Una excelente película para disfrutar de punta a punta. Para que sepas que es verdad y que no, lte comento que no es real el personaje de Kevin Costner, ya que en realidad está basado en tres diferentes directores de la NASA. Tampoco son reales los...
Bien podría ser un estreno más este film basado en el libro de Margot Lee Shetterly sobre la verdadera historia del papel que cumplieron las mujeres afroamericanas en la carrera aeroespacial de los EEUU durante los años 50-60, en plena Guerra Fría. - Publicidad - Sin embargo, Talentos ocultos está nominada a mejor película para los próximos Oscar, mejor guión adaptado y mejor actriz protagónica, y así es elevada por Hollywood como una película importante, y uno de los últimos emblemas antirracistas de la era Obama, período que seguramente tuvo cumbre en la fastuosa Lincoln de Steven Spielberg. Acá no hay fasto. Hay tal vez sí consciencia que los tiempos que se vienen no son fáciles. Que siempre es mejor mirar el pasado, en este caso no tan lejano, para entender la historia de la discriminación racial, a la que se le suma otra discriminación, la de ser mujeres. Salvo del maltrato policial, ni el hecho de trabajar en la NASA salva a estas mujeres de viajar en la parte de atrás de los buses o de tener que ir a los baños para “negros” o de no poder tomar café de la misma cafetera que los blancos. La película cuenta la historia de la matemática afroamericana Katherine Johnson y sus dos colegas, Dorothy Vaughan y Mary Jackson, parte del equipo de la NASA en las áreas de cálculos, chequeos matemáticos y físicos. Ellas son universitarias, de cierta clase acomodada pero sometidas a la misma segregación que toda su comunidad. Me surge comparar esta historia con la de serie inglesa The Bletchley Circle, en la que un grupo de mujeres tras varios años de trabajar en secreto en la decodificación de los códigos nazis se ponen a investigar por su cuenta casos comunes, aquel lugar, Bletchey Park al que también pertenecia Alan Turing (acusado de homosexual) en el mismo trabajo de desciframiento y del que se ocupó la película Código enigma. Las historias de científicos ocultos o especialistas que cumplieron un papel fundamental durante y después de la Segunda Guerra Mundial es dada a luz en los últimos años, algunos de ellos pertenecen a minorías dobles y esto las hace más interesantes, pero normalmente a través de películas bastante mediocres, que ponen por delante de toda otra cosa el didactismo del mensaje. La película de Theodore Melfi, conocido por St Vincent con Bill Murray., no escapa de esa media.
Empoderamiento y profesión Lejos del cenit cualitativo pero también evitando la típica lavada de manos ideológica que reclama cierta crítica de derecha adepta a celebrar el entretenimiento por el entretenimiento en sí, Talentos Ocultos (2016) ces una realización digna que aboga por el respeto de las diferencias en el ámbito labora… Como a Hollywood le encanta explayarse sobre terreno político ya ampliamente ganado, y para colmo amoldando los films a esas estructuras narrativas habituales que nos conducen a un mensaje aleccionador un tanto obvio a esta altura del partido, hoy nos topamos con Talentos Ocultos (Hidden Figures, 2016), una película redundante aunque prolija y sincera que analiza la segregación en los Estados Unidos durante la década del 60 a través de la participación de tres mujeres afroamericanas en el incipiente programa espacial. La discriminación y el odio ya han sido trabajados en el pasado mediante el formato “drama serio oscarizable”, no obstante aquí el convite incorpora y supera en parte los estereotipos retóricos tradicionales debido a una interesante superposición de temáticas y al intento de hermanarlas con el objetivo de darle una vuelta de tuerca -o varias- al acervo de siempre. Si bien la trama amaga una y otra vez con centrarse exclusivamente en Katherine G. Johnson (Taraji P. Henson), una mujer que desde pequeña demostró una enorme facilidad para los cálculos matemáticos, a decir verdad el relato posee una arquitectura coral que incluye un par de historias secundarias, las de sus amigas y colegas Dorothy Vaughan (Octavia Spencer) y Mary Jackson (Janelle Monáe). Todas se desempeñan en la NASA como “computadoras”, un cargo que abarca la resolución de una infinidad de incógnitas en torno a la trayectoria y la resistencia de la nave/ cápsula que el gobierno norteamericano pretende lanzar al espacio para que complete varias órbitas terrestres. Mientras que Jackson trata de convertirse en ingeniera y Vaughan desea que la asciendan a supervisora, Johnson debe lidiar con una reasignación a un departamento lleno de hombres blancos prejuiciosos. Por supuesto que de allí en más el devenir nos presenta cómo los susodichos le hacen pagar a la protagonista principal el “derecho de piso”, un proceso tortuoso en el que curiosamente sólo tendrá un aliado, su jefe Al Harrison (interpretado por un excelente Kevin Costner, quien se come cada escena en la que aparece), responsable de un equipo de la NASA orientado a garantizar la infalibilidad de los cálculos matemáticos de la misión. Como señalábamos con anterioridad, las ansias de la obra pasan por la combinación de tópicos, a saber: los derechos civiles de los negros, el empoderamiento de las mujeres en ambientes machistas, los resquicios y arbitrariedades del desarrollo profesional, la construcción de una familia ante trabajos muy demandantes, el ideal de los logros colectivos que enaltecen a todo un país y finalmente aquella “carrera espacial” contra los rusos, de índole geopolítica. Sin duda el realizador Theodore Melfi, cuyo opus previo St. Vincent (2014) constituyó una grata sorpresa, hoy es el artífice fundamental de los éxitos de la película porque cualquier otro colega nos hubiese entregado una epopeya desbalanceada en términos dramáticos -o quizás caótica- ya que muy pocos directores saben aprovechar la narración en mosaico y sus potencialidades a nivel del apuntalamiento de los personajes. Por suerte la corrección política, algunos momentos de sensiblería y cierto oportunismo general (centrado en la contingencia de no aportar ningún desvío para con una senda recurrente del mainstream y el indie como la segregación) no ensombrecen el film y sus fortalezas, léase su corazón humanista, la sensatez del elenco y la convicción con la que cobra vida la trama. Talentos Ocultos es una propuesta amena que funciona al mismo tiempo como un pantallazo por la prehistoria de la informática y como un retrato de los imponderables alrededor del hecho de ser una mujer negra durante aquella etapa de revueltas sociales y feminismo rudimentario…
Resistencia Cuando la temporada de premios se acerca, hay una serie de películas que comienzan a aparecer y que, en la superficie, pueden ser entendidas como producidas únicamente con el fin de ganar algo. Films que ahondan en dramas humanos, generalmente inspirados por hechos reales, a los que se convoca a una serie de estrellas para que los protagonicen y así lograr impactar en la taquilla y llegar a cada vez más espectadores con mensajes pseudo trascendentales. Pero hay veces que la ecuación supera el planteo inicial, y es cuando películas como Talentos ocultos (Hidden Figures, 2016), de Theodore Melfi (St. Vincent), terminan por construir narraciones empáticas en las que se destacan valores a partir de la particularidad de la historia que cuenta y desde allí proyectar algo más que un producto efectista. En Talentos ocultos viajaremos a la década del sesenta del siglo pasado, en los avances de la carrera espacial y la guerra fría, para asistir a la lucha de un grupo de mujeres afroamericanas, encabezado por la matemática Katherine Johnson (Taraji P. Henson), empleadas de la NASA, que sufrieron todo tipo de discriminaciones al intentar perseverar en la búsqueda de sus metas y encontrar un lugar similar al de los hombres que digitaban todo en ese momento. El color de la piel fue uno de los factores principales, pero no el único. Como mujeres debieron superar condiciones laborales desiguales en las que sus superiores, por prejuicio, las habían relegado a tareas menores, desaprovechando todo su potencial y conocimiento, y, en algunos casos, hasta a neutralizarlas. Theodore Melfi, al igual que en su película anterior, se esmera para lograr que los personajes no sean bidimensionales y va mostrando a lo largo del metraje diferentes aristas de cada uno, que enriquecen la propuesta y dinamizan un relato tradicional, tenso hacia el final, pero con un claro objetivo de entretener con mieles y sin sabores por igual. Talentos ocultos afianza sus ideas cuando a partir del humor refuerza y acentúa características de sus protagonistas -el verdadero talento del film- con Taraji P. Henson a la cabeza, pero también con Octavia Spencer (nominada por el papel al Globo de Oro y los premios Oscar de la Academia), Janelle Monáe, Kevin Costner, Kirsten Dunst y Jim Parsons.
Genias y figuras. Talentos Ocultos nos propone ver la carrera espacial -historia que el cine ha contado numerosas veces y de la mano de distintos géneros- desde una perspectiva diferente e interesante. En este caso los protagonistas no son los valientes astronautas primerizos, sino todos aquellos que hicieron posible que una sofisticada nave pueda abandonar el planeta tierra y llegar al espacio exterior. Más específicamente, la película va tras los pasos de Dorothy Vaughan (Octavia Spencer), Mary Jackson (Janelle Monáe) y Katherine Johnson (Taraji P. Henson), tres brillantes mujeres afroamericanas cuyas innovadoras ideas en materia de computación, física y matemáticas, las llevaron a convertirse en miembros fundamentales de la NASA. Pero estas mujeres no sólo hicieron posible algunas de las hazañas científicas más importantes de la humanidad, sino que también hicieron historia enfrentando una realidad completamente hostil, logrando romper con todos los prejuicios raciales y de género que pesaban sobre ellas. La película transcurre durante la carrera espacial entre Estados Unidos y Rusia, que si bien duró desde 1957 hasta 1975, sólo abarca los últimos años de la década de los 50 y los primeros de la del 60, época donde la segregación racial era total y las mujeres gozaban de muy pocos derechos; motivo por el cual todo lo que logrado por este trío de científicas tiene doble mérito. Es interesante la ligereza con la que el director nos presenta esta historia que, por sus elementos, es propensa a caer fácilmente en el golpe bajo, el melodrama, o el aleccionamiento social. Ojo, con esto no quiero decir que la película explora su temática sin tomársela en serio. Por supuesto que hay drama. Por supuesto que hay comentario social. Pero todo en la medida justa, gracias a un guión conciso que se toma el tiempo para desarrollar sus personajes y de describir el drama de una realidad histórica. Con algo de humor y sin perder de vista lo que quiere contar, sumado a una muy correcta dirección y un ritmo muy ágil y ameno a pesar de sus dos horas de duración. Esta forma de encarar la historia hace que la película pueda ser disfrutada por toda la familia, algo positivo ya que la temática suele ser abordada mayoritariamente en películas apuntadas al público adulto. Si bien Talentos Ocultos recorre casi todos los lugares comunes que acostumbran transitar este tipo de dramas optimistas y el relato es predecible desde el primer momento, no deja de ser una historia bien contada de la cual se puede disfrutar. Las actuaciones son de primer nivel. Incluso aquellos actores como Kevin Costner y Kirsten Dunst que no pasan mucho tiempo en pantalla están muy bien. Pero por supuesto que el trío protagónico se lleva todos los aplausos. Si bien la gran Taraji P. Henson se destaca entre ellas porque su personaje es el más explotado, cada actriz tiene su momento para brillar y lo aprovechan al máximo. Conclusión: Talentos Ocultos es un film sin demasiados sobresaltos que no va a romper con ningún estandarte de Hollywood, pero su forma amena y entretenida la vuelven una buena opción para toda la familia.
Nominada a tres premios Oscar y reciente ganadora del Screen Actors Guild Award al Mejor Elenco, esta película que reconstruye el caso real de tres mujeres negras que fueron clave dentro de la NASA a principios de la década de 1960 resulta entretenida y eficaz en sus objetivos. En 1961 los Estados Unidos estaban perdiendo la carrera espacial. La Unión Soviética había comenzado una serie de expediciones exitosas, mientras los norteamericanos acumulaban una decepción tras otra. En la sede de la NASA en Virginia -uno de los centros de la segregación racial- los ingenieros (todos hombres y blancos) trataban de calcular las trayectorias de los cohetes y establecer la seguridad de las misiones. En ese contexto, fueron tres mujeres negras (aquí interpretadas por Taraji P. Henson, Octavia Spencer y Janelle Monáe) quienes finalmente tuvieron un papel destacado en cuestiones como los chequeos matemáticos y la programación de las primeras computadoras IBM. La reconstrucción de esas historias de vida es el eje de esta película correcta en su narración (sin ánimo peyorativo podríamos definirla como un sólido telefilm) y eficaz en sus objetivos: la auto-afirmación de la comunidad afroamericana con una fábula tan inspiradora como motivacional y -también a tono con estos tiempos- con un toque feminista y sin descuidar la cuestión patriótica (las protagonistas son unas heroínas surgidas de la clase trabajadora que terminan ayudando al desarrollo y el triunfo de su país). El director y coguionista Theodore Melfi (cuyo único antecedente era la también simpática St. Vincent, con Bill Murray y Melissa McCarthy) maneja el film con un tono exagerado y zumbón, una apuesta visual desbordante y una mirada algo inocente, pese a abordar temas densos como el machismo o el racismo. Esa bienvenida ligereza le asegura un encanto y una fluidez que le permite sortear algunos lugares comunes, cierta condescendencia y una descripción bastante elemental de los conflictos familiares e íntimos de las protagonistas. El histrionismo de las tres actrices y el aporte en papeles secundarios de nobles intérpretes como Kevin Costner y Mahershala Ali (el jefe y el militar enamorado del personaje de Taraji P. Henson, respectivamente) hacen de Talentos ocultos -algo así como una combinación entre Historias cruzadas, Jinetes del espacio y El código enigma- una película irresistible en los términos que está planteada.
Unas mentes brillantes Katherine Johnson, Dorothy Vaughan y Mary Jackson fueron tres matemáticas, ingenieras y astrofísicas afroamericanas que trabajaron en el Langley Research Center de la NASA y fueron esenciales para el éxito del Programa Mercury (1961-1963), con el que Estados Unidos pretendía poner al astronauta John Glenn en órbita alrededor del globo, en el contexto de la carrera espacial de la Guerra Fría. Claves en la carrera espacial de los años 60, nunca ocuparon un lugar destacado en la historia nada más que por ser negras. Talentos ocultos (Hidden Figures) está basada en el libro homónimo de Margot Lee Shetterly y es el tercer largometraje como director de Theodore Melfi (luego de Winding Roads y St. Vincent), quien también hizo la adaptación de esta historia que muestra lo absurdo y cruel de la segregación racial. El film sigue a Katherine Johnson (Taraji P. Henson) desde su infancia, cuando ya daba muestras de una gran capacidad para las matemáticas. Con el apoyo de sus padres y maestros superó los obstáculos que su condición de mujer y además de raza negra le imponían y pasó a la historia por ser la primera en romper esas barreras. Ya de adulta conoce a Dorothy Vaughan (Octavia Spencer), una ingeniera espacial encargada de un grupo de matemáticas; y a Mary Jackson (Janelle Monáe), graduada en Matemáticas y Ciencias Físicas. Theodore Melfi equilibra el drama y la comedia, presentándonos a tres mujeres cordiales e insistentes, quienes hacen frente a la marginación y el rechazo. Se da lugar para explorar las condiciones de amigas, madres y esposas junto a sus talentos para las ciencias exactas. El reparto es de excelencia. No solo porque cada uno encara su papel de forma determinante, sino porque la química entre ellos es notoria, incluyendo a Kevin Costner y Mahershala Ali, quienes ofician de secundarios. La apuesta visual y ambientación de la época deslumbran, y si bien puede pecar de tomar la temática muy por arriba, es una película ligera que no abusa en golpes bajos. Es de ese tipo de films que nos inspiran en la vida y uno termina de verlo con una sonrisa. Estas tres mujeres afroamericanas, que integran dos de los grupos humanos más históricamente discriminados, tienen con Talentos ocultos su merecido reconocimiento a través del cine, con una trama sencilla que da gusto de ver.
Mujeres de carrera espacial. Talentos ocultos es una de esas películas que se ganan al espectador desde la primera escena. No hay matices en la película, todo es ir para adelante y desearle a las tres protagonistas una victoria contundente y definitiva. Una película eufórica, para la alegría de los espectadores que acepten jugar el juego y un poquito de enojo para quienes la sospechen demagógica. Yo acepté el juego y la disfruté muchísimo, incluso el tráiler trasmitía esa alegría. La acción que cuenta la película comienza en Estados Unidos en 1961, durante la carrera espacial. La Unión Soviética estaba ganando la competencia con expediciones exitosas y Estados Unidos parecía que no llegaría a ponerse a la par jamás. En la sede de la NASA, en el estado racista de Virginia, necesitaban verificar la seguridad de las misiones a través de cálculos matemáticos y el equipo no estaba logrando el resultado deseado. El equipo principal, todos ingenieros hombres y blancos, necesita ayuda para salir del estancamiento. Lo que la película cuenta es la historia de tres mujeres negras que a través de su destacado trabajo lograron vencer prejuicios y ayudar a Estados Unidos a ganar finalmente la carrera espacial. Frente a las muchas discusiones sobre racismo que hay en la industria de Hollywood y las acusaciones que pesan sobre los premios Oscar, Talentos ocultos parece ser la película exacta para cumplir con la corrección política pero si caer en discursos pesados o acusatorios. La película es, como casi todos sus personajes, adorable. Es divertida, graciosa, tiene un gran ritmo y consigue su objetivo ideológico de punta a punta. El racismo y el machismo de aquella época hoy se ve como algo tan absurdo que no hay riesgo alguno en atacarlo y pasarle por encima. No hay polémicas en la película, todos estamos del mismo lado. Sí hay conflictos, angustia, pero que transcurra en el pasado ayuda a sentirse menos preocupado. Claro que funciona como una denuncia de la actualidad, pero jamás es agresiva y, tal vez por eso, muchísimo más efectiva. Es imposible no querer a las tres protagonistas, es complicado no lagrimear frente a los grandes momentos de la película, está fuera de discusión que cuando aparece Kevin Costner todos sabemos que es para hacer el bien y nada más que el bien. Esta no es la clase de películas que suele recibir premios porque el público es su gran objetivo. Pero si la coyuntura política le da nominaciones a Talentos ocultos y no a otros bodrios bajadores de línea de años anteriores, bienvenidos sean los premios. Gane o pierda, el objetivo político y cinematográfico lo logró con creces. Y sí, está basada en una historia real, lo que nos advierte con tiempo que debemos reservar nuestros pañuelos para el momento en el cual aparezcan los títulos del final con fotos y todo lo que uno imagina.
La historia de estas computadoras humanas, matemáticas geniales, mujeres negras que fueron fundamentales para la carrera espacial de EEUU es de tal fuerza que uno puede obviar la manera convencional de contarla del director y su guionista. Es que estas tres historias, en un medio ambiente hostil, de segregación racial, de injusticia constante, donde la discriminación se toma como ley, unido al talento singular de estas tres mujeres, tiene la fuerza de un torbellino en la época en que EEUU se embarco en la carrera espacial donde los rusos dieron el primer éxito con su Spútnik. Las hasta ahora “desconocidas” Katherine Johnson, Dorothy Vaughn y Mary Jackson. Un trío de formidables actrices: Taraji Henson, Octavia Spencer (nominada al Oscar por esta labor) y Janelle Monáe (famosa cantante con gran futuro como actriz) le dan vida a estas mujeres que según la peli- que casi las muestra como santas- lo soportaron todo (ganar menos, ser ignoradas, baños para gente de color, cafeteras separadas, no poder estudiar en la universidad) pero ganaron su lugar en un momento en que los movimientos por la igualdad estaban en plena ebullición. Da escalofríos pensar que en plena era espacial EEUU era un país tan retrogrado en materia de discriminación. Estas heroínas merecen la admiración, verdaderas computadoras humanas cuando todos los cálculos se hacían a mano, que fueron pioneras con las primeras computadoras y se transformaron en programadoras lograron sin dudas pasos de gigantes. Por eso no importan tanto que la película tenga un relato tan previsible porque la historia contada es excepcional. Con gran elenco: Kevin Costner, Kristen Dunst, Jim Parsons, Mahershala Ali y siguen los nombres. Vestuario y ambientación perfectos. Para la emoción y el descubrimiento.
Tres mujeres afroamericanas revolucionan la Nasa, cada una desde su lugar y su talento. La matemática Katherine Johnson, gran interpretación de Taraji P. Henson, se destaca entre los empleados (hombres y mujeres) y se convierte en pieza importante para poner en órbita al astronauta John Glenn. Gracias a sus cálculos, el astronauta fue el primer estadounidense en orbitar la tierra. La película nos lleva a los años 60’s donde las personas de tez negra eran discriminadas (mucho más que ahora). Una NASA donde hay cafetera y baños para personas de color. El sector más alejado y peor cuidado del edificio es para un grupo de mujeres de color que la tienen mucho más clara que cualquiera. El trío protagónico, que realiza un gran aporte a la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA), está conformado por Mary Jackson (divino papel interpretado por Janelle Monáe), Dorothy Vaughan (Octavia Spencer quién tiene una nominación a los Oscar por su interpretación) y la ya mencionada Katherine Johnson (Taraji P. Henson). Cada detalle desde el maquillaje, vestuario y escenografía está altamente cuidado y acorde a la época. Los looks de estas mujeres y la música nos transportan a los años 60’s. Nos indigna tanta desigualdad y nos emociona como estas mujeres fueron haciéndose lugar para convertirse en grandes contribuyentes para la aeronáutica americana. Cabe destacar los personajes de Kevin Costner (Al Harrison), como el jefe del grupo en el que trabaja Katherine. Un hombre que supo ver el talento de esta mujer e hizo de la planta un lugar un poco más igual para todos. Y la detestable supervisora Vivian Mitchell (Kristen Dunst, OMG! donde quedó la nena de Jumanji o Mary Jane?), quien a pesar de hacerle la vida imposible a las mujeres del ala oeste, tendrá que admitir el conocimiento que tiene el grupo. Aunque por momentos, Talentos Ocultos, puede resultar lenta, lo cierto es que nos cuenta en detalle muchas situaciones que hacen al total, que dan dimensión del esfuerzo y esmero de tres mujeres que no solo hicieron un aporte a la NASA, si no a la historia de las mujeres en general.
Los números no saben de colores. “Presuntamente al que más sabe a la hora de ‘meter’ películas en los Oscar, esta vez al productor Harvey Weinstein le falló el cálculo, dejando la muy calculada St. Vincent fuera de las nominaciones”, escribía en estas misma páginas Horacio Bernades hace exactamente dos años, en ocasión del estreno local del largometraje anterior de Theodore Melfi. A los productores de Talentos ocultos –entre ellos el músico Pharrell Williams, quién además aporta un puñado de temas originales a la banda de sonido– no les fallaron los números en lo más mínimo, a pesar de las cualidades calculadas que comparte con esa película previa. Tres nominaciones no es poca cosa, particularmente en un año en el que deberá competir con otros dos films de “temática afroamericana”: Luz de luna, que lo sobrepasa en cinco casilleros en las diversas secciones de los premios, y la igualmente oscarizada Fences, dirigida y protagonizada por Denzel Washington. Tradicional en su origen y estructura de film basado en hechos reales, ideológicamente inimputable en su descripción de la segregación racial en los Estados Unidos de comienzos de los años 60, atractiva por la temática histórica –los primeros pasos de la carrera espacial en las oficinas y talleres de la NASA– y con una precisión milimétrica para construir un verosímil naturalista en cada gesto de los personajes y elemento de la utilería, Hidden Figures es una película que difícilmente pueda disgustar en el sentido profundo del término. Un clásico caso de ingeniería cinematográfica. O televisiva, dada la alta vara de la producción para la pequeña pantalla existente de un tiempo a esta parte. Aunque la razón también para esto último puede ser otra, muy distinta: el de Melfi es un producto pensado para la pantalla grande que (y tal vez sea hora de cambiar ese paradigma) puede confundirse con un típico telefilm de antaño: el mensaje es más importante que el medio. La saga de las chicas negras que trabajan diariamente en un salón segregado dentro del complejo de la agencia aeroespacial como “computadoras” –así las llaman, utilizando la más precisa definición etimológica–, comienza típicamente con una breve escena de la niñez de una de ellas: Katherine Johnson, niña prodigio del cálculo matemático, es becada para continuar sus estudios. Desde ese prólogo en los años 20, el film salta a lo que será el presente del resto del relato, durante los esforzados tiempos del Explorer I y el Friendship 7: junto a Katherine viajan en el auto, rumbo al trabajo, las también matemáticas Dorothy Vaughan y Mary Jackson, compañeras de cómputos y compinches en la vida fuera del ámbito laboral. El hecho de que sean detenidas momentáneamente por un policía por su color de piel no es un detalle menor, indicador temprano de las batallas que deberán luchar –tanto en el terreno público como en el privado– para vencer prejuicios, trampas legales y otra clase de obstáculos que les impiden realizarse por completo en su carrera profesional y, por ende, en sus vidas personales. Son, desde luego, las figuras ocultas del título original; tan secretas como las “figuras” matemáticas (gracias a la polisemia en idioma inglés) que los físicos e ingenieros intentan develar para que un estadounidense logre finalmente orbitar con éxito alrededor de la Tierra. Una historia “inspiradora” –como gustan decir por aquellas tierras– con una aceitadísima y absolutamente empática encarnación de Taraji P. Henson, Octavia Spencer y Janelle Monáe. Las dos primeras, actrices con una larga trayectoria en cine y tevé; la tercera, actriz y cantante que inicia su carrera en la pantalla aquí y en la ya mencionada Luz de luna. Acompañadas por Kevin Costner y Kirsten Dunst, en roles jerárquicos diseñados desde el guión para romper –lenta, pero inexorablemente– con algunas de las reglas segregacionistas del lugar. El gag recurrente del personaje de Johnson corriendo, ida y vuelta, varios cientos de metros, para utilizar el baño de mujeres “de color” –mientras en la banda de sonido Williams canta “estoy harto y cansado de correr”– es sintomático del film en su conjunto: bienintencionado, amable a pesar de las aristas más oscuras de su temática, sobrecargado de un deseo de agradar al espectador a toda costa.
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Talentos ocultos: las mujeres de la NASA Con un elenco potente y premiado en la actual temporada de festivales Una historia real extraordinaria, la de mujeres negras pioneras en la NASA: una aspirante a ingeniera, otra interesada por el futuro de las computadoras, una especialista en cálculo matemático. De fondo, la carrera espacial de los sesenta y la lucha por los derechos civiles. Con esto, el director y coguionista Theodore Melfi hace una película a la que se le notan el tremendo potencial y, a la vez, los límites. Esos límites son los de la previsibilidad, el esquematismo en cada situación en la que, a la narración convencional, se le agrega la lección exprés de historia desde la mirada esclarecida del futuro. Si a pesar de eso Talentos ocultos se sigue con interés es porque, además del material de base antedicho, Melfi cuenta -como en su película anterior, St. Vincent- con un actor fuera de serie. En St. Vincent fue Bill Murray y aquí es Kevin Costner, un animal cinematográfico como hay pocos, alguien que parece dirigir la acción desde dentro de la escena. Actores y actrices que en otras situaciones de la película hablan y gesticulan de formas eficaces, pero adocenadas, planas, en la interacción con Costner brillan especialmente, como si frente al gran actor liberaran su potencial. Hay, sin embargo, una escena sin Costner que revela la fuerza emocional que subyace en el film, y tiene que ver con una situación de pareja y no laboral-política: allí, con menor preocupación por el didactismo y la simplificación, se revelan una frescura, una cercanía y una vitalidad lamentablemente poco presentes en el resto del relato.
Al mal tiempo, buena cara Al margen de su corrección política, la diversidad y su optimismo, el filme con tres nominaciones al Oscar entretiene. Por 1961 los Estados Unidos y la Unión Soviética estaban en plena y caliente Guerra Fría. Una de las disputas donde ambos países querían demostrar su hegemonía era en la carrera espacial. El sueño no sólo era orbitar, sino llegar a la luna. John F. Kennedy inauguraba su presidencia y quería prevalecer ante los rusos, así que la NASA y sus programas tuvieron una infusión de aire. Pero por esa época en que la segregación racial aún era fuerte, había baño para blancos y gente de color diferenciados, igual que los lugares en los buses, tres afroamericanas y matemáticas trabajarían para que alunizar fuese realidad. Talentos ocultos –que si no fuera por el Oscar so white del año pasado, tal vez hubiera pasado más desapercibida para la Academia de Hollywood, que le dio tres nominaciones al Oscar- trata sobre esos tres seres –además de mujeres, negras- que con su talento para las matemáticas y para descifrar ecuaciones y a fuerza de tesón ganarían su lugar en la NASA. Enfrentaban algo así como el desprecio y ganaron respeto. Igualmente, aunque basada en hechos reales, el director y coguionista Theodre Melfi (blanco) se tomó libertades como alterar las fechas en que suceden algunos episodios que catapultan a las tres protagonistas -Katherine G. Johnson (Taraji P. Henson), Dorothy Vaughan (Octavia Spencer) y Mary Jackson (Janelle Monáe)- para que todo cuadre mejor en los 127 minutos que dura el filme. El racismo y el sexismo están a la orden del día en la película, que tiene a Kevin Costner como el director del proyecto espacial, quien desde Los Intocables y JFK siempre supo ponerse del lado de los buenos y los más justos. Tendrá su momento de cuasi heroísmo ante la segregación, pero –y en eso la película suma puntos- es un hombre práctico: si Katherine tiene que caminar cuadras para ir al baño de mujeres negras y eso significa pérdida de tiempo, será expeditivo en la solución. Hechos y no palabras. Aunque llena de palabras está Talentos ocultos, como de actores que también aparecen en otro estreno candidato al Oscar de hoy, Luz de luna (Mahershala Ali y la cantante y actriz Janelle Monáe). Es políticamente más que correcta, y cierra como con un moño las expectativas de un filme en el que la diversidad se premie y a la vez se juzgue el prejuicio -el que sea- y, claro, muestre que los estadounidenses pueden conseguir lo que se propongan. Al mal tiempo, buena cara, en un mensaje más optimista que pesimista, y con la música de Pharrell Williams como leitmotiv en algún momento. De eso se trata.
CON LAS MEJORES INTENCIONES A fines de los cincuenta la carrera espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética era el emergente de la Guerra Fría y llegar al espacio, poner un hombre en la Luna, era el objetivo de ambos países para demostrar su poderío ante el mundo. Los rusos claramente habían tomado la delantera cuando el 12 de abril de 1961 lograron que una nave orbitara sobre el planeta, convirtiendo a ese logro en una deshorna y un desafío para la flamante Nasa. Es allí donde empieza Talentos ocultos, que tiene como contexto la competencia entre los dos países para contar la epopeya de tres mujeres negras que aportaron su inteligencia, talento y perseverancia para que Estados Unidos tomara la delantera. En realidad el film de Theodore Melfi (St. Vincent) comienza antes, en la década del veinte, un prólogo donde se muestra a Katherine, una niña negra dotada de un talento especial que apoyada por una beca y la comunidad en donde vive, logra formarse en una escuela superior. Luego la elipsis llega hasta 1961 y ubica a Katherine G. Johnson (Taraji P. Henson), Dorothy Vaughan (Octavia Spencer) y Mary Jackson (Janelle Monáe) rumbo a su trabajo en la Nasa, donde se desempeñan como computadoras (¿?), esto es, hacían cálculos para los ingenieros. El relato entonces es sobre tres jóvenes negras en una época de plena lucha por los derechos civiles, tres mujeres en un ámbito laboral privilegiado pero que también estaba atravesado por el racismo. Y la discriminación de género. Desde El nacimiento de una nación hasta 12 años de esclavitud, buena parte de las películas abordaron a las minorías negras desde el claro racismo como el film de D. W. Griffith (las menos) o para dar cuenta de su sufrimiento (la mayoría). En el medio hay decenas de producciones que iban forzando el estado de las cosas o reflejaban los avances que se producían en las sociedades que les tocaba retratar, por caso ¿Sabes quién viene a cenar?, de Stanley Kramer. Talentos ocultos, nominada a mejor película para los próximos Oscar, además de guión adaptado (basado en la novela de Margot Lee Shetterly) y mejor actriz de reparto para Octavia Spencer, cuenta la pelea por el reconocimiento, la ambición de las protagonistas, las humillaciones y finalmente sus logros -Katherine contribuyó con sus cálculos a resolver lso primeros viajes orbitales; Dorothy alcanzó el cargo de supervisora; Mary fue la primera ingeniera aeroespacial afroamericana-, sin recargar demasiado las situaciones dramáticas, con algo de humor y la mirada crítica sobre la sociedad de esa época, en donde hasta el propio director del proyecto Mercury (formidable Kevin Costner, como siempre), malhumorado pero claramente más progresista que el resto de sus colegas, en el mejor de los casos sostenía una mirada condescendiente con las heroínas del film. Lo cierto es que toda la puesta está al servicio de resaltar la valentía de los personajes que hicieron historia pero claro, cualquier película revela sus intenciones, su base de sustentación y Talentos ocultos no es una excepción, Porque más allá de ser una rutinaria producción sobre personas excepcionales, hay algo de asombro por lo que lograron estas tres mujeres negras, como si el relato se hubiera dejado influir por esa época y se dedicara a retratar una anomalía, tres negras que lo lograron, algo que incluso en el presente no termina de ser digerido del todo. TALENTOS OCULTOS Hidden Figures. Estados Unidos, 2016. Dirección: Theodore Melfi. Guion: Allison Schroeder & Theodore Melfi. Intérpretes: Taraji P. Henson, Octavia Spencer, Janelle Monáe, Kevin Costner, Kirsten Dunst, Jim Parsons, Mahershala Ali, Aldis Hodge, Glen Powell. Fotografía: Mandy Walker. Montaje: Peter Teschner. Música: Benjamin Wallfish, Pharrell Williams & Hans Zimmer. Diseño de producción: Wynn Thomas. Dirección artística: Jeremy Woolsey. Decorados: Missy Parker. Vestuario: Renee Ehrlich Kalfus. Duración: 127 minutos.
“Hemos decidido ir a la Luna. Elegimos ir a la Luna en esta década y hacer lo demás, no porque sean metas fáciles, sino porque son difíciles; porque ese desafío servirá para organizar y medir lo mejor de nuestras energías y habilidades, porque ese desafío es un desafío que estamos dispuestos a aceptar, uno que no queremos posponer, y uno que intentaremos ganar, al igual que los otros”. Así se pronunciaba el presidente John F. Kennedy el 12 de septiembre de 1962 en la Universidad de Rice, dándole más impulso a la carrera espacial norteamericana que empezó a acelerarse después de que la Unión Soviética lograra lanzar con éxito el Sputnik 1 –primer satélite artificial de la historia- el 4 de octubre de 1957. Lo que para algunos había empezado como simple paranoia en plena Guerra Fría o como parte de una agenda política, para otros, alcanzar las estrellas era una meta (y un sueño) muy diferente. Hay infinidad de películas (“The Right Stuff”) y miniseries (“From the Earth to the Moon”) que retratan el tema desde un montón de ángulos diferentes, pero en ninguna de ellas se habla de las “computadoras”. No, no nos referimos a los aparatos que hoy se encuentran en cada una de nuestras casas, sino a un grupo excepcional de mujeres que colaboró (casi desde las sombras) para que el hombre pudiera poner sus piecitos en la Luna. Antes de que Neil Armstrong clavara la bandera yanqui en el satélite natural, otros hombres se sometieron a las pruebas más rigurosas para, siquiera, abandonar la atmósfera terrestre. Pero detrás de esos corajudos, había cientos de ingenieros, técnicos y matemáticos que ayudaron desde la base de la NASA en Virginia. Entre ellos se encuentran las “computadoras”, mujeres afroamericanas que realizan todo tipo de cálculos complicadísimos con la ayuda de sus neuronas y una simple calculadora mecánica. Acá no hablamos de sumar uno más uno, sino de problemas que sólo resuelven los genios, en una época anterior a que quedaran en manos de una IBM que ocupa una habitación entera. Claro que también estamos en épocas de segregación racial, de prohibiciones y esas mierdas que tuvieron que soportar los afroamericanos hasta mediados de la década del sesenta. Es 1961 y la matemática Katherine Goble (Taraji P. Henson), la aspirante a ingeniero Mary Jackson (Janelle Monáe) y la supervisora Dorothy Vaughan (Octavia Spencer) son tres de estas mujeres que trabajan en un sótano aislado del área de computadoras en Hampton, Virginia. Es hora de poner un hombre en órbita y los “señores” a cargo necesitan una ayudita extra. Claro que el color de su piel no es el único impedimento que deben afrontar. No olvidemos que son mujeres, súper inteligentes, dedicadas a sus carreras y no tanto al hogar, pero a pesar de ello sus cheques y oportunidades son inferiores, incluso a las de una secretaria que sólo sirve café. En un ambiente cargado de prejuicios, estas tres brillantes mujeres se abrieron camino. Existieron, y fueron reconocidas tardíamente, “Talentos Ocultos” (20126), seguramente “adorna” algunos de estos hechos, aunque todos sabemos que la realidad que les tocó vivir a los ciudadanos norteamericanos en aquellos tiempos, supera cualquier ficción. Henson, Spencer y Monáe se lucen con cada pequeña frase que los guionistas Theodore Melfi y Allison Schroeder –basados en “Hidden Figures” de Margot Lee Shetterly- ponen en sus bocas. Piensen que cualquier frase mal entendida podía mandar a estas señoras a la cárcel, pero cuando la gota rebalsa el vaso, no les queda otra que salir a pelear un poquito por lo que les corresponde. “Talentos Ocultos” es una gran anécdota histórica que, de paso, refleja varias realidades que podemos traer a nuestros días. La reconstrucción de época es impecable, como cada una de las actuaciones, incluyendo a Kevin Costner, Kirsten Dunst y Mahershala Ali (sí, este tipo está en todos lados). El director Theodore Melfi, responsable de “St. Vincent” (2014), no se esfuerza demasiado en materia técnica, aunque se apoya en su mejor elemento: el trío protagonista. “Talentos Ocultos” es básicamente una película de actores que van llevando adelante la narración, pero no aporta mucho desde la estética. En este caso, es lo que menos importa. Hacía falta conocer (y reconocer) este cachito de historia y a las mujeres extraordinarias que fueron parte de ella.
Los rostros olvidados de las pioneras de la era espacial A veces la historia puede contarse con una sonrisa. Es lo que hace esta buena película, envuelta en el encanto de los primeros '60 y el comienzo de la carrera espacial, cuando los cálculos más complejos dependían exclusivamente de la inteligencia humana. Ahí, en el Nasa Langley Research Center de Hampton, Virginia, brillaron muchas mentes, pero algunas quedaron relegadas del cuadro de honor. Acá se las reivindica. Se trata de Katherine Johnson, física decisiva en el cálculo de trayectoria de diversas naves; Dorothy Vaughan, supervisora, una de las primeras especialistas en computación, y Mary Jackson, ingeniera. Tres mujeres. Y negras. En tiempos de segregación racial y prejuicios machistas, ellas se pusieron a la altura de los mejores. "Talentos ocultos" las pinta en una etapa clave de los primeros lanzamientos espaciales, y también en la lucha cotidiana de cada hogar. Por supuesto, es una película, vale decir, las actrices son más lindas, algunas situaciones están exageradas (por ejemplo, en Langley nadie necesitaba correr bajo la lluvia hasta el baño del edificio de los negros, porque el edificio de los blancos también tenía un baño para negros), ciertos aparatos y vehículos no corresponden del todo a la época, y algunos personajes son la síntesis de varios (el que hace Kevin Costner es la suma de tres directores de la Nasa) o están simplificados, como el ingeniero Karl Zielinski, que en realidad se llamaba Kazimierz Czarnecki. Pero es verdad que él impulsó a Mary Jackson a superarse, en uno de los episodios más felices de esta historia. Y que el astronauta John Glenn se portó como ahí se pinta, dando ejemplo. Y también es verdad que entonces había muchas restricciones absurdas, ideas estúpidas, y que hoy algunos todavía las mantienen.
Virginia, tenemos una solución Con Talentos Ocultos (Hadden Figures, 2016), segunda película en su haber, el director Theodore Melfi confirma aquello que ya podía palparse en su ópera prima, St. Vincent (2014): la habilidad para construir personajes, explotando al máximo cara arista de ellos, algo que pareciera ser requerimiento mínimo y elemental para un director que se precie como tal, pero que últimamente –y, sobre todo, en la competencia por los premios de la academia- no es tan común. En sintonía con los galardones, el elenco del film ha recibido, recientemente, la estatuilla dorada del SAG (el Sindicato de Actores de los Estados Unidos) a Mejor Reparto, y esto apoya la idea planteada al comienzo. Cada personaje impone, cada uno tiene una historia por contar, y todos aquellos que juegan papeles secundarios completan y elevan el argumento. Por supuesto, se destacan las protagonistas del film, quienes personifican a tres mujeres ejemplares, no solo por el trabajo logrado, sino por la tenacidad y entereza con la cual lo hicieron, en un entorno extremadamente hostil. Situándonos en 1961, Virginia, Estados Unidos, donde la segregación era moneda corriente, Katherine G. Johnson (Taraji P. Henson) Dorothy Vaughan (Octavia Spencer) y Mary Jackson (Janelle Monáe), se volvieron piezas fundamentales para que la NASA pudiera llevar un hombre al espacio. Hazaña que pujaba cabeza a cabeza con los logros espaciales que Rusia también estaba consiguiendo. Si bien la historia es guiada a través de Katherine, quien trabajaba codo a codo junto a un grupo de hombres con sutiles detalles racistas, bajo la jefatura de un impecable Kevin Costner, en vías paralelas se desenvuelve el relato sobre Dorothy, la primera mujer de color supervisora, quien tuviera a cargo la programación de las primeras computadoras IBM, y el empeño supremo de Mary por aplicar para estudiar en la Universidad de Virginia (derecho que al sector femenino le era negado), para poder convertirse en una ingeniera de la NASA. La fluidez del relato regala una historia que parece ser sencilla por el modo en que ha decidido contarse (bajo la lupa Disney, podría decirse, aunque la empresa el ratón nada tenga que ver con este film) ya que, si bien estamos ante la presencia de la privación de derechos, de la discriminación deliberada, de la humillación a las que las mujeres -por mujeres y por negras-, debían utilizar el sanitario destinado para “ellas” o no poder compartir una cafetera con hombres blancos, en ningún momento la película cae en la vara aleccionadora, sino que subraya la valentía de este grupo de mujeres, quienes luchan por aquello que quieren, por salir de esa sombra constante a la que parecen haber sido relegadas y, finalmente, dejar al descubierto la capacidad y el talento desbordante que cada una poseía en lo suyo. Mucho tiene que ver el nivel actoral de la terna protagonista para lograr el punto justo que convierte lo que parece una historia pequeña, por el modo en que fue abordada desde la dirección, en una historia que cambió el curso de la humanidad. Aquel “pequeño paso para el hombre”, fue posible gracias a grandes pasos de una mujer.
La existencia de esta película de Theodore Melfi (St. Vincent, 2014), pocos conocían la verdadera historia de estas tres mujeres que durante los años 60 proveyeron sus brillantes conocimientos nada más ni nada menos que para la NASA. Mientras Estados Unidos se batía a duelo con Rusia por la carrera espacial, unas afroamericanas marcaban un antes y un después en la historia del país y del mundo, en especial contribuyendo a poner un punto final a la segregación racial. Taraji P. Henson, Octavia Spencer y Janelle Monáe interpretan a Katherine Johnson, Dorothy Vaughan y Mary Jackson, dueñas de algunas de las mentes más veloces que existieron. Claro que no fue para nada sencillo, pues ellas no sólo lucharon contra sus desafíos personales y laborales, sino también contra la discriminación. Corría una época en la que ser mujer era difícil, pero ser mujer negra era prácticamente imposible para el desarrollo normal y cotidiano. Más allá de la opresión, estas valientes representantes del poder femenino se impusieron, y alcanzaron logros jamás imaginados en aquel entonces. Mientras una de ellas proveía los cálculos matemáticos más complejos en el recorrido de una nave espacial, la otra manejaba la primera IBM construida, y otra se convertía en la única mujer en ganarse el derecho -previo juicio- a estudiar en la universidad de Virginia y graduarse en ingeniería. Si bien la hostilidad con la que los personajes son tratados en la historia no es 100% real, sino que fue utilizada para acentuar el conflicto, el trasfondo de estas cuestiones no deja de ser lamentable y casi imperdonable. Y si vamos a hablar de injusticias, vamos a hablar de la ausencia de Taraji P. Henson entre las actrices nominadas a la mejor performance en los premios Oscar. Ella se preparó a la par de la verdadera Katherine, quien bendijo su representación tras disfrutar de la primera proyección. Hidden Figures (Talentos Ocultos) es un relato emotivo que funciona como protesta de la causa que tanto defendió Martin Luther King, pero que también nos cuenta una historia muy entretenida, que no escasea ni en humor ni en enseñanzas de vida, con diálogos filosos a los que sólo este tipo de actrices saben darle el sentido y la pimienta suficiente como para atrapar al espectador. Puede que peque de repetitiva en algunas cuestiones, sin embargo, el guión es más que correcto, y cuenta con labores soporte de estrellas de la talla de Kevin Costner, Kirsten Dunst y Jim Parsons (sí, el cerebro en The Big Bang Theory, a quien dicho sea de paso le cuesta bastante despegarse de ese personaje). La película cuenta con talentos ocultos dentro y fuera de la pantalla, ya que por ejemplo, al ojo crítico se le pudo haber escapado la presencia de Mark Armstrong, hijo del famoso astronauta que abordó la misión del Apollo 11, entre una de las multitudes. Por otra parte, el equipo creativo optó por un balance de colores en donde los tonos fríos remarcan las zonas de computadores, control y cálculo, mientras que los cálidos predominan en las escenas, digamos, más felices. Probablemente, la mayoría del público no entenderá ni la mitad de los temas que se discuten en la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio, pero eso no será un obstáculo para entender el mensaje.
No deja de ser triste que la historia de estas tres científicas de la NASA, que jugaron un papel importante en las primeras misiones espaciales de los años ´60, recién cobró notoriedad el año pasado con la publicación del libro, Talentos ocultos, de Margot Lee Shetterly. Hasta entonces en los Estados Unidos nunca tuvieron un gran reconocimiento y al igual que otras mujeres importantes que se destacaron en el campo de la ciencia, los estudios de Hollywood nunca se interesaron en trabajar esta clase de biografías en el cine. Una de las mayores virtudes del relato del director Theodore Melfi es que logra comprimir con solidez diversas temáticas que rodearon la vida de las protagonistas durante los años ´60. Además de las historias personales de las tres mujeres, la película explora la segregación racial en la sociedad norteamericana, la competencia de la NASA con los rusos en la exploración del espacio, y el trabajo de los matemáticos antes del surgimiento de las computadoras electrónicas. No es tan sencillo abarcar todas estas cuestiones sin perder el foco del conflicto y el director Melfi hizo un trabajo estupendo con su narración. Desde la escena inicial en la que se presenta a los personajes principales, la trama resulta muy entretenida y en ningún momento el relato se estanca o se vuelve tedioso. El retrato social que presenta de la década del ´60 es impecable y describe con muchos detalles las adversidades que tuvieron que enfrentar tres personas talentosas simplemente por ser mujeres negras. La química entre Octavia Spencer (Historias cruzadas), Taraji P.Henson (Hustle & Flow) y la cantante Janelle Monáe es excelente y están acompañadas por un sólido reparto secundario donde sobresalen Jim Parsons (de la serie The Big Bang Theory) y Kevin Costner, quien tiene muy buenos momentos. Talentos ocultos es una película que se disfruta mucho y además de transmitir muy buenos valores le hace justicia a la memoria de estas tres científicas de la NASA, cuyas contribuciones habían quedado en el olvido.
Es curioso que esta película se estrene la misma semana que Luz de luna, vendría a ser como una versión más light sobre lo que expuse en esa crítica (en alusión a los #OscarsSoWhite). Si bien es imposible no indignarse con lo que se ve, el film no acude al golpe bajo y gana mucho más. Es una biopic sobre un hecho fascinante en donde la segregación racial y el lugar de la mujer dan verdadero asco. Son estos films los que sirven para demostrar cuanto hemos avanzado como sociedad (aunque nos falte muchísimo) así como también lo inmunda que supo ser (y todavía es) la sociedad norteamericana. Talentos ocultos nos cuenta la historia de las mujeres (afroamericanas) en la NASA cuyo trabajo fue fundamental en las misiones a la Luna. El cariño que el espectador siente hacia ellas es inmediato gracias a las magníficas actuaciones de Octavia Spencer (nominada al Oscar), Janelle Monáe y Teraji P. Henson. También contamos con Kevin Costner y todo mejora cuando está él. La película está dirigida por Theodore Melfi, quien viene de hacer la genial St. Vincent (2014) donde había un buen desarrollo de personajes. Aquí sucede lo mismo y hay mucho dinamismo en la historia. Todos los climas están bien construidos y a nivel técnico Melfi hizo un buen trabajo. Sin embargo y por alguna razón que no puedo identificar bien cuál es la película no me pegó como tendría que haberme pegado. Algo le falta para que la considere un “peliculón de Oscar” a pesar de su nominación. En definitiva, Figuras ocultas es un gran estreno que gustará mucho aunque sus laureles sean dudosos.
“Talentos ocultos”: Mujeres que rompieron barreras Principios de la década del sesenta. En plena Guerra Fría, Estados Unidos y la Unión Soviética luchan también por la carrera espacial. Los norteamericanos ven asombrados, y celosos también, cómo sus pares europeos tienen éxito en algo que ellos no. Todavía en la NASA no se usan computadoras, pero sí las mentes más brillantes en matemáticas para hacer los cálculos de las trayectorias de los cohetes –las llamadas “computadoras humanas”-. Y allí trabajan realizando estas tareas Katherine Johnson (Taraji P. Henson) y Dorothy Vaughan (Octavia Spencer) y Mary Jackson (Janelle Monáe). Pero ellas tienen dos desventajas: son mujeres y son afroamericanas, en tiempos en que eso pesaba, y mucho, en la sociedad de aquellos años. De todas maneras, estas tres mujeres lograrán traspasar todas las barreras y prejuicios y lograrán cosas que nadie imaginaba hasta ese momento. Si el año pasado la queja fue que faltaban nominados afroamericanos en los Premios Oscar, este año saldaron un poco la deuda. “Talentos ocultos” (Hidden Figures, 2016) es una de las películas que recibieron nominaciones (Mejor Película, Mejor Actriz de Reparto y Mejor Guión Adaptado) que está protagonizada por actores afroamericanos y cuya temática tiene que ver con la segregación racial. Esto no quiere decir que este filme no se merezca los premios o las nominaciones que ha obtenido, simplemente que es hermoso ver cómo la culpa en Hollywood se redime en base a preseas. Este largometraje está basado en el libro homónimo de Margot Lee Shetterly y cuenta la historia real de este trío que marcó historia. Por un lado, Katherine Johnson calculó las trayectorias de vuelo del proyecto Mercury y luego el vuelo del Apolo 11 a la Luna en 1969; Dorothy Vaughan consiguió ser la primera supervisora de los servicios de IBM en la NASA; y Mary Jackson se convirtió en la primera mujer en ser ingeniera aeroespacial de Estados Unidos. Pero, para eso, tuvieron que luchar y mucho, en un mundo en el que no consideraba a la mujer alguien apta para “ciertos trabajos”, y menos si era de color. El largometraje muestra parte de sus logros, así como la lucha, la tenacidad, el empuje, la inteligencia que tuvieran para encontrar el hueco, la hendija en donde poder meterse y demostrar lo que valían y podían dar. También muestra la parte “fea”, la sucia, la discriminación sin sentido que tal vez a nuestra sociedad se le haga tan difícil de entender. Con pequeños gestos, actos, diferenciaciones, desde el uso de una cafetera a tener baños diferenciados, cosas o situaciones que se nos hacen inverosímiles hoy en día. Y hay también un pequeño paneo de lo que ocurría en el país, pero el largometraje no se centra demasiado en ello. De las actuaciones no hay demasiado que decir: todas son muy correctas y sólidas, con una Octavia Spencer que destaca un poco más. Y un Kevin Costner que, como siempre, tiene el tono y el timing justo para los roles que elige. “Talentos ocultos” es una película redonda, tal vez demasiado. Son esos filmes en que se acomodan o exageran un poco los hechos y los héroes logran sus cometidos casi con poco –no mucho– sufrimiento. Porque le va bien a la obra, no porque no haya sido así en la realidad. Los “malos” se redimen, entienden que sus prejuicios son infundados y, en poco tiempo, se convierten en buenos seres humanos. Pero, insisto, la película es correcta y sólida, y tal vez sea querer pedir demasiado que muestre un poco más quirúrgicamente un problema tan grave como el racismo que tuvo –y que a veces parece que lo sigue teniendo– ese país.
KEVIN COSTNER Y DIEZ MÁS Está muy mal discriminar a una persona por su color de piel o por su género, porque aunque no lo creamos, son (casi) seres humanos como nosotros, los varones de tez clara; incluso pueden ser inteligentes y tener talentos como lo demuestra Talentos ocultos, la película de Theodore Melfi que está nominada al Oscar. Si nos permitimos la ironía es porque una película como Talentos ocultos la habilita, desde su pasiva manera de mostrar un tipo de revolución institucionalizada -y dentro de las instituciones- (la de un grupo de mujeres afroamericanas que terminaron ocupando un lugar en la testosterónica NASA y fueron clave en la pelea por el espacio exterior con los rusos), hasta su pulcra narración que carece de cualquier tipo de hallazgo formal. En el film de Melfi no hay un solo plano, un solo momento que luzca aceptablemente cinematográfico: sí hay una ambientación sumamente profesional, pero la imagen, el movimiento y lo simbólico son totalmente secundarios a lo que importa en definitiva, que es otra historia de auto-superación personal y de victoria de las minorías contada con claridad y espíritu aleccionador. Si pensamos la historia maravillosa que el director tenía entre manos (hay aquí múltiples cuestiones sociales, políticas, incluso tecnológicas en danza), realmente los resultados son bastante pobres. Y más aún, si tenemos que ver a la película desde el incómodo lugar en que la ponen las instituciones que otorgan premios: ¿es Talentos ocultos una de las nueve mejores películas del cine norteamericano de 2016? Ni de milagro. Melfi tiene a favor el paso del tiempo. Un film como Talentos ocultos dice cosas que, más allá de los Trump del mundo, respira el mismo aire que respira el cuerpo social: salvo ánimos recalcitrantes, nadie puede estar en contra de lo que la película tiene para decir. Es cierto que por momentos descubre unas experiencias (las de las tres protagonistas) que nos resultan increíbles (lo del baño en la oficina es sencillamente inconcebible), pero el problema de la película pasa decididamente por su pulcritud exagerada como para satisfacer a todos los públicos. En ese sentido, Talentos ocultos inconscientemente corporiza el conflicto de una de sus protagonistas: aquel que se da entre la mujer que decide luchar pasivamente y su marido, que cree en la militancia y la actitud combativa en pleno auge de las luchas de la comunidad afroamericana. Y es a partir de su superficie lustrosa e inofensiva, que la película toma partido por uno de los puntos de vista. Pero a pesar de todo lo negativo que podemos decir, hay un par de cuestiones que impiden que la película caiga en la ignominia y que, incluso, hasta resulte aceptable. En primera instancia si bien es cierto que la motorizan las buenas intenciones, la película se permite ser ligera, incluso humorística en varios pasajes. Esa liviandad impide la solemnidad, y con su ausencia la bajada de línea bienpensante es mucho menos molesta. Y lo otro que está muy bien en el film es Kevin Costner: su personaje, presentado como un ogro, adquiere toda la sobria humanidad de la que es capaz el actor. Su Al Harrison es un tipo con una inteligencia suprema, alguien además que de tan pragmático permite que a su alrededor se puedan ir gestando los pequeños cambios que motivan las grandes revoluciones. Y allí donde el resto de las actuaciones marca deliberadamente una actitud (Jim Parsons, por ejemplo, con una villanía sin matices), Costner da nuevamente cátedra de cómo la economía de recursos es fundamental para construir personajes con dimensiones. Cada vez que Costner aparece en pantalla, Talentos ocultos crece. Él es el verdadero talento oculto de la película.
Vídeo Review
En una época en que las tensiones raciales en Estados Unidos se han reavivado, películas como Hidden Figures son oportunas, más allá de la opinión que merezca el resultado final. Nada lo muestra mejor que todas las nominaciones a los premios de la Academia para ella, Moonlight, Fences, Loving, 13th, OJ Made in America o I Am Not Your Negro, lo que supone una respuesta a las reacciones generadas por la edición 2016 conocida como “Oscars Blancos” y a la falta de diversidad. Talentos Ocultos es una feel good movie de manual, con más pretensiones que méritos, que junta a un elenco de caras conocidas para dar una clase sobre una porción no explorada de la historia norteamericana.
Basado en el libro escrito por la autora Margot Lee Shetterly, el realizador Theodore Melfi (St. Vincent) dirige este excelente drama biográfico basado en hechos reales y sobre la desconocida historia de tres brillantes mujeres afroamericanas que trabajaron en la NASA y que cumplieron un rol clave durante la carrera espacial entre Estados Unidos y Rusia, en una época en la que el color de la piel era un tema que causaba controversia. La película toma lugar en un laboratorio de investigación en Virginia en los años ’60, durante la segregación racial. Katherine Johnson (Taraji P. Henson), Dorothy Vaughn (Octavia Spencer) y Mary Jackson (Janelle Monae), expertas en matemática y física, eran verdaderas “computadoras humanas” que no sólo hicieron historia brindando los cálculos para lograr que el astronauta John Glenn (Glen Powell) orbitara la tierra -y garantizar que regresara a salvo- sino también por conseguir igualdad de derechos y oportunidades, de género y raza, en un ambiente laboral y social hostil. Aunque para darle un efecto dramático, Melfi junto a su co-guionista, Allison Schroeder, cambiaron algunos detalles menores que distan de la realidad, lo destacable de esta entretenida película es que expone, sin golpes bajos ni melodrama y con adecuadas dosis de humor, cómo estas talentosas mujeres respetaron sus ideales y abrieron puertas para ellas y para las que vinieron después. Además, desarrolla un aspecto novedoso que nunca había sido abordado en el cine sobre las misiones espaciales. En cuanto a su elenco, recientemente ganador de un Premio Screen Actors Guild como Mejor Ensamble, hay que recalcar el extraordinario trabajo de absolutamente todos: Taraji P. Henson, Octavia Spencer (también nominada al Globo de Oro y al Oscar como Mejor Actriz de Reparto), Janelle Monáe, Kevin Costner, Mahershala Ali, Kirsten Dunst y Jim Parsons. Gran historia, ambientación, diálogos, actuaciones y mensaje. De vista obligada.
Otra historia de la vida real que llega a la pantalla grande esta semana Talentos Ocultos está ambientada en Estados Unidos a principios de los años 60. Durante la guerra fría y en plena carrera espacial con la NASA buscando mentes brillantes, cuenta la historia de tres mujeres afroamericanas que fueron fundamentales para enviar por primera vez un hombre al espacio. Además de revelar un dato desconocido sobre la génesis de los viajes al espacio, la cinta resulta un retrato sobre el racismo y la misoginia, muy real y contundente, en ámbitos cotidianos, sin la grandilocuencia de las películas de esclavitud, pero con igual resultado y sin caer en golpes bajos. La estética de telefilme, quizás atente contra la espectacularidad de la historia, pero eso no opaca un trabajo extraordinario de las actrices protagónicas (Taraji P. Henson, Octavia Spencer y Janelle Monae), ni de los muy acertados Kevin Costner y un personaje antipático muy logrado por Jim Parsons. La trama puede sonar previsible, y el nivel de tensión nunca logra explotar. Pero los diálogos están muy bien construidos, combinando fuerza dramática con algunos pasos de comedia, los justos para descomprimir. Talentos Ocultos quizás no quede en la historia grande del séptimo arte, pero su mensaje y moraleja sobre la integración y la capacidad intelectual de las personas bien vale el precio de la entrada.
Esta es la historia –real– de un grupo de científicas negras que colaboraron con la llegada del hombre a la Luna. Es decir, una película que habla de sexismo y de feminismo, o al menos los pone delante de los ojos. Pero sería poco interesante si sólo fuera eso: lo que hace de este film algo que vale la pena ver es, justamente, ese momento en el que el espectador deja de pensar en “mujeres” y “negras” para pensar en “cómo se hace para poner a un tipo en la Luna”. Y eso, dado que el elenco está conformado por algunos de los actores no sólo mejores sino también más simpáticos (es decir, de esos con los que disfrutamos de pasar un rato) de Hollywood, sucede casi todo el tiempo. La lección es sencilla: para que una película valga la pena tiene que ser mucho más que la declamación respecto de un problema. Tiene que ser un buen cuento que valga la pena no sólo escuchar, sino sobre todo ver. La película, sin ser perfecta y sin poder eludir del todo su evidente voluntad de propaganda, apela a buenas soluciones de puesta en escena y a eso que se llama “presencia cinematográfica”: ver personas a las que les creemos sin duda que son parte del cine y de la vida al mismo tiempo.
Crítica emitida por radio.
Crítica emitida por radio
Ellas podían hacer cálculos complicadísimos y contruibuir, decisivamente, al éxito de la carrera espacial estadounidense, pero tenían prohibido usar el mismo baño, entrar a los mismos bares o utilizar las mismas bibliotecas que los blancos. Durante la guerra fría, en la segregacionista Virginia, las tres mujeres protagonistas de Talentos Ocultos viven la discriminación como un estado de las cosas que les tocó, aunque cada aspecto, cada detalle de esas vidas ponga en evidencia la locura racista. Con las avasallantes personalidades de sus tres protagonistas -la gran Taraji P Henson, Octavia Spencer y Janelle Monáe-, Talentos ocultos es una de esas películas sin grandes brillos narrativos que sin embargo se ve con interés y placer. Hay un tono didáctico que opaca los brillos que proveen sus intérpretes, a las que hay que sumar al siempre bienvenido Kevin Costner, una presencia que mejora todo aquello en lo que participa. Porque estamos ante una serie de fascinantes historias entrelazadas -varios puntos comunes a Historias Cruzadas-, pero también, claro, ante una lección de historia.
A veces, las mujeres le pueden ganar al racismo y al machismo Es nada más y nada menos que un homenaje. Por eso hay que perdonarle su mirada superficial y los contornos avejentados de este biopic que parece hecho medio siglo atrás. Los personajes son tan unívocos, la reconstrucción tan de Billiken, los buenos sentimientos tan proclamados que no queda otra que la contemplación distante y respetuosa. Nada más. Es la historia de tres matemáticas negras que en los años 60, en Estados Unidos, en plena lucha espacial con Rusia, armadas de talento, perseverancia y dedicación, le hacen frente al racismo y el machismo de la NASA y logran alcanzar un gran reconocimiento en un medio donde ser mujer y negra era una condena. Es irreprochable como mensaje y merecido como homenaje, pero muy elemental como documento. Son mujeres perfectas (en el trabajo, en la calle y en la casa) que se debaten contra un ultra machismo y un ultra racismo recalcitrante. Por suerte hay un blanco, uno solo, que les da lugar, contención y recompensas, que es Kevin Costner, un actor fenomenal que siempre le da dignidad y sensibilidad a sus personajes. Al final, ellas serán reconocidas y este film celebra esa heroica lucha. “Talentos ocultos” importa por el peso de su historia y la lección que deja. Más allá de su esquematismo, vale como reivindicación y ejemplo: mientras la NASA peleaba por el control del espacio celestial, ellas disputaban una difícil carrera por un mejor espacio en la Tierra. Sus logros adquirieron enorme peso simbólico.
Se encuentra basada en hechos reales y es un sincero homenaje a aquellas trabajadoras (afroamericanas) que lucharon por la igualdad, el reconocimiento, y enfrentaron al machismo desmedido. Cada una de ellas se involucró, hizo valer sus ideas, su profesión, su inteligencia, su derecho sin desatender sus vidas personales. La trama tiene toques de comedia, situaciones dramáticas y algunas reflexiones. Las actuaciones de las tres protagonistas son maravillosas: las matemáticas Katherine Johnson (Taraji P. Henson), Dorothy Vaughn (Octavia Spencer) y la ingeniera Mary Jackson (Janelle Monae), son muy buenas, acompañadas por la correcta interpretación de Kevin Costner. Impecables las actuaciones de: Mahershala Ali, Kirsten Dunst y Paul Stafford. La excelente banda sonora de Pharrel Williams es la apropiada, al igual que su ambientación en los sesenta. Cuenta con 3 candidaturas a los premios Oscar 2017.
Los "números ocultos" a los cuales alude el título original del film (un poco más sutil que el "Talentos ocultos" que resalta lo por demás obvio) son los que operan en las sombras, sí, pero son también curiosamente los más importantes en la ecuación capaz de hacer despegar un cohete y poner en órbita al primer astronauta, allá por los años 60. Cumplen una función matemática, sí, pero en la película de Theodore Melfi (St. Vincent) también un claro rol social, en un contexto que los impulsa a resaltar por los demás. En otras palabras: a hacerse ver, aún si con todas las condiciones en contra. Basada en la historia de tres enormes mujeres afroamericanas que triunfaron en la NASA, la película de Melfi funciona como un relato de época que recuerda los absurdos de la era de la segregación en los Estados Unidos, pero también traza un paralelismo con injusticias actuales que cambiaron apenas de color pero no de género: en uno de los mejores pasajes, donde una de las protagonistas conoce a su interés romántico, ésta se ve ante la necesidad de aclararle que el hecho de que sea mujer no quiere decir nada, sino que por el contrario es capaz de resolver los mismos o aún más complejos problemas que sus compañeros de trabajo. La película cuenta la historia de la matemática Katherine Johnson (Taraji P. Henson) y sus dos colegas, Dorothy Vaughan (Octavia Spencer) y Mary Jackson (Janelle Monáe), quien, mientras estaba trabajando en la división segregada de Ordenadores de Área Del oeste de Langley Research Center, ayudaron a la NASA en la Carrera Espacial. Utilizando sus cálculos, John Glenn se convirtió en el primer astronauta norteamericano en hacer una órbita completa de la Tierra. Si bien Melfi es un experto en transitar esa delgada línea que separa lo melodramático de lo pomposo y exagerado, gracias al poder de sus actrices -y en especial de ese actor gigantesco que es Kevin Costner, en un rol secundario que por momentos hasta opaca el de las protagonistas- consigue convertirse en una película de un clasicismo notable, que aún con su simpleza a cuestas termina siendo uno de los más dignos filmes nominados a los premios Oscars de este año.
Talentos ocultos: En busca de la estatuilla. Tres obras afroamericanas dan la cara para la próxima ceremonia al Oscar. Hidden Figures no se queda atrás, con mucha simpatía y esfuerzo quiere conquistar algunas sonrisas y concientizar a la vez. Ya es oficial, el sentimiento de culpa racial se consagra en Hollywood y no es para nada casual que Fences, Moonlight y Talentos ocultos busquen consagrarse en la Academia como mejor películas para dar vehemente un discurso contra el actual y polémico presidente de los Estados Unidos. O en todo caso, esta parecer ser la gran excusa de meter a la obra de en la lista de los grandes candidatos ya que no es de gran altura como uno lo esperaría. Centrada en la vida de tres mujeres afroamericanas (Taraji P. Henson, Octavia Spencer, Janelle Monáe) quienes trabajaron en la N.A.S.A. durante los años `60, en esos principios donde los norteamericanos se volvían loco por algo llamado Sputnik, el primer satélite lanzado en el mundo al espacio por los soviéticos. Las tres señoritas se verán sometidas al prejuicio y discriminación de sus colegas y de la sociedad para desempeñar al máximo su labor: realizar viaje en cohete al cielo urgentemente. El director Theodore Melfi (St. Vincent, 2014) pone en tela tres relatos de heroísmo de cómo estas chicas fueron pioneras y lograron lo imposible. La cinta se basa en eso, pequeñas batallas reñidas por las tres excelentes trabajadoras, con roles y perspectivas diferentes pero al fin al cabo una puja por la igualdad. Desde que no la dejan ir al baño de damas, solo puede ingresar al de “negras”, hasta no poder terminar sus estudios en la universidad. Además, de la mirada del otro, ese infierno que nadie puede sacarse encima. Para destacar el variado y grandilocuente elenco donde es muy difícil mencionar solo una actuación pero es también su arma de doble filo ya que se pierden protagonismos y genera falta de desarrollo del algunos que parecen estar como justificativos para explicar el final: ¿Y qué sucedió con las tres doncellas? Como es el caso del personaje de Mahershala Ali (Moonlight) quien solo está para representar como marido de una de las chicas y no mucho más que eso. Y es también quien comparte la mejor escena emocional en todo el film, casi sin diálogo y que se podría haberse desarrollado más. Pero su mayor problema recae en su inversión del guion que desde el inicio te pone en cara que es una película de negros contra blancos, y que no descansará hasta que te queda más que claro que esos prejuicios se viven hoy en día (algo así como el final casi forzado y disparatado del documental de la Enmienda XIII). Y los diálogos lo resaltan, una y otra vez. El escenario es claustrofóbico, como si alguien los pusiera ahí para que se pelean en una jaula, el estallido era inevitable y la confrontación era predecible. Y sólo si las prejuiciadas hacían todo bien, sin lugar para el error, merecían una fútil recompensa y reconocimiento. Un flagelo sin fin. La música es recreada por el trío Benjamin Wallfisch, Pharrell Williams y Hans Zimmer. El cantante de “The Voice” compone algunos temas para la obra que quedan inverso de tal manera que conforman unas buena mixtura entre comedia y severidad entre lo ocurrido. Este largometraje tiene a pensar que uno debe estar constantemente en guerra con el otro para conseguir un mínimo de derecho. Simpática hasta el fin pero con muchas ganas de caerte bien con historias que posiblemente se merecían otro homenaje, lejos, para dejar de ser una simple campaña.
Talentos Ocultos: Un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la humanidad. Para calmar un poco las aguas después del #OscarSoWhite del año pasado, llega Talentos Ocultos para seguir poniendo la atención en los problemas raciales que tuvieron/tienen los norteamericanos. Talentos Ocultos narra la historia nunca contada de tres brillantes mujeres científicas afroamericanas que trabajaron en la NASA a comienzos de los años sesenta (en plena carrera espacial, y asimismo en mitad de la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos) en el ambicioso proyecto de poner en órbita al astronauta John Glenn. Katherine Johnson (Taraji P. Henson) y Dorothy Vaughan (Octavia Spencer), y Mary Jackson (Janelle Monáe) serán las elegidas para ayudar a la NASA a ganar la carrera espacial contra la Unión Soviética. Las tres son mujeres afroamericanas de carácter fuerte que buscan abrirse paso no solo en un ambiente de hombres, sino también en un ambiente de blancos. Cada una luchará su batalla personal para ascender en un mundo caracterizado por la segregación racial, pero a su vez permanecerán unidas para afrontar el problema juntas. El film, está basado en el libro homónimo de Margot Lee Shetterly, que nos cuenta la historia de estas heroínas “ocultas” cuyo extraordinario trabajo resultó indispensable para los avances que le permitieron a Estados Unidos ganar la carrera espacial. Theodore Melfi (St. Vincent) dirige este filme basado en hechos reales que se presenta como un relato prolijo, bien narrado y con buenas actuaciones donde cada actriz puede, en mayor o menor medida, lucirse. Completan el elenco Kevin Costner (Danza con Lobos), Kirsten Dunst (Fargo), Mahershala Ali (Moonlight) y Jim Parsons (Big Bang Theory), en roles de reparto fundamentales para completar una historia cargada de personajes. La película se encuentra nominada a tres premios de la academia en rubros importantes, y esta parece ser la mayor razón de la existencia de esta película. La cinta parece exclusiva y especialmente realizada para aspirar a los premios, lo que muchos suelen llamar “Oscar Bait” (carnada de Oscar). Talentos Ocultos cumple con los requisitos mínimos de elegibilidad. Estamos ante un drama de época producido luego de la controversia de la poca pluralidad en los Oscars y que fue estrenado en diciembre justo antes del comienzo de la temporada de premios. ¿Esto es malo? No necesariamente pero la película podría haber sido mucho más que lo que resulto ser. Un film que es correcto en todos los aspectos técnicos y artísticos pero que por ahí no destaca en ninguno más allá de las actuaciones. El guion es predecible pero considerado y cumple con el objetivo que se planteó en un primer momento. Theodore Melfi nos cuenta una historia simpática, complaciente que busca generar un sentimiento de culpa en el espectador y en la sociedad norteamericana. Las subtramas del relato están bien planteadas pero quizás al tener tres protagonistas bien definidas quedan algunas cuestiones medio en el aire una vez concluido el film. En síntesis, Talentos Ocultos es una película muy disfrutable, que intenta inculcar buenos valores a través de estas tres heroínas anónimas que tuvieron que luchar por el reconocimiento. La reconstrucción de la década de los ’60 es impecable tanto en el arte como con el retrato social de las adversidades que afrontaban los afroamericanos en esa época. La química entre Octavia Spencer (Historias cruzadas), Taraji P.Henson () y Janelle Monáe es excelente y sólida como para elevar un poco más a este film por sobre la media.
La película nominada al Oscar es una biopic que respeta cada marca del género. Llevadera, entrañable y didáctica aunque sin nada que la haga especial. Tres genias mujeres afroamericanas trabajan para la Nasa durante la década de 1960, en plena carrera espacial con Rusia. Esta idea es la que promociona a Talentos ocultos, un milhojas de lugares comunes que amaga con desarmarse pero que no obstante sale indemne, en parte gracias a la dosis de humor que aplica su director, Theodore Melfi, y específicamente por la humanidad que le imprime su elenco. Estamos ante un filme que no es ni memorable ni bochornoso, resistiendo su propia grandilocuencia como una cápsula que atraviesa la atmósfera terrestre. Rasgo bastante meritorio, considerando que se combinan aquí tres substancias que dan malos resultados en Hollywood: biopic de genio incomprendido, problemática racial y trasfondo épico-histórico. Encima, el guion no se conforma con el derrotero de su protagonista, una experta en geometría analítica (Katherine), también expande su horizonte sobre una ingeniera espacial (Mary) y una mecánica informática (Dorothy). El trío de amigas negras trenzará sus trayectorias a lo largo del filme, simulando ser piezas imprescindibles de una misma maquinaria. Ahí yace la principal falencia de Talentos ocultos: disimular su carácter multiforme para que todo parezca causa y efecto. O en otros términos, sugerir que la Nasa es incapaz de hacer despegar un simple cohete sin el encastre de estas mentes brillantes. El esfuerzo para que las parábolas se junten es tosco y las historias acaban boicoteándose, no ganan autonomía ni se retroalimentan; son carriles paralelos que el director entrevera abusando de secuencias de montaje, creando la ilusión de simultaneidad. Lo único cierto será que estas tres mujeres tendrán en común la raza, la ciencia y la camaradería. El resto es emotividad sincronizada. Otro inconveniente al que se enfrenta el filme (o beneficio, según la óptica), es la coyuntura de Estados Unidos. Aunque las películas anti-racistas ya sean un subgénero, es inevitable no sentir una comezón extracinematográfica. Talentos ocultos hace de la mujer afroamericana un baluarte social, pero este saludable feminismo no tendría por qué inmunizarla de sus temblequeos narrativos. Una película, por su ideología, no está a priori bendecida. Por esta misma ventaja discursiva resultan cuestionables ciertos subrayados discriminatorios, escenas sueltas que buscan la misericordia del espectador sin una funcionalidad en el relato. Estos golpes bajos encuentran su contrapeso en la sobriedad gestual de la actriz Taraji P. Henson (interpreta a Katherine G), de ojos vidriosos y angustiados pero nunca extorsivos. Talentos ocultos, en su balance, deja la sensación de estar contenida, de ser ágil para el humor y efectiva para el drama. Lástima que, en ocasiones, entre la pericia y la chatura los límites se tornen imperceptibles.
PUNTAJE 75% -Crítica emitida en Cartelera 1030 –Radio Del Plata AM 1030, sábados de 20-22hs.
Basada en tres historias reales de mujeres afroamericanas que trabajaron en la NASA a principios de los años ’60, la película nominada a tres premios Oscar es una historia de superación personal en el sur segregado de los Estados Unidos. Protagonizada por Taraji P. Henson, Octavia Spencer y Janelle Monae, se trata de una película efectiva y efectista que busca la emoción del espectador a toda costa. Películas como TALENTOS OCULTOS suelen ser calificadas de una manera muy específica en Hollywood como “crowd pleasers”. Esta expresión, que podría traducirse como “del agrado del público”, suele otorgarse a veces de manera un tanto condescendiente, arrinconando a esos filmes a una categoría curiosa, la de no tener otra intención que complacer a la audiencia y buscar hacerlo de todas las formas posibles. Cuando están bien hechas, suelen ser las películas que mayor éxito comercial tienen y mejor recepción del público. Cuando están mal, por decirlo en una frase de uso común, “se le ven todas las hilachas”: se notan las costuras, se evidencia esa búsqueda de tocar la cuerda emocional sensible del espectador como sea. TALENTOS OCULTOS es, sin duda alguna, un “crowd pleaser” de la vieja escuela. Fiel a su estilo e intenciones, la mayor parte de las veces consigue los efectos que busca pero eso es lo que, a la vez, la vuelve predecible, convencional, excesivamente premeditada. La película de Ted Melfi narra la historia de tres mujeres afroamericanas que, en el sur segregado de los Estados Unidos de fines de los ’50 y principios de los ’60, entraron a trabajar en la NASA como “computers”, que era el nombre que se usaba para llamar al personal que hacía cuentas y cálculos en tiempos pre-computadoras (casi pre-calculadoras). Y la saga que narra, en cada uno de esos casos, es una de superación, tanto personal como de prejuicios raciales y de género, ya que esas mujeres no recibían el trato que merecían ni eran consideradas para trabajos de mayor dificultad. La protagonista principal es Katherine Johnson (Taraji P. Henson), una mujer que creció con una enorme capacidad para las matemáticas y que, junto a dos amigas, trabaja en Hampton, Virginia, en una sede de la NASA. Las otras son Dorothy Vaughan (Olivia Spencer), quien parece tener habilidades para entender mucho más rápido que la mayoría de los hombres que la rodean cómo funcionan esos raros e inmensos aparatos de una empresa desconocida llamada IBM. Y Mary Jackson (la versatil cantante Janelle Monae, que también actúa en LUZ DE LUNA, al igual que Mahershala Ali, quien tiene un rol menor aquí), quien trabaja con sus dos amigas pero sueña con convertirse en la primer estudiante negra de Ingeniería en una universidad que hasta ahora no ha aceptado personas de color. Pero tanto los personajes de Spencer y Monae (especialmente este último) van desapareciendo del relato, cuyo eje central pasa a ser el incómodo traslado de Katherine a la sala central (el Space Task Group) de la NASA donde se calculan y deciden los detalles de las primeras misiones espaciales. La llegada de la chica allí traerá todo tipo de dificultades: será mirada con desprecio e incredulidad, no le darán trabajo a la altura de su talento y tendrá también los problemas intrínsecos al Sur segregado: tendrá que usar el baño para “Colored People” que queda a varias cuadras de distancia y otros detalles más que complican su trabajo. Su principal enemigo allí será Paul Stafford (Jim Parsons), ingeniero estrella que no quiere saber nada con ella. Y arriba de él está Al Harrison (Kevin Costner), quien de a poco pasará de ignorarla a reconocer sus cualidades y su capacidad de solucionar complejos problemas muy rápidamente. En un papel muy menor –uno sospecha que muchas de sus escenas quedaron fuera del montaje final– aparece Kirsten Dunst, como una supervisora a la que el ascenso de Katherine no le cae nada bien, por más que intente disimularlo. TALENTOS OCULTOS recorre caminos muy previsibles desde lo narrativo y, desde lo formal, cumple también con los pasos ya probados para películas de este tipo, esas que de a poco van mostrando que estos personajes menospreciados (por su sexo y raza en este caso) finalmente terminan siendo fundamentales a la hora de solucionar problemas, demostrando esa capacidad que los otros, prejuiciosos, no alcanzan a ver. Es una película menor, políticamente correcta al extremo, un tanto blanda y nunca controvertida, pero que cumple lo que se propone: satisfacer a un espectador medianamente “progresista” con una historia de sacrificio, sufrimiento y triunfo. En ese sentido vale compararla con LOVING, de Jeff Nichols, una película mucho más compleja y ambigua sobre un conflicto racial similar que, por apegarse más a la verdad emocional de los personajes y no a la satisfacción inmediata de la audiencia, no tuvo ni el éxito ni las nominaciones de este filme. Pero esa catarsis popular –en estos tiempos políticos tan extremos y retrógrados que se viven en los Estados Unidos desde el ascenso a la presidencia de Donald Trump– parece ser hoy más necesaria que nunca. Tanto que no sería extraño que la película termine por alzarse con algún premio importante en los Oscars, como sucedió el fin de semana pasado al ganar el premio principal en los SAG Awards. Es que toca todos los puntos politicamente correctos que tiene que tocar y lo hace sin generar ningún tipo de resquemor o incomodidad en el espectador. Un “crowd pleaser” hecho y derecho para los tiempos que corren.
Theodore Melfi nos trae una historia basada en hechos reales que narra cómo tres científicas afroamericanas intervinieron en las misiones más importantes de la NASA. Estados Unidos en plena década del 60, época de la guerra fría y la lucha por la carrera espacial con Rusia: ¿Qué potencia llegará primero a la luna? ¿Caerán misiles nucleares? También es un período en que el pueblo afroamericano comienza a exigir sus derechos. Inmersas en este ámbito, tres mujeres negras trabajan para uno de los mayores organismos del país: la NASA. Chicas con una mirada visionaria y un coeficiente intelectual más que apto: Katherine (Taraji P. Henson) es una especialista en cálculo matemático, Dorothy (Octavia Spencer) es experta en gestión e interesada en las computadoras y Mary (Janelle Monáe) es una aspirante a ingeniera. Completa el grupo Al Harrison (el gran Kevin Costner), quien ocupa uno de los roles jerárquicos en el proyecto espacial. Tres jóvenes con su familia a cuestas que lucharán contra los prejuicios en tiempos racistas y misóginos, y que lograrán superar todo tipo de obstáculos. En este tono superador y voluntarioso se manejará Talentos Ocultos. Todo será una lección a aprender y lo políticamente correcto regirá a lo largo del relato. Si bien este dejo didáctico que remite al típico discurso del sueño americano se siente un tanto artificial, cabe destacar la excelente producción y la rigurosa puesta en escena de la película, recursos que refuerzan la construcción del verosímil. Un film clásico, ya sea desde su estructura formal como narrativa, que también se destaca por grandiosas actuaciones. Por otra parte, Talentos Ocultos también asume el riego de transmitir de manera honesta y fluida una historia real desconocida, la cual alumbra a estas damas transgresoras, alejándose de los típicos estereotipos de los dramas solemnes, que se toman demasiado en serio, sobre todo en una época pronta a la entrega de los Premios Oscar. (Foto de portada: Fox)
Theodore Melfi (St. Vincent) dirige Talentos Ocultos, esta historia desconocida sobre tres mujeres negras que fueron imprescindibles para que en 1969 la NASA pudiera mandar al hombre a la luna. Taraji P. Henson, Octavia Spencer y Janelle Monáe interpretan a tres mujeres que trabajan en la NASA, como unas llamadas “computadoras”, calculadoras humanas, en el sector designado para la gente negra. Una, es una experta en las matemáticas desde muy pequeña, otra sueña con ser ingeniera en un mundo donde ni siquiera una mujer tiene acceso a ese tipo de estudios, mucho menos una negra, y la otra aspira a ser supervisora de unos programadores de la por entonces nueva tecnología de IBM. Cuando el jefe matemático interpretado por Kevin Costner busca ayuda entre estas calculadoras, llega Katherine (Henson) y de a poco comienza a hacerse notar por la rapidez y solidez de sus cálculos, y por el modo de entregarse al trabajo aun teniendo que soportar no tener un baño para su gente en ese edificio, lo que la hacía correr varias veces al día, o que tuviese una jarra de café separada del resto, pero quizás lo peor ocurría cuando ni siquiera le dejaban firmar los cálculos que hacía con su nombre. Al mismo tiempo, Mary (Monae) descubre lo que quiere ser, ingeniera, y decide incluso ir a juicio para que le permitan estudiar. Dorothy (Spencer) recibe constantes negativas ante su deseado ascenso (entra en juego acá Kirsten Dunst quien aun en pocos minutos de pantalla siempre logra destacarse) pero eso no le impide hacer aunque sea a escondidas aquello que sabe y quiere, hasta que se lo reconozcan. Las tres forman un trío de mujeres fuertes y decididas, nunca dispuestas a doblegarse ante el racismo ni el machismo que predomina en esa sociedad. El film bucea entre los tres personajes sin ahondar más que lo necesario en la vida personal de cada una de ellas. La vida de Katherine, viuda con hijos pequeños y una incipiente posibilidad de romance con un coronel interpretado por Mahershala Ali (nominado al Oscar por su trabajo en Moonlight), toma un protagonismo apenas mayor que el de resto pero la decisión del director de centrarse en el trabajo es sin dudas acertada. Talentos Ocultos es un agradable e interesante relato, el problema es que a veces no puede evitar caer en lugares comunes de estas películas que parecen hechas para colarse en la temporada de premios. A nivel actoral el film está muy bien logrado, de hecho se acaba de alzar con el premio a Mejor Elenco de Película en los SAG Awards. Henson está mucho más contenida de lo que suele y eso le juega a favor, y Monáe, que recién ahora empieza a trabajar en cine, demuestra tener un carisma imprescindible para la pantalla (se la puede ver también en Moonlight). Otro buen trabajo es el de Kevin Costner, ese jefe que antes que nada necesita que la gente haga su trabajo y bien. Entretenida, con un buen equilibrio entre drama y comedia, ligera a la hora de desarrollar un contexto más político (hay mucho hincapié en lo social, claro, pero no mucho sobre lo que empezaba a cocinarse con la Unión Soviética), Talentos Ocultos revela ese mundo desconocido que no deja de ser imprescindible para que aquel otro del que todos somos testigos sea posible, esa cara oculta de la NASA. Una simpática y necesaria historia de esfuerzos y valentía que en dos horas de duración nunca aburre.
El pasado es prólogo. En Talentos Ocultos se muestra la historia de Katherine, Dorothy y Mary tratando de progresar en sus trabajos dentro de la Nasa. El problema es que son mujeres y afroamericanas en 1961, plena carrera espacial de EEUU contra Rusia por dominar la galaxia. Vemos luchas personales por hacer justicia. Justicia para que Mary pueda ser la primera negra en estudiar en una universidad para blancos, para que valoren el trabajo que realmente hace Dorothy y para que los brillantes aportes matemáticos de Katherine sean escuchados por su jefe (Kevin Costner). Un cuidado tratamiento clásico con tonos de comedia suma para que no dejemos de emocionarnos con estas luchas sufridas. Hacia el final, las 3 historias empiezan a parecerse demasiado entre sí, restándole, quizás, armonía y complejidad a la problemática. Kevin Costner es el Jefe encargado de poner un hombre (estadounidense) por primera vez en el espacio y luego en la luna. Pero para la película parece tener otro objetivo. En dos momentos donde tiene que dar largos y sentidos discursos a un grupo de personas, rememora a su propio personaje del fiscal Jim Garrison en JFK y su búsqueda por la verdad en el asesinato de Kennedy (un blackfrendly). Pero cabe hacerse la siguiente pregunta. ¿Talentos Ocultos pone de manifiesto el racismo en EEUU? ¿O sólo habla de un racismo que ya quedó atrás? En los créditos finales de Manderlay de Lars Von Trier se muestran fotos de la historia injusta de la comunidad afroamericana en EEUU. Pero no sólo hay imágenes del pasado, momento en el que ocurre la película, sino que empiezan a aparecer imágenes más recientes. No se trata sólo de fotos del Ku Klux Klan sino también de la policía, sumadas a imágenes de negros viviendo en la pobreza extrema, mientras suena Young Americans de David Bowie. Luego de jugar entre la filosofía y la provocación durante toda la trama, Lars Von Trier parece decir explícitamente a los jóvenes americanos: “¡No se hagan los distraídos, Manderlay pone en carne viva un problema económico y político actual! Depende de ustedes”.
Temporada de Patos Las películas pensadas para el Oscar causan tanto rechazo en algunos como aceptación en otros. Con el énfasis en contar historias importantes, o al menos, significativas, se percibe un cálculo bastante elemental. Las biopics o reconstrucciones históricas suelen ser material para la temporada de premios. En este caso, Telentos Ocultos (Hidden Figures), la historia de tres afroamericanas que ayudaron en la carrera espacial, es un producto perfecto. No sólo por la condición de ser un hecho histórico sino porque además, suma el tema dominante sobre lo inclusivo y diverso que resultan los premios de la academia. Aún con la sistematización necesaria para ser galardonada, a Talentos Ocultos hay que reconocerle algunos méritos. El más significativo, manejar un tono narrativo que no es exageradamente sentimental. El relato, llevado de manera contenida, permite seguir el desarrollo de la historia sin sostenerse exclusivamente en la explotación de la situación racial. Obviamente (y necesariamente) están presentes las tristes circunstancias de la discriminación que sufrieron esas mujeres. Y es lógico presentarlas para que logre su objetivo ¿Cómo no sentir empatía por esas trabajadoras? ¿Cómo no desear verlas triunfar?. La cuestión es que en definitiva, el film persiste en una idea de no jugársela intentando mostrar un espectro que conforme a todos: está el personaje justo (Costner), el racista (Jim Parsons) y el que dice no serlo pero lo es (Kirsten Dunst). Y un camino de dos horas donde se van a arreglar las cosas. Más allá del caramelo cinematográfico complaciente, Talentos Ocultos se nutre por un sólido reparto. Construida sobre la sobriedad del gran Kevin Costner, el film intenta no subrayar torpemente. Como revés, se nubla en su obviedad y carácter inofensivo. No es que la propuesta haya sido otra, uno la siente sincera y sabe a que juega: una obra para dar satisfacción al espectador. Más allá del caramelo cinematográfico complaciente, Talentos Ocultos se nutre por un sólido reparto. Desde el nombrado Costner, y en un papel más pequeño,Maershala Ali (Luz de Luna, House of Cards), es el trío principal de actrices las que cumplen con solvencia. Taraji H.Penson (de la serie Empire), la genial Octavia Spencer (Snowpiercer, Historias Cruzadas), y la sorpresiva Janelle Monáe (Luz de Luna), logran que uno no pierda el interés, aún sabiendo que está ante una película que va a olvidar rápidamente.
La jugada maestra. Talentos ocultos podría clasificarse muy rápidamente como una más de las de temática afroamericana nominadas a los Oscars de este año, y estaríamos en lo cierto, pero la nueva película de Theodore Melfi es mucho más que eso. Antes que nada, su argumento la convierte en la más atractiva del grupo: cuenta la historia de tres mujeres negras que trabajan en una sede de la NASA en Virginia entre fines de los años 50 y principios de los 60, en plena batalla entre Estados Unidos y la Unión Soviética por mandar al primer hombre al espacio. La película, que encuentra a este entrañable trío dirigiéndose en auto al trabajo, a medida que avance el metraje, irá cada vez más centrándose en las peripecias de Katherine, quien será la protagonista principal -algo que ya se anuncia en la primera escena, que la muestra como una niña prodigio en las matemáticas-, para encontrarla años más tarde, en el presente, como una “computadora”. Ese es el término que utilizaban en la NASA para denominar a los empleados contratados para realizar todo tipo de cálculos matemáticos. Katherine, el eje sobre el que orbita la película, realiza los más complejos, aquellos que determinarán las trayectorias de los cohetes y de las naves para que los astronautas puedan regresar a salvo de sus misiones. Las otras dos mujeres, Dorothy y Mary, también matemáticas, van de a poco convirtiéndose en accesorios para aggiornar la historia principal, sobre todo a partir del ascenso de Katherine a un selecto equipo integrado casi exclusivamente por hombres blancos liderados por Kevin Costner, abocado a tomar las decisiones más importantes con respecto a las misiones espaciales. El director maneja la película con la misma simpatía y optimismo que había desplegado en St. Vincent, con Bill Murray y Melissa McCarthy, donde por momentos el mensaje amenazaba con apoderarse de la narración, pero jamás lo lograba. Acá sucede algo parecido: los “temas importantes”, como el racismo y el machismo, son abordados, al contrario de lo que uno esperaría, de forma muy medida y con cierta ligereza que permite esquivar los lugares comunes frecuentados por este tipo de películas. En Talentos ocultos no hay golpes bajos ni rastros de solemnidad gracias a ese tono amable que elige el cineasta para el tratamiento dramático. Eso incluye una gran cantidad de gags, entre ellos, el recurrente de Katherine corriendo ida y vuelta al baño para mujeres de color que se encuentra a varios metros de distancia del edificio en el que trabaja. Otro de los aciertos de la película es que, a pesar de buscar la emoción del espectador en todo momento, no cae en la tentación de hacerlo a toda costa. Ahí es donde se diferencia de las otras nominadas al Oscar con temáticas en común como Luz de luna o Un camino a casa, más ocupadas en cumplir un objetivo ideológico que uno cinematográfico. Talentos ocultos, en cambio, elige no regodearse en el sufrimiento de sus personajes y enfocarse en su persistencia por triunfar y realizar su trabajo a la perfección. Además, no pretende ser una película angustiante como las otras, lo que la hace todavía más efectiva a la hora de crear empatía con sus personajes y con lo que les pasa sin tener que recurrir al efectismo canalla para emocionarnos. No sería exagerado afirmar que se trata de una película que supo incorporar, de forma muy modesta y casi desapercibida, la tradición hawksiana de personajes con una entrega y una dedicación profesional inigualables, en quienes su equipo deposita toda su confianza, y nosotros también.
Para muchos, “Talentos ocultos” puede ser vista como otra película más sobre discriminación racial en la larga lista de producciones estadounidenses, sean de la industria o independientes. Sin embargo, Theodore Melfi supo encontrar el pulso exacto para narrar un drama que, con el eje en la citada temática, se despega del resto. Basada en un caso real, esta es la historia de tres mujeres afroamericanas que son brillantes en matemáticas y que no se resignan a estar ajenas de los avances que marcarán el futuro de la humanidad simplemente por tener un color oscuro de piel. Con superlativas actuaciones de Taraji P. Henson, que injustamente no fue nominada a mejor actriz protagónica en los Oscar; Octavia Spencer, que sí está nominada a mejor actriz secundaria; y Janelle Monáe, la película se construye en la frescura y el dramatismo de las interpretaciones. No en vano “Talentos ocultos” fue elegida por sus colegas como el mejor elenco en los premios que otorga el Sindicato de Actores. Hasta un mediocre actor como Kevin Costner se destaca como un transgresor jefe de la Nasa y sorprende en una escena típica para el aplauso que conviene no revelar. Ambientada en los años 60, las tres mujeres, con valentía y decisión, querrán colaborar para que el hombre llegue a la Luna, en los primeros pasos de la tecnología IBM, o en ser aceptadas para cursar ingeniería. La gran pelea de las tres es ser lo que quieren ser, cuando todo está hecho a gusto y medida de la gente de raza blanca. El ritmo de la película y la musicalización colaboran para que ciertas cuestiones dramáticas sean más livianas, lo que ayuda al equilibrio emotivo. El final, con las imágenes de las protagonistas reales, es recurrente pero también efectivo.
El cerebro no tiene color "Talentos ocultos" trata sobre tres afroamericanas que trabajan en la NASA y sufren discriminación no sólo por su color de piel, sino que también por ser mujeres. Un historia de superación que más que nunca es necesaria en el mundo entero. Tres afroamericanas van a gran velocidad en un automóvil preocupadas por no llegar tarde a su trabajo. Un patrullero las detiene y al ver que trabajan en la NASA, comenta: “No sabía que allí contrataban a...”. Dorothy Vaughan se apresura en contestar: “Mujeres, sí, trabajan muchas mujeres en el programa espacial”, no aceptando que un oficial vaya a degradarlas, y también adelantándose a la posible respuesta temperamental de alguna de sus compañeras. Corría la década del 50 y nada era fácil para la gente de color. Mucho menos si eran de sexo femenino. Pero esas tres mujeres, audaces, que hicieron carne esa búsqueda de la NASA de ser los primeros, se convirtieron en una parte fundamental en la historia espacial norteamericana. “Talentos ocultos” narra la historia basada en hechos reales de las matemáticas Katherine Johnson (Taraji P. Henson), Dorothy Vaughan (Octavia Spencer) y Mary Jackson (Janelle Monáe) cuando en plena carrera espacial y en tiempos de la guerra fría, debían librar su propias batallas diarias al enfrentarse a la discriminación y la exclusión. “Los cerebros no tienen color”, dijo su protagonista Henson recientemente en una entrevista resumiendo el tema de la película, que es candidata a Mejor película en los Oscar, y ya cuenta con tres estatuillas como Mejor reparto por otras tres premiaciones. Súper inteligentes Las tres mujeres eran “computadoras humanas”, realizaban los cálculos que ingenieros y científicos de la agencia espacial necesitaban. Johnson fue llamada para trabajar específicamente en el área de Controles de Naves Espaciales para hacer ese tipo de tareas, pero Al Harrison, director del grupo de Tarea Espacial, debió darle las alas que a fuerza de inteligencia quería desplegar. Mary Jackson peleó durante años para transformarse en ingeniera, y tras muchas trabas que incluyeron la petición de un amparo en el ayuntamiento de la ciudad para poder estudiar, se convirtió en la primera profesional en esta categoría en su país. Como supervisora de las otras computadoras, a Dorothy Vaughan el progreso se le hacía casi imposible, pues como la única coordinadora, no querían que abandonara su puesto. Como a sus dos compañeras, su tenacidad y necesidad de evolucionar al ritmo de la institución para la que trabajaban, la transformaron nuevamente en pionera, especializándose en informática. Un filme sobre superación, de héroes anónimos y de apertura de visión sobre la desigualdad y la discriminación, que más que nunca son necesarios no sólo en Estados Unidos, sino en el mundo entero.
Basado en el libro de Margot Lee Shetterly sobre la vida real de tres mujeres que vivieron y sufrieron todo tipo de discriminación, de género y racial, allá en el no muy lejano estado de Virginia,.hace no más de seis décadas atrás. Katherine Johnson (Taraji P. Henson), Dorothy Vaughan (Octavia Spencer) y Mary Jackson (Janelle Monae) son tres amigas que trabajan en la N.A.S.A. La primera es un genio matemático, las otras dos con grandes talentos para la comprensión y síntesis de los avances tecnológicos, una se especializara en los avances de la computación, la otra quiere ser la primera persona de raza negra que estudie ingeniería en la universidad de Virginia. Así expuesto tenemos todos los elementos y motivos que harán que este filme funcione de manera efectiva, recurriendo a lo efectista. En principio la denodada lucha contra la discriminación de cualquier tipo, luego de cada una por lograr sus objetivos, superación personal incluida, se la puede suponer como políticamente correcta, aunque caiga en arbitrariedades casi necesarias. La mayor parte del relato transcurre dentro de la NASA, en tiempos de la carrera espacial. Sabido fue que los científicos de ese organismo gubernamental no reflejaban las políticas discriminatorias dentro de su espacio y en relación a otros científicos. Sí guardaban distancia de categorización, he aquí que para que funcione narrativamente había que instalar un antagonista o dos. Por un lado Paul Stafford (Jim Parsons), ingeniero principal del proyecto a quien la presencia femenina rellenita y negra le molesta sobremanera, hará lo necesario para que Katherine renuncie. Pero persevera y triunfaras. Para ello debe aparecer quien con su apoyo y reconocimiento la sostenga en la lucha, Al Harrison (Kevin Costner), quien es el jefe de Jim. Por otro lado también hace su presencia Vivian Mitchel (Kristen Dunst), jefa del trío que tampoco ve con buenos ojos los avances de Katherine primero y luego de las dos amigas. De factura clásica, bien contada, previsible desde lo narrativo, personajes primero ignorados, luego fundamentales para la prosecución del éxito. Sólo sería otra película políticamente correcta si no fuese por las nominaciones al Oscar.
Dentro del subgénero nominado “mujeres inteligentes que trabajan para mandar gente al espacio o para evitar que nos maten los marcianos”, Hidden Figures apuesta por una serie de procedimientos que al team Arrival, tan preocupado por disfrazarse de cualquier otra cosa, seguramente le deben resultar bastante vergonzosos. Y es que Hidden Figures abraza su condición sin hacerse ningún tipo de reclamos. Podríamos decir incluso que es un producto típico de esta época del año, como lo son las frutas de estación o los programas de tv veraniegos. Una película de los Oscars, fácilmente reconocible y nada culpable de asumirse como tal. Si existieran todavía videoclubs bien podríamos colocarla en un estante que llevaría ese mismo nombre, “películas de los Oscars”, compartiendo espacio con otros grandes especímenes de esta misma raza, como pueden ser The King’s Speech, The Help o la más reciente The Imitation Game. Todas ellas aluden a la empatía con el espectador, a quien emocionan con sus historias de sacrificios y fracasos, de obstáculos y luchas, de sueños que se cumplen contra todo pronóstico. Hidden Figures asume la que tal vez sea la forma más común entre este tipo de cosecha, la biopic sin disfraz, la que empieza con la frase based on a true story y finaliza con el devenir de sus protagonistas una vez terminado el marco temporal que narra, puntuado a veces con fotos que confrontan la realidad con la ficción: todo un emblema de estilo. Así es como conocemos la historia de estas tres mujeres que en plena segregación terminan sobresaliendo como tres de las mentes más brillantes de la Nasa, cuyo trabajo fue fundamental para poner a los hombres a flotar en el espacio. Y aunque el guión se obstine en hacernos creer que una comunión entre blancos y negros era posible bajo el marco de la carrera espacial, sus hallazgos se encuentran en pequeños momentos de la cotidianeidad de estas tres mujeres, reveladoras escenas de vida donde la sombra amenazadora de “el gran tema” queda suspendida para tan solo dedicarse a observar las relaciones con sus hijos, sus madres, algún naciente amor que aparece y un pequeño baile en el que las preocupaciones se difuminan. Porque aquí el interés no es solamente lo que pasa cuando se tiene otro color de piel y se trabaja en la Nasa sino que a ese elemento se le suma la otra condición imposible de separar: la de ser mujer. En medio de un espacio que alcanza dimensiones hóstiles de machismo, donde hasta las propias mujeres blancas miran con cierto estupor que haya otras de su mismo género que quieran dedicarse a ser ingenieras, las decisiones de estos tres talentos hacen temblar lo terriblemente naturalizado de las posciones de poder que aquí se detentan. Porque a Sheldon no le importa que su contrincante en cuentas matemáticas sea negra sino que sea una mujer la que quiera firmar junto a su nombre las investigaciones. En su delimitación tan marcada, en la que tan a gusto se siente, Hidden Figures apela incluso a un elemento más que la convierte inmediatamente en una favorita del oficialismo académico: su agenda política conscientemente actual pero para nada agresiva, lo suficientemente correcta como para ablandar los corazones y al mismo tiempo no ofender a nadie. En una ceremonia que se intuye como el lado b de la del año pasado, a la queja del oscars so white se la suaviza en esta edición con tres películas que abarcan diversos tiempos en la vida de los afroamericanos. De Fences y Moonlight hablaremos más adelante pero no hace falta mucha observación para que se haga evidente que ninguna de esas dos películas puede quitarle el privilegio a Hidden Figures, la fruta más linda, que no necesita transformarse en un show de declamación insufrible ni ser demasiado arty para decir lo que tiene que decir. Si, probablemente nos olvidemos de ella en uno meses (no tiene siquiera una buena canción para que se nos pegue) y nos burlaremos de algunos de sus pasajes más ridículos (Kevin Costner en un momento dice “en la Nasa todos meamos del mismo color” o algo así) pero ahora me permito celebrarla porque si vamos a entrar en este juego de los Oscars son éstas las películas que mejor bailan este ritmo y algún tipo de respeto debemos tenerles por saberse tan poco importantes para el resto del mundo que no sean esos pocos agraciados que el domingo aplaudirán a sus pares, se reirán de algún chiste, cerrarán algún contrato y nos volveremos a encontrar nuevamente en unos meses, cuando la nueva cosecha ya esté madura.
Basada en hechos reales, “Talentos Ocultos” cuenta la historia de Katherine G. Johnson (Taraji P. Henson), Dorothy Vaughan (Octavia Spencer) y Mary Jackson (Janelle Monáe), tres mujeres afroamericanas brillantes que trabajaban en la NASA en la década del ’60. Su principal objetivo fue el de llevar al astronauta John Glenn a la órbita, en medio de la carrera espacial con la Unión Soviética. En “Talentos Ocultos” se tratan varias temáticas en simultáneo. Por un lado nos encontramos frente a la carrera espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética y toda la tecnología que se estaba desarrollando en la NASA para ganar esta misión. Además, el contexto es inevitable; plena década del ’60, en la cual había mucha segregación en Estados Unidos para con los afroamericanos. Y también el hecho de ser mujeres científicas, en un ámbito donde primaban los hombres. Si bien existen muchos frentes para tratar, Ted Melfi logra establecer una buen equilibrio entre todos ellos, profundizando de una manera justa las distintas temáticas. A pesar de que algunos de los temas tratados son fuertes, no se cae en golpes bajos. Al contrario, en muchos casos se recurre al humor para dejar en evidencia malos tratos o situaciones fuera de lugar, que genera empatía con las protagonistas. Taraji P. Henson, Octavia Spencer y Janelle Monáe se encuentran muy bien cada una en su papel, homenajeando a estas mujeres brillantes. Mención aparte para la ambientación, el vestuario y la música del film, puntos muy fuertes dentro de la producción del mismo. Por otro lado, “Talentos Ocultos” es una película inspiracional. Enseña cómo, independientemente del contexto social, cultural o racial, una persona puede conseguir lo que se propone si tiene el talento, la fortaleza y la tenacidad necesaria. En síntesis, “Talentos Ocultos” es una película que se sostiene por sus personajes carismáticos y las temáticas fuertes que se tratan de una manera amena y contundente. Con una perfección técnica y visual, el film deja un mensaje positivo y motivador en el público. Puntaje: 3,5/5
Esta es la historia de tres mujeres que se atrevieron a tener cerebro y pertenecer a una minoría en un momento en el cual esto no era bien visto. Son los 60s y tienen que ayudar a su país a ganar la competencia espacial contra los rusos. La película tiene un tono liviano, sencillo de llevar. De repente pasamos de ser un melodrama social, a pasar por uno romántico, un manifiesto de la igualdad y una denuncia que en un momento era impensado y hoy es un recordatorio. Es un film políticamente correcto en una coyuntura que toma otras dimensiones gracias a esto. El elenco, que hace un par de días tuvo el reconocimiento del sindicato de actores por considerarlo el mejor, es definitivamente lo mejor del film. Tanto los roles principales Taraji Henson, Janelle Monae (y su impresionante belleza) y Octavia Spencer llevan adelante el peso de estas mujeres que se ven cuestionadas tanto en lo profesional, como en lo social, como en lo privado. Kevin Costner y Kirsten Dunst, por nombrar a algunos reconocidos, en los papeles secundarios le dan una linda dimensión a esta historia. Pero eso es todo. La ambientación es simpática, los vestidos hermosos (y esto hasta te lo refuerzan con los tacos aguja que se quedan trabados en espacios de trabajo) y tiene una excelente música, pero no deja de ser bastante sencilla y liviana entre lo que ha significado y el mensaje que quiere dejar. La valía de estas mujeres merecía más que el reflejo de sus maridos y de cómo tenían que explicarles a sus hijos estar trabajando todos los días. Theodore Melfi, su director, ya nos había mostrado su vena para la comedia con St Vincent, otra historia con buen corazón y un intento de poderoso mensaje que fue desdibujándose con los minutos y solo sostenida por su elenco. Honestamente, es apenas correcta. No van a pasarla mal en sala, pero van a olvidarla con la misma facilidad.