“NÁUFRAGO” EN MARTE Misión Rescate (The Martian) es una película dedicada a celebrar el lado más optimista de la humanidad y nuestra naturaleza para resolver problemas, abarcando todos los aspectos de la grandeza humana: la valentía, la compasión, el amor, y la curiosidad, pero es también un examen sin precedentes de la capacidad de la humanidad para poner nuestras mentes a trabajar juntas sin ego ni competencia. Es una película que nos recuerda que todos los problemas que enfrenta nuestro mundo son superables, y que con la actitud correcta y la dedicación de la ciencia podemos resolverlos. Misión Rescate no se trata de un sentimiento ñoño de esperanza “hollywoodense”, sin embargo el film tiene muchos problemas que ni el incansable astronauta que encarna Matt Damon puede resolver. Basada en una novela, es la historia de un astronauta estadounidense en Marte que se da por muerto por su tripulación en una evacuación de emergencia. Noqueado por los escombros durante una terrible tormenta se despierta solo en un planeta desierto, los seres humanos más cercanos son incapaces de ponerse en contacto, sólo la muerte lo espera, ella sí, cercana. Mark Watney decide rápidamente que va a sobrevivir. Porque hay soñadores y hay quienes hacen. En el mejor de los casos los soñadores inspiran a los hacedores, y juntos empujan a la humanidad hacia adelante. De ahí en más Ridley Scott construye un film convencional que recorre caminos ya transitados, tomando desde lo mejor (“Gravity” 2013) hasta lo peor (“Armaggeddon” 1998). Los científicos de la vida real podrán confirmar o refutar si lo que se muestra en el film es posible, mientras tanto podemos disfrutar la película por lo que es, un entretenimiento que busca inspirar mostrando la inagotable capacidad del hombre para transformar su realidad.
Con respecto a una película en el espacio, realizada en el año 2015, ¿quién puede ser realmente creativo, original? Cuando todo parece que está hecho, escrito, dicho y filmado… The Martian logra acaparar toda la atención del espectador durante casi dos horas y media, y eso tiene mérito. La película está basada en la novela de Andy Weir de 2012 que cuenta una aventura en el planeta rojo, y Ridley Scott la adapta de manera inteligente. También protagonizada por Jessica Chastain, Kate Mara, Jeff Daniels, Chiwetel Ejiofor, Kristen Wiig, Michael Peña, Sean Bean, Sebastián Stan y Donald Glover. Los eruditos en el tema dirán si es así o no lo que sucede en el film, porque siempre todo es posible aunque parezca loco o absurdo. Todos son genios, rápidos y solucionan las cosas con bastante rapidez. Y la información que brindan excede a los espectadores comunes. Matt Damon es un excelente actor que puede hacer bien cualquier papel, y eso suma puntos en esta historia. The Martian es una película optimista, donde todo puede ser posible, y donde el mensaje puede llevarse a cualquier aspecto de la vida, no solo en situaciones extremas, como quedarse varado en el planeta Marte.
De Marte con humor. El mayor mérito de Misión Rescate está en poder hibridar dos géneros: la ciencia ficción y la comedia. Hoy en día es complicado que cada uno por separado logren escapar de la mediocridad sin volverse conservadores o repetitivos en el uso de recurrencias y fórmulas gastadas. Tratándose de una transposición, es imposible no atribuirle la unión exitosa de dos géneros al autor del libro, Andy Weir (quién publicó on line el texto en fascículos), aun así Ridley Scott es el verdadero artífice porque logra llevar a otro lenguaje, con dinámicas propias, una historia fácil de etiquetar a priori e incluso de compararla con otras películas recientes: Interestelar, Gravedad y por sobre todas, Naufrago. Nada de esto último. Mark Watney (Matt Damon) es dado por muerto luego de que una tormenta en suelo marciano obligara a sus compañeros a dejar el planeta. Mark recurre al ingenio y a sus aptitudes como botánico para crear, por ejemplo, una huerta orgánica de papas, a racionar comida y a sobrevivir a cualquier otro imprevisto. La diferencia con otras películas de “muerto que revive” es que Scott pone de base al montaje paralelo entre lo que sucede con Mark y el tiempo límite de los hombres y mujeres en la Tierra que planean la forma de traerlo con vida, barajando todas posibilidades suicidas, mientras que la tripulación que tuvo que dejarlo sigue en la órbita del espacio exterior sin saber de la noticia. Entre esos espacios juega el bueno del autor sin la necesidad de relamerse en la solemnidad ni mucho menos en el dramatismo más vetusto, es ahí que el humor y la comedia más simple se potencian como combustible de una historia, que sin esta variable, sucumbiría de la misma manera que otras películas que han intentado retratar historias de misiones fallidas en Marte. Así como Zemeckis en la mencionada Naufrago se las rebuscaba para que su protagonista no estuviera en silencio durante gran parte de la película, Scott utiliza las cámaras de la bitácora para que el astronauta relate cada uno de sus pasos en la espera del rescate, en forma de video blog. Otro de los puntales de Misión Rescate (horrendo título local que quita la sustancia del original The Martian) es el elenco de secundarios, los cuales brindan pequeños duelos actorales, en especial Jeff Daniels, en el papel de un director de la NASA villanesco, y Sean Bean, el director de vuelos del organismo. Todo es parte de un engranaje infrecuente para el Hollywood actual, incluso Scott sorprende al incluir dramáticamente una playlist de música disco sin caer en la mirada irónica y antipática sobre ese estilo musical. La carrera contrarreloj por momentos parece ganarle al humor, presente desde los primeros diálogos, y es ahí que la tensión se maneja casi simétricamente entre Marte y la Tierra, en esta oscilación Scott prueba que los espacios en los que se desarrollan estas historias son accidentales, no así los tonos y las perspectivas. Nunca en toda la película se hacen planteos sobrenaturales ni otros más emparentados con el género de la ciencia ficción, mucho menos hay una filiación con el cine clase B de mitad de siglo pasado o de su revival que generó Tim Burton con ¡Marcianos al Ataque!. Ridley Scott, como suerte de correlato invisible, hace un planteo sobre qué tan lejos estamos de que estas películas emplazadas en lugares inhóspitos puedan dejar de categorizarse dentro del sci-fi, porque más bien deberían ser llamadas películas de “sci-fact”. El tono visual, ya hablamos de lo temático y de lo genérico, es de un realismo inusitado para las producciones sobre el planeta rojo, es así que las locaciones rocosas pueden compararse con cualquier desierto terráqueo sin romper el verosímil, ya que la tormenta del inicio aporta la cuota necesaria a lo fantástico. En la misma sintonía que los últimos Scorsese, Miller y otros viejitos casi octogenarios, Ridley Scott se inscribe en la rebeldía casi punk. En su caso para corromper la falsa estabilidad de los géneros y dar rienda suelta al humor, algo que parece mala palabra, en especial para una crítica ultra conservadora, la cual seguro verá como una aberración este desplante del director de Blade Runner.
MacGyver, un poroto Ridley Scott, no importa lo que pase, siempre será considerado dentro de la élite de directores hollywoodenses, varias películas más que cuestionables pasaron para que llegue Misión rescate (The Martian -2015-), que si bien sube el nivel de sus predecesoras, Éxodo: Dioses y Reyes -2014-, Prometheus -2012- y tantos otros fallos, no alcanza el nivel del Scott más fino de Alien -1979- o Blade Runner -1982-. Con esta nueva entrega y a la espera de Prometheus 2 (Alien: Lost Paradise), Ridley Scott presenta una película optimista por demás. Mark Watney -Matt Damon-, es un botánico, miembro del equipo de investigación que va a Marte y tras una tormenta huracanada, Watney es golpeado por escombros y dado por muerto por el resto de la tripulación, quienes emprendieron el regreso a la Tierra. Lejos de la desolación que cualquier ser humano sentiría al ser el único ser vivo en la totalidad de un planeta, el botánico Watney decide que va a sobrevivir. Ocurrencias que dejarían en ridículo al gran MacGyver son las que utiliza este náufrago espacial para lograr cultivar su propia comida en la tierra desierta del planeta rojo y así so brevivir hasta su rescate. Si bien el film es muy entretenido, con muy buenos cortes de comedia - y más seguidos de lo esperado, pero bien colocados-, tal vez donde peca el director británico es en lo lineal que resulta el relato, es un rescate a Marte y un rescate a Marte es lo que recibimos. Además de un leve abuso del factor MacGyveriano. ¿Siempre hay soluciones complejas a todo? Párrafo aparte merece Matt Damon, quien logró componer un personaje que dialoga constantemente consigo mismo, y pasea al espectador desde las risas, musicalizadas con canciones disco de los 70, hasta llantos de desesperación o de alegría, con la misma prestancia. En líneas generales, Misión Rescate logra hacerse un lugar entre las nuevas películas espaciales, encuentra su perfil que no la hace redundante a la hora de recordar Interstellar -2014- o Gravity -2013-. Y si bien no alcanza el punto caramelo que alguna vez ridley Scott supo entregar, si cubre las expectativas y revive la esperanza de los fans de la saga Alien, de tal vez tener una chance remota con Prometheus 2.
La ciencia ficción podría dividirse entre las películas que son religiosas y aquellas que no. Esto no las hace ni buenas ni malas, son dos ideas muy fuertes que suelen dividir a la ciencia ficción. Misión: rescate, como muchos otros films del género, no tiene a la religión como centro, ni eje moral, ni elemento primordial de la trama y sus protagonistas. En Misión rescate (Insólito título en castellano para The Martian) el astronauta Mark Watney (Matt Damon) es dado por muerto cuando una terrible tormenta compromete a todo su equipo que debe huir lo más rápido posible del planeta Marte. Por un error imposible de detectar, el equipo no tenía manera de saber que estaba aun con vida. No será menor la sorpresa y la angustia cuando se enteren de que está vivo. Desde la NASA intentarán entonces rescatarlo, pero las posibilidades de hacerlo son escasas. Watney, botánico de profesión, deberá buscar la manera de sobrevivir el tiempo suficiente hasta que desde la Tierra adivinen cual es la manera más rápida de rescatarlo. La distancia entre el planeta de origen y Marte es tan grande que las fechas que se manejan son de meses o incluso años. Para conseguir el objetivo se necesita mucha inteligencia, valentía, voluntad política, coraje y solidaridad. Valores que no siempre van de la mano y que deberán ser equilibrados en una carrera contra reloj. En la más pura tradición de cine clásico, la historia de The Martian avanza no con reflexiones ni conjeturas, sino con acciones concretas. No hay preguntas metafísicas ni cuestionamientos acerca de la condición humana. Nadie se sienta a pensar acerca del sentido de la existencia, y si lo hace, no está expresado en palabras. No significa que la vida no tenga sentido, sí lo tiene, y eso se ve en muchas escenas, en base a las cosas que más le importan a los personajes, las que más valoran. Los protagonistas de The Martian son científicos o conviven con científicos. Entran en conflicto entre sí y también toman decisiones polémicas, pero siempre por razones prácticas y concretas. No hay religión para estos personajes, no hay Dios vinculado con lo que les pasa. El crucifijo no sirve Ciencia, inteligencia, coraje para rezar, sirve para hacer fuego. Es la inteligencia del ser humano lo que lo saca adelante, su coraje, su conocimiento, su fuerza. El personaje protagónico es un héroe solitario convencido y valeroso. Como un Robinson Crusoe en Marte, vive pensando, vive planificando, vive buscando soluciones y salidas. Tanto él, como todos los demás personajes, son el emblema del profesionalismo, el elogio de la inteligencia práctica. Qué estimulante y novedoso es ver una película que evitar caer en reflexiones supuestamente profundas en una historia que no lo requiere. Los responsables de The Martian son el director de la película, el británico Ridley Scott, un gigante del género, el mismo de Alien y Blade Runner, dos clásicos de la ciencia ficción, parte de su imprescindible aunque despareja filmografía. El guión es de Drew Goddard, creador de La cabaña del terror (Cabin in the Woods. Y el elenco es un seleccionado de actores clásicos y sólidos, de esos que hacen su trabajo sin estridencias ni pretensiones mágicas, lo mismo que ocurre con sus personajes en la película.
The Martian, de Andy Weir, es una de las mejores novelas que he leído en el año, y en unos cuantos a la redonda. Es un libro muy técnico y específico, pero que a su vez maneja un humor ácido y negro de manera sorprendente y que increíblemente se deja leer en un puñado de días. Así de adictivo es. Debo admitir también que conocía la existencia del mismo por su elevada posición en los rankings de literatura de todo el mundo, pero no fue hasta que vi el primer avance de la adaptación de Ridley Scott a la pantalla grande que finalmente me convencí de que debía leerlo. Y los listados no estaban equivocados, para nada. The Martian, la película propiamente dicha, es el gran regreso de Ridley al cine de ciencia ficción luego de los tibios recibimientos del thriller The Counselor y la épica Exodus: Gods and Kings, pasando por la polarizante precuela Prometheus. Al volver a la ciencia pura y dura, a los viajes espaciales que no están tan lejos en el futuro, Scott abraza la prosa de Weir y junto con el guión de Drew Goddard que combina lo mejor de los mundos -el literario y el fílmico- el resultado es explosivo, una inesperada feel good movie que tiene todos los ingredientes para convertirse en una gran favorita del público. Una de las importantes pérdidas que tiene el saltar del papel a la pantalla es la voz en primera persona del astronauta Mark Watney. En gran parte del libro vivimos junto a él todas y cada una de sus experiencias en el árido suelo rojo de Marte, a la vez que escuchamos de primera mano todo lo que le pasa por su mente, al estar tanto tiempo aislado y sin contacto humano. La posta de este testimonio la toma y la hace propia Matt Damon, que sencillamente ha nacido para interpretar a Watney. Fresco, irreverente y muy humano. Su situación le podría pasar a cualquiera y eso es lo que resulta tan terrorífico de la trama. Watney posee un optimismo fuera de esta galaxia y Matt es la cara misma de esa sensación, aún cuando las cosas se ven bastante negras. Para ser una película de más de dos horas, el ritmo no decrece ni un minuto, ya que tanto lo que le sucede a Mark en tierra roja, como el manejo de la situación en la Tierra y los restantes integrantes de la misión deambulando por el espacio está bien balanceado, como para que ninguna parte aburra ni sobrepase a las otras. Quizás le pueda faltar un poco más de peligro, ya que hay una sensación de que Watney se sale con la suya en más de una ocasión -y hasta omitieron un gran riesgo en el transcurso del libro- pero lo que le falta en contingencia lo tiene en pura emoción de supervivencia. Y como para no quedarse atrás, el elenco reunido es simplemente excelente, desde el protagonista hasta el más mínimo secundario. La película le pertenece a Matt Damon, de eso no hay duda alguna, pero no se quedan atrás nunca ni la afligida capitana que interpreta Jessica Chastain -quien finalmente viaja al espacio luego de quedarse en la Tierra en Interstellar- ni el adusto director de la NASA de Jeff Daniels. Chiwetel Ejiofor, Kate Mara, Sebastian Stan, hay artistas para tirar de a puñados, y cada uno cumple su papel a consciencia. Hace rato que no se veía un reparto tan bien seleccionado y sólido. The Martian rebosa de aventura, tiene un férreo sentido del humor mezclado con la aguda situación que puede presentar más de un momento dramático, pero en general la balanza se inclina más hacia el costado cómico de verle el vaso medio lleno -una broma bastante pertinente con el reciente descubrimiento de agua en Marte- a un destino bastante angustiante. Y si agregamos una banda de sonido para el recuerdo, tenemos una ganadora entre manos.
De los planetas de la Vía Láctea, ninguno es tan popular como Marte, y el cine es una muy buena prueba de ello. En los 50, mayormente, seres de ese planeta invadieron la Tierra (conocida metáfora del temor de los Estados Unidos a ataques por parte de la por entonces Unión Soviética, durante la Guerra Fría). Pero también el hombre viajó hacia aquel territorio, con diversa suerte. Robinson Crusoe en Marte, de 1964, es un interesante y poco recordado ejemplo. Paul Verhoeven ambientó allí buena parte de El Vengador del Futuro, y entre 2000 y 2001 llegaron Misión a Marte, de Brian de Palma; Planeta Rojo, con Val Kilmer, y la muy divertida Fantasmas de Marte, dirigida por John Carpenter. La escasa repercusión de estos últimos films en la taquilla (a los que se le puede sumar John Carter: Entre dos Mundos) impidieron más expediciones cinematográficas a aquel punto del Cosmos. Basada en la novela de Andy Weir, Misión Rescate es la nueva oportunidad, y de la mano del irregular aunque arriesgado Ridley Scott. Tras una fuerte tormenta que casi lo mata, el astronauta Mark Watney (Matt Damon) queda varado en Marte. Sus colegas de la tripulación partieron, creyéndolo muerto, y la NASA hasta anuncia su deceso. Sin embargo, Mark posee los conocimientos y el ingenio para mantenerse con vida durante los meses -años, de hecho- que tardarían en volver por él; la voluntad y las ganas de solucionar su pequeño inconveniente son más poderosas que cualquier sentimiento de pesimismo. Mientras cultiva papas usando excrementos como materia fértil, logra comunicarse con la NASA, que comienza a asesorarlo mientras evalúan cómo traerlo de nuevo a la Tierra. Teniendo en cuenta la carrera de Scott (al menos, en su faceta más épica y seria), se podía esperar una superproducción con altas dosis de solemnidad, en la línea de Náufrago, de Robert Zemeckis. Sin embargo, y lejos de renunciar a la historia de supervivencia, el tono es inusual y arriesgado. Tanto por el lado de Watney en Marte como por quienes tratan de salvarlo, predominan chistes, pasos de comedia y hasta bromas internas (una involucra a la trilogía de El Señor de los Anillos y a Sean Bean, quien actuó en La Comunidad del Anillo). Otra prueba del pulso descontracturado del film reside en la banda sonora, con temas disco de Donna Summer y ABBA, entre otros, y de Bowie (no el más evidente, pero anda por ahí). A pesar de todo, en ningún momento cae en el ridículo ni atenta contra la tensión y el interés, y contribuye a mostrar la humanidad de los personajes: los astronautas no son figuras inalcanzables que sólo saben estar concentrados y apretando botones. Y cuando llegan las escenas dramáticas, siguen siendo muy sólidas. La actuación de Matt Damon contribuye a hacer verosímil el arriesgado estilo, que ya figuraba en el libro de Weir. Jeff Daniels interpreta al director de la NASA, que quiere salvar a Watney aunque no puede ir en contra del protocolo de la corporación. Jessica Chastain tienen las líneas más dramáticas, y aunque se la ve poco en pantalla, nunca deja de destacarse, lo mismo que Kristen Wiig, Chiwetel Ejiofor y Michael Peña. Misión Rescate forma parte de las recientes aventuras espaciales que viene estrenando Hollywood desde hace unos años. Pero, a diferencia de Gravedad y de Interestelar, opta por un enfoque menos angustiante y lacrimógeno y sí más divertido. Scott vuelve a demostrar lo bien que le sienta la ciencia ficción, incluso en un estilo diferente del de Alien, Blade Runner (que originalmente incluía una secuencia en el espacio) y Prometeo, y deja en claro que, aunque uno termine abandonado en un planeta desierto, es preciso estar bien predispuesto, superar los inconvenientes -y hasta reírse un poco de eso para no enloquecer- y luchar, luchar por salir adelante.
El nuevo film de Riddley Scott simplemente es uno de los mejores estrenos del año Sería sencillo decir que es una de las mejores películas del año, la mejor de Ridley Scott en décadas o incluso quizás hasta la mejor de toda su carrera como director. También se podría reflexionar acerca de cuánto mérito hay en el guión de Drew Goddard (el de The Cabin in the Woods). Pero lo que importa es que -sean de quien sean los méritos- estamos ante una de esas películas imperdibles, para ver en el mejor cine disponible. Estos son cinco de los muchos motivos: 1. Es la película del espacio que corrige los últimos films del espacio, como Gravedad e Interestelar. Si en Gravedad había planos imaginarios para sostener y estirar la tensión minimalista, aquí hay narración que confía en lo que sucede y en lo que podría suceder, pero no en las explicaciones de traumas o en alucinaciones. Si en Gravedad había metáforas en posiciones fetales, Misión rescate se ahorra todo eso, no necesita más que lo mucho que cuenta. Con respecto a Interestelar, bueno, si les gustó mucho esa película de Christopher Nolan, quizás Misión rescate no sea lo que están buscando. Interestelar y Misión rescate representan dos modelos de cine enormemente diferentes: una busca venderse mediante la aparente complejidad de su argumento y expulsa la acción, la otra apela al clasicismo en su exposición, en su lógica, en su tensión unificada. 2. También Matt Damon corrige su aparición en Interestelar. Lo que allí era una secuencia que se notaba injertada para generar un poco de tensión en un relato atascado, aquí es un protagónico inolvidable. Casi todo el tiempo en solitario, Damon demuestra, una vez más, que sabe actuar con los hombros, con media sonrisa, con una presencia de estrella clásica que se impone de forma evidente. 3. El elenco de Misión rescate está entre las mejores combinaciones posibles. Además de Damon y su humor caústico y su entereza ante los desafíos y las derrotas parciales, Jessica Chastain se luce una vez más con su mirada lúcida y acuosa. Y está Michael Peña, consagradísimo luego de Ant-Man, por si había dudas. Y Jeff Daniels, de estirpe extra clásica y capaz de soltar los diálogos más cortos con el mayor aplomo. Y Sean Bean en plan noble. Y Kristen Wiig, que demuestra que las mejores -los mejores- son siempre de base comediantes. Y está también Mackenzie Davis, estrella del futuro cercano. 4. La película exhibe -y demuestra- todo el tiempo un amor por la ciencia, por los viajes espaciales, por la pasión laboral que no sólo le permite unificarse en términos temáticos -un asunto central es la responsabilidad- sino que de esta forma brinda una emoción extra a la del operativo del rescate y la supervivencia. 5. Misión rescate -sí, era mejor traducir de forma fiel The Martian y dejarle "El marciano"- además, rescata enseñanzas tan simples como a veces olvidadas del arte grande del cine. Necesitamos que Matt Damon esté flaquísimo: ¿lo ponemos a dieta bestial o lo podemos solucionar con el montaje? La respuesta, como las otras que resuelven todo el proceso y progreso de esta película, es la mejor posible. Y está flotando en el espacio, el espacio del cine que más nos importa porque nos importan todos y cada uno de los personajes.
Misión rescate es una muy buena película de ciencia ficción y aventuras que te mantiene atento y al filo de la butaca de principio a fin durante más de dos horas. Da gusto ver a Ridley Scott en este terreno más seguido porque es lo que le sienta mejor. Es preferible mil veces más que haga una Prometheus (2012) antes que una The counselor (2013). Y con este estreno demuestra por qué es uno de los mejores en ese terreno. La historia es muy simple y se puede trazar un gran paralelismo muy grande con Apolo 13 (1995) algo que está muy bien porque aquella película de Ron Howard fue muy emocionante en su momento y en Misión rescate se redobla la apuesta. Matt Damon ofrece una performance mejorada del personaje que interpretó en Interestelar (2014). Aquí nos preocupamos por él, nos reímos con él y nos emocionamos con él. Buena parte del film está solo y eso lo enaltece aún más. En porciones menores que el protagonista principal, el resto del elenco está bien en líneas generales sobretodo Jessica Chastain y Jeff Daniels. Luego hay muchos nombres ya que es un cast completísimo: Chiwetel Ejiofor, Michael Peña, Kate Mara, Sean Bean, Kristen Wiig, entre otros. La factura técnica es impresionante, el espectador realmente se siente en Marte a pesar de no tener noción alguna de cómo es ese lugar. Es increíble que algo así ocurra y el muy buen uso del 3D ayuda mucho. Scott hace alarde de su habilidad no solo en efectos especiales sino también en fotografía y banda sonora, desde la incidental hasta clásicos de los 70s muy bien utilizados. Ver como la supervivencia de Damon se va complicando día a día y como se las ingenia todo ese tiempo es más que entretenido. Lástima que el nombre que le pusieron acá sea tan descriptivo sobre el accionar y no sobre el personaje porque The Martian (El marciano) es una genialidad bien aplicada en esta gran aventura de ciencia ficción sobre un hombre y su epopeya interplanetaria. Si les gusta este género no se la pueden perder.
Crónica marciana Se está comparando a Misión rescate (The Martian, 2015) con Apolo 13 (Apollo 13, 1995) y Náufrago (Cast Away, 2000). En la primera película un astronauta (Tom Hanks) debe pilotar la malhadada nave espacial, dañada y en peligro inminente, de regreso a la Tierra. En la segunda un ingeniero (Hanks de nuevo) naufraga en una isla desierta y debe aprender a sobrevivir a solas y sin atajos tecnológicos. Misión rescate trata sobre un astronauta, Mark Watney (Matt Damon), que tras quedar accidentalmente varado – y dado por muerto – en el planeta Marte debe ingeniárselas para sobrevivir mientras aguarda un rescate quimérico. No pierde tiempo y hace un inventario de todas sus posesiones, que incluye una selección de instrumentos, vehículos y campamentos (totalmente oxigenados), además de una cantidad extensa de raciones de comida. De momento está como quiere, pero el problema es la situación a largo plazo. Pueden pasar años antes de que le rescaten, si es que le rescatan, si es que envían una misión, si es que se enteran de que sigue vivo. No cunde en pánico. Enfrenta la situación de buen humor, el cual mantiene el resto de la película sin demasiada inflexión. “I’m going to science the shit out of this,” declara (“Voy a resolver todo con ciencia”). ¿Cómo conseguir comida? Por fortuna – palabras que se repiten demasiado para no resultar cómicas – Mark es botánico, y logra cultivar papas en su propio excremento. ¿Cómo conseguir agua? Por fortuna, Mark sabe cómo quemar hidrógeno líquido para condensar H20. Misión rescate es la versión cerebral de Náufrago – los problemas no son físicos sino mentales, y el protagonista se guía más por inteligencia que por instinto. Todo es lógico para Watney, triunfe o falle, y consecuentemente sus propias conquistas en un planeta sin agua ni oxígeno tienen menos impacto emocional que las de un náufrago que logra hacer fuego en una playa. Watney está en su elemento: es un astronauta en un planeta, un botánico cultivando vegetales. El náufrago es un burócrata que debe aprender a sobrevivir, a sacar el cazador-recolector que lleva dentro. Watney simplemente ejerce su trabajo. La historia es esencialmente una crónica de los problemas técnicos a los que Watney se enfrenta y las soluciones ingeniosas que aplica, orgullosamente documentándose ante las cámaras de su base como si luego fuera a subir el video a Youtube. Dicen que el orgullo viene antes de la caída, pero pasa más de una hora hasta que Watney se enfrenta con un problema que no puede resolver inmediatamente. Esto nos lleva a la gran crítica de la película: el protagonista nunca es puesto verdaderamente en jaque, con lo que el conflicto nunca llega a elevarse a estratos dramáticos y el personaje no tiene oportunidad de cambiar o crecer. Watney entra y sale de la película siendo la misma persona. Viva o muera, no gana ni pierde nada. Con todos sus defectos, la película funciona porque trata exclusivamente sobre lo asombrosa que es la situación de Mark, y rápidamente se construye una tenue comedia basada en la perplejidad y la fascinación del ser humano por controlar lo incontrolable. Mark enfrenta la situación con un sentido del humor tan irónico como improbable. Como muchos personajes de su generación, Mark tiene el hábito de asombrarse ante su propia astucia, concluyendo sus extensos raciocinios y deducciones con frases tipo “así que… bueno” y “o sea que… eso”. Mientras tanto en la Tierra, la cúpula de la NASA (un elenco excelente encabezado por Jeff Daniels, Chiwetel Ejiofor, Sean Bean y Kristen Wiig) trabajan incansablemente para resolver la situación. En el espacio flota la antigua tripulación de Mark (Jessica Chastain, Michael Peña, Kate Mara, Sebastian Stan y Aksel Hennie), indiferentes a la suerte de Mark y a las artimañas de la NASA, pero atentos a sus instrucciones. La acción se traslada prolijamente entre la Tierra, Marte y la antigua nave espacial de Mark, y se reparte entre docenas de personajes cuya presencia socava cualquier sensación de aislación o soledad. Todos son sumamente inteligentes. Lo que Mark no puede resolver, la NASA se hace cargo; si la NASA se traba, un joven astrofísico interviene con una idea loca pero que cree que puede llegar a funcionar; y así la cadena de problemas y soluciones prácticas se perpetúa hasta terminar de cerrar el círculo con Mark, que siempre está un paso delante de todos. El director es Ridley Scott, uno de los grandes maestros de la ciencia ficción, habiendo hecho Alien, el octavo pasajero (Alien, 1979) y Blade Runner (1982). Misión secreta es la primera vez que aborda la ciencia ficción “dura”, o abocada a la ciencia más que al espectáculo, sin la intervención fantástica de alienígenas o androides. No se acerca a la genialidad de su obra más icónica pero es de lo mejor que ha producido en sus últimas décadas de prueba y error. Si algo depara a Misión rescate de la inmortalidad es su falta de ambición. Le falta la sensación de urgencia de Apolo 13, o Gravedad (Gravity, 2013) para el caso, o la sensación de que estamos siendo testigos de algo terrible y magnífico, como sugieren las apesadumbradas peripecias de Interestelar (Interstellar, 2014). Misión rescate se contenta con ser un poco excéntrica, e ironizar sobre su excentricidad. Por fortuna, es muy divertida.
"Misión Rescate" es una historia de supervivencia en el espacio , extrañamente alegre y optimista para Ridley Scott y el género, que a ritmo de hits de música disco y diálogos con la dosis justa de ironía mantiene la tensión y el entretenimiento de principio a fin. Lejos quedo el Ridley Scott que revolucionó la estética en el cine con Blade Runner -1982-, aquel policial negro futurista embebido de luces de neón que tan bien cuestionaba el existencialismo humano, o que impuso el terror en el espacio con Alien, el octavo pasajero -1979-.Corren otros tiempos y da la impresión que Scott, al igual que viene ocurriendo con otros cineastas de su época, ahora rinde un especie de homenaje a una generación de publico que lo vio surgir y consolidarse como cineasta, con un producto solo destinado a entretenerlo, agiornado a la actualidad y con huellas que marcaron dicha generación.Algo que el actual publico joven poco apreciará Misión rescate es una adaptación cinematográfica del best seller -The Martian- del escritor Andy Weir, en el que un astronauta -Matt Damon-, durante una misión tripulada a Marte, es dado por muerto y abandonado tras una tormenta de polvo.Sin embargo logra sobrevivir y recurre a su ingenio y conocimiento científico para mantenerse con vida en el inhóspito planeta rojo mientras la NASA intenta idear un plan viable para rescatarlo. Así es como Matt Damon se convertirá en una especie de MacGyver Youtuber que ira dejando registro, a ritmo de hits de la música disco, cómo el espíritu de supervivencia innato al ser humano cuando se encuentra en circunstancias extremas sumado a sus conocimientos de botánica le permitirán sobrevivir hasta que la NASA encuentre la solución para traerlo de regreso. Momento que aprovecha Scott para expresar su critica a un sistema que fue absorbido por la potencia Oriental. Misión rescate es una épica epopeya de rescate, con localizaciones verosímiles, rigurosamente realista e impresionantes efectos visuales que recuerdan mucho a Gravedad, de Alfonso Cuarón. Pero si aquella creaba una sensación de soledad, misterio y de lo insignificante que puede parecer lo humano ante la vastedad del espacio, R. Scott se las ingenia para imprimirle la suficiente ironía y dosis de humor despojando el relato de lecturas existencialistas o metafísicas para entretener y mantener la tensión durante casi dos horas. Protagonizada por un elenco de estrellas -Jessica Chastain, Kristen Wiig, Chiwetel Ejiofor, Jeff Daniels, Sean Bean- y potenciada por un carismático, sutil y divertido Matt Damon que le pone el moño al film, Misión rescate deja el sutil mensaje que la humanidad solo podrá salvarse cuando aprenda a reciclar sus propios excrementos.
Mi marciano favorito Un filme de ciencia ficción mucho más cotidiano, con un astronauta (Matt Damon) abandonado a su suerte en Marte. Un punto, cada uno sabrá si a favor, es que dentro de la ciencia ficción Misión rescate es más cotidiana, y hasta realista, que Alien, Blade Runner o Prometeo, otros filmes futuristas de Ridley Scott. Nunca se precisa el año en que a Mark lo dejan abandonado a su suerte en suelo marciano, y el espectador siente que podría pasar hoy, o mañana. O que fue ayer. No mucho más atrás, porque si bien coincide el estreno con el anuncio de la NASA de que en Marte hay agua -bonita coincidencia, ¿no?-, el hecho de que Mark “fabrique agua” ya viene haciendo ruido desde hace un par de días. Si bien no existe un género de película de Marte, lo cierto es que ninguna fue más cercana que ésta. Seis astronautas están en una misión en el planeta rojo, cuando una tormenta de viento los sorprende, y camino al módulo que los trasladará a la nave, Mark es golpeado por un pedazo de antena. Sin sensores activados, la comandante (Jessica Chastain) lo da por muerto. Los cinco se van, rumbo a la Tierra, pero Mark no ha muerto sino que, malherido, se pasará el resto de la película tratando de sobrevivir casi sin agua, casi sin oxígeno, casi sin comida, pero con mucha esperanza, humor y cerebro. Bien podría ser Misión rescate una película de autoayuda, de visión obligatoria para depresivos. Porque si algo le puede salir mal a Mark, le saldrá. Como si al margen de la ley de gravedad lo persiguiera otra, la de Murphy. La película no transcurre solamente en Marte. Están en la Tierra los de la NASA, y de otras agencias internacionales espaciales que, al descubrir -no diremos cómo- que el astronauta que daban por muerto está vivito y put..., harán lo imposible por traerlo de vuelta. Y están sus cinco compañeros de viaje, a mitad de camino de regreso. Mark piensa en voz alta: si la próxima misión a Marte llegará, hora más, hora menos, dentro de cuatro años, me queda comida para un mes, no tengo agua (¡ja!), mejor que me las arregle. Botánico, cosechará papa, racionará los sustentos, fabricará H2O y Scott contará más una historia de supervivencia, sencilla, sin aliens acechando, ni buenos ni malos. Estando solo, Matt Damon tiene sí o sí que empatizar con el público. Su humor sardónico es el que alivia los momentos más dramáticos, porque Scott logra que nos preocupemos cada vez que algo le sale no mal, peor, al astronauta dejado a su suerte. En un elenco, ejem, estelar, que integran Jeff Daniels, Michael Peña, Kristen Wiig, Sean Bean, Kate Mara y Chiwetel Ejiofor, Jessica Chastain, viene a cumplir el rol que tanto le gusta al director de Alien: el papel femenino que protagoniza sus historias. Por más que escuche música disco, la comandante tiene rango, demanda respeto y la actriz de La noche más oscura demuestra, por si hiciera falta, que ningún papel le queda grande. Ni siquiera dentro del traje de astronauta. El guionista Drew Goddard (Guerra Mundial Z) manejó todos los elementos de la novela original, los aspectos técnicos y científicos a un nivel de Resumen Lerú, Manual del alumno bonaerense o Física aplicada para novatos. Todo es entendible, no hay (mucho) patrioterismo, sino que priva el sentido de que con calma e inteligencia, a lo mejor, se logran los objetivos. El contrapeso entre Damon en soledad y lo que pasa fuera de Marte es preciso. Gran tarea la del director de fotografía Dariusz Wolski, que logró un tono casi documental cuando se filma, digamos, en la Tierra.
El optimismo como virtud marciana El director de Alien y Blade Runner regresa al futuro y al espacio exterior, pero lo hace con un relato de una simpleza equivalente a la de su héroe, un astronauta abandonado en Marte que nunca duda de que regresará vivo a la Tierra. Afirmar que Misión rescate es la mejor película de Ridley Scott en años no es decir mucho, por cierto. Hace demasiado tiempo que el director de Alien (1979) y Blade Runner (1982) dejó de ser lo que era, o lo que alguna vez auguró ser. Ni siquiera Prometeo (2012), que marcó su regreso a la ciencia-ficción desde aquellos hitos, auténticos mojones del género, logró recuperarlo para el cine, después de tanto tiempo dedicado al espectáculo circense, pleno de gladiadores y éxodos, con esos movimientos de masas de los que el viejo Cecil B. De Mille se hubiera reído, por tratarse apenas de meros pixeles. Sin renunciar a las nuevas tecnologías y todo aquello que el dinero puede comprar, Misión rescate tiene sin embargo una simpleza de espíritu que la redime de tanta importancia impostada que impregnó la obra de Scott. El problema, en todo caso, es que esa simpleza –y la de su héroe– termina pareciendo demasiada para una película que costó más de cien millones de dólares y dura casi dos horas y media, la mayoría de las cuales transcurren en el espacio exterior.Se diría que lo mejor de The Martian –el título original no podría ser más pertinente, en la medida en que el protagonista se convierte en el único habitante del planeta rojo– sucede en los primeros minutos. Un equipo de la NASA, que está recabando información científica del suelo marciano, se ve obligado a abortar bruscamente la misión, ante una súbita y feroz tormenta que amenaza con volar su campamento. En medio de la huida, y antes de que pueda abordar la nave que lo trajo hasta allí, el astronauta Mark Watney (Matt Damon) es golpeado brutalmente por los restos de una antena que vuela en pedazos y es dado por muerto por sus compañeros. La nave logra partir a duras penas y Watney queda allí tirado. Para cuando despierte, alertado por la alarma que marca la escasez de oxígeno dentro de su escafandra, la tormenta ya habrá pasado, pero el campamento parece una villa miseria abandonada y no hay un alma a la vista.¿Qué mejor punto de partida que ése, el de un hombre librado a su propia suerte en suelo extraño, a millones de kilómetros de la Tierra, y de quien nadie sabe que está vivo? Hay una condición esencialmente trágica en esa situación –la de un ser humano enfrentado no sólo a las dificultades técnicas de la supervivencia, sino a la más pura y absoluta soledad– que la nueva película de Ridley Scott ni siquiera se molesta en rozar.Tampoco era necesario hacer una película de Bergman en el espacio. Si el primer Alien alcanzaba a abismarse hacia una suerte de miedo metafísico, lo hacía justamente porque era capaz de catalizar a través de la puesta en escena todo aquello que remitía a una angustia profunda: el encierro, la oscuridad, la soledad del espacio exterior, el temor a lo Otro, el monstruo como metáfora de un cáncer que va haciendo “metástasis” en toda la tripulación.Pero ya desde su título en castellano, que anticipa su previsible final, no hay angustia ni suspenso algunos en Misión rescate. Su protagonista es deliberadamente unidimensional y de un optimismo rayano en el absurdo. Es verdad, tiene algo de gracia al comienzo que, en tanto botánico, descubra que con sus propios excrementos puede producir el abono que le permitirá desarrollar la modesta plantación de papas de la que pretende vivir durante cuatro años. Pero cuando ese proverbial buen humor y confianza en sí mismo del personaje interpretado por Matt Damon –que parece salido de un comercial de reclutamiento de la NASA– se vuelven exasperadamente reiterativos, la película pierde interés. Sin ir más lejos, en Gravedad (2013), que duraba casi una hora menos y con la cual The Martian comparte su punto de partida (y de llegada), la astronauta Sandra Bullock, también ella sola perdida en el espacio, pasaba alternativamente por momentos de euforia y desánimo que le daban no sólo verosimilitud sino también dinámica dramática al relato.No ayudan tampoco los clichés, tantas veces vistos, del esfuerzo mancomunado de los expertos en Tierra, y mucho menos de la insólita, caprichosa ayuda de la agencia espacial china, que parece estar allí simplemente para asegurarse la simpatía de un mercado al que Hollywood presta cada vez más atención. A favor, debe decirse que entre la fotografía en 3D de Dariusz Wolski y el trabajo del equipo de dirección artística se tiene toda la impresión de estar allí, paseando por Marte. Quizás por eso está tan contento Matt Damon, porque sabe que al fin y al cabo no está tan solo, que tiene toda una platea compartiendo su odisea del espacio con él.
Un film divertido e inteligente Nunca más apropiado el estreno de una película sobre un hombre que sobrevive en Marte justo en momentos en que la NASA anuncia la posibilidad concreta de que exista agua en el planeta rojo. Pero los valores de Misión rescate van mucho más allá de esa coincidencia puntual, ya que -al igual que Gravedad, de Alfonso Cuarón- resulta un impecable y fascinante relato sobre las vivencias de un astronauta a, en este caso, 80 millones de kilómetros de la Tierra. Contra todos los pronósticos, Ridley Scott (Alien, el octavo pasajero; Blade Runner) elude por completo los elementos esenciales de la ciencia ficción distópica y la épica del cine catástrofe para, en cambio, concentrarse en buena parte de las algo más de dos horas de relato en la cotidianidad de un experto en botánica (Matt Damon) que, tras una serie de infortunios, queda solo en una base montada en Marte cuando el resto de los integrantes de la misión lo abandona creyéndolo muerto luego de una impresionante tormenta que obliga a un despegue de emergencia. La película trabaja sobre tres ejes: la supervivencia del Mark Watney de Damon, la situación de los tripulantes de la nave que están regresando a la Tierra tras dejar Marte y las decisiones que deben ir tomando en la NASA a medida que la situación va cambiando. Es en esa primera mitad (y algo más) de película donde Scott y el impecable Damon encuentran el corazón de una historia que pendula con astucia entre el melodrama (el protagonista se enfrenta a la posibilidad de su propia muerte) y el humor negro, con infinidad de lúcidos detalles y observaciones, cortesía de ese talentoso guionista que es Drew Goddard (Cloverfield - Monstruo, La cabaña del terror, Guerra Mundial Z). Si bien la resolución (en verdad son múltiples desenlaces) no está a la altura de ese planteo inicial y del muy sólido desarrollo posterior, no puede decirse que Misión rescate deje un sabor agridulce. Al contrario, resulta regocijante apreciar que en Hollywood todavía sigue habiendo espacio para películas inteligentes que, sin descuidar el entretenimiento (y la imponencia del 3D), se acercan a la condición humana con sensibilidad, rigor, nobleza y sentido del humor. Incluso en las condiciones más extremas y adversas.
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En Misión Rescate, el astronauta Mark Watney es dado por muerto y abandonado por sus compañeros de tripulación tras una violenta tormenta en el Planeta Marte. Sin embargo, el astronauta esta vivo. Solo en ese planeta hostil, con escasos suministros, deberá recurrir a su ingenio, humor y espíritu de supervivencia para subsistir mientras espera que vengan a rescatarlo. Esta versión moderna de Robinson Crusoe, es contada de manera entretenida por el experto Ridley Scott, quien utiliza todo su bagaje dentro de la ciencia ficción para hacer creíble una historia imposible. Nunca antes el planeta rojo fue mostrado en pantalla grande como en este filme que combina varios géneros en uno: drama, comedia y suspenso en una línea argumental sólida y atrapante. Matt Damon esta sencillamente brillante, sosteniendo sobre sus espaldas gran parte del metraje como un improvisado "MacGyver" con traje de astronauta. Jessica Chastain también luce magnifica, y se confirma como una de las mejores actrices de su generación, una intérprete a la que cualquier genero le calza bien. Misión Rescate, es una epopeya fílmica, que se disfruta de principio a fin. Un filme épico que entretiene y conmueve. Cine de genero en estado puro.
Pura cháchara ‘Misión rescate’ cuenta una historia fascinante que se pierde en el palabrerío científico. No leí la novela en la que está basada Misión rescate, pero googleando un poco creo entender que en el texto del debutante Andy Weir ya están las virtudes y los defectos que se pueden ver en la película de Ridley Scott, aunque tal vez por la naturaleza del lenguaje cinematográfico en la película los defectos sean más notorios y molestos. Weir es un programador de computadoras, hijo de un físico y de una ingeniera eléctrica, fanático de Isaac Asimov y Arthur C. Clarke, aficionado a escribir historias de ciencia ficción. Varias editoriales le rechazaron el manuscrito original de The Martian, entonces lo publicó serializado en su blog. Después lo subió en formato ebook a Amazon por 99 centavos de dólar y llegó al primer puesto. Recién ahí las editoriales le llevaron el apunte y fue Crown la que se lo publicó en 2013 al mismo tiempo que la Fox compraba los derechos. La historia es fascinante y esa es su mayor virtud, que refleja muy bien la película de Scott. El Ares 3 está en una misión a Marte y una tormenta de viento y polvo obliga a evacuar. El botánico e ingeniero mecánico Mark Watney (Matt Damon) es abandonado por sus compañeros, que lo creen muerto. Pero Watney tiene apenas una herida superficial, y cuando despierta se encuentra solo en Marte, apenas protegido por la base que tiene oxígeno y comida para unos pocos días. Watney no puede comunicarse ni con sus compañeros ni con la Tierra y sabe que, aún si de alguna manera se enteran de que está vivo, una misión de rescate tardaría al menos cuatro años. Aparentemente la novela de Weir tiene mucha investigación encima y cada hecho y situación es no sólo verosímil sino correcta desde el punto de vista científico. El libro incluso abre con un mapa real de Marte y habría que leerla para ver hasta qué punto la jerga y la data eclipsan a la literatura, o si se trata de una moderna Moby Dick. En la película esta tensión se siente y por momentos sale derrotada. A diferencia de la película anterior de Scott, la confusa Prometeo, y también alejándose de la solemnidad pretenciosa de la otra gran película del espacio de los últimos tiempos, Interestelar, Misión rescate se propone como una fábula más llana y cordial. En realidad la película a la que se parece -y con la que pierde por goleada- es Gravedad: no hay mitología, no hay vueltas de tuerca, simplemente una historia apasionante que empieza, avanza y termina. Pero Scott y el guionista Drew Goddard -a quien queremos mucho por haber sido productor de Lost, director de La cabaña del terror y guionista de Guerra mundial Z- no se animaron a despojarse de todo el chamuyo científico de Andy Weir que sólo les importa a cuatro gordos con granos y así la película tropieza en más de una ocasión con diálogos demasiado explicativos que, para colmo, después son repetidos simplificados para mayor comprensión del público. Esto incluye, por ejemplo, que cada vez que los personajes chatean, dicen en voz alta lo que están escribiendo: escenas que resultan, al menos, ridículas. Después del estreno de Gravedad, el astrofísico Neil deGrasse Tyson “denunció” todas las inexactitudes científicas de la película. El director Alfonso Cuarón dijo que le parecían irrelevantes. Hacia el final de Misión rescate, hay una escena que parece calcada de Gravedad. No es casualidad que sea la mejor escena de la película, porque debajo de toda esa cháchara erudita está el drama potente de una historia buenísima protagonizada por un personaje vital y bien delineado que no necesitaba verdad sino verosimilitud.
“Esta es la voz de los marcianos…”, comenzaba así la serie de marionetas animadas que me encantaba en mi infancia, “El Capitán Escarlata”. Todavía nadie conoce la voz de los marcianos, ni a los marcianos mismos, si es que hay alguien allí. Entonces es que el legendario director Ridley Scott se propuso, tomando como base un best seller de un programador de computadoras, Andy Weir, hace que Matt Damon se convierta en el primer ser humano en obtener la ciudadanía del planeta rojo aunque tenga que arreglárselas como buen botánico e ingeniero mecánico que es su personaje Mark Watney. “Es la historia de supervivencia por excelencia”, dirá Scott y la cosa funciona porque no se cargan las tintas sobre el drama, desde la música, el histrionismo de Damon y la química entre los actores, es que este filme funciona. “Me encantó el humor, no sólo de Watney, sino también de otros personajes”, comenta Damon. “El tono cómico nunca es superficial y complementa el drama intenso de la situación, que es algo que no se asocia con frecuencia al género de la ciencia ficción”. Esto último parece ser una constante en la mayoría de las películas de superhéroes donde no faltan los diálogos picantes y los guiños entre compañeros de equipo. La mejor prueba la tuvimos con “Ant-Man”. Creo que “Misión Rescate”, es algo así, para muchos de nosotros como la campaña lanzada en redes sociales, “Que vuelvan los lentos”, tiene que ver algo con la banda sonora, -que Watney no aguanta-, pero al espectador lo hará “mover la patita” con hits de Abba, Gloria Gaynor, Donna Summer, y otros. Muy oportunas, también, los momentos en las que fueron incluidas estas canciones. ‘Hot Stuff’, ‘Waterloo’ y ‘Sobreviviré’, son el botón de muestra. Es que las misiones a Marte se van haciendo en etapas que nuestro ritmo terrestre no comprende, primero se dejan materiales, se arma el lugar donde vivir y luego, llegan las personas, si es que todo sale bien. Valió la pena el uso del 3D, y efectos especiales que están al servicio del filme y no al revés. Con todo esto del descubrimiento de agua en Marte, asunto que el director ya sabía pero no podía revelar hasta que lo hiciera la NASA y la misión en la que algunos valientes se anotaron para un viaje de ida a Marte, pensé que era una movida para que el gobierno de EE.UU., o algún privado se apiadara de la Agencia Espacial tan alicaída con el fracaso del programa de transbordadores y problemas en la estación espacial internacional. Encargarle a un icónico realizador de epopeyas un gran institucional que conmoviera los bolsillos norteamericanos antes de que otros países, China, como mayor competidor, se encarguen de ¿colonizar? el universo, que después de la llegada del hombre a la Luna, sólo podría venir de occidente. No fue así, o al menos si es ficción, lo hicieron bien, eligiendo una novela on line en la que Weir, programador durante 25 años, cargaba nuevos capítulos cada seis u ocho semanas para una audiencia que crecía por el boca a boca, y terminó la historia en tres años, cuando puso el libro a la venta —por 99 centavos de dólar— en Amazon, y fue contactado por un representante, que a su vez lo enlazó con el estudio y el equipo de “Misión Rescate” Otro personaje relevante y muy del universo de Ridley Scott (Alien, Blade Runner, Thelma y Louise y en tele, The Good Wife), es la mujer fuerte, la comandante Melissa Lewis, interpretada por Jessica Chastain, que no dudará, en parte por culpa, en parte porque quiere que su equipo vuelva completo, en hacer un motín a bordo viendo que desde la Tierra no creen que Watney, abandonado tras una tormenta por su equipo, pueda resistir el clima marciano además de la falta de alimentos, agua potable, energía y contacto humano. Lo dramático del asunto se vuelve en una lucha positiva, la resiliencia para hacer una triangulación y que la historia alguien la pueda contar. Muchas reminiscencias de aquél “Cosmos” de Carl Sagan que desde el Laboratorio de Propulsión a Chorro de Pasadena, California, intentaba hacer contacto con inteligencia extraterrestre. Yo era su fan. Los científicos de esta unidad del programa espacial serán otro de los eslabones del equipo para el rescate. Es interesante que si bien hay un personaje que está aislado en buena parte de la película, no lo parece: todos, en alguna manera estarán colaborando, los que lo creen posible, en la vuelta a la Tierra de 6 astronautas y no de cinco. Dentro de la tripulación, del Hermes, se encuentran Rick Martínez, que es interpretado por Michael Peña (alguien que está muy solicitado en estos últimos dos años) y con el que el personaje de Damon interactuará más por el lado del humor. La nerd del equipo, Beth Johanssen, será encarnada por la joven entrometida periodista de “House of Cards”, Kate Mara. En la Tierra, desde el control que no sólo tendrá que calmar las aguas de los ingenieros de la misión, los que están en el espacio, la prensa y los funcionarios de gobiernos, el jefe de la NASA, Teddy Sanders, que le tocó en suerte a Jeff Daniels, un actor que ha entrado y salido de pantalla en “La Rosa Purpura del Cairo” o ha luchado con arañas en “Aracnofobia” y más recientemente, ha enfrentado todos sus temores y demonios como Will MacAvoy en “The Newsroom”. El Orion, es una nave verdadera, que es otra pieza fundamental en el desarrollo de la trama. Cuando fue enviado a órbita, lo hizo con un tributo a Ridley Scott: el primer boceto que el director hizo de Mark Watney, en la portada del guión, con la declaración audaz del astronauta: “A este planeta le voy a exprimir toda la ciencia que aquí exista”. Grande fue el esfuerzo de los artistas por las exigencias de la filmación. Uno de los puntos fue el peso de los cascos y trajes de superficie, la suma ascendía a 20 kilos, con el extra de tener que usarlos en la arena y luchar contra vientos que alcanzaban los cien kilómetros por hora en jornadas de hasta 10 horas de filmación. No sé si a todos les gustan las historias de ciencia ficción. En esto voy a ser parcial porque tiene la mística del potencial de la especie humana cuando se enfoca en el valor de la vida, y en ver el futuro, con un esfuerzo innegable pero posible ante lo imposible. En palabras de Matt Damon sobre su personaje, “El Marciano”: “Representa más que una vida. Personifica los instintos pioneros de la humanidad y nuestra esperanza para el futuro. Ha sido un privilegio interpretar este personaje”. No es el náufrago de Tom Hanks, ni la astronauta de “Gravedad”, tampoco la teniente “Ripley”, es una peli donde se tratan de remediar errores y de salvar todo tipo de vida (sino acuérdense de mí cuando vean la escena en la que crece el primer retoño de papa en suelo marciano). Curiosidades: la misión Ares III no existe, sí la I, la IV y la V. La I y la V en honor a su antecesora misión la Saturno (fuente Wikipedia).
La vuelta al cine de Ridley Scott no podría tener mejor timming que el que tendrá por estos días con el descubrimiento de agua en marte y un eclipse de luna que durante horas ofreció un astro rojo como hace tiempo no se lo veía. Ni siquiera Fox pensó tamaña campaña publicitaria, ni mucho menos al ponerle el literal título regional a “The Martian” como “Misión Rescate” (USA, 2015) algo que coarta la posibilidad de imaginar un desenlace distinto al que se muestra en pantalla. “Misión…” es la trasposición que el laureado director realiza sobre la aclamada novela de Andy Weir, en la que un biólogo (Matt Damon), que es parte de una de las expediciones a Marte, ve como su suerte cambia al quedar varado y solo en el rojo planeta luego de una amenaza sobre la vida de todo el grupo. A pesar de los esfuerzos denodados por intentar comunicación alguna con el exterior, Mark (Damon) comprenderá su nueva situación y emprenderá un mecanismo de organización y control sobre los insumos que quedan en la estación para racionarlos y así mantenerse con vida hasta que envíen a alguien para buscarlo. Pero, las esperanzas sobre una posible búsqueda, ¿son reales? Ante la duda Mark decide avanzar con sus días y Scott realiza una cuidada y detallada crónica sobre los días de éste en Marte. Esta narración tiene además adherido un mensaje inspirador sobre las posibilidades de supervivencia ante la falta de contacto humano y la creación de salidas ante la adversidad. “Misión rescate” además posee otra vertiente, una mucho más fría, menos empática, que se vincula a los manejos detrás del poder que mueve millones de dólares en experimentación y exploración y que, principalmente, esconde intereses más allá de las personas. Justamente esta poderosa directiva (interpretada por actores de la talla de Jeff Daniels, Kristen Wiig, Sean Ben y Chiwetel Ejiofor, entre otros) será la que determine, o no, el rescate de Mark a pesar de que las expectativas de encontrarlo con vida sean escasas. Y la tercer parte de esta historia, estará conformada por el grupo que dejó atrás a Mark en el espacio, quienes también deberán decidir si es en la búsqueda de éste que podrán expiar la culpa de haberlo dejado abandonado en el medio de la nada. Ridley Scott toma la historia del “perdido” en las tierras rojas y genera un relato con el nivel de tensión necesario para poder capturar la atención del espectador, con la multiplicidad de los conflictos, principalmente, derivados de cada uno de los intentos de Mark por salir adelante en un espacio árido, agresivo, confrontativo, y a la vez lleno de oportunidades. En aquellas escenas en las que Scott juega con la soledad del “marciano” y se regodea con su capacidad por superarse, a pesar de las tormentas (logradas con tecnología de efectos especiales de última generación), de los inconvenientes para lograr que sus “cultivos” puedan emerger y de cada intento por conectarse consigo mismo desde otro lugar, el filme se supera. Pero “Misión Rescate” no habla sólo de eso, también coloca preguntas reflexivas sobre la idiosincrasia del hombre ante momentos decisivos y sobre puntos que terminan por llevar a lugares oscuros algunas respuestas, mientras alguien depende de nosotros para poder regresar sano y salvo hacia su lugar “humano” de origen.
Encontraron agua en Marte y Matt Damon llega en Misión rescate de la mano de Ridley Scott. Después de una feroz tormenta en Marte, el astronauta Mark Watney (Matt Damon) es dado por muerto por sus compañeros de tripulación. Apelando a su determinación por vivir y a su ingenio para sobrevivir, el hombre en cuestión, que además es botánico, espera a miles de kilómetros de distancia, que la NASA lo rescate, aunque eso lleve años. Allí donde Gravedad e Interestellar ponían solemnidad y filosofía barata, Misión rescate coloca humor y diversión, no exenta de suspenso desacartonado. Transitando dos géneros poco conciliables, en apariencia, la ciencia ficción y la comedia. Basada en una novela de Andy Weir, publicada por entregas, en internet, que se convirtió en un éxito en venta en e-book y en papel, fue transformada en guión por Drew Goddard (el coguionista de Lost y director de La cabaña del terror) situando la acción fundamentalmente en tres lugares: por supuesto, la principal, en Marte, en la NASA y en la nave Hermes, que está regresando a la Tierra luego del incidente de la tormenta en el planeta rojo. Para contar la vida del astronauta-naufrago en Marte, el film se vale de un simpático recurso, un video-blog grabado desde distintas cámaras del campamento que dinamiza el transcurrir de los días de un tipo que a lo Robinson Crusoe, debe lograr crear agua y hacer crecer plantas en un planeta hostil. Quizás desde The Big Bang theory, los nerds, los científicos, dejaron de ser, al menos para las pantallas, esos seres faltos de humor, para ubicarse en un lugar de persona común, son los tipos más inteligentes del planeta, pero también pueden escuchar la mas horrible música disco, como cualquiera del resto de los mortales. Y el uso de este género musical es uno más de los muchos meritos de la película. Matt Damon se eleva a la categoría de súper estrella planetaria, y ahora del Universo, al sostener un rol complejo, en solitario, con el peso de demostrar sus emociones y a la vez, sostenerlo con la acción física en Misión Rescate. El resto del cast aúna, desde distintas extracciones, uno de los mejores elencos de los últimos tiempos, comenzando por Jessica Chastain, Kristen Wiig, Jeff Daniels, Michael Peña, Sean Bean, Kate Mara, Sebastian Stan, Chiwetel Ejiofor y Mackenzie Davis. Ellos encarnan a distintos personajes, que deben tomar decisiones importantes desde cada uno de sus lugares, detrás de un escritorio, como directores de la Nasa, tripulando una misión, manejando la prensa de la agencia espacial o posponiendo sus vidas en pos de rescatar al astronauta varado. Y sin embargo, en contraste con el gran protagonismo de Damon, cada personaje está delineado para darle profundidad a quienes representan. Ridley Scott puede darse el lujo de entregar una película que se convierta en su tercer clásico de ciencia ficción para elavarlo a la categoría de film de culto, junto a Blade Runner y Alien. Misión Rescate lo hace acreedor de la triple corona. Un veterano del cine con una vitalidad envidiable. No hay duda de que estamos ante uno de los mejores estrenos del año. En conclusión Ridley Scott puede darse el lujo de entregar una película que se convierta en su tercer clásico de ciencia ficción para elavarlo a la categoría de film de culto, junto a Blade Runner y Alien. Misión Rescate lo hace acreedor de la triple corona. Un veterano del cine con una vitalidad envidiable. No hay duda de que estamos ante uno de los mejores estrenos del año.
Crítica emitida por radio.
Misión Rescate es la última película dirigida por el genial e inoxidable Ridley Scott y plantea, de la forma más realista posible, que pasaría si nos olvidáramos a un ser humano un Marte. Cuando uno se pone a hablar o a revisar una película de Ridley Scott no puede obviar las cintas que forman y le dan vida a toda su filmografía. El británico de casi ochenta años de edad tiene en su haber películas que cualquier director envidiaría, como Alien, Blade Runner, Thelma y Louise pasando por Gladiador o la genial La Caída del Halcón Negro. Pero sin lugar a dudas las que quedaron en nuestra memoria fueron las pertenecientes a un genero en particular: la ciencia ficción. Es ahí donde Scott se maneja como pez en el agua y definitivamente Misión Rescate lo confirma, dejando en evidencia que con casi ocho décadas encima, Ridley sigue estando más vigente que nunca. At first I was afraid, I was petrified En Misión Rescate todo arranca cuando la misión Ares 3, una misión tripulada para explorar Marte, tiene que abandonar el planeta rojo debido a una tormenta de arena. Todos logran llegar a la nave que los pondrá a salvo, menos Mark Watney que es golpeado por una antena, es dado por muerto por la tripulación y por todo el planeta tierra. Pero en realidad ahora será el único ser humano en Marte. Solo con su ingenio podrá ponerse en contacto con la tierra, para ver si existe una posibilidad de salvación o si tendrá que sentarse a esperar una muerte lenta por inanición. Como vaticinaba y nos anunciaba Gravity en sus segundos iniciales, "la vida en el espacio es imposible", pero en Marte es otro tema. Mark Watney (Matt Damon) tendrá que arreglárselas con lo que tiene a mano, al mejor estilo de un McGyver espacial. El film de Ridley Scott viene a solucionar y dar una mirada mucho mas adecuada de los últimos films espaciales que pasaron por la cartelera en el ultimo tiempo (recordemos también Interstellar) primero porque toma y trata a la narración como si fuera una biopic realista y el segundo punto fuerte de la película es apoyarse en acciones netamente marcadas para hacer avanzar la historia. Si nos proponernos hacernos la pregunta de que lado se para Misión Rescate, podemos decir que está mas cerca de Gravedad que de Interstelar. El film que protagoniza Matt Damon es fiel, lleno de acción, humor y problemas que resolver, pero sobre todo cargada de información. Si seguimos con la idea de encontrar parecidos narrativos con otras películas, así como Alien es una Tiburón en el espacio, podemos definir a Misión Rescate como una mezcla entre Apolo 13 y Naufrago (justo las dos con Tom Hanks). Así como Tom Hanks se banca toda la película al hombro también lo hace Matt Damon, pero tiene una pequeña ayuda que viene de la tierra y desde la Hermes donde sus compañeros de tripulación siguen todos sus pasos. El film tiene la posibilidad de descansar en las acciones de los personajes secundarios, tan importantes para llevar la trama como el protagonista, ya que este casi se transforma en un Mcguffin de la historia. El rejunte de actores que tiene Misión Rescate es digno de ver, ya que interpretes de la talla de Jeff Danields o Jessica Chastain tienen el valor agregado de llevar la información al espectador a través de los diálogos y esto siempre es una tarea difícil, sobre todo en una película de estudio donde todo tiene que ser explicado hasta el mas mínimo detalle, inclusive Sean Bean que posee en el film literalmente cuatro apariciones está correcto, hace de su papel algo trascendental en la trama y por primera vez no es el malo ni muere. Por el lado de Chiwetel Ejiofor solo podemos decir que al tipo le creemos todo, es el que le da aire de responsabilidad y sentido ético a la historia, su personaje realmente es llevado por el honor y una obligación interna por tratar de traer a Mark a casa. Me gustaría que Misión Rescate sea todo flores y aplausos pero la película sufre en el montaje, en tratar de abarcar demasiados eventos y luego resolverlos de una manera un tanto rápida en su estructura. Muchas veces la película nos inmiscuye en un problema con demasiados detalles para que se resuelva en cuestión de segundos y esto se nota. Sin embargo los puntos más altos del film corren por cuenta de la banda sonora. Debido a que la teniente Lewis (Jessica Chastain) dejó en Marte toda su colección de música disco, esto es bien utilizado por los realizadores para resaltar escenas muy particulares y que la película tenga ese aire de que algo nos suena familiar, con esto generamos empatía automáticamente. Conclusión Misión Rescate bien podría haber mantenido el nombre de El Marciano, tal como realmente se llama y es tambien el título de la novela de Andy Weir de la que fue adaptada. Es una película sumamente entretenida y posiblemente uno de los puntos más altos en la filmografía de Ridley Scott, por lo menos en los últimos diez años. Este film es uno de esos que forman nuevamente a toda una generación con la idea de querer ser astronautas, y es sin dudas una de las mejores publicidades para la NASA. No dejen de presenciar la odisea de Mark Watney, si vuelve a la tierra o queda atrapado en Marte para siempre.
Atrapante aventura en Marte de un Ridley Scott premonitorio Parece increíble, pero casi simultáneamente con el anuncio de la NASA sobre la existencia de agua en el planeta Marte, se estrena internacionalmente la última película de Ridley Scott sobre los pormenores de una futura misión tripulada al planeta rojo. El asunto es curioso, pero no tanto como para generar alguna de esas teorías conspirativas alrededor de temas relacionados con la NASA. En todo caso, en esta película no hay nada de agua marciana, pero sí cientos de papas plantadas en suelo marciano. Es que se trata de una película de supervivencia, algo asi como una mezcla de "Robinson Crusoe en Marte" en plan realista con bastante de "Apolo 13", sólo que esta última sí era una historia real mientras que "Misión rescate" es obviamente una trama de ciencia ficción pensada para darle visos de realidad a la inminente odisea marciana que la NASA anuncia para 2030. El film comienza con varios astronautas disfrutando de un soleado día marciano mientras recogen muestras minerales. Pero, el clima cambia rápidamente y una tempestad cósmica azota el planeta. La nave terrícola debe huir raudamente, pero en el caos dan por muerto al pobre Matt Damon que queda solo en Marte, con comida para unas pocas semanas y sin manera de hacerle ver a nadie en la Tierra que está con vida. Scott le pone mucho humor a una historia muy dramática y mucha verosimilitud a una historia de ciencia ficción. Justamente este último punto es lo que convierte a "The Martian" en una excelente película que supera ampliamente los límites del género, ya que está contada como algo que podría estar pasando cualquiera de estos días. Otro detalle en esta dirección es que, a pesar de ser un film donde casi todas las escenas requieren efectos especiales, no está filmado para regodearse en ellos, y casi se la podría definir como una película naturalista sobre exploración espacial. Matt Damon sostiene con talento algo tan difícil como actuar solo hablando a una cámara de video buena parte de las más de dos horas de metraje, y entre lo mejor del sólido elenco hay que destacar a Jeff Daniels como el director de la NASA y a Kate Mara y Michael Peña como dos miembros de la misión que deja abandonado a su colega por error. Es notable el cambio de estilo que asumió Ridley Scott para este film, donde no hay el menor énfasis en imágenes grandilocuentes, pero sí hermosos paisajes marcianos y un final a toda superacción.
Matt Damon queda abandonado en un planeta desierto y se presume muerto. Otra vez. Por más similar que esto pueda sonar al giro argumental de “Interestelar“, lo que se propone en “Misión Rescate” es un punto de vista completamente distinto a todas las películas con temática espacial que vimos hasta ahora. Y ahí reside su atractivo, ya que poco dispuestos estamos a ver otro dramón interestelar con tan poca diferencia en años terrestres a exponentes como “Gravedad” y la anteriormente mencionada obra maestra de Nolan. La cuestión pasa por el espíritu optimista de su protagonista, Mark Watney (interpretado por Damon) quien, lejos de resignarse a su suerte, hace lo imposible por sobrevivir. Y lejos de dejarse abatir psicológicamente por su desgracia, traza planes metódicos y efectivos para revertir su condición. Su palabra preferida es “afortunadamente“, lo cual nos da una idea bastante contundente de su visión de la vida y las circunstancias. Pero en el espacio no todo tiene un lado positivo, y si hay algo que los astronautas saben con certeza es que nunca coopera. Siempre algo sale mal, especialmente en el cine. Y la desesperación y tensión que generan las situaciones espaciales están tan bien logradas como las escenas cómicas, de las que hay muchas y se agradecen. Ya no es común ver un film que balancee tan bien el humor, con el suspenso y el drama, sin grandes pretensiones y logrando un buen entretenimiento. Con una película que nos recuerda a los mejores exponentes del cine hollywoodense de los ’90, el gran Ridley Scott vuelve al ruedo después de dos importantes tropezones. Sazonada con música disco y grandes referencias a la cultura popular, carismáticos personajes y actuaciones descasilladas (Jeff Daniels y Kristen Wiig haciendo drama, Matt Damon y Sean Bean haciendo comedia), “Misión Rescate” cumple, sorprende y divierte.
"Misión rescate": el gran descubrimiento del año Andy Weir comenzó a trabajar desde muy joven como programador, y aunque parezca que para este trabajo hay que ser metódico y algo estructurado, eso no impidió que a los 20 años empezara a escribir desplegando toda su creatividad y fantasía. Fue así que en 2011 publicó su primera novela, El Marciano (The Martian), en su propia página web de forma gratuita. De a poco comenzó a tener éxito y la gente le pidió que la subiera de forma que se pudiera descargar y después le pidieron que la suba a Amazon -lo cual hizo a un valor de 99 centavos-. Rápidamente pasó a la lista de los más vendidos y atrajo la atención de la Editorial Crown, que adquirió los derechos y la lanzó en 2014 alcanzando el número 12 de la lista de best sellers del New York Times. Aditya Sood y Simon Kinberg (esta vez en el rol de productor) rápidamente tomaron nota del libro y contrataron a Drew Goddard para escribirla y dirigirla, pero se bajó de la dirección para hacerse cargo de The Sinister Six. Rápidamente contactaron al legendario Ridley Scott, quien aceptó de sumo agrado. Para que se den una idea de la celeridad de las cosas, eso ocurrió en mayo del año pasado y la novela se había publicado en febrero. La filmación duró alrededor de 70 días, el tiempo suficiente para entregarnos esta gema llamada Misión Rescate (The Martian, 2015). La comandante Lewis (Jessica Chastain) y su equipo del Ares 3 son los primeros en aterrizar en Marte. Mientras realizan sus investigaciones y experimentos, son alertados de que una tremenda tormenta de arena los está por azotar. El fenómeno es tan violento que deben abortar su misión y abandonar su campamento base, pero en la evacuación el astronauta Mark Watney (Matt Damon) sufre un accidente que lo deja malherido, sus compañeros lo dan por muerto y es abandonado. Pero Watney sobrevivió. Ahora está solo, en un planeta sumamente hostil para el ser humano, con poca agua y comida e incapaz de poder comunicarse con la Tierra para decirles que está vivo. El astronauta deberá hacer uso de su ingenio, poner todos sus conocimientos a prueba y contra todas las posibilidades sostener la esperanza de que pueda llegar a ser rescatado. Soberbio, ese es el adjetivo indicado para calificar este film. Tiene al mejor Ridley Scott -de los últimos años- detrás de cámaras: nos regala unas tomas increíbles y cuenta exactamente lo justo y necesario a la perfección. La película tiene un elenco envidiable, con actores que acá hacen papeles secundarios y tranquilamente pueden protagonizar cualquier otra película. Más allá de los nombrados Chastain y Damon, están Jeff Daniels, Chiwetel Ejiofor, Michael Peña, Sean Bean, Kate Mara, Kristen Wiig, Sebastian Stan y podríamos seguir. A otra cosa que le pusieron especial cuidado fue a que todo lo que se muestre sea científicamente riguroso, y fácil de entender en la explicación. Misión Rescate es una combinación de varias películas, y toma lo mejor de cada una: Apolo 13", "Náufrago", "Gravedad", y para los más memoriosos Robinson Crusoe en Marte (Robinson Crusoe on Mars, 1964), con la que más similitudes tiene. Dato de color: como parte de la colaboración entre la producción y NASA, estos últimos incluyeron la primera página del guión en la nave Orion del vuelo de pruebas Exploration Flight Test 1, lanzado el 5 de diciembre de 2014. Esta película aterriza en todas las salas de los cines para que los espectadores puedan explorarla. Tal vez el público haga el descubrimiento del año.
"Misión Rescate" es la novela más vendida de Andy Weir, y este año, gracias a Ridley Scott llega a todos los cines del mundo la versión cinematográfica y la verdad es para prestarle mucha atención. Peli para disfrutar y vivir absolutamente todo lo que le pasa a Mark Watney, interpretado nada menos que por el grande de Matt Damon, que entrega un trabajo impecable gracias a la magia de Scott. Un elenco repleto de estrellas que se destacan minuto a minuto, como lo son Jessica Chastain, Kate Mara, Chiwetel Ejiofor y varios más. La historia es atrapante y está cargada de momentos inolvidables, tanto visuales como de producción. Un elemento muy importante son los remates de varias charlas que seguramente te harán reír bastante. No hay que dejar de destacar la banda sonora, explotada de música de los 70´s, e inclusive hay un momento con un tema de ABBA, que es el highlight de "Misión Rescate". "Gravedad" - de Cuarón - fue genial y seguramente te gustó... ¿es así? Ok, acá tenes otra opción espacial para vos que disfrutás de este género.
Nos encontramos frente a una epopeya épica donde un astronauta se transforma en un náufrago espacial. Contiene imágenes impactantes, es visualmente impecable y posee toques de humor. Todo gira en torno a la misión Ares 3 de la NASA que se encuentra en el planeta Marte, el cuarto planeta del Sistema Solar más cercano al Sol, apodado “el planeta rojo”. Estos sufren una terrible tormenta, los amenaza el peligro y toda la tripulación huye pero uno de los astronautas Mark Watney (Matt Damon, "Interstellar") no es encontrado, no hay tiempo, lo dan como perdido y muerto. Todos llegan a la conclusión que este integrante de la tripulación ha muerto y que su cuerpo quedo allí en medio de la nada. Se supone que este astronauta no pudo sobrevivir a dicha tormenta, es la conclusión que sacan su compañeros y también en el planeta Tierra. Sin embargo lo que todos desconocen es que Mark se encontraba desmayado y herido y que cuando este despierta se encuentra solo en Marte en un territorio muy hostil para cualquier ser humano. Pero Mark es un astronauta de la NASA, por lo tanto se ha preparado. Ellos saben: ciencia, tecnologías espaciales, conocimientos médicos básicos, entrenamiento y tienen una rigurosa instrucción. Mark no tarda en darse cuenta que si quiere seguir viviendo debe ingeniárselas y cada cosa que hace la graba, y sabe que para su rescate se tardarían unos 4 años por lo tanto comienza a calcular la comida y bebida; según sus cálculos sabe que los suministros son muy escasos, y que le permitirán vivir poco tiempo. Por lo tanto se las va ingeniando para encontrar la forma de comunicarse con la Tierra, decir que sigue vivo, para que lo rescaten e ir buscando más alimentos. Muestra a un astronauta de la NASA como hace para sobrevivir dentro de un planeta hostil, entre la soledad, la tecnología, los momentos trágicos y emotivos. Algo similar sucedía con Tom Hanks en “Naufrago” la diferencia radica en que en este caso es un experto como lo era Sandra Bullock en “Gravedad”. El notable cineasta Scott con gran solvencia logra entretener y atrapar al espectador, (en un eficaz viaje a Marte solamente con la entrada de cine), mezclando la ciencia ficción, el drama y el suspenso. Va dándole toques de humor, se carga con buena música (también es protagonista), un imponente escenario y dentro del elenco secundario logran lucirse: Jessica Chastain (Interstellar"), Jeff Daniels (“Looper: Asesinos del futuro") y Sean Bean (“Troya”), entre otros.
El nuevo largometraje de Ridley Scott (Prometeo) tiene como protagonista a Matt Damon (Un Mundo Conectado), secundado por Jessica Chastain (Interestelar), Chiwetel Ejiofor (12 Años de Esclavitud), Jeff Daniels (The Newsroom) y Sean Bean (El Destino de Jupiter). Misión Rescate está basado en el libro The Martian del debutante escritor Andy Weir que, a su vez, fue adaptado por el guionista Drew Goddard (The Cabin in The Woods). Luego de las problemáticas recepciones a Exodo: Dioses y Reyes y a El Abogado del Crimen , el realizador Ridley Scott tenía que encontrar una película que realmente conectase con el público. Con este equipo, Scott fue a la búsqueda del esquivo éxito artístico/comercial al adaptar la novela de Weir. El guión de Goddard traduce los problemas resueltos con ciencia en el libro original en algo dinámico y divertido en la pantalla grande, mientras que el carisma de Matt Damon propulsa el film, y la tensión va en aumento con el plan de rescate comandado por Ejiofor en la Tierra. El guión encuentra el tono adecuado para la película, con la dosis justa de humor, suspenso y drama, lo cual da grandes resultados en la recepción del público. Misión Rescate es claramente liderado por la performance de Damon en el papel del astronauta varado en Marte, pero los demás miembros del reparto se destacan, en especial Chiwetel Ejiofor, Jeff Daniels y Michael Peña. A pesar de sus 141 minutos de duración, Misión Rescate jamás se hace lenta o insoportable, sino que mantiene su ritmo, humor y suspenso en marcha hasta el final. Finalmente, Ridley Scott logra conectar con el público con este film de ciencia ficción que para algunos se asemeja a grandes trabajos como Gravedad o Apolo 13.
Gran crónica marciana ¡cuatro estrellas para la nueva película de Matt Damon! A los 77 años, Ridley Scott estuvo muy cerca de crear otra obra maestra de su carrera con Misión rescate. Se trata de “la gran película de Marte”. Cuando ya nadie creía que Ridley Scott iba a hacer una película a la altura de sus obras maestras, lo hizo una vez más. No sólo una de las mejores películas del año sino la gran película de Marte. El filme protagonizado por Matt Damon como el astronauta especialista en botánica Mark Watney, está basado en la novela El marciano (The martian), de Andy Weir, que en el principio (2009) fue publicada por capítulos en la web. Misión rescate cuenta la historia de una tripulación que debe abortar su misión en Marte debido a una fuerte tormenta. Un pedazo de antena golpea a Watney, y sus compañeros no pueden detenerse ni ayudarlo ya que morirían todos. Una vez en la nave, despegan sin dudarlo ya que dan por muerto a su compañero. Pero está vivo, y acaba de quedar sólo en el inhóspito planeta. Lo que sigue es la crónica marciana de Watney, que reporta día a día cómo va resolviendo los problemas. Tiene que aplicar la ciencia con lo que tiene, utilizar la inteligencia, racionar bien la comida, organizar, trabajar con paciencia y sortear las dificultades con humor, elemento que juega un rol importantísimo. Misión rescate es un filme optimista y una película sobre la fe, aunque la presencia de la misma está fuera de campo porque hay cosas más importantes, como sobrevivir en un hábitat hostil. Es también una película sobre la importancia de las personas, siempre por encima de las ideas, de las instituciones y la patria. El trabajo que hace Scott es notable. El realismo teñido de humor que logra, y que por momentos roza lo paródico, es lo que la singulariza. El filme posee una fuerza narrativa cuya clave consiste en no demorarse en devaneos teóricos ni en reflexiones existencialistas. Scott no se detiene a reflexionar tanto como en ir al grano, en contar un historia emotiva, dinámica, entretenida, inteligente, que salda cuentas con la tradición de películas del espacio, que va más allá y que no se toma tan en serio aunque nunca deje de ser un trabajo serio. La inteligencia para alternar las distintas historias (entre Marte, la Tierra y la nave) sin desmerecer ninguna, pero siempre sabiendo que la de Marte es la más importante, roza lo prodigioso. Las calculadas dosis de ciencia ficción, aventura espacial, suspenso, acción, drama, comedia, es la virtud, sumada al ritmo del montaje y la banda de sonido (tanto la música que escucha Watney como la banda sonora original), hacen del filme una robinsonada sideral memorable, un naufragio espacial que no deja que el espectador se distraiga. Si no se apuraba tanto el final y si no terminaba siendo una película de reclutamiento explícito para la Nasa, hubiera sido una obra maestra.
Todos para uno Náufrago, 127 horas, Gravedad: desde hace unos años, al cine de Hollywood le viene atrayendo la epopeya de personas comunes enfrentadas a la soledad y la capacidad para sobrevivir lejos del mundanal ruido y las comodidades de la vida moderna. En este caso, la figura carismática con la que se busca generar empatía no es Tom Hanks, James Franco o Sandra Bullock sino Matt Damon, y el ámbito en el que el protagonista es dado por muerto y abandonado, el planeta Marte. Allí, este Robinson Crusoe con escafandra deberá poner en juego sus conocimientos y habilidades para proveerse alimento suficiente mientras espera que en la Tierra hagan algo por él. La excusa es aceptable para ofrecer un divertido film de suspenso y aventuras en el espacio, afortunadamente sin agregar flashbacks con recuerdos de la vida previa del joven astronauta ni actitudes de heroísmo exaltado. Salvo las explicaciones y discusiones de rigor entre los entendidos, todo es muy simple –incluso aniñado– en Misión Rescate, con la historia transcurriendo límpidamente y personajes sin pliegues. Durante algo más de dos horas, Ridley Scott (1937, South Shields, Inglaterra) echa mano a un clasicismo narrativo y estético que lo aleja bastante del frío formalismo de sus primeras y más recordadas películas (Los duelistas, Alien, Blade Runner), evitando banales torsiones habituales en colegas suyos interesados en la ciencia ficción, como Christopher Nolan. En un mundo artificioso y mecánico como el de los viajes espaciales, destinar miradas emocionadas al crecimiento de una planta, o hacer de un tenso encuentro en el espacio una suerte de danza –tal vez la secuencia más bella e inquietante del film–, son aportes que se agradecen. Lástima que parezcan inevitables las canciones decorativas y las bromas entre los personajes (una y otra vez con una taza en la mano), que los actores deban limitarse a tics gestuales registrados en planos breves, que se siga recurriendo a los gritos y aplausos eufóricos ante los éxitos en las gestiones de rigor, y que no pueda evitarse cierto exitismo en el desenlace. Bien puede decirse que Misión Rescate es convencional pero eficaz. Sin embargo, revela un problema nada menor: aunque transcurre casi en su totalidad –montaje paralelo mediante– en dos únicos espacios (Marte y las dependencias de la NASA), no permite advertir demasiado la insondable profundidad y el silencio que, se supone, reinan en el espacio. Grandes extensiones de tiempo y de distancia, así como estados de angustia y reflexión, se diluyen para favorecer el entretenimiento puro y duro. Del mismo modo, aunque la película da a entender que todo el mundo está pendiente del destino del pobre Mark Watney (Dammon), sólo ingleses, chinos y obviamente estadounidenses se muestran en las calles, preocupados por el caso: el resto del mundo permanece olímpicamente fuera de campo. Esa predisposición a ver lo que hay más allá de las estrellas antes que lo que ocurre en algunas zonas del propio planeta Tierra, conduce a un interrogante que se desprende de películas como ésta o Rescatando al soldado Ryan (1998, Steven Spielberg, en la que Damon también debía ser rescatado): ¿por qué todos para uno y no todos para todos? En Misión Rescate, junto a los seres sujetos por un frágil cordón a esas naves-juguetes en la negra inmensidad, flota la inquietud: por qué en el país del Norte conmoverá tanto la salvación de un hombre, mientras se acepta con indiferencia una vocación por la violencia que trunca la vida de tantos otros, propios y ajenos.
El secreto de esta película de Ridley Scott consiste en que no es una película de Ridley Scott. Adaptación de un best seller, el veradero genio (uno de ellos) detrás de esta maravilla clásica es Drew Goddard, gran guionista del fantástico contemporáneo y autor de una obra maestra llamada La cabaña del terror, donde recuperaba en el género del susto el gusto por la aventura y la emoción. Aquí se trata de una misión a Marte que sale mal y deja, dado por muerto, a uno de los tripulantes en el planeta rojo. Pero el hombre (el otro genio, Matt Damon) no se resigna a morir ahí sino que usa la cabeza, el buen humor y la energía del antiguo héroe americano -porque esto es un western, además- en sobrevivir. Mientras, en la Tierra, tratan de ver cómo rescatarlo, cuando el viaje lleva un año o dos y encima las provisiones son escasas. Hay un relato deportivo: cómo el cerebro va superando obstáculos. Hay un relato de aventuras: cómo pelearle a los elementos. Hay una banda de sonido genial y alegre (vamos... es una película alegre, ¿cómo puede pensar que es “de Ridley Scott”?) que incluye un tema de David Bowie, y toda película con canción de Bowie sube dos puntos. Y el elenco está lleno de seres humanos (desde la emotiva Jessica Chastain hasta el contrariado Chiwetel Ejiofor, pasando por diez escenas brillantes de Kristen Wiig, de profesión comediante). Gozosa hasta la última escena, merece ser vista en familia. Una de las películas del año de acá a Marte.
Hace unos cuantos años Tom Wolfe escribió “Lo que hay que tener”, un reportaje fascinante que se vincula con “Misión rescate”. Aquel libro cuenta el origen de la carrera espacial y quiénes fueron sus héroes, desde Chuck Yeager hasta los primeros astronautas. Lo que hay que tener, dice Wolfe, es coraje, inteligencia, ingenio, la cabeza fría y humor para afrontar lo que venga, y por supuesto, un poco de locura. “Misión rescate” comienza con el conflicto en el primer minuto: cómo un astronauta es abandonado en Marte por el resto de la tripulación luego de que es dado por muerto tras una violenta tormenta. En el viaje de regreso de la nave a la Tierra sus compañeros se enteran que sobrevivió. Y el director Ridley Scott le pone tanto suspenso al resto de la película como para mantener la atención del espectador por más de dos horas. ???Aquí no hay aliens ni futuros distópicos. Solo un hombre tratando de sobrevivir a 80 mil kilómetros de la Tierra -sin agua ni oxígeno y con alimentos racionados- hasta que, tal vez, venga a salvarlo una comandante (Jessica Chastain) que también tiene lo que hay que tener. Parte del mérito es del libro original en que se basa el filme, de un guión con algunas frases memorables y del trabajo de Matt Damon como Mark Watney, un personaje que sabe que puede morir o vivir, y que el desenlace también depende de sus decisiones. Que tiene lo que hay que tener.
Robinson Crusoe en pleno Marte Una tormenta de arena sorprende a los astronautas que realizan una misión en Marte. Consiguen huir, suponiendo que uno de ellos -Mark Watney- murió en pleno vendaval. Pero Mark está vivo y afronta un desafío: cómo sobrevivir, a la espera de un improbable rescate. Lo que le sobró a “Interestelar” de pretencioso y autosuficiente -palito que Christopher Nolan ya había pisado en “El origen”- lo suple el maestro Ridley Scott con infinita simpleza y apelando al mejor de los recursos: el humor. Por eso “Interestelar” es un juguete ampuloso y hasta pedante, mientras que “Misión rescate” resulta divertida y emocionante. La comparación no sólo pasa por el papel de Matt Damon (en ambos casos encarna a un astronauta abandonado a su suerte en otro planeta); también apunta a dos concepciones de hacer cine abordando temáticas propias de un universo -el de la ciencia ficción- que invita a los excesos. Pero Nolan no juega en las ligas de Kubrick y Tarkovsky, aunque le encantaría, mientras que a Scott no le interesa ese rótulo. Él es un extraordinario narrador de historias, y la de “Misión rescate” es de las buenas. La película está basada en “El marciano”, novela que Andy Weir publicó gratis en Internet a manera de folletín y terminó en la lista de best-sellers. Al guión le dio forma el más que promisorio Drew Goddard, quien dirigió la imperdible “La cabaña del terror”. La historia se desarrolla en tres escenarios: el marciano, donde Mark Watney se las arregla para seguir con vida; la Tierra, concentrada en los esfuerzos de la Nasa para traerlo a casa: y la nave en la que regresa el resto de la tripulación, ignorante de la suerte de su compañero. Desde allí se sucederán las vueltas de tuerca, durante casi dos horas y media que pasan como un suspiro. El videoblog con el que Watney va registrando su crónica marciana mediante un divertido diálogo consigo mismo contrasta con la tensión del resto. Scott le saca el jugo a un elenco lleno de figuras -irresistible Jessica Chastain-, narra con fluidez y regala una maravilla visual que remite a planos de John Ford. Bien contadas, aventuras tan viejas como la de Robinson Crusoe siguen apasionando.
Odiosas comparaciones Si hay algo que asume sin mucha culpa Misión rescate es su poca originalidad. Quizás esto tenga que ver en buena medida con su director, Ridley Scott, un tipo que hace más de dos décadas que se le acabaron las ideas innovadoras y ha pasado a convertirse en un realizador al servicio de diversas propuestas hollywoodenses, algunas de ellas atendibles -Gangster americano- y unas cuantas -Robin Hood, Red de mentiras- que son monumentos del cine pecho frío e indeciso al abordar géneros y temas. Scott en Misión rescate hace lo que más -o lo único, incluso- que sabe: tomar -hasta robar se podría decir- de manera descarada pero honesta elementos ya varias veces transitados y aplicarlos con cierta eficacia a su propio relato. No hay nada de malo en eso, porque es una manera de ir a lo seguro sin pretensiones de trascender, pero el problema es que las comparaciones están servidas. Y pueden ser un poco odiosas. NAUFRAGO La historia de Misión rescate -basada en el libro de Andy Weir- es relativamente simple: durante una misión a Marte, ocurre un accidente y uno de los integrantes de la tripulación, Mark Watney, queda varado en el planeta, abandonado por sus compañeros, quienes se tuvieron que ir y lo dieron por muerto. A partir de ahí, las diversas estratagemas del protagonista para ponerse en contacto con la Tierra y sobrevivir en un planeta hostil. Es decir, Náufrago -que ya era una actualización de Robinson Crusoe- pero en el espacio. El problema es que la capacidad narrativa de Robert Zemeckis es mucho mayor que la de Scott y no tenía necesidad de estar explicando todo el tiempo lo que sucedía a través de las palabras de los personajes. En unos cuantos pasajes, la forma en que Mark se la pasa contando todo lo que hace a las cámaras que lo graban en su refugio espacial atentan fuertemente contra la verosimilitud del relato; hasta nos dan ganas de pedirle a gritos a Scott que deje que sean las acciones las que expliquen lo que está pasando. El otro problema es que Matt Damon es un buen actor, alguien que ha evolucionado en sus capacidades a lo largo de los años, pero no es Tom Hanks, y su carisma no llega a generar la misma empatía. Es decir, rara vez nos conmovemos con lo que le pasa, con las barreras que enfrenta, sus dilemas y pequeñas victorias. APOLO 13 Como la película de Ron Howard -que, oh casualidad, también tenía a Hanks, ese humanista de la acción, como protagonista-, Misión rescate es un film que establece dos planos narrativos, dos líneas que corren en paralelo, esperando confluir hacia el final: la del astronauta esperando ser rescatado por un lado, y la del equipo de la NASA intentando encontrar la forma de traerlo a casa. Ambos niveles están poblados de profesionales, de gente que es la mejor en lo suyo y que se la pasa avanzando y retrocediendo en sus metas. Esta es la parte que mejor funciona en el film, porque Scott es alguien acostumbrado a retratar mundos de expertos y encima cuenta con el plus de un reparto donde aparecen muchos de los mejores de Hollywood -Jeff Daniels, Jessica Chastain, Kate Mara, Chiwetel Ejiofor, Kristen Wiig, Sean Bean, Donald Glover y siguen las firmas-, pero tiene un factor en contra: si en Apolo 13 el factor de lo real, de lo verídico, aportaba para conmover sin resignar suspenso, en Misión rescate hay un continuo esfuerzo para contagiar, para zambullirnos en la aventura, pero sólo de a ratos ese arresto se revela productivo. Es llamativo, porque no consigue imponerse en las dos vertientes de la ciencia ficción: no llega a sacudir desde lo científico, pero tampoco impresiona desde lo ficcional. Gravedad Desde las impresionantes alturas formales de su realizador, la odisea casi solitaria del film de Alfonso Cuarón se convertía en una vuelta a casa no sólo literal sino también espiritual, en una experiencia cautivamente y finalmente conmovedora. Lo de Misión rescate es apenas un cuento bien narrado, al que hay que reconocerle su fluidez y habilidad para desplegar un gran número de personajes, y el hecho de que sus más de 140 minutos no pesan. Pero eso es todo, no hay mucho más, y hasta son notorias las dificultades de Scott para emocionarnos con la historia de un enorme conjunto de esfuerzos para lograr algo que parece imposible. Lo universal que implica lo humano excediéndose a sí mismo en su enfrentamiento contra lo abismal del espacio exterior no termina de hacer su acto de aparición. Si pensamos en el plano contrapicado que cierra Gravedad y lo comparamos con el final estirado y blandengue de Misión rescate, eso queda demasiado patente. Y bueno, algunas comparaciones son odiosas.
El veterano director de “Alien” y “Gladiador” vuelve en gran forma El inglés Ridley Scott empezó a filmar tardíamente a los 40 años y con casi el doble de edad sigue haciéndolo, siendo “Misión rescate” (“The Martian”) su más reciente y destacada producción. Casi seguramente por casualidad, en los últimos días, los medios gráficos y electrónicos del mundo comentaron ampliamente el anuncio de la NASA de la probable existencia de trazas de agua en el planeta rojo, ayudando sin querer a la difusión de la película. Al durar casi dos horas y media, el film se toma su tiempo para plantear en los primeros treinta minutos la dramática situación que se produce cuando uno de los seis tripulantes de la misión a Marte no logra regresar a la nave que los trajo. Una fuerte tormenta (o como se denomine tal fenómeno en otro planeta) deja “varado” a Mark Watney (Matt Damon) en el planeta rojo mientras sus compañeros logran despegar y regresar a la nave “Hermes” para volver a tierra. Lo que la comandante Lewis (Jessica Chastain) y el resto de la tripulación ignoran es que Mark no ha muerto y que, con el poco oxígeno que le queda, logrará llegar a la base presurizada donde residían. Tras la larga introducción, al que se verá durante buena parte de las casi dos horas que faltan de la proyección es a Mark quien “nos dirá” que no piensa morir en Marte. En sus propias palabras nos dirá “Fuck You Mars” y “por suerte soy botánico”. Y aquí estará gran parte de la clave de su supervivencia ya que logrará plantar papas, usando sus propios excrementos como fertilizante (esto suena peor de lo que se ve visualmente!). Pero no sólo de “papas” vive el hombre y para los que como este cronista conocen algo de química parece verosímil la generación de agua que se le ocurre a partir de la “Hidrazina”. El otro recurso necesario es la energía y aquí Mark nos hace otra declaración cuando decide usar el plutonio del que dispone afirmando que corre el riesgo de que “la leyes de la Termodinámica me maten”. Pero estimado espectador vale aclarar que la película no es un tratado científico y que uno de sus grandes méritos es que no aburre en ningún momento. Por supuesto surgirán muchos imprevistos y no se trata de revelarlos en esta nota. La banda musical es muy rica en temas de los ´70 sobre todo británicos como lo es su director, quien seguramente los eligió. Entre estos cabe mencionar algunos que deleitaron a quien esto escribe en el momento de su aparición: “Waterloo” (ABBA), “Love Train” (O’JAYS), “Rock the Boat” (HUES CORPORATION) y el inevitable “Live on Mars?” (DAVID BOWIE). Además de los ya mencionados Damon y Chastain, se lucen entre otros Jeff Daniels como el jefe de la NASA, quien sigue desde tierra el dramático intento de rescate, Michael Peña, Kate Mara y Sebastian Stan como otros tripulantes además de Sean Bean y Chiwetel Ejiofor. Imponente regreso y en gran forma de Ridley Scott, entre cuya filmografía están los inolvidables “Alien”, “Blade Runner” y “Gladiador”.
El talentoso Sr. Ridley Cuando parecía que al director de Alien y Blade Runner se le habían acabado las ideas, su regreso al género que lo consagró hace más de dos décadas vuelve a posicionarlo como uno de los maestros del cine. Desde su última gran película, Gángster americano en 2007, el británico parecía haberse perdido en historias que exhibían una alarmante pobreza narrativa, y que pretendían contar cosas importantes, más grandes que la vida. Mamotretos grandilocuentes como Robin Hood, Éxodo: Dioses y reyes y El abogado del crimen, una canchereada a lo Guy Ritchie que coqueteaba con el explotaition pero terminaba volviéndose solemne y tediosa. Cosas serias, graves, espectaculares (aunque sin ningún sentido de la espectacularidad), carentes de humor y simplemente ridículas. Scott parecía haber abandonado para siempre el planeta de la verosimilitud hasta que llegó Misión rescate para salvarlo de convertirse en uno de esos directores a los que preferimos perderles el rastro y traerlo de vuelta a su hogar: el cine clásico. La película vuelve a poner en vigencia algunos de los valores de esa tradición: la inteligencia, la valentía, el profesionalismo, la solidaridad y sobre todo el optimismo, serán necesarios para sobrevivir cuando todo se vuelva en contra del botánico e ingeniero mecánico a varios millones de kilómetros de la Tierra. Para lograr su objetivo, el astronauta debe recurrir a la ciencia como único recurso para lograr que crezca comida en un lugar donde no abunda el oxígeno, reparar viejos artefactos espaciales para poder comunicarse con la Tierra y racionar sus alimentos mientras espera ser rescatado con música disco de fondo. Matt Damon se pone el traje del agricultor convertido en pirata espacial y, ya sea a través de un monólogo a modo de bitácora frente a una computadora o comunicándose a distancia a través de un chat, se impone como el corazón de la película dentro y fuera de la órbita marciana durante ciento cuarenta y dos minutos. Hay momentos en los que los personajes dicen en voz alta lo que están escribiendo en un chat, algo que quizás, en manos de cualquier otro director, podría haber resultadoinverosímil, redundante y hasta ridículo, pero Scott, Goddard y el dream team de actores logran sacar lo mejor de ese recurso para traducirlo en escenas creíbles, humanas y genuinamente emocionantes. Si bien la novela de Andy Weir en la que se basa la película es, además de verosímil, supuestamente correcta en términos científicos, se sabe que en el cine no se trata de que algo sea verdadero o de contar con un respaldo académico para que una película sea más o menos válida. Todo se resume en que podamos identificarnos con esas criaturas y con lo que les pasa. Una buena parte de lo que sostiene Misión rescate es su notable elenco. Un equipo de profesionales hawksianos regidos por un gran sentido de la responsabilidad y de la ética profesional ante todo. Actores que, lejos de taparse unos a otros, se asocian y se combinan de la mejor forma para lucirse como un todo armónico en pos del amor hacia el cine. Otra de las grandes virtudes de la película consiste en oponerse diametralmente a la idea de cine que proponían Nolan con Interestelar y Cuarón con Gravedad. En Misión rescate no hay dilemas filosóficos berretas, planteos metafísicos rimbombantes, alegorías ni vueltas de tuerca rebuscadas; a base de puro cine, ingenio y humor negro, se utiliza el sarcasmo como vehículo para medir las emociones y también las reacciones, como cuando en la Tierra, y luego en el espacio, se descubre que Watney sigue con vida. En este sentido, la de Scott se acerca más a una de Marvel que a sus hermanas del género, no solo porque destruye en una sola escena (en la que Matt Damon utiliza un crucifijo para hacer fuego) a las últimas películas de Nolan y Cuarón, sino porque, a diferencia de ellas, aquí lo complejo está dado por la sencillez con la que director y guionista cuentan una historia, y no por una aparente complejidad de la trama. Con Misión rescate, Scott recobra finalmente el sentido de la espectacularidad pero a escala humana. El tiempo dirá si su mejor película llegará a convertirse en un clásico del género como lo hicieron Alien y Blade Runner, pero no hay dudas de que tiene todo para serlo. Mientras tanto, bailemos al ritmo de Starman hasta que llegue el eureka.
En los primeros minutos de Misión Rescate (The Martian) se plantea el tópico que funcionó como disparador a gran parte del cine de Ridley Scott. La cámara nos delinea el ambiente de la misma forma que otros directores lo hacen con sus personajes. Este paisaje se presenta inmediatamente como un otro deliberadamente extraño en relación a los personajes. El espacio no es, entonces, el lugar donde habitan los personajes, sino más bien, una entidad que ejerce una fuerza colonizadora sobre ellos. Los lugares del cine de Scott desafían a los que lo habitan a adaptarse o morir y esa adaptación no siempre es feliz o siquiera orgánica. Así como en Blade Runner, luego de ver la magnitud de la arquitectura futurista, se nos presentaba en contracampo a un Rick al que casi puede olérsele el aliento a alcohol, empapado y anclado por su vestimenta a un extraño pasado que conscientemente no deseaba abandonar, en Alien atravesábamos, atados a la cámara, la fuerte seguridad de las compuertas de una nave para encontrarnos con los tripulantes del Nostromo en todo el esplendor de la vulnerabilidad humana. En Misión Rescate, esa tensión del ambiente intentando apoderarse de los personajes y no al revés, se ve desde la secuencia inicial. Sin embargo, la torpeza en la puesta formal de la secuencia hace que de esa presencia y reconocimiento inmediato de las características que hicieron de Scott uno de los mejores directores a la hora de trabajar la ciencia ficción, se nos revele, en realidad, la ausencia casi total de esas mismas particularidades. Mientras más reconocemos la cámara de Scott, con mayor profundidad entendemos que a lo largo de los años perdió algo que lo alejó de aquellos films tan pregnantes para el imaginario cultural. No es sólo el hecho de que en sus últimas películas el director haya optado por invertir esa relación personaje-entorno, es más bien, lo que esa inversión le hizo a la relación campo-fuera de campo (desplazamiento enunciativo de aquella otra). Que a Misión Rescate le cueste tanto sostener a Matt Damon en pantalla durante el metraje, que necesite de tantos recursos simplistas para hacerlo (diegetizar los pensamientos a través de la grabación de bitácoras por ejemplo) no tiene que ver con una actuación poco sólida o una floja construcción del personaje sino, más bien, una pobre construcción de ese entorno hostil al que recurre sólo cuando el guión demanda una acción dramática de relevancia. El problema de Misión Rescate es la decisión de disfrazar los tecnicismos científicos de acciones dramáticas. El principal problema de Misión Rescate es la decisión de disfrazar los tecnicismos científicos de acciones dramáticas. Esto hace que, por momentos, le cueste mucho salir del tedio. El acento en Misión Rescate esta puesto en el aislamiento y en la soledad del personaje principal, sin embargo, el montaje alterno generando una conexión continúa con la Tierra no ayuda a darle a ese aspecto la densidad necesaria. Cuando el film anuncia esa conexión el final se hace previsible, no porque se convierta en una historia varias veces contada sino porque se evidencia que el peligro que acecha al astronauta nunca tuvo la profundidad que requería. Estos problemas en la construcción están dados por la dirección. El guión, firmado por Drew Goddard, tiene varios elementos interesantes que empiezan a destacarlo como autor, tiene relaciones tanto con su trabajo como director como con el de productor, pero esos elementos están organizados con nexos poco sólidos que no les permiten obtener la jerarquía necesaria. La sensación final, a raíz de esto, es que la obra, a pesar de esbozar varios temas posibles, termina redundando sobre un único aspecto durante sus casi dos horas y media de duración. Misión Rescate le termina aportando muy poco al género y menos aún a la carrera de Ridley Scott, cuya perdida del pulso narrativo y cohesión entre los elementos que propone trabajar resulta cada vez más llamativa.
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Basada en el libro de Andy Weir, dirigida por Ridley Scott, hombre que estuvo detrás de películas como “Blade Runner”, “Prometheus” o “Alien” y protagonizada por Matt Damon, llega a los cines “Misión Rescate”. Luego de una tormenta de arena un grupo de astronautas tiene que abandonar su misión y tienen que regresar a la Tierra. Mark Witney es golpeado por una antena, su traje se rompe, sus compañeros no lo encuentran, lo dan por muerto y se van. Mark no estaba muerto, cuando despierta tiene que averiguar cómo comunicarse con la Tierra y cómo sobrevivir los próximos años en un planeta que no será visitado por lo menos en 3 años. Yo creo que la clave de la película está en la elección del tono. Si bien no es un gran drama, como muchos plantearían, trata de crear un ambiente real en el que la tristeza esté, pero en el que también se pueda ver lado gracioso de la situación. Ya que con esta premisa se puede crear una película oscura y llena de tristeza. Pero si uno quiere vivir tiene que tratar de sufrir lo menos posible y aunque OBVIO que es un bajón quedarse solo en el espacio, pero es eso o suicidarse. La actuación de Matt Damon es perfecta. Mark no tenía a Wilson, pero necesitaba comentarle a alguien lo mal que la estaba pasando, así que usa las cámaras para grabar las bitácoras del viaje para comentar todo lo que le pasa. Además todo el proceso de transformación desde que arranca el film y termina es genial. En cuanto a lo técnico: Está todo muy bien armado. La ciencia en este film es medianamente simple y todos los mortales les podemos seguir el ritmo. Los momentos en los que la gravedad se transforma en protagonista de la historia están bien planeados, no abusan de ellos y están llenos de tensión y vértigo. Por último los paisajes: Todo el desierto de Marte no tiene NADA que envidiarle al de Mad Max. “Misión Rescate” dura casi dos horas y media. Gracias al humor, a las grandes actuaciones y a todos los efectos especiales, hace que la película se pase volando y logra que te emociones cuando los personajes se emocionan o que te rías cuando ellos se ríen. La verdad es que vale la pena verla en cines como toda película que transcurra en el espacio y sin dudas se mete en el TOP 3 del año, junto a Misión Imposible y Mad Max.
El mundo de Calculín Una exploración a Marte debe ser repentinamente abortada cuando los astronautas que exploraban suelo marciano son sorprendidos por una tormenta. Todos logran escapar, excepto uno -Mark Watney (Matt Damon)-, al que dan por muerto. Abandonado en Marte, Watney despierta, justo antes de que su traje agotara el óxigeno necesario para mantenerlo vivo. Herido, pero para nada muerto, el astronauta inicia la aventura de sobrevivir en tierra hostil. Mientras tanto, en nuestro planeta anuncian que Watney ha muerto y le hacen un funeral con honores, pero no pasa mucho tiempo hasta que en la NASA reciben señales de que algo sucede en el planeta rojo. Ridley Scott vuelve al espacio y nos ofrece un tedioso relato maravillosamente montado sobre un escenario desolador, amenazante y al mismo tiempo bello. Los momentos de tensión que el director es ducho en manejar, son superados por un guión cientificista sin nervio alguno. En lo actoral, es sobresaliente la labor de Damon como también la de Jeff Daniels-como el director de la NASA-, en tanto Jessica Chastain luce algo sobreactuada en su rol de comandante de la misión. Lo angustiante que debe ser hallarse solo en un planeta lejano, con víveres limitados, nunca logra trasladarse a la pantalla; por el contrario, el tono elegido hace previsible el descenlace de esta historia tan sosa y optimista como políticamente correcta.
xMisión rescate es la mejor película que brindó Ridley Scott en los últimos años. En realidad su talento como narrador nunca decayó pero los argumentos de sus filmes recientes generaron que esas propuestas no terminaran de convencer. Todavía me duelen los ojos al recordar los cocodrilos de animación computada de Exodus. Por eso es muy importante destacar en este estreno el excelente trabajo que hizo Drew Goddard (el director de La cabaña del terror) en el guión al adaptar la novela El marciano, de Andy Weir. Junto con la labor de Scott en los aspectos visuales, ambos artistas lograron construir un gran thriller de supervivencia que presenta la incursión más optimista es inspiradora del director inglés en el espacio. Una sorpresa de esta película es el alto de contenido de humor que tiene la historia que contribuyó a darle muchísima humanidad a los personajes, muy especialmente al astronauta que interpreta Matt Damon. No sé si esto también era parte de la novela original porque no leí la obra de Weir, pero en la película los comentarios sarcásticos del protagonista estuvieron correctamente insertados dentro del argumento. Dentro de su narración el director fusionó a la perfección el drama con el humor que contribuye en varias escenas a descomprimir la tensión del conflicto. Un elemento que tampoco suele aparecer con frecuencia en el cine de Scott. De hecho, los únicos filmes que hasta la fecha habían presentado diálogos graciosos eran Los estafadores (2003) y Un buen año (2006), con Russell Crowe, que son dos rarezas de su filmografía. Por eso en Misión rescate esta cuestión resulta un ingrediente llamativo. El aislamiento que vive el personaje de Damon en Marte por momentos trae al recuerdo la película de Robert Zemeckis, Náufrago. La diferencia es que en este caso el drama se complementa con los esfuerzo de la NASA por salvar la vida del protagonista, donde se llegan a lucir en roles secundarios Jessica Chastain, Chiwetel Ejiofor y Jeff Daniels. Como propuesta de ciencia ficción la película no tiene la complejidad visual de Gravedad ni el contenido emocional de Interestelar, pero cuenta con una interesante virtud. Durante varios momentos de este film Ridley Scott nos hace creer que reconstruyó una historia basada en hechos reales por la manera en que trabajó el drama del conflicto. Entonces enseguida recordás que esto es pura ficción y ahí encontrás la genialidad del director y el efecto que tiene su narración en el espectador. Desde los aspecto visuales la película brinda el cine de Scott en estado puro, donde sobresale una recreación imponente del planeta Marte y las misiones espaciales que merecen ser disfrutadas en el formato de tres dimensiones. Si hubiera que objetarle un mínimo detalle a esta producción es que cerca del final el relato se centra demasiado en la misión de rescate, cuando la atención y el atractivo del conflicto reside en la situación en la que se encuentra Matt Damon. La verdad que no tenía muchas expectativas por este estreno y resultó una película mucho más entretenida e interesante de lo que esperaba. Volvió Ridley Scott. A disfrutarlo en el cine.
Un viejo maestro que no deja de dar lección de cine ¡Qué notable narrador es Ridley Scott! Nunca se pierde lo aprendido en la escuela, y con casi 78 años su pulso para contar una historia luce (se escucha y se ve) tan vital y creativo como desde los comienzos. En su cuarta incursión en el futuro y en el espacio, luego de “Alien, el octavo pasajero” (1979), “Blade Runner” (1982) y “Prometeo” (2012); el inglés de South Heals hace del drama, la aventura y el sub género de la supervivencia un combo en el cual el espectador es invitado cordialmente a vivir, reír, sufrir y emocionarse junto al protagonista de “Misión rescate”. Como lo indica la narrativa clásica, las primeras tomas son grandes panorámicas del bello, pero vasto, gigantesco y desolador, paisaje marciano. El lugar donde ocurrirá la mayor parte de la acción. En una misión de rutina (más para el cine que para la ciencia) en Marte. El científico Mark Watney (Matt Damon, de sólida actuación) sufre un golpe durante una cegadora tormenta de polvo y es dado por muerto por el resto del equipo que obligadamente debe abandonar el planeta rojo y emprender el regreso al nuestro. La tripulación en la nave y el comando en Houston están tristes y convencidos de la tragedia. Sin embargo, Mark está vivo y, como corresponde a la condición humana en la vida, y en el cine, dispuesto a todo para sobrevivir. Será el abanderado de la esperanza jugando a contrarreloj. El guión de Drew Goddard, el mismo de la notable “La cabaña del bosque” (2012), toma algunos elementos de la aventura clásica para contar esta suerte de Robinson Crusoe, pero centrando la capacidad de supervivencia en el conocimiento ciento, que por cierto funciona de maravillas en todo lo concerniente a la instalación del verosímil. De esta forma, la química, la matemática, y la física son los pilares sobre los cuales se apoyan las mejores posibilidades de seguir vivo. Pavada de campaña para hacer el secundario y terminarlo. Mientras tanto el director va agregando dosis magistrales de obstáculos y soslayos repartiendo el juego en forma de compaginación triangular. La acción va rebotando entre tres escenarios. En la Tierra, con el director de la NASA, Teddy Sanders (Jeff Daniels) y su jefe de misión Vincent Kapoor (Chiwetel Ejiofor) tratando de enviar ayuda; en la nave, con la comandante Melissa Lewis (Jessica Chastain) buscando manejar la sensación de culpa; en Marte, con un protagonista desbordando optimismo hacia la platea. Habrá un lugar destacado para las seguras nominaciones al Oscar por efectos especiales, sonido, compaginación, fotografía, etc, cosa a la que el realizador de ”Gladiador” (2000) nos tiene acostumbrados, pero siempre al servicio de contar la historia. Más allá de tener algunos de los grandes momentos de cine bien hecho de éste año, hay un elemento crucial en esta producción. Se ve pocas veces un ejemplo tan claro de cómo se puede utilizar uno de los factores que más estresan al ser humano promedio de hoy: el tiempo, no el paso del mismo, sino el apremio, la falta, la urgencia que genera. Esos son los elementos que juegan a favor del entretenimiento, la tensión y el ritmo. Eso es “Misión rescate”. ¡Qué notable narrador es Ridley Scott! Un viejo maestro que junto a otro, como Clint Eastwood, no paran de dar lecciones de cine.
TODOS PARA UNO No murió pero está muerto. O en todo caso va a morir pronto. Durante una tormenta, Mark Watney (Matt Damon, con chances de ser nominado al Oscar una vez más) fue abandonado por su tripulación al ser dado por muerto. Cuando se acaben las provisiones, no renovables debido a la atmósfera hostil del planeta rojo, será el fin. Misión rescate, basada en la novela The Martian de Andy Weir, arranca muy bien. La suntuosidad de la tormenta que dispara la acción contrasta con la quietud posterior de Mark al contemplar la base que será su hogar, y también su tumba. El primer impulso frente al desvalimiento que supone ser el único habitante de todo un planeta es forjarse un Otro, que no será el Wilson de Tom Hanks en Náufrago sino la humanidad toda. Cual youtuber, Mark irá grabando sus pensamientos pero también sus ideas… después de todo quizás se pueda hacer algo más que racionar la comida y el oxígeno. A lo mejor también se los puede producir. Así, Matt Damon deviene McGyver (o “MattGyver”, si se quiere) haciendo gala de una creatividad envidiable para transformar su entorno en vistas a asegurarse la supervivencia. Una vez logrado esto el siguiente paso será apelar a aquello que nos hace humanos, el lenguaje, para comunicarle a la NASA que está vivo. Por supuesto que se sucederán las adversidades, que bien podrían generar más suspenso si el título en español no fuera tan buchón en relación a cómo termina todo, al igual que los espectaculares exteriores marcianos cortesía del talentoso director de fotografía polaco Darius Wolski, que ya trabajó junto a Ridley Scott en Prometheus. Son acertadas las discusiones que se dan en la Tierra en torno al destino de Mark: ¿Vale la pena ayudarlo?, ¿Cuánto sale?, ¿Cuál es el rédito político?, ¿Cómo queda parada la NASA?, ¿Le avisamos a su tripulación, todavía en el espacio, que lo dejaron en Marte por error? Más cerca, por suerte, de la Gravity de Cuarón que de la Interestellar de Nolan, el que se rescató luego de varios títulos fallidos como Robin Hood, Exodus y la ya mencionada Prometheus, es Ridley Scott, auxiliado sin dudas por uno de los hombres del momento: Drew Goddard, aquí guionista y director de una de las mejores películas de terror de los últimos años: The Cabin in the Woods. Todas esas escenas que nos sacan una sonrisa se las debemos a él. Puesto que “el espacio no coopera”, queda apelar al buen humor como paliativo frente a la impotencia infinita del hombre ante el universo. Cierto es que Misión rescate se desinfla hacia el final. El que no baja nunca su nivel es Matt Damon que sale airoso en la desazón, en el regocijo del progreso individual pero sobre todo a la hora de la alegría compartida. Consecuencia, claro está, de la esperanza. Pasa que a la esperanza, como a Mark Watney, hace rato que la tenemos olvidada. Habrá que ir a buscarla.//?z
Ridley Scott se sumerge de lleno en el género, como en sus buenos tiempos. El director de Blade Runner y Alien pisa la pelota, tira caños de taquito y hace goles de rabona cuando de sci-fi se trata. Después de algunos estrenos algo cuestionables (véase The counselor y Éxodus), parece que Scott vuelve a estar ahí metido entre los grandes. The Martian, basada en la novela homónima de Andy Weir, entretiene, se ríe de todo y conversa con el espectador constantemente. El astronauta Mark Watney (Damon) y su equipo, liderado por la teniente Lewis (Chastain), están en Marte en aras de una misión espacial. El problema llega cuando una fuerte tormenta sacude a Watney y obliga a todo el resto del equipo a emprender la retirada. Watney, a pesar de que lo daban por muerto, está vivo y con ansias de regresar a a Tierra. Mientras utiliza su instinto de supervivencia al puro estilo Cast Away (dirigida por Zemeckis, 2000), el astronauta intentará dar aviso a su hogar de que él sobrevivió, para así poder ser rescatado. Entrarán en juego, entonces, los personajes terrícolas, que incluyen a importantes funcionarios de la NASA, nerds constructores de cohetes y al gobierno estadounidense junto al chino. Mientras tanto, el resto del equipo espacial de Watney , viaja por el cosmos para llevar a cabo otra misión, pero sin conocimiento de que su ex compañero está vivo. The Martian parece mantener una clave durante toda la película, que es la de no escapar de un cierto tono sobrador, irónico y a veces cómico. Está constituida por pocos y buenos momentos de alta sobriedad, con el fin de brindar más importancia al entretenimiento, la acción y la risa esporádica. Llaman la atención las ocurrencias del astronauta para vivir el día a día en el planeta rojo, lugar en el que, por la época futurista en la que se sitúa la película, se pueden instalar carpas y cosechar: el film juega con eso durante mucho tiempo de su tramo medio. Damon, sin dudas, ayuda: su carismático Mark Watney se diferencia por completo del insolente personaje que interpretó en Interstellar (Nolan, 2014), que contó con algunas cualidades parecidas. Es botánico, valiente, decidido, escucha música disco (gran soundtrack), come papas con ketchup y tiene un instinto de supervivencia mas grande que el de Chuck Noland (Cast away). Scott se las rebuscó para dialogar constantemente con el espectador a través de la utilización de este astronauta solitario, que habla de forma directa a la cámara, con el fin de narrar su año sabático en Marte, mientras explica el paso a paso de esta aventura. Esto hace que el espectador empatice con el. El resto del reparto hace las cosas bien: destacan Jessica Chastain (también con un papel similar a Interstellar, que instala la cuestión sobre si ella y Damon tal vez quisieron lavar sus personajes de la película de Nolan), el ganador del Oscar Chiwetel Ejiofor y Jeff Daniels. El espectador verá un gran primer comienzo (que poco concuerda con el resto de la película). A medida que el argumento avanza, algunas escenas que prometían cierto estilo se ven desdibujadas. Cambia, ni para mal ni para bien, solo cambia, y ahí entra en juego la fascinación por The martian. O la incertidumbre. También se puede ver un final acertado, que corresponde con el tono que instaura el film durante gran parte. El efecto de espacio exterior está muy bien realizado, no al nivel Gravity, pero aún así creíble. The martian entretiene, tiene planos que serán recordados por el cinéfilo, y sabe diferenciarse de sus hermanas espaciales, como pueden ser Apollo 13, Gravity o Space Cowboys.
Escuchá el audio (ver link). Los sábados de 16 a 18 hs. por Radio AM750. Con las voces de Fernando Juan Lima y Sergio Napoli. Un espacio dedicado al cine nacional e internacional. Comentarios, entrevistas y mucho más.
Estamos, sin dudas, ante el gran estreno del año, que llega justito en la misma semana en que la NASA anunció que en algunas formaciones de Marte se puede generar agua líquida. El director Ridley Scott (“Alien”, “Blade Runner”, “Prometeo”), nos invita a trasladarnos a ese planeta hostil como nunca antes en una producción cinematográfica; y lo más importante: de una manera creíble. “Misión Rescate” está basada en “El Marciano”, la novela debut de Andy Weir que en la Argentina ha sido editada recientemente por Ediciones B. Se ha convertido en best-seller. Su historia se desarrolla en un futuro cercano, entre doce y quince años adelante, y prácticamente todo aspecto científico del libro es posible y sustentado en una teoría actual. Con una sola excepción: dada la baja presión atmosférica de Marte (menos del uno por ciento con respecto a la Tierra), un vendaval de la severidad que Weir representa no sería posible. Esa tormenta de viento es el puntapié inicial para lo que será la hazaña del astronauta Mark Watney (un estupendo trabajo de Matt Damon), el protagonista de este excelente film de ciencia ficción. Watney es dado por muerto erróneamente, y dejado atrás por sus compañeros de tripulación de la Misión Ares 3 (interpretados por Jessica Chastain, Michael Peña, Kate Mara, Sebastian Stan y Aksel Hennie), cuando se ven obligados a evacuar y regresar a la Tierra en un viaje que durará nueve meses. A partir de ese momento, el protagonista se las ingenia para aguantar hasta que sea rescatado (estamos hablando de años, a millones de kilómetros) cuando llegue la próxima misión, si es que realmente llega a haber otra exploración en el planeta rojo. Casi sin agua, sin comida ni oxígeno (las provisiones sólo alcanzan para una misión de 31 días solares), utiliza sus conocimientos sobre botánica para resolver esta situación que encara con mucha esperanza, buen humor y optimismo al tiempo que encuentra una manera de enviar una señal a la Tierra para hacerles saber que está vivo. En nuestro planeta, un equipo compuesto por Teddy Sanders (Jeff Daniels), director de la NASA; el Dr. Vincent Kapoor (Chiwetel Ejiofor), director de las misiones a Marte; Annie Montrose (Kristen Wiig), directora de relaciones con medios; Mindy Park (Mackenzie Davis), encargada de las Comunicaciones Satelitales y Mitch Henderson (Sean Bean), director de vuelo del Ares 3, trabajan de manera incansable para traer “al marciano” de vuelta a casa, mientras sus compañeros de tripulación están a mitad de camino hacia la Tierra. Esta película que combina el drama, el suspenso y el humor irónico, no divaga y se apega al concepto de la novela en la que se inspira para desarrollar su trama de manera entretenida, que atrapa y tensiona de principio a fin. Con un elenco diverso que se complementa y espectaculares efectos visuales. Comparada con ésta, “Gravedad” es un poroto.
El cineasta de las mil vidas y las mil carreras, Ridley Scott vuelve a uno de sus territorios preferidos en MISION RESCATE: el espacio exterior. Allí, donde nadie te escuchará gritar, se nos quedó varado Matt Damon. Por suerte, o más bien porque la tecnología en la ciencia ficción siempre refleja más el presente que el futuro, el hombre consigue la manera para que lo escuchen (lo lean, en realidad) si no gritar, al menos putear, hacer chistes, mostrar sus logros botánicos en el planeta rojo y principalmente, tratar de coordinar una complicada cita para que lo pasen a recoger. Una que ningún radiotaxi ni Uber aceptaría… MISION… se conecta con la línea de películas de ciencia ficción de Scott, en especial con su primera ALIEN (no tanto con BLADE RUNNER) y su más reciente ¿precuela? PROMETEO. Esta última película –solemne, ingobernable– hacía temer que había perdido la magia para seguir las experiencias de un grupo de exploradores en planetas lejanos, pero MISION… muestra que, con la ayuda de un buen guión, esa magia se puede recuperar. Como en ALIEN, aquí también hay alguien que se queda afuera de la nave espacial en cuestión pero digamos que bastante más tiempo que la Teniente Ripley. Y, como en ese clásico filme, la mecánica entre un grupo de astronautas será central para la resolución del caso, si bien acá en un tono bastante diferente. Es imposible no relacionar la película de Scott con dos de los éxitos más resonantes de la “ciencia ficción inteligente” de los últimos años: GRAVEDAD, de Alfonso Cuarón e INTERESTELAR, de Christopher Nolan. Entiendo, por los tiempos de pre-producción que demandan estas películas que el proyecto ya estaba lanzado desde mucho antes, pero la coincidencia en poco tiempo de tres títulos con resonancias parecidas es llamativa. Allí donde la película de Cuarón –la más similar, si se quiere– apostaba por una suerte de minimalista ballet poético de movimientos en los que la ciencia y las parrafadas tanto técnicas como “espirituales” estaban contenidas al mínimo, la maximalista y pomposa película de Nolan apostaba por un supermercado sci-fi que quería ser tecnológicamente coherente pero se transformaba en incomprensible, agregándole a eso –con forceps– una saga emotiva y familiar. the martianLo primero que llama la atención de MISION: RESCATE es su búsqueda de realismo y su apuesta a un relato clásico. Como dirían los norteamericanos, just the facts, ma’am (“solo los hechos”). Casi no sabemos nada de la familia del personaje de Damon y muy poco de la de los otros. No hay revelaciones espirituales o cósmicas a tener en el espacio más que la esperable, aunque no excesiva, descomposición psicológica de alguien que se pasa años ahí. Como Tom Hanks en NAUFRAGO –o cualquier ejemplo que siga la lógica de ROBINSON CRUSOE–, la epopeya de Damon es una de supervivencia gracias al ingenio y a la preparación previa. Es, en cierto modo, una de esas celebraciones del profesionalismo tan caras al cine de la época de oro de Hollywood. Es obvio que todo lo que él hace allí no podríamos hacerlo ninguno de nosotros, pero ninguno de nosotros estamos tampoco entrenados para viajar a Marte. A diferencia de GRAVEDAD, el hombre perdido en el espacio se comunica con la Tierra luego de un tiempo. Allí es donde aparece un enorme elenco –acaso puesto para sostener dramática y hasta cómicamente la potencial rutina de las actividades botánicas y técnicas de Damon in Space– que incluye a Jeff Daniels aun haciendo su papel de THE NEWSROOM como director de la NASA, Chiwetel Ejiofor y Sean Bean, a quien meten en un diálogo sobre LA COMUNIDAD DEL ANILLO. A ellos hay que sumarle a los astronautas que “abandonaron” al bueno de Matt (Jessica Chastain, Michael “me robo todas las escenas en las que aparezco” Peña y una desaprovechada Kate Mara) y a dos personajes menores que hablan en claro de la necesidad de la producción de cubrir todos los frentes: Kristen Wiig y Donald Glover, dos comediantes que intentan insuflarle momentos de humor a la complicada tarea de encontrar la manera de traer al hombre a casa. the_martian-620x412MISION RESCATE tiene una estructura narrativa curiosa, episódica. Arranca y concluye con impactantes secuencias de suspenso y acción pero durante gran parte de sus 140 minutos es una película que se dedica a la resolución de problemas específicos, que van cambiando todo el tiempo a partir de los descubrimientos o problemas que se generan tanto en la Tierra como en Marte. Pero Scott logra hacer algo que Nolan no ha podido hacer en sus últimas, archicomplicadas películas: transmitir información mediante la acción. Si bien es cierto que el filme requiere de un alto grado de información técnica que va y viene entre Damon y la NASA, o Damon y sus colegas astronautas, la película nunca se transforma en un Manual para Armar Sistemas de Telecomunicaciones ni una Guía para plantar papas en Marte. Mediante el recurso de la bitácora, gracias a la precisión y efectividad de las comunicaciones y, especialmente, a la posibilidad de que los datos técnicos estén entrelazados con la acción de manera bastante natural, la película fluye aún con su casi hora y media en la que no hay demasiada acción en términos convencionales. En ese sentido, me recuerda más a APOLO 13 que a muchas de las películas antes citadas: las misiones espaciales como historias que apuestan a que sea la creatividad, el profesionalismo y la inteligencia las que resuelvan problemas aparentemente irresolubles. Es que la acción en MISION RESCATE pasa, básicamente, por observar inteligencia en acción. Y es un placer ver una película masiva y potencialmente muy taquillera (en Estados Unidos arrancó con récord de espectadores para un estreno de octubre, con cifras curiosamente muy similares a las de GRAVEDAD) que ponga el eje no necesariamente en las destrezas fisicas sino en el uso de nuestra capacidad para resolver problemas en común mediante el ingenio y la preparación. Si bien tiene algunos momentos relativamente emotivos, Scott no apunta a eso –ni a ninguna revelación espiritual–, cortando con bromas todo el tiempo cualquier intento de grandilocuencia emotiva interplanetaria. El final, en ese sentido, es modélico. Sin revelar de qué va, esa cadena de manos levantadas no termina siendo otra cosa que una celebración de la educación, la curiosidad y sí, la inteligencia, para enfrentarse con los problemas que nos presenta el mundo. Este o cualquier otro…
¿COMO SOBREVIVIR? Misión tripulada a Marte. Tormenta feroz. El astronauta Marcos Watney se pierde y queda allí abandonado. Lo dan por muerto. Pero Watney ha sobrevivido y se encuentra atrapado y solito en ese planeta. El silencio y la inmensidad son sus prisiones. Watney debe apelar a su ingenio, a su voluntad, a su templanza y a su experiencia para poder subsistir y poder avisarle a la Tierra que está vivo y los espera. A millones de kilómetros de distancia, la NASA, sus mejores científicos y hasta un equipo chino se unirán para poder traerlo a casa. Los compañeros de la tripulación que lo dieron por muerto y sin querer lo abandonaron, podrán intentar el rescate. El destino, la lucha de un hombre solo, el clima de desafío y aventuras, todo está perfectamente articulado por un inspirado Ridley Scott que no se aparta jamás de su idea: construir desde esta epopeya una película como los de antes, poner la acción por encima de la reflexión, enseñar que, en situaciones extremas, el hacer (con orden, método y clima casi hogareño) debe ser lo primero y que las adversidades pueden ser la mejor manera de ponernos a prueba. Cine de aventuras, exaltación del espíritu heroico del hombre y reverencia al conocimiento científico. Hay algo de western en esto de recuperar al que quedó más allá de la frontera. El villano es la distancia, el tiempo y el vacío. Ni pedidos al cielo ni broncas ni desesperación ni milagros. El héroe poniéndose otra vez a prueba en un film que incluye dosis justa de suspenso, asombro y emoción. Una atrapante historia de superación que es un homenaje a la inteligencia y al incansable espíritu de lucha del hombre, capaz de sobreponerse a todo.
Misión rescate es una película estimulante y brillantemente interpretada por Matt Damon que merece su visión en pantalla grande para poder disfrutarla al 100%. Como obviamente los astronautas y Marte no es mi especialidad, no puedo saber si todo lo que idea el personaje de Matt puede ser real o no, pero está tan bien contado que se torna sumamente...
Rescatando al soldado Matt Gyver Son tiempos de propaganda. La NASA está cada día más envalentonada respecto a sus misiones espaciales recientes y sus preparativos para una excursión a Marte en 2030. La idea de seguir colonizando el espacio parece inspirar a las mentes creativas de Hollywood, pero sobre todo a los grandes ejecutivos, quienes dan carta blanca y fomentan estos proyectos. Para los estadounidenses, debe de ser además una forma de recuperar ese orgullo perdido por la crisis financiera, la mala prensa de los procedimientos de vigilancia masiva de su gobierno, sus cada vez más desprolijos bombardeos a países extranjeros y los tiroteos a civiles en escuelas y lugares públicos desperdigados en el mismo país. Y como ya nadie parece recordar la trágica desintegración del Challenger, ahora, en el espacio, los americanos pueden volver a ser héroes. ¿Qué pasa si agarramos un episodio de Mac Gyver, lo estiramos a dos horas y media, le colocamos como protagonista a Matt Damon –un buenazo que siempre da lástima cuando queda solo– lo envolvemos en un ambiente de supervivencia a lo Náufrago, lo ubicamos en Marte –cuanto más difícil el entorno, más asuntos que resolver–, y le sumamos unas cuantas dosis de autosuperación triunfalista made in Hollywood? La respuesta es: Misión rescate. Al llegar al planeta rojo, el contingente espacial del Ares 3 es azotado por una tormenta de arena, justo cuando los astronautas están recogiendo muestras del suelo y haciendo un reconocimiento de la zona. Luego de un accidente, uno de los integrantes es dado por muerto, y abandonado en el árido suelo marciano. Al volver en sí de su desmayo, cae en la cuenta de que su tripulación lo abandonó, que sus días están contados y que debe de utilizar todos sus conocimientos y su creatividad para subsistir durante su estadía en el planeta, hasta que llegue una nueva partida de rescate. La acción se alterna principalmente entre el equipo de la NASA y su abordaje del problema desde la Tierra, y las adversidades del protagonista en Marte y sus vías para enfrentarlas; más adelante, una tercera perspectiva nos acercará más al Ares 3 y su tripulación. Así, la película corre a buen ritmo, sin excesos de grandilocuencia y con una narración clásica y cristalina, y sus mejores tramos parecen estar en esas escenas orientadas a la resolución de problemas y a la aplicación de conocimientos científicos para solucionarlos. Desafortunadamente, el costado humorístico es muy malo, e incurre reiteradamente en las quejas de Damon por contar únicamente con música disco, sus puteadas en off y algunas punchlines poco ocurrentes: "chupate esa, Neil Armstrong". La gravedad en Marte, que es sólo un 38% la de la Tierra, se ve obviada y los personajes caminan como si estuvieran en el patio de su casa, quizá para darle un perfil más mundano al asunto; reforzando este planteo, el astronauta repara casi todo lo que se le rompe utilizando cinta pato. Nótese que la NASA, idealizada, esgrime siempre problemas de tiempo, de riesgos y de trabajo humano como impedimentos para llevar a cabo el rescate, y nunca la crucial cuestión económica. No sea cosa de que algún contribuyente caiga en cuenta de las aberrantes y multimillonarias inversiones que suponen esta clase de misiones.
Dueño de un mundo Marte siempre estuvo allí. La ciencia ficción, desde sus orígenes más distantes, siempre miró con ojos especiales al cercano planeta rojo: tan próximo, tan enigmático. Siempre seco, pero con sospechosos canales que muchos imaginaron de agua fluida, que en verdad no eran, aunque ahora parece que sí se descubrió agua líquida, así que podemos volver a soñar muchas cosas. H.G. Wells imaginó marcianos invadiéndonos por recursos y muriendo por nuestros gérmenes. Emilio Salgari los concibió en su única novela futurista. Fueron cerebros malignos en las estampas de “¡Marte ataca!” (llevadas al cine mucho después), y fueron ellos los invadidos en “Yo, cyborg”, la historieta argentina escrita por Alfredo Grassi con los dibujos de Lucho Olivera. Pero fue Ray Bradbury quien se llevó las palmas, cuando empezó a escribir el ciclo de relatos que se iría transformando en “Crónicas marcianas”, con su proceso de eliminación de la raza nativa y su sustitución final por la nuestra (“Los marcianos estaban allí, en el canal, reflejados en el agua: Timothy y Michael y Robert y papá y mamá. Los marcianos les devolvieron una larga, larga mirada silenciosa desde el agua ondulada...”). Todo esto a cuento de que “Misión rescate” se llama originalmente “The Martian” (“El marciano”). Se basa en la novela homónima de Andy Weir que varios ven como un gran remanso en la ciencia ficción más “dura”, en un mundo donde las sagas distópicas juveniles (“Los Juegos del Hambre”, “Divergente”, “Maze Runner”) tratan de pelearle espacio a la fantasía épica. Acá no hay eso, ni space opera a lo “Dune”: esto es ciencia ficción espacial “cortoplacista” (es decir, ubicada en el futuro cercano), buscando contar una buena aventura. Sobreviviente Volvamos al tema del marciano, porque la historia habla del primer marciano a la fuerza. Vamos a la historia: la misión Ares III debe abandonar Marte antes de lo previsto, debido a una gran tormenta de viento y polvo. La tripulación corre hacia el vehículo de despegue y en el camino al astronauta Mark Watney lo golpea una antena y sale volando. Las señales de su traje se apagan. Conclusión: la tripulación toma la decisión de despegar sin él, dándolo por muerto. La cuestión es que Watney no murió. Cuando despierta, va al refugio a curarse, y una vez recompuesto empieza a caer en la cuenta de que está vivo pero solo en todo un planeta vacío, y toda la ayuda posible está a millones de kilómetros. Miquel Barceló, prologuista de la edición española, comparó su historia con la de “La isla misteriosa” de Julius Verne (por el uso del ingenio para la supervivencia); más acá, al público le resultará más familiar la historia de “Náufrago”, de Robert Zemeckis, que nos remontó al Robinson Crusoe de Daniel Defoe: el hombre abandonado de la humanidad que no se rinde en territorio salvaje, ni cede ante la locura de la soledad. Claro, Weir le agrega a esta idea el hecho de la hostilidad biológica que el planeta rojo le plantea al náufrago, por lo que deberá luchar a la vez para procurarse comida y agua, gracias a sus conocimientos botánicos. Y mientras tanto, ponerse en contacto de alguna forma con la humanidad, que tendrá que ver cómo lo rescata. Pirata y colono Ridley Scott siempre ha sido respetuoso en su manera de encarar la ciencia ficción, abordando proyectos que no son para lucir efectos sino para contar cosas sobre el alma humana (que de eso se trató siempre la buena ciencia ficción). De paso, acá puede correrse un poco del gótico terrorífico o existencialista de “Alien, el octavo pasajero”, “Blade Runner” y “Prometheus”, sus principales obras en el género. Marte a los ojos de Scott es un lugar bello, una terra incognita por conquistar. Watley es el primer marciano y a pesar de todo disfruta ser el primero en pisar cada cráter, cada montaña, dar por colonizado un mundo por haber cultivado en él, pensarse más como pirata en aguas internacionales que como un náufrago. Allí, donde la novela recurre a la bitácora de misión, Scott apela al registro de video en camaritas estilo GoPro, lo que permite el monólogo del protagonista sin que quede tan loco, aunque también se muestre eso: la liviandad de cosas (peligrosas o no) de quien vuelve cotidianas circunstancias extraordinarias. Quizás porque ésa no es la locura, sino la única cordura posible. Los principales apoyos del realizador están en el guionista Drew Goddard (quizás haya un exceso de corrección política en el final), y en la puesta visual comandada por el diseñador de producción Arthur Max, que permite recrear ese mundo extraño. Los segmentos espaciales tienen algo de “Gravedad”, pero ¿cómo una película post “Gravedad” no tendría algo de ella? Solo y acompañado Matt Damon se lleva todas las palmas, porque si él no nos hiciera creíble a Watney, la película se desplomaría. El resto del elenco es gente eficientísima, con más o menos oportunidades de lucirse. Empezando por los compañeros de misión: Jessica Chastain (comandante Lewis), el ascendente Michael Peña (Martínez), Kate Mara (Johanssen; una actriz que todavía puede explotar como su hermanita Rooney), Sebastian Stan (Beck) y Aksel Hennie (Vogel). Y el equipo de la Nasa: Jeff Daniels (Teddy Sanders), Chiwetel Ejiofor (Vincent Kapoor), Sean Bean (Mitch Henderson) y Kristen Wiig (Annie Montrose; encantador ver en un papel dramático a una comediante de su fuste). Y podríamos seguir. La vieja ciencia ficción sigue dando pelea: “El futuro llegó hace rato”, y en buena medida gracias a ella. Que siga abriendo mundos, allende la estratósfera.
Ridley Scott desafía los nervios Con “Misión rescate”, el director pone en tensión a la platea. Misión rescate, la nueva aventura espacial de Ridley Scott, recaudó el pasado fin de semana 55 millones de dólares en su estreno en los Estados Unidos y se colocó al borde del récord de Gravedad, del mexicano Alfonso Cuarón, estrenada hace dos años con una ganancia de 55.7 millones de dólares, la mejor marca hasta ahora obtenida por un estreno en el mes de octubre. Y si con aquella película que protagonizarón Sandra Bullock y George Clooney el espectador llegó a niveles impresionantes de tensión, en esta pone a prueba sus nervios frente a la suerte posible de Mark Watney, otro astronauta perdido en el espacio. Durante una misión a Marte, que resulta fallida y luego de una tremenda tormenta, Watney es dado por muerto por su grupo y abandonado en un planeta hostil, sin atmósfera y con muy pocas chances de supervivencia. Decidido a no dejarse vencer, Mark comienza una difícil odisea para mostrarle a sus compañeros que sigue vivo. De Ridley Scott, un director con unos 45 títulos en su haber, se puede afirmar sin temor a fallas que, como cualquier mortal que se precie de tal ha tenido sus altas y bajas, pero se logró sostener como uno de los mejores contadores de historias del cine de las últimas cuatro décadas, de toda variedad y color. En lo que a thrillers espaciales respecta, quién no ha sentido las cervicales entumecidas ante las escenas de Alien: el octavo pasajero, un título que terminó ascendiendo al podio de los clásicos de culto. El hombre tiene dominado el timing del suspenso y sabe mechar con humor cuando de relajar al cinéfilo se trata, amén de llevar una dirección de actores estimulante. ¿Los resultados? A la vista.
Conforme pasan los años, la tecnología avanza y nos permite llegar más lejos en nuestros sueños. Tanto en el cine como en la vida real. Todo lo que alguna vez soñamos con realizar se está cumpliendo a pasos agigantados y ahora parece que nuestro único límite es la imaginación. Y es que, aunque muchos digan que la obra maestra de la ópera espacial es Odisea en el espacio de Stanley Kubrick, lo cierto es que desde Gravity de Alfonso Cuarón e Interstellar de Christopher Nolan, los cineastas se han dado cuenta que para filmar en el espacio no es necesario llevar las cámaras más allá de la atmósfera terrestre, y que los efectos espectaculares no sirven de nada si no se tiene una historia sólida para contar. Es asi que Ridley Scott, el mismo de Blade Runner y no el de Éxodo, logra anotarse un enorme suceso con Misión rescate que cuenta la historia de Mark Watney, un astronauta que, en plena misión en Marte es dado por muerto tras un accidente y abandonado en el planeta rojo. Pero no ha muerto y ahora deberá enfrentar todas las hostilidades de este planeta mientras espera años a que vuelvan por él. Como toda película que trata cosas técnicas y científicas, tiene sus pequeños errores, notorios para los expertos. Pero para aquellos que poco sabemos de viajes espaciales, la película es completamente una delicia. Ya desde la primer escena entramos directo a la trama, sin dar más vueltas por el pasado del astronauta o cualquier otra cosa que distraiga nuestra atención. Y de ahí nos embarcamos con toda la odisea que conlleva sobrevivir más de un año completamente solo en un planeta apenas conocido y hostil. Con buen ritmo, deteniendose en lo necesario, y acelerando lo innecesario, y las dosis necesarias de Ley de Murphy, Scott nos entrega un muy buen trabajo, apoyado por el talento en el guión de Drew Godard -basado en una novela de reciente tiraje- y la fortaleza interpretativa de gente como Jessica Chastain, Chiwetel Ejiofor, Sean Bean y otros. Matt Damon cumple con su carisma y el humor presente no defrauda. The Martian sin duda es una buena película que cumple con creces lo esperado para abrir la temporada invernal de cine.
Robinson Crusoe en Marte Ridley Scott ha vuelto con lo que mejor sabe: narrar aventuras en el espacio. Cuando se habla de él una de las primeras pelis que se cita es "Alien, El octavo pasajero" (1979), uno de sus títulos notables. Ahora la emprende con una expedición a Marte donde la tripulación abandona al astronauta Marcos Watney, creyéndolo muerto. Pero pese a todo el mencionado intentará subsistir, y alargar su estadía aguardando su posible rescate, el tema básico es que carece de alimentación suficiente, así que algo habrá que hacer, la tierra queda lejos y los deliverys no existen por allí. Matt Damon es el protagonista que allí arriba, en pleno planeta rojo resistirá hostilidades climáticas y lucirá un ingenio digno del "MacGyver" más inteligente. De a ratos nos recuerda a Tom Hanks en "Naúfrago", claro que aqui Wilson no está y en cuanto al agua es relativamente inexistente, pero allí está nuestro hombre solito y solo en un paisaje inmenso y fotografiado de manera excepcional. El guión esta perfectamente desarrollado, no hay mensajes supuestos de existencialismo, solo importa que se hará con el pobre tipo que esta allá esperando respuestas. El director de "Los Duelistas" y "Gladiador" le pone el suspenso y la intriga necesaria para mantener expectante al espectador, y claro, un filme como éste no puede verse mejor ni lucir maravillosamente como en la oscuridad de una sala. Tambien hay un reparto significativo, con actuaciones precisas: Jessica Chastain, Kristen Wiig, Jeff Daniels, Michael Peña, Sean Bean, y Chiwetel Ejiofor. Y si de algo no carece la propuesta es de humor, tan inteligente y elaborado que hace la visión necesaria para el cinéfilo de uno los mejores filmes de este 2015.
Un grupo de astronautas comandando por Melissa Lewis (Jessica Chastain, de Interstellar, La Señorita Julia) debe abortar su misión en Marte debido a una fuerte tormenta, y en medio de la evacuación, se les pierde Mark Watney (Matt Damon, la saga Bourne, Saving Private Ryan). Pero nada sucede con la liviandad con la que escribí esa oración: dejar a un compañero en un planeta inhabitable, creyéndolo fallecido, con la magia de Ridley Scott (Alien, Blade Runner, Gladiator y tantos peliculones más) tras las cámaras, haciendo especial énfasis en su asiento vacío en la nave espacial, es un comienzo impactante. Porque ya establece una postura ideológica desde el inicio respecto al valor de la vida humana, actitud que respalda sobremanera todo lo que vendrá después. Watney es un crack, chicos. ¿Qué quieren que les diga? Con un ácido e imperturbable sentido del humor, a través del recurso de hablar a cámara y describir lo que va a hacer a efectos de registrarlo en la bitácora de la misión, va calculando cómo proveerse de agua, cómo cosechar papas y cómo racionar la comida. Y si bien cada tanto recurre a instrumentos científicos comunes en una misión espacial pero alejados de nuestra cotidianidad, que quizás sólo los conocemos de nombre, confiamos ciegamente en que su plan va a funcionar. El verosímil no entra en crisis jamás. Lejos de los personajes tradicionales del cine actual, Watney triunfa por su meticulosidad, su conocimiento, su tenacidad y su rapidez mental a la hora de resolver problemas. Retrata el método científico empírico de manera magistral: tiene recursos limitados para experimentar, y de esa experimentación depende su supervivencia. No puede equivocarse muchas veces pero a la vez sabe que tampoco debe retrasarse mucho en la planificación. Entonces intenta, y claro, resiste. Lejos de toda arrogancia, confía en él mismo y se provee de energías positivas todo el tiempo. La interpretación de Damon es soberbia, y es que, además, el personaje está brillantemente construido: Mark es un tipo capaz, inteligente, que ha estudiado y que, además, se ríe. Se ríe de toda la situación. Reírse es humano y es esa actitud lo que genera empatía. Si yo conozco alguien como él, me caso. Mientras tanto, en el planeta Tierra... la NASA descubre que Watney sigue con vida y comienza a diseñar el plan para rescatarlo, siendo el tiempo y las condiciones de viaje los obstáculos más grandes. Ah, y el qué dirán, porque el qué dirán y la imagen de la agencia espacial influyen mucho en la toma de decisiones. La diplomacia y la corrección política en el proceder humano se erigen como los principales obstáculos al desarrollo científico. ¿Les suena familiar? Pero por suerte, en medio de complicados cálculos y posibles soluciones que se basan en exprimir a los técnicos y científicos para acortar más y más los tiempos de respuesta, surge la figura de Rich Purnell (Donald Glover, de Community), un joven con futuro promisorio que aborda el problema desde la perspectiva del pensamiento lateral y accede a una solución difícil, pero en definitiva, la más viable. Y es así como la Misión Rescate se pone en marcha. Siendo una adaptación del best-seller de Andy Weir, el título original de la película es The Martian (El Marciano), pero los traductores lo hicieron de nuevo: Misión Rescate alude de manera directa a "salvar" a Watney. Y si bien Watney necesita ayuda (porque no puede salir de Marte por sí solo), la denominación de "El marciano" se acerca mucho más a la esencia de la cinta, porque el foco está puesto siempre en sus agallas, en su conocimiento, en su capacidad, y en sus facultades científicas que le permiten sobrevivir en condiciones más duras que el Tom Hanks de Náufrago: el tipo está en otro planeta y cultiva papas. Cultiva papas, ¿entendés? VEREDICTO: 9.0 - WATNEY 2015 Más allá de la impecable factura técnica y de la minuciosa construcción del guión que posee Misión Rescate (The Martian), hay una postura moral que intenta achicar la brecha entre ciencia y gente común mediante el humor. La ciencia está al alcance de todos, especialmente hoy en día. Y, siendo que es la aplicación del conocimiento lo que le permite a Watney sobrevivir en un planeta inhóspito, la gran conclusión del film es: '¿Vieron chicos que sirve saber de ciencia?'.
En una de las primeras misiones humanas a Marte, el astronauta Mark Watney (Matt Damon) se ve atrapado en una dura tormenta y es dado por muerto por la tripulación. Inmediatamente cancelan la misión para volver a la tierra. Pero Watney sobrevivió y se encuentra a sí mismo atrapado en un planeta hostil y con recursos limitados. Con su vida en juego, ingenio y un espíritu muy positivo, utiliza sus conocimientos científicos y los pocos elementos que tiene a su alcance para subsistir y encontrar una forma de comunicarle a la Tierra de que sigue vivo. CUIDADO: La siguiente crítica contiene algunos spoilers. En los últimos años hemos visto muchas películas de astronautas en la gran pantalla. Con la evolución de los efectos especiales y las pantallas verdes, los realizadores han visto la oportunidad para hacer películas de ciencia ficción realistas y cercanas a nuestros tiempos, y han logrado obtener grandes resultados. Sin embargo, creo que hemos llegado a un punto de saturación de historias de este tipo en el mercado. Viendo "Misión Rescate" no pude evitar compararla con un clásico como "Apollo 13" o films más recientes como "Gravedad" e "Interstellar". Me voy a detener acá por un momento. Matt Damon también actúa en "Interstellar", también hace de un astronauta que queda atrapado por mucho tiempo en un planeta hostil y nadie en la Tierra sabe si esta vivo o no. ¿Coincidencia? Por ahora, vamos a pensar que si. Pero, un momento, ¿quién actúa también en Interstellar y en Misión Rescate? Jessica Chastain. Y en ambas también hace de astronauta. Y pienso "sí, ambos son grandes actores -nadie duda eso-, pero podrían haber esperado un poco más para hacer el mismo papel dos años consecutivos". ¿Ninguno de los encargados del casting pensó en esto? A pesar de todo, esto es solamente un dato de color y no influye en la calidad de la película ni en sus actuaciones. Repito, ambos son grandes actores con nominaciones al Oscar que los avalan. Desde los primeros minutos el personaje de Matt Damon tiene problemas. Siempre hay un problema que resolver y el astronauta Watney siempre lo logra resolver. Esta es la mecánica de toda la película: no tiene comida/ descubre cómo plantar papas en Marte, no se puede comunicar con la tierra/ desentierra una antigua sonda y lo logra, necesita algo/ lo obtiene. Lo mismo pasa en la Tierra, en la NASA, donde cada vez que hay un problema logran resolverlo. Sí, algunas veces las cosas salen mal, pero después arreglan ese problema también y a mitad de la película esto se vuelve muy repetitivo, molesto y llegando al final es totalmente predecible todo lo que va a pasar. La película también puede ser comparada vagamente con "El Náufrago" de Robert Zemeckis, donde Hanks queda atrapado en una isla, pero a comparación del film espacial en el que Watney tiene grandes conocimientos de supervivencia, Hanks tiene pocos o ninguno. Muchas personas han destacado las bases científicas que tiene la película, pero para una persona común que no tiene esos conocimientos -como yo, por ejemplo- esos datos no significan nada más que un dato simpático de la película. La película se divide en tres puntos focales: el astronauta Mark Watney, los tripulantes del Ares 3 que vuelven a la Tierra, y los auxiliares de la NASA en la tierra. Tiene otros grandes actores como Jeff Daniels y Sean Bean, que completan un buen elenco. Debo admitir que me aburrí. Creo que entre la mitad de la película y el desenlace hay 20 minutos de sobra, tediosos, pero que son necesarios para que la historia cierre por todos lados. Y creo que es esto lo que molestó más que nada. La película cierra por todos lados, y ahí es donde falla: los actores están bien, el guión está bien, la cinematografía está bien. Es demasiado estructurada, sin altibajos, sin sorpresas. Me esperaba algo más del genio de Ridley Scott, pero tal vez es mi culpa por haber ido con tan altas expectativas. Veredicto: 6/10 - Una película demasiado correcta que entretiene pero no maravilla al espectador.
Cuando descubrí que estaban haciendo esta película y estaba basada en un libro, corrí a comprarlo. Tres noches después, lo terminé con una sonrisa terrible. Hacía mucho que un libro no me hacia reír tanto, si es cierto, no leí el libro equivocado. Un libro muy dinámico con mucha ciencia en todo momento, algunos inclusive muy pesados. Pero lo que me cautivó más fue el personaje de Mark Watney, que en la película es interpretado por Matt Damon, extremadamente carismático y de un humor excelente. Afortunadamente la película hace valer lo que hizo el libro, y el guión adaptado de Drew Goddard es excelente. Obviamente cortó varias partes del libro y tal vez el humor no estaba tan presente, pero la esencia del personaje principal y el positivismo en la ciencia están todos en la película. La historia cuenta como la tripulación de Ares III, después de una fuerte tempestad tiene que abandonar la misión, y en el medio de la salida ocurre un accidente,y el astronauta Mark Watney es dado por muerto. Descubrimos que Watney no está muerto y tiene que vivir solo, con suministros para 30 dias, pero la próxima misión a Marte llegará recién en 4 años. La historia básicamente nos muestra lo que Watney tiene que hacer para sobrevivir e intentar comunicarse con la Nasa para que sepan que está vivo, y usar toda sus capacidades en ciencia para llegar al objetivo. En una mezcla de Náufrago con Apollo 13, con una visión extremadamente positiva de como es usada la ciencia, nos muestra y explica cada paso y desafíos que Mark tiene por delante, usando el carisma y el ingenio para superar los desafíos. Las explicaciones son orgánicas y en ningún momento trata al público de burro, explicando todo, pero de forma directa. Matt Damon lleva el papel muy bien, con su carisma habitual, en un papel que podría ser cansador para el público ya que aparece solo gran parte de la película, pero al contrario cuando salimos de Marte, contamos los minutos para volver a Watney y compartir su humor contagioso y perseverancia en sobrevivir. El resto del elenco, que es impresionante, está muy bien, cada uno en su papeles, algunos mas chicos que otros, pero cada uno dando su contribución. Con nombres como Jessica Chastain, Chiwetel Ejiofor, Jeff Daniels, Eddy Ko, Michael Peña, Kate Mara, Aksel Hennie, Sean Bean, Donald Glover, Kristen Wiig, Sebastian Stan, Mackenzie Davis, realmente es un elenco soñado. Dirigido por Ridley Scott de forma impecable, mostrando un lado menos sombrío de lo que acostumbra en sus películas, pero con su capacidad para fascinar en planos abiertos y mostrarnos lo claustrofóbico de las tomas internas .Nos muestra Marte en todo su esplendor y peligro, con un 3D excelente, que realza la grandiosidad de lo que seria estar en Marte y lo inhóspito que es. Un excelente sorpresa, después de una semana en la que descubrimos que hay agua en Marte(coincidencia? mmm sospechoso). Y después de algunos blockbuster deprimentes en el comienzo del año, empieza la última etapa del ciclo con el pie derecho y ojalá que sigamos así hasta el final.
The Martian, El Marciano o - lamentablemente - “Misión Rescate”, es una historia de supervivencia y optimismo. Entusiasta de la nueva oleada de ciencia ficción moderna que busca representar increíbles epopeyas apoyándose en hechos de la ciencia, Andy Weir (su autor), sólo tenía el antojo de escribir un relato tan entretenido como verosímil. Tras subirlo a su blog, algunos lectores lo pidieron en formato descargable, luego otros recomendaron cobrarlo uno o dos dólares y finalmente se terminó convirtiendo en un suceso editorial en veintiocho países y engendró una película donde ni más ni menos que Ridley Scott dirige a un grupo selecto de los mejores actores de la pantalla grande a través de dos generaciones. Oportunamente esta historia de éxito se traslada de una manera curiosa a la propia ficción. Luego que una misión a Marte se viera afectada por una tormenta imprevista, el grupo de astronautas de turno se ve obligado a abandonar el planeta rojo, perdiendo a uno de sus tripulantes en el proceso, o al menos eso es lo que creen durante la tormenta. Presentando el conflicto de manera tan escueta como lo estoy haciendo en este análisis, de ahí en más tanto el libro como la película pasan a ofrecernos un deleite de horas de ciencia bajada a tierra a través de un filtro humorístico ingeniado por Matt Damon, un Paenza de sonrisa hollywoodense que no pasará a la historia por este papel, pero sin duda alguna da una pequeña clínica de actuación. Porque si hay algo que debo recomendar es que aquellos que estén interesados en la premisa, hagan el inusualmente inverso ejercicio de primero ver la película y luego recurrir al material original. Por más caprichoso que pueda parecer el orden sugerido, la realidad es que por más que sean la misma obra, la película y el libro se complementan de una manera poco común, invitándonos a consumir ambos formatos con la misma satisfactoria recompensa. Los puristas literarios estarán contentos de saber que la adaptación es incomparablemente fiel y que inclusive se permite construir por encima de algunos conceptos presentados en el libro, amigando al espectador con la premisa. Basando en ciencia dura todos los pormenores de estar atrapado en Marte, la película triunfa en presentarnos todos aquellos objetos que al estar basados en equipamiento real de la Nasa, no funcionan cuando se los libra a la simple imaginación. Asesorado por la agencia espacial, cada paso dado por Matt Damon en la gravedad reducida del cuarto planeta a partir del Sol, cuenta con la firmeza de estar construyendo el documental de algo que aún jamás sucedió. Pero no está sólo en Matt Damon la clave de toda la película, ya que el casting en general no podría haber sido mejor. El desafortunado astronauta es descrito como un payaso que sirve más como lubricante social en las misiones de largos años, que como botánico necesitado, siendo el eje interpersonal de su misión y un alivio para el espectador que sea él quien quedó varado. Cualquier otra persona hubiera recurrido a la salida fácil donde el astronauta Mark Watney elige apelar a su propio buen humor, como a su vez cada actor de soporte cumple una función estrategica a la historia en la piel de su personaje, como si de especificas piezas de ajedrez se tratara. Y este es otro motivo clave donde la película triunfa por sobre el libro. Interesante como puede llegar a ser el funcionamiento de una misión espacial, la versión escrita carece de cualquier tipo de emociones. Watney tiene que lograr cultivar comida en marte para no morir de hambre. Explica cómo a través de botánica avanzada puede conseguirse. Acto seguido, cuenta con más de 500 plantas de papas. Fin. En cada momento que el libro cae en lo gélido de la ciencia, la película lo recalienta con la impronta de los actores. Cuando el personaje es herido en el libro se cura, en la película lo sufre. Cuando en el libro el personaje logra una comunicación interplanetaria sin ningún tipo de antena, pasa a su próxima tarea, pero en la película se emociona. Ridley Scott, director no ajeno a las emociones humanas, consigue aportar el factor emotivo a la ecuación científica, dotando de un color que esta nueva tendencia a la hyper-comprobabilidad de datos no podría conseguir por sí misma. Cuando salgan del cine emocionados por ver un pantallazo al futuro e interesados por algo que jamás les había llamado la atención, pueden recurrir al libro. Gracias a una economía de recursos y una traducción de lenguajes bien aplicadas, el largometraje no tiene tiempo ni manera de describir las herramientas necesarias para crear agua a partir de la cocción de moléculas de oxígeno e hidrógeno, mientras que el libro lo hace de una forma locuaz e interesante. Es una suerte de simbiosis donde volviendo a compararse con la misma obra, la película es la personalidad apasionada y divertida del personaje, mientras que el libro es todo su conocimiento acerca de ciencia. Sabiendo que Hollywood funciona a base de finales felices, es difícil intentar adelantarse a una historia que se rige por los parametros de un género en pleno florecimiento. Aún así, a lo largo de las dos horas y media que dura el espectáculo, encontraremos un guión casi de manual que catapulta el ingenio del autor, la perspicacia de los actores y el ojo del director, como pocas veces se puede observar en la ciencia ficción. Este año, Misión Rescate es a la verosimilitud científica lo que Mad Max es a la fantasía rabiosa y ese es tan sólo uno de los motivos por los que no deben perderse esta historia en pantalla grande.
McGyver en el espacio. Así se podría definir a The Martian - el último filme del meister Ridley Scott - en pocas palabras. Un tipo se queda varado en el espacio y tiene que apelar a la inventiva para sobrevivir como sea con las pocas cosas que tienen a mano. Y si bien es un gran espectáculo plagado de creatividad y momentos de tensión, hay algo que se echa de menos y es el realismo dramático. Matt Damon está demasiado entero mentalmente a lo largo de toda la jornada y, aunque sea un optimista empedernido, debería tener períodos de oscuridad o al menos, algo de filosofía barata y zapatos de goma. Digo: si te quedás solo en medio de la nada, el 99% de las probabilidades es que te vayas a morir y, aunque el resto supiera de tu existencia, demorarían demasiados años en poder mandarte siquiera un sandwichito con una coca... ¿cómo te pondrías de la cabeza?. ¿No comenzarías a pensar cosas profundas como el sentido de la vida o por qué el destino te eligió para que seas el único tipo de la historia de la humanidad que va a morirse en otro planeta distinto a la Tierra?. Ciertamente el libreto de The Martian es bárbaro. Drew Goddard - Daredevil de Netflix, Cloverfield, La Cabaña en el Bosque - escribe como los dioses y se las ingenia para hacer una tonelada de ciencia dura completamente digerible al espectador promedio. The Martian sigue la misma onda de Gravedad - supervivencia de un náufrago en el espacio; ciencia realista pura y dura - pero el filme de Alfonso Cuarón era mucho mas completo, asfixiante, atrapante y creativo. Acá la sensación de claustrofobia se pierde debido a que el tipo tiene un planeta entero para deambular. Es mas un espectáculo voyeurista de ver qué es lo que se le ocurre hoy para sobrevivir, o como vence un contratiempo inesperado. Matt Damon es un actor formidable y no hay papel en el cual no esté bien, aunque ésta sea la tercera vez que tengan que ir a buscarlo a algun lado (primero en Rescatando al Soldado Ryan y después repitiendo su naufragio espacial en Interestelar). Se la pasa hablando a cámara, explicando lo que va a hacer, y exhibiendo un optimismo a prueba de balas. El libreto está plagado de ocurrencias - desde crear un invernadero fertilizado con excremento humano hasta utilizar el vetusto Mars Pathfinder para comunicarse con la Tierra, inventando un ingenioso lenguaje gestual sobre la marcha - y, cómo todo relato de supervivencia, hay obstáculos. Lo curioso es que, ni aún el peor desastre del universo logra desanimar a Damon - solo desde hace meses, carente de comunicacion humana, y alimentado a una dieta compuesta puramente de papas -. Quizás su estado mental se deba a que tiene un buen stock de capítulos de Happy Days pero, ¿es tan así?. Yo creo que un entorno de tecnología no puede librarte de un pensamiento pesimista en una situación tan apremiante como esta. Es cierto que The Martian no es la versión interplanetaria de Náufrago - Matt Damon dispone de muchísimos mas recursos para entretenerse y subsistir antes de tomar una pelota de basquet, pintarle una cara y comenzar a hablarle para aliviar su soledad -, pero la situación (tarde o temprano y debido a su gravedad) te tiene que desbordar. Acá el tipo siempre está en sus carriles, y ni siquiera una dieta del demonio logra desequilibrarlo. descarga de programas gratis Aún con esa falta de evidente desesperación por parte del protagonista The Martian brilla. Ridley Scott sigue demostrando que es un maestro en el terreno de la ciencia ficción, y sabe crear grandes secuencias y excelentes climas. Si hay otro detalle que resulta acotable - y hasta molesto - es la chupada de medias con que se despacha el libreto para seducir a las plateas chinas; y es que la misión de rescate sólo subsiste debido a que los asiáticos son los únicos que cuentan con un super cohete que puede llevarle las provisiones a Damon sin recambio de fuel oil por el camino. La trama no lo precisaba y sólo queda como un descarado esfuerzo de marketing. The Martian es una aventura sólida y digna de recomendación. Es un drama en donde la ciencia se luce, transformada en creatividad pura debido a la supervivencia. Quizás el aspecto humano no está tan bien desarrollado, pero el show está servido y es realmente entretenido, siendo uno de los mejores filmes de sci fi del año que termina.
Mi marciano favorito. Hacía mucho tiempo que Ridley Scott no dirigía una película digna de su talento. El inglés evidentemente no encontraba la inspiración necesaria para desplegar el potencial cinematográfico que lo ha posicionado como uno de los mejores directores de la historia. En la última década, tuvo a su cargo propuestas épicas y mega producciones que no estuvieron a la altura de las expectativas, quizás por falta de motivación. The Martian, sin embargo, logró despertarlo de su letargo. No es casualidad que haya sido ésta la propuesta que volvió a entusiasmar a Scott. The Martian es una propuesta original y única en su género: una aventura de supervivencia encuadrada dentro de la ciencia ficción, pero abordada desde el humor. No es una comedia, pero hace reír; no es un drama, pero hace llorar y definitivamente no es un thriller, pero por momentos genera climas de suspenso que cortan el aliento. ¿Qué es entonces The Martian? Es una de esas gratas y raras entregas del cine difíciles de catalogar, pero que se disfrutan de principio a fin. Hay 3 pilares en la propuesta que la definen exitosamente: la cinematografía, el reparto y fundamentalmente el guión. Lo primero es una constante indiscutida en el cine de Scott, por lo que no sorprende que The Martian sea imponente a los ojos. Lo segundo también es frecuente en la cinematografía del director, aunque en esta oportunidad pareciera que todos y cada uno de los protagonistas han sido aprovechados al máximo. Causa de lo segundo es lo tercero: el guión, donde The Martian hace la diferencia. La historia está fantásticamente escrita para la pantalla y soberbiamente contada por el director. Celebro el regreso de un genio de la pantalla grande, como es Ridley Scott. Él, que fue un protagonista indiscutido en la historia del cine de ciencia ficción, vuelve a sorprender con una propuesta que explora el género desde ángulos inusuales. The Martian es auténtica, impactante y entretenida. También es, por supuesto, imperdible.
Año tras año, los premios Oscar incluyen en su categoría más importante (Oscar a Mejor Película) algún film con un contundente sentimiento nacionalista (norteamericano, claro), casi rozando lo propagandístico. Este año le tocó a The Martian, la película de ciencia ficción, dirigida por el gran Ridley Scott, basada en la novela homónima de Andy Weir. Que, a pesar de estar nominada en varias categorías, no obtuvo ningún premio; incluso el papel de Matt Damon lindaba con el del por fin ganador Leo DiCaprio, ambos protagónicos que ocupan casi toda la cinta en situación de supervivencia, mostrando varias facetas a través del tiempo. Hay que reconocer que la historia es realmente muy buena: estando en una misión en Marte, por una tormenta imprevista, Mark Watney sufre un accidente, es dado por muerto y su grupo lo “abandona” en el planeta rojo. Claramente, el personaje interpretado por Matt Damon no está muerto, de lo contrario no habría historia para contar. A partir de semejante situación, el instinto de supervivencia se activa en su mayor nivel y Mark, haciendo uso y ostentación de la ciencia creará una vida en Marte, mientras intenta comunicarse con la NASA buscando rescate. En su larga estadía en este planeta (será un mínimo de cuatro años) sus aptitudes irán mejorando, tendrá algunos fracasos, muchas otras victorias y demasiado tiempo libre para contarnos, mediante grabaciones su experiencia y erigirse, inevitablemente como un gran héroe. Entre medio de esta fantástica historia, de hecho muy bien narrada y con efectos visuales de alta gama (no se puede esperar menos), aparecen las reivindicaciones de los astronautas de la NASA, la ponderación de la ciencia como elemento máximo de salvación y por supuesto, varios complementos emocionales que apelan a la sensibilidad el espectador; que de hecho funcionan bastante bien: hay que decir que la sensación de vacío y desolación que provocan las impresionantes imágenes del espacio y de Marte llegan a desesperar al espectador. El operativo de rescate que se efectúa para salvar a Mark llega a ser la única preocupación de la NASA, que frena la vida de miles de personas y se convierte en noticia mundial. The Martian es una película sobre la superveniencia, y los limites desconocidos del humano para llevarla a cabo, donde se resaltan por un lado las cosas increíbles que se logran en soledad, con la inmensidad amenazante del espacio circundante, y por otro la unión de grupo en pos de un objetivo común. Básicamente, una visión bastante idílica de la realidad. Lo cierto es que Mark, hombre, astronauta y científico norteamericano, viene a convertirse en el héroe máximo, que a cada paso sortea los obstáculos más inverosímiles (como lograr vida en Marte con su plantación de papas). Técnicamente es de una maestría innegable y se pueden encontrar algunos momentos de imágenes poéticas y reflexiones existencialistas. Pero, finalmente es otra película yankee, de exaltación heroica y nacionalismo, que ideológicamente hace un poco de ruido.
El mejor Ridley Scott Ridley Scott recargó la batería a full y nos vuelve a regalar una historia única que rebalsa de carisma y aventura. "The Martian" es una joyita cinematográfica, de esas que logran que todo funcione bárbaro y se potencien todos sus componentes. Es el caso en el que se manifiesta muy claramente la sinergia, en donde el todo es mayor que la suma de las partes individuales. Ese todo conformado por una buena historia original, una buena adaptación al cine, interpretaciones geniales, efectos especiales de excelente calidad, una puesta en escena magnífica y por supuesto una dirección experimentada, engrana de manera super aceitada y conforma la que es para mí una de las mejores películas del año. ¿De qué va esta historia? Es la adaptación de la novela escrita por Andy Weir que lleva el mismo nombre, en la que se cuenta la historia de Mark Watney, un botánico astronauta que por accidente queda varado en el planeta Marte, absolutamente sólo y sin comunicación con su tripulación o la base de la NASA. Watney, lejos de desesperarse y esperar a la muerte, utiliza su ingenio y templanza para encontrar la forma de sobrevivir en un planeta 100% hostil con el ser humano. Pero, ¿cómo sobrevivir meses y hasta años con una ración de víveres limitada y un refugio endeble? Justamente de eso se trata el film, de cómo la inteligencia, la preparación y la voluntad de acero de un hombre, junto con la ayuda de otros nerds, logra hacer posible lo imposible. El objetivo es traerlo nuevamente a la Tierra. Más allá de que puede exhibir alguna cuestión que llevada al contraste de lo realista pueda parecer inverosímil, en general se vale de explicaciones técnicas y científicas que en potencia suenan muy lógicas. Esto dota de realismo al film y lo pone en un nivel que no subestima la inteligencia del espectador. Matt Damon está sencillamente soberbio, transmitiendo todo el positivismo del personaje pero a la vez cuidando de no quedar exagerado. El cast en general, que está compuesto por un gran número de estrellas, hace un trabajo en equipo muy bueno, pero es sin dudas Damon quien se destaca. El director Scott toma toda su experiencia en el género de la ciencia ficción y compone una sinfonía que a través de toques humorísticos y dramáticos se convierte en un cócktail irresistible. Se van a vivir momentos de estrés, de euforia, de desesperación, de expectativa, de emoción, de acción, de miedo, es realmente una montaña rusa, pero no de esas que te dejan mareado y con mala sensación; es de las que te dejan acelerado con la vida y pidiendo dar una vueltita más. Super recomendada!
Un náufrago en Marte La nueva película de Ridley Scott recupera la mejor faceta del cineasta británico que logra un trabajo con grandes probabilidades de llevarse media docena de Oscars Dentro de la amplia gama de película de ciencia ficción situadas en el espacio exterior, un gran porcentaje de ellas se encuentran ambientadas o está referidas al planeta Marte. Las dos versiones de La Guerra de los Mundos, John Carter, Misión a Marte, Planeta Rojo, ¡Marte Ataca! Y Marte Necesita Madres son algunos de los ejemplos más famosos y recientes. Pero, con el reciente descubrimiento de agua en el planeta rojo, y la constante transmisión de fotografías provenientes del robot Curiosity, el cuarto planeta está más presente que nunca en la mente de la humanidad, y eso lo convierte en el perfecto candidato a ser colonizado, aunque sea cinematográficamente, claro está. En esta contexto, llega El Marciano (The Martian), que por esos avatares del marketing internacional, fue rebautizada para su estreno en Latinoamérica como Misión Rescate, un título que suena un tanto "berretón" para una obra de esta envergadura, pero que sin embargo se convierte en una pequeña mancha, un detalle menor en un film que cuenta con un reparto multiestelar encabezado por Matt Damon, Jeff Daniels, Jessica Chastain, Sean Bean, Kate Mara, Michael Peña y Chiwetel Ejiofor, entre muchos otros. La historia, basada en la novela del mismo título escrita por Andy Weir y difundida por capítulos a través de su blog, relata la odisea que debe vivir el astronauta Mark Watney (Damon) cuando la tripulación de la misión espacial que lo llevó a pisar suelo marciano lo da por muerto tras una tormenta y abandona la superficie en una emergencia. Recuperado del accidente, Watney emprende un camino hacia la supervivencia en un planeta hostil en el que no puede cultivar alimentos, ni conseguir oxígeno armado sólo con su iniciativa a prueba de balas y sus impresionantes conocimientos de botánica, química y física. "Puedes resignarte o ponerte a trabajar", dice en algún momento del filme el protagonista. Por su parte, la NASA, enterada de la supervivencia de Watney, debe organizar una misión de rescate en tiempo récord. Y si bien todo esto le puede sonar conocido a algún cinéfilo que haya visto la película de 1964 Robinson Crusoe en Marte, la historia que Scott encara va para el lado de la ciencia ficción "seria", con constantes referencias a la cultura "nerd" aunque sin descolocar al espectador no acostumbrado a escuchar tantos nombres extraídos de la tabla periódica por segundo. Para dar una idea, el espectador se verá inmerso en una película más al estilo de Gravedad de Alfonso Cuarón que la fallida (en taquilla, no en calidad) Interestelar de Christopher Nolan. Porque aquí surge un apartado intelectual y es el de los lenguajes que utilizan los autores de ciencia ficción para contar sus historias: por un lado están aquellos que ubican al hombre en la inmensidad del espacio sideral al tiempo que desarrollan una analogía de la filosofía y la metafísica –con exponentes inmensos como Isaac Asimov y Arthur C. Clarke- y aquellos que apelan directamente a la aventura y a la capacidad física e intelectual de los protagonistas para sortear los obstáculos que se le presenten, tal como hacía Robert Heinlein. En este caso, y a pesar de que Weir es un confeso fanático de Heinlein, la traslación de su obra se ubica en el exacto medio de ambos estilos. En el aspecto técnico, Misión Rescate (o El Marciano, como quiera llamarla), es uno de esos filmes en los que Ridley Scott demuestra su obsesión por los pequeños detalles y se puede relajar del plano actoral al contar con tremendos intérpretes, la mayoría de los cuales sólo actúan en poco menos de la mitad del filme. El resto es mérito propio de Matt Damon, cuyo trabajo recuerda enormemente al Náufrago de Tom Hanks y Robert Zemeckis aunque en una situación mucho más compleja. La banda de sonido del filme es un tema aparte en el que se conjugan varios temas de música disco -el espectador descubrirá el porqué a lo largo de la obra- así como también clásicos como Starman de Davis Bowie que amenizan la larga espera de Watney. Por lo demás, el filme cuenta con dos horas y media de duración que se pasan volando con el adecuado equilibrio entre ciencia, drama y humor (del negro, claro, ya que Watney sabe que sus posibilidades de sobrevivir son limitadísimas) que entretienen -y cumplen la función básica para la que fue creado el cine- e incluso soprenden, por lo cual, y esto a consideración del crítico, puede convertirse en las próximas semanas en una seria candidata a llevarse unos cuantos premios Oscar, incluido el de Mejor Película, Mejor Director y Mejor Actor.
- "¿Qué ha hecho este hombre , me pregunto, para que episodios de la conquista de otro planeta me llenen de terror y soledad? " - Jorge Luis Borges para el prólogo de Crónicas Marcianas, de Ray Bradbury. El espacio exterior siempre fue una fuente inagotable de material que inspiró la realización de grandes obras cinematográficas. Con el paso del tiempo, y de los avances tecnológicos, esa materia prima que utiliza la industria de Hollywood se encuentra cada vez más accesible para sus hacedores y la curiosidad por abordar la temática transita hoy un momento inigualable para el género de ciencia ficción. En los últimos años varias producciones abordaron los viajes espaciales con muchísimo éxito, tanto en taquilla como en premios: Gravedad (2013) de Alfonso Cuarón, e Interestelar (2014) de Cristopher Nolan, son claros ejemplos de que la industria del cine seguirá intentando explotar esta temática mientras le de los resultados esperados y en este sentido Hollywood está preparada para una nueva expedición, esta vez a Marte. El estreno de Misión Rescate (2015) no solo es una nueva incursión de parte del cine hacia el planeta rojo - recordemos los fallidos intentos de Fantasmas de Marte (2001), Misión a Marte (2000) y Entre dos mundos (2012)- sino el regreso triunfal a la ciencia ficción del director Ridley Scott, género que marcó algunas de sus películas más exitosas como Alien, el octavo pasajero (1979) y Blade Runner (1982). La historia, basada en la novela The Martian (2011) de Andy Weir, sobre la supervivencia en Marte de un astronauta dado por muerto durante una misión y abandonado por su tripulación, se transforma rápidamente en un fascinante y detallado relato sobre el día a día de Mark Watney (Matt Damon) en este planeta inhóspito, donde deberá recurrir a su ingenio para sobrevivir y encontrar la forma de establecer contacto con la Tierra, mientras que la NASA y un equipo de científicos trabajan para lograr rescatarlo. Ridley Scott consigue ponderar lo emotivo sobre el contenido científico, logrando un producto final que aporta nuevos recursos argumentales a un género en pleno auge y expansión. De gran ayuda fue el trabajo del ingenioso guionista Drew Goddard (Cloverfield, Guerra Mundial Z, La cabaña del terror) quien logró adaptar la novela de Weir, caracteriza por poner una atención obsesiva en cada detalle, de una forma excepcional. Aunque el desenlace quizás no esté a la altura de la propuesta inicial, el resultado final de Misión rescate es satisfactorio manifestando una clara convicción de que todavía sigue existiendo lugar en Hollywood para proyectos interesantes que se aproximan a la problemática de la condición humana sin dejar de lado el entretenimiento.