Rapidos y furiosos 6 es una adrenalínica película que sólo se puede ver y disfrutar bien en pantalla grande. Para los que van al cine a ver este tipo de film para poder disfrutar de impactantes escenas automovilísticas, con esta nueva entrega de la saga van a salir más que realizados del cine ya que eso es lo que abunda, además de tener el plus de escenas...
Menos es más No demos vueltas. Rápidos y Furiosos 6 no está a la altura de las expectativas y está unos cuántos escalones por debajo de 5in Control. Todos sabemos que la saga renació a partir de la cuarta película (con la cual esta nueva no sé dónde/cómo se compara, todavía no decido), y para la aparición de Fast Five (la 5ta, la mejor, y desde ahora FF) ya estábamos hablando en un idioma tuerca completamente diferente. Y sí, esta sexta entrega de la franquicia iniciada en el 2001 trató de superar, sin lograrlo, a aquella quinta en todos los aspectos imaginables: espectacularidad y volumen de acción, toques (ahora grandes segmentos) de humor, vueltas argumentales, cantidad de personajes y la elaboración de sus relaciones; pero como se dice generalmente, menos es más… o el que mucho abarca poco aprieta (sí Iron Man, te estamos hablando a vos…); todos los elementos estaban ahí, y las intenciones de autosuperación (dentro de la saga misma) no podrían vislumbrarse más claras; pero hay aciertos, como el nivel de excelencia que mostró FF, que lamentablemente se dan una única vez. Pero cabe destacar, para lo que valga, que RF6 (abreviando que hace falta) realmente se busca en esa misma escala de acción épica que su director Justin Lin ofreciera en el capítulo anterior, dando inicio en aquel entonces a una nueva era para la franquicia y elevándola a otra categoría de acción que difícilmente lograría superarse en secuelas posteriores; RF6 no se apichona y va por más, y eso no es necesariamente malo, siempre y cuando se mantenga un cierto nivel. Y este era un temor compartido por todos los fans a partir de ese momento: ¿cómo iban a hacer para superar lo que acabábamos de ver en FF? La respuesta es simple: a veces una fórmula tan precisa, esa conjunción tan armoniosa de elementos plásticos, no se puede repetir; a veces ciertos logros se dan más por felices accidentes que otra cosa (o alineación cósmica, o como quiera llamárselo), y Justin Lin con esta RF6 prueba que no aprendió tanto ni es tan resuelto como se creía en la materia. La saga alcanzó tu techo hace dos años y difícilmente lo pueda superar; hay que aceptarlo. Muchos de los problemas de esta nueva entrega están concentrados en un despliegue de acción demasiado caótico (por excesivo), con una cámara que nunca alcanza abarcarlo todo, y las coreografías claramente exceden la pericia de Lin a la hora de organizar y mostrarnos lo que acontece en pantalla (en especial en la secuencia final con el Jumbo, donde la saga recupera –para mal- aquellos viejos vicios digitales de las primeras entregas). Los problemas de dirección están ahí, a la vista de todos, a pesar de que el ritmo general de la propuesta y el vértigo de las escenas lleven a tomarse todo con una ligereza que, sí, dejan a la película correr (va a los pedos y en un no-tan-buen sentido) y deje a uno quizás disfrutarla de a ratos; pero el conjunto falla, se lo siente forzado, desorganizado. Y la confianza que la película pareciera ganar por momentos, se pierde con alguna otra nueva escena donde los personajes dicen pavadas que no ayudan a la progresión dramática (mamita, qué diálogos!), o algún nuevo segmento acrobático donde el Lin de FF parece, simplemente, ausente. El guión, por su parte, es otro gran caos; uno que poco podría importar si la acción tuviera otro grado de precisión; pero como no es el caso… Y si a esto le sumamos que los actores están todos –considerablemente- más acartonados que lo habitual, tenemos un problemón entre manos. Resumiendo: uno, como espectador, no tiene realmente a qué aferrarse; hay problemas –de distintos tamaños pero al fin- en todos los horizontes. La historia es un poco la de siempre, con la excepción de que esta vez el grupo liderado por Dom Toretto (Diesel) juega del lado de la policía (en co-equipo con el agente Hobbs que encarna nuevamente The Rock), tratando de interceptar y capturar a un terrorista –y secuaces- con prontuario militar y experto en las pistas. Lo demás: Letty (Michelle Rodríguez) está viva, reclutada por el malo y con amnesia (increíblemente patético cómo está jugada esta carta), lo que abre a un doble objetivo de captura del villano y “rescate” del amor perdido de Dom; Brian y Mia (Paul Walker y Jordana Brewster) ya son papás; y “el equipo Toretto” (que no vamos a nombrar a uno por uno porque la noche aprieta y ya nos conocemos todos) con esta misión ultra-no-se-qué podría llegar a quedar indultado de su pasado criminal. No mucho más… el resto es Crash-Boom-Bang, con un nivel cuestionable de… prácticamente todo. Con ritmo sostenido, sí, pero la saga tristemente ha vuelto a su irregularidad de antaño. En fin, a riesgo de sonar redundante, creo que lo ideal es no engañarse y afrontar lo evidente: lo mejor de Rápido y Furioso ya se vio. El que esté dispuesto a conformarse con “menos de lo mismo”, que pase, vea y coma sus nachos –con queso- tranquilo.
Regreso con gloria La primera certeza después de ver Rápidos y furiosos 6 es que felizmente queda muy poco del film bautismal de la saga tuerca iniciada en 2001. Desde ese momento, y con el correr de las entregas, el conjunto comenzó a ladearse hacia la acción-espectáculo, alcanzando su punto máximo en la que hasta ahora era la última película, donde el grupo de ladrones y ex policías destruía -esto dicho literalmente- medio Río de Janeiro para robarle a un narcotraficante local. Allí, si bien la pulsión fierrera y la misoginia características de la serie se mantenían inalterables, se articulaban como magistrales set-pieces de destrucción, persecuciones y autos tuneados siempre a punto de destruirse. El sexto film de la serie sigue una línea similar, pero ahora la trama se desplaza de Brasil a Europa. Allí viven Dominic Toretto (el siempre inexpresivo Vin Diesel) y el ex policía Brian O'Conner (Paul Walker). El primero juntado con la bonita policía carioca con la que terminaba la película anterior y el segundo estrenándose en el rol de padre. Mientras tanto, el resto de la banda disfruta -y despilfarra- el botín alrededor del mundo dándose lujos a priori imposibles. Pero toda esa tranquilidad se interrumpe cuando el policía Luke Hobbs (un Dwayne Johnson al que cada día da más gusto verlo en pantalla grande), el mismo que los dejó ir en Brasil con la promesa de ir tras ellos, cruza el Atlántico con su nueva asistente (la luchadora Gina Carano, que ya demostró en La traición que de patadas y trompadas sabe bastante) para proponerles un negocio: que la banda lo ayude a atrapar al malvado de turno, un ex agente del SAS británico que planea robar un sofisticado equipo tecnológico que permitiría anular las defensas militares de un país, a cambio del perdón de sus delitos. El asunto se complica aún más cuando descubran que una de las integrantes del bando rival es la ex de Toretto, supuestamente fallecida, Letty (Michelle Rodríguez). Todo lo anterior es apenas una excusa para que la troupe inicie un largo peregrinar sobre ruedas por Europa, con Inglaterra y España como epicentros. Sería un error pedirle profundidad a un film que hace del músculo y la superficie sus principales armas. De hecho, los momentos más flojos son aquellos en los que el guión de Chris Morgan intenta profundizar en el vínculo entre los personajes, sobre todo en el de Taretto con Letty. Pero cuando la película decide liberarse de esa carga alcanza picos de adrenalina notables. El taiwanés Justin Lin tiene muy en claro cómo debe filmarse una escena de acción no sólo para generar espectacularidad sino también para que se entienda qué está sucediendo. En ese sentido, la última es una de las secuencias de acción más impresionantes de los últimos años. Y las imágenes finales, justo antes del inicio de los créditos, muestran que el asunto puede volverse aún mejor.
Subiendo la apuesta Poderosa como su antecesora, llega la sexta parte de la saga que dio un giro inesperado y sorprendente en la película anterior filmada en Río de Janeiro. Ahora el taiwanés Justin Lin sube la apuesta con una historia que se pasea de manera vertiginosa por España, Moscú y Londres. Hobbs (Dwayne Johnson) vuelve a reclutar a Toretto, (Vin Diesel), O'Conner (Paul Walker) y a todo el equipo para que lo ayuden a derribar una banda liderada por el delincuente Owen Shaw (Luke Evans) que opera en las principales ciudades europeas. También sigue la pista de una organización de pilotos mercenarios, comandada por Letty (Michelle Rodriguez) a quien Toretto creía muerta y que perdió la memoria. La trama, plagada de traiciones, bombas, indultos y nuevos caminos familiares que emprenden los protagonistas, sirve como excusa perfecta para construír un relato que hace foco en las tomas veloces, los autos último modelo (algunos blindados) y los flahbacks -a veces innecesarios- de las entregas anteriores. El segundo tramo echa humo y pisa el acelerador con secuencias de acción imparables y muy bien filmadas que introducen al espectador en el ojo de la tormenta. La escena del tanque destrozando todo lo que encuentra en su camino y, la final, con autos persiguiendo a un gigantesco avión no dan respiro y se convierten en la marca registrada de este exitoso producto. Una escena agregada sobre el final, pegadita a una leyenda que advierte sobre los peligros de realizar las maniobras y piruetas automovilísticas que se ven en la pantalla, confirma la llegada de una séptima entrega que incluye sorpresa para los amantes del género. Para eso habrá que esperar hasta el 2015, pero mientras tanto Rápido y Furioso 6 tiene todos los ingredientes para no defraudar a sus seguidores y muestra el mismo nivel de la anterior. Explosiva y visualmente contundente.
Otro capítulo fierrero A esta altura del partido ya se puede hablar de una nueva entrega de la serie (ya no saga), llamada en esta ocasión Rápido y Furioso 6 (Fast & Furious 6). Y no es una denominación arbitraria, la presentación de los títulos del film que compila fragmentos de las películas anteriores para presentar en acción a los personajes, así lo demuestran. Esta vez en Londres (pasando por Moscú y España), los protagonistas Dom Toretto (Vin Diesel) y Brian (Paul Walker) sumado el “grandote” Hobbs (Dwayne Johnson) compañero de aventuras desde Río de Janeiro, unirán fuerzas para atrapar a la banda organizada por Shaw (Luke Evans) y recuperar a Letty (Michelle Rodriguez), en la sexta parte de la saga que ya tiene una secuela en camino con Jason Statham como villano. Con la muchachada retirada y disfrutando de la vida tranquila, aparecerá Hobbs con pruebas fehacientes de que Letty, la ex mujer de Dom dada por muerta, está viva y hay que rescatarla. Y la banda como grupo familiar que es (ahora más que nunca con Brian criando a su bebé) debe reunirse para recuperar al miembro faltante del clan, aunque ello implique poner en riesgo al resto. Con este argumento básico de serie de televisión (revivir a un personaje muerto que encima perdió la memoria) continúan las aventuras de los muchachos fierreros con “códigos”. Y los códigos adquieren importancia porque los malos en cuestión son otra banda “roba autos” que no tiene códigos. La idea del doble se instala en imágenes, con cada miembro de la banda teniendo su versión “malvada” reforzada en un diálogo por si alguien lo pasó por alto. Las mujeres juegan un rol particular como en las demás películas: sexys y comprensivas hasta lo inverosímil. Son un complemento de los chicos, logran sacar lo mejor de ellos y llevarlos a realizar sus anhelos personales por más que vayan en contra de los suyos. Feministas atenerse, porque estamos frente a un elemento que configura las películas de acción masculinas, por más que aquí esté exagerado. La idea de “hacer real la fantasía masculina” en el género de acción implica ser héroe, doblegar fuerzas, salvar a la chica, ser leal a los compañeros y sobre todo obtener el respeto absoluto de quienes lo rodean. La mujer es un accesorio más que viene a reforzar tal masculinidad. Incluso más que el auto, en una escena dicen cuando cambias el auto por uno nuevo no tenés que dejarle la mitad de los bienes al anterior. Dejando un poco el análisis de lado, también hay que decir que Rápido y Furioso 6 no tiene la potencia grandilocuente de su antecesora, aunque igual siga entregando la dosis justa de persecuciones automovilísticas y entretenimiento a toda velocidad como para estar a la altura de las circunstancias. Un nuevo capítulo y van…
Siempre se habla en el cine de aquel dicho “segundas partes – por decir secuelas que pueden ser más de una – nunca fueron buenas”, esto es porque por lo general, las sagas cinematográficas se van deteriorando con el correr de las películas, a causa de falta de ingenio renovador, reiteraciones de algo ya visto, o lo que sea. Lo cierto es que para toda regla existe su excepción, y "Rápido y Furioso" parece ser la de este caso. No, no es que esta sexta entrega sea una obra maestra, un gran film inolvidable, o que esté hecha a la perfección; es un film que cumple con todos los cánones del cine pochoclero estadounidense, no se saltea ni un poco la fórmula, y sin embargo cumple con el objetivo principal, divertir al público ávido de estas historias. Si uno recuerda como empezó esta historia allá por 2001 de la mano del polirubro Rob Cohen, se suponía como una remake del film de la AIP de 1955 aunque poco tenían que ver y todo se reducía a interminables carreras callejeras con autos tuneados sin respiro una tras otras, y una historia que funcionaba como mera excusa. La cosa siguió más o menos igual (o peor) hasta tocar fondo en la tercer película; y como dice todo manual de "auto, (nunca mejor dicho antes!) ayuda", una vez que se llegó al fondo solo se puede subir. "Rápidos y Furiosos" (la cuarta), retomo la premisa original pero llevó las cosas al terreno de una película de acción normal, de buenos contra malos, con la diferencia de que todo lo resuelven sobre cuatro ruedas (bue, a veces, menos). Así llegamos a esta sexta parte, dirigida nuevamente por Justin Lin (responsable desde la 3 hasta la última), y lo que se cuenta, sigue el lineamiento asomado ya en la 5. Dom (Vin Diesel) y Brian (Paul Walker) han conseguido limpiar sus expedientes y viven tranquilos y refugiados disfrutando de su nueva vida adinerada. Pero aparece un nuevo malhechor del volante, Shaw (Luke Evans), un ruso que formó una banda similar a la que manejaba Dom pero que es pura maldad. El oficial Hobbs (Dwayne “The Rock” Johnson) está tras la pista de este señor, y como se entrevió al final de la película anterior, Letty (Michelle Rodríguez), novia de Dom a la que todos creían muerta, se encuentra trabajando para Shaw, excusa que servirá para que el primero contacte al rudo jefe de la banda y lo incite a rearmar el supergrupo de pilotos pero esta vez al servicio de la policía. Con doble objetivo, recuperar a su amada y terminar con el delincuente. Todo lo demás es adorno y parafernalia; ah, Letty en verdad sobrevivió pero tiene pérdida de memoria por lo cual no recuerda a Dom y los suyos. Como verán el argumento no es realmente una obra intrincada, es más bien simple y excusa. Pero a diferencia de lo que pasaba antes, ahora estas escenas no agobian. No le pidan verosimilitud, las destrezas que se realizan son imposibles y hasta alguna incita a la carcajada involuntaria (es más una leyenda sobre el final advirtiendo sobre estas es lo más cómico del film), pero cumplen con el prometido de divertir. La película tiene momentos directamente ridículos, vacíos, chistes sin gracia y que rozan el delirio, y hasta la primera media hora parece irremontable, pero en un momento todo esto deja de importar; uno sabe que está ante un producto de pura acción y testosterona y se entrega al juego, y ahí comienza lo mejor. Con "Rápido y Furioso" nadie espera una obra intelectual ni guiones complejos, son películas con un motor que se mueve a ritmo del pochoclo; sino se la analiza demasiado ofrece un divertimento amplio... y seamos sinceros ¿quién puede analizarlas seriamente?
Fans only La incorporación de “The Rock” Johnson le ha sentado bien a Fast & Furious desde que el gigante se sumó en la edición anterior. También ha funcionado ese incremento o viraje de la saga más en cine de acción que en secuencias de reiteradísimas carreras. Pero, así y todo, en esta última entrega todo parece indicar que estamos nuevamente en presencia de el típico y conocido “más de lo mismo”, reduciéndose casi única y absolutamente a su público objetivo. En la sexta parte, el agente Hobbs precisa de la ayuda de Dom (Vin Diesel), Brian y todo su equipo para intentar detener a una banda peligrosa a cargo del delincuente Shaw que no para de sembrar caos por toda Europa. No hay demasiado para reflexionar que tenga que ver con el guión, vueltas de tuerca ni nada por el estilo. En Rápidos y furiosos 6 lo importante radica en situarse lo más cómodamente posible en la butaca, estirarse y dejarse llevar por la dinámica propia del film, la cual vuelve a recurrir a acertadas bocanadas humorísticas, más que nada del personaje interpretado por Tyrese Gibson. Con persecuciones en menor medida y algo más enfocada en lo que respecte a la acción y ritmo que no tengan que ver tanto con situarse en cuatro ruedas, la proyección cumple con lo que los seguidores de la saga esperaban, pero quizás excluye o aísla a todos aquellos que no comulguen mucho con la espectacularidad popular de las escenas de este tipo de cintas ni con su particular y simple modo de tramar las cosas. LO MEJOR: Johnson le aporta más nivel a la historia. Algunos buenos chistes. LO PEOR: nada nuevo. Disfrutable a medias y olvidable. No es la última entrega. PUNTAJE: 5
Fierros para todos A casi 12 años de su estreno, lejos quedó Rápido y Furioso (The Fast and the Furious). Lejos también quedaron los conceptos y lineamientos de aquel film que salió a la luz en el 2001 como un querible homenaje a esa obra maestra de la acción llamada Punto Límite (Point Break). Ahora, y a más de una década de su inicio, la saga se pone cada vez más vertiginosa y voraz con el pasar de cada una de sus entregas. Retirados y aprovechando los beneficios de su último golpe, Toretto, su novia brasilera ex policía, Brian y Mia se encuentran exiliados en una de esas partes del mundo de las que se disfrutan por no tener extradición. Finalmente parecía que la paz había llegado para quedarse, aunque como bien dice el refrán "nada es para siempre". El agente Luke Hobbs irrumpe en su vida otra vez para proponerles que atrapen a Shaw, un peligroso y experto corredor ex militar que quiere preparar un arma recontra tecnológica y súper poderosa para venderla al mejor postor a cambio de los preciados indultos para toda la banda fierrera. La cuestión se vuelve un poco más personal cuando Hobbs le muestra a Dom que la "difunta" Letty se encuentra vivita y coleando asaltando comboys militares junto al villano inglés. Luego de una primera parte querible que lanzó a la fama a Paul Walker, y especialmente a Vin Diesel, lo siguió una continuación horrible (bueno tiene algunos momentos entreteni... No, la verdad que es horrible de "adeveritas") y una siguiente entrega cargada de publicidades aún peor. La gallega del GPS de Universal Pictures y de Justin Lin pidió "Recalculando" a los gritos hacía nuevos y renovadores caminos. Es allí que para la cuarta edición vuelven Brian y Dom a protagonizar la franquicia, enderezando la nave (dixit Bambino Veira) y llevándola hacía rutas seguras que lograron devolverle la confianza a sus fanáticos. Fast Five, o acá llamada Rápidos y Furiosos 5, fue una fiesta de tiros, peleas y persecuciones que sin dudas representaba a la mejor entrega de la saga... Hasta ahora. Rápidos y Furiosos 6 es una animalada de película. Una obra del señor dispuesta a saciar nuestra sed de acción, peleas cuerpo a cuerpo y persecuciones. Anteriormente hubo seguidores que reprochaban la falta de carreras en Fast Five, algo que correspondía al viraje de la saga hacía la acción más física y no tan mecánica, pero Lin atento a los reclamos incluyó en esta sexta parte varios momentos que dejarán satisfecho a los fanáticos de los fierros. Si, el argumento es básico, ya que solo sirve como mera excusa para cagarse a trompadas, correr picadas o sacar un tanque y pisar todo lo que encuentre en su camino. Ahora, ¿Quién vaya a ver esta película pretende algo más? Yo creo que no. La quinta es muy buena, pero esta es mejor y sin contar con el factor sorpresa que tuvo su predecesora. Rápidos y Furiosos 6 no para (al igual que su antecesora), pero ésta representa una película más inflada, acelerada, épica y espectacular. La última hora es una bestialidad memorable. Tómala o déjala, no hay otra. Es cómo una Fast Five con anabólicos. Si alguien tiene algún problema con estas cuestiones, puede ir a ver otra cosa porque la película es eso y no mucho más (en realidad o mucho menos) y los 45pe de la entrada de cine (sino aprovechas alguna promoción) no están para tirarlos en algo que de antemano uno puede evitar. El elenco la lleva de (punta y) taquito y su química en frente de la cámara es incuestionable. Los tipos y tipas se divierten y eso se nota. Vin Diesel y Paul Walker encabezan un elenco de actores de talento cuestionable que todos juntos forman una masa uniforme plagada de músculos y compañerismo totalmente palpables y sentibles. Luke Evans entra en acción para dotar a la saga tuerca de un villano importante, temible, algo que hasta ahora no había tenido. Las ausencias de Tego Calderón y Don Omar parecían a priori que podrían resentir la comicidad de la película, pero las intervenciones de Tyrese Gibson consiguen suplantarlos sin mayores inconvenientes. Incluso hay varios one liners a medida de Dwayne Johnson (que revitalizó y potenció a la saga con sus participaciones) para aprovechar su gran carisma y sentido del humor. La franquicia sigue a toda velocidad hacía la bandera a cuadros y quieren coronarse con gloria. Rápidos y Furiosos 6 aprieta el acelerador a fondo y se aferra a su plan para lograrlo. El año que viene llegará la séptima (y última parte) y por lo que se adelanta en la gran secuencia de final de créditos estaremos en presencia de una entrega que cerrará la saga a toda velocidad.
Músculos, motores, vehículos cada vez más poderosos y resistentes, infinitas persecuciones sobre ruedas, un gran despliegue de armamento sofisticado de cuya precisión, eficacia y poder de destrucción sobran pruebas y la deliberada voluntad de extraer de las escenas de acción al máximo de espectacularidad y vértigo. Eso es lo que se espera de esta rendidora serie que ya ha llegado al capítulo sexto (y se apresura a calmar la ansiedad de sus seguidores anticipando en los planos finales que habrá un capítulo 7 y que Jason Statham tendrá que ver con lo que se cuente allí.) Y eso es lo que suministran el director Justin Lin y el guionista Chris Morgan -responsables de los últimos cuatro productos de la franquicia-, que se muestran cada vez más duchos y atrevidos a la hora de imaginar peleas, carreras y batallas de todo tipo y en todos los terrenos, en proporciones próximas a la sobredosis. Sin medir los gastos, por supuesto: es un derroche que está en condiciones de afrontar una serie que lleva recaudados unos 1500 millones de dólares. Y, claro, sin detenerse a considerar detalles menores como la coherencia, el rigor o la verosimilitud de lo que se presenta en las imágenes. Lo que importa es que la acción nunca se detenga, que el ritmo sea vertiginoso, que jamás deje de oírse el rugir de los motores y que a medida que la narración avance y el enfrentamiento entre los dos bandos no dé tregua y se vuelva más y más encarnizado, las proezas de los protagonistas (de los dobles, de los equipos de efectos y de los editores) vayan siendo más y más espectaculares, tanto como para arrancar aplausos de los fanáticos y a veces también algunas risas, nacidas de las osadas, imposibles locuras gracias a las cuales los héroes del caso eluden los ataques de los villanos, que parecen todopoderosos y son de una crueldad y una perversidad ilimitadas. El principal es un mercenario terrorista, ex agente del Servicio Aéreo Especial británico, que está a punto de completar un poderosísimo y sofisticado arsenal tecnológico con el que podría anular todas las defensas militares y amenazar al mundo entero. La banda debe interrumpir el descanso (o la diversión, según los casos) de los que están disfrutando en España o en cualquier otro lugar gracias al último botín obtenido. Es que el policía Hobbs (Dwayne Johnson, The Rock) los quiere ahora de su lado para enfrentar a un enemigo tan temible. Y allá van Vin Diesel (ahora acompañado por Gina Carano, campeona y experta en artes marciales); Paul Walker (ahora padre de un bebe), y todos los demás, estimulados además porque existe la sospecha de que la ex del primero, la brava Letty, no esté muerta como ellos creen (lo que permite el regreso de Michelle Rodriguez). Por supuesto, también se extiende un poco el elenco en el terreno de los vehículos. Y no sólo en autos (algún prototipo casi sin chasis pero con secretas habilidades) sino maquinarias más pesadas como un tanque (de decisivo papel en la casi interminable secuencia de la autopista próxima al final), un avión Hércules y varios helicópteros. Son 130 minutos especialmente recomendables para los adictos a la superacción y en especial a los films de esta serie. Más allá del considerable exceso de metraje, los demás podrán entretenerse si disfrutan del vértigo constante y de los festivales de destrucción y violencia, si no se aturden con una banda sonora que no da descanso y si aceptan que el guión sea nada más que una excusa para poner en marcha otra vez la probada fórmula que pudo haber incluido un poco más de humor.
Ruido de motores y chapas crujiendo La sexta parte de la saga de los ladrones motorizados, a la que aparentemente todavía le queda nafta en el tanque, no tiene lugar para la sutileza, lo complejo o lo sofisticado, sino que todo es puramente superficial, ruidoso, fibroso, visual y palpable. Dominic Toretto le asegura a su cuñado, socio y ex policía devenido ladrón Brian O’Conner (el carilindo Paul Walker) que será un buen padre. Lo hace con tono imperativo, contraponiéndose así a las dudas lógicas del interlocutor primerizo. Ante la consulta de los motivos de semejante certeza, Dominic no duda: “Porque te voy a partir la cara si no lo sos”. La frase, que podría ser una de las tantas escritas con el único fin de ligar las escenas de acción, más aún si el que la escupe es el cada día más mustio, pétreo y monocorde Vin Diesel, sintetiza el empirismo recalcitrante que rige no sólo lo lógica del personaje, sino también de la película entera. Porque en Rápidos y furiosos 6 no hay lugar para la sutileza, lo complejo, lo sofisticado, el trazo fino ni lo sugerido, sino que todo debe ser –es– puramente superficial, ruidoso, fibroso, visual y palpable: bastará atender al crujir de las chapas para comprobarlo. Difícil arriesgar que éste sea un caso único, pero sí excepcional. Nacida en 2001 como “una de policías motorizados persiguiendo ladrones ídem”, con picadas de autos tuneados y mujeres casi en bolas complementando un panorama tan tuerca como misógino, Rápido y furioso se volcó progresivamente a la acción desenfrenada. La tendencia alcanzó su punto caramelo en la quinta entrega, cuando el taiwanés Justin Lin se despachó con una grasada rabiosamente analógica y despreocupada por el respeto a cualquier ley física, que además hacía del goce por la destrucción férrica una norma. Despreocupada también por mantener un continuismo argumental respecto del bagaje previo, ya que el film funcionaba perfectamente como entidad autónoma. Esa secuencia hará especial hincapié en la ex supuestamente fallecida de Toretto (Michelle Rodriguez), que aquí volverá amnésica y del lado de los malos, y en el exitoso golpe en Río de Janeiro perpetrado por la troupe. Es, al fin y al cabo, el único background necesario para el espectador neófito, ya que RYF6 retoma a los personajes algunos meses después de la aventura brasileña, con Taretto noviando –o algo así: se dijo que aquí no hay lugar para emociones y sentimientos– con una policía del film anterior, Brian instalado en España junto a la hermana de Taretto y el resto de la banda desperdigada por el mundo patinándose el botín. Hasta que reaparece el superpolicía Luke Hobbs (Dwayne Johnson, el tipo con los bíceps y la caja torácica más grandes de la historia del cine) con su flamante asistente Riley (Gina Carano, la luchadora protagonista de La traición) para pedirles a los cabecillas un favor. O más bien ofrecerles un negocio: la amnistía total a cambio de su ayuda para atrapar al malvado de turno, cuya intención es apropiarse de un dispositivo para apagar los controles militares de un país durante un día, con todo el caos y peligro que eso conllevaría. Que en la presentación del conflicto se hable de “un país” jamás precisado habla de un film decidido a distanciarse de cualquier anclaje con el mundo real para, en cambio, crear otro habitado por criaturas regidas menos por la promesa de un bienestar mayoritario que por el efectismo cercano y demostrable. Mundo que está, además, desapegado de cualquier norma gravitacional, temporal y biológica. Así se entienden algunas de las set pieces de acción más impresionantes e inverosímiles de los últimos años. Como ésa en la que Toretto salta de un auto en movimiento, atrapa al vuelo a Letty justo antes de caer sobre un parabrisas y se levanta sin un rasguño. O la de un avión de carga que carretea durante quince minutos con tres autos colgados sin llegar al final de la pista. Son apenas un par de ejemplos de una serie que luce vigorosa y, por lo que se ve justo antes de los créditos finales, con nafta para unos cuantos kilómetros más.
Con toda la carne al asador La nueva entrega de la sexta edición de la saga de acción consigue seguir el efectivo camino marcado por el capítulo anterior, o sea una gran aventura de alto impacto. En doce años, Rápido y furioso pasó de un film taquillero a una serie de seis largometrajes y el anuncio de un séptimo. Pero contrario a lo que muchas veces pasa, la serie en lugar de empeorar ha mejorado. Se degradó, sí, pero para volver a renacer de forma esplendorosa. Los primeros títulos estaban centrados en las picadas y desafíos de velocidad muy puntuales. Su universo, machista empeoraba aun más por la poca simpatía que producen dichas picadas. Por eso con astucia los siguientes títulos comenzaron a meterse de lleno en el descontrol, el exceso y el más puro cine de acción, alejándose de ese mundo masivo, pero no tanto. Rob Cohen y John Singleton, dos nombres con carrera, no lograron despegar e hicieron productos taquilleros pero mediocres. Justin Lin se convirtió luego en el director oficial de la saga y luego de dos intentos de renovación, logró dar en el clavo en la quinta y la sexta entrega. Estos dos títulos son muy superiores al resto. Tal vez la entrada del agente Hobbs (Dwayne Johnson) le aportó algo de locura y la liberó de un universo cerrado. Las escenas de acción pasaron de ser buenas a convertirse en clásicos del género. Toretto (Vin Diesel) y O'Conner (Paul Walker) han terminado triunfantes en el film anterior, pero a pesar de todo no logran encontrar la paz que han buscado. Lo mismo para el resto del equipo. Por eso aceptan esta nueva propuesta y se lanzan a una aventura enorme por toda Europa. Con locaciones memorables como Londres, Rápidos y furiosos 6 sigue poniendo toda la carne en el asador y sigue consiguiendo que el espectador se sorprenda. Acá, llegando más lejos que nunca y tal cual lo habían avisado en la cinco, reaparece Ortiz (Michelle Rodriguez) con una una vuelta de tuerca elemental pero efectiva. Y se repite el elenco principal, más algunos nombres extras que son un lujo. No hay que anticipar nada, lo que el espectador espera la película lo tiene. Y tiene más. Hasta el más exigente encontrará escenas de acción más allá de lo imaginable. La tecnología se ha vuelto un aliado invaluable de la saga y lo que se ve, aun siendo increíble, se ve como si fuera real. El impacto está asegurado. Elijan la sala más grande, con el mejor sonido y participen de esta fiesta de imágenes en movimiento. Disfruten, como hace más de un siglo ocurre, de ese maravilloso arte llamado cine.
Pisteros pistoleros Claramente este no es un filme para tomar en serio. Tiene algunas de las peores actuaciones que hoy por hoy se pueden ofrecer en cartelera, un guión absolutamente infantil y escenas que superan lo ridículo. Si además consideramos que la base es mostrar autos de alta gama corriendo picadas -en este caso por las calles de Londres- y buscar estremecer a los fierreros con atronadores ruidos de motor, más el catálogo viviente de esteroides que son The Rock junto a Vin Diesel, tenemos como resultado un show de más de dos horas dedicado a la evasión más berreta que puede conseguirse. El agente Hobbs (The Rock) acude a Toretto (Vin Diesel) para que le ayude a capturar a un peligroso y escurridizo criminal. Toretto acepta a cambio de una amnistía para él y su equipo de forajidos, a quienes convocará para hacer el trabajo. La trama es básica, previsible y nada sorprende. Vale decir que las escenas de acción, especialmente las de lucha están bien logradas y son de lo mejor que se puede rescatar entre tanta frenada, marcha y contra marcha sin sentido. Lo peor queda para el final, y es la promesa de una séptima entrega.
A puro vértigo, con caja de sexta En la nueva entrega de la saga, la pandilla tuerca enfrenta a un cuerpo de elite que busca desactivar las defensas militares de los Estados Unidos. Un clásico de la adrenalina pura. El avance hacia otro nivel, algo distinto. Luego de la electrizante quinta velocidad de la saga (¿o ya serie?) donde Rápidos y furiosos quemaba cubiertas en Río de Janeiro, el director Justin Lin tiró caja de sexta para los fierreros cinematográficos. No se guardó nada. En esta ocasión el enemigo no son ni narcotraficantes o policías de poca monta. No, el clan liderado por Dominic Toretto (Vin Diesel) pasó a otra escala: un cuerpo de elite que busca adueñarse de un equipo tecnológico que desactiva las defensas militares del país. En esta oportunidad la familia tuerca disfruta en Europa de su último botín logrado en la precuela, sentó cabeza (como Brian O´Conner, un papá primerizo) y parecen más afines a domingos de barbacoa que a enfrentarse a la ley. Excepto que el fortachón Luke Hobbs (Dwayne Johnson) corte su tranquilidad y acuda al clan para atrapar a una troupe militarizada encabezada por Owen Shaw (Luke Evans), un ex agente de las fuerzas especiales británicas. ¿El precio por luchar del lado del orden? El indulto de todos sus delitos. Sonidos hip hop y electrónicos, curvas por doquier (viales y de las otras), autos imposibles -los prototipos rampa, símil F1- se combinan en este filme que se parece más a un juego de estrategia militar que a un grupo de ladronzuelos de autos veloces, la esencia de la saga. El lado ridículo del filme es el recurso de la amnesia de Letty Ortiz (Michelle Rodríguez), dada por muerta en la quinta parte y quien recae con los malos. Rápidos y furiosos 6, rodada en Islas Canarias, Moscú y Londres, brilla con la ruda presencia de Gisele (la bella Gal Gadot) quien pelea codo a codo con Riley (la luchadora Gina Carano). La pétrea Letty protagoniza contra Dom una espectacular carrera por las calles londinenses y te remonta allá por 2001, el comienzo de todo. Lo mejor del filme recae en las escenas de acción, olvidemos el guión, esto es 100% alta cilindrada con chapas retorcidas e ingredientes bélicos: un indestructible tanque de guerra y un avión militar al que, a cualquier precio, deben evitar que despegue. Adrenalina pura para la escena del puente entre Dom y Letty. ¡Para aplaudir! ¿Se quedaron con ganas? Tranquilos, se viene una séptima parte.
Vamos rápido a la respuesta: Está bien. A esta altura decir que algunas escenas son increíbles e imposibles, es cuestionar a Hollywood en si haciendo cine. Acá se van de mambo mal con varias cosas, pero uno ya se da cuenta que todo va en busca del entretenimiento del espectador, y así está todo perdonado. Incluso la súper escena del avión ruso Antonov, donde realmente guitarrean demasiado. Es un poquito larga, pero tiene muy buen ritmo en casi toda la película. Los personajes ya están super consolidados y hacen la película como quien mete un cambio en el semáforo. Está bueno todo ese recorrido mundial que hacen o simulan hacer. Fundamentalmente que se hayan metido con Londres es también muy particular, porque sus calles son complicadas, sin embargo logran lucirse ahí también manejando como quien juega al Gran Turismo 5 en la PS3... Verla en el IMAX suma mucho, porque la película está hecha para lucirse con sus imágenes y con su sonido potente. En síntesis, imposible salir defraudado. Está por debajo de la 5, pero te deja ansioso por ver la 7. Y no hay que olvidar que es la número 6, y pocas películas han crecido en calidad con tantas entregas como sucedió con Rápidos y furiosos.
Sí te ponés a ver la película original del año 2001 es muy loco que hoy parece una producción independiente de bajo presupuesto comparada con lo que fueron los episodios recientes de la saga. Con la complicidad de los espectadores, que en nombre de la diversión pochoclera, le dejamos pasar a estos filmes todo tipo de escenas delirantes que desafían las leyes de la física, como las viejas películas de James Bond, Rápido y furioso se convirtió en una de las series más entretenidas de los últimos tiempos. Sabemos que no son filmes que se hicieron para debatir la condición humana, sino para pasar un buen rato con una propuesta que por lo menos tienen una realización impecable. El director Justin Lin hizo algo muy poco habitual en Hollywood que es tomar una saga y mejorarla con el transcurso de los capítulos. Por lo general (y abundan los ejemplos) cuando las continuaciones empiezan a aumentar la calidad de los filmes suele decaer y los personajes terminan por cansar. Tenemos el ejemplo de Resident Evil que se convirtió en “El cuento de la Buena Pipa”. En Rápido y Furioso le encontraron la vuelta para presentar en cada entrega elementos diferentes que hacen que uno siga disfrutando estas historias. Desde la incorporación de personajes nuevos a los cambios de escenarios en distintos países. También jugó a favor la buena química que tienen los miembros del reparto. En esta entrega hay escenas de Tyrese Gibson, quien aporta buenos momentos de humor, que están totalmente improvisadas y te das cuenta por la manera espontánea en que reaccionan sus compañeros cuando hace un chiste. Esos detalles son los que logran que uno siga disfrutando esta historia. Lo que hizo el director Lin con la primera persecución automovilística que transcurre en Rusia es brillante. Después queda opacada por la delirante secuencia de acción final que es mucho más épica, pero esa primera escena en las calles de Moscú creo que califica entre los mejores momentos de la saga. A diferencia de la entrega anterior, Rápido y furioso 6 tiene algunos baches narrativos en el medio de la trama con situaciones que extienden la historia sin mucho sentido. Por ejemplo, toda la subtrama de Paul Walker en la cárcel al final después no aporta demasiado al conflicto y se podía haber resuelto de otra manera. Ese es tal vez el inconveniente que tiene este capítulo. La película dura 130 minutos de manera innecesaria y ahí es donde se producen los baches argumentales que no tenía la última producción. De todos modos el film levanta por completo en el último acto con dos secuencias de acción memorables que se disfrutan a lo grande en el cine. La escena final deja todo preparado para la séptima entrega que va a ser imposible de ignorar teniendo en cuenta la nueva figura que se incorpora a la serie. Definitivamente le damos crédito a Rápido y Furioso para una película más.
El mundo en un rompecabezas Nuevamente el equipo de ‘Rápidos y furiosos’, en una de sus habituales historias complicadas. Esta vez el asunto pasa por las armas militares de peligro extremo. Mientras uno de ellos, Luke Hobbs, parte para tratar de solucionar un robo ocurrido en Berlín, en el que que pareciera estar complicada Letty, miembro del equipo, desaparecida poco tiempo atrás; otro de los integrantes del grupo, deja a su joven esposa y su bebé para reencontrar al resto del team y ponerlos al tanto de lo que está pasando. Pero habrá más de una sorpresa, como encontrar a la ausente Letty convertida en una peligrosa enemiga. ‘Rápidos y furiosos’ satisfacerá nuevamente las expectativas de sus seguidores. Nunca tan exagerada, nunca tan colmada de efectos especiales, de autos que rebotan por el aire, camiones con acoplados volando hacia los cielos, sorpresivos tanques de guerra salidos de la nada y otras exquisiteces tecnológicas. DESPLIEGUE VISUAL Lo único que falta es argumento, porque todo es tan simple, tan obvio. Eso sí, con el mejor humor, las mejores tomas, el mayor despliegue visual y lo último en efectos especiales. Claro que los que gustan de este tipo de películas, no necesitan muchas palabras. Cuanta más acción, mejor. Los actores, los de siempre, la apasionada Michelle Rodriguez, Eva Mendes como Monica Fuentes y los músculos increíbles de Dwayne Johnson como Luke Hobbs y lo último en variantes de Tae Kwondo y otras yerbas orientales. La música acompaña con nerviosismo y garra.
Sin carreras pero con muchas persecusiones, la saga de acción que supo reinventarse se convirtió en el ícono de acción del nuevo siglo. Cuando salió Rápidos y Furiosos Sin Control (Fast Five, 2011) tomó al mundo por sorpresa, mutando a la saga de carreras ilegales en una película de acción hecha y derecha y, además, muy buena. La inclusión de Dwayne "The Rock" Johnson y el regreso de los personajes más importantes de cada parte de la franquicia le dió una bocanada de aire fresco a la película y la puso en el podio de las mejores películas de acción de la última década de un solo plumazo. Ahora el desafío no quedaba en mantener la vara en alto, y Justin Lin logró hacerlo en lo que es su última participación en esta adrenalínica franquicia, Rápidos y Furiosos 6 (Fast and Furious 6, 2013). La séptima entrega, está confirmado, será responsabilidad de James Wan, uno de los cerebros detrás de El Juego del Miedo. Pero antes de saltar a la etapa Wan, Lin nos dió su canto del cisne con una película cargadísima de escenas de acción y que no da respiro. Con apenas unos pocos minutos de película, ya se nos plantea el conflicto principal: Toretto (Vin Diesel) y Brian (Paul Walker) viven una vida tranquila en las Islas Canarias, un lugar hermoso y sin política de extradición. Ellos están bien, pero extrañan el hogar, sobre todo Brian que acaba de ser padre. Por eso, cuando Hobbs (Dwayne "The Rock" Johnson) aparece para ofrecerles ayudar a la policía con una misión, ellos no dudan: Si todo sale bien, quieren amnistía y libertad para volver a los Estados Unidos. Pero lograr esta meta no será fácil. El villano de turno es Owen Shaw (Luke Evans), el líder de un grupo de criminales motorizados que se manejan con altísima tecnología, y que atacan a objetivos militares para quitarles sus objetos más preciados. El problema para Toretto es que en esa banda está Letty (Michelle Rodríguez), su antiguo amor, a la que creía muerta. Rápidos y Furiosos 6 es todo lo que uno espera de una Rápido y Furioso. Lin sabe rodar las escenas de acción como pocos en la actualidad, y sus persecusiones cargan de adrenalina hasta al más apático. A los actores se los ve comodísimos en sus roles, divirténdose como locos, jugando a molerse a palos, y una gran incorporación a esta entrega fue sin dudas Gina Carano, que nos regala un par de enfrentamientos mano a mano contra Michelle Rodríguez, demostrando que el imperio de los puñetazos no es exclusivo para los hombres. Como ya habrán leído en muchos lugares (y algunos hasta se los dijeron sin ningun tipo de filtro, mal por ellos), hay una escena post créditos que nos deja la intriga sobre lo que sucederá en la séptima entrega, y que de alguna forma rescata eventos de entregas pasadas, así que fans o no, quédense, que al parecer en la próxima parte de la saga van a tirar la casa por la ventana.
La saga sigue y ya promete la número 7. Vin Diesel, Paul Walker y Dwayne Johnson vuelven a las fuentes, fierros a fondo, la familia primero, poco diálogo y mucho vértigo. Después de cierto traspié con su aventura brasileña, esta entrega les encantará a los fanáticos de la serie, que se sentirán niños, divertidos con estos actores de pocos gestos y mucho músculo al servicio del vértigo.
La acción salva a Rápidos y furiosos 6 Luego de sus memorables andanzas en Rio de Janeiro, el team de "Rápidos y furiosos" se va a Europa para intentar redoblar la apuesta en calles londinenses y autopistas españolas. Pero para hacerlo apelan a un argumento demasiado complicado que estira las cosas sin aportar nada mucho más interesante que las alucinantes secuencias de persecuciones automovilísticas, que es finalmente lo que realmente importa en esta saga. El centro de la película es la reaparición de Michelle Rodriguez, como Letty. la mujer del personaje de Vin Diesel supuestamente muerta en una de las entregas anteriores, pero ahora miembro de una sofisticada pandilla de ladrones motorizados que aterrorizan Europa asaltando instalaciones militares. Como ella tiene amnesia, recibe a su ex amante a tiros, y el guión intenta mostrar cómo la pandilla protagónica quiere detener los robos de la de los villanos sin olvidar que lo importante es recuperar a la pobre Letty (que tiene una impresionante pelea ultraviolenta en el metro de Londres). Con sólo dos persecuciones realmente impactantes (una que involucra un tanque de guerra que, de todos modos, no supera a la que se vio en la última "Duro de matar") lo cierto es que la trama no acompaña debidamente a la superacción, con muchas vueltas que llevan el metraje a unos 130 minutos realmente excesivos y que le quitan velocidad y ritmo a todo el conjunto. En especial una subtrama que provoca que el ex policía Paul Walker se infiltre como presidiario en una cárcel californiana no aporta mucho al argumento y, lo que es peor, carece de persecuciones automovilísticas, lo que en este tipo de producto es algo casi imperdonable. Por otro lado, todos los personajes abusan de su capacidad para arrojarse de autos e incluso aviones para aterrizar perfectamente en otros vehículos en movimiento, y en cambio el nuevo archivillano tiene algunas buenas escenas de maldad exacerbada al máximo. Aunque no deja de estar a la altura del nivel promedio de los films anteriores, claramente es inferior al excelente film previo. Eso sí, acción no falta, por lo que no defraudará a los fans a muerte de la franquicia, a los que se les recomienda quedarse a ver los créditos del final para no perderse una espectacular secuencia que adelanta una sorpresa de la séptima entrega de la saga.
Con caja de sexta Todo cambió para los chicos de Rápido y furioso 5, que transcurrió en Río de Janeiro y les dejó 100 millones de dólares como botín, para disfrutarlos como ricachones y gastarse todo lo que quisieran en sus adorados autos. Lo diferente es que ahora ellos viven separados y están aburguesados. Incluso Brian, el personaje que interpreta Paul Walker, casado con la hermana de Dominic y padre de un bebé, le dice a su cuñado que siente que lo tiene todo pero le falta algo. Ese algo que extraña es la acción, por supuesto, pero no será por demasiado tiempo. La sexta película de la saga empezó minutos antes con una caravana de autos explotados sobre un puente en Moscú, y un policía, Luke, encarnado por Dwayne Johnson, preguntando por los culpables. Estos resultaron ser la banda internacional liderada por alguien llamado Shaw, el actor Luke Evans, quien por las pesquisas está robando piezas para construir un arma muy potente. Dato que conecta con Dominic: entre los soldados de Shaw se encuentra Letty, o sea Michelle Rodríguez, la novia del héroe que todos daban por muerta. Gran acertijo, y gran anzuelo para que los chicos de las picadas acepten volver a las pistas. Pero con una condición. Si capturan a los malos, se convierten ellos en buenos, es decir, les retiran los cargos por los que son buscados por la ley estadounidense. Nadie al que le guste el género, saldrá de esta proyección diciendo que la película no le gustó, pero los fanáticos de esta franquicia deben estar advertidos acerca de algo muy importante. Rápido y furioso cambió en esta oportunidad. Y la diferencia se nota. Se convirtió en un largometraje de acción y espionaje más parecido a los que la industria hollywoodense mercadea con regularidad, que a aquella producción de corte más independiente, más marginal, pese a su innegable glamour, que se conoció en el comienzo, dirigida por alguien que después de aquella vez no quiso repetir, el talentoso Rob Cohen. El riesgo de los que están ahora, como el nuevo director, Justin Li, es enorme, porque Rápido y furioso 6 abandonó su identidad y entró en el terreno donde otra clase de filmes son muy buenos y muy difíciles de superar. En otras palabras, desaparecieron casi (salvo por una escena de menos de cinco minutos) esas reuniones alrededor del fuego callejero y el reggaeton, donde las chicas caminan como gatitas en minifalda acariciando las carrocerías de los coches antes de las picadas, y todo el folklore de alrededor. Ahora, Dominic, Brian y su equipo manejan computadoras y armas sofisticadas además de autos. Van en sexta por el mundo, eso sí. Como siempre desde que se hicieron conocidos.
La mística de la saga a pleno. Esta sexta entrega tiene todo lo que los fanáticos esperan, acción a raudales, espíritu ochentoso, y un final a toda orquesta. Justin Lín pone toda la carne en el asador, logrando algunas de las secuencias más impactantes del genero en mucho tiempo. Intesante la mutación que han logrado los personajes a través de las cintas: Dominic, Letty y el resto han pasado a una categoría de cuasi superhéroes, y es por esto, que el villano de turno (un interesante Luke Evans) parece salido de las viñetas de un cómic. En síntesis si existiera un genero "pochoclero" esta, sería la abanderada del mismo. Autos, acción y chicas bonitas, una combinación explosiva e irresistible.
La familia Carburando Hay una escena, que en cierto modo está partida en dos, que deja en evidencia los defectos y virtudes de Rápidos y furiosos 6. En primera instancia, vemos una conversación-reunión entre Dom (Vin Diesel) y Letty (Michelle Rodriguez) en una especie de descampado en Londres. El aceptó acabar con la banda de criminales que ella integra para así recuperarla, luego de enterarse de que está viva y no muerta como pensaba previamente. Ella ha perdido la memoria, no recuerda la historia que tuvieron juntos, pero en cierta forma se siente atraída por él. Dom le va señalando a Letty todas las cicatrices de su cuerpo, tratando de hilvanar un relato que le haga recordar los viejos tiempos. El diálogo es, literalmente, insoportable, da vergüenza ajena, parece salido de un mal capítulo de Dulce amor sin la autoconciencia de la cursilería. Rodriguez hace lo que puede con esos parlamentos imposibles, a Diesel dan ganas de molerlo a bifes, aunque siendo chiquitito como es quien escribe, ese deseo es quimérico. Letty finalmente se mete en su auto y se va. Ahí aparece Shaw (Luke Evans), el malo muy malo en cuestión, un tipo tan profesional como frío. El también decide ponerse a charlar un rato con Dom, como anticipando el enfrentamiento que se viene. Shaw le canta la posta a Dom: los dos tienen sus códigos, uno se maneja a través del profesionalismo puro y seco, sin concesiones, el otro se sostiene en base a su lealtad a su “familia”, a su grupo de amigos y parientes. Ese momento hace recordar a algunos aspectos del cine de Michael Mann o de Kathryn Bigelow, con sus protagonistas que siguen ciegamente un conjunto de reglas. Lo mejor y lo peor del film con apenas segundos de diferencia. Ya hablé de la saga de Rápido y furioso en mi crítica de Rápidos y furiosos 5in control, que era la primera entrega realmente interesante de la serie, aunque no fuera necesariamente buena. Allí se notaba la tensión constante entre el típico relato de un gran robo, con acción a máxima escala, que el director Justin Lin narraba con precisión y coherencia, con el discurso sexista, machista y hasta misógino que siempre caracterizó a esta franquicia. En ese texto no mencionaba algo que atravesó a todas las películas, y es su necesidad de bajar línea con la cuestión “familiar”, con personajes e historias marcadas por una lealtad hacia los núcleos de amigos, parejas y parientes, que no está de por sí mal, aunque se lo marcaba tanto desde los diálogos y monólogos que terminaba haciéndose bastante insoportable. Pues bien, Rápido y furioso 6, en el medio del enfrentamiento de grupos de expertos (que con todos sus esquematismos y dichos obvios no deja de ser entretenido a partir de sus escenas de acción tan infladas como efectivas), retoma mucho esta perorata sobre la familia, los amigos y el amor, agregándole mucho, demasiado peso muerto a la narración. Esto sucede en buena medida porque, al igual que en la primera y en la cuarta parte, gran parte del conflicto se centra en la figura de Dom, que es como una mezcla de Morpheus y Luis Sandrini inflado con testosterona. Da la impresión de que el diseño del personaje no sólo es responsabilidad de Lin y el guionista Chris Morgan, sino también de Diesel, fuerte candidato a actor más sobrevalorado dentro del género de acción. Quizás el tipo sería más efectivo y soportable si se dedicara sólo a poner el cuerpo para trompear gente y ejecutar toda clase de proezas en las diferentes secuencias de alto impacto, pero es indudable que lo suyo pasa por la autoimportancia. De ahí que quiera hacer un policial serio como Un hombre diferente, y le salga muy mal; o ciencia ficción ambiciosa, donde él encarna a un personaje con una supuesta aura de misterio, como en La batalla de Riddick, y le salga muy mal; o un film futurista y temáticamente importante, como Misión Babylonia, y le salga muy mal; o una actualización “rebelde” de James Bond, como xXx, y le salga muy mal. Todo lo hace mal, actúa pésimo, hasta es feo, y sin embargo se ha construido una carrera exitosa, e incluso hay muchas chicas que piensan que es re lindo, y uno se pregunta por qué, y piensa que el mundo (o al menos Hollywood) puede ser un lugar muy injusto. Entonces nos tenemos que bancar a Dom/Diesel recargado, diciendo tonterías como “no se le da la espalda a la familia, incluso cuando ellos lo hacen” con cara de “mirá como te estoy diciendo una verdad más importante que la Teoría de la Relatividad”. Lo peor es que unos cuantos personajes se le contagian, y también tiran unas cuantas frases con tono grave, como marcando que nos están cantando la posta, treinta segundos después de haber estado mirando culos y tetas, y dicho expresiones que parecen salidas de una comedia de Sofovich. En el medio, tenemos las clásicas persecuciones, un par de buenos chistes, contadas chances de lucimiento para dos prodigios de las artes marciales como Gina Carano y Joe Taslim, y la promesa de que la historia tendrá un cierre (¿lo tendrá?) con la séptima película. Rápido y furioso 6 pasa bastante rápido y estaría bueno decir “y a quién le importa”, pero la verdad es que le importa a demasiada gente, joven la mayoría, y en buena medida del género femenino. Como para ponerse a dudar de las conquistas feministas, de la juventud como futuro, del público como sostén del cine, de la familia como institución. Como para ponerse verdaderamente pesimista. Ahora sí que no tengo ganas de aprender a manejar.
Con el correr de las secuelas, las sagas cinematográficas suelen ir perdiendo fuerza, calidad e interés. Pero no es el caso de la franquicia de Rápido y Furioso. La mezcla de autos y carreras alucinantes, antihéroes, mujeres bellas y música estridente no deja de cautivar a los espectadores. La sexta parte lo prueba perfectamente.
SUPERHÉROES DEL ASFALTO Cada entrega de la saga RÁPIDO Y FURIOSO busca superarse a sí misma. El director Justin Lin, responsable de la franquicia desde la tercera parte, tunea cada secuela tratando siempre de hacerlas más vistosas y más ruidosas que sus antecesoras. Tras la sorprendentemente entretenida RÁPIDOS Y FURIOSOS: 5IN CONTROL (FAST FIVE, 2011), las revoluciones por minuto decaen con RÁPIDOS Y FURIOSOS 6 (FAST & FURIOUS 6, 2013): hay un par de buenas secuencias y dos o tres momentos muy emocionantes, especialmente al final, pero el guión presenta algunas flaquezas que convierten a la película en un paso atrás para lo que se iba construyendo hasta ahora, como si de un rebaje de marcha se tratara. Encima, el hecho de lo que aparentemente se presenta como un final para la historia de los personajes queda algo deslucido por las ganas locas e incontenibles de adelantar el ya inevitable séptimo film. Ya desde los créditos iniciales, con escenas de toda la saga (incluso aquellas en las que Vin Diesel no tenía papada), RÁPIDOS Y FURIOSOS 6 no pone en clima para un film que más o menos pretende cerrar la historia de Dominic (Diesel), Brian (Paul Walker) y el resto de la banda. Pero, ¿hace falta otro final? ¿Qué mejor desenlace para los personajes que disfrutar de los millones que robaron en Brasil en la película anterior? Todo se desencadena cuando uno de los GI Joes… perdón, cuando el agente Hobbs (Dwayne Johnson) va a pedirle ayuda a Dom para atrapar a Shaw (Luke Evans), un peligroso criminal y terrorista. ¿Por qué aceptaría Dom? Tiene guita, a la bella Elena (Elsa Pataky) y todas las mañanas disfruta de un hermoso paisaje en las Islas Canarias. Sin embargo, Hobbs tiene un as bajo la manga: unas fotos que demuestran que, tal cómo se había revelado al final de RÁPIDOS Y FURIOSOS: 5IN CONTROL, Letty (Michelle “machona” Rodriguez) sigue con vida. Y no sólo eso. Ella trabaja para los malos. Entonces, Dom acepta la misión para tratar de entender qué fue lo que le pasó a su ex, pero Hobbs le dice que quiere que participe toda su equipo porque sino no hay película. Uno a uno, nuestros héroes deciden dejar sus vidas de millonarios en lugares paradisíacos para sumarse a esta laburito en el que pondrán en riesgo sus vidas. Y sí, la verdad es que no tiene mucho sentido (¿algo tiene sentido en esta saga?), pero el guión explica esto diciendo que todos quieren regresar a su hogar, y tienen nostalgia, y la familia, y bla bla bla… por lo que acceden con la condición de recibir un perdón por sus crímenes para así poder volver a Estados Unidos. Y listo, así es como una banda de ladrones medio improvisados se convierte en la última esperanza de Interpol para atrapar al villano. Ya hemos visto en la saga varias escenas exageradas y fantasiosas, pero lo de esta secuela es irse verdaderamente al carajo, bordeando los límites del género. Por momentos, parece que estamos viendo una película de superhéroes, con gente que vuela, tipos superfuertes y todo. Se ve que el guionista, Chris Morgan, y el director vieron mucho THE AVENGERS (2012), porque incluso se hacen chistes con Hulk, Thor y el Capitán América. Teniendo esto en cuenta, acá abro un paréntesis para tirar una teoría loca: al comienzo del film vemos que Jack, el hijito de Brian, tiene autos de juguete que son réplicas exactas de los vehículos de su papá y de su tío Dom. Pregunta: ¿Y qué tal si toda la saga, con sus escenas superfantasiosas, sus héroes nobles, sus villanos caricaturescos y sus persecuciones imposibles no son más que una sesión de juegos del pequeño Jack? Piénsenlo: las cosas exageradas que vemos, con tanques y aviones explotando, y el hecho de que su papá y su tío sean los héroes, parecen el producto de una mente infantil. Ok, capaz que el pendejo es demasiado chico en el film, pero puede que esté jugando unos años después de lo sucedido en base a historias que escuchó contar a los mayores, pero todo deformado y exagerado por su visión de nene. Ok, dejando las teorías boludas de lado, RÁPIDOS Y FURIOSOS 6 es mayormente plana: no hay muchos de esos grandes momentos que asombren y emocionen, sólo la escena del tanque (ya adelantada en el trailer), que no es demasiado larga, y la secuencia final, que, más allá de robarle algunas cosas al final de TOY STORY 2 (¿??), está bastante bien. Además, quiero manifestar mi total desagrado por lo poco aprovechados que están la grosa Gina Carano (sus peleas con la Rodriguez son cortas y coreografiadas de manera decepcionante) y el indonesio Joe Taslim, que la rompió en LA REDADA (THE RAID, 2011) y acá no es más que un segundón que le pega a unos cuantos policías y a los personajes secundarios… ¿por qué no lo hicieron pelear con Johnson y/o Diesel? ¡Arghhh! En el desenlace, la historia de los personajes principales cierra e incluso se ata el cabo suelto de RÁPIDO Y FURIOSO: RETO TOKIO (THE FAST AND THE FURIOUS: TOKYO DRIFT, 2006), que cronológicamente sucede después de la sexta. Pero claro, hay que seguir facturando, y lo que hubiera sido un final decente para la saga termina convirtiéndose en un puente hacia la séptima. Es muy intrigante ver hacia dónde se dirigirá la franquicia a partir de ahora. Una cosa es segura: los motores seguirán rugiendo.
Lo más llamativo de esta serie (al final se anticipa el séptimo capítulo) es que ha ido mejorando con el tiempo. Cada vez recauda más y arriesga más. Y el resultado está a la vista: es una de esas películas que sirven en bandeja lo que el espectador fue a saborear. En esta sexta entrega de “Rápidos y Furiosos”, el agente Hobbs (Dwayne Johnson) se vuelve a juntar con Toretto, O’Conner y su equipo para que lo ayuden a derribar una banda a cargo del delincuente Owen Shaw, un tipo feroz. Todo es acción, todo es persecución, pero por ese lado hay escenas impresionantes (la del puente, la del avión, la inicial en las calles de Moscú) que incluso aportan algo nuevo a un género tan transitado. El argumento no cuenta mucho: los de siempre salen a pelear contra un malvado de turno, implacable y furioso, como ellos. Pero una de las buenas perdió la memoria y se pasó al otro bando. Así que la empresa tiene un premio extra. La historia se alarga demasiado (la secuencia final con el avión), pero no decae, siempre va encontrando vueltitas argumentales, es llevadera, con mucho ritmo, espectacular, con escenarios cambiantes y toques de humor. Pero lo mejor está en esa mezcla de balazos, piñas, efectos especiales, derrapes, salvaciones imposibles y volantazos.
Rápido y Furioso 6: Keeps On Rolling Doce años después y una franquicia de 6 (próximamente 7, 8? y 9?) películas nos sigue manteniendo interesados en cuán rápido pueden ir los autos. Gracias al director-productor Justin Lin, quién aparto la serie de las carreras ilegales, Rápido y Furioso ha podido explotar los otros potenciales de sus personajes y sus autos, que las primeras películas no tenían. Leer Rápido y Furioso: una historia callejera Luego de Fast Five, los protagonistas tienen una vida de bajo perfil, que les permite disfrutar del dinero robado en Brasil. Un mercenario británico de nombre Shaw (Luke Evans, a quien pronto lo podremos ver en The Hobbit), que parece ser amigo de Batman (¿acaso vi otra versión del tumbler?), amenaza la seguridad nacional y para el agente Luke Hobbs (Dwayne ‘The Rock’ Johnson) y su equipo, les resulta imposible seguirle el ritmo y el rastro. Entonces, ¿qué mejor que llamar a los más eficientes y rápidos? Pero, ¿cómo Hobbs se va a asegurar de que Dominic Toretto (Vin Diesel) y su equipo acepten el trabajo? La cuestión es que el código y la debilidad del team es la familia (“You don’t turn your back on family, even when they do”) y simplemente no pueden decir que no cuando se enteran que Letty (Michelle Rodríguez) está viva (esto se supo al final de Fast Five) y trabajando para Shaw. El plus para todos es que de atrapar al villano, obtienen el perdón que les permitirá regresar a casa. “Ahora trabajamos para The Hulk?” pregunta. HA! No, trabajan para The Rock. Para ver estas películas uno sabe que puede poner su cerebro en off y solo dejarse llevar. Es tedioso comparar pero esta entrega está por debajo de Fast Five, película que lo tuvo todo: cerebro, corazón y mucha velocidad y acción. Las primeras dos cualidades (¿?) están algo ausentes, sobre todo la primera cuando la película pone a prueba las leyes de la física: los autos pueden evitar que un avión despegue, ¿en serio? Round 6 para Rápido y Furioso: nuevos autos y más acción Ver Rápido y Furioso 6 vale la pena, porque con Justin Lin al mando, el mundo de la acción y las carreras parece nunca acabarse, inclusive en calles tan ceñidas como las de Londres. Su ritmo para mostrar la velocidad es envidiable, y la coordinación que genera en las grandes escenas, que incluyen camiones militares, tanques y aviones, peleas puño a puño, nunca dejan de sorprender al público, quienes responden con muchos ohhh o wow! Pero por si acaso toda la masa muscular de Diesel y The Rock, con sus autos, no son suficiente, siempre se tiene una línea lista y casi improvisada para sacarte alguna carcajada con los personajes de Roman Pearce (Tyrese Gibson), piensa que están tras los pasos de sus “evil twins” y Tej Parker (Chris ‘Ludacris’ Bridges), quien tiene agendado a Hobbs como “The Samoan Thor”. Ellos son dueños de las mejores líneas en toda la película. Mientras Paul Walker y Jordana Brewster son dejados al margen de la historia, Diesel y Rodríguez retoman esa rara atracción física que tenían varias películas atrás, y se convierten en de cierta forma en lo más relevante del film, por lo que si no se es muy devoto a toda la historia de la franquicia, puede llegar a aburrir. Review de Fast Five: Acción sin control Es inevitable decir que existe una mitología que solo le pertenece a RyF, e inclusive un mantra: “Ride or Die”. Esta sexta entrega mantiene el ritmo y la calidad de lo que ya hemos visto, justo como decía la canción de Limp Bizkit en la primera película: Keep rollin’, rollin’, rollin’… Con sus defectos de guión y todo, no podemos negar que como rara excepción, las películas mejoran con cada entrega, mientras Justin Lin sigue empujando el límite de lo que significa la mejor acción, más lejos que ningún director. Y en el caso de que el todo no sea suficiente, tenemos esa escena final en la que otro de nuestros pelados favoritos aparece con una gran frase y boom! Solo te deja queriendo más.
Más rápido, más furioso, más, más, más… Cuando uno se mete en una sala de cine a ver Rápido y Furioso, cualquiera de las seis o cualquier película que de casualidad lleve ese nombre, está claro que no está esperando un tratado de filosofía, un documental sobre la pobreza estructural en la vida capitalista o un profundo drama sobre el ser y la vida. Está esperando acción, autos, fierros, velocidad, adrenalina. Y si se entusiasma, piñas, patadas, tiros, explosiones. Luego de una quinta entrega que superó ampliamente las expectativas de los cinéfilos, Justin Lin volvió a ponerse tras las cámaras para seguir la saga. Y no tardamos más de veinte minutos en darnos cuenta de que esta película no va a dar la talla. Una aceptable escena de autitos seguida de una lamentable presentación de los personajes de The Rock y Gina Carano nos hacen dudar. Lo que sigue es un guión paupérrimo, con diálogos aburridos e impostados hasta el hartazgo y con situaciones –una tras otra, tras otra, tras otra- que no hacen más que enmarañar un sinsentido que dura más de dos horas, siempre, eso sí, adornado por una escena de acción más grandilocuente que la otra...
Anexo de la crítica El listón alcanzado por la franquicia Rápido y furioso –Fast and Furious-, sobre todo desde la cuarta y quinta entrega, había llegado por una serie de decisiones acertadas a un nivel superador en lo que a la saga respecta. Pasaron doce años y con Rápido y furioso 6 –Fast and Furious 6-, donde nuevamente Justin Lin se hace cargo de la dirección, dejando en claro que Rápido y furioso 6 –Fast and Furious 6- es más que una película de persecución automovilística aunque varias de sus escenas de acción involucren velocidad y autos. Más allá de estos defectos que seguramente los fanáticos no tendrán en cuenta y le darán la importancia equivalente a la de preguntarse si no es demasiado pesado lo que están viendo, Rápido y furioso 6 –Fast and Furious 6- anticipa que habrá franquicia para rato con una sorpresa luego de los créditos finales pero también que el desgaste se aproxima si es que se transita por el mismo camino, donde el gigantismo oculta las pequeñas grandes grietas de un producto con fecha de vencimiento, adulterada por las grandes explosiones y esa velocidad que se lleva por delante al buen cine de acción, ese en el que cada persecución se comprendía y se disfrutaba de la misma manera. Pablo E Arahuete (6 puntos)
Con el esperado regreso de la actriz Michelle Rodriguez, Vin Diesel, Paul Walker y Jordana Brewster (los protagonistas "originales" de la franquicia) vuelven a reunirse en esta sexta entrega dirigida por el realizador taiwanés Justin Lin y escrita por Ghris Morgan, responsables de la tercera ("Rápido y Furioso: Reto Tokio", 2006), cuarta ("Rápidos y Furiosos", 2009) y quinta ("Rápidos y Furiosos 5in Control", 2011) película. A ellos se suman Tyrese Gibson, Chris "Ludacris" Bridges, Sung Kang, Gal Gadot, Dwayne "La Roca" Johnson y Elsa Pataky, entre otros, quienes se han incorporado -a lo largo de 12 años- a esta historia en la que los vehículos de alto octanaje son los verdaderos protagonistas… pero sin descuidar las historias y los dilemas propios de cada uno de los personajes creados por Gary Scott Thompson. La trama de esta nueva producción se inicia en las Islas Canarias, en España, lugar que Dominic Toretto (Diesel) y Brian O'Conner (Walker), incapaces de regresar a casa y obligados a vivir para siempre como fugitivos, eligieron para instalarse con Mia (Brewster), ahora madre del pequeño bebé Jack, y Elena (Pataky), ya que allí una extradición con los Estados Unidos es imposible luego del golpe de Río de Janeiro en el que habían robado 100 millones de dólares, dinero que cada uno a su manera, se encuentra disfrutando. Hasta allí llega el oficial del FBI Luke Hobbs (Johnson), quien ha estado siguiendo a una organización de conductores mercenarios de letal habilidad por 12 países, cuyo cerebro, el terrorista Owen Shaw (Luke Evans), es ayudado por un despiadado segundo a cargo que resulta ser una cara familiar, Letty (Rodriguez), la novia de Dom que todos creían muerta en esa cuarta entrega en la que en realidad, si uno se pone a pensar, nunca se la vio sin vida. Pero hay una más que justificada explicación sobre lo que sucedió con ella. Pero aquí el asunto es que la única forma de detener al equipo criminal es superarlos en las calles, así que Hobbs, aprovechando que el amor de su vida está implicado, le pide a Dom que reúna a su equipo de élite en Londres. ¿El trato? Recuperar al miembro de la familia que falta y el perdón total para todos ellos para que puedan regresar a Norteamérica. Como bien dice uno de ellos en el film, "ahora estamos en un nivel superior" y claro que sí, ya que no sólo los autos con motor V8 de gran potencia son los que están involucrados sino también tanques, aviones y areneros; éstos últimos modificados con motores dignos de una carrera de LeMans que a lo largo de 130 minutos le ofrece al espectador acción vertiginosa en todo tipo de caminos y autopistas y enfrentamientos cuerpo a cuerpo, entre los que sobresalen la peleas entre Gina Carano, luchadora de artes mixtas devenida en actriz, y Michelle Rodriguez, nuestra "patea traseros" del cine favorita. Ya de por sí, es difícil hacer una película de este tipo. Y menos seis en las que la historia que une a todas mantiene una cierta coherencia sin perder los elementos fundamentales de la misma. Definitivamente, Una saga que sigue evolucionando. "Todos los caminos conducen a ésto" señala el lema de la película, y parece que para la séptima (ya se encuentra en pre-producción), el camino continuará nuevamente en tierras orientales (Sí! Tokio!), donde un otro "pelado" muy conocido será el nuevo villano.
El cine de carreras siempre cuenta más o menos lo mismo: la sincronía entre el hombre y la máquina; un vínculo que solo unos pocos virtuosos de los fierros pueden entablar con éxito. Pero la última entrega de la saga sobre Dom y su pandilla de nobles delincuentes motorizados, como ya lo venía dobla la apuesta: ya no alcanza con ser un as solitario del volante, hay que saber trabajar en equipo para conseguir objetivos en común; sincronizarse milimétricamente con los otros y sus bólidos para realizar prodigios que ellos, solos con sus cuerpos, no podrían. Pero, en cierta forma, para poder acometer esa empresa no alcanza solo con el dominio pleno de un vehículo, porque en el mundo de Rápido y furioso la victoria le sonríe solo a aquel que demuestra el temple necesario tanto dentro como fuera de un auto. “Se maneja como se es”, más o menos así reza una de las enseñanzas que reparte sabiamente ese líder carismático en constante prueba que es Dom. La tecnología no es más que una herramienta, un mero suplemento que habrá de dejar en evidencia el propio carácter del conductor (como le ocurre a Letty, que sufre de amnesia pero sigue manejando, según Dom, exactamente igual que antes). En el universo hipertecnológico de la serie, se requieren altas dosis de especialización en áreas múltiples para llevar a cabo las misiones que se presentan sobre la marcha. Desde la mecánica hasta la informática, tecnología militar o la física, los personajes despliegan un espectro de saberes cruzados que resulta entretenidísimo justamente por su inverosimilitud. Pero ese alarde de saberes precisos y copiosos se balancea con un humor reiterativo y un poco tonto que resulta efectivo por la franqueza de la ejecución: los actores, en plan de burlarse mutuamente, demuestran una complicidad gigantesca que ningún director podría lograr solo por su cuenta. The Rock, cada vez más una parodia de sí mismo, camina bamboleando torpemente su hipertrofiada humanidad (que parece ir en aumento de película en película); Vin Diesel, intérprete de pocas luces con apellido tuerca, supo encontrar un lugar a su medida en la serie y ocuparlo de pleno derecho: su Dom habla para la cámara con puros one-liners, pose canchera y una voz impostada, y es capaz de funcionar solo estando inmerso en el contexto de una película igualmente desaforada y consciente (y orgullosa) de sus excesos como Rápidos y furiosos 6. En cierta medida, se trata de un cine de desclasados, de brutos actorales que se juntan para cambiar las reglas, para hacer una película que se ajuste a sus necesidades expresivas. En esa zona franca de la interpretación entran los estereotipos expulsados de otros géneros pero también raperos y hasta una peleadora de muay thai (la gran, gran Gina Carano). No se trata de hacer una película con actuaciones malas (para eso ya hay experimentos más prestigiosos como el Dogma) sino de conspirar entre todos para que sea el cine el que, por una vez, trabaje para ellos: que los planos y los encuadres y las líneas de guión y el montaje estén al servicio de la rusticidad de Paul Walker, la pesadez de Vin Diesel o del físico desbordante de The Rock (que pide prácticamente un plano propio, a su medida). Justin Lin lo entiende perfectamente, sabe que su tarea es la de calibrar la imagen a la escala de sus personajes; curiosamente y contra todo pronóstico, el director consigue algunos momentos de una elegancia formal impresionantes, como en la reunión al borde del río en el que los rivales llegan con sus autos y un puente de fondo expresa el duelo con economía y belleza mediante dos trenes que se cruzan, como lo haría una planificación clásica. Esos pequeños momentos certifican que el cine de acción bien entendido puede ser también exquisito y crear mundos tan vastos y robustos como los de cualquier otro género. El signo de esa robustez se aprecia en que la saga puede pasar de la comedia a la tragedia sin mayores contratiempos. Esta sexta entrega, la más oscura y terminal de todas, procesa una buena cantidad de conflictos familiares sin que le tiemble el pulso a la hora de transitar el drama; al contrario, la película gana en intensidad, los personajes se enfrentan al peligro con estoicismo y salen bien parados. También Los indestructibles, aunque con menos recursos, hacía un movimiento parecido: de la primera a la segunda había un salto dramático enorme que muchos críticos rechazaron enseguida, quizás ganados por el prejuicio de que el cine de acción debe reírse de sí mismo y nunca tomarse en serio. De todas formas, Rápidos y furiosos 6 administra drama y comedia con inteligencia, siempre privilegiando el ritmo: lo que importa es seguir en carrera, que el relato no se detenga, que eche a andar ya sea con una cargada sobre la frente de Tyrese Gibson o mediante un ultimátum sombrío de Diesel. Esa elasticidad es el signo más claro de un universo que viene expandiéndose con cada película, con personajes cada vez más tridimensionales y un dominio del lenguaje del cine capaz de desmentir en apenas unos pocos planos a los detractores históricos de la saga.
A veces la sexta parte es mejor Que saga rara la de “Rápidos y Furiosos”. La primera había sido una gran película, sobretodo para los amantes de los autos. La segunda también había sido buena, para luego entrar en una debacle hasta que la quinta, con la vuelta de sus protagonistas originales y con la dirección de Justin Lin, reflotaron la saga con una muy buena película en Río de Janeiro. Quizás por todo esto es que la sexta se esperaba con muchos interrogantes. “Rápidos y Furiosos 6” es mucho mejor que la 5. Primero porque esta vez se enfrentan con la horma de su zapato. La historia comienza con el nacimiento de Brian y Mía en España, lugar donde no pueden extraditarlos, aunque tengan nostalgias de su ciudad natal. Allí el agente Hobbs, que los persiguió durante todo Río en la quinta parte, lo recluta a Dom y su equipo para tratar de que una banda se robe una pieza esencial de un mecanismo de seguridad a nivel mundial. Para ello le pone como cebo una foto de una mujer que trabaja con los malhechores : Letti, la pareja de Dom a quien se creía muerta y de la cual el grandote sigue enamorado. Esta seria la base sin tratar de descubrir mucho más, aunque la historia es lo de menos, es una simple, pero muy bien escrita, excusa para mostrara muchísima acción y unas persecuciones realmente impresionantes. “Rápidos y Furiosos 6” es una excelente película de acción y que, si le gustan los autos, se convierte en imperdible. PD. : No perderse el final que da pie a “Rápidos y Furiosos7” donde aparece el personaje que faltaba.
Pura adrenalina En 2001, una película titulada “Rápido y furioso” propuso una combinación de bellas chicas, recios galanes y autos velocísimos con corridas y persecuciones que bordean constantemente el vértigo. Aquel trabajo dirigido por Rob Cohen no solamente supuso un impresionante éxito de taquilla, sino que convirtió a sus actores principales -Vin Diesel y Paul Walker- en estrellas y dio lugar a tal cantidad de sagas, cada una de ellas más imponente que la anterior, que ni siquiera el inoxidable John McClane (Bruce Willis en “Duro de matar”) logró igualar. Al punto que doce años después “Rápidos y furiosos 6” todavía es recibida con mucho entusiasmo por el público, sobre todo por aquel integrado por adolescentes y fanáticos del automovilismo. Fundamentalmente porque desde su perfil de “tanque hollywodense” con todas las letras, el filme no lleva sus pretensiones mucho mas allá de lo que propone en la práctica: un divertimento con muchísima acción, velocidad, tiroteos y golpes de puño por doquier, edificios que se derrumban y -como no podía ser de otro modo- algunos necesarios toques de comedia y romance. Este sexto capítulo los carismáticos Dominic Toretto (Vin Diesel) y Brian O’Conner (Paul Walker) y el resto de los miembros de su equipo se encuentran diseminados en distintos países tras destruir a un imperio mafioso y quedarse con un millonario botín. A pesar de vivir ahora en entornos lujosos y paisajes de ensueño, sienten nostalgia por su hogar, al que no pueden regresar por su condición de criminales buscados. La oportunidad de obtener un indulto y de recuperar a Letty -una de las integrantes del equipo a la que daban por muerta- les llega cuando el agente Hobbs (Dwayne “The Rock” Johnson) invoca su ayuda para detener a una organización de mercenarios liderada por el experto Shaw (Luke Evans). Ésa es, en líneas generales, la excusa para que estos ases del volante vuelvan a sus temerarias andanzas. Vigencia La película encuentra en los apartados técnicos sus matices más sobresalientes. La edición de sonido está muy bien lograda al igual que la fotografía, lo que exige verla en una sala de cine para poder disfrutarla en todo su potencial. Los actores -sobre todo Diesel, Walker y “The Rock” Johnson- cumplen a la perfección con sus papeles y hasta tienen algunos breves momentos de lucimiento personal, pero son plenamente conscientes de que las expectativas de la platea están centradas en aquellas secuencias en que los autos y la velocidad son los protagonistas excluyentes. A pesar de que la duración demasiado extensa del filme (más de dos horas) va en desmedro en el resultado final, merecen una mención las locaciones, que llegan precedidas por espectaculares tomas aéreas. Aunque la mayor parte de la trama se desarrolla en Londres, donde se producen algunas escenas antológicas que se podrían ubicar entre las mejores de la saga, la acción se traslada por momentos a distintos puntos del globo como Rusia, España, Estados Unidos y Japón, algo que remitirá a los seguidores a varias de las exitosas entregas anteriores. En síntesis, la popular franquicia todavía se mantiene en plena vigencia y no tiende a padecer síntomas de agotamiento a pesar de que apela una y otra vez a las mismas fórmulas y los mismos personajes protagónicos. Y la pequeña “sorpresa” que sigue los créditos finales de este capítulo anticipa una séptima película donde se sumará a los actuales integrantes del elenco el siempre magnético Jason Statham. Con toda seguridad una buena noticia para los fans de estos audaces y frenéticos conductores, que no parecen estar dispuestos a sentar cabeza.
Llega a pura adrenalina, más divertida y a un ritmo vertiginoso, superando a las anteriores. Esta es una de las sagas más taquilleras de los últimos años. Todo comenzó en el 2001 hasta llegar a esta nueva entrega y la historia continua dado que la recaudación la sigue acompañando. Las historias fueron recorriendo diferentes locaciones: Londres, Inglaterra, Los Ángeles, Miami, Tokio, República Dominicana, México y Río de Janeiro. En su presentación a ritmo apresurado vemos imágenes haciendo un resumen de las anteriores. En la anterior arrastraban una caja fuerte gigante por las calles de Río de Janeiro con una importante suma de dinero, cada uno de los integrantes se llevó cerca de 11 millones de dólares, y esto les daba la posibilidad de dedicarse a su vida privada. Pero ciertos hechos parecen que no van a dar descanso el agente Luke Hobbs (Dwayne Johnson) vuelve a alistar a Dominic Toretto (Vin Diesel) y Brian O'Conner (Paul Walker) y a todo el equipo para eliminar a una banda de delincuentes (relacionado con la tecnología) comandados por el villano Owen Shaw (Luke Evans) un ex agente de las fuerzas especiales británicas. Ellos viven en las Islas Canarias, Toretto está junto a Elena (Elsa Pataky) y Brian O'Conner con Mia Toretto (Jordana Brewster) ellos acaban de tener un bebé. No es fácil el regreso y hay algunas referencias a la quinta parte. En medio de persecuciones a parece como mercenaria el personaje de Letty (Michelle Rodriguez) la ex de Dominic Toretto a quien creía muerta, (una recurso trillado, perdió la memoria). Se toman su tiempo para dar la explicación porque sigue viva y otros detalles de la anterior. La trama recorre las zonas de: España, Moscú y Londres, y si algún seguidor desmemoriado se olvido algún detalle tiene la ayuda del flahback, un auto increíble, otros blindados y veloces. Vemos la buena química entre los protagonistas, escenas de Tyrese Gibson, ofrece bastante humor y acertada la presencia de las bellas Gina Carano (31) y Gal Gadot (28) como Gisele se lucen peleando. Contiene algunos baches argumentales, pero hay que tomar en cuenta que es bastante difícil en algunos casos sostener 130 minutos, pero como tiene ese ritmo frenético y humor que más de un seguidor no lo tendrá en cuenta, lo justifica. Es pura diversión pochoclera, en ningún momento falta la acción, traiciones, explosiones, varios helicópteros, vuelan autos, edificios, todo, hasta un tanque de guerra, y no faltan: emoción, sorpresas, adrenalina, y velocidad. Visualmente es imparable y no da descanso. Hay muchas escenas de persecuciones y de destrozos, pero la del avión es impactante. Cabe destacar: la música está a cargo del español Lucas Vidal (29) (“El cuervo”- 2012; “Mientras duermes”- 2011), y fotografía por Stephen F. Windon (“GI Joe: El Contraataque", 2013; "Rápidos y furiosos 5in Control", 2011; "Rápido y furioso: Reto Tokio", 2006). En lo posible elegí una buena sala, la podes ver en copias subtituladas y dobladas al castellano. Como ya nos tienen acostumbrados hay que quedarse a ver todos los créditos finales. Pegado a los títulos finales te algunas recomendaciones y te anticipa que se viene “Rápido furioso 7” prevista para el 2014 con la dirección de James Wan y el elenco: Jason Statham, Vin Diesel, Dwayne Johnson, Paul Walker, Sung Kang y Tyrese Gibson.
Era de esperar la sexta. La taquilla lo justifica. El guión no importa, lo que importa es la guita. Eso sí, gratis no es. Hay que darle al seguidor de la saga lo que pretende llevarse. Desde la primera a la sexta los ingredientes son: chicas bonitas, en bikini o shorts de jean, autos con super motores y el rugido de sus motores, y, por supuesto, persecuciones vertiginosas aún si el guión propuesto no las justifica del todo. Todo eso contiene “Rápidos y furiosos 6”. La historia es una excusa para mostrar los ingredientes pero, como ya dijimos, eso no importa, sino los dólares. Hay un conjunto de malandrines y mercenarios que manejan re-bien. Responden a Shaw (Luke Evans), probablemente el villano más olvidable de la historia del cine. Hobbs (Dwayne Johnson) va a buscar al equipo de conductores que está diezmado, luego que en el capítulo anterior terminaran forrados en dólares (¿vio?, acá los únicos que no la vemos somos usted y yo). Obviamente tiene algo que ofrecer si no, no hay sexta película. Así veremos escenas de acción tan espectaculares como inverosímiles, aunque en realidad es lo que se propone desde la primera, con lo cual lo inverosímil está bien. Vaya paradoja. Hablar de las actuaciones no está demás porque los integrantes del elenco son los hombres de acción del momento, y en todo caso habría de señalarse que sin ellos sería otra cosa. Ya tendremos actores de renombre invitados para cuando llegue la décimo cuarta. ¿Seguirá siendo Justin Lin el director? La boletería indica que sí, a juzgar por su autoría de las últimas cuatro. “Rápidos y furiosos 6” se inscribe en su propia franquicia y vive de ella. Se retroalimenta y se sabe que cuando esto ocurre, como con “Star Wars” (1977 a 1993), “El señor de los anillos” (2001, 2002, 2003) o “X-Men” (2011) los comentarios sobran. La maquinaria no se detiene. Sigue rodando más de lo mismo.
Pocas veces se da en una saga de películas, que esta levante la calidad conforme aumentan sus iteraciones. Ya la quinta parte había sido una sopresa bastante grata, porque si bien pochoclera, tenia un guion chiquito pero solido, y sobretodo; entretenido. ¿Sera la 6ta parte una mejora o un retroceso en esta saga de autitos chocadores? RESUCITAME QUE ME GUSTA A ver, ¿que puede agregar una peli de esta saga que no este hecho ya?. Pesecuciones? Tiros? Persecuciones a los tiros? Tramas de polis? Triadas? Afanos? Todo ya estaba hecho, o al menos eso creíamos! Pues no, faltaban algunas cosas en el carton del bingo, es por eso que hace su vuelta Michelle Rodriguez como Letty Ortiz! Pero como puede ser si estaba muerta!? Bueno ahí esta el chiste, nunca murió! La explicación es algo spoiler asi que se las dejo a ustedes. Lo que si les puedo decir es que perdió la memoria, en un giro super original! Ahora esta bajo las ordenes de un tipo ex militar que roba cosas con las que no se jode. Secretos de estado y armas electronicas de esta era de computadora. Obviamente, La Roca no puede agarrar a este muchacho, Letty y su banda, por lo cual rastrea a nuestra pandilla preferida de autos locos. Y no hablo de Pierre Nodoyuna. Aquí es donde entran Toretto y O’Conner de nuevo en escena, estando forrados en dinero, Hobbs les ofrece algo que no tienen, un indulto total. Ensamblaran nuevamente un dreamteam de conductores en el cual estarán todos los muchachotes de la 5ta entrega, excepto (por suerte) los dos insufribles de Don Omar y “cara de almohadón” Tego Calderon. Apenas si se los nombra… ACCION! Bueno, la premisa es tan fácil y simple que entra en un renglón, de hecho me costo mucho expandirla a un párrafo. Pero no se crean que esta peli es mala! Para nada! Si la van a ver, es porque no entraron al cine esperando ver una de Tarkovsky o Bergman. Entraron esperando ver autitos chocadores! Y ESO VAN A TENER! La acción en esta peli, no para, no da respiro, de hecho debe haber no mas de CINCO O SEIS escenas con diálogos en TODA LA PELICULA! El resto son presecuciones a alta velocidad, genialmente ejecutadas, y sobre todo ORIGINALES. Lo cual es todo un desafio! No quiero espoilearles nada, pero en una de las varias persecuciones geniales, HAY UN TANQUE! Y esa persecucion termina con una de las acciones mas espectaculares que vi. La sala entera aplaudió lo que acabábamos de ver, (y les recuerdo que la sala estaba llena de críticos que poco o nada suelen aplaudir en una funcion). Obviamente lo que se aplaudio fue lo estupido, osado, increible y sobre todo ridículo de la escena. Pero si esto sirve para arrancar carcajadas y aplausos, tan malo no debe ser. METAL RETORCIDO Y CARTON CORRUGADO Como les dije, van a tener autitos de todas las formas y colores, calculo que los que mas saben podrán disfrutar de algún que otro modelo legendario, yo soy un queso con los autos, y realmente entiendo poco de ellos. Pero que andan rápido, explotan y chocan, no me quedaron dudas. Por el lado actoral, si se le puede llamar así, La Roca tiene un papel mas grande que en la peli anterior, lo cual es un acierto. El tipo es de madera, lo sabemos, pero tiene carisma, y es simpatico, por lo cual suma. (Ojo, bien dirigido, es toda una sorpresa, corran a ver Southland Tales, donde el gran Richard Kelly le saca una excelente actuación no solo a La Roca, si no también a Sean William Scott y Justin Timberlake). Volviendo a las maderas terciadas, la side kick de La Roca es Gina Carano, que es es de carton corrugado, si tuvieron la desgracia de ver Haywire, sabrán lo que les quiero decir. Aca al menos al tener un rol secundario, su desesperación por acumular gestitos pseudo sexys para ganarse a la platea masculina, pasan mas desapercibidos que en la película antes nombrada por mi. Sin embargo, para deleite de los hombres (y si, de carne somos), hay dos buenas palizas “girl on girl” entre Gina Carano y Michelle Rodriguez, las cuales derrochan testosterona por doquier! Imperdibles! Diesel y Walker, hacen sus papeles de siempre y les sale de taquito, en especial a Vin Diesel, por quien personalmente guardo cierto cariño indulgente. CONCLUSION La 6ta entrega de la saga Rapidos y Furiosos es una gran pelicula de genero. Hace bien todo lo que se propone dentro de sus espectativas e incluso da algunas sorpesas. La escena final es realmente genial. Y si van a buscar autos, piñas, tiros y explosiones, estan en la sala correcta. No se van a arrepentir, sobre todo los fanaticos de la saga. Realmente recomendable para ver con un tarro extra grande de pochoclos. Ah, hay una escenita post créditos (en realidad es mas una coda, ya que esta ni bien terminada la peli pero antes de los créditos) es realmente sorpresiva. No solo por lo QUE pasa y a QUIEN le pasa, si no mas bien por QUIEN lo hace y promete estar en una 7ma entrega. Así es, la peli termina con un famoso Cliff hanger.
Sólo ritmo vertiginoso Correr o morir. Esta es la consigna de estos robotizados guerreros de las rutas y la superacción, que en nuestra ciudad resulta difícil eludir, porque están de fiesta en varias salas, como si la película fuera la mejor del mundo. Todo comenzó con simples competencias automovilísticas callejeras, para derivar, gracias a la globalización, en eficaces colaboradores de los ¿servicios de inteligencia británicos? En esta sexta entrega de la saga hay una sobredosis de peleas, tiros y automóviles destrozados, pero estos inefables delincuentes siempre logran salir con apenas algunos rasguños. Tras llevarse cien millones de dólares de Brasil, se dispersaron por el mundo. Quien sentó cabeza es Brian O'Conner, el rubio ex policía devenido en ladrón y convertido en padre primerizo, que es conminado por su cuñado Dominic (Dom) Toretto a ser un buen padre. "Porque te voy a romper la cara si no lo sos". Toretto y 0'Conner residen en las islas Canarias, condenados a un feliz ostracismo, aunque añoran su país. Hasta allí llega el gigantón Luke Hobbs para convocar a la "familia" (así se identifica la banda) a combatir contra el feroz y escurridizo Owen Shaw. "Porque para luchar contra lobos --dice-- hay que buscar a lobos". Shaw es un ex agente de las fuerzas especiales británicas, que organizó una banda y está empeñado en adueñarse de tecnologías que le permitirían desactivar las defensas militares del país. ¿De qué país? Supuestamente Gran Bretaña, pero no tiene importancia. Toretto, cada vez más pétreo, acepta la propuesta de Hobbs porque quiere rescatar a Letty, otrora objeto de sus deseos, que luego de quedar amnésica fue incorporada por Shaw a su banda. Y el precio que pone Toretto es el indulto, para él y sus hombres, por su pasado delictivo. El resto, a cargo de dos bandas simétricas, es más de lo mismo: acción, rugir de motores, persecuciones y combates coreografiados. Inclusive aparece, como por arte de magia, un tanque que aplasta todo lo que encuentra a su paso y un avión Hércules que pretende despegar en la ruta. Si no fuera una comedia, se podría decir que es una apología a la violencia. Pero aquí casi todo está digitalizado y, por lo tanto, trampeado. La lógica y la verosimilitud brillan por su ausencia y los recursos están al servicio de un espectáculo narrado con un ritmo vertiginoso. Además, muchas escenas se filmaron de noche, lo que le permitió al director disimular defectos y horrores. En la última secuencia, ambientada en Tokio, los productores anuncian lo que será la séptima versión, con otro villano a enfrentar, que tendrá la encarnadura, nada menos, del británico Jason Statham.
Sexta no es reversa Bien sabido es que a mayor número de secuelas tenga una franquicia en Hollywood, más cerca se encuentra de su propia sentencia. Aún con reservas, la saga de Rápidos y furiosos puede ser una (pequeña, vamos) excepción a la regla. Luego de levantar el listón a lo grande con una contundente quinta parte, el director taiwanés Justin Lin (a cargo desde el tercer capítulo) reúne al equipo completo y suma otros de relevancia para ofrecer un film cargado de testosterona, acción… e inverosímil. Esta vez la excusa para hacer rugir los motores en distintos países del mundo (Inglaterra y España principalmente) es la aparición de una organización criminal que también opera sobre ruedas. Tras la pista de los maleantes va Hobbes (Dwayne Johnson) ahora ayudado por Toretto ( Vin Diesel) y su troupe, quienes descubren que Letty (Michelle Rodríguez), a quien creían muerta, no sólo está viva sino que integra el equipo rival. Héroes con consciencia moral del lado de los malos no es una idea cómoda para el cine industrial, entonces los antes ladrones cambian de bando con la condición de una amnistía de dudosa justificación. Así, las habilidades y talentos de cada personaje responde ahora al mucho más ético planteo de, simplemente, atrapar a los malos para poder volver a casa. Sea esta, sin embargo, la excusa para poder ofrecer una convincente cantidad de escenas de acción desarrolladas con gracia y solvencia. Lin usó toda la experiencia adquirida, ubicando siempre la cámara en el centro de la acción y evitando caer en la confusión, una triste costumbre en el género. Puede que los 130 minutos de metraje resulten excesivos y que éstos sean más notorios cuando la película busque profundidad a través de sus personajes, pero lo cierto es que Rápidos y Furiosos 6 deja de lado su costado misógino (que lo tiene, aunque esté un poco más tapado por las explosiones) para ofrecer un trabajo con no pocas piruetas reales y todo tipo de vehículos destruyendo y siendo destrozados. Ahora bien, que los mensajes sobre los valores y el cuidado de la familia por sobre todas las cosas son subrayados hasta el hartazgo ya no es una sorpresa. Tampoco lo es, sin embargo, que esta sexta entrega sepa dónde está parada y ofrezca lo que promete. Que la diversión devenida en pirotecnia y puños sean suficientes para pagar una entrada al cine, eso ya es harina de otro costal.
Pisteando en lo de su Majestad Parece mentira, pero ya vamos por la 6ta entrega de los muchachos fierreros y siguen con un éxito increíble, cuestión que es en gran parte mérito de su director, el taiwanés Justin Lin. También parece mentira que la era Lin comenzó con la mediocre "Tokio Drift", pero he aquí el resultado de la perseverancia y la ganas de superarse. Incluso el director se da un gustito al final del metraje con una escena extra post créditos en la que, de cierta manera, toma revancha por como vapulearon su 1er trabajo con los rápidos y furiosos. Está bien, tuvieron algunos productos mediocres en el medio, pero son pocas las franquicias de largo plazo que se pueden jactar de tener una evolución tan auspiciosa tanto en lo técnico como lo económico. En esta ocasión, se sigue el camino de la 6ta entrega aumentando la apuesta en la acción, la estética y los enredos internacionales. Creo que quizás ya lo hayan leído por ahí, pero la primera secuencia de persecución automovilística por las calles rusas es simplemente excelente, poderosa y atractiva como pocas veces se han visto en un film de acción con persecuciones. Luego, toda la operación se muda a Londres, un lugar que a primera vista parecería raro para estos muchachos, pero que supieron manejar con todo el vértigo que los caracteriza. Por otro lado, el perfil a lo "James Bond" que se le imprimió al equipo villano le subió varios puntos a la propuesta, dándole cierto aire de adultez y una frialdad que recuerda a los malos de aquella otra exitosa saga. Acá resulta necesario resaltar la labor y el carisma de un cada vez más ascendente Luke Evans que logra componer a un villano interesante y sofisticado. Su equipo vendría a ser como el espejo maligno del equipo de Toretto, algo que resultó atrayente y de cierta manera divertido. Se destacaron también con su presencia, Dwayne Johnson (nunca pensé que diría esto), un divertido Tyrese Gibson, la chica mala Michelle Rodriguez y la increíble Gina Carano, esa lindísima luchadora de Muay Thai que tuvo su 1er protagónico en "Haywire" de Steven Soderbergh. El carisma de Carano es hipnótico... como si hubiera nacido para estar en la gran pantalla. Esperemos verla en muchas pelis más. A contramano de estos, los protagonistas Vin Diesel y Paul Walker cumplen bien sus roles, pero no logran la empatía que alcanzaron con sus trabajos pasados. Al igual que con la entrega anterior, se hace un mix de secuencias de acción infartantes, algunas muy bien planteadas y otras un tanto exageradas, pero sabemos bien donde nos estamos metiendo y qué estamos yendo a consumir. Hay nuevos autos, hay motos, un tanque de guerra, muchas armas y explosiones al por mayor. Hay algunos diálogos bastante básicos y poco naturales, pero en general la propuesta atrapa y complace a todos las fanáticos del género de acción y sobre todo, a los fans de la franquicia.
"Rápidos y furiosos 6" y el debate sobre la Cinefilia Vulgar En los últimos meses, pero más específicamente a lo largo de las últimas dos/tres semanas, varios medios dedicados a la crítica de cine han generado y encumbrado un nuevo término para el análisis cinematográfico: “Vulgar Auteurism”. Dejémoslo en el original ya que por lo menos es extraño de traducir. O bien, usaría “Cinefilia Vulgar”, ya que “Autorismo” no es propiamente castellano. El término refiere a una creciente moda entre la crítica de cine que consiste en celebrar autores cinematográficos que muchos considerarían de segundo o tercer nivel, que no se caracterizan por ser “autores” en el sentido más usado y convencional, y que gran parte de los críticos o bien desestiman por completo o, cuando se los mencionan, responden con un gesto extrañado de no saber de quienes les hablan. fast6-1En realidad no hay nada nuevo en el término: la teoría de autor se fue creando (en la Francia de posguerra), fundamentalmente, para celebrar esos “artesanos” si se quiere vulgares que hacían decenas de películas en el Hollywood clásico por encargo, sin corte final ni control de casi nada y sin que nadie se interesara en su obra como un todo. Con el tiempo, se sabe, la “Teoría del Autor” fue derivando al punto tal que se volvió casi en contra de sí misma, celebrando y/o criticando las películas de los cineastas que, en general, se consideran a sí mismo autores antes de haber filmado nada en sus vidas. Así que el regreso con furia de la teoría del autor como celebración del cineasta especializado en géneros, desconocido, pasado por alto o por muchos considerado mediocre, debería ser un motivo de festejo o de revisión. Hay muchas notas en la web hablando del tema (solo pongan en Google el término “Vulgar Auteurism” y chequeen) y sin duda este “Back to Basics” tendrá su efecto en la crítica local. De hecho, a diferencia de lo que se hace en Estados Unidos, tengo la impresión de que en el resto del mundo seguimos muchas veces siendo más fieles a esta lectura de la Teoría del Autor y no nos cerramos a la simple disección de los cineastas con muchas más evidentes marcas de estilo. Fast And Furious 6La cinefilia unida a partir de esta Teoría del Autor Vulgar ha crecido mucho vía internet, sitios y blogs y es particularmente fuerte entre los críticos más jóvenes (menores de 40 años, digamos). Si bien viene de antes, tengo la impresión que el núcleo duro creció a partir de la muerte de Tony Scott y los textos que se sucedieron sobre su obra: como figura clave, Scott es casi el padrino de esta teoría que se dedica a buscar entre los cineastas desprestigiados de hoy los que tienen claras marcas de estilo. No son los Quentin Tarantino (él es un “autor”, digamos, de los clásicos, por mil motivos) sino tipos como Paul W.S. Anderson, Nimród Antal, Michael Bay, Joe Carnahan, Neveldine & Taylor, Pierre Morel y, el director de los últimos cuatro episodios de RAPIDOS Y FURIOSOS, Justin Lin, entre muchos otros. Y los padrinos, además de Scott, son tipos como Walter Hill, John Carpenter, John McTiernan, Russell Mulcahy o Paul Verhoeven, entre otros. El “movimiento” tiene un objetivo claro y específico que es celebrar a los directores del cine de acción clásico, de orientación “hawksiana”, eficiente, efectivo, duro y profesional. El término “vulgar”, digamos, viene a justificar que lo que hacen es lo que habitualmente se considera menor, poco interesante aún hasta de analizar en profundidad. Fast And Furious 6El objetivo es valioso aunque, para mí, corre el mismo peligro de la Teoría de Autor que se viene usando últimamente: consagrar a cualquiera como autor por gustos y/o caprichos más personales que otra cosa. Así como muchos críticos más cercanos al cine de festivales encuentran un autor en el primer filipino con una cámara de fotos que se les cruza, los adeptos a esta Cinefilia Vulgar verán dos tipos molerse a palos y ya verán a un candidato a heredero de Michael Mann. De cualquier modo, hay algo particularmente interesante en esta Cinefilia Vulgar y es el hecho de que los que pertenecen a este grupo necesitan analizar el cine de una manera estrictamente formal y no pueden, como muchos críticos tradicionales, refugiarse en analizar temas, diálogos, actuaciones o psicología de los personajes. Creo que lo rico que se puede extraer de cualquier debate autoral sobre el cine de acción es que, básicamente, hay que discutir elementos formales (cortes, ritmos, planos, en definitiva, puesta en escena) y punto. fast6-2No hay duda que el taiwanés Lin entra a la perfección en este Club. Gracias a haber dirigido cuatro veces la misma saga, haberla sacado de la zona muerta en la que parecía estar y levantarla hasta convertirla, hoy, en una de las más grandes de la historia del cine de acción puro y duro, se puede observar claramente qué es lo que hace y cómo. Poder trabajar y moldear varias veces los mismos materiales lo coloca en un lugar único para ser analizado. Y sus filmes son, casi, un homenaje a sus títulos: movimiento puro, velocidad, una condensación de tiempos notable y una energía disparada a partir de una combinación perfecta entre el montaje y la lógica narrativa. Lo que hace mejores a los filmes de Lin en estas épocas en las que se valora más, industrialmente, la voz autoral más clásica de cineastas como Christopher Nolan o Zack Snyder (que tienen evidentemente muchas más dificultades que Lin a la hora de pegar un plano con otro) es que sus méritos pasan todos por su pericia formal. RAPIDOS Y FURIOSOS no tiene “temas” importantes, actuaciones destacables, diálogos demasiado interesantes y lo que suele estar en juego en ellas no suele ser “el Universo entero”, sino una chica, una maleta misteriosa o la amistad entre dos hombres. Fast And Furious 6Sólo basta comparar las escenas de acción de RAPIDOS Y FURIOSOS 6 con las de EL HOMBRE DE ACERO. En una hay inteligencia, claridad narrativa en movimiento, y emoción, mientras que en la otra hay poderío, tamaño y confusión. Lin mantiene el tamaño de sus desafíos en una escala más humana y, por eso, más participativa de parte del espectador. Es obvio que perseguir a un avión con unos autos no es del todo común, pero es plausible, humanamente realizable. Y Lin ubica a las piezas del juego de manera tal que se entiende absolutamente todo lo que está pasando en la escena. En el filme de Snyder, en cambio, es difícil saber quién está en cada lugar, cuál es el riesgo que cada uno corre y, básicamente, qué cuernos está sucediendo. Se espera que la fuerza de yunque de las imágenes y el sonido te torturen hasta la sumisión. En R&F6 no hay “agresión” al espectador, hay invitación a participar, a entender el juego. No voy a hablar demasiado sobre detalles de la trama aquí -la película lleva semanas de estrenada pero yo la vi recién este martes, en una sala inusualmente llena para las 2 de la tarde de tercera semana y con gente que aplaudió al final-, pero sí me interesa destacar que, dentro del amplísimo campo de la “Cinefilia Vulgar” (entiéndase “vulgar” como “común” y no como “desagradable” o de “mal gusto”, aclaro) tipos como Lin me interesan mucho más que los Michael Bay. Me da la impresión que en sus elecciones formales hay algo clásico y elegante, y que, pese a trabajar en un universo en donde prima la velocidad, como buen conductor sabe siempre qué hay adelante, atrás, a la derecha y a la izquierda. Es la única forma de manejar -un auto o una película- sin estrellarse contra una pared.
Quien esto escribe sufre una curiosa patología cuando sale de ver films de gran espectáculo, acción y aventuras que le causan felicidad. Suele pensar por segundos que el cine es esto y no, por poner un caso, Haneke. Por supuesto que el cine puede ser ambas cosas, y que así como puede haber buenas películas de Haneke puede haber pésimas películas de esta saga. Solo ocurre que no es el caso. Más allá de la acción desaforada (tanques, aviones, autos de carrera, precipicios, armas, chicas pulposas, más armas, más autos, más chicas pulposas) lo que diferencia esta serie de cualquier otra es que sus personajes son seres humanos y que todo se juega alrededor de la idea de “familia”. Hay otra cosa que hace muy valiosa esta saga, cuyos actores distan de ser grandes estrellas –son gente “conocida”, pero forman parte de la mejor tradición de la clase B– y es que son aventureros en los márgenes del mundo. El planeta está dividido en un “centro” (donde la ley funciona) y en una “periferia”, donde no. De algún modo, es el viejo universo del western pero globalizado y a máxima velocidad. Además de que queremos a todos los personajes, la creatividad superlativa para las escenas de acción –y el denso realismo que tienen esas imágenes– hacen que ese mundo nos parezca propio, inmediato y cálido. Si el cine es movimiento, este film es su expresión más cabal. Atención al elenco completo.
El texto de la crítica ha sido eliminado por petición del medio.
Rápidos y fibrosos Volvieron. Más musculosos que nunca; con esas espaldas anchas, fortachudas e impenetrables. Ah sí, y también hay chicas: voluptuosas, curvilíneas; con tetas tan perfectas que parecen haber sido dibujadas con compás y transportador, con cintura de abisma y glúteos que desconocen la existencia de las estrías. Los protagonistas de la saga son tan dañinamente bellos como esos soberbios autos importados que posan en las vidrieras de las concesionarias; su piel artificialmente brillosa nos deslumbra y nos enceguece como el reflejo aceitoso de una burbuja de detergente. Pero lo importante en Rápidos y furiosos son los machos porque el mundo de los autos, mal que nos pese a las mujeres, es de los hombres. Y no solamente por poseer la fuerza necesaria para empujar el automóvil cuando le agarra un ataque de pánico o por tener la suficiente habilidad para elevar al auto con el gato; los fierros son masculinos porque es una de la grandes pasiones que une a los hombres, al igual que lo hace la cancha de fútbol, como local o visitante. El sentimiento por los autos nace desde la infancia, en el ritual dominguero del lavado callejero. El proceso de limpieza de la máquina es sólo una excusa para compartir una actividad entre padre e hijo, los baldazos de agua reemplazan a las palabras que jamás serán expresadas entre el adulto y el primogénito. De hecho, los primeros juguetes de los varones son esos autitos en miniatura que parecen haber sido mágicamente achicados con un polvo de hadas. Hasta que un día, ese niño crece al igual que el auto y, por fin, toma el volante para abandonar el puesto de pasajero. La carga simbólica y emotiva que habita en el objeto de cuatro ruedas es desmedida: el auto marca la etapa de la vida de un individuo. Comienzan diminutos para hacerlo sentir gigante al infante, luego pegan el estirón y se transforman en una extensión de su cuerpo hasta que la relación amorosa con el transporte personal entra en crisis. El matrimonio se rompe y nacen nuevas alianzas: los distintos modelos desfilan como si fueran amantes hasta que llega ese día en el que la belleza y la ostentación será reemplazada por la comodidad y la amplitud de los asientos traseros. El exceso de testosterona regresa después de dos años a las pistas, Justin Lin y su equipo de corredores cargaban sobre sus hombros el dificultoso desafío de superar la sobresaliente Rápidos y furiosos 5, la película que marcó el gran salto evolutivo en la saga. La buena noticia es que el taiwanes lo ha logrado, con exagerada ventaja, dejando boquiabierto hasta el vendedor de dulces -¿existen todavía?- y consiguiendo que muchos corazones femeninos se vuelvan fanáticas de la carrocerías deseando haber nacido con falo. Igualmente, la saga no nació ni rápida y, menos que menos, furiosa. Justin Lin encontró un auto destartalado en la calle y lo fue, poco a poco, reconstruyendo. Le cambio sus piezas débiles y berretas por otras importadas y vigorosas. Y así, con ritmo lento, se apropió de esa maquinaria pero, al cambiarle, tanto su traje como el interior del vehículo, creó un auto nuevo: imponente, imparable y poderoso hasta las llantas. Apto para competir y ganar en las ligas mayores. La saga es, justamente, el proceso de la construcción de un auto y Justin Lin fue, es -y ojalá lo siga siendo- el mecánico más minucioso, con ese especial ojo para el detalle. Pero el crédito no es sólo suyo, hay otros factores que desencadenaron esta esperada maduración narrativa y para entender esos cambios hay que hacer un poco de memoria: la película embajadora la dirigió Rob Cohen en el año 2001 pero la historia y el guión es de Gary Scott Thompson. Dos años después, se estrena la segunda a cargo de un nuevo director: John Singleton. Recién en el año 2006, Justin Lin entra en carrera y, con él, también un nuevo guionista: Chris Morgan, quien será integrante de la familia fierrera hasta el presente. Pero lo verdaderamente importante e irrelevante comienza a suceder en 2009 con Rápidos y furiosos 4 porque a partir de esa película es que se crea el dúo dinámico que hizo crecer la calidad narrativa y formal de la saga; Gary Scott Thompson regresa después de seis años de ausencia a su viejo hogar como un padre biológico que ha abandonado y entregado en adopción a su hijo cinematográfico y ahora retorna para recuperarlo; para hacerse cargo de su paternidad. Entonces ocurre lo sublime: el padre adoptivo y el biológico se fusionan para hacer crecer en conjunto a ese objeto engendrado. Cada uno aporta lo mejor de uno y así logran las nupcias, fundando a una familia ejemplificadora. La octava película de Justin Lin conserva la tensión los 130 minutos y solamente los acertados gags le permiten un leve descanso a los puños cerrados que asfixian a la sangre que corre entorpecida por las venas. Pero los personajes ya no son los mismos: han crecido y madurado como la saga. Brian O´ Conner (Paul Walker) ahora, además de ser un papichulo, es un padre con todas las letras; con una casa, una mujer que cocina y un amplio parque con mucho césped para podar. Dominic Toretto (Vin Diesel) cambió a las maratones automovilísticas por las sexuales, con su lujuriosa mujer-policía. Hasta que ocurre lo inesperado, Luke Hobbs (Dwayne Johnson)se arrastra para pedirle ayuda a los ´´delincuentes´´, tentándolos con un par de chupetines gigantes: una foto que muestra a Letty (Michelle Rodriguez)con vida y la promesa de obsequiarles su preciada libertad. El verdadero motor argumental que hace que Toretto y O ´Conner vuelvan al ruedo, es la necesidad de recuperar a Letty porque su libertad no reside en la tranquilidad, sino en la adrenalina. Entonces, por sexta vez, comienza la hilarante aventura: la misión es sólo una excusa para volver a juntar al equipo como lo hacen los partidos de fútbol, activos o pasivos. Más divertida y salvaje que nunca, Rápidos y furiosos 6 nos obsequia en un paquete gigante, con el envoltorio más despampanante y un moño carmín del tamaño de un tractor, las mejores escenas de acción de toda la saga. La precisión que alcanza Justin Lin en cada secuencia funciona como un campo minado que explota sin cesar con cada movimiento de los personajes, de principio a fin. Y el frenesí es contagioso: cada vez que veo -y vivo- las películas de Justin Lin siento que llevo la velocidad en la sangre y que la carrocería y los fierros son lo mío. Nada más alejado de la realidad que esta afirmación, pero es tal la adrenalina que producen esos personajes encastrados en sus úteros con ruedas que logran que mis gustos muten a 360 grados y juegue a ser una Letty o una Gisele durante todo el metraje. Como el ciclo de la vida lo marca, en Rápidos y furiosos 6 vuelven los autitos de juguete para el jovencísimo nuevo integrante del grupo, quien crecerá a la par de su auto para, quizás, tal vez, protagonizar la futura Rápidos y furiosos 147. Ojalá así sea. - See more at: http://www.housecinemaescuela.com.ar/estrenos/item/251-r%C3%A1pidos-y-furiosos-6#.Ue5paG3OA14
A partir de la cuarta parte la saga Rápido y Furioso pareció haber encontrado la forma de reciclarse, especialmente después de incorporar al musculoso Dwayne Johnson a la franquicia, y transformándose en una especie de aventura internacional salpicada con gotas de intriga. El problema con la sexta entrega es que las cosas se han exagerado hasta tal punto que simplemente bordea la auto-parodia. Toda esta gente es inmortal y se rige por leyes de física totalmente diferentes a las del planeta Tierra, razón por la cual realizan proezas tan improbables como ridículas. ¿Cómo construir algo de tensión, sabiendo que un tipo puede saltar 50 metros desde un coche en movimiento, cruzar volando por encima de un puente, atrapar a alguien en el aire, y estrellarse contra el parabrisas de un auto sin hacerse siquiera un rasguño?. Las cosas vienen en onda James Bond de cuarta. Hay que atrapar a un poderoso maleante internacional, el cual está robando los componentes de una superarma utilizando coches altamente preparados. Entran en escena los chicos de Vin Diesel y, como el malo sabe como manipular la electrónica de los coches modernos, ahora los rápidos y furiosos deben correr coches clásicos, los cuales van desde el rarísimo Jensen Interceptor hasta Fords Escorts, Mustangs y un horrendo Dodge Daytona. Son todos coches de los 60 y 70, y la mayoría son ingleses porque la acción ocurre en Inglaterra, ¿ok?. Por supuesto el gran gancho para la aventura es la reaparición con vida de Michelle Rodriguez, la cual estaba RIP desde la cuarta entrega. Hay una explicación altísimamente improbable de como la mina sobrevivió una explosión y terminó trabajando con un terrorista internacional, pero ése no es el peor pecado del filme. Los problemas pasan porque estos tipos hacen dos cosas y ya dan con el paradero del villano, el cual lo han perseguido multitud de agencias internacionales de seguridad durante años y sin éxito. Cuando lo encuentran, empiezan las persecuciones, que van de lo improbable a la bobada total. Por ejemplo, hay una cacería entre los coches clásicos y un tanque (que creo que es un Leopard, ya que es tremendamente ágil y hace trompos como si fuera una motocross) en donde pasan tonterías abismales, y la cual culmina con un coche colgando de un puente y atado con un cable de acero al cañón del blindado, secuencia que sirve de excusa para que Vin Diesel se transforme en Superman y atraviese volando 100 metros en 2 segundos, aterrizando en el antes mencionado parabrisas de un coche. O el soberanamente estúpido climax, en donde toda esta gente corretea a un gigantesco avión de carga (un Antonov ruso) en una pista de aterrizaje que debe medir 200 kilometros, ya que corren a toda pastilla y el sendero no se termina nunca. Aún cuando todo esto resulte medianamente divertido, llega un momento en se pone tan absurdo que aburre. No todas son pálidas, ya que la saga incorpora a la diosa Gina Carano (qué buena compañera para The Rock!!) y hay una sorpresa final que promete otra secuela, esta vez con Jason Statham como invitado. Pero la historia está recargada de pasajes estúpidos - Vin Diesel abandonando en un santiamén a su novia gracias al regreso de la insípida Michelle Rodriguez; Jordana Brewster es secuestrada en Brasil, y apareciendo súbitamente en el Antonov que lleva al villano a Londres; el plan final del villano (espantar a la gente de la base militar para que saquen el dispositivo secreto de la misma y, así, atacar el convoy), que lo puede anticipar todo el mundo (incluso los niños de cinco años que están entre el público) pero no los protagonistas; el regreso fugaz de Paul Walker a Estados Unidos para preguntarle una obviedad a un mafioso y poder dar así con el paradero del villano; y dos toneladas de situaciones similares -. Es posible que Rápido y Furioso 6 no aburra porque es puro movimiento y disparate; pero, por otro lado, el guión es una estupidez abismal y no cataloga siquiera como buen cine. Por supuesto todo esto podría haberse mejorado poniendo un mínimo de empeño para que la trama no sea tan prepotente y las escenas de acción no sean tan ridículas...pero ello sería atentar contra la genética misma de la saga, la cual parece haber entrado en los terrenos de la fantasía y la ciencia ficción.
Publicada en la edición digital Nº 6 de la revista.
Publicada en la edición digital Nº 6 de la revista.
Publicada en la edición digital Nº 6 de la revista.
La saga sin fin Los Ocean’s 11 de la máxima velocidad están de regreso, no con el elenco original pero con un seleccionado representativo de la saga. Está, por supuesto, David O’Conner (Paul Walker, el único que nunca faltó) junto a Dom Toretto, el líder carismático del equipo (Vin Diesel, también coproductor de la cinta), la letal Riley (la campeona de artes marciales Gina Carano) y los ocurrentes Pearce y Parker, que interpretan los raperos Tyrese y Ludacris. La acción empieza cuando el agente Hobbs (Dwayne Johnson, cada vez más parecido al Hulk de animación) convoca al equipo y ofrece inmunidad si lo ayudan a capturar a Owen Shaw, mercenario que, de conseguir cierto microchip, podría dominar al mundo. Dom duda en aceptar el reto, hasta enterarse de que Letty (Michelle Rodriguez), su novia que creía muerta, integra el equipo de Shaw. Filmada en Londres y el sur de España, Rápidos 6 puede ser la mejor o la peor entrega para fans de la saga. El equipo de Toretto ya no es una banda de forajidos, sino un grupo de millonarios que se reencuentra para combatir el crimen, como unos X-Men en versión bizarra. Shaw es un archirrival de peso: maneja autos de carrera con chasis de topadora, saca tanques a la ruta y un avión donde se libra la última, espectacular batalla. Pero mano a mano o con quinta a fondo, los de Toretto siempre ganan. Ahora, su misión es salvar al mundo. Y no serán Bond ni (pese a los dólares y la testosterona) están rodeados de playmates, pero hacen pasar un buen rato.
"...Si quieren ver escenas de acción bien hechas, vayan a verla; […] y la van a pasar muy pero muy bien. […]. Si quieren un cine más pensado, más artístico que no tenga partes ridículas; olvidenla. [...]. Y si no les interesa, bueno, ni la historia del cine, ni Dios, ni la patria, se lo van a demandar". Escuchá la crítica radial completa (hacé click en el link)
0 - De qué va: Dom Toretto (Vin Diesel) está retirado, disfrutando de la vida tranquila, hasta que Hobbs (The Rock) lo visita para ofrecerle un trato. Si él lo ayuda a atrapar a un peligroso ladrón, recuperará a su ex mujer Letty (Michelle Rodriguez), a quien todos daban por muerta pero está trabajando para este hombre. Con la intención de no darle la espalda a la familia, todo el equipo se reúne y emprenden una nueva misión. 1-No me gustan los autos: No conozco, no entiendo las especificaciones técnicas, no me motivan, y si todo esto es poco, manejo mal. Mi relación de mayor conexión emocional con los vehículos pasa por el equipo de audio. Con ese sí, amor para toda la vida. En “Drive” -que no es ‘una de acción’ en el mismo sentido que este film, y hay que ver si en realidad es ‘una de acción- las secuencias con autos me gustaron porque había muy poca cosa y se enfatizaba el estilo, que acompañaba el tono de la película. No digo que “Rápidos y Furiosos 6” no tenga estilo, sino que su objetivo está más cerca de la búsqueda de impacto. Impacto por impactar, por eso hay más parafernalia, más personajes y secuencias más grandes. La idea es que la sala explote y el estilo pasa por otro lado. 2-12 años, 6 películas, 1 equipo: Hay argumentos que se prestarán a discusión, pero en el género de acción la de “Rápido y Furioso” es sin duda una saga récord. Las 6 emisiones de la saga se estrenaron en la pantalla grande, en todo el mundo (en este aspecto, si esta franquicia no es la única, está dentro de un reducido grupo); cuando algún personaje se fue, apareció otro que después se quedó por varias películas. Las apuestas se fueron subiendo: aumentaron los jugadores y la producción, se apostó a los grandes nombres, y desde la cuarta entrega, con Justin Lin como director, las recaudaciones son cada vez mayores. No me extrañaría que la cifra de esta nueva aventura supere la anterior, menos después del éxito de “ScaryMovie 5” en la taquilla. Lo que está detrás de esto es un evidente número de aficionados a este tipo de películas (las de acción sí, las de autos también) que también se encariñaron con los personajes. Hay un momento en que la película, si fuese cualquier otra, estaría concluida, pero la intención de darle a este público fiel una vuelta más de tuerca que ellos apreciarán explica un gusto que la saga hoy decide darse. Yo no me conecto con lo que sucede, pero debo señalar que en los últimos 10 minutos se suceden una serie de hechos y se toman decisiones un tanto fuertes, hasta cuestionables, que serán más resonantes para quienes se sientan identificados con la historia. ¿De qué historia hablamos? Al punto 3. 3-El género funciona hoy de esta forma: La acción más pura y dura era una cosa. Hoy es otra. El cambio podría estar en “Matrix” que tampoco es ‘una de acción’ per se, pero que le dio una vuelta visual a las cosas. El cine se dio cuenta de que había más herramientas y que nada era imposible. Los músculos y las armas de fuego se combinaban con todo un nuevo arsenal de elementos, tecnología y efectos mediante. Sin embargo, amén de lo técnico, que no quepa duda que el cuentito es el mismo. ¿Cuál? Excusa de argumento; villano; misión y un grupo (por dentro o fuera de la ley…la última es más común) que debe cumplirla y que de alguna forma atraviesa cierto vínculo emocional. En la última entrega de “Duro de Matar” esto último falló -otras cosas también-; aquí, aunque a mí se me haga algo lavado, el hecho de que el elenco compartió otras filmaciones trae un clima más fresco. Los one-liners, por ejemplo, tienen algo de efecto. Nos reímos un poco. Eso constituye algo del estilo de los personajes de esta película. Se toca con este costado juguetón. 4-El héroe de acción moderno: El estado del género presentado en el punto 3, Sylvester Stallone lo entiende, y sus últimos trabajos como actor y director conviven en esta disyuntiva: la frontera entre lo más primitivo y/o clásico y el futuro. Parado en el medio, tomando un poco de allá y otro tanto de acá, Sly nos trajo “Los Indestructibles” ‘una de acción’ divertida y autoconsciente. Incorporando la actualidad del género, en aquel trabajo lo que Stallone hacía era abrirle paso al héroe de acción moderno, dándole un rol central en la historia a Jason Statham. Si no se lo convocó a Vin Diesel, es porque recuerda un poco al propio Stallone. Más brusco, grandote, tosco, con algunas dificultades para el habla y menos canchero que Statham, Vin Diesel es también un héroe de acción moderno. Quizá no se las sabe todas, pero fue parte de la transición, conoce de qué se trata el asunto y se asumió como alguien que venía a jugar un papel importante en esta nueva era. No desmerezcamos el trabajo de un pelado fortachón que se calzo un traje, de a ratos más rústico, a veces más cómico y no poco dramático, y llenó un vacío en el género con dignidad. Le falta el carisma del otro pelado, pero le sobran cualidades. Hay que ocupar el espacio que Vin Diesel ocupó. 5-The Rock estaba para otra cosa: El caso de Dwayne Johnson es similar pero distinto. Con “El Rey Escorpión” dio el salto en el cine, y luego hizo mucho de todo. Por ahí fue por una necesidad de búsqueda actoral y de desafío. Así cayó en la comedia y en el recurso de reírse de sí mismo, que por suerte siempre le salió bien. Coqueteó con Disney y fue protagonista de un público que le era ajeno: la familia enterita sentada en el cine. Allí tuvo su mejor papel, en “The Game Plan”, como jugador de fútbol que se entera que tiene una hija. Es una opinión, pero puede que la acumulación de estos papeles le hayan instalado inevitablemente un gesto menos serio en la cara. Yo hoy, en ‘una de acción’, y específicamente en esta de acción, lo encuentro ridículo. Es entendible que Stallone no lo haya convocado para la reunión de gigantes.
Publicada en la edición digital #251 de la revista.
Publicada en la edición digital #251 de la revista.