Lost in Translation En una línea ya algo añeja de ciencia ficción trascendental, promovida en 1968 por el éxito de 2001. Odisea del espacio, esta película1 es el último ambicioso proyecto del cineasta canadiense Denis Villeneuve, autor de las brillantes Polytechnique, Incendies, Prisoners y Sicario. Villeneuve ha sido merecidamente proclamado y calificado como una de las grandes recientes revelaciones, y Hollywood supo reclutarlo prestamente para sus propias filas. Así, en los últimos cuatro años el director concibió ya tres películas de financiación íntegramente estadounidense, producidas y distribuidas por las majors. Por fortuna, hasta ahora Villeneuve mantuvo su perfil autoral, y aunque sus películas parecen actualmente más viradas hacia los géneros, su abordaje es siempre original y profundo, conjugando el cine popular y masivo con una concepción sobresaliente y una certera visión social y antropológica. Pero seguramente este sea uno de los filmes más sobrevalorados de la temporada. La historia comienza con la abrupta llegada de 12 naves alienígenas de más de 450 metros de altura, distribuidas en diferentes puntos del planeta. Una experta en lingüística (Amy Adams) es reclutada junto a un científico (Jeremy Renner) por el gobierno de Estados Unidos para intentar establecer comunicación con los visitantes, para averiguar quiénes son y cuál es su propósito en la Tierra. Es indiscutible el talento de Villeneuve para construir suspenso y contar historias, así como la forma en que introduce interesantes reflexiones en sus historias. Uno de los ejes de la trama es la dificultosa y progresiva asimilación, por parte de la protagonista, del idioma particular de los extraterrestres. Partiendo del concepto de que el lenguaje determina la percepción del mundo, se lleva a sus últimas consecuencias la idea de que el aprendizaje de una lengua “superior” podría resetear el cerebro, de modo de llevar al hablante a adquirir habilidades nuevas. Pero casi todo suena a canción conocida: un prólogo al estilo Up, que demuestra en breves pantallazos el paso del tiempo de un vínculo, con desenlace trágico incluido. El trascendentalismo new age a lo Malick, por el cual se intercala en la historia una anécdota familiar; la comunicación con extraterrestres bonachones a lo Encuentros cercanos de tercer tipo, la pareja dispareja en la que se opone el hombre de ciencias con la chica de letras. La visita alienígena con lección moral, la resolución mágica a lo Interestelar –el amor vence los límites del tiempo y el espacio– y, patrón del libreto estadounidense “inteligente”, un enigma que se resuelve, vuelta de tuerca final mediante. Reflexión social y política, la película expone una humanidad incapaz de resolver de forma pacífica los conflictos y siempre presta a mitigar su paranoia y sus miedos mediante la violencia. En la medida en que no existe un líder mundial que pueda lidiar con los extraterrestres, los mandamases de las diferentes naciones no logran comunicarse entre sí ni llegar a un acuerdo sobre cómo aproximarse a ellos. Lo curioso es que sean justamente China y Rusia las potencias descerebradas que al comienzo deciden hacer frente a los alienígenas mediante un ataque preventivo, mientras Estados Unidos apuesta por el diálogo y el entendimiento. Se podrá discutir y especular sobre si en un escenario real las cosas sucederían de ese modo, pero en cualquier caso suena ridículo que la potencia que sistemáticamente apela a la violencia y al conflicto bélico inmiscuyéndose en cuanto confín del planeta existe, sea la que en este caso opte sabiamente por el diálogo y la comprensión pacífica del “diferente”.
Palíndromos en el tiempo Denis Villeneuve sigue cómodo filmando en el mainstream anglosajón y bajo sus propios criterios, como indudablemente lo demuestra La Llegada (2016), una realización de un encanto magnético que analiza el arte de la comunicación y aboga por la armonía entre culturas diferentes… Con La Llegada (Arrival, 2016), una joya extraordinaria de ciencia ficción para adultos, Denis Villeneuve vuelve a ratificar que es uno de los directores más importantes e interesantes del cine contemporáneo. El canadiense cuenta con una voz propia que suele encauzar hacia un ejercicio profesional meticuloso de tipo artesanal/ intelectual, aislando los ingredientes más sofisticados y enérgicos del género en cuestión para a posteriori maximizarlos sin recurrir a los clichés infantiles de Hollywood. Ya sea que consideremos la primera etapa de su carrera, compuesta por Maelström (2000), Polytechnique (2009) e Incendies (2010), o su período anglosajón, el cual abarca -además de la presente- La Sospecha (Prisoners, 2013), El Hombre Duplicado (Enemy, 2013) y Sicario (2015), sus obras se abren camino como verdaderos prodigios de la intensidad y traen a colación un humanismo descarnado y sorprendente que casi siempre incluye citas oníricas surrealistas.
El prolífico director canadiense de Incendies, La sospecha, El hombre duplicado y Sicario incursiona por primera vez en el género de ciencia ficción (antes de su participación como realizador en Blade Runner 2049, secuela de la mítica película de 1982) con buenos resultados en una película que compitió por el León de Oro de la reciente Mostra de Venecia. Amy Adams y Jeremy Renner se lucen en un historia existencialista que "dialoga" con films como El origen, Interestelar o El árbol de la vida. En esta nueva producción estadounidense, el director canadiense de La sospecha, El hombre duplicado y Sicario se atreve con un género que aún no había explorado: el thriller de ciencia ficción. Ante todo debemos advertir que los fanáticos del sci-fi que esperen ver una invasión e intento de exterminio de la raza humana –al estilo de Guerra de los Mundos– saldrán de la sala de cine decepcionados. Como indica su título, La llegada (Arrival) parte de la aparición de doce naves extraterrestres en el planeta Tierra; sin embargo, nos encontramos ante un film de un corte más existencialista y teórico de lo que parece. El autor hace uso del imaginario fantástico para denunciar la falta de voluntad del ser humano para entenderse entre iguales, así como para condenar el espíritu belicista que ha definido a la Humanidad desde su origen. Por otro lado, Villeneuve vuelve escoger a una mujer para protagonizar su película. En esta ocasión, una espléndida Amy Adams encarna una versión parecida a la Emily Blunt de Sicario. En La llegada, Adams resplandece en el rol villeneuviano de la heroína que nunca pidió serlo. Aquí, será una doctora en lingüística, requerida por las Fuerzas Armadas estadounidenses por sus conocimientos en interpretación de alfabetos. La mujer, que ya había ayudado a los servicios de inteligencia años atrás, es la única persona capaz de descifrar el lenguaje de los extraterrestres. Los dos primeros tercios de esta adaptación (poco fidedigna) del relato breve Story of Your Life, de Ted Chiang, versan sobre los intentos de decodificar el alfabeto marciano. No es hasta el estimulante capítulo final cuando la trama deviene un laberinto espacio-temporal. Para no revelar demasiadas pistas sobre el desenlace del largometraje, tan sólo añadiremos que el relato queda atrapado en el clásico agujero negro nolaniano de El origen o Interestelar, que además el director filmará, montará y acompañará musicalmente a la manera de El árbol de la vida. Es interesante destacar que, tratándose de su primera película de ciencia ficción, Villeneuve resuelve dicho bucle con astucia, y sin perder la noción de verosimilitud en ninguna secuencia.
Arrival la nueva película de Denis Villeneuve basada en el cuento de Ted Chiang. Es de esas películas que ni sabíamos que existía, pero que cuando vemos el primer tráiler termina siendo una de las más esperada del año. Después que vi el tráiler corrí a buscar el cuento en que fue basado, y me sorprendió gratamente, pero al mismo tiempo me dejó muy preocupado, porque no es el típico cuento que funcione con Hollywood y la posibilidad que quieran crear un nuevo Independence Day es siempre posible, ya que lo importante hoy es explosiones y efectos sin más. Pero Villeneuve hizo de por sí una de las mejores películas del año y creó un film de ciencia ficción de mucho carácter y con ambientación al estilo Contacto y con toques de Isaac Asimov y Arthur C. Clarke. Con una atmósfera densa, la historia tiene como punto la llegada de 12 naves extraterrestres que llegan sin ningún aviso en partes aleatorias de la tierra. Como no podría ser distinto, el mundo inmediatamente entra en pánico, confusión cuando los gobiernos del mundo intentan descubrir cuál es la intención de los “invasores”, pero queda la difícil tarea de entender el idioma de una especie totalmente distinta de la nuestra. En eso entran en la historia la Dra. Louise Banks (Amy Adams) especialista en lingüística, y el astrofísico Ian Donnelly (Jeremy Irons). Vemos como Louise, adoptando un abordaje científico pero también con sensibilidad, entiende que el lenguaje no es solo un medio de comunicación sino también una forma de expresión artística que, a pesar de formar totalmente distintas de pensamientos, todo puede mostrarse, sentimientos de forma gráfica e inclusive abstractas. Lo interesante es ver cómo se ven dos puntos de vistas distintos, uno es el de los gobiernos que están más pensando en qué momento tienen que atacar en lugar de descubrir cuál es la intención real de los visitantes, y la de Louise e Ian que es de realmente intentar entender y saber más sobre los aliens. Esto es algo en que el libro muestra un final más abierto y por suerte la película deja un final cerrado, y muy satisfactorio. Otra cosa que el montaje lo hace de forma perfecta son los saltos de narrativa, donde Louise va percibiendo que todo está conectado con cosas y percepción de su vida. Villeneuve, como nos tiene acostumbrado, nos deja en todo momento tensos, ayudado por la banda sonora magistral y atmosférica de Jóhann Jóhannsson. Usando movimientos de camara lenta para aumentar la tensión de las escenas, y en algunos momentos usando el punto de vista de los protagonistas donde vemos el deslumbramiento de Ian por estar en una situación como esa, como también la respiración pesada y nerviosa de Louise por el mismo motivo. Arrival en algunos momentos juega con la idea mas científica de Contacto, pero al mismo tiempo da saltos de blockbuster en la necesidad de mostrar la grandiosidad de la situación. Pero lo hace de forma magistral ya que la discusión del guion no apunta a revelar si es una invasión de aliens, y si una forma de percibirnos a nosotros mismo y cómo eso nos puede llevar a lugares distintos, o mismo en una estructura circular donde siempre terminamos volviendo a momentos y caminos que recorremos buscando vacíos que dejamos.
Contacto Hipnótica, lúcida, seductora. La nueva película de Denis Villeneuve es todo eso y mucho más. La llegada (Arrival) inicia cuando doce naves extraterrestres comienzan a arribar a la Tierra, el mundo entra en pánico y un grupo de altos mandos militares piden ayuda a la experta en lingüista Louise Banks (Amy Adams) para intentar averiguar si los alienígenas vienen en son de paz o suponen una amenaza para el planeta. De a poco el personaje de Adams junto al astrofísico Ian Donnelly (Jeremy Renner), intentará aprender a comunicarse con los extraños invasores, poseedores de un lenguaje propio, para hallar la verdadera y misteriosa razón de la visita extraterrestre. La llegada efectivamente trata sobre extraterrestres, pero es mucho más que eso. El guion de Eric Heisserer utiliza una manifestación de ciencia ficción para indagar sobre otras teorías mucho más enredadas y filosóficas, como el sentido de la vida, para desembocar en una exploración interna acerca de lo que somos como humanos. Con la ciencia ficción presente en todo momento y homenaje a Isaac Asimov y Arthur C. Clarke, el film mantiene una estética y atmósfera particular, donde el director se da el lujo de enfocarse de forma intensa en esa incitación a la reflexión a la que nos convoca. Maravilloso el trabajo de Amy Adams (¿cuándo no?), quien es fundamental a esta obra, con su emotividad y sus expresiones pausadas. Y Jeremy Renner es el apoyo necesario para esa dualidad que se da entre los protagonistas. La preciosa fotografía, los maravillosos efectos visuales y la musicalización de Jóhann Jóhannsson le aportan esa distinción contra otras películas de la temática. La teoría lingüista en la que se basa (la adquisión completa de un nuevo lenguaje) es real y es complicada de explicar, dado que promueve cambios en las conexiones neuronales de nuestro cerebro y en nuestra percepción de las cosas. Pero todo pareciera estar milimétricamente insertado para que funcione de forma correcta y se logre comprender. En un género tan explotado como la invasión alienígena, el film de Villeneuve se distingue del resto principalmente por la forma en la que está realizado y ejecutado. Es verdad que por un momento todo se plantea más simplista de lo que seguramente sea, pero el enfoque filosófico sobre el que se construye la película, actúa de manera perfecta, para salir de la sala con esa sensación de que pasaste casi dos horas viendo algo que gana en originalidad.
Lo que me gustó bastante de La llegada es el enfoque totalmente diferente que se le da a una película de invasión extraterrestre. Más allá del desarrollo y hacia donde vira la historia me pareció genial cómo se encara desde un punto de vista muy real y contemporáneo el escenario de que la humanidad sea visitada por naves extraterrestres de un día para el otro. Nos encontramos con un film de personajes y Amy Admas ofrece -como siempre- una interpretación soberbia en los diferentes matices de su caracterización. La primera mitad de la película es alucinante, casi no pestañás y luego decae un poco, algo muy común cuando se construye un hype tan alto y bien fundado. Una vez que los secretos empiezan a ser revelados y el conflicto pasa por otro lado la película pierde un poco de fuerza, pero luego se levanta con una revelación sorprendente (aunque algo confusa) en el climax. El director es el canadiense Denis Villeneuve, quien viene haciendo grandes trabajos tales como Sicario (2015) y Prisioners (2013). Aquí hace una gran puesta y lleva muy bien la historia incluso en el bajón que hay pasando la mitad (un problema de guión y no de dirección). Otra contra para destacar (pero no de forma positiva) es el diseño de los aliens. ¡No puedo entender cómo no vieron que se parecen mucho a los que siempre aparecen en Los Simpson! Así que si tenés la mente muy pintada de amarillo se te escapa una carcajada cuando los ves por primera vez, algo que obviamente corta el clima de suspenso. La fotografía es muy buena y lo mismo la música. Todos los aspectos técnicos están a la altura de lo que prometen. La llegada buen film de ciencia ficción pero no mucho más que eso pese a su factura técnica y el carisma de su protagonista.
AMY ADAMS Y LOS HUMANOS EN EL LABERINTO Una muy interesante película de ciencia ficción, basada en un cuento de Ted Chiang, que se aleja de los terrores de la guerra de los mundos y se acerca hasta el homenaje a films como “2001 Odisea del espacio”, “Encuentros cercanos del tercer tipo”, “Contacto” y “El árbol de la vida”. Con la llegada de unas estructuras flotantes que se ubican en distintas partes estratégicas del planeta, comienza la inquietud y el intento de comunicación con esos seres, una suerte de pulpos gigantes que emiten sonidos incomprensibles. El gobierno de EEUU convoca a una lingüista que expresa las ideas mas ingeniosas de ciencia ficción y especialistas con respecto al lenguaje: equipararlo con un arma, considerarlo como un regalo alien o como un generador de cultura y no al revés. Pero además de los esfuerzos por interpretar esas manchas de tinta circulares y su entendimiento, aboga por el entendimiento de la raza humana en su conjunto, concepto que se logra con el uso de un rulo temporal que se ajusta perfectamente hacia el final de la película y esta muy bien resuelto, con emotividad y fascinación. El trabajo de Amy Adams como siempre sobresaliente, (esta nominada por este rol a los “Golden Globe” secundada por Jeremy Renner, Forest Whitaker.
Ciencia Ficción de la Buena La llegada (Arrival, 2016) es la versión pensante de las películas de ciencia ficción en las que alienígenas invaden la Tierra. Se preocupa por la ciencia detrás de semejante encuentro – ¿cómo funciona la comunicación? ¿Cómo aprendemos su idioma, cómo les enseñamos a comprender el nuestro? ¿Cuánto margen de error le damos a la interpretación? Y la pregunta del millón de la película: si el habla define al pensamiento, ¿qué tipo de salto astronómico significaría para la evolución de la humanidad aprender un lenguaje que no es humano? Éste es el tipo de ciencia ficción interesada más en la ciencia que en la ficción. En este sentido se parece mucho a Contacto (Contact, 2001), de Robert Zemeckis, en la que una científica (Jodie Foster) intenta contactarse y comprender señales de vida extraterrestre. También se parece a Sicario (2015), la anterior película del director Denis Villeneuve. Su nueva película comienza con una joven heroína siendo reclutada para una misión sospechosa, sólo que Amy Adams reemplaza a Emily Blunt y su personaje es considerablemente más proactivo. La película es en enorme misterio que retrucando cada enigma que devela. Hablar en cualquier grado de detalle sobre la trama sería arruinarla. Basta decir que Louise (Adams) es una lingüista llamada a descifrar un lenguaje alienígena, que coopera con un científico (Jeremy Renner) y que sus superiores son un coronel que ilustra por qué “inteligencia militar” es un oxímoron (Forest Whitaker) y un patético esbirro de la CIA (Michael Stuhlbarg). Y que hay un muy buen giro hacia el final que va más allá de la sorpresa y complejiza la lectura de la película. Similar al estilo impromptu de Sicario, La llegada discrimina entre qué mostrar y qué sugerir; qué va en primer plano y qué ocurre en el fondo. La película se desarrolla principalmente en la base militar establecida entorno a un gigantesco monolito (éste tiene forma de óvalo y levita a unos metros del suelo) en el medio de un valle inundado por ráfagas de neblina. Acompaña la música de Jóhann Jóhannsson, a base de alarmas y sirenas que van reptando insidiosamente a lo largo de la banda sonora. A través de transmisiones televisivas, llamadas telefónicas y emisiones de radio vamos atestiguando el descenso de la humanidad a la histeria, lo cual agrega un elemento de urgencia a la investigación de los héroes, que a su vez tienen que lidiar con las bravuconeadas de los militares y la paranoia de los gobiernos. Louise a su vez se ve atormentada por visiones de su hija muerta, las cuales no son un mero detalle trágico para caracterizarla sino que terminan relacionándose con el resto de la película de manera inesperada y efectiva. Lo único tachable de la película es el diseño artístico de ciertos elementos alienígenos. Uno creería que la producción estaría más allá de caer en lugares comunes del orden monstruoso. Está la eterna queja de que EEUU parece tener el monopolio de los encuentros cercanos del tercer tipo. Y que el co-protagónico de Renner es relativamente blando al lado de Amy Adams. Más allá de eso la película – escrita por Eric Heisserer, basada en un cuento de Ted Chiang – es sumamente creativa en el planteo y trato de su historia, que se interesa genuinamente por cuestionar la percepción humana y explorar los límites de la ciencia ficción.
Crítica emitida por radio.
La Llegada, la nueva película de Dennis Villeneuve es una de ciencia ficción alejada de los facilismos, la acción y los efectos especiales a los que acostumbra Hollywood para contar un cuentito sobre la importancia de la comunicación para entenderse y entendernos. Louise Banks es una importante lingüista, la mejor del mundo dicen, abocada a una vida rutinaria y solitaria como profesora. Un prólogo nos la muestra sufriendo la pérdida de su hija a través de una enfermedad terminal, y este aspecto en la historia de su vida (por cierto así se llama el relato en el que está basada la película, Historia de mi vida de Ted Chiang) aparecerá y desaparecerá a lo largo del relato varias veces, sin en un principio tener una clara razón de estar en una trama que parece centrarse en otra cosa. Cuando doce naves aterrizan en simultáneo en doce partes diferentes del planeta y una de ellas en Estados Unidos, los gobiernos de cada uno de esos países intentan saber por y para qué vinieron acá. Louise es convocada por el coronel Weber junto a otro científico, el físico y teórico Ian Donnelly. Tras un primer encuentro precedido por el miedo y la fascinación que a ambos les genera la idea de estar frente a estos seres de otro planeta, ella va logrando de a poco interactuar y comprender su peculiar lenguaje. Pero el tiempo corre, el mundo necesita respuestas y si no las consigue, el miedo a lo desconocido puede derivar en situaciones mucho peor. ¿Cuándo empieza o termina algo? ¿Cómo distinguir comienzos de finales, si a veces uno está tan atado a otro? Por eso, para Louis no hay comienzos y finales, y con esta misma idea, Villeneuve narra su historia a través de líneas alternadas, yendo y viniendo entre tiempos que sólo al final terminan de revelarse. Aquello que podría sonar tramposo, y sobre lo que no conviene adelantar, es acá trabajado con mucha coherencia. La película recuerda inevitablemente a Interstellar, más que nada por su juego con las dimensiones del tiempo y el espacio. Pero allí donde la ambiciosa película de Nolan fallaba con un guión al que se le veían todos los hilos y la nula capacidad para crear relaciones genuinas entre sus personajes, en La llegada todo está puesto con suma precisión para lograr una película impredecible pero siempre creíble aun en su arriesgada narrativa. La fotografía de Bradford Young y la banda sonora (con On the nature of daylight de Max Richter sonando tanto al principio como al final, y la música original de Jóhann Jóhannsson) ayudan a crear una atmósfera de misterio opresiva y densa, que funciona un poco en contraste al tono del relato, más intimista. Porque así como la película se centra principalmente en el modo en que Louise logra relacionarse con los alienígenas y no en un retrato masivo, La llegada es ante todo un drama. Por eso no necesita grandes escenas de acción ni efectos especiales, sino simplemente mostrar la interacción entre dos seres que provienen de distintos lugares y que luchan por entenderse. Es el viaje personal y emocional de Louis el eje de la película. Amy Adams entrega una hermosa interpretación como Louise, cargada de emociones pero siempre desde un lado contenido, sutil. Forest Whitaker y Jeremy Renner no desentonan pero es ella la luz principal del film. Es quien aporta calidez al relato. La llegada es una película que quiere abarcar muchos temas pero lo hace con precisión y así se aleja incluso de algunas de las obras anteriores de Villeneuve que en algún momento se sentían algo pretensiosas. Acá, más allá de lo complejo del relato, lo abstracto del lenguaje que estudia su protagonista, estamos ante un film accesible, emocionante y, más allá de su ritmo pausado, atrapante.
Una bella reflexión sobre nuestra necesidad de contacto ADenis Villeneuve siempre le interesó trabajar los géneros clásicos, pero a partir de conflictos de fuertes implicancias emocionales. Tras Incendies, La sospecha, El hombre duplicado y Sicario -y antes de hacerse cargo de la secuela de Blade Runner-, el realizador canadiense incursionó en la ciencia ficción con una notable película, pero que puede prestarse a confusiones. Si alguien leyera la sinopsis (doce naves desembarcan en distintas zonas del planeta y ponen a la humanidad al borde de una guerra total) podría pensar que La llegada es una película en la línea del cine catástrofe de Día de la Independencia. Nada de eso: se trata de una reflexión de corte existencialista sobre las dificultades de nuestra civilización para comunicarse que remite más a propuestas como Encuentros cercanos... o E.T., de Steven Spielberg; 2001, odisea del espacio, de Stanley Kubrick; las búsquedas poéticas de la filmografía de Terrence Malick o los ensayos filosóficos de la obra de Christopher Nolan. La protagonista es Louise Banks (Amy Adams), experta profesora de lingüística de torturada vida personal que, en medio del caos social que se desata tras la invasión alienígena, es convocada por las autoridades para encontrar la manera de comunicarse con los extraterrestres antes de que los otros gobiernos (sobre todo, el chino y el ruso) pierdan la paciencia e inicien un ataque contra las naves estacionadas. En el equipo de élite que se conforma de urgencia se le une Ian Donnelly (Jeremy Renner), un físico que también busca la forma de interpretar a y conectar con esos seres que parecen ser bastante más inteligentes y pacientes que los humanos. El film trabaja en varios niveles: el íntimo de la heroína, el de los progresivos avances en la comunicación con los alienígenas, y el de las negociaciones en las altas esferas para enfrentar tan extrema situación. Puede que el guión de Eric Heisserer tenga por momentos una impronta new age demasiado idealista y naïve, pero La llegada nunca deja de entretener y fascinar. Con imágenes de un lirismo que en Hollywood no abunda, se trata de un film para disfrutar, sí, pero también para pensar.
Hablemos el mismo idioma Amy Adams es una lingüista que intenta comunicarse con extraterrestres que llegan a la Tierra. El canadiense Denis Villeneuve (Incendies, El hombre duplicado, Sicario) hizo en los últimos años un curso intensivo de ciencia ficción: antes de encarar el rodaje de Blade Runner 2049, la tardía secuela del clásico de Ridley Scott, que se estrenará en octubre de 2017, exploró otra arista del género con La llegada, una invasión extraterrestre despojada de acción y efectos especiales bochincheros, más una reflexión sobre la comunicación y las (im)posibilidades del lenguaje que sobre el choque de civilizaciones. Basada en una novela corta del multipremiado neoyorkino Ted Chiang, especialista en ciencia ficción, la película cuenta lo que ocurre cuando, de un día para otro, aparecen doce naves alienígenas flotando a escasos metros del suelo terrestre, en doce diferentes puntos geográficos de la Tierra. Ante todo, se presenta un problema de orden práctico: ¿cómo comunicarse con los visitantes? ¿Cómo averiguar el propósito de su expedición? Sin diccionarios de inglés-marciano/marciano-inglés a la vista, el ejército estadounidense convoca a una doctora en lingüística (Amy Adams, nominada al Globo de Oro por este trabajo) para que oficie de traductora. Hay, así, un abordaje de la cuestión tanto desde las ciencias humanas como las exactas (junto a ella trabaja un físico, interpretado por Jeremy Renner). La tensión por la supuesta amenaza alienígena es desplazada, entonces, por la inmersión en teorías lingüísticas. Sobre todo en la hipótesis de Sapir-Whorf, que establece una relación directa entre el lenguaje de una persona y su forma de entender el mundo. Y si ese lenguaje está bombardeado por el ruido de los medios, el resultado puede ser desastroso. Así descripto, esto puede sonar soporífero, pero no lo es. Porque pendulando entre los contactos de los científicos con los extraterrestres y la vida de la lingüista, la película trabaja en un vaivén que nos va sumergiendo en una dimensión mágica, cargada de poesía y un logrado onirismo, con secuencias que homenajean a El árbol de la vida, de Terrence Malick. En la línea pacifista de Encuentros cercanos del tercer tipo, una de las conclusiones posibles es, una vez más, que el mayor peligro del universo somos los seres humanos y nuestras limitaciones para comunicarnos.
CINE CON MANUAL DE INSTRUCCIONES El cine de Christopher Nolan empezó a tener descendencia en su peor vertiente y ahí tenemos el consenso que consiguió obtener Denis Villenueve, no sólo a partir del suceso de Incendies, sino principalmente con los éxitos de El hombre duplicado, La sospecha y Sicario. En todos los casos, estamos hablando de films con trabajos formales muy detallados y distintivos, que los dotan de pátinas de prestigio que ocultan sus notables carencias narrativas. Son películas supuestamente complejas, “importantes”, pero que en verdad se la pasan explicándose a sí mismas -no sea cosa de confiar en el espectador- y están revestidas de mantos ideológicos entre facilistas y conservadores. La llegada significa su abordaje de la ciencia ficción, en una operación de burocratización genérica. Es que en verdad, La llegada se va delineando como una especie de thriller diplomático, aunque convengamos que con escasas dosis de suspenso. Todo inicia con el arribo de una docena de naves alienígenas a distintos puntos de la Tierra. A la lingüista Louise Banks (Amy Adams) la llevan para entablar contacto con los extraterrestres que llegaron a territorio estadounidense, en una labor conjunta con un físico (Jeremy Renner) y un general del Ejército (Forest Whitaker). El problema es que hay otros once países realizando sus propios contactos y negociaciones, con lo que hay una docena de agendas diferentes. Todo gira alrededor del lenguaje, de las posibles interpretaciones para cada gesto, símbolo o palabra, con lo que cada paso puede ser decisivo e incluso el último, ya que todos los involucrados (incluidos los visitantes del espacio exterior) son principiantes en el asunto, mientras el planeta está al borde del caos absoluto. Si dejáramos de lado ciertas inverosimilitudes -¿por qué dentro del equipo de expertos no hay nadie con experiencia en diplomacia?-, La llegada podría haber sido un film realmente atractivo en su foco sobre el choque entre culturas totalmente distintas, con todas las implicancias políticas que podría tener. Pero para que la metáfora política y los dilemas éticos y morales adquieran relevancia, se necesita una dosis de incertidumbre que vaya más allá del enigma central -cuáles son las verdaderas intenciones de los alienígenas- y eso nunca termina de surgir, básicamente porque el film no deja nada sin explicar. En esto, el personaje de Whitaker es ejemplar: está supuestamente como representante y enlace con las autoridades políticas, con lo que siempre está exigiéndole a Banks que explique todas sus acciones, pero pronto queda claro que su deber enunciativo es simplificar todo para el espectador. Cuando pasa algo que puede ser difícil de entender, ahí aparece el personaje de Whitaker para demandar una explicación, que será brindada muy didácticamente por Banks. Detrás de todas sus idas y vueltas temporales, de sus jueguitos con el montaje y el despliegue de teorías científicas un poquito alejadas del conocimiento general, el film de Villeneuve se revela como temeroso de ser realmente complejo, de proponerle al espectador una verdadera aventura marcada por el descubrimiento y la maravilla. A pesar de que lo insinúa desde el primer minuto, la pretenciosidad con que transita su trama le impide a Villeneuve hacerse cargo de lo que realmente quiere contar en La llegada, que es un drama materno-filial atravesado por las nociones de la pérdida y la consciencia del paso del tiempo. Todo eso queda sobrepasado y hundido por las conversaciones lingüísticas y una permanente explicitación de cada una de las acciones y los sentimientos que surcan a la protagonista y quienes la rodean. Algo similar a lo sucedido en El origen, donde el drama romántico quedaba relegado por las teorizaciones sobre los sueños. La pasión queda anulada por la disquisición, de la mano de una puesta en escena que sólo cuenta con la belleza visual y sonora -otra vez la banda sonora de Jóhann Jóhannsson, aunque esta vez demasiado explícita- para disfrazar su alarmante estatismo: La llegada es una película casi sin movimiento -materialidad esencial en el cine- y que tiene a la palabra como única herramienta más allá de su obvio esteticismo. Lo peor de La llegada sin embargo está en sus minutos finales, donde se produce “la gran revelación” que se viene aguardando desde el principio: si ya las explicaciones eran sobreabundantes, para arribar a un cierre el film va esclareciendo cada uno de sus pasos, explicitando todo mediante diálogos de una obviedad apabullante y que encima atentan contra su propia verosimilitud. Todo lo que sucede, todo lo que se siente, está clarificado y enunciado a través de la palabra. La llegada no sólo nos dice qué pasa, sino también cómo nos debemos sentir frente a eso que pasa. Como un manual de instrucciones cinematográfico, pero eso sí, súper trascendente.
Las historias de las películas del director Denis Villeneuve son bien diferentes entre sí: una tragedia en un colegio de Montreal; un conflicto familiar durante la guerra del Líbano; un hombre en problemas con su clon; la búsqueda de una niña desaparecida; la lucha incesante entre narcos y agentes. Respecto a la diversidad de tramas, Arrival -adaptación del relato The Story of Your Life, de Ted Chiang– no es la excepción a la regla. En su primer film de ciencia ficción, el canadiense demuestra que le hace frente a cualquier género. El motor es tan sencillo como efectivo y se resume en la primera pregunta que la lingüista Louise (Amy Adams) le hace a los recién llegados: “¿Por qué están aquí?”.
La ciencia ficción no tiene que ser puro artificio y efectos especiales. Claro que necesita de estos elementos para contar sus historias, pero también del factor humano, que es el verdadero aglutinante entre estos dos mundos de realidad y fantasía. Así lo entiende Denis Villeneuve -director responsable de “Sicario” (2015) y “La Sospecha” (Prisoners, 2013)- que, a partir de la historia corta de Ted Chiang, “Story of Your Life”, se embarca en su primera aventura extraterrestre. “La Llegada” (Arrival, 2016) cuenta la historia de, justamente, el arribo de doce naves espaciales desparramadas por el planeta. Temerosos, los humanos tratan de comunicarse y averiguar las intenciones de estos seres que, desde el vamos, no muestran ningún indicio de hostilidad. Esta será la tarea de Louise Banks (Amy Adams), una experta en lingüística que debe hacer contacto con los aliens antes de que el mundo caiga en el caos y la desesperación, tanto de los civiles como lo militares. Así, Banks pasa a formar parte de un equipo especial de investigadores que se adentra en una de las naves, junto al físico Ian Donnelly (Jeremy Renner), científico que ha soñado con este momento desde su más tierna infancia. Louise es la primera que logra descifrar el tipo de lenguaje que utilizan estos “heptápodos” –llamados así porque son bichos con siete tentáculos- y descubre que vienen con la intensión de hacernos un “regalo”. Acá es donde empiezan lo malos entendidos entre el significado de “arma” y “herramienta”, y algunas naciones del mundo ya no tienen tantas ganas de estrechar lazos de amistad con los visitantes. “La Llegada” es pura tensión, un thriller contrarreloj que va mezclando varias líneas temporales. Villeneuve no se excede con los efectos, en cambio, nos regala imágenes bien puras que enamoran desde la simpleza. Pero lo más importante sigue siendo el ser humano y el nexo con estas criaturas. No casualmente, el director elige el lenguaje como su elemento de estudio, punto de quiebre que (en la historia de la humanidad con la escritura) marca el comienzo de la cultura, propiamente dicha. Amy Adams se carga la película al hombro y se convierte en centro de esta trama que tiene muchos puntos en común con otras historia sci-fi como “Contacto” (Contact, 1997), “Interestelar” (Interstellar, 2014) y, por qué no, “Encuentros Cercanos del tercer Tipo” (Close Encounters of the Third Kind, 1977). Villeneuve destaca la importancia de la comunicación, no sólo entre humanos y alienígenas, sino entre naciones, y no podemos de dejar de lado los paralelismos políticos, sobre todo si el país más conflictivo y dispuesto al ataque resulta ser China. No hay mucho más para decir, sin caer en el spoiler. “La Llegada” esconde algún que otro misterio que es fácil de dilucidar, pero su principal atractivo reside en la construcción de este nexo de confianza que debe establecerse y en la propia naturaleza humana, más complicada (y peligrosa) que un conjunto de naves extraterrestres que llegan a nuestro planeta comunicándose a través de unas extrañas manchas de café (¿?).
Una invasión extraterrestre de excesiva duración Varias naves extraterrestres aterrizan en distintos puntos de nuestro planeta. Las diferentes potencias intentan comunicarse con los extraterrestres, unos bichos tentaculados bastante extraños que no parecen tener un idioma que pueda ser compatible con ninguna lengua terrestre. Pero una experta en idiomas estadounidense da los primeros pasos para hablar con estos seres. El director Denis Villeneuve, realizador de excelentes films como "Sicario", intenta una rigurosa variación de "Encuentros cercanos del tercer tipo" centrándose sobre todo en la parte lingüística del asunto. De hecho todo lo relacionado a las escenas con Amy Adams y su colega científico Jeremy Renner enfrentándose a los extraterrestres para intentar algún tipo de comunicación son excelentes, y los minuciosos detalles de segurdad biológica y militar que rodean esos encuentros resultan más que interesantes. Del mismo modo los aspectos visuales y los efectos especiales para desarrollar los movimientos de los aliens y sobre todo sus originales círculos jeroglíficos que usan para comunicarse son de primer nivel. Pero la película pierde fuerza cuando se empecina de dotar de un costado emocional a la historia, sobre todo con respecto a las visiones de la protagonista, que desde el principio del film piensa en su pequeña hija a la que nunca vemos en tiempo real. Obviamente este detalle está estrechamente vinculado con el encuentro cercano extraterrestre, y cualquier fan de la ciencia ficción adivinará mas o menos un desenlace que está planteado como si fuera una gran sorpresa. Esto y cierta falta de intensidad general, más una duración un tanto excesiva, atentan contra el resultado de una película interesante y bien filmada y actuada pero que daba para más.
Un exponente de verdadera ciencia ficción. Hablamos con mucha frecuencia de la ciencia ficción para referirnos a aquellas películas que transcurren en el futuro, en el espacio, donde hay láseres, extraterrestres y tecnologías asombrosas que supera cualquier realidad. Sin embargo, todos estos símbolos del género están arraigados en la ciencia por sí misma, y es necesario recordar que la ciencia ficción es, por definición, una forma de ficción que se basa en el conocimiento científico. Quien esto escribe no pretende darles clase de historia del cine, sino que recuerda la etimología pura del término porque es la que mejor le sienta a una película como La Llegada. El lenguaje de los signos: Una especie extraterrestre llega a la tierra y, para saber cuáles son sus intenciones, el Ejército de Estados Unidos recluta a la Dra. Louise Banks, una lingüista que está tratando de sobrellevar una reciente tragedia personal. Su misión será descifrar el lenguaje de estos seres para averiguar cuál es su objetivo en la Tierra. Decir que La Llegada es un guión solido desde lo estructural sería una definición incompleta, ya que sus virtudes yacen en más lugares que ese. Es una historia que juega mucho con las nociones del tiempo, y si bien cede de tanto en tanto al cliché de “milicos que buscan reventar a los aliens, cuando estos sólo se quieren comunicar”, encuentra la manera de hacer atrapante e interesante algo tan cerebral como la búsqueda de un lenguaje común. La narración podría haber muerto en una fría búsqueda científica, pero el guión tiene la suficiente inteligencia de sembrar en sus primeros minutos los motores emocionales de la protagonista. Minutos breves pero intensos que nos dicen todo lo que tenemos que saber sobre ella. Tenemos a una conmovedora Amy Adams sobre quien descansa una gran parte del peso de la película; su expresividad y sensibilidad son cruciales para sacar adelante una gran mayoría de las escenas. Junto a ella tenemos a un Jeremy Renner que provee un sólido acompañamiento (sumando una ocasional cuota de humor e ironía), y un sobrio Forest Whitaker como el alto oficial militar que corta el bacalao en la operación. La fotografía y efectos visuales son eficientes pero los lauros se los lleva el cuidado diseño de producción. Cabe aclarar que el montaje es una herramienta esencial para que esta peculiar propuesta narrativa tenga sentido. No sólo se adapta muy bien a los juegos con la percepción del tiempo, sino que tiene un gran sentido de la elipsis. Conclusion: Si esperan la típica película de una invasión extraterrestre, La Llegada los va a desilusionar. No se dejen engañar por los posters; no hay nada en su narración, actuación o propuesta visual que apunte a ello. Es una película que te hace trabajar la cabeza desde el primer fotograma; sobre el tiempo y el lenguaje como un camino hacia las emociones. Si son atentos y están abiertos a sus verdaderas intenciones, van a encontrarse ante una película profunda como pocas.
Los doce del signo. La tierra recibe la inesperada visita de doce objetos no identificados. Son naves alienígenas que se han apostado en doce puntos diferentes del planeta. El gobierno de los EE.UU. recurre a la profesora de lingüística Louise Banks (Amy Adams) para que preste su colaboración y ayude a lograr una comunicación con los visitantes, todo esto con la finalidad de saber por qué y para qué vinieron. No esperen nada parecido a "Día de la Independencia", ni nada por el estilo. Aquí no hay ánimo belicista, ni enfrentamientos armados entre distintas facciones planetarias. Lo que se propone en este filme es una historia sobre la comunicación, el entendimiento y la comprensión ante lo desconocido, allí donde el lenguaje es una barrera. Así es que vemos a la profesora Banks dedicada a descifrar lo que un par de criaturas parecidas a pulpos gigantes dibujan sobre una pared transparente que las separa de los terrestres que las visitan a su nave. Pero el relato no es tan lineal, imágenes de otro aspecto de la vida de Banks ocupan la pantalla, la de una vida con una hija con quien comparte momentos de felicidad y de tragedia. Y todo se mezcla, y lo que parece haber sido puede que lo sea en un futuro, o no. El canadiense Villeneuve nos impone el rostro blanquísimo y pecoso de Amy Adams mediante generosos primeros planos, la cara de la colorada de moda en Hollywood ocupa la pantalla en varias escenas como si quisiera que escudriñáramos en ella más allá de lo que el guión nos cuenta. Ella -tan "americana" en sus rasgos- es la heroína en esta historia donde, como siempre, los brutos y beligerantes son de otra nacionalidad; chinos o rusos, por ejemplo; lo usual, por más que la película exponga buenas intenciones. El problema es que más allá de lo visual y lo alegórico Villeneuve aburre, se pasa de solemne. No importa en qué se basa, ni cuáles son sus influencias cuando el resultado es soporífero. "La Llegada" luce como otro vehículo para que Amy Adams despiliegue sus ya reconocidas dotes actorales, acompañada por un siempre eficaz Forest Whitaker capaz de aportar matices a un militar estadounidense. Es de celebrar que surjan propuestas de este tenor, en las que se valoran más el diálogo y el entendimiento antes que el uso de la fuerza. Solo queda lograr que sean más entretenidas para de esa manera ganar el espacio que las otras ocupan a fuerza de explosiones y balazos.
Buscando un símbolo de paz Desde su permanencia en el mainstream norteamericano, Denis Villeneuve se encuentra elaborando producciones de manera constante, denotando una preferencia por los argumentos con incorrecciones ideológicas, aunque manteniendo el entretenimiento como necesidad. Con La Llegada (Arrival, 2016) descubrimos a un Villeneuve plenamente ambicioso, supervisando una propuesta arriesgada sobre invasiones alienígenas, militares paranoicos y discusiones existenciales. La historia comienza con la inesperada aparición de doce naves extraterrestres que se posicionan flotando en ubicaciones geográficas específicas de nuestro planeta. Ante la imposibilidad de comunicarnos con estos visitantes, el coronel Weber (Forest Whitaker) recluta a la traductora Louise Banks (Amy Adams) y al astrofísico Ian Donnelly (Jeremy Renner) para que trabajen en alguna estrategia que consiga decodificar el lenguaje extraterrestre y de esta manera conocer los verdaderos propósitos de su llegada. Tomando distancia de los policiales moralistas construidos mediante la intensidad de sus personajes, en esta oportunidad el canadiense se introduce a la ciencia ficción de contenido intelectual, contemplando la importancia de las comunicaciones como herramientas primordiales para la supervivencia de la humanidad. Desde las burocracias gubernativas, hasta los conflictos culturales, las implicancias responden a los intereses que Villeneuve viene planteando desde Incendies (2010) en adelante. Con La Llegada también retomamos diferentes suposiciones discursivas que mantienen similitudes con otras películas respecto a la posibilidad de contactarnos con alienígenas, además de las afirmaciones científicas que intervienen frente a las cuestiones religiosas. Desde los planteamientos introspectivos demostrados en Encuentros Cercanos del Tercer Tipo (Close Encounters of the Third Kind, 1977) y Señales (Signs, 2002), hasta la intelectualidad de Contacto (Contact, 1997) e Interestelar (Interstellar, 2014). El desarrollo del guionista Eric Heisserer consigue estructurar una narrativa de recursos inteligentes, mientras que el tratamiento contemplado por Villeneuve establece los parámetros necesarios para consolidar una atmosfera cautivante, sin necesidades de comportarse como un blockbuster cualquiera. La Llegada transporta al espectador hasta sumergirlo en un desenlace sumamente emocional, impregnando un dramatismo deslumbrante por parte de Adams, y corroborando la grandiosidad de Villeneuve dentro del panorama comercial.
Curso acelerado de lenguaje alienígena. Del conflicto entre cristianos y musulmanes en Incendies, el director pasó a la ciencia ficción: aquí, una profesora de Lengua es encomendada a decodificar los mensajes de unos visitantes extraterrestres. El resultado es algo dispar. Adams cuenta con la ayuda del doctor Ian Donnelly, encarnado por Jeremy Renner.Adams cuenta con la ayuda del doctor Ian Donnelly, encarnado por Jeremy Renner. Operativo Seriedad. Ese es el emprendimiento que en relación con el cine de género parece haber encarado el encumbrado cineasta canadiense Denis Villeneuve (Québec, 1967). No se conocen sus inicios (tres largos en su país entre 1998 y 2009), pero la nominada al Oscar Incendies (2010) no perdía los aires de importancia al tratar el conflicto armado entre cristianos y musulmanes en Medio Oriente, con recursos de culebrón. La sospecha (2013) era el típico thriller dramático de búsqueda de la hija desaparecida por parte de su padre –una nueva Búsqueda implacable, puede decirse– narrado por alguien al que le hubiera gustado ser Bergman. En El hombre duplicado, del mismo año, no necesitaba autoimponerse un tono filosófico: la película estaba basada en una novela de José Saramago. La siguiente Sicario (2015) volvía a vestir las convenciones más ramplonas con el traje mejor cortado. Basada en el cuento The Story of Your Life, escrito por el muy premiado Ted Chiang, La llegada es una de ciencia ficción en la que el protagonista es… el lenguaje. “Prenda el televisor”, le pide en medio de la clase uno de sus alumnos a la profesora de Lengua Louise Banks (la siempre infalible Amy Adams). Lo prende (tiene una TV gigante detrás del pizarrón: lujos del hemisferio norte) y se encuentra con la noticia de que varias naves extrañas han desembarcado en puntos distantes de la Tierra: todo el mundo a refugiarse. Pronto, la doctora Banks, que es lingüista y arrastra una tragedia personal, recibirá la visita del coronel Weber (Forest Whitaker), que la conoce de una ocasión anterior en la que se lució trabajando para la CIA. ¿Qué tiene que hacer una especialista en lenguas en este embrollo? Traducir a los alienígenas. ¿Cómo? Ah, bueno, eso se verá. Estamos en Hollywood, al fin y al cabo, y ya se sabe que aquí todo es posible. Así que más temprano que tarde la doctora se calza la escafandra y el traje de astronauta y se sube a la nave alien (que es como si a la de 2001 la hubieran estirado un poco hacia los costados) en compañía del doctor Ian Donnelly (Jeremy Renner), que es físico. Allí, pantalla de por medio, se las verán con dos visitantes, que tienen forma de pulpos y se expresan mediante unas manchas de tinta que parecen del Test de Rorschach. A propósito de la pantalla podría pensarse en una analogía con el cine mismo, pero más vale olvidarlo: Villeneuve no es un cineasta cinéfilo. Lo del Rorschach es más pertinente, ya que el cuento de Chiang trabaja sobre la llamada “hipótesis de Sapir–Whorf”, que postula una relación entre las categorías gramaticales del lenguaje y la forma en que la cultura que lo produce entiende el mundo. O sea, una forma de proyección de una en otra, si se quiere. Más allá del disparate de poder llegar a entender en cuestión de días un lenguaje alien, que tal vez constituya el mcguffin de La llegada, el nudo del asunto parecería ser el modo en que la doctora Banks se deja permear, a partir de su conocimiento de la gramática de los pulpos, por la conceptualización del mundo de éstos. En particular su concepción del tiempo, que no es lineal. Así, Louise comienza a habitar un tiempo “enrulado”, que permite a la película hallar a la vez un carácter reparador y un final sorpresa. Más allá del tono alla Terrence Malik (incluyendo pasturas y cuartetos de cuerdas) que adopta Villeneuve en esta ocasión, hay un problema estructural en la película, relacionado tal vez con una indefinición temática: si el tema es el de la compenetración de la protagonista con el lenguaje ajeno, ese tema llega demasiado tarde; si es el de la posibilidad humana de decodificar lenguajes extraños, el cine no parece el lenguaje más apropiado (con perdón por la redundancia) para tratarlo.
NO ES OTRA INVASIÓN ALIENÍGENA La peor forma de contar qué pasa en La Llegada sería empezar por “los extraterrestres invaden Estados Unidos”. La mitad de los lectores abandonarían inmediatamente la crítica esperando otro cliché barato donde la potencia militar norteamericana de repente se justifica por la aparición de un enemigo externo y mucho más poderoso. Sin embargo, en La llegada no explotan monumentos de Washington D.C. ni un militar retirado se reivindica como héroe. Doce naves aterrizan en distintos lugares del globo sin conexión aparente, a lo largo de los cinco continentes. La lingüista Louise Banks (Amy Adams) es convocada junto a otros expertos para investigar y enfrentarse al lenguaje extraterrestre. Entender y hacerse entender puede ser la clave para prevenir un conflicto bélico mundial o prepararse para una invasión masiva. Parece ser la semana de las heroínas: al igual que en Rogue One, la protagonista está muy lejos de ser una damisela en apuros y sólo se apoya en su contraparte masculina como en un partenaire que acompaña sin opacar. Amy Adams hace una interpretación brillante, más destacable que en la recientemente estrenada Animales Nocturnos. Tal vez sea por la empatía, ya que la doctora Banks experimenta un cóctel de sensaciones con las que es muy fácil identificarse: siente miedo, asombro, tristeza, frustración. La adaptación de “La historia de tu vida”, de Ted Chiang, explora algunos terrenos que recuerdan a El juego de Ender –de Orson Scott Card- y Crónicas Marcianas –un clásico de Ray Bradbury-, donde el encuentro con razas alienígenas no implica exclusivamente un conflicto bélico sino también un choque de culturas con muchas dificultades para entenderse. La película de Denis Villeneuve (Sicario, Prisioneros) canaliza a través de la doctora Banks mucho del miedo, curiosidad y obsesión por descubrir que sentiría cualquiera y le suma sus propios demonios internos, haciendo que el relato no sea lineal sino mucho más profundo. La película no sólo no está basada en Estados Unidos: aunque transcurre en el país del norte, la acción también involucra a las demás naciones visitadas. Por otro lado, los militares sin llegar a ser puestos en ridículo –como en Los 4 Fantásticos y Silver Surfer- sí se ven superados por los civiles y demuestran cierta incompetencia. Por otro lado, también funciona como crítica a cómo los medios de comunicación abordan muy a la ligera cuestiones que escapan de su conocimiento o incluso de su comprensión básica. El film es mucho más reflexivo que la película de ciencia ficción promedio, con un toque existencialista que queda rebotando las horas y días siguientes en la cabeza del espectador. Increíblemente, “¿Cómo reaccionaríamos ante el choque con una cultura con la cual no sabemos comunicarnos?” está muy lejos de ser la cuestión más importante. LA LLEGADA Arrival. Estados Unidos. 2016. Dirección: Denis Villeneuve. Intérpretes: Amy Adams, Jeremy Renner, Forest Whitaker, Michael Stuhlbarg, Mark O’Brien, Tzi Ma, Nathaly Thibault, Pat Kiely, Joe Cobden, Julian Casey, Larry Day, Russell Yuen, Abigail Phiowsky, Philippe Hartmann, Andrew Shaver. Música: Johann Jóhannsson. Fotografía: Bradford Young. Duración: 116 minutos.
Se mezcla la ciencia ficción y el thriller. Una vez más se luce Amy Adams,( cuenta con una merecida nominación al Globo de Oro por esta interpretación) ella tiene que saber que quieren y porque vienen a mantener un contacto con los terrícolas, cuando se presentan doce naves extraterrestres. Una historia intimista, emocionante, que tiene sus tiempos, no se detiene en los efectos visuales o épicos sino en ciertos diálogos para prestar mucha atención. Si se quiere hacer una comparación, se la puede hacer con: "Interestelar" o "El árbol de la vida". Se van generando buenos climas de: intriga, suspenso y tensión. Conviene no dar demasiados adelantos de la trama porque hay algunas sorpresas y giros.
El contacto entre diferentes civilizaciones interplanetarias es uno de los grandes tópicos en el género de la ciencia ficción. Si bien el tema central de la nueva película de Dennis Villeneuve (Prisioneros, Sicario) refiere al arribo de visitantes procedentes de otro mundo, se instala en el relato una evidente impronta melancólica y reflexiva sobre el usual estupor y pánico que refleja la humanidad ante tamaño evento en la pantalla. "La llegada" tiene todo para convertirse en uno de los mejores exponentes de la ciencia ficción contemporánea. Villeneuve propone una película compleja que involucra agudas nociones científicas, justifica así un esfuerzo narrativo por cuidar la esencia de la historia y no sobrecargarla con tecnicismos y abrumadoras sobreexplicaciones. Su modo de presentarnos el contacto con los extraterrestres se acentúa con una naturalidad que resulta poco habitual en el género. Una vez derribados los dilemas ontológicos pertinentes al ser y su lugar en el universo, la humanidad deberá asumir que no representa el centro de todo. De este modo, "La llegada" le otorga entidad y pone manifiesto al formidable ejercicio de la comunicación en escena, mediante un relato donde la acción está conducida por la labor de “entender” a ese otro/visitante/alienígena y así interpretarlo. Para descifrar su lenguaje (¿incomprensible?), y descubrir sus verdaderas intenciones. Una estupenda Amy Adams interpreta a la Dra. Louise Banks , una catedrática lingüista a la que acude el gobierno de Estados Unidos ante la conmoción de semejante evento global y así tratar de comunicarse con estos seres... antes de catalogar al evento como una invasión. Ian Donnelly (Jeremy Renner) o el Colonel Weber (Forest Whitaker) acompañan a la Dra. Banks, completando un elenco con la solidez y madurez suficiente para comprender que la historia que los convoca es la protagonista sobresaliente. Cabe destacar que el film no construye un relato a partir de un guión lineal, dado que arma su progresión alternando entre presuntas nociones de recuerdos, sueños y la realidad, en contraste con los militarizados protocolos a los que deben someterse los científicos al momento de hacer contacto con los visitantes. Estos son sólo algunos de los idóneos recursos narrativos con los que Denis Villeneuve se permite jugar con la audiencia, haciendo de La llegada una película más próxima al cine de autor, y una excusa para hablar de las relaciones humanas. El guión de Eric Heisserer es una adaptación de la novela “La historia de tu vida” de Ted Chiang (1998), que circunda en el género de la ciencia ficción con una profunda y filosófica reflexión sobre la libertad de elección y el paso del tiempo, en un relato que se presenta de forma no lineal. La película no pretende abordar al espectador desde la recurrente parafernalia visual de una superproducción de estudio, su objetivo es vincularse con el espectador desde un laborioso arco dramático signado por alegóricas referencias cíclicas: donde el principio y el final resultan relativos al juxtaponerse, así adquieren un nuevo significado. Esto, por cierto, recuerda mucho a la obra de Terrence Malick. Pero, en esta ocasión, inherente a un relato de ciencia ficción, mediante instancias sublimes convocadas desde bellísimas imágenes conjugadas a partir de una inusual narrativa poética.
Crítica emitida por radio.
La importancia del lenguaje Pocas experiencias hay en el cine más gratificantes que acudir a la sala con una idea predeterminada de lo que nos espera en su interior y salir descolocados, traspuestos por la imprevisibilidad de la propuesta. Porque si uno espera con La llegada (2016) una buena historia de ciencia ficción, con la garantía de un director infalible como Denis Villeneuve y estimulado por un tráiler que lleva a engaño, terminará embaucado por un relato mucho más rico en matices que una mera invasión alienígena, por un alud de planteamientos vitales, plenamente filosóficos, desde una perspectiva innovadora e intimista, sin alardes de inteligencia no alcanzable para todos los públicos. Una experiencia mucho más placentera que la que nos hayan podido proporcionar otros grandes exponentes del género. Villeneuve demuestra que no hay reto que se le resista. Porque sin alterar las reglas de la ciencia ficción, demostrando un sumo respeto por el método científico, consigue perfeccionarla con una gran dosis de sensibilidad. El arranque de la película, en el que parece que la trama personal de la protagonista se cruzará de forma chapucera con la extraterrestre, ya advierte que el principio y el final de las historias nunca son claros. Lo que sí es evidente es que un planteamiento sugerente, la llegada de doce naves alienígenas al planeta Tierra, se desarrolla con sumo tacto, sin pasos en falso, con un control absoluto del ritmo y del objetivo que se quiere alcanzar, uno de los clímax finales más poderosos de la historia del cine. Aunque no parece existir una constante de género o temáticas comunes entre las películas del realizador canadiense, sí se ha establecido definitivamente, más allá del estilo o el tono, el denominador común de su cine: los solitarios. Todos sus protagonistas son solitarios patológicos, o empujados por las circunstancias, o por las características de su profesión. La solitaria de Arrival es una extraordinaria Amy Adams, una prestigiosa lingüista traumatizada por la pérdida de su hija, a la que se le encarga una misión: la de conseguir establecer contacto, llegar a comprender o hacerse entender, con los tripulantes (alienigenas) de una de las 12 naves que aparecen de pronto a lo largo de la tierra. Con este sencillo argumento, Villeneuve y el guionista Eric Heisserer, construyen un apasionante relato sobre la importancia de la comunicación y sus matices; nunca había pensado que una historia sobre la lingüística podría convertirse en algo tan emocionante. Porque Arrival no tiene nada que ver con cualquiera de las anteriores invasiones alienígenas que ha dado el cine, principalmente por una razón: es muy probable que si dicha invasión tuviera lugar las cosas se parecieran bastante a lo que cuenta Arrival. De ahí la curiosa sensación de veracidad que respira la cinta, y el inesperado peso antropológico que alcanza. La interpretación creíble de Amy Adams resulta fundamental, ya que es ella la que carga con el peso de todo el argumento. Es protagonista absoluta, y el resto de personajes son en realidad secundarios que giran en torno a la “historia de su vida”, incluido el solvente papel interpretado por Jeremy Renner. Así que lo mejor es entrar en la sala de proyección sin expectativas, dejándose llevar, desde una secuencia inicial que ya nos resume una vida y nos emociona en apenas minutos hasta un final que se cerrará como un círculo dando sentido a una historia donde los extraterrestres son sólo una excusa para hablarnos de recuerdos del porvenir, sobre el amor como nexo de los tiempos que fueron, son y serán.
En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios – Juan 1:1. Dios ha muerto […] Encontraron su cadáver en 2019, flotando en el espacio cerca de Alfa. Philip K. Dick, Nuestros amigos de Frolik 8 Primero sueño no es el poema del conocimiento como un vano sueño sino el poema del acto de conocer. Ese acto adopta la forma del sueño, no en el sentido vulgar de la palabra sueño ni en el de ilusión irrealizable, sino en el de viaje espiritual […] El viaje —sueño lúcido— no termina en una revelación como en los sueños de la tradición del hermetismo y el neoplatonismo, en verdad el poema no termina: el alma titubea, se mira en Faetón y, en esto, el cuerpo despierta. Épica del acto de conocer, el poema es también la confesión de las dudas y las luchas del Entendimiento. Es una confesión que termina en un acto de fe: no en el saber sino en el afán de saber. Octavio Paz. Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe Arrival pulp 12 naves extraterrestres de forma ovoide aparecen diseminadas por todo el mundo. Nadie conoce el motivo y para desentrañarlo el Coronel Weber (Forest Whitaker) llega a la a la oficina de la lingüista Louise Brooks (Amy Adams) con una grabación no humana proveniente de esas naves para que ella la descifre. Louise tiene en su conciencia una terrible tragedia personal que no sabemos si es pasado o futuro o de una dimensión paralela y esa situación interior se refleja en la situación exterior esos extraterrestres tiene algo para decirle no solo a la humanidad sino a ella en particular, por lo que ir a ese encuentro será un viaje de revelación. Arrival posterLa ciencia ficción ha sido una verdadera máquina de reciclar mitos, leyendas y relatos bíblicos. Arrival se adscribe, con sutileza, a esta fuente última. Ya desde el titulo se nota una clara referencia al mesianismo, las naves son una y doce a la vez, como los apóstoles de la tradición cristiana que vienen a dar un mensaje a la humanidad, pero al desconocer su lengua nativa necesitan no solo una traductora sino principalmente una exégeta. Louis Brooks (etimológicamente es en el viejo hebrero Baruj: bendita) es una médium, no solo entre los visitantes y los nativos sino también entre distintas lenguas, tiempos y dimensiones. Villenueve explora, por segundo film consecutivo, lo femenino en situación. En Sicario la agente del FBI Kate Macer (Emily Blunt) iba lentamente perdiendo la ingenuidad hasta no saber quiénes son los malos y quienes los buenos en la lucha contra el cartel de las drogas, aquí Louise se va desplazando lateralmente tanto física como temporalmente hasta descifrar (o algo parecido) un lenguaje de otro mundo y a la par conocer, intuir o advertir su probable situación futura. Villeneuve narra magistralmente esa noción de tiempo y temporalidad femenina donde los flashbacks resultan ser flash forwards.edge_of_tomorrow_1 Villeneuve, como en ningún film anterior, desarrolla una poesía sutil y misteriosa. Esas gigantescas doce naves en forma de huevo que no tocan el suelo (otra metáfora cristina de la necesidad de renacimiento de la especie humana y de su elevación de lo meramente material) son visualmente impactantes. Como aquel monolito de 2001 Odisea en el espacio de Kubrick, es una presencia que cataliza una transformación futura. images El investigador Roberto Lépori de la Universidad Nacional de La Plata realizó un trabajo interesante donde ubicaba a la poeta Sor Juana Inés de la Cruz (12 de noviembre de 1651, Municipio de Tepetlixpa, México) como un antecedente de la ciencia ficción. Sor Juana Inés de la Cruz como poeta y mística es la que intercede entre el cielo y la tierra. Como Mística conoce (y remarco aquí la función de conocer) cuestiones que la razón no puede explicar por eso su gran poema se llamo Sueños dado que apela a ese clima onírico (como lo haría cuatro siglos después Freud) para superar el tiempo y así alcanza lo que se oculta, la revelación nos espera en el lugar menos pensado. sara connor El personaje de Louis Brooks encarna ese ideal sor juanesco, de la mujer que no sólo intercede entre los mundos y los tiempos distintos sino que además puede entenderlos consciente de los límites de la razón para explicarlo todo. Ella no es militar, proviene de una ciencia (a veces no reconocida como tal) donde el eje es la comunicación, viene con un mensaje de entendimiento, de paz, de amor, de salvación. Como en Terminator ella puede modificar el futuro porque posee el don de anticipación, don que la emparenta a los viejos profetas. interstellar1Basada en el relato Story of Your Life de Ted Chiang, un autor multipremiado y conocido por los frecuentadores de la Sci Fi, Arrival se nutre de un sinnúmero de narraciones del género, siendo la más notable y cercana Interstellar de Christopher Nolan, donde el foco está puesto no tanto en los juegos temporales sino en la relación emocional de padre (Matthew McConaughey) e hija (Jessica Chastain). Amy Adams se muestra en todas sus posibilidades en Arrival y hace que Jeremy Renner sea un mero partenaire, lleno de tics y miradas que solo apuntalan el esplendor interpretativo de Adams, tan paradojal como el film ya que sabe mostrar una debilidad/fortaleza que seduce al espectador más renuente a empatizar con su rol en el film. ripley_6975Hay todo un linaje de heroínas del cine, frágiles y fuertes a la vez vinculado a la ciencia ficción. Desde la teniente Ripley en Alien, Sarah Connor en la primer Terminator (no la segunda, ya masculinizada) la princesa Leia de Stars Wars, Dana Scully de Los Expedientes Secretos X pero los antecedentes más claros con Brooks son la Eleanor Arroway de Contact (sobre el libro de otro buscador de diálogos interestelares como Carl Sagan) con esa decisión de no medir riesgos en su búsqueda de respuestas y otro encarnado también por Jodie Foster (aunque no emparentado con la Sci fi) como Clarice Starlingde de El Silencio de los inocentes, solo ella puede interpretar que bajo lo más monstruoso (en Arrival no se los ve claramente pero sabemos que no son lindos) está la verdad que buscamos.el_silencio_de_los_inocentes_1318_620x Si hablamos de cine, puede parecer contradictorio y hasta naif, parafrasear a Saint Exupery diciendo que el slogan que mejor le cabe a este film es aquello que lo esencial es invisible a los ojos y agregaría y está más allá del tiempo. Arrival es un ojo que se transforma en puerta, Arrival es una gran paradoja poética. Ted ChiangTed Chiang: escritor norteamericano ganador de los premios más prestigiosos del rubro como el Nébula al mejor relato por La torre de Babilonia (1990); el premio John W. Campbell al mejor autor novel en 1992; el premio Theodore Sturgeon Memorial por La historia de tu vida (1998) y el premio Hugo al mejor relato por El infierno es la ausencia de Dios (2002). Su novela corta El ciclo de la vida de los objetos de software (2010) ganó tanto el Locus como el Hugo a la mejor novela corta.
Vídeo Review
Entre varios estrenos de ciencia ficción de esta temporada que miran a los clásicos, a Spielberg, a Kubrick, La llegada se centra en la historia de la experta linguista -la siempre grande Amy Adams- que ha perdido una hija y es llevada al centro donde los expertos intentan encuentros cercanos con los extraterrestres. Pero recién y sólo ella, su llegada, cambiará las cosas, demostrándole al mundo aquello de que la comunicación es lo que hará que la humanidad encuentre algún tipo de salvación. El director Denis Villeneuve (Indencies, Sicario), va y viene entre el progresivo entendimiento con los aliens, las premoniciones y los incesantes flashbacks, dolorosos hasta la incomodidad, de la enfermedad y pérdida de la niña. La llegada le otorga tanto peso a la parábola existencialista con aliens como excusa, que ni la belleza de su puesta ni el encanto extraordinario de su actriz logran alivianar, oxigenar, restar algo de densidad a su asunto.
No está mal esta película cuyo plot tiene un par de trucos de otras películas (el problema de comunicación de la desaforada Marea Roja; el dilema “amigos-enemigos” con los extraterrestres de El día que paralizaron la Tierra) y que decide dejar de lado la acción para quedarse con el suspenso de tratar de entender. Llegan unos extraterrestres, Amy Adams es aquí una lingüista y la cosa es trata de comunicarse con los bichos de afuera. Pues bien, un mensaje que puede interpretarse de maneras distintas hace que un país (adivinen si es China...) quiera reventar a los aliens a bombazos. Villeneuve decide que esta carrera contra el tiempo es ideal para, además, contar un cuento sobre el tiempo, precisamente, pero decir más es deshilvanar la trama. El rompecabezas -el crucigrama, para el caso- está bien ensamblado. Hay además un intento de dar vuelta el lugar común de “personaje motivado por tragedia personal que hace lo imposible”, que no deja de ser saludable aunque, tampoco, algo más que un truco de guión. Menos inteligente que ingeniosa, pero muy entretenida.
Parece mentira que La llegada y Rogue One pertenezcan al mismo género, la ciencia ficción, porque en principio no parece haber dos películas más diferentes. Es una buena demostración de la versatilidad de los géneros, que aún con sus reglas funcionan como un recipiente al que se puede llenar prácticamente con cualquier cosa. La película del canadiense Denis Villeneuve cuenta la historia de la llegada de extraterrestres a la Tierra. De pronto, doce extrañas naves nodrizas aparecen en el cielo en distintas partes del mundo. No hay contacto ni amenaza concreta, simplemente están ahí, suspendidas en el cielo. Cada país reacciona de forma diferente. El Gobierno de los Estados Unidos contrata a una lingüista, Louise Banks (Amy Adams), para que los ayude a comunicarse con los aliens. La prioridad es saber qué quieren, cuál es su objetivo, por qué vinieron. El ritmo es parsimonioso y el tono es seco pero el guión -de Eric Heisserer, autor de la muy buena Cuando las luces se apagan- sabe que tiene entre manos un misterio y lo va paladeando. Los primeros 40 minutos, hasta que Louise está finalmente cara a cara con los aliens, son de revelación gradual. Cuando están a punto de entrar a la nave, el personaje de Jeremy Renner (un físico que acompaña a Louise) pregunta “¿cómo lucen los aliens?”, una pregunta que el espectador se viene haciendo desde el minuto 0, y uno de los militares le contesta: “Paciencia, ya lo verás”. Después la película toma una dirección diferente. El ritmo sosegado continúa, pero la pregunta de por qué los aliens están en la Tierra pasa a segundo plano y la historia cobra un cariz más dramático y filosófico que recuerda a los peores momentos de Interestelar. Pero La llegada tiene una ventaja respecto de la película de Christopher Nolan: tiene a Villeneuve al volante. En parte porque el canadiense es un gran creador de climas y en parte porque al no ser el autor del guión lo adivino matizando algunas cosas -mientras que Nolan en Interestelar se daba manija-, La llegada se sostiene hasta el final y logra su cometido de dejarnos tristes y melancólicos. Aún cuando el plot twist se adivina y por momentos el argumento se vuelva tedioso, Villeneuve mantiene el control y lleva a buen puerto una película ambiciosa y difícil. Esta vez sin la ayuda de su DF Roger Deakins pero con la presencia brillante de su musicalizador, el islandés Jóhann Jóhannson, que echando mano a un motivo de Hans Richter le aporta a La llegada una atmósfera bigger than life inigualable. Y por supuesto está Amy Adams, el corazón y centro de la película, el personaje al que atraviesa todo, número fuerte para los Oscar que se avecinan.
Imaginativo relato sobre el poder transformador de la palabra El lenguaje es todo. Por él se desatan las guerras y se alcanza la paz. El lenguaje acerca y aleja. Y las palabras sirven por igual para el amor y la disputa. Y será el lenguaje la principal herramienta de este film imaginativo, interesante pero algo pretencioso, que apela a la memoria, el tiempo, las pérdidas y los misterios para contarnos una interesante fábula. Un día, bajan 12 naves extraterrestres. Se posan en diferentes países del planeta. ¿A qué vienen? Asombro, estupor, miedo. Son huevos gigantes que sólo emiten un ronco susurro. Por eso el ejército norteamericano le pide ayuda a Louise Brooks, una experta lingüística, que ha decodificado todas las expresiones humanas pero que no sabe si podrá traducir lo que dicen estos recién llegados. A su alrededor, crece la tensión. A los ejércitos no les interesa saber qué quieren decirnos sino a qué vinieron y qué buscan. Pero la doctora Brooks aprendió que el lenguaje no sólo une a los pueblos. Si aprendemos una lengua nueva, asumimos también sus rasgos dominantes. El lenguaje, dice, asimila al hombre que lo practica, incluso llega a cambiar su cerebro y le abre la puerta a otros saberes. Y Louise tendrá nuevos poderes gracias a este contacto. Podrá leer el futuro, tanto, que una hija que aún no nació le dará las claves para entender mejor a los invasores. El film juega con el tiempo y los contrastes: ella es la única que apuesta al diálogo, ante una maraña de hombres, científicos y guerreros, que buscan un camino más corto para poder expulsar a los visitantes. En el anterior film de Villeneuve, el soberbio “Sicario, también una joven mujer se mezclaba entre los hombres para aportarle una nueva mirada a ese mundo repetido y violento. Y aquí será Louise la que ira entreviendo el propósito de los visitantes y también las luces y sombras de su futuro destino. Aprendió de los alienígenas, que el tiempo no es lineal sino circular y ella desde allí jugará con sus pálpitos y revelaciones a lo largo de un relato que exagera un poco con sus idas y vueltas y más de una vez confunde y despista al espectador más atento. “La llegada” es un film más complicado que complejo, aunque visualmente es impecable. Tiene una primera parte formidable: suspenso, deslumbrante fotografía, concentración dramática. Después se alarga más de la cuenta. Y al final (los finales siempre cuestan más en este tipo de historias) adopta un trazo algo convencional para traernos un mensaje esperanzador sobre el espíritu de los hombres. Como todo film sobre extraterrestres, desde el cielo hace llegar un mensaje edificante: hay que saber escuchar al otro. Hay que ponerle el oído al prójimo, sin impaciencia ni prejuicios. Hay que hacerle lugar a lo que no conocemos y hay que poner siempre a la palabra por encima de la violencia.
Error humano La llegada es un ambicioso filme de ciencia-ficción con momentos fascinantes, aunque cierto énfasis narrativo y dramático hacia el final hace a la película más humana que extraterrestre. El año comenzó y concluye con dos filmes de ciencia-ficción desafiantes: primero fue la invasión de interiores de 10 Cloverfield Lane de Dan Trachtenberg, y ahora le toca el turno al encuentro lingüístico del tercer tipo de La llegada de Denis Villeneuve, director encargado de la secuela de Blade Runner que ya esbozó un abordaje sobrenatural en la pequeña pero recordable El hombre duplicado (2013). El preámbulo es breve: la lingüista Louise Banks (Amy Adams) pierde a su hija en un hospital por una enfermedad terminal, y mientras enseña en una clase semivacía se entera por vía mediática que un conjunto de naves extraterrestres ha desembarcado en distintos sitios de la Tierra. El ejército estadounidense (para el que ya trabajó anteriormente, en una lucha contra “insurgentes”) la recluta en un abrir y cerrar de ojos. La mujer pronto llega a la base militar, donde se erige inmutable un enorme “cascarón” vertical de forma ovoide, al que ingresará escoltada por el científico Ian Donnelly (Jeremy Renner) y el coronel Weber (Forest Whitaker). Un túnel geométrico y pedregoso con estética a lo H.R. Giger llevará a la comitiva enfundada en trajes naranjas a su objetivo, una gigantesca pared transparente que deja ver a los alienígenas: dos criaturas monstruosas con apariencia de pulpos que serán llamados heptópodos (y, de manera más amigable y audiovisual, Abbott y Costello) por sus siete extremidades, que se comunican con unos círculos de humo que expulsan sus manos-ventosas. A su manera una mezcla de héroe espacial, mediadora transespecie y madre trágica entre la Sigourney Weaver de Alien, Jodie Foster de Contacto y Sandra Bullock de Gravedad, Louise emprenderá el arduo trabajo de descifrar la lengua de los recién llegados (con carteles-pizarrones que rezan “Humanos” o “Louise”) a la vez que se acrecientan los flashbacks domésticos en que dialoga con su hija muerta. De fondo y en pantallas, el mundo entra en eclosión por “la llegada”, en tanto que Rusia, China y otros países poco amigables para los Estados Unidos planean una respuesta hostil y poco empática contra los aliens. Ese runrún global es lo menos interesante de La llegada, que concentra sus mejores momentos en el choque visualmente abstracto y emotivamente pedagógico entre Louise y los heptópodos, una experiencia fascinante que amerita ser experimentada en cine. Lamentablemente, lo que Villeneuve ahorra en acción banal y efectos especiales pirotécnicos lo desperdicia en un desenlace enfáticamente lineal, previsible y edulcorado teniendo en cuenta que el eje de la historia es la relación compleja y circular entre lenguaje y tiempo. Un error demasiado humano para un filme que parecía felizmente extraterrestre.
En un film alejado de ataques, explosiones y catástrofes, Denis Villeneuve dota de complejidad conceptual a un género a menudo menospreciado. Al momento de leer el argumento de La Llegada, inmediatamente pensamos que iremos a ver una película de alienígenas, con los efectos especiales más avanzados y en la cual el ejército estadounidense resuelve a la defensiva y con hostilidad el problema. Pero nada de esto sucederá. Basta tomar conocimiento de que Denis Villeneuve es el director de la película para, de antemano, suponer que la trama será honda y compleja. Funcionan como antecedente la transposición del mito de Edipo en Incendies, la visceral Sicario y la adaptación de la novela de Saramago, El hombre duplicado. La historia de La Llegada gira en torno a Louise Banks (Amy Adams), una reputada lingüista que será contactada por el gobierno de los Estados Unidos ante la inminente llegada de naves extraterrestres a nuestro planeta. Ella será la encargada de tratar de descifrar el lenguaje de los nuevos visitantes junto al científico Ian Donnelly (Jeremy Renner). En La Llegada, el director abarca el género de ciencia ficción desde un punto de vista existencial, donde predomina la cualidad emocional a la maquinaria efectista, no es casual que la profesión de la protagonista sea la de lingüista, ya aquí la (in)comunicación será uno de los ejes fundamentales. El film trabaja en varios niveles. Debajo de la narración más superflua y lineal, la que va sucediendo en el campamento del ejército, se esconde otra fragmentada que se encuentra en la mente de Louise y que irá adquiriendo sentido hacia el final de la película. Un sentido que denotará la sensibilidad especial de la protagonista y que la preparará para su verdadera llegada. En el momento de que los seres extraterrestres se vayan de nuestro planeta, Louise podrá afrontar su desafío principal: vivir su vida y todo lo doloroso que esta conllevará. Como la diosa griega Casandra, ella posee un don que se liga a un destino imposible de modificar. Con La Llegada, Villeneuve logra convertir la ciencia ficción en un desgarrador drama sobre el amor, que habla de la comunicación con un halo filosófico, a su vez que suscita un clima de tensión con imágenes de alto vuelo poético.
Misterios del lenguaje Doce naves extraterrestres aparecen de golpe en diferentes puntos del planeta. No hay signos de violencia, pero el mundo está desconcertado y en pánico. Ahí entra en juego la protagonista de “La llegada”, una experta en lingüística (Amy Adams) que es reclutada por el gobierno de Estados Unidos para intentar descifrar el idioma de los aliens y averiguar cuál es su propósito en la Tierra. El director canadiense Denis Villeneuve (“La sospecha”, “Sicario”) sabe muy bien cómo contar una historia creando suspenso y reflexión al mismo tiempo. La película está marcada por influencias de “Encuentros cercanos del tercer tipo”, “2001 odisea en el espacio” y el cine de Terrence Malick, y por ese camino la protagonista atraviesa un fascinante proceso en entender el lenguaje de los extraterrestres y sus consecuencias. El problema es que Villeneuve desdobla la historia en dos partes: por un lado sigue la relación con los extraterrestres y por otro la vida privada de la protagonista, marcada por una pérdida muy dolorosa. Estas partes no logran ensamblarse hacia el final, y cerca de la resolución la película se desinfla con revelaciones mágicas y una inoportuna vuelta de tuerca. Es una verdadera pena, porque en apenas 20 minutos se empaña lo que podría haber sido una película con más brillo.
Sueños extraterrestres y desdoblados Como un acto de ilusión, la película de Denis Villeneuve imagina alienígenas y los cubre de sueños. El trauma de una madre y la tarea de una lingüista. Entre el porvenir y lo que ha sido. El canadiense Denis Villeneuve (Incendies, La sospecha, Sicario) se ha situado como un realizador a seguir, de obsesiones recurrentes y puesta en escena autoral. Es, ni más ni menos, el nombre que puede garantizar algo de coherencia a la mentada secuela de Blade Runner; su cine desdoblado ‑con personajes contrariados, situados en un hiato esencial‑ hace de él un artesano seguramente atento a las contrariedades de ese personaje cultual que es Rick Deckard. Con La llegada, el cineasta toca la ciencia ficción y lo hace desde el costado introspectivo. Para llegar allí recurre a los tópicos que cimentaron al género durante décadas. Basado en un premiado relato de Ted Chiang, La llegada apela a la invasión de doce naves al planeta Tierra. Lo de invasión, en todo caso, no es más que una suposición. Pero el asunto viene a cuento al citar de manera evidente el modus operandi del clásico literario y cinéfilo La guerra de los mundos. Así como en aquella historia, acá hay militares, científicos, periodistas, civiles, que procuran entender qué es lo que quieren estos "visitantes": palabra que ramifica de maneras ambiguas, ya que la figura del forastero es señalada, habitualmente, de manera amenazante por la narrativa norteamericana. Este costado es el que han indagado clásicos como El día que paralizaron la Tierra (1951) y Llegaron de otro mundo (1953, guión de Ray Bradbury). Pero el film de Villeneuve no sólo se atiene a esta situación sino que dispara hacia dentro, para situarse más cerca del ánimo existencialista que preanunciara de manera brillante El increíble hombre menguante (1957), con arribo en el monolito de 2001: Odisea del espacio. Es más, La llegada podría pensarse como la profundización de esa pregunta que todavía perturba: ¿qué significa el monolito? El guión está basado en un cuento de Ted Chiang. Si se acepta el presunto argumento que el film propone, cuando Louis ‑la lingüista que interpreta la notable Amy Adams‑ sobrelleve la tarea de comunicarse con los alienígenas, lo que se acompaña es apenas uno de los vectores del drama. El otro es el que dirige hacia dentro, de manera inversamente proporcional. Mientras la nave ovoide descansa sobre la superficie, los terrícolas deben ingresar reiteradamente en ella. La escenografía es coherente con la de un retroceso en el tiempo, como si se viajara a un útero materno y prehistórico. Estos viajes de inmersión son en función de quien guía al espectador, y esa figura es Louis. Cuando la claridad narrativa emerja, quien quedará atrapada es ella. Siempre lo estuvo. En un momento, el film recrea un sueño que recuerda al de Jake Gyllenhaal en El hombre duplicado, otro film de Vileneuve, donde acecha una araña gigante. La duplicación es temática esencial y toda una constante en el cine del director canadiense, y el sueño surge aquí como uno de sus dobleces. Vale decir entonces, La llegada es, de manera esencial, la historia que sucede en sus primeros minutos, a través de un prólogo/epílogo que se escribe de modo circular, a su vez anclaje para la estructura narrativa y su mirada estética. Todo lo demás, son variaciones. De acuerdo con esta premisa, la protagonista debe ser una mujer, porque es ella quien sabe de ciclos y de procrear. Este círculo, vale recordar, es el que alcanzaba también la obra maestra de Kubrick. Es por esto que La llegada no puede ser entendida como un choque de civilizaciones, una metáfora colonialista o cosas parecidas, ya que esto no es más que la argamasa de la que se cubre, con la que pinta una historia que es, en verdad, otra. Mejor estar atento al momento del sueño y pensar si no se trata de un sueño dentro de otro. Este procedimiento la aleja ostensiblemente de otros ejemplos, pretensiosos y de moraleja, como Interestelar de Christopher Nolan, y Gravedad de Alfonso Cuarón. Como corolario, hay un momento temprano en donde Louise refiere prospectivamente al recordarle al coronel (Forrest Whitaker) las consecuencias de una misión anterior. La película es eso, nada más. Por eso, el desafío está en creerle a Louise, en padecer su dolor y en compartir sus alegrías. Hay un costado evidentemente cierto, y otro que es fantástico. Cuál es cuál no importa, son ‑y deben ser‑ indivisibles.
Da la casualidad de la cartelera local que en esta semana confluyan dos de los estrenos de “ciencia-ficción” más importantes del año. Sin embargo, esta oportunidad puede servir para apreciar las gamas diferentes de estilo que el género puede tener para ofrecer. Mientras que Star Wars-Rogue One es una catarata de acción cargada de épica y momentos deslumbrantes de batalla y gracia en la que, seamos sinceros, el nombre del director Gareth Edwards pareciera pisar menos que la influencia de la saga; en La Llegada todos esos tópicos están invertidos, y no podemos eludir que estamos frente al nuevo film de Denis Villeneuve. El director que transitó caminos de drama siempre con las tintas cargadas en la tensión del suspenso, esta vez se anima a una historia pura de Ciencia-Ficción ¿Tendremos que remitirnos a la críptica Enemy? Es imposible no pensar en dos películas que se convirtieron en clásicos cuando leemos su premisa, la impronta de Encuentros Cercanos del Tercer Tipo y Contacto, es ineludible. Amy Adams compone a Louise Bank una experta en lingüística que será contratada por el mando militar para una tarea que difícilmente sea una más. Los extraterrestres están llegando a La Tierra, doce naves arribaron, y el gran interrogante es saber cuáles son sus fines, para poder prepararnos mejor. Olvídense de Día de la Independencia o V Invasión Extraterrestre, no hay alegría que pasa al pánico, al terror, y al contraataque rebelde; aquí el centro es la comunicación. Louise debe descifrar los mensajes extraterrestres y eventualmente descubrirá que tienen una forma de comunicarse. El tiempo corre y Louise debe desplegar todos sus conocimientos para llegar a una conclusión antes de que las cosas se agraven y se tomen decisiones que pueden exponernos a un peligro innecesario. Esto, que leído pareciera sencillo, no lo es para nada. A modo de los planteos de Carl Sagan en la serie Cosmos, La Llegada se inclina por la fascinación por la ciencia, expresada como si fuese un arte, que se discurre en explicaciones sin necesidad de ser didáctica o sobre explicativa, adentrándose de lleno en planteos filosóficos. No pretendan ni un ritmo vertiginoso ni explosiones que invadan nuestros ojos. Sí, tendremos riqueza visual para empalagarnos, pero transitará otros caminos. A diferencia de Christopher Nolan en Interestelar, Villeneuve pone los ojos sobre los personajes, pero sin la necesidad de cargar las tintas dramáticas a un punto telenovelesco, ni se expande en explicaciones de manual que hacen perder el interés, las explicaciones científicas llegarán de un modo dinámico. Sí, La Llegada puede tener alguna dificultad para penetrar en un público amplio, aquel menos acostumbrado a las ciencias lo puede sentir como un relato moroso, y hasta pretencioso. Quienes logren ingresar a su capa, se encontrarán con un film de una riqueza dramática y discursiva muy interesante y compleja, bastante inusual en el mundo de Hollywood. Amy Adams alcanza otra de sus celebradas interpretaciones, y logra lo imposible haciendo que las miradas se posen sobre ella ante tanta belleza visual hacia su alrededor. Lo suyo es hipnótico. Villeneuve trabaja con un equipo técnico consolidado que otorga lo mejor de sí para un film como este. Desde la fotografía de Bradford Young, la banda sonora de Jóhann Jóhannsson, y el montaje de Joe Walker; todo dispone un gran despliegue escénico para engolosinarnos. La Llegada es una apuesta diferente entre tanto pochoclo bombástico y vacío; quienes quieran emprender este viaje distintivo, bienvenidos a abordo.
¿Es Denis Villeneuve uno de los realizadores contemporáneos más sólidos y convincentes? ¿Es aquel que ha podido plasmar en imágenes los miedos y pesadillas más frecuentes de los hombres? Claro que sí, y con “La Llegada” (2016) su más reciente film, avanza en algo que tal vez otros directores hayan trabajado anteriormente, peor con una impronta nueva enfocada, principalmente en la ciencia humana como catalizador de la realidad. Christopher Nolan tuvo su oportunidad, y quizás haya querido reflejar en la imperfecta “Interestelar” (2015), este punto, o quizás Robert Zemeckis en la comercialisima “Contacto” (2001), sumando dosis de semiología y profundo análisis del lenguaje al preguntarse sobre qué pasaría ante la llegada de seres de otro planeta y la posibilidad de comunicarse con ellos. El film es el épico recorrido de una lingüista (Amy Adams, tal vez en el mejor año de su carrera sumando a “Animales Nocturnos” este otro gran rol), quien tras haber sufrido una pérdida personal enorme, es absorbida por el gobierno para tratar, de alguna manera, de conectarse con extraterrestres que llegan a la tierra de manera imprevista (¿o acaso hay otra manera que lleguen?). El derrotero para hacerse entender y entenderlos es el motor de una película que avanza y retrocede en el tiempo, que suma personajes pero que en realidad intenta generar un escudo protector alrededor de Louise (Adams) para que su actuar potencie cada pequeño detalle que Villeneuve va dejando como rastro de la gran historia que tras “La Llegada” se esconde. El hombre como ser habitante de la tierra, con la creencia de su eterno poderío es sucumbido por la ignorancia frente a una especie sobre la que nada sabe, pero también sobre la que, aparentemente, tampoco quiere saber mucho, fundan este relato que explora los límites de la ciencia ficción. El director decide enfocarse en lo humano con su lente, demostrando que los peores presagios están entre nosotros, más allá de cualquier sorpresiva llegada. Lo extraterrestre se presencia a partir de imágenes mediatizadas, de grabaciones, de pantallas de computadoras que tratan de sumar información ante lo inexplicable. Y entre el mundo de la ciencia, aquel en el que Louise sabe manejarse firme y con paso seguro, el abismo de la experiencia directa con los seres alienígenas, representados como habitualmente se los suele mostrar pero sumando esos óvalos gigantes como naves que penden y ponen en vilo a la humanidad. Algunas frases como “el lenguaje que hablas determina como piensas”, para luego presentar a esa Louise con conflictos, luchando contra sus propios fantasmas, con los del resto de su equipo (Jeremy Renner, Forest Whitaker) y con la clara misión de conectar ambos mundos, permiten que la misión que le tocó pueda llegar a buen puerto, a pesar que todo indica lo contrario. Film evento, como esos que pocas veces en el tiempo nos tocan ver, “La Llegada” es una experiencia única para vivir y compartir, para sentir y comentar, para comprender de una vez por todas que si la experiencia en la Tierra es lo único que se puede pensar como válido, la finitud de nuestros cuerpos y la inmensidad del universo nos están queriendo decir otra cosa.
El director Denis Villanueve nos da un pasaje para el viaje más impactante de los últimos años y nos deja con diferentes y ostensibles sensaciones .
La llegada: aliens con moraleja Una película centrada en la llegada de unos misteriosos visitantes de otro mundo y dirigida por el responsable de “Sicario” y “El Hombre Duplicado” se convierte en otro de los platos irresistibles de esta semana. Las películas de extraterrestres que llegan a la Tierra con alguna intención desconocida parecen un tema por demás trillado y aburrido, pero falta solamente que un director como el canadiense Dennis Villeneuve ponga sus manos a trabajar para que se convierta en una experiencia totalmente nueva. El director de películas tan llamativas como "Incendios", "Prisioneros", "El hombre duplicado" y "Sicario" ya se ha hecho una fama de buen narrador, que no escatima esfuerzos para cumplir con sus objetivos en el plano visual, sea sorprender, asquear, conmover o, como es el caso que nos ocupa, preocuparnos. Lo que ocurre en La Llegada es que 12 naves llegan a la Tierra y se posan en diferentes ciudades del mundo con el objeto de entrar en contacto con los seres humanos. Los militares, preocupados, envían a sus expertos en lingüística a intentar comprender el idioma de los visitantes con el objeto de comprobar sus intenciones. Pero la paranoia es tal que el menor error podría provocar una respuesta equivocada que concluiría en un desenlace fatal para todos. Acá es donde entra la experta Louise Banks (Amy Adams), en un rol de heroína involuntaria que al director le encanta retratar -como se ve en "Sicario"-, que con la ayuda de Ian Donnelly intentará descifrar qué es lo que quieren estos extraterrestres que parecen saber más de lo que aparentan sobre los humanos. Lo verdaderamente genial del film es cómo Villeneuve busca extraviar al espectador en un laberinto espacio-temporal al punto de obliga a éste a "mapearse" las escenas para saber en qué momento de la historia se encuentra. Y aquel que lo logre, tendrá una sorpresa que no se espera... Como suele ocurrir con los trabajos de este director, la película es un ejercicio neuronal constante para todos aquellos que buscan evitar quedarse impávidos frente a la pantalla y buscar un poco de esparcimiento que además represente un desafío.
La nueva película del realizador de “Sicario” y “Prisioneros” es un drama de ciencia ficción en el que una especialista debe descifrar el lenguaje de unas extrañas criaturas del espacio exterior que han aterrizado sobre la Tierra con propósito desconocido. Una gran Amy Adams le da vida y emoción a una película inteligente pero un tanto solemne que solo sobre el final revela sus verdaderas cartas. El subgénero “película de ciencia ficción para adultos” parece haberse convertido en una contrapropuesta anual de Hollywood en la temporada de los premios, especialmente después del éxito de GRAVEDAD e INTERESTELAR. No son nada nuevo en Hollywood (de 2001 a BLADE RUNNER, pasando por ENCUENTROS CERCANOS DEL TERCER TIPO existen decenas), pero es cierto que en los últimos años ocupan casi un lugar fijo en el calendario, aterrizando un poco antes que los grandes tanques de taquilla (aquí se estrenó junto a ROGUE ONE, pero en los Estados Unidos está en cines hace más de un mes) que se dedican a explotar y/o abusar de los efectos especiales. Tengo la impresión que GRAVEDAD –la mejor de las películas recientes mencionadas– empujó esa moda desde otro lugar también: la idea de la ciencia ficción como género desfasado de la terapia personal, de los extraterrestres como una suerte de sabios y poderosos seres que, de maneras no tradicionales, encuentran la manera místico-científica-semiológica de tratar los traumas de los protagonistas, en estos casos en su mayoría femeninos. La película de Alfonso Cuarón tenía una importante diferencia con las demás: no tenía extraterrestres ni ese costado new age y la “curación” de la protagonista, en cierto modo, tenía más que ver con su propio esfuerzo físico por aferrarse a la vida ante circunstancias imposibles. Aquí eso no sucede. En LA LLEGADA se profundiza una idea que se ha planteado en muchas historias de ciencia ficción: ¿qué pasaría si al llegar extraterrestres el problema mayor sería no entender qué quieren? Básicamente, es dable pensar que si llegan seres de otro planeta una de las principales preocupaciones de los humanos serán entender qué dicen y qué quieren. Aquí lo que sucede es, bueno, exactamente eso. Tras una introducción en la que vemos a Louise Banks, una prestigiosa linguista (Amy Adams) atravesar lo que parece ser un duro hecho familiar, los noticieros empiezan a mostrar el aterrizaje de una docena de extraños ovnis de forma cóncava que se depositan en varios lugares del planeta. Pronto, el gobierno norteamericano recurre a los servicios de Banks y del científico Ian Donnelly (Jeremy Renner) para intentar entender cuál es el plan de estas criaturas que allí se depositaron con sus extraños transportes. La película de ahí en adelante seguirá un proceso un tanto rutinario y solemne en el que Banks intentará, ingresando a una especie de hall de entrada de estas naves, comunicarse mediante carteles y gestos con las borrosas criaturas de extrañas formas que están allí adentro. Pero ellos no se comunican de una manera comprensible para los humanos sino que lo hacen mediante unas curiosas figuras de tinta circulares que, con un talento que solo tienen los científicos que existen en la ficción, Banks empieza a descifrar en lo que parece ser poco tiempo (en términos reales deberían pasar años para que la mitad de eso pueda suceder). En el interín, Banks y Donelly empiezan a relacionarse cada vez más íntimamente y, como suele pasar, los gobiernos (especialmente los rusos y chinos) están a punto de perder la paciencia y echar a las criaturas al estilo old school. No diremos más sobre la trama porque para su segunda mitad, LA LLEGADA reserva unas cuántas sorpresas. La principal es la interesante idea (muy discutida en el ámbito lingüístico y semiológico) de que nuestro conocimiento del lenguaje define nuestra forma de entender y vivenciar el mundo. No sólo en lo básico –a mejor uso del lenguaje, mayor comprensión– sino en lo que respecta a cómo esos lenguajes definen nuestra forma de entender lo que experimentamos en la vida real y cómo lo hacemos. Y, finalmente, cómo es el principal arquitecto de nuestras vidas: no somos más que lo que podemos o sabemos comprender mediante el lenguaje que adquirimos. Este aprendizaje de Banks tendrá que servirle para evitar un conflicto bélico, pero como en todas estas películas de ciencia ficción terapéuticas, más que salvar el planeta lo que importa es curar heridas personales como las que ella parece tener. La serie de resoluciones del filme aportan un grado de emoción que hasta ese entonces la historia no tenía y, sobre el final, le dan a la película un empujón vital. El problema mayor es el resto, ya que en manos de Villenueve la potencialmente interesante historia de LA LLEGADA peca por ser visualmente monótona y un tanto rutinaria dramáticamente, jugando en un terreno más cercano al de un Christopher Nolan (con su constante formato expositivo y su idea de que la “poesía visual” es poner a una cámara atravesando pastizales en plan imitación Malick), que al de Steven Spielberg, que sabía llenar de magia visual (y, obviamente, también emoción) historias similares en las que las fuerzas extraterrestres modificaban radicalmente las vidas de los seres humanos que entraban en contacto con ellos. Esa cualidad, decíamos, aparece recién sobre la última parte. El realizador de SICARIO e INCENDIES –quien ahora está trabajando en la secuela de BLADE RUNNER— es un director cuyos peores impulsos anulan buena parte de sus talentos. Los que vieron sus anteriores películas saben que es capaz de crear escenas intensas y momentos inolvidables en la mayoría de ellas (recordar el principio de SICARIO) pero también que muchas tienden a caerse por la gravedad que le da a todos sus materiales, en los que casi no existe el humor o la sensación de asombro visual. A uno pueden impactarlo sus películas pero raramente lo maravillan. Aquí es el ingenio del guión y el talento de Adams los que logran sobre el final conmovernos y el canadiense es lo suficientemente talentoso para no arruinarlo, pero uno no puede dejar de pensar que, en otras manos, LA LLEGADA tenía potencial de obra maestra. Así como está, es solo una inteligente pero en su mayor parte bastante mecánica película de autoayuda interestelar.
Drama de ciencia ficción La ciencia ficción, en esta oportunidad, es apenas un vehículo; un medio para la entrega de un mensaje complejo y múltiple, más relacionado con la humanidad que con los extraterrestres. Arrival quizás no sea el tipo de propuesta que la mayoría esté buscando, pero alcanza un grado de profundidad atípico en su género. Entre Interstellar y I Origins, así definiría yo que se posiciona Arrival. Es una película creativa y bien guionada desde la ficción, pero cuyo compromiso narrativo es en realidad dramático. Apelando a algún que otro ingrediente de la ciencia ficción especulativa y a un truco de índole narrativo ya visto antes, la trama se va construyendo alrededor de las emociones de los protagonistas. El resultado es muy bueno, porque Arrival logra un fin bipartito: sorprender y emocionar en dosis casi iguales. Lo que comienza como una invasión extraterrestre termina como una introspección humana. Arrival utiliza a los ovnis para ahondar en las entrañas antropológicas del hombre, y lo hace muy bien. Muy recomendable.
La profesora de lingüística Louise Banks (Amy Adams) llega a su clase para encontrar que el aula está prácticamente vacía. Siguiendo el consejo de un estudiante pone las noticias y se entera de algo extraordinario: naves en forma de huevo, aparentemente del espacio exterior, están ubicadas en 12 lugares alrededor del planeta. ¿Quiénes son y qué quieren? Establecer contacto con los visitantes es una prioridad absoluta, y el coronel Weber del Ejército Estadounidense (Forest Whitaker) recluta a Banks para que use su expertise con la misión de averiguar el lenguaje de los extraterrestres a través de interacciones con ellos y así discernir mejor sus planes. Basado en un cuento corto de Ted Chiang, “La Llegada” es una película de ciencia ficción convincente que tiene más puntos en común con “Encuentros cercanos del tercer tipo” que con “Día de la Independencia”. Afortunadamente. Esto queda de manifiesto en como Denis Villeneuve comienza y termina su película: con interacciones humanas, allí es donde la película pone su enfoque. Extraterrestres realmente terroríficos pero sin rayos láser. Una realidad donde sólo resta enfrentar y entender el comportamiento. En cada una de esas interacciones entre la profesora y los aliens, Banks se acerca cada vez más a la comprensión de la lengua extraterrestre, pero ¿podrá descifrar el código antes de que las naciones más belicistas comiencen una guerra? Irónicamente el guión decide poner a la potencia China como la nación más reaccionaria, cuando, sabemos, es la nación de las estrellas y las franjas la que está siempre dispuesta a bombardear primero y preguntar después. Los símbolos de tinta con los que se comunican los extraterrestres son una puerta de entrada a la comprensión, que eventualmente conduce a advertencias reales sobre nuestra incapacidad para trabajar juntos como un colectivo global. El lenguaje es universal, pero también es una barrera, y un rompecabezas que vale la pena resolver. Además de diálogos inteligentes, el guión es capaz de aprovechar al máximo el núcleo -extremadamente- emocional enterrado en el interior de “La Llegada”. El diseño de producción es especialmente estelar, lo cual es un buen augurio para la próxima secuela de Blade Runner que dirigirá Villeneuve. Cuando la película persiste en los intentos de Banks de “traducir” el lenguaje de sus cada vez más amigos extraterrestres es cuando el film ofrece nuevas perspectivas sobre nuestro propio mundo. Las pretensiones de “La Llegada” nunca llegan a ahogar la trama, ni a perder el interés en el desenlace, un triunfo para un género que siempre ofrece un amplio lienzo para hablar de la sociedad y que en general es desaprovechado en pos del espectáculo.
Se podría decir que existen dos tradiciones en el cine de ciencia ficción moderno. La primera sería un cine de ciencia ficción más pochoclero, que toma la mayoría de sus pautas de aquel tótem aún vigente, la saga de Star Wars. La segunda es una especia de ciencia ficción mucho más sofisticada, no necesariamente mejor, sino que apunta a algo más que explosiones en el espacio. Esta segunda clase vendrían a ser los herederos de la revolucionaria 2001: A Space Odyssey, de Stanley Kubrick; filmes que mezclan rigor científico con una curiosidad sobre nuestro lugar en el cosmos que la mayoría de las películas (no sólo de ciencia ficción) no se animan a tocar ni con un palo. En la última década, y tal vez como reacción a los cada vez más rimbombantes ofrecimientos de Hollywood, esta "ciencia ficción sofisticada" ha vuelto a pisar con fuerza. No sólo en la taquilla, sino también en las ceremonias de premios: ya no es raro que un filme sobre aliens sea nominado a Mejor Película. A esta tendencia, que se podría decir comenzó con Avatar y ha continuado con obras como Gravity e Interstellar, ahora se le une Arrival (traducida para la región como La Llegada), dirigida por Denis Villeneuve (de Sicario y Enemy, algo así como "el David Fincher canadiense") y protagonizada por Amy Adams, Jeremy Renner y Forest Whitaker. Y guacho, no se queda corta. La Llegada trata sobre la (bah) llegada a la Tierra de doce naves extraterrestres que se posicionan sobre distintos rincones del planeta. Mientras que el resto del mundo pierde la cabeza, la Dra. Louise Banks (brillantemente interpretada por Adams), una experta en lenguajes, tiene la nada envidiable misión de descifrar el idioma de los visitantes (¿invasores?) antes de que sea demasiado tarde. Lo que más me gustó de este filme es lo realista que es su representación de lo que sería un primer contacto. A pesar de lo que los políticos nos quieran hacer creer, la humanidad no respondería con paz y unidad ante una visita interplanetaria: nos cagaríamos encima, y nos destruiríamos entre nosotros antes de llegar a averiguar qué son esos cosos y qué quieren. Tanto Villeneuve como el guionista Eric Heisserer (y también Ted Chiang, autor del cuento en el que se basa esta película) saben esto, y lo muestran de forma muy fehaciente, creando una experiencia sumamente efectiva. La misión de Banks en el filme por momentos parece una historia detectivesca, lo cual también es un añadido espléndido. Y a medida que la trama avanza, y Banks empieza a descifrar más y más el idioma de los aliens, el filme empieza a hacer sus preguntas sobre el universo y la vida humana, cuestiones sobre la comunicación y el lenguaje y cómo estos afectan nuestra forma de pensar. Para serles honesto, no me quedó muy claro si La Llegada llega a alguna conclusión sólida con respecto a estos temas; creo que me quedé deslumbrado con las cosas que vinieron antes. Pero en el aspecto emocional (que en realidad es el único que importa), la película logra un resultado satisfactorio, con un plot twist de esos que si lo describo acá merezco la muerte. No olvidemos que Denis Villeneuve es el responsable de la próxima Blade Runner 2049, un clásico de la ciencia ficción que también es el mejor ejemplo de la mezcla entre la "ciencia ficción pochoclera" y la "ciencia ficción sofisticada". Viendo La Llegada, podemos asegurar que una mitad del trabajo le va a salir bien. VEREDICTO: 9.0 - FERNET CON ALIENÍGENAS La Llegada es tal vez la mejor película de ciencia ficción del año: una puesta en escena excelente con un guión bien desarrollado para sostenerla. Un lindo regalo de Navidad para todos los fans de Interstellar.
Una buena película en su conjunto, pero con algunas escenas demasiado extensas o densas, sobre todo en el ritmo. Aquellos que en el momento del desenlace se hayan distraído un ratito o no hayan alcanzado a leer bien el subtitulado, es posible que no entiendan por donde...
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Todo director de porte aspira a hacer su propia 2001, Odisea del Espacio: una película de ciencia ficción que rompa moldes y que plantee cuestiones existenciales en el plano de lo fantástico y lo científico. Algunos - como Andrei Tarkovsky, con Solaris (1972) - lo han logrado; otros se quedan en las pretensiones, como el caso de Sunshine de Danny Boyle o The Fountain de Darren Aronofsky (mención de honor se merece Interstellar de Christopher Nolan). El consagrado director Denis Villeneuve - de Sicario y Prisioneros, entre otras películas formidables - se despacha con su propio modelo en Arrival. Una docena de gigantescos platillos volantes han llegado a la Tierra y se han posado en distintas partes del globo. La misión - de militares y científicos de los países involucrados - es comunicarse con los alienígenas cuanto antes, de manera de dilucidar las intenciones de su viaje. El tiempo corre, no sólo por el nerviosismo de las autoridades sino por el de la población en general, lo que determina saqueos, suicidios masivos de sectas enfervorizadas y una sensación de inseguridad general que puede terminar en caos y sedición. ¿Podrán los ejércitos mas poderosos - incluyendo el de Estados Unidos - contener a una población de millones aterrorizada, capaz de arrasar con todo lo conocido e incluso atacar a los visitantes espaciales con tal de paliar la paranoia que los atormenta?. Y mientras el mundo amenaza con desmoronarse a pedazos, un grupo de científicos estadounidense va a probar de hacer contacto con los extraterrestres en la masiva nave espacial estacionada en un valle de Montana. Los americanos han coordinado esfuerzos con toda la comunidad internacional, de manera de intercambiar información y poder avanzar sobre el tema de una vez por todas. A final de cuentas los visitantes son pasivos, y brindan a los científicos breves lapsos de visita en donde internarse en sus naves y compartir un espacio de comunicación, vitrina mediante. Los bichos parecen calamares gigantes que deambulan sobre sus siete tentáculos y con los cuales expulsan una tinta que utilizan para escribir sobre la vitrina. La doctora Louise Brooks - especialista en lingüistica - debe intentar descifrar los mensajes, comprender su lenguaje y hallar la forma de dialogar con los extraterrestres antes que el nerviosismo global empuje a algún loco a apretar un botón rojo que termine por desencadenar una guerra intergaláctica (como es el caso de un prominente general chino, el cual no está dispuesto a escuchar sugerencias de su equipo de científicos). Ya hemos visto antes filmes sobre el posible primer contacto de la humanidad con una raza alienígena. Ya sea la primigenia El Día que Paralizaron la Tierra (y su potable remake), el clásico de Spielberg Encuentros Cercanos del Tercer Tipo o Contacto (por mencionar unos pocos de una vasta lista, y un grupo de escasos ejemplares en donde las cosas van de manera científica, pacífica y seria); en todos ellos el tema de la comunicación era un problema que se resolvía rápidamente para dar paso al resto de la historia. Ya fuera por el uso de las matemáticas como lenguaje (o el sonido, en el caso de Close Encounters...), o la expeditiva solución de que los aliens han aprendido nuestro idioma por observación espacial durante décadas, lo cierto es que ninguno ha planteado el tema con la dimensión y la gravedad que ello supone. Digo: estamos frente a una civilización mucho mas avanzada que nosotros, y si nuestros intentos de comunicación son malinterpretados, podemos desencadenar una guerra de proporciones apocalípticas. Aquí los alienígenas de Villeneuve son intelectualmente superiores y extremadamente pacientes con la inmadurez de la raza humana, razón por la cual toleran demoras, errores y hasta posibles atentados a su integridad física. Tienen un mensaje importante que transmitir, y pueden darse el lujo de esperarnos. Uno de los principales problemas de Arrival es la falta de explicación de la pasividad de los alienígenas ante una cuestión tan urgente como es la de entablar comunicación con una civilización nueva y diferente. Si son tan superiores intelectualmente, ¿por qué no crearon alguna especie de traductor universal a lo Star Trek?. Si ellos viajaron desde tan lejos a darnos un mensaje ultra importante, ¿por qué no pusieron empeño en aprender la cultura humana?. Hay algo intrínsecamente estúpido en ver a Amy Adams escribiendo palabras en una pizarra (como si fuera una clase de jardín de infantes) y mostrándosela a un grupo de seres que han dominado el viaje intergaláctico, el uso de la fuerza de la gravedad a piacere y el manejo del tiempo y el espacio de formas que harían revolcar en su tumba a Albert Einstein. Es como ver a indios precolombinos intentando hablar con japoneses del siglo XXI. ¿Quién posee el intelecto y la tecnología superior, y podría resolver el tema de la comunicación en un santiamén?. Si su intelecto es tan vasto, y hace semanas que están en la Tierra, ¿no podían engancharse a DirecTV, ver unas horas de programación y aprender la lengua y la escritura amén de las costumbres culturales de cada lugar?. Pero aún suponiendo que sean una especie de raza de palurdos que viven el momento - como dice Jeremy Renner "no se portan como científicos sino como turistas" -, el propósito de la visita no termina de ser claro. (alerta spoilers) Si los heptápodos (como se les llama por tener 7 patas) son una especie de raza multidimensional que conoce el futuro (o que viven simultáneamente en todos los estadíos de tiempo, como los Tralfamadorianos de las obras de Kurt Vonnegut), su misión es enseñar su lenguaje, el cual puede cambiar la configuración del cerebro de quien lo aprende y, de ese modo, darle la capacidad de ver el futuro. Es un concepto bastante rebuscado - el lenguaje alienígena reprograma tu computadora central y ahora razonás como un alien, viendo distintos estamentos del tiempo de manera simultánea - y hasta disparatado: suponiendo que tu cerebro se recalibre, también es cierto que tenés un bagage cultural que no podés borrar y que choca con tu nueva programación. Una cosa es enseñarle la lengua alien a un niño (que tiene la memoria cultural en blanco) y otra es asimilarla por un adulto, con lo cual estás viviendo (de manera enloquecedora) en multiples instancias de tiempo de tu vida - además esta teoría (llamada Sapir-Whorf) ha sido rebatida con pruebas prácticas cometidas con indios zuñi de México, los cuales poseen un lenguaje tan acotado que no poseen palabras diferentes para los colores amarillo y naranja, y a los cuales se les ha enseñado inglés (pero aún así, con un lenguaje mas rico y con palabras específicas para dichos colores, seguían sin poder diferenciarlos) -. Es por eso que el giro Shyamalano de La Llegada tiene algo de incoherente: Amy Adams sabe cómo va a ser su vida (toda la tragedia vista al principio fue en realidad una visión de su propio futuro), sabe que no puede (ni debe) cambiarlo, y vive (durante la infancia de su hija) la llegada de los aliens, la clase de lengua extraterrestre en la universidad, el romance con su esposo, el agasajo al general chino... todo de manera simultánea (!), lo cual debe ser enloquecedor. El otro punto es, ¿qué pasa si todos aprendemos el lenguaje alien?. Esa omnisciencia no garantiza que los humanos pasemos a ser una raza superior y libre de pecado. Los militares sabrán cuando y donde atacar, el ladrón sabrá cuando robar... pero el enemigo sabrá cómo defenderse y posiblemente el policía esté listo para atrapar el ladrón en cada una de sus alternativas de robo. Digo: el tema central del filme - el don del conocimiento del futuro legado a los humanos - es tan vasto y pleno de posibilidades que resulta un desperdicio tirarlo a la palestra sobre los últimos 10 minutos y para darle una vuelta de tuerca al drama de Amy Adams. El filme vive tan enredado con la burocracia - científica, militar, politica - que, cuando accede a un tema deslumbrante y apasionante, lo utiliza como gadget para dar un par de golpes de efecto sin analizar los formidables cambios que semejante descubrimiento traería a la cultura humana (fin spoilers). descarga de programas gratis Todo esto no significa que La Llegada no sea un filme extremadamente inteligente y altamente recomendable. Es ciencia ficción pensante y hace un planteo tremendamente original. Lo que ocurre es que, cuando uno se encuentra con una obra de este calibre, se vuelve muy exigente y empieza a hilar fino, descubriendo detalles discutibles que posiblemente escapen a la mayoría del público. No sólo por la teoría del lenguaje sino por el final (alerta spoilers) que resulta algo traído de los pelos - cambiar el curso de acción de un monje de la guerra por un puñado de palabras conmovedoras a nivel personal no parece un resultado lógico; a final de cuentas, el tipo es solo un engranaje mas en la gigantesca maquinaria de guerra, y lo mas probable es que una autoridad superior lo remueva y ponga a otro general mas expeditivo en su lugar; cuando algo enorme se pone en movimiento, no se detiene tan fácilmente con una simple señal de alto - (fin spoilers). Aún con ello, Arrival es una película que le saca varios cuerpos de ventaja a cualquier filme de ciencia ficción serio de los últimos años, ya que rebosa de ideas y plantea un delicioso reto intelectual al espectador.
Semiótica y ovnilogía del lenguaje. Resulta que aparecen varias naves extraterrestres en distintos puntos de la tierra. Misteriosos artefactos gigantescos permanecen inmóviles suspendidos en el cielo. Cada gobierno de los diferentes países trata de comunicarse con sus tripulantes para lograr saber el propósito de aquellos seres en su visita a la tierra. Estados Unidos contrata a Louise Banks, (Amy Adams) una lingüista, para poder entablar un diálogo, y así, descubrir sus intenciones. La lingüista debe apurarse puesto que todas las naciones están en pie de guerra por si los ovnis llegaran a ser hostiles. Pero en vez de buscar un lenguaje más amigable y simple Louise intenta enseñarles a leer el inglés y simultáneamente aprender el idioma de los extraterrestres. Es cuestionable que no empiece con un código más afable y analógico. Esto significaría trabajar con imágenes, un código que suponga un signo con una referencia directa a aquello que significa. O sea, en vez de tardar 6 meses en que los extraterrestres aprendan escribir la palabra “humano” en inglés, dibujar un humano para representar la idea. En cambio, lo primero que hace Louise es mostrarles la palabra “human”. Los militares que la contratan le reprochan, con justa razón, que va a tardar mucho en enseñarles a leer. Algo muy raro también es que la escritura de los extraterrestres es tan anómala que parecen manchas aleatorias y caprichosas, contrariamente a los lenguajes, que deberían tener sus lógicas, sus reglas controladas y convenidas. Para no ponernos tan semióticos, lo cierto es que esta científica del lenguaje empieza a tener éxito. No por su sabiduría, sino por cuestiones sentimentales, superfluas y azarosas. Es más, el personaje del científico (Jeremy Renner) no aporta nada como tal, sino que parece servir solo para la historia de amor. Lo peor de todo esto es que Louise, autoritariamente, empieza a tomar decisiones por sobre los gobernantes de todo el mundo, intentando salvar a la humanidad con decisiones unilaterales. La película comete un poco el error que su protagonista. Luego de escenas visualmente imponentes, se empieza a desentender de la importancia de la imagen y se centra en la trama de cómo descifran el lenguaje extraterrestre. Pero es tan aburrida, larga e imposible que con un montaje recopilatorio y una voz en off nos tienen que contar, sin explicarnos, que al fin llegaron a entenderlo. La Llegada parece suponer también que siempre la paz mundial llegará de la mano de una sola persona. No vaya a ser que nos pongamos de acuerdo entre muchos para decidir sobre nuestro propio futuro. Eso sí sería extraño, sería extraterrestre.
Hay directores que no confían demasiado en los mundos que crean y entonces diseñan los relatos con el fin de balancear la debilidad de la ficción. El caso más obvio es el de Christopher Nolan, especialista en filmar películas que funcionan en verdad como juguetes narrativos. A Denis Villeneuve le pasa algo similar. La llegada es un caso singular: la película presenta un universo robusto, con buenos personajes y un conflicto cautivante que el relato se encarga de anular para poner de relieve un giro narrativo, una simple vuelta de tuerca. Un prólogo de aires malickianos deja lugar a la historia de Louise e Ian, una lingüista y un físico que deben hacer contacto con los habitantes de una nave espacial y encontrar una manera de comunicarse con ellos. Es de temer que los dos funcionen como alegorías epistemológicas, ciencias humanísticas versus ciencias duras, pero el guion los provee con el suficiente espesor como para existir más allá de ese contraste. La primera mitad confirma que Denis Villeneuve puede llegar a filmar con gran belleza y lo descubre como un observador atento a la materialidad de la historia: la película dedica un enorme cuidado a mostrar cada momento de la empresa, tanto los largos preparativos previos, la primera entrada en la nave y la investigación posterior. El director representa de manera inédita a los alienígenas y su tecnología: nada de superficies brillosas o de pasillos putrefactos y pegajosos, la nave ovalada es más bien rústica, sin detalles destacables, minimalista, de un gris homogéneo y regular que suma algo de verosimilitud al artefacto. La película se demora en presentar a los visitantes extraterrestres y el primer contacto resulta impresionante, produce una mezcla de repulsión y terror con curiosidad. Todo parece marchar bien, hasta que el desciframiento del lenguaje alienígena conduce a explicaciones rimbombantes acerca del lenguaje y sus efectos sobre el pensamiento, las diferencias entre secuencialidad y simultaneidad, etc. En rigor, Louise no había dicho nada muy brillante sobre el tema hasta el momento, pero lo que sigue a partir de ahí se vuelve un rejunte de lugares comunes pretendidamente complejos sobre de las palabras y la cognición. Ya en el 69, en Matadero cinco, Kurt Vonnegut juega con la posibilidad de entender el tiempo como un todo continuo que puede recorrerse a voluntad (también hay extraterrestres), y lo hace con gracia e ironía, sin tomarse demasiado en serio a sí mismo. Con ese montón de afirmaciones pomposas, La llegada presenta como disruptiva una idea de hace casi cincuenta años, y ya se anuncia torpemente lo que cerca del final será el golpe de efecto, la información que le dé un nuevo sentido a todo lo visto hasta el momento. Es curioso que la película se construya toda sobre este mecanismo: parece que al director no le alcanzara la historia, la relación de los protagonistas, el misterio extraterrestre, las tensiones internacionales o Amy Adams (incluso el sistema de notación extraterrestre que inventa la película es interesante), y necesitara transformar ese mundo en poco más que un insumo para la pirueta narrativa final. La llegada es de esas películas que invita a su público a salir de la sala comentando temas importantes, serios (oh, el lenguaje y la percepción) o elogiando minucias de la ingeniería narrativa. Villeneuve desecha la película que había construido laboriosamente durante casi una hora solo para poder explotar un recurso narrativo y sorprender al espectador. Destino menor para una película que prometía leer desde un lugar nuevo y con inteligencia el viejo tema del encuentro entre el hombre y otras formas de vida.
Sci-Fi trascendental ¡Qué gran cineasta es Denis Villeneuve! Toma historias que ya de por sí son interesantes y las vuelve aún más cautivadoras y trascendentales con su mirada punzante, profunda y adulta. Para el espectador despistado, no se engañe! "Arrival" no es un film de ciencia ficción pirotécnico y de trama bélica. No es "Día de la Independencia" o algo similar. Este nuevo trabajo de Villeneuve es un ensayo exigente acerca de la condición humana, que incluye aliens y elementos típicos de la ciencia ficción por supuesto, pero que tiene puesto su foco en la transformación de los personajes humanos que transitan por el relato. Es un drama de ciencia ficción realizado con mucha pericia, inteligencia y sentido del cine. Hay mucha ñoñez tanto en el relato original como en esta adaptación para cine, pero es esa ñoñez que desafía y nos hace aprender algo nuevo a todos, tanto al espectador cercano a lo intelectual como al espectador más cercano al entretenimiento. El director y el guionista Eric Heisserer combinan quirúrgicamente los elementos dramáticos con los fantásticos. "Arrival" produce suspenso, tensión, emoción, asombro, reflexión, comprensión, pone en tela de juicio algunos preconceptos de la vida humana e interpela al espectador para que vaya a ese espacio interno que lo incomoda y se ponga a trabajar sobre los paradigmas que creía tener resueltos. No voy a spoilear acerca del desenlace, pero realmente la resolución te pone en un aprieto acerca de lo que creías saber sobre el destino y el camino que transitamos como personas en este mundo. Todavía hoy, un par de semanas después de haberla visto, me cuesta sentar un posición decisiva sobre el mensaje que ofrece el film, y eso creo que es muy valioso en estos tiempos donde todo viene servido en una bandeja lista para engullir, digerir en 5 minutos y pasar a la siguiente bandeja. Las interpretaciones por su lado son muy buenas, sobre todo del dúo protagonista que conforman Amy Adams ("Man of Steel") y Jeremy Renner ("Avengers"). Una propuesta distinta de un director muy talentoso y provocativo que sabe que el cine necesita mutar y tomarse más en serio. Está nominada al Oscar como Mejor Película del 2016 y en otras 7 ternas. No creo que gane el máximo galardón, pero ojalá se lleve varios premios porque se lo tiene muy merecido. Sci-Fi del bueno.
Todo comienza cuando misteriosas naves espaciales llegan a distintos puntos del mundo (Estados Unidos, China, Rusia, etc.), sin un motivo aparente. Las Fuerzas Armadas estadounidenses convocan a Louise Banks (Amy Adams), una profesora de lingüística para que los ayude a decodificar el lenguaje de estos extraterrestres y poder encontrar la razón de su visita a la Tierra. “Arrival” de Denis Villeneuve es una película de ciencia ficción que viene a consagrarse dentro del género, por su historia, su belleza visual, las temáticas que aborda y la interpretación de sus protagonistas. A diferencia de muchas películas del género, la mayor parte del film presenta un un ritmo más lento y dialogado, enfocado en el entendimiento por parte de los humanos hacia los aliens. Es recién en el último tramo argumental en el cual ocurre un giro muy poderoso, que le va a otorgar un condimento de dinamismo y sorpresa al film, haciendo que la ejecución del mismo sea perfecta. En cuanto a la historia, tenemos un constante vaivén entre la vida de Louise y los acercamientos que tiene tanto ella como su compañero científico Ian Donnelly (Jeremy Renner) con estos seres desconocidos. Esto logra cautivar al espectador profundamente, quien puede empatizar con los protagonistas, sobre todo por la gran labor realizada por Amy Adams. Entre las temáticas que se abordan se encuentra un complejo análisis a la humanidad, a sus primeras reacciones ante lo desconocido, a la falta de confianza y de trabajo en conjunto; que dejarán al público reflexionando acerca de nuestra condición humana. Pero el argumento no es lo único que se destaca de “Arrival”, sino también su parte estética. El film presenta una gran belleza visual, que se relaciona con este ritmo lento en la mayor parte de la película: se centra en los paisajes, las figuras, los colores. No resulta extraño que “Arrival” haya recibido dos estatuillas en los Critics’ Choice Awards como Mejor Película de Ciencia Ficción y Mejor Guión Adaptado y que también esté nominada en varias categorías para los próximos Golden Globes. “Arrival” es una película de ciencia ficción más profunda que la media, con una mirada particular sobre la humanidad y sus formas, con un cuidado estético y buenas actuaciones por parte de su elenco, y un giro dramático que repercutirá en la mente del espectador. Puntaje: 4,5/5