Michael Fassbender se destaca en esta adaptación del popular videojuego, en la que interpreta un impiadoso guerrero asesino. El escritor Nabokov dijo una vez que la palabra “realidad” no significa nada sin comillas y vaya cuánto se ajusta esta noción al ambicioso film de Justin Kurzel (Macbeth), la adaptación del mítico y exitoso videojuego Assassin's Creed, cuyo relato alterna dos realidades distintas. La historia gira en torno a Callum Lynch (Michael Fassbender), un hombre condenado a la pena de muerte —por delitos que nunca conoceremos— que en el momento de su ejecución será rescatado por la organización Abstengo, dirigida por los emisarios de la orden de los Templarios: Alan Rikkin (Jeremy Irons) y su hija Sophia Rikkin ( Marion Cotillard), una notoria científica que desarrolló Animus, una especie de máquina con tecnología revolucionaria que permite rastrear ADN y desbloquear los recuerdos genéticos de los seres humanos. De este modo, Callum revivirá en primera persona las memorias de su ancestro Aguilar de Nehra, un asesino miembro de una hermandad secreta que vivió durante la España del siglo XV, en pleno auge de la Inquisición. La intención de los Templarios será investigar sucesos del pasado para corregir el presente, así como también que Lynch encuentre la preciada Manzana del Edén, que supuestamente puede acabar con la violencia y cualquier tipo de rebelión en el mundo. Pero no todo lo que reluce es oro, la logia de los Templarios, además de ser poderosa, es opresiva y Callum lleva en su cuerpo sangre guerrera, de la estirpe de la milenaria congregación de Asesinos, por lo que no tardará en rebelarse. En Assassin's Creed, la lógica del videojuego aparece insertada en su estructura formal, el relato se activa a partir de dos tiempos: el presente y un pasado virtual que reconstruye la época de la inquisición española. La película pasa de niveles, de plataformas o mundos como en un videojuego, mecánica que da pie al desarrollo narrativo. Si bien el film está bien logrado y la sobredosis de acción es funcional a los efectos especiales, falta conectar un poco más con el impulso primitivo y lúdico del espectador. No obstante, cabe destacar que a diferencia de otras fallidas transposiciones de videojuegos al cine, esta adaptación intenta profundizar la psicología del protagonista, así como el pertinente concepto de actualización. En el film, el tiempo y su suceder se actualizan constantemente, siempre se regresa al punto de inicio, por lo que la historia se articula a partir de los movimientos del personaje principal a través de un espacio cuyos componentes pueden acelerar o demorar el desarrollo del argumento. Evidenciando este complejo entramado formal, en donde la dinámica del videojuego se mezcla con la del dispositivo cinematográfico, Assassin's Creed va más allá del mero producto de entretenimiento y reflexiona acerca de la problemática de la representación, la ficción, la memoria y la percepción audiovisual.
SALTANDO AL VACÍO. Una película puede basarse en un libro, en una serie de televisión, una obra de teatro, una canción, un poema, una frase y, por supuesto, un videojuego. La mayoría de las películas que vemos están vinculadas con un texto previo de forma directa o indirecta, parcial o totalmente. Por una cuestión de lógica, los espectadores apenas hemos visto o conocido la mayoría de estos textos previos. No importa cuán culta sea una persona, estamos hablando de una inabarcable cantidad de material y no tiene mayor relevancia el conocerlo a la hora del análisis de una película. Si una película solo puede explicarse a través de algo que no está en ella y que sea algo más que el propio lenguaje del cine, entonces esa película está en problemas. Assassin´s Creed es, claro, una película que está en serios problemas, ya que el único argumento que puede generar interés para verla o disfrutar de algunos de sus escenas, es su vínculo con el videojuego. El protagonista de la historia es Callum Lynch (Michael Fassbender). Encerrado en la prisión y condenado a la pena de muerte, Callum recibirá una nueva oportunidad de la organización Abstergo, quien lo rescata fingiendo su muerte y lo lleva a formar parte de un experimento. Mediante una tecnología capaz de rastrear su ADN y acceder a sus recuerdos genéticos, Lynch vivirá las aventuras de su antepasado Aguilar de Nehra en la España de la Inquisición. Una sociedad secreta de asesinos en guerra con los Templarios va desde aquella época hasta la actualidad. Toda la película transcurrirá entre esos dos tiempos, cada una con su propio conflicto y con personajes que van tratando de darle interés a la trama. Pero este entramado no logra funcionar en ningún momento. El esfuerzo de producción, minucioso hasta el detalle en el pasado, con vestuarios que buscan ser en sí mismos un lujo, no consigue que la película gane en fuerza o interés. Incluso las sofisticadas escenas de dobles de riesgo, que buscan más que cualquier otra cosa el estilo del juego, son hechos tan aislados como incongruentes. Una pena que tantas posibilidades se hundan porque no hay una puesta en escena cinematográfica que logre imprimirle vértigo. En cuanto al lujoso elenco hay que decir que no significa nada ni produce efecto alguno tampoco. Podrían haber sido digitales y tal vez hubieran funcionado mejor. Cualquier actor podría haber estado en ese rol, porque igualmente nada funciona ni atrae nuestro interés hacia los personajes. El público cautivo que arrastra el videojuego tal vez le alcance a la película, pero si la intención era acceder al mundo del cine, hay que decir que ha fracasado estrepitosamente.
Pulse Start En ningún momento de sus casi dos horas de duración Assassin's Creed (2016) está cerca de ser una buena película (la primera escena, que yuxtapone un clan de asesinos encapuchados en la España del siglo XV con música de rock & roll, detalla el pedigrí de la producción mejor que nada), pero de vez en cuando está a punto de ponerse entretenida. Nunca llega a serlo del todo. La película está dirigida por Justin Kurzel y escrita por Bill Collage, Adam Cooper y Michael Lesslie, sobre la serie de videojuegos de Ubisoft. Cometen el mismo error que tantos otros antes de ellos al encarar la tarea de llevar un videojuego a la pantalla grande: se toman una trama ridícula demasiado en serio. La serie de juegos trata sobre una histórica lucha entre dos bandos: los Templarios, que intentan someter al mundo bajo control, y los Asesinos, cuya existencia es enteramente reaccionaria a la de sus enemigos. La lucha gira en torno a la búsqueda y uso de artefactos pseudocientíficos en períodos tales como las Cruzadas, el Renacimiento, etc. La parte que a nadie le gusta es que el marco narrativo de los juegos es el presente, y las aventuras históricas técnicamente son sesiones de realidad virtual diseñadas por los Templarios para descubrir la locación de dichos artefactos. En cuanto a la película, Callum Lynch (Michael Fassbender) es secuestrado por científicos Templarios (liderados por Jeremy Irons y Marion Cotillard) y forzado a revivir las memorias de su antepasado, el Asesino Aguilar, con tal de rastrear el paradero del “Fruto del Edén”. ¿Qué es el Fruto del Edén? “Una reliquia que contiene el código genético del libre albedrío,” explica alguien. Ya. Lo importante es que todos lo quieren y avanza la trama, así que califica como MacGuffin. La película se divide en un 70/30 por ciento entre el “presente” 2016 y la España de 1492, en la que Aguilar (también interpretado por Michael Fassbender) pelea contra los esbirros de Torquemada. Lynch es enchufado a un brazo mecánico y suspendido en el aire para que pueda copiar libremente los movimientos de su ancestro, los cuales vemos en paralelo a la acción. No es la mejor decisión interrumpir constantemente las escenas históricas con inserciones de Lynch pataleando en el aire, sólo para recordarnos de que estamos viendo un simulacro. El resto de la película, lamentablemente, se desperdicia en explicar los matices más confusos de su ciencia ficción y rumiar sobre filosofía barata. Es una pena pero también es lo más parecido que hay a una historia, porque el tercio que le corresponde a Aguilar es pura acción: escenas sin contexto en las que lucha contra las fuerzas armadas de la Inquisición y huye con lujo de parkour por los tejados de Andalucía. Formalmente estas secuencias se ven geniales - estamos ante el mismo director de la visualmente atractiva Macbeth (2015) - y no muy distintas a los momentos más espectaculares de los juegos, pero carecen de su fluidez. El montaje ya de por sí es frenético, ¿hace falta quebrar la inmersión alternando entre la memoria en sí y la realidad de Lynch reviviéndola? Aguilar jamás se constituye como personaje y a efectos de la trama no es más que el avatar de Lynch, que juega un videojuego para entretenimiento del público (tan segregada está la acción del resto de la historia). Aguilar es acompañado por una secuaz femenina (Ariane Labed) que tiene igual de atención de la cámara y con la que comparte la mayoría de sus aventuras, pero ni nombre recibe: un espacio a llenar. Irons y Cotillard dispensan información y nada más. Actores del porte de Brendan Gleeson y Charlotte Rampling interpretan papeles mediocres en escenas insignificantes. Hay peores adaptaciones de videojuegos, lo cual no es decir mucho. Si tan solo le hubieran seguido al hilo a la ridiculez cómica de los juegos en vez de tomarse todo tan en serio, o si hubieran eliminado el marco narrativo, o si se hubieran concentrado en una de las dos historias. Hay tantas formas en que se podría haber aprovechado el concepto y salvado lo bueno del film, que en definitiva es la coreografía y el diseño de producción. Siempre que parece que Assassin's Creed está por ponerse interesante, Kurzel tira del enchufe y desconecta la consola.
La predisposición hacia la violencia Si hay algo que le hace falta a la acción lavada e infantiloide de nuestros días es una vuelta a la severidad de antaño, y ello es precisamente lo que nos regala Assassin’s Creed (2016), una propuesta maravillosa que enarbola a la incertidumbre ideológica y la intensidad de los combates como sus banderas… A esta altura ya podemos confirmar que la reciente Warcraft (2016) y la obra que hoy nos ocupa, Assassin’s Creed (2016), vienen a dar de baja la maldición de los videojuegos en lo que respecta al séptimo arte, léase esa serie de adaptaciones horrendas de productos que nacieron en las consolas. Ambas películas no sólo toman los mejores elementos del material de base para colocarlos al servicio del lenguaje cinematográfico, sino que además tranquilamente pueden disfrutarse como opus independientes que consiguen sobresalir por derecho propio en el terreno elegido: mientras que con motivo del clásico de estrategia de Blizzard Entertainment el director Duncan Jones decidió privilegiar la vertiente centrada en las aventuras mitológicas con un fuerte sustrato político, aquí el australiano Justin Kurzel aprovecha la franquicia creada por Ubisoft para poner todas sus fichas en un cine de acción de tono fantástico que responde a la ambigüedad moral de sociedades secretas milenarias. Reproduciendo la dialéctica del videojuego, en esencia una epopeya en tercera persona -con recorridos transversales a lo largo de diferentes períodos de la humanidad- inspirada en el formato símil plataformas del querido Prince of Persia, en esta ocasión el personaje de Callum Lynch toma la posta de Desmond Miles como protagonista, aunque se conservan el planteo inicial y el conflicto de fondo: Lynch (Michael Fassbender), ahora un convicto por homicidio, es secuestrado/ rescatado el día de su ejecución por Abstergo Industries, la fachada contemporánea de la Orden de los Caballeros Templarios, una organización que desde hace siglos mantiene una rivalidad ideológica con el Credo de los Asesinos en torno al libre albedrío, principalmente porque los primeros desean controlarlo y los segundos protegerlo a toda costa. Así las cosas, los Templarios pretenden encontrar la Manzana del Edén, pieza primordial de la desobediencia y poseedora del código genético de la libertad. Por supuesto que rápidamente Alan Rikkin (Jeremy Irons) y su bella hija Sophia (Marion Cotillard), los cabecillas de la delegación de Madrid de los Templarios, conectan a Lynch a la interfaz del Animus, un dispositivo tecnológico que permite al susodicho “revivir” las experiencias de sus ancestros, enfocándose hoy por hoy en Aguilar de Nerha (también interpretado por Fassbender), miembro fundamental de los Asesinos y última persona conocida en contacto con la Manzana. De esta manera ingresamos a la segunda capa del relato, lo que nos lleva a la Andalucía de 1492, cuando Tomás de Torquemada (Javier Gutiérrez) y su lugarteniente Ojeda (Hovik Keuchkerian), los líderes de los Templarios de la época, secuestran al Príncipe Ahmed de Granada (Kemaal Deen-Ellis) para forzar a su padre, el Sultán Muhammad XII (Khalid Abdalla), a que entregue la Manzana del Edén. Lynch, bajo el ropaje de Aguilar, luchará tanto contra Torquemada como contra los Rikkin. En primera instancia lo más sorprendente del film es la profunda destreza que demuestra Kurzel, responsable de las excelentes y muy ásperas Snowtown (2011) y Macbeth (2015), en lo referido a las secuencias de acción, imponiendo un ritmo seco en el que cada golpe se siente como una pequeña laceración producto del frenesí. El realizador combina con maestría el live action con una dosis más que sensata de CGI para mantener al espectador atrapado durante una andanada de enfrentamientos coreografiados a la perfección, que para colmo llevan hasta el extremo las carnicerías y la intensidad general de los combates cuerpo a cuerpo (a años luz, precisamente, de lo que suelen ofrecer los opus englobados bajo la calificación PG-13). El desarrollo de personajes tampoco se queda atrás gracias al ajustado e inteligente guión de Michael Lesslie, Adam Cooper y Bill Collage, un trabajo adusto que consigue unificar nihilismo, brutalidad, ucronías y un naturalismo de impronta metafísica. Lejos de la sensiblería y el humor bobo a los que nos tienen acostumbrados los bodrios de superhéroes y sus correlatos en distintos géneros, Kurzel en Assassin’s Creed propone un regreso al cine hardcore de acción de las décadas de los 80 y 90, recuperando sin titubeos la parafernalia visual de la saga iniciada con Matrix (The Matrix, 1999) y aquella tradición de colocar en primer plano a un protagonista que literalmente se coma la pantalla, como Fassbender en este caso, quizás el mejor actor del mercado cinematográfico internacional contemporáneo. Finalmente no queda más que aplaudir la decisión del australiano de no homologar a los Templarios con los villanos y a los Asesinos con los héroes de manera rudimentaria: el director se juega, en cambio, por una suerte de indeterminación que lo hace girar desde la derecha (la obsesión con obtener el poder de los primeros) hacia la izquierda (la defensa irrestricta de la autonomía individual de los segundos) y viceversa, sugiriendo como verdaderos “monstruos” a las versiones extremistas de ambas doctrinas y a la gran excusa de fondo que utilizan los bandos para situarse en la lucha hegemónica, ya sea en contra o a favor, léase la execrable capacidad del ser humano para desparramar violencia…
Assassin’s Creed: Game Over a la adaptación de videojuegos. O como podríamos decir BASTA ya a pasar fichines al cine, porque demasiado presupuesto no significa buena calidad. Super Mario Bros. (1993), Prince of Persia (2010) o la reciente Warcraft (2016) son ejemplos vastos de como tenemos que dejar de apoyar productos fílmicos basados en videojuegos. La famosas franquicias ya son en sí mismas, en sus plataformas virtuales, ejemplos de como una historia puede contarse de manera diferente y entretenida, creando un mundo completo con secuelas y precuelas para el avesado jugador de fichines. Assassin’s Creed llegaba con la expectativa de romper los paradigmas establecidos y traernos, por in, una adaptación digna de esta clase de géneros, pero falla considerablemente pecando de querer ser seria por momentos y espectacular por otro lado. Al principio de la película, Callum Lynch (Michael Fassbender) está a punto de ser ejecutado con una inyección letal, pero es rescatado ‘in extremis’ por una enigmática corporación llamada Abstergo. Sus líderes, Sofia (Marion Cotillard) y su cadavérico padre Rikkin (Jeremy Irons), han descubierto que Cal es descendiente de Aguilar de Nerha, miembro de los Asesinos en la España del siglo XV. Esencialmente, quieren usar a Cal como rata de laboratorio: que a través de una máquina (Animus) viaje mentalmente más de cinco siglos atrás en el tiempo, se conecte con los recuerdos de su guerrero antecesor y se pelee contra hordas de españoles a cuchillazos y flechazos con el fin de ayudar a los malos a localizar la Manzana del Edén, un artefacto que según dicen contiene el código genético de la raza humana y servirá para erradicar la violencia inherente en nuestro ser. A ver, si en tu vida jugaste algún capítulo de esta saga todo te va a parecer confuso, ya que Justin Kurzel nunca se molestó en explicar lo que en el juego sí, y perdió el tiempo justificando y explicando otras cosas. No sabemos por qué un águila da vueltas todo el tiempo por el cielo (literalmente) haciendo de nexo entre escenas del pasado y futuro; no sabemos que la Manzana proviene de una raza avanzada tecnológicamente que nos creó (esto lo sé por haber investigado para escribir este artículo, no porque el señor director del film alguna vez lo haya mostrado en el film) y tampoco sabemos por qué razón durante dos horas no pasa absolutamente nada y cuando sucede algo de acción, no solamente mancha la fotografía con un croma marrón y mueve la cámara frenéticamente, dejándonos con los ojos dados vuelta y mareados sin saber que pasó realmente. Desde el aspecto técnico, vestuario y locaciones para la Andalucía del Siglo XV es todo espléndido, utilizando Almería como lugar de acción para una persecución que nos hace admirar esos bellos paisajes que sirvieron para los mejores westerns europeos, aunque solo eso logra evocar. La cinta no tiene misterio, es totalmente confusa y exceptuando la actuación de Fasbbender (que le pone todo el empeño por ser serio en un producto que él mismo produjo), tanto Cotillard y sobre todo Jeremy Irons, están desaprovechados y ridiculizados al máximo. Por favor no hablemos de cómo los anglosajones pronuncian el español ibérico porque cuando comienzo a recordarlo me sangran los oídos de nuevo (presten atención a cuando pronuncian la palabra “manzana”) Assasin’s Creed prometía espectacularidad y la cumple, aunque por momentos se torne aburrida y sea, creo yo, una de las peores adaptaciones de videojuegos y una de las peores películas que nos trae este 2017 que recién comienza.
La película conecta dos mundos y dispara una sucesión de persecuciones en azoteas, al estilo "parkour". Con un elenco local español y Michael Fassbender como cabeza del proyecto, el relato logra sólo algunos momentos disfrutables. "Trabajar en la sombra para servir a la luz" es una de las frases que sintetiza esta adaptación del exitoso videojuego lanzado en 2007, que tiene secuelas, y expone un eterno combate entre Asesinos y Templarios. El mismo equipo de Macbeth, con el director Justin Kurzel a la cabeza y con los protagonistas Michael Fassbender -Magneto en la saga X-Men- y Marion Cotillard -vista la semana anterior en Aliados- regresa para instalar un universo de luchas ancestrales y travesías en el tiempo. Cal Lynch -Fassbender- es un convicto que se enfrenta a la pena de muerte pero encuentra su segunda oportunidad en un experimento desarrollado por las Industrias Abstergo, liderada por Sofia -Cotillard- y su frio padre -Jeremy Irons-, una máquina con tecnología revolucionaria que permite rastrear ADN cuando descubren que Cal es descendiente de Aguilar de Nerha, el miembro de una sociedad secreta conocida como los Asesinos en la España de la Inquisición. Dos mundos y dos bandos opuestos se conectan y la acción no tarda en aparecer, mientras Cal está colgado del dispositivo que le permite recordar y vivir la vida de su antepasado. Con este esquema, por momentos confuso, y proclive a ser disfrutado en mayor medida por los amantes del videogame, la película es una sucesión de persecuciones y enfrentamientos en azoteas, al estilo "parkour" con saltos de un techo a otro. Con un elenco local español y un ejército, el relato tiene sólo algunos momentos disfrutables como el antes mencionado, pero hasta resulta aburrido en la mayor parte de su desarrollo. A la buena labor de Fassbender, un actor siempre iluminado, se suman también intérpretes de prestigio como Brendan Gleeson y Charlotte Rampling en roles menores que pasan casi desapercibidos. La lucha de un hombre, quien arrastra además la muerte de su madre, es uno de los motores del film que impone su paleta de colores oscuros para la época medieval y un toque moderno cuando muestra esta suerte de cárcel donde se somete al protagonista al peligroso experimento. Entre música estridente, el pasado virtual tiene escenas de acción logradas pero que no superan la media que se aprecia en este tipo de producciones. El resto alterna pasado y presente como en un caótico pasaje de niveles.
Esperada adaptación del clásico juego del mismo nombre que propone una lucha descarnada entre Templarios y Asesinos para dominar el mundo. Justin Kurzel apela a la épica para enmarcar el relato en el que Callum Lynch (Michael Fassbender) funcionará como nexo entre el pasado y el presente al ser conectado en una máquina que revela imágenes sobre el origen de la disputa. Dos científicos (Marion Cotillard y Jeremy Irons) con ideas diferentes sobre Callum y aquello que se debe desprender de sus regresiones, marcarán el ritmo de una película que no da tregua y que transmite efectivamente el espíritu de uno de los juegos más vendidos del mundo.
Salvo el principio de la saga Resident Evil (veremos qué pasa con el nuevo film que se estrena en unos días) absolutamente todas las adaptaciones de videojuegos a la gran pantalla han sido malas. Assassin´s Creed no escapa a esta máxima. La premisa es buena, el director Justin Kurzel viene de hacer un gran trabajo (Macbeth, 2015), el elenco está compuesto por grandes actores y es una superproducción que desde el vamos cuenta con una base sólida de fans. ¿Entonces qué falló? Es una película que no tiene razón de ser y que a pesar de sus fantásticas escenas de acción aburre mucho. Sus personajes no enganchan a pesar del carisma de Michael Fassbender y la siempre genial Marion Cottillard, y el despliegue visual no alcanza para tapar el sinsentido de una película así. Sin ser gamer soy bien consciente de lo genial que es el juego en el cual se basa y la película está a años luz de replicar el fenómeno. Principalmente porque nunca debió ser adaptado. Assassin´s Creed solo será disfrutada -como un anexo- por los fans del juego y nada más.
La versión cinematográfica de “Assassin's Creed” venía con muchas ganas de salvar las adaptaciones fichineras. Les tengo malas noticias: eso no va a pasar, principalmente porque el director Justin Kurzel se concentra demasiado en la estética y se olvida de contarnos una historia con cierto grado de coherencia. Kurzel vuelve a hacer equipo con Michael Fassbender tras la buena acogida de “Macbeth” (2015) y se sumerge en sociedades secretas y mitos medievales que llegan hasta la actualidad. Arrancamos en la España del siglo XV, en plena Inquisición Española, donde Aguilar de Nerha (Fassbender) es introducido como nuevo miembro de la orden conocida como los Asesinos, comprometido a proteger al príncipe Ahmed de Granada y la Manzana o Fruto del Edén, artefacto que contiene el código genético del libre albedrio, también buscado por los Templarios con la única intención de subyugar a la humanidad. Hasta acá, todo bien, incluso nos creemos que Fassy domina el acento español. Saltamos a 1986, un pueblucho en medio del desierto norteamericano, donde el pequeño e intrépido Callum Lynch atestigua como, supuestamente, su papá asesina a su madre. Callum huye y comienza una vida de fechorías y ansías de venganza. Treinta años después, el camino llega a su fin, cuando es sentencia a muerte por matar a un proxeneta. A lo ojos del mundo, Lynch deja de existir, pero tiene una segunda oportunidad gracias a la gente de Abstergo, una compañía que, a través de una tecnología revolucionaria, intenta erradicar la violencia en el mundo. La cosa no es tan así, Abstergo es la fachada perfecta de los Templarios. Alan Rikkin (Jeremy Irons) y su hija Sophia (Marion Cotillard) dirigen el lugar con base en Madrid y, de la mano de Lynch (otra vez Fassbender) tienen su mejor oportunidad para hallar la Manzana. ¿Cómo? Callum descubre que desciende de Aguilar y, a través del Animus, puede experimentar las memorias del “asesino”, incluyendo la ubicación del Fruto del Edén. De repente, el condenado manifiesta habilidades que ni pensaba que tenía, pero debe haber cierto consentimiento de su parte para logar las metas de los Templarios. O sea, los malos quieren erradicar el libre albedrío, pero necesitan de este para logar sus objetivos. ¿Se entiende? Esta es una de las tantas inconsistencias de la película y, sobre todo, del personaje de Callum, que no tiene ni pies ni cabeza. Sus decisiones no están muy justificadas que digamos, y cambia de actitud más rápido de lo que Anakin se pasó al Lado Oscuro. “Assassin's Creed” (2016) es un mar de clichés narrativos que sólo zafa gracias a sus espectaculares escenas de acción muy bien coreografiadas, la puesta en escena medieval (aunque no se entiende porque España es tan “brumosa”) y todo el concepto del Animus. Hasta ahí, paremos de contar. “Assassin's Creed” se toma todo (y a sí misma) demasiado en serio y ni siquiera logra entregarnos dos horas de sano entretenimiento descerebrado sin aburrirnos en el proceso. Falta una historia de fondo, aunque sea un algo básico, en vez de tantos saltos por los techos y problemas filosóficos. Ubisoft, seguí participando.
2016 era el año que prometía un antes y un después en cuestión adaptación de games a la pantalla grande, lamentablemente, después de una fallida Warcraft llego la vez de Assassin´s Creed, e infelizmente quedamos por el camino nuevamente. Unos de los títulos, que a mi ver, era uno de los más fáciles de adaptar, la serie de juegos tiene una mitología bien establecida, contexto histórico, sci-fi de buena calidad, y cuando anunciaron que Michael Fassbender estaba como productor y en las entrevistas mostraba realmente las ganas y el interés de llevar la franquicia a otro nivel, y con el resto del elenco de primera calidad pensé que ésta estaría fácil. Pero Hollywood como siempre consigue sorprendernos con una adpatacion pobre, que a pesar de ser visualmente excelente, tiene un guion y diálogos que pensé que no estaría viendo en estos días, repitiendo, Hollywood siempre consigue sorprendernos. Para quien tuvo contacto con la saga Assassin´s Creed en los juegos, la historia es muy parecida al primer juego, donde tenemos a Cal (Michael Fassbender que acá sería parecido a Desmond), quien es teóricamente ejecutado por un crimen, pero que en realidad es entregado a la corporación Abstergo, donde nos encontramos a Sofia (Marion Cotillard, muy parecido al papel que tuvo Kristen Bell en el juego), una científica que dice necesitar la ayuda de Cal para poner un punto final a la violencia humana. El método para llegar a eso es el de poner al personaje en la maquina llamada Animus, donde puede revivir las memorias genéticas de sus ancestrales, que es miembros del credo de los Asesinos, que fue la última persona conocida a tener contacto con la Manzana del Eden, que, según a los que la buscan (Templarios) y los que los guardan (Asesinos), fue dejada por Dios con un mapa para entender la violencia, y como es explicado más de una vez en la película, contiene el código genético del libre arbedrío. Bueno, por el lado positivo, mucho de lo que vemos en el juego está presente en la película, en la acción, pakour, el famoso salto de fe (a pesar de ser muy fiel, es usado muy pobremente), la parte estética esta muy bien lograda, en general parecía que nos dirigiríamos a una adpatacion digna. Lamentablemente, todo eso es cubierto con un guion que estaba mas interesado en hacer una primera parte de una franquicia que una película redonda, el tercer acto es lamentable, y además con un final que no tiene final. Se perdió todo el efecto de sociedad secreta, las motivaciones de Cal cambian sin ninguna explicación, transformó a Abstergo (que es una sociedad ideologica que busca un bien mayor) en un villano caricaturizado. Sufriendo de los “bugs” que fueron tan característicos en las últimas entregas de los juegos de Ubisoft, este no es el caso en que la adaptación de un juego muestra su potencial, infelizmente es otra oportunidad perdida.
Confieso que en mi vida jugué al Assassin’s Creed, videojuego en el que está basado la película. Antes de sentarme a escribir, estuve investigando un poco y por lo que vi, el film tiene mucho del primer juego de la saga. Aquí veremos a Callum Lynch (Michael Fassbender), en vez de a Desmond Miles (el del juego). Cal es un hombre sentenciado a muerte que es rescatado por una compañía llamada “Industrias Abstergo” para conectarlo a la máquina “Animus” para vivir experiencias de uno de sus antepasados, asesino (como él) y rescatar el “Fruto del Edén”. El film alterna entre el presente y el pasado, localizado en la época de la inquisición Española y las escenas que transcurren en simultáneo, en donde vemos a Cal en el presente “jugando” con el Animus, mezclado con fantasmagóricos personajes del 1400, están muy bien logradas. El argumento en sí, no me convenció y según tengo entendido no dista del juego. No me convenció ni me parece creíble, tanta “locura” por un fruto – que no es fruto – con tanto poder – que en realidad hasta es simbólico, y por favor, una vez encontrado el lugar donde estaba oculto, la manera tan fácil de obtenerlo. No! Assassin’s Creed sin embargo, es un film dinámico, que no aburre. Las secuencias de acción son entretenidas y las locaciones elegidas son acertadas. Las actuaciones son buenas, pero no deslumbrantes e insisto que el argumento hace agua. De todas maneras, es una película muy interesante para ver en pantalla grande, en 3d y comiendo un balde de pochoclos.
Adaptación insípida y letárgica Una maldición parece perseguir a Hollywood: las películas basadas en videojuegos. Salvo escasas excepciones, este subgénero ha acumulado films decepcionantes, construcciones digitales a puro vértigo con mínimos (si es que los hay) hallazgos artísticos. Assassin's Creed -basada en la saga de videogames iniciada en 2007- se suma a la lista repitiendo (y potenciando) los principales problemas de esta vertiente, empezando por su falta de personalidad. Es una pena porque el realizador es el australiano Justin Kurzel, quien venía de filmar una valiosa versión de Macbeth con Michael Fassbender y Marion Cotillard, protagonistas también de esta adaptación. Ni ellos ni el resto de los notables actores contratados podrán destacar este film en su currículum. Fassbender es un asesino que recibe una segunda oportunidad para ser parte de unas experiencias a cargo de la misteriosa corporación Abstergo. Así será enviado a la España de 1492 para quedar en medio de la lucha entre el clan de los Asesinos y el de los Caballeros Templarios, que recorre todas las entregas de los videojuegos de Assassin's Creed. La película apuesta a la espectacularidad visual, pero a pesar del despliegue de efectos, la narración resulta insulsa, monocorde y anodina. Las casi dos horas se estiran hasta límites irritantes y cualquier jugador extrañará el placer de prender su consola para experimentar y resolver estas aventuras en menos tiempo y con sus propias manos.
Manzana podrida En esta adaptación del popular videojuego, con Michael Fassbender, la coreografía de las peleas es lo único atractivo, ya que el elenco está desperdiciado. A veces sucede: el trailer de una película es más atractivo que la realización entera. Claro que uno lo descubre después de haber visto la película. Es lo que ocurre con Assassin’s Creed, adaptación del popular videojuego, que tiene a Michael Fassbender como principal protagonista, en un doble papel y con una línea de diálogo reveladora y en cierta manera premonitoria: “¿Qué car… está pasando?”. No es el único actor del elenco de estrellas que pueblan Assassin’s Creed: están Marion Cotillard, Jeremy Irons, Brendan Gleeson, todos en medio de un guión que parte de una idea sencilla y se va tornando interminable. Fassbender es Cal Lynch, un criminal a punto de ser ejecutado por una inyección letal cuando es salvado por una corporación llamada Abstergo, que trabaja con humanos como ratas de laboratorio. Cal es descendiente de Aguilar, que en el siglo XV en España integraba una fraternidad de guerreros (los Assassin del título) que peleaba con los Templarios y que protegían el fruto del Edén. La famosa manzana, que “encierra el código genético del libre albedrío”, se dice por ahí. O sea: la semilla de la desobediencia humana. Si los Templarios en el presente la obtienen, la tiranía se instala y cualquier rebelión se aniquila. Como se ve, simple. Pero lo que se ve en la pantalla no es tan así. A través de una maquinaria, Animus, Cal puede viajar en el tiempo virtualmente y “ser” Aguilar, por lo que peleará, aunque se mueva en el presente, atado a la máquina, en los tiempos de la Inquisición. Lo único bueno de la película son las coreografías de acción, las peleas, aunque llega un punto en que se reiteran y, si son la exclusiva diversión, agota. Y es difícil saber mérito de quién es precisamente esas coreografías que tan bien se ven en pantalla. ¿De Justin Kurzel, el director australiano de Macbeth, que era otra adaptación a la vez embrollada, pero con otro origen, claro, y que también tenía a Fassbender y a Cotillard como protagonistas? ¿Del director de segunda unidad? Demasiadas preguntas para un filme que falló en su traslado del videogame a la pantalla grande.
Assassin´s Creed tal vez no sea la peor película que se hizo basada en un video juego pero es por lejos una de las más aburridas. Esta vez la responsabilidad del fiasco no es exclusivamente de los estudios Fox. El film es un proyecto personal del actor Michael Fassbender, quien colaboró también con el financiamiento, y tuvo un control importante dentro de los aspectos artísticos. Fassbender aprobó el guión, eligió al director y reunió un reparto de actores de primer nivel, que se incorporaron a esta producción porque él estaba involucrado. Sin embargo, pese a que fue realizada con un equipo de gente talentosa, esta película no termina de convencer y es otra decepción más en materia de video juegos en el cine. En el caso puntual de Assassin´s Creed la gran debilidad del film se relaciona con el enfoque que le dieron a la historia. La gracia de esta propuesta pasa por ver a un grupo de asesinos combatiendo contra los Caballeros Templarios en distintos contextos históricos. El éxito del juego justamente tuvo que ver con la excelente fusión que presentó entre el género de aventuras y la ficción histórica. Por razones inexplicables, el guión de la película dejó esta cuestión en un segundo plano, que se limita a cuatro secuencias de acción, para narrar una aburrida historia de ciencia ficción en el presente, donde se construye el infumable origen del protagonista. Justin Kurzel, quien dirigió a Fassbender en la reciente adaptación de Macbeth, hizo un buen trabajo con los aspectos visuales del film y la reconstrucción del período de la Inquisición española. No es un detalle menor que tuviera el decoro de incluir actores españoles para las escenas de ese período, donde los personajes, incluido el protagonista, hablan en castellano. Las secuencias de acción de Kurzel son algo irregulares y se nota su inexperiencia en el género. Algunas momentos como una persecución por los techos de Andalucía, donde reside todo el fan service del film, quedaron muy bien resueltas. Sin embargo, en las escenas de peleas se dificulta ver con claridad los movimientos de los personajes debido a que la cámara se mueve demasiado rápido. Si el director intentó darle un estilo Jason Bourne a Asssasin´s Creed no funcionó. Pese a todo, al margen de esos detalles técnicos, las pocas peleas de los asesinos representan los únicos momentos de esta película donde la historia se vuelve un poco más interesante y al menos te rescatan del tedio por unos instantes. Michael Fassbender es el único miembro del reparto que encaró su trabajo con entusiasmo, ya que el resto de los actores (muy especialmente Marion Cotillard y Jeremy Irons) actúan en piloto automático como si le hubieran hecho un favor al protagonista. Los personajes no generan ningún tipo de empatía y la narración de Kurzel va tan rápido que apenas llegan a tener un desarrollo. Muchos diálogos intrascendentes y situaciones dramáticas que no tienen emoción terminan por aniquilar una propuesta que ofrecía un concepto interesante. Otro problema grave de la película es que al igual que Batman vs. Superman, Assassin´s Creed parece un extenso prólogo de filmes que vendrían en el futuro. La narración de Kurzel se enfoca demasiado en cimentar el terreno para la continuación en lugar de contar una buena historia en la primera entrega. Salvo que haya un cambio radical en el enfoque del argumento la saga que pretende construir esta producción no va a llegar muy lejos. No es necesario conocer todos los juegos de la franquicia y los cómics ue se editaron con estos personajes para darse cuenta que esta es una producción fallida. Como propuesta de aventuras le falta acción, no tiene momentos relevantes de suspenso y los personajes son olvidables. No obstante, creo que Assassin´s Creed tiene la ventaja de ser una propuesta con un enorme potencial por delante y con un director que domine el género y un argumento más interesante todavía podría brindar una buena película. Lamentablemente esta primera entrega no lo fue.
TEMPLARIOS Y ASESINOS AYER Y AHORA Una vez más el cine se tienta con el éxito de un videojuego, en este caso el de Ubisoft estrenado en el 2007 y que tiene ocho secuelas. Y como siempre comienza el dilema de contentar a los fanáticos – una tarea casi imposible- y lograr interesar a los que ingresar a esta imaginería. Unir el presente y el pasado de la España de la inquisición y revivir un supuesto enfrentamiento entre los Templarios y un “credo de asesinos” que pese a su nombre se empeñan en dejar a los hombres con su bien más preciado: el libre albedrío. Para eso se revive a un hombre condenado a muerte (también se lo ve como un niño que presencio el asesinato de su madre a manos de su padre) y se lo conecta a una maquina que puede transportarlo al pasado de líder de su secta letal. Todos están detrás de una “manzana” que contiene el código genético humano para supuestamente terminar con todas las guerras, odios y enfrentamientos. ¿Se mareó? Eso le pasa al espectador que tiene que dar como sentadas esas “verdades del argumento” que no profundiza en nada y que tiene como mayor atractivo las peleas, corridas, planos desde el aire, desde los ojos de un águila en distintas ciudades de España donde los templarios una y otra vez se ven frustrados en sus ambiciones. Después habrá un rulo del argumento que no contaremos y que promete secuelas. Un elenco de lujo con Michael Fashbender, Marion Cotillard, Jeremy Irons, Charlotte Rampling, Brendan Gleeson y siguen los nombres, algunos con pequeñas apariciones, un director que llamo la atención con su “Macbeth” Justin Kurzel y proyecto ambicioso que tiene flaquezas.
Caso testigo de película de videojuegos. El problema con la mayoría de las películas basadas en videojuegos es que se nota mucho que están más interesadas por el arqueo de caja que por tomarse al cine más o menos en serio. Entonces se vuelve evidente que no interesa construir un verosímil cinematográfico, sino que se contentan con reproducir visual y gráficamente los chirimbolos particulares de cada juego para contentar a sus fanáticos y, a lo sumo, capturar a algún consumidor serial de películas de acción (son muchos) o a aquellos espectadores que se dejan convencer por un cartel cargado de caras conocidas (también abundan). Toda esa descripción general encaja bien con las particularidades de Assassin’s Creed, suerte de caso testigo para este tipo de producciones. Iniciativa que, por otra parte, dispone de los recursos económicos que le permiten contar con un reparto de estrellas y recrear con lujo de detalle el universo fantástico del original. Que además son muchos, ya que la historia entrelaza dos realidades que el relato entrecruza. Una de ellas anclada en España durante la Inquisición, en la que un grupo llamado los Asesinos (los Assassins del título) le disputa a los Templarios la posesión de una reliquia religiosa llamada La Manzana que contiene, claro, algo así como la primera maldad de la humanidad. La segunda realidad transcurre en una suerte de presente futurista, en la que una corporación se encarga de rastrear aquella reliquia en busca de una cura genética para la “enfermedad” de la violencia. Entre ambas, un hombre es el único viajero capaz de unir ambas en busca de pistas que les permitan a los científicos del presente encontrar el lugar en donde aquella manzana fue ocultada en el pasado. Más allá de algunas escenas de acción entretenidas (lo mínimo que se le debe exigir a un film de este tipo), Assassin’s Creed avanza por el filo que separa lo convincente de lo intragable (y no pocas veces se adentra en lo profundo del lado incorrecto). No es necesario detenerse en detalles mínimos, como los pequeños errores que comete Michael Fassbender cuando su personaje regresa al pasado y tiene que hablar en español (en general lo hace dignamente), cuando se tienen escenas en las que este grupo de Assassins se enfrenta a un ejército inquisidor comandado por Torquemada en persona, peleando como ninjas. Este detalle, al que podría bautizarse como el Síndrome Matrix, de alguna manera pone al desnudo lo absurdo del recurso hollywoodense de meter las artes marciales en cualquier parte, cómo sea y a cuento de cualquier excusa. Incluso, como ocurre en este caso, cuando el asunto resulta tan poco convincente que al espectador no le queda más salida que empezar a ver como todo alrededor empieza a volverse absurdo o, lo que es peor, un poco ridículo. Una buena prueba de que la verdadera imaginación es una cosa muy distinta de la mera acumulación compulsiva de detalles inverosímiles.
Callum, un hombre a punto de ser ejecutado tras ser sentenciado a muerte, es rescatado por una organización que pretende utilizarlo para que viaje al pasado y descubra secretos ocultos de un antepasado perteneciente a la orden de "Los Asesinos", una logia en constante lucha con "Los Templarios". En su viaje a la España de la Inquisición deberá encontrar la "fruta del Edén", la manzana mordida por Eva en el Paraíso. Rodada por Justin Kurzel como si de un videojuego se tratara, esta aventura que combina ciencia ficción con acción, posee escenas de alto impacto visual. Desarrollada entre dos mundos, un presente tecnológico y un pasado medieval, es imposible buscar coherencia histórica en la trama, aquí todo está construido para el lucimiento del protagonista (un atlético y "pocas pulgas" Michael Fassbender) y para facturar con los clásicos subproductos que se supone, generará esta franquicia. La Andalucía en donde se dan los momentos más espectaculares del filme, resultan un escenario alucinante para las persecuciones y luchas cuerpo a cuerpo entre los distintos "credos". Más digital que real, el artificio no molesta, teniendo en cuenta que la idea del realizador es que los espectadores experimenten el filme como si fueran parte de un videojuego. No hace falta ser un iniciado en el mundillo de Assassin´s Creed para entender una trama clásica, sencilla y corta. Casi una excusa para lo realmente importante: las secuencias de batallas, escapes y saltos al vacío. Lejana a las aventuras de "capas y espadas" más clásicas de Hollywood, esta es una cinta para las nuevas generaciones de espectadores, criados bajo el ala protectora de un joystick.
ENCADENADO AL ANIMUS El cine no ha tenido mucha suerte con los videojuegos. Por lo menos en lo que hace a las adaptaciones. La gran mayoría de los proyectos derivados del algún exponente exitoso del mundo gamer terminaron o en una película fallida o en un fracaso comercial o, por lo general, en ambos. Habría que remontarse a las primeras Resident Evil para ubicar un puñado de películas por lo menos entretenidas, con cierta complejidad, y que hayan sido lo suficientemente exitosas como para justificar una saga que continúa hasta hoy. Es evidente que hay algo que no está funcionando. No hay, sin embargo, señales de que vayan a dejar de intentarlo. Assassin’s Creed es un videojuego que este año va a cumplir una década de existencia y que en ese lapso produjo unas cuantas versiones. Ahora llega el film que se constituye en la nueva esperanza de formar un matrimonio exitoso entre ambos medios y no parece que la suerte vaya a cambiar de momento. Se trata de un caso parecido al de la reciente Warcraft, donde se contrató a un realizador (Duncan Jones) imaginativo y con un universo propio al que se lo drenó de toda personalidad. En el caso presente, el realizador es el australiano Justin Kurzel, cuyo film anterior, una adaptación del clásico Macbeth, había llamado la atención sobre todo por sus ideas visuales, incluso se le crítico cierto manierismo, pero lo que no podía negársele es una visión y un estilo personal. Suponemos que son estas las cualidades que le valieron el puesto pero, como suele suceder, son las que no le dejaron desplegar del todo. El film toma la premisa del juego que tiene como trasfondo un antiguo enfrentamiento entre dos sociedades secretas, los Caballeros Templarios y la Secta de los Asesinos, y coloca a su protagonista Callum Lynch (Michael Fassbender) en el medio de esta lucha ya que es el único descendiente de un miembro del bando de los Asesinos (interpretado por el mismo actor). Lynch es rescatado/secuestrado por una corporación que posee un dispositivo, el Animus, que permite a quien se conecte al mismo recuperar su memoria genética reviviendo las experiencias de sus antepasados. Así, nuestro protagonista es periódicamente conectado para viajar en el recuerdo pero con una sensación de total realidad a las luchas de su antepasado en el marco de la España de la Inquisición. Mientras tanto los científicos de la corpo van grabando, observando y buscando pistas para encontrar un objeto, una pieza antigua que posee ciertos conocimientos ancestrales. Es decir, el famoso McGuffin aquí reencarnado como artefacto de poder. Lo más interesante es esta narración en paralelo entre el presente en la corporación y el pasado revivido que, si bien el protagonista lo vive como presente real, para el relato funciona como flashbacks. Hay como podía esperarse una estética cuidada y preciosista aunque sin llegar al nivel de juego formal que Kunzel mostró en Macbeth. Se nota que el realizador quiere hacer cine antes que traducir rutinariamente las imágenes de piruetas animadas del videojuego, por eso las escenas de acción son un poco más interesantes que la media de este tipo de films. No vamos a perder el tiempo con el uso un poco chapucero de ciertos elementos históricos, porque estos ya provienen del videojuego, su fuente original, y al fin y al cabo no son más que excusas para situar la acción. Además en un punto uno tiene que saber cuándo resignar rigor para para no arruinar la diversión. Sin embargo hay algo que todavía se resiste. Un tono de gravedad, de impostura, de solemnidad pomposa que funciona como obstáculo. Seguramente esto también es achacable a la fuente original, pero está claro que lo que funciona en un medio puede no hacerlo en otro y lo que puede verse bien en uno puede ser ridículo en el otro dejando al espectador afuera. Eso es un problema repetido y que sigue sin tomarse en cuenta en la traducción. Y es también (o en parte) por eso que hay algo en esta relación de renovada frustración entre videojuegos y cine que sigue sin funcionar. ASSASSIN’S CREED Assassin’s Creed. Estados Unidos. 2016. Dirección: Justin Kurzel. Intérpretes: Michael Fassbender, Marion Cotillard, Jeremy Irons, Charlotte Rampling, Brendan Gleeson, Michael Kenneth Williams, Ariane Labed. Guión: Adam Cooper, Bill Collage, Michael Lesslie. Basado en el videojuego creado por Patrick Désilets, Corey May y Jade Raymond. Fotografía: Adam Arkapaw. Música: Jed Kurzel. Edición: Christopher Tellefsen. Duración: 115 minutos.
Game over Después de que el proyecto estuviese dando vueltas y cambiando de manos llega la adaptación de la popular saga de videojuegos Assassin´s Creed. Callum Lynch (Michel Fassbender) es un prisionero condenado a muerte. Luego de la supuesta ejecución despierta en las instalaciones de la Fundación Abstergo donde la doctora Sofía Rikkin (Marion Cotillard) le explica que está ahí porque descubrieron en sus genes la conexión con un asesino español del siglo XV llamado Aguilar (Fassbender también), quien estuvo muy cerca de la Manzana del Edén, un dispositivo que si se abre permite controlar el libre albedrío de la humanidad. Lynch acepta conectarse a una máquina conocida como Animus que le permitirá experimentar lo que vivió su antepasado. Ahí conocerá la ancestral batalla entre los Assassins (protectores de la Manzana) y los Templarios (aquellos que quieren dominarlo) además de las verdaderas intenciones de la supuesta fundación liderada por Alan Rikkin (Jeremy Irons). Lamentablemente la película se hunde a los minutos de empezar, hay demasiados baches en el guion y algunas cosas que se ven en pantalla que nunca se explican y es necesario googlear para saber qué significan en la mitología del juego, se vuelve algo confusa y tediosa. Además de algunas decisiones de interpretación cuestionables como poner a los mismos actores a hacer las voces en español. En las interpretaciones no hay ninguno que pueda sobresalir, pero la que cae mejor parada es Marion Cotillard y Charlotte Rampling en los pocos minutos que tiene en pantalla, mientras que Michael Fassbender y Jeremy Irons están muy desdibujados. Asssassin´s Creed se convierte en otra fallida adaptación de videojuego (y van) con algún buen momento de acción, una excelente recreación de época, vestuario y la gran música a cargo de Jed Kurzel, hermano del director. Es momento que Hollywood deje por un tiempo el traspaso de juegos a la pantalla.
Si no es fácil adaptar un libro o una obra de teatro, menos lo es un videojuego. El estudio y las compañías productoras involucradas en este proyecto dieron un verdadero “salto de fe” al decidir adaptar a la pantalla grande “Assassin’s Creed”, la exitosa franquicia desarrollada por Ubisoft y creada por Patrick Désilets, Corey May y Jade Raymond. Ahora… ¿el resultado fue bueno? Mmm… más o menos… El argumento no es su fuerte. Tal y como lo hizo en “Macbeth” (2015), el director Justin Kurzel vuelve a trabajar junto a Michael Fassbender y Marion Cotillard en esta producción que toma todos los elementos de las distintas entregas para desarrollar una historia alternativa centrada en un personaje creado especialmente para esta ocasión; aunque no tanto, ya que está basado en Desmont Miles. Los gamers se darán cuenta de ésto. El protagonista es Callum Lynch (Fassbender), un criminal condenado a muerte que, tras su ejecución, es “rescatado” por Industrias Abstergo y obligado a participar en el Proyecto Animus, una tecnología revolucionaria que libera su memoria genética. De esta manera es capaz de experimentar los recuerdos de su ancestro, Aguilar de Nerha, un miembro del Credo de los Asesinos durante la inquisición española (bien por Fassbender que dice muy bien sus líneas en español). Esta compañía biotecnológica con base en Madrid es la encarnación moderna de la Orden de los Templarios. El objetivo de Alan Rikkin (Jeremy Irons) y su hija Sophia (Marion Cotillard) es descubrir dónde se halla escondido el “Fruto del Edén” en la actualidad, un artefacto que contiene el código genético del libre albedrio y así controlar a la humanidad y eliminar la violencia. Conforme Lynch continúa conectándose a la máquina Animus, no sólo comienza a comprender su pasado traumático y su papel en el conflicto entre ambas facciones en disputa desde hace siglos (Asesinos y Templarios) sino que adquiere las habilidades de un Maestro Asesino. El desarrollo de la película se produce en dos períodos, la actualidad y la España de 1492, cada uno con su propio conflicto que interconecta una idea principal. Pero es durante los fragmentos de la época de la Inquisición donde se suceden las mejores escenas de acción y efectos visuales. Pero sin dudas, la historia tiene algunos puntos flojos, ya que faltaría ahondar un poco más en el desarrolo de alguno de sus personajes secundarios y dar un poco más de información acerca del enfrentamiento entre asesinos y templarios. Por desgracia, Charlotte Rampling, Brendan Gleeson y Michael Kenneth Williams aquí están bastante desaprovechados. Queda claro que el objetivo de los realizadores es dejar contentos a los fans del juego e invitar al cine a nuevas audiencias que no están familiarizadas con el mismo. “Assassin’s Creed” no está mal, tiene sus momentos y es un buen prólogo para lo que viene, ya que deja al espectador con un final abierto para lo que serán sus próximas entregas (al parecer, una trilogía).
Malditos herejes Las sagas cinematográficas basadas en juegos suelen suscitar un interés más allá de su calidad debido al fanatismo de los seguidores, que en general están más interesados en consumir todo lo referente al producto que en el film en sí. Al igual que con los juegos de video, hoy los adultos también se entretienen jugando con las nuevas y complejas propuestas, aunque el sector adolescente siga manteniendo la ventaja y el liderazgo tanto en el consumo como en el fanatismo. El consumo adulto ayudó a que las productoras encaren mejor la trama de los films. En Warcraft (2016), del realizador inglés Duncan Jones, a la complejidad de la narración y a una historia solida e interesante con matices y profundidad, le sumaba una propuesta estética fantástica de gran calidad, a diferencia por ejemplo de sagas unidimensionales como Resident Evil (2002), de Paul W.S. Anderson. Assassin’s Creed (2016) busca en este sentido crear una historia que combina elementos históricos con características del género distópico referentes a los usos de la tecnología, diálogos interesantes y profundos, y muy buenas escenas de acción. Cal Lynch (Michael Fassbender), un hombre condenado a muerte por asesinar a un proxeneta, es rescatado del cadalso por una organización dependiente de una secta descendiente de la orden religiosa católica del temple, exterminada en la edad media por el Rey de Francia Felipe IV y el Papa Clemente V en el Siglo XIV. Abstergo, la oscura organización con sede en Madrid, la capital española y bastión de la inquisición, busca a través de un proyecto genético, Animus, encontrar a los descendientes de una orden de asesinos nihilistas enemiga de los templarios, la Assansin’s Creed, para escarbar en su memoria genética con el fin de encontrar el paradero de la manzana del edén, un artefacto que le dotó al hombre de libre albedrío. Mientras que la inquisición y los templarios buscan controlar las pasiones humanas y abolir el libro albedrio, Sofía (Marion Cotillard), la hija científica de Rifkin (Jeremy Irons), uno de los líderes de la ONG y líder el proyecto Animus, intenta encontrar la manzana para abolir el germen de la violencia en el mundo. El film combina grandes dosis de acción, especialmente durante el asedio sobre Granada en 1492, durante la lucha entre los asesinos contra los fundamentalistas católicos seguidores de Tomás de Torquemada (Javier Gutiérrez), con una narración ágil que intenta desarrollar el conflicto filosófico y vital entre las sectas religiosas en disputa. Mientras que el destacado elenco encabezado por Fassbender, Irons, Rampling, Ariane Labed, Javier Gutiérrez y Hovik Keuchkerian cumplen con creces en sus roles, Cotillard parece desconectada, como perdida en un personaje que se superpone con el de Irons, pero con diálogos anodinos que no presentan demasiado interés. Assassin’s Creed hace discutir a los diálogos nihilistas de la secta de los asesinos con el fundamentalismo teológico alrededor de la inquisición, en un relato sostenido por las logradas escenas de acción, las buenas actuaciones y un trabajo de dirección muy bueno de parte de Justin Kurzel (Macbeth, 2015). El guión en colaboración de Michael Lesslie Adam Cooper y Bill Collage tiene sus altibajos, pero es reflejo fiel de los problemas de traducción de los juegos al cine. Como toda saga, el opus de Kurzel deja un final abierto que desgraciadamente desluce todo el film por su falta de resolución y su desconexión con el resto, aunque no llega a destruir la propuesta filosófica.
Dentro de las generalidades de la ley, las adaptaciones del mundo de los videojuegos a la pantalla grande no han sido demasiado exitosas. Hay sí una franquicia que ha sobrevivido a la experiencia ("Resident Evil") y no mucho más. En esta oportunidad, Ubisoft lleva al cine al juego ícono de la compañía (que incluso posee una serie literaria sobre el tema) con relativa suerte, al menos desde la intención y algunos logros que merecen destacarse sobre el resto de los intentos anteriores de otros juegos que no tuvieron demasiado éxito ("Warcraft", "Hitman", "Silent Hill", "Need for Speed", sin ir más lejos). Lo primero que hay que decir es que Michael Fassbender se involucró mucho en la película. No sólo desde lo actoral, donde protagonizó la mayor parte de las peleas cuerpo a cuerpo, sino que produjo y hasta editó segmentos del film, merced a su buena relación con el australiano Justin Kurzel, director de la cinta. Este protagonismo le da fibra y consistencia a "Assassin's Creed" y logra que a pesar de los desniveles narrativos y ciertos vacilaciones en el guión, la película se ofrezca como un aceptable entretenimiento visual. La historia no sigue linealmente a ninguna de las entregas de los videojuegos, y plantea el conflicto eterno entre los Templarios y el credo de los Asesinos. Desde esta visión, los primeros bregan por el control de las masas y su subordinación y los segundos, por el libre albedrio. Esta lucha ha sido una constante a lo largo del tiempo y ámbos bandos son enemigos a muerte, siendo los templarios quienes detentan el mayor poder logístico de la contienda. Cal Lynch (Fassbender) es un asesino condenado que muere por inyección letal en las primeras tomas. Su pasado lo liga al credo (es descendiente directo de un asesino de gran importancia en la historia, Aguilar) y cuando despierta se encuentra atado enuna camilla, en un cuarto junto a Sofía (Marilion Cotillard), responsable de un proyecto novedoso que podría cambiar el destino de la humanidad. La ciencia busca respuestas y ha dado con él, Cal ahora le pertenece a una corporación privada cuyos fines es descubrir la manera de pacificar los excesos del hombre "y encontrar la paz". Para ello, buscan un artefacto ("La manzana del Edén"), que tiene el ADN del libre albedrío y podría significar el control del mundo, en manos expertas. La funcdación está dirigida por el Doctor Rikkin (Jeremy Irons) quien es un importante caballero Templario. Una vez que Cal accede a entender algo de este proceso, es enviado, en sucesivas misiones, por medio del Animus, a la España del siglo XV en la piel de su antecesor, a buscar la preciada manzana, cuyo paradero se ha perdido en la noche de los siglos. Este dispositivo es buscado también por la inquisición española con firmeza, lo cual invita a las intensas batallas que el film ofrece. Los debates sobre el tratamiento moral acerca de cómo se controla la humanidad, están presentes a lo largo de la cinta. También hay secuencias donde lejos de la lucha, se juegan temas que parecen ofrecer aristas más existenciales, aunque no todas están bien logradas. Para reforzar la apuesta, el cast ofrece momentos interesates con dos grandes actores en secundarios estratégicos, Bredan Gleeson, Michael Kenneth Williams y Charlotte Rampling, todos correctos en sus participaciones. "Assassin's creed" intenta en todo momento ir más allá de lo que ya su público potencial conoce del conflcto. Dibuja una traza moral y juega a intentar que tomemos partido, desde la decisión y el oficio actoral que destila el elenco, sólido y confiable. A eso hay que sumarle una gran espectacularidad en las escenas de combate (la del escape de la quema en la plaza de Aguilar y su compañera es fantástica), y una coordinación de stunts notables. No hay demasiada CGI y sí mucho trabajo de acrobacias, lo que le da a la película, aquello que la gente va a buscar a sala. A otro nivel, Fassbender y su director intentan todo el tiempo que los personajes se consuman en su fuego interno, cuestión que no logran dada la manera en que secuencian la edición. A cada misión, hay momentos de debate y reflexión, proceso que interrumpe la buscada progresión dramática y terminan justo a mitad de camino entre un producto bien hecho y una obra personal descollante. Más allá de eso, la cinta es un válido intento de ampliar el universo de una franquicia. Podrá tener sus lados débiles (el entrelazamiento con la historia pura en esa España convulsionada, la manera en que el Animus funciona, la poca participación de secundarios), pero estoy seguro que el esfuerzo de hacer algo diferente a lo tradicional en el género, valió la pena. Suma.
Abstergo es una empresa que tiene, en principio, un único objetivo: eliminar la violencia en los seres humanos para "dominar el mundo". Para conseguirlo, la científica Sophia Rikkin (Marion Cotillard) y su padre, Alan (Jeremy Irons), capturan a Callum Lynch (Michael Fassbender), un joven que tiene un pasado complicado. El filme de Justin Kurzel, director de Macbeth y Snowtown, es una adaptación libre de la serie de videojuegos homónimos de Ubisoft. La narración apuesta a los saltos temporales: el 70 por ciento de la película ocurre en tiempo presente y el 30 restante en la época de la Inquisición española, en el siglo XV. Assassin's Creed tiene una seria complicación con su estructura narrativa y el peso entre lo comprensible e incomprensible no está equilibrado. Las secuencias que mayor confort darán al espectador medio son las que permiten a Lynch, -o Aguilar, en el pasado- lucirse en tremendas peleas durante su estadía en la Inquisición. Lamentablemente, a la hora de darle forma a la historia, esas secuencias carecen de sentido y, además, son solo tres. Por otra parte, el cuento que se narra en el tiempo presente, mayormente dentro de Abstergo, abusa de las explicaciones técnicas de todo lo que le sucede al protagonista. Los actores no ofrecen papales inolvidables, algunos prestigiosos nombres aparecen solo en cameos y la introducción de un director de espíritu anti-blockbuster y su equipo que siempre lo acompaña -también con un currículum prolífico- en la industria norteamericana no termina de cerrar.
Un film que no alcanza la emoción del videojuego El truco de esta adaptación de un popular videogame es que permite entrelazar una historia de ciencia ficción moderna bastante cruenta con una serie de aventuras épicas que transcurren en la España de fines del siglo XV. Que estas secuencias sean más atractivas que las contemporáneas, ya es otro asunto. Hace poco el mismo director, Justin Kurzel, hizo una versión de Shakespeare con la misma pareja protagónica de este videojuego convertido en película, Michael Fassbender y Marion Cotillard. Él es un asesino condenado a muerte en Texas, pero que mágicamente aparece en un extraño instituto científico en Madrid regenteado por Marion Cotillard junto a su padre, Jeremy Irons. Ellos buscan una reliquia sagrada que permitiría terminar con la violencia en el mundo, nada menos que el Fruto del Pecado Original, con el que se descifraría todo lo relacionado con el libre albedrío. Como esta búsqueda del Fruto obsesionaba al Inquisidor Torquemada, los científicos inventaron una especie de máquina del tiempo que puede llevar a una persona a experimentar lo que vivió algún antepasado. Y justamente, el asesino que interpreta Fassbender es descendiente del último miembro de una secta que cuidaba la Manzana en la España de 1492, por lo que su regresión permitiría ubicar la reliquia. Esto, evidentemente, es un poco confuso y tirado de los pelos, pero permite un puñado de escenas de aventuras de acción en lugares como la vieja Andalucía de cinco siglos atrás, con momentos formidables como una vertiginosa fuga por los techos de la ciudad escapando de una quema de brujas ordenada por el mismo Torquemada. La direccion de arte y una serie de tomas aéreas, efectos especiales y escenas de acción de estas cuatro secuencias son lo que justifican una película que, por otro lado, desaprovecha excelentes actores (Jeremy Irons hace de él mismo y Brendan Gleeson tiene una sola escena interesante) y que, sobre todo, pierde ritmo cada vez que va de una época a otra.
Vídeo Review
Con otra oportunidad, el cine intenta adaptar un videojuego a la pantalla grande, y el resultado de Assassin’s Creed queda a medio camino. La popular saga de videojuegos de Ubisoft, Assassin’s Creed; hace el salto a la gran pantalla; y es un salto de fe, ya que se suele decir que hay una maldición alrededor de los videojuegos que van al cine. Y esta no es la excepción. La historia sigue a Callum Lynch (Michael Fassbender), que esta condenado a ser ejecutado por un crimen, pero que en el último minuto es salvado por la organización Abstergo; liderada por la doctora Sophia Rikkin (Marion Cotillard) y su padre (Jeremy Irons). Este grupo ha creado una tecnologia llamada el Animus, capaz de rastrear el ADN de tus antepasados. Con ella Lynch viaja a la inquisición española en la piel de Aguilar de Nehra, un asesino miembro de la hermandad secreta de los Asesinos. Lo que busca realmente Abstergo es la localización de la manzana del Eden, la cual les dará un gran poder. El film toma muchos de los conceptos del videojuego y las ideas generales de la saga, pero el resultado por momentos es contradictorio. Por un lado se toma muy en serio los diálogos, pero la reconstrucción de la época tiene vacíos argumentales o momentos forzados (como verlo a Fassbender intentar hablar español). El film se queda en la superficie, como es habitual en estas adaptaciones; y tanto héroes como villanos no empatizan con el público. Y por momentos, no se entiende cuales son las ambiciones u objetivos de cada uno. Por el otro, desde lo visual no tiene nada para reprocharle a su original; los personajes se mueven con la dinámica del videojuego, por techos de edificios, saltos de ventanas y algunas situaciones que desafían la gravedad.
Una cantidad innumerable de películas se basan en utopías en las cuales los personajes son capaces de modificar una porción de la historia de la humanidad. El ejemplo más claro y eficiente de los últimos años es Inglourious Basterds. En el filme de Quentin Tarantino, un grupo de soldados americanos tiene como objetivo asesinar a la mayor cantidad de nazis posibles, incluido Adolf Hitler. Cuando está bien dirigido y escrito, el resultado puede ser brillante, como en el caso recién mencionado. Pero hay otros en los cuales sucede todo lo contrario: Assassin’s Creed es uno de ellos.
Desde que a los siete años encontró a su madre muerta minutos antes de que su padre fuera capturado por un grupo comando, Callum Lynch saltó entre orfanatos y casas adoptivas hasta que finalmente enfrenta una condena a muerte por homicidio en Texas. Era demasiado pequeño como para entender del todo que sus padres formaban parte del Credo. También de que por ser el último descendiente del Asesino Aguilar de Nerha (ambos interpretados por Michael Fassbender), está en la mira de Abstergo, una multinacional con suficientes recursos como para fraguar su ejecución y llevarlo en secreto a sus instalaciones en Madrid, para allí conectarlo a una máquina que le permitirá revivir los recuerdos de su ancestro y así rastrear uno de los artefactos conocidos como Manzanas de Edén, perdido desde que Aguilar lo escondiera de la Santa Inquisición durante los últimos años de la Reconquista Española cinco siglos atrás. Desde entonces la trama se desdobla entre el presente de Callum y los recuerdos de Aguilar que revive conectado al Animus, con una recreación de época muy interesante y secuencias de acción frenética sobre carros a toda velocidad o escapando por los techos de la ciudad en secuencias que remiten claramente a algunos de los aspectos más famosos del juego. La película no revela muchos detalles de la historia del enfrentamiento que lleva casi un milenio entre Templarios y Asesinos, ni por qué es tan importante la famosa Manzana. Pero Sofía Rikkard (Marion Cotillard), científica en jefe de la corporación y el cerebro detrás del Proyecto Animus, intenta convencer a Callum de sus intenciones nobles, afirmando que podría usarla para terminar definitivamente con la violencia en el mundo entero, algo que los otros asesinos prisioneros en las mismas instalaciones se esfuerzan por demostrar que es falso. Al haber sido separado de su familia de niño, Callum desconoce igual que el público de que se trata cada bando y ambos suenan igual de desquiciados o peligrosos, manteniéndose desconfiado de ambos hasta que descubra lo que realmente está sucediendo a su alrededor. Un salto de fé: No hacía falta verla para saber que Assassin’s Creed es una apuesta fuerte para el estudio, que espera dar inicio a una exitosa saga. También es sabido que cada vez que se adapta una historia que ya tiene una base importante de seguidores y varios años desarrollándose, se tiene que lidiar con la doble dificultad de dejar contentos a quienes ya conocen el universo sin marear al público nuevo. La película a duras penas se acerca a ese balance y por momentos parece ni siquiera intentar incorporar público, sino que se considera como parte de un universo multimedial ya existente. Porque si bien tiene muchas referencias a personajes y objetos que los fans puedan reconocer, quizás por no arriesgarse a perder ritmo o hacerla demasiado larga, quedan a medio explicar un montón de ideas que los fanáticos no necesitan escuchar, pero probablemente dejen a buena parte del nuevo público preguntándose por qué suceden las cosas, si acaso pretenden disfrutarla como algo más que una buena película de acción. Queda la sensación de que al apostar por convertirla en una saga de varias películas, se están arriesgando a desarrollar todos los puntos que quedan oscuros en la trama en unas secuelas que podrían nunca existir. Es que los mayores problemas de Assassin’s Creed no son que no se entienda por qué algunos personajes actúan como lo hacen, sino que no nos dan motivos para que nos importe. Todas las secuencias protagonizadas por Aguilar son visualmente impactantes y son fundamentales para que las casi dos horas de metraje no se sientan. Pero no sabemos casi nada del personaje, porque no se desarrolla y porque no dice más de diez palabras en toda la película (algo que viendo sus dificultades con el español quizás deberíamos agradecer). Es apenas el alter ego que hace las peleas de su otra faceta, la de el presente, donde se esconde la verdadera trama del film. Como estructura no tiene grandes críticas y ,aunque es un tanto endeble, la historia funciona por más que se la sienta comprimida o recortada. Más difíciles de defender son casi todas las actuaciones. Incluyendo unas cuantas líneas de diálogo que deben haber avergonzado a sus protagonistas, intérpretes que vienen de hacer Macbeth de Shakespeare junto al mismo director, Justin Kurzel, y son sin dudas lo peor de la película. Dejando a ninguno de los personajes con oportunidades para mostrar tridimensionalidad, o por lo menos una personalidad que sustente una pretensión de drama que no llega a tomar forma. Conclusión: Aunque se tropieza con la gran cantidad de material que necesita incorporar para explicar el mundo donde está situada y las actuaciones no se lucen del todo, Assassin´s Creed es una película de acción interesante y entretenida que se hubiera beneficiado de un mejor desarrollo de sus personajes.
Buena película de ciencia ficción. Aventura y mitología. Está muy bien adaptada, sobre todo el lenguaje del video juego pasado al cine. Ideal para los fanáticos del video de juego que la van a disfrutar muchísimo, quizás algunos espectadores que no lo conozcan se perderán un poco. Hay que estar muy atento a la trama, porque va y viene en el tiempo. Contiene un gran despliegue visual, ritmo y buenos diálogos. Un tono épico, grandes batallas y luchas muy bien coreografiadas. Toques similares a “Blade Runner” de Ridley Scott. Bien dirigida por Kurzel ("Macbeth"), interpretada por: Michael Fassbender y Marion Cotillard, ambos sueltan todas sus dotes actorales. Pero hay actores secundarios que fueron poco aprovechados: Brendan Gleeson y Jeremy Irons. Ofrece varios mensajes, entre ellos, que la humanidad está dispuesta a destruirse.
En la película precedente el director australiano Justin Kurzel (Macbeth) había hecho un buen film con el sustento literario de Shakespeare; en esta ocasión la genealogía no es literaria; el film se inspira en un videojuego. Pero el problena de esta mecánica película oscurantista no está en su origen sino en su perezosa traducción cinematográfia y escasa eficiencia narrativa El libre albedrio, el misterioso concepto que siempre ha obsesionado a teólogos, filósofos y científicos, es el hilo conductor de este relato fantástico basado en un videojuego en el que los templarios luchan contra los del credo de los Asesinos. Los primeros creen que deben velar por la paz controlando el espíritu de los hombres; los segundos asumen también esa misión pero ven necesaria la preservación del libre albedrio. En el film, los dos bandos vienen luchando desde tiempos de la Inquisición. La manzana del Edén es el objeto en disputa, talismán metafísico que contiene el ADN del libre albedrio. Dado el fracaso de la humanidad de valerse por sí misma, ya en nuestro tiempo los templarios, con sus semblantes de CEO, entienden que es hora de regular la conducta de los hombres. Para eso necesitan dar con el paradero de la manzana sacrosanta. Un asesino que acaba de morir en una sofisticada cámara estatal para ejecutar reos es revivido por una científica, hija de uno de los líderes de los templarios. El resucitado lleva en los genes a un legendario representante de la Inquisición, y gracias a una máquina llamada Animus podrá recuperar la memoria de ese antepasado. El objetivo: la manzana. La objeción inmediata de cuestionar el film por su genealogía es un sofisma; de hecho la trama del videojuego podría ser el inicio de un texto de Bertrand Russell o Chesterton. La metafísica es siempre una aventura vertical cuya irremediable obsesión con el pasado puede despertar la imaginación literaria o cinematográfica. El problema del filme de Justin Kurzel es otro: carece de libertad y obedece dócilmente a los “templarios” que imponen el determinismo estético que guía a productos de esta naturaleza. No hay aquí una escena que no se parezca a tantas otras que han existido desde el día en que en estos menesteres el cine digital sustituyó al analógico. Los ralentís constantes, las coreografías de lucha que cruzan artes marciales con esgrima, los planos cenitales que sobrevuelan las tropas en combate simulan un espectáculo de goce cinético. ¿Qué decir del repertorio de acrobacias imposibles que tienen a cargo los personajes? Paradoja digital: todo luce verosímil y casi siempre falso; una auténtica proeza física de Harold Lloyd tiene más gracia que cualquier movimiento de Michael Fassbender. En el film desfilan intérpretes notables: Jeremy Irons, Brendan Gleeson y Charlotte Rampling tienen roles secundarios pero esenciales, aunque dada la didáctica monosilábica del relato, sus apariciones confirman la buena dicción del inglés y la economía de gestos de todos ellos para salir airosos de un filme que no los merece. La última gran película reciente sobre el tema del libre albedrio fue una con Tom Cruise llamada Al filo del mañana. El espectáculo no siempre es bobo.
Las adaptaciones de videojuegos suelen ser decepcionantes. Con demasiado olor a explotación de un negocio millonario, quedan lejos del buen cine, para los cinéfilos, y tampoco suelen llenar las expectativas de fidelidad de los fans del game. Assassin's Creed traslada el hiperviolento juego de templarios contra asesinos a la historia de un centro de vanguardia científico que recupera a un descendiente de la estirpe para someterlo a una serie de viajes en el tiempo, a la Andalucía de 1492, con Torquemada enviando gente a la hoguera en el nombre de Dios. El despliegue visual, deudor de su origen, es tan apabullante, entre tomas aéreas, peleas voladoras y la parafernalia científico tecnológica, que cuesta sacarle a AC los ojos de encima. Es una pirotecnia, absurdamente vistosa, que te mantiene despierto aún cuando la sucesión de peleas y parlamentos grandilocuentes suma peso en la balanza del aburrimiento. Pero el público de Assasin's Creed va en busca de acción y de su falta no podrá quejarse; acá pasan cosas todo el tiempo. Por otro lado, el disparate mayúsculo y bastante bizarro, la sobreproducción de diseño, tiene un asidero legitimador: Michael Fassbender, que además tiene muy buena química con la científica que interpreta Marion Cotillard, la francesa que está en todas partes. Dadas las expectativas, es bastante.
Assassin's Creed: mucho ruido, pero nada de Altair ni Desmond La película, basada en la popular serie de videojuegos desarrollado por Ubisoft, se queda a mitad de camino en su misión por cautivar a nuevos espectadores y no defraudar las expectativas de los fans de la saga. La historia de los videojuegos que pegan el salto hacia la pantalla grande no siempre tiene un final feliz debido a la complejidad que acapara crear una historia capaz de atrapar a nuevos espectadores, sin defraudar las expectativas del público que manejó a los personajes desde un joystick o teclado. Super Mario Bross, Street Fighter, Doom y Max Payne, por citar algunos casos, son claros ejemplos de la dificultad de lograr un producto que deje feliz a todo el mundo. Todos los que ingresaron al mundo de Assassin's Creed mediante una consola o computadora recordarán que el "fichín" en su primera edición tuvo como personajes principales a Desmond Miles y al misterioso Altair. El primero es el último descendiente del segundo, quien perteneció a la milenaria Orden de los Asesinos, los cuales están enfrentados a los Templarios y se disputan la "Manzana del Edén", un artefacto antiguo con el que se pueden apoderar de las mentes de todas las personas y obtener una sociedad civilizada, suprimiendo el libre albedrío. Miles fue captado por la compañía Abstergo y mediante una maquina denominada "Animus" tiene acceso a sus recuerdos ancestrales a través de su ADN que le permite revivir las aventuras de Altair en la ciudad de Masyaf y aledaños. Bueno, en la pantalla grande no es tan así... El film de Justin Kurzel tiene como personaje principal a Cal Lynch (Michael Fassbender), quien marcado por una tragedia desde una temprana edad, aguarda en prisión recibir una inyección letal. Pero su suerte cambia y recibe una inesperada segunda oportunidad para vivir, gracias a los mecanismos misteriosos de Industrias Abstergo, liderada por Sofía Rikkin (Marion Cotillard) y su padre, Alan Rikkin (Jeremy Irons). Cabe destacar que esta oscura corporación posee una tecnología revolucionaria que libera los recuerdos genéticos contenidos en su ADN y buscan exprimir el linaje del protagonista -como si se tratara de un ratón de laboratorio- y revivir las experiencias de su pariente lejano, Aguilar de Nerha, miembro de una sociedad secreta conocida como los Asesinos, la cual lucha por proteger el libre albedrío ante los Caballeros Templarios. Así, a través de la máquina Animus, Cal viaja mentalmente al siglo XV en España, se conecta con los recuerdos de su guerrero antecesor y enfrenta a cuchillazos y flechazos a un ejército de Templarios que quieren apoderarse del "tesorito". Ahí es cuando la historia se vuelve confusa por la división entre dos tiempos del foco narrativo y se producen las mayores distancias con respecto a las acciones del videojuego.
Puntaje 55% -Crítica emitida en Cartelera 1030 –Radio Del Plata AM 1030, sábados de 20-22hs.
Por el libre albedrío "Durante años hemos intentado controlar al mundo con la religión, la política y, ahora, con el capitalismo", afirma el Templario Rikkin sentando la base filosófica en la que se sustenta esta película, adaptación del videojuego nacido en 2007, "Assassin's Creed". Protagonizada por Michael Fassbender, que junto a Marion Cotillard, sale aireoso de este intento de traslado de la consola a la pantalla grande. Y cuando digo "intento" es porque no es una película lograda por muchas razones. El planteo es sumamente interesante ya que la trama aborda el eterno conflicto entre la Orden de los Templarios y el Credo de los Asesinos, mientras que los primeros buscan controlar a la población, los segundos defienden el libre albedrío. El filme se centra en una gran cárcel que poseen los Templarios, donde crearon una máquina que recupera las vivencias de los ancestros por medio de la memoria del ADN y recluta a los descendientes de aquellos Asesinos para, por medio de aquel experimento, conseguir el Fruto del Edén que posee la fórmula para tener el control total de las acciones humanas. La trama, que pendula entre la actualidad y la Inquisición española, por momentos se vuelve difusa. Además, las escenas de acción resultan inverosímiles y parecen manejadas por un joystick.
Viaje en el tiempo, batallas entre defensores de la religión católica y partidarios del libre albedrío y una historia que, no por basada en videojuego, tiene demasiadas vueltas y demasiadas complejidades para lo que realmente es la película. Si se deja de lado eso (y la “falsa intensidad” que tratan de ponerle, para que todo parezca serio, sus estrellas), no aburre y tiene un punto interesante sobre la religión.
EL ASESINO CONFESO Mentiría si dijera que soy un gamer apasionado que ha dedicado muchas horas a jugar al Assassin’s Creed como para saber de todos sus vericuetos y elementos que sí o sí debieran respetarse en su versión fílmica. De lo que estoy seguro es de que los fans tienen material tanto para odiar el producto como para respetarlo. En lo personal ya desde el trailer veía una simbología característica que no dejaba dudas de lo que se trataba: el arte, vestuario, movimientos de cámara y tipo de acción eran calcados del juego original, algo que pude confirmar al ver la versión cinematográfica completa. Yendo a lo que nos ocupa -licencias argumentales tomadas en una muy libre adaptación-, la historia comienza cuando el pequeño Callum Lynch (Michael Fassbender) presencia el asesinato de su madre a manos de su padre, miembro de la organización Assassin’s Creed (Credo de Asesinos), que lleva varios siglos funcionando entre nosotros. Treinta años después, Cal es ejecutado por asesinato falsamente para permitir que otra organización (de caballeros templarios opuestos a los Assassin’s Creed originales), esta vez más moderna y con toda la tecnología en su poder, disponga de su cuerpo y mente en un experimento que lo trasladará al pasado, para meterse en la piel de uno de sus ancestros biológicos, el Assassin Aguilar, y revelar pistas sobre la ubicación del fruto que encierra el secreto del libre albedrío del hombre que terminaría con la necesidad de la obediencia. La directora del experimento es la Dra. Sofía Rikkin (Marion Cotillard) y el dueño de las instalaciones su padre (Jeremy Irons). Los viajes que experimenta Callum se producen al ser conectado a una máquina capaz de recrear el pasado con fidelidad y de convertir el registro que va creando, en el propósito final. Pero los riesgos asumidos son grandes para la vida de Cal, algo que Sofía está dispuesta a discutir con su padre, que se intuye con otros objetivos muy diferentes. La estructura narrativa, si bien resulta ominosa por momentos, no cae en fallos que imposibiliten la comprensión. La historia es simple y las revelaciones que se van produciendo son bastante lineales a pesar de los saltos temporales. Este recurso enriquece la trama y es el verdadero motor que permite que los seguidores del juego disfruten de la acción que han ido a ver. Incluso les puede resultar poco lo que se vive en esa Andalucía de 1492 en la que viven los personajes más interesantes para la historia y a los que se le da poco desarrollo mientras todo tiene que ver con la acción. Es como si lo que viviese Cal en el presente formara parte de las cinemáticas del juego y cuando se conecta a la máquina, la increíble Animus, el espectador tomara el joystick. La analogía es inevitable. Hablando de la acción misma, a veces resulta un tanto excesiva en su duración. Se agradecen los planos secuencia aunque se abuse de los empalmes y entornos digitales con los que se desmerece un poco la técnica que supo definir la pericia de muchos directores, pero una vez que los Assassins encapuchados comienzan a saltar por los techos, daga en mano, la adrenalina empieza a fluir. Con respecto a los personajes, si bien son bastante lineales y poco profundos, no necesitan de mucho más para entrar en acción. La explicación del comportamiento agresivo tanto de Callum como del resto de sus compañeros prisioneros es un tanto sosa, los dilemas morales de la Dra. Sofía son demasiado obvios al igual que la perversidad de su padre, que no es más que la respuesta fiel al objetivo que su organización persigue. Una pena que los personajes del pasado, (el inquisidor Torquemada y la Assassin María, entre otros) apenas aparezcan como para formar parte de la acción y no se hayan desarrollado en plenitud, lo cual hace pensar que puede obedecer a necesidades de generar cabos sueltos para continuar la franquicia, pero nunca debemos dejar de pensar que estamos hablando de un producto unitario, no del capítulo de un serial y como tal debe funcionar. De todos modos, la duración del film es acotada y estos detalles no hacen más que acentuar la premura por llegar al final a buen ritmo, algo que se consigue sin esfuerzo. El tema central es interesante como punto de partida: ¿puede existir un elemento mítico que determine cuándo y por qué el hombre debe obedecer a alguien o simplemente seguir los lineamientos de su propia voluntad? Es atractivo el juego psicológico que se plantea con esto y sobre el personaje de Fassbender, cuyo quiebre al enfrentar a su padre le provoca la necesidad de tomar una decisión. Si hubiesen incluido más matices en el comportamiento de cada uno de los personajes, así como frases más interesantes y profundas, el producto hubiese exhibido un nivel como para destacar. En definitiva, Assassin’s Creed no es la adaptación concluyente de una historia por demás de exitosa en su formato de videojuego, es un blockbuster de acción, ciencia ficción y fantasía con una premisa interesante que no llega a desarrollar todo su potencial pero que aún así no defrauda en cuanto a lo que promete y entretiene en toda su extensión. Probaría con un cambio de director -y por qué no de guionista- en la siguiente entrega para pulir la idea y afianzar la franquicia, sugerencia que probablemente prospere siempre y cuando y como corresponde a un producto comercial, se refleje en los números de la taquilla.
Un film un tanto fallido que disfrutarán los seguidores del videojuego y todo aquel que esté más interesado en ver buenas escenas de batalla que en que le cuenten una buena historia. Lo mejor por lejos son...
Muerto al llegar Desde que Super Mario Bros se estrenaba en 1993, la historia de las adaptaciones de videojuegos al cine viene complicada. En las primeras, quizás, era esperable que los resultados no fuesen óptimos, tratando de adaptar juegos no narrativos como Mortal Kombat o Street Fighter (que sí, tenían historias atrás, pero eran principalmente sobre tipitos pegándose). Pero conforme los videojuegos fueron avanzando tecnológicamente, también lo hicieron desde la narrativa. Hoy en día, sus tramas y formas imitan cada día más al séptimo arte, al punto de haber juegos en los cuales el jugador puede pasar largos ratos viendo escenas sin “jugar” nada, y no son pocas las sagas extensas que siguen creciendo y complejizando con cada entrega. En este escenario, uno podría suponer que las adaptaciones al cine fueron mejorando. Pero supondría mal. Tal vez la única excepción sean las Resident Evil, que llega este año a seis películas, todas comercialmente exitosas. Pero las Resident Evil son también otro tipo de excepción, en tanto son las únicas que se entregan completamente, sin tapujos, al exceso visual y lúdico, incluso mucho más que los propios videojuegos en los que se basa. En todos los otros casos, desde Wing Commander hasta Warcraft, el resultado del salto a la pantalla grande fue desastroso. Assassin’s Creed es una saga enorme, con más de una docena de juegos a los que se les suman cómics, novelas y hasta enciclopedias. A grandes rasgos, narra la lucha eterna entre dos bandos, los Templarios y los Asesinos. Ambos buscan reliquias de una civilización pre-humana, a través de una tecnología que permite revivir recuerdos de los antepasados de uno, porque aparentemente ningún grupo era propenso a dejar las cosas anotadas. En cada juego uno visita un periodo histórico distinto, y va matando gente y conociendo figuritas famosas mientras salta de techo en techo. La película toma esta premisa pero arma su propio relato. En este caso, el periodo histórico elegido es España en 1492, plena Inquisición. Los momentos que transcurren allí, la razón de ser de la saga, son bastante irrelevantes y se reducen a escenas de acción mal filmadas, esas en las que abundan los planos cerrados y el movimiento sin criterio alguno y uno nunca sabe quién le pegó a quien. Esas son las partes buenas. El film deja en claro que está más preocupado por armar las bases para futuras entregas, el gran mal de mucho cine hollywoodense de nuestros tiempos. En el presente, el personaje de Fassbender (descendiente de Asesinos) se ve atrapado por una corporación (la nueva cara de los Templarios) para descubrir la ubicación de la Manzana del Edén, que esconde los secretos sobre, escuchate esta, el gen del libre albedrío. O algo asi. Exactamente por qué sucede todo es bastante difícil de descifrar: si bien sobran diálogos explicativos, todos los personajes hablan en refranes idiotas y frases de esas que no dicen nada pero suenan como que esconden grandes verdades. Todo el film parece guionado por alguien sumamente estúpido que escribió las líneas y luego fue reemplazando palabras con un diccionario de sinónimos. Uno entiende el lenguaje que los personajes hablan, pero es casi imposible dilucidar qué carajo están diciendo. Sus acciones no ayudan, y las motivaciones de Sofía (Marion Cotillard) viajan por una montaña rusa llena de emociones en el camino a convertirla en la antagonista de la franquicia. Jeremy Irons y Charlotte Rampling cumplen el requisito de “figura con prestigio” con el estoicismo de quien no entiende una mierda de lo que sucede excepto los dígitos en el cheque. Es paradójico que juegos que tratan de emular tanto el cine sean luego adaptados con tal desprolijidad narrativa, pero Assassin’s Creed continúa esa tendencia, algo que ni siquiera la involucración directa de la compañía del juego, también productora del film, pudo evitar. Esta experiencia, como sucedió con Warcraft, demuestra que a veces es mejor dejarle hacer las cosas a los que saben.
Requescat in pace, salvación del genero… Basada en la exitosa saga de vídeo juegos desarrollada por Ubisoft, “Assassin’s Creed” cuenta la historia del criminal Callum Lynch (Micheal Fassbender), un sentenciado a muerte que en sus venas lleva la sangre del asesino español Aguilar De Nerja (También interpretado por Fassbender). Tras burlar a la parca, el conflictuado protagonista despertara en las instalaciones de la corporación Abstergo, en las cuales, bajo el control de Sophia Rikkin (Marion Cotillard) y su padre (Jeremy Irons), se someterá al Animus, una máquina capaz de controlar la memoria genética de un individuo, permitiendo meterse en la piel de un ancestro y revivir toda su vida. Esto va a desembocar en una aventura por la España del siglo XV en busca del poderoso fruto del edén, la causa de la inmortal guerra entre el credo de los asesinos y los malvados templarios … ¿en quien podrá confiar Lynch? Definitivamente en NADIE. ¿Los juegos de vídeo son un arte? bueno, es discutible .. pero en lo que todos coincidimos es que seria mejor dejar de hacer películas hasta que Hollywood este listo. Ay chiquis, la verdad pensé que con esta se iba a terminar la maldición de las películas basadas en vídeo juegos. Cuando Ubisoft anunció una división exclusiva para desarrollar películas lo primero que pensé fue que se iban a tomar en serio los productos que larguen al mercado. Bueno, siendo justo … al menos con con este film se INTENTO hacer algo bueno, pero intentar no significa lograrlo. Les paso a hablar de lo bueno y lo malo de ésta adaptación. Para no amargarles el día voy a empezar con los puntos disfrutables de la película. Sin duda el tono del film es digno del universo “Assassin’s Creed”, yo tuve la suerte de seguir la saga de vídeo juegos hasta el “Assassin’s Creed III”, el último (hasta donde tengo entendido) del arco protagonizado por por lo que mas o menos entiendo el concepto de lo buscaron hacer en esta súper producción. Con toda seguridad les afirmo que la esencia de los juegos se siente en la película. Esta Aspergo, una versión del Animus mucho más cinematográfica, efectos secundarios en los usuarios de este, parkour, saltos de fe y etc. Por otro lado Micheal Fassbender, Marion Cotillard y Jeremy Irons están excelentes en sus papeles, lo cual es remarcable a la hora de trabajar interpretando personajes tan planos y carentes de trasfondo. Lo visual es interesante por momentos, la paleta de color en el tiempo presente difiere mucho de la utilizada en la antigua España, dando un claro contraste entre ambos periodos. Me pareció muy interesante que, debe adaptar tal cual el vídeo juego, los hechos del film sirvan para expandir el universo del juego, siendo mas un spin-off del mismo antes que una mera adaptación. Por último, un elemento que me dejo boquiabierto fue el diseño de los trajes utilizados por los asesinos. Se ven elegantes pero letales, con un maquillaje que le brinda a los personajes un aire fresco, leal y respetuoso con respecto al producto original. Ahora, lectores divinos, les paso a saciar su sed de sangre marcando las causantes de que este proyecto haya sido una incomoda e insulta propuesta. En primer lugar, hubiese preferido una otitis en plena cena con mis suegros antes que seguir escuchando a Micheal Fassbender y a la francesa Ariane Labed intentando hablar en español. Por dios, que incomoda decisión fue haber intentado desarrollar la historia del pasado en el idioma original de los asesinos, y no porque sea una mala idea, sino porque a los actores no les salía NI AHÍ el idioma. Con respecto al laburo de dirección a cargo de Justin Kurzel, las escenas de acción son genéricas y abusan de la despreciable CÁMARA MOVIDA, esas tomas que tiemblan tanto que no se entiende absolutamente nada de lo que pasa. Lo mismo en las escenas de persecución, estas son tan rápidas y repletas de tomas que no se disfruta el 3D ni lo épico de las clásicas secuencias de persecuciones vistas en el juego. Además el argumento en si es muy confuso, los guionistas intentaron darle misticismo y surrealismo fusionado con un forzado dramatismo poco creíble. Todo esto encima se le aplica a unos personajes poco desarrollados y muy mal construidos. El final no revela nada y deja mas preguntas que respuestas, por lo que es casi seguro que el estudio planea desarrollar una franquicia con este concepto. Para cerrar, “Assassin’s Creed” es otro pobre intento de llevar un juego de vídeo al cine. La historia es confusa, la dirección genérica y los personajes son objetivamente aburridos. Aún así quiero que Ubisoft Motion Pictures lleve a cabo una secuela … no iría a verla, pero este universo tiene mucho para explotar en el medio cinematográfico.
Las películas de videojuegos son controversiales, más por el hecho de que no salió una buena desde que tengo uso de razón. Para variar, la critica internacional estuvo destrozando a Assassin’s Creed a diestra y siniestra. Cuando me introduje a la sala de cine no podía parar de preguntarme: ¿Es tan mala esta película? ¿La maldición de las películas de superhéroes no se quebrará jamás? Y la verdad… ¡Es horrible! Nada está bien en esta película, y tengo que decir que me vi algo decepcionado a pesar de las críticas en su contra. Cuando el metraje empieza y ves que decidieron conservar el idioma original de la época y el lugar en la que se ambienta la historia, uno no puede evitar pensar que el director no está haciendo las cosas al azar. Pero todo cambia rotundamente desde el punto donde damos un salto temporal de 30 años en el que vemos a Cal, el protagonista, preso y a punto de ser ejecutado. ¿Cómo llego ahí? ¿Qué sabemos de él? Absolutamente ninguna de estas preguntas puede ser respondida más allá de lo superficial y del cliché. El guion es simplemente malo, no tiene ningún sentido ni aporta ninguna idea sobre la historia que está contando. Seamos sinceros, el 2016 no fue un gran año para los blockbusters, mas allá de obvias excepciones, y uno ya se cansa de ver tantos guiones TAN MALOS, con tantos sinsentidos y tantas vueltas de tuerca ridículas y patéticas. El guion es simplemente malo. Las únicas escenas interesantes en las que uno clava la mirada son las que se ambientan en el pasado, donde el film nos abastece de buenas secuencias de acción y momentos que son mínimamente entretenidos. Pero ni estas secuencias se salvan de la mediocridad, con la inclusión de un romance innecesario y cortes a cada rato para mostrarnos a Cal en el animus. No me queda más que recomendarles que se guarden su dinero y no vayan a ver Assassin’s Creed porque es una pésima película y no vale la pena gastar ni un centavo en ella. Si quieren ir a dormirse en la sala, este film los recibirá con los brazos abiertos, mas si quieren buen entretenimiento, mejor vayan a ver otra película.
Como se vio a lo largo de los últimos años, adaptar videojuegos exitosos es complicado. La mayoría de las veces no se hace honor a la historia de origen y esto puede deberse a distintos motivos: el videojuego carece de un argumento con sustento para la pantalla grande, se busca realizar una trama distinta a la original o simplemente los fanáticos están acostumbrados a ser protagonistas de la historia y no meros espectadores. En este caso tenemos a “Assassin’s Creed”, adaptación de un videojuego de acción y aventura creado por Ubisoft, que se centra en la lucha entre los Asesinos, quienes quieren conseguir la paz a través del libre albedrío, y los Templarios, quienes desean la paz mediante el control. Podemos decir que “Assassin’s Creed” se encuentra en un punto medio: no es ningún fracaso ni tampoco una maravilla. La historia que se nos plantea desde un principio es muy interesante. Callum Lynch (Michael Fassbender) es tomado prisionero para entrar a la Animus y revivir la historia de uno de sus antepasados durante la Inquisición Española. Es decir, que tenemos un argumento rico en historia, pero que no está muy explotado. Si bien uno puede tener un mayor o menor conocimiento general acerca de estos hechos, el film no aborda de una manera muy profunda qué ocurrió durante la Inquisición Española, quiénes eran los Templarios y por qué los Asesinos se les enfrentaban. Es algo que se da por hecho y que funciona únicamente como contexto de la trama principal. En este sentido nos encontramos con una trama muy lineal y con poca profundización tanto del argumento como de los personajes. El protagonista tiene una misión a cumplir y eso es todo lo que veremos. No sabemos mucho acerca de Callum más que de su infancia y su presente, pero todo lo que ocurrió en el medio es un completo vacío. Lo mismo ocurre con sus antepasados, ya que podemos conocer su linaje pero no su origen; y los personajes secundarios, que acompañan de una manera muy vaga al protagonista. Por otro lado, la historia deja ciertos cabos sueltos cuando uno se pone a analizar el film finamente. Podemos encontrar algunas incongruencias o hechos que no se terminan de explicar. Lo que más se destaca del film son las escenas de acción que se suceden prácticamente una tras otra, cuando el personaje de Callum accede al Animus. La ambientación de la España de 1492 está bien lograda, al igual que las actuaciones por parte del elenco, con Michael Fassbender y Marion Cotillard a la cabeza. Sin embargo, los actores tampoco tienen mucho con que trabajar y no sobresalen dentro del film. Con algunos detalles de guión que podrían haber sido más elaborados, “Assassin’s Creed” es una propuesta para quienes buscan acción y entretenimiento pochoclero puro. Es una película que tenía un gran potencial, debido a su historia épica y atractiva, pero que se queda a mitad de camino por su falta de profundización de la trama y los personajes. Puntaje: 3/5
La bomba que no fue "Assassin's Creed" es una película que había generado muchas expectativas por tratarse de la adaptación del mundialmente famoso juego de video con el mismo nombre. Si a esto le sumamos que el protagonista iba a estar interpretado por Michael Fassbender, la probabilidad de éxito era muy grande. El resultado es un tanto decepcionante, ya que si bien tiene una gran producción, buenos actores y mantiene la tensión casi todo el metraje, el guión tiene varios baches, con situaciones tiradas de los pelos y nunca llega a explotar para convertirse en un gran producto de acción. Se notó que hubo muchas ediciones torpes, con un protagonista hablando un rarísimo español y pocos detalles que hicieran al espectador empatizar con los personajes. Si pensamos en el fanático de los videos juegos, varón menor de 30 años, creo que le va a pasar algo parecido a lo que sucedió con "Warcraft". La emoción de ver a su personaje virtual cobrar vida y el cuidado de la producción visual ya le va a sumar varios puntos. A esto le adicionemos que el reparto es muy talentoso e incluye nombres como Marion Cotillard, Jeremy Irons, Brendan Gleeson, Charlotte Rampling y el ya nombrado Michael Fassbender. Cuando el fan esté viendo "Assassin's Creed", sabrá que no va estar entre los mejores títulos del año ni cerca, pero presenta en su balanza un saldo levemente positivo porque entretiene y porque el mundo gamer le tiene un afecto que desafía lo objetivo. No va a ser un film memorable, ni siquiera entre las adaptaciones que ya hay de video juegos, pero logra atraer visualmente con peleas interesantes y la presencia en pantalla de sus actores maquilla de cierta manera las carencias de la historia. Lamentablemente no creo que tenga oportunidad de levantar la vara ya que no le fue muy bien en recaudación. Una película para los más fanáticos que entretendrá pero no pasará a la historia de las adaptaciones de video juegos.