal. Esta niña cuenta con otros dones, (que a lo largo de la cinta iremos descubriendo cada uno de ellos), El clan Volturi, quien está a la cabeza Aro (Michael Sheen), al conocer la existencia de esta jovencita la considera una amenaza. Esta es una de esas películas imperdibles para los seguidores de la saga, que además contiene una estupenda fotografía. El director trabaja muy bien tanto la cámara rápida como lenta en distintas secuencias. Posee escenas de amor bien cuidadas, secretos, mentiras y sorpresas, una gran batalla llena de acción bien violenta donde luchan en la montaña durante un crudo invierno. Se incorporaron nuevos personajes pero poco aprovechados. Los créditos finales se encuentran bien resueltos (con una interesante estética).
Crónica de un final anunciado Las chicas la adoran. El torso desnudo de Taylor Lautner, la mirada eternamente enamorada de Robert Pattinson y gesto lacónico de Kristen Stewart a la espera de un amor sin final, fueron gancho más que suficiente para hacer de la saga Crespúsculo un melodrama en cuatro entregas a seguir con fidelidad durante los últimos cinco años. El cierre --desglosado en dos partes-- se conocía desde la promoción de la primera parte, el año pasado, así que la segunda, recién estrenada y motivo de estas líneas, no deparaba demasiadas sorpresas, excepto la de saber cómo se desarrollaría el relato. El cuento dice que, luego de casarse con su amado Edward Cullen y de dar a luz a la hija concebida junto con su marido y vampiro, Bella Swan murió y renació transformada en una inmortal. A su despertar, se entera de que Jacob Black, su amigo-hombre lobo, quien se disputaba con Edward su amor, se imprimó de la bebé Renesmee y que de allí la inequívoca atracción que siempre había sentido hacia ella. Entre las noticias, se suman la condición mortal de la niña y un crecimiento veloz que la hace ver como de seis meses siendo apenas una recién nacida. Una más no tarda en llegar, y es que, por venganza, hubo quien se encargó de informarle a los Vulturi --la casta original de vampiros-- que los Cullen han roto el pacto de no transformar niños en inmortales sedientos e incontrolables, y que vienen a presentar batalla, a la caza de Renesmee. Entonces, lo que hasta este punto de la saga fue una lucha por el amor de pareja, se convierte en una guerra de escala mundial por la defensa de la familia, que pliega a las huestes de los Cullen a los licántropos que deciden dejar atrás rivalidades ancestrales para apoyar la necesidad de Jacob de cuidar y hacer feliz a Renesmee. Cierto es que de la serie literaria escrita --y producida para el cine-- por Stephenie Meyers, Amanecer resulta el libro más extenso. Según las explicaciones de producción, a ello --y nadie se atreva a malpensar que a una mejor explotación económica del éxito en salas-- se debe la subidivisión realizada, que deparó para el final el último tercio del volumen, con una promesa de dimensiones épicas. Muy lejos quedaron los hechos de los dichos, puesto que este desenlace parece realizado por quien desea terminar un trabajo para cerrar la puerta y tirar la llave. A pesar de sus cartas de presentación, el oscarizado Bill Condon construye la narración con tropezones y caídas. Sólo algunos momentos en el comienzo logran involucrar al espectador y nobleza obliga a destacar la sorpresa de un extenso flashforward. El resto logra la calidad de las peores películas realizadas para la televisión de media tarde. Claro que, a estas alturas de la saga, cuando la taquilla está asegurada por la fidelidad de las seguidoras y la curiosidad de otros cinéfilos --ver recuadro--, no había mucho para perder, al menos en términos comerciales. ¿El prestigio? Crepúsculo nunca fue Harry Potter, El Señor de los Anillos o Las Crónicas de Narnia; quizás no pretendió serlo. Para el recuerdo, no lo será. La más vista. Amanecer, parte 2 tuvo la mejor apertura local de 2012 y superó en su estreno la recaudación de las cuatro películas anteriores de la saga. Entre el preestreno del miércoles y las funciones del jueves, fue vista por 113.683 espectadores en 242 pantallas de cine de todo el país, informó la oficina de prensa de la distribuidora. El filme, con esa cifra, encabeza la asistencia semanal y se convirtió en la mejor apertura de las películas estrenadas en 2012. Además, se ubicó como la cuarta mejor apertura histórica de los últimos quince años.
Y tenía que suceder nomás. Llegó el final (?) de la saga Crepúsculo que comenzó en 2008 y en cuatro años recaudó miles de millones de dólares en todo el mundo, además de catapultar la carrera de varios de los intérpretes. Aquí tenemos la conclusión de los cuatro libros escritos. Recordemos que así como sucedió con el final de Harry Potter el último fue dividió en dos películas “Amanecer parte 2” retoma desde que Bella (Kristen Stewart) había quedado embarazada de Edward (Robert Pattinson) y ya convertida en vampiro. Durante los primeros 40 minutos todo es color de rosa, pues salvo por un episodio aislado chorrea miel de la pantalla. Las parejitas ya formadas anteriormente habitan todas juntas en unas lujosas cabañas en el bosque. Una suerte de comunidad hippie con mucha guita. Viven de la caza y de evitar la carne humana (no vaya a ser que se agoten los recursos naturales ¿no?). Se abrazan, se besan, se miran y hablan anhelando que llegue algún guionista. Mientras tanto, Bella ya es mamá la de Renesmee (si se le ocurre un nombre más horrible avise así dejo de reírme de este). Supongo que por razones de seguridad no le da de mamar a la cría, aunque esta no parece muy desesperada, lo cual le da tiempo a la madre para aprender a usar sus poderes junto al marido. Salta, corre rápido, hace alpinismo con las manos y genera un campo de fuerza protector (¡¿Qué?!) También está Jacob (el fachero e inexpresivo Chaning Tatum), el hombre lobo, siempre un poco enamorado de Bella. Para evitar la huida de la pareja tiene una escena patética en la que se saca la ropa para pasar de stripper con calzoncillo tipo boxer a lobo. Todo para informar al padre de la nena de algo que, en definitiva, nunca se le aclara. O sea que la acepte como es (sin saber como es). Un homenaje al ridículo. Al igual que las anteriores los diálogos están a la altura de la muñeca Barbie (en todo sentido) y varias de las imágenes están cercanas a publicidades de cosméticos, perfumes caros, desodorantes de ambiente tipo "flores del bosque" y, por supuesto, de pasta dental cada vez que alguien del elenco sonríe. ¿La intención narrativa de todo esto? Ejem... Sigo. Recién en el minuto 41 asoma algo parecido a un conflicto. También aparece el único actor serio de la saga. A cuenta de una vampiresa chismosa Aro (Michael Sheen) anuncia que el nacimiento de la niña híbrida supone un peligro (débilmente justificado en el guión) pero que moviliza al clan Volturi para ajusticiarla. Pasarán largos, larguisimos e interminables, minutos en donde los "buenos" van por el mundo reclutando testigos para evitar el infanticidio. Cada uno de los aliados es un estereotipo de la colección verano-invierno de cualquier revista de moda. Hasta hay un modelo Pocahontas y todo. En un momento son tantos personajes que el director se olvida o pierde de vista su presencia. Eso explica por qué cada tanto los va acercando a la cámara para que hablen como si estuviera haciendo ta-te-tí: Un rato del rubio estilo Thor, un poco de la indígena, luego los rusos, etc. Seguramente alguien de la producción le habrá recordado que para algo contrataron a los actores. Así el relato se hace denso, pesado, plagado de situaciones y diálogos de relleno. Hasta los amantes del pochoclo pueden encontrarse a sí mismos bostezando con la mano quieta adentro del balde.Todo gracias a dividir una novela en dos partes cuando apenas si se puede contar en una. No contento con esto Bill Condon (un realizador del montón, salvo por “Dioses y monstruos” (1998), y algunos minutos de “Dreamgirls” en 2006), hará caer las mandíbulas de varios al mejor estilo de los dibujos de Tex Avery con un final de resolución insólitamente vergonzoso que incita a la demanda judicial. Dijimos que hay vampiros. De sustos ni hablar. Las características de estos personajes van totalmente en contra de la mitología vampírica. Se reflejan en los espejos, viven de día, las cruces o el ajo ni fu ni fa... En “Amanecer parte 2”, por ejemplo, deben ser unos 40 chupasangres entre ambos clanes y sin embargo usted no verá un sólo colmillo en las dos horas de duración. Como en toda la saga el maquillaje y la dirección de fotografía jamás se ponen de acuerdo, y según el plano elegido veremos a todos cambiar el color de piel como si algo en el ambiente destiñera de pálido a piel y viceversa. La banda sonora es otra compilación de artistas del momento, aunque no haya una sola canción que justifique su presencia. Excepto una cuya letra subraya espantosamente lo que ya queda claro en imágenes. Más que cinematográficamente hemos de analizar este conjunto de producciones como un fenómeno cultural que caló profundo en un sector de la juventud que de alguna manera se siente representado. Por algo tiene el éxito que tiene, y esta vez no será la excepción. Desde hace rato están agotadas varias funciones antes del estreno en las grandes cadenas. Vampiros medio "emos” escuchan música entre pop y dark. A lo mejor en la literatura en la que se basa todo esto está la verdad, pero lo confieso que no pude tolerar más allá del quinto capítulo del primero. Intentarlo, lo intenté Al parecer a Stephenie Meyer, la autora de los libros, nunca le importaron los vampiros más que para establecerlos como ejemplo de tribu urbana de jóvenes autoexcluidos. Pero a su vez, los jóvenes de su discurso son perfectos, lindos, bien vestidos, de clase alta, con muy buenos modales, etc. No hay lugar para otras clases sociales con lo cual sólo podemos suponer que no existen para la autora. En ese contexto hay una historia de amor "como las de antes" que por definición sufre de originalidad pero factura mucha plata.
Cuatro años después del estreno de Crepúsculo, la saga creada por Stephenie Meyer llegó a su fin. Esta segunda parte del esperadísimo desenlace aguardado con ansias por cientos de chicas y chicos fanáticos de la versión literaria del mismo sólo tendrá una pequeña modificación sobre el final, detalle que no será motivo de controversias. Esta continuación del binomio Amanecer arranca justo en donde nos habíamos quedado: Bella fue transformada en vampiro y ahora deberá adaptarse a sus nuevas habilidades y a su voraz apetito por sangre humana. El entrenamiento y su conversión al mundo de los inmortales serán ideales para deslizar bromas y distender el clima que con el correr del metraje se irá oscureciendo, enrareciendo y llegando a la gran batalla final entre los Volturi y el clan Cullen, secundados por la manada de hombres lobo. Kristen Stewart es la gran protagonista de esta conclusión, relegando en gran parte de las casi dos horas y media a sus compañeros Robert Pattinson y Taylor Lautner. Las flaquezas del guión y lo dilatadas de algunas situaciones (por suerte el nivel de edulcorante romántico en esta última película fue reducido al mínimo) se compensan con el excelente enfrentamiento de los veinte minutos finales y con una secuencia de créditos que homenaje y resalta el trabajo de todos aquellos involucrados en estas cinco películas. Amanecer - Parte 2 es despareja y no será recordada como la mejor película de la saga, pero con certeza tampoco es la más decepcionante de todas.
(Anexo de crítica) Hace cuatro años Katherine Hardwicke nos presentaba el comienzo de una saga más sobre lobos vs. vampiros basada en un obra compuesta por Stephanie Mayer y que consta de cuatro volúmenes que serían transformadas en cinco films (al igual que en Harry Potter y por cuestiones de marketing la última novela se dividió en dos). Recuerdo que sin ser una maravilla, disfruté de esa primera entrega ya que al menos cumplía su objetivo de entretener y esperé con ciertas ansias su continuación. No sé si fué por el cambio producido tras las cámaras en las siguientes entregas, pero lo que me había gustado de la primer parte de a poco se fué desvaneciendo y eso hizo que fuera a sala a ver el cierre de esta historia, más por obligación que por placer y creanme que con muy bajas expectativas. Menos mal. Aclaro que no he tenido el ¿placer? de leer las novelas, lo cual me impide hacer comparaciones sobre el traspaso del papel al fílmico, pero si me he tomado el tiempo en preguntar sobre las mismas a quienes las leyeron y pude notar que hay grandes diferencias, sobre todo en esta última. Lo cual me lleva a preguntarme porqué, siendo la misma autora de la novela quien produce el film y seguramente asesoró en la escritura del guión. Tras haber dirigido muy buenas películas (Gods and Monsters; Dreamgirls y la ganadora del Oscar Chicago, entre otras) me cuesta entender que fué lo que llevó a Bill Condon a hacerse cargo de la dirección de la última novela y más aún de haberla dividido innecesariamente en dos. De poco sirve hablar de la historia en sí, ya que quienes vayan a verla saben muy bien de que viene el asunto. Pero para algún despistado que no esté al tanto solo les puedo decir que la parte dos comienza exactamente donde finalizó la primera, cuando Bella habría sus rojos ojos de vampiresa al haber sido convertida por su amado Edward luego de morir al dar a luz a la hija de ambos: Renesme. Es justamente en base a la niña (de bebé creada digitalmente y que crece a una gran velocidad), donde se centrará la segunda parte, por supuesto que luego de una larga presentación de Bella intentando adaptarse a su nuevo mundo. Es ahí donde empezamos a encontrar las primeras de muchas falencias en un guión que provoca risas en una platea que parece haber olvidado que comenzó viendo la saga Crepúsculo como una historia de amor, como un triángulo amoroso entre esta Bella y sus dos bestias. La primera hora y cuarto resulta larguísima y solo se puede destacar, más allá de algunas escenas bien fotografiadas, la enorme actuación de Billy Burke como el preocupado padre de la protagonista. Su genial "Charlie" es quien merece llevarse los mejores elogios en lo que respecta a las actuaciones. Aunque es una pena que su participación sea tan breve. Es en los últimos cuarenta minutos donde el film remonta un poco. Cuando Renesme es vista paseando por el bosque, rápidamente se da aviso a los Vulturi, quienes dan por sentado que esta niña es inmortal. Creyéndola una gran amenaza para su especie inician su marcha hacia el enfrentamiento con los Cullen con el fin de destruírla. Pero una visión de Alice advierte a su familia y todos salen a recorrer el mundo en busca de vampiros que oficien de testigos en la batalla, que contará también, con el apoyo de Jacob y su tribu (al público masculino les consejo que se tapen los oídos cuando Jacob vaya a sacarse la remera, ahí las muchachas estallan en gritos y aplausos ensordecedores). Hay sí, una batalla y se puede decir que a nivel técnico está impecablemente realizada y así como en la primera mitad se lucía el padre de Bella, en esta parte se destaca (a pesar de su horrible peluca) el genial Michael Sheen. Esta vez se justifican las risas del público y por momentos su personaje Aro, líder de los Vulturi, al menos en lo personal me hizo recordar al inolvidable bufón que interpretó Stephen Rea en Entrevista con el Vampiro, de Neil Jordan. Resta decir que sobre el final habrá una vuelta de tuerca, de la cual por obvias razones conviene no anticipar detalle. Lo que sí es seguro que Amanecer parte 2 va a llevar mucha gente a sala. Lo que no significa que todos vayan a quedar satisfechos por igual.
LA ETERNIDAD APESTA Odio muchas cosas y a muchas personas, pero en especial a aquellos que alcanzan el éxito sin ningún merito. Garcas que solo cuentan con un ejército de infradotados (“forros”, en criollo) siguiéndolos por detrás, aplaudiendo las gansadas que hacen y agrandándoles los egos. Si cada película fuese una persona, LA SAGA CREPÚSCULO sería un reverendo hijo de puta. Algo amanerado también, pero más que nada uno de esos garcas. Porque nada de lo que hizo desde su nacimiento en 2008 fue un mérito. Ni bien saltó al cine, la serie creada por Stephenie Meyer (una cuasi-escritora que seguramente fue la gordita pesada de la clase, enamorada del pibe popular) se dedicó solo a cagarse en muchas de las cosas que amábamos: los vampiros, los hombres lobo, las entregas de premios onda MTV Movie Awards, la literatura fantástica, la carrera de Michael Sheen y el cine mismo, por no mencionar a nuestro pollo, Cedric Diggory, que en paz descanse. Tal vez ahí radica ese odio incontrolable que sentimos por ella, o tal vez sea por su cursilería estrafalaria, sus ideas psicóticas acerca del amor o el cómo le enseñaron a toda una generación de niñas que no hay nada más importante que tener un macho pollerudo. Ay, si tan solo algún alma caritativa se hubiese garchado a la Meyer antes de que todo esto sucediera, tal vez ni siquiera existirían los vampiros que brillan a la luz del sol, los lobos explosivos o los actores tan de madera como Taylor Lautner o Kristen Stewart. Pero una época de sequía sexual puede ser el desencadenante de la saga cinematográfica más injustamente exitosa en la historia, y de la era más triste para los chupasangres y los licántropos. Si detestan LA SAGA CREPÚSCULO tanto como yo, prepárense. Ya hay en cines una razón más para odiarla: AMANECER – PARTE 2 (BREAKING DAWN – PART 2, 2012), el peor final que podría pedir esta franquicia y, aunque sea imposible de creer a esta altura, la peor de todas las entregas. Parafraseando al gran Homero Simpson, he visto muchas bazofias pero esta fue la mayor bazofia entre las bazofias. Puedo entender a las fanáticas que se enganchan con la historia de una adolescente normal y medio tilinga (así como ellas) que conoce a un príncipe azul que la lleva a un mundo de emociones intensas, abdominales bien marcados y sexo marital. Y aunque sé que AMANECER – PARTE 2 cubrirá las expectativas de (casi) todas ellas, me es imposible hablar del film como algo que no sea una verdadera pedorrada. La segunda parte de este final es un insulto al espectador - más allá de una perdida de tiempo y plata -, ya que su historia y la de la primera AMANECER están descaradamente estiradas para poder abarcar la duración de dos films y, por ende, una doble recaudación. Esto se hace evidente cuando las horas pasan y en pantalla vemos escenas y personajes que realmente no aportan nada, a Bella haciendo pulseadas o pateándole el culo a Jacob porque le tiene ganas a su nena recién nacida (PEDO BEAR ALERT!). Si no son simpatizantes de la saga, los primeros ¾ del film - hasta llegar a la batalla final (que tampoco es de lo mejor, ya llegaré a eso) - pasarán muuuuy lentamente. Poco entretenida, visualmente pretenciosa y narrativamente embrollada al pedo, AMANECER – PARTE 2 es una tortuosa agonía. Un minuto de silencio para nuestros valientes que fueron arrastrados al cine por sus novias… La película empieza con Bella despertando como un ser inmortal. Al principio no sabe ni caminar, la muy boluda, pero aun así es re copada. Salta, corre, trepa, tiene super-visión, super-fuerza y las habilidades de los otros vampiros no la afectan (Sí, sí, cada vampiro tiene un poder diferente ¿Se acuerdan? Cof cof malísimo cof cof). Bien podría ser un superhéroe en lugar de ponerla por enésima vez con Edward, pero bueh, en el film se dedica solo a hablar, a pelear con pumas por comida (¡posta!), a romper piedras usando sus puños y a decirle a Jacob que tiene un olor a bola que voltea ¡Y todo eso haciéndolo con su cara Poker Face elevada a la quinta potencia! Después de ese comienzo para nada atrapante, Bella conoce a su hija Renesmee, que primero es un bebé muy creepy creado innecesariamente por animación digital, con los peores efectos de computadora que haya visto en un personaje de este estilo. Tres escenas después, esta ya es una nena un poco más grande (si, crece rápido, ammmmm) que vuela y junta copitos de nieve junto a Jacob (PEDO BEAR ALERT! ¡DE NUEVO!). Mientras se pasea por ahí junto a mamá Bella, uno de los personajes presentados en el film anterior, Irina (Maggie Grace), la ve de pedo y se horroriza al creer que los Cullen mordieron a una niña. Sin saber que en realidad nació mitad-vampiro (y en lugar de ir a preguntarle a Bella “¿Qué onda?” para poder ahorrarse todo el quilombo), Irina viaja a Italia a reportarle este “crimen” al clan de los Volturi, quienes deciden ir a Forks para liquidar a la pendex. Para impedir esto, los Cullen viajarán por el mundo buscando testigos (¿?) que los ayuden a convencer a los Volturi de que Renesmee no representa un peligro. Cada uno tiene su pequeña historia, un poder diferente y colaborarán en la batalla final por el destino de su familia. Igual, todos estos nuevos personajes son inútiles para la narración, casi todos están de relleno o no se los desarrolla de manera correcta. De eso trata este quinto film que falla atrozmente en varios niveles. Sin embargo, donde más tambalea es al convertir a sus personajes en puros objetos al servicio de la narración, que se dedican solo a esperar que la trama avance, que no generan empatía ni evolucionan para bien - Edward y Jacob no aportan nada nuevo, y lo poco de atractivo que tenía el personaje de Bella (una humana dentro de un mundo sobrenatural) se perdió para siempre -. AMENECER – PARTE 2 intenta ser graciosa (charlas con doble sentido, Jacob desvistiéndose frente a Charlie o la enfermiza relación entre el lobito y Renesmee) pero se vuelve patética o de mal gusto; intenta ser sexy (Edward y Bella garchan como si no hubiese mañana), pero sus escenas en la cama siguen presentándose en planos inentendibles, en fundidos a negro o en un vistazo a la espalda desnuda de la Stewart, que tiene menos sensualidad que una papa. También intenta ser atrapante y misteriosa (con la sub-trama de las pistas dejadas por Alice), pero dichos enigmas no llegan a nada. Y, tratándose del final, prueba con ser emocionante, trágica o emotiva, pero no se anima lo suficiente como HARRY POTTER Y LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE: PARTE 2 (2011). Tampoco se esfuerza demasiado. Va a lo seguro, a la resolución fácil, al final feliz y predecible, y lo peor es que no tiene nada nuevo para decir sobre temas como la muerte o la inmortalidad, el amor, la familia, la paternidad, etc. Su guión - estirado hasta más no poder - es un pastiche torpe y casi sin forma, con escenas redundantes o de una cursilería insoportable. Por otra parte, el director Bill Condon busca darse aires solemnes, pero la mayoría de los planos parecen sacados de un videoclip (de los malos). Los efectos especiales son imperdonablemente flojos para semejante proyecto, pocas de las actuaciones se salvan (la de Sheen como un afeminado Aro podría ser fácilmente el fin de su carrera) y hasta los maquillajes son poco creíbles. Pero nada, NADA, es tan malo como el climax. Si bien la mayor parte del film es muchísima charla y poca acción, hay que reconocer que la batalla final entre los Volturi y los Cullen (+ testigos + manda de lobos) es el momento más épico, emocionante y violento que tiene la saga. Funciona muy bien (a pesar de los FX) ya que incluso se da el lujo de despacharse crudamente a varios de los personajes más queridos por los fans. Lamentablemente, un giro sorpresivo (SPOILERS) - Toda la batalla es solo una visión de Alice, que le muestra a Aro cuál será su futuro si se animaba a meterse con ellos - (FIN DE SPOILERS) tira todo por la borda. La incrédula masa de espectadores ríe aliviada, mientras que este crítico se levanta sintiéndose estafado y ofendido, a putear a la pantalla, a los cuatro vientos y a los responsables de esta bazofia. No la odio solo por usar ese bajísimo recurso, porque es una película aburrida, un mal final y un film hecho solo para satisfacer a las fanáticas. La ODIO con todo mi ser porque es un éxito en taquilla sin esforzarse, sin arriesgarse y sin innovar. Y peor aún, cagándose por quinta vez consecutiva en nuestras criaturas de la noche favoritas, que ahora ya son solo vagos recuerdos tapados por una montaña de porquería ¡¿Estás contenta, Stephanie?! “Sí”, dice la conchuda mientras cuenta billetes.
La marca del deseo Amanecer – Parte 2 es la primera película de la saga Crepúsculo que veo. La sensación inicial que tuve me acercó un poco al personaje de Bella que, después de haber sido convertida en vampiro en la entrega anterior, abre los ojos y es capaz de ver un mundo distinto del que conoció durante su existencia como humana. Me pasó algo similar pero diferente: las imágenes del comienzo de Amanecer representaban para mí un universo visual curioso, chocante, pero definitivamente no resultaba algo nuevo, más bien al revés. Se me ocurre que parte del éxito que tuvo y tiene la saga en cine (desconozco cómo serán las cosas en los libros) depende, en buena medida, del trabajo sobre una imagen que pertenece claramente al territorio de la publicidad, es decir, a un universo audiovisual que todos conocemos, con el que nos familiarizamos y convivimos diariamente, incluso a pesar nuestro. Fotografía saturada de blanco y marcadamente artificial, cuerpos lustrosos que no acusan arrugas o imperfecciones, movimientos elegantes y estilizados, abuso del primer plano y de recursos estéticos del lenguaje publicitario (ver cómo se filma el sexo, gran tabú de las primeras películas), comentario ininterrumpido aunque tímido de la banda sonora; todo termina por configurar un cine aséptico, que lima asperezas hasta que las superficies quedan lisas y brillantes, donde nada, ni siquiera el tiempo, parece tener un costo. Nada tiene un costo porque eso implicaría quebrar la impostura de la película. Los amigos vampiros de Edward no serían los mismos si se los mostrara viajando en un avión para ir a buscar ayuda a otros países; entonces, el viaje desaparece completamente, los vampiros parecen renegar del contacto tecnológico de internet y prefieren los intercambios cara a cara, pero los viajes y los traslados en general son elididos, moverse no cuesta, se hace de manera gratuita. Algo así pasa con las muertes: los vampiros mueren cuando alguien les arranca la cabeza, pero nunca se ven sangre, vísceras o huesos; las decapitaciones son limpias, un poco de fuerza alcanza para separar la cabeza del cuerpo sin salpicarse o mancharse con sangre. El director Bill Condon esquiva cualquier acto o imagen que provoquen incomodidad o molestia, incluso con respecto a los animales: Bella, recién convertida y torturada por la sed de sangre, se dispone a matar un ciervo. Uno cree que eso puede ser un gesto incorrecto por parte de una película pulcra hasta lo intolerable, pero enseguida surge un puma salvaje que le disputa la presa; Bella cambia su objetivo, masacra al depredador y la escena cierra con el ciervo reuniéndose con otros de su especie. De esa manera, la película se ahorra la visión de su protagonista asesinando a un animal simpático. Que nada tenga un costo, eso es seguramente lo que explica que el ser vampiro no se presente como algo monstruoso (Drácula) o trágico y miserable (Entrevista con el vampiro,Vampiros de Carpenter). En Amanecer 2, estas criaturas viven eternamente, no tienen que ocultarse del sol, pueden controlar su sed (no necesitan cazar humanos si no lo quieren) y habitan una casa modernosa y de un desagradable diseño impersonal. A diferencia de una buena parte del cine de terror, aquí la cruza del género con el relato adolescente (me dicen que en las primeras películas se nota más) produce un híbrido donde la condición vampírica resulta algo muy atractivo, incluso deseable. Es que, nuevamente, si nada cuesta, encima las superficies blancas y brillantes de Amanecer 2 nos hablan permanentemente del deseo; no de la satisfacción de un placer, que es algo bien distinto (leí que los protagonistas no tienen sexo hasta la tercera película, y que se pasan de histéricos), sino de establecer una tensión, exhibir ese mundo donde el tiempo no transcurre, las muertes son automáticas y limpias, y se puede viajar de manera instantánea, sin tener que recorrer ninguna distancia física real. No se trata de un juicio de valor sino de la constatación de una especificidad; las imágenes de la publicidad existen, justamente, para despertar el deseo, para motorizarlo y ponerlo en movimiento, para conducirlo a un placer eventual que se encuentra más allá de la pantalla. Lo mismo hace Amanecer 2: para sus personajes no hay placer (el sexo tarda películas en aparecer y cuando lo hace, se elide o se lo oculta) porque tampoco se enfrentan a costos reales (los viajes son instantáneos, un hijo crece rapidísimo –no hace falta esperar a que puedan comunicarse–, los descuartizamientos no ensucian), lo suyo es vivir suspendidos en un mundo construido sobre el deseo, a la promesa de algo (¿pero qué?) que nunca alcanza a materializarse en la pantalla. Esto tiene su ejemplo más acabado y exagerado en el final, cuando una escena importantísima, fundamental se revela como un simple salto temporal, como un flashforward frustrado; así, la película se ahorra muchas muertes y cuenta todavía con su galería de personajes intacta para acometer un happy ending cómodo y seguro. Eso, la universalidad del lenguaje publicitario por un lado y la oferta de un mundo confortable y visualmente seductor por otro, creo, es lo que estaría sosteniendo el éxito sin precedentes y el alto grado de inteligibilidad (incluso para alguien nuevo a la saga como yo) que demuestra una película que no corre riesgos y que opta siempre por la seguridad y la corrección como Amanecer 2.
Amanecer parte 2 es una película de visión obligatoria que ningún seguidor puede dejar de ver sin importar que sea buena, excelente o regular. Al resto no se le ocurra comenzar a ver la saga desde esta entrega, ya que no tendría ningún sentido. A mi gusto, le pifiaron un poco con la resolución que le dan a la batalla ya que me dio la sensación de estar viendo esas viejas películas que en pleno...
Somos una familia feliz… Si existe algo que no se le puede achacar a la saga Crepúsculo es la vacilación en lo que respecta a su presentación formal y/ o la falta de coherencia: cada uno de los eslabones ha recorrido a conciencia el camino de la frialdad adolescente/ folletinesca/ melodramática sin profundizar en el desarrollo de personajes más allá de las salidas cómicas ocasionales, la andanada lacrimógena y los escasos arrebatos de efusividad bélica, esos que sin demasiada convicción intentaron ganarse a los hombres. Las señoras y señoritas siempre encontraron “algo” que apreciar o con lo que identificarse, ya sea el exceso de maquillaje de Robert Pattinson, los pectorales de Taylor Lautner o el cutis imperturbable de Kristen Stewart. Como era de esperar tratándose de una franquicia que supo imponer “marcas registradas” fácilmente reconocibles por el público, Amanecer - Parte 2 (The Twilight Saga: Breaking Dawn - Part 2, 2012) constituye un desenlace eficaz que conserva la idiosincrasia intacta, garantía de fanáticos satisfechos. Si bien uno esperaba que por fin el guión de Melissa Rosenberg elevara su intensidad y con ella mejorara el desempeño del elenco, muy rápido la ilusión se revela como tal y así reaparece la estructura edulcorada de siempre vinculada al corazón, la fantasía mitológica, el existencialismo new age y los relatos de iniciación (la excepción sigue siendo Billy Burke, quien encarna a Charlie, el padre de la protagonista). Cerrada por vetusta e inconducente la polémica sobre la torpeza narrativa y/ o levedad general del convite, la historia nos ofrece una vez más una primera hora de tono rosa y una segunda mitad relativamente más aguerrida. En lo referido a la trama concreta, la verdad es que hay poco para comentar que no se deduzca del derrotero acumulado hasta el momento: mientras que Bella (Stewart) se está “acomodando” sin grandes inconvenientes a sus consabidas necesidades como inmortal adicta a la sangre, la hija que tuvo con Edward (Pattinson), bautizada Renesmee, desencadena un nuevo conflicto con los Volturi debido a la incertidumbre de su carácter híbrido y la prohibición tácita de crear “niños vampiros”. Quizás la mayor novedad pasa por la bizarra resolución del triangulo amoroso, sin dudas la fuerza motriz del devenir comercial: respetando el cristianismo fundamentalista de Stephenie Meyer, hoy Bella y Edward se igualan en términos de “casta” y Jacob (Lautner) “se imprime” en Renesmee en lo que puede ser leído como un proceso de uniformización un tanto morboso pero definitivamente aséptico. Mención aparte merece el “chiste final” que involucra a la esperada batalla con los Volturi, sustentada en superpoderes símil X-Men, muertes abruptas de personajes centrales y muchas decapitaciones estilo maniquí. Más allá de la frustración subjetiva producto de esta catarsis incompleta, bien podríamos parafrasear aquel disco de covers de canciones de los Ramones y afirmar que el film nos regala una moraleja inofensiva que concluye con un “ahora sí, somos una familia feliz…”.
La pachanga de vampiros Bella confirma que su tiempo como humana terminó, pero a la vez asegura que nunca se sintió tan viva. El amor por Edward está en su punto más alto y la presencia de su hija Renesmee no hace más que cristalizar esa pasión que supera el paso del tiempo. Pero en este cierre de saga nada es lo que parece. Y todo será cuesta arriba. Bill Condon, que también dirigió aquel novedoso comienzo en “Crepúsculo”, le supo encontrar la vuelta a esta película para que la trama edulcorada vire para el lado de las batallas, cada vez más impactantes, y hacia el concepto de priorizar la unión familiar por sobre todo. Así, Bella hará lo imposible por defender a su hija de los villanos, en una historia donde justamente la pelea entre familias adquiere protagonismo. Los efectos especiales son otro atractivo clave, en una producción en la que se resalta la fotografía y la edición de sonido. En un filme en donde se destacan los roles secundarios de Martin Sheen y la argentina Mia Maestro, se redondea una historia entretenida, dinámica y hasta con algún toque de humor. Como si fuera poco, el cierre guarda una sorpresita que le dará una sonrisa a los fans. Como dato de color, las salas llenas y con mayoría de público adolescente invitan a pensar que el marketing del amor vampiro es una tentación para la industria cinematográfica. No sería tan extraño que lleguen otros crepúsculos a la gran pantalla.
Bueno, digamos que esta, por ser la última película y porque ya no se puede seguir “robando” con la adolescencia como foco de los amores teen, es la mejor película de esta serie desvaída. Finalmente Bella es una vampiro -ya lo saben-, tiene una hija mestiza vamp-humano que se vuelve rápidamente “grande”, Edward es un padre responsable y Jacob se transformará en una especie de ángel de la guarda. Digamos que no hay nada imprevisible y, como corresponde a cualquier historia melodramática de estos tiempos, todo termina a épicas trompadas. Lo bueno de esta película es que, a la larga, la insistencia en construir el mundo de la saga nos hace a los personajes simpáticos, aunque dificilmente icónicos. El vampirismo y la licantropía no son ni metáforas ni símbolos, simplemente son mecanismos de la trama; lo que importa en todo caso es qué pasa con esa familia muy normal que conforman estos seres fabulosos. Quién sabe: quizás cuando pasen otros veinte años, Edward, Bella y Jacob cambien sus nombres por Homero, Morticia y Lucas. No se puede pedir -ni se busca- originalidad o emociones fuertes, y en ocasiones el suspenso cuasi terrorífico que proveen ciertos personajes atados a la mitología del miedo, funciona bien. En otras, la cámara se dedica al paneo publicitario sobre los rostros o pectorales de sus protagonistas. Pero está bien, hay un público (creciente) que adora esta saga y busca eso. Y la película es generosa, lo que dista de ser algo malo.
El final de los vampiros romanticones La tan esperada "Amanecer, parte 2" cierra la saga fiel a su estilo y culmina la historia de amor vampírico de una manera muy previsible, pero contundente. Tanto los fanáticos de los libros como seguidores de la saga cinematográfica quedarán conformes y contentos con la conclusión, aunque sospecho, que como todo final, habrá varios que se quedarán con las ganas de haber visto algo más impresionante, más dramático y emotivo. No soy un gran seguidor de la franquicia, pero he logrado (como expliqué en la crítica de "Amanecer: parte 1") ponerme en el lugar de los fans y entender que es lo que los atrae con tanta intensidad. Vamos con lo positivo. La transformación de Bella en vampira termina con el tironeo constante que había entre la pareja protagonista (y con el tercero en discordia), y da fin a la decisión de convertirse o no en una chupasangre, algo que ya se había tornado un tanto pesado. Otra cuestión positiva e interesante fue incorporar aliados de familias vampiras de todo el mundo, algo que le dio más frescura a la pantalla y sirvió para hacer más épica la batalla contra los Volturi, aunque creo que se desaprovechó la oportunidad de darle un poco más de protagonismo a personajes que eran mucho más cool y modernos que el trío principal. 3ra cuestión atractiva, fue el trabajo que se realizó sobre los momentos románticos de Edward y Bella, sobre todo hacia el final, redondeando la historia amorosa con la mirada puesta en los fans más entusiastas. Lo negativo. ¿Puede ser más melosa y cursi la interacción entre los protagonistas? Ya sé que es una característica fuerte de la trama, pero hay momentos en que uno realmente piensa que se va a quedar pegado a la pantalla de tanta melosidad. ¿Cuál es la necesidad de usar frases como "sos la razón por la cual pelear" o "pensé que estaríamos juntos toda la eternidad"? Si le podaran aunque sea un poco tanta dulzura, podrían haber logrado el mismo efecto y además atraer al público no tan asiduo al amor novelesco. Otra cuestión que no me satisfizo, tiene que ver con los efectos visuales... con tanto presupuesto se podrían haber jugado un poco más y ofrecer mutilaciones y poderes que se vieran más realistas. El efecto visual de la bebé Renesmee en su 1ra escena, más que despertar ternura, da miedo... como una Chucky en potencia. La batalla final es de las más épicas y brutales que he visto, pero quedó un poco empañada por el uso torpe del CGI. Por último, la vuelta de tuerca que se da sobre el final de la película es como uno imagina que debe ser este tipo de film, aunque habría sido mucho más interesante seguir el juego del desastre. Un cierre digno para una historia, que según mi criterio, podría haber sido menos puber y un poco más madura, buscando una calidad creciente en la puesta técnica e interpretativa, cuestión que termina logrando a medias. Es por esto último, que la saga Crepúsculo siempre será recordada más como un fenómeno literario inexplicablemente exitoso y no tanto como una franquicia cinematográfica de calidad.
Esperando la batalla Amanecer, parte 2, es una decepción constante que tiene una enorme falencia constitucional en su historia. Todo el relato es acerca de un batalla final y de como los vampiros buenos se preparan y la esperan. La idea no es mala, ya que sería un perfecto cierre a la saga, pero presenta el inconveniente de exigir que el desenlace sea espectacular. Por lo tanto, si al final no resulta serlo, toda la película se derrumba. No solo la batalla es intrascendente, sino que durante el resto de la historia (inicio y desarrollo) tampoco sucede algo relevante. Unos de los clichés que más se utilizan en las historias bélicas es decir que el momento previo a la batalla es la peor parte. Probablemente sea un poco exagerado, sin embargo esencialmente tiene mucha verdad. La instancia previa a cualquier combate es una situación llena de tensión y ansiedad que atormenta a los combatientes. Obviamente sería un error exigir que la película sea de tal o cual forma, pero si estamos ante una historia en la cual todo se basa en esperar una batalla final, uno supondría que algo debe suceder en esos minutos. Podrían haber sido hechos o conflictos internos, pero lamentablemente solo se ven viajes y reclutamientos de más vampiros, lo cual no propone nada de real trascendencia para los protagonistas. Asimismo, todavía no se toco el punto clave del relato donde todo parece resultar un gran chiste: el final. Sin tratar de revelar demasiado, hay que adelantar que el desenlace del final es una decepción rotunda. Carece de creatividad, emoción o ritmo. Es tan anticlimático que uno duda de la seriedad de la producción. Si bien nunca la crítica actúo de manera muy favorable con la cinta, uno duda que en este caso haya tenido una consideración honesta con los fanáticos de la saga. Por otro lado, es necesario sostener que está película junto a las demás de la saga han marcado a todo un grupo de personas que durante la misma se han sentido tan emocionalmente conectados con los protagonistas que cuando las luces se apagaron y los créditos iniciales empezaron, un murmullo lleno excitación y nerviosismo invadió la sala. Una conexión (logro) tan fuerte que solo un puñado de películas logran obtener.
El final de una saga Culmina la trilogía de las películas inspiradas en las novelas de Stephenie Meyer. Una película como las anteriores, sin novedades, y con un comienzo muy aburrido. Ya queda poca gente, si es que queda, que no conozca cómo termina la saga Crepúsculo. Al menos en lo que respecta a la novela de Stephenie Meyer. Pero la adaptación a película es otro tema. Bajo su propio riesgo, sigan leyendo este breve comentario del filme, que puede tener uno que otro adelanto. Amanecer, parte 2 es el tan esperado cierre del ciclo, a cargo del director Bill Condon, el mismo de la parte anterior. Y con el elenco de siempre: Bella es Kristen Stewart; Edward, Robert Pattinson; Jacob, Taylor Lautner; y así completando con todo el clan Cullen y todos los Vulturi. Desde un comienzo, el filme se enfrenta a un dilema: cómo adaptar el final de una novela donde el drama es lo primordial y donde la que acción es mínima -no abundan los desmembramientos, las batallas épicas ni las persecuciones sin fin-. (Alerta adelanto) Es quizás por eso que, para justificar el gasto y la película en sí, Stephenie Meyer, en su rol de guionista, agrega una escena, casi al final, que no pertenece al libro, y que se sentirá como una traición para los seguidores de los libros. En especial por el elemento con que la cierra. Para los que ya vieron miles de veces algo así, el recurso pasará como cómico, absurdo. Más allá de esa transgresión, la película, en lo argumental, transcurre de maneral normal y se asemeja a un resumen para niños de la saga escrita. Esta segunda parte es la de una Bella hecha una vampiresa, con una hija mitad vampiro, mitad humana. La neófita tendrá que convencer al poderoso clan de los Vulturi de que ni ella ni Edward rompieron ninguna regla, y que no hay razón para ser sentenciados a muerte. Al lado de la pareja, como siempre, estarán la familia Cullen, esta vez nutrida con miembros de diversos lugares, y las manadas de lobos. Como se intuye, es una producción más que gira en torno al tema de armar un ejército de notables para pelear contra el enemigo. Y no se sale de eso: los minutos son dedicados a la búsqueda de los nuevos combatientes, a presentarlos y a mostrar sus poderes. En el medio está la historia de amor de Bella y Edward que ahora son padres de una niña muy especial. Pero es mínima. En lo visual, la película no innova en nada, siguen siendo los mismos efectos y los mismos maquillajes que las entregas anteriores. Para peor, hay unos 5 minutos, al principio y al final, que están de más, aburren. La presentación es confusa, monótona y le falta dinámica. En definitiva, es una película que, si se vieron las anteriores, hay que ver, por lo menos para cerrar la historia.
Amanecer, Parte 2 es la última (por ahora) parte de la saga Crepúsculo. Por el momento le da un cierre a la historia, aunque está tan plagada de pistas y puertas abiertas que no sería nada extraño que la franquicia fuera resucitada de aquí a unos años. Mientras que la calidad de la saga ha ido en franco declive, las arcas de los productores se han visto inundadas de dólares provenientes de los bolsillos de calenturrientas adolescentes - las cuales darían su riñón derecho por obtener un calzoncillo usado de Taylor Lautner o el rollo de papel que tiene Robert Pattinson en el baño de su camerino -, quienes han visto una y otra vez las mismas mediocres películas para grabar en sus retinas los apasionados besos que se plantan los insulsos protagonistas de la saga.. Amanecer, Parte 2 es más de lo mismo. Tiene un poco más de ritmo que el filme anterior, pero eso sólo sirve para que los defectos afloren con mayor velocidad. Debo confesar que la única película que me ha gustado de la saga fue la primera y, después de eso, vino el precipicio y el olvido. Si alguien me pregunta quién es quien en el universo Twilight, o por qué tal o cual hacen determinada cosa, le confieso que no me acuerdo ni me interesa acordarme. Tampoco es un dato esencial, con lo cual no me quita el sueño sentarme a ver la Parte 2 sin acordarme siquiera de la Parte 1. Me acuerdo que había unos vampiros malos que viven en Italia, y que la Stewart y el Pattinson viven en una especie de pecado - debido a pertenecer a razas diferentes -, con lo cual iban a ser castigados de un momento a otro. La Parte 2 viene a disparar todos los mecanismos dramáticos que la saga ha ido acumulando desde las anteriores entregas... los cuales parecen resultarles insuficientes a los responsables de la franquicia. Es por ello que la película empieza a incorporar estupideces salidas de la galera, como que todos los vampiros poseen un segundo superpoder oculto - leer mentes, manejar los elementos como el agua y el fuego, crear escudos de energía, anticipar el futuro, etc -, con lo cual se transforman en una especie de versión berreta de los X-Men. Es extremadamente frustrante ver como la historia comienza a trampear sus propias reglas, inventando Deus Ex Machina diseñados exclusivamente para darle un espectacular grand finale a la saga. Y mientras que la batalla final tiene su nervio - que debe ser lo único destacable de toda la película -, por otra parte viene con un giro de tuerca shyamalanesco que equivale a dispararse en sus propios pies. ¿Tanto preparativo para una sesión de clarividencia de miserables cinco minutos?. ¿Tanto les costaba matar a alguno de los personajes principales o generar una mínima sensación dramática?. Todo termina tan encausado por los carriles de lo políticamente correcto que resulta vomitivo.
Debo confesar haber seguido todas las entregas, y haber leído los libros para poder encontrar esa adaptación en la pantalla grande. Si bien los libros tienen buenos matices, y en algunos logré compenetrarme mejor que en otros, en la película nunca me pasó eso. El film comienza donde lo dejó la anterior entrega de la saga. Bella ha dado a luz a su hija Renesmee, y ha concluido su transformación en vampira. Ahora deberá aprender sobre su nueva naturaleza, ¿tendrá algún poder como el resto de los vampiros? ¿siendo una neófita podrá controlar su sed de sangre ante su propia hija medio-humana? Los acontecimientos se precipitan y un grave peligro se cierne sobre la familia Cullen al completo cuando la existencia de una niña vampira llegue a oídos de los Vulturi. Existe una ley para los vampiros que prohibe a todos los clanes convertir a niños, ya que éstos son difíciles de controlar y han generado auténticas masacres a lo largo de la historia poniendo en peligro a su vez la secreta existencia de los chupa sangre. Desde la primera, hasta la anteúltima nunca me había emocionado o entretenido con escenas puntuales. Y si bien cabe remarcar que algunas fueron muy bien adaptadas, esta supermaquinaria comercial de “Crepúsculo” estaba muy bien dirigida a su público (adolescentes en plena efervescencia hormonal que se descubren como los personajes de la película). En este caso, “Amanecer – Parte 2” comienza bastante floja. Con una introducción muy diferente a las otras películas y bastante larga para mi gusto, y una narración bastante densa y sin muchos altibajos. Por otra parte, la esperada Renesmee (la bebé de Bella y Edward) termina de frustar esa esperanza. La animación que utilizaron para los gestos y el rostro de la bebé es patética. Si, como leyeron, PATÉTICA. Estamos ante una película con un gran presupuesto y buenas escenas de animación, y no tuvieron el detalle de jugarse y cuidar ese aspecto. Por otra parte, el relato lineal y la falta de conflictos y personajes fuertes nos llevan a esperar una película bastante pesada. Sin embargo, luego de conocer a todos los vampiros que serán testigos para enfrentar a los Volturis, la película da un giro interesante y nos muestra una pelea final con todas las de la ley. Es que la saga se merecía un final así. Después de 5 películas esperando un buen enfrentamiento, debemos reconocer que los minutos que dura esta pelea nos tienen en vilo a todos. La tensión, las cabezas que ruedan y algunas muertes tristes surten efecto para darle el cierre que se merecía. De las actuaciones mucho no podemos decir. Una pareja que tiene mucha química (Stewart y Pattinson) y el destacado es, sin duda, Michael Sheen en el papel de Argo, un vampiro detestable. La media hora final le da el cierre que todos esperaban a esta saga, que en términos económicos aportó más que en términos cinematográficos.