Relaciones peligrosas En el mundo del cine todas las historias ya fueron contadas, pero el secreto reside en cómo narrarlas para provocar al espectador. Eso es lo que busca el director coreano Park Chan-wook (Old Boy) que hace su debut en el cine norteamericano. Lazos perversos (Stoker) es un thriller cuyas imágenes se completan un tiempo después de que el espectador abandona la sala. Con un punto de partida sobre el que volverá al final, el realizador instala las dudas a través de un juego visual rico en detalles y con transiciones (pasa de la cabellera de Kidman a unos pastizales de manera imperceptible) que deben su mérito al cuidadoso montaje. Después de la muerte de su padre, India (Mia Wasikowskam la adolescente de Alicia en el país de las maravillas) una adolescente conoce a su tío Charlie (Matthew Goode) del que poco se sabe y que llega al lugar para vivir con ella y su madre (Nicole Kidman). Y ahí comienza una historia que combina misterio, locura y un pasado oscuro en esta atractiva apuesta visual del cineasta que, a manera de rompecabezas, irá dando la información necesaria al público con el correr de los minutos. Lo interesante del cine de Park Chan-wook, el mismo que también jugó con la acción en Sympathy for Mr. Vengeance, es que le imprime al género un aire innovador y violento (escenas sangrientas no faltan) donde los detalles cobran una dimensión expresiva muy funcionales al relato. La presencia del tío cobra una faceta fantasmagórica desde la escena del cementerio para la retina de India, y adelantará el caos que viene a instalarse en la casona de una familia con perturbaciones. El espectador se encontrará con una madre que llora en silencio y pasa el límite, con su hija que coquetea con arañas y con un asesino preciso y perverso que tiene como arma un cinturón. Tanto la seducción como el erotismo los empujan hacia un desenlace violento como en el documental que se ve en un televisor, donde el cazador y su presa inician su juego de muerte.
Sombra de lo obvio Lazos perversos (Stoker, 2013) marca el debut en inglés del surcoreano Park Chan-wook, conocido mundialmente por sus sanguinarias películas de venganza. Su nuevo film no es ni tan violento ni tan sangriento como se podría esperar del director de Oldboy (2003), pero posee un característico morbo por temas escabrosos como abuso, estupro e incesto. Que la película logre sostener un buen gusto, aunque sea marginal, es toda una hazaña de dirección, actuación y guión. India Stoker (la lánguida Mia Wasikowska) habita una mansión gótica en el sur estadounidense junto a su enviudada madre Evelyn (Nicole Kidman). Su padre acaba de morir en un accidente, cosa que ha dejado a la niña aún más enajenada de lo usual. En vísperas del velorio surge un desconocido: el joven, el apuesto, el seductor tío Charlie (Matthew Goode), que ha venido a dar una mano a la familia y “se estará quedando un tiempo”. India le hace asco al intruso y a su madre, que está demasiado atontada por la atracción que siente por su cuñado como para guardar luto. El tío Charlie, por su parte, sólo tiene ojos para India: enormes ojos azules con los que le mira intensamente, incomodando a su sobrina y al espectador. La tensión crece a medida que Charlie se hace un lugar en el seno de la familia Stoker, e India va encontrando razones varias para desconfiar de su tío. La labor de Goode en el papel es impecable. No hay empatía alguna entre su mirada llena de lujuria y la voz compuesta y medida con la que habla. Wasikowska recorre un camino más difícil, pasando por el odio, la desconfianza, la fascinación y, quizás, el deseo hacia el tío Charlie. La película está anclada en su subjetividad reprimida. De sus interacciones con Charlie, ¿cuánto es real, cuánto imagina; cuánto de lo que imagina es una pesadilla y cuánto un deseo del subconsciente? Las actuaciones, a su vez, se ven algo asfixiadas por la estética de la película, que Park Chan-wook compone con sobreexcedido estilo: cada línea de diálogo es subrayada por un elaborado movimiento de cámara, cada cambio de escena es un opus de transparencias y montajes alternativos en los que se genera una gran tensión. El barroquismo de la dirección y la puesta en escena no deja lugar para sutilezas ni implícitos. La película tiene la seriedad de una farsa. El guión ha sido escrito por Wentworth Miller (la estrella de la serie Prison Break). Está claramente inspirado en La sombra de una duda (Shadow of a Doubt, 1942), de Alfred Hitchcock, en la cual un sospechoso tío Charlie visita a su sobrina favorita. Lazos perversos hace realidad los fetiches que se sugerían tanto más cautelosos en La sombra de una duda, lo cual no es necesariamente algo bueno, pero vaya que lo hace con estilo.
La división de Fox Searchlight pictures le vino perfecto al prestigioso director oriental Park Chan-Wook para iniciar una transición hacia el universo Hollywood. Seguramente lo conocen por la excelente "Oldboy", una pequeña obra joyita que todos recordamos, punto alto de su carrera (aunque "Sympathy for Mr. Vengeance" y "Bakjwi" tienen lo suyo también). Su fuerte, son las historias de vendettas, violentas, con cierto morbo e ingeniosas vueltas de tuerca. Así que en esta "Stoker", basada de alguna manera en "Sombra de una duda" de Alfred Hitchcock (1943), intenta algo de aquello que sabe hacer bien, pero con cierto reparo... Propio? De los grandes estudios? No lo sabremos. Quizás su idea fue no mostrar aristas muy filosas (en consonancia con su estilo ya probado en sus 14 films previos), sino mostrar algo de lo que sabe hacer, y ver que recepción obtiene en este desembarco americano. Sobre un guión de Wentworth Miller, Chan Woo intenta proponer un thriller inquietante, con mucha tensión sexual y gran encanto visual. Y lo logra. Sin dudas. "Stoker" superficialmente parece una historia triangular de amor y deseo, instalada en una familia de vida próspera aunque hábitos poco edificantes. India (Mia Wasikowskan, la teen que nos encantó en "Alicia..." de Tim Burton) es una joven que cumplió hace poco, 18 años y justo ese día, su padre Richard (Dermot Mulroney) fallece en un confuso incidente dentro de su auto. Ya en su entierro, vemos a Evelyn (Nicole Kidman), viuda poco dolida, quien comienza a presentar al hermano de su difunto esposo, Charles (Mattheew Goode), quien ha regresado de uno de sus viajes y viene a acompañar a la familia en este momento. Ellos tres llevarán adelante una convivencia en la casa Stoker (apellido de la familia) plagada de incidentes y discusiones de distinto nivel que desembocará en situaciones imprevisibles para cada uno de ellos. La cinta propone un inquietante abordaje sobre el despertar sexual, la locura, los celos y el incesto. Ninguno es precisamente liviano, pero Chan Woo tiene estilo y se nota en ciertos montajes que el hombre sabe, y viene dispuesto a demostrarlo. La caracterización de India y la ajustada composición de Kidman, nos muestran que el director conduce y lleva su film exactamente donde quiere. Goode hace de un villano extraño, un poco fuera de registro, pero convincente. "Stoker" tiene violencia, sí, pero sutil. Es sangrienta, pero... No tanto como esperábamos. Y quizás esa sea la idea con la que cerramos. Desde ya, creo que "Lazos perversos" es una película elegante, sensual, inteligente y sólida en sus rubros técnicos. Tiene el sello de un gran director pero no siento que sea un film "puro" de Park Chan Wook (en imdb lo escriben al revés!), sino una propuesta de transición. Un desembarco, una cabecera de playa... Digamos... este surcoreano no mostró aún en este nuevo contexto de lo que es capaz. Sólo nos dejó una muestra de lo que puede hacer y eso que socontó con un acotado presupuesto y solo un par de actrices de nivel. Es correcta, pero seguro que esperabamos más.
Todo queda en familia La primera incursión del director surcoreano Chan-wook Park en el cine (independiente) americano con Lazos Perversos (Stoker) en un principio parecería ideal: un guión a cargo de Wentworth Miller (más conocido como el protagonista de la serie Prison Break) cuyo punto de partida es La Sombra de una Duda de Hitchcock -justamente Park declaró que Vértigo le hizo querer ser director-, incluyendo al tío de pasado misterioso, encantador e inquietante al mismo tiempo (Matthew Goode); India Stoker (Mia Wasikowska), una protagonista en el fin de su adolescencia, que tiene una relación distante y fría con su madre Evelyn (Nicole Kidman), pero era muy apegada a su padre, quien acaba de morir sorpresivamente en un accidente el día del cumpleaños número 18 de India. Y a partir de ahí, la relación entre el tío Charlie y las dos mujeres: la madre que flirtea abiertamente con su cuñado -quien le recuerda a una versión más joven del marido a quien ya había perdido antes que éste muriera- y la hija, que en un primer momento rechaza rotundamente los intentos de Charlie de ganarse su confianza y con el que eventualmente establece una relación donde las sospechas permanecen, pero se entreveran con una tensión sexual que se alimenta de la competencia y ciertas características afines. Mientras tanto, varios conocidos de la pequeña (nueva) familia van desapareciendo, para agregar presión a la olla del triángulo tío-madre-hija. Además de la tensión endogámica, ahí están -listos para ser desentramados- varios de los elementos que Park ha planteado en los films de su autoría. El confinamiento voluntario (e involuntario) de sus personajes: ya sea en el caserón de clase alta donde la mayor parte de la acción transcurre, como también el de India en sí misma, bajo la premisa de tener sus sentidos de la vista, el oído y el tacto extremadamente desarrollados (y por lo que rehuye al contacto) - rasgos que comparte con su tío. Las relaciones asimétricas de poder entre hombres y mujeres, y tácticas de éstas últimas para contrarrestrar por la fuerza la omnipotencia masculina. No es de extrañar que Park se haya decantado por el thriller y dedicara toda una trilogía a la venganza. Sus films desde Joint Security Area (tal vez con la excepción de I'm a Cyborg, But That´s OK y en menor medida, Thirst) giran alrededor de personajes que diseñan y ejecutan un plan (algunos más intrincados que otros) y otros personajes que están -inadvertidamente- dentro de ellos y deben descubrir las reglas del juego para usarlas a su favor. Pero al mismo tiempo, todos sus personajes están contemplados dentro de un esquema mayor, cuyas motivaciones se van desenredando a cuentagota, a medida que los protagonistas reaccionan a él y lo accionan, y es el del director. He aquí el artificio de Chan-wook Park. Sus películas son puestas en escena explícitas en tanto armadas por sus personajes, que a su vez juegan con la elaborada por el director-guionista. El problema en Lazos Perversos es que, si bien el plan es ejecutado por Chan-wook Park, no fue diseñado por él. El mismo director se encuentra frente a un designio ajeno, sobre el cual no tiene el control completo, por lo que ciertos agujeros de la historia -que en los films previos del director pueden pasar inadvertidos- en esta película se hacen involuntariamente notorios; al mismo tiempo que detalles que en sus trabajos anteriores puede ser fácilmente tomados como parte necesaria del artificio creado por Park, aquí quedan expuestos en su calidad de artilugios. Las vueltas de tuerca del guión son tanto más predecibles que a las que nos tiene acostumbrados el surcoreano. Esto no quiere decir que puedan ser todavía disfrutables, por más obviamente conveniente que resulte la excusa los sentidos sobredesarrollados de India y Charlie para que la primera pueda escuchar conversaciones ajenas y ver detalles que a otros escapan, alimentado las sospechas sobre su tío, y para que el segundo pueda rehuir desestimarlas, en un juego del gato y ratón en el que los roles cambian permanentemente de sujeto. Del mismo modo, Park logra construir junto a Goode (quien finalmente tiene material para lucirse) y a una Wasikowska de mirada imperturbable, algunos de los momentos más interesantes de Lazos Perversos, en el marco de esta interacción tensa y sensual entre ambos. Kidman, por su parte, tiene el papel ingrato de la alguna vez ingenua socialité que está envejeciendo pero a la que la experiencia de los años, en su mayor parte, se le escapa. A Goode se le extraña en las escenas entre ambas actrices o en las que la más joven tiene que cargar el peso de la acción por sí sola. Aún así, es imposible pasar por alto la belleza visual de esos momentos dedicados a profundizar sobre la oscuridad de su protagonista y su evolución, como la del film en general. Los tonos sepias y azulados predominan (también característicos de varios de los films en color de Hitchcock) y enmarcan a una India en pollera y tacos altos llevados con ya plena confianza en sí misma, con el paso seguro de una mujer, el mismo que tenía su protagonista de Sympathy for Lady Vengeance al salir de la cárcel lista para tener su revancha. Al igual que en la última parte de su trilogía de la venganza, ser adulto (y sobretodo ser una mujer adulta) es dejar de reaccionar a los planes ajenos, para empezar a elaborar los propios.
Mi tío de América Más que logrado debut del realizador de “Oldboy” en Hollywood. Para aquellos que conocen el cine del surcoreano Chan wook-Park, la primera media hora de Lazos perversos puede resultarles de lo más extraño que hayan visto del realizador amado por Quentin Tarantino. No porque el director de Oldboy no sea tan detallista como siempre, sino porque en el filme los trazos de la tragedia, el temor que sabe infundir y el regodeo con la violencia no aparecen de entrada en su primer filme rodado para Hollywood. Todo llegará. Para comenzar, el director llamó a Nicole Kidman y a Mia Wasikowska para cubrir los roles femeninos principales, la viuda y la hija de Richard, quien apareció calcinado en su auto. Kidman desde que se operó no es la misma, ni por fuera ni a la hora de elegir los roles que interpretará. Y la segunda palabra del título del filme da una idea de para dónde está apuntando la ex de Tom Cruise. El caso de Wasikowska es especial. Está prácticamente irreconocible, pero no por cirugías, sino porque, al margen de tener el cabello teñido de oscuro, la Alicia de Alica en el País de las maravillas se dispuso a jugar su papel en una cuerda muy alejada a lo que había hecho anteriormente. La trama comienza a moverse con la llegada del tío Charles al sepelio de su hermano en la casona. la joven India, que no sabía de su existencia, trata de huirle, como quien husmea que su presencia le molesta. O le molestará. La cámara se mueve en círculos en alguna presentación, y da la idea de acoso, de persecución. De caza. El rol que Charles jugará en la casona -enorme, por otra parte- comienza a abrir ventanas al espectador sobre la veracidad de lo que se dice. Charles estuvo en Europa, algo que al oírlo le parece extraño a una tía abuela. Cada uno sabe lo que tiene escondido en el ropero, pero también puede haber quien desee conservar sus cosas en el freezer... Lazos perversos podría pasarse de manera obligatoria en las escuelas de cine, como clase magistral de construcción de un relato, con personajes que saben más que otros, con ese juego en el que el espectador sabe más que H, pero menos que B, y que desconfía de todos. Y lo bien que hace. Kidman ha sido fría y distante en mucha realizaciones, pero cuando ha estado mejor no ha sido precisamente en esos papeles. El inglés Matthew Goode (Sólo un hombre, Watchmen, casi fue descubierto por Woody Allen en Match Pont) tiene a favor no sólo ser el único hombre en un elenco con preminencia femenina, sino que es camaleónico. Chan wook-Park sabe lo que hace, evidentemente conociendo a qué público iba destinada su película por encargo. Empieza a construir un relato apto para hollywoodenses, para luego darle el twist, el giro que descoloca. Estén avisados.
Durante gran parte -la mejor parte- de Lazos p erversos es poco lo que se sabe sobre lo que sucede en el hogar de la familia Stoker. Es tanto lo que no se cuenta y tan sugerente lo que se muestra que la imaginación se dispara. ¿Son éstos los últimos herederos de Bram Stoker, el autor de Drácula , los descendientes de ese personaje o simples psicópatas sin antepasados famosos, pero con más misterios que los que su aislada mansión puede contener? El hecho de no saber, de querer saberlo, mantiene al espectador en vilo, un encantamiento que tiene mucho de pesadilla, de retorcido cuento de hadas creado por el director coreano Park. Con un perfecto trabajo de fotografía (Chung-hoon Chung, habitual colaborador del realizador) y una banda de sonido que expresa mucho de lo que los personajes no pueden o saben cómo decir, el realizador de la inolvidable Oldboy construye un relato de suspenso inquietante, un estilizado trabajo de género que oculta más de lo que muestra, que se toma su tiempo para revelar las piezas de un rompecabezas que, una vez armado, resulta insuficiente. Es que nada podía, ningún misterio al descubierto iba a alcanzar para cumplir con las expectativas tan detalladamente encadenadas en el desarrollo del film. Claro que los resultados terminan siendo lo de menos frente a la experiencia que la película ofrece. EL SECRETO DE INDIA Una historia de una belleza plástica hipnótica que comienza y termina con India, una adolescente rara, la oscura princesa del cuento que se vuelve aún más opaca cuando el día de su cumpleaños su papá (su único amigo) muere y la deja sola con su madre, una gélida belleza pelirroja que nadie más que Nicole Kidman podría encarnar. Y lo mismo se puede pensar de Mia Wasikowska como India, una actriz que no necesita más que un par de palabras -"estoy usando la blusa de mi madre y el cinturón de mi padre"- y una postura -los hombros rígidos, el cuello de cisne estirado en estado de alerta- para trazar la curva de su personaje. De adolescente extraña a joven mujer que, ante la aparición del tío Charlie (Matthew Goode), hermano menor de su padre, empieza a florecer en todo su negro esplendor. Con un guión inspirado en La sombra de una duda , de Alfred Hitchcock, allí también hay un tío Charlie que llega a la casa familiar para alterar la paz y una sobrina que se debate entre la atracción y la repulsión por él, Lazos perversos es un film pleno de ambigüedades y recovecos, la historia de una familia unida tanto por la sangre como por el espanto.
Cóctel de relaciones peligrosas En su primera película para Hollywood, el cineasta surcoreano no deja nada de su particular estilo en el camino. El resultado es un thriller inquietante, en el que el estilo barroco de Park Chan-wook está al servicio de una historia familiar sin concesiones. Para un cineasta-autor proveniente del extranjero, pretender que su primera película en Hollywood sea un film personal es como querer meter el elefante por el ojo de la cerradura. En ese trance hociqueó más de un bravo y, para no tener que pasarlo, otros (Almodóvar es el caso más notorio) prefieren ni aceptar el convite. Pues bien: con Lazos perversos, el surcoreano Park Chan-wook, conocido sobre todo por la magistral Oldboy (2003), logró meter el elefante. Tal vez tenga que ver con que Stoker no fue producida en forma directa por una major, sino por la pequeña compañía dirigida por dos cineastas, los hermanos Ridley y Tony Scott, quien falleció luego del rodaje. Quizás ellos, que en su momento pasaron por eso, hayan sostenido frente al sistema el grado de independencia que permitió a Park no sólo no ceder un ápice de su estilo bien barroco, sino darse el lujo de derribar uno de los bastiones más intocables de Hollywood, el del happy end. En lugar de cumplir el mandato conservador de restituir el orden, dejando tranquilo al espectador, el de Lazos perversos produce exactamente el efecto contrario, haciendo de ella un film casi inconcebiblemente subversivo para los cánones hollywoodenses. Hay mil thrillers con historias parecidas. A la muerte de su padre, una adolescente –que de por sí no se lleva lo que se dice bien con una madre egoísta, fría y distante– no se siente precisamente cómoda con la llegada de un tío que ni sabía que tenía. Y en quien sospecha un mar de cosas para ocultar. En los otros 999 casos, una historia así da por resultado el más mecánico de los thrillers, previsibles variantes aggiornadas de Caperucita y el lobo. Este es el caso entre mil en que a Caperucita le salen pelos. Es que aquí el eje se desplaza (imposible saber si es obra del guión o del propio Park), haciendo del tío (el británico Matthew Goode, ideal para el papel) el catalizador de tensiones familiares y psicológicas preexistentes. Hija única, India Stoker (Mia Wasikowska, morocha, a diferencia de Alicia en el país de las maravillas) tuvo mejor relación con su padre (Dermot Mulroney, que aparece en una foto y varios flashbacks) que, notoriamente, con su madre (Nicole Kidman, con las cejas más amenazantes que nunca). India acaba de cumplir 15: está en el momento justo en que se pasa de niña a mujer. Y será el guapo y seductor tío Charlie el que la ayude a dar ese paso, mientras mamá sigue viendo en ella a una niña. Ese carácter doble del tío, que al papel de oscuro usurpador del trono paterno (una de las posibles lecturas de Stoker es como versión femenina de Hamlet) le suma el de padrino sexual, es el que le da a la película su complejidad. Recordarán los cinéfilos más memoriosos que Uncle Charly se llamaba el personaje de Joseph Cotten en La sombra de una duda, obra maestra de Alfred Hitchcock, que giraba alrededor de una relación muy semejante entre tío y sobrina. La de remake no acreditada de La sombra de una duda es otro posible enfoque para Lazos perversos. Pero Park se atreve a lo que Hitchcock no podía, convirtiendo una ejecución al piano a cuatro manos entre tío y sobrina en una escena casi porno (entendiendo el término en sentido hitchcockiano; “ésa es mi escena porno”, decía Hitchcock sobre la última de Intriga internacional, en la que un tren ingresa en un túnel), haciendo que después la virginal muchachita se masturbe bajo la ducha y –colmo de la perversión– narrando un crimen de lo más retorcido como un acto sexual, en el que el golpe de gracia conduce al clímax. Escenas semejantes podían verse hace años en una película como Carretera salvaje, de David Lynch. En un mainstream hollywoodense, como este caso, es poco menos que imposible. Sobre todo cuando es a la heroína a la que le pasan esas cosas... El de Park Chan-wook siempre fue, esencialmente, un arte del montaje. Ese arte alcanzó su mayor creatividad, belleza y funcionalidad en Sympathy for Mr. Vengeance y Oldboy, propulsando la historia con una verdadera coreografía de cortes. Pero en las posteriores Sympathy for Lady Vengeance y Thirst asomaban con fuerza los demonios del exceso autodindulgente. Allí los cortes eran tantos, y tan calculados, que terminaban haciendo de ellas gélidos laboratorios de fotografía y edición. Lazos perversos va de una a otra en este sentido. En la primera parte Park parece más interesado en cada corte, cada transición y cada metáfora visual, que en la historia y los personajes en su conjunto. En la medida en que las cosas tienden a enturbiarse, todas esas herramientas pasan a convertirse en las mejores palancas expresivas, asociando sexo y crimen por montaje paralelo y permitiendo que un muerto le señale a una persona viva, por puro ejercicio de montaje, cómo y cuándo darle el disparo definitivo a un letal predador.
Gente en un espejo deformante Este nuevo filme del cineasta coreano Chan-wood Park recuerda lejanamente a "Belleza americana". Es un "thriller" psicológico, de un erotismo que oscila entre lo sutil y lo exacerbado, que obliga y arrincona a sus personajes a determinados contenidos de violencia, tan perturbadores, como exquisitamente logrados a través de sus imágenes. Este nuevo filme del cineasta coreano Chan-wood Park -el primero que rueda en idioma inglés- recuerda lejanamente a "Belleza americana", por la fascinación que provoca en el público su tratamiento estético y por las situaciones, prácticamente al límite, que experimentan sus personajes. "Lazos perversos" es un "thriller" psicológico, de un erotismo que oscila entre lo sutil y lo exacerbado, que obliga y arrincona a sus personajes a determinados contenidos de violencia, tan perturbadores, como exquisitamente logrados a través de sus imágenes. En primera instancia lo que muestra "Lazos perversos" es una familia disfuncional, conformada por Evelyn Stoker (Nicole Kidman), la madre que no se lleva bien con su hija India Stoker (Mia Wasikowska), una joven de dieciocho años, tan silenciosa, como de una intensa sensibilidad. El padre está ausente porque murió. DUELO Y FUNERAL La película abre en el cementerio de una pequeña ciudad de los Estados Unidos, durante el funeral del padre, Richard Stoker (Dermot Mulroney), que murió en un accidente de tráfico. A continuación mientras la mujer y la hija participan de la ceremonia de inhumación, a lo lejos se ve a un hombre, Charles Stoker (Matthew Goode), hermano del muerto, que aparece en la vida de la dos mujeres luego de largos años sin verse. Lo que sucede a partir de ese momento es una vorágine de situaciones en las que el deseo, la sensualidad y la muerte parecen ir de la mano. En medio de la confusión que le provoca la pérdida de su marido, Evelyn se siente sexualmente atraída por Richard y éste responde de igual modo. Más tarde también será India la que despertará a un deseo parecido por su tío. India y Richard son capaces de entenderse a partir de los silencios, de las miradas y esa empatía entre ambos, permitirá descubrir que detrás de ese carácter aparentemente calmo del tío, se esconde un asesino serial que se dedica a matar viudas. LO QUE SE OCULTA Con estos elementos el cineasta coreano Chan-wook Park elabora un ritual de un alto refinamiento estético, que se desarrolla en el interior de una mansión de arquitectura clásica, en la que los personajes tienen un comportamiento extraño, como si cada uno escondiera algo que no quiere decir al otro. Aunque por momentos una ola de violencia irrumpe en el jardín desencadenando una tragedia, en la que la sangre y los personajes parecen comportarse como si formarán parte de una insólita pintura de vanguardia. Nicole Kidman (Evelyn) vuelve a sorprender con una actuación tan medida como conmovedora. A su lado la joven Mia Wasikowska (India), sabe transmitir esa extraña sensación de misterio que esconde la atracción hacia alguien, que en este caso está personificado por Matthew Goode (Richard). Junto a este trío actoral, Chan-wook Park logra entregar un fascinante universo estético, tan sensual como perverso.
La estética de los secretos India (Mia Wasikowska) vive en una bucólica y alejada mansión, con su papá (Dermot Mulroney) y su mamá (Nicole Kidman). Son una familia adinerada, su vida es sofisticada, en la casa todos tocan el piano, hablan idiomas, saben de ópera. Parecen aislados del mundo, India usa vestidos que parecen de los años 40, al igual que los zapatos, que su padre le regala cada cumpleaños. El día en que India cumple 18 años su padre muere en un accidente, y esa esfera en la que viven se ve invadida de invitados que asisten al funeral, de los que India se esconde, ya que es introvertida, y no le gusta que la toquen. Entre los invitados se encuentra el hermano de su padre, Charlie (Matthew Goode), un tío del que tanto la madre como la hija poco sabían. Maravillada por ese tío sofisticado que viene de lejos, la madre de India lo invita a quedarse unos días. El tío Charlie parece obsesionado con India, pero es demasiado educado para demostrarlo, se acerca de a poco, la sigue, la envuelve, hasta que algo hace contacto entre ellos, y despierta en India instintos y sentimientos que hasta el momento parecían dormidos. Desde que Charlie llega a la casa, suceden cosas extrañas, es un personaje sumamente enigmático, y sabemos que en algún momento se va a revelar un secreto, porque básicamente es una historia de misterio, un thriller clásico, pero lo que hace la diferencia en esta película es la estética, la construcción de cada escena, el fundido de imágenes del pasado del presente y del futuro, las imágenes reales se mezclan con las oníricas; así podemos comprender lo que hay fuera y dentro de cada personaje. Las escenas tienen una estética detallista; hasta la paleta de color es perfecta, incluso en escenas en exterior, todo es tan delicado que por momentos parecen obras de Edgar Whopper, mezcladas con efectos digitales casi imperceptibles. Esa estética tan delicada como soberbia, logra incluso que las escenas más sangrientas o crueles se disfruten visualmente. Las actuaciones son correctísimas, y Mia Wasikowska le da a su personaje todo el misterio y la profundidad necesarios para lograr una gran interpretación. El director Chan-Wook Park -que ya se había destacado con "Old Boy"- construye un thriller impecable, que atrapa desde el primer minuto, sin los típicos recursos del género, como excesivas escenas de acción o de impacto, sino desde personajes profundos, llenos de secretos que se desenvuelven en una atmósfera donde hasta las paredes parecen respirar misterio.
El cuento del tío Con películas como J.S.A: Zona de riesgo, Thirst y la trilogía sobre la venganza compuesta por Sympathy for Mr. Vengeance, Oldboy: cinco días para vengarse y Sympathy for Lady Vengeance, Park Chan-wook se consolidó como el director coreano de mayor proyección internacional dentro de la vertiente de cine de género. Hollywood no tardó en echarle el ojo. Y por partida doble: una remake de Oldboy que filmó Spike Lee y un proyecto para él en suelo estadounidense: Lazos perversos. Colores saturados, dirección de arte preciosista, virtuosos encuadres y movimientos de cámara, y -ya en términos de la historia- fuertes dosis de erotismo, perversiones, baños de sangre, engaños y seducción. Bienvenidos, entonces, al universo de Park Chan-wook, aquí con un thriller psicológico que tiene al Alfred Hitchcock de La sombra de una duda como principal referente, a partir de un guión escrito por el conocido actor Wentworth Miller. Tras la muerte en un accidente automovilístico de su padre (Dermot Mulroney), un prestigioso y multimillonario arquitecto, India Stoker (interpretada por Mia “Alicia en el País de las Maravillas” Wasikowska) ingresa a sus 18 años en una suerte de encierro del que su inestable y alcohólica madre Evie (Nicole “Botox” Kidman) no puede sacarla. Pero, de manera imprevista, llega a la mansión de Connecticut el tío Charlie (Matthew Goode), un galán que en principio aparece como bon-vivant y trotamundos. Las apariencias, dice con razón el viejo dicho, engañan. Y cómo. Lo que sigue (tranquilos: no voy a desvelar ningún secreto) es un triángulo con manipulaciones varias y cruzadas para una película extrema, embriagadora, perturbadora, llena de escenas notables… y de las otras (sí, obvias y grasas, de esas que dan vergüenza ajena, como la de la “seducción” cuando tocan el piano a cuatro manos). No estamos -claro está- ante una obra maestra, pero sí ante una clase sobre técnica cinematográfica a cargo de un verdadero genio en el terreno de la elaboración estética. Mi recomendación: véanla en cine o no la vean. Una copia en baja resolución y en pantalla pequeña es derrochar casi toda la posibilidad de disfrute.
Escrito con sangre El coreano Park Chan-wook se suma, con LAZOS PERVERSOS, a la larga lista de cineastas extranjeros que se pasan a Hollywood perdiendo algo fundamental en la transición. A la vez, siendo un realizador con marcas estilísticas muy fuertes, los resultados no son del todo despreciables sino, más bien, extraños, lo que transforma a esta película en un curioso híbrido que vale la pena analizar. Famoso en Hollywood, básicamente, por OLDBOY, Park se puso al mando de un filme que uno podría describir como una cruza de filme de terror, melodrama de los ’50 y película de suspenso hitchcockiana. Pero esa descripción no lograría transmitir la casi bizarra especificidad de este material y de la forma en que está manejado. Stoker-Mia-WasikowskaIndia Stoker (Mia Wasikowska, en plan chica deprimida y conflictuada) acaba de perder a su padre en un accidente automovilístico. Su madre, Evelyn (Nicole Kidman, en otra personificación excesiva para la galería del cine camp), con la que nunca se llevó bien, vive con ella en una gran casona. Hasta allí llega Charles (Matthew Goode, en la caracterización más problemática de la película), un tío que India no había visto en muchos años (de hecho, ni sabía de su existencia), que de la nada se instala en la casa, provocando una división aún más fuerte entre madre e hija, ya que este misterioso hombre parece tener ojos para las dos. Así, mientras Park se regodea con pirotecnias visuales, juega con formas y colores y planta escenas sangrientas y eróticas, intentando transformar la historia en un mix de figuras hitchcockianas (con LA SOMBRA DE UNA DUDA como la más clara influencia) en un escenario propio de un melodrama de Douglas Sirk (Sirk + Tim Burton, tal vez), se va desarrollando esta historia de intrigas, suspicacias y suspenso. stoker nicoleCharles ayudará a India a lidiar con agresiones en el colegio, pero también seducirá a la muy necesitada Evelyn, mientras en paralelo algunos personajes secundarios empiezan a desaparecer misteriosamente. ¿Quién es este hombre? ¿Por qué actúa como actúa? ¿Cómo resolverán madre e hija la tensión cada vez más extrema a la que llegan por su culpa? Viendo LAZOS PERVERSOS uno a veces tiene la impresión de que se trataba de un guión más o menos clásico de terror y suspenso, y que Park tomó la decisión de darle un fuerte toque autoral, alejándolo de las rutas estéticas convencionales. Uno nota que la trama no es muy original ni fuera de lo común y, a la vez, lo que no se puede dejar de notar es que el director quiso ponerle su marca, a veces de forma lograda y otras, no tanto. Esa decisión le juega a favor y en contra al mismo tiempo. A favor, para mí, por trastocar las expectativas, por haber hecho una película que mantiene al espectador atento, no tanto al desarrollo de la trama sino a cuestiones de puesta en escena. Eso, que puede ser problemático para la película en términos comerciales (uno nunca deja de ver la ingeniería y pocas veces se mete del todo en la trama) la hace a la vez intrigante y curiosa, nos invita todo el tiempo a pensar en cuestiones de forma y de decisiones estéticas. stokerDe cualquier modo, ese “vuelo audiovisual” que tiene el filme muchas veces, directamente, no funciona. Y aquí creo que el mayor ruido lo harán, para muchos, las actuaciones. Kidman sigue en plan desborde, con su rostro cada vez más de cera, y dejándonos con la duda de si sabe, o no, que está actuando en plan diva de los ’50, al borde del camp más absoluto. Wasikowska, por el contrario, parece estar más cerca de la languidez, acaso para contraponerse a su madre, pero es Goode el que complica todo el juego, ya que su personificación es tan básica (una media sonrisa canchera es su único gesto en toda la película) que transforma a su personaje en un villano obvio, cuando debería ser un familiar seductor e interesante que logra entrometerse en la vida de estas mujeres. Sólo hace falta verle la cara dos segundos y uno sabe que no debería dejar entrar a su casa a alguien que parece reírse hasta en el velorio de su propio hermano. LAZOS PERVERSOS no es una buena película en términos convencionales, pero creo que verla es un gran programa, un interesante ejercicio en choques estilísticos, apropiaciones y combustiones genéricas de todo tipo. Park se regodea en su propio rompecabezas de influencias perdiendo un poco de vista lo que tiene para contar. “Soy yo más importante que la película”, parece decir. Acaso, considerando la simplista historia de su debut hollywodense, Park tenga razón. El termina siendo el motivo más interesante por el que ir a verla.
El director de Oldboy desembarca sólidamente en Hollywood con una historia a su altura. Hollywood es la meta de todos aquellos que aspiramos a dirigir una película. No cualquier país tiene el poder ––o publicidad–– de los estudios de Hollywood, así que estos siempre tienen las antenas en línea para aquellos directores que, no estando en la meca del cine y con presupuestos limitados, entregan un producto de una calidad tal que trasciende las barreras idiomáticas y culturales. Cuando llega la llamada de Hollywood, hay quienes aceptan la llamada por el simple y solo hecho de que viene de ahí; no manifiestan interés alguno en saber qué historia le piden contar. Para ellos es irrelevante; es un derecho de piso que están dispuestos a pagar porque saben es el camino hacia más y mejores películas. Más de una persona consideraría esto una acción inteligente. Si bien esto es cierto en muchos casos, también es cierto que ese derecho de piso muchas veces no terminan de pagarlo; dejando tras de sí un sendero de bodrios, que en su país de origen habrían pasado sin pena ni gloria, pero olvidando o desconociendo que en Hollywood el fracaso es el único pecado que los estudios no están dispuestos a perdonar, al menos no con tanta facilidad. Pero, también tenemos a la contracara de esa moneda. Aquellos directores, que si bien conscientes del prestigio y la diferencia abismal en lo que a valores de producción implica el aceptar esta llamada, estos valoran la historia a contar por encima de todo. ¿Les atrae? ¿Les obsesiona? ¿Ese guion se queda con ellos en su cabeza mucho después de haberlo leído? Y quizás lo más importante, ¿Se ven a sí mismos en ese guion ajeno? Más de uno creería que responder con un “No” o siquiera el solo hecho de hacer estas preguntas sería considerado un acto de pretensión; una estupidez a favor de seguir haciendo películas de “cabotaje”. Pero algunos realizadores que eligen seguir haciendo “películas de cabotaje” acaban por tener filmografías sin mancha, mientras que los monos ciegos que agarran cualquier banana quedan como eso: monos. Esta extensa introducción tiene un por qué, estimados lectores, al ver la primera película en Hollywood del aclamado realizador surcoreano Chan Wook Park vi que lo única diferencia con sus películas anteriores ––o por lo menos con su éxito más sonado, Oldboy–– es el cambio de oriente a occidente en la locación y los intérpretes. Todo lo demás señala una película que, estéticamente hablando, solo pudo salir de la cabeza de este realizador. Ahondemos… ¿Cómo está en el papel? Cuenta la historia de India, cuyo padre acaba de fallecer en un accidente. Su Tío Charlie, a quien no conocía, viene a vivir con ella y su inestable madre para sobrellevar el duelo en familia. Pero India sospecha que este carismático joven tiene motivos ulteriores. Si sorprende que esta película mantenga rasgos constantes con toda la filmografía de Chan Wook Park, más va a sorprender el hecho de que el caballero que pergeño la historia no es nada más ni nada menos que Wentworth Miller, el caballero que en Prison Break, se convirtió en una suerte de hombre ilustrado para sacar a su hermano de la cárcel. No es de sorprender que, siendo deudor de su profesión, el guion de Miller tenga un desarrollo óptimo a nivel personaje. Una historia de profundos ribetes psicológicos que desafía todo lo predecible, y ahonda en varias capas y matices el tema de la familia, y lo más importante, la existencia de esta como algo indispensable para dejar un legado o redimirse; mas allá de que aquí se tome un giro perverso ––como su título en español lo indica–– referente a dichas cuestiones. También deben destacarse los muchos simbolismos (en particular los zapatos y las arañas) que se extienden a lo largo de la película y de los cuales Park ha tomado nota. Lo único que se le puede criticar es la falta de claridad a la hora de establecer los objetivos y las necesidades de sus personajes. Si bien están presentes a lo largo de la trama, su sutileza les jugo un poco en contra durante el primer acto y esa misma sutileza puede ser malinterpretada como una falta de ritmo. Pasado el mismo, ya estamos en ese viaje con los personajes, y se detona la curiosidad ––sin la cual ninguna película tendría sentido–– de saber que va a pasar. ¿Cómo está en la pantalla? La película a nivel fotografía y dirección de arte no tiene manchas. La iluminación lúgubre y pálida, sin acentuar las sombras; un aspecto que abunda en muchas películas con climas similares, aquí es eludido por Park majestuosamente. Todo enmarcado en una paleta de colores que oscila entre lo verde y lo blanco. Pero el aspecto técnico de esta película que es digno de estudio es definitivamente su montaje. Park lo utiliza para ir adelante, y hacia atrás; para ocultar información y luego revelar lo que pensabas completo y en realidad no lo era. Actoralmente la película es impecable. Nicole Kidman interpreta muy bien a la viuda de esta historia, demostrando una madurez absoluta de su oficio; sobre todo en el tramo final de la película. Matthew Goode, a quien no veía en una película desde Watchmen entrega con mucho carisma el arquetípico rol del sociópata con encanto. Pero la que sorprende del reparto es Mia Wasikowska; la actriz de Alicia en el Pais de las Maravillas ha evolucionado notablemente. Ella es quien sostiene la película, y con mucha habilidad. No solo porque la película descansa casi completamente en sus hombros, sino por la difícil tarea de tener que comprar al espectador con el aspecto border y jugado de su personaje. Cosa que consigue y con creces. Conclusión Chan Wook Park se despacha con un thriller hecho y derecho; cuando pensás que sabes cómo va a terminar, te pega un volantazo y te desorienta. Y lo que si llegas a predecir, es apenas la punta del iceberg de algo mucho más fuerte. La falta de claridad al principio en la inserción de los objetivos dramáticos es el único punto que tiene en contra, pero entre el clima que crea Park, más las interpretaciones de sus actores, hacen de esta película un viaje absolutamente recomendable… por más perverso que este pueda ser.
Esta película fue el último proyecto que llegó a concebir el director Tony Scott junto a su hermano Ridley. La trama fue escrita por el actor protagonista de la serie Prison Break, Wentworth Miller y en este caso los Scott delegaron la dirección en uno de los grandes realizadores actuales de Corea del sur, como es Chan wook-Park. Seguramente si anduviera por Buenos Aires y viera que los afiches promocionan su nuevo trabajo con la frase “del aclamado director de Old Boy” se moriría de risa porque le costó mucho poder construir una carrera en el cine y los elogios no vinieron enseguida. Los primeros filmes que hizo en su país durante los años ´90 fueron un desastre absoluto a tal punto que durante años Chan estuvo trabajando como crítico de cine en medios de Corea porque no podía hacer nada en el mundo del cine. Su gran oportunidad llegó en el 2000 con ese tremendo thriller que fue Joint Security Area (ver link), que fue como si hubiera hecho un pacto con el Diablo, al mejor estilo Robert Johnson, porque un día de repente surgió un maestro de la narración que estaba dormido y por el que nadie daba dos pesos. Por supuesto el talento ya lo tenía, lo que pasa que no había encontrado el proyecto adecuado para destacarse. Esa película, más allá de brindar un tremendo thriller, fue un fenómeno taquillero en Asia y luego vinieron sus oscuras y retorcidas historias de venganza como Simpathy for Mr. Vengeance, Sympathy for Lady Vengeance y la más famosa a nivel internacional que fue Old Boy, la única que se estrenó en los cines argentinos. También están buenas sus películas romanticonas como “Soy un ciborg, pero está bien”, que no se difunden y son bizarrísimas. Stoker representa el debut del cineasta en Hollywood, industria que actualmente busca con frecuencia a los artistas coreanos. La verdad que fue una buena elección de los hermanos Scott porque el material era el adecuado para wook-Park. De movida, es importante destacar que si bien el film no está a la misma altura de sus trabajos anteriores y la trama nunca llega a ser tan desquiciada como los cuentos que brindó en el pasado, Stoker es un muy buen trhiller que sobresale principalmente por su labor en la narración. Creo que con otro director hubiera sido una propuesta hollywoodense más. Chan me parece que supo llevarla por otro lado. En esencia, Stoker es Chan wook-Park jugando en el terreno de Alfred Hitchcock. Acá no hay escenas de violencia gráfica perturbadoras como la de sus otros filmes y el foco de la producción está puesto en el misterio que envuelve a estos personajes. Es interesante que por lo general en las historias del director, se nos presentan personajes que llevan vidas en apariencia normales y luego viven odiseas que los hacen descender al Infierno. Stoker arranca directamente en el Infierno y desde los primeros minutos se nos deja en claro que los integrantes de esta familia están totalmente pirados y detrás de la fachada social se esconden secretos oscuros. También está bueno el título Stoker porque directamente uno lo asocia con el terror por Drácula y si bien acá no hay vampiros, el horror en este caso está presente a través de lo psicológico. Chan wook-Park, al igual que hizo el cineasta Kim Jee-woon en El último desafío (Schwarzenegger),viajó a Hollywood con su clásico director de fotografía Chung Chung-hoon, quien brinda nuevamente una labor extraordinaria. Stoker sobresale en términos más técnicos claramente por la fotografía y la también excelente edición de Nicholas de Toth (Duro de matar 4) que se fusionó muy bien con el estilo narrativo del realizador coreano. Los tres protagonistas están excelentes y se destaca especialmente Mia Wasikowska, quien vuelve a demostrar su versatilidad como actriz. Lo cierto es que Chan wook-Park no defraudó en su debut hollywoodense y brinda otro atractivo thriller que logra mantenerte interesado en el conflicto durante 99 minutos. No creo que se convierta en un clásico de la filmografía de este director pero es una muy buena opción para tener en cuenta en los cines.
Un film verdaderamente atrapante El padre de India ha muerto en un accidente automovilístico. Ella, una joven solitaria y taciturna, quedar con su madre con la que no tiene buena relación. El día del funeral aparecerá en la casa de ellas Charlie, el hermano de su padre, de quien no tenían noticias y a quien India ni conocía. Charlie se quedará a vivir con ellas y trataran de desentrañar cual es el secreto de este hombre que en la familia, salvo India y su madre, conocen. La joven comenzará, además a sentir algunos cambios en sus actitudes y en sus gustos, la vez que algunos acontecimientos extraños le sucederán a gente de su conocimiento. “Lazos perversos” es un film que esta muy bien construido con un guión sólido e imágenes potentes, donde se pueden apreciar cada uno de los sentimientos y hasta de los misterios de los personajes, Las actuaciones son brillantes pero cabe aclarar que la película es de suspenso psicológico con lo cual el espectador no va a saltar de la butaca, ni a estar tensionado, pero si va a estar prendido a la pantalla para ver lo que sigue y tratar de descubrir lo que esta pasando. Esto es un logro de un director que sabe como manejar los tiempos para mantener a los espectadores pendientes de la pantalla y de un excelente guión. “Lazos Perversos” es un film para ver en el cine y disfrutar del misterio.
El director coreano de OLDBOY nos entrega este cuento de hadas siniestro, bellamente rodado, con momentos que parecen extraídos de las pesadillas más retorcidas y un clima denso, que parece un calco del logrado por las cintas de horror orientales. Un drama de horror, intenso, cargado de perversiones, tensión y sexo reprimido, con actuaciones memorables, una fotografía estilizada que se vale del foco y fuera de foco para crear momentos de inquietud y una dirección de arte cuidada hasta en los mas mínimos detalles. Un filme con destino de culto.
Thriller sinuoso que alza vuelo hacia la mitad El director de retorcidos thrillers coreanos como "Old boy" hace su debut en idioma inglés con una película no menos retorcida en la que su mezcla de climas hitchcockianos y tíempos muertos típicos del cine de arte no terminan de despegar del todo. Básicamente, el problema es que, en lo formal, el film es demasiado pretencioso y, al mismo tiempo, la trama de thriller es bastante obvia y previsible. Mia Wasikowska es India Stoker una chica especial que vive en su casa de millonarios junto a su padre, que la lleva constantemente a cazar aves (la explicación es que hacer algo como matar animales puede servir para evitar hacer algo peor) , su madre que está totalmente alejada y un ama de llaves que se ocupa de todo. EL día que cumple 18 años, su padre, aparece muerto extrañamente en su auto muy lejos de la casa, y casi inmediatamente, para el funeral, llega un tío del que nadie sabía nada. Supuestamente dedicado a fascinantes excavaciones en Asia y Africa, y a una vida de lujo en Europa, obviamente el tío oculta un secreto, y el guión demora demasiado en revelar esa obviedad. La chica, que igual que su tío no deja que nadie la toque, empieza a actuar de otro modo cuando advierte los avances entre su tío y su madre, y entonces el film empieza a levantar vuelo, esto a pesar de que para entonces el recién llegado ya liquidó a un par de personas. Es en este momento que el film empieza a funcionar mejor, y con la idea de que India también tiene lo suyo en la sangre, comienzan a sucederse algunas secuencias electrizantes sobre el despertar sexual y criminal de la chica. Si se le tiene paciencia a la primera parte demasiado lenta, la segunda mitad del film tiene sus buenos momentos, y también recursos visuales realmente notables, aunque combinados con imágenes más que esteticistas. Por otra parte, mientras que la actuación de Mia Wasikowska es excelente, a pesar de lo extraño de su personaje, el tío que compone Dermot Mulroney luce siempre afectado, y Nicole Kidman directamente sobreactúa cada escena importante que tiene su personaje. La fotografía y, sobre todo, la música son excelentes; lo mejor de este film tan interesante como desparejo.
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El debut de Park Chan-Wook (el famoso realizador coreano) en Hollywood viene de la mano de la intensidad, la exaltación y la elegancia. Es un thriller, tiene sangre, muerte, pero se mete profundamente en el mecanismo del deseo que enciende por igual en una madre y en una hija, la sobrina del protagonista, el despertar de los sentidos, en superficies de placer que apenas tapan las violentas turbulencias. Un clima siniestro y perturbador que saca lo mejor de Nicole Kidman, Matthew Goode y especialmente Mia Wasikowska.
Una dulce y sofisticada perversión Park Chan-wook (Oldboy) desembarca en Hollywood con este film que cuenta la fatalidad de una mujer que deja viuda a una madre, interpretada por Kidman y huérfana a su hija. Aunque falta sangre el universo Park está presente. Tarde o temprano llegaría el momento en que el asiático Park Chan-wook aterrizara en Hollywood. Nada sorprende al respecto, ya que hace dos décadas, John Woo, aquel rey del cine de acción, también fue contratado por el cine mainstream para seguir exhibiendo su talento… pero de manera atenuada, ahora para un público diferente, con películas no tan demenciales, menos sanguíneas y violentas. Lo mismo puede decirse sobre el primer film de Park en Estados Unidos, con un guión ajeno (es decir, escrito en la Meca), una historia con sus subes y bajas y un par de protagónicos con estrella en alza y otra consagrada. También sería pecar de ingenuo suponer que los excesos de Oldboy y Symphaty for Mr. Vengeance y I’m a Cyborg, podrían expresarse en un sistema de producción tan pacato y predigerido como el estadounidense. La cuestión no pasa por allí, ni tampoco por imaginar cuántas libertades formales tuvo Park para volcar su adrenalina visual en la historia que cuenta Lazos perversos. Sin embargo, pese a que bastante se perdió en el camino, y aun con su exceso de sofisticación visual, la película resulta atendible, acaso imperfecta y sin demasiada sangre, pero el mundo perverso de Park dice presente una vez más. La superficie argumental y el nombre de un personaje fundamental remiten a La sombra de una duda (1943) del maestro Hitchcock, pero allí terminan las referencias. Park cuenta sin prisa la fatalidad que sucede a una muerte que deja viuda a una madre (Nicole Kidman) y huérfana a su hija India (Mia Wasikowska, la adolescente de "Alicia en el bodrio" de Tim Burton) con sus 18 años recién cumplidos. En el funeral aparece el tío Charlie (Matthew Goode), presencia que causa turbación en las dos mujeres y razón de las que Park se vale para inclinarse a construir un particular trío donde gobierna el deseo, el erotismo y la seducción. Con esas herramientas temáticas y esos clásicos impactos visuales del director, que a veces se manifiestan con demasiado énfasis, Lazos perversos lucha de manera titánica por no parecerse a otros thrillers familiares con una importante dosis de perversión. En este punto, Park desafía ciertos conceptos del Hollywood industrial, valiéndose de una estilización de las imágenes que condice con el ambiente burgués familiar donde transcurre la historia. En esa puja por separarse de lo obvio y omitir la fórmula "thriller hecho para el cable" Park gana y pierde de una escena a otra. Ocurre que a su minucioso trabajo visual y a su predilección por racionalizar los conflictos, características de sus films asiáticos, le falta la sangre derramada, el exabrupto formal y la locura y demencia de sus historias asiáticas, esas películas desvergonzadas que aún estaban algo lejos y bastante cerca de las luces de Hollywood y de las cirugías de la cachonda mamá que en Lazos perversos interpreta la diva Nicole Kidman.
El desembarco coreano en Hollywood que se produce este 2013 encuentra un muy buen segundo ataque en la forma de Stoker, la nueva película de Park Chan-wook. Tras los pasos de Kim Jee-woon y el regalo que resultó ser The Last Stand –y antes de que Snowpiercer de Bong Joon-ho haga lo propio-, llega otro trabajo de corte renovador de esos que asestan un duro golpe al lugar común, de aquellos que suponen una mirada fresca frente a lo que estamos familiarizados. La experiencia visual y sonora que produce el film del asiático es demoledora. No implica esto pensar que el director es un pionero, pero que no sea el primero no amerita que se desmerezca el hecho de que lo que se ve en pantalla, hoy es una rareza bajo los estándares de la industria. Wentworth Miller, el protagonista de Prison Break que debuta como escritor, ofrece un buen guión que tiene referencias directas a Shadow of a Doubt de Alfred Hitchcock y presenta una particularidad muy rara de hallar: el complejo entramado que teje a lo largo de su metraje, que juega tanto con el imaginario de la protagonista como con el del público, requiere de una solución simple para hacer caer todas las piezas en el lugar que corresponde. Es una respuesta básica y coherente que funciona, sobre todo, por ser parte del universo de Park Chan-wook, un realizador que ha hecho del encierro y del autodidactismo una obra maestra (Oldboy). Más allá de la fortaleza que en los papeles tiene Stoker, es el talento del surcoreano lo que la vuelve una película potente. Su joven protagonista tiene la capacidad de ver y oír aquello que otros ignoran, un aspecto que no tiene peso en la trama más que la identificación de un personaje con otro, pero que en manos del director se convierte en una herramienta para cruzar los límites de la percepción y llevar al espectador a otro nivel de goce. Es increíble como todavía lo cotidiano se vuelve mágico al ser visto a través de la lente de una cámara, algo que el realizador entiende y explota. El tintineo de una copa, el ruido que hace la boca al sorber un trago, el suave forcejeo del peine con el cabello, su contraparte entre los juncos y el viento –ni hablar del quiebre óseo-, cada sonido estalla en pantalla como algo que nunca se ha oído. Park Chan-wook atiende al detalle y en ese cuidado preciso sobre lo que tiene delante conduce a una apreciación plena de lo que tenemos alrededor, una experiencia placentera y novedosa a partir de lo habitual. Mia Wasikowska es quien lleva la delantera en este thriller de suspenso por interpretar a una joven que, al entrar en la madurez, se abre a un mundo nuevo. El descubrimiento sobre quién es, el interés que toma por su tío y su despertar sexual –la escena de la ducha es verdaderamente inesperada- le otorgan un nivel de complejidad superior al que pueden tener sus dos acompañantes, el Charlie de Matthew Goode que siempre se muestra un paso adelante o la inestable figura materna de Nicole Kidman, quien pierde peso en pantalla a tal punto de evaporarse sobre el final. Con una participación minúscula como el padre de la joven, también hay que mencionar a Dermot Mulroney, que si bien tiene un tiempo mínimo de cámara es una presencia constante, y sólo necesita de un gesto –un desvío de la mirada, para ser más exactos- para transmitir un espíritu de resignación que lo emparenta con el Harry Morgan (James Remar) de Dexter. Park Chan-wook usa la pantalla como un lienzo. Más allá del excelente apartado sonoro –que se potencia a partir de una notable musicalización, desde Summer Wine hasta el excelente dueto de piano compuesto por Philip Glass-, el coreano dispone las imágenes como si de una obra de arte se tratara. Se hace gala de un muy buen montaje que funde paisajes e impresiones para terminar de crear el fresco que el coreano traza, a veces en forma literal con ciertos dibujos y escritura caligráfica. Si bien hay buenas dosis de violencia –estilizada, como tanto le hemos alabado a Nicolas Winding Refn-, en su paso a Hollywood el director coreano necesita bajar un poco los decibeles, lo que no implica que pierda su esencia. Puede no llegar al nivel de sangre al que su trilogía de la venganza ha acostumbrado, pero de todas formas es un trabajo más provocativo de lo que se podría esperar, y eso es bienvenido dentro de un género que ya no sorprende.
Un lazo fallido Park Chan-wook es uno de los realizadores más prolíficos del cine asiático de los últimos tiempos, siendo que con una narrativa imponente, entre la extrema violencia, el humor negro y universos que dialogan con el surrealismo ha creado importantes films como Sympathy for Mr. Vengeance, Oldboy y I’m a Cyborg, But That’s OK. La cuestión es, que como en el caso de muchos realizadores extranjeros que son contactados para filmar en Estados Unidos, sus películas resultan un tanto fallidas o inferiores a las que venían realizando en su país natal, un caso podría ser el de Wong Kar Wai con El Sabor de la Noche, cómo también lo es el de Chan-wook con su nueva película: Lazos Perversos...
Sombras y certezas Fuera de competencia se pudo ver en el BAFICI la última película de Park Chan Wook. “Lazos perversos” representa el paso a Hollywood del director de “Old boy” , y como tal modera la crueldad y el riesgo de sus trabajos anteriores, pero conserva un par de planos magistrales y una lograda atmósfera que revisita un clásico de Hitchcock, “La sombra de una duda”. Una adolescente solitaria (Mia Wasikowska, que ya fue Alicia y aquí compone otro personaje dark que parece salido de una película de Tim Burton) descubre el terrible secreto que oculta su elegante tío (Matthew Goode) ante la desatenta mirada de su madre (Nicole Kidman). El tío se llama Charlie, como en el clásico de Hitchcock, pero la línea de bien y mal que representaba cada personaje en aquella película está ahora deliberadamente desdibujada, y es casi la única novedad o actualización que propone una trama con algunos lugares comunes y situaciones inverosímiles pero también con mucho estilo. Al director parece importarle mucho el cómo y no tanto el qué.
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Park Chan-wook ahora juega en primera. ¿Qué ocurre cuando un realizador de culto pasa a ser parte de la industria del cine? ¿Esa transición le brinda mayores elementos materiales para la realización de sus obras y a cambio se roba algo de su espíritu experimentador y lúdico? Algunos podrán decir que esto ocurre con el desembarco de Park Chan wook dentro de la industria de Hollywood a través de su reversión del clásico de Alfred Hitchcock Sombra de una Duda del año 1943. Confeso admirador del director de culto el desafío para él estaba planteado y no era simple: mixturar su cine de venganza sangre y violencia con los cuidados climas que la historia de un thriller psicológico perverso requería. Muchos de los elementos del cine de Park Chan wook están presentes aquí: su contundente impacto visual, el cuidado milimétrico de la fotografía, la música y un relato con toques perversos deliciosamente planteados. India (Mia Wasikowska) interpreta a una retraída joven que se ve desolada frente a la muerte en un accidente de su padre (Dermot Mulroney) . Junto a su muerte sobreviene otra realidad difícil de aceptar para ella, la tensa y casi nula relación que la “une” a su madre (Nicole Kidman) Las exequias de su padre se convertirá entonces en el marco gélido para la aparición de un elemento desequilibrante en sus vidas, un tío al cual no conocía siquiera interpretado por Matthew Goode será el elemento que traerá la intriga y el toque de perversión a su vida. ¿Quién es este tío que de pronto se muestra tan interesado en formar parte de sus vidas ? ¿Por qué nunca su padre le hablo de él? Esta nueva inclusión forzada al grupo familiar traerá ineludibles implicancias para las dos mujeres de la casa, y sobre todo para India quien se verá extrañamente atraída a este misterioso hombre que llega a su vida. El relato continua plagado de situaciones endogámicas, perversas y seductoras enlazadas con la maestría que este director sabe manejar como pocos. Imperdible desde lo visual, con un guion solido, Lazos Perversos (Stoker, 2013) se muestra como el ingreso del director en la industria cinematográfica masiva. Tal vez no tan osado como lo que nos solia tener acostumbrados pero no por ello menos prometedor. @Cariolita
La locura según Park Chan-wook Si existía el más mínimo temor de que Park Chan-wook sufriera algún cambio severo de estilo en su primera película hablada en inglés me congratulo en aseverar que no ha sucedido de ninguna forma. Lazos Perversos puede ser menos violenta que su trilogía de la venganza pero la imaginación cruel y mórbida del surcoreano se mantiene intacta como en sus mejores trabajos. Nada sorprendente viniendo de un artista que, de acuerdo a sus declaraciones, es incapaz de conciliar el sueño por las noches sin antes imaginar la tortura más elaborada que se le ocurra. Cuando lo consigue se echa en los brazos de Morfeo con una sonrisa pintada en los labios. Viendo Lazos Perversos semejante pensamiento se condice con el tono y la temática de este thriller pertubador pero coherente con sus antecedentes. Lo que en verdad genera sorpresa es el nombre del guionista primerizo: ni más ni menos que el actor Wentworth Miller, el Michael Scofield de la serie Prison Break. Dadas su exiguas dotes interpretativas es casi una obviedad augurarle más futuro como escritor. En el 2010 se dio a conocer en Hollywood una Lista Negra con 10 guiones de muy buen nivel que por diversas razones no lograban ser financiados. El de Miller era uno de ellos. Para remediarlo entraron en escena los hermanos Scott, Ridley y Tony, que con su productora Free Scott se hicieron cargo del proyecto y lograron el enorme mérito de convocar a Park Chan-wook para que lo dirija. No es de extrañar que el guión de Lazos Perversos pasara de mano en mano: no es material para cualquier director. La aridez de sus personajes, el clima alucinatorio y misterioso que los contiene y el trasfondo donde se cuecen a fuego lento elementos sexuales y psicológicos muy marcados, demandaban a gritos un talento anómalo para llevarlo a cabo. Quienes hayan visto Oldboy - Cinco días para vengarse (2003) o Sympathy for Lady Vengeance (2005) saben que Park Chan-wook lo tiene. Y ni siquiera su dificultad para comunicarse con los actores –ya que el hombre no habla inglés- ha impedido que su mano maestra amplifique al máximo las bondades del libreto y extraiga soberbias actuaciones de sus tres intérpretes principales: Mia Wasikowska, Matthew Goode y Nicole Kidman. ¿De qué va la historia de Lazos Perversos? Digamos que es como una versión libre La Sombra de una Duda (1943), de Sir Alfred Hitchcock. El mismo Miller así lo ha reconocido. En ambos filmes tenemos a un tío seductor y canchero que cae de visita a la familia y demuestra un interés peculiar por una sobrina que gradualmente comienza a sospechar que tras su fachada de bondadoso bon vivant se esconde un psicópata extremadamente peligroso. Como es lógico hay diferencias entre ambos filmes. En Lazos Perversos el personaje de la sobrina, encarnado por Mia Wasikowska, expone tanta o más locura que el tío Charlie (Matthew Goode) siendo la tercera en discordia, la madre de la adolescente India, el vértice más “normal” del triángulo. Este último rol, nada sencillo por cierto, posibilita una de las más destacadas actuaciones en la carrera de Nicole Kidman a quien el sensacional director de fotografía Chung Chung-hoon le dedica algunos primeros planos tan bellos como exigentes en términos actorales. Pese a la pérdida de expresividad por el bótox la Kidman responde con creces a lo que se espera de ella. Tras el fallecimiento de Richard Stoker (Dermot Mulroney) en un enigmático accidente, su viuda e hija se quedan solas en el caserón aislado de la familia. Al lugar llega Charlie para acompañar a su cuñada y sobrina en tan difícil momento y muy pronto empieza un enfermizo juego de seducción con una y otra. La connotación sexual es muy explícita pero aún así Park Chan-wook recarga de simbolismos el relato con una audacia a la altura de un artista de su calibre. La trama es mínima y está narrada con algunos flashbacks que ayudan a armar el rompecabezas planteado por Miller. No todo lo que sucede es creíble ni verosímil pero la atmósfera demencial y la nula condescendencia hacia el espectador redimen cualquier debilidad. Como siempre sucede en las obras de este realizador es sobresaliente el trabajo conjunto de fotografía, arte, vestuario, montaje y música. Lazos Perversos es un Park Chan-wook cerebral y 100% disfrutable que no desentona con el resto de su maravillosa filmografía. Un debut hollywoodense grandioso y acaso inesperado, además de una despedida magnífica para Tony Scott que aquí concretó su última producción.
Un historia atrapante que te tendrá pegado a la butaca hasta el final. Todo comienza con un relato en off de India (Mia Wasikowska, la adolescente de Alicia en el país de las maravillas) una de las protagonistas de la historia, ya desde las primeras imágenes da cierta inquietud al espectador que no sabe bien que va a suceder pero el director se toma sus tiempos para ir introduciéndonos en los personajes. Ofreciendo distintos elementos de suspenso: una caja de zapatos en cada cumpleaños envuelta en una cinta amarilla que se encuentra en un árbol de la gran mansión. India usa el cinturón de su padre y los zapatos de su tío, una araña de patas largas y finas sube por su pierna y más adelante la aparición de una llave misteriosa. Luego nos enteramos que su padre Richard Stoker (Dermot Mulroney, que lo conocemos a través del flashback) ha muerto en un accidente automovilístico justo unos días antes del cumpleaños número dieciocho de India. Él día del entierro ella ve la silueta de un hombre que parece su padre, la inquieta no entiende, puede ser una alucinación. Tiempo más tarde ayuda a la ama de llaves la Mrs. McGarrick (Phyllis Somerville), India es una adolescente solitaria, silenciosa, observadora y callada, ahora debe vivir con su madre Evelyn Stoker (Nicole Kidman) una mujer frívola, ellas no tienen una buena relación, rápidamente la cámara nos ofrece un juego de miradas entre madre e hija y esto lo proporciona gran parte del film. Los ánimos no son los mejores, India no nota a su madre dolorida por la pérdida y entra en acción un extraño personaje a quien casi nadie conocía: Charles Stoker (Matthew Goode, “Match Point”) el hermano menor del padre de India. Existe un nuevo integrante en la familia, Charles se parece mucho a su hermano cuando era más joven dice Evelyn esta mujer bastante inestable, India mira atentamente la situación que los envuelve que se va tejiendo cada vez más siniestra y oscura, con una serie de hechos extraños: el ama de llaves desaparece misteriosamente, los visita de sorpresa la tía Gwendolyn Stoker (Jacki Weaver), esta algo quiere decir, algo quiere contar, pero su preocupación puede llevarla a peligros inesperados. Charles se apodera de cada rincón de la mansión, y a esta altura ya sabemos que es un ser oscuro y lleno de misterios. Intentará seducir a Evelyn, a las compañeras de escuela de India y hasta su propia sobrina. Las sospechas crecen día a día en India pero se entremezclan con los sentimientos, protector y la seducción. Tanto Charles como India se complementan tienen la misma sangre y en algún punto son seres oscuros, ¿Qué ocultan estos parientes? Esta historia se encuentra muy bien construida con un guión sólido, se explotan muy bien las escenas: lo siniestro, el misterio y otros elementos, tiene mucho de thriller psicológico y de melodrama gótico, se abordan temas como: los secretos, la soledad, la viudez, la sexualidad reprimida, el incesto, la hipocresía y los lazos familiares. Su narración es ordenada con buenos diálogos entre siniestros, tentadores y provocativos, tiene buenos colores y movimiento de cámara, el personaje de Charles tiene un estilo muy Hitchcockiano, se manejan muy bien los tiempos porque el espectador sigue con cierto nerviosismo cada una de las escenas que son bastantes potentes, hay perversidad, sangre y una vuelta de tuerca, las actuaciones se destacan, desde todo punto de vista, actitudes, miradas y gestualidad. Una vez más el director coreano Park Chan-wook, nos trae una historia atractiva, que hace su debut en el cine norteamericano. Muchos recordarán de este mismo cineasta la inmemorial "Old Boy de 2003", ambientada en 1988 cuando un hombre lleva una vida feliz con su mujer y su pequeña hija, es secuestrado delante de su casa y a raíz de ese hecho lamentable debe reencontrarse con su vida.
La sospecha Muchas son las formas de entrar a diseccionar esta obra que marca el debut en Hollywood del director sur coreano Chan Wook Park, conocido por el público argentino a partir del “Oldboy” (2003). A primera vista está la clara referencia, por el relato, si bien no lo es estrictamente hablando, que pueda confundirse como remake de uno de los films más elogiados e importantes de Alfred Hitchcock, “La sombra de una duda” (1943). En primer lugar el realizador deja claro que puede tener algunos puntos de contacto en la narración, y hasta en el género, pero que por estilo, estructura, estética, se aleja bastante, aunque no exclusivamente, ya que entre las grandes diferencias una muy clara es que en la de 1943 tío y sobrina se llaman igual, Charlie. En segundo término, cuando el guión comienza a desplegar el conflicto, podría hasta leerse como una versión, demasiado libre y antojadiza, de la obra de teatro “Hamlet” de William Shakespeare, no por el triangulo amoroso que se instala entre los personajes, sino por la sed de venganza que va sugiriendo de manera muy sutil y sugestiva hasta llegar a la sensación de que en realidad lo promueve. En tercera instancia, y a mi entender la más importante, que es la que más separa a esta producción de lo anteriormente referido, empieza en el titulo original “Stoker”, esto es el apellido de la familia que se retrata en el relato. Convengamos que no es cualquier apellido, se trata de Bram Stoker, el escritor irlandés conocido por ser el autor de “Drácula”. El filme comienza con una escena de sugerente belleza plástica, con una voz en off del personaje protagónico adentrándonos en los planteos psicológicos, filosóficos, éticos y morales de la historia de la que vamos a ser espectadores, no para generar empatias, sino sólo como testigos. Luego nos instala tres meses antes, pues queda claro que lo que vamos a ver ya ha sucedió. ¿Será un doble juego con la ya citada realización de Hitchcock? Nos ubica en el entierro de Richard Stoker (Dermont Mulroney), al que asisten, entre otros, su esposa y su hija, Evelyn Stoker (Nicole Kidman) e India Stoker (Mia Wasikowska), respectivamente. En ese triangulo familiar algunos de los vértices se habían cortado, sólo quedaba intacto y fortalecido el de padre e hija, en tanto entre la progenitora y la joven había cada vez más distancia, ya sea por la frialdad de ella o por los celos que le generaba la relación establecida entre padre e hija. Pero aparece la figura del tío Charles Stoker (Matthew Goode), y esta es otra sutil diferencia con la de Hitchckok, en la primera todos sabían de su existencia pero su ausencia estaba justificada por instalarse como el orgullo familiar a partir de las hazañas durante sus viajes. En el caso que nos ocupa el tío Charlie (el único que mantiene el nombre con la anterior) no sólo es un desconocido, del que nadie sabía de su existencia, sino que su sola presencia se torna inquietante ya desde su primera aparición fantasmagórica en el entierro, sólo percibida por la sobrina. Lo shakesperiano estaría dado a partir del establecimiento de una relación entre los cuñados que cruza ciertos limites tolerados por India, pero queda atravesado cuando Charlie también comienza a tejer una telaraña con el fin de seducir a su sobrina, y en la que la joven queda subyugada en una de las escenas más bellas, provocadora e insinuantes del filme, en la que ambos personajes ejecutan en el piano una composición a cuatro manos. Tamto la estructura de la historia, como la presentación del conflicto, de los personajes y la instalación del conflicto, responden al mejor y más tradicional thriller. Para ello cuenta con la gran performance de los mal llamados rubros técnicos. Un muy buen diseño de banda de sonido, destacándose la música que cumple con varias funciones: empática en relación a la imagen cuando esta lo requiere, creadora de climas cuando el texto lo necesita, rítmica como le corresponde, y muy particularmente narrativa ya que la inclusión del aria, que anticipa la venganza, “Stride la Vampa” (“La Llama se agita”, de la ópera “Il Trovatore” de Giuseppe Verdi), aquí no es casual. La dirección de arte, específicamente la fotografía con el resaltado los colores vivos, y la iluminación acentuando la escenografía elegida para desarrollar la mayor parte de la historia, una especie de castillo estilo gótico, acumula una referencia directa con la historia del vampiro más famoso. No sólo en cuestiones estéticas presenta correspondencia. Si bien no hay escenas visualmente demasiado sangrientas, el liquido rojo corre por el texto en función de la consanguinidad de los personajes. Por supuesto que todo está sostenido por las actuaciones, destacándose sus dos protagonistas principales, por una parte el actor ingles Matthew Goode, construyendo y desplegando un personaje de difícil composición y desarrollo, manteniendo un equilibrio perfecto entre lo angelical, lo perverso, la seducción y el cinismo. Ubicándose a la par de él observamos a la actriz australiana Mia Wasikowska, quien también sale airosa de la jugada en la transición de ser una joven desvalida, a la que le quebró el corazón la muerte accidental del padre, a ser el oscuro objeto del deseo de venganza. Sorprendentemente un escalón más abajo encontramos a Nicole Kidman, quien hace muy creíble el personaje de la madre distante y esposa gélida, pero con menos tiempo en pantalla. Al principio de la nota decía que la tercer variable de análisis era la que más me cerraba, la frutilla del postre, por lo anteriormente expuesto, es que el nombre del personaje principal es “India”, en referencia directa a uno de los cuentos que más articulan el tema de la venganza, y más conocido de Bram Stoker, “La mujer India” ¿Será una simple casualidad?
Tánatos Es común creer que un director foráneo, al entrar en la maquinaria hollywoodense, perderá su identidad o se “aggiornara” a formatos previsibles e industriales, realizando productos que por lo general naufragan en una medianía carente de los rasgos que lo habían definido en su tierra. Sin embargo, no es algo universal: hay realizadores que han logrado atravesar esta barrera sin inconvenientes, siendo un caso paradigmático el del británico y colosal Alfred Hitchcock. Precisamente, en Lazos perversos hay una relectura de uno de los tantos clásicos de este director británico en Hollywood, La sombra de una duda, bajo la mirada de uno de los mejores directores contemporáneos, el surcoreano Park Chan-wook, en su primera película realizada en el mundo occidental. ¿El resultado?: un ejercicio de estilo realizado con maestría donde el director de Oldboy demuestra que en cualquier terreno se puede salir airoso. Lo de Lazos perversos puede verse como un thriller clásico bajo la óptica de Park Chan-wook y el guión de Wentworth Miller (quién lo hubiera imaginado, la estrella protagónica de la serie Prison break), llevado a un tono oscuro y siniestro cargado de simbolismos. La familia entendida como un juego de cajas chinas no es algo novedoso, pero la forma en que lo ejecuta el realizador, sin desperdiciar ni un solo plano y apelando a un subtexto siempre latente en cada imagen, la hacen una de las proezas visuales más elegantes del mainstream hollywoodense. A diferencia de películas como Sympathy for Mr. Vengeance u Oldboy, Lazos perversos es un film que por momentos resulta más pesadillesco porque abandona el tono lúdico o catártico para adquirir mayor sutileza en la ejecución dramática. Parte importante de esto se logra con las interpretaciones medidas y metódicas de Matthew Goode y Nicole Kidman, dos polos sobre los cuales se balancea la conflictuada India, interpretada con solvencia por Mia Wasikowska. Esto, que le da una apariencia fría al relato, gana en un tono surrealista que a veces se puede atisbar en realizadores como David Lynch y que quizá también se puede ver en la consagrada Tenemos que hablar de Kevin. La belleza de los encuadres, la dirección de fotografía y la vertiginosa edición, marcando la tensión sexual de India y la ferocidad del tío Charlie de Goode, con flashbacks que refuerzan cada segmento narrativo, demuestran la habilidad narrativa del director. Hacer de una cena un cruce de miradas cargadas de deseo o rechazo, y el paulatino incremento con el que la presencia del tío Charlie se hace amenazadora, hace que este asalto estilístico a los sentidos nos haga olvidar alguna línea torpe ocasional o el subrayado constante de sonidos como el de los omnipresentes cuervos. La síntesis del film prácticamente se puede encontrar en ese inquietante plano contrapicado en el que vemos la mirada bella y sombría de India con su cabello meciéndose por el viento. Capturar eso en una actriz y hacerlo poesía, eso es lo que logra este director de una película imprescindible.
Deslumbrante encanto salvaje no idóneo para susceptibles Park Chan-wook, el particular director coreano de Oldboy nos presenta en esta ocasión una película extravagante, fina y excesiva a la vez. Probablemente no apta para el espectador común, Lazos perversos encuentra su hábitat natural en cinéfilos que busquen algo que les genere un fuerte impacto desde la estética y la manera de contar una historia. Con un manejo de cámara sublime, una musicalización agudísima, penetrante y una dirección de fotografía envidiable, el film resulta hipnótico a pesar de no poseer una gran dinámica. Entretiene a partir de la construcción de una atmósfera intrigante, oscurísima, en donde se fusiona el thriller con lo macabro, insinuando en instancias un juego retorcido desde lo sexual entre y de los personajes. Mia Wasikowska realiza un trabajo de excelencia en el papel de una adolescente huraña, con una expresión que la caracteriza por su constante ceño fruncido y por la capacidad de oír y sentir cosas que los demás no pueden. Lo de Mathew Goode resulta inquietante, un sujeto que desborda misterio y mucho sugiere a base de miradas; mientras que Nicole Kidman, cautivadora, no se queda para nada atrás. El relato tiene la peculiaridad de tensionar al público desde la imprevisibilidad de lo que pueda llegar a ocurrir, manteniéndolo expectante mientras las escenas cada vez se van tornando más turbias y siniestras. A pesar de algún declive hacia casi el final de la cinta y con ciertos transcursos algo densos, Lazos perversos es una joya en lo que concierne a lo visual, una obra de arte que impacta a través de la estética y de los planos que se utilizan. Quizás el guión no sea lo más ocurrente, pero el modo en que se lo narra es lo que le da un toque distinto y perturbador. LO MEJOR: la calidad general del film. Musicalización, transiciones, iluminación y actuaciones. Enigmática. LO PEOR: algunas secuencias resultan un poco más que excesivas. A ciertos pasajes le sobran minutos. PUNTAJE: 7,5
Si no conoce la obra del coreano Park Chan-wook, este film es una buena posibilidad para luego ir por films como “Oldboy” o “Sympathy for Mr. Vengeance”. El hombre combina varios elementos en su obra: la violencia, el miedo (no necesariamente el horror, no necesariamente lo sobrenatural) y el melodrama más absurdo, que en su estilo se vuelve siempre convincente. En este primer film “occidental”, narra lo que sucede a una madre (Nicole Kidman) visiblemente alterada por su viudez reciente, de su hija (Mia Wasikowska, la Alicia de Tim Burton), extraña y sometida a ciertos secretos, y de un pariente que llega a la casa y allí se instala (Mattew Goode). Hay algo del Hitchcock de “La sombra de una duda”, aunque el clima está más enrarecido, es mucho más tenso. Se respira la tensión sexual entre los personajes e incluso un aire glauco que recuerda a las hermanas Brontë, incluso si el título original del film (“Stoker”) nombra al autor de “Drácula”, Bram Stoker. Porque ese aire de represión y de posesiones es, de cierta forma, una actualización del cuento gótico y victoriano, detrás del cual se esconden los dos temas que obsesionan al realizador: la venganza y la validez de los lazos familiares. Chan-wook, aunque con menos pirotecnia que en sus películas más conocidas, tensa la cuerda del misterio hasta lo insoportable, aunque se trata más de una incógnita interna, por qué estas personas actúan como lo hacen. Los actores, todos, caen bajo el embrujo creativo del realizador, algo no tan frecuente como se piensa.
NENA VENGATIVA Park Chan-wook, prolífico realizador del cine asiático, ha llevado a Hollywood su cine violento, con toques surrealistas y sinuosas intrigas. Para su debut se sirvió de un relato inspirado lejanamente en “La sombra de una duda” de Hitchcock, un filme que dejaba ver las capas oscuras de la existencia debajo de las falsas apariencias. “Lazos perversos” va por ese lado: luego de la muerte de su padre, la joven India y su madre reciben la visita de un tío, un tipo resbaladizo y algo siniestro que seduce a la dueña de casa y acecha a la hija. Pero no sólo el visitante es extraño: la viuda es alcohólica y quiere llevarse al cuñado a la cama; la hija es hosca y prefiere el sexo solitario. Encima, el pasado trae notas inquietantes sobre nenes peligrosos y nenas que salen de caza. Venganza, sexo, violencia, mentiras. El filme es visualmente irreprochable, pero es un thriller sin misterio, apoyado en una historia perturbadora y antojadiza con muchos cabos sueltos.
Stoker es de esas propuestas inesperadas, sorprendentes y difíciles de clasificar que de vez en cuanto tenemos la sorpresa de disfrutar en nuestros cines. Este primer thriller en inglés rodado por el director coreano Park Chan-Wook (el mismo de “OldBoy”) tiene tantos logros estéticos y narrativos que merece ser disfrutado en pantalla grande y no en la comodidad del sillón hogareño. Con una estética deliciosa, un bello trabajo de fotografía e inquietantes actuaciones por parte del trío protagónico (Mia Wasikowska, Matthew Goode y Nicole Kidman), Lazos Perversos incomoda, atrae y cautiva. En día de su cumpleaños dieciocho, India Stoker pierde a su padre en un accidente automovilístico. Inexpresiva, retraída, poco comunicativa y para nada afectiva, India y su frívola madre Evie reciben en el funeral al tío Charlie, hermano del difunto jefe de familia. Tanto o más excéntrico que sus parientes, Charlie esconde un terrible secreto que se irá develando con el correr de la historia. No todos reaccionarán a la verdad del modo en que una persona aparentemente convencional lo haría, pues claro, los Stoker no son la típica familia normal.
Todo un estilo Recién el lunes vi Lazos perversos (Stoker) de Park Chan-wook (el mismo de Old Boy y Sympathy for Mr. Vengeance, entre otras). Este parece ser el año del desembarco de directores coreanos (surcoreanos, los otros no salen del reino comunista del líder supremo) en el cine hablado en inglés. Kim Jee-woon (I Saw the Devil, The Good, the Bad, the Weird, The Foul King) estrenó este año la excelente El último desafío (The Last Stand), que trajo de vuelta a Arnold Schwarzenegger como actor protagónico desde Terminator 3 (2003). Bong Joon-ho (el de la excelente y ultrataquillera en Corea The Host) estrenará Snowpiercer con un elenco multinacional (Chris Evans, Tilda Swinton, Ed Harris, entre muchos otros). Pero volvamos a Stoker: una muy buena película que cuenta una historia de lo más pavota. Pero claro, lo que nos llega siempre es la forma, como decía VF Perkins, “el qué es el cómo”, y Stoker es un despliegue de estilo que no se ve tan seguido. Park hace una remake de Hitchcock, del cine de Hitchcock, en general y en particular. En particular, de forma muy evidente, de La sombra de una duda: el tío Charlie. Pero también hay una ducha presentada como la de Psicosis, el descenso a un sótano como en Notorious (Tuyo es mi corazón), ahorcamientos asociados a teléfonos como en La llamada fatal. Pero hay más, y más grande y más general: Hitchcock está presente en Stoker en actitud, en la manera de plantar un relato para seducir constantemente: estamos felices de estar viendo Stoker, un relato altamente perverso, de estar viéndolo en el cine, de estar escuchándolo en el cine. De dudar durante un rato sobre en qué época transcurre la acción: esa hija, esa madre, esas ropas, esa casa. Después nos ubicaremos perfectamente, pero festejamos (o festejo) la inestabilidad que otorga el artificio deliberado, sin miedo, sin preocuparse por el verosímil: otra vez el maestro inglés, Stoker parece haber sido hecha siguiendo las reglas de El cine según Hictchcok, el extraordinario libro entrevista de François Truffaut. La forma dominante de Stoker es el círculo: la torta en plano cenital, las rocas-esferas, y mucho más, sobre todo el inicio y el final del relato. La forma perfecta, toda una declaración de principios para una película obsesiva y obsesionante, que busca la seducción mediante un montaje al que llamar planificado es ser tibio e inexacto: el montaje de esta película parece ser el fruto de una sabiduría decantada por décadas, como si Park quisiera presentarse como cineasta global con un dominio magistral de todo lo que le compete como director al tomar un guión ridículamente básico, que incluye traumas y un flashback que explica todo, y encima cerca del final. Pero no importa, Stoker ya sedujo desde el minuto uno nuestra memoria, nuestros fantasmas alimentados por miles de películas, por la sala oscura. Tal vez por eso, como homenaje a nuestras sombras cinéfilas, y para conectarnos con el pasado de las proyecciones y proyectar luz hacia el provenir de este arte, la protagonista, cuando va al sótano, mueve las luces hacia adelante y hacia atrás. Los cineastas coreanos son una forma brillante del presente y del futuro cercano del cine.
Sonidos perturbadores El director surcoreano Chan-Wook Park inicia su carrera en Hollywood con Lazos perversos, película que puede considerarse un ejercicio de estilo, al mismo tiempo que una indagación sobre ciertos vínculos familiares. El director de Oldboy propone varias formas de violencia, que tienen su germen en lo psicológico, que van de lo sutil a lo brutal. Mezcla de thriller psicologista y filme erótico, Lazos perversos gira en torno a la relación de una jovencita, su madre y su tío. India pierde a su padre en un accidente automovilístico. Se termina ese día la ensoñación de la chica que siente a su padre como un amigo y compañero de caza. Su madre, una mujer deprimida, con todas las marcas del ocio entre las paredes de la mansión, no logra establecer el vínculo con la hija. A la historia de carencias se suma el tío Charlie, que aparece con sus gestos ambiguos, sembrando seducción y peligro. Mia Wasikowska compone el rol de la chica que tiene un extraordinario poder de percepción, entrenada para cazar, una chica triste, seria, arisca. Nicole Kidman logra con naturalidad el papel de la mujer desquiciada. En tanto, Matthew Goode es un galán de movimientos robotizados y mirada de hielo. Buen equipo para la entrada de Park en el cine de género. El mismo director ha comentado las referencias (que para el espectador cinéfilo son explícitas) al suspense de Hitchcock. Hay, incluso, en ese ejercicio, elementos que Carlos Sorín explotó en El gato desaparece. La película de Park es perturbadora, sobre todo cuando va armando la trama de percepciones que lleva a India a sucesivos descubrimientos macabros. La edición de sonido genera esa inquietud: el metrónomo del piano puede enloquecer a cualquiera. Hay también anticipaciones y retrocesos, como flashes de la percepción de India. Los ruidos que sólo ella reconoce envuelven el silencio. La fricción en la cáscara del huevo se amplifica en su cabeza. Todo colabora al derrumbe psicológico, por contagio. Además de los lugares comunes del género, bien empleados, la relación erótica entre el hombre y las mujeres potencia el thriller: el peligro está en casa. La mansión y ellas, colgadas del tiempo, en una difusa época actual donde todo luce ligeramente distorsionado, son la caja de resonancia de secretos de familia. "Volverte adulto es volverte libre", sentencia India. Park elige un modo cruel, apocalíptico y desesperanzado para arrojar a la chica a la caza del mundo.
Lazos perversos (Park Chan-wook. Estados Unidos / Reino Unido) Es probable que ningún director hubiera sido más adecuado para filmar el lúgubre guión de Wentworth Miller (sí, el protagonista de la serie Prison Break), pero aún así, debe decirse que el mismo se encuentra en un tono e intensidad muchos decibeles y amperios por debajo de lo que normalmente logra el desquiciado Park Chan-wook en su Corea natal. El resultado es un ejercicio hitchcockiano estilizado y elegante, pero filmado con el pulso de un director que conoce el paño y que sabe proponer excesos como ningún otro. Poderosos planos-detalle, sugestivos fundidos de imágenes, una viva paleta de colores y una compaginación fotográfica y sonora que juegan fuerte en función de la locura, la fiebre sexual y la violencia que se contienen y se conservan para estallar finalmente en hermosas y brutales catarsis. Como ya nos demostró el colega surcoreano Kim Jee-woon dirigiendo a Schwarzenegger, ni la maquinaria de Hollywood puede doblegar el poderío tras de cámaras de los cineastas surcoreanos.
Cuando un director exitoso es contratado por alguno de los grandes estudios de Hollywood para realizar una película mucho de lo que caracterizó su cine puede modificarse, puede adaptarse hasta perder esa esencia que tanto le había costado conseguir, puede perder ese estilo, ese sello que lo llevo a ser contratado por la industria de cine más grande del mundo. A pasado en infinidad de casos, y va a seguir ocurriendo, pero cada tanto hay una excepción como la de Park Chan-Wook, quien cedió no solo a Hollywood sino también a realizar una pseudo remake de La sombra de una duda, de un tal Alfred Hitchcock, y lo pudo realizar manteniendo su sello…Lazos perversos (el título original es Stoker) es un claro ejemplo de cómo un estilo de cine exótico puede introducirse en Hollywood manteniendo cierta independencia, y por algo, este título fue proyectado en la Sección Fuera de Competencia del último Bafici. Que vemos en Lazos Perversos? El funeral del padre de India (personaje interpretado por Mia Wasikowska) el día que esta cumple 18 años, y marido del personaje de Nicole Kidman, la sorpresiva aparición de un tío (Matthew Goode) desconocido por ellas hasta el momento y su relación con él. La película ronda en el misterio que genera este tío, de donde viene, porque nunca supieron de él, porque ahora aparece en sus vidas? Ambas mujeres van a sentirse atraídas por este personaje, van a sentirse amenzadas, y sobretodo India, va a descubriste internamente, va a sacar algo oscuro que tiene adentro y va a evidenciar su cercana relación con su padre, alejándose cada vez de su madre e intentando hacer camino por sí sola. Park Chan-Wook nos tiene acostumbrados a un tipo de relato en el que las relaciones entre los personajes no son claras, los cambios de rumbo de las historias son constantes y nada es lo que en un principio parece. Desde Joint Security Area (2000) lo veíamos, luego se reforzó con su trilogía de la venganza formada por Sympathy for Mr Vengeanze (2002), Oldboy (película que lo llevo a la fama, 2003), y Sympathy for Lady Vengeanze (2005) y ahora lo reafirma en Hollywood, aunque en algunas partes del film se subrayan algunas subtramas del pasado de los personajes para hacerlo entendible para todo el público (claro requerimiento de la Fox y los hermanos Ridley y Tony Scott, productores). Park Chan-Wook sale airoso de su estreno americano, con elenco y parte del equipo técnico Hollywoodense, puede mantener su tipo de relato, y puede adaptarse al clásico thriller, poniendo los condimentos necesarios para mantenerse siendo uno de los directores coreanos más importantes de los últimos tiempos, coloreando el film con unos planos bellísimos y utilizando inteligentes parelelismos que no son comunes en el cine americano, enseñando que no todo el cine tiene que ser tan estructurado. Brindo por el cine que se sabe adaptar!
Entre el suspenso y la belleza El arribo a Hollywood de prestigiosos directores extranjeros no siempre es sinónimo de buenos resultados. Este no es el caso de Park Chan-wook, el realizador coreano (conocido sobre todo por "Oldboy") que debutó en la meca del cine con "Lazos perversos", un thriller tan logrado como barroco y retorcido. La trama gira en torno a India, una adolescente reservada y desconfiada que debe enfrentar la muerte de su padre, su único cable a tierra. La chica queda ahora sola con su madre, una mujer frágil e inestable, pero todo cambia rápidamente cuando a la casa llega un tío, un seductor trotamundos que aparece de la noche a la mañana y conecta de una forma extraña con estas dos mujeres. El punto de partida no es del todo original, y sin dudas remite a "La sombra de una duda", un clásico de Alfred Hitchcock. Sin embargo, allí donde el guión no es precisamente brillante, Park Chan-wook despliega todo su talento. El director construye el perfil psicológico de los personajes sólo con su cámara, al punto que a veces las mismas palabras están demás. Así logra una película de una belleza perturbadora, violenta y sutil al mismo tiempo, que se va construyendo sobre pequeños misterios que crecen con cada encuadre, hasta llegar a un clímax que se sostiene entre el horror y el asombro. El trío de actores que conforman Mia Wasikowska, Nicole Kidman y Matthew Goode completan este cuadro casi perfecto.
¡Qué linda es mi familia! Sin dudas siempre es reconfortante ver una historia bien contada, y bien actuada, además pese al sellito "Holywood", el experimentado director coreano Park Chan-wook debuta con cine en inglés para brindar un drama mayúsculo tan retorcido y oscuro como densas aristas tiene la trama argumental. India (una estupenda, notable Mia Wasikowska) el mismo dia del velatorio de su padre conoce a su tío, quién además se va a quedar a vivir un tiempo con ella y con su madre (una gélida, cínica Nicole Kidman, en quizás una de sus mejores actuaciones para el cine), y así conformarán una familia que se las trae. La relación sobrina/tío parece homenajear a aquella inolvidable de "La sombra de una duda" de Alfred Hitchcock, realizador a quién se lo refresca con muchas escenas y climas similares, de a ratos también el surcoreano parece influenciado por aquél Brian De Palma de los comienzos. Decimos que entre ambos personajes se establecerá un peligroso juego de atracciones y rechazos, que constituyen la salsa probada de esta propuesta. Perturbadora, y no para cualquiera, un genuino ejercicio del cine perverso y ambiguo, tratada con tanto arte que muestra claramente como se puede ofrecer un filme de género con calidad altísima.
Lazos perversos es imperdible!!! Fascina desde el primer cuadro al último, incluida la forma de mostrar los títulos de la apertura. Si bien a medida que se desarrolla el relato pareciera que algo va a quedar sin entender, nada más lejos de esto, ya que todo, absolutamente todo, queda claro y sin ningún cabo suelto. Así que aquellos que odian...
Se lleva en la sangre "Lazos perversos" o "Stoker" en su título original es un trabajo un tanto extraño, atractivo y oscuro, con varios toques bizarros desde la composición de los personajes hasta la narración misma. El director sur coreano Chan-wook Park, es nada más y nada menos que el responsable de la película de culto "Oldboy" (recomendable), cuya remake americana se estrenará dentro de poco bajo las órdenes de Spike Lee. Park es conocido por participar en el proceso de escritura de los films que dirige y sus historias siempre dan que hablar por la temática y la forma violentamente bella en que da vida a sus proyectos. Tuve la suerte de ver algunos de sus trabajos y este paso al cine americano ha sido bastante positivo, aunque creo que no alcanzó el nivel de otras producciones como la ya nombrada "Oldboy" o la fabulosa "Lady Vengeance", cierre de trilogía de venganza que encaró en 2003 a partir de su título más aclamado. En este caso, creo que la narración que seleccionó le jugó un poco en contra, con varios momentos de letargo que parecían no tener mucho sentido. Se entiende que su objetivo era pasear al espectador por situaciones de impotencia y acecho, pero con un poco más de ritmo hubiera salido más gratificado. Los momentos fuertes de "Stoker" fueron pocos, significativos, pero pocos en fin. La labor de los protagonistas es muy buena, sobre todo Mia Wasikowska ("Alicia en el país de las maravillas", "Jane Eyre") que parece haber sido poseída por una Rooney Mara del infierno. El villano a cargo de Matthew Goode ("Watchmen", "A single man") también es bastante convincente al igual que Nicole Kidman ("Los otros", "Moulin Rouge") como la madre errática, aunque esta última tuvo menos relevancia en la historia. La estética es muy cuidada y elegante, fiel al estilo de Park, presentando una combinación buenísima de paisajes sureños con secuencias oscuras de la mansión en la que vive la familia Stoker. Un peli recomendable para alejarse un poco del cine mainstream hollywoodense, ideal para aquellos espectadores que disfrutan de los relatos oscuros y no siempre quieren que el bueno salga vencedor.
Park Chan-Wook emula su llegada al cine de Hollywood con la de otro gran director que desembarcó su talento en Tinseltown: Alfred Hitchcock. Y no es sutil al respecto -el guión está escrito junto a Wentworth Miller el actor de “Prison Break“- el ambivalente personaje del fantástico Matthew Goode se llama “Uncle Charlie” clonado del clásico “Shadow of a Doubt“. Los paralelos con el maestro del suspenso no terminan allí; India es taxidermista, como Norman Bates en “Psycho” y la cruda escena del estrangulamiento recuerda a “Frenzy“, tampoco faltan la cabina telefónica de “The Birds“, ni la ducha de Janet Leigh. El film está perversamente filmado, la belleza de las imágenes es directamente proporcional a su crueldad, no hay una toma que sea visualmente indiferente a la historia, la edición también narra. India, la joven protagonista, contiene una metafórica araña en su interior, victima de un predador y atrapada en la red de una familia disuelta. Park literaliza la idea mostrando un arácnido subiendo por la pierna de india hasta llegar a su entrepierna y luego sentada dentro de una hamaca con una forma similar a una bolsa de huevos de arañas. India nos dice que sus sentidos representan los frutos de una vida aprendiendo y que no tiene certezas de su poder de percepción, ella manipula la realidad que habita, conjura momentos de asombro y misterio fantasmal, y en el proceso exorcizará su verdadero ser.