El Último Gran Héroe Vamos a admitirlo. Extrañábamos a Arnold. Lo necesitábamos. Jason Staham es muy chiquito, no da miedo, no tiene un acento divertido. Pero Arnold es diferente. Su cuerpo ya intimida, su sonrisa pintada en el rostro aterra, su mirada fija pone los pelos de punta… y su acento, lo convierte en un chico travieso europeo con ganas de romper todo. Si bien, ya lo habíamos visto al lado de Stallone y los demás duros en Los Indestructibles, Arnold merecía una película hecha a su medida y su trayectoria. Confieso no ser demasiado fan de sus films de acción más clásicos, pero a partir de que empezó a relajarse y tomarse menos en serio, reírse un poco de sí mismo, el grandote me cayó bien. El Último Desafío no es una película escrita y pensada solo para que el austríaco de 65 años demuestre que sigue activo y es más popular como intérprete que como político, sino que también es un western contemporáneo como los de antes: artesanal, divertido, sencillo, con pocas explosiones y esenciales efectos digitales. Una película que no pretende ser más grande de lo que es, que no tiene connotaciones políticas e ideológicas, cuya única meta es divertir y entretener, dejar satisfechos a los fans del ex gobernador de California. Y lo consigue, con creces. ¿Por qué? Porque el cine coreano es el futuro del cine. Hollywood ya se dio cuenta. No hace falta que Psy haga el Gangnam Style frente a Obama, para que occidente exporte nuevas gemas de la dirección coreana. John Woo y Ang Lee son parte del pasado. Ahora, traen a Chan - Wook Park y Jee Woon Kim, consolidados realizadores en su país para que se conviertan en el refuerzo cinematográfico que la industria necesita. Jee Woon Kim se ha ganado ese reconocimiento. Hizo la remake coreana de Lo Bueno, lo Malo y lo Feo – The Good, the Bad and the Weird – que si se hubiese realizado en Hollywood habría sido un sacrilegio. En cambio, Jee le aportó una impronta dinámica, original, creativa, espectacular. Esto lo lleva a El Último Desafío, un western clásico, con reminiscencias de Duro de Matar, A la Hora Señalada y 3:10 a Yuma. Ray (Arnold) es el sheriff del pequeño pueblo de Sommerton. Un sitio pacífico, lleno de granjeros de armas tomar, donde lo más grave que puede suceder es tener que encerrar al típico joven rebelde por emborracharse. Sin embargo, el lugar se convierte en un punto clave para Cortés, un importante narcotraficante mexicano (interpretado por el español Eduardo Noriega), que se acaba de fugar de Las Vegas mientras era custodiado por el FBI – liderado por un Forest Whitaker que repite un personaje que ya hizo en el pasado - y pretende cruzar la frontera que limita con México para escaparse definitivamente. Pero Ray es un hombre de honor, con principios, demasiado viejo para ser comprado, por lo que desafia a toda la banda de Cortés – encabezada por el gran Peter Stormare – para implementar “justicia”. Cargada de gags y homenajes al género, Jee Woon Kim explota la imagen de su protagonista desde cada ángulo para resaltar su figura sin necesidad de mostrar sus músculos. Se trata de un sheriff a lo Burt Lancaster, pero también existe una autoconciencia y sátira a la historia personal del actor. El guión está escrito precisamente, para que Arnold con ese acento inconfundible, remarque frases, que en boca de otro – exceptuando Bruce Willis posiblemente – no generarían el mismo efecto. “Bienvenido a Sommerton”; “Soy el Sheriff”; “Estás bajo arresto”; "Estoy viejo". En la voz de Schwarzenegger cobra otro sentido, se convierte en un remate humorístico, son guiños para los fans. “Sos una vergüenza para los inmigrantes” es la cereza de la torta. Acaso una burla a las leyes inmigratorias que implementó durante su gobierno. Aunque sea una historia clásica, y contenga estereotipos y frases hechas, en el contexto que rodea al actor cobran otra relevancia. Es que Arnold lo permite y lo necesita. Jee Woon Park consigue que el film no se exceda, lo nutre de espíritu ochentoso, de violencia gráfica, de humor negro. Los caricaturescos personajes de Luis Guzmán o Johnny Knoxville – emulando a Murdoch de Brigada A – le aplican otra capa de comedia, de surrealismo necesario para no caer en el relato solemne. Es revitalizador, complace ver el espíritu de los héroes de antaño en este film que le debe mucho a Hill, Siegel – el colectivo de Harry, el Sucio - o Leone. Hay detalles literales, que confirman esto. Desde los encuadres hasta elementos escenográficos. Al film no le falta ni le sobra nada. Quieren persecuciones, hay persecuciones; quieren ver a Arnold apuntando armas sofisticadas, no se van a decepcionar. Incluso demuestra que todavía sigue activo en el combate cuerpo a cuerpo – y Noriega es un digno oponente. Esto es cine, muchachada. Cine clásico, espectáculo del bueno. Entretenido, divertido, y con Schwarzenegger en el mejor estado posible. Que importa si hace apología al derecho de cada individuo para tener armas. Es solo un film de acción. Arnold is back. Hasta la vista, baby.
Si 2 días antes de ver El último desafío, alguien me decía "ojo con esta peli", sin lugar a dudas diría que me estaban jodiendo. Este regreso de Arnold es simplemente "una hora cuarenta y siete" de gran cine de acción. Los productores vieron que Rápido y furioso lograba subir las ventas con mejores historias y buscaron hacer una buena película construida alrededor del ex austríaco y ex gobernador de California. Los primeros 5 minutos sirven para dejar en claro que Arnold sigue igual de siempre como actor. Es de madera terciada... pero lo queremos. Sus caras, sus gestos toscos, son marca registrada y vemos que siguen igual. Desde ese momento tenemos un planteo clásico de narco que se escapa y que logra derrotar a 28 camiones de Swat. Pero todos sabemos que un sheriff rudo que oculta algo en su pasado, y un par de asistentes que duermen la siesta seguido, serán mejores oponentes. Y vaya que darán entretenimiento. La película se sostiene por un conjunto de cosas, entre ellas su elenco. A Arnold lo rodearon de buenos actores y figuras reconocibles para los personajes que interpretan. Y no cayeron en la clásica "latino malo mexicano". El "malo" es Eduardo Noriega, ese muy buen actor español, que sale de a ratos del estereotipo clásico. Hay una escena casi al final donde demuestra que se tomó su papel de manera seria. Notable que esté el brasilero Rodrigo Santoro, pero no haciendo de "malo" latino, es un "norteamericano". Perfectos los papeles de Johnny Knoxville y Luis Guzman. Y cuando uno ve en la primera escena a Peter Stormare si tiene alguna película encima, sabrá desde el vamos que es uno de los malos más malos. Obvio que esta gran película no podría haber sido así sin la tarea brillante de su director, que viendo su ficha en IMDB tiene muchas películas en su país (Corea) pero que fue su debut total en Hollywood. Un detalle es que la película está muy chiviada por Chevrolet, ya que el auto del malo, el que lo persigue, las camionetas del FBI y hasta el autito sobre el cual se protegen en un momento, son todas de esa marca. Pero está bien y era algo necesario para la trama que lo supieron aprovechar y vender bien desde el afiche. Claramente El último desafio es una cita obligada para ir al cine y pasar un excelente rato con una película ochentosa por su historia, filmada de maner clásica, pero pensaba para los tiempos que corren. Ah... y está Arnold Schwarzenegger señores, dejando en claro como lo supo hacer en su momento don Clint, que está algo viejo... y eso les puedo asegurar que también es parte del entretenimiento. Imperdible.
Vuelve el Arnold que todos conocemos y amamos. Con Terminator 3: La Rebelion de las Maquinas (película que considero entretenida pero no canónica; yo me quedo con el esperanzador final de la 2 y que me dejen de hinchar con el juicio final impostergable) marco la última vez que vimos a Arnold en un protagónico; papeles chicos tuvo miles pero nunca un protagónico hecho y derecho. Pero ahora que sus responsabilidades con el Estado de California han llegado a su fin, el Austriaco mas querido por todos vuelve al ruedo y con una historia a su medida. ¿Cómo está en el papel? Ray Owens (Arnold) deja la Policía de Los Ángeles para ser el Comisario de un apacible pueblito en el que no pasa nada, pero nada de nada, hasta que un narcotraficante que se encamina para México, huyendo del FBI, teniendo al pueblito de Arnold en su ruta de escape. Lo que le pone mostaza a la situación es el hecho de que los esbirros del narco le matan a uno de sus muchachos y decide tomar venganza. Un aplauso para el guionista Andrew Knauer, que tomo el molde guionistico de arquetípica pelicula Arnoldera de los 80/90 y la amoldo para la actualidad. Tenemos todos los ingredientes: Un super-duper-especialista que busca paz en un pueblito remoto, Check; Un narcotraficante psicópata y aparentemente invencible, Check; Un jovencito que busca acción en medio de la nada y cuando la encuentra es recompensado con una muerte horrible que motiva a Arnold a declararle la guerra a los malos, Check; Frases hechas, pero de esas que nos encanta oír de la boca de Arnold, Check; Comic Relief a cargo de un comediante de moda, Check; El Federal Bueno que quiere tratar de hacer todo por las buenas a cargo de un actor premiadísimo y de método, Check. Montaje en el cual preparan las armas, Check. Se estarán preguntando ¿Cuál es la innovación, Santi, porque todo esto parecen ser un montón de clichés?. La innovación, queridos lectores, es la de combinar toda esta acción con el más duro western. Una mezcla, y por ende, un estilo deudor del mejor título de John Carpenter. Esta la barricada, el duelo final, el ritual de “ganarse” la placa de comisario. Si, ya se, ya se, estos también son clichés. Pero la ensalada que conforman les quedo demasiado deliciosa. ¿Cómo está en la pantalla? Arnold está en un rol que le calza como guante y hasta aprovecha para reírse de sí mismo y de sus 65 primaveras, que no le juegan para nada en contra. Forest Whitaker entrega un despliegue actoral a la altura de su trayectoria, y Eduardo Noriega, si bien interpreto malvivientes en el pasado ––Plata Quemada por ejemplo; genial laburo suyo–– todavía le falta tomar mucha leche para interpretar un supervillano como el que exige esta pelicula. Pero lo que entrega aquí es lo suficiente para que el espectador compre y se quede hasta el final. Johnny Knoxville aparece lo justo y necesario, sus chistes son cortitos y al pie pero efectivos. De la técnica mucho no voy a hablar. Buena foto y excelente montaje; no por lo abundante sino por lo sobrio, incluso para las escenas de acción. El director, Kim Jee-Woon, supo mantener la tensión en todo momento. Conclusión: Un regreso a la forma, y con una historia a su medida, de uno de los héroes de acción más queridos por todos. Una mezcla de acción del más alto octanaje con el más tradicional de los westerns que es un festín digno de la mejor emisión de Sábados de Super Acción.
El regreso de un "duro" Referente de las películas de acción que protagonizó desde la década del ochenta y luego de un paréntesis debido a su actividad en la política, el fornido Arnold Schwarzenegger vuelve a encabezar luego de su participación junto a Stallone en las dos partes de Los indestructibles. El último desafío marca el debut en Hollywood del surcoreano Kim Ji-woon (Los poseídos y I Saw the Devil), con este thriller plagado de acción que además de ser entretenido tiene el mérito de saber burlarse de sí mismo. Y ahí es donde Schwarzenegger, en el papel del sheriif Owens del pueblo Sommerton Junction, entra en acción cuando empieza a percibir a dos sujetos extraños en un bar y huele que el peligro se avecina. El film tiene un comienzo electrizante que sigue el escape de Cortéz (el español Eduardo Noriega, recordado por Tesis), el líder narco que a bordo de su poderoso Corvette inicia una fuga con una rehén (Génesis Rodríguez, la hija del Puma) hacia la frontera con México. A partir de ese momento, tanto los agentes del FBI (con un siempre convincente Forest Whitaker a la cabeza) como el improvisado grupo que arma Owens (Luis Guzmán, Rodrigo Santoro, Jaimi Alexander) esperarán ansiosos la llegada del villano de turno, aunque el relato también incluye al despiadado Burrell (Peter Stormare). Con este esquema, la acción aparece servida en bandeja y el humor también dice presente a través de "gags" relacionados con el paso de los años ("¿Cómo estás? le preguntan a Owens luego de atravesar una puerta de vidrio y él contesta: "viejo", o las gafas que utiliza para ver el orificio de entrada de una bala) y el tema de la inmigración ilegal. Rindiendo homenaje al nombre del pueblo, la "conjunción" de fuerzas y malvivientes no se hace esperar en este film con buenas secuencias de acción, persecuciones y un desenlace desarrollado en el puente que une ambas fronteras. El actor de Terminator vuelve más armado y seguro que nunca al género que lo vio nacer junto a un elenco dominado por latinoamericanos, y demuestra que todavía está en forma para librar batalla.
La convalidación del honor En este 2013 que recién comienza se dará una situación muy particular como pocas veces hemos visto: los tres principales directores coreanos ofrecerán en el transcurso del año su debut hollywoodense. Más allá de que Park Chan-wook, Bong Joon-ho y Kim Ji-woon formen parte de la misma generación de realizadores que no sólo pusieron a Corea del Sur en el ojo del panorama internacional sino que además nos regalaron mucho del mejor cine que circula en la actualidad, llama poderosamente la atención esta simultaneidad en lo que se refiere al desembarco en Estados Unidos de este glorioso trío de estetas de la violencia. Si bien propuestas como Stoker (2013) y Snowpiercer (2013) a simple vista parecen más acordes a la sensibilidad de sus respectivos responsables que El último Desafío (The Last Stand, 2013), todo prejuicio desaparece al contemplar el maravilloso film resultante. Esta suerte de remake de A la Hora Señalada (High Noon, 1952), modelo “convalidación del honor” a la Río Bravo (1959), mantiene un tono similar -aunque mucho más conservador- al de The Good, the Bad, the Weird (Joheunnom Nabbeunnom Isanghannom, 2008), el otro exponente de Kim Ji-woon en el terreno del spaghetti western con chispazos de comedia. Diez años después de Terminator 3: La Rebelión de las Máquinas (Terminator 3: Rise of the Machines, 2003), estamos ante el regreso a la actuación de Arnold Schwarzenegger luego de su paso por la política, un hecho fundamental para el convite en cuestión: lejos de la autoparodia de Los Indestructibles (The Expendables, 2010) y su secuela, aquí el pulso narrativo plácido que definitivamente deseaba el inefable Arnold para su “héroe ajado”, encuentra un complemento perfecto en el preciosismo de la fotografía, los personajes encantadores y en especial la escalada de tensión que administra el gran cineasta asiático. La película rinde homenaje a su protagonista, dispara diálogos que se sienten naturales y se toma a sí misma en serio cuando debe hacerlo y afloja mínimamente las cuerdas en los momentos precisos, en donde la carcajada está muy bien insertada en función de diversos detalles contextuales (la excelente balacera del final constituye un inmejorable ejemplo al respecto). Para aquellos que aún no conozcan la historia, sólo diremos que se centra en el escape de prisión de Gabriel Cortéz (Eduardo Noriega), un “lord de la droga” que conduce a toda velocidad un Corvette C6 ZR1 por rutas desérticas hacia la frontera con México. El problema principal es que el señor debe atravesar el pueblito de Sommerton Junction, cuyo Sheriff Ray Owens (Schwarzenegger) no verá con buenos ojos el asesinato de uno de sus ayudantes a manos de los secuaces de Cortéz y eventualmente decidirá tomar cartas en el asunto. Entregando un “punto intermedio” entre la sutileza de A Tale of Two Sisters (Janghwa, Hongryeon, 2003) y el gore de I Saw the Devil (Akmareul Boatda, 2010), Kim consigue la proeza de salir airoso del doble reto de satisfacer a los fans acérrimos del cine de acción y redondear un convite estilizado que no traiciona su idiosincrasia individual…
El regreso de los viejitos piolas El multifacético realizador coreano de I Saw the Devil, A Tale of Two Sisters, A Bittersweet Life y The Good, the Bad, the Weird debutó en Hollywood para dirigir el esperado regreso –a los 65 años- de Arnold Schwarzenegger. Se trata de un simpatico thriller en el que el ex gobernador de California interpreta a un policía de un tranquilo pueblo de Arizona perdido en el medio de la nada. Luego de haber trabajado y vivido en Los Angeles, Ray disfruta de la tranquilidad del lugar junto a sus patéticos colaboradores y dóciles vecinos. Pero hasta allí llegará el jefe de un cartel recientemente fugado de la cárcel (el español Eduardo Noriega, floja elección de casting como un malvado old-fashioned), quien intentará cruzar la frontera y huir a México. El film tiene mucho de western (spaghetti incluso), unos cuantos bienvenidos toques de humor (aunque cansa un poco la autoparodia del viejo Arnold) y una segunda mitad que es bastante más interesante que el arranque (el escape de Noriega y la persecución del FBI liderada por el personaje de Forest Withaker. Las escenas de acción están bien filmadas y Kim logra disimular las carencias físicas de Arnold a pura edición y trabajo de los dobles de riesgo. Y eso es todo. No es ninguna maravilla, por cierto, pero cumple. Y se disfruta bastante. DIEGO BATLLE
Arnold está de regreso Tras diez años sin protagónicos cinematográficos -el último había sido Terminator 3: La rebelión de las máquinas (Terminator 3: Rise of the Machines, 2003)- Arnold Schwarzenegger vuelve a la pantalla grande con El último desafío (The Last Stand, 2013), un divertido film de acción que trae lo mejor del entretenimiento republicano. Cuando el narcotraficante Gabriel Cortéz (Eduardo Noriega) se fuga de prisión, huye en un auto a toda velocidad con la intención de cruzar la frontera por un pequeño pueblo llamado Sommerton Junction, límite con México. El sheriff del lugar es Ray Owens (Arnold Schwarzenegger), un veterano policía que vive sus días en paz. Al reconocer que es la última posibilidad para evitar el escape del fugitivo, le hará frente sin ejército pero con más de un principio a cuestas. Quienes decían que Arnold se retiró de la política pueden ponerlo en duda, porque El último desafío viene a trasladar las ideas fundantes de su partido a la pantalla mediante un relato tan incoherente como divertido. El film rememora las grandes películas de acción que protagonizaron los colosos del género (Arnold incluido) en la era Reagan. Pero lejos de importar en lo más mínimo el contenido político de la película, hay que tomar sin ninguna pretensión a El último desafío, porque el espíritu burlón que lleva consigo apunta al más puro entretenimiento. Y no es más que eso, aunque muy eficaz por cierto. El encargado de dirigir a Arnold y su elenco de “latinos”: Eduardo Noriega es el villano, al que se suman Rodrigo Santoro, Luis Guzman y Genesis Rodriguez (si la hija del Puma Rodríguez), sin olvidarnos del irrompible Forest Whitaker; es el surcoreano Jee-woon Kim debutando en Hollywood con este film. Golpes, explosiones, tiros y frases célebres para marcar el buen regreso del gran (en todos los sentidos) superhéroe de acción. Más viejo sí, pero más divertido –e inofensivo- también.
Hace rato que lo vengo escribiendo. En materia de acción y thrillers policiales hoy a los coreanos no hay con que darles. Las cosas que vienen haciendo en esta última década dentro de estos géneros, que lamentablemente no llegan a nuestros cines, son impresionantes y están muy por encima de lo que es la producción norteamericana y europea. Esta es la razón por la que este memorable regreso de Arnold Schwarzenegger resultó una fiesta pochoclera y no un fracaso aburrido como fue Daño Colateral. En Hollywood se avivaron de lo que está pasando con el cine de Corea del Sur y ya empezaron a recurrir a los cineastas de este país para poder brindar algo decente entre tanta mediocridad. El último desafío es una tremenda película de acción dirigida por Kim Ji-woom, uno de los mejores directores asiáticos que trascendieron en la última década. Aunque su nombre no te suene conocido está bueno saber que este hombre no es un cuatro de copas, sino un artista cuyos trabajos son filmes de culto alrededor del mundo. Este pionero del cine digital en su país viene trabajando desde fines de los ´90, pero el éxito internacional le llegó con la tremenda historia de gángsters A Bitter Sweet Life, protagonizada por Lee Byung-hun (el ninja blanco Storm Shadow en G.I. Joe). Recientemente el director se destacó con otros dos grandes peliculones con este actor como fueron el western The Good, The Bad and The Weird y el policial I saw the Devil. Con El último desafío incursionó por primera vez en Hollywood y lo más notable de este trabajo es que Kim Ji- woom no perdió su integridad como artista. No viajó a Estados Unidos sólo por el cheque, sino que brindó una película que conserva en términos visuales la calidad de sus producciones y que realizó además con sus clásicos colaboradores, el director de fotografía Kim Ji-Yong y el compositor Mowg. Esto no es habitual en Hollywood y se nota que los productores conocían bien el cine del director y le dejaron hacer su trabajo con la misma gente con la que él suele laburar en Corea. El último desafío es un film claramente influenciado por el western que está muy en sintonía con lo que fue The Good, The Bad, and The Weird por la manera en que se fusiona el humor absurdo con las secuencias violentas de acción. A esta historia le cambias los autos por los caballos y las armas automáticas por los viejos revólveres y rifles del Viejo Oeste y tenés un cuento clásico de cowboys. La particularidad de este film es que el director construyó una gran propuesta de acción al servicio de Arnold, quien presenta su mejor labor en muchos años. Terminator está viejo y eso también se aprovechó en el guión que brinda muy buenos momentos con este tema. Arnold además estuvo rodeado de un muy buen reparto donde se destacan especialmente Luis Guzmán, Johnny Knoxville, Forest Whitaker y Eduardo Noriega. El director lleva el relato como los dioses desde su narración y construye con mucha tensión la atmósfera para ese gran tiroteo final que es una fiesta para los amantes del género. La película conserva las secuencias de acción estilizadas y sangrientas que caracterizan el cine de Kim Ji-woom y se potencia con la presencia de Arnold que volvió a lo suyo con una producción memorable. Como propuesta de acción El último desafío es una de las mejores películas que se hicieron en Hollywood en los últimos años y no tiene desperdicio. Para los fans del género es una cita obligada en el cine.
Una FIESTA! Esa sería la manera más acertada para condensar en una palabra este estupendo film que tiene todo y no le sobra nada. Aunque solo comparte el género y uno de sus actores, vale la pena aclarar que los que van a disfrutar esta película al máximo serán los mismos que lo hicieron con las dos entregas de Los Indestructibles, el resto de los espectadores pueden recurrir a una cuestión de gustos (que está perfecto y es lo que se debe) o a una postura intelectualoide que ni vale la pena analizar aquí. Pasado esto hay que remarcar que nos encontramos con la gran vuelta de uno de los mayores exponentes del cine de acción de la historia: Arnold Schwarzenegger. Porque si bien tuvo participaciones en otras cintas (como la ya nombrada The Expendables) este es su primer protagonico desde que dejo el cargo de Gobernador del Estado de California. Aquí lo encontramos con la simple historia que se puede leer en la sinopsis pero tan bien filmada que deja de ser simple para convertirse en una seguidilla de secuencias de acción y humor que luego de un comienzo tranquilo no da tiempo para que se pueda respirar. El director Coreano Jee-woon Kim acierta con gran tino todas las decisiones que tomó en su primer trabajo para Hollywood y logra sacarle el jugo a todos los elementos utilizados tanto como el elenco, los efectos y la forma en la cual se plasma el guión. Así es como nos encontramos con situaciones irreverentes dignas del cine de acción de los 80s y las secuencias más logradas que comenzaron en los 90s. Homenajes (incluso uno muy bueno hacia Conan) y humor aplicado sin tapujos al volar cabezas y acribillar gente hacen que el reparto se luzca. Al viejo Arnold lo acompañan Forest Whitaker, quien está muy bien en el papel del indeleble agente el FBI al que se le va la situación de las manos, al igual que el español Eduardo Noriega en el rol del estereotipado “druglord” mexicano. Este último sortea con creces los puntos débiles del personaje. Mención aparte merecen Johnny Knoxville y Luis Guzman cuyos personajes y las situaciones que generan son épicas. Por todo ello, pero más aún por lo que no se puede expresar en palabras: si les gusta este tipo de películas vayan al cine a participar de una verdadera fiesta.
Western a la coreana Ya no es novedad ver una película con un actor rudo, de esos que poblaron las últimas décadas del siglo pasado, autoparodiándose. En estos últimos años hubo una resurrección, una gran cantidad de películas cuyos protagonistas se ríen de lo que fueron, incluso este año se esperan unas cuantas más. Tampoco es novedad ver a Arnold Schwarzenegger hacerlo, hace poco lo vimos en la muy buena Los Indestructibles 2, y si nos vamos bastante más para atrás, ya lo había hecho en la enorme True Lies de James Cameron. Lo que si es novedad es que un coreano realice esta película. Jee-woon Kim, director de la muy buena y violenta I Saw the Devil, dirige El Último Desafío, en lo que representa su primer realización en Hollywood y la primera de una triple invasión coreana. Recordemos que este año se estrenan también Snowpiercer de Joon-ho Bong (director de The Host) y Stoker de Chan-wook Park (director de Oldboy), ambos debutando en Hollywood. En este caso hace un western, que parece ser una versión libre de Río Bravo de Howard Hawks, pero adaptada al grandote de Arnold. Este último interpreta a un sheriff de un pueblo pequeño (como John Wayne), que debe reclutar un equipo bastante particular, entre ellos a un borracho que es muy buen tirador interpretado por Rodrigo Santoro (cuyo parecido con el personaje de Dean Martin es demasiado evidente) en el que solo él confía, para detener a un grupo de criminales al mando de Gabriel Cortez, interpretado por el español Eduardo Noriega, el líder del más importante cartel de narcotráfico, que quiere cruzar por el pueblo para escapar a México. El Último Desafío no parece ser republicana ni demócrata, no parece hablar mal de los latinos (Arnold se encarga de dejarlo en claro cuando le dice al villano “le das una mala imagen a los inmigrantes”) ni muy bien de los yankees (agrega de relleno a una policía corrupta para equiparar un poco… aunque este papel lo hace la hija del Puma Rodriguez, que si bien nació en Estados Unidos es más latina que yo, pero bueno), incluso se preocupa por ser políticamente correcta (pone a un negro ocupando un rol importante en el FBI, en este caso Forest Whitaker, y a un oriental en otro rol importante… el de director). Parece decir en voz alta: “no vean al político, vean al actor”. La película se limita a explotar la nueva imagen de vegete de Arnold homenajeando al género, y realmente lo hace muy bien. Kim pone en práctica un humor con buen tiempo, que ya había usado en la versión coreana de El Bueno, El Malo y El Feo, que se llamó The Good, The Bad, The Weird. Como a todo buen coreano ("eh, no generalices que es discriminatorio") le gusta la violencia y no puede evitar mostrar sangre, de esa que salta varios metros cuando se cargan a alguien. El resultado de esta combinación, es una película muy divertida, con un humor obvio en la mayoría de los casos, con frases y latiguillos que podés anticipar segundos antes de que los digan, pero que no pierden frescura ni dejan de funcionar por eso. De hecho esa obviedad es coherente con la carrera de Arnold, carrera que se intenta parodiar. Pero la parodia es sutil, no se vale de la exageración como único recurso (para ese tipo de parodia ya tenemos Comando, que lo es sin pretender serlo). El Último Desafío es una grata sorpresa, una de las mayores del año (aunque solo contemos algunas semanas). Bienvenido Jee-woon Kim a Hollywood.
Tras diez años alejado de su carrera como actor para cumplir con su labor como gobernador de California (su último protagónico fue en 2003 en "Terminator 3: La Rebelión de las Máquinas"), Arnold Schwarzenegger regresa a la pantalla grande con "El Último Desafío", película con la que el director surcoreano Kim Jee-woon debuta en Hollywood. Si bien había realizado pequeñísimas participaciones en "La Vuelta al Mundo en 80 días" (2004), y las dos entregas de "Los Indestructibles" (2010 y 2012), su gran retorno es en esta divertida comedia de acción en la que el actor de origen austríaco interpreta a Ray Owens, un veterano sheriff de la ciudad de Sommerton Junction, donde su día a día transcurre sin sobresaltos. Pero la paz y la tranquilidad del pueblo se ven sacudidas cuando el lugar se convierte en el paso obligado de un narcotraficante llamado Gabriel Cortéz (intepretado por el actor español Eduardo Noriega), quien se fuga de un convoy del FBI que lo trasladaba de un tribunal desde Las Vegas, y cuyo objetivo es, con la ayuda de una banda de mercenarios liderados por Burrell (Peter Stormare), atravesar la frontera con México. El criminal emprende su camino hacia la "libertad" en un Chevrolet Corvette especialmente equipado para alcanzar grandes velocidades y con una rehén a bordo, la agente Ellen Richards (papel encarnado por Génesis Rodríguez, la hija del cantante "el Puma"), quien pertenece al equipo de operativos del FBI a cargo de John Bannister (Forest Whitaker). El asunto es que Owens se termina convirtiendo en el último recurso para atrapar a Cortez antes de que el violento fugitivo se deslice a través de la frontera para siempre, por lo que toma las riendas de la situación junto a su staff de inexpertos policías (Jaimie Alexander, Luis Guzmán y Zach Gilford), un coleccionista de armas (Johnny Knoxville) y un prisionero inofensivo que se encuentra en la comisaría local (Rodrigo Santoro). Repleta de tiros, golpes de puño, explosiones, persecuciones y muchos chistes que hacen del film un relato ameno y entretenido (el guiño a "Conan, el Bárbaro" y la situación con la señora mayor que se hace de uno de los malhechores son las más sobresalientes), "El Último Desafío" marca un gran regreso para un Schwarzenegger que va por más, ya que tiene varios proyectos cinematográficos por delante, entre los que se destacan la reciente confirmación de una nueva entrega de "Terminator".
Hechos y no palabras Arnold Schwarzenegger regresa con un protagónico en un western disfrazado de thriller de acción, con violencia y humor. Cuando a su edad (65) muchos deciden retirarse, y tras haber sido por dos períodos gobernador de California, Arnold Schwarzenegger regresa a un rol protagónico en cine, tras una década de ausencia ( Terminator 3, 2003). Seguro él y/o su agente leyeron varios guiones antes de decidir con cuál volvería al cine de acción, destrozos, tiros, golpes, sangre y alguna cuota de humor. Y fue éste de El último desafío, con equívoco título premonitorio, pero que lo encuentra al austríaco con su mejor cara granítica vistiendo el uniforme de un sheriff que, con unos subordinados no muy duchos, debe detener a un narco que quiere cruzar la frontera hacia México, huyendo del FBI. Arnold nunca fue actor de muchas palabras. Y en su buena época -los años ’80, comienzos de los ’90- supo alternar el cine de acción y la comedia, cosa de que cuando debiera abrir la bocota su pronunciación en inglés -que sigue siendo calamitosa- no lastimara los oídos sino que sirviera para aflojar tensiones. El último desafío es, entonces, un mix. Vestido de thriller de acción, es en verdad un western, con el sheriff Arnold aguardando parapeteado en su pueblito sin parroquianos por las calles -sólo faltan las bolas de pasto seco rodando- que el malvado (Eduardo Noriega) llegue hasta ahí. Nadie apostaría un cuarto de dólar a favor de que él y cinco ayudantes pudieran detener a Gabriel Cortez. Ni el agente del FBI (Forest Whitaker). El surcoreano Kim Jee-woon ( I Saw the Devil, A Bittersweet Life) entendió que por lo que la gente paga su entrada para ver a Arnold es para que haya carradas de acción. Y hay persecuciones, enfrentamientos armados, incongruencias, bromas, tomaduras de pelo del propio Arnie y un elenco -sumen a Peter Stormare, el siempre ubicuo Luiz Gusmán, el carioca Rodrigo Santoro ( Leonera) y el Jackass Johnny Knoxville- exagerado para tanta balacera y muerte truculenta. Como regreso, Arnold demuestra que está en lo suyo. Ya anunció que continuará con la saga de Terminator -como informamos en nuestra edición del sábado-, donde hablaba menos y pegaba más. Ya lo dijo un General: hechos y no palabras.
Acción y suspenso, a todo vapor En una pequeña ciudad fronteriza donde todo es calma y bienestar, el comisario Ray pasa sus días tranquilamente recordando su trabajo en Los Ángeles. Por aquella época había participado en una operación fallida que lo dejó lleno de remordimientos. Su existencia pacífica se hace añicos cuando el narcotraficante Gabriel Cortez se fuga del FBI, y con la ayuda de una banda de mercenarios comenzará una carrera hacia la frontera mexicana con un rehén en el remolque. A mitad de camino deberá enfrentarse con un grupo de policías liderados por un astuto agente especial, quienes tendrán la última oportunidad de interceptar a Cortez antes de que el violento fugitivo escape para siempre. Ray acepta participar de la misión y, con un grupo de habitantes del lugar, esbozará un plan para impedir su alocada fuga. De aquí en más la historia se convertirá en una violenta sucesión de tiroteos, persecuciones y luchas cuerpo a cuerpo en las que el ya algo envejecido comisario intentará salir indemne de tantas luchas y peligros. La trama, bien conducida por el director Kin Jee-Woon, contiene todos los aditamentos para entretener a los espectadores adictos a este género, a lo que se suman algunas pinceladas humorísticas que ponen en carpeta los años transcurridos desde que Arnold Schwarzenegger mostraba su cuerpo musculoso y luchaba sin cuartel contra todos los enemigos de la ley. El actor sale airoso de su personificación de ese comisario que revive las emociones de su pasado, en tanto que el resto del elenco apoya a esta aventura con indudable calidad. Los rubros técnicos se esmeraron en lograr que este entramado que queda, en definitiva, como una buena apuesta a un género que la cinematografía norteamericana sabe, sin duda, impregnar de acción y de suspenso.
Mister Universo como sheriff de pueblo En su primer protagónico en más de una década, Arnie encarna a un sheriff veterano enfrentado a un súper villano latino, un duelo típicamente ochentoso pero aligerado por el humor autoparódico sin el cual este tipo de cine hoy no sería posible. El regreso de Arnold Schwarzenegger al cine no es un tema menor. No se trata nomás de la buena noticia de que el infinitas veces Mr. Olympia y Mr. Universo (los más importantes títulos del fisicoculturismo competitivo) haya dejado la política, tras su labor como gobernador de California. No. Se trata de su vuelta a la pantalla grande, aunque no de un regreso absoluto, dado que en los últimos 10 años ha realizado pequeñas apariciones y cameos, de los cuales el más destacado ocurre en la segunda parte de Los indestructibles (2012), nueva saga de cine de acción ochentosa creada por otro icono del género, su amigo y rival Sylvester Stallone (ya se verá que la referencia no es ociosa ni decorativa). Pero desde que tuviera el papel principal en la antiterrorista Daño colateral en 2002, una década ha pasado sin Big Arnold como protagonista. Y aunque no se trata de un gran actor, sin dudas sí de una estrella. La rentrée se produce en El último desafío, film de acción antes que policial, dirigido por el coreano Kim Jee-Woon, que combina los elementos necesarios para que el regreso sea digno. Arnold es Ray Owens, un ex policía de Los Angeles que ha decidido alejarse de los peligros que en su oficio representa una gran y conflictiva ciudad, para convertirse en el veterano sheriff de un pueblito ubicado muy cerca de la frontera sur norteamericana, ahí nomás del tórrido México. Ray es feliz con su cargo, atendiendo problemas de gente sencilla y trabajadora, donde la rutina es apenas quebrada por algún partido de fútbol americano o por Lewis, el loquito del pueblo, amante de las armas, que dice tener todo en regla para abrir un museo de armamento. Pero mientras el viejo sheriff disfruta de ese remanso, Gabriel Cortez (Eduardo Noriega), el narco más peligroso desde la muerte de Pablo Escobar, es rescatado por sus secuaces en medio de una operación de traslado dirigida por altos cuadros del FBI. Cortez intentará salir de los Estados Unidos por tierra, conduciendo un súper auto, aprovechando su experiencia como piloto de carreras. Y, por supuesto, para ello deberá atravesar el pueblito del sheriff Ray, el último escollo que se interpone entre el villano y su libertad, entre los Estados Unidos y México, y por qué no, entre civilización y barbarie. Si bien casi todo es esperable en El último desafío, desde que el villano sea un extranjero (aunque tampoco falta la conexión local, siempre necesaria) hasta la decisión patriótica del sheriff y sus hombres de convertirse en escudos humanos de la nación, hay unos cuantos bonus a favor de la película. El primero de ellos es sin dudas el trabajo de Kim Jee-Woon, uno de los directores coreanos más renombrados de la generación que propició la explosión del cine nacional en su país. Dueño de una versatilidad que le ha permitido abordar géneros disímiles siempre con éxito, del horror a la comedia y de la acción al western, Kim consigue renovarles el aire a muchas escenas de acción e intercalar de manera precisa los momentos de humor con los de violencia. El humor es otro punto fuerte. Los indestructibles ya había demostrado que películas de este tipo ya no son posibles sin humor autoconsciente y hay bastante de eso aquí. La escena donde el sheriff Ray Owens habla con alivio de lo grato que es haber dejado Los Angeles, sabiendo que Schwarzenegger también la cambió por Sacramento durante sus 10 años como gobernador, carga un tono de ironía sutil que quizá pase desapercibido a muchos. En cambio nadie dejará de notar una gran broma políticamente correcta acerca de los inmigrantes, donde el republicano parece querer ganarse al electorado demócrata, en un film con un elenco muy latino friendly. Por supuesto que la clásica armamentofilia podría ser un punto criticable, si no fuera porque aquí depara algunas escenas casi eróticas, de hombres y mujeres acariciando largos caños cromados, preparándose para la batalla final, que quizá no estén muy lejos de la parodia. Todo lo que parecía serio y reaccionario en un film como el mencionado Daño colateral aquí se vuelve abiertamente lúdico, incluso cuando se abuse de ciertos estereotipos. Arnold Schwarzenegger sigue siendo Arnold Schwarzenegger, con su rigidez física y su inglés con acento del Tirol. Nada ha cambiado. Como diría uno de sus mejores personajes, he’s back, y ésa es la buena noticia.
Como en el Oeste Más de cien años tiene la historia del cine y sin embargo aun hoy hay quienes dudan y siente culpa cuando una película extraordinaria genera un entretenimiento insuperable. El disfrute en estado puro que presenta El último desafío no es casual, no es fácil de crear y está sostenido por el más puro lenguaje cinematográfico. Esta película no debería ser subestimada, al contrario, debería ser prioridad número uno para quien ame el cine. Esta maravilla se sostiene en base a varios elementos a tener en cuenta. El primero y principal es el trabajo de uno de los mejores directores del cine contemporáneo: Kim Jee-woon. Su filmografía está llena de excelentes películas. The Quiet Family, The Foul King, A Tale of Two Sisters, A Bittersweet Life, The Good, the Bad, the Weird, I Saw the Devil son los títulos que cualquiera que ame el cine ya debería salir a buscar. En The Good, the Bad, the Weird probó fortuna con el western y realizó uno de los más grandes éxitos de taquilla de su país, a la vez que impresionó a todo el mundo. El último desafío, aun siendo una película contemporánea, es claramente un western hecho y derecho. Justamente el género es otro gran motivo para recomendar esta película. Un viejo comisario (Arnold Schwarzenegger) de un pueblo perdido queda en el camino de un poderosísimo narcotraficante que se fuga hacia México. El FBI va en camino también, pero está claro que la lucha será entre el sheriff, sus ayudantes y el poder gigantesco de los narcotraficantes. El sheriff y su gente podría mirar a un costado, pero esto no es una opción frente a la ética que él tiene. Este tema, muy de western, le da la base dramática y moral a la película, que pone su acento en esta lucha y los valores de los protagonistas. El sheriff y sus asistentes –algo así como una versión moderna de los grupos de profesionales de los films de Howard Hawks– son personajes queribles, simpáticos y están magistralmente interpretados por Schwarzenegger y los demás actores (hay varias sorpresas en el casting). El broche de oro está dado por el humor que la película posee. Toda la violencia y la acción del film están acompañadas por un sentido del humor memorable. Sólo basta sentarse en la butaca y disfrutar.
Tiene comisario el pueblo En su primer protagónico tras regresar a la pantalla grande y dejar la política, Arnold Schwarzenegger demuestra que el género de acción, como se ve también en otros filmes, no desecha a sus viejos ídolos, sino que les busca historias a su medida. Schwarzenegger es Ray Owens, el comisario del pacífico pueblo de Sommerton, al sur de los Estados Unidos, en la frontera con México. En este lugar donde habitualmente no ocurre demasiado, empiezan a verse movimientos de personas desconocidas, y el afilado olfato de sabueso de Owens percibe que algo irregular está a punto de suceder. Lejos de allí, en Las Vegas, un equipo del FBI liderado por el agente John Bannister (Forrest Whitaker) tiene complicaciones con el traslado de un convicto de máxima seguridad, el líder de un cártel mexicano de drogas llamado Gabriel Cortez (el español Eduardo Noriega, que sabe actuar mejor de lo que se ve en esta película, pero no parece ser algo que le importe). Si bien no evita los clichés del género, pero sabe utilizarlos muy a conciencia y no como último recurso, "El último Desafío" cuenta una historia simple y hasta bastante previsible. Sin embargo cumple de alguna manera con todo lo que el espectador pretende de un veterano del género como es Schwarzenegger. Desde las primeras escenas vemos que está bastante más rígido que de costumbre, pero que sabe manejar las armas de grueso calibre como nadie. Es el héroe, el líder, al que no le importa la desventaja ni enfrentar a una fuerza apenas menor que un ejército con un grupo que se asemeja mucho, pero mucho, al equipo de “Brigada A”, Murdock incluido (Dinkum, el personaje de Johnny Knoxville). Divertida, esta película toma mucho del western: enfrentamientos cuerpo a cuerpo como duelos, un pueblo con apenas dos filas de construcciones a lo largo de una calle principal, y no pretende mucho más que ofrecer lo que se espera: buenas persecuciones, vehículos ultraveloces, malos muy malos, disparos, humor (concentrado en todos los personajes pueblerinos, especialmente el actor Luis Guzmán), armas de todo calibre, y, por supuesto, el héroe conocido al que todo el pueblo (y el público) ama. Para pasar un buen rato de diversión en el cine y confirmar que, como dice el refrán, viejos son los trapos.
El regreso de Arnold Schwarzenegger, a los 65 años, como protagonista de una película de acción, con chistes sobre su edad y tiros a granel, se transforma en un disfrutable policial para los que gustan del género de acción pura y vertiginosa. Banda de mafiosos que hasta construyen un puente para que un prófugo, jefe de un cartel de droga (el español Eduardo Noriega) se enfrente con un tozudo sheriff de un pueblo pequeño. Claro, el tozudo es Arnold.
Estamos ante el regreso triunfal de Arnold al cine de acción, puro y duro, en una cinta que no solo es un vehículo para su lucimiento, sino que además es un western moderno, narrado con pericia y buen gusto, cargado de humor, guiños y homenajes y sobre todo con un elenco de secundarios que se suman al juego del cine pochoclero. Con el espíritu de las cintas de los ochenta, es un filme que se disfruta, entretiene y reivindica al cine incombustible, a los estereotipos y a los héroes de acción, del que el ex gobernador de California, es uno de los abanderados. Larga vida a Arnold.
Arnold está viejo, lo sabe y no le importa. Dentro de las reglas básicas que utiliza el cine de acción, El Último Desafío (The Last Stand, 2013) es rara. No es típica, pero tiene absolutamente todos los lugares comunes del género, pero al mezclar la testosterona ochentosa con el western, logra separarse de sus "competidoras" para hacer un producto nuevo, y casi hecho a la medida de Arnold Schwarzenegger, que interpreta al clásico sheriff viejo y debil que se convierte en la última esperanza para vencer al maloso de turno. Arnold interpreta a Ray Owens, el comisario del pequeño pueblito fronterizo Summerton, en donde lo más loco que pasó fue tener que encarcelar a un borrachín. Él es viejo, está cansado y carga una mochila muy pesada, ya que cuando trabajaba en la policía de Los Angeles fue la cabeza de una misión fallida que le costó la vida a muchos de sus compañeros. Aquí no pasa nunca nada, y él ve este retiro casi como una vacación con sueldo. Pero la calma va a durar poco, ya que algunos lugareños, encabezados por el gangster Burrell (Peter Stormare) están preparando algo grande. Mientras tanto, más al norte, uno de los narcotraficantes más poderosos del mundo (Eduardo Noriega) logra escapar de la policía mientras estaba siendo trasladado. Con la ayuda de un Muscle Car bien yanqui (y al que nunca, jamás, le cargará combustible), este criminal planea viajar a toda velocidad desde Las Vegas hasta México, en donde volverá encontrar la libertad. Pero entre él y la frontera hay un muro, y no exactamente el que se construyó en la gestión Bush. Un muro menos literal: Ray Owens. De todas formas, el Sheriff no estará solo, ya que contará la ayuda de su equipo policial, que poco hizo en su vida más que poner multas por mal estacionamiento. Con su inexperiencia y con el arsenal de un loco coleccionista de armas (Johnny Knoxville) intentarán plantar una fuerte resistencia para detener al narco y entregarselo en bandeja al FBI, que como es típico en esta clase de películas, está formado por completos inútiles, con el agente Bannister (Forrest Withaker) a la cabeza. El elenco de la película es sólido, y si bien hay que ir listo para aceptar algunas licencias (el auto de 1000 caballos de fuerza que jamás se queda sin combustible, peleas de 10 contra 1, en donde 1 logra matar a los 10 con 4 balas, etc.), El Último Desafío no se queda corta en diversión y acción. Eso si, la verdadera cara de esta película se ve en su última media hora, lo cual convierte al resto en una especie de (lento) prólogo que lleva a lo que de verdad nos importa: Arnold siendo Arnold. @JuanCampos85
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El 2013 marcará el año en que el cine coreano tome Hollywood por asalto. Más allá de los resultados de taquilla que acaben obteniendo, tres reconocidos cineastas de Corea del Sur harán su desembarco hacia tierras más familiares. Chan-wook Park, director de la trilogía de la venganza, lo hará con Stoker, Joon-hoo Bong (The Host) llegará junto a Snowpiercer, y Jee-woon Kim viene de la mano de The Last Stand, western sorpresa de la temporada que marca además la vuelta de Arnold Schwarzenegger como gran protagonista. La misma supone un notable vehículo cargado de acción con el que el director plasma una vez más en pantalla las ideas y búsquedas dentro del género que ya había puesto en marcha con Joheun-nom, Nabbeun-nom, Isanghan-nom (El bueno, el malo y el raro) algunos años atrás. Su nueva película tiene el mérito de abrir otra variante -o de recuperarla, si vamos al caso- para las figuras de acción de los '80 hoy ya entradas en edad, como se espera que en unas semanas lo haga Bullet to the Head. Si las opciones en el cine actual para las estrellas del beefcake eran los refritos directo a DVD o el costado paródico-celebratorio de The Expendables, esta retoma a uno sus principales exponentes y lo pone al frente de una sólida propuesta que nada tiene que envidiarle a las de hace dos o tres décadas. Kim se toma su tiempo para empezar. Resigna el ritmo salvaje en favor del desarrollo argumental y el crecimiento de sus personajes. Dispone el cuento de dos ciudades en el que individuos con antecedentes y perspectivas totalmente diferentes tuercen sus líneas hasta confluir en el punto de no retorno, donde se celebra la sangre y la balacera sólo termina cuando uno se queda sin cartuchos. Si bien el coreano tiene el pulso como para bancarse sostener el armado de la estructura por más de una hora, es evidente que su construcción se estira más de la cuenta, haciéndose imposible no distinguir entre dos partes bien diferenciadas de una película en la que, sin dudas, se disfruta mucho más la segunda. El guión de Andrew Knauer y Jeffrey Nachmanoff (The Day After Tomorrow) tiene el buen tino de lograr que los vicios del género no ser perciban como algo negativo y que la solemnidad del sheriff no se sienta. El director, por otro lado, tiene el decoro de evitar que la mención a la edad de Schwarzenegger se haga una constante y, si bien hay humor en el hecho de que tenga 65 años, sortea con gracia los mandatos de la lógica al poner en marcha grandes secuencias de acción que no requieren de juventud para resultar creíbles. Kim utiliza todos los clichés posibles, sus personajes de manual –el latino holgazán, el narco mexicano, el problemático de buen corazón, el comic relief de Johnny Knoxville en paralelo al raro de Kang-ho Song- son el ejemplo perfecto. Sin embargo nada de esto afecta a The Last Stand. Grandes westerns se han hecho a base de lugares comunes.
Arnold, atleta de medio fondo En los Juegos Olímpicos uno se encuentra observando determinados deportes a los que en general nunca le presta atención, y aprendiendo cosas que normalmente no aprendería. Por ejemplo, con las pruebas de atletismo de medio fondo, como los 800 metros llanos, donde se puede ver cómo los velocistas van regulando sus energías, para terminar explotando sus velocidades en los últimos cien metros. Allí, lo que cuenta antes del “sprint” final, es la capacidad de resistencia para mantenerse en carrera, entre el pelotón de los primeros. Algo de todo lo mencionado anteriormente tiene El último desafío, la vuelta como protagonista de Arnold Schwarzenegger, quien demuestra nuevamente todo su oficio dentro del género de acción. Es que el film va arrancando de a poco, al trote, consolidando poco a poco la seguridad de su andar. En sus primeros minutos, podemos apreciar ciertas deficiencias en el relato, principalmente en algunos esquematismos en los personajes o situaciones. Aún así, le alcanza y le sobra para plantear la premisa sin muchas vueltas: un ex policía de Los Angeles (Schwarzenegger), ahora asentado como el sheriff de un pequeño pueblito fronterizo, se convierte en la última línea de defensa frente a un importante narcotraficante en fuga (Eduardo Noriega), quien ha armado un cuidadoso plan para huir a México. Para eso, contará con la ayuda de su inexperto equipo de alguaciles (Jaimie Alexander y Luis Guzmán), a los que se suman un ex combatiente de Irak y Afganistán (Rodrigo Santoro) y un desquiciado amante de las armas (Johnny Knoxville). Pero es en la última media hora donde El último desafío se pone realmente interesante, porque es ahí donde acelera el ritmo, de manera cada vez más pronunciada, sin detenerse en esas reflexiones tan profundas como redundantes, entregándose a la más pura diversión. Así la narración se convierte en un soporte para el delirio, con mucho humor, tiros, explosiones y peleas mano a mano de anticuado pero rendidor estilo, como hacía un rato largo no se veían. Además, los estereotipos pasan de ser lastre a un disparador para la fluidez de la historia: la subtrama romántica es agradable; los malos malísimos son los perfectos adversarios; y el delirante adorador de las armas es tratado con el cariño que corresponde para un tipo que es un tiro al aire. Mucho tiene que ver el director surcoreano Kim Jee-woon (A tale of two sisters, El bueno, el malo, el loco, I saw the devil), quien ya ha evidenciado su capacidad para alternar entre diversos géneros, y que aquí no sólo actualiza el cine de acción norteamericano de los ochenta y noventa, sino que también coquetea con la comedia más física y juguetona y, por supuesto, el western -a través no sólo de la trama, sino también del paisaje y la iconicidad-, con una perspectiva oriental de ciertos códigos occidentales. En un punto, lo que hace Jee-woon es similar a lo realizado por John Woo en los noventa en Hollywood: aportar su propio punto de vista, su filtro particular desde Oriente a los cánones preestablecidos de Hollywood. Schwarzenegger, al trotecito, reservando sus energías para el sprint de la última media hora de El último desafío, se va ubicando así en la misma posición que otras estrellas del género de los ochenta y noventa, como Stallone, Willis y Van-Damme, que piensan el cine que conciben, tanto a nivel estético, como cronológica y humanamente. Todos ellos están viejos y no lo esquivan: se hacen cargo de su vejez, de que ya no pueden pelear con las mismas energías de antes, pero que a la vez poseen la sabiduría de los pioneros y que esa sabiduría implica no sólo situarse en la contemporaneidad de forma melancólica, sino principalmente festiva, recuperando esa sana irreflexividad de los comienzos. Al fin y al cabo, el cine de acción, con sus vehículos volando en mil pedazos, tiroteos, persecuciones a gran velocidad y combates cuerpo a cuerpo siempre tuvo un componente lúdico y puramente imaginativo, muy cercano al delirio infantil y alejado de la verosimilitud estructural adulta. El último desafío busca recuperar eso, al igual que la saga de Los indestructibles. Una pena que la película haya sido un fracaso en los Estados Unidos. Quizás eso hable de que buena parte de los espectadores posmodernos sólo desea ver cosas “serias” y “trascendentes”, sin darse cuenta que entregarse a la fantasía destructiva es tan divertido como sano y/o liberador.
Schwarzenegger volvió con la frente marchita Para su verdadero regreso al cine después de su performance como gobernador de California, uno podria haber pensado que Arnold Schwarzenegger pondría toda la carne al asador, justamente como hizo Sylvester Stallone con «Los indestructibles» (donde reapareció Arnold apenas un poquito en la primera y bastante más en la segunda parte, aunque luciéndose menos que Chuck Norris). Sin embargo, lo que le falta a «El último desfío» es ese guiño de «Los indestructibles» o algún tema mas contundente que el de esta sólida comedia de acción que, pese a todo, le queda chica a la leyenda de «Terminator». La historia es la de un super narco (Eduardo Noriega) que luego de escaparse del FBI recorre varios estados en un auto más veloz que cualquier helicóptero (es un prototipo recién robado) mientras secuaces construyen un puente para que pueda escapar a México en un punto de la frontera donde nadie lo espera. Su único obstáculo en el lugar para huir de la justicia estadounidense es un sheriff de pueblo (Schwarzenegger, por supuesto) su personal novato, un preso que fue combatiente en Irak y un loco por las armas que guarda una ametralladora pesada de 1939. El asunto da para una serie de escenas divertidas y tiroteos a granel, y lo que no se puede negar es que la película esta repleta de buenos actores (se destaca el talentoso Forest Whitaker como el hombre del FBI al que se le escapó el narco, y Luis Guzman como el típico Sargento García de pueblo, y hasta hay un papelito para Harry Dean Stanton); además, la película esta muy bien filmada por el coreano Jee-Won Kim. Pero el resultado no pasa del de aquellas películas ochentistas tipo «Triple Traición» o «Comando», placeres culposos que no fueron los que precisamente volvieron famoso a Schwarzenegger, pero que tenían el estilo berreta de genuina matiné del que este nuevo film carece. Incluso se podría decir que algunas de aquellas comedias de acción de la época, como «Inferno rojo» de Walter Hill, están muy por encima de esta nueva con la reaparición de Schwarzenegger, quien tal vez se haya tomado este regreso como un mero precalentamento para un producto más ambicioso y digno de su talle extra large.
Violencia con el mejor humor Con un marcado despliegue de armas, disparos a granel, algún loco de la colina que lo ayuda con armas casi medievales y abundante humor, la película es un entretenimiento sin demasiadas pretensiones, pero efectivo. Después de "Terminator 3: La rebelión de las máquinas" pasaron un montón de cosas en la vida de Arnold Schwarzenegger, este activo austríaco, que llegó a gobernador de California, luego de hacerse estadounidense y fue alguna vez Mister Europa. En este filme, es el sheriff Ray Owens que se vino de la populosa Nueva York para tranquilizarse en un pueblo pacífico de Arizona, con ciudadanos rutinarios, pero, alguno de ellos, curiosamente excéntricos. Si Ray Owens hubiera sabido que un poderoso narco latino elegiría ese pueblo para pasar las fronteras a México y huir del FBI que lo persigue, seguramente otro hubiera sido su destino. La película cuenta la defensa que prepara el sheriff Owens, para defender "su pequeño huerto" de Arizona y cómo los habitantes del pueblo lo ayudan para defender el lugar del narcotráfico. ARMAS Y DISPAROS "El último desafío" es un clásico representante de los "spaghetti westerm", al estilo que hizo popular a Franco Nero. No por nada tiene como diseñador de producción a Franco Fiacomo Carbone. Pero está dirigido por el coreano Jee-woon Kim, de manera que la violencia se duplica. Con un marcado despliegue de armas, disparos a granel, algún loco de la colina que lo ayuda con armas casi medievales y abundante humor, la película es un entretenimiento sin demasiadas pretensiones, pero efectivo. Hay mayoría de latinos, encabezados por el simpático Luis Guzmán, como Mike Figuerola y también está Eduardo Noriega, en el papel de Gabriel Cortez, el narcotraficante y la bella Genesis Rodriguez, hija del Puma Rodríguez. A los mencionados se suma Forest Withaker, como un agente del FBI que hace lo que puede.
En el país de las armas Después de su paso por la gobernación del estado de California, Arnold Schwarzenegger, uno de los tantos héroes anabólicos del cine de 1980, vuelve a la pantalla. Es un regreso discreto pero exitoso, una aparición exenta de nostalgia y cálculo. Su papel en El último desafío está entre los mejores del actor austríaco, muy lejos de Conan y Terminator, pues aquí Schwarzenegger alcanza una extraña serenidad del tipo de la que experimentan los últimos personajes de Clint Eastwood. Tal vez la vejez. Solitarios, cascarrabias y, en sus propios términos, sabios. Si bien los westerns exigen un tiempo pretérito en el que el orden jurídico es débil y las armas constituyen una figura primitiva de justicia, El último desafío es, esencialmente, un western de nuestro tiempo, y de los buenos. Es cierto que no hay caballos sino automóviles, pero está el pueblo, su cantina y los ayudantes del sheriff. Sommerton es un punto perdido en el mapa, un insignificante pueblo estadounidense donde nada pasa excepto el tiempo, pero remite a esa caricatura de polis propia del género. El inicio de la ciudad, del amontonamiento, de la convivencia entre iguales. El malvado de turno es narcotraficante, un tal Gabriel Cortés; según el agente Bannister del FBI, es tan peligroso como Pablo Escobar. Sentenciado a pena de muerte, en el momento de trasladarlo de una penitenciaria a otra, su "ejército" lo rescatará. Es una secuencia memorable, que incluye un plano secuencia en el que Cortés y tres más se deslizan por unos cables pasando de un edificio a otro. He aquí un coreógrafo del espacio: Kim Jee-woon. El director coreano debuta en Hollywood y deja una huella notable. Está esa escena, pero mejor aún es una persecución automovilística (autos devenidos en caballos) en un campo de maíz. Admirable. El plan de Cortés es sencillo: escapar a México por el lugar menos plausible (Sommerton). Lo secundan sus fieles cowboys y un arsenal de armas. Pero en Sommerton está el viejo Ray y sus compadres. Son pocos, son más débiles, pero creen que deben hacer lo correcto y han perdido en esta batalla a un compañero querido. Kim será extranjero pero parece entender a la perfección los códigos del género: el humor, el cariño por los personajes, los enfrentamientos, el duelo final. Y hay un plus sociológico. Con lucidez, Kim descubre en tono cómico una tragedia estructural: como sucedía en el Lejano Oeste, en el país de Lincoln y Jefferson, siglos después, todos llevan un arma. Poco ha cambiado desde entonces; la pólvora es como el dólar: un valor supremo, un dios eficiente, el yudo de los bárbaros.
Del más industrial e impersonal de los directores coreanos se estrena esta película con el gran Arnold Schwarzenegger, disparando las mismas viejas armas cargadas de antaño.Por la vuelta Y volvió nomás, como había prometido, allá lejos, en el futuro. Parece que los regresos están de moda. Seguramente la culpa sea de Silvestre, con ese juguete, figuritas coleccionables, llamado Los indestructibles 1, 2 y 3 (que no es aún, pero que seguro será; inclusive se comenta que hasta al Bueno de Clint lo invitaron a romper todo). Porque no solo el muñecote de Arnoldo (65 añitos) pegó la vuelta con la frente marchita por las arrugas; Están próximos a visitarnos: Stallone (66) con Bullet to the Head, la última película, de el también retornado Walter Hill, y Bruce “Yippee-ki-yay” Willis (58) estará haciendo de las suyas en Rusia en la nueva entrega de Duro de matar. Y, como siempre, en una discreta segunda línea está Jean Claude (53), pero éste nunca se fue. Y hasta se dio el lujo de meter uno de esos títulos que se te quedan clavados en el pecho, por inesperados, impensados y realmente buenos. Por si no la conocen, hablo de JCVD (2008), de Mabrouk El Mechri, una película donde Van Damme hace de Van Damme y logra lo que parece un imposible: emocionarnos mientras nos mira de frente a los ojos. Retomo, lo bueno (o lo malo) es que el operativo retorno se da disparando las mismas viejas armas cargadas de antaño. Quizás el merito mayor de El último desafío sea precisamente ese: el tener conciencia del paso del tiempo y jugar con la idea de un pasado aún valioso y un presente veloz, pero alcanzable, desde un par de líneas argumentales que corren en paralelo, hasta encontrarse, cara a cara, como en un duelo, promediando el film. Porque estacionados en la paz del ayer, en la vida tranquila y casi carente de tecnologías de punta, viven Ray Owens (Schwarzenegger), el sheriff, y la gente sencilla de un pueblito cercano a la frontera mexicana: Sommerton Junction, un lugar donde poco pasa, hasta que pasa. Y sin importar las limitaciones y miedos que puedan tener, un pequeño grupo de policías sin experiencia en la batalla, un civil que alguna vez peleó en Irán y Afganistán y un Jackass propietario de un extraño museo de armas con nombre propio sabrán defender su espacio, su frontera y su paraíso rural, haciendo frente a un ejercito de mal nacidos, llegados de la ciudad, de la Capital Federal, diríamos por aquí; hombres equipados con armamento de última generación, dispuestos a hacer lo que sea para lograr que su jefe, líder de un cartel de la droga, cruce la frontera a salvo, montado en un bólido, el ZR-1, más rápido y furioso que cualquiera. Y lo que el FBI, Swat y grupos de elite no puedan conseguir, ya sabemos quien sí lo conseguirá con sus frases, marca registradas, y con una ametralladora de la primera guerra mundial montada entre sus piernas. Y para suplir lo que los años se llevaron, nada mejor que un director que conozca su oficio, que sepa disimular con el montaje y la edición. Alguien como Jee-woon Kim, el más industrial e impersonal de los directores coreanos. Un tipo capaz de cocinar un kimchi western como El bueno, el malo, el loco (el personaje de Johnny Knoxville en El último… está creado a imagen y semejanza del de Song Kang-ho en El bueno, el malo..) o dibujar esa especie de noir melancólico y lustroso que es A Bittersweet Life. Veremos qué les depara el futuro no solo a Arnold (que ya anunció más regresos), si no también a Kim y a una pequeña avanzada de directores coreanos como Park Chan-Wook o Bong Joon-Ho, quienes dejaron su tierra, tentados por las luces y marquesinas del centro, dispuestos a hacerse la América; otro gran desafío, por un regreso con gloria.
El ultimo desafio es una película para ver obligatoriamente en el cine. Un gran regreso de Arnold Schwarzenegger a la pantalla grande. La historia está muy bien armada y narrada, aunque es muy poco creíble, detalle que importa poco y nada cuando uno va al cine a ver una película netamente pochoclera donde no hay momento para aburrirse gracias a una gran...
ACCION Y TIEMPOS VIEJOS Vuelve Schwarzenegger dándole vida a un comisario maltrecho pero que ha dejado la gran ciudad para ir a pasar sus últimos días en un pueblito manso de Arizona (y de eso sabe mucho este ex gobernador y ex marido que en la California real recibió caricias y piñas), que está en la frontera. Se escapa un super narco. Todos lo buscan. Y frente al despliegue tecnológico del FBI, el comisario y sus ayudantes pueblerinos se encargarán de poner orden con viejos remedios. Película llevadera, ágil, que se disfruta, tiene los trazos de un western simpático y combina acción, un poco de humor, persecuciones y las muestras de coraje y camaradería que auspicia el peligro. Arnold no es el de antes, pero a falta de fortaleza física apuesta a los principios de los viejos sheriff: es solitario, justo, corajudo, caprichoso y querido por sus vecinos. Limpia su ciudad de impresentables, vive con sencillez y no se deja coimear. En el cine al menos siguen pasando estas cosas.
El gigante gentil Debe ser raro ser invitado a un lugar y que lo primero que se te pida sea una despedida. Digamos que esto es lo que le pasó a Jee Woon Kim, director de cine de Corea del Sur (en ese país dirigió las más que recomendables The Good, the Bad and The Weird, A Tale of Two Sisters y The Foul King) que está siendo parte de un -todavía- pequeño grupo de cineastas de ese país que están siendo importados a Hollywood (a Kim se le suma el director de Oldboy Park Chan Wook y el realizador de la obra maestra The Host Bong Joon Ho todos ellos dispuestos a estrenar una película en este 2013). Woon empezó en Hollywood con un largometraje que se encarga de despedir a Arnold Schwarzenegger, el ex-míster Universo austríaco, devenido Terminator, luego héroe de acción de los 80 y 90, y luego alcalde de California. El Último Desafío difícilmente sea literalmente la última película con Schwarzenegger, pero si es una en la que el actor asume -como ya lo hizo en el díptico de Los Indestructibles- que está en las últimas de su carrera como héroe de acción. Aunque quizás es raro hablar de "héroe de acción" en el caso de El Último Desafío porque el tipo de personaje que encarna màs Schwarzenegger remite esencialmente a un western. Es verdad, podrá transcurrir en pleno siglo XXI pero aquí Arnold encarna a un sherriff en un pueblo que -como tantos en Estados Unidos- parece haberse quedado en épocas pasadas. Si hay una película de acción en El último desafío se encuentra en otra parte, en las escenas que transcurren en la ciudad, cuando se ve al personaje de Forest Whitaker siguiendo a un narcotraficante (Eduardo Noriega) que se escapó de la CIA en el que posiblemente sea el auto más veloz del mundo. Allí la película obedece a un espectacularidad propia de muchas películas de este género. El western en verdad es algo que se "inserta" en la trama en la forma de un pueblo pequeño con sus propias reglas, su propia gente, filmado con su propia estética y con su propio héroe pueblerino en la piel de Schwarzenegger. Hay un gran gesto por parte de Kim de darle al actor de Terminator este papel en este contexto. En principio por una cuestión simbólica. El cowboy es en el Hollywood histórico una de las figuras más respetables, posiblemente el primer tipo de héroe popular americano con evolución e historia (no es igual el modelo de cowboy de los 30 al de los 50, ni este último es igual al de fines de los 60) encarnado por algunas de las mayores presencias de la historia de esta industria, si hay una forma de plantear un retiro noble para quien personificó héroes, es esa. Pero en segundo lugar también hacer un western al estilo clásico y no una película de acción le da la posibilidad a Kim de trabajar con un tipo de acción más seca y que requiera mucho menos esfuerzo físico. Incluso la pelea final entre el protagonista y el narcotraficante rehuye de toda espectacularidad y se resume en una serie de planos que muestran a los respectivos contendientes haciéndose tomas para reducir al adversario. Esto permite que justamente no tenga que utilizarse la técnica digital para disimular una velocidad que el actor de Depredador ya no tiene o ponerlo en escenas que requerirían un riesgo demasiado grande al ser filmadas -y que Arnold se animaba a hacer cuando era más joven y tenía lógicamente un cuerpo más resistente-. El western le permite justamente a Schwarzenegger que sea la acción la que se adapte a las capacidades físicas de su cuerpo y que no haya una manipulación cibernética para simular una resistencia y una capacidad física donde ya no la hay. Sorprende esta decisión no sólo porque Kim tiende más bien a la estilización (sin ir más lejos, su western versión spaghetti The Good, the Bad and the Weird estaba a años luz del tono de El Último Desafío) sino también porque este tipo de forma de filmar peleas y tiroteos es antitética a la que predomina en el cine de acción contemporáneo, lleno de escenas autoconscientemente irreales en las que los protagonistas de armas tomar hacen -bondades del digital mediante- cosas más propias de un superhéroe. Pero es justamente esta reticencia a ir en contra de la corriente más popular para privilegiar una acción acorde a las capacidades físicas de Schwarzenegger lo que demuestra un respeto enorme por la figura de este actor. Hay otra cuestión interesante en El Último Desafío y es que podría definirse como una mezcla entre dos obras maestras del western: Río Bravo de Howard Hawks y la menos visitada El Tirador de Don Siegel. De la primera toma la idea del grupo pequeño y en apariencia desastroso enfrentado con un grupo muchísimo más grande y la mezcla permanente con la comedia. Incluso hay dos personajes en esta película que están inspirados en el largometraje de Hawks: el personaje de Luis Guzmán que parece emular al mexicano de la cantina, y el personaje del joven con gran potencial echado a perder que semeja una reversión psicológicamente menos compleja del Dude de Dean Martin. De la película de Siegel tiene en común la idea del héroe ya cansado, interpretado por un actor que se encuentra en retirada -como lo era el John Wayne avejentado de esa película- haciendo su último trabajo. La diferencia clarísima con El Tirador es que mientras esta última tenía un tono solemne y mortuorio (de hecho, John Wayne en estado canceroso hacía de un cowboy enfermo de cáncer) la película de Jee Won Kim no tiene lamentos y parece en cambio una despedida feliz de alguien que en vez de estar yendo hacia la muerte está contento con la paz del retiro. Este tono feliz hace que El Último Desafío parezca menos una necesidad artística de Schwarzenegger de decir adiós que un último regalo al espectador, una idea de decirle que viene voluntariamente a darnos una última interpretación de héroe de acción antes de irse a una vida tranquila a hacer otras cosas. En suma, si hay algo que aparenta El Último Desafío es que Schwarzenegger decidió volver simplemente para jugar de nuevo al héroe y de paso hacerlo en forma de sherriff de pueblo. A uno le da la sensación de que pudo no haberlo hecho, pero que un día quiso hacer un film que es, al mismo tiempo, elegíaco y feliz, para dar una última exhibición de su presencia cinematográfica a modo de gentileza para con el espectador. El público, por supuesto, más que agradecido.
Este film prueba que la distribución cinematográfica en nuestro país es de lo peor: se trata del primer trabajo en los Estados Unidos de un más que apreciable director coreano, Kim Jae-woon, que ha realizado por lo menos dos grandes películas: A tale of two sisters (de terror) y El bueno, el malo y el raro (de acción). Un poco dentro de la línea de este último, El último... es el regreso de Arnold Schwarzenegger al cine de tiros como protagonista después de sus intervenciones en ambas Los Indestructibles. Un sheriff casi retirado, que elige salirse de la línea de mira, tiene que enfrentar a un hipervillano que cae de casualidad en su pueblito con un staff improvisado. Y sí, la película habla de la vejez, del no estar para esos trotes, y de qué buenos fueron aquellos tiempos. Pero también es un juego humorístico e imaginativo en torno de la amistad y el deber. Imperfecta pero noble, con una simpatía que morigera sus peores momentos, implica empezar a conocer a un director notable.
La épica de la frontera y del western (la defensa del “hogar”, el honor que “no está en venta” y la buena puntería); el rescate de los valores tradicionales (lealtad, coraje, determinación); lo anterior matizado con un objeto de culto desde los 50 y orgullo por lo nacional: un Corvette que funciona casi como un personaje más; las ironías sobre el paso del tiempo y sus efectos; el líder experimentado y el novato distraído con buenas intenciones. Y un actor que a los 65 sabe que ya no está para un maratón, pero tiene un desempeño digno y eficaz en las escenas de acción, y que se toma con humor las bromas sobre el asunto. El director surcoreano Kim Jee-woon parece haberse divertido rodando “El último desafío” y lo transmite en cada minuto de película. Tuvo a su disposición la lista anterior de mitos del género y del imaginario estadounidense, además de un muy buen elenco. Todo para contar algo bastante simple: un peligroso narco interpretado por Eduardo Noriega que proyecta y concreta un ingenioso escape, con el FBI, dirigido por el personaje de Forest Whitaker, corriendo, volando y disparando detrás suyo con pocos resultados. Y un sheriff, un Schwarzenegger moderado, eficiente y siempre hablando con medio tono, a cargo de un pueblo casi fantasma que limita con México, y que, a su pesar, debe volver a la acción para poner un poco de orden.
Esta semana vuelve a la pantalla grande Arnold Schwarzenegger a toda acción. En las próximas semanas llegará el turno de otros, como por ejemplo el “Duro de matar” de Bruce Willis. Parece que son varios los actores que se entusiasmaron y volvieron a las películas de acción. El fenómeno de esto se lo atribuyo a los “Indestructibles, 2010”. Schwarzenegger, ex gobernador de California, vuelve una vez más con el género que mas saber hacer de la mano de los productores “Rápido y furioso”. Aquí se muestra un pueblo tranquilo Sommerton Junction, cuyo sheriff es Ray Owens (Schwarzenegger), y donde reina la paz y la tranquilidad. Esta es una de las causas por las que se mudo de zona y dejó la locura de Los Ángeles. Pero a la zona llegan unos tipos extraños que lentamente le van quitando la tranquilidad al lugar, a partir de que aparece muerto un anciano que provee la leche a un bar del lugar. Pero del otro lado se está armando la huida del narcotraficante Gabriel Cortéz (Eduardo Noriega) el rey de la droga, hecho que logra con una banda de mercenarios y la ayuda del villano Burrell (Peter Stormare, actor de “El gran Lebowski”) y todo esto acompañado de su gran Corvette. En dicha fuga, y para hacerla más dramática se lleva como rehén al Agente Ellen Richards (Génesis Rodríguez, la hija del Puma) con quien deberá lograr llegar a la frontera con México. Como era de esperar varios agentes del FBI los persiguen y a la cabeza de esto se encuentra el agente Bannister (Forest Whitaker), ellos deben impedir que pasen la frontera y como es de pensar cuando llegue la banda a este tranquilo pueblo el sheriff y sus hombres Mike Figuerola (Luis Guzmán de "Rescate del Metro 123"), Frank Martínez (Rodrigo Santoro de “300”), Sarah Torrance (Jaimi Alexander, de “Thor”) y otros deberán atraparlo. La película es puro entretenimiento, con sus persecuciones, donde varios camiones y autos van explotando en la ruta, tiene mucho humor, llena de gags y con la participación del conocido Schwarzenegger, que supo divertir en “Terminator”, entre otras. Sigue siendo igual, el mismo actor de la época con sus mismas expresiones, sus mismas caras e igual de rústico, hasta se carga a él mismo, pero logra gustar como siempre y no defrauda a sus seguidores. A pesar que ya tiene 65 años todavía realiza buenos trucos en la acción y tiene una buena pelea en el puente que une a las fronteras. Se encuentra compartiendo buenos momentos con grandes actores como: Rodrigo Santoro, Eduardo Noriega, Johnny Knoxville, Luis Guzmán, entre otros y este es el debut en Hollywood del surcoreano Kim Ji-woon (“Los poseídos”, “I Saw the Devil”). Esta presente el clásico de cowboys, una acción que no da descanso y hasta tiene algo del spaghetti western. Además tiene un buen afiche para su promoción y buenos sponsors. Infaltable el tema de las inmigraciones ilegales.
Años dedicados a la política y ahora, de regreso a la industria que le forjó una carrera, Arnold Schwarzenegger está decidido a recuperar el terreno (y los años) perdidos. Tras una breve participación en la segunda parte de “Los indestructibles”, en la propuesta de esta semana vuelve a ser el protagonista (no excluyente, pero protagonista al fin) de una cinta cargada de acción, tiros, adrenalina, persecuciones y todos los ingredientes necesarios para convencer a una platea dispuesta a vibrar desde su butaca. El ex Terminator (que podría volver en una quinta entrega muy pronto) encarna al sheriff Owens, el encargado de mantener el orden y la calma en Sommerton Junction, un pequeño poblado fronterizo lindante con México. La pasividad y su devenir alejado de las grandes ciudades se verán afectados cuando desde la central del FBI en Las Vegas le anuncien que un jefe narco acaba de escapar y que intentará cruzar la frontera a través de Sommerton. El sheriff es ahora el último obstáculo para evitar que este criminal internacional se salga con la suya. Será un viaje de locura que incluirá autos modificados para alcanzar velocidades de Fórmula 1, armas a mansalva, humor delirante proporcionado por Johnny Knoxville, secuestros, persecuciones y explosiones de vehículos, puentes construidos en medio de la noche por cazafortunas despiadados, un pueblo casi desolado que será terreno fértil para una batalla campal y un elenco variado y de diversas latitudes que incluye a Forrest Whitaker, Génesis Rodríguez, Eduardo Noriega, Luis Guzmán y Rodrigo Santoro. Todos y cada uno de los ingredientes colocados con precisión para hacer lucir el plato fuerte de la historia: el regreso de Schwarzenegger a las grandes ligas.
Nadie que vaya a ver este filme saldrá decepcionado por varias razones. La gente que concurra al cine y elije ver esta producción sabe de antemano que es lo que va a encontrar La razón está en la iconografía puesta en la publicidad grafica, los carteles, el uso de los colores y la tipografía del mismo, las imágenes que muestran. ¡Ah!, me olvidaba, su protagonista es Arnold Schwarzenegger.. Actor austriaco que supo hacerse creíble en sus personajes a base de dos modalidades de películas. Por un lado, su ingreso en la industria del cine de Hollywood de la mano de personajes constituidos como héroes de acción, desde “Connan, el Bárbaro” (1982), su primero protagónico, hasta “Terminator 3” (2003), pasando por comedias familiares donde su propia imagen icónica era burlada, tal el caso de “Gemelos” (1989) o “Junior” (1994), como en las ultimas realizaciones en la que participo, “Los Indestructibles” 1 y 2 (2010 y 2012 respectivamente), aún cuando en la primera aparece casi como un cameo, y no figura en los créditos por estar cumpliendo las funciones de Gobernador de California, pero sí en la segunda, en la que se agrega con tono sarcástico que el paso inexorable del tiempo también hace estragos en los héroes. En esta producción, ya desde el titulo, increíblemente el elegido para su estreno local, respeta en su traducción al original, “The last stand”. “El último desafío” del sheriff Owens (Arnold) se presenta cuando decide dejar su puesto como policía en Los Ángeles, al haber fracasado en uno de sus casos y en los operativos resultó muerto su compañero. La frustración lo lleva a mudarse a un pequeño pueblo, Sommerton Junction, donde su día a día como sheriff transcurre mucho más tranquilo que en la gran ciudad. Sin embargo nuestro héroe, ya viejo y cansado, tendrá que afrontar nuevamente una operación que requerirá toda su destreza profesional, ya que a los buenos del FBI, comandados por John Bannister (Forest Withaker), se les ha escapado el más peligroso de los traficantes de drogas desde la muerte del colombiano Pablo Escobar, el heredero de ese poder, Gabriel Cortez (Eduardo Noriega). El Plan del malvado es pasar a Méjico por un pueblo de frontera en el que la barrera natural no puede ser sorteada, salvo que se posea un grupo de secuaces fieles, además de la tecnología y la destreza física adecuada. Para ello Owens conformará un grupo bastante heterodoxo, casi una selección del tipo de “Los 12 del patíbulo” (1967) o “Los sospechosos de siempre” (1995), claro que con grandes diferencias, no sólo por el objetivo, sino también por funcionalidad. Es un filme de acción pura, toda adrenalina, que se da un tiempo para trabajar algo de humor satirizando muy tibiamente las fuerzas del orden instituido en los EEUU. Todos los rubros técnicos son impecables, como mayormente sucede en este tipo de producciones. La banda de sonido donde la vedette es el montaje sonoro, la utilización de los movimientos de cámara en relación directa a las acciones que se muestran, la fotografía del orden de todo para ver. Ni ponernos a dilucidar las actuaciones y el desarrollo de los personajes, todo un catalogo de maniqueísmo ilustrado, los malos son malos por antonomasia y los buenos lo son por definición, no tienen dobleces de ninguna índole. En Cuanto a los actores, la presencia de Harry Dean Stanton, en un papel muy pequeño, o el sueco Peter Stormare, que se hiciera conocido para el público como el asesino silencioso de “Fargo” (1996), filme ganador de un “Oscar” por los hermanos Coen, o el brasilero Rodrigo Santoro, incrementan el valor agregado a esta realización, sabiendo de antemano que en este género no hay posibilidades de lucimiento ni de creación profunda de los personajes, por lo que implica la necesidad de un montaje a puro corte y pegado, con imágenes muy cortas temporalmente. No es el ultimo de Arnold, pero si el primero que el director sur coreano Jee Woon Kim realiza en la meca del cine, por lo visto cumpliendo únicamente funciones de director técnico, pues de autoría nada. Lo que va a buscar, lo obtendrá.
Arnold el Demoledor El regreso de Arnold Schwarzenegger al protagónico exclusivo es bienvenido en una propuesta que posee todos los elementos del mejor cine de entretenimiento sin dudas. Metido en la piel de un sheriff que se ha retirado a trabajar sus últimos años en un pueblo donde reina tranquilidad y jamás ocurre nada, hasta que un poderoso "cartel" organiza el paso y fuga por el mismo de su mandamás capo para llegar a la frontera mejicana y así huir. El veterano actor -es un decir- mostrará otra vez su carisma para sus personajes implacables y duros, en una verdadera fiesta cinematográfica de vertiginosas escenas de acción, despliegue visual y acabada violencia, constituyendo un certero ejemplo de "pochoclero" estilo. El muy buen realizador coreano Jee-woon Kim sabe como y donde meter los ingredientes exactos para crear una historia en apariencia simple de "Gato y ratón", llena de momentos graciosos y atractivos más un superlativo manejo del género. El espectador que la aprecie en la sala de un cine -el mejor sitio para verla por su estupenda fotografía- se hará del verdadero disfrute, sin obtener ni un solo minuto de respiro, afortunadamente. Tomándose el pelo a si mismo -por su edad, su fama, etc- Don Arnold se celebra si mismo como al cine que lo ha caracterizado desde épocas remotas con "Terminator" o sus "Conan". A su lado aparecen como buenos elementos de la aventura: Johnny Knoxville (Jackass), los malos importantes de Peter Stormare y el español Eduardo Noriega, el brasilero Rodrigo Santoro (300, Leonera -en Argentina-), la bellísima Génesis Rodríguez -hija misma del "Puma" José Luis- y sobre todo ese talento de Forrest Whitaker como el jefe de la Operación captura a cargo del FBI, y en un brevísimo momento el gran veterano Harry Dean Stanton.
El regreso a los tiros de un "viejo" Schwarzenegger El último desafío constituye el regreso al cine de Schwarzenegger, después de diez años de ausencia (actuó en 2003 en Terminator 3 ), dedicado a gobernar el Estado de California por imperio de la política farandulera, que no le reportó grandes beneficios. Pero a pesar del título, con seguridad no será su última aparición en el cine. Interpreta a Ray Owens, sheriff de Sommerton, un pueblo de Arizona cerca de la frontera con México. Durante algunos años cumplió funciones en la división narcóticos de la Policía de Los Angeles, pero prefiere la tranquilidad de Sommerton, donde los delitos son poco frecuentes. Pero los imprevistos acontecimientos derivados de la fuga de un narcotraficante mexicano lo vuelve a colocar en el centro de la acción. El sujeto se llama Gabriel Cortez, quien logra escapar de manera espectacular mientras algunos integrantes del FBI, conducidos por el oficial Bannister, lo trasladan a otra prisión. El propósito de Cortez es cruzar la frontera a través de un paso cercano a Sommerton y para ello cuenta con el apoyo incondicional de sicarios armados hasta los dientes. El viaje lo hace en compañía de una rehén, montados sobre un Corvette ZR1 que desarrolla altas velocidades. La historia se sostiene básicamente sobre la acción de cuatro personajes: el sheriff Owens, el oficial Bannister, Cortez y su jefe de la logística, cuya tarea es "limpiar" el camino para que el narco pueda cruzar la frontera sin contratiempos. Los acontecimientos se suceden sin interrupción, salvo un breve amague de romance. Hay muchísimos tiros y obviamente también muchos muertos. A Owens/Schwarzenegger le cuesta un poco mantener el ritmo. Cuando alguien le pregunta cómo se siente, responde: "viejo". El último desafío no es estrictamente un western, pero toma prestados muchos elementos del género. La virtud del coreano Kim Jee-woon es haber combinado sin prejuicios los recursos del western con variantes del policial y el cine de aventuras. Un poco al estilo de los filmes del Oeste de Walter Hill y de Río Bravo (1959), de Howard Hawks, quien dijo en una ocasión que "la forma más elevada del drama es un hombre en peligro y empecinado en sobrevivir". En este caso, en un mundo dominado por los nuevos bárbaros. Y aunque posee un aliento menos épico que los clásicos del Oeste, El último desafío recupera varios de los mitos del género, incluido el sheriff. Un poco degradado y autoparódico, es cierto, pero que sabe asumir su juramento y conserva intacta su vocación de héroe, en momentos en que la valentía es un valor casi olvidado. Entre los momentos más audaces desde el punto de vista narrativo se pueden destacar, además de la fuga, las piruetas que el narcotraficante ejecuta con su automóvil y la secuencia ambientada en un maizal, que es todo un hallazgo, más allá de las obvias exageraciones. Una cuestión algo curiosa es la presencia de un elenco multinacional, porque junto a los varios norteamericanos, aparecen el español Noriega, el sueco Stormare, el brasileño Rodrigo Santoro y el portorriqueño Luis Guzmán, cuyas actuaciones están siempre en función de la historia y las numerosas concesiones al espectáculo fílmico.
El Western de Arnold ¡El gobernator ha vuelto! ¿Quién iba a pensar hace unos meses que esta nueva película con Arnold de protagonista iba a ser una buena idea? Yo no por cierto, pero me alegro de haberme equivocado. "El último desafío" es una de esas pelis salvajes, en las que los recursos no abundan y la cinematografía es un tanto rústica, pero tienen un corazón increíble y un sentido del entretenimiento envidiable. El director coreano Jee-woon Kim nos muestra al Arnold que nos maravillaba de niños, duro, invencible, huevero, y además le agrega un toque "siglo XXI" combinado con el Western más clásico. Parece que a estos héroes de acción les pinta la sangre a full a medida que se van poniendo más veteranos. Ya lo demostró Stallone con algunos de sus últimos trabajos, por ejemplo "Los Indestructibles" o "Rambo", en los que la sangre corría por la pantalla como creciente después de un monzón. Parece que a Schwarzenegger también le gustó la onda y en este último film se la pasa agujereando cuerpos con escopetas, ametralladoras y otras armas varias. "El último desafío" hace un buen mix de acción, violencia y comedia, entregando al espectador 107 minutos de entretenimiento vertiginoso. El planteo del director tiene forma de Western llevado al presente, con sheriff, duelos y pueblerinos que pasan sus días en el bar central, pero las armas son automáticas y los caballos son Camaros y Corvettes. Al que se estará preguntando, "¿realmente da para 4 estrellas este film o el crítico se volvió loco?", les digo que vale la pena. Por supuesto que debemos situarnos en el género y el tipo de propuesta que se nos hace. Sólo con ver el poster promocional sabemos a los que estamos yendo, de hecho la imagen ilustra bastante bien la idea del film. Es un típico caso de trama convencional y algunas situaciones fantasiosas, pero el manejo de los recursos y el carisma de su protagonista es lo que la vuelve tan entretenida. Se combina el cine de acción de la vieja escuela con el cine de acción a lo "Rápido y Furioso", con algunas escenas de persecución realmente interesantes y una dinámica bastante movida que no deja lugar al aburrimiento. La única queja que tengo para con este trabajo tiene que ver con la inclusión de Johnny Knoxville... Es como si se lo incluyera únicamente para llegar a un cierto grupo demográfico que lo idolatró cuando hacía "Jackass". Hay actores de reparto mucho más cómicos y con mucho más carisma. Lo demás es todo fuegos artificiales. Es media tosca, no tiene el nivel interpretativo más alto del mercado, pero sí tiene mucho sentido del entretenimiento y nos devuelve un poco a la infancia cuando veíamos a ese gigante de acento raro peleando contra los tipos más malos del planeta. Ojalá sus próximos trabajos sigan esta línea o mejoren.
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El “abuelo” Arnold de regreso… y recargado Schwarzenegger, supo ser un policía de elite en Los Ángeles. Maltrecho y agobiado de tanto caos y derramamiento de sangre allí, pasa sus días en un pueblito de Arizona (que está en la frontera) como el sheriff encargado de la seguridad de estos lugareños. Allí se conocen todos, los vecinos le tienen un gran respeto y un cálido afecto. Pero en la gran ciudad, un narcotraficante muy peligroso con un auto que más bien parece volar se escapa en dirección a México. El FBI hará lo imposible por frenarlo, pero todo parece indicar que se tendrá que topar con el gran Arnold y sus precarios e inexpertos ayudantes pueblerinos. El último desafío es una buena película. Sin dudas. Es una especie de western bien pintoresco, con acertadas pinceladas humorísticas y una mística aventurera muy particular, que se disfraza por momentos de un thriller sencillo y repleto de disparos. Lo destacable es la acción y la dinámica que le imprime el director a cada escena. El entretenimiento está por demás garantizado y no hay lugar para diálogos innecesarios que desvíen la atención, porque precisamente el foco está puesto en los enfrentamientos, en los fogonazos que se dan y en el desparramo de municiones. Guión simplísimo y previsibilidad como puntos negativos, todo lo demás es muy ameno a nuestro sentido visual. Schwarzenegger lleva a cabo una actuación muy digna y apreciable, imponiendo su porte y autoridad, y las contadas apariciones del carismático personaje interpretado por Knoxville acrecientan el lado humorístico y divertido del film. LO MEJOR: entretenimiento al máximo, desborda de acción y dinamismo. Arnold y Knoxville. LO PEOR: guión poco elaborado. PUNTAJE: 7
Publicada en la edición digital #247 de la revista.
El Ultimo Desafío es el regreso al cine de Arnold Schwarzenegger, ícono del cine de acción de los años 80 y 90. El punto es que Arnie colgó los guantes para irse a jugar las ligas mayores de la política - terminando por ganar la gobernación de California en el 2003, y siendo re-elegido por un segundo término en el 2007, amén de haber sido considerado un serio candidato para la Casa Blanca a finales del 2011 -, y decidió volver al cine de acción a una edad en donde todos están jubilados y dándole de comer a las palomas en las plazas. 65 años es mucho para un héroe de acción y, en escasos casos - como Stallone o, incluso, Sean Connery -, la gente conserva la prestancia y la energía como para resultar creíbles. Y mientras que Schwarzenegger sigue siendo un tipo simpático, el físico está tan deteriorado que se ve propiamente como un geronte. Incluso llega un punto en que uno piensa que el filme hubiera funcionado mejor con otro veterano como protagonista en vez del envejecido Arnie. En sí, El Ultimo Desafío es pura diversión. La gran estrella no es el austríaco sino el director Kim Ji-Woon (el mismo de A Tale of Two Sisters, que tuvo su remake en inglés llamada La Maldición de las Dos Hermanas), el cual maneja la acción y la comedia con mano diestra. Es como si Arnold hubiera caído en una película del tipo Rápido y Furioso, en donde el villano se roba un super coche potenciado y se va a toda pastilla hacia el pueblo donde el austríaco oficia de sheriff. Hay dos toneladas de improbabilidades - que el malvado viaja más rápido por tierra que por aire, gracias a birlarse un Corvette experimental que posee cientos de caballos de fuerza, y que toda la acción transcurre en cuestión de 5 - 6 horas a lo largo de la madrugada; que el flaco piense cruzar a todo gas por encima de un enorme cañón en medio del desierto, utilizando equipos de apoyo que levantan un puente militar en cuestión de minutos; y de que tenga un ejército a mano, listo para ayudarle cuando se topa con alguna barricada policial hecha a último momento -, pero la historia está narrada con un ritmo tan endiablado que uno no se pone a pensar nunca si todo esto es una estupidez. A final de cuentas Eduardo Noriega escupe maldad, y la acción está rodada como los dioses. Y, cuando tenemos vistazos de lo que ocurre en el pueblo, las cosas van de amenas a simpáticas. Pero cuando la cámara se posa en Arnold... Oh, Dios... Ciertamente Schwarzenegger actúa más relajado que en sus últimos papeles pre-gobernación. Total, ya no tiene la exigencia de la taquilla ni la presión del super - estrellato, y todo esto debe parecerle una terapia en comparación a su convulsionado divorcio (en donde le llenó el bombo a su feúcha mucama mientras estaba casado con una de las finolis de la casta de los Kennedy, lo que equivale a una auténtica herejía política y social). El problema, en todo caso, es el director Ji-Woon, el cual toma a Arnie de la manera más desangelada posible. A Schwarzenegger se lo ve extremadamente flaco, viejo y petiso - hay planos en donde otros tipos (como Forest Whitaker) le sacan una cabeza de ventaja, y confirman la leyenda urbana que Arnie mide menos de 1.80 mts. -, e incluso cuando carga las armas le tiemblan las manos. Pero lo peor es el final, en donde el austríaco se ve obligado a trenzarse en una pelea cuerpo a cuerpo con Eduardo Noriega... y donde, si no fuera por el libreto, el español le habría hecho tragar su puño (y su chapa de sheriff) al ex fisicoculturista. El Ultimo Desafío es una tontería muy divertida y rodada con brío. Pero quizás la mayor falla del filme sea Schwarzenegger, que se ve demasiado agotado para ser creíble. Incluso diría que el filme hubiera funcionado mucho mejor con cualquier otro veterano - desde Mickey Rourke hasta Stallone - que exhiba mejor cuerpo y más energía que Mr. Terminator. Así como está es un espectáculo más que ok, aunque uno termina sintiendo cierta lástima al ver que nuestros íconos de culto del ayer están mucho más deteriorados de lo que uno esperaba.
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Podemos decir que pasaron 10 años de la última vez que vimos al gran Arnold haciendo de las suyas en la pantalla grande, ya que “Terminator 3: La rebelión de las maquinas” de Jonathan Mostow (2003) fue su última producción importante dentro del cine. Después vinieron los cameos, una aparición polémica en “Terminator 4: La salvación”, idas y vueltas alrededor de su retorno a la actuación y finalmente sus pequeñas participaciones en “Los Indestructibles” que fueron, al menos para quien les escribe, claves para que uno de los iconos del cine de acción quisiera volver a trabajar en la pantalla grande. Schwarzenegger se terminó contagiando de esa alegría que transmiten bestias como Stallone (con quien no tenía hasta el momento buena relación) y Bruce Willis y por esa razón decidió volver para hacer lo que mejor sabe: Pararse frente a una pantalla, imponer su presencia y disparar las armas más grandes que uno pueda imaginar. El tipo a los 66 años ya se dio cuenta que el público lo que busca en sus películas no es una gran actuación, sino su mera presencia, su particular tonada y sus indestructibles músculos repartiendo golpes y pólvora por todos lados. Por ese motivo podemos decir que “El último desafío” es una fiesta que apela a la nostalgia de todos los amantes del cine de acción de la vieja escuela que son reacios a las nuevas formas y giros que tomo el género en los últimos años, donde los efectos especiales por computadora, los protagonismos absolutos y la continuidad de una historia hasta el hartazgo coparon la parada. De la mano del director coreano Kim Jee-Woon (quien desembarca en tierras hollywoodenses por primera vez) y de un guión pequeño escrito por el debutante Andrew Knauer, Arnold Schwarzenegger vuelve al cine para cargarse sobre sus hombros la responsabilidad de ofrecer un entretenimiento pochoclero que está a la altura de los que supo realizar en sus viejos tiempos de gloria. Basta del abuso de efectos especiales; Aquí en “El ultimo desafío” todo está filmado como mandan los libros, con escenas de acción impresionantes que incluyen tiroteos interminables gracias a pistolas de munición ilimitada, persecuciones impresionantes a bordo de toda clase de autos (incluyendo un hermoso Corvette ZR1) y una pelea final a puño limpio donde todos los golpes duelen menos de lo que tienen que doler y las frases épicas abundan. Basta de protagonismos absolutos; Si bien el gran Arnold es la razón principal por la que todos vamos a terminar viendo esta película, cuando empieces a ver caras muy conocidas en el relato como las de Foresth Withaker, Eduardo Noriega, Rodrigo Santoro, Luís Guzmán, Peter Stormare y las hermosas Jaimie Alexander y Génesis Rodríguez vas darte cuenta que los realizadores de “El último desafío” no quisieron dejar cabos sueltos y formaron un elenco coral como a los que nos tenían acostumbrados las grandes pelis de acción para que la pases de maravillas en el cine. Párrafo aparte para Johnny Knoxville que de su estupidez hizo toda una carrera en base a los mismos personajes y terminan funcionando siempre como en este caso. Y por favor basta de historias eternas; Basta de secuelas, reboots, remakes, precuelas e historias contadas desde otro punto de vista. Volvamos a lo clásico, a los 100 minutos en donde toda la carne se tira al asador sabiendo que el espectador se merece disfrutar de un espectáculo completo y no recortado en mil partes. “The Last Stand” desde que arranca no para más con su ritmo frenético hasta el final, ofreciéndote todo lo que buscas (en grandes medidas) dentro de una película de este género. Gracias por cumplir tu vieja y antigua promesa querido Arnold: “El último desafío” es una gran dosis de entretenimiento que te deja aplaudiendo con una sonrisa de oreja a oreja una vez que termina la función
Bienvenido, baby Años atrás, cuando Arnold Schwarzenegger presentó a Clint Eastwood durante una ceremonia de premios Oscar, el austríaco se refirió al ícono hollywoodense como el ídolo de su infancia. Agrandado, Clint devolvió el elogio con una cargada. Bueno, ya no hay mucho de que reírse. Porque en el primer protagónico tras su larga administración californiana, Schwarzenegger tiene más de un punto en común con el intérprete de Harry el sucio. Es que Arnold envejeció bien. Para decirlo sin vueltas: el achacado sheriff rural que compone no dista mucho del viejo cascarrabias interpretado por Eastwood en Gran Torino. Y si a esto se suma un clima de farsa al estilo western spaghetti (que incluso insinúa el título), es notorio que el coreano Jee-woon Kim quiso servirle a Arnold un regreso en bandeja. El tan mentado “hasta la vista baby” se hizo realidad. El físicoculturista más famoso está de vuelta, y quizá mejor que nunca. Sus tics, gestos y latiguillos, que buscan la inmortalidad, calzan como una Luger en el puño de Ray Owens, ex agente de narcóticos de la LAPD, retirado a sheriff en la ciudad fronteriza de Sommerton. Allí deberá detener al ex convicto narco Gabriel Cortez (Noriega), custodiado por un arrasador cuadro paramilitar. Es el escenario ideal para que el viejo sheriff se transforme en Terminator, como lo insinúa el duelo entre Ray y Cortez conduciendo autos en medio de un maizal (otro guiño, ¿y van?, a Intriga internacional de Hitchcock). El problema es que la farsa se desmadra. Por momentos, el equipo de Ray es tan heroico como Brigada A, y el humor, que se resuelve bien en los diálogos (“se lo ve musculoso jefe, ¿anduvo haciendo ejercicio?”, le dicen a Arnie al comienzo del filme), no cuaja con las escenas de enfrentamientos, que de tan excesivas terminan siendo fastidiosas. Con sus altibajos, El último desafío complacerá a los fans del cine de acción y demuestra que, puesto en el rol adecuado, Arnold nunca falla.