That’s 70s Show A lo hora de llevar a sus hijos para ver Los Muppets, debe estar advertido. Esta película es apta para todo público, pero solamente aquellos niños mayores de 30 años van reírse y entender la esencia de la obra...
Lo más importante de este film es que tiene una muy buena trama que entretiene de principio a fin. Presenta además buenos cuadros musicales con agradables melodías y la inclusión de un nuevo Muppet llamado Walter que enriquece el argumento pues es muy carismático y sobre todo muy querible. Los chicos la van a pasar de maravillas y los que se criaron viendo la serie ....
Evaluar a los Muppets es como hacer una crítica sobre un trozo de tu infancia o la de tus hermanos mayores, no sé, la de una época nostálgica, cuyo deseo de que vuelva es tan fuerte que se genera una gran presión, una carga extra, a la película que vas a ver. Una carga negativa en cuanto a que va a ser inigualable a lo que ya viviste, porque hay grandes figuras que no están trabajando en el equipo, voces de personajes, efervescencia y fanatismo que – aunque parezca, ya no es ni será el mismo (lamento decirlo), y por otro lado la sorpresa de lo nuevo que busca el éxito...
Un muñeco, con rasgos de animal y una gracia que… Con la frase que encabeza esta nota, Homero Simpson resuelve de forma difusa la concepción cognitiva y pragmática de un Muppet. Pero como enunció Woody Allen “Qué importa! Si son tan graciosos!”. Es entonces cuando nos paramos frente a un conjunto de figuras antropomorfas que se corresponden con la denominación de “mito” en su conjunto, por tanto, toda premisa de origen o explicación en flashback de un pasado que se condiga con la linealidad dramática, será superfluo y enfático. The Muppets ya está contada y realizada desde el momento en que nos sentamos en la butaca, pero contada para no desprendernos de la misma...
Tenía una TV blanco y negro. Una Zenith de esas con antena y un “cambiacanal” con perilla que hacía el típico “trac, trac” cuando pasaba de canal a canal y una rueda de sintonía fina incorporada. En esa tele veía el Show de los Muppets cuando se daba en el viejo canal 11 los sábados. Las caracajadas mas fuertes eran las de mi viejo que evidentemente entendía mas chistes que yo. Para mí era gracioso el simple (y frenético) movimiento de los títeres de Jim Henson lo que me prendía sonrisas. Mucho mas adelante entendí otra parte de esa genialidad...
Los Muppets son un ícono absoluto relacionado con el arte de las marionetas que desde 1974 vienen entreteniendo y educando a distintas generaciones de espectadores. Si uno se deja llevar por este estreno y el enfoque que tuvo la campaña de publicidad parecería que Disney resucitó esta genialidad del Maestro Jim Henson de la nada, algo que no es tan así. Los Muppets nunca se fueron, siempre estuvieron ahí a través de especiales y filmes para la televisión. Sin ir más lejos en el 2005 los pudimos ver en El Mago de Oz de los Muppets, donde brindaron una fabulosa adaptación del clásico de Frank L Baum. Esta nueva película que llega a los cines no es un film de Los Muppets, sino un tributo nostálgico del actor Jason Segel, realizado con buenas intenciones. Es importante dejar bien en claro este punto porque las diferencias que hay con las viejas películas para cine de estos personajes son abismales y no se pueden pasar por alto. Comparado con otros filmes que dirigieron Jim Henson (The Great Muppet Caper), Frank Oz (The Muppets takes Manhattan) y Brian Henson (The Muppets Christmas Carol) este estreno se queda a mitad de camino. Por supuesto esto no la convierte en una mala película, pero no se puede dejar de mencionar que es diferente. Frank Oz y otros veteranos animadores que trabajaron con las marionetas rechazaron formar parte de este film de Disney justamente por este tema y es comprensible. El elemento en común que tuvieron todas las películas de Los Muppets (especialmente las que llegaron al cine) es que los muñecos siempre fueron los grandes protagonistas y los actores humanos acompañaban a los personajes en roles secundarios. En la nueva versión de Disney ocurre exactamente lo contrario y los actores humanos terminaron teniendo más presencia en la pantalla como nunca había ocurrido con un film de los Muppets. La nueva producción cumple con el entretenimiento pero pierde la frescura que tenía la creación de Henson debido a esos musicales insufribles que protagonizan Jason Segel y Amy Adams, que están fuera de lugar y alargan la película sin sentido. En realidad este film es más un tributo nerd realizado por un fanático que una verdadera producción de Los Muppets. Basta con repasar el archivo de estos personajes en la pantalla grande para comprobarlo claramente. La buena noticia es que pese a estos cambios el espíritu de los personajes se mantuvo intacto y por lo menos no los distorsionaron. La historia tiene muy buenos momentos donde a través de la sátira se habla sobre la enorme cantidad de porquerías que hoy se producen en la televisión. Un medio donde joyas como Los Muppets actualmente son difíciles de encontrar. La nueva película si bien no tiene el peso suficiente para relanzar con toda su gloria a estos grandes de las marionetas, ofrece un ameno reencuentro con estos personajes que brindaron muchas alegrías.
Vuelve Kermit y su pandilla a divertir a grandes y chicos Walter es el fan Nº 1 de los Muppets. Cuando su hermano Gary se va de viaje con su novia a Los Angeles decide llevar a Walter para que conozca el Famoso Teatro de los Muppets. Pero el lugar no es lo que era antes. Hace mucho que la gente parece haberse olvidado del programa “El show de Los Muppets” y todo esta en ruinas, es más, un malvado petrolero quiere comprar el lugar para destruirlo. Para que esto no suceda habrá que conseguir mucho dinero. Lo único posibles es que todos los muppets se vuelvan a juntar y hacer un show para recaudar fondos. Con esta tarea Walter, Gary y María comenzaran a tratar de que se vuelvan a juntar todos con Kermit a la cabeza y buscando en distintos lugares de los EE.UU. y de Europa a Miss Piggy, Fozzie y todos los demas Muppets. Esta es la nueva aventura que, esta vez de la mano de Disney, nos traen aquellos increíbles personajes de Jim Henson, que tanto divirtieron a varias generaciones. Hoy vuelven con lo mejor de la tecnología y una historia bien de Los Muppets en cuanto a la realización del film y de las humoradas que tanto alegraron a los chicos y a los no tan chicos. Lo más flojo del film sin lugar a dudas es la actuación de Jason Segel, quien es el protagonista porque además del ideólogo y guionista del film es el productor. Una actuación que se opaca aun más ante los buenos trabajos de Amy Adams, Chris Cooper y el inefable Jack Black haciendo de él mismo. Más allá de eso, “Los Muppets” es un entretenimiento que no solo van a divertir a toda la familia sino que muchos van a recordar los alegres días de la infancia frente e un televisor.
Hace poco salió una noticia en varios medios, donde se acusaba a Los Muppets de ser comunistas. Me pareció algo totalmente fuera de lugar intentar encontrar demonios donde no los hay, considerando que en verdad el comunismo sea un demonio como tal y no un espejismo de lo que el capitalismo nos quiere vender. Pero este no es un blog de teorías económicas. Acá es de cine y como tal, hablemos de lo que nos corresponde sin ponernos a buscarle tres pies al gato. ¿Qué son los muppets? creados en 1964 por el ya fallecido Jim Henson, son peluches o marionetas (o teleñecos, como les llaman en España), que han sido estrellas de varias películas y programas de televisión, siendo un clásico "El Show de los Muppets" entre 1976 y 1981 y más recordado por nuestras generaciones en "Los Muppets Babies" por ahí de los años 90. Su última aparición en la pantalla grande data de la genial "Navidad de los muppets" de 2002, y más disimuladamente en "Los Muppets de Oz" de 2005 (¿alguien oyó hablar de esa?) Pero la que hoy nos ocupa es el más reciente estreno de 2011, simplemente titulada como "Los Muppets" bajo la dirección de James Bobin (Flight of the Conchords), y con la ayuda de Jason Siegel en el papel principal y en el guión; nos traen una película fresca, llena de simpatía, momentos hilarantes, cameos famosos y demás personajes que a más de uno le podrán sacar una lagrimita por la nostalgia, pero sin duda, más de una sonrisa por la genialidad de la película. Walter es el fan número uno de los muppets, y cuando su hermano Gary (Siegel) anuncia que se va de vacaciones a Los Angeles con su novia Mary (la siempre genial Amy Adams), los acompaña en persecución de su sueño que es conocer el teatro de los Muppets; sin embargo, se entera de que un magnate quiere destruirlo y entonces hará cualquier cosa por salvarlo, lo que termina en una campaña por reunir a los Muppets dispersados por todo el mundo y en todo tipo de ocupaciones, para hacer un Teletón y juntar el dinero necesario para pagar el inmueble. El resultado de todo esto es una comedia con ciertos tintes dramáticos, nostálgicos y hasta románticos que harán pasar un rato muy agradable. Quien no esté familiarizado con la cultura pop se perderá varios de los gags de los que se sirve la película. Tanto por los actores que aparecen parodiándose a sí mismos, como de los chistes que hacen entre los personajes. Pero más de una vez reirán y reirán por la película en sí que es enteramente disfrutable. No cabe duda que regresos así se disfrutan. No se abusa de los efectos, y las canciones, típicas de producciones de Disney, y por supuesto de los Muppets son enteramente geniales, tanto que más de una tiene probabilidades de colarse a la nominación por el Oscar a mejor canción original (Man or Muppet es inolvidable). Así que lleven a sus pequeños a disfrutarla pero no se sorprendan si ustedes la disfrutan más que ellos.
Publicada en la edición impresa de la revista.
El nombre del juego Los Muppets. Nombre seco. Sin mayores explicaciones. Autoconclusivo. Nombre propio. No hay especulación posible. No están acompañados de la expresión “Vuelven”, “ascienden”, “llegan”, “se van”, y otros varios etcéteras, sino que funcionan como un axioma (no sé si leí o escuché esto, pero lo utilizo: permiso al autor dondequiera que esté). Pero este axioma es raro porque si bien todo axioma no supone demostración de su existencia, el “Axioma Muppet” se dedica durante casi 103 minutos a desmontar paso por paso su propia lógica, lo que convierte a la película en varias cosas: 1. En una película feliz, reflexiva y consciente del lugar desde donde cuenta el mundo, más puntualmente el universo del musical y de la comedia, abrevando en las mejores tradiciones de ambos géneros a lo largo del siglo XX en el cine americano: el musical de los años '30 y '40, pero también el pesimismo otoñal del musical de los '50 con su autoconciencia de final de época. También retoma la tradición de la comedia: desde la comedia física del slapstick hasta la velocidad verbal de las películas de Frank Capra y Howard Hawks, pero también esa comedia que rompe la cuarta pared en cuyo centro podemos poner a Frank Tashlin-Jerry Lewis y a Mel Brooks, al primer Woody Allen y a cierta ingenuidad de algunos personajes de Blake Edwards. 2. En una película nostálgica por el tiempo pasado: no por lo que se fue sino por lo que siempre se puede volver a ser (violando esa máxima castradora y fitzgeraldiana de “no existen los segundos actos en las vidas americanas") haciendo algo parecido a un reboot sobre la historia de Los Muppets, volviéndonos a contar si bien no la misma historia, la historia de un (re)nacimiento. En este punto, el gran desafío de la película no es “conquistar nuevas generaciones”, sino convencer a todo espectador adulto (además de los niños) que las cosas pueden ser un juego y por eso son extremadamente serias, como quería Nietzsche. 3. En una película de una velocidad pasmosa: no por su frenesí, por su aceleración desbocada, sino por su capacidad para llenar cada frase, cada puesta de cámara con múltiples referencias (algo que la entronca en eso que supimos llamar Nueva Comedia Americana: ¿entronca o también es su antecedente? Veremos) o para decirlo de modo más tilingo, por su capacidad de linkear con infinidad de referencias culturales (si bien no es reaccionaria en esa referencialidad hay un amor declarado por la cultura popular del siglo XX antes que por la del siglo XXI). Su velocidad y capacidad de referencias múltiples es comparable a la de, por decir un ejemplo, Los Simpson o South Park. 4. En una de esas películas que logran un mundo perfecto y acerado contra los males de ese otro mundo al que llamamos realidad (y al que resulta intolerable volver cuando terminan los créditos de esta maravilla) logrando el milagro esencialmente con muñecos de tela, con goma espuma pero sobre todo con un corazón grande como mil casas que hace que en esos centímetros de género de diversas telas de las que están hechos Los Muppets, que en la sonrisa de la más que nunca hermosa y brillante Amy Adams, que detrás del andar grandulón, torpe e inmaduro de Jason Segel nos quedemos a vivir eternamente. Eso no se logra con golpes de efecto sino con una cirugía a corazón abierto, una muestra de sangre, sudor y risas puestas en escena. Para lograr todos estos puntos Los Muppets formula una premisa elemental a partir de la cual (como si fuera una excusa argumental para poder verlos a todos reunidos una vez más) poder “explicar” el axioma: inventar una crisis terminal que el verosímil indica que podía resolverse con cierta facilidad…pero que Los Muppets van a resolver haciendo un gigantesco teletón (muy 70’s el asunto, deliberadamente) un show momunental que les permita juntar el dinero (o no). La pregunta es: ¿Por qué la película decide abandonar ese verosímil para llevar adelante una premisa simple y de resolución rebuscada? Posiblemente porque sin esa premisa no habría ni reunión ni axioma Muppet Pero… ¿que encierra ese axioma? Quizás uno que aparece muy cada tanto, un axioma que demuestra que una cultura popular, inteligente, sofisticada, con sentido del humor pervive. Al fin y al cabo la película se muestra como un gigantesco McGuffin, una estrategia para desempolvar los viejos trucos, para poner en escena HOY como si fuera ayer pero siendo HOY, es decir, menos como un ejercicio de estilo que como un ajuste de cuentas con el presente. Deberíamos decir que buena parte de la cultura popular que conocemos hoy, que buena parte de eso que ya describimos como Nueva Comedia Americana también le debe algo a Los Muppets. Quizás esta era la mejor forma de explicarle al mundo que los tiempos no se superan, sino que cada tiempo nuevo encierra algo del viejo que pugna por volver, como diría Emerson “como el pensamiento de los genios, que es el pensamiento que reconocemos como propio volviendo a nosotros con alienada majestuosidad”: como Walter, todos somos Muppets, sólo faltaba alguien que nos recordara lo importante que es jugar.
La alegría hecha película Es muy difícil hablar de un film de este tipo, donde se combina perfectamente todos los ingredientes necesarios para ser una gran película. Al ver Los Muppets, el espectador se encontrará con una primera etapa donde cualquiera se puede sentir identificado con el recuerdo de una infancia feliz con entrañables amigos. Otra parte en la cual el film se transforma en un Road Movie a través de los estados del país del norte, en busca de los integrantes que se encuentran esparcidos desde Los Ángeles hasta París. Y para finalizar un desenlace donde todo puede pasar y se entremezclan las canciones, la nostalgia, la esperanza y hasta se hace un lugar para la acción. La cinta va narrando lo que ocurre durante las vacaciones en Los Ángeles de Walter, el fan numero uno de los Muppets y sus amigos Gary (Jason Segel) y Mary (Amy Adams), pero es ahí donde descubren que el petrolero Tex Richman (Chris Cooper) planea arrasar con el Teatro de los Muppets para hacer una inmensa perforación y extraer el petróleo hallado debajo del viejo estudio.Piggy Para salvar el teatro de este millonario sin escrúpulos es necesario reunir a todos los personajes y montar el mayor show de los Muppets jamás visto, para recaudar los US$ 10 millones. Walter, Mary y Gary ayudan a Kermit a congregar nuevamente a los Muppets, cuyas vidas ahora han tomado rumbos diferentes: Fozzie trabaja en un casino de Reno con una banda tributo llamada los Moopets donde también toca Dave Grohl (Foo Fighters); Miss Piggy es una editora de moda de talla grande de la revista Vogue Paris; Animal se encuentra en una clínica de Santa Bárbara para aprender a controlar su ira junto a Jack Black. Todos los personajes tienen su minuto de fama y son bien reconocidos, además de tener mucho humor entre ellos (Miss Piggy que por un viejo rencor a Kermit, es remplazada por un cerdo disfrazado) y sobre todo haciendo partícipe al público de sus humoradas. Este magnífico film es dirigido por James Bobin, (director, guionista y productor ejecutivo de la serie de HBO “Flight of the Conchords”) y posee actuaciones especiales únicas de numerosas celebridades como Selena Gomez, Jack Black, Danny Trejo, Whoopi Goldberg, el ya nombrado Dave Grohl y la bella Emily Blunt. Los Muppets es una cita obligada para ser disfrutada tanto por grandes, como por chicos que desean sentir que los sueños pueden hacerse realidad.
Regreso con gloria Tras largos años de ausencia y cuando nadie se lo esperaba – Los Muppets en el espacio data de 1999- se produjo uno de los regresos cinematográficos más alentadores de la década. Los Muppets volvieron a la pantalla grande como sólo lo hacen los grandes: con gloria y una película con muchas lecturas posibles. La película cuenta la historia de Walter, un “muñeco” con familia de carne y hueso. Walter es fanático de Los Muppets y su sueño es poder conocer los famosos Muppets Studios de Los Ángeles. En conclusión, y para no develar demasiados detalles de la trama, Walter terminará en los famosos estudios escuchando una conversación sobre la posible demolición de los mismos, y ante lo que para él es una tragedia se las ingeniará para llegar a Kermit, la rana, y convencerlo sobre el motivo del porqué Los Muppets deberían volver a actuar y así poder salvarlos. En Los Muppets (The Muppets, 2011) hay dos películas dentro de una (o tal vez muchas más). Una para los más chicos y otra para los grandes que fueron parte de la “generación muppet”. La primera es una historia con todos los tópicos súper probados y con éxito asegurado. El cuento que propone tiene todos esos elementos que Disney pregona en todas sus obras y que los más pequeños saben disfrutar. La segunda película, aquella que verán los grandes, es claramente generacional con todos los guiños posibles hacia aquellos que vivieron la etapa más exitosa de Los Muppets y que hoy vuelven al cine para encontrarse con sus ídolos de la infancia. Es en esa segunda película en donde aquellos que pasaron los treinta encontraran que Los Muppets no es sólo una película infantil sino mucho más que eso. Es en esa segunda lectura que Los Muppets propone donde queda de manifiesto una crítica hacia Hollywood y todo lo relacionado con la fama, la gloria, el apogeo y la decadencia de las estrellas. En este caso no son otros que los propios Muppets que alejados del estrellato deberán hacer lo posible para sobrevivir en el mundo común y corriente. En este sentido Los Muppets se parece más a películas como Las reglas del juego (The Player, 1992) que a La bella y la bestia (Beauty and the Beast, 1991), por citar un producto la factoría. De la misma manera que de una mamushka van saliendo nuevas muñecas, de Los Muppets van saliendo nuevas capas con posibles lecturas. Habrá quienes estarán de acuerdo, quienes no, quienes encontrarán otras y quienes no encontrarán nada. Pero lo que no cabe la menor duda es que más allá de esta hipótesis de lectura para ver ésta nueva cinta de Disney, Los Muppets se supieron reinventar y brindar una de las mejores historias de toda la historia muppet. ¡Bienvenidos sean!
No se si fue la nostalgia natural que sale de estos personajes, o el mérito de la producción en buscarla directamente, pero disfruté mucho Los Muppets en el cine. Quizás alguno se queje de sus musicales, pero para mi fue una fiesta. Un humor viejo que puede ser mechado por estos números y con sus letras entretener. Amy Adams es de lo mejor que le pasó a Hollywood en los últimos años, y acá se luce en otra faceta. Si bien en Encantada había tenido un papel de "Disney", está realmente maravillosa y es un placer verla. Todos los personajes están increíbles y el "nuevo" no desentona. La historia en si está muy buena, y lo loco es que el malo quiere cambiar todo, borrando y pisoteando la historia de Los Muppets... lo cual se contradice con la misma Disney imponiendo el nombre de Kermit sobre la Rana René por motivos de globalización. Quedó claro que siempre se llamó así... en USA!! no en Latinoamérica. No se negocia, es la Rana René y punto. Todos los guiños a la historia de los Muppets, donde mechan temas cinéfilos como lo de El diablo viste a la moda, y todas las apariciones de actores se cine y series, son bocanadas de aire fresco en la cartelera. Vi la función en inglés con subtítulos y espero el estreno para volver a verla en castellano con mi hija, que creo la va a disfrutar tanto como yo, pero sin tanta emoción. Los Muppets es una fiesta en el cine, y hay que sentarse a verla sin prejuicios. Hermosa.
Nostálgica y a la vez moderna -sin exagerar-, Los Muppets representa un jubiloso regreso de uno de los mejores productos de entretenimiento (¿infantil?) contemporáneo. Luego de varias películas previas memorables que ya datan de un par de décadas, ahora estos delirantes muñecos o títeres de paño regresan en su formato original y con las técnicas primigenias con las que fueron concebidos. Y de la mano de Disney, que se hizo cargo hace unos pocos años de la licencia, relanzando las inolvidables creaciones de Jim Henson a través de un largometraje que conserva su esencia y a la vez tiene el sello de la emblemática productora. La trama incluye un nuevo personaje llamado Walter que es el hilo conductor del film, una criatura que los admira incondicionalmente y que no advierte su propia e inconfundible categoría de Muppet. Él desencadenará una trama divertida que se reserva toques sentimentales y melancólicos en lo que respecta a la supervivencia del grupo, a los que el aporte de la ironía y la sátira resultan ingredientes infaltables. Canciones, pasos de baile y squetchs a cargo tanto de ellos como de los intérpretes humanos forman parte de una propuesta sustanciosa, que presenta actores fenomenales con roles importantes o fugaces, como Chris Cooper, Jack Black, Zach Galifianakis, Jason Segel, Amy Adams y Whooppi Goldberg, entre otros. Con respecto a los destinatarios de esta pieza intensamente disfrutable, no son fáciles de determinar. Es verdad que los niños están incluidos entre los espectadores posibles, pero no son los únicos; los de treinta para arriba que accedan a la versión original en inglés, que es casi como una película diferente, están primeros en la lista. Y como si todo esto no fuera suficiente, el nuevo corto de Toy story, se ocupa de la suerte de los muñequitos que se incluyen en los menús de las hamburgueserías y es un absoluto hallazgo.
LA MAGIA ESTA DE VUELTA En el pasado siglo, a mediados de la década del cincuenta, un joven llamado Jim Henson tomó un viejo abrigo de su madre, un par de pelotas de ping pong y con un corte por ahí y otro por allá creó una títere de mano similar a un lagartija. Unos años después ese muñeco algo indefinido tomó forma y -cambio más, cambio menos- se convirtió en la rana que durante años, doblaje mediante, conocimos como René y que ahora por esas cosas del marketing global se nos presenta como Kermit. Henson creó además una galería de personajes entrañables que fueron presentados en "Plaza Sésamo", show educativo infantil, y otros que cobraron notoriedad en "El Show de los Muppets" de 1976. Desde entonces tanto René como Miss Piggy, Animal o Figaredo, por citar algunos, han sido personajes populares en todo el mundo. En esta nueva película, Gary (Jason Segel) junto a su hermano Walter, que es un muppet pero aún lo sabe, crecen viendo los programas de tv que tienen a la rana y cía como protagonistas. Son fanáticos a tal punto que cuando Gary emprende un viaje de compromiso con su novia también lleva a Walter para que visite los estudios donde se hacían los shows. Es durante esa visita que Walter descubre algo terrible: un ambicioso y desalmado empresario desea destruir esos estudios para hacer un negocio inmobiliario. Con la información caliente Walter emprende la tarea de encontrar a la rana Kermit y al resto del grupo para que hagan un último show que sirva para recaudar el dinero necesario para salvar los estudios. La aventura está repleta de gags, la mayoría de ellos efectivos. Este cronista disfrutó y rió hasta las lágrimas con más de una escena, especialmente la del cuarteto de barberos cuando "atienden" a un castigado Jack Black, uno de los que se prestaron al juego de cameos que incluye a Alan Arkin, Mickey Rooney, Dave Grohl y Whoopi Goldberg entre otros. Tanto Jason Siegel como Amy Adams acompañan a las verdaderas estrellas de la película asumiendo claramente su rol. El estilo de humor de los Muppets se remite a la base de la comedia, al sinsentido, a lo disparatado. Nadie se puede quedar afuera, todos pueden disfrutarla, desde el niño hasta el abuelo. Y eso es muy bueno en los tiempos que corren. La propuesta de "Los Muppets" nos deja un par de cuestiones que no son menores frente al tipo de cine que vemos ultimamente. En primer lugar, la idea de una construcción colectiva, donde no hay héroes individuales sino un éxito obtenido gracias al trabajo en común. Y por otra parte, el hecho que los más chicos puedan volver a disfrutar de un viejo arte que no requiere de costosas tecnologías ni extraños artilugios, solo de un poco de imaginación y complicidad para que la magia se haga realidad, esa magia creada por el joven Henson hace más de medio siglo.
La película con los personajes de Jim Henson transmite felicidad y emoción A 35 años de su creación, los Muppets mantienen intacta su magia gracias a una película que, si bien apela de manera casi inevitable a la nostalgia, no se queda en el mero ejercicio autorreferencial o en la comodidad del homenaje a pura melancolía, sino que -por el contrario- propone un regreso a lo grande, lleno de humor y alegría. El resultado es un film lúdico e inteligente (y, por lo tanto, de carácter multitarget), que celebra con creatividad y fluidez géneros clásicos de Hollywood como el musical o la comedia (tanto física como verbal). En estos tiempos de presupuestos multimillonarios y sofisticados efectos visuales, los Muppets es una bienvenida "anomalía": una producción muy austera para los cánones del cine norteamericano actual, cuyo principal objetivo es el lucimiento de unos pequeños muñecos de trapo con un corazón enorme. Una joven pareja (Jason Segel, también coguionista del film, y Amy Adams) sale de la previsibilidad del pequeño pueblo de Smalltown para acompañar por todo el país e incluso por el exterior a Walter (la principal incorporación de la película), un muñeco que se declara el fan N° 1 de los Muppets , en su intento de reunir al desintegrado grupo con la idea de salvar el viejo teatro/estudio de la troupe, que está a punto de caer en manos de un desalmado petrolero (Chris Cooper). En una verdadera carrera contra el tiempo, la única opción que les queda es recaudar 10 millones de dólares en un improvisado show televisivo. Estamos ante una película que regala una nueva idea cada 30 segundos (algunas buenas, otras geniales) en un derroche de ingenio y a partir de una capacidad de sorpresa a la que Hollywood nos tenía desacostumbrados desde hacía mucho tiempo. Incluso cuando apela al artificio de los musicales de estudio, a los anacronismos o a algunas situaciones casi ingenuas, la trama siempre fluye de la mejor manera. El film juega con el espíritu del rock (allí están la escena de la banda tributo Los Moopets o la idea de la reunión de un viejo grupo con varios integrantes en decadencia) y luego "dialoga" con buena parte de la mejor historia de la comedia norteamericana, sin por eso desviarse de su misión central: reivindicar la esencia de Kermit/René, de Miss Piggy y de las otras queribles creaciones del legendario Jim Henson; entretener, sostener el suspenso hasta el final y, sí, emocionar con los mejores recursos. Cartón lleno. Lo más parecido que el cine puede ofrecer en términos de euforia y felicidad. PD: Aquellos que concurran sin niños pequeños tienen la opción de disfrutar de la versión original con subtítulos. Son sólo tres salas las que la exhiben en esas condiciones (Showcase Belgrano, Norte y Córdoba), pero vale la pena buscarlas. PD 2: Se recomienda llegar con puntualidad a la función. Antes de los Muppets se exhibe Extra Small ( Small Fry ), notable corto de Pixar ligado a la saga de Toy Story . Un excelente aperitivo antes del plato principal.
Los Muppets, esa manera de ser felices La sencilla historia que sirve de excusa para el desfile de los muñecos creados por Jim Henson es uno de muchos aciertos. Los Muppets no sólo entretiene y deslumbra con coreografías que explotan todo recurso: sobre todo, cumple con el noble arte de hacer reír. Hacer reír no es cualquier cosa. Más aún, la risa es quizá la más humana de las cosas. Cualquiera sabe que hay más de una especie animal que llora, pero ninguna que realmente ría; bueno, tal vez los simios de algún documental sí puedan, aunque nunca se sabrá si tales monos son reales o sólo se trata de una nueva changa de Andy Serkis. Ahora bien, el hecho de que sólo las personas tengan el don de la risa es tan cierto como que no hace falta ser humano para hacer reír. Y hasta es posible que algunos paneles de goma espuma recubiertos de accesorios diversos sean más efectivos a la hora de causar gracia que varios mamotretos de carne y hueso. Por eso, porque consigue hacer reír de forma legítima y franca, la película de Los Muppets es un regreso con gloria de la troupe de marionetas de esponja creada por el titiritero Jim Henson en los años ’70. Y aunque ese es ya un gran mérito, hay mucho más. Siempre da miedo cuando el cine se propone un rescate de las características que tiene esta reaparición de Los Muppets, porque no caben dudas de que lo más importante es el negocio que lo sostiene. No hace falta decir que cuando Disney compró la licencia de los personajes en 2004, todo lo demás era cuestión de tiempo. Con todas las desconfianzas que ello implica. Porque, con el cariño que se le puede tener al recuerdo de estos muñecos que alegraron tantas infancias y adolescencias, es sabido que Disney es tan capaz de las más luminosas genialidades como de los despropósitos más prescindibles, y el miedo de acabar odiando a René, Piggy y el oso Figaredo cruzó la imaginación de muchos. Por fortuna, se ha dicho, Disney ha conseguido en los últimos años trabajos exitosos que exceden el límite de lo meramente infantil. Basta recordar de manera nada gratuita esa magnífica comedia que es Encantada (2007), que confirmó a Amy Adams como gran comediante y Chica Disney. Como aquella, que con un notable timing se permitía hacer leña de los clichés de las películas de princesas, Los Muppets pertenece a esa familia en donde el sarcasmo y la autoconciencia paródica son los rasgos más destacados. Que la historia sea sencilla en este caso no es un demérito: lo simple y bien contado es un logro tanto o más notable que otros, más complejos sólo en apariencia. Walter es un Muppet, pero forma parte de una familia común y ha crecido junto a su inseparable hermano Gary. Aunque decir que ha crecido es sólo eso, un decir: mientras Gary se ha convertido en un hombre atrapado en el enorme cuerpo del actor Jason Segel, él sigue siendo el mismo muñequito de siempre. Consciente de las diferencias, como si encontrara más familiaridad en la tele que en su casa (no hace falta ser muñeco para pasar por eso en la infancia), Walter se vuelve fanático de los Muppets. Por eso, cuando Gary planea un viaje a Los Angeles con su prometida Mary (sí: Amy Adams), no puede no invitar a su esponjoso hermano para que pueda conocer el hogar de sus héroes. Pero el tiempo ha pasado y el parque de los Muppets es casi un baldío. Perdido por perdido, Walter consigue entrar sin ser visto a la vieja oficina clausurada de la rana René... perdón: Kermit (por alguna razón, de seguro comercial, se ha prescindido del uso de los nombres locales de los personajes para privilegiar los originales: una decisión invasiva y arbitraria que le quita puntos a este regreso). Allí escucha una conversación que no debía ser oída. Un magnate petrolero (Chris Cooper, efectivo como siempre) acaba de comprar el predio con la excusa de repararlo, pero su verdadero propósito es explotar una veta de crudo hallada bajo las instalaciones. Apoyado por su hermano y su cuñada, Walter tratará de contactar a René (bueno: Kermit) para que vuelva a reunir al equipo y salvar el parque. Llena de canciones y coreografías ingeniosas, que tanto explotan el recurso del absurdo como la complicidad con la platea, no sería raro encontrar alguna de ellas en la lista de nominadas a los Oscar. Otra virtud de Los Muppets reside en aprovechar la gran paleta de humores que siempre tuvieron sus personajes, de lo más infantil a lo descabellado. Mérito del guión imaginado por el propio Jason Segel en compañía de Nichollas Stoller. Pero más aun del propio Segel como protagonista; de la gran elección de Chris Cooper como villano, y de la notable Amy Adams, que ya merece ser mencionada como heredera del trono que hace años dejó vacante Julie Andrews. Por no hablar de los muñecos: la veleidosa Piggy; Animal, el baterista salvaje; el oso Fozzie (alias Figaredo); los viejos malhumorados y, claro, Kermit la rana, a quien nadie debería dejar de llamar René.
Ser o no ser (Feliz) Volvieron Los Muppets. Podría decir eso pero la realidad es que nunca se fueron. Al menos no lo hicieron para mí. Porque la rana René (o Kermit), la cerdita Piggy, el oso Fozzy o el dios-sabe-que llamado Gonzo nunca se fueron. Forman parte de mi imaginario, al igual que Laberinto (con el genial David Bowie, también creación del gran Jim Henson) o Los Goonies (Donner + Spielberg). Así de sencillo: Los Muppets. Si los descubrí en la televisión o en el cine ya es un recuerdo oculto en mi memoria, una que no me interesa desentrañar ahora, pero lo que si me interesa es lo que Los Muppets representan en esa memoria. Eso se puede expresar en una palabra, felicidad. Este regreso a nivel cinematográfico cuenta la historia de dos hermanos de un pequeño pueblo (literalmente hablando), uno es Jason Segel (espíritu detrás de este reaparición, actor, guionista y amante muppetiano), el otro, Walter, que es un tanto diferente. Este último descubre un día viendo la televisión lo que es (o lo que desea ser), un Muppet. De ahí en más, su sueño será conocerlos. Un viaje por parte de su hermano y su novia (la gran Amy Adams) a Los Angeles le da esta oportunidad. Cuando llegue descubrirá que el tiempo pasado fue mejor. Dispersados, Los Muppets son un recuerdo, y que además, un petrolero (Chris Cooper) quiere robarles su hogar en los estudios. A quien irán a buscar para evitarlo es al centro de todo ellos, a esa verde rana llamada René. Triste y dubitativo, es este el momento donde la melancolía nos arrastra, porque hasta René duda si acaso en este tiempo son posibles Los Muppets. El recuerdo de los amigos ayuda (con una gran canción) para comenzar ese viaje de reencuentro. Este recorrido es uno de los mejores momentos de la película, un road trip maravilloso (Incluido un genial cameo de Dave Grohl, cantante de Foo Fighters) donde los saltos temporales, viajes por mapa (¡bravo!) y otras yerbas nos van a mostrar algo que uno ya sabía, Los Muppets nunca dejaron de estar vigentes. Luego de la reunión deciden intentar salvar su hogar de la única manera posible: montando un show. La forma de salvarlos/nos es cantando, haciendo reír. Así este show que tendrá como invitado a un Jack Black contenido (¡de la única manera posible!), un impensado cover de Nirvana, y mucha fiesta, será la conclusión de esta aventura. Ser o no ser feliz. ¿Soy un humano o soy un Muppet?. Este tema (también musical) es el corazón de la película. Porque lo que se define en este film a través de esos hermanos es que Los Muppets (hasta los más descarriados) defienden la felicidad, los humanos, tienen sus momentos. Para eso están ellos, para completar esos otros momentos. ¿Este mundo es mejor con Los Muppets? Indudablemente SI lo es. La mejor forma de entenderlo es escuchando Life is a Happy Song, porque la felicidad es una Muppet Song. Gracias por estos Muppets inmortales Sr. Jim Henson. Mahna Mahna.
Ninguna crítica estaría completa sin volver a destacar la originalidad de la campaña de marketing de Los Muppets, primer caballo de batalla que daba cuenta que el regreso de las creaciones de Jim Henson era en serio. Cuando la mayoría solo busca cumplir, los realizadores estiraron ambas manos para abrazar el mundo de posibilidades que estos personajes son capaces de ofrecer. Así, la movida publicitaria más inteligente, divertida y creativa del año ubicó la barra demasiado alto como para que el resultado pudiera cumplir las expectativas. Por supuesto el trabajo no termina ahí, si así lo fuera, y parafraseando a Amy Adams, sería una película muy corta. Y como este no es el caso, hay 103 minutos de pura fiesta por delante, un film colorido y refrescante en el que todos se lucen, hombre o muppet. Los Muppets son música y, como no podría ser de otra forma, esta ocupa un lugar de predominio en este proyecto. Las canciones, no obstante, no son las típicas agradables y descartables que acompañan a una película infantil, son verdaderas composiciones totalmente integradas al desarrollo, cargadas de contenido y, sobre todo, disfrutables por fuera de las imágenes. Life's a happy song, Man or Muppet, grandes creaciones de Bret McKenzie cuyo involucramiento es fundamental, al igual que Pictures in my head son claros ejemplos de esta intención de trascender. Y de esta forma, en caso de que efectivamente esto sea todo para dar un último show, todos se aseguran de que este sea inolvidable. En este punto es necesario destacar a la dupla que hizo todo posible, Nicolas Stoller y el genial Jason Segel. Tras haber trabajado juntos en la muy buena Forgetting Sarah Marshall, ambos acercaron a Disney la idea de una última película sobre estos personajes, la anterior es del '99, planteo que elaboraron desde el inicio. Desde algún tiempo atrás la industria viene reconociendo, en forma tardía como siempre, la capacidad de Segel para el humor, algo que queda de manifiesto por su participación, con la excepción de Gulliver’s travels, en los mejores exponentes de la comedia en los últimos años. The Muppets es un film que atraviesa a todas las generaciones por igual, a los niños que se ríen de una marioneta que habla, a los adultos que entienden lo que esta está diciendo, a aquellos que crecieron junto a ellos, a los que disfrutaron de los Muppet Babies o a los que nunca los vieron. Es también una cadena interminable de aciertos que van desde el enorme papel de Chris Cooper con sus maniacal laughs para la historia (¡es genial ser él!) hasta la involuntaria dupla cómica en la que Jack Black se ve envuelto, pasando por más de una hora y media del mejor humor, que si bien está actualizado no pierde ni la magia ni las raíces de estos encantadores personajes. Es que a decir verdad, la vida es una canción feliz, pero lo es más aún si son los Muppets los que la cantan.
De vuelta, con todo Hacía mucho tiempo que los Muppets no aparecían por la gran pantalla. Es cierto, tampoco habían desaparecido del todo, pero apenas si se los alcanzaba a ver en algún programa de televisión, alguna aparición por internet o una no demasiado nueva película para televisión, que invariablemente no estaba a la altura de la propia tradición de los Muppets. Ahora Disney decidió relanzarlos, hacer que exploten en las carteleras para atraer nuevas generaciones de admiradores potenciales. Pero todo el marketing no tendría sentido sin una buena película por detrás. Los Muppets, esa especie de refundación del mito Muppet (que incluso recurre a la historia de la formación del grupo a través de un auto, como se había visto en su primera película), respira amor, respira cierta nostalgia, respira un aire inocente que hoy en día resulta casi retro. La marca de Jason Segel está por todas partes. Quienes hayan seguido la carrera de este actor fundamental de la comedia americana contemporánea no pueden sorprenderse del todo al verlo rodeado de títeres. Hace algunos años protagonizó una película (que también coescribió) cuyo punto cúlmine (en narración y en desarrollo de los personajes) se daba con una representación teatral de Drácula en versión musical hecha con Muppets. Era Forgetting Sarah Marshall. Ahora el mismo equipo se juntó para escribir el guión de Los Muppets y Jason vuelve a protagonizarla, esta vez junto a Amy Adams. El elenco no podía ser mejor. El argumento de Los Muppets (como había pasado, por otra parte, en buena parte de sus películas anteriores) es apenas una excusa: un magnate del petróleo quiere comprar los antiguos Muppet Studios, hoy abandonados, para destruirlos y buscar petróleo. Para evitarlo, los Muppets deben reunirse. Cada punto de la trama es simple y unidireccional: el malo es el malo, su excusa para querer destruir a los Muppets es absurda. Pero la película juega siempre con eso, como juega con todo. Hasta el nombre de los protagonistas humanos es un juego: Gary (Segel) está de novio con Mary (Adams), la cual se quiere casar (en inglés "marry"). Todo entra en el espiral multicolor de caos, diversión y liberación que son los Muppets. Sin embargo, y a pesar de la gran cantidad de chistes metalingüísticos (chistes sobre cómo esto que estamos viendo es una película y responde a códigos propios), los Muppets conservan el centro de inocencia que siempre tuvieron: lo importante son los amigos, lo importante es el amor, todo puede ser sencillo y feliz, todo puede ser mágico. Forma parte de la ética del espectáculo que son los Muppets y en buena medida el aire nostálgico y el riesgo que implica esta apuesta que es volver a lanzar a los Muppets tienen que ver con una duda: ¿podrán volver a ser relevantes los Muppets en un mundo que parece haberse vuelto más cínico y estridente? Los propios personajes se lo preguntan. La ficción da su respuesta, a tono con los Muppets, la taquilla dará la suya. Pero mientras tanto, no podemos dejar de sentir la felicidad que nos abre esta nueva y maravillosa película Muppet, este mundo mágico, musical y lleno de colores. El aire hippie de Henson sigue vivo, sigue resistiendo y gracias a Jason Segel ofrece una de sus excursiones más vivas por la pantalla. La felicidad es un número musical coreográfico bailado por las calles de Smalltown, el amor es los ojos de Amy Adams, la amistad es la rana Kermit (aka "René"), la maduración es un dúo entre un Muppet y un hombre. Todo, todo parece entrar en el caleidoscopio que son los Muppets. Solo podemos disfrutarlo.
Anexo de crítica: Los Muppets funciona como comedia ATP (aunque los más chicos quedarán varias veces afuera del convite); como ingenioso ejercicio de nostalgia y en gran medida como producto redondo que intentará sacar dividendos con la misión de seducir a un espectador que creció con el show televisivo -que por más localista que resultara formó parte de la infancia televisiva argentina en los tempranos 80- y para quien el film de James Bobin reserva varias sorpresas a modo de gran homenaje al grupo encabezado por la rana René, el oso Figueredo, Gonzo, Animal, la arrogante Miss Piggy, el cocinero y sus gallinas, la banda de rock y los entrañables y cínicos ancianos, entre otros. Quienes tengan en la mente reencontrarse con ese pasado que jamás volverá; recuperar la inocencia aniñada para reírse con lo políticamente incorrecto -pero siempre sanamente- sentirán cosquillas y posiblemente podrán contagiar a los más pequeños que mirarán absortos como sus padres alguna vez también fueron niños.
Historia de muñecos Con guiños al pasado y encantadores números musicales, las clásicas criaturas regresan con gloria. No era una tarea sencilla hacer regresar a los Muppets. Por varias razones. Muñecos de una era predigital, caseros en su factura, hay algo que los aleja y mucho del modelo de entretenimiento infantil actual. Y hasta sus comportamientos están bastante distanciados del tono irónico que prima hoy en el rubro. Es que Los Muppets son criaturas sencillas, de corazón abierto, un humor algo retro y, si se quiere, demodé. Pero la tarea se pudo cumplir gracias a dos factores que funcionaron a la vez. Por un lado, Jason Segel, comediante de la escuela Judd Apatow ( Ligeramente embarazada ), se cargó con el proyecto –escribió el guión y protagoniza el filme- y, por otro, tuvo la colaboración de James Bobin y Bret McKenzie, director y músico, parte del grupo que hizo de Flight of the Conchords una de las comedias de culto más entretenidas de la TV y que posee un espíritu similar. Lo que lograron es un filme clásico, respetando la lógica de los personajes, pero adaptado a un mundo que no entiende ni qué son ni a quién le importan los Muppets. Gary (Segel) y su hermano Walter se obsesionan con los Muppets al punto de que cuando Gary viaja a Los Angeles con su novia Mary (Amy Adams), Walter decide acompañarlos para visitar a esas adoradas criaturas que, sospechosamente, se parecen tanto a él. Al llegar encuentran que el teatro de los Muppets está casi en ruinas, que un empresario petrolero (Chris Cooper) quiere comprarlo para perforar esa zona, y que los muñecos están alejados entre sí, muchos de ellos peleados. La trama contará el intento de Walter y Gary de reunir a los Muppets (de la rana René/Kermit a Miss Piggy, pasando por Animal, el oso Fozzie/Figaredo y todos los demás) para montar un show y recaudar dinero y así salvar al teatro. Pero la trama es casi secundaria. La simpatía del filme está puesta en su espíritu lúdico, jovial y en la manera en la que su formato de casi irónico musical (hacen canciones y luego miran a la cámara admitiendo lo agotador del asunto, o viajan rápidamente de lugar a lugar “vía mapa” y en la pantalla se ve… un mapa y una línea que los lleva de un lugar a otro) no hace perder de vista del todo que es un musical, con canciones pegadizas. Y hasta tiene un momento autorreflexivo (durante la canción Man or Muppet ) que hace recordar a los conflictos de los personajes de Toy Story y que logra emocionar. Con sus típicas apariciones breves de famosos (Mickey Rooney, Selena Gomez, Dave Grohl y una no tan breve de Jack Black), la película pierde un poco de fuerza al no lograr que el nuevo personaje esté a la altura de los clásicos. Pero las animaladas de Animal, la simpatía de Fozzie y las peleas “románticas” de Kermit y Piggy, además de los chistes que incluyen un grupo de falsos Muppets (en los que se destaca una falsa Piggy, Poogy) sostienen la felicidad que provoca el reencuentro entre estos viejos amigos. Y de estos amigos con los que están en la sala, y con los que, si la magia se produce, serán amigos a partir de ahora.
La inteligencia al poder del revival Después de 12 años de ausencia de la pantalla grande, vuelven relanzados por Disney los famosos muñecos que inventó Jim Henson, mezcla de títeres y marionetas. El resultado es tan entretenido como eficaz y tierno. Para toda una nueva generación, Los Muppets son una leyenda, un programa legendario, con sus películas y cambios a través de los años. Desde su origen, estas creaciones de Jim Henson marcaron la diferencia en el mundo del espectáculo infantil. Los niños siempre disfrutaron de estos personajes, pero desde siempre, Los Muppets fueron un show adulto, lleno de inteligencia y complejidad. Famosos por llevar invitados famosos a su show de TV, cuando los personajes llegaron al cine lo hicieron junto con un número enorme de invitados especiales. En aquella, su primera película, se encuentran las bases más fuertes del film que hoy se estrena. Se repiten, sí, varios invitados especiales, pero sobre todo se recupera el espíritu emprendedor y la ética de grupo de aquella película de 1979 llamada Llegan Los Muppets (The Muppet Movie). También recupera la idea del viaje: mientras que aquella el proyecto era hacer una película (y era nada menos que Orson Welles quien les daba el visto bueno al final) acá de lo que se trata es de salvar el teatro de los Muppets. Y una vez más, la película navega entre una entretenida narración clásica, y la absoluta modernidad de ser un film que reflexiona sobre sí mismo todo el tiempo. La película cuenta el proceso por el cual los Muppets vuelven a la fama y cómo ha cambiado, en algunos aspectos, el mundo a su alrededor. La película propone un juego de gran inteligencia, donde las capas de metalenguaje y autorreferencia se multiplican permanentemente, pero esto no impide la emoción y la alegría de los queridos personajes que creó Jim Henson. La renovación generacional y el acercamiento al nuevo público viene por varias vías en esta ocasión. El director es Jason Bobin, director de la polémica serie Ali G, protagonizada por Sacha Baron Coen. La actriz es Amy Adams, premiada y reconocida actriz dramática así como gran comediante. Y los guionistas son dos: por un lado Nicholas Stoller, creador de dos grandes comedias: Forgetting Sarah Marshall y Cómo sobrevivir a un rockero. El otro guionista, productor y protagonista del film, es Jason Segel, una de las grandes figuras de la comedia americana actual. Todos se lucen en lo suyo, aunque Segel por momentos parezca un poco arrastrado por su ego y ocupe un poco más de espacio del que la película naturalmente le habría destinado. El resto de los personajes legendarios de los Muppets, así como algunas estrellas invitadas completan esta fiesta entretenida donde el máximo valor está puesto en la inteligencia de todo el proyecto.
¡La vida es una canción alegre! Los Muppets, estas brillantes criaturas de Jim Henson que lograron conquistar durante años la televisión, los cines, el merchandising y, en definitiva, el mundo, vuelven luego de varios años de silencio mediático (siguieron existiendo, claro, pero en otras plataformas, como DVD o internet) a la pantalla grande con una película alegre, feliz, llena de color y optimismo. Una película que hace que uno salga del cine con ganas de cantar y darle un ramo de rosas a una viejita. Una película que, conozcan o no a estas marionetas, deben ver. Pero vamos al principio. La película comienza presentándonos a Water, el chico (marioneta, mejor dicho) más fanático de Los Muppets del universo. Su hermano, Gary (Jason Segel) está en pareja con Mary (Amy Adams) y pronto cumplirán un nuevo aniversario de su relación, por eso planean un viaje a Los Angeles, en donde pasarán una velada romántica. Pero lo que iba a ser una vacación se termina convirtiendo en una salida de amigos cuando Gary invita a Walter al viaje para llevarlo a conocer el teatro de Los Muppets. Cuando llegan allí, ven que el lugar está abandonado y que, para colmo, un malvado multimillonario (Chris Cooper) quiere comprarlo solo para volarlo al demonio y excavar en busca de petroleo. Walter no permitirá eso, así que irá a buscar a la rana Kermit (ex René) para advertirle de la situación. Solo hay una forma de rescatar el teatro, y es juntando diez millones de dólares, ¿cómo podrán hacerlo? ¡Pues claro, reuniendo a todos Los Muppets en un teletón solidario! Pero hay un inconveniente: Miss Piggy no quiere volver, ya que es una empresaria editorial exitosa en Francia, Gonzo es un reconocido fabricante de sanitarios y Fozzie tiene una banda tributo a Los Muppets (Los Moopets) en Las Vegas. Todos tienen cosas que hacer, ¿querrán volver para recordar viejos tiempos y así salvar el teatr0? Con ese planteo arranca una película llena de gags cómicos, canciones, chistes tontos y guiños para los más veteranos. Y es que hay que admitir que esta entrega de Los Muppets está más orientada para los que tenemos de casi-treinta para arriba, ya que no hay una presentación de personajes ni una historia previa: el director James Bobin supuso que todos conocíamos a Los Muppets (¡y deberíamos!) lo cual no es un defecto, pero cierra un poco las puertas al gran publico. Hay muchos puntos altos en esta película, desde Chris Cooper rapeando hasta una decena de cameos que sorprenden y hacen reir muchísimo. Por eso mismo, no los voy a adelantar. Si quieren hacer algo bueno por ustedes, este fin de semana vayan a ver la película de Los Muppets. Cuando salgan, de verdad, van a sentir que el mundo no es tan malo como parece.
Los Muppets están de regreso. Buena noticia, ya que el clásico creado por Jim Henson y Frank Oz hacia fines de los ´60 producía humor y contenidos para los más chicos con una base no sólo de entretenimiento sino también educativa. Esta nueva película dirigida por James Bobin para Disney, parte desde la introducción de un nuevo personaje muppet, Walter, fanático de la serie original, que irá de viaje a Los Ángeles invitado por su hermano Gary y la novia de éste, Mary (interpretados por Jason Segel y Amy Adams), donde tendrá la oportunidad de conocer el legendario estudio de los muppets, ya convertido en un museo. Una vez allí, descubrirá que el lugar ha sido adquirido por el maléfico empresario Tex Richman (Chris Cooper) que planea demolerlo para sacar el petróleo que subyace en el predio. Pero hay una manera de evitarlo. Y para eso, Walter, Gary y Mary iniciarán una búsqueda de los muppets con el fin de reunirlos y que hagan un nuevo show. Pero no será tan fácil. Deberán convencer a cada uno, ya que muchos han cambiado su estilo de vida. Primero irán tras la rana René (que en esta nueva versión tiene el nombre original del personaje en inglés, Kermit), que vive en la soledad de una mansión, Fozzie, que canta con una banda tributo en bares de mala muerte, Gonzo, que se convirtió en un exitoso empresario de la plomería, Animal, que está bajo tratamiento en un grupo de autoayuda para el control de la ira, y Miss Piggy, devenida en una prestigiosa editora de moda para la revista Vogue. En este sentido hay guiños a El diablo viste a la moda, y también hay otros reservados al público adulto en muchos de los diálogos y actitudes de los muppets en este retorno. Las escenas de Miss Piggy constituyen las partes más divertidas de esta nueva película, donde también se deja entrever una crítica hacia Hollywood y a la industria televisiva estadounidense actual, (tanto de los productos como de los productores del medio) donde El Show de los Muppets parece ya no tener lugar. Por otro lado, también hay algunos puntos, en especial en el guión en lo que respecta a la historia entre Gary y Mary que es bastante floja, y un doblaje al español que podría haber sido mejor, pero de todas maneras son todo el grupo de muppets los que se llevan las palmas, y los que a fin de cuentas salvan el film. Jack Black, Selena Gómez, Whoopie Goldberg y James Carville son algunos de los múltiples invitados que hacen cameos y pequeñas participaciones en la película, para dar apoyo (a veces involuntario) a los muppets y ayudarlos a conseguir su objetivo. Los más pequeños sin duda disfrutarán de los musicales que están desperdigados a lo largo de la cinta, siendo el más esperado (y el más logrado) la canción a dúo entre Miss Piggy y Kermit hacia el final, mientras que los más adultos podrán divertirse con los enredos de los muppets, las corridas a último momento y las críticas y diálogos de los muñecos más famosos de la pantalla. Una película alegre, que recupera un humor más sencillo, más sano y más atemporal, que cuenta con los pasos de comedia clásicos de los Muppets, y saca risas en una atmósfera entretenida, donde podrán disfrutar de su histrionismo tanto grandes como chicos. Publicado en Leedor el 11-01-2012
Después de varios años de no estar en pantalla, Los Muppets vuelven al cine con este film que para muchos podría llegar a parecer un bodrio infantil, pero no estarían mas equivocados ya que es una de las mejores alternativas dentro de los estrenos de esta semana. Kermit, junto con la pandilla, vuelve para brindarnos una de las mejores comedias familiares que podríamos ver, con un humor mas que interesante y que podría llegar a ser entretenido quizás mas para un público adulto. El film se disfruta desde principio a fin y simplemente no tiene desperdicios ni decaidas. El humor varía entre un chiste rápido y uno mas inteligente, pero tiene un equilibrio interesante haciendo que nos veamos entretenidos con cada minuto del film. En todo momento los personajes son concientes de que están en un película e incluso se ríen de ellos mismos, haciéndola bastante graciosa hasta en los momentos mas ridículos. Amy Adams y Jason Segel son geniales en el rol de cada uno e incluso muchos de los momentos mas graciosos se dan con sus personajes. A todo esto hay que sumarle la aparición de estrellas especiales y el resto de millar de personajes clásicos de Muppets que nos traen un poco de nostalgía y al final puede incluso emocionarnos de lo emotiva que puede llegar a ser, pasando por un frenesí de emociones inolvidable que te sacará una sonrisa incluso estando ya fuera de la sala. Cabe aclarar, por las dudas, que el film en un musical. Puede que alguno piense que las canciones son injustificadas, pero son parte de la historia y están manejadas con comedía de tal forma que en esos momentos, pese a que esté pasando algo triste, puedan llegar a sacarte una carcajada completamente inesperada. Es así que “Los Muppets” se posicionaría en primer lugar siendo, a mi parecer, la mejor elección, mucho mas si se quiere pasar un buen rato, ya que no defrauda y es completamente apta para un publico adulto. Asumo que lo demostrará también en taquilla porque de alguna forma u otra el film logra llegarte al corazón y, sobre todo, te deja la sensación de satisfecho al terminar de verla.
Feliz regreso de los Muppets Volvieron los Muppets, y ahora hasta cantan temas de Nirvana y secuestran a Jack Black para que haga de anfitrión invitado, y maniatado, en un programa con el que deben recaudar los diez millones de dólares necesarios para que un magnate malísimo no derribe su estudio en busca de petróleo. EL guión, divertido hasta lo surrealista, parece una mezcla de dos clásicos del humor setentista, «Los Blues Brothers» y «The Jerk» de Carl Reiner (en la que Steve Martin crecía con una familia negra y no se daba cuenta de que era adoptado). Aquí los protagonistas son un extraño padre y hermanos, un tipo bastante muppet (Jason Segal) y un Muppet a secas, que no se siente del todo integrado a la sociedad hasta el día que ve un video del viejo «Show de los Muppets» y se siente identificado. Tanto, que arrastra a su hermano junto con su novia al estudio de los Muppets en Los Angeles, sólo para encontrarse con un sitio semiabandonado y polvoriento donde la visita cuesta 50 centavos (el guía es Alan Arkin), y al que sólo van los turistas japoneses pensando que son los estudios Universal. Ahí el pobre descubre el complot para destruir ese sitio emblemático en busca de petróleo, y no puede no hacer algo al respecto, por lo que pronto Kermit (es decir la vieja y buena rana René del viejo doblaje al castellano) esta explicándole que hace años no se ve con sus viejos colegas, que han tomado rumbos diferentes. Gonzo se hizo rico poniendo una fábrica de inodoros, Mis Piggy es la ocupada editora de la revista «Vogue», Fuzzie tiene un show patético en Reno con un grupo llamado «Los Moopets», y así sigue la lista. Los van encontrando de uno para reunirlos y recaudar el dinero, para lo que sólo tienen un par de días. La única que se niega es Miss Piggy, demasiado herida por su ruptura con Kermit, pero obviamente en el mundo de los Muppets todo es posible. Esta es la película perfecta para público de todas las edades, ya que el humor demente de los Muppets funciona para chicos y grandes, y si bien los adultos obviamente preferirán la versión en inglés con subtítulos en castellano, hay que reconocer que las voces y sobre todo las canciones de la versión doblada son mucho más potables que en otros caoso parecidos (después de todo, los estudios Disney saben que tienen que vender en nuestro mercado el CD con la increíble banda sonora de la película). Hay gags hilarantes, muy buenas canciones escritas para este film («Hombre o Muppet» es formidable), hay Muppets de toda forma y tamaño. Jack Black casi siempre está atado, y hasta aparece Mickey Rooney para meter una línea cantada. Más no se puede pedir.
VideoComentario (ver link).
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Walter es el fanático número uno de la serie “Los Muppets” y cuando su hermano Gary, acompañado por su novia Mary, deciden llevarlo a Los Ángeles a conocer los estudios de grabación, su sueño de estar al lado de sus héroes televisivos parece estar a la alcance de la mano. Pero en Hollywood no todo lo que reluce es oro, y Walter no tardará en descubrir el ostracismo en el que cayeron sus queridos personajes. Además, el magnate petrolero Tex Richman planea derribar el Teatro de los Muppets debido a la fortuna que yace debajo del mismo. Si quiere volver a ver a sus ídolos en acción, Walter deberá convencer a la rana Kermit, Fozzie, Gonzo, Miss Piggy y al resto de los Muppets de organizar un teletón para recaudar los diez millones de dólares que cuesta la cancelación del contrato. El camino a la redención de las estrellas televisivas es igual de duro, se trate de humanos o de muñecos de felpa. Jason Segel (guionista y productor del filme) y Amy Adams son dos excelentes comediantes que se desenvuelven igual del cómodos en el humor físico, en los remates y en los pasos de comedia musical. Los nostálgicos encontrarán todo aquello que los enamoró de estos muñecos hace un par de décadas y los niños conocerán nuevos personajes y no serán subestimados: es un relato sólido que ofrece calidez y originalidad tanto en su forma como en su contenido. En breves apariciones, varias figuras del mundo cinematográfico repiten algunos de sus roles más recordados o actúan una versión exagerada de si mismos, un guiño al mismo público adulto que ahora arrastrará a sus hijos a ver la versión 2011 de los Muppets. Para tener en cuenta: antes de la proyección de la película hay una pequeña sorpresa relacionada con la saga de Toy Story. El corto es la primera aventura de los juguetes desde que están con Bonnie y el perjudicado será Buzz debido a una divertida historia de autoestima y obsequios descartables.
Maravilla nostálgica que busca reinventarse A Jim Henson lo llevamos en el corazón. La verdad es que con toda esta cosa de revisar su legado ahora que vuelve a cobrar actualidad, se agiganta su figura a la distancia. Titiritero de profesión, el hombre demostró que podía transmitir emoción a través de marionetas hechas con materiales simples, cosa impensada en su tiempo y mucho más aún hoy en día. Los Muppets forman parte de la memoria colectiva y su éxito tiene relación directa con haber encontrado un potente mix entre el humor simple y absurdo de su troupe y la magia del mundo de fantasía que lograron crear. Los más grandes nos reíamos con su show a través de las alusiones al mundo del espectáculo que eran el fuerte del envío y lo jugoso de los contrapuntos de los personajes principales, pero los más pequeños (en aquellos tiempos) se acercaban a ellos a través de la fascinación que ejercían las marionetas en su representación mental. Fantasía pura. Amalgama perfecto. Eso sucedió entre 1976 y 1891 cuando su show los catapultó a la fama. Luego, Henson logró llevarlos a la pantalla grande en varias ocasiones e incluso también hubo especiales para la televisión. A la edad de 53 años, el hombre detrás de los Muppets, nos deja y con él, muchos pensamos que ese maravilloso universo perdería fuerza. Su sello personal ya no estaría presente y la pregunta era simple, se repetía en cada fan: podrían sus criaturas sobrevivir sin la fuerza que le imprimía su padre? Lo cierto es que más allá de lo desparejo de algunos tramos de su programa, su frescura hacía pensar que podían volver con el apoyo adecuado. En 2004, Disney decidió que era hora de incorporarlos a la factoría y cerró trato con los herederos de Henson: los Muppets pasarían a formar parte de la escudería del Nro 1 en cuestiones infantiles. Pasaron los años y ahora llega a nuestras salas el primer intento de su flamante productora de reinstalarlos en el mercado. Si bien es prematuro hacer números sobre cómo les fue en EEUU, (no tan bien como esperabamos), lo cierto es que la industria festeja su regreso con entusiasmo. El público? Bueno, ese es otro cantar... La película fue celebrada por la crítica internacional y si bien, en líneas generales, coincido con muchas de sus visiones, lo cierto es que la trama de "The Muppets" es muy básica. Lineal, sin muchas sorpresas. Arranca con una pareja de hermanos, Gary (Jason Segel) y Walter, que van creciendo juntos. Este último, en realidad, es un muppet clásico, y como tal, está medio desenfocado en el mundo humano. La verdad, son dos aparatos porque el primero intenta siempre sobreprotegerlo y eso genera situaciones entrañables y bizarras. La cosa es que, Gary tiene novia, Mary (Amy Adams) y quiere llevarla a conocer Los Angeles en su aniversario de pareja, pero no tiene mejor idea que invitar a Walter para que los acompañe en el viaje, cosa que él agradece mucho ya que su sueño es conocer el estudio donde los Muppets trabajaron en su época, ahora lugar turístico en dicha ciudad. Al llegar, se dan cuenta de que "el museo", no va muy bien. Y encima, dan con un empresario sin escrúpulos, Tex Richman (Chris Cooper) que piensa destruirlo porque cree que hay petróleo debajo de él. Según el papelerío legal, debe esperar que los dueños anteriores no reunan cierta cantidad de dinero para poder disponer del lugar, cosa que descuenta que saldrá de acuerdo a sus planes. Pero Walter, que andaba por ahí, escucha el relato y decide buscar a Kermit (René) y avisarle lo que pasa. Cuando el líder de la banda entienda la importancia de lo que hay en juego, tomará la decisión de ir a reunir al resto de sus viejos compañeros de escena y rearmar el show para venderlo a alguna cadena televisiva. Tarea nada fácil porque el tiempo ha pasado y cada uno de los Muppets está en un lugar y una circunstancia distinta... Tuve la experiencia de estar en una sala con chicos viendo la cinta (y con mi hija de 5 entre ellos), y todo el tiempo observé sus reacciones. Lo primero que debo decirles, es que si bien "The Muppets" es una película que se vende como para toda la familia, los que más la disfrutarán son los padres. La nostalgia va increscendo a medida que los personajes se van subiendo a la aventura. Hay humor pero está plagado de guiños para fanáticos y seguidores, hay más risas entre los adultos que en el público menudo y eso se vuelve visible cuando promedia el metraje, algunos chicos pierden interés. No es que no sea una película divertida, lo es, sólo que quienes vimos el show en los setenta y ochenta conocemos rasgos y fortalezas de cada integrante del grupo, por lo cual ante cada aparición, el festejo se desata, pero los chicos no logran una conexión plena con Kermit y su banda y es bueno que lo sepamos a la hora de organizar la salida al cine. Quizás si en Argentina se pasará el show de los Muppets, tanto como otros, se lograría una mayor llegada que apoyaría la llegada de esta película. Eso sí, como Disney sospechaba esto, salpicó de estrellas juveniles la cinta, llenándola de cameos de gente muy conocida para ese sector del público, Selena Gomez, Rico Rodríguez, Neil Patrick Harris (de The Smurfs), Jim Parsons...(y hubo varios como Lady Gaga que cayeron en la edición que ven en los cines). Hay otros actores de peso que no vamos a anticipar (que están muy bien, por cierto) y que aportan para intentar la conexión de los muñecos con su potencial nueva audiencia, pero quizás un guión más amplio y otro tipo de actores mucho más chicos hubiese ayudado más a ese fin. Me gustó y la disfruté mucho, a pesar de que la ví doblada. Advertencia importante, en las canciones, la película pierde mucho. Pero mucho eh! Hay frases que no riman, adaptaciones no muy felices... Quienes la vieron en inglés dicen que es el único idioma para verla. Prometo hacerlo nuevamente, solo, en alguna función nocturna. Los cuadros musicales que pueblan el film no lucen en castellano y empujan la nota hacia abajo, así que restale a la nota un punto si la vez en nuestro idioma. Lo bueno es que los Muppets están de vuelta. Y no es poco eh!
La creatividad es una de las características que siempre estuvo presente en los shows televisivos de "Los Muppets", personajes con particulares y divertidas identidades y habilidades, creados por el maestro Jim Henson. En esta oportunidad, con respeto a sus orígenes, con un relato divertido y emocionante, y con hermosas canciones, se demuestra que esa característica, pese al paso de los años, sigue latente.
La comunidad unida Los Muppets no participa de la actual explotación de la nostalgia que sobrevuela el cine para todas las edades. Menos aún se trata de un filme oportunista que utiliza un clásico y lo pone en 3D para acumular billetes. Es un filme autónomo y legítimo, que sí reclama y revive una tradición, la de un Hollywood medianamente civilizado. El espíritu del cine de Frank Capra y los pretéritos musicales ingenuos y felices atraviesa esta nueva versión de los muñecos concebidos por Jim Henson (El cristal encantado), lo que resulta un antídoto respecto de cierto cinismo difuso característico de varias películas destinadas a los niños. El relato es clásico: una comunidad vence a un poderoso. En esta ocasión, son los Muppets luchando contra un tal Richman, que desea apoderarse del viejo teatro de los Muppets, convertido hoy en un museo o parque temático desganado. El magnate interpretado por Chris Cooper, lector de la revista The Economist (en cuya tapa se lee "Las guerras de hoy"), cree que debajo de esa arquitectura casi en ruinas hay petróleo. Pero la rana Kermit (René), el oso Fozzie (Figaredo), Miss Piggy y todo el elenco de antaño, reclutados por dos hermanos, Garry y Walter (uno luce como un Muppet y el otro es Jason Segel , quien además es uno de los guionistas), fanáticos del programa televisivo, intentarán salvar el teatro. No es fácil: necesitan 10 millones de dólares. Y lo intentarán volviendo a la televisión por una única vez, incluso si para eso deben secuestrar a Jack Black: puede ser ilegal, pero también lo es "terminar con los Muppets". No es casualidad que el malhechor cante un rap y que el primer número musical remita a la comedia musical clásica, como tampoco la concepción de montaje en ambos casos. Los cameos de Mickey Rooney y Jack Black (no del todo aprovechado) son señas al pasado y al presente. Hay algo inconformista en Los Muppets, una suerte de inversión benevolente de Los Simpson: rockeros pero nunca pop ni cínicos. La mayor rebeldía de Los Muppets es postular discretamente una felicidad nacida de la labor colectiva, allí donde surgen la benevolencia y la alegría de estas criaturas inocentemente utópicas.
El regreso de los muñecos más locos de la pantalla La película está claramente apuntada hacia los sentimientos de esa legión de seguidores y de admiradores de los muñecos que creó Jim Henson hace casi medio siglo y que acompañaron la niñez de un par de generaciones a través de la popularidad que se ganaron gracias a su enorme simpatía, su desfachatez y su locura. El principal acierto del director James Bobin (un experimentado realizador de series televisivas) y del guionista (y actor) Jason Segel es el tono que decidieron darle a la realización. La estructura de comedia musical tradicional con permanentes toques de humor permite que la natural simpatía de los muñecos se adueñe de la película. Los personajes humanos están deliberadamente concebidos como estereotipos, precisamente para que el relato funcione sin inconvenientes al despegarlo abiertamente de la realidad. Si se tiene en cuenta que el personaje de Segel es hermano de un muñeco (Walter, fanático de Los Muppets y, obviamente, futuro integrante de la troupe) y que esto es absolutamente natural, los códigos de la película quedan claramente establecidos desde el comienzo. Y hay también frecuentes quiebres como para que el espectador siempre sea consciente del mundo de ficción que se le presenta en la pantalla (Segel dice en un momento "es así, acabo de cantar una canción al respecto", con toda naturalidad). El plato fuerte de la película son Los Muppets. Vuelven a brillar con toda intensidad en la pantalla las características que hicieron inolvidables a personajes como la rana René (ahora se llama Kermit), Miss Piggy (con una excelente secuencia de presentación en París), Fozzie (o el Oso Figaredo), Gonzo (convertido en un exitoso industrial), Animal y su pasión por la batería, y tantos otros. Y, como ocurriera en cada uno de los shows que animaron en la televisión, en cada aparición los muñecos llenan la pantalla con su locura y su desfachatez. El tono de la película está tan bien logrado que aún las escenas más inverosímiles logran sortear sin inconvenientes la tremenda posibilidad de caer en el ridículo. Y, como suele ocurrir en este tipo de filmes, el desfile de figuras que hacen "cameos" es incesante. Un consejo: vale la pena llegar en horario a la función, porque se proyecta un corto de Pixar con los personajes de "Toy Story" que -como siempre- no tiene desperdicio.
En la ficha de este comentario hay un error: los verdaderos intérpretes de este filme son la rana Kermit (René para los fanáticos de esta parte del planeta), Miss Piggy, Animal, Gonzo y todos los otros Muppets que, a esta altura y desde los años 70, han sabido desandar un camino original. Quien se crea que los protagonistas de este y otros filmes son muñecos está equivocado. Homenajeando al gran marionetista norteamericano Jim Henson, los Muppets deben salvar el estudio en el que grabaron sus mejores programas ante la amenaza de un ricacho dueño de pozos de petróleo. Dispersos, los bichos se juntan gracias a la buena voluntad de Walter, uno de ellos sin saberlo, que los pondrá a hacer un programa de TV para salvar su teatro. Inocente y genial.
Muñecos para todos, chistes para entendidos Han transcurrido ya 33 años desde que el mundo conoció en el cine por primera vez a los maravillosos personajes del titiritero Jim Henson, enamorando generaciones de niños y adultos. Por lo cual, son grandes tanto las expectativas como el temor de no ver nada nuevo bajo el sol en la última película de los queridos Muppets, cuyos derechos fueron adquiridos por Disney en el 2004. Una vez más, solitaria en mi butaca, rodeada de niños, adolescentes, algún padre y abuelos, me preparo para el show preguntándome si lo que estoy a punto de presenciar será fiel al nivel de comicidad de las pelis anteriores, si estos nuevos chistes irán dirigidos a la generación que me rodea o a un público ahora adulto y si ellos lograrán “enamorarse” de estos muñecos como tantos otros niños en el pasado. Pero antes de comenzar a contestar a estas preguntas, llegarán para deleitarnos los personajes de Toy Story en un pequeño cortometraje ambientado en un local de comida rápida que, por sí solo, vale el precio de la entrada al cine. Prefiero no adelantar nada más para que lo disfruten en plenitud. Ahora sí, con la estética del súper 8, comienza una introducción a los nuevos personajes de este nuevo episodio de la secuela. Se trata de la síntesis de vida de dos hermanos Gary (Jason Segel) y Walter, humano y muñeco respectivamente, ambos fanáticos de los Muppets y que viven en un pueblito casi perfecto a lo Truman show. La historia en sí será muy simple, estos personajes junto a Mary (Amy Adams), la novia de Gary, decidirán reunir una vez más al elenco de muñecos para salvar el viejo teatro, que está a punto de caer en las manos de un villano multimillonario. Pero, en esta trama sencilla, se irán intercalando anécdotas de los antiguos personajes, actores famosos cubriendo los roles más inverosímiles, reinterpretaciones de canciones o situaciones de películas anteriores y demás chistes que sólo pueden ser entendidos por los antiguos espectadores de los Muppets, todo esto acompañado por una banda sonora que incluye varios clásicos memorables del rock y pop de los 80’. Este combo vendrá acompañado también de los clásicos chistes inocentes, de las canciones y coreografías de los musicales de Disney, así como también a constantes alusiones al cine dentro del cine mismo en tono irónico. En resumidas cuentas, se trata de un divertido nuevo film de nuestros queridos muñecos, que logra ciertamente superar la mediocre película anterior The Muppets’ Wizard of Oz, pero que ciertamente le debe muchos de sus chistes a las múltiples referencias a los éxitos anteriores. De todos modos vale la pena verla, porque les sacará más de una sonrisa.
Apuntes de la vida norteamericana y occidental y el talento y el humor de siempre en este regreso con gloria. A poco más de 20 años de la muerte del genial Jim Henson, su mayor creación televisiva regresa a la pantalla grande con el espíritu intacto y su eterna apuesta por la música y el talento, y claro, también están los irreverentes viejitos que se quejan de los Muppets. Digo que The Muppets, que tuvo su show televisivo entre 1976 y 1981, es la mayor creación de Henson en ese ámbito porque se trata de un show que no deja afuera a los grandes ni a los pequeños, cuando Plaza Sésano está decididamente más enfocado en el público infantil. Pero en el ámbito cinematográfico Henson también creó dos obras extraordinarias: El cristal encantado y Laberinto. En Los Muppets Gary y Mary una joven pareja viaja de vacaciones desde el imaginario pueblo de Smalltown hacia Hollywood. Con ellos va Walter, el hermano de Gary, que es el mayor fan del mundo de los Muppets, y a su vez es un Muppet. Una vez en California se enteran de que los Muppets están muy dispersos y que el teatro de ellos está a punto de ser vendido a un texano que descubrió que en ese lugar hay petróleo. Si bien en la trama no hay nada ríspido políticamente hablando, eso de intentar coartar la posibilidad de comprar el lugar al texano rico que quiere seguir acaparando riquezas, fue suficiente para asustar a algunos periodistas de Fox News (más precisamente de su canal de economía y finanzas) que señalaron que se trata de una película comunista ¿Puede considerarse un axioma que diga “toda película que asuste a la Fox es una buena película”? Al menos con The Muppets funciona. The Muppets está llena de pequeños grandes momentos, la despedida musical de Gary, Mary y Walter de Smalltown y el inmediato alivio de los bailarines tras la partida, la relación de Kermit (antes conocida como René) y Miss Piggy, e infinidad de apuntes en los que también aparece la actualidad (la crisis económica, el estado de la TV actual, etc). Con sutileza, inteligencia y mucho humor James Bobin construye un filme notable que está a la altura del original de Jim Henson porque el Teletón con el que, en la segunda mitad del filme, intentarán recaudar los diez millones que les permita conservar el teatro, le dará la posibilidad a estas marionetas de explotar todo su talento para la música y la comedia en un formato muy similar al original.
Este jueves 12 de enero debería vivir en la gloria: es el día del estreno en Argentina de Los Muppets, una de las mejores películas que puedan imaginarse. Una de esas películas para ver una y otra vez (yo ya la vi cuatro veces). Pero... ...pero este jueves 12 de enero también marca un día que debería vivir en la infamia, en la desesperanza cinematográfica y cultural. Intenten ver Los Muppets en versión subtitulada y verán que es una misión dificilísima. Apenas hay tres funciones por día (una en Showcase Belgrano, otra en Showcase Norte, otra en Showcase Córdoba) en versión original con subtitulado en castellano. Por lo menos eso es lo que se anunció. Esperemos que esas funciones revienten de público y tengan que agregar más funciones subtituladas. Hice dos textos bastante extensos sobre Los Muppets, uno está en el número de El Amante que está en los kioscos. Otro lo escribí para ADN y lo pueden leer acá. En ambos casos digo que la verdadera película es la de la versión original. Y aclaro una vez más que la película que tanto he elogiado es la de la versión original. La versión doblada es otra cosa: se pierden chistes, las canciones pierden gracia, el sonido es menos crujiente. Y se pierden las voces originales, nada menos. Aclaro, además, que vi las dos versiones: una vez la doblada y tres veces la subtitulada. Hace varias semanas escribí esta nota acerca del avance de esa mutilación para tiempos culturalmente decadentes llamada doblaje. Pensé que estábamos mal. Ahora, con el estreno de Los Muppets, veo que estamos aún peor. Recomendación 1: Vean Los Muppets Recomendación 2: Vean Los Muppets en idioma original y con subtítulos. Recomendación 3: Combatamos el doblaje. Recomendación 4: Busquen la banda de sonido en inglés. Otro estreno de la semana, Historias cruzadas (The Help) es también recomendable. El título original hace referencia a “la ayuda” hogareña, a las mucamas negras del sur de Estados Unidos en un momento crucial de la lucha por los derechos civiles. La película se centra en un puñado de casas, un puñado de familias, un puñado de mucamas. Y en una escritora que decide contar esas historias. Esas historias encajan en la Historia sin excesos enfáticos, con una bienvenida tersura narrativa. Por supuesto, a los logros de la película ayuda Emma Stone, la sonoridad de su risa, la frescura de su risa, la franqueza de su risa, la profundidad de su risa proveniente de su voz grave (gracias Kathleen Turner). El cine, joder, es sonoro hace rato. Cuando el doblaje siga avanzando y películas como Historias cruzadas se estrenen dobladas nos perderemos, también, la voz de Emma Stone. Y Emma Stone ya no será ella. ¿O ustedes creen que serían los mismos si estuvieran doblados en otro idioma? Recomendación 5: Combatamos el doblaje. Recomendación 6: Vean Historias cruzadas. Recomendación 7: si no conocen a Emma Stone, ocúpense. No saben lo que se pierden. Recomendación 8: Combatamos el doblaje. Recomendación 9: presten atención a lo parecidas que son Bryce Dallas Howard y Jessica Chastain, ambas en Historias cruzadas. Recomendación 10: Combatamos el doblaje
¡Los Muppets vuelven al cine! El comienzo de la película es eufórico, con Jason Segel cuidando a su hermanito marioneta (¡quién no querría un hermarioneta!), y alcanza para justificar el regreso. El viaje a Los Ángeles de los hermanos sirve de excusa para que los Muppets entren en escena y se desate un exceso de nostalgia en todos (protagonistas y público) que le quita algo de felicidad a una vuelta que no necesitaba mirar tanto hacia atrás. Sobre todo porque Los Muppets demuestra que, siempre que sobren ideas, se puede competir con la animación computarizada y ganar esa batalla infantil.
Rescate emotivo Recuerdo aquel encantador programa de televisión setentoso llamado El show de Los Muppets que acá emitía el viejo Canal 11 hace ya muchos, muchos años. Semana tras semana se sucedían invitados famosos: Peter Sellers, Elton John, Gilda Radner, Vincent Price, Alice Cooper, Silvester Stallone, Marisa Berenson, Liberace, Liza Minelli, Mark Hammill, Diana Ross, Gene Kelly, Johny Cash, Debbie Harry, Steve Martin, Peter Ustinov, Charles Aznavour, y muchos más. Algo así como un Saturday Night Live hecho por títeres. Como Los Simpsons, como Seinfeld. Pioneros en lo suyo, los Muppets fueron uno de esos productos que explotaban impecablemente la cultura que los rodeaba. Esa consigna es retomada por el film de James Bobin. Las referencias a la historia del cine (en especial, el americano) sencillamente se palpan. Capra, Hawks y otros grandes de la comedia y el musical hollywoodense de la primera mitad del siglo XX encuentran su homenaje aquí. Reina la nostalgia y eso no debería sorprendernos. Después de todo, hay mucho de romántico en las criaturas creadas por Jim Henson y Frank Oz hace cuarenta y siete años. Walter, un muñeco de trapo, muere por conocer a sus ídolos, con los que, como no podía ser de otra manera, se identifica. Su hermano de carne y hueso Gary (Jason Segel, también coguionista) y Mary (Amy Adams), la novia de este, deciden cumplirle el sueño y juntos van a visitar el Teatro de los Muppets en Los Angeles. Al llegar descubren el lugar en ruinas, pero eso no es todo: un desalmado empresario (Chris Cooper) quiere extraer el petróleo que hay debajo, algo que sólo se podría evitar recaudando diez millones de dólares. Para ello, Walter, Gary y Mary deberán ayudar a la rana Kermit (más conocida por estos pagos como René) a reunir a los demás felpudos y organizar un gigantesco teletón. Todo encaja en el film de Bobin, que indudablemente decidió ir a lo seguro y apostar por la fuerza de un clásico. Los invitados no faltan: están, entre otros, el legendario Mickey Rooney, Jack Black, Alan Arkin, Zach Galifianakis, Emily Blunt, Dave Grohl, Sarah Silverman, Ricky Gervais y Whoopi Goldberg. En su afán quijotesco de cautivar una época que les es ajena, los protagonistas cantan, bailan y regalan algunas humoradas perfectas. Más que nunca (más que en, por ejemplo, películas anteriores como Llegan los Muppets y Los Muppets conquistan Manhattan) el mundo es un lugar inhóspito para ellos. Crisis global, redes sociales, reality shows, demasiada parafernalia para un simple grupo de comediantes de trapo. El resultado final no sólo es optimista por tratarse de Disney, dueño de la marca desde 2004. Como rescate emotivo, Los Muppets evoca un mundo del espectáculo que, enhorabuena, no fue del todo olvidado.
Recuerdos de la infancia I: Manha Manha! James Bobin (en su debut en la pantalla grande) toma las riendas, dentro del imperio Disney, para volver a traer al cine a quienes fueran un super exito durante la década del '80 y aún antes, la genial creación de Jim Henson: "Los Muppets". El argumento se detiene en Walter, el fan número uno de los Muppets quien sueña con conocer en algún momento el gran Teatro de Los Muppets en Los Angeles. El ha crecido junto a su hermano mirando las desventuras de estos personajes y han formado desde siempre, desde sus recuerdos más entrañables, parte de su vida y no hay cosa más importante en el mundo para él que conocerlos en persona, en sentirse parte de ese universo. Su hermano Gary (Jason Segel el de "I love you, man", "Forgetting Sarah Marshall" y de la serie de televisión "How I met your mother", quien además asume el rol de guionista de la película) planea un viaje con su novia Mary (Amy Adams, quien ya había trabajado para la factoría Disney por ejemplo en "Encantada") para ir de su pueblo de Smalltown a Los Angeles. Una pareja que destila un surbarayado corte naif casi parafraseando a las parejas Disney y Gary piensa que ese viaje puede ser la gran oportunidad de que Walter conozca a sus ídolos, aún cuando Mary planeaba un romántico viaje a solas. Finalmente logran llegar a lo que queda del antiguo teatro de los Muppets, hoy completamente abandonado, siendo la sombra de lo importante y esplendoroso que alguna vez supo ser. Hoy por hoy, sólo le interesa al petrolero Tex Richman (Chris Cooper en un papel de villano de caricatura que le sienta muy bien). Según algunos estudios que realizó su empresa, sabe casi a ciencia cierta que debajo de este teatro podrá extraer petróleo con lo firma un convenio comprando el teatro con un supuesto ánimo de restaurarlo cuando en realidad planea demolerlo. Apenas se enteran de los planes del petrolero, surge la idea de Walter y de Gary de montar un gran show. Para eso, tiene que volver a reunir a todos los personajes de los Muppets -quizás el fragmento donde van en busqueda de cada uno de ellos y nos enteramos qué camino tomó cada uno es el pasaje más irónicamente autoreferencial del film y muy disfrutable para los más grandes- e intentar recaudar, de esta forma, la suma de U$S 10 millones que son necesarios para re-comprarle el teatro a Richman. Planteado así el argumento, sólo resta decir que toda la película exhuda un aire completamente "ochentoso" -hay un personaje del robot que es delicioso-, nostálgico, de vuelta a las raíces, de que hemos tenido una infancia hermosa y que dentro de la candidez que mostraban estos personajes, nos han divertido y nos han acompañado haciéndonos reir con sus desventuras. Lo más interesante del guión y del planteo general de "Los Muppets" es que aún cuando ellos mismos se sienten que ya no son un producto posible dentro de un mercado tan canibal como el actual y piensan en algún momento que el mundo los ha olvidado casi por completo, tienen la posibilidad de ver en Walter y en él, a tantos otros fans que son el génesis de su posibilidad de volver a ser estrellas. Pero el plus más fuerte de la idea es el de volver a las raíces sin necesidad de hacer ningún tipo de concesiones con el sistema, un sistema que de por si resulta expulsivo a este tipo de productos tan fuera de órbita con los que acutalmente existen para el público infantil. Todo por el contrario Kermit (nuestra adorada Rana René), Fozzie (nuestro adorado Oso Figaredo), la inolvidable Miss Piggy, Animal -el loco de la batería- y Gonzo, entre tantísimos otros, volverán a reunirse para producir un show que respeta en forma absolutamente fiel el espíritu original y distintivo de los Muppets. Justamente una de las canciones principales del film "Man or Muppet" plantea y condensa el mensaje del film en cuanto a no renegar de lo que uno es, de la escencia de cada uno y de las decisiones de no traicionarse y seguir lo que indican nuestras percepciones y nuestros sentimientos. Brillantemente, sin traicionarse a si mismos pero si riéndose de ellos -uno puede divertirse encontrando una catarata de chistes autoreferenciales- juegan con humor a sus momentos de esplendor de antaño y a la pérdida de vigencia que han tenido entre los más menudos (el protagonista de "Modern Family" confunde a la Rana René -o Kermit- con una tortuga Ninja!). El guión se nutre con guiños a todo Hollywood (referencias a "Kill Bill", a "La guerra de las Galaxias", a los grandes musicales de Hollywood, a "El diablo se viste a la moda" entre tantas otras) que se festejan desde la platea y cuentan, como ha sido marca registrada en su programa, con la participación de importantísimas estrellas del showbizz. Una hermosa fábula donde los Muppets luchan para volver a tener un lugar, y apelando exclusivamente a reflotar su espíritu original, lleno de candidez, de humor sano, de los mejores gags haciendo uso del slapstick y generando un clima de comedia blanca familiar, notablemente alejados de tanta violencia y humor grosero que hay actualmente en los productos televisivos. Y confirman de esta manera, que siguen siendo una marca registrada de nuestros recuerdos y que tienen plena vigencia para hacer reir a toda la familia, un placer que hoy, butaca con butaca, podemos comenzar a compartir con nuestros hijos. Y es emocionante ver que tanto ellos, como nosotros, nos estamos sonriendo o riendo a carcajadas con los muñecos más adorables que uno guarda en su memoria. Gracias Muppets!
Ya es candidata a las diez mejores películas del 2012. Eso sí, trate de verla en inglés, aunque en castellano también funciona. No es una película infantil, aunque los chicos la disfruten sin pausa: es un juego absoluto y constante con el propio cine y el sentido del espectáculo: una película que nos explica por qué tenemos que divertirnos. Y también sobre el amor, la identidad, la solidaridad y el poder del dinero. Eso, si necesita una excusa “seria” para sentarse una hora y media a reírse y emocionarse en cada plano. La historia es la de Walter, un Muppet que busca a sus semejantes, y de la organización de un postrer –primer– “Show de los Muppets” para rescatar un teatro. Es decir, cuento conocido y al mismo tiempo tratado con distancia e ironía justas, para que nada suene cursi. Ni los números musicales, que incluyen siempre un toque de humor para cortar cualquier melosidad, ni los innumerables gags que pintan nuestro mundo (la “banda tributo” de los Muppets –los Moopets–; la “risa maníaca”; el “viaje por el mapa”; el robot de los `80; las versiones brillantes de “Smell like a teen spirit” o “Fuck You”, la presencia cascarrabias y enorme de Jack Black, el increíblemente genial villano de Chris Cooper, cada diálogo de Jason Segel, cada mirada de Amy Adams) opacan la presencia indestructible de los muñecos. Ahí están Kermit y Miss Piggy y Fozzie y Gonzo y Meeker y Scooter: criaturas de colores fuertes para decir, fuerte, que la vida vale la pena. En tiempos nebulosos como estos, hay que ir a encontrarse con este arcoíris.
Volver a los clásicos Toda película es siempre una oportunidad para pensar al cine y, por extensión, al mundo. No sólo porque el cine está determinado por el mundo (que es su materia prima aún en su versión puramente digital, ya que hasta ahora ha tratado siempre de imitarlo), sino porque su funcionamiento se afinca en la construcción de sentidos, en la capacidad de trasmitir interpretaciones de la realidad, visiones del mundo (en el doble sentido de la palabra: como “lecturas” del mundo y como “imágenes” del mundo). La acostumbrada hegemonía norteamericana en los estrenos de verano constituye, así, una oportunidad. ¿Qué es lo que tanto seduce? ¿Qué es lo que se busca en Misión Imposible, Las aventuras de Tintín, Sherlock Holmes o Los Muppets? Las respuestas serán diversas, cada cuál tendrá la suya: quien firma, encontró aquí alguna sorpresa digna de analizar. Porque más allá de sus méritos o desméritos, Los Muppets (en bastante menor medida también Tintín) constituye una lección para el cine norteamericano contemporáneo, una muestra de un camino siempre posible: volver a los clásicos. El filme firmado por el inglés James Bobin es una inteligente mezcla de tradiciones cinematográficas y lecturas (políticas) del presente, que revive del mejor modo una serie que siempre se caracterizó por desarticular y dar vuelta los sentidos comunes dominantes de cada época. Por eso, contra lo que cree la mayoría de sus defensores, el regreso de los Muppets sirve para mostrar cuán pobre es el cine hollywoodense de nuestros días, por simple comparación: porque retoma la naturaleza eminentemente popular del cine, hoy absolutamente ausente en Hollywood, y promueve una visión colectiva de la vida, si bien inocente y benévola, al mismo tiempo crítica, capaz de abordar (problematizar) al presente a través de un humor irónico, nunca despreciativo y menos aún grosero. Simple y directo como buen clásico, el argumento emula acaso el nacimiento de la película misma: un par de fanáticos de la serie se enterarán de que un millonario -llamado poco sutilmente Richman (Chris Cooper) – quiere apoderarse del estudio de Los Muppets, ya en ruinas y abandonado, para terminar de destruirlo, porque intuye que en su suelo se esconde un gran yacimiento de petróleo. Todo nacerá así del amor de los hermanos Garry (Jason Segel, además guionista del filme) y Walter (que es un muñeco como Los Muppets, pero con conflictos de identidad) por el viejo programa de TV, por lo que junto a la prometida de Garry (Amy Adams), ambos irán a buscar a Kermit (la Rana Renéen la vieja traducción) para convencerlo de volver a reunir al grupo: necesitan conseguir 10 millones de dólares para salvar los estudios, antes de una fecha perentoria. Por supuesto que la idea será volver a montar un show televisivo para reunir semejante suma, pero no tardarán en encontrar dificultades, primero por la indiferencia de los productores de la televisión, y luego por las vueltas de la trama: Miss Peggy, enojada con Karmit, se negará a participar en el show, y luego el propio Karmit sufrirá de un rapto de amnesia que lo llevará a desaparecer del mapa. Por no hablar del malvado Richman, que operará bajo las sombras para complicarles la existencia. Alegre, amable y desprejuiciada, capaz de romper cada dos por tres las reglas de verosimilitud (sea “viajando en mapa”, sea denunciando su naturaleza de ficción en los diálogos), Los Muppets consigue algo que casi todos los productos destinados a los niños buscan y pocas veces logran: ser una película que llegue tanto a padres como a chicos. Y lo hace con el método opuesto a aquéllas: proponiendo a los grandes vivir en el universo de los niños. Por eso, es coherente el mundo inocente y feliz que plantea, donde los sueños se pueden alcanzar con la solidaridad y el esfuerzo compartido, ya que esta misma visión es una lectura crítica del presente, una lectura política e insurrecta para el imaginario norteamericano actual. A todo esto hay que agregar las canciones y las coreografías musicales, la particular apropiación de los clásicos (desde el musical a la comedia física del slapstick o el humor rápido de las series actuales), los guiños y las referencias múltiples que insertan a la película en el presente (y que trabajan desde los detalles para cuestionarlo) la aparición de alguna estrella (Jack Black sobre todo, o las menos logradas Whoopi Goldberg o Selena Gomez, entre otros), y la convicción de que el cine es un encuentro con la fantasía, pero una fantasía anclada en una comunidad, pendiente de sus problemas y preocupaciones. Algo que tiene un nombre: cine popular. Por Martín Iparraguirre
Discretamente irreverente Hace unos días María escribió en Espectadores acerca de Los Muppets, y entre otras cosas cuestionó la película porque, aseguró, se nota la mano de Disney, empresa que en 2004 se quedó con los derechos de los personajes creados por Jim Henson. "(...) la Rana René y compañía enfrentan con mejor tino los ambiciosos planes del malvado Tex Richman en la ficción que las consecuencias reales de haber pasado a manos del emporio del viejo Walt", escribió. Pueden estar justificadas las sospechas en torno a Disney y su conservadurismo. Un caso menor aunque muy claro fue el del corto de Pixar Knick Knack (1989), dirigido por John Lasseter, en el que -Disney mediante- la voluptuosa Sunny Miami perdió parte de sus encantos. Pero en Los Muppets hay al menos dos motivos que dan por tierra con las sospechas. El primero, más endeble, son las críticas de la Fox, conservadora cadena de noticias estadounidense, que definió a René, Figaredo y compañía como comunistas. "¿Qué es lo que está pasando aquí? ¿Está el Hollywood más liberal utilizando la lucha de clases para lavar el cerebro de nuestros chicos? ¿Acaso estamos en la China comunista?", planteó Eric Bolling, del programa Follow the Money. Hay otro argumento más sólido, que a diferencia del anterior no depende de quién lance las críticas sino de los méritos de la propia película. Es una breve línea de diálogo que aparece sobre el final. Cuando Los Muppets ya lanzaron su nuevo show en búsqueda de fondos para recuperar su viejo teatro, algunas estrellas del espectáculo llegan para sumarse a la movida. Entre ellos aparece Selena Gomez, que, a modo de explicación, le dice a René: "Realmente no sé quiénes son ustedes; mi mánager me dijo que venga". Además de divertido, el chiste es genial. En parte porque habla del paso del tiempo, uno de los tema centrales de la película (y de todo el cine). Pero sobre todo porque utiliza a la propia Selena Gomez, una Disney Girl pura y dura, para cuestionar al emporio del viejo Walt. La joven cantante no sólo no sabe quiénes son los Muppets (es decir, no entiende nada), sino que además hace lo que le dicen, sin autonomía ni, en consecuencia, alguna posibilidad propia de creación. Selena hace lo que sus productores de Disney le dicen que haga porque todo en ella apunta a generar rentabilidad, y entonces conviene que se sume al nuevo y exitoso show. Los Muppets, película producida y distribuida por Disney aunque discretamente irreverente, se ríe de eso, lo que revela la astucia de sus realizadores más que un posible sinceramiento de Selena y/o Disney. Los Muppets no sólo es una película feliz, sino además -acaso como todas las películas realmente felices- inteligente.
La recuperación de la alegría Los Muppets son extraordinarios, sus eternos e inolvidables shows de la TV, donde aparecian de invitados semanalmente los más grandes -pero los de verdad- los convirtieron en íconos, en preciable material de adoración y el hecho de su regreso "con gloria" como dijo alguien hace afortunadamente que tengamos ante nosotros, uno de los mejores filmes de este 2012. Ante tanta comedia boba, carente de gracia, huevadas repetitivas, hallar una gema fílmica llena de gags efectivos, diálogos inteligentes, chistes que disfrutaran más los grandes que los chicos, no es poco. Con una historia sencilla que trae un nuevo "muppet" llamado Walter, quien vive con su hermano humano Gary (Jason Segel, actor y uno de los guionistas de la peli)y la prometida de este (la siempre eficaz y estupenda Amy Adams), quienes durante un viaje a Hollywood descubren que un petrolero quiere arrasar con el viejo teatro de los históricos personajes que dan título al filme, asi que se las ingeniarán para convocar a Kermit (antes por obra y gracia de un doblaje añejo a quién conocimos como "René") y este irá en busca de toda la pandilla creada por Jim Henson, para salvar el lugar. Es decir como dice alguien estos muñecos dan la mejor cosa a la gente: alegría...! No hay dudas que ver esta desopilante comedia siendo tanto niño como adulto nos depara felicidad infinita.
TÍTERES CON CABEZA El otro día fui a ver Los Muppets y, pasados unos días, comencé a sentir pasiones ambivalentes respecto de este film. La del primer instante tras los créditos -y durante la proyección- es la de un cálido y embriagante je ne sais quoi transmitido por las inimitables criaturas de paño. A la par, me di cuenta que los musicales habían dejado de surtir en mí el efecto Fred Astaire de antaño. Un par de días después de esta combinación perfecta que se colegía del mismo mensaje de la película, percibí los efectos colaterales de la droga y me dije a mí mismo "Winners don't use drugs", pero algo de vez en cuando no te hace menos winner que antes, aunque sin duda te hace menos winner luego. Las técnicas que emplean la reflexión, el desdoblamiento, la autoconciencia y todo ese terreno filosófico que prefiero enumerar para no definir, suelen resultar extrañamente placenteras. Por ejemplo, cuando el narrador de una novela deja aparecer al autor mismo -hecho que ha de ocurrir con maestra pluma y pequeña dosificación- el sentimiento interior del lector tras el shock es cautivante. En el caso de esta película, dirigida por James Bobin, los personajes reconocen todo lo que tiene de atávico este tipo de obra en el marco de Hollywood y, así, obtienen, en un primer momento, el gozoso reconocimiento del público. Simple, pero efectivo, las primeras escenas que describen la feliz convivencia entre el pseudo-Muppet Walter y Gary (Jason Segel), abren una película de la que se podría haber esperado más, tras esa genial apertura. Sin embargo, los títeres hacen casi todo para que se los ame por sobre cualquier detalle de guión, cuyo argumento versa sobre el afán de Walter de ayudar a Los Muppets a recuperar su viejo estudio/teatro que está a punto de ser comprado por el magnate Tex Richman (Chris Cooper), ansioso de realizar excavaciones petroleras en el sitio. Los diez millones de dólares que necesitan para impedir tal transacción habrían de ser obtenidos en un "teletón", es decir, un show televisivo para recaudar fondos, sólo posible con la participación de la totalidad de los muppets (incluyendo a la reticente y exitosa Miss Piggy) y una estrella algo difícil de conseguir (cualquiera... o Jack Black). A esta ardua tarea se le sumará el hecho de ser concebida dentro del viaje romántico a Los Angeles de Gary y su novia Mary (Amy Adams), lo cual pondrá a Gary en un complicada elección divida entre su amigo Walter y su amada con la que ya lleva diez años de noviazgo. Es menester reconocer, por último, la genialidad del humor muppet, capaz de complacer a niños y adultos con inteligente sencillez -más allá de la impactante calidad digital de la imagen- y que los que no hemos vivido los años de reinado de Kermit y su banda, podemos sentirnos estimulados a ir en busca de sus shows. Los más puntillosos dirán que toda la parodia es un reflejo de lo que la sociedad norteamericana quiere ser, y ello escondería la verdadera y a veces terrible situación social del país del norte de América. Pero, por otra parte, The Muppets constituyen un pilar de la cultura estadounidense, y de lo mejor de ella a nivel artístico. En tales casos, al igual que el uso de ciertas drogas en determinados momentos artísticos, puede aceptarse la introducción de un testigo de cargo. Yo mismo me ofreceré, como me he ofrecido en tantas ocasiones.
Alegría Henson Los Muppets de Jim Henson vuelven con toda la fuerza de la mano del director James Bobin, un tipo que tiene basta experiencia en la conducción de proyectos televisivos, lo que seguramente facilitó su entendimiento sobre el universo de estos queridos títeres americanos. La producción contó con algunas ventajas claras como por ejemplo, el amor incondicional que tienen los fans de los Muppets, entre ellos el actor, escritor y productor Jason Segel ("Bad Teacher", "Mi Villano Favorito"), que más allá de sus dotes actorales (que pueden ser del gusto o no del público) se nota que puso pasión y mucho esfuerzo en el proyecto. La participación de Amy Adams ("Encantada", "La Duda") y Chris Copper ("Belleza Americana", "El Ladrón de Orquídeas") es un lujo que no se puede pasar por alto debido al talento de ambos artistas, que son tan versátiles que pueden cantar, ser villanos, hacer llorar o hacer reír con la misma efectividad y profesionalismo de siempre. Otra ventaja es la historia que arrastran estos títeres, que ya se han convertido en una insignia americana que es un clásico, que demuestra de manera muy clara el humor norteamericano en su mejor expresión. Dicho esto, la historia es divertida, con mensaje de buena vibra y con el infalible arte de satirizar las producciones de moda en Hollywood (Crepúsculo, Paul, El Diablo Viste a la Moda), pero definitivamente no es una obra maestra como he leído por ahí. El éxito se ha dado sobre todo por el aguante de su público, los actores que le dieron el sí y por un trabajo prolijo de dirección que representa un buen punto de partida para una posible franquicia. La película tiene mucho de musical, cuestión que a más de uno le quitará las ganas de ir a verla. ¡Ojo!, no es que el musical sea malo, sino que hay cuestiones de gustos que están bastante polarizadas como es el caso de este género, al que se puede amar u odiar con la misma intensidad, pero casi nunca en un punto medio. Es una cinta recomendable si eras fan del programa televisivo o si te gusta la comedia física, si no estás dentro de estas 2 categorías puede que te pegues un embole.
Hay una escena de Los Muppets que regresa con insistencia a mi cabeza. Un chirrido. Llega antes por los oídos que por los ojos. Es el momento en el cual Gary, Mary, Walter y René inician la búsqueda de los Muppets. Están en el auto y el robot que oficia de chofer propone localizar a los personajes mediante su módem. Ahí se escucha el típico sonido de la conexión por dial-up: primero el marcado de los dígitos y luego ese ruido estrambótico y agudo que hoy resulta insoportable, tanto que los protagonistas del film se tapan los oídos deseando que el martirio se acabe. El gag funciona, es breve y prácticamente anecdótico dentro del conjunto del relato. Pero nada se le escapa al guión de Jason Segel y Nicholas Stoller. La escena es otro comentario sobre uno de los temas de film: el paso del tiempo (lo que fuimos, y lo que decidimos hacer con el tiempo que nos queda). Pensar que hace unos diez años el dial-up aún representaba la puerta hacia una aventura fascinante: Internet, el nuevo mundo. Ansiábamos ese chirrido revolucionario. Aunque el dial-up aún exista como posibilidad, sabemos que ha perdido terreno y el chiste del film nos confirma que todos ya estamos habituados a otra lógica. Me pregunto si no será que nos adaptamos con excesiva facilidad a lo nuevo (lo cómodo), al punto tal de parecer ingratos, de no poder reconocer aquello que nos cambió la vida apenas unos años atrás. Será que no vivimos los avances tecnología en su verdadera dimensión emancipadora sino como un mero imperativo de consumo por el cual todo se vuelve una carrera de descartes y remplazos. Y eso que Los Muppets no es una película nostálgica. No postula que el pasado fue mejor. Tal vez, simplemente, nos plantea si no nos hemos acostumbrados a olvidarnos demasiado pronto de ciertas cuestiones fundamentales.
It’s time to play the music, It’s time to light the lights, It’s time to meet the Muppets on the Muppet Show tonight. Sólo escuchar esa música me llevó y me lleva a acercarme a una pantalla de tele , cine , pc … Son Los Muppets con eso me basta y sobra , tienen un efecto Pixar en mi (como para traerlo a un fenómeno contemporáneo). Esto quizás es lo que le ocurrió a Jason Segel, actor más emparentado con comedias adultas y más conocido en estos momentos por protagonizar la serie “Cómo conocí a tu madre”. Segel fanático de Los Muppets escribe y protagoniza esta película que es ni mas ni menos un homenaje a las fantásticas creaciones de Jim Henson. La película desde el comienzo y de una manera brillante logra encariñarnos con el nuevo muppet, nos sumerge en este mundo en el que un humano Gary (Segel) y un muppet Walter (Walter) pueden ser hermanos, no hay que darle vuelta , es así no lo cuestionen (si lo cuestionan no es una película para ustedes) . La historia es simple y recurrente en el mundo Muppet , viajando a Los Angeles y de casualidad Walter se entera que un magnate del petróleo (Chris Cooper,un groso) quiere apoderarse del mítico estudio de Los Muppets , para salvarlo el grupo liderado por la rana René (Kermit por la globalización) deberán hacer un “teletón” para reunir 10 millones de dólares y así salvar el estudio. Pero el gran problema es que el nefasto mercado televisivo, aduciendo que no hay público para consumir el producto , los ha dejado de lado. “Los Muppets” requiere dejarse llevar por parte del espectador , los musicales son extremadamente naifs , pero claramente con intensión de serlo . Además posee una gran cantidad de referencias al mundo cinematográfico tanto haciendo referencias a famosos films, como a recursos propios del lenguaje . En cuanto a las interpretaciones , verán un sólido René que hace su papel de taquito, una Miss Piggy que logra acaparar la pantalla en 1 segundo con todo su glamour , que decir de Amy Adams … es una de las actrices mas versátiles que tiene Hollywood y además es la nueva Lois Lane, quizás el mas flojo sea Jason Segel , es como medio durañon el muchacho.A esto le agregamos las participaciones de Jack Black, Rashida Jones, Alan Arkin, Zach Galifianakis, Jim Parsons, Emily Blunt, John Krasinski y la leyenda Mickey Rooney. Párrafo aparte para Walter , que siendo su debut como actor logra llevar en los hombros la película sin ningún problema y llevando al máximo su interpretación en el último acto. El film es nostálgico, para los que crecimos de la mano de René y sus amigos pero muy gracioso, les sacará varias risas durante 103 minutos que dura. A los chicos tienen que llevarlos sin ninguna duda, formenlos viendo productos divertidos y de buena calidad. Como bonus track el film cuenta con un corto de Toy Story. Todo esto sin dejar de entregarnos una pequeña pero importante lección final sobre crecer… llega un momento en donde tenés que dejar de creer sólo en los demás y empezar a creer en vos mismo para poder escribir tu historia .
- ¡Derribaremos el teatro, nos quedaremos con los nombres de los personajes, y nos haremos millonarios con el petróleo que saquemos de las profundidades!. ¡Ahora ha llegado el momento de la risa diabólica! - A mediados de los años 50 Jim Henson creó a Los Muppets - un espectáculo de títeres basados en un humor muy inteligente y surrealista -, y muy pronto comenzó una lenta pero inexorable escalada hacia la fama. No sólo el público se enganchó con la comicidad de los personajes, sino también con los muñecos cada vez más complejos e impresionantes que Henson comenzó a incorporar al show. En los 70s Los Muppets tuvieron su propio programa de televisión, y comenzaron a incursionar en la pantalla grande; pero en los 80 su fama empezó a menguar y el golpe de gracia vino en 1990, con el fallecimiento de su creador. Y aunque Brian Henson tomó la posta de su padre, Los Muppets nunca terminaron por recuperar el brillo que los hiciera famosos, culminando por ser absorbidos por la Disney en el 2004. Entra Jason Segel en escena. Segel es una estrella en ascenso - es un comediante bastante competente pero su fuerte son los guiones que escribe, los cuales se han traducido en filmes con buena taquilla y crítica respetable -, y un fan de Los Muppets desde que era niño. Durante el rodaje de Olvidando a Sarah Marshall entró en contacto con la gente de la Jim Henson Company (precisamente para el climax del film, en donde Segel monta toda una obra con marionetas) y, al quedar fascinado con el manejo de los títeres, pronto comenzó a discutir ideas con ellos. Esto lo animó a presentar un libreto a la Disney - con la intención de resucitar a Los Muppets en una nueva aventura para la pantalla grande -, el cual era muy respetuoso de la esencia de los personajes y del humor que Henson le había inyectado al show. La Disney terminó por darle luz verde al proyecto, y esto se tradujo en el filme que ahora reseñamos. Ciertamente yo era un fan del show televisivo de los años 70, no tan así de los filmes. Siempre me pareció que el espíritu de Los Muppets yace en la comedia de situaciones, en los sketches, y no en protagonizar una larga trama con desarrollo. Sin embargo la catarata de críticas favorables me indujo a ver Los Muppets 2011, y comprobar qué tanto era de cierto todo lo bueno que contaban. Las buenas nuevas es que las críticas no mienten: la película es buena y divertida y, sobre todo, respetuosa al máximo de la mitología Muppet. No sólo se reconstruye perfectamente la mecánica del show, sino que se rememora los momentos más inolvidables del mismo y, en medio de todo esto, da tiempo para desarrollar una historia que resulta emocionante aunque no sea demasiado original. En el fondo, Los Muppets no es más que un reciclado de un argumento visto miles de veces antes - que va desde Los Blues Brothers hasta la inminente Los Tres Chiflados de los hermanos Farrelly -, y que se trata de salvar al teatro / cine / orfanato de turno de las garras del villano millonario, recaudando en tiempo record una cantidad imposible de dólares. Lo que sigue es el viaje de reclutamiento - viendo a dónde fueron a parar y en qué estado están los antiguos miembros de la banda -, y la correría a último minuto para montar el show y llegar sobre la hora con los dólares justos. Los Muppets es muy graciosa. Los personajes no han cambiado un ápice su personalidad, y el humor es inteligente y autorreferencial. Los caracteres bromean sobre sí mismos, sobre el hecho de estar en una película - "chicos, no creo que el resto de los Muppets quiera reunirse" dice René, a lo que conteste Amy Adams "guau, esta va a ser una película realmente muy corta"; o "discúlpame que llegue tarde, pero acabo de protagonizar un número musical allá afuera" -, y sobre las convenciones de esta clase de películas. Y mientras los buenos se rompen el lomo para hacer las cosas bien, están los villanos tramando para arruinarle los planes. La nota sorpresa la da Chris Cooper, quien se roba todas las escenas en donde participa - rapeando, bardeando a sus torpes secuaces o planeando maldades -. Un detalle curioso y casi surrealista es ver una dupla de hermanos en donde uno es humano y el otro Muppet. Si uno quiere, se puede ver toda la historia como una alegoría sobre poseer un hermano "diferente" - discapacitado, adoptado y perteneciente a otra raza, gay... pongan ustedes el nombre -, en donde el hermano "normal" siempre se esfuerza para que el otro sea aceptado en círculos que normalmente lo discriminarían. Hasta el climax tiene ese sabor a asimilación y redención - gracias a su hermano, el "diferente" ha encontrado a sus pares y ha podido hallar el lugar en donde sentirse normal -. Si hay algo para reprochar, es que a veces hay demasiadas canciones seguidas. Sin dudas el tema "Hombre o Muppet" es delicioso, pero antes de él hay una tonelada de tonadas simpáticas que resultan demasiado largas y no muy memorables que digamos. Y si bien las estrellas son los Muppets, uno siente que Amy Adams o el mismo Jason Segel deberían tener un poco más de espacio en pantalla para poder desarrollar mejor su historia personal. Pero, dejando de lado eso, los personajes entrañables están, el humor que los caracterizaba está, los cameos de celebridades están, y hasta están las reediciones de viejos y grandes éxitos como el Mah Na Mah Ná, con lo cual Los Muppets 2011 terminan por convertirse en una fiesta para aquellos fans del viejo show, gente como yo que pinta alguna que otra cana y que se divertía como un descocido viendo las ocurrencias de la rana René y sus amigos en la TV cuando éramos chicos.
Los Muppets: fan fiction oficial En los últimos años, internet se llenó de obras que pertenecen a la llamada fan fiction: historias originales creadas por fans a partir de personajes o argumentos de productos masivos como, por ejemplo, Harry Potter o Crepúsculo. Los escritores de fan fiction parten de universos existentes para construir historias nuevas. Se trata de una reacción espontánea y genuina del público frente a los productos que ofrece la industria cultural. Los Muppets, la nueva película de los títeres de fieltro creados por Jim Henson, que en Argentina se estrena el próximo 12 de enero, tiene la extraña cualidad de ser y no ser fan fiction. Es que el actor Jason Segel, artífice del proyecto, coguionista, productor ejecutivo y estrella humana del film, es desde hace años fanático de los Muppets. Segel nació en 1980, así que no tuvo oportunidad de ver El Show de los Muppets en sus emisiones originales entre 1976 y 1981, pero vio todos los episodios televisivos y las películas en un VHS que había grabado su mamá. Como buen fan, durante años se la pasó coleccionando posters, juguetes y todo lo que tuviera que ver con los Muppets. Por eso cuando Disney lo convocó a una reunión para hablar de su carrera, Segel, que desde su participación en la serie de culto Geeks and Freaks, de Judd Apatow, viene llamando cada vez más atención como integrante del universo de la nueva comedia americana, no dudó. Sabía que Disney tenía los derechos de los Muppets desde 2004, y propuso hacer una nueva película para acercar los títeres de Henson a las nuevas generaciones. Por eso la nueva versión de los Muppets es algo así como una fan ficion “oficial”, si es que tal cosa existe. Una película con bastante presupuesto (costó algo menos de 50 millones de dólares), hecha desde el más absoluto mainstream pero con el espíritu del fan. La historia es simple y efectiva. Walter, fan número uno de los Muppets y un Muppet él mismo (la marca personal que Segel deja impresa al adentrarse en el universo muppetiano), viaja con su hermano Gary (Segel) y la novia de éste, Mary, (Amy Adams) de vacaciones a Los Angeles. De visita en el museo de Los Muppets, descubren que el malvado empresario Tex Richman (Chris Cooper) quiere demoler el teatro de los Muppets porque descubrió que debajo hay petróleo. Walter, Mary y Gary salen en busca de Kermit, la rana más famosa de la televisión, rebautizada por el doblaje al castellano como René, y lo encuentran refugiado en una vieja y solitaria mansión, como la olvidada estrella del cine mudo de Sunset Boulevard. Después de explicarle lo que pasa, convencen a Kermit de la necesidad de reunir a la banda para montar un nuevo show y recaudar de ese modo los diez millones de dólares que necesitan para recuperar la propiedad del teatro y evitar su destrucción. Los integrantes de esa troupe encantadora han tomado cada uno un rumbo distinto y andan desparramados por el mundo: Fozzie trabaja en un casino de Reno con una banda de imitadores llamada los Moopets; Miss Piggy es la editora de la Vogue parisina; Animal está en una clínica para aprender a controlar su ira y Gonzo es un magnate de la industria de la plomería. Pero ante el llamado de Kermit, todos se entusiasman con la idea de volver casi tanto como Segel, que en su rol de coguionista le hace decir a uno de los personajes de la película que los Muppets son responsables del tercer mejor regalo del mundo después de los hijos y el helado: la risa. Los títeres más famosos de la televisión le deben la vida al genio creador de un hombre llamado Jim Henson, que nació en 1936 en Greenville, Mississippi, y murió tempranamente en 1991. Henson empezó a trabajar con títeres a los diecisiete años y en 1955 fue convocado para el show diario Sam and friends, en el que aparecería por primera vez la que luego sería la figura principal de los Muppets: la rana verde con ojos de pelota de ping pong partida en dos. Después de varios trabajos y de sumar a algunos de los que serían sus principales colaboradores de allí en adelante, llegó Plaza Sésamo. La productora Joan Ganz Cooney convocó a Henson para que integrara algunos de sus títeres a un nuevo programa infantil. También allí estaba Kermit. Y aunque el programa fue un éxito, con el tiempo Henson se sintió medio frustrado, porque siempre había querido que sus títeres fueran un entretenimiento para todas las edades y no únicamente infantil. La esperada oportunidad llegó de la mano de un tal Lord Grade, que le propuso a Henson producir un programa de media hora en Inglaterra. Para que no quedaran dudas sobre sus intenciones, Henson tituló al piloto del programa, grabado en 1975, The Muppet Show: Sex and Violence. Así nació uno de los programas más exitosos de la historia de la televisión, que supo liderar el rating en más de cien países. El show de los Muppets combinaba canciones, sketches e invitados célebres. Los aniftriones eran una banda encantadora y anárquica integrada por la rana René/Kermit, la chancha Miss Piggy, el oso Fozzie, Gonzo, el baterista desquiciado Animal y el Cocinero Sueco, entre otros; personajes que han quedado grabados en la memoria de toda una generación que hoy tiene entre 30 y 40 años. Durante los cinco años que duró el programa, los Muppets recibieron en su show a estrellas de la talla de Diana Ross, Vincent Price, Joan Baez, Julie Andrews, Paul Simon, Bob Hope, Steve Martin o Harry Belafonte, que se entregaban al encanto del universo Muppet. Después del programa vinieron las películas, seis en total sin contar la que se estrena ahora. La última aparición de los Muppets en la pantalla grande fue en 1999 en Los Muppets en el espacio, pero ya no tenían la gracia ni el aura de celebridad de los años 70 y 80. Producto del amor genuino del fan, la nueva película honra la tradición muppetiana del invitado célebre (Jack Black en este caso), incluye otros cameos de estrellas, números musicales y mucho humor autorreflexivo (“Esta va a ser una película muy corta”, dice Mary cuando al principio Kermit rechaza la propuesta de intentar reunir al grupo). En términos artísticos, la apuesta de Segel de volver a dar vida a las criaturas de Henson salió más que bien. Pero el cine, se sabe, es a la vez arte y negocio. Sólo la taquilla dirá si, en tiempos de Pixar y 3D, todavía hay lugar en el mercado para estos muñecos de fieltro manejados por titiriteros. (Publicado en El Guardián el 22 de diciembre de 2011)
Volvieron. Presentes en la nostalgia de varias generaciones, estos muñecos entrañables buscan captar a los fans adultos y crear nuevos. Con más ingenuidad pero igual ternura, con el estreno de un nuevo integrante que los ama y tiene una familia humana (un recurso que es un hallazgo) cada personaje convocará recuerdos. Miss Piggy, más glamorosa que nunca, René maravilloso. Naif y encantadora. Hay que verla.
Los Muppets gozan de buena salud y van por más cuando acechan las amenazas. Walter –también él un muñeco– es el fan número uno de estas célebres criaturas que han encantado a varias generaciones desde la lejana “Plaza Sésamo”. Decidido a conocerlos, viaja a Hollywood con su hermano y la novia de este. Menuda sorpresa van a llevarse cuando descubran que un siniestro millonario, zar del petroleo, planea destruir el teatro donde los Muppets graban su mítico programa de televisión. Ante la emergencia, convencen a la Rana René (o Kermit), a Miss Piggy, Forzy y el resto de la banda para hacer un programa especial de tevé y recaudar fondos con el fin de conservar el teatro. Apenas salen de su estupor, los muchachos se lanzan con los tapones de punta y no hay quien los pare. Entre los Extras figura la secuencia de errores de grabación más larga que se haya registrado en materia de bloppers. Tratándose de semejante pandilla, se agradece.
Tras una larga ausencia en la gran pantalla (no protagonizaban un film para cine desde 1999), Los Muppets están de regreso con esta excelente cinta que mantiene intacta la esencia de estos queridísimos personajes creados en 1964 por el fallecido titiritero y productor televisivo Jim Henson, y por los que el actor Jason Segel siempre ha sentido una gran admiración. Tal es así que el actor de la serie "How I Met Your Mother" y "Cómo Sobrevivir a mi Ex", además de protagonizar esta producción dirigida por James Bobin ("Da Ali G Show"), ha sido uno de los encargados de desarrollar el proyecto que trajo nuevamente a la pandilla liderada por Kermit la Rana (o René, como se la conoce en América Latina; o Gustavo, nombre que adquirió en España), porque es uno de los productores ejecutivos junto a Nicholas Stoller y porque además, él co-escribió el libreto con quien fuera el guionista de "Los Viajes de Gulliver". La historia, que contiene todos los elementos que aseguran el entretenimiento tanto para las generaciones que crecieron con estas marioneras como para aquellas que las conocerán por primera vez, nos introduce en las vidas de Walter, el fan número uno de Los Muppets, y su hermano Gary (Segel), quienes durante su infancia han crecido viendo "El Show de los Muppets" en la TV y que en la actualidad disfrutan viendo antiguos episodios. Cuando el personaje de Segel decide llevar de vacaciones a su novia Mary (encarnada por la encantadora y talentosa Amy Adams) a Los Ángeles para además festejar su aniversario, Walter los acompaña para cumplir su sueño de conocer el viejo Muppet Studio. Pero allí, el trío descubre que un magnate llamado Tex Richman (Chris Cooper) planea arrasar con el lugar para perforar y extraer el petróleo hallado debajo. Para evitar la destrucción, Gary, Walter y Mary se proponen reunir a la vieja pandilla para organizar un teletón que les permita recaudar los 10 millones de dólares necesarios para recuperar el teatro y cuya transmlsión en vivo depende de la aprobación de una ejecutiva de una cadena televisiva interpretada por Rashida Jones. Pero primero, la rana y compañía tienen que viajar bastante, ya que las vidas de todos lo que conformaban el grupo han tomado rumbos diferentes y en diversos lugares de los Estados Unidos y del mundo. Por ejemplo, Fozzie (el Oso Figaredo) trabaja en un casino de Reno con una banda tributo llamada los Moopets (incluye aparición del músico Dave Grohl, ex-Nirvana, actual Foo Fighters). Por su parte, Miss Piggy es una editora de moda de talla grande de la revista Vogue Paris (ingenioso guiño a "El Diablo Viste a la Moda"); Animal se encuentra en una clínica de Santa Bárbara para aprender a controlar su ira, esa que descarga tocando la batería; y Gonzo es un magnate de la industria de la plomería. En este contexto, la película -cuyo libreto articula la historia a la perfección- introduce personajes nuevos que se suman a los icónicos. Repleta del característico humor sano (difícil encontrarlo en estos tiempos), números musicales pegadizos y los infaltables cameos de estrellas invitadas, "Los Muppets" es un producto inteligentemente guionado, actuado, editado y musicalizado. Sin duda, un gran regreso. Esperamos más entregas.