El próximo año el MCU (Marvel Cinematic Universe) cumplirá 10 años de vida, en estos años cada uno de sus héroes se vieron las caras y compartieron aventuras en donde todos ellos se enfrentaban con un enemigo en común a vencer, pero también cada uno de ellos tenían su propio film individual en donde se les sacaba más provecho a cada uno de estos. En el caso de Thor venía siendo de los más flojos dentro de esta gran franquicia creada por Marvel, por un lado la primera entrega había sido dirigida por Kenneth Brenagh, disfrute mucho de esa película, pero tras la segunda titulada “Thor: Un Mundo Oscuro” mi entusiasmo por este héroe resto varios puntos, ahora llega esta tercera entrega que logra dar en la tecla justa y entregar una película más que disfrutable. “Thor: Ragnarok” comienza con nuestro protagonista enfrentándose a Hela, quien se denomina a ella misma como la Diosa de la Muerte y que tiene decidido sembrar su reinado de terror en todo Asgard, nuestro héroe es vencido y enviado mediante un agujero interdimensional hacia Saakar, un lugar gobernado por Grandmaster, una persona que disfruta de las luchas y las apuestas, así es como el asgardiano se enfrentará con rivales y viejos conocidos mientras trata de volver a Asgard antes de que inicie el Ragnarok, un evento en donde toda la civilización asgardiana podría ser aniquilada para siempre. Taika Waititi tras “What We Do in the Shadows” y “Hunt for the Wilderpeople” fue convocado por Marvel Studios para que se ponga detrás de cámara, es así como Waititi tomó las riendas en dirigir su primer película de gran presupuesto. No es la primera vez que Marvel hace algo como esto, tomar la decisión de elegir a un director poco conocido y darle el poder de dirigir un blockbuster de estas características, por suerte el director neozelandés sale muy bien parado en esta y logra darnos la mejor película de Thor, dejando a sus dos anteriores entregas un paso más abajo. El guion que corre por cuenta de Christopher Yost, Eric Pearson y por ultimo Craig Kyle, basándose en los comics creados por Stan Lee junto con Jack Kirby, y es en esto donde el director también tuvo libertad en añadir su toque personal. Si uno tuvo la suerte de conocer la filmografía de Taika Waititi se darán cuenta de que el humor, es parte importante en sus historias, si hay algo de lo que me quejo del Universo Cinematográfico de Marvel es el humor en los momentos menos oportunos, pero al entrar a la sala para disfrutar de “Thor: Ragnarok” me tenía que olvidar de todo, sentarme en la butaca y disfrutar de lo que se venía y la verdad es que la pase muy bien, el humor que caracteriza a Waititi está presente en toda (pero toda) la película. Es, quizás esto lo que le faltaba al personaje para que terminemos simpatizando con él, si sos de los que para nada se siente conforme con el humor que se instala en este tipo de películas, es posible que no llegues disfrutar del todo esta cinta. El elenco del film, cuenta con varias caras conocidas y otras nuevas incorporaciones. Entre las nuevas , las que se destacan son la de Tessa Thompson como Valquiria, Jeff Goldblum como Grandmaster y la excelente Cate Blanchett como Hela, la villana a enfrentar en esta ocasión. Los primeros dos nombrados, están bastante correctos en sus papeles, en un comienzo Valquiria al inicio no fue tanto de mi agrado, pero sobre el final terminó por comprarme.Con respecto al personaje encarnado por Jeff Goldblum; es algo excéntrico, pero divertido. Es una lástima que Marvel siga cometiendo el mismo error una y otra vez, el de elegir a un buen actor (en este caso actriz) para el papel antagonista, Cate Blanchett tiene una buena performance, pero en cuanto dejamos de verla en pantalla, nos olvidamos por completo que es a ella a quien hay que vencer y cuando vuelve a tener peso sobre la película uno dice “Uh, me había olvidado que ella está ahí”.Sus momentos son buenos, pero me hubiese gustado verla un poco más. De los ya conocidos, fué todo un placer volver a reencontrarnos con Hulk/Bruce Banner (Mark Ruffalo) y Loki (Tom Hiddleston) quienes aquí logran dar lo mejor de sus personajes, atentos a las escenas de Hulk, son tan buenas que hasta llegan a opacar al protagonista. En definitiva, “Thor: Ragnarok” en sus 130 minutos de película logra ser entretenida y llevadera, no es de las mejores entregas de la gran franquicia creada por Marvel, pero en lo que se refiere a las entregas que componen esta trilogía, es sin ninguna duda; la mejor. No hace falta aclarar que hay quedarse en los créditos finales, en donde hay dos escenas por descubrir: una relacionada con la película y la última como un chiste para finalizar la cinta.
Sobre una muerte anunciada Y el sector más conservador de Hollywood, ese que siempre apuesta a seguro abrazando la fórmula comercial de moda, lo hizo de nuevo. Thor: Ragnarok (2017) es un producto tan aburrido e impersonal como todos los demás que le precedieron desde que los grandes estudios norteamericanos comenzaron con este fetiche insoportable de las películas de superhéroes. De un tiempo a esta parte el asunto se ha vuelto aún más trágico en primera instancia por el agotamiento absoluto del formato de base, en esencia debido a la catarata interminable de secuelas y engendros derivados, y en segundo término porque han arrastrado en este vendaval de mediocridad y estupidez a directores muy interesantes que definitivamente trabajan por el jugoso cheque y poco más, ya que esa repetición eterna de la pose canchera, las escenas de acción y los chistecitos bobos es el único principio rector. En esta oportunidad le ha tocado caer en desgracia a Taika Waititi, el gran realizador y guionista de Eagle vs. Shark (2007), Casa Vampiro (What We Do in the Shadows, 2014) y Hunt for the Wilderpeople (2016), tres propuestas que lo ayudaron a definirse como una suerte de versión neozelandesa de Wes Anderson gracias a su apego a los detalles extraños, tragicómicos y sensibles. Bueno, hoy los únicos elementos más o menos vinculados a su idiosincrasia -y que los productores de pocas luces le permitieron introducir- son un puñado de remates eficaces al paso y algunos cameos como los de Rachel House y el propio Sam Neill (ambos participaron en el opus previo del cineasta, un film de lo más hilarante y cálido). La insistencia con las autoreferencias de corte paródico, la unidimensionalidad de los personajes y otra pared de CGI neutralizan cualquier atisbo de una mínima profundidad. Por vigésima vez el guión, ahora a cargo de Eric Pearson, Craig Kyle y Christopher Yost, reincide en una amenaza que promete destruir todo lo conocido para siempre vía un cataclismo de enormes proporciones o algo así, circunstancia que hoy se limita a Asgard, la morada del protagonista (Chris Hemsworth continúa facturando a lo loco). La debacle en cuestión se desencadena por la muerte de Odín (Anthony Hopkins), padre de Thor y Loki (Tom Hiddleston), quienes descubren que tienen una hermana a la que no conocían -cual melodrama rosa de la tarde- cuando la susodicha se aparece como por arte de magia y resulta ser mucho más poderosa que los dos juntos. Así las cosas, Hela (Cate Blanchett) decide reclamar el trono de Asgard y en una de esas luchas aburridas termina enviando a sus hermanos a un mundo bizarro y feudal del que deberán escapar para defender su reino. Se podría decir que por momentos pareciera que Waititi reconoce que la realización es un producto mediocre y redundante porque él mismo sabotea algunas secuencias mediante un diseño de producción recargado y una banda sonora basada en un tecno pop ochentoso y deliciosamente ridículo, casi como un intento infructuoso en pos de salvar a la obra desde la iconografía kitsch. Sin embargo la película estaba muerta mucho antes de que el señor intervenga y como nadie hace milagros, lo que nos queda es un bodrio que recurre a clichés quemados como incorporar personajes foráneos (ahora les toca a Doctor Strange y Hulk) y elegir a actores que no calzan en sus roles (la enclenque Tessa Thompson nunca convence como una valquiria que pelea a la par de Thor). De hecho, lo mejor del convite por lejos es la participación de Jeff Goldblum, como el chanta regente del basurero freak a donde van a parar Thor y Loki, y la siempre genial Blanchett, ya que si bien lo de Hemsworth es digno, cada intervención de la muy bella señora -como la villana máxima del relato- tiene una fuerza escénica con la que el resto del elenco sólo puede soñar, salvo el inefable Hopkins…
Marvel lo hizo de nuevo Cuando vas a ver una película como Thor: Ragnarok hay dos posibilidades: ser fan de Marvel, sus comics y conocer de memoria todo el universo de personajes, o no. Caer como espectador común que de superhéroes solo toca de oído. Heme aquí, en esta segunda categoría yendo a ver una película que, en principio, no me genera demasiada expectativa. De hecho, hace poco vi la primera de Thor para entrar en tema… y tampoco me entusiasmo. Pero a veces el cine te da sorpresas. ¿De qué se trata Thor: Ragnarok? Thor está atrapado en otro extremo del universo sin su poderoso martillo, pero pronto deberá regresar a Asgard para detener a Hela, una despiadada villana que amenaza con acabar con su mundo. En el camino, Thor se reencontrará con su padre y librará una batalla junto a varios aliados para salvar a Asgard de la destrucción. Thor: Ragnarok, apta para todos Lo primero que puedo decir es que los fanáticos de Marvel se harán un festín, con la aparición de varios personajes a lo largo de la película. Lo segundo es decirte que Thor: Ragnarok resultó una sorpresa. Soy de la idea de que, aun cuando a uno no le guste el cine de superhéroes, si una película funciona, funciona. Y si es mala, es mala. Dicho esto, Thor: Ragnarok tiene varios aciertos que hacen que sea entretenida y amena para el público en general, fanático o no de Marvel. Una de las fortalezas del film es plantear un conflicto claro: Thor tiene que salvar a Asgard de las garras de Hela. A diferencia de otras películas que solo parecen tener guion como excusa para mostrar efectos especiales, Thor: Ragnarok no se va por las ramas y te mantiene en foco, entretenido, atento. Por supuesto que hay un uso espectacular de los efectos, pero sin que pase el límite de ponemos-efectos-que-explote-todo-no-importa-nada. Recuerdo que cuando vi Batman vs Superman me pasó eso: conflicto impreciso y pura explosión como intentando demostrar que pueden hacerlo. Ya estamos grandes para eso y afortunadamente el director Taika Waititi lo entendió bien. Esta tercera entrega de Thor tiene sus buenas dosis de humor, ya un clásico en el género. Al bonito de Chris Hemsworth, lo vuelve a acompañar Tom Hiddleston (¿acaso hay algo mejor que un personaje ambiguo?), Idris Elba y Anthony Hopkins. Se suman al elenco Cate Blanchett como Hela (siempre maravillosa) y Jeff Goldblum como Grandmaster. Y no es ningún spoiler decirte que también está Mark Ruffalo como Hulk. Hay dos participaciones más que prefiero no decir para no quitar la sorpresa, aunque los fans de Marvel ya sabrán a quienes me refiero. Conclusión sobre Thor: Ragnarok Entre tantas películas de superhéroes, Marvel sigue llevando la delantera. Con Thor: Ragnarok vuelve a demostrar que puede lograr el justo equilibrio entre guion, actuaciones y efectos, sin que ninguno de esos elementos pierda en detrimento de otro. ¿Querés pasar un buen rato de acción y entretenimiento? Thor: Ragnarok cumplirá con ello. Puntaje: 7/10 Duración: 130 minutos País: Estados Unidos Año: 2017
Demoliendo héroes La sensación que produce cada escena de Thor es que los que realizaron esta película odian al personaje, detestan las películas se superhéroes y creen que burlarse todo el tiempo del material es la forma más inteligente de contar la historia. Así que no solo estamos frente a una película mediocre, sino que además tenemos que tolerar más de dos horas de alguien que cree estar por encima del material de origen y de los espectadores. Ya bastante agotadora es la avalancha de película se superhéroes como para además tener que encontrarse con estas tonterías caras. Es verdad que hay otros géneros y lugares más recurrentes que los superhéroes, es el tamaño y el espacio que ocupan estos films lo que las hace un poco más molestas. Oh, sí, podemos buscar las conexiones entre todas las películas de Marvel, la continuidad de los guiones, las referencias constantes y los cameos que no aportan absolutamente nada. También podemos hacer sofisticadas interpretaciones políticas y sociológicas acerca de los subtextos que la película tal vez contenga. ¿Pero para que hacer tanto esfuerzo cuando la base de la película, su guión y la forma en que está filmada no tienen el más mínimo encanto? Es más útil dedicarle energía a otros films que tengan algo de coherencia y respeto por los espectadores. Hay muchos chistes malos, hay algunos aceptables y al final del metraje se puede decir que hay demasiados. Thor: Ragnarok es una comedia que utiliza una franquicia como excusa. A mí me sigue pareciendo un misterio el motivo por el cual alguien decide hacer una comedia a partir de eso. Porque claro, no todo es comedia, también tenemos una buena dosis de escenas de acción sin la más mínima gracia o tensión. La comedia es mala, el drama lo es aún más.
Thor Ragnarok: Los Defensores de Asgard. La Fase 3 del Marvel Cinematic Universe continua con la tercera entrega de las aventuras del Odinson. Ahora más colorida y con más secundarios. La mayoría de la crítica y el público detesta el personaje, y catalogan a Thor (2011) y Thor: The Dark World (2013) como las peores del UCM. Y es que a Thor no debes amarlo u odiarlo, sino adorarlo porque es el Dios del Trueno Asgardiano. Su tono melancólico, oscuro y solemne hacen que el Odinson no sea un personaje muy fácil de “tragar”; pero sus historias son de las mejores en el cánon comiquero y un determinante integrante de los Avengers. Lo que Disney hizo con Marvel en cine es bastante cuestionable, desde el punto de vista argumental e icónico/comiquero, dejando de lado esos personajes ambiguos y vetándolos de un lado humorístico que, si bien funciona (y muy bien) en taquilla, no es del todo satisfactoria para la gran mayoría de los seguidores de las viñetas. Para que quede claro: El UCM no es el cómic, aunque bien toma referencias y sagas para enmarcarse, dista mucho de lo que ofrece una buena saga en papel. Ya con este punto aclarado, Thor: Ragnarok toma el nombre de una de las sagas más controversiales y oscuras del Hijo de Odín (si bien hay varios “Ragnarok”, se toman muchas referencias al ‘Thor Vol. 2 #80-85’ de Michael Avon y Andrea Di Vito) y se mezcla con otra saga famosísima del Gigante Escarlata: Planet Hulk (Hulk Vol. 3 Nº 92-105), por citar los argumentos que más predominan en el film de Taika Waititi y dejando de lado varias referencias/Easter Eggs menos importantes. Al comienzo del film vemos a Thor (Chris Hemsworth) prisionero del maléfico Surtur, uno de los Demonios de Fuego en su planeta. Vemos un Thor desenfadado, histriónico, que nos pone en situación contándole a su inusual compañero de celda (aunque creamos que nos habla a nosotros, el destinatario del mensaje de sería casi un simbolismo del espectador promedio de los films de Marvel: un prisionero). Luego de lo que el rubio pasó en Avengers: Era de Ultron (Avengers: Age of Ultron, 2015), vagó por los 9 Reinos para intentar impedir el Fin de los Tiempos de Asgard, la profecía del Ragnarok. Luego de quitarle la corona a Surtur al ritmo de “Immigrant Song” de Led Zeppelin, Odinson regresa a su hogar para descubrir a su pueblo que Loki (Tom Hiddleston) en realidad se está haciendo pasar por el Padre de Todo. Chiste va, cameo viene, los hermanos llegan a la Tierra en busca de su padre. Recibiendo la ayuda del Doctor Stephen Strange (el imponente Benedict Cumberbatch) llegan a Noruega donde Odin (Anthony Hopkins) está en sus últimos días y advierte que Hela (Cate Blanchet), la Diosa de la Muerte, se liberará de su encierro junto con su muerte. Rápidamente llegamos a esta situación con la destrucción del Mjolnir por parte de Hela y a los hermanos separados en un viaje por el Bifrost que los deja varados en otro lugar del que poco conocen. Thor despierta en un basurero muy parecido al de Sector 9 (District 9, 2009) de Neil Blompkamp llamado Sakaar y es tomado por prisionero por una extraña mujer “recolectora de talentos” para el Grandmaster (Jeff Goldblum), un ser inmortal que divierte a su pueblo y se divierte con espectáculos de Gladiadores. Cuando el rubio Avenger es introducido al Grandmaster y ve que Loki está ahí hace rato, hace lo imposible para huir. Claro está que su hermano dice desconocerlo y termina con el pelo cortado y en la arena de lucha con un la sorpresa que el gran campeón del Grandmaster es nada y nada menos que Hulk (Mark Ruffalo), su “amigo del trabajo”. Sí, chiste nefasto. Luego de divertidas secuencias de pelea, Thor decide reunir un equipo para salvar Asgard de su malvada hermana Hela. Junto a él estarán Loki, Hulk y la recolectora que resulta ser una de las Valkirias (Tessa Thompson), un grupo de defensa contra amenazas asgardianas de la cual es la última de una lucha cruenta con la malvada Hela. Así, Thor: Ragnarok es un pastiche de sagas en el que poco destaca su nombre original, el cual es la profecía del fín de los tiempos de Asgard. Hay mucha mezcla de personajes, sagas, cameos de personajes y actores famosos también. Aún así, en sus secuencias más solemnes, el film logra establecer el drama que podía esperarse, con planos increíbles de los que Waititi seguro “homenajea” el cine de Zack Snyder; como esa batalla y caída de las Valquirias. Thor: Ragnarok no es un film perfecto ni mucho menos. Ni siquiera sus chistes lo son, incluso parecen metidos a la fuerza. Esto hace que sea la película menos personal del director neozelandés, pero igualmente, su pericia logra establecer un balance que no deja incómodo al espectador; aunque por momentos el ritmo sea un poco lento, no dejamos de sentir curiosidad por lo que va a suceder. En el factor actoral, Tessa Thompson es un gran descubrimiento; Jeff Goldblum es perfecto como un Grandmaster que parece más un ícono de una Rave Gay, pero se roba sus minutos en cámara. Tom Hiddleston, Mark Ruffalo, Benedict Cumberbatch y el mismísimo Chris Hemsworth aportan dinamismo y coherencia a sus personajes. Pero si vamos a hablar del némesis, la villana de turno, obviamente que el charm de Cate Blanchet hacen que empatices con Hela y sus propósitos. Thor: Ragnarok es un film disfrutable, por momentos lento, pero que quizás te saque una sonrisa. Se extrañan los días de Kenneth Branagh, pero ya sabemos que la maquinaria Disney seguirá apostando a la liviandad de estos productos, así este film es un engranaje más para la factoría del UCM. Sigue siendo insuficiente para algunos, pero increíblemente rentable. Y siempre, SIEMPRE hay que quedarse después de los créditos para ver las escenitas que conectarán a futuro, que en este caso son dos, y no inútiles como lo fueron en Spiderman: Homecoming (2017).
Un apocalipsis pop El tercer film sobre el Dios del trueno en la mitología nórdica y germana, basado las historias de las Eddas y en el popular comic de Marvel, escrito por Eric Pearson, Craig Kyle y Christopher Yost y dirigido por el realizador neozelandés Taika Waititi (Hunt for the Wilderpeople, 2016), construye una desquiciada historia alrededor del enfrentamiento entre Thor y su hermana Hela (Cate Blanchett), que regresa de su destierro tras la muerte del padre de ambos, Odín (Anthony Hopkins). Ante este conflicto fraterno y la inminencia del Ragnarok, batalla apocalíptica que refiere al fin del mundo en la mitología nórdica, Thor busca reclutar para su heroica empresa de salvación de Asgard, hogar del panteón de las deidades nórdicas, a su hermano adoptivo, Loki (Tom Hiddleston), dios impredecible y traicionero causante de casi todos los problemas del protagonista en los films anteriores, a Hulk (Mark Ruffalo), quien se encuentra atrapado en un planeta regido por un dictador hedonista al estilo del imperio romano que se autodenomina Gran Maestro (Jeff Goldblum), y a una Valkiria (Tessa Thompson), que también se encuentra en el planeta como cazadora de gladiadores para las batallas que se organizan en el coliseo. Waititi, un director que filma con una sensibilidad que combina crudeza e inocencia similar a la del realizador norteamericano Wes Anderson, busca en todo momento imponerle al film su idiosincrasia incluyendo escenas, personajes, y hasta a sí mismo como la voz de un gladiador revolucionario pesimista a la espera de una rebelión, cual un Espartaco de historieta cómica para romper con la banalidad de un guion aburrido y predecible. La película de superhéroes o dioses de Marvel tiene una historia de fondo que indaga en la construcción oficial, en general siempre ficticia y falsa, de una épica leyenda fundadora, en este caso utilizando la complejidad del carácter de Odín en la mitología, como dios de la guerra y de la muerte pero también de la magia, la poesía, la profecía, la victoria y la caza. Así entra en colisión un origen guerrero en el que Hela era la lugarteniente de la conquista hasta que Odín decide parar con las invasiones y establecer una paz entre los nueve reinos conquistados, expulsando y encerrando a Hela fuera de Asgard, su fuente de poder. Mientras que Hela solo piensa en la dominación y la sumisión, Thor y su amigo Heimdall (Idris Elba), dios guardián de Asgard y del Bifrost, el portal arco iris que permite acceder a la tierra de los dioses, buscan proteger juntos a los habitantes del ejercito de soldados caídos en batalla y resucitados por Hela y del temible lobo Fenrir. Siguiendo al pie de la letra la ideas más reaccionarias de la industria cinematográfica, el nuevo film de la saga de Thor busca lograr una similitud nostálgica a la fórmula del film Guardianes de la Galaxia (Guardians of the Galaxy, 2014) intentando repetir las claves del éxito de la saga también propiedad de Marvel, sin demasiada vergüenza, utilizando en esta oportunidad música de sintetizadores pop en medio de un mundo en el que la miseria y la opulencia se combinan como en la realidad que vivimos. Thor: Ragnarok (2017) es un film cándido, divertido por momentos, con muy buenas interpretaciones en general, en especial de una desperdiciada Cate Blanchett, que busca entretener sin demasiadas pretensiones al igual que la mayoría de los films de estas características. Paradójicamente esta cuestión no cuaja con la historia de fondo ni con los intereses del director, con lo que se genera un opus híbrido con interesantes intenciones y salidas que se diluyen en una obra banal, que se pierde en sus propias falencias, no sin aciertos momentáneos que se desvanecen rápidamente amagando salir tibiamente de la mediocridad, aunque sea por un breve instante, para desprenderse de la ideología obcecada de los superhéroes de la actualidad.
Thor Vol 1, 153 a 159), un relato independiente de la entrega anterior, aún cuando el fenómeno de adaptaciones Marvel no estaba en boga. En esta oportunidad se suman Vengadores (“Hulk”), villanos de turno (Cate Blanchett), que no hacen otra cosa que reforzar la historia y la narración. Dejando de lado su solemnidad, el humor se apodera del universo de Thor, creando un espectáculo visual de entretenimiento para toda la familia, con referencias nostálgicas por todos lados (Bruce Banner con su remera de Duran Duran, por citar sólo una) y efectos especiales atrapantes.
¡POR ODÍN! El Dios del Trueno vuelve más divertido que nunca, gracias a un director que sabe dejar su sello. De todos los héroes del universo cinemático de Marvel, el Dios del Trueno venía siendo el más maltratado cinematográficamente. Ni Kenneth Branagh con “Thor” (2011), ni Alan Taylor con “Thor: Un Mundo Oscuro” (Thor: The Dark World, 2013) lograron que el público se enamorara del personaje como ocurrió con sus otros compañeros de equipo; y ni hablar que sus aventuras en solitario son de lo más soporífero del conjunto. Kevin Feige –amo y señor de Marvel Studios- encontró la solución a este problema dejando que un director menos convencional se hiciera cargo del asunto y plasmara su visión sin tantas concesiones como ya lo hicieron James Gunn y sus “Guardianes de la Galaxia” o Scott Derrickson con “Doctor Strange”. El elegido es el neozelandés Taika Waititi, todo un personaje en sí mismo responsable de “What We Do in the Shadows” (2014) y “Hunt for the Wilderpeople” (2016), que acá hace su debut en el cine pochoclero y las grandes superproducciones sin intimidarse en lo más mínimo. El realizador y actor (no olvidemos que apareció en “Green Lantern”) supo encontrarle la vuelta al personaje explotando la vena más humorista de Chris Hemsworth, en vez del drama familiar shakesperiano de aquella primera entrega. Sí, “Thor: Ragnarok” (2017) se acerca muchísimo a la estética y el ritmo de “Guardianes de la Galaxia”, pero lo lleva todo al extremo y se anima al absurdo, aunque no escapa de la fórmula superheroica tan establecida por el MCU. Olvídense del impacto de los villanos, Marvel siempre se la juega por sus héroes, y a pesar de que la Hela de Cate Blanchett está a la altura de una buena historia, sus actos y motivaciones se quedan un poco cortos en el conjunto. “Thor: Ragnarok” es, en esencia, una aventura de redención para todos estos personajes que deben encontrar su verdadero lugar en el mundo. Claro que ese lugar es Asgard, pero ahora está amenazado por el Ragnarök, básicamente “el fin del mundo”. Waititi no pierde su tiempo explicándonos donde anduvo metido Thor durante estos años de ausencia, al menos desde “Avengers: Era de Ultrón” (Avengers: Age of Ultron, 2015), y arranca la acción con nuestro dios encarcelado en algún lugar del universo. Su captor es el demonio Sutrur, villano encomendado para cumplir la profecía de la destrucción, pero también un boca floja que lo pone al tanto de la desaparición de Odín que dejó vulnerable a Asgard. Thor logra zafar de este lío y vuelve al hogar para desenmascarar a su (medio)hermano Loki (Tom Hiddleston) que, obviamente, usurpó el trono de papá. Las cosas se descontrolan –con la innecesaria aparición de Stephen Strange (Benedict Cumberbatch), incluido- y Odín (Anthony Hopkins) ya va rumbo al Valhalla sin poder evitar la liberación de Hela, Diosa de la Muerte. No vamos a andar revelando todos los quilombos familiares de esta historia, pero Hela logra aumentar su poder gracias a la energía de Asgard y toma enseguida el control, mandando a los hermanos a la otra punta de la galaxia. Para Thor significa Saakar, planeta liderado por Grandmaster (Jeff Goldblum), un simpático tirano que gusta del sangriento enfrentamiento entre gladiadores, y tiene al mejor campeón bajo la manga. El reencuentro entre Thor y Hulk (Mark Ruffalo), la presentación de Valkyrie (Tessa Thompson), las intervenciones de Korg (Waititi), todo funciona a la perfección y corta la oscuridad y la solemnidad de las entregas anteriores dándonos a entender que esta es una aventura muy diferente, (re)cargada de humor y súper acción, aunque por momentos se olvida de la historia y se vuelve excesiva. “Thor: Ragnarok” es, incluso, más divertida que “Guardianes de la Galaxia”, pero por momentos se pierde entre tanto entretenimiento y efectos especiales (algo que no puede evitar, lo sabemos), y se olvida de la trama y una antagonista que espera sentada en Asgard ese tercer acto y un enfrentamiento que tardan bastante en llegar; pero cuando lo hacen reafirman esta noción de destacar al héroe por encima de todas las cosas, poniendo un poco en ridículo tanta villanía. Es la fórmula de Marvel, y funciona, acá más que nunca adornada por una banda sonora electrónica que no abusa de las canciones ni la nostalgia, sino que impregna todo de una extraña modernidad. Waititi se rodea de un elenco que trabaja como mecanismo de reloj, y se agradece la frescura de estos nuevos/viejos personajes que hasta ahora no habían tenido tanto lugar para brillar entre los conflictos del Capi y Tony Stark. Pero no hay que dejarse engañar por los espejitos de colores y los chistes a buen tiempo; y aunque “Thor: Ragnarok” es una de las mejores apuestas del MCU, no puede evitar cierto descuido en el conjunto de su trama y una narración que prefiere la diversión antes de dedicarle más minutos al desenlace de los conflictos. Como buena comedia, le escapa al drama, pero esta falta de equilibrio es lo que trastabilla al final, restándole un poquito de puntos. A pesar de las pequeñas fallas, queremos más de Taika en este (y en cualquier) universo, aplaudimos el desenfrenado humor de Chris Hemsworth, esperamos más personajes femeninos patea traseros (con Valkyrie y Hela nos quedamos cortos), y esa química no forzada entre protagonistas. Thor consiguió la película que merecía, aunque perdió un Mjolnir en el proceso.
¡Una más de Thor! Esta vez el Dios del Trueno junto a Loki deberán enfrentarse a su hermana, Hela. La desgraciada no solo le rompió el martillo a Thor, lo que demuestra que es más fuerte que ellos, sino que también los envió a otro mundo, donde a uno lo encuentra una Valquiria que lo vende como luchador y el otro hermano se codea con los de arriba (se imaginan quién es quién, ¿no?). La cosa se puso interesante cuando en el primer combate Thor tiene que pelear con Hulk, él hacía dos años que estaba verde así que no lo conoció. En el film nos encontramos con los personajes de siempre: Thor (Chris Hemsworth), Hulk (Mark Ruffalo) y Loki, (Tom Hiddleston), quienes actúan con total naturalidad. Estos tres actores ya llevan en la piel el papel de cada uno; existe entre ellos esa chispa actoral que va más allá de la amistad que podrán tener fuera del set. Gracias a ellos llegas a amar la película. Hablando de esta nueva villana, Hela, interpretada por Cate Blanchett, voy a destacar al que se haya encargado del maquillaje y vestuario, ya que con solo eso me creí que era malvada, además de que Cate es una buena actriz. Eso lo digo porque también la vi en el papel de buena interpretando a la elfa Galadriel en las tres películas del “Hobbit” de Peter Jackson. Mark Mothersbaugh se encargó de la musicalización, la cual fue en todo momento acorde a cada situación, en cambio Javier Aguirresarobe estuvo al mando de la fotografía, donde sinceramente algunas escenas estuvieron muy buenas y otras carecieron de poder. La película en sí me pareció comiquisima desde el comienzo al final, tiene un excelente reparto como les conté anteriormente, pero en un momento se vuelve densa. De todas maneras, por experiencias pasadas comprobé que es una maldita costumbre que tienen las películas de Marvel de extender las cintas al máximo, es algo que tendría que modificar porque puede llegar al hartazgo en el futuro, por más fanáticos que sean de los superhéroes de este estudio. Tiene dos escenas post créditos, las cuales no salen de la historia de la película, pero en una tenemos un pequeñísimo pantallazo de “Avengers: Infinity War”. Si bien me reí en ambas escenas, esta vez no me gustaron, esperaba muchísimo más y es una lástima que se pierda este toque que Marvel siempre tuvo al final de sus films.
Thor Ragnarok explota al máximo el talento para la comedia de Chris Hemsworth (los que han visto la nueva Ghostbusters saben que lo hace muy bien), la locura de su irreverente director y el carisma y talento de su elenco para entregar un espectáculo de ciencia ficción diseñado para divertir a todo el mundo. Así como el Ragnarok es un ciclo de muerte y resurrección para la cultura nórdica, Thor Ragnarok revitaliza a un personaje que venía bastante flojo y de capa caída. Cuando nada bueno espera en el horizonte, a veces es mejor romper todo y empezar de vuelta. El Universo Cinematográfico de Marvel (MCU) está cerca de cumplir 10 años y se aproxima a la veintena de películas en su haber. Con un amplio abanico de propuestas que mantienen una misma línea y tono, pero de “sabores” y estilos distintos (el thriller de espías de Capitán América y el Soldado del Invierno, la space opera de ciencia ficción presente en Guardians of the Galaxy, una heist movie con Ant-Man) hace que el formato de “pelis de superhéroes” no se agote tan pronto —aunque una cierta fatiga de la crítica especializada para con el género es bastante notable, ningún film fue un decidido fracaso de taquilla y las audiencias masivas suelen salir más que satisfechas—. Sin embargo, uno de los eslabones de la cadena del MCU quedó marcado como el más débil de todos. Hablamos de Thor, el dios del truebo. Un Avenger legendario que blande el poderoso martillo Mjolnir y en sus dos aventuras en solitario no logró capturar del todo la magia de sus raíces mitológicas ni la aprobación generalizada del público y la crítica (al día de hoy Thor: The Dark World es la película peor criticada del MCU) como si lo hicieron sus compañeros de equipo. En su primera incursión Kenneth Branagh intentó con un tono más épico y diálogos cuasi shakespereanos, pero más allá del carismático elenco y un villano memorable, la película fue recibida con tibieza por parte del público, más como un paso necesario para poder llegar al film de los Avengers. La segunda aventura en solitario de Thor nos ofreció un antagonista aburrido y vacío, un comic relief molesto y espantoso (sí, estoy hablando de vos Darcy), un secundario que se roba la película y termina siendo más interesante que el protagonista (Loki) y un guión que no sabía que hacer con el interés amoroso (tanto es así que de esta película en adelante la doctora Jane Foster, interpretada por Natalie Portman, desapareció del mapa sin decir adiós y sin dejar rastro). Lo mejor del personaje se vio en sus participaciones junto a sus compañeros Vengadores. La dinámica de equipo, su espíritu jocoso y la relación con los demás héroes sacaron a relucir la mejor cara de Thor. Es una lástima que hasta el momento no pudieran sacarle el jugo a su rica mitología y las posibilidades que ofrece su trasfondo nórdico. Para esta nueva entrega Kevin Feige convocó al director neozelandés Taika Waititi (What We Do In The Shadows 2014, Hunt For The Wilderpeople 2016), hombre reconocido por su talento para la comedia con cierta sensibilidad dramática en films de menor presupuesto. Como quedó de manifiesto con el cambio de logo, la película también cambió su enfoque. Lo que parecía que se perfilaba como un relato épico y bastante tradicional sobre la caída de Asgard termina deviniendo en una aventura espacial con la (posible) destrucción del reino como condimento. Thor (Chris Hemsworth) regresa a Asgard después de viajar por el cosmos. Tras su visión durante Age of Ultron el dios del trueno está dispuesto a evitar el Ragnarok, la profecía que indica la destrucción de todo Asgard. Tras enfrentarse a Surtur (Clancy Brown), quien le afirma al dios nórdico que el Ragnarok se acerca y él no podrá evitarlo, Thor descubre que su hermano Loki (Tom Hiddleston) estuvo reinando en Asgard durante su ausencia y el paradero de Odín (Anthony Hopkins) es desconocido. La desaparición de Odín es acompañada por más malas noticias, Hela (Cate Blanchett), la diosa de la muerte ha despertado y planea quedarse con el trono de Asgard para conquistar los nueve reinos y todo el universo. Thor deberá detenerla, pero antes tendrá que encontrar una manera de escapar de Sakaar, un extraño planeta regido por Grandmaster (Jeff Goldblum) donde será forzado a luchar en una arena de gladiadores contra el mismísimo Hulk (Mark Rufallo). Thor: Ragnarok bien podría haberse llamado “Las Locas Aventuras de Hulk y Thor por el Universo”. La película rescata lo mejor de la estética cósmica creada por Jack Kirby y el encanto desfachatado de las historias de ciencia ficción más dementes de la silver age comiquera. Thor Ragnarok no le escapa al humor y tampoco le tiene miedo a abrazar el ridículo inherente en la historia y en la propia naturaleza de sus personajes (un gigante verde berrinchudo que rompe todo, un tipo que vuela sobre un puente de arcoiris revoleando un martillo) y ahí está la mano de Taika Waititi. El cineasta neozelandés tiene un timing y una prodigiosa habilidad para el humor absurdo y hasta se da el lujo de lanzar unos cuantos remates no tan ATP como el resto de las películas del MCU (una acidez más cercana al humor de Guardians of The Galaxy, de James Gunn). Thor: Ragnarok es por lejos la mejor de las tres películas del Avenger nórdico, la que se aleja de la fórmula de épica clásica asgardiana que tan poco cautivó al público y lleva a los personajes hacia nuevos horizontes. Por lejos también, una de las más divertidas y disfrutables películas del MCU. Su propia falta de seriedad y la voluntad de reírse de sí misma la llevan a ser un producto bastante único dentro de un universo de películas bastante similares. El contraste entre la acción antigua y asgardiana y la aventura de ciencia ficción pura y dura no se siente chocante ni desbalanceado. Simplemente es una historia que sucede en dos ambientes muy distintos. Los personajes nuevos funcionan muy bien: Cate Blanchett se divierte y parece disfrutar su rol de villana sádica y enferma de poder. Hela es amenazante y a la vez cautivadora debido al encanto natural de la actriz. Tessa Thompson interpreta a una valquiria caída en desgracia que trabaja para Grandmaster como una cazadora de guerreros para arrojar a su torneo de gladiadores. El soberano de Sakaar es un hedonista adicto a las fiestas y a la adoración que su pueblo le profesa, a los que mantiene domados con pan y circo. Jeff Goldblum le da rienda suelta a todos sus manierismos actorales y compone un antagonista totalmente extravagante. Hulk pasó años en Sakaar disfrutando su vida de guerrero campeón, decidió dejar atrás al debilucho Banner y sus traumas y nunca volvió a transformarse. Quienes tengan un oído atento, durante un momento particularmente emotivo podrán escuchar unos segundos del theme song de la clásica serie de televisión The Incredible Hulk (gran guiño por parte de Waititi). Y hablando de música, el soundtrack creado por Mark Mothersbaugh es de las mejores que se hayan escuchado en una película de Marvel. El compositor y ex lider de la banda de new-wave Devo matiza las escenas en Asgard con música orquestal bastante clásica, pero cuando la acción se traslada al planeta Sakaar aparece un pop de sintetizadores que nos retrotraen a las épocas de futurismo ochentoso.
Thor Ragnarok es una comedia y por momentos se parodia a sí misma. Punto. Imposible no arrancar el análisis por ahí ya que el tono en este tipo de films es todo. En lo particular a mi me molesta mucho esto. Corta todo clima solemne y posible drama. Lo vengo diciendo hace rato: la fórmula Marvel es un éxito, un relojito Suizo pero al mismo tiempo subestima al público en totalidad. No hace falta que la película sea para todos, para todo el público. Por otro lado, en cuanto a la historia, es llevadera, simple, lineal y tranquila. Busca entretener mucho y lo logra con creces. Es imposible que la pases mal. Asimismo, tengo una objeción muy grande que hacer en cuanto a la justificación muy paupérrima sobre la ausencia de Jane (Natalie Portman). Un simple “nos dejamos” no alcanza. Era un personaje con mucho peso y motivación del protagonista en las dos entregas anteriores. El cameo del Dr Strange es simpático pero arbitrario. Cumple y te deja con ganas de ver más esa dinámica. Hay otros cameos (muy graciosos) pero sería un gran spoiler mencionarlos. En cuanto a los efectos, quiero destacar la poderosa identidad visual que tiene este film. Fue un gran acierto inspirarse en el inigualable Jack Kirby, gran prócer del comic, para los diseños de vestuario, decorados, armas, etc. Una estética maravillosa que los fans van a disfrutar mucho. El director Taika Waititi hace un buen trabajo y le da cierta impronta aún permaneciendo dentro del manual de estilo de Marvel. Los protagonistas bien consolidados pero con sus respectivos personajes muy exacerbados. Chris Hemsworth por momentos es el comediante que hizo en el reboot de Cazafantasmas (2016), pero aún así su carisma es indiscutida. Por su parte, el gran favorito Tom Hiddleston brilla una vez más como Loki. Personaje que se sigue reinventado debido a su popularidad y clamor de los fans. No sucede lo mismo con el resto del cast, Anthony Hopkins tiene apariencia de desgano e Idris Elba con participación muy reducida, ambos cumplieron y terminaron su contrato. Dasy Sif (Jaimie Alexander) con ausencia inentendible y sin explicación, y Los Tres Guerreros con un hecho que no comentaré. Otra gran inconsistencia con las dos películas anteriores. Obvio que el gran atractivo en esta oportunidad era Hulk, y la verdad que Mark Ruffalo tiene momentos geniales tanto como la bestia verde o como Bruce Banner. La otra gran novedad es Cate Blanchett como la villana Hela, y aunque un poco sobreactuada, su papel es vistoso. Claro que queda lejos de un villano con desarrollo pero no hubiera encajado en esta película. Otro tema que me llamó la atención y que sé que será motivo de enojo de los fans de la vieja escuela, es la poca importancia al Ragnarok, que es nada menos que el fin del mundo y que en los comics ha sido tratado de manera mucho más completa y compleja. Aquí parece una mera excusa. En definitiva, Thor: Ragnarok funciona muy bien como comedia pero ese género es incompatible con la historia que se tendría que contar y con el personaje, aunque parezca lo contrario porque está bien ejecutada. Es entretenimiento ligero y fácil.
Con mucho más humor y referencias en torno de los súper héroes del Universo Marvel, donde no existe el menor temor al ridículo y a la parodia, llega esta apasionante interplanetaria aventura. El Dios del trueno deberá enfrentarse a la Diosa de la muerte Hela para poder salvar Asgard, ante el desborde de fuerzas y sin su poderoso martillo, ya en Saakar (planeta reinado por Grandmaster) se rencontrará con viejos conocidos, rivales en eventos de lucha entre poderosos gladiadores, pero la máxima batalla que deberá enfrentar nuestro protagonista Thor será regresar a Asgard donde el inminente Ragnarok pone en riesgo el fin de ese planeta, con pérdida de ojo incluido. El elenco, la producción, los efectos logrados, el despliegue audiovisual, todo ese combo es fantástico, lo que me parece que puede tener ciertos inconvenientes es esa necesidad de hacer referencias a otras producciones, con cargas de humor que por momentos suenan muy bien venidas y acertadas, pero esconden a mi entender lo que podría ser el principio del fin. La fórmula sufre ciertos desgastes cuando se hace reiterativa. Entiendo que como cierre de esta trilogía es muy acertada, tal vez es momento de replantearse a futuro donde poner el foco para subir la vara.
Desterrados. El nudo argumental principal de Thor Ragnarok se desarrolla teniendo a sus dos protagonistas como expulsados de su tierra de origen, Asgard, cayendo en un planeta salvaje del que deberán huir para salvar a su terreno de la destrucción. Algún paralelismo podemos trazar con la historia de Taika Waititi. Además de poseer algún record de humor por segundo, las películas de Marvel se caracterizan por contratar -tanto delante como detrás de cámara- a profesionales de cierto prestigio… para exigirles que se adapten a su modelo. Esto vuelve a suceder en Thor: Ragnarok. En las interpretaciones vamos a tener “el placer” de ver a Cate Blanchett, Mark Ruffalo, Benedict Cumberbatch, Jeff Goldblum y Anthony Hopkins (entre algún otro talentoso) cumpliendo con los cánones del autodenominado MCU (Marvel Cinematographic Universe) de componer personajes clichés y encorsetados (en todo sentido); si bien, por lo menos, parecieran divertirse durante el rodaje. Algo similar sucede detrás de cámara, esta vez con Taiki Waititi. Aunque en este caso, el asunto de la diversión está más en duda. Waititi dirigió tres películas maravillosas en su Nueva Zelanda natal, películas de género que juegan a la comedia de un modo delicioso, muy original y divertido. Habiendo saltado a la fama con el boom mundial de Casa Vampiro, Disney/Marvel se lo trajo para sus arcas. El resultado, si bien tiene ese componente de película de género jugando a la comedia, está lejos de los resultados antes obtenidos. El director de Hunt for the Wilderpeople se da hasta el lujo de hacer alguna referencia a su propia filmografía, quizás extrañando tiempos de mayor libertad. Hollywood lo limita y le impone la misma fórmula que Marvel viene aplicando a cada una de sus películas con la excusa de estar todas integradas por una gran red (ese MCU). Más allá de algunas variaciones (más propias de la características de cada personaje), cuesta diferenciarlas unas de otras. Historia de tres hermanos: Thor Ragnarok toma las bases de algunas líneas del cómic sobre el Ragnarok (la destrucción del mundo asgardiano según la mitología nórdica) creado en los ’80 por Walk Simonson, le adosa en partes el mítico Planet Hulk, y dibuja el resto. Lo que da por conclusión lo siguiente: Una muerte pone en una encrucijada a Thor (Chris Hemsworth) y Loki (Tom Hiddleston), quienes en ese momento descubren que tienen una hermana, Hela (Cate Blanchett). Por supuesto, Hela es codiciosa, poderosa y vengativa, y solo querrá algún tipo de venganza. A esta altura debería sonar alguna cortina musical de Paz Martinez para indicar el fin de un capítulo, pero sigamos. Hela desea el trono de Asgard y por eso destierra a Thor y Loki, quienes terminan del otro lado del universo, en una suerte de tierra sin ley aunque bastante tiránica. En este momento, en Saakar harán su aparición el Gran Maestro (Jeff Glodblum) que los someterá a tener que enfrentarse en una suerte de lucha de gladiadores, y Hulk (Mark Ruffalo), convertido en el máximo de los gladiadores. Thor, que no cuenta con su martillo, debe regresar a Asgard antes de que sea tarde. Una y otra vez: El guion de Thor Ragnarok, escrito a seis manos por Eric Pearson, Craig Kyle y Christopher Yost, no abunda en originalidad ni mucho menos, se limita a ser lo básico y esencial para desarrollar las escenas que quiere en un marco harto conocido. En lo que sí abunda es en pseudo humor. Thor Ragnarok -como cada una de las películas del MCU- se nota más preocupada por incorporar todo tipo de guiños y gags (donde puede y como sea) que en construir algo sólido. Su misión principal es ser un fan service, y lo hay para todos los gustos de la cultura pop. Estéticamente hay reminiscencias al Flash Gordon de Dino De Laurentis y a algún producto estilo clase B de esa década, pero solo en su envase y no en su espíritu (todo lo contrario de lo que podíamos decir de un producto estrenado la semana anterior como Geo-Tormenta). Hay links a los cómics, a las otras películas del universo marveliano, una música que suena a tecno ochentoso pero del feo (muy feo), y hasta a la propia filmografía del director como mencionamos antes. Todo aquel que quiera que le den una palmadita confortable en la espalda, la va a tener. Los actores parecen divertirse, y los de gran trayectoria cumplen aun sintiéndose en un grado bastante menor al habitual. Waititi no se toma muy en serio su labor y lo que hace es una obra sobrecargada, exagerada, y hasta algo burda. En cierto punto, este tono desprejuiciado favorecerá a la asimilación del resto de lo que tiene para ofrecer. Una sosa montaña rusa de chistes viejos, escenas de acción no del todo logradas (aunque comprensibles) y una sobrecarga de CGI hasta en lugares innecesarios. Las tres películas de Thor, diferentes entre sí, cumplen con una extraña trilogía de ser lo menos inspirado de una factoría que no cuenta con demasiada inspiración; como si no supiesen qué hacer con el personaje. Conclusión: Thor Ragnarok pudo haber aprovechado a su director Taika Waititi y aprovechar esa veta humorística que tanto les gusta para hacer un producto libre y bizarro (en el uso anglosajón del término). Lamentablemente la industria se impuso una vez más, lo que da por resultado otra película plástica y desangelada. Fanáticos incondicionales del MCU, vayan por ella.
La esperada tercera parte de la saga de Thor no decepcionará a sus fanáticos. Luego del primer film en 2011 y “Thor: Un mundo oscuro” (2013) llega “Thor: Ragnarok” con una propuesta fresca y contundente. A Chris Hemsworth se lo ve cada vez más cómodo y afianzado en su rol protagónico, alcanzando la empatía y personalidad que solo unos pocos personajes de superhéroe han logrado. El tono de comedia es probablemente el rasgo más fuerte y novedoso de la película. Los guiños y chistes irónicos que aparecen esporádicamente en el género de acción y de superhéroes, aquí es constante. Prácticamente se trata de una película de comedia que incluye escenas de acción. Lo cual puede sonar extraño, pero en este caso funciona. El tono menos solemne hace que las poco más de 2 horas no resulten demasiado y las escenas típicas de superhéroes no sean lo único que sostenga el relato. Sobre todo cuando ya vimos muchos minutos de este tipo de films en los últimos años y los sofisticados efectos por computadora, las poses y cámaras lentas dejan de sorprender. La historia se basa en la irrupción de Hela (Cate Blanchett), la diosa asgardiana de la muerte y relacionada inesperadamente a través de un vínculo con Thor y Loki. Ella querrá recuperar el carácter guerrero e imperialista del pueblo asgardiano con un poder tan grande que ni siquiera el martillo de Thor podrá hacerle frente. Para combatirla tendrá que sumar fuerzas de compañeros ya conocidos como Hulk, pero sobre todo de su entorno más íntimo ligado a su lugar de origen, Asgard. El rol de su padre Odín, interpretado por Anthony Hopkins, será importante para estimular la reflexión e impulsar la confianza de su hijo. Se destaca Tessa Thompson como Valikiria. Los fanáticos ya saben que a través de las redes ella hablo del carácter bisexual de su rol, no se ve en la película, pero generó revuelo. El entorno de Thor es muy rico en personajes bien representados que contribuyen al tono gracioso del film: Grandmaster (John Golblum), Korg (interpretado por el director del film Taika Waititi), Doctor Strange (Benedict Cumberbatch), un divertido cameo de Matt Damon y por supuesto Hulk y Bruce Banner en la piel de Mark Ruffalo. Una aventura de humor y acción de la mano de buenos actores y personajes. (A.S.)
Thor: Ragnarok, de Taika Waititi Por Jorge Barnárdez Después de dos películas fallidas y varias participaciones en la historia de The Avengers, alguien se preguntó qué era lo mejor que se podía hacer con Thor, el hijo de Odín y hermano de Loki, el nórdico que anda con pollera y un martillo volador. La decisión fue olvidarse de lo que se había hecho hasta ahora, de ese tono mortuorio que desde que Christopher Nolan se hizo cargo de Batman y que se esparció por todo el universo de los superhéroes, sumándole ahora una nueva dirección. El rumbo decidido tiene antecedentes cercanos: Deadpool y Antman, dos películas dedicadas a personajes del universo Marvel que se despegaron de toda idea de realismo y de verosimilitud. Así que lo lanzaron a Thor al espacio y se encomendaron a lo que el destino quisiera. Y el destino quiso que en el camino de olvidarse del pasado apareciera el director neozelandés Taika Waititi, una suerte para el destino del hombre con martillo. La tercera película del asrgardiano arranca con el protagonista encadenado en un planeta desconocido y a partir de ahí, lo que ocurre es pura demencia, una trama enloquecida que reinventa el mundo de Thor, revive a su hermano Loki (Tom Hiddestlon), vuelve sobre la conflictiva relación con su padre (Anthony Hopkins) y hace que comparta aventuras con Hulk (Mark Ruffalo). Todo ese cóctel lo mezclaron con una galería de villanos muy divertidos comandados por Hela, interpretada por una desmadrada Kate Blanchet. Thor: Ragnarok resulta un batido explosivo que combina una puesta en escena descomunal -en este punto caemos en cuenta que es mejor no contar para mantener la sorpresa- para que finalmente se haya llegado a un buen relato, digno de un héroe con historia, en un film que entretiene en serio desde la posición de tomar el mundo Marvel y darle una vuelta más de rosca. THOR: RAGNAROK Thor: Ragnarok (Estados Unidos, 2017). Dirección: Taika Waititi. Guión: Eric Pearson, Craig Kyle y Christopher Yost. Intérpretes: Chris Hemsworth, Tom Hiddleston, Cate Blanchett, Idris Elba, Jeff Goldblum, Tessa Thompson, Karl Urban, Mark Ruffalo, Anthony Hopkins, Benedict Cumberbatch. Producción: Kevin Feige. Distribuidora: Buena Vista. Duración: 130 minutos.
Thor de la Galaxia Thor – Ragnarok (2017) representa una corrección de curso para la serie menos llamativa de los estudios Marvel, despojando al héroe finalmente de toda pretensión de seriedad - la primera película estaba dirigida por el Shakespereano Kenneth Branagh - y adoptando un ritmo y humor más de la línea de Guardianes de la galaxia (Guardians of the Galaxy, 2014). Lo cual demuestra que no hay productora en Hollywood que no esté dispuesta a imitar a Marvel para reavivar la llama de su franquicia. Incluyendo la propia Marvel. “Ragnarok” está a la altura del tipo de dibujito que entretendría a niños un sábado a la mañana. Es rauda, colorida, inofensiva e inconsecuente, salvo para alimentar recreos con discusiones sobre quién ganaría en una pelea, ¿Thor o Hulk? Con dos bombas en su haber, el Avenger verde es considerado veneno de taquilla, y se lo mete en la tercera película de Thor como quien encarga una tarea trivial a un empleado incompetente. Si cumple suficientes mandados tal vez Hulk algún día recupere la confianza de sus jefes en poder encabezar su propia trilogía. La historia posee una estructura elemental: el villano comienza una pelea con el héroe y el héroe la termina al final de la película. Todo lo que ocurre en el medio es relleno y burbujas de colores; podría durar el doble así como la mitad. En cierto sentido es refrescante ya no tener que pretender que a Thor (Chris Hemsworth) le queda algo por aprender sobre trabajar en equipo o usar sus poderes responsablemente. “Ragnarok” se deshace del planeta Tierra y Natalie Portman como quien corta el lastre de un globo y libera al Dios del Trueno para que se pase la película yendo de planeta en planeta encontrándose con todo tipo de alienígenas y paisajes exóticos. Como parte de las renovadas ínfulas cómicas del personaje, gran parte de la película está abocada al humor. Los resultados son mixtos. Thor y el resentido Loki (Tom Hiddleston) forman un buen dúo vodevilesco, Jeff Goldblum hace de Jeff Goldblum, y es divertido ver a Thor intentar congraciarse con Bruce Banner (Mark Ruffalo) insultando a Hulk y viceversa. Pero la película tiende a repetirse más allá de lo gracioso, abusando del mismo chiste demasiadas veces (alguien está por decir algo serio o hacer algo heroico y de repente son humillados) y en general explotando ad nauseam toda fuente de comedia. Se desperdicia a Cate Blanchett en el papel de villana, porque su rol en la película es dedicarle monólogos informativos a su único súbdito y proporcionar una legión de no muertos para que los héroes masacren sin culpa en la batalla final. Tiene una buena introducción, y Blanchett es inmejorable en lo que haga, pero como está escrito el personaje no antagoniza al héroe a lo largo de la película, ya que éste se la pasa preso en otro planeta atendiendo obstáculos circunstanciales. Con su rápido bombardeo de monstruos, peleas, locaciones y personajes, “Ragnarok” entretiene sin llegar a aturdir (a diferencia de los peores blockbusters de Michael Bay) y es tan vivaz que hace que las anteriores películas parezcan aún más lúgubres. Desde que existe este cine que la crítica abusa aquella frase de Macbeth, “un cuento contado por un idiota, lleno de sonido y furia que no significa nada”. William Shakespeare sobrevive en Thor después de todo.
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La tercera fue la vencida En Thor: Ragnarok el hijo de Odín buscará la manera de detener el Ragnarok: la profecía que predice la destrucción de Azgard y toda su civilización, en esta ocasión, causada por Hela (Cate Blanchett). Bajo la dirección de Taika Waititi (Hunt for the Wilderpeople), Thor llega a su película definitiva bajo un manto de humor, entretenimiento y una mirada irónica sobre sí mismo y los films superheroicos. Como Winter Soldier (2014) marcó un antes y un después a la hora de presentar a un personaje como el Captain America, Ragnarok se posiciona como la película definitiva en su trilogía para definir la personalidad del héroe como también el contexto con el cual se desarrolla. Thor: Ragnarok es de por sí una película muy alejada a lo ya visto del personaje como también de los Avengers principales. Taika Waititi entendió las incongruencias y dificultades de llevar a la pantalla a un personaje como el Dios del Trueno, desde su vocabulario poco propenso para la época actual como su carácter mitológico. Su adaptación, tal vez forzosa para coincidir y estar en sintonía con films como Iron Man (2008) o Hulk (2008), provocaban no alcanzar a mostrar la mejor faceta del personaje. En Ragnarok, el humor de Waititi aparece y sobrevuela en cada escena y en los diálogos entre los protagonistas, rápidos, astutos y no tan permeables y digeribles para todo el público, como así fue el caso en The Avengers (2012). Thor: Ragnarok es una comedia superheróica que se ríe de escenas, momentos y lugares comunes del cine de este género y hasta de sí mismo, pero sin llegar a burlarse como así ocurre en Deadpool (2016). Thor: Ragnarok se desarrolla bajo un pulso filme sin bajar los decibeles, con una duración óptima de 130 minutos. Tanto su aparato visual como sonoro hace mella de los viejos videojuegos de los 80s como también a Tron: Legacy (2010). La música original de Mark Mothersbaugh lleva el film a otro nivel, entendiendo a la perfección el clima propuesto desde la dirección por Waititi y Javier Aguirresarobe en la fotografía, en una amplía paleta de colores claros, fluorescentes e impactantes. Sin embargo, aunque tenga mucho de comedia y se empeñe en desarrollar un camino bajo el humor y la acción, Thor presenta el capítulo más dramático de su historia. A pesar de disimular por los constantes chistes e ironías, los hechos en Ragnarok emprenden un camino de ida sin retorno para cada uno de los personajes y sus acciones. La tragedia, el destino y el inevitable camino del héroe presentarán un contexto poco utilizado por el género para presentar otro desenlace para la película. En esta vía, Chris Hemsworth encontró el equilibrio perfecto de este héroe nórdico y el universo Marvel, demostrando que tan bien le sienta la comedia y el humor, en este caso, tan irónico y particular de Waititi que hace recordar a Casa Vampiro (2014). En el cuidado de cada uno de los personajes Waititi también marcó la diferencia en Ragnarok: Hela (Cate Blanchett), -quien representa a Muerte, amante de Thanos en los cómics- se presenta como la antagonista sin límites, carcomida por la venganza y con un acérrimo pedido al trono y destrucción de Asgard. Blanchett conforma una villana cruel, despiadada e indestructible y ambiciosa de poder. A su vez, Tom Hiddleston y Mark Ruffalo siguen la línea propuesta por el director para exponer una posición crítica desde el humor y la sátira sobre sus propios personajes. El cast, compuesto por Anthony Hopkins, Benedict Cumberbatch y Idris Elba entre otros, funcionan a la perfección para dejar en claro lo que representa cada uno de sus personajes. Tal vez Thor: Ragnarok (2017) no sea del agrado popular por su grado de humor despreocupado e hilarante y no tan fácil de apreciar para todo público -como desarrolló en una formula funcional Marvel– pero genera una estética narrativa, visual y sonora única y diferente a las demás, en un film entretenido que no deja respiro entre la acción y las risas.
Comedia ligera de la saga, otro tanque de Marvel Tras la solemne Thor (2011), fallido intento de Kenneth Branagh por mezclar el espíritu de Shakespeare con el universo de superhéroes; y Thor: Un mundo oscuro (2013), del impersonal Alan Taylor, esta tercera entrega de la saga protagonizada por el dios del trueno, personaje tomado de la mitología nórdica, resulta -en la comparación y por sus indudables hallazgos- una notable evolución. No es que Ragnarock sea una obra maestra (incluso reitera ciertos lugares comunes de la franquicia), pero estamos ante una comedia de acción ligera y entretenida. Aunque no es la primera vez que Marvel apuesta por la comedia (el Iron Man de Robert Downey Jr. y la saga de Guardianes de la Galaxia son ejemplos previos), el mérito del talentoso director neozelandés Taika Waititi (el mismo del falso documental Casa vampiro) es el modo en que acentúa y potencia el espíritu lúdico -por momentos incluso autoparódico- para que el disfrute pase más por el humor que por la espectacularidad de la acción, el festival de efectos visuales generados por computadora o la complejidad de la trama. En el inicio del film, Thor vuelve a Asgard y descubre que su hermano adoptivo Loki (Tom Hiddleston) está vivo. Pero el lugar del villano no será esta vez suyo sino de la medio hermana Hela (Cate Blanchett), diosa de la muerte y heredera al trono del padre Odin (Anthony Hopkins). Ni Blanchett ni Hiddleston (ni tampoco el Doctor Strange de Benedict Cumberbatch ni el Heimdall de Idris Elba) están demasiado aprovechados, pero como compensación aparecen el Bruce Banner de Mark Ruffalo (excelente la pelea de su Hulk con Thor), los aportes hilarantes de Tessa Thompson como la rebelde guerrera Valquiria y de un grandilocuente Jeff Goldblum como el Gran Maestro, y, claro, la simpatía que aporta el cada día más eficaz galán Chris Hemsworth en el papel protagónico. El resto es más o menos lo de siempre (que no es para nada despreciable): desde los cameos (el mítico Stan Lee, la Viuda Negra de Scarlett Johansson) hasta largas secuencias de lucha contra gigantescas criaturas fantásticas con música rock de fondo, pasando por las infaltables escenas adicionales ubicadas en la mitad y al final de los créditos de cierre. Marvel no defrauda a sus fans.
Dios del trueno y la comedia Sin abandonar la acción ni el universo de Los Vengadores, la tercera película de Thor se ríe de sí misma. La primera escena de Thor: Ragnarok es una declaración de principios. Ahí tenemos al héroe en dificultades, pero no tan preocupado como para privarse de romper la cuarta pared y decirnos algo así como “te preguntarás qué hago encadenado en esta jaula y cómo llegué a esta situación”. Enseguida se revela que en realidad le está hablando a un esqueleto, y es como si nos estuvieran avisando: esto no va a ser tan transgresor como Deadpool (que, entre otras incorrecciones, se la pasaba dialogando con el público), pero el espíritu es ése. Hay al menos tres formas eficaces de poner a volar y pelear a gente con capas, trajes de lycra y superpoderes sin caer en el ridículo. Una es mostrarlos como seres humanos especiales pero conflictuados (la saga X-Men, Logan). Otra variante parecida es llevar todo a un extremo de violencia y oscuridad existencialista (trilogía del Caballero Oscuro, de Christopher Nolan). La tercera es abrazar el ridículo y reírse con ese tipo musculoso y volador. Este último fue el camino que los estudios Marvel/Disney tomaron para Thor: Ragnarok. No es casual que el director elegido haya sido Taika Waititi, que codirigió (y protagonizó) la desopilante What We Do in the Shadows (2014), una sátira sobre vampiros en clave de falso documental. En varias entrevistas, el neozelandés citó como máxima influencia a Rescate en el Barrio Chino, aquel delirio ochentoso de John Carpenter, con Kurt Russell. Podrían agregarse más: la principal, por el tono juguetón, es el Batman de Adam West, con una villana sexy (Cate Blanchett), un villano psicodélico (Jeff Goldblum, en un gran regreso) y trompadas en serio pero no tanto. Otra podría ser Flash Gordon -o tantas películas de ciencia ficción de los ‘70/’80- por esos escenarios espaciales berretones, de plástico, en este caso con toda intención. En este elenco de primera, Chris Hemsworth muestra que sus dotes de comediante están a la altura de sus bíceps. Es tan capaz de ser gracioso como de dar la talla de superhéroe, dualidad clave para que la película, aun cómica, no deje de pertenecer al universo de Los Vengadores. Hay una trama “seria” bastante respetable -aunque se hace larga- y, entre otros guiños, aparecen Doctor Strange y Hulk (tiene grandes momentos), como para que ningún fanático pida que le devuelvan el dinero de la entrada.
Big trouble in little Marvel Thor: Ragnarok (2017) es la quinta película de la tercera fase del Universo Cinemático de Marvel -MCU para los entendidos- y la decimoséptima entrega de este ya bastante atiborrado compendio de films. ¿Por qué atiborrado? Es la primera vez que tenemos tres películas del mencionado universo en el mismo año. ¿Era necesaria una tercera en solitario de Thor? ¿Vale la pena como producto de entretenimiento? Respondiendo respectivamente a cada una de las preguntas: no y sí. En esta vuelta, el Neozelandés Taika Waititi –Casa Vampiro (Want we Do in the Shadows, 2014), Hunt for the Wilder People (2016)- se pone al mando desde la dirección y arma un relato donde los momentos de comedia inconexos funcionan mejor que la estructura general. Simplificando la trama, podemos decir que tras lo vivido en Thor: Un Mundo Oscuro (Thor: The Dark World, 2013) y Los Vengadores: Era de Ultrón (Avengers: Age of Ultron, 2015), Thor debe evitar que la nueva villana llamada Hela (Kate Blanchet) destruya Asgard y se cumpla la profecía más trágica de todas, aquella conocida como Ragnarok. Como bien indica el Camino del Héroe, durante su primer enfrentamiento con Hela, El Dios del Trueno no puede hacerle frente, su martillo es destruido y termina estrellándose -literalmente- en un extraño planeta donde se cruza con Hulk, su colega de los Avengers. La cuestión es que Thor deberá buscar la forma de regresar a su tierra natal antes de que Hela arrase con ella. En un proceso al cual se podría definir como guardianesdelagalaxización, esta nueva entrega de los estudios Marvel pone todas sus fichas en el costado más cómico, liviano y caricaturesco del género de aventuras: mucho color, muchos personajes pintorescos y música cuidadosamente elegida para acompañar las secuencias más dinámicas. Su estructura narrativa parece remitir a un capítulo serial antes que una película. Pensémoslo de este modo: si Thor fuese una serie, veríamos Ragnarok y diríamos: “¿Te acordás del capítulo en el que Thor se encuentra a Hulk en ese planeta raro?”. El primero acto y el tercero se encargan de desarrollar la trama principal, mientras que el acto intermedio se siente como un paréntesis en el cual Waiti quiso divertirse con los personajes y regalarnos momentos entretenidos sin ningún otro tipo de aspiraciones. Cate Blanchett da la sensación de estar pasándola fenomenal interpretando a la villana de turno; primera villana femenina del MCU, entendiendo a la perfección lo que un rol de estas características demanda, si bien Marvel sigue entregando enemigos algo endebles a nivel guión. Los cameos están a la orden del día -incluida la ya clásica aparición de Stan Lee- y son bien recibidos en esta película que prepara el terreno para la llegada de Avengers: Infinity War en 2018. Canalizando el espíritu del Flash Gordon de los ochentas e incorporando el tono Guardianes de la Galaxia, Thor: Ragnarok es un entretenimiento cuya función está fuera de cuestionamiento, si bien a gran escala no llegue a ser una obra culmine del género.
Después de una olvidable segunda parte, la nueva película de Thor tenía la tarea de desempatar el partido que jugó esta trilogía en el resto del Universo Cinematográfico de Marvel. Con una película de presentación al mejor estilo shakespeariano de Kenneth Branagh y una secuela que no estuvo a la altura de las circunstancias, Thor: Ragnarok (2017) viene a inclinar la balanza para el lado del humor, cerrando así la trilogía más desprolija de todo el MCU. Anticipada, sobre todo por su contenido estilístico y por el fervor que despierta siempre un director independiente a cargo de una franquicia multimillonaria, la campaña publicitaria de la película se sostuvo en los pilares fundamentales de cualquier película que se precie de taquillera en estas épocas: una estética retro, referencias a la cultura pop y música que acompañe el combo nostálgico. Algo muy similar a lo que hizo en su momento Guardianes de la Galaxia (Guardians of the Galaxy, 2014) y repitió con éxito este año en su secuela. Al igual que aquélla, Thor: Ragnarok tiene que recordarle permanentemente al público que seguimos dentro del Universo Cinematográfico que Marvel viene construyendo hace ya casi diez años, para no perdernos en este mundillo psicodélico de planetas alienígenas, naves monstruosas y seres extraños. Pero tiene muchos más elementos para hacerlo, incluyendo a dos de los mismísimos Avengers, que explota a base de chistes autorreferenciales y comedia de situación. Las aventuras de Hulk y Thor, para los más chicos, y los chistes subidos de tono, para los más grandes. Todos contentos. A fin de reforzar la idea de que seguimos en ese universo tan esmeradamente construido, la película retoma la escena post-créditos de su nuevo protagonista: el Doctor Stephen Strange (Benedict Cumberbatch) y utiliza algunos recursos muy divertidos para recordarnos en qué quedó todo luego de aquella olvidable segunda parte. Algunos giros a la trama y ya tenemos la justificación para todo un capítulo nuevo en la historia del -hasta hace poco- Avenger menos popular. En esta entrega, además, Marvel se hace eco del desatendido reclamo tras casi una década sin protagonistas femeninas, a excepción de una decorativa Black Widow (Scarlett Johansson) y una tibia Scarlet Witch (Elizabeth Olsen). Es así como incluye a una poderosa guerrera devenida en cazarrecompensas con un previsible pasado y aún más previsible futuro, que sin embargo le hace mucho bien a la dinámica de la película. Y una carismática villana encarnada por Cate Blanchett, desaprovechadísima en un papel que podría haber sido glorioso si no le dieran las migajas del tiempo sobrante en pantalla. Con algunos personajes demás y algunos conflictos de menos, olvidando la solemnidad de la primera y el sinsentido de la segunda, con sus típicos villanos y monstruos marvelitas que parecen demasiado poderosos para ser derrotados por el (o los) héroes (o heroínas) de turno, con mucho autobombo y un insistente abuso de sintetizadores, la película se las arregla para no ser un despropósito absoluto sino más bien una de las entregas más divertidas del MCU y -notablemente- una que ha aprendido a darle a sus directores cierta soltura de movimiento en pos de incluir productos con más personalidad en este ecléctico pero sólido universo.
El neocelandés Taika Waititi, detrás de un proyecto Marvell-Disney, estuvo a cargo de la tercera película dedicada al superhéroe del martillo. Una ecuación que promete. El hombre viene de hacer la desopilante What we do in the shadows, aquella del documentalista que registra la vida cotidiana de una casa en la que conviven vampiros. Y la estupenda Hunt for the wilderpeople, con el gran Sam Neill, en la que demostraba que podía contar una historia en el borde entre el drama y el humor, y hasta, con sutileza, borronear los límites del realismo. Por su parte, Thor-hijo de Odín, hermano del resbaloso Loki, es acaso el menos gracioso de los vengadores, el más solemne. En su último episodio, The Dark World, los chistes no conseguían inyectar frescura en su magnificada lucha contra el Mal. Watiti filmó en Australia y con algunos actores "propios" (Rachel House, Sam Neill), sobre guión ajeno. En su nueva aventura, que estrena hoy, Thor está preso y sin martillo, pero pronto tendrá que ponerse al frente del salvataje de la gente de su planeta, amenazada por el Ragnarok, la destrucción total provocada por su poderosa y malísima hermana, Hela (Cate Blanchett, extraordinaria). También Loki anda por ahí, terminando de dibujar el culebrón familiar que late al mismo ritmo que la aventura galáctica. En su viaje, Thor cae en un lugar dominado por The Grandmaster (Jeff Goldblum, divertidísimo), que se entretiene con su circo de gladiadores, y ahí no conviene contar más. Ayudado por una valkiria alcohólica y un grupo de presos mutantes, Thor avanzará hacia el enfrentamiento con Hela, que lleva una cornamenta en plan maléfica y carece de piedad. Waititi, y su estupendo elenco, entregan gags y humor deadpan al por mayor, en una coctelera chispeante de cultura pop y referencias al propio universo. Chistes destinados a reírse de todo el disparate junto y de cada tipo de personaje separado. Hay grandes, desopilantes momentos en este Thor, que confirma, valga la redundancia, lo buena idea que es convocar a cineastas con ideas, para entregarles proyectos millonarios como este: los Russo, James Gunn, John Watts. Waititi hace su cine, ahora con gran presupuesto: su historia se cuenta con un ritmo y una frescura tales que uno no puede sacarle los ojos de encima: lo está pasando demasiado bien. Y sus actores transpiran tanta humanidad y tienen tan buena química, que se olvida el hecho de que estamos frente a un tanque de marketing y fx. La espectacularidad al servicio de la historia. El humor funciona como blindaje: no deja lugar al síndrome de agotamiento por exceso de efectos especiales y Grandes Batallas Finales que amenaza con acabar con el interés por las pelis de superhéroes. Si el subgénero tiene sobrevida, debe ser por acá, por este camino entre el vintage y la bajada a tierra -ejem- de personajes que nos interesen más allá del gran espectáculo. Y con Led Zeppelin al palo.
Probablemente no le suene el nombre del realizador neocelandés Taika Waititi. Sin embargo, es bien conocido en el circuito independiente por varias películas notables, comedias todas que se ríen de la cultura pop y se han vuelto icónicas. Algo más interesante en este caso es que a Waititi no parece importarle demasiado la historia sino cómo reírse no “de” sino “con” lo que está narrando. Aquí aplica el criterio al universo Marvel, que nunca ha sido demasiado solemne (salvo en un par de ocasiones, la comedia abunda en estas películas de superhéroes, y es muy probable que esa sea la clave del éxito), y logra una antología de momentos cómicos notables. Lo que menos importa es la parte épica, por supuesto, aunque está y divierte a su modo. En cambio, Blanchett haciendo de hipervillana (la Muerte misma) o Jeff Goldblum en estado de gracia, aportan algo nuevo, un segundo grado paródico que no deja de ser interesante. Ahora bien, más allá de un diseño bien comiquero, hay algo que no termina de funcionar del todo: la duración. El juego y la diversión se untan como manteca en una tostada demasiado larga, porque interviene el negocio y todo tiene que ser hipergrande. Waititi se ríe de la gigantografía espacial, pero cede al marketing en la del tiempo. Y eso, en muchos casos, disuelve el efecto. De todos modos, hay algo de ligereza en esta película que se agradece y la pone aparte de lo que vemos cada jueves.
El Dios del trueno regresa alejándose del tono serio de sus predecesoras, con mas gags de humor, mucha auto parodia y un empalagoso uso de los FX al que se suma una banda sonora ochentosa. Thor: Ragnarok es la tercera incursión en el cine, en solitario, del famoso Dios del Trueno popularizado por Marvel Comics, tras Thor -2011, Kenneth Branagh- y Thor: El mundo oscuro -2013, Alan Taylor-. Siguiendo el estilo de las ultimas producciones del universo Marvel, en especial Guardianes de la Galaxia, Thor: Ragnarok se aleja del tono serio de sus predecesoras y agrega mas gags de humor, mucha auto parodia, una estética con colores sicodélicos y empalagoso uso de los FX sumado a una banda sonora ochentosa con muchos sintetizadores que entretiene y por momentos divierte, pero no deja de ser una aventura ligera y anecdótica que, sin embargo, resulta ser la mejor de las tres películas filmadas sobre el personaje en solitario. Thor: Ragnarok se sitúa cronológicamente dos años después de lo sucedido en Vengadores: La era de Ultrón y tras evitar el Ragnarok -una suerte de apocalipsis-, Thor -Chris Hemsworth- regresa a Asgard para descubrir que la despiadada y todopoderosa de su hermana Hela -Cate Blanchett- usurpa el trono y destierra al Dios del Trueno, enviado como prisionero hasta el otro extremo de la galaxia. Sin su martillo, el mítico y poderoso Mjölnir, y a merced del lunático Gran Maestro-Jeff Goldblum- que rige el planeta Sakaar, Thor tendrá que luchar por su vida como gladiador reencontrándose con su antiguo aliado y amigo vengador Hulk -Mark Ruffalo. Entre la ligereza de la aventura, tramas predecibles, personajes que no convencen -como la chatarrera/valkiria de Tessa Thompson o Skurge de Karl Urban-, el empalagoso uso de los colores sicodélicos y abuso de los FX, terminan sobresaliendo Cate Blanchett interpretando a la malvada Hela, el excéntrico Jeff Goldblum como el Gran Maestro, Hulk y un Bruce Banner que termina robándose escenas clave. El enfoque cómico y por momentos mundano con el que dota a los protagonistas -como las conversaciones de niños malcriados entre Thor y Hulk o Thor y Loki-, lo ridículo de algunas situaciones que dan lugar a la auto parodia y una banda sonora al ritmo de sintetizadores ochentosos, que incluye temas como "Ragnarok Suite", "Hela vs Asgard", "Arena Fight" o "Devil’s Anus", y de la cual no pierden negocio estando disponibles en plataformas como Spotify y iTunes-, hacen de Thor: Ragnarok una aventura ligera y anecdótica entretenida, dirigida principalmente a esos fans que la consumirán con deleite. No falta la breve aparición del Doctor Extraño, que ya se había desvelado antes en las redes, numerosas referencias a personajes y situaciones de otros comics, y como es de rigor, un cameo de Stan Lee y dos escenas postcreditos, ninguna de ellas especialmente reveladoras.
Thor continúa buscando las Gemas del Infinito; y en plena búsqueda se topa con el demonio Surtur, quién está decidido a desencadenar el Rangarok, la destrucción de Asgard. Pero en su intento de detener dicho evento, Hela, la Diosa de la Muerte es liberada y ahora Thor deberá olvidar su cruzada para detener a dicha deidad que planea hacerse con el poder de Asgard; primero deberá escapar de sus captores que lo tienen cautivo en un planeta dominado por un dictador bastante particular. Pese a que los films anteriores del dios nórdico fueron bastante fallidos, nadie duda de que Thor: Ragnarok es una de las películas de superhéroes más esperadas de este año, ya que es la última del MCU previo al gran evento Avangers: Infinity War. Además que en el trailer podíamos ver un cambio de tono y una dinámica del personaje que antes no habíamos visto y que parecía dar una mejora enorme con respecto a las primeras entregas. Sin embargo, algunos van a salir del cine un poco decepcionados. En sí la película es buena y entretenida, pero Marvel sigue insistiendo en volver comediantes a todos sus personajes, cuando la personalidad de algunos de ellos no se presta para dicho estilo narrativo. En Spiderman Homecoming vimos una comedia al uso, pero el trepamuros es alguien proclive a los gags, mientras Thor sigue sintiéndose forzado a la hora de ser chistoso. Peor aún es cuando la mayoría de los gags provocan vergüenza ajena por recurir a golpes y torpeza, recordando más de una vez a los Tres Chiflados y no a una cinta de superhéroes. Por suerte esta sobredosis de humor es compensada por una gran dirección a cargo de Taika Waititi, quién a la estética espacial ya establecida por Guardianes de la Galaxia, le agrega estilo propio a la vez que combina con lo visto en Asgard, logrando que todo quede homogéneo y no se sienta un pastiche de colores o estilos visuales distintos. A esto hay que sumarle que dicha estética ochentosa, es acompañada por una banda sonora que nos recuerda a aquellos films de ciencia ficción de antaño, y que casi de inmediato dota de identidad propia a la película; haciendo de este apartado, uno de los mejores de Thor: Ragnarok. Con respecto a los nuevos personajes, podemos decir que las incorporaciones terminan aportando bastante, y quizás sólo sea Skurge (Karl Urban) y Korg (voz del propio Waititi) los que quedan debiendo, el primero por falta de desarrollo, y el segundo por insoportable que termina siendo. Pero tanto la Hela de Cate Blanchet, como la Valkiria de Tessa Thompson son personajes que imponen presencia en pantalla, agradeciendo que por fin en Marvel veamos buenos roles femeninos aparte de los ya conocidos. Es una lástima que Hela vuelva a seguir en tono con los restantes villanos del MCU. Thor: Ragnarok se queda a medio camino entre ser por fin una entrega digna del Dios del Trueno, y otra película graciosa de Marvel hecha sólo porque tiene los derechos del personaje y hacía tiempo que no lo veíamos en pantalla. Es una lástima que quizás sea la última vez que veamos a Thor en solitario, y nunca nos hayan podido dar la película que uno de los Vengadores fundadores merecía tener.
Un nuevo comienzo para los superhéroes. Utilizando la franquicia Marvel apenas como punto de partida, el director neocelandés se muestra desprejuiciado y abre una puerta hacia películas de superhéroes más libres, divertidas y relajadas, donde la aventura convive sin problemas con el buen humor. ¡Qué 2017 tienen los superhéroes en el cine! Había que creerle a la extraordinaria Logan cuando el sentido trágico y crepuscular de su pathos distópico invitaba a suponer el cierre de un ciclo. A fin de cuentas, el mensaje provenía del Wolverine de Hugh Jackman, una voz autorizada para firmar el acta de defunción por haber sido el único personaje que fatigó ininterrumpidamente las salas desde la seminal X-Men (2000). Con el último mutante original se fue uno de los responsables de la llegada masiva de los superhéroes a las salas y, por lo tanto, de un modelo narrativo y estético que hasta los propios fanáticos empezaron a reconocer que marchaba al agotamiento. ¿Cómo seguir después de esa partida? ¿Qué viene después del fin de un paradigma? Thor: Ragnarok ensaya una buena respuesta: una transición a ciegas, de puro ensayo y error, que tome los elementos característicos del modelo anterior para readaptarlos y seguir la marcha. Habrá que ver qué sucede de aquí en adelante. Por ahora, octubre de 2017, da toda la sensación que la tercera aventura en solitario del hombre del martillo atisba el inicio de una nueva etapa de los superhéroes en el cine. Inicio irregular aunque esperanzador: lo que estaría por venir es –¡al fin!– películas definitivamente más libres, divertidas y relajadas, menos constreñidas, acomplejadas y limitadas. Es cierto que las primeras Iron Man, las dos Guardianes de las Galaxia y Deadpool eran libres, divertidas, relajadas y sumamente autoconscientes. La particularidad de Ragnakok es que llega más lejos que ninguna. Una escena clave es aquella en la que Thor (el híper fachero Chris Hemsworth) vuelve a su planeta, Asgard, para reencontrarse con papá Odin (Anthony Hopkins) y lo encuentra viendo una obra teatral sobre las hazañas de Loki (el hermano “malo” de Thor) y los episodios que desencadenaron su muerte. La obra es una oda de tono épico, con orquesta en vivo, actuaciones shakesperianas y un protagónico de Matt Damon (primero de varios cameos de lujo) con peluca negra. Toda esa ridiculez pomposa le sirve a Ragnakok para hacer una declaración de principios. Vale recordar que el director Taika Waititi había codirigido hace un par de años What We Do in the Shadows, una tomada de pelo a toda la iconografía vampírica con la forma de documental sobre la vida cotidiana de un ecléctico grupo de chupasangres que compartían una casona en los suburbios de Wellington. Reírse de un género mediante el uso hiperbólico de sus reglas. En esa línea, la representación teatral de Thor manifiesta un punto de vista sobre el linaje de los superhéroes, como si el neozelandés dijera: “Hola, soy Taika Waititi y para mí todas las películas anteriores son esta pavada”. Inmediatamente después se descubre que Loki había adquirido la fisonomía del padre y gobernaba Asgard en su nombre, y que el verdadero Odin está exiliado y al borde de la muerte en la Tierra. La misma gravedad de la que Waititi se reía unos minutos atrás hace su aparición estelar durante el reencuentro/despedida en el que padre alerta a los hijos sobre una hermana ultra malvada llamada Hela (Cate Blanchett con cuernitos y trajecito al cuerpo símil Angelina Jolie en Maléfica). En esa contradicción se mueve una buena porción del primer tercio de Ragnakok. Igual que en la moderadamente subversiva Deadpool, aquí se ven las costuras de un guión tironeado entre las obligaciones contraídas en un escritorio y unas ganas bárbaras de patear todo y despacharse con una sátira feroz sobre el género. La buena noticia es que ocurre lo que no ocurría con el superhéroe puteador, y la balanza bascula hacia la segunda opción. Hela, efectivamente, es malvadísima. Y muy poderosa: a Thor le rompe el martillo apretándolo como a una pasta dental. ¿La destrucción de un ícono como símbolo del fin de un era? Por qué no. Hasta Stan Lee abona por el cierre prestándose para rapar a Thor. Desterrados por ella, los hermanos huyen al planeta Sakaar, donde gobierna el “Gran maestro”. El segundo villano del relato es el más pertinente a la búsqueda de Waititi por la sencilla razón de que es el malo más caricaturesco, afectado, colorido y modosito desde el Mugatu de Zoolander: comedia pura. Con la aparición de Jeff Goldblum (extraordinario) con un poncho dorado, jopo gris y trazos de maquillaje en el rostro, Ragnakok abraza definitivamente la aventura espacial para redondear un último tercio que debe más al humanismo y la claridad cinética de J. J. Abrams y al universo retrofuturista y kitsch de la ciencia ficción de los 80 –de Tron a Blade Runner– que a cualquier título de Marvel, más allá de las inevitables referencias y la aparición de Hulk/Bruce Banner en plan comic relief. La banda sonora mutando las habituales partituras orquestales por sintetizadores a todo volumen pone el moño a una fiesta que termina tan bien que hace olvidar que dos horas antes el panorama era totalmente distinto. Ojalá que dure.
En general no soy fan de Marvel ni apoyo incondicionalmente los lanzamientos de la compañía a nivel cinematográfico. Hay algunas de sus entregas que me han gustado, otras no tanto. De hecho, tanto "Dr Strange" como la última de SpiderMan, no fueron platos suculentos para mi gusto. Así que con un poco de reserva, me acerqué a ver cómo funcionaba la cuestión con la tercera aventura de Thor, el héroe de Asgard que corporiza Chris Hemsworth y que no goza ciertamente de la popularidad de sus compañeros en Avengers. Por suerte, esta vez el registro de la propuesta (liviano, accesible y muy divertido), me pareció interesante y relajado, juguetón y lleno de notas positivas. Desde la dirección del neceolandés Taiki Waititi, puede verse que el universo Marvel tiene que desarrollar un lenguaje fílmico propio, lejos del espíritu de los cómics en que se inspira la historia original. En esta oportunidad, Thor deberá enfrentar la destrucción posible de su reino, Asgard, a través de una profecía que habla del regreso de su hermana, Hela (Cate Blanchett). Por cierto, un secreto bien guardado por Odín -Anthony Hopkins. La cuestión es que la debilidad de este último (en sus últimos momentos del plano físico), va abriendo paso a la llegada de un personaje que pondrá nuevas reglas de juego en ese espacio con relativa rapidez. Hela, desde ya, es una sanguinaria diosa que regresa a su patria enfurecida por el tiempo confinada al exilio. Quiere venganza y ansía poderes ilimitados para expandir su dominación. Thor y su hermano Loki (Tom Hiddleston en un rol que cada vez le cae mejor ) intentarán detenerla, mientras tratan de salir de un planeta bastante raro en el que llegaron por error, regido por el Gran Maestro (Jeff Goldblum ), donde lo que prima son las competencias al estilo romano de exterminio entre gladiadores. Ya sabrán mirando el trailer que ahí, Thor se reencontrará con un "amigo de la oficina", el gigante verde Hulk (Mark Ruffalo), de quien no se puede esperar demasiada estrategia para salir de allí. A este elenco se le sumará una Valquiria de armas tomar, (Tessa Thompson), quien a través de interactuar con el Dios del Rayo encontrará su camino de vuelta a su origen. No busquen ni buceen en la profundidad de la historia (más bien todo parece una gran excusa para la diversión) ni tampoco esperen una película con climas oscuros y dinámicos como otras de la misma factoría. Hay bastante movimiento pero hace foco en dos o tres grandes escenarios y nada más. Pero es bueno reconocer que más allá de eso, Waititi hace un gran debut en las ligas mayores. Impulsa un tratamiento simpático en la caracterización de los roles más importantes y logra salir bien parado de un guión que no es muy consistente. La cinta tiene cameos locos, mucho humor en segmento cortos y físicos, una divertida mirada sobre la naturaleza de los superhéroes (siempre presente) y hasta se permite explorar la relación familiar entre hermanos de manera amena y efectiva. En síntesis, una propuesta sólida, cuidada (muy bien la OST) y correctamente actuada. No hay que mirarla con ojos de crítico de arte, sino analizar su llegada como pieza de entretenimiento masivo. Y ahí, les puedo garantizar que funciona muy bien. Para los que creían que no se podían ver films de este Thor que tuvieran todos los condimentos para ser una gran película, he aquí que la tercera es la vencida. Muy recomendable.
Las películas basadas en cómics han pasado mucho tiempo tratando de ser tomadas como entretenimiento serio y adulto, Thor: Ragnarok parece admitir que dado el material de origen ese objetivo resulta casi imposible. A pesar de sus credenciales de Avenger, Thor nunca se ha sentido particularmente clave en los procedimientos del Universo Marvel en desarrollo. Su reino de fantasía no se cruza fácilmente con el nuestro, y su última película en solitario, Thor: The Dark World, fue probablemente la más floja de Marvel hasta la fecha. Ahora con el gran director neozelandés Taika Waititi, a la cabeza, y con sus adorables películas de escala considerablemente menor como respaldo (Hunt for the Wilderpeople y la parodia de vampiros What We Do in the Shadows) Waititi infunde a los procedimientos narrativos de la fórmula Marvel con ese ingenio kiwi generoso en la autoparodia, y tiene como mejor ejemplo al “roba escena” de Korg, una simpatica “cosa” de roca azul que es interpretado por el propio director en voz y captura de movimiento. La muñeca de Waititi desbloquea la comedia sin explotar en Chris Hemsworth, quien desecha el machismo de su personaje por una verba rápida y una inseguridad fuera de personaje. Los problemas familiares de Thor son -de nuevo- parte de la saga. Él y su hermano adoptivo Loki (Tom Hiddleston) descubren que tienen una hermana mayor: Hela, la diosa de la muerte, interpretada por una Cate Blanchett gótica, como nunca la vimos. Mientras se prepara para destrozar Asgard, Thor y Loki se encuentran atrapados en un planeta de colores brillantes que parece un descarte de la producción de la última Guardians of the Galaxy. Que el gobernante de este planeta sea Jeff Goldblum con una franja azul en la barbilla es totalmente apropiado, y la mejor decisión de casting del filme. Mark Ruffalo confundido siendo Bruce Banner y Tessa Thompson como el personaje femenino “fuerte” que todo película de 2017 debe tener completan el cast. El resto es lo habitual, una gran cantidad de agujeros en la trama y si vieron alguna de la última centena de películas de Marvel, encontrarán los elementos centrales familiares: un equipo de héroes (Thor los llama poco imaginativamente “los re-vengers”, en uno de los tantos chistes que no funcionan), un antagonista todopoderoso, un inminente fin de los tiempos, y una serie de personajes unidimensionales. Sumado, claro, al uso excesivo de imágenes generadas por computadora en pantallas verdes hacen lucir todo un poca más falso aún. Una vez que Hulk vuelva a ser Bruce Banner y nuestros héroes vuelvan a Asgard para salvar el día, el aspecto genérico de las películas de Thor vuelve y Waititi no puede hacer mucho para evitar lo inevitable: falta de sutileza. Thor: Ragnarok es demasiado tonta inclusive para los standares actuales y demasiado Marvel para pretender algún tipo de innovación narrativa.
Llega la tercera entrega de la saga de Thor, titulada Thor: Ragnarok, inmersa de lleno en el universo cinemático de Marvel y con una gran apuesta al cine de género. Thor (Chris Hemsworth) está recorriendo el universo tratando de mantener la paz en el planeta Asgard y es en ese viaje que aprende todo sobre el Ragnarok, un apocalipsis que amenaza con la destrucción completa de su hogar. Habiendo desarticulado el terrible acontecimiento regresa para encontrar que Loki (Tom Hiddleston) ha desterrado a su padre hacia la tierra mientras se hace pasar por él. Cuando ambos parten a buscarlo se encuentran con un terrible secreto: la muerte de su padre liberará a su hermana mayor, Hela, la diosa de la muerte. Ella es poderosa y no muestra piedad y parte hacia Asgard para, desde ahí, apoderarse, a través de masacres y guerras, del resto del universo, desterrando en el proceso a los hermanos a un lejano planeta, desde el cual Thor deberá intentar regresar para salvar a los habitantes de Asgard de su imparable hermana. Aunque el film sea la tercera parte de una saga propia, Thor: Ragnarok es una película inmersa en el ya gigantesco universo cinemático de Marvel. A punto tal que es más importante haber visto Avengers 2 que Thor 2 para entender gran parte de lo que pasa. Al excelente reparto original se le suman en esta entrega Mark Rufallo como Bruce Banner/Hulk y Cate Blanchett en el papel de la tremenda Hela. Como viene ocurriendo estos actores aportan gran parte del encanto del film, con excelentes composiciones la mayor parte del tiempo y carisma en los casos donde el talento actoral no es tan notorio. Desde la elección de Taika Waititi como director, el tono de comedia de la película se podía prever. Waititi es el responsable de la popular comedia del 2014 What We Do in the Shadows (estrenada con el pésimo nombre de Casa Vampiro en nuestro país) y esta tercera entrega de Thor avanza por esos lares. Humor, humor fino y ocurrente, con más chistes de los que el espectador normal puede abarcar en una visión.
Risas y truenos El multiverso de Marvel continúa con su extensísima lista de películas que reúnen a sus principales superhéroes, en este caso con la tercera entrega de las aventuras de Thor como personaje protagónico. Como viene ocurriendo últimamente, con excepción de la última Capitán América y los films de Los Vengadores, el héroe principal encuentra apoyo solo en uno de los personajes fuertes de la firma de Stan Lee, en este caso Hulk. Con una estética que se separa de las dos anteriores de Thor y se emparenta más con el tono que proponen títulos como Guardianes de la Galaxia o el propio Deadpool, Thor Ragnarok es 130 minutos de comedia y acción en partes iguales coronados por la estelar presencia de Cate Blanchett en la piel de la villana de la película. Ya desde la escena inicial nos damos cuenta de que esta nueva Thor es bien distinta de las anteriores, donde no estaba tan presente ese estilo Marvel que fue añadiendo cada vez mayor cantidad de escenas y gags humorísticos a un género más bien de carácter épico y señorial como el superheroico, dado que en ella lo vemos al dios del trueno charlando como quien no quiere la cosa con una especie de demonio de fuego que le asegura que va a llevar a cabo el Ragnarok, una predicción cataclísmica que asegura la destrucción de Asgard, lugar de donde el señor del martillo es oriundo. Sin embargo, con gran facilidad nuestro héroe logra deshacerse de este demonio solo para darse cuenta de que su predicción no lo tenía a él como autor de la debacle de Asgard sino a alguien con poderes infinitamente superiores. Se trata de la diosa de la destrucción, Hela, quien también resulta ser la hermana mayor de Thor y Loki, el villano casi reformado de la primera película. En términos de comedia, la película encuentra sus mejores momentos de la mano de sus actores principales, emparentándose más así con el estilo de Deadpool aunque lógicamente esta está dos o tres cambios más abajo. Por su parte, el paralelismo con Guardianes de la Galaxia lo encontramos más desde la estética ya que poca de la acción de Thor Ragnarok transcurre en la Tierra para darle lugar a locaciones más bien estrafalarias como el propio Asgard o un planetita olvidado donde queda atrapado el dios del trueno y que está gobernado por Jeff Goldblum. En realidad, el actor de Jurassic Park le da vida a Grandmaster, amo y señor de un planeta a donde son desterrados todos los seres del universo sin importancia, que por algún motivo u otro fueron expulsados de sus hogares. Por medio del personaje de Goldblum y de otros que habitan este lugar (les recomiendo poner especial atención en Korg) la película propone sus momentos más graciosos que también van de la mano de las buenas labores de los protagonistas Chris Hemsworth (Thor), Mark Ruffalo (Hulk) y Tessa Thompson, esta última en la piel de Valkyria, también oriunda de Asgard. Una mención también se merecen Karl Urban e Idris Elba, fundamentales para la trama principal de la película como así también el bueno de Loki, una vez más a cargo del genial Tom Hiddleston. Trama que se desdobla durante gran parte del film a partir de las peripecias de Thor y sus amigos mientras son retenidos por Grandmaster y su séquito de secuaces y el crecimiento del plan malévolo de Hela que, tras derrotar con gran facilidad al dios del trueno al inicio de la historia, se traslada a Asgard para reclamar el reino que alguna vez fue suyo. Esta doble línea argumental, sumada a la aparición de Hulk promediando la película son lo que sostiene a la obra en términos de ritmo para así decantar en un final conjunto que encuentra su mejor momento en la escena inmediatamente anterior a la gran batalla que se dará entre protagonistas y antagonista ya que consigue combinar visual y sonoramente (la canción elegida para ese momento que marca el resurgir de Thor es realmente sublime) todos los elementos esenciales de las historias de superhéroes. Si bien es solo una escena en 130 minutos, lo que es poco, consigue transmitir esa potente sensación de verdaderos superpoderes que eriza la piel de cualquiera. Una historia entretenida, los efectos visuales que se esperaban, buenas actuaciones protagónicas, varios superhéroes en pantalla (a los mencionados se les suma una pequeña participación del Doctor Strange), chistes a montones, una muy buena figura antagónica, el cameo de Stan Lee y dos escenas post créditos hacen de Thor Ragnarok la mejor película centrada en el héroe nórdico y un muy buen entremés (entre los varios que propondrá Marvel) para la esperadísima Avengers: Infinity War a estrenarse el año próximo.
Cómo renovarse sin perder Thor (2011) y Thor un mundo oscuro (Thor: The dark World, 2014) tal vez sean las películas menos populares del Marvel Cinematic Universe, por lo que desde los estudios Marvel decidieron cambiar las cosas y darle otro tono al “Dios del trueno”. Thor (Chris Hemsworth) y Loki (Tom Hiddleston) son enviados por Hela (Cate Blanchett), la poderosa Diosa de la Muerte que desata la destrucción de Asgard, al planeta Sakaar donde los recibe “El Gran Maestro” (Jeff Goldblum) y obliga a Thor a participar del duro combate de gladiadores contra su campeón invicto Hulk (Mark Ruffalo). El "Dios del trueno", Hulk, Loki y Valquiria (Tessa Thompson) deberán encontrar la salida de Saakar y volver a Asgard para salvar la tierra natal de Thor y evitar el fin del mundo. Esta tercera entrega de Thor viene a dar todo el humor que sus antecesoras no tuvieron, por eso la elección del director Taika Waititi, quien comanda su primer gran tanque, puede ser molesto para aquellos que esperaban algo más serio debido a que se está hablando de la batalla del fin del mundo. Si bien la historia tiene mucho para contar, el guion logra unir todas las tramas pero al verla es algo denso, si bien quedó bastante redondo y deja abierto solo lo necesario para la llegada de la primera parte de Avengers: Infinity War el año que viene. Casi toda la película está hecha con CGI en exceso, dado que que se necesitan muchos efectos visuales para dar vida a Asgard, Saakar y a las escenas de acción. El director Javier Aguirresarobe logra un buen trabajo. La banda sonora usa dos veces “Immigrant song” de Led Zeppelin, pero el fuerte está en las obras creadas por el compositor Mark Mothersbaugh. La pelea entre Hulk y Thor es uno de los momentos más importantes y no decepciona aunque todos los fans se queden con ganas de verlos más tiempo dándose puñetazos. Thor Ragnarok tiene muchas similitudes con Guardianes de la galaxia ya que son comedias de acción. La química entre su reconocido elenco se nota y termina siendo una película muy entretenida y divertida.
Las personas adeptas al MCU sabemos que esperar en una nueva entrega: Acción, buenos efectos y humor. En este caso el humor que han puesto en la tercer entrega de Thor es excesivo, y hasta por momentos forzado. No es lo mejor del universo Marvel, pero está bastante bien. Hay algunas cosas desaprovechadas y que no están a la altura de los comics. La relación Thor/Hulk es muy banal en la película falta, y es una de las más divertidas de Marvel y la más competitiva, peleando constantemente para ver quién es el Avenger más fuerte, en este film se queda corta la relación, quizás el error fue mío por querer más. Loki sigue siendo uno de los puntos altos en cuanto a personajes y actuaciones, me era imposible dejar de mirarlo cuando estaba en cámara. Hela interpretada por Blanchet es una interesante antagonista de esta historia, bien llevada al mundo cinematográfico. Las escenas de peleas son de un altísimo nivel y el CGI es sublime. A mi criterio se han quedado cortos en algunas de estas escenas (quizás menos minutos de chistes…) pero las escenas que hay están bien realizadas. Importante son los cameos de otros personajes del universo como Dr. Strange y Viuda Negra, por supuesto el infaltable Stan Lee. Mi recomendación: Es una buena película de Marvel, los fanáticos saben que vale la pena paga la entrada para verla, no hace falta haber visto Thor 1 y 2, pero quizás si hace falta estar metido dentro del mundo Marvel.
Marvel lo hizo otra vez El Dios del Martillo regresa en una superproducción donde predomina la comedia. Pocas superproducciones de Marvel han logrado el nivel de delirio, y ni hablar de elenco, que tiene esta nueva entrada en la saga nórdica del Dios del Martillo, Thor. Y no es que la película sea especialmente original, tal como las últimas producciones de Marvel, sino que de alguna manera toma los mismos condimentos y los sacude más que en ocasiones anteriores, con la mixtura de superhéroes infiltrados en el universo mitológico de Thor el que realmente se luce es el Increíble Hulk- y devolviendo al espectador a los conflictos ya develados en los films anteriores. En ese sentido, la historia es la de siempre, con el malvado Loki usurpando el lugar de su padre Odin y tomando su identidad para esperar el momento de darle el golpe de gracia a su hermano Thor, que vuelve confiado a su hogar. A partir de este momento las locuras son incesantes, los efectos especiales alcanzan elevados niveles visuales, y Mark Ruffalo se luce como nunca cuando evita transformarse en el gigante verde Hulk, que casi es el que se roba este divertidísimo entretenimiento.
Esta es la tercera parte de la trilogía de Thor, héroe mitológico de Marvel Comics. En esta oportunidad se incorporan más elementos y personajes, hay parodias y la primera parte contiene demasiado humor, a tal punto que le sobra, pero esta es la mejor de las tres. En la mitad de la cinta crece la acción, con estupendos efectos especiales, las luchas son sensacionales, se desarrollan en distintos lugares y con animales fantásticos. Todo tiene más luz y resulta muy colorida, con toques ochentosos en cuanto a la música, goza de una gran estética, nos encontramos con algunas escenas similares a “Guardianes de la galaxia”, nos chocamos un poco con momentos dramáticos y si sabemos observar hay dos cameos maravillosos. La trama asciende con la presencia de la despiadada y todopoderosa Hela “Diosa de la Muerte” (interpretada por la actriz de cine y teatro la australiana Cate Blanchett, una diosa, tiene un gran talento, esta fantástica una gran villana), la usurpadora del trono y quien deporta al dios del Trueno. Dentro del elenco secundario quienes aportan muy bien son: su medio hermano Loki (Tom Hiddlestone), Gran Maestro (Jeff Goldblum), Valquiria (Tessa Thompson) y el increíble Hulk (Mark Ruffalo), entre otros. Esta es una película de aventuras con un buen ritmo, atrapa al espectador, entretenida y sin muchas pretensiones. Hay dos escenas post créditos: una dentro de los créditos finales y la otra después del último.
El éxito de la primera entrega “Guardianes de la Galaxia”, el furor que generó “Deadpool” y el tono que llevó al éxito a “Spiderman: De regreso a casa” parecen haber establecido un cambio en la fórmula mágica de Marvel: ahora, parece que todo el cine de superhéroes debe ser comedia. En rigor, la comiquera devenida en titán de la industria cinematográfica siempre utilizó una batería de pullas y “one liners” irónicos que a menudo cargaban de inverosimilitud sus películas (imaginen que enfrentan un monstruo galáctico que quiere conquistar el mundo; imaginen que lo hacen mientras cuentan chistes de salón), pero eran parte del juego, un juego que por lo demás era solemne, y se encargaba de trazar alegorías “importantes” cuestiones sociales y políticas (el terrorismo, básicamente). Pero en algún punto el universo cinematográfico ideado por la compañía comenzó a parecer algo anabolizado, rígido: “Deadpool” (una producción de Fox) y “Guardianes de la Galaxia” (imaginada como una película menor pero finalmente la bandera de la comiquera) fueron la subversión que abrió el subgénero a nuevas posibilidades, y permitió tomar distancia de la versión oscura de los superhéroes que continúa empujando la rival de Marvel, DC. “Los Vengadores” seguramente sostendrá el intento por ser una película “importante” (y ahora llega “Black Panther”, otra que seguramente lidiará de manera soslayada con el racismo y otras deudas sociales) pero para el resto de las cintas, Marvel parece haber relajado su enfoque: y en su tercera entrega, “Thor” es la principal beneficiada de este pequeño giro hacia la comedia. La saga nórdica siempre funcionó mejor en sus momentos humorísticos que cuando caía en los lugares más comunes del pesado drama con sobretonos shakesperianos: que el humor funcione bien en la saga seguramente tiene algo que ver, también, con el hecho de que lo que se ponía en juego siempre era “el universo”, defendido por adultos utilizando unos disfraces ridículos en unos paisajes absolutamente artificiales. Mejor reírse de eso que intentar volverlo dramático. Eso hace Taika Waititi, el cineasta neocelandés, en “Ragnarok”: el humor, sin embargo, parece por momentos algo prefabricado, Chris Hemsworth no brilla como comediante, Cate Blanchett construye una villana interesante pero en definitiva olvidable (diferente pero, al final, igual), Hulk aparece un rato pero sus apariciones son bastante menos inspiradas que en otras entregas, y la película intenta demasiado congraciar a una estrella de Hollywood como Tom Hiddleston con el público en lugar de aprovecharlo como delicioso personaje bidimensional, y allí residen varios de los problemas de la cinta. Esa falta de travesuras (visuales y morales) quitan vitalidad al humor, frescura a lo que es comedia solo en las palabras, en el guión, y en rigor es una cinta marcada por los set pieces, las piezas de acción que obligatoria y mecánicamente se reproducen cada equis cantidad de tiempo (por si el público se aburre). El espectáculo visual es el esperable de una producción de 180 millones de dólares, es decir, impresionante, pero también sufre de mecanicismo: a pesar de los fuegos artificiales (literales) que inundan la pantalla, nada asoma demasiado novedoso o creativo a la hora de las coreografías, o quizás nos estemos acostumbrando demasiado a este estilo de filmes donde las batallas transcurren en un 90% con una pantalla verde detrás (no es de extrañar, en este sentido, el regreso del gran cine a los efectos prácticos). De manual también es la inclusión de música “ochentosa”, tanto en los hits elegidos para los momentos de acción como en la banda sonora compuesta por Mark Mothersbaugh, cargada de sintetizadores: ojo, dan ganas de aplaudir y rugir de entusiasmo estas irrupciones en algún momento, pero lo predecible y repetitivo del recurso ha comenzado a quitarle peso emotivo. A pesar de los aspectos más formulaicos (notorios particularmente ante la cantidad de proyectos por año que tenemos: Marvel sola ha lanzado tres películas este año) la película es ágil y divierte, un plan bárbaro para el fin de semana, aunque este divertimento, otra vez para Thor, carece de verdadero peso emocional: porque otra vez, es algo demasiado abstracto (Asgard, un pueblo que vive dentro de una computadora) lo que está en juego.
Dentro de la factoría Marvel, la saga Thor se caracterizó por ser la más kitsch y fantástica. El diseño de la ciudad de Asgard y su entramado mitológico siempre tuvieron algo plástico, un destello new age. Y el director de esta tercera entrega, Taika Waititi, responsable de la genial Lo que hacemos en las sombras (2014), quiso capitalizar este aspecto al límite, llevándolo al terreno de la parodia. El resultado es desconcertante: es y no es una película de Thor, y esta dualidad no siempre resulta favorable. Aquí la comicidad no está inserta como bocadillos que alegran la acción: todo en este filme intenta ser desfachatado y cool, proponiendo un revival en clave posmoderna del cine clase B de ciencia ficción de los ochenta. Algo así como un híbrido entre Guardianes de la Galaxia y Kick Ass. ¿Pero resiste Thor estas nuevas reglas estéticas?, ¿merece el Dios del Trueno ser musicalizado con samplers y sintetizadores? Si pensamos en Chris Hemsworth, sí: el actor avasalla con su carisma y maneja el timing con eficacia. Si pensamos en Thor, no: el personaje queda despojado de relieve dramático, su tragedia cortesana pierde gravedad y termina siendo una parodia de sí mismo. A este péndulo de identidad se enfrenta Thor: Ragnarok en sus más de dos horas de metraje. Es cierto que los guiones de Thor nunca fueron sólidos, deudores de un cotillón intergaláctico que todo lo permitía. Pero en su afán hiperbólico, Waititi desbarranca la verosimilitud para regirse por el más salvaje capricho. Las andanzas de Thor y su mediohermano Loki en un planeta carnavalesco no tienen ningún asidero; uno siente que todo sucede para que de la conjunción de elementos salgan buenos chistes. Probablemente ése sea el problema medular de la película: se preocupa más por ser graciosa que por establecer una parábola. El humor omnipresente, inclusive, corroe los momentos tensos, ahueca las batallas, le quita empatía a los héroes. Otro mal del universo Marvel es su obsesión por generar un gran tejido fílmico con cruces, cameos y compatibilidad de tramas. Cuando no interfiere en la unidad del filme, la intertextualidad puede ser simpática, como sucedía en Ant o la última de Spider-Man. No es éste el caso: la aparición de Doctor Strange y Hulk exceden la anécdota y entorpecen el pulso narrativo. Waititi asumió riesgos extremos y el elenco sintonizó con la propuesta. Cate Blanchett y Jeff Goldblum parecen estar encantados con sus papeles bufonescos. El problema es que entre esta concepción pop de Thor y la tradicional no hubo ningún puente. Los admiradores del superhéroe se enfrentarán a una dura prueba de tolerancia.
Aflojando la correa Thor - Ragnarok es distinta de todas las otras películas de Marvel: una comedia que no da respiro, en la que hasta los villanos se divierten. Thor – Ragnarok es la decimoséptima película del universo Marvel y la tercera protagonizada por Thor pero me parece que estos datos son totalmente inútiles y hasta engañosos, porque es una película que tiene muy poco que ver con todas las anteriores, que vale por sí misma y tiene vida propia. Y no me refiero solo a cuestiones argumentales del tipo “no hace falta ver las anteriores para entender lo que pasa” sino a cosas más profundas: el relato de Thor – Ragnarok pone el acento de la comedia y todos los hechos y personajes giran en torno a esa premisa. No voy a entrar en detalles acerca de la trama porque no es lo importante. Basta mencionar que Thor (Chris Hemsworth) se tiene que enfrentar a Hela (Cate Blanchett), su hermana mayor, que quiere usurpar el trono de Asgard, y lo hará con la ayuda de su otro hermano Loki (Tom Hiddleston), su compañero Hulk (Mark Ruffalo) y otros personajes nuevos. Con esta propuesta bastante básica, el director neocelandés Taika Waititi se despacha con una comedia que no da respiro, con una catarata de gags y escenas cuyo único fin es hacer reír, más a la manera de su película anterior Casa Vampiro que a otras de la factoría Marvel. Todos los personajes, incluso -y sobre todo- los villanos, son paródicos: desde la villana de Cate Blanchett, que en cada gesto sutil demuestra que está jugando, pasando por el Grandmaster de Jeff Goldblum, el monstruo Korg, con la voz del propio Waititi, y hasta Ruffalo y Hemsworth, que hasta tienen un largo diálogo que parece sacado de una rutina de Abbott y Costello. Dije que Thor – Ragnarok no tiene nada que ver con las otras películas de Marvel, pero esto no es del todo así. Claramente su reflejo es Guardianes de la galaxia, que ya había constituído un salto cualitativo en sí misma. Hasta tiene una canción de Led Zeppelin en el soundtrack. Pero si bien ambas películas tienen cosas en común -más cosas en común que, digamos, las que tiene esta con las dos Thor anteriores-, creo que Ragnarok va un poco más allá. Repite de Guardianes… el acento en la comedia, pero no teme bajarle la intensidad a la aventura. Guardianes… era extraordinaria cuando buscaba el humor, pero en determinado momento decía “momento, soy una película de superhéroes” y se transformaba en una más. Ragnarok, cuando tiene que contar las inevitables peleas superheroicas, se las arregla para no perder de vista que esto es una comedia. El ejemplo perfecto es la entrée de Hulk en la pelea final: David Banner se tira de la nave, esperamos que caiga transformado en Hulk y eso de comienzo al duelo final, pero no, cae al suelo sin transformarse y se pega un golpe. Waititi sacrifica la épica en favor de la comedia. No puedo dejar de mencionar que la película anterior de Marvel también fue diferente. Spider-Man: De regreso a casa es una película de colegio, más parecida a las de John Hughes que a las de Capitán América o Iron-Man. Da la sensación de que Marvel se está animando a innovar. En febrero se viene la próxima película: Pantera negra va a ser la primera protagonizada por un superhéroe negro, a quien ya vimos en Capitán América: Civil War. Veremos si el director y guionista Ryan Coogler (el de Creed: Corazón de campeón) hace propia a la historia, como ya hicieron Jon Watts con Spider-Man y Waititi con Thor. Al menos parece que Marvel está aflojando la correa.
THOR RAGNAROK, UNA COMEDIA DE MARVEL Si bien el humor estuvo presente desde la originaria Iron Man, recién desde hace un tiempo a esta parte los ejecutivos de Marvel se dieron cuenta que la comedia es la superficie por donde estas historias entre fantásticas y absurdas se mueven mejor: ahí están para demostrarlo las divertidas Guardianes de la galaxia y la mayúscula Ant-Man (una película pensada por comediantes). O mejor dicho, luego de que la obra maestra Logan le pusiera este año un límite al género (parece ya imposible pensar desde un lugar adulto las historias de superhéroes después de las película de James Mangold) no hay nada mejor que la comedia para reflexionar sobre estos universos y tomárselos en joda. Thor: Ragnarok es un ejemplo enorme en ese sentido, una película que abandona cualquier atisbo de solemnidad y se divierte a la vez que divierte con una historia que piensa el lugar social del superhéroe y los vínculos entre hermanos, padres e hijos, desde el humor, la ligereza y un diseño sonoro y visual impecable, con un colorinche que recuerda texturas lisérgicas y música de Led Zeppelin a todo volumen. La experiencia de Thor: Ragnarok es festiva. Y todo es así desde el mismísimo arranque, con una situación que descomprime enseguida lo que habitualmente en estas películas, si no se las toma demasiado en serio (y uno no es un militante de los cómics), es puro tedio: Thor está preso de uno de esos villanos gigantes y a puro CGI. El héroe se balancea en una cadena, que por inercia gira y motiva que cada tanto le dé la espalda al villano. El diálogo se corta repetidamente, y la pesadez del discurso del “voy a terminar con tu mundo” se vuelve ridícula, como siempre lo es pero aquí hay una decisión deliberada por mostrarlo de esa forma. Y no hay que confundir el humor de Thor: Ragnarok como una falta de respeto al material original (como lo piensan los fanáticos), sino como una forma de seducirnos e involucrarnos desde otro lugar con este tipo de historias. Porque, la verdad, queremos mucho más a Thor, Hulk y el resto de los muchachos cuando nos hacen reír y nos divertimos con ellos. Uno de los nombres clave aquí es Taika Waititi, director neozelandés experimentado en comedia que demuestra un enorme conocimiento del género, de las formas y los mecanismos para llegar a la risa, y de cómo la plasticidad y virtualidad de los efectos especiales es una herramienta más para el humor. De esa plasticidad, que es la misma del dibujo animado, parten varios de los mejores chistes de Thor: Ragnarok -incluso de la puesta en escena y la profundidad de campo-: hay velocidad, ritmo, vértigo y la invención de criaturas geniales como el Korg al que el propio director le presta la voz. Si pensamos en Guardianes de la galaxia, lo de Waititi es un paso más allá de lo que hace James Gunn. Porque si aquel apuesta también a la comedia, lo hace sobre la base de una mirada nostálgica al pasado y de una recurrencia a la cultura pop como mixtura de estilos y recursos. Thor: Ragnarok es simplemente una comedia, y no decimos “simplemente” como nada más que eso, sino como “por suerte una película que no se preocupa en otra cosa más que en hacer reír desprejuiciadamente”. El otro nombre clave es, claro que sí, Chris Hemsworth. El actor australiano ha demostrado desde aquella lejana (y aburrida) Thor, que era mucho más que una cara bonita. Es un actor terriblemente carismático y de una capacidad para hacer reír envidiable, además de una proverbial inteligencia para reírse de sí mismo, de su estatus de estrella y de galán. Todo esto lo ha demostrado en sus intervenciones en Vacaciones o en Cazafantasmas, y desde Los Vengadores ha tenido la libertad para explotar por los aires la potencialidad cómica del personaje. Lo ha hecho tanto en las películas como en videos filtrados en Internet donde ha potenciado el carácter paródico del mítico dios. Indudablemente esta Thor: Ragnarok es su película, la que incorpora su talento para la comicidad y su apuesta por el espíritu más lúdico y aventurero, un poco en la senda de aquella Flash Gordon ochentera aunque sin su ridiculez inconsciente. Recordar la pesadez shakespereana del Thor de Kenneth Branagh y contrastarlo con esta película-juguete es injusto, evidentemente son diseños diferentes y libertades que hoy Marvel se puede tomar luego de construir un universo fílmico que va tomando autonomía respecto de los cómics. Por último, celebrar la apuesta de Marvel. No es que Thor: Ragnarok no contenga esos innecesario inserts para congraciarse con los fans y plantar rastros de todas las películas de su gigantesco universo, pero lo cierto es que cada film parece ir teniendo más libertad, preocupándose menos en encastrar sus piezas en un plan mayor. Marvel se anima a ridiculizar su universo desde adentro, apostando a una película que convierte en gracioso lo que mayormente es solemne y aburrido. La compañía ha sentado sus bases de manera tan sólida dentro del mundo del cine de entretenimiento mainstream, que se permite no sólo crear las reglas sino también romperlas todas las veces que quiera. Construir una película que incluso puede ofender a sus fans (he leído algunas críticas realmente delirantes sobre cómo este film es una falta de respeto) es un gesto de una herejía absoluta. Como hacer una comedia en el contexto de una generación que se toma demasiado en serio a sí misma. Thor: Ragnarok es una comedia, orgullosamente una comedia, sin renunciar nunca a la risa hasta sus últimos minutos en los que explícitamente destruye los cimientos de su universo. Porque esta tercera entrega de Thor es el Ragnarok de una forma de entretenimiento solemne y pretensiosa.
Gracias al talento para la comedia del realizador neocelandés de “Casa vampiro”, la tercera parte de esta habitualmente seria saga del Universo Marvel es la más divertida y liviana de todas ellas, con un humor que se cuela permanentemente aún cuando la línea narrativa no se escape demasiado de lo conocido. Chris Hemsworth, Tom Hiddleston, Cate Blanchett y Mark “Hulk” Ruffalo la protagonizan y se nota que se divirtieron haciéndola. Después de ver THOR: RAGNAROK estoy convencido de dos cosas: que todas las películas de Marvel deberían ser comedias y que Taika Waititi es uno de los realizadores más talentosos en ese género. Lo que produjo en la tercera parte de la habitualmente más aburrida y seria de las ramas del universo marveliano se acerca al milagro, especialmente si uno recuerda la grandilocuencia shakespeareana del episodio dirigido por Kenneth Branagh. Waititi trajo consigo el tono zumbón y amable que lo acompaña a lo largo de su carrera, en la que se destacan la serie de televisión FLIGHT OF THE CONCHORDS de la que fue uno de sus creadores y ocasional director (si no la vieron, háganlo ya, no se van a arrepentir) y películas como EAGLE VS. SHARK, WHAT WE DO IN THE SHADOWS (el falso documental sobre vampiros que se estrenó en Argentina como CASA VAMPIRO) y la más reciente HUNT FOR THE WILDERPEOPLE. Un espíritu lúdico, liviano, irrespetuoso pero amable y, sobre todo, muy gracioso. Es cierto que al ingresar al Universo Marvel debe atenerse a muchas de las reglas de la casa pero es notable cómo logró extraer oro puro gracias a su actitud ante el material. Su THOR está más ceca del humor absurdo del Batman televisivo de los ’60 que de cualquier otra cosa y si bien los diálogos humorísticos entre los personajes es una tradición de Marvel especialmente en su línea IRON MAN, AVENGERS, SPIDERMAN y GUARDIANES DE LA GALAXIA, lo de Waititi es de otro nivel. Sus bromas no se limitan a chanzas y referencias sino que capturan el absurdo y el humor físico que viene implícito con este tipo de historias, universos y personajes. Sin quebrar del todo las reglas como lo hizo DEADPOOL, su THOR se difruta por su feeling festivo y hasta ridículo, por más que lo que sucede en la pantalla en muchas ocasiones sea tremendo. Obviamente que la película se debe a sus productores y el cineasta neocelandés tiene sus limitaciones a la hora de escaparse del circuito marveliano: estarán las extensas batallas de rigor, las traiciones esperadas, los complejos hilos narrativos que requieren haber visto varias veces todas las películas del llamado MCU. Pero aún dentro de ese sistema, hay una inyección de entusiasmo que parece sentirse hasta en el propio elenco. Uno tiene la sensación que la pasaron muy bien haciendo la película. Sí, hasta el habitualmente caracúlico Anthony Hopkins. Trataré de repasar la trama lo más rápidamente posible porque, al menos para mí, importa poco y nada. Thor vuelve a su planeta a tratar de detener el temido Ragnarok, la batalla por el fin de Asgard. Allí descubre que su traicionero hermano Loki (Tom Hiddleston, llamativamente apagado esta vez) sigue vivo y está manejándolo, disfrazado como su padre Odin (Hopkins). Thor lo desenmascara, van a la Tierra a buscar a su padre y allí Thor se topa con otro personaje del universo Marvel (ya verán quien). Su padre les revelará la existencia de una hermana mayor, Hela (Cate Blanchett en plan Cruella de Vil), la malvada heredera del trono encerrada y borrada de la historia. Ella, claro, volverá y de allí en adelante será un combate fraternal entre ella y Thor, con Loki en el medio, sin definir bien con quien aliarse. En el medio –deriva que se extenderá casi media película– Thor irá a parar a otro planeta gobernado por el bizarro Grandmaster (Jeff Goldblum haciendo de Jeff Goldblum), será tomado prisionero y mandado a morir en un enfrentamiento tipo romano nada menos que con Hulk (Mark Ruffalo y motion capture). Thor supone que está salvado con su “amigo del trabajo”, pero Hulk no lo reconoce y se enfrentan brutalmente. Lo que sigue tendrá que ver con las dificultades de Thor para salir de ese planeta y volver a su mundo a salvarlo de las garras de su hermana, que en poco tiempo ya ha alienado a toda la población, incluyendo al siempre eficiente Heimdall (Idris Elba, poco utilizado), ahora transformado en líder rebelde. Pero lo central de RAGNAROK está en su minuto a minuto, en los pequeños chistes y situaciones, en algunos personajes secundarios (como el excelente Korg, un hombre de piedra pero tímido y sensible que encarna el propio director; o la valquiria alcohólica que interpreta Tessa Thompson) y, principalmente, en el uso del humor físico. Si hay algo que irrita muchas veces en las superproducciones de este tipo no solo es que se toman demasiado en serio a sí mismas cuando lo que sucede es bastante absurdo, sino que creen que con un poco de sparring verbal alcanza para que no se los tilde de eso. Y no, no es suficiente. Waititi pone de frente el absurdo y bromea hasta con los efectos especiales que no siempre “funcionan” como deberían. Esa actitud amablemente irrespetuosa le juega a favor al filme. Si la película no es una obra maestra es porque, en sus 130 minutos, se ve obligada a transitar por unos cuántos versículos de la Biblia de Marvel y por más gracioso que sea el pastor hay pasajes que son inevitablemente tediosos. Pero cuando el maestro de ceremonias se suelta y deja correr sus mejores instintos, THOR: RAGNAROK es una fiesta, una nave espacial sin armas solo usada para el entretenimiento del chico de 13 años que hay en cada uno de los espectadores.
Siempre me llamó la atención las estrategias de venta que tuvo Marvel a lo largo de tantas décadas para lograr que terminemos comprando los números de absolutamente todos los personajes que editaban mensualmente en sus tiras de comics. La maniobra era simple: para poder seguirle el hilo conductor a una historia en particular, debíamos comprar varios números de otros personajes. Es decir que los mundos (general) y las historias (particular) estaban íntimamente conectados. Nadie que en su infancia (o en la actualidad) haya sido un asiduo lector de novelas gráficas puede olvidar esos pequeños letreros que dictaban "esto ocurrió en el número..." que te mandaban a comprar, casi por obligación, otra revista para lograr entender algo de lo que estaba sucediendo. Claramente esta táctica comercial le generó mucho rédito económico a Marvel en el plano editorial y, sin pensarlo dos veces, decidió volcarlo a la industria del cine con todas sus franquicias de superhéroes, volviéndonos a tener de rehenes de ver absolutamente todo sus estrenos para seguir el desarrollo de una historia. Luego de un sereno debut en 2011 con Thor y su poco afortunada continuación en Thor: Un mundo oscuro de 2013, Marvel apostó a una vuelta de rosca para el cierre de su trilogía sobre el Dios del Trueno con Thor: Ragnarok. Ya que sus películas en solitario nunca se encontraron entre las más exitosas de la franquicia, la "Casa de la Ideas" tomó la decisión de darle un giro renovador a su protagonista, buscando ir más allá de sus habilidades en el campo de batalla, para presentarnos una comedia de acción ágil y divertida. El primer paso fue la jugada apuesta de elegir al neozelandes Taika Waitti, un director poco experimentado en este tipo de mega tanques de Hollywood, pero con un gran manejo en el terreno del humor absurdo. En películas como "What We Do in the Shadows" (2014) y "Hunt fot the Wilderpeople" (2016) demostró un tacto particular para la comedia delirante, que a la gente de Disney le pareció apropiado para sus nuevas intenciones de cara al futuro de Dios nórdico. Aunque Marvel ya venía apostando hace mucho al género del humor (desde Robert Downey Jr. en Iron Man, pasando por Ryan Reynolds en Deadpool) aquí se vuelve a reafirmar el objetivo de abandonar como protagonista indispensable a la pomposidad de los efectos especiales y la magnificencia de la acción por sobre la trama elaborada y la construcción en base a la personalidad del personaje principal interpretado una vez más por el carismático actor Chris Hemsworth. La última vez que vimos al guerrero asgardiano fue en Avengers: Era de Ultrón (2015), segundo largometraje dedicado a Los Vengadores. Allí el personaje alcanzó un nuevo nivel de poder. Ahora, en esta tercera entrega de su franquicia en solitario, veremos a Thor enfrentarse a su villano de turno Hela (Cate Blanchett), la diosa de la muerte, que destruyó su poderoso martillo Mjolnir y lo exilió a una lejana galaxia llamada Sakaar donde será obligado a convertirse en gladiador en unas violentas y mortales arenas de lucha. Ella intentará extender su poder por todo el universo a través del Ragnarok, un evento de la mitología nórdica que enfrenta entre sí a las deidades y acaba con la civilización. Con las cartas sobre la mesa, el Dios del trueno formará un grupo de aliados integrados por Loki (Tom Hiddleston), Valkyrie (Tessa Thompson) y Hulk (Mark Ruffalo) para evitar el fin de Asgard. Uno de los grandes aciertos del film fue la incorporación de Hulk, colocándolo en el arco argumental y dándole un protagonismo que se merecía. La última vez que vimos al gigante verde en la pantalla grande fue en Avengers: Era de Ultrón, película que finalizaba mostrando a la criatura partiendo hacia rumbo desconocido. Esto fue la antesala para integrar la exitosa historieta publicada en 2006 llamada Planet Hulk, donde llega a Sakaar y es forzado a ser un gladiador, desarrollando sus capacidades intelectuales y dejando para el olvido aquella imagen, tantas veces repetidas, del personaje como una monosilábica masa de músculos verdes. Para finalizar, un dato más que interesante es la aparición de la primera villana de la franquicia. De esta forma se empieza a construir la posibilidad de tener dentro del Universo Cinematoigrafico de Marvel a una villana central. En un universo formado por diecisiete películas, Marvel aún no ha podido instalar entre el público a un villano indiscutible Para semejante apuesta, Cate Blanchett se pondrá en la piel de Hela, un personaje que con sus poderes místicos pelea por convertirse en uno de los grandes antagonistas de Thor junto con Loki. Dejando de lado lo ceremonioso de las primeras dos entregas del Dios del martillo, todo parece apuntar que vamos directo a un cambio de esencia dentro de la franquicia, donde el tono de absoluta comedia de aventura y acción sea la carta clave a jugar.
Critica emitida por Cartelera 1030 Radio Del Plata- Sábados 20-21hs
Valhalla I´m coming Taika Waititi estaba en una posición inmejorable: a esta altura, Marvel ha desarrollado una máquina de hacer películas cuyo éxito en términos de crítica y taquilla está prácticamente asegurado. En este contexto de inimputabilidad, el director neozelandés tomó las riendas de una de las propiedades que menos alegrías le han dispensado a la empresa: Thor, hijo de Odín, el Dios del Trueno. Se trata de uno los personajes de Marvel (el otro es Capitán América) que venía recibiendo un trato bastante solemne, en consonancia con la mitología nórdica que lo inspiró. Ragnarok lleva al personaje en sentido contrario. Antes de hablar de la película, conviene aclarar algo: a contramano de lo que la mayoría de los críticos ha comentado sobre ella, Thor: Ragnarok no es una comedia. Es una película de acción, fantasía y aventuras con toneladas de humor y calidez. Los chistes afloran de la misma manera que lo hacen en Indiana Jones y la Última Cruzada o en Volver al futuro, a tono con un concepto de cine de entretenimiento que Hollywood perfeccionó a lo largo de la década del 80′. Ragnarok está construida en base a una operación fundamental del cine narrativo: poner al protagonista en problemas. Al enterarse de que el evento del título amenaza con destruir Asgard, Thor regresa a su reino para encontrar que su tramposo hermano Loki (Tom Hiddleston) ha usurpado el trono de Odín (Anthony Hopkins), padre de ambos. Para colmo de males, el dios de un solo ojo les revela un terrible secreto: Hela (Cate Blanchett), diosa de la muerte e hija suya, se ha liberado de sus cadenas y viene para dominar Asgard. Los poderes de Hela sobrepasan por mucho los de Thor: sin mucho esfuerzo, la diosa estruja el martillo del Dios del Trueno y lo destierra. Thor termina en Sakaar, un planeta en el que The Grandmaster (Jeff Goldblum) se dedica a organizar torneos de gladiadores. Capturado por Valkyrie (Tessa Thompson) y rodeado de un abanico de personajes decadentes que no lo respetan en lo más mínimo, se ve obligado a pelear contra el gran campeón de esos torneos para obtener su libertad. De esa manera podrá volver a Asgard, vencer a Hela y evitar el Ragnarok. Las situaciones humorísticas fluyen con la trama, se entrelazan con ella, pero la película siempre tiene claro cuándo es necesario imprimirle urgencia, dramatismo y épica. En ese sentido es que la labor de Taika Waititi resulta encomiable: las costuras entre su autoría y el molde prefabricado por Marvel se funden y el resultado convence a todos. Esto se logra porque Thor: Ragnarok es una sentida carta de amor al cómic en sentido amplio: el uso de colores intensos y saturados que remite a los 60´y los 70´, cuando el trabajo de color era más esquemático y precario que el actual; sus encuadres y la fluidez del trabajo de cámara le dan un vértigo y una plasticidad análogas a la del arte secuencial. Y no sólo se trata de un homenaje al cómic norteamericano: el humor parece sacado de las páginas de Ásterix, como si los diálogos entre el Dios del Trueno y e Increíble Hulk fueran la encarnación de más alto presupuesto de las andanzas del héroe galo y su amigo Óbelix. En cuanto a la inevitable referencia a los 80′, Ragnarok es un inmejorable exponente de cómo esta tendencia puede capitalizarse para hacer grandes piezas audiovisuales. En una época donde Stranger Things copia y pega referencias directas al cine de aquellos años y se ata al homenaje (teniendo méritos propios que podría explotar mucho más), Taika Waititi adopta un código, un espíritu, un tono que trae ese cine al presente y lo mantiene vivo.
Marvel lo volvió a hacer, y lo digo para bien. Y no solo eso, sino que logró revitalizar a un personaje que estaba rozando el abismo. Thor: Ragnarok es la tercera película del superhéroe dentro del Universo Cinematográfico, dirigida por Taika Waititi (What We Do In The Shadows, Eagle vs Shark). También es la tercera que lanza la compañía durante este año.
Cuando anunciaron que la tercera película en solitario de Thor iba a ser dirigida por Taika Waititi, festejé. No solo por lo que ese anuncio implicaba en términos artísticos para la franquicia y el Universo Cinematográfico de Marvel, sino porque había otra producción del realizador neozelandés para esperar con ansias. Para quien no lo conoce, es el director y guionista de Eagle vs. Shark (2007), Boy (2010), Casa Vampiro (What We Do in the Shadows, 2014) y Hunt for the Wilderpeople (2016); cuatro magistrales “tragicomedias” que lo convirtieron en un cineasta realmente valioso, capaz de integrar sensibilidad y humor, de manera fresca, original y, sobretodo, muy personal. Todo parecía indicar que Thor: Ragnarok se sumaría a su salón de grandes trabajos, pero lamentablemente –y con dolor– debo decir que no.
Un cómico dios del trueno “Thor: Ragnarok” , la nueva película de Marvel, encontró su punto justo en la diversión. El delirio acompaña a una historia simple y la aparición de personajes muy bien delineados hacen que esta película sea amena de principio a fin. A pesar de ser la última parte de una trilogía, “ Thor: Ragnarok” es un hallazgo en el universo de Marvel, porque encontró su punto justo en la diversión. En las anteriores versiones, quizá por su naturaleza épica, mitológica, todo era más sobrio y contemplativo, a diferencia de esta última parte en la que se burla de toda esa solemnidad. La historia, a cargo del cineasta Taika Waititi, comienza con Thor (Chris Hemsworth) enfrentándose a un demonio, y al volver a su hogar para entregar los cuernos que le otorgaban el poder a su contrincante, se encuentra con una situación extraña. Allí reaparece su ¿revivido? hermano Loki (Tom Hiddleston), y cuando van a buscar a su padre Odín (Anthony Hopkins), tienen un sorpresivo reencuentro con su hermana, de la que no conocían su existencia. Hela (Cate Blanchett), diosa de la muerte, quiere conquistar todo y para ello primero se deshace de Thor y Loki. Los hermanos van a parar a Sakaar, un planeta perdido en el que el dios del trueno será obligado a competir como un esclavo más, como gladiador. Thor buscará salir del lugar, acompañado por algunos amigos (Hulk, Mark Ruffalo) y algunos compatriotas perdidos (Valquiria, Tessa Thompson) para evitar que Hela consiga acabar con su mundo tal como lo conoce. “ Thor: Ragnarok” encontró finalmente el punto desde el que puede avanzar. El delirio que acompaña una historia medianamente simple a pesar de los viajes por el universo, y la aparición de personajes muy bien delineados que alternan entre la épica típica de héroe/villano, y características cómicas que hacen el metraje ameno de principio a fin. Otro gran acierto fue sacar la narrativa del planeta Tierra, para llevarlo a escenarios muy diferentes. Ese radical cambio, que se padecía hasta el hartazgo en la primera y la segunda parte de esta trilogía, al desaparecer casi por completo a los humanos, aligera la trama. Entre esos aciertos, vale resaltar las escenas con el Dr. Strange, quien fortuitamente ayuda a Thor para que se encuentre con su padre.También vale resaltar las referencias a “Los Vengadores”, y la dialéctica entre Thor y Hulk o Thor y Loki, para lo que es necesario ser conocedor del mundo fílmico de Marvel, aunque no es imperativo para disfrutar de esta película.
Estas realizaciones de “superfórmula” o de “superhéroes” que a esta altura, y luego de diez años, que ya se puede pensar como la invasión del comic en la producción de filmes en la “meca” del cine, son casi sinónimos. De “superfórmula”, pues se la puede pensar como producto de un guión ya escrito mil veces, sólo se modifica algún que otro nombre, casi siempre el malvado es otro, nuevo y de vida útil con fecha de “vencimiento”, o el nombre del espacio físico en el que se instala la eterna lucha entre el bien y el mal. Si algo está ausente es siempre la originalidad, todo es del orden de lo previsible, salvo que en este caso, y podría ser gracias a su director, devenido en técnico, que pudo introducir en el texto algo de su capacidad de incluir humor allí donde lograría sorprender. La historia comienza cuando Thor (Chris Hemsworth) vence a Surtir (Clancy Brown) y se lleva como trofeo los cuernos de la bestia representante esencial del mal, sin saber que esa acción le daría la posibilidad de retornar a Hela (Cate Blanchett), la Diosa de la muerte, hija primogénita de Odin (Anthony Hopkins), hermana natural de Thor de cuya existencianuestro héroe nada sabia de su existencia, super. El primer enfrentamiento entre ellos incluye al otro hermano de “ambos”, Loki (Tom Hiddleston), pero los dos hombres juntos no poseen el poder de su malvada hermana mayor. El lugar a defender es Asgard, el reino del cual son oriundos, sin embargo en plena lucha los dos hombres son enviados a un lugar que tiene más de circo romano, Coliseo incluido, que de mundo alterno. Alli el dueño y señor del lugar, Grandmaster (Jeff Goldblum), se divierte con la lucha de especies de gladiadores, en el que Thor debe enfrentar a muerte al campeón eternizado, que no es otro que “Hulk” (Mark Ruffalo), verde como siempre, pero amnésico. El filme de construcción clásica en cuanto a su estructura narrativa. de previsibilidad absoluta desde la idea inicial hasta la palabra final, incluyendo dos escenas durante y después de los créditos que se da tiempo a nuevos personajes, el ya nombrado interpretado por el genial Jeff Goldblum, quien junto a la increíble Cate Blanchett, son lo mejor de la película sin lugar a dudas. Un escalón más abajo aparece Skurge (Karl Urban), el único personaje que no es unidimensional, tiene fortalezas y debilidades, emociones encontradas y todo se establece en su rostro, especialmente en su mirada. A Chris Hemsworth que acá cumple con lo que se le pide, se lo ha visto en otras producciones donde dio atisbos de algo parecido a talento histriónico, casi lo mismo sucede con Tom Hiddleston. Lo de Mark Ruffalo es: veo luz, entro, no defraudo, cobro y me voy. Lo mismo con esa especie de cameo realizado por Benedict Cumberbatch encarnando a su conocido Dr. Strange. Lo demás no es más que un cúmulo de peleas y espacios temporales tranquilos, en forma de impasse entre luchas, para incluir atisbos de diálogos entre los personajes y establecer algo de discurso políticamente correcto. Se podría decir que la realización se reconoce a si misma como un producto mediocre y repetido, mediando un diseño de producción rebuscado con un diseño de sonido técnicamente impecable y una banda de sonido establecida en los ochenta por momento rayana al ridículo. Una de “super heroes” más, sólo para recaudar, que nada agrega salvo divisas en las arcas de los productores
"Thor: Ragnarok", chispas de comedia La tercera saga de Thor sorprende más por sus momentos de comedia que por los dramáticos obstáculos que todo protagonista tiene que superar en las películas de superhéroes. Bajando un poco los niveles de solemnidad de los dos filmes anteriores, el Dios del Trueno se divierte ridiculizándose a sí mismo con el resto de sus compañeros "Vengadores": un Hulk confundido en una especie de circo romano donde deberán luchar como gladiadores y una rebelde y rockera Valkiria (Tessa Thompson) para sumarse a su misión por el cosmos. Thor queda prisionero y sin su martillo del otro lado del universo, donde se cruzará con su hermano Loki, en la encrucijada de volver lo más pronto posible a Asgard para impedir el Ragnarok (la destrucción su civilización), en las manos de la cruel y todopoderosa Hela, su hermana y primogénita de Odin (Anthony Hopkins), que regresa con toda la furia para quedarse con el reino. Con un mensaje de ayuda a los expatriados y exiliados del mundo por conflictos bélicos, "Thor Ragnarok" no defrauda a los fanáticos del cómic. Vale la pena verla en 3D sólo para el espectador que busca un extra en efectos especiales en las escenas de acción. Además, el nuevo tanque de Marvel no escatima en actores: Cate Blanchett impacta como villana y Mark Ruffalo como Bruce Banner se lleva los aplausos; Jeff Goldblum es un dictador psicodélico e Idris Elba un valiente Heimdall. Hay actores de Hollywood encubiertos en la piel de Dr. Strange y un Loki y Odin ficticios, pero habrá que ir a ver la película y estar atentos para detectarlos. Para rematarla, en el soundtrack está incluído el potente tema "Inmigrant song", de Led Zeppelin.
Parece un cambio favorable y una buena idea de los productores que tienen a su cargo las cada vez más numerosas entregas cinematográficas del universo Marvel. Decenas de fallidas películas de superhéroes parecen haber dejado su legado y sus enseñanzas, y quizá por eso se venga dando esta inflexión. Haber elegido al director de comedias neozelandés Taika Waititi (autor de la serie Flight of the Concords, así como del brillante falso documental de vampiros What We do In the Shadows) para esta nueva entrega de Thor es parte de este viraje hacia el humor más desacatado. En rigor, ya se había recurrido antes a otros directores de comedia: los hermanos Joe y Anthony Russo, después de haberse encargado de la serie Community, fueron reclutados para Capitán América, el soldado de invierno, dando ya entonces un giro interesante. Por supuesto, lo que manda es la taquilla: recientemente Guardianes de la galaxia 1 y 2 y las dos entregas de Los vengadores –todas películas con un alto contenido humorístico– recaudaron cifras multimillonarias. Incluso DC (Batman, Superman), competencia histórica de Marvel, decidió adaptarse a los cambios, dejando de lado su seriedad característica al aportarle un bienvenido humor a Mujer maravilla. Y según los avances, habrá más de eso en su próxima La Liga de la Justicia. Lo cierto es que esta Thor: Ragnarok supera en cantidad de chistes por minuto a cualquiera de sus precedentes, lo que supone además un cambio sustancial respecto de las dos entregas previas del hombre del martillo, bastante más tradicionales, solemnes y sin demasiado punch. La avalancha de chistes aquí es imparable, pero además ayuda mucho el carisma de cada uno de los personajes presentados. Fue una gran idea dar mayor espacio para la autoparodia, y en ese sentido se hizo rendir mucho más al australiano Chris Hemsworth, un gran actor comúnmente desaprovechado. Junto a él, Tom Riddleston continúa con su impagable Loki, quien supo robarse ya varias entregas de Marvel, y se les suman el siempre atractivo Hulk en sus dos facetas y, sobre todo, Jeff Goldblum como un villano genial, líder de un planeta-basural en el que tienen lugar luchas a muerte de gladiadores galácticos. Es curioso que Kate Blanchett, quien justo resultaba, a priori, más prometedora, sea de las que menos resaltan en el cuadro, interpretando a una villana de manual. Quizá lo menos acertado sean ciertas escenas de acción; pocos riesgos puede correr un dios inmortal como Thor, y poco importa que se enfrente a demonios feísimos o a aguerridos cadáveres, se sabe que nada de eso podrá hacerle daño. De igual manera, una escena de Hela enfrentándose en una pelea física contra un ejército resulta, paradójicamente, de lo más anodino de la película. Como para equilibrar, el enfrentamiento de Thor contra Hulk es sumamente intenso y hasta doloroso, y un escape de varios personajes a bordo de una nave espacial supone un intenso goce lúdico. Por sobre todo, Thor: Ragnarok es de esos divertimentos completos, con muchos giros, escenarios vistosos, personajes variopintos, cameos hilarantes y muchos fuegos de artificio. Ciento treinta minutos que se pasan volando e íntegramente disfrutables son un mérito nada desdeñable.
5 MOTIVOS POR LOS QUE THOR: RAGNAROK ES LA MEJOR DE LA SAGA Se pueden criticar y elogiar muchas cosas del Universo Marvel que empezó Disney hace ya más de diez años (!), pero algo que no puede negarse es que, cuando falla, la compañía sabe reconocer sus errores y luego, claro, es capaz de remediarlos. Thor nunca fue el personaje más amado de los fans de los Avengers, ni gozó de tanta fama como para que su nombre en solitario fuera sinónimo de ventas. Es más, ni siquiera parece un superhéroe, aunque viniendo de la mitología en verdad casi que lo es hasta con más derecho que todos los otros. Pero, vamos a ser honestos: tampoco era antes muy conocido Iron Man, y hoy en día no hay persona niño (o adulto) que no fantasee con su carisma. Así, la proeza de Kenneth Branagh al poner en órbita a Thor, encarnado por el para aquel entonces novato Chris Hemsworth no fue menor, aunque sí menos sorpresiva por el hecho de que Disney ya contaba en sus filas con Jon Favreau, y de a poco revelaba sus planes de interconectar todas las historias de la factoría Marvel. La primera parte estuvo bien, y aunque distaba de ser una maravilla a lo Iron Man, contaba con su buena dosis de humor, color y aventura como para entretener a cualquier aficionado al comic. Todos estos valores, sin embargo, se perdieron en una secuela completamente deslucida, que se convirtió acaso en la peor de la franquicia: Thor, un mundo oscuro. La aventura no funcionaba, la acción era genérica, y ni siquiera el bueno de Tom Hiddelston lograba salvar al film del tedio. Ni hablemos de Natalie Portman. Un cambio era necesario, y cuenta la historia que el propio Hemsworth se acercó a Kevin Feige, jefe de los Estudios Marvel, y le dijo “esto no está funcionando, me siento atrapado y me aburro”. Lejos de enojarse, Feige tomó nota. El rumbo debía cambiar, y así Marvel aprendió -una vez más- de sus errores. A continuación, cinco motivos por los cuales la nueva Thor, Ragnarok es la mejor de la saga. 1- ES UNA COMEDIA PRIMERO, FILM DE ACCIÓN DESPUÉS No, no hay modo de tomarse en serio a un personaje mitológico con aires shakespereanos luchando contra alienígenas y demonios varios. Era hora de recordarlo, y por eso la empresa encomendó su nuevo producto a un director ávido de humor absurdo y famoso por no tomarse las cosas demasiado en serio (al menos, en cuanto a sobriedad de los guiones). El resultado es una película divertida, desatada y más “fresca” que todas sus predecesoras. El ridículo, sin duda, le sienta bien a un personaje que nunca fue otra cosa. Es mejor aceptarlo. 2- SU DIRECTOR: TAIKA WAITITI Sin ninguna experiencia en blockbusters (films de grandes presupuestos destinados a destrozar la taquilla), el realizador de pequeñas joyitas independientes como Casa Vampiro (What we do in the shadows) no parecía la mejor opción para sacar adelante un producto repleto de intervenciones constantes de los Estudios, y millones de dólares en juego. Sin embargo, otorgarle el film al director neozelandés fue una excelente decisión: el humor característico del realizador encajó perfectamente con el cambio de aire que la saga estaba necesitando. Así, sabemos que no debemos tomarnos demasiado en serio al personaje, aunque tampoco faltarle el respeto: por supuesto que termina “salvando todo”, eso siempre lo supimos, pero al menos lo hace desde la risa y no la solemnidad de sus predecesoras. 3- CATE BLANCHETT Loki fue un gran villano en la primera parte, y tanto es así que terminó combatiendo él solo (bueno, con su ejército extraterrestre) a los Avengers en la primera juntada de los superhéroes. En la secuela, no sólo no recordamos quién fue el villano sino que tampoco nos interesa acudir a IMDB para averiguarlo. Fue alguien que, suponemos, estaba muy enojado. Loki estaba por ahí, eso sí, y seguro era lo más interesante del film. Poco y nada para una saga que merecía mejor suerte. Por fortuna, es aquí donde entra Hela, Diosa de la muerte, para enderezar las cosas: su personaje es temible, amenazante y está a la altura de las circunstancias. Para complicar aún más las cosas, es parte del linaje real que gobierna a Asgard, y por ende conoce todas las debilidades del reino. La presencia de Blanchett completa al personaje, elevándolo por encima de muchos otros personajes. 4- UN MUNDO COLORIDO, NO OSCURO No todos los superhéroes se hacen en base a traumas y sufrimiento. En otras palabras: no todo lo que brilla es Batman. Thor pertenece a una historita que rebalsa de color, y así lo queremos. Eso es algo que olvidaron los productores y el director Alan Taylor a la hora de realizar la anterior película, y agradecemos que los Dioses del Olimpo Fílmico hayan ahora escuchado nuestras plegarias. En Thor: Ragnarok el color está en todos lados, y Asgard luce finalmente como Asgard, y no un escenario post-apocalíptico desaturado. 5- DEMOLIENDO SE CONSTRUYE ¿Qué hace a Thor? El pelo rubio largo, la capa roja y, por supuesto, su martillo. Pues bien, los creativos detrás de la tercera parte dijeron “al demonio todo”, y eliminaron, justamente, todos esos elementos. Adiós cabellera, hola pelo corto, ¿y quién necesita una capa, si no tiene siquiera esta superpoderes? Y el martillo… bueno, queda muy bonito, pero no puede ser que sin él el hombre no sea nada. Ragnarok destruye todo, y se propone así construir de nuevo. Una apuesta arriesgada que, sin embargo, funciona, porque remodela al personaje, convirtiéndolo así al final en un héroe mucho más interesante. Uno capaz de reinventarse para entretener a sus seguidores.
Tanto el publico en general como los amantes de las historias protagonizadas por los superhéroes de Marvel disfrutarán esta nueva entrega. Atrapado en el otro extremo del universo y sin su poderoso martillo, Thor (Chris Hemsworth) debe salvar a Asgard de la despiadada Hela (Cate Blanchett). Durante el viaje atraviesa diferentes situaciones, como por ejemplo, enfrentarse a su antiguo aliado: el increíble Hulk (Mark Ruffalo). Con imágenes veloces y coloridas, despliegue técnico y un elenco reconocido, la película dirigida por Taika Waititi entretiene y divierte. Si bien su fuerte no es el argumento, hay que reconocer que se destaca porque muestra a los superhéroes un poco más humanos y descontracturados. Hemsworth es un correcto protagonista que vuelve a hacer suspirar a la platea femenina; mientras que Blanchett está desaprovechada en un papel colmado de efectos y escaso diálogo. Tom Hiddleston, Idris Elba, Jeff Goldblum y Antony Hopkins completan el elenco. Thor-Ragnarok se entiende perfectamente, separada de las anteriores. Y aquellos que no las hayan visto no se sentirán perdidos. Por el contrario, podría decirse que es la mejor de las tres.
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El impresionante regreso del Dios del Trueno La tercera entrega de la saga de Thor es la mas colorida y festiva de toda la serie Asgard se encuentra en manos de la despiadada y todopoderosa Hela (Cate Blanchett), que ha robado el trono y ha encarcelado a Thor (Chris Hemsworth), enviándole como prisionero al planeta Sakaar, en donde deberá luchar por su vida como un gladiador y tratar de volverá a su Tierra natal sin la fuerza de su martillo. El director neozelandés Taika Waititi, responsable de joyas como Casa Vampiro, despliega en esta cinta toda su pericia para el humor, dejando de lado la oscuridad y solemnidad de las anteriores cintas de la saga. Más cercana al concepto de Guardianes de la Galaxia (y para que la conexión en la futura Infinity War sea más fluida), la película destila comicidad, una estética de colores ochentosos/poperos, y escenas de acción muy bien diseñadas. Play Chris Hemsworth sigue demostrando que detrás de su cuerpo fornido se esconde un gran comediante, que no teme al ridículo y que pone todo su empeño al servicio del filme. Toda la película cuenta con una banda de sonido magnífica, que sin apelar a la nostalgia como en las cintas de James Gunn, nos regala momentos cargados de adrenalina, como el combate de Thor y una legión de seres al ritmo de Led Zeppelin. Y si hay algo en lo que el Universo Marvel ha tenido poca fuerza, en la concepción de los villanos, aquí eso queda enmendado con la erótica y peligrosa presencia de Cate Blanchet (mortífera Hela) y el desopilante Jeff Goldblum haciendo de Jeff Goldblum con el vestuario de GrandMaster. Esto sin desmedro del carismático Loki (aplausos para Tom Hiddleston) un rufián irresistible, que cada vez que aparece en escena levanta aun mas la cinta. Hay cameos, guiños y enlaces con el resto de los filmes de Marvel (incluida una original conexión con Avengers 2) y un muy logrado momento de Dr. Strange. Por supuesto, en el filme encontramos a Hulk (con Mark Ruffalo haciendo notar sus gestos y sentimientos detrás de esa gigantesca masa verde), partícipe de una escena destinada a convertirse en objeto de culto (recuerden el momento jacuzzi cuando vean el filme); y Tessa Thomson como una Valquiria borrachina "de armas tomar", un personaje supuestamente menor que termina ganándose el corazón de los espectadores. Thor: Ragnarok es más que una "space opera", es una aventura de ciencia ficción, bizarra, excéntrica, un espectáculo que nunca decae y que puede ser disfrutada por obsesivos de los cómics y neófitos en busca de entretenimiento.
Thor: Ragnarok marca el regreso y re estructuración de la saga del dios nórdico en solitario. Dejando atrás la desastrosa secuela Thor: The Dark World (2013) de Alan Taylor este nuevo film dirigido por Taika Waititi (Hunt for the Wilderpeople, What We Do in the Shadows) logra aprovechar al máximo su potencial y ofrece una gran película de principio a fin. Ragnarok es un film ambicioso que presenta una multitud de personajes nuevos y expande aún más el universo del MCU, no obstante su historia es simple: Tras enterarse secretos de su pasado y perder su martillo a manos de Hela (Cate Blanchett), Thor accidentalmente termina prisionero en el planeta Saakar, un paraíso de basura galáctica dominado por The Grandmaster (Jeff Goldblum). Primero y principal, Thor: Ragnarok evita los estilos que Kenneth Branagh y el ya mencionado Alan Taylor impusieron en sus entregas previas y eso es un acierto. Como un rescate asombroso al “la tercera es la vencida” Taika Waititi, se puso la camiseta – le quedó justa – y con un distintivo -casi absoluto- toque de comedia, nos entrega uno de los más sólidos films de este universo de superhéroes de Marvel. El toque de Waititi se puede observar en cada minuto del metraje de Thor: Ragnarok; tal vez esto preocupe en los primeros 5 minutos de película – los cuales recurren a una hilarante intro entre Surtur, un demonio de fuego y Thor – pero poco a poco ese distintivo toque revitaliza absolutamente la serie del Dios del Trueno. Ragnarok utiliza el recurso de la risa fácil de una forma directa y sin forzar situaciones, aún en el riesgo de caer en el territorio del cliché. Hay que agradecer que por fin el personaje de Natalie Portman es “eliminado” con tan solo tres palabras, lo cual permite que Thor no tenga lazos sentimentales y no dependa de cadenas emocionales a la hora de desarrollar la historia. En Ragnarok vemos a un Thor “drifter”, un Thor vagabundo, que disfruta la gloria de conquistas y con hambre de poder, el verdadero espíritu del héroe asgardiano. Tener al “Dios del Trueno” desatado y contando, al mismo tiempo, con un pésimo reinado en Asgard – no por culpa de Thor – da lugar a los problemas, ahí entra Hela (Blanchett) ofreciendo la villana de turno. Hela, La Diosa de la muerte, marca – por fin – el primer verdadero desafío en lo que va de la saga de películas de Thor en solitario, de todas formas y ya con marca registrada en el MCU el villano se queda corto. Blanchett pone todo lo que hay que poner en su rol de villana, es carismática, tiene una presencia absoluta y resulta amenazante, pero sus escenas quitan ritmo a la aventura principal; por un lado tenemos al héroe luchando en la arena al mejor estilo Gladiador (2000) y encima en compañía de nada más y nada menos que el gigante verde de Marvel, Hulk (Mark Ruffalo) y por otro lado una subtrama de remodelación asgardiana a cargo de Hela y Skurge (Karl Urban en un rol tragicómico como actor). Bienvenido sean los nuevos cambios, pero por favor Marvel es hora de responder con algún villano efectivo en pantalla grande (ya son demasiadas las veces que dije esto). Thor: Ragnarok nos tiene varias sorpresas reservadas, desde numerosos easter eggs, la propia actuación de Waititi como uno de los personajes secundarios (ya es costumbre) y, atención: los mejores cameos en lo que va en películas del MCU hasta la fecha; no tenemos solo la presencia clásica de Stan Lee sino que hay un actor que aparece de la nada, opaca al resto de actores invitados en escenas y desaparece por arte de magia, simplemente con eso se gana toda las sonrisas de la sala y es una situación inesperada que logra posicionarse en el Top de lo mejor de la película. Una Pista: le “arruino” la última entrevista a Chris Hemsworth en el programa de Jimmy Kimmel. El guion a cargo de Eric Pearson, Craig Kyle y Christopher Yost da un entretenido espectáculo y se encarga de que el espectador se mantenga en la silla sin poder quitar la mirada de la pantalla; no es perfecto, es más, trata con mucho descuidado a varios personajes secundarios y las numerosas subtramas se sienten innecesarias en varios momentos de la película ya que no terminan llegando a nada y se sienten como gags introducidos a último minuto. El ojo de la tormenta, el punto bajo es la nula conexión entre la subtrama de Hela. Con respecto a las actuaciones Thor:Ragnarok demuestra una sólida química en el elenco; Chris Hemsworth y Tom Hiddleston siguen explorando esa hermandad antagónica entre Thor y Loki, y hay que ser sinceros esta ida y vuelta de traición y solidaridad se esta volviendo predecible y aburrida, contrariamente la absoluta novedad – y reencuentro – es ver a Hulk/Bruce Banner interactuando con Thor, cada escena que estos dos (se puede decir tres) personajes comparten pantalla es memorable y estamos ante un Hulk que se solidifica como un gran personaje secundario el cual no necesita tener otra película propia; Jeff Goldblum cumple extraña y correctamente como The Grandmaster, el estilo extravagante que Jeff utiliza en todas sus proyectos – se podría llamar Goldblumnism – está más vivo que nunca en esta película. El resto del elenco secundario: Anthony Hopkins, Idris Elba, Benedict Cumberbatch, Tessa Thompson (en un rol disparatadamente desechable) y Karl Urban, pasan sin pena ni gloria – Tadanobu Asano, Ray Stevenson y Zachary Levi se llevan la peor parte de la película como los desaprovechados Warriors Three. Thor: Ragnarok da nueva vida a las aventuras del Dios del trueno, es ambiciosa, no fuerza la comedia a pesar de que sea una película absolutamente sumergida en ella y utiliza lo caótico como fuerte del entretenimiento; en otros momentos podíamos decir que la saga Thor estaba casi muerta, pero gracias a esta última entrega y la visión de su director hay chances que tengamos a un Dios del trueno para largo rato.
Recuerdo cuando incursioné en la compra de cómics en inglés, allá a mediados de los '90. Me animé a abandonar la zona de confort linguístico que me brindaban editoriales como Norma y Perfil y, maravillado por los dibujos de un joven de nombre Joe Madureira en Uncanny X-Men (y por los ingenuos beneficios de la convertibilidad), arranqué con mi colección de Marvel. Rápidamente se sumaría Spider-Man, más de los X-Men y, casi sin darme cuenta, ya estaba metido de cabeza en mi primer crossover anual comprando números de personajes que jamás había leído. Ahí fue cuando compré mi primer cómic posta de Thor. Por supuesto que lo conocía a grandes rasgos. Sabía bien quién era Thor, que su identidad secreta era un lisiado, que su hermano era Loki, que el padre de ambos era Odín, qué era Asgard, el Valhalla y blablabla. Y aunque siempre me interesó tangencialmente el personaje (los vikingos tienen ese no sé qué), lo cierto es que... siempre tuve miedo de comprar cómics de Thor. ¿Miedo a qué? A que ese inglés shakespeareano con el que se expresaban los protagonistas me resulte inabordable. Miedo a que el tono de las historias sea demasiado solemne. Miedo a que me resulte aburrido, en definitiva. Con el correr de los años, la editorial fue aflojando con esa solemnidad y, si leen cualquier cómic de Thor de la última década, notarán que es muchísimo más accesible de entrada que aquellos publicados 20 años atrás. Hago esta introducción porque, luego de ver Thor: Ragnarok, no puedo evitar sentir que el Dios del Trueno fue transitando el mismo camino en su traspaso a la pantalla grande. Su debut cinematográfico en 2011 estuvo cargado de majestuosidad asgardiana de manera inevitable (la dirigió Kenneth Branagh, el mismo tipo que dirigió Hamlet y Enrique V, por el amor de William), mientras que su secuela, esta vez a cargo de Alan Taylor (director de algunos de los mejores episodios de Game of Thrones), debería haber sido épica y resultó épicamente fallida. Quizás era momento de probar algo distinto, de darle una pequeña vuelta de tuerca al personaje. Y si hay que reconocerle algo a Marvel Studios es que en los últimos proyectos se la jugó bastante con la elección de sus directores, algunos de ellos casi provenientes del cine de culto/under: James Gunn con ambas Guardians of the Galaxy, Jon Watts con Spider-Man: Homecoming, y ahora el neozelandés Taika Waititi con Thor: Ragnarok. ¡Breve sinopsis no-spoilera antes de continuar! Al comenzar el film, nos enteramos de las andanzas de Thor post-Age of Ultron (recuerden que no lo vemos desde entonces), viajando por el cosmos en busca de las Gemas del Infinito y tratando de averiguar algo sobre sus visiones recurrentes del Ragnarok, alias el fin del mundo y de los dioses en la mitología nórdica. Pero como en toda buena familia de dioses que se precie de tal, surgen viejos secretos ocultos y traiciones, y en menos de lo que cae un rayo Thor es transportado a Sakaar, un planeta en la otra punta de la galaxia, gobernado por el suntuoso Grandmaster, y donde la principal atracción de su pueblo son los juegos gladiatorios. Allí se reencontrará con Loki y Hulk, hará nuevas amistades en Valkyrie y Korg, y... bueno, no cuento más. Porque, a pesar de que la gran mayoría sentimos que "los trailers contaron toda la trama" (algo que lamentablemente viene pasando cada vez más seguido con los grandes estrenos), déjenme asegurarles que NO es el caso. De manera astuta, la gente de Marvel se guardó más de un as bajo la manga, incluso retocando digitalmente los adelantos vistos previamente, gracias a lo cual nos sorprendemos con algunos sucesos en el tercer acto del film. El director de Hunt for the Wilderpeople y What We Do in the Shadows (búsquenlas en Netflix, ambas están disponible hace unos meses) se deshace de toda esa pomposidad antes mencionada y acepta gustoso el delirio cósmico inherente a una película de superhéroes con dioses y monstruos verdes luchando en la arena de combate. ¿Qué sentido tiene hacerse los serios? Esta tercera entrega de Thor es el equivalente a cuando, ya transcurrida la boda en la iglesia, llegás al salón, te sacás el saco, te aflojás la corbata, y te sumás al trencito del carnaval carioca. Por supuesto, nada de esto sería posible sin un actor protagonista que logre llevar adelante esa cuota de humor con un guiño de ojo cómplice, y acá se confirma lo que vengo diciendo hace años: Chris Hemsworth tiene un gran, gran timing para la comedia. Entre Waititi y Hemsworth logran encontrar el punto exacto que mejor le sienta al personaje, justo en la intersección entre Tony Stark y Steve Rogers. Por el lado del elenco, el rubio fanático de Del Potro es acompañado nuevamente por Tom Hiddleston, cuyo Loki ya prácticamente se maneja solo sin inconvenientes (aunque quizás en esta ocasión resulta ser el remate de las bromas demasiadas veces), y por el siempre enorme Anthony Hopkins, un tipo que puede estar cinco minutos en pantalla y te eleva esa escena a un nivel completamente distinto. Pero lo mejor del cast son las incorporaciones: Tessa Thompson (Westworld, Creed) se destaca como Valkyrie, una de las míticas guerreras asgardianas, ahora auto-exiliada en Sakaar y bastante reticente de volver a involucrarse en los asuntos de su tierra natal; decidida, firme, y bastante ebria, es una muy interesante adición al MCU, ya veremos cómo se lleva con el resto de las chicas. El otro destacado es por supuesto Jeff Goldblum (Jurassic Park, Independence Day) como el Grandmaster, soberano de Sakaar, en su mejor interpretación de Jeff Golblum desde la última vez que hizo de Jeff Goldblum. Nobleza obliga, debemos mencionar al renovado Hulk: ahora semi-inteligente y con una personalidad similar a la de un niño, esta carismática versión del personaje es, por lejos, la mejor vista hasta ahora en pantalla. Y cuando Hulk pasa de vuelta a ser simplemente Bruce Banner, Mark Ruffalo se complementa a la perfección con Hemsworth, logrando una genial dupla que por momentos roza la de alguna buddy cop movie ochentosa. De la otra vereda, nos encontramos con una Cate Blanchett que luce perfecta como Hela (el diseño de vestuario es impecable). La actriz se mueve y habla con mucho porte, mucha presencia escénica, pero... no tiene demasiado para decir, resultando ser otra víctima más del ya clásico "Trastorno del Villano de Cómic Poco Desarrollado". Hela es malvada porque... porque sí, porque tiene que serlo, porque siente que es quien debe ocupar el trono de Odín y no mucho más, francamente. Lo cual es una verdadera lástima, no solo porque Blanchett es sin dudas una de las mejores actrices caminando por este planeta, sino también porque es la primera villana del Universo Cinematográfico Marvel. Oh, bueno. ¿Qué se le va a hacer? ¡Tarea pendiente para la próxima, muchachos! Visualmente la película se ve MUY bien, especialmente todo lo referente a Sakaar. Allí la paleta de colores y la fotografía dan un giro de 180º a todo lo visto en los films anteriores, con diseños que son un calco de toda la movida galáctica de Jack Kirby, el genio del lápiz que co-creó casi todo el Universo Marvel junto a Stan Lee hace más de cinco décadas: los escenarios, las armaduras de los soldados, el diseño de las armas y las naves... todo es 100% Kirby. ¡Bien ahí, Marvel! ¿Cuál es el problema con Thor: Ragnarok entonces? Por todo lo que hablé hasta ahora, este aire renovado parece funcionar de maravillas, ¿cierto? SÍ... y NO. Para empezar, el humor es casi constante. Con algunos gags me reí a carcajadas, mientras que con otros sinceramente no entendía de qué cazzo se reía uno que estaba sentado a mitad de la sala y se estallaba con todos y cada uno de los chistes (la próxima privada de prensa, amordácenlo por favor). Y algunos de los gags son infantiles y hasta predecibles; hay uno en particular que está a un pasito de Los Tres Chiflados, sólo le faltaba el piquete de ojos. Si bien no tengo tanto problema con esto, entiendo por qué a algunos les choca bastante y les resta más de los que les suma. Aún así, el principal inconviente es que se nota demasiado el cambio de tono, la irregularidad de la trama. La división tiene una precisión casi de relojería: primer acto en Asgard, con cierto tono serio y por breves instantes dramático (o eso intenta); segundo acto en Sakaar, donde los chistes se multiplican y la acción se incrementa; tercer acto, los guonistas se acuerdan de Asgard y volvemos todos allá a regañadientes. Es tan acentuada la distinción que no solo se produce en el tono y en la estética, sino también en el campo sonoro: en Asgard, la música es la clásica banda sonora orquestada y operática, mientras que en Sakaar abundan los sintetizadores a lo Tron Legacy ¡y hasta hay una fiesta con DJ! Gracias a Dios tenemos "Inmigrant Song". En lo personal, aplaudo la decisión de probar diferentes directores, diferentes tonos, diferentes narrativas y personajes. Porque es exactamente lo mismo que ocurre en los cómics que tanto defendemos, a veces de manera caprichosa y sin mucho sentido. Piensen que si nos quedáramos con los orígenes históricos de cada superhéroe, no existirían historias como Año Uno y después no harían cuatro cuadras de cola para escucharlo a Frank Miller en Rosario. Sin embargo, en el caso puntual de Thor: Ragnarok, este ida y vuelta no deja de ser algo brusco. Por un lado, se agradece la intención de los realizadores de hacer algo distinto con los personajes. Pero por el otro, llega un momento donde nos sentimos iluminados y llegamos a la tan temida conclusión: nos enchufaron un "Planet Hulk" con sintetizadores en medio de una historia sobre el fin del mundo. VEREDICTO: 7.5 - PLANETA THOR Si te gustan los Guardianes de la Galaxia, ni lo dudes, porque Thor: Ragnarok te va a encantar. Claramente Marvel supo reconocer que James Gunn creó algo distinto, con enorme aceptación del público y la crítica, así que decidió orientar la antena para ese lado acá también. Parte de la audiencia lectora de cómics viene algo disgustada con este nuevo tono del estudio, algo más humorístico y colorido y cuasi-pop, por lo que asumo que verlo a Hulk jugando con una pelota sólo va a echar más leña al fuego
Video Review
Esta historia refresca mucho ante la abundancia de producciones con personajes de Marvel y DC Comics, que ya se repiten entre ellas y terminan aburriendo o agotando con un tema que más o menos siempre gira sobre lo mismo, por lo tanto es un gran hallazgo el hecho que hayan...
Thor, el payaso… Thor Ragnarok es algo así como un auto-boicot; un intento inexplicable de Marvel por satirizar su propio universo cinematográfico. Apelando al humor desenfrenado, la película tergiversa el pasado ficcional de la saga y, en trámite de transformar la franquicia en comedia, se burla de sus personajes y también de su audiencia incondicional. Convertir a Thor y Hulk en una dupla humorística es tan anticlimático y desatinado como poner de protagonista de Terminator a Charles Chaplin. Lo peor del nuevo universo de Marvel hasta ahora. Lo peor: busca desesperadamente ser graciosa con protagonistas que no lo son
La más distinta de Marvel "Thor Ragnarok" es la película de Marvel menos Marvel que se ha visto hasta el momento, y eso es una buena noticia. Ojo, no porque las entregas de la compañía de superhéroes sean malas, sino porque se sale un poco de la fórmula tradicional, ya un tanto repetitiva, y se anima a proponer algo un poco distinto, con otro aire renovado. Dirige el neozelandés Taika Waititi, responsable de la impecable comedia "What we do in the Shadows" que me hizo morir de la risa. En esta entrega de Thor se dejan ver esas notas de humor despojado y bizarro que caracteriza su trabajo. Había algunos temores de que este director se hiciera cargo de la tercera parte del dios del trueno por su perfil, pero la verdad es que hace una muy buena mezcla de humor y acción de la buena. Por supuesto hay muchos fanboys a los que no les va a gustar que Thor tenga el pelo corto y cosas menores de ese estilo, pero este trabajo de Waititi es un gran entretenimiento, consistente y que ofrece algo novedoso sin quedar desubicado en el medio. Destaca en la trama la introducción de una de las villanas más poderosas del universo, Hela, cuya relación con la familia real es tortuosa. Sólo eso diré para no spoilear. Que la haya interpretado la magistral Cate Blanchett sólo aumenta la grandeza del personaje. Se sumó también al universo la actirz Tessa Thompson en el rol de Valkiria, uno de los personajes que aportó a esto del nuevo aire al que hago alusión. Otra cuestión que hace que la película sea distinta es la dinámica, con un humor más agudo y desfachatado. Todos son un poco comediantes en este film, desde Thor pasando por Hulk y Valkiria hasta la villana Hela. Esto te puede parecer divertido o un sacrilegio de acuerdo a qué tan flexible seas con los cómics. En mi opinión es una buena apuesta y termina sumando a una historia que venía golpeada desde la segunda entrega que no fue de tanto agrado de la crítica como del público general. Lo importante es que no aburre ni un segundo, presenta una historia consistente y nos muestra varias batallas que muchos estábamos ansiosos de ver en la gran pantalla. Otro buen producto de la factoría Marvel que presenta como novedad haberse animado a hacer algo un tanto distinto. Ojalá tengamos más entregas temerarias que no se queden en la senda segura de la fórmula.
Crítica emitida por radio.
Que Thor: Ragnarok es lo mejor que la saga de Thor ha ofrecido hasta ahora, que a nadie le quepan dudas. Es súper movida, está plagada de chistes, tiene villanos formidables, está Hulk como nunca se lo vió (y similar a como uno lo conoce de los comics), y tiene fantásticos personajes. Pero, por otra parte, te deja cierto escozor incómodo deslizándose por la espina dorsal. Mientras que en Guardianes de la Galaxia James Gunn integraba el humor de manera natural e integral a la trama (produciendo un relato tremendamente afectivo y efectivo), Thor: Ragnarok pasa el límite de la parodia en mas de una ocasión. Que el humor le saca la solemnidad almidonada a la saga (que es algo que desesperadamente precisaba) es evidente, pero, por otro lado, si la movida se contagia, puede llevar a todo el género de los superhéroes a la decadencia. Ragnarok no se siente como Guardianes de la Galaxia o Deadpool, sino como una de superhéroes hecha (por momentos) por los directores de Airplane!. La primera media hora es caótica. Va muy rápida, hay cosas empardadas de apuro (el escape de Thor del Infierno, el destino de Odin, la revelación de la primogénita maldita del Padre de Todos, la toma de Asgard, el exilio de Thor) y uno cruje los dientes por lo vertiginoso del relato. Por suerte la historia encuentra sus pies cuando se despacha con su propia versión de Planeta Hulk (digamos, Planeta Thor), en donde el Dios del Trueno, despojado de su martillo mágico y sus poderes, termina como gladiador en una arena intergaláctica regida por Jeff Goldblum… el cual hace de Jeff Goldblum con todas las letras mayúsculas. Ciertamente Goldblum arranca las mayores risas de la película, pero hay momentos en que se pasa de ridículo y es incómodo. Igual el relato está mechado con la integración de Tessa Thompson como una ex valkiria (una integrante de la mítica guardia personal de Odin) que ha preferido el exilio después de ver el manoseo de influencias y poder que ha hecho el Padre de Todos con cada uno de sus hijos. Si Chris Hemsworth y Mark Ruffalo se sacan chispas en el planeta alienígena, por el otro lado Cate Blanchett se devora la pantalla con ganas. Oh, Dios, no sólo es tremendamente sexy sino deliciosamente mala. Ultimamente la Marvel viene mejorando la puntería con sus villanos (el Buitre, Ego el planeta viviente) y la Hela de Blanchett (secundada por su ex compañero de El Señor de los Anillos Karl Urban) es uno de los mejores. Y desde ya el Loki de Tom Hiddleston que sigue haciendo de las suyas. Como show pochoclero, Thor: Ragnarok no tiene desperdicio. Hasta alguno que otro puede cometer la herejía de decir que es el mejor filme de superhéroes que ha dado la Marvel hasta ahora (ehh… yo me apunto). Sobre el final se vuelve mas serio y épico, y le da una gran estatura a Hemsworth, un tipo que viene foguéandose en la comedia (¿se acuerdan cómo se robaba todas sus escenas en Los Cazafantasmas 2016?) y que ha probado tener carisma de sobra para llenar la pantalla. Marvel no escatima recursos a la hora de poner a sus personajes (y sus historias) al limite, y aquí toma varias decisiones arriesgadas, las cuales prueban la seguridad que se tiene la editorial para manejar las franquicias con total prestancia. Quizás haya un exceso de chistes que termina por incomodarme un poco pero, viendo la pelea épica de Thor contra una tonelada de enemigos al son de la Canción de Inmigrante de Led Zeppelin, me da la pauta justa que el director Taika Waititi tienen condiciones de sobra para llevar la franquicia a nuevos y apasionantes territorios, sólo que le pediría un poco mas de equilibrio (tal como lograra James Gunn en Guardianes…) para que esto siga siendo épico, emocionante y gracioso sin caer en la pura parodia.