Un murciélago detective y rescatista Batman, creación de 1939 de Bob Kane y Bill Finger, responde al concepto del magnate benefactor en tanto “compensación” simbólica/ cultural norteamericana del capitalismo hambreador e hiper inestable de la Crisis del 30 y la Gran Depresión en general, algo -visto a la distancia- muy retro e irrisorio en tiempos de juntas directivas impersonales y CEOs totalmente intercambiables en las cúpulas de las grandes corporaciones, de allí que en el sustrato vintage de la memoria popular internacional acerca del personaje que nos ocupa la faceta legitimadora del éxito en los negocios, la primigenia hermanada a los polizontes y los bandoleros idealizados, haya perdido fuerza hasta dejar espacio al costado protector y de cuasi ciencia ficción del protagonista, esto de ser un millonario que niega la avaricia de sus equivalentes de carne y hueso y apuesta a ayudar al prójimo poniéndole el cuerpo -y la fortuna invertida en la Baticueva, el Batimóvil, el legendario traje y las decenas de costosos aparatejos- a la lucha contra la lacra delictiva más burda, los malhechores rasos, y sobre todo los capos del rubro, siempre amalgamados al empresariado al que paradójicamente el amigo Bruce Wayne pertenece símil oveja negra o quizás excepción que confirma la regla de la explotación y el parasitismo social por parte de las elites capitalistas y sus personeros jurídicos, policiales, financieros, mediáticos y hasta políticos. Batman, en este sentido, fue posicionándose con los años como el héroe del pueblo, no sólo porque es fácilmente identificable por todo el público a lo largo del globo, incluso por aquellos que nada saben de cómics o los detestan por pueriles y tontos, sino también debido a que no posee poder sobrenatural alguno e incluso está obsesionado -como tantos mortales, precisamente- con una gesta en última instancia imposible y pírrica, léase la derrota de la criminalidad cual lado oscuro del intelecto y el sentir de los seres humanos. El realizador que le ha tocado en gracia retomar el personaje, Matt Reeves, acumulaba en su haber dos películas anodinas y dos buenas de verdad en lo que atañe a su fase mainstream después de dos horrendos opus iniciales en la comarca indie, Future Shock (1994), antología fantástica codirigida por Oley Sassone y Eric Parkinson, y El Funebrero (The Pallbearer, 1996), una comedia romántica bastante lamentable, hablamos por supuesto de Cloverfield (2008), mixtura deslucida entre found footage y epopeya de monstruos en la tradición de Godzilla, y Déjame Entrar (Let Me In, 2010), remake muy inferior del neoclásico de terror de Tomas Alfredson del 2008, por un lado, y las muy disfrutables El Planeta de los Simios: Confrontación (Dawn of the Planet of the Apes, 2014) y El Planeta de los Simios: La Guerra (War for the Planet of the Apes, 2017), ambas secuelas de El Planeta de los Simios: (R)Evolución (Rise of the Planet of the Apes, 2011), el también épico y admirable trabajo de Rupert Wyatt, por el otro lado. La intervención de Reeves en el cine de superhéroes constituía una enorme incógnita y por ello su idea de cortarse solo, eliminando toda conexión con las propuestas previas de DC, es tan bienvenida como lo fue la noción homóloga de Christopher Nolan en su momento en relación a los convites de Tim Burton y el payasesco Joel Schumacher. En sí el director y guionista estadounidense no es ningún iluminado ni ofrece grandes novedades en el terreno del policial negro ni tampoco descuella en nada en particular en The Batman (2022), pero sabe armonizar a la perfección -y con mano de artesano que lleva años planeando el regreso a las fuentes detectivescas del personaje- todos los ingredientes temáticos/ formales porque tiene mucho con lo que compararse, es decir, cuenta con el privilegio de poder trazar unas cuantas analogías entre su Batman y los anteriores, panorama que le permite determinar con precisión lo que quiere al desechar aquello ya probado que no le apetece o que simplemente llevaría a redundancias si lo retomase, amén de una oscuridad que ya forma parte del ADN del personaje desde aquella acepción burtoniana con guiños evidentes a El Regreso del Caballero Oscuro (The Dark Knight Returns, 1986), de Frank Miller, y Batman: La Broma Asesina (Batman: The Killing Joke, 1988), de Alan Moore y Brian Bolland. Muy lejos de la fábrica de chorizos del hijo de puta de Kevin Feige de la factoría Marvel, responsable de dos décadas de bodrios que califican de productos excrementicios y/ o insufribles, aunque asimismo manteniendo una buena distancia para con los desastres pomposos, sensibleros y seudo importantes de Zack Snyder y los demás autómatas o mercenarios de DC Cómics que empezaron la catarata de exploitations de aquellas tres maravillas de Nolan con Christian Bale, Reeves nos ofrece un neo noir hecho y derecho con toques de horror, cine de acción y thriller testimonial que está inspirado en simultáneo en Barrio Chino (Chinatown, 1974), de Roman Polanski, por las constantes alusiones al entramado de corrupción que atraviesa a toda Ciudad Gótica, ahora con el narcotráfico reemplazando a la especulación inmobiliaria y los chanchullos basados en el sistema de irrigación, y en Klute (1971), de Alan J. Pakula, especialmente en lo que atañe a esa premisa centrada en el devenir de un detective, el John Klute del título (Donald Sutherland), buscando a un ejecutivo de una compañía química, Tom Gruneman, en sociedad con una furcia con la que el desaparecido está conectado, Bree Daniels (Jane Fonda), dinámica que se reproduce de manera bien literal mediante el vínculo romántico y profesional de Batman (Robert Pattinson), millonario en su segundo año como justiciero enmascarado, y Selina Kyle/ Gatúbela (Zoë Kravitz), una ladrona, traficante de drogas y camarera en un club nocturno del jet set criminal, con el objetivo de hallar a una cofrade desaparecida de la segunda en medio de la podredumbre metropolitana promedio. Retomando elementos varios de obras canónicas como Batman: Año Uno (Batman: Year One, 1987), de Miller y David Mazzucchelli, y Batman: El Largo Halloween (Batman: The Long Halloween, 1996-1997) y su continuación Batman: Victoria Oscura (Batman: Dark Victory, 1999-2000), recordado díptico de Jeph Loeb y Tim Sale que al igual que el cómic anterior exploraba la etapa inicial del antihéroe como vigilante, The Batman es un relato coral que gira alrededor de una serie de asesinatos cometidos por un Acertijo (Paul Dano) empardado a un homicida en serie que gusta de comunicarse con el público y el aparato comunicacional símil aquel Asesino del Zodíaco de la California de fines de la década del 60, señor que se carga primero al alcalde, Don Mitchell Jr. (Rupert Penry-Jones), después al comisionado de policía, Pete Savage (Alex Ferns), y finalmente al fiscal de distrito, Gil Colson (Peter Sarsgaard), pretendiendo también ejecutar al caudillo de la mafia de Ciudad Gótica, Carmine Falcone (John Turturro), y al propio Wayne, a quien le traslada la culpa por los crímenes cometidos por su padre, asesinado junto a su esposa bajo circunstancias un tanto enigmáticas que en el relato nunca quedan del todo claras ni lo exoneran del hecho de haberle pedido a Falcone que intimide a un periodista fisgón, prontamente faenado, y el “detalle” de haber creado un fondo para la supuesta renovación de la urbe que luego de su fallecimiento mutó en una caja de dinero sucio que llega a todos los rincones del entramado institucional. Mientras se consolida la relación entre Bruce, cuyo único amigo indudable es su mayordomo y mano derecha Alfred Pennyworth (Andy Serkis), y una Selina que, como decíamos previamente, se desempeña como anfitriona y criada y participa en el narcotráfico que se concentra en un club propiedad de Oswald “Oz” Cobblepot alias el Pingüino (Colin Farrell), el Acertijo se divierte reventando a los partícipes de la connivencia a cielo abierto de Ciudad Gótica, dejando una sarta de adivinanzas dirigidas al “hombre murciélago” símil tarjetas conmemorativas, desparramando videos morbosos de sus víctimas vía Internet y los medios masivos y desconcertando no sólo a Wayne sino a su principal socio/ colega dentro de la policía, James Gordon (Jeffrey Wright), el único que no lo considera un lunático que toma la ley en sus manos y en esencia un oficial que lo acompaña en su investigación para dar cuanto antes con el Acertijo, encontrar a la amiga perdida y compañera de vivienda de Kyle, trazar el organigrama del colectivo encabezado por Falcone y acercarse a la verdad detrás del óbito del patriarca de la dinastía Wayne, ésta ya completamente reducida a un Bruce que deja de lado su impronta histórica de playboy y filántropo de la plutocracia para convertirse en un treintañero insomne, ermitaño, deprimido y lacónico adicto a recorrer los callejones y hacer justicia con su intelecto, recursos holgados y habilidades para la lucha. En The Batman se recupera una representación muy completa y rica de los villanos porque tenemos al anarquista (Acertijo), el mafioso (Pingüino) y hasta un espejo en clave femenina de Wayne por su condición de vigilante de aires justicieros y muy adepto a la filosofía de la sinceridad brutal de la profusa mugre de los suburbios (una Gatúbela que busca la revancha personal por su amiga mientras que Batman persigue una venganza difusa y contradictoria de tipo comunal, entre la extralimitación exasperada/ colérica y el repliegue conservador o semi legalista). El Acertijo también es un doppelgänger del adalid trasnochado pero más distorsionado y semejante a un psicópata clásico que incluso lo tiene de ídolo y se imagina una sociedad entre ambos contra la hipocresía, atropellos y muchos embustes que marcaron el nacimiento y la expansión de Ciudad Gótica cual cloaca que promete sistemáticamente limpieza, ahora a través de la metamorfosis que traería la candidata a alcaldesa Bella Reál (Jayme Lawson), aunque luego todo sigue igual o tiende a empeorar, pensemos que el supuesto mayor golpe contra el narcotráfico, una operación en la que cayó gran parte del sindicato criminal vernáculo y convirtió en héroes a los involucrados, no fue más que un Golpe de Estado maquillado dentro de la mafia para de paso hacer cómplice con sobornos a los miembros del statu quo. Aquí nos topamos con una genial construcción del personaje de Gatúbela como una femme fatale -por momentos redimida y en otras ocasiones todavía en ciernes, aún con un crecimiento maquiavélico pendiente- que trabaja codo a codo con el encapotado, lo mismo puede decirse de Gordon, hoy no un secundario mediocre o patético que llama al paladín con la Batiseñal sólo cuando lo necesita sino un compañero detective que lo trata como un par en la pesquisa contra el crimen organizado, planteo que como siempre en el caso de los Batmans más oscuros incluye un dejo de oportunismo porque el millonario con máscara acumula los trabajitos que no están amparados por la ley pero que deben realizarse para quitarle el velo de las falacias a la realidad, tareas que Gordon rechaza porque es “intachable” y Batman acepta por sus repetidos saltos entre lo permitido a escala institucional y aquello terminantemente prohibido. Las escenas de acción nunca molestan porque se mantienen cómodas en la frontera entre el realismo sucio del policial setentoso, claro horizonte conceptual del director, y la hipérbole berreta del Hollywood posmoderno de los 80 en adelante, el correspondiente a las aventuras huecas y la superacción, del mismo modo resulta interesante la jugada de no explicitar la historia de origen, el hiper trabajado homicidio de los padres, y tratarla sólo de manera colateral mediante diálogos fascinantes que exponen los sentimientos cruzados de los diversos personajes y contrastan las versiones de cada uno sobre aquella debacle y la identidad de quien o quienes serían los responsables. La ambición y el desparpajo de la propuesta, literalmente unas tres horas de metraje que se pasan volando por el glorioso manejo del suspenso y el brío de estas criaturas en pantalla, llama mucho la atención en consonancia con el aprovechamiento de las arremetidas contra los popes de la cleptocracia pública, el rol del club nocturno como aguantadero y centro de mando del hampa a la vista de todos, el tópico camuflado de la trata de blancas vía la chica desaparecida, la amiga de Selina, las múltiples connotaciones de la pista de la “rata alada” a lo informante o doble agente (paloma, murciélago, pingüino o halcón), el papel de Falcone como un titiritero en las sombras que juega a dos puntas entre la pata criminal habitual de su organización y aquella otra cómplice de los esbirros estatales (policías, jueces, políticos, empresarios como el papi de Bruce Wayne, etc.), el innegable temor de Batman a cruzar la línea a pura furia y matar a alguien en vez de detenerlo para entregarlo a los uniformados, su inseguridad paralela en materia de las verdaderas razones de su cruzada contra el delito, si en plan de vigilante gélido o verdugo en pos de incesantes resarcimientos, y finalmente la facilidad con la que los ácratas como el Acertijo consiguen seguidores a lo culto verticalista que se esconde bajo premisas de horizontalidad en tiempos cada día más aciagos en donde las instituciones están desprestigiadas por una corrupción, una violencia, una impunidad y una retahíla de mentiras descaradas que fagocitan toda esperanza. Por suerte no hay floreos de ningún tipo en lo que respecta a la música de Michael Giacchino, la fotografía de Greig Fraser y la edición de William Hoy y Tyler Nelson porque todos los rubros técnicos están orientados a complementar y no opacar la trama de base, un enigma dirigido a un público adulto pensante como no se veía desde hace mucho tiempo en este terreno de los tanques hollywoodenses de pretensiones globales, casi siempre vinculados al acervo chatarra para oligofrénicos y/ o necios infantilizados de ese público cautivo que únicamente consume blockbusters. Resulta prodigioso el desempeño de Kravitz, Dano, Wright, Farrell, Turturro, Serkis y un Pattinson perfecto que viene de colaborar con realizadores de la talla de Nolan, David Cronenberg, Werner Herzog, Anton Corbijn, James Gray, David Michôd, Claire Denis, Robert Eggers, Ciro Guerra, Antonio Campos y los hermanos Benny y Josh Safdie, colección de intérpretes aquí ubicada en las antípodas de los chistecitos para retrasados mentales, las pavadas autorreferenciales, el slapstick o comedia física demacrada, las poses cool de cartón pintado y todo ese facilismo emocional propenso a los atajos narrativos y discursivos de Marvel. Qué sano resulta para el cine popular y valioso en serio, no la basura que nos llega desde el streaming actual y lo poco que queda destinado a salas tradicionales, encontrarnos con una película como The Batman que se caga en los CGIs, los clichés más explotados y la superficialidad símil desintelectualizacion patológica y abraza, en cambio, una trama cerebral, el desarrollo de personajes de vieja escuela, una entonación aguerrida, mucha autenticidad de carácter prosaico y un corazón que motiva y justifica tamaña faena dejando de lado la estupidez y las estrellitas con esteroides y poderes sobrehumanos. El Batman meditabundo y amargo de Reeves en el desenlace descubre más dignidad moral/ ontológica/ fraternal como rescatista, frente al desastre de una inundación provocada por el Acertijo en calidad de terrorista amigo de la teatralidad marca registrada de la franquicia, que como ángel de la venganza social que reparte golpes a diestra y siniestra o utiliza de cebo a la prostibularia y verosímil Kyle, una jugada que desde el vamos decepcionará a los palurdos amantes del emporio actual de superhéroes y de las Comic Con y otros eventos de mierda del imperialismo, al igual que las pocas secuencias de “agilidad” estrambótica en el sentido militarista o chauvinista lelo del mainstream norteamericano de nuestro presente…
Robert Pattinson y Matt Reeves toman el timón de esta nueva película de Batman, una que finalmente hace honor a su perfil detectivesco.
“Batman”. Crítica Robert Pattinson encarna un Batman digno para destruir a sus enemigos de una manera más violenta y oscura. Batman llega para aplastar el caos de Ciudad Gótica y enfrentarse a uno de los enemigos más complejos y enigmáticos que haya existido, El Acertijo. Dirigida, escrita y producida por Mat Reeves quien es conocido por haber sido director en: Cloverfield (2008), Let Me In (2010), El Planeta de los Simios: Confrontación (2014) y 10 Cloverfield Lane (2016). Junto a él en producción y guion se encuentran Dylan Clark y Peter Craig. Su elenco está compuesto por Robert Pattinson, Zoë Kravitz, Paul Dano, Colin Farrell, Jeffrey Wright, Andy Serkis, John Tuturro, Peter Sarsgaard, Jayme Lawson, Rupert Penry-Jones, Pete Savage y Barry Keoghan. Venganza Batman lleva solo dos años confrontando al crimen en Ciudad Gótica y la nueva amenaza que surge, no solo es para la ciudad en sí y sus habitantes, sino que también lo es para el mismo Bruce Wayne, quien tiene un pesado legado del cual se desconocen muchos hechos. Lo enigmático de la cinta es como los crímenes que comete El Acertijo comienzan a relacionarse con Batman hasta el punto de confundir al mismo héroe y al espectador. Los cabos que se van atando mantienen en vilo la película y no deja de ser interesante y atrapante ni un solo segundo. La corrupción que inunda a la ciudad, muestra la ineptitud de sus líderes y de las mismas fuerzas del orden. Con las palabras de El Acertijo, todo lo que prometen son mentiras y él planea generar un “cambio” a través del caos. Mano dura Los dos años que el murciélago lleva operando en Gótica lo volvieron un símbolo de justicia para algunos, un simple vigilante para otros, pero una piedra muy pesada en el camino para los criminales. En este caso, se lo muestra más violento, determinado y principalmente joven, lo que revela para el espectador, cómo él mismo va aprendiendo sobre la marcha, a pesar de ser un hombre con una inteligencia sublime y capacidades por encima de una persona normal. Con el paso del tiempo va ganando experiencia y su figura comienza a crecer. Un Batman con sed venganza que no se detiene por nada ni nadie y que provoca miedo en el corazón de quienes amenazan la paz en la ciudad, haciendo sentir algo que no se ha visto con las anteriores versiones del protector de Gótica. El huérfano y el héroe
Esta nueva versión de Batman no es solo una película de superhéroes, es una película de detectives con una estética noir asombrosa, donde cada ingreso del enmascarado a las escenas del crimen tiene un tinte épico y de tensión que recuerdan a los mejores thrillers de asesinos seriales.
Sin lugar a dudas Batman en la última década, ganó un papel de importancia en el cine, y no es para menos, viendo las obras maestras o desastres que se hicieron con el personaje. Por eso somos conscientes de la polémica que se armó cuando dijeron que Robert Pattinson iba a encarnar al encapotado. Veamos cómo resultó la nueva entrega de Batman. La trama sigue a Batman en su segundo año como vigilante. Mientras intenta detener la violencia en Gotham, una serie de asesinatos de personas de alto poder comienza a darse, con el Acertijo declarándose culpable. Ahora el Murciélago deberá encontrar el motivo de porque tanta corrupción y muerte, mientras devela secretos de su pasado. A todo lo que dijimos en el primer párrafo, debemos sumarle que, a esta altura, no es fácil hacer una película de Batman. Ya tuvimos su versión infantil a inicio de los 00, su versión gótica por parte de Burton, la realista de Nolan, la comiquera del fallido DCEU. Así que esta vez se optó por explorar una faceta del encapotado que hasta ahora había quedado relegada, la del detective. Batman nos muestra bastante tramos donde nuestro héroe trabaja con Gordon codo a codo, resolviendo pistas gracias a las migajas que va dejando el Acertijo tras sus asesinatos. Y en este sentido, tenemos que decir que la película en ningún momento se vuelve tediosa, ya que las escenas detectivescas están intercaladas con acción. Haciendo que primero Jeffrey Wright nos dé un sólido Gordon, y segundo, con Robert Pattinson cerrándole la boca a los que seguían criticándolo por una película que hizo hace más de una década. Pero quienes más destacan actoralmente, son Zoe Kravitz y Colin Farrell. Kravitz muestra un sex appeal y una tensión sexual con Pattinson, no vista desde la época de Keaton y Michelle Pfeiffer, aparte que, en las escenas dramáticas, la chica lo hace bastante bien. Y el segundo, pese a estar bajo kilos de maquillaje, nos da ese Pingüino de los bajos fondos que tanto queríamos ver, y que promete ser aún más peligroso en el futuro. Es una lastima que Paul Dano tenga poco tiempo para mostrarse, pero el que tiene, lo aprovecha al 100%. Para no extendernos, y sabemos que están esperando que hablemos de la acción. Lo visto en el trailer es poca cosa en comparación a lo que se guardaron para la película. Agradecemos que no mostraran sus mejores escenas en el avance. En conclusión, Batman es una buena película del encapotado. Para otro día veremos en qué posición queda de todas las que se hicieron, pero sin dudas podemos asegurar que va para el grupo de las que son buenas.
Cada vez que Batman es llevado al cine se genera un acontecimiento. Con poquísimas excepciones, como la fallida «Batman y Robin», de Joel Schumacher, el resto de los realizadores supo refundar con más o menos éxito al mito del héroe de Gotham City. Para aquellos que crecimos viendo la adaptación pop, protagonizada por Adam West y Burt Ward, la llegada de «Batman» dirigida por Tim Burton en 1989 generó un enorme negocio que supo traccionar, hasta la fecha, a los fanáticos del personaje creado en 1939 por Bob Kane y Bill Finger en la mítica Detective Comics. En aquella primera aventura, Michael Keaton como Batman debía enfrentarse a El Joker, encarnado por Jack Nicholson, tras una serie de delitos que el cómico siniestro había realizado y que ponía de manifiesto su intención de destrozar Gotham. La música de Prince y la ropa colorida del payaso eran los únicos elementos de brillo que contrastaban con la profunda descripción gótica y dark de Burton sobre una ciudad en la que el delito y la oscuridad reinaban. Luego vendría «Batman Vuelve», también de Burton, reafirmando la potencia del icónico personaje; para luego pasar a un paréntesis con las dos películas dirigidas por Joel Schumacher («Batman Eternamente» -1995- y «Batman & Robin» -1997-), con las que deslizaría su intención de acercarse más a la serie de TV de los sesenta, poniéndole hasta tetillas a los trajes de los personajes masculinos. Pasaron ocho años hasta que en 2005 se reinventó al personaje con «Batman Begins» con Christopher Nolan tras las cámaras y Christian Bale como el murciélago, devolviéndole la oscuridad pero más centrada en un realismo alejado también del gótico caricaturesco de Burton. Tras esa trilogía (completada con «The Dark Knight» en 2008 y «The Dark Knight Rises», en 2012), que presentó villanos y personajes distintos pero con la férrea convicción de reforzar el espíritu oscuro que los comics de los años ochenta y principios de los noventa supieron darle, parecía que el interés cinematográfico, al menos en solitario del personaje, terminaría. Así, en la siguiente encarnación del personaje vimos a un héroe más violento y entrado en años interpretado por Ben Affleck en «Batman vs Superman» y «Escuadrón Suicida» (ambas de 2016) y en las dos versiones de «Justice League» (2017-2021). Ni mejor ni peor que sus predecesores, la versión de Affleck lo mostró con un giro diferente, con un tono mucho más frío, sombrío y físicamente brutal, acorde a la época de explosión de películas inspiradas en comics que se vivió y aun hoy se sigue viviendo. Y así llegamos a «The Batman», donde Matt Reeves tiene la difícil tarea de recuperar la mitología de DC y esos primeros momentos en los que realmente Batman ejercía su rol de detective para terminar con la corrupción y el crimen de su ciudad. Robert Pattinson se pone en la piel de Bruce Wayne, que aquí será como un eterno y depresivo personaje, que intentará desandar los pasos de una serie de sujetos que ejercen de manera directa o indirecta, el mal en Gotham. En el camino se topará con una joven mujer (Zoe Kravitz), con la que mantendrá un particular vínculo en donde la tensión sexual no resuelta servirá de motor para que, entre ambos, y sus deseos, se viabilice un plan para desentrañar y cortar de raíz la interminable red de corrupción que acecha a la ciudad. «The Batman» privilegia el espíritu investigativo, haciendo cómplice al público de las idas y venidas para dar con el paradero de aquellos que arremeten con la paz de una ciudad en la que la falta de horizonte de esperanza y luz, no hacen otra cosa que oprimir a todos. Película de cuidada fotografía y una paleta de colores fríos, que revitalizan las líneas argumentales, a la vez que una potente banda sonora, con leit motiv religioso, funciona como bisagra entre las acciones de los personajes. Frente a The Batman están los villanos que, a diferencia de sus predecesoras, no necesitan máscaras ni trajes, porque tanto en el horrible rostro del Pingüino (Colin Farrel), o en el misterior de El Acertijo (Paul Dano) o en la frialdad del capomafia Carmine Falcone (John Turturro), la verdadera crueldad no necesita de efectos especiales, humanizando aún más los roles para presentar una sórdida narración sobre quiénes detentan el poder y sólo lo utilizan para su beneficio. Pattinson, a la altura de la exigencia de un guion con pocas palabras, pero con mucha acción, bucea en el personaje, que tiene referencias, en esta oportunidad, en el cine de David Fincher, o en el espíritu más oscuro de los relatos de Frank Miller. Pero sin olvidar, nunca, de ofrecer el espectáculo para la audiencia, refundando el mito, acercándolo a nuevas generaciones, como sucede cada x cantidad de años.
De vengador a protector. ¿Cuántas veces se escuchó decir que Batman es el mejor detective del mundo? Si bien la mayoría nunca pudimos ser testigos directos de semejante afirmación en display, basándonos al menos en la historia televisiva y cinematográfica del personaje, eso es lo que siempre se dijo y los únicos testigos de tal aseveración serían los seguidores del personaje en los cómics y su extensa tradición. Pero lo concreto es que para quienes seguimos a Batman mayormente en cine o medios audiovisuales, jamás percibimos al encapotado como un Poirot o un Columbo disfrazado de murciélago (aunque con sus problemas psicológicos Bruce Wayne sería más Adrian Monk, pero ya se vuelve una cuestión semántica; todos los superdetectives son excéntricos y medio lunáticos). Batman, para el público, es un héroe mayormente de acción, con una voluntad de hierro para tratar de librar a su ciudad del elemento criminal, a través de infinitas habilidades y recursos a su disposición. A lo largo de las décadas, las interpretaciones del encapotado variaron en tono y conceptos, pero Batman en esencia siempre sería, como se dijo, un personaje de acción primero, y un prodigio de la deducción después. Y no valorar y honrar estas jerarquías es de algún modo no entender del todo al personaje y su legado en la cultura popular, y por extensión desestimar lo que serían las demandas de su público más amplio e incondicional. Con este preámbulo, llegamos a The Batman, la visión de Matt Reeves (Cloverfield, las partes 2 y 3 de la última trilogía de El Planeta de los Simios) donde nuestro héroe es básicamente este superdetective prometido durante tanto tiempo, torturado emocionalmente y que deambula por los callejones de Ciudad Gótica resolviendo enigmas y tirando algún que otro puñetazo si le sobra tiempo y ganas. Para amantes del Batman de acción, esta nueva encarnación cinematográfica tendrá que aprenderse a querer por otros méritos, que igual no son pocos; simplemente son distintos a lo que estamos acostumbrados quienes disfrutamos del Batman, digamos, más acrobático y pirotécnico (que no es un crimen tampoco). Para quien haya visto los tráilers, esa es prácticamente toda la acción física que se tendrá en la epopeya de Reeves, y poco más. Claramente la agenda es otra y estamos ante un “Batman elevado”, por usar un término de moda. ¿Bueno o malo? Dependerá de cada uno. El comienzo de The Batman es sencillamente formidable. La voz en off en primera persona de Robert Pattinson al mejor estilo del Cine Negro clásico -que claramente Reeves intentará emular con cada fotograma y cada acorde musical- nos mete de lleno en la noche de una Ciudad Gótica lluviosa, mugrienta, llena de peligros, y rinde cuentas del derrotero emocional de nuestro protagonista. En sus palabras hay frustración y enojo. El Batman narrador dice ser la oscuridad y que no sabe si sus acciones como vigilante urbano en los últimos dos años tuvieron algún efecto y si su cruzada tiene algún propósito; y esta será la clave del film: Batman encontrando su propósito y vocación; pero a esto atenderemos más adelante... La primer secuencia con la presencia de Batman cimenta este concepto de que la más efectiva herramienta a su disposición es el miedo que puede -e intentará- infundir en todo delincuente que cuando mire al cielo y vea la batiseñal, deberá preguntarse si el murciélago se esconde en esas sombras de cada rincón de la ciudad. Esos pensamientos en off de Batman, cargados de auto-duda y desilusión, remarcan lo obvio, que es que le resulta imposible estar en todos lados a la vez, por eso la batiseñal tendrá que funcionar como elemento de disuasión y crear ese espacio de incertidumbre y terror en la mente criminal, de aquellos que teman su presencia en la oscuridad. Y acto seguido vemos que el mito de Batman no es tal cosa, sino una realidad aplastante; un grupo de malhechores carapintadas haciendo de las suyas en una estación de subte están a punto de conocerlo… de camino al hospital, claro está. Y este momento es de una belleza electrizante. Sabemos que Batman está en las sombras, porque oímos sus pesados pasos en el concreto mojado; se viene, y los chorros también lo saben. En este momento todos los trucos fotográficos y sonoros de los que hace alarde Matt Reeves indican que estamos ante algo inspirado, potencialmente grandioso y diferente; estamos además ante la versión de Batman más hiperrealista y oscura –literalmente- de la que hayamos sido testigos en la historia del personaje en una pantalla. Si esto es una virtud o un problema, es algo con lo que el espectador tendrá que debatirse a lo largo de las siguientes tres horas cargadas de abatimiento y penumbra. En el mejor de los casos, no será difícil anticipar que estaremos ante una película divisiva, como todo hoy en día. Estamos atravesando épocas de grietas en cualquier materia que se precie. The Batman, como lo fue la Joker de Todd Phillips hace unos años, puede que no sea la excepción y podrá acusársela de cometer algunos pecados que otros leerán en virtudes. Hay bastante para querer en este Batman de Matt Reeves, pero también objeciones a aspectos de su lectura y registro. Como se dijo al comienzo de la nota, siempre se coqueteó con que alguna vez veríamos a ese Batman detectivesco, y si bien la idea es atractiva en papeles, Reeves se la tomó con una literalidad un tanto preocupante. ‘El Batman para el que no le gusta Batman’, gritarán algunos; ‘el Batman para el que se cree por encima del cine de superhéroes’… y serían afirmaciones válidas, o al menos discutibles. The Batman presenta una versión del vigilante/justiciero que adhiere a la fórmula del policial negro y sus mecánicas narrativas mucho más de lo que hace una explotación full de sus competencias como el personaje de acción que un Batman pleno debería ser por ley, y quizás ese maestro detective como complemento de carácter. El error de cálculo de la película, si cabe llamarlo así, es pensar que ambas caras del personaje son excluyentes entre si y que no podían coexistir en estos excesivos 176 minutos de metraje, tanto la historia detectivesca que idearon como base y la película de acción que todo amante de Batman merecería ver siempre en pantalla, sin importar la época y la iteración. Pero inclinar la balanza completamente hacia el perfil apesadumbrado, cerebral y casi desprovisto de las virtudes de acción del encapotado, es un desperdicio de potencial, una experiencia seguramente morosa para más de uno. Las secuencias de acción son pocas, fugaces, carecen de espectacularidad y son poco memorables. Contar la trama no tiene mucho sentido en estos casos, y francamente me aburre sobremanera hacerlo, pero resumamos la cuestión en que hay un asesino serial suelto, que se hace llamar El Acertijo, y que tiene a la ciudad en vilo mientras caza toda clase de figuras de poder en la maquinaria corrupta de Gotham. La galería de personajes que tejen esta trama putrefacta con narcotráfico, trata de blancas, corrupción política, etc… son muchos y cada uno con su agenda, algunos más siniestros que otros, pero el eje de la trama policial es que El Acertijo (cual Zodíaco juguetón con sus pistas para la policía y los medios) tiene una correspondencia macabra con Batman, dejando notas para el murciélago con cada cuerpo que mutila. El por qué de esto será revelado a lo largo de la historia, siendo incluso Bruce Wayne un eventual target en la lista de potenciales víctimas del criminal. En su investigación, Batman hará equipo con el comisionado Gordon (o viceversa), el único de la fuerza policial en confiar en aquello que la opinión pública y las autoridades consideran apenas un vigilante desquiciado. Pero el otro eje de la historia, que incluso se hace más prominente con el correr de los minutos, es el que hace a la relación de Batman con Gatúbela, una suerte de doppelganger de nuestro héroe que tiene sus propias metas pero a la vez una afinidad emocional con Batman que hará del vigilante ir recuperando la empatía que hace años que ya no siente por nada ni por nadie. Este es un punto interesante del film, porque algo evidente desde el comienzo en Bruce Wayne es su apatía y entumecimiento emocional que no lo lleva a conectar con el mundo que lo rodea, ni siquiera entenderlo para así tratar de descubrir cuál es su propósito como el protector que quiere ser pero no consigue. El compás moral del Batman del comienzo de la película está roto, por eso no entiende cuál es la diferencia que puede hacer en su ciudad, y lo hace explícito en sus monólogos. No siente nada, no le importa nada más que sus escapadas catárticas por la noche donde se hará llamar literalmente ‘venganza’ cuando le preguntan su nombre. Y cómo convertir esa identidad de vengador en justiciero legítimo es de lo que realmente se trata The Batman, y es algo que nuestro protagonista logrará gracias a su conexión con Selina Kyle (AKA Gatúbela) y distintas reflexiones consecuencia de su cruzada para apresar a este asesino demente y la interacción con los distintos jugadores en el esquema podrido de Gotham, donde destacará El Pingüino de un Colin Farrell que es sin dudas de lo más divertido del film (creo que es de los pocos que entendieron realmente de qué se trata el género), o el capomafia Carmine Falcone de un John Turturro que cumple pero que no hace nada memorable. La trama es bastante compleja (cuando no complicada, medio al pedo), y son muchos más los elementos con los que Reeves y Cia. tejerán quizás la película más craneal vista sobre Batman jamás. Pero lo dicho, a no engañarse con los artilugios de este policial intrincado con demasiados personajes y trampas argumentales; el núcleo de esta historia es Batman aprendiendo a ser Batman. Y El Acertijo ni siquiera es tan prominente ni destacable como lo fuera El Guasón en The Dark Knight, donde directamente era casi el protagonista de la película, y esto tiene un motivo: los villanos acá en cierta medida no importan, son un medio para un fin, siendo éste que Batman consiga vencer a su peor enemigo, uno declarado en el comienzo de la película, que es su propio odio. Batman contra Batman; todo lo demás es circunstancial y al servicio del viaje de descubrimiento de un héroe que debe aprender a cuidar de la gente de Gotham, más que exorcizar sus demonios haciendo pulpa a sus enemigos de turno. Es por esto que The Batman no tiene un gran clímax de acción en el tercer acto, ni tampoco El Acertijo es una gran amenaza para ese entonces (cuando finalmente le vemos la cara a Paul Dano, es apenas otro loquito estereotipado). El clímax es concretamente de épica emocional, con Batman descubriendo su vocación de protector, abierto a la empatía y con la capacidad de mirar a un niño a los ojos sin tantas reminiscencias de trauma (hay dos momentos concretos en la película, uno en el comienzo y otro cerca del final, donde Batman tiene situaciones similares con dos nenes desamparados y es notorio el cambio de perspectiva y emociones que transmite en ambas instancias). Nada de esto es accidental. Reeves sabe el tipo de relato y Batman que quiso construir, y claramente The Batman no es un film de acción, no es un film de aventuras, no es el Batman asombroso que quizás la mayoría de nosotros querríamos ver; la película es un drama y un policial, y Batman es solo un tipo, con habilidades y recursos particulares para hacer cosas extraordinarias y que veremos de forma muy contenida, pero un tipo al fin, con traumas y sensibilidades. Sobre el paladín en cuestión, tiene buena presencia y transmite mucho con muy poco. Si bien el mayor porcentaje de esta presencia lo impone el traje y cómo Reeves lo fotografía (como suele ser con Batman), los aportes de Robert Pattinson son incuestionables y el actor apela a distintos tipos de minimalismo, ya sea con un tono de voz muy bajo pero intimidante, o con sus movimientos lentos y mirada atenta. Este Batman habla poco, observa mucho y denota una inteligencia enorme; esto le termina de dar la presencia que necesita y debería silenciar a todos los críticos del actor de Crepúsculo, quien ya demostró con los años y de sobra que tiene madera para actuar si los proyectos se lo permiten. La composición de Pattinson hace de un Batman misterioso, impredecible, que cuando entra a una habitación se hace notar y por las dudas no lo vas a mirar a los ojos. Su Bruce Wayne transita por una senda similar, ya que este Batman/Wayne ‘del año dos’ vive cabizbajo, con tono monocorde y todavía no creó el alter ego del millonario excéntrico para la percepción mediática y popular. Así que con o sin capa, es la misma parquedad, y no está mal. Por su parte, la Selina/Gatúbela de Zoë Kravitz complementa muy bien la oscuridad emocional de Batman; carga su buena mochila de traumas, su tono es igual de melancólico que el de su compañero de andanzas y no solo luce todo lo bien que se le puede pedir a esta versión terrenal de Catwoman, sino que maneja un grado de vulnerabilidad que dista de cualquier composición canchera como se vio en encarnaciones previas. Esto refuerza el propósito del film de usar la humanidad y calidez de su relación con Batman y permitirle al murciélago completar su arco de transformación. Esta simbiosis emocional entre Gatúbela y Batman está soportada en una enorme medida con la banda sonora de Michael Giacchino, definitivamente de los mayores logros del film, y las variaciones del leitmotiv de Batman en presencia de Gatúbela hablan volúmenes de las intenciones de Reeves en tanto registro contemplativo y los aspectos más sensibles de su visión sobre su héroe. The Batman es una película sólida, bella y muy calculada estéticamente y bien actuada, no hay dudas de esto. Si comete algún pecado, que reiteramos será una conclusión directa del beneficio de duda que cada espectador de género otorgue a la visión de Reeves, es ser quizás demasiado seria, melancólica, y hasta deprimente, diría. El film de Reeves carece de todo sentido de diversión, aunque deliberado como dijimos, y por momento da la impresión de buscar alcanzar prestigio con una excesiva solemnidad. Nunca sabré por qué semejante talento, como el demostrado por Reeves a lo largo de una carrera intachable, no pudo -o quiso- concebir la noción de que el público puede ser estimulado intelectualmente y entretenido a la vez. Paradigma fundamentalista y tonto si los hay, el hecho de pensar que no se puede servir a dos propósitos y que se entienda al cine de forma maniquea como “entretenimiento versus arte”; algo predicado por muchos de estos directores que solo pueden pensar en espectros opuestos, en satisfacer minorías y alienar gustos. The Batman es un buen film con muchas ideas y un cuidado estético excepcional, reiteramos, pero a la vez una experiencia por momentos mecánica, casi burocrática diría, y eso la limita terriblemente. La salva que exprime muy bien los aspectos psicológicos de los personajes centrales, pero no sé si alcanza. Quizás algún día otro director con una visión más amplia (podría haber sido Ben Affleck si hubiera seguido adelante con este proyecto, alguna vez suyo), entenderá de lo que se trata una legítima odisea del encapotado y los matices de uno de los personajes más fascinantes del mundo de los superhéroes. Esa combinación perfectamente balanceada entre policial y acción, entre drama y aventura. Cómo decía la frase de El Resplandor: ‘todo trabajo y nada de diversión hacen de Jack un chico aburrido’. Lo mismo puede decirse de Matt Reeves y los aspectos menos logrados de su Batman. No obstante, hay mucho para apreciar y desmenuzar. Una obra compleja, meditada, solo que quizás demasiado…?
El héroe más atormentado de DC Comics una vez más tiene su versión en el cine con Batman, un nuevo comienzo con Robert Pattinson como protagonista a las ordenes de Matt Reeves en una extensa película en clave de policial negro que llega a los cines este jueves. Tim Burton había sido el encargado de instalar la versión moderna del oscuro interior del personaje en un universo decadente con Batman (1989) y Batman vuelve (1992), como parte de una tetralogía que se completó con las olvidables Batman eternamente (1995) y Batman y Robin (1997) a cargo de Joel Schumacher. La actualización del torturado personaje llegó con el nuevo siglo de la mano del director británico Christopher Nolan a través de Batman inicia (2005), Batman: El caballero de la noche (2008) y Batman: El caballero de la noche asciende (2012), con lo que parecía clausurada la posibilidad de agregar más oscuridad al protagonista. Sin embargo Matt Reeves (Confrontación y La guerra, ambas de la saga de El planeta de los simios; Cloverfield: Monstruo) se interna aun más en las tinieblas con recursos y elecciones que poco tienen que ver con el universo de los superhéroes. Atormentados o no. Un policial negro para un personaje por definición oscuro, un maridaje que funciona, de manera ardua, pero que funciona. El filme tiene como referencia “Batman: Year One” (“Batman: Año uno”, 1987), la novela gráfica de Frank Miller y David Mazzucchelli que describe los comienzos del temprano huérfano millonario Bruce Wayne, que ya adulto se convierte en el guardián de Ciudad Gótica y la colaboración que establece con el incorruptible “comisionado” James Gordon para combatir el crimen. La unión de un policía honesto y el “justiciero” que opera por la libre le da el tono a la película, un policial despiadado -es inevitable recordar Pecados capitales de David Fincher– en toda la regla, centrado en la investigación para encontrar al responsable de una serie de cruentos homicidios a personalidades del poder corrupto que empuja a la ciudad hacia el abismo. La elección de Robert Pattinson como un Wayne quebrado por el dolor -en plan Kurt Cobain acompañado por el tema de “Something in the Way” de Nirvana-, parece ser una decisión insuperable en tanto el otrora protagonista del combo Crepúsculo viene edificando una carrera en base a sufrientes personajes; mientras que Jeffrey Wright es dueño de una cantidad de recursos interpretativos que incluyen una concentración obsesiva, imprescindible para dar vida al comisionado Gordon. Al perfil de los protagonistas se le suma el de El Acertijo en la piel de Paul Dano, otro especialista en personajes pasados de revoluciones, pero sobre todo la incipiente Gatúbela (buen trabajo de la magnética Zoë Kravitz), víctima en su infancia y con su propia agenda de venganza, que sin los recursos de la patricia familia Wayne, no tuvo otra opción que acercarse al mundo de la delincuencia para sobrevivir. La película además incorpora a Carmine Falcone (John Turturro), un mafioso que regentea un club nocturno que representa la degradación de los poderosos y, claro, un apenas esbozado Pingüino desde la composición de Colin Farrell detrás de una tonelada de maquillaje. Se trata del año uno. Ni el cero -cuando el niño Wayne presenció el asesinato de sus padres-, ni el período de un Batman con todos sus atributos, contradicciones y en pleno uso de la conocida parafernalia tecnológica que mostró en todas sus versiones anteriores. El formato de la era de oro de las series televisivas que suman capítulos para diseñar en detalle lo que quieren retratar, es tomado por Reeves de manera astuta, como si comprimiera varios “capítulos” en las casi tres horas de relato que se hacen necesarias para asentar de manera sólida el comienzo de la nueva saga y también, llegar a la diferenciación del resto de las películas que la preceden. La historia es un “coming-of-age”, la formación de algo así como un proto Batman que está aprendiendo a serlo y sobre todo, a encontrar un objetivo mayor, despegado o mejor, que no solo incluya su tragedia personal. La inevitabilidad de la personalidad de Bruce Wayne tiene que ver con el contexto. Mientras que en Guasón de Todd Phillips, que por supuesto forma parte del mundo del hombre murciélago, el tema era un sistema social en retirada como consecuencia del individualismo indiferente a los padeceres de la gente, en esta Batman se plantea que la política es la herramienta del cambio y si está contaminada por sus manejos turbios con el poder judicial, se desmorona todo el sistema, un contrato cívico roto. Es ahí donde el personaje que tiene como única motivación la venganza por la muerte de sus padres entiende su rol mesiánico-político, en tanto sus acciones por la Justicia con mayúscula lo ubican como un actor decisivo en lo que entiende, deberá ser la necesaria reconstrucción moral para que se vuelva a general la confianza en la política como razonable administradora de las relaciones de poder. Como suele ocurrir con las películas que desbordan los límites del cine, Batman probablemente tenga el éxito de taquilla asegurado, incluso con su solemnidad sin respiro y una extensión que prescinde de la acción espectacular. Con el tiempo habrá que ver si los oscurísimos cimientos de esta nueva saga serán suficientes para mantener el interés por un personaje fascinante al que por la necesidades de la industria, se le sigue buscando y agregando aristas atractivas. BATMAN The Batman. Estados Unidos, 2022. Dirección: Matt Reeves. Intérpretes: Robert Pattinson, Zoë Kravitz, Jeffrey Wright, Paul Dano, Colin Farrell, John Turturro, Andy Serkis y Peter Sarsgaard. Guion: Matt Reeves y Peter Craig, basado en los personajes de Bob Kane y Bill Finger. Fotografría: Greig Fraser. Música: Michael Giacchino. Edición: William Hoy y Tyler Nelson. Distribuidora: Warner Bros. Duración: 175 minutos. Publicado originalmente por el autor en Télam.
Un joven vigilante ha tomado la misión de limpiar las calles de Gotham, pero aunque tras dos años de actividad su presencia comienza a implantar el terror en los delincuentes comunes, el crimen no deja de aumentar. Falta poco para las elecciones. El alcalde, quien encabezó la cruzada judicial que terminó con el jefe de la mafia tras las rejas, pelea voto a voto una competencia por la reelección. Tal proyecto se ve violentamente truncado cuando un misterioso asesino serial lo ataca en su propia casa, dejando indicios en la escena del homicidio con los que pretende guiar a Batman (Robert Pattinson) hacia un oscuro secreto que vincula a las más altas esferas del poder con el crimen organizado. Mientras el Acertijo promete nuevas víctimas, sus pistas guían a Batman y a James Gordon (Jeffrey Wright) hasta un local nocturno regenteado por Oswald Cobblepot (Colin Farrell), reconocido como la mano derecha de Carmine Falcone (John Turturro), uno de los mayores mafiosos de la ciudad desde que Don Maroni cayó en desgracia. El sitio es el centro de toda la corrupción en Gotham, pero sus secretos están fuera del alcance de la ley. Buscar Alta Peli CRÍTICASBatman, de Matt Reeves (REVIEW) The Batman, el detective antes del héroe. por Matías Seoane publicada el 01/03/2022 Batman, una nueva cara para la venganza. Crítica sin spoilers. Un joven vigilante ha tomado la misión de limpiar las calles de Gotham, pero aunque tras dos años de actividad su presencia comienza a implantar el terror en los delincuentes comunes, el crimen no deja de aumentar. Falta poco para las elecciones. El alcalde, quien encabezó la cruzada judicial que terminó con el jefe de la mafia tras las rejas, pelea voto a voto una competencia por la reelección. Tal proyecto se ve violentamente truncado cuando un misterioso asesino serial lo ataca en su propia casa, dejando indicios en la escena del homicidio con los que pretende guiar a Batman (Robert Pattinson) hacia un oscuro secreto que vincula a las más altas esferas del poder con el crimen organizado. Mientras el Acertijo promete nuevas víctimas, sus pistas guían a Batman y a James Gordon (Jeffrey Wright) hasta un local nocturno regenteado por Oswald Cobblepot (Colin Farrell), reconocido como la mano derecha de Carmine Falcone (John Turturro), uno de los mayores mafiosos de la ciudad desde que Don Maroni cayó en desgracia. El sitio es el centro de toda la corrupción en Gotham, pero sus secretos están fuera del alcance de la ley. Solo la ayuda de Selina Kyle (Zoë Kravitz) le permitirá infiltrarse para conseguir las piezas que le faltan al rompecabezas, una alianza endeble que apenas seguirá en pie mientras ella consiga lo que busca a cambio. Un Batman nuevito, en más de un sentido Ya tuvimos unas cuantas adaptaciones a la pantalla del universo Batman, con distintos estilos y para gustos variados. En esta propuesta encabezada por Matt Reeves vemos a un Batman muy joven que no solo recién está buscando su camino, sino que además no cuenta con la mayoría de los recursos clásicos del personaje y hasta se da a entender que las finanzas de Bruce Wayne están en un estado bastante vulnerable, en parte justamente por la desatención que el joven heredero le viene dando a su trabajo diurno desde hace años. Buscar Alta Peli CRÍTICASBatman, de Matt Reeves (REVIEW) The Batman, el detective antes del héroe. por Matías Seoane publicada el 01/03/2022 Batman, una nueva cara para la venganza. Crítica sin spoilers. Un joven vigilante ha tomado la misión de limpiar las calles de Gotham, pero aunque tras dos años de actividad su presencia comienza a implantar el terror en los delincuentes comunes, el crimen no deja de aumentar. Falta poco para las elecciones. El alcalde, quien encabezó la cruzada judicial que terminó con el jefe de la mafia tras las rejas, pelea voto a voto una competencia por la reelección. Tal proyecto se ve violentamente truncado cuando un misterioso asesino serial lo ataca en su propia casa, dejando indicios en la escena del homicidio con los que pretende guiar a Batman (Robert Pattinson) hacia un oscuro secreto que vincula a las más altas esferas del poder con el crimen organizado. Mientras el Acertijo promete nuevas víctimas, sus pistas guían a Batman y a James Gordon (Jeffrey Wright) hasta un local nocturno regenteado por Oswald Cobblepot (Colin Farrell), reconocido como la mano derecha de Carmine Falcone (John Turturro), uno de los mayores mafiosos de la ciudad desde que Don Maroni cayó en desgracia. El sitio es el centro de toda la corrupción en Gotham, pero sus secretos están fuera del alcance de la ley. Solo la ayuda de Selina Kyle (Zoë Kravitz) le permitirá infiltrarse para conseguir las piezas que le faltan al rompecabezas, una alianza endeble que apenas seguirá en pie mientras ella consiga lo que busca a cambio. Un Batman nuevito, en más de un sentido Ya tuvimos unas cuantas adaptaciones a la pantalla del universo Batman, con distintos estilos y para gustos variados. En esta propuesta encabezada por Matt Reeves vemos a un Batman muy joven que no solo recién está buscando su camino, sino que además no cuenta con la mayoría de los recursos clásicos del personaje y hasta se da a entender que las finanzas de Bruce Wayne están en un estado bastante vulnerable, en parte justamente por la desatención que el joven heredero le viene dando a su trabajo diurno desde hace años. Sin el poder de una chequera ilimitada y de un arsenal de tecnología futurista, todo en esta versión parece pesado, sucio y ruidoso, con una búsqueda de realismo aún más extrema que la que supo encarar Christopher Nolan con su trilogía. Tanto el traje como su equipo está hecho en casa sin el apoyo de la famosa tecnología Wayne ni diseñado para el subterfugio de la Liga de las Sombras, algo mucho más acorde para acompañar a un hombre obsesionado con una misión autodestructiva de venganza que lleva años comiéndose su vida y su identidad. En el mundo Reeves, Bruce Wayne casi no existe y es apenas la máscara que Batman se pone cada tanto, cuando no es suficiente entrar caminando a una habitación y apalear a cada persona que siga en pie sin preocuparse demasiado por la propia seguridad. Cuando entra en combate, este Batman no es el fantasma que aterroriza sin ser visto; es un tanque alimentado a ira que recibe los golpes sobre su armadura hasta que puede acercarse lo suficiente a pegar las trompadas que hagan falta para noquear a su enemigo. Sin sutilezas ni teatralidad, impone el terror por peso y no por fantasía, dejando un tendal de huesos rotos a su paso. Este nuevo Batman es coherente con la Gotham en que habita, una ciudad igual de rústica y oscura donde la corrupción tiene sus tentáculos metidos por cada rincón desde hace décadas. Así le da contexto a esta historia mucho más cercana al thriller policial que a la habitual propuesta de acción y aventuras que suele ofrecer el género comiquero. Este protagonista está mucho más cerca del arquetipo del detective solitario y violento al que no le importa romper algunas reglas con tal de castigar a un criminal, un costado clásico del personaje que en general no fue muy explorado en la mayoría de las adaptaciones a la pantalla. Buscar Alta Peli CRÍTICASBatman, de Matt Reeves (REVIEW) The Batman, el detective antes del héroe. por Matías Seoane publicada el 01/03/2022 Batman, una nueva cara para la venganza. Crítica sin spoilers. Un joven vigilante ha tomado la misión de limpiar las calles de Gotham, pero aunque tras dos años de actividad su presencia comienza a implantar el terror en los delincuentes comunes, el crimen no deja de aumentar. Falta poco para las elecciones. El alcalde, quien encabezó la cruzada judicial que terminó con el jefe de la mafia tras las rejas, pelea voto a voto una competencia por la reelección. Tal proyecto se ve violentamente truncado cuando un misterioso asesino serial lo ataca en su propia casa, dejando indicios en la escena del homicidio con los que pretende guiar a Batman (Robert Pattinson) hacia un oscuro secreto que vincula a las más altas esferas del poder con el crimen organizado. Mientras el Acertijo promete nuevas víctimas, sus pistas guían a Batman y a James Gordon (Jeffrey Wright) hasta un local nocturno regenteado por Oswald Cobblepot (Colin Farrell), reconocido como la mano derecha de Carmine Falcone (John Turturro), uno de los mayores mafiosos de la ciudad desde que Don Maroni cayó en desgracia. El sitio es el centro de toda la corrupción en Gotham, pero sus secretos están fuera del alcance de la ley. Solo la ayuda de Selina Kyle (Zoë Kravitz) le permitirá infiltrarse para conseguir las piezas que le faltan al rompecabezas, una alianza endeble que apenas seguirá en pie mientras ella consiga lo que busca a cambio. Un Batman nuevito, en más de un sentido Ya tuvimos unas cuantas adaptaciones a la pantalla del universo Batman, con distintos estilos y para gustos variados. En esta propuesta encabezada por Matt Reeves vemos a un Batman muy joven que no solo recién está buscando su camino, sino que además no cuenta con la mayoría de los recursos clásicos del personaje y hasta se da a entender que las finanzas de Bruce Wayne están en un estado bastante vulnerable, en parte justamente por la desatención que el joven heredero le viene dando a su trabajo diurno desde hace años. Sin el poder de una chequera ilimitada y de un arsenal de tecnología futurista, todo en esta versión parece pesado, sucio y ruidoso, con una búsqueda de realismo aún más extrema que la que supo encarar Christopher Nolan con su trilogía. Tanto el traje como su equipo está hecho en casa sin el apoyo de la famosa tecnología Wayne ni diseñado para el subterfugio de la Liga de las Sombras, algo mucho más acorde para acompañar a un hombre obsesionado con una misión autodestructiva de venganza que lleva años comiéndose su vida y su identidad. En el mundo Reeves, Bruce Wayne casi no existe y es apenas la máscara que Batman se pone cada tanto, cuando no es suficiente entrar caminando a una habitación y apalear a cada persona que siga en pie sin preocuparse demasiado por la propia seguridad. Cuando entra en combate, este Batman no es el fantasma que aterroriza sin ser visto; es un tanque alimentado a ira que recibe los golpes sobre su armadura hasta que puede acercarse lo suficiente a pegar las trompadas que hagan falta para noquear a su enemigo. Sin sutilezas ni teatralidad, impone el terror por peso y no por fantasía, dejando un tendal de huesos rotos a su paso. Este nuevo Batman es coherente con la Gotham en que habita, una ciudad igual de rústica y oscura donde la corrupción tiene sus tentáculos metidos por cada rincón desde hace décadas. Así le da contexto a esta historia mucho más cercana al thriller policial que a la habitual propuesta de acción y aventuras que suele ofrecer el género comiquero. Este protagonista está mucho más cerca del arquetipo del detective solitario y violento al que no le importa romper algunas reglas con tal de castigar a un criminal, un costado clásico del personaje que en general no fue muy explorado en la mayoría de las adaptaciones a la pantalla. Todo ello se apoya sobre una propuesta estética que además ser acorde con el concepto del personaje y su mundo también se esfuerza por sentirse tangible, con peso. O al menos intenta no dejar la sensación de que los actores pasan la mayor parte del tiempo hablándole al aire frente a un telón verde. Battinson Si hay algo que captó la atención desde antes del estreno es el elenco multiestelar con el que cuenta The Batman. Algunas elecciones funcionan mejor que otras o tienen mayores oportunidades para lucirse, pero ninguna es fallida. Robert Pattinson tiene el gran desafío de protagonizar gran parte de la película con media cara escondida y con muy pocas líneas de diálogo, pero se las ingenia para interpretar a un hombre profundamente dañado, casi una cáscara de ser humano que no puede confiar en nadie y no tiene muchos motivos reales para vivir. Es un personaje de poco carisma y eso sin dudas le juega en contra, pero es un rasgo que parece ser por diseño y no por falla de su interpretación. Mejores chances de mostrar su carisma y talento se le ofrecen a Turturro, Farrell y, en especial, a Zoë Kravitz, quien no desperdicia ni uno de los minutos que pasa en pantalla como una antiheroína balanceada y por momentos más interesante que el propio protagonista. Buscar Alta Peli CRÍTICASBatman, de Matt Reeves (REVIEW) The Batman, el detective antes del héroe. por Matías Seoane publicada el 01/03/2022 Batman, una nueva cara para la venganza. Crítica sin spoilers. Un joven vigilante ha tomado la misión de limpiar las calles de Gotham, pero aunque tras dos años de actividad su presencia comienza a implantar el terror en los delincuentes comunes, el crimen no deja de aumentar. Falta poco para las elecciones. El alcalde, quien encabezó la cruzada judicial que terminó con el jefe de la mafia tras las rejas, pelea voto a voto una competencia por la reelección. Tal proyecto se ve violentamente truncado cuando un misterioso asesino serial lo ataca en su propia casa, dejando indicios en la escena del homicidio con los que pretende guiar a Batman (Robert Pattinson) hacia un oscuro secreto que vincula a las más altas esferas del poder con el crimen organizado. Mientras el Acertijo promete nuevas víctimas, sus pistas guían a Batman y a James Gordon (Jeffrey Wright) hasta un local nocturno regenteado por Oswald Cobblepot (Colin Farrell), reconocido como la mano derecha de Carmine Falcone (John Turturro), uno de los mayores mafiosos de la ciudad desde que Don Maroni cayó en desgracia. El sitio es el centro de toda la corrupción en Gotham, pero sus secretos están fuera del alcance de la ley. Solo la ayuda de Selina Kyle (Zoë Kravitz) le permitirá infiltrarse para conseguir las piezas que le faltan al rompecabezas, una alianza endeble que apenas seguirá en pie mientras ella consiga lo que busca a cambio. Un Batman nuevito, en más de un sentido Ya tuvimos unas cuantas adaptaciones a la pantalla del universo Batman, con distintos estilos y para gustos variados. En esta propuesta encabezada por Matt Reeves vemos a un Batman muy joven que no solo recién está buscando su camino, sino que además no cuenta con la mayoría de los recursos clásicos del personaje y hasta se da a entender que las finanzas de Bruce Wayne están en un estado bastante vulnerable, en parte justamente por la desatención que el joven heredero le viene dando a su trabajo diurno desde hace años. Sin el poder de una chequera ilimitada y de un arsenal de tecnología futurista, todo en esta versión parece pesado, sucio y ruidoso, con una búsqueda de realismo aún más extrema que la que supo encarar Christopher Nolan con su trilogía. Tanto el traje como su equipo está hecho en casa sin el apoyo de la famosa tecnología Wayne ni diseñado para el subterfugio de la Liga de las Sombras, algo mucho más acorde para acompañar a un hombre obsesionado con una misión autodestructiva de venganza que lleva años comiéndose su vida y su identidad. En el mundo Reeves, Bruce Wayne casi no existe y es apenas la máscara que Batman se pone cada tanto, cuando no es suficiente entrar caminando a una habitación y apalear a cada persona que siga en pie sin preocuparse demasiado por la propia seguridad. Cuando entra en combate, este Batman no es el fantasma que aterroriza sin ser visto; es un tanque alimentado a ira que recibe los golpes sobre su armadura hasta que puede acercarse lo suficiente a pegar las trompadas que hagan falta para noquear a su enemigo. Sin sutilezas ni teatralidad, impone el terror por peso y no por fantasía, dejando un tendal de huesos rotos a su paso. Este nuevo Batman es coherente con la Gotham en que habita, una ciudad igual de rústica y oscura donde la corrupción tiene sus tentáculos metidos por cada rincón desde hace décadas. Así le da contexto a esta historia mucho más cercana al thriller policial que a la habitual propuesta de acción y aventuras que suele ofrecer el género comiquero. Este protagonista está mucho más cerca del arquetipo del detective solitario y violento al que no le importa romper algunas reglas con tal de castigar a un criminal, un costado clásico del personaje que en general no fue muy explorado en la mayoría de las adaptaciones a la pantalla. Todo ello se apoya sobre una propuesta estética que además ser acorde con el concepto del personaje y su mundo también se esfuerza por sentirse tangible, con peso. O al menos intenta no dejar la sensación de que los actores pasan la mayor parte del tiempo hablándole al aire frente a un telón verde. Battinson Si hay algo que captó la atención desde antes del estreno es el elenco multiestelar con el que cuenta The Batman. Algunas elecciones funcionan mejor que otras o tienen mayores oportunidades para lucirse, pero ninguna es fallida. Robert Pattinson tiene el gran desafío de protagonizar gran parte de la película con media cara escondida y con muy pocas líneas de diálogo, pero se las ingenia para interpretar a un hombre profundamente dañado, casi una cáscara de ser humano que no puede confiar en nadie y no tiene muchos motivos reales para vivir. Es un personaje de poco carisma y eso sin dudas le juega en contra, pero es un rasgo que parece ser por diseño y no por falla de su interpretación. Mejores chances de mostrar su carisma y talento se le ofrecen a Turturro, Farrell y, en especial, a Zoë Kravitz, quien no desperdicia ni uno de los minutos que pasa en pantalla como una antiheroína balanceada y por momentos más interesante que el propio protagonista. Esto lleva a uno de los puntos más flojos de Batman, porque esa abundancia excesiva de hilos y personajes secundarios perjudica el ritmo del segundo acto de la película, estirando de más algo que podría haberse resuelto con mejor síntesis. El principal ejemplo de esto es la inclusión forzada de El Pingüino en un rol apenas secundario y redundante que, aunque ofrece varios momentos destacables, es evidente que solo está allí para disparar la serie spin-off que lo tendrá como protagonista y no porque aporte algo necesario a la trama del film. No es lo único que suma a esa sensación general de que todo dura algunos minutos más de lo que era realmente necesario, pero es sin duda lo más llamativo. The Batman no es divertida ni pretende serlo, lo que es probable que le resulte en críticas de una parte del público que en todo su derecho llegue buscando otra cosa. Es una propuesta ambiciosa que pretende distanciarse del estándar actual de un género que hace tiempo parece seguir una misma fórmula sin cuestionarla mucho. Aunque varias de las decisiones dan buen resultado, es esa misma ambición un tanto desmedida lo que le juega en contra a la hora de lograr una síntesis potente que transmita la convicción de que a la película no le sobra nada.
Un espectacular regreso del Hombre Murciélago Tras varios idas y vueltas, la nueva película en solitario de uno de los superhéroes más icónicos de todos los tiempos quedó en manos de Matt Reeves (Cloverfield, la trilogía The Planet of the Apes), con la cuestionada elección de Robert Pattinson para interpretar al famoso encapuchado. ¿El resultado? Tan notable como cualquiera hubiese querido. Cada llegada del Hombre Murciélago a la pantalla grande es motivo de polémica. Pasados varios años, incluso todavía son bastante latentes las grietas que produjo el último Batman interpretado por Ben Affleck. Desde su elección, denostada por unos y apoyada por otros –sin muchos fundamentos que vayan más allá de las expectativas que se tenían con el personaje-, y luego, su atribulado paso por el DCEU, amado y odiado en idéntica medida, todo parecería indicar que ponerse bajo el famoso traje no es un tema menor. Tras Batman vs. Superman, un breve cameo en Escuadrón Suicida y La Liga de la Justicia (en sus dos versiones), Affleck abandonó el papel -se supone que su despedida oficial será con The Flash, de Andy Muschietti– y así, lo que implicó que la película individual del superhéroe que pensaba dirigir, escribir y protagonizar quedara sin efecto, al menos hasta que Matt Reeves fue confirmado para continuar el proyecto, desarrollando -conforme las declaraciones del director- un guion sumamente distinto al concebido en primera oportunidad por Affleck. No obstante, el mayor misterio giraba alrededor de un punto un tanto más delicado: ¿Quién sería el nuevo murciélago? Para sorpresa de muchos, Robert Pattinson fue el elegido. Hoy, pasado más de un año desde el primer y misterioso avance lanzado a mediados del 2020, y tras numerosas especulaciones sobre la elección de Pattinson para el rol, puede afirmarse que no solo su interpretación cumple con las expectativas, sino que, además, Matt Reeves entregó el relanzamiento que cualquier fan del personaje -sea a través de los cómics o de películas anteriores- quisiera ver. En primer lugar, no. No se muestra el asesinato de los Wayne. Ni con el fin de desarrollar el personaje, como lo hizo la trilogía de Christopher Nolan, ni tampoco por el simple hecho de tener que mostrarlo sin mucho sentido, como lo ha hecho Batman vs. Superman o Joker, en este último caso para forzar innecesariamente la conexión entre el icónico villano y el encapuchado. En efecto, tampoco hay que ser testigos de los inicios del superhéroe, o al menos de los que se acostumbran a ver en cada película que presenta a un personaje con el fin de hacer una saga. Sí, en cambio, podría hablarse de una etapa inicial del murciélago si se tiene en cuenta que el relato lo presenta en su segundo año como justiciero nocturno. De esta manera, lejos de cualquier representación pasada -amén de que quien lo intente pueda suponer que hay un poco de acá y un poco de allá-, Matt Reeves se interesó en que Batman tenga su película más personal a la fecha, dándole total protagonismo al murciélago dentro de un misterio policíal por momentos setentoso (el Riddler de Paul Dano estuvo claramente inspirado en el “Asesino del Zodíaco”) que le permite relucir al personaje sus mayores atractivos. Tal es así que pocos son los momentos en que Pattinson tiene tiempo para ser Bruce Wayne ya que la mayor parte de las casi tres horas que dura la película lo tienen enmascarado y, vale aclarar, con una presencia desde ya imponente. Sea desde su notable introducción mediante voz en off, con una primera aparición digna de los aplausos de los más fanáticos, hasta cada mínimo aporte en pantalla, el nuevo Batman tiene la suerte de contar un guion ideal para poder lucirse de manera absoluta, de la misma manera que el resto de los icónicos aliados o enemigos que lo enfrentan. Es así que ningún secundario es relegado a la irrelevancia y que en una trama tan cargada de personajes -especialmente de villanos, cada uno contando con excelentes momentos – el desarrollo sea tan verosímil y fluido es digno de destacar. Por otro lado, The Batman logra ser una experiencia fascinante gracias a su absoluta independencia. Quienes comulguen con la visión que tanto Reeves como sus coguionistas, Mattson Tomlin y Peter Craig, decidieron llevar a cabo -bastante más oscura e intensa que cualquier otra que se haya hecho en el cine- disfrutarán que la película no depende de obras pasadas ni mucho menos futuras, que prioricen cautivar al espectador por lo que vendrá y no así por lo que acaba de ser. Por el contrario, más allá de las altas probabilidades con las que cuenta esta nueva saga para continuar en el futuro, The Batman resulta apasionante sin depender de nada más que su propia virtud. Con una espectacular fotografía de Greig Fraser (Dune), siendo que prácticamente todas las secuencias de acción transcurren de noche y se aprecian con una claridad poco común en el género, CGI indetectable, un inolvidable main theme compuesto por Michael Giacchino, The Batman significa -y significará- un notable exponente del cine de superhéroes e indudablemente cosechará una enorme cantidad de fans tras su visionado. Claro que serán inevitables las odiosas comparaciones que relativicen a cada encapuchado a una condición de “el mejor” o “el peor”, pero si de algo sirve a los fines de este texto, probablemente sean muchos los que opten por la primera calificación en este caso. Aunque sin dudas Matt Reeves haya pensado en que la experiencia sea única y se disfrute como tal, se torna inevitable no desear más producciones con Battinson al frente, la cautivante Catwoman de Zoë Kravitz con aún más protagonismo o al siempre brillante (y esta no es la excepción) Jeffrey Wright, investigando junto a Batman a la par en su papel de Jim Gordon. De todas maneras, basta decir con que este relanzamiento será suficiente por bastante tiempo. Y que el Hombre Murciélago regresó con toda la espectacularidad que merece.
DC Comics vuelve a la carga con una nueva entrega de su personaje más famoso. «The Batman» conquista las salas de todo el mundo a partir de esta semana. Se trata de un reinicio de la saga con nuevos intérpretes y una historia bastante fresca. Relata el segundo año de lucha contra el crimen del héroe. Debe seguir los indicios para descubrir la verdad sobre el acertijo, un asesino en serie que deja en evidencia la corrupción existente en Gotham. Según fuentes oficiales, la historia está inspirada en cinco comics de Batman y dos de Catwoman. Entre ellos destacan «El largo Halloween», «Ego» y «Año uno». Se encuentra la lista completa en ECC Comics. La mente detrás de la nueva aventura del caballero oscuro es Matt Reeves. Tuvo bajo su cargo la dirección, fue parte de la producción y escribió el guion junto a Peter Craig. Su filmografía como director es breve pero eficaz, podemos encontrar «Cloverfield» (2008), «Let me in» (2010) y las dos secuelas de la trilogía de «The planet of the apes» (2014 y 2017). Si buscamos en sus trabajos como guionista y productor, los créditos se extienden hasta 1993. En conclusión, a pesar de no poseer demasiado ruedo como cineasta, es un veterano de la industria. Fue una apuesta arriesgada, pero acertada, por parte de la productora ya que barajaron nombres con más espalda en el cargo como Denis Villeneuve o Ridley Scott. Sin más preámbulo, comencemos a desmenuzar nuestra experiencia viendo la película. Como ya mencionamos anteriormente, se trata de una historia de inicio. Nos encontramos con un Batman aún dudoso de sus acciones, que no logra descifrar si su presencia ayuda o modifica en algún aspecto a esa Gotham tan corrompida. En este punto nos detenemos para hablar de Robert Pattinson. Su elección como protagonista fue cuestionada desde el primer momento por los fanáticos. Pero con el pasar del tiempo y la llegada de los teasers y trailers se fue afirmando como el actor ideal. A fin de cuentas, podemos afirmar que efectivamente su labor como el enmascarado es ejemplar. Construye un personaje calmo, monosilábico y parco que denota grandes inseguridades y un latente estado de ira, lo que deriva en un continuo clima tétrico invadido por pequeños momentos de cólera absoluta. Su personaje deambula constantemente entre conflictos internos, Reeves da lugar al desarrollo de esos dramas y sale triunfante. En línea con lo sombrío de su protagonista, la cinta comparte el tono melancólico y realista. Durante los primeros minutos se encarga de describir la inmoralidad de la ciudad y lo que significa el héroe en esa viciosa realidad. Logra que el espectador perciba el miedo de los malvivientes ante la presencia del caballero de la noche. El clima general del film es oscuro y tiene varios elementos de thrillers policiacos. Gracias a la participación del acertijo y sus pistas, podemos tener presente a películas como «Seven» (1995) o «Zodiaco» (2007) del maestro David Fincher. Ese detalle permite extraer la parte detectivesca de Batman, algo muy desarrollado en los comics y videojuegos, pero que poco se ha visto en el cine. Toda esa atmósfera sepulcral se ve aliviada con pequeñas, y necesarias, dosis de humor proporcionadas principalmente por el comisionado Gordon y el pingüino – tal vez el personaje más caricaturesco del film -. Como resultado de ese minucioso trabajo de presentación de personajes e historia, su apartado visual se encuentra a la altura. El encargado de la fotografía, Greig Fraser, hace un trabajo magistral en el uso de los claroscuros para enaltecer la figura de su héroe y mantenernos inmersos dentro de la cinta. Consigue generar imágenes metafóricas – a veces poco sutiles – y de alto impacto. En líneas generales, no es una cinta que brille por su espectacularidad visual, sino que se apoya más bien en los pequeños detalles que la componen para ser disfrutable de todas maneras, sin depender de la calidad de sus efectos visuales o el tamaño de sus destrozos edilicios. Por estas razones, goza de un montaje que se toma su tiempo, no pierde la cabeza por generar dinamismos acelerados o crear situaciones inverosímiles en pos del entretenimiento. Dicho esto, nobleza obliga, debemos mencionar que sus casi tres horas de duración se hacen sentir. El guion tiende a mantenerse en una línea constante de crecimiento, pero en determinados momentos sufre un bajón de ritmo que desconecta un poco y nos devuelve a la realidad. Nada demasiado notorio, pero no se puede negar. Aun así, hacia el final reconectamos con todas las fuerzas para disfrutar del clímax de la obra. Acá hacemos otro comentario: los últimos minutos del film se dedican a dejar puertas abiertas para futuros eventos y eso resulta un poco contraproducente por lo poco orgánica que resulta la inserción de las escenas. De vuelta con el aspecto técnico, en cuanto al apartado sonoro, encontramos un excelente trabajo de Michael Giacchino. El compositor musical tiene una amplia trayectoria de casi treinta años. Es un experimentado en materia de superproducciones. Trabajó con Pixar, Disney, Marvel, Lucas Film y musicalizó las franquicias de «Star Wars», «Star Trek», «Jurassic World», «Misión imposible» y hasta «Spider-man». En esta ocasión, crea un soundtrack exquisito para terminar de completar el aura sombría de Batman. Origina una melodía principal que va variando según la escena lo requiera y se encarga de dejarnos el leitmotiv de la obra incrustado en nuestras mentes. Es imposible que no salgas de la sala tarareándola. El artículo se extiende más de lo común, pero no podemos dejar de hablar de quienes acompañan a Pattinson en su travesía. En el campo de los aliados nos encontramos con Zoe Kravitz, quien nos regala una sensual y carismática Catwoman. Nos vende correctamente el perfil de heroína independiente y desprende una química tremenda con Robert. Romance no nos faltará. En segundo lugar, nos encontramos con Jeffrey Wright que nos brinda un James Gordon del que todos nos encariñamos. Fiel a sus convicciones, pone la justicia ante todo y no duda en confiar en su amigo encapuchado. Finalmente, del bando de los delincuentes, nos encontramos con la frutilla del postre. En primer lugar, Paul Dano (el acertijo) ofrece un villano desquiciado que genera temor por sus modismos más que por sus acciones. Podemos asemejarlo fácilmente con el increíble trabajo de Heath Ledger en el papel de Guasón. Aquel intercambio verbal con Batman es de lo mejor de la película en términos de importancia argumental. Luego tenemos a John Turturro (Carmine Falcone) quien interpreta a un poderoso capo de la mafia que, a pesar de sus breves apariciones, genera una solidez inesperada. Su tono inquisitorio y el manejo detrás de las sombras cual titiritero de Gotham está en otro nivel. Por último, Colin Farrell (Pingüino) logra diferenciarse de su excelente antecesor en el puesto, Danny de Vito, en manos un pintoresco, particular y carismático gángster. Si te quedaste con ganas de verlo en acción, es solo cuestión de tiempo, ya que se encuentra en producción una serie sobre el personaje. En conclusión, podemos afirmar que «The Batman» es una obra ambiciosa que tiene estilo propio. En tiempos de crossovers y multiversos, es agradable ver cómo una película se sustenta por sí sola con un protagonista y sin depender de grandes usos de CGI ni un argumento que incluya el fin del mundo. A pesar de algunas inconsistencias en su historia, la cinta brilla por sus sobresalientes personajes, sus momentos icónicos y el perfecto manejo de su puesta en escena y clima general.
«Olvídalo, Bruce, es Gotham» Se acercaba un nuevo desafío actoral para Robert Pattinson, así como también un verdadero salto para Matt Reeves, quien había estado a cargo de dos entregas de The Planet of the Apes (2014 y 2017) y Cloverfield (2008), entre otras películas «menores». Después de tantas versiones, traer otro Batman al cine supondría estar en la lupa de muchos ojos críticos y podía ser catastrófico. Pero por suerte para la vida del encapotado, el resultado fue definitivamente positivo. ¿Cómo encarar otro caballero de la noche? Esa debe haber sido una de las preguntas que sobrevolaban la mente del director, junto a Peter Craig, su co-guionista. Y claro, la acertada respuesta a la que llegaron fue sustancial para desarrollar efectivamente esta historia. Decidieron adoptar una faceta de Batman que no se había visto en cine, la detectivesca. Pero no lo malentiendan, esto no quiere decir que se haya transformado en un Sherlock Holmes o Hercules Poirot cualquiera, o que se dejen las escenas de acción de lado, pero sí deja a la luz una rama más del héroe que sirve como anzuelo para presentar este film como un buen thriller neo-noir. Un joven y acomplejado Bruce Wayne bajado -en todo aspecto- a un sitio más terrenal que las últimas versiones de Bale y Affleck encara sus primeros años como vigilante nocturno en Gotham. Con una presentación memorable, el esperado Battinson surte su primer e impactante efecto en la audiencia. Y ese oscuro y temible sentimiento no desaparece por casi tres horas. Con reminiscencias (o aspiraciones a parecerse) a Se7en (1995) y Zodiac (2007) de David Fincher, Matt Reeves desarrolla una trama de mucha intriga que es «ayudada» por la propia naturaleza del villano de turno: Acertijo. Y es también en ese sentido la razón por la cual conocemos a un Batman más «detectivesco». Las apariciones de otros personajes como Alfred (Andy Serkis) y Gatúbela (Zöe Kravitz) añaden valor propio al film, aunque en algunas ocasiones pareciera que les hubiera faltado algo más de química o desarrollo en relación con el protagonista. Por otro lado, el Pingüino (un irreconocible Colin Farrell), Gordon (Jeffrey Wright) y, fundamentalmente, el brillante Paul Dano como Acertijo están encastrados de manera más armoniosa en la trama y elevan la calidad de la película a un nivel superior. La música de Michael Giacchino y la fotografía de Greig Fraser funcionan a la perfección. La combinación del sonido con la sordidez de cada plano realzan el caracter oscuro, violento y hasta críptico que supone este universo de Gotham acechado por la corrupción y las locuras de Acertijo. Además, sirven para conocer a este Batman del que, gracias a la utilización de la luz y la cámara, podemos percibir sus traumas y complejos (aunque no muestren nuevamente su triste historia de niño). Dejando de lado los enigmas, creo que toda la audiencia estará de acuerdo en que hay escenas de acción que quedarán para la posteridad. La palabra «épico» podría ser el adjetivo perfecto para describir ciertos momentos del film que dejarán a todos boquiabiertos. Es un guion correcto y trabajado que se jacta de saber manejar el misterio y recuerda a muchas películas del cine negro. Desde la perspectiva de la corrupción que somete a todo Gotham, quizá pueda haber sido la clásica Chinatown (Polanski, 1974) un punto de partida para esta cinta. En definitiva, esta oscura y sombría Batman es una propuesta original y refrescante del encapotado que, sin dudas, quedará en el recuerdo por ser una de las mejores versiones que hubo. Un héroe un poco más real, un villano propicio y una Gotham deteriorada hacen de esta película una gran oportunidad para disfrutar en el cine. ¿Dura casi tres horas? Ah, sí, pero recién me doy cuenta. Puntuación: 8/10 Por Manuel Otero
Grunge y noir. La corrupción es moneda corriente en Ciudad Gótica. Entre las tinieblas emerge el hombre murciélago, aquel que trata de poner algo de orden en una sociedad caótica. Hay muchas formas de “ejercer justicia”, y Batman (Robert Pattinson) está a punto de descubrirlo. La oscuridad y la suciedad completan el cuadro de esta nueva versión del superhéroe, teñida de crímenes gore y que indaga su dolorosa historia familiar; el porqué de su huerfanidad. Sin superpoderes, solo con una preparación física excepcional, Batman deambula por las calles atestadas de violencia; mientras que Bruce Wayne es un paria asocial, que se refugia en su castillo acompañado por una empleada y su mayordomo; ese personaje taciturno que se oculta bajo un traje y una máscara, lo tiene totalmente sometido. Hasta que aparece un psicópata, Acertijo (Paul Dano), producto de una sociedad enferma, que tratará de sacar a la luz los secretos más oscuros de la ciudad, pero de una forma siniestra. Claro que Batman y Bruce Wayne están involucrados en esta seguidilla de crímenes, que nuestro superhéroe tratará de descifrar siguiendo las pistas cual detective aficionado. Ayudado por un oficial del departamento policial, y sumada la aparición de Catwoman (Zoë Kravitz), quien comparte un pasado muy parecido al murciélago, pero que está motivada por sus propios intereses. A pesar de ser una cinta pausada y algo estilizada, la narración no nos da respiro. Los múltiples acertijos del villano nos invitan a dilucidar las causas de estos asesinatos cruentos, al mejor estilo Saw. Una suma de personajes confundidos, consecuencia de una ciudad dominada por el crimen organizado. Donde la desesperanza es rayana con la locura y la vida se torna angustiante y agotadora. ¿La verdad trae luz a estos personas deprimidas o psíquicamente inestables? No. Ciudad Gótica está inmersa en un bucle interminable de mentiras, secretos y violencia. Aquí las fronteras entre el mal y el bien se desvanecen y las motivaciones son vagas; apoyamos de forma vehemente esta visión diferente de nuestro (anti)héroe, que utiliza su traje no solo por protección, sino para esconderse de un pasado que le duele y le pesa; que se vuelve una adicción.
Enciendan la Bati-señal que el hombre murciélago regresa a Ciudad Gótica en “BATMAN”, prometedor reinicio de una de las franquicias más famosas de DC, que marca el debut de Robert Pattinson como el caballero oscuro. Para no entrar en terreno de spoilers, me remito a la sinopsis oficial que resume a la película de la siguiente manera: “En su segundo año luchando contra el crimen, Batman explora la corrupción existente en la ciudad de Gotham y el vínculo de esta con su propia familia. Además, entrará en conflicto con un asesino en serie conocido como el Acertijo.” El film se construye de a poco pero con un buen ritmo narrativo que nos hace olvidar de sus tres horas de duración. La historia es entretenida, con giros interesantes y está muy bien ejecutada por sus protagonistas, bajo una atenta mirada del director. Matt Reeves se puso al hombro una tarea para nada fácil. El largometraje sigue la línea del cambio de enfoque que propuso Nolan para su trilogía y está teñido por la estética y fórmula de “Joker''. Es un film oscuro, con aires de cine de autor y con un definido y conflictuado protagonista. A diferencia de la película del Guasón, esta no es una historia sobre el origen del personaje; Batman ya es Batman (si bien es claramente más joven) y solo vemos algunas viñetas de su pasado e historia familiar. El tono que propone Reeves es curioso y la película por momentos se siente como un policial negro donde Batman toma un rol detectivesco en su búsqueda por la justicia (Por como se desarrolla su estructura me hizo acordar a “Seven” de David Fincher). Secuencias de lucha no faltan, pero lejos está de la acción disparatada y los villanos caricaturescos. La fotografía es uno de los puntos fuertes de esta entrega y se luce regalándonos imágenes maravillosas que elevan la acción, agregando una poética extra a momentos no tan memorables. Ahora bien, en algunas escenas están demasiado contrastadas al nivel de ver negro sin detalle y se pierde información visual, lo que como espectadores nos aleja un poco de la acción al tener que hacer un esfuerzo extra para entender qué estamos viendo. La atmósfera que generaron con Ciudad Gótica es destacable y la actividad nocturna, corrupción y violencia, encajan perfectamente dentro de ese clima. Robert Pattinson demuestra que el traje de Batman no le queda grande y nos regala una interpretación que sobrepasa cualquier expectativa. Quienes lo tildan de mal actor claramente no están familiarizados con sus últimos trabajos (como “Tenet”, “The Lighthouse''), ya que el joven vampiro de Crepúsculo quedó muy atrás en su carrera. Zoë Kravitz sorprende como Catwoman y parece haber nacido para interpretar ese personaje (excelente elección de casting). Jeffrey Wright completa el trío protagónico como James Gordon y sus escenas mano a mano con Batman son tan tensas como divertidas. Los criminales de esta historia no se quedan atrás, Colin Farrell se luce irreconocible como El Pingüino (con cierta similitud a Robert de Niro en su expresiones) y Paul Dano hace de lo suyo como el Acertijo, pero me hubiera gustado verlo un poco más sin su máscara. “BATMAN'' es un film tan oscuro y misterioso como su protagonista. Nos invita a dar un primer vistazo a esta nueva lectura de uno de los héroes más queridos de la cultura pop y propone un claro cambio de rumbo (e imagen). Matt Reeves apuesta por escaparle a las reglas del cine de superhéroes que estamos acostumbrados, para hacer una pieza más íntima donde el foco yace en el viaje personal de Bruce Wayne y no en las batallas épicas plagadas de CGI o frases marketineras. Espero se siga ampliando este nuevo universo y tengamos más entregas con Pattinson en este rol. Por Matías Villanueva
Hoy llega a los cines de nuestro país uno de los tanques más esperados del año, Batman. Esta vez bajo la dirección de Matt Reeves y Robert Pattinson poniéndose en la piel del encapuchado, un actor que fue defenestrado y defendido por partes iguales en las redes sociales. Batman sigue al héroe de Ciudad Gótica, en sus primeros pasos. Esta vez debe enfrentarse a un enigmático asesino que se hace llamar El Acertijo, un personaje que llevara al murciélago al recóndito mundo de la mafia y la corrupción que azota la ciudad, donde develara sus secretos más oscuros. Vayamos a lo primero que debemos decir para no generarles suspenso, Batman de Matt Reeeves es una de los mejores films del caballero oscuro, así que pueden quedarse tranquilos. Comencemos hablando del tono de la película, Batman tiene un estilo noir que nos recuerda bastante a Sin City y un Batman que funciona como narrador de la historia, esto nos pareció una buena estrategia ya que nos mete en la psiquis del personaje. Ese tono oscuro y sórdido nos recuerda al último gran éxito de la franquicia de DC, la cinta del Joker, sin embargo, si bien hay drama, por suerte predomina la acción y, gracias a eso, las tres horas de duración de Batman se pasan rápido y, en general, no se siente pesada. Ahora bien, pasemos al apartado de las actuaciones. Todas las dudas que se tenían sobre Robert Pattinson personificando a Batman, se esfuman ante la interpretación del actor. Para este redactor, este es el Batman definitivo, las escenas de acción con el traje del murciélago son las más fluidas de todas las adaptaciones cinematográficas (no cuento al Batman de Ben Affleck ya que sus escenas de acción son en su mayoría efectos CGI) y su porte es intimidante. Hago una pequeña pausa, antes de que el film salga se hablaba por las redes que Batman era casi una película de terror, esto es cierto por el enfoque que se le da tanto al murciélago como a los villanos, cada aparición de estos personajes está montada para dar miedo, incluso les diría que varias apariciones de Batman son similares a las que se suelen ver en films cómo Halloween o Viernes 13. Sin embargo, con todos los elogios que se pueden decir de la personificación de Pattinson, es quien menos destaca en actuación, Batman siempre se caracterizó por tener buenos villanos y aquí el trabajo de Paul Dano como el Acertijo, el de Colin Farrell como el Pingüino y de John Turturro como Carmine Falcone son de un nivel dramático impresionante. Tampoco debemos ignorar el trabajo de los aliados de Batman, Andy Serkis es un Alfred que funciona como mentor ante la ausencia paterna, Jeffrey Wright es un James Gordon digno con una relación de amistad/admiración con Batman, pero de ellos quien más destaca y quien consideramos la gran sorpresa es Zoë Kravitz como Catwoman, no solo deslumbra con su belleza, también lo hace con el drama de su personaje. En pocas palabras, todas las actuaciones son soberbias. Si hay algo que podemos criticar del film es que su historia, si bien es completamente verosímil y bastante redonda, se siente como un refrito de varios films anteriores. Por supuesto, esto no es nada que opaque a la película, pero es notorio. En fin, Batman es una cinta imperdible para verla en la gran pantalla. Sin dudarlo diría que es la mejor aparición del héroe desde El Caballero Oscuro de Nolan. Las actuaciones, la acción trepidante y ese tono oscuro bien utilizado son los principales aciertos de Batman.
Crítica publicada en Youtube.
Si no estuviera en los títulos el director de la película, Matt Reeves, cualquier espectador creería que esta nueva versión de Batman fue dirigida por David Fincher. Así como la película de Christopher Nolan El caballero de la noche estaba inspirada en Fuego contra fuego de Michael Mann, aquí la referencia estética central gira en torno a Pecados capitales (Seven, 1995) y Zodiaco (2007). Es cierto que hay algunas ideas tomadas de Cloverfield (2008) el primer largometraje de alto impacto que dirigió, pero la luz, los decorados, el tono y el guión son sacados de los títulos de David Fincher recién mencionados. Cada época tiene su Batman y esta no podía ser la excepción. Aunque hay muchos elementos discutibles, la misión de crear una nueva versión del personaje está lograda. Se copia de Fincher, sí, pero no de las películas anteriores. Por supuesto tiene un momento para homenajear a la versión de la década del sesenta, la verdaderamente responsable de la fama mundial del personaje. Acá la historia es una policial y Batman es, durante gran parte de la trama, un detective de policial negro. Sí, con su traje, pero sin hacer abuso de aparatos sofisticados ni elementos de gran tecnología. Los dos o tres gadgets que aparecen lo hacen con cierto tono verosímil que confirman su condición de detective más que de superhéroe. Como buen investigador de film noir, él no es un policía ni está a cargo de la investigación policial. Ciudad Gótica está en su punto más alto de corrupción y el villano es un asesino serial que dice combatir dicha corrupción. Los trajes son más reales, el Batimovil es más realista también. Nada de lo que se ve es bello, todos los objetos, las locaciones, la ciudad, el vestuario, todo parece deteriorado, viejo, oscuro, pero a la vez muy potente. La fotografía permite apreciar las texturas, captar los matices más sutiles del traje del protagonista que ya no es brillante, incluso la máscara de cuero se ve mucho más real. No hay ni un solo instante en la trama dedicado a los artefactos del protagonista ni a su creación. Cualquier atisbo de ligereza, simpatía o humor ha sido erradicado de este film. Batman no es oscuro, es triste. Pero esto no le impide estar regido por sus obsesiones habituales y su deseo de hacer el bien. Es un Batman bajado a tierra, como se ve en una de las escenas más importantes de la película y que termina definiendo sus ideas. Este Batman no habita en las alturas de los seres superiores, este personaje se embarra. Tampoco Bruce Wayne tiene vida social ni dice cosas divertidas. La película le huye a la diversión, su condición de culposa le impide ser divertida. No es otra cosa más que la extensión de la psicología de su protagonista. El Batman de Robert Pattinson es un Batman emo. El pelo teñido de negro y su peinado más el tener pintado de negro sus ojos (algo que casi todos los Batman tuvieron, pero acá se hace explícito) y parecerse mucho al sonámbulo Cesare (Conrad Veidt) de la película El gabinete del Doctor Caligari (1920). La exploración de su propio pasado lo obsesiona más que a cualquier otra versión que se haya hecho antes. Los fans del comic están bastante conforme, pero los fanáticos del cine se encontrarán con un personaje que necesita evolucionar y crecer si quiere seguir teniendo más aventuras. El resto del elenco está bien, excepto Colin Farrell como El pingüino, enterrado en tal cantidad de maquillaje que no hay motivo alguno para que lo hayan elegido a él. Ciudad Gótica tiene aspectos reales, pero a la vez tiene imágenes más artificiales que las venía usando Christopher Nolan para su trilogía. Las dos horas cincuenta y cinco minutos que dura la película difícilmente sean justificadas. La hora inicial es inesperadamente aburrida y luego sí va encontrando su forma. Tiene algunas escenas memorables y originales, como por ejemplo la persecución en plena noche. La relación entre Batman y Gatúbela está bien y es interesante. Después los temas son más ambiguos. El villano es un resentido social insufrible al que la trama parece darle la razón pero finalmente no. Aun así, si tuviéramos que definir qué es lo que marca la época en que fue hecha la película, sin duda es su rechazo por la belleza y su culpa por tener entre manos a un héroe brillante, valiente, fuerte y millonario. Es el Batman que inicia hoy su recorrido, es muy posible que mejore y se termine de desarrollar sus posibilidades. Por ahora está por detrás de los mejores.
EL PUNTO BELLO VS. EL PUNTO IMPORTANTE El primer Batman no se llamaba Bruce Wayne sino Edmond Dantès, un jovencito traicionado por envidiosos que le quitaron carrera, fortuna, novia, familia y libertad, y que escapó de una cárcel para convertirse en el temible Conde de Montecristo, vengador que usaba una enorme fortuna, disfraces y astucia para vencer a sus enemigos. El primer Batman ya con el nombre Bruce Wayne mataba a un ladrón a sangre fría pateándole la tráquea y se inspiraba tanto en el personaje de Alexandre Dumas como en otros justicieros nocturnos como The Shadow, que poblaban las novelas pulp y las emisiones de radio. Y también en Dick Tracy, que libraba una guerra sin cuartel contra el hampa surgido de la Ley Seca. Los villanos crecientemente coloridos de Batman eran, en su origen, una copia de los rostros locos de Tracy. Es decir, como todo ser mitológico que trasciende el medio que le dio origen, Batman es un collage de otros personajes, de otros mitos o incluso de elementos célebres que no llegaron al mito. Esto es importante así que va de vuelta: Batman es un mito. La historia del huérfano millonario que venga a sus padres como una figura nocturna, la historia del Mejor Detective del Mundo, es conocida religiosamente por casi todo el mundo en casi todo el mundo. Lo que implica que un poco de respeto a ciertas reglas, a ciertos personajes, pueden hacer una historieta o una película sobre el personaje al menos aceptable. Si uno entiende a Batman y conoce el canon, es suficiente. Joel Schumacher no entendía ninguna de las dos cosas y sus “Batman” son basura porque consideraba que era un material “bajo” y sin prestigio. Por eso no respetó su estatuto mitológico. Tim Burton y Christopher Nolan se lo tomaron en serio. El primero lo hizo propio, un personaje del “burtonverse” de freaks, pero con el respeto a las reglas, y entre otras cosas nos regaló esa obra maestra que es Batman Vuelve. Nolan también le tuvo respeto a todo y logró esa casualidad con espíritu (del buen) Michael Mann que es El caballero de la noche. Decepcionantes o no, el mito proveía un piso de calidad que los directores conocían bien. En ninguno de los dos casos, dicho sea de paso, funcionó esa bosta que hoy llamamos “fanservice” y que implica darle al influencer bobo alimentado a grasas saturadas que vive de Instagram revolcándose en la ignorancia lo que se supone que debe gustarle. Digamos que, por suerte, no hay casi “fanservice” en The Batman. Es bueno mantener el artículo definido. “El hombre murciélago” narra ese momento en el que, quizás, el tipo disfrazado de bicho se convierte en vehículo de un mito (mito por venir), cuando pasa de vengador a servidor realmente público. Ese “el” muestra que Batman todavía no es un nombre propio; y ese juego es importante para entender las elecciones de Matt Reeves. Reeves es un realizador capaz: hizo Cloverfield, hizo dos películas de El planeta de los simios. Y están bien las tres: tiene inventiva y fuerza, tiene capacidad para crear un universo quizás propio, para usar en su favor la puesta en escena. The Batman es, con todo, la película más “historietística” sobre Batman que se haya hecho: desde el prólogo con el primer crimen, con las ventanas en subjetiva que narran un pequeño drama espejado en el origen de Batman (un padre asesinado, un niño disfrazado), las ventanas, los marcos, las calles estrechas están tomados de tal modo que crean la ilusión de la viñeta. Esto se combina con la cantidad enorme de momentos en los que la cámara sigue por detrás a un personaje mientras camina (a veces lo hace desde adelante). Intenta no una inmersión en el vértigo del efecto especial, sino que comprendamos las reacciones de los personajes a partir de lo que ven. Es un método interesante. Pero tiene un problema: Robert Pattinson como Bruce Wayne y como Batman está siempre crispado, triste, dolorido, sumergido en una impotencia paradójica. Es lo que vemos. Pero todo el resto de los personajes no “actúa” de tal o cual manera: no es su comportamiento el que dicta su carácter y los viste o crea, sino otra cosa muy diferente. Son así porque está en el guión. Esto es especialmente visible en dos momentos: la persecución al Pingüino con el batimóvil es la primera. La mitología dice que tiene que haber un batimóvil, que tenemos que ver cómo se utiliza, etcétera. Una excusa bastante torpe lo pone en funcionamiento. Reeves filma con nervio y claridad la secuencia, por cierto espectacular y emotiva. Pero no hay un solo elemento en esa secuencia que se combine con el resto de la película: es la única secuencia que es puro fanservice. Hay otro momento, cerca del final: un mensaje grabado enviado por celular deschava toda la maldad de Carmine Falcone y un crimen horrible. Por mucho que uno piense cómo la víctima pudo grabarse, cómo pudo hacer que Falcone confesara como un villano de dibujo animado malo hasta la receta de la Coca Cola y cómo eso pudo llegar al celular de la ambigua Gatúbela de este filme, no hay manera. Es un parche apresurado en el guión. En sus crónicas de tenis, Serge Daney -disculpen que cite de memoria- decía de un jugador (creo que Morantes) que ganaba puntos hermosos, pero que Connors sabía ganar los importantes. Pues bien: Reeves logra en esta película escenas hermosas (Batman iluminado por ráfagas de ametralladoras, la persecución, el encuentro entre Batman y el verdadero asesino, el momento Falcone-Bruce Wayne alrededor de la mesa de pool que está sacado directamente de Ojos bien cerrados, etcétera) pero no lo hace en los momentos importantes. Los verdaderos momentos nucleares de la película son tan insípidos y realizados a reglamento que uno se pregunta realmente si a Reeves le importó mucho el guión. O si pensó que Batman gana con la camiseta (o el batitraje, para el caso). Si vas a narrar la historia de, digamos, Odiseo, necesitás darle peso y belleza, atractivo absoluto, a cuatro escenas: la muerte de Polifemo, la visita a Circe, la conversación con Tiresias y el certamen en el palacio de Itaca. Lo demás, vamos viendo, pero esos cuatro momentos son fundamentales. Aquí Reeves hace lo contrario: le pone garra, corazón y vida a aquellos momentos en loa que puede lucirse como cineasta y no en los que definen a Batman. Queda pues en la vereda del técnico virtuoso (ni siquiera artesano) y se aleja del (cada vez menos frecuente, aunque todos los años el sistema festivalero quiera encajarnos uno) autor, del artista. Y eso, que puede leerse como un capricho de cinéfilo, se relaciona con aquello que no puede hacer un film de Batman y este sí hace: diluir el mito. ¿Ciudad Gótica es un nido de corrupción? Sí. ¿Esa corrupción lleva a que un loco quiera resolver el crimen a puro asesinato y otro, con la justicia y una máscara con orejitas? Sí. ¿Batman está tan loco como el Acertijo? Sí. ¿Batman y Gatúbela se desean y no pueden estar juntos? Sí. ¿Batman descubre que quiere a Alfred como a un padre? Sí. ¿Gordon es el más derecho de los policías derechos en un antro de inmoralidad total? Sí. ¿El Pingüino es desagradable? Sí. ¿El niño Wayne vio el asesinato de sus padres? Sí. ¿El batimóvil tiene motor cohete? Sí. Cartón lleno, está todo. Pero como una obligación, como el cura que recita cada parte de la misa a las apuradas porque cuando termine la de las ocho tiene que correr a ver River-Patronato. Y para todo esto, Reeves se toma tres horas de las que sobra, al menos, una. Dejemos de lado las muy ocasionales pinceladas de humor, como el plano del batifono en la mansión Wayne con la estatuita correspondiente al lado; ok, Matt, conocés la iconografía. Pero en lugar de ser Andrei Rubliev, sos un impresor de estampitas de Nueva Pompeya, nomás. Ah, de paso: van a leer en las críticas que es la “película más oscura de Batman”, como si fuera necesario hacerlo “más” oscuro. Siempre es oscuro. Básicamente se define como personaje oscuro, no puede ser otra cosa (se agarra a golpes disfrazado de negro o gris, se rompe todo, vive lastimado, le mataron a los padres, no logra revertir el deterioro moral de su ciudad…¿Cómo no va a ser oscuro?). El problema es que los críticos torpes y copiones creen que la “oscuridad” (léase “solemnidad”) mejora una película. Como si hubiera que pagar con latigazos garpar unos mangos para divertirse. Pues bien: no es una película “oscura” sino “poco iluminada”, con un tono solemne sobreactuado. “Oscura” al nivel de que, en algunas secuencias, parece filmada en Braille. Eso no la hace ni mejor (ni peor), es un look, nada más, tan externo como la cara de triste de Pattinson. En fin, ahí está, la Batman. Que no es una mala película, ojo, sino otra cosa: una especie de ensayo de autor sobre un tema a esta altura tradicional del cine que se queda a medio camino de ser ensayo, ser de autor y ser tradicional. Si sale más o menos, si no tiene el peso mítico que debería de tener, es porque una cosa es meter un ace cuando el partido va 1-2 en el primer set y otra, muy distinta, cuando vas 40-40 en el séptimo game del cuarto set en la final de Roland Garros. Alguien que le pase una toalla antes de que agarre la secuela y ponga a Batman en el freezer, antes de que se derrita del todo.
Entre la grandilocuencia de la trilogía de Christopher Nolan, la capacidad de provocación de Guasón y la desmesura pop bastante insustanciosa de tantas otras producciones de DC Comics, la Batman de Matt Reeves apuesta, en cambio, por un tono medio que a mi me convenció bastante, pero que puede ser también un ancla para su desempeño comercial. El director de Cloverfield: Monstruo (2008), la remake Déjame entrar (2010) y dos entregas de El planeta de los simios como Confrontación (2014) y La guerra (2017) se viste del David Fincher de Pecados capitales y Zodíaco para concentrarse más en construir un film noir sobre asesinatos seriales que en explotar el existencialismo del superhéroe. Sí, la película llega a las tres horas (duración para mi gusto desmesurada, pero al mismo tiempo con una narración que nunca decae) y también tiene una voz en off en primera persona sobre los pensamientos y sensaciones del “caballero de la noche” que por momentos cae en cierta solemnidad, pero en esta Batman -muy distinta no solo a las de Nolan sino también a las de Tim Burton o Joel Schumacher- todo parece más aplacado, más contenido, más... humano. Desde la máscara del protagonista hasta los autos o las motos, pasando por el look de los villanos (El Pingüino de Colin Farrell o el Carmine Falcone de John Turturro parecen salidos de una película de mafiosos neoyorquinos de Martin Scorsese), Reeves decidió atenuar tanto la épica como la exageración pop sin por eso descuidar la acción (hay muy buenas set-pieces automovilísticas o luchas cuerpo a cuerpo más propias del cine coreano) o la tensión romántica con la Gatúbela de la ascendente Zoë Kravitz. En esta Batman modelo 2022 conviven con bastante armonía desde la tradicional iconografía de Halloween con música si se quiere vintage (el leit-motiv musical es Something in the Way, canción de cierre de Nevermind, el álbum de 1991 de Nirvana) y encuentra en el vapuleado Robert Pattinson un muy atinado protagonista, aunque es cierto que se luce más en su vertiente de hombre murciélago que en su faceta “de civil” como Bruce Wayne (el Alfred de Andy Serkis también está bastante desaprovechado). Aunque hay algunas cuestiones ligadas a los traumáticos pasados tanto de Bruce Wayne como de Selina Kyle, la película también coescrita por Reeves prescinde de contar de nuevo la historia de estas criaturas heridas para -quedó dicho- apostar sobre todo al cine negro. En ese sentido, adquiere una importancia fundamental el “comisionado” James Gordon de Edgar Wright, aliado del protagonista en la faz investigativa. Porque esta Batman es eso: un buen -por momentos muy buen- ejercicio detectivesco. Si resultará o no un atractivo suficiente como para convertirse en pasión de multitudes es algo que se desvelará en los próximos días cuando el film llegue de manera masiva y global a las salas de cine.
La versión de Matt Reeves del Hombre Murciélago transcurre mucho antes de la madurez del héroe (y de su principal rival), acercándose al mundo del cine negro y las historias de detectives tan propias del tiempo, 1939, en el que Bob Kane creó al personaje, acertando en la creación de los climas pero no la resolución de los conflictos de la historia. "Soy la venganza”, dice la voz que surge detrás de la máscara de Hombre Murciélago antes de interrumpir a puño limpio la agresión gratuita de una patota contra un hombre común en una estación de subte. Así se presenta Batman en la renovada versión del más atormentado de los superhéroes, que lleva la firma de Matt Reeves. Estamos delante de un justiciero nocturno, encargado de castigar a quienes quieren sacar ventaja de la caótica situación que se vive en Ciudad Gótica, un lugar gobernado por la corrupción y en el que reina el crimen. No parece haber ley o autoridad dispuesto a frenarlo. ¿De dónde sale esa pulsión que lleva al hijo de un multimillonario hombre público a ocultarse entre las sombras y, disfraz mediante, tratar de corregir todo lo que está mal sin rendirle cuentas a nadie? Reeves, un especialista en la exploración de zonas oscuras e inquietantes, dijo varias veces que su esperado Batman no se enfocaría, como los anteriores, en el muy trajinado tema de sus orígenes. Pero no puede evitarlo. Aunque aquí no se muestre el momento en que sus padres mueren asesinados ante los ojos del pequeño Bruce Wayne, será el vínculo paterno-filial el que irá constituyendo de manera elusiva la personalidad de una figura que terminará, aunque no se lo proponga, ocupando el lugar del héroe. Ese camino empieza a forjarse en paralelo con el de su adversario mayor, el Acertijo (Paul Dano), una suerte de espejo deformado de la vida del propio Hombre Murciélago, que también construye su propia red de venganzas y castigos profundizando todavía más el cuadro de horror cotidiano que se vive en Ciudad Gótica. El Batman de Reeves transcurre mucho antes de la madurez del héroe (y de su principal rival). La historia se acerca al mundo del cine negro y las historias de detectives tan propias del tiempo (1939) en el que Bob Kane creó al personaje. Y suma elementos muy distintivos de las historias de crímenes y asesinatos en serie de los años 70, con David Fincher como mayor influencia. Con esa argamasa, Reeves construye un relato sombrío y amargo, cargado de pesimismo, en el que todo parece ocurrir de noche. El cuadro abruma todo el tiempo al heredero de la dinastía Wayne, incapaz por sí solo de corregir los vicios de una ciudad sometida a las mafias, a las adicciones (hay un extraño narcótico en forma de gota, cuyo uso se extiende sin límites) y a la defección de sus hombres públicos. El único que se salva es el comisionado Jim Gordon (Jeffrey Wright). El panorama se complica en vísperas electorales, escenario del que Reeves se vale para sumarse al debate actual sobre la realidad estadounidense en tiempos de grietas y conspiraciones. El director sabe construir climas y llevar la trama hacia un lugar poco frecuentado en las películas de superhéroes. Para recordarnos que estamos en ese mundo no faltan algunas prototípicas escenas de acción, como la que coloca en primer plano a un nuevo modelo de Batimóvil. Pero la esencia del relato es otra, marcada por la evolución del juego de gato y ratón que llevan adelante Batman y el Acertijo con recursos, modos e influencias muy propias del policial negro. Reeves acierta mucho más en la exposición de las situaciones que en el modo en que logra resolverlas. Hay una salida demasiado superficial y hasta pueril de algunos momentos decisivos en los que, minutos antes, parecía casi no haber escapatoria posible. En una película tan larga esos desajustes se notan más. Y también la descripción demasiado carente de misterio de algunos personajes clave como el mafioso que encarna John Turturro y el de su principal secuaz, un irreconocible Colin Farrell. Desaprovechado aquí casi por completo (al igual que el Alfred de Andy Serkis), Farrell tal vez sólo cumpla con la presentación de una figura que más tarde, en futuras secuelas o series, adquiera de verdad la personalidad de uno de los grandes villanos de la historia de Batman. La expresión lánguida y torturada de Robert Pattinson es funcional al mundo imaginado por Reeves. El actor encarna a la perfección al Batman más gótico de todos, un personaje sombrío y vulnerable, que siente que la realidad se desmorona ante sus ojos y poco puede hacer para remediarlo. Tendrán que llegar el enfrentamiento con su némesis y la atracción que siente hacia la Gatúbela de Zoë Kravitz (otra figura poco aprovechada) para empezar a encontrar en medio de tanta negrura las señales de identidad que le conocemos. No alcanza con reconocerse como un oscuro y anónimo vengador.
Si durara 85 minutos y estuviera filmada en blanco y negro con el formato cuadrado de los films de los años 40, esta nueva Batman sería buena. Pero así como es, genera la siguiente pregunta. ¿Realmente hace falta que una película de Batman dure tres horas? La respuesta es obvia. No, no hace falta. Y es una pena, porque la idea de hacer un Batman más oscuro que las películas de Tim Burton, que lógicamente por la época tenían que diferenciarse estéticamente de la colorida serie de la década de los 60 con Adam West, llena de detalles pop y humor naif que servía tanto para chicos como para adultos. Pero estamos en 2022 y ya han pasado tantos Batman por el cine que es difícil agregar algo nuevo. Acá hay algunas novedades, pero que van mas para atrás que para adelante. Por ejemplo la química entre la Gatúbela de Zoe Kravitz (la hija de Lenny Kravitz) y el enmascarado Robert Pattinson es la menos interesante en toda la historia del personaje, empezando por el detalle de que ella no es una auténtica villana sino una mujer en busca de venganza. Siguiendo con la corrección política del caso, Colin Farrell, en su versión del Pingüino tomado justo en el momento previo a convertirse en el mítico archivillano que en mejores tiempos encarnaron Burgess Meredith y Danny DeVito, ni siquiera fuma sus típicos habanos. En cambio el que está un poco mejor, aunque habla demasiado, es Paul Dano como un Acertijo menos extrovertido que el que compuso Jim Carrey a las órdenes de Joel Schumacher. Pattinson tiene un gran problema: luce exactamente igual y con las mismas expresiones -o mejor dicho, la ausencia de ellas- tanto cuando tiene máscara que cuando hace de Bruce Wayne. En cambio. la trama sobre Wayne/Batman tratando de investigar el pasado corrupto de su propia familia es interesante, y da a lugar a buenos momentos que mezclan al superhéroe con climas de film noir, un poco volviendo a las verdaderas fuentes del personaje. Sólo que a medida que se va estirando exageradamente el argumento va perdiendo su interés. Lo que es original y creativo, aunque de un modo un poco alarmante, es la fotografía monocromática, aunque no tanto como para lucir auténticamente en blanco y negro -tiene destellos a color, como el rojo en momentos culminantes- con uso novedoso del formato de pantalla ancha, ya que ubica casi siempre en el centro a los personajes y deja en los costados imágenes desenfocadas, casi como para que alguien pueda ver la película en su Smartphone sin perderse casi nada.
Llegó un nuevo Batman, el de Robert Pattinson. Es una versión nihilista. Como un emo adicto a la ira, con sus mechones de cabello mojado cayendo sobre su rostro. En una Ciudad Gótica azotada por la lluvia, sin la excentricidad gótica de Tim Burton o el exceso de neón de Joel Schumacher, a Matt Reeves lo habrán ido a buscar porque el tipo sabe cómo infundir en material recontra visto (es responsable de la muy atractiva saga de El planeta de los simios) un aire distinto. No precisamente refrescante, viendo lo que hizo con Batman. No por nada Venganza era el título del primer script de esta película. Y se basa en el cómic Batman: Year One, cuatro números firmados por Frank Miller y David Mazzucchelli, donde Bruce Wayne se convierte en justiciero. Noir y detectivesco Un film noir, un filme casi detectivesco, en el que el protagonista debe averiguar la identidad del criminal que está eliminando de a uno a los hombres del Poder. El villano, es decir El Acertijo (Paul Dano), vestido con su máscara antigás de la Primera Guerra Mundial, sale de las sombras -no las de Batman- y mutila rostros, corta pulgares o utiliza una palita para despegar alfombras y desagradablemente a ratas como armas. Le encanta aparecer en las redes sociales. Con una apertura mística, con el Ave María de Schubert, es Halloween, y la primera víctima es el alcalde de Ciudad Gótica. Es tiempo de elecciones, se venció a un zar de la droga, pero hay adictos a una nueva, llamada “gota”, y nadie parece querer hacerla desaparecer. Al asesino -que es visto por el hijo del alcalde, como si el pequeño Bruce Wayne viera asesinar a sus padres en el callejón aquella lejana noche-, le gusta dejar tarjetas como de cumpleaños o de salutación a The Batman, en la que le da pistas a la manera de acertijos. Que nuestro (anti)héroe se encargará de dilucidar ante la impávida cara de quienes lo rodean -por lo general, el Comisionado Gordon, un Jeffrey Wright que le da prestancia y conciencia al policía bueno, justo y no corrupto-. Batman es un justiciero nocturno. Prenden la Batiseñal, y allá va. En moto o como sea. "Es una gran ciudad -dice con voz grave-. No puedo estar en todas partes''. O "Piensan que me estoy escondiendo en las sombras, pero yo soy las sombras''. A Bruce Wayne, un Batman moderno, lo torturan el pasado, el ánimo de la venganza y también las dudas. Existenciales y a cerca de su herencia. ¿Su padre era quien realmente él creía que era? La Ciudad Gótica, o sea Nueva York, ¿se enfrenta a lo peor de la condición humana, con vándalos acechando en el subte a un miembro de una minoría racial? Bruce no parece un multimillonario. Su aspecto, cuando se saca la máscara, es más similar al de un pobre tipo que, si tiene heridas, pueden ser tanto por los golpes que recibe en sus salidas nocturnas como provenir de adentro. ¿Quién puede impartir justicia? El que esté limpio de pecados que se saque primero la careta. Esa búsqueda detectivesca, en la que Batman y el Comisionado Gordon se funden recuerda, cómo no, a Pecados capitales -con los cruentos crímenes de John Doe-, y es la que le sienta al filme para diferenciarse más aún de los Encapotados anteriores. Pero se siente la influencia de Batman, El caballero de la noche, el filme de Christopher Nolan de 2008, que dio vueltas todo lo referente a Batman, replanteando el cómic como una historia realista sobre la ruina de la condición humana. Aquí, Reeves apuesta a ser más seco. Duro. Pero, con todo, aquel filme en el que Batman rivalizaba con el Guasón de Heath Ledger era más potente, severo. Este quiere ser más serio. Esta Batman es más sombría que la trilogía de Nolan, sí, pero no tiene la potencia ni un guion como los de los filmes con Christian Bale. ¿Es mejor? Eso lo decidirá cada uno. Un problema que tiene el Batman, el personaje de Robert Pattinson, es que no crece, no cambia a lo largo del relato. No tiene una sola variación en el estado de ánimo y el tono. Michael Giacchino -un compositor que va de Up a Spider-Man: Sin camino a casa, la inminente Jurassic World: Dominio y la próxima de Thor- superpone notas de Something in the Way, de Nirvana, en el tema principal de la película, que se escuchará en el comienzo y se irá repitiendo. El tono es lúgubre. Es que Batman, decididamente, ya no puede ser un tipo divertido. Todo lo que veamos de aquí en más será una metáfora de la decadencia americana del siglo XXI. ¿Quién puede protegerlo? El sistema, corrupto, claramente, no. ¿Y entonces…? La acción no es espectacular, los gadgets no son para quedarse con la boca abierta. Tampoco el Batimóvil despertará la admiración de los fierreros. Aquí nada es extravagante, quizá para diferenciarse de los Batman anteriores. Este es oscuro como ningún otro. En esta Ciudad Gótica mugrienta siempre llueve, las acciones por lo general son de noche, lo que favorece la iluminación de Greig Fraser (candidato al Oscar por Duna). El Batman de Pattinson jamás sonríe, salvo en una toma, que esboza una tenue sonrisa, está atormentado por todo: por la muerte de sus padres, por la Ciudad Gótica que ve en decadencia, por cierta impotencia… Si cuando está frente a frente de Gatúbela y muy cerca… Descubran quién da el primer paso para el beso. Vestidos de cuero en un terraza, prometían más que unos besitos. Pero el final -y eso que hay como tres- elude las crisis existenciales de Batman. Ese giro es poco convincente. ¿O Batman era una de superhéroes salvando a Ciudad Gótica, y recién nos damos cuenta? La secuencia final, de acción, era más típica de un héroe menos solemne. Entre los personajes que aparecen está Carmine Falcone (John Turturro), mafioso que tiene un club nocturno al que acuden los poderosos. Zoë Kravitz es una magnética Selina Kyle/Gatúbela -así como el Guasón de Jack Nicholson eclipsaba al Batman de Michael Keaton…,- una ladrona acróbata también sedienta de venganza, un Andy Serkis supremo como Alfred (era César en El planeta de los simios, con captura de movimientos), y un Colin Farrell irreconocible debajo de esa pila de maquillaje como El Pingüino, al que no lo dejaron fumar en boquilla, ni tener un habano sin prender entre sus dedos regordetes. En cuanto a su extensión, vayan sabiendo que dura casi tres horas, para los que esperen la “escena” postcrédito, una toma que es más guiño que otra cosa.
Un largo Halloween de Matt Reeves con Robert Pattinson Dirigida con estilo por Matt Reeves y co-escrita junto a Peter Craig, se trata de la versión más interesante del personaje desde la trilogía de Christopher Nolan y seguramente perdure como una de las más memorables también. Más policial que película de superhéroes, The Batman (2022) es un thriller psicológico que reinventa al Caballero de la Noche como un detective atrapado en un intenso y opresivo film noir. Robert Pattinson interpreta al personaje con la energía de un rockstar maldito. Alejado de los playboys de otras generaciones, Bruce Wayne parece tan perturbado como los villanos que atormentan Gótica: insomne, enajenado, autodestructivo. Lleva un par de años acechando callejones de noche como Batman, imitando violentamente la lluvia que anhelaba Travis Bickle en Taxi Driver (1976) y llevando un registro obsesivo en un diario que, de encontrarlo, probablemente lo encerrarían en el Asilo Arkham. Todo cambia cuando el teniente Gordon (Jeffrey Wright) lo llama a una escena de un crimen brutal. Es la primera de varias. Hay un asesino serial suelto apuntando contra la élite política de la ciudad y dejando pistas a nombre de Batman en forma de acertijos y sádicos videos. Interpretado por Paul Dano con una intensidad intimidante, el Acertijo es un extremista conspiratorio cultivado en los rincones más sociópatas de internet, y si bien se extraña un poco la presencia física del personaje en gran parte de la película, claramente la domina. Adoptando el ritmo y procedimiento de un policial pero con el aplomo del film noir más fatídico, cada nuevo crimen redirige la investigación dentro del sórdido bajo mundo de Gótica. Así Batman cruza caminos con su propia femme fatale, Selina Kyle (una sexy Zoë Kravitz), el grotesco Pingüino (un irreconocible Colin Farrell) y el mafioso Carmine Falcone (un amenazante John Turturro). Es tentador llamarlos versiones “realistas” de sus contrapartidas de los cómics, y si bien ciertamente son menos estilizados que el Grand Guignol de Tim Burton o el kitsch de Joel Schumacher, el registro del film noir les permite arraigarlos sin perder su llama o su iconicidad. La estructura de la historia es su peor enemiga. No son las casi tres horas de duración lo que aletarga la película hacia el segundo acto sino su manía por llenarla de episodios que parecen comenzar, desarrollarse y concluir sin avanzar demasiado la trama principal. Ni es un film cargado de acción, cosa que probablemente aliene cierta audiencia. Lo que hay es violento y fugaz pero (salvo por una persecución) para nada espectacular, una extensión del pragmatismo del héroe. La atmósfera está excelentemente lograda y es lo que permite aludir a las ramificaciones siniestras de la historia sin traicionar su calificación PG-13. El director de fotografía, Greg Fraser, moldea a Gótica como una ciudad claustrofóbica, consumida por sombras e iluminación surrealista y con una puesta en escena vívida e impactante. Si no gana el Oscar por su trabajo en Duna (Dune, 2021) aquí tiene la revancha garantizada. Michael Giacchino compone también una banda sonora insidiosa y fúnebre que contribuye al tono pesadillesco de la historia. El gran triunfo de la película es inyectar nueva vida a un personaje que ha sido sobreexpuesto en un sinfín de proyectos y crossovers que se han cansado de contar, recrear y parodiar todo lo que la audiencia ya sabe hasta el hartazgo sobre él. La película de Matt Reeves mayormente saltea todo esto, recuperando el viaje personal de Batman con una digna canción de gesta. Parte de una visión original sobre el héroe, cuenta con un elenco inspirado, inventa una historia autosuficiente y la eleva con una dirección estilizada pero acorde a la sustancia del film.
Un Batman digno y bien oscuro Más deudora del policial clásico que del ritmo desenfrenado y explosivo del último cine de superhéroes, la película presenta a un Robert Pattinson en tránsito hacia su rol definitivo: un encapotado diferente a todos los anteriores. La enésima reversión del encapotado más famoso, el caballero oscuro de Gotham City, llega más oscura que nunca. Literalmente: las salas de cine cuyos proyectores requieran de un cambio de lámparas urgente se las verán en figurillas para hacerle los honores a la fotografía de Greig Fraser, cuyas zonas de penumbra resultan más que adecuadas para una película deudora del policial negro, el clásico y el neo. Es que la película que más parece haber influido a este Batman 2022 es Se7en, pecados capitales, de David Fincher, en parte por la serie de crímenes seriales que asolan la ciudad, en parte por el tono de corrupción y caos generalizado en una comunidad podrida desde la raíz. Los fans del comic establecerán tal o cual ligazón con determinada encarnación del héroe en tinta sobre papel, pero en términos estrictamente audiovisuales el hombre murciélago de Robert Pattinson no se asemeja a ninguna de las versiones previas con actores de carne y hueso: ni el pop gótico de Tim Burton, ni el pastrucho colorinche de Joel Schumacher, ni el hiperrealismo de Christopher Nolan. Tres horas son muchas para una historia que gira alrededor de sí misma, sin demasiados afluentes narrativos, aunque los acontecimientos son varios y de diversa índole. El huérfano millonario Bruce Wayne (Bruno Díaz para los más veteranos) lleva sus días de ostracismo y noches de vigilancia como suele hacerlo, en soledad y con algo de melancolía. El primero en una serie de crímenes de alto perfil, cuya víctima es uno de los dos candidatos principales a la alcaldía, lo pone tras los pasos del victimario, un psicópata aficionado a los acertijos (Paul Dano). Como corresponde, a Batman lo recela media ciudad y todo el departamento de policía, con la excepción del agente Gordon (Jeffrey Wright), el único que parece comprender que el vengador anónimo es dueño de un sentido de la justicia que va más allá del simple revanchismo. En paralelo, la desaparición de una joven pone a su mejor amiga en una senda vengativa. Selina Kyle es, por supuesto, Catwoman (o Gatúbela). Signo de los tiempos, en la piel de Zoë Kravitz el erotismo inherente al personaje adquiere un tenor más empoderado y sugestivo, reemplazando la psicopatía y gataflorismo de la inolvidable versión de Michelle Pfeiffer en Batman regresa. Como tanto detective privado en los años 40, de visita una y otra vez en el club nocturno en busca de datos y confesiones, el enmascarado regresa en varias oportunidades al boliche regenteado por Oswald Cobblepot, alias El Pingüino (un Colin Farrell irreconocible bajo varias capas de maquillaje). Antro frecuentado por las fuerzas vivas de la ciudad, desde los más encumbrados políticos y empresarios a la crema de la mafia de Ciudad Gótica, como el Carmine Falcone encarnado por John Turturro. Y así, entre idas y vueltas de la baticueva a la ciudad y viceversa, con nuevos acertijos resueltos con relativa facilidad, Bruce/Batman se enfrenta a enemigos nuevos y viejos y a sus propios fantasmas, reflejados en una voz en off que aparece y desaparece según las conveniencias de la trama. Batman es siempre seria; no hay humor que condimente la gravedad de los hechos y sus corolarios, decisión muy consciente de Reeves que es sostenida hasta las últimas consecuencias. ¿Una decisión buena o mala? Dependerá del gusto del sommelier de batmanes. Bienvenido sea, tampoco hay lugar aquí para esa obsesión recurrente del cine superheroico por romperlo todo en elefantiásicas secuencias de acción; apenas una lograda persecución automovilística y una escena climática (con discreto homenaje a Metrópolis incluido) en la cual el hombre murciélago se transforma finalmente en un héroe y salvador de masas. Congruente en términos estéticos y relativamente jugada en cuanto a sus ritmos, más pausados de lo que suele ser la norma en el blockbuster al uso, Batman termina ofreciendo una digna iteración del personaje/franquicia de DC Comics, no necesariamente más rápida, más alta y más fuerte, pero sí consecuente en sus ambiciones, logros y decepciones.
El capítulo más lúgubre y electrizante desde El Caballero de la Noche La llegada de Matt Reeves (director de la destacada trilogía de El Planeta de los Simios) al universo de Batman es un acierto total. Son casi 3 horas de aventura épica, villanos desquiciados y violencia que recupera la esencia de los cómics, algo que había perdido la franquicia. El Caballero de la Noche fue el punto más alto de Batman en su larga historia de adaptaciones al cine y la televisión. La cinta de Christopher Nolan calló la boca de los críticos necios que detestan el cine de súper héroes, demostrándoles que los consumos populares también pueden ser obras maestras excelentes. Matt Reeves (director de la destacada trilogía El Planeta de los Simios) tuvo la difícil tarea de igualar/superar el trabajo de Nolan en su debut dentro de la franquicia. El resultado es un filme noir electrizante. Los lectores de Batman pueden estar tranquilos: esta épica aventura respeta la estética de los cómics a la par que propone un viaje lleno de violencia y villanos desquiciados. Si el Batman de Nolan era tétrico y lúgubre, el de Reeves penetra en las tinieblas y está aún más atormentado por su retorcido pasado familiar. Un héroe capaz de internarse en niveles aterradores de su psiquis destruida, que lo llevan a actuar motivado por la venganza. Partiendo de estos rasgos característicos del personaje, la película está construida bajo las reglas de los policiales negros, con claras influencias al cine de David Fincher (Seven, Zodíaco), donde el justiciero se alía con la Policía (un organismo podrido en Ciudad Gótica a pesar de nobles excepciones, como el comisionado James Gordon) para terminar con la matanza de El acertijo (Paul Dano). Si bien Dano logra un buen trabajo como villano central, queda opacado por la brillante composición de Colin Farrell como El Pingüino, uno de los archi enemigos más siniestros de Batman. Pese a quienes la critican por excesivamente larga (una realidad pues son casi tres horas de película) Batman no da tregua en ninguna escena, ofreciendo un combo de acción desenfrenada y calidad visual que marca un precedente en la historia fílmica del encapuchado y entretiene. Reeves propone un camino de corte introspectivo, con un Batman que está aprendiendo el rol de héroe en una ciudad corrupta y como puede usar su ira para lograr el bien común, que no solo esté enmarcado en su tragedia personal. A la vez, Robert Pattinson es el Bruce Wayne/Batman más humano y menos caricaturizado de la saga, sin perder la chispa violenta de los cómics. Batman es todo lo que los fans de DC deseaban, y mucho más. Tiene increíbles personajes para seguir desarrollando, una energía apocalíptica y desesperanzadora que llama positivamente la atención y un director que sabe muy bien las normas del blockbuster moderno. Un éxito que seguro arrasará con la venta de entradas. Un plus: atentos a una escena muy corta del filme, un guiño a Batman Forever y a la (¿pronta?) vuelta de un villano familiar otrora en la piel de Tommy Lee Jones.
Fuerte, crudo, contundente y adrenalínico. Así es este Batman y así es la película. ¿La mejor de DC? ¿La mejor del superhéroe? ¿La más polémica? Ahora mismo nos metemos en eso. El primero de mis pareceres es que, como toda buena película de DC, ésta será divisoria y debatida por años. No es un film para todos los paladares y cierto público incluso puede aburrirse. Y si bien tiene algunos problemas en el segundo acto (de los cuales no hablaremos para evitar spoilers), Matt Reeves crea la mejor atmósfera posible para Batman. El film es totalmente inmersivo, el espectador se mete de lleno en la historia y en las botas de Bruce. El estilo film noir era una gran deuda pendiente cinematográfica con el personaje y esta película la salda con creces. El primer acto es apabullante con la presentación de Gotham y de cada uno de los personajes. Robert Pattinson tenía la vara altísima y llenar esa capucha no es fácil. Y la verdad es que sigue demostrando su gran pedigrí y la rompe en el papel. Por primera vez vemos a Batman más tiempo de pantalla que su alter ego. Ahora bien, ¿Es el mejor Batman? La respuesta radicará en los gustos de cada uno. En mi caso particular dudo que otro intérprete pueda bajarme a Ben Affleck del pedestal, pero la objetividad me hace expresar que Robert tiene un futuro inmenso por delante. Lo que si puedo asegurar es que Zoe Kravitz es la mejor Catwoman live action y gracias a su look bien comiquero, le hace competencia a Michelle Pfeiffer. La química entre “The bat and The Cat” atraviesa la pantalla. Colin Farrell es un gran Pingüino, de la misma manera que Andy Serkis le da otra tonalidad a un Alfred que hasta ahora no había sido explorado así en la gran pantalla. Jeffrey Wright tiene un gran peso con su Gordon atormentado y Paul Dano se lleva todos los aplausos, pero en esta reseña no podemos hablar de él así como tampoco de John Turturro. Son tres horas intensas en donde se explora bien las motivaciones de todos ellos, en un segundo año para Batman. Con una historia conocida, pero al mismo tiempo nueva. Nos volvemos a encontrar con elementos de Year One pero tamizados con The Long Halloween, influencias de David Fincher (homenaje total a Seven y Zodiac), Chinatown y varios policiales de los 70s. Hay muchísimo más para decir sobre The Batman, pero será en otros ámbitos y con más visionados encima, con más tiempo transcurrido. Lo hermoso de todo esto, de este 2022, es que tendremos otros dos encapotados además de Pattinson: recordemos que Ben Affleck se despide del personaje en The Flash a fin de año. Película donde también regresará con la capa Michael Keaton 30 años después de haberla colgado. Eso sin contar los comics, merchandising, videojuegos y demás. Batman es tal vez el personaje de la cultura pop amado por unanimidad y aquí se lo celebra, aunque no sea perfecto. No será la mejor película de DC (para mi) ni la mejor de Batman (también para mi), pero es una gran película, aunque genere polémica y aunque divida. Es un gran viaje donde la batiseñal recién empieza a prenderse.
Es un Batman oscuro, desesperanzado, lleno de dudas frente a una corrupción generalizada en esa ciudad gótica que funciona como metáfora de un tiempo también difícil que nos toca vivir. El héroe que alguna vez fue colorido y gracioso, se vuelve serio definitivamente después de Christopher Nolan y sus oponentes son formidables. En este caso ese hombre encapuchado que vaga por una ciudad llena de vicios y crimen, que se siente un límite, un vengador sin mucha esperanza, comprende que la corrupción del poder está enraizada desde hace muchos años, que es inmodificable a fuertes batallas y que salpica a su mismísima familia. Su contendiente es alguien tan desquiciado como inteligente, que utiliza toda la tecnología a su favor y es capaz de convencer a miles de seguidores para que tomen las armas y lo obedezcan sin cuestionamientos, como a un líder del mal. Cualquier parecido con la realidad es intencional. A lo largo de tres horas la trama intrincada funciona como un film negro, con intrigas y sospechas, con detalles a tener en cuenta, que nunca suelta al espectador. Es más, no se trata de una sucesión de escenas de acción, sino de pocas, que se ven espectaculares. El director Matt Reeves, también coguionista con Peter Craig sitúan a su héroe en un mundo donde se ha perdido la confianza a los líderes, y los mafiosos actúan impunes desde hace años, son parte del poder político y económico, lo definen. Y ese millonario que aparece de civil solo en una ocasión para mostrarlo desubicado y molesto, cuando se pone el traje se transforma en una voluntad fortalecida, aunque por primera vez se lo ve castigado y con miedo, vulnerable. La fotografía, el diseño de producción, la música, son rubros sobresalientes. Y ni hablar de los actores. Robert Pattinson le da una dimensión trágica profunda al encapuchado, y los personajes que serán fundamentales están en su etapa embrionaria. Zöe Kravitz todavía no es Gatúbela aunque se perfila perfecta, independiente y seductora. La química con Pattinson es intensa. Los villanos también están en gestación. Se destacan el gran Paul Dano, el magnífico John Turturro, Colin Farrell (debajo de kilos de silicona) Andy Serkis como Alfred. Un Batman de nuestro tiempo, cuestionado en su ciudad, tan sospechoso como confiable.
El nuevo filme de Batman desconcierta por completo. Muy lejos está de ser esas cintas sobre superhéroes que nos traen una presentación del personaje y toda su evolución mientras se prepara para la batalla final frente al villano, a priori, invencible. Aquí, todo lo contrario: tal vez este Batman de Robert Pattinson sea el más terrenal de todos los conocidos en el cine hasta hoy. Está en la misma sintonía estética que el resto, nadie se asombra de verlo; hasta lo tratan de "payaso disfrazado'' y no muestra nada que lo convierta en imprescindible. Por lo que si lo cambiáramos por Denzel Washington, con idéntico guion, artilugios técnicos, destreza física y enemigos, la película podría ser `El justiciero 3' u `Hombre en llamas, en realidad no morí'. Hasta el Batimovil parece menos que cualquier auto de `Rápido y furioso'. Sin embargo, lo mencionado no va en detrimento de esta renovación del hombre murciélago. Esta primera entrega de una trilogía que llegará en lo sucesivo es realmente muy buena. Tres horas de duración sin baches, con una tensión que se mantiene de principio a fin. No hay un momento épico que multidireccione nuestros sentidos pero tampoco hay lugar para consultar el reloj. La acción es continua, el miedo sembrado por las incógnitas que se plantean es recurrente, y el suspenso y el terror se apoderan del género. VERDADERA MALDAD En esta ocasión, `Batman' nos muestra el segundo año de vida del encapotado (como superhéroe) en su lucha contra el crimen en Ciudad Gótica. Y mientras sigue los pasos del Acertijo (Paul Dano), una especie de asesino serial que va acabando de la peor manera con los dirigentes más corruptos, se da cuenta que la verdadera maldad no acecha en los callejones sin salidas, sino en las altas esferas del poder y la justicia. En este derrotero dirigido a la perfección por Matt Reeves y escrito por el mismo Reeves junto a Peter Craig, aparecen los fieles Alfred (Andy Serkis), Gordon (Jeffrey Wright), Gatúbela (Zoë Kravitz), y en pequeñas dosis se va presentando ¿al próximo? villano, el Pingüino (un irreconocible Colin Farrell). Siempre en un clima denso, de poca luz y sombras plenas. Se entiende que esa sea la atmósfera ideal de Batman, en la que se mueve como pez en el agua. Lo que no se comprende es porqué el resto de los personajes, cuando no están con él, tampoco encienden una luz. Todo es en la oscuridad casi total. Cuando el filme termina se nos dibuja inevitablemente una sonrisa. ¿Ya pasaron tres horas? No nos dimos cuenta. ¿Hubo una escena que quedará en la historia del cine? No, pero disfrutamos de sus tópicos, como el ascenso con la baticuerda, la llegada rompiendo un techo de vidrio mientras despliega su capa, su pelea contra una decena de pandilleros subterráneos, la aparición del Batimovil entre el fuego y el beso a la mujer deseada. ¿Pero en el marco de otro concepto cinematográfico? Sí. ¿Entonces no es lo que se esperaba? No, pero su fotografía, su arte, su banda de sonido con un `Ave María' sinfónico en loop, y lo voraz de cada una de sus criaturas hacen que se disfrute mucho igual. Además un dato no menor, en la pantalla grande encontramos la real magia del cine.
“The Batman” de Matt Reeves. Crítica Un camino en la oscuridad desde la venganza hacia la esperanza. Comienza el filme y en seguida, a partir de una cámara subjetiva, empezamos a notar que tal como si fuéramos unos y unas detectives, estamos vigilando a ciertas personas a través de la ventanas, desde la lejanía. Claramente, quien está espiando tiene un propósito y se encuentra tras ciertas pistas. Este inicio tan detectivesco que desde las primeras tomas e imágenes nos presenta Reeves, será el tono que se mantendrá todo el largometraje.
Desenmascarar la verdad” es la leyenda que trae consigo uno de los filmes más esperados en este último tiempo. Es que tras los retrasos en la producción y tras un rodaje paralizado por la pandemia, las expectativas hacia The Batman, bajo la dirección de Matt Reeves, fue creciendo a lo largo de estos meses; sobre todo, desde el anuncio de que Robert Pattinson es el que se encargaría de interpretar esta nueva versión del hombre murciélago. Desde ya se puede decir que la espera ha valido la pena. “Piensan que me estoy escondiendo en las sombras, pero yo soy las sombras.” Mientras nos adentramos a un clima hostil y turbulento en donde el peligro se respira en cada callejón y en cada esquina de la mítica ciudad de Gotham, es con esta frase con la que decide Reeves introducirnos a nuestro solitario justiciero nocturno. Con toques del clásico cine negro de detectives, este íncreible y crudo suspenso nos trae grandes misterios que giran alrededor de unos violentos asesinatos. En esta puesta, The Batman no sólo nos muestra la lucha contra el crimen y la pesada corrupción en la que está sumida la ciudad, sino que también nos adentra en la oscuridad que carga nuestro vengador con respecto a su historia personal y familiar. Pattinson nos sorprende con una interesante faceta más vulnerable de un hombre que lucha con sus propios miedos y traumas a la vez que impone el temor en las calles lluviosas de Gotham con el objetivo de construir una ciudad más segura. El buen trabajo de Pattinson se complementa con la gran química y las sólidas actuaciones del elenco, entre las que priman la de Zoë Kravitz como Gatúbela, la de Jeffrey Wright como James Gordon, y la de Andy Serkis como Alfred Pennyworth. También se destacan las interpretaciones de Paul Dano como el retorcido Edward Nashton (el Acertijo), la de John Turturro como Carmine Falcone y la de Colin Farrell como el pintoresco Pingüino. La buena cinematografía junto al envolvente soundtrack logran crear una atrapante trama que deja al espectador con ganas de saborear más de este oscuro y fascinante universo del legendario justiciero.
El crítico Javier Erlij comenta "Batman" en el programa radial "Aventura para la tierra de uno", por Nacional Folclórica.
Siempre es un desafío asumir la dirección de una película como Batman. Matt Reeves, encargado de esta versión protagonizada por Robert Pattinson, quedará en la historia como el director que le dio un enfoque distinto al universo del justiciero de Ciudad Gótica, ya que hace una película estrictamente de detectives, un neo-noir desesperanzador, un thriller urbano con asesino serial que remite a un clásico en la materia: Pecados capitales (1995), de David Fincher (y a Zodíaco, su película de 2007). Reeves recurre a los códigos del policial para contar una nueva historia de Batman, pero sin detenerse en su origen, en su psicología, ni en las cuestiones relacionadas con la intimidad del personaje. El director de Cloverfield: Monstruo hace un filme exclusivo de detectives, con la podredumbre moral, la corrupción de funcionarios y la violencia permanente que caracterizan a una ciudad sin leyes, sin nada que pueda garantizar la vida de sus ciudadanos, y con un detective principal salvaje y apesadumbrado que se las ingenia, junto con el detective James Gordon (Jeffrey Wright), para resolver una serie de asesinatos ejecutados por un psicópata que quiere terminar con la casta política. El superhéroe icónico desaparece para darle paso al detective. Reeves se lleva los aplausos por animarse a tomar un camino nunca antes probado por la franquicia. Aunque su aporte al género es más bien modesto y olvidable. Es decir, se aplaude el coraje de Reeves por encasillar a Batman exclusivamente en un género, pero esta decisión tiene efectos indeseados. Todo en la nueva Batman es monocromático y monocorde: el clima, la fotografía, la música. Hasta los personajes son iguales, ya que ninguno sobresale con alguna característica particular. Todo está contenido y distribuido de una manera sobria y pareja. No hay sobresaltos abruptos ni estallidos de espectacularidad que rompan la armonía de la película. Ni las pocas escenas de acción rompen su firme pulso narrativo. Paradójicamente, esa narrativa un tanto adormecedora que tiene la película la hace interesante. Pero que Reeves aborde al personaje desde un ángulo detectivesco no quiere decir que sea mejor que las anteriores. Un cambio de registro no significa lucidez cinematográfica. En cuanto a Robert Pattinson, encargado de ponerle voz y cuerpo al personaje principal, hay que decir que no termina de convencer (aunque tiene momentos de composición actoral logrados). Lo que sí hace bien Pattinson es mantener el perfil de detective gótico en busca de un asesino tan escurridizo como su fe en el progreso de la ciudad. La Gatúbela de Zoë Kravitz le da el toque romántico a la historia, pero apenas está para cumplir alguna función obligatoria del guion. El Pingüino de Colin Farrell y el Acertijo de Paul Dano tampoco se lucen. El primero prácticamente no hace nada relevante, y el segundo es un enemigo insulso y desprovisto de todo atisbo de carisma. El mafioso de John Turturro, Carmine Falcone, cumple la misma función que el Pingüino: extender la historia con una subtrama innecesaria. Lo mismo pasa con el Alfred de Andy Serkis, quien se limita a entregar un par de miradas inexpresivas. Sin embargo, hay un acierto incuestionable en Batman, y es cómo pinta Ciudad Gótica, corrompida por dentro y por fuera, sin ningún indicio de salida, sin ninguna luz al final del túnel. Quizás el neo-noir sea el género indicado para representar un mundo en el que no se salva nadie, ni siquiera su propio superhéroe.
LOS PECADOS CAPITALES DE CIUDAD GÓTICA Películas-evento como Batman suelen mostrar la facilidad con la que buena parte de la crítica cae en lugares comunes al momento de hacer análisis que terminan siendo -siendo muy generosos en la calificación- perezosos. Un par de ejemplos ilustrativos: describir (y al mismo tiempo elogiar con el adjetivo) al film como “muy oscuro”, como si eso fuera una virtud en sí misma y pasando por alto que el Hombre Murciélago es un personaje casi inevitablemente oscuro; o afirmar que estamos ante “la mejor película de Batman desde El caballero de la noche”, como si fuera tan difícil superar a la despareja El caballero de la noche asciende, el bodoque de Batman vs Superman: el origen de la justicia y la fallidísima Liga de la Justicia. Pero el lugar común más interesante -valga la contradicción- surgió a partir de declaraciones del propio realizador de la película, Matt Reeves, quien explicó que Zodíaco, aquel notable film de David Fincher, fue una fuente importante de inspiración para Batman. Obviamente, muchos críticos se prendieron de esas declaraciones para hacer comparaciones entre obvias y apresuradas. Es que si bien es cierto que el Acertijo y sus crímenes remiten al Zodíaco -en particular, al homicida real-, lo cierto es que la película de Fincher se focalizaba mucho más en las búsquedas obsesivas de los investigadores. En verdad, el film de Reeves tiene otra obra emblemática de Fincher como espejo: nos referimos a Pecados capitales, y no solo por la iconografía urbana lluviosa, sucia y decadente. También porque la puesta en escena parece avalar la perspectiva del villano: la Ciudad Gótica que nos muestra Reeves es una urbe corrupta y aparentemente irredimible, donde la violencia y el castigo a través de la muerte parecen ser la única solución posible. Durante gran parte de su metraje, Batman es un policial negro hecho y derecho, con el Hombre Murciélago y el teniente Gordon tratando de descifrar los mensajes que dejan los crímenes del Acertijo. Esa pesquisa, donde no importa tanto la identidad del asesino sino lo que dicen los asesinatos que perpetra, es manejada con habilidad por Reeves, aunque no deje de ser un relato que, cuando se lo piensa mínimamente, podría resolver sus conflictos en menos de dos horas. ¿Entonces por qué casi tres horas? El film parece obligarse a sí mismo a ser no solo un policial negro, sino también un artefacto que despliega tramas y subtramas que buscan reflexionar sobre los modos de aplicación de la justicia, los comportamientos de los sectores del poder establecido, los lazos familiares y las repercusiones de acciones pasadas en el presente, con referencias a hechos reales incluidas. Esa ambición de por sí no está mal, excepto cuando luce forzada por la mecanicidad del guión y determinados rasgos de la puesta en escena, que es lo que precisamente ocurre en Batman, hasta rozar lo pretencioso. Quizás por no poder salir de la pose, de la impostación de la “oscuridad” y de la construcción de un mundo podrido, es que Batman no puede llegar a ser un film donde todas sus tonalidades lucen artificiales, frías, casi inocuas. Eso se nota particularmente en una escena que debería ser decisiva, en la que Bruce Wayne interroga a Alfred sobre el pasado familiar. Es un momento donde se pone en juego el rol de Bruce Wayne como eje moral de la historia, como alguien que debe hacerse cargo de que su apellido no es impoluto, pero también de que su camino no puede ser solo el de la venganza. Sin embargo, eso no termina de delinearse por completo, en buena medida porque Reeves, que es un realizador capaz de delinear planos o secuencias físicas muy virtuosos, no muestra la sensibilidad e inteligencia suficientes para generar empatía por lo que le sucede al protagonista. En Batman pasa de todo, desde hechos bastante terribles hasta recorridos de progresiva redención y aprendizaje, que incluso se permiten confrontar con las atmósferas tétricas que construye en la mayoría de su metraje. Y hay que reconocer que sus tres horas no pesan, que Reeves exhibe un dominio de las herramientas narrativas que lleva a que el film nunca caiga en el aburrimiento. Aún así, se produce algo paradójico: por un lado, se percibe que la película tiene casi una hora de más y, por otro, que el universo que arma está incompleto y que harán falta nuevas entregas para finalizar ese proceso. Batman es una película grandota e inflada, a la que en el fondo se le nota que no es mucho más que un policial correcto y bien filmado, pero poco original, que necesita de un espectador (y de una crítica) que sobrevalore sus contados logros.
La mayor virtud del nuevo trabajo de Matt Reeves (El planeta de los simios) reside en el esfuerzo de acercar a Batman a sus orígenes policiales con el fin de aportar una representación diferente de las historias del héroe. Un dato que no es menor si se tiene en cuenta la extensa filmografía del personaje, tanto en propuestas live action como en la animación, donde este perfil del justiciero no tenía precedentes. Será muy interesante ver en las próximas semanas como la recibe el público general que no consume historietas y todavía no se desapegó de la trilogía de Christopher Nolan. Esta producción se desarrolla en un universo de ficción independiente que tiene un enorme potencial para brindar futuras entregas con estos personajes en la plataforma HBO Max, donde se quitaría de encima las restricciones que demanda la calificación PG-13. En esta versión para cines esa oscuridad temática que intenta plasmar Reeves se ve afectada por el hecho de tener que ofrecer una espectáculo que pueda ser consumido por chicos de 14 años. Pese a todo a hay varias cuestiones positivas para destacar. En principio el tono del film busca evocar la saga de cómics de mediados de los años ´90 que realizaron Jeph Loeb y Tim Sale, donde primaba el género policial sobre la fantasía. Hace poco DC hizo lo mismo con la adaptación animada de The Long Halloween, una historia que también es homenajeada por Reeves en esta película. El perfil Neo-noir que abraza el conflicto, con una influencia demasiado obvia del cine de David Fincher, tiene un peso importante y los procedimientos policiales adquieren una notoriedad que no tenían antecedentes en las producciones previas de Batman. Una de las grandes novedades de la película es que restaura en términos visuales la Gotham comiquera que había brillado por su ausencia en la saga de Nolan, debido su obsesión demente con el realismo. Gracias a una estupenda e inspirada labor del director de fotografía Greig Fraser se puede disfrutar otra vez esa localidad lúgubre, sucia y peligrosa que Reeves convierte en un personaje más de la trama. Desde los aspectos técnicos no se le puede objetar nada y recupera el espíritu de la historieta que se había perdido en la saga previa. En materia de acción si bien para mi gusto se queda un poco corta (sobre todo al tener una duración de 176 minutos) cuenta al menos con algunas secuencias formidables. Sobresale especialmente el afectuoso homenaje que le rinde el director a Peter Yates (Bullit), el cineasta que revolucionó la manera de filmar las persecuciones automovilísticas en los años ´70. El Batimóvil que en este caso es representado a través de un muscle car Dodge Charge protagoniza una secuencia sublime (la mejor de la película) donde se reverencia el cine de acción de la vieja escuela. Dentro del reparto Paul Dano le restaura la dignidad perdida al Acertijo con una interesante representación moderna del villano mientras que un irreconocible Colin Farrell sorprende con la encarnación más fiel del Pinguino que se registró hasta la fecha. Sin embargo es Zoe Kravitz, por lejos lo mejor del film, quien se roba esta producción con una carismática interpretación de Gatúbela, que abre la oportunidad dorada e irrepetible para que la antiheroína finalmente tenga la película que se merece. El problema es que esta encarnación del personaje con las limitaciones de la calificación PG-13 tendría los mismos inconvenientes que Black Widow. No obstante, Reeves aporta una gran introducción de Selina Kyle que debería continuar en la plataforma de streaming. En cuanto a Robert Pattinson, su labor como Batman representa uno de los aspectos más decepcionantes del film. Si tenemos en cuenta la enorme evolución que tuvo el actor en los últimos años se esperaba mucho más de su trabajo que se siente limitado, como si le hubieran restringido la posibilidad de componer un personaje. Su versión de Batman termina siendo sosa y aburrida y más allá de mostrarlo como un ser miserable y atormentado que vio demasiadas veces El gabinete del Doctor Caligari, la interpretación que ofrece carece de matices. La dualidad entre el justiciero y Bruce Wayne directamente no existe porque el rol se desenvuelve con el mismo rostro inexpresivo en todas sus apariciones. Sí, Batman es violento y reparte muchas piñas como un hooligan inglés, pero dentro del reparto que presenta la historia termina siendo el personaje menos interesante. Inclusive la relación con Alfred nunca se llega a explorar y queda limitada a una participación fugaz de Andy Serkis en el rol del mayordomo. Otra debilidad notable del film es su inexplicable duración de casi tres horas que no tiene razón de ser para el conflicto que se presenta y se justifica por el simple hecho que el justiciero de Gotham tiene un tratamiento especial en Warner y DC. Si se trataba de cualquier otro personaje de la misma franquicia le hubieran editado los 40 minutos que le sobran al metraje de esta propuesta, que por momentos encuentra algunos baches narrativos. Si bien nunca llega a ser aburrida hacia el final se vuelve un poco pesada al estirar demasiado la llegada del clímax. En la intención de introducir tantos personajes y subtramas (con el fin comercial de vender futuras continuaciones) el misterio policial se alarga más de lo necesario. Salvo por esas mínimas objeciones después el balance es más que positivo. En lo personal no me voló la cabeza ni creo que sea el Santo Grial del cine de superhéroes, sin embargo la nueva Batman le aporta a la sufrida franquicia de DC la oportunidad de construir a futuro una saga interesante con el universo de ficción que se introduce en este relato.
Quise tomarme unos días para reflexionar sobre «The Batman», porque realmente en todo el mundo han corrido ríos de tinta (digital y física) sobre el cambio del personaje central (sale Ben Affleck, entra Robert Pattinson) y la propuesta del talentoso Matt Reeves para relanzar al clásico personaje de DC. Y lo primero que creo importante decir, es que esta versión del encapuchado héroe tiene que leerse también en contexto. Es decir, Marvel luego de la pandemia afila sus garras y cuenta sus cuantiosas ganancias con la tercera entrega de SpiderMan mientras se prepara a facturar de lo lindo con más de Doctor Strange, abriendo las puertas cinematográficas de un multiverso, donde todo puede suceder. Entretanto, en las oficinas de Warner y DC parece haberse tomado una difícil decisión, que es no caer en los enfoques clásicos para sus personajes insignia, sino en ofrecer una variedad conceptual, que pueda acortar las diferencias con la trayectoria fílmica que viene desarrollando su gran rival. ¿Qué quiero decir con esto? Siento que «The Batman» intenta, primeramente, no parecerse demasiado a lo que ya conocemos (aunque mantiene el encuadre histórico del personaje), sino que explora la veta del impacto siniestro, presente en títulos como «The Joker». Es decir, hay suspenso, dolor, angustia, incertidumbre, oscuridad. Todo, enmarcado en un concepto que parece alinearse a los cánones del «film noir». Asesino(s) dementes, pistas intrigantes, asesinatos y tarea detectivesca. Por ahí va esta propuesta de Reeves. Lo cual, nos hace preguntarnos cómo reaccionará el público, porque este superhéroe tampoco parece a priori captar el interés de la audiencia juvenil. Dicho esto, creo que DC intenta algo distinto por acá. No pelear «golpe por golpe» sino probar con una producción más cruda, áspera y hasta en cierta manera, más personal. El director parece que se ha preocupado mucho en instalar una Ciudad Gótica infernalmente oscura y poner en el centro de la escena a un actor a quien el rol, quizás no lo favorezca, como Robert Pattinson. Quiero decir en su defensa, que me gusta como intérprete (en «Tenet» me encantó, por ejemplo), pero aquí lo tenemos recreando parte de lo peor de su repertorio: caras apagadas y enigmáticas, aire lacónico, escaso lenguaje corporal. Claro, Bruce Wayne es un tipo conflictuado. Era una tentación no usar lo que hay en el repositorio… Más allá de eso, hay que decir que este Batman tiene un cast muy interesante, pero ninguno descolla y eso que cada uno tiene suficiente espacio para hacerlo, dada la extensión de la peli. Reeves esquiva lo fácil y busca lo complejo: equilibrar la oscuridad (la fotografía me desconcertó, realmente) interna con la externa y dar continuidad a una trama más de suspenso que de acción y aventura. Dicho todo esto, no hay demasiado que pueda agregar a lo que puede decirse sin spoilear. En este nuevo «reboot» de Batman hay lugar para villanos que ya conocemos (fatal Colin Farrell!!, un poco mejor Paul Dano), romances imposibles (Zoe Kravitz en el rol de Gatúbela) y fuerzas amistosas y del orden reconocibles (Jeffrey Wright -que vuelva Westworld pronto!!- y Andy Serkis, a reglamento). El despliegue visual no es como quizás el que esperan (sigo diciendo que lo de Christopher Nolan en su trilogía es insuperable en este aspecto) y se agradecen algunas coreografías de combate novedosas, junto con cierta fría ironía a la hora de reflexionar sobre el sentido de la honestidad, puesto a prueba a cada momento. En líneas generales, considero que es un intento de hacer algo nuevo y eso es valioso. Se ve mucho esfuerzo de producción en todos los campos (la soundtrack es mortal) y eso, como espectador, se agradece. Sabemos que al público adulto le va a gustar. «The Batman» ofrece una nueva visión a un héroe del que sabemos todo (y eso le quita margen a las historias para evolucionar) y provee entretenimiento a la altura de una blockbuster importante. La próxima, por favor, mejoren la iluminación y revisen cómo editan para pantalla ancha porque seguramente, eso se puede mejorar.
Probablemente “BATMAN” de Matt Reeves sea uno de los grandes eventos cinematográficos del año, no solamente porque es la nueva entrega de una de las sagas más famosas del Comic, del cine y la televisión que tiene cientos de miles de fanáticos alrededor del mundo sino que es una de las esperanzas para que el público regrese entusiasmado a las salas, después de alicaídas cifras de taquilla con un regreso al cine, post-pandemia, que no logra tomar cuerpo. Esta nueva historia comienza el 31 de Octubre, la noche de Halloween, donde Ciudad Gótica se ve sacudida por una fuerte noticia: en plena contienda electoral, el alcalde Don Mitchell Jr ha sido asesinado en su propio departamento, sumando una víctima más a la larga lista de un asesino serial, que el comisionado Gordon necesita atrapar cuando antes. Cuando la policía se haga presente en la escena del crimen, lo hará en compañía de Batman (un nuevo protagonista para este nuevo capítulo de la saga, a cargo de un exacto y notable Robert Pattinson), requiriendo de su ayuda para analizar cada uno de los detalles pero, al mismo tiempo, involucrándolo al recibir una serie de mensajes que el asesino deja en diferentes sobres a su nombre. Justamente las postales que contienen esos mensajes se encuentran redactadas en forma de enigmas, de adivinanzas, presentando de esta forma a uno de los villanos más despiadados a los que deberá enfrentarse el hombre murciélago: el Acertijo. Con un aire muy marcado próximo al cine de Fincher e incluso a las primeras creaciones de Nolan (quien también sabemos que fue uno de los directores más aplaudidos dentro del universo Batman) gran parte del relato se basa en un clima detectivesco, cercano al film noire, lo que inclusive se refuerza con la búsqueda de una mujer que aparece involucrada en unas fotos con el alcalde asesinado, que guiará la investigación a un ambiente vinculado a la Mafia y particularmente, dentro de un bar nocturno non sancto que esconde salas privadas llenas de secretos en donde la cúpula política y poderosa de Ciudad Gótica, se encuentra fuertemente involucrada. Reeves retoma y mejora en una deslumbrante puesta en escena, ese clima post apocalíptico que tenía la Gotham del “Joker” de Todd Phillips mostrando nuevamente una ciudad quebrada, sin valores morales, enferma de corrupción y dañada por el poder. Problemas económicos y financieros, las calles llenas de mendigos y grupos en situación de vulnerabilidad, son parte del escenario que va enmarcando una historia con ribetes oscuros, subrayados por el excelente clima que logra la fotografía y el trabajo de edición. Dentro de esta mirada sombría, el Batman de Reeves se mueve contenido, atrapado en un profundo dolor que lo mantiene preso de su trauma, el que iremos conociendo a medida que se vaya develando con el transcurrir de la trama. Su figura aparece recluida dentro de sus propios sentimientos, los hechos del pasado que lo siguen atormentando y que van dando forma al plan que deberá orquestar frente a su necesidad de venganza. La mira está puesta en los personajes más encumbrados del mundo de la política, la justicia, la policía y sus vinculaciones con las diferentes formas de poder. Núcleo al que algunas vez pertenecieron los padres de Bruce Wayne / Batman y que serán referencias obligadas de la historia y sobre los que nuestro héroe tendrá que ir venciendo sus sombras y fantasmas para ayudar a instaurar nuevamente el orden y el equilibrio en una Ciudad en la que no hay reglas ni orden moral. “BATMAN” es un producto ambicioso. No sólo desde su historia, su elenco, los rubros técnicos y una impactante puesta en escena, sino también desde una receta que funciona durante sus tres horas de duración que en manos de otro director o de otro equipo, pudiesen haber naufragado. Reeves mantiene atento al espectador en cada movimiento y giro que se va produciendo en la trama donde no faltan los elementos del policial, la típica historia de superhéroes, la posibilidad de generar una reflexión a partir de la decadencia ética y moral instalada en las estructuras de poder y hasta hay espacio para el romance y la tensión sexual con la presencia de Gatúbela (una magnética Zoë Kravitz, a quien vimos recientemente en “Kimi”, en la serie televisiva “Big Little Lies” y en la saga de Animales Fantásticos). Capítulo aparte para las actuaciones en donde Paul Dano compone a un Acertijo preciso, siniestro e intenso con la cuota de desborde necesario que requiere el personaje y marcando sus rasgos más patológicos y viscerales, Colin Farrell está irreconocible poniéndose en la piel del Pingüino –y sus vínculos con el capo mafia Carmine Falcone, a cargo de John Turturro- y, los mayores laureles son indudablemente para Robert Pattinson, quien ha tomado el desafío de un personaje nada fácil, que ya fue interpretado por varios actores con diferentes y variados resultados. En este caso, Pattinson logra un trabajo medido, donde algunas señales casi imperceptibles van hablando de su tristeza, su tortura personal anclada en el pasado y su impronta funciona tanto en las escenas de acción, como en las más dramáticas y una excelente química en el terreno del romance. Reeves construye un Batman atractivo, interesante, una mezcla perfecta de los dos directores más completos y complejos que lo abordaron en este último tiempo, con elementos de Nolan y Tim Burton y vuelve sobre una ciudad en donde el poder corroe y el regreso al orden social se impone como primera necesidad. Un reflejo tan cercano a la sociedad de hoy, que realmente impacta y asombra.
LUSTROSO PASATIEMPO. ¿Cuándo fue que Batman y los personajes que lo rodeaban dejaron de ser freaks candorosamente buenos o malos moviéndose en un colorido universo de estética pop, para convertirse en un superhéroe adusto perseguido por villanos cargados de complejos y culpas? ¿Qué llevó a que hoy la versión audiovisual de este comic deba estar más cerca del expresionismo alemán (o de una de sus derivaciones, el film noir) que de un luminoso film de aventuras? ¿Por qué aquellos capítulos televisivos de apenas media hora devinieron presuntuosos largometrajes extra large? ¿Qué ocurrió para que la meta profesional más alta de muchas actrices y actores sea encarnar a Gatúbela o al Guasón (de hecho, ya hay dos ganadores del Oscar por interpretar a este último)? Las respuestas no son sencillas y mientras el célebre hombre murciélago siga siendo celebrado en cada reaparición seguirá habiendo nuevos Batman, envueltos en sombras desde que en 1989 Tim Burton lo regresó al cine con enorme éxito. Tras los traspiés de Joel Schumacher y los solemnes rebuscamientos de Christopher Nolan (y dejando de lado apariciones recientes del personaje en films animados, series o sin ocupar un rol protagónico), lo que propone ahora Matt Reeves es un pasatiempo lustroso, sólido, narrativamente menos retorcido que los que le tocaron en suerte a Christian Bale. The Batman comienza con imágenes que pueden recordar a La ventana indiscreta (1954, Alfred Hitchcock) pero también a Cloverfield (2008), del propio Reeves, para después ir virando del thriller al terror, el drama y hasta el cine catástrofe. El único género al que parece escaparle es la comedia: envuelto en una música omnipresente y generalmente ampulosa –recurriendo incluso al Ave María de Schubert para identificar a uno de los personajes–, le huye a las bromas y hasta la inquietud por el tráfico de sustancias ilegales y los antros de gotadictos (así los denominan los subtítulos) lleva a enturbiar la posibilidad de diversión que supone el submundo de la noche. Los mismos Robert Pattinson y Zoe Kravitz exteriorizan en todo momento gravedad: el primero –que por su aspecto adolescente parecería más adecuado para Robin–, apenas sonríe en una escena junto a Alfred (Andy Serkis), quien al menos parece entretenerse con algún hobby; a ella, en tanto, se la ve muy preocupada en ser una representación del emponderamiento femenino antes que jugar con la sensualidad maliciosa que siempre caracterizó a Gatúbela. Hasta el beso que previsiblemente llega en determinado momento, con violines sonando de fondo, se diluye en la frialdad del clima penumbroso. The Batman no deja, sin embargo, de exhibir algunas virtudes, al menos si se la compara con tanta superproducción mediocre. En principio, Reeves (ayudado por Greig Fraser en la dirección de fotografía) supo encauzar su material imprimiéndole un criterio definido, sin desviarse nunca de un tono buscado, conseguido y mantenido hasta el final. Supo también amortiguar la extensión del film haciendo que cada diez o quince minutos asome un incidente resonante: el atentado contra Alfred, una intensa persecución automovilística, la aparición del Acertijo, etc. Entre sus buenos momentos, está la secuencia en la que la cámara se introduce en un club nocturno siguiendo a Batman de espaldas, sin distraerse en detalles laterales (asistentes, bailarinas, risas, brillos) que no hacen a la acción, mientras la acompasada música acompaña adecuadamente los pasos de nuestro (super) héroe. Finalmente, si el Pingüino (Colin Farrell o quien sea que haya estado detrás de esas gruesas capas de maquillaje) y Carmine Falcone (John Turturro) son claramente enemigos de Batman, es porque forman parte de algo más grande y difícil de combatir: la corrupción, el narcotráfico, las mezquindades insertas en el mundo de la política. El planteo, de todas formas, no llega a ser suficientemente adulto, aunque los diálogos deslicen una que otra ironía (Falcone diciendo “El problema del comunismo fue su austeridad”), sin evitar que algunas ideas resulten simplonas (un niño como víctima real y simbólica de la violencia desatada, una candidata política mujer y negra como posible emblema de esperanza). Entre los personajes peligrosos no está aquí el Guasón pero sí el Acertijo, con similar desvarío aunque Paul Dano no recurre a algunos excesos y risotadas que caracterizaron al Joaquin Phoenix de Joker (2019, Todd Phillips). Vale agregar: entre las mejores secuencias de The Batman está también la que revela por primera vez la figura del Acertijo, una de las ocasiones en las que el realizador se muestra más perspicaz que efectista.
"Desde las sombras" Por Denise Pieniazek Desde fines de los ´80 en adelante cada vez son más frecuentes las transposiciones cinematográficas de Batman porque, aunque pasen los años, la popularidad del superhéroe enmascarado sigue vigente atravesando distintas generaciones. En esta ocasión Batman (The Batman, 2022) posee un tono sombrío distinto a las versiones anteriores que debido a su enunciación lo acercan al estilo del género cinematográfico del Film-Noir. La acción comienza in medias res con un Bruce Wayne (interpretado por Robert Pattinson) que ya hace dos años que ha desdoblado su vida para personificar a Batman. El superhéroe trabaja en conjunto con el Comisario Gordon (Jeffrey Wright) con el objetivo de combatir a los criminales que invaden a una ciudad Gótica sumergida en la delincuencia. En consecuencia, el dueto funcionará como un par detectivesco que intenta atrapar al villano de turno, “El Acertijo” /The Riddler (Paul Dano), quien va dejando pistas en las escenas del crimen. Al respecto es pertinente recordar que la primera publicación del comic de Batman, creado por el ilustrador Bob Kane y el escritor Bill Finger se publicó en el ejemplar Nº27 de Detective Comics en 1939. Finger, mencionó que "Batman fue escrito originalmente al estilo de los pulps". Como es sabido la literatura Pulp tuvo gran influencia en el género cinematográfico del Film-Noir, lo cual evidencia que el guión coescrito entre Matt Reeves y Peter Craig, retoma esta particularidad de la historieta. En adición, el director Matt Reeves expresó abiertamente que se inspiró mucho en la versión del comic realizada por Frank Miller, “Batman: Year One” (1988), lo cual resulta evidente en el gran trabajo de composición y encuadre semejante a las historietas, que logran producir gran deleite visual para el espectador. Asimismo, el objetivo de Reeves era que Gotham City sea en sí misma un personaje, un elemento más de la trama. En ese universo ficcional esta vez, Batman es representado psicológicamente como “roto”, pesaroso y avocado a su deber social. En dicho sentido la caracterización física de este nuevo Batman remite a el aspecto del protagonista de El Cuervo (The Crow, 1994), ambos relatos basados en comics donde sus personajes masculinos buscan venganza y cuyas transposiciones cinematográficas inician la acción en Halloween, y donde los tonos rojizos y cielos anaranjados se destacan. Igual de sombrío será su espacio que acompaña la psicología del personaje, Wayne/Batman habita en una mansión grandilocuente de estilo gótico. Hay una mezcla visualmente interesante entre la antigüedad del decorado y la utilería, entre la tecnología analógica y la tecnología de avanzada utilizada por el protagonista para monitorear la ciudad. De igual modo, la arquitectura de ciudad Gótica fusiona una esplendorosa metrópolis moderna con transportes públicos al estilo neoyorquino de los ´70. Es decir, que la estética que mezcla los transportes públicos al estilo de Guasón (Joker, 2019), y lo putrefacto de esa sociedad -algo que este largometraje ya tomaba de Taxi Driver (1976) y otros filmes de esa época- y en cuanto a lo grandilocuente de los rascacielos algo de las dos Batman dirigidas por Tim Burton, pero con el tono lúgubre y profundo de la saga de Christopher Nolan. Sin embargo, una de las particularidades de Batman (2022) reside en representar personajes más terrenales y alejados del universo fantástico. De este modo el relato nos presenta un Batman más humano, y lo mismo se traslada al resto del esquema actancial, otorgándole al relato un tono más “realista” que difiere de lo característico del género de superhéroes. Debido a ello, a diferencia de otras entregas anteriores, aquí la narración no se preocupa por justificar de forma sobrenatural los orígenes ni de Gatúbela (Zoë Kravitz), ni de El Pingüino (Colin Farrell). Lo cual también resulta perjudicial porque quizás es por ello que ambos personajes carezcan de potencia. En adición, otro elemento cuestionable es que, al incluir tantos personajes emblemáticos, como se dice popularmente “quien mucho abarca poco aprieta”. A pesar de expresar con claridad una crítica hacia esa sociedad putrefacta, a sus instituciones corrompidas y novedosamente cuestionar el carácter de la familia Wayne, al ampliar tanto el grupo de villanos -El Acertijo, El Pingüino y Falcone (John Turturro), éste último como representante de la mafia italiana- ninguno de ellos resulta lo suficientemente sólido, porque lo importante no es la cantidad, es la calidad. Además, son inevitables las comparaciones de la construcción de “El Acertijo” con el Guasón interpretado por Heath Ledger en The Dark Knight (2008), ya que, si bien aquí el Acertijo se mantiene en el anonimato y oculta su rostro, también realiza un juego perverso con el fin de exponer una tesis social. Por supuesto, esta entrega si bien es correcta no llega a superar el nivel de excelencia de las entregas de Nolan, ni tampoco las actuaciones llegan a ser tan sorprendentes. Al igual que las masas del relato empatizaban con el Joker (interpretado por Joaquin Phoenix en 2019) al imitarlo, algo similar sucederá aquí con parte de los ciudadanos de Gótica con El Acertijo. En conclusión, en Batman (2022) si bien es notable la búsqueda de un estilo y tono propio, la película cumple, pero no sorprende. Honestamente se encuentra injustificada su extensa duración de tres horas respecto a lo reiterativa que parece ser la trama, lo cual evidencia mal manejo de la síntesis. Aun así, Batman (2022) es entretenida, y posee un gran manejo estético y técnico. Atentos sus fanáticos ya que como es usual en el género hay una escena extra previo a los créditos finales, que deja las puertas abiertas para una posible secuela. Quizás por eso, a diferencia de las entregas anteriores hay una elección de una generación de actores más jóvenes para los personajes principales (Pattinson, Dano, Kravitz). Por otro lado, ya fue anunciado que Colin Farrell repetirá personificar a El Pingüino para una serie Spin-off, que aún no tiene título, su estreno está previsto para el 2023 en la plataforma de streaming HBO Max.
Todos estamos de acuerdo en que la Trilogía del Caballero de la Noche de Christopher Nolan es un hito cinematográfico insuperable. Grandes perfomances, una épica formidable, emociones a flor de piel, excelentes villanos, la visión mas completa que hemos visto en el cine sobre el Hombre Murciélago. Ahora bien: nadie – ni en la Warner ni en DC Comics – está dispuesto a archivar un personaje que es una mina de oro por ese respeto reverencial que emite la trilogía de Nolan. Hay que seguir facturando. La cuestión es: después de la visión de Nolan, ¿a dónde ir?. Aunque Snyder enroló al tipo perfecto para el personaje – un Ben Affleck enorme y despiadado -, le dio historias mediocres para protagonizar y nunca tuvo la oportunidad de brillar en solitario. A Affleck le ofrecieron un filme para él solito – debería haber sido éste – pero las terribles críticas de Batman v Superman y La Liga de la Justicia (Whedon version) lo desmoralizaron. La carrera del tipo se hundió, su matrimonio voló por los aires y cayó en la bebida, y eso que venía de ganar un Oscar por Argo. Así que el flaco colgó la capa y llamaron a otro para hacerse cargo. Es posible que Affleck tenga un comeback que lo revindique en la próxima The Flash – DC no se maneja con la misma puntillosidad que Marvel y por eso vemos múltiples versiones simultáneas de los mismos personajes (como tres Batmans… ya hay dos Supermans, uno en cine y otro en TV) sin que haya una explicación racional para ello -, pero ahora es el turno de Matt Reeves para manejar al Hombre Murciélago. El tipo exigió libertad creativa total y la posibilidad de ejecutar una trilogía por fuera del DCEU, así que no esperen ver a Superman, Flash y otros superhéroes en la saga que comenzó a cocinar Reeves. Quiere lo mismo que Nolan, que las historias se concentren solo en el personaje y en su universo y, para arrancar con eso, se despachó con una aventura de tres horas. ¿Y que tal es?. Decir que es mejor que las mediocridades manufacturadas por Snyder (en la era post Nolan) no es ninguna sorpresa. La sorpresa es que sea una de las mejores películas jamás hechas sobre el personaje, integrando el selecto panteón integrado por los dos filmes de Burton, la serie animada de los 90’s y las tres cintas de Nolan sobre el Hombre Murciélago. Pero The Batman se queda corta para ser la obra maestra que muchos críticos claman. Hay detalles aquí y allá que, si se pulen en una nueva entrega, pueden dar lugar a un filme brillante. Uno puede admirar el desempeño del Batman de Robert Pattinson pero no sentir empatía por él. Hay muchos momentos que parecen calcados de The Dark Knight – los videos que manda el Acertijo a las televisoras, su operación que deriva en una amenaza para toda Ciudad Gótica y que Batman debe desarmar contrarreloj, el duelo de personalidades en el calabozo del Asilo Arkham -, y los 15 minutos finales parecen escritos por otro libretista. Ver al vigilante oscuro, enigmático, el tipo que vive operando en las sombras y que la policía desprecia… ayudando como un rescatista de la Cruz Roja entre la multitud y a plena luz del día (¿el Batman Solidario de Lanús?) es simplemente chocante. Batman no es solidario; Superman sí lo es. Hubiera sido preferible que disparara un gancho, se escabullera en la oscuridad y mandara gente de la Fundación Wayne a ayudar a los sobrevivientes del desastre antes que se expusiera tanto a plena luz del día. Eso no quita que el 95% previo sea muy bueno y, por momentos, excelente. Wow, este es un Batman diferente. Como Bruce Wayne es un tipo traumado, hecho trizas mental y moralmente que sólo cobra vida cuando se pone el traje y sale a quebrar huesos todas las noches. Porque si los filmes de Nolan tienen un defecto, es que Christian Bale era demasiado contracturado y esquemático para pelear. El Batman de Pattinson es brutal, es una fuerza de la naturaleza que arrasa con todo aunque esté en desventaja numérica y de armas. Es un vigilante suicida guiado por la furia que se lanza sobre las balas y baja monos a lo pavo al estilo John Wick. Igual me gustaba mas Affleck reventando gente en Batman v Superman – sip, el dichoso rescate de Martha Kent y que debe ser lo único memorable que tiene esa película – que Pattinson, que se ve muy alto y estilizado pero algo flacucho. Pero la gran novedad es que este Batman piensa y, sobre todo, este Batman es independiente. Es un tipo que se fabrica él solo sus cosas, no un vivanco millonario al que Lucius Fox le hace toda la ferretería. El tipo se arma su muscle car – al fin una versión creíble y práctica del Batimóvil (tal como imaginó Dennis O’Neal en los comics de los 70s) que puede arrasar y, especialmente, pistear -, fabrica sus gadgets y, lo mejor de todo, investiga y deduce. Es el gran Batman Detective de las historietas, el tipo que revisa pistas e interroga sospechosos aunque sea colgándolos de un techo. A Bale la tecnología le solucionaba un montón de cosas y él era mas un paladín de la justicia que un investigador disfrazado. Acá Pattinson observa todo – el lugar de los hechos, las cosas que hay en él, las reacciones de la gente – y lo ves pensando, maquinando, como una versión dark de Sherlock Holmes. Es algo sumamente satisfactorio. Mientras que Pattinson es realmente muy bueno como Batman (inmaduro e impulsivo, arrojado y salvaje; lástima que su Bruce Wayne versión emo sea algo monótono), el resto del cast es brillante. Zoe Kravitz le pasa el trapo a Anne Hathaway como Gatúbela: esta mujer es feroz y sensual a mas no poder (ahora es binorma!), y se saca chispas con Pattinson cuando comparten la pantalla. Jeffrey Wright hace lo mejor que sabe hacer, que es lucir inteligente, reflexivo y honesto y por eso es un gran James Gordon. Colin Farrell, oculto bajo toneladas de maquillaje, canaliza a Robert De Niro como otro mafioso lleno de mañas y tics, pero no aparece lo suficiente, posiblemente porque le espera mas tiempo de pantalla en una entrega futura. Andy Serkis está mas que correcto como Alfred pero uno hubiese querido que tuviera mas escenas; y el que sobresale por encima de todos es Paul Dano – con esa cara de bebote ratón de biblioteca – que se enfunda el traje verde, deforma la voz, intimida con su mirada sacada y no deja de darte escalofríos cada vez que aparece porque lo suyo siempre es bestial y sanguinario. Un tipo tan retorcido como brillante y que carece absolutamente de límites. En cuanto a la historia The Batman es un licuado de ideas, influencias y estilos. El mas obvio es Se7en, Pecados Capitales, con un sangriento asesino serial suelto y haciendo expiar pecados a sus víctimas, y dos detectives investigando en una ciudad oscura, sucia y lluviosa. Hay rastros del John Kramer de Saw en este Acertijo pero es obvio que el personaje de Bill Finger es muchísimo mas antiguo y que una interpretación despiadada del mismo se vería similar al maníaco creado por James Wan y Leigh Whannell. Por otro lado al introducir a Gatúbela The Batman comienza a tener vibras de policial negro, con la femme fatale de oscuro pasado que se enamora de las personas equivocadas, envuelve al detective y termina siendo el elemento mas volátil de toda la ecuación generando resultados inesperados a cada momento. La historia de The Batman es realmente compleja – no es imposible de seguir pero es inesperadamente mucho mas elaborada que lo que suele dar el género -, y la investigación se abre tanto que hay momentos en que la amenaza del asesino queda en segundo plano, sobre todo cuando Reeves pone la lupa sobre los chanchullos de la mafia local. Si en esos casos la historia se aletarga un poco, pronto se condimenta con las sangrientas intervenciones del Acertijo. Y es en esos momentos en donde la banda sonora de Michael Giacchino brilla – minimalista y tétrica, apenas un piano la mayoría de las veces -, no por la obvia copia de la Marcha Imperial de Star Wars (ahora, el tema del nuevo Batman) ni por abusar de Something In The Way de Nirvana, sino por la alienante reversión del Ave María de Schubert. Comienza respetuosa, fiel a su esencia religiosa y después – a medida que el clima se espesa y los crímenes sangrientos se multiplican – se transforma en una cosa cada vez mas deforme – un coro de voces desgarradas – que te eriza los pelos de la nuca cada vez que suena ya que se transforma en el leitmotiv del asesino. A mí me gustó The Batman. Hace cosas diferentes por el personaje, es fiel a las raíces comiqueras del mismo – el Batman Detective que imaginaron Bill Finger y Bob Kane en los años 40s -, le devuelve su esencia brutal y oscura y planta una excelente semilla para los capítulos que vendrán. Le faltaron cosas menores para pulir pero es un estupendo comienzo para una nueva trilogía del superhéroe mas fascinante y duradero que ha dado el mundo del comic hasta ahora. (alerta spoilers) PD: y… sip, el tipo del asilo es Mister J. (fin spoilers)
Sed de venganza, búsqueda de justicia…¿es este Batman la cura que Ciudad Gótica necesita o simplemente su enfermedad? Se abre una nueva perspectiva sobre un enorme personaje de la historia del cine. Se trata de uno de los superhéroes más veces adaptado (desde “Batman”, dirigido por Leslie H. Martinson en 1966 a “Batman v Superman: El Origen de la Justicia”, de Zack Snyder, en 2016). A lo largo de un arco que abraza seis décadas, la capa más codiciada ha pasado de un actor a otro, de modo incesante. Es hoy el debutante Robert Pattinson quien ofrece el gesto más oscuro y lleno de ira. El film se emplaza en una urbe corrupta y decadente, donde la esperanza no parece tener intenciones de regresar. Valiéndose de un reparto variopinto (Zoe Kravitz, John Turturro, Colin Farrell, Paul Dano), en excesivo metraje de tres horas, ofrece retazos de neo noir, que nos ilustran acerca de la querencia que tiene Reeves por el cine negro contemporáneo. En los pliegues del traje de Bruce Wayne se filtra la auténtica raíz del misterio: ‘Batman año dos’ abre la puerta a un personaje tratando de convertirse en el héroe que se requiere. Coescrita por el propio Reeves (“Cloverfield”, “Let me In”) y Peter Craig (“The Town” y “Blood Father”), se denota cierta influencia de la ambientación lúgubre más característica de David Fincher, para una sucesión de infinitas noches en donde no deja de llover. La brillante fotografía de Greg Fraser (“Dune”, Mátalos Suavemente”) captura el halo de omnipresente fatalidad. “The Batman” está lejos de las maravillas narrativas góticas de Tim Burton (de 1989 y 1992, respectivamente), pero ofrece momentos de sinfonía visual para puro deleite esteta. Suena Nirvana y el superhéroe favorito surca la gran pantalla. Es un regalo para los sentidos.
Un thriller que reivindica al Caballero Oscuro The Batman, con Robert Pattinson y Matt Reeves como estandartes, finalmente llegó a los cines para dejar una nueva imagen del protector de Gotham. Muchos fueron los que le pegaron con un palo de antemano a Robert Pattinson por haber sido elegido como el nuevo encapotado de Gotham City. Un sinsentido paralelismo con Crepúsculo, película de hace más de 10 años, lo puso en el ojo de la tormenta, solo para permitirle emerger con total autoridad de esa injusta tiniebla como Batman… y no solo como la versión del héroe que necesitábamos, sino también la que merecíamos. Si bien originalmente The Batman iba a ser una película englobada dentro de los confines del DCEU, el fracaso de Justice League (la versión de Whedon, claro está) y la posterior salida por parte de Ben Affleck tanto como director como también en su rol de Bruce Wayne, Warner Bros. decidió apostar por quien supo armar una gran trilogía de El Planeta de los Simios para encausar la historia de uno de los más grandes héroes de DC Comics: Matt Reeves. The Batman Ni bien fue anunciado la llegada de Reeves y Pattinson se dieron los primeros detalles de este film: The Batman iba a alejarse del concepto de superhéroes que venía mostrando DC Comics en sus películas y volvería a algo más parecido a lo visto en la trilogía de Nolan. Pero además la película tendría un tono noire, es decir enfocada en el aspecto más detectivesco, oscuro y mafioso del universo que habita el Caballero Oscuro, algo que por lo general siempre había quedado en un segundo plano en las adaptaciones pasadas. The Batman es justamente eso, una película detectivesca donde la investigación y la deducción están siempre en el centro de la escena. Con paralelismos muy marcados con grandes thrillers como Zodiac (2007) y Se7en (1995), somos testigos de un brutal enfrentamiento psicológico entre Batman (Robert Pattinson) y The Riddler (Paul Dano), dónde además vemos desfilar distintas caras conocidas de Gotham City como Jim Gordon (Jeffrey Wright), Carmine Falcone (John Turturro), Oswald Cobblepot (Colin Farrell) o Selina Kyle (Zoë Kravitz). The Batman Uno de los elementos clave por los que la película funciona tan bien es por la genialidad de su villano. The Riddler es probablemente el mejor antagonista que haya llegado a la pantalla grande de Batman desde la aparición de Heath Ledger en The Dark Knight (2008). El trabajo de Paul Dano dando vida a un personaje tan siniestro lleva a que los demás personajes bailen a su compás una macabra danza de asesinatos que parecen no tener punto final. Por otro lado, Pattinson despeja desde el vamos cualquier duda que pueda haber existido para con su elección. Presentando a un Batman que milita su segundo año como vigilante de la ciudad tenemos una versión más cruda del Caballero Oscuro. Un personaje aún cegado por el deseo de venganza más que por el de justicia que ha decidido alejarse del mundo como Bruce Wayne. He aquí el uso adrede de la palabra vigilante y no héroe: el motivo de sus acciones es la venganza, no la justicia. The Batman En este aspecto hay que destacar el gran trabajo realizado por parte de Reeves tanto como el de Pattinson ya que ambos se enfocan en marcar un elemento clave en la construcción del personaje: Bruce Wayne no está bien psicológicamente. La muerte de sus padres no es un disparador para ser un símbolo de justicia, es sino un propulsor para vengarse de eso, de la maldad de Gotham y de quienes la ejercen. Esto obviamente es parte de la evolución del personaje, que irá mutando en pos de convertirse en un héroe más que en un vengador, pero que aún tiene un largo camino por recorrer. A nivel adaptación, la película basa su historia en varias de las aventuras de Batman en las páginas de DC Comics. Sin embargo hay 3 cómics que sirven como piedra fundacional de este proyecto. Batman: Zero Year, de Scott Snyder; Batman: Year One, de Frank Miller; y Batman: The Long Halloween de Jeph Loeb. En este trinomio de historias tenemos presente la construcción del submundo mafioso/gangster de Gotham y el surgimiento de Batman como el luchador del crimen organizado más importante de la ciudad, además de un implacable, y similar, enfrentamiento con The Riddler. The Batman El trabajo de Matt Reeves en lo que es su debut para con el personaje es sencillamente increíble. El director de Cloverfield (2008) logra captar la esencia única del personaje y su lado más roto y detectivesco. La elección además de los acompañantes en este vals de homicidios, crimen y venganza están todos y cada uno de ellos cumpliendo su función a la perfección, sobre todo dos intérpretes clave: Selina Kyle y Jim Gordon. Lee también: The Batman: ¿Warner Bros. prepara dos versiones de la película? El personaje de Jeffrey Wright se nos muestra como el Jim Gordon que tiene una confianza ciega en Batman. Al no ser una historia de origen no tenemos en pantalla el génesis de esta relación, pero claramente Bruce se ha ganado la confianza del aún detective y su apoyo incondicional es un elemento clave en el desarrollo de la historia. Por otro lado finalmente tenemos una versión fiel de Selina Kyle. Zoë Kravitz es la viva encarnación del personaje creado por Bob Kane y Bill Finger, más tirando a las versiones que hemos visto en su etapa moderna. Su papel como acompañante de Batman en esta película tiene su eje en tratar de ver el lado más humano de Bruce, un costado que parece haber desaparecido años atrás. The Batman Hay sí un problema con el último acto de la película. Si bien no hay por donde recortar, ya que todo lo que pasa es trascendental para el desarrollo del personaje, lo cierto es que el mismo se siente largo, siempre parece haber algo más que va a pasar y termina medio arrastrando al espectador en el cierre de sus casi 3 horas de duración. La acción obviamente es un elemento que no puede faltar en esta película y muy bien llevada está. Brindando unas coreografías más parecidas a las que le vimos a Affleck que a las de Bale, las escenas de combate no abundan, pero si destacan cada vez que se hacen presentes, así como también la persecución a bordo del Batimovil, de la cual se pueden ver fragmentos en los tráilers compartidos. The Batman es, a mi entender, la mejor película que se ha hecho hasta el momento del personaje. Abordando un lado más noire y oscuro, Reeves deja la vara muy alta para lo que será seguramente la parte 2 de 3 de esta historia. Pattinson por su parte realiza un trabajo sublime en su nuevo papel y se establece como el Batman definitivo, dejando completamente sepultada cualquier duda que exista o haya existido con respecto a su elección. The Good Robert Pattinson es el Batman definitivo Paul Dano y su Riddler parece sacado de una película de David Lynch Todos los personajes y referencias comiqueras están, pero no ahogan The Bad El final se termina sintiendo un poco largo
La nueva película del encapotado recupera su aspecto detectivesco en clave neo-noir, mientras logra un gran balance entre sus icónicos personajes. Desde que Matt Reeves presentó en sociedad su visión para retratar al Caballero de la Noche en el cine una vez más, el mundo estuvo expectante de cada novedad y adelanto relacionado con The Batman (2022). Partiendo de su curiosa elección para el actor que encarnaría al mismísimo Bruce Wayne hasta sus referencias cinéfilas para las calles de Ciudad Gótica, con influencias de grandes como Martin Scorsese y Francis Ford Coppola, sin dudas su versión sonaba mucho más interesante de lo que cualquiera podía anticipar en relación a sus antecesoras. El primer avance oficial en DC FanDome, allá por 2020, confirmó además el tono à la David Fincher, con reminiscencias de Se7en (1995) y Zodiac (2007) ya en sus más tempranas escenas reveladas. Pero la pandemia puso un parate a la manija y el estreno quedó postergado para 2022, de manera de asegurar su llegada a los cines, una noticia seguida por la polémica decisión de los estudios Warner de mover todo su calendario de 2021 a lanzamiento híbrido en su plataforma de streaming HBO Max. Finalmente, The Batman llega a los cines de todo el mundo y estamos en condiciones de afirmar que toda la espera valió la pena. Casi un mes antes de su estreno en salas, PopCon fue uno de los medios de Argentina elegidos para ver la película y participar de la conferencia de prensa internacional. Poder confirmar la libertad de la que gozó el director para plasmar su visión -algo que no debemos dar por sentado en este momento tan delicado para la industria- fue sin dudas un gran alivio para la prensa especializada. EL HÉROE QUE MERECEMOS The Batman de Matt Reeves es un regreso a la esencia detectivesca del personaje, recuperando uno de los aspectos fundamentales de su acervo histórico. En clave de policial neo-noir, la película logra un gran balance entre alguno de los villanos más icónicos de los cómics, mientras el protagonista descubre qué clase de héroe quiere ser. La cinematografía de Greig Fraser (Dune, Rogue One) nos entrega cuadros que parece salidos de las viñetas, en una paleta de colores rojos, negros y amarillos que le dan a este Batman una identidad propia. Y la banda sonora de Michael Giacchino captura a la perfección el espíritu del encapotado y la ciudad que defiende. La trama de crímenes y corrupción tiene su correlato en el crecimiento del protagonista, matizada por un romance digno del mejor arco comiquero y el conflicto interno que siempre atormenta a nuestro querido caballero oscuro, tantas veces ya retratado en el cine. A pesar de tratarse de una historia de origen, que explora sus primeros años como defensor de Gotham, Reeves no pierde tiempo en repasar la historia que ya conocemos de memoria y opta por concentrarse en los aspectos menos desarrollados de Bruce Wayne. A través de su relación con los villanos de turno muestra a un héroe vulnerable, pero con fuertes convicciones, y compasivo, a pesar de su búsqueda de venganza. Estos matices son posibles gracias a la impecable interpretación de Robert Pattinson, que ya se ubica como una de las mejores encarnaciones del caballero oscuro y su alter-ego, el huérfano millonario que busca un propósito. En la orfandad reside la fortaleza de su conexión con sus principales aliados y antagonistas en esta ocasión. Por un lado, la Gatúbela de Zoë Kravitz le da un motivo sólido para ayudarse mutuamente en su búsqueda de justicia. Por otro lado, el Acertijo de Paul Dano pone en jaque todas sus creencias al presentarse como la contraparte surgida como resultado involuntario de esa misma búsqueda. Y en el submundo criminal de Ciudad Gótica, Carmine Falcone (un siempre maravilloso John Turturro) y Oswald «El Pingüino» Cobblepot (un irreconocible y brillante Colin Farrell) abren la puerta a la transición entre los antagonistas callejeros del lore de Batman y sus supervillanos. La alianza preexistente con Jim Gordon abre otra puerta a un posible spin-off sobre la relación entre Batman y la policía de Ciudad Gótica, y sabemos que al menos una de estas series ha sido confirmada para la plataforma HBO Max bajo la supervisión de Matt Reeves y el título de Gotham P.D. Por otro lado, la entrañable relación del joven Bruce con su mayordomo y viejo amigo de la familia Alfred Pennyworth deja entrever una subtrama que no llega a explorarse sobre los orígenes del clan Wayne y el interesante pasado de este personaje al servicio de la corona británica. El desfasaje temporal en el clímax de su arco dentro de la película es uno de los grandes hallazgos narrativos de la cinta, que no son pocos. The Batman abre todo un universo de posibilidades para esta galería de personajes, sin necesidad de conectarse con ninguna otra película ni recaer demasiado en nuestro conocimientos previo sobre el héroe encapotado y sus historias, sino construyendo sobre la base de un guion sólido, buenas actuaciones y recursos narrativos, bajo una dirección que le imprime su particular sello visual y una búsqueda claramente definida, marcando el rumbo a seguir en la que seguramente se convertirá en una trilogía. Si la película cumple las expectativas de taquilla y crítica del estudio, estaremos en presencia de un contundente comienzo para la que quizás sea la mejor combinación entre el espíritu comiquero que Tim Burton supo imprimirle a su saga y el realismo que Christopher Nolan buscó para la suya.
Andaba muy tranquilo por la calle, pensando cual es la próxima película que iba a ver camino a los Oscar, hasta que miré para arriba y ahí la vi: la batiseñal, no me quedó otra que ir a ver qué tal era el Bruce de don Roberto. Como siempre, cada vez que hay un Batman nuevo, aparecen la gente que dice que va a ser horrible, que el anterior no estuvo bueno, que el mejor fue tal. Nadie se acuerda casi de Adam West, aquel actor que hacía del caballero oscuro en los años 60. Lo que primero hay que tener en cuenta es que Batman es un personaje de un comic, por ende, es ciencia ficción. Lo que quiere decir que no hay que comparar la ‘vida real’ con un personaje ficticio. Hasta ahí vamos bien. Lo otro que hay que tener en cuenta es que no se puede comparar un Batman con otro Batman, por más que sean el mismo personaje, nunca van a ser iguales, ni tampoco uno va a ser mejor que otro. Si puede haber actores que lo interpreten mejor o peor. Nos encontramos con un Batman más humano, por suerte no nos cuentan de nuevo la historia de origen del personaje, sino que (como lo dicen varias veces en el film) ya lleva 2 años siendo el caballero oscuro. No es muy clara la edad de Bruce, pero se nota que está en sus comienzos, comete errores y aprende de ellos, cuenta con la ayuda de Alfred (como siempre) desde un lugar más de compañero que de mayordomo, este lo ayuda a resolver algunos enigmas, demostrando la importancia del personaje. Es un Bruce que no luce mucho su lado filántropo. No se muestra, no ostenta la plata que tiene. Prefiere recluirse. Las actuaciones están todas muy bien. Pattinson hace de manera sublime a este Batman joven y ermitaño. Zoe hace muy bien de Gatubela. Colin Farrell está irreconocible detrás de ese maquillaje del pingüino, pero además el cambio de vos y como se mueve es maravilloso. Paul Dano nos muestra un Riddler más histriónico, pero bien llevado, como en los cómics que abusa de su inteligencia. También son destacables las actuaciones de Turturro como Falcone, Wright como Gordon y Serkis como el querido Alfred. La película toma mucho de los cómics ‘Año Uno’ y ‘El Largo Halloween’, no hace falta haberlos leídos para entender algunas de sus referencias. Este es un Batman más detective. Varias veces me encontraba pensando que algunas escenas eran similares a los juegos de Arkham (los cuales jugué muchísimo), donde vemos el lado más detective del caballero oscuro y también hay varios momentos de acción. Me sucedía algo extraño cuando estaba mirando la película. Sentía que todo el tiempo iba a pasar algo, como que nunca alcanzaba el clímax real, ese momento que una vez que pasa podés respirar tranquilo. Cuando parecía llegar, aparecía otra cosita que me decía que no, aún no. Las escenas de acción, las peleas de Batman contra sus enemigos están muy bien realizadas, también sentía que eran como los videojuegos. La persecución en el Batmóvil (dicho sea de paso, un auto bien rústico y nada cheto como en otras películas) es muy buena, no me termina de convencer una ‘coincidencia’ en esa persecución, pero como dije antes es ciencia ficción. La relación entre Batman y Selina está muy bien. Ese juego entre confío, pero no confío, me gustas, pero no quiero. Una tira y afloje que es super interesante y parte de estos dos personajes. Se genera un paralelismo entre el Riddler y Batman a lo largo de la película que es super interesante, un poco más en la zona de spoiler. He leído gente que se queja de que es una película ‘lenta’ para ser de un superhéroe. El problema es que Marvel nos acostumbró a una vorágine en este tipo de películas que cuando vemos una que tiene más historia, investigación, thriller que acción, no nos gusta. ‘No es pochoclera’, no se bien cual sería la definición de pochoclera, pero este es un film que hay que darse el tiempo de ver y disfrutar, de prestar atención a todos los detalles para que no se nos escape nada. No me había fijado la duración antes de entrar a verla, cuando salí y vi que habían pasado tres horas mi pensamiento fue ‘no se sintió tan larga la película’. Mi recomendación: Hay que ver al nuevo Batman, está bien él y la película es muy buena. Mi puntuación: 8.5/10 Zona de spoiler: El monólogo en Arkham del Riddler es super interesante y ver como nos hace creer que realmente no sabe quien es Batman también. Toma prestada del Joker y alguno de sus otros enemigos cuando le dice que gracias a él se convirtió en Riddler. Lo vio a él con la máscara y decidió hacer lo mismo, es un gran Riddler. Espero que DC no se apure. Me gustaría que la próxima película de Batman metan a otro enemigo antes de mostrarnos la conjunción entre Riddler y Joker. Que esto sea en una tercera película.
Critica emitida en radio. Escuchar en link.
Critica emitida en radio. Escuchar en link.
Critica emitida en radio. Escuchar en link.
La trama de The Batman nos sitúa en el segundo año de Bruce Wayne utilizando la capa de Batman para infundir miedo en los hombres del bajo mundo de ciudad Gótica, precisamente en la semana posterior a Halloween cuando a causa de un brutal magnicidio Batman debe internarse en una investigación que más allá de llevarlo a resolver el crimen también lo lleva a conocer elementos de su pasado, la elite de ciudad Gótica e inclusive el pasado y los vínculos de sus padres que hasta ese momento desconocía. La investigación pone a trabajar a Batman y sus clásicos aliados: James Gordon (Jeffrey Wright) y Alfred Pennyworth (Andy Serkis) al mismo tiempo que cruza su camino con Selina Kyle (Zoë Kravitz), Oswald Cobblepot (Colin Farrell) y Carmine Falcone (John Turturro) en la búsqueda del verdadero responsable de los crímenes: The Riddler (Paul Dano). «The Batman» la nueva entrega del superhéroe de ciudad Gótica llega de la mano del director Matt Reeves quien decide alejarse del tono seudo intelectual y monótono que le diera Nolan en su trilogía y de la violencia sin sentido que le imprimió Zack Snyder a la versión que nos mostró en las desastrosas versiones de «Batman vs Superman: el origen de la justicia» (Batman vs Superman: Dawn of Justice, Zack Snyder, 2016) y «La liga de la justicia» (Justice league, Zack Snyder, 2017). Reeves le da a su película un tomo de policial negro, con ciertos tintes detectivescos que remite un poco a los cómics de «Año uno» (Batman: Year One, Frank Miller, 1987) y a la mejor versión del personaje que se ha visto en las pantallas, es decir a Batman: la serie animada (Batman: The Animated Series, 1992-1995), además el Batman de Reeves se diferencia de sus versiones anteriores debido a que no posee el enorme arsenal de gadgets que lució en entregas anteriores, Batman enfrenta a sus enemigos con poco más que sus puños, fiel a lo que era la intención de sus creadores Bill Finger y Bob Kane. El personaje que crea Robert Pattinson si bien tiene algo de la frialdad y falta de expresión propio de la versión de Bale, le agrega un toque de potencia interpretativa en los momentos que es necesario, Batman es tan intimidante por la violencia con que emprende contra sus rivales como por su porte, si bien se ve desgarbado la altura de Pattinson lo diferencia de sus enemigos y los hace ver indefensos ante él, en un personaje que usa el miedo para imponerse ese detalle es importante. La no utilización de gadgets o de elementos tecnológicos y su remplazo por una labor más detectivesca analógica ponen a Batman más cerca de la acción y con una actitud más proactiva. Durante casi toda película vemos a Batman hacer avanzar la trama y eso le imprime más protagonismo al personaje de James Gordon, tal y como sucede en los viejos cómics de Dennis O’Neill (Batman: Tales of the Demon, 1991). El detalle del Batimovil no es menor ya que en esta película no es más que un vehículo, muy potente, pero vehículo al fin, ya que en otras películas esta herramienta funciona como un personaje más que suele funcionar como una suerte de Deux ex Machina. Matt Reeves juega con Batman devolviéndolo a las fuentes del cómic y al género policial, imprimiéndole mucha acción y dinamismo. Si bien en su anterior trabajo adaptando una obra literaria a la gran pantalla Reeves se mostró como perezoso y técnicamente hizo un copy paste de la película sueca Let the Right One In (Låt den rätte komma in, Tomas Alfredson, 2008), es decir el director dijo querer construir una historia de terror inspirada en el libro de John Ajvide Lindqvist. Pero al igual que en la película sueca le amputó las partes más terroríficas del libro y la dejo reducida a una historia de amor, al igual que Alfredson hizo con su versión. En The Batman toma elementos también de The Long Halloween (Loeb, 1997) y Hush (Loeb y Lee, 2003) pero le da su impronta, creando de esta manera una historia en la que los personajes logran desarrollarse y desarrollar sus arcos y relaciones. Tanto Falcone, como el Pingüino son personajes bien incluidos y que aportan a la trama y su desarrollo, pero el gran aporte es el de Riddler como villano principal quien es aterrador y violento desde la primera escena hasta ese final, que de alguna manera funciona de cliffhanger para lo que vendrá. Tal vez la parte menos interesante es el tercer acto ya que se lo puede emparentar en demasía con el tercer acto de las películas de Nolan, convirtiendo a la ciudad, una vez más como objeto de una venganza personal. Una vez más se utiliza el caos y la violencia hacia las masas como medio para lograr cubrir la incapacidad de crear un final íntimo en el cual los protagonistas completen su arco sin recurrir a la espectacularidad. En el aspecto visual Greig Fraser, director de fotografía trabaja en la construcción de un marco espectacular en cual los colores y las sombras son herramientas de la narración. Tanto los diseños de vestuario como de producción a cargo de James Chinlund y David Crossman, respectivamente, logran llevarnos a una estructura de policial negro con toques de steam punk. La música de Michael Giacchino es omnipresente y por su potencia gran generadora de climas. La decisión de introducir una voz en off profundiza de alguna manera el tono de film noir que intenta darle el director y si bien la mayoría de las veces que este recurso se utiliza es molesta en esta película es un acierto que nos ubica en esa búsqueda de las fuentes del personaje Matt Reeves logra renovar a Batman desde la apuesta visual y desde la elección del elenco, el cual entrega un gran trabajo en cada uno de sus personajes, pero sigue siendo la misma historia del hombre millonario que sale a golpear a la clase baja de ciudad Gótica para proteger los intereses de la elite, lo cual es la esencia del personaje y por lo cual no se lo puede culpar al director por lo rancio reaccionario del personaje. Reeves entrega una buena película, sin pretensiones, dinámica y muy interesante que a pesar de una duración de casi tres horas no permite distracciones y es más que satisfactoria.
La visión de Matt Reeves se concentra puramente en la faceta detectivesca del personaje. Esa impronta le juega bastante a favor, pero es una lástima que decida insertar ciertos giros que hacen la duración más pesada. Lo de Paul Dano es brillante.
El director Matt Reeves lo entrega todo en una película que está a la altura del personaje, con Robert Pattinson como el Caballero de la Noche. Los superhéroes agotaron la pantalla, de eso no hay dudas. Lo bueno es que el género siempre puede sorprendernos y entregarnos algo que nos haga pensar «qué lindo que es este personaje» y eso, justamente, es lo que logra The Batman. Con más de 80 años de existencia, innovar con Batman parece algo casi imposible, pero por suerte, hay tantas versiones del personaje como hay autores. Lo más interesante que tiene el encapotado es que funciona como espejo de la persona que lo tiene en sus manos; y me atrevo a decir que Matt Reeves logró verlo como nunca antes. «Batman es un científico», cuántas veces hemos escuchado esa frase y sin embargo, ¿cuántas veces hemos visto al murciélago lidiar con la investigación en sus encarnaciones? Acá es donde Matt Reeves encontró la manera de adueñarse del personaje, llevarlo a sus raíces y al mismo tiempo presentar a un Bruce Wayne distinto, a un Batman que recién empieza y no sabe muy bien quién es o qué rol cumple en Gotham. Acá igual Batman no es un científico, es detective. Esta fue una de las primeras cualidades que le aportó Bill Finger al personaje antes de que Bob Kane se adueñara de su creación y no compartiera nunca el crédito de la creación del superhéroe más importante. Pero este Batman tiene que tener algo más que ser detective para funcionar, y parece que Reeves eligió de manera precisa y muy acertada cada una de las virtudes que quería para su película. Así, nos encontramos con una breve aunque muy emotiva exploración de su relación con Alfred, encarnado por un sensacional Andy Serkis. Además, tenemos la tensión constante con Selina Kyle, una de las pocas personas que lo comprende y a la que le da vida Zoë Kravitz en un rol que le queda perfecto. Acá, las relaciones que lo rodean y cómo se percibe él, ocupan un lugar primordial en la historia. Aunque principalmente, tenemos a un villano, the Riddler, que funciona como disparador de todo lo que Bruce deberá enfrentar en su futuro como el protector de Gotham. En esta película, Bruce Wayne tomó el manto de Batman hace tan solo dos años. “Soy venganza”, se lo puede escuchar decir en el tráiler. Así es como él se percibe, así ve su rol como justiciero en una ciudad a la que, decirle complicada, es quedarse cortos. Lo lindo que nos presenta The Batman y hace que esta se sienta como una historia original, es que deberá encontrar el significado detrás de eso. The Riddler, el villano perfecto para esta entrega -y una prueba más de que Paul Dano es uno de los mejores actores de su generación-, está siempre un paso más adelante y es justamente acá donde Bruce debe poner a prueba sus cualidades detectivescas, algo que recién empieza a explorar. En medio de este caos generado por el inolvidable villano que aterroriza a Gotham, Batman también trabaja codo a codo con el teniente Gordon, porque el ascenso a comisionado todavía no pasó. Acá, Reeves vuelve a confiar en la parte emocional de estas historias que tanto han sido exploradas en las viñetas y le aporta algo muy especial a la relación entre el héroe y el que va a ser siempre su principal aliado en la lucha por la salvación de Gotham. Lo que logró mejor que nadie es darle a Gotham esa personalidad que necesita en todas las historias. Esta versión de la ciudad no puede ser asociada a ninguna análoga de la vida real. Acá la capital del crimen es un personaje más, la razón y consecuencia de todo lo que pasa en ese rincón abandonado del mundo. La mafia como gobernante indiscutido, el lugar más corrupto del mundo y todo esto como consecuencia directa de la gente que vive allí y viceversa. Se intentó hacer en muchas oportunidades, pero The Batman es la primera película que logra contar una historia que se siente como parte de esta ciudad y que al mismo tiempo la tiene como protagonista. Por último, queda nombrar al protagonista, al hombre del momento, Robert Pattinison. Que la elección de Batman cause controversia no es algo nuevo, ya lo experimentaron Michael Keaton y todos los que le siguieron. Acá, el británico logró desmarcarse de tal manera de los prejuicios que lo seguían que entregó al Batman más fiel al personaje de origen y al mismo tiempo único y original que vimos en la pantalla grande hasta ahora. Puede que su Bruce Wayne necesite algún pulido, pero incluso en esos “errores” se puede encontrar algo más que los hace redimibles. En un momento en que estas historias parecían haber saturado todo, The Batman demostró que aún se pueden contar historias de personajes explotados hasta el hartazgo y entregar algo nuevo, original, entretenido e inolvidable.
Reseña emitida al aire en la radio.
El Batman de Reeves casi se disuelve en la noche, abrumado y condescendiente con las ambiciones noirish de su película. Otro Dark Knight aceptable, pero que no es lo suficientemente diferente como para dejar atrás la sombra cada vez mayor de su legado.
Ciudad Gótica está inundada de oscuros secretos Una voz en off, con respiración agitada, abre “Batman”, mientras de fondo se oye el Ave María en versión lírica. Todo un acertijo. Es el disparador ideal para esta nueva aventura de Matt Reeves, donde precisamente El Acertijo es el villano a vencer en un relato de cajas chinas que permite que las tres horas de duración sean apenas una anécdota. Lejos de la oscuridad estética de Tim Burton y de Christopher Nolan, este Batman bucea aún más en el conflicto personal de Bruce Wayne, pero ahora va más allá de sus contradicciones con ser un superhéroe. Esta historia se mete en el pasado familiar como nunca antes, en un juego de víctimas y victimarios en el que hay más enmascarados que el Hombre Murciélago. En un cuidado guión, con los climas necesarios para que la trama nunca decaiga y siempre haya otro sobre secreto por descubrir, se irán revelando quiénes son los verdaderos dueños del poder en Ciudad Gótica. Batman tendrá que darle más pantalla a Bruce Wayne (una intensa composición de Robert Pattinson) para revelar cuál es la punta del ovillo en un combo que incluye corrupción política, narcotráfico, connivencia policial y esa ambiciosa zanahoria que es ganar las elecciones, en este caso para la alcaldía de Ciudad Gótica. Lo seductor de este “Batman” de Reeves es que antes que se termine de cerrar un enigma aparece uno nuevo. Y eso mantiene atrapado al espectador. Así, las escenas de acción -que las hay y muy logradas- pasan a ser un factor complementario de la trama. Es decir, hay bombas que estallan, peleas extremas, tiros y sangre porque hay una historia que enmarca y lo justifica. Las piñas van detrás del relato y no al revés como tantas películas hollywoodenses pochocleras con autos que explotan y nadie sabe por qué ni para qué. Es en ese contexto que Batman se permite mostrarse como un superhéroe vulnerable, que puede estar al borde de la muerte (sí, como tantas otras veces), pero también puede sucumbir por amor, o al menos por el deseo hacia una mujer. Y aquí empieza a jugar Gatúbela, que aquí se llamará Selina, pero es ella, interpretada por Zöe Kravitz (sobresaliente, expresiva y sexy). Siempre con la misma dinámica de ir revelando incógnitas de a poco y cada vez con temas más urticantes, Selina va tomando peso en la trama, porque es otro de los personajes que tendrá algo que ocultar en este puzzle de máscaras. En un guiño a los villanos del cómic original, primero aparecerá El Pingüino (irreconocible Colin Farrel por la acertada caracterización), pero el más temido será El Acertijo (Paul Dano, también impecable), quien irá llevando el timón de la historia a través del asesinato de los referentes del poder de Ciudad Gótica. Y ahí surgirá la figura perversa de Carmine Falcone (John Turturro, sólido como siempre), cuya historia tendrá tantas ramificaciones que llegará hasta el mismísmo padre de Bruce Wayne, cuando también pugnaba por ser alcalde en el pasado y recurrió a la mafia para silenciar a un periodista. Todos y todas tienen algo que esconder. Y de ese gancho se cuelga El Acertijo para reclamar “No más mentiras”. Hay un juego de espejos con Batman porque ambos buscan ser los justicieros en Ciudad Gótica, pero el método del villano es la destrucción total, como una manera de rechazo terminante a la clase política. Una suerte de outsider tan brillante como desquiciado. Y Batman tendrá que poner a prueba una vez más su ingenio y su fuerza para vencerlo. Bien vale meterse de lleno en esta historia de acertijos y descubrir qué es lo que está oculto debajo de las máscaras.
FILME: “THE BATMAN” Esta nueva incursión, traslación, del comic al cine sobre el súper héroe sin súper poderes, tiene otra impronta respecto del personaje, no soy un experto en esto, pero no hay muchos en esta categoría ¿El avispón Verde?, se aleja mucho de la versión “romántica”, retoma la variable detectivesca del personaje. Este filme tiene como sustento su estructura de policial negro, hay muchos puntos en común con clásicos de este genero, principalmente y a partir de su desarrollo a “Seven” (1995) y “Zodiac” (2007). También perpetra en cuanto construcción de su personaje principal a muchos elementos que lo podrían establecer como un thriller psicológico, elementos que deberían apoyarse en acciones, emociones, que lo sustenten desde el desarrollo del personaje. El arco que atraviesa a lo largo de los interminables casi 180 minutos, parece ser importante, pero a partir de la actuación se percibe casi nulo. Sin embargo desde el inicio del relato, en que nos ubican en Ciudad Gotica y abre el plano, nos encontramos en NuevaYork, desde la imagen mas icónica de La Gran Manzana. Hasta ahora la visión de esta ciudad Gotica pensada e implementada por Tim Burton en 1989 no ha sido, ni de cerca, emulada. El relato comienza dos años después que Batman hace su aparición como justiciero o vengador, vuelve a operar en una Ciudad Gótica corrupta, cumpliendo en este caso esas funciones detectivescas. Contando en principio con la inestimable ayuda del comisionado Gordon (Jeffrey Wright). Una serie de asesinatos, las victimas son principalmente personajes de la política y el poder, ocurren y en todos ellos hay una misiva para nuestro héroe en formato de acertijo. El transcurso de las investigaciones sirven al director, además de adentrarse en el género elegido, para anunciar a muchos de los personajes que conforman el universo de Batman. Así nos presentan a Alfred Pennyworth (Andy Serkis) en un rol mas paternalista que de mayordomo. Selina Kyle (Zoë Kravitz) en el filme es promovida, presentada como la vengadora, todavía no es gatubela, aunque siempre este rodeada de esos felinos, quien se configura como otro personaje que secundará a Batman, pero con razones históricas y personales mas que en busca de justicia. El Acertijo (Paul Dano) es presentado mucho antes que mostrado, con las misivas que involucran al héroe con rasgos de desafío. Dano se sumerge en este asesino perturbado pero genial con una credibilidad espeluznante. Oswald Cobblepot (Colin Farrell) es el pingüino, aunque todavía sin la galera y bastón bajo una cantidad de prótesis que hace imposible reconocer al actor irlandes. Estos tres actores con sus actuaciones se suben al podio en este rubro, sin dejar de lado al mafioso Carmine Falcone en la piel de John Turturro y al fiscal Gil Colson interpretado por Peter Sarsgard. No es una historia del origen de Batman. Reeves es consciente que sabemos que Thomas y Martha Wayne están muertos, asume correctamente que no necesitamos ver a Bruce siendo testigo del asesinato de sus padres. En cambio, nos sumerge directamente a la asociación entre vigilantes y detectives de Batman y Jim Gordon Que la historia transcurra en una semana y siempre de noche es casi una declaración de principios respecto de la actuación de Robert Pattison, se podría decir que el actor ingles esta perfecto en el papel, cuando en realidad debería decirse que el personaje así escrito por el director es perfecto para el actor. Tiene a lo largo todo el filme un gesto único, no hay variables, ni siquiera cuando aparece como Bruce Wayne, que son pocas por suerte. En esa impronta más de joven conflictuado que de rico play boy, instalado a partir del maquillaje y el peinado, no por la performance actoral. No hay casi escenas de luz día, ni de exterior ni de interior, sin embargo Robert Pattison parece estar temeroso que un rayo de sol lo haga brillar y lo descubran, de hecho los vampiros son murciélagos. Ni siquiera hay cambios en el registro de esa voz gutural que le imprime el actor, aunque por momentos se siente más un trabajo de estudio de grabación, no es que se perciba demasiado despegada de la imagen, pero si algo similar o de ese orden. Este hecho no va en desmedro del diseño sonoro y el montaje del mismo, de muy buena factura, sumado a la banda de sonido que se apoya en el muy buen concepto de Michael Giacchino, generando climas, a veces de manera empática y otras contrapuntisticas. Incluyendo además el tema “Something in he Way” de Nirvana. ¿habrá tenido alguna influencia la imagen icónica de Kurt Cobain en la idea de este Bruce Wayne? El lúcido contraste de saturación y oscuridad del director de fotografía Greig Fraser evita que sea monótono, una paleta en negro y rojo, mas en tonos pasteles que brillantes. Hasta los interiores esta muy poco iluminados dando cierta continuidad a las acciones del héroe. El aspecto puede ser estilizado, pero el director y co guionista Matt Reeves ha intentado impregnar la trágica historia de Wayne con una veracidad descarnada. Todo parece conformar un buen producto, sin embargo las extensas casi 3 horas de duración, con sus giros, por demás previsibles, por momentos la ausencia de progresión dramática, sobre todo desde las acciones, producen hartazgo esperando que de una vez por todas aparezca la palabra FIN. Calificación: Regular
Cómo arruinar una película Unos 200 millones de dólares fue el presupuesto para este filme, primera parte de una nueva trilogía del superhéroe más icónico y popular de todos los tiempos. Luego de una producción retrasada y accidentada por la pandemia y un estreno varias veces postergado, llegó a salas. Lamentablemente, podría aventurarse que estos problemas tuvieron efectos visibles en los resultados. ¿Qué pasó con este Batman? No se da con mucha frecuencia, pero es una verdadera pena cuando una película unifica ideas y momentos brillantes con decisiones desacertadas o, directamente, incomprensibles.
The Batman es un filme que le da un giro interesante a las adaptaciones de Batman en el cine, es un agente parapolicial, es más detective, es un vigilante con poca experiencia, y es un personaje motivado por la venganza. Además es un filme con una trama muy política, y con un tono muy oscuro, y bastante solemne por momentos, es muy buena, funciona bien, pero es demasiado larga, y un poco lenta, para los amantes del cine de superhéroes es obligatoria: Para los chicos, mejor esperar a que crezcan. La crítica completa radial en el link.
The Batman: el regreso del Caballero Oscuro Este jueves llega una nueva adaptación de el Hombre Murciélago de DC Cómics a la pantalla grande, más melancólico, más oscuro y más realista que nunca. Luego de varias adaptaciones al cine y la TV de Batman, y luego que varios actores hayan tenido el privilegio de portar la máscara en la pantalla grande, llega una visión diferente a todo lo que se haya visto hasta el momento del Encapotado. Desde su primera llegada a la pantalla grande en 1989 de la mano de Tim Burton, el Batman más oscuro y que reflejaba tanto la corrupción de Gotham City como la psicología del alter ego del Murciélago, Bruce Wayne, fue la trilogía de Christopher Nolan. Sin embargo, poco habíamos visto de la faceta detectivesca del personaje, una parte muy importante en más de medio siglo de su nacimiento. Es más, uno de los apodos de Batman es "El detective más grande del mundo", tal como Sherlock Holmes. Obviamente el personaje creado por Bob Kane y Bill Finger toma de inspiración a la creación de Sir Arthur Conan Doyle para su Bruce Wayne, entre otros. Yo soy la Venganza Hace dos años que Bruce Wayne (Robert Pattinson) es Batman. La vida diurna del joven filántropo y "príncipe" de Gotham no existe. Desde la muerte de sus padres es un ermitaño que no sale de su mansión, excepto por las noches, tanto enfundado con su traje de cuero y su capucha como infiltrado entre la muchedumbre que vuelve a sus casas, luego de un día agotador en una ciudad corrupta, sucia, llena de criminales, como nunca antes habíamos visto. "Ahora tenemos una señal", dice la voz de Robert Pattinson en off, narrando un poco como si fuera un "Previamente en...". Esa Bat-señal funge tanto como llamada y advertencia: los criminales la ven y sienten el miedo. Y el espectador también lo siente. La cámara mira hacia un recoveco oscuro, la música entre gótica y solemne, casi de film de terror de Michael Giacchino nos hace creer que de allí saldrá una figura monstruosa, que se comerá al malhechor de turno. Ese sentimiento es el que quiere infundir Bruce en el crimen, pero toda moneda tiene su cara y su cruz. El mayor peligro del Encapotado es la mafia, que está enquistada en todos los estratos de la sociedad de Gotham, en la policía y en la Justicia. Sin embargo, un nuevo jugador entra en la cancha: The Riddler (Paul Dano), un asesino en serie que deja pistas de sus crímenes en forma de acertijos por el cual se irá destapando la olla de la podredumbre que infesta la ciudad, sus políticos y los negocios sucios. Batman estará secundado por el detective Gordon (Jefffrey Wright) y Selina Kyle/Catwoman(Zoë Kravitz), una mujer que tiene sus propias intenciones y agenda con Carmine Falcone (John Turturro), el capo mafia de Gotham. Un Batman en sus primeros años Matt Reeves (Cloverfield) toma de inspiración varios cómics legendarios de Batman y le da su propia impronta a la película, un film neo-noir al estilo de "Pecados Capitales(Se7en)" de David Fincher. En las tres horas de metraje (que no se sienten para nada) se pueden ver influencias de "El Largo Halloween" y "Batman: Year One" de Frank Miller, tanto en la historia, la ambientación, como en sus personajes. Hay muy poco de Bruce Wayne y mucho de Batman, pero la capucha es solo un disfraz para la mente torturada del personaje. Una entidad que busca venganza constantemente, que no es el héroe que conocemos, que falla. Quizás por eso, el director dijo en una entrevista que se inspiró en Kurt Cobain para el personaje que ahora interpreta Pattinson, quien está increíble y parece que nació para estar bajo la máscara del Murciélago. También se explora el pasado de la familia Wayne y como sus padres no fueron tan impolutos como el joven creía, por lo que llega un momento de cuestionamiento personal en el que la pregunta es, ¿cuál es el legado de los Wayne? ¿Cuál es su relación con la mafia que corrompe Gotham? Un elenco de lujo Si bien fue cuestionado al principio (veníamos de una versión más cómic accurate de Batman con la interpretación de Ben Affleck), Robert Pattinson demuestra que es el indicado para ponerse la mochila de este joven Bruce Wayne, un tipo torturado, en busca de venganza que solo encuentra consuelo en ponerse una máscara y vomitar su ira hacia los criminales. Por su parte, Alfred tiene poca participación, pero Andy Serkis hace un trabajo muy bueno como el mentor, padre/hermano mayor del justiciero. Jeffrey Wright tiene una química insuperable con el Batman de Pattinson como un también, novato detective Gordon. Él es uno de los que tiene sus momentos de humor, no forzados. Y si de química hablamos, la Catwoman de Zoë Kravitz es directamente sacada de las viñetas de Frank Miller: sensual, felina, atlética y empoderada. El mejor acercamiento al personaje desde Michelle Pfeiffer. Tanto John Turturro como Carmine Falcone y Colin Farrel (irreconocible) como El Pingüino son también dos aciertos del reeves. Paul Dano como The Riddler da miedo. Según el director, la inspiración para esta adaptación del famoso villano, fue el Asesino del Zodíaco, el cual (una vez más) fue llevado a la pantalla por David Fincher. En conclusión, "The Batman" es un nuevo acercamiento al personaje, pero también una vuelta a las bases. Un thriller, un policial negro que es perfecto para renovar la cara y para dar más matices a una historia que ya conocíamos pero que nos faltaba. Un Batman que era necesario para estos tiempos convulsos donde la línea entre el Bien y el Mal es más confusa que nunca.
Batman, un análisis alternativo Hay veces que, cuando se está escribiendo sobre un film, los recuerdos traicionan al crítico. Muchas veces esos ocultamientos funcionan como los sueños: no son lo que parecen ser. Habría que tener más tiempo, cosa que la actividad de prensa muchas veces no da, para asentar un film y hacer re-descubrimientos. Mi mejor herramienta siempre fue conversar (en este caso con mi amigo Apo) sobre el tema que se está analizando. Incluso cuando estudiaba, una manera de incorporar los conocimientos era charlarlo con alguien, conversar, por algo era una exigencia de la antigua filosofía, la conversación. Hay una escena en esta última Batman que me molestó desde que la vi, pero en la nota principal publicada sobre la pelicula, obvié. Quizás por el rumbo que tomó el escrito. Sin embargo, de la misma manera que Copérnico al poner el sol en el centro de la galaxia no sólo se acerca a un modelo más real que el de Ptolomeo sino que al mismo tiempo simplifica y encaja piezas que eran de difícil explicación en el antiguo modelo. Los empiristas siguieron estas ideas, tanto Bacon como Occam pensaban que la realidad mundana no estaba oculta, que nosotros con nuestra especulaciones la complicamos. Cuando las piezas se ponen en orden todo es maravillosamente sencillo La escena en cuestión es breve pero reveladora, el joven Bruce se saca la camisa y nos muestra su torso atrofiado por el ejercicio pero también una laceración, una escara, a la manera de lo que se suele ver en tantos filmes, las heridas que dejan el corte de las alas de un ángel. La primera vez que leí sobre un ángel que aterriza y consiguientemente perdía sus alas fue en manos de Bukowski, lo común era que un “ser” debía ganar sus alas como ángel como en Qué bello es vivir (It’s a Wonderful Life, Frank Capra, E.E.U.U.,1946). Las Alas del deseo (Der Himmel über Berlin, Wim Wender, RFA, 1987) cuenta sobre ángeles que se cortan las alas para vivir como humanos, (la “cosa” es un poco más complicada y tiene ribetes políticos, pero para el caso está bien) Desde el cómic y su alianza con el cine, nos llegaron una infinidad de ángeles, demonios, universos sobrenaturales, algunos de corte evangelista, otros católicos apostólicos romanos, la pantalla se llenó de alas rotas, hasta que de la mano de Jerry Bruckheimer, llegó al streaming, basado en un comic de DC escrito por Neil Gaiman, un Lucifer acorde a los días que corren, con dudas y que se psicoanaliza, se enamora y en realidad está muy enojado con el padre. Mientras tanto, Matt Reeves se dedicó a cerrar la trilogía de la última versión de El Planeta de los simios, confrontación y guerra (Dawn of the Planet of the Apes y War for the Planet of the Apes, Matt Reeves, EEUU, 2014 y 2017) dándole un giro mesiánico, Cesar se convierte en una suerte de Moisés que lleva los simios a la tierra prometida. Esta idea es fundamental para sostener la otra: que el Batman de Reeves, acomodado a la época sin lugar a dudas, en realidad es un ángel caído, entonces el rojo que tiñe todo el film, es el rojo del infierno, su teatral ascenso sobre las ruinas con el cuerpo del niño, frente a un cielo rojo, es una imagen bíblica, ¿es el hijo preguntando al padre por qué? ¿es Abraham con el hijo? También cuando guia en la oscuridad del estadio a las personas con su candela roja ¿es del infierno que los está sacando? ¿es de Dante la cita? La polisemia devora la afirmación pero con esta clave se puede decir que todo el film tiene un carácter bíblico. Batman es un Lúcifer a la carte, sin el sharm del Lucifer de Neil Gaiman; pero que anhela a su padre, que quiere volver con Él pero que su enojo todavía es demasiado grande, con esta clave también se puede explicar que el neogótico de la casa paterna (el padre ausente) se refiere no sólo obviamente a Ciudad Gótica, y cierto gusto neoliberal americano, sino que así cobra también un sentido religioso junto a una necesaria referencia Estética: el gótico es, como lo fue para los románticos y en particular para los prerrafaelitas el momento de la verdadera fe, perdida en el pasado, debido a las necesidades temporales que todo lo corrompen (mafia en este caso). Así también las mujeres del film pueden ser vistas desde lo bíblico, la alcaldesa una transposición de María (madre) y Gtúbela de Magdalena, Batman, como un Lucifer laico, reina el mundo de los hombres impartiendo castigos, poniendo orden en el caos, cosa en definitiva imposible porque el mundo, en fin es el infierno. Lo único que queda ahora es ver, si ésta u otras suposiciones se confirman en las próximas entregas o, por qué no, crean otras nuevas.
En los últimos años, hemos observado cierta tendencia a realizar películas extensas pesando, quizás, que a mayor duración del film su calidad será mejor. Batman (The Batman, 2022) dura innecesariamente 2hs 55min, quitándole fluidez y dinamismo a una muy buena película que intenta relanzar a uno de los superhéroes más emblemáticos de DC Cómics en una oscura Ciudad Gótica. El nuevo Bruce Wyne/Batman (Robert Pattinson) es un personaje muy complejo que enfrenta incertidumbres y conflictos internos que lo hacen “más humano” que en anteriores versiones y crean una nueva versión del enmascarado que no encuadra con la del filántropo multimillonario. Quizás la versión del personaje que más asemeja sea la de Batman: El caballero de la noche asciende (2012) dirigida por Christopher Nolan. Esta continuación en la configuración del personaje gira, sin dudas, en hacernos olvidar rápidamente las interpretaciones de Ben Affleck (2016 y 2017). La entrega dirigida por Matt Reeves habla de un Batman que lleva dos años luchando contra el crimen junto al detective James Gordon (Jeffrey Wright) en una ciudad manejada por el mafioso Carmine Falcone (John Turturro). En este marco aparece el villano de la película, Edwar Nashton/Acertijo (Paul Dano), quien bajo la premisa de “no más mentiras” intenta develar los oscuros secretos que rodearon a las operaciones del mafioso Sal Maroni y que hasta incluso llegan a la familia Wyne. Debemos aclarar que la construcción del Acertijo, busca hacernos olvidar de aquel protagonizado por Jim Carrey (1995). Al igual que en la mencionada película dirigida por Nolan, Batman cuenta con la interesada ayuda de Selina Kyle/Catwoman (Zoë Kravitz) quien lo acompaña en su enfrentamiento con la mafia en la cual también encontramos a Oz/Pingüino (Colin Farrell) como uno de los secuaces de Falconi. La película logra captar la atención del espectador con una interesante trama y una buena actuación de Pattinson. Esto, hace vislumbrar que habrá una nueva trilogía que tendrá el desafío inicial de estar a la altura de anterior pero principalmente de construir su propia identidad. Podemos decir, en esta oportunidad, que esta propuesta de DC Cómics cumple con las expectativas y nos da ganas de más.
Esta oscura y atrapante versión de la saga de Bruce Wayne toma las características del policial negro para mostrar a Batman investigando una serie de crímenes que tienen lugar en Gotham City. Con Robert Pattinson, Zoë Kravitz, Jeffrey Wright, John Turturro, Andy Serkis, Paul Dano y Colin Farrell. El más oscuro, traumado e introspectivo de los ¿super?-héroes tiene una película hecha a su medida en THE BATMAN, la lectura de Matt Reeves de este clásico personaje de DC Cómics. Un combo en tono de film noir que abreva en las películas de detectives, en los thrillers de asesinos seriales y en el cine de intriga política de los años ‘70, la nueva saga de aventuras del mítico vengador nocturno se despega bastante de lo que se viene practicando en las adaptaciones de personajes clásicos de cómics al cine para optar por un registro grave y adusto, tan severo como violento. El film de Reeves es opresivo y perturbador aún si se lo compara con las anteriores adaptaciones al cine de este mismo personaje, incluyendo las de Christopher Nolan. Con una iluminación permanente de club nocturno –el sol nunca alcanza a salir y hasta los interiores de los departamentos parecen tener un problema de tensión lumínica–, THE BATMAN traza el recorrido del joven Bruce Wayne de vengador a héroe, de violento justiciero urbano a algo así como un reacio salvador de Gotham City, una ciudad podrida desde sus cimientos en la que no parece haber esperanza alguna. Con sus tres horas de duración –que son excesivas en función de los giros de la historia pero jamás pesan en cuanto a su ritmo narrativo–, la película del director de LET ME IN puede ser sombría y amarga pero casi nunca es solemne. Al contrario. Reeves es un director que no se enamora de su estética sino que la utiliza en función de las necesidades y de la lógica de su protagonista, un tipo solitario y traumado que Robert Pattinson interpreta –en los pocos momentos en los que está sin su traje– como una suerte de depresiva estrella de rock, una mezcla de Trent Reznor y Kurt Cobain, comparación que el tono de la película y su música (“Something in the Way”, de Nirvana, y sus variantes) acrecientan. Es Batman como un emo treintañero, alguien que todavía tiene que hacer la transición entre el adolescente enojado y el adulto capaz de utilizar toda esa furia para fines un tanto más nobles. Es una película pesadillesca y personal, que raramente utiliza los efectos y efectismos del cine de superhéroes a la usanza –no hay eternas secuencias de acción, ni un guión verborrágico plagado de bromas y referencias a otros films– y que se mantiene lo más cerca posible al realismo que este tipo de universos permite. Gotham es una ciudad corrupta y en bancarrota, con una historia y un presente plagados de manejos turbios. En ella, Bruce Wayne en su versión enmascarada funciona primero como una siniestra criatura que aparece entre las sombras para lidiar con el crimen callejero de una manera más voluntarista y vengativa que otra cosa. Es Batman como Travis Bickle o Harry el Sucio, alguien que cree que puede “limpiar la ciudad” a razón de un elemento criminal por vez. Y a través de la trama detectivesca que lo irá involucrando se dará cuenta que el “elemento criminal” verdaderamente peligroso está en otro lado, mucho más arriba en la escala social. THE BATMAN es una película de ritmo pausado pero propulsivo, de esas que avanzan sin prisas pero que tampoco se regodean en su grandilocuencia. De entrada, Reeves habilita un eje narrativo que corre junto a las vengativas desventuras nocturnas del protagonista, ya que hay una serie de crímenes políticos cometidos por un sujeto misterioso que deja raras adivinanzas al lado de sus víctimas dirigidas al mismísimo vigilante enmascarado. Así, de a poco, la película va acercándose al estilo de PECADOS CAPITALES o ZODIACO, referencias evidentes de su estructura en etapas. El criminal (ya todos saben que es The Riddler o El Acertijo) va ajusticiando, en la semana previa a las elecciones locales y de perversas y hasta sádicas maneras, a distintos personajes del mundo de la política, la mafia o la justicia. Y Batman, con la ayuda de su ladero Alfred (Andy Serkis) y su hombre de confianza en la policía, el Detective Gordon (Jeffrey Wright), va tratando de descifrar sus juegos de palabras (que no son muy elaborados que digamos y que los subtítulos al castellano no le hacen justicia) para descubrir sus motivos mientras intenta a la vez entender su obsesión por hacerlo partícipe, de alguna u otra manera, a él. De a poco la película adquirirá otra dimensión, algo que su extensión le permitirá. Al ingresar más y más en la oscura historia de la ciudad y en su corrupto sistema político, THE BATMAN irá conectando con el clásico relato policíaco duro (Reeves debe haber revisado buena parte de la filmografía de Fritz Lang dentro del género, además de películas como BARRIO CHINO), de esos que utilizan los recursos del género para adentrarse en un sistema podrido desde sus raíces. La película incorporará entre sus personajes a un mafioso dueño de un club nocturno (John Turturro, con Colin Farrell como su “mano derecha” haciendo un personaje que ya todos saben cuál es) en el que, además de comercializarse una misteriosa droga en forma de gotas, los hombres fuertes de la política local van a pasar sus noches y manejar sus negocios turbios. Allí Batman conocerá a Selina Kyle (Zoë Kravitz), una chica que trabaja allí y que tiene su propia vendetta entre manos. Entre ellos habrá una conexión que pasará por sus intereses en común y por algunas costumbres privadas que empiezan por su gusto por los raros vestuarios y su relación un tanto curiosa con algunos animalitos. Y si bien Bruce Wayne quizás sea el personaje más prototípicamente traumado de la cultura pop –por si no lo recuerdan, mataron a sus padres delante suyo cuando era niño, algo que por suerte el film no vuelve a repasar–, Reeves usa ese móvil de un modo proactivo, incorporándolo a la trama de la película de una manera lógica, hasta natural. A diferencia de JOKER –película con la que comparte varias cosas, incluyendo las referencias al cine de los ‘70– el realizador aquí no se regodea en los desórdenes mentales de sus protagonistas para armar con eso un freak-show. Lo que hace es trasladar esa perturbación psicológica a la estética de la propia película, oscureciendo todos sus márgenes, dándole a sus locaciones una atmósfera pesadillesca y convirtiendo a sus edificios en verdaderos ejemplares de arquitectura gótica. Quizás THE BATMAN no sea el éxito que sus productores esperan. Su densidad es por momentos angustiante, su compleja trama de corrupción política no es sencilla y el director de las dos últimas películas de la saga EL PLANETA DE LOS SIMIOS elige armar sus secuencias más fuertes (las famosas set pieces) más a partir del suspenso que desde los formatos de acción prototípicos del cine de superhéroes del siglo XXI. Sí, son tres horas de película pero el hombre jamás cae en esos eternos combates de videojuego tan usados por sus pares. Nada de eso. Acá todo eso se va en una trama que, sí, podría ser un tanto más sucinta y económica, pero que se mantiene dentro de una lógica y una plausibilidad que jamás tienen (ni buscan, en muchos casos) otros films del subgénero. Es un riesgo comercial, de eso no hay dudas, pero al verla es claro que se trata de esa película adulta que todos sabíamos que el universo DC merecía. Y si algún personaje podía dársela (o volver a dársela, ya que EL CABALLERO DE LA NOCHE también lo es) ese era Batman. Un párrafo aparte merece el costado o la lectura política que se pueda hacer del film. Son tiempos en los que un personaje como Bruce Wayne y su alter-ego Batman –un millonario que se siente fuera del sistema y un vengador asqueado de la corrupción que lo rodea– puede bordear con cierto cinismo conspirativo que hoy es el motor de algunos sectores sociales. Pero el guión de Reeves y Peter Craig logra circunvalar bastante bien ese problema poniendo a la figura de Riddler (Paul Dano) como un representante de esa caótica forma de entender la acción política. No sé si el guión –que transcurre a lo largo de una semana electoral– fue modificado en función de los violentos eventos que tuvieron lugar en el Congreso estadounidense a principios de 2021, pero es inevitable ver en este BATMAN una metáfora de lo que sucede hoy en los Estados Unidos y también en el resto del mundo. Y el “viaje del héroe” que hace aquí el protagonista va claramente por ese lado, por recorrer un camino que lo saque de esa mentalidad vengativa y nihilista del principio y lo transforme en alguien capaz de darse cuenta de que, al final del más tenebroso de los túneles, se asoma una mínima luz de esperanza.