Cuando una película es tan decepcionante como Godzilla Rey de los monstruos, las ganas de contar la historia del personaje, desde su nacimiento en 1954 hasta acá resulta tal vez un poco inútil. Ya en 1998 el cine norteamericano había demostrado como arruinar un personaje con su horrible Godzilla. No es esta una película tan horrible como aquella, pero queda muy lejos de las dos buenas predecesoras en este reboot del más querido monstruo japonés. Godzilla (2014) y Kong: La isla Calavera (2017) eran pura aventura y fantasía, dos grandes películas. Pero acá en esta secuela de este nuevo universo de monstruos pierde la aventura, pierde el humor, pierde los buenos personajes y se convierte en una muy complicada película para seguir con interés. La película prometía dos puntos a tener en cuenta previo a su estreno. A continuación un spoiler de personajes, no de trama. La presencia de varios monstruos y no solo Godzilla. Mothra, Rodan y King Ghidora en todo su esplendor, con sofisticados y modernos efectos especiales que impactan pero a la vez nos hacen extrañar a los clásicos monstruos. No podemos pretender que se sigan haciendo las películas como hace sesenta años, pero sí tal vez que la historia tenga el tono definitivo y complejo del clásico de 1954. Si dejamos de lado a los monstruos no hay mucho más. La protagonista de la película toma decisiones tan terribles en los primeros minutos que cuesta mucho creerle o tomarla en serio. ¿O será acaso una crítica a quienes valoran más la vida de los animales que la de los seres humanos? No creo que haya tanto hilado fino acá. Simplemente los personajes no sirven. La excepción es el gran Ken Watanabe en el papel del Dr Serizawa, clara referencia, en todo sentido, al gran personaje de la película de 1954. Para los fanáticos de Stranger Things la buena noticia es que la primera actuación de Millie Bobby Brown en cine está a la altura de su bien adquirida fama. Es una pena que la película no esté a la altura, pero igual vale la pena destacar que su paso de la pantalla chica a la grande la encuentra en el mismo lugar de carisma y talento. Ella y los pocos minutos de peleas entre los monstruos son lo que se puede tomar como positivo en esta película. El siguiente paso de este grupo de películas conocidas como MonsterVerse es Godzilla vs Kong, seguramente tomará un camino diferente a King Kong vs. Godzilla (Kingu Kongu tai Gojira, 1962) de la misma forma que ocurre aquí entre Godzilla 2 y Ghidorah, the Three-Headed Monster (San daikaijû: Chikyû saidai no kessen, 1964). No les deben ninguna lealtad a los clásicos en los que se inspiran, pero tampoco son demasiado fieles al propio proyecto actual que arrancó bien pero que ya parece ir cuesta abajo.
El regreso de los titanes La nueva entrega del monstruo japonés, Godzilla (Godzilla: King of the Monsters, 2019), es la continuación del film homónimo de 2014, a esta altura la trigésima quinta película sobre el icono cinematográfico que cautivó a los espectadores japoneses desde el estreno del famoso film de Ishirō Honda, Godzilla (Gojira, 1954). Michael Dougherty asumió las riendas del proyecto a partir del retiro de Gareth Edwards, el director del primer film, que terminó como realizador de Rogue One: Una Historia de Star Wars (Rogue One: A Star Wars Story, 2016). En esta oportunidad se retoma la premisa de Titanes del Pacífico (Pacific Rim, 2013), aquella sobre monstruos mitológicos que poblaron la Tierra. La historia comienza donde termina la primera parte. Unos años después de la destrucción de San Francisco y la épica batalla entre los monstruos, Monarch, la institución dirigida por el Doctor Ishiro Serizawa (Ken Watanabe), es convocada por el Senado de Estados Unidos para debatir y determinar si el grupo que investiga a los titanes debe ser controlado o no por el gobierno y las instituciones militares norteamericanas. Mientras tanto un grupo de ecoterroristas irrumpe en una instalación de Monarch en China para robar un artefacto que puede controlar a los monstruos, diseminados a lo largo del planeta. Los terroristas secuestran a la Doctora Emma Russell (Vera Farmiga) y a su hija, Madison (Millie Bobby Brown), una eminente científica que desarrolló el aparato junto a su esposo Mark (Kyle Chandler), quien es convocado por Monarch para ayudar a encontrarlas. La trama del film escrito por Michael Dougherty y Zach Shields se centra en la disputa del trono simbólico por el control de los titanes por parte de Godzilla e Hidra, un dragón mitológico de tres cabezas congelado en la Antártida. El film mantiene el tono épico de la primera parte y la estética espectacular de las batallas entre las criaturas mitológicas con secuencias que buscan imponer una sensación de caos ante la violencia de los encuentros entre los monstruos. Si bien las escenas de acción poseen gran preeminencia, el film tiene una trama que discurre sobre la necesidad de dejar de contaminar y depredar el planeta a partir de la sobreexplotada y absurda fórmula del grupo terrorista que decide tomar cartas en el asunto para restablecer el balance de la naturaleza, en este caso liberando a los monstruos con un ideario un tanto confuso. En esta narrativa, el personaje interpretado por Vera Farmiga no es creíble, el de Millie Bobby Brown carece absolutamente de sentido y el Kyle Chandler es completamente innecesario. Sally Hawkins y Ziyi Zhang están bastante desaprovechadas, ni hablar de David Strathairn y Charles Dance que apenas aparecen, y tan solo Ken Watanabe sale indemne de una historia que pone toda la justificación mitológica en un segundo lugar, desaprovechando la posibilidad de construir un relato que rescate los orígenes de las leyendas para poner en primer plano una desavenencia familiar sin ningún tipo de relevancia. Por la dinámica propia del film se podrían eliminar casi todas las escenas protagonizadas por humanos y se podría encauzar todo el énfasis en la lucha entre Godzilla e Hidra. La decisión narrativa tomada por Dougherty y Shields le resta mucho a una propuesta que tiene posibilidades de crecer y algunas buenas ideas, aunque desarrolladas bastante mejor en la primera entrega de la saga. Además la trama se revela demasiado abruptamente con un discurso poco creíble por parte de Farmiga, que no parece siquiera creerlo ella misma, y que solo funciona como corolario del protagonismo de Millie Bobby Brown, la joven intérprete de la serie Stranger Things, con el objetivo de captar a un público juvenil para la franquicia del icónico kaiju japonés. Godzilla funciona muy bien como film de monstruos, su único problema es la falta de desarrollo de muchos hilos narrativos fantásticos posibles respecto de los orígenes legendarios del monstruo oriental, mientras que las redundantes motivaciones humanas son explicadas como si el espectador necesitara de discursos soporíferos y dilemas familiares en un film sobre Godzilla.
Una trama que se desarrolla en locaciones internacionales; una serie de incidentes aislados que son en verdad manifestaciones de una misma amenaza; un constante tire y afloje entre la obtusa burocracia gubernamental y el accionar iluminado del individuo; un elenco multiestelar compuesto por actores de diversas etnias y nacionalidades; y un excelso uso de efectos especiales en pos del máximo virtuosismo posible. Estos son algunos de los tantos lugares comunes de las “disaster movies”. Godzilla II: el Rey de los Monstruos, como película de monstruos que se inscribe en el género, exhibe, naturalmente, varios de ellos. Sin embargo, y a diferencia de su antecesora, su confianza en los elementos es tal que el resultado final, sumamente positivo, dista radicalmente del de la olvidable película de Gareth Evans. En sus primeros segundos, luego de los logos de las compañías productoras, lo primero que esta secuela nos presenta no es una imagen, sino un sonido: el estruendoso grito de Godzilla. Una elección nada arbitraria o efectista puesto que, además de exhibir un notable diseño sonoro, la película de Michael Dougherty hace del sonido parte de su relato: los científicos detectan el despertar de los Titanes, sus signos vitales y ubicación geográfica a partir de él; el peligro inminente siempre es construido desde el sonido en el fuera de campo; y, por último, el MacGuffin que dispara y encausa buena parte de la trama es nada menos que un dispositivo sonoro (una suerte de consola que analiza y replica las frecuencias utilizadas por los monstruos para comunicarse). Un ingenioso comienzo que, hay que decirlo, lo toma a uno por sorpresa. Por otro lado, y teniendo en cuenta que se trata de una película de más de dos horas, son muy meritorios el ritmo y la velocidad con que Dougherty articula el relato: las múltiples apariciones de los monstruos (son muchos más de los que uno espera) acaparan el tiempo justo y necesario, y cada uno de los espectaculares enfrentamientos que se producen entre ellos —ninguno de los cuales resulta forzado o gratuito— es construido con su debida anticipación y ejecutado más que competentemente. De hecho, mientras su antecesora, con mucha ineptitud, hizo todo lo posible por esconder la acción (el Godzilla de Evans aparecía siempre de a pedazos, en la lejanía, detrás de una densa niebla, en pantallas pixeladas o enfocado con una cámara en mano tan excesiva que sonrojaría hasta a Paul Greengrass), Godzilla II: el Rey de los Monstruos se empeña y esmera en retratar la acción con la mayor claridad posible. Y si las monstruosas batallas que ocurren en ella son tan hipnóticas y excitantes es porque Dougherty sabe y entiende, tal como lo hizo el cine japonés en sus primeros films sobre el lagarto gigante, que no hay como el plano general para retratarlas. Asimismo, el director disecciona las secuencias de acción incorporando numerosos zooms y primeros planos de los rostros de los monstruos que, además de otorgarle un mayor dinamismo a toda la cuestión, aportan un tono de humor autoconsciente que le sienta muy bien al film, ya que, no nos olvidemos, estamos viendo una película de monstruos gigantes peleando entre sí. Entonces, dejando de lado la tediosa solemnidad de la primera entrega, la segunda abraza este tipo de humor permitiéndose, por ejemplo, no uno ni dos, sino tres deux ex machina a cargo de Godzilla (el subtítulo de la película debería ser “Dios de los monstruos”), o varios comic reliefs que también prueban ser funcionales al momento de quitar las innecesarias cotas de dramatismo. De hecho, la mayoría de ellas se encuentran atadas a otro elemento recurrente del género, y que tiene que ver con su lado humano. Es decir, no la historia de los monstruos prehistóricos que pelean a muerte, pero la de los pequeños humanos que se encuentran entre ellos (en varias escenas, literalmente). En este caso, es la historia de los personajes interpretados por Kyle Chandler, Vera Farmiga y Millie Bobby Brown, quienes en medio del caos juegan a papá, mamá e hija, y cuyos conflictos son desarrollados —imagino— a fin de que el espectador tenga una línea narrativa más “terrenal” con la cual relacionarse, un blanco empático mucho más cercano a su triste realidad desprovista de godzillas y ghidorahs. Sin embargo, allí donde El día después de mañana, 2012 y San Andreas hicieron escuela, Godzilla II: el Rey de los Monstruos se topa con algunos problemas, ya que en los momentos dramáticos que dependen de la unidad familiar es donde más se manifiesta la incomodidad de Dougherty para balancear su convivencia con el verdadero eje dramático del film. En otras palabras, además de implicar una detención —un tanto contraproducente— del ritmo del relato, el desarrollo de una pelea marido-mujer en medio de la destrucción de una civilización, prueba ser de bastante poco interés narrativo; lo que lleva a la película a tomar decisiones un tanto drásticas (el inesperado giro de uno de los personajes, que encima anula como antagonista al siempre destacable Charles Dance) o, en el mejor de los casos, a evidenciar y burlarse ella misma de tales instancias. El lema “el fin justifica los medios” es puesto en jaque varias veces a lo largo de Godzilla II: el Rey de los Monstruos, ya sea a través del accionar de sus personajes o el devenir de la trama. Afortunadamente, la película sabe muy bien cuáles son sus medios, esos del género en el que se para y que —en la mayoría de los casos— entiende cómo orquestarlos para arribar a su fin. Lo logra, con claridad, humor y una coronación en su final que, en cualquier otro caso, podría haber resultado ridícula e irrisoria; pero acá, en la primera gran película norteamericana de Gojira, es más que pertinente.
Como puede pasar en éste tipo de películas, el guión deja mucho que desear. Es la número treinta y cinco en la franquicia y en distintas líneas de tiempo, la tercera completada por un estudio de Hollywood y la secuela de “Godzilla” de 2014. Los científicos de la organización “Monarch”, Ishiro Serizawa (Ken Watanabe) y Vivienne Graham (Sally Hawkins) habían descubierto un esqueleto gigante en una mina de uranio y dos huevos. Uno ya había nacido y su cría terminó en la planta de energía nuclear de Janjira, destruyéndolo para construir una crisálida, la familia de aquella historia estaba compuesta por Joe Brody (Bryan Cranston) y Sandra (Juliette Binoche). En ésta oportunidad nos ocupa la familia Russell. El Dr. Mark Russell (Kyle Chandler), es un especialista en comunicación y comportamiento animal.Después de el terror de los Titans en San Francisco resultó en la pérdida de su hijo, Mark y su esposa paleobióloga, la Dra. Emma Russell (Vera Farmiga), y co-inventora de Orca, se divorciaron. Emma tiene la custodia de su hija, Madison, (12) (Millie Bobby Brown). Godzilla ha estado fuera del radar durante cinco años.En la estación “Monarch”, Mothra (un dragón gigante) emerge como una gran oruga y Emma usa la Orca para calmarla hasta que un grupo de ecoterroristas liderados por un ex coronel del Ejército Británico, Alan Jonah (Charles Dance ) decide irrumpir y secuestrar a Emma y Madison. A partir de allí son batallas gigantes y viajes de país en país, el director y coautor Michael Dougherty le da a los fanáticos de Godzilla lo que quieren: un monstruo CGI creíble cuyas intenciones son ambiguas. Millie Bobby Brown se destaca en su primer film, aunque no alcanza para que sea una buena película, porque su guión es confuso y hace agua, con muchos personajes por seguir, la búsqueda de grupos Titanes formados por oruga luminosa Mothra Rodan, (el dragón gigante), el ser de múltiples cabezas que termina siendo uno de los líderes del grupo que viven en la tierra, más Ishiro Serizawa (Watanabe) (volvemos a la peli anterior)...que nos enfrenta a los humanos ante estos seres en una eterna lucha para salvar el mundo. ---> https://www.youtube.com/watch?v=xNh7SewdagY ACTORES: Millie Bobby Brown, Sally Hawkins, Vera Farmiga. Bradley Whitford, Anthony Ramos, Charles Dance, Thomas Middleditch, Ken Watanabe, Kyle Chandler. GENERO: Ciencia Ficción , Aventuras , Acción . DIRECCION: Michael Dougherty. ORIGEN: Estados Unidos. DURACION: 132 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 13 años FECHA DE ESTRENO: 30 de Mayo de 2019 FORMATOS: Imax, 3D, 2D.
Errar es humano, ¿Perdonar es divino? Tras el estreno del último reboot de Godzilla (2014), una de las más fervientes (e injustas) críticas hacia la película era el escaso tiempo en pantalla del reconocido kaiju. La dilatada secuela Godzilla: El rey de los monstruos parece una respuesta a ese reclamo mostrándolo en todo su esplendor casi desde el primer minuto, a la vez que suma a otros famosos titanes a escena. Sin embargo, este nuevo capítulo del “MonsterVerse” solo asevera el verdadero problema de su predecesora: la ausencia de un personaje humano moderadamente interesante. La historia se sitúa cinco años después de la anterior, con el mundo todavía recuperándose del despertar de Godzilla y las devastadoras consecuencias de su batalla contra otro de aquellos monstruos. Atemorizados, los gobiernos del mundo se debaten sobre si aniquilar o no a todas las criaturas que la agencia Monarch mantiene cautivas (por alguna razón) en distintas bases de investigación alrededor del mundo. En el medio de todo esto, nos encontramos con la Dra. Emma Russell (Vera Farmiga), una científica de esta misma agencia que desarrolló un aparato capaz de comunicarse, e incluso “controlar” a las bestias. Pronto, este descubrimiento la pone en la mira del eco-terrorista (Charles Dance) quien quiere utilizarlo para activar a todos estos seres ancestrales y que se desate la batalla final (por alguna razón). Y es así que cuando el ser ancestral Ghidora, una suerte de despiadado dragón de tres cabezas, despierte para querer ejercer su reinado del terror, la única esperanza de la humanidad será que pueda vencerlo el, al menos por ahora, benévolo y legitimo rey Godzilla. Esta película cuenta con un extenso y talentoso reparto, que lamentablemente se encuentra casi totalmente desaprovechado. Incluso la fragmentada familia Russell que se pretende funcione como ancla emocional del film, sufre de un pobre y extraño desarrollo. Emma y Mark Russell (Kyle Chandler) terminaron separados tras no poder superar la pérdida de uno de sus hijos, a causa del propio Godzilla. Este trauma no le brinda un interesante contexto a sus personajes, sino que se usa como mera justificación para las muchas decisiones que irán tomando, las cuales se dividen en ilógicas, forzadas o particularmente convenientes para la trama. Por el lado de su hija Madison (Millie Bobby Brown), ni siquiera le otorgan un mínimo de profundidad a lo que le puede provocar tener a tan desastrosos padres. Ahora bien, quizá el aspecto que sea menos reprochable de este blockbuster sea el gigantesco espectáculo que brinda. Desde el ya mencionado Godzilla, pasando por las nuevas incorporaciones Mothra, Rodan y Ghidora, todos son impactantes visualmente. Los efectos digitales son de primera categoría y se nota el peso de presupuesto en este aspecto. De hecho, contando con motivaciones simples y directas son personajes que salen mejor parados que sus contrapartes humanas. Desafortunadamente, las batallas entre ellos en ocasiones son difíciles de seguir, como si la misma dirección se contagiara del desorden y el caos que sus presencias provocan. Godzilla: El rey de los monstruos es una película confusa, que se luce en sus momentos grandes pero falla en los pequeños. Para una película que concentra mucha de su atención en mostrar el enfrentamiento de “dioses”, sería conveniente que la próxima vez no descuiden tanto el factor humano. *Review de Javier Puma.
Secuela del film de 2014 y previa al estreno de Godzilla vs Kong, anunciada para el año próximo, llega Godzilla II: El rey de los monstruos, un relato que fusiona ciencia-ficción, aventuras y terror de la mano del director Michael Dougherty, el mismo de Krampus. El filme, de grandes dimensiones como los monstruos que desfilan por la pantalla, navega entre el caos a nivel global que desatan la aparición de varias criaturas con el insípido drama familiar que afrontan los personajes centrales. Acá Sally Hawkins y Ken Watanaberepiten sus papeles de científicos de la agencia Monarch, a los que se suman Vera Farmiga y Millie Bobby Brown -cuya popularidad estalló con Stranger Things-, como la madre e hija secuestradas por un grupo terrorista luego del diseño de un artefacto para hallar a las criaturas diseminadas por el planeta. Godzilla II: El rey de los monstruoscomienza con lo acaecido en San Francisco, cinco años atrás, en un panorama que reinstala al mítico monstruo japonés y revive a otras criaturas: King Ghidorah, el dragón de tres cabezas; Rodan, el demonio de fuego y Mothra. Todas emergen a la superficie para entablar una batalla épica -la trama asegura que Godzilla abandonó Argentina y se dirige a México-. El filme apuesta a la espectacularidad de las peleas -por momentos resultan cansadoras y reiterativas- y queda un paso detrás del filme anterior, poniendo en primer plano la perseverancia y valentía de Madison -Millie Bobby Brown- por mantener la unidad de la familia. Hay más luchas entre Titanes que suspenso y más chisporroteo visual que tensión. La película, que cuenta con muy buena factura técnica, deja el recuerdo del Godzilla original caminando entre maquetas y destruyendo todo a su paso con efectos rudimentarios. Después de Kong: La isla calavera, que también integra este universo de monstruosidades, se suma la referencia del gigantesco gorila como un pintoresco detalle de lo que vendrá.
Creado hace ya 65 años en Japón y arribado a la maquinaria de Hollywood en 1998 de la mano del director Roland Emmerich, Godzilla está de vuelta con este film que retoma las acciones ocurridas en la primera entrega, estrenada un lustro atrás. Se trata de un regreso tan innecesario como ruidoso, vacuo y pirotécnico. El comienzo de Godzilla II: El rey de los monstruos plantea un mundo todavía destruido como consecuencia de los enfrentamientos con el lagarto gigante, de quien desde entonces se sabe poco y nada. La agencia cripto-zoológica Monarca, la misma que lo había sacado de su letargo a pura explosión atómica, continúa su búsqueda. Mientras tanto, aparecen nuevos monstruos más ridículamente grandes que Godzilla que, obviamente, pondrán en peligro a toda la humanidad. El combo se completa con un conflicto familiar superfluo y reglamentario que involucra al matrimonio Russell (Kyle Chandler y Vera Farmiga) y a su hija (Millie Bobby Brown, más conocida como Eleven en la serie Stranger Things). La película está estructurada alrededor de un sinfín de enfrentamientos tanto entre los monstruos como entre ellos y los humanos. Soldados, zoólogos y científicos: todos tienen algo para decir ante la presencia de esas criaturas. Aunque, en realidad, no dicen sino que gritan y gesticulan. Seria y solemne como ceremonia religiosa, a Godzilla II le preocupa más la espectacularidad digital de sus escenas de destrucción masiva que cualquier atisbo de humanidad en sus personajes de carne y hueso.
Michael Bay, director de la saga Transformers, recibió un neologismo en honor a su estilo: bayhem, un juego de palabras con mayhem (caos). Se define como “el concepto cinemático de explotar cosas por los aires a gran escala, en cámara lenta y (generalmente) en el ocaso”, y también como “una palabra compuesta que describe el inevitable caos incendiario usado por Michael Bay en lugar de personajes y guión”. Godzilla II: El rey de los monstruos es una muestra de que Bay hizo escuela. A grandes rasgos, aquí se alternan dos tipos de escenas. Por un lado, las que transcurren en interiores de bunkers, aviones y submarinos, protagonizadas por científicos y militares intentando explicarnos lo que ocurrió o lo que va a ocurrir. Por otro, las de “exteriores”, con gigantescos monstruos destruyendo a mansalva, masacrando humanos y peleándose entre sí. Gracias a sus diálogos reiterativos, las primeras marcan una tregua en el aturdimiento sonoro y visual que imponen las segundas. Hay una mínima historia que justifica la acción. Cinco años después de los hechos ocurridos en Godzilla (2014), la empresa Monarch está estudiando la presencia de unas dos decenas de “titanes” distribuidos en estado de hibernación por todo el mundo. A contramano de lo que suele ocurrir en la ficción (y la realidad), se trata de una corporación todopoderosa pero de naturaleza noble: protege a las criaturas cuando el gobierno estadounidense quiere aniquilarlas. En ese debate están cuando un terrorista ecológico se las ingenia para empezar a liberar a los monstruos, con la idea de barajar y dar de nuevo: el caos y la matanza producidos por los gigantes restablecería el equilibrio al planeta. Los humanos (entre ellos, Millie Bobby Brown, la estrella de Stranger Things, en su debut cinematográfico) son casi impotentes ante el poderío de los bichos, pero Godzilla está ahí para defenderlos. Así, se reiteran las situaciones en que todo parece a punto de terminar cuando, zas, aparece Godzilla al rescate. También se repiten las tomas de humanos mirando hacia arriba, boquiabiertos de asombro. Es cierto que los monstruos -extraídos de algunos de los 32 filmes de la saga japonesa- son impactantes, y en especial Ghidorah, el dragón de tres cabezas. Pero el recuerdo de los dragones de Game of Thrones está demasiado fresco: la comparación de escenas de acción de la serie con algunas de esta película es inevitable, y no favorece a Godzilla II.
La nueva Godzilla tiene a su favor la obligada comparación con las fallidas versiones anteriores. Tanto la de Roland Emmerich de 1998 como el pésimo reboot de 2014 incursionaban en un pastiche pomposo y mal actuado, preñado de efectos de estridente acumulación y confusión narrativa. Aquí, Michael Dougherty parece dispuesto a recuperar el espíritu de la historia original, esa oda a un rey temible que también puede salvarnos, en un relato de apocalipsis global con aires de reconciliación familiar. Todo comienza con los ecos de la estelar aparición de Godzilla en San Francisco, y los consabidos temores al reino sumergido de Titanes que hiberna desde los orígenes de la Tierra. Un poco de fábula, otro de historia, el cruce entre la ciencia y la fantasía es efectivo sin genialidades, y logra entretejer las disputas entre criaturas míticas y prehistóricas, la distinción moral entre amos e intrusos, todo con una extraña mezcla de épica y nostalgia. Uno de los saltos notables de esta secuela -además de construir con criterio las relaciones familiares que serán epicentro de la película- son las actuaciones. Vera Farmiga y la excelente Millie Bobby Brown nutren a sus personajes de impulsos y motivaciones que exceden las directivas de guion. Ese mundo de decisiones éticas y deberes profesionales consigue dar vida a una historia que, a la larga, se dirime en la lucha encarnizada de monstruos digitales.
Godzilla II no sólo consolida al MonsterVerse como la franquicia más sólida que posee el estudio Warner en la actualidad, sino que además brinda la mayor reunión épica de los monstruos tradicionales asiáticos que se registró en este siglo. El último antecedente notable en abordar este concepto había sido la producción japonesa del 2001, Giant Monsters All-Out Attack, un hermoso festín bizarro donde el famoso reptil terminaba literalmente a las piñas con dos personajes icónicos, como Mothra y King Ghidora. Sin embargo esta nueva entrega hollywoodense elevó la misma premisa a otro nivel por medio de un tratamiento brillante de la acción y una buena adición de elementos del cine de terror. En esta oportunidad Warner apostó a un cambio de director que en mi opinión resultó una jugada clave en el resultado final de este film. Gareth Edwards, realizador de la primera entrega de Godzilla, fue reemplazado por Michael Dougherty (viejo colaborador como guionista de Brian Singer en Superman regresa y la saga X-Men), quien sobresalió en el cine de horror con Trick ´R Treat (2007) y Krampus (2015). Dougherty propone una película mucha más dinámica que aprovecha mejor la presencia de los monstruos dentro de un argumento entretenido. En términos generales la presencia de los personajes humanos suele ser una molestia en estas películas y tiene la finalidad de llevar adelante un conflicto que justifique la batalla de los bichos gigantes. La trama que propone Dougherty en este film se podría calificar de decente y los nuevos personajes principales son afables y no estorban el desempeño de los monstruos que se destacan como la principal atracción. De hecho, el guión es completamente superior a las últimas propuestas que brindó el cine asiático en este género y no contamina el conflicto con situaciones de humor estúpidas. Los japoneses encontraron el balance perfecto en esta cuestión en la excelente Shin Godzilla, del 2016, que tenía un gran argumento, pero es una rareza que no representa a la mayoría del cine Kaiju. Godzilla II le se impone ante el cine asiático con una de las más sobresalientes entregas que tuvieron estas famosas criaturas en la pantalla grande. King Ghidora (el personaje que tiene tres cabezas) jamás se vio tan aterrador, sádico y espectacular como en esta producción norteamericana que lo resalta como un villano memorable. Después te encontrás con un Rodán completamente sacado e inspirado en su maldad, Mothra que tiene algunos momentos magníficos, y sumado al retorno del reptil la película termina por brindar una auténtica fiesta en la pantalla grande. Al menos para quienes somos fans de este género y crecimos con los clásicos asiáticos. La posibilidad de ver las típicas batallas de monstruos grotescas con este nivel de realización es una experiencia formidable. Dentro de este contexto, el fan service, con la inclusión soberbia que emplea el director de las melodías japonesas clásicas de Godzilla y Mothra, aporta un contenido nostálgico notable que no pasa desapercibido. La sensación que deja esta película es que hubo un compromiso de Michael Dougherty por brindar el mejor espectáculo posible y sería injusto no reconocerle eso a su labor de dirección. La cohesión entre las criaturas y los humanos es perfecta y a nivel visual le pasa el trapo a muchos producciones recientes. Un tema que muchas veces solemos dar por descontado, cuando la realidad es que la mayoría de los filmes hollywoodense tienen severas falencias en el uso de los efectos digitales. Un claro ejemplo es Aladdin donde la alfombra mágica en las secuencias de vuelo parece atada con alambre. En esta continuación sobresale todo el diseño impecable que tuvieron las criaturas y sus desplazamientos fluyen con mucho realismo. En los últimos 40 minutos, cuando el relato del director se convierte en el Wrestlemania de los monstruos gigantes, asistimos a un espectáculo que para mi gusto personal sobresale entre los mejores momentos de Godzilla en la historia de su filmografía. Realmente no sé si todo el mundo disfrutará con el mismo entusiasmo esta película pero si les puedo asegurar a los fans del género que no saldrán decepcionados del cine. Recomiendo verla en una pantalla que tenga el mejor sonido posible y recuerden que al final de los créditos hay una escena adicional.
El universo Kaiju es uno de los más fructíferos en el cine de ciencia ficción, pero recién en los últimos años se empezó a popularizar en occidente con películas tales como las de la saga Pacific Rim o Godzilla, por supuesto. Como espectador hay que hacer unas cuantas concesiones cuando se ve una película de este tipo dado a que hay una ausencia total de verosímil. Por ello, una vez que entrás en código se disfruta más, y serán los fans de este género y de Godzilla los que sabrán a ciencia cierta qué le sobra y qué le falta a este film. Ahora bien, sobre este estreno en particular debo decir lo siguiente: primero y principal, las escenas de los humanos importan poco y nada, y segundo, por momentos las escenas de destrucción pueden resultar abrumadoras. Si bien la historia es lo que uno espera, amén de un par de giros que resultan interesantes, los diálogos son muy pobres y demasiado artificiales, incluso teatrales. Tampoco ayudó en esas secuencias el pésimo cast de reparto armado, respondiendo a todos los requerimientos políticamente correctos y coyunturales del momento. Primero habla un asiático, le responde una afroamericana y luego un latino. Algo que se repite varias veces. El elenco principal está bien, pero tampoco se luce. La mejor es Vera Farmiga, escoltada por una Millie Bobby Brown que aporta su popularidad adolescente por sobre encima de su papel, y Kyle Chandler, de quien no se puede decir nada. Ni bueno ni malo. Pero si comparamos este elenco con el de la anterior: Bryan Cranston, Juliette Binoche, Elizabeth Olsen y Aaron Taylor-Johnson, hay un claro desajuste, por más que ellos tampoco habían brillado en su momento. Las figuritas repetidas son Ken Watanabe, quien ama decir “Gojira” a cada rato, y Sally Hawkins. La dirección es por parte de Michael Dougherty, de amplia trayectoria como guionista, y que viene del palo del terror como director en geniales films tales como Trick ´r Treat (2007) y Krampus (2015). Aquí hace una buena puesta, pero los artificios priman en lugar de su personalidad y marca, tal como se podía ver en aquellas películas citadas. Esto es un festival de (buen) CGI más escenas de diálogos compuestas por planos y contraplanos. Pese a lo señalado, la película se disfruta bastante, porque su razón de ser (monstruos peleando) está bien explotada, y siguen construyendo un universo interesante. La próxima será el enfrentamiento con King Kong, que a priori me parece que el simio cuenta con bastante desventaja, así que tendrán que inventar algo… Y eso me da mucha curiosidad.
Muere monstruo muere Sin nada nuevo para aportar a una saga que lleva cientos de versiones y propuestas, Godzilla 2: El rey de los monstruos (Godzilla: King of the Monsters, 2019), transforma lo lúdico y entretenido de las películas de catástrofes y monstruos peleando entre sí en un eterno largometraje anodino y carente de sustento, que, además, hace agua por donde se lo mire, principalmente, cuando se pone formal ante los conflictos de los humanos que acompañan la acción. Hollywood se reinventa, busca en sus producciones la posibilidad de expandir fórmulas probadas, importa oportunidades de otras latitudes y, en ocasiones como esta, agrega aditamentos a la receta más vendida, a saber: “la estrella juvenil del momento”, o “la actriz que estuvo en otra película de monstruos ganadora del Oscar”, para aggiornar historias ya vistas y consumidas infinidad de veces. No es raro que en ese afán por cumplir con todos los requisitos, las propuestas terminen por perder su alma y sentido, y, como en este caso, deambular como un híbrido deforme entre un sinfín de lugares comunes, transitados sin solemnidad en otras oportunidades, pero que resienten la continuidad narrativa de la historia y su verosimilitud. La ecuación 'corré que ahí viene el monstruo', acá se potencia por la incorporación de una serie de criaturas mitológicas ancestrales, las que, despertadas para dominar al mundo por los villanos de turno, no hacen otra cosa que formar parte del escenario escogido por Michael Dougherty (Krampus) para revisitar el mito de Gojira, que apareció en la pantallas en 1954, y que goza de popularidad mundial y reconocimiento. En esta oportunidad, las débiles líneas argumentales, y los motores del conflicto, se centran en un futuro cercano en donde a partir de la manipulación de información confidencial, que incluye experimentos genéticos bastante complicados con seres poderosos, terminarán por construir un camino de búsqueda por volver a un estadio original donde el equilibrio y la quietud son necesarios para evitar peligrar a la humanidad. Pero hay algo que falla en Godzilla 2: El rey de los monstruos y ni la presencia de la protagonista de la exitosa Stranger Things, Millie Bobby Brown, de Vera Farmiga y Kyle Chandler, o de Sally Hawkins (La forma del agua), permiten transformar el tedio de un relato que bucea en la exploración de formatos televisivos y la confrontación entre monstruos para salvar el mundo de su inevitable extinción. Como un eterno episodio en loop de Mazinger Z, o de Power Rangers, Godzilla se enfrenta a las siniestras criaturas con el objetivo de mantener a la humanidad a salvo de una extinción segura. El hombre, resumido a un espectador, sólo digita algún que otro movimiento a favor de un bando u otro. El guion, del propio Dougherty suma drama familiar allí donde la conexión entre humanos y bestias necesita una continuidad, porque ni más ni menos lo que en capas interiores de la trama se busca, es la necesidad de un equilibrio entre ambos universos para poder avanzar en la reestructuración del punto de conflicto que se disuelve fotograma a fotograma y que ni siquiera para los más fanáticos resultará atractivo y tentador.
Godzilla II – El Rey de los Monstruos: ¿Larga vida al rey? Llega la secuela del reboot cinematográfico del monstruo favorito de los japoneses. «Godzilla II: El Rey de los Monstruos» tiene más de lo que pedían los fans en la película anterior: grandes peleas del personaje y una trama más apoyada en él. Nosotros nos preguntamos: ¿Fue esa una decisión acertada? Godzilla es uno de los monstruos más reconocidos de la pantalla grande. Su primera aparición se remonta al año 1954 en un film dirigido por Ishiro Honda, donde se presentaba a la criatura como una gran metáfora del ataque nuclear que había sufrido Japón con la culminación de la Segunda Guerra Mundial. En el año 2014, y ya con más de 30 largometrajes en su haber, el Kaiju nipón fue rebooteado en una nueva aventura proveniente de Hollywood y dirigida por Gareth Edwards, quien venía de presentar una intrigante y entretenida ópera prima titulada «Monsters» (2010). El resultado fue una poderosa, atractiva y disfrutable entrega en la saga de la bestia que sorprendió por haberse apoyado en los personajes humanos de una forma inspirada, y dejando más en un segundo plano a la destrucción provocada por Godzilla. Muchos vieron esto como un aspecto negativo, pero realmente significó un quiebre en el paradigma de este estilo de películas y también hacía mucho más valederas las apariciones del gigante. Fue tal el éxito de aquella cinta que no solo sirvió para que Edwards jugara en ligas mayores dirigiendo «Rogue One: A Star Wars Story» (2016), sino también para iniciar un universo cinematográfico de monstruos, en el cual se prometía un eventual y futuro enfrentamiento con King Kong (el simio gigante también tuvo un genial reinicio cinemático con «Kong: Skull Island» -2017-). Antes de que se produzca ese choque de titanes, primero se nos presenta otra batalla campal entre Godzilla y sus más famosos y recordados oponentes: King Ghidora, Mothra y Rodan. El largometraje cuenta la historia de Mark Russell (Kyle Chandler) y su ex-esposa, la Doctora Emma Russell (Vera Farmiga), que dirige un grupo de criptozoólogos de la agencia Monarch, que tras los fatídicos eventos de la cinta anterior aquí buscan una forma de poder comunicarse y “controlar” a los titanes que fueron encontrando en distintas partes del mundo. No obstante, cuando terminen de encontrar la forma de crear dicho dispositivo bautizado como “Orca”, se verán amenazados y perseguidos por el fanático y radical activista ecológico Jonah Alan (Charles Dance -o Tywin Lannister de «Game of Thrones»-), que tiene como objetivo acabar el problema de la superpoblación mundial mediante la liberación de las criaturas encontradas. Estos antiguos titanes harán todo lo posible por sobrevivir, poniendo en riesgo la existencia del ser humano en el planeta y pondrán a prueba a nuestros héroes. En primer lugar cabe decir que todo lo relacionado con los efectos especiales; el diseño de las criaturas, los efectos visuales y el CGI se presentan en un nivel elevado teniendo en cuenta los requerimientos técnicos de lo que se nos narra. Resulta increíble ver cómo están relatados y constituidos los enfrentamientos entre las distintas bestias. Si uno tiene en cuenta todas las aventuras de Godzilla, es probable que las secuencias de pelea de este film se ubiquen por encima de todas las demás, siendo realmente convincentes. Por otro lado, dichas secuencias representan, en esta ocasión, gran parte del metraje, por lo cual los fans más acérrimos estarán más que satisfechos. Sin embargo, todo lo relativo al ámbito narrativo resulta bastante pobre y decepcionante si tenemos en cuenta tanto la entrega anterior como la de su contrincante King Kong. El guion presenta varios fallos narrativos que hacen que la experiencia cinematográfica sea un poco accidentada. Los personajes están algo desdibujados y sus evoluciones o actitudes son bastante pobres e injustificadas, por lo cual resultan esquemáticos y poco trascendentes. Asimismo, los diálogos son un poco paupérrimos y torpes debido a que tratan de exponer constantemente lo que está pasando e incurriendo en una sobre-explicación de la trama. Por otro lado, una constante que atraviesa toda la cinta es la de los deux ex machina, o elementos externos que resuelven ciertos detalles haciendo avanzar la trama “porque si” en lugar de seguir su lógica interna. Incluso hay problemas de continuidad donde personajes estaban en ciertas posiciones en el espacio y luego aparecen en sitios mucho más alejados. Por otro lado, se sienten sumamente desaprovechados grandes actores secundarios que no aportan demasiado a la trama, como por ejemplo Thomas Middleditch (Silicon Valley), Sally Hawkins (The Shape of Water), Bradley Whitford (Get Out), Ziyi Zhang (The Cloverfield Paradox) o la misma Millie Bobby Brown (Stranger Things), cuyo personaje también está relegado. Michael Dougherty (Krampus, Trick ‘r Treat) tampoco logra dotar al relato de su impronta, cosa que sí había logrado Edwards en la primera entrega y Jordan Vogt-Roberts en la película de Kong; una lástima ya que el realizador había demostrado varias cosas interesantes en obras anteriores. Si bien la película presenta todas estas fallas que no tenía su predecesora, igualmente se exhibe como un espectáculo pochoclero sorprendente a nivel visual. La desilusión pasa por no ser algo más fuerte en términos narrativos y dramáticos. Si bien hay personajes que mueren o que atraviesan por situaciones apremiantes, en esta oportunidad no son tan efectivas o emocionantes como en la obra de 2014, donde sus protagonistas tenían una mayor injerencia y peso en los acontecimientos narrados. “Godzilla II: El rey de los monstruos” resulta ser un film entretenido pero también desparejo y accidentado. Una historia que se hubiera beneficiado de un mayor desarrollo de sus personajes y de un guion más sólido. Por otro lado, la gran variedad de villanos puede resultar excesiva, aunque a veces eso también amplía un poco la escala y lo épico de lo relatado. Un film que no resulta ser un desastre pero tampoco logra salir de la sombra de ese primer gran capítulo de 2014.
Godzilla II – El Rey de los Monstruos: Arrodíllense ante el rey. Godzilla, Mothra, Rodan, King Ghidorah… es el poderío destructivo de estos monstruos lo que sostiene una película algo fallida pero entretenida e imponente. Probablemente nadie espera una trama gloriosa en este tipo de películas, pero Godzilla tiene una rica historia para explotar, y esto es algo que intenta lograr este film aunque erróneamente. En este caso nos ponen en la visión de la familia Russell, compuesta por la Dra. Emma (Vera Farmiga), Mark (Kyle Chandler) y su hija Madison (Millie Bobby Brown), quienes tuvieron una pérdida importante con lo sucedido en la anterior película del 2014. Ellos, especialmente la doctora, serán un elemento importante para un intento de moralidad en la trama. También se involucra a una agencia “crypto-zoologica” llamada Monarch que intenta enfrentar o controlar a una cantidad de monstruos gigantes inusitada. Nos referimos a unos seres grandiosos, los verdaderos protagonistas, que incluyen a Mothra, Rodan, y King Ghidorah, entre muchos otros. Con Godzilla siendo el protector de nosotros, como apreciamos en el anterior film. Cantidad de monstruos aprobada, pero la calidad de peleas apenas logran aprobar. Las tormentas de lluvia y nieve molestan la visualización de algunas luchas. El arte visual de la primera (gracias a la fotografía de Seamus McGarvey y la dirección de Gareth Edwards) desaparece por momentos. En este caso la cantidad de lluvia quizá traiga traumas de lo visto en 1998, pero tranquilos, no es así de mala. El director y guionista de esta Godzilla, Michael Dougherty, junto al guionista Zach Shields, pareciera que les gusta tanto la nieve (Ambos vienen de la película «Krampus») que la utilizan en exceso en algunas partes de la película. Aun así, la presentación de los monstruos con esa iluminación de neón, brillante y excelsa, puede generar excitación en el espectador hasta el punto de gritar en el asiento y apoyar al gigante Gojira. Sin embargo, el exceso de este tipo de presentaciones quizá canse por momentos. Las peleas, a pesar de no ser tan claras en ocasiones, tienen sus planos enriquecedores que se apreciarían en su totalidad en una pantalla gigante. El sentido de dimensión que apreciamos en la primera película solo aparece en ciertos planos. Igualmente es muy difícil no sorprenderse en la magnitud y belleza de monstruos como Mothra o King Ghidorah. Por otro lado, las decisiones de los personajes de carne y hueso son cuestionables; intentan ser justificadas por un sobre explicativo primer acto que entorpece el desarrollo del guion. La narración vinculada a la familia trae un drama común, y quizá más elaborado que en la primera película. Sin embargo, el dolor de la pérdida de un ser querido no está para nada bien utilizado, otra vez. (recordemos que Bryan Cranston fue el único de los personajes que se destacó en la primera película). Mientras que en Godzilla: King of Monsters ninguna actuación destaca, Millie Bobby Brown quizá sea la que más sobresale, quedando bien parada y demostrando que puede hacer un personaje más allá de Eleven en «Stranger Things». Dejando de lado los personajes de carne y hueso, de las malas decisiones que cometemos los humanos, la situación moral ya vista, de dudar de Godzilla, entre otras cosas, acá vinimos a ver a los monstruos. A pesar de la destrucción que vuela a su alrededor, se puede apreciar lo imponente de las bestias. Con planos hechos para el trailer que son los que más se destacan. Como si fueran pósters para vender. La decisión de mostrar a Mothra fue la más acertada en esta película, con una imponente belleza que cualquier ojo apreciaría. Hay batallas entre ellos que podrían haber dejado mucho más, con alguna secuencia que podría haber durado varios minutos más, similar a la que vimos en la primera película. Los colores, el sonido y peleas en alta definición son los elementos que destacan. Además de una mención a la próxima película Godzilla vs Kong, y a una escena post-créditos que parece indicar que los monstruos llegaron para quedarse.
Un film monstruoso. La bestia colosal Godzilla regresa a la pantalla en esta secuela del film de 2014, presentándose como un evento mucho más grande e impactante al estar repleto de otros dioses/monstruos legendarios que resurgen para traer caos a nuestro mundo. El film de Michael Dougherty cumple en parte con lo prometido, ya que aquellos momentos que tienen a las fantásticas criaturas en escena rebozan de un despliegue visual enorme, al menos ocasionalmente. Pero es todo lo referido a construcción de personajes e historias donde el film desde un comienzo flaquea y no hace más que derrumbarse en su fallido desarrollo. Y a pesar que intenta a toda costa poder subsistir, pareciera quedar hundido por las gigantescas pisadas de los titanes. Es cierto que este tipo de blockbusters no han de ser vistos con una mirada demasiado analítica ni esperando un guion contundente que los acompañe, pero el film ni siquiera logra cumplir del todo el cometido de entretener y ofrecer un espectáculo en su larga duración de 131 minutos. Porque es en la forma torpe e incomprensible que se suceden y registran los eventos del film donde se hallan los problemas, algunos tan grandes como el monstruo que da nombre al film en cuestión. La historia sigue el drama familiar de los Russell, un ex matrimonio de científicos que perdieron un hijo en la catástrofe del primer film y que ahora separados velan por su única hija Madison (Millie Bobby Brown). La joven adolescente vive con su madre, la doctora Emma Russell (Vera Farmiga) quien trabaja para la agencia Monarch, encargada de ubicar en todo el mundo a los hibernantes titanes como Godzilla para evitar un nuevo desastre. Claro que esto no tardará en suceder. La presencia de otra organización liderada por Jonah Alan (Charles Dance) es la que toma el control de la investigación haciendo que, junto a Emma y su uso de un sonar bioacústico, controle uno a uno el despertar de las bestias. Todo este plan es lo que pone en marcha la presencia de los clásicos monstruos o kaijus, todos pertenecientes a las sagas cinematográficas japonesas de Godzilla, como la polilla gigante Mothra, la prehistórica ave de lava Rodan o la mítica hidra de tres cabezas Ghidorah. El fin de traer a estos titanes, en principio desconocido, se sostiene únicamente por un caprichoso y bastante pobre discurso ambientalista que posee más contradicciones que criterio a medida que avanza la trama. Es así como la historia se va conformando y dilatando en situaciones que tienen a los personajes manteniendo debates y conflictos entre ambas organizaciones y, en medio de ellas, al doctor Mark Russell (Kyle Chandler) intentando alejar de todo ello a su hija y ex mujer. Claramente un film de este tipo precisa que haya interacción entre personajes reales y una historia como sustento del combate entre titanes. Si tan solo se tratase de monstruos gigantes luchando entre sí agotaría su recurso en poco tiempo. Pero lo cierto es que no hay construcción alguna lo suficientemente bien realizada que justifique las situaciones protagonizadas por los humanos que interfieren y entorpecen algunos de los pocos mejores momentos que posee el film, como lo son el primer enfrentamiento entre Godzilla y Ghidora en la Antártida o el despertar apocalíptico de Rodan sobre las cercanías de una ciudad en México. El poderío visual del film se relaciona pura y llanamente con la imponente presencia de los monstruos, tanto sea en combate como en algunos momentos en solitario donde la belleza del CGI —al menos cuando está bien logrado— ofrece una variedad de imágenes que por sí solas son inolvidables, al contrario de lo que ocurre mayormente con la trama, y por ende con gran parte del film. Y es que también se hace casi imposible seguir con lógica los sucesos y diferentes momentos de peligros ofrecidos por la historia. La abundancia y una narrativa desprolija hacen que lo visto en pantalla colapse de manera caótica entre tanta espectacularidad alternada y fragmentada con subtramas que lo único que hacen es ganar tiempo en pantalla para un arco bastante simple que no requiere de ello. De esta manera, Godzilla 2: El rey de los monstruos se logra disfrutar cuando se centra en el espectáculo que su título ofrece, pero la mayor parte del tiempo, cuando no lo hace, resulta un film monstruoso, en el peor sentido de la palabra. No llega a ser un desastre del todo abismal, pero tampoco es un producto lo suficientemente entretenido o épico como para dejar una huella recordable tras de sí. Dicho esto, mejor poner a hibernar una vez más a los titanes, al menos hasta que la mirada de un director adecuado les brinde la gloria que estas criaturas legendarias se merecen.
Godzilla vuelve a defender su título de campeón mundial en reventar edificios en la secuela de Godzilla de 2014, que a su vez es la piedra basal de este nuevo universo de monstruos que Legendary (la productora en cuestión) ha denominado “Monsterverse” (sí, se mataron con el nombre). El otro ladrillo de este universo compartido es Kong: Isla Calavera que estrenó hace dos años. La secuela está dirigida por Michael Dougherty, que tiene pocos papiros como director (Trick´r Treat y Krampus), pero es reconocido en su faceta como guionista (habiendo estado en X-Men 2, Superman Returns, o X-Men: Apocalipsis). Michael tiene la difícil tarea de levantar un peso pesado que fue la película original, con su enfoque desenfocado y su rimbonbante estructura donde desaparecía al toque Bryan Cranston. Además, la ya nombrada Kong con su desparpajo de aventura había dejado la vara alta. Godzilla 2: El Rey de los Monstruos es sin dudas mejor que la primera, le da importancia al bicho del título, las peleas entre kaijus se entienden, y los personajes humanos son ridículos (como en tooooooodas las películas de monstruos), capaz su gran problema radica en forzar el crecimiento de este nuevo universo, olvidando un poco la película que están contando. Si hacemos un paralelo con el universo DC de las películas, Godzilla 1 sería Man of Steel (no se entiende que quisieron hacer, pero tenía cosas a explotar y sentó las bases de un nuevo universo), Kong sería Wonder Woman (divertida, fuera de la necesidad de armar un universo compartido, pero dejando entrever que hay algo mas), y Godzilla 2 sería Batman V Superman (el plan no tiene puto sentido, se gasta mucho tiempo abriendo las bases de las películas por venir, pero cuando llega la batalla de monstruos AGARRATE, porque es una fiesta total para los amantes del género). Acá (como en Batman V Superman), Godzilla no es el único bicharraco. Acompañan Mothra (la reina de los monstruos, la polilla gigante), Ghidorah (el dragón de tres cabezas, DAENERYS TELEFONO) y Rodan (un pájaro de fuego que tiene mucha pinta de un pokemon legendario – ojo con compartir más universos-). Estos cuatro monstruos principales serán el entretenimiento principal de este WWE de bichos gigantes, claro que habrá algunos más dando vueltas pero sin protagonismo (sí, el mono gigante también). ¿La historia? Godzilla desapareció después de los hechos ocurridos en 2014 (película original) y Monarca, la corporación detrás de la caza de estos monstruos está diseñando una máquina con un sonar que puede calmar o volver locos a los monstruos. En el medio una familia que perdió a su hijo por culpa del rey Gojira y unos eco-terroristas que buscan terminar con la mitad de la población y dejar que los monstruos retomen el control de la Tierra (THANOS, TELEFONO). Lo que sucede con los humanos carece de sentido y épica, Vera Farmiga (El Conjuro, Bates Motel) está desdibujadísima, Milli Bobby Brown (Eleven de Stranger Things) hace lo mismo que en la serie de Netflix, y Kyle Chandler (Super 8) nos quiere hacer creer que puede llegar a ser un héroe de acción. Una lástima haberle puesto tanto trabajo a los monstruos y poco a los humanos. Las explicaciones monstruosas navegan entre el mito, la ciencia, la ciencia ficción y la religión, y parecen ser una carta para poder explicar en cada momento cada cosa que pasa. A veces, a buen entendedor… Godzilla 2 es la película de monstruos que el Rey necesitaba (luego de varios intentos yanquis por adaptarlo) y puede tener un gran potencial si deja de querer vendernos un universo compartido y nos regocija con edificios estallando y gente a los gritos en las calles. Ahora, a esperar al 2020 por el encuentro entre el Godzilla y King Kong. Vayan haciendo sus apuestas.
Aunque el título local de “Godzilla, Kings of the Monsters” es “Godzilla 2”, el número se queda corto. Desde que el lagarto gigante radioactivo “Gojira” de Inoshiro Honda asoló al Japón en 1954, este monstruo inigualable generó una veintena de secuelas y un puñado de remakes y subproductos, incluyendo las excelentes películas previas a esta nueva entrada, ”Godzilla” de 2014 y la divertidísima “Kong Skull Island”, que sirve como preparacion del próximo contendiente del rey lagarto. Lo cierto es que, con tales antecedentes, era difícil pensar que se pudiera agregar algo válido al asunto, y justamente ese es uno de los mayores méritos de esta formidable producción que bien puede ser calificada como uno de los máximos films de monstruos de la historia del cine. El secreto del éxito de “Godzilla 2” no está tanto en los aspectos visuales -que vistos en 3D y en Imax son estremecedores-, sino más bien en un astuto guión que mide el ritmo y la intensidad dramáticas como si fueran partes de un engranaje diseñado para que la película literalmente no pare nunca, y cada nueva escena supere a las anteriores. No por nada aquí el director es el guionista tanto de esta como de la anterior película del 2014, Michael Dougherty. En una sólida actuación, la talentosa Vera Farmiga es una científica un poco loca que cree que más que combatir a monstruos ancestrales, como Godzilla, la polilla mutante Mothra o el pájaro vampiro Rodan, deben despertarlos gradualmente de su hibernación para crear un nuevo equilibrio ecológico. Lamentablemente el gradualismo falla y todos despiertan al mismo tiempo, para colmo acompañados del monstruo de tres cabezas King Gidorah. Hay también un subtexto sobre el cambio climático, ya que el despertar de cada monstruo implica cantidad de “ciclones, terremotos, erupciones, tsunamis y catástrofes a las que aún nadie ha tenido que darles nombre”. El tono apocalíptico no implica que se pierda de vista el humor, y si bien el espectador estará esperando la lucha entre los distintos monstruos, hay escenas de originalidad sorprendente, como el antológico despertar de Godzilla en medio de ruinas submarinas. Los monstruos nunca mueren, sobre todo cuando son resucitados con tanto talento e imaginación.
LONG LIVE THE KING Godzilla Si venís a ver una película esperando ver a Godzilla pelear contra cuanto Kaiju pueda, entonces estas en la película correcta. Godzilla (2014) fue un gran y refrescante reboot para el gigante del sol naciente, fue una pelicula que muchos no esperaban, me incluyo, y que sorprendio gratamente para luego anunciar el monsterverse ligado a Kong: Skull Island. Si ya para ese momento no te emocionaste con ver a estos gigantes pelear en el cine, con toda la tecnología actual, entonces esta no es tu película y te recomiendo que no sigas leyendo, pero si es tu tipo de película, entonces anda a verla al cine, por que no te va a decepcionar. Nadie va a estar decepcionado con Godzilla y compañia, la presencia de los principales antagonistas: Mothra, Rodan y King Ghidorah, además de conexiones con ‘Kong: Skull Island’, que esta presente por todos lados, es lo mejor de toda la cinta. O sea lo que te estoy queriendo decir es que la historia contada por los humanos queda en un segundo plano por que lo que se lleva la atencion son justamente los Kaijus y sus espectaculares batallas y claramente la destrucción que eso acarrea. Godzilla La historia la verdad es que es floja y el plot twist es obvio, pero no por eso arruina la película. La verdad es que la historia contada es prácticamente igual que la de la primera Godzilla, salvo por los pequeños cambios, la base es la misma, no te va a generar una sensación de “WOW” y el plot twist lo descubrís muy al principio de la cinta. Charles Dance (Game of Thrones), que es uno de los villanos de la película, casi no tiene relación con la historia por alguna razón y uno creeria que si por como te lo presentan. Sigue encantando me como actúa Ken Watanabe y representa lo que la humanidad debería ser y como actuar con Godzilla y no en contra de el. A nivel CGI todo los diseños recuerdan a sus orígenes de Toho (busquen los diseños originales) a la vez que se ven frescos y sinceramente fantásticos. En cuanto a Godzilla, como vimos al final de la película del 2014, está del lado del bien, a mi entender el bien no es la humanidad, si no que enfrenta a las otras criaturas por el simple de hecho de que están haciendo mal al planeta, básicamente la humanidad entra en esa categoría y Monarch lo sabe. Así que podríamos decir que Godzilla lucha contra el mal mayor que hoy son ellos, mañana quien sabe………………… La acción de los monstruos en esta película es de primera categoría en todos los ámbitos, ya sea cuando vez la forma en la que “nacen” o cuando luchan contra humanos o entre ellos mismos para demostrar quien es el macho alfa. Los efectos visuales son la clave, pero no es todo, también es el cuidado en el que se le dio a cada uno y que tengan su propia personalidad ¡las tres cabezas de Ghidorah tienen sus propios temperamentos! Para ir cerrando, al momento de finalizar la película no se vayan por que antes de que empiecen los créditos pasan noticias y recortes de diarios sobre el después de la batalla y de como Godzilla y compañía afectan al planeta y luego de los créditos hay una escena extra. Presten atencion a los créditos por que es muy gracioso que aparezcan los monstruos y digan que “hicieron de ellos mismos”.
Luego de los acontecimientos de Godzilla (2014) en la cual el reptil gigante despertó y arrasó toda San Francisco en su lucha contra dos MUTOs (Organismo terrestre no identificado masivo), toda la civilización se encuentra alerta de que otros monstruos milenarios puedan despertar. Para evitar que la humanidad desaparezca,la agencia criptozoológica Monarch se encarga de controlar a los titanes, mientras un grupo paramilitar que venera el verdadero orden natural con estos monstruos a la cabeza, buscará despertarlos a todos. Esto es sencillo. Sí te gustó la película de 2014 es muy factible que también te guste esta nueva entrega que es, apenas, un poco más ambiciosa. Pero si, como quien escribe estas palabras, Godzilla te aburrió, lo mismo sucederá acá. El principal fallo de de esta película -y de del monstruoverso en general- es darle demasiado importancia a los humanos, enfocándose en ellos y sus historias trilladas, mientras que Godzilla y el resto de los monstruos (quienes deberían ser los principales protagonistas) luchan de fondo y destrozan todo. Ya estamos cansados de ver a un grupo de científicos, soldados, etc, tomando las peores decisiones posibles solo para guiar la trama y que se vuelva "interesante", o aquel que se sacrifica épicamente para que el resto pueda sobrevivir. Lo vimos en Godzilla 1, lo vimos en Kong: Isla Calavera y lo volvemos a ver acá. Lo que queremos ver es a lo monstruos peleando, y a los humanos a un costado. Lo positivo de esta cinta es que abre el abanico de monstruos presentando nuevos titanes como Mothra, Rodan y el dragón de tres cabezas Ghidora. Todos con unos diseños espectaculares, pero que por la forma de estar montada las peleas con planos de milisegundos (vimos más de estos monstruos en los promocionales que en la misma película) no logra disfrutarse en su totalidad ni salvar un guion muy flojo. En principio a esta franquicia le queda una película más por el momento Godzilla vs Kong que esperamos, prometa una verdadera pelea entre estos dos titanes con poca participación de los humanos, y sino, le deseamos una muerte rápida y sin dolor a este monstruoverso.
El Kaiju más famoso de la historia es acompañado por varios de sus enemigos más emblemáticos.
De la mano de Michael Dougherty, el Rey de los Monstruos ha vuelto a la pantalla grande, y lo ha hecho de forma tan imponente que aplasta hasta la pantalla en la que se proyecta.
En la nueva manía hollywoodense por crear universos cinematográficos -véase el caso de Avengers o de El conjuro-, Warner Bros. y Legendary Entertainment crearon el MonsterVerse (protagonizado por Godzilla y King Kong). En esta ocasión llega a los cines Gozdilla 2: el rey de los monstruos. A diferencia de su antecesora (entrega a cargo de Gareth Edwards), en esta ocasión sí podremos disfrutar más tiempo de Godzilla en la pantalla. En esta segunda parte, el mítico personaje deberá hacerle frente a la casi veintena de monstruos -entre ellos Ghidorah, una especie de dragón gigante de tres cabezas– que Emma Russell (Vera Farmiga), una paleobióloga que trabaja para Monarch, trajo a la vida con el objetivo de restablecer el orden natural del mundo. La trama también se centra en Mark Russel (Kyle Chandler), un especialista en comportamiento de animales que, anteriormente, también trabajó para Monarch. Él se unirá a esta misión con el único objetivo de rescatar a su hija Madison (interpretada por la carismática Millie Bobby Brown), quien está ¿secuestrada? junto a Emma, su madre y ex esposa, respectivamente. En esta ocasión, la trama más mundana no tiene tanto peso en la historia, tampoco es que la del 2014 lo haya tenido, pero aun así estaba mejor desarrollada y era más fácil empatizar con los humanos. La película intenta dar un mensaje sobre cómo los seres humanos están destrozando el planeta Tierra y como la “madre naturaleza” cobrará venganza por esto -en determinado momento hasta se da un discurso bastante similar al de Thanos, el famoso villano de Avengers–. Aun así, esto queda como algo al pasar y no vuelven a ahondar en el tema. De hecho, cuando se descubre la verdadera identidad del villano principal (el monstruo, no el humano) se anula por completo este discurso. La resolución del conflicto es predecible. Es una película que en ningún momento sale de la norma: Hollywood en su estado más puro. Las cosas ocurren porque sí (o porque el guión así lo necesita). La parte más mundana (por así decirlo) de esta nueva trama no llega a ningún lado, y peca en exceso de los clichés más básicos que se puedan imaginar. Finalmente Godzilla 2: el rey de los monstruos, queda como una película superflua, sin nada que aportar más allá de un poco de diversión. Gozdilla 2: el rey de los monstruos es, lisa y llanamente, una película pochoclera. Cumple con el objetivo de entretener durante sus dos horas de duración (aunque le sobren varios minutos), pero no se le puede pedir más que eso. Funciona para aquellos que tengan ganas de pasar un rato con un film de acción y que no los haga pensar realmente en nada
Luego de los eventos vistos en la primera entrega, surge la organización Monarch, que se encarga de estudiar a los diferentes titanes que van saliendo a lo largo del planeta. Mientras tanto, un eco terrorista, Alan Jonah, se dispone a despertar a estos monstruos gigantes, entre ellos, el alfa y peligroso Ghidorah. No fuimos pocos los que al terminar de presenciar la entrega pasada de Godzilla, nos sentimos bastantes decepcionados. No solo porque al enorme lagarto apenas lo vimos en pantalla, sino que las actuaciones de los personajes humanos eran desastrosas. Eso, sumado a una muy discreta performance de Kong: La isla calavera, nos provocaba poco hype este universo compartido de monstruos. Por suerte alguien tomó nota de todo esto, y al fin, nos dieron una digna entrega del Rey de los monstruos. Godzilla: el rey de los monstruos es lo que toda monster movie debe ser. Presenta a los monstruos, los muestra en pantalla en todo su esplendor, y nos ofrece grandes secuencias de pelea entre los enormes bicharracos. Y es que por más que esto suene simple, parece que pocos son los cineastas que se dan cuenta que esto es lo que la gente quiere ver a la hora de pagar una entrada de dicho subgénero en el cine. Pero también se cometen algunos de los errores vistos en la anterior entrega. Principalmente el de darle demasiada pantalla a los personajes humanos, con sub tramas familiares y de redención que poco le importa al espectador, que solo quiere ver a monstruos rompiéndose la cara. Y de todos los intérpretes que reciben innecesarios minutos, sobresale Millie Bobby Brown. Nuestra querida Eleven es quien más tiempo en pantalla tiene; y si bien su actuación no es desesperante por ser un personaje insufrible, ni pésima por no tener talento; tampoco la vemos demasiado alejada a lo que hace en su serie. De todas formas, esto no implica que Godzilla, Mothra, Ghidorah y los demás titanes tengan su tiempo en pantalla para sacarse la madre. Y podemos ver todo con lujo de detalle, sabiendo donde se encuentra cada monstruo, e incluso los molestos personajes humanos. Aunque de nuevo, queda poco claro los tamaños cambiantes de los bicharracos, así como dependiendo la epicidad que se quiera dar a la escena, pueden caminar por determinadas superficies, a los segundos, hundirse en ellas. Godzilla: el rey de los monstruos es un paso adelante en este forzado universo compartido. Entretenida pese a sus dos horas, y con la destrucción que uno podría esperar de una monster movie, mejora varias de las falencias de sus predecesoras; aunque sin ser ninguna genialidad. Lo dicho, entretiene y listo.
Renacer de los titanes Fueron muchas las vidas que se perdieron durante el enfrentamiento entre Godzilla y los dos M.U.T.O.s al final de laprimera entrega, pero fue una en especial la que devastó a la familia Russell, un matrimonio de científicos empleados por la organización secreta Monarca. Tras la muerte de su hijo menor durante la destrucción de la ciudad, Mark (Kyle Chandler) renunció y se alejó de su familia, pero Emma (Vera Farmiga) continuó perfeccionando un prototipo que permitiera comunicarse con los Titanes o incluso dominarlos. Cinco años después y con Monarca habiendo dejado la clandestinidad, está preparada para probarlo con la criatura que tienen bajo custodia en una base de China, bautizada Mothrapor los científicos que la estudian. Con un sentido de la oportunidad único, pasan apenas minutos desde que el experimento es exitoso y la base secreta es asaltada por un grupo comando de ecoterroristas que se llevan a Emma junto a su hija, dejando un tendal de cadáveres y una criatura gigantesca a su suerte. Como tiene que ser en estas películas, su ex esposo es el único capaz de rastrear la señal del prototipo robado. Monarca vuelve a reclutarlo para que participe de la misión de rescate, temiendo que planean financiar su organización robando alguna de las criaturas que hibernan en las distintas bases secretas desparramadas por todo el planeta. Sus sospechas resultan acertadas, y un monstruo terrible es liberado en la Antártida sin que puedan hacer nada por contenerlo… más que observar cómo Godzilla emerge del mar para hacerle frente en otro capítulo de una milenaria rivalidad. Godzilla 2: Elefante en un bazar Siguiendo la línea de inspirarse principalmente en la versión japonesa antes que en la olvidable remake occidental de 1998, el titán protagonista de Godzilla 2: El Rey de los Monstruos está más cerca de ser una fuerza de la naturaleza que un villano que tiene a la humanidad como enemiga. Pero al mismo tiempo escucharon las críticas de la primera parte, y por más que hay algo de drama humano en el medio, la presencia de los titanes es mucho más frecuente y variada: y eso es lo que realmente queremos ver en una película de estas. Pedirle otra cosa que monstruos gigantes peleando y destruyendo todo a su paso es un absurdo, por lo que resulta fundamental verla con esos ojos para disfrutar de lo que propone. La trama es simple y funcional, lo suficiente como para disparar el conflicto mayor y llevar a encontrar una solución. Pero tanto los diálogos como las actuaciones son olvidables, por más de que pongan a la piba de moda (Millie Bobby Brown) para que figure en el poster. La mayoría de los personajes ni siquiera necesitan tener nombre, y algunas frases hasta pueden dar algo de vergüenza ajena, aunque también se sienten intencionalmente ridículas como parte de un chiste donde un lagarto gigante es capaz de pararse en pose de superhéroe o aparecer en el momento exacto para que sea más épico. Todo lo visual está diseñado para aprovechar el 3D en las escenas de acción, logrando que por más que sea de noche o estén en el medio de una tormenta, todo se vea y entienda más allá del caos de escombros. Algo fundamental para divertirse con los combates sin tener que andar adivinando quién está haciendo qué cosa. Si, lo digo por vos Michael.
Ya no se trata de un solo monstruo, el Godzilla mítico. Una empresa privada regentea en su poder a otros: Morhra, Rodan y otros recién llegados. Hablamos de un futuro donde la humanidad ha roto el equilibrio ecológico y poco le queda de vida en el planeta. Por eso, la lucha de Godzilla sus amigos y enemigos pueden restablecer ese equilibrio perdido y ayudar a florecer otra vez la tierra. Por lo menos así lo imaginaron en el guion el director Michael Dougherty, Zach Shields. Cuentan con un elenco de actores de lujo Vera Farmiga, Millie Bobby Brown (“Stranger things”), Ken Watanabe, Lyle Chandler, Sally Hawkins. ¿Cuentan los humanos cuando los monstruos son las estrellas? Hasta cierto punto. Sin dudas toda la saga de Godzillas tiene a sus fanáticos y aquí pueden darse un atracón en el “monsterverse” de la franquicia con un verdadero caos de CGI. Luchas de buenos y malos gigantes. En la historia una científica crea un dispositivo que puede calamar o enfurecer a sus cautivos. Después de la película anterior los políticos y la mayoría de los humanos quiere destruir a Godzilla y sus primos, pero luego se dan cuenta que es el único que nos salvara de otras bestias nuevas como Ghidora, de tres cabezas. A los monstruos los corporizan bien, pero no se les puede pedir que sean buenos actores, y si se olvida que los actores son los que le ponen la tensión a la historia, se llega a un pecado grave: aburre y se reitera. Hasta qué punto puede interesar que estos inmensos seres sean los únicos que pueden salvar el planeta a costa de destrucción y muerte. Cuesta creer que un argumento tan ingenuo despierte algún interés especial. Por lo demás entre oscuridades y efectos especiales esta guerra de gigantes se puede transformar en un show para fanáticos.
Restaurar el equilibrio Godzilla 2: El Rey de los Monstruos (Godzilla II: King of the Monsters, 2019) es una película de ciencia ficción y aventuras dirigida por Michael Dougherty, que también se ocupó del guión junto a Zach Shields. Secuela del filme Godzilla, estrenado en 2014, esta película conforma la tercera producción dentro de la franquicia de Legendary Entertainment denominada MonsterVerse ya que, gracias a la escena post crédito de Kong: La Isla Calavera (Kong: Skull Island, 2017) nos dimos cuenta que ésta también forma parte del universo de monstruos de Warner Bros. En esta oportunidad los protagonistas cambian y parte del reparto incluye a Vera Farmiga (El Conjuro, 8 Minutos Antes de Morir), Millie Bobby Brown (Stranger Things), Kyle Chandler (Noche de Juegos), Charles Dance (Tywin Lannister en Juego de Tronos), Ziyi Zhang, entre otros. Ken Watanabe y Sally Hawkins vuelven a repetir sus respectivos roles. La historia gira en torno a Emma (Vera Farmiga), científica que forma parte de la organización Monarca. Junto a su marido Mark (Kyle Chandler), ella creó el ORCA, una máquina que gracias a sus ondas bioacústicas permite controlar a los diversos titanes esparcidos por el mundo. En la actualidad, Emma está separada de Mark ya que los dos quedaron muy afectados por la muerte de su pequeño Andrew en el ataque de San Francisco. Madison (Millie Bobby Brown), la otra hija que comparten, vive con su madre pero continúa teniendo una buena relación con su padre a pesar de lo poco que lo ve. Cuando Emma y Maddie son secuestradas por el ecoterrorista Alan Jonah (Charles Dance), Mark y su equipo harán lo que sea para salvarlas. Sin embargo, las intenciones de Emma son inimaginables para su ex esposo. Como se puede ver por los pósters promocionales, las diferentes especies de kaijus abundan en este filme. La polilla Mothra, el pájaro Rodan que expulsa fuego y el imponente líder dragón de tres cabezas Ghidorah son solo algunos de los monstruos que despiertan y se convierten en una temible amenaza para la civilización. Es por eso que la cinta está colmada de escenas de acción, tantas que llegan a cansar e incluso molestar por el inagotable sonido que emiten los kaijus. Aparte de que la primera entrega de Godzilla lograba brindar un producto entretenido, la trama de los personajes humanos llegaba a importarnos. En este caso no sucede lo mismo y, aunque el debate de si los Titanes pueden coexistir con los humanos logra ser interesante, el guión falla en la ridiculez de sus giros. El arco narrativo del personaje de Vera Farmiga está mal planteado, por lo que no se llega a comprender las brutales decisiones que toma teniendo en cuenta que sigue dolida por la pérdida de un hijo. Con respecto a la fotografía, ésta da gusto de ver gracias a los tonos celestes eléctricos combinados con la oscuridad y destrucción. No obstante, el argumento aburre llegando a la conclusión de que aquí no existe un buen balance entre las escenas habladas y las peleas entre monstruos. Godzilla 2: El Rey de los Monstruos solo funcionará para aquellos a los que no les importe mucho la historia y solo quieran ver enfrentamientos entre titanes. Para los demás, hay otras opciones mucho mejores en cartelera.
Cuando se estrenó "Godzilla" en 2014, el éxito comercial fue casi inmediato; de 160 millones de dólares de producción llegó a recaudar más de 500 alrededor del mundo. Con lo cual, era imposible que un estudio importante como Warner no intentase aprovechar rápidamente la ocasión para dar inicio a una nueva zaga que homenajea y al mismo tiempo reedita y actualiza las aventuras que tienen al monstruo japonés, completamente icónico, como protagonista. De hecho, la versión del 2014 ha sido el puntapié para que la compañía comenzase a crear un nuevo Universo Cinemático de Monstruos, llamado MonsterVerse... y la franquicia Godzilla ya se ha echado a rodar y el año próximo se espera el estreno de “Godzilla vs. Kong” en donde se seguirá multiplicando la presencia de estos míticos personajes en la pantalla grande (e incluso la pantalla gigante, dado que esta segunda entrega de esta nueva saga, se estrena también en la versión en IMAX). “GODZILLA: EL REY DE LOS MONSTRUOS” tiene a Michael Dougherty detrás de la cámara. Como suele pasar con estos súper tanques, sólo es necesario que el director asignado se preste a cocinar la receta preestablecida con el desempeño más correcto que le sea posible y sin demasiado aporte de su propia creatividad. Es así como no hay ningún tipo de rastros de la personalidad del director: la propuesta del film se apoya fuertemente en la acción, los efectos especiales y el impacto que produzcan los monstruos en la pantalla, por lo tanto, la construcción de la puesta en escena que pueda hacer Dougherty sólo importa en tanto y en cuanto siga la fórmula que se espera para productos que tienen este prototipo y este estilo. Un cine de aventuras, con aroma a los viejos Sábados de Súper Acción, encuentra su primer y principal desacierto en la estructura del guión –que escribe el propio Dougherty junto Zach Shields- donde se pretende en reiteradas ocasiones explicar lo inexplicable, a base de largos párrafos en donde los protagonistas intentan dar sobreabundantes razonamientos de lo que van a hacer o del próximo paso a seguir. Es así como en la mayoría de las situaciones la palabra se antepone y le gana a la acción, y en el momento en que la acción se hace presente (que por cierto hay muchísimas más escenas de lucha que en la primer entrega) las tomas lucen confusas, como si a pesar de todo el presupuesto disponible se hubiese optado por la forma más desprolija y apresurada que podía tener la puesta en escena. Experimentos genéticos, manipulación de información confidencial, conflictos éticos y de poder, se entremezclan con un presunto mensaje ecologista que se agolpan y generan una superposición de temas sin un sentido dentro de una línea argumental que termina siendo un gran híbrido que transforma a “GODZILLA 2: EL REY DE LOS MONSTRUOS” en un pastiche de duración interminable, que sólo puede llegar a captar la atención de algunos de sus fanáticos por la aparición de diferentes criaturas que son lo más logrado de la película. Aparecen en esta ocasión Rodan, Mothra -la polilla gigante- y el archienemigo de Godzilla, Ghidorah, un dragón de tres cabezas con el que tendrá las luchas más aguerridas del filme, que permiten desplegar una parafernalia de efectos especiales y ediciones de sonido que, por momentos, son demasiado abrumadoras. La organización Monarch ha perdido el rumbo (al igual que la película en si misma) y Godzilla termina convirtiéndose en algo así como la última esperanza de la humanidad y por lo tanto, todo el grupo de los científicos deberán unirse en su “ayuda” para que vuelva a recuperar su lugar de rey entre las criaturas. En el grupo de los científicos, el reparto con el que cuenta el filme es realmente destacado aunque lamentablemente, por los mismos problemas apuntados en el guion, una talentosa actriz como Vera Farmiga luce completamente desprotegida y desamparada en un personaje al que no se le terminan de entender sus decisiones en ningún momento. Como si esto fuese poco, la película se da el lujo de desperdiciar en secundarios sin el más mínimo peso específico a Sally Hawkins, David Strathairn y Ziyi Zhang (de “Memorias de una geisha” y “El tigre y el dragón” entre otras). Corren con un poco más de suerte Ken Watanabe como el Dr. Serizawa (“Transformers” “El último Samurai” y la primer entrega de este nuevo “Godzilla”), Charles Dance como el más malo de todos –para lo que tiene un physique du rol idea- y el debut en la pantalla grande de la estrella juvenil de “Stranger Things”, Millie Bobby Brown, muchos de los cuales ya se enrolaron para seguir facturando en “Godzilla Vs. Kong”, la próxima entrega. Esperemos que se les caiga una idea…
Secuela del éxito de 2014, "Godzilla II: El rey de los monstruos", de Michael Dougherty, no sólo repara varios de los errores de su anterior entrega; finalmente le encuentra el tono exacto a una búsqueda que Hollywood emprendió hace décadas. Hay géneros o estilos que se asocian directamente con una cultura y su país de origen. Las artes marciales, los mechas, y el Kaiju, pertenecen a Oriente, principalmente a Japón. Internalizados en su cultura, de enorme popularidad. Hace décadas que Hollywood quiere meter su cuchara y replicar este estilo para meterse en una cultura que le es ajena, y también llevarla al resto del mundo (Occidente). Con las artes marciales y los Mechas - robots gigantes tripulados por humanos – tuvieron mejor suerte (con los Mechas parcialmente); pero los Kaijus resultaron un hueso duro de roer. Para quienes no sepan qué es un Kaiju, nos referimos burdamente a las películas de monstruos gigantes – o kaijus – atacando gente en una gran ciudad. King Kong fue lo más similar que Hollywood creo en este sentido, pero no mantiene los mismos códigos. El máximo exponente de los kaijus, Gojira, traducido a Occidente como Godzilla, es un objeto de obsesión para la meca del cine de este lado del mundo. No solamente adquirieron los derechos del film japonés original de 1954 para distribuirlo en todo Occidente, cambiándole el nombre (como ya establecimos), sino realizándole un nuevo montaje acorde a sus intenciones. Llegaron a algún acuerdo para que Godzilla pueda pelearse en alguna película contra King Kong en una búsqueda de equipararlos; y trataron de crear su propia versión o remake del personaje. Todos nos acordamos del alemán más yanqui, Roland Emmerich queriendo hacer en 1998, un Godzilla que tenía más de "El mundo perdido: Jurassic Park" que de "Godzilla"; y en 2014 parecía que iba a haber revancha cuando la propia compañía Toei intervenía en una nueva adaptación que prometía en los papeles ser más fiel. El resultado fue un film muy taquillero pero que dejó contestos a pocos. Mucho drama familiar irrelevante e inverosímil, un amague constante e irritante en mostrar a las criaturas, y un juego de niebla y sombras que hacía que lo que queríamos ver, no se viera. El taquillazo abrió las puertas a un nuevo universo de películas (una especie de monsterverse, o kaijuverse), pero había que hacer borrón para volver a conquistar y generar expectativas. La fe se renovó hace dos año con la satisfactoria "Kong: La isla calavera"; y se confirman con creces en "Godzilla 2: El rey de los monstruos". Primer medida, adiós director y guionista. Hay que hacer todo nuevo. Garreth Edwards, Max Borenstein, y Dave Callahan; fueron remplazados por el menos pretencioso Michael Dougherty en dirección, y Zach Fieds en el guion. ¿Cómo sigue el asunto? "Godzilla 2: El rey de los monstruos" se ubica años después de los hechos de la anterior entrega. Otra vez el centro vuelve a ser una familia, y con un matrimonio de científicos, pero no teman, no van a ver nada de la telenovela anterior. Una primer secuencia nos establece que Mark y Emma Russell (Kyle Chandler y Vera Fármiga) perdieron un hijo en el ataque de Godzilla. Actualmente Emma vive con la otra hija de ambos, Madison (Millie Bobby Brown), y Mark está apartado del hogar luego de atravesar una etapa autodestructiva y continuando su tarea de campo como zoologo investigador. Un detalle, Emma, que es bióloga, y Madison; viven en una suerte de vivienda bunker en medio de una selva en China dentro de una reserva ecológica privada ropiedad de la coroporación Monarca, que les sirve para investigar a las nuevas especies gigantes. Emma diseño un sistema llamado Orca, que permite, mediante la mezcla de distintas ondas sonoras animales, comunicarnos con los kaijus, con la idea de lograr convivencia. Pero algo ocurre, un grupo comando, liderado por el activista Jonah Alan (Charles Dance) interrumpe, desbarata los planes en los que están involucrados los militares y se llevan a Emma y Madison junto al prototipo comunicacional. Mark es advertido, regresa, y se une a los doctores Serisawa (Ken Waranabe), Graham (Sally Hawkins), Stanton (Bradley Withford), y Chen (Zhang Ziyi); además de los militares que comandan el operativo. Paralelamente, surge una nueva amenaza, un nuevo kaiju, que se une a los tres ya existentes, y parece más despiadado y letal que los otros, la serpiente alada de dos cabezas King Ghidora. Desde las primeras escenas notaremos que el drama familiar de los Russell, en esta ocasión, carecerá de un peso fundamental. Todos los personajes humanos serán piezas que están ahí en función del verdadero show, la rosca de monstruos. Hasta ahora, el gran problema de Hollywood queriendo adaptar Godzilla era que quería trasladar su estilo, similar al de una película catástrofe, a una historia de neto corte en cultura japonesa, y el híbrido nunca es satisfactorio. "Godzilla II: El rey de los monstruos" es un film de kaijus puro. Los humanos están para ser lazos conectores, correr, gritar (la mayoría de las veces, antes de ser comidos o aplastados), y espetar todo tipo de frases de manual sin demasiado sentido. No, no intenten analizarla de ningún modo en sentido serio. Las películas kaijus tienen un importante grado de comedia y delirio, y en este código encontramos a "Godzilla II: El rey de los monstruos". Algunos personajes pegan un giro, y la justificación de su accionar no tiene sentido; y no importa, es lo que queremos ver. Serisawa, un personaje que regresa de la primera película, encuentra el tono que en la anterior no hallaba por ser demasiado seria. Un científico japonés que cada frase que arroja es una suerte de mantra o frase hecha; acá redobla la puesta, sus frases son mucho más obvias, pero se nota una autoconsciencia en hacerlo exacerbado, y hasta expresarlo abiertamente en alguna línea de diálogo. Como si no fuese suficiente con Serisawa, Chen, es otro personaje en la misma línea. Dos puntos muy altos de la película, reforzados por la presencia de los astros japones Ziyi y Watanabe. Esta vez, a los kaijus sí que se los ve bien, y sus diseños son increíbles. Por fin podremos ver a Godzilla, Mothra, Rodhan, y King Ghidora, pelear como se debe, sin amagues, con buenos efectos, y un apartado visual, y sobre todo sonoro, que la hacen ideal para ser vista en la mejor pantalla posible ¿IMAX, 4D? Bienvenido. La historia de los kaijus es respetada casi a rajatabla, se habla de los dioses ancestrales, de los reconstructores de equilibrio original, del alienígena que viene a romper con ese orden, y Godzilla se muestra como el protector que queremos,. Se nota la preocupación por ser fieles. Aquellos que no estén familiarizados con el estilo kaiju, quizás le encuentren varios errores relacionados a la falta de lógica. Esta película es para fans. Los kaijus no tienen lógica, son monstruos rompiendo ciudades, y cuanto más delirio incongruente haya, mejor. Está la música, y los guiños de todo tipo, para que el seguidor de Godzilla aplauda. También se va a sentir la presencia de Kong para la ya anunciada secuela. Dougherty, que ya había demostrado saber manejar films de género con mucho entretenimiento como "Trick or Treat" y "Krampus", es el director ideal para esta propuesta que ni intenta tomarse seriamente. El ritmo no se detiene nunca, no es convulsiva, pero sí muy enérgica; los gags se disparan contantemente, y la mayoría son muy efectivos. El elenco, plagado de figuras importantes, todos están al servicio de lo que pide la película, sobreactúan, se creen sus parlamentos ridículos, y se les nota la química de estar pasándola bien. El único que pareciera sobrar es Thomas Middleditch como un innecesario e ineficaz comic relief, en una película en la que todos están graciosos naturales, y más certeros. La sala vibra ante cada golpe o sacudida, se llena de colores con cada enfrentamiento, y nosotros aplaudimos, "Godzilla II: El rey de los monstruos" es justo la película que queríamos ver, máxima diversión. Long live the King.
Tan famoso como cualquier monstruo occidental, Godzilla nace en Japón en la década del "50 de la mano del productor Tomoyuki Tanaka, inspirado en una película de monstruos del norteamericano Lourie del año "53. Con un grande de los efectos especiales (Tsuburaya) y un asistente de dirección del gran Akira Kurosawa, Ishiro Honda, el terceto fue gestor de la primera película con el monstruo que arrasó, dejando el camino libre para las futuras. El filme de Michael Dougherty, guionista de "X-Men 2" y "El retorno de Superman", se inspira en la película de 2014. En el nuevo filme se habla sobre la Agencia Monarca de Criptozoología, dedicada al estudio y control de animales se supone que desaparecidos o mitológicos, y que da a conocer el peligro de estos monstruos. Advertidos los gobiernos internacionales de la aparición de semejantes titanes, nombres como Godzilla, Monthra, Rodan (el alado) y Ghidorah (con tres cabezas) serán las mascotas contra las que habrá que luchar mientras compitan por su supremacía. Alrededor de tamaños renacuajos giran los más variados personajes, con una trama base en la que una madre, la doctora Emma Russell (Vera Farmiga), y su hija adolescente, que son secuestradas por un ecoterrorista que lucha por salvaguardar el planeta, mientras el padre y esposo es convocado por la agencia Monarca. Paralelamente, se suman personajes, algún excéntrico admirador de monstruos como el doctor Serizawa (Ken Watanabe), y otros ignotos que observan, reflexionan y aconsejan respecto de la tragedia que se amplía al resto del universo. Todos de alguna manera forman parte de la lucha desigual que se desarrolla en distintos lugares del planeta, en el cielo, en el agua o en la tierra, donde la guerra global desató un infierno. APOCALIPTICA "Godzilla II: El rey de los monstruos", con diálogos y actitudes en general inverosímiles, desborda en una parafernalia de efectos especiales en que chocan semejantes bicharracos con un aglutinamiento de aquelarre, ayudados por claroscuros y humos varios (como en un concierto de rock). La sensación es verdaderamente apocalíptica y ningún admirador de este tipo de filmes se va a sentir defraudado. Todo con la ayuda de tecnología de primera, música vibrante, con alguna que otra dimensión cósmica y, según los adeptos, utilización de ritmos originales de la saga oriental. Por supuesto, hay confrontaciones humanas de los audaces, los solidarios y los más o menos activos, que hacen lo que pueden en esta plataforma desigual donde lo único válido es jugar a ver quién aguanta más. Reiterativa por momento, sorprendente a veces, con algún nuevo gorgojo amenazante al que no le hacen mella aviones supersónicos o nuevas armas en calidad de prueba, "Godzilla II..." cumple con los mandatos del género y agota un impactante escenario visual.
Después de cinco años de lo sucedido en la Godzilla dirigida por Gareth Edwards, Godzilla 2: El rey de los monstruos viene a plantear un mundo caótico al que los gigantescos dioses que gobernaron la Tierra hace millones de años regresan para restablecer su equilibrio natural. La película es la tercera entrega, después de Kong: la Isla Calavera (2017), del MonsterVerse creado por Warner Bros y Legendary Pictures. Antes de seguir es necesario señalar que la tosquedad de este tipo de producciones es directamente proporcional al dinero invertido. Suscribirme CARTELERA AGENDA CINE MÚSICA TEVE PERSONAJES ESCENA COMER Y BEBER MIRÁ ARTES MEDIOS LA VOZ MUNDO D Inicio Lo último Popular Perfil Micael CINE GODZILLA 2 La revolución de los titanes: cuatro estrellitas para "Godzilla 2" Godzilla 2: El rey de los monstruos es un espectáculo desaforado y ruidoso, que está a la altura de su mítico protagonista. Es un espectáculo felizmente atolondrado. Godzilla 2: El rey de los monstruos Godzilla 2: El rey de los monstruos JESÚS RUBIO Sábado 01 de junio de 2019 - 15:00 Después de cinco años de lo sucedido en la Godzilla dirigida por Gareth Edwards, Godzilla 2: El rey de los monstruos viene a plantear un mundo caótico al que los gigantescos dioses que gobernaron la Tierra hace millones de años regresan para restablecer su equilibrio natural. La película es la tercera entrega, después de Kong: la Isla Calavera (2017), del MonsterVerse creado por Warner Bros y Legendary Pictures. Antes de seguir es necesario señalar que la tosquedad de este tipo de producciones es directamente proporcional al dinero invertido. Y aquí el presupuesto es abultado y por lo tanto todo es más grande, más exagerado, más bochinchero. Si la anterior Godzilla empieza con un lento desarrollo y el monstruo principal tarda una hora en aparecer, en esta secuela dirigida por Michael Dougherty la acción arranca de entrada y no se detiene hasta los créditos finales. De hecho, la película empieza con el personaje de Vera Farmiga en medio del caos desatado en San Francisco en 2014, para luego ubicarse en el presente y continuar por dos horas con una película mastodóntica de espíritu clase B y pulso catastrofista. Una de las virtudes de la película es que presenta a cada uno de sus personajes (tanto monstruos como humanos) sin mermar nunca el ritmo agitante de la acción. En una de las bases de Monarca, la organización que se encarga de estudiar a las bestias prehistóricas, la doctora Emma Russell (Farmiga) y su hija (Millie Bobby Brown) presentan a Mothra, la mariposa gigante que, por el momento, está del lado del Bien. También se presenta a ORCA, un dispositivo que permite controlar a los monstruos. Luego viene la presentación del villano interpretado por Charles Dance y del enemigo principal: King Ghidorah, el monstruo de tres cabezas. La naturaleza tiene el poder para restablecer el equilibrio. Godzilla es ese poder y es el último en aparecer. Todas las presentaciones están muy bien logradas a pesar de la saturación de CGI (Imágenes Generadas por Computadora) y del constante movimiento de cámara. Sorprende, además, la capacidad de la película para hacer comulgar la cultura pop con lo científico, el mensaje ecológico con los géneros populares, lo mítico con el drama familiar, la política con el espectáculo masivo. Es cierto que cuenta con el guion modélico de las superproducciones, pero también es cierto que cuenta con la suficiente solidez para aguantar los embates de las licenciosas pero siempre necesarias subtramas. Sin embargo, la mayor virtud de la película es la preocupación por el prójimo que demuestran sus personajes, a tal punto que son capaces de sacrificar sus vidas por la humanidad. Godzilla 2: El rey de los monstruos es cine consciente de su ridiculez, un espectáculo felizmente atolondrado y orgulloso de su trazo grueso y su ruidosa pirotecnia de efectos especiales, un entretenimiento hiperkinético con banda sonora machacante, que no permite que el espectador se distraiga un segundo gracias a su frenética sucesión de escenas apocalíptico-apoteósicas.
“Godzilla II: El rey de los monstruos”, de Michael Dougherty. Por Jorge Bernárdez Cuando éramos chicos, allá por la década del ´70 del SXX, no nos cansamos nunca de ver a Godzilla destruyendo Tokio y dentro del universo nada expandido de los cuatro canales en blanco y negro esas películas japonesas de monstruos raros y superhéroes más raros eran claramente una diversión infantil estaba lejos la idea de que el cine de esa clase tuviera prestigio y dominara el mercado. Hace unos años reapareció Godzilla desde lo profundo del mar y ahora sí estaba acompañado de un gran presupuesto y no parecía más que una cosa de gomaespuma con un cierre relámpago. Esa película no estuvo mal pero la idea de que creciera nos parecía medio rara, básicamente porque nos olvidamos o nunca anotamos o nunca nos avisaron el detalle de Godzilla no era el único bicharraco que iba a despertar el ser humano en su inconsciencia. Ahora llegaron el resto de los monstruos y Gojira o Gozilla, como les guste nombrarlo, dejó de ser temible y el ser humano lo recrea de energía eléctrica para que pueda cargarse a Mothura y a todos los otros bicharracos. Esta segunda parte es prácticamente imposible de entender, llena de jerga pseudo científica y una villana humana que no es tan villana como el villano real que anda por ahí tratando de que el mundo estalle por los aires. Este Godzilla es un gordo bonachón casi, hasta se le adivina una sonrisa, se mueve con la agilidad del muñeco de los neumáticos de Michelin, pero tira unos rayos que mama mía. Además de que los diálogos rozan lo ridículo, las peleas no se entienden porque es siempre de noche y hay tormenta. Digamos que lo que importa es que queda pendiente la lucha de fondo que es la de Godzilla con King Kong y eso es lo que nos espera. parece que no importa el resultado en taquilla la próxima película ya está en marcha y en esta se adelanta con escena de post créditos y todo la batalla final. GODZILLA II: EL REY DE LOS MONSTRUOS Godzilla: King of the Monsters. Estados Unidos/Japón, 2019. Dirección: Michael Dougherty. Intérpretes: Kyle Chandler, Vera Farmiga, Millie Bobby Brown, Bradley Whitford, Charles Dance, Thomas Middleditch, Sally Hawkins, Aisha Hinds, Ken Watanabe, Randy Havens y Anthony Ramos. Guion: Michael Dougherty, Max Borenstein y Zach Shields. Fotografía: Lawrence Sher. Música: Bear McCreary. Edición: Roger Barton, Bob Ducsay y Richard Pearson. Distribuidora: Warner Bros. Duración: 131 minutos.
Lucha de Titanes. Crítica de “Godzilla 2: El Rey de los Monstruos” ACCIÓN, CINE, CINE DE GÉNERO FANTÁSTICO, CRITICA, ESTRENOS, INTERNACIONAL La humanidad está al borde de la extinción luego de que antiguas superespecies, que se creían eran tan sólo un mito, resurgen a la superficie para luchar por la supremacía del planeta. Por Bruno Calabrese. “Godzilla 2: El Rey de los Monstruos” es parte de Monsterverse, una propuesta de Warner Bros. La misma funciona de una manera parecida al Universo Cinematográfico de Marvel que, para bien o para mal, desde su aparición en el 2008 ha influido en las decisiones y estrategias comerciales de los grandes estudios. Monsterverse arrancó en el 2014 con “Godzilla” y siguió con “Kong: la Isla Calavera” en el 2017. Para el 2020 han anunciado una película en la que el lagarto inmenso y King Kong se verán las caras. La versión de “Godzilla” de 2014 fue la mejor película hoollywoodense del célebre monstruo japonés, luego de lo decepcionante que resultó la versión del año 1998. En aquella película, el director Gareth Edwards (quien luego dirigiría la genial “Rogue One: A Stars Wars Story”) volvió a las fuentes y abordó el film con una trama que rememora el dramatismo que tuvieron la obra original de Ishiro Honda de 1954 y El regreso de Godzilla (1984). Inclusive el monstruo recuperó el aspecto tradicional de los filmes de los estudios Toho. Lo único cuestionable de la película fue el hecho de que Godzilla tarda en aparecer en acción, pero resultó una interesante intro para su continuación. Los únicos sobrevivientes de la primer película son Ken Watanabe y Sally Hawkins, quienes interpretan a los científicos de Monarch, Ishiro Serizawa y Vivienne Graham. A ellos se le suman Vera Farmiga (Bates Motel) como Emma Russell, una paleobióloga que trabaja para Monarch, Kylle Chandler (Bloodline) como Mark Russell, el ex marido de Emma y Millie Bobby Brown (Strangers Things) como Madison Russell, la hija de ambos. La película arranca en el preciso instante en que Emma y Mark buscan a Andrew, su otro hijo, entre un montón de escombros que dejó el paso de Godzilla por San Francisco. Inmediatamente la película pega un salto en el tiempo para mostrarnos a la madre tratando de superar el duelo por la pérdida de su hijo, pero metida en un proyecto que trata de conectar a los seres humanos con otros titanes como Godzilla que aparecieron congelados en distintas partes del mundo. En el momento de generar contacto con un titán, Emma y su hija son secuestradas por Alan Jonah (Charles Dance, conocido por su papel de Tywin Lannister en Game of Thrones), un antiguo coronel del ejército británico, quien ahora lidera a un grupo de paramilitares ecoterroristas que tienen como objetivo liberar a todos los titanes. Esto hace que Mark, junto a integrantes de Monarch, emprenda la búsqueda de su hija y la madre. A la vez que tratan de impedir que los ecoterroristas comiencen a provocar la liberación de todos los colosos, lo que provocaría una catástrofe mundial. En este Godzilla 2019, el lagarto colosal aparece enseguida en acción y lo conoceremos más de cerca. Pero no está solo, también aparecen su archienemigo King Ghidorah (el dragón de tres cabezas), Rodan (una bestia voladora) y Mothra (una polilla gigantesca). Aunque no presenta nada nuevo en materia de efectos, las escenas de lucha, y sobretodo la batalla final, son avasallantes, en materia sonora y visual (sobretodo para aquellos que vayan a verla en 3D). Muy similar a la maravillosa “Pacific Rim” de Guillermo Del Toro, las luchas se dan en ámbitos llenos de oscuridad, sobre todo cuando Godzilla se enfrenta a Ghidorah, quien a su alrededor trae tormentas devastadoras. Pero la falla está en el núcleo emocional de la película. El mismo no es creíble y lo que está en juego queda desdibujado por actuaciones desapasionadas. Cuando uno mira el elenco, piensa que la película gana en calidad, pero no es así. En el film del 2014, Bryan Cranston y Juliette Binoche, en su roles protagónicos, muy bien secundados por Elizabeth Olsen y Aaron Taylor-Johnson, logran transmitir dramatismo que cada situación requiere; acá no pasa lo mismo. Esta vez, las escenas dramáticas pasan sin pena ni gloria, sin generar en el espectador el impacto seguramente deseado por el director. Sin ir más lejos, algunos personajes mueren y casi que no nos vamos a acordar en que momento sucedió. Esto hace que por momentos la película decaiga en el ritmo y se vuelva repetitiva, sin lograr que uno conecte o genere empatía con los personajes humanos. La situación solo es remontada cuando aparecen los titanes en escena, más por espectacularidad visual y por los efectos sonoros que por la trama en sí. “Godzilla 2: El Rey de los Monstruos” no trae nada nuevo a la cinematografía del clásico titan japonés, pero apabulla con la espectacularidad de las luchas épicas de los gigantescos monstruos. Una película para disfrutar en el cine y que a más de uno puede dejar satisfecho, pero que rápidamente pasará al olvido, o al menos con la esperanza que en “Godzilla vs Kong” en el 2020 la cosa mejore. Puntaje: 60/100.
En 2014 llegó a las salas una nueva película de Godzilla, uno de los personajes más populares de la cultura japonesa, esta vez como una coproducción entre el país nipón y Estados Unidos. Lo interesante del film fue que consiguió abordar un costado más humano y dramático, además de mostrar al rey de los monstruos. Esto provocó que la cinta agradara a aquellos que buscaban una historia con más sustento que simplemente efectos especiales pero que no termine de convencer a los fanáticos que se quedaron con ganas de ver más escenas del protagonista. Es así como años después llega esta secuela de Godzilla con un resultado totalmente opuesto, que sigue sumando fanáticos y detractores por igual. “Godzilla 2” se centra en la agencia Monarch, donde sobresale la figura de la Doctora Emma Russell (Vera Farmiga), quien dirige un grupo que busca poder comunicarse y controlar a los titanes que fueron apareciendo en distintas partes del mundo. Pero cuando logren crear una máquina que les permita cumplir con esta tarea, se verán amenazados por Jonah Alan (Charles Dance), un fanático activista ecológico que tiene el deseo de librar a todas las criaturas. Es así como Monarch deberá encontrar la manera de salvar al Planeta con la ayuda de Godzilla. A diferencia de la película de 2014, la historia que ahora nos convoca deja de lado el drama humano para presentarnos una historia sencilla, lineal, donde se priorizan las peleas entre los monstruos, dejando conformes a quienes querían una cinta más espectacular y decepcionando a aquellos que preferían continuar teniendo una trama más profunda. Por momentos, y al tener continuos enfrentamientos, el film se vuelve un poco monótono con algunas secuencias repetidas (por ejemplo las apariciones de Godzilla ante un peligro) haciendo que le sobren un par de minutos. En este sentido, tenemos un elenco de renombre que no está del todo aprovechado por esta cuestión de que el argumento no tiene tanto peso en la historia. Existen algunos personajes que no aportan mucho al relato o cuya composición no está del todo desarrollada. De todas maneras, los actores realizan una buena labor a la hora de interpretar a sus personajes, sobre todo Vera Farmiga y Kyle Chandler. Por otro lado, nos encontramos con algunas cuestiones de guión que van más allá de una simpleza o falta de profundidad, sino que se realizan algunas elipsis narrativas o continuidades de los personajes poco convincentes o se sobre expone cierta información de forma innecesaria. De esta forma, los aspectos técnicos son los que más se destacan dentro del film, con una gran composición de cada uno de los monstruos, un gran trabajo de CGI, fotografía y efectos especiales que sobresalen principalmente durante los enfrentamientos de los titanes y la destrucción de las ciudades. Capaz tenemos un exceso de villanos, pero en este film se busca sobre todo la espectacularidad. En síntesis, para todos aquellos que buscaban en la primera parte de “Godzilla” más espectacularidad, más monstruos y peleas, seguramente queden muy conformes con el trabajo que se realizó en esta secuela, mientras que aquellos que celebraban la mezcla entre enfrentamientos y drama humano quedarán algo decepcionados. Pero no hay dudas de que “Godzilla 2” nos ofrece, pese a algunas fallas, un espectáculo del bueno.
La finalización de una etapa cúlmine dentro del estudio Marvel hace escasas semanas ha permitido que el espectador respire, recargue energías y enfoque su atención en otros universos, puntualmente en el MonsterVerse creado por Warner Bros. Por más tumbos que siga dando con el malogrado universo interconectado de superhéroes de DC, en tan sólo tres películas los habitantes originales de la Tierra han demostrado su dominio por sobre la raza humana con las espectaculares Godzilla en 2014 y Kong: Skull Island en 2017. Pero nada nos podía preparar para el festín de titanes que les depara en Godzilla: King of the Monsters, un fabuloso monster mash no exento de falencias, que subsana con un espectáculo visual que sobresale en un 2019 repleto de blockbusters.
Volvamos al año 2014… la gente estaba eufórica por el resurgir de uno de los monstruos más queridos e icónicos de la pantalla grande. Lejos de las producciones asiáticas -Toho- Warner se puso la camiseta y dejó la primera película de una saga de monstruos gigantescos para que el público pudiera ver con lujo de detalles la majestuosidad de lo que se venía. Pero las cosas no fueron positivas: Godzilla (2014) dirigida por Garreth Edwards fue una de las más grandes decepciones de aquel año y la gente, que quería ver a Godzilla rompiendo todo, se tuvo que contentar con meros minutos de destrucción con un guión pobre y un desperdicio de talento actoral. Ahora estamos en el año 2019 y tenemos la secuela (además de una spin off con King Kong) dirigida por Michael Dougherty. En Godzilla King of The Monsters esperamos que nos ofrezcan todo aquello que nos prometían: peleas de monstruos gigantes y destrucción a gran escala, ahora bien, las cosas no salen del todo bien. Hay peleas aseguradas y tenemos sobredosis de monstruos no obstante todo esto se siente desconcertante por los fallos de guion, actuaciones y sí, de los monstruos en si. Punto a favor: la película se esfuerza por expandir este universo de monstruos monumentales de una forma única, vemos un cierto renacer de estos titanes ancestrales. Estos seres se muestran con una belleza deslumbrante – en el caso de Mothra – y también, como una amenaza latente – Ghidorah -. Tenemos conseguidas presentaciones de todos los monstruos pero a la hora de mostrar su evolución, su desarrollo y objetivos solamente son bolsas de arena con órganos. Vera Farmiga, Kyle Chadler, Sally Hawkins, Charles Dance y Ken Watanabe se esfuerzan para dar un toque de humanidad a una historia que se siente completamente artificial; todos ellos a pesar del esfuerzo fracasan en sus roles y ofrecen hilarantes situaciones en momentos que no tendrían que serlo. Duele ver a Watanabe y Farmiga expresando sus respectivas líneas de forma penosa pero lo peor de todo este embrollo actoral es: Millie Bobby Brown. Esta joven actriz merece un retiro prematuro al terminar su serie Stranger Things ya que no pega absolutamente una sola línea. Nos harían un favor y se ahorrarían unos cuantos dólares sacando a Brown de la industria. Si lo que desean es ver una película que muestre a monstruos gigantescos dándose sopapos y reventando todo Godzilla King of The Monsters cumple aunque no llega a demostrar el verdadero poder que podría tener esta franquicia. Segundo round y las cosas no se ven para nada bien. Valoración: Regular.
Hollywood insiste con Godzilla. Después de un fallido primer intento de traer a la actualidad aquel legendario monstruo japonés creado después de la segunda guerra mundial por los estudios Toho (la película de 1998 dirigida por Roland Emmerich que no es tan mala como muchos la recuerdan), y de una suerte de remake de cuatro años atrás que intentaba volver al estilo del subgénero kaiju propios de las originales (pero que sustituía el asombro por la solemnidad), ahora tenemos una secuela libre en la que la atracción principal pasa por poner a Godzilla del lado de los buenos y rodearlo de otros monstruos clásicos como Mothra, King Ghidora y Rodan para que se agarre a piñas con ellos. Bajo esa premisa, hay que reconocer que Godzilla: El rey de los monstruos cumple con su objetivo, ya que los mejores momentos del film se encuentran en los tremendos enfrentamientos que tiene el coloso verde contra sus pares, todo capturado con mucho vértigo y espectacularidad por el director Mike Dougherty (el mismo de Krampus: El terror de la navidad y Terror en Halloween) y por un ejército entero de diseñadores de efectos especiales. Lamentablemente, como ya pasó con las anteriores versiones, el problema en este tipo de películas siguen siendo los humanos, y la cosa empeora cuando ellos ocupan la mayor parte del metraje como sucede aquí. Es que en medio del caos apocalíptico que generan Godzilla y sus amigos (entre ellos, un dragón de tres cabezas y una mariposa gigante) tenemos que soportar un drama familiar muy poco interesante entre una pareja de científicos y su hija mayor (la estrella de Stranger Things Millie Bobby Brown, que no tiene mucho que hacer acá salvo gritar y poner caras de pánico cada dos segundos), además de unas subtramas innecesarias que incluyen a un grupo ecoterrorista que busca liberar a las bestias para restaurar el orden en el planeta y a varios investigadores tontos que tratan funcionar fallidamente como comic-relief entre tanta destrucción a su alrededor. Solo Ken Watanabe como el Doctor Serizawa logra darle cierta profundidad y nobleza a su papel; la escena final de su personaje es el único momento en el que esta secuela logra generar algún tipo de emoción. Sin duda el interés del director se encuentra en las luchas entre los titanes por el dominio de la Tierra. Pero, si bien hay muy buenos momentos de peleas entre monstruos, es tal el volumen de la destrucción que producen (con ciudades enteras decimadas y volcanes en erupción) que uno no puede dejar de sentir cierta distancia ante los niveles apocalípticos con los que se decide romper todo. Habrá que ver si Godzilla vs. King Kong consigue devolverle algo de dignidad a estos personajes legendarios de la historia del cine; de lo contrario, será mejor dejar que estas bestias descansen en paz por un buen tiempo.
EL IMAGINARIO SUPERANDO A LA HISTORIA Si todo se tratara únicamente del despliegue visual y la espectacularidad en las escenas de acción, Godzilla II: el rey de los monstruos sería un entretenimiento más que aceptable. Pero claro, en el medio hay una necesidad –totalmente lógica y pertinente- de construir una historia, con sus conflictos y personajes, que se suma a otro requerimiento –con una lógica más propia del mercado-, que es la de sustentar una estructura más grande, correspondiente a una franquicia y un mundo cinematográfico más amplio. Allí es donde el film evidencia fallas que ya venían arrastrando sus predecesoras, Godzilla y Kong: la Isla Calavera. En esta nueva entrega del universo de monstruos de Warner Bros., con Michael Dougherty a cargo de la dirección, se procura una expansión del mundo y la mitología de esas criaturas gigantescas, casi como dioses antiguos. Ahí lo tenemos entonces a Godzilla teniendo que enfrentarse a numerosos contrincantes, incluido el Rey Guidorah, una bestia de tres cabezas, mientras la agencia cripto-zoológica Monarch busca contener todo el asunto y debe lidiar con un grupo terrorista ecologista con sus propios planes. En paralelo, hay una científica (Vera Farmiga) que ha diseñado un sistema para comunicarse con estos seres prehistóricos, su ex marido (Kyle Chandler) que considera que ese invento es sumamente peligroso y la hija de ambos (Millie Bobby Brown). Todas estas subtramas se van entrecruzando y llevando a choques de potencias que ponen a la humanidad al borde de la extinción. Al igual que sagas como Jurassic Park, Godzilla II: el rey de los monstruos es en el fondo un drama afectivo y familiar, que apuesta a que sea la mirada y las peripecias de lo humanos las que nos introduzcan a un mundo abismal que nos supera un poco en su despliegue. Pero es precisamente el factor humano el que falla, a pesar de que el film cuenta con un elenco excelente, donde también reaparecen nombres como Ken Watanabe, Sally Hawkins y David Strathairn, y se suman otros como Ziyi Zhan, Charles Dance y Bradley Whitford. No hay ningún personaje que genere una verdadera empatía o que presente una suma de conflictivos que esté enhebrada apropiadamente. En realidad, asistimos a una suma de estereotipos cuya única funcionalidad es explicar lo que está pasando o las leyendas que rodean a los monstruos: el ejemplo máximo es una escena donde el personaje de Farmiga explica sus motivaciones con un largo discurso –repleto de lugares comunes ambientalistas- al que encima le superpone imágenes como para que todo quede claro y no haya ningún tipo de confusiones. A lo sumo se puede destacar un par de actos sacrificiales donde solo el desempeño de los actores hace posible que sean secuencias mínimamente conmovedoras. La única vía por la cual Godzilla II: el rey de los monstruos balancea su historia endeble y falta de humanidad es justamente por el lado de lo monstruoso. Por más que solo se dedica a reproducir un imaginario que ya venía construido de antemano, es innegable que el trabajo estético de la película es impactante desde su hábil combinación de lo bello y terrorífico. Esa galería de seres grandiosos y destructivos, con enfrentamientos propios de los dioses griegos en los que incluso interviene lo pasional y en donde Godzilla juega un rol de héroe a su pesar, merecían un film más arriesgado desde su entramado narrativo. Todavía queda por delante ese gran choque final que promete ser Godzilla vs. Kong, pero mientras tanto, Godzilla II: el rey de los monstruos es un film con apenas un puñado de hallazgos visuales, pero sin mucho más para ofrecer.
La idea es que la razón puede dominar al monstruo, pecado intelectual expandido durante el siglo XX en todas partes. Quizás sea un comentario demasiado detallista, pero una de las virtudes de esta película es que las peleas entre monstruos gigantescos se entiendan. Mover tales masas digitales e integrarlos con los actores es una hazaña tecnológica que sacude el tedio de la trama. Pero lo molesto del asunto es que tenga una idea importante que se disuelve con la historia de la familia que sana sus heridas a través de la locura primero y del sacrificio, después. La idea es que la razón puede dominar al monstruo, pecado intelectual expandido durante el siglo XX en todas partes. (Te puede interesar: Rocketman: un gran musical colorido y festivo) Se verá al final de este film que la cosa es bastante relativa y que ese “dominio” implica volverse sus mascotas. Ese tema, que podría darle un peso grande a la película, se pierde en pos del puro movimiento y de algunas imágenes casi alegóricas. Módica gigantomaquia llena de ruido y furia que no significa gran cosa (pero se ve bien).
Si tienen abtinencia de monstruos gigantes, la nueva película de Godzilla tiene épica de sobra y una gran imaginería visual. Falla en algunas cosas, pero... MONSTRUOS GIGANTES DÁNDOSE MASA. En el año 2014, y con el visto bueno de los estudios Tōhō, Legendary Pictures se empecinó en hacernos olvidar el mal rato que pasamos con “Godzilla” (1998) de Roland Emmerich, iniciando un nuevo universo cinematográfico compartido de la mano de este kaiju legendario. Así, la versión de Gareth Edwards dio el puntapié inicial para el MonsterVerse, un rejunte de criaturas gigantes a las que no les queda otra que compartir pantalla con algunos humanos y sus dramas personales. En este equilibrio reside el éxito o fracaso de estas películas que ofrecen espectáculo y una historia de fondo para sostenerlo. “Godzilla” (2014) fue un gran comienzo, pero muchos le reclamaron la poca participación del monstruo. “Kong: La Isla Calavera” (Kong: Skull Island, 2017) decidió ir mucho más allá, rescatando a ‘la octava maravilla del mundo’ con vistas a enfrentarse, tarde o temprano, con el rey de los lagartos mutantes. Antes de que se venga este choque de titanes durante 2020, había que demostrar quién es el macho alfa, de ahí que Michael Dougherty se haga cargo de esta secuela y tire toda la carne al asador, creando un espectáculo épico, visualmente insuperable, pero que vuelve a fallar cuando se trata de los protagonistas de carne y hueso. ¿Será que a nadie le importan? Dougherty es un realizador que viene del género terrorífico con cosas como “Terror en Halloween” (Trick 'r Treat, 2007) y “Krampus: El Terror de la Navidad” (Krampus, 2015). También es un fan muy respetuoso de la creación de Ishiro Honda, una consideración que se traduce en la pantalla. Su problema principal es no haber explotado del todo su faceta más humorística y tomarse algunas cuestiones demasiado en serio, conflictos familiares que entorpecen la trama más que llevarla adelante, dejando de lado los mejores elementos del cine catástrofe que sí exploró Edwards en la entrega anterior. Igual, acá lo más importante son los bichitos con ganas destructivas, y en ese aspecto nadie le gana a “Godzilla II: El Rey de los Monstruos” (Godzilla: King of the Monsters, 2019). La historia arranca durante la batalla de San Francisco, la misma en la que Godzilla derrotó a los MUTO, destruyendo la ciudad a su paso (no le vamos a andar pidiendo que esquive edificios, ¿no?). En medio del desastre, Mark (Kyle Chandler) y Emma Russell (Vera Farmiga) perdieron a su pequeño hijo, una tragedia que los marcó y distanció para siempre. Cinco años después, la doctora y su hija Madison (Millie Bobby Brown) se encuentran en la selva de China investigando a uno de los tantos “titanes” que se hallan en profunda hibernación, en este caso, una larva gigante conocida como Titanus Mosura, o Mothra para los amigos. Hay que aclarar que, mientras Mark le guarda un profundo rencor y odio a las criaturas gigantescas y, al igual que el gobierno, lucha para que sean extingan completamente, Emma tiene su propia filosofía, y su espíritu aventurero y científico la empujan a proteger estas especies, y a querer entenderlas y comunicarse con ellas. De ahí, la creación de ORCA, un aparatito que puede rastrear las frecuencias de estos bichos a lo largo y ancho del planeta, entre otras cosas. Un artefacto muy codiciado por Jonah Alan (Charles Dance), mercenario y bioterrorista que trafica con el ADN de estas bestias. Dougherty y su coguionista Zach Shields no se andan con vueltas y van derechito a los bifes. Ni tiempo tenemos de conocer a los miembros distanciados de esta familia, antes de que las chicas caigan en manos del villano y partan con un rumbo muy específico: “despertar” a uno de los especímenes más misteriosos del conjunto, conocido como “Monstruo Cero”, con la intención de devolverles la Tierra a estos titanes que la habitaron y la gobernaron hace miles y miles de años. ¿¡Qué les pasaba!? Draco Dormiens Nunquam Titillandus Se podrán imaginar que esta resulta ser la peor idea del universo, porque a pesar de los esfuerzos se hace imposible controlar a un bicho temperamental de tres cabezas como el magnánimo King Ghidorah, autoproclamado machito alfa ante el cual se inclinan las demás criaturas… o casi todas. Y ahora, ¿quién podrá defendernos? Se preguntan desde el gobierno y desde Monarch, la organización secreta que viene estudiando y conteniendo a estos monstruos dormidos desde hace décadas. La solución obvia es Godzilla, enemigo natural de esta hidra, quien ya demostró que suele estar del lado de los humanos. Al menos, por ahora. Este es el planteo más básico de la película, pero Dougherty va un poco más allá con las extremistas y no tan alocadas motivaciones de los “malos”. De paso, se anima a un par de giros inesperados que refrescan bastante la trama (no, no se los vamos a decir), y le presta detallada atención a ampliar la mitología de estas criaturas, cuyo origen es muy diferente al de 1954. Pero aunque el realizador se aleja de las consecuencias de los ataques nucleares al final de la Segunda Guerra Mundial, la devastación causada por el hombre siempre está presente, como la constante necesidad de devolverle los esfuerzos a la naturaleza. Acá, esa naturaleza está representada por Godzilla, que va a necesitar alguna ayudita de los seres humanos, si quieren derrotar al gigante tricéfalo. Mucha filosofía ambientalista, mucho drama familiar entre los Russell pero, al fin y al cabo, esta es una película de criaturas gigantes y mega poderosas dándose de piñas, y es ahí donde “Godzilla II: El Rey de los Monstruos” no nos defrauda ni un momento. Dougherty y su equipo d eefectos especiales (vayan anotando esa nominación al Oscar) crean imágenes bellísimas entre la destrucción y el caos, dejando que nos maravillemos y nos aterroricemos por partes iguales cada vez que Rodan, por ejemplo, arrasa con todo a su paso; o cuando Mothra demuestra que es mucho más que un par de alas bonitas. Hay poesía en cada uno de sus movimientos, y un peso mitológico del que nos gustaría aprender mucho más. Cada uno tiene sus características y su personalidad, aunque no siempre se le presta la debita atención. Estos humanos siempre rompiendo algo Cada enfrentamiento eleva la apuesta, pero el ritmo y la trama se entorpecen (y muchas veces se ralentizan) cada vez que alguno de estos humanos entran en escena. Todo bien con Kyle Chandler, amor eterno por Ken Watanabe y sus discursos, aplausos para todas esas mujeres científicas, pero ninguno tiene el peso específico necesario para hacerles sombra a sus coprotagonistas en CGI. A “Godzilla II” le faltan unos cuantos toques de humor desperdiciados y dejar de tomarse las cosas tan en serio todo el tiempo, un camino que es necesario (la empatía humana es lo que nos conecta con los personajes), pero termina siendo lo que más falla en esta secuela, justamente, por su intrascendencia. Nada que desluzca completamente la épica de la acción y el despliegue visual que se abre ante nuestros ojos y que, además, nos deja con muchas ganas de seguir enganchados con este universo, gracias a los indicios pocos sutiles (y escena post-créditos) de “Godzilla vs. Kong” (2020). No, no estamos listos para esto.
Señores lectores: por favor abróchense sus cinturones porque en esta nota experimentaremos unas ligeras turbulencias ocasionadas por Godzilla. Así es, a 65 años de su creación (nació en 1954), el veterano Godzi sigue siendo un nombre de peso en el género de las Monster Movies, al punto que en 2019 es uno de los protagonistas excluyentes del llamado “MonsterVerse”, una saga de películas de monstruos creada por Legendary Pictures y Warner Bros. En este sentido, Godzilla 2: King of the Monsters es la secuela de su homónima de 2014 y tendrá continuidad en 2020 con la pelea más esperada del siglo XXI: “Godzilla Vs Kong”. En este revisionismo Hollywoodense contemporáneo, Godzi es un bicho bueno cuya única misión es proteger a la humanidad y resguardar el equilibrio medioambiental del planeta. Una suerte de perro guardián pero de dimensiones gigantescas e impronta temeraria. En este sentido, se emparenta con sus orígenes: un monstruo creado a partir de la radiación nuclear como metáfora del horror de la guerra, las armas de destrucción masiva y sus efectos nocivos sobre el medio ambiente. King of the Monsters se ubica cinco años después de la tragedia de San Francisco. La Dra. Emma Russell (Vera Farmiga) y su hija Madison (Millie Bobbie Brown) trabajan para una agencia criptozoológica -Monarch- que supervisa y controla a los diferentes titanes activos e inactivos del globo (incluido Godzilla). Mientras las autoridades del mundo se debaten entre darle continuidad al proyecto de esta agencia o aniquilar a las bestias, un grupo para-militar liderado por Alan Jonah (Charles Dance) roba un dispositivo acústico que permite comunicarse con estos monstruos y se dispone a liberarlos a todos para “salvar el planeta” de los propios seres humanos (una motivación similar a la de Thanos en Avengers). En el medio, Madison y Emma son raptadas, por lo que Mark Russell (Kyle Chandler) -padre de Madison y ex-esposo de Emma- se une a una misión de rescate encabezada por las autoridades de Monarch: Ishiro Serizawa (Ken Watanabe) y Vivienne Graham (Sally Hawkins). Poco más se puede decir del argumento, ya que de ahí en más queda completamente opacado por las mega-batallas épicas y múltiples secuencias de acción que pueblan los fotogramas de la película. Los personajes quedan olvidados por partida doble: primero, porque al ser tan chatos, aburridos y superficiales no generan demasiado interés; y segundo, porque el plato fuerte de un filme de monstruos es la parte en la que justamente éstos se enfrentan y se tiran con «de todo». En otras palabras, con estas propuestas uno va al cine no por los personajes, sino para vibrar y decir: “¡pan y vino pan y vino pan y vino, el que no grita Godzilla para que carajo vino!”. Dougherty tiene muy claro esto último y apuesta el todo por el todo a impactar y deslumbrar al espectador, y lo consigue. Las contiendas entre Godzilla y Ghidorah (y los demás monstruos también) son verdaderos festivales de luces, vértigo y acción. Si bien por momentos el montaje conspira contra la comprensión espacio-temporal del espectador durante las batallas, en términos generales la factura audiovisual es el punto más alto de esta secuela. Claro que esta hiper-espectacularización frenética tiene su contrapartida por el lado narrativo. No solo en cuanto a los lugares comunes de la trama, sino también por la flaqueza de sus diálogos, las dificultades para moderar o intensificar el ritmo dramático y la ausencia de climas diversos durante el filme. Además, a esto hay que sumarle una duración excesiva y un tono serio y solemne que quizás podría haber sido un poco más desacartonado. En definitiva, en estas películas uno compra el paquete completo con tal de pochoclear y divertirse. Eso si, en caso que decidan ir a verla, asegúrense de asistir a una super pantalla gigante para disfrutar al máximo de la experiencia audiovisual, porque si no los deslumbra el arsenal pirotécnico, de seguro la historia que hay detrás tampoco lo hará.
Al fin una interpretación occidental que le hace justicia a un personaje legendario del genero Kaiju japonés. Un filme repleto de acción, donde los personajes humanos no invaden el real protagonismo de los Kaijus. Una película donde no solo se hace uso de otros personajes de Toho, sino que tiene referencias que a los cultores del género no se le van a escapar y sentirán a esta producción como la película occidental de Godzilla más solida que hay. Luego de su primera película en 2014, Godzilla regresa al cine en una segunda parte que a su vez conforma el tercer film de lo que Legendary Pictures dio a conocer como el Monsterverse, antecedido por Kong: Skull Island. En dicho universo conocemos a Monarch, una organización secreta que estudia a los Titanes, para prevenir su aparición o llegado el caso, combatir la amenaza. Esta “moda” iniciada por Marvel Studios para generar un universo cohesionado entre películas es una movida jugada y para nada fácil. Puede salir bien como es el caso de Marvel, o puede salir pésimo como en DC o directamente morir en su debut como el ambicioso Dark Universe de Universal Pictures con La Momia en 2017. Dicho esto, el Monsterverse sigue avanzando de manera lenta pero sólida. Cada nueva entrega es un punto más arriba en la apuesta, comenzando con una correcta y más fiel encarnación que la de 1998 de Godzilla dirigida por Gareth Edwards, para luego seguir con una película de acción en un contexto bélico en Kong: Skull Island, redefiniendo al mítico gorila y además sumándolo al universo compartido. Todo este camino nos trae a 2019 y al estreno del nuevo film protagonizado por Godzilla, pero esta vez con adiciones al cast de Kaijus, y no randoms como los MUTO, los cuales fueron inventados para la primera entrega del 2014. Esta vez Legendary adquirió los derechos de Mothra, Rodan y King Ghidorah de la productora nipona Toho, dejando todo servido para una lucha épica de Godzilla contra sus otros rivales, como en los originales japoneses, los que fundaron las bases del género Daikaiju. Luego de Godzilla y su lucha contra los muto en 2014, la agencia Monarch sale a la luz y su papel para evitar tales desastres se pone en tela de juicio. La agencia se defiende y alega que puede evitar futuros ataques, todo gracias a un aparato desarrollado por la científica Emma Russell (Vera Farmiga) con el cual puede replicar frecuencias sonoras y así llegar a un entendimiento con los Titanes que están latentes en todo el planeta. Pero todo termina complicándose cuando un comando eco-terrorista comandado por el ex militar Alan Jonah (Charles Dance) secuestra a la científica, su invento y a su hija Madison (Millie Bobby Brown) para despertar a todos los Titanes y que La Tierra recupere su equilibrio natural. Monarch tiene el tiempo contado para enfrentarse a este grupo eco terrorista y recuperar el aparato, ya que los Titanes despiertan y una lucha entre ellos por la supremacía alfa comienza. Es en ese punto donde Godzilla vuelve a la acción y la extinción de la raza humana depende del resultado de esta lucha entre los Titanes que arrasa con todo a su paso. Más allá de que el papel de Millie Bobby Brown es presentado como el protagonista, hay otros personajes con peso en la historia, como el de Sally Hawkins y el gran Ken Watanabe volviendo a sus papeles como los científicos de Monarch: Vivienne Graham y Ishiro Serizawa. Los demás personajes cumplen su función de manera correcta sin invadir mucho la trama central de lo que se refiere a una película de este género. Si a la peli de 2014 se le criticó que hacía más énfasis en las situaciones humanas y había poca acción Kaiju, Legendary tomó nota para dejar satisfechos a los fans del género en esta segunda parte. Su director Michael Dougherty, que tiene en su haber filmes como Krampus (2015) o la ya de culto Trick ‘r Treat (2007), plantea un film que sin dejar de lado el drama humano y las motivaciones de los protagonistas, hace que la estrella de la película sea finalmente Godzilla. Las escenas de acción y peleas entre los Titanes son de carácter salvaje, no escatiman en destrucción o en planos donde veamos bien a los monstruos. En este aspecto es de destacar el trabajo de Motion Capture de T.J. Storm (Colossus en Deadpool) volviendo a interpretar al Rey. Un punto a destacar es que King of Monsters abreva más en las fuentes, poniendo varias referencias o situaciones que remiten a los filmes originales japoneses de Godzilla (tanto de la era Showa o de la Heisei). El Oxygen Destroyer, La teoría de origen de Ghidora y el mismo personaje de Serizawa, son algunos de los easter eggs que no se le van a escapar a los cultores del género. Aunque el punto máximo y emocionante es escuchar que la música incidental compuesta por Bear McCreary recurre a la pieza musical original de Akira Ifukube de 1954 en los puntos más dramáticos del film. Si son fanáticos, se les va a poner la piel de gallina y alguna lágrima emocionada se va a escapar. Si en Shin Godzilla (2016) el creador de Evangelion dirige una respuesta nipona a la interpretación un poco tibia de lo que era la acción de Godzilla de 2014; Michael Dougherty redobla la apuesta a niveles atómicos y le contesta. Acá los Kaijus no se ven como gente disfrazada o CGI poco dinámico. Acá los Kaijus son animales míticos y salvajes de dimensiones titánicas. Después de Godzilla: El Rey de los Monstruos, el mundo del Monsterverse ya no será el mismo. Los Titanes volvieron a reclamar su lugar, está en la humanidad saber qué papel van a jugar, porque todo está preparado para que en 2020 el Gorila de la Isla Calavera cruce camino con el gran Lagarto, así que es vital quedarse después de los créditos.
La extinción de la raza humana Tras la devastación de Boston y la muerte de su hijo por culpa de la destrucción de Godzilla, Mark y Emma se separan, y su hija Madison queda a cargo de su madre, que aún trabaja para la empresa que se encarga de monitorear a los demás monstruos gigantes que siguen apareciendo.Al pobre Godzilla no lo dejan descansar por mucho tiempo y cada tanto lo ponen a trabajar duramente. Es que el monstruo de la cultura japonesa es una de las estrellas de la industria cinematográfica, que alcanzó éxito en otros ámbitos también: tiene más de 30 largometrajes en Asia, cinco películas hollywoodenses, participó en animé, comics, series y hasta una banda de heavy metal lleva su nombre original, “Gojira”. En esta oportunidad, el estreno es parte del nuevo “MonsterVerse”, universo que inició en 2014 con “Godzilla”, sigue con esta segunda parte, conocida también como “Godzilla: Rey de los monstruos”, y continuará en 2020 con “Godzilla Vs. Kong” -un spoiler que ya realizó Warner al comentar que ya estaba en producción, lo que significa que el monstruo seguirá rompiendo cosas-. Tras la devastación de Boston y la muerte de su hijo por culpa de la destrucción de Godzilla, Mark (Kyle Chandler) y Emma (Vera Farmiga) se separan, y su hija Madison (Millie Bobby Brown) queda a cargo de su madre, que aún trabaja para la empresa Monarch, que se encarga de monitorear a los demás monstruos gigantes que siguen apareciendo. Emma y Madison son secuestradas por una organización de ecoterroristas liderada por Alan Jonah (Charles Dance), que tiene como fin despertar y liberar a todas estas especies, porque consideran que su aparición en la tierra es la forma en la que el planeta busca su equilibrio, tras el desastre ecológico que produjo la humanidad en toda su historia. Esta teoría está basada en las consecuencias del ataque a Boston, que tras la destrucción de 2014 floreció como una selva nativa sin ayuda del hombre. Mark será convocado por Monarch para ir a rescatarla y obviamente evitar que Jonah y sus secuaces logren su cometido, que puede significar la extinción de la raza humana. Pero mientras comienzan con la búsqueda, logran despertar a Ghidorah, el dragón de tres cabezas que es enemigo natural de Godzilla y otras especies ancestrales, que antes se pensaba que eran simples mitos: Mothra (una polilla gigante), y Rodan (un monstruo alado parecido a un pterodáctilo). Ahora, los humanos deberán ayudar a Godzilla a recuperar su poder para evitar que los demás monstruos se apoderen del mundo. Si bien algunos de estos nombres de “animales” no son conocidos en Occidente, todos aparecen, tal como Godzilla, en la cultura oriental. A pesar de toda la buena intención que tengan al respetar estos mitos a la hora de hacer una película, en el resultado final es una mezcla de situaciones confusas (sumadas al drama familiar y el rescate de Emma y Madison) que terminan destruyendo la propuesta tal como los monstruos. Queda para destacar solo la buena puesta de efectos especiales en las peleas de monstruos, que ahora muestran más fuerza por la radiación natural y la ¿ayuda? de quienes debían controlarlos. “Godzilla 2: el Rey de los monstruos” es un tanque (se nota el dinero invertido en producción) que sólo vale la pena para saber hasta donde se puede llevar el arte digital al servicio del entretenimiento.
¿WTF?. ¿Una película de Godzilla con 2 atómicos, aún cuando somos fans a muerte del gigante japonés?. ¿Le dimos cinco atómicos a Godzilla 2000 pero cuatro a 2001, Odisea del Espacio?. ¿QUE RAYOS ESTA PASANDO?. Uno de los factores primordiales de valorar películas es el grado de indignación. Finales truncos, personajes abominables que arruinan potenciales buenos filmes, etc. Si Godzilla II: El Rey de los Monstruos merece nuestro pulgar abajo, es gracias a Michael Dougherty. El sólito se encarga de torpedear una franquicia que venía muy bien, y el único Universo Cinemático no Marvel que caminaba en la taquilla. El tipo es responsable de cosas potables como Krampus o el libreto de Superman Regresa, pero también ha escrito abominaciones como X-Men: Apocalipsis. Se nota a la legua que Dougherty es ultrafan de las películas originales de Godzilla y acá las calca a rabiar… pero sin cambiarle ni una coma, y repitiendo las mismas abominaciones que la saga de la gran G cometía cuando la Toho estaba en pleno derrape creativo – mitad de los 60 hasta principios de los 80 -. Yo puedo amar las películas viejas de la Toho por lo que son – bizarreadas con tipos en trajes de goma pisando maquetas de cartón – pero acá, con las excelentes bases que había sentado el Monsterverse – la injustamente menospreciada Godzilla (2014), una de mis peliculas favoritas; la gloriosa Kong: Skull Island, un filme pochoclero a mas no poder – las expectativas son otras y Dougherty retrocede como 50 casillas. Los personajes apestan y no nos interesan, los caracteres cambian de actitud como de bombacha (y se van al polo opuesto sin la mas mínima justificación), las explicaciones de turno son aberrantes, los deus ex machina abundan y todo es sonido y furia como si fuera una mala película de Jun Fukuda (o del meister Ishiro Honda en sus épocas menos inspiradas) asquerosamente sobreproducida. Este no es un filme para los que gustaron de Godzilla 2014 o Kong: Skull Island; es simplemente un carísimo fan service para los amantes de las baratas películas japonesas originales, que ignora los gustos y aspiraciones de un público moderno pensante, expectante de un desarrollo dramático sólido y menos efectista. En el fondo Godzilla II: El Rey de los Monstruos es una película populista. ¿Se quejaron que vieron poco a Godzilla en el filme del 2014 de Gareth Edwards?. Acá tenés!. Desde el primer hasta el último minuto hay monstruos y refriegas por doquier. ¿Godzilla 2014 no te pareció lo suficientemente respetuosa de la saga original?. Acá tenés más!. Dos científicas gemelas como las mini princesitas que controlaban a Mothra en sus películas, el staff standard de kaijus de la Toho reimaginado badass al 1000% – Mothra tiene letales garras; Rodan es feroz y arrasa pueblos con los tornados que provoca con sus gigantescas alas; King Ghidorah (apodado Monstruo Zero como el filme original de 1964) es una hidra que regenera cualquiera de sus tres cabezas cuando las pierde, cada una de las cuales tiene mal carácter y se pelea con las otras; hay una fortaleza volante con las armas mas avanzadas del mundo al estilo de la Super X – y hasta la inmortal marchita de Akira Ifukube tiene la oportunidad de hacer un cameo en toda su gloria. Yo debería estar saltando en una pata pero… En los kaiju eiga los personajes humanos son un relleno que hacen tiempo hasta que aparecen los monstruos y empiezan a darse murra. Directamente no les das importancia a la gente. Pero en un filme yanqui, la presencia de buenos actores (y de algunos diálogos pasables, como el de Ken Watanabe “debes reconciliarte con los demonios que te atormentan”) te da otra expectativa… la cual es aniquilada de manera atómica por Vera Farmiga. ¿Viste cuando decís “qué caraj… está haciendo esta mina”? (algo muy frecuente en las malas películas de terror). Bueno, a la Farmiga (sólida actriz si las hay) le toca ese triste destino. Su personaje es una contradicción ambulante y, lo que es peor, sus cambios de actitud son extremadamente irritantes porque no existe el mas mínimo sustento lógico de las decisiones y contra-decisiones que toma. Sip, tiene dos hijos, uno de ellos murió en el raid de Godzilla por San Francisco en el 2014. Le queda Millie Bobby Brown, pero aparentemente no le importa, al igual que su ex (Kyle Chandler), biólogo de alta alcurnia y fotógrafo aficionado. La ves a la Farmiga y parece una persona 100% normal, no una enferma depresiva o una sicópata, alguien dañado por haber perdido a su crio bajo la pata de un monstruo gigante. Sin embargo, no pasan mas de 10 minutos hasta que te das cuenta que a la mina le faltan algunos jugadores. Ama a su hijita adolescente pero, a su vez, le importa tres pepinos si desata el apocalipsis en el mundo y la humanidad es arrasada de un plumazo. Y después sale como desesperada a buscar a la Brown para salvarla mientras los kaiju hacen percha medio Boston. ¿WTF?. Podrían haber puesto a la Farmiga directamente en el rol de víctima (como rehén forzada a cometer actos inmorales bajo amenaza de matar a sus seres queridos) y dejar que todo el peso del villano lo cargue Charles Dance, el cual es un millonario con pensamiento nihilista (como el tipo que quiere explotar una bomba en Liga de la Justicia y lo detiene la Mujer Maravilla: “la era de los dioses ha llegado; la era de los hombres ha terminado; debemos regresar a la fe y a las épocas oscuras…” bla,bla,bla) pero es absolutamente coherente en su propósito. Pero no; era mejor dejar a una gran actriz quemarse en un papel ridículo. Pero la Farmiga no es la única aberración de lógica del filme. El comienzo, con la auditoria de la Organización Monarca frente a un grupo de políticos es otra cosa traída de los pelos. Ahora, de tener tres kaijus pasamos a tener unos 50, encerrados en masivos refugios subterráneos construidos en todas partes del mundo y sin que los paises de turno estén enterados. ¿De donde sacaron toda esa plata si John Goodman andaba mendigando monedas en Skull Island?. Porque cada refugio masivo tiene a un gigantesco monstruo apresado o en estado de hibernación. Hasta el demente de Charles Dance quiere liberar uno a uno y ver cómo se matan en orden, pero la Farmiga los libera a todos. ¿POR QUE????. Pero volviendo a la comisión – y siguiendo con los disparates del libreto -, el moderado Ken Watanabe ahora tiene la demencial idea de que debemos convivir con los kaiju en vez de aniquilarlos con bombas atómicas. Ondas de amor y paz. Díganle eso a los japoneses que reconstruyeron 5.000 veces Tokio porque Godzilla y sus amigotes venían a hacerse un picadito en la ciudad. Ni en la película mas mala de la Toho aparece semejante idea ridícula, ni siquiera en la mas moderna (y lógica) Titanes del Pacífico donde gente de todo el mundo se manda a construir muros gigantes alrededor de sus ciudades para que no las pisen… y, aún así, es al santo gas levantar semejantes moles porque son inútiles frente a semejante fuerza de la naturaleza. Es todo tan estúpido, tan grosero, tan ilógico que te hace crujir los dientes y te arruina el resto de la película porque está visto que el director va a hacer lo que se le canta. Las peleas son masivas, espectaculares y huecas simplemente porque hay demasiados bichos, ni siquiera le dan demasiado espacio para crearles una personalidad propia (salvo el malhumor de King Ghidorah), y la devastación es solo eso: una parafernalia de efectos especiales. Incluso hay bichos que mueren y pasan su poder a otros… los mismos bolazos traídos de los pelos que hacía la Toho en su peor momento. Godzilla II: Rey de los Monstruos es un serio retroceso del Monsterverse. Ya ni siquiera pujás por los monstruos porque todo es caos, incoherencia y exceso. Entre eso y el sacrilegio de despachar expeditivamente a algunos personajes importantes, terminás por darte cuenta de lo sólida que era Godzilla 2014 con menos bichos y mas cuidado en el guión. Vos esperás que la versión norteamericana de la gran G sea mas pulida, coherente y excitante que las bizarreadas sesentosas de la Toho (con el agravante que los últimos filmes japoneses de Godzilla han hecho cosas excelentes y mucho mas coherentes que sus predecesores). Ahora se metieron en un brete y, a menos que llamen a Gareth Edwards (o a otro tipo responsable) para la proxima Godzilla vs Kong, el Monsterverse estará irremediablemente perdido, sumido en el efectismo, el disparate y el absoluto desprecio por un desarrollo dramático mínimamente coherente.
En esta nueva aventura la Dra. Emma Russell (Vera Farmiga), quien puede comunicarse con estas terribles criaturas, se encuentra en una misión junto a su hija Madison Russell (Millie Bobby Brown, la actriz de la serie Stranger Things, en su debut cinematográfico) pero justo en ese momento ambas son secuestradas por el coronel Jonah Alan (Charles Dance), junto a un grupo de terroristas. Otro grupo de científicos se encuentra integrado por su ex esposo Mark Russell (Kyle Chandler) especialista en comportamiento animal que trabaja para Monarch, una compañía encargada de proteger a Godzilla y otras criaturas. Mark deberá proteger a su familia y una vez más salvar al planeta. Su desarrollo contiene una gran dinámica a través de majestuosas escenas de acción; a la cabeza de todo está Godzilla (sigue siendo el protector de nosotros, como en el anterior film) y aparecen varias especies. Su enemigo es el rey Ghidora (tiene la capacidad de regenerarse y puede resucitar), un dragón gigante de tres cabezas con alas y que tiene una particularidad: cada cabeza tiene distintos temperamentos, Rodan se asemeja mucho a un Pterosaurio y Mothra, un monstruo gigante que se asemeja a una polilla, entre otras especies y en la que todos luchan por la supremacía. Estas criaturas legendarias aparecen en el planeta Tierra, los humanos no valen nada y ahora son seres pequeños ante estás terribles especies, todo pasa a tener un tono apocalíptico, resultan apasionantes todas las batallas épicas que se desatan a lo largo del film, visualmente son espectaculares ver estas criaturas mitológicas. Bajo tormentas de todo tipo, huracanes, tsunamis, con un gran despliegue científico, militar, aviones y submarinos. La cinta es puro entretenimiento, no tiene un gran argumento y no hay situaciones para emocionarte, su guión es pobre, se tocan temas relacionados con la política, la corrupción y el poder, pero no mucho mas, acompaña la banda sonora de Bear McCreary, efectos especiales y fotografía increíbles. Al final de los créditos hay una escena post créditos. Se dice que Godzilla vs. Kong tendrán su encuentro para el 2020.
El síndrome de Michael Bay ha cundido y ha hecho escuela en Hollywood. No nos referimos al otrora director de video clips de bandas de rock como Great White o incluso al de “La Roca” (1997), tal vez lo mejorcito que hizo antes que el mundo de los efectos especiales se deglutiese por completo los guiones y el balance de sus realizaciones. El responsable de la intragable saga de Transformers sigue influenciando a otros jóvenes devenidos en directores que hacen su trabajo como si el cine fuese un Italpark, un parque de diversiones en donde las luces, los trucos y el ruido ensordecedor son las estrellas exclusivas. Lo de "ruido" en este estreno no es un eufemismo dicho sea de paso. Uno anhela salir un rato de la sala y bien puede hacerlo quien vaya a ver esta película. No se perderá nada y sus tímpanos se aliviarán. ¿O acaso no recuerda la sensación de agradecimiento de sus oídos cuando se alejaban del aquel predio de los autitos chocadores, el zamba y el tren fantasma en pleno centro de la ciudad? Pues la réplica exacta de esa sensación será la que sientan los espectadores de “Godzilla: el rey de los monstruos”, la segunda parte de aquel relanzamiento de 2014. Se dará cuenta el lector que el hecho de tener un título que define al súper-lagarto como “el rey de los monstruos” implica que hay varios bichos sobre los cuales ha de imponer su monarquía. Prepárese entonces para la presencia de gigantes de todos los colores. Pero todo arranca con los Russell. Andan separados ellos. Por un lado Mark (Kyle Chandler) anda investigando especies y sonidos mientras que Emma (Vera Farmiga) y la hija de ambos, Madison (Millie Brown) están juntas porque mamá terminó de diseñar un dispositivo capaz de captar la frecuencia de sonido de las bestias (como si pudiesen dialogar). Tiene sus pros y sus contras esto, pero las explicaciones no importan demasiado porque para cuando parecen llegar, los bichos aparecen por todo el planeta para romper todo y a todos. El elenco trata de hacernos creer que entienden lo que está pasando pero luego llegarán transiciones (cortas) como para aclarar lo que haga falta así que promediando la cinta escucharemos, de parte de la Dra Russell, una larga y torpe bajada de línea ecológica. “Somos el virus de este planeta y ellos están para equilibrarlo”, “Ellos son los verdaderos dioses”, y cosas por el estilo. Un endeble pretexto para justificar todas las acciones de la segunda hora de Godzilla: el rey de los monstruos. Michael Dougherty logra un producto de innegables prodigios técnicos en términos de diseño sonoro, edición, efectos visuales, etc, pero adolece de verosimilitud además de agregar información que no se desarrolla. Las deducciones de los personajes son simples enunciados, algunos de los cuales rayan el ridículo. “Si las piedras hablaran, las cosas que nos dirían” escupe un actor en medio de la debacle. Es decir, está todo tan tirado de los pelos que pareciese dar lo mismo si los monstruos salieron de adentro de la tierra o de la parte de atrás de un piano Steinway. Al dar todo igual, pese a la grandilocuencia técnica que probablemente conforme a más de uno, y la aparición de los monstruos que los fans esperaban ver, Godzilla aburre mucho en lugar de entretener.
Hablando de cuestiones remanidas, cuesta entender el sentido de Gozdilla 2-El rey de los monstruos. Un regreso sobrecargado de CGI, sobre el monstruo de origen japonés, en una película tan de fórmula que da risa. Cruce de drama familiar, reduccionismo científico y cine catástrofe, del reiterativo y sin ideas. Que encuentra ahora a los científicos, un grupo estereotipado que cumple con todos los cupos de diversidad y corrección política, enfrentando no a una, sino a unas cuantas bestias gigantes.
Otra parafernalia de efectos especiales con trama floja "Godzilla: King of the Monsters" es una decepción casi tan grande como sus legendarios titanes. Sucede lo que siempre suele pasar con este tipo de películas. Le dedican mucho más esfuerzo a los efectos especiales que a detalles básicos que hacen que una historia tenga sentido y no termine siendo ridícula, una mera herramienta para justificar el torbellino de peleas que quieren mostrar. No esperaba un guión de Aaron Sorkin o Woody Allen, pero sí que la historia no tuviera tantas inconsistencias y decisiones ridículas por parte de sus protagonistas. Es increíble cuando uno piensa que el personaje no va a tomar la peor decisión posible, y es exactamente lo que sucede, sin justificación alguna. Este nuevo trabajo de Michael Dougherty ("Trick 'n Treat", "Krampus") se queda muy corto en contenido, y es algo extraño, ya que Dougherty en realidad viene más del palo de la escritura que de la dirección. Aquí también participó del guión, pero se ve que se le olvidaron algunas cosas básicas. Sólo tiraré 2 ejemplos como para no spoilear. Los padres del personaje de Millie Bobby Brown ("Stranger Things") la ponen en peligro constantemente sólo para después tratar de salvarla... Hay momentos que llegan a ser absurdos. Otro momento es la situación de "amor" entre Godzilla y Mothra. Innecesaria, cursi y no suma más que alguna risa nerviosa en la sala. Si nos enfocamos en el diseño de los monstruos, las peleas épicas y el despliegue de efectos especiales, es realmente despampanante. La magnitud del desastre desplegado por los titanes es digna de ver y acelera el corazón de cualquier amante de las películas de acción y aventura. El problema es que es lo único que tiene para ofrecer. El guión y los diálogos son tan básicos y acartonados que hacen quedar mal a actores de la talla de Ken Watanabe ("Inception") o Sally Hawkins ("The shape of Water"). Les hacen decir cosas muy cursis y parecer amateurs cuando todos sabemos que son unos grosos de la interpretación. Tal como lo remarca el film, las estrellas de la propuesta son los titanes, mientras que los protagonistas humanos son meramente decorado. Si todo lo que querés ver es Godzilla cortándole las cabezas a una hydra mitológica, esta propuesta puede que te satisfaga. Ahora, si lo que bucabas era eso mismo pero con un poco de cine que contextualice la parafernalia de peleas entre monstruos, te vas a quedar con un gusto amargo en la boca.