Menos por menos es más Todavía me resulta difícil creer que salí tan emocionada de una película dirigida por Zack Synder. Debo admitir que cuando supe que Snyder y Nolan iban a ser los encargados de llevar a la pantalla grande al primer superhéroe, estaba segura de que iba a ser un rotundo fracaso. Luego, cuando se dio a conocer el elenco, ya no estaba tan segura de eso, y cuando finalmente apareció el trailer, no quedaban dudas, pero ésta vez, de que prometía. De que iba a ser algo grande, algo para recordar. La pregunta era: ¿cumplirá con las expectativas? Y lo hizo nomás. Hay que darles crédito por haber logrado que no solo queramos ver a Russell Crowe en pantalla, -en cada una de sus apariciones-, sino que además lo disfrutemos mientras recupera, en los primeros planos, el carisma y la presencia que parecía haber perdido en algún momento de los últimos (bastantes) años...
Una aventura de altura Tal como viene ocurriendo con la mayoría de las sagas basadas en cómics cuando entran en una zona de agotamiento (o cuando ya no pueden pagarle a los que las hacen), Hollywood apela al viejo truco del reboot para “rebobinar” y “reiniciar” una franquicia con renovados aires (y otros artistas, claro). Pasó hace poco -con buenos resultados- con El Hombre Araña y, aunque esta práctica a muchos les moleste, también funciona en el caso de Superman. Así como en 2006 se intentó retomar este clásico personaje de DC Comics de la mano de Bryan Singer con Superman regresa, ahora es otro cotizado director como Zack Snyder -a partir de una idea original y con producción de Christopher Nolan- quien trata de “revivir” a la saga. Y, aún con los reparos que puedan hacérsele, la operación de reciclaje fue exitosa. ¿Es efectivamente El Hombre de Acero una película sorprendente y renovadora dentro del género de superhéroes? Para nada. Sin embargo, sí resulta un formidable espectáculo visual en el sentido en el que hoy se conciben los tanques de entretenimiento masivo, con set-pieces que aprovechan todas las posibilidades de esta era de esplendor de las CGI y la estereoscopía. Y lo hace sin renunciar a la mitología del personaje, su iconografía y su universo. Un film que, en ese sentido, es clásico y moderno a la vez. Uno podría decir que El Hombre de Acero arranca como Thor (con Russell Crowe en lugar de Anthony Hopkins) y termina con una larga secuencia de “rompan todo” como Transformers 3: El lado oscuro de la Luna (también hay un intento extraterrestre por apropiarse de las condiciones nuestro planeta). En el medio, claro, está el nacimiento de Superman (Kal-El en Kryptón, Clark Kent en la Tierra), su llegada a los Estados Unidos, su transformación en adulto (ya interpretado por Henry Cavill), la vida con sus padres postizos (Kevin Costner y Diane Lane), la aparición de la periodista Lois Lane (Amy Adams) y el enfrentamiento con unos militares golpistas de Kryptón liderados por el General Zod (Michael Shannon) por el control del Códice, una suerte de chip genético destinado a asegurar la supervivencia de su especie. Nada demasiado revolucionario, como podrán interpretar, pero en la línea de la historieta original. Snyder (El amanecer de los muertos, 300, Watchmen: Los Vigilantes, Sucker Punch: Mundo surreal) se muestra cómodo dosificando los distintos niveles de una producción de esta índole, que debe necesariamente matizar situaciones “intimistas” con otras de grandes ambiciones (la explosión en una plataforma petrolera, un tornado, etc.). En este sentido, son notables las escenas de batalla cuerpo a cuerpo en las que el espectador “siente” la fuerza de los golpes y sus efectos en esos pesados físicos de acero (en la línea de los Transformers o Hulk). A nivel actoral, Cavill más que de acero parece de… madera. De todas maneras, poco importa. Lo suyo -además del aporte estético (vean si no cuando pela su torso desnudo)- pasa por la inexpresividad de un extraterrestre que es todo un freak e intenta asimilarse a la vida en la Tierra. Crowe parecía ser el nuevo Marlon Brando (por la breve participación en el film dirigido por Richard Donner en 1978), pero luego reaparece en un puñado de escenas como para darle más desarrollo a su trabajo. Una avejentada Lane y Costner, con su acostumbrada nobleza, se suman en dignos papeles secundarios, mientras que Shannon -en las antípodas de sus trabajos en el cine independiente- regala una gran máscara como el malvado de turno. Eso es, ni más ni menos, lo que en líneas generales entrega la eficaz El Hombre de Acero. Si no da para la euforia, al menos genera en varios pasajes una sensación de entusiasmo. En el muchas veces previsible universo de los blockbusters actuales, no se trata de un mérito menor.
Muchos podrán decir llegó el día; hace años que la dualidad eterna de los comics estadounidenses, Marvel Vs DC, se trasladó a la gran pantalla; y esta última se mantenía alto en la taquilla con el único personaje de Batman, en comparación con toda la catarata de la cuna de Stan Lee. Por eso la expectativa era enorme, y lo primero que hay que decir es sí, "El hombre de acero" es la gran película que todos esperaban, y DC tiene todas las armas para defenderse nuevamente con otro gran personaje. Luego de lo significó el fracaso en recaudaciones de "Superman Regresa" (no en matería artística, que creo es un film maravilloso pero fuera de época), la franquicia tuvo que replantearse nuevamente, y para eso contrataron a gente experta en el tema; el guión quedó a cargo de David S. Goyer, más la historia pensada y la producción de Christopher Nolan – para incautos, el equipo detrás de la última trilogía del murciélago – ya dan una idea de hacia dónde puede ir la película... y eso se cumple, estamos ante una historia más introspectiva, que busca analizar al personaje, así como se buscó al Bruce Wayne detrás de Batman, ahora se ve al Kal-El detrás de lo que va a ser Superman. Pero hasta ahí llegan las comparaciones, las historias de ambos superhéroes son diferentes, y por lo tanto las películas si bien comparten puntos no son iguales. Lo primero que vemos es la debacle de Kriptón, el planeta origen del protagonista, en un largo e impresionante prólogo. Un ambiente en agonía, el ambicioso General Zod (Michael Shannon) dispuesto a cualquier cosa para salvar a su población condenada, y Jor-El (Russell Crowe) que tiene otra idea, cree que la esperanza se encuentra en empezar de nuevo, en un mundo libre; por eso junto a su esposa engendraron el primer hijo nacido de parto natural en mucho tiempo y antes de que todo caiga lo enviarán a otro destino junto con el secreto para la salvación, el códice; claro ese niño es Kal-El y el destino es la Tierra. Lo que quedará luego, es ver a Kal convertido en Clark Kent (Henry Cavill) que en sucesivos flashback recuerda su infancia rural con sus padres terrenales (Diane Lane y Kevin Costner) y constantemente lucha para que los humanos no descubran quién es realmente, lucha que también la lleva internamente. Siempre hay un momento de quiebre, y cuando una expedición, en la que se encuentra Lois Lane (Amy Adams), descubra la “guarida” elegida para esconder el templo de Kriptón, será momento de que Clark deje salir a Kal... más aún cuando Zod y los suyos se liberen de su prisión interestelar y caigan en nuestro planeta en busca de lo que es suyo, el códice, su coterráneo Kal-El, y claro un nuevo territorio para forjar su antiguo planeta. La historia, acertadamente se hace varios planteos, pone el foco más que nunca en la figura de Kal-El/Superman como un Dios para la humanidad, y el debate será como lo afrontará aquel que no quiere serlo pero que cada vez siente más que debe serlo. El hombre de acero es una película de trama compleja, y a su vez completamente entretenida, sus 143 minutos pasan realmente volando, y eso se debe no solo a un guión atrapante, sino también a un efecto bombástico. Detrás de cámara se ubica al probadísimo Zach Snyder, y eso se nota, las escenas de acción son tan estruendosas como claras y comprensibles, y no hay nada que ahorrarse hay un golpe de efecto cada diez minutos más o menos. Visualmente luce impecable, no hay dudas que estamos ante un film mayor, algo más que un simple pochoclero de temporada. Otro acierto es su banda sonora acrecentando el espíritu místico y épico del relato de un modo constante, y engrandeciendo la idea de estar frente a una película enorme. Párrafo aparte para el cast actoral, quizás el mayor acierto de todos, Cavill tiene carisma para calzarse el traje, y Shannon, Crowe, Costner, Lane, y Adams enaltecen un elenco de lujo con grandes actuaciones. Si se la hila fino, encontrarán sus errores aquí y allá, pero no hay dudas que estamos frente a un film importante grande, hecho en serio, una verdadera aventura épica la cual parece que estamos solo frente al comienzo.
Del superhéroe al hombre Hay dos modelos de Superman que pugnan en El hombre de acero, pensada bajo la prédica de Christopher Nolan y sus particulares enfoques filosóficos sobre la figura del héroe y dirigida, así como ejecutada visualmente, por el creativo Zack Snyder. Es decir, que esta nueva franquicia que procura reinventar a la creación de los años treinta, que luego llegara a la pantalla grande para convertirse en icono cinematográfico y arquetipo de héroe, intenta la alquimia entre el Superman de acción y el filosófico con su planteo existencial detrás. Empresa desafiante si las hay para tiempos en que Hollywood ya no sabe cómo reciclar fórmulas sin repetirse y donde la idea de industria como negocio multimillonario se liga directamente al cine en su carácter de fuente de entretenimiento y espectáculo de masas más que a nivel artístico. La primera novedad se resume en el alto grado de dramatismo e intimidad que atraviesa el universo de El hombre de acero durante 143 minutos –quizás se pueda objetar la excesiva duración- en el que conviven un relato de tipo iniciático como el propuesto desde Batman inicia (2005) a un film de ciencia ficción y acción al estilo Hulk (2003) o Los vengadores (2012). Esa curva iniciática expone desde el punto de vista narrativo el inteligente recurso de la fragmentación de tiempo pasado y presente para introducir los necesarios flashbacks y así reconstruir los hitos que marcan el nacimiento del héroe y su transformación hacia el desenlace del relato. La mirada Nolan –por bautizarlo de alguna manera- explora y refleja las fisuras y aristas del conflicto moral por el que debe atravesar el extraterrestre kriptoniano al haberse criado en la Tierra en compañía de la raza humana, infinitamente inferior y débil en relación a cualquier espécimen proveniente de su galaxia ya extinta. El planteo moral dinamita de forma racional los preceptos religiosos más puros pero se arraiga en los mandatos paternos desde dos focos complementarios: la ley de Jor El, padre biológico de Kal El –Superman- interpretado por un correcto Russell Crowe y aquel código ético impuesto desde las enseñanzas a Clark Kent por su padre de corazón, en la piel del siempre eficiente Kevin Costner, granjero de Kansas quien junto a su esposa (Diane Lane) se encargaron de integrar, proteger y a la vez ocultar a este niño llegado desde el espacio y en quien se deposita nada menos que la esperanza de salvación de la humanidad. Lo que realmente hace efectiva esta suerte de transformación del personaje desde el aprendizaje y a partir de asumir su calidad de outsider eterno (cada vez que descubre uno de sus poderes ante sus pares humanos debe huir a otro pueblo y comenzar nuevamente de cero) es haber encontrado el equilibrio justo entre infancia, adolescencia y adultez bajo la órbita del mismo conflicto interno: la soledad del héroe. El Superman de Nolan y Snyder es un Hombre de acero por su voluntad a prueba de las debilidades humanas; su carácter de hombre superior a todos es la capacidad de empatía emocional con el dolor del otro y la exteriorización del propio sufrimiento y sentimiento de culpa cuando no está a la altura de las circunstancias, sin menoscabar claro está los aspectos racionales que son fundamentales para tomar decisiones ante situaciones límite como aquella que experimenta el niño cuando el micro escolar que lo transporta, junto a sus compañeros de curso, se precipita al agua y sin su intervención hubiese significado la muerte de todos esos niños que descubren sus cualidades en vivo y en directo. Superada esta lectura, debe avanzar el análisis a lo que en materia cinematográfica nos atañe y fundamentalmente en relación al estilo y estética del film, la cual abraza la idea de comic, camuflado en una historia de invasión extraterrestre con el propósito de conquistar el planeta Tierra, para desarrollar toda la seguidilla de momentos y secuencias de acción, utilizando al máximo la digitalización para destruir literalmente la ciudad de Nueva York en una pelea cuerpo a cuerpo entre el protagonista y su antagonista el general Zod (Michael Shannon). La balanza no se inclina para ningún costado de manera manifiesta, pues cada vez que surge una secuencia de carácter intimista con fines de desarrollo dramático sin sobre explicaciones, con una banda sonora muy acorde a las situaciones -donde por momentos Hans Zimmer se disfraza de Clint Eastwood- arremete otra cargada de caos, destrucción y despliegue visual haciendo gala de un diseño y coreografías complicadas, pero que se comprenden en la imagen y se sienten en el cuerpo como los golpes que cada uno recibe en pleno combate, donde los militares y los humanos se ven relegados en calidad de testigos. Las bondades del 3D para una película que no fue pensada para explotar este formato no aportan demasiado a la pirotecnia visual que estalla sobre todo en la batalla final, no ocurre lo mismo en el comienzo que tiene como marco un enfrentamiento galáctico en el propio planeta de Superman, a quien el actor Henry Cavill le encuentra el sayo justo para calzarse e impregnarlo de humanidad, a pesar de la inexpresividad de su rostro. Algo similar ocurre con la buena elección de Amy Adams para probarse el traje de Lois Lane, en las antípodas de la insípida Kate Bosworth de la olvidable Superman Returns (2006) y mucho más protagonista en la historia que la reconocida Margot Kidder de fines de los 70. Esta nueva versión que supera con creces la idea de interés amoroso para convertirse en personaje de mayor intensidad, que lucha en un mundo de hombres, genera un lugar distinto para las mujeres en este relato predominantemente masculino. Para aquellos que no comulguen con la concepción Nolan encontrarán consuelo en la estética Snyder absolutamente presente en cada plano. No obstante, quienes hayan disfrutado de la renovada trilogía de Batman a partir de haber tomado la posta el director de Memento se reconciliarán y regocijarán con esta nueva incursión que seguramente depare más sorpresas en el futuro e inaugure un antes y un después de este icono del comic y del cine.
Si algo queda claro al ver El Hombre de Acero es que el nombre de Christopher Nolan en los créditos de producción no es un cotillón promocional. La película pertenece a Zack Snyder en los aspectos técnicos pero el tono del film, el espíritu de la historia y la estructura narrativa es 100 por ciento Nolan. En este relanzamiento de Superman tomaron la fórmula de Batman Inicia y la desarrollaron al servicio de quien es el número uno de todos los superhéroes. Una tarea que no era sencilla, ya que el realismo y la oscuridad tienen un límite a la hora de abordar a Superman, por eso es un personaje tan difícil de trabajar. Sin embargo, en esta producción superaron este desafío y el enfoque elegido por los realizadores dio como resultado una interpretación completamente distinta a todo lo que se había hecho hasta la fecha en un medio audiovisual con el clásico personaje de DC cómics. Por ahí pasa también la magia de Superman. Un ícono de ficción que tiene más de 70 años de vigencia y todavía se le puede buscar la vuelta para contar su historia de manera diferente. David S. Goyer, quien fue guionista de la última trilogía de Batman, tomó elementos de distintas historietas para crear este nuevo origen. La trama tiene una clara influencia de propuestas comiqueras recientes como “Superman: Tierra Uno”, “Superman: Legado” y hasta la serie animada de Bruce Timm. Este último punto se puede percibir claramente en los 15 minutos iniciales del film donde Snyder retrata a Jor-El de un modo muy similar a lo que se vio en los primeros dos episodios del dibujo animado de 1996. En aquel programa el padre del protagonista tenía un rol mucho más activo y relevante en el final de Kriptón como sucede en esta película. Inclusive hay guiños al cómic de la etapa de John Byrne, quien es el mejor autor (por afano) que tuvo el personaje en los últimos 30 años. Lo mejor de El Hombre de Acero es que toma elementos de distintas interpretaciones de Superman que se fusionaron para ofrecer una experiencia diferente en el cine. Esta película tiene más acción y peleas que todas las producciones cinematográficas y televisivas que se hicieron con el kriptoniano hasta la fecha. En ese sentido, Superman Regresa de Brian Singer, queda como un melodrama de Andrea Del Boca que será recordado por los fans más acérrimos del personaje como un film de culto. Sin embargo, para la gran mayoría del público es probable que a partir de ahora quede enterrada en el olvido. El Hombre de Acero es un film impactante desde las primeras escenas donde se presenta una versión menos idílica de Kriptón que ofrece un trabajo memorable de Russell Crowe como Jor –El, en mi opinión, lo mejor de este estreno en materia de actuaciones. Cinco minutos más de presencia en este film y creo que se comía crudo a Henry Cavill, el protagonista. De hecho, al verlo a Russell, con su carisma y presencia en la pantalla, uno no puede evitar pensar lo grosso que hubiera sido 20 años atrás que él hubiera protagonizado un relanzamiento de este nivel. Después de esta labor quedó redimida su participación en Los Miserables. Jor- El en este film tiene una presencia muy importante en el conflicto y junto con el rol que ocupa en la trama Lois Lane representa uno de los elementos atípicos que se destacan en esta versión cinematográfica. Otra cualidad de la película son los villanos que no cayeron en roles acartonados. El General Zod de Michael Shannon es mucho más complejo e interesante que la versión que encarnó Terence Stamp en los años ´80 y lo mismo sucede con Faora, interpretada por Antje Traue, una vieja enemiga de Superman que apareció en los cómics durante los años ´70 y después quedó en el olvido. La villana fue una clara inspiración de la malvada Ursa en los filmes de Richard Donner, pero al igual que ocurre con Zod, desde lo argumental está mejor trabajada en el film de Zack Snyder. Henry Cavill brinda una muy buena interpretación de Superman, pero habrá que esperar a verlo en una continuación para poder evaluar su labor completa con este personaje, ya que Clark Kent, una de las claves de este rol en el Hombre de Acero brilla por su ausencia, debido a la manera en que fue concebido el film. Cavill hace un gran trabajo con el superhéroe que está en perfecta sintonía con el personaje que muchos conocemos del cómic, pero te quedás con las ganas de ver que hubiera hecho con Kent en Metrópolis. Zack Snyder se encargó que cada actor tenga su momento en la película y Kevin Costner que aparece poco en la historia también logra destacarse en una muy buena escena dentro del conflicto que marca el destino del héroe. Esos aspectos estuvieron muy cuidados en esta producción que tenía como principal desafío no aburrir al espectador con un trillado argumento de origen. Acá le buscaron la vuelta para hacer algo diferente y eso es lo más admirable de este estreno. El desempeño de Snyder en las secuencias de acción es brillante y retrata al Superman de los cómics como nunca se lo había visto en la pantalla grande. La verdad que el título le hace justicia con honores al film y algo que nadie le podrá criticar es la carencia de acción. En la última media hora final Snyder brinda un espectáculo visual épico e imponente que se encarga de hacer realidad la clase de película que muchos esperamos con este personaje durante tantos años. Las comparaciones son odiosas porque en esto juega también el paso del tiempo. Los filmes de Richard Donner fueron revolucionarios en su momento ya que no sólo reinventaron a este personaje, sino que contribuyeron a crear un nuevo género cinematográfico. El Hombre de Acero pertenece a otro tiempo y considero que es una película que en este momento contribuye a restablecer con éxito el personaje para una nueva generación. En esto sí voy a disentir con Chandler. Yo creo que si tenés entre ocho y once años esta película te vuela la cabeza de la misma manera que lo hicieron con mi generación los filmes de Donner. Ojalá se pueda completar a partir de ahora una buena saga con este personaje. En esta primera entrega Zack Snyder no decepcionó y trajo de regreso a Superman en el cine como se merecía. El Dato Loco: La película está sutilmente conectada con el universo de Batman. Hay una escena donde aparece el clásico logo de la compañía Wayne en un satélite. El tema es que si no tenés de antemano esta información es muy complicado notarlo porque pasa rapidísimo, pero se puede ver si estás atento.
Un relanzamiento con poderío visual Pasó mucho tiempo desde que Christopher Reeve se convirtió en el rostro emblemático del superhéroe nacido en las páginas de DC Comics para pasar luego a un relanzamiento sin suerte en Superman Regresa (2006) con Brandon Routh en el rol principal. Ahora es el turno de la versión de Zack Snyder, el mismo realizador que sorprendió con 300 y Watchmen, en este blockbuster hecho a la medida de las necesidades actuales de un mercado cada vez más exigente. Con guión de David S. Goyer y basado en una historia de Goyer y Christopher Nolan sobre los personajes creados por Jerry Siegel y Joe Shuster, El hombre de acero trae diferencias en el tratamiento con respecto a las versiones anteriores. En principio, Snyder elige un prólogo de veinte minutos ambientado en Krypton, donde nace el único ser por parto natural en mucho tiempo. En medio de un planeta devastado destinado a desaparecer, su padre Jor-El (Russell Crowe) lo envía a la Tierra, donde adoptará el nombre de Clark Kent gracias a sus padres terrenales Jonathan y Martha Kent (encarnados por Diane Lane y Kevin Costner). Y descubrirá que se trata de un chico especial que crece con poderes y no vendrá solo porque también enfrentará en la Tierra a dos sbrevivientes Kryptonianos, el villano General Zod (Michael Shannon) y Faora, socio del mal de Zod. La película, sexta adaptación de Superman realizada para la pantalla grande, combina invasiones extraterrestres a gran escala, potencia la paranoia de los norteamericanos ante los ataques sorpresivos en la ciudad de Nueva York y coloca al protagonista en medio de un enfrentamiento feroz a través de secuecias de acción que resultan contundentes y aceleradas a nivel visual. Cada golpe y pisada se siente en la platea. En ese sentido, el acierto del film está en no dar respiro al espectador con sus luchas cuerpo a cuerpo y con una historia que va y vuelve en el tlempo para mostrar al pequeño Clark Kent saliendo al rescate de un grupo de escolares cuyo micro cae al agua; un diálogo crepuscular con su padre; la llegada de un tornado y la aparición de la periodista Luisa Lane (Amy Adams), quien trabaja bajo las órdenes de Perry White (Laurence Fishburne), el jefe del diario The Daily Planet. El trabajo en los colores y las texturas sobre el pasado del héroe, la visión de Rayos X, la historia de amor planteada entre los protagonistas, las fugaces apariciones de Jor-El después de muerto (para justificar la participación de Crowe), las secuencias en la nieve o la gigantesca explosión de una base petrolera sobre el mar, son algunos de los momentos que se aprecian en esta nueva y moderna mirada sobre el superhéroe. El mismo que se crió en un ambiente bucólico y entre sábanas flameantes, y que ahora hace gala de su capa y vuelo con gran poderío visual.
Superman inicia El hombre de acero (Man of Steel, 2013) llega como el beso de la vida que la franquicia de Superman tanto necesitaba. En un raudo acto de borrón y cuenta nueva, Warner ha contratado a los expertos revisionistas del género de superhéroes Zack Snyder (Watchmen, 2009) como director y Christopher Nolan (creador de la trilogía del Caballero Oscuro) como productor, y apuesta por una nueva continuidad narrativa, más alejada del mundo de los cómics y más cercana a los estándares del realismo en una película de acción o ciencia ficción. Conocemos el mito. Los kriptonianos, raza impetuosa, han cosechado el núcleo de su planeta hasta arruinarlo. La película comienza y Krypton se está cayendo literalmente a pedazos. La suerte de Krypton está echada, y la de la Tierra está por decidirse debido a dos eventos clave: la eyección del neonato Kal-El en una cápsula con destino a la Tierra, y el exilio del golpista General Zod (Michael Shannon) y sus secuaces. Sólo ellos escapan la destrucción de su mundo. Muchos años después, Kal-El (Henry Cavill) es un hombre fornido y barbudo con una plaquita de identificación colgando sobre su pecho desnudo. Podría ser Wolverine de lejos. Vaga de pueblo en pueblo, haciendo obras de bien y, suponemos, buscándose a sí mismo. Cada tanto cortamos a fragmentos de la niñez de Kal-El, quien, aprendemos, aterrizó en Kansas, EEUU (¡dónde más!), donde fue adoptado y criado por los granjeros Jonathan y Martha Kent (Kevin Costner y Diane Lane) bajo el nombre de Clark Kent. Clark pasa una infancia aterradora, viendo los esqueletos de sus compañeritos y oyendo todo lo que se secretea a sus espaldas, pero con el tiempo domina sus sobrehumanos poderes (incluyendo pero no limitado a visión de rayos-X, mirada láser, velocidad de la luz, fuerza titánica y, eventualmente, el poder el vuelo). Y, con el tiempo, cruzará caminos con Lois Lane (Amy Adams), la intrépida periodista del Daily Planet y su interés romántico de facto; y con Zod, que planea revivir Krypton y sus habitantes utilizando a la Tierra y la humanidad como materia prima. La película hace un buen trabajo por redimir a Superman en la cultura popular, a menudo ridiculizado por su exceso de poderes y su falta de personalidad. ¿Cómo hacer que su personaje resulte interesante? Cavill no tiene un gran papel, pero aunque sea este nuevo Superman puede mostrar otra emoción que una sonrisa arcaica y la mirada impávida. Y se lo enfrenta a sus hermanos kriptonianos, todos y cada uno igual de poderosos que él. Conste que Superman vive algunos momentos peliagudos, y ni siquiera aparece la famosa kriptonita. El hombre de acero también posee sus puntos débiles. El guión enflaquece en el medio, cuando la película corta constantemente entre la infancia y la adultez de Superman sin que ocurra nada demasiado interesante de ningún lado. Parece estar haciendo tiempo con lo que venga con tal de retrasar el largo, largo último acto, donde se concentra prácticamente toda la acción. Esta es excelentemente orquestada, sobre todo cuando trata de mano a manos entre Superman y los villanos (le atacan de a varios al mismo tiempo y la coreografía es tan buena que jamás parece uno de esos ballets falsos donde los malos se turnan lentamente para pelear). Los grandes despliegues de destrucción masiva son menos atractivos: no sólo llega un momento en que ya se ha roto suficiente vidrio por una película; algunas secuencias elevan paralelos desagradables con la vida real. Consideren una secuencia en la que el ataque de 9/11 en Nueva York es reinterpretado como una invasión extraterrestre en Metrópolis, donde nuestros personajes secundarios terminan convirtiéndose en extras huyendo despavoridos entre otros extras mientras los edificios caen. De repente reflexionamos que, en las pelis de Christopher Reeve, Superman jamás necesitó la ayuda del ejército norteamericano para derrotar a los malos. Y cuando al final Superman le promete a un general que “no se puede ser más americano que yo”, resulta gracioso compararlo a esa otra frase que dijo allá en la secuela de 1987 subtitulada La Búsqueda de la Paz: “no represento a ningún país en particular”.
¡Dream Team! ¿Hablo de Cavill, de Crowe y de Shannon? No, Hablo de Snyder, Nolan y Goyer. Director, productor y guionista de El Hombre de Acero. Se arremangan y no le hacen asco a reinventar y reimaginar uno de los folklores comiqueros mas escritos en piedra de la historia. El de Superman. ¿Son estos cambios bienvenidos? ¿O son catastróficos para el hijo de Kryptón? SNYDER A LA NOLAN Así es, este Superman tiene todo ese ingrediente que Nolan supo darle a Batman. Y se llama coherencia. Toma una historia archiconocida por todos, la cambia un poco, en algunos aspectos hasta la mejora y la hace mas llevadera para lo que es una narrativa cinematográfica y el resultado es sorprendente. Cabe destacar que no soy fan de Superman, por el contrario, Batman es mi preferido de todos los tiempos, convirtiendo al hombre de acero en una especie de River para mi. Si, también soy de Boca. Pero puedo decir sin ninguna vergüenza, que cuando la película terminó, ¡quedé con ganas de otra mas! ¡Quiero la segunda ya! ¡Ayer! Epa, ¿para tanto? Si, señores. Sobre todo para los no tan fans de Superman. Ojo, los fans no se van a sentir tan incómodos como se sintieron con el Mandarin de Iron Man 3, pero ciertamente algunos cambios si bien les van a molestar. Y los van a aceptar, mientras y cuando los acepten como necesarios para la narrativa de la película. Yo, por ejemplo tarde AÑOS, (si, años), en aceptar en final de Watchmen cinematográfico, por diferir tanto del Watchmen de la novela gráfica, pero finalmente, termine entendiendo que el final de Snyder funciona mejor en cine. Este punto es importante, ya que me hizo disfrutar desde el principio a El Hombre de Acero. Si no sos fan, anda tranquilo a verla la vas a amar. Si sos fan acérrimo de Superman, anda tranqui, relajate y dejate ir, que no es para tanto. JOR-EL, UN GROSO DE KRYPTON Toda la secuencia inicial de Krypton es sencillamente maravillosa. Con algunos cambios al canon oficial de Superman, la historia sera esencialmente la misma, Jor-El avisa que Krypton se muere, no le dan bola, mete a Kal-El en un cohete, lo manda a la tierra, Krypton explota. Esos son los hechos “duros”. Ahora, si bien la substancia no cambia, mucho de lo de afuera, si. Y es genial, funciona de mil maravillas, vemos a Jor-El repartir por todos lados, jugarse mucho mas que el Jor-El de Brando, (Sí, odienme, este Jor-El me pareció mejor que el de Brando), y sobre todo se siente padre, se ve padre y se la juega por su hijo. Y no solo eso, se la juega por toda su raza a punto de la extinción. Tras una breve pero INCREIBLE secuencia inicial, con pequeños detalles que no les voy a spoilear, estamos en fojas cero. Zod y sus secuaces en la zona fantasma, Kal-El viajando a la tierra, y Krypton estallando y matando a todos sus habitantes. ¿Vieron que no dolio tanto? EL LABERINTO DEL ALIEN Precaución: Esta película puede contener uno o mas momentos “Malickosos”. Y son todos bienvenidos, Clark Kent esta constantemente en búsqueda de si mismo, de quien es, de porque esta en la tierra, de (algo que hasta acá nadie se había planteado) su nombre. Así es, Clark Kent es un hombre sin nombre, su padre adoptivo le dice que en algún lado dos padres le pusieron otro nombre y que debe buscarlo. Nunca mas solitario se sintió este Clark, vagando por el mundo en búsqueda de respuestas, de saber quien es, huyendo de quienes salva a cada paso, y contando hasta diez cuando alguien lo agrede. Así es, este Superman tiene mucha ira adentro. Eventualmente, llegara hasta el polo, donde no solo encontrara sus respuestas, si no también a una super cojonuda Lois Lane. Nada de escotes ni faldas para esta mujer. Nunca mejor se vio y se sintió que esta mujer es verdaderamente una periodista. Pregunta cosas que no tiene que preguntar, se mete en lugares que no se tiene que meter, discute con quien no debería discutir, y sobre todo sigue los pasos de su ángel guardián tras ser una vez mas (por primera vez) salvada por Clark. Volviendo a Superman, aquí es cuando descubrimos que no hay fortaleza de la soledad, sino que fue reemplazado por algo MUCHO MAS COHERENTE en el mundo de este Superman. (Y crucial para la historia). Allí se encontrara con su otro padre (decir verdadero seria mentir, ya que como le dicen en un momento “es hijo tanto de Krypton, como de la tierra) y tras una intensa charla le sera develado su nombre, su misión (si decide tomarla) y su traje. Pero este alien, este ser segregado por todos, esta lejos de encontrarse a sí mismo. TAKE SHELTER! SHANNON Y UN MAGNIFICO GENERAL ZOD La composición de Zod por parte de Shannon es GENIAL, se la mire por donde se la mire. Un enemigo a la altura (y un poco mas también) de Superman. Amenaza a la tierra y a todos sus habitantes si Superman no se entrega. Y acá hay un punto clave que NO tengo miedo de Spoilear. Como le dije a un amigo, si un grupo de kryptonianos enojados atacan la tierra, la gente va a morir. Y en grandes números. Así es, el body count de esta película es ALTÍSIMO! Olvídense de los aviones cayendo y los pilotos eyectandose con paracaídas. No, nada! Estos tipos están acá en serio, y no les importa nada. Y lo demuestran. Muere gente. Mucha. En una película de Superman. Y es GENIAL! Justamente Zod sera eje en un cambio DRÁSTICO y CRITICO en el universo Superman, el cual no voy a revelar. Ya van a ver, varios Fans ultra acerrimos se van a quedar boquiabiertos como yo. (Igual sigue un hilo coherente, no se piensen nada “raro”). CARAMELO VISUAL Y DELICIA ACTORAL Visualmente la película es excelente, no tiene ninguna falla. Snyder le baja varios puntos a su visión, y sobre todo varios colores de lo que fue Watchmen o Sucker Punch (guacala!). Esta película es mas lavadita, mas sombria en cuanto a lo que es la decision de colores, lo que hace que conserve su “credibilidad”. Este superman como me preguntaron por ahi, puede coexistir tranquilamente con el Batman de Nolan. Es mas, se nota que fue creado para poder hacerlo. La banda de sonido de Zimmer es sencillamente INCREÍBLE, acompaña en todo momento , lo hace bien y cuando termina uno se la queda tarareando. Lo cual no pasaba desde la primera vez que vi la Superman de Donner y su famosisima banda de sonido. A nivel actoral, es donde esta peli se destaca, Shannon como ya les dije, compone un Zod de primera. Russel Crowe compone a mi Jor -El preferido de todos los tiempos, es mas, quiero una peli con solamente Jor-El. Kevin Costner y Diane Lane componen a los padres Kent de manera maravillosa, con varias escenas de un impacto super poderoso de papa Kent. Sobre todo una que realmente me movió. Genial! Lamentablemente muy poquito de Lawrence Fishburne, lo cual habla muy bien de la pelicula ya que Lois Lane debe estar dentro del Daily Planet menos de 5 minutos. Aun asi lo poquito de Morfeo es bueno. Llegamos a la Lois Lane de Amy Adams, que es compuesta de manera genial, siempre en pantalones, jamas en pollera o escote, con mucha fuerza sin perder un apice de femineidad. Es la medida justa de un Superman como este, se sobre entiende que este Superman no podria estar nunca con alguien lánguido, e insulso. El único punto algo flojo es el de Cavill. Si bien compone bien al Superman, las tribulaciones de su personaje, hacen que se pierda bastante y se luzca poco. Clark se la pasa entre trompadas y momentos super íntimos de introspección. En los cuales Cavill y su personaje a veces corren serio riesgo de perderse. No obstante creo que sale airoso, pero aprobando con lo justo. Que es mucho mas que lo que hizo el desastroso Brandon Routh. CONCLUSIÓN Podría hablar mucho mas de Man Of Steel, de hecho ya me extendí bastante, pero creo que en definitiva es muy importante transmitir que los cambios en el folklore del personaje son bienvenidos. Seguramente “Haters gonna Hate”, esto quiere decir que el que le quiera buscar el pelo al huevo lo va a encontrar, obviamente en su detrimento. Este Superman es el que nos merecemos hoy en día. No es mas aquel Boy Scout insulso y bonachon de antes, porque el mundo cambio, porque nosotros somos otros, y porque jamas podría sobrevivir en un ambiente asi. La tierra es mucho mas hostil que en 1938 cuando fue creado Superman. Un alien suelto en este planeta en 2013, no va a ser automáticamente aceptado por todos al grito de “Go go, Spidey”. No, le va a costar mucho mas. Acción, historia, CIENCIA FICCIÓN, y piñas, piñas y mas piñas para disfrutar. No puedo dejar de esperar la secuela de esta pelicula, asi que por ahora me conformo con volver a ver esta, una vez mas dispuesto a maravillarme. Superman ha vuelto, y esta vez para quedarse. Bienvenido al Planeta.
Aunque sea un dios en el mundo de las historietas y un ícono popular alrededor del mundo, hay algo que nunca me cautivó del personaje de Superman. No sé que será, pero no me afectó tanto que tras la versión del 2006 de Bryan Singer se haya gestado un nuevo origen, como sí tengo que admitir que me picó la reintroducción de Spider-Man tras la trilogía de Sam Raimi. Tenía que llegar la dupla de Zack Snyder y Christopher Nolan para sacudir el polvo y que finalmente saliera a relucir lo mejor del personaje, para traerlo a las grandes ligas con una historia fresca y repleta de adrenalina. Que Nolan esté detrás de Snyder en esta adaptación no es una casualidad. Actuando como productor ejecutivo, controla desde las sombras que Superman no se eche a perder y que el director se vea enfocado y no recaiga en el fracaso que resultó ser -narrativamente hablando- Sucker Punch. Lo que a primera vista puede parecer un espectáculo visual impresionante y una demoledora demostración de cine de acción con superhéroes -Man of Steel no tiene nada que envidiarle a The Avengers- se ve equilibrado por una historia sencilla y muy intimista, que recalca siempre el peso del consejo familiar en el héroe, tanto por sus padres biológicos como por los adoptivos. El ambicioso guión de David S. Goyer -siempre mejor escritor que director- comienza con todas las de ganar, con un prólogo donde el caos reina en los últimos momentos del planeta Kryptón y el Jor-El de Russell Crowe llena la pantalla con toda su sabiduría y poderío actoral. Sus escenas sirven para dar un vistazo general al mundo de donde proviene Superman e introducir así en la trama al villano principal, el General Zod. A pesar de pecar de sobreactuado por momentos, el antagonista encarnado por Michael Shannon tiene motivos que no resultan descabellados para perseguir al Hombre de Acero, y ese detalle eleva el argumento un poco más. Siguiendo una narrativa desestructurada que le sienta bien a la trama, Snyder sigue construyendo poco a poco lo que es una historia de orígenes que no cae en los típicos lugares comunes. El Clark Kent de Henry Cavill tiene obviamente un cuerpo esculpido hasta el detalle, una sonrisa adorable y un brillo especial en los ojos, detalles que lo ayudan bastante tanto en las escenas ligeras como en las más dramáticas. Comenzando con él y terminando en una lista larga le sigue el resto del elenco, elegido minuciosamente de entre lo mejor del mercado, como la intrépida Lois Lane de Amy Adams, que no es una damisela en apuros, y los Kent en los maravillosos Kevin Costner y Diane Lane. Si a este combo le agregamos los sólidos secundarios de Laurence Fishburne, Ayelet Zurer y Christopher Meloni, entre otros, por el lado del casting no hay que preocuparse en lo más mínimo. La duración de 143 minutos apenas se siente en Man of Steel. Snyder está tan concentrado y ha logrado focalizar las prioridades tan correctamente que desde los momentos iniciales hay tensión, y en los últimos cuarenta minutos esta explota cuando Metrópolis se ve asediada por las fuerzas kryptonianas renegadas. Sin toques de cámara lenta forzados ni grandes aspavientos, pero sí con un despliegue visual y sonoro abrumador -cortesía de una inspirada banda de sonido compuesta por Hans Zimmer- Superman renace nuevamente y con más poderío, esperando poder marcar un antes y un después en la carrera meteórica del superhéroe. Man of Steel es un gran puntapié inicial para una franquicia -mínimo una trilogía- en la cual la historia del personaje pueda ser contada nuevamente pero con un tono verídico y realismo pocas veces visto. Zack Snyder, volvemos a confiar en vos.
En 1978, cuarenta años después de su nacimiento en Action Comics, el mítico superhéroe llegó a la pantalla grande. Superman: la Película cautivó a niños y adultos, catapultó a Richard Donner como director, consagró a Christopher Reeve como al Hijo de Kriptón , marcó el camino a seguir a las futuras superproducciones basadas en historietas, y generó tres secuelas y hasta un spin-off, Supergirl, en 1984. Luego hubo años de intentos, como el fallido proyecto de fines de los ’90, con Tim Burton como director, Kevin Smith en el rol de guionista y protagonizado por Nicolas Cage. La debacle de aquella empresa ya es legendaria, y Smith la cuenta muy bien en uno de sus monólogos que se pueden encontrar en la web.
Más grande que las películas Es una película extraña EL HOMBRE DE ACERO. Para ser una superproducción carísima, una de las más esperadas del año y en la que Warner Bros. pone toda “la carne al asador” tratando de crear una franquicia con futuras secuelas, este filme de Zack Snyder no es del todo convencional. Pero no se trata de un filme de autor ni de una película fuera de los formatos típicos de estos tanques de taquilla. Es una película extraña, rara porque me da la impresión de que salió así, de que Snyder no puede -por más que quiera- hacer un filme del todo convencional. Todo tiene que ser ligeramente más grande, más ampuloso, singularmente arrítmico y desacompasado, grandilocuente, operático. En una palabra, imperial. man of steel prisionEL HOMBRE DE ACERO no está pensada como un gran producción sobre un superhéroe, sino como la más grande superproducción sobre el más grande superhéroe que jamás existió. Y si bien la factura no siempre está a la altura de la ambición, en esos huecos, en esos errores y problemas, otra película más interesante se revela. Una en la que las fallas (narrativas, estéticas, de interpretación, lo que sea) terminan dándole algo de humanidad no sólo a los personajes, sino al filme en sí. Una en la que los errores son más interesantes -divertidos, intrigantes- que los aciertos. Si bien la presencia de Christopher Nolan como productor y coautor de la historia se deja ver a cada momento, no es ésta una película similar a EL CABALLERO DE LA NOCHE. La psicología de Superman fue siempre más simple y por más vueltas que se le de al asunto, es imposible generarle una complejidad dramática importante al personaje. Es una película y un personaje más luminoso y amable, por más que Nolan/Snyder (y David S. Goyer, guionista) le busquen problemas familiares e intenten traumatizarlo respecto a sus superpoderes. A esta altura uno extraña a los viejos superhéroes que no parecían tener demasiados problemas con volar, vencer en combates a todo el mundo, regenerarse tras sufrir heridas o transformarse en hielo o bolas de fuego. Es casi obligación del subgénero, estudios de mercado mediante, transformarlos en “freaks”. Man-of-Steel-Russell-CroweSi de algo trata el filme es del viaje de Clark Kent del rechazo a la aceptación de sus poderes y de su rol “mesiánico” (tiene 33 años, como Jesús) en nuestro planeta. Su misión concreta en el filme será repeler los intentos del General Zod -un “compatriota” suyo del planeta Krypton- por dominar la Tierra y convertirlo en la base para crear (genéticamente) una nueva generación de “kryptonianos”, ya que si bien casi todos perecieron en la explosión del planeta, son recreables mediante un Código Genético que posee (sin saberlo) el propio Kal-El (por si no lo saben es el nombre original de Clark Kent/Superman). Este “combate” se desarrollará en dos partes. Al principio, como en el SUPERMAN de Richard Donner de 1978, Snyder nos mete de lleno en las últimas horas de Krypton, planeta que peligra por problemas ecológicos, pero que también sufre un enfrentamiento de poderes entre los reyes y el citado Zod (Michael Shannon). Jor-El (Russell Crowe) enfrenta a ambos al mismo tiempo y, sabiendo que al planeta le quedan horas, decide poner a Kal, su hijo recién nacido (por parto natural, algo que no pasaba hace cientos de años en el planeta y escena con la cual Snyder arranca el filme) en una cápsula y enviarlo a la Tierra. man of steel kLa secuencia que se desarrolla en Krypton deja ya en claro que estamos ante una película ambiciosa. Desde la escena bíblica que abre el filme a la mezcla de reyes, dragones y extraños robots digitales que habitan el planeta pasando por los diseños escenográficos sci-fi vintage, es claro que Snyder apuesta a tirarnos por la cabeza un supermercado de referencias culturales que incluye tanto a los griegos como a Shakespeare como a… Moebius (de hecho, el diseño se parece al de la nunca filmada DUNA, de Alejandro Jodorowsky, otro que trafica en la estética del “grandiosismo”). Las escenas de acción tienen algo de aparatoso, de teatral, como si estuviésemos viendo a Crowe y Shannon sobre algún escenario londinense gritándose y simulando golpearse y perseguirse. De hecho, en algún momento tuve la impresión de que Crowe se ponía a cantar, pero por suerte no lo hace. Hay algo falso, entre desbordado y grasa, en estas escenas. Snyder no es cool y no sabría cómo serlo. Puede tratar de hacerse el “realista”, pero en el fondo lo que quiere es hacer una enorme y desaforada opera de personas en calzas. El segmento termina con Zod matando a Jor-El, Mamá Superman mandando al baby y los códigos genéticos rumbo a… Kansas, y con Zod desterrado a vivir miles de años en el espacio, algo que no está nada mal si tu planeta está a punto de explotar. manofsteel02.jpgLa parte “realista” vendrá después -se extenderá entre los 20 minutos y la hora de película- y será la más consistente pero a la vez la más normal y predecible de la película. Con una estructura bien armada de flashbacks, nos encontramos con Clark Kent adulto salvando de la muerte a los tripulantes de un barco pesquero y de ahí la película seguirá en paralelo su actualidad (el hombre está en un viaje de autodescubrimiento tras una circunstancia traumática que prefiero no adelantar) y algunos momentos clave de su infancia y adolescencia: el descubrimiento de sus sentidos, el rescate de un micro que se hunde con chicos de su escuela y peleas varias en las que le es siempre inevitable dejar entrever que no se trata de un hombre normal. Es que sus padres en la Tierra (en Smallville, Kansas, para ser exactos, encarnados por Kevin Costner y Diane Lane) no querían que su hijo adoptivo revelara sus poderes, ya que creían que el mundo no estaba preparado para conocerlos y él iba a sufrir mucho en consecuencia. Al crecer, Clark descubrirá su origen extraterrestre y podrá comunicarse con su padre muerto (los momentos más claramente HAMLET de la película), quien tendrá una opinión muy distinta de cuál es la función de su bebé en el Mundo: él cree que Kal debe hacerse cargo de sus poderes y de su rol de salvador universal. La gran crisis del futuro Superman será cuál es estas opciones elegir y/o cómo integrarlas. man-of-steel-henry-cavill-diane-laneEstas serán las escenas, digamos, de “realismo psicológico” del filme. Clark es un humano perturbado que no sabe qué hacer con su vida, que conoce a una mujer que pronto sabrá su identidad pero que la ocultará a pedido suyo (Lois Lane, interpretada por Amy Adams, que está muy bien aunque el personaje no tiene demasiado desarrollo). La película adopta aquí un tono más convencional, casi poético, lo más parecido a ese formato medio “Terrence Malick” que parecían prometer los trailers del filme, con mucho campo y océanos y hielos, con padres dando lecciones de vida en frases bastante grandilocuentes, pero sin perder nunca de vista que se trata de un filme que debe tener acción, siempre. El eje de cada flashback o giro del guión estará ligado a alguna situación de suspenso y/o violencia y sus consecuencias psicológicas. Cuando Clark aprende a volar, este segmento de EL HOMBRE DE ACERO llega a su punto culminante: es el superpoder como pura epifanía. Cuando Zod llegue a la Tierra a buscarlo, la película deberá reincorporar su parte más… olímpica. Y así, naves espaciales, subtramas sobre cómo reconfigurar el planeta para llenarlo de “protokryptonianos” y una serie de personajes que parecen salidos del album de fotos familiares de Thor se cruzarán con periodistas y militares en un enfrentamiento en el que los detalles dramáticos narrativos se pasarán por alto (o serán confusos) para centrarse en una especie de lucha permanente, que va del shopping mall de Smallville a Metropolis, entre Superman (a quien, salvo una vez, nunca se lo llama de ese modo) y una serie de nada efectivos soldaditos de juguete contra este grupo de karatecas del espacio exterior. manofsteel14.jpgLos combates irán creciendo en tamaño y esas cada vez más enormes peleas se irán volviendo curiosamente más y más vacías de sentido. La destrucción es tan aparatosa y demencial (ciudades enteras se derrumban) que se pierde no sólo ya el sentido del desastre sino la densidad de la situación. Cuando Clark se detiene para salvar a un grupo de tres personas (futuros colaboradores suyos en The Daily Planet, seguramente) en el fondo del plano se pueden ver edificios con miles de personas derrumbándose como si fueran de papel. Difícil tomar dimensión humana en medio del caos digital… Algo similar sucede con las peleas. Ya que ni Superman ni sus enemigos parecen siquiera despeinarse al atravesar las paredes, cuesta tomar real dimensión del daño y el riesgo. Es el colmo de un formato de acción maximizada que gana por atronador, que convence por sumisión, que atenaza al espectador desde la espectacularidad, pero en el que parece no haber nunca nada realmente en juego, no hay sentido del peligro. Snyder -todos los directores del subgénero, en realidad- intenta compensar esa falta de materialidad de las escenas a través del sonido, latoso y machacón. Y sí, nos atrapa, pero a la fuerza. Con un avión y tres, cuatro autos, RAPIDOS Y FURIOSOS 6 tiene, también sobre el final, una larga secuencia de acción cien veces mejor hecha, más enervante y efectiva. manofsteel17.jpgEn medio del caos, crece este teatro olímpico que Snyder parece querer traficar todo el tiempo por debajo del “realismo nolanista” y que Shannon entiende, desde lo actoral, a la perfección. A Henry Cavill, dirigido para priorizar el ángulo de su mandíbula antes que lo que sale de su boca, le cuesta un poco más. No es del todo malo el actor, pero le resulta por lo menos difícil salir de un molde muy calculado en la que cualquier elemento de su cuerpo (pectorales, peinado, abdominales) parece ser más importante que su personalidad. Y su rostro, abandonado a su suerte, no logra transmitir nada demasiado dramático… Ese combate entre realismo y estampita, entre kinesis cinematográfica y pose fotogénica, entre psicología y arquetipo, está presente a lo largo de todo el filme y lo que le da, para mí, su extrañeza; lo que la hace, de a ratos, muy buena y muy mala al mismo tiempo. Es que por momentos la película parece casi una parodia de sí misma (difícil no pensar en FLASH GORDON en dos o tres momentos) y esa zona de exceso supongo involuntario es también la que la saca del molde severo y del formato “héroe apesadumbrado”, como las escenas en las que el Guasón de Heath Ledger aparecía en EL CABALLERO DE LA NOCHE y su sola presencia parecía desarmar la estructurada tesis universitaria que era la película y que volvió a ser en la tercera. Aquí, cuando Snyder saca la biblioteca clásica y pone a Dioses y a Héroes a lanzarse llamas de fuego entre sí, la película cobra una grandilocuencia y una espectacularidad que la saca de cualquier rutina. Para bien o para mal, no lo tengo muy en claro, pero que se transforma en algo único, de eso no hay duda… EL HOMBRE DE ACERO no es una gran película, es una película grandiosa. Ya no tiene sentido decir “más grande que la vida”. Aquí es, más bien, “más grande que las películas”, esa forma habitualmente exagerada de plantear los conflictos humanos que a Snyder parece quedarle chica.
Queda claro leyendo las críticas de mis colegas de la web, que los fans saldrán emocionados de ver este re-regreso de Superman. ¿Y el resto? Cuando vi Batman Inicia recuerdo que fue una grata sorpresa. Había que remarla y hacer todo de nuevo. El resultado fue muy bueno, y dejaba las ganas de ver su continuación, que fue excelente. Acá con Superman el hombre de acero ya tenemos los antecedentes de esas Batman, entonces creo que sin lugar a dudas eso le juega en contra, porque acá si hay expectativas que con el re inicio de la del murciélago no había. Aclaro que la película me gustó y la disfruté por muchos aspectos. ¿Pero? La realización es impecable. El elenco está muy bien en todos los niveles y fueron muy bien elegidos todos los actores para esos papeles. Está muy bien filmada y los efectos especiales son perfectos. La película tiene como contra ser muy oscura y el 3D es inexistente. Veanla en digital 2D si pueden o 35mm. La música acompaña con los climas de manera perfecta, como Zimmer suele hacer. Dije que los efectos son perfectos, pero quiero destacar que desde la concepción los hicieron muy bien, dejando bien en claro que estamos ante el "hombre de acero". Y todo está acompañado de muy buenos movimientos de cámara, que dicho sea de paso me recordaron a Cloverfield en varios aspectos y a un estilo J.J. Abrams en líneas generales. No vi tanto "Nolan". Párrafo aparte para los malos, que son muy sólidos porque logran transmitir su convencimiento absoluto de lo que quieren hacer, y no son villanos "para ser malos". Los tipos están convencidos de que están haciendo lo correcto, y eso no es habitual en el cine en general. ¿Y el pero entonces? Es larga, vueltera, y me dejó grandes dudas sobre si podrá relanzar todo nuevamente. Por los antecedentes de Nolan también esperaba más. No está mal dirigida por Snyder, pero eligieron a un director que no supo hacer películas para públicos amplios. Nolan si lo hizo, Snyder no. Quizás haya sido más fácil con Batman todo. Reitero, la película me gustó, pero no salí fascinado. Me deja la esperanza de que si hay una continuación la base es muy sólida y pueden hacer una gran película. Pero aun recuerdo cuando de chico fui a ver la Superman al cine y salía emocionado. No se si los chicos de hoy sentirán lo mismo con esta película. Esa es la gran duda que la taquilla responderá en breve. Esto simplemente fue el capítulo I y no suele ser lo mejor cuando se planifica algo de esta manera. Lo cual en parte es bueno, porque no es como los casos donde la primera es excelente y luego va caída abajo. Acá puede ser al revés... esperemos. Es una buena película, que merece ser vista sin lugar a dudas, pero que para mi no quedará entre lo mejor del año.
Vamos a arrancar con una premisa simple: El Hombre de Acero es la mejor película de Superman que se ha hecho y es la segunda mejor del género (solo la supera Batman: El Caballero de la Noche). Dicho esto vamos a realzar un completo análisis de por qué es tan buena y hay dos palabras para sintetizar: Nolan y Snyder. Cuando uno ve El Hombre de Acero puede apreciar la fusión perfecta de la estructura y narrativa del creador de Inception con lo visual y dinámico del hombre detrás de 300. La responsabilidad de estos genios es muy grande ya que si este inicio de franquicia no llega a funcionar Warner va a quedar muy mal parada. Y si bien la repercusión del público aún es incierta, se puede afirmar que hicieron un trabajo excelente. Superman es el personaje de historietas más difícil de adaptar, tanto guionistas de comics como cineastas han declarado esto en más de una oportunidad. No solo por sus grandes poderes y que es difícil que se le pueda plantar una amenaza creíble a nivel argumental sino porque es muy complicado que el espectador empatice con el personaje más allá de verlo como un dios. David Goyer (guionista de la trilogía de El Caballero de la Noche) fue demasiado piola porque no sólo tomó como inspiración tres excelentes comics de Superman que relatan sus orígenes sino también porque supo ubicar al personaje en un lugar vulnerable y en un mundo real. Dichos comics son The Man of Steel (John Byrne, 1986) de donde sacó mucho de lo que se puede observar en la película sobre Krypton así como también la celebre novela gráfica Superman: Birthright (Mark Waid, 2003) de donde se tomaron varios elementos de cómo repercute en la sociedad la aparición de un ser así. Y por último Superman: Earth One (2010, Michael Straczynski) en donde la psicología de Clark está más analizada. Otra cosa que sorprende del equipo creativo es que si bien hicieron todo lo posible para hacer lo contrario a lo que sucedió en Superman Returns, conservaron una parte que fue muy explorada en esa cinta pero que aquí encima redoblan la apuesta: estamos hablando del aspecto mesiánico. Para el que nunca lo pensó aquí va el resumen: un padre todopoderoso envía a su único hijo para salvar a la humanidad. Esto está instalado hace varias décadas en lo que trata a todas las interpretaciones del famoso héroe. Pero en El Hombre de Acero se vuelve a recurrir a la iconografía, se ve claramente una cruz, las palabras de Jor-El hacia su hijo hablan por si solas y la escena en la iglesia donde Clark mantiene la charla con el sacerdote se muestran detrás de ambos personajes dos imágenes muy importantes en el cristianismo: el Jesús de la duda y el de la salvación. Más allá de ese gran condimento, el film presenta una poderosa experiencia visual y las mejores escenas de acción que un fan de Superman o amante del cine puede desear. Por primera vez en la historia se puede ver a Superman desenfrenado a trompadas, atravesando edificios y haciendo piruetas aéreas increíbles. En términos de visuales es lo más fiel y acertado a un comic que se ha hecho hasta la fecha. Otro gran tema para destacar es el diseño de producción, comenzando por la “vieja y gastada” tecnología kryptoniana, pasando por el simple Smallville hasta llegar al tremendo despliegue militar. Se eliminó el bello concepto de los cristales introducidos en el film de 1978 por una onda H.R Giger. Algo que funciona muy bien mezclando lo práctico con lo orgánico. Y si estamos hablando de lo visual es imposible dejar de mencionar los majestuosos vuelos de Superman (de diferentes formas) a lo largo de toda la película. Estos hacen que la querida frase del film de Richard Donner (“Creerás que un hombre puede volar”) quede casi obsoleta. Yendo al personaje principal, la presencia de Henry Cavill es abrumadora. Si bien las botas dejadas por Christopher Reeve son casi imposibles de llenar, el actor inglés hace un gran trabajo imprimiéndole a Superman un mix de testosterona y sensibilidad. Su Clark es muy cercano, el más emparejable con el público hasta la fecha y los otros dos actores que lo interpretan (en sus versiones juveniles) terminan por componer un perfecto desarrollo del personaje, con sus aciertos, sus grietas, su heroísmo y un balanceo entre lo alien con lo humano. Las escenas con Kevin Costner aportan más dramatismo y realidad que todas las películas del universo Marvel juntas. Y cuadro de honor especial para Russell Crowe quien como Jor-El tuvo más desafíos que los que había tenido Marlon Brando en su momento. Aquí el personaje no solo dice elocuentes discursos sino que también tiene escenas de acción muy bien logradas. Todo realzado por su gran carisma. Amy Adams compone una Lois Lane diferente y con un giro bastante interesante en lo que es la “mitología supermanera”. Michael Shannon no es un villano porque si, su General Zod está perfectamente justificado y su actuación es brillante. El resto del elenco: Diane Lane, Laurence Fishburne y cia ocupan bien su lugar y no son solo nombres en los créditos. Y si bien se extraña la épica música de John Williams, el trabajo de Hans Zimmer está a la altura de lo que suele hacer siempre. Por todos estos elementos, y por los giros que da la historia (algunos incluso polémicos) podemos afirmar que nos encontramos ante una verdadera obra maestra. Parece que ahora si finalmente podemos afirmar que Superman ha regresado y que El Hombre de Acero se encargará de devolverle lo más alto del podio al mejor de los superhéroes.
Superman begins El Hombre de Acero (Man of Steel) representa un caso muy particular, el de trailers que están a la altura de la película que promocionan. Y cuando digo esto no me refiero a que ambos están bien (o mal), sino que son idénticos estéticamente. El tráiler es una buena aproximación a lo que vamos a ver. La película es un largo y caleidoscópico tráiler que recorre la juventud y la niñez de Clark Kent/Kal-El, abarcando desde su nacimiento en Krypton hasta su consolidación como protector de Metropolis. Historia harto conocida por toda una generación sobre el superhéroe más conocido por todas las generaciones. Christopher Nolan había salvó a Batman del pozo en el que Joel Schumacher lo sepultó en los años '90 haciendo una de las mejores películas de este siglo, me refiero a Batman: El Caballero de la Noche, que le da valor a una trilogía cuya primera y tercera película no están a su altura. En este caso fue el encargado de la producción de la nueva Superman, una remake o reborn que intenta traer de nuevo a un superhéroe que quedó relegado en estos últimos tiempos donde se renovó el interés por los comics en el cine. Nolan eligió para la dirección a Zack Snyder, un director tan ecléctico como él, que supo hacer películas que entusiasman, como la excelente remake de El Amanecer de los Muertos de Romero y la también hija de un comic Watchmen. El mayor problema de esta dupla era que, si bien los dos habían incursionado en la adaptación de superhéroes al cine, los dos también tropezaron fuertemente en los momentos en que más se esperaba de ellos. Todo podía pasar. El Hombre de Acero es una película diferente al resto de adaptaciones de comic de los últimos tiempos. Es distinta porque es más pomposa, está más centrada en la figura sin matices del héroe. Esta idea se potencia con el rigor estético siempre exagerado del director Zack Snyder. Entonces nos construye un héroe sobrehumano (pero rabiosamente norteamericano), que representa bien la calidad del personaje, porque Superman es el emblema de una época, es un idealismo imposible de bajar a lo terrenal, precisamente porque su origen no está en la tierra. La película tarda en comenzar, gran parte de los 143 minutos de duración los dedica a un largo preámbulo de la vida de Clark Kent/Kal-El, que a través de imágenes que saltan temporalmente nos va construyendo una historia que conocíamos, pero contada de otra forma. Por momentos los saltos temporales le restan conflicto y hacen que la duración de la película pese un poco. El recorrido hace las veces de presentación del nuevo Superman, o del nuevo actor que encarna a Superman: Henry Cavill, que tiene un parecido a Christopher Reeve. En ese salteo de imágenes quedan algunas cosas medio forzadas, como su relación con Lois Lane (Amy Adams), que va generando en ellos una dependencia y un enamoramiento que no está justificado en las imágenes. Lo cierto es que el énfasis está puesto en el desarrollo de un personaje que después de esta película va a quedar instaurado y que se va a seguir explotando. Quizás esta sea lo que fue Batman Inicia, un comienzo necesario y la presentación de una nueva y mejorada versión del personaje para el desarrollo de la próxima película. Ya avanzada ampliamente la trama se comienzan a agolpar sobre el final, como en Los Vengadores, las escenas de acción explosiva que destruyen la ciudad en unos segundos. Definitivamente El Hombre de Acero es una película que supo encontrarle la vuelta al personaje y supo instaurar a Henry Cavill como el nuevo Superman, cosa que no había logrado hacer Bryan Singer con Brandon Routh en 2006 con Superman Regresa. Sin ser excelente, Snyder y Nolan pudieron encaminar la franquicia hacia un nuevo rumbo y dejar todo preparado para una secuela obligada.
El cine de superhéroes, qué duda cabe, es una de las dos joyas de la corona del Hollywood actual (la otra es el cine de animación). En el de superhéroes, además, las marcas preexisten: son los personajes de los cómics. Y pueden ser llevados al cine, relanzados muchas veces, combinados: si algo no funciona hay un "nuevo Hulk", un "nuevo Superman". Esta entrega de Superman, es obvio, va a sobrevivir en forma de continuaciones y con éxito. Pero no por ser una película perfecta sino por ser una película astuta. El hombre de acero de Zack Snyder (y no se puede obviar el nombre del guionista y productor, Christopher Nolan) tiene varios grandes momentos, excelentes, pero decide no apostar a la grandeza (estaba ahí, al alcance de una mayor determinación o de caminos menos demagógicos) sino a la supervivencia. Veamos. El protagonista, o sea Clark Kent/Kal-El/Superman, está interpretado por un actor lindo y musculoso, con gran mandíbula. Un adonis ancho, que al menos por ahora (Schwarzenegger se convirtió con el tiempo en un muy buen actor) no es apto para cargar él solo con una película de estas dimensiones, por más espalda que tenga. La astucia de la película es rodearlo con varios actores y actrices de especial brillo, presencia, talento, belleza más perdurable. No todos los elogios antedichos se aplican por igual a estos nombres que siguen, pero Kevin Costner, Amy Adams, Diane Lane y Russell Crowe están a otro nivel. Costner, en pocos minutos, eleva la película emocionalmente. Él y Crowe son los responsables de plantear el tema que podría haber cohesionado los elementos de la película y que no terminan de amalgamarse: las relaciones padre-hijo. Cuando aparecen esos dos actores inmensos, que hacen todo fácil, El Hombre de Acero trata de eso que ellos interpretan. De la misma manera, cada vez que aparece Amy Adams El Hombre de Acero es una película de amor y deseo. Al ser "la primera de la serie", esta "Superman" (así se la va a llamar por más hombre de acero que le pongan) tiene ese aspecto de trailer megagigante, o de parte de algo mayor, no del todo conclusiva y con varias explicaciones y demasiada forma de prólogo. Sin embargo, el prólogo de esta película es sólido, un buen mediometraje de ciencia ficción y fantasía, con imaginación para el uso de los efectos, contundencia narrativa, velocidad. Luego la película procede con enormes elipsis, lo que por un lado refuerza esa sensación de tráiler gigante, pero por otro permite notables avances y cambios de tiempo y lugar muy estimulantes (hay uno especialmente bueno, el de "ok, tenés nuestra atención"). Fotográficamente muy poco pop, con colores hasta ásperos, El Hombre de Acero tiene en la música de Hans Zimmer su aspecto más previsible, con la atronadora sobriedad que frecuenta últimamente el músico nacido en Alemania en sus colaboraciones con Nolan. De Alemania viene también Antje Traue, la espectacular villana que pelea en la mejor batalla de la película, la de Smallville: perfecto diseño espacial, novedosa intensidad mediante el poderío y el movimiento que permiten los efectos, comprensión de móviles y acciones. Luego, la batalla final -deudora de la de Los Vengadores -tiene dos etapas. La fragmentación espacial de la primera y su falta de claridad diluyen la fuerza del relato. La segunda etapa, "la pelea final", si bien espectacular, es excesivamente larga y los movimientos van perdiendo sentido. El segmento final pausa el desarrollo de los personajes, y así la película termina bastante quieta a pesar de tanto movimiento y de sus numerosos méritos previos.
Jesús contra los transformers Con alegorías y mucha estimulación visual, la película es la suma de escenas de acción. Con cada reboot o revisionismo de un superhéroe hay cosas que se ganan y se pierden. En El hombre de acero no hay kriptonita verde, ni está Lex Luthor, Superman no sonríe, ni guiña el ojo a cámara mientras vuela, y para ver a Clark Kent cumplir función de periodista, habrá que esperar a la secuela. Si hasta la S , dicen, no es por Superman ya que no es una S , si no que refiere a Esperanza. Y casi no se lo nombra como Superman... En esta versión, el héroe es una alegoría de Jesús (tiene 33 años, aguanta humillaciones, es “el ángel guardián”, es quien salvará a la humanidad y debe “potenciar a los hombres de bien”, pregunta por qué Dios lo hizo así, pero acepta su destino) y en la última hora pelea contra otros extraterrestres, ex compatriotas del desaparecido Kryptón, como si ésta fuera otra película de Transformers. Cabía preguntarse qué saldría de la combinación entre Christopher Nolan como autor de la historia y productor, y Zack Snyder, con su estimulación visual de 300. Lo que resulta es una película alejada de toda escala humana. Por las dimensiones que tiene, y en cuanto a que, básicamente, es la lucha entre extraterrestres exiliados. Terminada la trilogía de Batman -y ante la catarata de éxitos económicos de las películas de Marvel-, era indudable que el otro héroe de DC, Superman, tenía que llegar al cine. Nolan y su guionista amigo David S. Goyer bucearon en las raíces de Kal-El, el bebe al que su padre científico Jor-El y su madre Lara envían a la Tierra con un Códice que permitiría reanudar la vida de Kryptón. Son los primeros veinte minutos en los que se presenta al malvado Zod, el general golpista, quien al haber estado congelado en la Zona Fantasma (en Kryptón, saben los fans, no existía la pena de muerte), cuando llegue a la Tierra 33 años después estará igual. Es que Nolan no es hombre que abrace las causas sencillas, y menos aún los relatos lineales, así que habrá idas y venidas en el tiempo y apariciones de papá Jor-El (“Soy la conciencia”, aclara a los desprevenidos), más que nada para explicar alguna cosa a quienes entraron tarde a la sala y para darle el traje a Clark. Cómo hizo para que le calce perfecto es un enigma. Las convenciones permiten que en los filmes de superhéroes no es que no haya lógica, sino que haya otra lógica posible, como para entender tamaña destrucción de edificios, que sea de noche y de pronto de día -antes de la pelea final-, las idas y venidas entre Smalville y Metropolis. La trama se sostiene a partir de pequeñas grandes escenas de acción y/o tensión, casi de catástrofes, sea la explosión de una torre que busca petróleo en el océano, un ómnibus escolar cayendo a un río, un tornado. No importa que Henry Cavill parezca verdaderamente de acero (es bien, bien duro), pero para crear química con Luisa Lane, que la periodista descubra tan pronto la identidad de Superman hace que todo el costado romántico pierde rápida consistencia. La música wagneriana de Hans Zimmer (el gran compositor predilecto de Nolan) está para subrayar, porque nada hay dejado a la sutileza.
Tras varios traspiés, finalmente asistimos a una gran película sobre el hombre de Kripton. La influencia de Christopher Nolan y su CABALLERO DE LA NOCHE se siente en los climas oscuros, la fotografía y la trama que hace hincapié en la soledad y el mundo interior del superhéroe. Artísticamente impecable, rodada con pericia, atrapa desde el primer fotograma, logrando que una historia tan popular y clásica resulte original y fresca. HENRY CAVILL se luce en el interior de un traje moderno que recrea el espíritu clásico del personaje de capa roja. Impacta, conmueve, emociona, EL HOMBRE DE ACERO hace justicia con SUPERMAN y lo lleva a lo más alto del Olimpo de Superhéroes cinematográficos.
Un héroe que vuelve a nacer Con todos los ingredientes necesarios, el hombre de la capa roja vuelve al ruedo. El pasado y el presente se cuentan de una manera veloz y clara, y el relato es brillante. La historia de Superman es una historia gigantesca dentro del cine, la historieta y la televisión. Sin embargo, y como suele pasar, el cine siempre es el más reacio de los espacios para instalar a un personaje. Fue recién en 1978 que, encarnado por Christopher Reeve, el hombre de acero logró convertirse en clásico de la historia del cine. Cuatro películas hizo Reeve, terminando con una cuarta más que olvidable. En 2006 se intentó hacer renacer al personaje pero el fracaso fue claro y hubo que llamarse a silencio. ¿Cómo volver a empezar? En Hollywood se ha instalado una idea muy interesante –y de excelentes resultados– llamada reboot. Este "reinicio" permite que los realizadores no tengan que seguir por un camino sin retorno y puedan contar la historia nuevamente desde cero. Tan poderoso es este reboot, tan firme es El hombre de acero a la hora de contar la historia de Kal-El (Superman) que parece ser un renacimiento definitivo. El director Zack Snyder (El amanecer de los muertos, 300) y el productor Christopher Nolan (autor de la trilogía de El caballero de la noche) y su guionista preferido, David S. Goyer consiguen aquí hacer una película enorme, impactante, llena de ideas y de acción. La estructura del relato es brillante, la forma en que se cuenta el pasado y el presente del personaje fluye de manera veloz y clara. El elenco es también sólido (Diane Lane, Russel Crowe, Lawrence Fishburne, Michael Shannon) y brilla particularmente la emocionante actuación y sobriedad de Kevin Costner interpretando al padre adoptivo de Superman. No es necesario contar nada del guión, simplemente entregarse a la historia del origen del héroe. No falta espectacularidad, no falta emoción y todo lo que uno espera de Superman aparece. Lois Lane es interpretada por Amy Adams, lo que habla bien de la calidad del proyecto. No quedan dudas de que es el primer film de una trilogía. Como hace unos años pasó con Batman inicia tal vez se haga un poco largo el prólogo, pero acá las cosas finalmente explotan y hay mucha acción. Quedará ahora por saber cuál es el camino a seguir en la siguiente película. El personaje de la capa roja ha vuelto a volar y todo parece indicar que esta vez es para quedarse.
Un verdadero tanque de Hollywood que apunta a reverdecer la fama de Superman. Aquí Chistopher Nolan (el responsable de la última trilogía de Batman) produce y coescribe un guion minucioso: la destrucción de Krypton por el abuso de sus reservas naturales, la esperanza de un padre que envía al primer niño nacido de parto natural en un planeta donde cada bebé nace con un destino determinado, toda la odisea de la crianza del niño en la Tierra, la invasión de los malos de Krypton con superpoderes iguales y la decisión de nuestro héroe de luchar por la raza humana. En dos horas veinte, hay de todo: espacio para el asombro de los efectos especiales, para el agobio de demasiada destrucción, para escenas pueriles y otras muy bien logradas, con buenas actuaciones de Amy Adams, Russell Crowe, Kevin Costner, Michael Shannon. No es una gran película pero el entretenimiento vale, desde la acción a las referencias religiosas, el bonito de Cavill cumple y ya se anunció la segunda de esta serie.
El último boy scout Última oportunidad. Luego del fiasco que fue "Superman Returns", Warner y DC debían retirar al hombre de Krypton o jugarse a un filme más. Al optar por esta última opción decidieron usar la bala de plata; es decir, convocar a la dupla Goyer-Nolan que ya habían resucitado a Batman de la muerte social, luego que Schumacher ridiculizara al héroe de Gotham. Con inteligencia y picardía, la dupla creativa tomó algo de la escuela de Stan Lee, quien revolucionó el universo de los cómics al crear no solo superhéroes, sino también su mundo real. Lee se preguntó entonces cómo sería la vida de sus personajes de Marvel si estos existieran, algo que no ocurría en DC. Ahora, Nolan y Goyer se ocupan de mostrarnos a Kal El como un ser más complejo, con temores, dudas y hasta culpa. Incluso es dotado de una motivación para pelear, como el viejo Stan hizo con Spider-Man al ver morir a su tío Ben. El viejo truco es usado aquí en un derroche de "afanosa" inspiración. Krypton está a punto de colapsar y en medio de la debacle un grupo de rebeldes comandados por el General Zod deciden tomar el control del planeta. Mientras, Jor El (Russel Crowe), consciente del aciago futuro que le espera a su especie, decide enviar a su hijo recién nacido a otro planeta, donde pueda crecer y desarrollarse. El origen de Superman es revisitado con mayor atención sobre el ambiente kryptoniano, buscar crear una mitología que le sea propia y funcional a la historia. El director Zach Snyder va y viene con el relato, los flashbacks se suceden para mostrarnos el pasado que nos ayude a comprender el presente, y en ese ida y vuelta algunos climas se rompen dejando evidentes contrastes en la narración. Entre tanta "marvelización" hay algo que "El Hombre de Acero" no consigue, y es despojarse de tanta solemnidad. Se toma muy en serio y hasta juega con metáforas poco sutiles relacionadas a la religión y una representación cristiana no exenta de gestos de inmolación y crucifixión, sin hablar del carácter cuasi mesiánico del protagonista. Todas las tribulaciones del personaje quedan a un lado cuando Zod regresa para poner en peligro a la Tierra y comenzar una batalla abrumadora, presentada de forma impecable con efectos especiales bien puestos al servicio de la acción. Son tan buenos los efectos y la forma en que se muestran los destrozos ocasionados por la batalla que el realizador no parece saber cuando es suficiente y consigue que el espectador pase del asombro y el disfrute, al tedio y el agotamiento. La secuencia final realmente agota, aunque esto no le reste mérito en su realización pero sí en el timing, algo fundamental al momento de contar cualquier historia. En definitiva estamos ante una última oportunidad bien aprovechada, en general. Warner/DC obtienen un crédito precioso que les permitirá avanzar con otros proyectos, los que serán viables siempre que sigan esta línea alejada de la idea de héroes todo poderosos distantes y sin conflictos. Es decir, que sigan aprendiendo del viejo Stan.
S DE ESPERANZA El superhéroe más icónico de todos ha vuelto. Pero más que un regreso, esto es una resurrección desde las cenizas: apadrinada por Christopher Nolan, EL HOMBRE DE ACERO (MAN OF STEEL, 2013) relata el tan conocido origen de Superman combinándolo con conflictos existenciales, apabullantes escenas de destrucción masiva y épicas peleas. Es mérito del guionista David Goyer y de Nolan (quien también colaboró en el aspecto narrativo) el hecho de que la película se equilibre satisfactoriamente entre un film nolaniano (con dramatismo, toques de oscuridad y una profundización en el protagonista) y un blockbuster cargado de efectos especiales y combates comiqueros, esos que tan bien sabe filmar el director Zack Snyder. La acción comienza en el moribundo planeta de Krypton, en donde Jor-El (un sobrio y contenido Russell Crowe) decide no hacer caso a las reglas de natalidad de su mundo y concibe un pibe al que bautiza Kal-El. Durante un fallido golpe de estado liderado por el general Zod (Michael Shannon, inmenso y carismático), el recién nacido es enviado hacia la Tierra, como un último gesto de esperanza, sentimiento compartido por todos los espectadores que aguardábamos desde hace tiempo por una buena película de Superman. Luego de ese prólogo, el film nos muestra a Kal-El con 33 años (unas de las cuantas estúpidas referencias religiosas que hay en el film), barbudo, melancólico y ya viviendo entre los humanos. Aunque no siempre lo suficientemente expresivo, Henry Cavill logra plasmar los conflictos del protagonista, quien se debate entre dar a conocer sus poderes y así enfrentar un posible rechazo o permanecer en el anonimato, esperando por el momento en que el mundo esté listo para recibirlo como su salvador. Esta primera parte de la película es la más dramática, introspectiva y –por momentos– cursilona. Cargada de diálogos pomposos y consejos paternos sobre la vida (y la esperanza y el bien y la salvación y otras huevadas), EL HOMBRE DE ACERO nos hace temer lo peor en el comienzo. Al menos, la construcción del personaje se hace de forma fragmentada, un recurso que le aporta frescura al subgénero superheroico: utilizando sabiamente los flashbacks, veremos algunos momentos importantes en la niñez y juventud del personaje pero introducidos en diferentes pasajes del relato en presente. Así, no tenemos que bancarnos tooooda la niñez y adolescencia del granjero alien mientras va descubriendo sus poderes. El momento en que finalmente Clark conoce todo sobre su origen y se pone la capa roja por primera vez parece algo forzado y a las apuradas (al igual que la introducción de Lois Lane), pero ya entonces la película pide a gritos un cambio de rumbo. Afortunadamente, éste llega cuando el villano Zod y sus hombres aparecen en la Tierra y, en un tono amenazador, exigen que Kal-El dé la cara. Ya convertido en Superman, nuestro héroe se enfrenta en unos impresionantes combates contra los invasores, destruyendo todo lo que esté en su camino. Estas escenas de caos, explosiones y edificios derrumbándose remiten visualmente a los clímax de otras superproducciones, como LOS VENGADORES (THE AVENGERS, 2012) y la saga TRANSFORMERS, películas en las casualmente los enemigos también venían de otro planeta. Más allá de eso, EL HOMBRE DE ACERO presenta impresionantes secuencias a lo largo de todo el metraje: desde la destrucción de Krypton, hasta la apocalíptica batalla final, pasando por el incendio de una plataforma petrolera hasta una escena con un tornado, esta es una de esas superproducciones que nacieron con destino de pantalla gigante. Atravesada por una permanente sensación de tragedia, EL HOMBRE DE ACERO nos presenta –por fin– a un Superman interesante, conflictuado pero también capaz de patear traseros: así, el film logra balancearse entre la introspección y la acción, bien en la línea del Batman de Nolan, aunque sin que se hayan dejado de lado las particularidades de Superman como personaje y sin pretender un mayor realismo del que era posible. El camino a seguir por DC debe ser éste y sin intentar copiar el estilo de la competencia, tal como lo demostró la fallida LINTERNA VERDE (GREEN LANTERN, 2011). Nosotros, los espectadores, ahora podemos mirar hacia arriba con optimismo, sabiendo que Superman ha vuelto a volar.
Un buen primer paso para una saga que promete más de lo que muestra. La expectativa es alta: No solo se estrena Superman: Hombre de Acero (Man of Steel, 2013), sino que también comienzan a establecerse las piedras fundamentales del muro que será, en un futuro cercano, la película de La Liga de la Justicia con la que Warner sueña (y tiene pesadillas) cada noche desde el hit internacional que fue Los Vengadores para Disney/Marvel. Con la reciente confirmación de que, antes de ver La Liga de la Justicia veremos otra Superman, esta película queda en una posición algo incómoda, pero que en cierta forma la deja bien parada: Zack Snyder, David S. Goyer y Christopher Nolan nos presentaron un mundo, el de Kripton y el de La Tierra en un contexto especial, y es el de la salida a la luz de que no estamos solos en el universo. Así vemos la historia de Kal-El (Henry Cavill), un bebé nacido naturalmente en un planeta en donde eso ya estaba prohibido, que es enviado a La Tierra minutos antes de la destrucción total de su hogar y, al parecer, de su raza. Así Kal-El se cría como Clark Kent, un jovencito con poderes especiales que no logra controlarlos y que, por eso, es tratado como un fenómeno. No importa lo que sus padres, Jonathan y Martha Kent (Kevin Costner y Diane Lane, respectivamente) le digan, él sabe que es especial, y cuando la verdad le sea revelada, comenzará un viaje para conocer sus orígenes y, además, para ocultarse. Pero en cada lugar sucedió algo que lo obligó a utilizar sus poderes y a volver a desaparecer como un paria entre las sombras. Pero la llegada del General Zod (Michael Shannon) y Faora (Antje Traue), otros dos hijos de Kripton, obligarán a Clark a salir del closet y, gracias a los sabios consejos que la conciencia de su padre natural (Russell Crowe) le da, el hombre que vivió más de tres décadas entre nosotros se pone el uniforme de la esperanza (eso quiere decir la S de su traje en kriptoniano) y sale a luchar por la raza que lo alojó, no sin miedo a ser temido y expulsado de la sociedad. Y ese es el punto más fuerte que tiene Superman: Hombre de Acero. No nos construye la historia alrededor de Clark Kent, sino de Kal-El, de Superman, que debe convertirse en ese Clark ñoño y torpe que todos conocemos. Él naturalmente no es así, él es especial, y disimular eso es su verdadero superpoder. Pero pese a este punto fuerte, y a un buen puñado de buenas escenas de acción, la película termina pareciendo una simple historia de inicios. Más original, con un argumento relatado a través de breves flashbacks en lugar de mostrarnos tooodo de nuevo, pero una historia de inicios al fin. Y eso, para un personaje tan establecido, ya aburre. Otro dilema es la seriedad: Superman puede darse el lugar de ser una película más pochoclera y explosiva, y no necesita para nada esas tomas "artísticas" que tanto le gustan a Zack Snyder, ni tampoco tanta solemnidad a su alrededor. Si, estuvo muy bien cómo adoptaron el código moral de Kal-El, pero lo llevaron a la seriedad extrema. Lo "Nolanizaron" a là Batman. Y es algo que al extraterrestre no le cae muy en gracia. Por último, los personajes. Solo Superman y Lois llegan a importar, y apenas. Los demás están de decorado, y el nuevo Zod no es un villano demasiado temible. Es torpe, atropellado y paga sus errores de manera muy sencilla. Faora, por otro lado, es una asesina temible, y en ella recae el verdadero protagonismo en el rol de contrafigura. En definitiva, Superman: Hombre de Acero es la promesa, como lo fue Batman Inicia (Batman Begins, 2005). El camino para este héroe nunca estuvo tan despejado y claro y, admitámoslo, probablemente esta entrega esté al nivel de la original de Richard Donner. Pero aún le falta trabajo, le falta desarrollo y le faltan buenos enemigos. Lex, te necesitamos. Vení pronto a nosotros. @JuanCampos85
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Nueva mitología hace revivir a un alicaído Superman Da la sensación de que ésta podría calificar como una de las mejores adaptaciones al cine de Superman. Alguien que no opine lo mismo por ejemplo, todo fan atento al cuidado de las tradiciones de los iconos de la cultura Pop y las revistas de historietas mexicanas- podría empezar la discusión argumentando que no es un pájaro, ni un avión, ni tampoco Superman. Es que el titulo de la película es "Man of Steel" (casi una burla al hiper taquillero colega y rival de Marvel, "Iron Man") y el concepto general aplicado por Zack Snyder (el de "300" y "Watchmen") es verdaderamente atrevido: ordenar de manera sensata décadas de mitología y cuadritos de historietas, dándole profundidad dramática y conflictos intensos a todo el asunto.Y, de paso, borrar todo lo insoportable de esta especie de Zeus del Olimpo superheroico, tan invencible y libre de conflictos humanos como para que a su lado resulte carismático el mismísimo Clark Kent. Justamente, uno de los grandes aciertos del guión es prescindir del Clark Kent tristemente célebre por su debilidad por desvestirse en cabinas telefónicas. Y, lo que es mejor, ni siquiera se la podría definir como una película sobre superhéroes de historieta. "El hombre de acero" empieza con el primer parto natural visto en el planeta Krytpon desde hace siglos. Es sólo uno de los momentos asombrosos e imprevisibles de un comienzo más heavy metal que el acero del título (en el mejor sentido de comic y ciencia ficción del término), contundente tanto en lo visual como en lo narrativo, y sobre todo en su reelaboración del folklore de Superman, que ahora tiene un sentido y una coherencia digna del fenómeno llegado desde Krytpon a DC Comics hace casi tres cuartos de siglo. El largo primer acto en Krypton es lo primero que asombra, y que en realidad es lo que lleva a entender a Superman no como un superhéroe infalible, sino como un nexo involuntario en el primer contacto de la raza humana con una civilización extraterrena. Luego de los indescriptibles momentos en Krytpon, inmediatamente los guionistas eligieron no detener la acción con un formato narrativo convencional al estilo de los Superman setentistas que hoy sólo le interesan a los amantes del kitsch. Con una barba mal afeitada, y sin anteojitos, Kal-El es decir Clark Kent, más conocido como Superman- medita en el fondo del mar sobre los actos heroicos que podrían meterlo en problemas, pero que no puede dejar de hacer. Es que la "S" de la remera azul del famoso traje popular disfraz para carnavales y noches de brujas- no tiene nada que ver con ninguna letra del abecedario terrícola, sino con el escudo de una familia noble kryptoniana que tiene como lema la fe y la esperanza. Kal inconscientemente actúa de acuerdo a este emblema familiar, y confía en los seres humanos a los que está dispuesto a ayudar. a pesar de no ser percibido como un superhéroe sino como un tipo raro, un freak que asusta incluso a quienes les está salvando la vida, y que no deja de ser considerado una posible amenaza alienígena aun después de salvar el mundo. Especie de padre de la patria del comic, Superman interesaba cada vez menos. No por nada sus encarnaciones realmente "cool" son las de los alucinantes dibujos animados producidos a principios de la década de 1940 por los hermanos Fleischer (superhéroes del mundo real que crearon a Popeye, Betty Boop y el Gato Felix) que se concentraban en lo visual del asunto y no perdían tiempo en paparruchadas, o el malísimo super villano de la comedia negra "Superman III" que dirigió Richard Lester y en realidad casi protagonizaba Richard Pryor. Obviamente no se puede construir una nueva mitología de golpe, y luego de la primera hora de proyección, la pelicula se demora en ir lanzando sus tremendas ideas para convertir a Kal-El en Clark Kent, y su super alter ego. Henrry Cavill es un muy buen Superman, pero por si las moscas, está apoyado por un elenco a toda prueba, empezando por sus dos padres (Russel Crowe y Kevin Costner), el impagable General Zod (Michael Shannon, en su mejor nivel villanesco), una brillante Luisa Lane (Amy Adams), y una verdadera revelación, la malísima oficial marciana Antje Traue. El 3D es todo un tema: empieza con toda la furia en el primer acto, pero nunca es gratuito, lo que ayuda a que vaya intensificándose más y más hacia el desenlace apocalíptico e hiperrealista. Para dar una idea, se puede decir que Metropolis nunca sufrió una destrucción tan masiva, y que nunca se pareció tanto a la ciudad de Nueva York.
Destino y elección ¿Desde qué lado abordar a Superman? Este superhéroe es tan de otro mundo, tiene tantos superpoderes, es tan gigantesco en su figura, que termina estando lejos de causar la misma empatía e interés que otros superhéroes como Batman o El Hombre Araña. El fracaso de Superman regresa evidenció que la fórmula aplicada por las películas protagonizadas por Christopher Reeve ya estaba agotada. Por otro lado, las series televisivas Lois & Clark: las nuevas aventuras de Superman (focalizada en el vínculo entre Luisa Lane y Clark Kent) y Smallville (que contaba básicamente cómo Clark Kent/Kal-El terminaba convirtiéndose en Superman) ya brindaban pistas sobre la necesidad de humanizar el personaje. No resultó raro entonces que Warner trajera a Christopher Nolan, después de su exitosa trilogía del hombre murciélago, aunque esta vez “sólo” como productor y autor de la historia. El hombre de acero presenta una particular combinación, porque no sólo tenemos al Nolan productor/guionista (aunque quien escribe el guión termina siendo David S. Goyer, quien ya se convirtió en un colaborador habitual suyo), sino también en la dirección a Zack Snyder, un realizador que a su manera también tiene un punto de vista particular tanto sobre los cómics como los géneros cinematográficos. Si se mira El amanecer de los muertos, 300, Watchmen, Ga’Hoole: la leyenda de los guardianes y Sucker punch-Mundo surreal queda en evidencia un cineasta preocupado más que nada por los aspectos audiovisuales que por la narrativa y el desarrollo de los personajes. El terreno de Snyder es el trabajo sobre la iconocidad, lo simbólico, el impacto de las imágenes, la composición de bandas sonoras que sumerjan al espectador en lo que se está contando. Sin embargo, con excepción de la remake del clásico de George Romero (sin dudas su obra más consistente), su cine no ha pasado de la mera superficie, componiendo básicamente enormes dispositivos de alto impacto pero donde los protagonistas son de cartón pintado y donde todo va a mil por hora, para que termine olvidándose a la misma velocidad. La colisión entre la ambición narrativa y temática de Nolan y la grandilocuencia audiovisual de Snyder tiene sus pros y contras en El hombre de acero. Por un lado, el típico cuento de origen del superhéroe vuelve a contarse como ya se hizo antes, pero fluye con perfecta naturalidad: Jor-El, ante la destrucción de Kryptón, consigue que su hijo, Kal-El, escape hacia la Tierra; ya en la Tierra, Clark Kent va descubriendo dolorosamente sus superpoderes durante su infancia y adolescencia; ya crecido, Clark se oculta, sólo actuando en determinados momentos, sin conocer realmente de dónde viene. Allí Snyder deja de lado la construcción de planos grandilocuentes a favor del uso de la cámara en mano y una fotografía casi sucia, perfilando lo que será el centro de la trama en la segunda parte del film: el enfrentamiento entre el destino que parece aguardar a Kal-El como última esperanza para la resurrección de Kryptón y sus elecciones como hijo adoptivo de la humanidad. Es el General Zod el que corporiza este dilema, como alguien que es despiadado y monstruoso no por haberlo escogido, sino porque su posición se lo reclama, porque no le queda otra. Su villanía es entonces predestinada, irremediable, contrapuesta a la bondad de Kal-El (camino a ser reconocido como Superman), quien escoge ser cómo es y defender a la Tierra, a la que considera su nuevo hogar. El tópico de las decisiones propias, con las consecuencias que traen a cuestas, ha marcado a fuego toda la filmografía de Nolan: no sólo la trilogía de Batman, sino también a sus otros films, desde Memento hasta El origen, pasando por Noches blancas y El gran truco. Acá vuelve a estar presente, básicamente porque parece ser la única forma de complejizar verdaderamente a Kal-El, a Clark Kent, a Superman. La última parte de El hombre de acero, que implica toda una serie de enfrentamientos finales, mezcla el relato religioso con el heroico y hasta el romántico, todos ellos al servicio de la acción. La tesis temática estalla, con Snyder poniendo toda su pericia como fabricante de imágenes para componer alegorías cristianas (Superman es indudablemente una metáfora de Jesús, alguien traído por su padre a la Tierra para afrontar los problemas humanos) y escenarios apocalípticos (probablemente en ningún film se vieron explotar, derrumbarse, estrellarse o destrozarse toda clase de artefactos, elementos y dispositivos, con un planeta a punto de reventar, literalmente, en pedazos). Es en ese vértigo donde se consolidan las virtudes narrativas, porque nos interesan los personajes y los hechos que protagonizan -a pesar de que todo avance a mil por hora- pero también las dificultades para terminar de construir una obra que realmente trascienda el ya habitual camino del héroe. Hay un notorio intento, similar al de Batman, de deconstruir los íconos y la simbología relacionados con Superman (ver por ejemplo cómo se piensan cuestiones como la identidad o incluso el nombre), pero aún queda pendiente la mirada de los seres comunes y corrientes, el intercambio palpable entre los que son salvados y su salvador. El hombre de acero deja en claro que este superhéroe no puede ser sólo el protector de una ciudad, como lo es Batman con Gótica. Debe serlo de la Tierra. La consolidación del superhéroe global, en consecuencia, aún queda pendiente. A medio camino entre la fría introducción de Batman inicia y la complejidad en todos los sentidos de Batman: el caballero de la noche, El hombre de acero establece un piso interesante, aunque deberá redoblar la apuesta en la siguiente entrega. Tanto Nolan/productor como Snyder/director deberán tener claro que la clave para el éxito de la continuación no deberá implicar dormir al espectador con los discursos seudotrascendentes ni aturdirlo con colores, gritos y explosiones.
Superman sigue siendo bueno "El hombre de acero" respeta las bases de la historia original, mostrando el nacimiento del superhéroe en un planeta en crisis, llamado Krypton y su envío a la Tierra para salvarlo. El filme de Zack Snyder es rico en efectos visuales y tiene una cuota de sombra y melancolía que puede llegar a desconcertar a los admiradores de Superman, acostumbrados a los brillos y multiplicidad de colores de películas anteriores. La figura de Superman nace como cómic de la mano de Jerry Siegel y Joe Shuster. Se crea en 1932 cuando los efectos de la Depresión en los Estados Unidos y el mundo, hacían más necesaria que nunca la existencia de un superhéroe de poderes sobrenaturales, que pudiera ayudar imaginativamente al hombre común, tan maltrado por la economía. "El hombre de acero" respeta las bases de la historia original, mostrando el nacimiento del superhéroe en un planeta en crisis, llamado Krypton y su envío a la Tierra para salvarlo. Jor-El (Russell Crowe), el científico, padre del niño, opuesto al régimen vigente en el planeta, sabrá los problemas que tendrá su hijo en esa Tierra lejana, donde con el nombre de Clark Kent/Superman (Henry Cavill) se transformará en un tímido periodista de ambigua vida, que une poderes sobrenaturales y situaciones tan comunes como enamorarse de la encantadora Luisa Lane (Amy Adams). CARA DE NIÑO El filme de Zack Snyder es rico en efectos visuales, respetuoso de la historia original y tiene una cuota de sombra y melancolía que puede llegar a desconcertar a los admiradores del superhéroe, acostumbrados a los brillos y multiplicidad de colores de películas anteriores. Aunque el diseño se apoya en lo último que puede verse en tecnología digital. Este "hombre de acero" puede con todo, es un buen hijo criado en Kansas por Martha (Diane Lane) y Jonathan Kent (Kevin Costner) una pareja de granjeros, sufre la presión adolescente, viaja a la Antártida y se destaca en una guerra multiestelar, donde reaparece el malo muy malo del general Zod (Michael Shannon). En cuanto a la labor específica del héroe, ya no es el Santo Grial, o el Vellocino de Oro, sino el codiciado códice que asegura la especie. Abundan los enfrentamientos, el kick boxing, el box, rehabilitando la lucha cuerpo a cuerpo con la nueva imagen del héroe -a cargo de Henry Cavill-, imponente corporalmente, e infantil en cuanto al rostro, en la línea de Christopher Reeve (uno de los primeros actores que asumió el papel del superhéroe), aunque, por ahora bastante inexpresivo.
Zack Snyder, que ya se lució con la adaptación al cine de los supérhéroes de Watchmen, intenta revitalizar la saga de Superman para que la clásica DC no pierda por goleada contra Marvel. Christophen Nolan, productor de El hombre de acero, le pasó la fórmula Batman. Mucha oscuridad y un tono solemne aunque, cuando aparece algún chiste o esas peleas imparables entre habitantes de Krypton, la película se vuelve más ligera y gana en diversión. Entre todos los símbolos que usa Snyder (desde lo religioso al guiño sobre un esperado cruce de universos con Batman), tal vez la mejor analogía de El hombre de acero se encuentre en que a este nuevo y fornido Superman le lleva casi media película despegar y dejar que su aggiornada capa roja flamee por el aire de Metrópolis.
El superhéroe por excelencia Grandiosa película del mítico superhéroe conocido como Superman. Una gran historia donde de manera magnífica se narra un nuevo origen cinematográfico del hombre de acero. Todos los detalles desde los más grandes hasta los más pequeños funcionan a la perfección y el espectador será bombardeado por toda clase de escenas de acción entrelazadas en una trama maravillosa trama de autodescubrimiento. Empezando por la obligatoria escena inicial del escape de un planeta Krypton en ruinas por el pequeño bebe Kal-El, "El hombre de acero" pone en juego su mejor carta, "la mitología Kryptoniana". Una raza descrita en pequeñas escenas, que sin lugar a dudas, impactan al mostrar el terrible desenlace de una utopía científica donde a pesar de tener características humanas, la lógica en su comportamiento los terminó llevando a la ruina y como esa misma linea de pensamiento convierte a los últimos sobrevivientes en temibles villanos que harán todo lo posible por subsistir. Definitivamente es espectacular el desarrollo de la fuerza antagónica de la película. Uno de los mayores inconvenientes de Superman siempre fue hacer creíble que el hombre invencible podría ser derrotado. Por lo tanto, el haberlo enfrentado con alguien tan poderoso como Zod, llena a la trama de magnetismo, tensión y espectacularidad. Mientras lo verdaderamente maravilloso de Zod y sus soldados, se presenta inexorablemente en su composición. Una fuerza militar casi psicópata que hará lo imposible por complacer su directiva primaria, constitutiva y de nacimiento, proteger al planeta Krypton. No obstante, como sucede en cualquier historia clásica de Hollywood, el general Zod no es el único conflicto de la película. Detrás del enfrentamiento bélico subyace el problema de identidad de Superman y cuál debe ser su responsabilidad con la raza humana. Un conflicto que se instaura con el propio superhéroe siendo aconsejado por sus dos padres, biólogico y adoptivo, y su interés romántico la reportera Luisa Lane. Las distintas instancias no solo irán marcando el camino del héroe sino que también lograran definir su propia personalidad. De esta manera sobresale la participación de Kevin Costner como el padre adoptivo cuyo rol resulta tan emotivo como asombroso. Si bien en toda producción cinematográfica uno puede encontrar instancias que pudieron haber sido pulidas de mejor manera, resulta increíble como "El hombre de acero" plantea una trama tan fascinante que minimiza cualquier arista imperfecta. Fallas argumentales como podría ser el hecho de que resulta ilógico que Superman, alguien sin nada de entrenamiento en lucha, pueda derrotar a unos militares Kryptonianos entrenados para la guerra o inclusos problemas narrativos, como la falta de un climax significativo y poderoso, si se toma en cuenta que en el duelo final gran parte del conflicto ya se había resuelto, terminan siendo pequeños errores que no afectan al maravilloso desempeño de la película. Realmente cada personaje dentro de la historia brilla de tal manera que permiten forjar una extraordinaria trama que parece ser más simple de lo que verdaderamente es. Aunque no deje ningún cabo suelto o pregunta sin contestar, deja un fuerte argumento sobre la naturaleza constitutiva del hombre. De tal manera es impresionante como una historia tan profunda pueda contener tanta acción en pantalla como la que brinda. El despliegue de efectos visuales es sin lugar a dudas impactante y novedoso. No es algo que uno pueda rápidamente creer que nunca a visto antes, pero la dificultad impuesta en las escenas de acción es tan grande que el mérito de su efectividad es altísimo. Detrás de cada movimiento de Superman y sus enemigos se esconde el desafío de demostrar sus habilidades sobre humanas. Aunque en películas previas se había logrado hacerlas verosímiles, en esta nueva producción no se necesita creer. La fuerza, velocidad y fotaleza descomunal se siente y se percibe con una tangibilidad que verlos pelear será visto tan natural como fascinante.
Zack Snyder deja la cámara lenta de lado para darnos una experiencia visual más que digna sin quedarse solo en eso. Por supuesto que el mérito se reparte con David Goyer, quien guionó y en parte también con quien hizo de productor: Christopher Nolan, que junto a Goyer escribieron la historia. Esta aclaración puntual es para dejar de lado un poco el tema de "El Superman de Nolan", éste no es el Superman de Nolan, es el Superman que aprobó Nolan, parece pero no es lo mismo. Si el film lo hubiese dirigido Nolan hubiésemos visto otro resultado, mejor? peor? no lo sabemos. Grandes aciertos polulan en estra gran producción, el primero es encarar la misma historia de siempre desde otro ángulo. Algo que viene pasando mucho en películas superheroicas y tantos reboots es tener que volver a contar el origen del héroe, repetir escenas con otros actores, variando detallitos, etc. Acá se hizo incapié en el planeta de origen del mismo, Kripton, se le dieron más que cinco minutos de introducción, se inició la película encarando todo desde la ciencia ficción, partiendo desde la base de que Superman es un extraterrestre. Esto logra que desde el vamos y durante el transcurso del film, no se caiga una vez más en la mitificación del personaje como un dios solemne intocable, al punto tal de que solo se lo menciona por su nombre superheroico una sola vez. El miedo que teníamos varios era que el británico Henry Cavill no pudiera llenar el talle del traje azuloso y terminó haciendoló muy bien. Lo mejor es que no intentó imitar a Christopher Reeve como pasó con Brandon Routh en Superman Returns, pero tampoco intentó diferenciarse mucho, hizo un Superman justo y consistente. Amy Adams interpretando a Lois Lane también generaba algo de desconfianza y fue una grata sorpresa ver que nos equivocábamos en prejuzgar. Si bien no descolló superó las expectativas sólidamente. Luego tenemos a Michael Shannon haciendo de Zod, un villano bien caracterizado de un modo imponente y a Diane Lane haciendo de una Martha Kent melancólica. Los aplausos actorales se los llevan Russell Crowe encarnando al padre biológico de Superman, Jor-El y Kevin Costner como Jonathan Kent, su padre adoptivo. Ambos de un modo natural, creíble y hasta querible, hacen de los mejores padres de ambos mundos, demostrando sentimientos puros, fuertes y lazos inquebrantables más allá de la muerte. El director nos dejó claro en películas como Dawn of the Dead, 300 y Watchmen, que visualmente es impecable, tenemos claro que si vamos a ver una peli de Snyder, al menos estéticamente no nos va a defraudar. Lo bueno fue ver que nos dió el gusto de meter toda la violencia comiquera que requería una película de Superman, peleas que no solo se quedan en tres puñetazos y explosiones. Hay muchas explosiones, claro, pero hay muchos más puñetazos y buenas peleas a la altura de cualquier comic, como debe ser. La edición, narrativa y buen ritmo acompañan. Eso si, casi no hay un momento de calma como para respirar, pero está muy bien. Hay escenas angustiantes, que encima, acompañadas del excelente trabajo sonoro de Hans Zimmer, te dejan un nudo en la garganta. Lo peor? escenas minúsculas de menos de un segundo de gente saliendo de entre los escombros o autos aplastados, sin rasguños. Lo mejor? Una bocanada de aire fresco para el personaje en el universo fílmico, distinta a todo lo realizado con anterioridad, encarada desde otro lado, con muchas libertades tomadas basándose en los comics pero de un modo respetuoso y bien cuidado. Espero ansioso la segunda parte.
Aportes novedosos a un personaje muchas veces recreado por el cine “El hombre de acero” (“Mano of Steel”) es un astuto título, a priori engañoso, para un nuevo capítulo de una serie que parece inagotable. Superman, el personaje a que hace referencia, ha sido llevado al cine en numerosas oportunidades siendo la más recordada la que protagonizó en cuatro oportunidades Christopher Reeve a fines de la década del ’70 y gran parte del ’80. A modo de data recordemos que hace apenas siete años Bryan Singer (“X-Men”) lo había recuperado en “Superman regresa”. La que ahora se estrena aporta algunas novedades que pueden justificar su visión. Uno casi estaría tentado aquí a hablar de una “precuela” dado que sólo al final del film se lo ve a Superman, alias Clark Kent, ponerse sus característicos anteojos e ingresar en el mítico Daily Planet. El nuevo intérprete del célebre superhéroe es el poco conocido actor inglés Henry Cavill, que curiosamente participó en “Que la cosa funcione”, un film algo reciente de Woody Allen. Sin ser la suya una gran actuación, al no ser particularmente expresivo, no traiciona del todo al estereotipo de su personaje. Donde la película gane interpretativamente es con la participación de Kevin Costner y Diane Lane en el rol de sus padres adoptivos en una granja de Kansas. Hacía rato que no veíamos al actor/director de “Danza con lobos” en una tan sólida y emotiva caracterización. Tampoco desentona Russell Crowe, como el padre biológico en el planeta Krypton, que es donde se inicia la acción de esta algo excedida duración, de casi dos horas y media. Toda la primera parte está dedicada a mostrar los desesperados esfuerzos de sus habitantes en lograr sobrevivir y de cómo el joven “hombre de acero” Kal-El es enviado en una sofisticada cápsula a la Tierra, Pese a los esfuerzos del malvado Zod (el eficaz Michael Shannon), el futuro Superman llega a nuestro planeta y una prolongada elipsis nos lo mostrará varios años después salvando la vida de sus compañeros escolares en un ómnibus que cae a un río. Pero pronto aparecerá Luisa Lane, la inquieta y premiada con un Pulitzer periodista, que será la primera en descubrir la verdadera identidad de nuestro héroe. Otra gran performance de Amy Adams (“Los Muppets”) cuya sola presencia logra, en cada oportunidad en que ella aparece, aportar un plus por su notable expresividad y solvencia actoral. Entre las revelaciones que aporta este nuevo inicio de la serie está el significado de la famosa “S” del superhéroe, que no es el de nuestra letra, sino el de “Héroe” en el idioma de Krypton. Y será Luisa quien lo bautice con el clásico Superman. Por otro lado, la extensa batalla final, con logrados efectos especiales, entre el ejército de Zod y de los Estados Unidos será la posesión del “Códice”, elemento clave para invadir nuestro planeta. Ciertas concesiones propias del cine norteamericano, como el heroísmo y el poderío de su ejército irritarán a algún espectador. Otras como aquélla en que dicho cuerpo militar reconoce que no es su enemigo Superman o cuándo éste afirma que “no permitirá que amenacen a su madre” serán mejor recibidas. Y justificarán que se lo considere a él un “puente entre dos pueblos” (o civilizaciones). El director Zack Snyder ya había sorprendido con la notable “300” y no había defraudado con “Watchmen – Los vigilantes”: Contó en esta oportunidad con la inefable colaboración de Christopher Nolan como productor y coguionista, junto a David S. Goyer y de Hans Zimmer en la música. El resultado es un producto con algunas novedades destacables y la casi certeza de que habrá pronto una secuela.
Redimensionando a DC Man of Steel conjuga y fusiona todos los elementos necesarios como para poner a Superman en su lugar y hacer de esta proyección un peliculón, que funciona tanto para fanáticos como para quienes no fueron nunca grandes seguidores del superhéroe. El film, de aproximadamente 143 minutos de duración (no se siente su extenso minutaje al verla), nos adentra en los orígenes y en el nacimiento de nuestro protagonista, cuyo nombre original es Kal-El. Todo esto ocurre en el comienzo, sumergiendo al espectador en la realidad de Krypton, mostrando y desmenuzando detallada y claramente como nunca antes se hizo el funcionamiento y la política de este planeta, además de la avanzadísima tecnología que posee. Y con el transcurso del relato se va retratando la vida de Clark Kent en la Tierra, apareciendo en primera instancia ya con 33 años y recurriendo el director, Zack Snyder, a la aplicación de unos cuantos buenos y elegantes flashbacks para narrarnos, brevemente, algunos episodios experimentados por un niño en edad escolar que se evidencia distinto en su comportamiento y en su accionar, “acechado” por unos compañeros que han sido testigos de alguna que otra obra sobrenatural de Clark. Se agradece y se percibe la mano de Christopher Nolan en la historia (en dupla con David Goyer) para redimensionar a este superhéroe y mezclar, dentro de la cinta, factores que hacen a la narración más soberbia, distinguida y refinada. Un Superman que no va a las trompadas limpias de movida, como supieron enseñarnos otras entregas, sino una crónica teñida y bañada oportunamente dependiendo la ocasión de drama, ficción, acción, moralismo y hasta impecables explosiones. Cabe destacar la tarea sobria de Russell Crowe en el inicio y en sus “fantasmales” apariciones. También resulta brillante la elección de un actor como Kevin Costner para interpretar al padre adoptivo de nuestra estrella principal: con pocas y contadas manifestaciones le basta para hacerse querible por el público y ocasionarle un sentimiento conmovedor. Grata sorpresa la de Henry Cavill, quien sabe llevar la marcha a la perfección del papel más importante de su carrera a base de una notable encarnación tanto en la parte humana y ética del personaje (acierta con grandeza en sus expresiones) como en la porción sobrenatural y de fuerza extrema. Lo importante es resaltar que Man of Steel no es una película más de acción y el típico “más de lo mismo”, sino una elaboración que intercala secuencias de ficción, drama y pelea según corresponda a cada momento de la proyección abordando, además, el extrañamiento de la sociedad al percibir la presencia de un alienígena entre ellos. LO MEJOR: el modo en que se relatan los acontecimientos, la fusión de géneros para darle tensión y emoción a la vez. El reparto cumple en grandes dosis. LO PEOR: Snyder abusa de las explosiones y de la destrucción de edificios. PUNTAJE: 8,5
Superman, extranjero en su tierra "El hombre de acero" retoma el origen de Superman para mostrar los primeros años del joven Kal-El, cuando debe comprender que es un alien poderoso antes que un superhéroe aceptado. Un chico crece sabiendo que es adoptado, tema que naturaliza bastante bien. Pero después tendrá que aceptar que además de ser adoptado es extraterrestre, y eso no es tan digerible para cualquiera. Ni siquiera para Kal-El. La nueva versión del superhéroe, El hombre de acero (aunque el título se esmere en elidir el nombre, todos los que van a las salas de cine piden "una entrada para Superman"), aplica al clásico héroe de DC Comics todos los ejercicios básicos de reanimación con los que Christohper Nolan resucitó a Batman: humanizar al héroe mostrándolo como un personaje atormentado, ajustarle el traje, anabolizar sus pectorales y contar la génesis de su existencia. Esa marca registrada de Nolan (que es guionista y productor del filme) está matizada con las decisiones del director Zack Snyder, que opta por una estética clásica en la fotografía y la música y que prefiere marcar los cambios en el desarrollo de la historia más que en el perfil del personaje. Así, la película opta por acercarse más al género de la ciencia ficción que al de los superhéroes para contar cómo Kal-El acepta su destino para convertise, primero en Superman y, luego, en Clark Kent. Así, la primera mitad del filme funciona como un prólogo que comienza por el principio: los últimos días del planeta Krypton, el gesto de salvación de Jor-El (Russell Crowe), su padre, al enviarlo a la Tierra. Luego, el relato gana dinamismo gracias a flashbacks que alternan el presente del joven Kal con su infancia, cuando su padre adoptivo (Kevin Costner) le advierte que su condición de alien, de forastero, puede convertirlo en un freak o un Dios según cómo lo miren los hombres. Esa relación entre hijo y padres será el eje del relato, junto a la pregunta de Kal por su identidad, justo cuando tiene 33 años, la edad de Cristo (entre otros guiños religiosos del relato) ¿Puede un extranjero, un inmigrante planetario, adaptarse a la humanidad? Henry Caville no es un actor extraordinario, pero Snyder tiene la inteligencia de rodearlo de un elenco que se pone al hombro las escenas dramáticas, como Kevin Costner que interpreta a un padre con temple y Amy Adams, como una Luisa Lane que es todo menos ingenua. Michael Shannon es un perfecto Zod, y crea a un villano verosímil y temible. Volviendo a Caville, la profundidad psicológica está en lo que le sucede a Kal-El más que en detalles de su interpretación y aquí nadie le pidió ni a él ni al personaje más de lo que puede dar. La mayor característica de Superman sigue siendo un altruismo inevitable, simple, sin vueltas de tuerca, que es el que le permite conectarse con los humanos. No hay estridencias en la estética de las primeras escenas y la munición gruesa está puesta en la segunda mitad de la historia, cuando el ritmo se acelera y el filme se convierte en una suma de secuencias de acción en las que se lucen, por fin, los poderes de Superman. Quizás la extensión de estas escenas y su pomposidad hagan que el ritmo de la narración decaiga, uno de los puntos débiles de la historia. Sin embargo, si en algo acierta el filme de Snyder es en encontrar el equilibrio para no tergiversar los orígenes del superhéroe, ni cambiar drásticamente los rasgos del personaje, pero a la vez construir una historia que le devuelve entidad, entretenimiento y actualidad a Superman.
Llega “Superman” el comic más conocido de todos los tiempos que será una trilogía. Vuelve para proteger a los que ama y trae una esperanza al mundo. Este film se encuentra dirigido por Zack Snyder, el mismo de "300" (2006), y "Sucker Punch - Mundo surreal" (2011), entre otras. En esta nueva versión realiza un buen desarrollo de la parte técnica y en la producción Christopher Nolan aporta sus toques. Con las actuaciones de: Henry Cavill, Amy Adams, Michael Shannon, Kevin Costner, Diane Lane, Laurence Fishburne, Antje Traue, Ayelet Zurer, Christopher Meloni y Russell Crowe. Se puede ver en 3 D o 2 D, versiones subtituladas y dobladas al español. Llevar este personaje a la pantalla grande es todo un desafío, tiene más de 70 años de vida y su historia ya fue contada en distintos medios y de diferentes formas. Todo comienza con la guerra en un lejano planeta llamado Krypton, Jor-El (Russell Crowe, en una sobresaliente actuación, bien guerrero al nivel como cuando lo vimos en “Gladiador”) acaba de ver el nacimiento de su hijo Kal-El (Henry Cavill) y debe enviarlo a la Tierra para que no muera. Cuando llega, el pequeño cae en un pequeño pueblo en Kansas, es adoptado por la familia Kent, su madre adoptiva es Martha Kent (Diane Lane) y su padre Jonathan Kent (Kevin Costner) este niño se criará con el nombre de Clark Kent (Henry Cavill, "Inmortales”), vamos conociendo su desarrollo a través de flashbacks. Surge el período que va descubriendo sus poderes, y ¿Por qué se encuentra aquí? Pronto sabe que debe proteger este planeta donde vive, y cuidar a la bella Lois Lane (Amy Adams) quien trabaja en el Diario “Daily Planet” y suele tener problemas con su editor Perry White (Laurence Fishburne), (lugar en el cual más adelante trabajará también Clark Kent). Dentro de su narración se centraliza bien en la presentación de los personajes, significado de la “S” en el traje, también como Clark va descubriendo sus poderes, momentos en los cuales debe tomar difíciles decisiones, momentos melodramáticos, cuestionamientos con la iglesia, un interesante dialogo con un sacerdote y como Clark debe convertirse en un héroe como “Superman” debiendo proteger a las personas ante un ataque de su anterior planeta y conseguir la paz. Con un gran despliegue de las fuerzas militares (está presente la paranoia de los ataques desconocidos) nuestro héroe vuela entre edificios y entre cualquier obstáculo, excelentes efectos especiales, se encuentra llena de escenas de acción y duras peleas, explosiones de todo tipo, los villanos son: el General Zod (Michael Shannon), su socia Faora-Ul (la alemana Antje Traue) y sus acompañantes. Conto con un presupuesto estimado en 225 millones de dólares, el cual lo sanea seguramente debido a la gran cantidad de sponsors, mantiene la textura de los colores, increíble la música de Hans Zimmer ("Batman - El caballero de la noche", 2008; "El origen", 201, entre otras), la estupenda fotografía Amir Mokri (“Transformers: El lado oscuro de la luna”, 2011; “Rápidos y Furiosos”, 2009). Ya se encuentra confirmado Henry Cavill para volver a ser “El Hombre de Acero” en la segunda parte.
Hombre y superhombre El científico Jor El sabe que su planeta, Kriptón, va a estallar. Decide enviar a su hijo recién nacido hacia la Tierra; ha sintetizado en el cuerpo del niño el código genético de los kriptonianos para que, en el nuevo mundo, pueda darle a su raza la posibilidad de sobrevivir. Pero el malvado general Zod intentará impedírselo. Esta nueva incursión del cine en la historia más que conocida de Superman obliga a mencionar los antecedentes cercanos en la pantalla grande: la serie protagonizada por el malogrado Christopher Reeve que a fines de los 70 y en los 80 descontracturó al personaje con humor y lo convirtió en el favorito de multitudes, y la más próxima, dirigida por Bryan Singer e interpretada por Brandon Routh (2006) en la que se intentó (sin mayor éxito en las boleterías) mostrar al personaje desde un costado menos épico y más humano, a pesar de su origen alienígena. En la versión ahora estrenada en todo el mundo, hay que mencionar de entrada la presencia de Christopher Nolan (productor y co-guionista) y la del libretista David Goyer, porque la conjunción de estos dos talentos le dio al cine la excelente trilogía sobre Batman, otro de los archifamosos héroes de historieta. Y hay que agregar que el aporte de Zack Snyder a cargo de la dirección no hace otra cosa que garantizar excelencia visual y alardes formales de gran factura. Si a todo esto se le agrega la presencia de un elenco sólido de figuras "secundarias" (Russell Crowe, Kevin Costner, Diane Lane, Amy Adams, Laurence Fishburne) para apoyar al protagonista Henry Cavill, parece ser que queda poco margen para el fracaso. Sin embargo, el resultado del cóctel no es sobresaliente. Snyder, desde el sillón de director, hace irreprochablemente lo que sabe, pero sucumbe a su predilección por la grandilocuencia. Entonces, acierta formal y narrativamente cuando muestra los últimos días de Kriptón en el comienzo del demasiado extenso metraje del filme, e intenta interesantes idas y vueltas en el relato cuando describe la niñez y la adolescencia del protagonista ya instalado en la Tierra; pero cae presa de su propia desmesura en las escenas de acción y en los combates en cielo y tierra, de manera que satura al espectador y, paradójicamente, conspira contra el efecto dramático de la narración. Al mismo tiempo, la excelencia de la realización técnica, siempre apoyada en la densa partitura del talentoso pero de a ratos demasiado explícito Hans Zimmer, no deja de sorprender y de deslumbrar al público, de manera que también es injusto juzgar negativamente al filme. Henry Cavill resulta físicamente más que adecuado para encarnar al superhéroe, pero sus recursos actorales se ven muy limitados. Esto no entrañaría problema alguno si el guión no se internara en las dudas y las cavilaciones del personaje, tironeado entre sus convicciones, las enseñanzas de sus padres terrícolas y los consejos fantasmales de su progenitor alienígena. En el medio, el malvado general Zod (a cargo de un sobreactuado Michael Shannon) se presenta para someter a Kal El (o Clark Kent) a la disyuntiva de ponerse del lado de los habitantes de su planeta adoptivo o del de sus congéneres kriptonianos. A estas dudas casi shakespeareanas, Snyder las resuelve con escenas de acción y de destrucción masiva, que hacen las delicias de los espectadores acostumbrados a los patrones de los "tanques" hollywoodenses. Todo hace pensar que esta nueva versión de las aventuras del Hombre de Acero no es otra cosa que el comienzo de una nueva serie que cosechará fanáticos y (en menor medida), detractores. Si el "tridente" Nolan-Goyer-Snyder no se desarma, es de esperar que las próximas entregas equilibren la balanza entre delirios visuales y vértigo narrativo versus desarrollo de personajes y explotación eficaz de las subtramas. De no ser así, el de Superman confirmará su calidad de personaje extremadamente popular pero "maldito" dentro de la industria del cine.
Un Superman más humano Al igual que los famosos negocios de hamburguesas de la franquicia estadounidense, los combos son más impactantes cuando son más caros. Zack Snyder, en la dirección, con Christopher Nolan, en los guiones y la producción, es un combo caro para la industria del cine de ciencia ficción. Y en “El hombre de acero” la estética del director de “300” y “Watchmen” con el pulso rítmico y narrativo del creador de “Memento” y “Batman: el caballero de la noche” lograron una película que jerarquiza la historia de Superman. El filme muestra la génesis del superhéroe, cuando todavía era un bebé llamado Kal-El y sus padres lo salvaban del apocalipsis del planeta Krypton, con escenas que recuerdan, nada menos, que a la genial “Melancolía”, de Lars Von Trier. El chico que será Clark Kent en la Tierra desnudará las crisis de identidad por sentirse distinto a los mortales. Desde ese lugar, Zack Snyder dispara un superhéroe más humanizado, primer gran hallazgo de la película. Otro punto a favor es el ida y vuelta en el tiempo, que le da al relato una dinámica atrapante. Ya adulto, Kent asumirá su derrotero de Hombre de Acero y se enfrentará al general Zod, quien vuelve del pasado para recuperar a Superman o de lo contrario destruirá el mundo (sí, otra vez sopa). Con convincentes actuaciones, sobre todo Diane Lane, el filme derrocha acción y se disfruta más en 3 D. Vuelo eterno para Superman.
Superman, mucho ruido y la esperanza de una saga El 18 de abril de 1938 apareció en la revista Action Comics la tira inicial de Superman, el hombre de acero, el primer personaje con poderes sobrenaturales. La historieta fue creada por el guionista Jerry Siegel y el dibujante canadiense Joe Shuster. En 1978, la historieta fue llevada al cine por Richard Donner, con la actuación de Christopher Reeve como Superman, Gene Hackman en la piel del malvado Lex Luthor y un enorme Marlon Brando en el personaje de Jor-El. Desde entonces aparecieron varias versiones, hasta arribar a esta última, que vuelve a los orígenes del "hombre de acero". La primera secuencia se desarrolla en el planeta Kriptón. Allí el general golpista Zod se rebela y asesina a las autoridades. Pero antes de ese episodio, Jor-El y su esposa Lara deciden enviar a su hijo Kal-El a la Tierra, para salvarlo ante la inminente destrucción del planeta Kriptón. La nave-moisés cae (¡oh casualidad!) en Kansas, Estados Unidos. Más concretamente en la granja de Jonathan y Martha Kent, que adoptan al niño, le imponen el nombre de Clark y lo crían como un ser humano. Esta vendría ser la prehistoria del protagonista, quien en algún momento aclara que la "S" que lleva en su vestimenta significa "esperanza". Pero Clark posee poderes sobrenaturales y deberá vivir con esa prerrogativa, que le genera una crisis de identidad. No obstante, Clark decide asumir su condición y utilizar su poder para hacer el bien. Eso ocurre cuando cumple 33 años, una edad emblemática, aunque antes de eso tiene la oportunidad de exteriorizar su extraña capacidad, para asombro de sus coterráneos. Pero el segmento central y más extenso de esta historia sucede cuando aparece el villano Zod, dispuesto a recuperar el Códice que supuestamente Jor-El introdujo en la nave-moisés, que permitiría reanudar la vida en Kryptón. Para lograr su objetivo, Zod amenaza con "kriptonizar" la Tierra, modificando su atmósfera, lo que significaría la muerte de los seres humanos. Quien decide enfrentarlo es Clark, lo que deriva en dos horas de luchas, donde ambos ponen a prueba su condición de "hombres de acero". La película se filmó en Chicago como la ciudad de Metrópolis, donde no quedará piedra sobre piedra. Y frente a esa hecatombe, se impone una pregunta: si la solución era tan sencilla, ¿por qué destruir tantos edificios, calles y automóviles, y matar a tanta gente?. Son cosas del cine. Además de Zod, de Clark y su abnegada compañera de aventuras Luisa Lane, reportera del Daily Planet, el otro gran protagonista son los efectos visuales, algunos muy bien logrados y otros infantilmente caricaturescos. ¿Qué harás --le pregunta su madre adoptiva-- cuando ya no tengas que salvar al mundo? Clark no responde, porque eso se verá en la secuela de esta nueva saga. Tratándose de un filme sustentado básicamente sobre efectos visuales, resulta difícil evaluar la actuaciones. Se puede destacar las de Crowe como Jor-EL, de Amy Adams (Luisa Lane) y, en menor medida, de Henry Cavill, que tiene el futuro inmediato asegurado.
En el año del 75° aniversario del personaje que dio inicio a los superhéroes en los comics, Superman, conocido también como el "Hombre de Acero", regresa a la gran pantalla y lo hace con estándares muy altos. No sólo porque están involucrados en el proyecto Christopher Nolan y David S. Goyer (dupla que que hizo de la trilogía de "Batman, El Caballero de la Noche" un éxito de taquilla a nivel mundial por su tono adulto y oscuro) sino porque además un maestro en secuencias de acción como lo es Zack Snyder ("300", "Watchmen") se pone al frente de esta superproducción que narra su origen con una visión muy personal al respecto, basándose en la mitología creada por Jerry Siegel y Joe Shuster allá por 1938 y sumando muchos elementos que se fueron desarrollando a lo largo de su rica historia. El film comienza en Krypton, un planeta lejano, moribundo y al borde de la destrucción, durante un alzamiento militar liderado por el General Zod (Michael Shannon) y en el que un científico, Jor-El (Russel Crowe) junto su esposa Lara (Ayelet Zurer), tratan de salvar a su único hijo recién nacido de una muerte segura enviándolo a la Tierra en una pequeña nave, al mismo tiempo que Zod, derrotado, es enviado a la conocidísima "Zona Fantasma" en la que pasará una eternidad en animación suspendida junto a un reducido número de sus más fieles seguidores. Años más tarde la historia continúa en nuestro planeta, con un Clark Kent (Henry Cavill) adulto, desalineado e introspectivo que pasa sus días viajando, tratando de pasar lo más desapercibido posible, oculto pero a la vista de todos con el propósito de averiguar de dónde viene y de saber cuál es su rol en este mundo. Mientras tanto vemos -a través de flashbacks- algunos pasajes de su infancia y de cómo fue criado en la granja de Jonathan (Kevin Costner) y Martha (Diane Lane), sus padres adoptivos; y además cómo fue descubriendo sus increíbles habilidades. Gracias a esa búsqueda por conocer sus orígenes es que conoce a Lois Lane (Amy Adams), una joven e intrépida reportera del Diario "El Planeta". Pero todo comienza a complicarse cuando Zod y sus guerreros logran escapar de su cautiverio y se dirigen hacia la Tierra en busca del último hijo de Krypton, amenazando a la humanidad y poniendo en peligro al mundo entero. Nacido como kryptoniano y criado como humando Kal-El/Clark Kent es obligado a presionar sus propios límites y proteger a su planeta adoptivo. Esta película, que ya tiene confirmada una secuela que será dirigida nuevamente por Snyder y escrita por Goyer (es muy posible que sirva de puente para la "Liga de la Justicia") es un muy meritorio reinicio para la franquicia de "El Hombre de Acero" tras el fallido estreno de "Superman Regresa" en 2006. Desde el punto de vista técnico, cuenta con escenas de acción muy bien logradas. La estética de Krypton y el vestuario no pasan desapercibidos. Es increible como unos pequeños cambios al reconocidídimo traje azul y rojo, lo hacen familiar pero a su vez muy diferente a versiones anteriores. Las actuaciones del elenco son impecables, sobresaliendo Michael Shannon como el villano de turno. En lo que respecta al británico Henry Cavill, probó ser la elección perfecta para intepretar a éste nuevo Superman más terranal, lleno de dudas y frustraciones. Amy Adams le dio una vuelta de tuerca a lo que signnifica ser Lois Lane dejando de lado el papel de damisela en apuros para pasar a ser un personaje con mayor determinación. Completan el reparto Antje Traue como Faora-Ul, Harry Lennix como el General Swanwick, Richard Schiff como el Dr. Hamilton, Christopher Meloni como el Coronel Hardy y Laurence Fishburne como Perry White.
Un héroe para forjar la pedantería ideológica "Este hombre no es enemigo" dice el militar, y por fin Superman respira aliviado. Porque lo que durante toda la película este alienígena ha perseguido estaba allí, en este reconocimiento. Como si de un espejo extraño se tratase, el guión de Christopher Nolan y David Goyer reitera lo que su triada sobre Batman hubo de exponer, donde The Dark Knight ofrecía una construcción formal precisa: así como el dueto Joker/Batman o las dos caras de Harvey Dent, el film mismo se partía al medio entre dos argumentos. En El hombre de acero, la dualidad aparece entre Krypton y la Tierra, con Superman (Kal-El/Clark Kent) como bisagra entre los mundos. Si Krypton conoce su caída, la Tierra abraza el nacimiento del héroe. Si la Tierra (Estados Unidos, se entiende) posee militares abnegados, Krypton sucumbe ante la figura despótica del General Zod. Luz y noche como juego de tablero que nada tiene de angustia expresionista (el Batman de Nolan lejos está de esta dolencia metafísica). El Superman de Zack Snyder se asume como arquetipo platónico -una de las lecturas, de hecho, del joven Clark-, venido de los cielos, con dudas en el confesionario, mientras un cristo de vitraux destella por detrás. Envuelto en su manto rojo y azul, el héroe sabrá cuándo caer crucificado desde el espacio. Las lecturas religiosas en Superman han sido referidas siempre, pero nunca de manera tan obvia, como también lo es su sujeción voluntaria a las fuerzas de seguridad del gobierno norteamericano. Tampoco sorprenderse tanto, el Batman de Nolan ya hacía explícita, en su último film, su predilección por la policía mientras elegía bombardear a la gente. Lo que ha quedado por el camino es, justamente, la raíz misma del personaje. Expresión de un mito judeo-cristiano que, en todo caso, podría pensarse desde las figuras de dos jóvenes hijos de judíos inmigrantes: Jerry Siegel y Joe Shuster. Superman, circa 1938, antes que preocuparse por la simpatía militar, supo ser justicia de cómic para las víctimas de la Gran Depresión, mirada gráfica futurista (Metrópolis, trenes, velocidad, rascacielos), y placer lector de pocos centavos. Pero la diversión parece ya no tener lugar en el mundo de Superman, rasgo que es marca de rutina en el cine de Nolan y también en el de Snyder, tan afecto a los espartanos-maniquíes de 300 o a su almibarada, nada ácida, Watchmen. Superman ya no juega su magia desde el desafío del vuelo, sino que ahora se ha vuelto solemne, rígido, estatuario. Bien lejos de los gags lunáticos de Richard Lester o de la caracterización encantadora de Christopher Reeve. Cuando el alto mando lo acepta, la bandera con barras y estrellas flamea por detrás, así como el Cristo del vitraux. Prólogo para el despliegue de unos efectos especiales devastadores. Edificios como dominó para el Superman de los nuevos tiempos, asumido vértice de fundamento junto con Dios y la Patria. Espectacularidad visual que no esconde su pedantería ideológica.
El regreso a la pantalla grande de quien para muchos es el primer superhéroe contaba con algunos nombres propios que excedían el del propio Superman. Nombres que sobrevolaban la película y ofrecían un halo de esperanza para un personaje cuya historia en la cultura popular no tenía una película a su altura, un film apoteótico e icónico que hiciera justicia a su trayectoria desde que en 1938 comenzara a desandar aventuras en ese mundo de cuadritos fantásticos llamado historieta. Con esa responsabilidad sobre sus espaldas aparecía el nombre de Christopher Nolan, director devenido en guionista junto a David Goyer y responsable de hacer quizás la mejor película basada en un personaje de historietas hasta la actualidad (The Dark Knight). La dirección recayó en este caso en el siempre impredecible Zack Snyder, que sin resignar su megalomanía audiovisual, buscaba redimirse ante el público comiquero tras la fantochada de Watchmen. Sin embargo, en este caso la dupla de guionistas pareciera haber puesto en su lugar al pirotécnico Snyder dejando que el blockbuster surja por momentos, como espasmos, y conteniendo la tendencia salvaje del director de hacerlo explotar todo a lo largo de toda la película. En ese afán, la narrativa se centra durante buena parte en Krypton, planeta que vio nacer al Hombre de Acero y donde se ven las mejores puestas en escena del film. La estética del condenado planeta recuerda sanamente a la que el guionista y dibujante John Byrne supo imprimir en los cómics con su reconfiguración del personaje en la década del 80. La película vuelve constantemente a esa sociedad que mixtura características de la raza humana con una sociedad regida por tecnócratas que organizaron su mundo echando mano a sus recursos avanzados en manipulación genética para mantener un orden social estricto al que se le puede dar interesantes lecturas. En ese contexto, una guerra civil emerge con el General Zod (Michael Shannon) como líder y un Jor-El interpretado por Russell Crowe que advierte sobre la inminente explosión del planeta, mientras prepara una nave que enviará a su primogénito a la Tierra. Allí, en esas idas y venidas que dan inicio a la cinta, es donde se ve al mejor Snyder, recorriendo Krypton con cámaras dinámicas y una fotografía de bienvenida belleza, que por momentos hacen olvidar que estamos ante una película de Superman. Así, con apenas algunos cursis, previsibles y aburridos flashbacks a la infancia del héroe en la granja de Smallville, nos encontramos con un Clark Kent adulto, que ha pasado su vida buscándose sin encontrarse del todo y que con 33 años aún no ha terminado de conocer sus poderes. Lejos está esta versión del personaje de la clásica figura de boy-scout bonachón en la que se acostumbra enmarcarlo. Este Clark Kent/Kal-El/Superman es más oscuro, más huraño. Sin ser un Bruce Wayne o un Logan resulta mucho más interesante así. Un héroe herido, volátil, conteniendo siempre la explosión interna, el fuego fatuo que enciende un mundo hostil e injusto que intenta comprender, como todos nosotros, pero con el poder de un Dios latiendo en un puño. El guión esquiva la enojosa cuestión de la doble identidad. Inteligente, la dupla Nolan-Goyer omite lo que la cultura popular ya conoce, la identidad secreta del periodista timorato oculto detrás de un peinado a la cachetada y unos anteojos de marco grueso. En ese afán obviar el alter ego con todos los clichés que las películas pretéritas y el conocimiento general del personaje han internalizado en el espectador promedio, resulta un acierto. Aquí no hay un Clark Kent corriendo desesperado para cambiarse a supervelocidad en una cabina telefónica. Todos los lugares comunes del imaginario Superman son extirpados para sorpresa del fanático, que se encuentra ante un hombre de acero que rompe el molde, sin romperlo. Henry Cavill cumple con un buen papel enfundado en las mallas azules (esta vez sin el clásico calzoncillo rojo sobre los pantalones, basándose en el nuevo diseño del traje que el dibujante Jim Lee realizó para los cómics) pero también como el hombre común que busca su origen. Detrás de él aparece un enorme Russell Crowe y un Michael Shannon a la altura del conflicto, con un rostro que mete miedo y no hace extrañar ni por un minuto a Lex Luthor, el gran ausente de esta versión. Floja, muy floja Amy Adams en su papel de Lois Lane, quizás limitada por el inexplicable papel que se le otorga y que hacen sus participaciones soporíferas, restándole ritmo al argumento. El sello distintivo del explosivo Snyder llega sobre el final de la cinta. Y es ahí donde da rienda suelta a lo que más le gusta y mejor le sale: hacer explotar cosas. Con una baraja muy amplia de recursos técnicos, pone los efectos especiales al servicio de los superpoderes y obtiene así, una lucha bastante decente como corolario de una película que es mucho más que eso, y que demuestra nuevamente la intención de la DC Comics de diferenciarse de las cintas de Marvel, imprimiendo a sus personajes cierto carácter oscuro, que logró con creces en la trilogía de Batman y con altibajos en esta nueva versión de Superman, que sin llegar a ser una cinta épica, logra devolverle al personaje algo de la dignidad perdida.
El hombre de acero es una pelicula bien realizada que cumple con su cometido de entretener y bien vale el precio de la entrada al cine. Si bien el guión está muy bien construido y las escenas de acción son espectaculares, lamentablemente la química entre los actores que encarnan a Clark Kent y Luisa Lane no es como para sacar chispas, y Cavill no me ha cerrado del todo...
S DE SNYDER Incomoda ver a un director desenfrenado filmando teatro filosófico. El cine de Snyder siempre fue vértigo, plasticidad, neuralgia y no resiste un plano-contraplano por más de 10 segundos. El Hombre de Acero lo comprueba en escenas absurdamente retóricas como la del cura, el científico o cualquiera con Russell Crow. Escenas mal resueltas, carentes de electricidad dialéctica, inventadas para que Batman y Superman jueguen al ajedrez en La Liga de la Justicia. La verborragia intelectual hace de El Hombre de Acero un producto desconcertante, más si valoramos su inspiración visual. Snyder es el poeta de los millones, quien mejor justifica una inversión mainstream en el Hollywood actual. Pero la moda del superhéroe preocupado por su ser-en-el-mundo no coincide para nada con los intereses del realizador.
Superman es-tadounidense En el mundo de los cómics Marvel se caracterizó por construir a los superhéroes con una complejidad y un costado de oscuridad y duda, más cercanos a los débiles seres humanos, que los puso siempre por encima, paradójicamente, de aquellos más mitológicos, invencibles y unidimensionales que constituían el universo DC. Lo que se potenció en las traslaciones cinematográficas que de un tiempo a esta parte no nos dan respiro y ocupan gran parte de los estrenos anuales. Esta afirmación se sostuvo (en lo que a DC respecta) hasta la renovación de Batman por Christopher Nolan que aportó un héroe sumergido casi en la locura de sus mismos enemigos, un freak que empujó los límites admisibles de la moralidad en El caballero de la noche. Ahora le llegó el turno al superhéroe más icónico: Superman, luego de una fallida reaparición en Superman regresa dirigida por Bryan Singer. El hombre de acero, en manos de Zack Snyder (300, Watchmen), nos trae un entretenimiento actualizado con los efectos de última generación y una actualización del personaje atento a la tendencia y sensibilidad de estos tiempos. Una superproducción en 3D con un elenco de grandes nombres que incluyen a Crowe, Costner, Lane, Adams, Fishburne acompañando al casi novato y trabajado Henry Cavill. Kal-el, que se supone el único sobreviviente de Kryptón, es enviado a la Tierra por sus padres para salvarse y salvar un códice con información vital para un futuro kriptoniano. Elemento determinante que finalmente traerá hasta nuestro planeta en su búsqueda a otros supervivientes, -unos levantiscos alzados contra el gobierno central-, para definir, en esa batalla final, la identidad del protagonista (Clark Kent-Superman). La reactualización del héroe se posiciona en tres puntos: el hiperrealismo, la fundamentación religiosa y la ecuación que iguala humanidad con ciudadanía estadounidense. Como la historia es conocida, la representación es la que deberá atrapar al espectador y realmente lo logra al imbricar forma y contenido. Recurriendo a toques de autoconciencia y construyendo escenas de acción de un nivel de violencia y destrucción sorprendentes (Smallville y Metrópolis se verán azotadas por fuerzas sobrehumanas que no dejarán nada en pie), requeridas tanto como festejadas por el público actual. Y que jugarán con las imágenes que el inconsciente colectivo adquirió desde el 11-S. Este Superman (seguramente a partir del guión de Goyer y de Nolan, que también es productor) se mueve entre Jesús y Hamlet. Un enviado del cielo que puede más que los hombres mientras la sombra de su padre se le presenta para ayudarlo a entender su origen y su misión. Las alusiones crísticas se suceden con continuidad permitiendo una fundación mítico-religiosa: del intenso y extenso prólogo en Kriptón se continúa con la escena del joven Kent en un barco pesquero, en uno de sus tantos peregrinajes en búsqueda de su identidad. Clara referencia que podremos sumar al Padre ejemplar in absentia o a la Madre siempre presente y abnegada, a los 33 años que dice tener en su primera aparición pública, que lo muestra como un prisionero encarcelado pero en verdad es parte de su plan decisorio para entregarse como cordero redentor y salvar a la humanidad. Siempre en función espejada de Cristo (Dios encarnado en hombre), hasta cuando actúa el reverso: la concepción divina frente a la concepción natural que esta película se encarga de explicitar. Superman, un alien entre los hombres, un extra-terrestre que, igualmente, ha vivido toda su vida en la Tierra y ha adoptado sus costumbres y modos, deberá elegir qué quiere ser. La duda (hamletiana) lo lleva lejos de su hogar, lo frena, hace que abandone a sus seres queridos, transite su enorme soledad y postergue la toma de decisión que será la clave final de la construcción del héroe y de la película en sí. La verdad es que Superman no elige su lado humano por sobre su naturaleza no terrestre, lo que elige es firmar su acta de nacimiento estadounidense. El chiste sobre un hombre que creció en Kansas está más cerca del vaquero de Reagan/Bush que de El mago de Oz. Y en esa alianza uno puede volver a observar la necesidad pavorosa de un pueblo que sólo ve como salida para sus problemas (reales y simbólicos) la intervención (ficticia) de sus superhéroes. El hombre de acero es un filme entretenido que permite pensar que la revisitación será productiva y no sólo por la ya anunciada continuación de la saga.
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El superhombre y sus dilemas Cuando en 1938 se publicó el número uno de Action Comics, algo cambió para siempre. Allí se publicó la primera historia de Superman, el personaje que Jerry Siegel y Joe Shuster venían craneando desde 1932, en plena crisis. De golpe y porrazo, un periodista con cara de pavote, despreciado en las más humillantes maneras por su compañera Lois Lane, se sacaba los lentes y se mostraba tal cual era: un nativo del planeta Krypton, con una fuerza inconmensurable y otros beneficios (todavía no volaba). Bastante “zurdito” y sin supervillanos, usaba sus recursos en lo que lo harían muchos ciudadanos de a pie: derrumbar un villorrio para que el gobierno haga un barrio nuevo, o secuestrar a un gobernador para mostrarle que en una de sus cárceles se violaban los derechos humanos. Desde aquella inocencia primigenia, mucha agua corrió bajo los puentes, en el mundo y en los cómics: de la Edad de Plata liderada por Stan Lee en la Marvel y el “Dragon Ball” de Akira Toriyama (que dejó la saga cuando se dio cuenta de que sus personajes eran demasiado poderosos), a la Guerra Fría y el mundo post 9/11. Vuelta de tuerca David S. Goyer y Christopher Nolan decidieron dar vuelta todo. Si bien Kal-El llega a la Tierra como bebé (en la reescritura comiquera de la “Crisis en las tierras infinitas” lo hicieron feto, para que nazca terrestre), nunca se muestra el hallazgo de los Kent. Tras contar el principio del fin de Krypton y el golpe de Estado del general Zod (hay allí una idea a lo Andrew Niccol, con el tema del parto natural y el libre albedrío), se pasa al presente, donde Clark Kent es un treintañero que se mueve con nombres falsos, haciendo trabajos temporales y escapando de los lugares donde usó sus poderes, incluso robando ropa del algún patio (¿alguien se acuerda del Hulk de Bill Bixby?). Todo cambia cuando aparece una nave de su mundo que le revelará su origen, poco antes de que vuelva un Zod menos vengativo que interesado en refundar su raza a través de su programa genético. En el medio se mete una aguerrida Lois, que sabe desde el vamos la identidad de Kent y lo protege, mientras él resuelve algunas cuestiones sobre el uso de sus habilidades, en parte traumatizado por un padre adoptivo (Jonathan Kent) que lo impulsó a reservar para “el futuro” el momento en que debe revelar su potencial, preanunciado por el padre biológico (Jor-El): “Lo verán como un dios”. Es que el “dilema de Superman” sigue latente: un ser con sus poderes debe devenir tirano o Mesías, más que un “emparejador” del mundo. Todo indica que “algún día” cumplirá una misión más elevada, aunque el remate de la historia nos acomode en terreno conocido como para iniciar una saga. La elección de Zack Snyder como director parece la más justa: después de todo, él adaptó “Watchmen”, la visión de Alan Moore sobre un mundo que evolucionó diferente desde la publicación de “Action Comics” Nº 1; también el realizador de la explosión visual de “300” y “Sucker Punch Mundo Surreal”. Aquí usa su habilidad para moverse entre el Krypton de ciencia ficción mezcla de “Avatar”, “Star Wars” y “Prometeo”; la fotografía cálida de los flashbacks de Smalville, donde Clark fue un niño inadaptado por distinto; la pálida estética de las andanzas por el norte helado; y por sobre todas las cosas las violentas peleas entre superalienígenas, incluyendo el clímax final, el más cercano visualmente a las imágenes del 11 de septiembre (implosiones, polvillo) de todas las últimas destrucciones cinematográficas de la Gran Manzana (acá Metrópolis, obviamente). Sin estereotipos El elenco responde a las expectativas: más allá de que algunos discutan la elección de Henry Cavill como Clark Kent/Kal-El, el muchacho le pone facha y fragilidad al superhombre. Amy Adams es una opción ideal para Lois, seguramente después de verla en El luchador, tan humana y bien plantada. Diane Lane hace de taquito una Martha Kent en plan “supermamá”, mientras que Kevin Costner hace un Jonathan Kent con onda de padre hosco pero recordable con cariño. Russell Crowe vuelve a hacer creer cualquier cosa, en este caso su Jor-El idealista, perdido entre el gobierno decadente y los golpistas, acompañado por Ayelet Zurer como Lara Lor-Van, siempre segundona aunque se encargó de parir al Último Hijo de Krypton. En la villanía, Michael Shannon pilotea un Zod sin excesos, mientras que Antje Traue le pone glamour a la esperada Faora-Ul. Christopher Meloni personifica a un coronel Nathan Hardy un poco alejado del típico héroe militar que hay que meter en estas cintas, y Laurence Fishburne encarna un Perry White bastante más amigable de lo que conocemos (y afroamericano). De yapa, la cantante Allison Crowe, haciendo “Ring of Fire” en un bolichorro de camioneros. En definitiva: a veces los normales pueden salvar el día, a veces el más poderoso puede haber sido un niño traumatizado y con problemas respiratorios. Lo que permanece es la S en el pecho como símbolo de esperanza... al menos hasta que su portador resuelva convertirse en tirano o Mesías.
Luego de la paupérrima Superman Returns (“Superman Regresa”), el icónico superhéroe vuelve con esta versión para la pantalla grande, Man of Steel (“El Hombre de Acero”). Esta nueva adaptación es dirigida por Zack Snyder, con la ayuda del guionista David S. Goyer y el productor Christopher Nolan. En el elenco están Henry Cavill como el protagonista, junto a Amy Adams como Lois Lane, Russell Crowe como Jor-El, Kevin Costner en el papel de Jonathan Kent junto a Diane Lane como Martha Kent, y Michael Shannon como el villano de turno, el General Zod. ¿Qué nos pareció? Enteráte. En el inconsciente colectivo se lo suele ver a Superman como un ser demasiado naive e infantil, al igual que en la obra de Richard Donner de 1978, que es Superman: The Movie (“Superman: La Película”), o siendo un disparate total, como son los casos de las secuelas de Richard Lester y Sidney J. Furie. Pero en el caso de los comics, el personaje fue evolucionando y ha tenido grandes historias y reinvenciones, como en el caso de su reintroducción moderna en 1986 a manos de John Byrne o su más reciente versión de la mano de Grant Morrison en el 2011. En Man of Steel se vuelve a contar el origen del personaje para mostrar sus motivaciones y, a su vez, detallando su conexión con el antagonista de turno, el General Zod. El uso de flashbacks en Man of Steel no es una mera decisión caprichosa, sino que es para mantener el uso de la acción seguida luego de la motivación para dicha acción, dándole una energía diferente a la película en cuestión. Con esta estructura que va adelante y atrás en la línea temporal puede ser difícil al principio para el espectador, que no está acostumbrado a que Superman sea presentado de esta manera, al menos cinematográficamente hablando. Los últimos 40 minutos del metraje están dedicados a la acción a gran escala, lo cual es propio del personaje, de sus habilidades y de sus historias en los distintos comics, esta gran escala es un elemento que no ha sucedido en ningún film anterior de Superman. Es posible que algunas cuestiones de la película puedan verse de una manera negativa, sea la gran cantidad de acción en los últimos 40 minutos del film o que la trama del General Zod y su plan se desarrolle de manera rápida, sin dejarle tanto espacio a los personajes secundarios, pero este film es Superman Inicia, centrándose en la vida de Kal-El/Superman/Clark Kent, cometiendo errores y haciendo decisiones difíciles en su vida (las cuales varias de ellas han sucedido en las historietas). Hay gente que se quejará de los cambios al personaje y a su historia en Man of Steel sin darse cuenta que toman como la fuente de Superman al primer film de Richard Donner, el cual no era ni fiel al personaje ni a su historia. En cambio, Man of Steel tiene sustento de sus modificaciones en base a diferentes comics del personaje, sin desviarse demasiado, más allá de lo que lo que el común de la gente piense. Man of Steel es la primera película digna de Superman, con ventajas y desventajas, pero que no puede ser criticada por ser poco “fiel” o tener “poca historia”, porque para eso ya están en Blu-Ray y DVD las anteriores películas de este superhéroe.
Pasaron 7 años sin Superman en el cine, desde aquella insulsa versión de Brian Synger (“Superman returns”, 2006). Mucho tiempo teniendo en cuenta que estamos viviendo una etapa en que las adaptaciones de comics de superhéroes no paran de estrenarse, y mucho tiempo también porque Superman es uno de los superhéroes más populares. Dirigida por Zack Snyder, esta nueva resurrección del hombre de acero planteaba algunos interrogantes, al menos para mí, que tenían que ver con la influencia de Christopher Nolan como productor ejecutivo. Nadie duda de la capacidad de Nolan para crear escenarios grandilocuentes, ni de la espectacularidad de las escenas de acción, ni del potencial visual que le imprime a sus películas. Sin embargo, estas virtudes suelen quedar opacadas por guiones demasiado sobreexplicados y deliberadamente calculados. Nolan es un director intervencionista, no confía demasiado en sus personajes, los manipula con vueltas de tuerca caprichosas, con saltos temporales alocados y con cierta “psicología for dummies”. Tampoco olvidemos que nos aturde con los resaltados acordes de Hans Zimmer para crear una tensión dramática forzada. Basta con repasar su filmografía: “Memento” (2000), “Noches Blancas” (2001), “El gran truco” (2006) y “El Origen” (2010). Aunque, lógicamente, hay una excepción: “Batman, el caballero de la noche” (2008). Pero claro, por suerte poco de esto apareció en la realización de Snyder. Al contrario, esta nueva historia de Superman deja de lado todo psicologismo barato del personaje, a pesar de meterse en los conflictivos orígenes del hombre de acero. Snyder, el mismo de “Watchmen” (2009), hace una producción a pura adrenalina intercalada con escenas más “intimistas”. “El hombre de acero” mantiene un ritmo intermitente, pero esto no significa que sea algo negativo. El director demuestra cómo y dónde apretar el acelerador logrando un pulso anárquico y áspero. Sabiendo dosificar entre el “rompan todo” y el trauma del superhéroe. Sí, por suerte, Superman no sufre la oscuridad que sí posee Batman. Otro aspecto destacable de la película es el nuevo Superman encarnado por Henrry Cavill, apoyado por un elenco con experiencia como Kevin Costner, Russel Crowe, Diane Lane y Amy Adams, confirmando ser una de las actrices con más presente y futuro en Hollywood. Para ir cerrando, vale reiterar que éste es un nuevo Superman, distinto al edulcorado de Bryan Synger del 2006, porque Zack Snyder le ha dado un estilo más espectacular, con más fibra y hasta más romántico. Lo ha reencuadrado (un recurso reiterado en la película) en un nuevo universo, pero claro, digámoslo así: por más que este Superman rompa todo lo que se le cruza y abra un nuevo futuro para el superhéroe, el verdadero hombre de acero que se la sabe todas es ese que se luce en la saga de Marvel y que es interpretado por el gran Robert Downey Jr.
El hombre de acero (Man of steel, Zack Snyder, 2013) Como rompe Lo que en Superman (1978) se mostraba en unos diez minutos, acá se demora cerca de una hora. La destrucción de Kriptón y sus formas de vida, la existencia de ese mundo lejano, todo aquello que quedaba libre a la imaginación del espectador, queda aquí expuesto en una introducción poco interesante, más bien predecible e intercambiable con otras. La civilización que consumió los recursos naturales del planeta hasta destruirlo. El nacimiento del niño que significará el legado de una raza extinta. Su envío a la Tierra. Una vez llegado a su nueva casa, el hombre ya crecido que se pregunta la razón de su existencia, que salva mucha gente porque claro, es muy bueno, pero sigue sin entender aún qué tiene que hacer en la vida. Por fin aparece el padre, o una imagen holográfica de su verdadero padre y le explica otra vez todo lo que ya vimos al principio, y algunas cosas más. Simultáneamente a la comprensión de sí mismo y de la dimensión de sus poderes aparecen los malos (por suerte hubo una sincronización), esos tres villanos escapados de Kriptón y que recién comenzaban a molestar y a querer dominar la Tierra en Superman 2 (1980) son aquí unos cuantos más –como ocho–, pero para entonces ya el espectador está demasiado aburrido. Superman no hizo nada para ganarse su simpatía, el conflicto se demoró mucho, y tanta explicación y justificación empiezan a volverse molestos. Luisa Lane –Amy Adams, quizá la mejor del reparto– ya demuestra en su primer diálogo que es una mujer resuelta y que se enfrenta a un mundo de hombres utilizando un lenguaje de camionero –una muestra de feminismo mal comprendido, por el cual se adoptan los mismos vicios que se critican–. Cuando llega la primera mitad de la película, la cosa ya empieza a moverse, y de qué manera. El director Zack Znyder (300, Sucker punch) apuesta a la ruptura de tímpanos –cada vez que Superman sale volando suena un estruendo- al diálogo grandilocuente y a la destrucción edilicia: algo así como una cincuentena de rascacielos son destruidos durante la película aunque nunca se ve morir a los civiles cuando los edificios caen (es increíble como la censura desde la transmisión televisiva de los atentados del 11 de septiembre del 2001 se ha mantenido inalterada). Con tanta acumulación de destrozos sin ningún respiro, uno deja de sentirse impactado por los efectos, deja de preocuparse por las posibles pérdidas, y hasta se olvida de cuáles villanos fueron abatidos y cuáles no. Los malos no escapan al estereotipo y no parecen esconder dimensión emocional alguna. Eso sí, hay alguna pelea callejera –a trompada limpia y a toda velocidad entre seres superpoderosos que vuelan y atraviesan cosas– que parecería no tener precedentes en cuanto a contiendas filmadas. Las escenas de vuelo respiran libertad y los efectos visuales en general están muy logrados – mejor que así fuera, hubo 225 millones de dólares volcados–, pero cuánto bien le hubiese hecho a esta película un mínimo de sustancia, y algo de aire entre demolición y demolición. Publicado en Brecha el 21/6/2013
Man of Steel: Superman no es el superhéroe que solían conocer Cómo todo fan del cómic, Superman está entre mis favoritos, y honestamente, no puedo decidir quién me gusta más entre Batman, Spiderman, Iron Man o Superman. Este último, siempre fue el más sufrido a la hora de traspasarse a la pantalla grande y chica. Tanto, que hasta hace unos años atrás hablábamos de una maldición. Si realmente existía, la maldición se rompió cuando Warner Bros encontró la forma de hacer la historia ‘realidad’. La serie Smallville fue la reivindicación y un regalo de Dios para los fanáticos de Superman. El mundo de este superhéroe siempre pareció ser muy grande y muy complejo para la ficción. Si bien Smallville era solo una pequeña parte de la historia (sus principios como adolescente y la transición a hombre-superhéroe), toda la mitología del personaje y su mundo, estaban ahí, para el deleite de sus seguidores. Uno de los puntos fuertes de la serie, era indiscutiblemente su protagonista, Tom Welling. Después de la serie y de Superman II (Richard Donner, 1980), parecía que nadie podía encajar en las calzas y la capa mejor que Welling (bah, nunca aceptó ponerse el traje) y Christopher Reeve (RIP), y no habría mejores historias y adaptaciones que esas. ¿Acaso voy a decir que Man of Steel está a la altura de lo que esperábamos? Sí y no. Siempre dije que Zack Snyder es un chanta, vende humo. Hace maravillas con lo visual, pero su narrativa como director, bien, gracias! Eso, hoy en Hollywood, parece no importar. Por eso Michael Bay sigue teniendo trabajo, Duh! Muy a pesar de que la película generaba otro interés porque Christopher Nolan estaba involucrado en la producción y la historia, no era suficiente. Al menos no para mi, por lo que el escepticismo nunca me abandonó hasta después de terminada la película. ¿Cambie de opinión? Sí y no. Otro conflicto interno que tenía era, ¡¿quién es Henry Cavill para ser Superman?! Hasta hace un tiempo atrás, un don nadie, super hot, que ahora le debe toda una carrera gracias al personaje de DC Comics. Cavill es verdaderamente uno de los puntos fuertes de Man of Steel. No es solo una cara y un cuerpo lindo. No creo estar equivocada cuando digo que buscaron a alguien similar a Welling y Reeve para llegar a Cavill. Sus facciones son parecidas y el traje de chico de pueblo, inseguro, super bueno, pero con poderes y una fuerte postura de lo moral y lo correcto, le queda perfecto. Hablando de lo que más importa, Snyder sigue siendo un charlatán, vende humo, obvio, pero con un muy buen ojo para los efectos (Dios! Esa capa…), aunque eso en realidad se lo debemos agradecer a WETA Digital,. Man of Steel tiene muchos propósitos. El principal, es dar a conocer parte de la historia de Superman que la mayoría no conoce. Su otro punto fuerte es que es una película de ciencia ficción, ni más ni menos. Como siempre debió ser. Solo Smallville se había arraigado al hecho de que Superman es un extraterrestre. Por primera vez, la historia repite una y otra vez que Superman es Kal-El, hijo biológico de Jor-El (Rusell Crowe), dejando de lado a Clark Kent. Para esclarecer y explicar esta primerísima fase de la historia, el guionista y escritor de Man of Steel, David S. Goyer, se ve en la obligación de hacer un prólogo, demasiado largo y detallado para el espectador medio. Y esto, a lo largo de toda la película, es su mayor defecto y su mayor virtud. Defecto para el público general, que puede sentirse abrumado con tanta información; y una virtud para el fanático que conoce la historia y aprecia los detalles mínimos en la película. Quiero creer que no fui la única que saltaba como estúpida cuando veía entre cuadro y cuadro, palabras como Lex Corp, Wayne Industries, Sullivan y Smallville por nombrar algunos detalles. Entonces, ¿cuál es mi problema con Zack Snyder? Básicamente, la mitad de su película. Partiendo del medio hacia el final. El no puede simplemente evitar la grandilocuencia. Su ego es el mayor problema. Es como si quisiera demostrar que Superman, ¡un tipo super pacifico!, puede destruir mucho más a Metrópolis de lo que The Avengers destruyó a New York. Es un concurso de ‘measuring dicks’, como dice Lois Lane (Amy Adams). ¿Por qué Nolan no le puso un freno a su show de fuego artificiales?… Aunque aprecio el gesto de que muestren el Superman que sufre con la sangre en sus manos. Por otro lado, es realmente hermoso cómo Snyder y Goyer deciden contar la transición de un Clark niño a adolescente y de adolescente a adulto. La fotografía elegida es bellísima. Las pequeñas escenas de chico conflictuado por sus poderes, su deber ser y de familia feliz que se eligen, dan una clara idea de la relación que Clark tenía con su mamá (Diane Lane), pero sobre todo con su papá no biológico, a quien le debe agradecer lo que es. Y en parte, eso es gracias al gran cast que Snyder y compañía eligieron. Hay que resaltar lo bien que se resuelven las historias de Jor-El y Jonathan Kent, además de la calidad paternal que le aportan Rusell Crowe y Kevin Costner a sus personajes. Para finalizar ¿Me gustó Man of Steel? Sí y no. Es muy común que mi persona se divida en dos: la cinéfila y la fan, la crítica y la apasionada. La primera encuentra en Man of Steel muchas falencias narrativas que Snyder trata de cubrir con su típico espectáculo visual y eso es lo que irrita. Este director está sobrevalorado y no me voy a cansar de decirlo hasta que demuestre lo contrario. Este no es el caso obviamente. La historia se torna insostenible pasado los 90 minutos y la guerra entre el malévolo General Zod (Michael Shannon) y Superman es demasiado extensa para una sola película. No creo que haya sido el enemigo ideal para comenzar otra vez con la historia del Hombre de Acero. La segunda yo, se deja llevar por esos detalles que solo un fanático del superhéroe puede distinguir y valorar. Este es el Superman que nosotros ya conocíamos y el resto no. Es agradable ver que, antes de ponerlo como el Super Dios todo poderoso que es, por fin se plasma el lado más sentimental y conflictivo de Superman, así como se hizo con la última trilogía de Batman, por lo que sospecho que es todo gracias a la mano de Christopher Nolan. En definitiva, muchos fanáticos encontraran en Man of Steel defectos que se contraponen con los hechos: ¿y la kriptonita?, ¡Perry White NO es negro! y ¡Lois Lane es morocha, no colorada! Sólo pequeñeces. Pero estando parado de un lado de la línea o del otro, del lado fanático o del lado crítico, Man of Steel está lejos de ser una película perfecta, que sobresale del resto por el reajuste que se le da a Superman y su mitología.
Cualquier película basada en un mito muy araigado es un riesgo: el límite entre la visión personal y la traición lisa y llana es demasiado delgado. Hasta hoy, las películas sobre Superman habían logrado equilibrar el humor ingenuo del personaje (después de todo, un ser perfecto que gana siempre e indefectiblemente) con invenciones más o menos a tono. Sin dudas, las dos que dirigió Richard Lester con Christopher Reeve, aunque sus efectos hoy nos parezcan toscos, permanecen en ese equilibrio. Esta nueva versión tiene méritos: invención surrealista en algunas secuencias de acción, la actuación breve y perfecta de Diane Lane y Kevin Costner, un protagonista que entiende a su personaje y ciertas traiciones bienvenidas. Pero adolece de un respeto mortuorio y solemne incluso en aquellas escenas donde debería ganar la comicidad (cómo se extrañan los Lex Luthor de Gene Hackman o incluso Kevin Spacey aquí). La idea de contar el origen para luego ir hacia otros rumbos probablemente más oscuros deriva en una película que, sin aburrir y con cierta bravura ocasional, parece un enorme trailer de dos horas veinte, un preludio para lo que indefectiblemente habrá de venir. Lo que deriva en algo así como un álbum de figuritas, una colección de “todo lo que usted debe saber de Superman para comprender al personaje” al que se le ha sumado algún trauma con sus padres (los dos papás, ojo, que con la mamá todo está bien). Continuará en unos años.
Una propuesta visualmente impresionante, con mucha acción y con un muy buen comienzo, pero también es una película que pide a gritos más humor, más profundidad en la relación con el rol femenino, un director que sepa rematar debidamente los asuntos morales del personaje, y, por sobre todas las cosas, menos caos, menos muerte y menos explosiones en los minutos finales.
Un cuento es un buen cuento si está bien contado. Es importante que el cuento entretenga, muy importante diría, pero no fundamental, lo que importa en el cuento es cómo está narrado, el clasicismo, las formas. Y en el cine eso es todo lo que importa. Las formas. Eso que da vigor, que nutre de proteínas el relato, que pone la marca indeleble del que firma. La forma cinematográfica. Yo reconozco “la forma” en Después de la Tierra de M. Night Shyamalan, veo la prueba iniciática, veo el drama filial y lo puedo relacionar con su cine. Ese placer del género y de la conexión cinética me entretiene. ¿Qué me puede llegar a entretener en los apuntes gélidos, mal filmados y tediosos de Zack Snyder en El Hombre de Acero? ¿Reconocemos algún tipo de cine ahí, vemos alguna firma? ¿Son claras las formas?
Zack Snyer, David S. Goyer y Christopher Nolan tomaron la posta del mítico superhéroe y dieron su versión sobre el hijo de Kriptón. Cargadísima de efectos visuales pero a la vez profunda e íntima, El Hombre de Acero (Man Of Steel, 2013) muestra una faceta del héroe que nunca se había visto en el cine. Siete años después del estreno de Superman Regresa (Superman Returns, 2006) el último hijo de Kriptón vuelve a surcar los cielos de la mano de dos tipos que resignificaron a Batman con la trilogía de El Caballero Oscuro. Y si a esto le sumamos al director Zack Snyder, quien llevó al cine Watchmen (2009), el cómic de Alan Moore que se consideraba infilmable, obtenemos como resultado una película espectacular por donde se la mire. En El Hombre de Acero se aborda como nunca al extraterrestre musculoso. Aquí se lo muestra frágil y se expone una niñez plagada de incertidumbres y sufrimientos. Además de la obvia referencia a la religión judeocristiana, que en esta película se hace más visible que nunca, se plantean cuestiones existenciales y se aborda el tema de qué pasaría si la gente se enterara de que un extraterrestre con super poderes vive entre ellos. Así irán pasando los minutos en los que Snyder se concentra en mostrarnos a un Clark trotamundos que no encuentra su lugar en un planeta que no está preparado para su existencia. Y en lugar de hacer un relato lineal como hizo Richard Donner en Superman (1978), el director eligió dosificar la niñez del héroe a través de flashbacks que ocuparán un tiempo considerable en pantalla. Luego de que descubra para qué fue enviado a la Tierra y acepte su destino como salvador de la raza humana, Kal El deberá enfrentar a un viejo enemigo de su padre. El General Zod aterriza en nuestro planeta con la intención de recrear a Kriptón utilizando como base a la raza humana. Las batallas serán épicas y luchará contra varios enemigos a la vez. Snyder nos hace partícipes de cada golpe que propina y que recibe Superman y logra que sintamos la magnitud de su poder. Con la destreza visual que caracteriza al director de 300 (2007), Snyder demuestra que puede ofrecer largas secuencias de destrucción y a la vez imágenes simples pero bellas. Una mariposa posada sobre una cadena o una hamaca meciéndose son ejemplos de que no es sólo un director de películas llenas de efectos especiales. Dejando de lado el ralenti que lo caracteriza, Snyder dotó al Hombre de Acero de un realismo jamás imaginado en una película de ciencia ficción. La actuación de Henry Cavill es aceptable pero le falta un poco de intensidad. Si bien desde lo físico es impresionante y por tratarse de un actor inglés su trabajo con el acento es maravilloso, parece que lo mejor está por venir. Tal vez en la segunda parte, ya caracterizado como el periodista que desaparece cada tanto para salvar al mundo, podrá demostrar sus dotes actorales. Michael Shannon demuestra una vez más que es un excelente actor. Cabe destacar que el papel de Zod había sido interpretado por el gran Terence Stamp en Superman y Superman II. Con semejante antecedente, Shannon estuvo a la altura de las circunstancias y creó un villano clásico, un guerrero que quiere ver a Kriptón nuevamente en pie y que destruirá al que quiera impedírselo. Asimismo, Antje Traue le pone el cuerpo a Faora, secuaz de Zod que es tan bella como mortal. Russell Crowe hace un muy buen trabajo como el padre biológico de Superman. Jor El no sólo tendrá tiempo para guiar a su hijo sino también para pelear por su futuro.Y Ayelet Zurer hace un gran trabajo como la madre del kriptoniano. Otro de los grandes acierto del casting fue la elección de Diane Lane y Kevin Costner para encarnar a los padres terrestres de Clark. Cada escena en la que aparece Costner tienen una carga dramática espectacular. En cada flashback podremos ver las enseñanzas que luego definirán al superhéroe. Amy Adams, que no tiene mucho tiempo en pantalla, encarna a una Lois Lane distinta a todas las demás que pasaron por el cine y la televisión. Aquí es una luchadora que llega al fondo de la cuestión. Terca y desprejuiciada, se pondrá a la altura de cualquier hombre que se cruce a su paso. La escena en la que habla con el Coronel Hardy y el Dr. Hamilton deja en claro que esta versión de la periodista del Daily Planet no se calla nada. Esperemos que en la secuela, recientemente confirmada, pueda aparecer unos minutos más en pantalla al igual que el editor del Dayly Planet, Perry White, personificado esta vez por Laurence Fishburne. Para finalizar, podemos afirmar que El Hombre de Acero cumple con las expectativas que genera. Un despliegue visual impresionante, una banda de sondo compuesta por Hans Zimmer que subraya a la perfección cada escena y un casting muy bueno hacen de esta versión la más realista hasta la fecha. 4/5 SI Ficha técnica: Dirección: Zack Snyder Guión: David S. Goyer Estreno (Argentina): 13 de Junio de 2013 Género: Acción, Fantasía Origen: Estados Unidos, Reino Unido, Canadá Duración: 143 minutos Clasificación: AM 13 Distribuidora: Warner Bros. Reparto: Henry Cavill, Amy Adams, Michael Shannon, Russell Crowe, Kevin Costner, Diane Lane, Laurence Fishburne, Antje Traue, Christopher Meloni
El Hombre de Acero es la versión 2013 de la historia de Superman, el legendario personaje de historieta creado por Joe Shuster y Jerry Siegel en 1938, y que fundara el género de los superhéroes. Desde su nacimiento, Superman ha tenido numerosas encarnaciones en el cine y la TV, sea en seriales, dibujos animados, tiras televisivas y filmes, siendo el más recordado Superman (1978) de Richard Donner, el cual es un clásico indiscutible. Mientras que el filme de Donner hizo un enorme capote en las taquillas y fue alabado por la crítica, el desmanejo de la franquicia por parte de sus productores motivó la contratación de creativos mediocres, los cuales terminaron aniquilando la saga en su cuarto capítulo en 1987. El personaje subsistiría con mejor suerte en la televisión a través de numerosas tiras (Lois & Clark; Smallville; Las Nuevas Aventuras Animadas de Superman), pero pareciera que el horrendo fracaso de Superman IV: En Busca de la Paz - junto con el desbarrancamiento de otra jugosa franquicia de la editorial, como fue la del hombre murciélago en la masivamente odiada Batman & Robin (1997) - hubieran impregnado de pánico a los directivos de la DC, quienes comenzaron a dar una enorme cantidad de vueltas para autorizar nuevas adaptaciones de sus personajes al cine. Ni la oleada de megaéxitos de la Marvel - como Spiderman, Iron Man, Thor, Capitán América, Los Vengadores, Blade, y una larguísimo etcétera -, ni la masiva recepción de la aclamada trilogía de Batman orquestada por Christopher Nolan lograron sacarle el miedo a la gente de la DC Comics, quienes siguieron armando sus proyectos a paso de tortuga y bajo la atenta mirada de un riguroso comité. El fracaso lo tienen calado en los huesos, sea con las tibias de recepciones de Watchmen, Linterna Verde, o incluso el capítulo del héroe de Kriptón dirigido por Bryan Singer Superman Regresa - el cual recaudó bien pero no en los términos masivos que esperaba la gente de la DC -; eso sin contar con una larga lista de mediocridades que fallaron en la taquilla como Jonah Hex, Constantine o Gatúbela. Es por ello que la DC Comics sólo se animó a revivir al más venerado personaje de su panteón de superhéroes después de ponerle a Christopher Nolan una millonada sobre la mesa para que oficie de supervisor creativo de la nueva versión. Nolan llamó a Zack Snyder - director de 300 y Watchmen, y un tipo que realmente sabe cómo filmar un comic -, y se pusieron a trabajar en El Hombre de Acero junto con David S. Goyer - otro tipo que entiende de sobra sobre el tema, ya que ha escrito el 90% de los filmes de superhéroes que se han rodado desde finales de los 90 hasta ahora -. Con semejante equipo de estrellas uno pensaría que las cosas no podrían salir mal, más aún cuando el trío ha declarado sus intenciones de hacer una historia realmente épica, y de utilizar al límite la parafernalia de efectos especiales que la industria tiene a su disposición para plasmar la espectacularidad que es innata de las aventuras del personaje, pero que en ninguna de las versiones previas se pudo retratar con fidelidad. Pero El Hombre de Acero no termina siendo ese martillazo en la cabeza que todos esperaban. Es una película muy buena, es gigantesca y espectacular, e incluso tiene la valentía de hacer cosas muy diferentes pero, por otra parte, se siente episódica y emocionalmente inerte. No es Batman Inicia - un filme en donde todo se sentía fresco -, sino que se muestra como una especie de remake más oscura de las Superman I y II dirigidas por Richard Donner y Richard Lester a finales de los 70. Es como si Nolan hubiera resumido en un papel los 10 puntos más destacados de los filmes de Donner y Lester, y hubiera decidido escribir su propia versión sobre ellos. Así es como tenemos la visión nolaniana de la hecatombe del planeta Krypton, la llegada de Kal-El a la Tierra, su viaje por todo el país en busca de su identidad, el reencuentro con su padre en versión holográfica, y el enfrentamiento con el general Zod y sus huestes, últimos vestigios de la civilización kryptoniana. Incluso hay una nueva versión de la clásica afrenta que sufre Clark Kent en un bar de Alaska - de Superman II -, la cual aquí termina de manera mucho más satisfactoria. El problema con la mayoría de estos puntos regurgitados es que carecen de linealidad. La historia va a los saltos - la nave de Kal-El llega a la Tierra... y a la escena siguiente lo tenemos hecho un treintañero que estiba pescado en un barco en Alaska; el conflicto con su naturaleza es presentado en forma de flashbacks, cuando hubiera sido mucho mejor ser lineal, mostrando el encuentro de los Kent con el chico, su crianza, las primeras lecciones morales de su padre Jonathan sobre el sentido del destino, etc - y eso le quita efectividad. Es que, en realidad, el problema de fondo con la historia de Clark Kent / Ka-El / Superman es que Nolan y Goyer se aferran demasiado a traducirlo en términos de alegoría cristiana - con lo cual la narración sigue en cierto modo a la historia de Jesús en el Antiguo Testamento: su origen, algunos fragmentos de su infancia, salto a los veintipico de años en donde recibe la revelación de su misión, su sacrificio final a los 33 años, etc -. En versiones anteriores - como la de Donner en 1978, o la de Singer en Superman Regresa - siempre hubo alusiones y paralelismos entre el superhéroe y Jesucristo (como individuo todopoderoso y omnisciente, como ser enviado desde las estrellas con una misión de cambiar la vida de los habitantes de la Tierra, incluso como figura con poderes divinos capaz de regresar de su propia muerte), pero acá los paralelos sobreabundan y están excesivamente subrayados. Los personajes se turnan para hablar sobre Kal-El como un Dios llegado al planeta, un individuo cuya misión es de esperanza - la traducción kryptoniana de la S en el pecho -, un ser destinado a marcar un antes y un después en la vida de todos los terrícolas. Kal-El vaga sin rumbo por la Tierra tal como Jesús lo hizo en el desierto, y cuando llega al altar construído por su padre recibe la instrucción de lo que es su verdadera misión en el planeta, momento de iluminación que le llega a los 33 años de edad. Eso sin contar de que el héroe tiene un momento de flaqueza y decide sacarse todas sus dudas... yendo a una iglesia para hablar con un cura sobre el sentido de su destino. Mientras que Snyder es excelente para lo visual, por otro lado carece de sutileza narrativa como para que los momentos alegóricos no resulten tan estridentes. Cuando aparecen esos paralelismos con Jesucristo la historia se ve forzada. Por ejemplo, el momento en que Jonathan Kent se sacrifica para mantener el secreto sobre los superpoderes de su hijo (una importante alteración en la mitología tradicional del superhéroe), resulta extremadamente absurdo. ¿Cuál es el sentido de esa muerte?. No le aporta nada al protagonista, excepto dolor e impotencia. Pero esa clase de problemas no son únicos de Jonathan Kent, sino también están presentes en Jor-El. Las figuras paternas que dibuja el libreto apestan, ya que no se tratan de hombres magníficos y formadores de héroes, sino una parva de individuos pasivos, temerosos de Dios y resignados a su destino. El determinismo de Jor-El es escalofriante - como su raza ha hecho las cosas mal, está convencido de que su pueblo debe morir y le niega la oportunidad de superviviencia al resto de sus compatriotas; ¿qué autoridad moral tiene para ello? -, y la neutralidad de Jonathan Kent es chocante - el tipo cree que no debe interferir con el destino de Clark, con lo cual no le da ni una lección de moralidad y grandeza, sino que aguarda en silencio que en algún momento el muchacho se decante solo entre el bien o el mal -. Sólo sirve para sentarse junto a su hijo y llorar juntos por el drama de ser diferente al resto. El otro gran problema con el filme es la naturaleza de la subtrama kriptoniana. La ya mencionada actitud de Jor-El, diciendo "nos portamos mal como raza, agotamos nuestro planeta, y por eso debemos morirnos", en vez de hacer algo realmente útil para salvar a su pueblo. En mas de un momento uno siente a Jor-El como el verdadero villano de la historia en vez de una figura trágica, y hasta le doy la razón a la causa del general Zod. ¿Por qué no darle el código genético de la raza al general, para que monte un éxodo y reconstruya la civilización en otra parte del universo?. ¿Por qué mandarla en la nave con su hijo, para después decirle que la archive?. Para colmo la historia está plagada de inconsistencias - la nave prisión de Zod pierde su energía cuando explota Kryptón y por eso se liberan; algo similar ocurre con las sondas espaciales que los kryptonianos lanzaron a numerosos planetas de otras galaxias en busca de recursos minerales; o el absurdo de la gigantesca nave espacial enterrada en el hielo del ártico desde hace miles de años (que reemplaza a la tradicional Fortaleza de la Soledad), mandada por la gente de Jor-El... cuando el tipo sóo hace 33 años (otra vez, la edad de Cristo!) envió a Kal-El a la Tierra -, que la torpedean. ¿Por qué no escribieron algo menos conflictivo que el tema del código genético kryptoniano?. ¿Por qué no quedarse con el simple deseo de venganza (hacia el hijo del fiscal que lo recluyó en prisión perpetua en la Zona Fantasma), tal como tenía Terence Stamp en el filme original de Richard Lester de 1980?. Mientras que Kryptón y los padres de Superman / Clark Kent resultan discutibles, el resto de la trama es muy buena. Me gusta mucho que Nolan & Cía hayan adoptado un punto de vista moderno, en donde Lois Lane conoce la identidad de Superman / Kal-El / Clark Kent de entrada. Es ridículo pensar que un personaje tan avispado pueda ser engañado por un par de lentes y una mala imitación de Cary Grant (es por ello que el Clark Kent que todos conocemos prácticamente no aparece en la historia). De este modo la relación es mucho más frontal y madura, aunque aquí sea la de una periodista intentando conocer a un alienígena todo poderoso que se encuentra indeciso entre permanecer en el anonimato o aceptar su rol de salvador de la Tierra. La química entre Amy Adams y Henry Cavill es buena, aunque no brillante, y basta para que la relación funcione. La Lois Lane de Adams es inteligente, realista y avispada, pero no es la meterete inconsciente que protagonizaba Margot Kidder (y que era más apropiada al rol clásico del personaje). No sé si es el mejor enfoque del personaje, pero es uno válido. Por su parte Henry Cavill posee una gran presencia física - el tipo es Superman, aún cuando no tiene traje -, es muy sobrio y, a la hora de los bifes, es un auténtico bad ass. Mientras que Cavill compone a un Superman potente y furioso, por otra parte es algo deslucido cuando no anda cometiendo actos heroicos. No es un problema del actor sino del libreto, el cual está tan obsesionado con los conflictos del personaje que prácticamente no le inyecta algo de humor que contribuya a humanizarlo. Y por supuesto están los efectos especiales. Este es un filme realmente masivo - uno que haría orinarse en sus pantalones a Michael Bay; otra que una catarsis violenta para perderle el miedo al 11 de setiembre de 2001, con decenas de rascacielos viniéndose abajo con sus ocupantes dentro - y espectacular, pero da la impresión que todo ese show termina devorando a los personajes en el corto plazo. Como este Superman no es un simpaticón que guiña a la cámara, a uno no le importa tanto su suerte en semejante orgía de destrucción. El filme hace las cosas que uno siempre esperó de Superman - batallas masivas, ciudades arrasadas, lanzamiento de cosas gigantescas como improvisados proyectiles, etc -, pero llega un momento en que tanto caos sólo resulta en ruido y aturdimiento. Hacia falta algo menos de engolosinamiento con los efectos especiales y un poquito más de humanidad (y tranquilidad) en el desarrollo de los personajes. Sin dudas El Hombre de Acero explotará en las taquillas y recaudará una cifra obscena de dólares. Hay muchas cosas buenas en el filme - la estética, la acción, la visión más oscura y furiosa del superhéroe, un villano educado, siniestro e inteligente como el general Zod de Michael Shannon, el enfoque moderno de la relación de Lois & Clark -, pero también hay agujeros de lógica (la trama del código genético) y versiones discutibles de personajes tradicionales (como Jor-El y Jonathan Kent). Tampoco la primera parte - con la descripción de los años de juventud pre-Superman del personaje - tiene la fluidez que debiera. Sin dudas es un Superman diferente, pero no uno que resulte parejo o enteramente satisfactorio. Quizás en un futuro cercano los filmes de Superman logren despegarse de la sombra de la película de Richard Donner, y generen una identidad que, si no opaca, al menos conviva en otro plano de existencia con los que tenían a Christopher Reeve como el superhéroe de capa roja - algo similar a lo que pasó entre los Batmans de Tim Burton y Christopher Nolan -. Aquí hay un primer paso en tal sentido, que toma ideas de los momentos más recordados de la saga y las regurgita en una visión más oscura... y no siempre bien lograda. Cuando la franquicia decida traer temas (y villanos) nuevos, y deje de transitar por caminos que todos ya conocemos, quizás allí podremos evaluar en sus propios términos a la visión de Nolan, Goyer y Snyder sobre el superhéroe más grande del género. Por el momento sólo tenemos un anticipo, el que resulta tan prometedor como imperfecto.
Este Superman tiene como principal novedad el hecho de despegarse absolutamente de las versiones de los años 80 e inclusive de la última y bastante desmerecida Superman regresa de Brian Synger, que mantenía una fidelidad manifiesta hacia la saga protagonizada por el inolvidable Christopher Reeve. La estética, la melodía original de John Williams y la presencia de Marlon Brando redigitalizado como Jor-El, denotaban esa clara evocación, que aparentemente se volvió en contra de aquella versión de 2006, poco apreciada por público y crítica. Al modo de El sorprendente Hombre Araña, El hombre de acero baraja y da de nuevo y propone, en principio, una catarata de acción y despliegue visual como jamás ningún film o serie sobre el superhéroe más famoso tuvo antes. Y además encuentra en Henry Cavill a un Súperman espléndido en sus aspectos físicos y dramáticos, superior al Brandon Routh del anterior film, aquí realmente avasallado por una producción a todas luces más a tono con las tendencias actuales. La imagen, el vestuario y el diseño de los símbolos y mitos supermanianos están reconfigurados con estimulante ingenio. A la imaginería visual de Zack Snyder se le suma el concepto de superhéroe moderno que ha instaurado Christopher Nolan, en este caso como productor y también coautor del argumento inicial. Ambos cineastas le imprimen a la película un clima uniforme pese a transitar por diferentes vicisitudes argumentales. La utilización de flashbacks que recorren sucintamente la niñez y adolescencia de Clark Kent resultan apropiados, sin reiterar momentos trillados de la vida del kryptoniano. Sí en este caso, y es una de las sorpresas de la versión, El hombre de acero le da una gran cabida a la historia en el planeta de origen, con un intenso y notable arranque a todo Kryptón, previo al envío del bebé Kal-El hacia nuestro mundo. El enfrentamiento final entre el de la capa roja y el General Zod en medio de una Metrópolis devastada (Superman se muestra aquí bastante desaprensivo) es sin dudas espectacular y deja sin aliento. Emocionante pero sin embargo muy poco emotivo (Superman regresa, pese a sus falencias, emocionaba más) el andamiaje de Snyder, redimensionado por la descomunal música de Hans Zimmer, impresiona sin pausas, con el consistente Cavill al frente de un buen elenco de figuras que destaca a Amy Adams, Russell Crowe, Michael Shannon y Kevin Costner.
EL superhéroe revive ¡Por fin se dio! Superman tuvo el reboot que se merecía hace tiempo y abre el camino para mejorar considerablemente las adaptaciones cinematográficas de DC Comics que vienen con varios tropiezos en los últimos años, con la excepción de Batman, claro. El hombre de acero es uno de los superhéroes más famoso y querido del mundo comiquero, quizás el más importante de todos. Icono del siglo XX, ha formado parte fundamental de la infancia y adolescencia de millones de jóvenes (me incluyo) a lo largo y ancho del globo, por lo que, llevar su historia nuevamente a la gran pantalla no era ninguna tarea fácil y es lógico que encuentre un poco de resistencia en algunos sectores. La dupla conformada por Zack Snyder ("Watchmen", "300", "Dawn of the dead") y Christopher Nolan oficiando de productor/guionista (trilogía de "El Caballero de la Noche", "El Origen"), generó de antemano una expectativa tremenda, que por suerte fue colmada en la mayoría de los casos. Se nota bastante la mano de ambos talentos, por un lado esa visión humana y compleja que imprime Nolan a sus personajes, con todos sus defectos e inseguridades, sus valores y encrucijadas; y por otro, está toda la pericia técnica de un capo del entretenimiento como lo es Snyder. La combinación de ambos dio como resultado un producto que mueve, asombra, transmite sensaciones y hace sentir identificado al espectador con uno de sus héroes favorito. Confieso que me hubiera gustado ver un poco más de Nolan y menos de Snyder, no porque este último no me guste, sino porque considero que en la comparación de talentos, el cerebro de "El Caballero de la Noche" entiende mejor lo que una persona quiere vivir cuando acude a ver una película de este tipo, capta la esencia del séptimo arte y brinda entretenimiento puro. Me gustaría mucho que se arregle un enroque entre este dúo, tal y como acordaron Steven Spielberg y Peter Jackson con "Las aventuras de Tintín"... ¡Sería la gloria! Dos pilares fuertes a resaltar tienen que ver con el guión adaptado por David S. Goyer y Christopher Nolan, y por otro lado la factura técnica que realmente fue impecable (Michael Bay, tome nota). Más allá de que el personaje de Kal-El (Superman) es extraterrestre, ambos escritores supieron balancear ese origen alienígena con la crianza humana a la perfección, ofreciendo momentos profundos en los que debe luchar con su crisis de identidad. En este aspecto, tuvieron mucha relevancia los padres, Jonathan Kent y Jor-El, interpretados maravillosamente por Kevin Costner y Russell Crowe respectivamente. No debo dejar de mencionar la misma tridimensionalidad para el General Zod (Michael Shannon), contrapunto del héroe y protector del "bien mayor". El realismo de sentimientos que se imprimió a "Man of Steel" fue un gol de media cancha. El otro pilar de la propuesta está integrado por el conjunto de efectos visuales y el OST compuesto por el maestro Hans Zimmer. Podremos ver tipos volando, tirando rayos con los ojos, moviéndose a la velocidad de la luz, naves espaciales titánicas y todo con una naturalidad impresionante. Quizás aquí yo habría bajado un poco la pirotecnia, ya que más allá de estar fabulosamente armada, hay momentos en los que uno se puede llegar a sentir un poco aturdido. Sabemos que Snyder AMA la locura visual, y no está mal, pero creo que debería haberse auto censurado un poquito para esta primera entrega. En conclusión, "Man of Steel" es un inicio más que positivo y que supo encontrarle la vuelta a este personaje, que seguramente tendrá muchas cosas para mejorar, pero está claro que DC Comics empieza a pisar fuerte y se abre una nueva etapa en el mundillo cinematográfico de las "superhero movies".
SOBRE HEROES Y TUMBAS La pesadez y grandilocuencia que arrastra Superman: el hombre de acero es producto directo de la necesidad de Warner, Legendary Pictures y DC Comics de imponer un producto que sea necesariamente diferente de los de Sony Pictures, Disney y Marvel. Por supuesto, que el principal responsable de este tono no es otro que Christopher Nolan, el director/productor con menos sentido del humor de Hollywood. Zack Snyder, el director elegido para llevar adelante este reboot (así se denominan a los reinicios de cada franquicia), es un tipo que carga con cierta experiencia a la hora de trasladar comics al celuloide (300, Watchmen), amén de haber demostrado ser redituable y confiable para los productores y estudios. No obstante, esto no lo convierte en el indicado para llevar a Superman a surcar los cielos y abrirse paso entre aventuras de diversa índole. La operación que hace Snyder es la misma que hizo Nolan para con Batman, esto es, sumarle seriedad y pomposidad a un personaje que se dedica a pegarle a las cosas y a volar por ahí en calzones rojos. Pero lo que funcionaba en el encapotado de los cuernos, aquí puede que no esté tan bien. La primera de las cosas que no terminan de cuajar es el tiempo que le lleva a la película despegar (sí, eso fue un chiste): más de medio film es lo que le toma a Snyder mostrar a Superman en el dichoso traje azul y rojo. Antes, peleas, traiciones, amenazas, que quien te creíste, que ya te voy a agarrar, que los voy a fajar a todos, pero, claro, sin una pizca de gracia y muy, muy lento. Lo segundo, es el tono religioso imperante a lo largo de toda la película… a ver si nos entendemos, estamos hablando de Superman, ¿alguien me puede explicar porque necesitan compararlo con Jesús? Hay una idea que gira alrededor de todo el film acerca de Superman como nuestro salvador, como aquel que baja de los cielos a iluminarnos y a enseñarnos el camino… vamos, ¿en serio? Si hasta con Russell Crowe parece que estuvieran encarnando aquello de “en nombre del padre, del hijo y del espíritu santo” (el ex-gladiador, que se la pasa deambulando cual fantasma, interpreta a Jor-El, padre kriptoniano de Kal-El, alias Clark Kent, alias Superman, alias-tengo-tantos-nombres-que-me-va-a-dar-una-crisis-de-identidad). Eso sin mencionar el significado de la muerte en la película (de ambos padres, adoptivo y biológico, de los villanos, de una raza entera) que lo único que hace es sumarle más pesar y gravedad a nuestro héroe, generándole conflictos psicológicos antes que físicos. En fin, que eso no sería algo tan malo si las escenas de pelea no estuvieran resueltas a lo Michael Bay, esto es: “dos tipos se pegan, rompen todo y lo voy a filmar bien acelerado, porque eso le da realismo, aunque cinematográficamente no se entienda nada”. Lo único que se llega a apreciar (y a disfrutar, hay que reconocerlo) es que, en un acto de sana irresponsabilidad, edificios enteros se caen a pedazos, aplastando a miles de personas en el camino (en una nota para el Suplemento Radar de Página/12, Mariano Kairuz hablaba acerca de que finalmente el fantasma del 11-9 fue exorcizado con esta película, que “más de diez años después, Hollywood podía dar por terminado su duelo por el 11-S, y que ya estaba bien hacer mierda Nueva York otra vez por puro espectáculo”), y la ciudad es desvergonzadamente destruida por Superman y el villano de turno. Así llegamos a un nuevo Superman, que si bien no está mal, arrastra una pesada carga que uno no asocia con el marciano (perdón, kriptoniano) volador. Son los tiempos que corren, ¿vio estimado lector?
SUPER-MESÍAS El Hombre de Acero es la película sobre Superman que faltaba en el DC Universe para comenzar el camino a ese súmum que sería – según los rumores – La Liga de la Justicia, así como Marvel lo hizo con Los Vengadores (2012). Como en el mundo de las novelas gráficas, la competencia se instaló también en el cine, después del fracaso que supuso Superman Regresa (2005), y ahora tienen un producto digno con el cual pelear además de la ya finalizada saga de Batman, dirigida por Christopher Nolan, quien en esta ocasión se pone en el rol de productor. Si se la ubica en este contexto, la película dirigida por Zack Snyder no está nada mal. Introduce muy bien al personaje (de forma excesiva, pero lo hace) en lo que será la primera de tres películas de esta franquicia, tiene efectos especiales excelentes, y está llena de estrellas que redondean el concepto de tanque absoluto hollywoodense. Ahora, ¿esto la hace una buena película en sí? No necesariamente. Porque la historia, como dijimos, necesita introducir tanto todo el universo, que pierde demasiado tiempo. Si a eso sumamos la excesiva poética que buscó el director de Watchmen (2008) en todos esos planos-detalle y la retocadísima fotografía, llegamos a la mitad del filme hastiados de tanto drama, flashbacks y búsqueda interior para explicar el devenir de Clark Kent. ¿Tan difícil era contar la vida del kryptoniano? Se complicaron demasiado. La película se hace larga. Muy larga. Tal es así, que cuando llega todo el clímax en el tercer acto, ya es más como un trámite para finalizar la trama. De hecho, la batalla final está muy bien filmada (sobre todo por el 3D), pero hasta parece agregada como si en los estudios hubiesen notado que faltaba acción. Todo se resume en un final abierto, típico de la tinta de Nolan y David Goyer, en que se hace un guiño con el espectador para generar empatía, como si eso aplacara todo el tedio anterior. Tres cuartos de la película son casi soporíferos, pero el peso que nivela la balanza para la calidad de la película, por suerte, recae en todo el efectismo despampanante del último acto. Cada uno dirá si eso es positivo o negativo. La música, otro elemento de solemnidad necesario en las producciones de Nolan, vuelve a estar a cargo de Hans Zimmer (sí, ante el éxito de Batman, Warner quiso repetir la fórmula casi a rajatabla). El alemán logra una partitura espectacular, pero ya se está repitiendo un poco. Si bien la música en la película no deja de ser intensa, hay bastante de El caballero de la noche asciende (2012) y El Origen (2010) en ciertos pasajes, por lo que por momentos se extraña la particular e inigualable banda sonora que John Williams hizo para las películas protagonizadas por Christopher Reeve. Las actuaciones están bien, todas. Incluso el no-muy-conocido Henry Cavill no lo hace mal en el papel protagónico. Pero, nuevamente, el problema es que todos quedan atrapados en la nube de drama que impusieron Nolan y Goyer. Russel Crowe roba cámara como nunca, haciendo de un Jor-El que es una suerte de conciencia-deidad que controla las acciones de los personajes implicados, aun cuando en el comienzo del filme ya tiene una secuencia en la que se luce como personaje clave. Y aquí entra la duda de si era necesario el tono religioso en una película que pone a un alienígena con súper poderes como si fuera un Mesías, con llamativos paralelismos hacia la figura de Jesucristo. Superman tiene 33 años, intenta representar la fe en los humanos incluso cuando es rechazado (y varias veces casi asesinado) por ser considerado superior. Hasta su cuerpo adquiere la figura del Cristo crucificado antes de dirigirse a una escena en particular. Eso, sin contar la parte en que Clark Kent entra a una iglesia católica a pedir consejo de un cura antes de tomar una decisión trascendental. “Él será como un dios para ellos”, dice Jor-El en un momento. ¿Era necesario hacer eso, Nolan, Snyder y Goyer? Bueno, uno se hace esta pregunta bastante a lo largo de todo lo que dura El Hombre de Acero.
A los "críticos" de cine, muchas veces se les olvidan las verdaderas razones por las que van al cine. Tanto a los profesionales, como a los amateurs. Y deberían recordar dos premisas fundamentales: Por qué van al cine y para qué hacen las críticas. Las respuestas van de la mano. Si se olvidan de la primera, se olvidan de la segunda. Hay que recordar que el cine, en su papel de arte, es un medio de expresión, pero también de entretenimiento. Si no fuera así, los precios no serían excesivos ni estarían en constante reinvención con las tecnologías tanto en la forma de hacer pélículas como en la sala de proyección. Y la segunda, que pienso que es la más fundamental, para recordar, recomendar (y hasta prevenir) al espectador medio dónde ir a gastar su dinero y su tiempo, para pasar 2 horas de su vida ante una secuencia de imágenes que logren hacerlo disfrutar de acuerdo a los gustos de cada quien. Y aquí entra una nueva pregunta, ¿para qué te acercas al cine a ver una película de un género que no te gusta, si después la vas a destrozar con tus pseudocríticas? Esto lo comento porque Man of Steel, la nueva producción de héroes de DC ha sido injustamente mal criticada. Y miren que no nos estamos metiendo con las críticas del algunas personas que conozco que se van a palabras altisonantes como "metafísica" y otros términos que en lo personal dudo que ellos mismos entiendan. ¿Para qué comparar una película de super hérores con teorías filosóficas o antropológicas? Superman es lo que es: un superhéroe con un objetivo específico: la gente que ama los cómics. ¿Fantasiosa? Es un extraterrestre. ¿Irreal? Es un súperhéroe. ¿Demasiados efectos? Es el más´poderoso de todos los héroes. Y desde ya les digo que es la segunda mejor película que he visto en este 2012 (y la primera es un género diferente y a la vez similar, como Cloud Atlas). De la mano del amo de los efectos especiales de Zack Snyder, y con el respaldo del equipo de Christopher Nolan en la producción, Man of Steel es la clara muestra de lo que debe ser una película del mejor de los super héroes, y lo digo, por ser el más poderoso de todos ellos. Christopher Reeve (aquel que personificara al hombre del traje azul y rojo en la década de los 80) nos entregó un personaje carismático y entrañable que nunca se va a olvidar. Pero ahora, Henry Cavill nos entrega su mejor actuación y en conjunto nos regalan una película increíble, impactante, un derroche de efectos, de peleas épicas, de destrucción, de lo que deberían ser los súper héroes. Si la tecnología ha dejado de ser limitante, hay que aprovecharla al máximo y Snyder sabe como hacerlo. Basta de "orígenes". La historia de la infancia con los Kent está más que trillada, y aplaudo esa visión de Krypton que nunca antes nos habían entregado. Aplaudo el peso que le dan a Jor-El encarnado en un magnífico Russell Crowe. Agradezco a la intrépida Lois Lane en la piel de la multinominada al oscar Amy Adams. Las pocas pero oportunas (y muy bonitas apariciones) de un Kevin Costner como Jonathan Kent; agradezco que estén reinventando el universo y mostrando que una ADAPTACIÓN de una historia totalmente clásica, puede ser bien hecha. Gracias Hans Zimmer por reinventar el clásico tema de John Williams. No es perfecta. Pero como si lo fuera. Los huecos en el guión se pueden perdonar. El desarrollo de personajes no es le mejor, pero la película no se centra en ellos, sino en él. El conflicto interno "a la Nolan" está presente pero sin ser tan profundo y tan repetitivo como en el Caballero de la Oscuridad (Superman los tiene, pero no tan oscuros). El 3D luce la última hora (aunque no es imprescindible) y Un Michael Shannon que cumple como el némesis Zod, pero es opacado por una espectacular Antje Traue (Faora). Y no, no es lo mismo que aquel Superman II que nunca explotó al máximo los poderes Kriptonianos. Sólo digo, agárrense de sus asientos por que es la batalla más impresionante de todas. ¿Avengers? No gracias. Muy infantil. Ésta si es batalla. Una película que vien vale la pena ver más de una vez.
El texto de la crítica ha sido eliminado por petición del medio.
El Superhombre vuelve a volar. Hace 6 años tuvimos ocasión de ver en cine lo que fue la última aventura e intento de revivir al personaje (y sacarle jugo again...), se trató de "Superman regresa" (2006)de Bryan Singer con un protagonista inexistente, si bien era dinámica y había un villano acelerado con la máscara de Kevin Spacey supuso un sonado fracaso de taquilla y su rápido olvido. Esta vez le tocó a Zack Snyder, vertido a la gloria fílmica por dirigir "300", quién intenta llevar un guión reciclando fantástica aventura del célebre héroe del cómic mundial. De un tiempo a esta parte casi todas las acciones cinematográficas enmarcadas en "mega producción" parecen intentar parecerse a la saga de "Trasnformers" y esta no deja de hacerlo, pero el espíritu del personaje está, su universo y su estatura de entretenimiento generoso también. Irreprochable en efectos especiales y su ofrecimiento visual que obvio no desentona. Todo lleva mucho del estilo "Nolan", cosa que descubrirán los adeptos por ejemplo a las recientes "Batman", sin llegara los tan sombrío o "dark" que aquellas poseen. Por el costado de las actuaciones el protagonista -Henry Cavill- tiene su facha y un talento similar a la madera, como los padres están más que aceptables la pareja formada por Diane Lane y Kevin Costner, Russell Crowe encarna con solvencia al padre genuino: Jor-el, Amy Adams es más que una bella presencia, en tanto que Michael Shannon compone un antológico General Zod. El que busque aventuras, obtendrá aventuras, el que depositó...a eso no...no... era otra cosa!
Publicada en la edición digital Nº 6 de la revista.
Somos parte de una generación que es contemporánea a una de las etapas doradas más importantes que vive el cine comercial moderno, la cual puede resumirse en una sola palabra clave: superhéroes. Muchos críticos y analistas del cine reconocen que esta etapa se inició en 1998 con el estreno de “Blade” de Stephen Norrington, protagonizada por Wesley Snipes y basada en el cómic publicado por la editorial Marvel, fundada por el mítico Stan Lee en 1939. La película, que contaba las andanzas de un vampiro que se convertía precisamente en un cazador de los de su raza motivado por la venganza, tuvo un éxito aceptable en términos económicos, pero su mayor acierto fue abrir el camino para las futuras producciones de ese estilo. Vale destacar que un año antes del estreno de “Blade”, llegaba a los cines “Spawn” de Mark A.Z Dippé, una producción de Warner Bros que intentaba imitar el éxito de “El Cuervo” de Alex Proyas, film taquillero, polémico y bordeado por la tragedia, que se estrenó en 1994. Tanto “Spawn” como “El Cuervo” eran films que estaban basados también en cómics, creados por Todd McFarlane y James O’Barr respectivamente. ¿Por qué se dejan afuera estos films que también forman parte de la década del 90, al igual que las producciones que Burton y Schumacher hicieron con Batman? Los que saben dicen que no hubiera existido etapa dorada del cine de superhéroes sin el desembarco de los personajes de Marvel en el cine. Siguiendo con esa linea y ese razonamiento, dos años después del desembarco de “Blade” en la pantalla grande (personaje que continuaría sus aventuras en el 2002 y el 2004) llegaría el quiebre de la mano de Bryan Singer y sus “X-Men“, film que tenia varios puntos en común con el trabajo de Norrigton (por ejemplo el contenido adulto para un publico especifico), pero que a su vez empezaba a diferenciarse y se preocupaba por sentar bases que el cine de superhéroes después se encargaría de respetar. Por ejemplo, los repartos con actores de peso, el apartado técnico más que cuidado y el respeto hacia las obras originales. El éxito mundial y rotundo de “X-Men” fue clave para que otros estudios empezaran a comprar derechos de los personajes de Marvel y se decidieran por concretar proyectos que tenían años dando vueltas por las oficinas de los productores. Entre ellos se encontraba “Spiderman” de Sam Raimi (2002), que al igual que “X-Men” de Singer, con el paso de los años se convertiría en una de las sagas cinematográficas más rentable de la historia del cine. Actualmente “Spiderman” tiene 4 películas estrenadas (el próximo año llega la quinta) desde su irrupción en el 2002, mientras que “X-Men” tiene 6 películas (el próximo año llega la séptima) desde su desembarco en la pantalla grande en el 2000. Durante el periodo de tiempo que se comprende entre el 2002 y el 2012, hubo solamente, basadas en personajes de la editorial Marvel, 25 películas. Es decir, un promedio de dos films por año, solamente basada en los personajes creados (directa o indirectamente) por Stan Lee. Frente a este colosal desembarco de personajes salidos de su principal competidora, DC Comics embistió con tan solo 6 películas en ese mismo periodo, 3 de las cuales fueron rotundos fracasos, mientras que las otras 3 conformaron la mejor (hasta ahora) saga cinematográfica en términos de calidad y eficacia (sobre todo en aspectos económicos y de cosecha de criticas). Estamos hablando de Batman señores y señoras, ese personaje que Christopher Nolan devolvió a su trono en lo mas alto del olimpo y que es para muchos (entre los que me incluyo) el estandarte y, al mismo tiempo, la cátedra de todo lo que debería hacerse a la hora de adaptar a la pantalla grande a un personaje salido de un cómic. Batman representa eso y mucho más: Es el caballo de guerra que le hizo frente solitariamente a todo ese despliegue de personajes que hizo Marvel (el cual culminó con “Los Vengadores” de Josh Whedon) y si bien no salió lujosamente victorioso, su mayor éxito radica en haber establecido las nuevas y fortalecidas bases en las que se basará esta segunda mitad de la etapa dorada de los superhéroes dentro del cine moderno, donde DC Comics (devenida en DC Enterteinment al hora de hablar de cine) jugará el rol clave. Y si bien la saga Batman terminó el año pasado con la espectacular “The Dark Knight Rises“, cual leyenda del fenix, DC Comics hizo el movimiento más inteligente de todos los que tenía a mano y decidió poner a prueba esas bases, fortalecer esos cimientos establecidos por Nolan y su Caballero de la Noche con el primero y el más importante de los superhéroes de toda la historia. Pónganse de pie señores y señoras porque ahora sí vamos a hablar de Superman, el personaje que nació en 1939 y hasta la fecha sigue siendo un estandarte para chicos muy chicos y grandes muy grandes. Siguiendo con la premisa de la etapa dorada de los superhéroes dentro del cine y la consolidación de sus películas como un género mismo a partir del 2002, seria ilógico hablar de las primeras producciones que se hicieron con el hombre de acero, o ir más allá de la aceptable “Superman Regresa” de Brian Synger (2006). Sin embargo, seria injusto también de nuestra parte tratar de hablar de “Man of Steel” de Zack Snyder sin referirnos a las grandes influencias que recibió por parte de “Superman” (1978) y “Superman II” (1980) de Richard Donner (la segunda dirigida en conjunto con Richard Lester). David S. Goyer (guionista del film), Snyder (director) y Nolan (productor del film) sacaron lo mejor de aquellas dos historias y la combinaron en un solo relato que sirve para presentarnos algunos de los hilos más importantes que puede ofrecer el ultimo hijo de Krypton. Es decir: El por qué tuvo que abandonar su planeta de pequeño, su difícil adaptación al planeta tierra (sobre todo a los humanos), la incansable búsqueda de su verdadera identidad y su enfrentamiento con el poderoso General Zod. Esos aspectos son los que los tres realizadores del film (Goyer, Snyder y Nolan) aplican a un esquema calcado y a prueba de fuego, como lo es el de las películas de Batman, para contarnos de la mejor forma que se hizo hasta ahora, los inicios de este personaje tan popular como lo es Superman. Ahí radica el principal acierto de este film, en elegir que es lo que se va a contar dentro de la amplia variedad de aristas que ofrece el personaje (merito de Goyer). Obviamente el cómo se lo cuenta también juega un rol central, aunque en este aspecto son dos los responsables (aciertos de Nolan y Snyder). “Man of Steel” podría dividirse, al igual que un libro, en 4 grandes capítulos, que a medida que avanza el relato van haciéndose cada vez más importantes jerarquicamente y ofrecen un resultado superior a su antecesor. Personalmente divido al film en: Orígenes, Clark Kent, Superman y el sacrificio. En “Orígenes” que forma parte del primer acto, conocemos Krypton, su organización social, sus dirigentes y su avanzada tecnología, pero también a Jor-El (interpretado de forma magistral por Russell Crowe) y a Lara Lor-Van (Ayelet Zurer), padres biológicos de Kal-El, quien será enviado por sus padres al planeta tierra para salvar su vida. La emoción implícita que conlleva toda esa situación, a la cual Snyder le agrega un poderío visual imponente, mientras que Goyer se encarga de presentarnos sin muchos preámbulos al gran villano del film, el General Zod (soberbio Michael Shannon), termina por convertirse en un prologo cargado de acción en el que todo esta atravesado por un tono épico que recién volverá a aparecer en la ultima parte del film. De ahí saltamos a “Clark Kent“, segundo capitulo del film, que también forma parte del primer acto del relato, donde el foco se centra precisamente en la identidad humana que asumió Kal-El en el planeta tierra, luego de ser adoptado por Papa Kent (Kevin Costner, el mejor actor de todo el film) y Martha Kent (correctisima Diane Lane). Este segundo capitulo, lejos de tener el tono épico, la dinámica y el ritmo del soberbio primero, se enfoca más en lo dramático y en lo humano del personaje. Clark Kent (Cooper Timberline, Dylan Sprayberry y Henry Cavill, quienes lo interpretan en diferentes etapas de su vida) lejos de ser el periodista que la mayoría conoce, es un hombre que recorre todo el continente en búsqueda de respuestas, sabiendo que su naturaleza no es humana y que su objetivo en este planeta, claramente no es pasar desapercibido. Los puntos más altos de esta parte son las actuaciones, que sirven para tejer la emoción que acompañara de aqui hasta el final del relato a nuestros personajes. La relación padre e hijo es la piedra angular que se erige como el principal motor de la historia, con emoción genuina y algún que otro golpe bajo necesario, que supone cambios con respecto a la historia original del personaje en los cómics. Durante esta parte también conocemos a una Louisa Lane (la hermosa Amy Adams) muy diferente a lo que podíamos imaginarnos previamente, la cual sirve para darle más dinamismo y rapidez al cierre del primer acto. El tercer capitulo, al cual denominé “Superman“, es tan extenso, tan completo y esta tan bien trabajado, que conforma por si solo todo el segundo acto del film ya que en él tenemos el surgimiento del superhéroe, los primeros desafíos y dilemas que debe atravesar, y ademas vuelve a poner en escena al villano del film, esta vez acompañado de todos sus secuaces, lo que conforma la introducción al conflicto central de la historia. La segunda parte de “El Hombre de Acero” es la que la consolida como la gran película que es, sin lugar a dudas. Aquí es donde el actor Henry Cavill toma la posta durante este tramo del film y se consolida como una excelente elección para este personaje. Volver a ver a Superman en acción es el elixir que todos buscamos a la hora de ver este film. Luego de una emotiva primera aparición (la imagen del ultimo hijo de krypton caminando por la Antártida pone la piel de gallina) y un primer vuelo que realmente te convence de que “un hombre puede volar”, tenemos el marcado paralelismo que caracteriza a esta historia con la del mesías y el salvador que viene a la tierra para sacrificarse. El ultimo hijo de Krypton es retratado como una especie de Moisés y Jesús al mismo tiempo, y los realizadores juegan con esa idea constantemente, no para la polémica sino para enderezar el rumbo del film y definir un subgénero del mismo, que es la ciencia ficción, cuyos elementos marcan completamente el tramo final de la película. Superman no deja de ser un extraterrestre (no es humano), alguien que al venir a la tierra rompe con todos los esquemas morales, religiosos y científicos que ordenan y organizan la vida actual, y es por eso que su riqueza como personaje va más allá de su virtud de ser un superhombre, devenido en superhéroe. Como personaje, además, es grandioso porque presenta, al igual que algunas figuras religiosas, un dilema muy fuerte e interesante, como lo es la idea de hacer un sacrificio por una sociedad que él mismo altera con su presencia, la cual provoca el rechazo, violencia y el miedo hacia su figura. Pese a todo esto, asume su rol como salvador (ya sea por que piense que es parte de su destino, o para cumplir la voluntad de su padre/creador) y el hombre de acero está dispuesto a sacrificarse por una raza humana que le tiene miedo, no lo entiende, lo rechaza, pero que en algún momento de su vida (su infancia sobre todo) supo ofrecerle muestras de bondad, solidaridad y amor pese a ser diferente. Ojo que de todas formas, el segundo acto esta repleto de acción y presenta una de las secuencias más impactantes en materia de capacidad destructiva que ofreció el cine en lo que va del año: La primera pelea de Superman con Zod y sus muchachos en Smallville es un derroche de adrenalina, efectos especiales e impacto visual como nunca vimos en una película con este superhéroe. En esta parte es donde Josh Whedon y sus Vengadores ya quedan fuera de juego, para que quede más claro. Aquí es donde ya empiezan a entrelazarse el tono épico del capitulo “Origenes“, la parte emotiva y humana de “Clark Kent” y la complejidad de “Superman” para empezar a formar el estilo que marcará el tercer y ultimo acto del film, al cual denomine “El sacrificio“. Todo lo anterior tiene como objetivo llegar a ese momento, a ese clímax, a ese final que ofrece todo lo que uno buscaba en una película de este genero, pero que hasta ahora jamás habíamos visto. La espectacularidad, al servicio de un buen argumento y en los hombros de un solo personaje. El mejor de todos. El único: Superman. “El Sacrificio“, pese a ser tan solo el tercer acto del film de Snyder, es el punto de quiebre y renacimiento de esta etapa dorada de los superhéroes dentro del cine moderno. El tercer acto de “Man Of Steel” significa para este genero lo que “X-Men” significó en su momento. Es decir: sentar las bases, clavar la bandera en la luna, inflar el pecho y tratar de que el resto logre superar esa marca, mientras los responsables de tamaño éxito se las ingenian para ver como se superan a si mismos. La ultima parte de “Man Of Steel” hace que “Los Vengadores” se vea como una película hecha para la televisión, que “The Dark Knight Rises” parezca un pequeño relato sobre la valentía y que todo el resto de las producciones que tienen a supehéroes como protagonistas sean de “clase b”. Lo que hizo Snyder (principal responsable de esta parte del film) es imponente. Mete miedo pensar que toda esa capacidad de imaginación a la hora de como contar una batalla final pueda entrar en la cabeza de un solo hombre. Personalmente lo vengo sosteniendo desde hace un tiempo: Snyder es un tipo que técnicamente viene a revolucionar a toda una generación, como lo hizo en su momento James Cameron. Desde “Dawn of the Dead” (2004), “300” (2006), “Watchmen” (2009) y “Sucker Punch” (2011) que el tipo se las ingenia por ofrecer algo nuevo en materia visual en sus películas. Un estilo nunca visto, una marca personal que muchos van a intentar copiar y que seguramente pocos lograrán hacerlo con éxito. En el caso de “Man of Steel” esa marca, ese estilo, es con el que filma toda la batalla final entre Zod y Superman. Un plano secuencia que alterna primera persona, segunda y tercera persona tantas veces que se vuelve adictivo y que encima, en 3-D, provoca la sensación realmente de estar volando junto a los protagonistas. Snyder no habrá escrito el guión, ni tampoco concibió la idea para “Man of Steel“, pero lo que si hizo fue ponerle la firma, SU FIRMA, con este tercer y último acto, dejando bien en claro que sin importar quienes sean los que están detrás de esta gran producción, es él el mayor responsable de todo lo bueno que tiene para ofrecer. “Man of Steel” es una película 100% Snyder, la mejor de su filmografía y para la cual parece haber entrado a este mundo de los superhéroes dentro del cine. “Man of Steel” es un antes y un después en esta etapa. No podrás ver con los mismos ojos ninguna otra película que tenga a estos personajes (me refiero a todos los superhéroes) luego de haber visto la que a su vez es la mejor película que se hizo con Superman en el cine. Antes del cierre, mención especial para Hans Zimmer, quien musicaliza de principio a fin como no nos hubiéramos imaginado ni en nuestros mejores sueños la historia del superhéroe más importante que tiene a partir de ahora el cine moderno. “Man Of Steel” es el inicio de una nueva y más que prometedora etapa en la generación dorada que viven los superhéroes dentro del cine. Es y será por mucho tiempo, la marca a vencer. El nivel de calidad a superar. La cátedra a seguir. Batman ya quedó en el pasado. El defensor de ciudad gótica, como dije en su momento, es el héroe que todos podemos ser. Superman, en cambio, vuelve a ocupar su trono, el del superhéroe que todos soñamos ser. Por esa razón, “El Hombre de Acero” es, entonces, la película que todos alguna vez soñamos ver dentro de una sala de cine.
Me gusta “El hombre de acero” en el mismo sentido en que me gustó la última de Batman, “El caballero de la noche asciende”. En eso de que, a pesar de cargar con el peso de un cómic, o de tener un gran presupuesto, asume un compromiso con la historia que vamos a ver, con sus personajes y con nosotros como público desde el entretenimiento. Películas como esta vienen ya con un desafío implícito: estás haciendo una de Superman, papá. Con los años el cine de superhéroes se ha acercado a un nivel de madurez que todavía no está del todo consolidado y quizá sea para bien. Se intenta ahondar con mayor profundidad en la psicología de los personajes, en el por qué de su decisión de convertirse en salvadores. En los cómics siempre está esa razón, u origen, que el cine condensaba en alguna escena tipo prólogo. Ahora la estrategia es otra, y este film es un exponente de los nuevos modos. En “El hombre de acero” está muy visible la marca Nolan (Christopher, aquí productor), del flashbacks que no se anuncia y que, de manera fluida, revela algún aspecto del pasado de los personajes que será fundamental para una mejor comprensión del presente de la historia. Este mecanismo, que insiste sobre lo tortuoso del pasado, funciona bien dramáticamente porque la película encuentra la cuota justa de algo que, inevitablemente, es solemne. A favor de la película también se puede decir que Zack Snyder, director, a conciencia la planteó como el film definitivo de Superman; un objetivo riesgoso, pero factible. La avanzada tecnológica recién hoy en día permite que veamos a Superman volando a toda velocidad a través del mundo y que sea creíble; que podamos percibir una parte de ese vértigo. Superman nació así. No tiene un poder que él mismo se fabricó ni fue producto de una reacción química o accidente. Hay un concepto de fondo en el rol de Superman que Snyder enfatiza y que tiene que ver con la “grandeza”. Además, la película encuentra su propia vuelta para poner al mundo entero en peligro (algo que se está viendo mucho este año). Todo está en riesgo y hay una sola opción. En este sentido de ultimátum, el director logra, con éxito, instalar “El hombre de acero” como una versión clave; como lo que el público estaba necesitando. De allí el peso actores de carácter para que lo épico no pierda verdad. Hablo de Kevin Costner, Diane Lane y Russell Crowe; todos dando muestra de un perfil bajo y una humildad que viene con el tiempo y que a gran parte de Hollywood le cuesta adquirir. Las palabras de esas bocas, con esas miradas, suenan distinto. Henry Cavill cuenta con la mística (y el físico) necesarios para cargar con el personaje. Pero le falta trabajar el peso y la densidad de construcción que aporta el resto del elenco. Digamos que trabajo con lo dado y nada más. No es el caso de Amy Adams, que cada día está más linda y pisa más fuerte. Esto debe redundarse: en “El hombre de acero” Amy es la fuerza y la belleza. De todos modos, siguiendo este objetivo de film definitivo, la película cae en un exceso de escenas de acción. Es algo innecesario y tapa la primer labor musical imperceptible de Hans Zimmer en años. También excesiva es la interpretación de Michal Shannon, un villano que se pasa de malo y loco a mi gusto. Todo buen actor tiene malos momentos.
Publicada en la edición digital #252 de la revista.
Publicada en la edición digital #252 de la revista.
La palabra “épica” ha perdido su valor paulatinamente con cada estreno de un “tent-pole” de Hollywood, Man of Steel es épica, operática y deja al suceso The Avengers luciendo como un dibujo animado ATP. La marca de C. Nolan está en el tono narrativo -y el color gastado del traje otrora brillante y primario del héroe- la espectacularidad visual de Snyder está en cada escena. Kal-El/Clark Kent lleva el peso de su don como lo haría una buena persona, con culpa y humildad. La figura de sus padres -K. Costner y R. Crowe ambos ex-Robin Hood- son las sombras en la que Clark crece, se recuesta y finalmente -a través del gran movilizador que es la pérdida- descubre su misión, el sentido a su existencia y como Pappo deja en claro que nadie toca a su vieja. La alegoría del film está pintada en trazos gruesos: bandera y Dios, no cualquier bandera, ni cualquier Dios; EE.UU. y ese otro salvador ficcional de la humanidad: Jesús. En la destrucción de Metrópolis resuena el 11 de Septiembre de la vida real, pero los escombros vuelan inofensivos en 3D. No hay humor en Man of Steel, el guión de Goyer es a las peliculas de R. Donner lo que The Dark Knight fue al Batman de Tim Burton. Luego de 75 años de vida Hollywood logró revivir el mito Superman, así podemos pretender que la versión de Bryan Singer del 2006 con aquella Lois Lane insípida nunca sucedió. Snyder escogió actores, no estrellas de cine de acción y la apuesta pagó. El terreno está preparado para la secuela Lutheriana, mientras Batman, La mujer maravilla, Flash y Linterna verde esperan su pelicula de la Liga de la Justicia. En dos horas y pico el hombre de acero enterró su pasado, cerró su conflicto interno y sobrevuela un mundo cada vez más violento, un mundo que Siegel y Shuster no imaginaron, nosotros -al menos en las salas de cine- ya podemos sentirnos más seguros.
En esta nueva entrega vemos un super hombre distinto y con mayor sensibilidad. Henry Cavill interpreta a un Superman serio, interesante y preocupado por el mundo. No hay comedia en este film. Este héroe está en un mundo casi perfecto pero que está perdiendo la humanidad. Un correcta actuacion de Amy Adams, en la piel de Lois Lane, pero en este caso inteligente y más despierta que las versiones pasadas. Kevin Costner, siendo el padre terrícola, aporta solidéz y emoción junto a Diane Lane, su adorada madre. Definitivamente, es otro Superman y con 33 “místicos” años deberá salvar a la humanidad (otra vez). -Valeria Massimino
Ni pájaro, ni avión. Extraterrestre. No. Clark Kent no usa lentes, ni es periodista, ni pretende ser estúpido la mayor parte del tiempo. Los nostálgicos aficionados al cómic se agarran la cabeza y se escandalizan porque esta vez, el superhéroe más famoso de todos los tiempos, ni siquiera se cambia en una cabina telefónica. Es verdad, Man of Steel no tiene nada que ver con lo que supimos ver de chicos en la pantalla grande, cuando Richard Donner logró llevar exitosamente al cine a uno de los personajes más emblemáticos del mundo de las historietas. Poco queda de aquel Superman al que Christopher Reeve supo darle buena fama, pero distinto no es necesariamente malo. Man of Steel cambia de estilo pero conserva el espíritu. La historia de Superman sigue siendo exactamente la misma, pero es narrada desde una perspectiva más adulta, tal como se hizo con la saga de Batman. No es casualidad que Nolan aparezca en los créditos, porque el guión y la música son claros testigos de su estilo. La cinematografía, en cambio, lleva el ADN de Snyder, quien sea quizás lo mejor que le ha sucedido al cine de acción en las últimas décadas. Yo soy de los pocos que cree que la trilogía de Batman está totalmente sobrevalorada. Una adaptación oscura y enmarcada en el género thriller han también atentado contra la esencia de un superhéroe del que se espera más en el plano de la acción. Las Batman de Nolan son narrativamente sólidas, pero mediocres a la hora de sorprender al espectador con escenas de alto voltaje. Man of Steel no defrauda en ese aspecto, porque Zack Snyder es un genio de las cámaras y la edición que le saca chispas a la pantalla. Las escenas de acción en esta película son épicas a escalas jamás vistas para con el hombre de acero, y eso le otorga justicia a tan magnánimo personaje. Pero no todo es piñas, patadas y explosiones en esta nueva versión de un clásico de acción. Man of Steel es también un relato adulto y bien actuado, que explora el pasado y los sentimientos de un extraterrestre huérfano. La película no invierte solamente en su protagonista, sino que también destina mucho tiempo a sus padres, tanto adoptivos como biológicos, para construir una historia sensible y sólida a los ojos del espectador. Man of Steel está lejos de ser lo que muchos esperaban. Yo recuerdo la excitación de ver Superman a los 7 u 8 años, y concuerdo con que esta versión difícilmente pueda tener tal impacto en un chico de esa edad. La nueva adaptación de Superman está destinada a un público más adulto, y si bien su alma mater radica en la acción, parte de su solidez también proviene del dramatismo con que ha sido encarado el relato. Man of Steel no es sólo otra entrega de superhéroes… Es una gran película de ciencia ficción.