Los protagonistas no se oxidan Finalmente pudimos ver a Tom Cruise en serios aprietos, ya que en las entregas previas las misiones eran mucho más sencillas y hasta previsibles en muchos casos -no significa que no son buenas películas, todo lo contrario-. Simplemente que su director, Chistopher McQuarrie encontró la forma de hacer evolucionar la saga hacia una misión mucho más peligrosa y no caer en la fórmula repetitiva que muchas sagas de esta magnitud suelen tener. Con Misión: Imposible, Nación Secreta cumplió y eso se puede ver a simple vista. No hay que ser muy crítico para notar lo cómodo que se siente Tom Cruise haciendo las escenas de riesgo, donde no requirió de dobles, denota su excelente estado físico y agilidad. Con eso logró su cometido: transmitir ese entusiasmo al espectador, incluso aquel que no es amigo del género y eso ayuda en el film. Desde el inicio hasta el final el espectador no sabe cómo sigue la cosa, ya que los giros inesperados lo hacen imprevisible. Una excelente escena al comienzo donde puedo verse por medio de los trailers, además de los excelentes paisajes cada vez que cambian de destino, muy típico de la saga haberse respetado eso pese a que cada film cambió de director. Con respecto al argumento, introducir una organización antagónica como el Sindicato puede ser un arma de doble filo, donde no existe término medio: o sale bien o fracasa. No es este el caso, pues representó uno de los más grandes desafíos de la saga. Lo interesante es que las misiones del equipo del FMI tienen sus fallas mientras que el Sindicato muestra sus fortalezas y eso hace al film mucho más armonioso. Además, las situaciones parecen mucho más verosímiles que los films previos, incluso la persecución de las motos. En cuanto a los personajes como punto a destacar es que esta vez no fue la película de Tom Cruise, sino que el protagónico se repartió entre el equipo. Muy bien por el regreso de Ving Rhames como Luther y destaco la química entre Rebecca Ferguson y Tom Cruise. Sin duda es equilibrada entre ambos y ella representa uno de los personajes más interesantes que podría estar a la altura del protagonista. Propio de la saga, incluir bellas mujeres sin grandes atributos, Ferguson no fue la excepción en esta nueva entrega. Creo que es la primera vez que un personaje femenino tiene tanto peso como en este film. Ni Tandie Newton ni Paula Patton llegaron a tener tanta importancia como lo hizo Ferguson. Si miramos atrás, es habitual de Tom Cruise darle lugar a actrices desconocidas tales ejemplos pueden ser Emily Blunt en Al filo del mañana -Edge of Tomorrow, 2014- o con Olga Kurylenko en Oblivion: El tiempo del olvido -Oblivion, 2013-, entre otros films. Con respecto a Simon Pegg, si bien siempre fue el gracioso del equipo, este film tiene un tono mucho más serio que su predecesor, por lo que las risas son muy escasas. Jeremy Renner simplemente quedó relegado a un agente de la CÍA y la inclusión de Alec Baldwin es una de las grandes novedades, que recuerda a la de Kurt Rusell en Rápido y furioso 7 -Furious 7, 2015-. Escasa, pero agradable y con peso. Todo film de acción debe contar con un villano y Sean Harris representa uno de los mejores de la saga. El hecho de no hacerse presente e incluso organizar todo casi sin moverse lo hace completamente letal, misterioso e interesante. Me gusto que su destino no fuera como los de sus predecesores. Hasta acá todo va bien pero hay un factor que le resta puntos: los últimos 10 minutos. Todo el film tiene un guión sólido pero sobre el final quedan más preguntas que respuestas. Decae en generalizaciones y parece más un corte abrupto que un final abierto. Tal vez el director quiso dejar esa puerta en pos de una sexta entrega, pero si esa fue su intención no fue la mejor elección. En resumen Misión Imposible: Nación secreta es uno de los films que mejor sabe hacer Tom Cruise y que ningún fan debe dejar pasar por alto.
El jugador. La quinta entrega de una saga presupone que en ella se verán signos de agotamiento o al menos algún síntoma de recurrencias que surgen automáticamente; es decir, que no se asoman como recurso. Bueno, nada de eso sucede en Misión Imposible 5: Nación Secreta porque Tom Cruise es -antes que un intérprete- un productor inteligente que se amolda a cualquier actualidad del cine blockbuster pero sin ser condescendiente con él, así es que el director de esta película es Christopher McQuarrie, con quien ya había hecho Jack Reacher, un thriller físico que exponía al actor en su fase más danzarina, mostrándolo en su tope de gracilidad en todo el uso de su cuerpo. McQuarrie no apuesta exclusivamente a esta virtud de Cruise, sino que retrocede en la cronología de la saga para anclarse en sus albores, en hace casi dos décadas cuando Brian De Palma hizo una del Hitchcock más exuberante, sin desentenderse de una narrativa enrevesada que cambiaba a sus personajes de bando y con los motivos del suspenso más clásico: el falso culpable, el muerto que “revive”, etc. Las vigas estructurales de toda la historia se despliegan, también, como otro lazo que se extiende con el nacimiento de esta franquicia. Así como De Palma planteaba una suerte de clímax bien alto en la primera secuencia de acción, McQuarrie pone al héroe en los primeros minutos a hacer la pirueta más riesgosa (también lo fue para el propio Cruise) y de mayor tensión de la película, porque lo que más importa es la trama de espías en comparación con la fastuosidad pirotécnica que mostraron J.J. Abrams en la tercera parte y en mayor medida John Woo en la segunda. La inmediata secuencia de acción que tiene lugar en la Opera Estatal de Viena, exhala elegancia y un manejo de los tiempos a contra corriente del género, el cual necesita redoblar la apuesta con respecto a la anterior; incluso la saga 007 se ha adosado a la espectacularidad de una falsa modernidad que, incluso, expone los hilos de esas construcciones extraordinarias. También la secuencia, en términos dramáticos, es el acontecimiento disparador de una revolución, a partir de hechos violentos que pueden cambiar el mundo, todo comandado por una organización secreta llamada el Sindicato. Ethan Hunt y otros miembros de la desaparecida IMF buscarán probar, en primer lugar, su existencia y también impedir que cumplan el objetivo de un caos mundial nunca antes visto. La tercera secuencia devuelve esa claustrofobia de la famosa escena en la que Hunt irrumpía en una oficina de la CIA, aquí la variable que se suma es la de un tiempo límite. El último acto es el que más transparencia expone en su filiación con el cine hitchcockiano porque aparecen estos motivos mencionados sobre personajes que -en apariencia- transitan el bien y el mal sin fronteras, en una suerte de doble carril y también porque se pliega -por carácter transitivo- el cine depalmiano de la etapa más noventosa, es decir el más cínico y obsesionado por la traición. Sin renegar de sus secuelas, Misión Imposible 5: Nación Secreta traza alguna cita con su eslabón anterior y hasta se anima a hacer una lectura meta sobre el universo de estas series de películas y también del personaje de Ethan Hunt. McQuarrie aporta otra dimensión, la que desatará la mayor polémica: una reflexión paródica sobre la agencia de inteligencia MI6 (a la que pertenece James Bond) y por extensión al cine de espías ingleses. La escena en la que se lo representa al Primer Ministro inglés en una interpretación casi payasesca también oxigena, aquí con humor, una saga que al igual que Hunt -ya ni hace falta decir que es el álter ego más cabal de Tom Cruise- gusta de apostar y jugar sin temores.
Si algo queda claro después de ver esta quinta entrega de Misión: Imposible es que Tom Cruise es el héroe de acción más subestimado de los últimos tiempos. En la actualidad son muy pocos los actores que se exponen en las escenas de riesgo del modo en que lo hace este artista y por lo general es un aspecto de su trabajo que rara vez se le reconoce en los medios. Cruise está completamente loco y a los 53 años hace cosas que ni Schwarzenegger o Bruce Willis se atrevían a realizar en sus épocas de gloria. El tipo se cuelga de un avión que se desplaza a 300 kilómetros por hora, aguanta la respiración seis minutos para filmar una escena submarina, hace piruetas con las motos e interviene en las escenas de pelea sin usar dobles. Todo para que después los miembros del Opus Dei de la crítica de cine, las plumas profundas herederas de Hemingway y Tolstói, destrocen la película porque la historia no tiene la complejidad de un drama de Terrence Malick. Creo que es justo reconocerle a Tom Cruise el trabajo que viene haciendo como productor de Misión: Imposible que hasta la fecha no decepcionó en el cine. Las películas no son obras maestras del séptimo arte pero brindan un buen entretenimiento realizado por grandes directores. En esta ocasión Cruise delegó la narración de la historia en Christopher McQuarrie, responsable de ese gran western moderno que fue Al calor de la armas (2000), con Benicio del Toro y Juliette Lewis. Previamente fue guionista de Los sospechosos de siempre, Operación Valkiria y Al filo del mañana del mañana y hace unos años dirigió a Tom en Jack Reacher. Misión Imposible 5 toma los mejores elementos de las producciones que en el pasado filmaron Brian De Palma y John Woo para brindar uno de los más grandes tributos que se le hicieron al cine de James Bond. Nación secreta está mucho más cerca de 007 que los últimos filmes que se estrenaron en la saga oficial del agente secreto inglés. Desde la impactante escena de acción inicial, que trae al recuerdo las viejas producciones de Bond dirigidas por John Glen (La espía que me amó, Su nombre es peligro), hasta la secuencia submarina que evoca el trabajo de Terence Young en Thunderball, McQuarrie brinda un escapismo fascinante que le hace justicia a las historias de espionaje de este tipo. Lo mismo ocurre con el tratamiento que tuvo el principal personaje femenino, interpretado por Rebecca Ferguson, que parece salido de una novela de Ian Fleming. De hecho, hasta la fecha Daniel Craig en la saga de 007 no tuvo una compañera que se destaque a lo grande como lo hace esta chica Bond clandestina de Misión: Imposible 5. Probablemente la mejor pareja que tuvo Cruise en la saga. La diferencia con Bond que presenta esta franquicia es que la historia no se concentra en un único héroe sino en un equipo. Si bien el personaje de Ethan Hunt es quien más sobresale en las secuencias de acción, sus compañeros en esta ocasión tuvieron un poco más de peso en el conflicto y brindan buenos momentos. Si hubiera que objetarle algo a la quinta entrega de Misión: Imposible pasa por algunas situaciones repetitivas que presenta el guión. Por ejemplo, el recurso que Hunt una vez más pase a la clandestinidad se podía haber evitado, ya que se utilizó previamente en los capítulos 1 y 4 de esta serie. Sin embargo es un mínimo detalle que no afecta para nada el balance general del film. Hay dos motivos concretos para que la pases mal con esta propuesta. La saga te aburrió y ya no te enganchan estas historias con Tom Cruise o directamente no te gusta el cine de acción. De otro modo, Misión Imposible 5 es un gran exponente del género para ser disfrutado en una pantalla de cine. Dentro de los estrenos comerciales que llegaron en esta temporada de invierno se destaca claramente entre las mejores opciones de la cartelera.
Su misión, si decide aceptarla A pesar de llevar cinco iteraciones, hay sólo dos cosas que distinguen a las películas de Misión Imposible del resto del cine de acción contemporáneo: la emblemática composición de Lalo Schifrin y la presencia de Tom Cruise. La serie de por sí ha sido bastante camaleónica. La primera película, de Brian De Palma es el prototípico thriller hitchcockiano con un falso culpable. La segunda, de John Woo es puro cine de acción de Hong Kong. La tercera, de J.J. Abrams, es el punto flácido de la serie, parecida a un episodio extra largo de su show de TV, Alias. En muchos sentidos la trayectoria versátil de la serie emula a la del propio Tom Cruise, otrora enfant terrible y niño bonito de los 80s, devenido en héroe de acción y galán de la vieja escuela de Hollywood. Hace unos años empezó a reinventarse con Misión Imposible: Protocolo Fantasma (Mission: Impossible – Ghost Protocol, 2011) y Al filo del mañana (Edge of Tomorrow, 2014), y ahora con la quinta y última Misión Imposible: Protocolo Fantasma (Mission: Impossible – Rogue Nation, 2015) termina de transmutarse en el mejor tipo de héroe de acción: el que puede sentir dolor, el que tiene sus límites, el que no gana sin esfuerzo. La analogía perfecta es Jackie Chan. Tanto Cruise como Chan se ponen en desventaja al comienzo de cada escena de acción. Como por sí solos son mejores que sus oponentes, el énfasis está puesto en sobrellevar una discapacidad circunstancial. Siempre empiezan desarmados, maniatados, heridos, desfavorecidos de alguna forma. Tienen que improvisar rápido, pasar de un plan a otro. Mucho queda a la suerte. A lo largo de la pelea se lastiman y ponen énfasis en el dolor que están sintiendo. Y ambos siempre resaltan con orgullo que son sus propios dobles de acción. La película comienza con el agente Ethan Hunt (Cruise) siendo emboscado en una de las guaridas de la Fuerza Misión Imposible. Es drogado, secuestrado y encarcelado por la organización enemiga “El Sindicato”, pero una agente encubierta (Rebecca Ferguson) le ayuda a escapar. Más o menos a esta altura la FMI es llamada a comparecer por el caos desatado en la película anterior, es absorbida por la CIA y Hunt se convierte nuevamente en un agente prófugo. Ahora tiene que reunir a su viejo equipo (Simon Pegg, Jeremy Renner, Ving Rhames) e intentar desenmascarar a El Sindicato a la vez que elude la cacería de la CIA (encabezada por Alec Baldwin). La historia del agente prófugo siendo cazado por su propia agencia alrededor del mundo la conoce cualquiera que haya visto las películas de Jason Bourne (o la primera Misión Imposible, para el caso). La diferencia fundamental entre Bourne y Hunt es que Bourne siempre se encuentra varios pasos delante de sus perseguidores, mientras que Hunt tiene que sudar y pelear por cada pequeña ventaja. Cruise – que además de actuar produce – entiende que los héroes menos que perfectos son los que resuenan con el público. Misión Imposible: Nación Secreta además continúa con la veta cómica establecida en Misión Imposible: Protocolo Fantasma y se burla frecuentemente de la mala suerte de Hunt. La parte más graciosa es cuando sus compañeros planean una misión por él, asignándole proezas de las que no está muy seguro poder cumplir, pero es demasiado orgulloso como para rechazar. Tom Cruise se consolida nuevamente como un excelente héroe de acción inyectado de star power, y la nueva Misión Imposible es tan buena como una película de su género puede aspirar. Su espectacularidad no viene de grandes explosiones ni espejismos digitales, sino del crudo deleite de secuencias planteadas y ejecutadas con inteligencia y un montaje quirúrgico. En una, Hunt y compañía tienen que aplicar ingeniería inversa para resolver un problema que no hace más que agrandarse con cada paso hacia atrás. La mejor de todas es una extensa persecución tras bambalinas en la Ópera de Viena, digna de Hitchcock, en la que la cámara sigue con la mirada a seis personajes distintos y teje una red de víctimas y sus posibles asesinos. Dicho esto, la película tiene sus puntos débiles. Los malos son bastante insulsos y poco memorables, algo que siempre ha sido un problema con la serie. Y así como hay algunas secuencias brillantes, la segunda mitad de la película flaquea. La famosa secuencia del avión que ha sido el centro de atención de la campaña publicitaria y figura en la mayoría de los posters va y viene en apenas unos minutos al comienzo de la película, antes de los títulos, y no sólo no tiene una resolución satisfactoria sino que no tiene nada que ver con el resto de la película. Desperdiciado lo que debería ser el clímax de la película, el final no guarda grandes emociones. Excepto la posibilidad de que salga Misión Imposible 6.
El tiempo se agota y las máscaras caen Con ritmo enloquecedor, certeros gags y buenos villanos, el quinto eslabón de la saga de acción y espionaje mantiene la tensión del espectador. Tom Cruise aguanta la respiración y hasta se trepa a un avión en pleno despegue. Con sus logradas secuencias de acción, personajes de apariencias engañosas, asesinos que se mueven de un bando a otro y con la presencia carismática de Tom Cruise, Misión Imposible: Nación Secreta entrega una quinta parte -superior a la anterior en cuanto a la efectividad de situaciones que presenta- y enhebra una historia donde el perseguidor se convierte en perseguido. Ethan Hunt -Cruise- y su equipo tienen que borrar del mapa al Sindicato, la organización secreta e internacional cuyas habilidades son similares a las del protagonista. Secundado una vez más por el divertido Benji -Simon Pegg- y con la inquietante y seductora Ilsa -Rebecca Ferguson- como una asesina que se mueve entre ambos bandos, la película de Christopher McQuarrie -antes trabajó con Cruise en Jack Reacher- trae desde el comienzo la esperada y promocionada secuencia del avión, en la que el astro no usó dobles. Pero eso es sólo la punta del iceberg de una trama bien orquestada donde el juego de máscaras irá dejando al descubierto las maniobras y operaciones de cada una de las agencias secretas. En ese sentido, la escena del atentado al Canciller de Austria, jugada en el teatro durante la representación de Turandot, da en el blanco por la tensión y la adrenalina que genera. Las peleas en lo alto de la parrilla de iluminación son potenciadas por el Nessun Dorma de Puccini y preparan el terreno para lo que vendrá. Los certeros gags siempre a cargo de Simon Pegg, el desquiciado villano que encarna Sean Harris -junto a sus secuaces, como el "rompehuesos"- y la convincente actuación de Alec Baldwin hacen que el espectador, al igual que el protagonista, aguante la respiración o experimente el vértigo sobre una moto para conseguir la información que necesita en los momentos menos oportunos y en los lugares más peligrosos. Por la saga pasaron directores como Brian de Palma, John Woo, J.J. Abrams y Brad Bird, con resultados desparejos entre una entrega y otra, pero Christopher McQuarrie parece haber encontrado el rumbo y el timing exacto para una mecha que nunca quiere apagarse.
Recuerdo una vieja discusión en un café de Palermo con unos amigos extranjeros –norteamericanos, más precisamente– hace ya unos cuantos años. Me preguntaron cuál era mi actor favorito de Hollywood y les contesté –un poco exageradamente y para provocarlos, pero no tanto– que era Tom Cruise. Obviamente que no me tomaron en serio, empezaron a reírse y se habrán quedado preguntándose cómo un tipo que piensa eso puede trabajar como crítico de cine. Pero insistí y les expliqué mis motivos. No creo que los haya convencido, pero quisiera creer que al menos entendieron a qué me refería. Retomo esos motivos porque Cruise sigue siendo muy menospreciado en su trabajo. Creo que Cruise es un gran actor porque pone el proyecto –la película– por delante de sus habilidades como actor, se sabe ubicar al servicio de la historia. No sé si es porque asume que tiene limitaciones en lo que muchos gustan llamar “recursos actorales” (las tiene solo para el que cree que actuar bien es poder transformarse en 50 personas con acentos distintos y sacar a relucir toda su técnica para el aplauso fácil, cual guitarrista de rock que cree que lo único que importa es su solo) o porque tiene que ver con su lógica, su forma de entender el trabajo de hacer cine, de entretener al espectador. mi5Cruise es de los que “se ponen la camiseta” de los proyectos que encabeza. No hace sus películas “de taquito” ni sobra las situaciones. Tiene talento para la comedia y para tomarse en solfa a sí mismo, y a la vez no se guarda nada cuando la acción se vuelve dura e intensa. Que haga de verdad o no las escenas de riesgo me resulta secundario –tampoco creo que sea una virtud matarse por el cine–, pero en cierto punto refleja esa lógica: lo que Cruise busca es darle credibilidad, garra, tensión a sus películas y a sus personajes. Esa supuesta “falta de recursos” en un punto lo convierte en el lógico representante del espectador en la pantalla: uno logra ponerse en su piel y atravesar las complicadas situaciones que le tocan en suerte. Entiende, claramente, lo que es actuar para cine, lo que significa estar de cuerpo presente en la película y no sobrevolándola como muchos destacados alumnos del Actor’s Studio. En ese sentido, MISION: IMPOSIBLE fue lo mejor que le pasó en su carrera, como un núcleo sólido al que siempre puede volver. Cruise tomó, veinte años atrás, una célebre franquicia televisiva de los ’60 y la transformó en su personal versión norteamericana de James Bond, al punto que el propio Bond tuvo que endurecerse un poco en las últimas películas en función tanto de los méritos de M:I como de las primeras tres películas de BOURNE, con las que ésta tiene muchos puntos en contacto, al punto que la presencia de Jeremy Renner hace pensar que tranquilamente podría haber sido un nuevo capítulo de esa saga. MISSION: IMPOSSIBLE – ROGUE NATIONEn manos del muy talentoso guionista y ahora solidísimo director, Christopher McQuarrie (con quien hizo JACK REACHER, un policial clásico, puro y duro, que no tuvo el éxito que se merecía), MISION IMPOSIBLE: NACION SECRETA es menos una película de Bond que un thriller de los años ’70 actualizado a la situación política –y a la tecnología disponible, pero sin exagerar– de esta época. Es una película de espías clásica, de traiciones dobles y triples, de agentes y contragentes, de una trama que es lo suficientemente complicada como para mantener al espectador interesado en ella pero tampoco de esas que obligan a desear estar viéndolas en casa para poner pausa y preguntar qué cuernos está pasando. De los ejercicios de estilo un tanto más excéntricos y refinados de Brian de Palma y John Woo, la serie se fue volviendo más seca y dura, menos lujosa y más efectiva. Entiendo que aquí también se sintió el “efecto BOURNE” ya que los siguientes directores (J.J. Abrams, Brad Bird y ahora McQuarrie) han decidido seguir por similares y efectivos caminos: MISION: IMPOSIBLE es una combinación de thriller de acción y película de espías –con algunos toques de comedia– cuya similitud estética entre sí en los últimos episodios hace pensar en una especie de “género Tom Cruise”, como si el actor tuviera la decisión definitiva sobre el producto final. De hecho, es probable que así sea. mission_impossible_El IMF, el grupo al que Ethan Hunt pertenece (y que componen Renner, Ving Rhames y Simon Pegg) es definitivamente cerrado, ya que la CIA duda de sus métodos y del sentido de su existencia, persiguiendo a un “Sindicato” fantasma que no parece ser real, y convence al gobierno de darlo de baja. Pero pronto –tras una escena espectacular que abre el filme en la que Cruise se monta, literalmente, a un avión en marcha– notamos que el Sindicato en cuestión existe y que han hackeado el sistema que usan los miembros del IMF (aquí lo traducen como FMI, pero cuesta ponerlo con esas siglas) para comunicarse sus misiones. Si, ya saben, aquello de “este mensaje se autodestruirá en cinco segundos”. Hunt queda, al mejor estilo Jason Bourne, fugándose por el mundo, tratando de evitar ser llevado a casa, a un trabajo de oficina. Pero su misión, autoconvocada, es descubrir quienes se infiltraron en su programa matando a una chica inocente y dejándolo en una situación más que precaria. Su única ayuda parece venir de una mujer llamada Ilsa Faust (la actriz sueca Rebecca Ferguson, para mí una revelación absoluta, una mujer de treintaypico que denota inteligencia además de capacidad atlética), quien lo ayuda a escaparse de una muerte segura a manos de sus rivales, pero que nunca termina de definir de que lado está. Esa intriga sostiene lo que es, en definitiva, una larga serie de secuencias de acción y suspenso, increíbles persecuciones y juegos de intriga e ingenio entre muy inteligentes rivales. Mission-Impossible-Rogue-Nation-Rebecca-Ferguson-StuntsLas “set pieces” son impecables, desde una que sucede en la Opera de Viena mientras tiene lugar la opera Turandot que envidiaría el Hitchcock más clásico hasta una intrincadísima persecución por las calles y autopistas de Marruecos, pasando por una escena de suspenso bajo el agua en la que Hunt debe conseguir un material importante manteniendo la respiración durante mucho más tiempo de lo aconsejable, hasta para él. En cada escena, lo que sostiene la narración no solo es la relación de confianza/desconfianza entre Ethan e Ilsa sino la idea de que todo se trata de un gran juego de ajedrez en el que su rival (el lider del Sindicato, Solomon Lane, acaso el punto menos efectivo de la película, interpretado por Sean Harris como una suerte de versión anémica de Steve Jobs) parece ir siempre un paso adelante suyo. O tal vez no. Si bien no se trata de una película que pone en primer plano su lectura política, McQuarrie logra –entre persecución y pelea, es un director old-school de los que les gustan que las cosas se resuelvan, literalmente, a las piñas– colar un interesante análisis sobre la lógica de los grandes poderes internacionales y el uso que hacen de las “guerras contra los terroristas” cuando, finalmente, los métodos de unos y otros son prácticamente indistinguibles. Y si bien nadie irá a ver MISION: IMPOSIBLE con ese objetivo, no está mal encontrar en este tipo de productos un guión mucho más inteligente que el promedio. Junto a la nueva MAD MAX, la película de Cruise/McQuarrie se convierte en la más efectiva y lograda película de acción de una temporada curiosa en ese respecto, ya que tengo la impresión que los filmes más “clásicos”, viejos y potencialmente gastados (secuelas de películas de los ’80 y ’90, como las dos citadas o la mismísima JURASSIC WORLD) terminaron siendo, como productos cinematográficos, mucho mejores que la mayoría de las novedades o sagas aparecidas en los últimos años (sí, me temo que tengo que hablar de la mayoría de los productos de Marvel acá). Acaso es porque gente como George Miller o el propio McQuarrie siguen jugando a un juego que ya parece haber dejado de jugarse: el de confiar en las imágenes, poner en primer lugar la historia y dejar los guiños y efectos al servicio de lo que se tiene para contar. No reinventaron la rueda, pero saben hacerla andar extraordinariamente bien.
Un divertimento de acción que comienza con las imágenes más difundidas sobre un Tom Cruise inoxidable que no usa dobles de cuerpo y una historia con todas las vueltas de tuerca necesarias para entretener sin respiro, pero también con irónicas exageraciones, guiños, y un humor zumbón e inteligente. Un film redondo y grato.
Un regreso a los orígenes para el agente Ethan Hunt. Ethan Hunt y su equipo deberán trabajar desde la clandestinidad para detener al Sindicato, una peligrosa organización internacional tan bien entrenada como ellos y destinada a desestabilizar gobiernos. Intriga internacional Tengo que decir que fui gratamente sorprendido por Misión: Imposible - Nación Secreta. Para ser honesto iba a la espera de una continuación espiritual en la linea de las últimas películas de la saga, donde las escenas de acción abundan y son tan gigantescas como espectaculares. Pero Tom Cruise se reinventó, una vez más. Devolviendo la saga a sus orígenes, con algo más de intriga que de adrenalina, pero sin dejar de lado los momentos épicos. Así como en Protocolo Fantasma Tom Cruise corría colgado de un harnés por fuera de las ventanas de un rascacielos, en los primeros minutos de Nación Secreta lo vemos agarrado de un avión que despega y hasta llega a tomar vuelto. Puro Cuise, sin dobles, escribiendo un nuevo capítulo en la vida de un actor que quiere ser el mejor en lo que hace, y que no duda en poner su seguridad en juego con tal de lograr el plano perfecto. Pero si hablamos de momentos épicos como ese, lamento decirles que no van a encontrar muchos más en esta película. Pasada esa escena a los 10 minutos de metraje, la quinta entrega de Misión: Imposible se pone oficialmente en marcha. Y lo hace con un registro más en sintonía a las viejas películas de James Bond u obras de Alfred Hitchcock. No hay necesidad de volar en mil pedazos al Kremlin o un punte, con nuestro héroe corriendo de lejos de las explosiones. En ese sentido Nación Secreta es fácilmente la más clásica de las películas hasta hoy, hasta diría que aun más que la primera entrega dirigida del gran Brian De Palma. Peleas mano a mano, tiroteos, persecuciones, mucha intriga y, obviamente, el ya mítico momento de la saga en que el Tom Cruise debe descender hasta algún lugar con tal de burlar la seguridad y cumplir su misión. Quizás una de las razones por la cual la saga logra mantenerse tan fresca es debido a que nunca repitió un director. Como ya se dijo, la primer película fue dirigida por De Palma, mientras que las que siguieron estuvieron a cargo de John Woo (quien probablemente hizo la peor película de la saga y hasta de su carrera), J.J. Abrams y Brad Bird respectivamente. El quinto en linea es Christopher McQuarrie, quien ya trabajara con Cruise como director en Jack Reacher y como guionista en Al Filo del Mañana y Operación Valquiria, aparte de haber ganado un Oscar por escribir Los Sospechosos de Siempre y haber filmado la injustamente poco valorada Al Calor de las Armas, con Benicio del Toro. Cada director que estuvo a cargo de Misión: Imposible logró transmitirle su propia impronta, y McQuarrie no es la excepción. Como ya se dijo, es la más clásica de todas. Las escenas de acción tienen más en común con las de las últimas décadas del siglo veinte que con las de los grandes tanques de acción de hoy en día. El manejo de la intriga y esos personajes obsesionados, peleando solos contra el mundo, remiten mucho al cine de Hitchcock, habiendo incluso referencias más explícitas como situar parte de la acción en Marruecos y una espectacular escena en la Opera de Viena, cosas que recuerdan un poco a la remake que filmó de El Hombre que Sabía Demasiado con James Stewart. Cruise una vez más está a la altura de las circunstancias y sabe lo que su público quiere. Demostrando, como casi siempre que se planta frente a una cámara, que es el rey del cine pochoclero. Podrá tener su oportunidad para llevarse el Oscar cada tanto, pero acá es donde yo lo quiero ver. Y una vez más está bien acompañado. Principalmente por Simon Pegg, con un personaje que continua expandiéndose, un Alec Baldwin que con no más de un par de lineas o un juego de miradas deja en claro el gran actor que es, y una bienvenida adición de Rebecca Ferguson al elenco como una misteriosa doble agente. Sean Harris como el villano de turno hace tambien un buen trabajo, aunque más por mérito propio que por obra y gracia del guión, ya que al personaje se presenta como una suerte de par maligno de Ethan Hunt, pero rara vez lo vemos demostrando eso. Por otro lado, la vuelta de Ving Rhames a la saga no resulta más que un cameo prolongado, y el personaje de Jeremy Renner hasta preciara haber perdido el protagonismo que prometía con la anterior película, aunque demos admitir que tiene algunas divertidas intervenciones. Conclusión Misión: Imposible - Nación Secreta es sin dudas la película más clásica de la saga. Se apoya en la intriga y los elementos que hacen de un buen thriller internacional, para terminar entregando un film de espías que, por momentos, pareciera tener más en común con el James Bond de Sean Connery o Roger Moore que con las anteriores aventuras de Ethan Hunt. Obviamente tampoco se deja de lado la acción, aunque esta vez es más sutil y menos explosiva que en otras oportunidades. Aun en su quinta entrega, la saga de Misión: Imposible demuestra capacidad para reinventarse y continúa tan entretenida como siempre.
El triunfo del cine La escena inicial de Misión: Imposible Nación secreta es tan extraordinaria que merece un aplauso de pie a pocos minutos recién de haber comenzado la película. No existe una única forma de hacer y entender el cine, pero con ese prólogo lo primero que uno piensa es: para esto se inventó el cine. Este es el motivo por el cual vale la pena salir de casa, pagar una entrada y sentarse en una sala. Misión: Imposible es el cine en estado puro. Una película más grande que la vida, un despliegue de euforia vital que moviliza. Como en los grandes musicales del Hollywood clásico, que daban ganas de cantar y bailar, Misión: imposible, desde que Tom Cruise las transformó en películas, dan ganas de vivir. Son películas vitales, enamoradas del movimiento, de la acción, de la aventura. Cada director que formó parte de esta saga de cinco películas entendió el concepto y lo llevó adelante. Esta quinta parte confirma todo y sigue siendo un motivo más que suficiente para ir al cine, a disfrutarla en la pantalla grande. A esta altura creo que todos sabemos que Misión: Imposible fue una serie legendaria de la década del sesenta antes de convertirse en una saga de películas legendarias. Desde 1966 a 1973 y luego con un breve regreso en los ochenta, la serie fue y sigue siendo un clásico. Las películas comenzaron en 1996 y en esta quinta entrega, Nación secreta, se confirma la vigencia de una clase de cine que pelea de igual a igual con los grandes tanques de los últimos veinte años aun siendo muy diferente a casi todo. Tom Cruise es el responsable de haber llevado el clásico de la TV a la pantalla grande y a diecinueve años de la primera película la saga sigue intacta y su estrella brilla más que nunca. En esta nueva película Ethan Hunt (Tom Cruise) deberá desenmascarar a una organización secreta llamada el Syndicato, pero la propia CIA duda de la existencia de tal organización y amenaza con desarmar directamente a IMF. Esta organización ya había sido mencionada anteriormente en las películas y estaba también en la serie de televisión. Aunque bastante más oscura que los otros films de Misión: imposible, la mencionada escena inicial de la película plantea un nivel de acción, alegría cinematográfica y euforia que predispone al espectador para el más absoluto disfrute. En esta nueva entrega se eligió un tono más de espionaje, con tono de guerra fría, que la colorida locura de las películas anteriores, lo que no impide un número alto de locaciones y varias escenas de acción de un nivel superior a la media del cine actual. Porque algo que caracteriza a estos films es que más allá de los cambios de director, siempre mantienen un estilo que no se desvía hacia los lugares comunes estéticos de moda. Ni Brian De Palma, ni John Woo, ni J.J. Abrams, ni Brad Bird, ni tampoco ahora Christopher McQuarrie, abandonan el oficio sólido de la narrativa cinematográfica clásica. Aun con sus estilos, siempre se impone una manera tradicional de contar. De contar bien, para ser exactos. ¿De dónde sale esta coherencia a pesar de las diferencias entre los cinco directores? ¿De dónde surge esta alegría cinematográfica incomparable que es el corazón mismo de la saga? La respuesta es obvia pero no por eso ha sido acreditada como se debe: la respuesta es Tom Cruise. El, y nadie más que él, es el autor de este mega proyecto de cinco películas enormes, todas a la altura de sus ambiciones. Desde la elección del director, a las disparatadas escenas de riesgo hechas por él mismo, pasando por el humor y el tono final de los films, todo pasa por su control. Por eso su Ethan Hunt forma parte de lo más valioso del cine de las últimas décadas, porque ha sido capaz de concretar una misión imposible para casi cualquiera: Hace excelente cine de entretenimiento, cine con mayúsculas, sin perder nunca el rumbo. La serie, mil veces imitadas y homenajeada, solía ser bastante eufórica también, pero en un tono de producción bastante controlado, con un largo uso de rodaje en estudios. Esta quinta película es la que más imita algunos detalles de aquella serie, pero manteniendo siempre su estatus de superproducción. Por primera vez el tono de film de espionaje de la Guerra fría se integra a las grandes escenas de acción y el film, siempre con un gran sentido del humor, también tiene la capacidad de cuestionarse a sí mismo y a su protagonista, en un interesante juego de lecturas. Pero más allá de esos detalles, la alegría sigue siendo la misma, la vitalidad sigue siendo la misma. Obviamente Tom Cruise se luce, pero también lo hace el elenco, en un equipo más integrado que nunca a la trama. Misión: Imposible Nación secreta conserva el más puro espíritu del cine de héroes. Los buenos van a ganar, tienen que ganar. Personalmente adoro las películas donde los buenos ganan merecidamente, donde los héroes enfrentan misiones imposibles y consiguen salir victoriosos. Misión: Imposible se ha convertido en el máximo bastión de defensa de una clase de cine hoy un tanto olvidado, sepultado por superhéroes no siempre heroicos o interesantes. Misión: Imposible tiene humor, pero no cinismo. Hace del planeta su escenario y logra transmitir la idea de que las cosas puedan hacerse bien. Con heroísmo, con valentía, con inteligencia, con valores nobles. Nada es imposible cuando uno ve estas películas. El mundo es un lugar mejor, el cine es un lugar mejor gracias a la saga de Misión: Imposible y su máximo responsable, Tom Cruise.
Intensa, creativa y disfrutable Mientras otras sagas se repiten y decaen (Terminator, Transformers y siguen las firmas), la de Misión: imposible, que ya está a punto de cumplir dos décadas de existencia, mantiene todo su esplendor. Mérito en especial de su protagonista y productor, Tom Cruise, que ha sabido elegir muy bien a los sucesivos directores: Brian De Palma, John Woo, J.J. Abrams, Brad Bird y ahora Christopher McQuarrie, también guionista de esta notable quinta entrega. Tras filmar Jack Reacher y escribir Al filo del mañana, McQuarrie vuelve a trabajar para Cruise en una película consagratoria. Se sabe que tanto esta franquicia como la de Jason Bourne le deben bastante a la de James Bond, pero esta suerte de montaña rusa cinematográfica que se desarrolla en medio planeta (de Minsk a París, pasando por Casablanca, Londres, Viena, Washington DC y La Habana) alcanza una intensidad, una precisión, una creatividad y un sentido del humor poco frecuentes en el cine a gran escala contemporáneo. El guión de McQuarrie trabaja sobre dos líneas argumentales que funcionan a la perfección: un enfrentamiento interno entre la CIA que maneja Alan Hunley (Alec Baldwin) y la FMI que lidera William Brandt (Jeremy Renner), y la lucha que emprende desde las penumbras Ethan Hunt (un impecable Cruise, a sus 53 años) contra una poderosa organización secreta, multinacional y ligada al terrorismo denominada el Sindicato, que encabeza el villano Solomon Lane (Sean Harris). Hunt -perseguido hasta por el gobierno estadounidense- contará, claro, con la ayuda de sus habituales y leales compañeros (Renner, Simon Pegg, Ving Rhames) y, de a ratos, de Ilsa Faust (Rebecca Ferguson), una doble agente británica que aprovecha muy bien cada uno de sus minutos en pantalla. Más allá de los vericuetos de la trama, esta quinta entrega de Misión: imposible regala también varias secuencias de acción de primera línea: El arranque en un avión en vuelo; un intento de asesinato en plena representación de Turandot, en la Ópera de Viena, que remite a El hombre que sabía demasiado (Alfred Hitchcock es, claramente, la mayor influencia de la película); una incursión subacuática; una persecución de motos. Hay más, mucho más en los 131 minutos de Misión: imposible -Nación secreta, un festival (un festín) para los amantes del mejor cine de género. Puro disfrute.
Acción al por mayor, y al estilo clásico Tom Cruise vuelve como el agente Ethan Hunt, hacuendo sus propias escenas de riesgo, en un filme sumamente entretenido, con escenas de acción vertiginosa y humor Es él. Se sabe que es Tom Cruise el que está agarrado de la manija de una puerta externa sobre el ala de un avión, tanto en el carreteo, despegue y en pleno vuelo. No es un doble. Es él. Eso ocurre apenas abre "Misión: Imposible, Nación secreta", y no es un dato menor, ya que así Ethan Hunt/Tom Cruise se gana algo de la empatía del espectador. El resto será durante 131 minutos a la manera del cine de acción clásico. Ese en el que no se notan (tanto) las cosidas que unen las secuencias de acción, que trabajan de manera individual, con su propio estructura, que permiten sacarlas de contexto, verlas individualmente y tienen su propia coherencia. Ese tipo de armadura, de esqueleto de guión al que el cine de Hollywood viene echando mano desde que los blockbusters se transformaron en una necesidad de la industria. La de "Misión: Imposible" es, tal vez, de las pocas sagas de acción que no decae. Tiene un pie en el estilo Bond y, como las nuevas del 007 con Daniel Craig, las películas con Cruise tienen mucho del cine de acción más tradicional y menos rimbombante por no decir ridículo- de las nuevas franquicias. Hay apertura de escena con una misión que después no tiene que ver con el resto del filme (como en todas las películas de Bond, y de Indiana Jones), Hay persecuciones aéreas. Persecuciones de autos y motos. Hay vidrios que estallan alguna vez se dijo que el de los vidrios rotos es el efecto más cinematográfico que existe-. Y, como en todo filme de espionaje (y recontraespionaje) vueltas de tuerca, malos que simulan ser buenos, y no lo son, y viceversa. El hilo de la trama tiene de nuevo a la Fuerza Misión Imposible (imposible no esbozar una sonrisa con la sigla FMI) al borde de la desaparición. Hunt está tras la caza de El Sindicato, una organización terrorista que atenta contra las naciones con simpatías en Occidente. Pronto se sabe quién está detrás de ella (Sean Harris, con cara de Topo Gigio), pero la CIA, dirigida por Hangley (Alec Baldwin), cree que FMI tiene métodos pocos convencionales, así que la cierran y Hunt se queda solito y solo para descubrir la trama secreta de El Sindicato. Mentira. Brandt (Jeremy Renner), Benji (Simon Pegg) y Luther (Ving Rhames) estarán allí para ayudarlo. Y una espía británica infiltrada (Rebecca Ferguson) creará más confusión, mientras la cámara va de Londres a Washington, pasando por Viena y Marruecos. Aún sin una escena de acción excluyente (como la batalla final de la "MI 2", de John Woo, o la escena en el edificio de Dubai de "MI 4"), el director Christopher McQuarrie se las arregla para mantener la tensión y la atención en todo el metraje. Que decae algo en los últimos 20 minutos es igual de cierto. En "Nación secreta" Cruise, que vuelve a ser productor, está menos secundado por Benjamin, Brandt y Luther. Algo se especuló con que "Nación secreta" podía ser la quinta y última de las "Misión", pero el final -sin adelantar nada, pero al estilo "Skyfall"- indica que la rueda bien puede haber tenido un nuevo empuje para que haya lugar para más aventuras.
Publicada en edición impresa.
Crítica emitida por radio.
Difícil pero no imposible La quinta entrega de la franquicia de ‘Misión Imposible’ logra llevar de las narices al espectador como el mejor cine clásico de Hollywood. En una época superpoblada por franquicias, por universos compartidos y por películas que son remakes, reboots, partes de un engranaje mayor que excede el mundo del cine, la serie de Misión Imposible parece vintage. En primer lugar, no tiene una “mitología”. Más allá de que algunos personajes se repitan, cualquier película se puede ver sin haber visto las anteriores, un poco a la manera de las viejas series de TV -no es casual que esté basada en una de los años '60 y '70- que enganchábamos desordenadamente en nuestra tele de tubo; pero, sobre todo, apela al lenguaje cinematográfico como única arma para conquistar a sus espectadores. A nadie le importa el traje de Ethan Hunt ni el modelo de auto que maneja, ni siquiera suele ser tan importante el cast, ni si vuelve algún personaje de algún episodio anterior, ni quién interpreta al villano, ni su peinado, ni su maquillaje. Se hicieron cinco películas en veinte años y están ahí, no silenciosas pero con el marketing justo para cualquier lanzamiento grande, sin un buzz exagerado entre una y otra. Pero cada nueva entrega es mejor que la anterior. Probablemente el gran responsable sea Tom Cruise, una de las pocas estrellas totales de Hollywood, un tipo que no sólo corta entradas sino que produce películas, que protagoniza sus propias escenas de riesgo, y que es capaz de elegir con inteligencia a sus directores. Así como la serie de Misión Imposible es vintage, Cruise es una estrella al estilo del cine clásico de Hollywood, de la época pre-autores en las que los espectadores iban a ver “la última película de Errol Flynn” y su director Michael Curtiz era apenas un empleado. Pero estamos bien entrados en el siglo XXI y los “empleados” que elige Cruise son tipos que aprendieron de aquellos autores del cine clásico que reivindicaban los géneros: principalmente Alfred Hitchcock. En ese sentido, es notorio que quien dirigió la primera entrega de la serie en 1996 haya sido Brian De Palma, al que se suele señalar como el mejor alumno del maestro del suspenso. Y aquella Misión Imposible tenía esas escenas hitchcockianas que funcionaban aisladas del resto del relato: no importa si la viste una sola vez en el cine hace veinte años, seguramente te acordás de la escena de la gota de sudor. Esta quinta entrega de Misión Imposible, Nación secreta, está dirigida por Christopher McQuarrie, que escribió junto a Bryan Singer la extraordinaria Los sospechosos de siempre y ya en esta década escribió los vehículos de Cruise Al filo del mañana y Jack Reacher -esta última también la dirigió-. McQuarrie es un director inteligente y sólido que sigue al pie de la letra las enseñanzas de Hitchcock: Nación secreta está repleta de escenas que utilizan dos o tres elementos para generar tensión y suspenso. Hay una secuencia inolvidable en una ópera -con una cita bastante explícita a El hombre que sabía demasiado-, una persecución en moto, una secuencia bajo el agua y una escena con una bomba que recuerda, también, aquel ejemplo hitchcockiano de la bomba debajo de la mesa. En Nación secreta vuelven Jeremy Renner, Simon Pegg y Ving Rhames y se suma Alec Baldwin como el contacto político del grupo, pero resultan una sorpresa la chica y el villano. Rebecca Ferguson es lo más parecido a “chica Bond” de todas las Misión Imposible, pero no sólo es sexy -hay una escena en la que emerge de una piscina en bikini- sino que salva al nuestro héroe en más de una oportunidad; y Sean Harris es, quizás, el mejor villano de toda la serie. No es casual que ni Ferguson ni Harris sean demasiado conocidos: Nación secreta, a pesar de ser el quinto capítulo de una franquicia, inaugura terreno, crea, inventa. Y en ese plan, no echa mano a nombres probados como en su momento fueron Jon Voight y Philip Seymour Hoffman, sino que hace laburar a su director de casting como hace laburar a cada uno de los encargados de los diferentes rubros. El resultado es una película que funciona a la perfección: tiene la tensión justa cuando la tiene que tener, una trama que no se pierde en vueltas de tuerca innecesarias (pero que las tiene) y algunos golpes de humor con el tono y en el lugar ideales para aliviar las tensiones. McQuarrie y Cruise logran algo difícil pero no imposible: llevar al espectador de las narices a través de 130 minutos y manipular sus emociones con las herramientas del cine.
Esta quinta entrega de la saga protagonizada por TOM CRUISE, retoma el clima de espionaje al estilo "Bond" que había marcado la trama de la anterior película. Un guión interesante y con varios giros argumentales que aquí se nutre además de impactantes escenas de acción, momentos de pura adrenalina que cortan la respiración. Y si el planteo escénico del director CHRISTOPHER MCQUARRIE es perfecto, la composición de CRUISE es sublime. Con más de cincuenta años, se mueve como un adolescente súper entrenado en las escenas físicas, y su carisma encaja a la perfección con el héroe "soñado de la Meca del cine". CRUISE es un grande, y MISIÓN IMPOSIBLE el juego que mejor sabe jugar, la película destinada a su lucimiento total. Un producto que pese a eso, permite disfrutar de un reparto de secundarios impresionante, actores que también tienen su momento de gloria, su propia escena perfecta, en algún momento del metraje. Y es que NACION SECRETA, además de cumplir con lo que se espera de un megatanque hollywoodense, es una gran cinta de acción, aventuras y humor. Un filme para disfrutar con un balde enorme de pochoclo en el regazo.
"Misión Imposible 5" no podía defraudarnos, no no no y no... Y claro, no lo hace. Nueva entrega a pura acción, efectos especiales increíbles, persecuciones, Tom Cruise más pulenta que nunca y un elenco (Jeremy Renner, Rebecca Ferguson, Sean Harris, Alec Baldwin) que acompaña muy bien a esta aventura que seguramente la rompa en taquilla alrededor del mundo. Christopher McQuarrie (también director de "Jack Reacher") apunta donde tiene que hacerlo desde el guión (varios puntos de giro para sorprender) y la dirección para que todo cierre como es debido en una peli de la factoria "Misión Imposible". Las escenas de alto rendimiento realizadas por Tom traspasan la pantalla y vas a sentir los nervios que quizás ni él sintió porque está acostumbrado (un disfrute absoluto sentir que lo que está sucediendo es real). Gran peli para pochoclos, amigos y con seguridad, diversión.
“Misión Imposible” recupera la contundencia del original La quinta entrega de la saga de remakes para cine de la serie "Misión Imposible" empieza de modo contundente con un buen prólogo aéreo con una escena de riesgo a cargo del propio Tom Cruise (o al menos eso asegura la publicidad). Y sigue muy bien en la escena que plantea la trama: un grupo maligno llamado el Sindicato ha sacado del juego a la Fuerza Misión Imposible, que además la CIA quiere desarticular, y Tom Cruise cae preso de los malos, que quieren arrancarle todos sus secretos en una sesión de torturas. Luego, promediando la proyección, hay un par de largas secuencias consecutivas que transcurren en Casablanca, Marruecos, que están entre lo mejor de las cinco películas. Una es una misión submarina que casi pone fuera de combate el protagonista, que al borde de la muerte y sin haberse sacado del todo el agua de los pulmones toma el volante de un auto en una persecución formidable, que luego incluso sigue en moto por sinuosas autopistas marroquíes. Otro punto fuerte de "Nación Secreta" es que el guionista y director Christopher McQuarrie retoma el enemigo original que tenían los agentes secretos de la vieja e inolvidable serie de TV creada por Bruce Geller hace medio siglo, ya que justamente el Sindicato era a los agentes de Misión Imposible lo que Spectre a James Bond, o Kaos al Agente 86 (en las remakes para cine, el Sindicato recién se insinuó por primera vez al final de la película anterior). El regreso de este Sindicato está bien construido desde el guión, y podría devolverle por completo la identidad al cuerpo de espías liderado por Tom Cruise en las inevitables próximas secuelas. Justamente, el principal problema del primer film dirigido por Brian De Palma en 1996 era tomar el concepto de un equipo de agentes ultrasecretos perfectamente organizado, para desarticularlo totalmente y dejar a sus agentes a su suerte, lo que equivalía a armar un thriller que podría haber tomado cualquier otro nombre sin necesidad de apelar a un programa clásico de TV. Con cada sucesiva película, el concepto original fue acercándose a lo que debería y, en este film, pese a estar supuestamente desactivado por el Sindicato y la CIA, el equipo que completan el siempre talentoso Simon Pegg, Jeremy Renner y Ving Rhames está en plena forma. Como jefe de la CIA, Alec Baldwin hace un buen aporte, ya que es un actor experto en componer chantas, mientras que Rebecca Ferguson podría haber sido mucho mejor como la doble agente que siempre aparece en el camino del héroe, lástima que el guión le quitó buena parte de su potencial al dejar fuera casi toda opción de romance o erotismo. La gran falla son los villanos, empezando por el jefe del Sindicato interpretado por un muy poco carismático Sean Harris. Y entre los malos secundarios sólo se luce realmente un flautista asesino, que tiene un instrumento musical convertido en fusil de alta precisión para un asesinato en la Opera de Viena, La escena es una copia mediana pero larga y sobreproducida del desenlace de Alfred Hichcock en sus dos "El hombre que sabía demasiado". Antes de que los personajes lleguen a Marruecos para que el film explote en superacción, la primera mitad se vuelve lenta y redundante. Con veinte minutos menos cortados por un buen compaginador, el vértigo hubiera sido constante y no sólo esporádico. Tampoco hay un buen desenlace, sencillo al punto de que recuerda a los mucho más modestos episodios de la clásica serie. Un buen nuevo aporte es el del músico Joe Kraemer que realmente se luce arreglando todo tipo de variaciones sinfónicas de los gloriosos temas originales de Lalo Schifrin.
Por cada Chris Evans o Chris Pratt que surgen cada cinco años y cobran relevancia en el medio de la noche a la mañana, siempre cabe recordar que Tom Cruise estuvo ahí antes y su actividad en el cine de acción parece no mermar. Todo lo contrario, con cada película que lo tiene como protagonista, el nivel de osadía del norteamericano escala una posición más, y la emoción de Cruise por sus proyectos se contagia a la gente que lo rodea. Mission: Impossible - Rogue Nation así lo demuestra, constituyendo una fantástica quinta entrega de una saga que se rehúsa a quedar obsoleta frente a otras grandes franquicias. Es imposible no caer en las garras del ritmo que plantea Rogue Nation, siendo que comienza con la reconocida música de la serie y que en la primera secuencia antes de los créditos se puede ver ya la tan publicitada escena del avión, con el agente Ethan Hunt colgando de un costado del mismo. Es un momento único que confirma varias cosas al mismo tiempo: que Cruise está loco de remate por filmar sin doble de riesgo, que el actor todo lo hace por su público y que mostrar uno de los aces bajo la manga del film tan pronto no significa que no quede nada para después. La relación de Cruise con el guionista y director Christopher McQuarrie -trabajaron de alguna manera u otra en Valkyrie, Jack Reacher y Edge of Tomorrow- es muy provechosa, de esas duplas que saben que trabajan magníficamente juntas y no decepcionan. La historia nuevamente tiene los mismos ingredientes, pero agitados de diferente manera. El Sindicato -una megalómana organización que trabaja desde las sombras- es el omnipotente villano, la FMI está en aprietos y a punto de ser disuelta, y el agente Hunt está desautorizado, solo en el mundo y con ansias de destruir a un enemigo que se le escapa en todas las oportunidades. La chance de lograr su cometido es mediante la aparición de un rostro conectado al Sindicato, un hombre rubio, silencioso y letal, y por otro lado la de una misteriosa mujer que no se queda atrás cuando de repartir golpes se trata. De ahí en más, la trama saltará de un continente a otro, de una secuencia de acción a la siguiente y de un giro de guión al próximo, probando en forma fehaciente que estamos frente a una Misión Imposible después de todo. Sucediendo a J.J. Abrams y a Brad Bird, McQuarrie prueba que está dentro de las grandes ligas con alucinentes escenas de acción bien coreografiadas, que laten de emoción y suspenso, y hasta tienen algo de sensual -la gala de ópera en Viena así lo prueba-. Siendo un año aplastante en secuelas de alto impacto, Rogue Nation comparte mucho con otra sorpresa del año: Mad Max: Fury Road. Ambas toman una saga que se remonta a varias décadas y le insuflan nuevos aires, sin tanto manejo computarizado sino arte de la vieja escuela. Pero mientras que Fury Road es un desquicio de principio a fin, Rogue Nation es un thriller de espías, bien pensado y hasta podría decirse hitchcockiano en algunos pasajes. McQuarrie ha hecho su tarea y el resultado está a la vista. Puede que haya un espacio pronunciado entre una persecución u escena de acción en particular que termina pesando un poco en los 130 minutos de duración, pero se pueden obviar ya que ayudan a fortalecer la narrativa del director. Como no podía ser de otra manera, Cruise se roba el show con todas sus acrobacias, piruetas y momentos, ya sea colgando de un avión, filmando una escena bajo el agua conteniendo el aire por seis minutos en una toma continuada o luchando mano a mano semidesnudo y sin perder el aliento. Es una proeza que vale la pena pagar para ver una y otra vez. La sorpresa viene por el lado también de la compañía femenina de turno, en la piel de la prácticamente desconocida Rebecca Ferguson. En una época donde el papel de la fémina en peligro se puso seriamente bajo la lupa con la aguerrida Imperator Furiosa de Charlize Theron, la agente Ilsa Faust de Ferguson vuelve a confirmar que la mujer puede tanto o más que un hombre en el terreno de juego. Ilsa es un gran personaje, muy similar a Ethan Hunt ya que están en igualdad de condiciones, y si bien nunca se la toma como un interés amoroso, la química que comparten Ferguson y Cruise es palpable a cada segundo. Hay un gran futuro en el cine de acción para ella y no vendría mal tenerla en cuenta para próximas misiones imposibles. El resto del equipo está bastante dejado de lado, aunque ayudan remotamente. El alivio cómico de Simon Pegg sigue creciendo minuto a minuto y ahora su Benji está en pleno trabajo de campo y resulta de mucha más ayuda que el Luther de Ving Rhames o el Brandt de Jeremy Renner, totalmente desaprovechado y dejado de lado para lidiar con el sector burocrático junto a otro malgastado Alec Baldwin. Y otra vez más, el villano es uno de los puntos más débiles de las nuevas entregas. Si Ghost Protocol tenía un antagonista de poco peso, el villano de Sean Harris en esta ocasión es un poco más oscuro y en línea con la mitología en general de la saga, pero que a fin de cuentas no le es competencia al equipo de Hunt, por más vueltas y recovecos que tenga la trama para hacer que la balanza está equilibrada. Mission: Impossible - Rogue Nation es una bomba pochoclera de precisión, que estalla cuando tiene que hacerlo y se lleva consigo el aliento del espectador durante dos horas. Es momento de reivindicar a Tom Cruise por el excelente actor de cine de acción que es, y si dejamos de lado un poco la parafernalia Marvel, el resultado es un cóctel de espionaje ultramoderno que continúa resultando refrescante y se reinventa con cada entrega.
La mejor imposible Ethan Hunt (Tom Cruise) y su equipo siguen dando tela para cortar en Misión Imposible: Nación Secreta con Christopher McQuarrie en la dirección, entre persecuciones, espionaje, conspiraciones y un antagonista que hace de ésta la película culmine de la serie. Quedó en evidencia la fluida relación entre actor-director, después de haber dirigido o compartido el set con Cruise en tres oportunidades (Al filo del mañana, Jack Reacher y Valkyrie). El argumento cumple con un desarrollo fluido y locuaz, aunque un tanto extenso. Sin embargo, las escenas finales lo complementan. Otro de los aspectos distintos que lleva Misión Imposible son sus grandes y diversos escenarios, en esta ocasión Viena y Marruecos fueron las locaciones de última entrega de Ethan y compañía. Punto y aparte para la secuencia en la Opera de Viena, donde tanto la acción como la ambientación y música se complementan para dejar sobre la mesa una de las mejores escenas de Nación Secreta. El gran acierto del director, que diferencia esta trama de las demás, está en el foco realizado en encontrar un némesis adecuado y eficaz, es decir, plantear un enemigo con el mismo peso y organización que Ethan Hunt. Más allá de la destreza física que puede ejecutar o no éste, se manifiesta a la altura de la circunstancias en el plano de la logística y estrategia, uno de los puntos más fuertes e importantes en cuanto a lo que corresponde a operaciones secretas y encubiertas. Pese al paso del tiempo y la superficialidad que rodea a su personaje, Tom Cruise continúa explotando su físico con grandes escenas de acción, persecución y adrenalina, fiel a los condimentos que reúne cada una de las películas de las sagas. El ejemplo más grande y rudimentario de esto ocurre en el comienzo del film, en la escena que da pie a todo lo épico que va a desplegar Nación Secreta, cuando Cruise cuelga de la puerta de un avión mientras despega y vuela, sin la utilización de dobles de riegos. El equipo de reparto contribuye y potencia a Cruise, en especial la participación de Simon Pegg (Star Trek), que tiene mayor protagonismo en la cinta tanto en momentos cómicos como dramáticos. Por otro lado, el papel de Rebecca Ferguson (The white queen), quien encarna a Ilsa Faust, se desdibujó con el desarrollo del film, al mejor estilo Scarlett Johansson en Avengers, demostró cualidades importantes para las escenas de acción, además de jugar con el rol entre aliada-enemiga, pero su personaje se fue desinflando en el momento culmine de la película. Estamos, sin lugar a dudas, ante la mejor entrega de las cinco de Misión Imposible que se realizaron en estos 20 años. Nación Secreta se fortalece en los elementos de infiltración y espionaje, bien típicos de la primera película y explota las persecuciones en moto y las escenas de acción de las antecesoras. McQuarrie lo hizo a la perfección, reunió los mejores puntos de la saga Misión Imposible para darle al mercado un producto destacado. Pese a cargar con el prejuicio de volver a ver otra película de este estilo con Cruise, rompe la barrera de lo predecible y seduce al espectador con una historia compleja de traiciones y conspiraciones, un argumento firme y asimétrico con la acción. Por Alan Schenone
Cuando anunciamos la quinta parte de una franquicia, lo primero que se nos viene a la cabeza es: más de lo mismo. El dinero mueve a la industria y mientras un filme consiga (al menos) triplicar lo invertido, los productores seguirán haciendo quintas y sextas partes de historias que sólo repiten la misma fórmula. Pero MI ha logrado lo imposible. Desde la tercera parte, bajo el mando de JJ Abrams, daban señales que no todo estaba perdido. Protocolo Fantasma, bajo el mando de Brad Bird demostró que el cine de acción podía sorprender y formar buenas historias, y ahora, la quinta entrega, dirigida por Christopher McQuarrie, lo hace una vez más. Ethan Hunt (Cruise) recibe la peligrosa misión de descubrir, exponer y eliminar al sindicato, una agencia anti FMI que según los archivos oficiales, no existe. Ante la disolución de la FMI (Fuerza Misión Imposible), Hunt deberá trabajar sólo y cumplir su misión antes de que le cueste la vida a él y a sus amigos. Con escenas excelentees y llenas de adrenalina, cuya punta del iceberg es la famosa escena del avión, desde el inicio el filme corre lleno de adrenalina y maneja inteligentemente los altibajos, sin dar lugar al aburrimiento. Los giros de tuerca son interesantes y mantienen al espectador al filo de su butaca. Si bien a veces pareciera un poco exagerada la omnipresencia y omnipotencia de Hunt, Cruise puede con el protagonismo, pues al fin y al cabo la historia es de él, y deja a los secundarios como un excelente soporte, luciendo junto con él en todo momento. Después de la quinta entrega, es sorprendente que cada misión imposible se siga reinventando a sí misma. Que no canse, que no aburra, y que logre ser mejor que otros filmes de acción. Que no exponga todos sus secretos en un mundo en que no hay lugares oscuros para el internet. Que no abuse de los efectos especiales en un mundo donde todo se hace con dobles y por computadora, y sobre todo, que haga al espectador pedir por una parte más,
"Misión Imposible: Nación secreta", el gran regreso del héroe Hace poco más de un año, cuando se estrenaba "Al Filo del Mañana", comentábamos cómo el bueno de Tom Cruise se había convertido en uno de los mejores héroes de acción de la actualidad. Cruise tiene carisma, talento y la pantalla lo ama; es por eso que habría que reprocharle que sólo deleite al público estrenando una sola película por año. Eso no se hace, Tom. Es que el bueno de Maverick -atentos fanáticos que ya confirmaron la segunda parte de "Top Gun: Reto a la Gloria" (1986)- no elige al azar lo que hace y le dedica el tiempo necesario a los proyectos que encara, a veces incluso como productor. De ahí el motivo de que cada largometraje en que pone su carita sea casi siempre un éxito de taquilla y críticas. Y "Misión: Imposible - Nación Secreta", no es la excepción. En la escena final de "Misión: Imposible - Protocolo Fantasma" se menciona brevemente al Sindicato. Esta organización, que en la serie original de 1966 era la antagonista de la FMI (Fuerza de Misiones Imposibles), es una red conformada por agentes especiales de distintas agencias y partes del mundo, presumiblemente muertos o perdidos en acción. Su fin: crear un nuevo orden mundial mediante ataques terroristas. Ethan Hunt (Tom Cruise) está tras sus pasos y dispuesto a acabar con ella, pero tiene dos graves problemas. La FMI fue disuelta y todos sus agentes y recursos pasaron a manos de la CIA, gracias a la presión de su jefe, Hunley (Alec Baldwin). En segundo lugar, el Sindicato sabe quién es Hunt y, si decide intervenir para detenerlos, comenzará una serie de atentados. Seis meses después de ser advertido, Ethan se encuentra solo. Brandt (Jeremy Renner) está trabajando bajo las órdenes de Hunley, Luther (Ving Rhames) renunció y Benji (Simon Pegg) se encuentra confinado tras un escritorio. Aunque tenga al Sindicato amenazándolo y a la CIA buscándolo por todo el mundo, Ethan se las arregla para reunir nuevamente a su equipo para tratar de detener a esta poderosa y misteriosa organización. Tendrá también la ayuda de Ilsa Faust (Rebeca Ferguson), una agente británica que podría o no estar trabajando para el enemigo. Quinta entrega de esta saga, quinto realizador que debuta en ella. Brian De Palma, John Woo, J.J. Abrams y Brad Bird fueron los anteriores y ahora es el turno del talentoso Christopher McQuarrie, que además escribió el guión. Cruise quedó encantado con él desde "Jack Reacher", y se entiende porque conoce al dedillo el género. En este film tiene varios aciertos, el principal es que les da más protagonismo a los otros personajes. Dosis justas a cada uno, y eso le saca presión y peso al principal. Otro acierto es Rebecca Ferguson, la mejor fémina que estuvo en esta franquicia hasta el momento. Le da belleza, glamour, sobriedad, letalidad, distinción, todo junto. Cada gadget y artilugio utilizado, cada pelea o persecución, está realmente bien planificada y pensada (la escena de la ópera en Viena es suprema). Como en toda película de Misión Imposible, la escena que abre es tremenda. En el trailer se la ve y es Ethan Hunt colgado de un avión mientras despega. La respuesta es sí: Tom Cruise la hizo sin utilizar dobles ni efectos especiales, quedando colgado a 1,5 km de altura. Ovación general, por favor. En un año en que se vieron -y se van a ver- tantas películas de agentes y espías secretos se celebra que Misión Imposible haya aportado lo suyo. Su misión, Sr. Hunt, si decide aceptarla, es volver a deleitarnos con una sexta película. Se lo pedimos por favor…
Con la acción en el cuerpo Aunque pueda parecer que la historia que se cuenta es lo de menos, la nueva entrega de la saga hace gala de una precisión y una economía dramática en la que no hay secuencia, personaje o acrobacia que no sean funcionales al relato. En un paisaje general en donde las grandes producciones del cine estadounidense de los últimos 20 años se han vuelto perezosas, cayendo cada vez con más facilidad en el molde hiperbólico y gigantista que reproduce automáticamente la fórmula “historia elemental + estrella masculina mostrando el torso + persecución + catástrofe”, las películas que integran la saga Misión: Imposible siempre han conseguido destacarse. No porque hayan evitado utilizar muchos de esos mismos elementos, sino porque han modificado la fórmula incorporando el empeño de ponerlos al servicio de algo más. Y ese plus, ese algo más que distingue a la saga, es una voluntad cinética innegociable de la cual el actor (y también productor) Tom Cruise es el principal impulsor y garante. Como ocurría ya desde los dos primeros episodios, dirigidos por Brian De Palma (1996) y John Woo (2000), Misión: Imposible - Nación Secreta confirma su compromiso con una ética del movimiento en el que la saga sólo se parece a sí misma, virtud que de algún modo también representa su principal defecto.Porque si bien cada nueva película consigue sorprender con el arte de la coreografía puesto al servicio de un cine en el que la acción es entendida de un modo mucho más amplio que el de la simple etiqueta genérica, como contracara se hace evidente que la lógica narrativa de sus relatos siempre obedece más o menos al mismo patrón. Una característica que, por otra parte, es constitutiva de la mayoría de las sagas de este tipo, con James Bond como paradigma, pero que en este caso también responden al respeto por el espíritu de la serie de televisión original que reunía a un grupo de expertos en montajes, que con tanto ingenio parodió Damián Szifron en la inolvidable Los Simuladores y que las películas han adaptado, llevándolo a su non plus ultra.En Misión: Imposible 5 se observa cierto carácter paradójico. Aunque puede parecer que la historia que se cuenta es lo de menos, sin embargo la película hace gala de una precisión y una economía dramática en la que no hay escena, secuencia, personaje, chiste, pirueta o acrobacia que no sea funcional a ella. Con lo cual dicha historia puede ser vista como soporte que justifica la acción, hecho que curiosamente acaba por poner en evidencia la relevancia y la solidez del relato. El resultado es una simbiosis eficiente entre acción y narración, cuyo equilibrio parece abonar a la idea de que también es posible entender al entretenimiento como una de las bellas artes.Detrás de todo eso está Tom Cruise, un actor del que tal vez puedan discutirse sus capacidades (aunque desde muy joven ha dado sobradas muestras de su talento y carisma), al que no sin argumentos se le puede achacar cierta egomanía y a quien hasta quizá sea posible ridiculizar por sus creencias, pero que asume la actuación como el oficio de poner el cuerpo al servicio de la puesta en escena. Ciertamente no muchos de sus colegas son capaces de asumir ese compromiso de un modo tan literal, mucho menos de llevar el asunto a los extremos a los que él se aventura. La escena inicial, incluida en los avances promocionales de la película, en la que el actor realmente se cuelga de un gigantesco avión de carga en el momento del despegue, prescindiendo del apoyo de pantallas verdes o de la tecnología digital, sin dudas puede ser vista como un megalómano golpe de efecto. Pero quedarse con eso es permanecer en la superficie del asunto, porque en el fondo de ese acto en apariencia innecesario, en lo profundo de esa manera tan explícita de entender la acción, hay una declaración de amor al cine. A cierto cine, a uno que ya no se hace, donde un cuerpo es un cuerpo y no una colección de bits y pixeles y en el que hacer una película es un riesgo a correr. Visto desde ahí, no hay mucha diferencia entre Cruise colgado del fuselaje de un avión y Buster Keaton corriendo delante de una locomotora en marcha. Ambos casos representan una manera de entender qué es el cine, qué elementos le son propios en tanto arte y lenguaje, y comparten una ética y una pasión por el movimiento que de algún modo convierten a Misión: Imposible 5 en un ejemplo genuino y honesto de cine clásico.
A pura adrenalina los espectadores disfrutarán de Tom Cruise en escenas por carreteras a alta velocidad, por aire y debajo del agua. La presentación comienza a toda acción entre Benji Dunn (Simon Pegg, "Misión imposible: Protocolo fantasma"), Luther Stickell (Ving Rhames, "Misión imposible 2", "Misión Imposible 3") y Ethan Hunt quien aparece en pleno despegue de un avión se trepa y en pleno vuelo intenta ingresar al mismo. Ahora se encarga una nueva misión a Ethan Hunt (Tom Cruise, acá es el protagonista y productor) y su equipo que se enfrentan a una tarea bastante difícil hasta el momento, debiendo erradicar al Sindicato, una organización internacional clandestina y que está comprometida en eliminar al IMF. Cuando la amenaza se pone más potente todo el peligro rodea a Ethan, quien ira teniendo distintos destinos: Londres, Cuba, Paris, Viena y Marruecos, entre otras locaciones. La misión se torna más difícil con una terrible lucha con el doctor de los huesos que es el rompehuesos y en un calabozo se une una bella y extraña mujer Ilsa Faust, (sueca Rebecca Ferguson) que se ira trasladando entre dos bandos. Ilsa es una experta luchadora, maneja a la perfección las artes marciales y con una estupenda destreza. Ethan se enfrenta constantemente con los malos que están dirigidos por un temible villano de nombre Solomon Lane (Sean Harris Lane, “Prometheus", efectivo y odiable). Antes que los chicos malos logren dominarlo todo, Ethan y sus hombres William Brandt, Benji Dunn, Luther Stickell y el contrariado Alan Hunley (Alec Baldwin), idearán grandes planes para poner a salvo los secretos de un país. Su misión no será fácil, se va complementando con explosiones, persecuciones, el peligro acecha por todas partes, luchas cuerpo a cuerpo, mucha tensión, armamento de gran calibre, espionaje, a toda velocidad en motocicleta, alta adrenalina en auto y debajo del agua e increíbles escenas de acción. Entretenida de principio a fin. Dirigida por Christopher McQuarrie (“Jack Reacher”, 2012), vuelve a trabajar junto al carismático y creíble Tom Cruise quien a los 53 años se atreve a realizar escenas de alto riesgo y no utiliza dobles. Se logran escenas espectaculares e impactantes, con toques de humor aunque con un guión por momentos es algo reiterativo. Muy buenas locaciones que además nos ofrecen una estupenda fotografía y genial la banda sonora. Sale con más de 200 copias y se encuentra doblada y subtitulada.
Pirotecnia y manipulación. La verdad es que la franquicia de Misión Imposible tuvo un recorrido algo errático, cuanto menos inusual para lo que suele ser un Hollywood que siempre apunta a la predictibilidad ante todo: en cada nuevo eslabón, a la manera de la saga Alien, el productor principal y protagonista Tom Cruise apostó por guionistas y directores con configuraciones estilísticas muy distintas, lo que derivó en un cúmulo de películas que -hasta este momento- se dividía en dos dípticos casi contrapuestos. Mientras que Brian De Palma y John Woo patinaron feo en lo suyo (el primero a puro automatismo indolente y el segundo aburriendo con sus marcas formales), J.J. Abrams y Brad Bird levantaron por fin el nivel cualitativo de la serie. Con el arribo de este quinto capítulo ya podemos hablar de la “etapa Abrams”, debido a las características compartidas por estas tres últimas partes que el susodicho ideó en conjunto con Cruise, en consonancia también con la introducción de Simon Pegg como comic relief en Misión Imposible III (Mission Impossible III, 2006), sin duda la obra maestra de la franquicia. De hecho, tanto Bird como Christopher McQuarrie, el guionista y director de Misión Imposible 5: Nación Secreta (Mission Impossible: Rogue Nation, 2015), siguieron los lineamientos trazados por la tercera entrada, léase el erradicar todo capricho de autor por parte de los cineastas y el centrarse en un equilibrio sutil entre clasicismo y fastuosidad. Una vez más la inteligencia de Cruise pasa por la decisión de haber elegido a un profesional muy talentoso para llevar adelante la propuesta: McQuarrie, responsable del guión del neoclásico Los Sospechosos de Siempre (The Usual Suspects, 1995) y realizador de la gloriosa Al Calor de las Armas (The Way of the Gun, 2000), ya había trabajado con el señor en Jack Reacher (2012), un excelente thriller suburbano de cadencia setentosa que le permitió al actor bajar un cambio en lo que respecta a su promedio bombástico. Así las cosas, Cruise “lo premió” dándole el cargo máximo del proyecto y nuevamente dictaminó que la pirotecnia de las escenas de acción debe ir de la mano del suspenso símil old school. Como todo eslabón de una saga que ya lleva la friolera de tres décadas, la trama incorpora referencias a los films anteriores y en esencia gira alrededor del paso a la marginalidad del protagonista, ahora reconvertido en un fugitivo internacional obsesionado con probar la existencia/ destruir de cuajo a la organización criminal de turno, el “Sindicato”. Hoy comenzamos con la Fuerza Misión Imposible desmantelada y hasta nos topamos con dos antagonistas, uno manipulador en la piel de Sean Harris, todo un devoto de la autonomía terrorista, y el otro ambivalente interpretado por Alec Baldwin, quien -dato curioso- viene de otro “episodio número cinco”, la maravillosa Torrente 5: Operación Eurovegas (2014). Para aquellos que celebramos la perspicacia del Cruise veterano y consideramos que es conveniente obviar sus primeros años en la actuación, Misión Imposible 5: Nación Secreta constituye un verdadero placer porque sintetiza la dialéctica bien entendida del espectáculo suntuoso y autoindulgente, centrado tanto en el apuntalamiento de la estrella eventual como en el cariño hacia los engranajes del relato, aunando lo mejor del pasado y el presente sin condescendencias infantiloides o soluciones motivadas exclusivamente por el marketing. Aquí la realización no sólo funciona con solvencia desde su ironía y sensatez, sino que además se permite dardos inesperados contra el esquema jerárquico de la CIA y el MI6…
El héroe que sabía demasiado A casi 20 años de su primera entrega, la saga Misión: Imposible está más bonita que nunca (Jorge Hané dixit). Luego de Misión: Imposible – Protocolo Fantasma, llega esta quinta parte que es sin ninguna duda uno de los mejores estrenos del año y la más destacada película de la franquicia protagonizada por Tom Cruise. Ethan Hunt debe desmantelar al Sindicato. Una especie de agencia de contrainteligencia creada para infundir el caos en el mundo. Encima no cuenta con el apoyo de su agencia, debido a que la misma fue “absorbida” por una CIA que encima ahora lo tiene como enemigo número 1. Sin dudas, ésta se presenta como la tarea más compleja de su vida debido a que se enfrentará a agentes tan entrenados como él, aunque como ya sabemos no existe tal misión imposible de realizar para Ethan y su equipo. A medida que fueron avanzando las entregas, la saga Misión: Imposible (en un claro ejercicio de autoconciencia) fue ofreciendo a un Ethan Hunt más endeble, más humano por así decirlo. Las misiones ya no le salen como antes: Sufre excesivos golpes, se lo ve dubitativo, por más que corra no alcanza a su presa y hasta incluso a veces es engañado por sus enemigos. Es que los años no vienen solos para Ethan y claramente la franquicia está armando de a poco el terreno para su retirada del campo de acción. Misión: Imposible – Nación Secreta sigue en ese camino mostrando a un Hunt mucho más complicado, como corriendo siempre de atrás del enemigo. Sin dudas (y más allá de que buenos realizadores como Brian De Palma, John Woo, J.J. Abrams, Brad Bird y ahora Christopher McQuarrie han pasado por la franquicia) hay una afirmación que es imposible de ignorar: Los directores cambian, se mueven fichas protagónicas, contratan nuevos guionistas; pero las Misión: Imposible siguen, y seguirán funcionando, esencialmente por la inoxidable presencia de Tom Cruise, su protagonista y productor. Es que Cruise es un héroe de mil caras (como bien escribió el amigo Ignacio Moretti en su crítica de Jack Reacher), un héroe que sabe demasiado de cine, que entiende cómo llegar al corazón del espectador sin traicionar su estirpe clásica. No hace falta forzar acentos, poner caras de situación, hacer grandes morisquetas para generar empatía en el público. Y Tom Cruise, totalmente consciente de sus habilidades y de lo que el público pretende de él, vuelve a ponerse en cuerpo y alma al servicio del espectador. Tom Cruise entiende cómo llegar al espectador sin traicionar su estirpe clásica. Cruise es un tipo generoso, que nunca te deja a gamba, pero principalmente jamás de los jamases antepone su persona por encima de la película que protagoniza; a pesar de ser una de las estrellas más importantes que ha dado Hollywood en su historia. Misión: Imposible es SU franquicia, la que lo puso de nuevo en el mapa del que nunca debió haberse ido, y sin embargo no tiene ningún problema en darle paso al lucimiento de Simon Pegg, con quién posee una destacable química, o Jeremy Renner. Pasan los años, pasan los jugadores y Tom Cruise sigue firme, intacto al frente de una saga que en vez de agotarse, se renueva y se potencia. ¿Qué le aporta Christopher McQuarrie a Misión: Imposible – Nación Secreta de nuevo? Un guión altamente inteligente, creativo y principalmente sin pretensiones molestas. También contribuye con una dirección consistente que sigue con seguridad los mandamientos del cine de Alfred Hitchcock. Todos son conscientes que M:I 5 es un tanque que viene a brindar diversión de alto nivel, se nota que trabajan para ello, y cuando un producto sabe a dónde ir y también cómo viajar hacia esa meta, el resultado es este peliculón. Quizás la única mancha del film es el poco desarrollo del villano interpretado por Sean Harris, aunque tampoco es algo que resienta mucho a la trama. Una película de este calibre nos tiene que hacer viajar por el mundo. Minsk, Viena, Londres, Casablanca y hasta La Habana son algunos de los destinos presentados con los puntos de contacto necesarios. Porque tampoco es llevarnos de acá para allá sin una razón aparente. En toda película de acción a gran escala como esta tiene que haber una mínima cresta que haga evidenciable dichos traslados y máximamente tienen que potenciar a la historia. Dentro de todos esos viajes, sin dudas que la escena en la Opera de Viena (claro homenaje a El Hombre que Sabía Demasiado de Hitchcock) es el punto más intenso y sobresaliente de toda la película. Si el gran Alfred estuviese vivo, seguramente estaría muy contento con el trabajo de McQuarrie. Impresionantes secuencias de acción, que incluyen a Cruise colgando de un avión (!!!). Una trama inteligente, que presenta giros sorpresivos pero que no trata como idiota al espectador. Buenos momentos cómicos, que sirven como descarga en una historia llena de traiciones y asesinatos. Todo eso y más tiene esta quinta Misión: Imposible en sus más de dos horas de duración para satisfacer al público sediento de acción y más acción. Tom Cruise está más vigente que nunca, vuelve a ponerse en cuerpo y alma al servicio del espectador y cuando alguien pone ese nivel de compromiso, lo más factible es que salgan obras maestras como lo es Misión: Imposible – Nación Secreta.
Vuelve Tom Cruise como Ethan Hunt en Misión Imposible: Nación Secreta quinta parte de la saga. Llega a los cines de la Argentina la quinta entrega de la saga cinematográfica de Misión Imposible con Tom Cruise nuevamente como protagonista y un enfrentamiento antagónico que promete atrapar al espectador más desconfiado. En esta entrega, Ethan Hunt se enfrenta con “El sindicato” una asociación que busca a través de la provocación del caos y los asesinatos, derrocar a los sistemas de poder del mundo. Al mismo tiempo que esto ocurre, su jefe William Brandt (interpretado por el monofacético Jeremy Renner) debe enfrentarse a la némesis que la agencia FMI tiene en USA: La CIA, al mando de Alan Hunley (a cargo del genial Alec Baldwin). Esta vez, el film llega dirigido por Christopher McQuarrie, más conocido por su carrera de escritor que por su escasa producción como director, pero que ha logrado con su película anterior (Jack Reacher, 2012) hacerse de un buen nombre en el círculo de las películas de acción. Y es justamente la acción lo que va a poner a esta Misión Imposible en el centro de las miradas. Escenas en aviones, autos, motos, agua, calle transitada, locación desierta, día, noche… cualquier variante que el espectador necesite, el director proveerá. Con un timing perfecto en el montaje, las escenas de acción de Mision Imposible ponen a prueba el temple del espectador más centrado, poniéndolo al filo de la butaca, lo cual hace muy bueno que la trama siga generando puntos de giro constantemente, dejando siempre lugar para un poco más de emoción. Sin pedirle al film un gran despliegue a nivel guion, esta nueva entrega de la saga está plagada de acción, las más de dos horas del film se pasan volando y de esa manera el director se asegura que haya Misión Imposible para un buen rato.
Volvió Ethan Hunt (Tom Cruise) y de la mejor manera, porque más allá de que la saga avanzaba, en las últimas entregas no encontraba el tono justo con el cual sorprender al espectador. Igualmente “Misión Imposible: Nación Secreta” (USA, 2015) de Christopher McQuarrie, mantiene en vilo al espectador a fuerza de la nostalgia de las primeras entregas y de la serie que fue furor allá en el siglo pasado. Hoy en día sería increíble pensar que algo fuese imposible, si hasta una ong ambientalista fue capaz de colar en la cumbre de los presidentes a una bailarina de comparsa para manifestarse, ¿qué sería imposible de hacer en la actualidad? Sobre esa pregunta trabaja “Misión Imposible: Nación Secreta” y decide armar un contexto mundial en el que la FMI, a la que pertenece Ethan, es puesta en duda por la CIA al no lograr conseguir pruebas de un Sindicato oculto de ex agentes y que intentará comenzar con una serie de atentados que pongan en vilo la seguridad universal. Ethan sabe que el Sindicato existe y decidirá junto a sus compañeros (Simon Pegg, Jeremy Renner y Ving Rhames) avanzar en el descubrimiento de la red de maleantes que bajo la dirección del misterioso Lean (Simon Harris) mantiene a una miembro de su grupo a la expectativa de todos (Rebecca Ferguson). Las idas y venidas, la visita a ciudades cosmopolitas y exóticas, las armas sofisticadas y la tecnología puesta a la hora del día para, de alguna manera, enmarcar a Ethan dentro de un contexto de espionaje internacional, necesario para avanzar la narración. Pero McQuarrie y el guión de Drew Pearce y Will Staples caprichosamente, y al igual que sucedía en la segunda entrega con Tandie Newton, Ethan está bajo el “hechizo” de la misteriosa agente Ilsen, a quien aún no puede lograr determinar ubicarla en alguno de los bandos, por lo que todo lo que puede hacer es únicamente brindarse a ella para desbaratar los planes de Lean. Para darle un poco más de verosímil, mientras Ethan salta de país en país para encontrar a Lean y su sindicato, en tierra, y más precisamente en Estados Unidos, el debate sobre la continuidad o no del FMI entre el congreso, el jefe de la CIA (Alec Baldwin) y el del FMI (Renner), no hacen otra cosa que ofrecer la dosis de dramatismo necesaria para que los intentos por desbaratar la nación secreta lleguen a buen destino. McQuarrie bucea en los orígenes de la saga, y apoyándose en Cruise, como protagonista excluyente, logra una combinación exacta entre suspenso/acción/espionaje y hasta humor que elevan la propuesta. Con una narración clásica, pocos efectos especiales (se agradece) que brindan más realismo a la acción (a pesar que Ethan salte de un avión con cientos de ojivas de armas nucleares, o que se mantenga intacto ante el despegue del aeroplano agarrado sólo de sus manos, etc.) y la clara intención de recuperar el cine de espionaje como la base de un entretenimiento sólido “Misión Imposible: Nación Secreta”, llega para recuperar una saga que venía en clara decadencia.
Para "tiempos desesperados, medidas desesperadas". Esa es la frase que Ethan Hawk pronuncia para meterse de lleno en la peligrosa misión que nos trae "Misión Imposible: Nación Fantasma". Si tienen la oportunidad de verla en pantalla gigante, no lo duden a la hora de sacar entradas ya que vale la pena el despliegue en las escenas de acción. No se nota casi el uso de efectos cuando los actores ya no están en condiciones físicas de afrontar el papel de héroe sin doble de riesgo. Es más, Tom Cruise mismo filmó sin intervención de dobles casi todas esas impresionantes tomas como la que vemos en el avance en la que queda colgando de una puerta de un Airbus 400 y dicen que sufrió varias veces heridas aunque no de gravedad. La edad le está sentando en la pantalla a Tomasito y en está última entrega de la marca "Misión Imposible", la número 5, se viene con todos los chiches y redondita en el balance entre argumento y ritmo que no da respiro. Parece mentira que casi pasaron 20 años de la primera misión de Ethan Hunt y en esta oportunidad tendrá que enfrentarse a un enemigo fantasma en los papeles, muy real en los hechos. Espionaje y recontraespionaje que hará que este protagonista y su equipo se encuentren fuera de la ley y con todos los misiles apuntando hacia ellos mientras el fósforo enciende la mecha que se va consumiendo para dar un espectáculo que conserva la esencia de la serie original. Christopher McQuarrie se encarga de la dirección y es uno de los guionistas. Es la cuarta vez que trabaja con Tom Cruise ("Al Filo del Mañana", "Jack Reacher" y "Operación Valkiria") y también conoce de acción y suspenso pues fue guionista de "El Turista" (Johnny Deep y Angelina Jolie) y "Los Sospechosos de Siempre", un clásico por el que ganó un Oscar de la Academia de Hollywood. Drew Pearce colaboró con la historia y luego de haber participado de la historia de Iron Man 3 se apresta a intervenir en la tercera peli de Sherlock Holmes y el proyecto, todavía sin título, que revivirá a los "Cazafantasmas". Para mi gusto, es la más entretenida de todas con una mujer fuerte a la que habrá que seguirle el rastro para saber de qué lado está. Ella es Rebecca Ferguson como Ilsa Faust, una dama sueca que mejor que se porten bien ya que es experta en peleas con todo tipo de armas y a puño limpio. Será el imán para que el personaje de Cruise cumpla con esta misión que tiene mucho de imposible. Para llegar a buen puerto, se necesita a los más fieles compañeros, entre ellos: Benji (Simon Pegg), -el genio en computadoras que esta vez tendrá más trabajo de campo y riesgo-, William Brandt (Jeremy Rennner), -el jefe de Hunt que tendrá que dar explicaciones y planear muy bien sus jugadas para no dejar a su agente más valioso a merced del enemigo-, y Luther Stickell (Ving Rhames), -que acompaña la serie desde la primera película-. Alec Baldwin aportará su cuota de histrionismo como jefe de la CIA que desconfía de este grupo de espías que tiene permiso para todo y que muchas veces no les deja "meter cuchara" y los deja mal parados. Y finalmente un villano frío y calculador que pone al límite a Hunt, él es Lane (Sean Harris), al frente de la "nación fantasma" del título, el Sindicato que amenaza, no sólo al IMF sino a todo el mundo. Impresionantes escenarios, toques de humor para ser acompañados por un buen balde de pochoclo. La recomiendo sin dudar otro tanque que no decepciona.
Una descarga de electricidad Misión Imposible 5 sigue siendo uno de los mejores productos de entretenimiento masivo de Hollywood. Explosión menos, explosión más, persecución menos, persecución más, todo lo que sucede en Misión Imposible 5, nación secreta ya se vio en alguna de las anteriores. Sin embargo, por esa clase de milagros que procuran sagas como las de James Bond o Batman, sigue siendo uno de los mejores productos de entretenimiento masivo que hoy está en condiciones de ofrecer Hollywood. La intriga y la acción recorren de punta a punta la trama como una descarga de electricidad, y en esa constante suba de tensión hay suficiente espacio para el sentido del humor, la insinuación romántica y el culto de la amistad. Todo en su punto justo, como si cada uno de esos componentes fuera un engranaje de un instrumento de precisión. El responsable de esa armonía ideal es Christopher McQuarrie, un guionista talentoso (Los sospechosos de siempre, Operación Valquiria, Al filo del mañana) que en esta película demuestra que la diferencia entre un producto adocenado y una obra impecable a veces sólo es cuestión de ingenio bien aplicado. Y si algo se necesita en un género como el espionaje es ingenio. Pese a que la realidad ha demostrado que la inteligencia no sobra en los servicios de inteligencia (ver la magnífica: El hombre más buscado), en esta clase de ficciones es la premisa fundamental. McQuarrie (que también firmó el guion) dibuja una trama en la que no faltan vueltas de tuerca y ambigüedades, aun cuando sean complicaciones de digestión rápida y no exijan el gasto de demasiada materia gris para captarlas. Esta vez Ethan Hunt (Tom Cruise) y su equipo deben enfrentar una misteriosa organización terrorista internacional llamada "el Sindicato". No se conoce cuáles son sus fines ni quién la lidera, por lo que resulta díficil justificar las costosas operaciones para desactivarla, más en un contexto político en el que se ha decidido la disolución de la Fuerza Misión Imposible. Además de esos problemas burocráticos, no hay muchas conexiones entre el mundo tradicional de los espías y esa nación secreta (de allí el subtítulo de la película) cuyas acciones terroristas no llevan ninguna firma, salvo que tienen la forma de extraños accidentes y catástrofes. La delgada línea entre conspiración y fantasía paranoica es más invisible que nunca en este caso. De todos modos, uno de los puntos de contacto entre ambas realidades es la agente Ilsa Faust (Rebecca Ferguson), una bella y letal espía que no se sabe muy bien para qué bando juega y que prácticamente es la coprotagonista. Se trata de un perfecto ejemplar de chica poderosa, esa figura cada vez más recurrente en el cine de acción y que aquí forma una excelente dupla con Cruise (quien por cierto mejora en la medida en que se muestra vulnerable). Como en un juego de ajedrez en el que la piezas se mueven en cámara rápida y sangran o explotan a cada rato, Misión Imposible 5 da todo lo que se espera de ella y un poco más, y eso la ubica, sin problemas, entre las mejores películas de entretenimiento del año.
La reinvención de lo imposible Sin lugar a dudas Misión Imposible es una de las sagas de acción más sólidas de la historia del cine, al punto que ya pareciera evidente que se ha convertido en una franquicia perpetua, al estilo 007, y que seguramente trascenderá a Tom Cruise en un futuro. Esta quinta entrega es, según mi parecer, la menos virtuosa de todas, y no por eso una mala película. Empecemos dando las malas noticias: la cámara rápida en las escenas de acción ha llegado a Misión Imposible. Planos efímeros y cambios súbitos de ángulo desdibujan las secuencias de combate cuerpo a cuerpo. Todavía no se sabe por qué ciertos directores quieren seguir apostando al caos fotográfico y evadir los planos explícitos, donde el espectador puede apreciar con claridad lo que sucede. Es sinceramente una pena que el cine de acción moderno se empecine en una técnica cinematográfica tan diametralmente opuesta a los estándares clásicos del séptimo arte. La otra crítica que voy a hacer con respecto a lo malo de la propuesta tiene que ver con el deslucido rol de Jeremy Renner, quien había sido introducido en el reparto en Protocolo Fantasma y en esta oportunidad pierde el protagonismo en contraposición con toda expectativa. Es verdaderamente un desperdicio que un actor con tanta personalidad pase la mitad del tiempo en pantalla hablando por teléfono… En todo lo demás, Rogue Nation cumple, comprometiéndose a brindar un buen entretenimiento. Hay muy buenas escenas, entre las cuales se destacan la del avión en la presentación y la acuática promediando el filme. Lo increíble quizás sea, después de cinco entregas, que Misión Imposible aún siga sorprendiendo por momentos con escenas creativas y magníficamente ejecutadas. Rogue Nation tal vez no esté a la altura de sus predecesoras, pero conserva el espíritu de la saga y entretiene de principio a fin. Quienes quieran otras dos horas de vértigo ininterrumpidos de la mano de Ethan Hunt, no quedarán defraudados.
¿Estás buscando desconectar el cerebro y ponerlo en remojo por dos horas? ¿Olvidarte del mundo? Lo mejor que podés hacer es meterte en un cine y ver Misión Imposible 5. De principio a fin tiene la dosis de acción justa en proporción con humor bien aplicado. Todo lo que tiene que tener una película de este estilo. Lo único que le critico es que no me sorprendió, no me mostró nada que no haya visto antes en materia secuencias de acción y como esta filmada. Tal vez porque ya está todo hecho y estoy pidiendo mucho, pero de vez en cuando me sorprendo y acá no me sucedió. Amén de eso, la dirección de Christopher McQuarrie, quien venía de dirigir a Tom Cruise en Jack Reacher (2012) está más que bien en todo sentido. El realizador entrega un producto sólido y compacto por donde se lo mire y lo mismo sucede con la historia (también es uno de los guionistas) porque nos encontramos con la quinta aventura de Ethan Hunt en la pantalla grande y no derrapa sino todo lo contrario. Está muy bien pensada. Unos renglones más arriba nombré a Tom Cruise muy al pasar, cosa que es una injusticia total porque sin él no habría Misión Imposible. Cruise es la última gran estrella de Hollywood, con todo lo que eso conlleva y significa, y a sus 53 años se consolida con el actor de acción más loco y definitivo. El opening de la película cuyo making está dando vueltas en internet desde hace unos días y en donde vemos como lo cuelgan del costado de un avión en pleno despegue no hace más que afirmar esto. El tipo es una verdadera bestia del cine, es único. Ya de por sí la su sola presencia vale pagar la entrada de esta o cualquier película que protagonice. Vuelven a acompañarlo Simon Pegg (genial como siempre), Jeremy Renner y Ving Rhames, y se le suman Rebecca Ferguson como “la chica Hunt” del film y Alec Baldwin derrochando carisma. Las dos horas pasan volando entre sobresaltos y alguna risa. Sin dudas una película para ver y disfrutar en el cine.
Fenómeno de boletería aunque sin aportar nada muy novedoso “Misión imposible” empezó siendo una serie televisiva en los lejanos ’60. En 1996 Brian de Palma dirigió la primera de las películas protagonizadas por Tom Cruise, recaudando la misma 180 millones de dólares en los Estados Unidos. Cuatro años más tarde John Woo volvió a hacerlo y ya los ingresos excedieron a los de la primera en 35 millones de dólares, con notables tomas que mostraban a Ethan Hunt (Cruise) escalando escarpadas montañas. La tercera de J.J.Abrams (2006) fue la más floja relativamente, desde el punto de vista de la taquilla norteamericana, aunque todavía superando los 100 millones de dólares y con la presencia del recordable Philip Seymour Hoffman como el inevitable villano de cada secuela. “Misión: imposible. Protocolo fantasma”, la penúltima hasta ahora de 2011, volvió a superar los 200 millones de dólares y nuevamente fue otro (Brad Bird) su director. Esta vez las tomas más espectaculares transcurrían en el edificio más elevado de Dubai y en el mismísimo Kremlin. Ahora llega “Misión: imposible – Nación secreta”, donde el principal productor es el propio Tom Cruise, además de obviamente ser de nuevo el personaje central. Por quinta vez consecutiva cambia el nombre del director. Christopher McQuarrie ya había dirigido a Cruise hace dos años en la discreta “Jack Reacher: bajo la mira” y ahora vuelve a hacerlo, con la ventaja frente a la mayoría de los anteriores de conocerlo bien. Pese a críticas en general muy laudatorias tanto internacionales como locales no hay nada demasiado novedoso que diferencie a esta secuela de anteriores capítulos. Es probablemente cierta la afirmación de que varias escenas arriesgadas, donde normalmente suelen utilizarse dobles (stunts), la protagonizó el propio Cruise. Pero en verdad hay poca originalidad y numerosos clichés que no molestarán, sin embargo, al espectador que procure simplemente entretenimiento. El equipo que secunda a Ethan Hunt es similar al de la cuarta “Misión imposible”, ya que vuelve a participar Ving Rhames (“Tiempos violentos”/”Pulp Fiction”), como Luther y único que lo acompaña desde la primera. Simon Pegg (Benji) reincide por tercera vez y Jeremy Renner (Brandt), en su segunda aparición, se consolida en un personaje que en la anterior era interesante por ser muy dudosa su filiación. Renner es el recordado sargento James de “Vivir al límite” (“The Hurt Locker”), sorpresiva ganadora del Oscar en el año 2010, pero que había pasado por numerosos festivales como Venecia, Toronto e inclusive Mar del Plata, antes de su consagración definitiva por la Academia de Hollywood. La escena inicial es quizás una de las más logradas transcurriendo en el aeropuerto de Minsk (Bielorrusia) con Ethan intentando evitar el transporte de un “paquete militar” (“package” en inglés), colgándose de un gran avión militar cuyo despegue no logra evitar. Entre los nuevos personajes cobra relevancia uno femenino, Isla Faust, que al igual que el de Brandt en la anterior comparte cierta ambigüedad. Quien la interpreta es la sueca Rebecca Ferguson (lejana parienta de Sarah Ferguson, por parte de su madre). Se dice de ella que baila muy bien y hasta ha enseñado el tango y lo que asombra es su físico que justifica su rol como ex agente británica. Sin embargo, no sobresalen sus dotes actorales y no sorprendería que su figura se opaque en el futuro. En cuanto a la inclusión de Alec Baldwin como un jefe de la CIA, su participación parece más bien un cálculo comercial, dada cierta irrelevancia de su personaje. A favor cierta escenas de buen nivel cinematográfico como una en la Opera de Viena con la representación de Turandot, aunque nada original ya que Hitchcock hizo algo similar en dos oportunidades en el “El hombre que sabía demasiado”, cuya segunda versión se llamó “En manos del destino”. La otra filmada en Casablanca con una persecución en motos a alta velocidad, una conducida efectivamente por el propio Cruise. Finalmente una mención al villano de turno, Solomon Lane como jefe de la organización terrorista conocida como “Sindicato”. Lo interpreta Sean Harris (“Prometeo”), quien también tuvo el rol de Macduff en la nueva versión de “Macbeth”, con Michael Fassbender y Marion Cotillard, vista recientemente en el Festival de Cannes. Las últimas dos “Misión imposible” superaron los 500.000 espectadores en Argentina, pero ésta que arrancó en el final de las vacaciones de invierno podría sobrepasar a las anteriores gracias a las críticas favorables y quizás a un buen “boca en boca”.
No valorado, menospreciado y subestimado una y mil veces por la industria y la crítica especializada. Ese es el karma de Tom Cruise a lo largo de los años. y en estos días será un nuevo tema de conversación entre los cinéfilos que por un lado hablaran maravillas de sus interpretaciones y por otro, sus eternos detractores, dirán que está oxidado pese a los resultados en pantalla. Luego de disfrutar la quinta entrega de Misión: Imposible es inevitable evaluar los riesgos que toma el actor en el plató para darle vida al agente de la Fuerza Misión Imposible. Con 53 años y una figura envidiable, Tom Cruise le pone el pecho al personaje y no duda en hacerle frente a las escenas de riesgo. Se cuelga de un avión, se sumerge durante prolongados lapsos de tiempo, da clase de manejo y acrobacia arriba de una motocicleta y pelea como pocos en la pantalla grande. ¿Dobles de riesgo? Nada de eso. Antes de empezar con el repaso del film que se estrena en Argentina con 200 copias, vale aclarar que ninguna de las entregas de la franquicia es una obra maestra del séptimo arte, ni siquiera la de Brian De Palma, pero la adaptación cinematográfica de la serie de los 60 representa de lo mejor del cine de género de espías y sin fecha de vencimiento. Grandes directores han pasado por cada una de las cintas y este no es el caso contrario. Es más, en el continuo relevamiento de director radica la frescura de las cinco entregas. MisionImposible_Locoxelcine En esta oportunidad la silla la ocupa Christopher McQuarrie, responsable de Al calor de la armas (2000), con Benicio del Toro y Juliette Lewis. El director oriundo de Princeton, New Jersey, también fue guionista de Los sospechosos de siempre, Operación Valkiria y Al filo del mañana. En las últimas dos mencionadas, trabajó con Cruise pero Jack Reacher fue el primer encuentro de ellos como director y actor. La fórmula resultó y dejó una gran película de acción también protagonizada por Tom. Insisto, el tipo es inoxidable para este tipo de papeles. Misión Imposible: Nación secreta es “una de espías”, lo que se va a buscar al cine cuando se habla de traiciones, agentes, contragentes, espionaje y el uso de nuevas tecnologías para la resolución del caso. En ese sentido, siempre estuvo a la vanguardia. Además, esta quinta parte de la saga toma los mejores elementos de las entregas de De Palma y John Woo para brindar uno de los más grandes tributos que se le hicieron al cine de James Bond. Sí, Misión Imposible y el agente 007 están ligados por muchísimos puntos. A favor y en contra de cada una de las franquicias, hay muchos lugares comunes donde uno está claramente influenciado por el otro pero en diferentes etapas. Bourne sería el más fresco entre los agentes de élite que llenan salas con el género. Estrenos-DVD-Misión-imposible-Nación-Secreta-escena ¿Qué cuenta Nación Secreta? El IMF, el grupo al que Ethan Hunt lidera (y que componen Renner, Ving Rhames y Simon Pegg) es cerrado por la CIA debido a los métodos poco ortodoxos que emplean para resolver sus misiones. Un “Sindicato” fantasma parece estar amenazando el mundo con diferentes actos de terrorismo que en apariencia parecen aislados y Ethan se ve involucrado cuando se acerca hacia la verdad. Ya con el grupo desmantelado, Hunt queda a la deriva y sin ningún tipo de apoyo. Pero su carácter y sentido del deber siempre son más fuertes en este tipo de personajes y el descubrir quienes se infiltraron en su programa matando a una chica inocente y dejándolo en una situación límite, se vuelve su prioridad absoluta. Ilsa Faust (Rebecca Ferguson) se convierte en una inesperada aliada ya que lo ayuda a escaparse de la muerte a manos de sus captores. Pero ¿quién es esta mujer? Las entradas y salidas de esta actriz aportan al film ese toque de distinción que recuerda a las femme fatale de otro tiempo. Esa mezcla de rudeza y seducción que tanto alegra a la platea masculina. A lo largo del film, la relación de confianza/desconfianza entre Ethan e Ilsa son el motor que empuja esta historia de intrigas y secretos de estado. El malo, interpretado por Sean Harris, es el líder del Sindicato, Solomon Lane. Si bien es uno de los puntos más flacos de la trama, su tono de voz y su manera de expresarse le da una aura de misterio que genera cierta empatía en el espectador, de esos malos que son queribles, pero no mucho más. En esta ocasión, el villano no tuvo el peso que si se disfrutó en las precuelas. Grata sorpresa el estreno de Nación Secreta, una película que no defrauda si lo que buscas es acción, femme fatale, intriga, agentes secretos, contraespionaje y otros elementos propios del género. Un reparto que no se renueva (gracias a todos los dioses) y que sostiene el éxito de esta franquicia: Tom Cruise atlético y comprometido corporalmente, la confirmación de Jeremy Renner (que también protagonizó la última entrega de la saga de Bourne) como parte del equipo, el humor de Simon Pegg y, hay que reconocerlo, un apagado Ving Rhames, un elemento infaltable si se habla de Hunt y su equipo de trabajo. De lo mejor del género en 2015, que aun lidera, sin lugar a dudas, la nueva de Mad Max de George Miller y, unos escalones más abajo, la hilarante Kingsman: Servicio Secreto dirigida por Matthew Vaughn que se pudo disfrutar a principio de este año. ¿Quedará algún sorpresa más en lo que resta del año?
En el cine, los héroes solitarios le siguen ganando a las mafias Hay tantos remakes y tanto cine repetido, que cuesta encontrar algo ingenioso en un género desbordado de ofertas y lugares comunes. La súper tecnología ha reducido bastante el trabajo de los guionistas. Y son muchos los realizadores que apuestan sólo a los efectos especiales para atraer un público que se ha acostumbrado a no pedir demasiado en esta materia. Por eso, cuando aparece algo distinto, se agradece. Aquí la cosa funciona bien. Es un film de ritmo incesante, que no da respiro, con un libro que no deja cabos sueltos, con personajes bien trazados, una acción que no decae nunca y una buena mezcla de peligro, humor y sorpresas, señas de identidad del género. Cine bien presentado, con producción de gran nivel, con chiches y frenesí. Hay algunas franquicias que tienen el sello de su productora. Otras, el de sus personajes. En este caso sin duda es un cine de actor más que de autor. Tom Cruise, más allá de los buenos directores que ha elegido para su saga (Brian De Palma, John Woo, J.J. Abrams, Brad Bird y ahora Christopher McQuarrie ) es al fin quien le tributa sello personal a una serie de films que traen a un James Bond igual de movedizo, pero más desaliñado y con menos glamour. La cosa esta vez pasa por el Sindicato, una cuadrilla de mafiosos que se quiere quedar con todo, como siempre. La CIA tiene interés que el FMI (un FMI de ficción, por supuesto) se desactive. Y hay un capo del servicio británico que se mezcla en la pulseada. En el medio está Ethan Hunt, (Cruise) solito pero imbatible, a quien todos se lo quieren sacar de encima, pero no hay caso. Y por detrás asoman sus amigos de siempre, que deben ayudarlo a distancia, y una doble espía que juega un rato para cada lado, pero que en las horas decisivas mira con ganas a Ethan. Peleas de todo calibre, buenas persecuciones, escenarios cambiantes (de Minsk a París, pasando por Casablanca, Londres, Viena, Washington DC y La Habana), motos, autos y una escena inicial, como las de Bond, de altísimo impacto, logran redondear un producto vistoso y chispeante, que está por encima del promedio general y asegura diversión de la buena, sin tanta truculencia ni tanto monstruo.
Una luz en la oscuridad Perfecta. Por donde se la mire. Si las anteriores películas de la saga Misión: Imposible se definían a partir del toque autoral que le imprimía su director, esta Nación secreta es la más astuta de todas. Porque evidentemente Christopher McQuarrie tiene -como realizador- muchos menos pergaminos que Brian De Palma, John Woo, JJ Abrams o Brad Bird, pero es un guionista consumado y ahí es donde esta quinta entrega gana: es que la escritura del film es realmente estupenda, y entiéndase por eso a la estructura sólida que dosifica con inteligencia el suspenso hitchcockniano, la acción espectacular y el humor sutil, logrando que una película de más de dos horas se vaya como un suspiro y nos lleve de las narices fascinándonos a cada momento. Misión: Imposible: nación secreta es esa luz en la oscuridad que alumbra a un Hollywood adormilado en su repetición constante (está hecha del mismo fuego que Ant-Man), como ese fósforo que es ícono de la franquicia y que una vez que se prende tensiona el aire y nos lanza a la aventura. Esta quinta entrega es la más redonda de la saga, en términos cinematográficos pero también temáticos. Es una especie de resumen-homenaje de las cuatro películas anteriores, recupera la esencia de film de espionaje conspirativo que De Palma había puesto en el centro en la primera pero a la vez contiene esas piezas de acción perfectas de las otras tres, más cercana en su apuesta por el movimiento caricaturesco e inverosímil a la cuarta entrega. Y como si todo esto fuera poco, sobre el final va descubriendo algunas de las cartas que se guardaba bajo la manga, y que tienen que ver con un evidente relanzamiento de la franquicia, con la incorporación de personajes que serán clave y hasta de un enemigo temerario que le aporta mayor solidez al conjunto. Franquicia, saga. Términos que se relacionan con el cine, pero que en definitiva tienen una mayor importancia desde la producción cinematográfica, espacio que uno relaciona más con el negocio que con el arte: cuando hablamos de franquicias y sagas, hablamos de productos rentables. Es verdad, pero también es cierto que se hace inevitable mirar Misión: Imposible desde la perspectiva del producto, cuando el centro del asunto es Tom Cruise, protagonista y a la vez responsable como productor de que todo esto se lleve a cabo. Cruise, actor injustamente menospreciado, se ha convertido por propia vocación en héroe de acción. Es una decisión llamativa si pensamos en sus orígenes y en buena parte del cine que hizo en los 90’s, pero el tipo le pone literalmente el cuerpo al asunto, siendo tanto protagonista de las inverosímiles peripecias osadamente físicas de su personaje como de llevar el producto y convertirse en el mayor responsable del éxito o del fracaso. Cruise, tanto actor como productor, se ha ido cocinando con una fuerte consciencia clásica, aprendiendo de aquellos que hicieron de Hollywood la mayor factoría de imágenes cinemáticas del mundo. En el riesgo que exhibe al rodar sus escenas de acción sin dobles, recuerda a los grandes cómicos del cine mudo, especialmente porque Cruise convierte cada movimiento en algo endiabladamente lunático y divertido (la secuencia de inicio es realmente maravillosa). Pero también en el modo en que ha ido seleccionado grandes directores para cada película, en cómo construye cada secuencia de suspenso o acción de una forma clásica (Nación secreta es la hipérbole de todo esto), y en cómo piensa cada film a la manera de un gran espectáculo masivo, popular e inteligente, se puede rastrear en Cruise la esencia del Hollywood de antaño. Ese que hacía ilusionar. Y ya que hablamos de producción, vale la pena acercarse a los pósters de cada película para notar un detalle interesante y fundamental. Si durante los primeros tres films los afiches mostraban a Cruise en primera plano, como protagonista absoluto, en Protocolo fantasma y Nación secreta lo que prevalece es el grupo. El protagonista y productor no sólo limó vanidades, sino que asimiló notablemente el sentido de la serie original, ese donde el conjunto superaba al héroe individual. Y, por qué no, sabiéndose más viejo -y evidentemente más sabio-, a partir del film de Brad Bird Misión: Imposible se ha relanzado, con Cruise abriendo el juego hacia el lucimiento de Simon Pegg, Jeremy Renner, Ving Rhames y a la sorprendente novedad de Rebecca Ferguson, con un personaje fabuloso. Detalles de producción, en definitiva, que terminan diciendo algo sobre el cine y sobre cómo se lo piensa. También, ¿notaron?, Misión: Imposible no viene en 3D, otro gesto old fashioned para destacar. Es que no hay mayor textura en el cine que aquellas emociones impresas con sabiduría y emoción. Recorrer la cantidad de secuencias memorables que tiene Nación secreta sería muy largo y hasta rutinario, injusto para una película que hace del movimiento y la sorpresa constante su combustible fundamental: pasa de todo, a cada rato. Lo mejor es ir a descubrirlo, despojado de cinismo y dispuesto a disfrutar. Ocurre cada tanto, tal vez un poco menos últimamente, pero hay películas que nos recuerdan el motivo de por qué vamos al cine, por qué nos gustan las películas y por qué nos fascinamos con esas sombras proyectadas en una pantalla. Ahí se produce la maravilla, y Misión: Imposible: nación secreta es ese acto de magia constante.
Ethan Hunt, la manifestación viva del destino La saga de Misión Imposible se mantiene viva y no da muestra alguna de sufrir una recaída grave. Al menos esa es la impresión que queda al término de esta quinta entrega, que llegó con la fuerza de un aluvión tras su desenfrenado tráiler. Con Christopher McQuarrie al mando de la dirección (también del guión), la franquicia parece no sólo estar a salvo, sino incluso rejuvenecer. El baño de frescura que le imprime el realizador de Jack Reacher impacta y contagia. Misión Imposible 5: Nación Secreta representa probablemente el mejor estreno pochoclero en lo que va del año. Con la FMI disuelta y con Ethan Hunt (Tom Cruise) a la deriva, el equipo tiene que enfrentarse contra el Sindicato, compuesto por agentes especiales altamente entrenados. Los actos de terrorismo que pueden ocasionar estos grupos ponen en alerta a Ethan, decidido a reunir a sus hombres de confianza a la vez que es acompañado por la agente Ilsa Fraust (Rebecca Ferguson), quien puede que sea miembro o no de esta nación secreta. Sorprende el hecho de que luego de una importante cantidad de misiones, caracterizadas por su elevado grado de complejidad, se idee una nueva aventura en la que los giros y la solidez narrativa formen parte de los puntos más fuertes del film. McQuarrie se las ingenia de modo que el relato, con sus inteligentes vueltas de tuerca, se aproxime lo mayormente posible, en nivel de satisfacción, a la adrenalina propia que se desprende de cada una de las frenéticas secuencias de acción. Sus dotes como guionista le permiten conseguir que ese cóctel acabe siendo explosivo y convenza al público. No se trata simplemente de un episodio más, sino de una agradable bocanada de aire fresco. La manifestación viva del destino es la frase que Hunley (Alec Baldwin) elige para referirse a Ethan Hunt. Nuestro protagonista, encarnado por Tom Cruise, con el carisma y la impronta que siempre posee, vuelve a hacer de las suyas y a introducirse en una situación más enredada que otra. Ethan sabe y está seguro de lo que puede llevar a cabo, por ende parece tener la certeza de lo que va a acontecer cuando emprende una misión. Mención especial merece el rol desempeñado por Simon Pegg: el actor británico genera un alto grado de empatía (como suele ser costumbre), producto de la espontaneidad con la que se desenvuelve en sus intervenciones. La sueca Rebecca Ferguson combina con eficiencia la frialdad y la rigidez que requiere su personaje, resultando convincente. Misión Imposible 5: Nación Secreta es un ejercicio de acción que sabe cómo contrarrestar la previsibilidad de los sucesos que exhibe; el observador no estará exento de sentir una aguda tensión a pesar de que pueda predecir cómo concluirá determinada escena. Este es uno de los aspectos que la diferencian de otras tantas producciones taquilleras en las que lo estruendoso se impone holgada y vacuamente a la sensación de peligro. Entretenida, portadora de un ritmo endemoniado, con toques de humor e inteligentemente concebida, la proyección engendrada por Christopher McQuarrie no da respiro ni mucho menos lugar a que el espectador mire su reloj. LO MEJOR: la dinámica desenfrenada y voraz del film. El guión. Las vueltas de tuerca. El humor que se le imprime a determinadas instancias. El carisma de Cruise y de Pegg. Supera con creces a la entrega anterior. La épica escena que se da debajo del agua. LO PEOR: la exageración desmedida en alguna que otra secuencia. PUNTAJE: 9
Es cierto que al final se hace un poco larga y que con un par de secuencias menos ganaría mucho. Igual lo que le sobra es bello, disfrutable y agradable, y justificado por la trama; así que se la pasa bien. Pero lo más importante de esta quinta Misión: Imposible es que hay personajes que nos importan y un director inteligente detrás de la cámara (el señor Christopher McQuarrie). Algo interesante es que, finalmente, hay un equipo de MI, y no solo un protagonista al que se lo rodea aleatoriamente, como si en ese sentido las anteriores películas hubieran sido selección de cast. En cuanto a la historia, hay un grupo de malvadísimos ex espías que buscan acabar con “el sistema” y nadie le cree a Ethan Hunt (salvo sus amigos, claro) que esa banda existe. Y ahí van, contra las reglas, a pelearse con los malos. Pero el verdadero tema de la película es el duelo entre el azar y la necesidad, entre lo planeado y lo aleatorio. Y cómo que salgan bien las cosas termina siendo frut de una decisión moral. Más allá de esto (las alusiones a la suerte son enormes), basta con la secuencia en el teatro, que homenajea, parodia y aumenta la de Hitchcock en El hombre que sabía demasiado para justificar el precio de la entrada. Solo esa danza de dos, tres, cuatro, cinco personajes mientras se representa en el escenario Turandot vale por el noventa por ciento del cine estrenado este año. Y no exageramos.
Misión cumplida Como sucede con las marcas reconocidas, que ofrecen una calidad garantizada y son confiables para el consumidor, la saga "Missión Imposible" impulsada por Tom Cruise posee hace tiempo ese certificado intangible que la coloca junto a otras, como las de James Bond por ejemplo. Gran producción, despliegue, buenas actuaciones, cuidados efectos y una trama atractiva que no busca insultar al espectador, sino otorgarle entretenimiento de calidad. Esta vez la fuerza conocida como "Misión Imposible" es puesta en jaque no por enemigos en la clandestinidad sino por la CIA, que tiene en su director (a cargo del versátil Alec Baldwin) a un fuerte crítico a los métodos utilizados por los agentes liderados por Ethan Hunt (Tom Cruise). Con la fuerza desmantelada, Hunt decide investigar por su cuenta y sin apoyo oficial a una organización conocida como el "sindicato", nombre que siempre sonó en el mundillo del espionaje pero que todos, excepto Hunt, consideraban una leyenda. Traiciones, espías sin bandera, psicópatas y peligrosas aventuras en Londres, Marruecos y Viena tendrán que superar los miembros del equipo de Misión Imposible. Es para destacar una, la que transcurre en la Ópera de Viena, con la representación de Turandot como fondo mientras Hunt trata de impedir que varios "killers" cumplan con su objetivo. Todo lo escrito viene luego de la impactante presentación donde vemos a Cruise agarrado de la puerta de un avión en pleno despegue, escena previa a la secuencia de títulos que por supuesto incluye la genial pieza compuesta por Lalo Schifrin y que no predispone a pasar un rato de grata distracción.
Crítica emitida por radio.
Corridas con clase Dos buenas secuencias: la inicial, con el protagonista encaramado a un avión que despega llevándoselo consigo (astutamente seguida de la excitante presentación con la imperecedera música del argentino Lalo Schifrin), y la de un intento de asesinato en plena representación de Turandot en la Ópera de Viena (compleja y divertida, con guiños al Hitchcock de El hombre que sabía demasiado aunque sin platillos, más ecos de El Padrino III y hasta de Femme fatale de De Palma). Ambas resultan lo mejor de esta quinta ocasión en que se aprovecha para el cine la marca de fábrica Misión imposible, proveniente de la serie televisiva de espionaje e intrigas que fue un verdadero suceso a fines de los ‘60. El resto no es más que una suma de lugares comunes: intempestivos viajes para aquí y para allá (Minsk, París, Londres, Casablanca, La Habana), vidas salvándose en el último segundo (¿hasta qué punto es creíble que el agente Ethan Hunt pueda realmente morir en algún momento?), máscaras permitiendo que cualquier personaje pueda ser otro porque sí, persecuciones automovilísticas, engaños varios, deliberaciones explicativas, algo de humor. Todo ello encadenando planos brevísimos, lustrosamente fotografiados e invadidos por una música omnipresente. Si ese mejunje rebosante de sobresaltos ingenuos es suficiente para ubicar a Misión imposible – Nación secreta en un sitio privilegiado dentro de lo que prodiga el cine de acción estadounidense actual, dependerá en buena medida de las expectativas y la afición al género del espectador. De quienes acompañan al protagonista Tom Cruise –juvenil e inocuo todavía a los 53 años– sólo se luce Rebecca Ferguson, como una agente británica sinuosa, nunca frágil ni aniñada. Bautismo de fuego para la industria de Christopher McQuarrie (1968, Princeton Junction, EEUU) después de una módica experiencia como realizador (Al calor de las armas, Jeack Reacher) y guionista (Los sospechosos de siempre, Operación Valquiria, Al filo del mañana), Misión imposible – Nación secreta vuelve, como lo hicieron también –con sus más y sus menos– las anteriores de la saga, a sumir su sinfín de peripecias en ambientes sobriamente elegantes, poblados de tecnología y personajes con clase. Desde la casa de discos del comienzo hasta la bikini de Ferguson y las motos de Cruise, todo conduce a un glamour que no es ostentoso, tomando algo de distancia del universo James Bond. En tanto, las internas entre la CIA, empresas multinacionales, gobiernos corruptos y grupos terroristas (incluyendo uno que desvirtúa despreocupadamente el sentido de la palabra Sindicato) conforman aquí una especie de liviano juego de salón, una partida de ajedrez que en su transcurso se va cobrando varias piezas sin que la sangre salpique a sus carismáticos jugadores.
La quinta entrega de la saga Misión Imposible no solo se queda en videos virales que prometen, es un filme que entrega lo pactado con el cinéfilo amante de la acción. El filme tiene adrenalina, una edición con un ritmo perfecto, y una excelente dirección que coordina un sólido guion, que en su justa medida, sirve de columna vertebral a grandes escenas de acción filmadas con un virtuosismo técnico digno de los más grandes productos de Hollywood. No hay más grande que esto a nivel de cine de acción; ya que han sabido combinar muy bien los ingredientes de espectacularidad, técnica fílmica y narrativa, edición, y coreografía para darnos el más alto estándar de Hollywood en la materia. Pero nada sería Misión Imposible sin su estrella, que brilla firmemente en la pantalla y fuera de ella, para lograr con un nivel de compromiso extraordinario la mejor película que se pueda. Tom Cruise no solo funciona a nivel actoral en la cinta, sino que además aporta esa gran cuota de carisma que tiene y le agrega un plus especial al filme, al darle un toque adicional de realismo y espectacularidad; como cuando para hacer la toma del avión que se ve en el póster, no se queda en la seguridad de un estudio con una pantalla verde detrás, sino que realmente se cuelga de un avión en movimiento mientras va despegando y va siendo filmado, secuencia que abre el filme de manera espectacular, y que nos sienta las bases no solo de la narrativa de la película, sino también de su búsqueda de un impacto verdadero, sorprendente y realista. Claramente esta primera secuencia nos da una declaración de principios que podría entenderse como: “Esta película no está animada en una computadora” La declaración de principios funciona en nuestra mente; y se ve como una película que pareciera que en casi todo en el metraje no hay efectos digitales; solo unas 4 o 5 tomas parecen serlo para el ojo entrenado, y eso nos mete más en el filme y nos da un respiro de tanto artificio que hay en Hollywood hoy en día. No importa si en la realidad son muchas más las tomas digitales, lo que importa es que no lo parecen a la hora del visionado del filme. Además se nota claramente que el filme está rodado en 35 mm y eso le da un look menos plástico y que asociamos con una época de cine más realista, donde las acciones se rodaban frente a una cámara y no se dibujaban en una PC. Esto sumado a un guion efectivo que retoma un argumento similar al del primer filme, hace que estemos bien predispuestos para las secuencias de acción; que son las que esperamos dentro del género, y el espectador no quedará defraudado. La historia pasa porque el agente Hunt, interpretado por Tom Cruise, queda fuera de su agencia de espionaje por el cierre de la misma, algo pergeñado por el personaje de Alec Baldwin, muy efectivo en el filme; y además es perseguido por la CIA, mientras desde la clandestinidad, debe resolver un caso de una agencia de contraespionaje internacional dedicada a hacer actos terroristas. Mientras tanto es ayudado encubiertamente por el agente interpretado por Simon Pegg, un personaje que se hace querer; y también ayudado por uno de sus superiores interpretado por Jeremy Renner, que se muestra muy efectivo en el filme. A estos personajes se les agrega una seductora mujer que rescata a Hunt de una trampa tendida por esa agencia, pero que en realidad dudamos de su verdadera lealtad. Con estos personajes se recompone de facto el equipo de Misión Imposible, y si bien es cierto no es un filme con un reparto coral como la serie, donde el grupo era muy parejo en el protagonismo, aquí se recompone un poco esa esencia de la serie original, perdida desde el primer filme de la saga cinematográfica, donde en la primer secuencia de acción de aquel filme, todo el equipo perece dejando a un solo agente para todo el resto del filme, convirtiendo en los hechos, aunque no en los títulos, a Ethan Hunt ya no en un miembro de Misión Imposible, sino en James Bond, quien trabaja solo. En las secuelas sin embargo siempre estuvo el personaje de Ving Rhames y en esta quinta parte los personajes de Simon Pegg y de Jeremy Renner vienen de la tercera y cuarta película respectivamente, dando una sensación de equipo, que recupera en parte la premisa del trabajo grupal de la serie, y alejándose un poco del esquema de James Bond. Christopher McQuarrie, guionista ganador del Oscar por Los Sospechosos de Siempre, ahora convertido en director, lidera este, su tercer filme, con un pulso fuerte, que no le tiembla frente a complicadísimas escenas de acción del más alto nivel, sino que las resuelve con claridad donde cada movimiento se ve sin dificultad, donde se ve poco truco, donde se nota el compromiso de los actores en los roles. Un gran pecado del que adolece Hollywood últimamente, es que quieren dar dinamismo y acción a los filmes moviendo la cámara, muchas veces haciéndola temblar inadecuadamente para crear tensión, y otras veces se muestran peleas en planos muy cortos donde los luchadores en cuestión no se ven claramente y parte de los golpes son más truco de cámara y montaje que otra cosa. Este no es el caso. En este caso las escenas de acción están correctamente registradas. El director en las escenas de pelea cuerpo a cuerpo mantiene distancia y filma claramente las acciones, porque sabe que hay una gran coreografía preparada, como en la escena de la pelea en los andamios de un teatro, y no necesita el truco engañoso, tiene la escena real enfrente. También filma con la imlumnación necesaria y nada se pìerde en la oscuridad. Y finalmennte no necesita mover la cámara innecesariamente, ya que a la acción y a la tensión no las da un truco barato, sino que son fruto de las acciones, la planificación, las actuaciones, un sólido guion y un montaje afinadísimo. El director sabe que tiene un gran equipo, y confía en ellos. Es un filme de acción con una dirección del más alto nivel. Algo que es importante de destacar, es que además de las brillantes secuencias de acción como la del avión, o la persecución en moto por ejemplo, los personajes no son solo estantes de donde colgar un guion excusa; sino que se sienten reales y uno se identifica con los mismos, dándole una mayor gravedad a las escenas de tensión, y generando verdadero suspenso cuando uno de estos personajes está en riesgo. Frente a los filmes de Hollywood tradicionales, uno espera lógicamente que ningún personaje importante pierda la vida, y menos aún en el medio del filme, y menos aún si es protagonizado por alguien como Tom Cruise; y eso habitualmente diluye el suspenso en filmes de acción Hollywoodenses; sin embargo en Misión Imposible 5 el director y guionista ha sido muy astuto en poner en riesgo a otros personajes que nos importan y poner en riesgo la misión, generando un suspenso real donde uno cree de antemano que ya sabe todo. No importa cómo se resuelva, lo importante es que en el camino, el director logra crear esa sensación. En definitiva, Misión Imposible 5 está dentro de las mejores de la saga, y dentro de los mejores filmes de acción del año, siendo de visionado absolutamente imperdible para el fan del género. Es una película que se disfruta, se aprecia visualmente, que genera entusiasmo y que nos entrega lo que vamos a buscar, acción, espectacularidad, efectos, suspenso y adrenalina. No es un filme que sea realmente profundo, pero tampoco es vacío de contenido; las motivaciones y el contexto político son interesantes y el cierre del conflicto político es genial. Lo cual hace que hasta en la última toma el filme nos de algo, y nos vamos inexorablemente de la sala con una sonrisa. Afortunadamente, el precio de la entrada valió en cada fotograma del filme.
Luego de 4 películas en la franquicia, Tom Cruise y compañía vuelven por más en Misión Imposible: Nación Secreta. Esta nueva entrega fue escrita y dirigida por Christopher McQuarrie, responsable de Jack Reacher en el 2012, y que vuelve a tener al mencionado Cruise como líder del grupo integrado por Simon Pegg, Jeremy Renner y Ving Rhames. En un año poblado de largometrajes sobre espionaje (Kingsman: El Servicio Secreto, El Agente de CIPOL, Spectre, Puente de Espías) Misión Imposible se destaca con sus alocadas acrobacias sin trucos generados por computadora. El nuevo trabajo es una continuación directa de Protocolo Fantasma, y está un poco más cerca tonalmente de la primera Misión Imposible de Brian De Palma. Es escencia se trata de un film de acción/suspenso que tiene algunas características propias del cine de espías o cine negro en donde destacan sus influencias hitchcockianas. Cada Misión Imposible es diferente ya que cuentan con la impronta de su respectivo director. En este caso el film lleva el sello de McQuarrie desde lo narrativo, ejemplificado con las vueltas de tuerca del guión y con el misterioso personaje interpretado por Rebecca Ferguson, lo mejor de la película. Christopher Mcquarrie también escribió la anterior película, en donde el villano apenas aparecía en el metraje final y su presencia era tan insulsa que terminó siendo olvidable. Esta vez no es el caso. El personaje interpretado por Sean Harris resulta ser un villano más distintivo, con cierta megalomania propia de los antagonistas de Bond. En esta oportunidad la cuota de humor es menor que en el previo film, pero no deja de ser un producto ligero y disfrutable. Misión Imposible: Nación Secreta logra igualar, y por momentos superar, a su antecesora Protocolo Fantasma. El quinto largometraje de la franquicia vuelve un poco a los orígenes y a su vez mantiene los elementos más logrados en dicha saga a lo largo de los años.
Nada es imposible Hay muy pocas películas que logran sostenerse luego de una segunda parte, y Misión Imposible es una de ellas. Hace casi dos décadas que la fórmula funciona perfectamente, con detalles bien cuidados y pensados para entretener en todo momento. En esta nueva entrega, tenemos una primera secuencia con Ethan (Tom Cruise) colgado de un avión. Como ya se sabe, Cruise, quién también es productor de la saga, no usa dobles, sino que él mismo hace las partes más riesgosas, por lo que las escenas se vuelven mucho más creíbles e intensas. A sus 53 años, sigue demostrando que la madurez le sienta muy bien y que es uno de los pocos actores hollywoodenses que realmente se atreve a todo. Otro punto a destacar es la participación de los actores secundarios, sobre todo el papel de Simon Pegg y su necesario Benji Dunn, quien aporta la dosis justa de humor mezclado con heroísmo y amistad. Las dos horas de duración de la película, no tienen desperdicio, dado principalmente por las escenas de acción, que son constantes y entretenidas. Aparentemente se viene una sexta parte y seguramente Ethan tendrá una nueva y vertiginosa aventura. La fórmula del éxito ya la encontraron.
Eternamente joven La misión número cinco del agente Ethan todo-lo-puede Hunt comienza con una excelente secuencia de acción que nos recuerda por qué salimos de nuestras casas en medio de una noche lluviosa y pagamos una entrada para sentarnos en una sala oscura durante más de dos horas. Difícilmente haya una saga tan pareja y cuidada en todos los aspectos como Misión Imposible. Lo cierto es que fueron De Palma, luego John Woo, J J Abrams y por último Brad Bird quienes dejaron la vara muy alta para el que viniera después a tomar la franquicia por las astas. En este caso, la misión decidió aceptarla el australiano Christopher McQuarrie, perfectamente consciente de que debía cargar con el peso de cuatro entregas anteriores que son entre muy buenas y excelentes. El director de Al calor de las armas también fue el responsable de la grandiosa Jack Reacher, película que, además de contar con la presencia de Tom Cruise, tenía uno de los mejores villanos de la historia del cine, de esos que meten miedo de verdad, interpretado por el enorme Werner Herzog. De hecho, no es casual que Nación secreta se parezca mucho a Jack Reacher. Hasta podría decirse que está más cerca de ser un thriller paranoico de esos en los que nunca se sabe de qué lado está cada quién que de ser una película de acción. Incluso es la más oscura de las entregas; todo se trata de un gran juego de Macguffins, enigmas e identidades con una clara herencia hitchcockiana, donde la duda es casi la única constante del relato. En esta ocasión, el director parece enfocarse exclusivamente en la tensión narrativa pero lo que sucede es que el complejo mecanismo que despliega se vuelve por momentos un poco agobiante. Su predecesora, Protocolo fantasma, era una película bigger tan life que avanzaba –o mejor dicho: nos arrollaba– a puros destellos de euforia y de una vitalidad cada vez más extraña de encontrar en el cine. Tom Cruise se movía por la pantalla grande con la gracia y la ligereza de un bailarín clásico, recuerden sino la memorable escena en la que colgaba del piso 130 de una torre en Dubai. El actor que nos conquistó desde el “hola” en Jerry Maguire posee una coordinación de su cuerpo y una cantidad justa de gestos capaces de ser capturados solamente por una cámara de cine que lo hacen llevar el tempo de la película con más precisión que un director de orquesta. Pero esta Misión Imposible pertenece a otro tipo de orquesta. Una que toma carrera con la secuencia inicial a la que le siguen otras de una tensión casi insoportable, pero poco después vienen los enredos de guion a ponerle un pie en el freno a la transfusión de adrenalina. Sí, hay una secuencia inolvidable y de una tensión notable bajo el agua, pero a medida que avanza el metraje la trama se va desdibujando entre vueltas de tuerca que hacen que la película pierda un poco el rumbo cuando cae en escenas demasiado explicativas. Es cierto que el movimiento jamás se detiene y es comprensible en todo momento pero da la impresión de ser la menos fluida, aunque se mueva con la misma elegancia que las demás. Ahora, si hablamos de elegancia, es imposible no referirse a Rebecca Ferguson, una actriz de una belleza y una fotogenia impactantes que interpreta a Ilsa –homenaje cinematográfico de por medio–, un personaje que funciona no solo como una “chica Bond” –con escena en la que emerge en bikini de una pileta incluida– relegada a un segundo plano sino más bien como una femme fatal depalmeana igual de peligrosa que Ethan a quien le salva la vida más de una vez. Las cinco de la serie son películas sumamente pulsionales cuya fuente de energía es Tom Cruise, un actor extraordinario y la viva imagen de uno de esos héroes duros e implacables de hace cuarenta años. Esto no quiere decir que el último opus de McQuarrie se vea antiguo, sino todo lo contrario. Es que la gran excusa argumental que es Nación Secreta se debate entre un tono bastante más sobrio que el resto de las misiones, alternando el espionaje de escritorio a lo John Le Carré con efectivas secuencias de acción. Lo único que se interpone entre esta nueva entrega y el cine con mayúsculas es que no presenta el dominio absoluto de la pausa y la aceleración que lograban sus precursoras. A pesar de esto, no caben dudas de que seguimos estando frente una saga absolutamente clásica y disfrutable como pocas. El cine necesita más películas como las que conforman la franquicia de Misión Imposible y, por supuesto, la presencia de un actor con la potencia cinematográfica de Tom Cruise en muchas más películas.
La semana pasada se estrenó una película excelente, de las de lanzamiento y distribución globales, con mega estrella, con presupuesto enorme, con viajes por el mundo y acción deslumbrante. Esta semana se estrenó otra película excelente, pero de las de lanzamiento escalonado, cuya presencia en diferentes países depende de la decisión de diversos distribuidores locales o regionales. En los dos casos tenemos responsables principales: Tom Cruise y Nanni Moretti. Tom Cruise nació en 1962. Empezó a producir en 1996 con Misión Imposible, la primera, la de Brian De Palma. Es una de las estrellas más taquilleras de toda la historia del cine. Actor de los de presencia clásica, de gran fotogenia, de capacidad cinematográfica inmediata. En algunos momentos se preocupó por demostrar que podía ser reconocido también por aquellos que gustan de actuaciones más ostentosas como las de Magnolia o Nacido el 4 de julio. Pero Cruise es evidencia, más allá de lo que necesiten los buscadores de redundancias: es un actor con estirpe de cine, con una inteligencia cinética superior. Cruise es el hombre que corre, y así entra en escena en esta quinta Misión Imposible: cruza el cuadro a toda velocidad antes de colgarse de un avión que está despegando. Cruise o el movimiento imparable. Para quienes todavía dudan de Cruise les paso -otra vez- los directores con los que trabajó: Steven Spielberg, Stanley Kubrick, Brian De Palma, John Woo, J. J. Abrams, Brad Bird, Michael Mann, Tony Scott, Ridley Scott, Martin Scorsese, Cameron Crowe, Paul Thomas Anderson, Francis Ford Coppola. Y no son todos. No hay muchas otras carreras actorales comparables. Y ahora Cruise, en y mediante Misión Imposible 5, confirma lo que ya sabíamos de sobra gracias a Jack Reacher: Christopher McQuarrie es otro director de tremenda sabiduría. Y de una habilidad tan grande para combinar acción, humor y suspenso que mentar a Alfred Hitchcock no es en vano. En esta Misión imposible la idea de McGuffin se lleva a alturas inolvidables. Pero para qué abundar aquí en detalles argumentales que están perfectamente llevados al cine, al movimiento, a la pantalla como imanes, como fascinaciones. Las cinco misiones imposibles son cinco grandes películas (mi orden es: todas una maravilla menos la 3, que es muy buena) hechas por cinco grandes directores distintos, todos ya mencionados en este párrafo. Y son películas consistentes cada una por sí misma. No hay necesidad de recordar las peripecias anteriores, no importan en términos de inteligibilidad (eso sí, dan ganas de revisar las otras cuatro porque son muy placenteras). En Misión Imposible 5, además, asistimos a la revelación de Rebecca Ferguson, una actriz sueca que deslumbra y seduce de manera notable, y que no solo recuerda a Ingrid Bergman por el país de origen, por cierto parecido en el rostro y por su evidente star quality. También nos recuerda a Bergman en Notorious (Tuyo es mi corazón) de Hitchcock y su necesidad de seducción al lado del mal. Cruise, en esta quinta entrega, privilegia al equipo. En la cuarta, su nombre era el único crédito actoral antes del título del film. En esta ocasión, antes de Mision: Imposible - Rogue Nation hay más nombres. En un team actoral que era difícil de mejorar -por nombrar uno, Jeremy Renner es un Cagney contemporáneo, aunque menos malicioso y más sobrio- se incorpora un gigante como Alec Baldwin. Por último, la escena final revela otra vez la inteligencia y la modestia de Cruise. El cine sigue.
¡Quien lo hubiera dicho! A casi 20 años de la idea de hacer una versión cinematográfica de la serie homónima de los ‘60, pocos se hubieran imaginado que se convertiría en una verdadera franquicia con estructura narrativa “Jamesbondiana” y todo. A ningún otro más que a Tom Cruise. se puede atribuir la solidez de esta versión norteamericana del gran agente secreto creado por Ian Fleming. Es cierto que es un producto ideado por y para él, pero sobre todo pensando en una audiencia (el público yanqui) que, al carecer de refinamiento y glamour en la elección de los personajes para admirar en el cine, necesita de un mix de ambas culturas. Toda la saga de Misión Imposible ya tiene su razón de ser en la taquilla, pero tal vez el mejor de sus argumentos se encuentra en querer ser una buena película de acción, con una trama en donde uno o varios personajes ya logran una identificación con los fanáticos, es decir, tal cual sucede con Bond, se trata de saber qué tan sofisticada puede ser la misión y cuál va a ser ese “dispositivo a prueba de todo” que habrá de ser la motivación para que Ethan Hunt se ponga a prueba en despliegue mental y físico a la vez. “Misión imposible: Nación secreta” tiene a Solomon Lane (Sean Harris) como un villano que al mando de la organización “El Sindicato” está decidido a acabar con M.I.F., la agencia de espías que trabaja al margen de las reconocidas por el gobierno estadounidense que, por otra parte, también quiere cerrar las puertas de la institución impulsado por las acusaciones del jefe de la C.I.A. (Alec Baldwin). Será Brandt (notable Jeremy Renner) quien desde adentro intente impedir que maten a todos, incluyendo a nuestro héroe. Con esta idea simple es necesario un guionista y director que sepa darle las suficientes vueltas a la trama como para desviar la atención del espectador, por más que éste sepa cómo termina todo antes de comprar la entrada. Christopher McQuarrie conoce bien el producto (que ya dijimos que es Tom Cruise) porque además de haberlo dirigido en “Jack Reacher” (2012), escribió para el actor los guiones de “Operación Valkiria” (2008) y “Al filo del mañana” (2014). Si uno conoce los bueyes con que ara, difícilmente le salga mal el sembrado. Ni hablar de la cosecha porque, al prescindir de cualquier tipo de vuelta de tuerca que derive en quitarle verosímil al argumento, esta quinta entrega se vuelve autoconsciente de sus pretensiones: explotar el personaje, sus antagonistas y también el humor que se viene insinuando desde la tercera. A eso sumemos un ratito de guiños (sólo nominales) a “Casablanca” (Michael Curtiz, 1943), por el lugar geográfico en Marruecos y por el nombre (Ilsa, como Ingrid Bergman) de un interesantísimo personaje interpretado por Rebecca Ferguson. Con ella nace para la franquicia algo a desarrollar más adelante. Lo cierto es que “Misión imposible: Nación secreta” instalará (si no lo hizo ya) por largo rato un nuevo revival en el cine de espionaje que tiene todavía tela para cortar y ofrece en esta oportunidad una de acción “como las de antes”. Claro, si la taquilla responde.
Mision Imposible, Nación secreta, es una película con la cual no te vas a arrepentir de haber invertido en la entrada de cine, realmente es dinero bien gastado, ya que se podría decir que es la mejor de la franquicia. Se nota que hubo esfuerzo, cuidado, esmero, trabajo, ideas y ganas de entregar un buen producto y no de ganar dinero fácil durmiéndose en...
Envejeciendo como los vinos Parece mentira pero la saga de Misión imposible empezó hace casi veinte años. Pero lo que arrancó a medio pelo y con películas más bien irrelevantes (ni Brian de Palma ni John Woo ni J.J. Abrams lograron darle empuje y nervio a sus respectivas entregas) cambió radicalmente en la nueva década, y curiosamente, recién a partir de la cuarta. La grandiosa Protocolo fantasma (2011) nos reencontró con un Tom Cruise ya cincuentón pero más enérgico que nunca, y desplegaba escenas de acción brillantemente planificadas y orquestadas que incluían una hipertensa infiltración en el Kremlin y una horripilante y vertiginosa escalada al edificio más alto del mundo, en Abu Dhabi. Detrás de cámaras se encontraba Brad Bird, uno de los más grandes directores de Hollywood (El gigante de hierro, Los increíbles, Ratatouille) y terminó de redondearse, gracias a un gran elenco, un equipo poderosamente carismático. Esto último es también una de las más importantes basas de esta divertidísima nueva entrega. Si Simon Pegg funciona como un gran comic relief, Jeremy Renner oficia una vez más como contrapeso moral del protagonista, que siempre está arriesgándose y tentando los límites de lo aceptable. Esto sumado al siempre presente Ving Rhames (el Mr. T del cuadro) y a la chica dura recambiable –siempre lo son en las películas de superagentes– esta vez la eficiente y sueca Rebecca Ferguson. Los agregados de Alec Baldwin y Sean Harris, ambos villanos que amamos detestar, sellan a la perfección un elenco que no podía ser más atractivo. La apuesta es a lo grande: la acción se alterna entre locaciones de Minsk, París, Londres, Viena, Casablanca, Washington D.C y La Habana. Apenas arranca la película y el intrépido Ethan Hunt salta a un avión en movimiento, y el armatoste despega con el protagonista bien aferrado de la puerta. Lo lindo del asunto es que la escena no cuenta con efectos de CGI y que Cruise carece de dobles, así que no es otro que él mismo cargando con su más de medio centenar y bien agarrado a una aeronave muy real, remontándose. Claro está que una voluntad así es contagiosa: los fotogramas en las escenas de acción palpitan junto a Cruise. Un cruce de francotiradores en plena ópera de Viena –homenaje al Hitchcock de El hombre que sabía demasiado– aporta sus buenas dosis de suspenso, un trabajo de precisión bajo aguas profundas y sin oxígeno no podría ser más intenso y una persecusión de varios vehículos y motos por las calles de Casablanca es adrenalina pura hecha cine. El director y guionista Christopher Mc Quarrie parece tener muy buen feeling con Cruise (aquí uno de los productores) ya que habían trabajado en tres películas con anterioridad: Operación Valkiria, Jack Reacher y Al filo del mañana, siendo ésta su cuarta colaboración conjunta. El guión es ágil, los gags y chistes aparecen justamente dosificados para equilibrar una trama que nunca llega a perder su seriedad e intensidad. Pero además Cruise logra imponerle humanidad y simpatía a un personaje que hace veinte años parecía soso, lavado y más bien robótico, y que últimamente se ha convertido en lo contrario: un tipo que sufre, se cansa, que la pasa bien y mal, que se estresa y también se divierte. Y los espectadores lo acompañamos, agradecidos.
La mejor entrega de una serie inoxidable El agente Ethan Hunt y sus compañeros han sido desactivados por el Gobierno estadounidense. Solos y perseguidos deben enfrentar a un enemigo temible: el Sindicato, un grupo misterioso y letal que está sembrando el terror en todo el mundo. Christopher McQuarrie escribió “Los sospechosos de siempre” hace más de 20 años y con esa contribución podía darse por cumplido. El antecedente habla de los kilates de McQuarrie como guionista, por más que sus trabajos posteriores -casi siempre al filo del thriller- no hayan alcanzado aquella brillantez. Y eso que fueron muchos. ¿El más flojo? “El turista”, aquel fiasco de la dupla Depp-Jolie. Pero McQuarrie está en plena forma y la asociación profesional que estableció con Tom Cruise se extendió a la dirección. McQuarrie escribió “Operación Valkiria” y “Al filo del mañana”, y condujo a Cruise en “Jack Reacher”. Esa retroalimentación creativa alcanzó el punto de cocción en esta quinta parte de “Misión: imposible”, la mejor película de la serie. A Cruise los 53 años no se le notan en el cuerpo. Lo increíble es que no utilice dobles para las escenas de acción, que son muchas, arriesgadas y espectaculares. En la piel del incombustible Ethan Hunt, Cruise se cuelga de un avión en vuelo, salta desde el techo de la Ópera de Viena y maneja una moto a velocidad supersónica. También se disfraza; si no, no sería Ethan Hunt. Esos pasajes están filmados con mano maestra por McQuarrie y se amalgaman con la trama, que está narrada con el tono y el ritmo justos. “Misión: imposible-Nación secreta” es, en esencia, una atractiva historia en la que se mezclan teorías conspirativas, guerras subterráneas de agencias de seguridad y amenazas terroristas modernas. Todo saltando de país en país, a lo James Bond y Jason Bourne. Felizmente, alguien se acordó en Hollywood de que la fórmula sigue siendo tan simple como un buen cuento. Rebecca Ferguson juega muy bien de femme fatale y Jeremy Renner se ajusta al rol secundario que le toca, mientras Sean Harris compone un villano a la altura. Otra perla: la música. Joe Kraemer combina variaciones del Nessun Dorma, de Puccini, y el clásico “Misión: imposible” de Lalo Schifrin, orgullo argentino.
Tom pone quinta A casi veinte años de que Brian De Palma transformara una vieja serie televisiva en un explosivo blockbuster, mezcla de espionaje y revolución tecnológica, Misión Imposible sigue, si bien sin innovaciones, sin dar señales de agotamiento. Muy por el contrario: como demostraron los avances de Tom Cruise, alias Ethan Hunt, colgado del ala de un avión en pleno vuelo, haciendo lo que corresponde a un doble de riesgo, el quinto episodio muestra a esa cruza híper tech y acción alimentada por anabólicos. Lo bueno es que el director Christopher McQuarrie sabe cuándo levantar el pie del acelerador. El primer éxito de McQuarrie fue como guionista de Los sospechosos de siempre; su carrera como director es menos asertiva, pero en 2012 dio en el blanco con Jack Reacher, film de acción protagonizado por Tom Cruise. Ahora, la fórmula se repite con buen tino. En Nación secreta (también con guion de McQuarrie), la Impossible Missions Force es desmantelada por un autoritario agente de la CIA (Alec Baldwin), pero Hunt descubre a una organización delictiva británica llamada El Sindicato y consigue el apoyo de William Brandt (Jeremy Renner), ex jefe del grupo, para combatirlos. En el camino aparecen nuevos aliados, la letal agente Ilsa (la sueca Rebecca Ferguson) y el experto en computadoras Benji Dunn (el comediante Simon Pegg), que aportan frescura al entorno habitual. Secuencias subacuáticas, una persecución en moto en Casablanca y una pelea en las bambalinas de la ópera de Viena, con armas disfrazadas como instrumentos, son algunos momentos destacados de una secuela trepidante y argumentalmente hilvanada, sin brechas.
Espías en guerra Vivimos un tiempo de renacimiento de los espías: James Bond se reinventó en la piel de Daniel Craig; Jack Ryan se independizó de las novelas de Tom Clancy; Pierce Brosnan, Kevin Costner y Sean Penn interpretaron recientemente a veteranos ex operativos; y Guy Ritchie promete relanzar “El agente de Cipol”. Hace poco más de una década, el Jack Bauer de Kiefer Sutherland en “24” horrorizaba a unos cuantos con sus métodos, pero al menos se ensuciaba las manos en los tiempos en que los burócratas tecnológicos manejaban la cosa desde sus pantallas. Pero Kathryn Bigelow ya nos contó en “La hora más oscura” cómo la parra de Osama Bin Laden podía burlar a los analistas y sus satélites. En las sombras La franquicia de “Misión: Imposible”, en su andadura cinematográfica, busca aunar la tecnología de punta con el desempeño sobrehumano del agente Ethan Hunt, encarnado por un infatigable Thomas Cruise Mapother IV (a los 53 sigue haciendo sus propias escenas de riesgo). La escena precréditos, ya es una muestra de ese estilo. Después vienen los créditos, con la compradora música de Lalo Schiffrin, y vemos que el China Movie Channel participa en la producción: “¿Cómo se armará la geopolítica en esta peli?”, se pregunta el espectador. Porque la clave de toda cinta de espías es: ¿Quién es el enemigo? Bueno, acá el guión del también director Christopher McQuarrie (coescrito con Drew Pearce) elige a otros espías como rivales. Se trata del Sindicato, una organización que recluta ex agentes para imponer su propia agenda: algo a medio camino entre la sociedad secreta de “La suma de todos los miedos” y la sección díscola de la inteligencia sueca en la trilogía “Millennium”. Ésa es la “nación secreta” del título (en inglés rogue puede entenderse como delictiva y a la vez que va por la suya propia). De yapa, la Fuerza Misión Imposible es disuelta, así que Hunt y sus amigotes deben pasar a la clandestinidad también. Imparables A ese cóctel, McQuarrie le mete algunos condimentos para hacer el chimichurri justo para un filme de acción: operativos de “casi morirse”; persecuciones en auto o moto dignas de “El transportador” o “Rápido y furioso”; gadgets tecnológicos que Bond envidiaría; y una especie de chica Bond, una agente británica de lealtades múltiples y belleza inhabitual (interpretada por Rebecca Ferguson) que acostumbra huir o pelear descalza, y nos deja con ganas de más en el plano romántico (ahí sí 007 no hubiese fallado). El cinéfilo sonreirá al saber que se llama Ilsa Faust, especialmente cuando la acción pase por Casablanca. Las dosis de acción e información están bien puestas, como para comerse las uñas y no darse cuenta de que el cuentito dura más de dos horas de un incesante “Carmen Sandiego” (uf, qué viejos que estamos). Un acerito es la gran secuencia en la Ópera de Viena, con un montaje de “Turandot” de Giacomo Puccini, y otro es que el score de Joe Kraemer retome el tema del “Nessun dorma” en otros momentos. Hay equipo El resto del elenco acompaña bastante bien: Jeremy Renner es de los que te convencen un día de que desarman bombas en Irak y al siguiente de ser un Vengador, así que su ejecutivo William Brandt funciona. Simon Pegg mueve su cibernético Benji Dunn entre la tensión y la descompresión cómica. Luther Stickell es el hosco del grupo, así que Ving Rhames le pone lo justo y necesario a su personaje. A Sean Harris no le sobra ni le falta como Solomon Lane, némesis de Ethan. Y Alec Baldwin encarna cómodamente uno de sus papeles habituales, el del jefe odioso pero con mañas de comediante: en este caso, el director de la CIA Alan Hunley. Las fichas se acomodan como siempre y la Fuerza Misión Imposible vivirá para luchar un día más... a ver si se acomoda el mundo.
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Tom Cruise: el artista supremo. Su vida personal será un bodrio pero, diablos, qué buenas películas que filma. La saga de Misión Imposible ha sido su proyecto mimado, el vehículo cinematográfico que le ha dado vigencia todos estos años, y que lo ha mantenido fresco y poderoso en la taquilla aún a los 53 años - una edad en donde Stallone, Schwarzenegger y Willis comenzaron a trabajar en filmes tibios o de segunda, los cuales ni por asomo han hecho la ponchada de millones que aún sigue haciendo Cruise -. En lo personal, nunca he sido demasiado fan de la saga hasta Misión Imposible: Protocolo Fantasma, la cual considero que es una obra maestra. Misión Imposible: Nación Secreta es una digna sucesora y le pisa seriamente los talones a la precuela de Brad Bird, lástima que tiene algunos detalles de edición y libreto que no la hacen tan prolija. A priori la idea de que todo este circo quede en manos de Christopher McQuarrie no es una que me entusiasme. McQuarrie será un gran guionista - Operación Valikiria, Al Filo del Mañana - pero como director (en Jack Reacher) la pifiaba feo. Era lenta, demasiado conversada, ultra obvia y nada excitante. Quizás el tema pase por las bondades de Tom Cruise como productor de la franquicia; siguiendo el molde de la saga 007, ha generado lineamientos tan marcados y profundos que cualquier director - no importa lo mediocre que sea - terminará generando una buena película. Acá Misión Imposible: Nación Secreta sigue los mismos patrones de Protocolo Fantasma: un gran stunt aéreo de Cruise (el teaser con Tomás colgado de un Airbus a un kilómetro y medio de altura, una acrobacia real sin dobles ni nada de CGI), mucho humor, mucha ley de Murphy, villanos ultraletales, exóticos paisajes internacionales y persecuciones rodadas con nervio. Quizás la trama de Nación Secreta peque de complicada - ¿por qué diablos hay que ir a robar un archivo ultrasecreto escondido debajo de una turbina en medio del desierto africano?; ¿para qué lo pondría alguien allí? - o traida de los pelos, pero siempre pasan cosas en pantalla: peleas, persecuciones, tiroteos... cosas que no siempre salen bien y que nuestros héroes terminan afrontando de un modo u otro. Ciertamente McQuarrie ha imitado muy bien el estilo de Brad Bird en Protocolo Fantasma y ha logrado la segunda mejor película de la franquicia; el problema es que no todas las secuencias de acción están rodadas con la misma intensidad y prolijidad. El caso particular es el de algunos combates cuerpo a cuerpo de la primera hora, en donde McQuarrie cae en una edición ultra frenética y cuasi vomitiva que termina arruinando la efectividad de la escena. En la segunda hora el director parece haberse atemperado y logra el nivel justo, en especial en la fabulosa persecución por las calles de Casablanca, la que me parece por lejos lo mejor del filme. Por otra parte el libreto de McQuarrie se luce con el villano - el Sindicato, modelado a la onda de SPECTRE como una organización multinacional dedicada a producir el caos en los gobiernos del Primer Mundo mediante sabotajes y asesinatos de mandatarios y otros líderes -, el cual es personificado por Sean Harris con absoluta inteligencia y letalidad. Si Cruise logra derrotarlo, es porque sobre la hora se le ocurre un método; hasta ese entonces, el tipo lo tiene zapateando durante toda la película. Mision Imposible: Nación Secreta es una gran película. No, no es una obra maestra pero llega a un 95% del nivel de Protocolo Fantasma. La gracia reside en que a Cruise y su equipo no le salen todas y debe improvisar como puede - lo que da lugar a los mejores gags del filme -, y a eso le sumamos el hecho de que McQuarrie es muy bueno a la hora de crear suspenso y desarrollar personajes. Es una macana que el director no haya calibrado bien la edición de un par de escenas de acción al principio pero.. qué diantres, ésta sigue siendo una flor de película de principio a fin, y un espectáculo generosamente recomendable.
Al ver a Tom Cruise a los 53 años agarrado a la puerta de una avión (si es el no es doble) te hace tener fe de nuevo en el cine de acción. Después de muchos sucesos de taquilla que usan efectos exagerados e imposibles para la acción, acá estamos delante de una película un poco a la vieja escuela con acción mas práctica y directa. Sí, obvio que hay cosas “imposibles”, pero se nota mucho la acción bien dirigida y sin tanto “exageración” y hasta ridículas como por ejemplo se usan en la últimas películas de la saga Rápido y Furioso donde prácticamente los protagonistas son Avengers sin uniforme. Acá tenemos de nuevo a Ethan Hunt usando todo los medios posibles y generalmente fuera de los protocolos del gobierno para finalizar las misiones imposibles, lo que termina en que la CIA con su director interpretado por Alec Baldwin use todo su esfuerzo para finalizar la Fuerza Mision Imposible (si FMI), dejando a Ethan solo para ir atrás del El Sindicato una organización independiente con objetivos más que oscuros y con toda la fuerza y destreza de la FMI, inclusive llamada en la película en cierta parte una anti-FMI. En el equipo tenemos los mismos de la película anterior, Brandt (Jeremy Renner), Benji (Simon Pegg) y Luther (Ving Rhames), con la introducción del personaje ambiguo de Ilsa Faust (Rebecca Ferguson) y como villano tenemos a Lane intepretado por Sean Harris prácticamente irreconocible por el maquillaje. Renner y Rhames no comprometen y están bien en sus papeles que a pesar de ser menores tienen su importancia. Simon Pegg está muy bien y se nota que cada vez esta mas confortable, siendo obviamente usado como un cierto alivio cómico que de por si está excelente, muy orgánico y sin parecer forzado. A Rebecca Ferguson que es la contraparte femenina de Ethan en ningún momento se la usa como la dama en peligro y en cuestión de acción individual está en el mismo nivel. El villano me gustó, Sean Harris usa voz baja, siempre pausada y calculista, es un villano sin acción pero que tira todas las cuerdas de la trama. Tom Cruise volviendo a un excelente nivel tanto de actuación como de carisma. Ya hable un poco de la acción arriba, pero realmente todas las escenas te dejan sin aliento, prendiéndote en la silla, y lo que me gustó más que todas, es que no tiene un final predecible, sí, obvio que a los protagonistas no les va pasar nada, pero en todo momento queda la duda de cómo va terminar. Creo que por ahora junto con Mad Max tiene las mejores escenas de año. Aconsejo a todos a verla en el mejor cine posible, es una película que merece pantalla y sonido a la perfección, y a pesar de que tal vez la parte final decaiga un poco es muy recomendable en todo sentido.
La CIA toma control de un FMI completamente disuelto, ya que los métodos de nuestro equipo de protagonistas no es el correcto. William Brandt (Jeremy Renner) se une a la CIA, Benji Dunn (Simon Pegg) termina sentado en un escritorio haciendo trabajos de oficina, Luther Stickell (Ving Rhames) renuncia y Ethan Hunt (Tom Cruise) escapa. Mientras es perseguido por agencia de inteligencia americana debe tratar de detener al “Sindicato”.
Una quinta parte que entretiene como la primera Quinta entrega cinematográfica de la saga que consagró a Tom Cruise como uno de los mejores héroes de acción de todos los tiempos. El tipo podrá estar un poco loco y ser intenso, pero es indiscutible que como protagonista de acción se lleva todos los laureles. Dato que quizás ya algunos sepan: él mismo filma las secuencias de acción. No contrata un doble de riesgo. Otra cuestión a resaltar es el éxito que han tenido las cinco entregas, que lejos de hartar al espectador lo deja con ganas de seguir viendo la evolución de Ethan Hunt. Si tuviera que ponerlas en un ranking, diría que la mejor de todas es la primera entrega de Brian De Palma, seguida por esta quinta película (Nación Secreta) de Christopher McQuarrie, en tercer lugar la tercera parte dirigida por J.J. Abrams, en cuarto lugar la cuarta parte de Brad Bird (Protocolo Fantasma) y al final de las cinco la segunda parte dirigida por John Woo que es de bastante inferior calidad a las demás. Personalmente creo que con Protocolo Fantasma, si bien la calidad de la acción permanecía intacta, la franquicia había bajado un poco la calidad, ofreciendo una trama que ya habíamos visto antes en otros films y que no aportaba nada nuevo al universo cinematográfico de la saga. Con Nación Secreta la saga vuelve a tomar el buen rumbo de la primera y tercera entrega, ofreciendo nuevos personajes carismáticos como es el caso de Rebecca Ferguson ("Hércules"), de cara clásica que recuerda al Hollywood de oro y que seguramente se unirá al staff permanente del MI6, o Alec Baldwin ("Los Infiltrados", "30 Rock"), ese grandote de ojos claros que mezcla humor con elegancia a la perfección. Por su parte Simon Pegg, Ving Rhames y Jeremy Renner hacen sus aportes de comicidad, coolness y liderazgo respectivamente. El hecho de que se incorpore a toda una organización de villanos, profundamente entrenados y nucleados bajo el nombre del Sindicato, es algo que si bien ya hemos visto en otros productos del género, otorgan intensidad y grandilocuencia a la historia. De esta manera el MI6 ya no se enfrenta a un villano protegido por secuaces de poca monta, sino que acá los secuaces están muy ásperos y regalan un festín de peleas cuerpo a cuerpo a la vista del espectador. Hay algunas secuencias de acción que son realmente vertiginosas y atractivas como el duelo que tiene lugar en un teatro durante la ópera Turandot, la escena dentro de la cámara de agua y por supuesto la secuencia inicial en la que Tom Cruise cuelga de la puerta de un avión despegando. En general es una película muy atractiva y entretenida, que si bien no despliega una pirotecnia infernal, sabe racionar los recursos y hacerlos valer cada gota. Es totalmente eficiente en el uso de efectos especiales y secuencias de acción al punto de que no nos olvidemos que estamos viendo una buena película de espionaje pero que esto a la vez no opaque la historia de fondo. Ojalá la franquicia se mantenga en este camino y nos regale muchos buenos momentos más de el último gran héroe de acción, Tom Cruise.
Remix aniversario que no decepciona La nueva película de esta serie cuenta (todavía) con el protagónico de Tom Cruise y busca entretener a su público y buscar nuevos espectadores reciclando viejos momentos. "Misión Imposible: Nación Secreta es una película para robar" es el chiste que primero viene a la mente cuando, en los créditos iniciales, se ve que una de la productoras se llama nada más y nada menos que "Alí Babá Pictures". Sin embargo, y a los pocos minutos, esta especulación da lugar a la certeza cuando las escenas empiezan a hacerse demasiado familiares. Pero vamos a ser más benévolos con Tom Cruise, que tantos años de diversión nos ha proporcionado con sus pochocleros filmes y vamos a suponer que la intención detrás de Misión Imposible: Nación Secreta es más hacer un remix con lo mejor de estos 20 años de la franquicia fílmica que se cumplen el próximo año. En esta ocasión, la historia coloca nuevamente al grupo de Ethan Hunt (Cruise) en el centro de la polémica cuando el director de la CIA, Hunley (Alec Baldwin) quiere desmantelar la Fuerza de Misiones Imposibles (FMI). Como Hunt quiere continuar investigando a una red terrorista conocida como El Sindicato (al que ya mencionó al final de la cuarta entrega), es declarado en rebeldía y perseguido a través del mundo mientras recluta a un nuevo equipo. Ahora, el reducido grupo deberá hacerle frente con escasos recursos a una organización muy bien constituida. Pero ellos son los que siempre cumplen las misiones imposibles, claro está. En esta instancia, el espectador ya reconocerá la similitud entre este argumento y el de la primera entrega de Misión Imposible (de 1996) pero si le agregamos otros "hits" de la franquicia como el robo de una lista de datos en un lugar inexpugnable, una persecución en motocicletas a alta velocidad (como la que hizo John Woo en la segunda entrega), un villano perturbador (como el de la tercera entrega aunque este, un ex agente del servicio secreto británico, parece "extraído" de 007 Skyfall), el héroe aferrado a un vehículo de alta velocidad y una partenaire femenina con lealtades difusas; la cosa empieza a sonar conocida. El encargado de hacer este "remix 20 aniversario" es Christopher McQuarrie, autor del clásico Los Sospechosos de Siempre y el guionista favorito de Tom Cruise, con el que colaboró en Operación Valkiria, Jack Reacher (que también dirigió) y Al Filo del Mañana. El trabajo de McQuarrie entonces fue el de "reciclar" estas escenas clásicas y agregarlas a una historia a su vez atrapante, que tiene peso propio y que recorre medio mundo entre los Estados Unidos, Marruecos, Cuba, Bielorrusia, Francia, Austria y Gran Bretaña con gran acierto en las locaciones. La secuencia de títulos, una de las mejores de la franquicia, da apertura a una serie de acertadas tomas que logran captar la acción de manera entretenida, y mantienen las "manos aferradas a los apoyabrazos" de los asientos. El humor corre nuevamente a cargo del comediante Simon Pegg, que vuelve a interpretar al hacker Benji Dunn, aunque los diálogos de McQuarrie hacen lucir incluso a Alec Baldwin en sus dos o tres intervenciones. El resto del elenco lo componen Jeremy Renner –actor de franquicias tomar como lo demuestra su trabajo en Los Vengadores y en las películas de Jason Bourne-, el veterano Vingh Rhames como Luther Stickwell, Rebecca Ferguson como Ilsa Faust y Sean Harris –el sorprendente poseído de Líbranos del Mal- como el antagonista de turno, Solomon Lane. En definitiva, Misión Imposible: Nación Secreta no tiene nada de misterioso pero sí de entretenido y no decepcionará a los fanáticos del género que este año están de parabienes con la ya estrenada Kingsman, el Servicio Secreto y la inminente 007 Spectre, que llega en noviembre y ocasionó que la película que hoy tratamos adelante su llegada a las pantallas cinco meses.