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El Contador se encuentra en una gama rarísima para tratarse de una superproducción, porque se basa en los personajes. En esta era donde las grandes estrellas hacen películas de genero, de cómics, de sagas o lo que se les ocurra, aquí tenemos a una cinta con Ben Affleck como protagonista, Anna Kendrick como su contraparte femenina, y un basto reparto de actores en papeles secundarios que participan en una película cuya narrativa esta basada en los personajes. Ni más, ni menos. Ben Affleck hace de un hombre con asperger, una forma de autismo funcional, que lo hace básicamente el mejor contador del mundo. Se gana la vida siendo contratado por criminales (no de poca monta, traficantes de armas, príncipes árabes, etc.) para revisar sus libros y descubrir los errores, robos o faltantes en una maraña de libros contables ilícitos, dibujados y hasta mentirosos. Lo raro de esto es que ha sobrevivido a esa clase de clientela, y debido a eso, el jefe de la sección del tesoro que investiga crímenes lo quiere encontrar. Esa premisa, que podría ser floja, se ve potenciada por la contracción del universo en el que se desarrolla la película, y la manera en la que vamos conociendo a los personajes, de a poco, en capas, haciendo que fluya la historia y como si fuera poco, haciendo a estos personajes interesantes, entretenidos, carismáticos y lo que no es poco, únicos. Muy bien dirigida, como momentos genuinamente divertidos que descomprimen en el momento justo, las escenas de acción justas, y una historia redondita, son dos horas de cine más que recomendables.
Confluencia en armonía Considerando la poca diversidad que suele ofrecer el Hollywood contemporáneo, y la concentración de “producciones grandes” en determinados géneros, una propuesta como El Contador (The Accountant, 2016) es más que bienvenida porque nos retrotrae a aquellos thrillers de acción y misterio de las décadas de los 80 y 90, los cuales -asimismo- eran una suerte de versión ridícula de sus homólogos secos e hiperrealistas de los 70. Como en aquel manojo de testosterona, homicidios y revanchas superpuestas, en esta oportunidad el verosímil no está vinculado a la correspondencia con la praxis cotidiana sino más bien todo lo contrario: desde ya que la dialéctica de la desproporción de antaño hoy está bastante contenida y no sobrepasa los límites del melodrama trabajado a partir del minimalismo y el marco de esos asesinos de elite que se alejan del pulso veloz y las explosiones ochentosas. De hecho, en el caso de tener que elegir una característica distintiva dentro de la carrera del realizador Gavin O'Connor, por lo menos en lo que respecta a la madurez que inauguraron las interesantes Código de Familia (Pride and Glory, 2008) y La Última Pelea (Warrior, 2011), sin duda señalaríamos a los pormenores del entramado afectivo hogareño como su gran obsesión de la última década. Aquí Ben Affleck compone a un “lobo solitario” que se emparenta más con algunos de los álter egos de Charles Bronson que con los de Sylvester Stallone, por citar sólo dos referencias. Su Christian Wolff es una linda combinación de personalidades y/ o patologías, dependiendo del punto de vista: autista, abandonado por su madre, entrenado en técnicas de defensa por su padre, “contador”, ex militar, ex presidiario, auditor del crimen organizado y vengador muy aséptico… otra auténtica máquina de matar. El guión de Bill Dubuque se divide entre una serie de flashbacks que aclaran momentos cruciales de la vida de Wolff y un presente centrado en un trabajito para la empresa de robótica de Lamar Blackburn (John Lithgow), una faena que incluye traición, sicarios, mucho peligro, la necesidad de proteger a una damisela, Dana Cummings (Anna Kendrick), y hasta una investigación por parte de Marybeth Medina (Cynthia Addai-Robinson) y Raymond King (J.K. Simmons), ambos del Departamento del Tesoro. Más allá de que extrañábamos al enorme Lithgow, la verdad es que Affleck está perfecto y transmite toda la seguridad necesaria para balancear los extremos opuestos de su personaje, consiguiendo siempre sacar a flote una lógica que mezcla los traumas del pasado con algunos remates semicómicos para las escenas de acción (Kendrick, en cambio, está un poco fuera de lugar). Por suerte el director no le teme a la pomposidad y el desenfreno a la hora de acumular cadáveres, circunstancia que genera un tono narrativo carente de corrección política o inhibiciones porque aquí no importa justificar cada muerte sino simplemente elevar la adrenalina vía el sadismo y colaborar en el desarrollo del enigmático protagonista y su clan familiar. Por supuesto que en esencia estamos ante una catarata de clichés de variada índole que no agregan demasiado a lo ya hecho en otros períodos más fructíferos para este tipo de películas, no obstante El Contador es un producto loable que se distingue como una rareza retro y eficiente dentro del triste panorama de nuestros días, permitiéndole a O'Connor despegarse de la simpática pero inferior Jane Got a Gun (2016). Hoy los atajos retóricos del fugitivo, la doble identidad y los trastornos psíquicos confluyen en relativa armonía…
Chris de contaduría La historia de un superhéroe con el poder de la contaduría financiera debería jugarse por la comedia o la literatura barata que suele emular Quentin Tarantino, pero El contador (The Accountant, 2016) es un thriller dramático y se toma demasiado en serio para su propio bien. He aquí un guión original (escrito por Bill Dubuque) con un protagonista interesante, un inusual submundo criminal y una temática fascinante tal como puede ser el trastorno autista. Ben Affleck es Chris Wolff, quien posee no sólo una destreza para las matemáticas tamaña a la de John Nash de Una mente brillante (A Beautiful Mind, 2001) sino también su ineptitud social, habiendo sido diagnosticado con autismo de pequeño y siendo criado por un padre militar con una noción espartana de la educación. Chris trabaja de contador para carteles criminales desenmarañando números y rastreando fugas, un ejercicio afín al de desarmar un rompecabezas y confirmar si todas las fichas estaban en su lugar. De niño lo vemos entrando en pánico cuando no halla la última ficha del rompecabezas que estaba armando; de adulto tiene una reacción similar cuando la compañía robótica de Lamar Blackburn (John Lithgow) aborta su auditoría. Pronto está eludiendo tanto a asesinos pagos como agentes del gobierno obsesionados por su trayectoria y anonimidad. Hoy en día es raro ver una película hollywoodense y con cierto pedigrí de producción basada en un guión original. En este sentido El contador es un alivio, aunque en definitiva cuenta la misma historia de superhéroes, de la cual no hay ninguna escasez por estos días, en la que el héroe: 1) recibe un exótico entrenamiento marcial a lo largo de su infancia, 2) es tutelado por una figura mentora trágica, 3) adopta una identidad y guarida secretas, 4) hace justicia por mano propia y 5) la ley sale a darle caza. J.K. Simmons es quien lo persigue y su obsesión por desenmascarar al misterioso contador recuerda a la que tenía cuando demandaba fotos de Spider-Man. Ben Affleck no sólo da una de sus interpretaciones más simpáticas a la fecha, mostrándose cómico en sus intentos confusos por socializar con sus clientes y con la entrañable Dana (Anna Kendrick), sino que se demuestra perfectamente dúctil como el tipo de héroe de acción que no interpreta hace años. Si tan solo la película fuera sobre la relación entre Chris y Dana, o aunque sea Chris, en vez de usar su condición psicológica para maquillar una película de acción. Se toma una decisión cuestionable al mostrar a Chris como una suerte de superhombre a raíz de la crianza abusiva del padre, un detalle que jamás se penaliza y al final parece preferible a ser criado en un instituto especializado. Sería más problemático si la película realmente pretendiera ser un íntimo estudio de personaje en vez de tratar al autismo como una suerte de súper poder, lo cual delata cuan infantil pero bienintencionada es la trama. El film es un thriller con un “gimmick”, un ardid novedoso que distrae de las partes más débiles y fatuas de su propia historia (incluyendo el ridículo final, el cual en defensa del film Chris hace un chiste sobre las probabilidades del mismo). El contador es curiosa, entretenida y está llena de potencial pero se queda corta con la ambición.
Asuntos contables Gavin O´Connor nos trae esta vez un thriller dramático sobre un hombre autista de ambiguo código ético, que lleva las cuentas de los mayores criminales del mundo y que también posee algunas habilidades militares. En esta oportunidad la enfermedad se convierte en un conjunto de habilidades sobrehumanas que lleva adelante Ben Affleck, secundado por un gran elenco: Anna Kendrick, J.K. Simmons, Jon Bernthal, John Lithgow y Jeffrey Tambor. A simple vista muchos de los elementos que se ponen en juego en El contador pueden resultar absurdos, pero aunándolos a todos juntos terminan por dar un resultado por demás interesante y atractivo. En este universo la historia no nos brinda demasiada información a medida que avanza y por momentos hasta puede resultar floja, pero lo que realmente importan son los personajes: todo está construido en base a ellos y para que se luzcan. Sin dudas Ben Affleck es el gran protagonista indiscutido (la balanza se inclina a convertirlo nuevamente en un superhéroe en lugar de un antihéroe), pero no es posible dejar de comentar las actuaciones de Anna Kendrick alejándose de su característico personaje con tintes romántico y manteniendo la buena química con Affleck; y la de J.K. Simmons, que mantiene cierta conexión con el protagonista otorgándonos una interpretación magistral. A El contador habría que otorgarle mejor el mote de drama que de thriller. Nuestro personaje deambula por sus propias contradicciones y fascinaciones, más que por la acción. Es verdad que hace alarde de buenas escenas de entrenamiento marcial y sin exceso de sangre, pero los tintes de una infancia traumática y el drama familiar con ayuda de flashbacks, son los que mayor peso otorgan. Tal vez sea extraño el lugar que se le otorga al autismo y que no se logra juzgar acerca de los abusos del padre, pero estamos frente a un film con potencial para entretener y que va mutando constantemente. Buscarle demasiada vuelta no tiene sentido ni es su objetivo.
John Wick y el misterio del libro diario Después de Batman vs. Superman: El Origen de la Justica (Batman v Superman: Dawn of Justice, 2016) y Escuadrón Suicida (Suicide Squad, 2016), reconforta ver a Ben Affleck en un papel que no le exige ponerse el spandex de superhéroe. En esta ocasión se mete en la piel de un contador con ciertas “habilidades particulares” en El Contador (The Accountant, 2016), la nueva película de Gavin O’Connor, un director que nos tiene más acostumbrados a las épicas deportivas y dramáticas como Milagro (Miracle, 2004) y La Última Pelea (Warrior, 2011). El guión de Eric Guggenheim -en la lista de los más requeridos desde 2011- cuenta la historia de Chistian Wolff (Affleck), un contador que gracias a su autismo posee una habilidad especial para los números y es conocido por ayudar a “limpiar” las cuentas de los hombres más peligrosos del mundo. Alguien cuya verdadera identidad es un misterio para las agencias de inteligencia. Cuando una innovadora empresa de tecnología lo contrata para determinar el origen de una falla en su contaduría, un enorme complot comienza a tomar forma, y en el momento en que su propia vida corre peligro conocemos otra faceta de Wolff: la de un hombre entrenado para matar. Como decíamos al principio, es atractivo el rol de Affleck. Se luce interpretando a ese hombre con cualidades excepcionales, quien al mismo tiempo lucha contra las secuelas del autismo y los trastornos obsesivo-compulsivos. Es acompañado por un buen elenco conformado por Anna Kendrick, John Bernthal, el ganador del Oscar J.K. Simmons, Jeffrey Tambor y John Lightgow. Bernthal (The Walking Dead, Daredevil) interpreta al tipo rudo por excelencia que va tras la pista de Wolff, y Kendrick es una suerte de interés romántico que desaparece de la película entre una escena y otra. El film se siente como un largometraje que mezcla a Jason Bourne y John Wick con el Rain Man de Dustin Hoffman para intentar darle un sabor distinto a una historia conspirativa, que O’Connor va sazonando con secuencias de acción al mismo tiempo que nos va revelando el curioso origen de Christian Wolff y el por qué de su proceder. De esas obras que en un primer visionado cumple con las expectativas, pero definitivamente no se sostiene cuando recapitulamos y ponemos bajo la lupa ciertas cuestiones de una estructura narrativa que, en el tercer acto, abusa de las coincidencias y los giros argumentales, acercándose peligrosamente a desafiar la suspensión de incredulidad del espectador. Un producto aceptable del cine de acción y suspenso que no termina cumpliendo todo lo que promete.
Una película realizada con lo que la gente quiere: historia interesante, resolución simple y directa, grandes actores y muy buenos momentos. Cuando hoy se habla de “la nueva de Ben Affleck”, es complicado no pensar directamente en la figura de Batman. El Contador es la tercera película que estrena Warner Bros. en 2016 con Affleck dentro de ella. A principios de año, Batman v Superman fue la presentación del actor como la nueva encarnación del caballero oscuro, papel que repetiría meses después en Suicide Squad. Ahora, llega a los cines argentinos The Accountant, un gran thriller de acción con actores de primer nivel. El protagonista desde su consagración como director en Argo (2012) atraviesa un crecimiento deslumbrante en sus actuaciones, que deja muy atrás a ese joven Affleck que era nada más que una cara bonita. Con papeles bien logrados, que encajan perfecto con su físico y su forma de expresarse, el presente es otro y hace vivir al actor el mejor momento de su carrera. Ben Affleck interpreta al contador Christian Wolff que, además de ser el mejor con los números, es autista. Wolff es requerido por las figuras más poderosas del mundo para realizar trabajos de finanzas que nadie puede solucionar. Pero más allá del gran profesional que es, la película presenta un trasfondo muy importante con historias de su entorno familiar que jugará con sus cabezas durante todos los minutos del film, mientras implanta el deseo en el espectador de saber más sobre este personaje. ¿Cómo es posible que un niño autista sea en un contador tan exitoso? El protagonista se abre como una caja de pandora, brindando la sensación de que en ningún momento se lo deja de conocer. Los gestos y la profesionalidad de Affleck se ven muy potenciadas por los momentos de gran tensión que son explotados con escenas de acción que transforman al personaje en una máquina de matar. El director Gavin O’Connor (Warrior, 2011) es un especialista en llevar a cabo una historia rica que guarda lo mejor de ella para las escenas violentas. Los momentos de acción están muy bien filmados y logrados. Las peleas son muy reales, sus personajes están entrenados para la ocasión, y no hay nada que sea forzado. Todo está muy calculado y el resultado es excelente. Para poder contar El Contador, el director tiene, además de un excelente Affleck, las participaciones poderosas de Jon Bernthal (The Punisher en Marvel’s Daredevil) y el oscarizado J.K. Simmons (Whiplash, Justice League). Bernthal, sin spoilear su rol en la cinta, interpreta a un mercenario tan letal como el propio Frank Castle. El actor ya fue dirigido por los mejores cineastas, pero sin embargo todavía no es un peso pesado en Hollywood, por ahora su fuerte estuvo en las series, con participaciones en The Walking Dead ( e incluso en su propia historia del próximo año: Marvel’s The Punisher). En cuanto a Simmons, confirmado como el nuevo Comisionado Gordon en el universo DC, nos anticipa un poco lo que veremos en Justice League (2017), cuando encarna a un oficial que está dispuesto a descubrir la verdadera historia del Contador. Los primeros planos son minutos que hay que apreciar para comprender y entender sin muchas vueltas por qué este actor ha sido premiado como uno de los mejores. Luego de tanto sufrimiento, exigencias mentales y violencia, la película tiene sus respiros y encuentra la calma en la sonrisa de Anna Kendrick. Sin llegar a ser la molesta dama en apuros o el personaje femenino que está de más, Kendrick interpreta a una auxiliar de contabilidad que se interesa e intenta socializar con Wolff. Lo hace de forma correcta y cumple con su papel. Todos los protagonistas son importantes, brindan calidad a la cinta y demuestran el nivel actoral que necesita una gran película que solo se sienta en la historia de Wolff. Uno de los puntos más fuertes de El Contador es que tiene de protagonista a una persona con capacidades diferentes, algo que nunca falla en Hollywood. Como resultó en su momento Dustin Hoffman en Rain Man (1988), Ben Affleck interpreta a un hombre que atraviesa diferentes dificultades durante toda la película. No solo eso, también se dan el lujo de revivir algunos momentos de la Daredevil (2003) protagonizada por el actor, con guiños que solo los verdaderos fans podrán notar. Por momentos es posible que la película resulte lenta, con algún agujero en la trama, pero todo tiene un porqué y todo está pensado para poder comprender la cabeza del contador, uno de los mejores personajes que interpretó Affleck. The Accountant es la película que tiene Ben Affleck para mostrarle a su amigo Matt Damon y decirle que puede enfrentarse en un mano a mano y ganarle a Jason Bourne.
El contador, un thriller adulto que apuesta a una historia original y puede ser leído como una mirada sobre los superhéroes. Christian Wolff (Ben Affleck) es un hombre que ha conseguido superar el autismo (Síndrome de Asperger) que se le ha diagnosticado de pequeño y se gana su vida como contador. A partir de su habilidad e inteligencia con los números tiene como clientes a grupos criminales a los que ayuda a “limpiar” sus fortunas mal habidas, razón por la cual es investigado obsesivamente por el encargado de la División del Crimen del Departamento del Tesoro, Ray King (J.K. Simmons). Cuando se topa con el encargo de una firma familiar para descubrir algunas diferencias en los balances conoce a Dana (Anna Kendrick) y cuando su auditoría es abortada de repente y la damisela ve en peligro su vida, el tímido, reservado y apocado profesional se convertirá en un hombre de acción mezcla de soldado y espía inquebrantable (que supo sacar partido de un padre militar y sus” enseñanzas” un tanto especiales), desatándose una lucha sin cuartel, llena de violencia y muerte, y por la que se reencontrará con el pasado que creía perdido. Gavin O’ Connor construye este thriller dramático con pulso firme y buen sentido de la acción especialmente en su segunda mitad cuando ya los personajes han sido presentados y ciertos secretos del protagonista han sido expuestos (algunos otros no serán revelados sino hasta el final). Los toques dramáticos (el autismo, los conflictos familiares, etc.) y el romance no pasan de ser un mero ornato decorativo resuelto con trazos gruesos y giros propios de un culebrón que si no muestran más su falta de profundidad es gracias al registro seco, distanciado, de suma parquedad y concisión que siempre se elige para contar (salvo una escena que trabaja con el agregado de información y el suspenso pero se repite innecesariamente en tres oportunidades! Y dos de ellas casi pegadas). Registro que permite que Affleck salga airoso en su rol al sacar provecho de su hierático modo de actuación pero que por otra parte deja en evidencia el desaprovechamiento de algunos personajes que se mueven más al ritmo de la funcionalidad requerida por el guión para avanzar que por un desarrollo profundo de los mismos (el caso paradigmático es el de Anna Kendrick) y cierta subestimación sobre los saberes del espectador (el cuadro de Pollock por ejemplo). El contador resulta un entretenido filme, menos como una observación verista sobre la posibilidad de “vencer” al autismo, -y seguramente resulte simplista y peligroso en su particular mirada sobre el tema-, que como una relectura del género de superhéroes: protagonista con un pasado traumático y padres ausentes o “especiales”, el freakismo que los caracteriza, la soledad y la doble vida, el equipo que lo ayuda desde las sombras, la filantropía culposa por la fortuna conseguida y el objetivo de hacer el bien y ayudar a los más débiles. Un guión original para reversionar un tipo de cine que hoy por hoy se multiplica en las pantallas.
AUTISTA Y SUPERHÉROE La película entretiene pero con giros inesperados fuera de lógica. Historia de chico autista, madre que huye, padre militar que entrena al chico problemático y a su hermano como máquinas de matar. El autista se convierte en contador y “vengador anónimo”. Una suerte de superhéroe en acción, pero también una luz para resolver problemas contables. El bueno de Ben Affleck defiende como puede el personaje y sus aristas absurdas, lo acompañan Anna Kendrick como su compinche, J.K. Simmons como un agente de impuestos que se obsesiona con el protagonista y John Lithgow como un empresario que no es lo que parece. El guionista le da vueltas al asunto, lo condimenta con situaciones absurdas como trailer equipado con pinturas originales de valor incalculable y mucho dinero a disposición amen de armas, y un final sorpresa que resulta delirante. Pero el durante entretiene si uno se olvida de la coherencia. Como peli pochoclera vale.
Un héroe sin mascara Definitivamente ya es una tendencia de estos tiempos, la de los héroes de acción que salen de las sombras por un acto altruista contra enemigos tangibles de un poder superior. Si en Jack Reacher (2012) el vector del protagonista era cumplir su palabra, en El Contador (The Accountant, 2016) el combustible es la necesidad de darle un punto final a los cabos sueltos. Pero la diferencia con todos los otros individuos de ese estilo es que Ben Affleck aquí es un autista, de afección moderada con capacidad productiva, criado por su padre militar bajo una educación basada en la defensa personal, la cual se combina con su talento para los cálculos matemáticos. Dentro de esta descripción del personaje hay que sumarle a su necesidad imperiosa de terminar los “trabajos”, ya sean sumas y restas o blancos a eliminar, porque este hombre se dedica a manejarles la contabilidad a delincuentes poderosos. En esta falencia se halla el desarrollo del conflicto de una película esforzada por mantener el suspenso, construir asertivamente el perfil del protagonista y desplegar una acción demoledora en dosis justas. Ben Affleck aprovecha su personaje de lobo solitario, capaz de arrasar contra un grupo de mercenarios y de huir sin dejar rastros. La oración anterior se podría haber encontrado en un texto sobre Batman vs. Superman: El Origen de la Justica (Batman v Superman: Dawn of Justice, 2016), la película en la que el actor interpretaba a Bruce Wayne / Batman. La diferencia entre ese film y este del director Gavin O’Connor -responsable de las aceptables Código de Familia (Pride and Glory, 2008) y Jane Got a Gun (2016), no estrenada-, se establece en las sutilezas y en los detalles, en la estrategia fotográfica y en el manejo de los tiempos. En ambas películas, las subhistorias florecían casi como plagas, pero en El Contador la estructura del guión enhebra a todos los personajes sin dejarlos salir de un círculo que gira sobre el personaje principal. La historia está vertebrada entre un drama de superación personal y un suspenso que se desenreda lentamente, en especial para los tiempos del blockbuster actual. La acción es la tercera en discordia porque aparece como un cuchillo bien filoso para partir la historia en dos. Allí es cuando se tensan los límites del verosímil que el director logra tenderles un velo gracias a su pericia en la confección de ciertas secuencias, especialmente las escenas de la granja, en las que además se aprecia un humor necesario, aliviador después de semejante despliegue de adrenalina. El perímetro trazado por los secundarios de J.K. Simmons (gran desarrollo de personaje), Jeffrey Tambor, John Lithgow y el villano compuesto por Jon Bernthal es fundamental para la motorización de una película ambiciosa, pomposa y audaz por bordear la banquina sin temor a perder público por mostrarse más cercana a un thriller de hace dos décadas que a un desenfreno de efectos basado en un material publicado previamente en otro soporte, con probado éxito. Como se mencionó al comienzo, los héroes solitarios sin máscaras y con objetivos minimalistas (en comparación a los súperheroes que pretenden salvar al mundo) ya son una fuerza mancomunada, no solo para defender causas perdidas de antemano sino también para aquellos sedientos de películas de otra época.
El superhéroe con síndrome de Asperger. En una época en la cual las remakes y las adaptaciones de la literatura o la historieta vienen a paliar la falta de ideas originales, un film como El contador, de Gavin O’Connor, puede ser una buena noticia para el cine de acción. No porque represente una revolución (ni mucho menos), sino porque encuentra un punto de partida más o menos ingenioso para crear un personaje atractivo y contar una historia que sin ser novedosa no carece de interés. Ese personaje es Christian Wolff, un niño autista (el trastorno específico que padece es el cada vez más conocido Síndrome de Asperger, el mismo que alguna vez se asoció erróneamente a Lionel Messi), cuyas habilidades con la matemática lo convierten ya adulto en un notable contador con algunas oportunas habilidades extra. Claro que la mentada originalidad en el punto de partida se limita al género de acción, ya que el tópico de los autistas, en particular aquellos con capacidades geniales en el terreno de la matemática, ha sido abordado no pocas veces por el cine, de Rain Man (Barry Levinson, 1988) en adelante. Abandonado por su madre e hijo de un padre militar muy riguroso, Wolff recibe desde chico una estricta educación marcial y es entrenado en disciplinas de combate para compensar la debilidad de su afección. Lo distintivo de El contador es que toma ese trastorno neurobiológico para convertirlo en origen de un gran poder y a Wolff, por lo tanto, casi en un X–Men. Porque es sobre el camino del (super)héroe, tan de moda tanto en el cine como en la televisión desde hace más de 15 años, que el film va montando su estructura. Como otros personajes provenientes de ese nicho, el protagonista tiene un pasado tormentoso y traumático que al crecer le permite convertir en virtud lo que en principio parecía una maldición. Wolff utiliza su oficio como fachada, del mismo modo en que Clark Kent o Peter Parker se ocultaban detrás del periodismo y combinando la habilidad contable con su efectividad en la lucha y el uso de las armas, se dedica a asesorar a distintas mafias alrededor de todo el mundo en el lavado de dinero. Por supuesto, ese es apenas el punto de partida de un relato que se va complejizando de a poco. Es cierto que no pocas las veces El contador termina haciendo equilibrio sobre el filo de su propio verosímil y también que se excede en la acumulación de giros, sorpresas y vueltas de tuerca. Aun así nunca pierde la punta del hilo en la maraña de su trama, ni la atención del espectador, manteniendo alta la tensión del relato hasta el final. Además O´Connor hace gala de un gran manejo coreográfico de la acción y el guión se permite encontrar un costado humorístico para las distintas situaciones cotidianas a las que el protagonista se enfrenta en su dificultad para socializar, permitiendo que el balance final sea positivo.
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Asesino mental Todos sabemos que, mas allá de que en los últimos tiempos se lo ha reconocido unánimemente como un gran director gracias a excelentes películas como Argo y Atracción peligrosa, Ben Affleck nunca fue tomado muy en serio como actor. Su rostro pétreo y su condición de sex symbol le han jugado una mala pasada en ese sentido, sumado a dudosas elecciones de papeles como Daredevil o en Pearl Harbor, por nombrar algunos títulos. Afortunadamente, a veces el paso del tiempo ayuda a que esas limitaciones actorales puedan resignificarse para terminar de convertirse en una virtud, y es precisamente lo que sucede con El contador, en la que la seriedad y la dureza son características naturales del protagonista, un hombre con síndrome de Asperger cuya extraordinaria habilidad para los números y las cuentas lo llevan a trabajar como auditor de diferentes organizaciones criminales. El Christian Wolff que interpreta Affleck es un hombre callado, taciturno, que se siente incomodo interactuando con otras personas (como sucede en su primera reunión con una colega interpretada con naturalidad y solvencia por Anna Kendrick), pero que esconde más de un secreto. Gracias al riguroso entrenamiento de su padre militar para lidiar con su autismo, Wolff es también un hábil asesino y combatiente mano a mano, por lo que estamos ante una mezcla de Jason Bourne y Rain Man. Cuando el protagonista descubre un faltante económico en una importante empresa de robótica y se vuelve el blanco de una oscura organización, el guion revierte lo que podía ser el clásico drama de autosuperación personal en un preciso relato de acción y suspenso, en el que las altas dosis de humor (sobre todo gracias a la química entre Affleck y Kendrick como pareja opuesta) y la mano certera del director Gavin O’Connor (Warrior) a la hora de filmar el derrotero vengativo de su héroe logran hacer llevadera la historia. El director se vale de la misma seriedad y oficio de su protagonista para narrar, utilizando una paleta de colores azulados fríos y sin regodearse en esteticismos baratos durante las escenas de acción, aunque patina cuando tiende a sobre explicar algunas situaciones mediante flashbacks y buscando la sorpresa con un giro sobre el final que el espectador despierto podrá adivinar. Grandes actores secundarios como Jeffrey Tambor, John Lithgow y JK Simmons prestan su profesionalismo en papeles un tanto desdibujados, pero poco importa porque la verdadera estrella es Affleck, quien aporta lo justo y sin exagerar ni un gesto para mostrar lo que sucede adentro de la mente de su perturbadora pero honorable y finalmente heroica criatura. Es tal la satisfacción que produce El contador que uno desearía que Ben cuelgue la capa de Batman y se vuelva a calzar los lentes y el saco y corbata para una próxima aventura de Christian Wolff. La esperamos gustosos.
Ben Affleck se copó con la idea de repartir piñas y, antes de volver a calzarse el batitraje, hace yunta con el director Gavin O'Connor (“Warrior”) para este thriller criminal lleno de acción y cuentas claras. Christian Wolff (Affleck) es un genio en cuanto a cuestiones contables se refiere y opera desde una pequeña oficina carente de glamour, la fachada ideal para esconder sus verdaderos negocios. Entre granjeros e hipotecas, el muchacho se dedica a “blanquear” el dinero de los criminales más poderosos, un trabajo que lo pone en la mira del Departamento del Tesoro, liderado por Ray King (J.K. Simmons). Los agentes trabajan a ciegas sin conocer la verdadera identidad del “contador”, pero cuando los cadáveres se empiezan a acumular, Marybeth Medina (Cynthia Addai-Robinson) –la oficial designada por Kking-, sólo tendrá que sumar uno más uno. Wolff no es un tipo normal. Padece cierto tipo de autismo que no le permite crear lazos afectivos ni socializar. Vive condicionado y regido por una rutina muy específica, pero los problemas surgen cuando se desvía de la misma y se le suelta la cadena. Todo se empieza a desbarrancar cuando Christian decide aceptar un trabajo legal para no levantar sospechas y, de paso, revisar las cuentas de una famosa compañía de robótica donde una de las empleadas, Dana Cummings (Anna Kendrick), está convencida de que existen “discrepancias” de millones de dólares. A los agentes del tesoro que le pisan los talones, ahora hay que sumar a un asesino contratado (Jon Bernthal) que va borrando los cabos sueltos de sus empleadores. Una violenta cacería que pone a Dana en peligro y a Christian al descubierto, pero éste todavía tiene varios trucos bajo la manga. “El Contador” (The Accountant, 2016) es pura acción y misterios que se van revelando a cada paso. Affleck demuestra que se puede cargar una película al hombro y, sin decir muchas palabras, convertirse en antihéroe. El problema llega con un desenlace demasiado apresurado, tal vez, y repleto de información para procesar en tan corto tiempo. La trama se enmaraña un poco y se pierdan grandes detalles. O'Connor y el guionista Bill Dubuque logran construir una narración interesante que se retroalimenta constantemente de una serie de flashback que ayudan a entender el pasado y el presente del protagonista. Pero la información sigue siendo demasiada y, en un punto, cuesta reacomodar las piezas de este enorme rompecabezas. Affleck, Bernthal y Simmons son los grandes pilares de una historia que también cuenta con pequeñas actuaciones de Jeffrey Tambor, John Lithgow y Jean Smart. Sí, un elenco impresionante para una trama entretenida llena de acción y violencia que podría ser mucho mejor si no fuera por esos pequeños tropiezos del guión. El gran problema de “El Contador” es que intenta ser más seria de lo que es y se olvida de dejarse llevar por el desenfreno. Un par de giros menos en la trama, y más minutos de Ben y Jon tirando piñas en pantalla, y sería una película de acción casi perfecta.
Cómo derrumbar una buena idea En uno de los flashbacks de la película un niño con problemas de autismo estalla en una crisis de nervios cuando se le pierde la única pieza que le faltaba para completar un rompecabezas que venía resolviendo con particular destreza. Parece una síntesis perfecta de un film que en principio presenta múltiples atractivos y luego se derrumba con subtramas absurdas, vueltas de tuerca arbitrarias y justificaciones psicológicas elementales. Ben Affleck -cada vez más consolidado como estrella, pese a los cuestionamientos sobre su escasa expresividad- interpreta a Christian Wolf, un personaje decididamente contradictorio: de día es un asesor financiero para clientes de poca monta en una oficina gris; de noche, uno que trabaja al servicio de oscuras corporaciones y organizaciones non sanctas (como traficantes de armas y drogas) que se dedican al lavado de dinero. Y no sólo eso: este hombre aparentemente inofensivo que acarrea las limitaciones de sociabilidad propias del síndrome de Asperger es, en verdad, un implacable asesino a sueldo. Un genio con las matemáticas y con las balas. Cerebro y violencia. La fachada de Christian funciona a la perfección hasta que aparecen en escena Dana Cummings (Anna Kendrick), una joven contadora que ha denunciado un fraude en la compañía de robótica que lidera el millonario John Lithgow y para la que ella trabaja; un jerarca del Tesoro a punto de retirarse (J.K. Simmons), una joven analista que investigará el caso (Cynthia Addai-Robinson) y otro infalible asesino (Jon Bernthal). No conviene adelantar nada más, pero la película se dispersa como un tronco con demasiadas ramas. El principal problema de El contador no es Affleck (quien incluso se luce en un par de escenas) sino la idea rectora de mixturar películas de personajes con capacidades diferentes (Rain Man, En busca del destino, Una mente brillante) con explosivas resoluciones que nada tienen que envidiarle a las sagas de Jason Bourne o James Bond. El resultado de esta auténtica rareza, lamentablemente, está en su segunda mitad bastante más cerca del ridículo que de la genialidad.
A los genios nadie los entiende Ben Affleck compone a un hombre con autismo en este drama y thriller, con acción, suspenso y mensaje. Los que sostienen que Ben Affleck es un actor de un solo gesto, que no sabe cómo demostrar emoción genuina, encontrarán en El contador a un Affleck al 100% de sus habilidades actorales. El nuevo Batman es Christian Wolff, un hombre con autismo, que tiene el síndrome de Asperger, un savant como el Rain Man de Dustin Hoffman, un personaje que no sabe cómo mostrar sus sentimientos. Que no puede, aunque quiera, sociabilizar. Así que quienes defenestran al actor de Perdida, aquí no les quedará otra que admitir qué bien que compone a Wolff, hijo de un militar que lo ha entrenado desde niño para evitar que los pasen por encima, que se aprovechen de su enfermedad. Christian tiene un hermano mayor, y una madre que abandonará el hogar cuando no se pongan de acuerdo en el tratamiento a Christian. Ya mayor, es un genio de las matemáticas, un contador, sí, que oculta los pagos en cuadros de Renoir o Pollock que recibe de sus clientes. ¿Quiénes? Mafiosos y del cartel de la droga, a los que les hace los numeritos (bueno, también a los granjeros pobres de Illinois) y les lava dinero (no, los granjeros no lo necesitan). Todo marchaba más o menos bien para Christian dentro de su rutinaria y solitaria vida -no siente culpa de lo que hace, porque no puede advertirlo; hay ahí una vuelta de rosca interesante-, hasta que toma un cliente “legítimo”. Una compañía, regenteada por John Lithgow, que se dedica a crear prótesis robóticas, y que va a cotizar en la Bolsa. Otra contadora (Anna Kendrick, siempre de segundona) descubrió un desvío, pero Christian irá mucho más lejos con su investigación. Y lo perseguirán de todos lados. Loa malos, y los del Departamento del Tesoro, con J.K. Simmons a la cabeza, que está tras de él vaya uno a saber por qué. El thriller de Gavin O’Connor se toma en serio explicar el autismo. Allí el filme se corre del género y se convierte en drama. Y si bien muchos tópicos son acertados y hasta sirven para instruir a quienes no conocen la enfermedad, el contexto general es el de la acción, las piñas, los balazos y los asesinatos, hay una crítica a la sociedad fría, calculadora y exitista, movida por intereses económicos, pero la enfermedad termina como telón de fondo. El contador no es Rain Man, ni Affleck es Hoffman. Pero la película se sigue con interés manifiesto de que no es sólo una que amontona escenas de peleas y cadáveres. Depende cómo se lo mire, puede ser un soplo de aire fresco en el género.
Gavin O´Connor, el director del excelente drama deportivo Warrior, presenta en su nuevo trabajo uno de los mejores filmes de acción que se estrenaron este año. El contador Christian Wolff, interpretado por Ben Affleck, es esa clase de personajes que suelen aparecer con frecuencia en las novelas de suspenso de David Morrell (Rambo) y le escapan al cliché del típico héroe americano. En este caso nos encontramos con un hombre que padece autismo y cuyo talento para las matemáticas lo convirtieron en un contador muy buscado por delincuentes del crimen organizado. Wolff además es un asesino implacable que puede matar gente sin inmutarse. Con esta interesante premisa el director O´Connor desarrolla un sólido thriller donde no existen los buenos y los malos. El protagonista de este film ayuda a enriquecer las cuentas bancarias de mafiosos y terroristas y se enfrenta con otras lacras que no son peores que él. Wolff tal vez conserva un mínimo código moral, pero está muy lejos de ser un héroe y eso lo hace interesante. Disfruté mucho de este film porque el director se toma su tiempo en la narración para desarrollar el conflicto principal y el origen del protagonista, en lugar de limitarse a ofrecer un collage de escenas de acción. El relato de O´Connor nunca se vuelve denso y logra fusionar con éxito varias subtramas que conectan a todos los personajes. Dentro del reparto, Ben Affleck es la principal atracción y brinda una buena labor dramática que consolida la evolución que tuvo como artista en los últimos años. En este rol retrató de manera realista la condición de autismo de su personaje que está muy equilibrada en su actuación y nunca llega a ser exagerada. John Bernthal (el nuevo Punisher de Marvel en la televisión), quien viene creciendo en Hollywood, y Anna Kendrick (En el bosque) también logran tener sus momentos destacados en papeles secundarios. En materia de acción este film nunca llega al nivel de creatividad de John Wick en la elaboración de los tiroteos y las peleas de artes marciales, pero brinda algunas secuencias intensas que estuvieron muy bien realizadas. Uno de los ganchos atractivos de esta historia se relaciona con el origen de Wolff y el modo en que sus padres lidiaron con el autismo. Esa subtrama le dio a la película un condimento emocional interesante que la diferencia de las clásicas producciones de la compañía Millennium con Jason Statham. Si es trabajado con guiones decentes, creo que el personaje de Affleck tranquilamente podría ofrecer una nueva franquicia para Warner, ya que te deja con ganas de volver a encontrarlo en otro conflicto. Aunque la mejor película del género del 2016 sigue siendo Blood Father (Mel Gibson), El contador es una producción muy entretenida que merece ser disfrutada en el cine.
Crítica emitida por radio.
SUPERFICIES NARRATIVAS Y HUMANAS Ultimamente, Ben Affleck viene desarrollando una filmografía donde pone en juego temas como las diferentes modalidades de la violencia, los lazos de lealtad, el profesionalismo, la noción de responsabilidad y los relatos como grandes portadores de verdades que tienen mucho de mentiras. Pero también ha ido profundizando en una cuestión mucho más vinculada a las estructuras narrativas y estéticas, que son los niveles de artificio. A partir de su debut en la dirección con Desapareció una noche, cada película de Affleck parece ser una permanente apuesta para ver cuánto y de qué forma se puede jugar con el espectador, manipularlo, incluso evidenciando las herramientas mediante las que se manipula y tuerce todo. Hasta se podría decir que su vocación -o hasta pulsión- por reflotar su carrera actoral, poniéndose como protagonista de sus films como director, trabajando con otros cineastas de renombre o hasta asumiendo papeles que son el foco absoluto de fanáticos muy puntillosos, es una manera más de poner ese artificio a prueba. “¿Hasta qué punto puedo crear mi propio imaginario, como realizador y actor? ¿Cuán lejos puedo llevar mi estatuto de estrella?” parece preguntarse Affleck. Su ópera prima y films como Atracción peligrosa, Perdida y hasta Argo son operaciones en mayor o menor medida exitosas, mecanismos de relojería que llevan de las narices al espectador, mientras explicitan su propia artificialidad cinematográfica, aún desde el realismo o la recreación puntillosa. En cambio, películas como Apuesta máxima o Batman vs Superman: el origen de la justicia son experimentos absolutamente fallidos, pura parafernalia donde el rostro de la estrella no alcanza porque no hay un ensamblaje narrativo que le permita al público adentrarse en lo que se cuenta, ya que sólo hay una vacía referencialidad icónica o genérica. Dependiendo de por dónde se lo mire, El contador puede ser catalogado como un éxito o un fracaso. De hecho, es probable que fascine a unos cuantos pero también que irrite a otros tantos. Eso se debe en buena medida a que es muchas películas a la vez, por más que el planteo de base sea un thriller sobre un hombre con capacidades extraordinarias pero que a la vez presenta una rara forma de autismo, que trabaja haciendo dibujos contables impecables para distintos grupos mafiosos y al que el Departamento del Tesoro comienza a seguirle la pista. También es la historia de un tipo muy especial que de repente encuentra a la mujer correcta -casi tan rara como él y cuyo papel le viene a Anna Kendrick como anillo al dedo- en el momento y lugar equivocados. Asimismo, es el relato de un dúo de profesionales de la ley intentando lidiar con pasados tormentosos y cuentas pendientes mientras buscan a una figura criminal que es casi una sombra, apenas un sujeto borroso. Y es, finalmente, un drama familiar donde la hermandad y los lazos paterno-filiales juegan papeles decisivos a la hora de conformar una identidad. Todo tiene un aroma a ya visto y referentes previos potentes (Rainman, por ejemplo), con lo que el desafío a priori era fuerte. ¿Consigue El contador unir todas estas líneas narrativas, las tramas y subtramas de una forma verdaderamente coherente y fluida? Sólo de a ratos: en unos cuantos pasajes la película pareciera estar preguntándose qué es lo que quiere contar, sin hallar una respuesta precisa y en base a eso explicando excesivamente las acciones. A la vez, la mayoría de las resoluciones que presenta para los distintos conflictos desplegados son cuando menos erráticas y hasta definitivamente insatisfactorias. De hecho, varios de los giros finales no llegan a sustentarse de forma plenamente verosímil y hacen demasiado ruido dentro del relato. Aún así, sin superar totalmente sus indecisiones previamente marcadas, acierta en su tono general, donde lo que impera es la melancolía, la convicción de estar narrando un cuento algo retorcido sobre seres esencialmente solitarios, ansiando casi desesperadamente la compañía de otra persona a la que querer, con la que poder abrirse y ser uno mismos. Al contador que encarna Affleck y su mentor (Jeffrey Tambor); la joven que interpreta Kendrick, el obstinado agente del Tesoro que hace J.K. Simmons y su subordinada (Cynthia Addai-Robinson); e incluso el asesino a sueldo encarnado por Jon Bernthal los une la necesidad de ser sinceros y poder tener alguien que los escuche. Por eso el gran villano del film es la deshonestidad, el cinismo, el doble discurso. En esta composición basada en la honestidad y sus formas posiblemente tengan bastante que ver el guionista Bill Dubuque, quien en El juez ya había trabajado las sumatorias de convenciones y lugares comunes, y el director Gavin O´Connor, quien en películas como La última pelea, Código de familia y Huyendo del pasado ya demostró con creces que lo suyo son los lazos familiares, los códigos de hermandad y los mandatos que se pasan de padres a hijos. Hay un gran convencimiento tanto en el guión como en la dirección del núcleo conflictivo primario, de lo que verdaderamente quiere narrar el film. Lo demás -el thriller, el policial, el drama romántico- son superficies genéricas, bastante rugosas e imperfectas por cierto, que cubren la esencia. En la autoconciencia sobre sus costuras y construcciones artificiosas, El contador bordea la pose canchera, pero siempre se aleja a tiempo de ese riesgo, porque su interés está en el protagonista y los personajes con los que se cruza. Allí localiza su humanidad, permitiéndole a la estrella que es Affleck seguir elaborando y reelaborando imaginarios, interrogándose sobre los límites de su visión sobre el cine estando delante y detrás de cámara.
La historia nos enseña que la contaduría es una profesión peligrosa. La avaricia lleva a las personas a cometer actos inmorales en busca de dinero o poder y, cuando el fraude es descubierto, la caída del avaro viene ligada al responsable de los libros, que termina emulando el mismo destino. En The Accountant no faltan los codiciosos, pero aquí el contador es alguien con autismo, lo que le permite ser un genio inigualable en su profesión, con una vida que lo obliga a desdoblarse en una persona que asesina para no ser asesinada.
En una mezcla de Thriller psicológico con cine de acción y una pizca de superhéroe modelo ochentoso, "El Contador" se adentra en una figura paradigmática dentro de la historia de las organizaciones criminales, con una historia cuyas subtramas dan fluidez al relato demandando constantemente la atención del espectador y donde prevalece la acción. Ben Affleck interpreta a un infalible contador obsesivo, maniático y con serios problemas para socializarse, que tras los primeros flashbacks descubriremos que ha tenido una infancia complicada, y que tras su apacible y pequeño estudio contable de pueblo, lleva una doble vida como blanqueador de fortunas ilegales para algunas de las organizaciones de delincuentes más peligrosas del mundo.Pero cuando es contratado por una empresa de robótica para buscar unos millones perdidos y descubrir el responsable, deberá cambiar indefectiblemente sus rutinas para siempre. Este simple contador con vínculos con el crimen organizado, que padece Síndrome de Asperger -un tipo de autismo- y cuyo padre psicólogo del ejército decidió lidiar con su necesidad especial entrenándolo para pelear desde niño en lugar de otras terapias, es un extraño cruce entre Rain man, Steven Segal y Jason Bourne, que desde el inicio resultará carismático y según el sesgo que se lo mire alternará de héroe a villano. Tras un atrapante inicio, donde prevalece el Thriller psicológico y algunos guiños al origen de los superhéroes al convertir la enfermedad del personaje de Affleck en una diferencia a su favor que revelara una serie de claves para entender los comportamientos obsesivos y extraños del contador, el relato ira abriendo múltiples subtramas dando lugar cada vez más a la acción. Así aparecerán, entre las subtramas, un empresario que quiere pasar por honesto sin serlo -John Lightow-; una joven -Anna Kendrick-, que quizá sea la clave para cambiar la vida del contador; y un policía -J.K. Simmons- obsesionado con el protagonista que le encarga a una agente del Departamento del Tesoro -Cynthia Addai-Robinson-, también con un pasado oscuro, descubrir la identidad del enigmático contador. El relato, estructurado como un puzzle cuya pieza central recae en Ben Afleck y donde todos sus personajes son bidimensionales, se desarrolla con fluidez y mantiene la tensión del espectador sobre todo en su primera mitad, pero tal vez, la aparición de algunas subtramas y personajes secundarios sobreexplotados para que la audiencia entienda lo que ya de por sí resultaba claro, sumado a una imperiosa necesidad del director a que el espectador no consiga juntar todas las piezas hasta el final, no logra el resultado esperado y cobra mayor protagonismo la acción, seguida de tiros. A la buena química entre Affleck y Kendrick se suman la jerarquía de J.K. Simmons, John Lithgow y Jon Bernthal, entre otros, en los personajes secundarios, para hacer de El contador un thriller de acción interesante, entretenido y efectivo. Algo que será explotado, seguramente, en próximas secuelas. Y para los mas curiosos, no faltan los guiños a los superhéroes, por ejemplo en el tráiler donde el protagonista guarda sus tesoros, entre los que encontramos un ejemplar de Action Comics, un sable láser de Star Wars firmado o la canción infantil sobre Solomon Grundy que el personaje repite como un mantra desde pequeño, nombre que los lectores conocerán por ser también un villano del universo DC Comics.
La premisa de un contador con una puntería tan afilada como su habilidad para manejar los libros contables puede resultar atractiva para el espectador, del modo que solo puede proponerlo una película del género de acción. Por el reparto que el director Gavin O’Connor supo reunir El Contador es una de esas películas que apuesta fuerte a la multidimensionalidad de sus personajes, pero ¿será una de esas apuestas que termina en ganancia? Cuenta conmigo… los mafiosos que baja Ben Christian Wolff es un genio matemático que padece una variación del Síndrome de Asperger, razón por la cual seposter el contador lleva mejor con los números que con la gente. Se gana la vida como contador, pero esa profesión es de hecho una fachada para una labor mucho más turbia que realiza para figuras del crimen organizado. Sus talentos lo llevan a una firma de robótica, con la misión de descubrir cuál de sus miembros estuvo malversando fondos. En el desempeño de dicha labor, se volverá él mismo un blanco de la compañía (junto con una contadora de la misma) al descubrir un secreto mucho más turbio. En materia guion, la película tiene un brillante desarrollo de personajes, cada uno con sus tics, su pasado y su agenda, pero que son revelados de manera orgánica en el recorrido de la trama. A nivel estructural la película parece ser tan ordenada como las obsesiones de su protagonista, pero pasada la mitad, casi a las puertas del tercer acto, se desinfla y termina frustrando lo que podría haber sido una película redonda. Cabe aclarar que la cinta cuenta con sendas escenas de acción y de pelea cuidadosamente coreografiadas. En materia actoral, tenemos una fuerte labor interpretativa de Ben Affleck, que cautiva desde la primera vez que se lo ve en pantalla; inmerso, detallista y a la altura del enorme desafio que implica interpretar a alguien con la condición de su personaje. Podemos, valga la redundancia, contar a El Contador como parte del renacimiento de su solidez actoral. Affleck está muy bien acompañado por las labores de Anna Kendrick como el cuasi interés romántico de su personaje; J.K. Simmons como un implacable agente federal; y sobre todo por el cada vez más ascendente Jon Bernthal como el sádico e irónico antagonista de turno. Por el costado técnico, la película cuenta con un sobrio trabajo en claves frías de fotografía y cámara con cuidadas composiciones de cuadro, las cuales se hermanan perfectamente con una dirección de arte que refleja la meticulosidad obsesiva del mundo en donde vive el personaje de Affleck. Estos detalles encuentran la cima de su eficiencia narrativa con su prolijo montaje. Conclusión: El Contador, si bien promete la acción que dejan ver sus avances, es un ejercicio de actuación y desarrollo de personajes que le puede gustar al espectador. Si bien camino a su resolución puede desinflarse un poco, es una de esas propuestas para las cuales si se cuenta con el tiempo y el dinero tal vez le quieran dar una chance.
El filme podría haber estado inspirado en un comic pero no. Podría ser adaptado luego. Seguramente los productores, ávidos de taquilla, estuvieron analizando qué tipo de filmes podría ser efectivo para que los espectadores puedan llenar las salas. Evocando a clásicos de la intriga y el suspenso, pero, principalmente, a aquellos filmes de los noventa y fines de los ochenta del siglo pasado, la historia bucea en la figura de Chris (Ben Affleck) un hombre con cierto nivel de autismo que supo superar sus falencias y convertirse en uno de los contadores más exitosos. Pero detrás de esa fachada se esconde un asesino a sangre fría, un matón que digita los destinos de quienes se encuentran en su camino, pero que también sabe ayudar cuando se lo piden. El filme deambula en episodios de series de procedimiento para terminar construyendo una película que tenía buenas intenciones pero que se diluyen con el correr de los minutos.
LAS DEUDAS DEL CONTADOR Christian Wolff es un genio de los números que arrastra pesados traumas de la infancia, una madre abandonica y un padre sicópata. Utiliza sus dotes contables para trabajar con algunas la mafia y otros clientes de ese estilo como carteles de la droga y organizaciones terroristas. El Departamento Jurídico del Ministerio de Hacienda, anda en su búsqueda en el momento que lo contacta un consorcio de robótica que viene siendo robado por algunos empleados infieles, que se han quedado con cerca de 60 millones de dólares. Para Wolff descubrir el fraude significa aumentar su cartera de enemigos. Su frialdad en la contabilidad también la tiene con la vida, iremos descubriendo que además de ser una máquina perfecta de sumar y restar también lo es de asesinar. La idea no es mala, Hollywood al fin de cuentas, pero se nota que el personaje tiene un armado con piezas sueltas de otros guiones y deja algunos hilos poco o mal definidos. A pesar de todo, la trama no pierde interés, para aquellos fanáticos de la películas de acción, con algún contacto con la política. Y está Ben Affleck, que intenta demasiado no parecerse al Bourne de Matt Damon y ese esfuerzo se le nota y mucho, pero bueno, igual lo disculpamos. Si la intención de los productores fue generar el suficiente interés para que nos dispongamos a esperar la saga de El contador, está bien aunque quizás no le den los números, pero qué duda cabe, seguro que lo intentaran. EL CONTADOR The Accountant. Estados Unidos, 2016. Dirección: Gavin O’Connor. Intérpretes: Ben Affleck, Anna Kendrick, J.K. Simmons, Jon Bernthal y Cynthia Addai-Robinson. Duración: 128 minutos.
Crítica emitida por radio.
Hay un matemático que trabaja para tipos peligrosos (Affleck) y hay una chica que encuentra raras discrepancias en la contabilidad de una empresa. Los actores están bien pero el film, a pesar de acumular elementos casi sorpresivos, va cayendo en rutinas y sobreexposiciones que atentan contra la diversión un poquito subversiva que podría ser. Por eso es que termina convirtiéndose en un espectáculo decepcionante.
La película cuenta con algo esencial que es un buen guión, además de otros elementos cinematográficos. Habla de los lazos familiares, el lavado de dinero, la corrupción, los narcotraficantes y la política. Se va construyendo una trama con intriga y suspenso, con una buena dinámica yendo con prudencia entre el pasado y el presente, a través de un buen flashback, en el que se manejan bien los tiempos narrativos. Cuenta con un buen elenco secundario: Anna Kendrick, J.K. Simmons y Jeffrey Tambor. Contiene buenos guiños y la dirección inteligente de Gavin O'Connor ("Cuestión de honor”) que cuida al protagonista y no lo enfrenta con otros actores. Este es un antihéroe y por momentos es como un autista. Se construyen personajes con buenas miradas, buenos planos y contra planos, persecuciones, peleas, tiros y mucha acción. Hay que intentar disfrutarla.
Ben Affleck, más picante que nunca La nueva película de Gavin O’Connor gira en torno a un profesional de los números y tiene a Ben Affleck como protagonista absoluto. El estreno de El contador es una de las gratas sorpresas del año y confirma al menos dos cosas: que Ben Affleck es un gran actor y que se pueden hacer películas de superhéroes distintas a las que nos tienen acostumbrados Marvel y DC Comics. En el filme dirigido por Gavin O’Connor (Warrior, 2011) está todo bien. La información que necesita el espectador está perfectamente distribuida, sin dejar cabos sueltos, sin saturar con escenas de acción, sin incluir personajes de más, sin caer en romanticismos efectistas ni en justificaciones psicológicas. Si bien el personaje de Affleck padece el síndrome de Asperger, la película jamás cae en psicologismos. Esta raíz psicológica está sólo para reforzar la personalidad extraordinaria del personaje. Los flashbacks para explicar asuntos del pasado aportan datos, aclaran cuestiones, adelantan respuestas. El filme tiene timing y buen manejo del suspenso. En pocos minutos narra el pasado de los personajes secundarios para que el espectador entienda sus motivaciones. Y tiene muy en claro que está para entretener. No tiene vueltas de tuerca caprichosas y deja entrever de a poco el giro final. El humor es muy importante, no se toma demasiado en serio, es una película autoconsciente de sus juegos con el género de superhéroes, y ahí es donde le saca ventaja a los mamotretos digitalizados de DC y Marvel. La película empieza con una introducción donde se ve a un pequeño Christian Wolff (Ben Affleck), el niño con trastorno de Asperger, armando un rompecabezas y desesperándose al no encontrar una pieza. Se ve a sus padres discutiendo y al hermano de Christian contemplando la escena. En la actualidad, Christian es un joven extraordinario, un genio de los números, un contador exitoso con autismo funcional, que le permite trabajar y hablar lo justo y necesario. Es meticuloso, obsesivo, rutinario, y en su garaje tiene una casa rodante confeccionada para una sola persona. Allí tiene sus cosas más preciadas: su colección de arte (un Pollock original), armas, oro, plata y una colección de comics. Su padre, exmiembro del ejército, lo entrenó de niño con los mejores maestros en distintas disciplinas físicas. Lo que hace que Christian también sea un genio de las piñas y las armas. Ben Affleck es el protagonista absoluto de la película, acapara la pantalla con su presencia y su físico. Actúa con las miradas, con los gestos, con el cuerpo. Demuestra talento de sobra para el papel. Por supuesto, hay muchos guiños a Batman y a las películas de superhéroes. Hasta se podría decir, sin levantar la voz, que El contador es la mejor Batman que se hizo en lo que va de la década. O al menos una Batman distinta, sin capas ni superpoderes.
Un contador que anda entre la calculadora y la ametralladora Un contador de doble vida y doble turno. De día atiende un estudio de poca monta pero de noche se pone al servicio de los grandes lavadores de la mafia y sus orillas. Es un experto genial que tiene un toque adicional que más quisiera algún contador amigo: cuando las cosas se ponen espesas y el despojo entra groseramente en escena, deja la calculadora a un lado y se convierte en un asesino infalible, muy peleador y con gran puntería, un tipo que liquida impuestos y adversarios con igual solvencia. La trama arranca bien, porque este tipo tiene un pasado borroso: chico autista abandonado por su madre y al servicio de un padre exigente y pasado de rosca que le enseña a pelear, una manera de poder hacerle frente con mejores chances un futuro que viene difícil. Y así lo vemos 18 años después de ese aprendizaje, a este señor de las finanzas de raras mañas. Estoico, insensible, ordenando, tranqui, parco. La historia se va complicando y empiezan las rarezas y las argumentaciones antojadizas. Una pena, porque ese punto de partida daba para más, incluso había aciertos visuales a hora de aportar datos. Pero de a poco entra en una espiral de subtramas oscuras y violentas que en lugar de sumar, restan. El nene afligido y distinto deviene en un súper héroe invencible que termina siendo un sicario desinteresado. Es tan implacable que ni escucha los mensajes de ese corazón arrasado y solitario que pide un lugarcito que le hagan para esa muchacha que viene a sumar y no a restar. Pero al contador sólo lo conmueve –es un decir- los números y el riesgo. Así que después de aclarar todo, solito y serio, como siempre, se va con sus cifras y sus rollos para poder sacar de apuro a otro contribuyente en apuro.
Sólido thriller con detalles originales y gran elenco Tras una primera mitad narrada con suma originalidad, el film se vuelve más convencional y con bruscos cambios de clima, pero sin por eso perder eficacia. Ben Affleck es el contador del título, un personaje extraño que superó una infancia difícil por sufrir una variación de autismo y a un padre militar especialista en operaciones psicológicas secretas, convirtiéndose en un genio de las matemáticas al servicio de las peores organizaciones mafiosas y terroristas, y a la vez un experto en artes marciales y hábil francotirador. "El contador" es un sólido thriller que durante una primera mitad es de lo más original que se haya visto en el género, dado que el director Gavin O'Connor va contando los pormenores biográficos del protagonista a través de flashbacks, mientras avanza con el presente del personaje, que tiene como conexión con sus clientes una enigmática voz femenina en el teléfono. La trama se va develando de a poco, y para cuando el contador acepta supervisar una anomalía en las cuentas de una empresa de tecnología, los federales ya se están acercando a su rastro. Luego de mantener el suspenso y aportar bastante humor en la descripción del excéntrico protagonista, la película se vuelve más convencional, aunque no por eso menos eficaz, en su segunda mitad, en la que tanto él como la contadora Anna Kendrick de la empresa que tenia que auditar son perseguidos por sicarios. A partir de ese momento, lo que hay que contar es más que nada la pila de mercenarios muertos por todas partes. El punto flojo del film es que, entre tantos flashbacks y personajes secundarios, hay abruptos cambios de clima y las más de dos horas de metraje se vuelven un tanto excesivas. Pero el personaje y la actuación de Aflleck son un gran atractivo para un thriller con muchos detalles originales y un gran elenco, empezando por el talentoso John Lithgow componiendo un villano especialmente creíble.
El nuevo protagónico de Ben Affleck tras su interpretación de Batman viene ahora con dirección de Gavin O'Connor (el mismo de Pride and glory y Warrior) y lo pone en el centro de una historia oscura y compleja. Christian Wolff es un talentoso contador debido a sus magníficas e innatas habilidades con la matemática. Pero además sufre de una especie de autismo que lo lleva a tener una vida solitaria y sin emociones. Es por eso que también es un talentoso asesino, su verdadera profesión. En “El contador”, el guión de Bill Dubuque (guionista de The Jugde) nos introduce al mundo de Christian Wolff desde su infancia, que está marcada por el abandono de su madre principalmente y, vamos descubriendo a medida que se sucede el film, el objetivo que su padre tiene para él. Aunque desde afuera se vea que hoy no es más que un contador que aspira a clientes pequeños, la narración, de a poco y de manera fragmentada, con mucho uso del flashback, no sólo lo muestra en el presente que lo cruza incluso con una joven contadora que en realidad siempre quiso ser artista (Anna Kendrick), sino que además sitúa otro personaje a la caza de éste. Allí entra en juego J. K. Simmons junto a una nueva ayudante (Cynthia Addai-Robinson) y ambos personajes continuarán agregándole, o intentando, profundidad al relato. Es que “El contador” parece tener mucho para contar, y en ese afán se termina perdiendo un poco. Es un policial, un thriller, con acción pero también mucha carga dramática ligada a vínculos familiares. Su protagonista, Affleck, no falla como el inexpresivo y solitario Wolff, personaje sin dudas interesante, pero el agregado de secundarios como el de J. K. Simmons y Addai-Robinson y sus consecuentes trasfondos sobrecargan la narración, termina queriendo ser más que sólo un juego de caza. También hay un atisbo de algo lindo junto al personaje de Kendrick, pero éste termina un poco desdibujado, una pena. Jon Bernthal (famoso por su interpretación de otro personaje de cómics, The Punisher) brinda su aporte con un misterioso personaje del cual no conviene revelar mucho más. Hay muchas cosas, muchos personajes, pero por ejemplo nunca hay un villano claro. No es ése el único problema que tiene la película. Más allá de su tono solemne y oscuro, la trama rebuscada lleva muchas veces a situaciones inverosímiles y muchas veces por lo tanto involuntariamente graciosas. “El contador” termina siendo una entretenida y bien dirigida película de acción. En cambio, con el guión de Dubuque pretenden entregar un relato oscuro y complejo que se termina perdiendo a medida que el rompecabezas comienza a tomar su forma, no obstante para esto se apela al uso y abuso de flashbacks y escenas sobreexplicativas. Sirve para pasar el rato, lo cierto es que las dos horas de duración no se hacen notar.
Ben Affleck es el protagonista de esta curiosa película de acción y suspenso en la que interpreta a un contador con Síndrome de Asperger (una forma muy funcional del autismo) quien, además de lavar dinero para mafiosos, puede convertirse en un perfecto asesino. Anna Kendrick, John Lithgow y J.K. Simmons lo acompañan en el elenco. EL CONTADOR no parece, en principio, el título más excitante del mundo para una película de acción y suspenso. Pero de algún modo funciona porque el gancho de la película es exactamente ese: ¿quién supondría que un perfeccionista contador podría transformarse en un letal asesino si no lo dejan terminar una cálculo impositivo o encontrar una deuda en unos libros contables? Solo en Hollywood, amigos. Lo curioso de todo esto es que, pese a la cantidad de situaciones imposibles que se acumulan en esta película, el asunto funciona bastante bien la mayor parte del tiempo. Hasta que, claro, no puede sostener la media docena de subtramas narrativas paralelas que maneja y no queda otra que resolver todo con unos clásicos tiroteos y una supuestamente sorpresiva pero muy previsible vuelta de tuerca al final. El filme de Gavin O’Connor cuenta varias historias a la vez, demasiadas. Tantas, en realidad, que mientras la miraba pensaba que la única forma de hacerle justicia a un guión tan denso en personajes y subtramas sería una miniserie o, directamente, una serie de varias temporadas. Es que hay personajes, posibilidades y caminos narrativos a tomar que tranquilamente podrían explorarse a lo largo del tiempo y no apretarse de forma un tanto pasada de rosca en dos horas de película. EL CONTADOR es la historia de un hombre que se hace llamar Christian Wolff (Ben Affleck) y que sufre un tipo de Síndrome de Asperger –una variable muy funcional del autismo– que le ha servido para volverse un extraordinario profesional en lo suyo, por la obsesividad mecánica que le pone a cada tarea y su capacidad de concentración absoluta. Si a eso se le suma que su padre, un militar retirado, consideró que la mejor forma de tratar la capacidad diferente de su hijo fue a través de un entrenamiento de artes marciales de combate (en lugar de los tratamientos más “progresistas” que proponía su mujer, que lo terminó dejando), veremos que Wolff es además una especie de arma letal: disparando, matando gente sin titubear, el hombre pone ese mismo foco y esa misma dificultad para “conectar” con los otros en acción. El problema es que sus talentos son utilizados por lo general por mafiosos internacionales para lavar dinero. Su aparición siempre un tanto oculto en varias fotos junto a peligrosos criminales lleva a las autoridades (J.K. Simmons) a preguntarse quién es ese hombre gris bien vestido y con un portafolios, pero no es fácil encontrarlo ya que el tal Christian cubre muy bien todos sus pasos y movimientos. Y mientras ellos lo buscan, Wolff toma un trabajo aparentemente limpio y legal que le encomienda la misteriosa voz con acentro británico que le funciona como gestora: encontrar una fuga de capitales extraña en las cuentas de una compañía que se dedica a la biogenética. Allí descubre varias cosas: que el trabajo tan limpio no era, que hay una contadora en la empresa (Anna Kendrick) que le hace perder un poco su obsesiva concentración e intentar “conectar” con ella y que a ambos los buscan para matarlos un grupo cuyo jefe operativo es un duro y violento sujeto (Joe Bernthal) cuyo jefe, razones y motivos desconocemos. O, si las conocemos, son tan confusas como difíciles de entender. Para que todas estas cosas se unan hacen falta un montón de diálogos de exposición y explicación, tratando que el espectador no se pierda en esta maraña de mafiosos, investigadores, traumas de distintas etapas del pasado, obsesiones peculiares del protagonista y así. En cierto modo uno podría considerar a EL CONTADOR como una especie de “historia de orígenes” de algún tipo de superhéroe del mundo real, uno que combina al Jason Bourne de Matt Damon –el gran amigo de Affleck– con el protagonista de UNA MENTE BRILLANTE o el propio RAIN MAN. Para Affleck es un rol perfecto, ya que es un actor que habitualmente proyecta muy poco con su mirada, lo cual funciona muy bien para un personaje que no puede ni mirar ni conectar con los otros y que se dedica, obsesivamente, a seguir con sus rutinas tratando de que nunca nadie las interrumpa ya que cuando eso sucede se transforma en algo parecido a Batman pero con una casa rodante en lugar de una “baticueva”. El director de WARRIOR se maneja muy bien en las secas y expeditivas escenas de acción y logra que, aún siendo conscientes de la cantidad de improbabilidades que se acumulan en la trama, sigamos interesados en la saga de Wolff, más que nada porque es un personaje poco común para este tipo de historias. Si bien hay en Hollywood una larga tradición de hombres silenciosos, antisociales, rutinarios y lacónicos que liquidan enemigos con brutalidad y precisión (la escuela samurai del hitman) ninguno de ellos tiene idea de cómo llevar organizados libros contables. Lo que es una lástima es que tanta trama y tantos actores se apresuren y/o desperdicien en escenas expositivas menores que solo sirven para que el espectador no se pierda del todo. Talentosos intérpretes como John Lithgow y Jeffrey Tambor –además de Simmons y la propia Kendrick– pasan por la película sin dejar demasiada huella ya que la mecánica narrativa obliga a que haya poco tiempo para profundizar sobre nada que no sea el curioso personaje principal. Con esa media docena de subtramas paralelas apuesto a que hay una miniserie mucho mejor que esta aceptable, por momentos intrigante pero no del todo lograda película.
Cifras que matan En "El contador", Ben Affleck interpreta a un genio autista que de adulto encontró en el armado de rompecabezas de cifras la manera de encajar en el mundo. El resultado final de la película es un tanto tibio pero el camino recorrido es diferente y merece una oportunidad.Christian Von Wolff fue un filósofo alemán que interpretaba que el caos reinante en asuntos de la sociedad y religión a principios del siglo XVIII podía solucionarse con el mismo racionalismo y sistematización que se utilizaba en matemáticas. Si bien la historia de “El contador” no toca puntos biográficos de aquel intelectual, toma su nombre como suelen hacer en producciones hollywoodenses- para referenciar la personalidad del protagonista: el Christian Wolff (Ben Affleck) del film es un genio autista que desde pequeño tuvo problemas enormes para relacionarse socialmente, y de adulto encontró en el armado de rompecabezas de cifras y de las economías domésticas, empresariales y mafiosas, la manera de encajar en este mundo, una suerte de equilibrio en su peculiar forma de ser. Infancia dura Desde pequeño, Chris ha tenido que soportar la educación militarizada de su padre. “Si algo le molesta lo que necesita es más dosis de ello”, dijo en respuesta a un médico especialista que le explicaba que ruidos estridentes, el tacto a algunas telas y luces podían provocarle una crisis. Ya de grande, él mismo se somete a terapias de música extrema, luces estroboscópicas (que se usa en discotecas) y frotándose madera sobre sus piernas. En los años que estuvo a cuidado de su progenitor, también fue sometido a un entrenamiento marcial al igual que su protector hermano. Como todo debe tener un sentido en este tipo de películas, lo que le fue enseñado le servirá cuando, al descubrir una fuga en una empresa que vale millones, comience a ser perseguido por criminales -liderados por Brax (Jon Bernthal)- que no quieren que nada salga a la luz. Todo se complica cuando decide ayudar a Danna Cummings (Anna Kendrick), una empleada que también conoce el secreto que encontró Wolff. Paralelamente, un agente policial (J.K Simmons) lo busca desesperadamente por tener información sobre la financiación de los mafiosos más importantes del mundo. Con un gran guión original y una por demás interesante propuesta, dos elementos casi imposibles de encontrar juntos en el cine yanqui por estos días, “El contador” comienza de gran manera, nos atrapa, pero tras pasar la mitad de la cinta, la profundidad cambia por una trama más superficial, y el drama deriva en una llana acción con un cuestionable vuelco -todo cada vez más simple y tirado de los pelos-. De todas maneras, la película del cineasta Gavin O’Connor sabe cómo embelesar, y sus climas superan a sus diálogos un tanto simplistas. El resultado final de “El contador” es un tanto tibio pero el camino recorrido es diferente y llamativo, y por eso merece una oportunidad.
Sin lugar para los débiles Sin ánimo de realizar comparaciones con la genial película de los hermanos Coen, sin embargo es dable decir que estamos frente a otra obra de personajes. En este caso, como en el anterior, todo se sustenta desde la construcción y desarrollo de los mismos. Desarrollo que debe su virtud al despliegue de los pequeños detalles, de cada uno que los instala tan verosímilmente cómo es posible. El filme abre con una escena dura en la que a una pareja un facultativo le informa que su hijo padece una grave enfermedad, por la que deberá quedar internado en esa institución psiquiátrica. El padre, un oficial del ejército de los Estados Unidos, que continuamente es trasladado, se niega a dejar a su primogénito en mano de los médicos. Esta primera escena será la primera de toda una serie de escenas retrospectivas que irán justificando, muchas veces de manera innecesaria, la actualidad del personaje principal. Christhian Wolff (Ben Affleck), pues de él se trata, es un contador, profesión muy ligada a las álgebras, y un profesional muy contactado a todas las corporaciones mafiosas conocidas, las que lo contratan para descubrir si hay circulación de flujos de dineros extraviados. En una de las ya mencionadas analepsis nos enteramos que el bueno de Christian sufre del Síndrome de Asperger, tipo de autismo funcional que le permite al sujeto llevar una vida aparentemente normal, en este caso simultáneamente ser un genio de las matemáticas. Su padre los educa, a él y a su hermano menor Brax (Jon Bernthal), bajo las estricta reglas de entrenamiento del ejercito, conformando dos súper soldados más que dos ciudadanos. Un Terminator y un Rambo, si se quiere. El punto es que Cristhian es casi un émulo de Anton Chigurth, el sicario del filme “Sin lugar para los débiles”, otro personaje autista, pero psicótico. Impasible al otro, sea éste quien fuera. Christian es intensamente buscado por los oficiales del tesoro del gran país del norte, Ray King (J.K.Simmons) y Marybeth Medina (Cynthia Addai-Robinson), pues saben de los secretos que posee. Mientras realiza una de sus habituales investigaciones empresariales conoce a Danna Cummings (Anna Kendrik), ella será su nueva colega y ayudante mientras tratan de salir vivos de la persecución de los agentes del tesoro, como de aquellos involucrados en el robo a la misma mafia, Francis Silverberg (Jeffrey Tambor), y de la organización contrincante, siendo su jefe supremo Lamar Black (John Lithgow, quien contrata al mejor asesino, que tiene a su cargo un regimiento de esbirros, sólo para detener a un simple contador. Toda esta descripción es para demostrar que el mayor valor de esta realización se encuentra en los personajes y las actuaciones, ayudado, o sostenidos, tanto por una eficiente forma de narrar la historia como de instalar a los personajes y sus respectivas motivaciones. Posiblemente lo más flojo de toda la producción sea el guión, bastante previsible, ya que no da indicios sino que planta huellas. Es tal la cantidad de variables puestas en juego, presentando demasiadas sub tramas que parecería ser que la intención primaria sea complicar al espectador en el armado mental del relato, pero todo es demasiado sencillo, por lo que debería ser sorpresa no funciona como tal. Sólo la constitución, construcción y desarrollo de nuestro anti héroe, devenido empáticamente en un ídolo romántico, esta por fuera de la medianía general de la producción, situación que parece deberse a la pericia en la dirección más que a la parte literaria. Gavin O’Connor (“Warrior”, 2011), el director en cuestión, pugna por que la cinta tenga un mayor equilibrio cuando circula del thrillers hacia el género de la acción, por supuesto que para que esto funcione debe estar apoyado en las actuaciones, en la que se destaca el nunca, hasta ahora, reconocido Ben Affleck. En definitiva, entretiene.
Hay algo no sólo inverosímil sino de mal gusto en el nuevo film de Gavin O’Connor (Warrior, El milagro), en gran parte responsabilidad del guionista Bill Dubuque, que hace dos años nos obsequió la insufrible El juez. Ben Affleck es Christian Wolf, un hombre de limitada capacidad vincular que gana su vida como contador… y asesino a sueldo. Los flashbacks muestran a Christian de chico, con autismo diagnosticado y un genial talento matemático, algo que recibe el rechazo de su padre, el típico yanqui que quiere ver a su hijo como un hombre de acción. Y la dupla Dubuque-O’Connor logra que Christian sea todo eso, junto. Wolf vive en una especie de casa rodante rodeado de lingotes de oro, armas de todo calibre y valiosos cuadros, y cada tanto recibe el llamado de un empresario (John Lithgow), ya sea para desentrañar un desbalance en el libro de cuentas como para hacer una tarea de “hitman”, y así resulta perseguido por un agente federal (J.K. Simmons) y un matón pesado (Jon Bernthal), mientras se engancha a una agente consultora (Anna Kendrick). Solo las buenas actuaciones amortiguan el merengue narrativo.
Un film entretenido con un brillante comienzo, pero que de a poco va haciendo agua. El suspenso es constante y cerca de los noventa minutos de proyección se aclara la historia del personaje principal, el cual está interpretado por Ben Affleck de un modo bastante...
Ya lejos de sus penosos días de Gigli, Paycheck y Pearl Harbor Affleck demuestra un profesionalismo impecable a la hora de interpretar a un personaje aislado en sus propios pensamientos debido a su autismo y si El Contador tuviera una simple definición seria pura y exclusivamente un show de Ben Afflack. Gavin O’Connor y Bill Dubuque – director y escritor del film, respectivamente – nos presentan una película interesante, entretenida y compleja como un rompe cabezas, pero justamente como tal, una vez que vemos todas las piezas, se vuelve lineal y predecible. Utilizando flashbacks para explicar la historia y el mundo de Christian Wolff (Affleck), el film se gana al público de forma instantánea. “El contador” trata de mantener un ritmo ordinario, su vida es como un reloj con un riguroso plan de actividades que lo llevan desde el punto A al punto B en precisión absoluta, pero, cuando conoce Dana (Anna Kendrick) ese reloj empieza a fallar y se genera un caos que pone en riesgo todo lo que el protagonista quiere.La película definitivamente, es el show de Affleck, los talentos que lo rodean no pasan desapercibidos; Jon Bernthal, J.K. Simmons, Jeffrey Tambor y John Lithgow son grandes nombres que saltan en pantalla y dan energía a la máquina de acción dela película,especialmente la subtrama que protagoniza el personaje Simmons y su protegida. El Contador es una película realista de una mente extraordinaria viviendo en mundo violento gobernando por un reinado económico. Grandes dosis de acción y unos giros argumentales extremadamente obvios a primera vistaimpactan de una forma positiva y negativa –respectivamente- al film. Dos horas que consiguen agradar al público, pero sin bombo y platillo.
Crítica emitida en Cartelera 1030-sábados de 20-22hs. Radio Del Plata AM 1030
El texto de la crítica ha sido eliminado por petición del medio.
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El Contador es una producción para vendernos (como si ya no lo hubiésemos comprado) a Ben Affleck como un héroe de acción super-poderoso, ya que su sola presencia en el filme opaca hasta la historia que, si bien está bien construida, puede no llegar a ser el entretenimiento que prometían sus avances, pero aún así, es un buen filme para ver y disfrutar.
John Wick: superhéroe autista. Formidable profesional contable de día, asesino implacable de noche. Claro, si uno ve un título y un slogan semejante en el poster de una película sale corriendo del cine, pero acá la idea de base la han camuflado bastante bien, convirtiéndola en un espectáculo muy pasable. En sí, es una historia muy estúpida - chico autista que es adoctrinado por su padre militar en las artes marciales mas peligrosas, amén de un impecable manejo de todo tipo de armas para canalizar su ira, y que se ha convertido en un autista funcional, recibido en la universidad y capaz de realizar trabajos analíticos / matemáticos impresionantes - pero, si uno muerde el gancho, termina disfrutando un espectáculo pochoclero bien armado y con algo de intriga. Rain Man se ha vuelto Terminator y, si bien no trabaja como asesino a sueldo, los hobbys violentos del pibe lo hacen una bestia salvaje e imparable a la hora de la refriega. Las balaceras divierten, Ben Affleck sobresale como el apático antisocial devenido un misterioso hombre de negocios relacionado con criminales de alta gama y altísima peligrosidad, y la historia entretiene mucho mas allá de venir algo traída de los pelos. En realidad la historia es un cliché ambulante, la cual es rescatada por el misterio que rodea al enigmático personaje central. Un autista genio devenido en un individuo funcional - aunque no completamente normal; es enfermizamente obsesivo, duerme con música heavy puesta al mango, no le gusta que lo toquen, come siempre lo mismo, tiene una fortuna en pinturas raras en un trailer escondido en un depósito (amén de tener armas de todo tipo y color) pero vive de manera espartana -, el cual es una computadora ambulante. Al tipo le encargan hacer una auditoría en una empresa de robótica que dirige John Lithgow y, al descubrir un chanchullo, todos los involucrados empiezan a desaparecer. Mientras tanto, en flashbacks, vemos como el personaje de Ben Affleck terminó por convertirse en lo que es ahora, lo cual es similar a la historia de origen de un superhéroe. ofertas software para estudios contables Si Affleck brilla con su cinismo y su adustez, el otro que deja su huella es Jon Bernthal - el nuevo Punisher de Netflix -, el cual hace de asesino agrio pero plagado de extraños códigos morales. En un momento presiona a un tipo para que se mande una sobredosis de insulina y espiche; pero, si grita, alerta a su mujer o se niega, no sólo lo va a reventar como un higo sino que también va a violar y matar a la esposa - aunque le repele forzar a una mina de 60 años -, con lo cual va a tener que trabajar mas y su fin va a ser mucho mas violento. Bernthal termina negociando con la victima una muerte pacífica a cambio de inmunidad a su familia, amén de que el seguro le dejara una sabrosa fortuna a la viuda. El tercer acto tiene sus incongruencias y termina de manera abrupta pero, a esa altura del partido, resulta perdonable. Es tan fascinante todo lo que relata el director Gavin O'Connor - ya sea por su ingenio o por su ridiculez - que uno lo deja pasar. Es un policial diferente y astante recomendable, aunque uno se agarre de la cabeza al ver a Ben Affleck - un civil con autismo! - disponer de un par de rifles antitanque Barrett calibre .50 y usarlos como hobby para dispararle a melones a un kilómetro y medio de distancia. Es algo así como que un discapacitado millonario tenga un bombardero stealth para sus vuelos de diversión los fines de semana, un detalle tan prepotente que termina resultando fascinante.
El súpercontador autista The Accountant es una propuesta inusualmente compleja en su género, porque intenta combinar narrativa y acción en una alquimia difícil de lograr en la pantalla grande. El resultado es mixto. Si bien no se trata de una mala película, queda la sensación de que podría haber sido mejor. A veces más termina siendo menos. En su intento por buscar originalidad, The Accountant cae en el exceso de pretensiones y en su tramo final pierde contundencia con resoluciones banales y giros bruscos, echando por tierra gran parte del desarrollo inicial. Incluso así, es justo decir que la propuesta logra introducir y dar cuerpo a su protagonista exitosamente, acaparando la atención del espectador durante casi tres cuartos de película. Pero la multiplicidad de personajes y sub-tramas terminan conspirando contra la historia y el relato se precipita hacia una conclusión vaga e inverosímil. The Accountant está, durante más de la mitad de su duración, muy por encima del promedio en el género y en su conclusión se desploma. Hay un alto contraste en su guión entre la introducción, el nudo y su desenlace, lo que finalmente termina restándole puntaje y disminuyendo su calidad. El saldo no es necesariamente malo, pero deja un sinsabor. Lo que podría haber sido una muy buena película de acción, termina apenas siendo un mero entretenimiento.
“El contador”: Quien mucho abarca Este drama policial comienza con un planteo de lo más atrapante: Raymond King (el oscarizado J.K. Simmons) es un agente gubernamental que trabaja para el departamento del tesoro y sólo quiere una cosa antes de retirarse en su aburrida carrera: atrapar a alguien que conoce como “el contador”. Para eso pone a su joven becaria a hacer el trabajo duro y tedioso de la investigación. ¿Quién es este enigmático personaje? Un supuesto genio matemático que audita a organizaciones como carteles narco o traficantes de armas para encontrar fugas y robos en sus propias filas. Naturalmente, este hombre tan buscado que últimamente utiliza el seudónimo de Christian Wolff es Ben Affleck. Pero para cambiar de rubro por un rato, Wolff decide tomar el caso de un cliente legal. ¿Por qué lo hace? No parece algo que haría una persona con su forma obsesivamente ordenada de vivir. Es que Wolff padece una especie de autismo que ha desarrollado su inteligencia al máximo pero lo hace incapaz de socializar muy bien que digamos. Siempre es mérito del director escribir un papel inexpresivo para un actor inexpresivo como Ben Affleck. Aun así no nos convence de los problemas psicológicos delicados de Wolff, y acaba siendo una de las peores interpretaciones de su carrera. A medida que avanzamos, descubrimos que el agente King no es el único que busca a Wolff. Un cliente insatisfecho ha contratado un grupo de asesinos a sueldo que rastrean al contador para terminar con su lucrativo negocio. Como para terminar de enredar las cosas, descubrimos que en su infancia fue criado junto con su hermano por un padre cruel que los forzaba a un duro entrenamiento físico. Es una combinación entre Daredevil y Karate Kid. Por lo tanto, el contador también sabe pelear y utilizar casi cualquier tipo de armas, lo que lo convierte en una perfecta máquina de matar además de un genio matemático. Demasiadas cualidades convierten a este personaje en una especie de superhéroe. Respecto al resto de los personajes, destacan por lejos el trabajo de J.K. Simmons y los breves momentos de aparición de Jeffrey Tambor que se roban la pantalla. Es una pena que no se haya desarrollado su personaje más en profundidad. Por otro lado, Jon Bernthal sorprende en su papel de asesino a sueldo. Podría haber creado una réplica de su Punisher y estaría bien, pero en su lugar creó un hombre de acción inteligente y calculador, pero sarcástico y con momentos de humor. Son estos tres los que salvan la película con sus magníficas interpretaciones. Y cabe mencionar el papel de Anna Kendrick que se parece bastante a los papeles que usualmente hace. Una película que arranca muy arriba, con un planteo más que interesante, pero que se va desinflando a lo largo de su extensión. El guión parece haber querido abarcar más de lo posible con su personaje principal, su estado mental y su pasado. Esto lleva a que ninguna cualidad de desarrolle realmente, sino que parece más un rejunte de características que no han logrado homogeneizarse para crear un personaje creíble o humano. La resolución no sorprende ni cierra la historia en forma satisfactoria, por lo que nos dejará gusto a poco. Una excelente idea con grandes actores, pero que se queda a mitad de camino.
Nace un nuevo John Wick "El Contador" es una nueva película de acción al mejor estilo "John Wick" o "Búsqueda Implacable". ¿Por qué? Porque tiene muchísima acción buena y cruda, de esa que nos gusta, y además presenta una trama que sin ser una genialidad logra introducir algunos elementos originales y atractivos para el espectador. El film se centra en Christian Wolff (Ben Affleck), un hombre con cierto grado de autismo que se dedica exitosamente al rubro de la contabilidad. Pero no es cualquier contador, es un prodigio de los números que por su condición y educación se ha convertido en el hombre de confianza, en lo que a números se refiere, de los tipos más poderosos y peligrosos del planeta. Cuando una importante empresa de robótica aplicada a la salud lo contrata para revisar sus balances por irregularides, se desatan una serie de eventos que derivarán en un final explosivo y surrealista que el espectador no esperará. Creo que en general la historia desde sus fundamentos es bastante absurda, pero está bien narrada, con una buena cohesión entre el presente y el pasado de nuestro protagonista. Hay algunos elementos que quizás parecen demasiado obvios el llegar al desenlace, pero creo que de todas maneras el final no es demasiado previsible para el espectador. La trama introduce cuestiones como el autismo y su relación con la sociedad, la educación familiar, la lealtad, la justicia por fuera de la ley y más. Al principio parece ser una propuesta más del montón, pero a medida que va avanzando el metraje la cosa se va poniendo bizarra y absurdamente interesante. El manejo de la acción está muy bien, con momentos de peleas espectaculares y buenas coreografías. ¿Cuáles serían los problemas más grandes de esta película? En primer lugar el timing. Llega un poco tarde a esta ola de films de acción con un único protagonista que se carga a todo el que se le interpone en el camino. Ya lo tuvimos al gran Bryan Mills (Liam Neeson), al más reciente John Wick (Keanu Reeves) o incluso a Frank Martin (Jason Statham), el transportador. Por otro lado, está el tema de que el guión no es de lo más verosímil. La historia es bastante rara y poco probable, pero está construida de cierta manera que la hace tontamente irresistible. Es un buen film de acción, sin grandes pretensiones pero bien elaborado, que divierte, mantiene interesado y hasta nos deja con la boca abierta en alguna que otra escena.