Algunas películas son vistas con desconfianza incluso antes de su estreno. No son pocas las personas con las que hablé sobre este film y que me manifestaron las dudas respecto a su calidad. Las bajas expectativas que se podían tener (esos zombies que corren tan rápido y la digitalización excesiva de los mismos, por ejemplo) desaparecen a fuerza de un puñado de muy buenas secuencias (algunas excelentes) que demuestran que cada película debe tener su oportunidad, más todavía aquellas que parecen tener todo para perder...
Ayer, los extraterrestres, hoy los zombies, ¿mañana? “Me da risa que un zombi pueda correr ¿Cómo hace para estar en forma? ¿Se levanta de la tumba, empieza a tomar vitaminas y se inscribe en un gimnasio? ¿De donde saca las energías?” George A. Romero. ¿Existiría la ciencia ficción si no hubiesen existido un H.G. Wells o un Julio Verne? ¿Existiría el terror sin Poe o Lovecraft? La verdad es que el cine sigue tomando influencias de los autores clásicos para construir nuevas aventuras fantásticas. Y esto no está mal. O sea, los tiempos cambian y hay que adaptarse a los cambios, pero la esencia no cambia...
A los muertos vivos les llegó la hora, tomó su tiempo pero cruzaron la puerta grande. El mainstream hollywoodense suele nutrirse para el terror de ideas “prestadas” del cine clase B, real origen del género; los subgéneros nacen en películas chicas, “independientes” y cuando los grandes estudios ven el filón adaptan esas mismas historias con más parafernalia, grandilocuencia, y lavando todo el material hasta dejarlo apto para todo consumo. Sucedió con el slasher, con el más puro gore, con las casas embrujadas, con los documentales falsos, y recién ahora a 45 años del estreno de "La noche de los muertos vivos" le tocó el turno a los zombis de una superproducción. El resultado, como era de esperarse, cumple con todas las reglas antes enumeradas. Lo cierto es que, basada en el best seller de Max Brooks, lo que se prometía era una suerte de vuelta de tuerca al subgénero de zombis, con un argumento algo más complejo y mucha producción en grandes efectos; vamos por partes. La historia comienza a todo ritmo y pulsión de nervios con la clásica secuencia de títulos que mezcla imágenes mediáticas que anuncian un colapso mundial a causa de una pandemia; en ese contexto aparece nuestro protagonista, Gerry Lane (Brad Pitt, demostrando que es incapaz de despeinarse o aparecer desmaquillado aunque sea una escena) un ex investigador de la ONU, retirado, que ahora cumple la única labor de padre de dos niñas y marido. El virus se expande descontroladamente, la población humana comienza a desaparecer, se pierden ciudades enteras, y se desconoce cuál es su origen (lo cual tampoco parece importar mucho en el relato). Ante semejante caos, el Secretario de la ONU recurre a Lane casi como única y última esperanza para que acompañe a un grupo formado, en primer lugar, por un científico y militares a Corea en busca de una posible explicación y una cura; de mientras su familia aguardará intranquilamente en un bunker proporcionado por la organización. Lo que sigue es lo (aún más) obvio, Lane y los suyos – los que vayan quedando – y los que se sumen recorrerán el mundo siguiendo variadas pistas y enfrentándose a zombis más similares a los de Resident Evil que a los de George Romero. Lo primero que podemos decir es que el argumento no es tan complejo como aparentaba, hay pequeñas subtramas de conflictos gubernamentales entre los países, pero todo es mirado con simpleza y con el clásico lente patriota. Por otro lado, la película tiene una construcción simple y directa, y eso termina ayudándola. "Guerra Mundial Z" puede no ser grandiosa, pero sí es un film entretenido y llevadero; claro, no esperen el gore y el delirio de una producción “más libre”, acá eso está lavado, y Marc Forster demostró ya ser un buen director de dramas, pero no ser tan ducho en escenas de acción, lo cual se disimula con buenos rubros técnicos y una fotografía simple pero cuidada, acompañada de una ajustada banda sonora tecnificada. Pitt es el protagonista absoluto, el héroe, y cumple. A la bellísima y telentosa Mireille Enos se la lamenta por sus pocos minutos en pantallas, pero le alcanzan para mostrar ductilidad. Podemos decir que "World War Z" es la película que los zombis necesitan para ser Clase A, no tiene los mensajes de Romero, el delirio berreta de Resident Evil, la gracia de Dan O’Bannon, ni el glorioso gore de Lucio Fulci; pero atrapa, entretiene y no decae, no se puede pedir más de un típico producto alla Hollywood.
Plaga zombie Todos ya nos dimos cuenta: los zombies están de moda. En cine, televisión, historietas, con remakes y novelas o precuelas y variantes varias de la zombidés: desde fenómenos místicos inexplicables hasta virus globalizados. Los zombies llegaron (volvieron) para quedarse. Lo curioso es que la popularidad y el éxito esta vez también les dieron la posibilidad de sumar un poco de glamour: Atrás quedaron la clase B y los presupuestos (y maquillajes) limitados. La última oleada del avance de los zombies sobre la gran pantalla no sólo viene de la mano de un presumuesto millonario, sino que tiene como protagonista a una de las más grandes estrellas de Hollywood: Brad Pitt. No es un mérito menor de Guerra Mundial Z haber logrado integrar a una estrella como Pitt en un mundo poblado por zombies sin que la película se vuelva pesada, seria o un simple vehículo para su protagonista. La clave está en su gran sentido de la narración: centrada siempre sobre el personaje interpretado por Pitt (un ex agente especial de la ONU que decidió retirarse para poder pasar más tiempo con su familia), todo el apocalipsis zombie y la posterior lucha por la supervivencia están contados siempre desde la perspectiva de este único (aunque, obviamente, extraordinario) personaje. Este procedimiento le da una gran carnadura a la historia y vuelve la amenaza mucho más real: no tenemos noticieros que nos informen sobre la situación global ni planos genéricos de ciudades del mundo con sus monumentos más identificables rodeados de zombies rabiosos. Cuando empieza la película apenas si escuchamos un noticiero en el que se habla de algo así como una nueva epidemia de gripe A y una crisis política en algún lugar del planeta. Lo que vemos mientras es una familia tipo que desayuna una mañana cualquiera antes de llevar a sus dos hijas al colegio. En el camino al colegio, en medio de un embotellamiento, los hechos empiezan a desarrollarse frente a nuestros ojos. No hay comunicaciones, nadie sabe qué está pasando (ni siquiera el ejército) y nos vemos arrojados a una aventura angustiante. La escala globalizada (del presupuesto de GGZ, de la tecnología y del virus) nos llevan a recorrer el mundo entero y hace que la historia sea todavía más desoladora. En esta nueva versión los zombies son realmente muchos, se mueven rápido, contagian su estado a una velocidad sorprendente y no tienen respiro. Esto hace que la sensación de peligro sea siempre inminente, siempre imparable, agotadora: a cada instante los zombies son más y con que solo haya uno cerca pueden hacer caer ciudades enteras. Posiblemente uno de los puntos más flojos de la película sea el uso de unos zombies demasiado digitales en los planos demasiado grandes y multitudinarios, siempre contrapuestos a los primeros planos de zombies compuestos por el tradicional maquillaje de carne entre seca y putrefacta. Sin embargo, hasta los planos más "de videojuego" quedan neutralizados por la velocidad de la acción que nunca frena a lo largo de toda la película. El personaje interpretado por Brad Pitt (una especie de genio para la acción y para la ciencia, encarnación de la virtud misma, dispuesto a renunciar a todo por el amor de su esposa y de sus hijas) es un poco esquemático y aunque ese esquematismo a veces dificulta un poco la identificación con el personaje, la verdad es que en el fondo termina por no importar demasiado: hay una veta familiar y tierna en Guerra Mundial Z, pero sobre todo hay muchos, muchos zombies que hacen que la historia tenga que ir siempre para adelante, sin descanso. Esa velocidad nerviosa, sumada a una acción seca y a una lógica siempre muy concreta (con problemas, por ejemplo, como el de cómo se le carga nafta a un avión en un mundo invadido por zombies) hacen que la película fluya incluso a pesar de sus propios problemas (como la chatura de sus personajes, lo inverosímil de unos cuantos nudos argumentales, etc.). Al final, cuando los zombies toman el control del mundo, poco importan las incoherencias, los lugares comunes de familia rubia (con niño latino políticamente correcto incluido), la repetición de recursos (los ruidos de las latas de gaseosa), los planos de Pitt como de propaganda de perfume y tantos otros detalles que molestarán a los que quieran ser molestados. Guerra Mundial Z nos arrastra con su ritmo acelerado (pero no compuesto de planos epilépticos). El todo es más que la suma de sus partes.
Varias películas en una Guerra Mundial Z (World War Z, 2013) es varias películas en una: de catástrofes, de drama, de aventura, de acción y de horror, más o menos en ese mismo orden, todo en el plazo de dos horas. Tiene déficit de memoria a corto plazo. Nunca mira hacia atrás. Tira hacia todos lados sin concentrarse en ninguno ni llegar a convertirse en “la película de zombies por excelencia”, así como el epónimo libro de Max Brooks ya se ha convertido en “el libro de zombies por excelencia”. Posee algunos destellos de originalidad, pero le falta el corazón y el cerebro de una gran película. El protagonista es un ex empleado de la ONU llamado Gerry Lane (Brad Pitt), un personaje cualquiera definido exclusivamente por el amor a su familia y una sobrehumana fuerza de voluntad. Cuando se desata el Apocalipsis de los muertos vivos, Gerry y su familia son evacuados al USS Argus, donde se le encarga que rastree el origen de la pandemia zombie (eso o les devuelven a tierra firme: las literas del barco son pocas y preciosas). Su misión le lleva en una aventura alrededor del mundo, intentando descubrir de dónde viene la infección y cómo detenerla. El tráiler probablemente contiene las tomas más vistosas de la película: zombies híper veloces haciendo estampidas y devorando todo cual manga de langostas. Pero el resto ha sido filmado con ese molesto estilo de cámara en mano cuyo único propósito es falsear una sensación de urgencia y mantener al espectador confundido con lo que está pasando exactamente en pantalla. Algunas tomas son tan oscuras y están tan mal iluminadas que nos cuesta diferenciar a los muertos de los vivos. El verdadero problema de Guerra Mundial Z es el guión. Ha sido escrito y reescrito tantas veces por tantos guionistas que se puede rastrear perfectamente dónde termina la pluma de uno y empieza la del otro. Mejores películas que esta han disfrutado de un proceso de pre-producción aún más ecléctico, pero en este caso los creadores parecen haber estado trabajando completamente por separado y sin una idea central que uniera sus esfuerzos. La película empieza como un thriller conspiratorio de proporciones globales. Luego se olvida de eso y pasa a espectaculares escenas de acción que no quitan ni agregan nada a la trama (prueba de ello es cuántas otras han quedado en el piso de la sala de edición). Luego se olvida de eso también, y termina con un tercer acto que parece sacado de otra película totalmente distinta: una gran secuencia de suspense perfectamente digna de Alfred Hitchcock. El desenlace es genial y está bien filmado: nos hace dar cuenta de cuan floja ha sido el resto de la película. Por primera vez los zombies inspiran miedo. ¿Pero miedo a qué? No hay un solo personaje interesante en toda la película. Consecuentemente no hay ningún motivo para temer por la vida de nadie. A menos que contemos a Brad Pitt, sólo por ser Brad Pitt.
“Fuerza Antigangster” se estrenaba a principios de año y fue uno de los films que por culpa de un evento desafortunado en una avant premiere de “El Caballero de la Noche Asciende” tuvo que ser mutilado y reescrito para eliminar ciertas partes ofensivas que se parecían mucho a la masacre del pueblo de Aurora. Ahora la historia se repite con Guerra Mundial Z pero no por una masacre, sino por causas politicas, de estudio y de diferencias creativas se tuvo que rehacer todo el tercer acto para darle un cierre correcto a la historia. Gerry Lane (Brad Pitt) es un ex miembro de la ONU especialista en zonas de guerra que es llamado nuevamente a servicio cuando una pandemia que convierte a los muertos en caníbales, amenaza con acabar con la humanidad. Gerry tendrá que viajar por todo el planeta tratando de averiguar cual es el origen de este virus y con ese resultado inventar una cura o posible solución al problema. Guerra Mundial Z esta dirigida por Marc Forster, un director con películas bastante variadas respecto a los géneros, desde “Descubriendo el país de Nunca Jamás” pasando por “Mas Extraño que la Ficción”, hasta “Quantum of Solace” el film numero veintidós del agente Bond. Podrán ver que es un tipo que sabe lo que hace. 28 Meses después El film tiene un arranque bastante apresurado sin darnos mucha explicación de lo que pasa, el caos enseguida se cierne sobre la ciudad de Philadelphia todo el mundo corre de unos seres que empiezan a atacar a la gente, es evidente que estamos frente a una película de zombies. Más allá del subgénero zombie, puedo afirmar que Guerra Mundial Z se nutre de elementos de otros géneros como el drama, la aventura y el terror, este último sobre todo en el tercer acto del film. La pandemia global genera un problema tan grande que a la pelicula se le imposibilita abarcar de manera firme todos los temas que intenta problematizar entonces quizas esto sea el mayor punto en contra. Es una película cuyo tratamiento es liviano y pasajero, no esperen encontrarse con serios problemas morales y sociales como los que presentaban las películas de Romero o inclusive paradigmas de poderes como los que se ven en la serie “The Walking Dead” nada de eso, acá lo que van a ver es un juego casi de detectives que con un guión bastante retocado logra salir a flote. El punto de vista de la película esta anclado solamente en Gerry Lane restandole importancia al resto de los personajes, esto sin duda define porque perdemos de vista la empatia con el resto del mundo y solo nos importa lo que le pasa a Brad Pitt en una película que debería retratar los problemas acarreados por una guerra mundial. Lo mejor que tiene Guerra Mundial Z es la banda sonora, definitivamente ese aire que llaman “space rock” que le agrega la banda Muse es el clima perfecto para un film donde todo el ambiente esta enrarecido, donde ese loop constante nos deja sin salida, casi advirtiendonos que no tendremos ayuda o que la resolución a este problema es realmente difícil. La Epidemia En las antipodas de este relato se encuentra el relato original, aquel libro escrito por el hijo de Mel Brooks que por 2006 se convertía en un Best Seller, la lucha por obtener los derechos entre las productoras de Leonardo DiCaprio y Brad Pitt era bastante fuerte, sin embargo ya sabemos quien ganó. Desde que fueron adquiridos los derechos para llevar la novela al cine pasaron 3 guionistas y con el que mas estuvo de acuerdo Max Brooks (el creador de Guerra Mundial Z) era con el primer borrador que había escrito Michael Straczynsky el cual era mucho mas fiel a la novela y coherente con una amenaza global. Ahora bien, tenemos que dejar esto atrás y aceptar que hay otros intereses en juego cuando se trata de una película de 200 millones de dólares. Conclusion: Guerra Mundial Z no es una mala película, pero podría ser mucho mejor, no quiero cerrar esta critica diciendo que si hubiese estado mas cerca de la novela esto seria diferente, pero quizás podría haber tenido otro enfoque mucho mas real. Lo que no entiendo es el porque adquirir los derechos de una película cuando sencillamente podría haberse llamado “28 Month Later”. Vayan a ver Guerra Mundial Z, es un gran entretenimiento que vale la pena ver en el cine, eso si, no la vean en 3D. Yo por lo pronto voy a esperar el Bluray que seguramente traiga una version del director.
Rápidos y furiosos Con los recientes estrenos de Oblivion, Después de la Tierra, la maravillosa introducción de El Hombre de Acero y las esperadas Star Trek 2 y Pacific Rim, parece que el cine de ciencia ficción es la nueva moda en Hollywood. Pero si Brad Pitt está detrás de esta producción, no esperen ver ni una gota de sangre. El actor que, luego de filmar La Gran Estafa invirtió en un casino con su amigo Clooney, ahora es un hombre de familia, que al parecer ya no elige sus papeles solo por diversión y hace tiempo se volvió un poco aburrido y predecible en la pantalla grande. Lo que quiero decir es que esta es una película familiar de zombies, que podría ubicarse en un punto medio entre ParaNorman o Zombies Party –por su coqueteo con la parodia- y lo que hicieron Snyder o Romero. El tema es que, a lo que menos se parecen estos zombies es justamente… a zombies: pueden ser dos cosas, o velociraptors hambrientos o un grupo de fanáticas de Justin Bieber en celo. Eso sí, como decía, olvídense de ver escenas sangrientas a lo Walking Dead, tripas, vísceras, cuerpos teñidos de rojo o cualquier tipo de gore que se les ocurra...
Max Brooks es el autor de la novela “Guerra mundial Z” que en el 2006 presentó una propuesta muy original relacionada con los zombies. El libro describía a modo de trabajo periodístico la crónica de lo que había sido la batalla mundial contra los muertos vivientes, desde la aparición del primer caso hasta el fin del conflicto. Una obra muy creativa que trabajó esta clásica historia en la literatura con un enfoque distinto. El éxito del libro generó que en Hollywood enseguida quisieran hacer la película y fueron Leonardo DiCaprio y Brad Pitt los productores que se mataron e hicieron todo lo posible para conseguir los derechos. Finalmente ganó Brad, quien ya había tenido la experiencia de adaptar libros complicados en el cine como fue el caso de Moneyball. Como amante de las historias de zombies disfruto cualquier cosa que se haga con ellos, ya que me parecen conceptualmente interesantes. No tanto el zombie y la violencia, sino lo que genera su aparición en la humanidad. Guerra mundial Z es una película que se disfruta y tiene buenos momentos pero no está para nada a la altura de grandes filmes que vimos en los últimos años como REC (la primera), las dos entregas de Exterminio, que dirigieron Danny Boyle y Juan Carlos Fresnadillo o la remake de El amanecer de los muertos, de Zack Snyder. Dentro de las característica positivas se destaca el hecho que acá desarrollaron un conflicto de escala global. Es decir, en todos los filmes de zombies siempre nos enteramos que se trata de una epidemia internacional pero la trama se desarrolla en una locación en particular. En este caso el protagonista recorre el mundo y uno puede ver como el surgimiento de los zombies afecta a distintos países. Eso me parece que es lo más interesante de todo. Guerra mundial Z tiene dos inconvenientes notables. El primer lugar, los muertos vivos quedaron muy desdibujados. Hay buenas escenas como la pirámide zombie que se forma en Israel, pero después la cámara parece estar más interesada en retratar el rostro de Brad Pitt. En la serie The Walking Dead esto se trabajó de manera mucho más efectiva. Es decir, tenés bien elaborado el drama humano pero cuando los zombies aparecen se destacan a lo grande. Acá las secuencias de acción parecen editadas por gente de CNN donde los ataques que sufren los sobrevivientes no son tan sangrientos como vimos en otros filmes. Creo que Brad Pitt (este es el segundo problema) como productor la pifió al delegarle la dirección a Marc Forster, quien demostró que el cine de terror no es lo suyo. Este muchacho que hizo películas dramáticas como Neverland (Johnny Depp) y Cambio de Vida (Halle Berry) acá probó que no tiene idea de cómo trabajar una historia de este tipo y por eso es complicado destacar a este estreno como un film de terror. En todo caso es un thriller con zombies que se deja ver principalmente por el hecho que Pitt se cargó solo con su presencia toda la trama. También le jugó en contra que quemaron las mejores escenas en el avance, algo que me sigue pareciendo inexplicable. Los primeros 15 minutos hasta que el protagonista y su familia son evacuados en un portaaviones son excelentes y tiene muy buenos momentos de tensión, pero después el director no logra sostener su narración con la misma intensidad y es como que la película se desinfla. Para que quede claro. No es para nada una mala propuesta y se deja ver si te gustan los zombies pero para ser una superproducción de Hollywood uno hubiera esperado algo mejor. ¿Y el 3D? Bien, gracias, manda saludos para todos. La verdad que en este estreno no aporta absolutamente nada, salvo para hacerte pagar la entrada más cara. No tiene una funcionalidad específica como si lo podrías disfrutar en El Gran Gatsby que valía la pena verla de esa manera. Acá es irrelevante. Si bien Guerra mundial Z no es la gran película de zombies que uno hubiera querido ver podés entretenerte un rato si te gustan los cuentos con estos personajes.
Apocalipsis zombie Otra película sobre epidemias que se esparcen por el mundo y una nueva vuelta de tuerca sobre el tema zombie es la que brinda el director Marc Forster, un realizador que parecía alejado de esta temática. Luego de Cambio de vida, Descubriendo el país del Nunca Jamás y Quantum of Solace, el film de Bond, el cineasta construye un relato más inclinado al suspenso que al terror gore a través de una historia de supervivencia. La vida de Gerry (Brad Pitt), un empleado de las Naciones Unidas cambia cuando se traslada en automóvil junto a su familia y un misterioso virus empieza a azotar a la raza humana. Para evitar que esto ocurra, viajará en una carrera contra el tiempo para encontrar la cura contra un mal que parece no detenerse. Rodada en diversas ciudades, la película no entrega nada que no haya sido visto, pero su acierto e impacto reside en el ritmo, en los sobresaltos (como en la secuencia del edificio con la familia escapando por las escaleras hasta llegar a un helicóptero) y en las secuencias que juegan con la espectacularidad: la del avión y las grandes urbes arrasadas por hordas de humanos convertidos en criaturas monstruosas. Si bien nunca se mostró tan bien como en Exterminio, de Danny Boyle, el brote de locura que se adueña de cada persona contagiada, los momentos en los que hibernan o el ingreso de Gerry a una planta plagada de zombies mantienen el interés y el clima inquietante hasta el desenlace.
Batalla virósica Un extraño y desconocido virus azota al planeta. Las personas se convierten en zombis y hay que hallar la forma de frenar el contagio. La premisa no es original, ni intenta serla. La apuesta consiste en presentar algo más que trillado de otra forma, más realista, y para ello cuentan con Brad Pitt, actor que no es lo que se dice un "duro", sino más bien todo lo contrario. En esta ocasión, Pitt encarna a Gerry Lane, amante esposo y padre de dos niñas. Su familia lo es todo para él y por ella se alejó de un oficio peligroso al servicio del gobierno. Pero ahora, ante la crisis que enfrenta la humanidad, la ONU lo convoca nuevamente para que ponga su experiencia al servicio de la causa: encontrar la cura para la pandemia. En el inicio apenas se esbozan las características de los protagonistas para dar, rápidamente, paso a la acción. El caos se presenta a gran escala, los efectos especiales son puestos al servicio de la espectacularidad en busca de hacer la diferencia respecto a otros filmes del género. Acá no se trata de emular a un videojuego donde el objetivo solo es matar zombis. El relato procura que eso sea algo secundario dentro de una trama donde seguimos a un héroe -que lo es a su pesar-, en su intento de hallar la solución al problema mundial. En el medio, algunas menciones nada críticas sobre las manipulaciones realizadas por los laboratorios y las pandemias globales usadas como armas de ordenamiento político. "Guerra Mundial Z" es otra de zombis, mas su mérito está en no presentarse en plan "bizarro" ni con más pretenciones que la de ser un filme de acción, bien presentado, con gran espectacularidad y buenos momentos de tensión. No mucho más, ni menos.
Will Smith en Después de la Tierra , Tom Cruise en Oblivion : El tiempo del olvido y, ahora, Brad Pitt en Guerra Mundial Z . La fórmula de una estrella inmersa en un mundo apocalíptico parece ser una de las más elegidas en los últimos meses por los estudios de Hollywood para darles carnadura humana (y mayores posibilidades de marketing) a historias propias de un cine catástrofe diseñado, sobre todo, vía programas informáticos. En este sentido, Guerra Mundial Z -versión muy libre del reverenciado libro publicado en 2006 por Max Brooks- retoma caminos bastante transitados por el cine y la televisión recientes: virus, pandemias, zombis y una sensación de caos y paranoia que ponen a la sociedad y al planeta todo al borde de la autodestrucción. Concebida con indudable profesionalismo y un gran despliegue visual (aunque, cabe indicarlo, el 3D esta vez no agrega demasiado), Guerra Mundial Z resulta un reciclaje de elementos ya vistos en series como The Walking Dead ; en el cine (de zombis y al mismo tiempo "político") de George A. Romero, y en films como Exterminio , de Danny Boyle (y su secuela), o Contagio , de Steven Soderbergh. Si no hay en la película del alemán Marc Forster ( Descubriendo el país de Nunca Jamás, 007: Quantum of Solace ) aportes demasiado novedosos -quizá lo más logrado sea la búsqueda de un realismo documentalista, casi una apuesta al cinéma verité, en medio de un producto construido a puro efecto visual-, al menos el resultado final está bastante alejado del desastre que muchas crónicas previas auguraban luego de una problemática producción que derivó en un costo desbocado (más de 200 millones de dólares), la renuncia de varios integrantes del equipo (como el célebre director de fotografía Robert Richardson), sucesivos cambios en el corte y hasta un nuevo final. Para que Guerra Mundial Z se mantenga a flote mucho tiene que ver el carisma y aplomo que Brad Pitt demuestra en pantalla para encarnar a un héroe a escala humana, un sensible padre de familia (vean los gestos y las palabras hacia sus dos hijas) que debe recorrer medio mundo (Corea, Israel, Gales) en busca de una cura al virus que amenaza con convertir a la Tierra en un infierno dominado por los zombis. El film es rico en escenas de masas con las turbas de infectados arrasando con todo y con todos en ciudades que van "cayendo" (ése es el término que utilizan las autoridades) una tras otra, mientras los medios de comunicación (las imágenes de los noticieros televisivos juegan un papel decisivo en la construcción del verosímil) informan de los cada vez mayores alcances de la catástrofe. Así, entre los atributos del gran espectáculo hollywoodense, el atractivo de Pitt y la voz de alerta políticamente correcta sobre el deterioro de las condiciones de vida actuales que aquí se ve amplificada, Guerra Mundial Z alcanza sus (mínimos) objetivos. No está entre los grandes films de esta buena temporada del cine norteamericano, pero tampoco es un despropósito. Vale la pena, por lo tanto, darle una oportunidad.
Mucha más aventuras que catástrofe Una superproducción que no llega a la altura del excelente relato del film. Escrito en clave de crónica periodística, explica el origen de una pandemia a través de su héroe con momentos de efectiva tensión entre los espectadores. En el contexto del innegable revival de ese subgénero del cine de terror que son los zombies, con series como The Walking Dead, entre otras y libros como el manual The Zombie Survival Guide de Max Brooks –guionista de Saturday Night Live, hijo del gran Mel Brooks– al que le siguió Guerra Mundial Z. Una historia oral de la guerra zombi (editado en castellano), que no tardó nada en despertar el interés de la productora de Brad Pitt por llevar la historia al cine. El resultado es Guerra Mundial Z, una superproducción que hace, a medias, honor al excelente relato escrito en clave de investigación y crónica periodística que Brooks despliega a partir de un personaje central, el propio escritor, que recibe el encargo de las Naciones Unidas para que haga un relevamiento, que explore los cómo y los porqué del nacimiento de la pandemia que convirtió a los muertos en máquinas de matar seres humanos, que investigue cómo se hizo frente a la plaga asesina y qué enseñanzas quedarán luego de la guerra que exterminó a buena parte de la población del planeta. Lo que en el libro era pura ironía y bastante humor, una ficción para describir algunas de las problemáticas más acuciantes de la actualidad con o sin zombies, en el film dirigido por Marc Forster (007: Quantum of Solace, Más extraño que la ficción) se convierte en un muy buen trhiller-catástrofe en los primeros 40 minutos. Pero luego deviene en un film de aventuras que se apoya casi en su totalidad en Pitt en el rol de Gerry, un ex investigador de la ONU al que el brote del virus que transforma a la gente en salvajes depredadores lo sorprende junto a su familia. Pero teniendo en cuenta el camino elegido por el realizador para contar la historia, Gerry es casi un súper agente, que sabe leer las señales de catástrofe apenas se empiezan a enunciar y así, cuando logra poner a salvo a su familia, emprende la búsqueda del origen de todo para conseguir la manera de combatir la plaga. El viaje será por varias partes del mundo y el peso de la humanidad a punto de extinguirse recaerá sobre el héroe intuitivo, lógico, atlético y cerebral. Como producto separado del libro que le dio origen, Guerra Mundial Z no está nada mal, hay momentos de efectiva tensión que se sufren desde la butaca y la avalancha de zombies en ataque continuo, feroz e irracional, por momentos quita el aliento. Sin embargo, las connotaciones políticas y sociales apenas son rozadas por el film, más preocupado en mostrar en buena parte de su duración un vertiginoso timming para la acción que detenerse en consideraciones morales y el sentido de lo humano cuando todo se derrumba.
Una nueva pandemia de zombies Gerry Lane (Brad Pitt), un investigador de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), deberá enfrentar una increíble pandemia que se extiende por el mundo. Un virus está convirtiendo a los humanos en seres monstruosos, suerte de zombies, muertos resucitados y amantes de la carne humana. Lane es llamado para recorrer puntos estratégicos, detener el horror y lograr alguna vacuna, que, de alguna manera, ponga a salvo a la humanidad. El investigador partirá con Karin (Mireille Enos), su mujer y sus dos hijas, Constance (Sterling Jenins) y Rachel (Abigail Hargrove) y su primer refugio será un portaviones, en medio del océano, luego vendrá Corea del Norte e Israel. La película está inspirada en el libro "Guerra mundial Z. Una historia oral de la guerra zombie", del joven escritor Max Brooks, hijo del humorista, actor y director Mel Brooks y la desaparecida Anne Bancroft, que ha tenido un pronunciado éxito en los Estados Unidos. Esta versión fílmica bastante libre descarta el lugar de origen del virus, China, y remite la expansión de la plaga a partir del tráfico clandestino de órganos. EL DISEÑO VISUAL El filme tiene un impactante diseño visual, variedad de efectos especiales y algunas escenas francamente impactantes, como la de la escalada al portal construído por Israel para impedir el paso de los monstruos, suerte de hormiguero humano en alto, de impresionante movimiento y la de la caída del avión. El director Marc Forster, el mismo de "007 Quantum of Solace", la película de James Bond, maneja la historia con impecable ritmo y singular manejo de las escenas de masas. Crea una atmósfera verdaderamente terrorífica, rica en planos generales y panorámicas mmultitudinarias. Su thriller muestra un correcto Brad Pitt y dos actrices interesantes, Mireille Enos (Karin) y la israelí Daniella Kertesz (Segen). La película intenta ser una crítica sociopolítica referida a casos de corrupción, relacionados con distintos aspectos gubernamentales.
La película con producción más desastrosa de los últimos tiempos logra, al menos, llegar a un resultado decente. La vieja ley de Murphy reza que cuando algo puede salir mal, sin dudas saldrá mal. Y bajo ese preconcepto decenas de miles de personas irán a ver Guerra Mundial Z (World War Z, 2013), una película en la que -dicen- el director estuvo ausente y sin tener idea de cómo hacer escenas de acción, y que requirió no solo muchísimas inyecciones de dinero que elevaron su costo hasta las nubes sino que muchísimas partes debieron ser reescritas, ya que el resultado final no conformaba a los financistas. Así, con prejuicios, muchos se sentarán a esperar el cáos y el fin de la carrera de Brad Pitt, pero no. No esta vez. No vamos a decir que Guerra Mundial Z es una obra de arte, ya que ni siquiera puede llegar a entrar en un top 5 coherente de películas sobre zombies. Y si ponemos en la balanza el costo y el beneficio de la película, probablemente Paramount salga perdiendo, pero pese a todo lo que podría haber sido un revuelto gramajo de muertos vivientes y Pitt haciéndose el héroe terminó contando una historia que, a fin de cuentas, deja a uno la sensación de que no perdió el tiempo en el cine. Pero vamos al comienzo: Guerra Mundial Z está (holgadísimamente) basada en el libro homónimo que Max Brooks sacó a la venta en 2006, y que inmediatamente se convirtió en un best seller en los Estados Unidos. En su libro, Brooks recopilaba lo que había sido la Guerra Mundial Z, el gran enfrentamiento de proporciones bíblicas entre los vivos y los muertos, y en forma de relatos, crónicas y entrevistas, podíamos ir rearmando los días oscuros, ya -afortunadamente- pasados. En su adaptación, la historia es completamente diferente. Gerry Lane (Brad Pitt) es un empleado de las Naciones Unidas que debe recorrer el mundo para encontrar una cura para el vírus que convierte a los cadáveres en bestias salvajes y hambrientas. Él no es un héroe, y se le nota, y eso es lo que provoca nuestra atención. Lane es padre, ama a sus hijos y a su esposa, y de golpe se convierte en el faro de la humanidad en peligro. Porque lo que Guerra Mundial Z si hace bien es vendernos un peligro real. A través de escenas de noticieros e informes gubernamentales, no nos cuesta demasiado meternos en ese mundo en franca caída e identificarnos con las víctimas que, después de todo, son nosotros, la gente común. No hay lugar para héroes en la película, solo para valientes y corajudos que consideren que su vida valga menos que el bien común. Pero obviamente no todo es color de rosas. Los problemas de producción se hacen notar en la pantalla y, si bien no es el agujero negro que la prensa y los “infiltrados” nos prometieron, ahí están, imposibles de omitir. Desde el relato, la película tiene lagunas imposibles de tapar -que, si somos buenos, también le agregan verosimilitud a la película. Pero no somos buenos. Afectan y bastante- y todo parece recaer (al igual que el mundo entero) en los hombros de Brad Pitt, que se la jugó con un papel que termina siendo casi el único interesante de la película. Guerra Mundial Z podría ser peor. Y esa es la mejor review que se le puede dar, dadas las circunstancias.
Para los fans de grandes efectos y las de Brad Pitt Por enésima vez en la historia del cine la humanidad está en peligro y, para regocijo del público, un hábil, audaz y bonito norteamericano la salva. Sólo hay dos variantes principales: esta vez el hombre trabaja para las Naciones Unidas, y el peligro es una pandemia de zombies. Semejante multitud de tipos más angurrientos que la marabunta, encima feos, hediondos y difíciles de exterminar, nunca se había visto. Encima parecen los más ágiles de su especie. ¿Hay despliegue? Hay desde el comienzo, con el caos invadiendo las calles de Filadelfia (en verdad son las calles de Glasgow maquilladas para la película) pero después ya uno se acostumbra. Igual que a los anteojitos, las masas enloquecidas de uno y otro sector, apariciones sorpresivas, persecusiones, gritos, tiroteos, recuentos de víctimas y viajes a la disparada. Porque nuestro héroe va por todas partes en busca de un antídoto que debe conseguir cuanto antes. ¿Lo consigue? Y si no, ¿para qué pagamos la entrada? En síntesis: película que gustará a los amantes de grandes espectáculos en grandes salas, y a las novias de Brad Pitt, que luce ridículo con raya al medio y cara de pavo pero igual lo quieren. Pero hasta ahí llegamos. Gustará menos a quienes exigen cierta lógica en la pintura de caracteres y situaciones (se dice que el resultado inicial fue tan malo que obligó a tomar otros guionistas, filmar siete semanas más y cortar a como venga varias escenas anteriores, y así quedó). No gustará tampoco a los fanáticos del subgénero zombie-caníbal, porque no hay asquerosidades en primer plano. Eso está bien, el desasosiego del espectador se consigue sin recursos repulsivos, pero los fanas igual van a quejarse. Y, eso sí, no gustará a quienes hayan leído la novela original. Con toda sinceridad, esa gente se preguntará para qué Plan B Entertainment (la empresa de Pitt) y demás compraron los derechos del libro si después iban a filmar cualquier otra cosa. Y la razón es muy simple. El libro de Max Brooks se presenta como una serie de charlas con 58 sobrevivientes de una guerra que duró 13 años: el médico chino que advirtió el comienzo, el pícaro que vendió placebos, el funcionario que autorizó los placebos como si fueran remedios verdaderos, víctimas, burócratas, combatientes, estrategas, traficantes de órganos, el entrenador de perros (acaso el capítulo más tocante y doloroso), el monje ruso, la señora que propone un epitafio para su generación, algo así como "fuimos los que causamos el desastre", etc. Es un libro original, fuerte y acusador. Pero con demasiados personajes, dijeron las mentes brillantes de Hollywood. Entonces desecharon todos, crearon un protagonista único, ajeno al libro, y, por enésima vez en la historia del cine, hicieron la de siempre. Doscientos millones de dólares, dicen que gastaron en esto.
Escuchá el comentario. (ver link).
World War Z es una película que supera las expectativas, pero decir esto no es necesariamente un cumplido. Pocas producciones han tenido recorridos tan complicados como el que esta tuvo y de seguro es mucho menor la cantidad de tanques de Hollywood que deben afrontar tantas turbulencias. Un año atrás, el panorama era muy complicado con el anuncio de un retraso de seis meses en su fecha de estreno, de siete semanas para volver a rodar algunas tomas y la incorporación a la plantilla de guionistas de Damon Lindelof -el mejor alumno de J.J. Abrams y su peor imitador- quien ayudaría a reescribir el tercer acto completamente, en una acción que demostraba ignorancia sobre lo dañino de su incidencia, por ejemplo, en Prometheus. La catástrofe parecía querer romper las barreras de la pantalla, una debacle en ciernes que se vio morigerada a medida que empezó a conocerse material, gracias a una campaña publicitaria que buscó contener la caída. Con perspectivas tan bajas, hubiera sido una derrota completa que la película de Marc Forster tuviera los resultados que se podían esperar doce meses atrás. Afortunadamente para él y los espectadores, es en su mayor parte un trabajo sólido con buenas dosis de suspenso y acción, un proyecto que se gesta y desarrolla en forma orgánica hasta que el trasplante sufrido hacia el final se hace cargo de la escena. Es probable que muchos de los conflictos durante el rodaje de World War Z tengan su origen en la inexperiencia del director, quien al igual que en Quantum of Solace no logra imponer su marca bajo ningún concepto. El realizador parece cómodo con su enfoque impersonal y por eso no ofrece nada nuevo, pero el ritmo de una historia que lleva al público en un viaje a contrarreloj a través del mundo para detener una pandemia zombie logra sobreponerse a la zona de confort de Forster. Ni siquiera puede decirse que el hombre tenga en claro lo que quiere con sus no-muertos, que trotan, deambulan o corren como un río de destrucción a conveniencia de su argumento, pero el héroe que interpreta Brad Pitt, con una actuación muy buena que es especialmente creíble, prevalece. El recorrido global concluye de forma perezosa en el tercer acto reescrito por Lindelof, quien evita alusiones místicas aunque siempre pueda hallarse alguna metáfora acorde. Es un cierre antinatural para el desarrollo argumental, con la inmersión de la película en un pesado letargo de media hora. Así como los zombies ingresan en una suerte de hibernación a la espera de algún ruido, movimiento o posibilidad de acción que los despierte, World War Z se pone en punto muerto durante un lapso que parece eterno. Sí, hay una secuencia clave que sorprende, cuando finalmente se comprende que no importa que haya hordas de atacantes, sino que el miedo es más real y palpable en el uno contra uno. No obstante es en el marco de un cierre que juega en los lineamientos de lo que se conoce, sin querer sorprender en ningún momento. Los estudios detrás de esta adaptación pretendieron en un momento volverla una trilogía. Con un 3D post-convertido que jamás aporta nada más que la molestia de tener puestos anteojos por 2 horas, una primera película totalmente genérica, una producción de grandes complicaciones y una conspiración de cinco guionistas que operan sobre el trabajo de los otros, las chances de que la historia continúe son remotas.
No me importa cuántos son Brad Pitt busca una cura contra los zombies que gruñen, muerden y se multiplican. Hollywood viene predicando desde hace décadas que el fin del mundo está a la vuelta de la esquina. Puede llegar por negligencia humana (destrozando la ecología, eliminando fuentes de energía) o por ataques alienígenas. Lo que las películas de George Romero, toda su saga de zombies, encorsetaban en una pequeña población, Guerra Mundial Z lo expande con la plata de la productora Plan B, de Brad Pitt, más otros cuantos capitalistas ponen a disposición del entretenimiento, una vez que los zombies se multipliquen a mordida batiente. Un mordisco, y a los 10 segundos se transforman en muertos vivos. Casi como el agua que rozaba a los gremlins y se reproducían. Pero aquí, sin chistes. Marc Forster, el ecléctico director que puede filmar Descubriendo el Pais de Nunca jamás y Quantum of Solace, la más floja de las películas con Daniel Craig como Bond, no pierde el tiempo. Los zombies aparecen pronto. Sólo hay que mostrar a la familia de Gerry (Pitt), entender que dejó de trabajar en las Naciones Unidas para estar más con su familia, y así comprender por qué luego le cuesta dejarla e ir tras la cura de la pandemia. Ah, y que una de sus hijas sea asmática. ¿Rachel, la nenita del personaje de Tom Cruise, no era alérgica en Guerra de los mundos? Así, ya sabemos que papá deberá ir en busca del inhalador que la nena perdió entre muertos vivos que gruñen y están como en s tand by hasta que oyen un ruido y salen disparados con la dentadura lista. Lo mejor de Guerra Mundial Z es que la acción no se detiene. No importa cuántos son (los zombies), sino que vayan saliendo. Los zombies vienen de a millares. Son, en cuanto a bravura, como los que enfrentaba Will Smith en Soy leyenda. Están en todas partes, se apoderaron de (casi) todas las ciudades del mundo, pero Gerry tiene que ir (como en Epidemia) a buscar el origen, el primer humano que propagó el virus. Así, Forster y sus cámaras pasan por Corea del Sur, Jerusalén, Gales, donde los zombies son todos parecidos y la valentía de Pitt se mantiene al nivel de cualquier padre de familia (de nuevo, como Cruise en Guerra de los mundos). La diferencia con otras películas sobre supervivencia es que Gerry termina alejado de los suyos, pero como en los filmes en que un hombre común se encuentra ante circunstancias extraordinarias (del jefe Brody de Tiburón a esta parte, todas las que se imagine), Gerry es alguien con quien podemos proyectarnos. Pitt está presente en casi todas las escenas. Por algo puso la plata. Su personaje es casi de historieta, sin llegar a superhéroe, pero sobrevive a catástrofes y lesiones que tumbarían a cualquier militar entrenado. A él, no. Es recomendable la proyección en 3D. Es una película de zombies, y los ataques imprevistos suelen deparar mejores sustos si se los ve con los anteojitos. Vayan avisados.
Una de zombis aptos para todo público La nueva película del insípido director de Quantum of Solace juega la carta de la viralidad. Un día como cualquier otro, la gente empieza a comer gente. El problema es que Guerra mundial Z evita mostrar, a toda costa, cómo lo hacen. Has recorrido, muchacho, un largo camino. Desde que George Romero te resucitó, a fines de los ’60 y en los albañales del cine, hasta ahora, en que te has vuelto –quién te viera y quién te ve...– una de las estrellas de la cultura contemporánea. No sé qué tienes, querido zombi, pero te has hecho irresistible. Has sabido asumir todas las formas posibles, como si fueras un recipiente vacío (tan vacío como tu rostro), en el que volcamos lo que queremos. Fíjate si no: has combatido al ejército (en Día de los muertos), a los poderosos (en Tierra de los muertos), a los fachos y discriminadores (en La reencarnación de los muertos). Pululan películas en las que se te ve muy serio (las Resident Evil), tomándote el pelo a ti mismo (Zombieland, Shaun of the Dead) o enamorado, incluso (Mi novio es un zombi). Una de las series más exitosas del cable te tiene por protagonista. ¡Si hasta te has puesto a correr y pegar saltos de langosta, cuando antes te movías a la velocidad del caracol de Monsters University! Sólo te falta ser gay: sabemos que lo lograrás. Ese largo y sinuoso camino te ha llevado hasta Guerra mundial Z, superproducción de 200 millones de dólares donde el que intenta controlar tu tendencia a la reproducción, tan frenética como la de los conejos, es el mismísimo Brad Pitt. A juzgar por las pistas que se lanzan al final, estamos en presencia de una saga que se inicia. Así que te tendremos entre nosotros mucho tiempo más. Basada en una novela y dirigida por el alemán Marc Forster, Guerra mundial Z juega la carta de la viralidad. Un día como cualquier otro, en medio de las grandes ciudades, gente empieza a comer gente. Al presidente de los Estados Unidos y todo su gabinete, sin ir más lejos (pero no es algo que se vea, lo cual hubiera estado bueno; sólo se dice en una línea de diálogo). El subsecretario general de la ONU llama a su hombre de confianza, que estuvo en varios de los más duros frentes de batalla, de Kosovo para acá. ¿Combatiendo? No está claro, parecería que no, un poco porque se elude decirlo explícitamente y otro poco porque se trata de Brad Pitt. Y Brad Pitt no es Stallone o Bruce Willis. Desde que se retiró de la fuerza por hartazgo, Gerry Lane se dedica a preparar los huevos fritos del desayuno a su esposa e hijas. Pero ya se sabe que cuando el deber llama... La tarea de Mr. Pitt, si decide aceptarla, consiste en viajar al origen. No, no a la Edad de Piedra sino al lugar donde por primera vez apareció uno con ganas de comerse al prójimo. Corea del Sur: hacia allí viaja Gerry Lane, pero sin éxito. Siguiente escala: Jerusalén. Ahí vive el científico que inventó la fórmula mágica para frenar a los zombis, consistente en la construcción de un muro. ¿Un muro en Israel? ¿Eso no ocurrió acaso en la realidad? ¿Y no se levantó ese muro para evitar el ingreso de los palestinos? ¿Asocia Guerra mundial Z a los palestinos con zombis, y a los zombis con cucarachas? (Los que están afuera hacen una torre humana para pasar del otro lado, moviéndose con la huidiza velocidad de esos asquerosos insectos.) Es lo que suele suceder con las películas obsesionadas con no decir o mostrar todo aquello que pueda irritar o conmocionar: terminan sugiriendo algo mucho más repulsivo que un muerto-vivo masticando un pedazo de brazo. Que es lo que Guerra mundial Z evita mostrar, a toda costa. No sea cuestión de ofender a la familia-tipo occidental, target de este film evitativo y, de ser cierta la hipótesis palestina, reaccionario y racista hasta la náusea. La evitación genera una no querida desdramatización (ningún film mainstream quiere desdramatizar jamás). Se busca dar emoción humana, con papá Pitt lejos de los suyos, refugiados en un portaaviones de la Marina, y suspenso, con un brote zombi en medio de un avión en vuelo. Pero todo es tan aséptico como todos los films de Forster, desde Monster’s Ball hasta Quantum of Solace, incluyendo Más extraño que la ficción y Descubriendo el país de Nunca Jamás. Paradójicamente, la única escena que sí tiene dramatismo sucede en un lugar aséptico por definición. Se trata de la secuencia culminante, que tiene lugar en un laboratorio de la OMS en Glasgow, Escocia (Pitt viaja tanto que parece estar postulándose para ser el próximo James Bond), con el héroe animándosele al “sector B”. En el sector B hay dos cosas: la vacuna que permitiría detener la pandemia y un montón de científicos zombificados y hambrientos. Esa escena está bien narrada, con el tiempo, la progresión y el suspenso necesarios. Además, hace un bonito aporte a la iconografía genérica: el del científico que, al ver al suculento funcionario de la ONU del otro lado del vidrio, no puede resistir el deseo y se pone a morder el aire, castañeteando los dientes. Esa sola escena lleva a subirle un puntito a un film que de otro modo no hubiera merecido un 6.
La humanidad necesita anticuerpos "La naturaleza es una asesina serial". Esas palabras salen de la boca de un científico que debe hallar un anticuerpo para el virus que está convirtiendo a la humanidad en una multitud de zombis hambrientos y desesperados. Si no es el único, es el mejor parlamento de Guerra Mundial Z y dice todo lo que puede decirse sobre la ideología de la infección que domina esta película, protagonizada y financiada por Brad Pitt. En una época en la que el ambientalismo, la ecología y los dibujos animados parecen haber conjurado definitivamente el sentimiento de pánico y de bruta fatalidad que acompaña a cualquier fenómeno natural, no deja de ser un ejemplo de libertad creativa que alguien se le ocurra asociar una terrible epidemia con una conducta típica de la naturaleza. Se trata de una idea poderosa, porque es la la clave del argumento, y de su núcleo surgirá lo más importante de la acción: el sentido de las peripecias de un hombre que tiene la misma misión que una larga lista de héroes de Hollywood: salvar al mundo. Sin ese concepto inicial, Guerra Mundial Z no sería nada más que una fómula en cuya ecuación ya fueron despejadas todas las incógnitas. Pero antes de que el científico pronuncie esas palabras oraculares, hay un planteo inicial que nos muestra a una familia norteamericana en un día común: padre, madre y tres hijas. Esas primeras escenas esquemáticas van a adquirir significado minutos después cuando todo se altere y la Nueva York que atraviesan en su 4x4 se convierta en un pandemonio de corridas, explosiones y canibalismo. Gerry Lane, el personaje de Brad Pitt, no es un tipo cualquiera, no, es un exintegrante de la ONU, un potencial salvador de la humanidad, y el hecho de que sea al mismo tiempo un papá preocupado por su mujer y sus niñas tendrá consecuencias en las aventuras que va a vivir desde ese momento. Gracias a que los organismos internacionales lo necesitan, le permiten que su familia, más un niño latino –pegado a la historia como una calcomanía a favor de la tolerancia racial–, se queden en el portaaviones del comando que desde el océano Atlántico coordina las acciones para combatir a los zombis. La lógica de la guerra se mete así en el cuerpo de Gerry a través de su punto más sensible: el amor paternal y conyugal. La película dará cuenta de ese sentimiento intercalando en la acción algunas breves escenas en el portaaviones y mediante la comunicación vía celular entre Gerry y su esposa. Respetando hasta la última coma el manual de la narración clásica, Guerra Mundial Z consigue combinar en sus imágenes la magnitud planetaria y multitudinaria de la enfermedad con la presencia de un héroe que, encarnado por Brad Pitt, parece hacer equilibrio entre la santidad y la omnipotencia sin dejar se mostrarse tan humano como puede ser el más lindo de los humanos.
GUERRA MUNDIAL Z no es solo una película de zombies. Es un thriller de ribetes apocalípticos atrapante, asfixiante, que te atrapa y no te suelta hasta el último fotograma. El diseño de los terroríficos zombies, resulta de gran originalidad, ya que no se trata de cadáveres putrefactos moviéndose en cámara lenta, sino que asistimos a una horda de famélicos seres, corriendo, saltando, destruyendo todo a su paso. Cada vez que la pantalla se plaga de estos terroríficos personajes, la carga de adrenalina se dispara, logrando un efecto de enorme efectividad. Los fanáticos de los zombies mas extremos extrañaran la falta de sangre, pero GUERRA MUNDIAL Z se vale de los climas, la acción y el suspenso para llegar a un público menos elitista. ¡Vale la pena vivir la experiencia!
Una de zombies, pero con una mirada distinta, una pandemia que se extiende por la tierra sorprendiendo a los humanos que solo saben huir. Un experto en situaciones de crisis de las Naciones Unidas tiene que encontrar el origen del horror. Tiene al espectador pendiente de cada momento y no defrauda a pesar del mensaje final que no promete nada. El lindo de Brad Pitt se luce, pero las estrellas son la acción y los movimientos de masas.
¡Apocalípsis ya! El problema de leer la prensa previa a un estreno es que uno, inevitablemente, se enfrenta a la película que va a ver condicionado por lo que leyó. Y no hablo de spoilers sino de información sobre la producción. De GUERRA MUNDIAL Z se ha dicho y escrito de todo, al punto que parecía la encarnación de todo lo que estaba mal con el Hollywood actual: un actor/productor (Brad Pitt) que no se hablaba con el director (Marc Forster), gastos fuera de control, una nueva secuencia final que obligó a gastar millones de dólares más, discusiones sobre qué tipo de película hacer, retraso de meses en el estreno, etc, etc. Este tipo de prensa previa suele ser perjudicial para las películas -muchas veces se estrenan ya “muertas”, quemadas por el desgaste previo-, pero en otros casos parece ser una suerte de rara publicidad de aquella escuela que reza “que hablen mal, pero que hablen”. También existe otra posibilidad, más rara aún: que alguno haya pensado, publicitando los problemas, que no estaba mal bajar las expectativas de la gente a la hora de acercarse a la película y que, al verla, se dieran cuenta que -caramba- no estaba tan mal. Algo así es lo que me sucedió a mí. Es obvio que GUERRA MUNDIAL Z no es ninguna obra maestra y que sus méritos no exceden los de una sólida puesta en escena y un inteligente uso de los zombies como virulenta amenaza permanente (más sobre el tema “Z”, en un rato), pero cuando uno tiene las expectativas bajísimas logra salir con cierto grado de satisfacción, en plan “no era taaan terrible”… WORLD WAR ZY no, no es tan terrible: es bastante buena, pero tampoco será recordada como un clásico del cine catástrofe. Y el problema es, básicamente, de guión. La película plantea lo que sucede cuando un virus se expande inconteniblemente por el mundo transformando a los que se enferman en descarnados zombies y no hay nada que pueda hacerse para detenerlos. La “invasión” arranca de entrada, cuando Gerry y Karen Lane (Brad Pitt y Mireille Enos) llevan a sus niñas al colegio y se topan con una congestión de tráfico. Un par de corridas y accidentes después, veremos que lo que está sembrando el terror no es otra cosa que unos velociraptors humanos: zombies a toda velocidad. Una vez ubicada su familia a salvo en un portaaviones (escenario poco desarrollado dramáticamente), lo que sucederá después se centrará en los intentos de Gerry -un ex agente de la ONU acostumbrado a inmiscuirse en territorios peligrosos- por descubrir el Agente Cero, encontrar quién/qué/porqué se originó este extraño virus zombie e intentar detenerlo o generar un antídoto/vacuna. Para eso irá viajando por el mundo, siguiendo las pistas que va encontrando a su paso. La primera media hora del filme (el ataque urbano y la fuga de la familia) es, por lejos, la mejor. Los zombies del filme tienen poco que ver con los lentos personajes de los clásicos de George A. Romero y se mueven a una velocidad y fiereza que los hace más parecidos a toparse con una hinchada de fútbol a la salida de la cancha o a estar parado en medio de una marcha desbandada por la policía: los “undead” corren por las calles como una tropa hambrienta dispuesta a tirarse sobre los hombres para morderlos y seguir sobreviviendo en ese limbo. No se explica ni se entiende muy bien qué es lo que hacen. Es que lo mejor parece ser salir corriendo ante su lejana aparición y ni pensar motivos. WORLD WAR ZDe allí en adelante el problema del filme es que se vuelve demasiado arbitrario en su trama. Pitt va de aquí para allá topándose con distintas manifestaciones del problema y viendo cómo otros países lo han tratado (la mejor opción parece ser la de Corea del Norte, ya verán), y sus idas y venidas por el mundo siguen las poco investigadas pistas que le caen a su paso. Además, claro, siempre parece estar en el momento justo y en el lugar adecuado como para que algo grave e importante suceda. Lo cierto es que no es demasiado creíble lo que pasa y sólo parece sostenerse porque, bueno, porque es Brad Pitt y si él quiere ser el salvador del mundo quién le va a decir que no… La larga secuencia final que transcurre en un laboratorio fue filmada después y guionada por otras personas (Damon Lindelof, de LOST). Por lo que se ve, hasta parece dirigida por otro, ya que tiene un tono casi humorístico y un ritmo muy diferente al anterior. Lo que a lo largo del filme era acción, violencia y corridas (más cerca del filme de terror que el de catástrofe) en un tono severo, aquí se reemplaza por una especie de hitchcockiana comedia de suspenso, que no está nada mal pero parece traída de otra película. DWORLD WAR Ze los intentos de Pitt por hacer de GUERRA MUNDIAL Z una película política y no una de suspenso típica poco parece haber sobrevivido. Lo que se ve es “star system” a pleno: el mundo nos importa mucho menos que la suerte de Brad. Si él no quería que la película fuera así -eso es lo que manifestó en muchas entrevistas- parece que perdió la batalla contra los ejecutivos y los gerentes de marketing que, con cierto tino, deben haberle dicho: “¿vos creés que vamos a gastar 225 millones de dólares en hacer una película sobre la situación política global con los zombies como metáfora? Sí, claro.” Ahora bien, lo que tenemos aquí es una bastante pasable y por momentos intensa película sobre Brad Pitt contra los zombies. Pero el estudio tiene miedo a esta venta de la película y pide que no se revele la trama específica del filme, por más que todos la conozcan como “the Brad Pitt zombie movie”. Uno imagina que no quieren perder al público femenino que iría a verlo a Brad pero que no quiere toparse con bichos hambrientos que vengan corriendo a comer a cámara. Me temo que deberán acostumbrarse a esa idea: sí, está Pitt en escena todo el tiempo, pero gran parte de las veces luchando contra unos señores muy flacos con ojos saltones y maquillados de gris… Los Z del título. Pero no deberían preocuparse: los zombies son lo mejor de la película.
World War Z: Zombies vs Brad Pitt Con todos los problemas detrás de la producción de esta película, que pueden haber generado expectativas tanto positivas como negativas, uno tiene dos opciones: mirar World War Z con prejuicios de ‘va a ser mala’, o ‘voy a esperar que sea lo que su tráiler me promete’. Esto último fue lo que hice. No soy gran fan de los muertos vivos, aunque como muchos de ustedes estoy al día con The Walking Dead. Y esto debe ser porque más que gustarnos los zombies, nos gusta la adrenalina que ellos generan, una de las promesas del tráiler de World War Z. Para ser justa, la última película de Brad Pitt, lo que promete, lo cumple. Digamos, la película satisface al espectador de suspenso, casi irritante, al punto de que su primer acto te retuerce el estomago de los nervios. Marc Forster (Finding Neverland, Quantum of Solace) dirige la película de lo macro a lo micro, de la explosión catastrófica a la búsqueda de la aguja en un pajar, sin trillar el género, y logrando un efecto parecido al de Contagio (Steve Soderbergh). World War Z refleja a la sociedad mostrando en su comienzo a una familia en plena rutina, que al escuchar sobre una gran pandemia (nuevo virus) que se esparce por el mundo, hacen caso omiso a lo que dicen los medios sobre la gravedad de los hechos y no se dirigen despavoridos al primer hospital por una vacuna antirrábica o antigripal como para prevenir… ¿Esta era parte de la metáfora que quería Brad Pitt para la película? La tragedia inevitable toma forma en el medio de Filadelfia con Gerry Lane (Brad Pitt) y su familia atascados en el tráfico, y en un abrir y cerrar de ojos, el mundo ya no es lo que era. No se sabe dónde, cuándo, cómo, ni por qué, pero el mundo casi entero le pertenece a los zombies, aunque los humanos tardan en percatarse del hecho. Lane salva a su familia por ser un ex trabajador de las Naciones Unidas, pero a cambio y porque es Brad Pitt, tiene que ir en busca del comienzo de esta historia, del “paciente cero”, para encontrar las explicaciones y eventualmente una cura. A diferencia de lo que ya se ha visto de zombies, Foster no corrompe la película con el potencial alegórico de un mundo desolado, post-apocalíptico, invadido por devoradores de carne humana, que permitiría hacer debates filosóficos sobre la ética y la moral, al mejor estilo de The Walking Dead, que predica la ley del más fuerte. Guerra Mundial Z es un típico triller de “el fin del mundo” a gran escala, intenso por su combinación del escaso terror, el supremo suspenso, más la suma de la intriga y clichés de una película catastrófica, que convierte a Brad Pitt en el último Superman. Nadie puede volar tan rápido, de país a país, como él, y salir casi ileso de un avión, hecho trizas, como él. ¡Admiren a ¿El último Hombre de Acero?! ‘Movimiento es vida’ dice Pitt por su experiencia como ex trabajador de la ONU, y es exactamente el modus operandi que utiliza Foster para dirigir la película. Ni él ni los guionistas se detienen a pensar o explicar detalles de sus personajes, sobre todo aspectos que quedan en el aire del personaje de Pitt, por lo que el espectador puede concentrarse solo en el ‘corre por tu vida’. En otras palabras, World War Z no expande las fronteras del entretenimiento comercial innovando desde lo qué tiene para decir y cómo lo dice, por lo que se convierte en otro simple producto que divierte y entretiene con un poquito de creatividad, y le sirve a Brad Pitt para hacer una publicidad de Pepsi al mejor estilo norteamericano, mientras se camufla de los zombies, que antes de aprender a comer, corren y demasiado rápido.
CUANDO LOS ZOMBIS NOS ALCANCEN Los zombis viven un nuevo esplendor. Son, literal y metafóricamente, no muertos dentro del imaginario del cine. Están más vivos que nunca. Su historial es enorme y atraviesa la historia del cine sonoro, además de su éxito en el videojuego y la televisión. Incluso varias comedias de horror han logrado hacer de los zombis grandes personajes para el humor. Guerra mundial Z es una apuesta fuerte, sin duda la más ambiciosa a la hora de apostar a un cine con zombis. El resultado está a la altura de la exigencia. Gerry Lane (Brad Pitt) ha dejado su trabajo en las Naciones Unidas para estar más tiempo con su familia. Pero una emergencia mundial provoco que se lo vuelva a convocar de forma urgente. Convocar y rescatar a la vez, porque está en el medio del caos. Y ese caos es una pandemia fuera de control que no es otra cosa que la propagación de zombis en todo el planeta. Aun antes de que se animen a hablar de zombis, la humanidad va derecho a la destrucción total. O al menos eso es lo que parece. Guerra mundial Z se basa en la segunda novela de Max Brooks, nada menos que el hijo de Mel Brooks y Anne Bancroft. Se trata, sin embargo, de una adaptación muy libro, generando un inequívoco protagonista que es el personaje de Brad Pitt. Sin embargo, una mirada al libro podría explicar la estructura del relato, donde hay grandes, impactantes e intensos momentos, aunque la unión entre los mismos sea poco natural. Sin embargo no hay que juzgar el film por su relación con el libro, sino observar como la adaptación imposible es resuelta con reglas básicas del cine clásico, como lo es sin duda el protagónico claro para una sencilla identificación de los espectadores. El director Marc Forster, poco interesante director capaz de pasar de un film aceptable a un bodrio legendario, hace su trabajo y la producción se encarga del resto. El primer acierto de la película es que arranca rápido. No hay muchas vueltas. En quince minutos Guerra mundial Z ya corre a todo tren. Se agradece esta urgencia, algo en contra de la costumbre actual de narrar todo desde el principio y de forma minuciosa. A la película se le podrán objetar muchas cosas, pero su energía y su ritmo son indiscutibles. La película es enorme, las escenas con las multitudes de zombis son escalofriantes. Aun así, la película se las ingenia para pasar del despliegue descomunal a las escenas de terror más pequeñas, cargadas de suspenso. Pero lo que tal vez le cueste es generar humanidad a la historia en la primera parte. Recién cuando llegan a Israel y aparece Segen, la soldado del ejército (interpretada por Daniella Kertesz) es cuando por primera vez la historia emociona. Gerry salva a la valiente Segen y cumple con la idea del Talmud de que "Aquel que salva una vida, es como si salvase al mundo entero". Aquí es literal, y por lo tanto muy emocionante. Ambos personajes unidos funcionan muy bien y dan lo mejor en la película a nivel dramático. La actriz, además, conmueve más que Brad Pitt, no tan efectivo en esta película, aun cuando su protagonismo y carisma estén presentes. Las lecturas sociales y políticas habituales en los films de zombis acá parecen repetirse y hay varias situaciones que invitan a hacerlo, pero no hay una clara e inequívoca interpretación para el todo. El film es pura intensidad y las ideas no son tan evidentes. Pero bastaría ir escena por escena para comenzar a aventurar teorías. Sobre todo en las ideas alrededor de cómo solucionar el gran conflicto del film y también su origen. La naturaleza sabe lo que hace, insinúa el científico, y a juzgar por el final, es posible que se trate de la naturaleza limpiando esa especie numerosa y alborotada que somos los humanos. Si hay muchas y variadas escenas memorables, hay que decir que el remate no parece estar a la altura o si acaso podemos hablar de remate. Lo cierto es que de la misma manera que empieza bien arriba, parece prometer seguir arriba por mucho tiempo más aun después de terminar en calma. Es un final un tanto abrupto pero darle un cierre final a todo tampoco habría sonado muy lógico y creíble luego de ver como crecía la situación. No hay que pedir secuelas porque no siempre dan buenos resultados, pero sinceramente tengo ganas de saber cómo sigue esta guerra mundial contra los zombis.
Súper Brad al rescate Por causas que nunca llegan a establecerse, el planeta entero es asolado por legiones de zombies hambrientos que infectan instantáneamente a quienes muerden. Un ex agente norteamericano intentará combatir a esta plaga que jaquea la existencia de la especie humana. El director de origen alemán Marc Forster tiene en su filmografía uno de los títulos de la serie de James Bond: "Quantum of Solace". Por eso no debe extrañar que en algunas de las secuencias de este filme, el protagonista (a cargo del siempre eficaz Brad Pitt) salga casi indemne de situaciones que al común de los mortales le costarían muy caro, en sintonía con el indestructible agente 007. Pero es el tipo de convenciones que el espectador sabe que tiene que aceptar si paga la entrada para ver este género de filmes. Aceptado esto, la película se convierte en un entretenimiento genuino a lo largo de más de una hora y media de proyección. En un comienzo deliberadamente lento, casi como en la calma que precede a las tempestades, el director muestra al protagonista y a su familia en una escena hogareña cotidiana para ponerlos casi en seguida cara a cara con la tragedia: los zombies se multiplican fuera de control en Filadelfia (después, los personajes y el público se enterarán de que lo mismo pasa en todo el planeta) y atacan a los humanos, quienes inmediatamente se convierten en nuevos zombies hambrientos en busca de víctimas. La idea no es otra cosa que una excusa para poner al protagonista en situación de verse obligado a buscar una solución al problema, para lo cual debe separarse de los suyos y emprender una aventura por distintas partes del mundo. Y en ese relato están los mejores momentos del filme: Forster administra con gran sabiduría la narración, intercalando secuencias en las que la acción es predominante (y fantásticamente resuelta desde lo visual y lo técnico) con otras de tensión "a la antigua". Así, el director logra atrapar la atención del espectador a lo largo del todo el relato y consigue que el público no cuestione algunos giros muy poco creíbles de la trama. Aplausos para el encuadre y el montaje de las escenas de las estampidas de zombis en pos de los humanos que corren despavoridos, entre otros puntos altos de la factura técnica del filme.
Con un gran despliegue, mucha acción, tensión y suspenso llega otra de Zombies. Parece que varios guionistas, directores y productores en este último tiempo nos traen a la pantalla historias con un fuerte toque apocalíptico y ecologista, sería interesante poder profundizar y analizar ¿por qué?, en parte dejo este interrogante. Como ya lo hizo en otros tiempos Hollywood nos hace vivir, disfrutar nuevamente del cine catástrofe, y con la ayuda que les dan los elementos tecnológicos de esta era y con todo lo que nos ofrece el 3D. Además sin dejar de lado que cuentan con buenos sponsor y un presupuesto más de 200 millones de dólares. Todo comienza con una serie de noticias relacionadas con un virus, ya existen 21 casos de infectados y se esperan muchos más. En medio de esto se encuentra una familia tipo Gerry Lane (Brad Pitt), su esposa Karin Lane (Mireille Enos, "Fuerza antigángster”) y sus dos hijas Constance Lane (Sterling Jerins) y Rachel Lane (Abigail Hargrove) desayunan como todos los días, y él es quien está más atento a la información. La acción se desarrolla muy rápido y sin dar demasiadas explicaciones, esta familia sale de su casa en familia se trasladan con su automóvil, se observa caos en el transito, ruido de sirenas, helicópteros sobre volando, motos que circulan descontroladas, todo se va transformando en un caos y la gente corre. A causa de un misterioso virus, los humanos comienzan a comerse unos a otros, se transforman en zombis, de golpe la ciudad de Philadelphia no es segura, comienzan los saqueos y se matan unos a otros para sobrevivir. Esta familia como tantas otras se encuentra llena de incertidumbres, pero como ocurre casi siempre algunos tienen algunos privilegios, Gerry es un ex miembro de las Naciones Unidas pide ayuda y su familia es refugiada. Él pensaba dedicar más tiempo a ellos, sin embargo ahora se ve obligado a trabajar, (como la vida de muchos seres puede cambiar tan rápidamente). Ante situaciones extremas, cuando se propaga el virus, pandemias, se genera el caos y paranoia, ponen a la sociedad y al planeta al borde de la nada. Ahora Gerry junto a un equipo de expertos viaja a distintos países para frenar la expansión de la pandemia Zombie, irá por Corea del Sur, Jerusalén, Gales, entre otros lugares. Mucho de lo que vemos no está tomado al azar y tienen por allí alguna lectura escondida que el espectador tiene que analizar, como por ejemplo los lugares que se toman para la acción, el niño latino Tomas (Fabrizio Zacharee Guido), la transmisión de los virus pueden venir a través de los vuelos internacionales (trayendo: la gripe aviar, el cólera, la gripa A, entre otras), la joven israelí Segen (Daniella Kertesz) que lo salva, entre otras situaciones. No es una historia del todo novedosa, está un poco fuera de época dado que se vieron muchas de zombies como: “Yo anduve con un zombie” (Jacques Tourneur, 1943), “La legión de los hombres sin alma” (Victor Halperin, 1932), “La noche de los muertos vivientes” (George Romero, 1968), entre otras. Pero “Guerra Mundial Z” tiene mucho ritmo, (no da descanso) tensión, suspenso, varios sobresaltos, explosiones, tiros, persecuciones y corridas. El film se rodó en Malta, Budapest, Escocia y Londres. Tiene muy buen montaje, edición y fotografía, goza de todos los gags y clichés típicos de las películas de zombies. Increíbles escenas que logran el efecto deseado, como la del edificio donde la familia intenta escapar llegando a la terraza y allí se encuentra un helicóptero o cuando millones de zombies intentan atravesar trepando una gran muralla. Mantiene la atención en varias secuencias, como cuando ingresa el protagonista a un laboratorio lleno de zombies, otra con un toque de humor que causa risas y el aplauso para el héroe, porque Brad Pitt cumple muy bien con su protagónico. Una película bien pochoclera y que es puro entretenimiento, aunque el final deja una frase para pensar.
Hay una trampa en el cine de zombies: dado que la masa descerebrada y asesina no tiene motivos para hacer lo que hace, puede utilizarse como metáfora de cualquier cosa. Así, el contenido político o social que incluye este film del por lo general aburrido Marc Foster (“autor” de uno de los peores James Bond, Quantum of Solace) es lo de menos porque es previsible. En cambio, no es previsible que Brad Pitt actúe al mismo tiempo con el cuerpo -en las secuencias de acción, que casi no se detienen- y con el rostro -en las intimistas, donde nos convence de ser un padre de familia, un ser humano preocupado por el prójimo, una persona real. El despliege de invenciones gráficas es realmente grande, aunque es cierto que, a esta altura de las circunstancias, es poco lo que puede asombrarnos a la hora de ir al cine a por un gran espectáculo. A pesar de todo, y de que difícilmente el espectador se aburra, hay algo de fórmula, de previsibilidad torpe, de despliegue gratuito que envuelve de mediocridad varias secuencias. Allí es donde se nota que no existe un director personal capaz de encontrar un sólido sentido en una historia que ya no nos parece ni original ni metafórica. Pero Brad Pitt es un espectáculo en sí mismo, lo que compensa -en gran medida- muchas de las debilidades de la película.
Ante una superproducción como “Guerra mundial Z” me surgen un par de preguntas inherentes al género. La primera es ¿Qué le aporta esta película a lo hecho hasta ahora con la temática? George A. Romero prácticamente lo inventó en 1968 con “La noche de los muertos vivientes”, porque además del gore, de esos efectos especiales y de maquillaje proclives a mostrar el interior del cuerpo humano en estado putrefacto, Romero hizo su particular lectura de la sociedad, la discriminación, la crueldad humana, los medios de comunicación, las redes sociales, y otros temas, todo con la utilización de las criaturas al servicio del mensaje. Pero ojo, Romero nunca fue metafórico con su cine. Son películas del género del terror con todos los condimentos, pero que ofrecen la posibilidad de segundas lecturas del texto cinematográfico. Así, todo lo que vino después tenía poco para ofrecer en este aspecto y por ende debía crear otros. La sofisticación y la tecnología hicieron posibles tripas más vistosas o cerebros mejor hechos, nada más. En todo caso, pocas películas han ofrecido algo diferente de lo exclusivamente técnico. “Re-animator” (1985) jugaba con la obsesión de querer ser Dios y pretender reconocimiento, y este año vimos una grata sorpresa en “Mi novio es un zombie” con su lectura sobre la incomunicación humana, la condición del ser, y un guión que jugaba también con Shakespeare. También Danny Boyle le imprimió vértigo a las criaturas haciendo que corran impulsados por la adrenalina de la rabia en “Exterminio” (2002) Lo demás ha sido repetir la fórmula de pandemia o epidemia que dejaba zombies por todos lados, y un grupo de sobrevivientes que se resiste ser convertido por obra y gracia de las mordeduras. Para matarlos, siempre un tiro en la cabeza o destrozarla con lo que esté a mano. Si no, los pedazos de cuerpo se siguen moviendo. La segunda pregunta es ¿qué quedó del libro de Max Brooks? “Guerra mundial Z” comienza entregando en los títulos, con una suerte de compaginación de noticieros y grabaciones de celular, la información necesaria para entender el comienzo de todo. Empieza por un caso y luego se van reproduciendo hasta lograr la histeria colectiva. Garry Lane (Brad Pitt) es padre de familia. Mujer y dos hijos, uno de los cuales es asmático (condición que se subraya y luego el guión abandona). También es un ex empleado de las Naciones Unidas a quien llaman cuando a los 8 ó10 minutos de proyección estalla el conflicto. Gritos, tiros, explosiones, choques, mucho caos y confusión. Una posible guerra civil entre saqueos y corridas. Las autoridades empiezan a perder el control, la gente huye mientras los zombies (que corren y saltan más rápido) transforman a los ciudadanos en sólo 12 segundos luego de mordisquearlos. Por supuesto que Garry es “invitado” a buscar el origen de todo esto en pos de encontrar una cura. Marc Forster logra la forma de abarcar el problema a nivel mundial y así nos trasladamos de EE.UU a Corea, de allí a Israel, y así por el estilo. En lo técnico la película es impecable. Se amalgama bastante bien lo real de lo digital y, efectivamente, hay escenas donde los desaforados muertos corren hasta formar verdaderas escaleras capaces de saltar muros. Eso sí, todo mostrado de lejos. Realmente muy poco del gore clásico se ve de cerca. Como si el director quisiera evitar caer en lo extremadamente gráfico. Los escenarios panorámicos dan cuenta de la grandilocuencia con la que se adaptó la novela. Una gran carcasa que en realidad rodea un argumento bastante convencional. Adicionalmente, los tres guionistas Matthew Michael Carnahan, Drew Goddard y Damon Lindelof, evitaron a toda costa las connotaciones y lecturas de la política mundial que tiene el libro, hasta cambiaron el escenario del origen de todo para evitar escandalotes con China. Así pierden la gran oportunidad de convertir una de zombies en algo con mucho más contenido y polémico, para sólo centrarse en el entretenimiento puro. Nada para decir a este respecto. Efectivamente “Guerra mudial Z” resulta entretenida y con algún que otro pasaje de suspenso y tensión muy bien manejados, como toda la secuencia del laboratorio de la OMS. Por lo demás… y sí, es una de zombies con mucho presupuesto.
El remedio contra las epidemias Si caminaban lento o con poco maquillaje, entonces hacerlos más rápidos, digitales, y de a montones. Guerra mundial Z es: montañas de zombies que fluyen por la pantalla como si de un río brutal se tratase. Es eso y no sólo eso. Por un lado -y de manera acorde a la invasión demente, por los cuatro costados de la pantalla, de una epidemia imparable, de vértigo, en medio de Filadelfia, pero también en todo el mundo-, un montaje acelerado, que inmediatamente lleva a la acción, sin necesidad de presentar demasiado sus personajes, estipulados desde pautas claras, asumidas en el espectador por tantas más películas similares: el héroe/padre de familia (Brad Pitt), que es una especie de ex-agente de algún "grupo de tareas" de la ONU, dedicado ahora a sus hijas y esposa, pero obligado a rescatar al mundo por entero. Por el otro, la construcción discursiva que la acción -se repite, sin freno, de impactos rápidos, sin lugar para el respiro- propone. En este sentido, también sumar a Guerra mundial Z a la mirada política que los zombies han propuesto desde la figura raíz del cineasta George Romero. Pero, mientras que en Romero hay espíritu B, mirada desde el margen y zombies corrosivos, a Guerra mundial Z le interesa el ritmo trepidante, los muertos-vivos de a millares, y las balaceras sin escrúpulos por "justificadas". Tampoco pensar con espanto nada de lo expuesto, que los zombies en tanto encarnaciones variables habilitan a catarsis de todo tipo. Eso sí, resumida a su quintaesencia, Guerra mundial Z es la historia del padre que salva a la familia, y en este tipo de "aventura", se sabe, el héroe se sale siempre con la suya (preocupaciones que, para el caso, nunca interesaron más que desde su transgresión al gran Romero). A la par, el contexto discursivo que moviliza al héroe se tiñe de correcciones y manipulaciones. De esta manera, Jerusalén aparecerá como tierra prometida y de misericordia, de puertas abiertas para todo el que quiera ingresar, mientras una muralla la cierra de manera medieval (niñas cabizbajas, mujeres con turbante, tendrán allí asilo). Por otro lado, un plano puntual -sobre el cierre del film- dialoga, desde su gigantismo de cadáveres arrastrados por una pala mecánica, con aquellas mismas películas testigo del Holocausto. De acuerdo con la frase "es una película para ver en el cine", Guerra mundial Z sería título indicado. Siempre y cuando se entienda que el cine es sólo espectacularidad, consejo que el dictamen mercantil ha estipulado de manera fuerte. Así y todo -y sin acuerdo con semejante falta de juicio-, siempre habrá construcción discursiva. El gran cine de géneros se construyó de esa manera, ahora devenido cáscara grandilocuente, pero nunca sin mirada ideológica: tan conservadora como el más "banal" de los entretenimientos.
Guerra mundial Z es un entretenimiento válido y visualmente impactante dentro de los films de zombies. Si te gustan las películas con multitudes a nivel global entradas en pánico y terror, no te la podés perder, ya que tenés prácticamente 80 minutos seguidos de estas espectaculares secuencias de acción-terror. Pero el único momento real de tensión aparece a partir...
El río “Movimiento es vida”, le explica en un tosco español el personaje de Brad Pitt a una familia que no habla inglés y que generosamente lo recibe a él, a su mujer y a sus dos hijas cuando escapan de los infectados. En esa escena, rápida y sin demasiados subrayados, la película establece la que será su regla primordial, su ética de la supervivencia: para no morir, hay que moverse. Gerry Lane habrá de seguirla al pie de la letra, incluso cuando su familia, protegida en un portaaviones, permanezca quieta y en un lugar fijo: en busca de una posible cura para el virus que convierte a las personas en monstruos implacables y ciegos de furia, Gerry viaja de Estados Unidos a Corea del Sur, Israel y Gales. Ese recorrido por buena parte del globo se realiza sin costes de tiempo: la película cambia su locación sin que el personaje o la historia acusen el paso de los días. El motivo de ese viaje relámpago a través de diferentes continentes y culturas bien puede ser el tratar de establecer una suerte de vínculo humano a pesar de las barreras geográficas y políticas: el virus hace estragos en todas partes, y los hombres se encuentran igualmente indefensos en Filadelfia como en un campo de refugiados de Jerusalem. Sin embargo, el relato se concentra siempre en Gerry y en su drama, dejando en un segundo plano las notas humanistas y multiculturales. Brad Pitt (o mejor, la cara de Brad Pitt) son el verdadero sostén de una película de catástrofe a escala mundial que confía sin dudar en su protagonista. La máxima “movimiento es vida” vale tanto para los personajes como para un género que, por momentos en el borde del cine de aventuras, habrá de colocar a Gerry en escenarios tan disímiles como una base militar desolada, un barrio israelí, un accidentado viaje en avión y un laboratorio de tecnología de avanzada. Pero el padre de familia con un pasado misterioso en la ONU que interpreta Brad Pitt resulta lo suficientemente vulnerable como para no llegar a devenir nunca un héroe de acción. Marc Foster es un director de pocas ideas y peor habilidad para filmar a sus personajes: lo hace siempre de cerca, con una cámara temblorosa que quiere imprimirle al relato de manera forzada un realismo exagerado. Sobre todo, el alemán es pésimo a la hora de montar: las persecuciones y ataques de los infectados están perpetrados con una velocidad que, en vez de transmitir nervio o vértigo, solo alcanza a confundir (ver ese ejemplo supremo de escena arruinada a manos de un montaje insufrible en el comienzo de Quantum of Solace, también de Foster). A pesar de eso, el director demuestra un sutil (para lo que es su media, al menos) manejo del fuera de campo: la película nunca abusa de los detalles truculentos y, aunque a veces se abstenga demasiado de mirar (como si el encuadre mismo señalara a los gritos todo lo que no se muestra) la cámara elude con bastante elegancia imágenes como las del salvaje corte de una mano (y la visión del muñón) o el acto de reventar con un fierro la cabeza de un infectado (solo así se puede acabar con ellos). Esto termina reforzando la centralidad del protagonista, curiosamente, dentro de un género que es predilecto a los relatos que se reparten entre varios personajes; esas imágenes elididas reenvían la mirada hacia Gerry y sus reacciones frente al horror que lo rodea. Algo parecido ocurre con el joven biólogo al que Gerry debe escoltar a Corea para encontrar la cura: el especialista brinda un discurso muy estereotipado acerca de la naturaleza como asesina serial que deja pistas y a la que se puede estudiar como se investiga un crimen. Pero Guerra mundial Z, con su pretensión de realismo y su crudeza, está lejos de esos diálogos pomposos y ensayados, así que, casi como si se tratara de un guiño un poco maléfico, ni bien aterrizan en la base de Corea y el grupo es atacado atacado, el biólogo se cae al piso y se dispara sin querer matándose en el acto. Cada uno de los espacios de la película podrían dar lugar a una película entera. En especial el laboratorio silencioso y poblado por zombies se presenta como una escenografía lo suficientemente inquietante y robusta como para soportar una historia de terror en su totalidad. Pero la película prefiere colocar a Gerry en diferentes situaciones y espacios, siempre frente a desafíos nuevos. En relación con el aluvión reciente de películas de zombies, Guerra mundial Z encuentra una nueva fuente de terror en el hecho de permitirle a sus infectados convertirse en una especie de espeluznante río de muertos vivos, capaz de sortear cualquier estructura y obstáculo en su búsqueda desesperada de víctimas humanas. Como si fueran una especie de gran chorro de cuerpos putrefactos, los monstruos trepan una enorme muralla protectora, un edificio o simplemente persiguen como locos un avión que despega; esas corridas son las imágenes más impresionantes de Guerra mundial Z.
Para un monstruo de estas características que encierra mucho más que simplemente un género cinematográfico, lo mejor que se puede hacer es no encasillarlo en ningún lugar específico. Guerra Mundial Z (World War Z, 2013), la tan esperada película de Marc Forster protagonizada por Brad Pitt, que tuvo muchísima difusión previa no sólo aquí sino en el resto del mundo, habla de muchas cosas sin cerrar ninguna del todo. En primer lugar hay que referirse a su protagonista, un actor que de alguna manera nunca dejó de representar al héroe si nos remontamos a sus últimos roles. En Bastardos sin gloria (Inglorious Basterds, 2009) por ejemplo, era el jefe de una organización que liquidaba nazis a modo de “venganza judía”. ¿Quién no tuvo ganas de matar a un nazi alguna vez y hacer justicia?. De alguna manera Brad Pitt y su famosa cara son además sinónimos de versatilidad. Cabe recordarlo en El club de la pelea (Fight Club, 1999) o Snatch, Cerdos y Diamantes (Snatch, 2000). Aquí es un padre de familia ejemplar con una esposa perfecta, un retirado miembro de la ONU con una casa y un auto grandes; al parecer una vida que quisieran tener muchos. Esa perfección se ve truncada por el llamado de un ex compañero que lo convoca para colaborar en una tragedia de consecuencias mayores: la llegada y expansión de una plaga que se cobró miles de víctimas animales y que ahora va por los humanos. Desde el inicio la película es caótica, vertiginosa y todo ocurre con extrema rapidez (todo un proceso viral). El espectador no sabe muy bien qué está viendo ni tampoco se logran distinguir las figuras con claridad, aunque ya se sepa de antemano el tipo de película que uno va a ver. A pesar de ello, en medio de este caos, en los créditos iniciales disfrutamos del inconfundible toque sonoro de Muse y su tema “Isolated System”, que ofrece un crescendo en la presentación del film a modo de anticipo de lo que se verá en el relato. Por más que la película no infunda un profundo mensaje, no hay que negar que es un film tremendamente dramático y agónico que no da respiro. Imposible aburrirse con Brad Pitt matando zombies; y ya que lo menciono, estoy en condiciones de sostener que esta producción es ideal para los fanáticos de dicho subgénero. Es como si fuera una mezcla de varias (o muchas) películas en un guión que aborda siempre la misma temática desde hace varios años como marca de un cine típico de Hollywood: la amenaza no es el zombie (el muerto resucitado) sino más bien el hombre contra el hombre y sus malas decisiones a la hora de afrontar una situación de desorden social. O quizá también un análisis pormenorizado de la histeria colectiva que provocan en la gente determinados hechos. Algo parecido a la llegada de los alienígenas a la Tierra. Interesante cinta desde este punto de vista. Otro punto jugoso para los amantes del cine de zombies es que esta película va un poco más allá de lo que se animaron a ir otras: en este caso la figura del muerto viviente es construida y tratada de una forma inusual, plasmando una cierta originalidad en dicha figura. A su vez, resulta ser un poco menos pesimista aunque la trama entraría perfectamente en la lista de producciones del famoso "cine catástrofe". Aunque con un guión algo trillado y llevado al cine millones de veces, Guerra Mundial Z tiene todo lo que debe tener una buena película de zombies. Quizá un poco de algún video juego, gran cantidad de efectos especiales y actuaciones satisfactorias con la peculiaridad de contar con un actor protagonista a quien nunca se lo vio en este tipo de papeles. ¿Cayó muy bajo Brad Pitt al producir y participar de una trama de estas características o este papel lo enaltece?. Eso constituye un debate aparte, así que lo mejor que se puede hacer es relajarse bien en la butaca y disfrutar de una muy buena super producción de zombies. 4/5 SI Ficha técnica: Dirección: Marc Forster Guión: J. Michael Straczynski, Matthew Michael Carnahan Duración: 116 minutos Género: Acción, Drama, Terror Origen: Estados Unidos Distribuidora: UIP Reparto: Brad Pitt, James Badge Dale, David Morse, Matthew Fox, Mireille Enos
Interesante propuesta que apunta a la taquilla Guerra mundial Z recrea la novela homónima de Max Brooks, editada en 2006. Max es hijo del director Mel Brooks y de la actriz Anne Bancroft. Pero el resultado es un refrito de varios filmes que abordaron, desde ángulos propios, temas similares. Se pueden citar Epidemia (1995), de Wolfgang Petersen; Contagio (2011), de Steven Soderberg; y La noche de los muertos vivientes (1968), de George A. Romero. También es posible encuadrarla en los subgéneros zombie (la "Z" del título alude a ese término) y cine catástrofe. El protagonista es Gerry Lane, interpretado de manera eficiente por un Brad Pitt muy motivado y de casi permanente presencia en la pantalla, no sólo por el perfil de su personaje, sino también porque es uno de los coproductores del filme, a través de su empresa Plan B. Gerry es un experto en catástrofes que trabajó para las Naciones Unidas, pero renunció al cargo para estar más tiempo con su esposa Karin, de origen británico, y sus hijas Rachel y Connie. Cuando emprende un viaje de descanso con su familia, se desata la catástrofe: el masivo ataque a transeúntes por zombies agresivos, que buscan desesperadamente morder a las personas. Los atacados tardan aproximadamente doce minutos en convertirse en otros zombies. Cabe señalar que estos zombies difieren de los "muertos vivientes" de la película de Romero y que esta catástrofe no es patrimonio de Estados Unidos, sino que se está extendiendo a todo el mundo, arrasando pueblos y amenazando adquirir dimensiones apocalípticas. Como ocurría en Contagio , también en este filme la Organización Mundial de la Salud se propone encontrar a la "víctima cero" para poder crear una vacuna o algo similar, que sirva para frenar la pandemia. Gerry es convocado por Speke, funcionario de la OMS, para colaborar en esa tarea, lo que lo lleva, en una carrera contrarreloj, a Corea del Sur, Jerusalén y Rusia. En ese itinerario, cargado de peligros, es testigo de histerias colectivas y la transformación de las personas en zombies. Los autores sugieren que la monstruosidad ya no es una cuestión de alteridad mitológica, sino que puede formar parte de nuestra realidad cotidiana. Y pretenden advertir, como ocurría en Contagio , sobre los riesgos a los que está expuesta la humanidad por causa de los desequilibrios ecológicos, el deterioro de las condiciones de vida y la eventual aparición de nuevas epidemias. Gerry no es un héroe en el sentido de la imaginería hollywoodense. Su heroicidad pasa por otros andariveles, aunque en su labor también se juega la vida. La película se propone, además, rescatar el "valor familia", y esto es positivo. Un aire de realismo documental y un ritmo vertiginoso campean en muchas de las secuencias, en particular en la primera parte de la película. Pero todo eso no evita que sucumba a las leyes del gran espectáculo. Guerra mundial Z es en este sentido un típico blockbuster que apunta directamente a la taquilla. Y como viene ocurriendo en las últimas superproducciones del cine de Hollywood, también en este caso los autores ponen las imágenes digitalizadas al servicio del espectáculo fílmico. A pesar de algunos errores de continuidad narrativa, producto de marchas y contramarchas durante el rodaje, Guerra mundial Z es, por las razones apuntadas y sus posibles lecturas adicionales, un filme que se puede recomendar.
Brad Pitt protagoniza y produce esta película basada en la novela best-seller "Guerra Mundial Z, una Historia Oral de la Guerra Zombi" (World War Z: An Oral History of the Zombie War), escrita por Max Brooks (el hijo del genial Mel), la cual relata una ficticia guerra mundial contra los zombies. Bajo las órdenes del director Marc Forster ("007 Quantum of Solace"), el actor encarna a un ex-investigador de las Naciones Unidas (ONU) llamado Gerry Lane, quien ha tenido todo tipo de experiencias en zonas de conflicto. Retirado de su trabajo, disfruta el compartir más tiempo con su adorada familia. Un día como cualquier otro en la ciudad de Philadelphia, él, su esposa Karin (Mireille Enos) y sus dos pequeñas hijas, Constance (Sterling Jerins) y Rachel Lane (Abigail Hargrove), se preparan para sus actividades diarias pero de pronto encuentran su tranquilo trayecto en auto interrumpido por un embotellamiento urbano que rápidamente se convierte en un caos cuando la gente comienza a correr desesperadamente, intentando escapar de personas que se atacan ferozmente unas a otras. Desde el mismísimo comienzo, la trama no se remite a explicarle al espectador lo que está sucediendo (sí sabemos qué esperar, ya que estamos ante una pelicula de zombies). Lo único que se revela es que se trata de un virus que se propaga a través de una sola mordida, convirtiendo a humanos saludables en seres irreconocibles, irreflexivos y salvajes. A diferencia del clásico zombie, éstos son extremadamente veloces. A medida que el número de infectados aumenta exponencialmente cada día, Lane se ve obligado a retomar su peligrosa vida anterior para garantizar la seguridad de su familia, la cual se encuentra momentáneamente segura en un portaaviones de la ONU en el que las literas son pocas, así que reclamado por el ejército, y su ex-jefe (encarnado por Fana Mokoena), al protagonista no le queda más opción que integrar una misión alrededor del mundo para descubrir la fuente de la pandemia zombie (al pasar se menciona el posible origen o "paciente cero" pero nada más) y un medio para detener su implacable propagación que está destruyendo la humanidad. Dentro de este contexto post-apocalíptico, "Guerra Mundial Z" presenta una seguidilla de escenas de acción muy bien filmadas que no le dan ni siquiera un respiro al espectador que quedará atrapado dentro de esta tensionante historia que se centra exclusivamente en el personaje de Pitt y que combina no sólo elementos del género del horror sino también del drama; eso sí, el dilema moral que solemos experimentar cuando vemos la exitosísima serie "The Walking Dead" queda de lado. Por diversas razones, la película ha tenido varios problemas a lo largo del proceso de producción, especialmente con el equipo creativo y con el guión, que pagó las consecuencias de tantas idas y vueltas. Fue escrito por Matthew Michael Carnahan y J. Michael Straczynski y re-escrito -en parte- por Damon Lindelof ("Lost"), quien -con un nuevo final en mente- le pasó la posta a Drew Goddard ("Cloverfield: Monstruo") para que lo concluyera. A pesar de que la adaptación difiere completamente a la historia plasmada en el libro, el cual presenta un conjunto de entrevistas a los propios supervivientes dentro de esta ficticia guerra mundial contra los "no muertos", la trama fluye y el producto final entretiene y tensiona durante sus casi 2 horas de duración. Un plus, es la muy buena música aportada por la banda británica Muse.
La simpleza de los muertos vivientes Los zombies (en el sentido que George Romero les ha dado en sus películas) han sido un artefacto apocalíptico bastante utilizado en el cine terror, en general como excusa para hablar de nosotros, los aún no muertos. De las películas del bueno de George se han dicho que son alegorías del comunismo, criticas al racismo, análisis sociológicos del consumismo y más. Digamos que el tipo es el maestro absoluto del subgénero (de hecho Max Brooks, autor del libro Guerra Mundial Z, le agradece su insustituible influencia) y algunas de sus películas de zombies (lleva hechas alrededor de seis) son muy buenas historias de terror y gore con bastante carga política y humor negro. Lamentablemente Guerra Mundial Z carece de casi todos los elementos que hacían interesantes los films de Romero, y a pesar de ser entretenida, al final queda en evidencia su importante superficialidad. En principio, esta producción de Brad Pitt viene a contar una vez más el escenario del inicio de la plaga zombie, con una demoledora introducción en la cual rápidamente entendemos que las cosas están muy feas para la humanidad y que Gerry Lane (Pitt), un funcionario poco definido de la ONU, es una de las últimas esperanzas de palear la crisis. Entonces el film que arranca siendo gigantesco y con varias cuestiones “importantes” por tratar, entra en un embudo y se va achicando hasta diluirse bastante, algo parecido a lo que sucede con El fin de los tiempos, del a veces poco afortunado M. Night Shyamalan, sólo que esta película de Marc Forster nunca llega a ser tan mala como aquella. Pero vayamos por partes, ya que hay cosas buenas en Guerra Mundial Z. Decíamos de la impresionante y coherente introducción, angustiante, furiosa y demoledora, pero también se presenta ante nosotros un conflicto enorme por resolver: todo empeora a cada minuto y tenemos un héroe bien plantado en pantalla que es Brad Pitt, con todo su carisma a cuestas. Forster se encarga de sostener la tensión y el suspenso durante casi una hora nerviosa y angustiante, y las tres grandes secuencias de acción que nos muestra son contundentes y filmadas con criterio. El problema empieza porque el film debe inevitablemente terminar de alguna manera y comenzar a cerrar algunas cuestiones. El guión empieza a flaquear y las cosas que la película dice sobre el mundo son un tanto simplonas. Nuestro héroe viaja por todo el mundo buscando soluciones. Se encuentra con un científico brillante pero inepto, unos militares sobrepasados, políticos inexistentes y un tipo en Israel que cuenta una versión un tanto particular y maniquea de la historia del pueblo judío. De hecho, en un principio la única ciudad en pie luego del ataque inicial es Jerusalén y sus grandes muros, una especie de referencia bíblica implicando aquello de la tierra prometida y demás sarasa. Todo esto no se dice pero se subraya de manera casi infantil. Estas fallas que van apareciendo cada vez más hacia el final se deben quizás a dos cosas: siempre en las películas de zombies hay un problema con conseguirle a la humanidad una esperanza, una ventaja ante el avasallador peligro. En general, los guionistas apelan a alguna arbitrariedad pelotuda y este es el caso de Guerra Mundial Z. Por otro lado, hay una notable diferencia de registro entre la novela de Brooks (no voy a decir que es el hijo de Mel) y la película. La novela (no la leí pero tuve la oportunidad de ojear su estructura) habla en pasado de la crisis zombie, está articulada como un conjunto documental de testimonios que van construyendo un relato global. Uno intuye que hacer una película coral de este subgénero, lo que hubiera sido una adaptación más fiel, es cuanto menos caótico. Aún así, esta película hubiera podido tener un desenlace con mayor complejidad, que la hubiera convertido en un film más digno. Pero Forster no se preocupa nunca por la profundidad de su película, y eso es lo que tenemos.
Con su extraña condición de film de zombie a lo James Bond, Guerra mundial Z triunfa por sobre cualquier reparo, sumando a los inevitables toques –o más que eso- de una larga lista de películas del subgénero, el marco de pieza apocalíptica, tan en boga en el cine fantástico de los últimos tiempos. La referencia a 007 no resulta caprichosa ya que su director Marc Foster, responsable de un exitoso film del agente inglés, Quantum of Solace, presenta en este film a una suerte de Bond desaliñado que se desplaza desesperadamente por el mundo de busca de una cura para la epidemia, a través de Brad Pitt como un ex agente de las Naciones Unidas llamado Gerry Lane. Ya no será por balnearios top de Europa sino por un oscuro hangar de Corea o una pertrechada Jerusalén y ya no conquistando espléndidas féminas sino tan sólo una fornida soldado israelí que tiene lo suyo, y con la que conformará una alianza inquebrantable. Sacando los clásicos films de Romero en los que los zombies tienen otros comportamientos, hay influencias notorias del Exterminio de Danny Boyle y de El amanecer de los muertos, del actual supermaniano Zack Snyder y también conceptos claramente extraídos de Soy leyenda y de la poco apreciada Contagio de Steven Soderbergh. Sea como fuere, esta guerra es trepidante, espectacular, saca el aliento desde el primer hasta el último fotograma, y ofrece, además de sus impactantes y terroríficas escenas de masas, pasajes de enfrentamientos más íntimos en el último segmento, que resultan aún más inquietantes. Estos matices vuelven a demostrar la versatilidad y el talento de Foster, logrando con el sólido Pitt un tándem inmejorable. Con saga en puerta.
Espectáculo atractivo para público no muy exigente El décimo largometraje del director alemán Marc Forster recupera parcialmente a un director cuyos primeros tres films estrenados localmente (“Cambio de vida”/”Monster’s Ball”, “Descubriendo al país del nunca jamàs”, “Más extraño que la ficción”) lo habían posicionado como una figura interesante. También es cierto que su última película estrenada (“007, Quantum of Solace”) decepcionó bastante pero ahora “Guerra mundial Z” (“World War Z”) nos lo devuelve con algunos aportes destacables. Basado libremente en la novela de Max Brooks, hijo del divertido Mel, hay en esta versión una mezcla de convencionalismos que serán rechazados por los muy exigentes y aceptados por quienes procuren un entretenimiento y en particular por los aficionados a films sobre “muertos vivientes” (zombies). El también coproductor Brad Pitt (Gerry Lane) es prácticamente el único nombre conocido en el reparto aunque su sola presencia jerarquiza a un producto evidentemente comercial pero que mantiene el interés del espectador a lo largo de casi dos horas. Claro que existe un segundo elemento muy efectivo y necesario en este tipo de producciones. Nos referimos a los efectos especiales, cada vez más perfectos, que presentan a centenares de zombies en diversos lugares tales como Filadelfia, Corea del Sur, Jerusalem o Gales. El cuidado en las imágenes se revela incluso cuando algunos de estos “muertos vivientes” se enfrentan en forma individual contra Gerry y un grupo de científicos en un sofisticado laboratorio de la Organización Mundial de la Salud. Esto transcurre más cerca del final y puede decirse, sin necesidad de revelarle casi nada al lector de esta nota, que la idea de dirigirse a ese centro de investigación resulta ingeniosa. El comienzo muestra a Gerry junto a su esposa (encarnada por la desconocida Mireille Enos) e hijos pequeños en el centro de Filadelfia sin que se sepa claramente cuál es la causa del tremendo embotellamiento de tráfico. Pronto aparecerán las primeras evidencias de que algún tipo de virus está infectando a la gente y casi milagrosamente (y algo forzadamente) la familia será rescatada por un helicóptero y transportada a un portaaviones. Todo ello gracias a la profesión de Gerry, quien inmediatamente se pondrá al servicio de las fuerzas armadas norteamericanas. En verdad su accionar posterior, que lo llevará a los diversos sitios ya mencionados, será para colaborar con la ONU, donde él trabaja, y si bien el mensaje es elemental no resulta desdeñable la idea de “ayudarnos unos a otros”, como se afirma en algún momento del film. Además de la larga escena en el laboratorio habrá otra muy lograda cuando un avión de Belarrusia despegue del pequeño aeropuerto Atarot de Jerusalem con pasajeros y algo más… En definitiva un espectáculo atractivo no apto para un público muy exigente.
Una buena de zombies Un sobrio y conservado en formol Brad Pitt es el principal responsable de salvar a la tierra de un ataque ultra caótico y apabullante de muertos vivientes, los cuales no hacen más que multiplicarse por todo el mundo cosechando un desorden infernal por donde se movilicen. World War Z emerge como resucitando una temática que parece ya agotada y exprimida a más no poder y que ha sido cultivadora de muy pocas películas rescatables acerca de estas aturdidas criaturas. Y lo hace bien, sorprendentemente bien. De movida y en apenas la segunda escena presenciamos una vorágine desenfrenada que deriva en una masa de gente huyendo despavoridamente, a la par de choques múltiples entre camiones, camionetas y autos que aceleran sus marchas de modo desordenado. Y dicha secuencia sumerge al espectador de lleno en el film: a partir de allí, la historia marcha por sí sola llevándonos siempre a buen puerto a través de momentos de suspenso, energía y elevados grados de rigidez. El aplomo de Brad Pitt a base de una actuación sólida en donde sabe intercalar a la perfección fortaleza (para enfrentar las adversidades) y sensibilidad (en el trato hacia su familia) le otorga un plus de valor a esta entrega bañada de entusiasmo. Los pasajes de acción están elaborados de modo tan adrenalínico que es imposible perder la atención en lo que acontece; para asombro del público y si bien existe una importante cantidad de circunstancias en donde el ritmo y el desparramo de municiones se apoderan de la pantalla, no todo es guerra y explosiones en World War Z: algunas sorpresas narrativas y unos giros de buen thriller nos enlazan aún más cuando se muestra el lado orientado a la búsqueda de resoluciones que intenten hallar el punto débil de la perturbadora y amenazante presencia zombie. Quizás falto de algunos condimentos gore pero apasionante e impactante visualmente, la película atrapa también en escenas en donde se adhieren a la receta ingredientes tales como terror y estados de tensión pura (como sucede en el laboratorio), resultando un producto que a pesar de pertenecer a un género encasillado como sólo para amantes de relatos de muertos vivos, supera las expectativas y termina agradando incluso a quienes nunca comulgaron con dicho rubro. LO MEJOR: acción, suspenso, saltos, nerviosismo. Buenos recursos fílmicos. La actuación de Pitt. LO PEOR: algo tímida en el aspecto sangriento. PUNTAJE: 8,1
Sinceramente, a veces me pregunto para qué adquieren los derechos sobre una obra si después terminan escribiendo una cosa totalmente diferente. En muchos casos debe tratarse de una estrategia destinada a prevenir posibles juicios por parte del autor de una obra, ya que alguna idea perdida de su novela o cuento puede aparecer reciclada en el texto de alguna película de éxito (lo cual desencadenaría la furia de una horda de voraces abogados; cosas así le han pasado a James Cameron con Terminator, chanchullo que terminó de solucionar al ponerle una montaña de plata (de su bolsillo) a Harlan Ellison, autor original de un cuento en el cual Cameron "supuestamente" se inspiró para crear la historia del androide asesino que viaja en el tiempo... para no decir que se afanó toda la idea.). En otros casos es porque prefieren escrachar en primer plano al nombre del novelista como argumento de venta, aunque después el texto termine siendo masacrado. Casos de estos hay de todo tipo y color, siendo el que mejor recuerde el de La Espía que me Amó de Ian Fleming, una novela en donde James Bond se enfrentaba a mano desnuda a un par de matones de la mafia en un motel perdido en las carreteras norteamericanas, y que después terminó mutando (gracias al delirio de Christopher Wood) en una superproducción elefantiásica con submarinos misilisticos, intrigas internacionales, y asesinos gigantes dotados de dentadura de acero. Pero hay millones de casos, como cuentos de un puñado de hojas adaptados al formato de largometraje (¿alguien dijo El Hobbit?), o seudo manuales convertidos en sendas e intrincadas historias que son un prodigio de creatividad... eso sin contar casos como el de Piratas del Caribe, en donde sólo tomaron el título de un juego de feria y construyeron toda una franquicia a partir de eso. Guerra Mundial Z entra dentro de esa categoría de adaptaciones delirantes y obscenamente exageradas, creadas a partir de un original que tiene poco y nada que ver con la historia plasmada en la pantalla. El libro era la segunda entrega de una saga creada por Max Brooks - el hijo de Mel Brooks y Anne Bancroft, y devenido en novelista de éxito -, la cual había comenzado en el 2003 con La Guía de Sobrevivencia Zombie. Más que una novela, era una especie de manual escrito en tono de broma sobre lo que uno debía saber para sobrevivir en el caso que los zombies infestaran toda la faz del planeta, desde cómo elaborar improvisadas armas hasta cómo se desparramaba la infección del virus zombie, o cómo levantar barricadas para fortificar una casa ante un eventual asedio de una horda de muertos vivientes. A The Zombie Survival Guide le siguió Guerra Mundial Z (2006), en donde un anónimo narrador - un investigador de la ONU - recogía testimonios de cómo se había explotado la pandemia zombie en todo el planeta, y cómo habían reaccionado los gobiernos de todo el mundo para enfrentar la amenaza. En si Guerra Mundial Z funcionaba de manera similar a los textos de historia alternativa de Harry Turtledove; Max Brooks armaba un gigantesco escenario internacional, la trama saltaba de un punto a otro del globo, y el tipo desarrollaba contextos posibles - qué pasaría si...? - , satirizando la limitada mentalidad característica de cada nación y país - lo cual no dejaba de ser una versión a gran escala del uso alegórico que George Romero siempre ha hecho de los muertos vivientes -. Por ejemplo, cómo los sudafricanos habían revivido el apartheid, y armaban ghettos sobrepoblados de morenos, los cuales funcionaban como carnada viva para que se entretuvieran los zombies mientras los blancos supremacistas construían fortalezas inexpugnables para su uso exclusivo; como Pakistán e Irán se enfrascaban en una guerra nuclear luego de reprocharse agriamente los desplazamientos masivos de refugiados (los cuales huían de la amenaza zombie a través de sus fronteras); o como los gobiernos comunistas de Cuba y China eran volteados por revueltas populares a causa de su falta de control sobre la plaga, terminando en novísimas democracias. Oh, sí, la historia tenía menos que ver con los zombies que con las idiosincracias nacionales, y con la critica despiadada hacia la burocracia intrínseca de cada tipo de gobierno. Ni siquiera los Estados Unidos salían bien parados, ya que los tipos primero se encerraban y le negaban asistencia al resto del mundo - confiados en la capacidad de defensa provista por su avanzada tecnología y desciplinada fuerza militar -... sólo para terminar desplomándose bajo el avance inevitable de una epidemia imparable. Que tradujeran todo esto en una aventura global protagonizada por un solo tipo, puede ser un prodigio de creatividad o un sacrilegio de considerables proporciones. Dudo mucho que la versión de la pantalla satisfaga a los fans del libro pero, por otro lado, los neófitos sobre el tema terminamos complacidos. Eso no quita que la historia tenga varios problemas importantes y tenga muchisimo menos substancia de lo que uno imagina, pero al menos el estilo visual de Marc Foster termina triunfando sobre las limitaciones de la trama, y termina generando un puñado de escenas memorables. Uno podría resumir todo el filme diciendo que se trata de una trama flojita y aceptable, plagada de secuencias de destruccion masiva coreografiadas de manera notable. En todo caso, quiten a Marc Foster y verán como Guerra Mundial Z carece de algo siquiera pasable. En realidad la gran innovación de Guerra Mundial Z es mostrar zombies digitales... toneladas de ellos que arrasan todo a su paso como si fueran una avalancha de lemmings enfurecidos. La masa de muertos vivientes apunta a una dirección, y sale disparada, apiñándose como si fuera una tonelada de roedores pisotéandose al huir de un incendio. Los zombies se trepan por los costados de rascacielos y de monumentales muros, arrasan coches y camiones a su paso, y terminan actuando como si fuera una especie de tsunami formado por cuerpos humanos. Mientras que ello es espectacular, por otra parte semejante show no termina en la carnicería que correspondería - por naturaleza - a una película de zombies. No vemos sangre, ni siquiera a un zombie arrancándole un brazo o mordiéndole el cerebro a algun desprevenido. Debido a bajarle la calificación para apta menores 13 años, Guerra Mundial Z es mucho más aséptica de lo que uno podría imaginar y por ello pierde efectividad. La historia es floja. Es muy abreviada, y sólo sirve de excusa muy traída de los pelos para que Brad Pitt viaje de una punta a otra del globo - intentando imitar el tono cosmopolita del texto original -. El tipo llega a algún lado, hace cinco minutos de investigación, y se va al otro lado del mundo siguiendo un rumor - lo del chisme que le pasa el agente de la CIA en Corea del Sur es absurdo; incluso Brad Pitt podría haberse ahorrado todo el sacrificado viaje hasta Israel, tomando la radio e interrogando al jefe del Mossad sin mover un pelo -. Por otra parte el libreto decide salirse de sus carriles en el tercer acto. Son bastante conocidos los problemas de gestación que sufrió el filme - pasó por muchos libretistas, e incluso todo el tercer acto fue filmado de nuevo, simplemente porque rodaron una primera versión con Brad Pitt peleando contra los zombies en la Plaza Roja, y situando los origenes de la plaga en Rusia... algo que los popes del estudio hicieron cambiar a las apuradas ya que los rusos representan un mercado jugoso y no hay que ofenderlos (algo parecido al manoseo que sufrió la versión 2012 de Amanecer Rojo, que trocaron a último momento la identidad de los invasores chinos por los de los norcoreanos, transformando una película pasable en algo risible) -, pero aquí deciden abandonar la búsqueda del paciente cero y se van por la tangente con un remate minimalista en un laboratorio infestado de zombies, y con una solución de último momento que no resuelve nada sino que es un emparche. Nuevamente Marc Foster salva las papas del fuego y recarga las cosas de tensión; pero la conclusión de la historia no es ni por asomo satisfactoria. Es como el final de El Imperio Contraataca: algo rebanado e inconcluso - como dice Berardinelli, "la historia simplemente se detiene" -, lo que obliga a esperar una inevitable secuela para poder ver algún climax que redondee la historia. Aún con todo, Guerra Mundial Z me gustó. Tiene sus detalles pero cuando los zombies entran en acción, son impresionantes e intimidantes. Un mejor tercer acto y algo más de sangría lo hubieran convertido en un clásico; y aún siendo una obra fallada no deja de ser efectiva - aunque sea por momentos -, ya que tiene un director formidable que la sabe sacar a flote y disfraza como ninguno los defectos de un libreto emparchado. Y, como todo, habrá que hacerse de paciencia hasta ver materializada la inevitable secuela, la cual será mucho satisfactoria como obra que el filme que ahora nos ocupa.
Zombieland Debo decir que esta película me había generado una gran expectativa durante su promoción el año pasado, pero a medida que se iba acercando la fecha de estreno el interés se iba cayendo a paso firme. Quizás haya tenido que ver con que la publicidad que se le hacía no era de lo mejor (spots repetitivos y posters mal photoshopeados) y además se vio opacada por el lanzamiento de "Man of Steel", pero bueno, la cuestión es que llegué a la sala con cierta desconfianza y me fui convencido de haber pasado un buen rato de cine. El film te mantiene en estado de alerta durante todo el metraje, manejando de manera muy efectiva el suspenso y la combinación drama/thriller. Es buen ejemplo de una película de calidad sobre zombies, sin enfocarse demasiado en detalles sangrientos, sino más bien haciendo hincapié en las sensaciones que se quieren generar y en la trama de fondo. Resulta casi imposible no compararla con "The Walking Dead" y encontrar similitudes en la forma de encarar la historia, con un claro foco en el drama de los protagonistas y los desafíos que deben superar para sobrevivir, cuidando por supuesto los aspectos técnicos, pero sin quedarse sólo en la búsqueda del impacto visual y sonoro. Brad Pitt es ya un actor consagrado, que sabe elegir muy bien sus roles, cuya presencia y talento sube el nivel de las propuestas en las que participa. Si a esto le sumamos la labor del director Marc Forster ("Monster's Ball", "Finding Neverland" y "Cometas en el cielo" entre otros títulos) y el guión de Drew Goddard ("The cabin in the woods"), Damon Lindelof ("Lost", "Star Trek") y Matthew Carnahan ("State of play"), cabe esperar un entretenimiento de alto vuelo, serio y muy consiente de lo que el espectador quiere ver. Otra cuestión positiva que tiene "Guerra Mundial Z" es que está concebida para un público amplio y no sólo para los amantes del subgénero "zombie". Yo la llevé a mi novia que me miraba descreída sobre lo que estábamos por ver, pero salió bastante conforme. Aclaro que tiene un perfil totalmente anti-zombies y sin embargo la pasó bastante bien. Las secuencias de persecuciones y el desastre que avanzaba a paso firme durante todo el metraje producían bastante tensión y esto se podía ver en las caras y gestos del público que se mantenía al borde de la butaca. Quizás lo menos interesante fue dilatar algunos desenlaces con el claro objetivo de hacer secuelas, varias de ellas de hecho. Esto siempre deja un gustito amargo al final de la película ya que uno se retira con algunas cuestiones inconclusas. En un balance general, se puede decir que "World War Z" es un producto muy bueno, con la combinación justa de suspenso, drama y terror. Recomendable.
Brad contra los zombies Llegando a sus 50, y cada vez más reconocido por su calidad actoral, Brad Pitt ahora se da el lujo de producir pelis en las que él se pueda divertir actuando. Y esto es lo que más se agradece en la apocalíptica Guerra Mundial Z, de Marc Foster. Es como si tantos años de multifacéticos papeles hubieran desembocado en este “juego a ser el héroe de carne y hueso que intenta salvar el mundo”, en pleno auge de películas de super-héroes. Es también como si Guerra Mundial Z aunara todos esos componentes de producción-tanque de Hollywood, sumando algunos guiños a éxitos actuales (claramente, hay un oportunismo con el apogeo del sub-género zombie que supuso la serie televisiva The Walking Dead) y los dejara en manos del único actor que podía quedar creíble siendo un padre de familia que es llamado a salvar a la humanidad, justo cuando esta se empieza a devorar a sí misma. El resultado de esta ecuación nos deja, sin embargo, un producto bastante ambiguo, en el que lo único realmente sólido son los dotes actorales de Brad y algún que otro momento bien construido. Como el clímax de la película, que se desarrolla dentro de un ambiente bastante minimalista totalmente opuesto a la magnanimidad de todo el filme. En los momentos en que el director se juega por humanizar a los personajes, sin importar el valor que le dé a los diálogos (bastante flojos, dicho sea de paso), es cuando la trama es creíble y Guerra Mundial Z se vuelve mucho más disfrutable. Porque Pitt realmente se pone al hombro la trama y deja obsoleto los intentos de producción de hacer que el héroe viaje por todo el mundo para que el espectador se crea que el problema es a escala global, o poner personajes de relleno para que el susodicho no se las sepa todas y parezca menos invencible. Y aún así, la película nunca levanta vuelo y se queda a mitad de camino en todo. No es ni una peli de acción, ni de terror, ni de aventuras. Es una mezcla fría de todo, queriendo abarcar mucho y apretando poco. No esperen el gore al estilo George A. Romero, ni el frenesí de 28 Días Después, ni la carga dramática de The Walking Dead. Foster, responsable de obras como Monster’s Ball o Descubriendo Nunca Jamás que últimamente se volcó a hacer basuras de acción como 007: Quantum of Solace y otros desparpajos cinematográficos, nunca se decide a darle una impronta propia a la película, y eso le juega muy en contra, ya que su carrera demostró que cuando se jugó por la humanidad en la dirección de actores logró cosas más que aceptables. En esta película prefiere más el ruido y el choque visual. Y si hay algo que queda demostrado en producciones de zombies, es que se necesita darle humanidad a la historia. Es por eso que Brad Pitt está tan creíble, pero a la vez tan solo, tal y como los guionistas pusieron a su personaje a luchar contra la epidemia zombie. De todos modos, un buen actor siempre necesita una mala película para mostrar que aún así puede dar algo digno. Y este es el caso de Guerra Mundial Z, donde este actor ya cincuentón hace las mil y una, y es creíble solo porque pareciera estar divirtiéndose mientras salva al mundo.
Con los zombies pisando los talones “Guerra Mundial Z” se propone un objetivo por demás de ambicioso: fusionar la tan en boga temática de la plaga zombie (que vendría a ser la moda que sigue a los vampiros,) y la de “respuesta gubernamental o supragubernamental a la amenaza” (extraterrestres o monstruos) con algunos géneros linderos como el cine catástrofe (a lo Roland Emmerich) y el de epidemias, cuyo último punto alto fue “Contagio”, de Steven Soderbergh. Y todo esto con mucha acción interpretada por el galancete maduro Brad Pitt (a la vez uno de los productores del filme). El equipo creativo cumple los objetivos de manera algo despareja. Porque si la novela de Max Brooks (hijo de Mel con Anne Bancroft) buscaba contar una epidemia zombie deconstruida a través de una serie de entrevistas (su subtítulo es “Una historia oral de la guerra zombie”), la historia cinematográfica firmada por Matthew Michael Carnahan y J. Michael Straczynski, y el guión definitivo a cargo de Carnahan, Drew Goddard y Damon Lindelof dan vuelta todo como una media. Así, lo primero que hacen es construir un héroe que lleve la historia y una los puntos para obtener la big picture, y de paso salve las papas todo el tiempo. Como buen héroe, tiene que ser alguien con aptitudes pero que al mismo tiempo tenga una vida normal, hasta que esa vida se deshaga en pedazos y no quede más remedio que lanzarse a la aventura. A salvar el mundo El buen Brad interpreta a Gerry Lane, un ex empleado de la ONU que estuvo en los lugares más candentes del mundo, pero abandonó todo eso para formar una familia con su esposa Karin y sus dos hijas, en Filadelfia. Hasta que un día explota la plaga zombie y la familia tendrá que escapar, llevándose consigo a Tommy, un chico hispano que perdió a sus padres (hasta en la ficción Pitt adopta niños “étnicos”). Thierry Umutoni, subsecretario general de la ONU los rescata, porque quiere que Gerry vuelva al campo a investigar qué pasa. Así, Gerry se embarca en un viaje para acompañar a un joven científico a Corea del Sur para buscar al paciente cero de la plaga, pero ahí la historia toma para otro lado, porque el científico se va rápido del relato y aparece una pista sobre Israel, donde conseguirá una compañera de aventuras: la aguerrida soldado Segen, y las ideas que terminarán de desencadenar una posible solución o paliativo al problema. Fortalezas y debilidades En lo que no falla este relato, de la mano del director Marc Foster, es que garantiza que haya una acción trepidante, con persecuciones, aviones estrellados y una seguidillas de saltos entre países, como en las películas de Bond o de “Misión Imposible”, o como en un “¿Dónde está Carmen Sandiego?” pero con los “no muertos” pisándoles los talones. Ése, quizás, sea uno de los puntos débiles: los zombies son los de siempre, tiesos, en poses incómodas y rostros desfigurados. Los mismos de las parodias, como “Zombieland” o “Mi novio es un zombie”. La otra debilidad estaría en las explicaciones de la plaga: ya que pretende ser científica y no mística, le falta un poco de cientificidad a toda la cuestión, y la “resolución” del conflicto es medio a los ponchazos, priorizando la intensidad de la pesquisa y los combates. El hombre y sus acompañantes Por el lado actoral, por el perfil de relato pocos tienen tiempo para lucirse, salvo Pitt, que está todo el tiempo en escena, en un personaje que le queda justo: un padre ejemplar que es a la vez un “todoterreno” en acción: no es soldado pero sabe tirar, no es espía pero habla de igual a igual con agentes de la CIA y el Mossad, no es enfermero pero sabe de primeros auxilios, y no teme experimentar en su cuerpo con temibles cepajes bacteriológicos. Entre los secundarios, se destacan sus contrapartes femeninas: por un lado, Mireille Enos como Karin, símbolo de un posible hogar a dónde retornar; por el otro, la israelí (con más que probables raíces húngaras) Daniella Kertesz como Segen, dura como una roca, e inocultablemente bonita (aunque afeada por su aspecto marcial). Fana Mokoena como Umutoni tiene sus momentos, atrapado entre la lealtad y la realidad. Después, algunas apariciones secundarias bien resueltas: James Badge Dale (Captain Speke), Ludi Boeken (agente del Mossad Jurgen Warmbrunn), David Morse (ex agente de la CIA) y Pierfrancesco Favino (doctor de la OMS). Es de valorar el buen trabajo de casting a cargo de Kate Dowd, como así también el diseño de producción de Nigel Phelps, ambos recorriendo el mundo para encontrar actores y locaciones en los diferentes países, con un punto álgido en la Jerusalén más milenaria. Según se pudo leer por ahí, “el arrollador éxito en taquilla de ‘Guerra Mundial Z’ animó a Paramount Pictures a confirmar la secuela del filme”. Si es así, se convertirá en una franquicia, y Gerry Lane tendrá que salvar al mundo como oficio.
El texto de la crítica ha sido eliminado por petición del medio.
El texto de la crítica ha sido eliminado por petición del medio.
Como mil y la madre El estreno de esta película vino precedido de problemas de producción gigantescos. El director Marc Forster (Descubriendo Nunca Jamás, Más extraño que la ficción), elegido a dedo por el productor y protagonista Brad Pitt, aparentemente no supo encarar el proyecto y se mostraba demasiado dubitativo -fuentes internas de la producción señalaron que no existió un liderazgo claro, y que el rodaje fue una auténtica pesadilla-. Varios de los responsables del estudio quedaron disconformes con los resultados y pidieron que se reescribieran y volvieran a filmarse determinados tramos, hubo técnicos que fueron sustituidos en pleno rodaje, Brad Pitt intentaba controlar un proyecto descarriado y el director de fotografía, indignado por el trabajo de posproducción en 3D exigió que se quitara su nombre de los créditos. Para colmo, durante los tramos filmados en Hungría tuvo lugar una redada por parte de un grupo anti-terrorista que confiscó 85 rifles de asalto que iban a ser usados durante la filmación. Con este caos, el presupuesto del filme se disparó a 400 millones de dólares, y su estreno se postergó seis meses. El resultado es desparejo, sin una unidad clara; la primera mitad es la típica película de cine catástrofe, de cámara temblorosa, destrucciones urbanas, multitudes desesperadas e indecisos mandamases. Lo más novedoso es lo que puede verse en el trailer: zombis que corren a toda velocidad y se mueven y se apilan como si fueran cucarachas, montañas de muertos vivos en movimiento que dan a entender que la amenaza es implacable y seguramente indetenible. Si la primera mitad es la típica película apocalíptica y de supervivencia –aunque con elementos de tensión mal explotados: la hija del protagonista tiene asma pero ese detalle prácticamente no se utiliza-, la segunda parte, levemente mejor, se parece a alguna de las Resident Evil, con un héroe intentando dar con una cura dentro de un extenso laboratorio repleto de fiambres caníbales. Hay elementos que chirrían sobremanera: una de las pocas ciudades del mundo en que pudo detenerse el avance de la amenaza es Israel, gracias a que un científico visionario previó la catástrofe y convenció al estado de construir a tiempo un inmenso muro para defenderse de las alimañas invasoras. Mostrar a los israelíes protegidos, por un muro, de seres sucios y andrajosos, es algo por lo menos antipático, y difícilmente producto de la casualidad. Finalmente, la voz en de Pitt diciendo que es necesario prepararse para una guerra que “recién empieza” nos recuerda a cierta fantasía belicista y a la imperiosa voluntad de determinado statu quo norteamericano de dar con un enemigo común y con la oportunidad de demostrar su poderío armamentístico. Por más que los enemigos sean zombis, por más que todo venga planteado como un paquete de ficción, da bastante asco.
Una nueva película con ataques zombies y una nueva representación del fin del mundo. Pese a que son muchas las cintas con la misma temática, esta logra diferenciarse por varias cuestiones, transformándose en una entretenida propuesta de acción, visualmente imponente y con una correcta actuación por parte de Brad Pitt.
Cuando Ben Stiller estrenaba allá por el 2008 esa excelente comedia titulada “Tropic Thunder” además de regalarnos un producto que era garantía de risas y carcajadas nos estaba ofreciendo un retrato perfecto de lo cruda y absurda que puede ser la industria cinematográfica hollywoodense. Trabajando sobre un guión (también basado en un libro) un realizador novato tenía que filmar una superproducción con un grupo de estrellas, un abultado presupuesto y soportando la presión no solo del creador de la historia sino también de los ambiciosos productores. El resultado era desastroso y al final la verdadera película que salía de semejante producción era un documental que retrataba las idas y vueltas de intentar filmar esa hazaña. Yo creo fervientemente que si dentro de unos años se filmara un documental sobre como se hizo “Guerra Mundial Z” de Marc Forster estaríamos en presencia de un producto mucho más interesante, profundo y reflexivo que la película en sí misma. Sin embargo hay que remitirse a los hechos, que paradójicamente ofrecen dos realidades y una sola verdad: Ni esta adaptación es la mejor que puede hacerse con el gran material escrito por Max Brooks, ni tampoco es el peor de los desastres cinematográficos de los últimos tiempos que nos vendía la prensa desde hace un tiempo sino que, al contrario, es una película decente que cumple su prometido de entretener al público de principio a fin. Partiendo de la base de que la película se trata de una de las primeras superproducciones cinematográficas que se realizan con zombies y que por esa razón contó con un presupuesto cercano a los 200 millones de dólares y de un elenco encabezado por Brad Pitt, “Guerra Mundial Z” cumple todos los requisitos necesarios para convertirse en un blockbuster cuyo único objetivo es convertir sus dos horas de duración en una montaña rusa casi apta para todo público. Con un ritmo frenético, grandes efectos especiales, correcta banda sonora (Marco Beltrami y Muse) y un guión dinámico que esquiva los conflictos interesantes y se centra exclusivamente en la acción, “Guerra Mundial Z” es entretenimiento garantizado a costa de remplazar algunos de los aspectos más característicos del cine zombie clásico (el gore, el drama, la desolación y la desesperación ante el inminente fin del mundo) por otros más pochocleros y familiares. Desde el minuto uno de esta película, pese a unos títulos que intentan sembrar el caos y el desorden a través de imágenes de desastres naturales (musicalizados por Muse), sabemos que Gerry Lane (un sólido y solitario Brad Pitt) hará lo imposible por detener el holocausto de los muertos vivos que amenaza a su familia. Aunque eso signifique recorrer todo el mundo buscando la forma idónea de solucionar el problema. Es decir que quizás los fanáticos más fervientes de estos personajes se encuentren con una de las pocas películas de este subgénero que tiene un fuerte mensaje de “esperanza” y deja de lado la negatividad del asunto, como así también su cara más violenta y políticamente incorrecta. Si hay algo que también se puede rescatar del trabajo de Forster es que pese a sus toneladas de acción y escenas aéreas espectaculares que te sumergen en el caos, la cámara siempre sigue a los personajes que buscan una salida concreta y solida al extraño brote del virus que resucita a los muertos y no aquellos que caen en la resignación o en las salidas fáciles basadas en el uso de la violencia. Entre los primeros está el personaje interpretado por Pitt, que a medida que avanza el metraje se consolida no solo como el tipo con más suerte del mundo, sino también como el único que realmente toma conciencia de que lo que está sucediendo es solo una cara de una situación que puede volverse cada vez peor. Por eso está dispuesto a superar un sinfín de obstáculos que a más de uno dejarían al borde del infarto y finalizar su epopeya con uno de los chivos más evidentes que dio el cine comercial en los últimos años. En definitiva, “Guerra Mundial Z” es una entretenida y decente película de zombies, que adapta el subgénero a un mercado más amplio y numeroso, sin dejar de ser un producto en donde la atracción principal pasa por el vértigo, la adrenalina y terror que nos trasmite ver reflejada la cercanía del fin de los tiempos.
En Guerra Mundial Z (World War Z), Brad Pitt se sube al tren de los muertos vivos bajo las órdenes de Marc Foster y da como resultado una película entretenida y eficaz pero que no se distingue de otras exponentes de un género agotado. No es ninguna novedad que los zombies están de moda. La serie The Walking Dead los volvió a poner en el centro de atención y cada vez que asoma un producto con estas características, millones de seguidores invaden las salas como verdaderos cadáveres hambrientos en busca de víctimas a las que comerse. La trama de Guerra Mundial Z es sencilla: Gerry Lane es un ex investigador de las Naciones Unidas que debe volver a las andanzas cuando un virus de proporciones globales convierte a sus víctimas en muertos vivos. En una carrera contra reloj, el personaje interpretado por Brad Pitt viajará a distintas partes del mundo en busca del origen de la terrible epidemia que amenaza con destruir a la humanidad. Marc Foster es el hombre detrás de las cámaras en esta adaptación de la novela homónima escrita por Max Brooks (hijo del comediante Mel Brooks y de la actriz Anne Bancroft). El director de Descubriendo el País de Nunca Jamás, Más extraño que la ficción y Quantum of Solace (la más flojita de la nueva etapa de Bond interpretada por Daniel Craig) tuvo un difícil trabajo por delante ya que el guión fue re escrito y eso se advierte en el resultado final. La película cuenta con una primera media hora que no da respiro. Lane y su familia serán víctimas de la pandemia y deberán escapar como cualquier hijo de vecino hasta que el jefe de este investigador de la ONU le mande un helicóptero y lo traslade a una base naval. El trato es simple: si Lane los ayuda a encontrar una cura, su familia estará protegida. Sin dudarlo un segundo, comienza la búsqueda del origen de la enfermedad que lo llevará a Corea del Sur, Israel y finalmente Gales. En cada uno de estos destinos, el investigador devenido en héroe se enfrentará a los zombies con cualquier arma a su alcance con la leve esperanza de encontrar el talón de Aquiles del virus. El film es entretenido y logra mantener una cierta tensión hasta los créditos finales pero queda en evidencia la participación de varios guionistas. Luego de estrenada, el estudio encargado de la producción le pidió a Damon Lindelof (uno de los creadores de Lost y guionista de Prometheus) que reescribiera el final que ya había rodado Marc Foster. Una vez terminado el guión, el director tuvo que volver al set y grabar nuevamente el final. El resultado es una película que, en su conjunto, es la unión de varias escenas de acción bien distribuidas a lo largo del film. Brad Pitt hace un buen trabajo y demuestra que tiene talento para correr por todos lados matando zombies a destajo y mantener una tensión dramática en las escenas que comparte con su familia. Como dijimos más arriba, Brad Pitt representa bien su papel pero esto no alcanza. Actor y director no tienen la culpa, son los guionistas quienes tienen el trabajo de crear personajes que queden en la memoria de los espectadores luego de que las luces de la sala se enciendan. Nada de esto sucede en Guerra Mundial Z, que deja en claro que el género se ha agotado hace tiempo. SI 3/5 Ficha técnica: Dirección: Marc Forster Guión: J. Michael Straczynski, Matthew Michael Carnahan Duración: 116 minutos Género: Acción, Drama, Terror Origen: Estados Unidos Distribuidora: UIP Reparto: Brad Pitt, James Badge Dale, David Morse, Matthew Fox, Mireille Enos
Los catastróficos zombies. Si Roland Emmerich decidiera hacer una película de zombies, seguramente le saldría algo así. Eso es World War Z, cine catástrofe al estilo 2012 o El día después de mañana, pero con los zombies como protagonistas. La fórmula está gastada de repetirse en ciclos en la pantalla grande, y su variante, esta vez, tampoco ayudó mucho a aportar frescura. World War Z no tiene introducción, sino apenas 2 o 3 minutos en los que simples líneas de diálogo intentan dar identidad al personaje. A partir de ese momento, uno comprende que la película no invierte en lo narrativo, sino quizás en lo técnico; pero resulta que tampoco. Si bien hay dos o tres escenas bien logradas, esta nueva entrega del género no deslumbra en ningún momento en materia fotográfica. Un inanimado Brad Pitt, de actuación deplorable, intenta dar vida a un protagonista intrascendente, que viaja de una esquina del mundo a la otra al mejor estilo Indiana Jones, tratando de salvar al mundo del apocalipsis. No hay desarrollo de ningún tipo en World War Z, ni en la trama, ni en sus personajes; hay simplemente una seguidilla de hechos inverosímiles que suceden en tiempo récord, sin demasiadas explicaciones. World War Z para mí es un fracaso cinematográfico tanto en lo narrativo como en lo actoral, y apenas una película promedio en lo fotográfico. El guión parece estar escrito por un adolescente y la labor de Brad Pitt es sinceramente mala. Quienes quieran ver una buena de zombies, más vale reincidir con Zack Snyder y su remake del Amanecer de los muertos, o con Exterminio de Danny Boyle.