Un nuevo mundo. Los films sobre los individuos con súper poderes ya nos tienen acostumbrados a continuaciones y sagas que se retroalimentan y se reciclan una y otra vez con resultados cada vez más mediocres y con grandes altibajos. A pesar de esto, la saga de X-Men ha sido una de las pocas que mantuvo el interés y la calidad de las propuestas a nivel narrativo en la mayoría de las entregas cinematográficas sobre el intrigante universo mutante de la editorial de comics Marvel. La tercera película de la nueva saga de X-Men se sitúa en los años ochenta y gira alrededor del conflicto entre los humanos y los mutantes en medio de la década final de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). La trama remite a un clásico enfrentamiento del cine fantástico entre un semi Dios de grandes poderes y los X-Men en su etapa de formación. Tras ser traicionado cuando estaba migrando de cuerpo durante un ritual en el Antiguo Egipto, En Sabah Nur (Oscar Isaac), el primer mutante conocido por el hombre que gobernó la tierra, despierta en los años ochenta del siglo XX para destruir a la civilización y esclavizar a los sobrevivientes de la humanidad. Para esta tarea el mutante milenario selecciona a cuatro colegas de su raza, que representan a los cuatro jinetes del apocalipsis bíblico, para acompañarlo en su lucha contra los falsos dioses que la humanidad adora en la época moderna. A su vez, Erik Lehnsherr (Michael Fassbender) es desenmascarado por la policía polaca cuando salva a uno de sus compañeros en una fábrica y tras perder a su familia regresa a su identidad mutante de Magneto y a su plan original de destruir a la humanidad, esta vez junto a su nuevo aliado, En Sabah Nur. Mientras tanto, Charles Xavier (James McAvoy) continúa convocando mutantes con su proyecto educativo para jóvenes con poderes especiales. Jean Grey (Sophie Turner) y Scott Summers (Tye Sheridan), quien después se convertirá en Cyclops, se conocen en el campus del profesor; Storm (Alexandra Shipp) es descubierta por En Sabah Nur robando en las calles de El Cairo y así el susodicho la ayuda a mejorar sus poderes; mientras que Raven (Jennifer Lawrence) rescata mutantes por todo el mundo e intenta contactarse con Xavier para ayudar al enfurecido Magneto. La recuperación de la moda de los ochenta funciona a la perfección con múltiples referencias a la cultura de la época haciendo hincapié, por supuesto, en la música y en los peinados, agregando de esta manera dinamismo a la narración y profundidad a los personajes a través de la construcción estética. X-Men: Apocalipsis consigue entretener con un relato sólido basado en las historias del clásico comic norteamericano y sin embotar los sentidos con batallas innecesarias. Las buenas actuaciones del joven elenco -que se divierte en la década pérdida- y una correcta utilización de los efectos especiales -desde el punto de vista del entretenimiento cinematográfico del género fantástico de superhéroes actual- conforman un film que pone el acento nuevamente en las ideas de la aceptación de lo diferente y de uno mismo, la búsqueda de la bondad y el respecto por el prójimo, en lugar de empantanarse en enfrentamientos interminables e historias anodinas como a las que nos tienen acostumbrados este tipo de producciones.
X-Men: La última última batalla La popularidad de los X-Men yace en que los mutantes y su lucha por la aceptación e igualdad de trato pueden reflejar, en mayor o menor profundidad, la lucha de cualquier minoridad social. La primera película establece una dialéctica entre la desobediencia pacifista del Profesor X y la violenta supremacía de Magneto, y a partir de ahí cada película trata un tema distinto. En la segunda película un mutante revela sus poderes a sus padres como quien sale del closet, y en la tercera se inventa una cura para algo que no debería ser tratado como una enfermedad. Ya en la nueva sarta de películas ambientadas en los 60s y 70s, los X-Men se convierten en un exponente contracultural a la par de otras minoridades protestantes. El “gen mutante” es un símbolo todo terreno que a veces representa la raza, a veces la sexualidad, a veces el semitismo, etc. Pero luego de 16 años y 7 películas la alegoría parece haber llegado a su fin. X-Men: Apocalipsis (X-Men: Apocalypse, 2016) no “trata” sobre ningún tema en particular. Simplemente enfrenta a buenos y malos en una larga batalla por el destino del mundo, y sin ningún subtexto por debajo. En una escala de 8 películas, X-Men: Apocalipsis se encuentra más o menos en el medio – es de las más entretenidas, y también de las más banales. El conflicto empieza con el despertar de Apocalipsis (Oscar Isaac), el mutante más viejo y poderoso del mundo, enterrado hace miles de años en las profundidades de una pirámide egipcia. Regresa, decide caprichosamente que quiere purgar al mundo de todo ser vivo y recluta a cuatro mutantes para que sean sus “Cuatro Jinetes” [del Apocalipsis]. Uno de esos Jinetes es Magneto (Michael Fassbender), cuyo odio hacia la humanidad reinicia cuando sufre una nueva tragedia personal. Esta segunda tragedia es un golpe bajo y rebuscadísimo que esencialmente revierte al personaje a como estaba en la primera película; habiendo superado ya su sed de venganza, los escritores hacen que el antihéroe la recupere de la forma más prosaica y vulgar posible. Esto a su vez lo vuelve a poner en jaque con su viejo aliado Xavier (James McAvoy), que lidera junto a Mystique (Jennifer Lawrence) la resistencia contra Apocalipsis. Tiene sentido que los escritores quieran reflotar una y otra vez el triángulo de fraternidad/romance/amistad entre Xavier, Magneto y Mystique, porque es una buena dinámica y Alex McAvoy, Michael Fassbender y Jennifer Lawrence son consistentemente la mejor parte de las películas. La cuestión es que por segunda vez consecutiva el guión no les da mucho para decir o hacer. Gran parte de la trama queda abocada a la presentación de nuevos mutantes (o versiones jóvenes de viejos mutantes) y la forma en que son reclutados para uno u otro bando. Algunos de estos mutantes parecen haber sido incluidos como figuritas nuevas más que como personajes con motivación, carisma o personalidad – tal es el caso de Angel, Storm y Psylocke. Como en Avengers: Era de Ultrón (Era de Ultrón, 2015), las ciudades vuelan y los monumentos colapsan, pero no hay una gota de suspenso o tensión. Los personajes posan, hacen chistes y se muelen a piñas sin dejarse un rasguño. Comparando con otras dos películas recientes de superhéroes, Batman vs Superman: El origen de la justicia y Capitán América: Civil War, X-Men: Apocalipsis es un espectáculo de destrucción masiva carente de interés o conflicto humano. Aunque sea Batman vs Superman: El origen de la justicia posee cierta patología, y el grueso de los Avengers tiene personalidades distintivas. El director es Bryan Singer, autor de las primeras dos películas de X-Men y la anterior X-Men: Días del futuro pasado (X-Men: Days of Future Past, 2014). En un momento de levedad se permite hacer el chiste de que “las terceras partes siempre son las peores”. Probablemente se refería a cuando Brett Ratner lo relevó como director en la tercera película y produjo la vilipendiada X-Men: la batalla final (X-Men: The Last Stand, 2006), pero podría estar hablando perfectamente de su propia película, que viene a cerrar otra trilogía y es similarmente larga, desenfocada y con falta de inspiración.
Si bien no quedará en el recuerdo como el mejor trabajo del director Bryan Singer, X-Men: Apocalipsis brinda un ameno entretenimiento con estos personajes, aunque al día siguiente te olvides por completo lo que viste en el cine. Singer dentro de todo logró salir bien parado del desafío que implicaba esta producción. Hay que recordar que Días del futuro pasado, la entrega anterior, fue uno de los grandes capítulos de la saga (además de una gran adaptación de un cómic histórico) que no era tan fácil de superar y a esta cuestión se sumó el enorme desgaste que vienen acarreando los mutantes desde el año 2000. Esa es la gran debilidad que tiene X-Men: Apocalipsis, aunque primero quiero resaltar las virtudes de este estreno que no son pocas. Como viene ocurriendo con este relanzamiento de la serie que se inició en X-Men: Primera generación, los pilares fundamentales de la película son los actores. Muy especialmente James McAvoy y Michael Fassbender, cuyas interpretaciones del profesor Xavier y Magneto respectivamente generan que uno siga teniendo interés por estos personajes. Esta vez Jennifer Lawrence quedó relegada a un rol más secundario y las nuevas incorporaciones, Sophie Turner (Jean Grey) y Tye Sheridan (Cíclope) lograron tener momentos más destacados. Por cierto, celebro que después de tantas películas Scott Summers finalmente pudo tener un poquito más de profundidad y un rol específico en el conflicto. Bryan Singer logró mantener la humanidad que siempre sobresalió en las historias de esta saga y este es un condimento que sigue despertando interés. En X-Men: Apocalipsis el director trabajó muy bien una cuestión que le objeté a Capitán América 3. Es decir, la violencia trae consecuencias. Los mutantes se enfrentan entre sí y sus acciones generan muertos y heridos entre los personajes de esta historia, un tema que los filmes de Marvel en Disney evitan abordar por una cuestión comercial. Las elecciones que toman algunos superhéroes traen consecuencias trágicas y no todo se soluciona al final con un apretón de manos. Ahora bien, desde los aspectos técnicos, Singer no tiene un dominio magistral de la acción como los hermanos Russo (Capitán América) y sus escenas tienden a ser más monótonas y reiterativas. La intervención de Wolverine (que no tiene razón de ser) es el mejor ejemplo de ello. Salvo por el momento destacado de Quicksilver, que vuelve a sacarte una sonrisa, no hay grandes escenas de esta película que queden en el recuerdo. No ayudó tampoco el hecho que esta vez el director se enfocó demasiado en los efectos digitales y algunas secuencias que no quedaron bien (especialmente el comienzo en Egipto) se ven artificiales. La gran debilidad de este film pasa por refritar una vez más varias situaciones que ya vimos en las entregas anteriores. El pasado de Magneto, la persecución de los mutantes, el odio del coronel Stryker y los experimentos militares sobre Wolverine generan que el clímax de la película sea predecible porque no hay ninguna novedad interesante. El villano Apocalipsis la verdad que no aporta demasiado y desperdicia a un buen actor como Oscar Isaac. El mismo rol podría haber sido interpretado por un artista desconocido y esta película no cambiaba en absoluto. Creo que hay un desgaste importante con los mutantes en el cine y más allá de que intentaron relanzar la serie con una nueva línea temporal en el fondo seguimos viendo más de lo mismo. En esta película en particular esta cuestión tuvo un peso importante y por esa razón su recepción no es tan favorable como las entregas previas. Por cierto, luego de los créditos finales hay una escena adicional que sólo será comprendida por los fanáticos del cómic, ya que para el público general resulta algo irrelevante. Reitero, la película no es mala y brinda su cuota de entretenimiento, pero después de tantas continuaciones queda claro que los mutantes se volvieron predecibles y dejaron de sorprender.
X-Men: Apocalipsis es la película más floja de la nueva trilogía y cumple con aquella regla no escrita sobre que las terceras partes de las sagas nunca son buenas, incluso hay un chiste al respecto pero claramente apuntado a X-Men 3: The Last Stand (2006). A priori parece que el villano no está a la altura, algo que es raro porque en el comic y serie animada Apocalipsis es de lo mejor pero aquí no fue bien adaptado por dos motivos: primero por el ya recontra-visto plot de destrucción mundial y segundo por su horrible look que en lugar de generar poder y presencia causa un poco de gracia. Y hablando de looks graciosos, esta es la primer película de los X-Men en la cual muchos de sus personajes tienen en algún momento del film un traje muy cercano al original de las historietas y hay que admitir que cuando en el año 2000 tomaron la decisión de hacer “uniformes serios” fue muy atinado porque la verdad es que se ven ridículos. Igual es un detalle que no hace al film como si lo es el problema del villano lo que trae otra pregunta: ¿Por qué convocar a un gran talento tal como lo es Oscar Isaac para ocultarlo de esa manera? Sobre los nuevos/viejos X-Men destaco mucho a Sophie Turner (Sansa en Game of Thrones) como la encarnación adolescente de Jean Grey y a Kodi Smit-McPhee como Nightcrawler. El resto bien gracias. Jennifer Lawrence excelente como siempre en cualquier cosa que haga y la dupla Magneto / Profesor X a cargo de Michael Fassbender y James McAvoy llega a tan buen nivel que ya cuesta decidirse por ellos o por Ian McKellen y Patrick Stewart. De todos modos el que se roba la película vuelve a ser Evan Peters (Quicksilver) con otra tremenda escena en ultra cámara lenta. Amén del espectacular (y bien comiquero en esta oportunidad) cameo de Hugh Jackman. Bryan Singer vuelve a mantener buen ritmo gracias a muchas grandes secuencias de acción como no podía ser de otra manera y efectos visuales que no dan a trucho pese al abuso de CGI en algunas partes. De paso aclaro que el 3D no vale la pena. X-Men: Apocalipsis es para pasar un buen rato en el cine aunque genere reacciones negativas por momentos porque el balance general es bueno. Y atención porque hay escena post créditos.
Los mutantes en su máxima expresión. X-men Apocalipsis (2016) sin dudas es la mejor película de los mutantes vista hasta ahora. Si bien Primera generación (2011), y un poco antes La batalla final (2006) habían dejado muy buenas impresiones junto con Días del futuro pasado (2014). Apocalipsis logra generar la sinergia perfecta entre los personajes, el guión, los efectos especiales y las escenas de acción que tanto se esperan dentro de estos films.
Durante las casi dos horas y media que dura esta nueva incursión de los mutantes, hay una escena donde unos jóvenes Jean Grey, Cíclope, Júbilo y Nightcrawler salen del cine y comentan el estado de las secuelas en el cine, para determinar que "la tercera siempre es la peor", en un claro codazo del guionista Simon Kinberg hacia su yo del pasado por firmar la fallida pero igualmente entretenida X-Men: The Last Stand. La broma actúa como efecto boomerang, ya que X-Men: Apocalypse es la película más defectuosa de la nueva trilogía, pero incluso con todas sus falencias resulta un espectáculo entretenido como lo son siempre las apariciones en la pantalla grande de los héroes con poderes. Como bien lo anticipaba la escena post-créditos de Days of Future Past, en los primeros minutos de la última película de Bryan Singer conocemos a En Sabah Nur, el primer mutante de la historia, y su descenso hacia el olvido para resurgir de forma imprevista en medio de los años '80, unos diez años después de la acción de la entrega previa. Al despertar y ver el estado actual del mundo, dominado por los débiles que siguen a falsos dioses, el villano púrpura comenzará a reunir a su equipo de seguidores con el cual recuperará su estado de gloria y forjará un mundo acorde para todos los suyos. Si esa motivación les suena ligeramente familiar, es porque desde la primera y visionaria X-Men en el 2000, la temática ha sido repetida de diferente manera en todas las iteraciones mutantes en el cine. Es una fórmula que en sus primeros momentos fascinaba por explorar en sus protagonistas lo que significaba ser distinto en un mundo temeroso de las diferencias, pero que con siete secuelas y spin-offs en su haber ya está ligeramente desgastada. El conflicto entre buenos y malos tendrá algunos lugares grises, como bien lo demuestra la trágica historia que sigue de cerca al siempre explosivo Magneto de Michael Fassbender, pero lo que antes se notaba innovador ahora es la historia de siempre, con un villano intercambiable que por más poderoso que resulte, no genera la misma emoción que antes. El Apocalipsis de Oscar Isaac es un personaje acartonado, tanto en motivos como en apariencia. Es un gran desperdicio de un actor consagrado, porque detrás del maquillaje, el traje prostético y la voz modificada por computadora, podría estar cualquier actor importante de Hollywood y aún así le sería difícil levantar a un personaje con tan poca dimensión. Lo mismo sus seguidores, de los cuales solo se destaca Magneto, porque la Psylocke de Olivia Munn y los jóvenes Storm de Alexandra Shipp y el Angel de Ben Hardy son meros títeres. Por el lado de los buenos, James McAvoy sigue brillando como el atribulado profesor Xavier, mientras que se le da paso a los nuevos Jean Grey de Sophie Turner y el Cíclope de Tye Sheridan, que le aportan frescura al elenco, como el gracioso Nightcrawler de Kodi Smit-McPhee. Improbablemente, la Mystique de Jennifer Lawrence queda relegadísima a un papel de heroína estandarte con muy poco para hacer en la trama más que estar en los momentos importantes, lo cual genera dudas porque Lawrence está en lo más alto de su carrera y las tramas de las secuelas han ido posicionando a la siempre ignota Mystique en el centro de la acción. El mayor problema que sigue teniendo la saga es el cansancio que genera la misma historia una y otra vez, y la maquinaria de venta detrás de los mutantes, que lleva a los productores a pedir que se apriete una y otra vez el botón de reseteo en las historias. Los estudios Fox no son Marvel, y el seguir construyendo nuevas plataformas sobre lo anterior en vez de pensar a futuro lleva a la reescritura de la historia -léase líneas temporales alternativas- dejando obsoletas y fuera del canon fílmico a todo lo que vino antes de First Class. Hay que seguir vendiendo, sí, pero cuando ya vemos por tercera vez el escape de un Wolverine de las garras de Stryker metido con calzador para lucrar con la imagen y el personaje que se adueñó Hugh Jackman hay que preocuparse. En los cómics funcionará este constante reinicio, pero escribir con la mano para ir borrando con el codo es algo que no se traslada bien a la pantalla grande, aún cuando sea un excelente espectáculo. Esta reseña puede notarse como un poco malintencionada y negativa, pero viene desde un lugar de amor por la primera saga de X-Men y la explosiva First Class, y los constantes arreglos que se le vienen haciendo a la franquicia con tal de seguir generando ingresos con la misma historia pero diferentes elencos. Con esto no quiero decir que Apocalypse sea una mala película. Es templada y simplista, pero no por ello deja de ser un espectáculo llevadero y entretenido, que hace pasar unas buenas dos horas en el cine, aún cuando al salir se la discuta y se la olvide a fin de año. Singer se aboca a lo que funciona, y si bien para todo el apocalipsis y guerra que se anticipaban en los avances hay poca sustancia en el conflicto, el escenario de una Cairo diezmada tiene ese gusto a excitación de combate mutante versus mutante que siempre gustó tanto en la platea. El Quicksilver de Evan Peters vuelve a hacer de las suyas en una escena a cámara lente francamente impresionante, amén de que llega en un momento en el que la mezcla tonal entre el drama y la comedia se nota demasiado. X-Men: Apocalypse es un buen espectáculo que trae una vez más a los personajes más queridos de la franquicia, pero al cual si se le empiezan a ver las costuras de cerca se notan sus problemas. Por suerte hay un gran elenco por detrás que ayuda a correr la vista de esos errores, y una suerte de premisa interesante de acá al futuro que podría resultar espectacular si es que no siguen jugando a cambiar las líneas temporales.
Luego del evento que involucró al ex Presidente Nixon, todos los mutantes encontraron su lugar en el mundo. Charles lleva adelante su Instituto, Erik se cambió el nombre y formó una familia exiliado en Polonia y Raven viaja por el mundo liberando a mutantes mientras es una heroína para todos. Pero todo cambia cuando una fuerza milenaria es despertada; ahora las viejas alianzas deben reafirmarse, y nuevos mutantes tienen que asumir el riesgo de detener al Primer Mutante, Apocalipsis. A esta altura parece redundante repetir lo mismo a cada film de X Men que sale, pero bueno… Antes de hacer el análisis recuerden que Bryan Singer se toma de forma bastante libre los cómics, ya sea a la hora de adaptar personajes, trajes o arcos argumentales; o que el sentido de realidad contínua entre sus películas parece no existir. Aclarado esto, empecemos. La opinión general previa a esta X Men: Apocalipsis era bastante tibia. A la mayoría nos daba bastante temor lo que podía resultar de esta nueva entrega, ya que la mitad del elenco se renovó, introduciendo nuevos actores en personajes que ya conocemos, y el plus de traer a la gran pantalla al villano más esperado y pedido de los mutantes. Aquellos que esperan ver un Apocalipsis como el visto en la serie animada de los 90, les digo que a menos que quieran odiar esta cinta, vayan sacándose esa imagen de la cabeza. Este Apocalipsis poco tiene que ver con el que está en el imaginario popular, teniendo un pastiche de poderes pocos claros, o peor aún, que se van revelando cuando el guión los necesita. Pese a todos estos factores en contra, hay que admitir que X Men: Apocalipsis es bastante entretenida, y mejor de lo que se venía rumoreando en las críticas provenientes de Estados Unidos. No estamos ante la sorpresa del año, pero cumple con su objetivo de divertir. Por un lado el protagonismo está bastante repartido a nivel grupal, cosa que aporta bastante dinamismo a la historia, que pese a extenderse dos horas y media, casi en ningún momento se hace larga o densa. La acción también esta dosificada; y al igual que en X Men: Días del Futuro Pasado donde no había una escena de acción memorable, tampoco se echaba en falta porque todo lo que se cuenta tiene un motivo de ser (aunque sí hay un par de escenas que se sienten un fanservice puro y duro, en especial a lo referente a determinado personaje). También juega a favor que al igual que en Capitán América: Civil War, el conflicto ya sea a nivel mundial, dándole bastante más importancia al villano y qué pasaría si cumple su plan (que en este caso no queda del todo claro). Es una pena que de las nuevas adquisiciones para el grupo, no todos salgan bien parados. Sophie Turner es quien más sorprende como la joven Jean Grey, mientras que Tye Sheridan y su Cíclope vuelven a mostrar que debe ser el personaje menos querido por Bryan Singer. En el medio queda Olivia Munn y una Psylocke que pedía mucho más protagonismo, y varios mutantes que seguramente no pasarán de este film. X Men: Apocalipsis aprueba con la misión de entretener, pero hasta ahí llegan sus méritos. Lamentablemente desaprovecha mucho a un villano con un potencial enorme, y vuelve a cometer errores que ya parecen ser el sello característico de Bryan Singer, en lugar de aprender de viejos errores. Eso sí, al menos se toman su tiempo para pegarle un hermoso golpe bajo a la tercera entrega, que hasta los mismos responsables de la saga reconocen como la peor.
X-Men: Apocalipsis son dos horas y media de entretenimiento y muchos, muchos efectos especiales. Llega a los cines la tercera película de la nueva saga de X-Men. Apocalipsis es un mutante, que despierta después de milenios en la década del ochenta y tiene como propósito destruir la civilización y crear una nueva. La peli arranca en Egipto, con un ritual de cambio de cuerpo. Esas escenas te transportan a esa época que estudiamos cuando éramos chicos e imaginábamos cómo sería ese lugar. Tras ser traicionado durante la migración de cuerpo, Sabah Nur despierta en los 80’s en la misma ciudad. Allí comienza su búsqueda y reclutamiento para conseguir a cuatro discípulos que lo ayudarán a cumplir con su objetivo. Representando a los cuatro jinetes del Apocalipsis, se unen a él Storm, Psylocke, Angel y Magneto. La trama transcurre en el enfrentamiento entre Apocalipsis, y su team contra los X-Men. En la película tiene una pequeñísima participación Wolverine (Hugh Jackman). Además, visitamos la escuela de jóvenes con poderes especiales, liderada por Charles Xavier (James McAvoy), todo en una muy bien recreada década de los 80s. La participación de Jennifer Lawrence es secundaria pero no deja de ser encantadora, de todas formas la veremos más de civil como Raven, más que como Mystique. Lo bueno de este film es que si nunca viste una X-Men, no te quedás afuera porque si bien remite a historias anteriores, todo se entiende perfectamente. Los efectos especiales son abundantes, pero los vas a disfrutar, algunos están muy buenos y la película se te pasa volando. Si te gustan los personajes de Marvel, comer pochoclo y calzarte los anteojos 3D, andá al cine porque con X-Men: Apocalipsis la vas a pasar genial. Recomendación: quédate hasta el final porque luego de los títulos hay algo más.
Apocalipsis, el primer mutante de toda la historia de la humanidad despierta tras dormir durante miles de años para luego volver en los años 80 y encontrarse con un mundo totalmente distinto al que conocía, un mundo gobernado por personas inferiores a él, a todo esto él decide querer gobernar al mundo entero y recluta a cuatro poderosos mutantes (Magneto,Psylocke, Tormenta y Angel) para que lo ayuden a cumplir sus planes. Del otro lado nos encontramos con un profesor X (James McAvoy) protegiendo a otros jóvenes mutantes y tratando de que ellos tengan su lugar en el mundo, todo cambia con la llegada de Mystique (Jennifer Lawrence) para advertirle que un gran problema se acerca y que Magneto puede llegar a ser uno de los responsables, Javier, Mystique y Bestia reclutan a nuevos jóvenes mutantes para poder hacerle frente al gran problema que se les avecina. X-Men: Apocalipsis es el final de esta nueva trilogía que dio comienzo con “X-Men: Primera Generacion( X-Men: First Class, 2011)” y su continuación “X-Men: Dias del Futuro Pasado (X-Men: Days of Future Past,2014)” en esta ultima película nombrada pudimos ver en la escena postcreditos un pequeño a vistazo al gran villano que se acerca a sembrar el caos, esta nueva entrega arranca en Egipto hace ya miles de años con un apocalipsis en todo su esplendor y recordemos que él en primer tráiler que Fox dio a conocer se armo un gran debate sobre como adaptaron al personaje, al menos Fox escucho a su público y cambiaron el aspecto del villano principal, esto no amerita a que Apocalipsis sea de temer, Oscar Isaac está bien con su interpretación pero tampoco es algo que sobresalga y quede para el recuerdo, misma suerte corres las actuaciones de quienes los sigue, Olivia Munn es ruda, audaz y peligrosa como Psylocke pero a la hora de hablar es mejor que se mantenga callada, Angel (Ben Hardy) y Tormenta (Alexandra Shipp) corren con la misma suerte, pero si se destaca el de Magento, interpretado por el genial Michael Fassbender que demuestra una faceta totalmente nueva de su personaje, un personaje que se siente dolido, sin esperanzas y que recurre a lo malo para de esta manera buscar justicia. Otros que se destacan son las nuevas jóvenes incorporaciones, tenemos a Sophie Turner (la Sansa Stark de Game of Thrones) interpretando a Jean Grey, Tye Sheridan como Scott Summers/Ciclope, Kodi Smit-McPhee como Nightcrawler y volvemos a ver al Quicksilver de Evan Peters. Bryan Singer junto a Simon Kinberg fueron los encargados del guion, un guion algo pobre en cuanto a historia, utilizando a personajes que no aportan nada a la historia y la gran contradicción del tema en las edades en los personajes. Tenemos una pequeña y muy buena aparición de Wolverine (Hugh Jackman) en una escena clave de la película que hace que ya queramos ver su tercer film en solitario que llegara el próximo año a las carteleras de todo el mundo. En definitiva “X-Men: Apocalipsis cumple con entretener al público pese a sus enormes fallas, exceso de CGI, personajes que poco aportan a la historia y dejando un paso a una nueva historia que vendrá en camino. Lo bueno: el comienzo es sin duda grandioso mostrando a Apocalipsis escoltado por sus jinetes, las distintas emociones de Magneto, Quicksilver vuelve a tener su protagonismo con una escena de súper velocidad en cámara lenta bastante divertida y la breve aparición de Hugh Jackman. Lo malo: Un guion hecho con muchísimos baches y personajes que no aportan nada en la historia.
La nueva película de la saga, comandada nuevamente por Bryan Singer, comienza en el Antiguo Egipto y se traslada a los años ochenta, haciendo gala de un gran despliegue visual. Sin sorpresas, el enfrentamiento por crear un nuevo orden permite el lucimiento de los mutantes. X-Men: Apocalipsis, comandada nuevamente por el director Bryan Singer luego del éxito de X-Men: Días del Futuro Pasado, presenta a los populares mutantes divididos ante el surgimiento de Apocalipsis -Oscar Isaac-, el más poderoso y antiguo del mundo desde los tiempos del imperio egipcio. El renace para crear un "nuevo orden mundial" para el que recluta a su propio equipo, encabezado por Magneto -Michael Fassbender-. Ambientada -tal es la costumbre de este tipo de realizaciones- en diversos escenarios internacionales, la acción transcurre en una trama alimentada por Magneto, quien arrastra su propia pérdida familiar, Cýclope -Tye Sheridan-, un joven mutante que debe aprender a controlar sus poderes y una apática Mystique -Jennifer Lawrence-, entre una galería de criaturas capaces de hacer "casi todo". La película hace gala de su gran despliegue visual y la acción transcurre en los años ochenta, época que está enmarcada por reconocibles referencias: una remera de El hombre nuclear, el video-juego Pac-Man, la serie El auto fantástico que se ve de fondo en un televisor y la salida de un cine donde proyectan El regreso del Jedi. Uno de lo personajes asegura "Las terceras partes no son buenas" mientras el mundo amenaza con caerse a pedazos con el esperado enfrentamiento entre el profesor Charles Xavier -James Mc Avoy- y el mismo Apocalipsis, cada uno con sus aliados de turno. Todo sucede entre escenas en las que se enciende el poder de la mente, la bestialidad de los superpoderes y la creación de mundos oníricos. Por su parte, la fugaz aparición de Wolverine -Hugh Jackman- pierde sorpresa porque se sabía de antemano su participación en esta nueva entrega, al igual que el cansador cameo de Stan Lee. Toda la imaginación visual de Singer se pone en marcha a lo largo de una historia que no pretende profundizar demasiado en los conflictos de cada uno de los personajes, sino colocarlos en el ojo de la tormenta. Se destaca la secuencia del ataque a la Mansión X, que nuclea a estas extrañas criaturas, con un envidiable uso del "ralenti" y situaciones que atrapan a nivel visual. Esta sexta entrega de la franquicia -sin contar Wolverine y la exitosa Deadpool- mantiene el nivel de la propuesta anterior, aunque no ofrece demasiadas sorpresas para los fanáticos del universo Marvel.
El mutante ancestral. Una tensa paz reina desde los últimos sucesos que tuvieron a los mutantes como protagonistas en la década del setenta. Es el año 1983, cada uno está en lo suyo en la lucha de sobrevivir día a día ocultándose del mundo que les teme; es entonces cuando un poderoso ser revive luego de siglos inconsciente tras ser sometido a un extraño ritual en el antiguo Egipto. Se trata de un ancestral mutante, capaz de absorber el poder de otros y magnificarlo. Creído de ser un Dios, el brutal mutante se propone arrasar con el mundo para construir uno donde su palabra sea ley y el planeta su reino. Mientras tanto, el Profesor Xavier (James McAvoy) se dedica a enseñar en su escuela para mutantes adonde llega un joven que ha comenzado a manifestar un poder un tanto peligroso: lanza destructivos rayos desde sus ojos. En el lugar, el joven conoce a Jean Grey (Sophie Turner) y a Henry "Beast" McCoy (Nicholas Hoult), quienes le ayudan en el proceso de asumir su nueva condición. Lejos de todo esto, en Polonia, Magneto (Michael Fassbender) intenta llevar una nueva vida con mujer e hija. Pero ya se sabe que para él nunca se han dado bien las cosas, y pronto está inmerso en una nueva batalla y en el bando equivocado. Esta nueva entrega de la adaptación de uno de los cómics más complejos creados por Stan Lee llega plagada de acción, violencia y nuevos personajes que debutan en la pantalla grande. Así vemos una lograda interpretación de Psylocke a cargo de Olivia Munn, que es un ejemplo de un casting bien hecho; además se presentan los orígenes de personajes conocidos como Cyclops y Storm, y hasta veremos cómo queda pelado el Profesor X entre otros detalles que los fanáticos agradecerán. Bryan Singer sostiene el tono de los filmes anteriores y logra una de los mejores películas de una saga que, claramente, ha tenido su altas y bajas pero que en un todo resulta más que satisfactoria. Quédense hasta el final de los créditos.
A esta altura, seis películas de los X–Men, dos spin-off directos, más podríamos decir algunas ramificaciones que quizás no llegaron a unirse concretamente como tal; la saga iniciada por Bryan Singer sobre los personajes creados por Jack Kirby y Stan Lee es una de las franquicias mejor instaladas y más sólidas del mundo del cine, por lo menos en lo que a superhéroes se refiere. La historia en su conjunto, que en el cuarto capítulo intentó un reinicio que luego se mostró como secuela en su película siguiente, ha transitado por diferentes variantes. Ahora es el turno, como rige la moda actual, de entregar una película puramente comiquera. Si bien las cinco entregas anteriores se habían caracterizado por sus guiones algo más complejos que la media de los film de superhéroes; esta sexta incursión, que vuelve a quedar en la mano de Singer como los dos primeros y el quinto, tiene la particularidad de ir directo a los bifes. Tanto es así que el contexto parece casi una excusa. En la escena post créditos (quédense porque aquí también hay) del anterior film ya se nos anunciaba cómo vendría la mano. El poderosísimo y ancestral Apocalipsis (Oscar Isaac) despierta de un largo letargo. Se trata del mutante originario, y tiene sed de destrucción. En su afán exterminador, Apocalipsis reúne a cuatro mutantes, y entre ellos se encuentra Magneto (Michael Fassbender) quien nuevamente busca venganza ante la pérdida. Cada bando, la otra punta es liderada por Xavier (James McAvoy) y Mystique (Jennifer Lawrence), recluta nuevos mutantes, y todo se prepara para una batalla entre ellos de proporciones épicas. Sí, este es el año en el que a los tanques de Hollywood le gusta que sus personajes referentes se den rosca interminable entre ellos. Este planteo, que dista de ser novedoso – ¿cuántas veces vimos a un villano queriendo destruir el mundo? – sirve para la presentación de nuevos mutantes, a modo de un ¿quién es quién? y el tufillo a despedida, incluyendo algunas muertes, terminan por emparentar el film a la tercera entrega, la más desprestigiada con justa razón. De todos modos, estas similitudes como “Batalla Final”, no lo son tanto a la hora de los resultados, y ahí se nota que Singer no es Brett Ratner. Los personajes tienen carnadura, la batalla, aunque confusa, tiene peso, y si bien no tanto como antes, hay momentos para el desarrollo de otras cuestiones. Quienes sean seguidores de los cómic, esta película está basada libremente en “La Era del Apocalípsis”, gozarán de muchos detalles que el espectador no avezado quizás pase por alto. Lo más importante, datos en los trajes, varios personajes secundarios, y la mencionada escena post crédito. Sabemos que Singer además de un correcto guionista (acá dentro de un equipo grande), es un logrado director de actores; nuevamente sabe sacar provecho de los conocidos McAvoy, Lawrence y Fassbender, a quienes ya se los ve aceitadísimos. Aprovecha algunos personajes nuevos como la aparición de Jean Grey y Cyclops (Sophier Turner y Tye Sheridan), le otorga el lucimiento adecuado a Evan Peters con su Quicksirlver al igual que en el número anterior. Quién más sufre es Oscar Isaac en la piel de un personaje en donde no solo no se lo reconoce, es uno de los villanos más pobres (sino el más) de la saga; tanto en aspecto como en importancia; cuando todo haría pensar lo contrario. Este es sin dudas, su mayor flaqueza. Un film que trata de dejar de lado complejidades humanas para centrarse en una acción constante entre mutantes, necesitaba de una contraparte mucho más imponente de la que se entrega (no diré a quienes se parece porque parecería una descabellada burla). “X-Men: Apocalipsis” puede ser vista como una entrega más de una saga que quizás crea que no debe innovar, que una vez puede dormir en los laureles. Puede ser disfrutada por quienes buscan los varios detalles y sorpresas – que no adelantaré – referidas a los cómics. También puede observarse que no puede escapar a las modas y tendencias, que desde su inicio en 2000 las cosas cambiaron, y esta vez, a diferencia de aquella, lejos de ser disruptivo, la balanza se inclinó a seguir la corriente. Entretenida, con varios momentos de comicidad a la carta, algunos cameos, y con un ritmo que no desentona. Esta sexta entrega cumple, no decepciona; tampoco sobresale, ni busca hacerlo.
Nuevamente los X Men deben enfrentarse a cuestiones morales y existenciales sobre su forma y estructura y en “X-Men: Apocalipsis” (USA, 2016) todo se dirimirá en un contexto que, cuidadosamente estudiado y diseñado, posibilitará la explosión de imágenes y entretenimiento a la que el espectador ya está acostumbrado. En este punto de la saga, con Bryan Singer una vez más en la dirección, el grupo de héroes deberá luchar con el ancestral Sabah Nur (Oscar Isaac), un centinela que vuelve para acechar no sólo a los mutantes sino también a todo el mundo. La capacidad de destrucción que este ser puede generar es advertida por Xavier (James McAvoy), por lo que decidirá reagrupar a los X-Men, que luego de la última misión se encuentran perdidos por diversos lugares del mundo. Mientras ese reordenamiento llega, Xavier no será el único encargado en reclutar adeptos, por lo que Sabah Nur también lo hará, sumando a su lado a figuras centrales que lo ayudarán a contrarrestar cualquier esfuerzo que los X-Men hagan por evitar que su siniestro plan de destruir la tierra (el apocalipsis al que hace mención el título), a partir de la supervivencia de los más fuertes, triunfe. Con un arranque impactante y una secuencia de títulos inmersiva, en la que recorremos por varios momentos de la historia mundial, “X-Men: Apocalipsis”, quiere plantear su verosímil de película de género (superhéroes) pero además separarse del resto. Singer una vez más busca que el filme evite los lugares comunes, complejizando la narración con varias historias en paralelo que intentan profundizar las características de varios personajes en diferentes lugares del mundo. Luego de esa secuencia de títulos, la humanización que hace de los mutantes impacta por el nivel de realismo que le impregna. Así asistiremos a cómo cada personaje ha intentado seguir adelante, construir una familia, o simplemente continuar viviendo sin llamar la atención, o al menos intentarlo, para evitar ser detectado. También el guión repara en cómo alguno de los mutantes descubren, casi sin querer, sus poderes, por lo que podremos ver cómo Ciclope/Scott Sumers, se da cuenta de su visión destructora, en una secuencia que no por su cuidada reconstrucción de época, deja de sorprender como un acabado ejercicio en sí mismo de dinámica y tensión narrativa. El humor estará presente en la historia de la mano de la incorporación de Nightcrawler en la interpretación de Kodi Smit-McPhee, o en las participaciones de Evan Peters como Quicksilver, el veloz héroe que a fuerza de bromas termina logrando su cometido (la secuencia con “Sweet Dreams” de Eurithmics es antológica). “X-Men: Apocalipsis” toma la esencia de la saga “Era de Apocalipsis”, pero desvía algunos puntos para evitar complejizar de por sí la abarrotada trama y por eso es que algunos de los X-Men como Wolwerine (Huhg Jackman) sólo tienen breves intervenciones, y el peso del relato recae en Mystique (Jennifer Lawrence) y Bestia (Nocholas Hoult). Singer una vez más logra un producto digno, a la altura de los otros exponentes de la saga, pero que entretiene por momentos y que además gusta de enmarcar en los años ochenta la historia de los mutantes para darle una atmosfera diferente a las miles de historias de héroes que van ya en el año.
Filmar superhéroes al ritmo correcto. En una era en que las películas de este tenor llevan la voz cantante, el director de Los sospechosos de siempre hace la diferencia. Con menos rosca política y más centrado en los conflictos mutantes, Singer compone uno de los armagedones más eficazmente filmados. Del mismo modo que quienes vivieron durante el apogeo del Imperio creyeron que Roma regiría por siempre el destino universal, así se ve el mundo del cine en la era de los superhéroes: como si no hubiera un futuro más allá de ellos. Pero la historia del cine, igual que la luz y el sonido, parece moverse como el mar, avanzando en ondas u oleadas. Y, ya se sabe, todas las olas mueren en la playa. Así como se extinguieron las comedias mudas, las aventuras de piratas, las superproducciones épicas, el western y el terror japonés, así se agotará el negocio de los superhéroes. Pero no por ahora, porque el género goza de estupenda salud y el estreno de X-Men: Apocalipsis es una prueba cabal de esa bonanza. Junto a Deadpool y Capitán América: Civil War, conforman el tridente del catálogo Marvel que este año demostró que el fracaso artístico de Batman vs. Superman: El amanecer de la justicia se debió sólo a una falla (otra falla) en la política creativa de su súper competidora DC Comics. Tercera entrega de la segunda trilogía dedicada a estos personajes de historieta, X-Men: Apocalipsis gira una vez más en torno a las complejas situaciones que deben atravesar estos individuos que a partir de distintas mutaciones gozan (y también padecen) de poderes más allá de lo humano. Aunque transcurre en 1983, uno de los períodos más álgidos de la Guerra Fría, esta vez la trama es menos rica en intriga política y se centra más en las continuas tensiones con las que los mutantes deben convivir. Por un lado, las que los separan del resto de los humanos, que sienten por ellos una mezcla de admiración y miedo. Por el otro, las fricciones dentro del grupo, siempre dividido entre los que se inclinan por aprender a coexistir con la humanidad y los que creen que la imposición de la especie más fuerte es la instancia final de todo proceso evolutivo. En ese contexto, el surgimiento de un poderoso mutante dormido que los antiguos egipcios tomaban por un dios, que pretende reinstalar su dominio en el presente, vuelve a representar una piedra de toque para abismar una vez más la grieta mutante. No es casual ni un dato menor que este último film vuelva a estar dirigido por Bryan Singer. Precozmente reconocido por el éxito de Los sospechosos de siempre (1995, su segunda película), Singer ya había estado a cargo del mencionado episodio previo de la serie, Días del futuro pasado (2014) y de los dos iniciales de la saga anterior, el primero de los cuales (X-Men, 2000) es nada menos que el punto de partida de esta era en que los superhéroes dominan el cine. Puede decirse entonces que Singer es el responsable de haber impulsado esta ola que al día de hoy es el mejor negocio que la industria del cine estadounidense ha tenido en su historia. Y aprovecha la ocasión para demostrar su experiencia, dando una modesta lección de estética aplicada al cine de acción y aventuras en el siglo XXI. Al contrario de artistas del engaño como Michael Bay (Transformers) o el propio Zack Snyder (Batman vs. Superman), para quienes lo único importante no es cómo se desplome el mundo en la pantalla, sino cuánto ruido haga, Singer compone uno de los armagedones más eficazmente filmados dentro de este género megalómano. Y todo sin apartarse del tópico destructivo. A diferencia del vértigo que propone Bay, basado en una velocidad de montaje que no permite captar más que fragmentos dispersos de una totalidad avasallante, o de las masturbatorias cámaras lentas de Snyder, Singer ofrece la posibilidad del detalle. Es sintomático que las escenas más emblemáticas y perdurables de estos dos últimos episodios le correspondan a Quicksilver, un personaje lateral dentro de las tramas, que tiene el don de moverse en la realidad a una velocidad fuera de las leyes físicas. A partir de la idea de filmar al personaje desplazándose con normalidad dentro de una escena que avanza muy lento, permitiéndole reorganizar a voluntad la coreografía de un instante, Singer no sólo consigue efectos cómicos brillantes, sino que parece firmar una declaración de principios. Según ella el cine no debería reducirse a amontonar imágenes/sonidos/ideas para apabullar al espectador, sino que debería ser el arte de acomodarlas en el campo cinematográfico (o fuera de él), de modo que al aplicarles movimiento se produzca en ellas un efecto determinado que el público primero sea capaz de aprehender, luego de comprender y por fin disfrutar. Parece fácil, pero no muchos lo hacen bien: esa es la gran virtud de X-Men: Apocalipsis.
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El fin del mundo según los mutantes Resulta que el primer mutante fue una deidad del Antiguo Egipto. Y resucita en los años ochenta del siglo XX, tiempo de la acción de X-Men: Apocalipsis, para destrozar el mundo. Su nombre: En Sabah Nur / Apocalipsis. Del otro lado, los X-Men, que no están actuando bajo ese nombre. Hay alianzas, viejos y nuevos personajes, reencuentros, y toma de decisiones. Como pasa con la mayoría de las grandes películas, en esta tercera parte de la trilogía precuela de los X-Men no importa tanto el argumento -aunque es sólido y límpido pero nada escuálido- y menos aún contarlo extensamente en una crítica. En el gran cine, cine de gran director de carrera despareja pero hoy evidentemente en pleno uso de sus facultades como Bryan Singer, lo que importa es la claridad conceptual que da paso a grandes beneficios como fluidez, sentido épico y comprensión del poder de los mitos: los de la propia serie, los cinematográficos y los que que preceden y exceden al cine. Singer y su equipo habitual de colaboradores hacen gran cine porque entienden el poder simbólico y amplificador que puede tener un relato. Así, sin meterse en la crasa política de referencias inmediatas de, por ejemplo, Capitán América: Civil War, X-Men: Apocalipsis apunta a la relación/fascinación entre los dioses y semidioses (los X-Men, por caso) y los humanos. De esa manera puede entenderse la hermosa mirada de Moira Mactaggert (Rose Byrne) hacia Charles (James McAvoy), o la secuencia de notable esplendor narrativo del bosque con Magneto, su familia polaca y los policías. Repleta de cinefilia y de exactitud, esa secuencia es trágica y nuclear. En cada secuencia nuclear, los relatos se bifurcan en senderos diversos según las decisiones de los personajes. X-Men: Apocalipsis es uno de esos raros prodigios en los que los muchos personajes importantes -es el reparto más brillante que se haya visto en películas de superhéroes- toman decisiones de forma casi continua, accionan según esas decisiones y sus motivaciones no sólo son comprensibles sino que se integran a la progresión y suman una cohesión notable. Si en la anterior X-Men, también dirigida por Singer, la mejor secuencia, aunque un tanto aislada, era la de Quicksilver -fascinante momento de acción y reflexión sobre el tiempo y su representación cinematográfica-, en Apocalipsis la aparición de ese mutante y sus prodigios potencia la lógica general de esta película que apunta alto. Algunos de sus temas son el tiempo -con el deseo de eternidad y la exploración de lo infinitesimal-, el espacio entre los humanos y los dioses -las armas nucleares disparadas hacia arriba es un plano memorable- y el individualismo versus el trabajo en equipo. Película de círculos, perfectamente unida -el trayecto del villano empieza y termina en el mismo lugar y el relato tiene como motivo recurrente la reunión y el reencuentro- X-Men Apocalipsis tiene ese aspecto chillón y desvergonzado de las aventuras de los 80, con colores plenos -nada hay acá del modo cool gris oscuro que han gastado tantas propuestas globales basadas en cómics-, trajes descaradamente atractivos y un humor que no se siente como un agregado para alivianar la épica y la mítica sino como parte integrante de este magnífico drama en sentido pleno del término. Con situaciones tensas y pasiones conflictivas, Singer y los demás hacen la mejor película de aventuras en mucho tiempo, una de esas que justifica su producción elefantiásica no sólo con espectacularidad sino con criterio, inteligibilidad, consistencia y talento, cualidades que no siempre están disponibles por más dinero que se ponga en juego.
EL FIN DEL MUNDO, DE NUEVO La galería de mutantes siempre en expansión del universo X-Men llega -una vez más de la mano de Bryan Singer– a una “conclusión” (estas películas parecen no tener final) donde la idea -remanida- es la de un villano superpoderoso que busca la solución final. Los mutantes tienen que luchar contra este proto-mutante, un Oscar Isaac absolutamente desaprovechado. ¿Dónde está el carisma del actor hondureño? debajo de un kilo de maquillaje. Y el material que le dieron no ayuda, algunas de las frases de Apocalypse dan verguenza. No queda claro porqué que el más poderoso mutante necesita a los cuatro jinetes (Psylocke, Storm, Angel y Magneto) ya que su increíble poder -superior al de cualquier mutante en solitario- queda de manifiesto en cada escena. Y cuando su plan de acabar mundo empieza tomar forma, hay poco en perspectiva para ponerlo en contexto, por lo que es difícil apreciar la magnitud de la apuesta. El clímax, por ende, llega sin sorpresas. Los ochentas -donde se desarrolla la acción- le dan a Singer la posibilidad de jugar con el contexto cultural, y los guiños confluyen en la mejor escena de la película, el rescate de Quicksilver con Eurythmics de fondo. Una escena en la película encuentra a los mutantes saliendo del cine luego de ver “El regreso del Jedi” y comentan “Se sabe que las terceras partes son siempre las peores”, luego de “First Class” (2011) y “Days of the Future Past” (2014), la broma resultó premonitoria.
El fin de los tiempos El cronograma de películas de superhéroes basados en cómics no descansa y luego del desembarco del genial Deadpool en las pantallas, le siguieron dos de los grandes enfrentamientos con Batman vs Superman: El origen de la justicia (Batman v Superman: Dawn of Justice) y Capitán América: Guerra Civil (Captain America: Civil War), y mientras esperamos para ver al Escuadrón suicida (Suicide Squad) y a Dr. Strange les toca el turno a los mutantes. Pasó una década de los hechos en Días del futuro pasado (Days of Future Past, 2014), ahora los mutantes son conocidos por toda la sociedad y Magneto (Michael Fassbender) es el enemigo público número uno, con paradero desconocido pero buscado intensamente. Mientras tanto Mystique (Jennifer Lawrence) ha sido visto como una heroína para los humanos por lo cual esconde su característica silueta azul y desea encontrar a Magneto, mientras tanto el Profesor Xavier (James McAvoy) alberga jóvenes dotados en su escuela aún acompañado por su amigo Hank McCoy (Nicholas Hoult) también como profesor, un grupo de jóvenes entre los que se encuentran Jean Grey (Sophie Turner), Scott Summers (Tye Sheridan), Jubilo (Lana Condor) y Nightcrawler (Kodi Smit-McPhee) quien llega a la escuela acompañando a Mystique Pero el poderoso En Sabah Nur (Oscar Isaac) o Apocalipsis, el primer mutante, despierta luego de siglos y verá el mundo de los 80 decadente y débil , lo que lleva a querer destruir la humanidad y solamente conservar a los más fuertes. Para eso será acompañado de cuatro mutantes a los que se conocerá como Los Cuatro Jinetes, grupo formado por Ororo Munroe / Storm (Alexandra Shipp), Psylocke (Olivia Munn), Ángel (Ben Hardy) y el mismísimo Magneto, quien volverá a aparecer en sociedad y con sed de venganza. Tercera entrega del nuevo universo cinematográfico de X-Men que comenzó con X-Men: Primera generación (X-Men: First Class, 2011), otra vez con Bryan Singer detrás de cámaras quien dirige por cuarta vez a los mutantes. Ahora se introducen personajes que ya han sido vistos en la trilogía anterior pero esta vez en su adolescencia como Jean Grey, Cíclope, Storm y Nightcrawler. El problema es que no otorga nada nuevo ni destacado a la franquicia, siendo igual a las anteriores, error inoportuno ya que cuenta con un excelente villano en un relato por demás común que termina estirándose más de lo debido y perjudicando el todo de la película. La principal falla del guion es que con tantos personajes abre muchas historias que no cierra, dejándolas colgadas, perjudicando a personajes como Psylocke del quien se esperaba un poco más, además de escenas que no llevan a nada y sin ellas podría ser más redondo. También cabe destacar que el 3D es solo para profundidad y no hace la diferencia por lo que no vale la pena. McAvoy y Fassbender siguen tan cómodos en sus personajes y con una química entre ellos cada vez mejor, Jennifer Lawrence parece el piloto automático y es la más floja de todas, además aparece como Mystique apenas unos diez minutos en pantalla. Oscar Isaac no resalta pero siempre da interpretaciones buenas. De los nuevos hay que destacar a Sophie Turner, quien sorprende como una frágil Jean Grey que aún no tiene consciencia de su poder. X-Men: Apocalipsis no supera a Días del futuro pasado y mucho menos a Primera generación. Los fans de la películas (no tanto los de los cómics) estarán conformes con esta secuela que dividirá las opiniones público por lo que será interesante ver cómo le va en taquilla a partir de la semana que viene en su estreno en Estados Unidos.
Singer le pone fin a esta trilogía superheroica y logra escapar de la maldición de la "trecuela". En algún punto perdimos el eje (y el disfrute) y nos pusimos a sobreanalizar las “películas de superhéroes”. Ok, si quieren pueden echarle la culpa a Christopher Nolan, que decidió expandir el género e incluir temas “más serios” en estas aventuras fantásticas cargadas de acción y protagonizadas por hombres y mujeres con extrañas vestimentas y poderes; pero Bryan Singer ya estaba ahí desde antes: las primeras dos entregas de “X-Men” son oscuras, dramáticas y tocan temas tan jodidos como la inclusión y la discriminación, tan de moda por estos días. Pasaron más de quince años –y un sinfín de adaptaciones comiqueras- desde aquella primera película mutante. La franquicia de Marvel sufrió altos y bajos (te estamos mirando a vos “X-Men Origins: Wolverine”), pero siempre se mantuvo dentro de ciertos estándares en cuanto a crítica y público, aunque NADA muy exagerado. Con “X-Men: Días del Futuro Pasado” (2014), Singer retomó las riendas de su criatura y logró entregarnos una gran película que cruzaba líneas temporales, un montón de personajes y acomodaba las cosas para, desde ahí, poder hacer lo que quisiera. Lo que “quiso” se transformó en “X-Men: Apocalipsis” (X-Men: Apocalypse, 2016), el cierre de esta segunda trilogía que empezó con “X-Men: Primera Generación” (X-Men: First Class, 2011), ambientada en la década del sesenta con unos mutantes más jovenzuelos e inexpertos de los que conocíamos hasta ese momento. Acá, llegamos a los coloridos ochenta y, a pesar de que muchas cuentas no nos cierran y las inconsistencias en la historia siguen presentes ya que no TODO se puede justificar con un “borrón y cuenta nueva”, la aventura que nos plantea el director grita “diversión” por los cuatro costados. “Apocalipsis” recupera ese disfrute de la “típica película de superhéroes”, sin necesidad de justificar a cada segundo las acciones de sus personajes. El título lo dice todo: la destrucción es masiva y probablemente no se salve nadie, un cataclismo que llega de la mano de un villano megalómano -En Sabah Nur (Oscar Isaac), el primer mutante que caminó sobre la Tierra-, tan genérico como entretenido porque, como gran parte de los protagonistas de esta aventura, parece salido directamente de las páginas del cómic. Atrás parecen haber quedado las consecuencias políticas de las acciones de Magneto (Michael Fassbender), y hay que destacar que tampoco se hace mucho hincapié entre la relación de los “evolucionados” y el resto de los humanos que los ven más como una novedad que como una amenaza, dependiendo del caso. En esta oportunidad Singer se enfoca en sus queridos mutantes, sus personalidades y cómo cada uno de ellos abrazará sus poderes para defender una causa. La idea es simple: los buenos contra los malos. Los alumnos y profesores de una escuela para chicos dotados, contra este villano imparable y sus “cuatro jinetes” dedicados a protegerlo y hacer el trabajo sucio; “mutantes perdidos” que encontraron bajo su ala algún tipo de consuelo y ganas de vengarse por las injusticias de este mundo. No hace falta nada más. “X-Men: Apocalipsis” trae de vuelta a los personajes que fueron sobreviviendo y nos presenta una enorme galería de otros nuevos. Todos tienen su momento de lucirse en la pantalla y ninguno desentona, incluso aquellos que pasan por la historia azarosamente, más como un guiño simpático para los fans de la franquicia y los cómics, que como un aporte importante para la trama. Sí, hay muchos momentos forzados para lograr que todo encaje, pero encaja porque al final es una peli de superhéroes y no un drama existencialista sobre los excesos de la década del ochenta. Singer se anima a cambiar el tono oscuro de sus primeras películas (tanto desde lo visual como lo narrativo) y nos regala un relato pop por dónde se lo mire: desde el color, las formas, la música y las referencias, arrancando por una escena en el antiguo Egipto -unos 3.600 años A.C.-, tan imponente como excesiva (¿alguien dijo kitsch?). Acá no quedan dudas, desde el minuto cero se trata de una aventura fantástica de ciencia ficción y el realismo lo tenemos que dejar en la puerta de la sala. Ahí reside el principal acierto de “X-Men: Apocalipsis”, disfrutar un poco más y no tomárselo tan en serio. El equilibrio se da entre sus personajes más trágicos y sufridos (Magneto, Jean Grey, Angel), los “comic relief” (Quicksilver, Nightcrawler) y los que están en el medio, esos que vienen a aportar la “formalidad” mínima y necesaria que necesita la trama como Charles Xavier (James McAvoy) y Mystique (Jennifer Lawrence), que no molesta tanto como uno se hubiera imaginado en un principio. “X-Men: Apocalipsis” cierra (y no cierra) esta nueva trilogía marveliana de forma muy correcta y entretenida como debe ser una película de superhéroes hecha y derecha. Los efectos son impecables, algunas tramas medio flojas, pero el saldo es positivo si nos arrancan una sonrisa de vez en cuando y nos permiten preocuparnos por esos personajes (tan ajenos a nosotros) que aparecen en pantalla. Por mi parte, “mutante y orgullosa”, Singer no nos dejes nunca porque entendiste muy bien cómo hacer las cosas.
Luego de salvar el destino de la Tierra en Días del futuro pasado, los mutantes deben enfrentarse ante un villano con un poder de destrucción sin precedentes. Bienvenido a los 80’s Estamos en los albores de los años ochenta, la existencia de los mutantes es de público conocimiento debido a los eventos ocurridos diez años atrás y la humanidad mantiene una endeble relación pacífica con ellos. En este contexto, el Profesor Charles Xavier (James McAvoy) y su Escuela para Jóvenes con Talentos Especiales sigue siendo el símbolo de la comunión entre las dos especies mientras que otros referentes como Mystique (Jennifer Lawrence) y Magneto (Michael Fassbender) han optado por operar en la clandestinidad o directamente relegarse al exilio. El impacto de estos seres superpoderosos en la sociedad ha traído como consecuencias la creación de un culto religioso que ha despertado a su olvidado mesías: En Sabbah Nur (Oscar Isaac), el primer mutante de la historia y la personificación misma del Apocalpisis Una amenaza que sólo los X-men podrán confrontar. A ver, cuando uno mira una película basada en una fuente literaria que conoce previamente, puede optar por brindar un análisis en su funcionamiento como adaptación de la obra original o como un producto cinematográfico que se vale del lenguaje del cine para generar su propia autonomía. Quien aquí escribe considera que la segunda opción es la más viable en un primer acercamiento a un film y que se posiciona en contra del típico argumento “pero en el comic…“. Hay que tomar en cuenta siempre que el cine tiene un lenguaje propio y diferente al comic, sería mejor tomar estas películas como “elseworlds” o universos alternativos que plantean una esencia propia. Y de alguna manera, eso es lo que ha pasado con los X-men desde que Bryan Singer los trajo a la pantalla grande allá en el inicio del milenio. Singer, junto al guionista Simon Kinberg, supieron darle a personajes imaginativamente extravagantes – no es que tenga nada de malo – el realismo necesario para que puedan funcionar en un universo autocontenido y han demostrado numerosas veces que pueden brindar dosis equilibradas de espectáculo y desarrollo argumental. No obstante, las películas que han creado para esta franquicia anteriormente no carecen de desaciertos y X-Men: Apocalipsis es el mayor exponente de ello. Al ser el cuarto trabajo de esta dupla (tercer parte de la nueva trilogía) es cada vez más notorio el desgaste de sus artilugios y los errores obtienen mayor exposición Una de adamantium y una de arena.. Lo primero que resalta cuando uno ve este film, es que la trama no tiene un protagonista claro. Ya no está Wolverine – por suerte – para ser el motor narrativo, y la historia se subdivide irregularmente entre el Profesor X, Mystique, Magneto, Cíclope y Jean Grey. Los últimos dos vuelven a la saga encarnizados por los postadolescentes Tye Sheridan, que otorga una labor satisfactoria y Sophie Turner, que vuelve a interpretar a Sansa Stark pero con poderes psíquicos y acento norteamericano. Del trío restante sólo se destacan James McAvoy y Michael Fassbender, actores con oficio y que brillan…cuando el guión se los permite. Con respecto a Jennifer Lawrence, hay que decir que hizo esta película sólo por compromiso, porque es llamativo el desgano de su actuación. Quitando de lado su pésima predisposición para llevar el maquillaje correspondiente a su personaje (por el cual le pagan millones) y su nula participación en las escenas de acción, la joven actriz se limita a balbucear diálogos horribles y a pararse inexpresivamente en un costado sin transmitir en ningún momento su supuesto rol de lider en los X-Men. Por lo tanto, en un metraje de 2 horas y media, tenemos cinco arcos principales que cierran apresuradamente en los últimos cinco minutos. Es una verdadera lástima, porque muchas de las ideas alrededor de estos protagonistas son muy buenas, sobre todo las que atañen a Magneto, Charles y a Cíclope. Mención aparte para el antagonista del film. El tan polémico y discutido diseño símil Wishmaster/Power Ranger es el menor de sus problemas. Con un apodo como “Apocalipsis” se espera mínimo importantes niveles de vehemencia e intimidación pero hay muy poco de eso. Este ancestral mutante nunca termina de demostrar su aparente inconmesurable poder e incluso parece necesitar urgentemente las habilidades de otro personaje cuando al guión le parece conveniente. El desaprovechado En Sabbah Nur que interpreta el talentoso Oscar Isaac posee motivaciones incomprensibles y un plan maléfico completamente incoherente con sus acciones a lo largo del film. La única manera por la que sabemos que Apocalipsis es verdaderamente ominoso es porque el guión lo trata de recordar en los diálogos en cada aparición. Pero este problema no es exclusivo del villano, durante toda la cinta encontramos diálogos expositivos y redundantes que subestiman al espectador, o frases antojadizas para esconder información obvia que podría dinamitar la trama. Sin embargo, el principal problema de este film no es la inmensa cantidad de subtramas irresolutos y la obviedad de las frases que vomitan los protagonistas, sino más bien la repetición de los mismos conflictos, situaciones, conceptos y resoluciones que pudimos observar una y otra vez en las primeras entradas de la saga. La tensión en la amistad Xavier – Magneto, la inseguridad de Mystique, los poderes de Jean, el rol de William Stryke. En fin, parece como si Singer y Kinberg trataran de hacer una remake de aquellas historias que trataron de borrar de la continuidad con Días del futuro pasado. Y no es que les salga mal, de hecho, las redimen bastante bien y son escenas espectaculares – especialmente en una pequeña aparición – pero hace ocho películas que venimos viendo lo mismo y ya no está la frescura que parecía asomar en esta nueva línea alternativa. Hasta Quicksilver, que se había destacado con una fabulosa escena en la última entrega, vuelve a hacer exactamente lo mismo, igual de divertido…pero idéntico. Ni siquiera se animan a curtir a los personajes nuevos, que con ya con tres películas y treinta años siguen sin explotar su potencial -siguen con el aspecto veinteañero -, es decir, ¡es una trilogía de precuelas!, ¿Cuánto tiempo vamos a esperar para ver a los X-Men convertidos en guerreros experimentados?. No es que sean todas pálidas, es un largometraje que divierte y posee una gran cantidad de escenas de acción, algunas más logradas que otras (sobre todo en el aspecto referente al CGI, que por momentos es muy flojo) pero bien orquestadas en su mayoría. Si hay algo que destacarle algo a Singer en esta oportunidad, es que se la jugó con secuencias abstractas, surreales, menos “realistas” y más comiqueras, sobre todo aquellas que incluyen los talentos psíquicos de Jean y el Profesor. Conclusión X-Men: Apocalipsis es un film fallido en varios aspectos y que no engrosa el universo de mutantes que Singer supo construir y reformular. Pero que aún así se las ingenia para otorgar el suficiente espectáculo para redondear un buen entretenimiento digno de ver en el cine.
ENTRETENIMIENTO ASEGURADO Para los fanáticos una entrega suculenta. Para los no iniciados un entrada vip al mundo de los mutantes. Ahora la historia se remonta al antiguo Egipto donde un faraón mutante que puede y sabe como pasar poderes de un cuerpo a otro se considera un Dios. Una revuelta lo frena hasta nuestros años 80, donde decide reunir a mutantes maltratados o enojados e iniciar lo que su nombre indica el apocalipsis y sus jinetes: su línea de acción es simple y catastrófica, destruir este mundo, primero todas sus armas, y luego crear otro bajo su mando. La resistencia recluta otro grupo de mutantes y la guerra estalla. Una excusa perfecta para una impresionante oferta de efectos especiales y un entretenimiento que no decae del principio al fin. Guiños, apariciones, explicaciones para los personajes, un poco de humor negro y los humanos “normales” siempre más feroces que los fenómenos. Viejos conocidos y nuevos chicos especiales, promesa de más después de los largos títulos. Una clave para lo que vendrá.
Apocalipsis, el primero y más poderoso de los mutantes del Universo X-Men de Marvel, vuelve a la vida tras miles de años de letargo. Con un grupo de poderosos "jinetes" y un descorazonado y resentido Magneto, esta especie de Semidiós se propone purificar la raza humana y crear un nuevo orden mundial. Mientras el destino de la Tierra pende de un hilo, Raven con la ayuda de Charles, tendrá que liderar un equipo de jóvenes X-Men para salvar a la humanidad de la destrucción total. Bryan Singer demuestra que es un erudito en el tema y utiliza varios Comics como fuente para esta historia que de alguna manera se erige como cierre de la trilogía iniciada con X-Men: First Class. Las versiones más jóvenes de los mutantes funcionan, tienen carisma, son creíbles, empáticos y fieles al espíritu de las viñetas (salvo Jennifer Lawrence que cansada de someterse al proceso de maquillaje, aparece mucho más como Raven que como la azul Mistique). Oscar Issac es un Apocalipsis imponente aunque las grandes capas de maquillaje en su rostro no nos permitan disfrutar de todo su histrionismo. Aprovechando la ambientación ochentosa, el director eligió una banda de sonido contundente que en algunos momentos, empatada con el montaje vertiginoso, nos regala secuencias dignas de un videoclip. Momentos de humor, explosiones para todos los gustos y algunas escenas muy logradas en las que cada mutante tiene su momento de lucimiento. De todas formas, está claro que a la hora de juzgar la interpretación, Michael Fassbender se roba todos los aplausos, su Magneto es tan cruel como sensible, una interpretación cargada de matices para uno de los personajes más emblemáticos. James McAvoy se mueve cómodamente en la silla de Charles Xavier, presentando además en este filme la imagen más iconográfica del líder mutante. Guiños para fanáticos, acción trepidante, intriga, efectos impactantes, una película muy entretenida que se disfruta de principio a fin.
Crítica emitida por radio.
Apocalipsis ahora La octava película de los X-Men (y cuarta dirigida por Bryan Singer) es una de las más ruidosas de toda la saga, más allá de algunos buenos momentos y de un ritmo sostenido y atrapante. Los estrenos separados por tres semanas de Capitán América: Civil War y X-Men: Apocalipsis evidencian una suerte de propiedad transitiva producida entre ambas sagas. Así, si la última entrega de Marvel es la más deliberada y directamente política de todas, con sus referencias a los daños colaterales y la idea de un estado –o, mejor dicho, un supraestado como las Nacionales Unidas– con el monopolio y control de la fuerza, la de los mutantes realiza un camino inverso licuando toda su potencia discursiva hasta convertirse en la más vacía y ruidosa (aquí se destruyen todas las ciudades que no se destruyeron en la de Marvel) de sus ocho películas. Cuarta incursión en el universo X-Men de Bryan Singer después de las dos primeras a comienzos de la década pasada y Días del futuro pasado, el film se sitúa en 1983, diez años después de la irrupción pública de los mutantes con la que culminaba el largometraje anterior. Ahora los integrantes del grupo se encuentran dispersos por el mundo -oportunidad ideal para que Apocalipsis recorra varios continentes- y en actividades disímiles: el siempre bravo Magneto, por ejemplo, formó una familia en Alemania y trabaja en una metalúrgica bajo un seudónimo. Los problemas comienzan cuando aparece En Sabah Nur, para muchos una leyenda y primer mutante de la historia, que desde hace milenios viene pasando de un cuerpo a otro con el fin de gobernar el mundo. Mientras tanto, a la escuela del Profesor Xavier llegan algunos personajes nuevos con pequeñas historias secundarias con poco peso en la totalidad del relato. La anécdota del film quedará reducida, entonces, a un típico enfrentamiento entre buenos y malos –y algunos conversos– que, claro está, alcanzará su punto máximo en el último cuarto de un metraje que roza las dos horas y media. Es cierto que, a diferencia de la intragable Batman vs Superman, esta suerte de secuela de la precuela genera interés, tiene ritmo y es, con perdón del facilismo, “entretenida”, pero también hay una gravedad, una pompa y una carencia de autoconciencia hasta ahora ausentes en esta nueva etapa de los mutantes. Como si ese referente ineludible que es El origen hubiera tomado control de toda película, los mutantes aquí pelean dentro de las mentes, sufren, hablan y explicitan sus acciones, marcando una peligrosa homogeinización en los universos de los superhéroes. ¿Podrá Escuadrón suicida cortar la racha?
"X-Men" es otro de los grandes estrenos del año, pero a mi parecer, no aporta mucho más que las películas anteriores. Una introducción a los personajes de casi una hora y una escena/batalla final de casi media, es todo lo que sucede en la historia, que si bien presenta personajes nuevos, no genera sorpresa como sucede con otras pelis de superhéroes. Fassbender, Lawrence, Hoult, Byrne, McAvoy, y el resto del elenco son impecables y se los disfruta mucho, pero hay un corto circuito entre los diálogos y el transcurrir de la trama bastante importante. Lo que si tenes que saber es que la duración es de dos horas veinte y el ochenta por ciento de la película es efecto especial animado por computadora... con estos datos, manejate vos a la hora de sacar la entrada. Por supuesto que se lo pasa bien, siempre y cuando logres sortear la primera hora introductoria... Ah, y no vayas buscando momentos de humor, o pasos de comedia, porque no los hay... lo que sí hay - como toda peli de Marvel - al final de los títulos, una escena oculta.
Acción mutante. Como lo anunció el propio director Bryan Singer, X-Men: Apocalipsis (X-Men: Apocalypse, 2016) llega para concluir el arco de “First Class” que también incluye a X-Men: Primera Generación (X-Men: First Class, 2011) y X-Men: Días del Futuro Pasado (X-Men: Days of Future Past, 2014). Es la cuarta oportunidad en la cual el director de Los Sospechosos de Siempre (The Usual Suspects, 1995) se pone detrás de cámara para dirigir a los mutantes salidos de las páginas de los cómics de la factoría Marvel, aprovechando para dar clausura a una etapa y dejar la puerta abierta para una nueva. Tras lo sucedido en X-Men: Días del Futuro Pasado, Raven/ Mystique (interpretada nuevamente por la ganadora del Oscar Jennifer Lawrence), está tras la pista de Magneto (Michael Fassbender), quien se refugió en un pequeño pueblito de Polonia y formó una familia a puro perfil bajo, una subtrama que dura el tiempo justo y necesario para que el personaje pueda volver a hacer lo que todos esperan. Al mismo tiempo Apocalipsis (Oscar Isaac), el mutante más antiguo y poderoso del mundo, despierta tras varios milenios y reúne a sus cuatro “Jinetes” para comenzar una limpieza del planeta que no distingue entre humanos y mutantes. Entre sus jinetes se encuentra Psylocke (Olivia Munn), Storm (Alexandra Shipp), Angel (Ben Hardy) y el propio Magneto, quien -al igual que durante toda esta saga- alterna entre el bando de los villanos y el de los héroes constantemente. Y es así cómo el Profesor Xavier (James McAvoy) reúne a estudiantes y egresados de su instituto para combatir la amenaza. Previamente Singer había comentado que Apocalipsis iba a ser una película de destrucción “al estilo Michael Bay o Roland Emmerich”, con un villano lo suficientemente poderoso como para arrasar con todo… y sí, para ser sinceros un poco de miedo nos causó la analogía. El film no escatima en secuencias de ciudades derrumbadas, amenazas nucleares y demás escenarios desoladores que pudieran servir de telón de fondo para el enfrentamiento entre los mutantes. Llamémoslo conveniencia de marketing o fidelidad a las fuentes, pero el hecho es que tras lo sucedido en X-Men: Días del Futuro Pasado la línea temporal se modificó de manera tal que permitió el regreso de personajes clásicos y queridos del universo X-Men: Wolverine, Cyclops, Storm, etc. Y tal vez por una mera cuestión del star system, se nota un esfuerzo extra por lograr que el personaje de Jennifer Lawrence sea percibido por la audiencia como una pieza fundamental. Aunque a decir verdad, su participación no es relevante en ninguno de los momento cruciales del relato. Tal vez lo más destacado sea la psicología del villano de turno: Apocalipsis es un enemigo que se cree más Dios que mutante, y eso lo hace tener las líneas más interesantes cuando habla sobre el poder absoluto, la dominación y las falencias intrínsecas de los seres humanos. El guión de Simon Kinberg logra que cada uno de los personajes tenga su momento para lucirse en mayor o menor medida, y no se siente esa aglomeración de superhéroes tan común en producciones similares. Pero por otro lado, el tercer acto y su consecuente clímax resuelve el conflicto de forma bastante estándar y no logra esa espectacularidad que el marco sugería inicialmente. En términos generales, X-Men: Apocalipsis cierra una etapa del universo cinematográfico de los X-Men de manera sobria pero sin dejarnos con la boca abierta, evidenciando que la saga alcanzó su pico en la entrega anterior.
Acción y efectos mitigan la sensación de déjà vu La historia siempre le ha dado buenos ángulos a los X-Men, especialmente esa vez que los llevó a la Guerra Fría, pero en su cuarta entrada en la saga, el director Bryan Singer se va demasiado lejos, al antiguo Egipto, en un pretencioso prólogo que muestra al enemigo que hay que combatir en esta nueva secuela, una especie de mutante primigenio o padre de todos los mutantes que viene a reclamar su reino, es decir, la Tierra. Éste es más o menos el argumento de una megaproducción que tiene mucho de los demás films de la franquicia. Tal vez demasiado, y aunque la sensación de déjà vu es casi permanente. Por otro lado da la sensación de que basándose en la noción de cuanto más, mejor, aquí hay una avalancha de mutantes secundarios que por momentos marea el espectador, salvo que sea un nerd de Marvel de la primera hora. Y aun así, ese hipotético espectador querría ver más a otros mutantes más queribles que aquí aparecen bastante poco. Con todo, a favor del estilo de Singer se puede decir que los momentos apocalípticos hacen honor al título: realmente aquí hay grandes momentos de superacción un poco barrocos y llenos de efectos especiales de primer orden, algunos de los cuales dan lugar a imágenes realmente alucinantes dignas de una de las sagas de superhéroes más exitosas. Con respecto al elenco, sin duda a esta altura tanto James McAvoy como Michael Fassbender saben perfectamente cómo meterse en la piel de sus rspectivos líderes mutantes Xavier y Magneto, mientras Jennifer Lawrence es una apropiada Mystique, con un Oscar Isaac demasiado furibundo como el temible Apocalypse. La película no está entre lo mejor de la saga, ni tampoco entre lo mejor del cine de superhéroes de este año, pero acción y efectos especiales no le faltan.
Es realmente increíble como una franquicia tan importante como X-Men sigue generando capítulos que emocionan y que reaniman el fuego mutante para un futuro más que esperanzador. Hace dieciséis que los jóvenes superdotados con el Gen X están en la pantalla grande y dos décadas que Bryan Singer trabaja para que así sea. El hombre que dedicó gran parte de su carrera profesional en este grupo de héroes, de los mejores que Marvel ha dado, vuelve a brindar un hermoso espectáculo con su ¿última? entrega, X-Men: Apocalipsis. Luego de la escena post-créditos de la última película de los mutantes (Days Of Future Past -2014-), la presencia de En Sabah Nur era inevitable y el enemigo más poderoso de los hombres X finalmente dijo presente tras cinco películas. Interpretado por Oscar Isaac, actor que empieza a escalar los mejores puestos de Hollywood luego de sus últimos trabajos en Ex Machina (2015) y Star Wars: El Despertar de la Fuerza (2015). El inicio de la película es devastador, la importancia del concepto “mutante” en la historia de la humanidad es realmente la verdadera gema y oficia de punto de partida para todos los conflictos venideros. Desde el comienzo hasta el final, los efectos especiales están trabajados en un nivel supremo para llevar a esta nueva aventura al máximo nivel. La nueva película de los X-Men explora la vida de los mutantes post eventos de Días del Futuro Pasado donde Magneto se paró frente a todas las cámaras del mundo para demostrar que su raza merece el respeto. Si bien todo indica que la primer trilogía nunca sucedió (debido a la corrección temporal de la precuela), es imposible no relacionar estas versiones jóvenes con los protagonistas de la anterior trilogía. En esta adaptación libre no se verá una historia calcada de los cómics sino que mantiene la base de actores de X-Men: Primera Generación (2011). Sí, es casi necesario haber visto las anteriores para poder entender muchos conceptos e ideas que finalmente cierran en la historia. Lo que toda la vida fue el verdadero motor de la confrontación de ideas en estos personajes se expresa de una manera muy emocionante. Por un lado, el profesor Charles Xavier (James McAvoy) y su constante deseo de poder vivir en armonía en conjunto con los seres humanos, acompañado de su compañero Hank McCoy (Nicholas Hoult), como los responsables de poner en marcha la escuela para jóvenes superdotados tal y como lo pidió Wolverine al final de DOFP: “Reúne a la familia”. Por otro, la oscuridad transitada en la vida de Magneto (Michael Fassbender) quien demuestra un poder increíble tanto como en el papel de su personaje como en su actuación, logrando sacudir y armar una revolución de sentimientos en el espectador. Los jóvenes mutantes encabezados por Cíclope (Tye Sheridan), Jean Grey (Sophie Turner) y Nightcrawler (Kodi Smit-McPhee) se acoplan excelente al grupo ya existente que cuenta con Mystique (Jennifer Lawrance), Quicksilver (Evan Peters) y el regreso de Rose Byrne como Moira MacTaggert. La dinámica que presentan todos este nuevo grupo de actores es prometedora para lo que se viene. Deja el camino de un líder nato como lo es Scott Summers, la excelente habilidad de Nocturno y el incompresible poder de Jean. Excelente elección de casting y una enorme esperanza hacía el futuro de los X-Men. En tanto al desarrollo del otro personaje que inclina la balanza de emociones en la película, nos encontramos con un Apocalipsis que utiliza el carril rápido para conquistar al mundo al reclutar a sus cuatro jinetes. Destruir todo lo que queda de él para construir uno mejor, frase icónica del personaje que finalmente no se parece al villano de los Power Rangers y que logra su cometido de mejorar, superarse constantemente y demostrar habilidades increíbles a lo largo de toda la película. Más allá de la importancia que tiene el villano en la historia, Bryan Singer tiene como principal objetivo demostrar la humanidad de los personajes, algo que nunca falló en sus películas y que a medida que se van conociendo nuevas historias mejora y nutre al espectador con perlitas, guiños, y referencias a las otras entregas que al fan le llegarán más de una vez en las dos horas veinte de película. X-Men: Apocalipsis recoge la posta que dejó Días del Futuro Pasado para seguir construyendo una nueva línea temporal con la formación clásica de los mutantes e inclusive finalmente el Profesor de McAvoy se presenta calvo como debe ser. Los nuevos actores entran para cautivar al nuevo público y también para convencer a los seguidores de la saga. ¿Se vendrá la gloriosa época de los 90?
La otra cara de Marvel, la de fox, llega a los cines con Xmen : Apocalipsis, nueva película dirigida por Bryan Singer, la cuarta y ¿la ultima?. Diez años después de los hechos ocurridos en Días del futuro pasado, los caminos de Magneto (Michael Fassbender), Mística (Jennifer Lawrence) y Charles Xavier (James McAvoy) se han separado, pero volverán a unirse cuando Apocalipsis (Oscar Isaac) despierte. Este mutante que, desde los inicios de la civilización, fue venerado como un Dios, es el primer y más poderoso mutante del universo. La saga X Men se toma las libertades de no preocuparse tanto en el nuevo concepto de universos compartidos en su franquicia; como lo hace su contra parte de Disney. Aquí las previas películas de los mutantes poco podrían importar. Mientras que Días del futuro pasado se preocupaba demasiado en eliminar X Men 3 para dar lógica al contexto y sus personajes; en X men Apocalipsis, Bryan Singer descansa su narración, y busca simpatizar con el espectador, especialmente el amante de los comics. A medida que pasaron las películas y los años, X men esta llegando a conformar lo que muchos disfrutamos en el dibujo animado de los 90; y el ritmo de las películas también esta aprovechando los avances en los efectos especiales. La primera mitad se tarda en arrancar, se toma el tiempo en introducir a nuevos o nuevas versiones de personajes como Jean Grey, Ciclope o Storm. Los nuevos cuatro jinetes de Apocalipsis están un poco forzados, Angel no tiene nada que ver con el de X3 (olvidado totalmente), la nueva tormenta tiene mucho que hacer para llenar los zapatos de Hale Berry, Magneto aprovecha el dramatismo de Michael Fassbender. La única que parece desaprovechada es Psyloke, muy vendida en la campaña de marketing y muy esperada por los fans. Aquí solo hace pequeñas apariciones, tiene poco dialogo y no es una amenaza para los héroes. La segunda mitad, recobra varios elementos de las primeras dos películas, la conformación de un equipo e identificación clara de un enemigo. Quizás uno de los elementos mas difíciles de identificar en este desarrollo es un protagonista destacado. Todas las películas de los X Men, cuestionable o no, tenían como protagonista a Logan/Wolverine (Hugh Jackman); menos en X-men: Primera clase. El australiano ponía carisma y su cuerpo para llevar gran parte de la acción en todas las películas. Aquí, que tiene solo un cameo, el héroe pierde su identificación con personajes como el profesor Xavier, Jean o Ciclope, e incluso gira alrededor de Mystique, pero Jennifer Lawrence prepara los mismos discursos que en Los Juegos del Hambre. El único que se destaca, con una de las escenas mas divertidas de la película, es Evan Peter como Quicksilver.
Un villano milenario sacude a los mutantes Hay que hacer un poquito de historia para comprender un poco el suceso que significa “X-Men: Apocalipsis” (2016) para los realizadores de este filme. Hace 5 años atrás, con “X-Men: primera generación” se trataba de darle una “lavada de cara” a lo que se había hecho con la saga de los mutantes. La idea era renovar la franquicia presentando a los personajes desde el pasado, sin importar que se alteraran líneas temporales o los hechos acaecidos antes (por eso no importó que mutantes que no se conocían en los tres primeros filmes acá se mostrara que lo habían hecho de jóvenes y varias cosas más). Para esto se trajo al mecenas que inició todo: Bryan Singer –que sólo ofició de productor–. En la siguiente, “X-Men: Días del futuro pasado” (2014), se metería de lleno como guionista y director. Ese largometraje fue un éxito (acá lo calificamos como “Muy bueno”) y, según Simon Kinberg, hombre involucrado en todo lo que tiene que ver con el mundo X-Men, este filme cierra el arco de las historia de los mutantes jóvenes. Para ello tenían que hacerlo a lo grande y trajeron a Apocalipsis, un villano que apareció por primera vez en la revista “X-Factor #5” (junio de 1986), y es considerado uno de los mejores de todos los tiempos. La película comienza en el antiguo Egipto mostrándonos a Apocalipsis (Oscar Isaac), el primer mutante de todos, a punto de absorber el don de otro de su raza para no envejecer nunca más y así reinar para siempre. Pero algunos humanos logran evitar que la ceremonia se complete y queda atrapado dentro de una pirámide. En el presente, año 1983, cada uno de los personajes del anterior filme ha tomado un camino diferente: Charles Xavier (James McAvoy) tiene a su escuela para jóvenes excepcionales en pleno funcionamiento, Magneto (Michael Fassbender) formó una familia, Mystique (Jennifer Lawrence) se dedica a ayudar a otros como ella, Hank McCoy (Nicholas Hoult) asiste a Xavier en el establecimiento educativo, pero todos ellos volverán a cruzar sus caminos cuando Apocalipsis despierte de su sueño de miles de años y decida que el nuevo mundo lo desilusiona y es mejor destruirlo y construir otro desde sus cenizas. Lo que tenía de poderoso “Días del futuro pasado” era la gran historia que presentaba y, por supuesto, el reunir a los viejos y nuevos mutantes en un mismo filme. Tanto para el fanático comiquero como para el amante de las películas esa combinación fue estupenda; y tal vez por eso esta tercera entrega no llega a ese nivel y se queda en el camino. En “Apocalipsis” lo que intentan es atraparnos mostrándonos a muchos de los personajes que conocíamos pero muy, muy jovencitos: Jean Grey (Sophie Turner), Scott Summers/Cíclope (Tye Sheridan), Kurt Wagner/Nightcrawler (Kodi Smit-McPhee), Ororo Munroe/Storm (Alexandra Shipp), Ángel (Ben Hardy), y podríamos seguir. No sólo que no surte el mismo efecto, sino que el desarrollo de la trama es muy parecido al de las pelis anteriores. Más allá de esto, tiene 2 o 3 escenas increíbles, de una factura pocas veces vista. Tomen nota la que involucra a Quicksilver (Evan Peters), que cada aparición suya hace explotar al público. Brian Singer, con esta película, rompió el récord de Sam Raimi y Christopher Nolan al dirigir cuatro filmes de superhéroes de la misma saga (los superó por uno). No se olviden de quedarse bien hasta el final porque después de los créditos hay una escena que adelanta lo que se viene, porque en el mundo del cine basado en los cómics nada es el final hasta que la taquilla diga lo contrario.
Primero nos situamos en el antiguo Egipto. El conflicto comienza cuando despierta un mutante En Sabah Nur / Apocalypse (Oscar Isaac), de aquella época, quien es muy poderoso y permaneció enterrado por miles de años en las fondos de una pirámide egipcia. Al volver al presente no le gusta el mundo que encuentra. Ahora en 1983, busca cuatro aliados como si fueran los cuatro jinetes del Apocalipsis. Después se enfrentan los malos y los buenos, tienen que salvar al mundo y cada uno ira demostrando sus habilidades y poder. Se destacan las actuaciones y los personajes de: Sophie Turner (“Juego de trones”) como la adolescente Jean Grey; Kodi Smit-McPhee como Kurt Wagner / Nightcrawler y se vuelve a lucir Jennifer Lawrence como Raven / Mystique. Sublime la dupla (se sacan chispas) de: Michael Fassbender y James McAvoy. Un buen trabajo realiza a través de la cámara lenta con Evan Peters como Peter Maximoff / Quicksilver, entre otros. Nos encontramos con algunos cameos de Hugh Jackman y Stan Lee. Todo su desarrollo contiene buen ritmo, intriga, muchas secuencias de acción, un toque de humor, maravillosos efectos visuales y estupendos trucos. Atención porque hay escena extra al final de los créditos.
Fiesta de graduación X-Men: Apocalipsis viene a concluir la segunda trilogía de películas de los mutantes y lo logra con honores. Con Primera generación, Matthew Vaughn revivió la franquicia, en ese momento bastante devaluada tras el fracaso de las agredidas X-Men: La batalla final (inmerecidamente, porque tropezaba pero no era la caída que acusan) y Wolverine: Orígenes (merecidamente, porque era un desastre), remontándose al origen del grupo titular. Viendo que sus chicos crecían sin él, Singer volvió en Días del futuro pasado. Si Primera generación reiniciaba el mito, Singer utilizaba algunos truquitos temporales en la secuela para conectarlo con la trilogía original al mismo tiempo que limpiaba la pizarra para nuevas aventuras que no estuviesen obligadas a terminar en el mismo puerto. X-Men: Apocalipsis, entonces, cierra esta trilogía fundacional. Los mutantes tienen que entregar la tesis, y esto significa enfrentarse al mutante primigenio, el primero y el más malo de todos, el Apocalipsis del título. La película de Singer utiliza este mutante original obviamente como antagonista súper poderoso, pero principalmente para cerrar la saga fundacional justamente explotando el tema de los mitos, su importancia y su creación. Adorado desde el Antiguo Egipto, en una secuencia inicial excelente que es toda una gran aventura contada en diez minutos, En Sabah Nur (como le dicen los amigos) despierta en los 80 y busca retomar el foco de atención. La lucha de los mutantes abandona el plano político de las anteriores para volverse sobre su propia esencia. Ya sin ataques a presidentes ni discusiones de leyes, el relato se enfoca en la épica de los héroes y sus orígenes a pura aventura. Con una estructura perfectamente organizada, circular, donde cada personaje tiene su viaje personal y relevancia dentro de un relato mayor, llena de enormes secuencias humorísticas, musicales, dramáticas y épicas (la de Quicksilver, la del bosque, la de los misiles, la inicial), el film entiende y aprovecha el poder simbólico, metafórico e icónico de los héroes y su espectacularidad. X-Men: Apocalipsis es una película con héroes y sobre el cómo y el por qué de los héroes. Singer realiza su film más reflexivo (que incluye un chiste-golpe a Ratner) y ambicioso, con una escala de destrucción Emmerichiana, al mismo tiempo que proclama su cariño infinito por los personajes que ayudó a crear. Si bien el final anuncia un nuevo sinfín de posibilidades y futuras entregas con la nueva generación de mutantes (algunos más históricos, como Lawrence y Jackman, ya anunciaron su retiro de la franquicia), X-Men Apocalipsis, sumamente entretenida y sabiamente autoconsciente, es un cierre perfecto para la saga.
Falta materia gris en "X-Men Apocalipsis", y eso es una pena teniendo en cuenta lo contundentes e inteligentes que fueron las dos películas anteriores. Pero el film entretiene, ofrece un ritmo impresionante y tiene tres escenas geniales que garpan la entrada. [Escuchá la crítica completa].
Escuela de mutantes En X-Men: Apocalipsis hay son dos maneras de entender el mundo: la del profesor Xavier y su escuela, y la del temible Apocalipsis. ¿Podemos evolucionar para cambiar nuestro destino? ¿Está el futuro realmente determinado? Estas eran las preguntas principales de X-Men: Días del futuro pasado. En X-Men: Apocalipsis, dirigida nuevamente por Bryan Singer, no hay preguntas. Lo que sí hay son dos maneras de entender el mundo que se pretenden contrarias pero que en realidad pertenecen al mismo paradigma de raíces darwinistas: la representada por el profesor Charles Xavier (James McAvoy), quien cree que los más fuertes tienen que ayudar a los más débiles; y la de En Sabah Nur/Apocalipsis (Oscar Isaac), quien cree que sólo tienen que vivir los más fuertes. En 1973 el mundo se enteró de la existencia de los mutantes, cuando Raven (Jennifer Lawrence) descubre el programa Centinela. Fue el día en que Raven mató por primera vez y se convirtió en Mystique. Entonces, los mutantes aún no estaban aceptados por los humanos. 10 años después, en 1983, la escuela del profesor Xavier ya está instalada y en auge. Humanos y mutantes conviven pacíficamente. Erik Lehnsherr/Magneto (Michael Fassbender) vive alejado con su esposa y su hija. En Berlín reaparece Mystique, quien busca a un mutante que comparte poder, Kurt Wagner/Nightcrawler (Kodi Smit-McPhee). Por otro lado, se presenta a Cíclope (Tye Sheridan), cómo pierde la vista y cómo su hermano lo lleva a la escuela de mutantes, donde conoce a la joven telépata Jean Grey (Sophie Turner). En Egipto, cobra vida el primer mutante, dios de la destrucción y el caos, que despierta para instaurar un nuevo mundo. El poderosísimo Apocalipsis empieza a reclutar a sus hijos, como él los llama. Se presenta a Tormenta (Alexandra Shipp), a Psylocke (Olivia Munn) y a Ángel (Ben Hardy). Aquí está el primer acierto de la película. Apocalipsis mete miedo en serio, hace tambalear a los X-Men, los pone en jaque a cada instante. Y por supuesto, mata gente y destruye ciudades. Es un malo amenazante, a la altura de la historia. Los X-Men tendrán que luchar contra esta fuerza imparable, contra este dios impiadoso que quiere instaurar un nuevo orden mundial. El enemigo es un rebelde peligroso, un darwinista básico, un nietzscheano inconsciente que quiere un mundo de fuertes. El problema del filme es que la filosofía que profesan y promueven los buenos es tan peligrosa como la del mutante malo. Otro punto en contra es que el director nunca termina de trasmitir la atmósfera de la época (jugar al Pac-Man no es un elemento suficiente para representar la década de 1980). Lo fuerte de la película es que Bryan Singer demuestra capacidad para hacer que todos los personajes funcionen en conjunto. Se detiene en cada uno de ellos y los hace interactuar para que todo sea armónico y compacto. Quicksilver (Evan Peters) vuelve, como en Días del futuro pasado, a ser el protagonista de la mejor escena del filme. Y la puesta en escena es acertada, ya que hay una comprensión de cómo se tienen que filmar las escenas de acción con efectos especiales en una historia de estas características.
¿Dónde reside la falla del género superhéroes? No en su gigantismo, dado que es condición necesaria y parte del asunto. El problema con los tipos superpoderosos es que siempre ganan, lo que a la larga es una invitación al aburrimiento. Una buena película de superhéroes entonces debe tener dos características: que las acciones heroicas sean la puesta en imágenes de decisiones morales o personales (es decir, nos tienen que importar los personajes) y que la espectacularidad de la gigantomaquia sea diáfana, novedosa y bella. Sí, bueno, es mucho pedir pero a veces se logra. Aquí tenemos una larga película de más de dos horas que no aburre, donde las secuencias duran lo qie tienen que durar y cuyos personajes -al menos la mayoría de ellos- nos importan. Hay falencias (la “cura moral y emocional” de Magneto parece un poco desporporcionada respecto de su tragedia, por ejemplo), pero no molestan. Hay humor sin que eso impida que lo que sucede en este mundo carnavalesco y peligroso se tome en serio. Muy (pero muy) lejos de la solemnidad torpe de Batman Vs. Superman (paradigma de lo que no hay que hacer en el género), da la impresión de que, después de tantas películas, Bryan Singer quiere mucho a sus personajes y trata, por todos los medios, de que los entendamos. Esa virtud más los planos generales, abiertos, que permiten disfrutar en detalle del zafarrancho (y una cámara elegante, por cierto) hacen de esta una buena película.
El peso de la historia El universo de los superhéroes es tan magno como alucinante. Esta vez, la oscuridad volvió para sembrar el caos y la destrucción en el mundo moderno bajo el nombre del dios Apocalypse, surgido en el Antiguo Egipto, quien renace en esta tercera parte de la trilogía precuela de los X-Men para provocar el fin del mundo. Pero el profesor Charles Xavier (James McAvoy), Magneto y los mutantes lucharán contra el denso pasado de la historia para evitar que los cimientos de la nueva era se derrumben. Así, el filme entrelaza la segunda guerra mundial, el campo de concentración de Auschwitz y el peso de la historia con la actualidad (que para la película son los años ochenta). Resulta imposible destacar algo de esta historia cuando todos los condimentos encajan perfectamente a través de la tensión, el conflicto y la pasión, generando así un relato consistente y brillante. Con respecto a la espectacularidad de los efectos especiales, y esto es sumamente relevante, cada tiro, cada golpe y cada latigazo es preciso y afín al relato, por lo que el director no abusa de ningún recurso (que sucede en la mayoría de las películas de acción). El poder de la psiquis, del cuerpo y del espíritu se aúnan en este filme poderoso y entretenido de principio a fin. Aplausos para su director Bryan Singer y para el elenco que sabe combinar la dosis perfecta de acción y emotividad en cada escena.
Falsos dioses que copan la parada En "X-Men: Apocalipsis", un poderoso mutante se despierta después de miles de años y recluta un equipo para eliminar a la humanidad Filme entretenido pero hasta un punto, por no traer nada, absolutamente nada novedoso. En la ingrata tarea de adaptar el comic al mundo del cine, vemos que son pocos los nuevos héroes que aparecen y las secuelas, precuelas, y remakes siguen bombardeando las salas de cine con propuestas que, por lo general, no convencen, porque cuando la vara es comparativa, y se especula con el éxito, es difícil mantener una franquicia con la frescura de su filme original. Y este año, casualmente o quizás siguiendo un patrón, se vuelve a aquella vieja moraleja que indaga en “¿qué harías si tuvieras poder?”. Vimos este tema ético en conflicto en “Batman Vs. Superman” y en “Capitán América, Civil War” recientemente, y ahora en “X-Men apocalipsis”. Si bien la piedra fundamental de los mutantes ha sido siempre la de la discriminación al que es diferente, aparece muy diluido en esta película y la trama central trata de un ser todopoderoso que se cree dios e incita a aquellos que tengan gen mutante a que lo sigan y que destruyan al débil por inútil. La historia nos lleva a la década del 80 y veremos a Xavier (James McAvoy) ya dirigiendo la “escuela para jóvenes talentosos” a la que acuden los adolescentes Jean (Sophie Turner) y Scott (Tye Sheridan). Los mutantes llevan una vida tranquila hasta que Sabah Nur, un mutante de miles de años, es despertado y necesita cuatro “jinetes” para crear el apocalipsis de la humanidad, o su esclavitud. No es incertidumbre, sino que nunca se deja en claro dentro del filme. Mientras tanto, Magneto (Michael Fassbender), que vivía escondiendo su poder, es encontrado y, por esas casualidades forzadas en el cine, relacionadas a una tragedia que le toca vivir, decide que los humanos son malos y en medio de su cólera se une al grupo de Sabah, en esta ocasión como secundario y no como villano principal. Vuelve Mystique (Jennifer Lawrence) para ayudar a Xavier a pesar de no decidirse entre el bien y el mal, y los ayuda a rearmar la nueva (o anterior, esto de los viajes en el tiempo confunde) generación de los X-Men junto a Hank “la bestia”, Nightcrawler, Quicksilver en su versión copada (en Avengers quedó relegado y muerto) que constituirán esa vieja frase de “la unión hace la fuerza”. Un cameo que resuelve escena de Wolverine (Hugh Jackman) y a ganar millones. Filme entretenido pero hasta un punto, por no traer nada, absolutamente nada novedoso.
Que decir de una secuela de las ahora llamadas “precuelas”, esto es ir al origen de la historia que ha hecho algún ruido, que nada agrega y que finalmente todo queda como estaba preestablecido. Siendo por tanto un cúmulo de situaciones, personajes, acciones, ya vistos. Éste nuevo filme, traslación de un comic de la editorial casi octogenaria, se aleja un poco más de su génesis. Situación que no iría en desmedro del producto si éste no tuviese tantos problemas, principalmente desde el guión, aplicados a su extensa duración que termina por generar hastío. Sólo se sostendría por los efectos especiales, elemento muy endeble cuando se encuentra huérfano de originalidad en la historia, plagada de lugares comunes y previsibles al extremo. Por supuesto que se toma tiempo para la descripción e instalación de nuevos elementos de algunos de sus personajes, tal el caso de Magneto, protagonizado por el siempre infalible Michael Fassbender, pero que en realidad nada modifica a lo ya construido y sabido del mismo, repitiendo su recorrido sobre estar siempre balanceándose sobre la delgada línea entre el bien y el mal. Esto se podría aplicar con la aparición de varios personajes en esta entrega, que lo único que determina es la ruptura del verosímil con que fueron presentados en los primeros filmes de la saga, tal el caso de “Wolverine/Logan” casi un cameo de Hugh Jackman, toda una escena para generar un chiste interno, ya que quien se acerque por primera vez a un filme de toda la serie quedará fuera. Del mismo orden es lo que sucede, por ejemplo, con el personaje de Nigthcrawler, que cobra mayor importancia que en las entregas anteriores, destruyendo su propio mito de aparición. Todo esto podría estar cabalgando en la falta de consideración sobre la inteligencia de los espectadores, ni hablar de los seguidores incondicionales, y no digo fanáticos pues su propia definición le extirpa criterio individual. La historia abre dándonos a saber que los X-Men existen desde siempre, nos ubica temporalmente en El Cairo, Egipto en el año 3600 AC, allí el malévolo todopoderoso de En Sabah Nur/Apocalipse, (Oscar Isaac) quiere reunir en su cuero todos los poderes de los X-Men a su servicio, pero es traicionado antes de finalizar la tan pretendida transferencia de poderes, y quedará sepultado por milenios. Hasta que será “resucitado” por un grupo de fanáticos, en este caso cabe la palabra, dando comienzo al supuesto principio del fin del mundo conocido para comenzar una nueva era. En relación al diseño de arte, siendo grandilocuente, todo respira, más bien ahoga, a una estética de los ‘80, no del todo bien definida, sólo el aporte de algunos elementos icónicos. Estas referencias casi obligadas no terminan de constituir una contribución importante, como que en realidad, y a partir de la vertiginosidad de las imágenes, gracias al montaje no al guión, pasan desapercibidas. Sin embargo el mayor problema que enfrenta la cinta es que su director parece haberse visto sobrepasado para poder formalizar el encuentro simultaneo de tantos personajes, superhéroes, manipular el CGI a voluntad, todo los superpoderes inmanejables, lo dicho, no es necesario tantos espejitos de colores, ni tantos fuegos artificiales para deslumbrar ya que no puede suponerse que el relato esté en función de los FX sino precisamente a la inversa, y esto no ocurre. Sí tiene un punto bastante alto la banda de sonido, que se ajusta a la perfección y muy empaticamente a lo visual, hasta llegar a reconocer algo de la séptima sinfonía de Beethoven, que se agradece. Resumiendo, todo lo que se ve y se hace es para que todo siga como estaba, no en cuanto a las arcas de los productores, algo así como los políticos en general, que hacen de todo para que nada cambie, salvo sus arcas. Si hay algo que debemos agradecerle a ésta película, es que se devela el misterio de la alopecia del profesor Charles Xavier, en una escena donde demuestra que su calvicie es producto de una situación de stress emocional y físico.(¿?) Le aseguro que desde que apareció James McAvoy, personificándolo de joven, la intriga me tenía insomne.
Tras los eventos sucedidos en “X-Men: Días del Futuro Pasado” (X-Men: Days of Future Past, 2014), que transcurría en la década del ’70, todo el universo de los X-Men fue reiniciado, cambiando el curso de la historia y -por lo tanto- la primer trilogía que se desarrollaba en los 2000, queda prácticamente en el olvido. En la escena post créditos de ese film, que unía a personajes de la trilogía original con los de “X-Men: Primera Generación” (X-Men: First Class, 2011), se nos mostraba a un joven de tez celeste y a cuatro jinetes sobre un médano en el vasto desierto del antiguo Egipto, y todos los que alguna vez leímos comics o vimos la serie animada de los ’90 enseguida supimos de quienes se trataba. En “X-Men Apocalipsis”, que es una continuación directa de “Primera Generación”, la historia gira en torno a ese primer y más poderoso mutante del universo de la Marvel Comics. La película arranca en ese Egipto antiguo en donde este mutante, que es considerado una deidad, ha conseguido los poderes de muchos otros mutantes, convirtiéndose en inmortal e invencible. Ya en sus últimos días y en un cuerpo gastado, sus seguidores comienzan un ritual para pasar su ser al cuerpo de un joven mutante que le permita poder seguir viviendo eternamente. Pero un puñado de detractores intervienen, poniendo fin al ritual que lo deja sepultado y en un proceso de hibernación que duró varios milenios. Ya en la década de los ’80, en donde transcurre la mayor parte de este metraje, un grupo de seguidores de este semidios conocido como En Sabah Nur, buscan despertarlo de su letargo para que vuelva a gobernar el mundo como lo supo hacer miles de años atrás. Al despertar, Apocalipsis (Oscar Isaac) disconforme con lo que se encuentra, comienza a reclutar a cuatro nuevos poderosos mutantes para que lo protejan y ayuden a exterminar a la humanidad y establecer un nuevo orden sobre el cual él reinará. Una joven ladrona egipcia que es capáz de controlar el clima (Ororo Munroe/Storm/Tormenta, encarnada por Alexandra Shipp) es la primer recluta; luego es el turno de Psylocke (Olivia Munn), Angel (Ben Hardy) y por último, un abatido Magneto (Michael Fassbender). Para poner fin a los planes de Apocalipsis y sus cuatro jinetes, un grupo de X-Men, guiados por Charles Xavier/Profesor X (James McAvoy), Raven/Mystique (Jennifer Lawrence) y Hank/Bestia (Nicholas Hoult) entran en escena. Entre ellos podemos ver a unos jóvenes Jean Grey (Sophie Turner), Cíclope (Tye Sheridan) y Kurt Wagner/Nightcrawler (Kodi Smit-McPhee), entre otros. Este film dirigido por Bryan Singer concluye una segunda trilogía y le da un cierre a los primeros arcos argumentales de los personajes jóvenes de “Primera Generación”. En cuanto al reesto del elenco, regresan Rose Byrne (Moira MacTaggert), Evan Peters (Quicksilver), Lucas Till (Havok) y Josh Helman (Stryker) a quienes se suma Lana Condor como Júbilo, entre otros. Para quienes se preguntan si aparece Wolverine (Hugh Jackman), sí, y en su versión más feroz y animal sacada de las páginas de “Arma X” (Weapon X). La verdad, con cada entrega, el universo de los X-Men en el cine sigue creciendo en calidad y se acerca cada vez más a las historias salidas de los comics. Ya todos sabemos que la próxima entrega de “Wolverine” en solitario, podría ser la última vez en la que Jackman se ponga en la piel de este querido personaje y en la escena post créditos de “X-Men: Apocalipsis” (atención, a no levantarse de la butaca) quizás estemos viendo cómo se prepara el camino para presentar a su posible sucesora, más conocida como X-23. Todo indica que así será pero eso sólo el tiempo lo dirá.
Me verás volver Los X-Men alcanzan la sexta entrega de sus aventuras cinematográficas, manteniendo redituable aquella franquicia que inició en el año 2000 bajo licencia de FOX y supo mantenerse vigente y estoica durante los embates del poderío que evidenció desde 2008 el universo cinematográfico Avengers (Paramount/Marvel/Disney), sus primos hermanos también creados por Stan Lee y Jack Kirby en la década del 60 en Marvel Comics. Durante estas seis entregas que componen dos disimiles sagas, aunque correlativas líneas temporales, jamás se vislumbró la intención de dar lugar al reboot/ reinicio de la franquicia. Los Miembros más populares de los X-Men, con la excepción a la regla del Wolverine de Hugh Jackman, han contado con versiones maduras y juveniles en pantalla dando una nueva dirección para una franquicia que sigue más fuerte y vigente que nunca. La trama de X-Men:Apocalipsis da un salto de una década después de los sucesos de X-Men: Días del futuro Pasado (2014), contextualizándose en 1983. Desde entonces el mundo cambio por completo con la revelación de la existencia de los mutantes tras el ataque de Magneto y Mystique a Washington. Charles Xavier (James McAvoy) intenta mantener su promesa a Logan/Wolverine, realizada cuando juntos impidieron un catastrófico futuro para humanos y mutantes. Xavier aún se mantiene vacilante acerca de una esperanzadora visión de coexistencia pacífica, mientras lidera el instituto para jóvenes con condiciones especiales, que en esta oportunidad alberga a nuevos estudiantes como la legendaria pareja integrada por la telépata Jean Grey (Sophie Turner) y un Scott Summers (Tye Sheridan) que aún no controla sus poderes. Sin embargo las vidas del idealista mutante, y de sus estudiantes habrán de alterarse ante la llegada de una peligrosa amenaza; el primer y más poderoso mutante que haya existido: En Sabah Nur, también conocido como Apocalipsis (Oscar Isaac), quien supo gobernar el antiguo Egipto. Ahora, éste ser ha despertado de su letargo de miles de años en busca de los mutantes más poderosos para ungidos como sus caballeros del apocalipsis y “salvar” la Tierra de sus líderes ciegos y dioses falsos. Cabe destacar el trabajo de Oscar Isaac, quien desaparece en la caracterización de En Sabah Nur/Apocalipsis acaso como un villano no tan físico -más allá de sus elocuentes dimensiones-, sino de portentosa oratoria a la hora de anunciar sus planes e ideologías al desatar sus destructivos poderes. Dado que X-Men fue la saga pionera en lo que a agrupaciones de superhéroes se refiere, Apocalipsis pica en punta y da rienda suelta a sus cuatro jinetes para destruir el mundo. McAvoy y Fassbender ofrecieron una labor destacable en la correcta evolución y problemática común de sus personajes. El Charles Xavier de James McAvoy, si bien se aproxima a la clásica concepción del personaje, se permite manifestar cierta impronta y talante altanero e irónico que aporta válidos matices a su interpretacfión. 13242321_10209598230456431_1658738738_o Condición sine qua non de la saga de X-Men es que el peso dramático recaiga en la figura de Magneto, especialmente en la versión interpretada en los últimos años por Michael Fassbender. Luego de los acontecimientos de X-Men: Días del futuro pasado (2014) Eric Lensherr supo mantenerse distante de su actividad radical y activista de la causa libertaria de los Mutantes, viviendo en Polonia en pos de una búsqueda de calma y templanza lejos de los ejes sociopolíticos del mundo en la década de los 80. Quien fuese conocido como uno de los mutantes más temidos y poderosos, ha conformado una familia, pero la paz de sus días concluye de un modo trágico haciendo emerger todo el caudal de odio y virulencia que alguna vez lo caracterizaron como Magneto. Por supuesto que tal manifestación de poder tiene toda la atención de un villano como Apocalipsis. Dicha instancia puesta en escena ofrece uno de los mejores momentos de Fassbender al frente del personaje, desde una conmovedora escena que nos recuerda su estilo de actuación en la reciente adaptación de Macbeth (2015). Caso contrario es el de Jennifer Lawrence. X-Men: Apocalipsis estaba planificada para poner un broche de oro en su travesía como Mystique, pero aquí entrega una interpretación sin brillo y entusiasmo alguno para el capítulo de la saga que concretamente destacaba la grandeza de un personaje como Mystique conduciendo a los X-Men. En esta sexta película de los X-Men, aunque la saga se remonte al pasado, simboliza un pase de testigo, un legado a una nueva generación encabezada por Sophie Turner (Game of Thrones) como una joven Jean Grey con sus demonios internos a cuestas y Tye Sheridan (Mud) interpretando a Scott Summers/Cyclops, quien recién está descubriendo el alcance de sus poderes. Los futuros y contrariados amantes estarán acompañados por la joven versión de Storm (Alexandra Shipp), quien al igual que Turner y Sheridan; brinda una buena y carismática interpretación. Dentro de estas nuevas incorporaciones al plantel de X-Men, podemos tomar como sorpresa a Nightcrawler/Kurt Wagner encarnado por Kodi Smit-Mcphee, por su carisma, pintoresca apariencia y pronunciación. Sin embargo, la Psylocke de Olivia Munn –al margen de su insoslayable belleza- resulta cartón pintado. Una total decepción. Y por supuesto Hugh Jackman se reserva una participación, blandiendo las afiladas garras de Wolverine antes de su despedida del personaje. Bryan Singer propone con X-Men: Apocalipsis la conclusión de la trilogía que comenzó con X-Men: Primera Clase (2011), centrándose en las idas y vueltas de las férreas ideologías de Xavier y Magneto, que devienen en el origen del famoso equipo de superhéroes mutantes y marginales. En esta oportunidad se pone de manifiesto el final de un ciclo, donde Bryan Singer supo articular elementos, tramas y personajes del vasto y colorido universo de los X-Men. La ideología y la visión de Charles Xavier han de representar un legado y convicciones forjadas en el fragor de la lucha por sus seguidores, pero eso es otra historia, que por supuesto continuará… y para la cual el cine depara nuevos horizontes.
Cerca de la evolución La nueva película de los X-Men está dirigida con ritmo y originalidad, pero no escapa de la estandarización de las películas de superhéroes. X-Men Apocalipsis es la cuarta película de superhéroes que se estrena en el año y todavía quedan dos más. 2016 contará en total con seis; en 2015 hubo apenas tres. Y la cantidad no parece hacer mella en la taquilla: Capitán América: Civil War ya lidera la recaudación mundial con apenas dos semanas en cartel, el tercer lugar de Batman vs Superman: El origen de la justicia es agridulce pero sería exagerado hablar de fracaso, y el quinto lugar para Deadpool sin dudas superó las expectativas. La estandarización del género repercute en los análisis de cada película. Siento que me repito, que es la cuarta vez en el año que voy a decir lo mismo. Hay algo que no se puede negar: cada película forma parte de un mismo gran universo, más allá de que haya distintas franquicias, más allá de Marvel o DC, de los distintos directores y productores. Hasta sus diferencias se parecen, como dijo alguien. Dentro de este panorama, las películas de los X-Men son quizás las más interesantes e imaginativas. No hay un productor amo y señor que estandariza y achata todo como Kevin Feige en el Marvel Cinematic Universe; y después de que el talentoso Matthew Vaughn se hizo cargo de X-Men: Primera generación, la franquicia dejó atrás el caos y se encaminó a una prolijidad que no es sinónimo de homogeneidad. Se podría simplificar así: las películas de los X-Men son películas de directores y no de productores. En el caso de X-Men Apocalipsis, esto ya se puede ver desde la primera secuencia: la grandilocuencia tan cara a estas películas tiene matices, tiene un plan; el mundo se derrumba al ritmo de la música; las imágenes, si bien repletas de CGI -batalla perdida-, tienen texturas marcadas. Bryan Singer sabe que no basta con poner en un mismo plano a Xavier y a Magneto, que no alcanza con tirar abajo edificios y pirámides: es un director de cine y se nota. Pero claro, la película no deja de ser una más de superhéroes. En este caso el villano es el Apocalypse del título, el primer mutante, que despierta luego de siglos para destruir el mundo. Y Charles Xavier tendrá que evitarlo, y Magneto cabalgará entre el bien y el mal. Y vuelven algunos mutantes, y aparecen algunos nuevos. Y hay un tercer acto de destrucción masiva y de mutantes contra mutantes. Y hay una escena después de los créditos que funciona como un adelanto de la próxima película de la serie. Singer perdió la oportunidad de darle a su película un mood ochentoso, como sí tuvo una onda sixties la Primera generación de Vaughn. Se adivina la intención con “Sweet Dreams (Are Made of This)” de Eurythmics (aunque parece querer emular a la gran escena de Quicksilver en Días del futuro pasado) y con los protagonistas saliendo de ver El regreso del jedi. Pero falta el ambiente. Algunos dicen que las películas de superhéroes son películas “multigénero”. Tienen algo de romance, algo de aventuras, algo de comedia, algo de suspenso. También se puede decir que pertenecen a un género nuevo. Sea como sea, y volviendo a los datos de la taquilla, da la sensación de que estamos en la prehistoria de esta nueva cosa. Todavía las películas no logran ser libres dentro de las reglas propias. Hay algunos intentos: Deadpool y Guardianes de la galaxia cumplen con todas las reglas y a la vez son bien distintas. El productor y guionista Simon Kinberg dijo que la próxima película de los X-Men tendrá como protagonista a Wolverine y será “muy diferente, tendrá un tono de western”. El director va a ser James Mangold, que ya dirigió la anterior película de Wolverine (Wolverine: Inmortal) pero que además fue el responsable del gran western El tren de las 3:10 a Yuma. Ya que las películas de superhéroes, pese a la repetición, no parecen estar agotándose, queda el anhelo de que se liberen, jueguen un poco más dentro de sus reglas y coqueteen con otros géneros. La taquilla acompaña: tanto a Deadpool como a Guardianes de la galaxia les fue muy bien. En TV ya está sucediendo: Gotham (Fox) es un police procedural, Daredevil (Netflix) es un policial negro y Jessica Jones (Netflix) es un thriller psicológico. Las tres son distintas, las tres tienen éxito. Quedan dos este año: Escuadrón suicida y Doctor Strange: Hechicero supremo. DC y Marvel. Warner y Disney. David Ayer y Scott Derrickson. Ojalá sean diferentes y me obliguen a escribir algo distinto. Ya lo dijo Charles Xavier: “La mutación es la clave de la evolución”.
Mutantes consolidados Constituida por un conjunto de ocho películas que comparten un universo común, X-Men es ya una serie construida a la manera del universo cinematográfico de Marvel Studios gestionado por Disney. El nombre clave aquí es el director Bryan Singer, quien como Tim Burton -Batman (1989), Batman vuelve (1992)-, Sam Raimi -El Hombre Araña 1 (2002), 2 (2004) y 3 (2007)-, y Richard Donner -Superman (1978) y una versión de Superman 2 (1980)-, hizo buenas películas de superhéroes con cierto riesgo y mirada personal -X-Men (2000) y X-Men 2 (2003)-, antes de que estas fueran un éxito asegurado basado en su llegada generacional a un gran público cautivo. Aunque también es el responsable de ese artefacto aburrido llamado Superman regresa (2006), con su X-Men: Apocalipsis continúa el buen camino de X-Men: días del futuro pasado (2014), y lo vemos debatirse entre sus formas de autor de la vieja escuela y la manera moderna de hacer estas películas que es, a grandes rasgos, agregar a la trama un sistema de referencias y guiños gigante para contentar a los fans de los cómics. Así como la película anterior servía para reformular las continuidades, actualizar la serie y, de pasada, conectar a los elencos de todas las películas, esta última entrega da el paso siguiente, apela a la mitología clásica de los cómics para extraer personajes y eventos emblemáticos. Aquí le toca el turno a quien dice ser el primer mutante, En Sabah Nur, también conocido convenientemente como Apocalipsis, quien tiene una ambición más o menos similar a la de Magneto: quiere un mundo dominado por mutantes, es decir, quiere arrebatárnoslo a nosotros, endebles y viles humanos. Aquí el guión incurre en una serie de arbitrariedades, sobre todo en lo que tiene que ver con el plan del villano, que complica y estira innecesariamente las cosas, algo que es ya inherente al género de superhéroes. Por otro lado, lo más discutible de la película es que vuelve sobre los mismos conflictos que Singer trabajó en las películas de 2000 y 2003, incluso reciclando antinomias, triángulos amorosos, ideas sobre la discriminación, la búsqueda personal de personajes como Mystique, etcétera. Los mismos conflictos que vemos cada vez que aparecen estos personajes que nos hacen preguntarnos hasta cuándo es válido seguir viendo variantes del cisma ideológico entre Xavier y Magneto, o hasta cuándo va a seguir Bestia renegado con su apariencia, o hasta cuándo aparecerá el coronel Striker torturando mutantes, o cuantas tragedias personales necesita Magneto para apuntalar su odio hacia los simples mortales, e incluso debemos preguntarnos hasta cuándo Fox seguirá contratando cuestionables maquillistas. En este sentido X-Men: días del futuro pasado era, desde la premisa, un poco más innovadora, ya que ponía a los personajes a trabajar otras cuestiones. De todas maneras, una muy buena segunda hora contesta (en parte) algunas de las preguntas hechas anteriormente. Singer nos demuestra lo que se puede lograr contar cuando de base hay una mitología consolidada. Toda la fuerza emocional de la película fluye hacia el final en una gran batalla conceptual (quiero decir, no tan física) y logra conmovernos aún cuando ese falso y básico dios que es En Sabah Nur se desenmascara demonio, o cuando Jean Grey (de nuevo) logra vencer sus inquietudes y desencadenar su infinito poder. Podemos decir que los consolidados mutantes de Marvel mantienen el balance positivo, y que sus constantes repeticiones todavía no hacen tambalear los resultados finales de, al menos, sus últimas dos entregas.
Un fanático de Marvel revisa una película de Marvel. Obvio que le iba a gustar pero… ¿TANTO? X-Men: Apocalipsis es una estafa multimillonaria. Bryan Singer, un criminal de guante blanco, consiguió quitarle cientos de millones de dólares al estudio Fox para financiar una película que sólo podría gustar a fanáticos acérrimos de los cómics… ni siquiera de los cómics - de una era particular de Marvel que va de fines de los ‘70 a principios de los ‘90: la era de los mutantes. Que mal por Fox, pero que bien por los fanáticos, que disfrutarán de una fiesta mutante de 2 horas y media, sin duda la película que mejor captura el espíritu de un cómic desde las “Spider-Man” de Sam Raimi y las “Sin City” de Robert Rodriguez. Con todo lo bueno y lo malo que esto implica. No voy a hablar del argumento. Viste los tráilers y sabés que el villano es Apocalipsis (En Sabah Nur para los amigos), el “primer mutante” y sus cuatro jinetes. Sabés que se presentan varios personajes nuevos (ya que tarde o temprano Jennifer Lawrence y Michael Fassbender van a preferir ganar Oscars a vestirse de lycra) y que todo explota, todo el tiempo. Y si estás leyendo una “Mirada Marvel” sabés que tenés un 90% de ganas de verla. Te empujo para que saltes ese otro 10: la historia (con sus agujeros de guión tamaño Genosha) es satisfactoria, al igual que la acción, el final que no se guarda nada, y los personajes perfectamente interpretados - en especial Sophie Turner (la Sansa de Game of Thrones) como una Jean Grey compasiva, valiente, pero avergonzada del inmenso poder que guarda en su interior. Me voy a permitir contar un par de detalles de los primeros cinco minutos, porque resúmen todo lo que está bien y mal con esta X-Men. Es una secuencia ambientada hace unos 5000 años y que presenta a Apocalipsis en el imperio egipcio… pero un imperio kitsch, recargado de dorados y azules, que recuerda más a Stargate que a un libro de historia. Un ritual es interrumpido, una pirámide se derrumbe, y una piedra cae sobre un soldado de Apocalipsis, aplastándolo de forma terminante, grotesca. Matándolo. Sin asteriscos, sin las explosiones vacías de cadáveres de Batman y el Capitán América, donde un héroe lanza un enemigo contra una pared y nos olvidamos de él. Aquí nuestros héroes están entre la vida y la muerte, y no lo piensan dos veces cuando hay que matar para sobrevivir. Pero esa muerte (y las muchas, muchísimas muerte que le siguen) libera el estilo de la película. Por alguna razón las dos grandes películas de superhéroes de este año buscan el realismo, y por lo tanto explorar las consecuencias que tienen sobre la población civil las acciones de los protagonistas. Los X-Men existen en su propio plano, y casi todos los humanos de esta película son extras/carne de cañón. Si en Batman V Superman la destrucción de Metrópolis se convertía en referencia directa al 11 de Septiembre (algo tan banal como obsceno) aquí el espectáculo de la destrucción se estiliza al extremo: las explosiones funcionan, como en el cómic, como metáforas de las emociones autodestructivas de los personajes. Como esos ochentas imaginarios de video de Madonna en los que está ambientada, X-Men: Apocalipsis es puro estilo. Cada escena, hasta el diálogo más inconsecuente, tiene alguna idea visual que revela un detalle sobre los personajes. Las habitaciones de Jean, Tormenta, y Quicksilver tienen en cada pared una carga de información sobre los personajes, y en cada escena se exprime el máximo de emoción (una de Magneto en la primera media hora puede parecer excesiva en el momento, pero existe para marcar ese tono exacerbado - que una escena posterior sólo refuerza). Pero al buscar que cada escena sea un pico no hay respiro, y se pierde el trabajo de transición que tan bien logra “Civil War”. Es evidente que la película final se armó en edición, y hay escenas que están entrecortadas para acelerar el ritmo pero que terminan confundiendo aún más. La historia de Magneto del principio de la película toma unas 8 horas de tiempo real, mientras que en paralelo se cuentan situaciones que toman lugar a lo largo de varios dias. Errores de continuidad que serán la pesadilla de los que sienten que una película empieza y termina en el guión. Y es que la historia de X-Men: Apocalipsis no es especialmente buena. O mejor dicho, no es clara y se basa en coincidencias en un mundo en el que hasta las ciudades parecen desiertas. Otros aspectos del guión son de lo más efectivos: el humor, los convincentes monólogos de Apocalipsis (un Oscar Isaac que hace lo que puede con un maquillaje de mimo callejero) y la caracterización de los personajes que, como en Marvel, parecen interesarse en la amistad y en el amor más que en el bien y el mal. La ambigüedad moral de los personajes de X-Men sigue siendo fascinante, y más que nunca el romance pasa al plano principal. Jean y Scott, Xavier y Moira, el mismo Magneto. Estamos viendo una fantasía adolescente (expresada hasta en los personajes adultos), y cada conflicto tiene que ver con las emociones de esa edad: estos personajes quieren que los acepten, quieren encajar, temen que los demás descubran que no son lo que dicen ser, están llenos de culpa y de vergüenza. Por eso son vulnerables. Por eso son capaces de generar una empatía más profunda que cualquier soldado del MCU o cualquier dios del universo DC. Los personajes, la ambientación, y el estilo no alcanzan para hacer una película de superhéroes, pero donde Singer por fin se supera es en las escenas de acción, que descartan la coreografía post-Matrix en busca de una simplicidad que pueda narrarse en primeros planos, alternadas con verdaderos vuelos imaginativos como la secuencia de Quicksilver, aún superior a la de la película anterior. Si Burton iba al inicio de los cómics para rescatar un Batman de film noir, Whedon apuntaba (mal) a la “widescreen” de Bryan Hitch y los Russo buscan la simpleza visual de la era Brubaker/Epting, Singer ama los sentimientos a flor de piel de John Byrne (¿o no vieron las secuencias de Kansas de “Superman Regresa”?) y la anatomía exagerada de Jim Lee. La gente va a odiar esta película. Tanto como los que quieren leer “The Killing Joke” se aburren con “From Hell”, tanto como los que esperaban “Smells Like Teen Spirit” rechazaron “In Utero”, tanto como los que querían otra “Breaking Bad” odian “Better Call Saul”. Pero ojo que tienen buenas razones para odiarla, porque también es una película disonante, con baches de guión grandes como la pata de un Centinela y cambios de tono más abruptos que Quicksilver en patineta. Pero no es incoherente, no es torpe, y captura como nunca la sinceridad y el impacto visual del cómic ochentero. No se si la recomendaría a un público general, pero me parece que hay que tomar partido a favor de lo que Singer está haciendo con X-Men, mil veces más estimulante que todo lo que viene de Marvel y DC: quiero más de esto, y menos de lo otro, y no soy el único. Más imágenes, menos charla. Más imaginación, menos realismo. Más superhéroes, menos películas de acción disfrazadas de cómics.
Llegó la nueva película de X-Men y la pone bajo la lupa un fanático de la competencia. X-Men: Apocalipsis es sin lugar a dudas la adaptación más fiel de una historieta al cine que ví en mi vida.. Habiendo esclarecido eso, no se si alguna vez tuvieron oportunidad de leer los comic de X-Men de los años ochenta, pero eran realmente malos. ¡A no confundir! Son emblemáticos, precursores en su propio género y crearon historias que al día de hoy se recuerdan como mitología Pop contemporánea, lo que no significa que hayan sobrevivido bien al paso del tiempo. Vayan a cualquier kiosco de revistas y compren “Days of Future Past” o la saga de “Dark Phoenix” y se van a encontrar con paredes de texto densas como libro de Ciencias Sociales de séptimo grado y la particularidad de personajes anunciando sus acciones, por más que las estamos viendo dibujadas. Esto último es comprensible en un radioteatro tal vez e inclusive aceptable hace 30 años en un medio que se estaba inventando a sí mismo, pero trasladar todo esto a la pantalla grande es el último clavo de adamantium en el mutante ataúd cinematográfico de Bryan Singer. Apocalipsis es, irónicamente, un nombre muy apropiado para un película que sólo puede ser contada a través del caos. La narrativa tiene la estructura de un Palo Borracho, la continuidad con el resto de las películas es inexistente y el casting es un experimento fallido de llevar nuevas caras bonitas a la pantalla grande. La idea de la película es situar a los espectadores delante de toda esta masa amorfa de CGI y darles dos horas y media para que intenten desenredar los cambios de guión, las escenas agregadas y los cameos injustificados, intentando encontrar una película en algún lugar. Y nadie puede negar que hice el esfuerzo. Dentro de toda esta construcción que parece el hijo malforme de equipos de guionistas rotativos, productores ejecutivos caprichosos y un director que se esfuerza demasiado, existen destellos de colores en forma de fan service que hacen las veces de bálsamo sobre la herida abierta. Lamentablemente, el colmo de esta situación es que la mayoría de estos guiños aparecieron en los trailers y hasta algunos nos mintieron, mostrándonos personajes que en el corte final, apenas aparecen caminando por el fondo de alguna toma de exposición innecesaria. Porque si hay algo que define a X-Men Apocalipsis es el término “innecesario”. Todos los personajes y sus motivaciones son un cuento de la Buena Pipa que nunca llega a ningún lado a pesar de que el interminable proceso que arrancaron hacia una dirección, se terminaba con un solo paso en la dirección opuesta. Apocalipsis quiere destruir el mundo, por lo cual su primer paso es destruir todas las armas de destrucción masiva del planeta, para que el daño venga de los poderes de sus cuatro jinetes, los cuales aún potenciados, destruyen todo a la velocidad de una conexión Dial Up. Quick Silver quiere decirle a Magneto que es su hijo, pero en las tres oportunidades que están frente a frente y dice la oración “Yo soy tu...” termina arrepintiéndose. Todo este baile de novela adolescente estirada, termina llevando a que las dos horas y media parezcan prolongarse sin fin aparente, donde como si fuéramos Alex en “La Naranja Mecánica” tenemos que atestiguar con nuestros propios ojos como, al no saber cómo explicar todo lo que pasa en pantalla, los personajes repiten las frases de sus interlocutores para dejarlas en claro. Esto es peor aún, cuando anuncian sus propios sentimientos o poderes, antes de ejecutarlos, como si no hubieran gastado el capital de algún pequeño país tercermundista en realizarlos con animación computarizada. En resumidas cuentas, es una película que se esfuerza demasiado por ser espectacular y, al margen de no lograrlo, resigna argumento y actuaciones en el proceso. La gente muere por situaciones dignas de segmentos de Benny Hill, ninguno de los cuatro jinetes tiene motivo alguno como para sumarse a Apocalipsis y por alguna razón que jamás me enteré en todos mis años de leer X-Men, las corrientes eléctricas interrumpen los poderes mutantes. Para cerrar con el mismo argumento que inicie este análisis y con el fin de justificar el único punto que le concedo al film, si en algo se parece este producto a las historietas de los ochenta, es a la espectacularidad de las escenas. En esa época, los mutantes eran algo más que un super héroe, eran personajes un poco más reales con habilidades increíbles y da gusto verlos ejecutarlas en pantalla, por más que las peleas carezcan de coreografías y se reduzcan a los actores parados en el set con sus manos estiradas para que luego los artistas incluyen los efectos especiales chocando en medio. Golosinas para los ojos, demasiado tarde y en muy poca cantidad. X-Men Apocalipsis es una canchereada de un director muy seguro de su producto. Puedo honrar y comprender que esté enamorado de su visión y su ideal, pero es hora de que alguien le avise que no funciona. En una escena ideal para levantarse e ir al baño en medio de la película, los miembros más jóvenes del equipo salen del cine luego de ver “El Regreso del Jedi” y discutiendo las pelis de Star Wars argumentan que las terceras partes son las peores. Quien escribió esta línea debe estar muy orgulloso del palo autoimpuesto a X3, pero no se dio cuenta que Apocalipsis también es la tercera parte de esta segunda trilogía y tal vez se merezca la dilapidante clasificación, aún más que su predecesora de 2006. El desfile de personajes que se turnan para tener sus veinte segundos en pantalla con excusas irrisorias aún para una historia de personas con super poderes, no terminan de justificar el precio de la entrada. Llamen a Ryan Reynolds o bajen el telón de Fox.
Mucho podrá leerse acerca de cómo ésta, la tercera entrega de la nueva línea temporal de la saga de X-Men (es más complicado decirlo que entenderlo, realmente), es la película más floja de dichos superhéroes. Las argumentaciones responden al casting (cuestionable en cuanto a varios "no tan nuevos" personajes como Jean Grey, cierto), la dirección, el exceso de efectos visuales y, especialmente, el desarticulado guión que abarca más de lo que puede controlar. Todos esos argumentos son válidos y -nobleza obliga- es difícil contradecirlos. Sí, grandes actores como Michael Fassbender (Magneto) parecen desaprovechados frente a una línea argumental que los ubica casi como meros accesorios de un villano estereotipado (el también desperdiciado Oscar Isaac), y los efectos visuales, orientados fundamentalmente al desgastador 3D de los anteojitos que no parecen terminar de morir, no están a la altura de otras producciones contemporáneas. Todo eso es cierto pero, aún así, el sentido de aventura, acción y una cierta inocencia que le escapa al tono lúgubre que últimamente abunda en este tipo de producciones, hacen de X-Men: Apocalipsis un film enormemente placentero. Bryan Singer y sus guionistas, Simon Kinger y Michael Dougherty, apuestan a la renovación de la saga principalmente a través de la incorporación de un nuevo villano: Apocalypse, un ser cuasi-todopoderoso que cuenta con el atractivo de ser el primer mutante, despierta envuelto en una tormenta de ira al descubrir que los humanos son quienes hoy dominan el planeta, y no los "seres superiores" como él y sus discípulos. Sin demasiado desarrollo (hay que reconocer que una mejor caracterización no sólo era posible sino muy necesaria), esta semi-deidad se dedica a reclutar a sus "jinetes" del Armagedón y se pone como objetivo no diezmar sino sencillamente erradicar al planeta de su peor plaga: los hombres. Pese a sus no pocos desaciertos, X-Men Apocalypse funciona en el sentido más estrictamente lúdico (ahí está el festejado personaje de Quicksilver haciendo sus gracias para demostrarlo) de la palabra "aventura", y por ello se convierte un capítulo desparejo pero también bienvenido para una saga que pedía a gritos un poco de renovación.
Otro buen capítulo mutante. X-Men: Apocalipsis no es la mejor entrega dentro de la saga, lo que lejos está de decir que no es buena. Por el contrario, el último capítulo del universo de los mutantes es una muy buena propuesta en su género y está provista de todas las virtudes que supo hacer célebres a sus personajes. También tiene algunos defectos que quizás las otras no tuvieron, pero no son lo suficientemente notorios como para arruinar la experiencia. Lo crucial a resaltar es que no defrauda. Es importante decir esto, porque la crítica pierde el foco cada vez que una X-Men no tiene a Wolverine como protagonista. Apocalipsis no es una mancha en el currículum mutante, sino otro acierto, aunque tal vez no esté a la altura de X-Men 2 o de Days of Future Past. Es verdad que hay ciertas falencias, sobre todo en el guion, que tiene altibajos de calidad a medida que se narra la historia. Quizás haya escenas innecesarias y toques de humor forzados que conspiran en contra de la armonía del filme, pero también hay buena cinematografía y un evidente compromiso para con los protagonistas. Lo que caracterizó a la saga sigue presente: la introspección de sus personajes, y también está Quicksilver, a quien Singer vuelve a aprovechar para sorprender a la audiencia con dos escenas de primer nivel. X-Men: Apocalipsis tiene todos los condimentos necesarios para entretener a quienes disfrutan del género. Le sobran algunos minutos de cinta y es un poco auto indulgente, pero de cualquier manera vale la pena.
La segunda trilogía de X-Men prometía, desde la raíz de los episodios elegidos para ser adaptados a la pantalla, pasar a la historia. En conjunto, First Class, Days of Future Past y Apocalypse son momentos claves y fundamentales en la historia de los mutantes, y, además, están llenos de temáticas que lejos de pasar de moda, son cada vez más actuales: las minorías, el sentimiento de pertenencia, la búsqueda de la propia identidad e incluso, la posibilidad de cambiar la historia. En este contexto, Apocalypse la iba a romper. Y medio que lo único que te rompe es el corazón. Supongamos que se nos vayan a escapar algunos SPOLERS, asi que jovencitos, estais advertidos, peligro de SPOILERS de aquí hacia abajo. Arranquemos por lo malo así hacemos una especie de catarsis inicial y luego podemos concentrarnos en lo mejor de la película. El villano. Amamos a Oscar Isaac, muy fuerte lo amamos, pero Apocalipsis está completamente desperdiciado. No transmite miedo en ningún momento, nunca pensás que va a ganar, nunca pensás que la humanidad está en peligro. Por muchos motivos, eh: porque ya sabes que los X-Men van a derrotarlo (aunque pasaba lo mismo en Days of Future Past -DOFP- y sin embargo estabas con el culo en la mano toda la película), porque el personaje nunca termina de verse siniestro o intimidante, ya sea por su caracterización, por su inacción (es como lo único que va a hacer es juntar a sus jinetes, transportar su consciencia al cuerpo de Xavier y ya) o por el humor. Hay una tendencia últimamente a poner chistes prácticamente a lo largo de toda la película, en la mayoría de las situaciones, algo que solía estar reservado a uno o dos personajes: entonces, entiendo que con con esta flexibilidad, esta búsqueda de ser amistosos, el villano no es temido ni respetado nunca. Por ejemplo, cuando recluta a Magneto, lo que hace con los obreros de la fábrica da muestra de un poder y de una crueldad enormes, pero no, démosle un tono cómico a la escena. (y ojo que yo soy lo más comediafriendly del mundo, eh, pero cuando no va el chiste, no va) Quicksilver. Lo amamos, eh. Mucho. Más que a Oscar Isaac. Pero, hay un exceso en su escena que la vuelve larga e incluso aburrida. La de DOFP tenía cierto contrapunto entre la música y la acción, y lo inesperado claro, porque fue la primera. Pero acá lamentablemente no funciona de la misma manera: el que mucho abarca poco aprieta y la escena queda a años luz de su predecesora, volviéndose larga, redundante y aburrida. Wolverine. Basta de poner compulsivamente apariciones de Hugh Jackman antes que envejezca (que de hecho ya lo hizo). Si me decís que Weapon X tiene algún peso en la trama, justifico y banco su cameo. Pero no, claro que no. Bueno, entonces, si aparece porque si ponele al menos una buena escena de acción, es Wolverine, dale. No, ni eso. Sale por los pasillos matando gente con menos onda que Juanita Viale en la publicidad de depilación que te pasan en medio de los trailers. Y listo, basta de despotricar contra lo malo, curemos nuestro corazón y pasemos a lo bueno. Lo que sigue pasando con la saga de X-Men, es que la minoría que representan sigue trinfando no por sus poderes mutantes, sino por su costado humano. La panquequeada de Magneto y Tormenta en el climax da fe de ello: se dan cuenta en qué bando tienen que estar, toman conciencia que el proyecto de Xavier es el más noble siempre, y desde ese apoyo racional y completamente humano la trama empieza a resolverse. A lo que se suman otros condimentos propios de los hombres: el apoyo, el compañerismo, el sacrificio. Los hombres X siempre triunfan no necesariamente porque son más poderosos, lo hacen porque son más humanos. Y eso trasladado a cualquier minoría en una lucha por subsistencia social, por así decirlo, es un mensaje altamente esperanzador. A pesar de ser la tercera de esta nueva saga, al introducir tantos personajes por primera vez (en el sentido de origins, porque si bien por ejemplo Ciclope y Tormenta están en la primera saga, aquí se muestran en su juventud) se tiene que tomar un buen tiempo inicial para presentarlos. Tanto el reclutamiento por parte de Apocalipsis como la presentación de los personajes que se sumarán por motus propio a la troupe de Xavier es de lo mejor de la película: se pautan de manera clara los escenarios y las circunstancias desde donde parte cada uno y cómo van interactuando entre ellos. ¿Se podría decir que Bryan Singer es un gran presentador de personajes? Si, se puede, porque definitivamente lo es. Lo que te pueden aburrir los primeros tres cuartos de la película, se transforman en emoción pura en el climax, en el enfrentamiento con Apocalipsis, cuando el villano deja de jugar a la burocracia delegando el terror y se vuelve mano ejecutora de la destrucción él mismo. Y que la batalla transcurra tanto en el mundo real como contra Xavier en su mente es la mejor resolución que la película podría tener: todos contra el malo. Aunque ya lo hayamos visto, esté trillado o sea predecible, no dejamos de disfrutar de los hombres X actuando como equipo. Jeniffer Lawrence ya me tiene podrida, ¿dónde quedó lo de mutant and proud? Por favor quedate azul toda la pelicula aunque tengas que estar ocho horas maquillándote antes. Fuera de ella, el cast es excelente. Fassbender y McAvoy tienen una química impresionante, Alexandra Shipp como la Tormenta punk de los 80 la rompe, pero la rompe mal, Tye Sheridan tiene la suficiente dosis de bananez y cara de nabo como para interpretar a un Ciclope impecable. Y Sophie Turner supo ponerse en la piel de una Jean Grey temerosa de si misma, super humana. Peter Evans como siempre, salvo por su escena extra large le da un aire de frescura y alegría a la cinta que siempre suma (aunque insisto, si el resto de los personajes fueran un poco más serios creo que en conjunto funcionaría mejor). La escena post créditos en este caso es bastante críptica, pero así y todo despierta muchos interrogantes: Nathaniel Essex es Siniestro, uno de los telépatas más poderosos del mundo, que se ha enfrentado a los Hombres X en diferentes circunstancias. Lo que no sabemos, dada su relación con el desarrollo de las armas X, es si la escena hace referencia a Deadpool 2 (recordemos que el mutante interpretado por Ryan Reynolds tambien es un arma X), a Old Wolverine o a la rumoreada New Mutants. Vaya uno a saber, quizás incluso lo veamos en la cinta de Gambito con Channing Tatum a la cabeza (Mirá como no pierdo oportunidad de hacerte pensar en Tatum, eh. Tatum ♥ ) VEREDICTO: 7.0 - CASI APOCALÍPTICA X Men Apocalipsis es sin dudas una muy buena película, pero falla en demasiadas cuestiones como para ser considerada la mejor de la saga, sobre todo porque DOFP había dejado la vara muy alta. Filme por momentos aburrido que logra un muy buen climax pero, lamentablemente, es el que menos sentimientos te moviliza de la última trilogía.
Amigos de los mutantes, sí claro. Crítica a ‘X-Men: Apocalipsis’ 28/05/2016 Alejandro Páez 0 Comentarios Michael Fassbender, X-Men, James McAvoyEditar Una nueva entrega de la franquicia de los amistosos mutantes de San Francisco. Esta vez, un dictador ancestral egipcio regresa para amenazar la vida humana tal y como la conocemos. Para los fanáticos de películas de superhéroes, aquellos quienes inevitablemente verán esta película, con todas las reservas que puedan tener hacia el director, ninguna advertencia vale, podría escribir de cien formas lo terrible de trillada y absurda que esta película, podría poner en evidencia la fórmula narrativa utilizada una y otra vez desde que Singer se apropiara de los personajes en los albores del nuevo milenio; no importa lo que diga, sé que verán la película. Lo harán como yo lo hice, como preso de una atracción insoslayable. Para empezar, siempre hay pequeños méritos aislados. El personaje de Apocalipsis, pese al ridículo diseño de su atuendo, sorprendió por la actuación de Oscar Isaac, sin llegar a constituirse como un personaje trascendente pudo lograr cierta compasión y templanza, finalmente todo cae por la ligereza de la pirámide de cartas narrativa. Otro personaje que atrapa es Peter Maximoff, pero lamentablemente lo hace con aquello que ya hemos visto en el film anterior (Días del futuro pasado), es decir, escenas en slow-motion dónde podemos apreciar el absurdo retrato de la vida cotidiana. La habilidad de Peter le permite al director jugar con el esperpento visual de maneras que se disfrutan mucho que aportan demasiado poco. El problema del film es una obviedad que Singer aún no puede ver. Cuando fue el turno de Matthew Vaughn en X-Men: Primera generación el marcó el camino, se centró en el significado más importante de este grupo de mutantes que se enfrentan a terribles villanos, pero principalmente a un mundo que les teme por algo que los jóvenes han tenido siempre: rebeldía. Los X-Men son ese grupo de chicos marginados sin futuro excluidos de la sociedad constantemente en conflicto con entidades de control que buscan transformarlos en masas tecnocrisadas y obedientes. Apocalipsis no es más que el juego tendencioso de los poderes como espectáculo circense y no como conflicto interior de cambio y transformación de la vida adolescente a la adulta. El villano recuerda un sistema obsoleto, es casi anecdótico mientras la película sucede, se presenta con esta fuerza imposible que anticipa con demasiado simpleza e ingenuidad el final. ¡Sí! Deténganse a pensar un momento y sabrán de lo que estoy hablando. Por último, un tip que puede ayudar a disfrutar el film, no traten de indagar mucho más profundo que el CGI porque no hay nada.
Una película poco creativa en cuanto a su relato, pero impactante y altamente disfrutable en cuanto a lo visual. Uno de los motivos posibles por el cual esta historia no llena del todo es el villano de turno, eje principal del film, que...
Un cambio de era En un contrahomenaje a “Star Wars” (quizás debido a la amistad y buen comercio que el Marvel Cinematic Universe de Disney tiene con la franquicia galáctica... ahora en manos de Disney), un diálogo a la salida de El regreso del Jedi termina con una ironía potente: “Al final estamos de acuerdo en que la tercera película siempre es la peor”. Podríamos pensar que Bryan Singer pone ese chiste ahí en referencia a “X-Men: La batalla final”, tercera parte de la primera trilogía que él no dirigió y que desaprovechó un poco (o al menos lo pareció en aquel momento) la riqueza de la materia prima que significaba todo el concepto de Fénix Oscura en la historiografía mutante. Pero también nos invita a reflexionar sobre las potencias de esta tercera parte de la nueva trilogía “epocal” de Synger, tras la cumbre creativa que fue “X-Men: días del futuro pasado”, con el bucle temporal que cruzó a actores de la primera con sus contrapartes jóvenes de la segunda y permitió recanonizar el universo mutante (a partir de los cambios introducidos en la línea temporal). Porque de la mano de Apocalipsis se podría haber levantado la apuesta y picotear en “La Era de Apocalipsis”, otra de las líneas temporales alternativas de la franquicia en los cómics. Pero se eligió una presentación más lineal del villano, dejando quizás la chance de recuperarlo en el futuro y jugar las ideas de esa saga (o de algún otro cruce temporal) para recanonizar/rebootear la continuidad de Xavier y su piberío. Una de acción Si “X-Men: Primera generación” planteaba una “guerra secreta” del primer equipo de los X-Men contra el Hellfire Club en plena Crisis de los Misiles con Cuba; y “Días del futuro pasado” nos llevaba a una intervención en 1973 para evitar el surgimiento del infierno de los Centinelas, pero sin un equipo estable; ahora pasamos a 1983, una década después, donde los mutantes están más o menos bien vistos, Charles Xavier lleva adelante la escuela y Raven Darkholme (Mystique) quedó como una heroína contra su voluntad, oculta en las sombras. Pero todo se va a alterar cuando una secta egipcia despierte a un mutante ancestral, En Sabah Nur (Apocalipsis), cuya habilidad consiste en ir transfiriendo su conciencia de un cuerpo a otro, acumulando los poderes de cada encarnación. Transferido hace milenios al cuerpo de un inmortal, fue sepultado por una conspiración en el antiguo Egipto, tal como vemos en los primeros cinco minutos de metraje. Además del infaltable Hank McCoy (Bestia), vemos llegar nuevos alumnos con pasta de héroes: Scott Summers, que aquí es el hermano menor de Alex (Havok, ex miembro del primer equipo); Jean Grey, una coloradita que asusta a sus compañeros; Kurt Wagner (Nightcrawler), reclutado por Raven en Alemania, y Peter Maximoff de la cinta anterior, que ahora sabe que tiene una conexión particular con Magneto y se presenta por su cuenta en un momento justo. Del otro lado, Apocalipsis recluta a sus propios Cuatro Jinetes: Tormenta (con el look del personaje en los cómics de esa era), Psylocke (con su forma de ninja pero no tan asiática, y con la manifestación de poderes de cuando fue más telépata que psíquica), Arcángel (mostrando en parte la transformación de cuando fue Jinete en las viñetas) y... Magneto, que vuelve a sufrir pérdidas y se presta a las maquinaciones del dios viviente, que básicamente quiere refundar la humanidad, cargándose unos cuantos millones de personas en la movida. Bueno, tampoco tenemos que despacharnos tanto en la trama, como para que el lector no se abrume; sólo anticiparemos que sí, que el conflicto irá levantando vuelo hasta un clímax final, para lo que habrá que convertir a mozalbetes y no tanto en un equipo más o menos orgánico, capaces de dar batalla. Arquetipos Como verá el lector avispado, hemos puesto más énfasis en los personajes que en la historia. Y es que después cuatro décadas y media de andanzas, los principales activos de la “Casa de las ideas” son sus personajes, que a través de reconfiguraciones y recanonizaciones (en el cómic y en el mundo audiovisual) permanecen como un conglomerado de poderes, actitudes y personalidades. Así, vemos cómo se termina de delinear Xavier: si en “Primera generación” observamos el origen de su discapacidad, ahora lo completamos con la calvicie, y aterrizamos en la figura emblemática. James McAvoy sigue solvente en el personaje, que todavía fluctúa entre su modo juvenil y el provecto. Jennifer Lawrence le sigue agregando dimensiones a su Mystique, que deja atrás a la de Rebecca Romijn (aunque su maquillaje sea similar: la continuidad estética ha sido una premisa entre las dos trilogías); otro tanto hace Michael Fassbender, que torna creíble a su Erik Lehnsherr (Magneto), siempre marcado por la desgracia. Nicholas Hoult hace rato que dejó de ser un niño prodigio, y se mueve cómodo en la piel a veces azul de McCoy, mientras que Rose Byrne regresa como Moira Mactaggert, viejo interés amoroso del Profesor que sigue metiéndose donde las papas queman. Y Evan Peters vuelve a sacarnos alguna sonrisa como el Maximoff (Quicksilver) de esta continuidad (el MCU lo tuvo... un ratito). Entre los nuevos está Oscar Isaac, un actor con condiciones saltado a la fama de la mano del Episodio VII de “Star Wars”, que está un poco encorsetado como Apocalipsis, y no precisamente por la armadura. También vemos el reingreso de dos personajes a los que estábamos esperando: Tye Sheridan como un Scott Summers (Cíclope) en su proceso formativo, distante del líder cheto y confiado que encarnó James Marsden. Sophie Turner como Jean Grey nos deja con gusto a poco, aunque en parte es cosa del guión: al margen de las consideraciones que algún nerd podría (volver) a hacer sobre los poderes de Jean, la Marvelgirl aventurera se ha convertido en una chica pasiva, de silencios y miradas... bastante parecida a la Sansa Stark de “Game of Thrones”. Kodi Smit-McPhee interpreta a un Nightcrawler que tiene el condimento religioso (algo tardío en los cómics) que había mostrado en las anteriores adaptaciones, aunque logra ponerle una pizca de picardía, entre las gracias y la torpeza. Alexandra Shipp está simpática y resuelta como Ororo Munroe (Tormenta), mientras que Olivia Munn aparece resuelta por demás como Psylocke (y reveladora en su trajecito). Ben Hardy como Ángel/Arcángel no sale mucho de una actuación puramente física. Otros que vuelven en secundarios son Josh Helman (coronel Stryker) y Lucas Till (Alex Summers). Días de futuro Entre el alumnado podemos ver a Lana Condor como Jubilee, en lo que puede ser una promesa de incorporaciones para el futuro; aunque el espectador sabe que “La batalla final” presentaron personajes que quedaron en carpeta. Porque la verdad es que no sabemos para dónde irá la franquicia. Ya que estamos: en esta trilogía por décadas, Synger se ancló en épocas clave para el corazoncito mutante: los ‘60 (nacimiento y disolución del primer grupo), mediados de los ‘70 (renacimiento) y principios de los ‘80 (apogeo creativo en el cómic). Así que el siguiente paso serían los ‘90, cúspide de la expansión en el papel (el Nº 1 del segundo título de X-Men tiene el récord Guinness del cómic más vendido de la historia, 8,1 millones de ejemplares; llegó a haber nueve series regulares de mutantes, más el anual de cada una, más un trimestral) y un boom de popularidad gracias a la mítica serie animada, que fue la base de la llegada al cine. Así que, de alguna manera, hay otro bucle que vendría a cerrarse. Lo que sí sabemos es que lo más próximo es la despedida de un personaje con garras y mala onda, o al menos del actor que le dio vida. Pero ya tendremos oportunidad de escribir sobre eso.
Cierre cálido tirando a tibio "X-Men Apocalipsis" es una película que me produjo sensaciones encontradas, entre estar maravillado por algunas cuestiones y fastidiado por otras. Si tengo que ser justo, de la última trilogía debo decir que es la más floja, siendo el ranking de mejor a peor 1."X-Men first class", 2. "X-Men days of future past" y en el puesto 3. "X-Men Apocalipsis". La lógica me dice que debería haber sido al revés, ir de algo muy bueno a otras entregas aún más superadoras, pero la experiencia demuestra que por alguna cuestión que es un misterio, los directores y escritores se las arreglan y enredan lo suficiente como para bajar la calidad. Vamos a empezar con lo bueno. A nivel general se debe destacar el sentido del entretenimiento que tienen el director Bryan Singer y sus guionistas. Si bien por momentos se le va la mano, habitualmente crea grandes escenas de acción, vertiginosas y de un gran virtuosismo estético. Hay una secuencia y una escena en este film que son realmente magníficas. La primera es la introducción inicial del villano Apocalipsis en el antiguo Egipto que es una secuencia con gran dinámica, muy buenos efectos especiales y acción al mango. La segunda es una escena donde aparece triunfante, como ya lo hizo en la entrega anterior, el personaje Quicksilver y se manda un rescate memorable! Algo que también me gusta de esta franquicia es que se hace cargo de las muertes que generan las batallas. Muestran la muerte, como debe ser, y no como la parte de Marvel bajo control de Disney donde las muertes son tabú, no se muestran prácticamente. Por otro lado, Singer sabe cómo presentar una historia y cómo hacer que el espectador se identifique con sus personajes, al punto tal de que llegó a crear un monstruo de taquilla como Wolverine. En el caso de los nuevos Magneto, Profesor X y Mystique es más un mérito de Matthew Vaughn, director de "X-Men first class", pero Singer supo darles continuidad y terminarlos de convertir en imprescindibles de la saga. En este triángulo creo que está la verdadera fórmula del éxito. En menor medida, están bien las incorporaciones de nuevas caras para darle continuidad a la franquicia. Ahora vamos con lo malo. En primer lugar debo remarcar, muy a mi pesar, los villanos de la trama. Coincido con los comentarios de otros críticos que dicen que Oscar Isaac ("Ex-Machina") está desaprovechado. Apocalipsis falla en configurarse como el villano más terrorífico de la saga. Le ganan todos. Magneto, Sebastian Shaw, los Centinelas... hasta el nuevo Coronel Stryker. Creo que le faltó maldad más que esos aires de dios que le imprimieron. Hicieron que se viera menos creíble y demasiado grandilocuente. Muy parecido sucede con sus jinetes, Psylocke, Storm y Angel, con la excepción de Magneto que está muy bien como siempre. Los otros tres resultan jugadores de poca monta en la trama, cuyos motivos para unirse al mal nunca son revelados más allá de dar rienda suelta a sus poderes. Además son super panqueques. En un momento son los más malos de todos y al otro se convierten al lado de los héroes como por arte de magia. Quizás Singer quiso abarcar tanto que se quedó con pocas pilas para darle forma a sus villanos y eso es grave para un film de este estilo. En esta línea también me encontré con cuestiones muy buenas a priori que terminaron siendo manejadas mal. Un ejemplo claro es la vuelta de Magneto al lado oscuro. Lo de su familia era potencialmente espectacular, pero la forma en la que el director maneja la tragedia le quita trascendencia e impacto. La relación (o falta de) de Quicksilver y Magneto tampoco se desarrolla de ninguna manera lo que hace que la intervención del primero en la trama pierda importancia y motivación. El cameo de Wolverine también fue bastante torpe aunque debo admitir, que siempre en un placer verlo participar de esta saga. En fin, un cierre bueno pero tambaleante, que deja un gusto agridulce por el potencial que mostraba y no terminó de entregar. Los seguidores de las X-Men la van a disfrutar pero tanto como otras entregas anteriores.
APOCALIPSIS MUTANTE Todo comenzó algún tiempo atrás y gracias a Bryan Singer, ya que fue su X-Men, allá por el año 2000, la que inició el camino de un género que, dieciséis años después, vive su primavera cinematográfica: el de los superhéroes. Luego de las dos primeras películas a comienzos de la década pasada y X-Men: Días del futuro pasado (2014), el renombrado Singer parece dar su primer paso en falso en lo que va de la saga. X-Men: Apocalipsis acontece a principios de los ochenta, diez años después de lo ocurrido en la entrega anterior. Mystique es apenas el recuerdo de una heroína, Magneto va camino a formar una “familia tipo” gracias a una nueva identidad, Charles sigue con su escuela y recluta mutantes frescos y atribulados por su condición. Mientras tanto, una de las grandes fallas de la película (la que le da su nombre, ni más ni menos) va de continente en continente, luego de una siesta que duró milenios, reclutando a sus cuatro jinetes para acabar con todos. Se trata, claro está, de Apocalipsis (Oscar Isaac), un mutante que se cree Dios pero que genera más risa que otra cosa. Es el mutante de mutantes, acaso el primero, pero al igual que ocurría con Ronan en Guardianes de la galaxia, parece salido de una Comic-Con. Si el film ya empieza rengo con un antagonista que deja que desear, dos horas y media después, la cosa tampoco va mucho mejor. El humor no funciona en ningún momento, los one-liners se multiplican hasta el último minuto (¿no aprendieron luego del horrible “mutant and proud” de J-Law en First Class?) y los personajes se empeñan en explicarle al espectador de qué va la cosa. Es cierto que Singer había dicho que su Apocalipsis se iba a teñir del estilo de Michael Bay pero en este caso el que avisa igual traiciona: muchos de los excesos de los que se habían prevenido las anteriores películas de Marvel, como la reciente Capitán América: Guerra civil aparecen aquí. Su guión no sostiene su gigantismo visual. Hay, por suerte, un puñado de aciertos, como las escenas en cámara lenta de Quicksilver que, es verdad, ya aparecían en X-Men: Días del futuro pasado, y la bellísima Psylocke (Olivia Munn) a la que le basta una mirada para intimidar. Muy poco para el director de Los sospechosos de siempre. En un fugaz momento de autoconciencia, la nueva Jean Grey (Sophie Turner, la Sansa Stark de Juego de tronos) dice que la tercera parte de una trilogía siempre es la peor. Es un guiño a X-Men: The Last Stand, la única de la trilogía inicial que no dirigió Bryan Singer. Pero es también lo que podría decirse de la trilogía que acaba de cerrar.//∆z
Una renovación entretenida “Apocalipsis” cierra el ciclo que inició con la aparición de la saga, y muestra a una nueva generación. La recién estrenada X-Men: Apocalipsis, es la tercera parte de la nueva serie de la película de mutantes, iniciada en 2011 con X-Men: Primera generación. Entre ambas, medió Días de futuro pasado (2014), una cinta que permitió replantear la historia que se nos había contado en entre 2000 y 2009, con la trilogía X-Men, X-Men 2 (2003), La decisión Final (2006), y la spin off X-men orígenes: Wolverine. A partir del borrón vienen las nuevas cuentas, con un reparto renovado con rostros jóvenes y populares incluidos. Jennifer Lawrence (Mystique), James McAvoy (Charles Xavier), Michael Fassbender (Magneto), Nicolas Hoult (Bestia), Evan Peters (Quicksilver), Rose Byrne (Moira Mc Taggert), Lucas Till (Havok) y Hugh Jackman (Wolverine) se mantienen como herencia de la saga. El grupo se renueva con Sophie Turner (Sansa Stark en Game of Thrones), como Fénix, Tye Sheridan como Cíclope, Alexandra Shipp (Tormenta), Kodi Smith Mc Phee (Nightcrawler) y Lana Condor (Júbilo), Ben Hardy (Angel), Channing Tattum (Gambit), a quienes veremos asiduamente hasta 2018, cuando se estrene New Mutants, con dirección de Josh Boone. En la que se presenta en estos días, la historia transcurre una década después de los sucesos de Días de futuro pasado, cuando Mistique se ha ido, en principio para no regresar; Magneto lleva una vida sencilla de padre de familia en algún rincón de Polonia y el profesor X observa los progresos en la escuela de mutantes que instaló en su mansión, con asistencia de Bestia. La paz, siempre esquiva, acaba una vez más cuando Apocalipsis regresa de la tumba en la que fue enterrado en el 3.600 antes de cristo. El enemigo más temible al que se han enfrentado en este universo -se trata de un vi llano increíblemente poderoso, tanto que los antiguos egipcios lo creían un dios y lo adoraban como tal- reingresa a la escena humana provocando incidentes de un extremo al otro del planeta, entre ellos, algunos que involucrarán a los X-Men y los obligarán a salir a la luz. Claro que con un mutante tan peligroso andando por el mundo, el prestigio ganado por algunos corre peligro y recrudecen los antiguos rencores hacia esta suerte de evolución de los humanos. Las antiguas luchas, dentro y fuera de mundo mutante se reinstalan y aquí van de nuevo, en dos horas y 25 minutos de narración que se vuelven llevaderos sólo gracias la pericia del director Brian Singer como contador de cuentos de acción y a la novedad que implican los recién llegados.
Nunca me entusiasmaron demasiado los X-Men. Digo, he visto los dibujos animados y me han parecido una maravilla, pero los filmes de Bryan Singer son culebrones densos y excesivamente conversados. Le di gracias al cielo cuando trajeron a Matthew Vaughn - un tipo que sabe cómo hacer cosas cool - en First Class, y hasta parecía que Singer había aprendido la lección dando algo tan potable como Dias del Futuro Pasado... pero X-Men: Apocalipsis es un serio error de criterio. Lo poco que funciona se debe a un puñado de viejos conocidos - Fassbender, MacAvoy, el cameo de Hugh Jackman, el eterno ladrón de escenas Evan Peters - porque todo el elenco nuevo es descartable. Es un puñado de pendex sin carisma, elegidos por sus looks mas que por su capacidad de llenar la pantalla. La nueva Storm es una pordiosera punk sin carácter, Cíclope es un palurdo y hasta Jean Grey parece una pendex emberretinada en vez de ese animal sexual que era Famke Janssen. La nueva generación - versión joven de los X-Men tradicionales que conocimos en el 2000 - se ven como impostores y aportan tan poco que se ve como un relleno demasiado recalentado. X-Men: Apocalipsis tiene dos estados: aburrido y banal o sobrecargado de efectos especiales hasta el paroxismo. El villano es genérico y sólo sabe gritar, a Magneto sólo le pasan desgracias - es tan absurda la escena en donde pierde a su familia (¿en serio lo atrapan con un juego infantil de arco y flecha?) que termina dando gracia - y por eso se vuelve malo, aparecen demasiados personajes poco interesantes (¿a quién le interesa los dramas familiares de Ciclope o Jean Grey?), y algunos caracteres tradicionales se ven desdibujados - de dónde salió que Raven es una lider nata para conducir masas y salvar a la humanidad de su ominoso destino -. Encima el final es tan estirado y absurdo que parece salido de una pelicula fantástica japonesa, ésas en donde todos gritan como histéricos, sacan recursos de la galera y los buenos no terminan de morir nunca. X-Men: Apocalipsis es una pelicula fastidiosa. Los personajes toman decisiones arbitrarias - por qué Quicksilver no le revela a Magneto que es su hijo, si para eso se tomo la molestia de hacer semejante viaje -, y la derrota del villano es tremendamente arbitraria. Da la impresión de que los responsables de esto están aburridos de la franquicia y la cocinaron como se les dió la gana, dejando que la lógica saliera volando por la ventana. Hay demasiados personajes banales cuando lo mejor hubiera sido restringir todo a 5 o 6 - sobre todo los mas interesantes - y desarrollarlos con la profundidad que se merecían. Siendo cinico, diría que X-Men: Apocalipsis es un filme capaz de destruir la franquicia X-Men. Aburre y satura, y no tiene el enganche de las entregas anteriores. Es momento de que Singer se vaya de la franquicia y que el que venga, vuele a la mitad del cast ya que parece salido de Crepúsculo. Ni uno de los recien llegados vale la pena y da la impresión que el director de casting se pasó de copas, ya que terminó por reclutar a cualquiera... afectando la prestancia de alguno de los personajes mas importantes de la tira, los cuales se transforman en pálidas copias de los originales.
Publicada en la edición #284.
Publicada en la edición #284.
En Sabah Nur es traicionado por sus seguidores y enterrado en un abismo eterno, sólo para despertar a principios de la década de los 80’s, 10 años después de los eventos de ocurridos en X-men Días del Futuro Pasado. Por este hecho los X-men vuelven a alistarse en una nueva misión de rescate. X-men: Apocalipsis ofrece una mirada más personal y distinta a lo que estamos acostumbrados. Se lo ve a Erik Lehnsherr a.k.a. Magneto en una posición de padre de familia dejando atrás su oscuro pasado. Simon Kinberg y Bryan Singer, sus guionistas, también destacan a Scott Summers (Ciclope), que desde el inicio de la saga se lo trata como uno más del montón (recordemos su penosa aparición en The Last Stand). En esta parte miman un poco más a los personajes olvidados y/o encasillados, refrescando sus historias por más corto que sea ese tratamiento. Todo esto puede ser un punto positivo, pero al mismo tiempo de revitalizar a viejos conocidos, Singer y Kinberg, desaprovechan de una manera monumental a los recién llegados. El más claro ejemplo son los ayudantes de En Sabah Nur, sobretodo dos de sus “Jinetes”, Psylocke y Angel (el último previamente visto en The Last Stand). A ellos se los puede ver en toda la campaña de marketing de Apocalipsis - Olivia Munn sube videos prácticamente todos los días para mostrar a su personaje, según dice ella, el mejor de todos – estos nuevos estelares prometían hacer exclamar: ¡Acá se arma en serio!; aunque lamentablemente (tengo que decirlo), terminan dando un resultado que deja mucho que desear. La mutante del eterno piloto amarillo, Júbilo, es otro ejemplo. Ella figura en la película con el objetivo de dar diversidad cultural, parece un chiste, y no lo es. Hablemos un poco del gran villano En Sabah Nur alias “Apocalipsis”. Su presencia en los trailers dejaba un sabor agridulce y para empeorar las cosas, su primer vistazo en imágenes, desato una ola de controversias por una apariencia poco llamativa recordando a muchos a un hermano perdido de Ivan Ooze de Power Rangers (1995). Oscar Isaac el encargado de dar vida a Apocalipsis hace un trabajo correcto con el material que le fue dado. Posee una buena presencia cuando se le permite expandir su rango de expresiones, pero nuevamente sus guionistas, al centrarse exclusivamente en hacer brillar al equipo X-men se olvidan de un malvado, el cual, podría haber sido memorable. En esta entrega cada situación extraordinaria en pantalla se siente ordinaria. Esto es culpa del estudio por no querer arriesgarse a jugar con el público, para ser una película con semejante nivel de destrucción, es demasiado lineal y aburrida, le falta riesgo y recurre a lo básico y seguro. Pero todo no es negativo, destaco una escena al ritmo de Eurythmics, estos pocos minutos dan un agradable respiro al festival de clichés y mientras menos sepan de la escena, mejor. X-men: Apocalipsis triunfa en “más de lo mismo”, ciertos momentos van hacen sonreír al público, estos son contados y opacados por lo lineal de la estructura total del film, el 3d no llama la atención y la película produce cierta sensación: a pesar de ser una historia sobre innumerables individuos con grandes poderes, se ve como un homenaje a Jennifer Lawrence interpretando a Katniss Everdeen de Los Juegos el Hambre durante la entera duración de la película.
Publicada en la edición #284.
Crítica emitida en Cartelera 1030-sábados de 20-22hs. Radio Del Plata AM 1030
La tercera entrega del reinicio de los mutantes encuentra al director en su momento más aletargado.