Bucaneros al acecho El film que inauguró en 2003 la saga de Piratas del Caribe (Pirates of the Caribbean), aquel megatanque simpático y de disposición old school, por un lado supuso la validación definitiva intra industria de Johnny Depp como actor taquillero y por el otro marcó el comienzo de un declive profesional en función de un popurrí de problemas personales (adicciones, separaciones varias, etc.), la crisis de la mediana edad (ya no podía interpretar a jóvenes atribulados y contraculturales, el eje de su carrera hasta entonces) y una especie de encasillamiento que derivó en obras fallidas y/ o decepciones en boletería (sin duda aquí jugó un papel fundamental su caduca sociedad con Tim Burton, otra figura que terminó cansando con sus estereotipos a fuerza de mediocridad, pocas ideas novedosas y la ausencia casi total de la garra narrativa de antes, esa que se diluyó entre la complacencia y los CGI). Aclarado el contexto general de Piratas del Caribe: La Venganza de Salazar (Pirates of the Caribbean: Dead Men Tell No Tales, 2017), podemos afirmar que este regreso de Depp a la franquicia es muy digno, en especial si consideramos que hablamos de la quinta entrada y que ya la segunda parte y la tercera eran muy flojas y la cuarta demostró un agotamiento de cadencia casi terminal. Por supuesto que en esta oportunidad sigue en primer plano el gigantismo de siempre, no obstante la película se beneficia mucho de la decisión de apostar a una historia autoconclusiva que retoma el simplismo retro del opus original, reduciendo el número de personajes para renovar en parte el elenco y rescatar sólo a los protagonistas principales/ más atractivos de las obras previas. Hoy las aventuras de bucaneros forajidos vuelven a ser el corazón de la trama, por encima del ritmo enrevesado y delirante de antaño. La excusa para una nueva montaña rusa basada en acrobacias, one liners y detalles varios fantásticos pasa por encontrar el Tridente de Poseidón, un artilugio mágico que convoca en su búsqueda a Jack Sparrow (Depp), Barbossa (Geoffrey Rush), el joven Henry Turner (Brenton Thwaites), la astrónoma Carina Smyth (Kaya Scodelario) y el villano de turno Salazar (Javier Bardem). A través de esa sucesión de alianzas y traiciones de la saga, todos se cruzan y se separan en distintos puntos de un relato en el que -gracias al infierno- ya no estamos presos de secuencias interminables con monstruos descomunales porque en esta ocasión regresan motivos clásicos del cine de alta mar para pequeños como los barcos fantasmas, los tesoros ocultos y esos odios de larga data. De hecho, la realización no trata de “camuflar” su público excluyente, los niños, algo que sí hacían las películas anteriores. Más allá de que a Depp se lo siente en verdad rejuvenecido y mucho más cómodo/ menos automatizado en su rol, la sorpresa del convite es Scodelario, una actriz que impone su energía a un papel que se lleva muchos de los mejores chistes a partir de su condición de mujer culta, lo que genera constantes acusaciones de “bruja” por parte de los hombres con los que se topa. La determinación de “volver a las raíces”, el gran trabajo de Bardem, las piruetas bufonescas de Sparrow símil cine mudo y unos CGI contenidos y bien explotados constituyen asimismo factores que colaboran en el éxito del film en su campo particular. Parece que por fin el Hollywood reciente se decidió a bajar unos cambios -por más que sea dentro de tanta ampulosidad y desenfreno- con vistas a restituir en parte el encanto de la franquicia y lograr que los actores recuperen el interés por sus respectivos personajes…
Luego de seis años, y tras una cuarta entrega que hizo trastabillar a la popular franquicia (¡más de 4 billones de dólares recaudados!), el capitán Jack Sparrow vuelve a zarpar rumbo a la aventura. Pero ¿llega a buen puerto o se hunde en el muelle de San Blas? Con la ausencia de los queridos Will Turner y Elizabeth Swann, sumado a nuevos compañeros y un nuevo enemigo, Piratas del Caribe: Navegando Aguas Misteriosas, de 2011, no dejó satisfechos a los fans de la trilogía previa en absoluto. Los nuevos coprotagonistas no tenían esa química de Orlando Bloom y Keira Knightley, y a pesar de ser un gran actor, el Capitán Barbanegra interpretado por Ian McShane pasó rápidamente al olvido comparado con Davy Jones. Quizás lo peor de todo: el público parecía estar agotado del Capitán Jack Sparrow y de la interpretación, otrora divertida y novedosa, de Johnny Depp. Quizás sin muchas opciones, Disney optó por dejar pasar unos años, que corra agua bajo el puente, antes de intentarlo nuevamente. Y acá estamos otra vez. Lo mejor de Piratas del Caribe siempre fue cuando logra ubicarse en esa delgada línea entre el fin del misticismo y el comienzo de la ciencia moderna, con personajes que se niegan a abandonar la vida de pirata y creen en cuanta leyenda marina exista, con aquellos volcados al estudio y a los libros. Esa oposición, esas miradas diametralmente opuestas, se ven representadas esta vez por Carina Smyth (Kaya Escadelario), una joven bruja astróloga que busca cumplir el sueño de su padre y descifrar "el mapa que no puede ser leído por ningún hombre" mediante un diario de Galileo Galilei. Afortunadamente, Carina es lo suficientemente capaz de manejar por sí sola su lado de la ecuación. Es una fuerte presencia femenina, determinada, aguerrida y definitivamente la más inteligente de todos. Si bien alguna que otra vez la rescatan, dista muchísimo de ser una damisela en peligro, recordando quizás los mejores momentos de la mencionada Elizabeth Swann (lo cual claramente es intencional). Son varias las instancias donde Carina es tan protagonista como Jack. De la otra vereda tenemos a... bueno, prácticamente todo el resto de los personajes, piratas de la vieja escuela, representados por un jovenzuelo de nombre Henry (Brenton Thwaites), cuyo apellido no vamos a spoilear para aquellos que no vieron los avances (aunque su identidad se revela a los pocos minutos de comenzada la película), y claro está por Jack Sparrow. Sobre él, lo único que puedo decir es que... sigue siendo Jack Sparrow, con todo lo bueno y lo malo que eso conlleva: si te divertía el personaje, va a seguir robándote algunas carcajadas, pero si ya te había cansado la interpretación de Johnny Depp... te va a cansar aún más. Ah, y también vuelve el Capitán Barbossa (Geofrey Rush), ahora convertido en una suerte de Ricardo Fort del océano; Barbossa nos cae de maravillas, por cierto. Vale la pena mencionar que, de manera algo sorpresiva (salvo cuando nos percatamos de la tendencia e insistencia de Hollywood por el recurso en la última década), La Venganza de Salazar funciona casi como precuela, narrando lo que sería el origen/nacimiento del Capitán Jack "Sparrow". De hecho, el capitán español Armando Salazar (Javier Bardem) se convierte en lo que sería su primer antagonista, su primer villano. Quizás por eso es que el personaje no logra en ningún momento convertirse en EL villano (menos aún con esa desconcertante cabellera que "flota" continuamente), de la misma manera que su tripulación fantasma no parece ser en ningún momento una graaan amenaza; recordemos que Jack fue devorado vivo por un Kraken, ¿qué es un fantasma sin mandíbula comparado con eso? En típica tradición de Piratas, todos los personajes principales coinciden en motivaciones y objetivos, lo que los une (a veces de manera un poquito demasiado conveniente) rumbo a un mismo destino: el tridente de Poseidón. Sí, ese Poseidón; hay que apuntar cada vez más alto, no queda otra. Por supuesto que hay sorpresas y traiciones en el camino (no es por estigmatizarlos pero, después de todo, son... bueno, ¡piratas!), aunque parece que los guionistas se avivaron y en esta ocasión no hay tantas idas y vueltas como en la tercera entrega de la saga, En el Fin del Mundo (con esa recuerdo que, sentado en el cine, en un momento me perdí y ya no sabía quién estaba buscando qué, con quién y para qué). Entre esas sorpresas hay una importante revelación que... quizás al comienzo parece innecesaria, pero es justamente lo que lo aporta la cuota emotiva al tercer acto de la película; sin ese elemento, el final no tendría el mismo peso. Como era de esperarse de un tanque de Disney, el despliegue visual es impresionante, en especial durante el clímax en las profundidades del océano. En tierra firme también tenemos algunas secuencias divertidas y muy logradas desde su planificación y realización: la primera de ellas es la reintroducción de Jack y lo que queda de su tripulación, quienes le dan un significado totalmente nuevo a la frase "robar un banco". La otra involucra el rescate de Jack ante un novedoso método de ejecución: la guillotina. Ambas se sienten como la primera película, tienen esa atmósfera clásica de la saga. Por su parte, el 3D también está muy bien implementado aunque, como ocurre siempre, oscurece la imagen y en las escenas nocturnas por momentos se ve muy poco lo que ocurre en pantalla. Sobre el final de Pirates of the Caribbean: Dead Men Tell No Tales (su título original), los directores Joachim Ronning y Espen Sandberg vuelven a poner las piezas en su lugar. Es evidente que Disney desea hacer una sexta entrega pero, de no ser así, éste sería un gran cierre para la saga pirata. O, por lo menos, uno mucho mejor que Navegando Aguas Misteriosas. Caso contrario, y como bien escuché decir a alguien a la salida del cine, corre el riesgo de convertirse en "la Rápido y Furioso del océano". Citando a otra popular franquicia de una galaxia, muy lejana, "El círculo está completo". Quizás es hora de que Jack se retire y disfrute de su jubilación, sentado en una reposera mientras bebe una botella de ron en su chalet de la isla del sol. VEREDICTO: 7.5 - SOMOS LOS PIRATAS Parece que el descanso prolongado le hizo bien a Jack Sparrow, porque Piratas del Caribe: La Venganza de Salazar vuelve a traer la diversión y aventura en altamar, sabiendo conjugar de manera inteligente el legado de la primera trilogía con el porvenir de la franquicia, gracias a nuevos personajes (incluyendo uno femenino de fuerte personalidad) y viejos conocidos. ¿Esta será la última? Ni idea. Pero, si la saga concluyera definitivamente acá, sería un cierre más que satisfactorio y adecuado.
Ni a babor, ni a estribor, la última entrega de la saga de 'Piratas del Caribe' no logra siquiera levar ancla. Piratas del Caribe: La Venganza de Salazar nos ofrece varios hilos narrativos. Por un lado tenemos a la segunda generación, los hijos de personajes como Will Turner (Orlando Bloom) y el viejo pirata Héctor Barbossa (Geoffrey Rush), unidos por descubrir o salvar a sus padres; y por el otro se presenta un antiguo enemigo de nuestro rockstar del Caribe, el legendario Jack Sparrow (Johnny Depp). Quien se incorpora a la saga como archienemigo, y está obsesionado por vengarse de Jack, es el españolísimo fantasma del Capitán Salazar (Javier Bardem), teniendo en cuenta también al Imperio Británico, que ansía adueñarse de las rutas marítimas de la zona. Hermanados, tanto el joven Henry Turner (Brenton Thwaites), quien quiere desencantar de un hechizo marítimo a su padre, como la bella Carina Smyth (Kaya Scodelario) —acusada de bruja, por ser astrónoma, una mujer adelantada a su época—, quien necesita saber la identidad de su progenitor, necesitan de Jack Sparrow para solucionar sus problemas. Y así la cinta comenzará a navegar a la deriva, ya que todo se resumirá a una sobresaturación de elementos. Sea en las distintas líneas narrativas, que sugieren mucho, pero profundizan poco; por ejemplo: no se aprovechan los vínculos filiales, del nuevo némesis se cuenta muy poco, está metido a fórceps y encima queda totalmente desdibujado el personaje de Jack Sparrow, aquí es una figura decorativa. Solo acompaña a los jóvenes —que por cierto no poseen carisma— sin explotar el flanco desfachatado y humorístico que lo caracteriza. Literalmente el relato hace agua porque se construye a puro golpe de efecto. Nos agotamos de ver incontables batallas corsarias, una tras otra, pareciera que la acción no culmina nunca. Nuestros sentidos quedan anestesiados. Solo se renueva un poco el aire al final del film cuando aparecen en pantalla los personajes primarios de la saga, Elizabeth Swann (Keira Knightley) y Will Turner (Orlando Bloom), en esos escasos minutos que brota la química innegable con el legendario Sparrow de Johnny Depp.
La popular saga de piratas regresa a 14 años del film original con unos cuantos hallazgos de la mano de los directores noruegos de Kon-Tiki. Piratas del Caribe debutó en 2003 con La maldición del Perla Negra. Aquella película tenía un equipo actoral en estado de gracia y un sentido del espectáculo puesto al servicio de un relato de aventuras hecho y derecho que, con el correr los años y el avance de la saga, mutó en automatismo y falta de frescura. El guionista Jeff Nathanson ha reconocido en algunas entrevistas que la referencia principal para su trabajo fue La maldición del Perla Nerga. Se entiende, entonces, que la quinta entrega marque un regreso al espíritu de aquel film de Gore Verbinski, convirtiéndose así en una pequeña bocanada de aire para una saga que empezaba a asfixiarse con películas graves y aburridas. El film encuentra a Jack Sparrow escondido en Bahamas, a donde llega un joven marinero con el objetivo de encontrar el legendario Tridente de Poseidón. Él trae también una noticia preocupante para Sparrow: el Capitán Salazar (Javier Bardem) logró escapar de su fantasmagórico destino en una zona inexplorada del Océano y ahora navega ávido de revancha. Sparrow y su ocasional compañero unirán fuerzas con Carina, una astrónoma acusada de brujería, para volver a embarcarse y enfrentarse no sólo a Salazar, sino también a su flamante aliado, Héctor Barbossa (Geoffrey Rush). Dirigida por los noruegos Joachim Rønning y Espen Sandberg (Kon-Tiki), Piratas del Caribe: La venganza de Salasar está menos preocupada por profundizar la mitología de todo ese universo de pulpos gigantes y miles de leyendas marinas que por construir un relato terso y entretenido, aunque por momentos acuoso y con algunos detalles inocuos, que avanza como consecuencia de las acciones y no de las palabras. El que definitivamente no entretiene es Johnny Depp, que desde que encontró en Jack Sparrow a su personaje franquicia no hace más que andar repitiendo una y otra vez los mismos gestos, intentando que la película esté a su servicio. Si entendería que en realidad es él el que debe ponerse a las órdenes de la film, el resultado sería bastante mejor.
Aguas exploradas De entrada es alarmante que Disney no se decida por un nombre para la quinta ‘Piratas del Caribe’, subtitulada La Venganza de Salazar o Dead Men Tell No Tales. Significa que el título es puramente cosmético y que la historia es tan genérica que da igual cómo se la llama. Eso suele ser problema de las películas que salen directo en DVD. Piratas del Caribe: La venganza de Salazar (2017), por llamarla algo, es no solo la entrega más breve de la serie sino también la más barata desde la segunda película, hecha en gran parte con incentivos fiscales originalmente destinados para otro proyecto. La renuencia de Disney a continuar invirtiendo en la serie se debe en parte al fiasco crítico y comercial que fue El llanero solitario(The Lone Ranger, 2013), que puso en duda cuan bancable es la estrella de Johnny Depp. El detrás de escena sobre la producción de la película debería ser irrelevante al criticarla pero todos estos datos delatan una verdad que la película no tarda en confirmar: nadie involucrado en su producción tenía particularmente ganas de estarlo, y sólo existe para probar el agua y ver si la marca registrada aún es popular como para iniciar un nuevo ciclo de películas. La fórmula es tan irreducible que cada elemento de la historia es “de facto”. Hay un villano no-muerto de facto, el Capitán Salazar (Javier Bardem), que tiene un feudo histórico con el protagonista de facto, Jack Sparrow (Johnny Depp), quien se ve forzado a aliarse con una pareja romántica de facto, Henry (Brenton Thwaites) y Carina (Kaya Scodelario), porque todos buscan el mismo objeto mágico de facto. El objeto en cuestión es “el tridente de Poseidón”, el cual tiene el poder de exorcizar cuanta maldición existe en el mar, incluyendo la que aqueja a Salazar y su tripulación, condenados a infestar el Triángulo de las Bermudas como fantasmas. En una serie de películas en las que los personajes se han abocado de por vida a cazar distintos artilugios con la facultad de romper cada uno tal o cual maldición, no se explica por qué recién en la quinta buscan el que es capaz de romperlas todas, y en el tiempo récord de 129 minutos. La mejor parte nuevamente son las interpretaciones de los tres actores que, a la fecha, son los únicos en aparecer en todas las películas: Depp, que alguna vez fue nominado al Óscar por su interpretación como Jack Sparrow y si bien su personaje ha sufrido de sobreexposición el actor continúa haciendo su gracia con un ritmo cómico impecable; Kevin McNally como Gibbs, el sufrido segundo de Sparrow y suerte de Sancho Panza; y Geoffrey Rush como Barbossa, su aliado y otrora enemigo, aquí revelando una faceta más humana del personaje. El film signa también el retorno de Orlando Bloom y Keira Knightley. Su parte en la historia es lo que pasa cuando se dejan cabos sueltos para secuelas que nunca ocurren: quedan reducidos a pequeños cameos conciliatorios e irrelevantes, aunque probablemente serán suficientes para complacer a los fans. Bardem es servible y olvidable como el antagonista de turno. Y dado que las películas anteriores establecieron que Jack Sparrow es hijo de un Rolling Stone, ésta continúa el chiste dándole un Beatle de tío. Piratas del Caribe: La venganza de Salazar es la segunda vez que la serie amaga con concluir definitivamente, aunque el horizonte inevitablemente siempre queda despejado para más aventuras. La serie, inspirada literalmente en un parque de atracciones, mantiene su estándar de entrenamiento ligero y sensacional pero parece resignada a continuar repitiendo sus Grandes Hits en vez de navegar hacia aguas inexploradas.
Aunque los nuevos directores tuvieron la intención de volver a las raíces de La maldición del Perla Negra, la nueva entrega de Piratas del Caribe resultó un film monótono en el que se percibe un desgaste absoluto de los personajes y el mundo de fantasía que propone. La dirección en este caso corrió por cuenta de dos buenos cineastas como Joachim Rønning y Espen Sandberg, la dupla noruega de ese drama histórico de aventuras que fue Kon Tiki, estrenado hace un tiempo en las salas. Lamentablemente en este trabajo tuvieron las manos atadas a la hora de crear algo diferente, ya que los productores hacen cualquier cosa por complacer los caprichos de Johnny Depp con tal que repita el ya infumable personaje de Jack Sparrow. Como el actor se negaba a que la villana fuera una mujer, el guión tuvo que ser modificado y Deep intervino también en la reescritura de la historia. No es fácil para los nuevos directores trabajar en este contexto donde tenés una estrella que tiene tanto poder de influencia y hace literalmente lo que quiere. La venganza de Salazar ofrece un comienzo prometedor en la primera media hora, donde se presentan los nuevos personajes, Henry Turner (hijo de Will Turner y Bella Swann) y las astrónoma Carina Smyth. Con esta dupla conformada por Brenton Twaithes (Dioses de Egipto) y Kaya Scodelario (Furia de Titanes) los productores intentaron replicar sin éxito la pareja que conformaban Orlando Bloom y Keira Knightley en los primeros filmes de la serie. Sin embargo, la química entre las nuevas figuras es muy débil y los personajes nunca llegan a tener la fuerza necesaria para renovar con entusiasmo la saga. No puedo dejar de mencionar el bochornoso casting de Twaithes en el papel de Henry Turner, quien es apenas cinco años menor que Keira Knightley. Resulta imposible creer que el actor es el hijo de Orlando Bloom y Knightley porque parece un hermano menor de ellos. Tal vez si al personaje lo retrataban con 12 años, como ocurre en el prólogo de la historia, el conflicto funcionaba mejor y de paso le rendían un homenaje a Jim Hawkins de La isla del tesoro. El problema es que necesitaban a Henry más adulto para forzar una historia romántica que luego no resulta muy convincente. La película presenta un estancamiento en la monotonía desde el momento en que aparece Johnny Depp, con su habitual interpretación en piloto automático. A lo largo de la serie, el actor jamás se preocupó por darle matices diferentes a la encarnación del pirata y su personaje se convirtió en una caricatura que terminó por aburrir. Las morisquetas de Sparrow ya no funcionan y aquellas expresiones que antes generaban simpatía ahora resultan indiferentes. Por otra parte, Javier Bardem tiene poco para hacer en la trama y resulta desaprovechado en un papel que era más interesante que los villanos ridículos que aparecieron en las entregas previas. La nueva dupla de directores abre la película con una buena secuencia de acción donde se presenta al Capitán Sparrow, pero luego su labor se compone de escenas genéricas que son aburridas de ver. En ese sentido se extrañan los combates de esgrima y persecuciones que elaboró el director Gore Verbinski en el film original del 2003. La película se hace demasiado larga para la clase de conflicto que presenta y hacia el tercer acto perdió todo el atractivo que tenía en los primeros minutos. Pese a que aparecen todos los actores del reparto original no hay ningún momento dentro de este conflicto que sea memorable y La venganza de Salazar pone en evidencia el desgaste absoluto de una franquicia que ya venía en decadencia. La realidad es que los piratas del Caribe cumplieron un ciclo y es hora que Jerry Bruckheimer y Disney empiecen a buscar nuevos horizontes.
Piratas del Caribe: La venganza de Salazar Vuelta a las fuentes. En esta oportunidad la saga de los piratas más amados del mundo cinematográfico, que supieron recuperar un género perdido y olvidado, potencia su propuesta con la incorporación de un villano que se las trae, Salazar (Javier Bardem). Más allá de las idas y venidas, de las persecuciones en altamar, de los clichés y lugares comunes, hay un intento de capturar la atención de un público más teen con las subtramas de los hijos de sus protagonistas, reforzando la aventura y la acción con la dosis de romance y suspenso tras un misterioso tesoro y la amenaza de Salazar y su tripulación fantasmagórica. Para delirio de los fanáticos.
No inventemos nada nuevo A pesar de lo que un aventurado lector pudiera pensar del título de esta crítica, no existe connotación negativa en el hecho de acusar de falta de originalidad a la nueva entrega del pirata más famoso y rentable de Disney. Tras una última experiencia poco agradable, la decisión obvia y, sin embargo, más acertada, era hacer un esfuerzo por reunir todas las piezas que le dieron el éxito a sus primeras películas. Piratas del Caribe 5: La venganza de Salazar aúna elementos como los actores principales de anteriores partes (con mayor o menor protagonismo) y una pugna constante de géneros como la aventura, la acción y la comedia (con un desequilibrio importante hacia esta última). La ambientación y trasfondo fantástico cierran este cofre de un tesoro que aún parece poder seguir siendo aprovechado. Una vez decidido que la película contaría con la mayoría de intérpretes originales, además de un flamante antagonista encarnado por Javier Bardem, había que encontrar una premisa que reuniera a éstos y los recién estrenados personajes en otra gran aventura. La solución: un legendario objeto que, por diversos motivos, todos y cada uno de ellos acabarán buscando. Efectivamente, la respuesta aportada por el guión es tan simple y antigua como efectiva: un McGuffin (aquel elemento de la trama, definido por Alfred Hitchcock, sin mayor relevancia o utilidad que hacer que dicha trama avance). De esta forma, los objetivos y motivaciones de cada personaje quedan claros para el espectador durante los primeros veinte minutos, y se puede dejar que los personajes hagan el resto durante el tiempo restante. Esta fórmula encuentra sus únicas fallas en aquellos protagonistas menos carismáticos, o cuyo objetivo no parece justificar del todo que continúe montado en este barco que es la película. Ocurre fundamentalmente con Henry Turner, interpretado por Brenton Thwaites, que en ningún momento llega a erigirse como el pretendido sustituto de Orlando Bloom en la saga. Kaya Scoledario, contrapartida de Keira Knightley, aporta algo más de capacidad y esfuerzo en un personaje excesivamente plano. Ambos forman una pareja de química prácticamente nula, lo cual lleva a un inexplicable e ilógico final. Esta fallida sustitución de roles originales acaba siendo la nota más desafinada en esta reinterpretación de la melodía ya por todos conocida. Por otra parte, el resto de acompañantes se mueven como pez en el agua en este tono de comedia y auto-parodia que genera un ritmo incluso más entretenido que las espectaculares escenas de acción. Hablar de esta saga es hablar, como sucede en pocas películas, de su banda sonora. Si bien aquel primer largometraje, basado en una atracción de parque temático, sorprendió a muchos con un subgénero marino casi abandonado, lo que más llegó a los sentidos de los espectadores fue la inconfundible melodía que Hans Zimmer compuso para el blockbuster. A ella se debe en muchas ocasiones el ritmo y el impacto de sus escenas, y la emoción que transmite sólo se ve ensombrecida por su reiterado y (ahora) predecible uso. Esta banda sonora es parte inseparable del universo pirata, pero en su última entrega acaba siendo un elemento que demanda un inexistente racionamiento. En definitiva, Disney ha apostado sobre seguro, confiando en que los astros se alinearan de nuevo (el futuro espectador de la película entenderá mejor esta referencia). Así ha sido, consiguiendo el planteado objetivo de entretener y transportarnos a un mundo de aventuras, donde poco importan la profundidad de la trama o los arcos evolutivos de los personajes.
Ver Piratas del Caribe: la venganza de Salazar es como comer helado que tenés guardado en el freezer hace mucho tiempo: te olvidaste que existía, de repente lo abriste y te preparás para comerlo, incluso se ve un poco bien, pero una vez degustado te das cuenta que no tiene sabor a nada. Esta franquicia hace rato que no tiene ningún sentido y realmente no puedo comprender qué es lo que atrae a las grandes masas para que dejen tantos billetes y que siga existiendo. Cuando salió la original en 2003 fue una gran sorpresa. Una película de aventuras como las de antaño y con un personaje maravilloso y revelación (candidatura al Oscar incluida) tal como fue Jack Sparrow. El director Gore Verbinski había encontrado una gran fórmula que intentó replicar en los grandes delirios que fueron las dos primeras secuelas. Malas películas pero en su ley. Caso contrario fue la entrega de 2011 dirigida por Rob Marshal donde se llegó a un punto bajo del cual no se pudo salir. Ahora los responsables son los noruegos Joachim Rønning y Espen Sandberg, quienes se hicieron conocidos gracias a un gran film llamado Kon Tiki (2012). Pero ni rastros de ese talento se pueden ver en este estreno. Y queda claro que no es su culpa dado a que esto es cien por ciento una película de estudio donde los productores pisan muy fuerte, y con el gran poder de saber que manejan un éxito asegurado. Pese a las grandes secuencias de acción y el despliegue visual me costó mantenerme despierto. Los nuevos personajes presentados no solo son insulsos y carentes de carisma, a pesar del talento y belleza de Kaya Scodelario, sino que incluso alguien tan enorme como Javier Bardem consigue el peor papel de su carrera (y él es lo mejor de la película). Lo de Johnny Depp ya no tiene sentido. A esta altura ya es una caricatura del personaje que en un momento compuso y fue bueno. El ensamble es un desastre que va de un lado al otro siguiendo un guión bien chato y lleno de situaciones que ya vimos. En definitiva, Piratas del Caribe: La venganza de Salazar es una pérdida de tiempo y signo inequívoco de lo mal que está la industria y el consumo. Solo son buenos sus efectos visuales.
La Venganza de Salazar rescata los elementos más positivos de la trilogía original y sumado a la incorporación de nuevos personajes puede funcionar tanto como cierre del ciclo o de nuevo comienzo para la franquicia. En el año 2003 Disney sorprendió al mundo con el estreno de una película que nadie imaginaba que alguna vez pudiera ver la luz del sol. Piratas del Caribe (Pirates of the Caribbean) es una de las mejores y más longevas atracciones de Disneyworld, básicamente un juego de parque de diversiones. La compañía del ratón inventó una historia donde no la había, contrató a un director de primer nivel (Gore Verbinski, cineasta detrás de The Ring y Rango), un elenco de actores muy populares y puso un presupuesto enorme al servicio de la película. La mezcla de aventuras de piratas, batallas navales, humor, mucho slapstick, peleas a espadazo limpio y un toque de fantasía sobrenatural con maldiciones y piratas no-muertos que se apreció por primera vez en Piratas del Caribe: La Maldición del Perla Negra (Pirates of the Caribbean: The Curse of the Black Pearl) fue un verdadero éxito que enamoró al público y a la crítica —y pensar que Disney estuvo a punto de hacerla con bajo presupuesto y directo a video—. Teniendo entre manos una mina de oro, Disney hizo lo más lógico: la explotó a más no poder. La crítica les dio la espalda pero el público no, ninguna entrega de la saga falló a la hora de llenar las salas y la franquicia hasta el momento ha recaudado casi cuatro billones de dólares (sí, US$ 4.000.000.000.000, una locura). Pese a esto, la audiencia se fue cansando del Capitán Jack Sparrow (Johnny Depp) y la cuarta entrega de la saga (On Stranger Tides, 2011) fue bastante criticada por la falta de personajes secundarios con química —vale recordar que Will Turner (Orlando Bloom) y Elizabeth Swann (Keira Knightley) no volvieron a aparecer— y un buen villano. Años después, Disney vuelve a la carga con una nueva aventura. La historia comienza con Henry Turner (Brenton Thwaites), un adolescente obsesionado con salvar a su padre —vale la pena recordar que Will se convirtió en el nuevo capitán del fantasmal navío El Holandés Errante—. Por otro lado Carina Smyth (Kaya Scodelario) es una astróloga acusada de brujería que se cruza con Jack Sparrow mientras este último roba un banco —literalmente—. Los tres persiguen un mismo objetivo, encontrar el legendario Tridente de Poseidón, el objeto que controla toda la magia y el poder de los océanos A su vez, los tres son perseguidos por el siniestro Capitán Salazar (Javier Bardem), el espíritu reanimado de un viejo rival de Jack. Salazar era un capitán de navío español que cazaba piratas a través de los siete mares que murió junto a su tripulación por culpa de Jack Sparrow. Salazar y sus inmortales no descansarán hasta atrapar a Sparrow y matarlo, junto al resto de los piratas del mundo. Para encontrarlo necesitarán la ayuda del viejo Capitán Barbossa (Geoffrey Rush). La Venganza de Salazar se siente como un regreso a las fuentes de la saga. Dejando atrás la complicada y poco interesante historia de On Stranger Tides, esta vez se presenta una aventura más simple y directa con tres protagonistas que persiguen un objetivo en común (Henry necesita el tridente para romper la maldición que mantiene a su padre ligado al Holandés, Carina busca su ubicación en un diario de Galileo que le dejó su padre y Jack lo quiere para tener poder sobre los mares y volver a su antigua gloria). A través de esta película se conoce parte del origen de Jack Sparrow —más precisamente, cómo se gana el título de Capitán—. Visualmente la película está muy bien, los efectos visuales y prácticos son un verdadero espectáculo aunque el look “fantasmal” de Bardem y compañía no termina de ser del todo convincente. En cierta forma el film se beneficia de tener (o intentar tener) menos épica que sus entregas anteriores, eso hace que el maridaje entre aventura, humor y fantasía se sienta más prolijo. El villano no es para nada memorable y de los nuevos miembros del elenco, quien se destaca más es Kaya Scodelario, en un rol de mujer de ciencia que no la hace caer en el típico cliché de damisela en apuros. Lo más destacable de esta nueva entrega de Piratas del Caribe es que funciona como un digno cierre de la saga protagonizada por Johnny Depp, pero también deja una ventana abierta para que las aventuras continúen sin el personaje de Jack Sparrow.
Están de vuelta…una vez más Volvió Jack Sparrow con todo su séquito de malvivientes y espíritus malignos. Todos están de vuelta, casi podría decirse que no faltó nadie…excepto una buena historia para contar. La trama es siempre la misma: Jack Sparrow (Johnny Depp como lo conocemos siempre) debe enfrentarse con un viejo adversario que ahora está del lado de los muertos, y quiere ajustar cuentas con él. En el medio, nos encontramos con la parejita de turno: Henry Turner (Brenton Thwaites), hijo de Will Turner y Elizabeth Swan (sí, Orlando Bloom y Keira Knightley reaparecen) y la joven Carina Smyth (Kaya Scodelario), quien también es hija de otro protagonista, para hacer las cosas más interesantes si se puede decir. Si tuviera que enumerar cuáles serían las virtudes y defectos de esta nueva entrega, no sabría por dónde empezar. Primero y principal, está más que claro que en esta saga se aplica a rajatabla la ideología “seguir hasta que la vaca deje de dar leche”. No está mal, es algo respetable, hace bastante tiempo que estamos en una era donde Hollywood se dedica a reciclar, remasterizar, rebootear, y rellenar cuanto bache encuentren para generar más ingresos. Aunque no todas las sagas que continúan hoy en día gozan de buena salud, no podemos decir que Piratas del Caribe sea la excepción a la regla porque, sinceramente, no se entiende cómo es que esta historia se sigue prolongando en el tiempo y no le dieron el cierre que correspondía. La partida de Terry Rossio fue notoria y lamentable, se notó mucho su ausencia en esta secuela. El guionista, que se había hecho cargo de las 4 primeras entregas, no estaba haciendo un mal trabajo hasta el momento (obviando la cuarta, claro está). Discrepancias narrativas con Johnny Depp hicieron que tomara las riendas del guion Jeff Nathanson, lo que no favoreció demasiado al film teniendo en cuenta el poco empeño y dedicación que se ve en pantalla. Todos y cada uno de los sucesos mostrados no parecen tener razón de ser alguna. Todo parece forzado y pobre, hasta los chistes y morisquetas de Sparrow llegan a cansar de tantas veces que se repitieron. Javier Bardem, quien encarna al Capitán Salazar, es el único que le da un toque más interesante a la trama, demuestra un compromiso auténtico y jugado, algo que no se ve en casi nadie del resto del elenco, que pareciera que estuvieran en piloto automático. El regreso de Will Turner y Elizabeth Swan suponía devolverle el toque de romanticismo que le venía faltando a la saga, pero hubiese sido mejor que cada uno de los actores se quedara en su casa, sin perder más tiempo. Ni siquiera la joven pareja de Thwaites y Scodelario logra darle más dramatismo a la historia, la química entre ellos es nula, y la pareja casi ni resulta creíble. No se puede decir mucho a nivel técnico, Disney ya nos tiene acostumbrados a grandes efectos especiales y escenarios naturales impactantes, lo respeta muy bien y mantiene el mismo formato de dirección como todas las de la franquicia. Es lamentable que no sepan dejar ir a una historia que tantas alegrías dio. Habrá que esperar a la próxima, a ver si de una vez por todas el Perla Negra se aleja de los cines hacia un viaje final.
Cuando el marketing supera al cine El inoxidable capitán Jack Sparrow (Johnny Depp) sigue causando problema pero con un poco menos de suerte: el pirata-fantasma Capitán Salazar (Javier Bardem) busca venganza de un joven Sparrow mientras ambos continúan la carrera por quedarse con el Tridente de Poseidón, un objeto que le dará poder sobre el mar a cualquiera que se haga con él. Se puede decir que la franquicia de Piratas del Caribe funciona de manera similar a la de Transformers de Michael Bay: focalizado en la figura del carismático capitán pirata Jack Sparrow, los productores y distribuidoras encontraron una brecha o lugar para explotar y expandir sus ocurrencias. Piratas del Caribe: la venganza de Salazar sigue funcionando – a pesar de estar muy lejos de las primeras películas en cuanto a calidad narrativa y actoral- ya que la gallina de los huevos de oro todavía es redituable a nivel audiencia y convocatoria. Lamentablemente, un producto impulsado por un personaje excéntrico, anti-héroe y sinvergüenza que ya tiene poco para contar de sí mismo en el largo trayecto de cinco películas en su haber. En su esencia, la primera trilogía de Piratas del Caribe logró cautivar tanto a la crítica como al público, pero fue decayendo en su calidad en la gran pantalla, con una tercera parte aceptable pero fácil de olvidar. Después, se creyó que ese era un cierre digno –momentáneamente- para el capitán Sparrow ya que aparecería la posibilidad de proceder a nuevas historias en un mundo basto de fantasía, mitos y leyendas de los siete mares. Piratas del Caribe: En Mareas Misteriosas (2011) llegó a las salas sin parte del cast original con una película olvidable e irrelevante. El film colmó las expectativas de los fanáticos como de la taquilla, a pesar de no haber realizado un producto más ambicioso y contundente. Después de cuatro películas y con un papel de 17 años de trayectoria, Jack Sparrow continúa siendo el mismo: sus diálogos, respuestas, su cuestionada moralidad y ética siguen estando a la orden del día pero ya no es tan natural, innovador y fresco como fue hace muchos años. Un desgaste natural para un personaje que, desde un primer momento, nunca cambió ni progresó a lo que fue su vida en la gran pantalla. Tantos años haciendo lo mismo tienden a cansar y a caer en la monotonía. Esta construcción del personaje sí apareció rozando la superficialidad en la primera trilogía de la saga –cuando se creía que allí culminaría- siguiendo el hilo narrativo que proponía su triángulo amoroso con Will Turner (Orlando Bloom) y Elizabeth Swann (Keira Knightley). Con la cuarta y ahora quinta parte, se perdió esa esencia el personaje, exponiendo una caricatura de sí mismo. ¿Dónde está la gracia si ya conocemos qué va a decir, cómo y de qué forma va a reaccionar? Bufón y juglar de sus propias historias, el camino de Jack Sparrow seguirá naufragando por nuevas costas siempre y cuando todo el contexto que se mueva a su alrededor siga trayendo dinero, y sin reparar tanto en su contenido narrativo para alimentar la mitología del personaje. Dirigida por la dupla de Joachim Rønning, Espen Sandberg, (Bandida – 2006) Piratas del Caribe: La Venganza de Salazar revela un poco más del pasado del famoso pirata, mientras que los años no pasan solos: el hijo entre Turner y Swann llega a Sparrow con una propuesta más que interesante para el futuro de ambos. Los directores, en la idea de incluir nuevas generaciones a los relatos del pirata convocan a nuevos personajes pero de manera figurativa y con el propósito de continuar con una coherencia con los anteriores films. Ni la fotografía ni tampoco los efectos son los mejores en la cinta. Con sus 129 minutos de duración, Piratas del Caribe: La Venganza de Salazar se torna lineal y poca atractiva por una historia común y con escasos giros argumentales que sorprendan al espectador. Los diálogos, gran propulsor en el dinamismo de la trama y el guion, continúan con chistes fáciles y situaciones hilarantes pero que a larga no terminan de convencer. Después de un desgaste de tantas películas con poco vuelo a nivel de guion, resulta poco atractivo para el espectador que busca algo un poco diferente. No todo lo que brilla es oro y eso recae en la última historia de Piratas del Caribe. Si hay algo a destacar a la franquicia Piratas del Caribe es que siempre los villanos estuvieron a la altura de las circunstancias: en La Venganza de Salazar Javier Bardem (The Last Face / 2016) interpreta a un colérico coronel español quien tuvo como rival a Sparrow en sus primeros pasos como marinero. Pese a reforzar el estereotipo de español por su forma exagerada de hablar, Bardem cumple y exime un poder de odio y desquite que se deja apreciar en cada intervención en la pantalla. Un costado más crudo y sanguinario de los oficiales que enfrentaban a los ladrones del mar en aquellos tiempos, un lugar casi inexplorado referido a esta manera cruel en base a las anteriores películas Con respecto de la pareja que acompaña a Sparrow en su aventura, Kaya Scodelario como Carina Smyth (Maze Runner: Prueba de fuego / 2015) y Brenton Thwaites como Henry Turner (Dioses de Egipto / 2016) logran una actuación aceptable pero no suficiente para poder sostener a la película en todo su progreso. Ellos son satélites que giran alrededor del gran pirata y nada más. Su desarrollo, predecible y lineal, hacen que sean un mero pretexto decorativo al argumento, sin nada diferente u original para ofrecer. Sirven como la excusa para empezar a agilizar la trama pero para nada más. Con una escena extra, si el espectador estuvo atento y ató clavos con la resolución de la historia, le resultará muy fácil imaginar por donde estará el futuro de la saga y la próxima entrega de Piratas del Caribe, porque, mientras el producto funcione en las butacas, siempre habrá una nueva historia del inoxidable capitán Jack Sparrow.
Un navío, navío, cargado, cargado. Henry Turner quiere liberar a su padre Will de la maldición que lo obliga a ser el capitán de El Holandés Errante. La única manera de hacerlo es encontrando el tridente de Poseidón, un instrumento capaz de destruir todas las maldiciones. Curiosamente su búsqueda es también la de Carina Smyth, una mujer de ciencia que busca el origen de su padre, con un diario como única guía. Ambos personajes unirán fuerzas con Jack Sparrow, el legendario pirata, quien es blanco de Salazar, un fantasmagórico capitán de mar, a quien Sparrow infortunó cuando todavía estaba vivo. Piratas del Caribe: La Venganza de Salazar es una película fundamentalmente entretenida. Hay eficientes piezas de acción, sostenidos momentos de comedia, y el desarrollo de personajes está en su justa medida. No obstante, aunque su ingreso al desenlace se siente fluido, la película desinfla en su segunda mitad. También cabe aclarar que si bien incurre en algunas inverosimilitudes, cuenta con algunos momentos emotivos que son abarcados con sutileza y con cierta importancia para el desarrollo del conflicto. En su debut en la saga, Javier Bardem entrega a un antagonista eficiente y al ser el personaje a quien interpreta tan español como lo es él, suma a la verosimilitud las escasas españoladas que emite al encarnarlo. Aunque Brenton Thwaites y Kaya Scodelario entregan labores prolijas, es crucial el carisma de Johnny Depp, demostrando que por más capaces que sean los otros miembros del reparto, una película de Piratas del Caribe no es tal si no tiene a Jack Sparrow, y sea interpretado por otro que no sea Depp. Geoffrey Rush no destaca tanto, pero cuando la historia le otorga un momento emotivo, y más allá del caricaturesco pirata que le toca encarnar, termina bordando dichos momentos con la enorme sensibilidad esperable de un actor de su carácter. Técnicamente y como es de esperar, la película está llevada con prolijidad, desembocando en una labor visual lograda que vende el universo pero no mucho más. No obstante, hay un pico y una meseta en este apartado. Siendo el pico la tecnología que consigue rejuvenecer creíblemente a Johnny Depp para una escena determinada, mientras que la meseta sería la utilización del 3D. En las escenas oscuras no se ve casi nada. Es más, tuve que esperar a una escena diurna para poderle verle la cara claramente a Javier Bardem. Conclusión: Piratas del Caribe: La Venganza de Salazar es una entrada de la franquicia que no va a decepcionar a los seguidores. Dista de ser una obra maestra, pero consigue ser un apropiado entretenimiento con sus justas dosis de acción y comedia. No es imperdible, pero tampoco aburre. Si la eligen, puede que no la pasen mal.
Piratas del Caribe, la venganza de Salazar, te adentra en todo un universo fascinante desde la fotografía, el vestuario y el increíble escenario. Una película que entretiene y supera a otras de la saga. "Piratas del Caribe, la venganza de Salazar", centra la historia en un cúmulo de personajes que hacen un relato dinámico y ágil. La inclusión de nuevos personajes y la llegada de otros que participaron en anteriores películas de la saga, hacen un film diverso y colorido. Un gran acierto, es por ejemplo, Carina Smyth, personaje interpretado por Kaya Scodelario, quien transita una astrónoma tildada de bruja, es la única mujer protagonista, y se lleva además, los momentos más cómicos, por llamarlos de alguna manera. En cuanto a ambientación, vestuario y fotografía, la película es atrapante. Johnny Depp vuelve a ponerse en la piel del icónico Jack Sparrow con movimientos corporales muy interesantes. No es una película que te va a volar la cabeza, pero sí es una buen film para ver en el cine y si es en 3D mejor.
Con un público cautivo que le garantiza un éxito seguro, la quinta de la saga que supo soñar Jerry Bruckheimer de una creación de los parques de Disney, sigue dando frutos. Esta Johnny Depp porque no pueden prescindir de él, aunque un poco retaceado y menos divertido. Aquí la responsabilidad del entretenimiento esta menos en el humor que se extraña y mas en la aventura oscura, con efectos especiales grandilocuentes: Un banco entero siglo l8 “fabricado” sobre un tractor mecanizado, 11 barcos construidos sobre bases de movimiento computarizado, pantallas azules gigantes e inflables. Un mar que se abre como si la orden la diera Moisés. Y ni hablar del villano y su tripulación, más sus tiburones que solo tienen algunas partes visibles después de lo que imaginamos cruentas batallas. Javier Barden como el capitán Zalazar es un villano increíble. Y la sangre joven viene con lo que pretende ser la vuelta a los orígenes, el hijo de Will Turner (Orlando Bloom) y Elizabeth Swan (Keira Knightley) interpretado por Brenton Thwaites y un astrónoma autodidacta que juega Kaya Scodelario que se descubrirá también tiene su prosapia. Y también aparece Paul McCartney como sorpresa anunciada. En conjunto, sin grandes innovaciones, pero con momentos de batallas y aventuras bien diseñadas, Los directores Joachim Ronning y Espen Sandberg (las cabezas que se ven en la cesta de guillotinados, se hicieron con sus rostros) tiene lo necesario para un divertimento sostenido y pochoclero.
Quinta entrega de una saga que se inició en el año 2003 con el Capitán Sparrow a la cabeza y cuya recaudación hasta la fecha es de 3.800 millones de dólares en la taquilla mundial, pero que con el correr los años fue perdiendo cierta frescura y atracción. Piratas del Caribe: la venganza de Salazar marca un regreso al espíritu de aquel primer film y pone el acento nuevamente en los mitos de los mares, sin profundizar claro y como simples disparadores para la aventura. Esta nueva entrega encuentra a un desafortunado y decadente Jack Sparrow, incluso abandonado por su tripulación, que es empujado hacia una nueva aventura cuando los piratas fantasmas liderados por su viejo enemigo, el Capitán Salazar -j. Bardem-, escapan del Triángulo del Diablo decididos a matar a todo pirata en el mar, él incluido, siendo la única esperanza de supervivencia el legendario Tridente de Poseidón. Recuperando su tripulación y aliado a una brillante y hermosa astrónoma acusada de brujería -Kaya Scodelario-,empeñada en descifrar un mapa que le dejó en herencia su padre al que nunca conoció, y Henry -Brenton Thwaites-, hijo de Will Turner que busca también ayuda para deshacer la maldición que mantiene a su padre a bordo del Holandés Errante, Jack Sparrow volverá a embarcarse y buscará no solo revertir su reciente racha de mala suerte, sino también salvar su vida no sólo de Salazar y su flamante aliado Héctor Barbossa -Geoffrey Rush-. Sin la chispa ni la novedad disparatada de los personajes de aquella primera entrega, y con un cansino Johnny Depp, cuyas morisquetas ya no surgen el mismo efecto, Piratas del Caribe: la venganza de Salazar trae a escena viejos personajes y suma nuevos pero es definitivamente la presencia de Javier Bardem, interpretando al fantasmagórico capitán español cazador de piratas que persigue y martiriza a Sparrow, quien fortalece esta nueva entrega que visualmente no defrauda y se las ingenia para entretener con su aventura.
El pálido regreso de Jack Sparrow y sus perseguidores En esta quinta entrega de la exitosa franquicia de Piratas del Caribe, que llega seis años después del estreno de la anterior, se mezclan las características de una secuela con las de un reboot (algo así como "reinicio"). Es decir, se retoman personajes fundamentales de las otras películas, como el icónico Jack Sparrow de Johnny Depp y el capitán Barbossa de Geoffrey Rush, pero se les da un primer plano narrativo a las aventuras de los protagonistas jóvenes: Henry, el hijo de Will Turner y Elizabeth Swann, un marinero decidido a salvar a su padre de la maldición de la que está preso, y Carina Smyth, una muchacha huérfana y con inclinaciones científicas a la que acusan de brujería. Además, se agrega un nuevo enemigo: el capitán Salazar, un fantasma con sed de venganza y un fuerte acento español. Todos terminarán encontrándose en el mar tras la pista del Tridente de Poseidón, objeto clave para tener el poder total de los océanos. El Tridente en cuestión es una mera excusa para que la acción se ponga en marcha. Uno de los principales problemas del film es la insistencia en escenas que sólo sirven para exponer información que el espectador tiene que tener. Tampoco ayuda que esos diálogos no estén muy bien escritos y que todos los intentos de humor sean torpes. Las secuencias de acción son tan impresionantes como se puede esperar de una superproducción, con varios detalles notables, como el diseño del barco fantasma de Salazar, que parece un monstruo. Pero hay algo que se pierde en las infinitas posibilidades que ofrecen las imágenes generadas por computadora. La necesidad de superarse y construir escenas más grandes y con acciones más imposibles se convierte en el objetivo a perseguir y se olvida que lo más importante de este tipo de cine es el entretenimiento. Para divertir no es necesario mostrar a una horda de fantasmas que caminan sobre las aguas persiguiendo a los héroes del film; lo esencial es que al espectador le importe el destino de esos personajes y quiera saber cómo sigue la historia. Las buenas películas de aventuras, como cualquiera de las Indiana Jones, por ejemplo, tienen grandes escenas en las que la puesta en escena está pensada para explotar los sentimientos del público hacia los personajes, ya sea creando suspenso, sorprendiéndolos o haciéndolos reír. Con un Jack Sparrow reducido a un compendio de monerías y dos personajes centrales poco desarrollados y encarnados por actores sin mucho carisma, Piratas del Caribe: la venganza de Salazar resulta aburrida y ni se acerca a una de esas aventuras épicas que mantienen al público pegado al asiento.
La venganza de Salazar": La fórmula sigue rindiendo De la mano de Johnny Depp y Javier Bardem, la quinta entrega de la saga cumple su objetivo: entretener. Las sagas provocan tanto el placer de volver a sumergirnos en un mundo querido y conocido como una incómoda sensación de déjà vu. Si de por sí en cine la sorpresa, por estos tiempos, es un bien escaso, cuando hablamos de la quinta película de una franquicia -horrenda pero inevitable palabra para describir a esta clase de productos-, disipar el olor a receta conocida es casi imposible. Dicho esto, hay que agregar que, si bien La venganza de Salazar no tiene mucho de novedoso, es una garantía de entretenimiento, merced a un guión aceptable, un Jack Sparrow (Johnny Depp) con la gracia intacta y a una gran contrafigura, el espectral capitán Salazar, encarnado por ese especialista en villanos llamado Javier Bardem. La clave -no sólo de esta película, sino de toda la saga- es el desparpajo, la falta de solemnidad. Hace catorce años, Piratas del Caribe recuperó la pasión por un subgénero –las historias de piratas- que había caído en desgracia, con una fórmula que contenía equilibrados porcentajes de aventura y comedia. Depp, que en varios de sus últimos trabajos se transformó en una irritante caricatura de sí mismo, fue el hombre ideal para sacar adelante a este pirata borrachín, mujeriego y, casi por accidente, también heroico. Y sigue siéndolo. Hay una buena mezcla entre los personajes conocidos y los nuevos. Está el Capitán Héctor Barbossa (Geoffrey Rush), con su ambivalencia entre estar del lado de los buenos o el de los malos; dos de los fieles laderos de piratas catrascas de Sparrow; y también reaparece, fugazmente, Will Turner (Orlando Bloom). Hay una nueva pareja de jóvenes en apuros, pero la mejor incorporación, quedó dicho, es el temible Salazar, a cargo de un Bardem que le da un toque humorístico sin dejar, aliado a los efectos especiales, de dar miedo . Suele ocurrir en estas superproducciones pochocleras que la primera escena es deslumbrante y después todo se cae. Aquí también, pero el descenso es moderado. El argumento se ramifica en varias direcciones, algunas más forzadas que otras, pero dentro de todo bastante bien sostenidas (lógicamente, todos los caminos conducen a Sparrow), con unos cuantos chistes que valen la pena (el bolo de Paul McCartney no se cuenta entre ellos). Se notan los más de 350 milllones de dólares del presupuesto para hacer lucir visualmente el conjunto, aunque hay algunos tramos, sobre todo de las escenas finales, que no están a la altura del resto. Pero esta es la más corta de todas las entregas, y se agradece: las dos horas pasan volando. Misión cumplida.
Cuando una saga como Piratas del Caribe llega a su quinta entrega, debe prestar especial atención a no repetir su fórmula y cansar a sus seguidores. Es difícil no gastar la propuesta después de varias secuelas, especialmente cuando se trata de una franquicia de aventuras episódicas. Esto fue lo que pasó en la cuarta película, cuando empezaron a desertar los protagonistas y solo Jack Sparrow mantenía a flote el barco, a duras penas. A fuerza de personajes nuevos y grandes elementos de la mitología pirata que aún estaban sin explotar, partió hacia rumbos desconocidos y casi naufragó en el intento. Pero la quinta entrega, Piratas del Caribe: La Venganza de Salazar (Pirates of the Caribbean: Dead Men Tell No Tales), que llega ahora a nuestros cines, parece haber encontrado ese rumbo perdido años atrás. Con un retorno al espíritu original de las primeras películas, tiene ese gustito familiar que logró atrapar a toda una generación. Uno de los grandes aciertos de esta película es, justamente, heredar el protagonismo a los jóvenes Brenton Thwaites (Henry) y Kaya Scodelario (Carina), mientras los veteranos vuelven a sus clásicos roles. La trama retoma diez años después de donde quedó la tercera. Si recordamos cada cuánto tiempo podía volver Will Turner a tierra firme debido a su pacto con el Holandés Errante, es fácil deducir por dónde viene la mano. El otro gran enganche de esta nueva entrega tiene que ver con aquella última escena post-créditos. Hay grandes regresos, muchos de los cuales han sido adelantados en internet por los numerosos posters, trailers y clips que inundaron las redes. Esta estrategia quizás no sea la mejor para quienes disfrutan de una buena revelación en el cine, pero parece funcionar para atraer a los fanáticos, un poco desencantados con el rumbo que estaban tomando las cosas. Así, Johnny Depp encarna una vez más al icónico Jack Sparrow, encabezando un elenco de figuras por demás conocidas, entre las que se encuentra el villano más carismático y querido, Capitán Barbossa (Geoffrey Rush), y un nuevo némesis del “gorrión”, interpretado por Javier Bardem; compone a Salazar, un capitán de la armada española quien, engañado y derrotado por un joven Jack, vuelve de entre los muertos buscando venganza. Tal vez el mayor desacierto de esta película sea su duración, de más de dos horas, demasiado larga tanto para grandes (la historia no lo justifica) como para chicos (arriesgándose a perder la atención). Pero en lo que a entretenimiento y aventuras se refiere, los Piratas de Disney todavía tienen mucho para ofrecer. Con el clásico e infaltable elemento sobrenatural de por medio, esta vez los protagonistas irán en la búsqueda de un tridente que rompe todas las maldiciones, mientras sortean una amenaza tras otra. La motivación de sus jóvenes protagonistas serán las historias familiares, mientras que la de nuestro ya conocido Capitán Sparrow sigue siendo poco más que el ron. Tal vez finalmente en esta oportunidad aprenda la lección y decida alejarse para darle paso a nuevos y más frescos personajes. Eso sí, a no dejar la sala antes de que terminen los créditos, ya que no falta la clásica escena que hace las veces de anzuelo para la próxima aventura.
Disney presenta la quinta parte de la saga de Piratas del Caribe protagonizada por Johnny Depp. El joven Henry Turner (Brenton Thwaites) emprende la misión de rescatar a su padre Will, condenado por la maldición del Holandés Errante. Para eso necesitará del tridente de Poseidón y de la ayuda de Jack Sparrow, quien está siendo perseguido por el Capitán Salazar (Javier Bardem) y su ejército de muertos. La saga de Piratas del Caribe continúa buscando nuevos horizontes, después del cierre de la trilogía original y una cuarta parte que pretendía presentar nuevos personajes aunque sin éxito. Llega la quinta película que retoma las bases del primer film de la saga. Jack Sparrow está siendo perseguido por un ejército de muertos. Y se une con un joven Turner quien se enamora de una mujer (Kaya Scodelario). Ambos tienen asuntos pendientes con sus padres. Hay un soldado que los persigue (un desaprovechado David Wenham) y una maldición que romper. El argumento general es un calco de La maldición del Perla Negra. Y mientras algunos elementos funcionan, otros se sienten forzados. El éxito en general de la saga se debe a su protagonista el Capitán Jack Sparrow. Johnny Depp no agrega nada nuevo a su personaje, aunque el espectador espera lo habitual. Muchas gesticulaciones, diálogos y situaciones hilarantes que le suceden más por suerte que por capacidad. Vuelve el Capitán Barbosa (Geoffrey Rush) más como guiño para los fanáticos de la serie que como eje fundamental de la historia. A su vez hacen apariciones dos personajes de la trilogía original, que podrían abrir el abanico a más películas por venir. Henry y Carina (las jóvenes caras de este nuevo film) quedan a medio camino a la hora de emular a Will y Elizabeth. Aunque los actores pongan lo mejor de su carisma, el problema radica en el guion. El joven Henry tiene una gran introducción cuando intenta salvar a su padre pero a medida que avanza el film su personaje comienza a perder peso y estructura. En menor medida sufre lo mismo el personaje de Carina, que está impuesto como una brújula para que la película se siga moviendo de locaciones. Lo que si logra este film es tener un villano bien construido, que se aleja del romanticismo imperante de Barbosa, Barba Negra y Davy Jones. El capitán Salazar sólo tiene un objetivo: la venganza contra Jack Sparrow. La crueldad con la cual lleva a cabo su plan incluso parece excesivo para un film de Disney.
Piratas del Caribe 5. La Venganza de Salazar, de Joachim Rønning y Espen Sandberg Por Paula Caffaro Hace un par de días la noticia de un hackeo mundial a cuentas de hospitales británicos y una empresa de telefonía española sacudió a la población haciéndola sentir temerosa ante el posible ataque no sólo a grandes corporaciones, sino a la violación de su propia intimidad. No muy lejos del argumento de un film de ciencia ficción, ni las distribuidoras de cine se salvaron. Una semana antes del estreno mundial de Piratas del Caribe 5. La venganza de Salazar, Disney denunció que su film había sido robado por hackers quienes pedían una fortuna por su devolución. La noticia, más allá de la anécdota, revela una nueva forma de ataque que no deja afuera ni siquiera al universo del entretenimiento. Aparentemente no sólo hay piratas en los mares sino también en la red. Inmersa en el verosímil conocido de la saga, la quinta entrega de Piratas del Caribe presenta algunos síntomas de decadencia al mostrarse muy efectista y poco narrativa. Su comienzo devela el paradero del desaparecido Sparrow (Johnny Depp), mientras que desde las profundidades del océano el capitán Salazar (Javier Bardem) planea su venganza intentando revertir el estado en el que se encuentra, gracias a una maldición que sólo la brújula de Sparrow puede desactivar. Piratas del Caribe 5. La venganza de Salazar no es más que la muestra de una fórmula que se avejentó y abusó de sus fortalezas transformándolas en lugares comunes donde la repetición del golpe de efecto no hace más que provocar tedio. Además, no sólo es oscura en su fotografía, sino que carente de hilo narrativo y repleta de secuencias de acción que se encadenan de forma (casi) ininterrumpida durante los 120 minutos que dura el film. Así se comienza a generar un sopor que me atrevo a atribuir a la monotonía de la banda sonora, a la tecnología del 3D un poco vetusta y a la mencionada oscurecida fotografía, tanto que ni los chistes de Sparrow dan gracia. De escenas eternas y batallas musicalizadas con un leiv motiv iterativo, la película se pierde en sí misma. No hay emoción ni expectativas, todo se sucede de forma lineal sin atisbos de proponer ningún tipo de novedad o giro inesperado. Jack Sparrow sigue igual (o peor) con sus chistes sosos y la presencia de figuras como Javier Bardem pareciera más un pretexto, que el aporte de algún tipo de elemento cinematográfico. No por cuestionar el tenor de actuación del español, sino por el rol asignado en esta oportunidad, en el que se lo ve en una performance muy cercana a la caricatura. Piratas del Caribe 5. La venganza de Salazar es sin duda sólo para fans. PIRATAS DEL CARIBE: LA VENGANZA DE SALAZAR Pirates of the Caribbean: Dead Men Tell No Tales. Estados Unidos, 2017. Dirección: Joachim Rønning y Espen Sandberg. Intérpretes: Johnny Depp, Javier Bardem, Orlando Bloom, Geoffrey Rush, Brenton Thwaites, Kaya Scodelario, Keira Knightley, Kevin McNally, David Wenham y Stephen Graham. Guión: Jeff Nathanson. Música: Geoff Zanelli. Fotografía: Paul Cameron. Duración: 129 minutos.
Muertos en el mar La saga fantástica del excéntrico y divertido pirata del caribe Jack Sparrow y sus cómplices regresa en una quinta entrega con Piratas del Caribe: La Venganza de Salazar (Pirates of the Caribbean: Dead Men Tell No Tales, 2017), una nueva excusa para que Johnny Depp se disfrace de su famoso personaje y deslumbre con su ampulosidad y versatilidad. Los realizadores de Kon-Tiki (2012), Joachim Rønning y Espen Sandberg, intentan regresar al tono impuesto por el director Gore Verbinski (La Cura Siniestra, A Cure for Wellness, 2016) en las tres primeras entregas de la saga para diferenciarla de la decepción general de la cuarta parte Piratas del Caribe: Navegando Aguas Misteriosas (Pirates of the Caribbean: On Stranger Tides, 2011), dirigida por Rob Marshall (En el Bosque, Into the Woods, 2014). La historia pone a un costado a Sparrow, quien cede el protagonismo a una generación más joven, en este caso Henry Turner (Brenton Thwaites), el hijo Will Turner (Orlando Bloom) y Carina Smyth (Kaya Scodelario), que cumple un rol similar al de Elizabeth Swann (Keira Knightley). La trama pone a Henry a buscar el tridente del dios del mar, Poseidón, para romper la maldición que tiene a su padre atrapado en la embarcación maldecida, El Holandés Errante. En una batalla naval el hijo de Will Turner sobrevive a la masacre de toda la tripulación por parte de una fragata española hundida gobernada por muertos vivos, bajo el mando del capitán Salazar (Javier Bardem), atrapado junto a sus hombres en un limbo a la espera de que Jack Sparrow se desprenda de su brújula. Para liberar a su padre, Henry se alía con Sparrow y con Carina, una científica sentenciada a muerte por brujería por sus avanzados conocimientos de astronomía y matemática, que también pretende encontrar el tridente de Poseidón para cumplir con las investigaciones de su padre. Cuando Sparrow intercambia su brújula por un trago en una taberna libera accidentalmente a Salazar, quien emprende junto a su embarcación de muertos una cacería de piratas, atacando a los navíos de Héctor Barbossa (Geoffrey Rush), que finalmente se une con Salazar para entregarle a Sparrow y salvar su flota. En esta intrincada historia de vaivenes que no dejan lugar a ningún tipo de reflexión, la producción incesante de entretenimiento inofensivo es la constante, dándose el lujo de incluir una escena con el músico inglés Paul McCartney, aquí un tío pirata de Sparrow. Con una muy buena dirección de parte de los realizadores noruegos, un buen guión de Jeff Nathanson (Robo en las Alturas, Tower Heist, 2011) y una andanada de efectos especiales demasiado invasivos, el film crea una historia compleja, con varios elementos interesantes pero sin mucho desarrollo de los mismos como por ejemplo el de la contraposición entre el mundo mágico y el científico y la vida pirata y la de los capitanes de los imperios marítimos que los perseguían para proteger los mares de los corsarios y bucaneros que los surcaban. Piratas del Caribe: La Venganza de Salazar cumple de esta forma con su premisa de generar un espectáculo para toda la familia sin grandes pretensiones. Con agilidad y muy buenas interpretaciones de un excelente elenco en el que se destacan Johnny Depp, Geoffrey Rush, Javier Bardem y Kaya Scodelario, el opus de Rønning y Sandberg narra con mesura este relato fantástico donde las leyendas y la historia se encuentran para dar rienda suelta a la imaginación y a un componente fantasmagórico.
La peor pesadilla de Jack Sparrow La última vez que vimos las aventuras del Capitán Jack Sparrow (Johnny Depp) fue en “Piratas del Caribe: Navegando aguas misteriosas” (2011), hace más de un lustro. Hay que ser sinceros: las dos últimas entregas no habían sido demasiado buenas y había como cierta saturación con el personaje. Por eso este parate le vino bien, ya que oxigenó a la franquicia y le dio aire nuevamente al género de piratas. ¿Cuál fue la razón para esta quinta entrega? Fácil, “Piratas del Caribe” es la décimo segunda franquicia que más recaudó en la historia: 3.729.600.000 millones de dólares a nivel mundial. Demos entonces la bienvenida a “Piratas del Caribe: La venganza de Salazar” (Pirates of the Caribbean: Dead Men Tell No Tales, 2017) y a la posibilidad de una nueva tanda de largometrajes. La película comienza con un niño que se adentra en el mar en busca de su padre, un hombre que se encuentra condenado por una maldición. Su nombre es Will Turner (Orlando Bloom), el ahora capitán del Holandés Errante, y el pequeño quiere encontrar la forma de liberarlo. Años más tarde, y ya convertido en un joven, Henry (Brenton Thwaites), tal su nombre, navega con la armada real tratando de buscar el Tridente de Poseidón, un objeto que puede deshacer todas las maldiciones del océano. Pero su barco da con el Triángulo del Diablo -más conocido como el Triángulo de las Bermudas- en donde yace el fantasma del Capitán Salazar (Javier Bardem) y su tripulación fantasma que acaban con todos los que entran allí. El joven Henry es el único sobreviviente, ya que siempre dejan uno para que cuente lo sucedido, y así logra saber quién es el responsable de que esos espectros se encuentren allí. Sí, el mismísimo Jack Sparrow. Mientras tanto, Jack no se encuentra pasando su mejor momento y cree que la suerte lo ha abandonado. Tiene la mala idea de dar su famosa brújula, y esto es lo que libera a Salazar y los suyos para aterrorizar y matar a todos los piratas del mar. Además de ir en su búsqueda, claro está. La única esperanza que tiene Jack de sobrevivir yace en el legendario Tridente, pero para encontrarlo debe formar una incómoda alianza con Carina Smyth (Kaya Scodelario), una brillante y hermosa astrónoma, y con Henry. Sparrow tratará de revertir su mala fortuna y también salvar su vida del enemigo más formidable y maligno al que jamás se haya enfrentado. Uno de los cambios de la saga fue traer sangre nueva detrás de cámaras, en este caso a los noruegos Joachim Rønning y Espen Sandberg, responsables de, entre otras cosas, “Bandidas” (2006) y la nominada al Oscar a Mejor Película Extranjera “Kon-Tiki: Un viaje fantástico” (Kon-Tiki, 2012). Y la verdad es que bajaron un poco la parafernalia que traía la saga y se enfocaron un poco más en la aventura y la acción. Muchas veces dijimos que suma sacar tanto efecto por computadora y hacer más hincapié en la historia. De todas maneras, es un filme de “Piratas del Caribe” y hay mucho de esto, pero no de forma tan abrumadora como antes. El villano Salazar, interpretado por Bardem, es de los mejores que se vio últimamente en el cine. El español le pone su sello personal y hasta logra en ciertos momentos transmitir miedo. Otra inclusión muy buena es la de Kaya Scodelario, que no sólo cautiva con su belleza sino también con su talento. En la película se encontrarán con un par de viejos conocidos, otros que regresan y la inclusión de Paul McCartney, que personifica al tío de Jack (les decimos a quién interpreta porque está irreconocible). Si se quedan hasta el final de los títulos, verán una escena final que dice mucho hacia adonde apunta la saga. Jack Sparrow vuelve al abordaje para robarse los aplausos de la audiencia. Veremos si logra el botín suficiente para que continúe con sus aventuras.
AGUAS RECONOCIBLES El encanto de las Piratas del Caribe, especialmente la primera, se sostenía fundamentalmente en una suerte de homenaje al cine clase B, que mezclaba fantasía con aventura para recuperar el ya muerto subgénero de películas de piratas, y al que le adosaba un pertinente espíritu cartoonesco a secuencias de acción que lograban vincularse acertadamente con el humor. Y en medio de toda la autoconsciencia emergía un personaje destinado a convertirse en ícono, como el Jack Sparrow de Johnny Depp, sin olvidar que asistimos a uno de los experimentos con final más feliz que se le hayan ocurrido a Jerry Bruckheimer: porque quién daba más de dos pesos por el éxito de una película que no era más que la traslación de un juego del parque de diversiones de Disney. Muchas cosas coincidieron para que obre el milagro, especialmente la visión detrás de cámaras de un tipo como Gore Verbinski, dueño de una imaginación significativa y de un poder de invención mayúsculo para hacer confluir todas las referencias e inspiraciones: de Errol Flynn a Buster Keaton. Si la saga fue ganando espesor con el paso del tiempo (fundamentalmente la trilogía original), también fue perdiendo ese espíritu de aventuras algo chusco de los orígenes que en verdad fue canjeado por un slapstick demasiado barroco. Su navegación hasta una quinta entrega es un misterio, aunque también una obviedad: el negocio sigue siendo rentable. Si Navegando en aguas misteriosas -la cuarta- fue un fallido relanzamiento hacia una nueva trilogía, esta La venganza de Salazar parece poner las cosas en su lugar desde un comienzo, con un prólogo que acierta en el tono a la hora de construir una mitología y una secuencia siguiente que cumple con las reglas de una película con Jack Sparrow: aventura, movimiento y comicidad física a puro timing. Es una secuencia que homenajea -otra vez- a Buster Keaton con una de sus obsesiones: la lucha entre el cuerpo humano y los objetos circundantes. La primera hora de La venganza de Salazar es así, feliz y radiante, una aventura despreocupada y vibrante, que repele la lógica narrativa y se preocupa sólo por el ritmo y el humor, y que presenta un esquema atractivo de personajes que, como siempre en la franquicia, se cruzan, se traicionan, se quieren, se odian, interminablemente. En esa primera hora también se incluye otra secuencia con una guillotina que es pura alegría, y que es un disparate absoluto por lo imprevisible y delirante. Es en esos pasajes donde los directores Joachim Rønning y Espen Sandberg demuestran tener algo de la fórmula que pone a la dicha en movimiento. Pero La venganza de Salazar opera, en este sentido, como una suerte de resumen de la trilogía inicial. En principio la podemos poner en paralelo al fenómeno de films como El despertar de la Fuerza (o la reciente Alien: Covenant), que más que continuar u homenajear, terminan calcando, reescribiendo su molde original; pero esencialmente la película opera como resumen porque intenta tocar, en dos horas, todas las cuerdas que a aquellas tres películas les había llevado casi nueve horas: está la aventura y lo espectral, el humor físico y la chapucería, también aparecen los lazos afectivos y la tristeza del mar y los hombres solos, la grandilocuencia de la noción del destino, la solemnidad de la tragedia, incluso la referencia al poder político representado por la Marina, y el romanticismo recreado con planos generales a lo novicia rebelde. Y las intenciones, claro está, respaldadas con una serie de regresos y reapariciones que son guiños para la platea y también motivaciones para continuar el negocio. Ese todo, que se acumula significativamente en la segunda hora y que no puede ser asimilado ni con el siempre útil montaje paralelo, termina haciendo encallar la nave en una secuencia final demasiado extensa y hasta problemática desde el punto de vista de los efectos visuales. Así, La venganza de Salazar se pretende heredera de la liviandad de la primera pero también del barroquismo de la dos y la tres. Y está claro que quien mucho abarca poco aprieta: la película consigue un rápido interés, para ir desinflándose a medida que avanzan los minutos hasta perderse en la intrascendencia.
La quinta entrega de la saga Piratas del Caribe es, mas que la ultima de la saga, un compendio de las anteriores, un resumen o, como dicen en Los Simpson, un “refrito”. Sinceramente, allá en el año 2007, con la tercera entrega, Piratas del Caribe: en el fin del mundo, parecia que la saga había llegado a su fin. Esa, la más floja hasta el momento de ellas, ya se sentía como lo mismo, una y otra vez. La frescura y novedad del Jack Sparrow de Johnny Depp se había diluido, y hacer la película cada vez mas larga, no era la solución. Cuando en el 2011 sale la cuarta entrega de las aventuras, los síntomas de los problemas eran más notorios. Gore Verbinski no dirigía (Rob Marshall lo hizo) y si bien volvía Johnny Depp, la pareja protagonista no, ya que Orlando Bloom y Kiera Knighley se negaron. En su lugar llegaron Penélope Cruz y Keith Richards, cuyo único fin era jugar con el hecho de que Depp había confesado que su personaje estaba basado en el. Con ese sombrío panorama, y la saga en un constante declive desde su origen, comienzan a armar la quinta. El anuncio de que seria dirigida por la dupla responsable de Kon-Tiki, era auspicioso (si no la vieron, háganlo ya!), pero rapidamente comenzaron los problemas. Cambiaron al guionista original, para traer a Jeff Nathanson, responsable de Rush Hour 2 y 3, Indiana Jones 4, Speed 2, etc. entre otras y seguía sin pintar bien la cosa. La vuelta de Kiera Knightley y Orlando Bloom prometía algo, pero no mucho. Y finalmente al estrenarse, todos los miedos se confirmaron. La quinta entrega no solo no trae nada nuevo, sino que repite lo anterior, y de la peor manera. Nuevamente tenemos una amenaza sobre Sparrow, que implica ir hasta los confines del mundo en búsqueda de un objeto mágico y místico, sorteando peligros, aventuras, romances y batallas. O sea, básicamente cualquiera de las anteriores. El problema más allá de eso es que ni Depp puede salvar la película. No solo ya no tiene novedad el personaje, sino que ahora es tan exagerado que parece constantemente una caricatura de si mismo. Es como si un imitador de Johnny Depp disfrazado de Sparrow hiciera morisquetas, y además ese imitador estuviera constantemente borracho. Da pena. Vergüenza ajena. El promisorio comienzo de a poco se va perdiendo, y la película cae en la indefectible meseta de esas historias creadas para vender muñequitos, aprovechar el 3D y que son craneadas por productores en laboratorios de marketing, que desgraciadamente no tiene nada que ver con el cine y el disfrute de los espectadores. Si no vieron ninguna de las anteriores, vean esta. Es un resumen de ellas. Si vieron las anteriores, ahórrense las dos horas de cine o esperen verla en dvd o blu ray. Sinceramante, no vale la pena verla en cine, y me atrevo a decir, ojala no haya mas. Aunque por lo que se ve en la escena post créditos, habrá una sexta. O eso quieren.
Quinto episodio, iguales andanzas. La saga continúa con efectividad y repitiendo esquemas, esta vez con el pirata Jack Sparrow (Johnny Depp) enfrentando a un antagonista sólido, el capitán Salazar (Javier Bardem). Nuevo episodio, las mismas andanzas: ese podría ser un resumen somero de La venganza de Salazar, quinta entrega de la saga de los Piratas del Caribe que, como ya es costumbre, vuelve a comandar el histriónico Johnny Depp en la piel del no menos bufonesco capitán Jack Sparrow. Otra posible sinopsis podría decir algo así como “nuevos personajes, idénticos patrones de conducta”, en este caso para hacer gráfico cierto esquematismo sobre el que se apoyan estas renovadas aventuras, que dirigen los noruegos Joachin Ronning y Espen Sandberg, conocidos por la lograda Kon Tiki: Un viaje fantástico (2012), aunque siempre bajo las órdenes de Jerry Bruckheimer, quien como un demiurgo maneja los hilos de la saga desde las sombras de la producción. Claro que el hecho de que no haya sorpresas en cuanto al formato, el ritmo o el rumbo que la narración toman una vez que la historia se hace a la mar, no significa que la película no consiga ser efectiva. Porque de hecho lo es en varios aspectos, y en buena medida se debe justamente a los rasgos conservadores que se acaban de mencionar, en la obediencia con que se apega a ciertas fórmulas. El contrapeso que rescata a la película de ese esquematismo lo aporta un guión construido a partir de la suma de escenas pensadas en forma de gags muy logrados, que mantienen distraído al espectador a medida que la historia avanza. Ahí lo mejor viene de la mano del humor físico, a través de situaciones coreografiadas al detalle, como la secuencia inicial del robo al banco o la escena de la lucha en el cadalso, en las que Sparrow es la estrella en derredor de la cual gira el universo de La venganza de Salazar. Si uno se deja llevar por ese torrente lúdico, quizá tarde un buen rato en darse cuenta de que en realidad el camino que se recorre es bastante familiar. Incluso esa epifanía podría llegar después del final de la película y a esa altura tal vez ya no importe demasiado. El centro de la escena, se dijo, vuelven a ocuparlo Depp y su carismático pirata-rockero, dejando en claro que cuando las cosas le salen bien es un estupendo farsante (así como cuando le salen mal ocurren desastres épicos). Otro punto positivo de este quinto episodio es que la figura de Sparrow vuelve a contar con el contrapeso de un antagonista sólido, como el fantasmal y españolísimo capitán Salazar, interpretado por el siempre efectivo Javier Bardem. A diferencia de lo que ocurría en las dos películas inmediatamente anteriores, en donde las cosas se fueron desdibujando de a poco, el personaje de Bardem consigue erigirse en una auténtica némesis para Sparrow, incluso desde el perfil mismo de ambas criaturas. Si Sparrow es una especie de bufón al que es imposible tomarse en serio, el instrumento ideal para que Depp ponga en acción su habilidad para la comedia física, el Salazar de Bardem resulta de veras amenazador y la presencia que le aporta el actor español es determinante. Sobre todo al comienzo de la película, ya que a medida que el relato avanza y Sparrow va zafando una y otra vez del acoso de su enemigo, éste comienza a perder su halo intimidatorio. Y eso puede volverse un problema, porque Salazar es el tipo de personaje que, al contrario de Sparrow, para ser efectivo necesita sí o sí ser tomado en serio, y sus constantes fracasos lo terminan convirtiendo, tal vez de forma involuntaria, en una especie de Coyote al que el correcaminos Sparrow siempre se le escapa en el último segundo. La aparición de dos jóvenes personajes, que deberían estar destinados a aportarle nuevos bríos a la historia, es en realidad un abrojo pensado para que en una próxima entrega, que se anuncia convenientemente en las escenas poscréditos, la saga acabe mordiéndose la cola. Un mecanismo para traer de regreso algunos personajes perdidos en las profundidades de los primeros episodios y tal vez cerrar el círculo. Nota final: se recomienda estar atentos para no perderse un breve pero simpático cameo que vuelve a jugar con el origen rockero de capitán Jack Sparrow.
Llegó lo que probablemente sea el final de la exitosa saga Pirates of the Caribbean, por lo menos de lo relacionado al desastroso y querido capitán Jack Sparrow. Y para está conclusión, la casa de las ideas vuelca todo junto por el mismo precio, con todos aquellos elementos y personajes que trajeron el género de piratas de vuelta, con una popularidad masiva. Sparrow y Barbossa, siempre presentes en las cuatro películas anteriores, libran la última aventura junto a los pequeños regresos de Will Turner y Elizabeth Swan, dos jóvenes nuevos personajes, Henry y Carina, y el infernal Capitán Salazar. Todos los ingredientes para una capitulación emotiva y nostálgica pero que confirma, como a partir de la primera entrega The Curse of the Black Pearl, que el universo piratesco fue decayendo en su calidad. La vuelta a terreno conocido para el espectador se refiere a que de alguna forma su trama se articula con el abanico de personajes de las primeras tres partes, no así su argumento independiente como en la primera y cuarta entrega, La Maldición del Perla Negra (2003) y On Stranger Tides (2011). Henry, el hijo de Will Turner y Elizabeth Swan, debe recuperar el tridente de Poseidón para liberar a su padre de la maldición que lo mantiene atado al Holandés Errante; y su camino se va a cruzar con el de la huérfana Carina Smyth quien, debido a su cientificismo, va a estar en choque constantemente con las creencias míticas del joven. De esta manera construyen la obligatoria relación amor – odio, queriendo homologar a la de sus padres pero sin lograr en ningún momento suscitar la emoción y química que Orlando Bloom y Keira Knightley demostraron casi 15 años atrás. Pero Henry también deberá toparse -en efecto es uno de sus objetivos- con el personaje que el público espera con más ganas, Jack Sparrow. Lo que sucede con este tipo de protagonista a lo largo de tantas producciones es algo tan anunciado como difícil de evitar: la caricaturización. Sparrow era ya una caricatura que poseía menos de pirata que de estrella de rock (una de sus influencias fue Keith Richards), pero aún así mantenía esa picardía y malicia que se llenaba de conflictos internos, sin embargo aquí se convierte en un ebrio que apenas puede articular palabra alguna y solo efectúa en el relato la función de comicidad constante, que redunda a la larga en algo cansino e insoportable, a la deriva. Lo único que queda del pirata es su imagen. De la mano de esta bufonada se enlaza una extremación del contenido fantástico que caracterizó a la saga, y esto no solo atañe tanto a los propios conflictos mágicos, que siempre los hubo, sino a la falta de verosimilitud de las situaciones realistas, como lo es en la primera secuencia en tierra del robo de un banco, solo por nombrar alguna. Esta quinta entrega presenta al villano Capitán Salazar, interpretado por Javier Bardem, que por más que logre la atmósfera terrorífica y tensa con su vengativo personaje, no transmite la profundidad y el sufrimiento de Davy Jones ni la autenticidad y lo terrenal de Barbossa siendo capitán del Perla Negra y que ahora se manifiesta totalmente desdibujado, independientemente de la importancia que posea en el desarrollo argumental. Y esa pérdida de realidad es lo que conduce a la historia a un desenlace apresurado y forzado, que siempre se dirige a una sola dirección y en donde los protagonistas enfocan su atención al objeto de deseo que representa el tridente de Poseidón, sin ninguna vacilación ni giro dramático, en una maraña de acciones donde no hay lugar para la relajación. Dead Men Tell No Tales representa el extravío definitivo de la cultura pirata, la suciedad, el asalto a las ciudades, las batallas en el mar; todo aquello que sorprendió al público y a la crítica. Quizás esta entrega final sea mejor que su antecesora, pero mientras la olvidable On Strange Tides no simbolizó nada del mundo de Piratas del Caribe, esta última se mantendrá como el reflejo de aquello que comenzó en 2003, la añoranza del carismático bandido Capitán Jack Sparrow.
Hay que hablar con la verdad, sin tapujos, con toda la sinceridad y honestidad posible. Es cierto que quizás, como afirma por estos días gran parte del mundo cinéfilo, el único punto destacable de Piratas del Caribe: La venganza de Salazar, la quinta entrega de la saga, sea haber recuperado el espíritu de la primera película. Pero eso no es poca cosa, sobre todo si se tiene en cuenta que con las últimas dos entregas Piratas del Caribe: En el fin del mundo (2007) y Piratas del Caribe: En Mareas Misteriosas (2011) la franquicia estaba en un punto de desgaste y ausencia creativa que, lamentablemente, parecían condenar al olvido a la historia. Sin embargo, el sentimiento de aventura y semblanza pirata no estaban perdidos. Ambos estaban guardados en un cofre, como un tesoro escondido en una isla desierta, esperando a que alguien los encuentre. Los encargados de esta difícil tarea fueron los directores Joachim Rønning y Espen Sandberg (kon-Tiki, 2012). Los realizadores se animaron, quizá dejando algunas pretensiones artísticas personales de lado, a encausar y retomar el camino de aventura y humor que marcó, en 2003, la exitosa Piratas del Caribe: La Maldición del Perla Negra. Los noruegos centraron toda la atención de la película en los personajes históricos y, si bien hicieron un gran trabajo de efectos especiales, por otro lado, también desarrollaron una trama divertida, ligera y vertiginosa. Ese aspecto fue posible, en gran medida, por el sobrio aporte que realizó Jeff Nathanson (Atrápame si puedes, 2002) en el guión de esta quinta entrega. Piratas del Caribe: La venganza de Salazar comienza con el extrovertido y legendario Capitán Jack Sparrow (Johnny Depp) prisionero del Imperio Británico. En apuros y a punto de ser ejecutado junto a una joven mujer (Kaya Scodelario), Sparrow tiene que recurrir a la ayuda de Henry (Brenton Thwaites), hijo de Will Turner (Orlando Bloom) y Elizabeth Swann (Keira Knightley), dos de los personajes que participaron de las primeras entregas de la saga. Los tres protagonistas deberán embarcarse en una nueva aventura para dar con el paradero del Tridente de Poseidón, un poderoso artefacto que otorga a su dueño el control de los mares. Henry lo hará para poder liberar a su padre de la maldición del Holandés Errantes y Sparrow para poder escapar de un grupo de piratas-fantasmas que están comandados por el terrorífico capitán Salazar (Javier Bardem), uno de sus viejos enemigos. Este último aspecto deja algunas sensaciones encontradas. Bardem logra posicionar a su personaje como un buen villano, más si se tiene en cuenta que el capitán Héctor Barbossa (Geoffrey Rush), otro de los enemigos de Sparrow, encara en esta oportunidad un papel con aires de ambigüedad y redención, lo que hace que el español sea el único malo de la película. No obstante, el personaje de Salazar roza muchas veces el extremo del ridículo y lo bizarro. No derrapa, pero bordea una línea peligrosa. Una línea que podría haber detonado toda la interpretación y derrumbado la credibilidad del villano en la historia. Por momentos parece salido de un film de Tim Burton. De todos modos, Bardem deja un saldo positivo en su papel de un feroz y despiadado asesino de piratas. Le hace honor a su apodo de El matarife del mar. Por otro lado, los personajes de Carina Smyth (Kaya Scodelario) y Henry Turner (Brenton Thwaites) no revolucionan la película, pero cumplen con su función principal: ser la historia paralela a Jack Sparrow. Al igual que lo hicieron Orlando Bloom y Keira Knightley hace 14 años, los jóvenes actores inyectan de oxígeno a la trama. Especialmente la bella Scodelario, quien cobra gran relevancia y deja con ganas de más. Johnny Depp entrega más de lo mismo, pero tampoco se le puede pedir otra cosa. Si bien es la quinta vez que el actor se pone en la piel del legendario pirata, en esta oportunidad se ven algunas reminiscencias del primer Sparrow. El guión, en el cual estuvo involucrado, ayuda bastante en esta nueva interpretación para mostrarlo fresco y nuevamente divertido. En una saga que parecía terminada y destinada al olvido, Piratas del Caribe: La venganza de Salazar sopla como un viento de cambio, como un viento renovador. El regreso a la aventura, la diversión y la fantasía al estilo de la primera película reviven a toda la franquicia. La quinta entrega no se presenta como un cierre, sino como tímido resurgir.
Esta es la quinta entrega de la saga y sigue teniendo los mismos elementos fantásticos de sus antecesoras, esta no es mejor que la primera pero es mejor que la anterior. Retoma mecanismos que se vieron en la versión inaugural; su primera hora tiene mucha aventura y es súper divertida, además contiene acción, mucho humor y te cuenta un poco el origen de algunos personajes. Ahora en la segunda hora baja el ritmo y se hace repetitiva, con chistes visuales con poca gracia y un final apresurado. En esta nueva entrega se incorpora como villano terrorífico y fantasmal Javier Bardem, quien interpreta en esta oportunidad al Capitán Salazar, un personaje que viene con sed de venganza. Bardem es muy buen actor pero en esta oportunidad no llega a lucirse como lo hizo en “Skyfall”. Quien aporta bastante a la trama es el Capitán Hector Barbossa interpretado por Geoffrey Rush que siempre rinde. Ahora la misión es encontrar el legendario Tridente de Poseidón, el cuál otorga el control sobre los mares, su desarrollo está relacionado con el subtitulo “ Los hombres muertos no cuentan cuentos”, y para ellos se encuentra el protagonista Johnny Depp quien sigue siendo el Capitán Jack Sparrow con los mismos modismos, tiene mayor energía, pero le faltó algún apoyo, aunque este Kaya Scodelario (“Furia de titanes”) una bella astrónoma y como el joven marinero Brenton Thwaites (“Maléfica”) quien es poco expresivo y transmite muy poco. Algunas sorpresas y cameos. Estupendos los efectos visuales, maquillaje, banda sonora, paisajes, técnicamente se luce y te deja entrar en el mundo de los piratas como cuando eras niño. Quédate hasta el último de los créditos porque hay una escena extra. Los productores planean hacer una sexta parte para el 2019.
La quinta parte de esta atrapante aventura tiene todo lo que esperan los seguidores de la saga. En un escenario económicamente desfavorable, Jack Sparrow (Johnny Deep) se enfrenta al Capitán Salazar (Javier Bardem) y a su tripulación de fantasmas, quienes se encargan de matar a todos los piratas que se cruzan en su camino. Para derrotarlo y encontrar el Tridente de Poseidón, el gracioso antihéroe deberá aliarse a Henry (Brenton Thwaites), hijo de Elizabeth Swann y Will Turner, y a la joven astrónoma Carina Smyth (Kaya Scodelario). Disney pone todo lo artísticamente necesario en cada uno de sus films. Y más todavía si se trata de una de sus legendarias historias. Dirigida por Joachim Ronning y Espen Sandberg, Piratas del Caribe: La venganza de Salazar (2017) recupera la esencia de las primeras películas (que en la última se había perdido un poco) y muestra un gran despliegue técnico. Los efectos están presentes desde el inicio y son fundamentales en la caracterización de Bardem. El argumento sigue la línea de la eterna guerra marítima entre los piratas, pero se le agregan algunos datos importantes. Como por ejemplo, el surgimiento de Jack como Capitán, y la situación actual de Elizabeth y Will. Johnny Deep mantiene la interpretación del carismático Jack Sparrow, y Bardem es un antagonista a la medida. Mientras Geoffrey Rush se vuelve a poner en la piel del querible (por momentos) Capitán Barbossa. Piratas del Caribe: La venganza de Salazar es una invitación a inmiscuirse en un mundo de aventuras en el que todo puede pasar. Los fanáticos del género la disfrutarán. Y esperarán la próxima.
Muchos años atrás, cuando Jack Sparrow era muy joven, el capitán de un buque español perseguía y castigaba a los piratas del Caribe, en venganza por el asesinato de su padre y su abuelo. Salazar, dicho capitán (nuevamente Javier Bardem en el rol de malo), era implacable; su solo buque era como la Armada Invencible, hasta que tuvo la mala suerte de cruzarse con el Perla Negra. Entonces, Sparrow, mediante un ardid, logró eludir al buque de Salazar y enviarlo directo, fuera de control, hacia el Triángulo: un lugar maldito que atrapa a sus navegantes y los convierte en fantasmas. Pero Salazar no es el único fantasma del quinto episodio en la saga Piratas del Caribe. El film empieza cuando el niño Henry Turner se arroja al fondo del mar para visitar a su fantasmal padre Will (Orlando Bloom), a bordo del hundido FlyingDutchman; Henry volverá años más tarde a las mismas costas, buscando devolver la vida a su padre. Para Will Turner, como para Salazar, la respuesta está en descubrir un arma legendaria y mágica, sólo aludida en libros, llamada el Tridente de Poseidón. Y quien tiene la brújula para hallarla es, obviamente, Jack Sparrow. El nuevo film protagonizado por Johnny Depp ha sido cruelmente tratado por la prensa debido a sus vaivenes narrativos y exceso de efectos especiales, pero es en general, y por algunas escenas aisladas, un repunte notorio respecto al insulso cuarto film. Luego del episodio de Henry y su padre, la película nos lleva unos años adelante, a un puerto del Caribe donde un borracho Depp/Sparrow intenta robar el tesoro de la ciudad con ayuda de un puñado de piratas subalternos. Esta escena es particularmente simpática y acaba con Depp en la cárcel, donde conocerá al crecido Henry (BrentonThwaites), con un cameo de Paul McCartney como otro pirata tras las rejas. A ellos se suma la valiente Carina Smyth (KayaScodelario), que huye de la ciudad, acusada de bruja, y que cuenta con suficiente información para hallar el Tridente de Poseidón. Mientras tanto, Salazar escapa del Triángulo y, con su cuerpo carcomido, como el de toda su tripulación, arrasa con todos los piratas que aparecen en su camino hasta hallar a HectorBarbarrosa (Geoffrey Rush), a quien presiona para sacarle información sobre el paradero de Sparrow. Los ardides de Carina, por su lado, ayudan a Henry y el ebrio pirata para escapar de las autoridades y, una vez en el mar, la magia logra que el Perla Negra, reducido a un barquito de botella, recobre su tamaño original para salir a navegar. Lo que resta es el duelo definitivo entre Sparrow y Salazar, donde hay una sobredosis de efectos digitales. Pese a esto, la escena en que el primero soporta en un bote el acoso de tiburones fantasma, como carcasas voraces, vale la pena, y el film es en sí otra muestra del ingenio Disney para estirar una franquicia sin demasiados contratiempos.
El siempre rarito Capitán Jack Sparrow, papel que le compró una isla a Johnny Depp, regresa en esta quinta entrega, la cual se enfoca en continuar lo visto en la trilogía original de Gore Verbinski y deja muy acertadamente de lado a ese fallido spinoff que fue la anterior entrega, ‘On Strangers Tides’. En el reparto volvemos a contar con Geoffrey Rush y su espectacular Capitán Hector Barbossa, Orlando Bloom con una pequeña pero poderosa aparición cómo Will Turner y muy poco de Keira Knightey como Elizabeth Swan. La historia sigue a Henry Turner y Caryna Smyth, quienes se alían con Sparrow para hallar el tridente de Poseidón, un arma capaz de controlar el mar al gusto de su portador y de romper cualquier maldición. Pero todo se va a desmadrar cuando el implacable Capitán Salazar (Javier Bardem) escape del triángulo del diablo junto a su tripulación fantasma para darle caza al pirata de Disney que tanto dinero recaudó a lo largo de los años. Tengo que admitir que amo esta saga con sus aciertos y fracasos, con sus fallas y virtudes. La trilogía original tiene secuencias de acción entretenidas y ágiles, mezcladas con una comedia surrealista y caricaturesca que no se vuelve repetitiva en ningún momento. La historia, más que nada en la primera entrega, es adictiva y bizarra, sostenida por personajes que logran eso que no muchos pueden: disfrutar todas y cada una de sus interacciones. La cuarta entrega fue una opaca continuación con olor a spinoff (ya que dejaba a Will Turner y Elizabeth Swan fuera de plano) con un villano cutre que desaprovechó a Ian McShane de una forma lamentable. Para ver un film de este tipo, lo mejor es entrar apagando esa irritante célula pretenciosa que hay que encender cuando vemos algo de Chris Nolan o Paul Thomas Anderson. Los directores Joachim Rønning y Espen Sandberg entendieron el espíritu de la franquicia a la perfección, logrando un toque fresco e inesperado. Con un villano terrorífico interpretado por Bardem y una cinematografía colorida y brillante, esta nueva parte sorprende visualmente como en el pasado. El reparto tiene pros y contras; las contras son Brandon Twaithes con su “telenovelesca” actuación y un Johnny Depp sobreactuado que por momentos es doloroso de ver. Los pros son Rush (obviamente), Bardem y Kara Scodelario como Caryna. Si bien este último personaje es muy LA MUJER FUERTE E INDEPENDIENTE QUE HAY QUE PONER SÍ O SÍ PARA SER POLÍTICAMENTE CORRECTOS, la actriz hace un gran trabajo sosteniendo las escenas y se convirtió en un personaje del que querría ver más en una hipotética sexta entrega. El guión tiene un problema colosal, que es la cantidad de errores de continuidad con las otras películas. Dejan de lado hechos que fueron claramente nombrados y hasta cambian algunos volviendo redundante la mitología que se había construido a lo largo de la saga. Sacando este fallo, los primeros dos actos son geniales. La carrera de Sparrow contra los muertos está llena de momentos dignos de ser vistos y la interacción entre este y Barbossa es, como siempre, una joya que saca a relucir lo mejor de Depp y su trillado personaje. El desenlace, por otro lado, es bastante decepcionante. Un villano como Salazar se pudo haber prestado a un combate épico como lo fue el de Davy Jones contra Jack Sparrow en ‘En el Fin del Mundo’, pero al parecer las peleas con espadas ya no son algo que le agrade al señorito Depp, como la batalla de esgrima que vimos con Orlando Bloom en aquel inolvidable estreno. El diseño de los barcos, los personajes y el vestuario es fuerte. Siempre es increíble ver a estos personajes caminando por esos sets tan meticulosamente armados, los cuales suelen derivar a situaciones muy locas y repletas de violencia muy a lo dibujos animados. Volver a ver al Perla Negra navegando fue algo maravilloso. Es necesario ver esta película sin tomarla en serio, porque ni siquiera ella misma se toma en serio. Entonces: ¿por qué hablé mal de sagas como ‘Rápidos y Furiosos’ o ‘Transformers’, que son idénticas a esta en el sentido de no tomarse en serio? Bueno, la respuesta es simple: ARTE. Los colores, la ropa, la fotografía, la dirección… es todo magnífico y entretenido, cosa que con las otras no pasa; no pueden caer en comparaciones tan injustas, donde todo es monótono y filmado como un simple videoclip. Piratas del Caribe: la Venganza de Salazar (Pirates of the Caribbean: Dead Men Tell No Tales) superó las bajas expectativas que el público tenía sobre esta nueva aventura basada en la atracción de Walt Disney World. Créanme que me costó dejar de lado a mi fan, pero honestamente creo que esta franquicia no tiene por qué morir aún. La historia es poco consistente pero entretenida, las secuencias de acción son contundentes y los efectos especiales no se limitan a ser sólo CGI, lo cual siempre valoro en los blockbusters actuales. Súbanse a bordo de esta prejuzgada continuación y disfruten lo bueno que Piratas sigue teniendo para ofrecer. ¡Y no se vayan a ir sin ver la escena post-créditos! Si siguieron las películas va a ser inevitable que los invada la emoción.
Es curioso lo que sucede con Piratas del Caribe: la venganza de Salazar, la mayoría de sus secuencias, pensadas como islas, entretienen y hasta despiertan simpatía, pero como piezas interconectadas de una historia debilitan su ímpetu, se tornan inconsistentes y desabridas. Si esto sucede a escala película, el síntoma se recrudecerá a escala saga: la epopeya marítima de Jack Sparrow termina siendo una maldición iterativa. El problema no está en las partes sino en la suma. Un espectador descomprometido que entre y salga con liviandad del relato podrá sacarle provecho a esta cascada de acción, pero un espectador que reclame coherencia dramática encontrará en las más de dos horas de película una exasperación sin límites. Da la sensación de que los directores a cargo de esta entrega, Joachim Rønning y Espen Sandberg, se confiaron en demasía de la marca y se olvidaron de buscarle al filme un espíritu que lo diferencie. Es la quinta entrega pero podría ser la séptima o la décima y daría igual. En este sentido, Piratas del Caribe cae en el peor vicio de una franquicia: proponer apenas una atmósfera sin contar nada puntual. El argumento de La venganza de Salazar es un pastiche de otras entregas: hay una tripulación convertida en fantasma que busca vengarse de Jack Sparrow, y hay dos jóvenes que quieren hallar un tesoro mágico para ayudar a sus padres y descubrir quiénes son realmente; también están los ingleses para darle dinámica a las persecuciones por el mar. Las motivaciones de estos grupos de personajes nunca cuajan, por ello es que la película sólo funciona cuando recurre a lo estrictamente físico, cuando la aventura se manifiesta a secas como una coreografía sin sentimiento. De las nuevas incorporaciones en el elenco, la más destacada es la de Javier Bardem interpretando a Salazar. Más allá de estar potenciado por el excelente maquillaje digital, se nota una búsqueda en sus gestos y ademanes, bastante en sintonía con el asesino a sueldo de Sin lugar para los débiles. Los nuevos rostros juveniles tienen la clara función de reemplazar a Orlando Bloom y Keira Knightley, aunque sin llegarles ni a los talones de carisma. El pirata confeccionado por Johnny Depp, contonéandose entre borracho y afeminado, resulta entrañable pero a estas alturas estrepitosamente redundante. Los realizadores lo saben, y para darle más cuerda al personaje, agregaron un flashback en donde se cuenta algo así como el origen de su look. Un apéndice tan pintoresco como innecesario (como el cameo de Paul McCartney haciendo de tío de Jack), que les dará tiempo a los guionistas para pensar algo nuevo de cara a la sexta entrega que ya fue anunciada.
Crítica emitida en Cartelera 1030 Radio Del Plata.
Piratas del Caribe V es la película que vino a hacerle justicia a la saga. Después del exitoso bodrio de la cuarta entrega de la serie que fue “Navegando aguas misteriosas” (2007, llamada en su título original “On stranger tides”), Disney finalmente se reivindica trayéndonos una aventura que sí está a la altura de lo que fue la primera. La música, omnipresente y fácilmente identificable, entra dentro de ese selecto grupo de películas cuya banda sonora original perdurará en las mentes del público, posiblemente junto con las de Star Wars, Back to the Future, E.T., Jurassic Park, Indiana Jones, The Godfather y Mission Impossible. De la parte visual, todo lo que se pueda decir es poco en comparación al enorme logro alcanzado por los realizadores. Realmente es una maravilla de la animación y la integración entre actores y CGI. Verla en 3D, adicionalmente, aporta mucho a la experiencia cinematográfica. El guión, si bien simple y claramente apuntado a captar públicos de todas las edades, encaja perfecto dentro de la historia de los previos capítulos y pone las cosas en su lugar, con la vuelta de Orlando Bloom y otros personajes, con una participación menor y algunos cameos, respectivamente. Los chistes obvios, que los hay, conviene que ser indulgente y dejarlos pasar: como se explica anteriormente, Piratas... está dirigida a captar el mayor abanico de gente posible. El Capitán Jack Sparrow (en esta película aprendemos que no es su apellido sino su apodo), encarnado como no podía ser de otra forma por Johnny Depp, conserva su encanto aunque debemos decir que en esta oportunidad está decididamente del lado de los buenos, perdiendo la ambigüedad que lo hacía tan interesante en sus comienzos. En síntesis, Piratas del Caribe V es una película sumamente disfrutable, que vale la pena ver en cine por sus enormes méritos visuales y entretenimiento.
Jack Sparrow (Johnny Depp), Henry "el hijo de Will" Turner (Brenton Thwaites ) y una astrónoma (Kaya Scodelario) cuyo nombre se pierde por el manejo confuso de su personaje, forman una alianza para apoderarse del "Tridente de Poseidón": liberar de la maldición del Holandés Errante a Will Turner y derrotar al temible Capitán Salazar (Javier Bardem). Si hablamos de regresos triunfales Piratas del Caribe: La venganza de Salazar resulta un retorno "de serie". La saga de aventuras de piratas vuelve en forma de sketchs con una mínima historia y personajes opacados por una mera rutina simpática. Con un opening a gran escala, la película logra introducir al espectador en un espectáculo frenético ya característico de la saga. Utilizando el escenario de un plan de robo que no sale como se esperaba, el film recuerda por un corto tiempo la gloria que trasmitía la maldición del Perla Negra y el cofre de la muerte con las acciones torpes "ala Buster Keaton" de Jack Sparrow. El mítico pirata está de regreso 14 años desde el estreno del primer film; Ahora bien, el Jack Sparrow que conocíamos antes no es el de ahora... este Jack Sparrow se convirtió en una parodia de sí mismo: toda acción realizada por el pirata se muestra ya vista y hay que decirlo, aburrida al mejor estilo "I'm too old for this shit"- invocando un poco a Roger Murtagh de Lethal Weapon -, si fuera ése el único problema de esta película La Venganza de Salazar sería un film muy bueno con un protagonista caído por el tiempo. Geoffrey Rush, Javier Bardem, Kevin McNally, Stephen Graham y David Wenham hacen lo que pueden con sus roles "de relleno" y digo de relleno ya que absolutamente todos ellos quedan opacados por la presencia de Depp. Jeff Nathanson - guionista del film - se dedica a brindarle culto total al personaje principal y deja a la deriva al resto del reparto - y tenemos personajes muy interesantes en el film -. Bardem y Rush se comportan como campeones con el material brindado - que es poco y decepcionante- pero el caso de Wenham, para decir esto de una manera corta y simple, es simplemente triste. Un plus positivo de todo esto: el cameo de Paul McCartney que si bien es innecesario, da un aire fresco en el momento justo. La venganza de Salazar al igual que las entregas anteriores recurre a una cantidad considerable de efectos especiales. Efectos de CGI y prácticos van y vienen en pantalla, ya visitamos esqueletos y moluscos mutantes, ahora es el turno de los fantasmas. Estos villanos de turno resultan pobres e insuficientes a la hora de ser convincentes. Bardem brinda intensidad en su rol como Salazar es sanguinario y extremo, pero su esfuerzo resulta en vano y la presencia amenazante que se veía en los avances (en especial en la presentación de personaje) se pierde sobre los primeros minutos del film. Esta saga falla continuamente por la insistencia de recrear el mismo último acto en diferentes circunstancias y ahora sólo no resulta novedoso Jack Sparrow, sino también sus villanos. Si hablamos de la experiencia 3d la película deja mucho que desear. Algo clásico con el 3d es la sensación de ceguera en escenas nocturnas por la opacidad de los lentes, y en La venganza de Salazar el caso se repite; La frustración de tratar de divisar lo que está pasando en varias escenas claves del film degrada cada vez más la experiencia total del film a medida que los minutos van pasando, y sin duda estamos ante un producto que es necesario disfrutarlo en el clásico 2d. Piratas del Caribe: La venganza de Salazar ofrece muchas resoluciones y un par de momentos que dan en el blanco (ver a Sparrow interactuando con su viejo amigo el mono o resolviendo una cierta situación con una guillotina son un par de ejemplos), pero también nos ofrece frustraciones con sus villanos, su duración y lo monótono que se siente el film en general. La venganza de Salazar es una película para tener en plan B sobre los otros films en cartelera.
Piratas del Caribe – La Venganza de Salazar: Exprimiendo a Jack Sparrow ¿Vieron Force Awakens? ¡Que casualidad! ¡También los que hicieron Piratas del Caribe: La Venganza de Salazar! La primera Piratas del Caribe estaba basada en un show de los parques de diversiones de Disney. Nadie esperaba que sea más que un entretenido blockbuster, pero creo que es justo decir que se volvió un poco más que solo eso. En la original, el director Gore Verbinski consiguió mezclar una increíble banda de sonido con secuencias de acción tan imaginativas como atrapantes, creando así un mundo lleno de diversión en el que se respiran aventuras. Todo eso, sumado al origen de uno de los personajes más populares de los últimos años, dio vida a una franquicia que cosechaba éxito tras éxito. Pero bueno, eso era entonces. La música es lo único en mantenerse al mismo nivel que en las mejores entregas de la saga. Tenemos un gran número de personajes que regresan, el único que merece destacarse es Geoffrey Rush como el Cápitan Barbosa, sumados a un par nuevos, con Kaya Scodelario que comparte la responsabilidad de ser la “sangre nueva” junto a un pibe fachero a quien la historia olvidará. Los villanos siempre fueron de lo mejor de la franquicia, y Javier Bardem no es la excepción, con su Salazar resultando tan memorable como entretenido gracias tanto a su actuación como al diseño de personajes y los efectos especiales. Efectos que igualmente en más de una ocasión resultaron malos al punto de ser imposibles de ignorar, seguramente debido a que es el primer proyecto de tanto presupuesto y tan fuerte en el uso de efectos especiales para el dúo de directores Rønning y Sandberg. El montaje y guion conspiraron para que las pocas escenas de acción y dinámica resulten pesadas y poco entretenidas. Sacando Salazar y Barbosa no hubo ningún otro personaje que no resulte un martirio. Y finalmente, una de las mayores decepciones fue el humor (condimento vital en la serie), hubo muchísimas escenas que parecían necesitar de una cortina de risas para terminar de conseguir alguna lastimosa carcajada, como si de una mala sitcom se tratara. Si te emociona el regreso al mundo de piratas y Johnny Depp caminando gracioso, no hay dudas de que algo bueno vas a encontrar cuando vayas a verla. Pero la realidad es que Piratas del Caribe ha tenido ya varias entregas de respetable calidad como para no marcar que esta, es bastante mala.
Vídeo Review
Crítica emitida por radio.
La quinta entrega de la franquicia revive a personajes clásicos y los une a una nueva generación de aventureros El pirata más icónico del cine moderno, el Capitán Jack Sparrow (Johnny Depp), regresa en esta historia plagada de aventuras, acción y momentos de fantasía pura. Sparrow deberá enfrentar al Capitán Salazar, un pirata fantasma que junto a su espectral tripulación buscará eliminar a cuanto corsario se cruce en su camino. Para escapar de Salazar, Jack tendrá que hacerse con el Tridente de Poseidón y, para hacerlo unirá fuerzas con una astrónoma Carina Smyth (Kaya Scodelario) y con el hijo de Will Turner, Henry (Brenton Thwaites) Dirigida por los noruegos Joachim Rønning y Espen Sandberg, responsables del galardonado filme Kon-Tiki, la cinta se presenta como un entretenimiento destinado a los fanáticos de la serie (quienes encontrarán varios personajes clásicos) y a las nuevas generaciones de espectadores que se sentirán atraídos por los personajes jóvenes. Johnny Depp se reserva los momentos de máximo humor en el filme, su presencia de clown se complementa con la inquietante y muy bien lograda interpretación de Bardem como Salazar (el mejor villano de la franquicia). En la piel de Sparrow, Depp está en su salsa, cualquier exceso funciona, por lo que la sobreactuación, los gestos y las poses artificiales aquí son un valor agregado, para una caricatura que el actor compone de taquito. También se luce Geoffrey Rush, como el histriónico Barbosa, verlo moverse con su pata de palo y un mono en el hombro es un deleite. Los decorados imponentes, la fotografía, la banda de sonido épica y el resto de los apartados técnicos lucen grandiosos. Los efectos visuales, utilizados tanto para los barcos como para los espectros ayudan a generar una atmósfera fantasmal imponente. Con el espíritu de las cintas de aventuras clásicas y el timing de una atracción en un parque de diversiones, esta quinta entrega funciona, entretiene y resulta mucho más original y divertida que la anterior parte.
En la era de las franquicias y las serializaciones cinematográficas, de los tanques que cuentan muchas cosas para seguir contando en la película siguiente, de los films que duran más de dos horas, era esperable una quinta “Piratas del Caribe”. El crítico en estos casos tiende a evaluar la serie porque todo refiere a lo anterior, incluso si se puede empezar por acá a penetrar el universo de Jack Sparrow y compañía. Es el caso: entre la cuarta entrega y esta, pasaron Marvel y, sobre todo, “Guardianes de la Galaxia” (la primera), lo que enseñó a quienes producen estas serializaciones a considerar el humor y los sentimientos de los personajes (algo que sí, estaba en las tres primeras “Piratas…”, pero que terminó en una hipertrofia algo oscura e informe). Aquí vuelve el espíritu aventurero de la primera, casi todos los personajes, las secuencias a lo Buster Keaton y un buen villano. Debería alcanzar con eso para pasarla bien, aunque uno (usted también, no crea) le pide al cine algo más, le pide que forje memoria, que nos acompañe. Ese es el sentido de ese enorme payaso que es Johnny Depp, y aquí, retomando a su pirata disoluto y arlequín, le da vida a lo que sería no más que un compendio de recetas dispuesto de manera profesional, un cine de pura ingeniería. El resto del elenco (sobre todo Bardem, que entiende el juego) acompaña con talento (atención a Scodelario). Pero el film es Depp.
Gran espectáculo, generoso, con buen timing, para toda la familia y el cine de pantalla grande. En esta nueva entrega, Piratas del Caribe parece volver a sus orígenes, después de derivaciones que fueron, a una vez, pasteurizando y solemnizando imperdonablemente una propuesta de cine de aventuras. La venganza de Salazar tiene un jóven héroe que ha vivido obsesionado con romper el hechizo que mantiene a su padre (Will Turner/Orlando Bloom) bajo el mar. Para eso debe encontrar el Tridente de Poseidó, siguiendo un mapa que ningún hombre ha visto pero conoce una astrónoma acusada de bruja. El camino lleva a Jack Sparrow, que no está en su mejor forma, y juntos, pero bastante revueltos, se enfrentarán a Salazar, un muerto vivo en permanente descomposición que interpreta con marcado acento castizo Javier Bardem. La venganza de Salazar es una película de aventuras física, con secuencias de acción chispeantes de buenas ideas puestas en marcha por un elenco que parece divertirse tanto como los espectadores. Y que tiene su espacio para lucirse, a pesar del peso del Jack Sparrow de Depp. Si es cierto que lo hace en piloto automático y está aburrido de su personaje, hay que decir que la repetición de sus manías no aburre aquí, gracias a los buenos chistes que le tocan en un guión atravesado por el buen humor. Los directores noruegos, que tienen en su cv la muy atendible Kon-Tiki, parecen amantes de ese viejo y querido cine de aventuras XL preocupado por entretener y hacértelo pasar bien.
HUMO SOBRE EL AGUA Jack Sparrow está de regreso, aunque es lo menos interesante de esta nueva aventura. Podemos asegurar que son pocos los que recuerdan “Piratas del Caribe: Navegando Aguas Misteriosas” (Pirates of the Caribbean: On Stranger Tides, 2011), cuarta aventura de Jack Sparrow que, si bien acumuló sus buenos millones en la taquilla, pasó al olvido dentro de la franquicia de Disney. Tuvieron que pasar seis años, y mucha agua bajo el puente (cuac), para que el estudio del ratón y Jerry Bruckheimer volvieran a la mar con “Piratas del Caribe: La Venganza de Salazar” (Pirates of the Caribbean: Salazar's Revenge, 2017), una historia que se olvida un poquito de la anterior y retoma, más o menos, donde nos quedamos después de la tercera entrega. ¿Se acuerdan? Los noruegos Joachim Rønning y Espen Sandberg toman las riendas de la saga y vuelven a los orígenes, donde además del capitán borrachín, teníamos la historia de amor entre Will Turner (Orlando Bloom) y Elizabeth Swann (Keira Knightley). En esta oportunidad, el hijo de ambos Henry (Brenton Thwaites), bastante más crecidito, se auto impone la misión de encontrar la manera de liberar a papá de su maldición, por lo que saldrá a buscar el Tridente de Poseidón, artefacto mágico capaz de deshacer cualquier conjuro sobre los mares. Lo primero que debe hacer en contactar a Jack Sparrow (Johnny Depp), perdido en alguna isla del Caribe. Pero no es el único que lo anda buscando. El capitán Salazar (Javier Bardem) también “requiere de su presencia” con un propósito muy diferente: vengarse por el daño que le causó a él y su tripulación, los cuales obviamente, están todos malditos y recorren los océanos destruyendo cuanto barco se les cruza por el camino. La ecuación aventurera se completa con la joven Carina Smyth (Kaya Scodelario), astrónoma autodidacta, acusada de brujería (cuando no), que no cree mucho en estas cuestiones de la magia hasta que lo comprueba con sus propios ojos. La chica posee un diario heredado de papá que tiene las claves para hallar el Tridente, y hasta allá se dirigen todos, con ganas de poner sus manos en semejante objeto. “Piratas del Caribe: La Venganza de Salazar” es una aventura hecha y derecha, con algo de humor (no demasiado), y un poco de sentimentalismo que, en este caso le juega bastante a favor. Más cercana a las mejores entregas de la franquicia, más que nada por el carisma de sus villanos (Bardem y Geoffrey Rush, que vuelve como el capitán Barbossa) que por su protagonista, que ya agotó todas sus muecas y posturas de borracho. Depp es lo menos interesante de esta película que se hace un poco chiclosa, pero tiene un gran tercer acto. La música, ya tan característica (aunque acá no le pertenece a Hans Zimmer, si no a Geoff Zanelli), y los grandes efectos especiales completan un paquete pochoclero que cumple mucho mejor con las expectativas de lo que nos hubiéramos imaginado. Disney sigue apostando por sus heroínas femeninas (en este caso Scodelario) y las cuela donde puede. No sabemos si el poco protagonismo de Depp es adrede, pero se agradece que la historia esté enfocada más en el joven Henry y su cruzada. Sí, suponemos que se viene una nueva saga, ya que piratas hay para rato.
Salvo el público que vaya al cine con exigencias especiales, el resto de los fanáticos y espectadores en general lo van a pasar bomba. Si te desilusionás un tanto al comprobar que estás viendo lo mismo que ya viste en las anteriores producciones, deberías reconocer que...
Crítica emitida por radio.
La venganza continúa No existen límites para la saga “Piratas del Caribe” que vuelve con su quinta parte, esta vez, para luchar contra la oscuridad de los fantasmas. Es que el capitán Jack Sparrow, personaje icónico de Johnny Depp que sigue generando risas, se enfrenta a los piratas comandados por el capitán Salazar, interpretado por el español Javier Bardem, un rol de villano que le calza perfecto. La acción transcurre en el Triángulo de las Bermudas, donde legendarios piratas se dan batalla para adquirir el poder del mar, pero para eso, deben encontrar el Tridente de Poseidón. Así, entre diálogos que rozan el humor y generan ciertas risitas en los espectadores y grandes dosis de acción, esta película sigue cautivando con el único fin de entretener. Los grandes aciertos son los efectos especiales, por momentos exagerados, y las locaciones, paradisíacas y fantasmagóricas. Otra de las virtudes es la historia que se desprende del Capitán Smith (Geoffrey Rush), que le aporta una dosis de emoción a este sinfín de aventuras. ¿Conclusión? Sin dudas, esta versión no defraudará a los fans por su astucia, despliegue de artillería y acción constante. Un tanque de Disney que está siempre listo para disparar y del que ya se espera la sexta parte, claramente con Depp a bordo.
En la vida cotidiana cuando nos informan que algo está agotado, insistimos. “Fijate por ahí en un rinconcito quedo algo”. El sujeto vuelve y hay dos opciones principales posibles: 1) No hay , como dije; 2) Tenías razón, quedó un mínimo. Bueno algo de eso se repite en Hollywood, o en la productora Disney, o en ambas simultáneamente. El producto estaba agotado, pero fueron por más. Desde un principio el relato va estableciendo de a uno a los personajes “secundarios” más importantes, el principal sigue siendo el Capitán Sparrow (Johnny Depp) La novedad está en la aparición de la prófuga, Carina Smyth (Kaya Scodelario), una bella astrónoma poseedora de un mítico libro sobre el tridente de “Poseidón”, cuyo primer dueño y autor fuera el mismísimo Galileo. Acusada de brujería, perseguida por los soldados del rey, ella será en definitiva lo único novedoso, una heroína que se sabe autosuficiente, con la fortaleza necesaria para enfrentar a quien sea en pos de lograr sus sueños. No es la típica damisela en peligro, al menos en un principio. Pero antes nos encontramos con Henry Turner (Brenton Thwaites), el hijo del maldecido Will Turner (Orlando Bloom) quien se ha perjurado encontrar la forma de anular la maldición que cierne sobre su padre. Para ello se ha transformado en todo lo que sea menester, ladrón, pirata, soldado, traidor, etc. En realidad se ha convertido en un experto sobre mitos y leyendas del mar. El primer encuentro entre ellos es de rechazo instantáneo, pero de necesidad mutua para continuar con la huida, y es allí que se percatan de la obligación de ambos de contactar al Capitán Sparrow. El mismo personaje de siempre, agotado, que no sorprende, ni siquiera el ser un capitán sin barco ni tripulación fiel, sabe de la exigencia del destino, de ir al mismo lugar que nuestros jóvenes Henry y Carina, por motivos diferentes, claro. A nuestro héroe lo persigue, liberado a medias de su maldición, el Capitán Salazar (Javier Bardem), de ahí el subtitulo de esta quinta entrega, comandante de un barco de muertos vivos. Como auxilio casi mecánico de nuestro querido Jack, aparece su amigo el Capitán Héctor Barbosa (Geoffrey Rush), por supuesto que redundando. Posiblemente lo más atractivo, como anclaje de motivación de los personajes, sea el objeto “brújula” conservada por Jack, que tiene el don de señalar el rumbo a seguir en búsqueda del deseo de quien la posee, y vaya cambiando de manos a lo largo del metraje. Una forma de revelar sin necesidad de expresarlo verbalmente. Presentados los personajes, todo será duplicación hasta el cansancio de aquello establecido en la primera película de la saga, y que sirviera para engrosar las arcas de la productora con varias secuelas. Como siempre los valores los encontramos en las cuestiones técnicas y en las actuaciones, en este último rubro se destaca Javier Bardem, haciendo de un terrible villano maravillosamente bueno. Los efectos especiales, estética, estructura, vestuario, la escenografía, producirá pequeñas modificaciones, el diseño de arte a través de una fotografía oscura, porque así lo establece el guión, previsible a cada instante, a punto tal que aburre. “Poseidon” no es el barco que se hundió en el filme de 1972, ni tampoco es el abuelo de “La Sirenita” (1989), o si, ojala, al menos tendríamos a Sebastián cantando, eso sería al menos divertido, aunque no innovador. Es el personaje de la mitología griega, venerado por la cultura helenística, dueño del tridente en cuestión. Lo que sí queda claro es que el final de la película no es el final de la historia, quédese hasta después de los créditos, ya que aguanto hasta acá.
Detener, reiniciar Han pasado ya 14 años desde la primera entrega de la saga Piratas del Caribe. La maldición del Perla Negra, aquel fresco y descontracturado filme de aventuras que abrió en su momento un nuevo camino a los estudios Disney. Desde entonces hubo tres continuaciones más, que permitieron a la franquicia una recaudación de más de 4 mil millones de dólares. En aguas misteriosas fue una cuarta entrega bastante floja, donde se perdía ese espíritu lúdico, se incorporaban co-protagonistas poco carismáticos, y se desplegaba una historia bastante anodina, con escenas de acción impersonales y aparatosas. Fue así que los estudios Disney decidieron apaciguar sus ánimos, y esperaron unos seis años más para sacar esta nueva entrega, quizá pretendiendo que las audiencias hayan olvidado aquel engendro y darle así un nuevo impulso a la saga. La estrategia quizá fue acertada; esta quinta película es, curiosamente, de las mejores; llega al nivel de las dos primeras, y de a ratos retrotrae a sus mejores momentos. El guionista Jeff Nathanson ha señalado que la referencia principal para su trabajo fue La maldición del Perla Negra, y es algo que se nota. Esta entrega retoma ese humor físico propio del slapstick, característica deudora del cine de Buster Keaton y que estalla en escenas de acción notables y desternillantes, como un robo fallido que culmina con una casa arrastrada por caballos a través de las calles; el momento en que la chica y Jack Sparrow están a punto de ser ejecutados respectivamente en la soga y en la guillotina, o un final en el que el sanguinario fantasma de Salazar persigue al protagonista, quien escapa saltando sobre los cañones de dos barcos enfrentados. Los directores reclutados para este nuevo despliegue fueron esta vez los noruegos Joachim Ronning y Espen Sandberg, que si de algo saben es de filmar en alta mar: justamente su anterior película, Kon-Tiki, transcurría principalmente a bordo de una balsa que atravesaba el océano Pacífico. Una de las particularidades más interesantes de la serie de películas de Piratas del Caribe es que el “protagonista” se comporta prácticamente como un secundario. La figura del antihéroe parecería tomar una nueva dimensión en la figura de Sparrow, ya que a él ni siquiera pareciera interesarle formar parte de la aventura; de hecho entra y sale de la narrativa casi accidentalmente, como si se pasara las películas drogado, en sus propios viajes de ácido. Son otros quienes llevan adelante la acción, aquí principalmente una astrónoma acusada de brujería y un joven marinero que pretende encontrar un legendario tridente, aunque también hay otras sorpresas. Esta vez el pirata encarnado por Johnny Depp se la pasa borracho, embarrado de pies a cabeza o encerrado en una celda, a la espera de su ejecución. Cerca del final, una escena que es un sinsentido absoluto aporta las notas emotivas y melancólicas de rigor. Lo curioso es que el paso del tiempo ficcional –al menos 20 años deberían haber pasado desde la acción acontecida en la tercera entrega a la de esta– no haya avejentado en lo absoluto a ciertos personajes, apenas diferentes en su apariencia. Pero la magia de Disney puede lograrlo todo, incluso la eterna juventud.
Mañana llega a la pantalla grande la quinta entrega de la saga de “Piratas del Caribe: La venganza de Salazar” y con ella, el regreso de nuestro aclamado capitán Jack Sparrow. Luego de transcurridos seis años de la última película de “Piratas del Caribe”, su director Jerry Bruckheimer y Walt Disney Studios se unen una vez más para darle fin a esta saga tan aclamada por el público, que en esta ocasión toma tono fantasmagórico. La película está dirigida por Joachim Rønning y Espen Sandberg y cuenta con las participaciones de Johnny Depp (Capitán Jack Sparrow), Javier Bardem (Capitán Salazar), Geoffrey Rush (Capitán Barbosa), Brenton Thwaites (Henry Turner), Kaya Scodelario (Carina Smyth), Kevin McNally (Joshamee Gibbs) y el tan esperado regreso de Orlando Bloom (Will Turner) y Keira Knightley (Elizabeth Swann). Esta entrega estaba prevista inicialmente para ser estrenada en el año 2015, pero luego se terminó atrasando para el 2016 y finalmente llegó a la pantalla para comienzos de 2017 por problemas con el presupuesto y el guión. ¿Qué aventuras le esperan a nuestro capitán esta vez? En esta nueva entrega veremos una vez más a nuestro querido Jack Sparrow emprender una nueva aventura junto Gibbs y su tripulación, los cuales se verán enfrentados a un nuevo villano que dará que hablar, el fantasmagórico capitán Salazar. Ahora bien, conozcamos un poco más acerca de la historia de este nuevo personaje. El capitán Salazar fue un poderoso capitán de la Marina Real Española, cuyo propósito era eliminar a todo pirata que se le cruzara por su camino. Pero cuando creyó que había eliminado a todos y a cada uno de ellos, descubrió que le había quedado uno, Jack Sparrow, quien como no podía ser de otra forma complicará sus planes. Aquí es donde podemos observar unos buenos años atrás a un joven Jack Sparrow, quien es el que se encargará de llevar a Salazar y su tripulación a la maldición del “Triángulo del Diablo”, y es aquí donde las dificultades para Jack Sparrow comenzarán. Por otro lado, podemos destacar también que esta entrega, a diferencia de las dos últimas películas, mantiene su humor característico sin sentirse forzado, ofreciendo a la vez un desarrollo de la historia y sus personajes más que interesante. Otro dato interesante es el hecho de la aparición de nuevos personajes y el de regresos tan esperados que le otorgará más emoción y entretenimiento al espectador. Cabe destacar también el potencial y la belleza de la banda sonora, una vez más, que en lo personal, supera también a la dos últimas películas, al igual que los efectos visuales y caracterización de los personajes. Para ir cerrado, en lo personal, creo que todos deberían darle una oportunidad a esta película, ya que promete revivir la esencia y la peculiaridad que la caracterizó a lo largo de estos años. Si bien las últimas dos películas no tuvieron buenas críticas, ésta puede que cambie el mal sabor de las anteriores. Y como es común, no olvides quedarte después de los créditos para una escena que, si sos fan de esta saga, seguro captará tu completa atención dejándote con ganas de más. Y recuerda, “los muertos no cuentan historias”. Puntaje: 4/5
En una Hollywood colapsada por secuelas y sagas no sorprende, más allá de los seis años que hubo en el medio entre la última entrega y esta en cuestión, que haya regresado uno de los piratas más famosos y carismáticos del cine. Esta vez dirigida por la dupla que hizo la nominada al Oscar, Kon-Tiki, los noruegos Joachim Rønning y Espen Sandberg, se puede decir que Piratas del Caribe: La venganza de Salazar es la primera de las secuelas que se encuentra a la altura de La maldición del Perla Negra, aquella película que sorprendió y cautivó con la temática aventurera de piratas. En cierto modo, La venganza de Salazar parecería ser una especie de reinicio de la saga ya que a nivel narrativo tiene mucho de la primera parte. Dos jóvenes que se ven inmersos en un mundo de piratas, acá el hijo de Will Turner y una joven astrónoma que es acusada de bruja por sus adelantados conocimientos de ciencia, el pirata en cuestión (el infaltable Johnny Depp), un villano (Javier Bardem) y algunos elementos y personajes más, como el regreso del Capitán Barbossa en manos del gran Geoffrey Rush. Entre este grupo de dispares personajes habrá un objetivo en común, conseguir el tridente de Poseidón, el cual cada uno desea para fines personales (romper la maldición que ata a su padre al hundido barco Holandés Errante, completar un mapa de estrellas que podría llevar a conocer quién fue su padre, o simplemente convertirse en el más poderoso del mar). En La venganza de Salazar hay un rejunte de tramas y peripecias, tal como la película de aventuras que es lo precisa. Y en algún momento ese barco se pierde un poco y se lo siente a la deriva, pero por suerte luego logra encontrar su rumbo. Los jóvenes Brenton Thwaites y Kaya Scodelaria le aportan mucha frescura al film, especialmente Scodelaria en esa especie de joven Elizabeth Swann, una mujer inteligente que nunca será una damisela en peligro esperando ser rescatada. Depp agrega una cuota de su excentricidad, pero muchas veces se lo siente un recurso agotado; muchas escenas apoyadas solamente en él, en la idea de ver a Depp como un pirata borracho, no causan mucho más que la sensación de repetición sin gracia, en cambio cuando el guión acompaña a su personaje y lo hace interactuar más con su entorno, éste sale mejor parado. Siempre es agradable ver a Geoffrey Rush y Javier Bardem entabla a un villano que cumple, aunque no llega a ser lo sumamente poderoso a nivel cinematográfico. Claro que está la ya conocida y promocionada participación de Paul McCartney, la cual convierte a Jack Sparrow en el pirata más cool del mundo, con un papá rolling stone y un tío beatle. No obstante, es más un gusto que se dieron (los productores y seguramente el propio Paul), ya que a nivel narrativo no aporta nada. La venganza de Salazar será especialmente disfrutada por aquellos a quienes les gustó la primera entrega (si les gustaron el resto, con más razón), y es a ellos a quien parece estar dirigida. Esto se ve más que nada en el último tercio, donde hay una sorpresa que le da mucho valor a todo el film. Y por último, recordar que después de los créditos siempre hay una escenita más, en este caso quizás una más importante que la de las películas anteriores porque podría estar indicando para dónde apuntará la saga en futuras entregas. La quinta parte de esta saga vuelve a poner en buen camino a los piratas, más allá de algunas falencias y sobrecargas narrativas y un Johnny Depp algo agotado. Piratas del Caribe: La venganza de Salazar es entretenida y con una dosis necesaria de emoción cerca del film que hará que valga cada centavo de la entrada.
No todo lo que brilla es oro. Henos aquí ante “Piratas del Caribe: la venganza de Salazar, la quinta entrega de la saga”. Acción y comedia en una película de cine aventura que promete más de lo que da. ¿De qué se trata Piratas del Caribe: la venganza de Salazar? El capitán Salazar (Javier Bardem) quiere vengarse del famoso Jack Sparrow, al tiempo que Henry Turner (Brenton Thwaites) quiere dar con el pirata para que lo ayude a romper la maldición del mar y liberar a su padre Will (Orlando Bloom). Todos ellos, junto a la chica de turno encarnada por Kaya Scodelario, irán detrás del Tridente de Poseidón para romper las maldiciones. Con qué te vas a encontrar Un grupo de personajes va en busca de un objeto-tesoro que les dará una cierta redención: la línea argumental es simple y conocida. Las tramas de las películas pueden ser tan sencillas como sea posible pero esto no determina la calidad de un film. El problema está cuando a esta línea argumental simple no es acompañada por ningún ingrediente novedoso, ingenioso o sorprendente. Y eso es exactamente lo que pasa con “Piratas del Caribe: la venganza de Salazar”. Meseta-pelea-meseta-pelea-meseta-pelea, sí, quizás es la estructura de muchas cintas de acción, pero aquí, mis queridos, no hay más que eso. Demasiado larga para un argumento débil; y el carisma de Jack Sparrow (quizás la razón detrás del éxito de la saga) queda en un segundo plano, opacado e insuficiente. Eso sí, como buena producción Disney, hay cierta calidad innegable. La música es extraordinaria y se encarga de aportar algo de emoción y espíritu épico. Los efectos especiales, por supuesto, son magníficos. Y… solo voy a decir que si la ven, presten atención al padre de Sparrow. Es una película de entretenimiento familiar y como tal hay que juzgarla, pero incluso así, esta quinta entrega no cumple con las expectativas. ¿Conclusión? Solo para fanáticos. Puntaje: 5/10 Título original: Pirates of the Caribbean: Dead Men Tell No Tales Duración: 129 minutos País: Estados Unidos Año: 2017
Maldición pirata Una vez más, porque de insistir se trata el asunto, será una maldición el punto de partida que determinará el arranque de la nueva aventura de los piratas más populares de Disney. Piratas del Caribe: La Venganza de Salazar, quinta entrega de la saga, dirigida esta vez por el tándem Joachim Rønning y EspenSandberg, y escrita también a dúo por Jeff Nathanson y Terry Rossio, comenzará con la expedición nocturna de un niño que busca a su padre en las profundidades del océano. La figura paterna se constituirá en el fondo dramático de un film que pareciera secretamente perseguir, entre otras cosas, la reposición de una legitimidad perdida hace tiempo. Will Turner (Orlando Bloom) padece una maldición despiadada que lo obliga a permanecer encerrado por tiempo indeterminado en El Holandés Errante, legendario barco de aventuras y desventuras. La única y remota chance que tiene residirá en que su hijo pueda conseguir el Tridente de Poseidón, un poderoso y bien guardado arpón capaz de quebrar todas y cada una de las maldiciones. Para conseguirlo, el niño deberá encontrar antes que ninguna otra cosa, y a pesar de la advertencia de su propio padre, a la única persona que podría ayudarlo: al excéntrico e irreverente Capitán Jack Sparrow (Johnny Depp), acaso el responsable que la saga siga despertando -si todavía lo hace- el interés del público juvenil. (Recordemos: la genial composición rockera del personaje se debió desde el principio a la inventiva del propio Deep, a pesar de las disposiciones contrarias que exigían los ejecutivos de Disney). Seis años después, en la Isla de San Martin (Mar Caribe), el joven Henry Turner (Brenton Thwaites) encontrará finalmente a Sparrow, quien cargará también sobre sus espaldas una maldición, aunque de un orden diferente: la mala fortuna. Luego de un frustrado plan para robar un banco de la corona británica -ágil y divertida secuencia en donde aparecerá en escena el protagonista-, Sparrow perderá a su tripulación, cansada ya de seguir a un capitán sin buenos resultados ni un futuro esperanzador. Resignado y triste se dedicará a lo que mejor sabe: tomar todo el alcohol posible que le ofrezcan sus escasas monedas. Por si fuera poca su mala suerte, empezará a perseguirlo el temible Salazar (Javier Bardem), comandante del Imperio español que regresa desde el infierno de los muertos para "purificar" el mar de piratas y vengarse especialmente de Sparrow, culpable de haberlo conducido a la muerte en el pasado. Completará la tropue Corina Smyth (Kaya Scodelaeio), una hermosa y joven mujer de las ciencias acusada de brujería. Ella intentará descifrar a través de la lectura de los astros un mapa que nadie ha podido leer jamás. Su búsqueda remitirá también a un legado paterno. Entre ella y el joven Turner surgirá una atracción inmediata. La dulzura y la inocencia definiránlos pasos del vínculo amoroso. En Piratas del Caribe: La venganza de Salazar, ciertas intrigas se resolverán temprano para exhibir rápidamente los grandes momentos de acción que el público reclama y el film promete y cumple con eficacia. El mar se convertirá en un campo de batalla que reunirá a todos los implicados en la trama, a veces a partir de encadenamientos narrativos un tanto forzados y la acumulación de escenas similares unas de otras. Habrá lugar por supuesto para los reencuentros felices, enaltecidos por una banda sonora engolada y emotiva. Situaciones que el propio Sparrow no tardará en rechazar. Será justamente él, el personaje más interesante de la saga, quien cerca del final pronuncie una frase que bien podría evidenciar, y por eso mismo resignificar, la maldiciónque a fin de cuentas lo persigue.“Una reunión más allá de mi horizonte”, deseará para sí, y dejará abierta la posibilidad de un nuevo viaje. Hacia dónde podrá dirigirse Sparrow. Hasta dónde podrá moverse el pirata acosado por un imperio. Hasta dónde, en definitiva, podrá extender su irreverencia y no convertirse –si aún no lo ha hecho- en una caricatura de sí mismo; seguramente graciosa, aunque inofensiva.