Mejor, imposible Tenía una inmensa curiosidad por ver si el director de joyas animadas como El gigante de hierro, Los Increíbles y Ratatouille podía trasladar su imaginería visual, su sentido del humor y su capacidad para el cine físico de una producción de la genial factoría de Pixar a una película con actores de carne y hueso. Lo primero que hay que decir en este sentido es que se trata de una misión cumplida. Algunos podrán sostener (no sin bastante razón) que la trama de M:I4 es derivativa ya no sólo de las tres entregas anteriores sino de los esquemas impuestos por otras sagas como la de Bond y la de Bourne. Pero créanme que la historia (una "típica" confabulación a nivel global que amenaza la paz mundial y pone al planeta al borde de un incidente nuclear) es aquí lo de menos. Veremos al agente Ethan Hunt y sus fieles colaboradores (Jeremy Renner, Paula Patton y Simon Pegg) viajando de un lado al otro (Budapest, Moscú, Dubai, Bombai, etc.) para impedir que el malvado de turno (Michael Nyqvist, sí el mismo de la saga sueca Millennium) logre arrasar los Estados Unidos con una explosión atómica. Lo que verdaderamente importa aquí son las set-pieces, las escenas de acción que Bird y su equipo construyen con una creatividad, una comicidad y una precisión envidiables. La belleza coreográfica, la ligereza de su construcción y el sentido (el peso) del movimiento generan en el espectador una suerte de placer eufórico, una adrenalina corporal conseguida con los mejores recursos del cine hi-tech contemporáneo. Desde una pelea y fuga de una prisión con un tema de Dean Martin de fondo hasta el Kremlin volando por los aires, pasando por una increíble secuencia en el piso 130 de un edificio vidriado con una tormenta de arena que se avecina o un deleite de saltos y caídas en un estacionamiento de autos (digna de un gran film hongkonés o coreano) para quedarse con un maletín, M:I4 nos regala notables momentos de cine linkeados por diálogos y explicaciones que son apenas una "exusa" para llegar a la siguiente escena de acción. Cuando esa set-piece finalmente llega, comienza el éxtasis, se desata ese desenfreno, ese desafío a las reglas de la física que sólo el mejor cine de Hollywood es capaz de regalarnos. Gracias.
La calidad del relato, del guión, de la dirección y de la técnica son muy poco habituales para un cuarto film cuando por lo general las ideas se agotan y es común entregar un producto menor pues los productores están cubiertos con la gran cantidad de público fiel que nunca se pierde una secuela. Pero en este caso no se han burlado de los espectadores y han...
Uno espera los tanques como estos con gran expectativa. Sabemos que las premisas que los encuadran están relacionadas a la espectacularidad visual, más que argumental. Lo cual no está mal, a todos nos interesa cada tanto ver un film de acción y aventuras intenso y plagado de escenas fuera de lo común. Es difícil que este tipo de producciones nos sorprenda con algo que no sea esto. A veces sucede (pocas), pero en general, si lo primordial está bien logrado, la película va sobre rieles para la industria. Y se piensa en secuelas, obviamente. Incluso habiendo hecho films fallidos (Green Lantern, de este año es el ejemplo clásico), Hollywood piensa en los fríos números y hace los ajustes necesarios (despide directores, cambia actores, etc) para continuar ciertas franquicias. La que hoy trae su nueva entrega, "Mission Impossible", se alinea dentro de las películas en las que prima el espectáculo por sobre la historia. No hay mucho que presentar, ya conocemos a Ethan Hunt (Tom Cruise), lo que hace y los peligros a los que se enfrenta. En "Ghost protocol", veremos todo lo que esperamos ver, sin dudas, lo cual garantiza entretenimiento de calidad. La verdad, cuando uno revisa los directores que tuvo la franquicia, todos eran nombres confiables del género: Brian De Palma (1996), John Woo (2000) y JJ Abrams (2006) por lo que nos extrañó que la elección de que quien conduciera el film en esta oportunidad fuera Brad Bird. No es que no tuviera antecedentes para hacerlo, sólo que llamaba la atención que su primera incursión en el mundo físico (y no animado, ya que de ahí proviene) fuera con semejante propuesta. Afortunadamente Bird justifica cada dólar de su contrato dotando a "Misión Imposible 4" de todo el esplendor que una megaproducción de esta envergadura debe tener. Su percepción de lo que se necesita para impactar a la audiencia es bastante acertada y su bagaje de gadgets es contundente: la cinta destila adrenalina y esa es su responsabilidad. No, claro, no está solo. La pelicula es Bird impactando al público con todo lo que tiene a su alcance y Cruise (a los 49 años), mostrando la convicción necesaria para llenar la pantalla con su carisma. El tipo se cree (y lo transmite a la perfección) lo que está haciendo y corporiza un héroe de acción acorde a los tiempos tecnológicos que corren. Ya conocen la historia. El trailer cuenta casi todo lo que tienen que saber, la primera misión es en una cárcel en Moscú. Apenas correcta, solo nos sirve para conocer a los miembros del IMF (Impossible Mission Force) que trabajan con Hunt: Benji (Simon Pegg!!!) y Jane (Paula Patton). Pero el aperitivo dura poco, porque ya metidos en la vorágine que propone el film, el equipo parte a una compleja misión en el Kremlim. La misma, ya se imaginan como resulta y de ahí en más, las cosas se complican. Responsabilizan a Ethan y su gente de lo sucedido y el contacto oficial con el team leader del programa (Tom Wilkinson) termina en atentado y muerte. El gobierno de los Estados Unidos activa el "Protocolo Fantasma" para deshacerse del IMF (ante la presión del gobierno soviético) y nuestros amigos quedan solos. Más solos que Adán en el día de la Madre. El equipo incorporará accidentalmente a un miembro nuevo, Brandt (Jeremy Renner), de quien no conviene revelar muchos detalles. Hay química en el cast, a pesar de que la peli parece ir en patines y no permite caracterizar bien los roles de cada integrante del IMF. Pegg (todos esperan que diga que me parece) trata de aportarle ese humor británico sutilmente irónico y torpe y no le queda mal aunque su aporte es sólo ponerle algo de color a las misiones. Toda la acción recae en Cruise, que le pone el cuerpo a todo. Y no es un juego de palabras. A todo. La escena de la torre Burj Khalifa en Dubai (el edificio más alto del mundo) la hizo sin dobles. Les garantizo que esa secuencia vale el precio de la entrada en IMAX sola. Es tremenda. Y no es la única, el tiroteo en Budapest y la secuencia de estacionamiento en Mumbai le siguen en espectacularidad. El film es una vorágine que atrapa al espectador y no lo deja desconectarse de la acción en ningún momento. Es cierto que el argumento no reviste gran originalidad (un malo, crisis nuclear, trabajo encubierto, todo el mundo es enemigo potencial, etc) sino más bien una excusa para pasear por el mundo y deslumbrarnos visualmente en tomas de altisimo impacto . Se agradece. Y no lo digo de forma irónica, "Misión Imposible: Protocolo Fantasma" cumple su objetivo. No defrauda. Es entretenimiento sólido 100% garantizado. Lo cual no significa que sea un film perfecto ni mucho menos. Hay tanto despliegue y velocidad en el desarrollo de los eventos que las debilidades narrativas, se ocultan bastante bien. Veanla en un buen cine, eso sí. Es de esas películas que se lucen en salas digitales y en especial, en IMAX, ya que hay 5 escenas que utilizan toda la pantalla y que fueron especialmente preparadas para este sistema.
Misión Cumplida Misión Imposible: Protocolo Fantasma (Mission: Impossible - Ghost Protocol, 2011) no solo es una de las secuelas más esperadas de la nueva temporada de estrenos sino que además supera todas las expectativas que uno puede llegar a tener viendo apenas unos avances de la misma. Entretenimiento, espectacularidad, diversión y una historia que, a pesar de lo inverosímil, cumple con su cometido dan como resultado la mejor película de acción de los últimos años. Muy poco queda de aquella Misión Imposible de la tele. Salvo la clásica música de nuestro Lalo Schifrin y uno que otro guiño que aquel espectador que consumió el formato televisivo sabrá leer entrelineas. Tampoco quedó nada del inicio de la saga. Excepto Tom Cruise, al que el paso del tiempo parece no afectarle, –quién además oficia de productor junto a J.J. Abrams (Super 8, 2011)- no hay mucho que la ate a sus predecesoras. Si nos remitimos exhaustivamente a sus orígenes podríamos llegar a la conclusión de que solo quedó su título. Que en este caso le sienta de maravillas y que define toda la esencia de la película que dirigió el impredecible Brad Bird (Ratatouille, 2009; Los increíbles, 2004). En la cuarta entrega de la saga el agente Ethan Hunt (Tom Cruise), miembro de la F.M.I (que nada tiene que ver con el Fondo Monetario Internacional) ha caído en una trampa y el gobierno para el que trabaja lo dejará solo junto a su equipo. Sin apoyo oficial se las deberán ingeniar para resolver el caso en el que están envueltos. Qué en síntesis será una misión imposible y que por razones del efecto sorpresa no vamos a develar para que el espectador sea asombrado de la misma manera que lo fuimos nosotros al enfrentarnos con este impresionante espectáculo visual. Misión Imposible: Protocolo Fantasma es un coctel de imágenes descomunales de lugares como Moscú, Dubái y Bombay pero cuyos escenarios sirven para montar las más exageradas (en el buen sentido de la palabra) escenas de acción de los últimos tiempos. Persecuciones increíblemente filmadas, escapatorias que nos dejaran sin aliento, situaciones de extremo peligro en las que el suspenso provocará las más inesperadas reacciones son solo algunos de las situaciones a las que nos somete Brad Bird sin ningún tipo de respiro y condescendencia con el receptor de la obra. Uno de entrada sabe que lo que a ver es una historia inverosímil, así que buscar credibilidad en el relato es tarea imposible y el camino incorrecto si lo que se quiere es disfrutar del contenido. Es imposible escalar el edificio más alto del mundo, entrar al Kremlin venciendo las medidas de seguridad o seducir al hombre más rico de la India para que nos dé un código secreto (o eso tal vez esto sí). Pero sin todas estas situaciones, y muchísimas más, Misión Imposible no sería tan imposible y esta película no sería lo que es: una verdadera joya del cine de acción. Si lo que quiere es pasarla realmente bien ir al cine a ver Misión Imposible: Protocolo Fantasma es su nueva misión.
Debutando en la dirección fuera de la animación, Brad Bird entrega la mejor película de la saga Misión: Imposible. En esta ocasión Ethan Hunt y su equipo deberán salvar su buen nombre luego de quedar implicados en un atentado al Kremlin que podría alterar la paz mundial, y de paso también evitar que una bomba atómica impacte contra los Estados Unidos. En 1996 Brian de Palma dio el puntapié inicial abriendo la saga en muy buena forma, donde el realismo y la tensión eran los pilares fundamentales de la cinta. Cuatro años más tarde, fue el gran John Woo el encargado de agregar espectacularidad, dejando totalmente de lado el verosímil impuesto por el realizador de Vestida para Matar. Ya en 2006 Misión: Imposible III significó el debut cinematográfico de J.J. Abrams que supo mezclar el realismo y la espectacularidad de las dos entregas anteriores, conformando la mejor (hasta ahora) edición de la buena franquicia. Ahora es Brad Bird el encargado de superar la tercera parte, manteniendo el gran trabajo hecho por Abrams pero sumándole una renovada visión que se manifiesta principalmente en la gran dosis de humor que posee, superando todo lo hecho anteriormente en la saga protagonizada por el agente Ethan Hunt. Más allá de no presentar una historia original y creíble, Misión: Imposible – Protocolo Fantasma toma la trama como una especie de hermosa "coartada" para justificar los viajes hacía hermosas ciudades (Moscú, Dubai y Bombay, solo por mencionar algunas) y las creativas y rimbombantes escenas de acción, que terminan elevando aún más lo hecho en materia visual en el pasado dentro de esta franquicia. A lo largo de sus más de dos horas, que no otorgan ningún respiro en su vertiginoso ritmo narrativo, encontraremos a los protagonistas principales peleando con veloces coreografías donde los puños, patadas y golpes impactan en nuestro cuerpo, persecuciones increíbles en una tormenta de arena y destacando por último la gran secuencia donde el inoxidable Ethan Hunt escala el edificio más alto del mundo en Malasya. A Tom Cruise se le cree cualquier cosa, desde que vuele de un helicóptero hacía un tren impulsado por una explosión, pasando por hacer una "willy" (¡¡y girando a la vez!!) con la rueda delantera de una moto para aniquilar al malvado de turno, para luego finalizar en la trepada hacía la sala de servidores en un edificio de 130 pisos vidriado. Repasando a groso modo, todo eso y bastante más ha hecho el subvalorado Cruise en esta saga con excelentes resultados y la cuarta parte no es la excepción. Acompañando al actor de Encuentro Explosivo encontraremos en muy buena forma a Jeremy Renner (será el encargado de continuar la saga en el futuro), a la sensual y lapidaria Paula Patton, al malvado Michael Nyqvist y también a Simon Pegg, que obviamente vendría a ser el encargado de aportar los momentos más cómicos del film, pero sin caer en la caricaturización de su personaje. Misión: Imposible – Protocolo Fantasma representa la mejor entrega de una saga por la renovada visión de Brad Bird y la inoxidable labor de Tom Cruise como protagonista principal.
Tengo que arrancar con una gran aclaración: VI ESTA PELÍCULA EN IMAX... "¿Y esto que significa?" se preguntarán algunos. Muy posiblemente esos "algunos" no conocen el Imax. Hago la aclaración, porque muy posiblemente mi reacción con la película esté sobredimensionada... al tamaño de una pantalla de 7 pisos de altura, en comparación con el resto. Vamos con la película, tratando de dejar de lado donde la vi (pero todo es subjetivo) Misión imposible IV ya no tiene que detenerse en poner creíble lo que sucede. Ya no dicen "esto es imposible" y quien entra a verla lo tiene que saber. Tiene escenas y situaciones increíbles (e imposibles, claro), pero es lo que uno entra a ver. Y sin lugar a dudas saldrá satisfecho. ESTE ES EL TOM CRUISE QUE QUEREMOS. Es muy positivo que haya vuelto al camino del Sr.... del sr pochoclo! y que haga lo que el público quiere. Si le pagamos un sueldo tan alto ¡que nos entretenga! Tomcito se luce con varias escenas, pero muestra también que no tiene la misma edad que cuando arrancó con las Misión. No lo oculta, pero lejos está del óxido también. La historia me da la sensación que tiene menos viajes que las anteriores, y se concentra más en menos lugares. Hacen menos turismo. La historia es muy entretenida y es genial que los momentos de tensión estén mechados con las apariciones del maravilloso Simon Pegg. Sus líneas y gestos son una bocanada de aire fresco en los momentos justos. Y no por estos momentos "simpáticos" la película pasa a ser una comedia de acción. En esto el director hace un trabajo brillante, con un objetivo claro, que logra con firmeza. Es increíble que este director venga de animación y de Pixar!!! ¿Cómo puede ser que sea el mismo de Ratatouille???? El contraste de la dulzura de aquella película, con las brillantes coreografías de acción y momentos de tensión que genera es notable. Aplausos para esta transición! Y además hace una gran dirección de un gran elenco secundario que le da mucha firmeza a todas las escenas. Y perdón que diga esto: ¡¡Aguante Sawyer!! ;) Misión imposible es un peliculón para ver en un cine con balde de pochoclo, el cual correrá riesgo de perder parte de su contenido en varias escenas. Si podés verla en Imax, mejor aun. Para mi le sobran 15 minutos, pero realmente es una gran película, y es una alegría recuperarlo a Tom en una historia así. Misión imposible IV es arrancar el 2012 con un cine que paga la entrada y te hace sentir que te bajaste de una montaña rusa. Y eso no es muy común en estos días.
Dos Potencias se Saludan Antecedentes La unión hace la fuerza. Cada generación renueva a la anterior. En los años ’70, directores como Spielberg, Scorsese o Coppola vinieron a agarrar la posta. El puesto vacante que dejaron Ford, Kazán o Hawks, por nombrar algunos ejemplos.
Habrá defensores y detractores en torno a su figura, pero es innegable que el ingreso de J.J. Abrams a la franquicia Mission: Impossible ha supuesto una revitalización de la misma. Años han pasado desde el estreno de la segunda parte, a cargo de John Woo, secuela inferior a la original en la que no se caía una idea. Pero luego de la tercera, memorable película de acción con un enorme Philip Seymour Hoffman, digamos que solo queda apuntar hacia la excelencia. Y ese es el nivel de calidad de Mission: Impossible – Ghost Protocol, un film realmente emocionante, de aquellos pocos en los que no se puede hablar de "dosis de acción" sino de escasos, y obligados, pinchazos de tranquilidad en lo que de otra forma serían dos horas de acción en su mayor grado de pureza. Brad Bird dirige su primer proyecto no animado y pasa la prueba con honores con un trabajo completo en el que, como piezas de relojería, nada falla. De igual forma es el sólido guión de los debutantes Josh Appelbaum y André Nemec, viejos conocidos de Abrams por sus trabajos en Alias, pero sin experiencia previa en la gran pantalla. Quien no deja de sorprender es, por otro lado, Tom Cruise, quien a punto de cumplir 50 años se encuentra en excelente forma. Y es ese óptimo estado el que le permite imponerse sin esfuerzo sobre Jeremy Renner, quien tiene, no obstante, muchas secuencias para brillar, más de las que podía enorgullecerse Jonathan Rhys Meyers allá por el 2006. En la serie de largos aciertos que esta presenta cabe resaltar a Simon Pegg, quien aporta esos necesarios y efectivos toques de humor que han caracterizado a la franquicia, y que pedía más pista en la producción anterior. Por otro lado las decisiones en torno a la secreta figura de Michael Nyqvist, quien parece perfilarse como comodín de villano europeo, no parecen las mejores. Una saga que ha contado con enemigos carismáticos presenta al sueco como un hombre sin voz, con un coeficiente intelectual de 190 que no alcanza para convertirlo en némesis, sino en un sujeto con un plan. Generalmente se puede destacar una sola escena y ejemplificar con ello lo que mejor se ha hecho en la película, es decir enfatizar un punto. Elegir la mejor secuencia de esta es la verdadera misión imposible, la cárcel en Rusia, la persecución por las calles de Dubai, todo lo que ocurre dentro del Burj Khalifa, son momentos de tan alto voltaje que quedarse con uno sabría a poco. Esta entrega sin duda ofrece una buena pelea por ubicarse entre lo mejor de las cuatro, un film en el que su realizador tensa las cuerdas desde el comienzo y las hace vibrar a gusto, sosteniendo con pulso de hierro una historia que no da respiro.
Tom Cruise vuelve a brillar como el intrépido agente Ethan Hunt Hubo un tiempo en que Tom Cruise era la estrella de cine por excelencia. Un actor que parecía nacido para electrizar la pantalla grande con un carisma a prueba de todo. Pero ese tiempo ya no es éste. Y el intérprete que con su sola presencia elevaba la película en la que participara quedó eclipsado por años de alta exposición mediática sobre su persona. Sin embargo, esta cuarta entrega de la saga Misión: imposible muestra a un Cruise intenso, decidido a demostrar sus habilidades como héroe de acción a pocos meses de cumplir los cincuenta años y dispuesto a todo para entretenernos. Y lo consigue. La película comienza en una cárcel de Budapest y de allí se transforma en una carrera sin descanso por Moscú, Dubai y la India repleta de maravillas visuales y una liviandad que el género no suele equilibrar demasiado bien. Gracias a la atención por el detalle de Brad Bird, director formado en el cine animado responsable de Ratatouille y Los increíbles, de Pixar, la puesta de cada una de las secuencias de acción combina la dosis justa de tecnología, humor y efectos especiales que remiten más a la magia del primer cine que a una industria dominada por las imágenes digitales. Entre un argumento algo absurdo que involucra a misiles nucleares, un científico sueco fuera de sí y una asesina francesa salida de un aviso publicitario de perfume, aparecen escenas como la persecución que mete a Ethan Hunt (Cruise) en medio de una tormenta de arena o esa en la que una cascada de autos se interpone entre el héroe y un portafolio que tiene que conseguir para salvar al mundo. Para encarar semejante misión el entrenadísimo Cruise está acompañado por Simon Pegg (Paul),que regresa para interpretar al agente Benji, que justo ahora que la agencia se disolvió pasó el examen y puede trabajar en el terreno, la bella agente Carter (Paula Patton) y William Brandt, un analista aparentemente más acostumbrado a manejar un teclado que un arma. Claro que en el universo de Misión: imposible nada es exactamente lo que parece y para interpretar esa ambigüedad aparece Jeremy Renner, un gran actor ( Vivir al límite ) que acá se adapta con naturalidad a las exigencias del género de acción aportándoles a su personaje y a sus escenas una naturalidad y fluidez que al guión por momentos le faltan. Cada vez que la trama detiene su marcha para explicar algún detalle de la historia algo se pierde y todo se vuelve un poco menos entretenido. Sin embargo, apenas llega otra secuencia de esas que pueden tener al protagonista colgando del edificio más alto del mundo o saltando sobre un camión en movimiento, la acción comienza de nuevo, y la diversión, también.
Una nueva cruzada para salvar al mundo La factura técnica es lo más destacado del film dirigido por Brad Bird. Abundan las secuencias de acción sin aliento y sólo las muertes y las escenas sentimentales permiten tomar un respiro. Pero la historia no deja de ser convencional y ya se ha visto muchas veces. Esta cuarta entrega de la saga de Misión Imposible es el tipo de película que habla con bastante claridad de una de las ideas hegemónicas (palabra abusada pero, en este caso, oportuna) acerca de cómo se concibe el hacer cine en la actualidad. Según esta idea, la hipertrofia es lo importante: más grande, más caro, más moderno. Y más copias: si bien no es un record, ni mucho menos, MI4 sale al ruedo con 125 copias, fiel al estilo de las majors de aplastar espectadores y competencia con un único golpe. Claro que esta enumeración, hecha al principio del texto, puede predisponer al lector a pensar que se la hace en sentido negativo, pero lo cierto es que, más allá de la técnica de asfixia que representa tal cantidad de copias, la cosa no es necesariamente así. De hecho la grandilocuencia es lo más destacado del film dirigido por Brad Bird, famoso por haber realizado un par de los buenos títulos (aunque no los mejores) que Pixar tiene para ofrecer. El argumento, rutinario desde lo narrativo, no agrega demasiado a la saga, aunque tenga la inteligencia inicial de amagar con un enfrentamiento anacrónico entre los EE.UU. y Rusia, para desviar muy rápidamente hacia las más en boga conspiraciones globales. Lo que no ha cambiado, desde James Bond hasta acá, es el terror nuclear como miedo supremo para asustar a los paranoicos del mundo. La película arranca con una espectacular escena de escape por parte de uno de los agentes de la IMF (en castellano, Fuerza de Misiones Imposibles, o algo así), corriendo y saltando por los techos de una estación ferroviaria en Budapest, muy parecida a Retiro. Pero el agente al fin es eliminado por una hermosa asesina rubia, que se lleva el maletín en cuestión (siempre hay uno dando vueltas en la película). El agente morirá al rato en brazos de una compañera enamorada. La escena condensa en pocos minutos la estructura que luego replicará la película completa: secuencias de acción sin aliento a las que sólo las muertes –que son varias– o las partes sentimentales, que no faltan, les permiten detenerse a tomar aire. A ese comienzo le sucede el rescate del agente Ethan Hunt (Tom Cruise), preso en una cárcel del este europeo por matar a unos croatas implicados en el asesinato de su esposa, y la posterior asignación de una nueva Misión Imposible. Un punto favorable de la película es el equilibrio del elenco. Al histórico Cruise, la estrella, se le suma la atlética Paula Patton; el comediante británico Simon Pegg, que aquí como partenaire rinde mucho más que como protagonista en la mayoría de sus películas, y el gran Jeremy Renner, todos ellos integrantes del equipo de Hunt. En el papel del villano aparece Michael Nyqvist, actor sueco que interpretó al protagonista de la trilogía Millennium original. Su personaje, un político psicópata que cree que la guerra atómica es un paso inevitable y necesario en la cadena evolutiva del ser humano, apenas es desarrollado y tiene muy pocos minutos en pantalla. Una lástima, porque su cara encaja en el papel a la perfección y la película deja ir la oportunidad. El relato no se detiene: el equipo fracasa en una misión para robar información sobre los códigos de lanzamientos del arsenal nuclear ruso en el mismísimo Kremlin, la organización pasa a la clandestinidad y así los héroes devienen perseguidos. Enseguida, una nueva misión para salvar al mundo y recuperar el honor perdido. MI4 es una película que se ve con todo el cuerpo, tan eficaces son las coreografías y el desarrollo de sus inventivas escenas de acción. El vértigo, la adrenalina y la tensión son reales y se trasladan al espectador con eficiencia. Incluso el humor, trabajo que recae sobre todo en Pegg, funciona bastante bien. Sin embargo, al terminar la proyección queda la sensación bastante concreta de que semejante arsenal desplegado no es sino otro de los trucos de la IMF, un plan de evasión destinado a distraer a la platea, para que nadie note que la historia que se de-sarrolla soterrada entre tanta ampulosidad digital es sumamente convencional, con pocas sorpresas verdaderas más allá de lo efectista y que, además, ya ha sido contada demasiadas veces. Una vez más hacer mucho ruido, aunque el ruido sea agradable, no alcanza para ocultar la escasez de nueces.
Imposible aburrirse Hay películas de género donde el concepto de acción se reemplaza por pirotecnia y parafernalia cara sin otro sustento que el del espectáculo del ruido y el vértigo por sí mismos, por caso el ejemplo de la última Transformers es más que ilustrativo. Pero cuando a la palabra acción se le suma el término creatividad en función del espectáculo cinematográfico (léase movimiento, armonía, despliegue visual) la noción de calidad se valoriza mucho más. Ese es el caso de la nueva entrega de la franquicia Misión Imposible, inspirada en la mítica serie televisiva de Bruce Geller que en esta cuarta entrega estrena director, Brad Bird, e incorpora nuevos personajes que acompañarán al ya conocido Ethan Hunt (Tom Cruise) en su aventura por salvar al mundo de un desastre nuclear que vuelve a poner el eje del conflicto entre Rusia y Estados Unidos como otrora ocurriera con la Guerra Fría. Para nada frío es el desarrollo de un relato bastante sólido y caliente en términos narrativos, plagado de secuencias prodigiosas de acción donde el equilibrio del movimiento, el cuerpo y la tensión merecen elogios, sobre todo porque dentro de la adrenalina y las coreografías espectaculares predomina una lógica interna que nunca sufre alteraciones por privilegiar el impacto visual o el despliegue escénico. Ya desde la primera escena que tiene por protagonista a Trevor Hanaway (el famoso Sawyer de la serie Lost) que recuerda someramente a cualquier película de James Bond hasta la última -que incluye el traspaso de un maletín en el interior de un estacionamiento con plataformas móviles- se puede apreciar el trabajo sobre el detalle en la puesta en escena, la meticulosidad en la planificación e imaginación a la hora de pensar planos de acción incorporando los elementos involucrados en cada secuencia. A modo de ejemplo basta con analizar cuidadosamente la construcción de la primera gran secuencia cuyo escenario es una cárcel donde Ethan escapa por los pasillos en medio de una gresca entre prisioneros y guarda cárceles durante la ejecución de una canción de Dean Martin. El virtuoso trabajo de sincronización de imagen y sonido (piénsese que la melodía debe encajar perfectamente cuando se corta un plano y se abre otro) para generar desde el montaje el efecto de continuidad de la melodía y ocultar los cortes de cada escena es de una perfección asombrosa. También lo es el uso de efectos especiales completamente al servicio de la narrativa que jamás desentona ni tampoco se peca de exhibicionismo gratuito como a veces suele ocurrir. No obstante, lo que resulta realmente sorprendente es la destreza del realizador Brad Bird para moverse con semejante soltura en un terreno virgen, ya que sus experiencias anteriores siempre estuvieron ligadas al ámbito de la animación. El director imprime un ritmo sostenido y admirable a una trama que no necesita de vueltas de tuerca en exceso para mantener la atención del espectador, con la información necesaria y dosificada correctamente para que no se pierda el hilo de la historia. Básicamente, el Protocolo Fantasma -al que hace referencia el título- responde a que Ethan y sus agentes Benji (Simon Pegg), Jane (Paula Patton) y luego Brandt (Jeremy Renner) quedarán librados a su suerte tras un paso en falso en una misión anterior donde nada menos explota el Kremlin, producto de un atentado terrorista encabezado por Kurt Hendricks (Michael Nyqvist, de la trilogía Millennium), un villano a la altura de las circunstancias. Y si de altura se trata qué decir entonces de la increíble secuencia de escalamiento en el edificio más alto del mundo, la torre Burj Khalifa en Dubai, para la que Tom Cruise no aceptó dobles y que sencillamente dejará sin palabras y mucho más aún si se tiene la suerte de poder verla en formato Imax (vale la pena sacudir los bolsillos esta vez) para el cual el film se reserva cinco secuencias a todo trapo en pantalla completa, destacándose por encima de todas una tormenta de arena en medio de una persecución a pie. Como siempre ocurre en este tipo de sagas, la historia queda en un segundo plano aunque la coherencia es necesaria en materia de los hilos conductores que entrelazan las escenas de acción sin dar la sensación de que aparezcan forzadas. Sin embargo, para que un relato de estas dimensiones respire o administre pausas para no atosigar al público no hay mejor recurso que el del humor. Sobre este particular, la incorporación del británico Simon Pegg aporta un plus impagable y todavía es mayor el acierto por lograr una química importante con Tom Cruise opacando -de cierta forma- al resto del grupo, salvo al promediar la última media hora en que tanto Paula Patton y Jeremy Renner se llevan los laureles en sus incursiones tanto en las peleas como en los momentos de extrema acción. El resto del convite se sirve en bandeja de plata cuando Tom Cruise con sus 49 años se carga el film a la espalda y lo hace crecer en volúmenes exultantes de emoción en lo que sin lugar a dudas es la mejor película de la franquicia por lejos. Imposible aburrirse.
Son innumerables las series de televisión (sobre todo estadounidenses) tienen su versión cinematográfica. Muy pocas realmente lo valen, y casi ninguna logra tomar vuelo propio. Casi, porque los films de Misión Imposible ya constituyen una verdadera saga cinematográfica. Producidos y protagonizados por Tom Cruise, se despegaron de la serie —suceso catódico de fines de los ‘60 y principios de los ’70— y crearon una mitología nueva.
Mi nombre es Hunt, Ethan Hunt. El cine de acción es, al cine, lo que el juego es a la vida. Es abrir la mente y permitir decenas de licencias irreales por minuto con el fin de divertirnos. Misión imposible: Protocolo fantasma es exactamente eso: diversión. Y no cualquier diversión, sino diversión explosiva. Diversión que hace que más de dos horas de película se pasen en un abrir y cerrar de ojos. Esto, claro, habla bien de la destreza de Brad Bird como director y, sobre todo, pone en un púlpito al increible elenco de la película: Tom Cruise es Tom Cruise, amado u odiado, el tipo sabe cómo hacer su papel. Con él están Jeremy Renner, Simon Pegg y Paula Patton, tres co-protagonistas que por momentos toman la posta del líder y que saben destacarse cuando la oportunidad les es dada. El humor, la sensualidad y la acción (y un poquitito del drama) caen en las manos de este reparto que acompaña y sostiene al protagonista. Pero para hablar de una película de acción necesitamos destacar al malo, y el malo en este caso es un actor que todavía no logró un gran reconocimiento en esta parte del mundo. Se trata del sueco Michael Nykvist, protagonista de la versión de su país de La chica del dragón tatuado, papel que interpreta Daniel Craig en la versión de David Fincher. Él se pone en la piel de Kurt Hendricks, un científico loco que piensa que la paz mundial solo puede lograrse luego de crear un holocausto nuclear. Pero no nos adelantemos, volvamos un poco y retomemos, desde el principio, el argumento central de Protocolo fantasma. La historia comienza con Ethan Hunt (Cruise) encerrado en una prisión serbia por motivos que no están del todo claros. Allí, sus compañeros Benji (Pegg) y Jane (Patton) comienzan una misión de rescate debido a que el IMF lo necesita para recuperar los códigos de activación de una bomba nuclear que le fueron robados al agente Hanaway (Josh Holloway). Para eso deberán viajar hasta Rusia, en donde son víctimas de una trampa (el mismísimo Kremlin vuela en mil pedazos delante de nuestros ojos) en la cual el IMF queda pegado. Por eso, la organización queda desactivada y ahora, si quieren hacer justicia, deberán hacerla a escondidas, con los recursos limitados y, en caso de ser atrapados, el gobierno de los Estados Unidos los condenará como terroristas. Y, para colmo, con las fuerzas rusas pisándoles los talones. De todas formas, para recuperar estos valiosísimos papeles también contarán con la ayuda de William Brandt (Renner), un tipo que no es quién dice ser, pero que se convertirá en una pieza fundamental de la misión. Así, entre balazos, autos que explotan, acrobacias indescriptibles, chistes y muchísimo vértigo, corre la película que los fanáticos de la acción pondrán en un pedestal, y que cualquier amante del cine sabrá valorar como una de esas obras hechas para ver y arengar al héroe entre gritos y pochoclos que vuelan. Hay que reconocerle a Bird una cosa: todo indica que él no quiso hacer una película de Misión imposible, sino tener su propia versión de James Bond en su curriculum. Es que, vamos: crísis nuclear, gadgets, enemigo ruso, galán como protagonista… ¿qué más quieren, que el malo acaricie un gato? Recién empieza el año, y es un placer arrancar con estrenos de esta talla que nos dejan un buen sabor de boca para arrancar un 2012 con el pie derecho, al menos, cinéfilamente hablando.
Entretenida “Misión imposible” El gran problema que tenía el film de Brian De Palma sobre la serie «Misión Imposible» era que tomaba un famoso programa de TV sobre un equipo de espías para armar un argumento basado en la disolución del grupo en cuestión. El director Brad Bird de algún modo retoma aquella misma estrategia con esta historia donde el equipo liderado por Tom Cruise queda metido en medio de la peor crisis entre Estados Unidos y Rusia desde la era de los misiles de Cuba. Esto, por culpa de una explosión en el Kremlim de la que los rusos culpan a los norteamericanos, es decir al grupo de Cruise que por tal motivo queda sometido al «protocolo fantasma» del título, o sea que debe trabajar sin ningún tipo de ayuda ni mucho menos protección oficial. Si alguno de sus miembros fuera atrapado durante el período del «protocolo», sería tratado como un simple terrorista o criminal. Dado que en los dos films posteriores al de Brian De Palma -incluyendo la obra maestra de John Woo «Misión Imposible 2»- la noción del equipo no era muy importante, además del hecho de que la serie de TV dejó de ser el modelo a seguir, la premisa de un equipo disuelto y trabajando desprotegido no molesta en este nuevo film, basado más en secuencias sueltas de gran impacto y espectacularidad antes que en un argumento realmente coherente. Algunas de esas escenas son contundentes y justifican la visión de esta película de espías del siglo XXI con todos los clichés de las del siglo XX, aunque con menos erotismo que las de James Bond. Con estas últimas comparte un villano bastante repetido en el género a lo largo de los años: un científico genial que de tanto tener que imaginar un mundo devastado por la guerra nuclear termina creyendo que esa opción asegurará la evolución de la humanidad. El robo en el Kremlim, una operación en el edificio más alto del mundo que requiere escalar al estilo hombre araña, o una tremenda pelea en un estacionamiento ultramoderno son algunas de las escenas que sirven para recomendar esta película muy bien filmada pero no tan original ni imaginativa en lo argumetnal ni en lo actoral, aunque hay que reconocer que los toques de humor gentileza de Simon Pegg por momentos superan el heroísmo a toda prueba de Tom Cruise.
La vuelta de Ethan Hunt Pasaron sólo 15 años, pero a esta altura, la Misión imposible de Brian De Palma, la primera de la saga, puede verse como una película zen, despojada, austera, bordeando la estética minimalista. La apuesta se duplicó con la segunda, realizada por el asiático John Woo y luego vino el siguiente opus, concebido por J. J. Abrams en medio de Lost, su aclamada creación. Ahora le toca a Brad Bird (Ratatouille, Los Increíbles) con Abrams como productor, 200 millones de dólares de inversión y locaciones en Moscú, Dubai, Praga y Vancouver, entre otros lugares. Obvio, Tom Cruise vuelve a encarnar a Ethan Hunt y nuevamente es uno de los productores. Pero estos son sólo datos, informaciones, meras especulaciones que rodean a una película como Misión: Imposible – Protocolo fantasma, o en todo caso, apuntes ocasionales, números y estadísticas que conforman la cuarta parte de la saga. Y acá surgen los interrogantes del crítico. Por un lado, podría recurrirse al manual de los lugares comunes y decir que la película entretiene de acuerdo al criterio de cada uno, que las macrosecuencias funcionan, que la historia o argumento o algo parecido no interesa tanto, que en un momento se vuela en pedazos un sector del Kremlin, que en otro viene una tormenta del desierto que se lleva todo puesto, que acrobacias y momentos de acción se suceden cada cinco minutos, que el mundo está a punto de estallar y que sólo el inquieto Ethan podrá impedirlo jugándose la vida colgado desde el piso 130 de un edificio-torre en Dubai. También se podría referir a cuestiones que no tienen relación con la película en sí misma; por ejemplo, que el cine necesita de estos productos, que esto es Hollywood en el sentido más global e invasivo del término o que, sin necesidad de recurrir a un adivino, se está frente a un tanque que superará con holgura el millón de espectadores en poco tiempo. Pero, justamente, también podría aducirse que de cine hay poco y nada, dependiendo, otra vez, del criterio de cada uno, que no hay un ápice de emoción en las dos horas (no confundir con la sobredosis de adrenalina que producen estos films), que los personajes son esquemáticos, los malos son muy malos y las escenas de acción abundan desde el comienzo hasta el final. Ok, otra vez con las escenas de acción. Ocurre que eso es la película: una acumulación de momentos que, supuestamente, entretienen y mantienen en vilo al espectador, provocan el disfrute inmediato, potencian la ya antedicha adrenalina. Y si todo el paquete viene con el sistema IMAX, mejor todavía. Ahora bien, termina la película, Ethan y su gente detuvieron el misil (otro más) y el mundo sigue su curso. Ya está, el entretenimiento efímero ganó por lejos, seguro que vendrá la quinta parte de la saga dentro de algunos años y retornarán las coreográficas escenas de acción. Eso es Misión: Imposible… perdón, ¿cómo era el título completo?
Pura adrenalina La cuarta parte de la saga tiene a Tom Cruise superando obstáculos. Misión: Imposible parece ubicarse en un lugar intermedio entre las dos sagas de agentes especiales que marcaron al género en las últimas épocas, las de James Bond y Jason Bourne. Girando por el mundo como fichas de T.E.G., los espías de estas sagas se caracterizan por su capacidad para sortear todo tipo de riesgos en los sitios visualmente más recomendados por las agencias de viajes. Pero allí donde Bond es fantasía pura y Bourne intenta que el espectador considere plausible lo que le sucede, Tom Cruise y sus muchachos se mueven en esa zona extraña donde lo imposible podría volverse real. De alguna manera, eso refleja lo que es Cruise como estrella de cine y figura de acción. Con su ritmo frenético (da la impresión de que ninguno de sus músculos sabe lo que es descansar) y su sonrisa magnética/maníaca, con su obsesiva compulsión por hacer él mismo las escenas de riesgo, pretende que el espectador se crea todo lo que él atraviesa. Y lo logra. Después de Brian de Palma, John Woo y J.J. Abrams (cada uno con un estilo diferente), Cruise se arriesgó con Brad Bird un director que demostró su talento para la acción, pero en animación, con Los Increíbles . Y aquí trae esa energía juguetona, absurda, a una trama que supera todos los niveles lógicos, pero en la que Cruise y su equipo logran meternos de lleno. Tom es capaz de hacer rebotar piedras contra la pared como si fueran pelotas de tenis, saltar por un edificio de 150 pisos, lanzarse en un auto boca abajo y zafar de una explosión que destruye buena parte del Kremlin. Y Bird y los guionistas le van poniendo trampas en el camino para que las resuelva, como si fuera la encarnación humana del concepto de energía pura: nada lo detiene, nunca. Aquí su equipo es abandonado a su suerte cuando esa explosión en el Kremlin los hace quedar como agresores de los ahora amigos rusos. Pero ellos saben que el culpable es otro, un tal Cobalt, que quiere hacerse de ojivas nucleares para, bueno, ya saben, desparramar el mal por el mundo con alguna filosofía bizarra propia de algún bloguero delirante. Pero no importa, la amenaza nuclear crece y Ethan Hunt (Cruise), Jane Carter (la gabysabatiniana Paula Patton), el nerd Benji (Simon Pegg, empezando a repetirse con el mismo chiste) y el recién llegado y misterioso Brandt (el muy requerido Jeremy Renner, que será el protagonista de la cuarta Bourne) van de Rusia a Dubai, de Dubai a India, y así, mientras superan trampas imposibles con gadgets cada vez más rebuscados y originales (prestar atención al cinéfilo “espejo” del Kremlin o a unos muy especiales lentes de contacto). La trama será casi imposible de seguir con coherencia, pero Bird ofrece generosas secuencias de acción e ingeniosos montajes paralelos que van manteniendo la atención y sorprendiendo (como la persecución en medio de una tormenta de arena) hasta convertirse en la verdadera razón de existir de la película. Protocolo fantasma está hecha a la medida de Cruise, acaso el actor más cinematográfico de todos los tiempos, uno que entiende que el cine es movimiento puro y hace que su cuerpo sea narrativa, su expresión trama y su sonrisa, felicidad.
Tom Cruise: otro hombre araña Esta es la cuarta película de la saga del agente especial Ethan Hunt y tal vez, en la que el "justiciero solitario" asume mayores riesgos, debido a que un fallo en la misión anterior, hace que el presidente de la Nación, le quite su apoyo. Pero éste es tan sólo un dato, que en lugar de convertir en pesimista a Hunt, le otorga un mayor vigor y adrenalina para continuar con la misión que se impuso, demostrar que él es el único capaz de proteger a su país, los Estados Unidos, de un posible y letal enfrentamiento entre dos potencias. Cada una de las sagas de "Misión imposible..." contó con un director distinto. En este caso se eligió al director Brad Bird, que tiene entre sus créditos dos películas de animación: "Ratatouille" y "Los increíbles". Pero esto en lugar de restarle capacidad a este profesional de renombre y provocarle cierto temor al tener que enfrentar una franquicia de ficción, con un actor de la talla de Tom Cruise, le produjo lo contrario.Bird demuestra que lo suyo es transmitir una enloquecida adrenalina al espectador, a través de una serie de secuencias de acción avasallantes, que no dan respiro al público, a la vez que por momentos, y no está mal, la estética la acerca a un típico video juego. ISION FALLIDALo que ocurre con Ethan Hunt (Tom Cruise) en esta entrega, es que el hombre fue víctima de un engaño y falló en una misión que tuvo que llevar a cabo en el Kremlin, lo que provocó una explosión de tal magnitud en la Plaza Roja, de Moscú, que se pareció a un terremoto.Eso hizo que el agente quedará prácticamente despedido. Pero eso no imposibilitó que Ethan quisiera averiguar lo qué paso. Si a esto se le suma que una traficante de diamantes sorprendió a un agente amigo suyo y lo mató, lo que el agente prepara para sus enemigos, promete ser letal. El filme tiene los más diversos escenarios, va de Rusia, a los Estados Unidos y Dubai. En esas locaciones Brad Bird, desde la dirección, logró hacer que su cámara "volara por el aire" para captar, por ejemplo, a un Tom Cruise balanceándose en el vacío, en la cara externa de un edificio de Dubai de más de ciento treinta pisos. O que uno de sus agentes, se arriesgue a obtener una pieza de un reactor a punto de convertirlo en cenizas.Esta nueva "Misión imposible" es ideal para los que admiran las películas de acción, de vértigo, y el funcionamiento de armas y trucos de alta sofisticación y tecnología, y lógicamente, para los que aman esta franquicia fílmica, que promete ya una quinta entrega.Buena fotografía y meritorias actuaciones de Tom Cruise, Jeremy Renner, Paula Patton y Simon Pegg, cierran este nuevo capítulo de "Misión imposible".
Esta es la propuesta, si decide aceptarla Esta cuarta entrega de la versión cinematográfica de la serie televisiva "Misión Imposible" está hecha a la medida del ego de Tom Cruise, mucho más que las anteriores. En este caso el argumento fuerza un conflicto con Rusia, desempolva la "guerra fría" y desarrolla una trama tan trillada y floja de argumento que solo le queda la acción. La mala noticia es que la acción por la acción misma se parece mucho a subir a una montaña rusa, algo que tiene gracia por un rato nomás. El paso para que algo excitante pase a ser soporífero es muy corto y el director Brad Bird consigue darlo con precisión. Engolosinado por el uso de gadgets a lo James Bond pero sin la gracia de ese personaje, Cruise hace lo que puede con Ethan Hunt, espía irrompible que encara sus misiones arriesgando lo máximo con tal de robar cámara. Así, el bueno de Cruise escala una torre en Dubai -con el consecuente apoyo de marketing que indica que la escena la hizo sin dobles-, salta entre plataformas, se desliza por un cable con su cinturón, etc. Pero el descuido llega al punto de desaprovechar al actor sueco Michael Nyqvist (""Los Hombres que no Amaban a las Mujeres") a quien le hacen poner cara de malo o quitarse máscaras al mejor estilo Scooby Doo sin que pueda desarrollar su rol por sí mismo. Es justo señalar que las escenas de acción están muy bien realizadas y algunas tomas son absolutamente espectaculares. A algunos con eso tal vez les alcance. A otros no.
Un mundo de peligros Nos encontramos frente a una megaproducción donde el realizador Brad Bird (Los increíbles y Ratatouille) pone toda la carne al asador y no permite que nada le pase de largo. Como en una perfecta receta, la historia fluye y entretiene al espectador durante 125 minutos, entre traiciones, máscaras engañosas, viajes alrededor del mundo, fastuosas persecuciones y un sinfín de escenas de acción. Tom Cruise, Paula Patton, Simon Pegg y Jeremy Renner (interpretará a Hawkeye: Ojo de Halcón en The Avengers), son los protagonistas de Misión Imposible IV: Protocolo fantasma. El film trae nuevamente a Cruise como el agente Ethan Hunt, hoy prisionero en una cárcel de máxima seguridad. Aunque no por mucho tiempo, con una escena de rescate y motín carcelario muy bien logrado, logra salir para volver al ruedo en la agencia. El film cuenta con escenarios majestuosos como Budapest en Hungría, Moscú, Praga en Republica Checa, Vancouver en Canadá y en la estructura más alta construida por el hombre, el edificio Burj Khalifa, de 828 metros de altura en Dubai. El agente Ethan Hunt no sólo deberá preocuparse por la altura, sino también por perseguir al villano en medio de una inmensa tormenta de arena. Misión Imposible IV Como un agregado a las dificultades que se le van presentando a este mini escuadrón, es que deben manejarse de manera independiente, ya que el gobierno americano les saca el respaldo con que ellos contaban. Cruise produce la película junto a J.J. Abrams, con quien se asoció en 2006 para Misión imposible III y eso se nota en las excelentes explosiones, tomas aéreas e inverosímiles situaciones que solo J.J. Abrams puede hacerlas creíbles. La espectacular acción que presenta esta cuarta parte de la saga, basada en la popular serie televisiva, no permite distracciones y deja al público con ganas de una quinta entrega (probablemente asegurada).
El especialista en animación Brad Bird (Los increibles, El gigante de hierro y Ratatouille) se hace cargo de una nueva entrega de una saga que, como el rostro de su protagonista, parece alejarse cada vez más del mundo real. Una confabulación con tintes nucleares es la excusa para que Bird enfile secuencias de acción, alguna impactante, muchas cancheras, varias con homenajes a entregas anteriores de la saga. Ese recargadísimo vuelo audiovisual de Misión: Imposible – Protocolo fantasma nunca termina de disfrutarse porque la película transmite todo el tiempo una fastidiosa sensación inhumana.
Gracias, Hollywood Hay que prestar atención a esta clase de películas. En primer lugar, porque en el inabarcablemente insalubre terreno del género de acción, es muy difícil dar con una obra tan divertida, vital e inteligentemente construida. Pero también porque a su manera es una lección de cine, de cómo utilizar la ilusión de verosimilitud para generar algo volátil e inverosímil a todas luces. Y es una forma de explotar hasta un extremo la capacidad exclusiva del medio de dar rienda suelta a la imaginación y llegar allí donde no se había llegado antes. La película empieza con una divertidísima fuga de una cárcel rusa al compás de una canción de Dean Martin; se continúa con una infiltración a un edificio del Kremlin (en la que éste termina explotando), sigue con una vertiginosa y terrorífica escalada al edificio Burj Califa en Dubai –hoy el más alto del mundo- y un doble y simultáneo simulacro de negociación que no podría ser más intenso. Hasta entonces la composición fílmica es insuperable. Brad Bird, director de brillantes películas animadas (El gigante de hierro, Los increíbles, Ratatouille) había demostrado ser maestro de la acción más dinámica y de la incorporación de tecnologías ficticias –armas, robots, dispositivos inteligentes- al universo dinámico y adrenalínico de la acción más desaforada. Aquí se utiliza en cierta escena, por ejemplo, una suerte de pantalla que simula la imagen de un corredor vacío, atrás de la cual pueden esconderse los personajes, generando suspenso. Bird también utiliza el montaje paralelo mostrando lo que les ocurre a los protagonistas y pantallas informáticas en las que puede verse en un mapa esa misma acción, dando cuenta de elementos extra que agregan tensión al cuadro. Todo esto realizado de forma que la interpretación de los dispositivos tecnológicos y su interacción con lo que ocurre sean evidentes y no se le escape a ningún espectador, lo que demuestra un gran conocimiento del lenguaje cinematográfico. No era de esperar que Bird se desempeñara tan bien en el universo de la acción real –acotado, difícil de malear- como en el de la ilimitada imaginería animada. La ambientación musical es genial y agrega puntos al tono jocoso y la creatividad desatada del planteo –ver los poderosos coros rusos durante la intrusión al Kremlin, o las escenas en Bombai, con una adaptación del tema original de la serie interpretada con instrumentos musicales locales-. Los actores están todos muy bien (especialmente las revelaciones recientes: Jeremy Renner y Léa Seydoux) y la nueva conformación del equipo podría dar la pauta de un nuevo comienzo para una saga que hasta ahora había dejado mucho que desear. Es verdad que los diálogos aquí no agregan demasiado y que uno está esperando que terminen para que llegue otra inyección de acción y vitalidad, y que el desenlace no queda a la altura de las expectativas, pero, ¿acaso importa demasiado? He aquí una película que vale cada peso del precio de su entrada, y un entretenimiento de primerísimo orden.
VideoComentario (ver link).
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Anexo de crítica: Misión Imposible: Protocolo Fantasma (Mission: Impossible - Ghost Protocol, 2011) entrega con eficacia exactamente lo que se espera de ella y sin dudas funciona como la secuela más “palo y a la bolsa” de la franquicia: las escenas de acción son espectaculares y los eslabones intermedios pueden resultar un tanto vacuos aunque en realidad no molestan. El “casi cincuentón” Tom Cruise continúa dando batalla a pesar del generoso kilometraje…-
Anexo de crítica: Hay varios cambios sustanciales entre esta nueva entrega de la franquicia que reiniciara Tom Cruise de la mano de Brian De Palma en 1996 y su inmediata predecesora (aquella dirigida por J.J. Abrams, que sigue siendo la mejor de la saga en mi opinión). Protocolo Fantasma es una película mucho más al estilo Bond, supera por lejos en vértigo tanto a la primera (siempre fue un thriller más que una action flick) como a la segunda parte (el bodrio con palomitas y motos que dirigiera John Woo) y queda cabeza a cabeza con la tercera. No obstante este última involucraba de una forma más personal al agente Ethan Hunt y lo enredaba en una historia de acción tan dramática como visceral que mucho le debía al universo de la serie Alias que creara J.J. Abrams y que no por nada motivara su contratación (Cruise era un fanático del programa que animara la bella Jennifer Garner durante 5 espléndidas temporadas). Además del virtuosismo de varias escenas que aúna el talento –y el reconocido sentido del humor- del realizador Brad Bird con el excelente nivel técnico y el poderío de una producción impecable, Protocolo Fantasma gana puntos por el equipo que rodea al héroe (Paula Patton, Jeremy Renner) y especialmente por el desarrollo que ha tenido el personaje del inglés Simon Pegg que de una pequeña participación en Misión: imposible III ha devenido en parte integral como excelente comic relief de una trama funcional y con las suficientes vueltas de tuerca para no decepcionar a nadie. Los seguidores de Lost se llevarán una linda sorpresa ni bien empieza el film: hay aquí un poco de todo para cada espectador. Un gran espectáculo audiovisual como para arrancar el 2012 con la adrenalina bien arriba…- Diego Martinez Pisacco (8 puntos)
Anexo de crítica: Esta cuarta entrega de la franquicia tiene mucho brío y tanta más energía que el promedio de películas del género actual; sólo que Brad Bird, aún bienintencionado, no da la talla para continuar lo que fuera aquella maravilla orquestada por J.J. Abrams de manera tan perfecta y precisa cinco años atrás. Hay mucho, MUCHO movimiento de personajes que van y vienen, saltan, se cuelgan y boxean hasta la muerte, y las secuencias de acción (que parecen una única y gran pieza) se suceden sin descanso; y puede que esté aquí uno de los grandes problemas de la película: demasiado apuro y frenesí para mantener la cosa fluida y muy poca planificación; todo suena a descuido y a superposición de instancias sin ton ni son (la –supuesta gran- escena del edificio no tiene mucho sentido dramático y hasta acusa serios problemas de continuidad narrativa). El guión es bastante torpe y no muy inspirado que digamos; todo pasa tan rápido que resulta difícil procesar la información que se nos brinda, y esto incluye lograr desarrollar alguna clase de empatía por los personajes en cuestión. En el anterior episodio de la saga Ethan Hunt nos importaba mucho más de lo que uno hubiera podido imaginarse, y desde aquel fallido y trágico rescate de su compañera (Keri Russell) en el comienzo, hasta la carrera contra el tiempo para salvar a su esposa (Michelle Monaghan) hacia el final, uno podía correr (y si algo sabe hacer Tom es correr…) a la par del protagonista con preocupación y sorprenderse escena por medio. Protocolo fantasma no tiene una sola escena de acción que supere en calidad la secuencia de Keri Russell o la del ataque en el puente de M:I-3, y eso que tiene cuantitativamente más momentos de acción física y más metraje en general. Como se dice, mucho ruido y…?- Juan Blanco (6 puntos)
La nueva entrega de Misión: Imposible no aporta nada nuevo al personaje ni al ambiente de la franquicia, y se aleja definitivamente de la potencia reflexiva del primer capítulo e incluso del lirismo exacerbado del episodio de Woo. El argumento es banal, esquemático y previsible. Los buenos están en su lugar, sin la sombra de alguna ambigüedad, mientras los rusos vuelven a ser un peligro mundial con la complicidad activa de una tercera zona. El director de Ratatouille repite el modelo narrativo y visual instaurado por su antecesor J. J. Abrams. El guión enmarañado no es más que un pretexto para hacer viajar a Ethan Hunt y a su equipo por todo el mundo, olvidando oponerles un villano digno de llevar ese nombre. Paradójicamente, el paso de Brad Bird desde los dibujos animados hacia una película con actores de carne y hueso (aunque se trate de un universo donde la mayoría de las leyes de la física se pone patas arriba a golpes de efectos especiales digitales) origina un producto deshumanizado en el que los personajes son figuritas maltratadas y poco convincentes. Hunt y sus compañeros parecen avatares de un videojuego en el que cada punto ganado en un ámbito se pierde en el siguiente. Los elementos del lenguaje psicológico insertados para otorgarles cierta humanidad resultan demasiado forzados. Los lugares comunes obligatorios (el traslado de una capital a otra, las persecuciones en coche, los robos sofisticados, la cuenta regresiva nuclear) se realizan con una evidente falta de convicción. La película se sustenta en las cualidades acrobáticas de Tom Cruise, que hace denodados esfuerzos para aparentar la mitad de su edad. Nuestro héroe es una máquina fría como un iceberg, sin emoción ni compasión (ni interés), pero los malos se llevan la peor parte con la chatura y la falta de carisma del villano que interpreta Michael Nyqvist, importado desde la saga Millenium, y el falso charme de Léa Seydoux encarnando a una insulsa femme fatal (ni ella misma cree que puede ser una asesina sanguinaria). Con todo, hay momentos en los que se produce el encuentro entre arcaísmo de la película de acción y el vértigo de la abstracción visual, son escenas impactantes aunque vacías de verdadera emoción.
La mecha sigue encendida Se pueden repetir los ingredientes, pero un mismo plato cocinado dos veces raramente tendrá el mismo gusto. Misión imposible 4 no es la mejor de las cuatro entregas de la saga, como anunciaban con picardía algunas publicaciones especializadas, pero está bien. La famosa mecha que se consume, ícono de la serie de espías musicalizada por el argentino Lalo Schifrin, sigue encendida. Si algún interesado echó a correr el rumor de que debíamos prepararnos para ver una superación dentro de la franquicia, tal vez estaba abriendo el paraguas, para amortiguar un posible decaimiento. En la misma película se habla al menos dos veces de la distorsión de la realidad que suelen montar los medios masivos: una, cuando la TV rusa describe como una explosión de tuberías de gas un atentado contra el Kremlin; la otra, cuando los informativos norteamericanos usan la palabra meteorito para describir un misil. Por qué no pensar entonces que la propagación de los supuestos buenas comentarios surgidos de los países donde Misión imposible 4 se fue estrenando, según el calendario, se manipula a fin de crear expectativa en los siguientes mercados. El filme está sembrado de escenas de acción y vértigo, pases de comedia y un gran despliegue de delicias tecnológicas. Tal vez, esos sean los tres pilares más sólidos en los que se apoya mientras que el cuarto, el guión, es probablemente el más flojo de todos. El argumento (hay que detener a un terrorista que quiere iniciar una guerra nuclear) no logra volverse atractivo en su desarrollo. De a ratos, parece que se deshilachara, sobre todo cuando los giros y las sorpresas no surten tanto efecto, o cuando se desvía, por ejemplo, al hablar del pasado o de las situaciones emocionales de los protagonistas, que están menos logradas que las que suelen encontrarse en estos productos. Quizá uno de los mejores pasajes del largometraje sea el que transcurre en el interior y contra los ventanales de la torre Burj Khalifa de Dubai. En este fragmento, de unos cuantos minutos, los agentes norteamericanos fraguan una cita melliza de negocios para robar los códigos de activación de un misil nuclear, mientras Tom Cruise camina como una araña por el perfil del rascacielos, en una escena para que la que no aceptó ser reemplazado por dobles. Las secuencias finales, que conducen hacia el clímax y el desenlace, también funcionan. En esta etapa, el espectador ya ha pasado por Hungría, Rusia y Dubai, en ese espectacular despliegue de escenarios que caracteriza a estas superproducciones, y se encuentra en Bombay, India, para ver una de esas clásicas pero siempre efectivas escenas de suspenso que comienza con espías diseminados en una fiesta de lujo y en las tuberías de esa fiesta, y termina en un nuevo salvataje del mundo de esos que ocurren todo el tiempo mientras las personas comunes nos dedicamos distraídamente a las tareas cotidianas.
Es realmente sorprendente el reto que Brad Bird, director de la fantástica "Ratatouille" y de la inolvidable "Los Increíbles", se impuso al llevar adelante esta película, no solo por cambiar por completo de género, sino por tener que darle vida a una saga que en su tercera parte demostró estar algo agotada. El resultado es una propuesta muy entretenida, con matices novedosos para la franquicia, escenas de acción espectaculares y con una imaginación, en ciertos momentos, maravillosa.
Ethan Hunt para siempre Para suerte y felicidad de todos nosotros, la saga de Misión: imposible siempre ha tenido a cargo de cada una de sus entregas a buenos directores. Ya JJ Abrams había desplegado su gran talento en MI-3, y aquí produce, dejándole la riendas al gran Brad Bird uno de los chicos Pixar, con antecedentes como Los increíbles y la genial Ratatouille. Con esta cuarta parte de la saga, Misión: imposible entra en ese feliz periodo donde poco importa ya la verosimilitud y coherencia entre cada parte. Aquí lo que interesa es revivir o hacer resurgir al protagonista (en este caso el bueno de Ethan Hunt, es decir Tom Cruise) y ponerlo en la peor situación posible para que la resuelva de la manera más loca que se le ocurra. Si hay un rasgo distintivo en Protocolo fantasma es cómo el equipo de Hunt va abandonando cada vez más la precisión para utilizar la fuerza bruta. El mismo Ethan apela a sus “corazonadas” y termina cada plan minuciosamente trazado, a las corridas o peleando a mano limpia. Queda claro antes de que se diga nada, que cada secuencia de acción en el film de Bird es excelente. De hecho la película podría ser sólo eso, cuatro o cinco secuencias bien pensadas, y a otra cosa. Sin embargo, cada prefacio a la misión siguiente, donde se puede ver al grupo reunido planeando algo que seguro saldrá al revés, es un momento divertidísimo. La química entre Cruise, Jeremy Renner (William Brandt), Simon Pegg (Benji Dunn) y Paula Patton (Jane Carter) es evidente y funciona perfecta. Además, la trama está poblada de chistes autoconscientes y autorreferenciales: artefactos súper-tecnológicos que no funcionan o son tan increíbles que parecen mágicos, y exageraciones como Ethan gritando “¡misión cumplida!” al final de unos de sus actos heroicos. Quien merece ser mencionado aparte es Simon Pegg, que demuestra dos facetas diferentes en las cuales siempre sale bien parado. Puede ser protagonista de cualquier comedia y puede ser el mejor actor secundario de película de acción. Si sigue saltando entre las producciones de JJ Abrams y Edgard Wright vamos a ser felices por el resto de nuestras vidas. Brad Bird (que hace todo bien), junta todos estos elementos, y construye un film de una gran efectividad, de ritmo ajustado y trepidante. Nunca mejor dicho, aquel lugar común de la “adrenalina fílmica”. Los responsables de Misión imposible: protocolo fantasma se atreven a todo, disuelven la organización a la que pertenece el protagonista, y mezclan conflictos post 2011 con otros de hace cuarenta o cincuenta años. Entonces el conflicto contiene terroristas y atentados, temor a guerra nuclear y tensión entre Estados Unidos y Rusia (¡!). De hecho luego de que estalla el Kremlin, un personaje importante dice “¡nunca hubo tanta tensión entre Estados Unidos y Rusia desde la crisis de los misiles en Cuba!”. Por otro lado, no vamos a describir acá escenas de acción, mejor que sea una sorpresa. Sin embargo, es necesario prestarle atención a todo lo que sucede en Dubái, esa secuencia es una genialidad tras otra. Misión imposible: protocolo fantasma es descontrolada en el mejor de los sentidos, y en gran medida es gracias al carisma y el resurgir de Tom Cruise, que parece que ya no va a recuperar la cordura, sobre todo si se sigue golpeando la cabeza como en este film. Hay que estar atentos a nombres como Brad Bird, Tom Cruise y, obviamente, JJ Abrams en el futuro. Acá están en estado de gracia.
Tiempo de definiciones, se estrena la cuarta entrega de la saga de Misión Imposible, y aquellos que amábamos la serie televisiva (1966), ya crecidos, pudimos apreciar, entender y finalmente disfrutar con la versión de Brian De Palma, en 1996, la primera fílmica, con traición incluida. La segunda, a cargo de hasta ese momento sobrevalorado John Woo, de 2000, con su esteticismo hueco, que luego demostró ser un buen director técnico pero no un autor, lo transformo no sólo por su culpa, el guión no era de su autoría, en una especie de James Bond aburrido a lo que debería haber sido un trabajo en equipo. A la tercera, de J.J. Abrams, en 2006, no le fue mucho mejor, repetía la formula de la segunda, sólo las presencias de Philip Seymour Hoffman, en el papel del villano, y de la bella Michelle Monaghan, impedían que uno se durmiera en el cine. El nuevo filme se subtitula, tanto en el idioma original como en su traducción literal, “Protocolo Fantasma”, y es claramente esto, más allá del deseo e intención de los responsables, lo que empieza a definir el producto. Empecé diciendo tiempo de definiciones. Bien Según el diccionario de la Real Academia Española: “Protocolo” es una ordenada serie de escrituras, matrices u otros documentos que un notario o escribano autoriza y custodia con ciertas formalidades. Esto también podría caberle en las formalidades y generales de la ley a un guión de cine, ¿No? Sin entrar en demasiados detalles de lo notarial, etc. Sí, este protocolo es fantasma, y por las dudas definamos el término en su acepción para los objetos y no las personas, dice: Como aposición indica la inexistencia o el carácter falso de algo. Por carácter transitivo nos queda que el guión no existe, aunque esto no es del todo certero, hay uno, pero es ante todo un catalogo de lugares comunes además de chato, vulgar, previsible, y lo peor es que en relación al producto en general esto no tiene la menor importancia, podría no haber historia y nadie se daría cuenta, o mejor dicho a los que se interesan en verla lo que menos les importa es ver un relato bien contado. Tan es sí que si bien el cine como tal acaba de cumplir 116 años, desde su primera proyección el 28 de diciembre de 1895, el tratamiento de salvataje de último segundo no es tan viejo, digamos que los precursores de esto fueron los creativos de la escuela de Brighton hace sólo 110 años. ¿Por que menciono esto? Pues lo que era un gran trabajo de precisión de todo un equipo de personas para logra un objetivo en la serie de TV y en la primera producción fílmica, termina convirtiéndose en una serie de planes que de casualidad pueden llegar a buen termino en el último segundo. La razón principal es que el filme se define como una prosecución de secuencias con imágenes espectaculares de violencia glamorosa, de esa que excita, tanto sea cuando todo vuela en pedazos Kremlin incluido o cuando el bueno de Ethan (Tom Cruise) esta “colgado” escalando por el piso 130 del edificio más alto del mundo, en Dubai, o cuando persigue al malo, muy malo, en medio de una tormenta de arena, todo porque él es el único que puede salvar al mundo del cataclismo que quiere producir el malvado Kurt Hendricks (Michael Nyqvist). Esto durante más de dos horas, aburre al extremo y no sólo por eso, digamos que también como en las ultimas dos todo esta puesto para el lucimiento personal de Tom Cruise, que no se luce en este caso por sus capacidades histriónicas, que si pudo demostrar en “Una Guerra de Película” (2008) o en “Colateral” (2004) entre otras, sino por mantenerse tan bien físicamente a sus casi 50 años. Lo demás corre por cuenta del montaje típico de las producciones de acción, a cortes en velocidades extremas, del trucaje, del digital, o de lo que a usted se le ocurra. Si todavía quedaba, antes de verla, un resquicio de esperanza era por los antecedentes de quien se hizo cargo de la dirección, Brad Bird, quien había realizado joyitas dentro del cine de animación tales como “Los Increíbles” (2004) y, principalmente, “Ratatouille” (2007). El punto era poder corroborar toda su imaginería visual interactuando con actores y escenarios. Algo de esto se cumple, pero la proyección en el sistema IMAX tiene una desventaja, la distancia a una pantalla de ese tamaño no es la mejor, por momentos se pierde la posibilidad de asimilar toda la imagen, y si le sumamos la necesidad de leer el subtitulado la dificultad es aun mayor. Todo esto redunda en confirmar una vez más que Hollywood es una inmensa maquinaria industrial, trituradora de talentos. Más allá de los buenos aportes que realizan el director de fotografía Robert Elswit y la excelente música de Michael Giecchino, siguiendo la melodía identificable de la serie creada por el gran Lalo Schifrin. Lo lamento por Brad Bird. Ya fueron nombrados el protagonista y su antagonista, un actor sueco desperdiciado, al igual que Jeremy Renner, como uno de los ayudantes de Ethan, la inclusión de la bella Paula Patton, que poco aporta, y la presencia del actor ingles Simon Pegg, es lo mejor en cuanto actuación y desarrollo de personaje que presenta la realización. Es, a primera vista, una producción de entretenimiento que no entretiene demasiado, y que no deja de lado la posibilidad de instalar cierto discurso fachistoide, muy del orden de la ideología mesiánica política de George Bush, en que ellos están llamados a mantener el orden mundial. Cartón lleno.
¿Un cambio de director puede ofrecer un giro importante a una saga? Definitivamente si y Brad Bird lo demuestra con “Misión: Imposible – Protocolo Fantasma”. Cuando me enteré de esta cuarta tuve desconfianza desde un principio, hasta que me enteré quién iba a estar a cargo de la dirección y en ese momento debo admitir que nació un poco de expectativa por ver que salía de este film. Brad Bird, quien está a cargo de la dirección de esta cuarta entrega, es un director de animación que se enfrenta a su primer live action. Es conocido por “Los Increíbles” y “Ratatouille”, ambas de Pixar, pero jamás había realizado una de estas pelis, lo cual lo hacía un atrayente particular para verla. Ahora, luego de ver el film, debo admitir que Brad Bird ha realizado una entrega de “Misión: Imposible” que simplemente es genial y, que a mi parecer, está muy por encima de las anteriores. Me atrevo a decir que le ha devuelto un poco la gloria a la saga y volvió a despertar el interés en ella. Si hay una 5ta y 6ta, es gracias al exelente trabajo que ha realizado el director con “Protocolo Fantasma”. Luego de que la I.M.F. (Impossible Mission Force) fuera acusada de terrorismo en Rusia, el gobierno americano inicia el “Protocolo Fantasma” desmantelando a la agencia y desactivando a todos sus agentes activos. Ethan (Tom Cruise), junto a un pequeño grupo de agentes, se ve forzado a investigar lo sucedido para descubrir al verdadero autor del ataque y devolverle, de cierta forma, el prestigio a su equipo y agencia. Puede sonar un poco trillada la trama cuando se cuenta en dos líneas, pero en verdad a nivel historia está bastante interesante y el guion tiene un buen desarrollo. Tiene bastantes momentos de acción y un ritmo que prácticamente no decae, haciendo que las casi dos horas de film se hagan atrapantes. La misión en sí se vuelve nuestra obsesión y, obviamente, el poder ver como Ethan “MacGyver” Hunt puede completarla sin salir muerto en el intento Uno de los aspectos interesantes del film es que el equipo que acompaña a Ethan Hunt tienen una participación importante, cosa que en las anteriores entregas no sucedía, haciendo que de cierta forma no todo se concentre estrictamente sobre lo que sucede con Ethan. Respecto a las actuaciones, Simon Pegg es quien se roba la peli con su comedia, típica del actor, que sirve para darle una cuota de humor al film. También cabe destacar a Jeremy Renner y Paula Patton quienes hacen un exelente trabajo como soporte de Tom Cruise. La peli en general tiene acción, humor, una historia interesante y unas actuaciones mas que decentes haciéndola una buena opción. Si todavía tienen un poco de desconfianza, les propongo que lo mediten y si se animan, que se acerquen a la sala de cine. Pueden llegar a salir sorprendidos con lo que el director tienen para darnos con este entrega.
Misión cumplida, una vez más Los seguidores de la saga que ya ha llegado a la cuarta entrega (y, antes que ellos, los fanáticos de la serie televisiva de fines de los años 60 que dio origen a los filmes) conocen perfectamente el menú: como entrada hay un episodio que se resuelve rápidamente y en seguida se sirve el plato principal: el encargo de la nueva misión, hecha la clásica salvedad ("si usted decide aceptarla"). Luego viene la presentación de los ingenios electrónicos preparados para el caso específico y de las máscaras que servirán para suplantar a algún personaje o para asegurar la huida. Todo esto aderezado con escenas de acción, persecuciones, peligros extremos y el riesgo permanente de que la misión termine estropeada por algún imponderable. En esta oportunidad, los guionistas aportan cierta originalidad: la primera escena termina con un agente muerto, la secuela de esa acción con la explosión de medio Kremlin y la sospecha de que el agente Ethan Hunt y sus colaboradores han fracasado al punto que se justifica la disolución de la fuerza especial a la que pertenecen. Por lo tanto, deberán actuar en absoluta soledad no sólo para desactivar una amenaza nuclear sino para demostrar su inocencia y aventar las dudas acerca de su lealtad a la causa. El director Brad Bird encaró con solvencia el reto de plasmar esta nueva historia; en su primer largometraje con actores de carne y hueso (antes había realizado las excelentes animaciones "Los increíbles" y "Ratatouille" para los estudios Pixar), Bird explota con la sabiduría de un veterano las posibilidades que le brinda el manejo de una producción multimillonaria. Las secuencias de acción están realizadas con gran solvencia técnica, con una admirable disposición de las cámaras y resueltas en el montaje con un ritmo frenético pero que no abruma al espectador. La elección de las locaciones (Budapest, Moscú, Dubai, Bombay) está también al servicio del espectáculo que se le propone al público y en función de la fluidez del relato, cuya intensidad no decae nunca a lo largo de las casi dos horas de proyección. La cuarta misión en la pantalla grande, entonces, no sólo no defrauda a los millones de seguidores que ya tiene la saga en todo el mundo, sino que seguramente aportará algunos nuevos aficionados, que esperarán la más que cantada (¿en 3D?) quinta experiencia del agente Hunt y los suyos.
Vértigo La cuarta Misión: Imposible es una de esas películas que bailan ante nosotros. No, no es un musical. Pero probablemente sea lo más parecido al musical clásico que se puede obtener en el cine de estos días, que carece de ese género en su oferta (si me dan los ejemplos de Bailarina en la oscuridad de Lars von Trier o la nueva versión de Hairspray, evidentemente no estamos hablando de lo mismo). En términos literales, Misión: Imposible – Protocolo fantasma no canta ni baila, ni se canta ni se baila en ella. Pero la acción, su felicidad, su ritmo, su vértigo, su perfecta sincronización en el montaje, en las actuaciones, en todos los aspectos de la puesta en escena, proponen un movimiento tan grácil como el de El pirata (1948), de Vincente Minneli y con Gene Kelly. Tom Cruise, petiso y al parecer eternamente joven (este año cumple 49) es una especie de Gene Kelly de la acción. De hecho, ya la muy buena y subvalorada película protagonizada por Cruise en 2010, Knight and Day de James Mangold, era una especie de musical –por sus burbujeantes coreografías de acción– de espionaje y romance. Cruise, muscular y fibroso como Kelly, exhibe su sonrisa y resplandece como uno de los dos grandes protagonistas del musical clásico de Hollywood (estas son épocas-Kelly para la acción, Jason Statham también es otro de la “escuela Kelly”; no se me ocurren ejemplos de “héroes de acción Fred Astaire”). Cruise es una presencia cinética arrolladora, aparentemente sin complejos (un actor petiso que aparece en la película más petiso que otros actores no especialmente altos), una estrella magnética. Por supuesto, es un gran actor de cine. Creo que ya alguna vez mencioné este listado, pero vamos otra vez: Spielberg, Woo, Kubrick, De Palma, Mann, Scorsese y Coppola. Esos son apenas siete de los directores con los que trabajó Cruise, que tiene una trayectoria muy pero muy superior a la de otros actores más prestigiosillos. Intenten que Ryan Gosling ejecute con convicción una secuencia como la del hotel de Dubai de Misión: Imposible – Protocolo fantasma. Probablemente notarán que para muchos actores con cara de torturados no es tan fácil actuar y correr, volar, aparecer con esa gracia de Cruise con una remera de Bruce Springsteen con el Kremlin de fondo. Cruise es movimiento, ritmo, humor, prestancia, confianza, pantalla abarcada y seducida. Por supuesto, Cruise cuenta, para bailar en el tiempo y en el espacio de esta película, con un montajista como Paul Hirsch (de gran trayectoria desde los setenta, montajista de varias de De Palma incluida Misión: Imposible) y con un director como Brad Bird. Brad Bird: El gigante de hierro, Los increíbles, Ratatouille. Eso, solo grandes películas de animación. Hasta ahora, que con esta Misión: Imposible comienza con el cine de “live action” como dicen en la industria americana. No leí otras críticas ni notas sobre Misión: Imposible – Protocolo fantasma ni nuevas entrevistas a Bird, pero su paso de la libertad de movimientos y “acciones imposibles” de la animación a la acción en vivo está perfectamente logrado. Y, a la vez, esta Misión: Imposible no tiene estética de dibujo animado. De hecho, en Ratatouille las acciones y los movimientos se semejaban a los de la acción en vivo. Brad Bird, proveniente de Pixar –es decir, la gran compañía productora de animación–, pasa ahora a dirigir con producción de Cruise y J.J. Abrams. Con esos apoyos y con la capacidad para lograr una cantidad festiva de minutos de tensión, adrenalina, extraordinario despliegue de movimientos y lo que quieran agregar para definir ese vértigo sonriente que uno experimenta en la butaca, al menos un sendero del presente y los futuros del cine parece ser suyo. En ocasión de Misión: Imposible 2 Gustavo Noriega dijo en El Amante que esa magistral película dirigida por John Woo era “Cine como música”. Estoy muy de acuerdo: esa película era un ballet, o una danza con una gran orquesta, con música electro-épica de Hans Zimmer. Esta Misión: Imposible es otro tipo de danza, más rítmica, sincopada, con un ritmo más jazzeado, más urbano (la película es más urbana), con música de Michael Giacchino (músico de Pixar y de J.J. Abrams). Vean Misión: Imposible - Protocolo fantasma, la cantidad de secuencias inolvidables es muy alta y no tiene sentido nombrarlas acá. Esta película es, hermosamente, cine-maravilla.
Misión cumplida Cuando una saga se prolonga con el tiempo y se anima a dejar de ser un joya del cine, o de al menos un género, pocas veces ese experimento sale bien. Misión: Imposible podría ganarse un premio al mérito. La primera, allá en 1996, sorprendió de la mano de Brian DePalma. No por la famosa escena de Tom Cruise colgando del techo, sino por una modernización de las tramas de espías. Un guión un tanto rebuscado, original; una historia que atrapó, entretuvo y quedó en la memoria. Todos saben que existe una película que se llama así, ¿no?...
Curiosidad: en Tintín, un director de acción en vivo hace un film de animación; aquí uno de animación -otro gran artista, Brad Bird, responsable de Los Increíbles y Ratatouille- hace un film de acción en vivo. El lazo entre ambos es la pura aventura física, la empatía con los personajes y el gusto por la invención, por llevarnos a un mundo que se parece al nuestro pero no existe. Aquí nuevamente Tom Cruise demuestra que es uno de los mayores actores del cine, de esos que actúan con cada articulación y cada músculo. La historia es simple: los agentes de Misión: Imposible quedan a la deriva tratando de desarmar el plan de un villanísimo que quiere controlar al mundo. Como en Los Increíbles, justamente, Brad Bird toma esa situación para desarmar los lugares comunes del género sin traicionarlos, y para crear una fábula alrededor de valores tan intangibles como la amistad y la lealtad. Aquí importa que esos temas se traducen en puro movimiento, uno en el cual nos vemos absolutamente involucrados.
Ayudado por su equipo de operaciones, el agente especial de la Fuerza de Misión Imposible Ethan Hunt escapa de una prisión rusa justo en el momento que un ataque terrorista hace explotar gran parte del Kremlin. Acusado por este atentado, abandonado y desautorizado por su gobierno (quien inicia el protocolo fantasma), Ethan deberá encontrar a los verdaderos responsables de la masacre sin contar con el respaldo de la agencia secreta. Con algunas pocas armas, un reducido equipo de fieles colaboradores y mucha inteligencia, los únicos cuatro miembros del FMI que aún permanecen asignados a esta misión viajarán por medio mundo para evitar la guerra nuclear que se avecina. Decidido a no dejar de sorprender con cada una de las misiones asignadas a su más taquillera criatura, el actor y productor Tom Cruise nos ofrece un producto de acción con mayúsculas. Hace tiempo que una cinta que combina complots internacionales, persecuciones por todo el globo y adrenalina en tomas aéreas vertiginosas no cautivaba al público del modo que esta cuarta entrega de la saga lo ha hecho en todas los mercados donde se estreno. La dirección de Brad Bird, responsable de “Los Increíbles” otra cinta del mismo género pero en clave animada, sumado a la música de Michael Giacchino, habitual colaborador de J.J.Abrams –quien vuelve a oficiar de productor- es una combinación explosiva para este cine de divertimento ideal para el caluroso verano argentino. Un dato: si asisten a las funciones en la sala IMAX, además de apreciar la magnitud de la copia en 70mm podrán disfrutar de manera exclusiva ocho increíbles minutos de la próxima entrega de Batman: “El caballero de la noche asciende”.
Algunos hombres buenos Si se desacomodaran algunas convenciones genéricas, la saga de Misión: Imposible tranquilamente podría convertirse en una película de terror. Tipos que pueden entrar y salir de cualquier parte sin ser vistos, vigilar y secuestrar gente, viajar de un país a otro sin rendir cuentas a ningún gobierno, acceder al armamento y la tecnología más modernos del mundo y servirse de ellos a discreción; los agentes del MIF son la versión actualizada y realista (aunque no por eso menos sofisticada) de James Bond y la agencia MI6. El género de espías y unos afinados mecanismos narrativos consiguen que, lejos de temer y despreciar a esas personas, nos pongamos de su parte a la hora de perseguir/capturar/asesinar a algún villano de turno que, suponemos (esperamos) constituye para el mundo un mal peor que ellos. Claro, durante sus encargos Ethan Hunt y sus compañeros sufren dificultades que ponen en riesgo su vida, cuando directamente no son muertos en combate o por obra de alguna tortura despiadada. Pero recién en Misión: Imposible – Protocolo fantasma los protagonistas se encuentran con el mayor obstáculo posible: por decisión del presidente estadounidense frente a la voladura del Kremlin, se cierra el MIF y la tecnología con la que contaron hasta el presente les es arrebatada. No es raro que en esta entrega falte Luther Stickell (el especialista en gadgets y comunicaciones interpretado por Ving Rhames) y que el villano sea un político ruso con ínfulas darwinistas que parece recién llegado de la Guerra Fría y que conspira para iniciar una guerra nuclear y hacer borrón y cuenta nueva con la humanidad. La gran pelea ya no se libra contra un enemigo verdaderamente peligroso sino contra las limitaciones que impone la pérdida de técnica de punta. Esto hace que Hunt tenga que escalar varios pisos de la torre Burj Khalifa en Dubai para desactivar el sistema de seguridad del edificio cuando un simple programa de computadora (proporcionado por la agencia desmantelada) haría el trabajo por él en cuestión de segundos; que los agentes adopten la identidad de otras personas sin la ayuda de las clásicas máscaras que copian los rostros (mientras que el enemigo sí las tiene a su disposición); que se identifique a un sospechoso ya no mediante un avanzado sistema de lectura de imágenes sino preguntándole a alguien que está al lado. Hasta los guantes electrónicos con los que Hunt trepa el edificio fallan. Entonces, la técnica que los protagonistas tienen a su disposición es precaria e insuficiente, pero esto no hace más que contribuir a lo que decíamos al principio: incluso operando sin apoyo institucional, Hunt y su equipo son capaces de toda clase de hazañas (como escalar el edificio más alto del mundo) al tiempo que continúan violando todas las leyes civiles habidas y por haber. Lo emocionante y terrorífico a la vez es observar cómo se las ingenian para realizar prácticamente cualquier cosa, para concretar el engaño más elaborado, con una cantidad de recursos mínima. Resulta demasiado tentador pensar que esa especie de lucha contra la técnica y sus limitaciones puede leerse en clave autoral: por sobre el relato en su faceta más literal lo que podría haber es otro conflicto similar, el de Brad Bird, que se enfrenta por primera vez a la filmación de un largo de acción en vivo. La guerra de ingenio que declaran los agentes a cada pequeño obstáculo podría ser la misma de un cineasta en plan de reaprendizaje, que ya no cuenta con la libertad formal de la animación y debe trabajar con lo que tiene, con los materiales de un mundo mucho menos plástico que el de Los Increíbles o Los Simpsons (aunque siga teniendo a su disposición la ayuda de los efectos digitales). Pero me gusta más pensar otra cosa: Misión: Imposible – Protocolo fantasma se vuelve sobre sí misma y mira a sus antecesoras, la saga realiza una torsión con una premisa nueva (¿qué pasaría si los agentes no tuvieran casi ninguna tecnología de su lado?) que produce una puesta en abismo potenciando lo que las novelas y las películas de espionaje vienen diciendo hace mucho: que existen hombres y mujeres que escapan del alcance de la ley, para los que no hay lugares impenetrables ni personas intocables y que, esta vez, demuestran que son lo suficientemente hábiles y empecinados como para seguir haciendo todo eso sin el apoyo logístico de ningún gobierno. En el acto de convencernos de confiar en ellos y en la supuesta justicia moral de sus acciones radica la principal y sutil diferencia entre el género de espias y el de terror. Seguramente se trate, también, de una ficción tranquilizadora: antes que ignorar su presencia, es preferible saber que existe gente así y creer (a riesgo de equivocarnos) que están de nuestro lado.
Siguiendo con el agente Ethan Hunt, de las tres primeras entregas, el debutante director (hablando de películas con actores reales) Brad Bird (Llos Increibles, Ratatouille), nos llega esta entrega llena de adrenalina, explosiones, revelaciones y hasta una que otra escena de melcocha. Situados en la ciudad de Dubai, ante el fracaso de una misión que consistía en atrapar a un maniático que lo único que desea es iniciar la tercera guerra mundial, el gobierno decide eliminar su división, por lo que deberán seguir adelante solos, sin apoyos y entre 4 agentes, con todo y sus secretos y problemas y hasta alguna puntada graciosa. Por ahí ya se habían quejado de la saga, que si tiene muchos altibajos, que si la 2 es aburrida y la 3 no tiene historia. Pero vamos, lo que uno espera al ver la palabra acción, como género de una película no es una historia intrincada con laberintos y giros de tuerca. Una que otra revelación está bien y una línea argumental creíble bastan. Lo que impresiona son las escenas de acción, lo que las secuencias nos hagan sentir a uno como espectador, como por ejemplo, si le tienes fobia a las alturas y de repente ves a la cámara en el piso 200 de un edificio. Es lo que realmente importa aquí Llena de adrenalina, la película cumple con su objetivo: dar dos horas de entretenimiento palomero. Si lo que uno busca es divertirse y tener acción, acá la encontrará, incluido algún taco de ojo para chicos y chicas. Cumple con lo esperado, y aunque el guión no es lo más importante, si lo son las escenas impactantes, con o sin efectos. Vale la pena verla para entretenerse. Dirección cumple, actuaciones, cumplidoras (sobre todo con las escenas sin stunts, ya todos saben que Cruise se arriesgó a filmar en el edificio más alto del mundo el mismo) y acción sin parar.
El Coyote Cruise Misión: Imposible-Protocolo Fantasma incluye gags visuales y gestuales, además de un trabajo en lo corporal cercano a lo maleable y lo plástico, que pone a los protagonistas en el lugar de los dibujos animados. Hay una secuencia de acción en Misión: Imposible-Protocolo Fantasma que revela las posibles razones por las que Tom Cruise y J.J. Abrams pensaron en Brad Bird para que fuera el director de la nueva entrega de la saga, y lo que finalmente termina aportando el cineasta. Se trata una persecución primero a pie y luego en auto en el medio de una tormenta de arena en Dubái, en la que Ethan Hunt intenta capturar al villano utilizando un localizador satelital. Todo transcurre a ciegas, Ethan casi no tiene referencia visual, y actúa mitad con la tecnología como guía y mitad por puro instinto. Y sin embargo, a pesar de la multitud de cosas que suceden, el espectador comprende a la perfección lo que ocurre, incluso cuando no lo ve. De hecho, hay grandes aprovechamientos no sólo de los efectos especiales, sino también del sonido y el espacio fuera de campo. Por otro lado, la escena goza de una plasticidad y fluidez difíciles de encontrar en el cine de acción de hoy. El realizador de El gigante de hierro, Los increíbles y Ratatouille ya había demostrado que, a pesar de provenir del campo de la animación, su cine estaba fuertemente emparentado con lo humano y mecánico, lo físico y lo explosivo. Su manejo de los géneros de la aventura y la acción ya estaban ahí evidenciados. A la vez, Misión: Imposible-Protocolo Fantasma incluye gags visuales y gestuales, además de un trabajo en lo corporal cercano a lo maleable y lo plástico, que pone a los protagonistas en el lugar de los dibujos animados. Podríamos pensar que, por ejemplo, en la secuencia antes descripta, Cruise es como el Coyote. Es verdad que podríamos catalogar fácilmente a esta como la película más floja de Brad Bird, la que tiene la menor ambición, con un villano que no posee (casi deliberadamente) entidad y peso en la trama. No obstante, lo que tenemos ante nuestros ojos es un relato donde está más presente la noción de grupo, con el mayor obstáculo en la necesidad ajustar las tuercas en la convivencia del equipo para lograr el objetivo. Y allí se nota un gran cuidado por lo que se está contando, por construir personajes simples pero verosímiles, con una gran vocación de espectáculo. Pero ese espectáculo que resuena en el público, que lo trasciende más allá de las dos horas del metraje, porque estamos hablando de entretenimiento en el mejor sentido del término.
Ethan Hunt Recargado Tom Cruise ha dado un paso verdaderamente gigantesco en su apuesta por el cine de acción y su (ya propia) marca “Misión Imposible”. Es la cuarta película que produce y protagoniza, basada en la mítica serie sesentista. En esta oportunidad, bajo la dirección de un experto en cine de animación, Brad Bird, quien le da un toque especial a la imagen y a las escenas, para hacerlas más atractivas, más impactantes, más atrapantes. Pero no todos son trucos en Misión Imposible 4, y ahí está la gracia, el acierto espectacular de esta entrega. Hay mucho trabajo de actores que no tienen miedo de poner sus cuerpos, trabajo en el que Cruise se lleva las palmas porque se luce en escenas de alto riesgo, nada menos que trepando como hombre araña la torre Burj Khalifa de Dubai, el edificio más alto del mundo, piruetas que realizó sin utilizar dobles. Por supuesto que esa hazaña es la marca de la película, el clímax, no obstante no hay que desdeñar todas las demás secuencias en que ocurren situaciones en las que se combinan la extrema violencia con la velocidad, luchas cuerpo a cuerpo, persecuciones y todo tipo de encontronazos de alto voltaje, que crean un clima muchas veces catastrófico, con explosiones, cristales que se rompen, patadas y golpes de puño capaces de demoler al adversario más duro. Ya desde el comienzo, la adrenalina empieza a correr en altas dosis, cuando el agente Ethan Hunt protagoniza una alocada fuga de una prisión de Moscú, donde estaba recluido por cuestiones más bien personales, pero que no conviene revelar. Su fuga tendrá apoyo externo de agentes de la Fuerza Misión Imposible (FMI) y eso significa ni más ni menos que lo necesitan para otra misión. Como todo el mundo sabe, la FMI está compuesta por agentes de elite que sin embargo tienen la libertad de aceptar o no los trabajos que les proponen, que siempre conllevan altísimos riesgos y requieren un gran despliegue logístico, tecnológico y financiero, además de habilidades de todo tipo. No son cosas ni para improvisados, ni para energúmenos sin cerebro, ni para timoratos. Benji (Simon Pegg) y Jane (Paula Patton) serán los compañeros de Ethan en este trabajo, a quienes se une luego William (Jeremy Renner). Primero deberán ingresar clandestinamente al Kremlim, para tratar de hacerse con algunos códigos secretos, que los llevarían tras las pistas de una conspiración en ciernes capaz de causar un gran daño a Estados Unidos. Pero ya en la sede del poder de Moscú y en plena tarea, ocurren imprevistos, intercepciones, que desbaratan el plan original y para colmo los muchachos de la FMI quedan expuestos y acusados de los desastres que ocurren. ¿Y qué es lo que pasó? un tercero en discordia, Trevor (Josh Holloway) aprovechó la ocasión y armó tal revuelo que todos quedan confundidos y persiguiendo al hombre equivocado. Mientras, la conspiración avanza con sus planes maléficos. Este desastre obliga a los Estados Unidos a activar el “Protocolo Fantasma” para abortar la misión en Moscú y los agentes quedan a la buena de Dios, librados a su propia suerte. Y aquí es donde aflora el espíritu que anima a estos héroes, sabiendo el gran peligro que anda suelto, deciden continuar tras los sospechosos, a pesar de no tener ningún apoyo oficial. Y se lanzan a una misión no autorizada bajo su propio y exclusivo riesgo. Las aventuras, que entre piña y piña se salpimientan con un poco de humor y un poco de amor, suceden en Moscú, Budapest, Dubai y la India, todos escenarios exóticos que dan un marco visual atractivo y misterioso a la vez a todas las escenas de acción en las que el equipo de la FMI sale airoso, logrando, una vez más, salvar al mundo de una terrible amenaza.
Imparable Genuino cine de súper acción que trae de vuelta a Tom Cruise - también productor - en la piel del agente Ethan Hunt, qué va al mejor estilo James Bond y aún sumándole peripecias y desafíos que hacen quedar al "Hombre Araña" casi casi como un porotito de soja. Brad Bird, anterior director de las animaciones "Los Increibles" y "Ratatouille" (ambas Pixar) toma el timón de esta aventura imparable, que a causa de un ataque terrorista que vuela al Kremlin, inicia una rápida carrera cargada de adrenalina, emociones y peligros constantes, como siempre estas situaciones semejan a una montaña rusa descontrolada, que arranca en Budapest, y continúa por escenarios reales de Moscú, Dubai y Bombay. Cruise no está solo en el equipo agregan meritorias, eficaces participaciones: el ingenio de Simón Pegg -visto hace poco en la inteligente comedia "Paul"-, la belleza superlativa de Paula Patton, y un Jeremy Renner que jamás pasa desapercibido como actor en sus roles. Esta nueva "Misión" supera quizás en mucho a sus anteriores antecesoras, su intensidad de aventuras -algo similar visto en la excelente "Las aventuras de Tintin" de Spielberg, esta misma semana- es un muestrario de montaje, fotografía y edición formidable. Entretenimiento puro, sin escalas, el verdadero y genuino cine de distracción en su mejor ejemplo. A disfrutarla.
En diversas publicaciones, que incluyen el presente sitio de internet, se habla del cine como sublimación de las fantasías inconscientes del público. Muchos films de terror con fuertes dosis de gore abordan el tópico de la diferencia entre la realidad ficcional de las acciones de los protagonistas y la realidad -por ejemplo, la alguna vez ganadora del BARS, Masacre esta noche. No obstante, muchos deseos difícilmente alcanzables en la realidad no pertenecen al plano de lo inconsciente, al menos en relación con la materialidad de su concreción. Podemos pensar que, en efecto, la peligrosidad y locura de las "misiones" de esta cuarta entrega de Misión Imposible y sus anteriores versiones constituye ese anhelo irrealizable. Pero cuando se despliegan los lujos accesibles a través del dinero, todo se torna aparentemente más sencillo, pues un capital suficiente puede solucionar esa distancia entre el espectador y la pantalla. En consecuencia, la eventual posibilidad de alcanzar esos bienes se distingue de las tempestuosas pasiones legalmente vedadas por el Estado o el Super-Yo. La perversión yace en que es el propio sistema capitalista el que prohibe a la mayoría de la población el acceso a esos objetos y, a la vez, estimula su difusión expuesta como simple resultado de la acumulación. Mission: impossible - Ghost Protocol -dirigida por quien ha sabido encarar grandes películas de Pixar, Brad Bird- consiste, como sus predecesoras, en la sucesión de complicadísimas tareas por parte del grupo especial IMF, liderado por Ethan Hunt (Tom Cruise), de cuyo éxito dependerá prácticamente el bienestar del mundo. Para esta ocasión, Hunt carecerá del apoyo oficial de dicha organización y deberá valerse sólo de la ayuda de Benji Dunn (Simon Pegg) y Jane Carter (Paula Patton) y de un desconocido William Brandt (Jeremy Renner), sin que por eso falte la usual e imprescindible tecnología de las misiones imposibles. El grupo acepta la labor de detener a Kurt Hendricks (Michael Nyqvist), inteligente y nefasto personaje que se halla detrás de un sorpresivo atentado al Kremlin de Moscú, que esconde fines ligados al inicio de una nueva -y para el momento ya olvidada- guerra nuclear entre Rusia y los Estados Unidos. Para ello Hunt, Carter, Dunn y Brandt se trasladarán desde Rusia a la moderna Dubai y a la exótica ciudad india de Bombay. Uno de los intereses principales de MI4 lo constituye la novedosa locación de Dubai, ciudad creada en base a la riqueza en la mitad del desierto y que, por ello, precisa de la consecuente publicidad de su derroche. La fotografía entremezclada con hazañas permite que la inversión de los jeques árabes luzca en su esplendor en esta Mission Impossible. Sin embargo, la excitación de las impactantes escenas no resulta suficiente para legar reflexión alguna al espectador. La única reflexión presente es la de la repetición de las típicas e inolvidables características de la serie y sus versiones cinematográficas, a saber, los mensajes que se autodestruyen, el relato de las misiones, los extrañísimos aparatos y la banda sonora basada en la composición de Lalo Schifrin. Quizá, entonces, la banalidad de Misión: imposible 4 -Protocolo Fantasma sea consumida como un escape al tedio cotidiano e incluso a lo que se considera el trabajo intelectual del día a día. No obstante, las emociones de la producción de Cruise funcionan como un incentivo espiritual que ayuda a sostener un concepto de mundo, o un disfraz del mismo, como la suma de objetos disponibles para la venta, prestos a ser comprados. Hollywood ha empleado esta técnica en tiempos de guerra y no ha cesado de emplearla, con la eterna finalidad de controlar la voluntad de las masas a las que no satisface, pero que siempre -le hace creer- podría satisfacer.
ÁLGIDO ENTRETENIMIENTO, PERO CON POCA ALMA “Misión: Imposible”, la saga cinematográfica iniciada por Brian De Palma en 1996, adaptando la serie televisiva creada por Bruce Geller en la década del 60, resultó uno de los mayores éxitos del cine de acción de los pasados 15 años. La película inicial de De Palma nada tenía que ver con la continuación realizada por John Woo en 2000, ni ésta con el giro que dio en la tercera, dirigida en 2006 por J.J. Abrams, productor en esta parte 4. Aquí, el director, es Brad Bird, iniciando así su carrera como director con actores de carne y hueso, ya que previamente sólo cuentan en su haber filmes animados (Los increíbles, Ratatouille, y hasta algún capítulo de Los Simpsons). Con el denominador común de Tom Cruise como figura medular y productor (que a sus casi 50 años demuestra que le sobran 15), la saga se ha demostrado sólida a lo largo de sus estrenos, tanto en pantalla grande como en la chica. En “Misión: Imposible – Protocolo Fantasma” (más conocida como “Misión imposible 4?), el agente Ethan Hunt, acusado de un atentado terrorista con bombas contra el Kremlin, es desautorizado junto con el resto de la organización al iniciar el Presidente el “Protocolo Fantasma”. Abandonado a su suerte y casi sin recursos, nuestro protagonista deberá hallar el modo de rehabilitar el buen nombre de su agencia e impedir un nuevo ataque. Para complicar aún más las cosas, Ethan se ve obligado a embarcarse en esta misión con un equipo de fugitivos del IMF, cuyos motivos personales no conoce del todo, especialmente del agente William Brandt (Jeremy Renner), que esconde un secreto ligado a la vida personal de Hunt. Ante la falta de un villano más presente o más vigoroso (pareciera que no alcanza con la muda presencia de Michael Nyqvist, de la saga original de Millenium), el filme entretiene sin pausas, especialmente en las complicadas y coreografiadas escenas de acción, como la secuencia en medio de una tormenta de arena en Dubai, o en un excéntrico garaje de autos, o en el exterior del piso 130 de un rascacielos. Muy entretenida, las casi 2 horas 15 min. de pura acción divierten sin fisuras. Lo que más se echa de menos en esta entrega es el tono dramático y emocional que sí estaba presente en la trama de la parte 3. A pesar de la atrayente conexión entre los cuatro protagonistas, al guión le falta algo de alma. Al margen del género al que pertenece, no le vendría nada mal dar un poco de lugar para que los personajes demuestren que son humanos, y uno pueda acercarse algo más a ellos. Cruise, a quien no se le puede negar su pasión profesional y eficacia comercial, se entrega nuevamente a su personaje con la inteligencia suficiente para dejar espacio a sus compañeros de reparto, Paula Patton, Simon Pegg y el nombrado Renner. Adrenalina pura: esto es lo que ofrece esta nueva entrega. Si no se pide más, se sale contento... al margen que, a las 2 cuadras de la salida del cine uno se acuerde poco de lo que acaba de ver...
LA UNIÓN HACE LA FUERZA Cuarta entrega de la serie de Misión: Imposible. Renovada y espectacular, Protocolo fantasma muestra cómo el talento y las ideas son la herramienta fundamental para hacer el mejor entretenimiento. Hace unos años leí un artículo donde se analizaba a la figura de John Wayne como un héroe solitario devenido en un héroe grupal, un héroe comunitario. Los ejemplos, obviamente, eran los films que hizo con Howard Hawks. En esos films, y coherente con el cine de este director, el héroe puede ser un líder, puede incluso ser llamado papá por sus amigos, pero no sería nada sin el grupo. La suma de varios es mayor que la fuerza del individuo. Esta idea, sorprendente para quienes opinan sobre Wayne y el cine norteamericano sin saber nada, es mencionada aquí porque la novedad más fuerte que trae a nivel contenido M: I Protocolo fantasma es justamente algo relacionado con esto. En Misión: Imposible (1996) dirigida por Brian De Palma, la historia comenzaba con Ethan Hunt (Tom Cruise) perdiendo a todo su equipo y quedándose sólo. Comienzo raro, claro, para esta versión cinematográfica donde justamente el chiste estaba en el trabajo en equipo. Que la unión hace la fuerza es algo que se ve también en los films anteriores del director Brad Bird, el mismo de Los increíbles, Ratatouille y El gigante de acero. Pero no es la cuestión grupal el único elemento hawksiano de M: I 4. Está también la fuerte presencia de la mujer del grupo, que no es un adorno ni una víctima a ser rescatada. Jane Carter (Paula Patton) es una más de ese grupo, y carga con sus pesares como otros de los integrantes. El grupo, integrando por Hunt, Carter, Brandt (Jeremy Renner) y Dunn (Simon Pegg, el comic relief), tiene una identidad y una fuerza poco habituales para el cine de acción. Cruise abre el juego y lo hace muy bien. Su presencia carismática y poderosa brilla aun más con la decisión de repartir el interés de la historia. Esto es lo que le da profundidad, peso, lo que hace que la película se vea completa, humana, que nos emocione, que nos haga sentir parte. Pero por supuesto hay más. Misión: Imposible Protocolo fantasma es un espectáculo cinematográfico descomunal. Es una película divertida, bella, enorme, musical. El cine llevado a la manera más pura de placer visual, la sana costumbre de asombrarse, sorprenderse. Vista en pantalla IMAX es directamente abrumadora, una experiencia inolvidable construida en base a fuerza de lenguaje de cine. Cruise comprende a la perfección esta serie de la cual él es el verdadero gran artífice. Con el oficio del director como aliado, Cruise busca darle al espectador el espectáculo más grande del mundo. La sorpresa, el asombro, el suspenso, la emoción. Hasta el sentido del humor de la película es una precisión que asombra. La saga, ya en su cuarta entrega, se pone en duda a sí misma, se discute, se reconoce parte de una serie de lugares ya transitados. E incluso el propio Cruise bromea con respecto a su estatura, porque sabe que de todas maneras sigue siendo un grande. Y de esa grandeza y de esa alegría cinematográfica esta hecha Misión: Imposible Protocolo fantasma.
Acción Nuestra de Cada Día Protocolo Fantasma marca la 4ta entrega de Misión Imposible, esa historia de agentes secretos, complots y acción adrenalínica que nos regaló Brian De Palma en 1996 y que ya se ha convertido en un clásico de la gran pantalla. En esta oportunidad el film viene dirigido por Brad Bird, responsable de grandes animaciones como "Ratatouille" y "Los Increíbles", bajo la tutela de J.J. Abrams y el también productor Tom Cruise. Para comenzar debo decir que las secuencias de acción son espectaculares, dinámicas, con ritmo y de muy buena calidad. Tiene algunos elementos que sencillamente son hipnóticos como las herramientas tecnológicas que utilizan (la pantalla móvil que asemeja el fondo del pasillo de un espacio cerrado es una cosa de locos). Ahora... como secuela de la gran obra de Abrams en la 3ra entrega, no deberíamos esperar menos pericia en los momentos de acción, es decir, se puede considerar que la calidad es prácticamente un factor característico más que algo para resaltar. Quizás sí la mano creativa de J.J. que se nota en cada escena. Una cuestión refrescante es que el humor ha mejorado considerablemente, sobre todo el timing que se da en los momentos adecuados. Por lo demás no hay muchos cambios... es la misma ecuación de siempre. Detener a un villano, preferentemente de Europa del Este, que quiere destruir la civilización con bombas nucleares. Tiene algunos disparates y cuestiones ilógicas propias de este tipo de película, mucho más pulidas que en el trabajo de John Woo (2da Misión Imposible) pero inferiores a los de la 3ra entrega. Terminar luchando contra el sistema de estacionamiento no es de lo más lógico y emocionante que podrían haber mostrado. Faltó un poco más de drama y espionaje, cuestiones que en la 1 y 3 eran más elaboradas. En general Protocolo Fantasma es buena, entretiene y por momentos agita, pero a esta altura espero un poco más de innovación en la saga. Las nuevas incorporaciones están muy bien, sobre todo Simon Pegg como el "geek" de la tecnología. Un film para disfrutar en un día con mucho antojo de acción y revivir lo que significa Misión Imposible.
Mientras que la vida pública y privada de Tom Cruise es totalmente discutible - que va desde su polémica defensa de la Cientología (de la cual es fan confeso) hasta sus polémicas apariciones públicas en programas como el de Oprah Winfrey -, es innegable que el tipo es un artista notable y posee un excelente olfato para los negocios. Cada vez que la carrera de Cruise parece aproximarse al abismo - por jugarse en títulos independientes de floja o nula recaudación - el tipo da un giro de timón y vuelve a estar en la cima de la ola. En los últimos años el caballito de batalla de Cruise ha sido la saga de Misión Imposible, la cual figura ahora como totalmente de su potestad luego de divorciarse de su socia Paula Wagner. Con un control creativo total Cruise ha reclutado a un puñado de talentosos y ha pergueñado el que debe ser el mejor filme de la saga por muy lejos. No sólo la historia es fácil de seguir y es intrigante, sino que sirve como pretexto para disparar algunas de las secuencias de acción más excitantes de los últimos años. Si Cruise está muerto (artisticamente), ... ¡que viva Tom Cruise! Una de las decisiones más inteligentes de Cruise ha sido la de aliarse con J.J. Abrams, el cerebro detrás de Lost, Alias y la nueva Star Trek. No sólo le dio luz verde para hacer lo que quisiera en el tercer capítulo de la serie - que sirvió como gran debut cinematográfico para el productor -, sino que ahora ha recurrido a los servicios de un par de libretistas de su staff, los cuales han escrito una historia simple y llena de situaciones perfectas para que un director con talento las tome y llene los blancos. En este caso - y en un nuevo ejemplo de stunt casting a manos del propio Cruise, tal como ocurriera con Abrams - ha reclutado al animador Brad Bird, el mismo de Los Increíbles y El Gigante de Hierro. Lo cierto es que el exquisito refinamiento visual de Bird no ha perdido un ápice en su traslación al celuloide con actores, generando un peliculón de aquellos. Acá no hay Spectre ni ninguna organización malévola que quiera dominar el mundo; basta un loco muy inteligente - Michael Nyqvist, de la saga Millennium, corriendo con un papel que usualmente iría a manos de Stellan Skarsgard - con un par de secuaces y mucho dinero como para comprarse un par de aparatos y obtener el acceso a la red de control de misiles balísticos rusos, con el fin de lanzar uno de ellos sobre Nueva York y provocar una guerra nuclear entre las superpotencias. Tras él va Ethan Hunt y su equipo, los cuales tienen la desgracia de estar en el lugar equivocado en el momento correcto, y terminan siendo inculpados por un masivo atentado al Kremlin. Como todo el mundo los quiere atrapar, Hunt y su gente pasan a la ilegalidad y comienzan la cacería del terrorista. El problema es que cada montaje / engaño / incursión clandestina que realizan les sale mal (la dichosa Ley de Murphy) y los tipos deben improvisar sobre el momento, con lo cual el filme recupera la tensión y el sabor que poseía la serie original de hace 40 años. No sólo la mecánica de Misión Imposible: Protocolo Fantasma se siente diferente, sino que resulta mucho mas satisfactoria. En los filmes anteriores era la super estrella Cruise y tres o cuatro párvulos que le sostenían los gadgets mientras se lanzaba desde edificios enormes y peleaba con un batallón de sicarios él solito. Acá las responsabilidades están distribuidas y cada miembro tiene su oportunidad de brillar. Paula Patton y Jeremy Renner pelean como los dioses y obtienen tanta pantalla como Cruise, e incluso la dinámica personal entre los miembros del equipo se ve mucho más relajada y con espacio para el humor. Hasta Simon Pegg se ve heroico. Oh, sí, este equipo es una auténtica maravilla. Pero la gran estrella del filme es Brad Bird, el que consigue armar unas escenas de acción impresionantes. Cruise escalando a mano el Burj Khalifa - el edificio más alto del mundo, que reside en Dubai - y lleno de contratiempos; una persecución a toda velocidad en medio de una infernal tormenta de arena en plena ciudad árabe; la mencionada incursión en el Kremlin, dotados de una pantalla espejo que no siempre funciona como debiera; y un excitante clímax en mitad de un gigantesco edificio - estacionamiento, en donde los protagonistas deben realizar saltos mortales de una paltaforma móvil a la otra... son tantas las secuencias y están rodadas con tanto estilo que resulta inútil describirlas. Hay que verlas y disfrutarlas como corresponde.
Nana nanananaaaaaa Increíble pero Mission Impossible ha alcanzado su cuarta entrega! Pensar que esta saga que inició en 1996 de la mano del gran Brian De Palma con un Tom Cruise 15 años menor, emulando la clásica serie de tv con Peter Graves. La cosa es que la saga pasó por varios directores y cada entrega se destacaba por algo. Por ejemplo, la primera es una digna película de espionaje con grandes actores a la par (hasta matan a Emilio Estevez al inicio!! Jeje); la segunda, es la de menos espionaje y más acción (gracias a el maestro John Woo); la tercera entrega, J.J. Abrams intenta volver al estilo de la original con altos toques de acción que nos mostró la segunda.; y esta última Brad Bird termina el laburo de J.J., dándonos la versión definitiva del equilibrio entre espionaje, inteligencia y acción. En la 4ta entrega de Mission Impossible, la historia nos muestra a un Ethan Hunt que es sacado de la cárcel para llevar adelante una misión suicida en el Kremlin para recuperar unos códigos secretos para utilizar armas nucleares. El fracaso de la misma, generará un conflicto bélico entre Rusia y Estados Unidos y hará que el presidente de los Estados Unidos ponga en acción el “protocolo fantasma”. El mismo, tiene por objetivo desmantelar definitivamente la IMF (imposible Mission Force). Pero Ethan y su equipo no se dará por vencido y con recursos escasos y sin apoyo, llevarán adelante la misión imposible de parar el inicio definitivo de esta guerra nuclear. La actuación de Tom Cruise retomando el personaje de Ethan Hunt me gustó. Sobre todo porque en esta parte, lo muestran a Ethan como un “veterano” miembro de IMF. Así, la película saca provecho con algunos clichés de la saga que logran esbozarnos una sonrisa. Por otro lado, el otro actor que se destaca es mi querido Simon Pegg (Shaun of the Dead, Hot Fuzz) que es el encargado de poner la cuota justa de humor. Sus intervenciones definitivamente hacen de los momentos cómicos algo especial en la película. Un cameo que me hubiese gustado ver un poco más en la película es a Josh Holloway como un miembro de IMF. La película goza de buenos efectos especiales y logra el equilibrio perfecto entre acción y espionaje. Brad Bird supo terminar el concepto hacia el cual re orientó la saga J.J. Abrams luego de la MI: 2 de John Woo. Destacable es el opening de la película con la famosa melodía de Lalo Schifrin acompañada por la famosa mecha encedida e imágenes claves de lo que vamos a ver en la película. En resumen, es una muy buena película, me gustó bastante pero no creo que sea la mejor de la saga. Definitivamente, vale la pena ir a verla al cine.
Tormenta del desierto No apto para gente con vértigo, Tom Cruise sigue reticente a abandonar las escenas de riesgos en este clásico del espionaje. Pero ¿cuáles son los condimentos que hacen a Misión Imposible 4: Procolo fantasma, una de las “películas del verano”? Una de ellas es la tecnología de los gadgets del agente secreto Ethan Hunt, que puede dejar perplejo a más de un cinéfilo geek. ¿Un ejemplo? La pantalla espejo que recrea una copia idéntica de un pasillo del Kremlin para que los espías se apoderen del botín. Otro punto fuerte es la adrenalina con la cual se va hilando el film, que posee pocos espacios para la reflexión, y la acción a veces empalaga el argumento. Señor espectador: no espere minutos de descanso ni escenas románticas: estas son misiones con objetivos casi utópicos donde los golpes y la sangre (discreta, eso sí) se mezcla con disparos letales. El director Brad Bird tira una perdigonada de situaciones donde el equipo de espionaje, que se completa con la misteriosa Jane Carter (Paula Patton) y el inventor nerd Benji (Simon Pegg), deberá meterse con la mafia rusa, agentes serbios y evitar que el malísimo Cobalt (otro indestructible como Ethan), se apodere de unos misiles nucleares para sembrar el terror en el mundo. Bah, lo de siempre. Lanzarse de clavado con un auto desde un nivel de estacionamiento a otro (y sobrevivir por la efectividad del air bag) o trepar uno de los rascacielos mas imponentes de Dubai, gracias a unos guantes que hacen una ventosa fuera de lo común sobre la superficie vidriada, son de las escenas donde lo ficticio supera lo real. Y acá es donde la peli decae. La cantidad de agentes encubiertos y la superposición de objetivos genera una trama confusa donde se pierde la ubicación de los personajes y también el objetivo a seguir. El trofeo al buen gusto viene con las exóticas locaciones de la peli: la gélida Moscú, el super lujo de Dubai (donde una tormenta de arena le da una original atmósfera y giro a la misión) y la caótica Bombay que, a su vez, sirven de abanico para el inicio de las misiones que pueden recibirse desde un teléfono público o dentro de un vagón de un tren carguero ¡en movimiento!. Una vez más Tom Cruise no pierde su magnética sonrisa ni deja de sorprender con sus movimientos físicos de ataque y defensa. La incógnita que queda abierta es si una saga de este estilo tiene alguna forma de reinventarse y no caer en la repetición de la típica fórmula: adrenalina + tecnología + paisajes al tono = ¿continuará?