Operación monumento es una tibia y medida película, que por su gran elenco de primeras figuras, termina siendo una gran oportunidad perdida. Lamentablemente no atrapa en sus primeros momentos, y así sigue durante gran parte de la proyección, aunque en sus últimos casi cuarenta minutos se vuelve un poco más entretenida. De todas formas no termina...
El arte de la guerra (y la guerra por el arte) Operación Monumento, la nueva película como actor, guionista, productor y director de George Clooney, está ambientada durante la Segunda Guerra Mundial y muy libremente inspirada en un caso real: el de un batallón del ejército aliado conocido como MFAA (Monuments, Fine Arts and Archives) que se dedicó a rescatar obras de arte (estamos hablando de obras de Miguel Ángel, Da Vinci, Rembrandt, Van Eyck, Vermeer, Renoir o Cezanne) que habían sido robadas por los nazis. Se trata de una historia fascinante que Clooney -en su quinto largometraje como realizador- maneja con su habitual apuesta por el clasicismo narrativo con un tono medio, un humor bastante asordinado, algunos subrayados y cierto sentimentalismo (la muerte de un integrante del escuadrón genera el debate interno respecto de si vale la pena o no sacrificar vidas humanas para recuperar un cuadro o una escultura). El film arranca con la gestación de la Operación Monumento del título liderada por el historiador del arte Frank Stokes (el propio Clooney), quien luego irá recorriendo distintos lugares para sumar a viejos amigos y colegas académicos (Matt Damon, John Goodman, Jean Dujardin, Bill Murray, Bob Balaban y Hugh Bonneville) hasta completar un equipo de veteranos expertos que parecen una versión geriátrica del pelotón de Bastardos sin gloria. Más cerca de la parodia de M.A.S.H. (sobre todo con las desventuras de los personajes de Balaban y Murray) o del clásico El tren (1964), de John Frankenheimer, que del virtuosismo y del sadismo de Quentin Tarantino, Operación Monumento es algo así como una cruza (con menos logros) de La gran estafa con Argo. La película en líneas generales funciona, pero tiene varias subtramas desaprovechadas e intrascendentes, como por ejemplo el atisbo de romance en la París ocupada entre el James Granger de Damon (personaje inspirado en James J. Rorimer, que luego sería director del Metropolitan Museum of Art de Nueva York) y la Claire Simone de Cate Blanchett (nada menos), que está basada en una de las líderes de la Resistencia como Rose Valland. Se trata, en definitiva, de un film simpático, entrañable, con un impresionante despliegue visual (otro gran trabajo en pantalla ancha de ese notable director de fotografía que es Phedon Papamichael) y bastante entretenido, aunque también algo superficial y menor dentro de la filmografía del creador de Confesiones de una mente peligrosa, Buenas noches y buena suerte, Secretos de Estado y Jugando sucio.
El arte en su época de destrucción técnica. Los “hombres de los monumentos” fueron una fuerza especial creada durante la Segunda Guerra Mundial por el entonces presidente norteamericano Franklin Roosevelt, denominada “American Commission for the Protection and Salvage of Artistic and Historic Monuments in War Areas”. Estos hombres de trece naciones diferentes tenían como misión proteger, recuperar y devolver a sus dueños originales el patrimonio histórico artístico de la humanidad que la Alemania nazi se estaba apropiando o que estaba siendo destruido por las circunstancias de la conflagración a lo largo de toda la Europa ocupada. George Clooney no solo nuevamente incursiona en la dirección y la actuación sino que además vuelve a participar en el guión adaptando el libro de Robert Edsel (presidente de Monuments Men Foundation, una fundación creada en 2007 para preservar el legado de tamaña tarea), autor de The Monuments Men: Allied Heroes, Nazi Thieves and the Greatest Treasure Hunt in History. Tras conseguir la aprobación presidencial para conformar una fuerza especial para rescatar las obras de arte robadas por los nazis en Europa y proteger en la medida de lo posible los edificios históricos de los bombardeos indiscriminados de la aviación, Frank Stokes (George Clooney) le propone a siete curadores de arte, arquitectos, historiadores del arte y directores de museos que se sumen a la tarea. Después de un entrenamiento básico desembarcan en Normandía y comienzan su búsqueda de los objetos artísticos desaparecidos. El rastro de las pinturas y esculturas robadas los conduce hacía el corazón de una Alemania que se desmorona ante el avance de los aliados. Cuando Hitler firma la orden para destruir todas las obras ante la posibilidad de una derrota y a medida que los alemanes retroceden y los rusos se van apoderando de las obras de arte como compensación por las pérdidas de la guerra, la empresa se vuelve una cuestión desesperada con vistas a llegar antes de que todo esté perdido.
De monumental a pochoclera. Basada en un libro de Robert Edsel, la película narra la historia de los hombres de distintas naciones encomendados a salvaguardar las obras más relevantes del arte occidental, tanto de la destrucción de la guerra como de los “robos ideológicos”. Estos arquitectos, curadores, especialistas en arte y hasta soldados son reclutados en la película en misión especial de los Estados Unidos por Frank Stokes (George Clooney). La originalidad del planteo de Clooney, quien se encuentra ahora en el pico de su carrera y desde hace más de diez años nos sorprende como director con grandes entramados narrativos y visuales como Confesiones de una Mente Peligrosa, está en haber retratado la Segunda Guerra Mundial desde un lugar que -como vimos hace poco en Ladrona de Libros- no había sido suficientemente analizado, el lugar que juega la cultura y el progresivo borramiento de la historia a la que nos sometió el nazismo. En efecto, el final de la Segunda Guerra se ceñía sobre el mundo y Hitler estaba pensando en crear el “Museo del Führer”, donde llevaría las obras más grandes del Siglo XX, entre ellas obras de Picasso, Rembrand, Da Vinci, Miguel Angel, etc. La tesis parece ser brillante: además de las muertes de la guerra, del despojo humano y material, Hitler quería despojar a la civilización de su historia cultural, aún luego de su muerte (en caso de morir, habría ordenado quemar las obras más importantes del arte occidental hasta dejar al mundo sin raíces). Un mundo que no recuerda su cultura es precisamente un mundo deshumanizado, despojado de todos los avances de la razón iluminista y por ende fácilmente manipulable, gobernable, un mundo enfrentado a una sequía de historia. Una segunda tesis que se entreteje en la trama pasa por la comparación constante entre el valor de la vida humana y el valor de la obra de arte, como encarnación de la manifestación más alta del espíritu humano.
El arte es de todos La nueva película de George Clooney como director se basa en el robo de obras de arte por parte del ejército nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Un film correcto gracias al carisma de sus figuras, quienes le aportan un tono de comedia descontracturada al relato, aunque cierto patriotismo bélico de su discurso termine haciendo ruido. Operación monumento (The Monuments Men, 2014) narra la historia de un grupo comando enviado por el presidente norteamericano Roosevelt durante la Segunda Guerra Mundial a impedir el robo de obras de arte por parte de los nazis, quienes buscan abastecer el megaproyecto de Hitler: un “Museo del Reich” con el arte de toda la humanidad. Este pelotón peculiar de especialistas en la materia devenidos soldados (George Clooney, Matt Damon, Bill Murray, John Goodman, Jean Dujardin, Hugh Bonneville y Bob Balaban) deberá recuperar los máximos tesoros de la civilización de manos nazis, antes de que lleguen los soviéticos. No hay dudas de que el cine de George Clooney es un cine discursivo. A lo largo de su carrera detrás de cámara a esbozado cada vez de forma más explícita, su manera de pensar grandes temas. Siempre desde una óptica progresista, contundente y critica. Lo hizo en Buenas noches, y buena suerte (Good Night, and Good Luck, 2005), también en Secretos de estado (The Ides of March, 2011), y lo reitera ahora con Operación monumento. El robo de obras de arte es una aberración y, como bien dice su personaje, la mayor pérdida de una civilización. Eso es evidente. Ahora bien, suena raro el discurso del personaje de Clooney al referirse a las obras: “El arte de nuestra civilización”. ¿Está hablando de la civilización americana? ¿De la occidental? Porque las obras fueron realizadas en Europa, no en América (son obras de Rembrandt, Renoir, Picasso, Rodin, Miguel Ángel). Y si habla entonces de la civilización occidental ¿por qué los norteamericanos se proclaman dueños de la misma? Por tal motivo es gratificante que el tono del film sea cómico, al mejor estilo de la serie M.A.S.H. (1972), para alivianar la carga de solemnidad sobre los mensajes –con bandera de Estados Unidos inclusive- que bajan ya no tan subliminalmente. Las preguntas continúan ¿por qué deben apurarse a recuperar las obras antes de que lleguen los soviéticos? ¿Los soviéticos iban a robarlas también? ¿No saben cuidarlas tan bien como ellos? Nunca queda claro en la película, un dato que jamás se explica. Si nos despegamos del discurso bélico de Operación monumento, y nos anclamos en el valor del arte para una sociedad, ahí si coincidimos con Clooney en su relato. Pero nuevamente cae en un lugar común al culpar a los nazis (los grandes malos del mundo contemporáneo) de la aberración del robo de arte. Los británicos también cometieron el mismo delito a lo largo de la historia y continúan exhibiendo las obras en sus museos alegando que nadie las cuidará mejor que ellos. Sería ideal algún día, un film que los denuncie con la misma vehemencia.
Pies de plomo Hay algo simpático en la carrera de George Clooney como director de cine, y no sólo por el hecho de que siempre es simpático un actor devenido director, algo no tan común pero que suele tener buenos resultados, con figuras desde Clint Eastwood y John Cassavetes hasta Drew Barrymore. Clooney suele filmar películas ambientadas en otra época (con recurrencia sobre la primera mitad del siglo XX, en especial los ''50) y aún cuando la ambientación de su cine sea contemporánea (como en su película anterior, The Ides of March), algo en su forma de narrar, en su idea general sobria y adulta, huele a otras épocas. Clooney -a estas alturas es evidente- no es ningún genio con la cámara, pero parece ser prácticamente la única persona en Hollywood que recuerda el pasado clásico de la industria de la cual forma parte. Ya sea con una comedia ligera (Leatherheads) o con un alegato político (Buenas noches y buena suerte), sus referencias están siempre ancladas en una tradición que el cine mainstream ha dejado de lado. Clooney conoce y cultiva el glamour vetusto y no por nada ha modelado su figura pública alrededor del dandy elegante y sofisticado que ya no existe. En Operación monumento hasta porta un bigote a lo Cary Grant. Después de recorrer política y comedia, Clooney llegó finalmente al cine de guerra, un género claramente anclado en la década del ''40, época de oro del cine clásico, que por obvias razones el cine fue dejando atrás. Si bien los nazis siguen rindiendo en pantalla, cuando el cine los vuelve a invocar suele buscar hoy alguna excusa novedosa: ya sea relatar perspectivas más complejas sobre el nazismo (El lector, por ejemplo) o bien para apropiárselos en la clave más puramente pop (al mejor estilo Indiana Jones o, más moderno, Bastardos sin gloria). Habría que volver unas cuantas décadas atrás para encontrar otro ejemplo de cine bélico en la clave en la que intenta narrarlo Clooney: el cine de los soldados estadounidenses que van a luchar al frente por la nobleza de sus ideales y por la fraternindad de sus amistades entre soldados. Era, claro, el cine que se filmaba en los ''40, cuando Hollywood veía emocionado caer las lágrimas de sus propios ojos frente al heroísmo de sus soldados, pero ya pasó un buen tiempo desde que a alguien se le ocurrió volver a filmar eso. La motivación en este caso es contar una historia poco conocida -pero no por eso menos real- la de un pequeño escuadrón de artistas e intelectuales que fueron enviados al frente sobre el final de la guerra para tratar de preservar y recuperar los monumentos y obras de arte que estaba destruyendo el conflicto. La suya, entonces, no es tanto una aventura bélica (no tienen que luchar contra los alemanes, apenas si bordean el frente y quedan cada tanto atrapados en algún cruce de fuego) sino más bien una aventura "del espíritu": preservar la herencia de la humanidad. El problema, claro, es que por más que la historia sea más o menos interesante, lo importante es cómo se la cuenta. Es cierto: uno cree percibir el potencial de una buena narración en los hechos de estos hombres, pero no se la ve en Operación monumento. El elenco, cargado de nombres enormes de la comedia, empezando por Bill Murray y John Goodman, pero sin olvidar a Bob Balaban o hasta el propio Clooney, que se ha demostrado bastante eficaz, hacía suponer un tono ligero o, por lo menos, alguna mínima distancia que nos permitiera disfrutar de lo que hay en pantalla. Pero no ocurre nada de eso. Todo lo que Clooney muestra, lo muestra con la seriedad más plumbea, sin agilidad en la narración (en lugar de escenas, casi todo lo que vemos en la película parece apenas escenas de transición que no conducen a ningún lado), sin momentos bien redondeados (las acciones se suceden casi como un catálogo de "hechos reales" que había que contar para ser fieles a la historia, pero sin espesor dramático) y absolutamente ahogado por un sentimentalismo franco pero inmotivado (todo el tiempo, casi desde el principio, los personajes se la pasan hablando de sus nobles sentimientos, sin que la película misma llegue nunca a construir con su narración sensaciones verdaderas). El resultado, entonces, se parece a lo peor de aquel cine clásico que Clooney parece admirar: narración aleccionadora, personajes superficialmente morales, diálogos acartonados y chistes sobre explicados, momentos sosos en los que lo único que importa es reconfortar. Los buenos actores logran darle cierta vida a sus personajes (en la dupla Balaban/Murray, algunos momentos de Cate Blanchett) pero no pueden darle vuelo a una película que decidió atarse desde un primer momento a la lápida de la historia y los buenos sentimientos. La música (otra referencia más a ese cine clásico) cubre cada superficie de la película con un tono que se acerca a lo ligero, pero Clooney no sabe qué hacer con ella. Tal vez si hubiera respetado ese tono más disfrutable podría haber logrado armar una película más entretenida y no por eso menos noble.
Casi como un homenaje a un cine que no se hace más –o solo se rescata en versiones retro, irónicas o zarpadas, como es el caso de BASTARDOS SIN GLORIA, de Quentin Tarantino–, OPERACION MONUMENTO trata de rescatar el espíritu de cierto cine de los ’60 centrado en misiones bélicas, preferentemente durante la Segunda Guerra. Ese tono serio pero a la vez jovial, de acción pero muchas veces sentimental, que tenían películas como LOS DOCE DEL PATIBULO, EL GRAN ESCAPE, DONDE LAS AGUILAS SE ATREVEN, EL BOTIN DE LOS VALIENTES o la propia M.A.S.H., vuelve aquí en este filme que narra las desventuras de un grupo de especialistas en arte que viaja a Europa durante la Segunda Guerra Mundial con el objetivo de reconocer grandes obras de arte robadas por los nazis y rescatarlas. La trama tiene muchos puntos de contacto con EL TREN, el filme de 1966 de John Frankenheimer que se puede ubicar muy bien en el subgénero citado antes y que se centraba en una empresa parecida, lo cual no tiene nada de extraño ya que ambas se centran en hechos reales, alterados para la ocasión. Aquí el grupo que integra la misión es bastante disparatado. El historiador de arte Frank Stokes (George Clooney, también director del filme) es el que propone el salvataje y el encargado de reunir al comando en cuestión: el experto en arte James Granger (Matt Damon), el arquitecto Richard Campbell (Bill Murray), el escultor Walter Garfield (John Goodman), el dealer de arte francés Jean Claude Clermont (Jean Dujardin), el historiador de arte Preston Savitz (Bob Balaban) y el especialista británico Donald Jeffries (Hugh Bonneville), a quien se le suma como traductor el soldado Sam Epstein (Dimitri Leonidas), que habla alemán. George Clooney;Matt Damon;John Goodman;Bob BalabanTodos van a Europa después del desembarco en Normandia y dividen sus actividades en grupos o duplas, sin mucha ayuda de los militares aliados apostados allí, quienes piensan que es ridículo arriesgar las vidas de soldados para salvar obras de arte. Granger va a París y allí se encuentra con Claire Simone (Cate Blanchett), una mujer que trabajaba bajo las órdenes nazis, quien pese a una inicial resistencia termina cooperando con los norteamericanos y dando los datos de donde podrían estar distintas grandes obras. Y allí van los un poco torpes soldados, enredándose con minas explosivas o metiéndose en peligrosas situaciones por su inexperiencia, mientras corren una especie de carrera con los nazis (y los rusos) para ver quien se queda con las obras. La película es liviana, casi excesivamente, pero no termina nunca de ser del todo graciosa (es, digamos, leve y ocasionalmente simpática), pese al gran elenco que la integra y que hace lo mejor que puede con un guión bastante mecánico. Hay momentos divertidos y otros relativamente emotivos, pero no los suficientes en función de los excelentes actores que tiene el filme y la historia sobre la que trabaja. Lo mismo sucede con lo relativo al suspenso y a la acción, que siempre parece quedarse corto, especialmente en función de los parámetros cinematográficos de los últimos 20, 30 años. Sí, es cierto, hay algo particularmente demodé de la película que resulta muy agradable, ya que no es un “retro” irónico lo que busca Clooney aquí, sino hacer una película que parezca filmada en 1964. Pero de cualquier modo, el relato no termina de imponerse por sus propios medios. monuments2Por otro lado, OPERACION MONUMENTO tiene un carácter casi educativo, como una película pensada para enseñar arte en las escuelas sin escenas “ofensivas” de ningún tipo. Y ese tercer eje –políticamente correcto al extremo– es el que termina por desbalancear la película hacia el relato mecánico, algo previsible. De cualquier modo, Clooney es un director que conoce muy bien el medio y los materiales con los que trabaja. Sean mejores o peores sus películas, siempre queda en claro que hay un conocimiento cabal del mundo cinematográfico en el que se mueve en cada situación. Aquí eso es evidente, y aunque la película no termine de sacar la cabeza fuera del molde dentro del que está formateada, queda en claro que el cine de Clooney tiene algo en común con su aspecto. Parecen salidos de otra época.
Uno de los aspectos más interesantes de Operación monumento es que trabaja un tema que fue bastante ignorado en la basta filmografía que existe sobre la Segunda Guerra Mundial. En su nueva labor como director, George Clooney centró su película en la historia de los hombres que tuvieron la misión de rescatar obras de arte para prevenir que desaparecieran en manos de los nazis. A diferencia de lo que se muestra en este film, no fueron siete personas las que estuvieron a cargo de esta tarea, sino 350 soldados que se dividieron en varios comandos por toda Europa. El único antecedente que existía en el cine sobre este tema fue la obra maestra de John Frankenheimer, El tren (1964), una tremenda película bélica con Burt Lancaster. Por alguna razón desconocida después no hubo otras producciones que trabajaran esta cuestión hasta que Clooney desarrolló Operación monumento. Una película rara. Se centra en un tema apasionante con un elenco memorable pero es un film que en rasgos generales no consigue sacarle jugo a la historia que presenta ni a sus protagonistas. En un comienzo parece una versión retro de La gran estafa, con Danny Ocean en los años ´40, luego pretende ser un drama más serio y hasta por momentos un thriller bélico, pero nunca termina por definirse con ninguna de estas variantes. Hay personajes que entran y salen del conflicto sin explicación y algunos de los mejores momentos del film ni siquiera tienen que ver con la historia central. Un claro ejemplo es la escena de John Goodman y Jean Dujardin (El artista) cuando se encuentran con un francotirador. Si esa situación se eliminaba en la edición no afectaba en absoluto a la trama pero resultó una de las escenas más entretenidas de toda la película. Bill Murray, por ejemplo, está completamente pintado en esta producción y salvo por unos breves aportes humorísticos su personaje queda en el olvido. El film de Clooney no es para nada malo pero su narración es densa y carece de emoción. En consecuencia, la película termina siendo algo intrascendente. Los hechos que lograron los hombres que participaron de la operación real fueron importantísimos y en este film el director simplificó todo en una simple anécdota. Los norteamericanos salvaron el patrimonio artístico de la humanidad. Hay un gran puesta en escena y muchos artistas talentosos involucrados, pero el resultado final no logra convencer del todo. Por eso cuando la terminás de ver queda la sensación que le faltó algo. Por el reparto que Clooney había reunido y el tema que se trataba me parece que se podía esperar muchísimo más de esta película.
Otra vez George Clooney detrás de las cámaras. Parece que ya le tomó el gusto a dirigir, y por eso, religiosamente, filma una película cada tres años. En esta quinta oportunidad (presentada fuera de competencia en el último Festival de Berlín) toma un hecho verídico acontecido durante la segunda guerra mundial, el que justamente dará nombre a la película, la llamada “Operación Monumento”(USA, 2014). En esa operación y bajo el lema de “las grandes obras de arte no pueden pertenecer sólo a una persona”, un grupo de individuos relacionados con el arte serán reclutados por el historiador Frank Stooze (Clooney) para la arriesgada empresa que hay que hacer, meterse en el medio de la guerra para poder intentar recuperar aquellas obras de arte (del tipo que sea) que fueron saqueadas por el nazismo para acopio. El filme arranca con un robo, y así se genera desde un primer momento la empatía con la tarea de los hombres de los monumentos (como dice su título original) y mostrando la importancia del arte en todos los seres humanos. En momentos críticos justamente es el arte lo que en alguna medida le devuelve su humanidad a la raza o al menos su sentido de pertenencia a algo más allá de lo horrendo de las imágenes que presenta la guerra. Divididos en grupos, los reclutados por Stooze, a saber: un experto en arte, James Granger (Matt Damon), un arquitecto, Richard Campbell (Bill Murray), un escultor, Walter Garfield (John Goodman), un merchant, Jean Claude Clermont (Jean Dujardin), un historiador, Preston Savitz (Bob Balaban) y un especialista Donald Jeffries (Hugh Bonneville), deberán descubrir dónde están escondidas las obras. Una “búsqueda del tesoro” cinematográfica. En este caso el tesoro justamente será el botín de guerra. Por momentos la película se asemeja a una serie televisiva de procedimientos, en las que se deducen pistas de cualquier indicio que se presente ante ellos (siempre trabajando en duplas). En otras oportunidades el tono educativo y casi solemne que elige Clooney para contar esta historia (que en estos momentos su versión en papel está primera en la lista de best-sellers en EE.UU) no logra superar el tedio. Clooney sabe como contar, el filme posee una estructura clásica, es decir presentación de personajes, presentación del conflicto, relacionamiento entre ellos, resolución de la historia, haciendo que la narración sea muy cercana a la de cualquier filme de índole histórico, de hecho, hasta parece haber sido producida y filmada hace ya muchos años (esto fue a propósito o ¿es un filme que atrasa?). Con un material tan rico, la propuesta podría haber sido otra. Al igual que el registro. Por momentos los gags hacen que se corte cierto tono dramático que se quiere imponer. Y en otros el humor organiza las mejores escenas. Entonces uno entra en la disyuntiva acerca de qué tipo de película está viendo, obviamente más allá de enmarcarse en el género bélico. ¿Esto es una comedia, es un drama, es una película de acción?, ¿qué es Operación Monumento? También se diluye un planteo inicial sobre una historia de venganza, relacionada al personaje que interpreta Cate Blanchett (Claire Simone), una asistente de los nazis a quien le sucede algo con un familiar y decide tomar armas en el asunto. Este personaje es el más rico de todo el filme y es lamentable que no se haya profundizado más en él y se escoja la ridiculización con una escena cursi y banal como la de la cena con Granger (Damon). Otro elemento que no ayuda a la generación de climas acordes es la banda sonora, presente de manera extradiegética en casi cada fotograma del filme. Menos es más Clooney y hay veces que sólo con las imágenes se cuenta mucho más y se genera más tensión que con la música. A pesar de las actuaciones impecables de Blanchett, Murray, Damon, Goodman y hasta el propio Clooney, en “Operación Monumento” hay algo que no termina por convencer y hace que la película fagocite lo interesante del tema real cayendo en lugares comunes y golpes bajos innecesarios.
Los films que están ambientados en un contexto bélico se prestan siempre para un despliegue enorme de patriotismo. Si encima está basado en una causa tan romántica como salvar el arte en medio de tanta muerte, hay más de uno que va a quejarse de la temática, de la exageración de la figura del héroe y hasta de que George Clooney siempre tenga onda, pero si hay algo que no hace esta película es venderte algo que no es. La historia empieza cuando un profesor de arte explica la importancia de éste en la vida del hombre y cómo Hitler pretendía apropiarse de él. Todos conocemos la anécdota de que en realidad Adolf era fanático del arte y quiso entrar en la universidad para estudiarlo. Al ser rechazado unas cuantas veces, no le quedó otra que resignarse pero era un bicho que le había picado. Hitler fundó museos bajo el slogan del “Arte Alemán”(más cerca del clásico) y el “Arte degenerado”, porque además de muchos otros trabajos en su CV, el hombre también juraba ser curador de arte. Mientras se nos van presentando estas obras y la necesidad de conservarlas, entre algunos galpones con cajas antiguas, a todos se nos hace un nudo en la garganta porque pensamos en Indiana Jones. Y es que toda la primera mitad del film con la simpatía de Clooney, de Goodman, de Dejardin tiene un tono liviano e irónico que a medida que nos encontramos cara a cara (y con esto ellos también) con lo que realmente significa la guerra. Con una radio como único lazo entre ellos, éstos hombres nos dirán que la verdadera razón para conservar todo esto es poder recordar, poder construir sobre un pasado en común, sobre una historia. Si esto desaparece, no tenemos nada. Con una estética cuidada y una ambientación correcta que termina de completarse con ese desfile emocionante de esculturas, trípticos, frescos, óleos, tapices y hasta marcos de cuadros con nombres como el de Picasso, George Clooney dirige a este gran elenco donde se destaca Bill Murray como hace mucho no lo veo y Cate Blanchett dando en la tecla, para crear esta historia entrañable que habla de que lo bello del arte son las raíces. Una película liviana que está entre MASH, Indiana Jones e intentar ser seria. Tal vez apela tanto a la nostalgia, a la música conmovedora y milimétrica para llenarte los ojos de lágrima, al gag medido y justo y al pie, que por momentos pierde alma. Si te vas buscando un poco de propaganda, del patriotismo exacerbado de los estadounidenses y a reírte un poco con una banda de actores que nos caen bien, esta peli es para vos. Si buscás una mirada fresca sobre la Segunda Guerra, no, a menos que seas un fan del arte.
El arte perdido La última película de George Clooney venía con numerosos factores a su favor (y no, no hablo de su póster descaradamente parecido al de Bastardos Sin Gloria): interesante historia, un reparto de increíble talento, una reconocida solidez narrativa de su director. Comencemos con Clooney. Su Buenas Noches, y Buena Suerte (Good Night, and Good Luck) es una joya, y resultaba perfecta para aquel 2005 donde Bush era el presidente de Estados Unidos en pleno “están con nosotros o contra nosotros”. La elección de contar la historia del periodista, interpretado por David Strathairn, que se había enfrentado al senador McCarthy era potente. Una película tensa, y que se mostraba contenida y moderada en la épica que narraba. Su siguiente película, una screwball comedy llamada Leatherheads (2008) fue un ejercicio simpático, y no mucho más que eso. Pero ya en Secretos de Estado (The Ides o March, 2011) se comenzaba a revelar cierto agotamiento en su cine, mucha obviedad y la necesidad de dar discursos aleccionadores eran marca de esto. Por eso al llegar a Operación Monumento (The Monuments Men) duele ver a Clooney un escalón más abajo. Ojala solo fuera la falta de nervio, de química y el derroche de humor fallido (¡y eso que está Bill Murray!) lo único imputable a este desperdicio de recursos. Aquí Clooney no solo pierde en lo cinematográfico, también se regodea en la idea tan (norte) americana de que los salvadores son made in usa. Dejando para el resto un papel de incapaces (ingleses y franceses) o nuevos malos (los rusos). Pero como pondera Granger (Matt Damon) en uno de los momentos de lucidez de la película, los rusos perdieron 20 millones en la guerra, un poco más de respeto. Repasemos como es la historia de Operación Monumento. Sobre el final de la Segunda Guerra Mundial, y con los nazis en retirada, un grupo de historiadores y curadores tratan de rescatar obras artísticas robadas por Hitler. Para eso está Frank Stokes (George Clooney), quién con autorización del gobierno de Estados Unidos, recluta una serie de veteranos y entendidos en artes para ir en busca de ellas. Ese equipo no es el más ducho para las batallas, pero aún así, se lanzan a Europa para empezar a rastrear las obras. La pandilla de personajes comienza como una especie de La Gran Estafa (Ocean’s Eleven, 2001) para luego dividirse con intención de ampliar el registro de búsqueda, hecho que resta sensiblemente a la película. Una de las razones de esto es porque las duplas que se forman Goodman-Dujardin, Murray-Balaban, Clooney-Bonneville nunca terminan de funcionar, y otra, porque las situaciones que se elijen mostrar de cada una de ellas parecen viñetas, inconexas con la idea central de la película. Entonces nuestros protagonistas no logran crear empatía, y la aventura resulta puro mármol, tan desapasionada que hasta la muerte nos resulta indiferente. Apenas es rescatable lo que sucede en París con el mejor personaje de la película: Claire Simone (Cate Blanchett). Trabajadora de un museo controlado por los alemanes, su desprecio por todos excepto por el arte resulta uno de los pocos gestos de amor de la película. El personaje del grupo que cae a su lado para formar otra dupla es James Granger (Damon), con quién surge un forzado y rígido coqueteo romántico. Extraña ver a tantos carismáticos y solventes actores deambular sin convicción, así como sorprende presenciar tantos pasos de comedia deslucidos y fuera de tiempo. Entre la mixtura de la comedia y el drama, la aventura y lo bélico, por momentos se divisa lo que pudo haber sido la película y no fue, haciéndola aún más fallida, exponiendo la inconsistencia de Clooney en el manejo de un tono que nunca logra comprender más que en su mera superficialidad.
Por el arte, con poco arte Fines de la Segunda Guerra Mundial. Los alemanes pierden terreno progresivamente. Pero al irse de ciudades y pueblos ocupados destruyen y roban obras de arte de primer orden. También los ataques aliados están rompiendo objetos y edificios irreemplazables. Para cuidar el arte que todavía está amenazado y recuperar el robado se forma un escuadrón aliado: cinco estadounidenses (George Clooney, Matt Damon, Bill Murray, John Goodman, Bob Balaban), un francés (Jean Dujardin) y un inglés (Hugh Bonneville). Y, basada en hechos reales, comienza la acción. Bueno, es un decir: por más música omnipresente, cambios de escenario, "valores de producción" y otros etcétera, ésta es una película bastante estática. Las acciones de este equipo son muy limitadas en su arco narrativo, y muchas veces quedan encerradas en anécdotas moleculares (el francotirador, el alemán del bosque), desperdigadas, deshilachadas en la necesidad de darles a todas estas estrellas -y a Cate Blanchett, el mejor personaje de la película, tal vez porque no tiene que compartir acciones con muchas otras mujeres- algo para hacer. Pero es inviable: demasiadas estrellas no hacen necesariamente un cine brillante, y se nota, sobre todo al final, que sobran actores. Cada uno hace un poco, un tanto absurdamente y con poca verosimilitud, como para justificar su presencia, como si en lugar de grandes estrellas fueran empleados sobrantes de una repartición pública. Hay mucha indecisión en el tono: la película es tironeada por el humor ácido de Murray (que tiene una escena sensiblera torpe, casi imperdonable), por el humor verbal de Bonneville (que luego pasa a momentos solemnes), por un John Goodman que parece cansado y -rareza de rarezas- no encuentra el track, por la actitud deadpan de Bob Balaban y por la simpatía demasiado profesional de Dujardin que choca con la simpatía genuina de Clooney y su necesidad como director-guionista-productor-protagonista de dejar "un mensaje" positivo que eleve las almas y a la vez sin ser demasiado agresivo. El relato propone una mezcla que no logra ser amalgama y que no termina de arrancar jamás gracias a un tono anticuado, pero no clásico, a escenas demasiado quietas (Matt Damon, mago del movimiento, parece estar atado y reprimido). La música de Alexandre Desplat -uno de los innegables músicos estrella del cine actual, por si hacía falta otra estrella- adquiere un papel demasiado preponderante al tratar de transmitir las emociones que la acción no puede por sí sola, y las referencias a Un puente demasiado lejos (1977), de Richard Attenborough -en la música, en la idea de misión conjunta, en el reparto multiestelar y multinacional masculino con una mujer en el cartel- no alcanzan para que la quinta película de Clooney como realizador no sea un notorio paso en falso.
Como si el Rat Pack hubiera mutado en Art Pack Operación Monumento empieza con el clásico cartel (que ya harta) de “Basada en hechos reales”. Después de verla uno piensa que se quedaron cortos. Debieron haber agregado: “Todo salió bien. Por eso, como ustedes verán, ni en las circunstancias más adversas nadie se hace demasiado problema”. La nueva película dirigida, coescrita y coproducida por George Clooney –junto a su socio de toda la vida, Grant Heslov– sí que está escrita de adelante hacia atrás, sabiendo cómo termina todo. Es como si se contara la crucifixión de Cristo como un jolgorio, porque el guionista sabe que va a resucitar, o la aplastante victoria de varias naciones indias frente al general Custer en Little Big Horn entre lágrimas, porque a la larga esos pueblos terminarán sojuzgados por el hombre blanco. Algo semejante sucede aquí con un par de muertos del lado “bueno”: es un poco que pase el que sigue, si total vamo’a ganar. El resultado de tanta falta de drama, de conflicto, de tensión, es el esperable: el opus 5 de Clooney debería llamarse Operación Monumento al Aburrimiento. El tema es el famoso oro nazi. O parte de él, al menos. Su parte pictórica y escultórica, básicamente. Aunque en un momento dado –no conformes con haber hallado el más grande tesoro artístico perdido por la humanidad– nuestros héroes encuentran, de taquito, pilas y pilas de barras de oro. Como si el dueño de la chancha y los veinte diera con la máquina de hacer chorizos. Clooney hace de historiador del arte, que, cuando ya el resultado de la guerra puede adivinarse, recibe el dato de que la jerarquía nazi, de Hitler para abajo, viene acopiando desde la Madonna y el Niño de Miguel Angel hasta Rembrandt, Vermeers y siguen las firmas. Aunque el presidente Roosevelt no se muestra muy dispuesto a invertir esfuerzo bélico en la pavada de recuperar piezas de arte, con un par de sus sonrisas Clooney lo seduce, formando un pequeño batallón de arquitectos, expertos y eruditos, que responden a su llamado telefónico con la presteza de quien recibe la invitación para un asadito. Todos gente macanuda, a estos salvadores del arte no les resultará fácil convencer a la milicada de la importancia de su misión, optando por hacerlo por la propia. Las charlas distendidas, el cancherismo inherente a Clooney, las bromas entre éste y Matt Damon (¡que hace de restaurador eminente!) y las risas compartidas hacen pensar, en algún momento, en una del Clan Sinatra, que para la ocasión habría mutado de Rat Pack a Art Pack. Pero no: ahí está Clooney poniéndose serio y mandándose un speech de cinco minutos sobre la importancia del arte y la cultura para el presente y futuro de la civilización occidental, tanto como para recordar que ésta es una película seria, qué embromar. Apasionante en sí misma, la historia del rescate de ese tesoro invaluable es contada de modo tan desvaído que si a uno no le dicen que esos actores tan parecidos a Cate Blanchett, Bill Murray y John Goodman (¡que hacen de arquitectos!) son, en verdad, Cate Blanchett, Billl Murray y John Goodman, jamás lo creería.
En busca de los robos del nazismo Con una historia poco conocida de la Segunda Guerra Mundial, George Clooney se ubicó atrás y adelante de las cámaras para su quinto opus, donde sumó a Bill Murray, Matt Damon, John Goodman y Jean Dujardin. Clooney director sigue apostando por una narración clásica, con personajes arquetípicos e historias que se ubican en una zona de interés popular, sin caer en complejidades temáticas ni virtuosismos en la planificación formal. Clooney cineasta, sin ser nada original, fue construyendo una aceptable carrera detrás de cámara con Confesiones de una mente peligrosa, Secretos de estado, Jugando sucio y Buenas noches y buena suerte, hasta ahora su mejor film. Pero con el quinto opus da la impresión que Clooney nunca vio una película donde se mixturan los géneros (bélico más aventuras), se trate de un pasado bastante lejano o de un ejemplo más reciente. Tal vez sea demasiado pedirle a Clooney director que conozca algunos títulos de los años '60 y '70 donde la Segunda Guerra Mundial actúa como paisaje de un pelotón de soldados protagonistas (Doce del patíbulo; El botín de los valientes), pero sí, por ejemplo, que trate de acercarse al mejor film hasta hoy de Tarantino (Bastardos sin gloria) y a uno de los grandes títulos de Eastwood como director (Jinetes del espacio). La cita al eterno Clint no es casual, porque Operación Monumento empieza con el reclutamiento de un grupo de especialistas en el mundo del arte, misión a cargo del personaje de Clooney, quienes deberán rescatar obras pictóricas robadas por los nazis. El pelotón, heterogéneo en lo singular pero sin demasiados matices, está integrado por estadoudinenses y dos europeos, uno francés y otro inglés. La ubicación temporal se presenta a pocos días del desembarco en Normandía y las obras a re-hurtar tienen nombres de prestigio como los de Vermeer, Rembrandt o Da Vinci. Una mujer (Cate Blanchett), metida en una parafernalia nazi en retirada, será el nexo ideal para que el grupo comandado por Clooney cumpla su cometido. Semejante aventura fílmica, basada en hechos reales, requería de una dosis de emoción y empatía con los personajes que la película aporta en mínimas dosis. Los integrantes del escuadrón, prestos al acto heroico, se dedican a contar algún hecho del pasado o a plantear una serie de interrogantes sobre el trabajo asignado, en lugar de convertirse en héroes del género como a gritos pedía la trama del film. Ocurre que Clooney confía más en las palabras que en las acciones, equívoco grosero para esta clase de películas donde el cuerpo y las relaciones internas del grupo importan más que la duda o certeza por cumplir los objetivos. Alguna ironía bien resuelta, algún gesto de Bill Murray, una muerte de cierta heroicidad y acotados minutos de tensión no son suficientes para salvar una película mediocre, una auténtica anti-aventura bélica donde es fácil adivinar quienes vivirán y morirán una vez terminada la misión.
Los tesoros que se salvaron El filme muestra resultados desparejos, aunque es un filme clásico con buen ritmo narrativo, no profundiza demasiado en los hechos y es ingenuo y entretenido, con anécdotas que intentan la sonrisa del espectador y no siempre lo consiguen. El filme de George Clooney da a conocer una operación que aunó lo militar y lo artístico para salvar objetos de la cultura universal. Pinturas, esculturas, libros, manuscritos robados por los nazis fueron rescatados y vueltos a la luz por un batallón de estudiosos y expertos en arte. El batallón fue creado por el presidente Franklin D. Roosevelt, a pedido de un grupo de artistas enterados del expolio cultural. Ese grupo se infiltró en las líneas enemigas con uniformes de soldados, para rescatar obras de Miguel Angel, Da Vinci y Rembrandt, entre otros, ocultados en su mayoría en iglesias o minas. TEMA INHABITUAL Pocas películas han tocado este tema. El director John Frankenheimer lo hizo en los "60, con "El tren" y Guy Collins y Jane Chablani en sendos documentales; mientras George Clooney lo retoma basándose en un libro de Robert M. Edsel y Bret Witter. "Operación monumento" presenta a los aludidos estudiosos, con el experto Frank Stokes (George Clooney) a la cabeza. Y los sigue en su itinerario de rescate, alguno, como James Granger (Matt Damon), jefe del equipo, ayudado por una joven francesa, Claire (Cate Blanchett), bibliotecaria del Museo del Jeu de Paume, donde se concentraba el material de saqueo acumulado para las visitas "selectivas" del nazi Hermann Göring (como Hitler, amante del arte). "Operación monumento" es casi un filme de guerra que no sucede en el campo de batalla, donde sus "soldados" hablan de arte, alguno intenta un romance para sacar secretos de museos y otro muere en una emboscada por salvar una obra de arte. La película permite asistir al rescate del "Retablo del cordero místico" de Van Eyck, obra maestra de la cultura flamenca y holandesa, llevado por Göring a Berlín y también al del grupo escultórico de la "Madonna de brujas" de Miguel Angel que, en la vida real no requirió para ser salvada, de un personaje como el de Donald Jeffries, a cargo de Hugh Bonneville. LOS PERSONAJES Los caracteres de los personajes han sido tomados de la vida real y disfrazan nombres como los de Rose Valland, curadora del Museo del Jeu de Paume, imprescindible en la tarea de recuperación de obras; o James Rorimer, luego director del Museo Metropolitano de Nueva York (a cargo de Matt Damon en la ficción). "Operación monumento" muestra resultados desparejos, aunque es un filme clásico con buen ritmo narrativo, no profundiza demasiado en los hechos y es ingenuo y entretenido, con anécdotas que intentan la sonrisa del espectador y no siempre lo consiguen. Sin embargo es valiosa, porque permite conocer la existencia del histórico despojo y a esos seres increíbles, que se jugaron por grandes testimonios de la cultura.
George Clooney como director, coguionista y protagonista, junto a un gran elenco con Matt Damon, John Goodman, Bill Murray, Jean Dujardin, Cate Blanchett y siguen los nombres. Basada lejanamente en una historia real, con toques de humor, sin golpes bajos y momentos emotivos. Se cuenta lo que le ocurre a un grupo expertos en arte que hacia el final de la segunda guerra mundial rescatan las grandes obras que se habían robado los alemanes. Entretenida, amable.
Una carrera contrarreloj para evitar la destrucción de 1.000 años de cultura. Muy original y entretenida cinta, dirigida con pulso firme por GEORGE CLOONEY. Uno de los grandes aciertos del film, además de la reconstrucción de época y la elección de un sólido reparto, es la constante utilización del humor e ironía para amenizar una historia, muy lejana a las clásicas opciones bélicas. Por otro lado, el director no se anda con introducciones eternas, ni desarrollos intrincados, va al grano desde el inicio, logrando un dinamismo, que el espectador sabrá agradecer.
El arte del rescate Escrita, dirigida y protagonizada por Clooney, sigue a un grupo que intenta recuperar obras robadas por los nazis durante la guerra. En la entrevista del domingo pasado que este diario publicó con el actor/productor/director George Clooney él dice: “queríamos poder agregar momentos más livianos y algo de conflicto, por lo que cambiamos los nombres. Por eso decimos el filme está ´inspirado en´ la historia real en lugar de ser un documental dramatizado”. Y en esa “inspiración” está el primer error de Operación monumento, una de las historias más apasionantes de la Segunda Guerra Mundial, que se “bancaba sola”. Sin modificaciones. ¿Por qué? El filme involucra a directores de museo, artistas, arquitectos, curadores e historiadores de arte quienes, lejos de estar bajo el servicio militar de los aliados (en plena agonía de la Segunda Guerra Mundial), son convocados por Frank Stokes (Clooney) para recuperar un botín inimaginable: seis millones de piezas de arte, las obras más importantes del mundo. Así entran al juego los actores Matt Damon (James Granger), John Goodman (Walter Garfield), Jean Dujardin (Jean Claude Clermont), Bob Balaban (Preston Savitz), Hugh Bonneville (Donald Jeffries) y Bill Murray (Richard Campbell). ¿Quién desentona? Lejos, este último. Es imposible creerle a Bill un papel serio luego de su tradición “cazafantasma” y cara de la inigualable Hechizo de tiempo. Clooney confesó que buscó remarcarle defectos a los protagonistas, por eso el cambio de identidades. Para no herir susceptibilidades. Lógico, pero erróneo, como el crucial papel de Claire Simone (Cate Blanchett), la “entregadora”, de los secretos artísticos nazis. El gran presupuesto con el que se manejó Clooney justificó una lograda ambientación -y banda sonora de guerra-, donde no hay que esperar sangre ni fuertes bombardeos, sino enfocarse en las réplicas de las obras de arte recuperadas como así también los inexpugnables refugios de las obras. Habrá un rico hallazgo que erizará la piel. Los sesudos trabajos de estrategia para dar con el botín es lo más disfrutable de este filme donde las fuerzas de Hitler buscaban “destruirlo todo” y el ejercito rojo les pisaba los talones a los “hombres de los monumentos”. Héroes.
El Botín de los Valientes George Clooney es un director de otra época. Una época en la que el cine se hacía en material en fílmico, donde los temas “importantes” estaban camuflados bajo géneros como el thriller o la comedia, donde los realizadores, eran autores, imponían una ideología, no dejaban de ser artesanos de la acción y aún así ponían el entretenimiento en primer lugar. Si Confesiones de una Mente Peligrosa tenía influencia del cine de Ronald Neame, Buenas Noches, Buena Suerte de Stanley Kramer y para Secretos de Estado se nutría del cine político setentoso de Alan J. Pakula o Sidney Lumet, en su quinta obra, Operación Monumento elige a aquellos realizadores que escondían un mensaje antibélico con obras inmortales de acción con mucho humor. John Sturges con El Gran Escape, Robert Aldrich y Los Doce del Patíbulo, o principalmente Brian G. Hutton y el díptico protagonizado por Clint Eastwood: El Botín de los Valientes, y Donde las Águilas se atreven. Todos clásicos de los sábados a la tarde. En este caso, el grupo de los Hombres Monumento, tienen la misión de encontrar, recuperar y devolver todas las obras de arte – pinturas y esculturas principalmente – robadas por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, y mientras esta misma se encuentra en su ocaso. Muy lejos de la estética cool y pop de Tarantino con sus Bastardos sin Gloria – que en realidad tiene menos de film bélico que de noir o western – Clooney evita muchos lugares comunes. Por ejemplo, decide no tomarse demasiado tiempo para mostrar el reclutamiento y entrenamiento de su grupo – liderado por él misma en una interpretación no muy diferente a la de Danny Ocean o el astronauta de Gravedad – así como sus protagonistas evitan internarse en tiroteos o escenas bélicas. La guerra estaba terminando y ni siquiera eran soldados, sino curadores de museos, arquitectos o directores teatrales. Stokes (Clooney) divide el grupo – más idealista que patriota – y de esta manera el film va abarcando varias subtramas que inducen a distintas relaciones. De esta manera quedan divididos el propio Stokes con un protector de arte británico que intenta recuperarse del alcoholismo – Hugh Bonneville – o un teatrista y un arquitecto que conforman una buddy movie independiente al conflicto central. La misma “extraña” pareja está conformada por Bob Balaban y Bill Murray – fetiches de Wes Anderson – quienes aportan sus dotes cómicos para darle más corazón que odio al film. Una pareja más desaprovechada es la de John Goodman y Jean Dujardin, quiénes cumplen con sus roles a pesar que su química está más forzada. Saliendo del perfíl bélico y entrando en el terreno de cine de espionaje bélico, encontramos a un restaurador de muros, intentando buscar el sitio donde los nazis guardaron la mayor parte de obras de arte a través de una ex agente de la Resistencia que trabajaba para un coronel nazi. Matt Damon y Cate Blanchett respectivamente, consiguen aportar un poco de romanticismo a un film que venía siendo bastante frío. Si bien el guión no depara demasiadas sorpresas, el tono más cercano a la comedia que al drama bélico solemne-reflexivo, estilo Rescatando al Soldado Ryan o La Delgada Línea Roja, convierten a Operación Monumento en un film ligero, liviano, divertido y entretenido. De hecho, la visión de la Segunda Guerra de Clooney se acerca más a la del Spielberg de Indiana Jones que a la de la película ganadora del Oscar protagonizada por Tom Hanks. Mucho esperaban que por los laureles cosechados con obras anteriores, Clooney realizara un film más ambicioso, pero Operación Monumento es lo que pretende ser. Un homenaje a los films de principios de los 60 que mezclaban humor y acción, donde se priorizaba tener personajes carismáticos, extraños, divertidos, con buena química entre ellos que un guión demasiado riguroso. Acá es más importante la camaradería que los conflictos internos, el patriotismo está visto, incluso, con una sonrisa y hasta los soviéticos son tomados con liviandad. Acaso el mayor lujo y, sin duda, el más importante legado que deja Operación Monumento es su espectacular banda sonora, que merece una mención aparte porque consigue levantar el tono de varias escenas que podrían ser intrascendentes. Alexandre Desplat – quién además tiene una actuación menor en el film – se inspira en las bandas sonoras de films bélicos de Elmer Bernstein, Lalo Schiffrin o específicamente Maurice Jarré y el leit motiv de El Día más Largo del Siglo, otra referencia al film, que tiene bastante similitud con el tema principal – en tono bastante “alegre” – al de Operación Monumento. Orientada a un público interesado en episodios no tan conocidos de la Segunda Guerra y al cinéfilo de la edad dorada de Hollywood, Operación Monumento es una fluida y simpática pieza del museo del cine, que nuevamente demuestra la destreza y sobriedad de George Clooney a la hora de dirigir y llevar adelante un relato clásico.
Al rescate de Clooney le faltó algo de garra El asunto del robo de arte por los nazis y sus intentos de recuperación generó una película imperdible de hace 50 años, "El tren", de John Frankenheimer (ver nota aparte). Medio siglo después, George Clooney, actor y director, vuelve al a enfocar el tema de un modo más convencional. Ya desde el prólogo la música de Alexander Desplat trata de calcar las melodías de las típicas superproducciones bélicas de antaño, mientras la propuesta de salvar los tesoros artísticos de la civilización occidental implica formar un comando al mejor estilo de "Dirty Dozen". Este caso, más moderado en todo sentido, sería algo más parecido a "The Arty Half Dozen", lo que conduce que John Goodman, Bill Murray, Matt Damon y Bob Balaban hagan pequeños gags al convertirse en ridículos reclutas. No es que la película sea mala. Es una película buena a la que le faltó garra para estar a la altura de los extraordinarios hechos a narrar, y que al estar relatados razonablemente bien logran que el resultado no deje de ser recomendable. En este sentido ayuda mucho la parte más visible del elenco, especialmente los comediantes del comando, John Goodman y Bill Murray, y más que ninguno entre los nerds convertidos en soldados, Cate Blanchet, encargada de personificar a Rose Vallandla, autora del libro en el que se basó "El tren", "Le front de l'art: défense des collections françaises,1939-1945". Aunque si se lo piensa bien quizá el que mejor logra el objetivo de ser verosímil en su transformación de nerd cultural a héroe de un comando especial antinazi ee el actor de culto Bob Balaban, que pasa de supervisar el ensayo de un ballet neoyorquino a la tranquilidad de burlarse y presionar a un nazi en su propio ambiente. Hay que esperar la segunda mitad de la película para que el conjunto empiece a lograr cohesión, y sobre todo intensidad. Finalmente, se trata de una película de guerra, y la acción dramática propia de un film de este género demora mucho en empezar, algo que incluso el mismo guión menciona especialmente: como por el solo hecho de estar en una misión de salvataje de obras de arte ni los personajes ni el público pudieran percibir que todo sucede en medio de la Segunda Guerra Mundial. Del mismo modo, Clooney se ocupó tanto de tener actores simpáticos y populares para su equipo, que olvidó unos villanos de peso. Al menos, contrató un equipo técnico eficaz, que logra que en momentos culminantes un primer plano de alguno de los héroes pueda recibir una dosis de la estética propia de la obra de arte que se esfuerza por rescatar.
Una película efectiva, no tanto por su narración o su entretenimiento, sino por el tema que plantea. En Rescatando al Soldado Ryan, uno de los soldados comandados por el Capitán Miller le pregunta a este qué sentido tiene poner en riesgo ocho vidas para salvar una sola. Traigo esto a colación principalmente porque el más reciente opus como director de George Clooney nos confronta con un dilema similar. Similar respecto a tratar de buscarle el sentido a algo en apariencia tan ilógico como arriesgar la vida por algo que, visto desde un esquema más amplio, no parece ser tan importante… sobre todo cuando hay una guerra en curso. La pregunta que nos hace Clooney es “¿Vale la pena arriesgar la vida por una obra de arte?” ¿Cómo está en el papel? Durante la Segunda Guerra Mundial, Frank Stokes, un erudito de la historia del arte, informa al Presidente Franklin Delano Roosevelt de la alarmante condición en la que se encuentran algunas de las obras de arte más relevantes de la historia de la humanidad. O bien Hitler se las esta robando todas para su museo, o quedan dañadas e irreparables tras los bombardeos; tanto de aliados como del eje. El plan de Stokes es el de reclutar a un grupo de jóvenes eruditos del arte y llevarlos por toda Europa para ubicar las obras robadas por Hitler, a la vez que velar por que su propio ejército no las haga pelota. Como todos los jóvenes eruditos ya están sirviendo en el frente, Stokes reclutará el mismo a los más destacados arquitectos e historiadores del arte para conformar lo que se llama Operación Monumento. El problema es que muchos de ellos pasaron los 40 y, en muchos casos, no han tomado un rifle o participado en un tiroteo en su vida. Aunque son sendas las situaciones cómicas, la peli sufre un decaimiento en su segunda mitad y una subtrama romántica que no pincha ni corta. Pero aunque en el apartado narrativo sufre de algunos baches, lo que es de destacar es que el desarrollo de su premisa es impecable; no pasa una sola escena sin que se trate, ya sea desde el texto o el subtexto, el gran tema de la película, la gran pregunta de la película: ¿Vale la pena arriesgar la vida por una obra de arte? Un planteamiento con el que Clooney nos confronta con solidez y sinceridad. Con una estructura narrativa mucho más trabajada la declaración hubiera sido más contundente. Pero a pesar de ello, el mensaje llegó, y eso es digno de mención. ¿Cómo está en la pantalla? La fotografía y la dirección de arte son impecables; sin mucho para criticar. La musicalización de Alexandre Desplat es reminiscente a clásicos bélicos como Doce del Patíbulo o El Gran Escape. Por el costado interpretativo, el ensamble actoral que reunió Clooney trabaja muy bien y sostienen la película con mucha dignidad. El, con mucha inteligencia, separo a sus actores en grupos de dos, y lo que le ocurre a las duplas de Jean Dujardin/John Goodman y la de Bill Murray/Bob Balaban es digno de la mejor comedia de Abbott & Costello o Laurel & Hardy, sin estar exento obviamente del drama inherente al marco escénico en el que se mueve la película y al cual Clooney apuntaba. Cate Blanchett, a pesar de que tiene un personaje muy poco trabajado en el guion, le sabe sacar brillo como solo una actriz de su categoría puede hacerlo. Conclusión Aun a pesar de sus defectos narrativos –pocos pero presentes– la película plantea su pregunta y la contesta con celeridad, y lo plantea como un dilema que los personajes deben resolver entre medio de los balazos. Solo por esto, Operación Monumento es una película disfrutable, ya que pone sobre la mesa una cuestión innegable, para la cual cito a Steven Soderbergh cuando ganó el Oscar por Traffic: “El mundo seria invivible sin el arte.”
The Monuments Men es simpática, correcta, pero también fallida. Me arriesgo a decir que no habrá gente -excepto los involucrados en su producción- que en un futuro cercano la tengan como una película favorita y es por la misma razón por la que no genera ni odio ni amor: es demasiado tibia. No es lo suficientemente candorosa como para adorarla, ni tampoco porta motivos para odiarla terriblemente. La indiferencia para con la película es el peor escenario posible, una mitad de camino evidente, y una verdadera pena porque con un elenco como el presente no había manera de que no funcionase. ¿Alguien recuerda ese capítulo de Los Simpsons en donde el abuelo y el señor Burns tienen una historia que data de la Segunda Guerra Mundial? Sí, el de los Peces del Infierno, ese mismo. Bueno, ésa es la época que se encarga de retratar lo nuevo de George Clooney, en su primer traspié como director. Dicho capítulo, uno de los más memorables de la historia de la serie animada, hace palidecer en comparación a la comedia basada en hechos reales que trae en pantalla el director de Good Night, and Good Luck, con pizcas aquí y allá de gracia, un poco de drama a medio cocinar para generar empatía y una trama bastante derivativa y carente de emoción como para realmente importar. Basada en una historia verídica, la odisea de estos hombres cultos por proteger íconos de la cultura de las garras nazis de Hitler suena muy interesante, pero una vez hecho el traspaso del papel a la pantalla, las lagunas narrativas provocan pereza y poco interés. En cierta porción del film, los grupos aleatorios que se forman para contar diferentes aspectos de la historia no terminan de cuajar nunca y el talento de los protagonistas apenas alcanza para llegar desde el costado simpático. Comediantes natos como Bill Murray o John Goodman deberían provocar estallidos de carcajadas, pero se quedan sin vapor enseguida. La pareja al azar de Matt Damon y Cate Blanchett tiene poca chispa entre sí y los personajes más vistosos como el aviador Clermont de Jean Dujardin o el soldado alcohólico de Hugh Bonneville son los que tienen un peso dramático y un par de pinceladas más de personalidad, pero en comparación con el resto del elenco tienen poco espacio en pantalla para que uno realmente genere una relación de cariño entre ellos. A falta de mejor comparación, The Monuments Men sufre del efecto Game of Thrones: entre tantos personajes, sólo algunos se llevan la mayor parte del metraje y capítulo a capítulo uno va descubriendo quienes son sus favoritos. Desafortunadamente, Clooney y compañía sólo cuentan con dos horas para generar ese tipo de empatía y el resultado es, de nuevo, tibio. El tono del film en general, entonces, se ve gravemente afectado por el factor episódico y por la poca importancia que se genera para con los miembros del escuadrón. Llegando casi a las dos horas de duración, el peso del limitado ritmo se deja sentir con fuerza y los escasos incidentes narrativos están demasiado separados el uno del otro como para generar una coherencia que dure de comienzo a fin. Una verdadera lástima porque The Monuments Men tenía varios matices interesantes y la reunión de un elenco semejante auguraba otro tipo de propuesta. ¡Mejor suerte para la próxima, George!
VideoComentario (ver link).
Tras presentarse en la reciente edición del festival de cine de Berlin, fuera de competencia y casi como un adorno, llega este film del actor G. Clooney quien también dirige. Basada en una historia real, que data cómo a finales de la Segunda Guerra Mundial el gobierno de Estados Unidos promovió la creación del Programa de Archivos, Bellas Artes y Monumentos, conocidos como Monuments Men, encargados de rescatar, catalogar y preservar las obras de arte robadas por los nazis en los diversos países ocupados, Cloney adapta los acontecimientos de este comando de historiadores y expertos en un relato que se aleja un poco del genero bélico priorizando mas la aventura y ciertas dosis de humor. A pesar del grupo de maduros irresistibles que integran su reparto, como el propio Clooney, Matt Damon, Bill Murray, John Goodman, Jean Dujardin y Cate Blanchett, la película trata con ligereza los elementos dramáticos del relato y se distancia de las acciones bélicas para narrarnos ligeramente como fue la aventura de este comando tan particular, algo que deriva en la poca implicación emocional que se siente como espectador con cada una de las muertes. La premura con la que se nos presenta a sus personajes principales, solo sugiriendo el carácter de cada uno de ellos, y separándolos luego por distintos lugares de Europa, dispersa la narración y no deja muy claro hacia donde va el relato. Hay escenas que podrían desaparecer sin afectar la comprensión de la historia y salvo la escena entre Matt Damon y Cate Blanchett en la secuencia de la cena íntima, el resto no consigue conformar cllimas interesantes. No hay intriga, peligro ni acción considerable, ni siquiera los apartados técnicos destacan de manera especial. Operación Monumento propone un enfoque nuevo a un género y una guerra que ha conocido de todo, con un elenco de grandes actores pero con poca química y con personajes a los que les falta desarrollo pero que la vuelven ligeramente entretenida. A pesar de reflexionar sobre la relación entre cultura y política, evita entrar en las entrañas mismas del horror. Recordemos que la dimensión del hallazgo delata también el calibre del exterminio, puesto que la mayor parte de esas obras ya no pueden ser devueltas a sus dueños legítimos, que han sido asesinados.
La guerra cultural 1-Hay veces que es más pertinente empezar por los defectos: Operación Monumento, el nuevo film de George Clooney, que cuenta la historia de una pequeña unidad del ejército estadounidense -compuesta por académicos que lo que menos tenían era experiencia en eventos bélicos- dedicada a encontrar/salvar/recuperar/devolver la mayor cantidad de expresiones artísticas posibles que los nazis intentaban robar o destruir durante la Segunda Guerra Mundial, tiene unos cuantos problemas, que resienten (y bastante) el conjunto final. En especial durante la primera mitad, a Clooney le cuesta encontrar el ritmo adecuado, la acción se dispersa demasiado y se explicitan en exceso las distintas capas discursivas. Pero a pesar de todo, estamos ante una película mucho más interesante de lo que parece y que se va consolidando a medida que avanza el metraje. 2-A Clooney siempre le interesaron los vehículos culturales que va encontrando la sociedad para expresarse. En Confesiones de una mente peligrosa y Buenas noches, y buena suerte el centro era la televisión; en Jugando sucio el deporte, con la radio como marco de difusión; en Secretos de Estado el marketing político. En todos los casos se asistía a procesos narrativos que sacaban a la luz hipocresías, artificios, fraudes, reglas dobladas o quebradas, aunque los caminos nunca eran lineales: Clooney no es un pesimista fácil, para él la mentira y la verdad no son tan antagónicas como parecen, y por eso toma como referencia a Edward R. Murrow, con su deconstrucción de los discursos macartistas, o celebra la sinceridad que pudo adquirir la trampa en lo que fue la conformación del fútbol americano. De ahí que en Operación Monumento lo que interesa es cómo las obras de arte constituyen expresiones pasadas, presentes y hasta futuras de una sociedad, y cómo los individuos se vinculan con ellas, retomando esta cuestión “aurática” del arte, del poder expresivo que posee lo original frente a la mera reproducción. Si en su filmografía previa Clooney analizaba textos masivos y expansivos, en su más reciente film hace foco en lo único e irrepetible, lo que si se pierde no se puede recuperar. Y en ese acto establece responsabilidades sobre la destrucción, la recuperación, la memoria, la identidad y la restitución a las manos correctas donde no sólo los nazis salen maltrechos, sino también las fuerzas aliadas. 3-Uno de los aspectos que enriquecen a Operación Monumento es la naturalidad con que recupera el estilo formal y narrativo del cine bélico de posguerra, tomando como referentes a directores como Samuel Fuller y Robert Aldrich, pero con una violencia física bastante más atenuada, porque a Clooney en realidad lo que le importa es otro tipo de violencia, que es la cultural. El robo masivo de arte es visto en la película como un indicio de lo que fue el Holocausto y otros crímenes de guerra, de la obediencia debida y hasta de la perspectiva wagneriana conocida como “arte total”, que derivó en un “hurto total”, en otra forma de quedarse con todo, de liquidar todo rastro de otras etnias, razas y culturas. Pero además, la dosificación de la violencia física, eso que apenas si se ve pero no deja de estar presente a través de su ausencia, contribuye a pensar, de manera mucho más efectiva que ciertos diálogos de trazo grueso, cómo determinados sectores artísticos e intelectuales no tienen un conocimiento cabal de lo que ocurre en una guerra, los costos que hay que pagar, y sólo es en el terreno que finalmente pueden realmente conocer y vivir eventos de los que muchas veces se dedican a hablar en abstracto. 4-Clooney extiende su clasicismo a la elección del reparto, recuperando al Bill Murray más noble, alejado de la pose, dándoles un peso sustancial a los papeles de Bob Balaban y John Goodman (ambos magníficos) y hasta haciendo que Jean Dujardin, a través de su rol, explicite su lugar en Hollywood, como alguien consagrado pero que a la vez no deja estar en inferioridad de condiciones frente a otras estrellas. Su consciencia de las herramientas, mecanismos y personalidades que han alimentado al star-system hollywoodense le permiten componer una puesta en escena que configura las condiciones ideales para varias secuencias que son magníficas: la visita al “granjero” alemán; la reproducción de una grabación de la familia de Murray en un campamento; la cena entre los personajes de Matt Damon y Cate Blanchett, son todas escenas que le agregan espesor, complejidad y riqueza a lo que se está contando, y que compensan otros momentos de estancamiento del relato. 5-Con Operación Monumento y su historia bélica que coquetea con el humor y hasta el misterio, logrando en sus pasajes más virtuosos ser un entretenimiento ágil y complejo a la vez, Clooney sigue posicionándose como un cineasta profundamente estadounidense en su ética y moral, que roza el idealismo. Hasta en su autocrítica lo es, porque allí también deja en evidencia su ombliguismo, cómo siempre piensa a Estados Unidos como el centro del mundo, hasta cuando cuenta algo que sucedió en Europa. La historia y la cultura europea, en este nuevo opus de Clooney, es la historia y la cultura de Estados Unidos. Es, por ende, la historia y la cultura global.
UNA GUERRA DE MUSEO Ni el gran elenco ni el gran tema logran elevar este filme por encima de la monótona corrección. La pregunta que plantea es: vale la pena el sacrificio de un hombre para salvar una obra de arte. Y el filme con poca suerte transita por ese callejón. También parte de un hecho real: A finales de la II Guerra Mundial, a un selecto grupo de historiadores, directores de museos y expertos en arte, tanto británicos como norteamericanos, se les encomienda la importante y peligrosa misión de recuperar las obras de arte robadas por los nazis durante la guerra. Un operativo casi imposible: las obras estaban muy bien custodiadas y el ejército alemán tenía orden de destruirlas en cuanto el Reich cayera. Pero claro, aún había guerra y el arte y la muerte se pisaban los talones. Filme convencional, que se ha empeñado en darles carácter a sus personajes, pero que carece de fuerza y compromiso estético. Nada está mal pero nada conmueve ni interesa demasiado. Es llevadera y tiene algunos buenos momentos, pero eso no debería ser suficiente. Clooney adopta los trazos de una comedia ligera para dar cuenta de un suceso que exigía más nervio. No hay peligro cierto no hay guerra, no se compromete emocionalmente con la historia, lo que queda es una decena de tipos simpáticos en busca de alimentos para los museos. En el final, su personaje habla sobre el valor simbólico de esos salvatajes, explica que esas obras son de la humanidad, que fueron creadas para el disfrute de todos los hombres. Y que, aunque se perdieran algunas vidas, había que ponerlas lejos del afán destructivo de un régimen que buscaba aniquilar la humanidad incluso desde la belleza.
Clooney se pone solemne Operación Monumento sumó un elenco de figuras para contar la historia de una brigada de expertos en arte que tienen la tarea de rescatar obras robadas por los nazis. Pero vacila entre el humor amistoso y el drama humano de la guerra. George Clooney sólo por ser George Clooney merece una estrella adicional en cualquier cosa que haga, ya sea como actor, como director o en ambos roles al mismo tiempo. Encarna lo mejor de dos tradiciones del cine norteamericano no tan opuestas como quisiera hacernos creer cierta policía ideológica: la del star system y la de la independencia creativa en el interior mismo de la industria. Es, además, quién puede dudarlo, un elegido de los dioses o de la fortuna: parece un galán de la década de 1950, piensa como un demócrata del siglo 21 y posee un carisma que resulta irresistible para mujeres tan distintas como Julia Roberts o Meryl Streep (la prueba: la ceremonia en que le entregaron el premio Stanley Kubrick, el año pasado). Esa disposición a que el mundo le extienda una alfombra roja bajo sus pies tiene un correlato material en la cantidad de proyectos en los que Clooney parece haber participado sólo para divertirse con su banda de amigos, desde la exitosísima saga de Ocean, pasando por Los hombres que miraban fijamente a las cabras, hasta esta Operación Monumento Aquí se junta de nuevo con sus compadres Matt Damon y John Goodman y les suma un elenco de figuras internacionales: Bill Murray, Jean Dujardin, Hugh Boneville, Bob Balaban y a Cate Blanchett como figura femenina. Todo estos muchachos componen una extraña brigada de expertos en arte que tiene la tarea de rescatar obras robadas por los nazi de museos, iglesias y domicilios privados de judíos de Europa al fin de la Segunda Guerra Mundial. Si bien está basada en hechos reales, la reconstrucción es ficcional y, por eso mismo, por su obvia intención de no ser una película histórica o documental, sus problemas narrativos quedan más expuestos. Por empezar, el protagonismo está demasiado repartido, como si Clooney hubiera querido distribuir de forma equitativa el tiempo de actuación de cada estrella, lo que no sería un defecto en un relato coral, pero sí en este caso, en el que la acción va en un único sentido. Tampoco encuentra el tono apropiado para contar su historia. Desde el principio, vacila entre el humor amistoso y el drama humano de la guerra, con más de un desvío hacia el terreno minado de la solemnidad, en especial cuando el mismo personaje interpretado por Clooney, el teniente Frank Stokes, se permite parrafadas sobre la importancia del arte para la supervivencia cultural. La corrección política, el reverencial fetichismo hacia las obras maestras y la afición a pasarla bien entre amigos hacen que todas las virtudes de Clooney -autor de esa maravilla que es Confesiones de una mente peligrosa- muestren su reverso y muten en un raro defecto en este artista que siempre merece una estrella más.
Arte, arte, arte Ambientada en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial e inspirada en hechos reales y muy poco difundidos, Operación Monumento es la nueva película como director de George Clooney, en la que también se desenvuelve como actor, guionista y productor, roles que ya conoce. Con chispazos de muy buen cine y abordando nuevamente temáticas fuera de catálogo –quizás el rasgo más inteligente y reconfortante de este popular intérprete en su faz de cineasta–, este film aglutina ingredientes que lo vuelven muy disfrutable. La búsqueda de obras de arte secuestradas en el marco de la guerra más devastadora de la historia, trama esencial del relato, se ve matizada por toques de comedia, humor, suspenso y aventura. Sin embargo, aun así, estas alternativas no fueron aprovechadas en sus máximas posibilidades expresivas, como sí lo había logrado en la evocativa y magnifica Buenas noches y buena suerte y en la excelente Secretos de Estado. En una suerte de brigada que acaso recuerda a la de Bastardos sin gloria, pero con propósitos muy diferentes, Operación Monumento progresa de manera ascendente en su trama, logrando mayor interés a medida que transcurre el metraje. Esos hombres de los monumentos, tal como fue denominada esa fuerza especial creada por Roosevelt para recuperar patrimonios artísticos históricos en aquellos tiempos, tienen un gran lucimiento a través de un estupendo grupo de actores que incluye a John Goodman, Jean Dujardin, Matt Damon, Cate Blanchett, Bill Murray y Bob Balaban. Y el espíritu por la defensa del arte que el actor y director quiso poner en un gran primer plano.
Un grupo de valientes intenta salvar importantes piezas de arte robadas por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Este es el quinto largometraje que dirige Clooney (52) ganador de los premios Óscar, Globo de Oro y BAFTA por sus papeles en las películas “Syriana” (2005) y “Los descendientes” (2012), además de productor de la ganadora del Premio Oscar “Argo” (2012). Esta cinta esta coescrita, producida, dirigida y protagonizada por él, además de Matt Damon y Cate Blanchett. Basada en el libro “The monuments men: allied heroes, nazi thieves and the greatest treasure hunt in history”, de Robert M. Edsel, el que narra la historia del Programa de Monumentos, Arte y Archivos, un grupo aliado cuyo objetivo era rescatar obras dearte y otras piezas muy importantes antes de que fuesen destruidas por Adolf Hitler durante la Segunda Guerra Mundial. Basada en un hecho real, narra el momento en que un historiador del arte, el profesor Frank Stokes (George Clooney) siente la inquietud de recuperar varias piezas de arte (libros, esculturas, pinturas, manuscritos, entre otros), que cayeron en manos de los nazis, para esto primero logra convencer al presidente Roosevelt (Michael Dalton) quien termina dándole el visto bueno. Es cuando Frank logra reunir a: expertos, arquitectos y personas idóneas, convocando de esta forma a los mejores hombres para la misión: James Granger (Matt Damon); Walter Garfield (John Goodman); Jean Claude Clermont (Jean Dujardin); Preston Savitz (Bob Balaban); Donald Jeffries (Hugh Bonneville) y Richard Campbell (Bill Murray). De esta manera el espectador comienza a vivir una gran travesía, por distintos lugares: Italia, Alemania, Francia, Austria, entre otros. Contiene suspenso, acción y tensión, es una tarea que no resulta nada fácil y ante esta labor tratan de incursionar por lugares misteriosos y peligrosos hasta el punto que pueden perder sus vidas. Muchas piezas fueron quemadas y perdidas por orden del Führer, pero se lograron recuperar muchísimas otras pertenecientes al mundo de la cultura y muy importantes para el mundo como: La Madonna de brujas y el Niño de Miguel Ángel, "Retablo del cordero místico" de Van Eyck, Rembrandt, Vermeers, entre otros. Por otra parte cabe destacar que durante estos hallazgos, también encontraron gran cantidad de lingotes de oro. Resultó de una gran ayuda cuando James Granger, jefe del equipo, ubica a una joven francesa Claire Simone (Cate Blanchett, su personaje es muy logrado), bibliotecaria del Museo del Jeu de Paume, que lo ayuda brindándole valiosa información acerca de donde se encontraba cierto material que fue robado por el nazi Hermann Göring (Udo Kroschwald). Ella le entrega todos los datos a este hombre que luego será el director del Museo Metropolitano de Nueva York. El film resulta entretenido, un buen pasatiempo, buena ambientación, banda sonora y con un buen ritmo narrativo. Contiene: suspenso, misterio e intriga, una notable fotografía, una subtrama poco aprovechada que resulta poco creíble (la cena entre Claire y James), con actuaciones desparejas y situaciones que no convencen demasiado, además de momentos que demuestran un chauvinismo excesivo: la escena en un túnel, en cuya entrada cuelgan la bandera norteamericana.
En resguardo de lo bello y sagrado "Operación Monumento", no está planteado totalmente como drama bélico sino que se mueve en una gran variedad de tonos. Narra el rescate de obras de artes, que escaparon a las llamas, pero que fueron secuestradas por jerarcas del nazismo. Hace algunos días hemos podido leer en algunos medios periodísticos el tan particular y contundente reclamo que el actor, guionista y director George Clooney le planteó a los directivos del Museo Británico, respecto de la inmediata devolución de "los mármoles de la Acrópolis de Atenas saqueados por el país invasor en tiempos bélicos". Este hecho no es menor si se tiene en cuenta el protagonismo y la fuerte presencia de quien lo firma y al mismo tiempo lo que deja al descubierto, respecto de ciertas políticas culturales colonialistas que llegaron a poblar las vitrinas de los museos europeos. La presencia en la cartelera de "Operación Monumento", presentada en el Festival de Berlín de este mismo año, por su mismo realizador, George Clooney y un grupo de actores, abre un diálogo con lo señalado precedentemente, ya que el film, planteado no ya en términos de un drama bélico sino de un relato que participa de una misión en tiempo de guerra, que se mueve en un variedad de tonos por momentos indefinidos, proyecta su historia hacia lo que es el rescate de obras de artes, que escaparon a las llamas, pero que fueron secuestradas, escondidas, bajos los mandatos y órdenes de los jerarcas del nazismo. Sea por saqueo o destrucción, lo cierto es que aún en la actualidad esto sobrevive: cada nueva invasión, cada nuevo ataque abre la puerta de nuevos genocidios y destruye, aniquila modos de cada cultura, sus propias expresiones artísticas. Como el mismo Clooney señaló cuando la presentación del film en dicho Festival: "Como en Siria, Afganistán, Irán o Sudán. Los estamos dejando sin su propia cultura". Independientemente de que este su quinto largometraje no alcance, tal vez, desde mi punto de vista, el nivel de excelencia de un film como "Buenas noches, buenas suerte", ambientado en los años del maccarthismo, "Operación Monumento" es un film que si bien mantiene la épica de los films clásicos de Hollywoood, no pierde sus momentos que nos llevan a reflexionar en relación con el tiempo y lo que perdura, la fugacidad de la vida y la trascendencia de las obras de arte. Pero, igualmente, ya desde el inicio, quien comandará a ese grupo, (el mismo Clooney), formado por historiadores del arte, un traductor judío-alemán, arquitectos, un escultor, un piloto inglés, reunidos con la venia de Rooselvet para esa misión, les mostrará una diapositiva de la Abadía de Montecassino destruida no ya por el ejército nazi, sino por un bombardeo de los aliados. En declaraciones a la prensa, Clooney, quien siempre se ha presentado en diversos actos de protesta junto a su padre ( a quien le reserva un momento sobre el desenlace de este film) ha señalado que para realizar este film ha hipotecado su casa. Y que siempre " este tirar de la cuerda, esta situación de riesgo, es la que me pone en paz con mi conciencia". Se comprende más aún, desde sus palabras, la felicidad que experimenta George Clooney al interpretar a su personaje Frank Stoke, ese arrojo romántico, junto a su grupo, lanzados en esa búsqueda tras las obras de Rembrandt, Michelangelo, Vermeer, Van Eyck, entre tantos otros sublimes creadores. Se plantean en el film, de boca del mismo personaje, que por momentos asume demasiado protagonismo, la disyunción entre arte o vida. Se abren interrogantes, de igual manera, sobre quiénes son los depositarios de los bienes culturales cuando se ejercen acciones de ocupación y colonialismo. Y entonces ante el inmediato conocimiento del deceso del gran guionista y director Alain Resnais, ocurrido ayer, a la edad de 92 años, creador de tan trascendentes films, meridianos en la historia del cine, como "Hiroshima, mon amour" del 59, "Providence" de 199, entre tantas otras, pensé en aquel censurado y prohibido durante diez años mediometraje que realizó junto a Chris Marker, "Las estatuas mueren también", profunda reflexión sobre la acción colonialista en el Africa, la usurpación de sus obras artísticas, el vaciamiento ideológico desde la doctrina religiosa, las vidrieras pobladas de los museos franceses. Una voz en off abre este admirable y necesario film: "Cuando los hombres están muertos entran en la Historia. Cuando las estatuas están muertas entran en el Arte. Esta Botánica de la muerte es lo que nosotros llamamos Cultura". Para Alain Resnais, a quien siempre vamos a tener presente por su obra artística, por su legado, tal como señala uno de sus personajes en "Mi tío de América", de principios de los 80, "Una persona es una memoria que actúa". Y más allá de algunas objeciones, ya planteadas, en la voluntad crítica de George Clooney, en relación con quiénes podrán mañana estar frente a la obra de los mayores, contemplar y reflexionar ante estas obras artísticas que trascienden el tiempo mismo, aún con sus arrugas, "Operación Monumento" es un film que merece verse y debatirse en diferentes ámbitos; por sobre todo, el escolar. Y, entonces, me viene a la memoria aquel film estrenado hace ya medio siglo, o tal vez, algo menos: "El tren". Lo dirigió John Frankheimer y en él, vemos cómo a pocos días de la Liberación de París un grupo del ejército nazi, en ese agosto del 44, saquean obras de arte y las cargan en un tren. Ante ello, una mujer que estaba al cuidado de las mismas, rol que interpreta Suzanne Flon, se conecta con el jefe de los partisanos, interpretado por el gran Burt Lancaster , al frente de una sección de la Resistencia quien traza un plan de rescate junto a los suyos. En el tren de los ocupantes y de los depredadores quien conduce la máquina es un hombre que defiende los ideales de una Francia libre, personaje interpretado por Michel Simon. Al frente de ese ejército de uniformados con svásticas, marcando un intolerable clima despótico y de violencia, Von Waldheim, rol que asume el eximio actor inglés Paul Scofield.
Grandes actores en un filme que daba para más Cuenta la leyenda que durante la 2ª Guerra Mundial, un profesor americano se da cuenta que por lo bombardeos y los saqueos de los alemanes se están perdiendo un montón de obras de arte ya que el Führer quería realizar un museo con las mejores obras de arte del mundo entero, y las que no se podían llevar había que destruirlas. Por esto pide que lo dejen ir con un grupo de soldados a tratar de salvar la mayor cantidad de obras posibles. Por esto une a los mejores expertos en arte para ir al rescate de dichas obras. “Operación Monumentos” es un film que por momentos nos hace acordar, por ritmo y por estética a la vieja serie Combate. El film tiene todos los condimentos para ser una gran película, pero le falta ritmo y parece más la unión de amigos que, como grandes actores que son la mayoría, se juntaron para divertirse. Obviamente las actuaciones son muy buenas, igual que la factura técnica de la misma (fotografía, música, montaje), pero le falta, como se dice comúnmente, un golpe de horno. Le falta algo, posiblemente sea en el guión, o en la adaptación o en la novela misma, que hace que uno sienta que daba para mucho más y que sin embargo se queda mucho en diálogos y gestos, y como que le costara entrar en la acción, que por momentos logra y muy buena. Quizás Clooney como director, y que ha demostrado en otros films que tiene talento para ello, aquí no le llega a encontrar la vuelta, por lo que lo único que queda es disfrutar, y esto es así, de unos fantásticos actores divirtiéndose con su trabajo. “Operación Monumentos” es eso, un buen film que daba para mucho más donde lo mejor son la actuaciones.
¿Qué le pasó a George Clooney? Cuesta creer que sea el mismo director de “Buenas noches, y buena suerte” (2005) y de una película tan mediocre como “Operación monumento”. “Buenas noches, y buena suerte” era una producción valiente, veloz, crítica y política. Combinaba ficción y material de archivo, esbozando una astuta mirada sobre una época con ecos de tiempos actuales. En cambio, “Operación Monumento” es chata, por momentos aburrida, y parece hecha en piloto automático. Protagonizada por un grupo de grandes actores (Cate Blanchet, el mismo George Clooney, Matt Damon y John Goodman), la última de Clooney narra la historia poco conocida de un grupo de académicos provenientes del mundo del arte (curadores, historiadores y arquitectos) que tenían la misión de rastrear y recuperar las obras de arte de las que los nazis iban apropiándose y destruyendo mientras emprendían su retirada ante el inminente final de la Segunda Guerra Mundial. Se trata de una producción desequilibrada (y no en el sentido de alocada), y esto tiene que ver con el tono del relato. Ese péndulo en el que se bambolea entre la comedia y el drama le juega en contra. Hace que resulte fría y caprichosa, y si no comparémosla con “Bastardos sin gloria” (2009) que dosificaba a la perfección el tono de lo que se estaba contando. Porque al fin y al cabo no está mal que Clooney haya elegido esa mirada para narrar esta historia, el problema es cómo la llevó adelante. El ejemplo más claro es la subrayada musicalización que nos dice en qué momentos tenemos que reírnos y en cuáles preocuparnos ante alguna amenaza sufrida por los soldados. “Operación monumento” tiene flaquezas de climas y tensiones, y una notoria ausencia de conflictos que sacuda la inquietud del espectador, a pesar de desarrollar una historia fascinante. Además, la construcción de los personajes que conforman esta misión no posee el interés ni el carisma necesario como para que uno sienta cercanía con lo que van experimentando. Si Clooney creyó que reuniendo un elenco de grandes actores iba a funcionar por sí sólo, se equivocó feo. Esta obra no juega como las tres ”Gran estafa” (“Ocean´s eleven”, 2001, 2004 y 2007) en las que hay un espíritu lúdico y guiños que sí trascienden al espectador. Otro punto débil es el tono discursivo con que el personaje de Clooney se encarga de remarcar de forma redundante, con un estilo similar al de un manual escolar, la importancia de la conservación y el rescate de obras de arte en la historia de la humanidad. Sin dudas, en “Operación monumento" hay una sensación de película desperdiciada. Muchas decisiones equivocadas. Un camino demasiado lineal para contar una historia intrigante que posee connotaciones similares a “Bastardos sin gloria” y “Argo” (2012), en las que sí se comprobaba que el arte es capaz de demostrar cómo se convierte en una herramienta poderosísima y universal, donde lo épico tiene su espacio para modificar el transcurso de la historia.
George Clooney tiene dos clases de films como realizador: comedias con un trasfondo político y dramas con un primer plano político. Es bueno, Clooney: sabe dirigir actores y en general narra bien. Este film es un poco ambas cosas: la historia real de un grupo de expertos en arte a quienes se encomienda salvar obras de las garras de los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Y funciona muchas veces y otras, no. Pero cuando acierta, lo hace con alegría. Un pequeño recreo y un film -sí- original.
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George Clooney no es un mal director. Si lo acompañan nombres como John Goodman, Cate Blanchett, Matt Damon, Bill Murray y hasta Jean Dujardin, pensamos que se trata casi de una obra maestra. De hecho sonaba para los pasados oscares hasta que se retrasó su fecha de estreno. Su historia es simple: durante la segunda guerra mundial, el teniente Stout (Clooney) forma un grupo de soldados con una misión especial: salvar las obras de arte -pinturas, esculturas, etc- de los horrores de la guerra. La idea, para los amantes del arte suena bastante genial -y otra vez, es una historia verdadera- lo malo es que tenemos que saber bastante de arte para conocer todas las referencias y las obras que aparecen en pantalla. El filme no es malo, de hecho es bastante entretenido y llevadero. El problema radica en el guión y en el montaje. No establecer una sola misión de rescate hace la película confusa y mal planeada. Y es que son tantos los frentes de batalla y tantas las obras por rescatar, que cuando el equipo se divide, también lo hace la cámara y resulta tedioso y muy desconcertante seguir el hilo a escenas de 2 o 3 minutos que explican muy poco. Hasta que por fin el equipo está completo y se enfocan en hacer el rescate más grande de todos, es cuando la película toma un mejor ritmo, pero es desafortunadamente cuando ya nos encontramos a más de la mitad del metraje. Entretenida pero con fallas imperdonables, nos quedamos con lo que pudo haber sido un grandioso filme de comedia que se tambalea y no logra sostenerse como una buena película.
"Peces del infierno" Donde hay violencia y autoritarismo siempre existen riesgos. Cuando se llega a los extremos, hay que hablar lisa y llanamente de amenazas concretas y reales. Hay que tener la cabeza fría, el pulso firme y el coraje por las nubes para tomar la decisión de participar en una guerra con el único (no por eso menos importante) propósito de arriesgar la vida en pos de salvar de la destrucción obras de arte a las que todo el mundo les hace la vista gorda debido al trágico contexto. Al principio cuesta creer que hayan existido realmente estas personas pero si uno como lector (u espectador) hace el mínimo esfuerzo por racionalizar los hechos se dará cuenta que todo tiene sentido. Quizás, hasta le encuentre demasiado sentido. Estamos atravesados por el arte como seres humanos. La cultura nos define casi por completo. Miles de veces armamos listados en nuestras cabezas en donde enumeramos nuestras canciones, películas, fotografías u libros favoritos por el solo hecho de querer dejar bien en claro a la posteridad aquello que tan feliz nos hizo en su momento. “¿Vale la pena arriesgar la vida de un hombre por una obra de arte?” es la pregunta que más veces aparece en “Operación Monumento”, el nuevo trabajo que tiene a George Clooney como director y protagonista, acompañado por un elenco de lujo que va desde Matt Damon, Cate Blanchett, John Goodman y el gran Bill Murray entre otros. Sin embargo, el interrogante más importante del film, y quizás el único que traspasa la pantalla y entra en la cabeza del espectador, es: ¿Arriesgaríamos nuestras vidas por una obra de arte? La película de Clooney difícilmente podamos encasillarla dentro de las grandes producciones bélicas, aunque tenga casi todos los elementos vitales de este genero (excepto por la acción). Tampoco podemos catalogarla como un drama, porque las cuotas de humor que aportan ciertos personajes y que también surgen como resultado del difícil trabajo del director de convencernos de la verosimilitud de lo que nos parecía absurdo disminuyen el impacto de las dosis de emoción genuina que transmite esta historia. Basada en el libro “The Monuments Men: Allied Heroes, Nazi Thieves and the Greatest Treasure Hunt in History” del escritor e historiador Robert M. Edsel (quien a su vez se basó en hechos reales para escribir una novela non-fiction), “Operación Monumento” se sostiene de principio a fin sobre todo por su original argumento, su gran despliegue técnico (la música de Alexandre Desplat junto con la fotografía de Phedon Papamichael sobresalen muchísimo) y el conjunto de carismáticos actores que ponen el cuerpo a esta batalla. Puede fallar en algunos momentos debido a su falta de ritmo (tengamos en cuenta también que los hechos suceden casi sobre el final de la guerra) y pecar de remarcar demasiado el rol de los Estados Unidos como salvadores del arte. Sin embargo “Operación Monumento” será recordada como el incentivo cinematográfico perfecto para hacernos reflexionar sobre lo que estamos dispuestos a realizar con tal de preservar aquellas obras artísticas que nos definen por completo. Impulsos y sensaciones que motivaron a estos soldados (liderados por George Stout y Paul Sachs) a concretar uno de los desembarcos en Normandía más pacíficos durante la segunda Guerra Mundial para dar inicio a una de las misiones más nobles y necesarias de la historia.
Al comienzo de la película Frank Stokes (George Clooney) esboza uno de los diálogos que define al film y a sus personajes: "El arte representa nuestra cultura y nuestro modo de vida". Semejante perorata puede resultar tendenciosa viniendo de un americano con la misión de preservar obras de arte a costa de la guerra en un contexto en el que morían miles de hombres y mujeres a diario, pero intereses políticos y económicos aparte estos personajes son los responsables de que hoy el mundo conozca la obra de artistas que en manos de un gobierno fascista hubieran pasado al olvido. La historia demuestra que muchos de los museos más prestigiosos del mundo erigieron sus cimientos sobre obras robadas originarias de otros países. Basta con ir al museo Británico para comprobarlo (sí, ese museo que tiene más momias que Egipto) . Pero en la historia más reciente, los nazis de algún modo personificaron una de las amenazas más irascibles hacia la cultura y el arte. Y en un guión donde los protagonistas son puristas del arte en sus distintas formas (arquitectos, curadores de arte y reconocidos profesores universitarios) los nazis son el enemigo ideal. Detrás de las buenas intenciones del director y su gran elenco (Bill Murray, John Goodman, Cate Blanchet, Jean Dujardin y el mismo George Clooney) este edulcorado guión falla al no definir un tono en particular. Operación Monumento tiene lugar para la clásica escena emotiva del soldado que extraña a su familia y llora al escuchar la voz de su nieta, y a la vez durante el resto del film una musiquita militar simpática al mejor estilo Doce del Patíbulo acompaña momentos en los que Jean Dujardin hace sus fechorías como si aun estuviera en la piel del personaje que le valió un Oscar en El Artista. Son estas cosas las que hacen que la película sea muy irregular en su ritmo. Además al no haber un villano o antagonista concreto (más allá de la amenaza de los nazis en general) la tensión nunca se llega a hacer presente de un modo avieso dando lugar a que una sensación de tibieza se apodere de las casi dos horas de metraje.
Al rescate de los valores robados "Operación monumento”, escrita, dirigida y protagonizada por George Clooney, no es de lo mejor que ha producido el astro norteamericano. Someramente basada en hechos reales, la película narra el caso de un grupo de estudiosos y expertos en arte que durante la Segunda Guerra Mundial, y bajo la autorización de Franklin D. Roosevelt, se dedicó a rescatar los tesoros artísticos robados por los nazis. Frank Stokes (Clooney) es un profesor universitario en Nueva York que hace pública su preocupación por esta pérdida, poniendo el acento en el saqueo sistemático que realizan las tropas alemanas tanto a los domicilios particulares como a los museos de arte de los países que van ocupando, aunque también resalta la destrucción provocada por los bombardeos, a veces de los propios aliados. Stokes logra sensibilizar a la opinión pública y consigue la autorización del presidente para formar un grupo de expertos que tendrá la misión de rescatar las obras robadas. Así, se unirán a Stokes seis expertos (cuatro estadounidenses, un francés y un inglés). Obviamente, son todos civiles sin entrenamiento militar. No obstante, deberán infiltrarse en el frente de batalla y asumir los mismos riesgos que los combatientes, para rastrear los tesoros que están buscando. El objetivo principal de esta misión especial, denominada “Operación monumento”, es la conservación de lo que consideran representativo de la historia de la humanidad. La idea que sustenta la iniciativa es que la pérdida de la identidad cultural de la civilización occidental provocaría un daño irreparable y de consecuencias desastrosas para el futuro de la humanidad. Y además, están convencidos de que eso es precisamente lo que pretende Hitler, para consolidar su proyecto de poder tiránico y absolutista. Insuflado de este fervor humanista, el grupo de voluntarios, interpretados por Matt Damon, Bill Murray, John Goodman, Bob Balaban, Jean Dujardin y Hugh Bonneville, va en busca de las obras de autores como Miguel Ángel, Da Vinci, Rembrandt y Rodin, entre otras importantes figuras del arte universal, y también de algunos contemporáneos, como Picasso o Cézanne. En París, contactarán con Claire (Cate Blanchett), bibliotecaria del Museo del Jeu de Paume, donde se concentraba el material de saqueo acumulado para las visitas “selectivas” del nazi Hermann Göring, que luego era enviado a Alemania. El personaje, inspirado en una de las líderes de la Resistencia, Rose Valland, ofrece una ayuda valiosa al grupo, ya que tuvo la oportunidad de llevar un registro minucioso de las obras que pasaron por ese lugar y su posible destino en territorio nazi. La película está presentada en un formato clásico que recuerda las producciones de temática bélica hollywoodenses de los años '60 (con banda musical típica y todo), en la que se caracteriza a los nazis como el estereotipo del mal que raya en la necedad, en tanto que los aliados representan los valores de la libertad, la paz y el respeto por la vida. “Operación monumento”, con un importante esfuerzo de producción, ofrece una versión un tanto edulcorada de lo que fue uno de los conflictos bélicos más sangrientos de la historia, enfocando el drama en si merece la pena arriesgar -e incluso perder- vidas humanas (de civiles, como en este caso) para salvar obras de arte. Por supuesto que la respuesta es positiva, tanto como lo fue el resultado de la misión. En esta producción, Clooney está acompañado por varios pesos pesado que conforman un grupo de talentosos y simpáticos misioneros, quienes parecen haberse convocado para ir al rescate de un amigo al que todos quieren y respetan, pero que esta vez, no logra lucirse como en otras ocasiones.
La verdad que le falta emoción a la película.Está vendida como si fuera La Gran Estafa versión 2° guerra mundial contra los nazis y nada que ver. [...] No es una película de acción, es un drama ligero con tono de comedia en muchas partes [...] pero no es 100% efectiva..." Escuchá la crítica radial en el reproductor, (hacé click en el link).
¿Qué diantres le pasó a George Clooney?. A mi juicio Clooney es uno de los escasos cineastas que produce cosas realmente interesantes en el Hollywood actual, ya que filma como un indie y - usualmente - tiene una agenda política particularmente inteligente. Acá Clooney se le ha dado por la aventura histórica, obteniendo un filme tremendamente prolijo desde el punto de vista técnico, pero absolutamente insípido. Digo: si uno reune a un cast de 7 talentosos que desbordan carisma, al menos podría hacer que el ensamble funcionara de por sí - y soportara las debilidades del libreto, tal como pasa con las secuelas de La Gran Estafa -; pero ello no ocurre y, si lo suma a lo desabrido de la historia, uno termina por darse cuenta de por qué el filme no funciona. En el fondo aquí hay una historia interesante. Un grupo de gerontes expertos en arte son reclutados para salvaguardar las obras de arte más importantes de Europa, las cuales se ven amenazadas por la retirada nazi en los últimos años de la Segunda Guerra Mundial. Los alemanes suelen optar entre robárselas o destruirlas, más cuando Hitler - en el apogeo de su locura - lanza su iniciativa Nerón, destinada a convertir en tierra arrasada todos los territorios que debían ceder durante la retirada (una suerte que debió haber padecido París - una de las grandes capitales del arte -, y que fuera abortada gracias a la crisis de conciencia de un alto jerarca nazi, quien se negó a dinamitar la ciudad). Con el tiempo en su contra, los veteranos deben dividirse y diseminarse por toda Europa descubriendo - sin querer - el plan maestro de los alemanes para ocultar su botín de guerra y asegurar su recupero cuando terminara la contienda. El problema con todo esto es que los personajes principales son anónimos, y nunca conocemos nada de ellos salvo un par de anécdotas. Clooney y su socio Heslov no tienen la maestría de un Peter Jackson para delinear un personaje de cuerpo entero en tres parlamentos, razón por la cual todos son figuritas pintadas y fácilmente intercambiables entre sí. Estos gerontes entrenan como pueden para soldados, protagonizan algunas anécdotas insípidas, y ni siquiera hay un momento de tensión o una escena demasiado elaborada. Ya que Clooney y Heslov tuvieron que manosear la historia, quizás se hubieran beneficiado si podaban aún mas la cantidad de personajes, y dejar un núcleo duro mas pequeño y mejor desarrollado. Por otra parte el filme jamás se detiene a extasiarse con el placer visual del arte - y eso que aquí los tipos se rodean de las mayores maravillas de la pintura y la escultura -, con lo cual todos los discursos de Clooney - sobre la importancia de rescatar y preservar el arte como patrimonio histórico de los hombres, y considerar que semejante tarea amerita el sacrificio de los involucrados - suenan huecos. Tampoco hay un villano identificable - a lo sumo el filme crea un detestable oficial nazi y un amargo comandante ruso (el cual viene apoderándose de obras de arte en concepto de indemnización de guerra) sobre el final, pero carecen de tiempo así como interacción con los personajes principales como darles cierta estatura dramática -. Todo esto resulta en un filme decepcionante, el cual nunca termina por despegar. Las actuaciones son buenas, hay algunos chistes tibios, hay una buena reconstrucción de época... pero no hay emociones de ningún tipo, ni siquiera algo de substancia que justifique el visionado de la cinta. Operación Monumento decepciona en vista del talento reclutado. Hay escenas aisladas aquí y allí que funcionan o amenazan funcionar, pero la historia jamás termina de arrancar. Es sosa y lineal, tal como eran las genéricas películas de guerra de los años 50. Carece de carisma, lo cual es un pecado mortal en vista de los nombres involucrados, y sin dudas es una decepción en vista de la impecable carrera de Clooney como director y artista de calidad.
Se esfuerza demasiado... Desde el trailer toda parecía indicar otra genialidad del director/actor/productor/guionista George Clooney, pero las apariencias en este caso engañan y bastante... Esta nueva película tiene premisas muy buenas, como por ejemplo traer a la pantalla una temática poco explotada como la recuperación y conservación de grandes obras de arte durante la segunda guerra mundial. También cuenta con un cast de lo más talentoso y carismático que incluye nombres como Matt Damon, Bill Murray, Cate Blanchett, John Goodman, Bob Balaban, Jean Dujardin y Hugh Bonneville. Por otro lado, se nota una inteligencia creativa alta y una puesta en escena muy profesional. Entonces, ¿cuál es el problema de esta producción? La respuesta es sencilla: No se arriesga lo necesario y se esfuerza demasiado por quedar bien con Dios y con el Diablo. Clooney es un tipo que conoce muy bien la industria, sabe quienes son los que mueven los hilos y tienen peso dentro de ella. Muchos de estos sujetos, lamentablemente son snobs que viven en un mundo bastante apartado del de los espectadores y que se han quedado con una concepción de lo que es el cine un tanto vieja. La trama que plantea el director juega con los géneros comedia, drama y bélico, pero la verdad es que se queda bastante tibio en los tres. Predomina la comedia, pero así y todo no consigue que el público se enganche. El humor es demasiado sutil por momentos y no logra sacar más que una tímida mueca en la comisura de los labios. La parte dramática tiene un lugar menor pero es la que logra mejor su cometido en el poco tiempo que tiene en pantalla. Lo bélico, está pintado al óleo directamente, con una puesta muy grande para lo poco que transmite cada uno de esos momentos. Uno no llega a creerse nunca que eso es fue terreno de batalla, no se respira la guerra, no llega a involucrar al espectador con la empresa que tienen estos hombres de los monumentos. Como dije anteriormente, no se juega por ninguno de los géneros y no logra transmitir sensaciones reales. No diría que es una mala película, pero sí que no es una película memorable o trascendente. Hay que ser muy correcto, muy medido, muy sutil para disfrutar de este producto. El maestro Clooney no se la jugó y terminó enganchando a algunos críticos más no al espectador que es, en definitiva, quien lleva realmente la batuta en el cine.
Los hombres que salvaron el arte "Podés borrar del mapa a una generación entera; podés incinerar sus casas y de alguna manera van a encontrar el camino de regreso. Pero si destruís su historia, destruís sus logros, y es como si nunca hubieran existido. Eso es lo que quiere Hitler, y eso es exactamente por lo que luchamos". Con este solemne discurso, George Clooney, en la piel del historiador Frank Stokes, resume en Operación Monumento (The Monuments Men)el cometido de un grupo de soldados muy quiméricos, compuesto por artistas, curadores y expertos del mundo de la cultura, que emprenden una misión muy peculiar: rescatar y preservar el arte en Europa durante la Segunda Guerra Mundial. En 1945, un grupo de personas –las mentes más brillantes del mundo del arte- de 13 países formaron un "pelotón" que recuperó obras por doquier, que habían sido saqueadas de casas de judíos, universidades y museos. Y durante los seis años posteriores, un grupo reducido de alrededor de 60 continuó sus pesquisas en Europa, actuando como "detectives de arte". Clooney es un activista político y ganó el Oscar dos veces –como mejor actor por Syriana, y como productor por Argo- pero, a pesar de sus anteriores grandes logros en la silla de director en films tales como Good Night, and Good Luck y The Ides of March, esta vez no llegó a ofrecer una producción consistente. Pero, aunque Clooney no parece ponerse de acuerdo consigo mismo sobre qué género está tratando de abordar –comedia incompleta o drama muy flojo-, y deja al film flotando en una nube de indeterminación, consigue hacer escuchar su mensaje clara y firmemente: la destrucción del arte implica la desaparición de una cultura. Y para proteger este legado, reunió a algunos de los actores más codiciados de Hollywood para formar parte de su equipo de soldados rimbombantes, que, como acierta en mostrar Clooney, están muy viejos o son muy finos para pasar por militares comunes, pero que deciden dejar sus vidas cómodas en New York, Londres, París y compañía para ayudar en una guerra de la mejor manera que pueden. Y así, cuenta con un elenco estelar compuesto por John Goodman, Bill Murray, Matt Damon, Hugh Bonneville, Jean Dujardin, Cate Blanchett y Bob Balaban. Operación Monumento no es una obra de arte, pero trata, a su manera, de recordar a los héroes que salvaron la cultura. Es demasiado sentimentalista quizás, pero es un homenaje a todos aquellos hombres que lucharon para no sólo proteger el patrimonio cultural de generaciones, sino el legado histórico de los pueblos.
Una gran historia que no supo contarse. Yo considero que George Clonney es un muy buen cineasta, y reconozco en sus cualidades como director el saber contar historias y desarrollar personajes. The Monuments Men, sin embargo, es una pieza de alto contraste en su cinematografía, que falla en la narración de la historia y en la composición de los personajes. El trasfondo histórico es sumamente interesante. The Monuments Men está inspirada por un suceso verídico que da mucha tela para cortar, pero un relato altamente deficiente atenta contra el encanto natural del filme. La presentación de los personajes y del conflicto es escueta y banal, al igual que el posterior desarrollo. La película salta de una escena a la otra y de un protagonista a otro de modo aleatorio, evitando generar un clima propicio para que el espectador se familiarice con el hilo argumental. Hay un anticlima constante en The Monuments Men, que fastidia y aburre, al punto de perder el interés por la trama. Probablemente haya faltado tiempo y esmero en el desarrollo del guion. En lo cinematográfico, la película cumple, pero la parte narrativa deja muchísimo que desear. The Monuments Men posee una historia que vale la pena ser contada, pero bien. Esta propuesta, lamentablemente, no lo ha logrado.