La evasión como imperativo. Por fin estamos en posición de poder confirmar que Te Sigue (It Follows, 2014) viene a salvar al cine de terror actual, una frase que va más allá de la simple extrapolación de un lugar común de la crítica de rock porque efectivamente designa una realidad. La segunda película de David Robert Mitchell se abre camino como una pesadilla doméstica de una enorme intensidad, en la misma línea de la reformulación de los paradigmas sobrenaturales que encararon otras anomalías recientes como Oculus (2013) y The Babadook (2014). Mientras que el mainstream continúa obsesionado con los coletazos del found footage, la periferia anglosajona deja entrever una vitalidad que escapa a la redundancia y la oquedad. El inicio, al igual que el desarrollo ulterior, es francamente maravilloso y establece un tono etéreo y claustrofóbico: luego de una mínima introducción con una señorita que termina en una playa con sus extremidades inferiores girando sobre su eje, conocemos a Jay Height (Maika Monroe), una estudiante universitaria que comienza a flirtear con Hugh (Jake Weary), un joven con el que tiene sexo en su auto en una cita circunstancial. Por supuesto que el asunto se descontrola cuando el susodicho la droga con cloroformo, la ata a una silla de ruedas y desde el interior de un edificio derruido le señala un descampado, explicándole lo que será su vida a partir de ese momento mientras avanza una mujer desnuda hacia ellos. Aquí la pulsión de muerte funciona en términos literales, como corresponde al andamiaje del horror, ya que el objetivo del ángel exterminador de turno pasa por fornicar hasta matar a sus presas, como si se tratase de una variante erótica de los videos de El Círculo (Ringu, 1998). La parca hoy toma la forma de un demonio de transmisión sexual que sólo Jay ve, que siempre arremete caminando y que cambia de rostro incesantemente, en el marco de un acecho silencioso. Con una fotografía ampulosa e inmaculada símil Nicolas Winding Refn y una ambientación suburbana con una importante influencia de Halloween (1978) de John Carpenter, el film es tan vehemente a nivel visual como pavoroso en el apartado simbólico. Si bien es cierto que el tópico central del relato puede ser leído como una metáfora de las enfermedades venéreas o los depredadores sexuales, esos dos grandes fantasmas de la genitalidad post HIV y la violencia metropolitana filtrada por los medios de comunicación, resulta indudable que los diálogos -plagados de una suerte de poesía lynchiana- remiten a la pérdida de la inocencia y su corolario inmediato, la desaparición de una libertad irrestricta empardada con la niñez. El hacerse responsable por las decisiones propias aparece como el horizonte conceptual del convite, el cual constantemente coloca a la protagonista en el penoso dilema de “transferir” la condena del hostigamiento o seguir huyendo ad infinitum. La propuesta está sostenida fundamentalmente en la extraordinaria banda sonora de Rich Vreeland (una mixtura de ambient, musique concrète y techno setentoso, control de ecos mediante) y en un ballet óptico exquisito (de este modo, las tomas amplias y los travellings se contraponen con los planos detalle y una edición muy seca). Mitchell demuestra ser un esteta en extinción, de esos que saben reconciliar el imaginario estándar del género con las necesidades de la historia, logrando de paso otra interpretación prodigiosa de parte de Monroe, vista hace poco en la también fascinante The Guest (2014). Te Sigue es una letanía a la fragilidad y la angustia que surgen cuando la evasión se convierte en un imperativo…
Terror venéreo. Afirmar que It Follows es una pavada sería pecar de escueto en una apreciación argumental. Su trama es inverosímil e improvisada sin atenuantes. Por otro lado, decir que es una película de terror sumamente efectiva también sería justo, gracias a un trabajo muy fino de su director en ambientación y fotografía. Es un híbrido raro, que no convence, pero sí asusta. No hay motivos ni explicaciones. Las cosas suceden porque sí, de principio a fin. Los afines al esoterismo encontrarán sustancia simbólica para rellenar el vacío argumental, pero lo cierto es que el guión de It Follows no posee mayor complejidad ni sofisticación de lo que podría ser la opera prima de un adolescente púber que jamás ha leído un libro. Es una historia ingenua, poco creativa y terriblemente inconsistente, que a pesar de sus falencias en lo narrativo logra cautivar al espectador con un gran despliegue visual y excelencia rítmica. Se ve y se respira terror casi sin interrupciones. Los escenarios, los personajes y las circunstancias son tétricas, y es difícil no quedar envuelto en el aura de suspenso permanente muy bien propuesto por el director. It Follows posee lo peor del cine de terror adolescente americano y lo mejor de la cinematografía de suspenso adulta. En ese híbrido se desarrolla el filme, que dividirá a la audiencia en amantes y detractores. Los que solo se enfoquen en su capacidad de generar miedo la adorarán. Los que, por el contrario, no reparen en el cómo sino en el qué, estarán decepcionados. Yo voy a pararme en el medio y reconocer que es una estupidez, pero de las que asustan.
Con una premisa simple, este slasher paranormal que viene acumulando elogios de la crítica tras su paso por varios festivales internacionales, desembarcó en la 29° edición del festival de cine de Mar del Plata para confirmar su reputación de “joyita del 2014” frente al público local. La trama de “It Follows”, que por momentos resulta más entretenida que terrorífica, nos propone acompañar a un grupo de adolescentes que en pleno auge de su sexualidad se ven amenazados por una presencia desconocida que los acecha, precisamente, luego de haber tenido relaciones sexuales. Lo “complejo” del asunto es que estos “fantasmas” que harán las delicias de la audiencia solo pueden ser visualizados por sus futuras víctimas, razón por la cual estos no pueden contar con la ayuda practica de sus amigos ni seres más cercanos. Esta especie de “juego de la mancha” con fantasmas, sexo y muchas escenas que combinan de forma perfecta el terror y el suspenso, es una propuesta más que placentera para los amantes del slasher, subgénero que supo encontrar su último exponente en la saga “Scream” de Wes Craven. Desde aquel entonces y hasta la fecha fueron muy pocas las películas que se animaron a trabajar nuevamente con ese alegre espíritu de “adolescentes en peligro”, debido a que el género del terror se expandió hacia otros terrenos más gráficos y sangrientos. “It Follows” es un slasher en toda regla, basicamente porque logra con éxito recuperar aquella formula y se convierte así en un entretenido juego del gato y el ratón que atrapa al espectador desde el minuto cero y lo atornilla en la butaca hasta el último fotograma. Lo llamativo y original en esta ocasión es que la película logra ese objetivo sin elaborar un misterio sobre quiénes son estos aterradores fantasmas que persiguen a sus víctimas y todo su éxito reposa en esas logradas persecuciones a plena luz del día y en lugares para nada terroríficos, como ser el apacible barrio donde viven nuestros protagonistas. Aquí no hay grandes enredos entre los personajes (nada de venganza entre sí, ni tampoco un pasado oscuro que amerite cometer una locura), ni giros imposibles de entender solo justificados por la necesidad de generar impacto en la audiencia. “It Follows” apuesta por lo seguro y va en búsqueda de recuperar todo lo que un slasher debe ofrecer en dosis justas. Esto es: sustos, sexo, algunas risas y adolescentes incapaces de escapar del peligro. Un elenco repleto de jóvenes desconocidos, liderados por la bella Maika Monroe (también actuó en “The Guest”, otra de las joyas de este 2014), se pone al hombro todo el peso de este segundo trabajo de Mitchell tras las cámaras en lo que representa un debut más que prometedor de este realizador dentro del siempre complicado género del terror. Por eso aquí tenemos otro nombre para anotar en nuestra lista de trabajadores a los que, al igual que los adolescentes del film, hay que seguirlos bien de cerca. Desde el punto de vista técnico, los otros puntos altos de “It Follows” son su adictiva banda sonora compuesta por el artista “Disasterpeace” (pueden darse una idea de cómo suena aquí) y la fotografía Mike Gioulakis que hace más que armonioso el infierno que viven los personajes de la película. “It Follows” es entretenimiento garantizado que desprende aroma a vieja escuela, pero no deja de ser fresco y original. Una de esas películas que, con mucho viento a favor, son capaces de volver a generar entusiasmo por un subgénero que desde hace un tiempo se olvidó de correr.
Al acecho Te sigue (It Follows, 2014) sigue una premisa siempre efectiva del cine de terror: aquello que se sugiere es siempre más terrorífico que lo que se materializa en pantalla. Lo demostró M. Night Shyamalan en Sexto sentido (The Sixth Sense, 1999) pero la cuestión viene desde hace tiempo. El productor de clase B de los años cuarenta Val Lewton, inventó el término “terror sugestivo” por aquellos años. Las razones surgen de una carencia: la falta de presupuesto incentivaron la imaginación para crear miedo con el sólo uso de luces y sombras, movimientos de cámara y una narrativa utilización del sonido. Se hacía así presente la ausencia con aquello que sugiere el fuera de campo. La película dirigida por David Robert Mitchell nos presenta a una chica que huye despavorida por las calles, sin rumbo ni destino. No le avisa a nadie ni pide ayuda a sus familiares ni vecino. Corte a la chica muerta de una manera atroz. Desconocemos el motivo del brutal asesinato pero sabemos de la falta de piedad de la fuerza ejecutora. Luego de semejante prólogo comienza una película de adolescentes bastante típica, en donde una chica sale con su novio hasta tener relaciones en su auto. Empezamos a entender el origen de la maldición: una extraña fuerza sin forma ni rostro reconocible (puede mutar en cualquier persona) sigue a la víctima, esté donde esté y sin motivo alguno, hasta matarla. Sólo hay una manera de sacarse el problema de encima: acostándose con alguien se pasa la maldición vía sexual a otra persona (¿Metáfora del SIDA?). Genial idea que toda buena película de terror debe tener para ser recordada. Con este comienzo la historia sugiere mucho y promete más, sumado a su particular modo de filmación setentero, en alusión a los slashers de antaño. Pero también el espacio y tiempo del relato construyen el “te sigue” del titulo. Los travellings in y out (como si se tratase de la cámara que circulaba por los extensos pasillos del hotel de El resplandor) cimientan la presencia espacial de la fuerza destructiva que se corporiza en cada movimiento de cámara. De igual forma funcionan los planos generales con profundidad de campo, que ubican espacialmente el terror en cualquier punto distante del plano. Otro recurso también usado en el clásico film con Jack Nicholson son los fundidos encadenados, que grafican la incipiente amenaza con leves elipsis temporales que articulan escenas marcando la cercanía del mal. Tenemos entonces una gran idea, desarrollada audio visualmente con el trabajo sobre el tiempo y el espacio, para generar el terror ausente que al materializarse de forma violenta, causa el horror por la irracionalidad de su reacción. El miedo se corporiza en cada plano, y el ataque físico se hace inminente. Te sigue es una pequeña joya del género que, tras pasar por el Festival de Cannes y el último BAFICI, invita al terror más profundo, sin efectismos ni grandes presupuestos, con una gran idea y una máximo capitalización de los recursos cinematográficos para infundir el miedo escena a escena.
Crítica de cine: It Follows 13:33EZEQUIEL CONIGLIO It follows es una película para ver. Genera intriga, tensión, tiene buen suspenso y una estética muy propia. Todo esto la hace un filme interesante. Para Jay, una adolescente de 19 años, el próximo otoño debía estar plagado de jornada de escuela, chicos y fines de semana en el lago. Pero luego de un encuentro sexual, aparentemente inocente, Jay comienza a tener extrañas visiones y la ineludible sensación de que alguien o algo la está siguiendo. Frente a esta carga, Jay y sus amigos deben encontrar una manera de escapar de los horrores que parecen estar sólo unos pasos detrás. La estética del filme, desde su fotografía, pasando por sus planos y terminando en su banda sonora hacen una película interesante de mirar y analizar. A esto se le suman unas buenas actuaciones y una historia que necesitas terminar de ver. Algo simple, pero con buen gancho y eso es lo que suma. Aquí no tenemos monstruos, fantasmas en computadora o grandes efectos especiales. La cuestión es simple, un fantasma que persigue a una chica para matarla y, como en toda película de terror, el fantasma siempre camina. Lo gracioso es que uno de los personajes lo dice: "ella siempre va caminando, pero siempre llega a buscarte". Claro y conciso. Un final predecible, pero necesario. Una película sumamente interesante para ver.
Huyendo de nuestros fantasmas. El cine de terror suele ser el campo de experimentación de varios géneros cinematográficos. Las mismas características del horror como ensayo, y como indagación en nuestro subconsciente y nuestros miedos, permiten que surjan nuestras más terribles pesadillas como atávicos monstruos que nos acosan desde ese abismo insondable que es nuestra mente. Te Sigue (2014), la segunda película del director y guionista David Robert Mitchell, es un film de terror psicológico en el que una joven es perseguida por un ente sobrenatural de transmisión sexual que adopta diferentes formas humanas para encontrar a sus víctimas y matarlas en un encuentro carnal. La joven debe escapar de la criatura para sobrevivir y tener relaciones sexuales con alguien para supuestamente lograr que la entidad sobrenatural que la persigue vaya en busca de su eventual pareja y así reproducir el círculo de asechanza. Con pocos recursos y un elenco muy joven en el que se destaca la protagonista Maika Monroe, el director propone una obra inteligente en la que en lugar de efectos especiales y de sonido, tenemos espacios cerrados, el terror a lo extraño e incomprensible y una cámara que mira a la oscuridad y la imposibilidad de creer en aquello que no puede ser constatado por los sentidos. Mezclando las melodías de las típicas bandas de terror de los años setenta con instrumentos electrónicos, el compositor norteamericano Rich Vreeland (bajo su nombre artístico Disasterpeace), logra combinar sonidos de ultratumba a partir de teclados y percusión para generar una atmósfera de desasosiego que inunda a los personajes de un sentimiento de impotencia ante algo ininteligible que solo tiene un propósito. Cada escena está construida con un gran cuidado estético para conseguir el máximo efecto a través de la contraposición de las profundidades de los planos, que van de una amplitud infinita hacia los detalles expresivos del terror, generando una sensación de persecución al borde de la esquizofrenia paranoide. Te Sigue consigue así homenajear a lo mejor del terror de los años setenta y combinarlo con la renovación de los rasgos del horror psicológico actual, siguiendo los pasos de películas recientes como Under the Skin (2013) de Jonathan Glazer, para generar metáforas sobre las etapas de la vida, el fin de la adolescencia, el miedo actual a convertirse en adulto y la necesidad de tomar decisiones que afectan a las personas a nuestro alrededor. También es destacable la labor de fotografía de Mike Gioulakis en la construcción de esta estética sobrenatural ancestral que se contrapone con la juventud en medio de las contradicciones de la vida suburbana norteamericana. Te Sigue sacude de esta manera al espectador desde lo simbólico y lo visual para llevarlo hasta los límites de las pesadillas sexuales adolescentes a través de la angustia, el pánico y el desamparo de los protagonistas, quienes deben comenzar a vivir en un mundo demasiado claustrofóbico y terrorífico para ser comprendido.
Intensa y embrujada “It Follows” hace virtud del silencio y los encuadres que recuerdan al mejor Carpenter. Sin necesidad de exponer nada sobre la trama se desliza en un paisaje urbano de los suburbios escapando a los convencionalismo del género, creando en el proceso una atmósfera de inquietud constante, subrayada por un score bien synth. El paralelo que traza el film puede ser obvio: una alegoría sobre el HIV, pero la forma en que está filmado y el tono mumblecore con influencias del J-horror, demuestran que el director y guionista buscó hacer algo original dentro del género. Tarea cumplida.
Alguien o algo te sigue… y todo por haber tenido relaciones sexuales, podría ser un juego de adolescentes en la vida real, pero en una película, es terror. No hay adultos en el film, y muy poco diálogo tienen los jóvenes actores. Creando suspenso a cada instante con una fotografía desaturada, y jugando con elementos retro. Los primeros cinco minutos atrapan, seducen al espectador, a tal punto que son clave para decidir si uno sigue viendo o no la película. Es el segundo film de Mitchell.
Jay es lo que se podría decir, una linda adolescente más. Bella, con buenos amigos, un par de ellos enamorados de ella, y un pretendiente carilindo y misterioso. Pero cuando decide tener sexo con él, recibe por parte de su casi novio una peligrosa maldición. Ahora una entidad desconocida la seguirá a donde quiera que vaya para matarla, a menos que ella, sexo mediante, le pase la maldición a otra persona. Todo seguidor del género de terror sabe y no se sorprenderá si digo que estas películas vienen de mal en peor. Solo basta mirar las propuestas que se vienen estrenando este año para ver que ningún film es como mínimo decente, y ni hablar de habernos encontrado con alguno bueno. Te Sigue Por eso desde las redes sociales, Te Sigue (nombre del doblaje en Argentina, It Follows en su versión original, y Está Detrás de Ti en México), venia cobrando fuerza en las redes sociales, siendo una producción independiente y que en apariencia suponía ser la tan esperada buena peli de horror que todos esperábamos ¿La maldición en base al sexo esta a la altura del hype que traía? La respuestas es si. Esta a la altura de lo esperado, pero tampoco esperen no poder dormir por días, o tener que mirar detrás de si a cada rato (bueno, esto sí), porque lo que propone Te Sigue no es la clásica película de susto tras susto, u horrorizar al espectador a base de imágenes de gore y tripas que rozan lo pornográfico o el mal gusto. No, Te Sigue es mucho más sugerente que explicita, manteniendo al público expectante a cada rato para ver si la pobre protagonista puede mantenerse viva, hasta digamos, tener de nuevo sexo y salvarse. De por si la trama es bastante original, con el tema del ya nombrado sexo, y además de un ente invisible a todos, que persigue al maldecido (caminando incansablemente) hasta atraparlo y matarlo, que encima es indestructible y solo se le “puede pasar el problema” a otro. Bueno, a esto hay que sumarle las buenas formas del director David Robert Mitchell (esta es su segunda película) para saber dirigir el guion que tenía en manos sin arruinarlo en una dirección mediocre como suele ocurrir. Esta vez el espectador tiene que estar igual o más atento que nuestra Jay, para poder ver la gente que camina y se acerca desde el fondo de la pantalla, hacia nuestra protagonista que suele estar siempre muy adelante del encuadre. Todo ser que vemos solo caminando hacia nosotros, es sospechoso de ser el ente asesino. maxresdefault Habría que hacer memoria para recordar que otra película de terror supo usar tan bien el espacio dentro del campo de pantalla, jugando a la perfección con la cercanía de los personajes entre sí y con el espectador. Por suerte el elenco también esta a la altura. Si bien no veremos actuaciones memorables, todos cumplen bien su rol, alejándose bastante de los grupos de adolescentes odiables que el espectador espera ver morir rápidamente. Acá por suerte se logra una conexión entre ellos y con uno que está viendo la película, logrando que a cada muerte, de verdad la sintamos y no nos dé igual. Te Sigue es por lejos la mejor película de terror del año, y diría que lo es desde El Conjuro (perdón, pero a quien les escribe no le gusto The Babadock), y también es de lo mejorcito que veremos en el año fuera de las grandes producciones y tanques hollywoodenses. A quienes les gusten los films complejos, pero sobre todo, bien escritos y dirigidos, Te Sigue debe ser una más que seria candidata para ser vista, mas aun si no buscan sustos baratos y fáciles.
La tenés adentro. El cine de terror nos tiene acostumbrados a padecer productos que intentan abordar los complejos adolescentes repitiendo recursos argumentales que solamente manipulan tecnicismos visuales. Constantemente certificamos que estas propuestas retrasan el incentivo por descubrir alternativas que renueven el formato dentro de la industria. Debido a estos motivos, celebramos las repercusiones generadas alrededor de Te Sigue y su elaboración por parte de un interesado en los dilemas juveniles como es David Robert Mitchell. En su segundo largometraje retratando el inconsciente generacional, este realizador viene a rememorar estrategias clasicistas del género para componer una amenaza imparable que se encuentra acechando a la juventud norteamericana, pero modificando tales fórmulas con originalidad. Como principal maniobra se desmantelan los factores predecibles para asegurarse un dramatismo constante. Mitchell no persigue el sobresalto buscando impresionar audiencias compactas, deseosas de presenciar un muestrario de ejecuciones impiadosas. Tampoco procesa los estereotipos que determinan a un referente cotidiano del mainstream. Las intenciones que intervienen en Te Sigue consisten en revelar los intereses descarados de los involucrados, mientras el componente de la supervivencia pasa a ser el mecanismo de desarrollo. Digamos que reformula lo establecido como en su momento supiera hacerlo Kevin Williamson durante los noventa. Nuestra protagonista es una adolescente que, luego de concretar sexualmente con un muchacho en un descampado, comienza a ser atemorizada por una entidad fantasmagórica. La víctima es advertida sobre las precauciones que debe atender, y para saltearse semejante fatalidad deberá convertirse a la promiscuidad, mientras queda al cuidado de sus amistades. La imposibilidad de identificar al asesino a distancia, debido a su capacidad para metamorfosearse (característica que le permite a Mitchell resaltar cierta morbosidad), aumenta la paranoia entre aquellos contagiados. Incluso quienes sean tentados de liberarse hormonalmente para cortar la maldición, también serán castigados. Desarmando el conglomerado de referencias notamos que Mitchell consigue administrar diferentes atributos, pero evadiendo toda comparación que lo justifique como un simple imitador. La claustrofobia que sobrevuela alrededor de estos suburbios resulta directamente conectada al esteticismo carpenteriano de principios (esa inseguridad penetrando y evadiendo toda autoridad), y los condimentos que permiten un movimiento intrigante a lo largo de toda la cinta claramente provienen del entretenimiento cosechado durante los ochenta (detener esta persecución implica combatirla de manera creativa). También sobresalen los perfiles independientes desvinculados de superficialidades (esos adolescentes atravesando una inocencia atormentada), los comportamientos incorrectos respecto al instinto carnal (estamos ante una típica enfermedad cronenbergiana reproduciéndose) y las pesadillas psicológicas (momentos claramente lynchianos). Pero el imaginario de Te Sigue no sobrevive recopilando meramente influencias, sino también por la autenticidad de aquellas secuencias musicales tan efectivas para determinar sensaciones inquietantes, y valiéndose de travellings subjetivos que finalmente concretan una propuesta consciente. Una verdadera anomalía por fuera de los estándares comerciales que acaparan semanalmente la pantalla cinematográfica.
El renacer del cine de terror Una chica está corriendo por las calles. Suponemos que escapa de alguien dada su cara de pánico. Un asesino, un “monstruo”, Jason, ¡algo tiene que perseguirla!, tal vez un ente paranormal, ¡ah, pero no!, eso último no, porque solamente sucede dentro de las casas. La cuestión es que la primera escena que nos regala la última película de David Robert Mitchell, Te sigue (It Follows), trata de lo que hablamos anteriormente. Una muchacha de un pequeño pueblo de Estados Unidos escapa de “algo” hasta que decide dejar de hacerlo, rendida y cansada de su condición decide entregarse a eso que la sigue, se despide de sus padres por celular, pantalla en negro y en la siguiente escena voila: la joven muerta en la playa de una manera un tanto brutal y hermosa para el cine de horror. Así comienza el film. A esta escena logro verla como un paralelismo con lo que ocurre en la industria del cine terror, la resignación de tener que adaptarse a un sistema ya establecido dentro del género y dejar morir las ideas revolucionarias de uno. Qué dilema el hecho de ser director especializado en el cine de terror o incursionar en el mismo; me refiero a que ya es la inercia misma la que nos dicta que los entes paranormales solo te siguen dentro de una casa, los hombres lobos en el bosque y los asesinos seriales debajo de tu cama. Se formó como una esfera en donde todo está ya predeterminado de fábrica y los directores al momento de afrontar un proyecto cinematográfico de éste género se encuentran con que es poco el espacio que tienen para dejar su huella en la industria. Los amantes del cine de culto estamos cansados ya de la típica película de terror en la cual nos presenta la historia de una familia disfuncional la cual se muda a una casa en medio de un pueblo muerto en el Oeste de EEUU y que dentro de la misma viva un ente paranormal que les hace la vida difícil hasta que resulta que uno de sus hijos es la clave para vencerlo o simplemente escapan. Este argumento lo sabemos de memoria y nos enoja mucho que de despilfarre plata en cosas tan monótonas. Pero la moda así lo dicta. Rescato Te sigue de toda esta camada de la nueva década porque Mitchel entendió todo. No sólo entendió el concepto, sino que también dejó su marca y revirtió el argumento de lo que podría ser una película más. El secreto del éxito de una película de terror está en la fabricación de una atmósfera totalmente innovadora para el espectador, una atmósfera en la que no se sienta habitué y la que ya sabe cuál será la resolución del relato. En esta ocasión, no sabemos siquiera quién o qué es lo que nos espanta. Jay es una chica de 18 años que tiene su primer encuentro sexual con su novio en la parte trasera de su auto. Acto seguido y luego de un poco de palabrerías, el chico precede a dormirla con cloroformo y en la siguiente escena aparece atada en una silla: acá es cuando viene lo interesante. Algo comenzará a seguir a Jay a lo largo de todo el relato. ¿Qué es? No lo sabemos con certeza, pero es “algo” que no nos gustaría saber qué pasaría si nos atrapara. La cuestión es que esta “maldición” o ente perseguidor se transmite mediante el acto sexual, y la única forma de desligarte de él es teniendo sexo con otra persona, siempre y cuando no lo maten a él, porque si no volverá a seguirte a vos. ¿Qué es lo más morboso? No es raído, tampoco corre, no tiene una forma definida, simplemente camina hacia vos. Tomando muchas formas de muchas personas. Nunca podrías darte cuenta de que es “eso” porque nunca repite su forma, solamente te vas a dar cuenta porque camina hacia vos lentamente. Espeluznante. A lo largo de toda la película Jay intentará escapar y también seguir la cadena para que dejen de perseguirla y eso la vuelve más que interesante, finalmente disfrutamos un argumento que no transcurre todo dentro de una casa o que no se trata de un enmascarado al mejor estilo plagio de Halloween. Creo que esta apuesta del director trasciende claramente del cine de horror este año y es más que digna de ir a disfrutarla en el cine por varias razones. La más importante según mi criterio: las escenas musicalizadas. La musicalización de esta película no solo es atrapante, sino que también roza la perfección de a momentos, entintando escenas significativas como las de escapes o las de Jay reflexionando acerca de su presente. No abusa de los sonidos-sorpresa tampoco lo cual ya es digno de un aplauso. Tal vez este sea el comienzo de un nuevo estilo del cine de género, esperamos también por más películas de David Robert Mitchel quien hasta ahora solamente contaba con un antecedente: The Myth of the American Sleepover de 2010. Te sigue merece ser vista en cine y no me van a leer muchas veces invitándote a ver películas de terror al cine.
El cine de terror está en decadencia. Pocas son las películas que realmente muestran algo de terror, más allá de usar los mismos recursos trillados una y otra vez, además de ver las mismas historias en pantalla con diferentes títulos: El exorcismo de (Inserte nombre favorito aquí), Apariciones, El Fantasma de, demonios,.. y un largo etc. de nuevas historias que sirven para atraer adolescentes en pareja, pero que pocas veces logran por lo menos recuperar su inversión. Por ello, encontrar una película como It Follows, dirigida por David Robert Mitchell (El Mito de la Adolescencia), resulta grato, especialmente cuando le hicieron poca propaganda y está pasando con éxito el efecto de su recomendación de boca en boca. Jay y sus amigos son como cualquier adolescente americano: fiestas, diversión, viajes y sexo son cosa de todos los días. Sin embargo, un día, cuando tiene sexo con su chico, se descubrirá perseguida por un ente sin rostro, hasta que consiga pasar el efecto a otra persona por medio del sexo. La historia, aunque parezca sin sentido, logra mantener al espectador en vilo sin necesidad de mostrar criaturas extrañas, espíritus del más allá o cualquier otro tipo de monstruo. Al estilo de Cloverfield, durante toda la película sólo vemos vistazos de aquello a lo que temen, pero nunca sabemos realmente su orígen, intenciones o metas. Solo entramos en el juego y con eso es más que suficiente para lograr el terror, el nerviosismo y las buenas notas que muchos críticos le han dado. Probablemente no se vuelva un clásico, ni tampoco sea la mejor película de terror de la historia, pero en medio de tanta mediocridad, el espectador agradece que aún existan cineastas que se preocupen por hacer cine de calidad antes que pensar en su bolsillo y en el de los productores.
ME VERÁS VOLVER Y si hablamos de paranoia, enmarcada dentro de ese género tan difícil que es el terror, haríamos bien en mencionar y recomendar la que será la película del año en lo que a sustos se refiere. Su estreno comercial está próximo, es apenas el segundo largo de su director y su título en español será Te sigue. Porque de eso va, básicamente, de una maldición irremediable que pasa de una persona a otra (no revelaremos cómo), de aquello que queremos sacarnos de encima pero que no deja de retornar hasta que encontremos la manera de lidiar con ello. La cámara de Mitchell hace todo bien: planos fijos, travellings, panorámicas; en ambientes abiertos o cerrados, en paisajes luminosos o nocturnos, la mancha está al acecho y mete miedo. Presentada en Cannes y en Sitges, con un inicio que remite a la gloriosa Scream y un argumento que presenta elementos de Ringu y Destino final, It Follows se sirve de la memorable musicalización de Disasterpiece para entregarnos una experiencia extraña en el cine de terror actual: un miedo poco calculado y del todo genuino.
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El miedo que acecha Cuando una película como "Te sigue" (USA, 2014) llega a los cines, el primer pensamiento que se produce es el que relaciona este tipo de filmes evocadores del retro terror con la necesidad que se celebre en la oscuridad de la sala la inevitable comunión entre el producto y los espectadores tomando lo ominoso y siniestro como punto de partida. Y si bien en "Te sigue" no estamos asistiendo a algo nuevo ni mucho menos revolucionario, lo original de la propuesta comienza por que su impronta no es pretenciosa, todo lo contrario, y eso genera disfrute desde la primera escena. En el arranque una joven escapa apresuradamente de algo/alguien que la acecha y que inevitablemente sabemos que es malo/a. Con el correr de los minutos vemos cómo ella termina en una playa, deformada, destrozada y desde allí comprendemos hacia donde se dirigirá el filme de David Robert Mitchell, una suerte de puesta al día de lo mejor del cine de terror enfocado en adolescentes que escapan del mal mientras tienen sexo, dialogan y hasta planean metas para su futuro. Pero como en toda película de terror justamente esos anhelos se evaporarán cuando ESO que persiguió a la joven del inicio comience a acechar a cada uno de los protagonistas. Una falsa moralina, propia de las películas de terror de los años 80, además teñirá la trama de "Te sigue", con el sexo como propulsor del "contagio" de la "plaga" que persigue a los jóvenes. La estilización de planos, los travellings, el punto de vista que cambia de acuerdo a la elección del narrador, perseguido o perseguidor, construyen la tensión de una propuesta simple y efectiva con el fuera de campo como potenciador de la historia. Efectiva. PUNTAJE: 7/10
Paranoia por contagio Cuando surge un bálsamo como Te sigue (2014) frente a las trilladas y decadentes propuestas de un género alicaído no se puede más que celebrar, aunque -a confesión de partes- quien escribe no es precisamente fanático de las películas de terror. La idea de represión sexual o castigo al libertinaje erótico era uno de los tópicos que motorizaba los resortes de cuanta película de terror, protagonizada por adolescentes, se tratara y sembraba desde la puesta en escena y el in crescendo de cadáveres una lectura un tanto reaccionaria ante la libertad y una condena solapada del espíritu y la vitalidad juvenil. Ahora bien, ese código fue mutando en otras lecturas y dio lugar a variaciones, que operaban bajo la misma dialéctica, en la que el castigo a la oveja descarriada de turno se modifica solamente desde las armas y las torturas a las que es sometida, pero la raíz de ese fundamento inatacable sigue siendo la misma. Por eso, Te sigue hace de la paranoia al contagio por transmisión de cuerpos que atraviesa el derrotero de un grupo de adolescentes en tránsito de la etapa de pubertad a la adultez su espada de Damocles. Con la suficiente inteligencia por parte de su director, David Robert Mitchell, de renunciar a todo golpe de efecto para, desde un manejo meticuloso de la puesta en escena y el detalle en el encuadre, armado de cada plano con correspondencia entre planos generales y planos detalle, generar la atmósfera de terror y suspenso que solamente puede entenderse desde el punto de vista psicológico de la protagonista, una estudiante universitaria, quien luego de un encuentro sexual casual es de cierta manera portadora de una maldición, donde se involucran criaturas que cambian de cuerpo y que al solo contacto con la víctima sacian su deseo sexual a cambio de la muerte del recipiente. En términos narrativos, la apuesta al minimalismo recoge el guante para cachetear al cine del metraje encontrado tan en boga últimamente y reemplazar ese tedio habitual de productos de ese estilo por una contextualización que trae como referencia el cine de los 70, sin la necesidad del guiño cinéfilo para sustentarse, pero donde son evidentes las influencias, por ejemplo de Halloween (1978), por citar el caso más a mano. La alegoría o metáfora también funciona en Te sigue, porque podría tranquilamente tratarse del deseo reprimido que camina entre la gente y que solamente pueden percibir aquellos que aún no han transitado por una plenitud sexual, como deja entrever ese coqueteo permanente entre la protagonista y uno de sus amigos, personaje que gracias a la sutileza del guión escapa con armas nobles al estereotipo del freak conocido, así como el resto de los personajes que interactúan y aportan frases o diálogos sumamente jugosos. En otras palabras, estamos en presencia de una película que no reniega del género; se lo toma en serio sin traicionar sus códigos elementales, y que seguramente sorprenda al espectador y deje abierta la puerta para otras producciones anglosajonas que salen de la norma del mainstream reinante.
Eso que siempre esta ahí Jay (Maika Monroe) es una chica de 19 años que durante una cita es víctima de un extraño ritual, del que logra escapar. Creyendo que ha podido dejar todo atrás, trata de continuar con su vida normal junto a sus amigos. Pero algo se ha quedado con ella, un extraño ente, algo que toma diferentes formas la persigue, está con ella todo el tiempo, y puede volverse realmente peligroso. Para poder librarse de esto, Jay debe averiguar de qué se trata el ritual en el que estuvo involucrada, y hará todo lo posible para terminar con aquello que la persigue. Simple, clara, con una estética despojada y buenas interpretaciones, la película narra la pesadilla que atraviesan la joven y sus amigos, construyendo un muy buen filme de terror, sin sangre a borbotones ni golpes de impacto, sino con un sólido guión, una buena historia y climas terroríficos donde no hay desmembramientos, sino ese terror psicológico que se mete en los huesos, acompañado por una excelente música electrónica algo ochentosa, que por momentos recuerda a los filmes de Argento.
Apariciones al estilo más clásico Aun no da para armar una serie de festejos pero es innegable que a través de recientes títulos genéricos de terror se insinúan algunos bienvenidos cambios. Aun no da para armar una serie de festejos pero es innegable que a través de recientes títulos genéricos de terror se insinúan algunos bienvenidos cambios. El payaso del mal y Sinister 2, novedades de las últimas semanas, sin convertirse en títulos recordables, apelaban a un clasicismo escenográfico que peleaba con historias que no se animaban en su totalidad a descansar en la sutileza antes que en el efecto directo. Te sigue, por lo menos hasta hoy, parece encabezar un retorno a las fuentes narrativas de los '70 y '80, en especial, trazando un puente desde los mejores títulos del gran John Carpenter hasta los temas que le interesaban al recientemente fallecido Wes Craven, en especial, el de las iniciales pesadillas de Freddy Krueger y la más que astuta Scream. Te sigue es terror de bajo presupuesto, pero jamás parecido a la berretada infame de El proyecto de la Bruja Blair y sus camaritas digitales camufladas de súper 8 posmoderno. Es terror abstracto, que recurre a la insinuación antes que a la certeza para describir una serie de climas inquietantes y fantasmas de por medio que acosan a la adolescente Jay y a sus amigos. Es clasicismo puro desde la estupenda primera escena marcada por esa sensación de no lugar ni temporalidad posible, al mostrar a una chica corriendo y escapando de no se sabe quién. Es terror nocturno, pero también, como en los buenos ejemplos instalados por el cine de Carpenter, hay lugar para las escenas diurnas, aquellas donde concebir un terror de "apariciones" y "persecuciones" resulta más complejo. Por eso allí están los fantasmas reapareciendo en más de una oportunidad, sin necesidad de recurrir al efecto directo y sí al espacio off para transmitir el miedo por el miedo en sí mismo. Como se observa en la gran escena, cerca del final, que transcurre en un natatorio, mientras Jay y sus amigos esperan la llegada del próximo invasor. Con Te sigue vuelve aquel terror de antaño intentando convencer a un público acostumbrado a las actividades paranormales. La batalla recién empieza y el mejor ejemplo es un pequeño y gran film dirigido por David Robert Mitchell, ya convertido en una de las grandes novedades de 2015.
Fugitivos de lo que nadie escapa La vara con la cual valoramos el cine de terror en los últimos años ha tenido que bajar necesariamente. Salvo algunos oasis como la remake de Posesión infernal (Fede Alvarez, 2013) o El conjuro (James Wan, 2013) y hasta Ritual sangriento (Jim Mickle, 2013), en general la cantidad de producciones del género (casi todas norteamericanas) son demasiadas y de calidad dudosa. De todas maneras, estas películas tienen un público asegurado que hace que nunca fracasen en la taquilla, como suele suceder con la comedia norteamericana, por ejemplo. Es que el cine de terror es como la Selección Argentina: hace mucho ruido aunque no le gane a nadie. En el caso de Te sigue estamos ante un film que no sólo es de terror, es también un film de premisa, esa especie de subgénero maldito del que pocas veces alguien sale airoso. Hablamos de esos films cuya lógica narrativa (por decirlo de alguna manera) se sustenta en una afirmación absolutamente arbitraria. Por ejemplo, esa entretenida pero demasiado ridícula película con Amanda Seyfried y Justin Timberlake, El precio del mañana, en donde toda la gente por alguna razón difusa tiene un reloj bajo la piel que le dice cuánto le queda de vida. En pocas palabras, cuando se utiliza bien una premisa sale Sexto sentido, si no sale El origen, donde un montón de personajes parecidos a Aníbal Fernández intentan explicar lo inexplicable. Te sigue es una película de premisa cuyo resultado, por suerte, es parecido al de Sexto sentido. A pesar de que el mecanismo de la película se devela rápidamente, y que creemos que aunque se sepa de antemano el espectador puede disfrutarla igual, no vamos a develar nada aquí para que la sorpresa sea completa. Lo que gusta de Te sigue, de todas maneras, no es su originalidad, ese concepto sobrevalorado. Lo que importa es que vuelve a las fuentes, en busca de viejos recursos probados, para contar una historia moderna. Si le sacamos el hecho fantástico, Te sigue es un drama adolescente independiente norteamericano a imagen y semejanza del festival de Sundance. Pero el hecho fantástico está, y la verosimilitud creada por esa estética de adolescentes despreocupados de suburbio típico ayuda a que nos lo creamos fácilmente. Cuando aparece el terror nos damos cuenta de que el director, David Robert Mitchell, sabe que su película necesita ritmo particular y realmente lo consigue. En Te sigue busca el efecto al igual que Poe, y construye un relato fantástico tan típico como demoledor, que podría haberlo pensado Hawthorne en el Siglo XIX o el joven Cortázar de Bestiario, aunque en el último caso los malos serían todos obreros peronistas. Por otro lado, se nota que Mitchell ha leído a Freud y ha visto cine de terror. Pensándolo bien, se nota que es un ser humano y que lo obsesionan la muerte y el sexo. En Te sigue, hagamos valer la redundancia, lo que te sigue es la muerte pero también el sexo, o un híbrido entre ambos. Sabemos de aquella regla mitológica que se volvió autoconsciente en Scream, en el cine de terror (y a veces en el cine a secas): quien tiene sexo muere. En Te sigue esto es una regla vital, y el director, con mucha inteligencia, aprovecha para explorar cómo sus personajes deben relacionarse a través del sexo. Mitchell sostiene el tono de su película casi todo el metraje, salvo hacia el final, en una mala secuencia en una pileta que podría haber arruinado todo pero de la cual sale airoso. Con las armas de siempre: el peligro, el sexo y la muerte, Te sigue se suma a la lista de oasis en el desierto que es el panorama actual del cine de terror. Aunque al igual que las otras, no le alcanza para ser una obra maestra pero es de lo mejor que ha aparecido. Es lo que hay.
De paranoias y maldiciones venéreas Presentado en la Semana de la Crítica de Cannes, este elegante film de terror se afianza en un riguroso trabajo con el misterio y la puesta en escena. Te sigue se presenta, en varios sentidos, como una película a contracorriente. En primer lugar, por su renuncia a dejarse llevar por los artificios que marcan la pauta del cine de terror actual: la pirotecnia digital y los efectismos procedentes de un montaje entrecortado. En un alarde de nostalgia cinematográfica, la segunda película de David Robert Mitchell –director del film de culto The Myth of the American Sleepover–, explora con convicción y elegancia las posibilidades que ofrece el trabajo de puesta en escena a la hora de generar suspense y desasosiego. Así, evocando el clima de angustia y turbación característico del cine de John Carpenter –a quién se homenajea en una inquietante banda sonora interpretada a golpe de sintetizador–, Te sigue despliega un perturbador universo de terrores adolescentes, inquietudes sexuales y malestares sociales. El segundo motivo que hace de Te sigue una película singular es su capacidad para esquivar una de las trabas en las que suelen tropezar muchas películas de terror: la conocida escena en la que se revela la identidad del villano de la función y su relación con los protagonistas. En lugar de resolver y concluir, Te sigue prefiere interrogar: alimentar el misterio en lugar de aniquilarlo con referencias a traumas psicológicos o con banales tretas narrativas. A Robert Mitchell le interesa menos el por qué –la razón por la que una criatura sobrenatural persigue a la protagonista– que el cómo –de qué manera se desata la paranoia persecutoria–. Y, sin embargo, paradójicamente, es esa negativa a concretar narrativamente el film lo que le otorga una dimensión abstracta que abre la narración a múltiples y jugosas interpretaciones. La premisa de Te sigue parece sacada del manual básico del slasher moderno. La protagonista de la película (una Maika Monroe que cumple eficientemente con las funciones de scream queen) recibe una maldición venérea cuando se acuesta con su novio: a partir del coito, empieza a ser perseguida por una fuerza maléfica que sólo se detendrá si la maldición es transferida a otra víctima mediante un nuevo encuentro sexual. El villano de la película adopta múltiples formas humanas –tiene mil caras pero no posee ninguna– y el bamboleo hormonal de la adolescencia se apodera de las imágenes. Sin embargo, la interpretación de dicha maldición nunca se cierra sobre una explicación unívoca. ¿Se trata de un comentario irónico sobre las constantes del cine slasher? ¿O es quizás una crítica a la hipocresía puritanista que impera en la sociedad estadounidense? También podría tratarse de una meditación sobre una cierta pérdida de la inocencia o sobre el precio que hay que pagar por el acceso a una madurez desangelada. Te sigue transcurre en una escenario extraño: una Norteamérica suburbial cuya apacible (pero opaca) superficie oculta algo monstruoso. La obra de David Lynch parece un referente claro, aunque el escenario semi-urbano desértico también hace pensar en M. Night Shyamalan. Por su parte, las imágenes de un Detroit de casas abandonadas y de barrios en ruinas remite inevitablemente a la crisis industrial que ha golpeado a la ciudad en la última década. Mitchell saca partido de este mundo enrarecido y se sitúa, con su voluntad de homenajear un cine de terror pre-digital, cerca de cineastas como Ti West o Rob Zombie. El talento del director queda al descubierto en una excelente escena en una piscina que traslada al espectador inevitable y felizmente al célebre ataque acuático que acontecía en La mujer pantera, del maestro Jacques Tourneur.
Junto con The Babadook, Te sigue es probablemente una de las películas relacionadas con temáticas de terror más elogiadas de los últimos años. Algo que le terminó de jugar en contra a ambas producciones porque desde los medios se proyectan a los espectadores expectativas enormes que después no terminan de ser cumplidas. En estos días donde el cine de horror se encuentra en un estado de agonía la aparición de este tipo de filmes se celebran y hay que verlos más allá que no sean las obras maestras perfectas que indican las críticas vende humo. Te sigue en realidad un thriller con elementos sobrenaturales que tienen algunos momentos aterradores por la temática del conflicto y los climas de tensión que construyó el director David Robert Mitchell. Esta es su segunda película desarrollada dentro del cine independiente, luego de la Lértora movie,The Myth of the American Sleepover, una historia de adolescentes que hizo en el 2010. El concepto de Te sigue se nutrió claramente del cine de horror de los años ´70 , muy especialmente los primeros trabajos de David Cronenberg, como Shiver (1975), Rabid (1977) y The Brood (1979) y Halloween (1978) de John Carpenter. De Cronenberg toma la temática y el concepto de que la maldición que afecta a los protagonistas se genera a través del sexo, mientras que el espíritu de los clásicos de Carpenter está muy presente en el estilo narrativo del director. Al igual que The House of the Devil, de Ty West, que fue otra película retro que evocaba el cine de terror de los años ´80, el trabajo de Mitchell requiere cierta paciencia del espectador. Esto no es Annabelle (por suerte) donde tenés escenas de susto trilladas cada cinco minutos y el director se toma su tiempo para desarrollar el conflicto. Micthell hizo un gran trabajo al evitar la mayor cantidad de clichés posibles y genera muy buenos momentos de suspenso con el modo en que utilizo la música que es brillante. Un gran trabajo del artista Disasterpeace. Algo que le juega en contra a Te sigue son determinados aspectos de la trama a los que les faltó un poco más de elaboración en el guión. La mitología de la infección y su origen no tuvo mucho desarrollo y por esa razón hay varios momentos y situaciones de este film que no terminan de cerrar demasiado. Considerarla una obra maestra y uno de las películas más aterradoras de las últimas décadas como expresaron algunos críticos es una enorme exageración que no resiste demasiado análisis. Antes las porquerías que estamos a acostumbrados a encontrar en la cartelera mensualmente es una muy buena propuesta que vale la pena tener en cuenta, sin embargo, no se deben crear falsas expectativas. Te sigue no es un film de vanguardia que pueda generar un cambio importante en el género, pero al menos cumple en brindar un cuento interesante que merece su visión.
Sexo que cura y mata Retomando la estética y homenajeando al mejor cine del género slashers adolescentes de los años 80, como "Halloween" y "Pesadilla", "Te sigue" consigue dar una ingeniosa vuelta de tuerca a una historia donde el sexo es un problema pero también la solución. Tomando prestados elementos narrativos y estilísticos de clásicos del terror como La noche de Halloween -John Carpenter, 1978-, Pesadilla en Elm Street -Wes Craven, 1984-, entre otros, Te sigue recupera la dimensión moral de aquellos films de culto y juega con los tópicos del género, evitando el montaje clásico y construyendo un relato con una atmósfera casi onírica tan intrigante como aterradora. En una ciudad con suburbios que parecen deshabitados y donde los adultos casi no aparecen, una joven que tiene su debut sexual con su misterioso novio se convierte en eslabón de una maldición -de la que nunca llegamos a conocer los orígenes- por la cual sufrirá el acoso de una misteriosa entidad a la que sólo ella puede ver y que puede tomar la forma de cualquiera, incluyendo un ser querido, que aparece con total naturalidad cuando menos lo esperas y que si la alcanza la mata. Maldición que parece funcionar como una enfermedad de transmisión sexual y de la que solo podrá librarse teniendo relaciones con otro. El maravilloso y complejo plano secuencia inicial donde la joven es perseguida por la calle por algo que no vemos y que termina con un plano violento, marca el comienzo a un relato que juega con lo desconocido, utilizando el plano general y la profundidad de campo como instrumento para provocar inquietud -A lo lejos, lo que vemos avanzar hacia el personaje puede o no ser una amenaza de muerte-, una estética que toma elementos muy cotidianos y lo malsano de su ambiente, iluminación natural mínima y una banda sonora conformada a base música electrónica y sintetizadores, propias de los clásicos de John Carpenter, que inquieta e incomoda. Casi atemporal, la ausencia de elementos tecnológicos como Internet o teléfonos móviles que la puedan asociar a la actualidad es casi completa, Te sigue no oculta en ningún momento su carácter referencial a los clásicos slashers de los 80. El barrio en donde se desarrolla la acción -Halloween -, el sexo, tan castigado por serial killers como Jason Voorhes de Viernes 13, y el grupo de amigos de la protagonista, junto al miedo a dormir y quedar indefenso ante el ataque de la fuerza maligna -Pesadilla-, son algunos de los elementos coincidentes. Pero conforme se van desvelando los detalles de la trama, Te sigue se las ingenia para darle un tratamiento mucho más poético a las relaciones sentimentales que se establecen entre los personajes y retomar, casi a manera de homenaje, aquellos mensajes a una generación en el que la promiscuidad era condenada al infierno. Una protagonista aparentemente vulnerable pero siempre intensa y fuerte, muy bien interpretada por Maika Monroe, la ausencia de bellezas descerebradas y musculosos inservibles -habituales del terror adolescente-, la impactante escena de la playa o el clímax final en la piscina cubierta, son algunos de los hallazgos de Te sigue, cuyo crescendo narrativo mantiene al espectador pegado a la butaca, intriga y sorprende.
Más prestigio que sustos ‘Te sigue’ juega con ciertos tópicos del cine de terror y logra algunos buenos momentos que se diluyen por su intención de trascendencia. A esta altura del partido, reivindicar los géneros es una perogrullada. Decir cosas como “el terror no es un género menor” no tiene sentido porque nadie que sepa un poquito de cine lo duda. El domingo se murió Wes Craven y las muestras de respeto fueron unánimes: si alguno manifestó condescendencia, fue ese quien quedó en offside. Sin embargo, en el prestigio desmedido de una película como Te sigue se esconde el desprecio que, evidentemente, más gente que la que yo creía todavía siente por el género del terror. Contextualicemos: es una película que debutó en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes del año pasado, pasó por el BAFICI de este año, demoró su estreno mientras crecía el buzz vía downloads ilegales y tiene un 83% en Metacritic y la frase “una de las películas americanas de terror más notables en años” estampada en el afiche con la firma del excelente (y extinto) sitio The Dissolve. Pero Te sigue, más allá de algunos sustos y climas muy logrados, no es más que una película de terror con pretensiones de algo más que, en el camino, termina dando bastante menos que otras. El argumento es una vuelta de tuerca sobre varios tópicos del terror: los zombies, el slasher y los virus contagiosos. La ejecución es prolija, por momentos efectiva, pero por más momentos pomposa y solemne. Las referencias a Dostoievsky y Stanley Donen: incomprensibles. Lo mejor es la premisa. Un ente malvado que se corporiza en distintas personas símil zombies (pero que no son cadáveres caminando, aunque comparten con los zombies la lentitud de movimientos y su invencibilidad) persigue a su víctima. Sólo ella los puede ver. Se acercan en medio de una multitud o en la soledad de su cuarto. Y la única manera que tiene la víctima de librarse de esta persecución perpetua es “contagiar” a otro mediante relaciones sexuales. Es sabido que hay pocas cosas más terroríficas que un zombie y el director David Robert Mitchell sabe sacar provecho de la vueltita de tuerca sobre el tema: como los perseguidores no son cadáveres, puede jugar más con las apariencias. Pero además, el monstruo no siempre aparece como tal y la amenaza muchas veces surge a lo lejos, desde el fondo del plano. El resultado muchas veces es interesante. Pero Mitchell no parece conformarse con hacer “una película de zombies”, por más que ya desde la premisa se despegue de lo más clásico del género. Él necesita darle una pátina arty. Entonces prescinde de la música convencional y elige el silencio, los sonidos lyncheanos o la música disonante de Disasterpeace. Y en la primera cita de dos jóvenes, los lleva a ver una función de Charada, de Stanley Donen. Y un personaje lee El idiota de Dostoievsky, ¡y lo recita! Y termina su película con un toque de excesiva sutileza. Pero no hay que culpar a Mitchell, que es un tipo que sin dudas sabe filmar y tiene ideas claras, aunque equivocadas. El problema es que el mundo del cine parece haberlo premiado por sus errores. Entró a Cannes y recibió buenas críticas no a pesar de esos errores sino precisamente gracias a ellos. Voy a ejercer la tolerancia: finalmente, todo es cuestión de gustos. Por mi parte, preferiría vivir en un mundo en el que Scream 4 tuviera más posibilidades que Te sigue de proyectarse en Cannes. Me conformo con la ilusión de que en algún Universo paralelo es así.
Un muy buen estreno de terror "inteligente" e "independiente" es "Te Sigue", una peli que a medida que pasan los minutos se vuelve aún más interesante generándote mucho miedo. La historia es super original, las actuaciones están afiladas a lo que sucede en pantalla haciendo que uno, como espectador, se crea absolutamente todo. Grandes momentos, que aún hoy, me resultan inolvidables, casi como fotografías de terror que no vas a poder borrar tan fácilmente de tu mente. Una obra de arte que apunta a lo desconocido y eso mismo es lo que más miedo te va a generar. No hace falta que te diga nada más, realmente tenes que verla. Peliculón absoluto.
Crítica emitida por radio.
No es casual que muchos cineastas independientes –del género llamado mumblecore o ligados a él– hayan tenido alguna repercusión comercial tras su paso al cine de género, más específicamente al de terror. Como los hermanos Duplass lo hicieron en BAGHEAD (y luego en otras que dirigieron o actuaron), el realizador de TE SIGUE, David Robert Mitchell, viene de hacer un drama ultra-indie llamado THE MYTH OF THE AMERICAN SLEEPOVER que pasó por BAFICI hace unos años. Para este tipo de cineastas acostumbrados a relatos de bajo presupuesto, pocos personajes y locaciones, pasar a un relato de terror es una alternativa posible, especialmente si el esquema básico consiste en un grupo de amigos que se reúne en una casa o cuando algo raro e invisible está sucediendo en un pequeño pueblito. Solo es cuestión de saber manejar los recursos cinematográficos y el éxito (masivo o de culto) está a la vuelta de la esquina. Mitchell logró ese objetivo con TE SIGUE y la prueba de que estamos antes un buen ojo cinematográfico es evidente en el primer y largo plano secuencia de la película en el que una chica corre desesperada perseguida por algo que no podemos ver pero ella aparentemente sí. Al otro día aparecerá destrozada. Luego iremos conociendo más detalles del asunto, detalles que ponen el aspecto “metafórico” que todo filme de terror tiene en primer plano dejando las explicaciones de lado. Hay una persona –pueden ser varias– que te siguen a la manera de zombies luego de que tenés sexo con una persona ya infectada con ese ¿virus? Y la única manera de liberarte de esa persecución es tener sexo con otra persona y, literalmente, pasarle el problema a él. it-follows-cannes-2014-4Tras ese comienzo la película sigue a un grupo de jóvenes de un suburbio de clase media de Detroit, una de cuyas integrantes comienza a sufrir esta persecución que solo ella puede observar (y nosotros, cuando la cámara toma su punto de vista). El perseguidor puede cambiar de forma y persona –un familiar o un desconocido– pero acecha, de a poco, en todos lados y cuando menos lo imaginás. Mitchell logra crear tensión, al mejor estilo del primer John Carpenter y de buena parte del cine de horror de los ’70– solo con atmósfera, sonido y música. Con eso es suficiente para que cada paso que los protagonistas dan esté envuelto en el misterio y el miedo. Habrá, claro, una pista a seguir y vicisitudes que pondrán en conflicto al grupo para llegar a una resolución que no es del todo convincente desde lo argumental pero que al menos evita dos lugares comunes muy propios del género. Por un lado, la “explicación”: no hay un libro medieval de brujerías, no hay un cementerio indígena, nada de eso. El “perseguidor” es metáfora pura, alguien que acecha en la mente de los personajes después de tener una relación sexual. Pero, a la vez, es real. Muy real. Cada uno podrá interpretarlo como quiera, y si es con la ayuda de las obras completas de Freud, mejor… IT FOLLOWS 3Otra curiosidad del filme es que jamás se revela su época: no hay computadoras ni celulares, por lo que parecen ser los ’70 u ’80, pero algunos detalles de arte hacen dudar de esa impresión. De hecho, la idea que surge es que esto mismo sucede en todas las épocas, simultáneamente, una suerte de persecución mental que sigue a los adolescentes o jóvenes luego de tener una relación sexual. Más allá del elemento de terror, Mitchell es más hábil que la mayoría de los directores de películas de terror con protagonistas jóvenes al construir personajes creíbles y que exceden la habitual división de roles (el atleta, el estudioso, la chica promiscua, la inocente, etc) de los personajes de este tipo de filmes. TE SIGUE, con su bajo presupuesto y su naturalismo a prueba de fantasmas, es una de las películas de terror más interesantes y efectivas en mucho tiempo. Aquí, la excelente banda sonora de la película, compuesta e interpretada por Rich Vreeland, AKA Disasterpiece.
Por una vez, un film de terror realmente original Similar al zombie de tradición haitiana, el folklore de República Dominicana tiene un ser sobrenatural mucho menos difundido: el galipote es una especie de zombie o espectro que camina y sigue a una persona con intenciones no muy claras, pero claramente no demasiado auspiciosas. Este excelente, original e imaginativo film de terror de bajo costo describe espantos similares, aunque no existe referencia alguna a la tradición dominicana. El director y guionista David Robert Michell asegura que la idea de "Te sigue" le surgió de una pesadilla. Un prólogo realmente siniestro y angustiante da el tono a lo que vendrá: una chica está totalmente paranoica y desesperada, mira todo el tiempo por sobre el hombro, huye sin rumbo y, sabiendo que algo muy malo le está por pasar, llama a sus padres dejándoles un amargo mensaje de despedida. Al amanecer aparece su cadáver despatarrado de un modo realmente indescriptible. Luego hay una situación más normal, con un chico y una chica de suburbio que van al cine en su primera cita. A la noche tienen sexo en su auto, y luego él la ataca durmiéndola con cloroformo. Al otro día, él le pide disculpas y le explica que le transmitió algo horrible. La única manera de salvarse pasándoselo a otro en una relación sexual. Al poco tiempo, ella empieza a ver que la sigue alguien horrible que sólo ella puede ver. Sus amigos del barrio perciben que algo está pasando y la ayudan en una fuga inútil, porque vaya donde vaya, lo que sea que sea, la va a seguir. Salvo que tenga sexo con alguien, y como la chica es muy atractiva, no faltan candidatos. "Te sigue" ofrece algo nuevo, pensado para poder ser filmado con pocos recursos, lo que no impide momentos ominosos que asustan de distintos modos, en un rango que va desde el contundente efecto que sobresalta hasta recursos más sutiles e igualmente eficaces. Hay una clara influencia del cine de John Carpenter, al punto de que el paisaje suburbano de época indeterminada (podrían ser los 70 o los 80) se parece mucho al barrio de Michael Myers en "Halloween". Lamentablemente, esta influencia llega también al score electrónico de Disasterpeace, que a veces funciona bien, aunque parece una copia mediana de los soundtracks del director de "Asalto al precinto 13". Aunque no siempre es pareja, la película logra sostener una idea original minimalista con crecientes climas de terror logrados con inteligencia tanto en lo narrativo como en lo visual. Ningún fan del género debería perderse "Te sigue".
En TE SIGUE, conocemos a Jay, una joven de 18 años, quien tras su debut sexual comienza a ser acosada por extrañas presencias y a experimentar terroríficas visiones. A pesar de lo elemental de la premisa, estamos ante una verdadera joyita del genero, un regreso al cine de horror de los setenta, con un gran poder visual y un guión inteligente que avanza a pasos lentos pero firmes. David Robert Mitchell dirige con gran pericia esta película que por atmósfera y puesta resulta heredera de clásicos fundamentales como Halloween de John Carpenter. Asfixiante, sin recurrir al terror explícito ni a la truculencia gratuita, el visionado de este filme puede resultar una experiencia tan atrapante como perturbadora.
No quería creerlo, pero en la cartelera argentina es una locura que cada semana haya un "estreno de terror". La cantidad ingente de películas del género que se lanzan es apabullante, y su dudosa calidad le han dejado un regusto amargo, una mancha que es difícil que se le vaya pronto. Por eso es que el debut de It Follows se siente como un pilar fundamental en la historia reciente del cine de horror. Son tantos los fiascos que la rodean que el film de David Robert Mitchell sobresale entre la multitud y constituye una verdadera bocanada de aire fresco. Te Sigue es una pesadilla real, y una con estilo si vamos al caso. Toda su construcción es un claro homenaje al cine de terror de los años '80, desde la estética hasta la maravillosa y ominosa música de fondo, cortesía del genial compositor Disasterpeace. Básicamente, es como si la inmortal Halloween de John Carpenter tuviese a un Michael Myers (casi) invisible y transmitido vía interacción sexual. Es una locura, un concepto escabroso y maravilloso al mismo tiempo. Es una fuerza sobrenatural que persigue constantemente y no se cansa nunca, no se detiene por nada. Hacía ratos que no veía un concepto tan agradable y fresco y -puedo exagerar un poco- desde Final Destination que no me sentía tan angustiado por un villano que aceche de tal manera. La premisa es tan simple como aterradora, y poco a poco se va develando el misterio y la mitología detrás de este ente malévolo. Quizás no haya mucho que explicar, pero allá donde vaya Jay, la protagonista, ahí es donde va la cámara y, con ella, el espectador. No conocemos mucho, pero el misterio de no saber y tener apenas un atisbo a las reglas generales sobre cómo manejar la situación hace que la acción sea tan desesperante y angustiante. No ayuda tampoco que la inocencia e ingenuidad de la Jay de Maika Monroe transmita tanto, y que su problema se traslade tan bien al espectador hasta el punto de que su miseria sea la nuestra. Quizás It Follows no sea una película de terror al ciento por ciento, sino mas bien un drama, un thriller sobrenatural, pero su densidad y su oscuridad son tan palpables que la convierten en una pesadilla hecha y derecha. Eso sí: no es un film convencional, sino un producto inteligente que no necesita sustos de cartón para calar hondo en la psiquis del espectador. Pero, por una vez en la vida, es satisfactorio saber que una película de género no se ríe del espectador, sino que lo hace partícipe de sus recovecos oscuros y lo premia con una historia astuta y memorable.
“Tienes que creerme. Necesito que recuerdes lo que te voy a decir. Esta cosa te va a seguir. Alguien me la dio a mí. Yo te la he pasado a ti. Donde sea que estés, hay algo caminando lentamente hacia a ti. Lo único que puedes hacer es pasárselo a otra persona”. A simple vista, “It follows” funciona como metáfora sobre el sexo y las posibles consecuencias, como las enfermedades de esa transmisión. Es así, que en esta película tener sexo puede hacer que te persiga una maldición. Pero también es la solución, porque al pasarla, podés librarte de ella. Pero en muchos sentidos “It follows” es más de lo que se puede a ver a primera vista. Con una calidad fotográfica deslumbrante (hay planos que son casi una obra de arte en sí misma) que le escapa al acotado presupuesto de la película, el film funciona además como un relato de iniciación, el paso de la adolescencia a la adultez. No obstante, el género que elije para contar esta historia en la que no hay adultos (excepto aquellos que te persiguen una vez que te haya agarrado la maldición), es el de terror. Quizás porque crecer no es fácil y todo lo desconocido al principio da miedo. La construcción de climas es más que efectiva y el terror está siempre presente, estamos constantemente sumergidos en él a tal punto de que cualquier persona desconocida que veamos nos genere miedo. Tras un prólogo bello e impactante, el film se sumerge en sus climas de manera pacífica pero sin generar nunca aburrimiento, al contrario, manteniéndonos expectantes. El trabajo que hace su protagonista Maika Monroe (quien también brinda una actuación deslumbrante en la inédita en nuestro país, “The Guest”, confirmándola ya como una de las scream queens del cine contemporáneo) es formidable, imprimiéndole a su personaje un dejo de inocencia, de dulzura, en un mundo tan extraño y hostil a veces. Otro de los puntos a favor que tiene el film es que no cae en lugares comunes del género. Las escenas de sexo nunca son protagonista –en realidad no están, sólo se insinúan-, y el terror se genera de manera gradual, sin necesidad de caer en golpes de efectos. El guión a veces hace agua y es un poco desparejo, pero aún así estamos ante una de las propuestas más interesantes que nos ha dado el género del terror últimamente. Un film que puede ser considerado cine arte y a la vez mainstream, como su estreno y recaudación en los Estados Unidos ha demostrado. Lamentablemente acá llega un poco tarde y es probable que eso le juegue en contra en cuanto a taquilla, aunque también es cierto que ya tuvo dos presencias importantes en festivales de nuestro país como el de Mar del Plata y el BAFICI. Y con lo bella que es estéticamente y su banda sonora que nos envuelve de manera sutil pero efectiva, It follows merece ser vista en pantalla grande. Sin dudas nos pone a su director, David Robert Mitchell, en el foco de atención para lo que venga luego.
Cuando la muerte te pisa los talones Filmado con elegancia clásica, el segundo largometraje de Mitchell no esconde sus monstruos, no sobreactúa los golpes de efecto ni explica lo que no es necesario. Y en el camino traza de manera magistral un vívido retrato social. Segunda película del director David Robert Mitchell, Te sigue es una anomalía, un fantasma en la máquina, una bienvenida falla en el espacio-tiempo cinematográfico. Un film extemporáneo que en contra del cine de terror actual –de estética apurada, ideas escasas y la cámara en mano aportando más confusión que miedo– no sólo está filmado con elegancia clásica, sino que se toma su tiempo para mostrar lo que el relato necesita poner en evidencia, al mismo que tiempo elide aquello que no debe ser dicho. Te sigue no esconde sus monstruos, no sobreactúa los golpes de efecto, ni explica lo que no es necesario. En el camino traza de manera magistral un vívido retrato social a partir de una serie de corrimientos y diagonales, que le permiten ponerlo en escena sin de caer en obviedades.Aunque la historia transcurre en la actualidad, sólo es posible notarlo a partir de detalles mínimos, fuera de los cuales el universo de Te sigue remite estéticamente a la década de 1980 y comienzos de los 90. Una sensación que Mitchell acentúa con una gran banda sonora y una percepción de los espacios urbanos que recuperan sobre todo la influencia del cine de John Carpenter. Por su parte, los adolescentes que la protagonizan tienen más puntos de contacto con aquellos de la denominada Generación X que con los de hoy. Jay, la protagonista, hasta tiene una equis tatuada en uno de sus dedos. En Te sigue no hay adultos, con excepción de la madre alcohólica y viuda de Jay, y hasta ella representa una presencia ausente. En su trabajo anterior –The Myth of the American Sleepover (2010), en el que otros chicos deambulaban solos por la ciudad durante una noche de verano, yendo de un pijama party a otro, buscándose con voracidad, pero sin idea de qué es lo que tienen que hacer cuando al fin se encuentran– Mitchell ya esbozaba muchas de las ideas que desarrolla acá, entre ellas la de dejar a sus jóvenes personajes librados a sí mismos.Lo más interesante de Te sigue son las características de la amenaza a la que estos adolescentes están expuestos. Tras salir un par de veces con un chico y luego de hacer el amor con él en su coche, Jay se despierta atada en un edificio abandonado. El chico todavía está ahí con ella y le explica que cuando tuvieron sexo él le pasó una especie de maldición que sólo es posible quitarse acostándose con alguien más. Pasárselo a otro, como si se tratara de una versión atroz del juego de la mancha. Le dice que a partir de ahora “eso” empezará a seguirla adoptando diferentes formas humanas, pero que sólo ella podrá verlo. Y que no debe dejarse alcanzar, porque si “eso” consigue matarla, volverá por él. Más allá de la clásica regla del cine de terror según la cuál el sexo entre adolescentes siempre es castigado con la muerte a manos del psicópata de turno o de la referencia fácil al VIH, detrás del monstruo poliforme de Te sigue hay una idea fatal, que lo hace el más temible. Porque no se trata de una figura concreta, como un zombie o un vampiro, pero tampoco de abstractas entidades de fantasía, sino de la conciencia misma de la propia muerte. El miedo humano por excelencia.Cuando en la cola para entrar al cine Jay le propone a su amigovio un juego que consiste en elegir una persona desconocida con la cual le gustaría intercambiar lugares, él elige a un nene chiquito que va de la mano de su padre, porque a pesar de ser joven le parece atractiva la idea de volver a tener toda la vida por delante. En The Myth of the American Sleepover, un chico le dice a una chica un poco menor con la que se gustan, que el mito de la adolescencia consiste en dejar atrás la niñez con la promesa de “todas las aventuras que vivirás en la juventud”, pero que una vez que “entendés lo que perdiste, ya es tarde para recuperarlo”. Justo en ese punto se encuentran los chicos de Te sigue. Al ordenar la serie que la película propone, conectando esa noción de pérdida asociada al crecimiento con la ausencia de adultos y la idea borgeana del sexo como transmisor del mal (“Los espejos y la cópula son abominables porque multiplican a los hombres”, dice el escritor en su cuento “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”), no es difícil ver en Jay y sus amigos apenas a un grupo de jóvenes en crisis, en el momento exacto en que descubren que volverse adultos no es lo que esperaban y que de ahora en más la vida se reducirá a correr para no ser alcanzados por la muerte.
Te Sigue es una película de terror con todos los ingredientes para convertirse en un clásico del género. Pasalo y que no vuelva El género del terror, y especialmente el de origen norteamericano, no viene atravesando uno de sus momentos más gloriosos. Ofertas no faltan, pero son realmente muy pocas las que llegan a lograr algún tipo de trascendencia. Más si buscamos entre el terror producido por los grandes estudios, donde lo último memorable podría ser El Conjuro de James Wan, y buena suerte en encontrar algún otro film similar que logre gustar y asustar, incluso con toda la parafernalia de Hollywood a disposición. En cambio dentro del cine independiente el panorama ya es otro. Las ideas son más arriesgadas y la falta de recursos lleva a sus directores a apegarse más a la idea de que menos es más. Te Sigue (It Follows), de David Robert Mitchell, es uno de esos casos. Jay es una bella adolescente que se está conociendo con Hugh, un joven que aunque parece totalmente inofensivo tiene un comportamiento un tanto extraño. Durante una cita llevan el auto hasta un lugar oscuro para por fin poderconsumar su amor por primera vez. Luego de esto Hugh le revela a Jay que ahora "eso" la sigue. Y la única forma de lograr que "eso" deje de seguirla hasta consumirle la vida por completo, es teniendo relaciones con otra persona y así continuar pasando "eso" hacia adelante. Y ¿que es "eso"?. Todo lo que sabemos es que siempre es un es un ser humano completamente diferente -aparentemente ya muerto- que camina lentamente en linea recta hacia nosotros. Y tarde o temprano, sin importan lo lejos que nos vayamos o lo escondidos que permanezcamos, al igual que Liam Neeson en Taken, nos va a buscar, nos va a encontrar y nos va a matar. Pero si bien por un lado el poco conocimiento que tenemos de "eso" lo vuelve un antagonista sumamente interesante y escalofriante (ayudado tambien por un gran trabajo de casting y maquillaje), transforma a la película en una suerte de vale todo, donde esta fuerza imparable se contradice con lo poco que se plantea en un principio. Al punto de que siempre avanza hacia adelante pero en determinados momentos permanece estático mirando, o adquiere habilidades que no sabíamos que tenía en un principio, u otros momentos a los que mejor no referirse para no arruinar la experiencia. Todo este problema se vuelve todavía más evidente en el tercer acto, cuando por medio de un plan sin ningún sentido, el grupo de jóvenes amenzados por esta maldición venérea intenta deshacerse de ella. Pero por lo menos en mi caso todo esto lo sentí más bien como un detalle. No puedo decir que me haya hecho mucho problema al respecto. Porque en definitiva ni los protagonistas y el espectador saben absolutamente nada sobre la verdadera naturaleza de "eso", más allá de lo poco que nos revela la película. Es evidente porqué tanto fanáticos del cine de terror -entre los que me incluyo- aseguran que Te Sigue es de lo mejor que dio el género en los últimos años. Es una propuesta diferente, que no se limita a servirnos todo en bandeja y espera que el espectador pueda atar algunos cabos sueltos, y seguramente varias cosas que se perdieron en una primera visión se revelarán durante una segunda o tercera. A si mismo, se nota que el director David Robert Mitchell hizo su tarea. La cinta toma elementos de otras películas de terror, los transforma y los resignifica. Crea su propio universo, atemporal, casi onírico, donde todo se desarrolla lejos de la presencia de un adulto, quienes hasta pueden volverse un obstáculo (clara referencia a A Nightmare on Elm Street del recién desaparecido Wes Craven). Hay también algo del J-Horror (cine de terrror japones) que hizo furor en el mundo al comienzo del siglo XXI y hasta de El Resplandor, a la cual nos recuerda con travellings perfectos y una extraña atmósfera que se crea gracias a un elegante trabajo de fotografía y, en especial, gracias a una escalofriante banda sonora con sintetizadores. Conclusión Te Sigue es sin dudas la mejor película de terror que van a poder ver en cines este año, y no tengo dudas de que permanecerá en la memoria de los fanáticos del género por un largo tiempo. Es sencillamente terrorífica, original y hasta un verdadero placer a los ojos y los oídos. No es perfecta (aunque queda muy cerca), y los espectadores que vayan buscando una explicación, o hasta algo de lógica, no la van a encontrar. Pero así es el universo creado por Mitchell: nada es seguro, nada es concreto... y eso sí que es aterrador.
Sexo, terror y adolescentes escapándole a la muerte. Sí, son todos los ingredientes de un típico slasher, y sin embargo It Follows es muchísimo más que eso, y apenas si comparte sutilmente la temática de dicho género. El director David Robert Michell, no obstante, conoce las reglas del juego y es por eso que sabe exactamente cuándo torcerlas: si la muerte acecha, no lo hace detrás de una máscara con un cuchillo, sino desde un lugar algo más conceptual: cambiando de cara y reencarnando inesperadamente en los seres menos pensados. Para entender mejor: It Follows es un film independiente que hace uso de sus libertades, al no estar atado a un enorme presupuesto, y explota sus virtudes minimalistas desde un terror más psicológico que gore. Así, sigue la crisis de una joven que tras tener releaciones sexuales con su pareja, descubre que ahora sin querer es parte de una carrera contra la muerte. Sucede que hay una suerte de “virus fantasmagórico” (la metáfora, de todos modos, va más allá de lo obvio) que persigue a quienes se lo van pasando a través del sexo, y el único modo de sobrevivir es... pasárselo a otra persona más. Queda difusa así la delgada línea de la moralina que uno podría sospechar de ésta trama: ¿el director está diciendo que el sexo casual es malo y peligroso? Si es así, ¿por qué sugiere que para zafar de ese destino mortal, hay que tener más sexo de ese tipo para seguir adelante? No hay que darle muchas vueltas al asunto: lo cierto es que Mitchell maneja con indudable maestría el suspenso (algunos pasajes recuerdan al mejor John Carpenter de Halloween, con esa amenaza que camina, no corre) y lo hace con un pulso que muchos contemporáneos del terror envidiarían. Sin duda es ésta una de las más gratas sorpresas cinematográficas del año.
Una película de terror cinco estrellas: lleva al género a una nueva dimensión Nuestro comentario del filme dirigido por David Robert Mitchell, que evita las lecturas psicológicas. La belleza nunca estuvo entre las prioridades del cine de terror. Y tal vez por ese motivo Te sigue resulta una película tan singular, tan extaordinaria, porque tiene el poder de mostrar el espanto a través de la belleza y la belleza a través del espanto. No se trata sólo de buena música, buena fotografía y buenos movimientos de cámara. Es posible encontrar todas esas cualidades en varios productos del género. Tampoco se trata de una importación al ámbito del cine de los buenos modales estéticos de las bellas artes, a lo Stanley Kubrick en El resplandor o a lo Alejandro Amenábar en Los otros. Lo que vuelve maravilloso a este segundo largo de David Robert Mitchell (también director y guionista de la preciosa The Mith of the American Sleepover) es su potencia visionaria traducida al lenguaje de la vida cotidiana de un grupo de adolescentes en una ciudad indeterminada de los Estados Unidos. Pero lo que podría parecer costumbrista o paródico –alusivo a las carnicerías juveniles de Scream o Sé lo que hicieron el verano pasado– queda disipado por el sutil artificio de hacer convivir distintas épocas en un mismo espacio (por ejemplo: autos de la década de 1970 y celulares y e-books con forma de polvera). El centro de ese universo es Jay (Maika Monroe), una chica hermosa cuya vida parece transcurrir en un limbo de felicidad melancólica: bañarse en la pileta de natación, charlar con su hermana y sus amigos, mirar televisión y salir con un chico que acaba de conocer y que le gusta bastante. La premisa de la acción es simplísima, tan simple que resulta difícil decidirse entre el calificativo de ocurrente o el de genial: la condena a ser perseguido por un fantasma asesino pasa de una persona a otra como una enfermedad de transmisión sexual. Claro que por ocurrente o genial que sea una idea, sólo importa por sus consecuencias cinematográficas. Y en ese sentido David Robert Mitchell consigue hacer algo que prácticamente nadie hizo antes que él: combinar el horror que producen las visiones siniestras con la plenitud de las epifanías adolescentes. El acoso de los fantasmas (híbridos de zombis y espectros, pues se mueven muy despacio y sólo los pueden ver los contagiados) genera una estado de paranoia y agotamiento psicológico en sus víctimas, una desesperación que es como una versión letal de la ansiedad típica de esa edad. Sin embargo, la otra gran virtud de Te sigue es que elude todas las lecturas psicológicas y alegóricas. La simplicidad y la inverosimilitud de su argumento, potenciadas por la extrema belleza de sus escenas y la precisión de su música, la vuelven inmune a cualquier interpretación abusiva y reduccionista. La pregunta que se harán los fanáticos del género es: ¿Da miedo? Sí, da miedo. Un miedo diferente, casi interrogativo, receloso, porque nunca antes lo sentimos de esa manera, aunque ahora que lo vimos con nuestros propios ojos va a ser díficil ignorarlo.
Vuelven los lentos David Robert Mitchell entrega una obra que navega saludablemente a contramano de casi todo el previsible cine de terror que viene de Hollywood. Nada de cámara en mano y falso documental, mejor volver a las fuentes, con planos extremadamente cuidados y muy buena dirección de fotografía. Y una revisión de uno de tópicos más transitados del género, el despertar sexual devenido en situación de peligro, tratato con tanto criterio que resulta nuevo. Una curiosa maldición pesa sobre la vida de Jay. Alguien, o algo, la sigue. Eso que no la deja en paz adopta formas diversas, y puede llegar a ser mortal. Un curioso fenómeno cuya transmisión es sexual. La única salida es pasarle el mal a la próxima víctima, y hay una sola forma de hacerlo. Los protagonistas también son seres de otro mundo, y otro tiempo, pero no debido a la fantasía de la trama. El mundo reflejado en la película es el de principios de los 80. La historia está conceptualmente instalada en un tiempo distinto, lo cual refuerza la sensación de extrañamiento y ambigüedad, y hasta conecta con la paranoia del SIDA de la misma época. Más allá de la referencia central al cine de Carpenter, y un guiño a Dejame Entrar con la escena de la pileta, hay toda una tradición de cine clásico de suspenso que Mitchell decide seguir. Y desde ahora habrá que seguirlo a él. No nos va a defraudar.
El género de terror es una bestia de mil rostros. Es el monstruo que se oculta en el pantano, el mutante caníbal, un enmascarado psicópata, algún muerto que regresó de la tumba, invasores del espacio exterior, el ser que succiona sangre. Entre todas esas variables y representaciones existe una constante: la muerte. El fuera de campo más inmenso: la oscuridad eterna, desaparecer. Ese máximo horror puede presentarse como brutal y directo. Pero en definitiva, habita nuestro espacio desde siempre. Nos va deshaciendo de a poco, sin ansia. El descubrimiento de nuestra mortalidad es algo terrible. Desde el momento que entendemos la finitud de nuestra vida, la angustia y desesperación nos toma del cogote para sacudirnos. Surge esa necesidad de la inmortalidad, la fe, la trascendencia, el legado. Te Sigue (It Follows) habla de la comprensión de la muerte. Por eso Te Sigue no desespera, posee la certeza que algún día, en algún momento, nos va a alcanzar. La historia de Te Sigue toma a Jay (Maika Monroe), una joven de Detroit que, luego de tener sexo con un chico (Hugh, Jake Weary), recibe una maldición: la de abrir los ojos y ver la muerte venir por ella, encarnada en una entidad que puede tomar la forma humana, y que la va acosar hasta finalmente poder matarla. La vinculación del terror con el sexo siempre ha tenido un lugar especial en el género. Te Sigue toma ese camino, pero a diferencia de otras, le agrega un existencialismo que hace mucho no se ve en la pantalla grande. Porque para tomar conciencia sobre esa muerte/entidad utiliza como disparador el encuentro sexual, donde uno se pierde en el otro, fundiéndose en el momento a través de lo que muchos llaman una pequeña muerte. Existe una forma de extender la supervivencia. La única forma que tiene el animal y el humano de perpetuarse es la reproducción. Aparearse con otros (para transmitir a un tercero la maldición) otorga una prórroga. Por eso Te Sigue muestra el acto sexual desapasionado, mecánico, a la distancia. Este aplazamiento de la cercanía de la muerte es temporal. Porque eventualmente, el demonio de mil caras volverá a buscarlos, sacando del camino a quien se haya transmitido. Detroit es una ciudad de fantasmas (los jóvenes de esta película podría reflejarse con los de Las Vírgenes Suicidas de Sofía Coppola), la fatalidad lo envuelve todo. En otro tiempo era la invitada a ser la gran ciudad de Estados Unidos (rivalizaba con New York a comienzos de siglo) y hoy se proyecta como una ciudad moribunda, con casas abandonadas y un porvenir cada vez más sombrío. En ese ambiente de desolación y desesperación, nuestra protagonista va a tener que enfrentar su mortalidad. Una que vendrá paso a paso por ella. Detroit se presenta perfecta para transmitir desasosiego, soledad y desamparo. Los jóvenes tienen una batalla personal (se hace muy clara con la ausencia de las figuras adultas), porque gira en un proceso para el que los adultos no tiene ojos. La vinculación del terror con el sexo siempre ha tenido un lugar especial en el género. La utilización espacial por parte del director David Robert Mitchell es vital. La cámara es inconmovible, la utilización del plano fijo para permitir el in crescendo de la tensión y la cámara de 360 grados para transmitir paranoia, son dos recursos necesarios para la idea del film. No es su intención asfixiarnos, sino mostrar que la muerte está ahí afuera, en algún lugar, esperando. En Te Sigue el conocimiento es determinante. Abrir los ojos no deja lugar para volver atrás. Por eso toma vital importancia el momento de la cita en el cine entre Jay y Hugh. Mientras esperan para entrar a la sala practican un juego. Él debe elegir una persona a la vista, ella tiene que adivinar su elección y no lo consigue. Hugh desea ser un niño en brazo de sus padres. Para él, su estado anterior a la maduración, con la incomprensión de muchos sucesos, representa un tiempo feliz. Luego, cuando él intente adivinar la elección de Jay, se demostrará que no hay regreso posible a la infancia. Situación confirmada por dos sucesos posteriores de la película. Una, cuando nuestra protagonista tenga su primer encuentro con la entidad que la acosa: intentará escapar en una bicicleta de niña, y se dirigirá a un parque, lugar de felicidad infantil. La segunda, cuando organicen un escape en auto con un vecino, el lugar seleccionado será una casa costera donde de niño solía ir con su padre. Otro intento de volver el tiempo atrás. Pero una vez más, la inocencia es irrecuperable. En el texto de El Banquete de Platón, expresado por Diotima (la misma de la frase del inicio de la crítica) argumenta que el amor es un dios (o demonio) que se mueve entre la muerte y la inmortalidad. Por eso la pareja de Jay no puede ser sino quien finalmente resulta ser. La que le puede brindar más que una relación casual, alguien capaz de enfrentar a su padre. En definitiva, aquél con quien puede ir caminando de la mano hacia el futuro, aunque (quizás) la muerte camine detrás de ellos. Porque la realidad dicta que siempre lo hará, la muerte es infinita. Solo hay que dejar de mirarla.
Miedo en los Suburbios Te sigue (estreno de esta semana) se construye básicamente como una leyenda urbana. Un grupo de adolescentes de los suburbios en ruinas de Detroit (donde también vivía el vampiro de Only Lovers Left Alive de Jarmusch) sufren la persecución de una entidad que puede tomar la figura de fcualquier ser conocido o desconocido, vivo o muerto y se trasmite o se pega a uno a través del sexo, la única forma de evitar que te siga persiguiendo y te mate es pasarla a otro de la misma manera que fuera contraída. Jay con sus 19 años sufre esa persecución y tratará de evitar su muerte con la ayuda de sus amigos, con un final abierto y tierno que recuerda a la bellísima Dejame entrar (2009) del sueco Tomas Alfredson (la escena de la pileta también parece tener esta inspiración). La película de David Robert Michell apela a una narrativa sobria y con un tempo propio, el mismo que tiene esa entidad que persigue a los personajes, sin prisa pero sin pausa, lo que la transforma en una película clásica sin necesidad de mares de sangre ni de una carnicería. Se sostiene sobre dos grandes hitos del Terror Teen, una es Halloween (1978) de John Carpenter y la otras son del recientemente fallecido Wes Craven como Pesadilla en Elmer Street (1984) donde el famoso Fredy Krueger se carga a cuanto adolescente puede y Scream (2004) que de una manera sutil parodiaba todos los cliches del genero. Eso se mueve Para el viejo Hollywood, lo que daba miedo venía de afuera, tanto del espacio extraterrestre como de lugares remotos y exóticos como la isla de King Kong o la lejana y temida Transilvania de Drácula o desde algún lugar del cosmos en El enigma de otro mundo junto a toda la saga de invasiones, el lugar marcaba el contexto del cual había nacido aún cuando cuando el lugar fuera un “no lugar” como el mundo de los zombis y Frankestein, la muerte estaba cada vez más lejos. Como si el mal estuviera en movimiento, se transporta de la ciudad al suburbio, en un movimiento de afuera hacia adentro, como en Invasión The Body Snatcher (1956) de Don Siegel porque el mundo ya no era el mismo, las mencionadas Haloween y Pesadilla…, además de Belleza Americana y varias más o series como Amas de casa desesperadas , Walking Dead, Breaking Bad, The Leftovers y las dos temporadas de True detective, todas se desarrollan en los suburbios como si después del 11S la ficción evitara las ciudades, como lugares sin esperanza donde solo Cloverfield y las Godzillas volverán a la heridas abiertas por el atentado a las torres gemelas, el género nunca respeta los lugares sagrados. En nuestros pagos también la ciudad parece no ser el mejor lugar para espantar, sino observar el cine de Trapero y más que nada su último film El Clan, donde se confunden suburbios residenciales con suburbios marginales y empobrecidos pero ambos siniestros. La ciudad y el suburbio se vacían de héroes, como si todos estuvieran muertos o presentes en los múltiples frentes de combate que tiene el imperio en el mundo entero, frente a ese otro “mal” definidos por intereses económicos y geopolíticos. Aún con exponentes como Sthepen King (“It” y su última “Mercedes” ambos en las “afueras”), el terror del suburbio abreva en el comic más que en la literatura, las caretas de Scream o el mismo Fredy Krueger (basado en “Plastic Man” de la editorial DC Comics) son villanos de papel, el mal se parodia así mismo. En el suburbio solo quedan ingenuos y cobardes que son con quien se enfrentan a ese mal que por la retaguardia y en forma invisible no nos deja en paz como en Te sigue. Quizás una película como Mummy, del talentoso Xavier Dolan, sea la síntesis de lo que anda mal en el suburbio: ya nadie cumple su rol , ni papá puede hacer de Héroe ni mamá nos pueda proteger con lo que un hijo se transforma en un paria que deambula como zombi, sin destino y sin alma por lugares vacantes de sentido.
Enfoque original de un film del género de terror que estremece Es lamentable que haya pasado más de un año entre la presentación oficial de “Te sigue” (“It Follows”) en la “Semaine de la Critique” del Festival de Cannes 2014 y su estreno local. Habiendo transcurrido tanto tiempo, es probable que el público potencial se haya reducido bastante al existir diversos medios, mayormente ilegítimos, de ver ésta y otras películas. Al no ser estos hechos debidamente penalizados lo único que se logra es desalentar a potenciales distribuidores en sus compras futuras. De todos modos no hay nada como ver una película en una buena sala de cine, sobre todo en casos como éste en que cobran importancia las imágenes de figuras borrosas que a medida que se acercan transmiten temor y hasta pánico en el espectador. Es especialmente estremecedor el caso de la anciana de la foto que, apenas transcurrida algo más de media hora de proyección, aparece en un corredor de un hospital “siguiendo” a Jay, la actriz Maika Monroe en notable interpretación. En una escena previa la bella rubia había tenido sexo con Hugh (Jake Weary), un aparentemente inocente vecino que en realidad no lo era tanto. Y que le explicó, luego de consumado el acto, que había así logrado “pasarle” una maldición consistente en ser perseguido por figuras como la de la escena antes mencionada. Lo que también le señaló es que la única manera de sobrevivir a la persecución era transmitiéndola sexualmente a otra persona, de la misma manera que él había hecho con la joven. Lo terrible de todo esto es que las figuras que “te siguen” sólo son percibidas por quien ha sufrido la transferencia, en este caso Jay. Pero a lo largo del film y sin develar más de la trama, la vida de otros jóvenes como Greg (Daniel Zovatto) y Paul (Keir Gilchrist) quedarán expuestos a la amenaza. Se ha comparado el segundo film de David Robert Mitchell con “Halloween” de John Carpenter o con algunas películas del recientemente fallecido Wes Craven. Sin negar la influencia de ambos realizadores, puede afirmarse que “Te sigue” es absolutamente original ya que las “figuras” diabólicas dan miedo no por su aspecto, sino por lo que el espectador sabe que significan ellas. Hacia el final una escena en una gran piscina, con la participación de varios de los jóvenes personajes, será uno de los momentos de mayor violencia del film ambientado en un suburbio de Detroit, una ciudad que ha venido degradando su antiguamente alto nivel de vida. Para los adictos al género de terror, esta película les demostrará que aún existen enfoques originales y para los cinéfilos habrá varios guiños entre los cuales una escena en un cine llamado “Redford” y donde se proyecta “Charada”.
Escuchá el audio (ver link). Los sábados de 16 a 18 hs. por Radio AM750. Con las voces de Fernando Juan Lima y Sergio Napoli. Un espacio dedicado al cine nacional e internacional. Comentarios, entrevistas y mucho más. ¡No te lo pierdas!
Hace algunos años se estrenaba el filme de origen Sueco “Criatura de la noche” (2010) considerada por la mayoría de lo críticos vernáculos como una maravilla, la mejor del año para algunos, entre los que me incluyo. Con todos los elementos inherentes al género del terror se constituía como una gran metáfora sobre el SIDA, la sangre como objeto era primordial en la narración encarrilada dentro de una historia de amor. En “Te sigue” volvemos a encontrarnos con el mismo elemento, la sangre, pero utilizada sólo con un criterio estético ya que la misma no esta sostenida desde el relato, pues éste transita por otros carriles, principalmente el sexual, si bien se define claramente como una película de terror donde lo sobrenatural no deja de tener incidencia y al mismo tiempo no dejar de ser insidioso. Escrita y dirigida por David Robert Mitchell y protagonizada por Maika Monroe, quien compone muy bien a su personaje dándole los tonos justos a cada emoción que vivencia a lo largo del relato, pero que no puede mitigar la pobreza del texto. En la primera escena, una chica que huye aterrada por las calles. No advierte a nadie ni pide ayuda, ni familiares, ni vecinos. La chica aparece en la imagen siguiente, asesinada con saña, alevosía, y de manera impía. No sabemos, puesto que no lo establecieron, el motivo del bestial homicidio, pero si nos es mostrada la ausencia total de misericordia por parte del asesino, lo que establece un muy buen comienzo, y hasta allí llegan las bondades del producto audiovisual. La historia es acerca de una chica perseguida por una fuerza desconocida después de tener un sexo casi casual. Jay, de 18 años, efervescente desde lo sexual a donde de lugar, la parte trasera del coche, y vamos….Tras el acto, aparentemente cándido, la realidad se le vuelve una alucinación, su ocasional pareja la duerme aplicándole cloroformo. Al despertar se encuentra atada en una silla de ruedas, su amante le explica que lo hizo para pasarle una maldición en la que un ser invisible, que la perseguirá hasta atraparla, que puede tomar la apariencias humanas de personas conocidas, con la contrariedad, (que maravilla de excusa, mire) que sólo el maldecido puede ver. Este ente engendro del mal la seguirá caminando (¿por qué nunca pueden correr?) hasta alcanzarla y asesinarla (¿con que finalidad?, nunca está explicitada), a menos que tenga sexo con alguien para pasarle la maldición. Por ende, ¿el sexo mata? Alto, detengámonos un poco. Son todos adolescentes, se la pasan de la cama al auto, al pasto, la arena, donde sea, sexo droga y rocanroll, cuatro en competencia y en progresión matemática. Esto es peligroso, ¡hay que detenerlo!!!! ¿Quién lo financió? Plinio Correa de Oliveira, el fundador del grupo “Patria familia y Propiedad”. Vade Retro, Satanás, Volvamos. A partir de ese momento es Jay quien sufrirá las consecuencias de una persecución por lo que parece ser una entidad sobrenatural imparable. La utilización a mansalva de travellings (Tarkosky decía que la utilización de estos es una cuestión moral) indiscriminando los dentro y los fuera, tratando de imitar, sin lograrlo, a Stanley Kubrick en “El Resplandor” (1980), o a Scorsese de “Buenos Muchachos” (1990), aquí subsumida a esa representación espectral como fuerza implacable y demoledora. Demasiada pólvora en chimangos, diría mi colega Iván. En tanto que en otros momentos la utilización de la profundidad de campo al extremo, en planos generales, sobre todo cuando las acciones se desarrollan en los espacios abiertos, tal como si esto fuese un western. Hay cientos de lecturas posibles, es verdad, pero la pavada anticipándose desde las imágenes y los diálogos, impide que nos detengamos a pensarla, sólo a sufrirla y pedir que termine.
Escuchá el audio (ver link). Los sábados de 16 a 18 hs. por Radio AM750. Con las voces de Fernando Juan Lima y Sergio Napoli. Un espacio dedicado al cine nacional e internacional. Comentarios, entrevistas y mucho más. ¡No te lo pierdas!
Crítica emitida por radio.
Finally, after having been postponed endlessly, the horror masterpiece It Follows, written and directed by David Gordon Michell, has been released locally. It was screened at Berlin and the Critics’ Week in Cannes to rave reviews, many Argentines saw it at last year’s Mar del Plata Film Festival, where all three screenings were sold out. The same thing happened at this year’s BAFICI. And it makes sense: It Follows is the best horror film in over a decade. It is, in fact, as many claim, the cinematic proof that there’s still hope within a genre that surely knew better times. To describe It Follows, it’s best to first say what it is not about. It’s not about gushes of blood, torn flesh, graphic violence or gore of any kind. Forget all that. However, there’s something equally frightening lurking around the corner and ready to sneak up on you any minute. It’s a film that’s disturbing rather than horrifying, creepy rather than shocking. Suspense prevails although surprise is to be found too. In short: there’s little to be seen, but much to be felt. The initial premise is quite simple: girl meets guy, they date for a short time and then have sex. She falls asleep, only to wake up later and find herself tied up to a wheelchair. And the guy explains he’s passed on to her an entity through sex. That is, an entity which will follow her everywhere until it kills her — for no reason. The only way to stop is to pass it to somebody else, like he’s done with her. And even that may not always work. And if it catches you and kills you, then it will go back to the person who passed it to you. It Follows is set in Detroit, first in the once idyllic suburbia which is still somewhat economically prosperous yet emotionally moribund, and then in the lower class, crumbling downtown areas of the city which long ago were thriving with business. Crossing the border that divides these two zones may prove to be dangerous — the guy who passed the entity to Jay (Maika Monroe), the film’s protagonist, comes from an impoverished area, a place he was ashamed of. And just like he’s ashamed, Jay is disappointed with her teenage years and perhaps melancholic about her future too. What has gone wrong in the American Dream to result in such an infection? Like in many recent horror films such as Contracted (Eric England, 2013), venereal-disease allegory provides much of the film’s subtext. As I watched the paranoia and desperation Jay endures throughout the entire movie, I couldn’t stop thinking of the way things were during the first stages of the AIDS epidemic. Who infected you? Who might infect you? Who might you infect? Worst of all: is there a way not to die? Talk about dreams of a happy and healthy sexuality shattered to pieces. In the same way, the sort of nurturing sentimental liaison Jay longs for seems to be hard to find — or perhaps she’s looking for a connection with the wrong guy and so fails to let the right one in. It Follows is also an unusual love story between two people who have to go through too much until they acknowledge they are right for one another. A film that excels at achieving a disturbing mix of realism and supernatural so it plays both as a drama and a horror movie. And while the run-down sectors of Detroit suggest the drama takes place today, the suburbia is anchored in an indefinite time with diverse icons from the 1950’s to the 1980’s — retro is alive and well here. And from the horror cinema masters — John Carpenter heading the list — David Gordon Mitchell suitably takes more than a few cues and gives new meaning to them in a different context. Take the faultless use of the widescreen to find the follower, the menacing electronic sound design that conveys unspeakable dread, the smooth dolly shots and long takes that capture the characters’ movements in real time, but also the brisk, precise editing that makes a great use of off-screen space as well. Because that’s what stunning cinematography is all about — forgetting unnecessary visual gimmicks or flashy tricks. The streets with neat houses and rows of trees that are also the scenario of Wes Craven’s superb Nightmare On Elm Street (1981) and other Carpenter films are to be found here once again — only this time there’s an overall ambiance of agonizing splendour. The entity that follows you can take any possible shape, including that of a loved one so that you won’t be even recognize it at first sight — enter The Invasion of the Body Snatchers. One more thing: those who expect an explanation about why the entity exists, what it is and why it attacks these teens in suburbia, will be disappointed. But those fond of unexplained horror, whose nature is hinted at, and who care more for subtext and symbolic readings, will be rewarded and mesmerized by the film’s artistry. It follows is the kind of horror film that asks you to go with the flow and imagine yourself as another victim of whatever it is that follows you at all times. You can run, but you can’t hide. Production notes: It Follows (US, 2014) Written and directed by David Robert Mitchell. With Maika Monroe, Keir Gilchrist, Daniel Zovatto, Jake Weary, Olivia Luccardi, Lili Sepe. Cinematography: Michael Gioulakis. Editing: Julio C. Perez IV. Running time: 107 minutes.
Marca a presión Predestinada a ser de culto, Te sigue es la película de horror más interesante de los últimos tiempos y, sin duda alguna, la mejor del año. La acción transcurre en un pequeño pueblo lleno de herrumbre y abandono (una Detroit camuflada), donde conviven los grandes Chevys y televisores valvulares con eBooks de última tecnología. Sobre ese escenario, reminiscente de Halloween, con marcas de John Carpenter en el imaginario, el novel director David Robert Mitchell arrojó una plaga peor que una lluvia de sapos e incluso una invasión zombi. Tras hacer el amor con su novio, Jay (Maika Monroe) se entera de que con el orgasmo recibió una maldición. Raro como suena, a los cinco minutos, mientras el novio se lo comunica, una mujer de aspecto brutal se abalanza sobre ambos. Estos seres sin nombre son asesinos invisibles, salvo para la víctima. Y bien al inicio del film, una chica descuartizada muestra lo que son capaces. El problema de Jay tiene solución: al igual que su (desde ahora ex) novio, deberá conseguir a alguien con quien acostarse y, en teoría, se habrá sacado la maldición de encima, pasándosela al otro. Pero desde luego, hacerlo es criminal. Entre las dudas de Jay y el ataque de sus seguidores, la película ejerce una fascinante atracción, y un final abierto a conjeturas.
El comienzo de Te sigue deja rápidamente en claro que la película lee el terror desde un lugar singular: un distante plano secuencia muestra a una chica asustada que escapa de algo que no alcanzamos a ver. Devorada por el miedo, su papá y una vecina le preguntan qué le pasa; al igual que nosotros, ellos tampoco tienen idea de qué es lo que ocurre. La chica aparece muerta unos planos después sin que el guion revele nada sobre la naturaleza del monstruo; el asesinato incluso es relegado al off y reemplazado por una imagen impresionante del cuerpo destrozado tirado al lado de la playa. La apuesta del director David Robert Mitchell es evidente: invocar las convenciones del género para desmontarlas visiblemente frente al público; la muerte violenta de la víctima sacrificial (una tradicional rubia de ocasión) acá es contada a través de planos largos que juegan a no mostrar el peligro ni el desenlace del encuentro. De a ratos, hablar de cine de terror incluso puede ser un exceso de interpretación: más bien parece que el género se presenta como un eco, como un murmullo que viene desde muy lejos y que resulta apenas audible. No es que no haya escenas con un suspenso marcado, pero se trata de un suspenso distinto, que no descansa sobre el susto, la música estridente o el montaje acelerado. En última instancia, lo que la película sugiere todo el tiempo podría resumirse así: “conozco el terror, y lo conozco tan bien que puedo darme el lujo de desobedecer sus mandatos”. El efecto de novedad, además de en esa primera muerte fuera de campo, surge ya en las primeras escenas, cuando el relato presenta a los jóvenes protagonistas y el grupo no se asemeja en nada al rejunte de estereotipos más comunes del género: no hay nada parecido al nerd, el deportista engreído, la mojigata o la reventada, solo chicos y chicas que pasan el tiempo juntos. Casi todos parecen marcados por una languidez algo triste, como si fueran luces que se extinguen plácidamente en un pueblito del interior. Jay tiene una cita que no la entusiasma mucho, y el resto, falto de cualquier plan propio, espera noticias jugando un juego de mesa a la noche en el porche de una casa. Ese estado de espera, justamente, es para ellos tanto una manera de habitar el mundo como una forma de convivir con la amenaza: la criatura que persigue a Jay se desplaza caminando, por lo que, para escapar, basta con subirse a un auto y manejar en dirección opuesta, y esperar. La entidad no se detendrá, pero al menos se puede ganar tiempo. Del tiempo, de cómo ganarlo y hacerlo durar, también habla la película. Los momentos de conflicto son infinitamente menores y más breves que las pausas y las detenciones; los personajes corren y se defienden bastante menos de lo que se esconden, investigan o traman ideas. Cuando finalmente se les ocurre alguna idea para combatir al monstruo, tienen que sentarse a esperarlo hasta que llegue caminando despacio hacia la víctima, entonces lo aguardan tranquilamente, a veces durante varios días, por ejemplo, en sillas de mimbre en una playa mientras juegan a las cartas, nadan o simplemente descansan. La espera y los tiempos muertos se vuelven recurrentes señalando todo lo que separa a la película de la media del género y su ritmo. Que el director no parece muy interesado tampoco en imitar la topografía genérica más común se hace obvio también en lo despojado y absurdo de la premisa: una suerte de entidad maléfica persigue hasta la muerte a una persona; la única forma de librarse de la amenaza es tener sexo con alguien y “pasársela”. El guion juega con el moralismo del slasher film y del terror adolescente en general, donde al sexo le suele seguir la muerte, y propone esta especie de nuevo espanto slow, capaz de acechar a sus víctimas en cualquier parte y de sembrar el miedo únicamente caminando en línea recta. Descontando el gesto más o menos simple que supone correrse de las prescripciones del género (y que le valió, además de una lluvia de elogios de la crítica, el raro privilegio de ser estrenada en Cannes), el éxito de la película es desparejo: de a ratos, la lentitud exagerada y la calma general, que vienen a ser una suerte de vuelta de tuerca un poco canchera respecto del terror cinematográfico y de su paisaje narrativo bastante más accidentado, acaban por mostrar que los desvíos que realiza el director no siempre lo llevan a buen puerto. Si bien los chicos no presentan los signos rudimentarios de la estereotipia antes mencionada, tampoco poseen el carisma o la fuerza como para adueñarse de la película: se nota que el relato les pesa demasiado, y que ellos, con su abulia y cansancio, no están para cargar sobre sus hombros la historia entera. Sin embargo, esos momentos a veces fallidos le permiten al director dar con algunos destellos de belleza difíciles de hallar en cualquier otra película parecida, como la escena en la que las chicas se refugian en una habitación, bloquean la puerta y duermen todas juntas bañadas apenas por los rayos de luz que entran por la ventana, o cuando el grupo, armado hasta los dientes, espera a la entidad en la pileta: ahí pareciera que el director aprovecha mejor que nunca uno de los escenarios más desaprovechados del terror (la pileta, desde La mujer pantera hasta Let the Right One In, es un espacio terrorífico por excelencia). Habrá que ver si este nuevo horror low key, que ya cuenta con una buena cantidad de fanáticos y un hálito de prestigio poco frecuente, no se vuelve una moda.
Lo siniestro se da frecuentemente y fácilmente, cuando se desvanece el límite entre la fantasía y la realidad; cuando lo que habíamos tenido por fantástico aparece ante nosotros como real…. Freud A pesar de su escueta filmografía el tópico recurrente de David Robert Mitchell parece ser la adolescencia. Una adolescencia no pacata, sino una donde se experimenta, y dentro de esa experimentación el sexo se vive como algo natural. Es algo natural y, al mismo tiempo, tiene un papel preponderante en esta historia ya que a través del mismo, en esa comunión física y emocional entre personas, se transmite el acecho de una entidad fantasmagórica que adopta múltiples aspectos. Una entidad atemorizante que solo puede ser vista por aquellos que participaron del rito. La trama que atraviesa el filme tiene una lógica pesadillezca. Una pesadilla donde la protagonista huye tratando de sobrevivir. Este tono irracional, más la situación de acecho constante, y la perspectiva de la cámara subjetiva, activan el verdadero horror. Una profundidad de campo captada con suma delicadeza, ciertos encuadres pictóricos, y el fuera de campo son herramientas que sustituyen, por ejemplo, a un gore cruento, o gritos desaforados, por una percepción donde se cataliza el terror más efectivo. Borges decía que el efecto estético es la inminencia de una revelación que no llega a producirse. Te sigue, lejos del golpe de efecto constante, hace una construcción estilizada del clima. En esos momentos de extensa tranquilidad, cuando lo familiar se vuelve extraño, la ansiedad va in crescendo hasta estallar en angustia, en temor. Evoca a ese terror primario, a los monstruos, a lo desconocido. Imágenes sólidas latentes a que la amenaza aparezca en cualquier momento y rincón, acompañadas por una banda sonora, carpenteriana, de lo más perturbadora. Por María Paula Rios @_Live_in_Peace
It Follows es una pequeña joya del cine de terror, tiene algo poco común entre montañas de productos desechables que vienen con el género: es distinta. Por un lado es bastante original, por otro lado no se sostiene por crueldad, ni excesos de sangre más violencia, y como si fuera poco trata de evitar los clichés del género, jugando con la expectativa. Entre tanto terror comercial vacío y olvidable, se destaca como un filme que busca el arte dentro del género, que no se conforma con buscar repetir fórmulas usadas mil veces; se nota que hay un realizador por detrás que decidió hacer un producto de calidad y que se arriesgó a hacer una búsqueda artística al mismo tiempo, y eso no es poco. Curiosamente es una película festivalera, que ha andado de gira gustando y siendo premiada en diversos festivales de cine; algo que habitualmente es el camino de muchos filmes arte, dramas profundos o películas estéticamente raras, y no es el recorrido habitual de filmes de terror, donde una buena parte de la intención de la obra sea precisamente asustar. Gran parte del éxito de un filme de terror tiene que ver con el villano, con la amenaza; y en muchos filmes de enorme éxito en el género terminamos recordando muchas veces más el villano aun cuando es un personaje secundario, que el protagonista. Luego de ver Pesadilla en lo Profundo de la Noche ¿Quién recuerda a Nancy Thompson? ¿Y quién recuerda a Freddy Krueger? Ahí está justamente el mérito de It Follows, lograr crear un villano distinto, misterioso y empecinadamente obstinado en su finalidad. ¿Y cuál es este villano del que hablamos? Bueno, ahí está la gracia del filme, verlo por uno mismo, ver cómo opera la trama y sorprenderse, aquí no le vamos a quitar la sorpresa al filme. Lo que sí se puede decir sin problemas es que: Te Sigue. Pero no solo el villano debe importar, también es fundamental que los protagonistas y potenciales víctimas sean bien caracterizados. Muchas veces en filme de terror adolescente, los protagonistas son jóvenes genéricos, sin personalidades, sin historias previas y sin identificación con el público, al cual poco le importa si viven o mueren; o hasta quizás festejen la muerte de alguno inclusive. Pero en este caso los protagonistas están bien caracterizados, tienen historias personales, tienen relaciones humanas entre ellos, y nos importa si viven o mueren, y eso genera el suspenso necesario para hacer un filme efectivo cuando la amenaza acecha. Todos estos ingredientes, la originalidad, lo artístico, el villano, los protagonistas, son el caldo de cultivo de la grandeza en un filme de terror, pero hay algo que no debe faltar, y es que efectivamente asuste. Y eso es justamente uno de los puntos flojos del filme. Asusta, pero no lo suficiente, y le falta 4 o 5 momentos que nos hagan saltar de la butaca, el filme claramente juega más sobre el suspenso que sobre la sorpresa, como bien nos enseñó el maestro Hitchcock. Pero aun así esos momentos con bombas de adrenalina son deseados por los fans del género, y en este caso son escasos. Durante el metraje hay una constante tensión, y si uno está enganchado con el filme estará continuamente incómodo con un nivel de suspenso que no baja nunca del todo. Y esa tensión permanente es de valorar, pero sería mucho más efectiva con unas cuantas escenas donde esa tensión tenga un mayor clímax en momentos de sorpresa. Parte de esa falta de sustos concretos se debe por dos motivos, uno es un error, y el otro es un motivo noble. El motivo noble es que se intenta evitar el cliché, el susto fácil, lo trillado, se intenta descolocar al espectador, y en algunos momentos lo logra bien, pero eso lo hace a veces saboteando la oportunidad de danos un susto por sorpresa que nos haga saltar del asiento. El otro motivo es que las opciones alternativas al cliché muchas veces no son tan efectivas para asustar, sí pare generar tensión o suspenso, sí para mantener un clima opresivo de forma permanente, pero no para crearnos momentos de pegar un grito en la sala. El director apuesta fuerte, y en muchas partes gana, como en la parte artística u originalidad, y en otras partes pierde, como en el caso de que podría haber asustado más. Pero indudablemente se debe valorar esa apuesta del director arriesgándose a hacer algo que no sea más de lo mismo. El filme es más bien lento, y avanza sin prisa pero sin pausa, algo que se espeja en el villano de turno, crea un clima paranoico efectivo, pero puede dejar afuera a amantes del género que solo quieren sangre rápida y sustos baratos. Lo distinto no es para todos, y muchos se sentirán descolocados por la propuesta, especialmente si no son muy cinéfilos, o han visto poco cine. Para el cinéfilo avanzado, esta es una bocanada de aire fresco en el género. Sobre todo cuando además de lo evidente, el filme se presta para discutir que significa, cual es el rol del sexo en las películas de terror, y cuáles son las consecuencias del sexo en la vida real. It follows es un filme que quizás guste o no, pero para el fan del género no puede ni debe pasar desapercibido, por lo que se ha descrito, por la tremenda aprobación de la crítica, por los múltiples premios en los festivales, por la recomendación entusiasta de los fanáticos del terror, es un filme que debe verse si uno ama el género. Basado en un pesadilla recurrente del director, y que puede producir pesadillas en el receptor. No es poco. Cristian Olcina
Suspense 1.0.1 ¡Hace mucho que no me julepeaba tanto viendo una de terror! Esperen… creo que puedo ser aún más contundente: al fin una película que -pretendiéndose de terror- cumple su cometido y… ¡Causa terror! Aplaudan, aplaudan, no dejen de aplaudir… Enfrentémoslo: en términos generales, la industria del miedo mainstream se está consumiendo poco a poco como resultado de un proceso de estandarización y homogeneización que, en los últimos años, se fue cristalizando en la repetición de fórmulas estereotipadas y la escasez de ideas novedosas. Así, las películas salen y salen del horno hollywoodense con cada vez menos cocción y abordan un universo temático especialmente acotado, a saber: posesiones diabólicas, casas embrujadas, pibitos ultra creepys, monstruos míticos y asesinos sanguinarios (miren The Cabin In The Woods (2012) y ahí van a entender todo). Ni que decir de la cantidad de secuelas/precuelas y spin offs que andan pululando por ahí…en fin, el agotamiento es visible. Por suerte, siguen existiendo bocanadas de aire fresco que rompen la monotonía y sacuden la estantería de la industria de tanto en tanto. En ese sentido, Te Sigue (It Follows, 2014), de David Robert Mitchell, es un film independiente estadounidense de terror psicológico que sorprende por la originalidad de su propuesta, cautiva con su estilizada puesta en escena y atrapa con su aterradora atmósfera. Sin dudas, estamos en presencia de uno de los mejores exponentes del género en lo que va del año. It-Follows-quad-poste223r Mitchell se encarga de colocarnos en clima desde la secuencia inicial: zona residencial suburbana; crepúsculo; una adolescente sale corriendo despavorida de su casa; se detiene en la mitad de la calle; voltea y mira fijamente hacia su hogar; espera; está nerviosa; un vecino le pregunta si está todo bien; ella le contesta que sí (aunque es evidente que no); continúa mirando. Repentinamente, se lanza hacia su hogar rodeando sus trayectoria anterior; entra en el auto; escapa… acto seguido, aparece muerta en la playa con una de sus extremidades inferiores girando sobre su eje. No sabemos cómo ni por qué, pero sabemos que alguien -o algo- la asesinó y que, de alguna manera, en ese enigma introductorio estará la clave de la película. Luego de esta escena inicial conocemos a Jay (Maika Monroe, de soberbia interpretación), una adolescente que sale con Hugh (Jake Weary), un pibe bonachón que aparenta ser el partido ideal para cualquier chica. Sin embargo, como las apariencias engañan, luego de tener sexo en un descampado, Hugh secuestra a Jay y le confiesa que le acaba de transmitir una terrible maldición, la cual consiste en un demonio que persigue y asesina a sus víctimas a través del acto sexual (si, ¡un demonio de transmisión sexual! ¡es genial!). Este demonio puede adquirir cualquier forma humana (conocida o no) y sólo puede ser visto por aquellos que portan la maldición. Además, se dirige hacia sus víctimas caminando (no corre, no salta, pero tampoco se detiene). De esta manera, no importa dónde estés: si estás maldito, siempre habrá alguien caminando lentamente hacia vos hasta que cumpla con su cometido fatal-sexual. En este sentido, el film es una analogía de la vida misma, en donde todos los seres humanos luchan diariamente contra su no-ser, contra su no existencia. En otras palabras, combatimos y escapamos de la muerte para prolongar al máximo nuestra estadía en el mundo, aunque tenemos la certeza de que, tarde o temprano, la parca nos alcanza a todos. La única alternativa para librarse de este flagelo es pasar la maldición a otra persona teniendo sexo con ella. Así, el film enfatiza en las decisiones éticas de Jay, que tendrán una influencia directa sobre la vida de otros sujetos. En ese sentido, Te sigue constituye una reflexión en torno a la perdida de la inocencia adolescente y el ingreso definitivo al mundo de la adultez (con las respectivas responsabilidades que eso conlleva). esta-detras-de-ti-it-follows-mika-monroe-02 Si bien la historia posee algunas flaquezas menores, la principal fortaleza del segundo film de Mitchell –el primero había sido The Myth of the American Sleepover (2010)– reside en una progresión dramática en donde la tensión va en constante aumento. En este sentido, la atmósfera sofocante y angustiante que tiñe todas las imágenes de la película no sólo viene dada por la excelsa fotografía de Mike Gioulakis o la desesperante música de Rich Vreeland, sino por un terror que se basa más en lo que insinúa -en su latencia- y menos en lo que realmente sucede en pantalla. La potencialidad del peligro es tal que no hace falta recurrir a golpes de efecto o escenas gore más explícitas. Basándose en la productiva explotación de los recursos técnicos y expresivos del artilugio cinematográfico, Mitchell brinda una contundente clase de suspense Hitchcockiano que mantiene al espectador en todo momento al borde del asiento. Viendo la película, uno tiene la incómoda sensación de no estar nunca a salvo, generando una tensión y una intriga que a menudo llegan a ser insoportables. Y si a esto le sumamos que los personajes casi no toman decisiones estúpidas en toda la película, el resultado final es bastante redondo. ¡Vayan a ver esta joyita del género al cine! no se van a arrepentir… Por Juan Ventura
En su primer largometraje ("The Myth of the American Sleepover") David Robert Mitchell expresaba su interés por insertarse en la oscuridad de la noche. En "It Follows" lo hace de una manera muy delicada, desarrollando un terror clásico escalofriante. Un tipo de cine que, lamentablemente, ya no se hace.
Fresco exponente de un género en crisis "It follows" es una nueva película de terror de bajo presupuesto que revolucionó a toda la crítica que se fue en elogios mientras que al espectador promedio le pareció una buena película del género, original, pero nada del otro mundo. Personalmente me ubico más del lado de los espectadores. Coincido con los críticos en que el planteo de la historia es realmente original y fresco, aunque no debemos dejar pasar de largo que tiene algunas similitudes con "The Ring". Sin spoilear, les explico un poco de qué va la cosa. Una especie de entidad o demonio cuyo origen es un enigma acecha a adolescentes que se van transmitiendo la maldición unos a otros. La entidad es implacable pero también lenta, lo que da tiempo a las víctimas de poder escapar. El tema es que tienen que estar en movimiento y alerta constantemente porque si se descuidan pueden ser alcanzados por la entidad, algo que no le desearían ni a su enemigo más odiado. Nuestra protagonista, Jay (Maika Monroe), es una de estas víctimas que deberá tratar de buscar una solución a esta maldición antes de que sea demasiado tarde. Para el bajísimo presupuesto que tuvo es realmente un gran logro ya que recaudó decenas de veces más de lo que fue su costo, lo que demuestra que no es necesario poner enormes cantidades de dinero para crear un film exitoso. A nivel interpretativo también está bastante bien, aunque no es una cosa de locos. Lo que más me tiró abajo fue al ritmo inconstante del film, que por momentos era muy vertiginoso y por otros llegaba a aburrir. Se nota ese aura de film independiente, pero a veces es demasiado minimalista. Creo que en el género de terror está bien no abusar de recursos gastados o simplistas, pero no está bueno tampoco ser extremadamente sutil ya que el público está bastante endurecido y ciertas situaciones que deberían generar más climax se quedan a mitad de camino. Es un buen film de terror, que merece ser visto, pero no creo que sea un joyita moderna del género como la etiquetaron los medios de comunicación. Para ver algo distinto de lo que nos ofrecen normalmente en este género.