Mi reino... mi reino por un martillo! Si le faltaba un género para encarar al multifacético, versátil y todo terreno Kenneth Branagh, ese era el de la fantasía, los comics y la ciencia ficción. Pero como el gran director británico es capaz de encarar cualquier proyecto (teatro, ópera, comedia, drama, épico, musical, terror) y siempre respetando el lenguaje del teatro clásico inglés, ya sea el isabelino como victoriano, a nadie sorprendió que haya aceptado dirigir la primera entrega del superheroe de Marvel: Thor. El riesgo era grande por parte de los productores: cuando eligieron a Ang Lee para Hulk los resultados no fueron los esperados. Mas allá del interesante duelo entre padre e hijo que se sucedía en la trama, el nivel de fantasía, la estética de Lee no convenció a los seguidores del hombre verde y la película fue un fracaso comercial. Tampoco le fue mucho mejor a la secuela, que era más convencional, entretenida y accesible dirigida por Louis Leterrier. Lo que los productores necesitaban era otra Iron Man. Otra historia de heroe canchero, atractivo, divertido que supiera combinar la comedia con la acción. Pero la génesis de Thor ameritaba un relato más dramático, y por suerte, con Branagh se pudo lograr un equilibrio. Sin embargo, en Thor existen dos películas en una. Por un lado la historia mitológica del personaje en Asgard, el planeta donde vive el Rey Odin, quien tiene un enfrentamiento con el Rey Laufey de un planeta frío. El rey quiere mantener la paz entre ambos planetas, algo que a sus hijos, Thor y Loki, mucho no les atrae, ya que ellos quieren la guerra. Pero, mientras que Loki es el inteligente, cínico y manipulador, Thor es el fortachón, heredero directo a la corona que prefiere la lucha cuerpo a cuerpo antes que la paz diplomática. Odin mandará al exilio a Thor para que aprenda su lección. Esto da pie a la segunda parte de la película: Thor en la Tierra, donde aprenderá lo que es la amistad y el amor de la mano de Jane, una astrofísica que lo descubre perdido en el desierto, Erik, su mentor y la asistente de ambos, Darcy. En la Tierra, no hay un gran enfrentamiento con los agentes de su planeta, pero tiene que escapar del grupo Shield (el que comanda Nick Fury), quienes desean apoderarse del martillo mágico que le da poderes especiales. Lo más interesante de esta nueva adaptación de un comic de Marvel, no es tanto el aspecto adrenalínico, sino el conflicto familiar, y la forma elegida por Branagh para retratarlo. No hay que ser un experto en literatura inglesa para encontrar a Shakespeare en el medio. Al igual que Kurosawa u Olivier, Branagh comprende cómo llevar al revolucionario dramaturgo a cualquier relato contemporáneo. La historia en Asgard se asemeja bastante a Rey Lear (el padre sabio, los hermanos enfrentados), pero tambien hay elementos de Hamlet (el heredero exiliado que debe regresar al palacio para vengar a su padre) u Otelo (la manipulación de Loki hacia Thor, no es muy diferente a la de Yago). Claro, que hay muchas películas que contienen estas referencias y no las solemos mencionar en nuestras críticas. Pero esta vez, debido al lenguaje elegido para reproducir los diálogos escandinavos, la dirección de actores, los vestuarios, maquillajes, protocolos e incluso algunos decorados pareciera que estamos frente a una gran adaptación de un obra del Siglo XV. Hay que reconocer además, que la reproducción de Arstan es bellísima a nivel visual. ¡Qué Pandora ni Pandora!, la imaginación de Branagh es alucinante también. Lo que en cambio es desilusionante es toda la secuencia de Thor en la Tierra. Shield no cumple demasiado con un estereotipo de grupo de perseguidores aterradores. Esta secuencia, es más que nada una transición hasta el regreso de Thor a su planeta. Sin embargo, lo que debería importar y no está bien desarrollado es la relación romántica del heroe por Jane, la astrofísica terrícola. No hay química suficiente entre los protagonistas para hacer creíble que estos dos seres se amen, y este hecho puede cambiarle la mentalidad belicista al protagonista. Branagh sabe darle buen ritmo a la película y cumple con las expectativas de hacer un logrado entretenimiento. Hace lo posible por lograr una interpretación “aceptable” de parte del carilindo Chris Hemsworth. Sin embargo son más interesantes las actuaciones de Tom Hiddleton como Loki y especialmente de Anthony Hopkins, que parece haber retomado el rol de Titus (de Julie Taymor basado en la obra de Sir William también). Del mundo de fantasía queda muy relegada Renee Russo. ¿Qué le pasó a la atractiva protagonista de Arma Mortal que quedó tan olvidada en los ultimos años? De entre los terrícolas se destacan el gran Stellan Skarsgard, que al igual que Branagh, es un todo terreno implacable, interpretando algo así como el Falstaff de la historia, y Kat Dennings (la Nora de Nick y Norah) como el oportuno comic relief (no lo hace nada mal, esta chica tiene dotes para la comedia). En cambio la que queda bastante sobreactuada y en desigualdad interpretativa es Natalie Portman. Parece que la actriz de El Cisne Negro quedó demasiado pegada al personaje de Amigos con Derechos, sólo que esta vez no funciona la química con su co protagonista. La frialdad de Hemsworth constrasta con la delicadeza de Portman, que pide a gritos volver con Ashton Kutcher. Thor no solamente es un atractivo entretenimiento con dosis de acción y drama bien dosificadas, sino que también tiene otra intención: preparar al público para la llegada de Los Vengadores. No hablo de otra adaptacion de la serie británica con los agentes Steed y Peel, sino del épico proyecto que va a reunir a gran cantidad de heroes de Marvel en un mismo film. Eso incluye a Tony Stark / Iron Man (Downey Jr.), Bruce Banner / Hulk (Mark Ruffalo), Hawkeye (Jeremy Renner), Thor (Hemsworth), Capitán America (Chris Evans) y Nick Fury (Samuel L. Jackson). El film lo está dirigiendo Joss Whedon, el creador de Buffy. Recomiendo prestar atencián a Thor, porque hay dos personajes que hacen cameos (uno de ellos después de los créditos, asi que a quedarse en la sala), y otros dos son “sutilmente” mencionados. Es muy probable que Thor no se convierta en el gran éxito que fue Iron Man: el personaje no tiene el mismo carisma o incorrección política de Tony Stark, y sobretodo a Hemsworth todavía le falta mucho para ser un Downey Jr. (aunque las chicas van a suspirar por sus musculos). Tampoco Hiddleton interpreta a un villano antológico. O sea, quizás elegir protagonistas desconocidos no haya sido lo adecuado. En tono, el film no logra caer en la sátira, ni ponerse completamente solemne o meloso. Es un punto intermedio entre el humor, el drama y la acción. Branagh no decidió arriesgarse en este sentido. La película tiene multiples lecturas, que pueden leerse sutilmente. Entre ellas, se puede ver una connotacion entre Odin y Thor con la dinastía Bush, y su doble invasión a Irak. Pero Branagh termina defendiendo a sus protagonistas, y a la vez tirando una moralina oportunamente antibelicista. Thor no es un gran film (como tampoco considero que es la saga de Iron Man o El Hombre Araña), pero entretiene durante casi dos horas, y su realizador, un autor que aun en las propuestas más industriales demuestra que puede intercalar su amor por el gran William Shakespeare.
De dioses nórdicos, Shakespeare, tecnología de punta y otras yerbas. Antes de empezar, me gustaría destacar un dato que ni siquiera tiene relevancia para el análisis crítico, pero que me llamó la atención y quería corroborar si soy el único al que le ha pasado. Antes de ir a la función, como siempre suelo hacer, investigué un poquitito sobre el film y me encontré con esto: “Adaptación del comic de Thor, el dios nórdico del trueno. A fin de enseñarle humildad, su padre Odin coloca el espíritu de Thor en el cuerpo de un estudiante de medicina, el cual un día descubre por casualidad el alter ego que vive en su interior.” Pues, ¡a la pelota!... de esto no había nada. Pero nada. Thor no es puesto en el cuerpo de ningún estudiante de medicina; no sufre amnesia cuando es enviado a la Tierra; y, mucho menos descubre por casualidad algún tipo de doble personalidad que le hace entender que es un Dios nórdico. Habrá que ver de donde salen estas sinopsis en todo caso. Pues eso. Vamos al asunto. Thor cuenta literalmente la historia de un guerrero nórdico desterrado por su padre, el rey Odin (Anthony Hopkins, confieso que en el afiche lo confundí con Jeff Bridges, que lo tiró, parece que a esta película le gusta jugar a la sorpresa), de su planeta, Asgard; por desobedecerlo en sus órdenes de paz bélica y por su ambición desmedida por acceder a su trono. El viejo lo despoja de todos sus poderes, y lo envía a la Tierra. Aquí es donde aparece, a mi entender, el punto de inflexión de la película: no sabemos exactamente por qué el Rey nórdico manda al Dios del Trueno a la Tierra. Es decir, por un lado podemos suponer que debido a su arrogancia y ambición, es destinado a la cuna de la ambición, es decir, para que aprenda la importancia de la humildad. Por otro lado, también acorde a lo inicial, hace entender que, al menos en comparación, el ser humano es mucho más vulnerable que los habitantes de Asgard, –al menos a la par de estos pocos seres que conocimos de allí- y el hecho de que Thor deba convertirse en humano, despojado de todo poder divino, experimente su costado más vulnerable y; con esto, echarle un balde de agua fría al espectador. En efecto, la comparación que se traza deja algún tipo de mensaje: si Thor debe aprender acerca de humildad, el humano lo debe hacer a gran escala. Como sea, sin intención de irme por las ramas, este punto de la película en el que Thor es exiliado en la Tierra, si bien no es demasiado trabajado, me pareció el más interesante, ya que, además, habilitaba al metraje para jugar sus cartas cómicas. Así, vemos al protagonista haciendo turismo por Nuevo México vociferando acerca de una batalla astral, dioses nórdicos y sus poderes; entrando en una tienda de mascotas para pedir un caballo para transportarse, yendo a buscar su chiche preferido, el martillo, que su papá dejó clavado en una roca irrompible, cual espada de Excalibur; y, por supuesto, conocer a la mujer de su vida: la bella Jane (Natalie Portman), una científica que se dedica a estudiar los truenos y, valga la redundancia, queda embobada con el fornido rubio Dios del Trueno (Tarzán dixit). Ahora bien, cuando me enteré de que el film era dirigido por Kenneth Brannagh, un cineasta que a lo largo de su carrera mostró y demostró su obsesión con Shakespeare y la literatura clásica (Enrique V, Othelo, Frankenstein, Hamlet, tanto actor como director), me imaginé que, si el tema giraba alrededor de los mitos nórdicos, el tipo le pondría su impronta y retomaría el argumento cargándolo con los viejos pero siempre renovables y vigentes dilemas existenciales shakesperianos sobre el poder y la condición trágica del humano que tanto supo trabajar en el pasado dicho director. Y, en efecto, me sorprendió y decepcionó bastante no encontrar casi nada de esto en el presente film. Es verdad que hay un punto de contacto con el tema de la ambición por el poder, la lucha entre los hermanos por el trono, la exclusión y la figura del héroe; pero esto es mínimo. Se diluye inmediatamente. El hermano de Thor, el Dios Loki, como antagonista, es quien juega la mayoría de las cartas shakesperianas. Hacía recordar muy remotamente a Ricardo III, urdiendo conspiraciones contra su hermano y traicionando a la par que es atravesado por su complejo de inferioridad, que lo lleva a ponerse en contra de su padre, que cae en una suerte de coma. Pero como decíamos antes, todo esto es dado en forma de apenas unas pinceladas. A fin de cuentas, la mega-producción obedece a su condición de tal y hace gala de su correspondiente, y para nada menor, artificio técnico. Sin embargo, hay que decirlo, dicho artificio hace su trabajo. El espectador (o por lo menos asi fue en mi caso) queda embebido en el relato de principio a fin; lo que evidencia un trabajo agilizado y aceitado de montaje, libre de baches y momentos de cabeceo, como sí me sucedió en Sanctum (la primera que vi en 3D). Si bien puede tornarse bastante molesto ese paralelismo entre los distintos mundos que, si bien arrancaba estableciendo conexiones entre las distintas historias, termina desembocando en un ir y venir entre la Tierra y Asgard más rápido que entre dos estaciones de subte; en mi opinión, no hay nada más molesto que el actor al que le toca encarnar a Thor. Realmente, lo más bajo de la película cae en manos del mismísimo protagonista, interpretado por el tal Chris Hemsworth, en medio de este auge por contratar físico culturistas para los films de acción o épicos. En efecto, el rubio se la pasa sonriendo a la cámara, mostrando sus atributos físicos, intentando ser un galán con Natalie, etc.; es decir, resaltando a gritos su gran carencia interpretativa, lo cual, interfería bastante a la hora de identificarse y dejarse llevar por el personaje. Sin embargo, como mencionaba antes, el montaje hace que el metraje se sobrelleve cómodamente, con lo cual, no nos queda nada por decir ni hacer, más que sentarnos y sumergirnos en el “profundo” goce del 3D.
Historieta shakespeareana en 3D ¿Qué decir de este nuevo tanque inspirado por los superhéroes de las historietas de la Marvel que no se haya escrito ya una y mil veces a partir de los films anteriores? Podría arrancar por la presencia de Kenneth Branagh en la dirección e indagar en la clara veta shakespereana del guión (la relación entre el veterano rey de Asgard que interpreta Anthony Hopkins y sus dos hijos -Thor y Loki- enfrentados por la sucesión al trono), pero creo que todas las críticas se centrarán en ese aspecto. Podría enfocarme entonces en los escasos toques de humor (sobre todo, en comparación con la notable primera entrega de Iron Man), pero es obvia la diferencia entre el genial cómico que es Robert Downey Jr. y el carilindo Chris Hemsworth (para compensar su escasa expresividad y hay unos cuantos planos dedicados a exaltar su escultural cuerpo que harán suspirar a las jovencitas). Por lo menos, el cameo hitchcockiano de Stan Lee esta vez es bastante divertido. Frustrados los intentos anteriores, podría describir sus fastuosos decorados gentileza del universo de las CGI (y de los 150 millones de dólares de presupuesto) o los logros de esta primera incursión de la sociedad Paramount-Marvel en el 3D (Branagh no parece ser el cineasta más dotado para sacarle todo el jugo posible y lo suyo parece por momentos pirotecnia "de manual"). Me queda, entonces, decir que Thor se sigue con agrado (es un producto de indudable pericia profesional), pero también con una contundente sensación de déjà vu. Todo es tan grandilocuente, tan artificioso, tan necesariamente espectacular, que los conflictos familiares y, sobre todo, su historia de amor, quedan minimizados, casi ridiculizados entre semejante gigantismo. Es una pena: allí está como objeto del deseo la bella, tierna -y recientemente oscarizada- Natalie Portman, con apenas unos pocos segundos para lucirse. Ella es otra "víctima" de este relato que cumple con lo que promete (adrenalina, estética de cómic, gran despliegue visual), pero que extraña el humor negro e irónico que Downey Jr le imprimió a su hombre de hierro o la veta autoral que un Christopher Nolan le pudo dar a su recuperación de otro héroe trágico (aunque del "bando" contrario del planeta de la historieta) como Batman. Así de correcto, pero también de "masticado" resulta este Thor cinematográfico que -como todo evento planetario- arrasará en las próximas horas con los mercados de todo el mundo. No hay demasiados, creo, que tengan ganas de ofrecerle resistencia.
Un superhéroe suelto en la tierra Este film dirigido por Kenneth Branagh es una adaptación del cómic Thor, rey del trueno, y presenta una historia fantástica proveniente de la mitología nórdica. Aprovechando las ventajas del cine 3D esta película se apoya principalmente en los efectos especiales que permiten un despliegue visual único al momento de representar los Reinos desconocidos y los elementos sobrenaturales. Cuando Thor (Chris Hemsworth), hijo primogénito de Odín, Rey de Asgard (Anthony Hopkins), hereda el trono de manos de su padre, decide reavivar una antigua guerra. La insensatez y la terquedad de Thor llenan de ira a su padre quien decide desterrarlo del Reino. Cae (literalmente) en el planeta Tierra donde lo encuentran tres científicos, entre ellos Jane Foster (Natalie Portman), quien quedará fascinada con Thor. En su caída el protagonista pierde el arma-martillo que le otorga los poderes supranaturales y sin estos es muy poco lo que puede lograr. “Solo aquel digno de reinar Asgard lo podrá recuperar” afirma el Rey Odín al arrojarlo al vacío. Eso es lo que deberá demostrar Thor, y será la misión que deberá cumplir desde la tierra. El director Kenneth Branagh eligió como escenario la ciudad de Nueva México para generar el cruce entre el tiempo mitológico con la modernidad del presente. Al momento de juntar a Thor y su leyenda con los mortales se genera cierto humor, que a la vez produce mayor dinamismo al film. A partir de aquí, el giro romántico entre Thor y la mortal Jane Foster es uno de los tantos ingredientes argumentales que aprovecha el film para no dejar de lado a ningún espectador. Porque Thor (The mighty Thor, 2011) es un film ambicioso, de gran presupuesto y pensado para captar multitudes sea como sea. Esto no es condenable siempre y cuando el producto sea de calidad y en este caso lo es. Pero no es más que eso lo que pretende el film y, siendo consciente de esto, se posiciona a la altura de las circunstancias. Encontrando en su camino gente que le será fiel y gente que lo traicionará por el poder, el camino que debe recorrer el protagonista es el de la redención. Para ser digno de recuperar el trono Thor deberá aprender de los errores cometidos y dejar de lado su arrogancia. Así la película reivindica la necesidad de mostrar el arduo camino que se debe recorrer para ser un héroe. Convertirse en un ser respetado, al que otros deben obedecer no se produce por poseer un elemento que lo demuestre sino que es el producto de una construcción que, como bien se da a entender en el film, lleva muchos años. La intención didáctica y moralizante es parte de estas historias. Para que el orden natural regrese deben pagar los culpables y los buenos reivindicarse. Eso es lo que todos deseamos al ver el film y es lo que el film nos da. Pero es la satisfacción de disfrutar la aventura y la fantasía al por mayor lo que hace de Thor un entretenimiento asegurado.
Héroe milenario en la modernidad Otra adaptación de uno de los personajes del universo Marvel salta a la pantalla grande y lo hace de la mano de Kenneth Branagh, un realizador impensado para este tipo de películas, aunque antes había probado suerte con Frankenstein. Especialista del mundo shakesperiano, Branagh pone todas la carne al asador en esta aventura que juega con los universos paralelos, la ciencia, la magia, el exilio y la lucha entre hermanos por obtener el poder. La historia transcurre entre la actualidad y el antiguo mundo de Asgard, donde Odin (Anthony Hopkins) ve el futuro del reino en mano de uno de sus dos hijos. Por un lado, el valiente y fornido guerrero Thor (Chris Hemsworth, de Star Trek), que es castigado por su accionar y enviado a la Tierra. Y, por otro, está Loki (Tom Hiddleston), el hermano malvado con ansias desmedidas de poder. La película de Branagh habla del proceso de transformación del protagonista en héroe milenario, entre luchas con criaturas monstruosas y también asimilado luego a las costumbres de la vida moderna. Entre sus compañeros de aventuras está Jane (Natalie Portman) que logrará robarle el corazón y, como dice, uno de los personajes "Jackie Chan, Robin Hood y Xena", tres guerreros que llegan de Asgard a la Tierra para ayudar a su amigo. Vertiginosa, con mucha acción y peligros en el camino, Thor acumula buenas secuencias de luchas (potenciadas por la tecnología 3D) y se alimenta del género western, con el enfrentamiento entre el héroe y un gigantesco robot en calles polvorientas. ¿Y el martillo?, también eje central del film.
No es otra película de superhéroes… Cuando Stan Lee y Jack Kirby crearon (es una forma de decir) a Thor, allá por 1962, lo hicieron para que Marvel tuviera una historieta distinta. A diferencia del resto de los personajes, que eran humanos cuyos poderes habían sido aumentados por alguna razón, Thor ya viene desde la cuna con esos dotes. Algo así como Superman, pero con la diferencia que este héroe toma como base el mito preexistente del dios nórdico del trueno. Eso lo hace salir del encasillamiento típico de las serializaciones de superhéroes y lo pone en otro nivel, más ligado a lo fantasía que a las aventuras de, por ejemplo, Spiderman, Iron Man o tantos otros. ?Ahora, con la tendencia que adoptó Marvel (en su rol de productora) de adaptar a la pantalla grande prácticamente todos los comics de su factoría, le llegó el turno a Thor, que no solo funciona como la película sobre este personaje sino también como un escalón más hacia Los Vengadores, el opus máximo que unirá a todos los superhéroes de La Casa de las Ideas en una sola película. Pero para eso falta un año, y antes tenemos bastante de que hablar, tanto de esta adaptación como de la del Capitán América, que se estrenará en breve. Para entender la historia, tenemos que conocer la mitología. En algún punto del universo existe Asgard, un planeta en el que vive la realeza que fuera venerada por los nórdicos mucho tiempo atrás. Allí reina Odin (Anthony Hopkins), El Padre de Todo, pero sus días en el trono están contados. Por eso, desde niños, entrena a sus hijos Thor (Chris Hemsworth) y Loki (Tom Hiddleston) para que lo sucedan. Cuando los príncipes son adultos, el momento de pasar el mando llega, y Odin elige a Thor, su primogénito, como heredero del reino. ? Pero en el momento de coronación, los gigantes de hielo de Jutenheim rompen la tregua que sostenían con Asgard e irrumpen secretamente la bóveda de los tesoros del palacio. Si bien la invasión es detenida, Thor no se quedará tranquilo, y junto a Loki y un grupo de fieles amigos invadirá a los gigantes con sed de venganza, desobedeciendo las órdenes directas de su padre. Pero algo ocurre, Odin se entera y Thor es expulsado de Asgard por traición. Así, el dios del trueno cae a nuestro planeta, con la maldición de la mortalidad y, sobre todo, la deshonra que significa la quita de todos sus poderes y la prohibición de volver a usar a Mjölnir, el invencible mazo forjado en irrompible úru, extraído del corazón de una estrella moribunda, hasta que vuelva a ser un digno propietario. Por eso, Thor deberá comenzar un camino de humildad que transitará gracias a la ayuda de la científica Jane Foster (Natalie Portman) y sus amigos Erik Selvig (Stellan Skarsgård) y Darcy Lewis (Kat Dennings), que lo esconderán bajo la identidad del doctor Donald Blake. ?Pero, mientras tanto, en Asgard se está librando otra batalla silenciosa, y es que luego de un colapso de Odin, que lo dejará al borde de la muerte, Loki se convierte en el heredero legítimo del trono, y sus primeras decisones serán tan polémicas que llevarán a los amigos más fieles de Thor a viajar hasta Midgard (nuestro planeta) para buscar al héroe y pedirle auxilio en esta desesperada situación que, por su lado, encierra todas las intrígas de un drama clásico y, por el otro, el terrenal, nos lleva a explorar más sobre S.H.I.E.L.D. y sobre el proyecto Vengadores. Como dijimos al principio, Thor no es sólo una película de superhéroes. Entre el argumento atípico creado por el Generalissimo Lee y la mano de Kenneth Branagh detrás de cámaras, se logró hacer una película que, más que a Iron Man, recuerda a La Historia Sin Fin, o alguna de esas películas fantásticas de los ochenta, pero con mucha más acción. De hecho, los paisajes de Asgard tienen mucho de eso, tanto que por momentos parece estar viendo una película de otra época, pero, claro, con efectos especiales más avanzados. Tanto las escenas “actuadas” como las de combate están rodadas a conciencia, lo cual logra que la película sea equilibrada en todo momento y que no caiga en absoluto durante las casi dos horas de cinta. El cast fue elegido con acierto, y la historia nos deja con ganas de, como se dice al final de la ?película, volver a ver a Thor en Los Vengadores. La mitología que creó Marvel con sus películas se mantiene intacta. Cameos (por supuesto que el viejo Lee tiene su aparición), referencias y chistes que sólo pueden entender quienes hayan visto las anteriores producciones de la empresa se cuentan a granel. Y, por supuesto, deben quedarse hasta el final de los créditos para ver un pequeño guiño a lo que se viene. Sin spoilers, sólo puedo decir que será algo que los que tengan poco conocimiento sobre Marvel no comprenderán del todo. En definitiva, con Thor, los personajes de la editoral de Stan Lee vuelven a ofrecernos una experiencia digna de vivir en pantalla grande. Si son fanáticos del personaje, o sencillamente quieren pasar un buen rato en el cine, no pierdan la oportunidad de ver al dios del trueno en su máximo esplendor. Eso si, preferiblemente en 2D.
A martillazo limpio Kenneth Branagh dirige con intensidad esta presentación de otro superhéroe de la escudería Marvel. Teniendo a Kenneth Branagh al frente, y con una pelea familiar por poder de por medio, es muy tentador ponerse “shakespeareano” y decir que Thor es un filme “lleno de ruido y furia, que no significa nada”. Y algo de eso hay en esta nueva superproducción de un cómic de Marvel que marca la aparición de otro superhéroe de la escudería. Branagh dirige con su acostumbrado brío y con la intensidad que caracteriza sus mejores piezas, pero también con la confusión narrativa y el poco sentido del humor que tienen las más flojas. Con todo, Thor es un sólido agregado al grupo de The Avengers , que tendrá su filme con staff completo (Iron Man, Hulk, Thor, Capitan América, Hawkeye y otros) en 2012. Tras un rápido y confuso repaso por lo que parecen siglos de batallas entre los mundos de Asgard y Jotunheim (que terminan en una tregua), llegamos a la que va a ser la coronación de Thor (Chris Hemsworth), el hijo mayor de Odin (Anthony Hopkins), como Rey de Asgard. Pero en lo que parece ser una trampa armada por su hermano Loki (Tom Hiddleston), Asgard es atacada por los gigantes helados de Jotunheim, y Thor decide ir a la batalla pese a la tregua, lo que termina costándole el destierro. El hombre, sin los poderes que detentaba en su mundo, cae en Nuevo México, en un pueblito donde se topa con un grupo de investigadores que encabeza Jane Foster (Natalie Portman) y el Dr. Selvig (Stellan Skarsgard). La situación es confusa y supuestamente divertida: aunque habla bien inglés, Thor llega pidiendo un caballo para montar y con modales algo inusuales para los habitantes del pueblo. No lejos de allí cayó Mjolnir, el mítico martillo que le da todas sus fuerzas. Thor y sus nuevos amigos intentarán recuperarlo mientras, por un lado, tienen que combatir con las fuerzas de SHIELD (agencia de seguridad que investiga estos fenómenos) y, por otro, las intrigas palaciegas que siguen sucediéndose allá lejos en Asgard (con el rey al borde de la muerte y Loki complotando) terminarán por llegar también hasta la Tierra. Tal vez por su conocimiento del drama shakespeareano, las escenas del reino de Asgard son las que mejor maneja Branagh. Con un impactante diseño de producción, ese mundo (que parece salido de tapas de rock progresivo de los ’70) y esos personajes ofrecen mayor riqueza narrativa que lo que sucede aquí, que intenta ser jugado con cierto humor, pero que no siempre resulta efectivo. Thor es una presentación de personajes más que un filme hecho y derecho. Hemsworth tiene cierto talento como para brindar algo más que un físico bien trabajado, y junto a él la película introduce personajes que serán clave en Avengers , como Selvig, Loki y, en un cameo, Jeremy Renner como Hawkeye. Esto recién empieza.
Mitología nórdica para la cultura pop El mayor mérito de Kenneth Branagh con Thor es que nos creamos el mundo que nos propone la película (está bien: cuenta con algo de ayuda si el espectador vio las recientes producciones de Marvel). Es decir, Thor es un dios nórdico, que difícilmente aquel no familiarizado con el cómic lo imagine lleno de colores, con acento australiano y bien pulcro. Branagh logró evitar que quede ridículo y kitsch, aunque tampoco lo transformó en un drama demasiado serio. Algunos dirán que esta nueva versión de Thor es como un drama de Shakespeare. La verdad es que es una definición vaga porque, en primer lugar, la mayoría de los dramas en mayor o menos medida (de manera consciente/inconsciente) están inspirados en la obra de Shakespeare. En segundo lugar, que exista la tragedia en las relaciones familiares (en este caso, celos entre hermanos por el amor del padre) tampoco significa que sea shakepereano. De todos modos no es del todo equivocado decirlo porque, más allá que el director sea el mismo de Enrique V y La flauta mágica, sí hay cierta tendencia a la desmesura teatral (en esos desesperados y furiosos gritos entre Thor y Odín). Anthony Hokins es Odín, el padre de Thor (Chris Hemsworth) y Loki (Tom Hiddleston). El hijo mayor, el dueño del clásico martillo mjöllnir, es quien pronto deberá ocupar el lugar del padre, como rey de Asgard, que recuerda demasiado a la ciudad Esmeralda de El mago de Oz (con un puente de arcoiris, para no ser menos que el camino del ladrillo amarillo). Claro, en línea con los otros superhéroes de Marvel (siendo Iron Man, el que comenzó el fenómeno, el principal referente) Thor es un joven un poco irrespetuoso. No respeta demasiado el protocolo. Pero eso no es lo más terrible: su ánimo belicoso quizás lleve a una guerra contra los gigantes de hielo, unas criaturas CGI que cuanto menos se mueven, más creíble resultan. Lástima que se muevan tanto. Loki, en cambio, parece ser el más prudente, pero esconde un extraño y oscuro pasado (y no estoy adelantando nada para nadie: la historia fuera o dentro de la película es la misma). Las secuencias de acción están bien, a pesar de que bueno, uno no puede dejar de imaginarse a los pobres actores luchando contra nada. Cuando no son los falsos gigantes de hielo, es The Destroyer, esa armadura enorme animada por Odín (o mejor dicho, por los encargados de los efectos visuales) cuyo rayo mortal emana un sonido insoportable. Si hay otra crítica para el director de Mucho ruido y pocas nueces, es eso mismo: el volumen (no estoy hablando ni de la música ni los efectos sonoros) tiene niveles, por momentos, ensordecedores. No es que me guste escuchar las películas con bajo volumen (al contrario: cuanto más grande la pantalla y mejor la calidad de sonido, más cerca estamos de experimentar una película) pero acá funciona más como una distracción, como para darle una espectacularidad a la película que de otra manera no tendría. Todo parece hecho casi a las apuradas, como si fuera una entrega inmediata para solaparse con el estreno de Capitán América, y en un año reunirlos a todos para Los Vengadores. Se nota que hay talento en la película: sin ir más lejos, tiene el lujo de tener a Anthony Hopkins como Odín y a Natalie Portman como Jane, la científica que, adivinaron, será la chica del dios. Pero su rol es el ejemplo del síntoma de toda la película, ella logra lucirse con el poco tiempo en pantalla, pero no se puede profundizar demasiado en la relación amorosa. Sin dar muchos datos, ella debería ser la que provoque el cambio en el héroe. Sin embargo eso se da de una manera tan abrupta que corre el riesgo de ser insulsa, un agregado obligatorio. O pensemos en el resto de los compañeros divinos de Thor: apenas se insinúa, muy por encima, algún tipo de atracción entre la diosa Sif y Thor (que en la mitología es su esposa). La dirección de actores es buena: aún a las apuradas sus personajes no son meros estereotipos (bueno, no todos) y el caso más llamativo es el de Jeremy Reener (The hurt locker), como Hawkeye, otro superhéroe por venir. Por suerte, Hemsworth es un tipo carismático. No es un gran actor, pero está allí y cae simpáticos en los breves y modestos toques de comedia que se le encargan. Nada mal. Habrá que ver que nos deparan las secuelas (al momento de escribir estas líneas se confirmó la primera) y el rejunte de héroes en Los Vengadores. Con Thor las cosas están bien hechas. No quiero hacer una crítica como si estuviera aprobando algún producto: es entretenida, por momentos tiene vuelo (con aquel guardián celestial y esa cúpula-balística interplanetaria) pero ahí se queda. No olvide, querido lector, que hay más en el cielo y en la tierra que todas con las que Hollywood pueda soñar.
El director irlandés Kenneth Branagh toma al gladiador extraterrestre, uno de los superhéroes de Marvel, pero lo ubica en la actualidad Si bien tiene casi medio siglo de vida en el universo de la historieta (apareció por primera vez en 1962), Thor siempre fue un personaje de segunda línea dentro de la galería de superhéroes de la editorial Marvel. El éxito en cine de sus hermanos "mayores" (El Hombre Araña, Iron Man, los X-Men y, en menor medida, Hulk) hizo que también les llegara el turno a este fornido gladiador extraterrestre con su poderoso martillo y, muy pronto, a otros como Capitán América. El arranque del film dirigido por el irlandés Kenneth Branagh (una elección bastante audaz por parte de los productores que tuvo un digno resultado final) está ambientado en la actualidad: Jane Foster, una astrofísica interpretada por Natalie Portman, trabaja con su asistente Darcy (Kat Dennings) y su mentor Erik (Stellan Skarsgård) en pleno desierto de Nuevo México en la detección de misteriosos fenómenos del universo. Hasta ese paraje desolado llega Thor (el agraciado actor australiano Chris Hemsworth), desterrado por su padre, el veterano rey del planeta Asgard (Anthony Hopkins), por su arrogancia y espíritu belicista. Así, el trono queda a merced del otro hijo, Loki (Tom Hiddleston), aliado con unos despiadados gigantes de hielo. Así, entre varios universos paralelos, transcurren las casi dos horas de Thor, que combinan desde la típica historia de amor imposible entre un inmortal y una mortal hasta los enfrentamientos que se suceden tanto en Asgard como en la Tierra (hasta aquí llegan los cuatro leales guerreros y amigos del protagonista con la misión de rescatarlo). Primera producción de Marvel en 3D, Thor le permite a Branagh desarrollar un par de escenas dignas de la tragedia shakespeareana (las contradicciones de la relación padre-hijo en medio de la lucha por el poder), aunque el resto del relato está destinado a cumplir con la oferta de toda superproducción de superhéroes: desde explosivas escenas de acción hasta exóticas formas de vida en planetas lejanos. Hoy, se sabe, las nuevas tecnologías casi no imponen ningún tipo de límites a la imaginación visual de los creadores. Aunque hay algunos aspectos dramáticos que no terminan de funcionar del todo (como la tensión romántica), ciertos desniveles interpretativos, varios personajes secundarios con desarrollos mínimos e incluso herramientas técnicas no del todo aprovechadas en términos artísticos (como los efectos 3D), Thor surge como un producto bastante sólido y atrapante en buena parte de su relato. Los superhéroes de la Marvel están acostumbrados a sobreponerse a todo tipo de contratiempos y llegar siempre a buen puerto. Sus películas, también.
Una deidad mítica bajada a la Tierra El dios del Trueno en la mitología nórdica y germánica, que la Marvel Comics convirtió en superhéroe pop en los años ‘60, vuelve de la mano del director otrora shakespeareano, embarcado ahora en una aventura de superacción con elementos mágicos. La Marvel Comics refuerza el equipo y hace sinergia, apuntando a Los vengadores, megaproyecto que acaba de entrar en rodaje y está protagonizado por un seleccionado de superhéroes, integrado entre otros por Bruce Banner, Iron Man, el Capitán América y Thor. Los primeros dos ya estaban presentados, faltaban los dos restantes. La película del Capitán América se estrena en julio y aquí tenemos la de Thor, que –cuestión de ir calentando motores– incluye referencias a los otros vengadores y personajes que reaparecerán en esa anunciadísima película. La idea es que, cuando el espectador se enfrente a Los vengadores, tenga la sensación de que todos esos forzudos son amigos de toda la vida. De todos los superhéroes de la Marvel, Thor es el único preexistente. Se trata, claro, del dios del Trueno en la mitología nórdica y germánica, que Lee y Kirby convirtieron en superhéroe pop en los ’60 y ahora Kenneth Branagh (sí, Kenneth Branagh) relanza al mundo en 3D. A propósito, Thor parecería consumar la tendencia más reciente en relación con el 3D, consistente en usarlo no por alguna cualidad inherente (dar mayor relieve o volumen, aprovechar la profundidad de campo o la “cuarta pared”), sino simplemente porque a las películas en 3D va a verlas más gente que en 2D. Algunos dirán que está mal que sea así, que si se usa debería ser por algo, pero en la medida en que de acá a un tiempo lo más posible es que el cine “normal” sea en 3D, tal vez sea lógico que su uso se naturalice y listo. Protagonizado por Chris Hemworth, rubio lomudo que aparecía en la última Star Trek, en la primera escena Thor es mostrado como un jovencito fanfarrón, que a punto de ser rey celebra, sonríe y saluda a la parcialidad, como si fuera un ídolo de fútbol americano o Kuzco, protagonista de Las locuras del emperador. Pero Thor no será rey, porque se manda una macana y su padre, Odín, dios de dioses en la mitología nórdica (a Anthony Hopkins le da el pinet), lo expulsa del reino mítico de Asgard, yendo a parar directamente a... la Tierra, año 2011. Eso se explica por la existencia de un puente mágico que permite a los asgardianos atravesar el tiempo y el espacio. En el desierto de Nuevo México recibe a Thor un trío de astrofísicos, que estaba investigando tormentas cuando el dios del Trueno se les cae encima, envuelto en uno. El equipo está integrado por la doctora Jane Foster (Natalie Portman, cada día más linda), el doctor Selvig (Stellan Skarsgärd, único nórdico “auténtico” del elenco) y la ayudante Darcy (Kat Dennings). Mientras tanto hay conspiraciones en Asgard. Los jotuns, gigantes de hielo y enemigos jurados de los asgardianos, han destronado a Odín y a éste lo sucedió Loki (Tom Hiddleston), hermano intrigante de Thor. Motivo para que los mejores amigos de éste se suban al puente y vengan en su busca, para llevarlo de vuelta allí, permitiendo que –después de unos cuantos hachazos y martillazos– la paz y la justicia vuelvan a reinar en Asgard. Si alguien sonsaca componentes shakespeareanos de estas intrigas, suponiendo que tal vez por eso la gente de la Paramount haya convocado a Kenneth Branagh, la película se ocupa de desdecirlo. En tal caso, lo que narra Thor es la fábula clásica del heredero que deberá mostrarse digno de su condición, para finalmente reinar con justicia y sabiduría. Thor es eso pero también, obvio, una de superhéroes, con elementos mágicos (el puente, los gigantes de hielo que son como capitanes fríos, el martillo Mjolnir que es como la Excalibur del mito sajón, la propia inmortalidad de los asgardianos), escenas de superacción y una comedia bien terrestre, registro preponderante de la estadía de Thor entre los mortales. La caída del musculoso por los pagos de Nuevo México ayuda a bajarle la pompa real y el monumentalismo de masas a todo el sector Asgard del relato, cuyas vastas estancias palaciegas, torres doradas, millares de súbditos digitalizados y puentes con unos colores como de restorán chino hacen pensar en una relectura contemporánea del kitsch bíblico alla De Mille. O, peor aún, en una versión Las Vegas de las sagas nórdicas que en otros tiempos (y otros espacios, por cierto) desvelaron a Borges. Ver, después de todo ese kitsch mítico y granítico, al six-pack Hemsworth en remerita, aprendiendo a preparar huevos fritos para el desayuno o exigiendo a gritos un caballo en una veterinaria de mascotas, le da a la película una respiración que los otros tramos ahogan. ¿Que el único sentido que tiene la presencia de los tres astrofísicos es que el muchachito se enamore de la chica? ¿Que Thor carece de la duplicidad que marca como maldición a los héroes Marvel? Bueno, tal vez cuando se junte con Hulk, Iron Man y el Capitán América, ese combo le dé otra dinámica al muchacho. O no...
El superhéroe nórdico Como el director de Thor es nada menos que Kenneth Branagh, es muy tentador buscar rastros de William Shakespeare en toda la película. Recordemos que Branagh saltó a la fama por dirigir y protagonizar una versión de Enrique V, y que más adelante también hizo adaptaciones de Mucho ruido y pocas nueces, e incluso un Hamlet de cuatro horas de duración y elenco multiestelar. El mismo director declaró hace muchos años: “quiero que los espectadores sepan que Shakespeare y Batman pertenecen al mismo mundo”. Parece que con Thor nos confirma a la perfección esta idea. Héroe mitológico nórdico, Thor es desde la década de 1970 un personaje de Marvel Comics, famosa editorial donde Stan Lee y otros crearon muchos superhéroes y villanos de historieta que luego pasaron a la televisión y al cine. Entre ellos figuran también Iron Man, El hombre araña, Hulk, El Capitán América, X-men, Los cuatro fantásticos. Varios de ellos forman, además, parte de Los Vengadores, una suma de héroes que verá su versión cinematográfica en 2012. Ya en Thor aparecen algunos de los personajes de este proyecto o son mencionados por alguien (recomiendo quedarse hasta el final de los títulos). Pero esas conexiones son secundarias, ya que la historia de Thor está muy bien contada, tiene fuerza dramática propia, un espectacularidad visual indiscutible y un sonido que hace vibrar la sala de cine, además del ahora habitual 3D. Thor vive en el reino de Asgard, allí su padre Odín (Anthony Hopkins) está a punto de heredarle el trono cuando este demuestra una inmadurez que no lo hace digno de ello. El hermano de Thor, Loki, es ambiguo con respecto a sus intenciones y es difícil saber su verdadera posición en el conflicto. El resultado es que Thor es exiliado en la Tierra (esta es la escena inicial del film) donde deberá aprender las reglas de nuestro mundo. Aunque no hubiera sido Branagh el director, hay un notorio aire de Shakespeare en este monarca y la lucha por su trono. Pero lo que sí depende del director es lograr que actores como Anthony Hopkins hayan puesto en su papel una energía dramática que no siempre se da en esta clase de films, más basados en la producción que en los actores. No exenta de humor –algo habitual en Branagh también– Thor es una película entretenida, impactante e interesante a la vez. La historia de un joven impulsivo que debe aprender humildad y comprensión, dos cualidades más poderosas que su famoso martillo y sus músculos de hierro.
Qué cosa fuera... “Thor” es el nuevo eslabón en la cadena cinematográfica de Marvel, uno más que acabará conformando un todo llamado “The Avengers”. Ahora es el turno del hijo de Odin (Anthony Hopkins), desafiante, atrevido y algo inmaduro para llevar la corona que su padre desea cederle. Su hermano Loki (Tom Hiddleston) cela a Thor desde que eran niños y no se muestra felíz ante el hecho que su hermano herede el trono. Estos datos aportan a la trama el giro shakespereano que tan bien le sienta al director Kenneth Branagh, quien juega con la trama creando una versión muy libre del “King Lear” escrito por El Bardo. Desterrado de Asgard y obligado a plantearse su forma de proceder, Thor es hallado en la tierra por la tenaz astrofísica Jane Foster (Natalie Portman). El Mjolnir -martillo de poder del dios del trueno- también fue enviado a la tierra, pero Thor no podrá hacer usarlo hasta que sea digno de él. Mientras tanto, los agentes de S.H.I.E.L.D intentan descifrar de qué se trata el extraño objeto clavado en medio del desierto de Nuevo México. Hopkins se mueve con soltura en el rol de Odín, rey de Asgard. Solvente y fundamental para darle al relato una base sólida en lo actoral alrededor de la cual el resto del elenco cumple satisfactoriamente con los roles asignados, en especial Tom Hiddleston como el misterioso Loki. En cuanto a Chris Hemsworth, éste se enfrenta al veredicto de los fanáticos del personaje, a quienes tal vez no impacte de entrada pero a los que seguramente conformará con el correr de la cinta, ya que Hemsworth consigue dotar a Thor de las características épicas que corresponden al dios del trueno. Generosa en escenas de acción, éstas no distraen del conflicto central aunque las escenas terrestres y sus conflictos no estén tan cuidadosamente desarrolladas como las del reino celestial. Abrumadora en lo visual, los escenarios creados digitalmente son vastos e inabarcables a simple vista. El nivel de detalle es asombroso y los efectos especiales impactantes. Sin embargo, aunque parezca mentira, la producción no encontró la manera de que algunos postizos capilares se vieran naturales. Por otra parte, el filme es altamente disfrutable en su versión clásica en 35 mm, ya que fue filmada en ese formato y el efecto tridimensional agregado en post producción.
Thor es la producción más impactante y espectacular que brindó hasta el momento el Estudio Marvel. En materia de realización llevaron las historias de este universo de ficción a otro nivel con una memorable épica de fantasía que le hace justicia a esta creación de Stan Lee, que es una de mis favoritas. El motivo por el que amo esta historieta es que siempre se destacó por combinar a la perfección el género literario de fantasía y la mitología nórdica con las historias de superhéroes. Reinventar a Thor como un superhéroe del universo Marvel fue una de las máximas genialidades que brindó en su carrera Stan Lee, ya que en su momento cuando surgió el personaje, presentó un cómic diferente donde las aventuras del Dios del Trueno en Asgard se destacaron a lo grande. Para un fan de Thor, el director Kenneth Branagh convirtió en realidad un sueño porque le dio vida a través del cine a todos esos personajes y lugares maravillosos que hicieron especial a este cómic. Gracias a Dios la dirigió él y no Catherine Hardwicke. Branagh equilibró muy bien en el film los acontecimientos en el reino de Asgard y en la Tierra a través de un conflicto que fue trabajado numerosas veces en la historieta. El caso más reciente fue el relato “Las Edades del Trueno” donde Odín lo baja del caballo a Thor y le da una lección de humildad. Hace un tiempo el director declaró que había aceptado hacer esta película porque era fan del personaje desde que era chico. No fue una declaración para vender su nueva producción, al ver Thor se percibe que es el trabajo de un cineasta que conocía a fondo a los personajes y tenía una visión de cómo llevarlos a la pantalla grande. Sabía donde estaba parado. Branagh es un tipo que tiene mucha experiencia para dirigir actores y esto se ve reflejado en la película. Los trabajos que presentan Chris Hemsworth (Thor) y Tom Hiddleston (Loki) son excelentes y se nota que se calentaron por preparar sus personajes y conocerlos a fondo antes de comenzar la filmación. Hemsworth capturó muy bien con su interpretación los distintos matices de la personalidad del Dios del Trueno y Hiddleston hizo lo mismo con Loki, que no lo representó como un villano acartonado de dibujos animado, sino como esa figura trágica y conflictiva que es el “maestro de engaño”. Branagh retrató muy bien en su trabajo la relación de amor y odio que existen entre los dos hermanos. Pese a las cosas terribles que hace Loki, Thor lo sigue amando porque lo ve como el chico con el que creció en su infancia. Este conflicto entre los dos personajes que brindó tantos cómics fabulosos en las últimas décadas se trabajó de manera perfecta en la película, igual que la relación del protagonista con sus guerreros amigos de Asgard. Por otra parte, hay que destacar Anthony Hopkins le dio autoridad y presencia a la figura de Odín, quien tiene muy buenas escenas en la trama. Al igual que Iron Man, la historia tiene muy buenos momentos de humor que funcionan bien, pero con el cuidado necesario de no convertir la película en una comedia. Como toda adaptación siempre hay algunos cambios (en este caso modificaron la profesión del personaje de Natalie Portman, Jane Foster, que ahora es científica en lugar de enfermera), pero son cosas que no afectan al espíritu de la historia. Branagh introduce muy bien a Thor en el universo Marvel que se está armando en el cine, donde inclusive nos regala una participación especial de Hawkeye, interpretado por Jeremy Renner (Vivir al límite), quien el año que viene tendrá un rol mayor en Los Vengadores. Es una linda escena que se hizo más que nada para los fans de los cómics. Además de las secuencias de acción y los efectos especiales que son espectaculares, en Thor hubo un gran trabajo en las relaciones que tienen los personajes y claramente estamos frente a una de las mejores adaptaciones que se hizo de un cómic de superhéroes en los últimos años. Más allá que estés familiarizado o no con el personaje, la película brinda una gran historia de fantasía que puede ser disfrutada por todos los espectadores que busquen un buen entretenimiento. No se olviden de quedarse hasta el final de los créditos que viene una escena extra, más larga de lo habitual, donde se adelanta un poco por donde va a pasar el conflicto en Los Vengadores. Hugo Zapata EL DATO LOCO: -20 años llevó la concreción de esta película. Stan Lee y Sam Raimi empezaron en 1990 a trabajar en la producción de Thor pero tuvieron muchos problemas para conseguir financiamiento de los grandes estudios, que por aquellos días no le veían futuro a las películas basadas en cómics de Marvel. Thor pasó en los años siguientes por varias compañías como Fox y Sony hasta que el proyecto cayó en Paramount y volvió a recobrar fuerza en el 2006. -En la película Stellan Skarsgard interpreta al científico Eric Selvig. Su hijo Alexander Skarsgard, conocido por la serie True Blood, estuvo a punto de quedarse con el papel de Thor, pero finalmente el director optó por Chris Hemsworth . -La actriz mexicana Adriana Barraza (Amores Perros, Babel) tenía un papel en el film pero sus escenas tuvieron que ser eliminadas para el corte de los cines. Es probable que su trabajo se reintegre en el dvd cuando se estrene el clásico corte del director.
VideoComentario (ver link).
“Thor”: el comic en su máxima expresión Junto con El Hombre Araña, Hulk y la inminente Capitán América, Thor era uno de los superhéroes top de la Marvel, y tal vez de ahí la demora en atreverse a convertir el comic sobre el hijo de Odín en película. Por suerte, el resultado está a la altura de las expectativas, con algunas de las imágenes más asombrosas que hayan surgido de la adaptación al cine de una historieta. La historia de Thor comienza con un misterioso prólogo donde un equipo de científicos liderados por Natalie Portman buscan una rara especie de tormenta cósmica y se encuentran con un hombre literalmente arrojado del espacio que choca contra su camioneta. De ahí la narración corta a la saga seminórdica, totalmente Marvel del Dios de Todo, es decir Odín (Anthony Hopkins tan eficaz como siempre). Todo lo que tiene que ver con el reino de Asgard y el puente del arco iris que la comunica con otros mundos tiene cualidades visuales superlativas. Los que temían que el británico Kenneth Branagh se deje llevar por algún delirio shakespeareano se equivocaban: las intrigas palaciegas entre Thor y su malvado hermano Loki (Tom Hiddleston) confabulado con el rey del mundo del hielo están llevadas con fluidez y rodeadas de super acción ciento por ciento fantástica, sin lugar para más pausas que las necesarias para que el espectador tenga tiempo de admirar los fabulosos decorados plasmados con imágenes que, al menos en este sentido, superan cualquier otra adaptación de Marvel Comics. Luego, cuando Thor es desterrado a nuestro planeta por un indignado Odín, Branagh maneja muy bien el humor propio de las andanzas de este hijo de dioses caminando entre simples mortales, lo que da lugar a vertiginosas escenas de acción, como cuando se enfrenta a todo el servicio secreto para tratar de recuperar su famoso martillo, retenido como si fuera alguna especie de satélite extraterrestre. Justamente el momento en el que Thor, convertido en mortal, vuelve a ser digno de sostener su martillo del poder, da lugar a una de las grandes escenas del comic en el cine, y justifica por sí sola la visión de este film en una sala (más por la dirección de Branagh y la música de Patrick Doyle que por los efectos 3D, que están dosificados con gran moderación). Las idas y vueltas de Thor de Asgard a la tierra le quitan algo de fluidez a la historia, dotada de múltiples momentos vertiginosos a cargo del más talentoso de los directores de segunda unidad, Vic Armstrong, el de la serie Bond y tantas otras producciones que necesiten que alguien se ocupe de los diálogos y otro de la acción (no por nada en este caso, el primer lugar luego del «Thor» de los títulos lo ocupa Armstrong). Los fans de la historieta se van a deleitar con las conexiones entre éste y otros comics de Marvel, y ya se pondrán ansiosos esperando la obvia secuela perfectamente adelantada en el final, quizá un poco menos generoso que el resto de esta gran película.
Deshonrarás a tu padre Con esta llegada de Thor a la pantalla de la mano de Kenneth Branagh podría decirse -utilizando un término futbolero- que ya hay equipo para integrar el grupo de superhéroes de la Marvel comics en lo que se anticipa como la gran película de Los vengadores para el 2012. Es justo aclarar que este film cumple en cuanto a las expectativas en lo que hace a los tópicos de los superhéroes con una historia bien narrada, sin mayores pretensiones que las que podrían esperarse de un relato volcado a las acciones y conflictos de sus personajes. Buscarle una interpretación diferente o forzar ciertas vinculaciones con elementos Shakespearanos –tratándose de un film dirigido por Branagh- sería ir demasiado lejos en este caso. Si bien existe una impronta de tragedia a lo Shakespeare porque está en juego el trono de un rey que pone a prueba la lealtad de sus dos hijos y genera rivalidad y celos entre ambos, esa premisa ya forma parte de la historia universal más que otra cosa. Despojándonos de ese análisis inconducente entonces es mejor adentrarse en la propuesta lisa y llana que pese a su extensa duración logra mantener el ritmo sin perder el eje central que no es otro que introducir a Thor como un nuevo superhéroe que se enamora de una mortal, pero cuyo deber lo obliga a postergar sus asuntos sentimentales para salvar a los nueve reinos de la destrucción total. Una de las virtudes la constituye la elección de un reparto que aporta prestigio a los personajes como es el caso de Sir Anthony Hopkins y su rey Odín o la presencia de la magnética Natalie Portman en su pequeño rol de astrofísica que se gana el corazón del inmortal nórdico, a quien el actor Chris Hemsworth (ya aparecido en la última Star trek) interpreta con solvencia y mucho carisma. Por otra parte, debe decirse que el realizador Kenneth Branagh se ha tomado muy en serio la historia y supo por un lado quitarle solemnidad y por el otro permitirse un costado humorístico logrando que este superhéroe pop se asemeje en algo a Iron Man con quien compartirá cartel en la ya mencionada Los vengadores. A eso debe sumársele un deslumbrante diseño visual y de producción en la creación del reino de Asgard que hace honor al término gigantismo, aunque el uso indiscriminado de la computadora es más que notorio. Poco revelaremos aquí de la trama sencilla que comunica a través de un puente mágico -donde espacio y tiempo se fusionan- los dos reinos: el mítico de Asgard bajo las órdenes del rey Odín, quien destierra a su hijo Thor por quebrantar el mandato paterno y el de la tierra donde un grupo de astrofísicos encabezado por Jane Foster (Natalie Portman), el doctor Selvig (Stellan Skarsgärd) y la ayudante Darcy (Kat Dennings) investigan en Nuevo México un extraño fenómeno climático y se encuentran con el desterrado rubicundo, quien debe recuperar su martillo de poder para intentar recomponer lazos con sus padres y su hermano Loki (Tom Hiddleston), quien también detenta el trono.
Un dios caído a la Tierra El plus lo brinda Kennet Brannagh. El director shakesperiano se da el lujo de detenerse (sin detener la acción) en esas complejidades de los personajes y mostrar los lados oscuros de cada uno de ellos. Los superhéroes de la Marvel tienen siempre una complejidad que los hace interesantes. Ya sea con sus poderes, con las responsabilidades que éstos le acarrean, con la imposibilidad de llevar adelante una vida común y corriente, pareciera que la diferencia que los caracteriza los vuelve más carne de diván que al resto de los mortales o quizá eso mismo los haga más cercanos a nosotros. Hay algo de mito griego, con esas disputas de los dioses tan humanas y hasta mezquinas, que también subyace en sus bases. Thor es un claro ejemplo de esto pero con la mezcla de otra mitología, la nórdica, en la que funge como el Dios del Trueno. En la película que lleva su nombre, Thor (Hemsworth) es un joven rebelde y altanero, preso de una soberbia sobrehumana que con el ímpetu y la impunidad de la juventud desafía cualquier reto y vive metiéndose en problemas. Cuando su padre, el rey Odín (Hopkins), intente legarle el trono de Asgard, una intromisión de los Jotuns -los gigantes de hielo, (que luego se sabrá parte de un complot traicionero)-, terminará en una aventura casi fatal comandada por Thor y su consiguiente expulsión del reino, como castigo, para caer en Midgard (la Tierra). Odín entra en un sueño que lo inmoviliza y entonces Loki (Hiddleston), su hijo menor, accede al poder negando el regreso de su hermano y tramando alianzas extrañas. El irascible y pedante héroe se cruzará en la Tierra con Jane Foster (Portman) -quien se volverá su interés romántico-, una científica en busca de los puentes de paso a otros mundos y mientras tanto tendrá que descubrir cómo volver a ser un digno poseedor de su martillo de poder (Mjölnir) para lo que deberá aprender de humildad, a controlar sus humores y, en definitiva, crecer. Que de eso, al fin y al cabo, también se trata Thor, o sea del pasaje de la juventud a la madurez, de la rebeldía irracional a la responsabilidad. El filme es el típico blockbuster hollywoodense que hace uso y abuso del avance tecnológico en el campo de los efectos digitales, a esta altura es imposible que la imaginación de los guionistas no se permita explorar cualquier locura sabiendo que todo puede ser construido CGI mediante. El plus en este caso le cabe a la elección de Kennet Brannagh en la realización. El director shakesperiano se da el lujo de detenerse (sin detener la acción) en esas complejidades de los personajes y mostrar los lados oscuros de cada uno de ellos. Ni los buenos son tontos de tan buenísimos ni los malos no tienen su razón de ser. Las disputas familiares están a la orden del día y con ellas las revelaciones de orígenes espurios, las manipulaciones que los dioses envalentonados por su poder absoluto tejen con total convicción de su buena acción. Si eso sucede en Asgard, en la Tierra la SHIELD -encabezada por el agente Coulson-, actúa ante la aparición de un “extraterrestre” manejándose como en espejo de aquellos dioses impunes y la gente común ve sucederse todo ante sus ojos sin explicación y sufriendo los conocidos efectos colaterales. Si las intrigas palaciegas y los parlamentos trágicos fluyen con naturalidad y los pasos de comedia aflojan las tensiones, las secuencias de acción son más de lo mismo -con el mismo vacuo uso del 3D-, pero cada vez más asombrosas. Los nombres convocados para el elenco garantizan sus performances y el protagonista puede demostrar que es algo más que un cuerpo modelado por el gimnasio (del que igual hace ostentación). Los cameos de Nick Fury (Jackson) y Hawkeye (Renner) y el nombre de Tony Stark-Iron Man siguen anticipando que The Avengers se encuentra cada vez más cerca. En tanto Thor entrega una interesante primera aparición. Recomendación: quédense hasta después de los títulos de crédito finales.
THOR toma el personaje de Marvel Comic, un superhéroe surgido de la mitología nórdica, para protagonizar una cinta visualmente impactante. El director Kenneth Branagh pone toda su impronta shakesperiana al servicio de una historia que comienza en un planeta lejano y culmina en un pueblo del oeste norteamericano. Anthony Hopkins como Odín, Rey de Asgard, destierra a Thor, quien tras caer en el planeta Tierra pierde su martillo, el arma que le otorga poder. Como un simple mortal, el forzudo coquetea con una científica interpretada por la seductora Natalie Portman. Entretenida hasta la médula, es una película con efectos logrados, una dirección de arte ampulosa y una historia original. Para pochoclear desde el primer hasta el último fotograma.
Thor es pasar un buen momento en el cine, por los méritos propios de la realización Es una película que está muy bien contada, y que tiene a un gran elenco de estrellas escoltando a unos principiantes, que se bancan sus protagónicos. Tiene un director que marca bien los detalles, mantiene el ritmo, y que demuestra que se puede amar a Thor y a Shakespeare... Claramente, como en otros casos de pelis de comics, es una introducción a la historia del personaje, y en esto su tarea es perfecta. La película dura lo justo, y en ningún momento aburre. Se entiende porque también metieron tantas copias en castellano, porque es una peli super familiar, pero no tonta... O sea, es para todos los públicos que busquen un buen entretenimiento. Hay que elogiar la tarea del protagonista, que si bien uno lo ve durito porque vaya a saber si lo suyo era la actuación o las pesas, el tipo se banca perfectamente el personaje, y si lo comparamos con Robert Pattinson, este es Marlon Brando. Pero la elección del casting es para aplaudir, porque tener a Natalie Portman y Anthony Hopkins en esos papeles, le da mucho nivel, y compensa con creces a las "caras nuevas". Muy buen uso del 3D, para darle dimensión a todo. Graciosos los chivos "discretos" que quizás algunos no se identifiquen acá por no estar las marcas, como Southwest o 7eleven, o los que si, como Burger King o LG. Pero ya es habitual en las pelis de comics. Ver Thor limpia el honor de Marvel después de bodriazos mal hechos como Los 4 fantásticos, para quien escribe. Cuando terminé de verla, me acordé cuando era chico y había visto alguna de las Superman en el cine... un buen momento de aventuras en una sala de cine. Super recomendable
De las historietas creadas por Stan Lee, ninguna más rara y problemática que Thor, que transformó en superhéroe a un dios de la mitología nórdica. Problemática porque, mientras reventaba a martillazos a monstruos y a villanos enormes, vivía una historia de amor con una mortal, algo poco aceptado por su padre Odín. Siempre fue una tira extravagante y, en su originalidad, atractiva. La versión cinematográfica dirigida por un Kenneth Brannagh reducido a empleado de una compañía –lo que no es en sí malo– es un divertido cuento con algún aire de comedia –hay varios chistes buenos, sin la menor duda– sobre un muchacho arrogante que tiene que demostrar su humildad, y que toma prestados elementos de la saga del Rey Arturo –la subtrama del martillo Mjolnir– y de los cuentos de hadas, hasta que al fin vemos al Poderoso Thor usando como hélice su maza y volando para el último duelo a trompada limpia. Lo que Brannagh demuestra –como lo había hecho en su versión de “Enrique V”– es que sabe manejar la ligereza y el espectáculo, y que supo leer que la historieta de superhéroes es color y diversión –el drama, que lo tiene, o la metáfora social y política, especialidades del primer Stan Lee, son como ese recuerdo que deja en la boca un buen vino–. Los actores en general saben adaptarse a este mundo suntuoso y el film funciona, aunque su eficacia en la memoria es más bien pequeña.
Anexo de crítica: A pesar de que promete más de lo que termina entregando, Thor (2011) es un gran espectáculo visual que compagina con dificultad segmentos cómicos con otros más dramáticos de influjo shakesperiano, cortesía del inefable Kenneth Branagh. Vale aclarar que mientras estos últimos funcionan a la perfección, los primeros se hunden en remates previsibles relacionados con la incompatibilidad entre el protagonista y el mundo de los humanos. Lo mejor de la propuesta pasa por el prólogo y la actuación de Chris Hemsworth, una verdadera revelación…-
Los superhéroes de Marvel se vienen con todo. A la lista de los ya estrenados y celebrados Hulk y Iron Man (algo así como los Tévez y Messi de la cofradía), además de la inminente llegada de Captain America y Black Widow, se le mete en medio este rústico paladín de la justicia hijo de Odin y portador del martillo más pulenta de la historia del comic. Thor está entre nosotros y nada menos que dirigido por Kenneth Branagh, que en un principio pudo sonar como sapo de otro pozo a la hora de encargarse de una historia de estas características, pero que a la vista del resultado en pantalla, es inevitable decir que sin duda se trató de una elección atinada. El film nos muestra el desquicio que provoca el rubio musculoso y tontón en el reino del gran Odin (Anthony Hopkins) cuando decide por cuenta propia combatir de visitante a los malvados seres de hielo que amenazan con convertir en rolitos a todo aquel que se le cruce. Reto mediante, el padre real castiga a su hijo enviándolo al planeta tierra, aunque también le manda el martillo sagrado para que lo tenga cerca en caso de problemas. Caído en tierra estadounidense, el hombre de los rayos y las centellas emprende un curioso derrotero que lo lía con agentes del FBI y una simpática estudiante de ciencias (Natalie Portman), la cual, en parte por el obvio e inevitable chisporroteo amoroso, será nexo con los problemas terrenales que aquejarán al héroe. Claro, la cosa se pone espesa en serio cuando llegan de visita un par de personajes que debían haberse quedado en su planeta original... El trabajo del siempre clásico Branagh está montado en esta ocasión sobre la parafernalia hollywoodense del habitual operativo digital, con efectos 3D en algunas ocasiones (aunque el efecto no está aprovechado en plenitud) y, siempre, con un nivel de puntillosidad técnica arrasadora, al servicio del orgasmo pochoclero durante las casi dos horas de cinta. Sin embargo, lo que destaca a Thor dentro de la andanada de films del universo comiquero, es su pefil de película-intro, de producto pensado y orientado inequívocamente a servir como prólogo de lo que será The Avengers, la gran apuesta de Marvel y Hollywood para el año próximo, donde veremos a los super paladines de la justicia en yunta. De hecho, no faltan referencias a Tony Stark y a Bruce Banner, partes excluyentes de la cosmogonía heroica. Quizá entonces, con todas las cartas sobre la mesa, con todos los poderes desarrollados y puestos en juego, podremos terminar de armar este rompecabezas y sacar la conclusión de cuál es el verdadero lugar que ocupa en el equipo este titán musculoso y grunge, el martillero público número uno.
Dioses y monstruos Llevar a un personaje del comic como Thor a la pantalla grande no era una tarea fácil. Se pueden respetar ciertos aspectos del material original e ignorar otros, pero todo se reduce al tono requerido para contar su historia. Si vas a narrar el origen del dios del trueno con la gravedad propia de un Ricardo III corrés el riesgo de llevar al personaje a un grado de solemnidad que no lo amerita. Por otro lado, si te lo tomas demasiado para la chacota el resultado puede ser una berretada como Flash Gordon o He-Man: La película. Por suerte para nosotros (y los ejecutivos de la Marvel) el director Kenneth Branagh no optó ni por uno ni por otro. Simplemente se dedicó a respetar la historieta creada por Stan Lee y Jack Kirby, y logró como resultado una película de superhéroes que puede sentarse orgullosamente al lado de sus compañeras de rubro como la primera Iron Man y El increíble Hulk. Pero si bien el tono requerido para contar estas historias fantásticas larger than life son vitales para el éxito del proyecto, también es importante que el héroe en cuestión nos cause empatia y no sea otro de esos tantos carilindos sin carisma que se pasean en Hollywood, y he aquí el segundo gran hallazgo de Thor. Al igual que Robert Downey Jr. en Iron Man, el ignoto Chris Hemsworth está perfecto en el papel protagónico, mezclando nobleza, testarudez y humildad tanto en plena batalla contra gigantes de hielo en Asgard como paseándose perdido por la tierra buscando recuperar el poder de su martillo Mjolnir. Ayuda también que lo hayan rodeado de grandes actores, desde la científica que interpreta la bellísima Natalie Portman hasta el poderoso Odin que hace con oficio y sin exagerar (cosa que se temía) Anthony Hopkins. El argumento de Thor alterna entre el reino fantástico de Asgard, majestuosamente capturado por gracia y obra de los efectos digitales, y la estadía del héroe en nuestro planeta una vez que es desterrado por su padre ?el rey Odin? luego de actuar impulsivamente y desatar una guerra con el reino de Jogunheim. Es en la Tierra donde el film descansa de cierta gravedad previa con momentos de humor bastante logrados (la frase ¡give me a horse! hizo reír a la sala entera). También es cierto que produce algunos desbalances narrativos cuando uno ya se pone impaciente por ver a nuestro héroe recuperando sus poderes y destruyendo a sus enemigos a martillazo limpio. Pero los problemas no eclipsan el todo, porque a la hora de introducir un nuevo superhéroe de la familia Marvel, Thor es un más que digno exponente del género. ¿Qué significa esto para el megaproyecto de Los vengadores, a estrenarse el año que viene? Todavía es temprano para sacar conclusiones (hay que esperar también cómo rinde Capitán América en un par de meses), pero una cosa es segura: Con imaginar a Thor y a Tony Stark compartiendo pantalla y peleándose constantemente ya se nos hace agua la boca.
EL DIOS DEL TRUENO LLEGO A LA TIERRA Y QUIERE QUEDARSE Basada en las historietas de Marvel, que a la vez fueron basadas en la mitología nórdica, esta película es una buena propuesta cinematográfica que presenta, además de muy buenos efectos especiales, actuaciones que acompañan muy bien la historia y una fidelidad con los escritos originales que le aportan dinamismo y calidad a la introducción del personaje. Thor está a punto de ser proclamado Rey de Asgard, pero la histórica disputa entre razas va a ocasionar que su padre, Odín, le quite los poderes y sea desterrado de su mundo. Es así como llega a la Tierra, donde va a intentar encontrar a su poderosa arma y volver a su reino para derrotar a su vengativo hermano. Como toda primera parte de las películas de superhéroes, aunque aquí sean Dioses, la misma se centra en contar el origen del protagonista, en este caso Thor, y, sin caer en las excesivas explicaciones ni en los largos testimonios que concluyen con el surgimiento del personaje, se lo introduce siempre manteniendo un interés narrativo muy atrapante, jugando con diferentes estilo visuales y argumentales y siempre manteniendo un suspenso que se va renovando mientras se van cerrando los diferentes conflictos. Es así como esta película continuamente muestra un nivel de entretenimiento muy destacable y siempre se va guardando alguna novedad o sorpresa para escenas posteriores. Muy fiel a los comics originales, al diseño de los personajes, a sus movimientos y a sus ataques, la película triunfa al contar un relato interesante, acompañado de efectos especiales que asombran en muchas oportunidades, y un diseño de arte que, con belleza, detallismo y ambición, recrea un mundo divino extravagante. Junto con las dos primeras partes de "Spiderman" y el inicio de "Iron Man", esta película forma parte de las mejores cintas de Marvel, principalmente al relatar con respeto la narración de las historietas y sin demasiadas, aunque las hay, referencias al presente. Los efectos especiales son muy buenos (batalla con los gigantes y esa pelea en la Tierra con el Destructor); la fotografía acompaña muy bien cada uno de los pasajes argumentales, jugando con los diferentes encuadres y los movimientos de cámara; con una edición de sonido y un soundtrack muy correcto; y con un guión que se relaciona directamente con las otras películas de la productora, en especial con "Iron Man", y que deja las suficientes puertas abiertas para una secuela. Las actuaciones son buenas, en especial las de los roles secundarios. Natalie Portman y Anthony Hopkins le aportan calidad a la imagen. La mujer que está desesperada por conseguir alguna prueba de algo que la catapulte al triunfo, y el Dios de los Dioses, ambos están muy bien en sus personajes, les aportan humor (en el caso de Portman), y seriedad y grandeza (en el caso de Hopkins). Chris Hemsworth, en el rol protagónico, está bien, aunque nunca se lo ve mostrando matices muy diferentes a otros personajes de este tipo de películas (se ve algo forzada en algunas escenas esa dualidad que tiene en el desconocimiento de las costumbres terrestres y lo bien que las va mimetizando en ciertos momentos). Con una fiel historia, con efectos especiales asombrosos, con un utilización del 3D muy satisfactoria y con correctas actuaciones, "Thor" es una muy buena adaptación de los comics, que se disfruta en familia y que no defraudará a los fanáticos. Una buena introducción al personaje y uno de los más rescatables y ricos films de la productora Marvel. UNA ESCENA A DESTACAR: lucha con los gigantes
Lo que no queda de Shakespeare Kenneth Branagh supo destacarse por diversos films, basados en míticas obras teatrales o literarias inglesas, llevando al cine Enrique V y Hamlet entre otras de William Shakespeare o Frankenstein de Mary Shelley. En la actualidad, con Thor el realizador británico incursiona en un arte más moderno como el cómic, mayormente un relato de la cultura estadounidense. Thor es una convencional película posmoderna de superhéroes en la que todo su ímpetu esta dedicado al entretenimiento de masas, que con un argumento endeble, un sentimentalismo desatinado y una moral importunada no se acerca ni siquiera a lograrlo. Por el contrario, otros íconos de Marvel como Iron Man en su versión cinematográfica de Jon Favreau o Spider Man de Sam Raimi, a pesar de no ser grandes películas, cumplían con sus expectativas primordiales y resultaban ser films correctos. La superproducción de Branagh narra la épica historia del guerrero del martillo (interpretado por Chris Hemsworth), quién es desterrado por su padre del reino de Asgard debido a su arrogancia, para que el destino lo envíe a La Tierra. Ahí empezará a comprender de sus errores para luego convertirse en un “verdadero héroe” y salvar a ambos planetas de la amenaza del mal. El film proyecta una estructura narrativa paralela entre los sucesos en Asgard como en La Tierra, mientras Thor va descubriendo dónde se encuentra se irá enamorando de Jane (una Natalie Portman muy lejana a la de El Cisne Negro), audaz física quién causalmente se lo cruza en busca de un experimento científico. En semejanza, su hermano Loki (Tom Hiddleston) planeará conquistar el trono del otro mundo ansiando interrumpir de cualquier manera su retorno y evitar que interfiera en sus planes. El film por momentos esta lleno de lugares comunes, es absurdo y ni los costosos efectos visuales impresionan para salir de la fatiga; aunque con esto no se quiera decir que la película sea densa, pero si intrascendente. La historia nunca tiene profundidad, su ideología es casi nula, o todo lo contrario a lo que podría ser una obra modelo como El Caballero de la Noche de Christopher Nolan. La película de Branagh no proyecta el culto de los trabajos anteriores del director, toda aquella poesía shakesperiana parece quedar en el olvido tanto narrativa como estéticamente. El film plantea consecuencias muy lineales y básicas, en tanto que su protagonista parece ser más un modelito para las adolescentes que un superhéroe creíble. En fin, mucho ruido, pocos nueces… Thor de Branagh es un estallido de efectos especiales que no enriquecen al género, y su pobre estructura narrativa deja a este clásico de Marvel muy distante de lo deseado; pareciese más que nada un trabajo por encargo, de los cuales alejan incipientemente los ideales artísticos del cine para implementar historias pochocleras que cada vez entretienen menos por su monotonía y previsibilidad.
Leyendas nórdicas en clave de comic Thor es un joven francamente insoportable; al punto que, a causa de su arrogancia y su carácter impulsivo, reaviva una vieja guerra entre reinos que irrita profundamente a su padre, Odín. Cuando éste lo castiga mandándolo a vivir entre los mortales terráqueos, el muchacho descubrirá el amor e iniciará un aprendizaje que le permitirá convertirse en el rey sabio que su padre quería para el reino. Este esquema, llevado al lenguaje de historieta, le permite desarrollar al director Kenneth Branagh un relato que, si bien presenta algunos tropiezos narrativos, consigue interesar al espectador gracias al deslumbrante tratamiento visual de las escenas. Las secuencias de acción y los combates demuestran una vez más que la tecnología digital ya no tiene secretos y que la imaginación de los realizadores no encuentra límites. Todo esto se potencia, claramente, en la versión en 3D, el nuevo recurso tecnológico que se ha convertido en uno de los principales atractivos en la convocatoria del público a las salas. El director Kenneth Branagh es un experto en Shakespeare, y esto se nota en la evidente comodidad con la que se mueve al describir las intrigas palaciegas que rodean a la sucesión de Odín, el monarca de Asgard. Si bien hay un tratamiento excesivo de la música (casi operística, con todo el respeto que ese género merece), las escenas que transcurren en ese sitio fantástico son las más logradas. También hay algunos rasgos de humor (y un par de alusiones a otras historietas de Marvel) y algunos diálogos con pretensiones de reflexión sobre la naturaleza humana, pero queda claro que todo está subordinado a la espectacularidad de las secuencias de acción. A quien le suene extraño ver a este grupo de vikingos que maneja tecnología de punta, recuerde que no está ante un estudio de la mitología nórdica sino en presencia de una historieta que no busca otra cosa que relatar aventuras fantásticas. Y la película va exactamente en la misma línea.
Thor: a la hora del destierro Otro comic de la editora Marvel (creadora de los éxitos de El Hombre Araña, Hulk, X-Men) que llega a la pantalla grande, y otra muestra de que el cine se fue poniendo a tono con la propuesta visual nacida de la ilustración, para reproducir con efectos visuales lo que los dibujantes de hace más de medio siglo sacaron de sus cabezas para ponerlo en el papel seriado. Las aventuras del personaje de historieta Thor están asociadas en parte a la mitología escandinava y a la especulación científica. Por eso, en la pantalla puede verse una especie de saga poblada por divinidades, en la que el dramatismo lo pone la rivalidad entre hermanos por suceder al padre en el trono, mientras un reino enemigo acecha para una posible conquista. Además, el espectador se encuentra frente a nociones como “vida extraterrestre”, “ciencia” y “secreto de Estado”. La variante en este caso, como sucedía por ejemplo en Superman, es que el “planeta lejano” y “secundario”, es la Tierra, donde algunos estudiosos que intentan desentrañar enigmas relativos al universo, recibirán la inesperada oportunidad de interactuar con esos otros mundos. Ello como consecuencia de un “accidente”: el destierro de Thor hacia el hábitat humano, lugar donde sorpresivamente descubrirá que puede ver las cosas de su existencia de un modo nuevo, a tiempo para sacar un fruto positivo de la confluencia de las dos civilizaciones. La película es en general entretenida, con varias secuencias de acción y humor, y además lleva un plus para los fanáticos de diversas áreas. Los cinéfilos se encontrarán, por ejemplo, con un director como Kenneth Branagh (británico, especialista en Shakespeare) moderando los conflictos existenciales de los personajes. También con algunos logros dentro del mundo de los efectos especiales, en la composición de formas, texturas o colores. Los cultores de la “fantaciencia” y el comic verán cobrar “vida” a ídolos largamente acariciados en el papel, así como también podrán disfrutar de representaciones muy imaginadas de otras realidades.
Martillazos y toque de autor Si bien lo que se espera de un “tanque” como Thor es un gran despliegue visual y una historia que por lo menos sea acorde a los más de 40 años que lleva el personaje siendo editado, hay que decir que el nuevo filme de Kenneth Branagh es bastante más que eso. Con un declarado fanático del héroe de Marvel como realizador, la principal fortaleza del filme radica en su cada vez más novedosa forma de vincular los diversos mundos que conforman los superhombres de Marvel (y que se unirán en la ya esperada versión de “Los Vengadores” que hace unos días comenzó a filmar Joss Whedon) con los conflictos principales de cada personaje. Porque mucho se ha dicho sobre lo shakesperiano que puede significar la relación familiar entre el “Padre de todo” Odín (Anthony Hopkins) y sus dos hijos: el heredero al trono, Thor (Chris Hemsworth, toda una revelación) y Loki (Tom Hiddleston), ambicioso por tomar el lugar de su hermano. Luego de desobedecer a su padre, Thor será desterrado de Asgard y enviado a la Tierra, donde conocerá a un grupo de científicos entre los que se encuentra Jane Foster (Natalie Portman) que intentará ayudarlo a regresar a su tierra natal. Si bien la cinta intenta mezclar tonos cómicos con dramáticos, los momentos más logrados se encuentran en esa constante familiar que sirve como motor para el héroe. Precisamente en esos instantes es donde se ve la mano eficaz y la experiencia de Branagh, que ya adaptó obras clásicas como Carlos V, Hamlet y La Flauta mágica. Allí donde Michel Gondry fracasó con su versión de El avispón verde, el director irlandés logró imponer su identidad en un género que se jacta de no necesitarlo. Aún cuando la reunión de Los Vengadores viene siendo mencionada desde la primera película de Iron Man, tal vez sea Thor quien verdaderamente muestre esa amalgama de mundos, tan característico del universo Marvel (consultar entre otros, los cómics Civil War o House of M). Sea tal vez por vez primera que, a diferencia de lo planteado en otras adaptaciones, haya aquí una similitud entre las películas estrenadas y venideras (con su supuesto gran climax a mediados de 2012) para lograr la mayor concordancia posible con las obras originales. ¿Fidelidad o estrategia comercial? Esa es otra discusión. Con la presentación de personajes como fin principal, Thor es una cinta que no defrauda. Branagh demuestra su capacidad como realizador mientras ofrece una visión del dios nórdico que resulta sorprendentemente personal, teniendo en cuenta las presiones que suelen ejercer los productores en un proyecto de semejante envergadura. Si bien existen puntos negativos (la relación entre la pareja protagonista no está demasiado trabajada), este título logra primero mostrar que tomando las cosas en serio, Hollywood puede ofrecer cine de calidad. Segundo, el poder sacar por fin a la luz a uno de los personajes más atractivos de la factoría creada por Stan Lee, destinado al olvido durante demasiado tiempo.
El poderoso pero arrogante guerrero nórdico Thor a causa de sus imprudentes acciones revive una guerra antigua. Desterrado a la Tierra por su padre Odin, aprenderá lo que se necesita para ser un héroe verdadero. Finalmente llegó el estreno de una de las películas más esperadas o que al menos tuvo una mayor campaña de difusión detrás. Trailers, spots, avances e imágenes de Thor inundaron las pantallas, revelándose incluso algunas escenas hasta el día de hoy. También llegó el momento de la puesta a prueba de Kenneth Branagh, director de un cine más clásico, con mucho Shakespeare a cuestas, y ver si daba como resultado un nuevo Christopher Nolan con sus Batman. Se trata, no obstante, de un filme poco logrado que no alcanza a cumplir las expectativas y que tan sólo de compararse con las dos Iron Man pierde por goleada. Parafraseando uno de los títulos del propio Branagh pero de 1993, hubo mucho ruido y pocas nueces. A diferencia de las películas sobre el hombre de acero, que no es Superman sino Tony Stark, o incluso The Incredible Hulk, Thor ya se hizo sabiendo que el filme que reúna a todo el equipo de héroes de Marvel, es decir The Avengers, es una realidad. Tan conscientes están de este proyecto que el anuncio de que el guerrero nórdico regresará a las pantallas en el 2012 toma forma de pantalla negra en el cierre de la película. Esto es un dato no menor, dado que acaba por parecer una larga introducción para la siguiente. Las otras eran proyectos en sí mismos, con sus personajes, sus conflictos, y se unían entre sí en alguna escena en particular, principalmente al final de los créditos. En esta oportunidad todo parece puesto al servicio de un proyecto masivo, haciendo referencias a los demás héroes, pero sin desarrollar un argumento propio. El conflicto shakespeariano que Branagh introduce en Thor es una pelea entre hermanos, situación que el espectador conoce por tener acceso a ciertas escenas particulares de Loki (Tom Hiddleston), pero que el guerrero que da título a la historia no. El personaje al que da vida Chris Hemsworth, sin la gracia, el timing o la capacidad actoral que tiene un Robert Downey Jr., se entera que pasa algo recién en los últimos 20 minutos de película, lo cual es demasiado tarde como para compensar todo el tiempo en que no sucede nada. Dotada de un humor escaso y bastante payasesco, acaba por generar indiferencia. El gran obstáculo que Branagh no logra sortear es el de lograr entretener y mantener al público atento aún cuando su personaje no está enfundado en su traje. Esto es algo que sí pudo hacer Jon Favreau al llevar adelante las dos Iron Man, contando también con un protagonista con el carisma suficiente como para cargarse la película al hombro. Este nuevo producto de Marvel tiene un buen comienzo, con la guerra de los dos mundos, y un buen final, ninguno de los cuales tiene lugar en la Tierra. En este planeta el Dios nórdico es un simple mortal, y en esa forma es un ser poco interesante. Sacando alguna secuencia de combate, aquí es donde tiene lugar un largo desarrollo en el que la historia se ameseta, y deja la molesta sensación de que en verdad no ha pasado nada y que, para eso, habrá que esperar al próximo año.
Muñequito en serie Un poco de humor, un poco de superacción y un poco de conflicto paterno-filial. Si hablamos de calidad, Thor es, también, un poco buena. Si algo tiene a favor esta curiosa incursión de Kenneth Branagh en el mundo de los superhéroes de la Marvel es que hace todo con corrección, sin desviarse del cuentito y sin hacer que todo aquello que suele estar mal en este tipo de películas -los diálogos inflamados y los conflictos grasosos- lo esté. Así las cosas, Thor es un entretenimiento divertido y menor, y que como mayor carencia tiene algo que ya se comenzaba a notar en Ironman 2, que excede a su director y a sus actores: y es que se trata de una película sin vida, ínfima, imposible de recordar a la media hora de concluida y que justifica su realización en el hecho de que es la previa de otro proyecto mayor, como es Los vengadores. Esto se adivina en la cantidad de referencias que se tiran y la cantidad de información que se aporta sin que tenga un peso específico dentro de la historia: ¿recuerdan el escudo del Capitán América en Ironman 2? Bueno, aquí todo está más contaminado por el contexto. La pregunta es si ya a esta altura no deberíamos mirar estas películas como una saga que concluirá con Los vengadores, en vez de estar preocupados en lo que ocurre aquí. Y de ahí, otra duda: ¿si lo que ocurre en Thor es insignificante y poco relevante, cuál es el sentido de que nos interesemos por lo que pueda pasar en aquella película que reunirá a Ironman, Thor, Capitán América, Hulk y demás? Evidentemente son películas hechas para los fanáticos y seguidores del cómic, y eso no está mal. Salvo que no se puede negar su escasa proyección como artefacto cinematográfico: nadie recordará de aquí a dos meses Thor, como sí ocurre por ejemplo con el Batman de Tim Burton o con el último de Christopher Nolan. Si bien se nota algo de esfuerzo, Branagh no consigue darle un aspecto autoral a su superhéroe. En definitiva, hablando de Thor hay que decir que sin llegar a las cimas del Hulk de Ang Lee -sí, acepto los insultos-, el film es una rareza dentro del universo de los superhéroes trasladados al cine: importan más aquí los conflictos, los vínculos que entabla el personaje, que las escenas de acción, las cuales aparecen como administrativas, filmadas a reglamento, sin una cuota de imaginación ni de originalidad. Tal vez tenga que ver esto con que Branagh es un director que se encuentra más cómodo entre las intrigas palaciegas que propone la historia creada por Stan Lee, que en las fantásticas luchas entre deidades nórdicas. Posiblemente este haya sido el pensamiento de los productores, quienes vieron algunos elementos shakespereanos, con sus reyes y sus traiciones entre hermanos, y decidieron que Branagh era el indicado para darle dimensiones a este personaje; dimensiones que realmente no llegan ni con el 3D. Thor (Chris Hemsworth), joven y pendenciero, se prepara para ser rey pero luego de meterse en un gran lío y quebrar la tregua entre los de su tierra y otra raza, termina siendo expulsado de su mundo por su padre Odín (Anthony Hopkins). Justo antes de que lo nombren rey. El muchacho del martillo será enviado a la Tierra (gran ironía de Stan Lee, la Tierra aparece como el castigo mayor para los dioses) y tendrá que aprender, entre los mortales, sobre la humildad y la humanidad. Hay muchos elementos del viejo cine de los 40 y 50 -al igual que sucedía en Cars, de Pixar- en esta historia de base: el ganador que cree sabérselas todas y que aprenderá la lección luego de caer en un pueblito. Salvo que aquí las cosas son un poco más “gigantes”. Sobre todo, cuando le mandan un enorme artefacto que tira fuego por sus ojos a eliminarlo. Todo esto, que parece súper emocionante, está contado a reglamento por Branagh, que sin dudas se encuentra más cómodo en los palacios de Asgard que en las batallas o secuencias de acción. También, Branagh puede ser un tipo ligero, y jugar a la comedia con el extraño que llega al pueblo. Posiblemente ahí esté el mayor atractivo de esta película: la diversión ligera y sin mayores pretensiones, tomándose en serio la mitología del héroe pero a sabiendas de que no se trata de otra cosa que una gran fantasía y de un tipo que tiene un martillo con el que revienta a fulanos de cuatro metros de alto. El problema de todo esto, como decíamos anteriormente, es la subtrama que involucra a la organización SHIELD, que convierte a los conflictos de Thor en apenas cotillón. Todo parece contado a las apuradas y sin demasiada pasión, como a sabiendas de que esto es apenas la previa, algo subsidiario de un plan mayor. Su autoconciencia de muñeco de supermercado pone en demasiado primer plano una palabra maldita: producto.
Fantasía y realidad Sorprendiendo a todo el mundo después de no demostrar nada realmente bueno con los trailers, clips y fotografías de la producción, Thor llega a nuestras pantallas para demostrar que Marvel sabe lo que esta haciendo y tenemos frente a nosotros una nueva franquicia viable de superheroes. Para los poco iniciados en el mundo de los comics, Thor es el dios del trueno. El hijo de Odin y heredero del trono de Asgard. El reinado dominante de los nueve reinos (Entre ellos la Tierra). Con Odin a punto de relegar el trono, una guerra reiniciando entre Asgard y la tierra de los gigantes de hielo y Loki, el hermano de Thor, haciendo travesuras debido a la envidia que siente por él, es como arrancamos nuestra historia. Odin cree que Thor es demasiado vanidoso, egoísta e irrespetuoso. Y con unas sugestiones por parte de Loki, lo destierra a el planeta Tierra para que aprenda algo de humildad y respeto. Sin sus poderes ni la habilidad de sostener el arma mas poderosa del universo, Mj?lnir, El Martillo de Thor. Asi es como encontramos a Thor en la tierra en la famosa situación de "pez fuera del agua". Aprendiendo a interactuar con humanos, la ropa, medicina, comida, etcetera. Es terreno repetido, pero Chris Hermsworth lo vende muy bien. Tiene definitivamente el carisma necesario para personificar a el arrogante Thor. En nuestro planeta conocerá a un grupo de científicos que están estudiando agujeros negros y la "ciencia" detrás de la "magia" de Asgard. Natalie Portman se encargara de darle el toque de romance al film, su personaje Jane Foster caerá rendida ante el hombre misterioso que cayo sobre su mundo. Thor empieza a mezclar los mundos de los personajes de varias publicaciones de Marvel. El grupo S.H.I.E.L.D. es gran parte de la historia, y claramente todo nos llevara a The Avengers, adonde veremos a todos los héroes con adaptación cinematográfica junto en un mega film. Kenneth Brannagh trae toda su experiencia en el mundo Shakespeareano para la dinámica familiar en el reino de Asgard. Lo que sorprende es el buen manejo de la acción y los efectos especiales (salvo un par de peleas medio flojas en el medio). Todo el cast, salvo Kat Dennings (quien esta totalmente de mas en el film) labura muy bien. Y sobretodo la gente de Asgard, todos brillan en sus roles. Especialmente Thor, Loki y Heimdal (el genio de Idris Elba). Thor es pura aventura, accion, fantasia y entretenimiento. Funciona de pies a cabeza y nos trae una nueva gran oferta para el genero. Tenemos a Capitan America proximo en las lineas de Marvel y despues ver como se unen todos en The Avengers. Con estas historias individuales yendo tan bien, no podemos esperar a ver a todos juntos.
Para ser superhéroe hay que saber lo que es perder a la familia. Batman, Superman, Spiderman, Daredevil, la mayoría de los X-Men; todos pertenecen a familias quebradas, asesinadas, extinguidas. Pareciera que muchas veces, en la lucha contra el mal, lo que hay no es tanto un deseo de hacer el bien (que sí, obvio, está) como la búsqueda un poco tosca de cariño, el intento desesperado de encontrar nuevos vínculos afectivos que reemplacen a los seres queridos ausentes. Thor es la primera película de superhéroes que no piensa la familia como pasado trágico sino como presente cargado de conflictos. Al director le importa el mundo palaciego de Asgard mucho más que las peripecias de Thor en la Tierra; el ser superhéroe ni se le cruza por la cabeza al hijo de Odín, príncipe heredero al trono que es desterrado del reino por su comportamiento belicoso. Su único acto de justicia y sacrificio por los humanos (uno solo en toda la película) es menos un gesto heroico que una parte del aprendizaje del ser hijo y vivir según las reglas de un padre cálido pero duro. Si las películas de Superman transcurrían casi en su totalidad en nuestro planeta para volver sólo muy esporádicamente al desaparecido Krypton, en Thor pasa justo lo contrario: las escenas en la Tierra no son más que el telón de fondo del verdadero drama, uno con ribetes notoriamente shakesperianos que acontece, con toda la pompa e intriga acordes, dentro del castillo de Asgard. Quizás sea por eso que el personaje de Natalie Portman parece tan decididamente torpe, lineal, sin ninguna muestra de trabajo narrativo demasiado elaborado. Jane (Portman) no es más que una muletilla que sostiene y construye desde otro lugar al personaje de Thor, un dios caído y perdido en el universo genérico de los superhéroes. Hermanos unidos que se ven enfrentados por las circunstancias; un padre que tiene que elegir entre uno de ellos para que lo suceda en el trono; un séquito de amigos fieles e incondicionales; una conspiración capaz de poner en riesgo la paz de todo un reino; una maldad y deseo de venganza que ocultan la falta de cariño y respeto familiar; un bebé secuestrado que crece sin conocer su verdadera identidad, etc. Thor es un drama cortesano con el ingrediente fantástico de transcurrir en la tierra mítica de Asgard, donde los guerreros tienen poderes y el combate es un ritual feliz que permite realizarse en el mundo. Pero si la película no se parece en nada a uno de esos productos de Hallmark con aspiraciones de qualité es porque Branagh le imprime a Thor un aire marcadamente irreal e hiperbólico que reenvía al espectador todo el tiempo a la noción de cine. La ciudad de Asgard, una maravilla de la técnica, curvas y rectas, estructuras flotantes y destellos dorados, solamente puede existir en una pantalla de cine, lo mismo que las hazañas guerreras del hijo de Odín; así, el drama palaciego nunca deja ver pretensiones de parecerse a la realidad o de referir a ella mediante claves interpretativas. Thor es pura historia y puro artificio que conoce a la perfección su lugar: lo divino, lo mágico y lo heroico componen su geografía narrativa sin ningún atisbo de hacer Historia de manera encubierta. Si Thor no es (felizmente) del todo un drama shakesperiano, eso ocurre porque el director está, una vez más y contra cualquier pronóstico posible (sus últimas películas habían sido muy pobres), desplegando una visión personal del mundo. Fue el reproche que se le lanzó desde siempre: Kenneth Branagh adapta mal a Shakespeare porque no entiende la tragedia. Y es cierto que en casi todas sus adaptaciones (salvo en la oscurísima Enrique V) la trama se las arregla para adoptar un tono más o menos festivo que sortea con elegancia los momentos trágicos para volver una y otra vez a la comedia. Thor, aunque por momentos lo parezca, no llega nunca a ser una tragedia porque el conflicto inicial no parte de un hecho insuperable y porque la película se encarga, sobre el final, de restituir un estado de cosas ideal en el que lo único que falta es el componente maligno, ahora convenientemente depurado. Si a veces el cine de John Ford transita el camino de la tragedia shakesperiana más descarnada, Kenneth Branagh lleva siempre al dramaturgo inglés por los senderos más felices y plenos de la comedia hawksiana en la que, incluso después de haberse dibujado los signos de un destino trágico, el director encauza los conflictos de manera que desemboquen (que estallen) en un final que siempre es tregua y promesa de paz, como la reconciliación imposible que se da al final de Río Rojo. La historia de Río Rojo se parece bastante a la de Thor: un padre cría a un hijo con amor esperando transmitirle su saber; el hijo aprende pero también cree saber más que él, y lo desafía intempestivamente; los dos se alejan y se declaran odios mutuos, pero en el fondo no anhelan más que verse de nuevo y volver a ser familia. La maestría de Thor está en enhebrar ese drama sin despreciar el universo original del personaje. Se nota en las escenas de acción como la batalla contra los gigantes de hielo: Branagh aprovecha a cada uno de los personajes y filma el combate con nervio, impacto y sin caer en la repetición fácil o en una mera seguidilla de planos rápidos (una de las cosas que más impresionan es la manera en que se explota el sonido: los gritos, ataques y golpes de Thor y su martillo Mjolnir vibran en el cuerpo y a lo largo y ancho de toda la sala). Thor viene a sumarse a ese grupo selecto de películas de superhéroes (aunque su personaje no lo sea del todo) a la par de Batman, el caballero de la noche y las dos Iron Man. Lenta pero segura, empieza a escribirse la historia grande de un género hasta ahora menor.
Lenguaje y estética del cómic en su mejor tratamiento cinematográfico Buenas, tome algo. Hace muchos años (1990/91) trabajaba en un video club muy importante de la Capital Federal. La Mirage se llamaba. Eran tiempos pre-Blockbuster, cuando recomendar una película era un oficio artesanal. En ese tiempo inventamos el término Cómic Movie, para diferenciar del género de aventuras a aquellas películas que estaban basadas en historietas. Hoy sigo usando ese término por una razón muy sencilla: Considero que a esta altura, las producciones basadas en historietas o novelas gráficas han logrado un código que les es propio. Eso por un lado, y por el otro, son realizaciones que corren con “ventaja” porque parten de una base en donde muchos aspectos de una producción (si se quiere tener a los fans como aliados) ya están resueltos. El vestuario; la estética y el diseño de arte; el story board; gran parte del guión (o al menos lo que atañe a la construcción de los personajes y sus conflictos); y si me pongo a pensar hasta el casting, que tiene un rumbo a seguir en base a lo ya dibujado. Porque convengamos que Robert De Niro es un gran actor; pero no da para el rol de Thor. Y ahora sí; hablando del Dios nórdico del Trueno, este era el último gran personaje de Marvel que faltaba adaptar, y aún considerando que el diseño de producción de estas películas siguen un patrón muy similar, también es verdad que no todos los personajes de historieta son atractivos para el cine. Al aspecto, “Thor” está dentro de las mejores adaptaciones que se hicieron hasta el momento por dos razones fundamentales: Porque las ventajas que mencionaba antes están bien aprovechadas, y por la acertadísima elección de Kenneth Branagh como director, por cuanto no se dejó obnubilar por su experiencia; sino que la puso al servicio del proyecto sin subestimar ni el guión, ni al espectador. La historia arranca en tiempo presente con un trío terráqueo de investigadores científicos liderados por Jane Foster (Natalie Protman), quienes están intrigadísimos por algunos fenómenos que se suceden en el cielo. Un accidente pondrá el primer y único flashback que nos lleva justamente al cielo, más exactamente a Asgard, morada de Odín (Anthony Hopkins), Dios de Dioses, en momentos de la mayor felicidad de su vida será coronar a uno de sus hijos como su sucesor al trono. No hay mucho para elegir: Thor (Chris Hemsworth) o Loki (Tom Hiddleston) son los candidatos. Por razones que no conviene develar aquí, Odín se enoja con Thor y no sólo no lo designa como su heredero en el poder; sino que lo condena al exilio Así es como Thor arriba a nuestro planeta, donde lo mantendrá hasta que aprenda a ser noble y humilde. ¡Pavada de lugar eligió para que cultive semejantes virtudes! La acción retorna a ser jugada en el presente en un guión que la desdobla en un montaje paralelo entre lo que sucede en Asgard con Loki, quien toma la posta de los acontecimientos, y lo que ocurre en el planeta Tierra, en Nuevo México, mientras Thor aprende su lección ¿Se nota que estoy tratando de no revelar más de la trama? Digamos que por su experiencia con historias de reyes y tragedias (por ejemplo “Enrique V”, 1989, o su versión completa de “Hamlet”, de 1996), el realizador se mueve mucho mejor en Asgard que en La Tierra; pero esto es un mero detalle. El guión es sólido y está muy bien estructurado, adicionalmente el poderío visual de “Thor” se apoya en la muy buena fotografía de Haris Zambarloukos y la excelente dirección de arte de Maya Shimoguchi, quien entendió perfectamente cómo diferenciar ambos mundos con un estilo muy personal. Si es por méritos propios, esta producción apunta como posible candidataza al Oscar en estos rubros, al igual que la poderosa banda de sonido de Patrick Doyle en su mejor trabajo hasta ahora. Por último, los efectos especiales, visuales y sonoros hacen importantes aportes a la historia y justifican su utilización al servicio del gran espectáculo. En cuanto al casting, diría que cumple. Están todos bien sin sobrarles nada, y eso que Branagh se toma su tiempo con cada uno. En todo caso Chris Hemsworth, logró componer un personaje al cual desde el principio uno lo siente como un pedante y soberbio insoportable, con lo cual el objetivo está cumplido. Así como disfruté de principio a fin una aventura que tiene bastante de artesanal, también debo decir que apenas comenzados los créditos finales, de 113 minutos bien servidos, se anuncia una continuidad, si quiere un anticipo al estilo capítulo del televisivo “Lost” (2010). La sugerencia es que se quede en la butaca hasta la palabra fin. Sinceramente preferiría que no existiese esa posibilidad, pues difícilmente alcanzaría el mismo nivel de esta obra, recordando aquello que mayoritariamente se impone: segundas partes nunca fueron buenas. Pero estimo que se trata de una aspiración utópica...si reditúa comercialmente.
La responsabilidad del príncipe Todos los comentarios, antes y después del estreno de “Thor”, apuntaban a lo mismo: “Kenneth Branagh lleva la historia al terreno que mejor conoce: el drama shakespeariano”. Y a riesgo de sonar trillado, algo de eso hay. En todo caso, se impone cierto criterio de los últimos tiempos en los que se buscan directores que hayan hecho alguna cinta afín (como cuando lo tentaron a Darren Aronofsky, que venía de hacer “El luchador”, para que dirigiese “El ganador”). En este caso, Branagh parecía el indicado para llevar adelante una historia llena de nobles inmortales, intrigas palaciegas y discursos grandilocuentes sobre la responsabilidad que implica la corona, algo cercano a la producción del Bardo de Stratford-upon-Avon. En su momento, medio siglo atrás (a la sazón, en el Nº 83 de “Journey into Mystery”, de agosto de 1962), Stan Lee (uno de los más grandes de la imaginería popular del siglo XX, sin duda, padre del “universo Marvel”) actualizó y le dio un formato moderno y superheroico a los mitos nórdicos. Ahora, para el nuevo filme que Marvel Studios generó en la carrera hacia la cúspide que será “Los Vengadores” (en 2012), J. Michael Straczynski (uno de los recientes guionistas del cómic y uno de los mejores de la compañía, de los posteriores a la camada de Scott Lobdell y Jeph Loeb) redefinió la historia junto a Mark Protosevich, para generar el equilibrio adecuado entre los dos mundos entre los que se mueve el relato. Pecados de familia Hace mil años, los guerreros del Asgard (venerados como dioses por los escandinavos), encabezados por Odín, derrotaron a sus archirrivales, los gigantes de hielo, liderados por el rey Laufey. Privados de su fuente de poder, los gigantes se retiraron a su mundo de Jotunheim y comenzó una larga tregua. Pasó el tiempo, y Odín crió dos hijos, Thor y Loki. El día en que Thor iba a ser ungido como sucesor al trono, un ataque sorpresa de los gigantes motivó una espiral de violencia que llevó a Thor a desafiar a Laufey en su propio territorio. Indignado, Odín castiga a su hijo, enviándolo como mortal al Midgard, nuestra Tierra, cifrando su poder en el martillo Mjolnir: si es merecedor de ese poder, podrá recuperarlo. En tanto, en la Tierra, la joven Jane Foster está investigando fenómenos físicos junto al doctor Erik Selvig y su colaboradora Darcy Lewis. Mientras investigan una rara tormenta, se chocan (literalmente) con el exiliado príncipe. Así, Thor deberá adaptarse a este mundo, mientras tendrá que resolver con sus aliados de uno y otro lado del puente Bifrost (el pasaje entre los mundos) la intriga que encabeza su hermano Loki (no estamos contando demasiado: los lectores del cómic y los conocedores de los mitos escandinavos ya tienen una idea de quién es este personaje) que guarda secretos incluso desconocidos para él. Puesta visual La sospecha sobre Branagh podía tener que ver con su aptitud o no para llevar adelante una película de superhéroes, pero con gran oficio consigue el objetivo propuesto. Como el lector habrá visto párrafos arriba, la historia es compleja, pero el guión y la puesta final logran hacerlo funcionar y “entrar” en menos de dos horas, con un ritmo que no afloja pero no abruma al espectador (el riesgo que se corre cuando se quiere meter mucho en poco tiempo). Sin duda, uno de los puntos más fuertes de la cinta es el diseño de producción, desde la creación a la puesta en pantalla de escenarios, vestuarios y caracterizaciones, actualizando las ideas visuales que el legendario dibujante Jack Kirby pensó allá lejos y hace tiempo, y que pasó por muchas manos en todo este tiempo. Desde los grandiosos escenarios del Asgard y la rica apariencia de sus habitantes, hasta el helado Jotunheim y sus oscuros habitantes, se logra un adecuado tono más centrado en la fantasía épica que en la tradición de los superhéroes. Poker de actores Chris Hemsworth da la apariencia física perfecta para el personaje, y logra hacer creíble la ampulosidad de un príncipe de fantasía. Por su parte, Anthony Hopkins puede hacer “de taquito” a su Odín; éste tal vez sea uno de los personajes más shakespearianos, junto con Loki, a quien Tom Hiddleston ya logra hacer sospechoso desde la cara. Del lado mortal, Natalie Portman se coloca con buen oficio en la piel de Jane, mientras que Stellan Skarsgård hace lo propio con su doctor Selvig, aquel descendiente de vikingos que ve materializados sus cuentos de la infancia. Entre los secundarios, se puede mencionar a Colm Feore (un oscuro pero reflexivo rey Laufey, a fin de cuentas un digno rival), Kat Dennings (poniendo el toque de humor como Darcy), Idris Elba en un papel parco pero clave, Heimdall (portero del Bifrost), y la bellísima Jaimie Alexander como la guerrera Lady Sif. Entre las apariciones especiales, propias de estas películas, está el consabido cameo de Stan Lee (aparece en todas los filmes basados en sus personajes) y el de Straczynski (para no ser menos). Clark Gregg interpreta al agente Phil Coulson de la organización Shield (como en “Iron Man” 1 y 2, dando unidad a los filmes). Anticipando justamente ese filme, se puede ver fuera de créditos a Jeremy Renner (“Vivir al límite”) como el arquero Hawkeye, y a Samuel L. Jackson como Nick Fury (tal como en las de “Iron Man” y la próxima “Capitán América”)... pero sólo aparece en la escena oculta del filme (ya sabe, estimado lector, quédese hasta que terminen los créditos). Todos ellos le dan carnadura humana a un cuento de fantasía épica, de príncipes buenos y malos, de traiciones y lealtades, con una moraleja importante: muchas veces los peores enemigos están en casa.
Chris Hemsworth no está mal en su labor, pero no tiene mucho carisma y la química con Natalie Portman tampoco es como para tirar fuegos artificiales. El trabajo actoral de Tom Hiddleston tampoco mete mucho miedo ni logra hacer un villano de antología. En resumen, todo está muy bien, pero le falta...
Thor es una creación de Stan Lee, Larry Lieber (hermano de Lee) y Jack Kirby. Apareció en Agosto de 1962, y pronto generó su legión de adeptos, si bien siempre fue un personaje secundario de la Marvel. El proyecto de la posible adaptación de Thor al cine comenzó a rodar por los estudios desde 1990, al año siguiente de la aparición del Batman de Tim Burton y cuando comenzó la fiebre cinematográfica por los superhéroes. El primero en acercarse fue Sam Raimi, quien estuvo hasta 1997 intentando venderle la idea a los estudios. El proyecto se cayó, Raimi se fué, y habría que esperar hasta el año 2000, cuando los X-Men de Bryan Singer se convirtieron en un megahit, demostrando de que las adaptaciones de comics no se trataban de una moda pasajera y que se podian tratar de manera adulta mientras daban jugosos réditos en taquilla. A partir de entonces la Marvel comenzó a planear meticulosamente un desembarco masivo de sus personajes en el celuloide y reflotó a Thor, poniéndolo en las manos de Matthew Vaughn (Kick Ass) y David S. Goyer (guionista de Blade y la renovada saga de Batman). Pero ambos tropezarían con el estudio y terminarían por apartarse del proyecto, alegando diferencias creativas. La instancia final llegaría en el 2008, cuando la Marvel (en una decisión que dejó con la boca abierta a más de uno) contrató inesperadamente a Kenneth Branagh como director. Curiosamente el casting de Branagh sedujo a más de una estrella, quienes se acercaron al proyecto profundamente intrigados por lo que haría un director shakespearano con algo tan pasatista como es la adaptación de una tira cómica de superhéroes. En lo personal debo admitir que esperaba lo peor. Son contados los casos en que los directores han logrado interpretar con fidelidad la esencia de un personaje de comic o, incluso, de mejorar la idea inicial; y, cuando los cineastas no son del palo (léase, no son directores pochocleros), los resultados suelen ser desastrosos. Pero aquí Branagh le ha tapado la boca a todos y el inglés ha terminado despachándose con la mejor adaptación Marvel desde Iron Man. ¿Quieren una historia épica con visos trágicos?. Aquí la tienen. ¿Quieren una aventura pochoclera con secuencias de acción excitantes?. Thor cumple y con creces. La película funciona en dos planos: el "olimpo" de los dioses nórdicos - en donde están las intrigas por la sucesión de Odin -, y las correrías en la Tierra, en donde nuestro héroe se ve condenado a vagar sin sus superpoderes. En el primero, Branagh está en su salsa: intrigas palaciegas, herederos malhumorados, traiciones por doquier, hijos incomprendidos y padres demasiado severos. Todo esto ocurre en los aposentos de Odin en el reino fantástico de Asgard, el que parece una versión con esteroides del palacio de Ming el Malvado de Flash Gordon. Los escenarios son gigantes, las armaduras tienen un brillo que enceguece, y hay una deliciosa combinación anacrónica entre ambiente medieval y tecnología de punta. Por suerte los personajes no terminan devorados por la enormidad de los sets, y los diálogos son coherentes y bastante inteligentes. Una de las mejores cosas que tiene Thor es el tratamiento del villano, el cual no es una figura malévola de por si sino que surge como fruto de la evolución de una serie de hechos trágicos - celos, necesidad de reconocimiento, venganza -. No es el típico idiota vestido de negro y que se ríe tontamente de lo malo que es, sino que se trata de un personaje profundamente conflictuado que se ve obligado a actuar cuando descubre la ignominia de su origen. Esto lo hace humano y comprensible, pero a su vez lo hace menos siniestro y le quita estatura como villano. En donde Thor funciona mejor es en el plano terrenal, en donde el dios nórdico se despierta en un pueblito en medio del desierto y descubre que carece de superpoderes. A medida que veía el filme me asaltaba una sensación de deja vu, hasta que terminé por darme cuenta que todo esto era un reciclado de ideas de Superman II. Otro superhéroe sin poderes; otro alienígena llegado a un pueblito y preguntando para que sirve cada cosa; otro enfrentamiento campal en medio del desierto. Lo que le ocurre a Thor es una mezcla de cosas que le sucedían tanto a Superman como al general Zod en el filme de Richard Lester de 1980. Por suerte Branagh maneja las cosas de manera muy diferente y uno puede darse el lujo de perdonar las similitudes. El casting es uniformemente bueno. Hopkins está medido; Natalie Portman (que últimamente está en todos lados) está ok, aunque no es memorable; pero sin lugar a dudas la gran sorpresa resulta ser el ignoto Chris Hemsworth, una masa de músculos de dos metros de altura que derrocha carisma y sabe actuar. Hemsworth parece tener la misma estrella que Christopher Reeve; es otro desconocido con talento que surge de la nada para cargarse la película al hombro y brilla de igual a igual con tipos de mayor renombre que él. Lo más curioso de todo esto es que Hemsworth (cuyo mayor papel previo fue hacer de padre de James T. Kirk durante los cinco minutos iniciales en la nueva Star Trek) había sido rechazado para el rol, hasta que Branagh le dió una segunda oportunidad. Thor es una muy buena película de superhéroes. Su mayor virtud es que no se siente como tal. Si hay algo que reprocharle, es que el climax es algo confuso y carece de golpe. Pero, por el resto, es un espectáculo muy entretenido, sólido y muy recomendable.
MITOLOGÍA NÉRDICA Tal solo un año después de IRON MAN 2 (2010), Marvel Studios continúa el ambicioso y hasta ahora infalible plan de presentar en pantalla grande a cuatro de sus personajes más icónicos, para luego reunirlos en un solo film. Dicho plan concluirá con el estreno del exponente más importante y esperado del cine de superhéroes de los últimos años: LOS VENGADORES (THE AVENGERS, 2012). Pero con varios meses de tortuosa espera por delante, no podemos hacer más que sentarnos en la butaca a disfrutar de las dos adaptaciones comiqueras restantes. Uno de ellas es CAPITAN AMÉRICA: EL PRIMER VENGADOR, el origen del Súper Soldado (Chris Evans) que llegará a las salas argentinas el 28 de julio. La otra es THOR (2011), una magnifica epopeya del subgénero estrenada en cines hace unas semanas. Con un gran elenco, un inteligente guión y muchísimas jugosas referencias y guiños a los comics (o puros nerdgasmos, se podría decir), el nuevo film de Kenneth Branagh es la mejor clase entretenimiento. Al no ser el personaje más conocido del Universo Marvel, seguramente muchos no sabrán quién es Thor. En esta película, Thor (interpretado por Chris Hemsworth) es el Dios del Trueno que, por su arrogancia e irresponsabilidad, es desterrado del místico reino de Asgard y enviado a la Tierra por su padre Odín (Anthony Hopkins). Allí, con la ayuda de una científica (Natalie Portman) y sus colaboradores (Kat Dennings y Stellan Skarsgård), tendrá que convertirse en héroe para salvar a la humanidad de los planes de su resentido hermano Loki (Tom Hiddleston), el Dios del Engaño. Con tantos dioses y reinos místicos dando vueltas por ahí, era difícil pensar un modo en que esta historia encajara con la de las dos entregas de IRON MAN y la de HULK: EL HOMBRE INCREIBLE (THE INCREDIBLE HULK, 2008), todas ellas situadas en un mundo de explicaciones científicas y, dentro de todo, lógicas. Pero Marvel Stuidos encontró el modo y, como dice Jane Foster (Portman), “la magia es solo ciencia que aun no entendemos” ¡Bingo! Todo lo que pasa en THOR parecería ser cosa de magia, pero también tiene una explicación científica y, dentro de todo, lógica: Asgard es una dimensión paralela desde la cual llegaron a la Tierra - en la época de los vikingos y por medio de un agujero de gusano (o Bifrost para ellos) - sus poderosos habitantes, y nosotros los tomamos como deidades. Presentadas sin fallas, todas estas explicaciones ayudan a darle a la frescura y originalidad que separan a THOR de las demás películas de superhéroes. Y aunque para algunos la secuencia inicial con la historia de Asgard, Midgard y Jotunheim pueda resultar un poco extensa (después de todo, se podría decir que el principio del film per se es cuando Odín destierra a su hijo), es difícil perder el interés al ver el comic cobrar vida en pantalla. No hay duda que este era un proyecto arriesgado, pero sus guionistas supieron encontrar la forma de mantenerse fiel al estilo realista propuesto previamente, sin faltarle el respeto a las historietas. Puede que a veces, si nos ponemos a observarlos atentamente, los trajes de Thor y los demás asgardianos resulten poco creíbles - tal vez por esto el Dios del Trueno usa su casco solo una vez en la película -, o que el maquillaje de Gigantes de Hielo los haga parecer más a villanos de “Power Rangers” que de una mega-producción hollywoodense, pero su realizador hizo tan buen trabajo al narrar esta historia que pasamos los 114 minutos de duración sin pensar en otra cosa. El ritmo THOR jamás decae y su tono se complementa perfectamente con el de IRON MAN. Sin embargo, esto no la hace superior y, por más original o entretenida que sea, no logra convertirse en lo mejor que dio Marvel Studios hasta el momento. En parte, creo que se debe a que el protagonista nunca llega a ser tan carismático como el Tony Stark de Robert Downey Jr. La culpa no la tiene Chris Hemsworth, quien sostiene el peso de la película a pesar de ser un ignoto. El problema aquí es que no hay espacio para que el actor se luzca, y las mejores escenas (actoralmente hablando) las entregan Hopkins (¡Un grande como siempre!) y Hiddleston (¡Una sorpresa actoral!). Aun así, Hemsworth es graciosísimo en los momentos de comedia (muchos, para sorpresa de todos), más que bad-ass en las escenas de batalla y un verdadero actor dramático con mucho futuro. Al igual que IRON MAN 2 (2010), el guión está repleto de personajes y líneas narrativas que condiciona varios factores. Primero, las peleas - Thor, Loky, Volstagg, Sif, Fandral y Hogun Vs. Los Gigantes de Hielo; Thor Vs. S.H.I.E.L.D.; Volstagg, Sif, Fandral, Hogun y Thor Vs. El Destructor; Thor Vs. Loki - son espectaculares, pero también cortas. Segundo, todo pasa muy rápido - La transformación de Loki en el villano; el “amor” entre Thor y Jane; como Thor cambia su personalidad, se convierte en héroe y acepta colaborar con S.H.I.E.L.D en el futuro (!!!) -. Y tercero, se desperdicia a más de un actor - Rene Russo (Frigga) pasa desapercibida, Portman no puede demostrar lo talentosa que es, Dennings está confinada a ser el desahogo humorístico, Skarsgård podría haber tenido más escenas, etc. -. Pero adaptar fielmente un universo tan rico como el de “Thor” exigía ciertos sacrificios, y era de esperarse que algo como esto ocurriera. Al menos todo y todos aportan lo justo y necesario al film, y el delicado equilibrio entre lo que pasa en la Tierra y lo que pasa en Asgard se mantiene. Tambalea un poco en la Tierra, pero se mantiene. A diferencia de Louis “The Incredible Hulk” Leterrier y Jon “Iron Man 1 y 2” Favreau, Kenneth Branagh no es solo un director que sabe filmar buen cine de entretenimiento, sino buen cine en general. Su paso por films ENRIQUE V (1989), FRANKENSTEIN (1994) o HAMLET (1996) lo dotaron de un estilo elegante que se hace notar en THOR. Y aunque a veces abusa de los planos cenitales, los ángulos aberrantes (cámara chueca, en criollo) y otros, su habilidad como realizador es otro punto a favor para el film y es mejor apreciarlo ahora que lo tenemos, ya que, seguramente, ni Joe “Captain America” Johnston ni Joss “The Avengers” Whedon nos entregarán una dirección tan pulida como esta. Para ser sincero, no esperaba nada de esta adaptación. Mis fichas estaban puestas en CAPITÁN AMÉRICA: EL PRIMER VENGADOR. Pero más de una vez, un crítico se equivoca - ¿Cuántas veces me habré equivocado en estos párrafos? -. THOR es épica, inteligente, divertida y está muy bien pensada. Sus diseños y efectos visuales son asombrosos, su música emocionante e inspiradora, y el elenco que reunió Marvel Studios es, otra vez, el indicado. Y si eso no convence a los fanáticos, no hay duda que quedarán satisfechos con las referencias ultra nerds - Se ve un cartel con la frase “Journey Into Mystery” (Thor hace su primera aparición en el Nº 83 del comic “Journey Into Mystery”); y hay mención a Donald Blake (el alter-ego del Dios del Trueno en las historietas), a Bruce Banner/Hulk (“Conocí a un científico. Un pionero en radiación gamma. Un día apareció S.H.I.E.L.D y… nunca más se supo de él”, dice Selvig) y a Tony Stark/Iron Man (“¿Ese es uno de Stark?”, pregunta uno de los agentes al ver al Destructor) -, los magníficos cameos - el de Stan Lee intentando sacar el Mjölnir con su camioneta, y el de Jeremy Renner como Clint Barton/Hawkeye (¡!) – y las muchas conexiones con LOS VENGADORES (THE AVENGERS, 2012), como la escena después de créditos (SPOILERS) - con Nick Fury (Samuel L. Jackson) mostrándole a Selvig el Cubo Cósmico, y Loki planeando usarlo - (FIN DE SPOILERS) que adelanta más de lo que esperábamos. Con THOR, Marvel Studios demuestra una vez más que sabe lo que hace y lo que nosotros, los fanáticos nerds, queremos. Ahora, a seguir esperando. Y le rogamos al dios Thor que el nivel no decaiga y que CAPITÁN AMÉRICA: EL PRIMER VENGADOR y THE AVENGERS sean tan grandes como esperamos que sean. Amén. P.D: El 3D es una garcha y no se aprovecha de ninguna manera. No gasten plata de mas y vayan a verla 2D.
El loco del martillo Película basada en la historia del supehéroe de Marvel cómics, devenido de la mitología nórdica. Thor (Cris Hemsworth) es el dios del trueno pero a su vez es hijo de Odín, el dios de todo (Anthony Hopkins) quien es el Rey del reino de Asgard. Por ello como todo príncipe debe obedecer a su superior, pero su arrogancia le saldrá caro. Cuando Thor decide por su cuenta ir a Jotunheim y atacar a los “gigantes de hielo” (enemigos acérrimos de Asgard) desata una guerra inminente y pone en peligro a todo su mundo. Por lo que a su padre no le queda ora opción que expulsarlo y mandarlo a Midgard (la tierra) Allí será rescatado por una bella científica llamada Jane Foster (Natalie Portman) quién intentará acostumbrarlo a la vida del siglo XXI. Pero Thor solo quiere recuperar a su “martillo de poder” así con el poder regresar a su mundo y vencer a Loki (Tom Hiddleston) su malvado medio hermano que se ha apoderado del trono de Asgard en su ausencia. Por si todo esto fuera poco, nuestro héroe será perseguido por la SHIELD para estudiarlo como un fenómeno extraterrestre. Por suerte Thor contará con la ayuda de sus inseparables amigos Volstagg, Hogun, Fandral y Sif quienes irán a buscarlo cuando las cosas se ponen difíciles. Con muchos efectos especiales y mas que nada hecha para ver en 3D y apreciar los “paisajes” de Asgard. Floja en guión y en la historia en si. Y para colmo de males hicieron a “Heimdall” (el Guardián del portal entre los mundos, otro dios de la mitología de Noruega, también llamado “el dios blanco”) interpretado por Idris Elba, un actor de color!!!. Esta obsesión de Hollywood por “si no ponemos a un afroamericano en la película nos tratan de discriminadores” esta vez fue muy lejos. La verdad, no correspondia, justo en ese personaje. En fin, si les da el bolsillo véanla en 3D para apreciar los efectos de la era digital. Si no…mejor elijan otra opción.
Kenneth Branagh lleva a Marvel a Asgard (sin escalas en la ruta) En general, siempre tengo mis reservas con el universo Marvel. No todas sus producciones, o mejor dicho, sus adaptaciones, me terminan convenciendo cuando llegan a la pantalla grande. Algunas sí, otras no. Me pasa que no soy una persona que ame los comics, y es natural que prefiera juzgar al producto por lo que veo y no tanto por el halo que trae la historia detrás. No pasa esto con mis colegas, especialmente con los más jóvenes que son ávidos fans de este tipo de historietas y se conocen las mil y una vueltas de cada personaje. No, no es mi caso. Sin embargo uno tiene que saber, de antemano, que Stan Lee en su idea original había logrado una interesante mezcla entre la mitología y el mundo de los héroes terrenales con Thor. Aquí, después de muchos años de peregrinar por los estudios buscando quien la produzca, Paramount la tomó en 2006 y desde allí partimos nosotros. Introducción que les cuenta que quien escribe, ha quedado impresionado por la cinta, entendiendo que es de aquellas películas que atraviesa la barrera del público que adhiere a este género y se instala en el gusto colectivo de quienes disfrutan el cine de entretenimiento. O sea, Thor, es una maza. Lo primero que llama la atención es encontrar a Kenneth Branagh en la dirección de esta película. Un actor y cineasta británico de muchísima experiencia en clásicos trabajando para Marvel... Parece raro, pero saben...? Funciona!!! Y cómo funciona! Mucha gente del cast no estaba acostumbrada a jugar en las grandes ligas y Kenneth hace un gran trabajo dirigiendolos. En especial, moldea junto a su actor principal, Chris Hemsworth un perfil singular para su protagonista...y transforma ese duro héroe de leyenda, en un sujeto de carnadura divina, fuerte, terco, pero inmensamente cercano. Y es más, la transformación de Thor a lo largo de la cinta es un trabajo admirable del novato (en una producción de esta envergadura donde en otras oportunidades esto es un detalle menor) acompañado magistralmente por su director. Encima, están Anthony Hopkins y Natalie Portman... Algo más? Señores, el plato está servido y esta vez no querrán perderse este suculento banquete. La cinta arranca cuando Thor (Hemsworth), arrogante y obstinado, va junto a otros dioses de Ashgard a meterse en problemas con una raza de otro planeta. Allì, luego de una tumultuosa batalla, Odín (Hopkins), su padre aparecerá para reprender los anhelos de batalla de Thor y enojarse mucho por haber roto una tregua con dicha especie. Su hermano, Loki (Tom Hiddleston), el más débil de los dos hijos de Odín, colabora con socavar la confianza que el padre tiene sobre su hermano y a poco de volver de esa misión, Thor es desterrado a la Tierra. Allí, no tendrá poderes. Será un simple mortal (con cierta fuerza física, pero sin sus habilidades especiales) y aterrizará en un desierto, donde una científica,J ane (Portman), está intentando investiga el cielo y trata de descubrir el portal que une los mundos analizando la radioactividad que emana de ciertas caídas que se van produciendo de manera extraña a intervalos regulares. Allí llegará Thor y de inmediato todo se convulsionará... El gobierno norteamericano se enterará de lo que pasa e intervendrá secuestrando cierto artefacto caído del cielo junto a la llegada del protagonista y de ahì en màs, Jane, su hermana Darcy (Kat Dennings), Thor y el profesor Erik Selvig (el genial Stellan Skarsgard) intentarán recuperar el objeto que devuelva a Thor su poder y entender que sucede en Asgard, donde Loki, está intentando derrocar a su padre Odín y va acumulando fuerzas para apoderarse del universo. La historia se da paralelamente, en la Tierra y en la patria de los dioses. No hay que contar más, hay que decir sin vueltas que la película es excelente. Es más, es dinamita pura. Muy entretenida, bien actuada y hasta apta para todo público! Buenas actuaciones, 3D de primera, duración exacta, que más se puede pedir? Pidamos más de Marvel, ahora sabemos que pueden acercarse con productos de alta calidad a quienes no somos fanáticos del gènero ni conspicuos seguidores. Que se repita! Y pronto! Imperdible.
En primera instancia llama la atención que detrás de la manufactura de este film esté Kenneth Branagh, actor y hombre de cine que recreó a Shakespeare a través de títulos como Enrique V, Mucho ruido y pocas nueces y el emblemático Hamlet, entre otras. Pero también se aproximó al thriller con Volver a morir, a la comedia con Los amigos de Peter y hasta a la ópera con La flauta mágica, así que quizás no sorprenda tanto que ahora se ocupe de un superhéroe clásico de la editora Marvel como Thor; teniendo en cuenta además su carácter épico, ataviado con toques medievales y escandinavos. Sea como fuere, la adaptación del cómic ofrece innovaciones pero es respetuosa del original, narrando la mitología del dios del trueno expulsado de su mundo por su padre Odín, rey del planeta Asgard, y confinado a la Tierra como castigo. La trama arranca en el presente en Estados Unidos y va alternando entre este mundo, el del héroe y la tierra de los Hombres de hielo, acérrimos enemigos de los asgardianos. La película propone fundamentalmente un gran espectáculo visual, con abundante acción, pero incluyendo también algunos elementos dramáticos que, claro está, son del gusto de Branagh. En especial la rivalidad entre los hermanos Loki y Thor, enfrentados por el afecto de su padre, la lucha por el poder y la posesión del famoso martillo Mjolnir. Con notables diseños escenográficos y digitales y un lucido vestuario, Thor no descolla pero entretiene y se reserva muchas alternativas para una indisimulada secuela. Dentro de un elenco de figuras que incluye a Natalie Portman, Anthony Hopkins, Stellan Skarsgård, René Russo y Samuel L. Jackson, se destaca el joven Tom Hiddleston como el conflictuado hermano de Thor.
Thor (o dolor de to-or). El superhéroe del martillo tiene la desgracia de poseer lo que podríamos denominar el síndrome de Superman: cuando un personaje tiene superfuerza, supervelocidad, un supermartillo, una supercapacidad de volar, una superresistencia al dolor... es difícil que al espectador le genere mucha empatía, porque ¿a quién se le puede ocurrir una forma de vencerlo si posee todas esas cualidades? De todas formas, y dejando de lado esa apreciación hipersubjetiva, Thor es una película con dos caras: un costado formal y solemne, el tan mentado y tan elogiado costado shakesperiano que las críticas mundiales le han felicitado a Kenneth Branagh y un costado más vulgar, más mundano, más humano, más cercano a todos nosotros, más parecido a todas las películas de la factoría Marvel y de toda película de superhéroes que se precie (también sucedía un poco en Kick-ass), que es esa situación en la que el héroe se tiene que adecuar a su nuevo mundo. Cuando apelan al humor mundano, funciona. Cuando Anthony Hopkins despliega un parlamento digno de un rey (o un dios, en este caso) también. Sin embargo, hay elementos que no terminan de encajar. Mientras la historia es mucho más interesante de lo que se le podía pedir, Branagh derrapa en las escenas de acción, es decir, la escencia de una película de superhéroes. ¿Qué importan los planes de un medio hermano por robar el trono de Odin si a la hora del enfrentamiento solo vemos algunos chisporroteos extraños y derroche de colores? También son dispares los efectos especiales y, por último, las actuaciones. Mientras que Hopkins, Skarsgard, Dennings y Portman elevan el film (algunos con altura, otros con frescura), los hermanitos macana interpretados por Chris Hemsworth y Tom Hiddleston lo rebajan con interpretaciones poco convincentes. Como presentación de un personaje que volverá en Los vengadores, Thor safa apenas. Como filme independiente de la otra historia, deja que desear.
Marvel Recargado Thor es la adaptación fílmica del famoso cómic de Stan Lee y Jack Kirby que lleva el mismo nombre, y que también está basado en la mitología germana que veneraba al dios del trueno. Protagonizan la película Chris Hemsworth (Thor), Anthony Hopkins (Odín), Natalie Portman (Jane Foster), Tom Hiddleston (Loki) y Stellan Skarsgard (Dr. Selvig), un reparto que se podría decir de lujo para una producción de súper héroes. La historia cuenta sobre un guerrero que por su arrogancia y soberbia, es desterrado del reino de Asgard al planeta Tierra, un lugar primitivo y muy distinto a su mundo, pero que tiene la capacidad de enseñarle el verdadero sentido del sacrificio por el otro. Durante su exilio, su hermano Loki hará gala de su poder de engaño para quedarse con el trono, por lo cual el héroe deberá regresar y poner la casa en orden. Para comenzar quiero resaltar los roles de todos los involucrados en darle vida a los personajes, ya que creo que hacen un papel más que bueno e incluso algunos se puede decir que se adueñaron de él, como es el caso de Hopkins como Odín y Hemsworth como Thor. Desde Robert Downey Jr. como Iron Man o Heath Ledger como The Joker, que no coincidía tanto con el casting de una producción de héroes. Por otro lado, quiero resaltar la dirección de Kenneth Branagh, que le dio al film un toque se seriedad y adultez, incluyendo pocas pero efectivas escenas que incluyen chistes y otras con dramas shakespearianos, pero siempre sin perder de vista que es una historia para toda la familia, que debe entretener al más chico y al más grande. Thor es de esas películas que generan expectativas y las cumplen, algo que deja más que satisfecho al espectador, que varias veces se ha dado con la decepción de que no todo lo que brilla es oro... en este caso, el brillo encarnado en buenas actuaciones, buen guión y buenas secuencias de acción, cumple con todo lo que ofrece desde lejos y más. Los efectos especiales están muy bien logrados combinándose con una historia que atrapa y mantiene interesado al público durante los 130 minutos del film. Como única crítica a la cinta, resalto el uso de algunas adaptaciones yanquilandia, de las que parece, es imposible escapar en este tipo de producción. Ah... 2 cositas más, ¡no se vayan cuando empiecen los créditos, ya que queda una escena más de la película!, y la 2da cosa es que sigo indignado que casi no dan la posibilidad de verla en su idioma original en las salas de nuestra ciudad de Córdoba, por lo que tuve que escuchar a Natalie Portman y a Anthony Hopkins en un venezolano que no les sienta para nada. En definitiva, ¡una imperdible para los fans de los cómics en la gran pantalla!
Te suena Thor? Cada vez falta menos para la película AVENGERS, y como dijimos en otro artículo, este año la cita llega 2 veces para los fanáticos de MARVEL. En esta primer acercamiento, nos toca presenciar el imponente mundo de ASGARD y las aventuras (desventuras) del famoso dios del trueno THOR. Empecemos por decir que desde el inicio uno no tiene que ir dispuesto a ver una película de Superheroes. Si bien la misma está realizada en base a esa premisa, Kenneth Branagh y Ashley Miller se encargan de brindarnos una perspectiva diferente, épica y algo Shakespeariana. El estilo de película nos remite indefectiblemente a una de las recientes encarnaciones de cine épico: CLASH OF THE TITANS (Furia de Titanes). La actuación de Anthony Hopkins como Odin le suministra un sólido fuerte a la historia que por momentos parece lenta pero se vuelve vertiginosamente rápida en las escenas de acción. Hemsworth y Natalie Portman sólo nos regalan una actuación estandar que recuerda a las de Star Wars Episodio I y hasta una olvidada y secundada Renne Russo aparece casi como pintada en la historia. La película cuenta la historia de Odin y su tratado de paz con los Gigantes de Hielo tras una gran guerra donde los dioses tuvieron que intervenir para ayudar a los humanos. Tiempo después Odin debe abdicar su trono a uno de sus 2 hijos: Thor y Loki. Pero el legado se ve interrumpido con la ruptura del pacto y el posterior destierro de Thor al mundo de los humanos: la tierra. Thor angustiado deberá encontrarse con sí mismo y replantearse quién es él y cómo lograr ser digno para poder empuñar una vez más el Mjolnir (el martillito característico). Paralelamente, una traición cercana al trono obligará a los aliados del dios del trueno a auxiliar y acelerar el retorno de este a Asgard. Algo que definitivamente merece mención son los escenarios de Asgard. Imagenes impecables y que son un espectáculo para los ojos del espectador. Asimismo, vale aclarar que la película NO ES 3D, está convertida a 3D. Esto lo aclaro porque personas que han visto películas filmadas en 3D (como Shrek 4, Resident Evil 4 o El Avispón Verde) notarán que los efectos que tiene no son tan impresionantes. Este es un punto que para mí me tiró para atrás al momento de verla y el resultado final de la película. La película es buena pero no excelente como debería ser. La historia como dije por momentos se torna lenta y por otros muy simple. La historia de amor entre Thor y la investigadora Jane Foster, parece salida de una película de adolescentes para chicos, es simple, inocente y totalmente no creible. Mi recomendación es que si son fans de Marvel o del cine épico, no se la pierdan, pero si van a ver una de superheroes…quedense en casa y miren Superman Returns en Warner Channel. Ah y me olvidaba….quedense después de los títulos.
Publicada en la edición digital #2 de la revista.
Tragedia a la Marvel Interesante película donde Thor un ser mitológico debe probarse ser digno de valor para recuperar su poder y volver a su tierra para salvarla de los planes de su hermano maquiavélico. Aunque, la historia tiene sus desaciertos, presenta una trama con giros y conflictos muy buenos que entretienen fácilmente a cualquier espectador. En un principio, "Thor" es una película extraña en el sentido que su trama está partida en muchos pedazos que no se encajan de la mejor manera. Hay secuencias de todo tipo. Algunas son excelentes, otras buenas y definitivamente hay malas. En primer lugar, se presenta el impresionante conflicto familiar donde los dos hermanos se enfrentan entre ellos y, a su manera, con su sabio padre. Todo se desarrolla en el medio de una tregua con el mundo de los gigantes de hielo. Ambos quieren destrozarlos y enorgullecer a un padre quien solo desea la paz. Por un lado, Thor es barbárico y desea la pelea cuerpo a cuerpo, mientras del otro lado Loki es más astuto y a través de la manipulación lleva a cabo sus planes. Sus diferencias hacen eclosión y el drama aflora de manera excelente en la familia. Las distintas acciones de Loki sumadas a algunas revelaciones, muestran un costado tan perverso como hermoso que eleva a la película a un nivel de complejidad asombroso y atrapante. Sin embargo, los problemas en el relato se presentan cuando Thor es exiliado a la tierra y todo a pesar de no ser necesariamente malo, se ve sumamente forzado. La aparición de la organización Shield prueba estar de más y complica al normal de desarrollo de la narración. Además, la relación del protagonista con el trío de científicos incluido el romance con el personaje de Natalie Portman no tiene el tiempo necesario para crear una conexión fuerte y, por ende, cualquier intento de dramatismo carece de emoción y resulta falso. No obstante, la visita a la tierra también trae consigo algunos toques de humor, que si bien no son demasiados ingeniosos, son muy efectivos y entretienen bastante. Asimismo, la trama tiene un inconveniente tremendo que es la completa arbitrariedad y mal uso de la guerra con los gigantes de hielo. Es claro que a diferencia de la organización Shield cumplen un rol importante en la historia como desencadenante de conflicto o demostración de aprendizaje por parte del protagonista, pero en ningún momento encuentran su lugar en la trama. Su papel como villanos es muy débil y son derrotados con tanta facilidad que ni al relato parece tenerles demasiado importancia. Un claro ejemplo de su ineficacia dramática se encuentra en como en casi todas las escenas aparecen un corto tiempo para ser eliminados rápidamente y sin esfuerzo. Finalmente, la película tiene un impresionante diseño de vestuario y escenografía que se ve reflejada en los mundos de Asgard y Jotunheim. No es así el caso de los efectos especiales relacionados con la acción cuyo fracaso no proviene de su implementación sino de como se desarrollaron. Las secuencias de acción son desprolijas, descuidadas y su desenlace suele ser fortuito. Un claro ejemplo, es la batalla en el mundo de los gigantes de hielo, donde lo único que se ve es a Thor golpear gigantes con extrema confianza y facilidad mientras cuando la situación se vuelve demasiado desfavorable aparece el padre para salvarlo. De igual manera, nada evita que "Thor" termine siendo entretenida y cuyo conflicto central sea tan fascinante que aminore las falencias de la película.
"El dios de los cómics" Y pensar que todo esto comenzó con un viejo rengo que golpeaba un bastón mágico… No se si la Marvel tenía decidido llegar a este punto, pero lo hizo, y ahora no hay vuelta atras. “Thor” es una de las pelis más logradas del estudio y dentro de lo que se conoce como “el camino a Los Vengadores” es, quizas, la pieza clave. Hubo tantas idas y vueltas en la producción del film del dios del trueno que hasta se rumoreó en un principio que Brad Pitt sería quien interpretaría al hijo de Odin en una versión en la que D.J Caruso sería el director. Pero por esas cosas que tiene el cine, que también abarca el detrás de cámaras (la producción de los films) el estudio decidió que Kenneth Branagh sea el encargado de trasladar a la pantalla grande a este maravilloso personaje y junto al semi-desconocido actor llamado Chris Hemsworth en el rol principal. Acostumbrado a realizar otra clase de films menos comerciales y más personales como “Enrique V“, “Hamlet“, “Mucho ruido y pocas nueces” y “La Flauta mágica” y a ponerse delante de cámaras en producciones tan variadas como “Harry Potter y la cámara secreta” y “Operación Valkiria“, Branagh sorprende con su trabajo en “Thor” ya que mezcla su fanatismo por Shakespeare con una historia salida de los cómics y el resultado es una locura que merece ser vista y disfrutada como tal. La historia del dios del trueno, también hay que decirlo, se presta mucho para eso por los elementos que la componen; Hijo orgulloso, padre vanidoso, hermano conflictivo, disputas de poder en un reino ideal, etc. De todas formas, tampoco era sencillo darle el tratamiento que le dio el realizador Irlandés. En cuanto al trabajo de Hemsworth fue una decisión muy acertada. Su presencia en el proyecto es casi igual de importante que la de Branagh detrás de cámaras, aunque con esto no quiero decir que lo del actor es para alquilar balcones ni nada por el estilo. Cumple y sorprende, básicamente por que nadie lo tenía en los papeles. Una buena carta de presentación para el australiano. El apartado técnico del film es notable y merece un párrafo aparte, ya que lo que hicieron con la recreación de Asgard no tiene equivalente: Un despilfarro visual hermoso que recuerda a los mejores escenarios de sagas fantásticas como “Star Wars” o “El Señor de los Anillos“, sin exagerar en ningún sentido. Recordemos que Asgard, en la mitología escandinava es una morada donde reciden los dioses y está dividida por reinos. En los cómics de Thor se profundizó bastante sobre casi todos ellos, pero en la película, por razones obvias solo se los menciona y se ofrece un pequeño vistazos de ellos en el maravilloso prólogo. El único reino que visitan nuestros protagonistas, recurriendo a Heimdall (interpretado por un correcto Idris Elba) protector del Bifrost es Jotunheim, donde habitan los gigantes con los que Thor inicia una guerra. También, lo que hicieron aqui es solo digno de aplausos, ya que la batalla con los gigantes es una gran secuencia de acción, digna del buen cine pochoclero. Otro gran acierto fue la selección de actores para el film. La extensa lista va desde Anthony Hopkins en el rol de Odin (más acertado no se pudo haber estado jamás), Tom Hiddleston como Loki (el hermano de Thor), Ray Stevenson como Volstagg, el anteriormente mencionado Idris Elba en el papel de Heimdall, hasta Natalie Portman como Jane Foster y Stellan Skarsgard dándole vida al doctor Erik Selvig. Estos dos últimos resultan agradables a la vista, sobre todo teniendo en cuenta que estamos en una film de superhéroes, pero acá es donde quiero hacer una pequeña devolución y crítica negativa: ¿Era necesario ridiculizar tanto la presencia de Thor en la tierra? Puede que la palabra ridiculizar sea muy dura, pero en cierta forma es la que mejor describe lo que sucede en la película cuando desterrado rey de Asgard está en nuestro planeta. Desde chistes infantiles (Thor buscando un caballo), personajes ridículos (Kat Dennings como Darcy Lewis es infumable), situaciones absurdas (la parranda del doctor Erik Selvig con Thor era completamente innecesaria) y un sinfin de elementos más hacen que la historia pierda mucho peso mientras transcurre en la tierra. El gran trabajo que realizaron para darle espectacularidad y realismo a lo que sucede en Asgard se ve opacado en gran medida por la flojera con la que trataron la permanencia del dios del trueno en la tierra. Por si fuera poco, la presencia casi excesiva del Agente Coulson en la historia (interpretado por Clark Gregg) a mi me resulto aburrida. Se nota mucho que con este film quieren unir las historias del resto de los vengadores, algo que en lo personal me molestó bastante. El garrón entonces es doble: mientras Thor está en la tierra por haber sido desterrado no solo queda visto como un personaje tonto, sino que también el resto de los personajes parecen más tontos que él. Lo más positivo en esta parte del film es el pequeño y gran cameo de Jeremy Renner como Ojo de Halcón en la que es sin dudas la escena más épica y emotiva de toda la peli; el rescate de Mjollnir, el martillo todo poderoso de Thor. Como dije al principio, “Thor” es la peli más lograda de Marvel hasta la fecha. Lo que lograron adaptando este personaje es digno de aplausos y nos deja con una confianza tremenda sabiendo que el objetivo es lograr ni más ni menos la reunión más importante de superhéroes de la historia del cine. “Thor” es la base de todo ese sueño, no hay dudas. Por eso hay que disfrutarla como lo que es: una clara muestra de que para MARVEL nada es imposible.