Como en tantos otros de sus reconocidos films (Alice, La Rosa Púrpura del Cairo, La Maldición del Escorpión de Jade), un elemento fantástico: una vidente (reminiscente a Whoopi Goldberg en Ghost, La Sombra del Amor) interpretada por Pauline Collins (Shirley Valentine) presta su trabajo a conducir la vida de Helena (impecable Gemma Jones), aconsejar según las energias prevalecientes en el ambiente. Helena acaba de ser abandonada por su esposo (Anthony Hopkins) en la etapa otoñal de sus vidas, su hija (Naomi Watts) convive con un médico (Josh Brolin) que no ejerce y se dedica a la escritura de un libro sin éxito.Sin dinero, son mantenidos por sus padres quienes, como es el caso de Helena se aparece de imprevista en la casa donde convive su hija a diario, emitiendo opiniones que no le atañen contra su yerno. Una de las opciones laborales es entrar a trabajar como buscadora de artistas para una galeria de arte cuyo dueño es algo asi como un seductor nato (Antonio Banderas, en uno de los roles que mejor encajan en su carrera). Woody plantea como es de costumbre en sus films, la experiencia de el hombre mayor que deja a su esposa luego de extensos años de matrimonio por una jóven y sexy musa, algo así como en Poderosa Afrodita. Hopkins realiza una labor alejada del transitado hombre serio con acento, intenta algo nuevo en su carrera, incursionar en comedia paralelamente al drama. Las desopilantes situaciones incluidos gags no tienen desperdicio, son constantes. En Argentina todavía esperamos el estreno de Whatever Works. Link de la página oficial del Festival, conferencia de prensa de Woody Allen: http://www.festival-cannes.com/en/mediaPlayer/10501.html
Como cada año, llega una nueva película de Woody Allen, este genial director que a los 75 años continúa escribiendo y dirigiendo sus guiones sin descanso. Esta costumbre o necesidad del director de "Annie Hall" de entregar un film por año hace que no todos sus trabajos sean recomendables, siendo su obra (sobre todo en los últimos años) un tanto despareja. A pesar de considerarme un gran admirador de este director newyorkino, debo reconocer que su época dorada ya pasó y no me parece justo analizar sus nuevos trabajos pensando en los viejos clásicos de su filmografía ya que siempre saldrá perdiendo en la comparación. A esta altura de su carrera, no se le puede exigir que vuelva a crear una obra maestra como "Annie Hall", "Manhattan", "Crimes and Misdemeanors" o "The Purple Rose of Cairo". Igualmente, cualquier nuevo trabajo de este oxidado y automático Woody Allen suele ser mejor que la mayoría de los estrenos actuales. Aquí el director vuelve a explorar algunos de sus temas favoritos como el amor, la muerte, la infidelidad y el matrimonio, continuando el estilo de otros títulos como "Hannah and Her Sisters" y "Husbands and Wives" al presentar las historias entrecruzadas de dos parejas en crisis. Acompañada por un (innecesario) relato en off que describe ciertos momentos y sentimientos de los personajes, una clásica banda de sonido al ritmo de jazz y un logrado trabajo de fotografía que resalta los hermosos paisajes de la ciudad de Londres, "You Will Meet a Tall Dark Stranger" transita la comedia y el drama ofreciendo un entretenido relato en donde no faltan los típicos diálogos y situaciones con ese toque genial y particular que sólo Allen nos puede brindar. Desde el año 2006 (en "Scoop") hacia acá, Woody Allen ha preferido mantenerse detrás de cámara y no protagonizar sus films, dejando su lugar a reconocidos actores que resignan altos honorarios con tal de trabajar a sus órdenes. Aquí participa un destacado y variado elenco en el que se destacan Anthony Hopkins, Gemma Jones, Naomi Watts y Josh Brolin. Inclusive Antonio Banderas cumple un buen trabajo (algo que creía imposible). En el tramo final, algunas de las diferentes historias quedan abiertas, dando la posibilidad al espectador de imaginar el mejor cierre para estos personajes.
La buena historia y los personajes muy bien definidos, hacen que este nuevo trabajo de Woody Allen mantengan al espectador entretenido durante toda la proyección, aunque algunos de los muy fanáticos de él quizás no queden muy conformes, ya que siempre...
Lo que queda de Woody Durante las décadas de los '70 y los '80 Woody Allen regaló grandes películas (algunas muy buenas, otras directamente obras maestras). Era un director que marcaba tendencia, un autor a seguir, una cantera inagotable de sorpresas, un referente generacional. En los '90 ya la calidad de su obra comenzó a decaer (con desniveles, claro- y, en los últimos tiempos, el cinéfilo que lo amó y aún lo respeta con reverencia y hasta veneración ya sólo espera que el resultado no caiga tan bajo como en Vicky Cristina Barcelona y que con suerte sea digno como en Match Point. Con su obsesión de seguir haciendo "religiosamente" un largometraje por año, Woody termina construyendo films muchas veces desganados, que parecen retazos de elementos ya trabajados mucho tiempo atrás, reciclajes maquillados de ideas originales que alguna vez tuvo o pinceladas no demasiado elaboradas de temas potencialmente interesantes, pero que necesitaban más tiempo para madurar y ser plasmadas en toda su dimensión. ¿Y Conocerás al hombre de tus sueños? Este film de estructura coral está más cerca del tratado moral de Match Point que de la liviana comedia de enredos románticos que Allen propuso en Vicky Cristina Barcelona. A los 75 años, el directo regresa a Londres para narrar varias historias de matrimonios en crisis y múltiples affaires ambientadas en el mundo de la literatura, de las galerías de arte y de la burguesía local. La película tiene múltiples personajes y subtramas, aunque puede decirse que pendula entre dos núcleos principales: uno, encabezado por Naomi Watts, Josh Brolin, Antonio Banderas y Freida Pinto (la bella actriz de Slumdog Millionaire), y otro, integrado por Anthony Hopkins, Gemma Jones y Lucy Punch. Más allá de que por momentos ciertas situaciones parecen casi calcadas de anteriores trabajos, la película fluye con cierta gracia y sin descuidar su mirada impiadosa a las miserias, a las contradicciones, al cinismo y a la hipocresía de la sociedad contemporánea. (Esta reseña fue publicada en otra versión durante el Festival de Cannes 2010).
Con melancolía, pero poca dulzura Es una verdadera lástima que los films de Woody Allen, tarden tanto en estrenarse en la Argentina y se posponga tanto tiempo. Esto nos obliga a los críticos que aun lo seguimos a buscar otras formas de conseguir sus obras. No, no hablo de la piratería. Pero digamos que hoy en día todo se puede conseguir. De esta forma pude disfrutar de Lo que Funcione (2009), una comedia con Larry David, bastante disfrutable, divertida que lleva su marca cómica, aunque simplemente sea un simpático pasatiempo pasajero que Allen escribió en los años ’70 pero nunca llegó a filmar, porque el tema de la homosexualidad todavía era tabú en aquella época. No se trata de un film desechable, pero sí de uno más. Lamentablemente, Conocerás al Hombre de tus Sueños, no es tan ingeniosa y carece de situaciones humorísticas logradas, asimilándola un poco más a la “fallida” Scoop que a Lo que Funcione o sus anteriores trabajos. Allen, vuelve a Londres y se despacha con lo que más le gusta: una historia de amores fallidos, con un dejo de desesperanza demasiado pesimista, inclusive para él. Con personajes atractivos envueltos en situaciones no demasiado creativas ni inspiradas como en otras de sus obras. Los diálogos tampoco son tan ingeniosos esta vez. Allen habla de lo que más le gusta: el ateismo, la influencia de la suerte, la inexistencia del amor idílico. Parejas que deberían funcionar y no funcionan, y cuyos miembros ven en un tercero la oportunidad de triunfar… pero esto también es incierto. Al igual que los Coen, Allen persevera en su escepticismo, pero a diferencia de ellos, no los pone en un pedestal para rebajarlos, ni los usa como excusa para burlarse de toda la raza humana, o expone el patetismo a la décima potencia. Los mantiene en un lugar terrenal, y eso provoca que el film en sí sea incierto en su tono e intenciones. El final más abierto de lo usual demuestra que Allen, esta vez, no supo darle un desenlace a sus ideas. Por supuesto, no es un film despreciable. Los personajes y los intérpretes elegidos son siempre un grato gusto en la filmografía de Allen. Se destaca sobre todo Josh Brolin, logrando no convertir a su personaje en un alter ego de Woody Allen (como otras veces hicieron Jason Biggs y Kenneth Branagh entre otros). Pero también están muy bien Lucy Punch, Gemma Jones, Pauline Collins y Anthony Hopkins. Deslucidos aparecen Naomi Watts y Antonio Banderas. Nuevamente, Frida “Slumdog Millionaire” Pinto, resulta un rostro demasiado bonito para tan poco ingenio e inverosimilitud interpretativa. Visualmente, no faltan los planos fijos, el uso del fuera de campo para captar discusiones sin mostrarlas y algunos planos secuencia prodigiosos que confirman el talento para encuadrar de Allen y su director de fotografía, el gran Vilmos Zsigmond. Conocerás al Hombre de tus Sueños es apenas agradable y simpática, pero no es lo que cabría esperar de un genio del cine como Woody Allen.
El turno de las ilusiones La nueva película de Woody Allen habla de las ilusiones. Continuando en su búsqueda existencialista del sentido de la vida, el director neoyorkino aborda irónicamente el misticismo en Conocerás al hombre de tus sueños (You will meet a tall dark stranger, 2010), como no podía ser de otra manera. Al parecer una historia coral, pero no lo es. Allen articula el relato con una voz narradora, una suerte de mega narrador (¿su alter ego?) que excede a los protagonistas de la historia. Alfie (Anthony Hopkins) se separa de su mujer Helena (Gemma Jones) luego de cuarenta años de casado y se casa con Charmaine (Lucy Punch), una joven prostituta. Su mujer visita periódicamente a Cristal (Pauline Collins), una “ilusionista” que le da los pasos a seguir. Su hija Sally (Naomi Watts) está casada con Roy (Josh Brolin) en un matrimonio en crisis: ella se enamora de su jefe Greg (Antonio Banderas) y él de su joven y sensual vecina Día (Freida Pinto). Las historias no se entrecruzan ni confluyen entre sí, son simplemente distintos puntos de vista del mismo discurso sobre las ilusiones que el mega narrador expone. Todos los personajes están en crisis y, en vez de enfrentar la verdad, se evaden mediante las ilusiones que se les presentan. Por ello Alfie tiene la ilusión de que su nuevo matrimonio funcionará, Roy de que las curvas de su vecina serán la musa inspiradora de su nuevo libro y Helena que los cuentos de Cristal la alejarán de la depresión en la que se encuentra. Nada es real, todos se mienten y creen lo que quieren creer. Pero el mega narrador no plantea un discurso de superioridad con respecto a sus criaturas dando una suerte de moraleja. No. En todo caso es un nuevo planteo acerca del sentido de la vida que Woody Allen nos trae con su nueva película. En La maldición del escorpión Jade (The curse of the jade scorpion, 2001) era el azar el elemento que estructuraba la historia, en Crímenes y pecados (Crimes and misdemeanors, 1989) el destino, sólo por citar algunos ejemplos. Siempre recostándose en actitudes políticamente incorrectas y de moral dudosa que en los tiempos que corren cada vez le sientan mejor al director de Manhattan (1980). Conocerás al hombre de tus sueños cuyo título original significa algo así como “conocerás a un hombre alto, extraño y oscuro” deja en claro que, aquello que ilusiona es el sabor de lo misterioso, lo desconocido, lo exótico. Nada que ver con la vida real, aunque a la vez, sea tan necesario.
Tal vez no Lejos de Manhatan y mas cerca de Barcelona, Woody Allen vuelve a filmar en Inglaterra. Una comedia dramática que dista mucho de aquellos films que consagraron su carrera para semejarse más a las últimas producciones, donde no falta su cínica mirada sobre el absurdo cotidiano y la condición humana, pero mucho más superficial y liviana. Retomando aquella reflexión que indagara en Match Point sobre el destino y la suerteJosh Brolin que rige la existencia humana, Conocerás al Hombre de tus Sueños nos presenta un relato a medio andar entre el drama y la comedia que nos sumerge en las historias de dos parejas insatisfechas que en busca de sus pasiones, ambiciones y obsesiones descubren también su egoísmo y frustración. Alfie (Anthony Hopkins) un viejo que se niega a envejecer y sale en busca de la juventud perdida, deja a su esposa Helena (Gemma Jones) que, desconsolada y angustiada, caerá en los extravagantes consejos de una adivina que le dice lo que quiere oír. Su hija Rally (Naomi Watts), infeliz en su matrimonio que se va enamorando de Greg (Antonio Banderas), el atractivo galerista para quien trabaja, mientras que Roy (Josh Brolin) su marido y frustrado escritor se fascina espiando a Día (Freida Pinto), la vecina de enfrente. Gemma JonesToda una galería de excelentes actores componiendo interesantes personajes en los que Allen no ahonda demasiado y los deja fluir para traer nuevamente a escena su desconcertante y cínica visión sobre los anhelos, miedos, miserias, engaños y grandezas de la condición humana, donde sólo cuenta el azar, y la solución a sus frustraciones son tan escasas como efímeras. Pero mas allá de su repetido discurso, pareciera que esta ves este extraordinario narrador de historias se conformó con una simple y superficial. Tal vez la clave de este film esté en la cita del comienzo “Todo es estruendo y furia y, al final, no significa nada" Macbeth, que resume los valores de una sociedad actual que vive la vida con igual superficialidad y donde la inmadurez, mediocridad e irresponsabilidad son moneda corriente. Será por ello que las tragicómicas reacciones de los personajes ante el desconcierto nos resulten tan verosímiles. Aunque en ocasiones se tornan excesivamente reiterativas. Anthony HopkinsCabe destacar, aun siendo predecible y estereotipado, el estupendo trabajo de Anthony Hopkins, ridículo y entrañable junto a Lucy Punch en el papel de Charmaine, la amante que llena su vacío de juventud dejando al descubierto lo terrible de envejecer solo, el miedo al fracaso y la auto justificación como respuesta al destino. A Gemma Jones en un papel que se ilusiona y deprime con tal facilidad que conmueve y desquicia al mismo tiempo. Y la escena donde Roy (Josh Brolin) cierra la ventana cambiando con inteligencia la perspectiva de la mirada como lo hiciera en Macht point con la pelotita en el final. Lejos de New York quedaron los chistes de judíos, pero fiel a su estilo y genialidad, no faltan los diálogos que se hilvanan a ritmo de jazz y la música clásica que en esta oportunidad abunda en la banda sonora. Algunos films serán mejor que otros, gustaran más o menos, pero nadie puede dudar del talento de Woody Allen. Esta vez creo bastó con entretener y mostrar, porque no, una realidad mas actual.
Por suerte, cada año reaparece Woody Allen con su filme de costumbre, y a veces deslumbra, y otras, no tanto. Esta vez, Woody presenta una película coral, de ésas en la que varios personajes desarrollan su propio conflicto y, muchas veces, entrecruzan sus destinos. Aquí tenemos a una mujer mayor, Helena (gran actuación de Gemma Jones), deshauciada porque su matrimonio de 40 años se ha disuelto. Por ello recurre a una vidente (Pauline Collins, la de "Yo amo a Shirley Valentine) para saber qué le depara su destino. La hija de Helena, Sally (la siempre eficiente Naomi Watts) ve decaer su matrimonio con Greg (Josh Brolin) y anhela crecer profesionalmente y enamorar a su jefe (Antonio Banderas). Greg es un escritor frustrado que se enamora de su joven vecina (Frieda Pinto, la de "Slumdog millonaire"). Mientras, el ex de Helena, un jovial septuagenario (Anthony Hopkins) quiere rehacer su vida casándose con una joven prostituta (graciosa caricatura de Lucy Punch). Y así, los personajes deambulan buscando su propio destino, intentando ser exitosos, ser felices, ser mejores... Una locución en off , presente durante todo el filme en ciertas ocasiones, hilvana los argumentos y reflexiona, quitándole (tal vez) al espectador la posibilidad de elaborar de manera individual sus propios pensamientos. El súper elenco no alcanza a construir una película inolvidable. En un medio tono entre el drama y la comedia ácida, Allen despliega su arte narrativo como siempre, pero sólo hay algunas huellas de ciertos temas que ha explorado más profundamente en otras de sus obras, por lo que esta "You will meet a tall dark stranger" resulta algo superficial y, para muchos, puede parecer inacabada. La bella fotografía de una brillante Londres enmarca estas pequeñas historias, paradojas del ser humano que Allen decide no cerrar, dejando un final abierto en casi todos los conflictos planteados. En lo que sí es concluyente es que, muchas veces, el alma humana se sana más con ilusiones que con medicinas. Y si no, preguntarle a Helena que sigue adelante, ilusionada, queriendo conocer a un alto y castaño extraño de quien enamorarse...
Let´s get started. Esta nueva película de Allen trata una vez más de las crisis que atravesamos los seres humanos en distintas épocas de la vida. Helena (Gemma Jones) una señora que acaba de romper su matrimonio de muchos años con Alfie (Anthony Hopkins) buscando una solución al momento angustiante que atraviesa, recurre a una psíquica quien con una profecía dispara una nueva línea de sentido para su vida: “Conocerás al hombre de tus sueños”. Alfie, el ex marido de Helena, consternado con el paso del tiempo, una vez separado inicia una relación con una prostituta muchos años menor que él llamada Charmaine, quien obviamente está más en busca de su fortuna que de su amor. Por otro lado está Sally (Naomi Watts), hija de Alfie y Helena, quien además de soportar a estos padres en crisis, ella misma está atravesando un momento dificultoso. En su profesión, se cuestiona dejar de trabajar para otros y empezar su nuevo negocio aunque aún le sea difícil económicamente. A la vez, Sally está en una etapa tambaleante en su matrimonio con Roy (Josh Brolin), un escritor que hace tiempo no produce un bestseller y que se pasa el día en la casa “escribiendo”. Y como esto es una historia escrita y dirigida por Woody Allen también están los personajes de Dia (Freida Pinto) -una vecina muy sensual que capturará la mirada de Roy- y Greg (Antonio Banderas ) el jefe de Sally quien hará lo propio con las fantasías de su empleada. Para el público de Allen, “You will meet a tall dark stranger” tal vez sea simplemente una película más. No es brillante pero atención... tampoco es la peor. Sin embargo, esta historia en particular tiene, a mi entender, reminiscencias de otras épocas de Allen. Aparece por ejemplo el personaje de una psíquica o adivinadora que introduce la línea de lo místico y lo mágico en la historia, altera el devenir de los eventos construyendo una nueva realidad; así como en "Alice" era el médico chino con sus hierbas con poderes extraños o en "Historias de Nueva York" fue el mago que hizo desaparecer a la madre de Sheldon. Ya eso para mí es muy divertido y creo que es el principal ingrediente que evidencia que la historia es de Woody Allen y de ningún otro. Después tenemos la historia del matrimonio con sus encuentros y desencuentros,y algún affaire dando vueltas, tema común para este cineasta desde "La Rosa Púrpura del Cairo" hasta "Matchpoint" y muchos más, pero al que siempre logra contarlo de un nuevo modo. Así como en "Los Secretos de Harry"o en "Poderosa Afrodita" también está el entrañable personaje de la prostituta, un clásico muy divertido con los comentarios que, en esta ocasión, le dan un poco de pimienta al devenir del film. Si te gusta este director, no te la pierdas, aunque más no sea por la música, los maravillosos lugares donde trascienden estas historias, los clásicos personajes y los enredos neuróticos. Eso sí, no la recomiendo para que sea la primer película que vas a ver de Woody.. Mejor empezar por los clásicos conocidos.
Comedia amarga Woody Allen cruza el humor con la desesperanza. Desde cerca, la vida parece una tragedia; desde lejos, una comedia”. La frase, de Chaplin, se invierte en esta película de Woody Allen. Desde cerca, los personajes de Conocerás... parecen inmersos en una farsa leve; desde lejos, en un drama sin salida: la amarga existencia. Ni dioses, ni psicoanalistas, ni química, ni quimeras: apenas les quedan esperanzas estériles -un nuevo amor, la negación del paso del tiempo, la redención a través del arte- de llenar un vacío imposible. O, en un par de casos, el triste alivio que proviene de la negación de lo real, de un chapucero misticismo. Es cierto que este Allen -el de los últimos 20 años- no es el mejor. Uno ve sus filmes como ve a un jugador que fue magistral y, todavía en actividad, muestra destellos de antiguas genialidades. Aun así, cansado o displicente, juega con mayor claridad y eficacia que la media y que muchas “revelaciones”. Tal vez ocurra algo similiar con la literatura de Philip Roth: a esta altura, nadie busca en el cine de Allen la innovación -que suele pasar tan rápido de moda-, sino la repetición de un goce clásico. Conocerás... lo brinda. Transcurre en Londres, pero podría tratarse de Nueva York. Tiene jazz, dilemas sentimentales (no tanto morales), neurosis, personajes que parecen moldeados por El malestar en la cultura, de Freud: intuyen que la felicidad no está en los planes de la naturaleza y que el amor los hará más vulnerables. Además, les queda poco tiempo: de vida, de procreación, de creatividad. Entonces, son inevitablemente humanos, destructivos, egoístas: niegan, se niegan, engañan, se engañan, dañan, se dañan. Saben, en el fondo, que hasta su desesperación será barrida por el olvido. En esta amable comedia sin esperanza, con un elenco de gran nivel, nadie sale indemne. Cercado por la vejez y el terror a la muerte, Alfie (Anthony Hopkins) abandona a su esposa de décadas, Helena (Gemma Jones), y se refugia -cree refugiarse- en una prostituta joven. Helena, deprimida, encuentra seguridad -delirante, evasiva- en una adivina (Pauline Collins). La hija de esta pareja madura recién separada, Sally (Naomi Watts), no vive mejor que sus padres: está casada con Toy (Josh Brolin), médico que no ejerce (en Conocerás..., la ciencia le deja paso a la charlatanería): un escritor mediocre y frustrado. Talento que sólo existe en el deseo, hijos que no se tuvieron, pasiones erosionadas: la libido se aferra a nuevas ilusiones. Sally -gran actuación de Watts- se siente atraída por su jefe (Antonio Banderas); Toy, por una vecina a la que ve a través de una ventana (la bella Freida Pinto). En pocos trazos, delicados, a veces graciosos, nunca subrayados, Allen nos muestra su escepticismo respecto del amor. Un breve ejemplo: Toy llega, finalmente, a la habitación de la mujer de sus fantasías. ¿Y qué ve desde ahí? La ventana de enfrente, la que fue suya, en la que su mujer o ex mujer se cambia. El deseo siempre está en otra parte: en lo que no se tiene o en lo que se ha perdido. Conviene ver Conocerás... como parte de un corpus fílmico/existencial de Allen. Desde aquel joven con problemas para conseguir chicas (Sueños de un seductor), pasando por otro más maduro, que mostraba al amor y a la vida como absurdos necesarios (en Annie Hall, Manhattan, Hannah y sus hermanas, Maridos y esposas), llegamos a éste que filma Conocerás al hombre de tus sueños (frase con la que se embauca a las que preguntan por su suerte sentimental) y matiza el humor con tragedia, con fragmentos de Macbeth. Dijo Woody, ya de 75 años: “Al final, cien años después, estos personajes y todos los demás ya no estaremos. Y pasarán generaciones. Y, tras todas nuestras ambiciones, plagios, adulterios, lo que una vez fue tan trascendente ya no tendrá trascendencia alguna. Nada sobrevive. Todo es estruendo y furia y, al final, no significa nada”. Su filme refleja, con ráfagas de talento añejo, este pesimismo, esta resignación, este cansancio.
Un film risueño y amargo con el sello de Allen A esta altura de su vida, el pesimismo de Woody Allen se ha vuelto más radical. La vida es "un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia y que nada significa", decía Shakespeare y él lo recuerda colocando la frase como epígrafe, y quizá también como colofón, de ésta, su película número 40. Pero si no hay esperanza de encontrarle un sentido, queda el sueño. La ilusión puede remediar aquella desazón que los medicamentos no alivian, y Conocerás al hombre de tus sueños, que es al mismo tiempo amarga, profunda y risueña, resulta casi un himno a la ilusión. Puede no ser la película más significativa de Allen, pero si merece un lugar destacado en esta etapa madura inaugurada con Match Point, aunque reúna muchos de los componentes de sus films anteriores (neurosis, frustración, angustia existencial, musas, charlatanes, intelectuales frustrados, hombres maduros que buscan una segunda juventud al lado de muchachas de la edad de sus hijas) y aunque vuelva a un esquema narrativo ya clásico en él con la presencia de una voz en off para dirigir la ronda de personajes que parecen condenados a repetir eternamente los mismos errores. La apariencia es de comedia ligera; por debajo se agitan inquietudes inherentes a la condición humana. El film divierte y aguijonea. Un elenco excepcional anima a estos seres egoístas, insatisfechos consigo mismos y con la vida que llevan, siempre convencidos de que es el prado del vecino el que tiene los mejores pastos y siempre a un paso de una nueva frustración. Woody observa sus peripecias -todo lo que el tiempo hace con sus vidas y lo que ellos se hacen a sí mismos y a los demás- con una sonrisa en los labios. Deseos Está el padre de familia temeroso de la muerte que quiere rejuvenecer sobre la base de divorcio inmediato, ropa clara, gimnasio, cama solar, Viagra y alguna pulposa señorita que pasará de brindar servicio profesional a convertirse en esposa legítima. Su desconsolada ex sólo encuentra consuelo en las palabras de una falsa vidente que le pinta el futuro color de rosa (de ahí el título, aunque el soñado hombre del caso es también el que fatalmente nos espera a todos). La hija de ellos dos sueña con un hijo y una galería de arte propia, pero trabaja en una ajena (y se enamora de su jefe) mientras su marido, incapaz de repetir el éxito que tuvo con su primer libro, se inspira (y algo más) con la linda vecina que toca la guitarra junto a la ventana de enfrente. Woody los entrecruza y concede a cada uno su propia historia. Alguna -la del escritor y la guitarrista, por ejemplo- parece resuelta a las apuradas, pero en todas se percibe la agudeza de este Woody Allen cada vez más sombrío, pero siempre ingenioso. Todos corren detrás de su propia quimera: un fracaso los dejará aún más maltrechos. Si el panorama no es al fin más oscuro es porque alguien -por su pureza, por su ingenuidad- merece un final feliz. Woody suele conceder esos premios.
Una sensación de déjà-vu Inconfundible danza coral hecha de pecados, sospechas, ansiedades y crímenes, el nuevo Woody vuelve a Londres, una de sus ciudades de cabecera en los últimos años, y en su elenco mezcla a Anthony Hopkins con Naomi Watts y Antonio Banderas. ¿Cuántas veces se puede contar la misma historia, filmar la misma película, practicar variaciones sobre los mismos personajes? Conocerás al hombre de tus sueños, última entrega anual de Woody Allen, hace pensar que el autor de Broadway Danny Rose está cada vez más convencido de que se puede hacer ad infinitum. Revisitación general de buena parte de su obra, el Woody Nº 41 es algo así como una combinación de Hannah y sus hermanas con Maridos y esposas y Poderosa Afrodita, con un toque de Alice y un spin off de Crímenes y pecados. Todo eso, tamizado por la misantropía del Woody más reciente y bilioso, el de Match Point y El sueño de Cassandra. ¿Que suena al ejercicio de regurgitación de un comensal excedido? Lo es. Un aroma a repetición flota ya sobre los propios títulos, con esa neta tipografía blanca sobre fondo negro que es marca registrada, la media docena de nombres del elenco encolumnados y, sobre todo, el hit retro de rigor, una vez más en versión del inefable Benny Goodman. Todas las películas de Woody empiezan igual y eso no quiere decir que sean iguales, se argumentará. Verdad, pero en este caso sí. Inconfundible danza coral hecha de pecados, sospechas, ansiedades, crímenes a la larga, el nuevo Woody vuelve a Londres, una de sus ciudades de cabecera en los últimos años. Las figuras preeminentes son esta vez Helena, señora recién abandonada por su marido (Gemma Jones, veterana de la escena británica), Alfie, marido abandónico (Anthony Hopkins, por primera vez a las órdenes), la hija de ambos, Sally (Naomi Watts) y su marido, el novelista Roy (un engordado Josh Brolin). En segundo plano, los respectivos objetos de deseo: Charmaine, prostituta de dudoso lujo que encandila al septuagenario Alfie (Lucy Punch, caricatura rubia), Greg, dueño de una galería de arte que flecha a Sally (Antonio Banderas, con tanta pinta de dueño de galería de arte británica como de estibador mongolés) y Dia, vecina de enfrente que representa, para Roy, la ilusión de escape a sus frustraciones (Frieda Pinto, protagonista de Slumdog Millionaire). Movidos con ambición de ligereza mozartiana (no por nada una escena transcurre durante un homenaje al nativo de Salzburgo), personajes, conflictos y resoluciones fueron vistos antes. Helena busca una salida a través del ocultismo, como Mia Farrow en Alice; el septuagenario quiere rejuvenecer en compañía de una mujer varias décadas más joven, como el propio Woody en la realidad y en Maridos y esposas; Sally y Roy disputan como cualquier pareja de esa misma película; Roy tiene dudas sobre su talento, como buen escritor marca Allen, y terminará cometiendo un crimen si no real, moral, como el dentista de Crímenes y pecados o los protagonistas de Match Point y El sueño de Cassandra; Charmaine es la extranjera a todos los demás, la inculta, la grasa, como lo eran Maureen Stapleton en Interiores y Mia Sorvino en Poderosa Afrodita. Aquí sí aparece una diferencia, y no es para bien. Mientras en aquellos casos la mirada de Woody se dividía entre el rechazo burlón y una fascinación tal vez más intelectual que real, a su visible ridiculez, vulgaridad e incultura Charmaine suma, en cambio, una infidelidad, interés y cinismo a toda prueba. Otras criaturas no funcionan como punchingballs sino como vehículos de ideas (el novelista inescrupuloso, el playboy bioycasariano de Hopkins) o meras funciones del relato, como Dia –mujer y musa que Roy atisba o imagina de ventana a ventana– y el galerista de Banderas, que cumple un rol semejante en relación con Sally. Desde ya que otras piezas son manipuladas con mayor cariño o dedicación (Helena y Sally, básicamente), no faltan dos o tres escenas magníficamente jugadas (aquélla en la que Alfie les presenta a “Chow Mein” a su hija y yerno, una complicada pelea doméstica entre Sally, Helena y Roy, la agria discusión final entre madre e hija) y no hay un solo actor al que Woody no le saque todo el jugo y un poco más (salvo Banderas, que no lo tiene), con picos a cargo de Watts y Punch. Aunque no se sucedan con la frecuencia de antes, media docena de oneliners memorables no se hacen desear. Tal vez para destacar la vulgaridad del conjunto, el legendario Vilmos Zsygmond (director de fotografía de Encuentros cercanos del tercer tipo, El francotirador, Blow Out y un par de Woodys previos) fotografía esta galería de necios, egoístas, desagradecidos y mediocres con una luz que, de tan frontal y directa, parecería escracharlos. Quizás con la misma intención Woody recurre al más omnisciente de los narradores en off y a la subrayada idea (vía Shakespeare, esta vez) de que el mundo carece de sentido. Tampoco eso es nuevo.
Bálsamos del escapismo Cuesta creerlo pero a sus 75 años el extraordinario Woody Allen nos ofrece su opus número 41, un verdadero récord en el terreno de la productividad cinematográfica que nos obliga a formular algunas consideraciones respecto a los dos macro períodos de su carrera. Prácticamente todos los fundamentalistas abrazan con nostalgia la etapa de la explosión creativa, la cual abarca las primeras propuestas y a su vez se divide en los “años Diane Keaton” (década del ´70) y los “años Mia Farrow” (década del ´80): a lo largo de este tramo se aglutinan las realizaciones más valiosas del neoyorquino, sus obras maestras atemporales. Durante los cuatro lustros posteriores asistimos a una catarata algo errática de films que, aun conservando una enorme calidad e inteligencia, sin dudas dejan de lado aquellas inquietudes experimentales del ayer. De hecho, el rasgo distintivo de la etapa de la compulsión laboral pasa por la exacerbación y maximización de elementos ya presentes. Sólo si se acepta este estado de cosas se podrá disfrutar de películas tan exquisitas como Conocerás al Hombre de tus Sueños (You Will Meet a Tall Dark Stranger, 2010), un más que generoso oasis en medio de la andanada pasatista contemporánea. En términos concretos Allen regresa a Londres aunque se mantiene lejos de su anterior “trilogía criminal británica”, compuesta por Match Point (2005), Scoop (2006) y El Sueño de Cassandra (Cassandra´s Dream, 2007): superando con creces a la todavía inédita en Argentina Whatever Works (2009) y en especial recobrando el nivel de Vicky Cristina Barcelona (2008), aquí el director saca a relucir un nihilismo curiosamente tolerante para con esos placebos cotidianos que -a caballo del absurdo y la irracionalidad- nos hacen la existencia un poco menos cruenta y mucho más soportable. Las ironías del destino y el devenir caótico de la vida se unen a los bálsamos del escapismo y el inefable poder de la ilusión. La historia funciona como una comedia negra de relaciones y gira alrededor de dos matrimonios con fecha de vencimiento, el de Alfie Shebritch (Anthony Hopkins) y Helena (Gemma Jones), y el de la hija de ambos, Sally (Naomi Watts), con Roy Channing (Josh Brolin). Alfie pretende recuperar la juventud perdida y para ello abandona a Helena, quien pronto entra en una crisis que la lleva a caer bajo las garras de Cristal (Pauline Collins), una adivinadora de la fortuna/ consejera espiritual que le comunica exactamente lo que quiere oír. Mientras su padre sorprende a todos casándose con una prostituta llamada Charmaine (Lucy Punch), Sally se siente frustrada porque desea un hijo y ve con buenos ojos a su jefe Greg (Antonio Banderas), propietario de una famosa galería de arte. Su esposo Roy tampoco se queda atrás en lo referido a esperanzas maltrechas: en el eterno periplo de terminar su segunda novela, trata de acercarse a su bella vecina hindú, Dia (Freida Pinto). A pesar de que quizás el recurso del locutor en off por momentos peca de redundante, el desarrollo de personajes y la amplia riqueza de los mismos justifican de sobra la estructura narrativa y de paso ratifican a Allen como un gran virtuoso del relato coral (así es cómo su talento para la dirección de actores y el retrato de los engranajes de la seducción corre a la par del excelente desempeño del elenco). El registro habitual de los diálogos, orientado hacia los remates cortantes, en esta ocasión está atenuado en consonancia con un tono un poco más trágico, no tanto por el contexto específico sino por el realismo y la mesura necesarias para construir con franqueza una pluralidad de protagonistas atravesados por la melancolía: recordemos que la insatisfacción y el fantasma permanente de la muerte juegan un papel central y no pueden ser obviados, de esta forma la felicidad se nos aparece como pasajera debido a que la risa tiene su costo y jamás llega sin una dosis similar de lágrimas.
Anexo de crítica: Con 41 películas en su haber resulta prácticamente una obviedad pensar en el cine de Woody Allen como aquel brillante exponente de calidad, inteligencia y profundidad de las décadas 70 y 80. Todo lo que vino luego nunca estuvo a la altura de obras maestras como Crímenes y pecados o Zelig por ejemplo pero lo cierto es que el neurótico más famoso de Brooklyn continúa entregando películas de nivel aceptable que dentro de la mediocridad y la decadencia hollywoodense se transforman y revalorizan sobredimensionando su figura, producto de un respeto exagerado pero en buena ley ganado por el propio Allen, dado que animarse a reflexionar sobre temas universales y encontrar de esa titánica tarea algo interesante en estos tiempos de cine prefabricado y chatarra es más que meritorio. Conocerás al hombre de tus sueños toma la posta de la no estrenada Whatever Works protagonizada por el creador de la serie Seinfeld Larry David. Esa posta tiene ribetes existenciales y un saludable cinismo sobre los temas profundos: vida, muerte, amor, determinismo, libre albedrío, azar, destino, felicidad, soledad, en un coctel explosivo que el propio David se encarga de agitar y repartir con generosidad. Esa predisposición de aquel film no llega nunca en esta nueva película coral donde el único elemento novedoso obedece a la paradójica mirada sobre el esoterismo en la que Allen descarga su escepticismo militante pero sin redimir a sus incautos y egoístas personajes como de costumbre. Por lo tanto, lo que puede decirse de este nuevo trabajo es poco en relación a la propuesta; decepcionante para aquellos que exigimos un plus a sus películas en piloto automático y un disfrute para los amantes y fieles seguidores de su carrera que prefieren esconder la pelusa del ombligo como si nunca hubiesen cortado el cordón umbilical...
Un poco de ruido El viejo Woody está de vuelta con su bagaje temático, en el que no falta la superchería, el desengaño, los anacronismos, el esnobismo y algún chiste sobre Ibsen. Sus personajes, manejados como títeres, son llevados otra vez a una situacion extrema y dejados al borde del abismo. Una mujer, ya mayor, decide acudir a una adivina para que le cuente sobre el futuro luego de ser abandonada por su esposo, quien decide revivir tiempos de juventud. La hija de ambos, por su parte, atraviesa una crisis matrimonial, en tanto su marido se enamora de una chica a la que solo conoce por verla desde la ventana. La historia coral y el tono remite a "Hannah y sus Hermanas" pero carece de su profundidad y su humor, que aquí escasea. Tiene el valor de ser más atemporal que las últimas producciones del genio de Manhattan, pero lejos está de la tragedia de "El Sueño de Cassandra" o la osadía de "Match Point" y "Vicky Cristina Barcelona". "Conocerás..." es un filme menor dentro la obra de Woody que nos recuerda a tantos otros a los que no llega a superar. El elenco es notable pero nadie en él llega a brillar como Gemma Jones y la formidable composición que hace de la despechada esposa que busca en lo paranormal un paliativo a su desdicha. Con todo, este filme de Woody Allen sirve como remanso ante tanto montaje videoclipero y espasmódico, se toma su tiempo para narrar el cuentito, con voz en off y todo, y nos sirve para reencontrarnos con uno de los grandes creadores del siglo pasado y presente. Para cumplir con el rito, acudir a la cita de cada año y esperar su próxima obra; porque con Woody siempre hay revancha.
Cuando Woody Allen estrena un filme, el mundo de los cinéfilos gira en otra dirección. No sé cómo pero el newyorkiono logra que todos pongamos la mirada en él, aunque sea para decir algo. Ya a veces la crítica y el reconocimiento en él o con él pasan a planos poco relevantes. ¿o estoy equivocada? Admiro de Allen su capacidad para lograr hacer lo que le gusta y que no haya motivo alguno para que se sienta mal. Es de esas personas que han logrado ser héroes (para algunos) como demonios (para otros) sin dejar de ser él. Para mí esto, es suficiente para dejar de lado otros estrenos tan importantes en esta semana y optar por ir a ver su último trabajo “You Will Meet a Tall Dark Strange“. Sé que no sé con qué voy a encontrarme y eso es lo que más me gusta del director bajito, de anteojos raros, que ha tenido mil mujeres y sigue preguntándole en sus películas las mismas cosas y de igual manera. Como siempre, Woody (sí, ya somos amigos) plantea sus narraciones con un elenco maravilloso que agradecidos por trabajar con él, acceden a bajar sus elevados cachés y entregarse a la experiencia woodiana. Ésta vez: Anthony Hopkins, Naomi Watts, Gemma Jones, Josh Brolin, Freida Pinto, Lucy Punch y Antonio Banderas son los abanderados de esta historia entrecruzada entre el amor, la muerte, la vida, la infidelidad y la fe. El guión es (sin dudas) del director quefue rodado en Reino Unido e Inglaterra y su estreno fue en España en Avilés , ciudad asturiana donde filmara escenas de “Cassandra´s Dream” (2007) y “Vicky Cristina Barcelona” (2008). La producción está a cargo de los españoles Mediapro, Versátil Cinema y Gravier, en asociación con Antena 3 Films. La historia es un momento de la vida de Helena (Jones) que decide consultar a una clarividente para que la ayude a superar la separación con su marido Alfie (Hopkins), mientras éste sale a buscar aquella juventud perdida como así también un hijo perdido en manos de una mujer muy bella y joven (Punch). Sally, hija de Helena y Alfie, desea ser madre y una profesional exitosa que se encuentra atraída por su jefe (Banderas) pero que está casada con Roy (Brolin).Él, en cambio, es un escritor en busca de lograr que su nuevo libro pueda ser publicado. En esa necesidad de triunfar, encontrará en la vecinade enfrente (Pinto) una atracción imposible de frenar. Los temas recurrentes de Allen en casi todos sus filmes, esta vez se mezclan con un tema nuevo que está relacionado con la clarividencia, esoterismo y la vida después de la muerte (pero desde una mirada muy particular y divertida, muy lejos de lo que piensa Clint Eastwood en “HereAfter”). La película en sí no es de lo mejor del director, que ha sabido brindarnos mundos tan diversos como geniales. Pero “You Will Meet a Tall Dark Strange” es un poco de todos, sin crear una esencia propia. Queda solo por destacar el gran trabajo de Gemma Jones que hace un papel encantador, con algunas escenas realmente muy divertidas. Y un Anthony Hopkins lejos de sus clásicas interpretaciones sublimes, pero si de una calidad escénica importante porque es quién lleva el relato a niveles grandilocuentes. Además de lo extraño que se lo ve, adaptado a la perfección a la estética visual que imprime Allen en cada uno de sus fotogramas. No es una gran actuación, pero es de lo mejor del lado masculino. Para ver, reír y volver a casa, esa fue la sensación que me dio finalmente el filme. Muy cercana a otras cosas ya vistas del director pero con esa modernidad a flor de piel sobre las relaciones humanas, que solo él ha podido imprimir de una manera tan peculiar, ordinaria (hablo en términos de sencillez) y funcional al cine, donde siempre lo peor tiene una solución fácil y la vida está para vivirse.
Ya es cuestión de tomarlo o dejarlo: difícilmente Woody Allen le hable a un público nuevo –aunque cada uno de sus films incorpore, como quien quiere llenar un álbum de figuritas, a un actor novedoso–; difícilmente encontremos en alguna de sus películas próximas un soplo de un perfume que no hayamos olido antes. En “Encontrarás al hombre de tus sueños” hay elementos de “Alice”, “Maridos y esposas”, un cachito de “Hannah y sus hermanas”, y alguna otra cosa por ahí mezclada de sus grandes éxitos. Hay varias historias, todas ellas concatenadas: un hombre mayor que, en el ocaso de su vida, se divorcia y se va con una joven prostituta (Anthony Hopkins); su hija (Naomi Watts) que se enamora de su jefe (Antonio Banderas); la esposa de aquel (Gemma Jones), que cae en las redes de una adivina; y el esposo de aquella (Josh Brolin), que tiene lo propio con una joven (Freida Pinto). Así contado parece complicado, pero no lo es, aunque en Allen el azar introduce la exuberancia narrativa. La cuestión es si la película funciona. Sí, de a ratos. Algunas situaciones están muy bien y, en conjunto, es decorosa. Sin embargo, sigue en el realizador –cada vez más acusada– la tendencia a dejar una enseñanza, matizada con estoicismo. Es cierto: Allen es un director con una libertad notable y una fluidez que ya querrían muchos. Pero el fresco que nos pone ante los ojos es como si filmase para no perder la mano. Aunque sin dudas es más decorosa que “Vicky Cristina Barcelona” y la sobrevalorada “Match point”.
Una película más de Woody Allen “Una película más de Woody Allen”, con todo lo que la frase implica. Nada nuevo ofrece este recorrido narrativo del director neoyorquino por delicados ambientes londinenses, (parece que yéndose a Europa, los americanos le prestan más atención, al menos para defenestrarlo) en este caso, para contarnos un relato coral de dos matrimonios en crisis y que da lugar a varias historias entrelazadas. Uno, conformado por el tándem Gemma Jones y Anthony Hopkins, quebrado por la rutina agobiante de ella y la incipiente jovialidad de él; el otro, por Naomi Watts y Josh Brolin cuyas falencias y frustraciones repercutirán en su convivencia. Sin el peso moral de sus obras mayores ni la irritante liviandad de otras menores, la película se sostiene únicamente desde el punto de vista de lo que cuenta antes que de lo que muestra. En efecto, gran parte de la filmografía de Allen de las últimas dos décadas confirma que las virtudes ya no corresponden a logros cinematográficos o de puesta en escena sino más bien a esporádicos aciertos narrativos. Esto no constituye ningún pecado mortal y, en todo caso, refuerza la idea acerca de que Woody escribe con el cine y estuvo siempre más cerca de la literatura que del séptimo arte, para deleite de filósofos, sociólogos y psiconalistas que se ocuparon de él por varios lustros. Conocerás al hombre de tus sueños no es la excepción. La película se sostiene y fluye gracias a la organización que posibilita una voz en off, una especie de narrador omnisciente que nos guía pero que, al mismo tiempo, satura con explicaciones, allí donde el terreno de la imagen es invadido por el de la palabra. A esto, hay que sumarle las inevitables referencias literarias a Shakespeare y a los griegos con su concepción del destino (no casualmente, la escena que abre la película nos muestra a la anciana protagonista visitando a una vidente). También el fantasma de Moliere sobrevuela en la concepción de comedia de enredos y en la observación de conductas humanas. Una cierta dosis de humor liviano se desprende de algunos diálogos y buenos momentos como aquellos donde Hopkins busca pareja, o Brolin le roba una novela a un amigo que cree muerto. Esta solidez narrativa acompañada con elegantes movimientos de cámara, más la característica dirección de actores de Allen superan las pobres incursiones anteriores del director por el turismo español de Vicky Cristina Barcelona y el insoportable alter ego propuesto en Whatever Works. No obstante, nobleza obliga, una mención aparte merecen los secundarios femeninos con la gracia de Lucy Punch como novia por conveniencia y la belleza de Freida Pinto, objeto de deseo del alicaído Brolin, lo que confirma que Woody ha aguzado el ojo para filmar mujeres desde Celebrity en adelante, en lo que a gracia y sensualidad se refiere. En un tramo de la historia, Naomi Watts (excelente) se prueba unas joyas a pedido de su jefe, Antonio Banderas (muy poco convincente), que regalará a su mujer. Cuando Naomi se las debe sacar, sentencia con resignación: “Ha sido un corto placer”. Creo que la línea de diálogo se ajusta perfectamente a la película de Allen, un director que filma una vez al año y que en cada incursión deja un sabor más agrio o más dulce, pero siempre momentáneo.
Con Conocerás al hombre de tus sueños (You Will Meet a Tall Dark Stranger), Woody Allen juega otra vez al artista expatriado. Estamos otra vez en Londres, y con coproducción española. Y juega otra vez, y esta vez quizás con más intensidad que nunca, a recalentar restos. Es decir, Conocerás al hombre de tus sueños es una mescolanza poco feliz de Maridos y esposas, Poderosa Afrodita, Alice, Crímenes y pecados y otros Allen. Varios personajes, divorcios, envejecimiento, una adivina, un robo artístico, frustraciones varias y mezquindad constante (salvo en el personaje de Banderas, y tal vez por eso Allen lo abandona antes que al resto). Sí, antes que al resto, porque los abandona a casi todos, y en cualquier lado: llama la atención, en una película de sentidos tan clausurados como ésta, que al final los largue a la deriva después de haberlos descripto a repetición, con una voz en off que en la abrumadora mayoría de los casos no hace más que repetir lo que vemos en la imagen, como si estuviéramos ante una narración para ciegos (o para sordos). El nivel de obviedad de lo que le pasa al personaje de Josh Brolin con su novela (que se ve venir a mucha distancia), la manera de presentar la mínima vuelta de tuerca del tipo muerto y el tipo en coma, la insultante previsibilidad de la historia del personaje de Anthony Hopkins (que es un señor rico que sabe de negocios pero que es, según nos muestra Allen, un idiota irremediable que no ve lo que tiene ante los ojos), el retrato estilo Midachi de su nueva mujer, las conversaciones de los señores en el gimnasio y una larga lista de etcéteras me llevan al siguiente exceso interpretativo: Allen maltrata a sus personajes y a sus películas porque en estos tiempos se desprecia profundamente como creador. Sinceramente, no encuentro otra explicación para otra película más que evidencia las enormes distancias a las que actualmente está Allen del director que supo ser, ese que contaba su universo neoyorquino con neurosis, orgullo y filo, y no era este turista misántropo que hace de Londres el escondrijo para sus peores películas.
Woody Allen está parado ahí, en un rincón del ring en el que su oponente se dispone a colocarle una decena de golpes certeros y fáciles. El director de Zelig parece tener la guardia baja y el Ivan Drago de turno (cualquier crítico elegido al azar) pone uno, dos , tres golpes. O mejor, una o dos estrellitas al final de la crítica. Y gracias. La década pasada no fue del todo buena en la filmografía del viejo Allen (salvo por algunas dignísimas excepciones como Match Point). En ese sentido, este comienzo de ´10, con Conocerás al hombre de tus sueños, parece ratificar la sospecha de un derrotero por lo menos desparejo para los años por venir. Esta nueva historia coral que nos presenta el director pone el foco en una mujer de mediana edad (Naomi Watts) insatisfecha con su pareja y su carrera profesional, y que en medio de su constante debate interno debe afrontar la separación de sus padres septuagenarios y la llegada de una novia poco convencional a la vida de su progenitor (Anthony Hopkins). Pero Woody Allen, que parece disperso a la hora de narrar lo que sucede con su personaje central y sobre todo con los accesorios (el esposo, la vecina sexy, el jefe galán) no termina de cerrar la narración y a poco de comenzar el relato las aguas turbias de una película ociosa se hacen presentes y no abandonan el barco, al punto de hacerlo naufragar pese a los puntos a favor (la extraordinaria performance de Hopkins, la belleza inacabable de Freida Pinto, los muy acertados roles de Watts, Banderas y Brolin). No hay más que eso, una sensación de copy and paste de parte de un realizador que está para mucho más y al que querríamos extrañar mucho menos. La próxima viene con Carla Bruni. Vale tanto temblar como ponerle unas fichas. Es Allen. Esperemos que los guantes de box puedan ser enterrados bajo el ring y que la filmografía del viejo Woody deje de ser surcada por suturas y párpados heridos.
Conocerás al hombre de tus sueños (You will meet a tall dark stranger), la última película de Woody Allen que se estrena en Buenos Aires, comienza con una breve referencia a los versos (quizá los mejores versos de la literatura universal) que el atormentado Macbeth pronuncia en el acto V de la maravillosa (quizá una de las más inquietantes de la literatura universal) tragedia shakesperiana. Y esta mención nos arroja inmediatamente en los complejos avatares del alma humana: la ambición, la soledad, el desamor, la confusión, el fracaso, la traición. Se trata como siempre, como cada vez (y la repetición no es signo de decadencia sino de perseverancia, de radical insistencia aún cuando se sabe que se está destinado al fracaso) de personajes en busca del sentido, de un autor en busca de respuestas. Pero como siempre, como cada vez, las respuestas no llegan y los sentidos se diluyen. Nos queda sólo el ruido y la furia y un puñado de ilusiones que permiten continuar la búsqueda. Conocerás al hombre de tus sueños es una historia mínima con conflicto universal, como todas o casi todas las películas de Allen. Situada en Londres (como Match Point, Scoop y El sueño de Casandra) nos presenta a dos matrimonios, el de Alfie (Anthony Hopkins) y Helena (Gemma Jones) y el de su hija Sally (Naomi Watts) y Roy (Josh Brolin), que intentan resolver sus vidas persiguiendo quimeras imposibles. Alfie deja a Helena para correr en busca de la juventud perdida y de una call girl llamada Charmaine (Lucy Punch) y termina casándose con ella. Helena intenta suicidarse y, en su locura, recurre a los consejos, extravagantes y siempre complacientes, de una adivina embaucadora. La adivinación ha aparecido en otros films de Allen y nos remite aquí nuevamente a Macbeth y a las brujas que intenta persuadirlo certeramente sobre su trágico destino pero Macbeth no les cree. En cambio, la pitonisa de Helena le dice todo lo que ella quiere escuchar (conocerás al hombre de tus sueños), lo que ella quiere creer sobre ella, sobre Alfie, sobre Sally y sobre Roy. Sally, por su parte, se enamora de Greg ( Antonio Banderas), un atractivo y elegante galerista para quien trabaja, mientras que Roy, un escritor fracasado que aguarda la respuesta sobre su último manuscrito, pierde la cabeza por Dia (Freida Pinto), una misteriosa desconocida que despierta su atención desde la ventana de enfrente. Esta es la base de enredos y desconciertos que se ven amenizados por la voz de un narrador (¿El idiota que cuenta?) que intercala comentarios y reflexiones sobre los personajes y la historia que resulta, al fin y al cabo, una comedia que se ríe del fracaso, de la derrota y del sabor a nada que va teniendo la vida. Las actuaciones (como siempre, como cada vez) son memorables. El genial director neoyorquino tiene el don de hacer brillar a los actores. Se destacan Gemma Jones y Anthony Hopkins pero todos están realmente muy bien; incluso Antonio Banderas vuelve a resultar un tipo interesante (como aquel viejo Banderas almodovariano) aunque su papel sea algo menor. La música (como siempre, como cada vez) es bella y está en profunda armonía con el relato que se cuenta. Y finalmente, está Woody Allen, el pequeño gran genio. Con 75 años, varios libros y 40 películas en su haber, es un indiscutido que, sin embargo, sigue suscitando polémicas y críticas más o menos mal intencionadas. Se dice que está acabado, cansado, repetitivo. Yo me pregunto si es posible pedirle una obra maestra cada año y si sus obras “mediocres” no serán mucho mejores que las de muchos, reconocidos y bienpensantes, directores de la actualidad. Tenemos la certeza, sí, que escribe como los dioses (que no existen) y que no da lugar a medias tintas: es un genio o un idiota. En el medio, están los críticos que juegan hoy con el discurso de la decadencia y de la nostalgia de los años dorados. Conocerás al hombre de tus sueños (como siempre, como cada vez), transita las angustias de un director (uno de los mejores directores de la historia del cine) que sabe sondear el alma humana. Cualquiera de nosotros puede ser un personaje de Allen, cualquiera de nosotros tiene miedo de morirse, de estar solo, de fracasar. Es la poética del desencanto, el sentimiento trágico de la vida. Mucho ruido, furia y nada más.
Otra vez sopa Otra de las entregas anuales que Woody Allen le brinda al cine. Su máquina de hacer chorizos no tiene descanso. En los últimos tiempos mudó la fábrica en busca de inversores interesados pero no tuvo suerte: con la carne de España, de Inglaterra, y podemos apostar que también con la de Francia (la próxima Midnight in Paris), los chorizos de Woody, hijos de una revolución industrial, personal e innecesaria, saben a lo mismo, es decir, a nada. Conocerás al hombre de tus sueños está llena de contactos temáticos con muchas de las grandes películas de su filmografía. Se repiten los tópicos y los personajes, pero al modo de un chiste que vuelve a contarse y va perdiendo gracia cada vez que se ejecuta, hasta convertirse en un eco de lo que fue. El problema no está en el paso del tiempo –hoy seguimos riendo y disfrutando con cada uno de sus clásicos–, sino en el tono confuso de este mix de nuevo drama pesimista y su particular comedia de siempre, en la displicencia con la que resuelve cada conflicto, cada plano, en hacerle sentir al espectador que esto del cine le sigue importando. De esta manera, lo que elabora con su obra no es una reescritura constante de una historia sino un pastiche de sí mismo. Así, tal cual lo dicta el diccionario: imitación o plagio que consiste en tomar determinados elementos característicos de la obra de un artista y combinarlos, de forma que den la impresión de ser una creación independiente. Al principio del nuevo chorizo la voz que introduce a los personajes hace referencia a unos versos de Macbeth que pretenden regir el concepto de la película. Esa voz dice que dice Shakespeare que la vida está llena de ruido y de furia y que al final no significa nada. Pero pasan los minutos y de esa tesis inicial sólo queda el último tramo: entre tanto tire y afloje del romance, el éxito laboral y la creación artística, al final, todo significa nada. Del ruido y la furia, esos personajes bastante insulsos y apáticos no traen noticias. Las relaciones que van rompiendo y las relaciones que van armando con otros personajes (algunos caricaturescos como la nueva esposa del viejo Alfie) se presentan como avances en la trama que no tienen demasiadas consecuencias, al menos emotivas. Roy puede mudarse con la vecina, Sally puede ser rechazada por su jefe, Alfie puede casarse con una prostituta que lo engaña como quien repite otro plato de sopa. Sin embargo, después de tanto desinterés, hay otra tesis aún más trillada que se engarza con la primera y sobrevuela Conocerás al hombre de tus sueños desde el título. Se basa en esa frase que repiten los adivinos cuando se los consulta por el amor. “You will meet a tall dark stranger” le dice su tarotista a Helena, separada luego de cuarenta años de matrimonio. Allen reserva para esta mujer de fe un espacio a salvo de su misantropía y la premia, como conclusión, con el hallazgo de ese amor tan deseado. Aunque la forma un tanto grotesca con la que retrata a esos nuevos amantes, sentados en un banco de plaza, hablando de sus vidas pasadas, no hace otra cosa que dejar colar ese desprecio que viene destilando por sus criaturas. Claro que si estuviera hablando de un director que recién comienza, de uno que comenzó hace rato pero no se llama Woody Allen, la valoración de la película sería más alta. Se podría, en ese caso, obviar los problemas que tiene y hasta su falta de gracia; lo que no se puede obviar es el destello que emite el resto de su filmografía, que de tan brillante opaca la cualquier chispa que resulte de sus últimos trabajos. Quiero saber cómo sigue, de dónde viene, esa sentencia de Shakespeare que también da título a la novela de Faulkner: “La vida no es más que una sombra caminante, un pobre actor que se pavonea y se inquieta una hora sobre el escenario y después no se oye nada: es un cuento narrado por un idiota, lleno de ruido y furia que no significa nada.” Woody la corta, la tergiversa; todavía sabe lo que está haciendo, por eso nos oculta quién es el que narra el cuento. Viejo pillín.
Dicen que cuando no tenemos nada bueno que decir de alguien o de algo, mejor es no decir nada. Me encantaría reservarme el derecho de opinión de esta última producción de Woody Allen, pero si hiciera ello no tendría sentido esta intro, y mucho menos el breve análisis que sigue a continuación. Mi reino por una idea. Son muchos los directores que filman siempre la misma película. Y en esa lista no sería extraño encontrarnos con Woody Allen. Con “Conocerás al hombre de tus sueños”, su última película, volvemos a descubrir personajes obsesionados por la juventud y por el anhelo de conseguir la felicidad, o traumados por la falta de inspiración y el miedo de hundirse en una existencia vacía. Nos gusta adentrarnos en esas historias, aunque en determinados puntos se parezcan mucho a otras ya vistas; y precisamente nos gustan, porque se asemejan mucho a nuestras propias experiencias. Sin embargo, el problema de esta producción no es su historia en sí, sino el modo desganado, mecánico, y desprovisto de sorpresas con el que el director neoyorquino nos ofrece mostrarnos los conflictos de las parejas protagonistas. Esta vez, vuelve a filmar en Londres y opta nuevamente por contarnos una historia coral. Lamentablemente no he tenido oportunidad de ver su penúltima película- que si no me equivoco no se ha estrenado comercialmente en nuestro país- “Whatever Works”, filmada en Nueva York y con un guión escrito por Allen en los años ´70. Pero de su último período, me quedo sin lugar a dudas con “El sueño de Cassandra”, un film de guión preciso, lleno de la energía que a su último trabajo le falta, donde tanto los momentos de risa como los de drama son genuinos y uno se deja arrebatar por ellos de modo natural, sin esfuerzo alguno. Y donde incluso, hay licencias poéticas que Woody Allen se permite. Todo o nada. Cuando la idea no es del todo original, el guión sufre falencias elementales, y el desgano parece adueñarse del director en cuestión, la responsabilidad de sacar adelante un film recae irremediablemente en los actores, a veces ayudados por el trabajo de fotografía, el montaje, la música o alguna cuestión referente a la producción artística. En “Conocerás al hombre…” Anthony Hopkins y Gemma Jones son los encargados de dotar al film de cierto carisma y solvencia. En cambio la pareja de Naomi Watts y Josh Broslin no consigue trasmitir siquiera una pizca del desapego, enfado, rutina y desamor que su relación sufre- entre otras cosas- por la falta de estabilidad laboral y un poco también por la falta de hijos. Ambos aparecen desaprovechados, ella por escasez de matices, de fuerza dramática y humor; él aunque con algún que otro buen momento, porque no logra despegarse de una performance comedida y tibia, temerosa de cargar demasiado las tintas sobre alguna de las varias aristas que propone el personaje. Seamos sinceros, tampoco ayuda mucho Freida Pinto como musa de Broslin para desbaratar su ya conflictivo mundo de escritor/marido frustrado. Digamos que la química entre ellos brilla por su ausencia, por lo que esa relación más amistosa que pasional o amorosa, aparece ante los ojos del espectador como poco creíble. Antonio Banderas no queda fuera del grupo de los actores malogrados, aunque lo salve el rol secundario que le toca encarar. Aún así, la conjunción de actores es por demás interesante. Ver en una misma escena a Hopkins, Watts y Broslin suma. Es cuando uno desmenuza la labor de alguno de ellos por separado, cuando la cosa no convence y nos quedamos pidiendo o esperando algo más. La apuesta fuerte de Allen a un todo o nada signado por la interpretación, queda tambaleante, con fuertes chances de caer de lleno en más de una secuencia. Como Madame Bovary. Para quienes hayan leído éste clásico de la literatura escrito por Gustave Flaubert, recordarán el afán de Emma por leer novelas románticas, afán que inevitable y más tarde trágicamente, la llevarían a olvidar su propio mundo. No hay nada trágico en “Conocerás al hombre de tus sueños”, y aunque la película no es buena, tampoco podríamos decir que sea una tragedia verla. Pero sí es muy probable- y hasta me animaría a decir que muy fácil- sentir que nos ocurre algo similar a Bovary. Como mencionábamos antes, el guión no es redondo, y no faltan sobre todo hacia el final, un montón de cabos que no se terminan de entrelazar. No se entiende porque hay secuencias dedicadas a mostrarnos situaciones que tienen que ver con personajes secundarios, mientras se opta por elipsis en situaciones inherentes a los personajes más importantes. En todo caso, y a causa de esa intención o necesidad de filmar la misma película, Allen nos empuja, nos arrastra, y hasta nos obliga a recordar otras imágenes, otros personajes, otros actores y locaciones, en definitiva otras versiones mucho más acabadas y brillantes de su filmografía. Si Madame Bovary perdía el hilo conductor de su vida a causa de las lecturas románticas, nosotros perdemos el hilo conductor de la película, bien porque no lo tiene (podría ser una opción) o bien porque surge en nosotros una suerte de memoria fílmica/emotiva que nos lleva a los mejores momentos de Woody Allen, tal vez con la intención de preservarlo o preservarnos..
Conocerás al Hombre de tus Sueños ha llegado a nuestras carteleras antes que su predecesora Whatever Works, ambas dirigidas por Woody Allen. El viejo Woody vuelve a contarnos en tono de comedia los distintos problemas que afrontan las relaciones amorosas. En Conocerás al Hombre de tus Sueños veremos la historia de dos matrimonios, el de Alfie y Helena y el de Sally y Roy, que atraviesan distintas crisis debido principalmente a las frustraciones que acarrean los integrantes de esas ¿sagradas? uniones. Por un lado tenemos a los nombrados Alfie y Helena que se acaban de separar luego de 40 años de casados, debido a una retrogresión a la juventud del primero. La desdichada y abandonada Helena busca ayuda en una falsa mentalista para intentar dejar de lado el sufrimiento que siente. Mientras que Alfie se acurruca en los brazos de una fina prostituta llamada Charmaine. El otro rincón está integrado por Sally y Roy, una pareja con varios problemas económicos debido al escaso éxito del segundo como escritor. Sally se encuentra altamente sobrecargada con las presiones de mantener el hogar, mientras Roy intenta finalizar su nuevo libro. Aunque Roy no se encuentra solamente escribiendo, sino que también está muy atento a los movimientos que lleva adelante la sensual vecina que habita el departamento de enfrente. Al igual que Vicky Cristina Barcelona, Woody Allen intenta mezclar la comedia con los problemas amorosos, con ese típico humor negro que tanto caracterizó al cineasta nacido en Brooklyn. Lamentablemente Conocerás al Hombre de tus Sueños no logra tener un momento con chispa o alguna escena que se recuerde luego de haberla visto con una sonrisa, a diferencia de la mencionada Vicky Cristina Barcelona que tenía a una delirante labor de Penélope Cruz, la cual aportaba los momentos más desopilantes y dramáticos a la película. La historia coral es narrada con soltura y fluidez pero no termina de cerrar en varios aspectos, como lo que pasa con el personaje de Banderas, la situación de Hopkins con Lucy Punch o el enredo de Brolin con su nuevo libro. Incluso por momentos la voz en off redunda todo el tiempo con lo que vemos, sin aportar absolutamente nada a la trama, algo realmente muy raro que pase bajo la tutela de un director de la experiencia de Allen. Los grandes actores que figuran en el reparto hacen lo que pueden para sostener la película. Naomi Watts cumple con una labor donde la naturalidad es su principal atracción. Anthony Hopkins tiene buenos momentos delante de la cámara con su actuación de viejo playboy, mientras que Josh Brolin y Antonio Banderas no convencen en absoluto, a pesar de tener escenas y papeles importantes dentro del film. Quien más se destaca dentro de este irregular film es Gemma Jones, gracias a los delirios místicos y las miserias que tiene su rol. Conocerás al Hombre de tus Sueños es uno de los puntos más flojos en la extensa filmografía de Woody Allen.
De ilusión también se vive Sin llegar a esa batería de diálogos chispeantes e inteligentes que son su marca de fábrica, el guión entrega algunas frases para el recuerdo y algunos momentos sumamente divertidos. Conocerás al hombre de tus sueños es un film menor dentro de la extensa filmografía de Woody Allen. Pero es una comedia (bueno, esas comedias a las que el director nos tiene acostumbrados donde uno se ríe de cosas que, más temprano que tarde, también nos dejan pensando si son motivo de risa). Comedia ligera coral que fluye y (de)muestra que es más interesante el tránsito que los puntos de partida o de llegada de los diferentes personajes. Sally (Watss) es licenciada en arte y está casada con Roy (Brolin), médico que no ejerce y escritor de primera y única novela exitosa. Cuando entre a trabajar en una galería de arte se topará con Greg (Banderas), su empleador, un caballero casado pero en crisis y sumamente seductor. Ella no será la única que necesite de otros aires, su esposo se obnubilará frente a su vecina del edificio de enfrente, Dia (Pinto) una concertista hindú a punto de casarse y a la que mira obsesionado a través de la ventana y convierte en su musa. Por si fuera poco, los padres divorciados de Sally también tienen lo suyo. Helena al ser abandonada (Jones) se aferra a una vidente para saber cómo seguir su vida y Alfie (Hopkins) a Charmaine (Punch), una joven que dice ser “actriz” y bien da en su look y sus maneras para servicio de acompañante, con esa mezcla estereotípica de sexualidad y berretada. Merced a este cóctel de personajes burgueses con ínfulas de intelectualismo, poco psicoanálisis y muchas traiciones y mentiras y algunas represiones, Allen se sumerge en este tiempo donde la cuestión es creer en el azar y los adivinos, una religión que echa mano a la new age y suplanta las decisiones propias (y los riesgos que conllevan) por signos fáciles de sobreinterpretar. Y donde siempre lo mejor está en manos de los otros. Sin llegar a esa batería de diálogos chispeantes e inteligentes que son su marca de fábrica, el guión entrega algunas frases para el recuerdo y algunos momentos sumamente divertidos (la presentación de Charmaine, la discusión entre suegra y yerno con la noticia del rechazo de la nueva novela). Y Allen vuelve a demostrar su estilo en la construcción de puestas en escenas donde la cámara fija se inmiscuye entre los personajes que entran y salen en movimientos coreografiados. Y es fácil reconocer en inglés esas líneas que parecen pertenecer a otro tiempo, llenas de florituras y de un vocabulario de alguien leído y cultor de la palabra. La voz en off (un tanto excedida) que enlaza las escenas y nos hace seguir a los personajes expone una revisitación de una cita shakesperiana que fue también el epígrafe de El sonido y la furia de William Faulkner: la vida es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia, que no significa nada. Y de alguna manera todo el metraje intenta fundamentar tal enunciado. Trasladado en esta ocasión nuevamente a Londres (por obra y gracia de sus productores), quizá Woody sufra estas mudanzas construyendo escenarios (bellamente visuales pero poco funcionales a la trama) de los paisajes europeos, y uno añore esa verdad que supo construir en y sobre New York, pero algo vuelve a exponerse: sus compatriotas suelen ser unos energúmenos y Francia es su Meca.
Mientras esperamos que Woody por fin saque del horno la gran película que corone el último tramo de su carrera (yo apuesto a que lo hará), nos toca encarar una nueva escala en su irreversible pesimismo. Por suerte esta vez evita el rol del maestro que baja línea haciendo rechinar la tiza sobre la pantalla, un ruidito que viene afectando tanto sus fábulas morales (Match point, Cassandra’s dream) como sus sopas de cinismo rancio (Whatever works). Conocerás al hombre de tus sueños (You will meet a tall dark stranger) es el film más modesto de Allen en muchos años, en donde el director espolvorea las sales de siempre pero con mayor templanza y cariño. Debe ser la llegada de la resignación, la procesión crepuscular que va por dentro, la que le permitió al realizador abandonar la unívoca altanería de la amargura para concentrarse en los colores de la complejidad, recuperando así su clásica paleta de trazos humanos en la que todos nos vemos representados de una forma u otra. Hacía tiempo que Woody no se sentaba tan cerca nuestro para hablarnos directamente a nosotros sobre nuestras torpezas cotidianas. Los personajes se cruzan, se gustan, se pelean, se aman, se frustran, se acusan, se escapan, se mienten, se vuelven a entusiasmar. Trompos que giran desesperadamente buscando la llave de la vida, sin quitarse las anteojeras jamás. Lo curioso es que todo sucede en la Londres más llena de luz de la historia del cine, pero nadie piensa dejar el solipsismo para hacer pie en el suelo de un paraíso posible (¿el de la humildad, quizás?). Allen vuelve sobre temas habituales como el deseo, el fracaso y la culpa, y es bueno destacar que no se olvida de quienes terminan heridos, incluso si se trata de personajes muy secundarios (como por ejemplo, la familia del novio que se queda sin boda). No hay certidumbre de ningún tipo, y aun cuando se tengan las mejores intenciones, el azar puede clavarnos un puñal por la espalda. ¿Hay algo más que este mezquino aquí y ahora? Allen no está todavía dispuesto a entregarse. Conocerás al hombre de tus sueños despierta muchas preguntas, y esto significa que la búsqueda continúa. ¿Qué podría hacer de nosotros mejores personas? Probablemente ese techito simbólico bajo el cual elegimos cobijarnos. Podemos creer que nuestra alma no morirá nunca porque reencarnará en otros cuerpos, o que el ser querido que nos dejó hace poco nos está saludando desde el más allá. En definitiva, en la película surge la necesidad de una trascendencia espiritual (un interrogante que también nutre al último film de Clint Eastwood). En esto confían los únicos dos personajes a quienes Woody les regala una sonrisa sincera. Los únicos que logran salir adelante sin lastimar a los demás.
Las películas de Woody Allen, especialmente las de las últimas dos décadas, poseen temáticas, contenidos, diálogos, géneros, personajes, intérpretes y locaciones bien diferentes. No son tan similares entre sí como algunos aseguran, lo que las iguala y emparenta es ese estilo personal que hace que cada film le pertenezca absolutamente y cualquier escena resulte inconfundible acerca de su artífice. Lo más difícil que existe en el arte. Igual se seguirán estableciendo semejanzas aunque el director de Match Point no se repita y vaya intercalando la manera de presentar sus tramas en forma coral o desarrollando una sola con sus ramificaciones. En Conocerás al hombre de tus sueños Woody recurre al primer rubro, desplegando un abanico de tipos humanos y relaciones afectivas y mundanas, elementos narrativos que va acumulando y que después vuelca generosamente en un solo film, sin guardarse nada ni aprovechar algún cabo suelto para un próximo guión. Si el producto sale bien, perfecto; sino, a otra cosa. Las historias de este nuevo film suyo protagonizado por Anthony Hopkins, Naomi Watts y Antonio Banderas, entre otros, son burbujeantes, los personajes, atractivos, algunos encantadores; pero de todos modos Allen no alcanza a redondear una muy buena comedia acerca de las relaciones humanas y los azares de los vínculos amorosos. En el final se guardará un par de ases bajo la manga y una de sus criaturas, el voluble y embustero novelista Roy (Josh Brolin) padecerá una situación tragicómica, mientras que una incipiente pareja entre personas mayores se cristalizará, como un toque de esperanza. Un destello acerca del amor que no gira alrededor del atractivo físico, aquél incondicional. Aunque algún caracter no esté bien delineado, no todo tenga un buen cierre o un amalgame preciso, con esas pinceladas, más un entretenimiento sin pausas, será suficiente y satisfactorio. Para qué más.
Sr. montonero Allen, ¡renuncie! Que está viejo. Que se repite. Que dale con eso de hacer una película por año. Que maltrata a sus personajes. Que es pesimista. Que otra vez esos títulos blancos, los mismos desde hace décadas. Que meta insistir con la voz en off. Que es misántropo (ni siquiera sé desde cuándo esto está mal). Que en los setenta era genial. Que ahora no. Un sector de la crítica (o algunos críticos) justifica que Conocerás al hombre de tus sueños es mala (o que no les gustó) esgrimiendo algunos de los argumentos que leímos arriba. Ah, porque si fuera de otro la cosa sería diferente, porque sería de otro, claro. Pero es de Allen, entonces tiene que ser brillante o nada. A Woody Allen se le pide, casi se le exige, que sea novedoso, gracioso, genial, que adore a sus personajes, que vuelva a Manhattan, que sea alto y de ojos azules. Que haga obras maestras o no haga nada. Que se deje de joder con estas peliculitas menores que no hacen más que copiar a Crímenes y pecados y Annie Hall. Que renuncie. Conocerás al hombre de tus sueños es una buena película. Y es de Woody Allen. Toda la historia gira alrededor de la descomposición personal y de la posibilidad de relacionarse, de amar a alguien o algo. De la vacuidad de la vida y de la necesidad de disfrutarla aquí y ahora. Los personajes son varios pero el entrecruzamiento es bien sencillo, dos mujeres son el centro: Sally (la cada vez más cinematográfica Naomi Watts) y su madre (Gemma Jones), alrededor de ellas giran sus maridos, ex maridos, posibles parejas, y algunos más. Pero siempre el ojo está puesto en esas dos mujeres. Sally está casada con un chanta con pretensiones de escritor (Brolin) y su madre acaba de ser abandonada por un marido que se niega a envejecer. Todos están en la búsqueda: Sally de un futuro familiar junto a su marido, de una carrera después. La madre busca que le digan lo que tiene ganas de oír y le paga a una especie de mentalista trucha para eso, la que no es más que una de esas amigas que te reconfortan aun a sabiendas de que te están mintiendo. El padre necesita sentirse joven; la chica que ocupa ese lugar, una vida acomodada económicamente. El marido de Sally aspira publicar una nueva novela y tener a la mujer que aparece en la ventana de enfrente. Simplemente se busca. En Conocerás… hay buenas dosis de humor alleniano intacto; y el tono de las imágenes, que ya es marca registrada, impacta directamente sobre el rostro bello, natural y abatido de Watts y sobre la mirada triste y esperanzada de Jones, poniendo en un gesto más significado que todo lo que se pueda decir (vean la discusión entre ellas). Sí, hay pesimismo, hay cinismo y hasta nihilismo y eso no está mal. Y cuando nada parece terminar demasiado bien, ahí está Helena (Jones) con su tall, dark, stranger para darle esa esperanza que clamaban sus ojos. Conocerás al hombre de tus sueños es la película de un director con altibajos, viejo y vigente y sin ganas de renunciar. No es una obra maestra –pensar que todo lo que filme debe serlo por el solo hecho de ser de Allen es un paroxismo autorista indefendible–, pero es una muy buena película.
Cuando vemos películas de directores que no sólo poseen una larga trayectoria, sino que han logrado con sus filmes hacernos pasar momentos memorables en las salas, es muy difícil ponernos en una nueva situación de espectadores y no tener expectativas altas. En definitiva, es como todo: uno no va a su pizzería preferida a comer una calabresa que esté más o menos buena; espera la mejor, la que nos hizo pensar que esa y no otra era nuestra predilecta. Me dirán: "Hacer una pizza y hacer una película no son la misma cosa" y tendrán razón. Pero cada vez que uno se sienta en una sala de cine a ver una película de Woody Allen, espera que nos haga descostillar de la risa como Todo lo que siempre quiso saber sobre sexo..., o que nos mantenga en vilo como Crímenes y pecados, por sólo poner dos ejemplos. Y si no es así, esperamos que el viejo Woody nos brinde una obra decente, que se pueda disfrutar. Algo así como un certificado de calidad. Para la desgracia de los detractores de este experimentado director, me temo que -tal como lo logra Eastwood en su extraña Más allá de la vida- lo logra. ¿Qué quiero decir con esa larga introducción? Que si bien Conocerás al hombre de tus sueños no es una película deslumbrante, que se nos grabará en la memoria durante décadas y memorizaremos con orgullo sus diálogos, es una buena película, agradable, interesante y muy bien interpretada por un elenco de lujo. Está claro que no estamos ante la mejor película de Allen, pero tampoco es cierto que sea un fiasco y lo peor que haya hecho en años, como dicen muchos. Y si en verdad fuera lo peor que hizo en años, realmente Woody se merece una felicitación porque hasta cuando hace las cosas mal le salen bien. Conocerás al hombre de tus sueños es un relato coral que comienza contando el divorcio de Helena y Alfie (Gemma Jones y Anthony Hopkins) cuando a este le agarra una crisis a partir de la cual decide que aún es joven y sale en busca de una noviecita a la cual le doble la edad. Mientras tanto, su hija Sally (una convincente Naomi Watts) atraviesa también una crisis matrimonial cuando ve que su relación con su marido Roy (Josh Brolin) está estancada, su situación económica se ve complicada y ambos comienzan a sentirse atraídos por terceros (los personajes de Antonio Banderas y Freida Pinto, respectivamente). Y el certificado de calidad que le pedimos a Allen todos los que disfrutamos de su cine aquí se da principalmente en una sobria dirección -con la inclusión de algunos planos secuencia para darle otro sabor a las discusiones de los personajes-, una bella musicalización -casi siempre fondo más que figura- y un elenco que brilla por luz propia, pero que además tiene a un buen realizador detrás para mejorar sus performances. El guión no tiene ni la chispa ni la intensidad de otras obras de este autor neoyorquino, pero tampoco tiene baches ni es tedioso. La historia avanza sobriamente, con naturalidad, sin sobresaltos y siempre con un tono de comedia que nos mantiene una sonrisa -los momentos hilarantes corren por cuenta del personaje de Lucy Punch, la joven novia de Alfie-, pero también jugando y alternando con situaciones trágicas. Como se ha dicho, quizá no es la mejor historia de Allen, pero cualquier cineasta del montón quisiera tener un guión tan hermético como este sobre su escritorio. Sobre el final, pareciera que algunas historias podrían haberse cerrado de otro modo, pero Woody prefiere dejar algunas clausuras narrativas libradas al azar. Conocerás al hombre de tus sueños no será la película más memorable de la filmografía de Allen, pero nos permite pasar un buen momento, disfrutar de diálogos interesantes, creíbles y por momentos intensos y sufrir con los personajes cuando se enfrentan ante la peripecia (en el sentido más tradicional y aristotélico). Si existiera un certificado de calidad en el cine, todas las películas de Allen lo tendrían.
En general, los humanos en su desesperación toman decisiones igualmente desesperadas y patéticas. En esta línea y bastante alejado ya de Freud, Woody Allen plantea la cuestión del arrepentimiento y la usual actitud de querer lo que no se tiene y rechazarlo cuando se lo obtiene por el hecho mismo de que ha dejado de ser interesante. En You Will Meet a Tall Dark Stranger, los dos matrimonios centrales entran en conflicto, digamos, de intereses y por ello el divorcio está asegurado ya para la anciana pareja de Alfie (Anthony Hopkins) y Helena (Gemma Jones), destino que se augura para la relación de la hija de éstos (Naomi Watts encarnando a Sally) con el yanqui Roy (Josh Brolin). Helena no puede creer que la separación se haya consumado y que su esposo la haya abandonado en el afán de retomar las experiencias juveniles que esta viejecita no podía darle y por eso consulta a Cristal (Pauline Collins), una vidente que reemplaza las tradicionales terapias por respuestas seguras acerca del futuro: el fracaso del matrimonio de su hija, la decadencia de Roy como escritor, y otros aspectos de la vida suya y de los otros. Ahora bien, Woody Allen emplea este juego de articulaciones entre la magia de la predicción, el poder de la mente humana y el llano sentido común, tal como similarmente ha hecho en Match Point, incluyendo las vueltas de tuerca que complican la existencia. En realidad, hay poco para destacar de esta nueva producción en cuanto a la originalidad de la propuesta del famoso director y guionista. Sus diálogos ya no tienen ni la gracia ni la inteligencia de antaño. No obstante, Allen mantiene una calidad básica que permite ser disfrutada; no es poco que escoja excelentes actores. Por otra parte, la historia que protagoniza Josh Brolin es la más interesante, lo cual nos da un indicio de cómo la trayectoria de Woody sigue ligada a New York, ahora reemplazada por la hermosa y más lluviosa Londres. Finalmente, las historias de Woody Allen atrapan por utilizar la comedia de un modo muy ligado al drama y al suspense. Todos quienes amamos sus films hasta Crímenes y Pecados preferimos, sin embargo, que se tome un tiempo para pensar y sorprendernos con sus diálogos o estrategias como el falso documental, que empleó en Zelig y Dulce y Melancólico, dos películas destacables. Otros dirán, "quiero verlo en la pantalla". Y bien, sigue siendo él, sólo que más viejo.
El lado oscuro del amor y la vejez Woody Allen vuelve a regodearse en sus obsesiones de los últimos años: el paso del tiempo, las prostitutas y la soledad, para entregar una película coral con textos risueños que no escapan ni a la profundidad ni a la nostalgia. Uf. Cuántos años pasaron de Manhattan, Annie Hall, Hannah y sus hermanas , Zelig y Crímenes y pecados, tal vez el quinteto de films imprescindibles del prolífico Woody. Más de 40 películas, más de 65 años, una vida agitada, una vida para el cine. Lejos quedaron esas obras maestras y otros buenos trabajos; más aún, el nuevo siglo no trajo demasiadas novedades: la agradable travesía turística de Vicky Cristina Barcelona, la gravedad y solemnidad de El sueño de Cassandra y Match Point; el cine en primera persona de La mirada de los otros, la estupidez de Scoop. En efecto, las películas de Woody Allen parecían haber perdido aquellos diálogos filosos, la visión agria y desesperanzada sobre el paso del tiempo, las situaciones socarronas y el ritmo que nunca decaía, más allá del interés que transmitían las historias. Sin embargo, y recurriendo al manual que mejor maneja, Conocerás al hombre de tus sueños encuentra al cineasta en buena forma. Las historias y los personajes son los habituales: cultos, inteligentes, de buen pasar económico, interrogadores y solitarios (estén o no acompañados o en pareja). La voz en off funciona a la perfección para mostrar a dos matrimonios como protagonistas centrales y las obsesiones clásicas del director en los últimos años (el paso del tiempo, las prostitutas, la soledad, la vejez), presentadas con una bienvenida ligereza que jamás omite la profundidad y la intensidad de las situaciones. El viejo Allen resignifica algunos tópicos de su cine: ahora la muerte no está tan lejos, el viagra es necesario e imprescindible, y especialmente, hay que aprovechar cada minuto de la vida, buscando consejos en una mujer que adivina el futuro, enamorándose de una prostituta o hasta robándole la publicación de una novela a un amigo que se encuentra en estado de coma. Un matrimonio que no vive su mejor momento (Naomi Watts y Josh Brolin) y la madre de ella (Gemma Jones) abandonada por su esposo (Anthony Hopkins), quien forma una nueva pareja con una seductora y graciosa prostituta (Lucy Punch, brillante), son los ejes desde los cuales Allen construye una película coral con textos devastadores y risueños, donde el transcurrir de la vida se manifiesta en un soplido efímero, fugaz, inasible. Y, en este punto, pese a sus errores, problemas y contradicciones, esos personajes están vivos y resultan más genuinos y empáticos que en otros films. Entre situaciones simpáticas, melancólicas y cínicas, oscila el mejor Woody Allen siglo XXI: el plano detalle de la cajita de viagra y el tiempo real que aguarda el personaje de Hopkins para que la pastilla cobre efecto sintetizan que el veterano creador puede reírse del paso de los años sin caer en el patetismo. Bienvenido, entonces.
Poco sonido... y nada de furia Recientemente estrenada en nuestro país, la película número 41 de Woody Allen, Conocerás al hombre de tus sueños (You will meet a tall dark stranger, 2010), trata los tópicos a los que nos tiene acostumbrados el director nacido en Brooklyn: el amor, el sexo y la felicidad; el paso del tiempo y las ansiedades (e ilusiones); el sentido de la vida y el arte. Como Almodóvar en sus últimos trabajos, Allen demuestra una vez más que sabe cómo contar una historia, atrapando y llevando al espectador/a de principio a fin -en este caso, con una “historia coral”-. Así, tras una cita inicial de Shakespeare (“Todo es estruendo y furia y, al final, no significa nada”), veremos a un matrimonio burgués de 40 años separarse: él (Anthony Hopkins) buscando una “segunda juventud”, por medio del deporte y el “noviazgo” con una joven prostituta (Lucy Punch); ella (Gemma Jones) por medio del alcohol y las videncias de una “bruja”. El otro matrimonio, más joven, sufre los avatares del desgaste de no tener un hijo, de no tener más dinero, y de no tener “más arte” (ella -Naomi Watts- una galería propia; él -Josh Brolin-, un nuevo libro que sea “éxito de ventas”). Con todo esto -y con varios personajes más, como el de Freida Pinto, de Slumdog Millonaire, y Antonio Banderas- Allen combina, cruza, relaciona todas estas criaturas, mostrando las presiones sociales, económicas y familiares (los “mandatos” que recibe todo ser humano hoy), con sus tragedias (mostradas por momentos cómicamente), y dejándonos al final del film con más dudas que respuestas acerca de cómo termina(rá)n las historias que nos cuenta. La crítica ha sido, como era esperable, “bipolar”: varió de los adulones incondicionales hasta los críticos más acérrimos, defensores de los anteriores éxitos, ya “clásicos”, de la filmografía de Allen (como Esposos y esposas, Annie Hall, Manhattan, Zelig, entre muchas otras). En mi opinión la película -la cuarta ya rodada en Inglaterra- “se deja ver”. Es fluida, bien llevada. Hay bellas imágenes de interiores y exteriores (una excelente fotografía), varios gags y escenas de tensión y drama bien hechas. Sin embargo los personajes que nos trae Allen son bastante “estándar”, predecibles: lo que brinda cierta comodidad para el espectador/a, y las viejas chispas de ironía y cinismo inteligentes que había en sus obras de los ’70 y ’80 dieron lugar a un ácido pesimismo “contemporáneo”... bastante superficial. A diferencia de aquella gran obra de la literatura norteamericana -que también hizo suyas las palabras de Shakespeare en Macbeth-, El sonido y la furia (1929), de William Faulkner, donde hay en verdad acciones apasionadas, con Woody Allen tenemos aquí (apenas) algunos personajes, previsibles y estereotipados, que se arrastran en pos de algo (sus deseos) que quedará en el silencio. O la nada.
El efecto placebo La voz en off al comienzo de Conocerás al hombre de tus sueños no es otra cosa que el credo de Woody Allen: “La vida estaba llena de ruido y furia, y al final no significaba nada”. La sentencia es de Macbeth, de Shakespeare, pero, más que sumirse en la tragedia y en un nihilismo pesimista, Allen intentará aquí discernir cómicamente cómo soportar tal clarividencia filosófica. Alfie (Hopkins) y Helena (Jones) se acaban de separar tras 40 años de matrimonio. Su hija y su yerno, una curadora y un escritor en crisis, no son un contraejemplo: sin hijos, Sally (Watts) necesita un cambio, y Roy (Brolin), inspiración (y dinero), y creerá encontrarla en la vecina de la ventana del edificio del frente, una bella mujer india (Pinto) a punto de casarse. Como suele suceder en los filmes de Allen, todos los personajes son de clase media y ligeramente intelectuales, aunque en esta ocasión, crítica pero respetuosamente, incluirá un par de personajes simpatizantes del espiritismo y la reencarnación. Helena depositará el destino de su vida en la lectura de su swami privado, una tarotista simpática a quien le paga mucho menos que a un psicoanalista, y que predecirá un futuro encuentro amoroso. Mientras tanto, Alfie creerá amar a una prostituta que dice haber disfrutado de su oficio (una recurrente fantasía machista de Allen), del mismo modo que su hija, Sally, albergará la ilusión de enamorarse de su nuevo jefe (Banderas), el director de una galería de arte, poco feliz con su núcleo familiar y demasiado seductor para elegir a una sola mujer. Éstas son las criaturas de Allen: infelices, crédulas, y moderadamente vulnerables. En la tercera película de Allen en la capital inglesa (menos pretenciosa que la sobrevalorada Match point y más consistente que Scoop), Londres casi permanece invisible, no así sus rasgos estilísticos: en los primeros 30 minutos Allen demuestra destreza para capturar la interacción de los personajes en espacios reducidos, fluidez narrativa y cierto ingenio en algunas líneas de diálogo. Un zoom casi imperceptible sobre el rostro de Brolin para registrar el impacto de una mala noticia, o una conversación entre él y su vecina en profundidad de campo son decisiones que insinúan una inquietud y elegancia formal que paulatinamente se diluye en sintonía con un ostensible desajuste narrativo. Como en todas las películas de Allen, su “virtud”, como señaló el crítico Jonathan Rosenbaum, consiste en hacer sentir al espectador más inteligente que los personajes. Conocerás al hombre de tus sueños no es la excepción, aunque aquí la empatía respecto de los personajes es mayor, quizás porque Alfie sea un poco su doble, una hipótesis imposible de verificar pero no de imaginar. La legítima virtud del viejo Allen en esta ocasión reside en proponer algunas intuiciones sobre la conducta humana e intentar representarlas. Somos lo que creemos y lo que no sabemos que creemos. El Yo no tiene creencias sino que las creencias son el Yo y lo constituyen. A su vez, la indescifrable gramática del deseo puede convertir a una desconocida en un destino posible, un rechazo amoroso puede devenir en proyecto profesional, una separación en un descubrimiento metafísico. Al final, Allen se decidirá por una concepción pragmatista de la creencia. Si lo que creemos funciona, entonces es útil y por lo tanto verdadero. O en palabras de Allen: “A veces las ilusiones funcionan mejor que la medicina”.
Sobre la necesidad de creer y soñar Pese a algunas críticas adversas, el film de Allen muestra toda su potencia al plantear "una fábula contemporánea" en la que sus personajes apuestan, de diferentes maneras, a sostener una ilusión como motor para soportar la vida. Una vez más por arbitrariedades de los distribuidores se ha llegado a quebrar ese ordenamiento cronológico que se espera del estreno de los films de ciertos directores; en este caso, aún no conocemos en sala el film anterior del siempre bienvenido Woody Allen, Si la cosa funciona cuya presentación se espera para mediados del mes de mayo. Mientras tanto ya los críticos hablan de su próximo estreno, Midnight in Paris, rodado ahora en esa ciudad, como la última secuencia magistral y de homenaje a Groucho Marx y Vincente Minnelli, Todos dicen te quiero, celebratoria del musical, festiva y esperanzadora. Ante Conocerás al hombre de tus sueños, título que de por sí nos lleva al mundo de las videncias, la mayor parte de las crónicas cinematográficas han hecho hincapié en que Woody Allen ahora tiene muy poco por ofrecer, que se puede ver en el film un gran síntoma de agotamiento y hasta un crítico español arriesga una más que forzada interpretación al señalar que la elección de la melodía When you wish upon a star, del film de Walt Disney de 1940, Pinocho, señala que su realizador "parece reconocer que se ha convertido en una marioneta sin alma, sin ese soplo de genialidad natural que elevaba muchos de sus títulos, y transmite esa apatía a sus personajes, meros muñecos huérfanos de maestro". Por el contrario, creo que la selección de este tema musical y la referencia al film coloca al mismo en el espacio de "una fábula contemporánea" en la que sus personajes apuestan, de diferentes maneras, a crear y sostener una ilusión. No es casual que la vidente a quien consulta la exmujer de Alfie, (Anthony Hopkins), Helena, interpretada por una notable Gemma Jones, se llame Cristal Del Giorno, y es quien le preemitirá a ella sostener, en otro registro, otras probabilidades. En otras críticas se lee que están presentes en este film una serie de temas y motivos recurrentes en su obra, lo que podría llevar a pensar en un realizador y guionista que se repite constantemente. Es aquí donde se hace necesario volver a defender este último film de Allen, para hacer valer lo que es una filmografía autoral, aquella que se puede pensar (como ocurre en Fellini, Bergman, Truffaut, Hitchcock, y tantos otros) como variaciones de una misma figura en el tapiz, como situaciones que se reconocen pero planteadas ahora desde otro ángulo, con otra luz, con otros subrayados y otras presencias que resignifican. En Conocerás al hombre de tus sueños cada uno de los personajes que se irán cruzando sostiene sus frustraciones de manera sosegada o estridente; y al mismo tiempo va proyectando dirigir su mirada en otra dirección, como ocurre con el escritor demorado y su esposa, la hija de Gemma y Alfie, quienes bifurcan su atención hacia la mujer en la ventana, por parte de Roy (Josh Brolin), que la sorprende vestida de rojo interpretando Fandango de Boccherini y de Rally (Naomi Watts), quien mira con fascinación al gerente de la galería, Grez (Antonio Banderas), quien por otra parte tiene la mirada puesta en otra mujer, mediando un par de espesantes pendientes y una interpretación de Lucia Di Lammermoor, de Gaetano Donizetti. Y podríamos seguir, porque a su vez cada personaje se cruzará con otros hasta llegar a formar una suerte de carrousel de estados emocionales, captados en la ciudad de Londres, no ya en las zonas céntricas. Esa Londres que nos lleva por igual a Match Point, film que giraba en torno al arribismo y el violentar de los límites éticos. Se le reprocha por igual a este film que ninguna de las historias en cruce cierren. Y es que Allen, de la misma manera que el personaje de Alfie lo pone de manifiesto, deja abierto el interrogante a partir del sueño que tuvo la noche anterior, tal como lo expresa su narrador. De la misma manera en que ese juego entre vidas pasadas y porvenir, que se columpia en el habla cotidiana de los personajes más veteranos, apuntan a un permanente continuará. Tal vez sea otra de las ilusiones de las tantas que va forjando cada personaje. En esta Londres que se anima como un escenario de aquellos films de los años 40 y 50, en el que ahora en una calle de un barrio una ya muy madura mujer descenderá de un taxi y golpeará tímidamente a la puerta de una vidente. En esta Londres en la que el personaje de Alfie desea recuperar aquellos años vividos, irrumpirá el personaje de Charmaine, alejada de toda retórica intelectual y volcada a una extrema y primitiva visión de la vida, sensual y física, aunque sostenida en el glamour y lo exótico. A sus setenta y cinco años, y tras cuarenta años de profesión como guionista, director y actor, Woody Allen en Conocerás al hombre de tus sueños hace escuchar su voz no sólo a través del narrador, sino de otros personajes, quienes montan un retablo en el que se escenifica la sublime, imperfecta y por qué no mágica, comedia humana.
Allen estandarizado No se puede intentar que a aquellos directores que seguimos, respetamos, degustamos, le salgan todas sus películas en un mismo nivel de realizacion, y que sea imperdonable que se repitan, o nos den sus temas recurrentes. Nadie por ejemplo puede comparar al mismo Chaplin "El Gran dictador" con el ya anciano director de "Una condesa de Hong Kong", ni el Hitchcock de "Vértigo" con el de "Trama macabra", o más cercano en el tiempo, el viejo Clnt de "Los puentes de Madison" con el de su reciente "Más allá de la vida". Woody Allen sigue ofreciendo sus miradas sobre el alma humana, sobre lo difícil del relacionarse, con los rollos de las pasiones, con el eje cínico en el cual giramos las personas. El neoyorkino ha sido un hábil recolector de personajes variopintos, un especialista en ubicar cobertura de humor por sobre la hipocresía social, y en esta nueva peli no se queda atrás, ofrece algo de todo eso. Tomando dos matrimonios, que en varios puntos se cruzan, intenta reflejar lo ya conocido en su filmo, quizás sin la misma eficacia de "Annie Hall, dos extraños amantes" o "Hannah y sus hermanas" -dos de sus mayúsculos títulos- o de los aún varios escalones abajo. Pero lo hace sobriamente, reciclándose en menor medida, con apuntes desopilantes, y agudísima crítica a los entornos. Situaciones de comedia donde no faltan el sexo, la vejez y los desatinos. Notables trabajos actorales de Hopkins, Gemma Jones -la esposa madura de éste-, Josh Brolin, Naomi Watts, y las bellezas de Lucy Punch -la prostituta que cautiva al maduro Alfie- y una increible Freida Pinto -esa exótica presencia descubierta en "Quieres ser millonario?-, con todo este "packaging" arremete Don Woody. No defraudará en definitiva a muchos, y seguimos también esperando un filme anterior a este: "Whatever works", que aseguran se estrenará en Mayo próximo, y que al no tener a nadie conocido en su reparto se retrasó considerablemente por orden y gracia de los distribuidores de cine.
LA REBELIÓN DE HELENA Woody Allen puede haber perdido el rigor estético que lo caracterizaba, pero no los temas que lo han obsesionado desde siempre. En Conocerás al hombre de tus sueños, Allen describe un mundo desesperanzado y el proceso liberador de una persona harta de ser usada por todos los demás. Conocerás al hombre de tus sueñoscomienza con una cita simplificada de una escena de Macbeth, de William Shakespeare. Misma escena que inspiró el título de la famosa novela de William Faulkner El ruido y la furia. Una posible traducción sería (a partir de cómo la abrevia el film): “La vida está llena de ruido y furia y al final nada significa”. Quien cita a Shakespeare es una voz en off que presenta al primer personaje, Helena. Helena es una mujer que baja de un taxi en Londres. La cámara en mano, inquieta e inestable, la sigue. Esta mujer, de unos sesenta años, está yendo a consultar su futuro con una adivina. Un pequeño flashbacks, ahora con una cita de Keats (“Truth is beauty”), que la voz en off aclara que no es así…, unos pocos minutos alcanzan para saber qué clase de película vamos a ver y advertir que, con virtudes y defectos, Woody Allen ha cambiado y, a la vez, ha seguido siendo fiel a sí mismo. Y por más comedia que parezca, un film que empieza citando a Macbeth tendrá, por lo menos, un lado oscuro. En Woody Allen se han alterado algunas cosas de forma notoria. La primera es, sin duda, que él como actor ha ido quedando de lado. En parte porque los años, Allen nació en 1935, lo vuelven poco atractivo para la taquilla –algo que dudo le preocupe- pero a la vez porque los conflictos que él narra suelen estar protagonizados por personajes de otras edades. Aquí, el papel que interpreta Anthony Hopkins, muy parecido a tantos personajes inventados por Allen para él mismo o para otros actores, podría haberlo interpretado él unos quince años atrás. De hecho resulta extraño ver a Hopkins con algunos ticks de Allen durante la película. Aun así, este dato es menor en comparación con otra cuestión más importante: Allen cambió la puesta en escena. Alteró el ritmo, el montaje, el manejo de la cámara. Después de Maridos y esposas, la película que sin que lo supiéramos pondría final al período de esplendor del realizador, la cámara en mano se convirtió en un recurso permanente, aun cuando ya no sea tan brutal como en aquel homenaje estético a Cassavetes. Pero no sólo la cámara. Allen renunció a la narración clásica y al montaje invisible. Así, desde entonces, el montaje en los films de Allen es intencionalmente desprolijo, brutal, acelerado y el zoom –ese recurso casi siempre feo- aparece sistemáticamente. Las secuencias de montaje se multiplican para simplificar y acelerar el film. Esta estética coloca a los últimos films de Allen en un terreno estéticamente menos ambicioso que el de sus mejores títulos, en particular, la más clásica de sus películas: Hanna y sus hermanas. Son menos agradables porque son más caóticas, menos bellas. El único film de la última década que rompe con esta estética es Match Point, pero irónicamente es la menos personal de las películas de Allen desde la puesta en escena. Un último agregado complica un poco las cosas y abre la sospecha: en Conocerás al hombre de tus sueños (You Will Meet a Tall Dark Stranger, 2010) aparece una voz en off que muchas veces ha usado en otras películas, pero que acá resulta en exceso explicativa y poco elaborada. Pero a pesar de eso, y sorprendentemente, la nueva película de Woody Allen tiene una mirada muy definida y su estructura tiene un remate que figura entre lo mejor que ha hecho en los últimos años. La historia es la de Helena (Gemma Jones), una mujer cuyo marido, Alfie (Anthony Hopkins) la ha abandonado, que tiene una única hija, Sally (Naomi Watts), casada con Roy (Josh Brolin), un médico devenido en escritor, pero con una serie crisis creativa. Sally ha postergado sus sueños por apoyar a Roy y recién ahora encuentra un interesante trabajo en una galería de arte. El motor de la historia está en las visitas que Helena comienza a hacer a Cristal (Pauline Collins), una adivina que le da de tomar whisky y que no hace más que comentarle lo que salta a la vista. Incluso por momentos Helena dirá que Cristal le dijo tal o cual cosa, pero no sabremos a ciencia cierta si es así o si lo inventa para justificar sus decisiones. “Dice lo que querés escuchar” le comenta más de un personaje, y si es así, el resultado es el mismo, porque Helena tomará decisiones en base a esto. Varios temas de Allen aparecen acá, varios tópicos bastante habituales. El hombre mayor con la mujer más joven, por quien se siente atraído por lo físico y no por lo intelectual. La crisis creativa de un artista, que acá remata de forma tragicómica con un plagio a un supuesto muerto que finalmente está vivo. La fragilidad de los sentimientos y de los vínculos entre las personas. La presencia de la magia o la adivinación como método de liberación de las angustias existenciales. Nótese que el psicoanálisis ha desaparecido en este film y que la “terapia” es ahora la que Helena hace con Cristal. El final es oscuro y desolador, pero a la vez liberador para la protagonista. Roy queda al borde del desastre absoluto y, probablemente, lo pierda todo. Sally no logra la independencia soñada, ha perdido a un buen candidato y su futuro es incierto. Alfie llega al final de su vida solo, con una mujer que le dará un hijo que no es de él, lo que según sus propias palabras es inaceptable. Helena ha logrado lo que iba a buscar cuando conoció a Silvia. Parece que Helena es inocente, naif, vive de ilusiones, cree en una adivina, pero en realidad Helena ha tomado a la adivina como excusa para cerrarle la puerta a su marido, decir lo que pensaba de su yerno (cosa que se ve confirmada por los actos ruines de él) y decirle que no a su hija cuando le pide dinero. Ni Roy, ni Sally ni Alfie consiguen su objetivo. Helena dice basta pero sólo puede hacerlo escudándose en la charlatanería de Cristal. Ha cargado sobre sus hombros la culpa y el peso de los caprichos y el egoísmo de los demás. La historia no se interrumpe abruptamente, es tan solo que la protagonista es Helena y nada de lo que le pase a los demás es ya un problema suyo.
Woody Allen nos trae una película por año, o al menos eso se impuse él como régimen y lo viene cumpliendo. A los 75 años, sigue siendo el autor de una película por año. El 2011 nos recibe con la esperada comedia Conocerás al hombre de tus sueños; luego de varias idas y vueltas el estreno, que en principio estaba programado para noviembre, se realizó esta semana. El último film del cineasta de Brooklyn se centra en la familia de Alfie; su ex esposa Helena, quien sin saber cómo canalizar la pena del divorcio acude a una adivinadora y su hija Sally, en plena crisis matrimonial casada con Roy, un escritor frustrado, coquetea con su jefe Greg. Cada personaje busca nuevas formas de lidiar con crisis típicas de la sociedad contemporánea. Mientras Alfie se refugia en su nuevo amor, una ex prostituta que se gasta cada centavo que él ahorro; Helena toma las esperanzas que le da Cristal, su adivinadora psicóloga, y se encuentra convertida al ocultismo y siendo pretendida por un hombre que habla con su mujer desde el más allá. Allen sigue siendo fiel a sus gags y sus diálogos agudos, aunque muchas veces termina en el chiste estereotipado y ya no tiene esas salidas propias de Manhattan o Annie Hall. La película en ningún momento genera un quiebre en los personajes, no tiene un cenit, sino que vemos el fluir común de un matrimonio en crisis y de un hombre llegando a los setenta. Si bien es una buena película, no está a la altura de grandes films del cineasta, preferimos ver menos Woody Allen y de mejor calidad.
Otra fábula urbana del talento neoyorquino El veterano y prolífico Woody Allen vuelve a poner en escena sus temas favoritos: el amor, la amistad, la vejez, el miedo a la muerte, la infidelidad, la neurosis urbana, la angustia existencial y los “remedios” que el mercado ofrece a cada paso... En “Conocerás al hombre de tus sueños”, se entrecruzan varias historias personales que a veces confluyen y otras, colisionan, según sean los intereses que cada uno ponga en juego al momento de relacionarse con el otro. Sally (Naomi Watts) es el sostén de su matrimonio con Roy (Josh Brolin), trabaja para Greg (Antonio Banderas), un marchand exitoso, mientras espera que su marido, que ha renunciado a ejercer la medicina pese a tener el título, tenga éxito como escritor de novelas, algo que no se presenta fácil. Sally tiene que hacer frente también al divorcio de sus padres, Helena (Gemma Jones) y Alfie (Anthony Hopkins), y sus consecuencias. La historia transcurre en Londres y los personajes están construidos en base a las características típicas de la clase media de las grandes ciudades, con un buen pasar pero muchos conflictos afectivos y emocionales, que tienen que ver con las aspiraciones personales, los proyectos de vida, casi siempre frustrados por la realidad. Roy es un hombre de 38 años, escritor fracasado, mantenido por su esposa. Sally tiene que salir a trabajar, a malvender sus aptitudes y capacidades, cuando preferiría estar en su casa y solamente ocuparse de tener una familia. Helena ve desbarrancarse su matrimonio después de cuarenta años y encuentra consuelo en los consejos de una supuesta vidente, mientras que Alfie ha decidido que todavía tiene cuerda para rato y sale a la busca de amantes jóvenes para caer pronto en las garras de una prostituta treinta años menor, Charmaine (Lucy Punch), con quien vivirá una pasión tan arrolladora como breve que lo devolverá otra vez a la verdad que tanto quiere evitar: el ocaso de la vida y el temor a la soledad. Roy fantasea con una vecina a quien espía por la ventana, Dia (Freida Pinto), y a quien finalmente seduce, mientras Sally se hace los ratones con Greg, su jefe, un hombre casado pero insatisfecho que, para desilusión de Sally, caerá en los brazos de una amiga artista que ella misma le presentó. Una trama de encuentros y desencuentros, típica del mundo de Allen, en la que se ponen en crisis valores y creencias, mientras se buscan sustitutos que ocupen el lugar de aquellas cosas en las que se creían y que por algún motivo han desertado: amor, realización personal, éxito profesional, familia, valores morales, etc. Una vez más Allen hace alarde de su oficio y maestría para ofrecer un producto técnicamente irreprochable, con buenos actores que se lucen más cuando se ponen bajos sus órdenes, brindando un entretenimiento con esos ingredientes usados con inteligencia como son el conocimiento del alma humana con sus contradicciones, sus miserias y sus chispas de lucidez y grandeza, todo visto desde la perspectiva escéptica y cínica típica del director neoyorquino, que una vez más pone el acento en el egoísmo como el combustible que alimenta todos los conflictos.
El viejo Allen ya no es lo que era Hay directores que, por características personales, uno los siente muy cercanos. Eso me sucede a mí con Woody Allen. Dentro de su visión del mundo, ese universo psicoanalítico cruzado en el que sus personajes juegan sus cartas, es de mis favoritos. Quienes siguen el mundo de Allen saben de que hablo: el entrecruzamiento de las parejas, las dudas y las relaciones atravesadas por los condicionantes sociales y de la edad están a la orden del día. Woody es un hábil guionista y tiene ideas claras de lo que quiere decir, lo cual no significa que eso le guste a la gente, sino que de antemano, sabemos que es un producto honesto. Sus films nunca son taquilleros (salvo excepciones) y él tiene el suficiente prestigio para poder seguir rodando sin preocuparse por el éxito de sus trabajos. Productores de varios países de Europa le han ofrecido que filme en sus tierras, así que este enfoque tan personal, llegó para quedarse (en Estados Unidos ya no estaban interesados en seguir produciendolo en esta etapa de su carrera), más allá de los números. Hace unas cuántas películas Woody filma en el Viejo Continente porque sus ideas ya no son aceptadas en la industria mainstream americana. Está bien, convengamos que Woody Allen lleva 40 años haciendo cine de nivel. Y si bien no todos sus trabajos tienen la chispa de los primeros años, ha traído pequeñas obras maestras en los últimos tiempos ("Match Point", lejos). Quiero decir, sabemos que vamos a ver cuando vemos este tipo de cine. Una amiga decía "cine neurótico", y no estaba tan errada eh! Sus historias reflejan mucho de las vivencias personales de quién las escribe y de ahí que esta última parte de su filmografía está plagada de alusiones sobre la vejez. Articulada, claro, con sus tópicos comunes, la inseguridad, la indecisión, la inestabilidad, el desamor, la volatilidad de las emociones... "You will meet a tall dark stranger" es un film, decididamente menor en la carrera de Woody Allen. Eso, hay que decirlo de antemano. Tiene un libro flojo, aburrido e inconsistente, hecho que creemos se produce por contar microhistorias chatas y frías donde no importa cuanto se interrelacionen los personajes, el interés sigue siendo cero. Allen creyó que con su humor negro y las parejas cruzadas iba a alcanzar otra vez a generar una película atrayente, pero se equivocó. De nada sirvió un cast lujoso para sacar a flote el film, "Encontrarás..." tiene un severo problema de guión y no logra despegar nunca. La historia empieza cuando Helena (Gemma Jones) es abandonada por su esposo, Alfie (Anthony Hopkins). Luego de 40 años de casados, Alfie siente que se le va la vida y se niega a envejecer, iniciando una relación nueva con una joven mujer, Charmaine (Lucy Punch) en su afán de recuperar la juventud perdida. Sally (Naomi Watts), hija de ámbos, trabaja en una galería de arte donde admira secretamente, el glamour que emana de su jefe, Greg (Antonio Banderas). Su esposo, Roy (Josh Brolin), es escritor. Bah, tuvo una primer novela exitosa y trata de seguir ese camino, pero algo no funciona y el matrimonio de éste con Sally atraviesa graves problemas económicos. Desocupado, Roy conocerá a una vecina más joven con quien trabará amistad, Día (Freida Pinto de "Slumdog millionaire") y a quien le dedicará gran parte de su tiempo y atención. Y ya está. Todos, de alguna manera, son infelices. Como la mayoría de las historias corales de Allen, los personajes se cruzarán afectivamente y tratarán de buscar su felicidad de la manera en que puedan. A propósito, y en caso de que no hayan visto los últimos trabajos de Woody, no sabemos porqué ubica un narrador en off que nos explica la cinta e intenta conducirnos o ambientarnos antes de cada secuencia. Desde ya, algo que a varios críticos nos parece un insulto a la inteligencia. El problema es que el poco humor negro que caracteriza este tipo de enfoques, es más bien pobre y de trazo grueso (la alusión al Viagra que toma Hopkins, por ejemplo). El resto apenas nos genera una sonrisa leve y nada más. No hay intensidad, a esta gente le pasan cosas fuertes según los sucesos que el relato trae, pero las encaran (actúan) con una naturalidad pasmosa. Por ejemplo, Día, de familia india y fuertemente tradicionalista, cancela su casamiento y lo que debería ser una hecatombe, se resuelve en una corta y pintoresca escena de cuatro minutos. Nada de lo grave que les pasa a cada personaje se aborda con la intensidad dramática esperable. Creo que ese es el problema. En trabajos anteriores, Allen siempre dejaba fluir su neurosis y sus personajes estaban más atravesados por la emoción. Aquí no ocurre. La atmósfera no ayuda. Ambientada en Londres, la ciudad aporta el clima gris, taxis negros y viviendas enormes de dos pisos. Nada más. Todo transcurre lento y sin emoción. Es el trabajo más frío de Woody Allen en años. No es de las películas que se dejan ver. Sólo si son fanáticos de su cine, vayan, pero ir advertidos de que no encontrarán al Allen que todos amamos, sino quizás, a un cineasta que está dando los últimos retazos de su genio...
Para los seguidores de Woody Allen cada estreno es esperado con ansias. Siempre se disfrutan por esa estética tan especial que poseen sus films, en los que conviven la calidad de la narración visual con los siempres valorizados gags verbales que le son característicos y pinceladas de buena música. Siempre esperamos mucho de sus producciones y hasta nos gustaría que nos sorprenda con algunas genialidades del estilo de otros film que nos atraparon en el pasado (Manhattan -1979, The Purple Rose of Cairo/La rosa púrpura del Cairo-1985... ). Pero esta espectativa, por momentos exagerada, no siempre es la causa de la decepción. Conocerás al hombre de tus sueños se parece a esos viajes que emprendemos con alegría disfrutando del camino, el clima y los paisajes pero que al llegar a destino no nos convence del todo. Como en otros films las historias de parejas con sus conflictos y contradicciones se superponen y entrecruzan con uniones y distanciamientos. La voz en off de un narrador externo va guiando al espectador en el descubrimiento de cada historia y de cada personaje. Cuando los núcleos narrativos comienzan a resultarnos atrapantes llega el final en un mar de inconclusiones. No porque se decida dejar las situaciones planteadas y que el espectador las complete imaginando finales posibles (estilo aceptable y en voga desde hace mucho) sino por verdaderas debilidades del guión, cosa que en Woody resulta especialmente preocupante. La presencia de marcas registradas como Anthony Hopkins o Antonio Banderas en este caso no agregan ningún plus en las actuaciones, que salvo en contados momentos destacados (alguno de Gemma Jones) no van más allá de un desempeño aceptable. Por nuestra parte, nos quedamos con las hermosas locaciones londinenses y como siempre las buenas elecciones musicales (principalmente la escena en la ópera con las voces de Luciano Pavarotti y Nicolai Ghiaurov interpretando "Tu che a Dio spiegasti l' ali" del acto III de Lucia di Lammermoor de Donizetti) en una película que simplemente entretiene. Tal vez sea hora de que Woody regrese a Manhattan a recargar energías creadoras.
Imparable, bien pasados los 70, Woody Allen sigue haciendo una película tras otra. No está en su mejor momento pero tampoco perdió el pulso para la comedia pródiga en enredos sentimentales. Acá tenemos a dos matrimonios en crisis. Alfie abandona a Helena por una mujerzuela y ella, desesperada, va a consultar a una adivina para que le descubra al hombre de sus sueños. Su hija, Sally, se enamora del galerista para el que trabaja, mientras su marido Roy, cae encandilado por una misteriosa vecina. Película coral con elenco de lujo, pero nadie se luce demasiado porque la estrella es Allen, aunque no aparezca en pantalla. Igual, en el filme abunda la gente nerviosa y angustiada. las obsesiones y los equívocos entre distintas generaciones, transitadas por la duda y el desconcierto cuando se trata del amor.
Varios personajes en busca de un guión Cada film que estrena Woody Allen es una pequeña fiesta para sus fanáticos. Y como todos saben, estamos invitados a esta fiesta, una vez por año, porque obsesivamente Woody tiene esa costumbre. Ultimamente -aunque cueste reconocerlo- esta fiesta viene cada vez más modesta y uno, irremediablemente, terminado el festejo, se queda con ganas de más. De sus últimos trabajos, "Match Point" nos había dado nuevamente la esperanza de que Woody, nuestro amado Woody, comenzara a tener un nuevo período de iluminación, pero "Conocerás al hombre de tus sueños" entra, lamentablemente, en el conjunto de comedias simpáticas sin demasiadas pretensiones como fueron en su momento "La maldición del escorpión de Jade" "Scoop" o "Anything else - Todo lo demás". Es decir, esta última película se ubica entre las más desparejas de su creación. Al menos "Vicky Cristina Barcelona" tenía actuaciones más destacadas y un paisaje hermosísimo (no hablo de Penélope Cruz, hablo de las caminatas por esas callecitas con edificios de Gaudi) ni la agudeza que ostentaba el personaje principal de "Si la cosa funciona..." a cargo del brillante Larry David, como un perfecto alter-ego del Woody más obsesivo. En el estreno de esta semana, la historia es sumamente liviana y nos va presentando a un puñado de personajes que están vinculados entre sí y que tienen como común denominador problemas diferentes problemas de pareja. Todo arranca cuando, Alfie (Anthony Hopkins), espantado por la idea de morir, abandona a Helena (Gemma Jones), que ha sido su esposa durante cuarenta años, y decide incursionar con alguna jovencita que lo haga sentir más vital. Y para sentirse más vital, nada mejor que casarse con una prostitua-todo-corazón (Lucy Punch) que lo haga sentir un completo as en la cama, mientras le jura que será toda suya... o casi, a juzgar por los coqueteos con los muchachos del gimnasio. Y por su lado, Helena, con su corazón completamente destrozado, recurre a una adivina, Cristal (Pauline Collins, la genial actriz de "Yo amo a Shirley Valentine", aquí totalmente desperdiciada) a la que sigue al pie de la letra sin darse cuenta que sus están tendenciosamente influenciados por el dinero que paga en cada sesión. También entra en escena la hija de ambos, Naomi Watts quien se encuentra en crisis de pareja con el personaje de Josh Brolin, un escritor que no logra poder superar el éxito que tuvo en un único libro y encuentra en su vecina, la chica de rojo encarnada por Freida Pinto, su nueva musa inspiradora. Y así sigue el juego de deseo, seducción, infidelidad, represión y atracción que plantea Woody sin abandonar en ningún momento un tono demasiado liviano. Hay algunas escenas un poco más ingeniosas que otras (la primera aparición de Cristal, la vidente; la supuesta muerte de uno de los amigos del grupo del escritor que da lugar a casi la única escena ingeniosa del film; la patética chatura con que pinta Allen a la prostitua, muy emparentada con la de "Poderosa Afrodita" a cargo de Mira Sorvino) pero a pesar de uno espera que suceda, no logra levantar vuelo. Allen ya había diseccionado genialmente las relaciones de pareja en "Maridos y Esposas" uno de sus mejores films, con un dreamcast del que formaban parte Judy Davis, Sydney Pollack, Mia Farrow, Liam Neeson y Juliette Lewis. Y entonces, "Conocerás al hombre de tus sueños" no logra ser más que un refrito de alguna de esas ideas con un pequeño toque posmoderno, revisitando alguno de los temas que lo han obsesionado a lo largo y a lo ancho de su filmografía, quedando como una copia desmejorada de sí mismo. Asombra además, y negativamente, la ligereza con la que Woody abandona a ciertos personajes casi al libre albedrío sin que el guión puedas darle un curso dentro de la historia. Podría, en algún momento, parecer que los libera a un final abierto para que cada uno de nosotros le inventemos una historia que cierre el circulo de engaños, infidelidades, pasiones y amores contrariados de la manera que a uno más le guste. Podrán tildarme de estructurado o algo así, pero para mí final abierto es otra cosa. Acá faltó pulir mucho un guión que no termina para nada de convencer y que nos hace seguir deseando que el próximo opus del gran Woody vuelva a su mejor nivel.