"Hitchcock" puede que aporte poca nueva información a aquellos seguidores del director, pero es una propuesta entretenida, muy bien actuada y fotografiada, y con una banda sonora, a cargo de Danny Elfman, que juega con el misterio, el romanticismo y el humor del relato. Una perfil acertado y por momentos algo carente de contenido (el abrupto final, por ejemplo) de uno de los grandes directores de la historia del cine.
Leyenda y superficialidad Lamentablemente estamos ante otra oportunidad desperdiciada en y por el Hollywood contemporáneo, esa fuente inagotable de recursos que sólo en ocasiones ofrece un producto cultural de calidad. En este caso resulta aun más triste tratándose de una película que pretende centrarse en la mítica figura de Alfred Hitchcock durante la filmación de su obra maestra Psicosis (Psycho, 1960), pivote fundamental del horror y eje de un sinfín de diversas extrapolaciones que abarcan a todo el ámbito cinematográfico. Lo limitado de la perspectiva con la que se encaró el objeto de estudio condena al opus a la superficialidad...
promocion programa de sueldos Sistema Isis - click aqui promocion programa de sueldos Sistema Isis - click aqui Hitchcock (2012) El 2012 parece ser el año de los homenajes a Alfred Hitchcock, el maestro del suspenso. Primero tuvimos La Chica, un telefilme producido por la HBO y que trataba la obsesión enfermiza del director hacia Tippi Hedren durante el rodaje de Los Pájaros y Marnie - y el cual hemos comentado en la presente edición - y, por último, la película que ahora nos ocupa, dirigida por Sacha Gervasi. En sí, Hitchcock no es exactamente lo que se dice un filme redondo ya que intenta tratar demasiados temas y no todos ellos están desarrollados con el mismo nivel de profundidad, pero la cantidad hace a la variedad y - entre las escenas logradas y las grandes perfomances - uno termina por obviar las desprolijidades narrativas. Hitchcock es un filme bastante nerd. A uno le tiene que gustar el cine, debe saber algo sobre este glorioso gordito inglés que dirigía como los dioses y, especialmente, debe haber visto Psicosis - a final de cuentas, ésta no es una biografía del director sino el racconto de los entretelones por los cuales debió pasar durante un año y medio para que pudiera rodar el filme que hoy todos consideramos como un clásico -. En cuanto al estilo narrativo elegido, el filme bien podría ser considerado como la versión políticamente correcta de Ed Wood - con interludios fantasiosos, algo de drama intimista, y bastante de homenaje - , sólo que con una figura central más talentosa y con menos personajes bizarros a su alrededor... aunque Hitchcock posee ciertamente una faceta oscura y mórbida que el filme de Sacha Gervasi apenas se atreve a insinuar - y que resulta mucho más explícita en La Chica, el telefilme de HBO con Toby Jones en el rol del director, y que lo pinta como un perverso acosador serial de rubias -. Incluso me animaría a decir que éste era un filme ideal para Tim Burton, ya que el Hitchcock de Anthony Hopkins tiene la oportunidad de adentrarse en una serie de metaficciones, comentando aspectos de su vida personal como si fueran las presentaciones típicas que hacía para su serie Alfred Hitchcock Presenta, amén de su gusto patente por la truculencia. Esa sí que hubiera sido una versión notable de esta misma historia. Hitchcock está dividida en tres subtramas: el rodaje de Psicosis, la obsesión de Hitch con el asesino Ed Gein, y el supuesto romance que mantenía su esposa con un guionista del staff del director. En cuanto a los entretelones de la filmación y producción de Psicosis los aspectos principales se mantienen - el endeudamiento personal para financiar el proyecto con su propio bolsillo; la pelea con los estudios y con la censura; el armado de una campaña de publicidad tan ingeniosa como efectiva (prohibiéndole la entrada a la gente después de iniciada la proyección, y poniendo guardias de seguridad en la salida de los cines para que la gente se escape corriendo ante el horror de la clásica escena de la ducha) -, pero otros están omitidos, como el discutido montaje de la escena del baño de Janet Leigh (cuya autoría ha sido disputada por Saul Bass), o las pruebas que hizo Hitch con el muñeco putrefacto que hace las veces de madre de Norman Bates (y que testeó numerosas veces con las actrices, aunque aquí el detalle aparece en una única escena). Eso está ok. Lo que no está tan bien logrado es la subtrama en donde Hitch tiene alucinaciones sobre Ed Gein, en donde el asesino comienza a darle bizarros consejos sobre vida personal, o lo invita a presenciar algunos de sus crímenes - en uno de los cuales la víctima parece ser su esposa Alma -. El filme no sabe muy bien qué hacer con esa historia, y sólo sirve para exponer - de algún modo - el voyeurismo de Hitchcock, aunque en esta ocasión en un tono morboso - como testigo presencial del accionar de un asesino demente -. Pero donde el filme realiza su mayor apuesta, es en el análisis de la vida personal de Hitchcock durante la intensa temporada que duró el rodaje. Esta es la crónica de un matrimonio desgastado por el paso de los años, en donde el estallido de una crisis sirve para redescubrir que aún hay fuego entre ambas partes. Las mejores bazas están en la pirotecnica verbal entre Hitch y su esposa Alma, una mujer de armas tomar y que destila inteligencia por todos sus poros. Ciertamente la perfomance de Anthony Hopkins como Hitchcock es buena (aunque sigue sin sonarme natural y, quizás, esté un poco mejor Toby Jones como el director en La Chica), pero la que se roba cada una de las escenas es Helen Mirren. Lo suyo es una perfomance cantada para el Oscar, en especial la formidable diatriba que le da a su marido cuando éste se anima a acusarla de tener un affaire. La Mirren no sólo desborda sensualidad a pesar de sus años, sino que exuda sagacidad, pasión y una honestidad brutal, la cual resulta sumamente letal cuando la reelabora a través de toda su cultura y sapiencia. Sus discursos son latigazos de excepcional efectividad, los que incluso llegan a desequilibrar a alguien tan brillante como el mismo Hitchcock. Es posible que Hitchcock no sea más que un drama personal soberbiamente hecho, salpicado con detalles cinéfilos y algo grotescos sobre lo que ha sido el filme de terror más efectivo de todos los tiempos. La atención del espectador no está en la anécdota sobre Psicosis - que es interesante, sin duda, y que tiene un climax glorioso cuando Hitch tiene la oportunidad de escuchar las reacciones del público detrás de la puerta del cine, anticipándolas como si fuera un director de orquesta - sino en las chispas que se sacan entre el cineasta y su esposa, en donde el amor subyace bajo las arrugas, la formalidad y el exceso de peso. Aún así, la historia intenta dar pantallazos de otros aspectos intrigantes de su vida personal - como la obsesión enfermiza del director por sus protagonistas femeninas -, pero le tiene tanto respeto al artista que decide sugerir y obviar antes de regodearse con lo morboso del tema. Todo esto transforma a Hitchcock en una experiencia placentera, en donde los pros terminan por ganarle a las contras por goleada.
Mientras que Tobby Jones y Sienna Miller en el film para televisión "The Girl" tejen los entretelones de la filmación de "Los pájaros", esta adaptación para el cine del libro de Stephen Rebello enfocará en los entretelones de la filmación de uno de los más grandes éxitos de Hitchcock: "Psicosis". Y mientras en la primera, hay una fuerte presencia de la obsesión que él tenía con sus primeras figuras y en particular, el vinculo turbulento que tuvo con Tippi Hedren, en este estreno para el cine de "Hitchcock" sobrevuela este tema en la relación con las dos actrices del film que está rodando Janet Leigh (encarnada por Scarlett Johansson) y Vera Miles (Jessica Biel). Pero la diferencia entre ambos resido en que este último centraliza la trama en el fuerte vínculo que Hitch tenía con su esposa Alma Reville. Corre el año 1959 y la financiación de su nuevo proyecto por parte de los grandes estudios, se hace dificil. Sin embargo, Hitch tiene claro lo que quiere filmar por lo tanto no dudará en poner manos a la obra y financiarlo por sus propios medios, hipotecando su casa y poniendo dinero propio. Es allí donde aparece una figura que evidentemente es fundamental para la carrera de este ícono del cine de suspenso y que es un tema no ha sido desarrollado en profundidad casi en ninguna oportunidad. Alma Reville, su esposa, es parte integrante de un dueto creativo que potenciará, aportará ideas y hasta tomará cartas en el asunto cuando Hitch flaquee y es el pilar fundamental por donde se construye este relato. La mirada que el film de Gervasi hace sobre el personaje de Reville (brillantemente interpretado por Helen Mirren) será el punto más interesante, el más rico y es el personaje con mayores contradicciones que presenta la trama. Mientras Alfred Hitchcock aparece como distante y poco afectuoso, el amor que la pareja se sigue teniendo hace que no solamente produzcan y revolucionen con este film, la historia del cine de suspenso, sino que además queda perfectamente retratada la gran mujer que se mantenía oculta tras la figura de Hitch y hay momentos en donde inclusive el espíritu de Reville domina la película. Este pequeño film revolucionó por completo la forma no solamente de hacer cine de suspenso - terror, sino también de ubicar al espectador dentro de la trama, y otro de los puntos interesantes de la historia es cómo cuenta la particular manera que tuvo Hitch de vender su propio film para que se convirtiese en un éxito. Como pudo sobreponerse a la negativa de los estudios y de la distribución a estrenarlo abiertamente a todo el público y en las grandes salas y sobre todo como el vínculo Alfred-Alma se fue fortaleciendo ante cada uno de estos obstáculos externos. Lamentablemente, Gervasi (debutante en el cine de ficción -había filmado solamente un documental-) se queda absolutamente en la superficie y el retrato que hace de Alfred Hitchcock carece completamente de fuerza y de pasión. En el mismo sentido, la actuación de Anthony Hopkins se desdibuja, se empequeñece, como si solamente se limitase a pasear el trabajo de maquillaje, sin poder encontrar la clave para desnudar el alma de este gran director. Sus vínculos con las actrices -que cualquiera que ha leido un poco sobre Hitchcock sabe que son relaciones complejas, con un Hitch entre obsesionado, enamorado platónicamente y desquitándose con una cierta dosis de sadismo en la dirección- también se lo muestra de una forma muy liviana y sólo se filtra esto en algunas líneas de diálogo, pero sobrevolando el tema como si no fuese importante. Esto tampoco permite que un elenco tan importante como el que maneja esta producción pueda tener algún momento de lucimiento y tanto Johansson y Biel como las actrices de "Psicosis" como Toni Colette en el papel de su asistente personal, Peggy Roberston, no tienen ninguna posibilidad de mostrar su talento, manejando un guión demasiado débil y que se limita a hilvanar algunos acontecimientos, sin ninguna profundidad. Tampoco se le da ningún lugar preponderante al rol de Anthony Perkins, protagonista de ese gran éxito que fue "Psicosis" quien en la película (papel a cargo de James D'Arcy) aparece sin ningún tipo de continuidad ni subtrama dentro de la historia, como una presencia meramente anecdótica. Sabemos que luego de todos los avatares de la filmación, "Psicosis" fue un fenomeno internacional y una de las películas más famosas de Hitchcock y de las más influyentes para su carrera como también lo fue para el cine en general. Y más de cincuenta años después, sigue teniendo un peso específico cada vez que se la nombra y nuevas generaciones la revisitan como un clásico obligado. Para entrometerse en el mundo de este tipo de clásicos, tanto el guión como la dirección debieran haberle dado la entidad que este clásico merecía y en ningún momento "Hitchcock" logra su cometido. Solamente la labor de Helen Mirren que sabe aprovechar cada una de las aristas que tiene su Alma Reville tan apasionada por su trabajo, por colaborar con su marido, aunque una parte de ella se siente abandonada por un hombre que parece frio y distante en la relación conyugal, está a la altura de las expectativas. Hopkins, por el contrario, aparece como desganado y como si se sintiese hasta incómodo en la piel del director. Se pasea por delante de la cámara recitando su libreto pero en ningún momento aparece como creíble ni siquiera por el trabajo de maquillaje que ha sido nominado para el Oscar. Una serie de diapositivas, de postales, de viñetas que retratan tibiamente un momento tan importante en la historia del cine y un director de culto, mundialmente reconocido y que dejó un marca en el género del suspenso, un antes y un después en la aparición de su estilo narrativo y su manera de capturar la atención del espectador. Merecía un "homenaje" más acorde a su medida.
El maestro del suspense La propuesta del debutante en ficciones Sasha Gervasi era tan peligrosa como uno puede llegar a imaginarse. Un maquillaje que distrae, un guión que para muchos resultará medio adornado por ribetes del clasisismo hollywoodense, y en sí una película innecesaria. Sin embargo, nada más alejado de la realidad: Hitchcock (2012) es un logro en este tipo de filmes tipo biográficos y una aprobada primera ficción para Gervasi, que ya dirigió el aclamado documental Anvil: The Story of Anvil (2008). El director utiliza, sí, recursos de manipulación dramática para mantener a flote un guión que está planteado como uno no se lo esperaría (la realización accidentada de la obra maestra de Alfred Hitchcock, Psicosis, convertida en un ir y venir en el matrimonio del susodicho), pero obtiene como resultado un bellísimo retrato de la personalidad del característico director de cine de suspenso. Gervasi no se pierde ningún detalle, y logra que su película, mientras cuenta las peripecias del rodaje de Psicosis tanto en sus reveses económicos como los impedimentos de las instituciones reguladoras de contenido de la época, exteriorice los traumas de Hitchcock, sus problemas con la comida, su fijación con las rubias y su obsesión con innovar dentro de la industria a cualquier precio. Así, además de lo pintorezco que resulta el dúo conformado por Anthony Hopkins y Helen Mirren escondido dentro del bellísimo trabajo de maquillaje y peluquería, nos encontramos con una historia muy bien narrada, llevadera y atractiva, que no se destaca demasiado por logros particulares, pero que sirve para acercarse -siempre desde la cinefilia- un poco más a la forma de ser del director. Porque eso tiene el cine, la oportunidad de retratar o plasmar en sí mismo lo que se puede lograr a partir de y con otros medios. Entonces es de disfrute la apertura y el cierre con cuarta pared, el acento y tono de voz de Hitch impresionantemente sacado por Hopkins, o las notas de comedia innegablemente necesarias. Hitchcock resulta ser mucho más de lo que promete. No sólo cuenta la realización de la memorable película de terror y sus detalles (aunque no vamos a negar que hubiese sido bueno tener un poquito más de esto), sino también nos muestra cómo ésta fue determinante en la evolución de la hermosa historia de amor que vivió el director con su esposa, Alma, por aquellos años. Increíblemente, bastan los casi 100 minutos de metraje para que, con el relato sobre una película y un espacio temporal acotado, se abran tantas posibilidades de zambullirse en la intimidad del mundo de uno de los cineastas más maravillosos que este arte pudo dar jamás: Alfred Hitchcock, el maestro del suspense.
Hitchcock, el maestro del suspenso, es una imperdible y apasionante propuesta para todos los amantes del cine. El guión está fantásticamente construido, además de ser más que atrapante: ¿a qué amante del cine no le gustaría enterarse de la cocina y de los pormenores que hicieron posible la creación de un film que hizo historia?. Aquellos que vayan a ver a esta película creyendo que...
Una mirada un tanto deslucida en torno a un gran maestro Alfred Hitchcock es uno de los más importantes realizadores de la historia. Por eso, la idea de hacer un film basado en parte de su vida resulta un tanto arriesgado, ya que el producto podría no estar a la altura de tan inmensa figura. Lamentablemente, esto se cumple y Hitchcock de Sacha Gervasi no consigue retratar dignamente una historia en torno al gran director de cine británico...
La Sombra de un Gigante Buenas noches. La película de la que hablaremos a continuación es la historia casi incestuosa de un director de cine obsesionado con las mujeres rubias y la esposa del mismo, que viviendo a la sombra del genio, desea tener una película para sí sola. Todo en el marco del rodaje de una de las obras que cambiaron el género de horror para siempre…
Película efímera sobre un director para el recuerdo Más allá de que su cine nunca pasa de moda, Alfred Hitchcock volvió a estar en el candelero en los últimos meses con un telefilm (The Girl) y con este largometraje concebido para la pantalla grande. Lo triste es que ninguna de las dos aproximaciones al “maestro del suspenso” estuvo mínimamente a la altura del artista ni del hombre detrás de tantos clásicos inoxidables. Si en aquella TV movie de HBO el eje fue el rodaje de Los pájaros y su obsesión enfermiza por Tippi Hedren, en esta transposición del libro Alfred Hitchcock and the Making of 'Psycho' (1990), de Stephen Rebello, el centro es la realización de Psicosis y la relación con su esposa (se habían casado en 1926), consejera, musa y socia Alma Reville (Helen Mirren). Hitchcock -antes interpretado por Toby Jones- es aquí encarnado (con una generosa, artificiosa y distractiva capa de maquillaje/máscara) por Anthony Hopkins. Estamos en 1959. Hitch viene de lograr un gran éxito con North by Northwest (Intriga internacional), pero -siendo ya un sexagenario- varios empiezan a dudar de su futuro. Mientras le ofrecen todo tipo de proyectos (incluida una película de James Bond), él se decide por adaptar un libro de terror inspirado en un caso real en el que la protagonista muere en la mitad. Se trata, claro, de Psicosis, que él llevará a extremos inimaginables en aquellos tiempos (y aun hoy), asesinando a la heroína en el primer tercio de la trama. Mientras ni los ejecutivos de la Paramount confiaban en su iniciativa (dicho sea de paso, el rodaje de Hitchcock se realizó en los verdaderos estudios de Paramount), el director -siempre porfiado, provocador y arriesgado- contrataba a Janet Leigh (Scarlett Johansson) para integrarse al clan de rubias hitchcockianas (Grace Kelly, Kim Novak y siguen las firmas). El resultado, ya se sabe, fue el film más perturbador y exitoso de su carrera. El director Sacha Gervasi (Anvil! The Story of Anvil) y el guionista John J. McLaughlin (El cisne negro) optan por lo obvio: todo está dicho, explicado y subrayado mil veces (el desprecio de él hacia los actores, la dependencia de y los celos hacia Alma, etc.). No hay aquí demasiado espacio para las contradicciones, los matices, la interpretación del propio espectador porque el paquete viene cerrado y con moñito. Si el elenco es excelente en cuanto a nombres, esa categoría actoral no alcanza a percibirse en pantalla, con múltiples personajes secundarios sin mínima sustancia (por ejemplo, la mano derecha de Hitch, Peggy Robertson, interpretada por la gran Toni Colette). Hay algunos diálogos graciosos, ciertos pasajes inspirados (no falta, por supuesto, el rodaje de la célebre escena de la ducha) y muchos lugares comunes sobre cine dentro del cine. Es un film cuidado, discreto, menor que -al revés de las películas del gran Hitchcock- olvidaremos muy pronto.
Detrás de todo gran hombre... Dos películas fueron estrenadas en el 2012 sobre el Maestro del Suspense Alfred Hitchcock. La primera, The Girl, le imagina soez y libidinoso, intentando resucitar a sus rubias muertas a través de Tippi Hedren en Los pájaros (The Birds, 1963) y Marnie (1964). En la segunda, un Hitchcock menos desesperado pero igual de dubitativo se prepara para rodar Psicosis (Psycho, 1960) – aquella que sería, a la larga, su película más memorable. “Forzosamente necesito avanzar, evolucionar, y no sé todavía si lograré todo lo que tengo en la cabeza” – Alfred Hitchcock, El cine según Hitchcock (1965). El título, “Hitchcock”, es engañoso. El film trata tanto sobre Hitch (interpretado por Anthony Hopkins, cuya papada fue nominada al Oscar en los últimos Academy Awards) como sobre su mujer y colaboradora Alma Reville (interpretada por Helen Mirren), y la historia es tanto una oportunidad para documentar el divertido rodaje de Psicosis como para reivindicar la figura de Alma en los anales del cine. Ella es la proverbial mujer detrás del gran hombre, ya sea detrás de los guiones de sus películas o más literalmente detrás de su marido en la alfombra roja, dejando a Hitch acaparar las cámaras de la prensa. A comienzos del film, Intriga Internacional (North By Northwest, 1959) se estrena exitosamente, y Hitchcock decide darse el gusto/desafío de financiar personalmente Psicosis. Es un proyecto fatal a los ojos de los ejecutivos de Hollywood: de un presupuesto bajísimo, rodada en blanco y negro con equipo televisivo, temáticamente cruda y con la audacia de matar a su protagonista a fines del primer acto. Es más, los censores están horrorizados de que, por primera vez, una película americana mostrará un inodoro (y lo que es peor, en funcionamiento). Hitchcock, ansioso por probar su relevancia ante las generaciones más jóvenes, hace del proyecto uno de sus más personales. Hopkins y Mirren, ingleses de porte, condecorados por la realeza, eternamente populares con las audiencias más jóvenes, son la elección idónea para interpretar a Hitch y a Alma. Desgraciadamente, el personaje de Hitchcock se construye como una caricatura: se desplaza sigilosamente, sorprendiendo a la gente por detrás, mostrando su perfil ensombrecido. Habla de sí mismo y de sus películas como sólo los críticos recién comenzarán a hablar muchos años después de su muerte. Los personajes de esta película, en general, poseen una claridad crítica improbable. Uno de ellos le comenta a otro: “¿Viste Vértigo? Es una elaborada metáfora sobre la frustración sexual del director”. Mientras tanto, la fofa sombra perfilada de Hitchcock acecha. Hopkins, mentón en alto, es bueno imitando la gestualidad petulante de Hitchcock, pero se ve limitado por las dimensiones de la caricatura que le toca interpretar. Mirren tiene más libertad con su personaje, sin duda gracias al bajo perfil que Alma mantuvo toda su vida comparado a la grandilocuencia de su marido. Sus escenas de amargura y reproche son de lo mejor que ofrece la película. Entre los actores de reparto encontramos a la carnal Scarlett Johansson (haciendo de Janet Leight), Jessica Biel (haciendo de Vera Miles) y James D'Arcy (encarnando a Anthony Perkins). El personaje de este último es el más menospreciado de todos, y el guión le reduce a una parodia de Norman Bates. D’Arcy copia las risitas y los tics nerviosos de Bates impecablemente… como si Perkins se hubiera interpretado a sí mismo en la película. No es que Hitchcock, el maestro del suspenso (la película) no sea fiel al epónimo director de cine, o a los sucesos que ocurrieron durante el rodaje de Psicosis, o siquiera a la relación entre marido y mujer. Probablemente confirme todo lo que usted creyó que sabía sobre el hombre y su obra, y la memoria de Alma Reville reciba una merecida pulida. Pero todo lleva consigo un aire de parodia. El guión de la película es indulgente con los deseos de su guionista, que fuerza situación tras situación – su Hitchcock es demasiado caricaturesco, sus personajes poseen una perspectiva histórica imposible y las analogías entre el rodaje de Psicosis y la vida personal de Hitchcock demasiado ridículas.
Mis problemas con las mujeres Está todo mal en HITCHCOCK. Ok, tal vez exagero. Helen Mirren está bien, pero eso no significa casi nada porque Helen Mirren está bien aún durmiendo la siesta dos horas seguidas y sin siquiera pestañear. Y Scarlett Johansson y Jessica Biel están, digamos, bonitas como siempre. Pero no tienen mucho que hacer, como tampoco lo tiene James D’Arcy como Anthony Perkins. El que sí tiene mucho que hacer en esta fallida adaptación del famoso libro de Stephen Rebello sobre cómo se hizo PSICOSIS es Anthony Hopkins en el rol del “maestro de suspenso”, pero lo que hace durante gran parte del tiempo es pasearse orondo bajo un maquillaje espantoso haciendo su más banal imitación de tres o cuatro gestos y entonaciones que le vio hacer a Sir Alfred en algún episodio de la serie HITCHCOCK PRESENTA. hitch1Uno sabe, cuando ve una película llamada HITCHCOCK, que no necesariamente va a satisfacer sus curiosidades como cinéfilo de la vida y obra del creador de VERTIGO y LA SOMBRA DE UNA DUDA. Para eso están los libros. Pero lo que logra esta flojísima película de Sacha Gervasi no sólo es no cubrir esas expectativas ni tampoco la de los espectadores ocasionales. Lo que hace es mucho peor, crea una historia casi alternativa a la conocida, confunde y malinterpreta tanto esa película como buena parte de la obra del realizador. HITCHCOCK transforma a la creación de PSICOSIS en una suerte de psicodrama de celos de pareja en el que parece ser mucho más importante la relación de Alfred con su mujer, Alma Reville, y los problemas matrimoniales surgidos de la relación de ella con un guionista (Danny Huston), que la creación extraña de esa extraña película. Es como si Gervasi quisiera darle a Alma la posibilidad de “vengarse”, simbólicamente, de la mala fama que Hitchcock tenía con las mujeres, en especial sus actrices, a las que adoraba y maltrataba, de las que se enamoraba suponemos que platónicamente durante sus rodajes, para luego despreciar. HitchcockEsa “corrección política” que envuelve a la película de Gervasi es lo más desatinado en una película en la que casi todo es un desatino, empezando por el hecho de que resulta difícil tomarse en serio a Hopkins en ese empaste de maquillaje de fiesta de disfraces. Y uno no lo puede justificar como puede hacerlo en los casos de esas películas que obligan a un treintañero a parecer de 80 años. Aquí es, simplemente, algunas modificaciones en el rostro, papada y panza. No debería ser tan difícil. Pero bueno, lo es. Y la película estaba nominada al Oscar en esa categoría… Por detrás de ese drama de pareja está la historia más o menos conocida de cómo se hizo PSICOSIS fuera del contrato que Hitch tenía con el estudio, que no quería hacerla. Se cuenta que Hitchcock decidió pagarla con su dinero y nos enteramos de su compleja relación con Vera Miles (Jessica Biel) y su fascinación con Janet Leigh (Johansson). Pero resulta todo pasajero y parece puesto allí para hacer avanzar la trama entre discusión, pelea, regaño y reconciliación matrimonial, al punto que hasta varias situaciones conocidas de la película pasan a estar directamente relacionadas con la tensión matrimonial. hitch3No digo que no existiese esa tensión en esta pareja de británicos mayorcitos, sólo que tomarlo como eje conceptual de la obra de Hitchcock me parece excesivo. Su relación con las mujeres siempre fue complicada, pero de maneras un poco más sutiles y si se quiere perversas que lo que se ve acá. De hecho, cuando varios “homenajes” a la obra de Sir Alfred son puestos en el contexto de su situación matrimonial parecen banalizarse sin remedio. El tono de comedia negra, británica, en los papeles puede ser apropiado, pero en la práctica no funciona casi nunca. Acaso porque Gervasi -director del simpático documental ANVIL!- no parece poder manejar nunca muy bien el timing y eso que cuenta con un elenco que debería ser perfecto para ese tipo de películas. Y una serie de escenas “oníricas”, en la que Hitchcock dialoga con el supuesto asesino serial real en el que se basa la novela PSICOSIS, de Robert Bloch (que a su vez inspiró la película) también llevan al filme en la misma dirección: reiterativa, explicativa, banal. HITCHOCK parece más inspirada en la escena final de aquel mítico clásico -una innecesaria, larga y obvia explicación psicoanalítica de la personalidad de Norman Bates- que en los misterios, tensiones e intensidad de la película misma. Un fracaso de punta a punta, tan falsa como la papada de Hopkins.
Recordarán ustedes que a Cate Blanchett le dieron un Oscar por hacer de Katherine Hepburn en El aviador (Martin Scorsese, 2005). También la nominaron dos veces por encarnar a la reina Isabel de Inglaterra y por otros personajes, pero parece que en su caso fue más meritoria la precisión de la imitación que la originalidad de la interpretación-creación. Todo bien: más allá estos premios frecuentemente arbitrarios, sabemos que Blanchett es una gran actriz y que su trabajo fue digno. Sin embargo, no puedo dejar de percibir que existe un esfuerzo opaco, chirriante, vano -por no decir imposible- que queda expuesto cuando una estrella del cine pretende resucitar a otra estrella del cine. Distinto es ver a Meryl Streep en el cuerpo de Margaret Thatcher o a Marion Cotillard como Edith Piaf: hay artificio, sí, pero allí se funda otro tipo de pacto con el espectador. Con el cine dentro del cine el asunto es más complicado, sobre todo si hablamos de los rostros del Hollywood clásico, pues el halo insustituible que ellos cincelaron sólo tiene sentido en las películas, sus películas, sus escenas inmortales, sus emblemas. Esta paradoja (¿aurática?) debe ser probablemente el principal obstáculo que Hollywood enfrenta cada vez que intenta contar su propia historia, aunque siempre pueden darse milagrosas excepciones (lo que hace Michelle Williams en Mi semana con Marilyn es extraordinario). Con esta introducción no pretendo cuestionar lo que hace Anthony Hopkins en Hitchcock. Aun dentro de las limitaciones, creo que Hopkins y Helen Mirren (que interpreta a Alma, la esposa del cineasta) saben aprovechar las pocas escenas simpáticas y rescatables que tiene la película (como la escena del “Hitchcock jardinero”), chispas aisladas que mucho le deben al cinismo del maestro y sus inapelables one-liners. Lo que resulta realmente frustrante en la película es todo lo relacionado con el rodaje de Psicosis, porque aquí es donde estallan y se multiplican esas fricciones perceptivas comentadas más arriba. No hay forma de visualizar a Janet Leigh en la cara de Scarlet Johansson, como tampoco hay rasgos de Jessica Biel que nos remitan a Vera Miles. Lo que vemos es una representación, obviamente: no estamos pidiendo la reencarnación de las actrices ni mucho menos. Sin embargo, el director Sacha Gervasi sí se muestra fascinado con la gracia de las imitaciones y la excesiva confianza que deposita en este efecto se torna contraproducente, pues sólo consigue distraer y distanciar al espectador. Finalmente, lo que nos queda de Hitchcock no es mucho más que un desfile de dobles reunidos en un desangelado backstage salteado con sesiones imaginarias de psicoanálisis al paso. Pocos días antes del estreno del film con Hopkins en las de Estados Unidos, en octubre pasado la cadena HBO puso en el aire The Girl, telefilm dirigido por Julian Jarrold también inspirado en el cineasta británico, con Toby Jones como protagonista y Sienna Miller en el papel de Tippi Hedren. Curiosamente, la puesta en escena de esta película viene a ratificar el dilema antes planteado con respecto a la duplicación del star-system. Hedren es la única estrella reconocible en este contexto, y no hay ningún otro imitador que compita con ella en la carrera por ver quién es más fiel al original. Cuando se recrea el rodaje de Marnie, por ejemplo, puede observarse cómo Jarrold cuida puntillosamente el encuadre para que no se vea el rostro del actor que abraza a la actriz (Sean Connery interpretaba al amante de Marnie, pero aquí no lo vemos porque el film no especula con la ostentación figuritas). Sin ser necesariamente reveladora, The Girl es mejor que la película de Gervasi principalmente porque tiene un relato más concentrado y estructurado en base a fuerzas recíprocas, ya que aquí el personaje de la actriz logra consistencia como individuo autónomo. Tal vez lo más interesante del film sea descubrir cómo la víctima de Los pájaros consiguió fabricar un pelicular escudo contra el sadismo de Sir Alfred. No faltan, previsiblemente, escenas en las que Hitchcock se permite desparramar su obsesión con regalos, declaraciones de amor y una cuota de extorsión laboral. Hace muchos años leí la biografía que escribió Donald Spoto* sobre el director y sentí una enorme culpa al comprobar que me había inmiscuido sin pudor en las intimidades de Hitchcock, muchas de las cuales quizás sólo llegaban al estatuto del rumor. Sin embargo, hoy me resulta imposible separar al genio de ese hombre profundamente perturbado que Spoto desnuda en su libro. Entonces nacen las contradicciones. Por un lado, quisiera pensar que poco nos suma espiar a Hitchcock mientras intenta, pobremente, hacer realidad sus fantasías sexuales. Y no lo digo por corrección política: simplemente me digo a mí misma que esa faceta no tiene por qué incumbirnos, pues lo que importa es el legado de una obra maravillosa que en sí misma contiene el paisaje psicológico del creador, si es que uno aspira a descifrarlo. Al mismo tiempo tengo claro que apartar su sufrimiento real es negar al hombre detrás de la firma. Y antes del cine, antes del arte, están los hombres. Siempre. Tal vez me equivoque, tal vez sea mi propia fantasía, ¿pero cómo no sentir que Alfred estaría dispuesto a canjear toda una vida de prestigio por la posibilidad de ser besado genuinamente, aunque sea sola una vez, por la belleza?
Una pareja de entrecasa De sus múltiples frases famosas, a Alfred Hitchcock le gustaba repetir particularmente una. “Copiarse a sí mismo es estilo”, les mascullaba a los periodistas o críticos que le marcaban ciertas semejanzas en sus realizaciones -las protagonistas rubias, los inocentes acusados de algo que no cometieron-. Después de su enorme éxito con Intriga internacional, el enorme director -en más de un sentido- quiso probar que podía volver a sentir esa adrenalina de los comienzos, de su juventud, cuando rodaba en estudios en su Inglaterra natal con su amada Alma, ahora su esposa, a su lado. Hitchcock, contra todos los pronósticos, atacó Psicosis, una novela de Robert Bloch sobre un asesino serial, del que tomó sólo algunos elementos. Cuando Paramount no quiso poner un dólar, él y su esposa hipotecaron su mansión en Los Angeles para producirla. No imaginaban que iba a ser el mayor éxito de su carrera. Y Hitchcock, la película, es la historia de cómo Psicosis (1960) acabó en lo que terminó -un clásico del cine de suspenso y terror, rodado en blanco y negro-, y si cuenta su génesis, su rodaje, también desnuda la relación entre el maestro del suspenso y su mujer, Alma Reville. Un vínculo de entrecasa -en camas separadas- y laboral, con Alma en un segundo plano, pero que era su estrecha colaboradora -cuando no musa- en la elección del elenco, la escritura del guión, su ayudante en la mesa de edición... Para quienes no estén al tanto de esa comunión, puede sorprender la inseguridad del realizador de Los pájaros, los celos que despertó en él la atención que su amada le dispensaba su amigo Whitfield Cook (Danny Huston), un guionista que sólo quería que Hitch le filmara un trabajo y que el panzón creía que mantenía un affaire con su mujer. Uno de los logros del filme del debutante en el largo de ficción Sacha Gervasi radica en la elección del elenco, con un Anthony Hopkins metido hasta la médula en su interpretación, externa e interna. Ahí está Hitchcock, solo en el hall del cine, mientras la première de Psicosis hacía gritar a los espectadores en la escena de la ducha, marcando cada cuchillada como un director de orquesta. Y allí está Helen Mirren, soberbia como la abnegada pero díscola esposa, que supo estar al lado (y detrás) de su hombre. Cómo se rodó la escena del asesinato de Marion (con una Scarlett Johansson que no, no se parece a Janet Leigh, pero que supo tomar su espíritu y sentido del humor), la elección de la música de Bernard Hermann, la entrevista a Anthony Perkins, los maniqueos manejos -y los sueños- del director con sus actrices, todo está en la película. El guión es de John McLaughlin, que si ya supo desconcertar en El cisne negro con qué era real y qué sueño o pesadilla de su protagonista, aquí tiene un personaje rebosante de temores, dudas, vacilante e inseguro. Como para que la respuesta a ¿quién era Hitchcock? siga sin tener una respuesta.
La Psicosis de Hitchcock Una película biográfica sobre el año en que Alfred Hitchcock hizo Psicosis . Nada menos. Y no, lo más probable era que la película de Sacha Gervasi (guionista de La terminal y director de Anvil: The Story of Anvil ) no estuviera a la altura de semejante tema. Era hasta lógico, comprensible. Poner a Hitchcock en escena -sobre todo cuando él mismo se ponía en escena en trailers, cameos y apariciones televisivas- es una decisión temeraria. Pero ahí va Gervasi, y abarca demasiado: los subibajas emocionales entre Hitchcock y su esposa, Alma Reville; el infantilismo emocional del director y su relación patológica con la comida y la bebida; las dificultades de la producción de Psicosis ; la lucha contra la calificación de la MPAA; la relación con las actrices (del presente y del pasado); los celos profesionales y de los otros, y mucho, mucho más. Tanto abarca la película que despilfarra actores y actrices con mucho nombre en papeles mínimos (Toni Collette y Jessica Biel, por ejemplo) y, por supuesto, deja muchos temas planteados con cortedad, y así reduce sus formas expresivas al mínimo común denominador. Por ejemplo, si Hitchcock está obsesionado con la historia real en la que se basa el libro Psicosis, de Robert Bloch, sueña y también tiene encuentros imaginarios con el asesino y -ya que está en crisis con Alma- el asesino le señala aquello que se le está pasando por alto. Unas escenas básicas, del montón, sin elaboración alguna, y que seguramente habrían causado gran disgusto en sir Alfred. Y están las actuaciones, con Helen Mirren como el punto más alto: su Alma Reville nos hace creer en su tortuosa relación con el gran cineasta. Es leal, es severa, es diligente, y Mirren no se obsesiona por copiar el modelo original, sino que se enfoca en dotar de vida a su personaje. Todo lo contrario hace Anthony Hopkins como Hitch: copia gestos, aumenta los tics característicos y reconocibles. Así, logra una excelente imitación, que no es lo mismo que una buena actuación integrada al relato (y al resto de las actuaciones más naturales, menos envaradas, de Collete, Biel, Scarlet Johansson, Michael Stuhlbarg y varios más). Hopkins hace hablar a su Hitchcock casi siempre -hasta para pedir pochoclo- con esa pausa muy escénica que el maestro usaba a veces. El problema con centrarse en los tics (y el maquillaje) es que se deshumaniza a la figura y se corre el riesgo de caer en la imitación al estilo Sapag. Una de las virtudes de esta película se deriva del ya apuntado defecto de abarcar demasiado. Hitchcock tiene una especial velocidad narrativa, y no deja de ser atractivo vislumbrar el funcionamiento del Hollywood clásico en sus últimos momentos de esplendor, en los comienzos del asedio televisivo. La televisión también es otro pequeño tema de la película de Gervasi, que abre y cierra el relato con la música de Alfred Hitchcock presenta . Y también cita al mítico show con el "Goodevening" del genio mirando a cámara, como si la película fuera una emisión del programa. Y la mayor virtud del film es evidente: se nos cuenta cómo Hitchcock, después de hacer Intriga internacional , una de sus más grandes películas (por lo tanto, una de las más grandes de la historia), se embarca en la aventura incierta de hacer Psicosis , otra de sus mejores películas (por lo tanto, una de las mejores de la historia). Lo mejor de Hitchcock llega al final, cuando se centra en la terminación de Psicosis -con Reville en la sala de montaje, la demasiado breve aparición de Bernard Herrmann y el compromiso de ambos con Hitch- y su estreno. En esos momentos es difícil no emocionarse y no ser benévolo con los defectos de un proyecto de realización endeble, pero que cuando deja fluir la historia grande se ennoblece parcialmente.
En la memoria del gran autor Para el final de la década del cincuenta, Alfred Hitchcock se resistía a repetirse –luego del éxito de Intriga internacional, los ejecutivos del estudio Paramount le acercaron varias historias de espionaje entre otros proyectos– y como siempre, buscaba una idea que sorprendiera y lo desmarcara de lo que se suponía que tenía que hacer. Así llega a Psicosis, la novela de Robert Bloch y se pone a trabajar en lo que sería su película más exitosa. Es este período de la vida del director británico el que aborda Hitchcock, dirigida por Sacha Gervasi (The Story of Anvil, guionista de La terminal) que junto al John J. McLaughlin (El cisne negro), adaptan el libro Alfred Hitchcock and the Making of 'Psycho', de Stephen Rebello. Con un elenco encabezado por el histriónico Anthony Hopkins, irreconocible detrás de una tonelada de maquillaje para acercarse a la inconfundible figura del gran Hitch, acompañado por la extraordinaria Helen Mirren como su esposa Alma Reville, la película centra el nudo del relato en la conocida obsesión del realizador por las intérpretes rubias (tópico abordado en detalle en el imprescindible libro de François Truffaut, El cine según Hitchcock) y la intrincada relación que mantiene con su compañera de toda la vida, musa, niñera y consejera, la voz del sentido común del artista. Mientras trabaja en la pertubadora historia de terror que entre otras particularidades va a contar con la heroína de la película apenas hasta la mitad del relato para morir asesinada brutalmente en la ducha, el film muestra al realizador convocando a Janet Leigh (Scarlett Johansson) solo para agregar un nuevo estadío a su obsesión, desprecia a Vera Miles (Jessica Biel) que lo traicionó con un embarazo y en tanto se enamora irremediablemente de Leigh, duda entre si está haciendo una obra maestra o definitivamente se está hundiendo y sospecha que Alma, de quien es absolutamente dependiente, lo está engañando. Es cierto que el elenco hace un esfuerzo para que la película sea algo más que la atormentada vida amorosa de Hitchcock, pero tratándose de uno de los directores más importantes del siglo veinte, uno de los autores más influyentes de la historia del cine, el genio de su talento apenas se vislumbra en la película de Gervasi (si, el falso making of de la escena de la ducha está), que se limita a rodar un film correcto, con alguna chispa de humor y moderadamente entretenido.
El sr. de las rubias Ambientada en la realización de 'Psicosis', se narra la compleja relación entre Alfred Hitchcock y su esposa "Alma Reville", mientras luchan por producir ellos mismo el film por el cual nadie tiene grandes expectativas. Independientemente de si "Hithcock" es, o no, una película fiel a la vida del director, toda la trama resulta ser una mezcla muy mal congeniada donde nunca se sabe que se cuenta o si realmente se trata de un homenaje al genio de Hitchcock. Lamentablemente, es decepcionante ver como casi nada funciona y los pequeños grandes momentos se deben a retratar el detrás de escena de aquella gran película. Alfred Hitchcock y "Psicosis" pueden ser la combinación más exitosa y recordada de la historia del cine, incluso superior a "Casablanca" o "El padrino". Ambos a través de sus méritos y otros ajenos, se han instalado como hitos del cine. La película y el director son entes imposibles de no haber visto. Habiendo dicho esto, es indispensable afirmar que si "Hitchcock" tiene algún valor se debe principalmente a lo que retrata. En esta película se desarrollan dos líneas narrativas "las dificultades en la creación de Psicosis" y "la compleja relación que Hitchcock mantenía con sus mujeres (su esposa y las actrices protagónicas)", pero en casi ningún momento logran relacionarse entre ellas de manera armónica. Salvo por la historia de Scarlett Johansson como Janet Leigh donde su relación con Hitchcock funciona, todo el resto, en especial Jessica Biel como Vera Miles, resulta increíblemente forzado en su intento de dejar bien en claro como era el verdadero Alfred Hitchcock. Mientras tanto, lo más absurdo de la película se presenta en el personaje de "Alma Reville" cuya historia con otro guionista en esa casa en la playa tiene una falsedad tan extrema que hace imposible tomar en serio a la película. Incluso el protagonismo excesivo que se le da, termina opacando por completo al personaje principal. Si uno analiza la película en su totalidad, se daría cuenta que hay muy poco de homenaje en la trama, ya que prácticamente a Hitchcock no se lo ve tomar alguna decisión artística sobre "Psicosis". Si hay alguna razón por la cual "Hitchcock" funciona como película se debe a contar de manera maravillosa los distintos procesos de producción y ver el costado más místico del realizador cuando mira detrás de las cortinas, ventanas o puertas. Sin embargo, en lo que se refiere a historia la película deja muchísimo que desear.
Hitchcock for dummies Hitchcock, el Maestro del Suspenso es un biopic, o para ser más preciso una fracción de un biopic. La película narra el pequeño período de la vida de Alfred Hitchcock que comprende la realización de Psicosis, su film más exitoso y recordado. Está basada en el libro Alfred Hitchcock and the Making of Psycho de Stephen Rebello. La película se posiciona temporalmente en 1960, luego del éxito de Intriga Internacional (North by Northwest, 1959), cuando Hitch, que con tan solo 60 años era considerado por la prensa como un director viejo (¿Qué dirían de Manoel de Oliveira?), decide adaptar el libro de Robert Bloch, sin el apoyo del estudio y financiando él mismo la película. Aunque en general los biopics buscan aproximarse lo más posible a la figura del biografiado, en este caso Anthony Hopkins caricaturiza al maestro del suspenso de una forma casi grotesca. Para empezar hay sectores de su rostro que no se mueven, porque claramente son de látex, y esa imagen choca y distrae (compite cabeza a cabeza con Cloud Atlas en la categoría: peores máscaras del año). Lo inanimado de su rostro se acentúa porque solo un par de gestos pudo sacarle a Alfred el gran Hopkins, y hace uso y abuso de ellos durante toda la película. Sacha Gervasi, en la dirección, hace con el film lo mismo que con el rostro de Hitchcock, toma un par de características conocidas del maestro del suspenso y las muestra y subraya hasta el hartazgo. No se aleja en ningún momento de una mirada superficial de ciertos rasgos del director. Así es como la relación con "sus mujeres" se adueña de todo el biopic: la misoginia, la obsesión, el maltrato, los celos, el voyerismo. Parece que no hubieran muchos más matices en la personalidad de un personaje tan atractivo y enigmático como era Hitch, o al menos parece que lo evidente de esas características nos saltan a la cara. Es que la película se encarga de reducirlo a todo eso que ya sabíamos de él, y de reducir Psicosis, de un acto voluntario de su genialidad, a un mero resultado de sus patologías. Pero no todo fue en vano, el papel de Alma Reville lo interpreta la inagotable Helen Mirren, que siempre está bien y que a sus sesenta y largos es más atractiva que muchas veinteañeras. La sigue Toni Collette como Peggy Robertson, la asistente de producción de Sir Alfred, y Scarlett Johansson y Jessica Biel, como Janet Leigh y Vera Miles respectivamente, dos actrices destacadas por su belleza que interpretan a actrices destacadas por su belleza. Hitchcock, el Maestro del Suspenso es una película que no está a la altura de Hitchcock (aunque parece difícil estarlo) y que no alcanza para llenar las expectativas que había generado. Aunque hay que ser justos, la película no había generado tales expectativas (el poster ya asustaba un poco), de eso nos tendremos que hacer cargo algunos espectadores ingenuos.
El hombre equivocado A no confundirse. Esta no es una biografía del maestro del suspenso, sino -como bien se detalla en los créditos- un filme basado en el libro "The Making of Psycho", es decir sobre cómo se rodó "Psicosis", su obra más popular y exitosa. De manera que la atención está puesta en las anécdotas de ese rodaje; la desconfianza del estudio, el financiamiento para poder filmar, las distracciones de Hitchcock a raíz de cuestiones personales. Un problema bastante serio es el maquillaje que luce el protagonista. No hay en él ningún parecido con el viejo Alfred -de aspecto gordinflón y borrachín- y para peor, la actuación de Hopkins es más representativa que interpretativa, se diría casi una mala imitación. En realidad todo en el filme es impostado, los diálogos son poco naturales, efectistas y muy pocas veces interesantes e ingeniosos. El Hitchcock que aquí se muestra no es el misógino, acosador y reprimido sexual que las biografías detallan; apenas si se esboza algo de su peculiar personalidad al momento de dirigir a los actores. Por lo demás, es un filme prolijo en el que se destaca Scarlett Johansson como Vivian Leigh y Helen Mirren, quien hace suyo no solo al peculiar personaje que es Alma, esposa de Hitchcok, sino también buena parte del metraje.
Hitchcock!: la historia de Hitchcock En cierta forma Hitchcock es similar a Anvil! The Story of Anvil, aquel excelente documental que supuso la presentación de Sacha Gervasi ante el mundo en el 2008. Sin el elemento del fracaso permanente de aquella banda de metal canadiense, comparte la presencia de notables protagonistas sin el reconocimiento que saben son merecedores, la búsqueda de la obra cumbre, el apoyo incondicional de la familia y una crítica a una industria incapaz de reconocer la genialidad aún cuando esta se abre ante sus ojos. Y sin embargo, entre ambas películas dista un abismo. Basada en el libro Alfred Hitchcock and the making of Psycho, esta última producción parece construirse de retazos de films anteriores, todos de una suerte superior al que aquí compete. El guionista John J. McLaughlin condiciona a su personaje central a repetir las vivencias de la joven bailarina clásica de su trabajo más destacado hasta la fecha, Black Swan, en el sentido de que las presiones internas por la autosuperación y el temor a la más miserable derrota le provocan alucinaciones y una alienación total con quienes tiene a su alrededor. Hitchcock transpira Capote por los poros y representa un contundente fracaso al momento de intentar repetir un período en la vida coincidente con el proceso creativo de una obra maestra. Seguramente perjudicada por un tono cómico que produce un sentido de liviandad generalizado, Hitchcock se percibe como una oportunidad desaprovechada. Tratándose de un film sobre uno de los cineastas más grandes de todos los tiempos, no son demasiados los aspectos en los que esta se destaca, con una actuación interesante de uno de los protagonistas –que no es Anthony Hopkins, como hubiera sido mejor, sino Helen Mirren- y un concepto que llama la atención desde el vamos: el detrás de escena de Psycho. Sin tratarse de una delicia para el cinéfilo –muchos elementos a los que se da una importancia trascendental son de público conocimiento- supone una mirada nueva a una película que ha recibido una exagerada cantidad de visitas –entre remakes y secuelas- desde su estreno hace 53 años. El psicologismo burdo con que Gervasi aborda a su personaje no oculta el hecho de que se trata de otra forma de ver a una de las películas determinantes de la historia del cine, así como también la posibilidad de explorar el lado menos conocido del realizador, el de sus relaciones personales. Con un guión con mucho optimismo y más consciencia del futuro del que debería tener, uno de los mayores problemas de Hitchcock es la constante sobreexplicación de todo lo que sucede. Con tanto hincapié en la psicosis de su director, es una paradoja que tanto el escritor como el realizador londinense no busquen dejar algo de aire en la trama como para que esta respire y el espectador indague por su cuenta. Basta ver el rodaje de la famosa escena de la ducha, y lo que ocurre con las rabiosas indicaciones del cineasta, como para comprender que la interpretación de la audiencia no está dentro de las posibilidades –algo que haría llorar al maestro del suspenso-. Con un nombre fuerte en la adaptación, con un director que demostraba condiciones para crecer, sin problemas de presupuesto y un gran ensamble de reconocidos actores –incluso en roles mínimos-, esta película prueba ser como el fallido maquillaje de Hopkins: demasiado obvio como para funcionar.
La puesta de telefilme, no le quita a este biopic, la frescura y el entretenimiento que la historia requiere. A pesar de lo superficial de algunas subtramas, como la relación de Hitchcock con sus actrices, o el detrás de la escena de algunas secuencias míticas de la historia de Norman Bates, el relato es ameno, rodado con pericia y con actuaciones a la altura. Excelente performance de Helen Mirren como la esposa devota del cineasta, sorprendente Scarlett Johanson mimetizada con Janet Leigh, lo mismo que Jesica Biel como Vera Miles, y Anthony Hopkins, curiosamente, ve tapado su enorme talento bajo las capas de pesado y artificial maquillaje, un elemento que distrae y que acerca algunos momentos al género paródico. Acertados guiños, como la presentación del filme, al estilo de la vieja serie ALFRED HITCHCOCK PRESENTA, y la referencia a LOS PAJAROS, en un epilogo que lograra sacar más de una sonrisa en los espectadores avezados en el Universo Hitchcockiano.
“Psicosis” y Helen Mirren, lo mejor de “Hitchcock” Alfred Hitchcock es un icono difícil de reproducir con un actor en un film, y uno de los principales problemas de esta limitada biopic (se ajusta solamente a la preparación rodaje y estreno de Psicosis) es que, aun con todo su talento y mucho maquillaje, Anthony Hopkins se termina pareciendo más a Winston Churchill que al director de La dama desaparece. Sin embargo, de a poco la personalidad de Hitchcock surge a través de distintas escenas que explican lo complicado que fue hacer una película revolucionaria como Psicosis, y el espectador logra meterse en la historia independientemente de que la performance protagónica convenza más o menos. La que sin duda está a la altura de las circunstancias es Helen Mirren como Alma Reville, la mujer y colaboradora de Hitchcock un poco harta de los romances imaginarios del director con sus famosas rubias fetiches. En este sentido, hay momentos antológicos, como cuando Vera Miles (Jessica Biel) le cuenta a Janet Leigh (Scarlett Johansson) sus problemas previos con Hitch, que se ofendió porque la quería convertir en la estrella de Vértigo, solo para darse cuenta de que la conversación estaba siendo monitoreada por la inconfundible sombra rechoncha del cineasta. Cuando se centra en la historia del rodaje de Psicosis, en la relación entre el director y su elenco (sin olvidar al guionista Joseph Stefano encarnado por Ralph Macchio), a la presión del censor, o los problemas con la Paramount, que no estaba segura de poder distribuir un film con semejante dosis de sexo y violencia, esta Hitchcock se vuelve más que interesante. Incluso puede llegar a emocionar a los fans del director cuando enfoca sus conflictos creativos en escenas específicas de Psicosis. En cambio, cuando la película deriva en cosas raras como los encuentros imaginarios entre el director y Ed Gein, el verdadero asesino serial que inspiró su film más taquillero, el asunto pierde fuerza y no va en ninguna dirección. Por suerte, las partes sustanciosas son más que las otras, y aun entendiendo lo difícil que puede ser para cualquier actor componer un Hitchcock, al final, hasta la caracterización de Hopkins se vuelve creíble, y querible.
Psicosis manufacturada. Hoy en día, casi no es necesario aclarar la influencia monumental de Alfred Hitchcock en el séptimo arte. Tras décadas de trabajo, se volvió un ícono asociado directamente al enigma, ganando el apodo de ‘maestro del suspenso’. Pero de todas formas, su vida privada resulta igualmente apasionante: aún después de tanto tiempo, hay gente interesada con su obsesión con las rubias, su amor excesivo por la comida, su personalidad en la pantalla o su relación con su esposa, Alma Reville. De esto han salido muchos relatos, y el último de todos es la biopic Hitchcock (2012), que pretende mostrar al interior del hombre, de la mujer detrás de él y de la que quizás sea su producción más recordada, Psicosis. Pero, mientras que el film de 1960 perdurará en la historia de celuloide, es difícil ver a este simple y artificial relato resistir el olvido tras un rato después de haberlo visto. Es complicado crear un producto tan efímero, considerando lo increíbles que son los hechos reales. En 1959, tras el éxito de Intriga internacional, Hitch (Anthony Hopkins) busca su próximo proyecto. Esta vez, sus manos están sobre algo inusual y shockeante: un libro ficcional basado en la historia del asesino serial Ed Gein (Michael Wincott), y que cuenta la perturbadora relación entre un hombre llamado Norman Bates con su violenta "madre". Intrigado por las posibilidades de esta propuesta, el director lleva el proyecto al estudio Paramount, solo para recibir un “no” en la cara, debido a la similaridad con Vértigo (un fracaso en su época). Pero el británico no lo acepta, y accede a financiar el film por su cuenta, en el inicio de una arriesgada lucha que luego invocaría la ira de los censores. Unos realizadores con algo de perspicacia y respeto habrían podido hacer un relato sobre esta batalla y sobre la producción del film que redefinió al cine de terror, pero el director Sacha Gervasi (que antes nos dió el documental rockero Anvil! The Story of Anvil) y el guionista John J. McLaughlin (El Cisne Negro) agarran el libro de no ficción Alfred Hitchcock and the Making of Psycho, lo trituran y dejan lo más básico sobre la mesa, todo para darle espacio al verdadero foco del film: la relación fantasiosa entre Hitch y Alma (Helen Mirren), que entra en crisis por las manías clásicas del director, así como por la entrada en escena de Whit (Danny Huston), un seductor y ambicioso guionista. Aquí es cuando se nota uno de los grandes problemas de esta producción: con tantas cosas que abarcar, los responsables de este retrato recurren una y otra vez al resumen brutal, dejando que la pelea por Psicosis y los problemas de la realización se vuelvan solo mínimos intermedios, mera trivia entre las discusiones de Hitch y Alma. Esto sería perdonable si los personajes tuvieran una interesante caracterización, pero la sustancia de los roles no podría ser más chata: desde la falta de material para Scarlett Johansson, Toni Collette, James D’Arcy y Michael Stuhlbarg, hasta la simpleza de la exploración de Hitchcock y Reville, que cuando no son caricaturas de los seres reales, parecen salidos de un culebrón, debido al melodrama del forzado triángulo emocional con Whip. En un momento, Vera Miles (Jessica Biel) le dice en el camarín a Janet Leigh (Johansson) que Alfred es como el obsesivo personaje de James Stewart en Vértigo, para que luego aparezca la sombra del perfil regordete que conocemos del director. Luego, martillando el punto en los cráneos de la gente, Hitchcock también se imagina teniendo conversaciones de par a par con el psicópata Gein. Estas superficiales metáforas, explicadas hasta el punto del cansancio, conforman el núcleo de la biografía, que también sufre al ser filmado por Gervasi como un telefilm más. Y ni siquiera Hopkins puede sacar las papas del fuego. Enterrado vivo bajo el maquillaje y los prostéticos, el actor no puede sacar a luz el aspecto humano de Hitch; cuando mueve su rostro, se limita a hacer una imitación básica del hombre. La única persona que sale adelante de todo esto es, como siempre, la gran Mirren (que, a esta altura, puede leer la guía telefónica y aún así dar una gran performance), quien a pesar del material logra involucrar a uno en el dilema de una artista encerrada en la sombra de su pareja. Pero a pesar de esto, Hitchcock es mucho ruido y pocas nueces. Después de verla, no se siente que hayamos entrado en la mente de uno de los directores más influenciales de la historia, ni que logramos apreciar a la persona que aguantó sus tormentos, o que nos metimos en el detrás de escenas de la película que inició el subgénero slasher. Ningún homenaje va a arreglar el vacío que queda sobre la figura de Alfred, un misterio que aún sigue sin resolver. @JoniSantucho
Hitchcock es un interesante homenaje a uno de los grandes maestros del cine que sabía hacer películas populares y entretenidas, con argumentos ingeniosos y temáticas atractivas. Esta ópera prima del director Sacha Gervasi está basada en el famoso libro de Stephen Rebello “Alfred Hitchcock and the making of Psyco” que en 1990 retrató con excelente información la historia detrás de una de las obras maestras del realizador inglés. Más que una biografía este film se concentra en la génesis de lo que fue una de las películas más importantes y revolucionarias en la historia del género de terror. Creo que en esta cuestión es donde se encuentran los elementos más atractivos de esta producción. Todas las situaciones y escenas que tiene que ver con la cocina del cine y especialmente el funcionamiento de Hollywood a principios de los años ´60 son apasionantes. La película me parece que flaquea cuando el director Gervasi aborda los aspectos más introspectivos de Hitchcock. Por ejemplo las escenas en la que el director interactúa con el asesino serial Ed Gein, que inspiró la novela “Psicosis”, no terminan de funcionar y tampoco están en sintonía con el tono que tiene el resto del film. Son momentos que uno espera que pasen rápido para ver como sigue la producción del clásico film del director que es el tema más atractivo. La manera en que el cineasta concibe la famosas escenas de su película que se convertirían en momentos históricos de este arte y su relación con los actores son los puntos más fuertes del argumento. Sí resultó interesante que se le diera relevancia a la esposa del Hitchcock, Alma Reville, a cargo de Helen Mirren, que tuvo una influencia enorme en las decisiones de viejo Alfred y es un aspecto que no es popularmente conocido. La interpretación de Antony Hopkins ha sido severamente cuestionada por la prensa internacional algo que es bastante loco. Creo que darle recomendaciones a Hopkins de cómo debió hacer su trabajo entra en el terreno de lo lisérgico. No me pareció que su labor fuera tan terrible como describieron algunos medios. El maquillaje tal vez llama demasiado la atención y eso nunca es bueno pero su actuación es muy acertada y tiene algunos momentos brillantes. La escena en que espía las reacciones del público en el estreno de Psicosis es maravillosa. Hitchcock en definitiva es una entretenida propuesta para disfrutar de la historia detrás de uno de los clásicos del cine más influenciables de las últimas décadas.
Un lindo (y necesario) homenaje. Esa sería una buena forma de sintetizar Hitchcock. Y por ese lado hay que encararla, por el aspecto cinéfilo. El ver como una de las mejores y más influyentes personalidades de la cinematografía mundial craneaba una película es un verdadero deleite aunque se trate de una recreación. Mucho se ha hablado y escrito sobre lo que fue llevar Psicosis (1960) a la pantalla y por todo lo que el aclamado director tuvo que pasar para poder exhibirla en los cines. Con este estreno quedan develados y expuestos algunos de esos entretelones y de una forma muy dinámica y pintoresca. Además de ello, el film también sirve para ver la importancia que Alma Reville, su esposa, no solo tenía en su vida sino también en sus trabajos. La narración es en clave de comedia con la particularidad de que el film fluye tal cual uno de los capítulos de Alfred Hitchcock Presents (los famosos especiales para la televisión que estuvieron al aire durante una década). Lo único que no funciona bien a nivel guión son esas conversaciones oníricas entre el personaje principal y el verdadero asesino que inspiro Psicosis. Del resto del plot no se puede objetar nada. Con respecto al elenco, Sir Anthony Hopkins logra muy bien la difícil tarea de interpretar a alguien tan conocido, a un ícono. Salvo por la voz (que sigue siendo la de él) el resto de los matices del maestro del suspenso son perfectamente llevados y reproducidos. Hellen Mirren no es opacada de ninguna manera y logra que este personaje poco conocido brille. Luego queda destacar a Scarlett Johansson, a quien le toco revivir la famosa escena de la ducha y todo lo que había detrás (verdades y rumores) entre Janet Leigh y Hitchcock. Realmente está muy bien en su papel y no solo por la sensualidad de siempre sino también por haber captado la impronta de las actrices de esa época. No hay que entrar a una sala de cine esperando que Hitchcock sea la película del año porque no lo es. Pero si se busca pasar un buen rato de entretenimiento cinéfilo sobre la vida de una de las personas más importantes del séptimo arte no hay que dudarlo. Es una manera más de homenajearlo.
Basándose en el libro "Alfred Hitchcock and The Making of Psycho" del escritor Stephen Rebello, el poco conocido realizador británico Sacha Gervasi (quien fuera guionista de "La Terminal") dirige su segundo largometraje (el primero fue un documental sobre un grupo de heavy metal), con el cual el espectador conocerá un poco más de la particular personalidad de "el maestro del suspenso", interpretado magníficamente por Anthony Hopkings (la prótesis y el parecido es genial), y la relación con su esposa Alma Reville, papel a cargo de una Helen Mirren que -como nos tiene acostumbrados- se brinda de lleno en su papel. La película, principalmente un drama biográfico repleto de ironías cómicas y sarcasmo, pone al descubierto su cautivadora y compleja historia de amor, que no siempre fue "de amor" sino una auténtica, dinámica, compleja, contradictoria, bella y dolorosa colaboración creativa, ya que ella, manteniéndose en un segundo plano, ha contribuido significativamente en los proyectos del director inglés que no siempre la valoró. Si bien la excusa para abarcar la intimidad, la vida diaria y la enigmática mente de este ícono cinematográfico es el mismísimo rodaje del aterrador thriller "Psicosis" (Psycho), Hitchcock" se centra en la persona y no en los pormenores de dicha filmación, aunque por suerte somos testigos de algunas técnicas utilizadas por Alfred para lograr que Janet Leigh (Scarlett Johansson), Vera Miles (Jessica Biel) y Anthony Perkins (llama la atención el increíble parecido del actor James D’Arcy) lograran transmitir en pantalla lo que se requería para esas controversiales escenas -que terminaron convirtiéndose en clásicas- (la de la ducha es la más conocida) con las que el legendario director marcó un antes y un después dentro del género del terror psicológico. Con una lograda recreación de aquella época, 1960, el film sigue paso a paso la turbulenta creación del clásico filme basado en la novela de Robert Bloch; el interés de Hitchcock en el asesino de la vida real Ed Gein (Michael Wincott); el casting del elenco; la obsesión por las mujeres rubias cuya belleza y poder frío y distante agraciaron e inquietaron sus filmes; y la lucha con los censores de Hollywood para lograr la exhibición de la película en la que, literalmente, invirtió todo. A lo largo de su desarrollo, Gervasi incluye referencias y guiños sobre la carrera de Hitch, la serie televisiva "Alfred Hitckcock Presenta", la presencia de los pájaros (clara referencia a la que fuera su siguiente producción) y el mítico "good evening". El reparto de esta entretenida propuesta se completa con Toni Collette como Peggy Robertson, la secretaria de Hitchcock, Danny Huston como Whitfield Cook, y Michael Stuhlbarg como el agente Lew Wasserman.
Un merecido homenaje Este film que marca el debut de Sacha Gervasi en la dirección, no es un biopic profundo y minucioso sobre la vida y obra del “maestro del suspense”, ni se presenta como tal. Basada en el libro de Stephen Rebello, “Alfred Hitchcock and the Making of Psycho”, la película se adentra en lo que fue la gestación, filmación y postproducción de Psycho (Psicosis), tal vez la más audaz aventura cinematográfica que se convertiría en el filme más controvertido y legendario del director británico. La historia se centra en un Hitcock que, desesperado por romper moldes y no repetir sus propias fórmulas, lo arriesga todo por adaptar la sangrienta novela de Robert Bloch basada en hechos reales. Y cuenta como Hitchcock, con su esposa y colaboradora Alma Reville, hipotecan su lujosa casa y su bienestar para inventarse una película donde su estrella femenina es asesinada a la media hora de proyección, lo que cambiaría la estructura formal de este arte al violar de forma consciente una de las reglas más antiguas de Hollywood. El relato se estructura narrativa y formalmente, y a manera de homenaje, como una especie de “Alfred Hitchcock Presenta” (la serie de televisión creada por este icono del celuloide), desarrollando una trama con tres conflictos importantes: por un lado las anécdotas de rodaje de Psicosis, manteniendo los aspectos principales de aquella como el endeudamiento personal para financiar el proyecto, la pelea con los estudios y la censura y el armado de una campaña de publicidad tan ingeniosa como efectiva y con la que lograría cuatro nominaciones a los Oscar. Por otro, la especial y significativa relación que el director mantuvo con su esposa y colaboradora Alma Reville, a quien le atribuyen la contratación de Anthony Perkins para el papel de Norman Bates o la elección de la música “afilada” compuesta por Bernanrd Herrmann para la escena de la ducha. Un tercer conflicto tiene que ver con las alucinaciones de Hitchcock sobre Ed Gein, el asesino múltiple que le dio las claves para el personaje de Norman Bates, y que presumiblemente Sacha Gervasi utiliza para crear algo de ese clima sombrío con el que emblemático director perfumaba sus historias. Hitchcock es un relato atractivo y entretenido que avanza con buen ritmo y calidad técnica, manteniendo el interés del espectador, homenajeando a uno de los hitos del cine y acercándonos al retorcido universo de Hitchcock, con más de una lógica licencia artística sobre lo que ocurrió realmente en el rodaje de Psicosis. Por ejemplo, ignoran la leyenda que cuenta como Saul Bass (aquel maravilloso diseñador de títulos de crédito), dirigió la antológica secuencia de la ducha cuando se enfermo Hitchcock, en lugar de su esposa como lo muestra el film. Anthony Hopkins ofrece una interpretación memorable, dando vida a este personaje tan particular,que con su característica papada, su particular tono de voz y movimientos o gestos distintivos, nos presenta a un ser humano carismático, divertido, audaz e imprevisible al mismo tiempo. Tanto la genialidad del maestro del suspenso, como sus obsesiones, su alcoholismo y su compulsiva glotonería, está muy bien retratadas por un Hopkins que logra hacerlo tan despreciable por momentos y tan irresistiblemente divertido en otros. Helen Mirren hace una creación sutil y magistral de la sufrida y sagaz Alma Reville, que logra retratar su complicada vida al lado de alguien tan singular como atormentado, tan extraordinario en su arte como retorcido en su existencia. Algo curioso ocurre con los actores secundarios, que logran imponerse a sus personajes, lo que ocasiona una rara sensación por la cual nunca logramos ver, por ejemplo, a Janet Leigh o Vera Miles, sino a una Scarlette Johansson que no logra evocar la figura, mezcla de fragilidad y sensualidad, de su personaje, o a una Jessica Biel fría y distante. La presencia de otros personajes caricaturescos, como el presidente de Paramount personificando la idea del directivo de estudio entrometido, o el escritor trepador que intenta seducir a Alma para triunfar en Hollywood, o el personaje Anthony Perkins (Un James D’Arcy siempre inseguro), no sobresalen en la trama pero sirven a la consecución del relato. Como un especie de macguffin (clásico recurso hitchconiano), el director Sacha Gervasi utiliza los entretelones de aquel arriesgado proyecto para presentarnos un relato que con gran simpleza narrativa y sin profundizar demasiado en los personajes, nos da un sutil pantallazo de otros aspectos intrigantes de la vida personal de un hombre que se vendió al público como marca registrada a la vez que ocultaba sus turbulencias emocionales, como la obsesión enfermiza por sus protagonistas femeninas, sus tendencias voyeuristas o su elevado interés por el lado oscuro de las personas y las cosas. Un hombre que comprendió antes que nadie que el director es la estrella y se lo hizo saber muy pronto no solo a la industria y a las estrellas que él dirigía, sino también al amado público Hitchcock no ahonda demasiado en la vida del director ni revela nada nuevo sobre el cineasta, pero es una propuesta entretenida, muy bien actuada y con una banda sonora (a cargo de Danny Elfman) que juega con el misterio, el romanticismo y el humor del relato, cuya simpleza dramática alcanza su máximo clímax cuando se recrea la primera vez que la famosísima escena de la ducha se vio en pantalla y Hitchcock tiene la oportunidad de escuchar las reacciones del público detrás de la puerta del cine, anticipándolas como si fuera un director de orquesta. Tal vez alguien que nunca vio la versión original de Psicosis, o no conoce nada del icónico director, perderá buena parte de la diversión, pero aquellos que si lo hicieron disfrutaran de la experiencia de revivir esa mítica escena de la ducha desde otra perspectiva. Hay un texto de Slavoj Zizek (filósofo y psicoanalista esloveno) muy interesante sobre Hithcock titulado "Nunca se puede saber demasiado sobre Hitchcock" ( Žižek, 2000), cuya consideración nos llevara a disfrutar un poco más de este film.
Hitchcock es la primer película de ficción del director ingles Sacha Gervasi. Después de pasar por los guiones de películas como “La Terminal”, se mete de lleno en la vida de uno de los directores mas influyentes de la historia del cine. Trama Macabra: Hollywood esta sin ideas y que mejor cuando no sabes que hacer que filmar como se filma una película. De eso se trata Hitchcock, de como el entorno del maestro del suspenso toma por sorpresa la decisión de Alfred, de adaptar un libro que parecía que no debía ser filmado. Cuando Hollywood encuentra una veta no la deja en paz, así paso con Dante’s Peak y Volcano, o la famosa Armageddon y Deep Impact, ahora le toca a uno de los pilares fundadores de la industria, con la diferencia que su hermana gemela “The Girl” fue estrenada en televisión y trata sobre el rodaje de “Los Pájaros”. Tampoco olvidemos que se esta por estrenar una serie basada en “Psicosis” llamada “Bates’s Motel” pero esta seria una precuela de la vida de Norman con su madre. Pacto Siniestro: Alfred después del éxito que tuvo con North by Northwest (Intriga Internacional) se encuentra en el incomodo lugar del descanso, eso no lo deja tranquilo y no para de buscar algo nuevo y diferente estilísticamente para filmar. En un giro del destino descubre el libro Psycho escrito por el autor Robert Bloch el cual intentará adaptar contando solo con la ayuda de su representante y su esposa Alma Reville. Hitchcock repasa rápidamente la realización de Psicosis desde la pre-producción hasta su estreno, pero no se detiene ahi, sino que lleva la historia para el lado de la relación entre Alfred y Alma. Creo que si tendría que definir Hitchcock diría que tiene una gran premisa, “detrás de todo gran hombre se encuentra una gran mujer”, y precisamente ese es el mensaje de esta película. Festín Diabólico: La película es rápida va al punto y no se detiene en complicadas explicaciones, es un relato simple, un guión que cierra por todos lados. Quizás para un espectador al que recien se le presenta la personalidad de Hitchcock como un genio del cine es la pelicula ideal, en cambio si ponemos a un cinefilo que conoce sus películas y su método de representación la cosa se pone un poco mas compleja y se piden otro tipo de menciones que no se explican en el relato, como por ejemplo, la absoluta obsesión por lograr la perfección en sus films, las complicadas relaciones que llevaba con sus protagonistas, sus cameos o inclusive porque Psicosis se filmo en blanco y negro. Creo que en este tipo de películas con este presupuesto la técnica es indiscutible, pero uno de los puntos altos del film sin duda es la música compuesta por el inoxidable Danny Elfman. Las actuaciones son factibles, cuando digo factibles es porque en realidad hay poco registro de la relación entre Alma y Alfred, tampoco hay que olvidar que esta película esta basada en el libro “Alfred Hitchcock and the Making of Psycho” por lo que la realidad se mezcla indefectiblemente con la ficción. Hopkins realiza una acertada caricatura del director que quiere llevar a cabo su película cueste lo que cueste, mientras que Helen Mirren lleva su papel con fuerza y contundencia anclando a la tierra al director y siempre guiándolo para que su proyecto salga adelante. Conclusión: Hitchcock es una simple y buena película que retrata un fragmento de la vida de uno de los directores mas famosos de la historia del cine, lo hace con rapidez, sin tiempos muertos pero con poca profundidad argumental y profundidad en su contenido.
Miradas profundas y misoginia Un cuidado diseño de producción cierra este curioso filme que da cuenta de un momento de lo que se presume fue la vida de Alfred Hitchcock, el maestro del suspenso. Alfred Hitchcock fue un realizador que cambió la esencia del thriller, acercándolo al gran público. El director Sacha Gervasi se basa en el libro de Stephen Rebello sobre la producción de "Psicosis", para hablar de las relaciones entre su mujer y colaboradora Alma Reville y dar testimonio sobre la filmación del clásico. La película se sitúa en 1959, cuando Hitchcock (Anthony Hopkins), ya es un director consagrado con más de cuarenta películas y decide filmar una exitosa novela de Robert Bloch, basada en el asesino Ed Gein, titulada "Psicosis". Anécdotas sobre su reaparición en una carrera que aunque exitosa, lo encontraba con casi sesenta años, dentro de la maraña competitiva hollywoodense, se suma al tratamiento de las singulares relaciones que lo unían a Alma Reville (Helen Mirren), su inteligente mujer, destacada montajista y guionista. CHICAS RUBIAS La fijación con las rubias, sus costumbres voyeuristas, los choques con Alma, de la que no podía prescindir, ni profesional, ni matrimonialmente, sus habilidades para manejar el marketing de "Psicosis", que fue un éxito comercial increíble son los detalles no demasiado novedosos que componen esta película. Lo mismo que el supuesto affaire entre Alma Reville (Helen Mirren) y Whitfield Cook (Danny Huston), el guionista de "Extraños en un tren", otro filme de Hitchcock. Sin embargo la solvencia profesional de su equipo, hacen posible una visión atractiva como es disfrutar del talento de Helen Mirren (Alma Reville), la trabajosa caracterización de Anthony Hopkins, como Hitchcock y el encanto y frescura de Scarlett Johansson, como Janet Leigh; o James D"Arcy, en el papel de Anthony Perkins. LA ASISTENTE Lamentablemente, no está aprovechada Toni Collette en el personaje de Peggy Robertson, como la supervisora de continuidades y asistente de Hitchcock a lo largo de sus mayores éxitos, por más de cincuenta años. Por supuesto que podemos apreciar la famosa escena de la ducha en "Psicosis" con sus particulares angulaciones, trabajadas por el director, que fue ensayada una semana, para luego filmarse en una sola y exitosa secuencia. De las razones de sus voyeurismo y preferencias por la violencia más su misoginia, no se dan explicaciones, sólo se utiliza el recurso de una presencia fantasmal del asesino serial Ed Gein (Michael Wincott), protagonista real de los crímenes de "Psicosis", que acompaña al director en algunas escenas. Un cuidado diseño de producción cierra este curioso filme que da cuenta de un momento de lo que se presume fue la vida de Alfred Hitchcock, el maestro del suspenso.
El problema de Hitchcock es que no se atreve realmente a nada. Sascha Gervasi produce un Hollywood y un Alfred plásticos y pintorescos que son pura impostación, y cuando uno supera el estupor de hallarse frente a ese universo de cartón digital, comprende que allí están los materiales en bruto insospechados para hacer una buena película. El Hitchcock de Hopkins, siempre de gesto exagerado y nunca una persona de carne y hueso, parece empujar la película hacia el absurdo y la comedia: Hitchcock se pasea por en su casa vestido de traje y le habla a Alma, su esposa, como si estuviera en el trailer de una de sus películas. Sigilosamente, el film de Gervasi se vuelve inestable, poco respetuoso con la figura real y, por eso mismo, atractivo e intrigante, hasta que el guión opta por un camino más predecible: la crisis matrimonial, que acaba con el delirio que se venía insinuando alrededor del thriller y el terror (Psicosis parecía contaminar lentamente el relato), inclina la historia hacia la seguridad del drama de pareja y de un tono que se quiere realista. De ahí en más, lo único que queda esperar son los retruques filosos de Helen Mirren, alguna anécdota simpática sobre la filmación y poco más que eso; la película elige explicar el rodaje de Psicosis como una suerte de catarsis de big Alfred y la psicología, que antes era prácticamente burlada (Anthony Perkins es contratado para hacer de Norman Bates cuando cuenta que estaba enamorado de su madre y quería que su padre muriera), pasa a ser el esqueleto que sostiene la película. El asesino Ed Gein imaginado por Hitchcock pierde su peso cuando el guión lo corre de la zona de desquicio inicial y lo vuelve algo así como la parte oscura del realizador, el murmullo del instinto que hay que acallar (antes, aunque imaginario, era un igual suyo, otro loco como él). Finalmente, la débil voluntad del comienzo de copiar la época y a sus protagonistas pierde impulso y del facsímil original solo son dignos de recuerdo la interpretación de Scarlett Johansson y su Janet Leigh, muy parecida en la voz, corte de cara y busto turgente.
Un viejo resentimiento, todavía latente Hay algo perverso en la manera en la que el film dirigido por el desconocido Sacha Gervasi se ensaña con su protagonista, pintándolo no como el genio que fue, sino más bien como a un niño caprichoso envuelto en ropas de hombre. No deja de ser una paradoja que una película en la que Alfred Hitchcock se queja constantemente de la falta de reconocimiento y valoración que sufre por parte de Hollywood vuelva a tratarlo con el mismo paternalismo y la misma desconsideración de la que Hitch se lamentaba con amargura. Hay algo perverso en la manera en la que el film dirigido por el desconocido Sacha Gervasi se ensaña con su protagonista, pintándolo no como el genio que fue, sino más bien como a un niño caprichoso envuelto en ropas de hombre, siempre dispuesto a un pataleo o un berrinche. Es como si el resentimiento que el gran director sufría de buena parte de la comunidad a la que él había contribuido a engrandecer –tanto artística como económicamente– todavía se hiciera sentir hasta hoy. Basado en el libro Alfred Hitchcock and the Making of ‘Psycho’ (1990), de Stephen Rebello, el Hitchcock de Gervasi y su guionista John L. McLaughlin sigue la línea directriz que en 1983 trazó el más documentado de sus biógrafos, Donald Spoto, cuando publicó La cara oculta del genio. Alfred Hitchcock. Allí Spoto, entre muchas otras infidencias, no sólo estableció la importancia decisiva que tuvo en la vida y obra de Hitch su mujer, Alma Reville, eterna compañera del realizador desde sus comienzos como asistente de dirección hasta su muerte, en 1980. El libro de Spoto también echó a rodar la teoría de la fijación sexual de Hitchcock con sus actrices rubias, particularmente durante el último período de su carrera, desde Grace Kelly hasta Tippi Hedren, pasando por Kim Novak y Janet Leigh. La película de Gervasi no hace nada por desmentir esa obsesión, sino más bien la alimenta, pero elige concentrarse en su relación con Alma durante la preparación y el rodaje de Psicosis (1960), uno de sus films más importantes y también más controvertidos. El problema central de Hitchcock no está en ese punto de partida, tan válido como cualquier otro. Justamente a partir de Spoto se sabe del nivel de influencia que tenía Alma en la obra de Hitch: ella era su primera y última consultora y, aunque su nombre no siempre figuraba acreditado, nada de la obra de su marido le era ajeno. Pero en su afán de hacer de Hitchcock un woman’s picture, una película reivindicatoria del rol de las mujeres en general y de esa en particular, el film se olvida de jugar con la opacidad esencial de Alma, con el misterio de su figura en las sombras. Interpretada con su autoridad habitual por Helen Mirren (actriz de carácter fuerte, si las hay), Alma no sólo le disputa protagonismo al hombre de quien la película toma su título. También inclina el relato hacia una zona tan poco interesante como inconducente, con una subtrama en la que Alma, harta de los caprichos y excentricidades de Hitch, consiente los coqueteos de un amigo guionista (Danny Huston) y acepta colaborar con él en un libreto, para desatar así los celos de ese hombre que sólo parece tener ojos para los senos de la protagonista femenina de Psycho, Janet Leigh (Scarlett Johansson, poco parecida a su original, pero de una gran presencia). No por nada, es Alma quien le aconseja a Hitchcock que la mate antes de los primeros 30 minutos de película. Como ese ejemplo, todo lo que tiene que ver con los detalles más famosos de Psicosis –empezando por la célebre y brutal escena de la ducha– encuentra en Hitchcock una explicación psicológica puntual, con causas y efectos específicos, como si se tratara de una suerte de Pyscho for dummies, algo imposible para una película tan compleja, polisémica, perturbadora. Es tal el reduccionismo a ultranza que practica la película de Gervasi –que por otra parte no pudo contar, por razones de derechos, ni con un segundo de metraje del original– que allí donde no encuentra un dato concreto del cual asirse, lo inventa, haciendo dialogar a Hitchcock, como si estuviera loco, con el fantasma de Ed Gein, el asesino real sobre el cual se basó Robert Bloch para escribir la novela que inspiró la película. Entre tanta torpeza, resulta absurdo ensañarse con Anthony Hopkins. Lo suyo es apenas el esforzado trabajo de mímesis de un actor prisionero no tanto de su maquillaje, sino más bien de las limitaciones de un guión que hace de su personaje un pelele y de una dirección que prefiere verlo como un muñeco ridículo antes que como al talento que fue. Y siempre será.
Para mayor lucimiento de Helen Mirren que Anthony Hopkins El nombre del film puede sugerir una biografía del maestro del suspenso inglés y llevar a error. En verdad, la acción se limita a unas pocas semanas de la vida de Alfred Hitchcock y quizás hubiese sido preferible que el título aluda más directamente a “Psicosis”, uno de las más célebres obras de su larga carrera. De hecho el guionista John J. McLaughlin reconoce basarse en el libro de Stephen Rebello: “Alfred Hitchcock and the Making of Psycho”. Pese a la reserva anterior, quienes quieran conocer algo sobre la vida del director de “Vertigo”, probablemente su obra maestra, no saldrán del todo defraudados. Ocurre que Alma Reville, su esposa y también a menudo coguionista no siempre acreditada, fue una figura central en su vida y en “Hitchcock”, su personaje se revela tan importante como la de su marido. Posiblemente el mayor mérito de esta parcialmente lograda película sea la elección de Helen Mirren para encarnar a Alma. Recordemos que ella ya había tenido importantes protagónicos en la década del ’70 (“El mesías salvaje” de Ken Russell, “O Lucky Man!” de Lindsay Anderson) y en los ’80 (“Excalibur” de John Boorman, “El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante” de Peter Greenaway) y que su carrera no se ha detenido hasta nuestros días (la reciente y no estrenada “La última estación”, junto a Christopher Plummer como Tolstoi). La fascinación que “Hitch”, como le decían a menudo, tenía por las rubias es uno de los hechos más famosos de su vida y en esta aparecen en calidad de personajes y/o en fotos, varias de ellas. Se menciona a Grace Kelly, a Kim Novak mientras que Janet Leigh y Vera Miles, ambas actrices en “Psicosis”, son personificadas respectivamente por Scarlett Johansson y Jessica Biel. Quien mejor da el personaje es la primera de las nombradas ya desde su primera aparición cuando la vemos ingresar de espalda bamboleando su trasero. El parecido físico con la esposa de Tony Curtis es razonable aunque a Sacha Gervasi, el director, esto no parece haberle preocupado excesivamente. En efecto, Helen Mirren se parece muy poco a Alma, lo que no es grave porque pocos la han visto en fotos. Quizás se le pueda objetar un poco más la caracterización que hace Anthony Hopkins, ya que sólo de perfil luce cierta similitud física. Esta diferencia notoria es sin embargo compensada por el actor de “El silencio de los inocentes” al lograr una buena imitación de la voz y los gestos (rictus) de su personaje. Lo más interesante del film, además de la ya señalada calidad de su principal intérprete femenina, son las escenas de “filmación” de “Psicosis” y en particular la escena de la ducha, donde se sugiere que gran parte del terror que ella genera se debió a la activa participación del maestro blandiendo incluso un cuchillo para extraer de la actriz la mejor interpretación. También conviene resaltar la buena caracterización que logra James D’arcy haciendo de Anthony Perkins. Y para los que idolatran el film, que fue el más taquillero del gran Alfred, digamos que aparecen brevemente actores personificando a John Gavin y Martin Balsam entre otros. El espectador encontrará algunas referencias a otros films sobre todo al inmediatamente anterior “Intriga internacional”, extraño nombre con que se conoció “North by Northwest”. Hacia el final un cuervo posado sobre el director señalará al que sería el siguiente opus de su carrera y a una nueva rubia, Tippi Hedren (madre de Melanie Griffith), que se hizo famosa casi tanto por “Los pájaros” como por el acoso y celos de su director. En suma, una aproximación algo light a uno de los personajes más famosos del cine, que logrará entretener a muchos pero no dejará conforme a los más conocedores de una mente que fue más tortuosa que la que aquí se presenta.
Aunque Hopkins se vista de Hitchcock... En su época Alfred Hitchcock (1899-1980) fue un director de enorme popularidad que si bien se dirigía al público masivo siempre se las arreglaba para hacer películas de autor disfrazadas de vehículos comerciales. Por desgracia debieron pasar muchos años para que al viejo Hitch se lo reconozca como lo que fue: uno de los más grandes realizadores de la historia del cine. Es inaudito que el artista que estuvo detrás de las cámaras en filmes antológicos de la talla de Pacto siniestro, La Ventana indiscreta, Vértigo o Intriga Internacional jamás haya recibido un premio Oscar de la industria a la que tanto ayudó a cimentar. El ego de los directores es una cuestión álgida y no son pocos los que han pisoteado sus propios ideales para obtener esa traicionera caricia por parte de Hollywood. Sin ir muy lejos pensemos en Martin Scorsese con Los Infiltrados, patética versión hiper comercial del formidable policial hongkonés Asuntos Infernales. Hitchcock sufrió largamente por el desplante de la Academia a lo largo de casi tres décadas pero siguió adelante con una prolífica producción que abarca más de cincuenta obras. Como paliativo en 1968 le entregaron el Irving Thalberg Memorial Award, una estatuilla que está lejos de hacerle justicia como director. Hitchcock, el Maestro del Suspenso propone un homenaje a esta legendaria figura del séptimo arte sin profundizar demasiado en su personalidad ni abundar en datos biográficos que ensombrezcan de alguna forma su memoria. El origen del proyecto surge del libro Alfred Hitchcock and the Making of Psycho (1990) escrito por Stephen Sembello, un auténtico especialista en el británico que aborda en este trabajo todo lo acontecido antes, durante y después del rodaje de Psicosis (1960). Sembello fue la última persona en entrevistar al cineasta el mismo año de su muerte y en 2008 fue convocado para grabar el único audiocomentario para la edición en DVD de este clásico absoluto. Por ende estamos hablando de una reconocida autoridad en el tema. Pese a ello la adaptación de John J. McLaughlin dista de ser interesante y toma varias decisiones que no funcionan. Por ejemplo las escenas imaginarias en las que Hitch interactúa con el tristemente célebre asesino Ed Gein (Michael Wincott) están claramente de más. El tono proclive a la comedia por el que se ha inclinado el muy flojo director Sacha Gervasi tampoco ayuda mucho. Las humoradas de Hitch a veces surten efecto y otras no, lo cual nos lleva al problema mayor de la película: Sir Anthony Hopkins. El actor de El Silencio de los Inocentes por desgracia se revela demasiadas veces por debajo del maquillaje y la caracterización de Hitchcock. Aunque Hopkins se vista del creador de Los Pájaros, Hopkins queda… Los conflictos que plantean Gervasi y McLaughlin sobre la génesis de Psicosis son de público conocimiento por cualquier cinéfilo bien informado. No hay nada, o casi nada, que nos sorprenda en la narración. En resumidas cuentas tenemos a Hitch buscando un proyecto diferente para no seguir repitiéndose tras el exitoso estreno de Intriga Internacional (1959), el hallazgo de una escabrosa novela de Robert Bloch que todos sus colaboradores consideran inadecuada para ser llevada a la pantalla grande, la contratación de Joseph Stefano como guionista (extraordinario aporte de Ralph “Karate Kid” Macchio que hace maravillas con una sola escena), el complicado financiamiento del filme (con Hitchcock y su mujer Alma Reville asumiendo los gastos tras hipotecar su casa hollywoodense), la negociación que hace en persona Hitch con la Oficina del Código Hays siempre dispuesta a censurar a piacere, la elección del elenco (muy buenas actuaciones de Scarlett Johansson y James D''Arcy como Janet Leigh y Anthony Perkins; sólo correcta de Jessica Biel como Vera Miles), las inseguridades de Hitch por lo que parece ser un coqueteo entre su esposa Alma (una vigorosa Helen Mirren) y el mediocre escritor Whitfield Cook (Danny Huston), los entretelones más jugosos del rodaje (no puede faltar la escena del asesinato en la ducha, por supuesto), las campañas de marketing encabezadas por Hitch que debían llamar la atención de los potenciales espectadores, el estreno en sólo dos salas y la contagiosa recomendación del público mediante el boca a boca que convirtió a sus responsables en millonarios en tiempo récord y, por último, la reconciliación de Alma y Hitch. Fin. Hitchcock, el Maestro del Suspenso intenta sacar provecho de un libro magnífico pero el resultado carece de auténtica pasión quedándose en un anodino término medio. Seguiremos esperando que alguien esté a la altura de un personaje tan grande. Aún con sus miserias y obsesiones, ése es el Hitchcock que queremos ver retratado…
Anexo de crítica Sin tratarse de una biopic sobre el padre de La Ventana indiscreta, el guión de John J.McLaughlin se basa en la novela biográfica de Stephen Rebello y se concentra básicamente en el proceso creativo y la producción de la película Psicosis (1960), un hito en la carrera de Sir Alfred y una gema del cine de horror que luego inspiraría hasta el hartazgo a tantos directores como malos plagiadores y copiadores de este realizador británico que jamás fue tenido en cuenta por la Academia y mucho menos por los Estudios hollywoodenses que siempre ponían un pero a sus propuestas alocadas en las que como todo artista con mayúsculas el riesgo de perder prestigio en pos de no repetirse estaba a la vuelta de la esquina. Entre los mayores defectos no puede dejar de remarcarse que la elección de Anthony Hopkins para dar vida a Hitchcock no fue la más acertada porque en ningún momento el actor logra desprenderse de su avasallante personalidad y carácter para jugar el rol del director de cine, a pesar de sus esfuerzos por copiar actitudes, gestos, maneras de hablar y un trabajo pormenorizado con el cuerpo que cumple con el objetivo de caracterización no del todo lograda por el maquillaje, pero no llega a deslumbrar. El beneplácito de que se hayan acordado de Alfred Hitchcock para esta época de productos sin contenido lamentablemente lleva a preguntarse si era tan difícil realizar una película con mayor peso -como el telefilm de HBO The Girl- a nivel cinematográfico o como reza el mito el indescifrable y misterioso genio anda rondando entre nosotros como un fantasma que no quiere ser recordado más allá de sus obras maestras y prefiere que lo dejen descansar en paz.
Las idas y vueltas del rey del suspenso Flaco favor le hace al cine y Hitchcock esta biografía con poca sustancia y con algunas maldades. No era fácil asomarse a la vida de este genial realizador, pero el punto de vista que adopta el realizador Gervasi (basado en un libro de Stephen Rebello que parece regodearse en inventariar sus defectos) convierten al rey del suspenso en un hombre caprichoso, y glotón, con una sexualidad turbadora, enamorado exageradamente de las rubias, un artista que se la pasa homenajeando a una mujer, Alma, su esposa, montajista, asesora, musa inspiradora, coguionista, una señora que flirtea con un escritor y hasta despierta los celos de su marido. El film tiene como centro al rodaje de “Psicosis” (1960) y todo lo que hubo alrededor de este film, el más exitoso de la vasta carrera de don Alfred. El argumento pone en primer plano los conocidos tironeos con el mundo de Hollywood y hasta nos presenta un Hitch medio delirante que se la pasa imaginando encuentros con el criminal que inspiró esta novela. Nada asoma del genio de este hombre que le dio a tanto al gran cine. No hay sutilezas ni reflexiones ni siquiera nos habla de la férrea disciplina creativa de este gran artista. Más allá de algunos puntos altos en el elenco y la ambientación, el boceto lo pinta como un mirón desorbitado, un hombre inseguro e impenetrable que deambula con sus dudas por ese hogar donde falta amor y sobre whisky.
"EL DETRÁS DE ESCENA DE UN MITO" No estamos frente a uno de esos biopics que repasan la vida y obra de su protagonista, sino que resulta uno de esos relatos que recortan un momento decisivo en la vida pública y profesional de un personaje d ela vida real. La trama se centra en un momento muy particular de la vida de Alfred Hitchcock; apenas se posa en un año, entre 1959 y 1960, en el que abordó el arriesgado proyecto que significó llevar al cine la novela de Robert Bloch: “Psicosis”. El rodaje de una de sus películas más legendarias resultó ser un proceso duro y lleno de obstáculos, en el que fue decisivo el apoyo y la inspiración creativa de su mujer, Alma Reville. Por otro lado, para darle más carnadura e interés, el filme explora los entretelones de la vida matrimonial del director inglés. A mitad de camino entre un retrato y una caricatura, el filme desnuda la obsesión de Hitch con sus blondas actrices, mostrándolo adorando las fotos de sus musas como Grace Kelly o Kim Novak; y obsesionado también con un posible romance que su mujer pudiera tener con un amigo / pretendiente guionista. Al filme de Sacha Gervasi le falta algo de profundidad en el enfoque; el guión de John J. McLaughlin se queda en el anecdotario y no ahonda lo suficiente como para generar real interés, alcanzándole los 90 minutos que dura la historia en pantalla. Anthony Hopkins no resulta una desacertada elección de cast, pues se necesitaba a un “enorme” actor para tamaña empresa, aunque no necesariamente tenía que ser tan conocido, ya que Hopkins no se funde lo suficiente con el personaje y se lo ve a él. Ya sea por el maquillaje o cierta falta de dirección actoral, no termina de convencer al 100%. En cuanto a Helen Mirren, su trabajo como Alma Reville le permite una mayor autenticidad y está mejor logrado; y en determinadas escenas comparte el protagonismo con el “redondo” director. No hubiese sido mala idea titularla “Alfred & Alma”, mucho más justo y acertado que el que tiene. El trabajo del diseño de producción a cargo de Judy Becker y del director de fotografía Jeff Cronenweth se centró en resaltar colores característicos de los años 50, haciendo hincapié en los colores cálidos, especialmente el rojo. El relato no deja de ser entretenido y genera enorme placer para los fanáticos de Hitch y “Psycho” ver recreadas situaciones tan conocidas como la famosa escena de la ducha, entre otras. Acceder a ese detrás de escena de la preparación de “Psicosis” es lo mejor del filme, además de las presencias de conocidas estrellas dándoles vida a los protagonistas del mítico filme: Scarlett Johannson como Janet Leigh, James D´Arcy como Anthony Perkins, y Jessica Biel como Vera Miles.
Dios salve a Hitchcock Decían que 2012 era el año de Hitchcock. La realización de dos películas centradas en momentos cumbres de su creatividad (The girl y este bodoque) animaron tal hipótesis y a juzgar por los resultados hay que decir que hubiera sido mejor dejar las cosas como estaban. Ninguna de las dos aprovecha la riqueza del director. La primera puede ampararse en el hecho de que es un telefilm; la segunda no tiene excusa. Sacha Gervasi hace una película horrible que no logra captar ni por un segundo el clima de las obras del maestro y sólo se concentra en si miraba o no a las rubias con las que trabajaba (¡como para no mirarlas!) o en desnudar aspectos “misteriosos” de su personalidad. En realidad, se enfoca en los vericuetos durante la filmación de Psicosis pero nunca escapa a la archiconocida teoría del conflicto central: el héroe que se enfrenta a los obstáculos y finalmente triunfa frente a sus adversarios. El presupuesto que la sostiene es verdaderamente básico e inoperante: creer que lo más interesante es el amarillismo que se puede explotar a partir de las contradicciones de un artista. Se suma así a una larga tradición de películas condenadas al olvido. Por otro lado, se insiste sobre una de las ideas más inútiles de la historia de este arte, es decir, la actuación mimética. La interpretación de Hopkins (que desde Lo que queda del día, nunca volvió a actuar bien) está al borde de lo insoportable (más cerca de Aldo Camarota que de Hitch). Los rasgos físicos son tan ridículos como sus movimientos, y la voz impostada carece de cualquier rasgo de verosimilitud. Por otro lado, la opción estética de colores chillones, más cerca de la publicidad que del cine, no suman nada respecto de Psicosis y de los aspectos visuales fotogénicos en blanco y negro del clásico film. Uno se pregunta cuál es el móvil que opera detrás de esto y la única respuesta que se me ocurre pasa por considerar el lado más elemental del voyeurismo, aquel que se nutre de las llamadas biografías no autorizadas o los escándalos de E! Entertainment Television. La supuesta reivindicación que muchos quisieron ver de Alma Reville, su mujer, una montadora excepcional, en la piel de Helen Mirren, no es más que un ápice de inspiración en medio de un camino plagado de signos faranduleros. Es esta clase de películas las que reivindican cierta mirada de psicoanálisis burdo y hacen honor a libros como el de Donald Spoto, Alfred Hitchcock, la cara oculta de un genio, tendiente a reivindicar aspectos biográficos cuyas páginas se reducen, más allá de datos interesantes, a que al director le gustaban las rubias y sufría por ello. Frente a esto, casi como un acto de resistencia, me atrevo una vez más a disfrutar un libro que celebra el séptimo arte, El cine según Hitchcock, de alguien que amaba la profesión de director, Francois Truffaut. Y por supuesto, recomendar unas cuantas veces más las películas del maestro inglés para invertir mejor el tiempo.
UN MISTERIO DENTRO DE OTRO MISTERIO En Hitchcock se intenta describir la personalidad del mítico director inglés y su matrimonio con Alma Reville, a la vez que se narra el proceso creativo que lo llevó a Psicosis. La superposición de temas resulta demasiado para este pequeño film. Meterse con Alfred Hitchcock es meterse en problemas. ¿Qué posibilidades tiene un director desconocido de salir airoso de un proyecto que tiene al director inglés en el centro? Pocas, sin duda. Nadie le pide a Gervasi que sea un genio fundamental de la historia del cine ni que haga una obra maestra. Qué nuestro amor por Hitchcock no nos lleve a odiar ni amar demás esta película. Hitchcock arranca con el estreno de Intriga internacional (North by Northwest, 1959) y las dudas posteriores del director sobre qué proyecto llevar adelante. El film cuenta este proceso, los riesgos que asumió y, esto queda claro, la genialidad que tuvo para seguir adelante contra todos los prejuicios. En paralelo la película bucea en los miedos del director y describe su personalidad con un poco de morbo pero siempre con cariño. También busca analizar su matrimonio con Alma Reville, tratando de reivindicar fuertemente la figura de ella. Demasiadas cosas al mismo tiempo, demasiados frentes muy complejos cada uno por separado, e inabarcables todos juntos. De dichos frentes el que mejor funciona es el del proceso de elección, desarrollo, filmación y estreno de Psicosis. Resulta incluso muy emocionante el momento del estreno. Y emociona porque nosotros sabemos que se trata de una obra maestra que cambiaría para siempre la historia del cine. Pero la emoción no es completa, como tampoco lo es el humor ni el interés por el protagonista. Esto se debe a varios factores, empezando por el protagonista, Anthony Hopkins, actor de probado talento que lamentablemente aquí realiza una de sus peores actuaciones (recordemos que también falló cuando interpretó a Picasso en el film de James Ivory). Pero hay dos elementos de punto de vista que destruyen la potencia del relato. Es un tema que realmente interesa el matrimonio Hitchcock-Reville. Recordemos que la desconfianza dentro del matrimonio es una de las obsesiones de la carrera de Hitchcock (Rebecca, La sospecha, La llamada fatal, Cortina rasgada, entre otros títulos) y por lo tanto es divertido llevar eso a su propia vida. Pero el film, en su afán de reivindicar a Reville, comete el error de abandonar el punto de vista del director y dividir el relato entre ambos personajes. Eso le quita fuerza a la paranoia de Alfred y le quita toda la gracia. Es insólito que, habiendo estudiado a Hitchcock, no hayan respetado las enseñanzas del maestro del suspenso. Pero lo peor es toda la subtrama del asesino serial en el cual se basó la novela Psicosis de Robert Bloch. Hitchcock despreciaba el realismo y que no había salido bien parado en la taquilla cuando hizo la película “basada en hechos reales” El hombre equivocado. Aquí, de forma lamentable, insisten sobre ese personaje de asesino de la vida real y lo hacen convivir con Alfred Hitchcock en la imaginación del director. Todas escenas son descartables y hasta me atrevería a decir que si se las quita del montaje no alteran la trama. Pasemos para cerrar a los puntos positivos. La mencionada emoción funciona a pesar de la sobreactuación lamentable de Hopkins, y el humor con el que abre y cierra el film, también. El elenco, fuera de Hopkins –y del innecesario personaje del asesino, interpretado por Michael Wincott- es brillante. Brillante y desperdiciado en gran medida, a excepción de Alma Reville (Helen Mirren sin intentar jugar a las imitaciones) y Janet Leigh (Scarlett Johansson en la mejor actuación de su carrera). Además de bien interpretado, Leigh es un personaje luminoso, bello, inteligente, generoso. ¡Qué bien queda Janet Leigh en esta película! Lujos extras son Toni Colette como la secretaria de Hitchcock, James D´Arcy como Anthony Perkins (parecido hasta lo inquietante) , Jessica Biel como Vera Miles y Danny Huston como Whitfield Cook (guionista de Pánico en la escena y Pacto siniestro). No debe haber proyecto más difícil para un director que retratar la genialidad de otro director. Alfred Hitchcock es, además, el más popular de los directores clásicos, con lo cual se hace aun más complicado. Hitchcock falla por las limitaciones del director y de la historia, pero no es tampoco una experiencia bochornosa. Siempre pensé como habrá sido presenciar el estreno de Psicosis. A partir de esta película ya lo sé.
Para conocer las obsesiones, secretos y pasiones de Alfred Hitchcock. Un acercamiento al backstage de “Psicosis”. Todo comienza en junio de 1944 cuando el empieza a relatar varias historias desde tiempos remotos, hasta realiza alguna referencia a Caín y Abel. Nos ubicamos en Chicago el 8 de julio de 1959, donde Alfred Hitchcock ya tenía en su haber 49 películas con sesenta años de edad. En ese año ya había estrenado, entre otras, “North by Northwest” (“Con la muerte en los talones" –España e "Intriga internacional" en Hispanoamérica), protagonizada por Cary Grant y Eva Marie Saint. El film “Psicosis” se instala dentro de su filmografía, reconocida como una de sus mejores películas, la prensa lo sigue y a esa altura ya lo llaman “el maestro del suspenso”, es el momento en que el espectador nota que este gran artista, le tenía miedo al paso del tiempo, a la vejez. Casado con quien se convirtió en su mano derecha la inglesa Alma Reville (interpretada por Helen Mirren), a quien conoció mientras ambos trabajaban para la empresa Famous Players-Lasky Studio de la compañía Paramount en Londres, en los primeros años de la década de 1920. Se casaron en diciembre de 1926, tuvieran una hija pero en el film solo se la menciona. Ellos a la hora de intercambiar ideas podían hablar de igual a igual, fuera del temperamento de ambos. Su secretaria es Peggy Robertson (Toni Collette), una buena composición del personaje y bien actuada, además de vestuario y maquillaje. La trama gira en torno a Alfred Hitchcock cuando se encontraba filmado “Psicosis” (1960) una novela de Robert Bloch sobre un asesino serial. La Paramount rechaza la financiación, comenzamos a transitar la lucha contra la calificación de la MPAA; la relación con las actrices, la comida y la bebida. Esto parece increíble, tuvo que hipotecar su mansión de Los Ángeles para financiar su proyecto, y la satisfacción llega después transformándose en el mayor éxito de su carrera, (como todos sabemos). Ahora quienes rechazaron esta película, creo que deben seguir lamentando su falta de visión a la hora de la elección. Cuando el rodaje se pone en marcha, algunos directores comienzan a soñar con su futura creación, escriben detalles que surgen al pasar, en las noches uno de los momentos más tranquilos tal vez pudo imaginar al asesino y crear a Anthony Perkins, interpretado modestamente por James D'Arcy. A este actor casualmente lo vimos hace poco en el film “Cloud Atlas: La red invisible” (2012). Pero además él siente celos de su esposa Alma Reville por la amistad que mantiene con el escritor Whitfield Cook (Danny Huston). En medio del rodaje de “Psicosis” Hitchcock cree que ellos están manteniendo una aventura; esos celos y las obsesiones se incorporan en la escena cuando Janet Leigh (Scarlett Johansson), se encuentra en la ducha, (¿quién mata a la protagonista?), secuencia que se encuentra en la mitad de la película. Uno de los momentos más impactantes y recordados a lo largo de los años en la historia del cine como también la música de Bernand Hermand. Esta escena es la que más se estudia en las escuelas de cine, en psicología (doble personalidad, las obsesiones sexuales, entre otras), y además tiene varias parodias. Todos los elementos tuvieron un lugar de importante, hasta la casa en la colina que sigue siendo la más visitada en la actualidad. Uno de los momentos más emocionantes es cuando Hitchcock, durante el estreno de la película, se encuentra fuera de la sala de proyección esperando la reacción del público, (es como cuando un padre espera en el Hospital escuchar el llanto de su hijo), disfruta la realización de su trabajo y su repercusión. Resulta un poco lenta en el comienzo, pero progresivamente va creciendo en interés. La actuación de Anthony Hopkins es memorable, mantiene los gestos, los tics, su voz, sus movimientos y caracterizado con un buen maquillaje en todo su cuerpo. Aparece en algunas oportunidades dando apertura y cierre como en la serie de televisión “Alfred Hitchcock Presents”. Otra de las grandes actuaciones pertenece a la ganadora de un premio Oscar por “La reina” (2006) la inglesa Helen Mirren revelando la relación con el cineasta mostrando nuevamente una actuación notable. Otros personajes son: Jessica Biel, como Vera Miles (el personaje de esta era Lila Crane); James D'Arcy, interpretar al asesino Anthony Perkins; y Michael Wincott, que interpretará a Ed Gein. Al final se hace una mención de la próxima película que es “Los pájaros” (1963).
Poco sobre aquel hombre que sabía demasiado Es una lástima que, siendo tan rica la producción cinematográfica de Alfred Hitchcock (y tan pródiga en anécdotas su trayectoria profesional), las nuevas generaciones sólo puedan conocerlo a partir de insulsas remakes o guiños en sátiras menores. Un documental con el maestro contando sus artimañas ilustradas con las mejores secuencias de sus películas no sólo sería un festín para los cinéfilos sino que, además, no estaría exento de las dosis de humor, suspenso y diversión que la mayoría de los espectadores esperan al sentarse en la butaca de una sala de cine. Pero reconozcamos que, en principio, las biopics suelen ser mejor recibidas que los documentales: al público parece no gustarle tanto revisar fotos viejas como tener a la persona en cuestión cobrando vida ante sus ojos, haciendo una suerte de viaje en el tiempo sin mediar la nostalgia. El problema es que la reconstrucción de momentos de la vida de figuras públicas del pasado suele llevar a simplificaciones y a una liviandad que ya habíamos analizado años atrás, en una nota que llamamos El discreto encanto de las biografías. Basado en el libro Alfred Hitchcock and the Making of ‘Psycho’, de Stephen Rebello, este Hitchcock de Sacha Gervasi (1966, Londres, Inglaterra) utiliza el nombre del director de Vértigo (1958) para plasmar algo parecido a un discreto telefilm, con el consabido despliegue de vestuario y escenografía (elegantes sombreros, corbatas, sillones y cortinados de los ’60) más datos biográficos deslizados como al descuido en los diálogos (del tipo “¿sabías que Hitch me pidió que fuera su asistente antes de invitarme a salir?”). La fórmula incluye una serie de obstáculos que serán superados al final de la trama. Respetando de alguna manera la tendencia de este tipo de productos, la película dedica demasiada atención a un personaje femenino: Alma Reville, compañera del realizador. Por momentos, parecería más pertinente que lleve como título Alma en vez de Hitchcock. A esto se suma el hecho de que a Helen Mirren se la ve realmente convincente y seductora en ese personaje, mientras el Hitchcock de Anthony Hopkins luce como un muñecote glotón y desconfiado, que anda por la vida sacando panza y comportándose como alguien de pocas luces. Escrito por John J McLaughlin –de importante experiencia en series de TV–, al guión le importa más cierto jugueteo de la pareja central con las posibilidades de infidelidad que la pasión de Hitchcock por el cine. Cuando se lo ve al mítico realizador inquietándose con los críticos que intentan ver en Chabrol o Clouzot a nuevos maestros del suspenso, enfrentando las presiones de los censores y la Paramount, o esperando expectante las reacciones del público ante la famosa escena de la ducha de su Psicosis (1960), el film se torna divertido. Los sarcasmos deslizados con sobriedad inglesa por Hitch y Alma en sus conversaciones de entrecasa, en cambio (a veces mordiendo una tostada o una fruta como remate), resultan impostados, un poco como esas frases ingeniosas previas al cambio de secuencia en las series de TV. Y así como fue un acierto la elección de James D’Arcy para encarnar a Anthony Perkins y resultan bienvenidas cada una de las intervenciones de Scarlett Johansson (bella y expresiva), la inclusión de sueños o encuentros imaginarios con el asesino que sirvió de inspiración para Norman Bates sólo aportan algo de confusión. Es una lástima que por problemas de derechos no se muestre escena alguna de la película de la que todo el tiempo se habla, apelando únicamente a la música y los afiches. Pero más desalentador es que una obra que gira en torno al cine evidencie una cinefilia limitada a lo puramente anecdótico y superficial (con repetidas referencias al desnudo de Janet Leigh y a la truculencia del asesinato en la ducha, o a la importancia de no revelar el final, como si el valor de Psicosis dependiera sólo de esos dos momentos). En una escena alguien le reprocha a Hitchcock “Cuando quieres hacer algo nuevo perdemos dinero”. Paradójicamente, la Fox y Gervasi parecen haber tenido presente esa advertencia para realizar este producto ligeramente simpático pero tan convencional y poco moderno.
Que Anthony Hopkins parezca una caricatura de Hitchcock más que una representación del director de tantísimas películas de suspenso, estimo que habrá sido la intención de los realizadores, incluyendo a Sacha Gervasi en su rol de director. Entendiendo este punto como un pequeño guiño a la platea, que jamás logrará sacarse de la cabeza al auténtico “maestro” gracias a sus capítulos de “Alfred Hitchcock presenta” -cuyas frases celebres son utilizadas al comienzo y al final de esta historia-, la propuesta de recrear los meses en los cuales se llevó adelante el rodaje de Psicosis resulta de lo más entretenido, ágil e incluso, por momentos, cómico. Siempre con la ironía a flor de piel y algún bocadillo que descolocaba a su interlocutor, Hitchcock se enfrenta a toda la industria en pos de conseguir que el libro Psycho fuera su próxima película, algo con lo que ni la prensa ni los estudios estaban de acuerdo. Financiada de su propio bolsillo, con la posibilidad de perder su hogar y cegado por los celos que despierta la relación laboral de su mujer Alma (Helen Mirren, lo mejor del filme) con un autor que desea imitar el estilo hitchcockiano, el director de Intriga Internacional se sumerge en una depresión que pondrá en jaque la conclusión de la película y el futuro de su matrimonio. Además, por allí se pasean tres importantes actrices en roles pequeños y con diverso nivel de destaque. Toni Collette pasa casi desapercibida como la secretaria personal de Hitch, Jessica Biel plasma el alivio de las tantas “chicas rubias” que deseaban dejar de trabajar con el director y Scarlett Johansson aporta frescura, juventud y sensualidad, como siempre.
Es difícil abordar una película como “Hitchcock” sin caer en una mirada profunda sobre el genial director. Pero sería más un dossier que una crítica o comentario. Es más práctico establecer un cuadro de situación en el cual tendremos dos tipos de posibles espectadores: Los que conocen y vieron la vida y obra del maestro Los que apenas escucharon su nombre, o directamente ignoran de quién se trata.. Siempre habrá sido tentador el libro de Stephen Rebello “Alfred Hitchock y la realización de Psicosis”, editado en 1990. Narraba minuciosamente el día a día desde que Alfred consiguió los derechos del libro hasta el estreno “Psicosis” en 1960, pasando por todas las vicisitudes posibles, incluyendo el casting, dos guionistas, la puja con la Paramount que no quería financiarla, la hipoteca de su propia casa, la relación con Janet Leigh, etc. También era prometedor que John McLaughlin estuviera a cargo de la adaptación luego de su auspicioso trabajo con “El cisne negro” (2010). ¿Y el director? Sacha Gervasi tiene en su currículum el trabajo como guionista de “La Terminal” (2004). Quién no se sentiría convocado por un reparto en el cual Anthony Hopkins tiene el rol principal, luego de haberlo buscado afanosamente, y a Helen Mirren personificando la eterna y fundamental esposa, Alma Reville. Todos los condimentos dados para una película inolvidable. Bueno, poco de esto ocurre aquí. El problema principal está, paradójicamente, en el guión. Es como si en lugar de adaptar el libro, tomando la minuciosidad de los detalles como elementos novedosos y contribuyentes al efecto dramático de la historia, McLaughlin hubiera adaptado la síntesis de la contratapa. Luego, para los conocedores no habrá sorpresa alguna, pues nada de lo que se cuenta se destaca por sobre lo que podamos haber escuchado de generaciones anteriores de cinéfilos, o en cualquier charla-debate sobre la filmografía del maestro. Para cuando el realizador se da cuenta de todo esto ya es tarde para transformar el contexto de la filmación de “Psicosis” en la historia del amor incondicional que Alma tenía por Alfred. Por suerte dos grandes actores logran momentos de gran fuerza interpretativa como para justificar el intento. Por otro lado están los espectadores que nada saben de esto. “Hitchock” arranca desde el primer minuto asumiendo que todos saben de qué y de quién se está hablando. Es mas, en la primera escena, Alfred rompe la cuarta pared retrocediendo en el tiempo y al escenario en donde ocurre el crimen que inspiró el libro de la película en cuestión: “si no hubiera ocurrido este crimen, no habría película”, y se retira con la música de la serie Alfred Hitchcock presenta. Corte al estreno de “Intriga internacional” (1959). Corte a una mañana en la cual el maestro busca inspiración para su próximo proyecto. Así hay poca información como para que los espectadores ignotos entren en el juego de la propuesta, aunque es cierto que la estructura narrativa responde a los cánones clásicos del cine estadounidense. Hay una historia que se cuenta y el ritmo narrativo no decae merced, principalmente, a las actuaciones. ¿Pero hay buenos momentos? Dos: La escena en la que Hitch dirige la escena de la ducha y la del estreno de “Psicosis”, con un Hopkins (Hitchcock) impagable. Ocurrió con “Titanic” (1997) y con varias otras buenas películas que abordaron el desafío de contar una historia con todo el público sabiendo como termina. Sabemos cuando arranca “Hitchcock”, que “Psicosis” se filmó y es considerada como una de las obras maestras del cine de todos los tiempos. Lo que pasó en el medio puede resultar atrapante y divertido por conocer, pero no es lo que ocurre con esta producción.
Anexo de crítica El relato reconstruye el momento personal del genial director al momento de comenzar a rodar Psycho. Si bien el relato es ameno y se pasa un rato agradable en la sala, la historia tiene a mi modo de ver dos grandes defectos: el primero, es que la película parece dubitar en varios momentos si focalizarse en el backstage del film de terror, o en los conflictos domésticos que protagonizan Hitchcock y su esposa, Alma Reville. Inspirada en gran parte en el documental The making of Psycho de 1997, el relato prefirió no tomar ese mismo camino, pero lamentablemente el conflicto doméstico -cuasi adolescente- con que se pretende sostener el dramatismo de la historia resulta al menos risueño. El segundo defecto que presenta el film es la pobre actuación de Hopkins, de quien reconozco no ser un gran admirador. La impresión que me llevo al ver su creación de personaje es que Hopkins vio todos algunos capítulos de Alfred Hitchcock presenta y en base a esa suma de estereotipos armó el personaje. En cambio, sí se destaca la labor de Helen Mirren, como la esposa del director inglés.
Es una de las figuras más evocadas y respetadas del cine. Tanto para hablar de lo comercial, del Studio y Star System como para hablar del tan polémico cine de autor, el hombre es figura puesta entre los ejemplos. Y sus películas hablan por sí solas: cuando las ves, no dudás del por qué de su fama. Este retrato de la vida del director cuando realizaba una de sus películas más conocidas (Psicosis), empieza con el claro retrato de sus entrevistas y de cómo gustaba de presentarse. Eso ya es una estaca directa al corazón cinéfilo. Después nos lleva por el vértigo del día después del estreno, de la repercusión de las críticas y de cómo el artista vive en esa constante nebulosa de pensar que a lo mejor nunca vuelve a tener la oportunidad de hacer una película. El guión es simple y está enfocado en él y en la dinámica que quiere explotar con su mujer. Sus romances platónicos con sus rubias y los celos de las páginas de otros junto con sus muchos fantasmas (como el de ver a un asesino imaginario como su muso inspirador) demuestran que el genio detrás de la cámara mucho tenía que ver con los genios que dormían en la misma habitación. Sin embargo, el director, Sacha Gervasi, se muestra convencional en el planteo. Una ambientación correcta, con un vestuario acorde (mucha saturación de colores para dar esa estética “de película pintada”) que nos lleva al corazón del estudio en esos años en los que el cine clásico llegaba a su fin y los exteriores empezaban a ser un must en los sets. La actuación de Anthony Hopkins me fascinó. Tal vez porque he visto millones de entrevistas a Hitch y sé su capacidad de ser increíblemente simpático y meticuloso para hablar sin que se le escapen mayores gestos pero todo lo afectivo y el carácter de la película recae en la Alma de Helen Mirren. Con su capacidad de no achicarse frente a nadie en pantalla, construye a esta mujer compleja, que siente el frío de la sombra del marido y que al mismo tiempo es la que construye ese monumento. El elenco de reparto incluye a Jessica Biel, Scarlett Johanson, Toni Colette y Ralph Maccio (sí, Daniel San de Karate Kid). No están mal pero sus apariciones con casi guiños a la película que se está creando más que ser una construcción real sobre un personaje. Funciona porque lo importante es la dinámica del matrimonio. Una película tierna, para amantes del cine que encuentran esos guiños y esos gestos como un espacio directo para soñar con la maravilla del celuloide naciendo…aún con violines de fondo y una ducha sangrienta.
Correcta y desabrida Alfred Hitchcock tiene una figura particular. Por esta imposibilidad de parecérsele, tanto en rasgos como en gestos, la encarnadura que hace Hopkins en el filme de Gervasi siempre está amenazada de estar al borde de la sobreactuación. Este detalle termina atentando contra la validez misma del filme. El resto de la historia es una especie de anecdotario sobre la difícil personalidad de Hitchcock, sobre todo la relación con su esposa y colaboradora Alma Reville y los pormenores del proyecto, rodaje y estreno de su más exitosa película, “Psicosis”. Podría definirse a este biopic parcial de correcto y desabrido. Esta aproximación al extraordinario personaje que fue el cineasta londinense se hace a través del rodaje de “Psicosis”, sus enfrentamientos con los productores y los censores de Hollywood y su particular historia de amor con Alma, pero no alcanzan: el perfil del director sigue siendo la sombra que aparece en varias de sus películas. Seguramente, Gervasi se acerca más al director de “Los pájaros” cuando la cámara lo toma, sin palabra mediante, como un voyeur que hurga a sus actrices semidesnudas a través de los agujeritos hechos en las paredes de su oficina en los estudios de Paramount.
Ventana indiscreta para espiar a Hitchcock Unos dias antes de ver este filme, pude acceder a ver "The girl"(2012,Julian Jarrold), correcto telefilme que refleja las vicisitudes de Don Alfred H. ante su rubia nueva "Tippi" Hedren en la filmación de "Los pájaros", resaltando la supuesta fijación morbosa que despertaba la debutante actriz ante él, y a la vez como el mago del suspenso veía frustadas sus actitudes de acercamiento a poder relacionarse con alguna otra mujer que no hubiese sido su esposa y única fémina en vida: Alma Reville.Por cierto aquí vimos al personaje base encarnado por ese estupendo actor Toby Jones, que daba una muy exacta máscara, en tanto Alma estaba muy acertada en la figura y talento de la venerada Imelda Stauton. Pero no daba más que eso, de ser un correctísimo producto de HBO. Ahora con ésta, los espectadores cinéfilos estarán a sus anchas -aunque tanto se ha criticado la personificación de Anthony Hopkins, que tampoco es como opinaron algunos un desastre-, y lo que disfrutarán es acercarse casi indiscretamente a lo que fué la búsqueda, preparación y ejecución de una de las mayores obras del director: "Psicosis" de 1960. También la trama brinda pinceladas de la relación entre éste y su mujer, se sabe claro que su carrera pródiga en títulos notables, no hubiese sido lo mismo de no haber estado Alma en su vida. Y se vincula a la guionista y asistente con otro de su profesión como un romance tampoco no consumado, lo cual desata reacciones del obeso inglés que se dedica más a ser un sibarita de gutos alimenticios muy refinados y excesos etílicos varios. Todos los que hemos buceado en su vida, conocemos que reemplazó el sexo que no tuvo por los placeres gastronómicos de manera desaforada. La pregunta es "Pero qué no se sabe de Hitch"??, Donald Spoto en su gigantesca biopic lo define como "Un almacén de todo cuanto de contradictorio hay en la naturaleza humana". En la peli hay guiños de humor como cuando se inicia y finaliza con Hopkins hablando a la cámara en un símil de presentación de la fabulosa serie de TV "Alfred Hitchcock presenta", el tema de querer censurar al filme por mostrar por primera vez un inodoro en pantalla o las fantasías al dislumbrar la presencia del asesino genuino en el cual se basa la trama de "Psycho" y lo cual tan solo es un producto de su poderosa imaginación. El filme no trae nada nuevo para quiénes disfrutamos de su filmo de memoria, ergo defraudará a muchos, no obstante es simpática. Helen Mirren es mucho más atractiva que la verdadera "Alma", Scarlett más provocativa que Janet Leigh, Jessica Biel está lejos de parecerse a Vera Miles y si el actor James D'Arcy es un calco total de Tony Perkins. La única heredera hija (Patricia), es autora de unas memorias tituladas "Alma Hitchcock: the woman behind the man" (La mujer detrás del hombre), donde sostiene que si bien todo el mundo consideraba a su padre un genio, ella prefirió escribir sobre su madre. No puede haber reconocimiento mayor. Y en el libro, Patricia habla de Alma como de una persona feliz, sin resentimientos, a la que no le importó que todos los méritos se los llevara su marido, aunque ella colaborara en casi todas sus películas y tomara decisiones claves. Sus padres tuvieron un matrimonio larguísimo, y a ambos los unía el humor y la dedicación al trabajo fílmico.
Alfred Hitchcock fue y seguirá siendo uno de los directores más importantes y famosos en la historia del cine. Su trascendencia como artista fue reconocida tanto por críticos contemporáneos a sus películas (y otros muchos actuales) como por colegas de todo el mundo (léase "El cine según Hitchcock" de Francois Truffaut). Pero la parte de famoso no fue menor. Además de haber dirigido poco menos de 70 películas, a mediados de la década del 50, Hitchcock aprovechó el apogeo de la televisión para lanzar su propio programa en el cual presentaba semanalmente historias de suspenso y misterios, que supervisaba personalmente y en algunas ocasiones también dirigía. Dicho esto, existe muchísimo material audiovisual y literario sobre la vida del excéntrico genio. Y es que el buen Hitch ("without the cock" como le pedía a sus actrices que le llamaran) estuvo siempre muy expuesto en el mundo del espectáculo. Basta con hacerse de alguna de sus películas en DVD o Blu-Ray, ver los extras y nutrirse de toda su vida y obra. O en su defecto adquirir alguno de los varios libros que se escribieron sobre él. Su vida fue indudablemente interesante, repleta de anécdotas que ayudan a comprender sus fobias, sus placeres y su particular personalidad. Cuando Hitchcock era tan solo un niño, su padre lo castigó por una travesura y le obligó a entregarle una nota al oficial que se encontraba en la comisaria aledaña a su hogar que dictaba que lo debía encerrar en una celda por un rato. Esto probablemente explique su temor y rechazo a la policía por el resto de su vida. Y lo que es más interesante, quizás resulte un indicio de porqué supo retratar durante varias de sus películas a personajes que eran acusados de un crimen que no habían cometido. Véase Intriga internacional, El hombre equivocado, Saboteur, El hombre que sabía demasiado (película que fue filmada originalmente en su Inglaterra natal y luego él mismo se encargo de hacer la remake con Jimmy Stewart en Hollywood) y Los 39 escalones entre muchas otras. Curiosamente en Psicosis, su película más popular y debatiblemente más importante, sucede todo lo contrario. Prácticamente todos los personajes son culpables de algo, y por eso su protagonismo dura tan poco, al punto de que uno de los aspectos más sorprendentes de la estructura narrativa del film es que el protagonista que lleva la historia adelante cambia cada 30 o 40 minutos. El problema de Hitchcock (la película, no el director), más allá del irregularmente acertado casting (Anthony Hopkins y James D'Arcy sorprenden con su parecido físico a Alfred Hitchcock y Anthony Perkins respectivamente, pero Scarlett Johansson y Jessica Biel están ahí porque probablemente algún productor pensó que la película vendería más) es que no tiene nada nuevo que contar. Ni siquiera se trata de un making of de Psicosis, que más allá de algunos altercados fue una producción considerablemente normal, sino más bien del contexto en el cual se realizó, y lo que presuntamente pasaba por la cabeza del director al filmarla. Hitchcock siempre admitió que se aburría y hasta se quedaba dormido en los platós porque para él la película ya estaba completa en su cabeza una vez terminada la pre-producción, luego sólo restaba ensamblarla. Con lo cual tampoco hay demasiada historia detrás de la realización, y es por eso que el director, Sacha Gervasi y el guionista John J.McLaughing encaran su historia más hacia lo personal, y particularmente sobre su relación con Alma Hitchcock, su esposa. Pero tampoco aquí hay demasiado por contar. Sin dudas Alma y Hitch eran muy unidos y dependientes entre sí a la hora de realizar cada una de sus películas, pero eso no debería pasar de lo anecdótico. Como enigma sobre cómo era el verdadero Hitchcock (suponiendo que el director de esta suerte de biopic nos lo quisiera plantear) la película decepciona y falla puesto que no se ofrece más de una faceta de su personalidad que es aquella que todos ya conocían.
Escuchá el comentario. (ver link).
El "backstage" de Psicosis Uno de los aspectos de la personalidad de Alfred Hitchcock que pone en la pantalla el realizador Sacha Gervasi en este filme es la calidad de "mirón" del director británico quien, al parecer, no dudaba en espiar a sus actrices mientras ellas se cambiaban. Un poco en línea con esta idea, el realizador y el guionista de esta producción invitan al público a "espiar" algunos tramos de la filmación de "Psicosis", una de las más atrevidas y exitosas realizaciones dentro de la filmografía del "Mago del suspenso". Pero al mismo tiempo (y tal vez esta sea la propuesta más interesante) Gervasi lleva a los espectadores a asomarse a la intimidad de Hitchcock y a ciertos aspectos de la intrigante relación con su esposa y mentora, Alma Reville. La película no pretende ser una biografía del famoso director; de hecho, se centra casi exclusivamente en el momento en que decide encarar la filmación de "Psicosis" (una de sus películas más famosas) y describe el proceso del rodaje, la edición y el estreno del filme. Pero la elección de este tramo de la vida del cineasta no es otra cosa que una excusa para describir la compleja relación con Alma, su esposa, consultora y colaboradora. Este personaje resulta a la postre más interesante que el del propio protagonista en el filme de Gervasi, tal vez porque la extraordinaria interpretación de Helen Mirren le agrega atractivos al personaje. Como siempre, la descripción de los entretelones de una filmación resultan interesantes para el público, y mucho más si se trata de una de las películas más famosas de la historia del cine. Hay un énfasis especial en el rodaje de la ya mítica escena de la ducha, que termina con el personaje de Janet Leigh (correctamente interpretado por Scarlett Johansson). No hay en la trama un intento por examinar la filmografía del "Mago del suspenso" ni referencias significativas al resto de su trascendental obra; hay, sin embargo, algunas debilidades en la propuesta (el personaje de la asistente de Hitchcock, interpretado por la siempre correcta Toni Collette, daba para mucho más), pero la película funciona más que aceptablemente como un entretenimiento, especialmente recomendable para los aficionados al cine.
No caeremos en la trampa del cinéfilo purista y totémico que no quiere ver a un actor haciendo de Hitchcock. El arte es libertad, después de todo. El problema aquí es que el personaje no parece construido con la imaginación o la investigación, sino con un refrito de Wikipedia. El rodaje de Psicosis es la excusa, y usar actores con algún Oscar, la segunda de las coartadas para un film aburrido y evidente, que se agota desde el póster.
Demasiado simplona como para evocar al Maestro del suspenso Destacable desde lo que respecta al maquillaje y a las interpretaciones, Hitchcock falla en los que debían ser los puntos claves del film: ofrecernos mayor espectáculo en el relato y revelarnos secretos o detalles propios de nuestro protagonista, como por ejemplo por qué utilizó determinados planos en diversas escenas y otros elementos que pueden interesarle al espectador a partir de lo técnico y la manera de hacer cine de Alfred. Como se mencionó al inicio, el reparto ha cumplido más que satisfactoriamente. Anthony Hopkins ofrece un porte serio, infundiendo mucho respeto con su sola presencia y su postura, y lo de Helen Mirren encarnando a la esposa es admirable. La idea central de narrar cómo “El Maestro del Suspenso” decide filmar su prestigiosa Psicosis sin ningún estudio que apoye el proyecto, financiándola él mismo, es la parte atrayente de la cinta. Pues en el comienzo encontramos las escenas más amenas de la historia, pero cuando todo parece ir progresivamente, Hitchcock empieza a decrecer en ritmo y pierde un poco el hilo. Y allí es donde sentimos una ligera pesadez que nos hace preguntarnos qué surgirá de interesante del desarrollo al desenlace. Algún que otro toque de comedia viendo el lado vouyerista de “Hitch”, el cual está presente espiando, observándolo todo y una entretenida forma de contarnos los sucesos redondean una pasable película, pero que no va más allá de eso por la simpleza y el poco aprovechamiento que se le da a la biopic. LO MEJOR: las actuaciones. Entretiene. LO PEOR: muy común. No revela detalles acerca de planos, tomas y recursos que aplicaba el Maestro del Suspenso. PUNTAJE: 6
Detrás de Psicosis Sinceramente no sé porque tanto escándalo y malas críticas gratuitas para este trabajo del director debutante Sacha Gervasi. Leyendo otras reviews pude darme cuenta de que hay mucha gente que le está dando con una caño a este film de manera injusta diciendo que "no está a la altura de semejante figura del cine, del maestro de suspenso, de Sir Hitchcock", del dios del cine prácticamente. Tenemos una tendencia muy básica a idolatrar cosas o personas, tanto que llegamos a pensar que cualquier homenaje que se prepare no será nunca digno, que cualquier opinión que se emita no será adecuada, que la interpretación del personaje siempre será desastroso y estará lejos de la verdad... ¿por qué tan así? Alfred Hitchcock fue un enorme director de cine y creador de grandes títulos que quedarán en la historia, sí, pero de ahí a elevarlo a una especie de deidad de la cual somos todos indignos, me parece un poco demasiado. La película de Gervasi hace un homenaje sincero, con algunas fallas, pero que en un balance general tiene más aciertos que desaciertos. Las interpretaciones del cast completo están muy bien, sobre todo Helen Mirren como la mujer de Hitchcock, Alma Reville, que se roba las escenas en las que aparece. De aquí deriva uno de los problemas principales de la propuesta y que creo enojó a los fans más fervientes de Hitchcock. La película lleva el nombre del artista, se basa en su persona y en el período en el que estuvo filmando su más grande éxito, "Psicosis", pero varias escenas que son de las que provocan una experiencia cinéfila positiva en el espectador, fueron en realidad protagonizadas por su mujer. Esto le quitó un poco de protagonismo al Hitchcock interpretado por Anthony Hopkins y creó una sensación ambigua sobre el rumbo que quizo tomar el director del film. Hay algunas escenas en las que vemos la genialidad de Hitch cobrar vida, pero también hay bastantes escenas en las que lo único que parece importar es la caracterización y la imitación. El maquillaje para caracterizar al actor quizás fue un poco exagerado, pero tampoco para catalogarlo como uno de los peores del año como leí por ahí. Si se distraen demasiado con esos detalles, se estarán perdiendo otras cuestiones mucho más interesantes de la historia. El mejor tramo viene en los últimos 20 minutos de la película, cuando se termina de filmar "Psicosis" y se estrena el público. Creo que "Hitchcock" no es una peli para todo tipo de espectador, ya que parte de la conexión que se establezca, tendrá que ver con el conocimiento de su contribución al mundo del cine, y si no sabés mucho de su vida ni qué representa, puede que te decepciones un poco.
(DE)CONSTRUYENDO A UNA FIGURA MÍTICA Cuando un amante del cine escucha que se va a realizar una película sobre Hitchcock no puede hacer otra cosa que prestar atención, al menos sentir cierta curiosidad. Si a eso se le suma que la película va a estar situada en el contexto de la realización de su obra máxima (en cuanto a éxito de taquilla, claro está) PSICOSIS (Psycho, 1960) la curiosidad se transforma en atención (Si, le estoy robando líneas a Tarantino. No se exalte querido lector). Ahora, cuando a este prometedor anuncio se le agregó la noticia de que Anthony Hopkins iba a ser el encargado de dar vida al mítico director mucha gente saltó de alegría. Personalmente, a partir de ese momento empecé a desconfiar de lo que podía entregarnos el film. Más aún al enterarme que la dirección recaía en el ignoto Sacha Gervasi, quien en su historial solo traía un documental realizado un par de años antes (¿Qué haríamos sin vos IMDB?). A menos que el director fuera una verdadera revelación, el filme tenía severas chances de quedar en el inmenso lote de películas olvidables que Hollywood nos entrega año a año. La base de toda esta desconfianza radicaba en el siguiente fundamento: la película se enfrentaba a la reconstrucción de un mundo plagado de personajes famosos o reconocidos. Actores y figuras del cine que quedaron en nuestra memoria, más no fuera por la imagen que retuvimos de ellos luego de ver sus respectivos filmes (¿Quien no recuerda la fría mirada de Marion Crane o la sonrisa ambigua de Norman Bates?). Esta situación a la que se enfrentaba la película tenía en la representación de Hitchcock su principal referencia, con todo lo problemática que esta construcción de personaje podía resultar. Problemática simplemente porque Hitchcock fue un personaje en si mismo, una cara expuesta (y auto-expuesta) constantemente, reconocida y utilizada hasta como un valor simbólico. Hace tiempo ya que la silueta de Hitchcock se volvió un ícono de la cultura pop. Ante este panorama, la apuesta de llamar a un actor fácilmente reconocible era arriesgada. Hopkins debía desplegar toda su genialidad para reconstruir a un personaje que, a priori, no se vería como todos lo recordamos y que, para salvaguardar esta situación, debería convencernos por su actitud corporal y por la construcción del personaje que se diera a partir del guión. En este punto, las figuras del director y el guionista resultaban fundamentales para una llegada a buen puerto de la película. Tristemente, estas dos áreas son las que mas problemas presentan a lo largo de la película. La responsabilidad histórica del director es la de acompañar y marcar el proceso de construcción del personaje por parte del actor, a la vez que debe construir la historia de un modo que resulte creíble para el espectador. Si a este concepto oponemos la actuación de Hopkins, podemos ver que existe un problema muy fácil de detectar. Tanto la dicción en los diálogos del Hitchcock de la película, como su modo de moverse resultan poco creíbles. A esto podría contra-argumentarse que el Hitchcock real se movía y hablaba exactamente como lo hace Hopkins (lo cual es posible, personalmente no pude verlo en su programa de televisión para constatar esto). El problema por tanto es que el verosímil de la historia tambalea, en momentos determinados pareciera que Hopkins no actúa sino que simplemente imita a Hitchcock. En relación a este tema, creo que mucho incide la elección de los actores que encarnan a los personajes. El gran elenco que presenta la película terminó siendo, en cierto punto, contraproducente. Simplemente porque caras conocidas estaban representando a otras caras conocidas. Así como Anthony Hopkins no sale bien parado de su papel, Scarlett Johanson deja un sabor agridulce en su representación de Marion Crane. No es casualidad que la mejor interpretación recaiga en Helen Mirren quien interpreta a Alma Reville (la esposa de Hitchcock), una figura importantísima en la carrera del brillante director, pero que no tuvo la exposición mediática de éste. La película presenta momentos sumamente interesantes, en su mayoría en lo relativo al proceso de gestación y creación de PSICOSIS. Las escenas en el set de filmación están realmente bien ambientadas y dotadas de una buena mixtura entre la tensión propia de los rodajes de las películas y una dosis de nostalgia por los tiempos en los que la industria cinematográfica era más un trabajo artesanal que informático. Lo negativo es que la historia prefiere centrarse en la caótica vida de Hitchcock y los problemas en la relación con Alma, en lugar de la realización de PSICOSIS que sólo nos es mostrada de un modo acotado y en un segundo plano de la narración. He aquí el segundo gran problema que presenta la película. HITCHCOCK podría haber sido una gran película sobre el cine dentro del cine. Terminó siendo una comedia romántica (cualquier parecido con EL ARTISTA (2011) es pura coincidencia). Se puede notar claramente como todos los procesos de producción de una película se encuentran englobados dentro de la historia. Desde la gestación de la idea, el guionado, el rodaje, el montaje (la secuencia del remontaje y musicalización de la película es genial) y la distribución (por contrapartida, la secuencia del estreno es uno de sus momentos más flojos), cada proceso es expuesto al espectador. Lo que deja una nota de desilusión es lo acotado de la presentación de cada uno de estos momentos que, de haber sido desarrollados en más tiempo podrían haber conformado una película que, intuyo, habría resultado sumamente atractiva. Una suerte de diario ficcional de la realización de PSICOSIS es una idea más que atrapante para los amantes del séptimo arte. De hecho, es lo que muchos pensábamos acerca de esta película, era la idea que el marketing previo nos había formado (Si, INCEPTION realmente funciona). La historia, como se dijo, se centra fuertemente en los problemas maritales que, si bien tienen una carga dramática pobre, resultan entretenidos (lo cual hace que la película sea llevadera). El acento está puesto en los conflictos personales y privados del Hitchcock-hombre. Pero, al mismo tiempo, intenta constantemente construir la figura del Hitchcock-director por lo que, aún cuando generan un ruido en la narración, se insertan frases célebres, citas, actitudes o diálogos que responden a la figura que trascendió hasta nuestros días. La falta de delicadeza en la utilización de estos recursos viene a romper una situación de credibilidad de la historia ya de por sí endeble. Resulta paradójico que en una película sobre Hitchcock y Psicosis los mayores problemas se encuentren en la dirección (tanto actoral, como de construcción del verosímil) y el guión, algo que el maestro del suspense nunca habría pasado por alto.
Apenas una aproximación al genio Resulta difícil capturar en un filme de ficción la singular personalidad de Alfred Hitchcock, "el maestro del suspenso". El proyecto emprendido por Sacha Gervasi es apenas una aproximación al cineasta, a su relación con su esposa Alma Reville y al making off de la película Psicosis. Además, la interpretación casi caricaturesca de Anthony Hopkins tampoco contribuye a generar la adhesión de los espectadores. Un colega español afirmó que para "disfrutar de la actuación de Hopkins es mejor cerrar los ojos". Y no está muy equivocado. Gervasi fue el autor del guión de La terminal, de Steven Spielberg, y luego dirigió el documental Anvil. Hitchcock es su primer filme de ficción como director. Para ello recurrió a un libro de Stephen Rebello, quien inventó una vida privada de Hitchcock a partir de ciertos tópicos de su imagen pública como director. El lanzamiento del filme coincidió con el estreno en Estados Unidos de The girl , que indaga en la relación de Hitchcock con la actriz Tippi Hedren durante los rodajes de Los pájaros y Marnie. Hitchcock, quien en su vida real fue un notable histrión, dirigió 53 películas, desde El jardín del placer en 1925 hasta Trama macabra en 1975. El relato de Hitchcock comienza el 8 de julio de 1959, con una apoteótica aparición pública junto a Alma Reville, quien además fue su gran colaboradora. Algunos historiadores sostienen, inclusive, que su cine no habría sido posible sin ella. Casi inmediatamente después se obsesionó con Psycho , la novela de Robert Bloch, cuyo rodaje se concretó entre finales de noviembre de 1959 y los primeros días de enero de 1960. Como la Paramount le negó apoyo financiero, Hitchcock hipotecó su mansión en Los Angeles para producir Psicosis . Y para el rodaje recurrió básicamente a su equipo de trabajo de las series de televisión. El costo de Psicosis ascendió a 800 mil dólares, pero gracias a un contrato ventajoso, la película --la más famosa y exitosa de su carrera-- le proporcionó ganancias millonarias. Según el historiador Donald Spoto, "el legendario asesinato en la ducha cambió el curso de la historia de Hollywood". Psicosis es un thriller psicolócico que recoge una amalgama de conductas sexuales y posee un penetrante sentido de fatalidad y locura. Aunque los temas centrales son el rodaje de esa película y la relación de Hitchcock con Alma Revelle, la película también muestra su obsesión por las actrices rubias, sus caprichosos cambios de carácter y los celos por la amistad de su esposa con el guionista Whitfield Cook, que el director pretende equiparar con los que padece el protagonista de Psicosis. También se lo ve a Hitchcock afectado por pesadillas nocturnas, que incluye algunas apariciones del asesino serial Ed Gein, quien inspiró el libro de Robert Bloch. Una presencia clave en este filme es la de la actriz británica Helen Mirren como Alma Reville. En algunos escalones más abajo figuran Scarlett Johansson como Janet Leigh/Marion Crane, y Danny Huston como el "acosador" guionista Whitfield (Whit) Cooke.
Curso de introducción a un gran cineasta Si lo primero que resalta en una foto de Alfred Hitchcock es la panza, lo segundo es la mirada. ¿Cómo definirla? Irónica, sobradora e inquietante al mismo tiempo. Sin embargo, en su composición del famoso cineasta, Anthony Hopkins sólo consigue imitarle la panza. En una película llena de buenas intenciones, lo peor intencionado es el casting. Los productores buscaron a dos actores ingleses reconocidos y premiados por la Academia, como Hopkins y Helen Mirren, y los metieron a la fuerza en las pieles del matrimonio Alfred Hitchcock-Alma Reville. Los dos hacen lo imposible para acomodarse, pero el sayo siempre les queda grande. Jorge Luis Borges decía que toda una vida podía concentrarse en un episodio singular. Ese es el principio que sigue el director Sacha Gervasi para construir esta biografía. Y el episodio que elige es la preproducción y filmación de Psicosis, el título más famoso de Hitchcock, aunque no necesariamente el mejor. Ya célebre en los Estados Unidos, con un programa de televisión propio y una impresionante lista de éxitos comerciales en el currículum, el gran Alfred decide adaptar una novela cuyo villano está inspirado en el psicópata Ed Gein y cuya protagonista es acuchillada antes de la mitad de la historia. Ninguna compañía quiere financiarle el proyecto. Así que afronta los gastos él mismo, lo que implica hipotecar su mansión. Su esposa, guionista y eterna colaboradora, lo apoya sin reservas. Pese a que elige un momento muy específico de la vida del cineasta, la película no se priva de ser enciclopedista, porque de forma simultánea al proceso de producción de Psicosis expone otros dos conflictos paralelos: la relación ambigua de Alma con un guionista que la invita a colaborar con él y los traumas del director inglés presentados en formas de diálogos alucinados con Ed Gein. Ninguno de esos conflictos se carga de la tensión necesaria para convertir a la historia en un verdadero drama. Por incapacidad narrativa y por insuficiencia interpretativa, no se alcanza a percibir ninguna de las tormentas interiores que sufre Hitchcock, ni la creativa, ni la amorosa, ni la psíquica. La flema de caballero inglés -que en la cara engordada artificialmente de Hopkins a veces parece pura apatía- se impone a los problemas existenciales como si fueran los acertijos de una revista de crucigramas. No obstante, el valor de Hitchcock es propedéutico: iniciar a muchos espectadores en la obra (más interesante que la personalidad) de uno de los cineastas fundamentales del siglo 20.
Indiscreciones Yo confieso que disfruté esta película a pesar de sus evidentes altibajos y sus vicios de telefilm en donde todo se simplifica. Pero detrás de esa sucesión vertiginosa de personajes conocidos y con muy poco espacio para mostrarse (bien James D’Arcy como un incómodo Anthony Perkins) asoma una trama módicamente macabra que nos permite espiar por un rato los entretelones de la filmación de Psicosis. Ni siquiera la frenética sucesión de éxitos encadenados de toda su obra previa a 1960 le permitió a Hitchcock contar con la banca de un estudio para emprender su siguiente proyecto, por lo que Alfred (un Anthony Hopkins que imita más de lo que interpreta), amparado en el total respaldo de su mujer Alma (una Helen Mirren que interpreta más de lo que imita) decide jugársela y financiar él mismo su trabajo. Tras la incertidumbre llegará el mayor éxito de su carrera. La película es muchas cosas pero su foco está puesto en la relación de Alfred y Alma, tratando de demostrar la enorme influencia que ella tuvo sobre él. Derrapa cuando se arriesga a poner en escena el vínculo imaginario entre el director y el asesino de la novela en la que se basa Psicosis, y acierta cuando se concentra en el proceso de rodaje y edición de esa obra maestra. Hay una ligera subtrama de infidelidad, pobre Mc Guffin, y un gran momento cerca del final, cuando se escuchan los gritos de los espectadores que asisten al estreno y experimentan por primera vez la mítica escena de la ducha.
Es difícil imaginar a un actor de la talla de Anthony Hopkins haciendo un mal papel o embarcándose en una película paupérrima. Pero no le echemos toda la culpa a él. El film puede carecer de un guión sólido y desvanecerse por el peso de su propia mediocridad. Hasta ahora la dupla de “película mala” + Hopkins no ocurre usualmente. La única excepción a la regla fue aquel papel secundario (en el que sólo prestó su voz) en la espantosa animación Beowulf (2007) de Robert Zemeckis que no llegó a cumplir con las expectativas del público. En el caso de Hitchcock, el maestro del suspenso (Hitchcock, 2012), aquella cinta que tuvo muy buena prensa y anuncios mucho antes de su estreno, y a la cual los fanáticos están ansiosos por ver, el personaje que le toca “manejar” a Hopkins parece hecho a su medida. Aquí lo que verdaderamente importa es que el actor aprehendió perfectamente su papel sin ninguna intención de parecer caricaturesco o burlón, como algunos colegas del ambiente se animaron a decir. Sacha Gervasi (periodista, guionista y director británico, premiado en los Spirit Awards y los Emmy) subrayó para su película una de las etapas más interesantes de la carrera de Alfred Hitchcock: el polémico rodaje de Psicosis (Psycho, 1960), una de sus obras maestras que pasó a la posteridad, y cuyo proceso de filmación siempre estuvo en boca de todos, en especial de sus bellas estrellas rubias; aquí interpretadas por una pulposa Scarlett Johansson y una modesta Jessica Biel. Que Hitch esto, que Hitch lo otro, que Hitch aquello. Mentiras y verdades, realidad o ficción. No importa. Lo que vale es que Gervasi tomó a un personaje más que particular en la cinematografía mundial y lo moldeó en base a anécdotas y versiones del libro de Stephen Rebello, y así logra construir una visión no tan propia del director con algunos toques de humor e ironía sobre su persona, sin mencionar los guiños permanentes que los verdaderos entusiastas de su obra entenderán a la perfección y disfrutarán mucho. Una vez que el espectador se propone sentarse en la butaca a disfrutar de esta película, los detalles no pesan. La clave es entregarse a lo que Gervasi nos ofrece: un hombre compungido, un excelente director, una persona a veces oscura y sigilosa, pero sobre todas las cosas, alguien que supo amar a su mujer por siempre y que reconoce que sin ella nunca hubiera sido quien fue. El papel de Hellen Mirren como Alma Reville, esposa de Hitchcock, es fundamental en el desarrollo del relato, y eso es lo primero que se evidencia. Así nos vamos enterando de pequeñas situaciones típicas de matrimonio pero que suman mucho a la hora de construir un perfil de personalidad de alguien obsesionado con el crimen y con causar un gran efecto en su público, la razón de ser de cualquier realizador. Además disfrutamos de las reminiscencias a la banda sonora de Psicosis y de una secuencia de créditos acondicionada con música de Dany Elfman, el afortunado a quien recurre siempre Tim Burton para musicalizar sus películas. En fin, esta película sobre Hitchcock es sorprendente y tan tormentosa como su protagonista. Por su parte, el trabajo de vestuario y maquillaje es fascinante y el parecido físico es tal que nos transportamos a su atmósfera y creemos todo lo que este nuevo “Hitch” tiene para contarnos. Un gran logro de Hopkins y de Gervasi. Una película que no hay que perderse por nada del mundo y un material que muchos seguramente querrán ver por segunda vez. El espectador se quedará pensando, se hará preguntas, analizará, hará trabajar su cabeza. A eso yo lo llamo “El efecto Hitchcock”, a eso me refiero cuando digo que es una buena película. 4/5 SI Ficha técnica: Título Original: Hitchcock Dirección: Sacha Gervasi Guión: John J. McLaughlin Estreno (Argentina): 7 Marzo 2013 Género: Biopic Origen: Estados Unidos Duración: 98 minutos Clasificación: AM 13 Distribuidora: FOX Reparto: Scarlett Johansson, Anthony Hopkins, Jessica Biel, Michael Stuhlbarg, Helen Mirren, Ralph Macchio, Toni Collette, James D'Arcy, Danny Huston, Michael Wincott, Kurtwood Smith, Judith Hoag, Danielle Burgio, Richard Portnow, Tara Summers
Publicada en la edición digital Nº 5 de la revista.
El texto de la crítica ha sido eliminado por petición del medio.
Publicada en la edición digital #249 de la revista.
La sombra de un homenaje De título engañoso, Hitchcock no es una biopic sobre el maestro del suspenso sino un racconto de la filmación de Psicosis, posiblemente su película más famosa. La cinta arranca con el éxito de Intriga internacional (1959) y los unitarios televisivos, un momento en el que Hitch parecía haber creado un estereotipo a prueba de balas, un Panzer de la industria y al mismo tiempo un corsé artístico, mientras la prensa saludaba a las nuevas promesas del cine de suspenso (Chabrol, Clouzot). Es el momento en que Paramount ansiaba una Intriga internacional parte 2 y el director, en el más completo ennui, sentencia: “Me metieron en el ataúd y ahora quieren clavar la tapa”. Como es sabido, su respuesta es una película donde la principal protagonista muere a los treinta minutos. Esencialmente, Hitchcock narra el sueño americano de Hitch, su decisión de llevar a la pantalla el libro de Robert Bloch sin el respaldo de la Paramount, dispuesto incluso a embargarse para financiar su anhelo. Hitch añora las épocas en que experimentaba, quiere volver a contrariar las expectativas. Pero todo eso que Hitchcock aplaude sobre Hitchcock es precisamente lo que aquí falta. No hay innovación pero sí datos interesantes, como que Anthony Perkins era adicto a Extraños en un tren y La soga, y que Hitch consideraba a Norman Bates la conclusión lógica de aquellos personajes. La película se engola en los paralelismos entre Perkins y el Bates que le daría la fama y la cruz, y es innegable que con su actuación el inglés James D’Arcy extiende aún más el estigma del asesino sicótico. Pero tanto las actuaciones como el enfrentamiento con Paramount resultan cosa exagerada. Para un mejor acercamiento a la realización de Psicosis, nada mejor que el documental The Making of Psycho.