La revolución escenificada. Sinsajo – Parte 2 es la cuarta parte de la saga cinematográfica de Los Juegos del Hambre, dirigida nuevamente por Francis Lawrence, adaptada por Suzanne Collins, la autora de las novelas, y guionada por Peter Craig y Danny Strong. Por una cuestión de duración, Sinsajo fue dividida en dos partes. En la primera, la trama giraba en torno a la organización de la rebelión de los trece distritos contra la capital, mientras que la segunda parte narra la entrada de los rebeldes en el Capitolio para terminar con la dictadura del presidente Snow (Donald Sutherland). La historia relata la supervivencia de los jóvenes Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence) y Peeta Mellark (Josh Hutcherson) a los juegos -un enfrentamiento hasta la muerte, similar al de Battle Royale (2000), entre ciudadanos elegidos al azar y voluntarios de todos los distritos- y su transformación en íconos de una rebelión que se venía gestando desde hace tiempo entre los líderes de los distritos sojuzgados por la capital de Panem. Tras los fallidos últimos Juegos del Hambre organizados por el Capitolio entre los distritos que conforman la civilización, como una especie de castigo y ofrenda de la periferia hacia la capital por una revuelta ocurrida hace años, las jurisdicciones se han organizado alrededor del liderazgo de la presidenta Alma Coin (Julianne Moore) y su edecán estratega, Plutarch (Philip Seymour Hoffman), para liberarse del yugo del implacable Snow, que gobierna Panem con mano de hierro. La última película de la saga alterna correctamente escenas de pura acción, en el camino por la capital hacia el palacio presidencial, con momentos graves de reflexión y de toma de decisiones respecto del futuro de Panem. Las buenas actuaciones de todo el elenco de actores consagrados y un gran despliegue de efectos especiales logran rescatar a la segunda parte de Sinsajo del marasmo de la primera gracias a su carácter de transición hacia una resolución de la historia. La trama transcurre alrededor de los entramados del poder político, las distintas formas de liderazgo, la consolidación de las cadenas de mando y el rol del espectáculo como forma de entretenimiento y base de la creación de un mito social y político. Sin incurrir en el error de apresurar el relato para resolver todas las intrigas abiertas, Sinsajo – Parte 2 se toma su tiempo para desarrollar cada situación y llevarla hasta su cauce y resolución natural. Así la película desarrolla las estrategias militares y políticas de cada bando para poner al descubierto algunos mecanismos del poder para perpetuarse o conquistarlo. La concusión de la saga distópica deja una historia que supo retomar un conjunto de imaginarios ya presentes en otros films, hoy reciclados para su consumo licuado pero con una carga política interesante, por momentos desperdiciada. La fábula rebelde concluye sin penas ni gloria pero tal vez deje un interés por rastrear algunas de las fuentes en las que se basa la explosión de este mercado adolescente.
Un final que arrastra varios de los problemas de su antecesora, pero que deja lugar para el espectáculo. Revolución por partes lLa primera parte de Sinsajo fue aburrida, eso no se puede negar. Si bien todos los libros de Los Juegos del Hambre tienen una extensión similar, la decisión de dividirla en dos no tiene justificación alguna más allá de lo económico. Aunque la primera de esta conclusión fue un buen negocio redondo para los productores, hirió de muerte a la saga y la dejó desangrándose. Por eso no quedaban dudas (hayan leído los libros o no), que Los Juegos del Hambre: Sinsajo – El Final era el momento para tirar toda la carne al asador. Y si bien lo hace y no decepciona en ese sentido, arrastra mucho de los problemas que ya se planetearon en la Parte 1 y que en esta oportunidad regresan para pasarle factura. Como si la división por partes no era suficiente indicativo, esta última entrega de Sinsajo retoma casi todos los temas que dejó inconclusos la anterior película. La acción comienza tan solo unos pocos días después de que Peeta fuera rescatado por los rebeldes y llevado al Distrito 13. La última vez que vimos a Katnees fue justamente con las manos de Peeta alrededor el cuello, ya que luego de un lavado de cerebro por parte del Capitolio ahora la culpa de todos sus males y solo quiere verla muerta. Esto suma un nuevo problema para nuestra heroína, quien aparte de tener que liderar una revolución que la tiene como principal referente y de la que no está totalmente convencida, ahora tendrá que cargar con la culpa de que su principal aliado y amigo en los dos primeros films, está completamente fuera de si. Probablemente sea esta la gran novedad que vamos a encontrar en Sinsajo – Parte 2, ya que el resto de la película es tan solo una extensión de los conflictos que se sucedían en la anterior. Aunque si, esta vez con un poco más de acción. Al igual que sucedió con la Parte 1, lo más jugoso vuelve estar en los vaivenes políticos y mediáticos y las contradicciones que sufre el personaje de Katnees para con la revolución. En un mundo donde las adaptaciones de sagas literarias apuntadas al público adolescentes aparecen y desparecen como por arte de magia, y son solo unas pocas las que pueden llegar a una conclusión (la gran mayoría no pasan del primer libro/film), que Los Juegos del Hambre lo haya hecho con la madurez que termina reflejando es algo digno de rescatar. Probablemente todo hubiera funcionado mejor si este final se comprimía en una sola película, pero el cinismo y la oscuridad que vuelve a mostrar en esta última entrega habla de que la saga creció junto a sus lectores y espectadores. La primera mitad del film no se aleja demasiado de lo que se vio en Sinsajo – Parte 1. Muchas escenas de relleno que se podrían haber omitido y conflictos que se siguen subarrallando. La historia avanza a pesar de todas las trabas que le ponen en el camino y el relato, si bien no es fluido, engancha por la oscuridad en la que se maneja y por obra y gracia de Jennifer Lawrence, que compone un personaje que quedará para la posteridad como una de las grandes heroínas del cine. Durante la segunda mitad la acción toma la posta de la historia y por fin comienzan a resolverse los conflictos. Una suerte de regreso a la raíces, ya que si bien Los Juegos del Hambre que le dieron su nombre a la saga ya no se celebran, las distintas trampas que esperan a nuestro héroes en el Capitolio buscan emular el espíritu de los dos primeros films, y me complace decir que queda bastante cerca de lograrlo. Hay un detalle que si bien es entendible y no afecta en lo más mínimo al resultado final, no deja de ser una curiosidad. Se sabe que Philip Seymour Hoffman murió en Febrero del 2014 con algunas pocas escenas por filmar. El director Francis Lawrence, junto a sus guionistas y productores, decidieron solucionar su ausencia de dos maneras: sumándolo en varias tomas con el uso de la tecnología y dándole sus diálogos a otros actores. Por eso mismo que no les parezca extraño si de un momento a otro Plutarch Heavensbee desaparece. Lo verán solo en el fondo de la acción, algún que otro primera plano (¡con sonrisa agregada digitalmente!), o comunicándose con otros personajes a través de cartas. Se siente extraño, es verdad, pero la situación es también extraordinaria. Conclusión La saga de Los Juegos del Hambre se despide con un film cínico y oscuro, con altibajos y unos 137 minutos de duración que se sienten. De haber sido una sola película, probablemente Sinsajo hubiera terminado a la par de sus antecesoras. La decisión de dividirla en dos fue un golpe del que no se pudo recuperar del todo, aunque especialmente en su segunda mitad se acerca más a lo hecho en los dos primeros films. Así y todo es un final digno para una saga juvenil que con aciertos y desaciertos, pero que siempre supo ubicarse por encima del resto.
Otra franquicia adolescente llega a su fin pero, a diferencia de muchas de sus congéneres, las desventuras de Katniss Everdeen demostraron ser un animalito muy diferente, que dejó de lado los entuertos amorosos y elementos fantásticos, para darle prioridad a temas más oscuros y, lamentablemente, muy actuales. Frases como “saga adolescente” y “young adult” espantan a cualquiera que no entre directamente en el target de estas franquicias literarias adaptadas a la gran pantalla con mayor o menor suceso. Con Harry Potter parecía haberse cerrado una etapa (una que pronto volverá a abrir sus compuertas de la mano de un spin-off), pero pronto fue reemplazada por un sinfín de historias protagonizadas por adolescentes plagados de problemas amorosos o de otras índoles. La ciencia ficción y los futuros distópicos se pusieron a la cabeza de la lista de los preferidos del público gracias a sagas como “Divergente” (Divergent) o “Maze Runner”, pero la trilogía literaria pergeñada por Suzanne Collins resultó la más efectiva y taquillera, en gran parte por ¿culpa? de su protagonista: Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence), lo opuesto a una damisela en peligro y lo más cercano a una heroína trágica que nos dio el siglo XXI. Con “Los Juegos del Hambre: Sinsajo – El Final” (The Hunger Games: Mockingjay – Part 2, 2015), el director Francis Lawrence le da cierre a esta franquicia que supo dejar los problemas amorosos adolescentes a un costado y concentrarse en temas un poquitín más serios como la lucha de clases, la influencia de los medios de comunicación, la supervivencia y el control gubernamental, entre otras cosas. Esta última entrega es una película bélica, mire por dónde se la mire y el relato, lamentablemente, queda demasiado actual y cercano a los hechos que se viven en estos momentos alrededor del mundo. “Los Juegos del Hambre” dejó de ser un “juego” para chicos y se transformó en una cruda metáfora (involuntaria) de los tiempos que corren, pero también en una plataforma para resaltar el rol de la mujer y, sobre todo de la heroína de acción, tantas veces vapuleado y desmerecido. Pese a quien le pese, Katniss Everdeen puede pararse junto a Sarah Connor, Ripley o la princesa Leia sin ninguna vergüenza. En manos de Jennifer Lawrence esta jovencita, que no tuvo muchas opciones, se convierte en un símbolo de resistencia, aunque imperfecto y lleno de matices que, tranquilamente, podría haber terminado siendo un personaje cursi e insufrible. Sinsajo pone a la mujer en todos los lugares de poder. Acá son generales, salvadoras, estrategas que van a la par (o por encima) de sus contrapartes masculinas. Sí, también hay una extraña historia de amor, un triangulo romántico que no desentona, en parte, porque los que lo conforman son personas dañadas que tienen que tiene que volver a sentir algún tipo de emoción en medio de toda esta violencia televisada. Los mortales Juegos del Hambre habrán llegado a su fin, pero desde el Capitolio, el próspero centro de Panem, no pretenden acabar con la represión de los distritos más pobres que decidieron rebelarse y entrar en conflicto con el presidente Snow (Donald Sutherland) y su maquinaria opresiva. La última misión para Katniss es enfrentarse a su más grande enemigo y ponerle fin a la guerra, una meta complicada y plagada de peligros a cada paso, literalmente hablando. La chica y un grupo de sus seguidores más fieles (y otros no tanto) deberán irrumpir en la capital y encontrar a Snow, pero el mandatario no piensa rendirse tan fácilmente. Claro que hay bajas, manipulaciones y dudas como en cualquier campo de batalla. La segunda parte de Sinsajo se va cerrando por etapas y a medida que los rebeldes se acercan a su objetivo. La acción casi nunca descansa, y cuando lo hace es cuando afloran los momentos más humanos. La ciencia ficción está presente, tal vez en menor medida que en las anteriores, pero ayuda a crear un clima lleno de violencia, ataques y resistencia que, en seguida nos recuerda a otras historias de esta magnitud épica como “Star Wars”, si lo dijimos. “Los Juegos del Hambre” tal vez se parezca un poco a muchas otras cosas, pero logró encontrar su propio camino y triunfar sin caer en los lugares comunes del romance y las angustias adolescentes. Su joven audiencia puede aprender algunas cosas sobre la naturaleza humana -sus logros y desaciertos- mientras disfruta del entretenimiento y la acción que ofrece la franquicia. Katniss cumple y dignifica. Dirección: Francis Lawrence Guión: Peter Craig, Danny Strong Elenco: Jennifer Lawrence, Josh Hutcherson, Liam Hemsworth, Woody Harrelson, Donald Sutherland, Philip Seymour Hoffman, Julianne Moore, Willow Shields, Sam Claflin, Elizabeth Banks, Mahershala Ali, Jena Malone, Jeffrey Wright, Stanley Tucci.
La “Arena” se torna subterránea… Sinsajo – Parte 2 es el cuarto y último film de la taquillera saga Los Juegos del Hambre (The Hunger Games). Estas películas, basadas en la trilogía literaria de Suzanne Collins, narran la rebelión de los habitantes de los distritos contra la dictadura del presidente Snow, cuyo centro político es el Capitolio. La escritora de las novelas se inspiró en el mito griego de Teseo y el Minotauro, y en los combates de los gladiadores romanos. Al igual que las batallas de los gladiadores en el Coliseo, los “juegos del hambre” evidencian que los pobres -como espectáculo- están al servicio de una élite. Estas influencias clásicas también se ponen de manifiesto en la escenografía y el vestuario del film, en donde las fusiones temporales con otras estéticas son muy contundentes y marcan un claro contraste entre el mundo del Capitolio y el de los distritos. En Sinsajo – Parte 2 el camino de autoconocimiento de la heroína Katniss (Jennifer Lawrence) llegará a su clímax, ya que no sólo deberá decidir por el futuro de Panem sino por el suyo propio, teniendo que elegir entre el amor de Peeta o Gale. Uno de los problemas centrales es que Peeta fue envenenado y se encuentra emocionalmente inestable. A través de esta saga -cuyas secuelas están más que bien enlazadas- Katniss ha sido preparada para llegar a ser la líder de la sublevación, convirtiéndose en el rostro de la misma encarnando al Sinsajo (ave que es símbolo de la esperanza y la rebelión). Aún más que en los filmes anteriores, la joven deberá tener sus instintos bien alertas para saber en quién confiar y en quién no. En un relato -que posee bastante del contenido de autores literarios como George Orwell y Ray Bradbury, entre otros- se expone crudamente cómo en una guerra civil tanto los que tienen el poder como los que se oponen al mismo utilizan muchas veces los mismos recursos: la persuasión a través de los medios de comunicación y los aparatos represivos y disciplinadores de control. Sólo mediante la unión entre los diversos distritos será posible que la revolución cobre fuerza para poder ingresar al capitolio y enfrentarse a la tiranía de Snow (Donald Sutherland). La comandante de los rebeldes, Alma Coin (Julianne Moore), será el álter ego del presidente Snow. En su subterráneo Distrito 13, el cual se asemeja a un panel de abejas, ella será la abeja reina, dirigiendo así la otra parte del juego, y una vez más Katniss se sentirá sólo una pieza más del mismo, entonces su carácter volverá a sorprender a las multitudes y darle esperanza a los débiles. Este film retoma algunos conceptos que se esbozan en la segunda película de la franquicia, Los Juegos del Hambre: En Llamas, sobre todo en torno a la relación entre Katniss y Peeta. Sin embargo, aunque supera ampliamente a Sinsajo – Parte 1, no es mejor que el resto de las películas de la saga, ya que entre otras cosas su final es un tanto predecible. A pesar de ello, un aspecto positivo a rescatar es la presencia de los interesantes efectos especiales y su utilización de forma no excesiva ni demasiado pomposa. Lo cual no es poca cosa en un film de ciencia ficción, en los cuales se tiende a abusar de los mismos y de los recursos que permiten las nuevas tecnologías.
El juego final Como quien no quiere la cosa, se estrenó finalmente la cuarta y última entrega de una saga que lanzó la carrera de su protagonista Jennifer Lawrence (El lado luminoso de la vida) y que se convirtió, junto a otras trilogías del género para jóvenes adultos, en una de las adaptaciones al cine más exitosas. En esta segunda parte, Katniss Everdeen (Lawrence), acepta su lugar en el enfrentamiento de los distritos contra el capitolio y lidera una misión para asesinar al presidente Snow junto a Gale (Liam Hemsworth, Paranoia), Finnick (Sam Claflin, Los imprevistos del amor) y Peeta (Josh Hutcherson, Escobar: Paraíso perdido). La primera entrega de Los juegos del hambre (The hunger games, 2012) le hacía honor a su título a través de un mensaje claro y una trama narrativa completamente adictiva. Sus personajes se enfrentaban en un reality show sobre una arena cubierta de trampas letales y solo podía haber un vencedor. Al mismo tiempo, la historia amorosa entre Katniss y Peeta -que por entonces recién comenzaba- tenía mucha presencia y el espectador podía vivenciar como pasaban del odio a la alianza, y luego a un amor incipiente. Como suele ocurrir al extender tanto una adaptación que debería haber terminado en Los juegos del hambre: En llamas (The hunger games- catching fire), la temática elemental de la película se desdibuja y sus intentos por recuperar esta esencia a través del juego y lo televisado, se muestran forzados en Los juegos del hambre: Sinsajo Parte 2. El personaje de Katniss termina de consolidarse como la heroína sufrida, tal como les ocurría a Harry Potter y a Frodo en su momento. Hay un denominador común entre los tres: Todo depende de ellos. El sufrimiento constante que experimenta nuestra protagonista genera un inevitable efecto de desgaste en el espectador. Desde lo argumentativo, el film se concentra en la premisa de la guerra entre los distritos y en la misión de derrotar de una vez por todas al odioso Snow. Hay algunas escenas que encarnan aquella tensión y adrenalina experimentadas en las primeras dos partes, pero lo demás esta marcado por un tono un tanto monótono, quizá por la similitud de sus escenarios apocalípticos y las secuencias de diálogos, que giran sobre los mismos interrogantes. Por otro lado, el triángulo amoroso y su resolución (a quien elige finalmente Katniss) pasa a un tercer plano. Es cierto que el timing para nuestros amantes es el peor de todos, sumado a que Peeta recibió un lavadito de cerebro cuando fue raptado por los enemigos y que el tercero en discordia (el "amigovio" Gale) también forma parte de la misión secreta. El cierre de la historia de amor se muestra apurada, y para quienes anhelaban alguna escena de confesiones o besos pasionales, quedarán decepcionados. ¿Para destacar? Algunas escenas conmovedoras, otras con la dosis de acción que se esperaba durante todo el film, y finalmente al actor Philip Seymour Hoffman interpretando su último papel. Los cambios en el guión como consecuencia de su muerte durante el rodaje están bien resueltos, así que pulgar arriba para los guionistas en este punto. Solo queda por decir que la frase “lo mejor queda para el final” no aplica para la última entrega de Los juegos del hambre.
Esta entrega final concentra acción, peligros y resalta el valor de la familia ante el caos. Jennifer Lawrence encuentra sus mejores momentos en una película dividida en dos partes que tiene lo que a la anterior le faltaba. Y llegó el final de una saga exitosa, dividida en dos partes por esas cuestiones del negocio cinematográfico. En Los Juegos del Hambre: Sinsajo Parte1, Katniss -Jennifer Lawrence- era parte del proceso que se venía gestando: una rebelión contra el gobierno de Snow -Donald Sutherland-. La vida ya no era como ella había imaginado y menos si la presidenta del Distrito 13 -Julianne Moore- deseaba convertirla en un símbolo de la revolución, en un "Sinsajo" para mostrar al resto de los distritos. Este último eslabón de la saga de acción y ciencia-ficción, Los juegos del hambre: Sinsajo Parte 2, encuentra a la protagonista sin voz y vemos a Peeta -Josh Hutcherson- capturado por el Capitolio en el film anterior y sometido a terribles torturas psicológicas. La heroína de arco y flecha emprende ahora, junto a su grupo de amigos Gale -Liam Hemsworth-, Finnick -Sam Claflin- y Peeta, una misión con la unidad del Distrito 13, en la que arriesgarán sus vidas para liberar a los ciudadanos de Panem que está sumida en una verdadera guerra, mientras planean un atentado contra Snow. El film de Francis Lawrence concentra acción, peligros y resalta el valor de la familia ante el caos. Jennifer Lawrence encuentra sus mejores momentos en esta película que tiene lo que a la anterior le faltaba: persecuciones, trampas y ataques bien ejecutados. Lamentablemente el personaje de Plutarch -Phillip Seymour Hoffman falleció luego del rodaje de la anterior- aparece sin resolución pero su texto está plasmado en una carta que Haymitch -Woody Harrelson- lee a Katniss. Las secuencias de mayor impacto son las olas de barro que inundan y van acorralando a los personajes y la irrupción de los Mutos, unas voraces y extrañas criaturas que los acosan en su travesía por un acueducto. Con más de dos horas de duración, la saga tiene un digno broche final que seguramente despertará la adhesión de sus seguidores y de un público acostumbrado a la visión apocalíptica que proponen este tipo de relatos, entre lucha de poderes, y paredes de concreto que esconden toda posibilidad de esperanza y encierran a unos habitantes que claman por su libertad.
La revolución televisada En esta segunda parte de Sinsajo (el último libro de la trilogía ha sido dividido en dos películas), Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence) ya está establecida en su papel de Sinsajo, de ícono de la revolución, utilizado para poder unir y organizar a los rebeldes y derrocar al presidente Snow (Donald Sutherland), el tirano de la historia. Las tropas se organizan, la presidente Coin (Julianne Moore) y Plutarch (Philip Seymour Hoffman) arman estrategias, y mientras tanto Peeta sigue luchando contra las secuelas de las torturas que recibió en el capitolio, que lo transformaron en un arma para asesinar a Katniss. A pesar de los planes que Coin y Plutarch tienen para ella, Katniss comienza a independizarse cada vez más, se resiste a aparecer en cámara recitando discursos escritos por otros y se torna más reflexiva respecto a lo que sucede a su alrededor. Se toma las cosas de modo tan personal que decide ir al capitolio a asesinar ella misma a Snow. A partir de ahí la historia deja de lado los discursos y las teorías y se vuelca por completo a la acción -como sucedía en las dos primeras entregas de la saga- cuando Katniss, Peeta (Josh Hutcherson) y Gale (Liam Hemsworth), junto con otro grupo de rebeldes entran al capitolio, convertido ahora en una trampa mortal, como una nueva arena para los juegos del hambre. El capitolio es aún más impactante que los escenarios de los filmes anteriores, lo que hace que la película sea visualmente muy fuerte, llena de efectos especiales, y de alguna que otra escena que provoca sobresaltos en los espectadores. Tres cuartas partes de esta historia son pura acción, sin dejar de lado el triangulo amoroso entre los protagonistas, pero ahora sucede algo mas: las estrategias de buenos y malos ya no son muy diferentes, en la guerra todo vale, y las consecuencias de esas acciones impactan de tal forma en la vida de Katniss que la llevan a tomar una decisión que cambia por completo el rumbo de la historia, con un giro inesperado y muy interesante en el final. Esta es la primera y única de las películas de la saga en la que además de las guerras, las injusticias y la lucha de clases, se plantea lo que sucede cuando alguien toma el poder, si quienes claman ser justos y diferentes cometerán los mismos errores, y si hay alguna esperanza de lograr una verdadera democracia. La película tienen un relato lento a pesar de tanta acción, muestra de forma gradual los cambios y reacciones de cada personaje, especialmente de la protagonista. Todos los actores realizan muy buenas interpretaciones, especialmente Jennifer Lawrence y Donald Sutherland, las escenas juntos tienen una enorme tensión, y son algunas de las mejores del filme. A pesar de que la película es bastante oscura, y un tanto más profunda que los anteriores, no deja de ser una saga para adolescentes -mejor que otras- pero está hecha para atraer a ese público; por eso a pesar de que la historia tiene un buen final, podría haber desarrollado aún más su contenido social y político, sin embargo pasa rapidamente a un final donde las cosas cierran de un modo accesible, sin que nadie salga del cine haciendo demasiados planteos.
Por fin llega la última entrega de una saga que tuvo dos primeras sorprendentes versiones, una tercera que no terminó de redondearse y esta conclusión, más grave, más oscura, más solemne, con algunas sorpresas, donde lo que se desarrolla es una guerra, con melodrama de teleteatro y escenas de acción impresionantes. Jennifer Lawrence, como una heroína individualista y moral. Los seguidores, de parabienes.
Malos siempre hubo El desenlace de la saga tiene espectacularidad y vueltas de tuerca. Y a Katniss, el personaje de Jennifer Lawrence, se la va a extrañar. Sigue en discusión si se justificaba, al margen del motivo eminente, evidente y desembozadamente económico, separar en dos filmes el tercer y último libro de la saga de Los juegos del hambre. Pero así como quedó este Sinsajo, el final los fans -de los libros, pero también de las películas- encontrarán que esta Parte 2 es mucho más parecida, o que sigue el ritmo de las dos primeras películas. Esto es: Sinsajo, el final es como una película de guerra o guerrillas, con escenas de combate en distintos lugares en vez del campo de batalla donde los elegidos de los Distritos se mataban para ver quién sobrevivía. Seguramente después del final de En llamas, aquí encontramos a una Katniss más revolucionaria que nunca, convencida de que debe tomar el Capitolio, cueste lo que cueste -y muera quien muera- y asesinar al presidente Snow. La trama tiene vueltas de tuerca, y algún cambio en la adaptación del libro puede hacer moverse en su butaca al fan más fiel de los libros de Suzanne Collins, pero está claro que para los fans, la culminación de la saga fílmica estará acorde a sus expectativas. A favor (o en contra, depende de cómo se lo vea y quién lo haga), cada película de la saga no fue pensada como un capítulo de serie de TV, que al comienzo de cada uno diga, como en 24, previamente en…, por lo que aquí se va al hueso, o a la guerra sin términos medios. Es cierto que Collins aparece en los créditos (como adaptadora), lo cual no es un tema de meros derechos, y si en Sinsajo Parte 1 todo parecía como languidecer y estar preparando el fueguito, aquí tiran toda la carne al asador. La manipulación de las masas, el ser y/o sentirse usado por los líderes, las movidas maquiavélicas, el orgullo, la solidaridad y, en fin, el amor, se dan cita de manera casi mancomunada. Katniss Everdeen, la chica que había ingresado a los juegos del hambre como voluntaria en reemplazo de su hermanita, un dato a no olvidar, debe ser la protagonista femenina más fuerte que haya dado el cine en el género. Y no hablamos de cómo pelea, o al menos no sólo de su bravura física, porque lo que hace más atractiva a la saga es advertir cómo evolucionó Katniss. Aunque la comparación no es pareja, sucede como con Harry Potter, que tenía más libros y un proceso de crecimiento de los protagonistas mayor, no sólo porque fueron 8 filmes. El desarrollo y el proceso de las tramas, subtramas y personajes es aquí riquísimo. Para los olvidadizos, Sinsajo, el final arranca inmediatamente después de la primera parte, con Katniss reencontrándose con Peeta (Josh Hutcherson) luego de que él haya pasado buena parte de la primera bajo el control del dictador. A Peeta le lavaron el cerebro y, ahora con los rebeldes, la pregunta es en qué estado se encuentra, y si el odio que le inculcaron hacia Katniss no es un peligro latente. Las escenas previas al ataque al Capitolio están rodadas por el director Francis Lawrence (que salvo la primera película, realizó todas) con mucho nervio y un suspenso in crescendo. Jennifer Lawrence aceptó el rol principal y lo compone de una manera distinta a la más aventurera Mystique de la saga de X-Men. Aquí uno palpa el dolor que siente, no es una sumatoria de escenas de acción, porque su personaje es dramático: si pasa a la acción es porque el drama lo requiere. Donald Sutherland (Snow) tiene más carnadura aquí que Julianne Moore (la líder rebelde Alma Coin), y tanto Hutcherson como Liam Hemsworth (Gale) cumplen. Algunos lamentarán que haya terminado, pero Los juegos del hambre tuvo, en el cine, el final que se merecía.
El canto del sinsajo se escuchará por última vez a partir de este jueves -un día antes del estreno mundial-, en el final de la saga basada en los libros de Suzanne Collins. Otra mujer, que como la creadora de Harry Potter, revolucionó el mundo de la literatura adolescente y que alcanza a los adultos jóvenes también con algo de acción, fantasía pero también temas sociales. En esta segunda parte del tercer capítulo se juega el destino de la revolución, que ya no es juego, aunque conserva sus reglas arbitrarias y a muchos de los vencedores que se jugarán para reunificar a los distritos bajo un nuevo poder, más sano, en teoría. Katniss Everdeen, la heroína de cara aniñada, deberá pensar qué es lo que quiere: venganza por los que murieron, pacificar al pueblo, que se terminen los Juegos a los que el malvado Presidente Snow sometiera a los jóvenes de los distritos a vencer o morir para sólo premiar a los únicos que ganan y dejar en la miseria a los perdedores proveedores del Capitolio. Tiene a sus espaldas más que sus flechas incendiarias, la responsabilidad por ser la cara visible de una gran movida la inquieta y parece sobrepasarla. La versión en 3D nos trae algo, que quizá sea un recurso no tan importante para la trama pero es curioso y hace bien a la vista: el subtitulado se ubica entre medio de los personajes que dialogan, o en lugares que no molestan, los títulos también tienen esta estética y habla bien que hasta eso fue trabajado en la producción visual. Los desafío que se queden hasta el último crédito final, ¿se atreven? Desde ya, les digo que no hay nada más, es el final, sin embargo, me pareció impresionante la cantidad de personas que trabajaron para este filme. Es un ejercicio en contra de la ansiedad de los públicos. Las decisiones se precipitan, la confianza está dañada y no se sabe quién es leal a la gran causa. Las técnicas de los Juegos servirán esta vez para ser más mortíferas pues sólo los más fuertes con Katniss al frente son los que pueden llegar a Snow (Donald Sutherland). Coin (Julianne Moore), con su presidencia paralela desde el descubierto Distrito 13, tiene una idea en mente y es lo que se develará en este final final. Plutarch, el personaje interpretado por Philip Seymour Hoffman, tendría que haber sido uno con mayor peso, pues está entre Coin y las flechas del Sinsajo, Katniss, lamentablemente, ya no contamos con él físicamente y es un poco, Haymitch (Woody Harrelson), el que toma la posta. Por otra parte, estará la vida y elección romántica de Katniss entré Peeta (Josh Hutcherson), quien siempre se jugó por ella y que hasta quedó dañado y casi convertido en un "muto" (mutante) por las torturas; y en el otro rincón, Gale (Liam Hemsworth), el ángel guardián de la madre y la hermanita de Katniss, que hasta este último capítulo no arriesga tanto y se da cuenta de que el corazón del Sinsajo está tironeado. Con muchos momentos de tensión, otros de intenso dramatismo, creo que no defraudará a los seguidores de la saga. Si bien era más vistoso cuando el reality era un juego peligroso, esta transformación en una guerra, se puede ver más desde el aspecto político y social y desde otros contextos contemporáneos. Dirigida como las 2 anteriores por Francis Lawrence, ya que la primera fuera dirigida por Gary Ross, presenta un gran espectáculo para ser visto en pantalla grande.
Y llegó el final. El tan ansiado broche de oro a una historia que hace tiempo nos viene atrapando. Y cuando menos lo esperábamos la saga creada por Suzanne Collins, con claras reminiscencias a 1984, Rebelión en la Granja, y otros clásicos de la literatura universal y que pudo conciliar el fervor juvenil por las historias de amor en medio de las más trágicas situaciones, llegó a su fin. Así, “Los juegos del hambre: Sinsajo. Parte 2” (USA, 2015), será el último acercamiento hacia el distrito 13, el Capitolio, y toda la parafernalia que supimos ir aceptando e incorporando a nuestro universo de fanatismo por la cultura popular a la saga. En esta nueva oportunidad la historia arrancará en el mismo y exacto lugar en el que la primera entrega dejó todo. En esta oportunidad Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence), internada luego que Peeta Melark (Josh Hutcherson) intentará literalmente acogotarla, y sin necesidad de un racconto, será la encargada de introducirnos en el último tramo de la apasionante historia. Dolida, abrumada, insatisfecha, Katniss sigue sin comprender como su otrora amor y aliado pudo comprar las injurias y mentiras del Presidente Snow (Donald Sutherland), quien intentó convencerlo (lográndolo) que su nueva faceta de muto pondría en peligro el orden establecido por el Capitolio y por eso debía matarla. Llena de venganza, Katniss intentará armar un plan en el cual el único vector y salida posible para conciliar al menos algo de paz en su interior, será asesinar a Snow, aun sabiendo que el resto de sus compañeros se opondrá y que no logrará el apoyo de Alma Coin (Julianne Moore), la musa de la rebeldía. Pero a Katniss no le importa, avanza, y sus aliados también, construyendo un relato, en esta entrega, similar a una intensa huida hacia un lugar mejor en el que saben que finalmente la luz, o la oscuridad, podrá alivianar algo del sufrimiento. Es curioso que en esta nueva entrega, la tensión va más por el lado de la escapatoria de los obstáculos que de la habilidad de los contendientes por lograr, en la competencia, un puesto en el palco de honor. La soberbia puesta en escena y los tonos escogidos para “pintar” el universo de Katniss y compañía potenciarán la idea de Collins. También es interesante cómo la narración, mucho más digresiva, apelará al efecto sorpresa para despabiliar al espectador del letargo que los 134 minutos pueden llegar a generarle, porque si bien a medida que se avanza en el relato, la potenciación de la idea central va in crescendo, claramente no hay otra meta más que la de llegar a Snow como vehículo de la historia. Claro que en el medio Katniss intentará transformar a Peeta de que vuelva a su lado, y, una vez más, confundirá a Gale (Liam Hemsworth) con sus histeriqueos, propios de la joven y bella mujer que es, pero eso quedará en un plano secundario al destacar el siniestro plan de venganza de la joven ante las máximas autoridades. Un desenlace a la altura, con una vez más la pronunciación de máximas relacionadas a la libertad de elección y el destino predestinado de algunos seres serán las notas con las que “Los juegos del hambre: Sinsajo. Parte 2” cierra globalmente la historia de Katniss, una saga que llevó al estrellato a una de las actrices más reconocidas y carismáticas del panorama cinematográfico actual.
Final algo estirado de una historia exitosa Todo concluye al fin y también es tiempo de definiciones en la cuarta y última entrega de esta saga basada en la saga literaria de Suzanne Collins. Se trató, sin dudas, de una de las mejores franquicias de este subgénero (distopía con heroína juvenil), aunque el resultado final deja un sabor amargo por la codicia de Hollywood. Es que los productores transformaron los tres libros en cuatro películas y el innecesario desdoblamiento de Sinsajo se sintió: ambos films lucen demasiado estirados, más allá del innegable profesionalismo de su director, del crecimiento interpretativo de la protagonista Jennifer Lawrence y del buen elenco secundario (en este sentido se resolvieron de urgencia los problemas que generó la muerte de Philip Seymour Hoffman). Los distritos otrora enfrentados se unen para la batalla final contra el Capitolio liderado por Snow (Donald Sutherland con su omnipresente sonrisa cínica), pero el sádico dictador los espera con todo tipo de trampas y armas en las calles de la ciudad (hay una muy buena secuencia de acción en la que los rebeldes son atacados con una impresionante descarga de petróleo espeso que todo lo inunda). Además de la definición político-bélica (¿será la Alma Coin que encarna Julianne Moore la nueva líder?), este último episodio de la serie dilucidará qué pasará con el triángulo sentimental entre Katniss Everdeen y sus dos objetos del deseo: el ahora recuperado Peeta (Josh Hutcherson) y el galán Gale (Liam Hemsworth). Más allá del tono oscuro del relato y del amplio despliegue de efectos visuales para las batallas, el director de Soy leyenda (Francis) parece descansar en la expresividad y ductilidad de su Juana de Arco (Jennifer). Lawrence y Lawrence, una sociedad con beneficios mutuos.
El tiro del final La saga cinematográfica, basada en la saga literaria, Los juegos del hambre, fue en un comienzo un ejemplo de mayor calidad de aquello que podríamos llamar ciencia ficción para adolescentes. Podríamos llamar, porque el género tanto en la literatura y el cine siempre ha sido cercano a los jóvenes. Tal vez la diferencia son sus héroes adolescentes, sus personajes más cercanos a las características de su público. El universo distópico en el cual habitaba la heroína Katniss Everdeen es claro heredero de las ficciones de Ray Bradbury, George Orwell o Isaac Asimov. Con una estética sobria y elegante, donde el entretenimiento no ocultaba interesantes temas, con buenos actores y grandes emociones, las primeras dos películas habían logrado mantener bien alta la vara. Pero la división en dos películas del cierre de la saga se siente. Sinsajo parte 1 era demasiado larga y tardaba en encontrar rumbo, y Sinsajo parte 2 es difícil de sobrellevar para quienes no amen al personaje de Katniss Everdeen. Ahora cuando todas las batallas se han librado, a la rebelión sólo le queda ir al Capitolio y terminar con el Presidente Snow. Sin embargo, hay opiniones encontradas y un juego de poder más complejo que el heroísmo puro de Katniss. Pero ese camino se estira en exceso. Muchas escenas de diálogos, de dilemas expresados a través de palabras, hacen que las casi dos horas y media de película se sientan, no tanto por su duración, sino por la impaciencia de un guion estirado. Aunque por suerte se mantiene la estética de los primeros films, lo que no se sostiene es la acción y el entretenimiento. Sólo por la mitad de la película se suceden varias grandes escenas que despiertan la atención y prometen un final espectacular. Pero poco a poco ese final se apaga, toda la energía de la película se reduce y esta gran saga de ciencia ficción se despide de manera decepcionante. Esos epílogos eternos completamente anticlimáticos. La gran escena de Sinsajo Parte 2, la que cierra todo, está unos 30 minutos antes del final, y todo lo que sigue a ella da mucha vergüenza ajena. Dos grandes películas de un total de cuatro no es un mal número para una saga que se merecía terminar con el mismo nivel que empezó. Es posible que en el futuro haya más películas de Los juegos del hambre pero esperemos la recuperación de sus virtudes originales si llega a darse la oportunidad.
Cuando hay hambre, no hay pan duro La entrega final de la saga expone de modo evidente los límites de lo que el cine teen está dispuesto a narrar. Tres entregas en la misma cantidad de años muestran que es muy fácil pegarle a Los juegos del hambre por factores que van desde el afano indisimulable de su concepto central a Battle Royale hasta el rebaje absoluto de su contenido político. Pero el error es menos de las adaptaciones de las novelas de la aquí coproductora y coguionista Suzanne Collins que de aquellos empecinados en pedirle a este tipo de producciones una complejidad que hoy, con las particularidades de un mundo al borde colapso, no van a dar. En ese contexto, Sinsajo - El final se destaca por su capacidad extrema, casi subversiva, de exhibir de forma evidente los mandatos y límites de lo que el cine para adolescentes está dispuesto a mostrar y narrar, convirtiéndose así en una película-síntoma: “Esto es lo más crítico y salvaje que pueden esperar en la actualidad”, parece decir a los espectadores.Los juegos del hambre fue víctima de la brillantísima idea impuesta en Hollywood desde el éxito de Harry Potter, que consiste en dividir el último libro de una saga exitosa en dos films aun cuando sea contraproducente para el arco dramático. Porque, claro, dos estrenos siempre recaudan más que uno. La división aquí es notoria: si Sinsajo - Parte 1 apuntó a desarrollar la faceta más “política” del asunto marcando el proceso de conversión de Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence, imponente incluso cuando no quiere) de heroína proletaria a líder de la revolución contra el presidente Snow (Donald Sutherland), principal sostén de la división de Panem en distritos numerados del 1 al 12 y gradualmente más empobrecidos, la segunda oscila entre el melodrama pueril, el estudio de personajes carentes de gramaje –el insufrible Peeta (Josh Hutcherson) a la cabeza– y la concreción física de aquella revolución. Aunque de concreto hay poco y nada, y aquí está el problema del film.Garry Ross, responsable de la primera y mejor entrega, era consciente de la potencia nuclear que subyacía en la idea de un grupo de adolescentes matándose por puro regocijo televisivo. La solución que encontró fue desactivarla a fuerza de eludir cualquier atisbo de explicitud gráfica e ideológica, priorizando la construcción de un mundo autónomo, sólido, pleno de recovecos y extrapolado de cualquier contexto. Pero a medida que avanzaron las películas, Panem empezó a volverse familiar, obligando a Francis Lawrence, reemplazante de Ross, a focalizar indefectiblemente en la faceta más problemática y central de la saga: la violencia física e institucional. En ese sentido, Sinsajo - El final propone varias de las secuencias más transgresoras del mainstream contemporáneo: hay un bombardeo a civiles por parte del gobierno, amputaciones, una buena cantidad de muertes e incluso algunas críticas al sistema democrático. Pero para proponer sin mostrar habría que sugerir, y se sabe que la capacidad de sugerir no es una de las cualidades más habituales de las adaptaciones de best-sellers.Así, sin espacio para lo elusivo pero tampoco para lo explícito, era inevitable que un relato dominado por la violencia fuera víctima de su propia trampa y terminara cayendo por el peso de un lavaje visual e ideológico que genera una pátina casi cómica, incoherente aun dentro de la propia lógica interna. En la primera imagen, Katniss está en un hospital con el cuello convertido en un moretón gigante. La curación es de las más rápidas de la historia: ni rastros a la escena siguiente. Ya rumbo al Capitolio, el grupo rebelde sufre la pérdida del máximo responsable a raíz de mina antipersonal que le vuela las piernas pero no lo rasguña ni lo hace sangrar. La cauterización es, claro está, instantánea.Tampoco ayudan demasiado la acuosidad de los diálogos que llenan los tiempos muertos ni el desdén para con aquellos personajes secundarios que supieron sostener gran parte del interés previo, como el presentador televisivo de Stanley Tucci, el asesor alcohólico de Woody Harrelson y su colega a cargo de Elizabeth Banks. Entre medio de todos, se pasea un Philip Seymour Hoffman lacónico y premonitoriamente espectral. Que su suicidio en pleno rodaje haya obligado a injertar imágenes descartadas en las secuencias finales es la cereza de una película quirúrgica, diseñada antes que filmada.
LA MÁQUINA DE HACER SINSAJOS La reciente tendencia de los ambiciosos estudios de Hollywood es la la moda de estirar en “partes” libros convertidos en franquicias. De “Crepúsculo” a “Harry Potter” pasando por la terrible “El Hobbit”, los fans han encontrado a sus héroes literarios estirados a la fuerza para cobrarles dos tickets en vez de uno. Ahora es el turno de “Los Juegos del Hambre”. Después de dos efectivas películas “Los Juegos del Hambre” (2012) y “En Llamas” (2013), la primera parte de “Sinsajo” (2014) resultó tediosa. La diversión perversa de los juegos estaba ausente y el material de origen muestra sus grietas cuando se lo expande más allá de lo necesario. Las consecuencias, por desgracia, todavía se sienten en “Sinsajo – Parte 2” (2015), a pesar de una notable mejora en las escenas de acción. El ritmo, que había sido controlado y preciso en las dos primeras películas, ahora es desparejo, el film empieza dolorosamente despacio, y luego corre a contra reloj cuando realmente importa. Después de los acontecimientos -o más bien la falta de acontecimientos- de la primera parte, encontramos al “Che” del futuro distópico Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence siempre creíble) incómoda dentro de la resistencia, un elemento que prepara al espectador para la “sorpresa” de la confrontación final. Coin (Julianne Moore en modo cheque con muchos ceros) presiona tácticas que se olvidan de los derechos humanos de los civiles mientras empuja a Katniss hacia el frente de batalla junto a un grupo variopinto de soldados, en medio de una guerra llena de trampas “caza-bobos”. El camino hacia la potencial paz, implica que Katniss asesine al hombre responsable, Snow –Donald Sutherland con barba peinada- incluso si eso significa inmolarse. Las escenas de acción bien coreografiadas por Francis Lawrence regresan la emoción y conducen al film hacia un final esperado e inevitablemente sentido. Lo que la película también hace muy bien es enfrentar la realidad de la muerte de una manera que otros tanques de la taquilla a menudo le esquivan. Hay una brutalidad a paso ligero, que el guión muestra en los efectos a largo plazo de los jóvenes marcados por la guerra. Y merece puntos extras por abordar temas “grandes” para un público adolescente que por lo general en otros films le escapan a la reflexión. El poder necesita símbolos, ya sea para la liberación como para la opresión, en ese sentido Coin y Snow son lo mismo. Y Katniss un peón que pudo volar. Un final digno para la saga y su protagonista.
En un 2015 que se llevó el final de la saga de "Actividad Paranormal", otra importante franquicia se despide de la pantalla grande, llamada "Los Juegos del Hambre", inspirada en las novelas de Suzanne Collins. Parece ayer cuando comenzamos a conocer a la joven Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence) allá por el 2012, e interiorizarnos sentimentalmente con los protagonistas de los distintos distritos, en una producción que premeditadamente parecía ser una más, pero que con su salida gano muchos más seguidores que detractores, posicionándola como una de las sagas más importante de estos últimos años. Hoy llega la cuarta y última parte donde se definirá el destino de los 13 distritos de Panem. ¿Snow lograra detener la rebelión contra el capitolio? ¿Podrán los distritos finalmente liberarse de la opresión y el monopolio del capitolio? Les contamos… ¡Tranquilos! No les vamos a hacer spoiler, pero la historia es bastante fiel al igual que sus antecesoras. Llego el momento, luego de los últimos ataques del capitolio a los distritos, el intento de asesinato a Katniss por parte de Peeta y demás, los distritos están más que convencidos que es la hora de marchar hacia el capitolio y terminar con Snow, es a todo o nada. La película comienza lenta, quizás demasiado, hasta que luego de varias idas y vueltas Katniss finalmente sale al frente marchando junto a su grupo hacia el capitolio, de aquí en más el ritmo es excelente, manteniéndonos casi sin pestañar frente a la pantalla. El camino hacia su destino no será nada fácil en una historia fantástica que es llevada correctamente con mezcla de mucha acción y sentimentalismo, con momentos que nos sacaran una alegría como que nos pondrán la piel de gallina y prácticamente nos harán lagrimear ¡Si, lleven un pañuelo! Como ya dije anteriormente, la historia es fiel a las novelas. Para quienes no la hayan leído pero vienen siguiendo las películas, por momentos la trama parece tener demasiadas vueltas de tuerca con finales cambiantes una y otra vez, generando esa sensación de querer que no termine nunca, y a su vez querer que termine de una vez para ver el desenlace final. Para los que leyeron la novela, básicamente se van a encontrar la mejor adaptación de la saga, donde se cuida la mayoría de los detalles, tanto de los eventos como de los protagonismos. Un punto importante es que nuestra querida Katniss vuelve a ser la que era, y no en ese papel mediático que se la utilizo en varias oportunidades. Como si de caballos habláramos, una pura sangre. Fiel a sus principios y siguiendo los lineamientos de su corazón vuelve a llevarse la película por delante justificando por qué decimos que esta no es una saga más, el porqué de su popularidad frente a otras franquicias y la fama que logro en un papel protagónico femenino, que hoy en día no es un detalle menor teniendo en cuenta las críticas que esto recibe y los pocos riesgos que asumen las productoras en realizar producciones de tal calibre como "Los Juegos del Hambre", y con un papel principal femenino. Cosa que no entendemos. En conclusión, "Sinsajo – El Final" es la mejor película de la saga. Fiel como nos tiene acostumbrados. Con una Katniss que sale a relucir todo su potencial junto a un gran elenco que acompaña a un nivel esplendido, en una historia cargada con muchas escenas de acción muy bien logradas y con una gran cuota de sentimentalismo, la justa y necesaria, logrando dar un cierre final perfecto a una de las mejores sagas del cine de los últimos años.
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La segunda parte de "Sinsajo", marca el cierre de una de las sagas más poderosas de los últimos tiempos En Los Juegos del Hambre: Sinsajo - Parte 2 asistimos a la impactante conclusión de la franquicia, en la que Katniss se da cuenta de que ya no sólo está en juego su supervivencia, sino también el futuro. Con Panem sumida en una guerra a gran escala, Katniss tendrá que verse cara a cara con el presidente Snow en el enfrentamiento final. La más oscura de las cuatro películas de la serie se presenta como un electrizante thriller de acción, con momentos de pura emoción. Es sin dudas, la más adulta y lograda de las cuatro películas, resolviendo la odisea de Katniss a pura adrenalina. Fiel al libro, con secuencias excelentemente montadas e interpretadas por un elenco de primer nivel en el que Jennifer Lawrence se termina de confirmar como una de las actrices más carismáticas de su generación, es un entretenimiento épico y pochoclero que mantendrá al espectador al borde la butaca.
En la crítica de Sinsajo Parte 1 escribía que su gran error era el corte abrupto del final, la división en dos (por motivos comerciales) de un libro. En esta oportunidad lo abrupto es el comienzo, a tal punto que si el espectador no tiene fresca la primera parte le va a costar entrar en sintonía. Una vez que pasamos por eso nos vamos a encontrar con la profundización de todo lo establecido en los films anteriores. Sobre todo la parte política. Algo para destacar es que el ritmo de la película es raro. Muchas partes son muy dialogadas a tal punto que las escenas de acción son realmente necesarias para cortar un poco el clima que se genera, que incluso puede llegar a aburrir. Ahora bien, estas escenas de acción sorprenden, algunas por violencia y otras por el suspenso. Incluso hay una secuencia que parece de película de terror. El elenco ya está consolidado y no hay mucho más que agregar sobre sus performances. Jennifer Lawrence sigue brillando y Josh Hutcherson demuestra que tiene más caras para agregarle a su personaje. Por su parte, vemos más matices en Juliane Moore. Lo mismo Donald Sutherland en una escena en particular. El director Francis Lawrence apuntaló más a los actores e hizo un buen trabajo, pese al dinamismo medio raro que señalé un par de párrafos atrás. La fotografía es muy buena y tal vez más sombría, pero va con el tono de la historia. No hace falta alabar a los efectos especiales pero si remarco el climax. Algo para destacar es el inexistente 3D. Es una estafa, ni contemplen verla en ese formato. Llega a su fin esta saga que luego de que terminara Harry Potter fue la que ocupó su lugar entre ese público joven que aprecia y distingue lo bueno (no como Crepúsculo) porque se ha demostrado un gran nivel y balanceo en historia, puesta en escena e interpretaciones. Y si bien no será muy extrañada, se despide en lo alto. No se pierdan el último capítulo de Katniss Everdeen, la chica que pasó de Tributo a liderar un movimiento
Luego de cuatro películas llega a su fin la saga que a todos los que pudimos leer los libros nos hizo llorar y aunque hoy toca hablar de una película, hay que remarcar los fiel que es a la historia que creó Suzanne Collins y que luego de cuatro años se termina. “Sinsajo: Parte 2” empieza en donde terminó la primera parte: A Peeta (Josh Hutcherson) le lavaron el cerebro, entonces cree que Katniss es un “muto” y por eso la quiere matar. La mejor manera de arreglarlo es mandarlo a él junto con “El Sinsajo” y su habitual grupo de trabajo al campo de batalla. Mientras tratan de llegar al Presidente Snow deben hacer que Peeta vuelva a ser el que era antes. Cuando tomaron la decisión de separar el último libro en dos muchos nos preguntamos por qué hacían eso, ya que en la primer parte de “Sinsajo” no pasa nada y en cambio la segunda mitad era muy intensa. Esto se ve reflejado en las películas y en esta entrega cuando arrancan no paran. Como dije al principio, la película de Francis Lawrence respeta mucho el libro y se aprovecha de esto porque hace que las escenas de suspenso duren más de lo debido y como sabés lo que va a pasar dan ganas de gritar. Si no los leíste no importa porque la sensación la sentís igual. Hay que estar muy atento a todo lo que se hace, se dice y no se dice en esta entrega más que en ninguna otra, porque todo lo que pasa va a tener importancia en el futuro de Panem . Las actuaciones de todos siguen estando al nivel que se requiere, desde Elden Henson (Pollux) hasta Julianne Moore dándole vida a la Presidenta Alma Coin. Lo de Josh Hutcherson es muy destacable y aunque muchos seguramente estén cansados de escuchar a Jennifer Lawrence gritar y llorar, no hay manera que nos imaginemos a otra chica poniéndose en la piel de una jóven que sin querer se transformó en la cara de la revolución y que fue usada por los medios para generar amor, esperanza y odio en una sociedad que necesita a alguien a quién seguir. “Sinsajo: Parte 2” es un gran final para una gran saga, que tuvo algunos momento malos (la parte 1) y que a pesar de ser una historia “teen”, llena de amor y esperanza en un mundo completamente destruído. Habla del rol de los medios a favor o en contra del cambio y tiene personajes femeninos que toman decisiones fuertes. El film no decepciona, sean amante de los libros o amante de lo que se ve en la pantalla grande vas a disfrutar de una película que no es la mejor de la saga pero pelea mano a mano con el resto.
Amor en tiempos de guerra y algo más Al igual que George R. R. Martin en Game of Thrones, Suzanne Collins toma una decisión que aporta mucha verosimilitud y dramatismo a su tercer libro y a la última película de Los Juegos del Hambre. Lo que el escritor dice que tomó del Señor de los Anillos es la muerte de varios personajes favoritos de los fans. Katniss Everdeen regresa a los cines con la cuarta y última entrega de esta franquicia, que ya recaudó 2315 billones de dólares en todo el mundo y espera sumar otros 800 millones aproximadamente con esta nueva película. La joven que tomó el lugar de su hermana menor en la primera película de los juegos del hambre madura y crece, empezando a entender el ajedrez detrás de la guerra civil en Panem y se mete en el oscuro mundo de las intenciones políticas escondidas en cada movimiento, rebelde o del capitolio. Jennifer Lawrence hace un papel genial, donde encarna en cada mirada, cada diálogo, cada expresión corporal y cada acción la transformación del personaje, acorde comprende su rol dentro de la guerra. En cuanto a sus compañeros de escena no se quedan atrás y sus interpretaciones están todas muy bien logradas. Desde la dirección, no hay nada que se pueda criticar ni destacar. Hollywood resuelve con los ojos cerrados y sin arriesgarse demasiado en todas las tomas, logrando incluso que una de las escenas del final se parezca mucho a las entregas más recientes de Star Wars. El único detalle que se podría haber resuelto mejor de la película, es el ritmo lento de los primeros 10 minutos, que parecieran recordar el final de la primera parte de Sinsajo. Además, hay una especie de zombies que persiguen al grupo de personajes liderado por Katniss que no tienen correlatividad con ninguna de las tres películas anteriores.
Para el lector, no es misterio alguno que dividir Sinsajo, el final de la trilogía de Los Juegos del Hambre de Suzanne Collins, fue un craso error. Movidos por la máquina de hacer billetes en la que se convirtió la saga, al cercenar el (algo flojo) desenlace en dos partes, el resultado fue una pálida primera entrega, mientras que el bloque que significa la segunda finalmente tocó esos momentos que lograron que la tríada de libros de Collins terminase en una nota muy oscura, irónica y bastante diferente a lo que las sagas juveniles ofrecen hoy en día. Así, The Hunger Games - Mockingjay: Part II es un noble y entretenido punto final para una serie que supo sacarle provecho a la maravillosa actriz que es Jennifer Lawrence, que no se despide de su personaje sin entregar escenas explosivas y muy emotivas. No hay mucho tiempo que perder cuando comienza la película. En el primero de muchos momentos fuertes, Katniss ensaya un discurso con su voz rasposa debido al intento de asesinato por parte de su amor Peeta. Con la voz ronca, los nervios destruidos y los ánimos por el piso, Katniss -y por extensión, Lawrence- demuestra toda su humanidad, en un escenario lúgubre y desolador. Ella sigue siendo el Sinsajo y la guerra está en su punto mas álgido, pero falta extraer de la ecuación a alguien: el presidente Snow. El sutil juego generado entre ambos ha llegado hasta los momentos decisivos, y es hora de mandar el mensaje final para liberar a todo el pueblo de Panem. Las pinceladas políticas siguen muy presentes, con una Katniss manejada cual títere de campaña de la fría y calculadora presidenta del Distrito 13 Alma Coin -nuevamente, Julianne Moore hace mucho de un personaje controversial con muy pocos recursos artísticos-, siendo presentado el Sinsajo como el estandarte flameando al viento en el frente de guerra. Entre una fachada televisiva y muchos tires y aflojes, la joven termina junto a un grupo de élite y sus viejos amigos en pleno centro del Capitolio, ahora convertido en una seguidilla de trampas mortales, una peor que la otra. Como bien menciona un personaje, "Bienvenidos a los 76º Juegos del Hambre". Si algo no carece Mockingjay: Part II, es de acción. El problema de la entrega anterior era que sus pasajes eran pura transición, pero el polo opuesto es su continuación, donde el ritmo no decae casi nunca y los peligros se suceden unos a otros. Hay muertes inesperadas y cruentas, hay violencia, traiciones y hasta incluso el director Francis Lawrence se despacha con un momento excepcionalmente tenso bajo túneles subterráneos, donde el riesgo es palpable y puede cortarse el aire con una flecha del carcaj de Katniss. Siendo un lector de la saga, debo admitir que en papel algunas escenas no cuajaban del todo, pero el equipo técnico de Lawrence y compañía han logrado escenarios muy bien definidos y decididamente cinematográficos. Hay muchos comentarios dando vueltas de no-lectores que consideran el final de la saga como muy oscuro. De todas las carencias y falencias de la prosa de Collins, me saco el sombrero frente a algunas decisiones que la autora tomó, muchos riesgos que en el cierre cobran una brutal ironía y ya los podrán descubrir cuando vean la película. Son elecciones que en pantalla causan impacto, y generan en el espectador una respuesta emotiva instantánea. Dejando de lado el cansino triángulo amoroso, cuyos momentos esparcidos durante la película son el eslabón más débil de la secuela, los giros y momentos definitivos del film recaen sobre un elenco de virtuosos, en especial Jennifer, quien desde un comienzo elevó la propuesta con un ahínco y entrega impensados para una saga juvenil. A Katniss le toca sufrir muy de cerca, y Lawrence dignifica en ese aspecto. Puede que el resto de los personajes tengan cameos glorificados con excepción del trío de jóvenes y la antes mencionada Moore, pero Donald Sutherland se come las escenas donde esté presente con los últimos estertores del mandato de su presidente Snow. Sinsajo: Parte II despide a la serie en un punto alto, con una batalla final sin cuartel que deja un rastro de sangre allí donde vaya Katniss y su séquito. Brutal, con una factura técnica incuestionable, es un gran beso de despedida de parte del tributo voluntario del Distrito 12 que quedará en el recuerdo, aunque su cuestionable epílogo deje a más de uno descolgado. Vamos, que todos sabemos que los epílogos son difíciles.
"Game Over" A la primera parte de “Sinsajo” la habíamos definido como un film de transición, ya que el último libro de la saga se había dividido en dos y el comienzo significaba una especie de introducción para la acción que vendría con el final. Fue una pieza más lenta, con menos agilidad, pero con esta segunda entrega se nota que ambas partes se complementan de una buena manera, tal como ocurre en el libro. “Los Juegos del Hambre: Sinsajo Parte II” retoma el final del film anterior, en el cual Peeta Mellark (Josh Hutcherson) es rescatado junto al resto de los Vencedores, pero ataca a Katniss (Jennifer Lawrence) cuando la ve, ya que durante su “estadía” en el Capitolio le lavaron el cerebro para conectar todo lo malo que le pasó en su vida a ella y así lograr desmoralizarla, controlarla e incluso matarla. Pero Katniss sobrevivió al ataque y luego de su recuperación está lista para la lucha. A pesar de que las órdenes de la Presidente de los rebeldes, Alma Coin (Julianne Moore), es otra, la chica en llamas toma su propia decisión, una vez más, y se encamina a una misión final: terminar con el reinado de Snow (Donald Sutherland) en el Capitolio. Como adelantábamos, “Sinsajo Parte II” es una película mucho más dinámica y posee mucha más acción que el film anterior. Si bien tenemos momentos con un ritmo más pausado, lento y reflexivo (necesario para generar un descanso en el espectador y no bombardearlo escena tras escena), los instantes de lucha contra los Agentes de Paz y los artilugios del Capitolio mantienen un clima de alta tensión y entretenimiento. Aunque baja un poco el nivel de la historia, por momentos nos hace acordar a esa sensación que sentíamos durante las dos primeras películas, cuando los protagonistas se encontraban en la arena en “Los Juegos del Hambre”, donde no sabíamos qué era lo que podía suceder; todos corrían peligro y el exterior también jugaba un rol importante. La doble moral y qué es lo que está bien y lo que está mal en épocas de guerra también cumple un lugar relevante en la trama y, probablemente, nos encontremos con la versión más cruda y violenta de toda la saga. Los entramados políticos y la manipulación siguen formando una parte esencial de esta entrega, al igual que en la anterior. Una de las preocupaciones era sin duda la participación de Philip Seymour Hoffman, quien interpretaba a Plutarch Heavensbee, un personaje que no tenía muchas apariciones en “Sinsajo Parte II”, pero que de todas maneras seguía siendo relevante para la historia. El actor falleció durante el rodaje y es por eso que quedaron algunas escenas sin realizarse. El director Francis Lawrence explicó tiempo atrás que se negaba a recrearlo digitalmente (aunque se puede sospechar un poco de esto en algunos planos) y es por eso que tuvieron que reescribir algunas partes del guión. Esto se ve reflejado en la película y, a comparación con el libro, las palabras que recibe Katniss de su parte pierden algo de fuerza, pero esto forma parte de una situación extrema. Seguramente los seguidores de los libros queden conformes con la adaptación que se hizo de esta última entrega, como de las tres anteriores, ya que se respetó la esencia de la saga en su integridad, dándole un buen cierre con este final. Con buena acción, momentos tensos y emotivos y todo lo que podíamos esperar de “Sinsajo Parte II” se le dio un buen cierre a una de las sagas adolescentes/juveniles probablemente mejor adaptada y más importante de este último tiempo.
La saga cinematográfica de Los Juegos del Hambre llega a su final, bajo la dirección, otra vez, de Francis Lawrence. La revolución de Panem a punto de estallar, todos están guiados por el Sinsajo: Katniss Everdeen. En 2012 Harry Potter y las siete películas adaptadas de sus libros dejaron vacante el trono de la saga que pudiera reinar al público juvenil. Y llegaron Los Juegos Del Hambre, tres libros que ofrecían una realidad muy diferente a la de los magos. Tras cuatro años de dominar la taquilla y vender millones de ejemplares alrededor del mundo, la saga escrita por Suzanne Collins se despide de sus fanáticos con un emotivo final. Sinsajo: El Final tuvo que atravesar el problema que dejó la primera parte, una película lenta con muy poca acción (al contrario de sus antecesoras) y con una historia que no terminaba de cerrar. Al parecer, las peleas, las explosiones y los grandes enfrentamientos que no hubo en la película anterior se acumularon para este gran final. La historia retoma lo último que se vio en Sinsajo Parte 1: Katniss se enfrenta a la idea de que Peeta fue manipulado por el Capitolio para que la odiase y matara. A su vez, la revolución de los distritos esta en su punto máximo y se necesita de un último empujón para terminar de concretarla. Katniss, como la figura de la revolución, es utilizada como Sinsajo en cada uno de los spots para los rebeldes; allí ella ve la posibilidad de finalizar su propia misión personal: matar al presidente Snow. Mucho más entretenida que las películas anteriores, el ritmo de Sinsajo: El Final no duerme y mantiene en vigilia al espectador sin darle un descanso en este desenlace. Con grandes referencias a las películas anteriores, como son las trampas que le tiende a Katniss el capitolio al simular una nueva edición de los juegos del hambre, el film tiene un final con el peso y la altura que una saga del estilo precisa. En cuanto a las actuaciones, Jennifer Lawrence se destacó en su papel desde un principio, sin ser un cliché de heroína literaria: Katniss enfrenta una contradicción personal más fuerte que la romántica, y esa ausencia de triángulo amoroso agrada, sin dudas, al público. El elenco que acompaña es un reluciente grupo de actores, compuesto por Julianne Moore como una líder tirana que no presenta ningún altibajo, Elizabeth Banks en el reluciente personaje de Effie, Woody Harrelson como el eterno mentor de Katniss. Y también, una última aparición de Philip Seymour Hoffman, quien no logró concretar el rodaje de todas sus escenas debido a su muerte en febrero de 2014. Los roles más mediocres se presentan en los candidatos de Katniss, quienes no terminan de aportar nada fuerte a la historia como lo hacían antes: Josh Hutcherson, el gran problema de la primera parte de Sinsajo, ahora es solo un relleno, al igual que Gale, personificado por Liam Hemsworth. Los Juegos Del Hambre se despide con un film que le hace frente a los tantos finales de saga literaria que se han visto en el cine. Con una trama que logró crecer año a año para ubicarse por encima de muchas películas similares, ésta cuenta con la particularidad de tener un espíritu propio y una gran relación con su público.
Llegó el final de la trilogía más esperada. Y este es el film más oscuro de todos. Luego de que el Distrito 13 consigue rescatar a Peeta Mellark y ver que ya no es el mismo, comienza de manera contundente el desenlace que pasará por distintas etapas, dando un breve respiro y mostrando muchos detalles que son fieles a los libros. Esta fábula distópica, escrita por la estadounidense Suzanne Collins, cumple las expectativas de los fans, de los verdaderos fans que leyeron los libros. También mucho hay que agradecerle al libro Battle Royale, de Takami, por inspirar todo y a todos, el gran origen (y el libro llegó al cine en el año 2000, siendo la favorita de Tarantino). Jennifer Lawrence, amada en Hollywood (y por todos) logra que Katniss sea una verdadera heroína, y sea inspiración de lucha constante, en cualquier aspecto de la vida, no necesariamente estar dentro de un ominoso reality de guerra y ver morir a los seres queridos. Julianne Moore y Woody Harrelson son grandes personajes y siempre es un placer verlos actuar en el papel que sea, llegando así a los jóvenes también, a las nuevas generaciones. Ver a Philip Seymour Hoffman en pantalla grande, emociona. La historia de amor sigue costando concretarse y además no se siente del todo real el “amor” entre Katniss Everdeen y Peeta Mellark, queda extraña la situación de ellos, pese al final. Siempre se percibe el incómodo triángulo amoroso entre Katniss, Peeta y Gale. Una trilogía que inspiró en la vida real a muchos adolescentes y también luego de estos films apareció Divergente y Maze Runner. Esta última entrega de Los Juegos del Hambre es la de mayor presupuesto y se estima que recaudará más que todas. Tal vez sobran 20 minutos de película o esos minutos son un regalo para los fanáticos. Las tensas secuencias de acción son un deleite, para verlas una y otra vez. Los juegos del hambre parte final, es la más emotiva de todas y resulta ser un poco más reflexiva en sus observaciones de la sociedad, ya que lo que sucede puede trasladarse a realidades inminentes. Un final que no es feliz, que no es color de rosas, pero eso fue permitido por Hollywood y es bienvenido.
A mi juego me llamaron Esta vez le toca a Los juegos del hambre (The Hunger Games) terminar con su último libro dividido en dos películas. La primera parte, Sinsajo Parte 1 (Mockingjay Part 1), fue considerada como aburrida y con poca acción para aquellos que no lo leyeron mientras que aquellos que sí lo hicieron adujeron que era necesaria para llegar a contar lo que pasa en esta. Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence) descubrió lo que el Capitolio le hizo a Peeta Mellark (Josh Hutcherson) antes de ser rescatado por la brigada del Distrito 13. Eso la deja confundida y sin fuerzas para ser la cara de la rebelión a pesar de tener el apoyo de su madre, su hermana y Gale (Liam Hemsworth). En Sinsajo: El final (Mockingjay Part 2) hay mucha más acción que la primera por una cuestión lógica de la hora del tan esperado enfrentamiento final, además retoma las tramas que ya había abierto y se mete con los vericuetos políticos que si bien ya estaban ahora están más fuertes ya que emerge la manera de actuar de dos figuras políticas como el presidente Snow (Donald Sutherland) y la líder del Distrito 13 Alma Coin (Julianne Moore) quienes parecen no ser tan diferentes el uno del otro. Jennifer Lawrence puede desplegar sus aptitudes dramáticas que en las otras películas de la saga estaban poco desarrolladas ya que el camino de ser la chica quien reemplazó a su hermana al símbolo de una revolución fue bastante rápido. Las interpretaciones más destacadas son las de Donald Sutherland quien por fin puede demostrar todas las facetas de Snow siendo una de las partes fundamentales de este tramo final, además Julianne Moore compone a su presidenta Coin con una profundidad mucho mayor que en el libro dotándola de gran protagonismo en cada una de sus escenas. La muerte de Phillip Seymour Hoffman no dejó una situación tan grave en la producción ya que había terminado de filmar la mayoría de sus escenas, el resto fueron agregadas digitalmente, sus diálogos fueron reescritos y dados a otros personajes. Sinsajo: El final tiene una duración de 137 minutos que se hacen demasiados largos y se nota que ciertas escenas de relleno no pudieron ser sacadas ya que no hubo manera de construir otro nexo con la trama. Es una buena película y cierra la historia correctamente, demostrando que luego de Harry Potter (obviamente sin gozar de la tremenda popularidad ni hacerle tanta sombra) es una de las sagas más atractivas que dio la literatura en los últimos años y sacándose el mote de “película para adolescentes”.
El final de la distopía Los Juegos del Hambre: Sinsajo – Parte 2 (The Hunger Games: Mockingjay – Part 2) cierra finalmente la saga basada en la trilogía de Suzanne Collins. Teniendo en claro que actualmente las trilogías literarias se vuelven tetralogías cinematográficas por motivos puramente comerciales, era de esperarse que la tercer parte (Sinsajo- Parte 1) tenga excesivos baches rítmicos y en comparación, Sinsajo – Parte 2 tenga más acción y un espíritu mucho más climático. Ahora que podemos ver el panorama completo, podemos afirmar que una de las virtudes fundamentales de la saga, radica en mantener cierta coherencia estilística y formal que supera el hecho de haber contado con una primer parte dirigida por un director diferente a las demás. La llegada de Francis Lawrence le dio un ritmo y un desarrollo en la puesta en escena que no lograba Los Juegos del Hambre (The Hunger Games, 2012) dirigida por Gary Ross. Sin embargo, todas las entregas mantienen el mismo espíritu, el mismo desarrollo en la focalización y similares recursos técnicos puestos al servicio de los diversos temas que se plantean. Esto debería ser algo obvio, pero sagas como Harry Potter con sus cinco directores muestran las consecuencias de poner el sello personal por sobre la esencia de la saga. Incluso El Hobbit toma rumbos dispares en sus tres entregas a pesar de ser todas a cargo de Peter Jackson. En el fondo, mantener esa coherencia, es mantener un pacto estilístico con los fans de la saga y resulta, por lo tanto, algo para celebrar. Sinsajo – Parte 2 tarda en desprenderse de la carga que le dejó su predecesora, pero cuando suelta ese lastre se dirige con firmeza hacia un final de saga a la altura. A pesar de continuar con esta coherencia y de ser un cierre digno, Sinsajo – Parte 2 tiene algunas decisiones que no le resultan favorables y eso hace que no pueda superar a la segunda entrega, que continúa siendo la mejor explotada de la saga. Por momentos la sensación que desprenden algunos diálogos, ciertas elipsis y unos giros argumentales es la de un film que apunta sólo a los lectores de la saga de Collins. Comenté algunas de las cosas que argumentalmente no cerraban con una lectora de la trilogía y su respuesta, en más de una oportunidad, fue algo así como: “es que en el libro tal cosa”. A partir de esos elementos noté que el problema de la película no está en sus líneas argumentales sino más bien en la seguridad de los realizadores de que todos los que se acercan a esta última entrega, son, al mismo tiempo, lectores de Collins. Esa confianza le resta demasiado a la construcción del relato. Puntualmente, te deja afuera. El cine actual, como subproducto de la cultura popular, sea hijo pochoclero de algún comic o saga adolescente, se trata de consensuar. La mayoría de los que van a ver Avengers ponen cara de saber el nombre del tipo que jode con el guante de las piedritas de colores después del noveno final de la película, a pesar de no haber tenido nunca una historieta en la mano. Ese tipo sabe que si acepta el consenso la va a pasar mejor. En Sinsajo – Parte 2 la película empieza después de ese consenso. Si se supera esa frontera se llega al cierre tanto del triángulo amoroso como del triángulo político, al potencial de la acción física puesta al servicio de la cámara de Francis Lawrence, al peldaño final del camino de Katniss, al destino de Panem y sus 13 Distritos, al final de Los Juegos del Hambre.
Aun con sus tics, “Sinsajo final” conformará a fans La segunda parte de la tercera parte de la trilogía de "Los juegos del hambre" encuentra a la heroína Katniss Everdeen, la única ganadora de esas especies de olimpíadas sangrientas-reality show del futuro, siendo utilizada demagógicamente por la presidente de los rebeldes Julianne Moore de un modo similar o peor que su oponente, el malvado dictador Donald Sutherland. A medida que el ejército rebelde avanza para invadir el Capitolio (es decir la capital futurista), la protagonista decide tomar las riendas de sus acciones y asesinar sola al jefe enemigo que tanto daño le hizo a ella y sus camaradas en las partes anteriores de la saga. En su audaz decisión la acompañan varios camaradas de armas, incluyendo a su antiguo compañero Josh Hutcherson, aunque ahora es un chico peligroso dado que fue sometido a un extraño lavado de cerebro. Este final es de lo mejor de esta trilogía exageradamente larga, pero de todos modos repite casi todos los tics de las películas previas, incluyendo diálogos melodramáticos que detienen la acción y parecen salidos de una telenovela, y una duración a todas luces excesiva de 137 minutos. Entre lo más destacable está el hecho de que ahora que los acontecimientos llegan a su desenlace, las cosas se ponen más terroríficas, lo que da lugar a un par de escenas realmente logradas, como el ataque de una especie de brea negra y monstruosa, o una angustiante escena en la que los héroes son perseguidos por unos mutantes albinos en los túneles del Capitolio. Por otro lado, finalmente Julianne Moore y, sobre todo, Donald Sutherland tienen oportunidad de mostrar su talento en medio de tantas actuaciones juveniles que oscilan entre lo discreto y lo inexpresivo. También vuelve a aparecer, resucitado digitalmente, Philip Seymour Hoffman, pero verlo resurgir de la cripta para no hacer casi nada es bastante chocante. Para los adolescentes fans del libro queconsumieron masivamene estas películas en todo el mundo esta despedida les dejará un verdadero vacio, que ojalá puedan llenar con alguna buena película fantástica y no con más de estos fenómenos de taquilla de ciencia ficción y terror pasteurizado.
Y un día le llegó el final a "Los Juegos Del Hambre"... "Sinsajo: Parte I" estuvo genial, pero la Parte II supera ampliamente la anterior. El inicio y los primeros cuarenta minutos son un poco aburridos, pero después todo se vuelve super enérgico, asfixiante y de absoluta acción. Jennifer Lawrence es increíble - en esta peli, y en todo lo que viene haciendo, además de hermosa - Josh Hutcherson, Liam Hemsworth, Julianne Moore, Philip Seymour Hoffman y el resto, son un lujo en este cierre de serie. Pasados los primeros minutos "repletos de charlas" la peli no se detiene hasta llegar al final. Si algo tiene "Los Juegos Del Hambre" es que vas a experimentar una cantidad importante de momentos de acción, aventura, efectos especiales sorprendentes y no va a faltar lugar para que los personajes terminen de armar sus perfiles y de este modo, la historia cierre perfecta. Si no leíste los libros, te vas a sorprender con algunos puntos de giro del guión. En síntesis: si viste las tres anteriores tenes que ir sí o sí a ver el final, no te vas a arrepentir.
Un frío final En plena guerra civil, para liberar Panem del dominio total por parte del Capitolio, Katniss (Jennifer Lawrence) emprende el viaje definitivo para ponerse cara a cara con al presidente Snow (Donald Sutherland) y así darle fin a sus planes. Con el apoyo parcial de la presidenta del distrito 13, Alma Coin (Julianne Moore), el consejero Plutarch Heavensbee (Philip Seymour Hoffman) y el recientemente recuperado Peeta (Josh Hutcherson), el sinsajo de Panem incursionará en un camino lleno de trampas, mentiras y traiciones que cambiarán para siempre su futuro y el de todo Panem. En un mundo dominado por un sistema monárquico, dictatorial y antidemocrático, Katniss representa el símbolo del cambio o revolución. Como en los tópicos, ella recorrió el camino del héroe entre arenas de combates, mentiras y contradicciones morales y políticas. Un camino que ella no decidió tomar por cuenta propia, sino que el destino y las consecuencias la fueron guiando hacia ese lugar. El héroe, en sus comienzos, desconoce su propia fuerza y duda de si mismo hasta de los demás, ya que es tan ser humano como cualquiera. En este infructuoso camino de errores, manipulación y muerte, la protagonista, por momentos, busca huir y tratar de escapar a la realidad que le altera, aunque ya es demasiado tarde. A lo largo de Sinsajo, Katniss acompaña al espectador por un camino donde la política y los derechos que ésta misma defiende no van a la par. Francis Lawrence, destacado por ser director de videos musicales, de artistas como Britney Spears, Lady Gaga o Michael Jackson, siguió la senda aceptable de su predecesora, Sinsajo: Parte I (2014) pero sin alcanzar a En Llamas (2013), lo mejor que a lo que llegó la saga. La fotografía y música ayudan a crear un ambiente oscuro y ambiguo, producto de las constantes contradicciones de Katniss, además de ser justo y conciso en las situaciones de tensión y dramatismo. La dupla guionista de Danny Strong, Peter Craig raspó solo la superficie del contenido natural que presentó la obra original de Suzanne Collins. El cambio revolucionario ante la opresión y censura a la libertad de expresión, ante la autoridad totalitaria de un gobierno corrupto y lineal. El guión quedó limitado frente a contenidos tan ricos para desarrollar, consecuencia de un género que no está acostumbrado a centrarse en esas temáticas. A pesar de contar con un elenco de grandes actores, se siente la falta de Philip Seymour Hoffman en la última parte del film, tan particular por su carisma y determinación. Sin embargo, Katniss cuenta con un mentor, un sensei que la ayuda en su aprendizaje, Haymitch (Woody Harrelson), quien es uno de los faros en los cuales se ampara cuando la marea sube y no puede controlarla. Por otro lado, el autopadecimiento que sufre Peeta (Josh Hutcherson) llega niveles insostenibles de melodrama e incoherencia, como también la (¿no?) relación de Katniss con Gale (Liam Hemsworth), su aparente “pareja”. Sinsajo: el final se toma su tiempo para cerrar cada una de las tramas, ya que su extensa duración de 138 minutos se lo permite. La conclusión es que Sinsajo está a la altura de lo esperado pero sin destacarse. El dinamismo que agilizó todo el film se pierde en los últimos momentos, al caer en lugares comunes y diálogos absurdos para el espectador. Al fin al cabo, Sinsajo es otra novela adolescentes con giros y caprichos incomprendidos, pero bajo un contexto clasista y de guerra civil que pone otro condimento a ese tipo de historias tan bastardeadas y conocidas por el público.
Es raro lo que sucede con LOS JUEGOS DEL HAMBRE. Mi impresión es que la segunda es una muy buena película mientras que tanto la primera como la tercera y la cuarta parte –que se estrena hoy– tienen sus momentos disfrutables y son bastante sólidas y complejas dentro del panorama de películas de entretenimiento masivo, pero sin embargo me cuesta encontrar del todo en ellas algo que realmente me apasione. Me parecen películas respetables, sobrias, tienen un núcleo fundamental que es la presencia y la imagen de Jennifer Lawrence, un gran elenco de actores secundarios y una trama que sigue lineamientos más o menos clásicos de la literatura de ciencia ficción distópica con algunos aportes originales. Y sin embargo, algo no me termina de cerrar… Ese problema empezó a notarse más en los últimos dos filmes y por varios motivos. Por un lado, al haber hecho dos películas con un solo libro –un temita del Hollywood reciente que parece irresoluble–, a las películas les falta intensidad, compresión, ritmo: la reducción/síntesis que sucede cuando uno transforma un libro de 400 páginas en una película de dos horas, si está bien hecho, saca a la luz lo más cinematográfico de los textos dejando de lado lo menos apto para la trasposición. Al abandonarse este proceso y sumarse probablemente todo lo que hay en los libros, la película se resiente como producto en sí mismo. Como ejemplo claro, ver las diferencias entre EL SEÑOR DE LOS ANILLOS y EL HOBBIT… sinsajoPor otro lado, está la superabundancia de películas similares que, a partir del éxito de LOS JUEGOS DEL HAMBRE, han aparecido, que ha hecho que unas y otras terminen afectándose entre sí ya que sus tramas y personajes son casi copiados, intercambiables. Esto, claro, no es culpa de esta saga –la “original” en este nuevo fenómeno de literatura de ciencia ficción para y con adolescentes–, pero al espectador que no es lector de los libros le va resultando todo demasiado parecido entre sí. Por último, entre las dos primeras películas y las últimas hubo un claro y evidente cambio de tono y hasta de formato. Las primeras se centraban en los juegos en sí y en las últimas se trata más bien de una trama bélica, con misiones incluidas. Más oscura y densa que las primeras –y aún que la tercera–, SINSAJO 2 llega al final de la aventura un poco agotada en sí misma: uno lo siente hasta en los actores que, da la impresión, no ven la hora de que esto se acabe. Katniss Everdeen comanda el ataque al Capitolio con un grupo conformado por gente de los distintos distritos y deben atravesar las trampas que Snow les tiene preparadas, en una parte del filme que recuerda un poco a las primeras en su sistema de superar obstáculos. Sin embargo, aún esas secuencias no tienen la frescura de las anteriores y más originales. hunger-games-mockingjay-part-2La dimensión política que tiene la saga vuelve a ser aquí aprovechada por el director Francis Lawrence para plantear que, acaso, entre unos y otros contrincantes haya más similitudes que diferencias, algo que saldrá a la luz sobre el final, mientras que los otros dos ejes en los que se basa la serie no están en la medida de las películas anteriores. Por un lado, el lado mediático (esto es un juego de guerra que existe a partir de ser televisado y en el que las cosas se hace y se actúan para la cámara a la vez) va perdiendo fuerza hasta casi desaparecer de la historia. Y, por otro, toma más fuerza el ángulo menos interesante de la saga, el que nunca encontró una verdadera solución: el triángulo amoroso entre la poderosa Katniss y sus dos igualmente anodinos pretendientes, Peeta (Josh Hutcherson) y Gale (Liam Hemsworth). Peeta tendrá en esta ocasión mayor participación y será el personaje más complejo del episodio en tanto nadie, ni él, sabe de qué lado está, pero en cuanto a “historia de amor” en ningún momento da la sensación de que entre ella y él (o Gale) vibra algo intenso. De hecho, a Katniss se la ve siempre más preocupada e interesada por su hermana que por cualquiera de sus pretendientes. Pero la idea de que la saga tiene que mantener una línea romántica hasta el final, la obliga a perder de vista los otros ángulos que, sin duda, son más interesantes que si la chica se queda con uno o con otro. Más allá de las debilidades de los últimos episodios, de todos modos es innegable que LOS JUEGOS DEL HAMBRE fue un producto hecho con un impensado nivel de sofisticación política y algunos momentos cinematográficos notables (especialmente en la segunda y brutal película). Seguramente merecía un mejor final, pero ahí la culpa hay que ponerla en los ejecutivos del estudio a los que no les importa contar historias sino billetes…
"Los Juegos del Hambre: Sinsajo - El Final", una despedida aletargada El 14 de septiembre de 2008 Scholastic Press publicó "Los Juegos del Hambre" (The Hunger Games), escrito por Suzanne Collins. El libro vendió más de 20 millones copias en todo el mundo y se convirtió en uno de los más vendidos de todos los tiempos. Un año más tarde, Lionsgate Entertainment adquirió los derechos para adaptarla a la pantalla grande. Jennifer Lawrence fue la elegida para interpretar a Katniss Everdeen, la protagonista. El filme, estrenado en 2012, también se convirtió en un éxito rotundo y eso dio pie para llevar al cine la trilogía completa. Por supuesto que Hollywood no sería Hollywood si no le sacará todo rédito posible a las cosas, y por eso lo que tendrían que haber sido tres largometrajes se convirtieron en cuatro (sin ninguna necesidad más que la de ganar muchos millones de dólares más, vale decir). Finalmente la saga llega a su fin con "Los Juegos del Hambre: Sinsajo - El Final" (The Hunger Games: Mockingjay - Part 2, 2015). Ah, parece que en febrero Jon Feltheimer, CEO de Lionsgate reveló que podría haber una quinta parte, secuela o precuela, de la franquicia. Dios nos libre de eso. Esta cuarta parte arranca en donde terminó la anterior. Peeta (Josh Hutcherson) fue rescatado del Capitolio, pero aunque lo sometieron a terapia y un tratamiento intensivo, todavía no es el mismo. Por su parte, Katniss (Jennifer Lawrence) empieza a comprender su importancia en el futuro de Panem. Decidida a acabar de una vez y para siempre con el terrible régimen del presidente Snow (Donald Sutherland), se embarca en una misión para asesinarlo con la ayuda de un grupo de amigos cercanos. Hay varias cosas para remarcar de esta película: la primera y más importante de todas es aclarar -si no es una obviedad- que no vayan a ver el filme sin haber visto al menos la anterior nuevamente. Créanlo, pasó casi un año del estreno de la tercera parte y si no tienen frescos los sucesos ocurridos van a perderse un poco (lo ideal sería repasar los tres anteriores). Una de las (pocas) cosas positivas es que "Sinsajo - El Final" se vuelve más adulta, más oscura, más política, más tenebrosa; y su trama se enriquece con estos aspectos. El problema grave que tiene es el ritmo narrativo. El austríaco Francis Lawrence, nuevamente detrás de cámaras, lleva la historia de momentos asfixiantes y al límite a otros que se asemejan prácticamente a una telenovela de amor mexicana de las cuatro de la tarde. Así como Frodo se volvía insoportable sufriendo todo el tiempo en la saga de "El Señor de los Anillos" (The Lord of the Rings), Katniss lo supera y por momentos es realmente insufrible. A esta altura, después de haber "amasijado" a bastante gente, resulta irritante y aburrido que todavía tenga problemas de conciencia. Y las idas y vueltas del triángulo amoroso entre ella, Peeta y Gale (Liam Hemsworth) se hacen tan chicle que a nadie termina por importarle con quién se va a quedar. Las dos o tres escenas de acción son realmente fascinantes y muy bien logradas, pero ni eso alcanza para sacar del pozo abúlico en el que se sumerge el filme durante largos períodos. Lleven sus pañuelos porque, a pesar de haber fallecido hace más de un año y medio, van volver a ver a Philip Seymour Hoffman regalando su enorme talento en su último filme. En definitiva, lo que comenzó como un entretenimiento efectivo para adolescentes terminó convirtiéndose en una declaración de principios que expone los sinsentidos de las guerras y lo oscura que puede ser la política. Siendo sinceros, estos juegos del hambre terminan dejándonos famélicos.
Aquellas historias cuyos libros son adaptados al cine y gustan masivamente se los divide en dos films y si es posible en 3D, ya funcionó con “Harry Potter” y "Crepúsculo". Ahora concluye esta historia para que aúllen de pasión los fanáticos adolescentes. Mucha presencia de la heroína Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence, “El lado bueno de las cosas”) hasta nos encontramos frente a un triángulo amoroso entre Katniss, Peeta (Josh Hutcherson, “Un puente hacia Terabithia”), y su amigo de la infancia Gale (Liam Hemsworth, “Los indestructibles 2”). Importantes batallas, luchas cuerpo a cuerpo, llena de personajes, siempre acompañada por valiosos actores como: el President Snow (Donald Sutherland, “The Italian Job”) President Alma Coin (Julianne Moore,” Loco y estúpido amor”), Plutarch Heavensbee (Philip Seymour Hoffman, “La duda”), entre otros, estupendos efectos especiales, sobresaltos y visualmente impactante. Seguramente tendrán un buen número de espectadores en los cines y varias salas disponibles. Pero la película no se sostiene y le sobran algunos minutos.
Llega el final de la trilogía que comenzó en 2012, Jennifer Lawrence es por ultima vez Katnis en Sinsajo parte 2. Con el comienzo de la saga, se notaba la frescura de la historia y de las actuaciones. Pero como suele ocurrir cuando algo se extiende de mas, en Sinsajo parte 2 todo se vuelve mas forzado. Ya no estamos como en los comienzos, en los llamados Juegos del hambre, si no que todo se volvió mas complicado y ahora Katnis toma el lugar que no eligió pero del cual no puede escapar. En esta oportunidad Katnis lidera un equipo que tiene que a toda costa terminar con la tiranía de Snow y traer la paz a todos los distritos. Lo malo es que uno pensaría que después de 4 películas (si, es una trilogía pero la dividieron en 4 partes por que hay que sacarle todo el jugo a los libros) las resoluciones de todos los conflictos planteados tendrían un buen cierre. En Sinsajo pasa lo contrario, todo tiene un cierre, pero estando en el final de la saga le siguen metiendo mas condimentos a algo que ya estaba muy bien planteado y listo para un cierre. El triangulo amoroso se torna obvio y previsible, así como también pierde interés al lado de tantas otras cosas. Pareciera por mis palabras que no tiene nada de bueno Sinsajo parte 2 y no es tan así. Tiene un cierre, lo cual no suele pasar en todas las trilogías. Tiene buenas actuaciones, buenos momentos de acción y secuencias con mucha tensión que se disfrutan a pleno en el cine. Sinsajo parte 2 no es novedosa de lo que ya había mostrado en anteriores películas, pero hace las cosas bien. Una historia que llega al final y que marco a toda una generación de adolescentes que la recordaran como un hito en su cine.
El fin del sufrimiento Sinsajo 2 cierra la saga Los juegos del hambre con mucha acción y con el planteo de una oscura guerra fratricida. Jennifer Lawrence realiza un gran trabajo actoral. Katniss despierta en una cama de hospital en el Distrito 13. En plena guerra contra el Capitolio, el Sinsajo recupera fuerzas. La última película de Los juegos del hambre comienza con una escena que los seguidores decodifican rápidamente. El prólogo muestra la situación de la contienda, con Peeta en rehabilitación después del lavado de cerebro al que fue sometido por el presidente Snow. La saga finaliza con una película visualmente oscura, monumental, en continuidad con el planteo estético que propuso desde el comienzo. En este caso, el foco se concentra en las acciones más que en la puesta. “Morir por una causa justa, no por un espectáculo”, dice la presidenta Coin antes de la misión que devuelve a los vencedores al Distrito 2, lugar donde el Capitolio acopia las armas. Una vez más Katniss está donde deber estar, por instinto. La acompañan las cámaras y el reality encara la resolución siniestra, paso a paso. Jennifer Lawrence logra un personaje inolvidable, con su bello rostro expresando la angustia por la misión que debe asumir. La actriz está a la altura de Julianne Moore, Donald Sutherland y Philip Seymour Hoffman, en su última actuación. La actriz muestra la constante evolución de su personaje convertido en símbolo de la rebelión. La carga de dolor la acompaña siempre. Katniss no ha aprendido a sonreír. No tuvo tiempo para eso. La película que dirige Francis Lawrence respeta en todo el libro de Suzanne Collins y cierra la tercera parte que, por imperio de la industria, fue dividida en dos partes. Aun así, Sinsajo 2 no pierde tensión dramática, suspenso y ritmo. Katniss y el ejército de los distritos liberados toman por asalto el Capitolio. En esa epopeya, la lógica de los perversos Juegos del hambre se traslada a la ciudad gobernada por Snow. La capital de Panem es la arena de los juegos de la guerra. Las pruebas son extremas, con un sistema de minas diseminado por las calles. Katniss, Peeta (Josh Hutcherson) y su contrincante Gale (Liam Hemsworth) enfrentan la tarea decisiva, mientras las cámaras lanzan spots (propos) con la nación Panem en vilo. “La sed de sangre es una necesidad difícil de satisfacer”, dice Coin (impávida Julianne Moore). Se suman imágenes poderosas como las aguas negras avanzando, los siempre espeluznantes mutos, la creación de personajes extravagantes y penosos, como Tigris. Al tiempo que la emotividad del guion sostiene a Katniss, la heroína que nació en tiempos devastadores, en el Distrito 12, el más pobre y castigado. El amor se subordina a su liderazgo. Sinsajo 2 desarrolla varias ideas sobre la naturaleza del poder, el sentido de una guerra fratricida y la democracia como destino. Katniss descubre que en esa guerra, otra vez, hay que saber matar, empleando la estrategia de Gale o de Coin. Ella es simplemente un sinsajo que desea ser libre. En ese dilema, la paz como símbolo y búsqueda es el gran interrogante. El final, atípico, también deja abierta la reflexión sobre el poder que se recicla.
Revolución y star-system Los caminos de las sagas cinematográficos son más curiosos que los caminos del señor. Por ejemplo, en el caso de Los juegos del hambre, la saga vio cómo su incipiente promesa Jennifer Lawrence se convertía en el camino en una estrella interplanetaria del cine. Así, lo que en un comienzo era un producto que estaba un poco a su disposición, terminó convirtiéndose en algo sólo justificado por su presencia. El crecimiento entre protagonista y franquicia no fue parejo, Lawrence se devoró todo con su carisma. Más allá de que los conflictos de la historia están centrados en su personaje Katniss Everdeen, la saga fue perdiendo progresivamente las dimensiones de los personajes secundarios. Lo curioso es que la saga logró así una particular simbiosis con la realidad, ya que la Katniss objeto del deseo del poder halla en su sacrificio ciertas similitudes con el derrotero emocional de la actriz, objeto del deseo del poder del mainstream hollywoodense. Lawrence se entrega en cuerpo y alma, en definitiva, a un producto que no merece del todo su talento arrollador. Pero que se vale de su presencia para montar su parafernalia discursiva. Este cierre de la historia, que padece en su primera hora la falta de tensión que arrastraba de la primera parte de Sinsajo, es una buena síntesis de lo dicho anteriormente. Sinsajo – El final casi no tiene escenas en las que Katniss no aparezca, todos los sucesos y eventos están puestos en función de cómo impactan en la protagonista, así lo que pierde de vista el film es la mirada del pueblo y del plan superior que ella representaba. Así, el discurso sobre las masas, el poder político y los medios de comunicación, se desvanece subrepticiamente para centrarse pura y exclusivamente en Katniss: la sátira del primer capítulo fue reemplazada por una gravedad soporífera. Ni el Glade de Liam Hemsworth, ni el Haymitch de Woody Harrelson, ni el Snow de Donald Sutherland, ni el Plutarch de Philip Seymour Hoffman, ni la Coin de Julianne Moore, ni la Effie de Elizabeth Banks, ni el Flickerman de Stanley Tucci, que tuvieron sus momentos de gloria, tienen aquí peso como para balancear un relato que potencia demasiado el derrotero del héroe individual, contradiciendo un poco la interesante mirada política que tenía la franquicia para el estándar de productos adolescentes que se ven hoy en el cine. Todo viró al Katniss-centrismo, al Lawrence-centrismo. Los juegos del hambre transitaba sobre tres patas fundamentales. El camino de la heroína a su pesar que representaba Katniss; la mirada sobre el poder (el totalitario y el revolucionario) y el uso y abuso de los medios de comunicación; y el periplo romántico de la joven, balanceándose entre su deseo (Peeta) o el compromiso (Glade). Sinsajo – El final toma una decisión mortal para la propia construcción épica del film: elige como centro entre sus tres tópicos, el menos interesante, el del triángulo amoroso, jugado con una frialdad y torpeza en determinadas resoluciones que llaman poderosamente la atención. El epílogo bucólico, sin entrar en spoilers, le resta potencia a un film que en determinado momento, y cuando las escenas de acción se acumulan con ese espíritu más lúdico que alentaban los Juegos del primer y fundante capítulo, tiene un brío aceptable. En ese sentido, la presencia de Francis Lawrence en la dirección fue un acierto. El tema es que la acción y la tensión fueron desapareciendo progresivamente, para que tome protagonismo una discursividad obvia y estática. Lo único más o menos relevante que pasa en este desenlace, es que definitivamente Katniss toma decisiones y se apodera de su vida y su destino: y en verdad hay que ver hasta dónde sus decisiones son sus decisiones, o una serie de impulsos generados a partir de eventos que impactaron en sus emociones más primarias. Esa es la revolución que obtiene la saga, pequeña si la ponemos en relación con lo que se venía contando hasta aquí. Pero Los juegos del hambre pasó de contar sobre tributos sacrificiales, a rendirle tributo a su estrella principal -que encima se ganó un Oscar en el camino-, y sacrificar lo interesante que tenía para contar. Los Snow que comandan Hollywood, por esos caminos insondables que hablábamos al comienzo, pasaron de una saga con potencialidad de sátira a una franquicia ganada por la auto-importancia y el mármol de lo trascendente, donde el discurso sobre la rebelión de las masas es reemplazado por el desarrollo de una heroína individual, a espaldas del pueblo y ni siquiera tiene la inteligencia de ver lo irónico en ese movimiento. El star-system no es un buen lugar para comenzar revoluciones.
Cuesta despedirse de Katniss. La exitosa franquicia “Los Juegos del Hambre”, una de las pocas sagas literarias que ha logrado adaptarse en su totalidad en la gran pantalla (después de “Harry Potter” y “Divergente”), ha llegado a su fin en esta segunda parte de “Sinsajo”, tercer y último libro de la creación de la autora Suzanne Collins, quien nos presentó un mundo distópico (con muchos elementos que se asemejan a la realidad) en el que desarrolló temas profundos: la lucha de clases, la devastación, la esclavitud, el enfrentamiento entre iguales, la opresión gubernamental y la influencia de los medios de comunicación.El relato de “Los Juegos del Hambre: Sinsajo – El Final” comienza donde acabó abruptamente su predecesora, debido a la división en dos con fines comerciales. Tan sólo unos pocos días después de que Peeta (Josh Hutcherson) fuera rescatado por los rebeldes y llevado al búnker subterráneo del Distrito 13, comandado por la presidente Alma Coin (Julianne Moore) y su asesor Plutarch Heavensbee (la participación de Philip Seymour Hoffman fue completada digitalmente), vemos a “La Chica en Llamas” (Jennifer Lawrence) sufriendo las consecuencias del intento de ahorcamiento por parte de su amigo, que está fuera de sí y que no sabe distinguir qué es real y qué no porque el Capitolio lo torturó, le lavó el cerebro y lo convirtió en un arma para asesinarla a ella mientras lo tuvo capturado. Con Panem sumida en una verdadera guerra, esta conclusión básicamente desarrolla, al comienzo, lo que se estaba gestando en “Sinsajo – Parte 1”. Katniss, símbolo de la revolución, continúa grabando videos de propaganda con el propósito de liberar a los ciudadanos reprimidos, organizar y unir a todos los rebeldes de los otros distritos y así formar un ejército para derrocar al tirano presidente Snow (Donald Sutherland) de una vez por todas. Pero la protagonista decide salirse de los planes y tácticas de Coin y encarar los suyos propios: ir al Capitolio y matar personalmente a Snow. Claro que no va sola. La acompaña su “amigovio” Gale (Liam Hemsworth), el propio Peeta con recaudos porque es peligroso, y el mismo equipo de rebeldes de la primera parte: Boggs (Mahershala Ali), Cressida (Natalie Dormer), Messalla (Evan Ross), Pollux (Elden Henson), Castor (Wes Chatham), a quienes se suman Finnick (Sam Claflin), quien contrae matrimonio con Annie (Stef Dawson); Homes (Omid Abtahi); la Comandante Paylor (Patina Miller); la Teniente Jackson (Michelle Forbes) y las mellizas Leeg (Misty Ormiston y Kim Ormiston). Claro que el camino hacia la capital está lleno de trampas mortales y seres que meten miedo como si tratara literalmente del mismísimo arena del reality que le da nombre a la saga. En ese momento es cuando comienza la acción y la tensión que le faltó a la anterior. No así a los dos primeros films, aunque en general, estas películas nunca bajaron demasiado el nivel de entretenimiento. En esta cuarta y última entrega, más oscura, violenta, conmovedora y con impresionantes efectos visuales, nuestra heroína (estupendamente interpretada por L-Law) enfrenta decisiones morales porque cada cosa que hace impacta en su sufrida vida y en la de los demás; porque en la guerra todo vale y porque los buenos y los malos no son tan diferentes cuando de tener poder se trata (por más que se tengan buenas intenciones). Por eso, Katniss, en pos de la democracia y de no cometer los mismos errores, toma una que cambia por completo el rumbo de la historia, con un giro inesperado para quien no leyó el último libro y con un final que resuelve el triángulo amoroso que nunca fue demasiado desarrollado a lo largo de toda la saga.
El flechazo del final Y finalmente terminó. Después del muy promocionado estreno de la segunda y última parte de la tercera entrega de la saga, terminó “Los juegos del hambre”. Katniss Everdeen y sus amigos revolucionarios dejan el cine con la misma espectacularidad que mostró la franquicia en sus partes anteriores. Solo que esta vez se nota que haber dividido en dos al último libro no le aportó nada a la trama, pero sí a la taquilla que, hasta ahora, lleva recaudados 2.300 millones de dólares en todo el mundo en cuatro años. En ese tiempo Jennifer Lawrence acompañó el crecimiento de su personaje. La adolescente de 2012 no pierde su nobleza y su determinación, pero está endurecida. Tanto que decide sin más matar al presidente Snow, el dictador que tuvo a su cargo Donald Sutherland, tan empeñado como ella en eliminarla. Será la guerra final en la que los Distritos de Panem se unen para acabar con el sistema opresor. Y allí va Katniss a hacer justicia por mano propia sobre el culpable de toda su tragedia, en una guerra desigual y con un guión que da un salto mortal al final, entre tramos de acción extrema y otros de extrema morosidad. Y que también refieren lo peor del poder sin límites: la demagogia, la hipocresía, la manipulación. La trilogía también tuvo otros elementos. Por momentos fue arquetípica, pero en el final, políticamente incorrecta: Katniss, al principio una chica pacífica, ya solo quiere matar, vengar a sus muertos. Y, como muchos filmes de superhéroes tuvo algo de anacrónico, con dos bandos bien diferenciados entre buenos y malos que avanzan hasta que uno vence al otro. Sin embargo, el cine tardará en lanzar otra heroína tan convincente y rentable como Katniss Everdeen.
El juego y las imágenes violentas Si algo se destaca de esta muy promocionada serie fílmica es su mirada sórdida, desencantada. Los jóvenes, la violencia, y algunas imágenes insoportables. Lógica de video-juegos como manera de sustraerse a un mundo adulto y corrupto. La dinámica de Hollywood ha cambiado, en esta nueva etapa sucede otra manera de mirar y de pensar el cine, con las series televisivas como nuevo paradigma. Ya no se trata de películas unívocas, sino de mundos trazados a lo largo de varios títulos -lo demuestra el caso ejemplar que es Marvel-, así como de historias prolongadas en el tiempo. Los juegos del hambre entra en esta segunda variante, tampoco es el ejemplo primero. Por un lado, la serie literaria de Suzanne Collins salta al cine como consecuencia de otros intentos, exitosos, con público o géneros narrativos parecidos: El Señor de los Anillos, pero fundamentalmente Harry Potter. Por otra parte, la versión cinematográfica es también variante de un argumento ya esgrimido en ese otro mundo alterno y japonés que es Battle Royale, distribuido en libro, películas y cómic. Eso sí, no tiene demasiado sentido sentenciar el presunto oportunismo norteamericano desde la comparación y contraste con el caso japonés, tal vez mejor. En verdad, se trata de algo profundamente distinto, debido a una narrativa que contiene otros matices, difícilmente equiparables a la de Los juegos del hambre. Mejor será pensar esta serie literaria y fílmica como la versión distópica norteamericana de una problemática violenta que toca a los (muy) jóvenes de cualquier latitud. Este cronista confiesa que leyó el primero de los libros de la Collins porque a Stephen King le había caído en gracia. Si lo dice King, así sea. Luego el maestro más o menos se desdijo con lo que siguió, y eso fue suficiente también. Pero pensar la serie fílmica obedece a otros parámetros, que en todo caso responden a una base literaria que es refundada. Y lo que surge es un fresco panóptico que en nada desdice la abulia en la que el mundo pareciera estar sumido, mientras toca con urgencia a ese otro mundo que son los adolescentes. La última entrega de Los juegos del hambre viene a concluir una mirada de enrarecimiento gradual, distribuida en los tres capítulos previos. El punto más alto, pero en verdad más subterráneo, se había tocado en el título anterior, cuando a la manera de un reloj de arena el argumento y sus personajes se invertían para reproducir un mundo que, bajo tierra, se parecía demasiado al del dictador Snow (Donald Sutherland). La bisagra entre el arriba y el abajo la permite Katniss (Jennifer Lawrence), joven destinada a pelear en estos "Juegos del hambre" que el gobierno organiza ritualmente, con niños y adolescentes obligados a matarse para lograr el éxito y sobrevivir. Eso sí, Katniss participa para proteger a su hermana, a la vez que cuida de Peeta, quien está irremediablemente enamorado de ella. Los dos plots siguen a la joven a lo largo del guión de las cuatro películas, y se revelan tan fundamentales para su carácter así como para la delineación de un mundo cínico. El cinismo tiene eje en la televisión y sus shows de colores chillones. El juego del hambre es la manera con la que mantener entretenida a la audiencia, mientras ésta interactúa desde la comodidad raída de sus casas, con ayudas que sostienen un poco más las vidas de estos condenados. Katniss, o "Sinsajo", será la portavoz involuntaria de una revuelta. La película anterior era el punto límite porque allí cuando ella ingresaba a este contra-mundo, una reiteración de mismos mecanismos retóricos y publicitarios la perfilaban como la estrella de una aventura a sus expensas. ¿Dónde depositar, entonces, la confianza? Tal vez una de las impresiones que permanece a lo largo de todas las películas sea la de un mundo caído en su confianza, donde no existen lazos creíbles. Sin la necesidad de apelar a una hiper-tecnologización, basta con la televisión como cohorte de vestuarios ridículos y mentalidades en conserva para dar cuenta de la homogeneización del carácter social. El valor fotográfico que destilan opta por privilegiar un estado de ánimo oscuro, muy bajo. A la par de un contraste escenográfico, sostenido entre la superficie y lo que se esconde, que recuerda voluntariamente a Metrópolis de Fritz Lang, y logra una mirada mucho más crítica, por coherente, que la supuesta por V de venganza y su anarquía presunta. (Vale, eso sí, esta reserva: Si V de venganza traicionaba, con un final espurio, el espíritu rebelde del cómic de Alan Moore; Soy leyenda, del mismo director del film que se comenta, hacía otro tanto con la novela homónima de Richard Matheson). Si a estos films, repartidos entre los directores Gary Ross y Francis Lawrence, se los abstrae de su espectacularidad triste, que invariablemente remite a la estructura episódica de un video juego, lo que se toca es la sonrisa negada de Katniss. Cuando ella pueda reír, habrá finalmente una luz y algo parecido a un desenlace. Pero para llegar allí también tendrá que torcerse el derrotero habitual, aquél que sabe cuándo argumentalmente evitarle angustias al espectador. En este sentido, hay un momento que es atroz por quedar clavado en la retina, no tiene resolución y preludia un sinsabor mayor: Katniss camina escondida entre la multitud, evita la requisa de los guardias. Una niña, desde los brazos de su madre, parece reconocerla. Katniss se retrae más en su capucha. La pequeña persiste con su mirada. Un guardia está a punto de detener a la joven rebelde. Pero una explosión los sacude. Cientos de piedras caen, y entre lo mucho más que Katniss mira, queda la imagen de la misma niña, que ahora grita aterrada sobre el cadáver de la madre. Cuándo el cine para adolescentes comenzó a incluir imágenes semejantes sería tarea de observación más fina. Lo que sí puede aseverarse es que la televisión las cultiva diariamente, sin reflexión. Los juegos del hambre no constituye ninguna obra insigne, pero ofrece una mirada generacional en donde la violencia se manifiesta como parte intrínseca de una vida cuyos mismos juegos, constructores de infancias, ya la han asimilado.
Crítica emitida por radio.
La trilogía que no fue La serie de ‘Los juegos del hambre’ tiene una historia y un cast extraordinarios pero se resiente al partir en dos la última entrega. Adivino en la trilogía de Suzanne Collins el epítome de la literatura young adult: una heroína adolescente, un triángulo amoroso, un futuro distópico, analogías políticas simplificadas (pero no tanto), multitud de personajes secundarios con los cuales encariñarse y villanos atractivos. La historia puede parecer un poco traída de los pelos al principio pero pronto nos rendimos a sus leyes y a medida que avanza se va profundizando. La adaptación cinematográfica fue de las más taquilleras -tercera de la historia en promedio por película- y catapultó a Jennifer Lawrence al Olimpo de las estrellas jóvenes. Con el estreno de Sinsajo -El final-, se completa la serie. ¿Qué se puede decir acerca de una película condenada al éxito? La ví en una avant premier con una falsa Effie Trinket tirando besitos y adolescentes rapadas y tatuadas al estilo Cressida. Durante la función, hubo risitas en algunos momentos y aplausos en otros. Pero veamos. El problema principal de Los juegos del hambre es que transformaron una trilogía en un cuarteto por esa costumbre de partir en dos la última entrega. Las trilogías tienen una lógica interna, una estructura firme, el principio-nudo-desenlace llevado a la narración de largo aliento. No es casual que las dos primeras entregas sean las mejores de la serie, las que respetan la estructura de una historia bien pensada y construida. Las dos últimas -las dos partes de Sinsajo-, que tendrían que haber sido una sola mucho más sintética y potente, se transformaron en eternas cuatro horas con veinte minutos que ni siquiera están divididas de alguna manera muy lógica. En Sinsajo entra en escena la presidente Alma Coin (Julianne Moore), líder de los rebeldes, que necesita de nuestra heroína Katniss Everdeen (Lawrence) para estimular la rebelión, derrocar al dictador Snow (Donald Sutherland) y restaurar la democracia en Panem. El arco dramático está claro y ese es el punto de partida. Pero esta segunda parte de Sinsajo no tiene un comienzo, el arco dramático se corta y pierde potencia el plot twist del final (uno de los momentos en los que el público adolescente, que quizás ya había leído las novelas, aplaudió). Hay que pensar que Los juegos del hambre tiene un cast de lujo. Además de Moore, Lawrence y Sutherland están Woody Harrelson, Philip Seymour Hoffman (en su último papel), Stanley Tucci, Lenny Kravitz, Toby Jones y Amanda Plummer en las diferentes películas. La historia es extraordinaria y los recursos estan todos a disposición, pero este último capítulo doble se desinfló y en particular esta segunda parte: Harrelson ya perdió el encanto de la primera película, las apariciones de Hoffman debieron reducirse al mínimo por razones de fuerza mayor, y Stanley Tucci -de lo mejor de la serie- aparece en alguna escena muy secundaria. También Effie Trinket (extraordinaria Elizabeth Banks) apenas pasa a marcar tarjeta. Más allá de todas estas cuestiones, hay un par de secuencias que funcionan muy bien, y hacia el final todo cobra un sentido y se adivinan las virtudes de la trilogía literaria y de la trilogía cinematográfica que no fue. En resumen: queremos saber qué pasa, queremos saber si Katniss asesina a Snow, si se queda con Gale o con Peeta, si la democracia puede ser restaurada en Panem. ¿Qué se puede decir de una película condenada al éxito? Quizás una observación: la entrega final de la serie young adult más taquillera de todos los tiempos recibió aplausos tibios por parte de sus fans más acérrimos a tatuados.
La guerra no será contada Esperar demasiado ESA película, re contra publicitada, que viene a darle vida a una historia que amás, a veces se torna en una tarea casi insalubre. Pero todo este mar de expectativas, que parece llenarnos de emoción apenas empieza la preventa de entradas y se acrecienta con cada día que pasa hasta llegar al estreno, termina siendo en detrimento de la propia película. No es que queramos desilusionarnos, claro que no, pero probablemente la película nunca llegue a estar a la altura de nuestras grandes expectativas. Este es el caso de Mockingjay: Parte 2, que viene a cerrar la exitosísima saga de Los Juegos del Hambre. Pero no nos adelantemos. Crítica Mockingjay Part 2 - 1 Para aquellos que siguen la saga desde sus inicios, seguramente recuerden que Mockingjay: Parte 1 (que decepcionó a todos por la falta de acción) dejó una Panem en plena revolución, al borde de la guerra civil. Katniss (Jennifer Lawrence), refugiada en el Distrito 13, regido por la presidenta Alma Coin (Julianne Moore), tuvo el arduo papel de ser la “reclutadora” de los demás distritos, grabando una serie de “propos” (que es jerga panemística para “propaganda política”) que los llamara a unirse a la guerra contra el Capitolio. En Mockingjay: Parte 2 ya nos encontramos con una Panem sumida en la guerra anunciada, donde Katniss no tiene mucho que hacer, dado que ya ha cumplido con su deber, pero que está absolutamente deseosa de vengarse de Snow (Donald Sutherland) por lo que le hizo a Peeta (Josh Hutcherson). Recordemos que Peeta había sido secuestrado y torturado en la película anterior y posteriormente rescatado por el Distrito 13. Pero las secuelas de las torturas están a la vista y ya no puede distinguir la realidad de la fantasía, lo que lo convierte en una verdadera bomba de tiempo. Crítica Mockingjay Part 2 - 3 En sus dos horas y casi veinte minutos de duración, el director, Francis Lawrence, vuelve a darse el lujo de contar con todo el tiempo del mundo para armar los espacios y ambientes adecuados. Sé que quizás es una opinión poco popular, pero esto deja respirar a la historia y le hace adquirir importancia a las escenas más tensas y de acción. De todas formas, es verdad que por momentos se nota que realmente están haciendo tiempo: algunos diálogos entre personajes como Gale (Liam Hemsworth) y Peeta simplemente no tienen razón de ser. Por otro lado, uno de los grandes problemas (y quizás el más importante) que tiene la segunda parte de este esperado final, es que si bien sabemos que Panem está en guerra, la sentimos, los personajes todo el tiempo hablan de ella y buscan estrategias para ganarla, la verdad, es que nunca VEMOS la guerra. Katniss es enviada al Capitolio, que ahora está convertido en una suerte de arena de Los Juegos del Hambre lleno de trampas mortales, con un pequeño escuadrón para seguir grabando “propos”. Y es cierto que vemos montones de acción y muerte pero nunca llegamos a ver la verdadera guerra. Recién en el final atisbamos una porción de lo que debería haber sido, pero no termina de alcanzar. A todo esto también tenemos que agregarle los errores de guión. A lo largo de la historia de Los Juegos del Hambre se construye el relato del pueblo oprimido por un dictador autoritario, sin fuerza, sin unidad, que no puede salir del yugo de su opresor. En la última parte de la saga esto cambia: el pueblo ahora se alza contra el Capitolio con líderes fuertes que representan a cada distrito, líderes que parecen tener incluso más poder que la presidenta Alma Coin del Distrito 13. Crítica Mockingjay Part 2 - 2 A medida que se desarrolla la historia nos vamos dando cuenta de que quizás Snow no es tan malo como parece ni Coin es la presidenta justiciera que aparenta. Pero el salto es absolutamente drástico: Coin pasa de ser una defensora de la democracia y las elecciones libres a una tirana sanguinaria en un abrir y cerrar de ojos y en el final, hasta sentimos pena por el antes terrible dictador Snow. Esto hace que el relato pierda verosimilitud y traicione a su espectador, forzando la historia para que entre en una estructura ilógica y falta de imaginación. Finalmente, y para empeorar las cosas, la película tiene dos finales: uno que parecería el más lógico y que encajaría con la historia y otro que viene justo después de ese que es absolutamente trillado y fuera de lugar. Simplemente: no hacía falta. En conclusión, no sólo las grandes expectativas le jugaron en contra: la película cuenta con serios problemas de guión y de historia que no terminan de cerrar por ningún lado. Así que ahí lo tienen, el esperado y épico final de Los Juegos del Hambre, al final sí fue muy esperado pero no tan épico.
Si te viste todas las entregas de Los juegos del hambre obviamente la visión de Sinsajo el final parte 2 es indispensable y por supuesto poco importa la opinión de cualquier persona, sea fan o no. El hecho de haber dividido a Sinsajo en dos partes daba lugar a mucha expectativa sobre esta última, haciendo suponer que...
LA REVOLUCIÓN PERO NO TANTO De principio a fin Sinsajo: Parte 2 padece los mismos problemas que sus antecesoras con el agregado de que, con el fin de recaudar más y siguiendo la fórmula que inauguró Harry Potter y continuó Crepúsculo, el último libro de la saga fue dividido en dos películas. Sinsajo es, con diferencia, lo peorcito de la trilogía escrita por Suzanne Collins y estirar el poco material que ofrecen sus 420 páginas en dos películas fue inclinar la balanza más hacia el lado de la taquilla que hacia el de la calidad narrativa. El que será el último film de la prodigiosa carrera de Philip Seymour Hoffman (¿quién hubiera dicho que se “despediría” como Plutarch Heavensbee?) plantea no sólo la continuación de la guerra mediática que se había iniciado en Sinsajo: Parte 1 sino el enfrentamiento final, en el campo de batalla, entre los trece distritos unidos bajo la figura de Katniss “el Sinsajo” Everdeen versus el presidente Snow y su Capitolio. Claro que, cuando la placa anuncia que el estreno está destinado (otra vez) a mayores de 13 años, se sabe que el campo de batalla entregará más bien poco y el final tendrá sabor a decepción. Y no es porque a uno le agrade la sangre por la sangre misma sino porque el mundo que propone Collins en sus libros es devastador y ninguna de las cuatro entregas (aunque las primeras dos sean aceptablemente buenas) le hace honor. La premisa de los Juegos del hambre como espectáculo sádico y punitivo para someter a las masas es en extremo perversa pero los elementos que hacen que la distopía sea lo que es en papel aparecen atenuados en la pantalla. La violencia abunda pero sin explicitud gráfica. El argumento, sin embargo, lo demanda, pues se pierden miembros, se bombardean civiles, caen los edificios, mueren personajes. La lógica del film es discordante y si se soslaya la crueldad de un mundo en el que los adolescentes se matan (literalmente) por un poco de fama televisiva no es por proteger al espectador (que, por cierto, nunca debería ser protegido) sino porque conviene al mercado cinematográfico. La heroína bien puede ser la chica “en llamas” pero a lo largo de cuatro largos el fuego nunca ardió del todo bien. Si se la compara con otras sagas teen como la ya mencionada Crepúsculo o la todavía inconclusa Divergente, los Juegos del Hambre salen ganando pero la verdad es que han sido por demás civilizados y toda revolución necesita puntos de barbarie. Por su parte, Stanley Tucci, Woody Harrelson y Elizabeth Banks aparecen poco en pantalla y los jóvenes Josh Hutcherson y Liam Hemsworth son un pobre reemplazo. Siempre nos quedará la enorme Jennifer Lawrence, que cada día actúa mejor y a quien el papel de heroína, como tantos tantos otros, le calza demasiado bien.//?z
Una agridulce libertad Finalmente, se acabó lo que se daba, como decían las abuelas. Siguiendo la línea de la franquicia de Harry Potter, hace tiempo que se decidió que “Sinsajo” (“Mockingjay”), el tercer libro de la saga “Distritos” (ahora gracias al salto a la pantalla denominada “Los Juegos del Hambre”; como la primera parte de la trilogía), se iba a dividir en dos películas; contando con el aporte de Suzanne Collins, autora de las novelas, para la adaptación. Como en aquel caso, esto llevó a que la primera parte quede más expositiva y la segunda se meta en la espiral definitiva hacia el clímax de la acción y el esperado final. Y así arranca la película: con Katniss recuperándose del intento de estrangulamiento por parte de Peeta en el final de la cinta anterior, y con el drama que implica verlo con su mente alterada por los esbirros del presidente Snow, un tratamiento capaz de volverlo en contra de quienes lo quieren. Más metáforas de Collins sobre el mundo que conocemos: los mismos que convierten todo en espectáculo (hasta la muerte) para quitarnos la visión de un mundo diferente son capaces de lavarnos el marulo para que hagamos aquello que en condiciones normales jamás haríamos. Batalla final La guerra está bastante avanzada y, en el arranque, ya vemos la batalla por el Distrito 2, cercano al Capitolio, donde apreciamos el cambio producido en Gale, devenido en un guerrero frío y vengativo. Katniss sigue siendo la contraposición de esta visión, hablándole a los leales al Capitolio como hermanos que son en la utilización por parte de los poderosos. Así, la chica sigue siendo emblema de la revolución aun más allá de los deseos del propagandista Plutarch Heavensbee y de la presidente del Distrito 13, Alma Coin. Durante los acontecimientos, a Coin se le irán cayendo varias máscaras, tantas como a Coriolanus Snow: ni ella es la bondadosa líder de un mundo futuro de pan y rosas, ni él es un sádico invencible. Ella es una manipuladora hábil, y él es mucho más sincero de lo que se cree, y más débil, detrás de la fachada de Agentes de Paz y propaganda. Al fin y al cabo, lo suyo no es más que una defensa de clase: “Los rebeldes han visto las comodidades que tenemos y por eso nos odian; vienen a destruir nuestra forma de vida”; sí, estimado, así empiezan muchas revoluciones, le diría el fallecido economista John Kenneth Galbraith. El núcleo del relato se articula en torno a la intención de Katniss de querer llegar a la mansión del presidente y matarlo, de a ratos controlada por sus superiores y el equipo de filmación que la siguen. Snow ha llamado a repliegue y en vez de una política de tierra arrasada ha elegido convertir el espacio cedido en una gran arena llena de trampas mortales, para que los rebeldes paguen caro el avance. “Bienvenidos a los 76º Juegos del Hambre”, será la broma de Finnick Odair. Así, la unidad del Sinsajo será mitad parte militar y parte propagandística, teniendo que llevarse al inestable Peeta con ellos (otra cosa con la que lidiar aparte de las trampas y las tropas leales). La sangre correrá y varias caras conocidas perderán la vida, en secuencias de gran despliegue visual que logran transmitir el impacto pero quizás no tanto el terror y la angustia de la heroína (Collins escribió su saga como monólogo interior de la chica, así que del terror del ataque de los mutos al dolor de cada pérdida están enfatizados en uno de los libros más tristes de la “literatura juvenil” y de ciencia ficción). Reacciones químicas Luego de las definiciones políticas (no menos importantes) sobre el futuro de Panem algo se dirá sobre esta nueva Katniss Everdeen llena de cicatrices en el alma, alejada de la muchachita corajuda que reemplazó a su hermana en los 74º Juegos. Pero el mayor campo de batalla de esas emociones está en el rostro de Jennifer Lawrence, que desde que comenzó la saga hizo las películas más diversas, trabajó diferentes registros, ganó un Oscar y un par de Globos de Oro. Acá, en medio de la batalla, puede mostrar todo su talento actoral: ya verla llorar babeando genera una empatía que atraviesa la pantalla. De Donald Sutherland poco podríamos agregar que no se supiese: su Coriolanus Snow es la dura fachada de quien ha hecho todo para mantener el poder, con el conocimiento de que quien a hierro mata a hierro muere. Nuevamente, explota la química con la protagonista, en los momentos que comparten. Del otro lado, Julianne Moore le pone una voz amable y maternal a Alma Coin, con su sonrisa de paletas prominentes: sí, la oscuridad también puede esconderse atrás de modales correctos y sonrisas afables y conmovedoras: la política del mundo actual da muestras de eso a diario. Lo de Josh Hutcherson como Peeta Mellark es complejo, porque si bien su actuación es en general irreprochable, es difícil de pensar que le esté ganando terreno en el triángulo amoroso al potente (y fachero) Gale Hawthorne encarnado por Liam Hemsworth: quizás porque la empatía actoral no es matemática. Philip Seymour Hoffman hace su aparición póstuma como Plutarch, con las suficientes escenas como para darle dimensión a ese capitolino rebelde que cree en Katniss. Woody Harrelson tiene algunas escenas para lucirse como Haymitch Abernathy, uno de sus mejores personajes de los últimos tiempos. Entre los que vuelven con momentos de lucimiento están Sam Claflin como Finnick Odair (épico), Willow Shields como Primrose Everdeen (la hermanita que disparó todo), Elizabeth Banks como una reconvertida Effie Trinket, Mahershala Ali (el Remy Danton de House of Cards) en la piel de Boggs, Natalie Dormer como Cresssida y una enorme Jena Malone interpretando a una Johanna Mason esquelética y más resentida que nunca. Y podríamos estar nombrando elenco durante muchos más párrafos. Las puertas del mundo nuevo están abiertas: la esperanza de una nueva vida es posible, incluso para la chica que tuvo que ser estandarte de una revolución.
Punto final sin demasiadas luces Los rebeldes están listos para iniciar el asalto decisivo al Capitolio. Allí se ha refugiado Snow, el sanguinario dictador de Panem, y Katniss Everdeen -símbolo de la resistencia y del grito de libertad- está decidida a matarlo. Claro que llegar al palacio presidencial no será sencillo: numerosas trampas y desafíos aguardan en las calles. Jennifer Lawrence se pasa dos horas con el ceño fruncido, enojada, contrariada o -directamente- llorando. Su Katniss Everdeen es una jovencita atormentada, dominada por una pulsión de muerte digna de un personaje de Tolstoi. El detalle es que hablamos de una saga literario-cinematográfica pensada y ejecutada para un público (pos)adolescente. Lo que le falta a este cuarto y último eslabón de “Los juegos del hambre” es frescura. Nadie se toma las cosas con un poquito de humor ni se distiende. La película se hace larga, sobreexplicada, por momentos engolada. Francis Lawrence terminó rodando una carísima oda al sufrimiento. Quienes leyeron los libros (en este caso de Suzanne Collins) siempre corren con ventaja y no se privan de subrayar la superioridad que confiere saber qué va a pasar. Pero las butacas democratizan, nivelan, obligan a un ejercicio de memoria supremo para determinar quién es quién entre tanto personaje y, sobre todo, qué estaba haciendo hace exactamente un año, cuando la primera mitad de “Sinsajo” se interrumpió. El director no se toma el trabajo de contextualizar lo que pasa. Confía en que el suyo es un público tan fiel que llega enfocado desde su casa. Conclusión: si no vieron las películas anteriores no van a entender ni jota del asunto. La clave es cómo y cuándo quedarán frente a frente Katniss y el presidente Snow. La película es un camino que conduce a ese encuentro, traducido en la larga marcha de un pelotón por las calles de una ciudad en ruinas. Esto ya se escribió y se filmó infinidad de veces. Mientras esquiva trampas y libra batallas, Katniss debate internamente con quién se quedará: ¿Peeta o Gale? ¿Josh Hutcherson o Liam Hemsworth? Un sueño para cualquier chica. Katniss es una guerrera enamorada, no olvidar el apunte. Jennifer Lawrence no dejaba de ser una apuesta hace cuatro años, cuando le dieron el traje de Katniss. Hoy es la actriz mejor remunerada de Hollywood. Así de fulgurante fue el trayecto de “Los juegos del hambre”, un esfuerzo de producción inteligente que combinó figuritas en ascenso con notables actores (Donald Sutherland, Julianne Moore, Stanley Tucci y el gran Philip Seymour Hoffman, en su despedida). Fue el triunfo de un género -las distopías futuristas con héroes juveniles- que promete seguir y seguir. La película final, la del moño, es la más floja. Será porque carece de emociones y destila una pretensión discursiva que no encaja con el cuadro. Eso sí: a Katniss el flechazo le salió perfecto.
Fin de ciclo para Jennifer Lawrence como heroína cuasi trágica de esta saga de ciencia ficción antiutópica (o no) con excusa política. Las primeras dos películas siguen siendo ejemplares en cuanto a cómo el nivel de metáfora política y la pura aventura se combinan en una sola cosa. Pero este demasiado largo epílogo recortado en dos películas hace que toda la intensidad de la historia se disuelva. Así, si este final-final cuenta con, probablemente, las dos secuencias de acción mejor resueltas de la serie (la de la sustancia negra y la del ataque de los mutantes blanquecinos, que recuerda muchísimo una similar de Aliens, de James Cameron), aparecen como aditamentos al drama, como si el film se avergonzara de ser divertido (una idiotez, convengamos). Jennifer Lawrence es una gran actriz, pero la única instrucción que le dieron es que ponga cara de seria o mohín conmovido de acuerdo con lo que mande el guión: la sutileza de trabajos como El lado luminoso de la vida o de la primera Los juegos del hambre (sin ir más lejos), ausente sin aviso. Y luego tenemos una sobreactuación increíble de Julianne Moore, un triángulo amoroso bastante irreal y cinco o seis escenas finales felices que se acercan a la propaganda de shampoo. Así y todo, la película por momentos acierta, aunque uno se pregunta si puede durar dos horas y media largas. Si vio las anteriores, seguro va a ir a verla. Si no las vio, le recomendamos ver la uno y la dos y ahorrar tiempo con una lecturita diagonal del último tomo de la novela. A usted elegir.
Finalmente llegó. La culminación de la mejor saga adolescente se ha estrenado y ahora sí, se puede hacer una lectura más importante porque, como decíamos el año pasado en esta misma página, al dividir el último capítulo en dos el análisis quedaba corto frente a lo abrupto del final y a la falta de desarrollo de las líneas argumentales planteadas en la tercera parte. “Los juegos del hambre: Sinsajo - El final” comienza en el punto exacto dejado hace un año. Los rebeldes comenzaron a usar a Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence) como líder mediática para unir a los sobrevivientes de los distritos en rebelión contra el Capitolio presidido por Snow (Donald Sutherland), el que a su vez perdió a su prisionero ideal, Peeta Mellark (Josh Hutcherson), convertido al oficialismo luego de un lavado de cerebro, a manos de los rebeldes. Peeta casi ahorca a Katniss, quien ya se había pronunciado como aliada a Coin (Julianne Moore) y al vocero Plutarch (Phillip Seymour Hoffman) para lograr el derrocamiento y el fin del régimen. Así las cosas. Desde el comienzo de este último capítulo la progresión dramática se parece más a un clímax constante, con algunas transiciones, que a la estructura propuesta hasta ahora en las dos primeras, lo cual era de esperar porque estamos frente al guión adaptado del 30% restante del libro en el que se basa. A lo largo de las dos horas y pico de duración iremos atando cabos finales, despidiendo personajes y cerrando el costado político inherente a toda revolución, con alguna vuelta de tuerca que en definitiva se transforma en lo más atractivo del discurso. Contrario a varios argumentos esgrimidos por ahí, “Los juegos del hambre: Sinsajo - El final” no es una película bélica, aunque por supuesto hay enfrentamientos. Es más, si es por eso la primera parte de este final se parece más a una de guerra que esta. Lo que se cuenta aquí es el final del camino elegido por la protagonista y lo que arrastra consigo como consecuencia. Los elementos sobre el paño narrativo son el avance hacia la mansión de Snow para asesinarlo (cuestión que, para no desaprovechar puntos de rating, también se televisa), y desenlace de la historia de amor con la que se viene coqueteando desde los primeros minutos de la saga. En el avance de los rebeldes hay un previo preparativo de miles de trampas emplazadas en la ciudad, instalando de hecho la fidelidad al mensaje original concebido por Suzanne Collins en sus tres libros: los medios como máquina devoradora de la juventud y de la explotación del morbo como justificativo para cualquier espectáculo. También hay lugar para mostrar la descontextualización de la información y para una batalla mediática entre Snow y Coin. En este sentido, la figura de Katniss se erige como la esperanza. Los jóvenes como bastión de la ruptura de las estructuras culturales impuestas por los mandatos generacionales anteriores. Si la rebelión es cultural, la tetralogía de “Los juegos del hambre” instala eso en el esqueleto de esta gran aventura. El director Francis Lawrence, responsable de las tres últimas, ha logrado no moverse un centímetro del concepto principal, del sub texto literario, y así logra un discurso coherente que se mueve dentro de la lógica propuesta desde el inicio. Por el lado narrativo, no estamos frente a otra cosa que un final, y como tal los tintes épicos aparecen por todos lados, los personajes tendrán su momento de redención y a cada cual le tocará lo suyo. El trabajo de todo el elenco es lo suficientemente sólido como para no poder disociarlos de estos personajes. Difícilmente se pueda pensar en alguien distinto para interpretar estos papeles. De factura técnica impecable y con un ritmo que balancea convenientemente las transiciones con la acción, “Los juegos del hambre: Sinsajo - El final” es un gran final. Como se merecían los fans y cualquier espectador del buen cine pochoclero.
Divide y ganarás más dinero En "Los juegos del hambre: Sinsajo parte 2" Katniss junto a su grupo de amigos planea un atentado contra el presidente Snow. La decisión de estirar el final de la saga, a pesar del letargo, sale bien parada debido a la acción, pero el chicle se nota. Tal podría ser el leitmotiv de esta última película de la trilogía (separada en cuatro filmes) de “Los juegos del hambre”. La decisión de estirar el final de la saga, a pesar del letargo, sale bien parada debido a la acción, pero el chicle se nota, y mucho más por tratarse de un filme extenso (más de dos horas), que podría haberse definido en 100 minutos. Katniss (Jennifer Lawrence), la voz de “los sin voz”, planea matar a Snow (Donald Sutherland) porque cree que es la única manera de acabar con la barbarie, la pobreza y todos los males del mundo. Emprende junto a sus dos amores, Peeta (Josh Hutcherson) y Gale (Liam Hemsworth), otros líderes de la resistencia y vencedores de los juegos, el viaje hacia el Capitolio para lograr su cometido. A todo esto, Peeta no confía en nadie y se da cuenta de que él mismo no es de fiar debido a que lo transformaron en un “Muto” (final de Sinsajo: Parte 1). Lo más difícil: el final El filme será entonces una road movie, del grupo yendo a la ciudad donde se encuentra la mansión de Snow, pero deberá sobrevivir a los ataques de quienes quieren asesinarla. La simpleza del tema “el bien y el mal” se transforma en complejidad cuando no todos son lo que dicen ser, o, mejor dicho, no todos los buenos son tan buenos. Es por ello que Katniss deberá tomar más decisiones, mucho más trascendentales que la idea de cometer un asesinato en pos del bien mundial. La subtrama amorosa cobra vital importancia debido a que los compañeros de viaje son antagonistas peleando por el amor de la heroína, que deberá lidiar con el drama y los celos manteniendo al grupo unido. Realizada para destacar el final, “Sinsajo parte 2” entretiene (a pesar del estire ya mencionado) y las escenas de acción y escape con persecusión están a la altura de los anteriores largometrajes. Sin embargo, esta oda al “todopoderoso” adolescente se desinfla llegando al desenlace, con escena tras escena acopladas sin sentido para que todo, absoluta (y exageradamente) todo, cierre en la historia.
Cuando salió la noticia de que estarían adaptando la series de Hunger Games, me puse a investigar sobre qué trataba el libro, y a pesar de que muchos lo querían comparar con Crepúsculo, me puse a leerlo. Tuve una grata sorpresa, que a pesar de haber un triángulo amoroso medio arrastrado, la temática distópica, la crítica a la propaganda y la situación social, el pesimismo sobre la sociedad, la guerra y la violencia lo compensaba. En el tercer libro lo que me gustó fue que la escritora Suzanne Collins, mostró que no tenia miedo de sacrificar personajes y crear escenas de acción y plot twist interesantes. Pero el cine tiene otros tiempos, y decidieron dividir la tercer película en dos, haciendo una primer parte larga y donde nada pasa, en teoría como una preparatoria para la segunda parte que vendría lo que interesa, en partes es verdad, en otras no. Empezamos la película con las consecuencias de la última parte donde el lavado de cerebro de Peeta casi es mortal para Katniss. Determinada a matar al dictador Snow, ella como es propio de su carácter, decide hacer lo necesario para llegar al objetivo y en conjunto con un pelotón de conocidos de la franquicia van atrás del dictador. Sin contar mucho spoiler básicamente esta es la trama. Que abandona un poco el conflicto social pesado de las otras películas para entrar más en el conflicto de cómo funciona la guerra, y todo lo negativo que ella trae tanto para el carácter humano como en el emocional. Acá creo que fue lo correcto porque podemos tener una idea real del conflicto que Katniss posee y la dificultad que ella siempre tuvo en encarar su papel en todo el conflicto y sus consecuencias. Lo malo creo que es justamente lo que en las primeras películas, a pesar de tener su importancia pero no era el foco principal de ellas, es el triángulo amoroso, entre Katniss, Peeta y Gale. Me parece que fue usado con el único intento de dar una pausa a la acción, y para mi, muy mal usado, sobrevalorado el mismo, y subaprovechando los personajes masculinos, sacando tiempo para otros personajes coadyuvantes mucho más interesantes, llegando a la embarazosa escena donde Peeta y Gale discuten básicamente sobre quién se quedará con Katniss, en cuanto ella finge dormir. En la parte de acción, cambiamos para un ambiente de guerra urbano, con dos buenas escenas destacadas, la primera, es con la inundación de un tipo de aceite negro y la segunda es en los túneles claustrofóbicos de la capital donde la tensión esta en cada esquina, con monstruos que surgen de la oscuridad asaltando al pelotón sin ningún aviso. De los actores no cambia mucho de lo que veníamos viendo en las anteriores, Jennifer Lawrence siempre muy bien en su papel, mostrando que es una de las revelaciones de la última generación de actrices. Donald Sutherland brillante en su papel de Snow, perfecto en su cinismo mostrando que una sonrisa puede ser mas letal que una demostración de rabia. Josh Hutcherson y Liam Hemsworth mostrando que su dinámica no cambió, pero sus papeles son mas de acompañantes en la trayectoria de Katniss. Philip Seymour Hoffman despidiéndose del público en una actuación correcta, y Julianne Moore explorando bien el arco de su personaje, aún siendo que el guión deja medio en evidencia el cambio que va sufrir su personaje. Donde yo pensé que la película iría a pecar, es donde comente arriba que la escritora no tenía miedo de sacrificar personajes y de su forma cruda de ver la violencia y la guerra. La película fue fiel, pero entonces donde la saga siempre tuvo coraje en su pesimismo, terminó sucumbiendo en la necesidad de Hollywood de hacer finales felices, creando un final decepcionante, diría artificial y hasta infantil, desaprovechando un final que hubiera sido perfecto si lo cortaban unos 30 minutos antes, y más pareciendo a un final de la serie que tanto intentaron distanciar de Crepúsculo.
Canción de hielo y fuego. Crítica a ‘Hunger Games: Mockingjay Part 2’ Y así termina una saga de películas muy sinuosas, con momentos álgidos y clichés abominables. La impresión inmediata es la de un film emocionante que concluye el relato de un mundo del que ya no queremos saber nada más.
Los juegos del hambre: Sinsajo – El final es la última parte de la franquicia cinematográfica liderada por Jennifer Lawrence. Las adaptaciones de la trilogía creada por Suzanne Collins se convirtieron en cuatro películas cuando Sinsajo, el último libro, fue dividido en dos partes. Sinsajo – El final comienza donde termina Los juegos del hambre: Sinsajo – Parte 1, luego de que los rebeldes del Distrito 13 lograran rescatar a Peeta (Josh Hutcherson). Con Panem en una nueva guerra y Katniss (Lawrence) como la cara de la revolución, el distrito subterráneo debe juntar todas sus fuerzas para derrotar al Capitolio y terminar el régimen impuesto por el Presidente Snow (Donald Sutherland). La mayor amenaza está fuera, pero Peeta, dominado por las torturas que sufrió en su confinamiento, está dispuesto a matar a Katniss.
Los Juegos del Hambre: Sinsajo, Parte 2 no es otra Matrix Revoluciones, pero es otra conclusión de saga que te deja mal sabor en la boca. Honestamente no tiene nada que ver la diletante del climax - al menos todos los villanos tienen su merecido de una forma u de otra - sino con que la película es larga y estática. Ok, hay secuencias de acción, pero el estampido de las explosiones sólo sirven para despertarte del sopor producido por largas escenas melodramáticas en donde el trío principal intenta resolver sus cuitas románticas. Honestamente, nunca le interesó demasiado a nadie el aspecto romántico de la historia - ya que siempre estuvo subdesarrollado y no llegó a los culebrones de otras sagas como, p.ej., Crepúsculo - pero acá los responsables de esto cometen el pecado de creerse su propia prensa, y le dan una importancia excesiva al insípido menage a trois de Katniss, Peta y Gale - o, sí se quiere, se ven obligados a darle bola al romance pagando los pecados del subdesarrollo previo de los capítulos anteriores -, matando lo que debería haber sido un último estamento plagado de acción y emoción. Odio los filmes largos. Los Juegos del Hambre: Sinsajo, Parte 2 dura dos horas 16 minutos y, créanme, se hacen eternos - incluso para mí, que he sido fan de la saga desde la primera película -. Jennifer Lawrence sigue irradiando carisma, y Donald Sutherland & Julianne Moore desbordan de ponzoña pero los noviecitos de la protagonista son la mar de insulsos y están demasiado tiempo en pantalla. Entre eso y toda la burocracia verbal de la revolución, la cosa se vuelve densa hasta ver recién algunos disparos al final de la primera hora. El tema, como siempre, es la manipulación de los medios, los cuales montan todo un teatro para ensalsar a los íconos de la refriega y convertirlos en objetos de propaganda. Katniss se harta de eso y arma sus propios planes, pero la retorcida de Alma Coin tampoco quiere que la ídola de multitudes despegue demasiado. Katniss muerta es mas útil que viva; su imagen de mártir se puede manejar como se quiera, amén de no representar una posible amenaza a su poder. Es por ello que decide no retirarla del frente y, por el contrario, prefiere mandarle un desquiciado Peta - programado para matarla - para que haga de niñera. Pero el ida y vuelta entre estos flacos es tan excitante como enchufarse 4 pastillas de Valium juntas. terminal de ventas para celulares Android Si la acción aparece en cuentagotas, el otro problema es que el final es mucho mas rebuscado de lo que debiera. La complicación atenta contra la satisfacción, y a uno no le da la impresión que Katniss haya triunfado o que la justicia haya regresado a Panem, sino que todo se ha solucionado de manera bizarra. (alerta spoilers) La heroína saliendo por la puerta trasera, una larguísima secuencia post climax (que mata la adrenalina de la situación - si es que había algo de eso para ese momento- y que tampoco te deja satisfecho)... Digo: es un final bastante triste y anónimo para la heroína que representaba el icono moral de la revolución. La carta de Plutarch (leída por Woody Harrelson, ya que para esa altura Philip Seymour Hoffman estaba viendo crecer las flores desde abajo debido a una sobredosis de drogas) es una solución tan abreviada como mal cocinada, como si un tipo te leyera en voz alta las páginas del libreto que faltan. No es un problema de que Katniss no mate a Snow (el cual termina siendo despedazado por el gentío) y sí mate a Coin, sino que todo el final está manipulado y estirado, y le quita toda la gloria a la valiente que contribuyó a que la revolución derrocara a los villanos.(fin spoilers) Cuando la última entrega de una saga millonaria viene floja con la recaudación, significa que la gente le ha dado la espalda por algo; que prefiere esperar a alquilarla simplemente porque el rumor boca a boca no es bueno. Los Juegos del Hambre: Sinsajo, Parte 2 no es un filme horrible, pero está lejos del espectáculo excitante que debería haber sido. Es sencillamente una película gris, larga y demasiado complicada para lo que debería haber sido simple, breve y venal. En vez de un estruendo obtenemos un susurro, y eso es decepcionante en vista del tiempo invertido y las expectativas creadas.
Final con gusto a poco El esperado final de la saga cinematográfica de "Los Juegos del Hambre" cumple con el espectáculo visual y cierra los capítulos de nuestros protagonistas preferidos, aunque debo decir que me dejó un gusto a poco, con ganas de un final más potente y emotivo. La primera entrega de la saga a cargo del director Gary Ross ("Seabiscuit"), si bien tenía algunas carencias propias del lanzamiento de una saga de la cual no se tenía certeza de que funcionara, me pareció fantástica, fresca y con mucho entretenimiento para ofrecer. Luego vino la segunda parte ya a cargo del director que se responsabilizó por todas las demás secuelas, Francis Lawrence ("Soy Leyenda", "Constantine"). Esa segunda parte en mi opinión era también muy buena aunque ya comenzaba a mostrar signos de sacrificio de integridad cinematográfica en pos del negocio en el que se convirtió la saga. Ya con la tercera y última parte dividida en dos, quedó muy claramente a la luz que se estaban concentrando más en ofrecer un producto correcto, sin demasiados riesgos y con poca creatividad, que les asegurara una buena recaudación más allá de que el público se fuera realmente satisfecho de la sala de cine. La primera parte, "Sinsajo 1", fue prácticamente una vergüenza. Dos horas de un chicle estirado que no tenía casi nada de interesante. Una preparación del terreno para la llegada de la segunda parte. En "Sinsajo 2" se resuelve la epopeya y se ofrece mucha más acción y emotividad que en la primera parte, aunque se nota de nuevo que el foco estuvo puesto en salirse con la suya en términos de recaudación en lugar de ofrecer algo realmente innovador e interesante. La acción es buena pero no llega a ser épica. Los momentos dramáticos y de emotividad son correctos pero no llegan a poner contra las cuerdas al espectador. Las actuaciones de los protagonistas son adecuadas y profesionales, pero nada del otro mundo que nos deje una gran frase o una imagen espectacular grabada en la mente. ¿Termina bien? Sí, termina bien. Resuelve los cabos sueltos de las películas anteriores. ¿Es el final que se merecía la saga? Mmmm... creo que se podría haber hecho algo mucho mejor. Para los fans más acérrimos, están todos los personajes más queridos y tienen su momento destacado, aunque creo que el final de algunos quedó desdibujado por la vorágine del cierre. Para los demás espectadores que notaron el decaimiento de la saga, este va a ser un cierre poco recordado, correcto, pero con gusto a poco.
Conclusión de una distopia bien concebida. La primera parte de Mockingjay fue excesivamente aburrida, pero es indudable que sirvió para sentar las bases de la conclusión de la saga. Mockingjay 2 culmina exitosamente la fenomenal adaptación a la pantalla de una célebre obra literaria de ciencia ficción que explora el costado más siniestro de nuestra naturaleza antropológica. Hay méritos suficientes para asegurar que The Hunger Games es una gran saga en su género. Buena cinematografía y muchísimo compromiso argumental la definen como una excelente propuesta de ciencia ficción, que no sólo funciona como entretenimiento, sino y fundamentalmente como una aguda crítica a la sociedad. Es muy interesante el trabajo que han hecho los realizadores en cuanto al mensaje del filme, que plantea un futuro distópico exagerado, pero con características propias de la realidad. La cuarta y última entrega concluye bien la historia, conservando la eximia narrativa de las partes anteriores y retomando la acción y el suspenso, que habían sido postergados en Mockingjay 1. The Hunger Games concluye según las expectativas: muy bien. Es verdad que Mockingjay 1 y 2 podrían haber sido una sola película larga, pero eso no llega a arruinar la experiencia, sino que apenas la prolonga innecesariamente. Pocas propuestas del tipo muestran tanto compromiso narrativo para con su trama y protagonistas. En una época en que sobran las sagas adolescentes y descerebradas, The Hunger Games hace la diferencia.
Llega a los cines argentinos la última entrega de esta historia surgida en una trilogía de novelas y que catapultó a la fama a la actriz Jennifer Lawrence. Pasaron ya tres años y medio del estreno de la primera entrega de Los Juegos del Hambre y en el medio ocurrieron una serie de hitos que transformaron a su protagonista, Jennifer Lawrence, en la actriz mejor paga de Hollywood en la actualidad. La joven ganó un Oscar en 2013 por El Lado Luminoso de la Vida y fue nominada nuevamente por Escándalo Americano al año siguiente y en 2015 ganó la friolera de 52 millones de dólares según la revista Forbes. Por eso, para analizar el fenómeno de una serie de películas basadas en la distopía apocalíptica escrita por Suzanne Collins es imposible separar el mismo de la figura de Lawrence y determinar a si el éxito corresponde a la literatura, a la actriz o a un combinado de ambos. En el caso de este nuevo filme, el cuarto ya, cabe aclarar que es la segunda parte de la adaptación del tercer libro y por ende un intento de los productores de extender lo más que se pueda la vida útil de la licencia, al igual que hicieron antes con Harry Potter y las Reliquias de la Muerte y, más recientemente, El Hobbit. Esto quizá le juegue en contra al film, cuya primera parte ya se notaba muy estirada y no hace otra cosa que repetir la tendencia que a en ocasiones se transforma en una pesadilla dados los 137 minutos de duración de la producción. Con tal cantidad de tiempo, hay tiempo de sobra para que casi todos los personajes del filme se despidan de los fanáticos, sobre todo actores como Elizabeth Bank, cuya Effie casi ni figura en la novela original, o Woody Harrelson y su inolvidable Haymitch. El director Francis Lawrence (realizador de los tres últimos filmes) comprende lo que tiene en mano y trata de aplicar su dinamismo narrativo en la medida de lo posible y transforma a Sinsajo parte 2 en una de acción en la que los tres protagonistas (Jennifer Lawrence, Josh Hutcherson y Liam Hemsworth) se llevan la mayoría de las escenas. Así y todo, las apariciones de los veteranos Donald Sutherland, Julianne Moore y el fallecido Phillip Seymour-Hoffman son tan intensas como para quedar en la memoria. Redondeando, el final de Sinsajo cumple con lo prometido sin grandes sorpresas pero queda en claro que hubiese ganado muchos puntos si hubiese sido exhibida en cines en una sola película de larga duración –tal como ocurrió con la segunda entrega- y reservado todas las escenas extras para la televisión o la edición en DVD pero los ánimos de lucro son más fuertes en Hollywood. En el lado positivo, Jennifer Lawrencce actúa (y bien) en el 98 por ciento del filme.
Hay que admitirlo sin rodeos, guste o no, Los juegos del hambre no sólo representa una de las sagas más rentables de los últimos años, sino también un movedizo relato que se atrevió a un recorrido más inquietante que el de la mera repetición de fórmulas destinadas al voraz consumo del público adolescente. El mayor mérito de la trilogía de novelas de Suzanne Collins, replicada en cuatro películas, es el de haber enaltecido la figura de una heroína trágica y carismática, una Katniss Everdeen que evolucionó constantemente a la par de su portadora, la descomunal Jennifer Lawrence. Sinsajo - El final arranca sin preámbulos con el reencuentro entre Katniss y Peeta (Josh Hutcherson), una dupla que atravesó diferentes vaivenes en las entregas anteriores. Víctima del tiránico presidente Snow (Donald Sutherland), Peeta ha sido sometido a una operación de lavado de cerebro que lo dejó en un encarnecido odio hacia Katniss. Así y todo, ellos serán parte del pequeño grupo de revolucionarios provenientes de los distintos distritos ahora aliados contra Snow. La resolución del dilema romántico de una heroína erigida en líder de la rebelión se mantiene en un discreto segundo plano. Y esto puede ser tomado como un acierto o una falencia de este capítulo de la saga. Es un mérito, en el sentido de que aquí la urgencia pasa por terminar con el espiral de violencia generado por Snow. Y es en parte fallido, por la poca evolución e impronta de los dos personajes entre los que pendula Katniss: Gale (Liam Hemsworth) y el mencionado Peeta. La película cumple con los altos niveles de descarga adrenalínica que quedaron pendientes en la primera entrega de Sinsajo. Las secuencias de acción son impactantes, feroces y creativas. En tanto que los interludios se reparten entre instancias que potencian ese trance en el que nos sumerge Katniss, y otros momentos que no logran cobrar del todo vuelo. Así y todo, esta franquicia refuerza en su despedida su tono oscuro e insurrecto. En un escenario político global tan convulsionado y bélico como el que estamos atravesando, resulta por demás incómodo que un film mainstream se atreva a a plantear escenas como la de un ataque en el que varios civiles resultan masacrados, y que avance con tanta vehemencia hacia la destrucción absoluta del totalitarismo. El film lleva hasta sus últimas consecuencias la carga simbólica con la que sobrevuela un pájaro como el sinsajo, el ensamble de la esperanza y la rebelión, el ideal de la refundación de la humanidad. Es cierto que conceptos como los de la lucha de clases, la manipulación de los gobernantes sobre sus súbditos, y la mediatización del poder y la violencia; podrían adquirir un desarrollo más profundo e incisivo, pero en tiempos de reduccionismo total y de un Hollywood cada vez más lejano de la línea inconformista que supo cultivar a fines de los '60, resulta desafiante que una saga haya captado al público masivo con un puñado de planteos políticamente incorrectos. Y si bien Snow (impecable Sutherland) es mostrado siempre como un déspota sumamente impiadoso, la idea de ingresar como sea al Capitolio y asesinarlo es la síntesis de una tensión ideológica que se debate entre el ideal de justicia y el brutal ajuste de cuentas. Quizás los últimos minutos de Sinsajo - El final resulten un tanto almibarados, pero el cierre de esta saga, que incluye apariciones de un Philip Seymour Hoffman al borde de lo espectral tras su muerte en pleno rodaje, deja una sensación de incomodidad que va más allá del despliegue espectacular. Hollywood todavía es capaz de crear heroínas dotadas de una hipnótica carga mística: Katniss Everdeen, jamás te olvidaremos. Los juegos del hambre: Sinsajo - el final / The hunger games. Mockingjay - Part 2 / Estados Unidos / 2015 / 137 minutos / Apta mayores de 13 años / Dirección: Francis Lawrence / Con: Jennifer Lawrence, Josh Hutcherson, Liam Hemsworth, Donald Sutherland, Julianne Moore, Philip Seymour Hoffman.