La adaptación de la célebre novela de Stephen King de parte del realizador argentino funciona mejor como relato de iniciación de un grupo de chicos –al estilo “Cuenta conmigo” o la reciente “Stranger Things”– que como película de terror propiamente dicha. La película, que se convirtió en un enorme éxito en Estados Unidos, es un homenaje al cine de los años ’80 con el que, seguramente, el director y los guionistas crecieron. Por circunstancias que serían muy largas de explicar acá, nunca leí la novela ni vi la miniserie original de IT al ver esta adaptación de Andy Muschietti, que se acaba de estrenar en los Estados Unidos rompiendo varios récords y devolviéndole la salud a un año que venía hasta ahora muy mal en taquilla. Esa ausencia de precedentes, creo, me juega a favor a la hora de enfrentarme a la película, básicamente, porque no tengo con qué compararla dentro de ese ciclo, ni quejarme por lo que le falta o le sobra. Sí, claro, es una película que se presta a ser comparada con muchísimas cosas –algunas del universo del propio King como CUENTA CONMIGO, filme que sí tengo como un preciado recuerdo de los ’80–, pero al sentarme a verla solo sabía que había un payaso que metía miedo, un grupo de chicos y punto. Los que conocen la novela original ya sabrán que esta IT es, en sí misma, una película de iniciación que toma una de las partes del libro –la protagonizada por los chicos– que transcurría en los ’50 y que ahora se mudó a los ’80. Lo que sucede cuando ellos son grandes quedará para la secuela, prácticamente ya anunciada en la propia película. Y sabrán también qué es lo que sucede en ella. Es la historia de siete chicos –algunos viejos amigos, otros más nuevos– que forman algo llamado The Losers Club y son aterrorizados por el payasesco Pennywise, quien se mete, literal y metafóricamente, en sus cabezas. Y los chicos deben atravesar ese miedo primal –que representa a varios miedos que pertenecen al mundo real, en especial ligados a los adultos– y salir a enfrentarlo. Como casi todos saben, el drama comienza cuando Georgie, el hermano menor de Bill, sigue un barco de papel hasta una alcantarilla, donde se encontrará con el payaso en cuestión quien lo hace desaparecer del mapa, violentamente. Georgie es solo uno de los niños que han sufrido similar suerte y su hermano es el encargado de armar la bandita que intentará descifrar qué ha sucedido con todos ellos. Es el grupo, en definitiva, y la relación que existe entre sus distintos personajes, el corazón y el alma de esta película, la que la vuelve un mucho más interesante filme de iniciación a la manera de LOS GOONIES, la citada CUENTA CONMIGO o la propia E.T. que uno de terror. El grupo se compone de los clásicos perdedores de escuelaa norteamericana: freaks, geeks y nerds de todo tipo, con el clásico bully de turno molestándolos a cada momento. Además de Bill está el cínico Richie (Finn Wolfhard, que estuvo en STRANGER THINGS haciendo aun más fuertes las conexiones con esa serie), el hipocondríaco Eddie (Jack Dylan Grazer) y el atribulado bar mitzva boy Stanley (Wyatt Oleff), a los que se suman Ben (Jeremy Ray Taylor), un chico nuevo en la escuela que vive entre libros; Mike (Chosen Jacobs), quien parece ser el único afroamericano en todo Maine y, luego, Beverly (Sophia Lillis), la chica cool, indie y solitaria que no tiene amigas en la escuela y tiene una vida familiar más espantosa que un ejército de Pennywises. En la relación entre los chicos (peleas, bromas, romances, celos, chicanas) es donde la película mejor funciona y el guión se toma un buen tiempo en desarrollar las particulares historias (y miedos) de cada uno de ellos. Es cierto que, por el desarrollo que tiene cada personaje y subtrama, uno podría imaginar que IT hoy funcionaría a la perfección como una serie de ocho o diez episodios. Y no estaría equivocado. En el ir y venir constante y a veces forzado entre una y otra subtrama, combinada con cada aparición de Pennywise en sus distintas formas o cada intento de encontrarlo/capturarlo, la película de 135 minutos pierde algo de la fuerza y el ritmo narrativos que usualmente esperamos encontrar en un producto cinematográfico. De algún modo, la película sería más efectiva siendo un tanto más corta o mucho más larga, al estilo de las recientes series de TV. Así, por momentos, parece quedarse a mitad de camino entre los dos ejes más fuertes de su historia. Pero Pennywise es la figura icónica de esta novela y sin payaso no hay IT. Interpretado por Bill Skarsgaard, el clown asesino es un figura claramente terrorífica pero la película en sí no es del todo efectiva a la hora de sembrar miedo en los espectadores ante cada una de sus apariciones. De hecho, cuánto menos se lo ve y más se lo teme, la expectativa y el suspenso ante la posibilidad de una aparición suya tienden a ser más efectivas que sus actos específicos y las revelaciones y secretos ligados a su misteriosa existencia. De algún modo, Muschietti logró hacer la película que muchos de los que fueron adolescentes a fines de los ’80 (digamos, los nacidos en los años ’70) soñaron con hacer, incorporando las referencias a sus películas amadas de entonces, a las bandas de la época (el filme tiene temas de The Cure, The Cult, XTC, New Kids on the Block) y a otros elementos (ya verán cuáles), muchos de los cuáles fueron modificados de la novela de King, ya que las referencias y pesadillas de los chicos de los ’50 y las de los de los ’80 son muy distintas, exceptuando por supuesto a los payasos tenebrosos. Pero esa misma nostalgia es la que hace que, por momentos, IT se sienta más como una película sobre las películas de los ’80 que una que está, efectivamente, sucediendo entonces en la pantalla. Ese “entrecomillado” que envuelve cada escena la hace, a la vez, encantadora y le hace perder efectividad. Por decirlo de otro modo, las películas de los ’80 no eran autoconscientes de ser “películas de los ’80”. Esta lo es, casi todo el tiempo. Y se mira más con cariñosa nostalgia de ejercicio de estilo que agarrándose con miedo de la butaca.
Entre las novelas de Stephen King, It siempre se destacó por sobre las demás. La historia de siete amigos de la infancia que se reúnen para combatir otra vez a un monstruo ancestral que regresa cada 27 años se convirtió en una epopeya sobre los miedos de la juventud, sobre los miedos de toda la vida. Y no sólo miedos de origen sobrenatural sino también los que conviven bajo el mismo techo o que uno se encuentra a la vuelta de la esquina. Los protagonistas deberán ser fuertes para no sucumbir ante la amenaza, aunque están condenados a perder su inocencia. Rasgos distintivos del libro, que también lo son del autor de Maine. Al igual que la mayoría de sus obras, It pegó el salto a un formato audiovisual; más precisamente, a la televisión. La miniserie homónima, estrenada en 1990, respeta la estructura el voluminoso texto, con idas y venidas ente el pasado y el presente, pero resulta contenida en cuanto a los elementos más duros. El principal responsable de que esta versión generara un culto propio es Tim Curry y su caracterización de Pennywise, el payaso demoníaco que perturba a los protagonistas -y a una generación entera de espectadores-, que consolidó el pánico hacia los payasos y que se ganó un lugar en la cultura pop más tenebrosa, no tan lejos de íconos como Drácula, Frankenstein, Michael Myers y Freddy Krueger. It: Eso (It, 2017) es la segunda adaptación de la novela y la primera para el cine. En esta oportunidad, como un díptico, ya que este primer film sólo muestra a los personajes durante su juventud en el poblado de Derry, cuando conforman El Club de los Perdedores. Además de lidiar con problemas familiares y el maltrato por parte de una pandilla, son acechados por Pennywise (Bill Skarsgård), que se manifiesta en forma de payaso y de otros horrores, según el tormento personal de cada víctima. Eso conoce sus temores, y quiere enloquecerlos antes de hacerlos flotar. La violencia contra menores de edad siempre fue un tabú en Hollywood, ya que es un factor que provoca rechazo en el público. Incluso dentro del cine de terror -campo por excelencia para hablar de cuestiones incómodas, prohibidas- todavía hay restricciones. It va lo más lejos posible al mostrar asesinatos, mutilaciones y torturas (no sólo por el lado de Pennywise), y sugiriendo, lo más posible, un abuso sexual. La primera secuencia, en la que Georgie (Jackson Robert Scott) se encuentra con Pennywise en la alcantarilla, marca el tono de lo que vendrá. Para encontrar antecedentes de largometrajes aterradores mainstream con elevado nivel de crueldad hacia chicos es preciso remitirse a El Exorcista (The Exorcist, 1973) y a dos adaptaciones de King: El Resplandor (The Shining, 1980) y Cementerio de Animales (Pet Sematary, 1989). El principal responsable es Andy Muschietti. El cineasta argentino venía de realizar Mamá (Mama, 2013), con el padrinazgo de Guillermo del Toro; allí demuestra su capacidad para generan climas siniestros, que de a poco van devorando la cotidianidad, y si bien recurre a sustos mediante golpes de efecto (en mucho menor medida que James Wan, eso sí), también logra momentos escalofriantes usando diferentes recursos, como cuando las niñas juegan con Mamá. Todo esto, sin descuidar el drama humano que impulsa la historia. En It potencia cada uno de aquellos aspectos, consolidando lo que ya puede considerarse un estilo. Otro logro de Muschietti es su fidelidad a la novela, en el sentido de que conserva los detalles más violentos y consigue transmitir la suficiente tensión sexual entre los chicos. El director es leal a las páginas de S.K. aún cuando aplica algunos cambios importantes: los chicos tienen 13 años en vez de 11 (para puntualizar el despertar sexual), Georgie no es dado por muerto sino que figura como uno más de los niños desaparecidos, y la relación temporal entre pasado y presente ya no es 1958-1985; ahora que ocurre en la niñez es 1989, de manera que hay una recreación de época a través de referencias cinematográficas -en el cine de Derry proyectan Batman, Arma Mortal 2 (Lethal Weapon 2) y Pesadilla 5: El Niño del Sueño (A Nightmare on Elm Street 5: The Dream Child)- y musicales (suenan temas de The Cult, XTC, The Cure y hasta New Kids on The Block para detallar la sensibilidad de uno de los Perdedores). Esta modificación de período histórico no responde a una movida nostálgica, muy común actualmente, sino a establecer una relación entre 27 años atrás y ahora. Y no sólo eso: la cultura popular de los ’80 tiene mucho de los ’50 debido a cuestiones generacionales, por lo que hay un sabor similar en ambas décadas. Curiosamente, Muschietti y su hermana Bárbara -productora y mano derecha- no constituyen las primeras presencias argentinas en una adaptación de It: la miniserie tuvo dentro del elenco a Olivia Hussey –otrora fetiche de Franco Zeffirelli-, quien encarnaba a la esposa de uno de los antihéroes. El verdadero corazón de la película es El Club de los Perdedores. Los siete jóvenes intérpretes y la química entre ellos permiten que uno pueda involucrase en sus desventuras. Aunque a primera vista llevan a pensar en Los Goonies (The Goonies, 1985) o en Los Exploradores (Explorers, 1985), ambas producciones de Steven Spielberg, tienen más que común con los amigos de Cuenta Conmigo (Stand by Me, 1986), al punto de que Muschietti calca una escena. Todos los caminos siempre vuelven a King. Dentro del Club se destacan Jaeden Lieberher como Bill, el sufrido hermano de Georgie, y en el rol del cómico Richie Tozier está Finn Wolfhard, quien viene de un serie que homenajea los universos de King y de Spielberg: Stranger Things. Pero el que más despertaba expectativas era Bill Skarsgård como el flamante Pennywise. La diferencia entre su desempeño y el de Tim Curry no se limita al maquillaje y el vestuario: Skarsgård va menos por el histrionismo y la carcajada, y le otorga al personaje un aire siniestro, pero sin perder su capacidad encantadora. Cada aparición suya provoca inquietud, pavor, pero también fascinación. La dualidad de los mejores monstruos. Una caracterización que ya se ganó su propio espacio en el podio de los íconos del miedo gracias a la utilización de recursos diferentes a los de Curry (incluyendo un ojo desviado según la escena). Siguiendo con las criaturas, también se luce el español Javier Botet, que ya había sido Mamá para Muschietti y ahora le pone su raquítico cuerpo a otras encarnaciones del mal que azota al pueblo. It es la película de terror más audaz surgida recientemente del corazón de Hollywood. No se propone ser otra Super 8 (2011), no es Spielbergiana ni siquiera en su superficie (la ecuación chicos + bicicletas no alcanza para calificar como eso): funciona como una pesadilla que no da tregua, que trasciende edades. Triunfa como adaptación, y si bien no puede esquivar las comparaciones con la novela y el telefilm, se sostiene por sí misma. Un nuevo clásico del género. El éxito de esta película confirmó la concreción de la secuela, que mostrará a los Perdedores como adultos torturados pero valerosos. Difícil saber si repetirá el suceso, pero ya es uno de los films más esperados para todos los que estén dispuestos a flotar.
“…Los miedos de los niños solían ser más simples y poderosos. Los miedos infantiles, con frecuencia, se convocan con una sola cara… y si hacía falta un cebo, ¿a qué niño no le gustaba un payaso?” – Stephen King Este jueves se estrena la adaptación de la famosa novela de Stephen King, dirigida por el argentino Andrés Muschietti (“Mamá” -2013- ). Acá te contamos qué podes esperar del film y si representa una adaptación digna del material original. Corría septiembre de 1986 y se publicaba una de las novelas más espeluznantes del maestro del terror literario, Stephen King. “It” (“Eso”) rápidamente se convirtió en un fenómeno cultural y en un clásico de la literatura moderna que atrajo tanto a adolescentes como adultos. La historia era atractiva por la sinceridad con la que se narraba la pubertad y la inocencia de los chicos en contraste con el hecho de convertirse en grandes y de ser el resultado de todas las vivencias de la juventud. Lo interesante de la obra era su estructura alternante entre el pasado y el presente de los personajes que sufren el acecho del monstruo/entidad del título. Si bien la serie de 1990 intentó reproducir este método narrativo en el medio audiovisual, el resultado fue una ficción desprolija y llena de flashbacks que tornaban al relato muy discontinuo e interrumpido. Una de las cosas interesantes que propone esta versión de 2017 (27 años después de la primera película, que se corresponde a la misma cantidad de años que hiberna IT en el libro), es que esta primera parte narra los acontecimientos de la infancia de los personajes, sin profundizar en la adultez de los mismos. Esto es uno de los puntos a favor de la cinta, debido a que no solo tiene más metraje para dedicarle a la niñez de los protagonistas sino que también Muschietti puede transmitir la información de la trama de una manera más visual que dialogada (algo que no pasaba en la versión de ’90, donde reinaba el diálogo explicativo y expositivo). Comencemos por el principio, el film narra los sucesos que rodean al pueblo de Derry (Maine) cuando empiezan a desaparecer niños sin una explicación lógica. Los adultos del pueblo no parecen darle mucha importancia a este hecho, por lo que una pandilla de amigos lidia con sus mayores miedos al enfrentarse a un malvado payaso llamado Pennywise (Bill Skarsgård), cuya historia de asesinatos y violencia data desde hace muchos siglos atrás. Estos chicos deberán unirse para evitar que se prolongue la ola de asesinatos. El film en primera instancia es un Coming Of Age y en segundo plano una historia de terror. Recuerda un poco a películas como “Cuenta Conmigo” (otra adaptación de King), “Los Goonies”, “E.T” y a la más reciente serie “Stranger Things”, donde el foco está puesto en los niños y en las aventuras que estos viven mientras crecen y aprenden sobre el amor, la amistad y la camaradería. El fuerte de este relato radica en el impresionante elenco que logra reunir, y en la estupenda dirección de Andy Muschietti que consigue marcar su impronta y estilo personal en una historia ajena que toma como propia. Los protagonistas son el hermano de la primera víctima del payaso conocido como Bill Denbrough (Jaeden Lieberher), el bromista y cínico Richie Tozier (Finn Wolfhard, un gran papel de la joven promesa de “Stranger Things”), el hipocondríaco Eddie Kaspbrak (Jack Dylan Grazer), el miedoso Stanley Uris (Wyatt Oleff), Ben Hanscom (Jeremy Ray Taylor), un chico nuevo al que le gusta leer; Mike Hanlon (Chosen Jacobs), un joven afroamericano víctima de la discriminación y Beverly Marsh (Sophia Lillis), la única chica en el grupo conocido como El Club de Los Perdedores, la cual sufre del abuso de su padre y de sus compañeros de colegio. En la relación entre los chicos (peleas, bromas, enfrentamiento al bullying, romances y, en definitiva, amistad) es donde la película mejor funciona. El comienzo es perfecto, con la secuencia inicial donde Georgie se convierte en la primera víctima de Pennywise es que va a establecerse el clima y el tono del film. El guion se tomará su tiempo para desarrollar las historias (subtramas) y los miedos de cada personaje, de manera alternada y con algunos buenos sobresaltos en las apariciones del payaso asesino. La caracterización de Bill Skarsgård es intimidante y perfecta, logrando ser aterrador y amenazador. Por el lado de los aspectos técnicos, se destaca el manejo de cámara, en el cual se utiliza mucho el plano holandés, reflejando la inestabilidad de los niños en el pueblo, la sobria pero efectiva fotografía de Chung Chung-hoon (Colaborador habitual de Chan-Wook Park, director de “Oldboy”), una banda sonora funcional y característica de este tipo de género y finalmente un gran montaje. Ahora bien, en lo que adaptación respecta, la película logra permanecer fiel al material original y a su vez actualizarlo y sacarle algunos pasajes que hoy en día resultarían inverosímiles o poco audiovisuales. La muerte de Georgie es fiel al libro y resulta espantosa y necesaria para lo que vendrá a continuación. Después, las apariciones de Pennywise y los miedos de los chicos difieren un poco a los del libro (en la novela algunas formas de la criatura correspondían a personajes de películas de horror de los años ’50, año donde transcurría la narración), pero le agregan una cuota de credibilidad y de sencillez a los temores de la niñez. Por otra parte, se mantiene la esencia de los adultos como seres despreocupados y, en muchos casos, desagradables (abuso, violencia, etc.) Otro logro de Muschietti a nivel adaptación está relacionado con conservar los detalles más cruentos del libro. Por lo general, siempre fue complicada la cuestión de la violencia hacia los menores de edad en el cine mainstream, pero el director logra mostrar algunos aspectos siniestros de la novela donde se ven asesinatos, mutilaciones, entre otras cosas. La naturaleza del texto se respeta en el relato y los cambios son bastante intrascendentes (se cambian los ’50 por los ’80 con toda la movida cultural que eso implica, el enfrentamiento final con el payaso es más “realista” y los chicos no se dedican a fabricar balas como lo hacían en la novela). En síntesis, “It” (2017) es un film entretenido, escalofriante, gracioso y emocionante. Una película que combina muy bien el terror con momentos cómicos. Una adaptación hecha y derecha que está muy por encima de la serie del ’90. Un relato que se hace fuerte a partir de un excelente proceso de casting y una muy bien cuidada y sólida dirección de Muschietti. Un peliculón de aquellos que no dejarán indiferente a ninguno y un gran exponente del cine de género.
Luego de esperar toda una vida para la remake de It, llegó, logrando satisfacer a todas las audiencias. No solo a la vieja generación dejó satisfechos, donde la nostalgia, y un poco el fanatismo juega a favor, sino al nuevo público, a aquellos que van al cine a ver una película, no necesariamente “de terror”, también para los que dejaron de ir al cine y ahora regresan. Por supuesto que a los lectores del genio Stephen King también capturó. A todo esto se suma, la dirección y producción de Andrés y Bárbara Muschietti, dos argentinos que triunfan en el exterior. Un combo con todos los ingredientes para amar esta nueva versión de It. Esta nueva versión de It superó lo que fue la de los’90, que todos sabemos que no fue una gran “película”, fue una miniserie para televisión, pero con los ojos de “niños” nos fascinó en su momento. Con otros efectos, otro ritmo, otras actuaciones… Pero no es justo comparar. Todo comienza de la misma manera, cuando el pequeño Georgie sale a jugar bajo la lluvia con su barco de papel. A los pocos minutos ya tenemos el primer contacto con el nuevo payaso Pennywise, en la alcantarilla. Y así empiezan a desparecer otros niños en el pueblo de Derry, Maine (por supuesto). Muschietti se atrevió a cambiar la época en que se desarrollaba el relato original –los años 50– llevándolo a los ‘ 80. (por suerte no hay internet, ni celular, ni nada de tecnología). El director, que hizo su debut bajo el ala de -nada más y nada menos- Guillermo del Toro, con Mama (2013), aprovecha al máximo esta nueva oportunidad para brillar al máximo. La pandilla de amigos (El Club de Los Losers) tendrá que enfrentarse a sus mayores miedos. “Eso”, que no se sabe bien qué es, pero que se entenderá al ver el film, y los que leyeron el libro, más aún. El payaso Pennywise representa a la perfección esa relación de lo siniestro con lo familiar, y a la vez con lo espeluznante. Tocando en esta oportunidad los miedos de los chicos. Las visiones son oscuras, ominosas, atroces y muy gráficas. Las actuaciones de todos los niños, impacta, se nota que hubo un trabajo arduo de entrenamiento, que, como contó su director, fue un proceso donde se hicieron amigos, convivieron por unos diez meses, hasta les sacaron los celulares durante el rodaje, y todo eso se vio reflejado en pantalla, lograron una naturalidad y camaradería que emociona ver. Al fin y al cabo estamos viendo por más de dos horas a niños actuar. Y nos encanta. Una película de esta magnitud tenía que tener este impresionante cast. Los chicos son los protagonistas. Recordándonos la amistad de “Stand by me” y hasta la de Los Goonies. Lo mejor es la descripción de la niñez, y todo lo que eso implica. Por ejemplo, la batalla de las piedras, que en el libro son decenas de hojas para leer. Todo tiene un mensaje para analizar. Una visión de la violencia y la perversión constante de EE.UU., vigente hasta la actualidad. Los adultos poco aparecen, y cuando están su maldad se hace evidente. La escuela secundaria también está repleta de seres malignos y pandillas. Casi tan crudo como el relato de Stephen King. Todos están perfectos en sus roles. Los siete “perdedores”: Bill, Ben, Beverly, Richie, Eddie, Mike y Stan. Pero Finn Wolfhard (Richie) en su papel tan divertido y rápido, por momentos se “come” la pantalla, también Sophia Lillis (Beverly), una adolescente con gran futuro, y Jack Dylan Grazer (Eddie) con una verborragia y carisma que el público adora. Las actuaciones traspasan la pantalla. Estos jóvenes actores vaticinan grandes roles en el cine. Incluso el brabucón, Nicholas Hamilton, se luce con una maldad extrema, que, por supuesto, tiene origen por la historia que vivió. Todo es culpa de los padres, dice Freud. Y así es. Párrafo aparte merece el joven talentoso, y con gran futuro, de Bill Skarsgård, el nuevo payaso, con un rostro terrorífico, que contiene todo aquello que te aterra, los miedos más profundos de cada ser. Gran actuación que requiere un trabajo físico importante, porque no todo es maquillaje. Hay una reinvención de ESO. Y para los que odian CGI, no encontrarán rastros molestos del mismo. Pennywise es como Freddy Kruegger, acechando en la realidad. Esta nueva película tiene un guión que se adaptó, que pasó por varias manos, hasta llegar a la correcta, sufrió cambios, pero todos fueron positivos, sin perder la esencia. Es interesante ver que también tocan el tema del abuso, recordemos que el libro siempre es más brutal. Hay muchísimas referencias sexuales, y de género rondando la historia. Se han adaptado más de 500 páginas, del libro publicado en 1986. Las otras 500 será en la capítulo 2, en 2019, también de la mano de los Muschietti. La delicada fotografía retro de Chung Chung-hoon, se asienta perfectamente al film. Y sin utilizar imágenes digitales, que nunca terminan favoreciendo, It logra suspenso, la dosis justa de terror y toda una aventura que aun no termina. Probablemente Muschietti ha logrado la mejor adaptación de un libro de Stephen King.
La manada de los perdedores Al igual que la mayoría de las adaptaciones de los libros de Stephen King, los films basados en su obra dicen más sobre las limitaciones y los manías de la industria cultural en la actualidad que sobre los textos del maestro del terror en sí. A su vez, la aceptación de la obra del escritor norteamericano por un público masivo impulsa rápidamente a la industria a emprender la adaptación de sus trabajos, y en este caso, a realizar una nueva versión de la película de 1990 basada en la novela homónima editada en 1986. Para la nueva versión del clásico de King participaron tres guionistas, Chase Palmer, Cary Fukunaga y Gary Dauberman, que realizaron una buena labor con la intención de despegarse de la película anterior escrita por Lawrence D. Cohen (Carrie, 1976) y dirigida por Tommy Lee Wallace (The Twilight Zone, 1985- 1986), pero con una clara búsqueda de una atmósfera retro de los años 80 del siglo XX que remita a la época del texto original. El resultado, plasmado por el director argentino Andy Muschietti (Mamá, 2013), es un film que retoma el clima nostálgico aunque poco realista de la década mencionada con una gran similitud a la primera temporada de la reciente serie de Ross y Matt Duffer, Stranger Things (2016). En una pequeña ciudad de Maine un monstruoso payaso que habita en las alcantarillas, Pennywise (Bill Skarsgård), acosa a los niños con sus peores pesadillas para alimentarse de su miedo y su carne durante un año de cada 27. Un grupo de amigos intenta ayudar a Bill, un niño cuyo hermano ha desaparecido, a buscarlo y así descubren que el payaso que los acosa es real y está relacionado con las desapariciones de varios niños. La narración se centra en el terror que el payaso genera y causa para alimentarse pero no pierde de vista la construcción de los personajes, creando personalidades muy específicas para cada uno de los protagonistas y una historia particular que los une como perdedores, o más bien los únicos inteligentes, en un pueblo que parece enajenado por la locura y una necesidad de negación. Los abusos de los efectos de sonido que caracterizan al cine de terror actual son moderados pero se los utiliza innecesariamente en varias escenas que podrían haber tenido una construcción más psicológica con un mejor resultado. Las interpretaciones de todo el elenco son muy buenas, representando la infancia y el mal que la corrompe en una ciudad pequeña donde la malignidad acecha en forma de payaso y los padres parecen unos dementes entregados a la negación, la violencia, la lascivia incestuosa, la hipocondría contagiosa y un estado de locura general, paranoia y perversión que se transmite de generación en generación desde la fundación del pueblo. Además de la incesante catarata de bandas, películas y recuerdos varios de época hay referencias sobre al fin de la infancia y el paso a la adolescencia, el inocente descubrimiento de la sexualidad y el amor y la perdida de la ingenuidad en un contexto metafórico en el que los padres son aún peores que el payaso maligno y los niños deben escapar de peligros múltiples que amenazan su desarrollo humano e intelectual. It (2017) es una manifestación de las arbitrariedades de las modas cinematográficas que no se quieren alejar demasiado de lo que el mercado dictamina como rentable sin reflexionar sobre la necesidad de la experimentación para buscar la novedad que genere los saltos cualitativos que transforman a los géneros, enriqueciéndolos. A pesar de esto el opus funciona en su recurso melancólico de época creando una narración aterradora y utilizando con criterio los recursos para construir una historia sólida que usa el relato de King y la adaptación anterior para buscar su propia identidad con el fin de crear el mismo fenómeno que el libro y la película causaron en la generación juvenil de los años 80 y 90 del siglo pasado. El film de Muschietti no logra plasmar toda la naturaleza fantástica y terrorífica de una novela genial pero, bajo el tamiz de la visión actual del mundo y del pasado, se acerca bastante a la esencia que King le imprimió a su excepcional obra.
No es para nada fácil adaptar una novela de Stephen King al séptimo arte, pero aun así el exitoso escritor tuvo su lugar tanto en librerías como en salas de cines, directores como Brian De Palma, John Carpenter, David Cronemberg, Rob Reiner, George A. Romero, Frank Darabont o Stanley Kubrick, fueron algunos afortunados que tuvieron la oportunidad de llevar algunas obras notables del autor a la gran pantalla, algunas con más éxito comercial que otras, pero que en definitiva gran parte de ellas lograron convertirse en clásicos cinematográficos. En 1986 se puso a la venta “IT”, una novela de más de 1500 páginas que contaba una historia sobre un grupo de marginados que tenían que hacerle frente a sus problemas personales mientras también lidiaban con un ser superior a ellos. En 1990 llegaba en formato de miniserie IT, dicha miniserie estuvo dividida en dos capítulos contados por sus protagonistas adultos en la actualidad mientras recordaban su dura infancia a través de flashbacks, en nuestro país muchos crecieron viendo esa miniserie en donde el talentoso Tim Curry se ponía en el rol de Pennywise, el antagonista de la historia, la actuación de Curry había sido tan destacada que muchos niños llegaron a padecer Coulrofobia (miedo a los payasos), si vemos esa película (bah, miniserie) ahora, notaremos que era bastante mala en casi todos los aspectos, pero que la personificación de Curry se mantiene intacta, ahora nos llega una nueva adaptación a cargo del argentino Andres Muschietti destinada a parecerse a su predecesora o mejorarla. En el pequeño pueblo de Derry los niños desaparecen sin dejar rastro alguno, como si desaparecieran de este mundo, en un día de lluvia Bill le construye a su hermano menor un pequeño barquito de papel, el pequeño con todo su entusiasmo decide calzarse el piloto amarillo, sus botas verdes y salir a la calle con el único fin de divertirse un momento, pero este niño también se esfuma sin conocerse su paradero, Bill junto a sus amigos toman la decisión de emprender una búsqueda con tal de obtener alguna respuesta concreta en cuanto a las desapariciones, ahí es en donde se pondrán a prueba sus miedos en todos los sentidos y enfrentarse al mal que está caracterizado como un siniestro payaso llamado Pennywise. Desde 2009 se tenía en mente volver a adaptar la novela icónica de Stephen King al cine, fue un proceso bastante duro de llevar a cabo, luego de una extensa búsqueda se logro contratar a Cary Fukunaga (True Detective) para estar en el rol de director y guionista, Fukunaga escribió el guion junto a Chase Palmer, pero pasado el tiempo Fukunaga decidió hacerse a un lado del proyecto por “diferencias creativas”, ahí es donde entra Andy Muschietti (responsable de “Mama”) como nuevo director y su hermana Barbara en el rol de productora. Esta nueva adaptación de IT tiene varios cambios en la trama y en cómo se van dando las distintas situaciones que rodean a sus jóvenes protagonistas, pero en ningún momento se pierde la esencia creada por King, logramos tener química con cada uno de sus siete integrantes del grupo y meternos en su historias, Bill que sufre con la reciente perdida de su hermano, Ben que padece de maltrato escolar por parte de unos abusones, son algunos de los ejemplos. Los siete niños son sumamente talentosos, personalmente me gustaron los personajes de Bill (Jaeder Lieberher),Richie (Finn Wolfhard), Ben (Jeremy Ray Taylor) y por último el de Beverly (Sophia Lillis), la única integrante femenina del grupo. Con respecto al nuevo Pennywise también había muchas expectativas puestas en él y la mayoría se preguntaba si Bill Skarsgard iba a estar a la altura de la interpretación de Tim Curry o incluso superarla, la verdad es que cada uno lo interpreto de una manera, hay una diferencia de 27 años entre una y la otra, cada uno supo darle una personalidad única al personaje, quizás el Pennywise de Tim Curry tenga a su favor la nostalgia mientras que el nuevo ya intimida desde su entrada. El trabajo de música, ambientación y escenografía son excelentes, en la novela la juventud de los protagonistas transcurre en los años 50, mientras que en esta nueva adaptación la historia pasa en los 80, es por eso que la música, la vestimenta y hasta los miedos son otros. La forma en la que fue construida Derry fue de mi gusto, es bastante parecida a lo que me imaginaba cuando leía la novela por primera vez. Hubo pocas cosas que no fueron de mi agrado, pero la que mas resalta es el CGI en ciertos momentos, mas aun llegando sobre el final, en donde se ve a los efectos especiales usados en Pennywise como algo exagerado y hasta viejo. En definitiva, “It (Eso) es una excelente adaptación que dejara satisfechos a los fans y probablemente traerá a nuevos lectores a ser parte de todo lo creado por Stephen King, una película que ofrece gran variedad de personajes con nuevas figuras actorales que seguramente se ganaran un lugar en la meca de Hollywood, una película que tiene una dirección realizada perfectamente para adentrar al espectador por distintas emociones, ahora estamos a la espera de “IT: Capitulo Dos”.
IT (Eso): Pesadilla en la Calle Neibolt. Y por fín llega la esperada adaptación de la novela más famosa de Stephen King a la pantalla grande, a cargo de un argentino. “Vuelve y veremos si recuerdas lo más simple de todos: cómo ser niños, seguros de creer y, por lo tanto, temerosos de la oscuridad.”– IT (1986, Stephen King) Pennywise, Bob Gray o simplemente IT es un personaje icónico de la cultura popular en lo que a terror se refiere; allá con los grandes como Drácula, El Hombre Lobo o cualquiera que se les venga a la cabeza. Decir “El Payaso Asesino” es sinónimo de esta entidad maligna salida de la cabeza de Stephen King que con su novela editada en 1986 de 1500 páginas generó fanatismo y pesadillas a la vez. Quizás algunos tengamos más presente la adaptación televisiva que se hizo en 1990 (con sus fallas y sus aciertos), con un genial Tim Curry apropiándose del personaje y generando a nuevas generaciones esas pesadillas que había generado la novela original. Pero luego de tantos años, aún quedaba pendiente una buena adaptación cinematográfica. Una que que fuese fiel (o lo más que pudiese) a los miedos que inspiró la novela original, tanto como su espíritu de camaradería y el concepto de crecimiento y drama unido a la niñez al pasar hacia la adultez. Y tras proyectos truncos y mentes creativas que no quisieron lidiar con tamaña responsabilidad, el argentino Andy Muschietti (conocido realizador de “Mamá”) se calzó “la 10” y nos trae una versión nueva, fresca pero respetando el material original, de la pesadillesca aventura de El Club de los Perdedores contra IT. Luego de la desaparición de George Denborugh, su hermano Bill junto a sus amigos Stan, Eddie y Ritchie emprenderán la búsqueda topándose con nuevos aliados como Mike, beverly y Ben, pero también descubrirán que las desapariciones en Derry, su ciudad, tienen que ver con algo más allá de su entendimiento y sus miedos. Una entidad que parece controlar y darle forma a la maldad en Derry. Algo de lo que no se habla, se oculta y se olvida. Una entidad que toma la forma de los peores miedos, pero que también aparece en la forma de un siniestro payaso. En esta nueva adaptación de IT, Andy Muschietti muestra el mundo que creó Stephen King refrescando la narración y llevándonos de unos años 50 (en la original) a los 80, renovando la narración pero conservando el espíritu del material original, incluso con la primera secuencia, casi calcada de la novela: mostrando a un Georgie temeroso de lo que hay en el sótano de su casa y precavido ante el primer encuentro con Pennywise. No es dato menor que la acción transcurra décadas más tarde que el original, sino que es un tiempo donde nos podemos identificar mejor y no serían verosímiles ciertos pasajes de la historia si el relato no se nos acercara lo más posible. IT nos remitirá seguramente a clásicos como “Cuenta conmigo”, “E.T.”, donde la camaradería de los niños es esencial para enfrentar el mal encarnado o villano de turno. Pero en lo que acierta Muschietti es en mostrar el lado perverso de Derry: los adultos. En sus dos horas de duración, la película transita el horror de vivir cerca (o en el caso de Beverly, con) el enemigo. El que da vuelta la cara ante un caso de bullying o el que simplemente es perverso ante un infante o púber es mostrado de manera magistral, ya que en todo momento nuestra visión es la de los jóvenes protagonistas (aquí retratados de 13 años, a diferencia del original que son de 11, para que esté más cercano el paso a la adultez) y el mal acecha en cualquier rincón o esquina. Los niños y su búsqueda de la verdad son los protagonistas de este film, aunque lo más esperado era ver la interpretación de Bill Skarsgard como Pennywise, con un legado tan pesado como el que dejó Tim Curry: el joven actor impresiona cada vez que muestra su rostro, dándole una nueva reinterpretación al clásico personaje, lleno de humor negro y maldad nunca antes vista. Si Tim Curry parecía un pedófilo vestido de payaso, Skarsgard parece un demonio vestido de payaso atemporal. Una verdadera encarnación del Mal en estado puro. Este nuevo Pennywise se asemeja mucho a lo que fue ese otro gran personaje que jugaba con los miedos adolescentes antes de cometer sus fechorías: Freddy Krueger. Además de compartir este afán por generar miedo en sus víctimas antes de comerlos, Este Pennywise parece estar presente en todo momento del metraje, aún cuando no aparece. Y cuando lo hace, un halo como de ensueño envuelve la secuencia, como si estuviésemos asistiendo a la peor de las pesadillas. Esto se debe en gran parte, a la brillante fotografía de Chung-hoon Chung, habitual colaborador de Chan-Wook Park (Old Boy). Para los que hayan leído la novela, tendrán que estar muy pendientes, porque todo el universo de IT está ahí, en pequeños easter eggs, desparramados, pero siempre presentes (como la benévola figura de La Tortuga). Y si bien Muschietti realizó varios cambios con la historia de los personajes, el espíritu de la obra original está ahí, se palpa el miedo en cada minuto de secuencia, aún estando expectantes de la aparición de Pennywise; todavía más en la famosa casa de Neibolt Street, dándole la importancia que se merece y convirtiéndola en un lugar de terribles temores. IT (Eso) marcará nuevamente las pesadillas de grandes y adultos. La visión de Andy Muschietti magnifica, renueva y resignifica los miedos más inherentes de la juventud y también del ser humano.
Stephen King escribe muchos libros, y de esos libros se realizan infinidad de adaptaciones. La poca cantidad de versiones cinematográficas que logran culminar en grandes películas termina confirmando que adaptar la obra de King no es tarea fácil. Si a eso le sumamos que la novela de “IT” es un relato de más de mil páginas que recorre un terror milenario con saltos constantes entre tiempos y realidades… la cosa difícilmente pinte bien. Pero parece que el dúo de hermanos argentinos Andrés y Bárbara Muschietti (director y productora respectivamente) lograron dar en la tecla. Un grupo de perdedores se ven asediados por una criatura aterradora que ataca su pueblo desde tiempos inmemoriales. Muy poco se irá descubriendo sobre el ente en cuestión mientras que los niños del pueblo continúan desapareciendo. Nuestros protagonistas la van a pasar mal durante toda la película. En un film de terror corriente y mediocre, a lo máximo que puede aspirar uno es a pasarla bien mientras los personajes sufren. Pero este no es el caso de las cintas que entienden el hecho de que el peligro asusta y emociona de mayor manera cuando uno se relaciona positivamente con los personajes. Aunque sea en un nivel inconsciente, si los personajes logran conectarse con nosotros y nos terminan cayendo bien, el riesgo en sus vidas va a afectarnos mucho más. Y todo el elenco de El Club de Los Perdedores se hace querer. Cuando los personajes están charlando tranquilamente sin preocuparse por payasos y terrores, el film resulta ser un agradable relato sobre la juventud. No tenerle miedo a saber elegir los momentos en los cuales desarrollar sus personajes y en los que poner su vida en riesgo, es uno de los mayores logros de “IT”. En cuanto al guion, hay muchas pequeñas grandes decisiones en varios frentes. Afortunadamente están fortalecidas por una buena banda sonora y un montaje que logra llevar la historia a un ritmo entretenido y (cuando hace falta) poner la tensión al máximo. Los sustos fáciles escasean, dándole prioridad a la tensión y al terror lento en el que los sustos fuertes vienen como una culminación: en fin, terror en serio. Y aunque pasemos toda la película con el grupo de entrañables niños, es Pennywise quien se lleva todas las miradas. Esta encarnación del payaso maldito resulta especialmente efectiva gracias a una excelente producción, con un vestuario casi del medioevo y un maquillaje que queda a mitad de camino entre simpático y aterrador. Las distintas transformaciones por las que pasa también se alternan entre trucos de cámara, efectos por computadora (poco evidentes y bien utilizados) y por supuesto el talento de un Bill Skarsgaard que encarnó el personaje con total valentía. “IT” asusta desde la voz, pasando por la mirada, su cara y gestos hasta terminar en varios movimientos que dejarán la mente poco tranquila. Extremadamente destacable resulta también la labor de arte (vendiendo de gran manera el pueblo, los ochentas y los personajes), y principalmente el trabajo de fotografía. Hay movimientos de cámara y elecciones de encuadre que realmente hacen a la película, escenas y secuencias que serían mucho menos efectivas y significativas si no fuese por la personalidad y foco que logra darle Andy Muschietti desde la silla de director. La producción y el nivel técnico de la cinta están en un gran nivel, aún para los estándares Hollywoodenses, y es la visión del director lo que termina de hacer de éste un film extremadamente destacable. “IT” es posiblemente la película de terror más exitosa en la historia del cine (los números hasta el momento y las proyecciones a corto y mediano plazo lo avalan), y fue dirigida y producida por argentinos. Afortunadamente hace las cosas lo bastante bien como para que no tengamos miedo a ser imparciales, y nos guardemos los temores para cuando se apagan las luces de la sala.
It, de Andy Muschietti Por Paula Caffaro Aunque Andy Muschietti niegue la referencia a la serie norteamericana del momento, Stranger Things, es inevitable relacionar ésta, con su versión de IT. Hay más de un rasgo en común además de un fuerte sentimiento de época que ubica al film inmerso en un microclima nostálgico y perturbador. El realizador argentino adaptó la icónica novela de Stephen King, casi pasando por alto la versión anterior en manos de Tommy Lee Wallace, aquella que resultó ser un compilado de fragmentos para una serie televisiva durante los años noventa. De la mano de El grupo de los Perdedores, IT nos regala un viaje al pasado, más precisamente, a finales de los ochenta. En Derry, un pueblo olvidado por Dios, un grupo de pre adolescentes están a punto de vivir el verano más horripilante de sus vidas. Misteriosas desapariciones han estado sucediendo durante el último tiempo, entonces, motivados por el miedo, tal vez el aburrimiento del verano, y la colaboración con su amigo Bill, quien perdió a su hermano menor Georgie, la banda de entrañables amigos comienza su aventura estival. Montados en sus bicis y escapando del bullyng de los chicos populares de la secundaria, Bill, Richie, Stanley, Ben, Beverly, Mike, Eddie y Stanley se expondrán a sus miedos más profundos en la difícil, pero necesaria, empresa de descubrir qué es lo que está sucediendo en Derry. IT revive las historias de fraternidad y primeras veces de todos aquellos grupos de amigos de la adolescencia. La identificación personal es instantánea, pero la cinematográfica también cuando vemos guiños en homenaje a grandes historias como Cuenta conmigo o Los goonies. A su vez, es tan fuerte el espíritu de época que la huella de la víspera de los noventa se hace notar en cada plano, no sólo por el vestuario y la ambientación, sino también por el regreso a vivenciar la calle: las bicis, los garages, el primer amor, las primeras frustraciones, etc. Si de despliegue fílmico se trata, Muschietti se sabe conocedor del género y amante de la historia de Pennywise, por eso, su obra refleja la capacidad artística en planos técnicamente bien resueltos, una fotografía impecable y una evolución narrativa que mantienen a todos en alerta. Tal vez, podríamos criticar el abuso de efectos sonoros y una utilización constante de la estridencia aguda, pero pesa más la carga emocional del revival que el despliegue de los recursos en sí. Muschietti juega con el horror, y se atreve a poner en pantalla crudísimas escenas que involucran niños mutilados, animales torturados, adolescentes abusados, entre otras atrocidades que la primera versión no se animaba a representar. Esta versión de IT es muchísimo más jugada en términos de definición política y estética, y eso se agradece cuando como resultado se obtiene un film que no se queda en medias tintas y apuesta a tematizar lo siniestro de una forma totalmente naturalizada. IT tiene mucho para ofrecer, y a pesar de su longitud, aún nos espera la segunda parte. ¡Qué el hype no decaiga! IT It. Estados Unidos, 2017. Dirección: Andy Muschietti. Intérpretes: Jeremy Ray Taylor, Sophia Lillis, Finn Wolfhard, Chosen Jacobs, Jack Dylan Grazer, Wyatt Oleff, Bill Skarsgård, Jaeden Lieberher. Fotografía: Chung-Hoon Chung. Montaje: Jason Ballantine. Duración: 135 minutos.
Pubertad y coulrofobia Todo aquel nacido y criado a fines de los 80s que acudía con regularidad al video club del barrio seguramente quedó marcado por IT (1990), esa miniserie producida para televisión que derivó en un extenso VHS acá por nuestras tierras. El telefilm basado en una de las novelas más exitosas -y largas- de Stephen King sobre un monstruo transuniversal que adoptaba la forma de un payaso para hacerse de los niños de un pequeño pueblo se convirtió en una obra de culto para una generación completa. Tras décadas de rumores, idas y venidas, nuestro crédito local Andrés Muschietti (Mamá, 2013) trae a la pantalla grande -técnicamente por primera vez- una sólida actualización de la historia del clown siniestro devorador de infantes. El eterno pueblo de Derry, epicentro ficcional del universo de King, sufre la desaparición de los más pequeños de forma inexplicable. Cuando Georgie, el hermano menor de Bill (Jaeden Lieberher) se suma a la lista de “desaparecidos”, este y su grupo de amigos -conocido como ‘El Club de los Perdedores’- descubren que detrás de esta tragedia se esconde una oscura criatura con apariencia de payaso, llamado Pennywise, interpretado por Bill Skarsgård. El grupo deberá enfrentar sus mayores temores, tanto reales como imaginarios, para desenmascarar al monstruo y poner fin al mal. No tiene mucho sentido comparar la versión de 1990 con la actual, en particular pensando cuál era la aspiración de cada una, el tono y el presupuesto. El telefilm se la ingenió para quedar grabado a fuego en la memoria de muchos jóvenes cinéfilos explotando al máximo sus limitados recursos y apoyándose en una performance inolvidable de Tim Curry como Pennywise. La nueva adaptación llega con la vara muy alta, goza de un mayor presupuesto, una campaña de publicidad masiva multiplaforma y la doble exigencia de complacer tanto a fanáticos de Stephen King como a fanáticos de la primer versión para la pantalla. Gracias a un calificación para mayores de 18 -el famoso Rated R de Hollywood- la visión de Muschietti no le teme a los momentos de terror más gráficos y sengrientos dentro del relato, algo que queda en claro desde la primer secuencia. En plena fiebre por Stranger Things, es reconfortante ver que el director no abusa de las referencias nostálgicas ni sucumbe ante la tentación del fan service. Algo que a priori se mostraba sumamente tentador, en especial considerando que la nueva versión corre la acción de los 50s a fines de los 80s, década pop nostálgica por naturaleza. Dentro de una ficción que representa al mundo desde la visión de los más chicos, es destacable el trabajo de los actores más jóvenes, en especial Jaeden Lieberher y Sophia Lillis, quien interpreta a Beverly Marsh, la única chica del grupo de los perdedores. Es interesante ver en pantalla como los miedos propios de la pubertad y la entrada en la primer adolescencia se funden con el temor por este monstruo al que sólo ellos pueden hacer frente. Bill Skarsgård entrega una actuación sólida como el payaso Pennywise, evitando volverse una repetición del clown de Curry. Sus rasgos infantiles y el manejo de su fisionomía de manera monstruosa en pantalla se vuelve un combo interesante, que entrega momentos inquietantes y cargados de tensión. El único detalle que le juega en contra es la forma en que -por momentos- se elige poner en escena al personaje, repitiendo más de lo debido ciertos recursos visuales. A pesar de una primera secuencia que parece no ir estéticamente de la mano con el resto, Muschietti hace un trabajo interesante, dándole vida al Derry de King re-imaginado en una década distinta, con ese estilo “small town america” tan característico del universo del escritor. La paleta de colores y los motivos visuales ponen en evidencia la mano de un director que conoce bien las herramientas con las que cuenta y su oficio para introducir al espectador de lleno en una historia que -dejando de lado su costado fantástico y tenebroso- pone el acento sobre el trauma de crecer, el paso a la adultez y la derrota de los miedos propios.
Para quienes leyeron la novela de Stephen King o vieron la miniserie realizada en los años noventa, con Tim Curry como el payaso siniestro del título, la nueva versión de It, dirigida por el argentino Andy Muschietti y producida por su hermana Bárbara -creadores del éxito mundial Mamá-, se encontrarán con un relato que combina varios géneros e impone el terror nostálgico de manera acertada. Los miedos infantiles, las historias personales y familiares de los chicos que conforman El Club de los Perdedores, con el líder Bill -Jaeden Lieberher- y Richie -Finn Wolfharque, el joven actor de la serie Stranger Things-, son los verdaderos disparadores de esta historia que trae varios conflictos y un mundo adulto tan aterrador como amenazante. La casa embrujada que sería la tentación de cualquier mortal que pase por su puerta, las lúgubres alcantarillas, las peleas entre El Club de los perdedores y los villanos de la trama -que siempre tienen un motivo para portarse de esa manera- y la desaparición del hermano pequeño de Bill junto a otros adolescentes del pueblo, son las atracciones principales de este aterrador viaje a los miedos más profundos del ser humano. En ese sentido, el realizador conserva la atmósfera y el nudo central de la historia de King pero la alimenta con condimentos que la transforman en un film más sangriento e inquietante, en el que el Mal adquiere diferentes formas para asustar y decir presente bajo la siniestra forma del payaso Pennywise, encarnado ahora por Bill Skarsgards -Matthew en la saga Divergente-. El "flotarás" del slogan publicitario ancla perfecto dentro de la historia de corte fantástico en la que la unión de los chicos hace la fuerza y sirve como escudo contra el avance del Mal que vuelve al mismo lugar cada 27 años para alimentarse con sus distintos tentáculos. Un lugar tranquilo transformado en un escenario provocador que trae a la memoria otros relatos de King, como Cuenta conmigo, en torno a la amistad; La hora del espanto, con la reaparición del hermano muerto y el bullyng de Carrie. Todo ese cóctel no le es ajeno al director de Mamá, para traer a criaturas monstruosas que, en definitiva, son la misma cosa: El Mal en estado puro, entre recuerdos de películas ochentosas -con referencia a actrices como Molly Ringwald- y sonrisas voraces. Este es el capítulo uno y el terror continuará...
Las clases acaban de terminar en la primaria de Derry, pero algunos chicos están lejos de disfrutar sus vacaciones. Un mal ancestral acecha el pueblo y nadie parece notarlo salvo un grupo de siete niños, que de a poco irán viendo sus peores miedos volverse reales. Mientras entre ellos empieza a crecer una gran amistad, juntos deberán hacerse fuertes y derrotar a la entidad conocida únicamente como Eso. Y finalmente la espera llegó a su fin. Uno de los films más esperados del año tiene su estreno comercial, trayendo tras de sí un hype enorme mientras la mayoría se preguntaba si veríamos algo que se limitara a copiar a la mini serie de los 90 o en realidad el director Andy Muschietti hizo su trabajo y nos dio una adaptación que respeta la obra original literaria pero con sello propio. Y podemos decir que el realizador argentino hace un gran trabajo en esta versión cinematográfica de una de las novelas más conocidas de Stephen King. No solo porque logra alejar al Pennywise de Bill Skarsgard del ya mítico payaso compuesto por Tim Curry; sino que lo dota de personalidad propia. A esto hay que sumarle el perfecto trabajo que hace con el elenco infantil, y como logra retratar a Derry como un personaje más. Por todos es sabido que es bastante complicado trabajar con chicos; y en esta ocasión tenemos a siete. Pero cada nene tiene personalidad propia, y se vuelven identificables casi de inmediato; transmitiendo una camaradería, inocencia y carisma que nos hacen recordar a aquellas cintas ochentosas donde los chicos se comían las películas. En este apartado es un bravo total a Muschietti y su dirección de actores. Y esto es de vital importancia, ya que la historia original de It no solo es sobre un payaso acechando a niños; sino que vemos como estos empiezan a dar los primeros pasos a la adolescencia, dejando de ser chicos. El primer amor, las separaciones y peleas entre sí cobran vital importancia en esta ocasión; y se agradece que se mantuviera la esencia de la novela. Es una pena que en esta adaptación, algunos personajes sufrieran algunos cambios en sus historias que terminan por desdibujarlos. No vamos a decir a quienes nos referimos, pero van a notar con claridad como dos personajes secundarios, poco aportan a la trama en general. Otro punto negativo de It, es que si bien la película empieza con todo y se mantiene con un nivel de intensidad constante en la primera mitad, luego de esta parte y llegando al final se desinfla un poco; llegando a un clímax carente de impacto y que nos haga tener un mejor recuerdo de la película. De todas formas It es una buena película, que está bastante por sobre la media del género de terror. Con algunos cambios para mejor con respecto a la novela, y otros que no tienen mucho sentido, las dudas que había sobre este proyecto deberían irse disipando, ya que estamos ante la mejor adaptación cinematográfica de un libro de King en mucho tiempo.
It era una película que esperaba mucho. No solo porque su director y productora son argentinos, no solo porque se basa en un libro (de Stephen King) que me encantó cuando lo leí en mi adolescencia y no solo porque es una ramake de un film que en su momento me gustó mucho, sino por cómo está encarada, algo que se veía muy bien en los trailers. Fue un gran acierto de los realizadores el dividir la historia en dos partes y centrarse primero en The Loosers Club, a pesar que en la novela (y telefilm de 1990) los dos espacios temporales van y vienen a modo de flashbacks. Al obviar eso convirtieron esta cinta en una coming of age con todas las letras y, como si esto fuera poco, se sitúa íntegramente en los 80s. Algo perfecto. Y con respecto a ese setting, el film no evoca una falsa y/o sobreactuada nostalgia como está de moda ahora en muchas producciones. Sino que toma la época como un catalizador y símbolo. El director Andy Muschietti fue inteligente en apoyarse casi por completo en sus actores. Porque el gran atractivo de la película es el vínculo muy real que hay entre todos ellos. Cada uno con su función específica, incluso con un triángulo amoroso muy inocente. Es imposible no querer ser amigo de Ben y Finn o no enamorarte de Beverly. La película es un canto a la amistad de la misma manera en lo cual lo fue Cuenta conmigo (1986), y resalta que los amigos son todo, más en esa época de la vida. Por ello, grandes aplausos para Jaeden Lieberher (Bill), Jeremy Ray Taylor (Ben), Sophia Lillis (Beverly), Finn Wolfhard (Richie), Chosen Jacobs (Mike) Jack Dylan Grazer (Eddie) y Wyatt Oleff (Stanley), todos ignotos salvo por Wolhard, protagonista de la serie de Netflix Stranger Things, gran deudora It dicho sea de paso. Llega el momento de hablar de Pennywise, el aterrador payaso encarnado por Bill Skarsgård, que hizo suyo el papel teniendo unos zapatos enormes que llenar porque la actuación de Tim Curry sigue siendo abrumadora y traumatizadora. Acá el joven actor demuestra gran habilidad para gesticular, y los efectos lo ayudan mucho. Y hablando de VFX, por suerte el CGI es mínimo y se recurrieron a efectos prácticos de la vieja escuela para muchas secuencias. En cuanto al resto de lo técnico, también es excepcional, hay planos bien precisos que logran una narrativa sólida y bien detallista. Cada encuadre está bien diagramado. Lo mismo que los planos generales en conjunción con la banda sonora que cumple muy bien su función de sobresaltar al espectador. Pero tampoco hay abuso de ese tipo de escenas, las que hay funcionan muy bien, pero lo terrorífico es la atmósfera que se construye durante toda la cinta pese a sus cambios de tono. Porque también hay drama, comedia y romance. Me animo a decir que Muschetti causó más terror/susto en Mamá (2013) que en este estreno aunque aquí se supera cuadro a cuadro. It es más que una muy buena película de terror, It es una excelente película en general. Punto. Uno de los mejores estrenos del año. No solo cumplió las muchas expectativas que tenía sino que las superó con creces. Es una catapulta absoluta para Andy Muschietti, quien se convertirá en el director argentino más exitoso de todos los tiempos, sino también es buen cine que debe ser visto de forma obligatoria en la gran pantalla. Si sos adolescente, definitivamente ésta es la película de terror de tu generación, esa que te vas a acordar toda la vida.
TODOS FLOTAN Stephen King no para de abrir kioscos, pero este le salió bien redondito. Andy Muschietti empezó su escalada hollywoodense de la mano de “Mamá” (Mama, 2013) y pronto se encontró en un embrollo: adaptar una de las mejores (y más largas) novelas de Stephen King, a riesgo de la comparación con su versión televisiva del año 1990, donde el macabro Pennywise está interpretado por el magistral Tim Curry. El director y los guionistas (Chase Palmer, Cary Fukunaga, Gary Dauberman) se cruzaron con otro problema: la duración de la obra literaria que en el pasado requirió de una miniserie, y yo ya tiene la secuela asegurada, en parte, por el exitazo (sin precedentes) que tiene entre manos. Muschietti se concentra en los pequeños “losers”, este grupete de amigos de Derry (pueblo jodido si los hay) que, en 1989, le tienen que hacer frente a sus peores pesadillas. De eso se trata “It (Eso)” (It, 2017), una entidad malvada que cada 27 años llega para atormentar a los chicos de la ciudad utilizando como arma sus miedos más atroces. La llegada de It está acompañada de desapariciones y otros tantos misterios que nadie logro descifrar… hasta ahora. Todo comienza con la desaparición del pequeño Georgie Denbrough, una pérdida familiar imposible de asimilar por los padres y, mucho menos, por su hermano Bill (Jaeden Lieberher). Como Bill no sabe que es soltar, durante el verano intentará encontrar alguna pista del pequeñín, sin saber que se va a topar con mucho más. Por suerte no está solo, y a pesar de los miedos, las angustias y alguna que otra pelea adolescente, los muchachitos descubrirán que la unión hace la fuerza a la hora de ponerle el pecho a lo terrorífico. Muschietti no puede escapar de los estereotipos planteados en la novela de King. Dentro del grupito hay de todo y para todos los gustos, pero el director lo suaviza con mucho humor, relaciones familiares marcadas a fuego y, sobre todo, sin abusar de los guiños ochentosos, tan propios de nuestro tiempo (sí, te estamos mirando a vos “Stranger Things”). “It” rescata lo mejor de esa otra gran adaptación del autor llamada “Cuenta Conmigo” (Stand by me, 1986), todo el espíritu adolescente de la coming of age, engalanado con terror del bueno. Pero lo de “It”, al menos esta primera parte, no pasa por generar sustos a montones. Está ligada más a lo macabro y muy, muy gráfico, aunque nunca descuida a sus verdaderos protagonistas. El villano de Bill Skarsgård da pavor cada vez que aparece en pantalla, pero no se roba una película que no le pertenece, sino que la complementa a la perfección. “It” es una gran película en sí misma, antes que una gran película de terror. Perfectamente filmada y actuada por estas pequeñas estrellas que enamoran, enternecen y exasperan a la vez, que la pasan muy mal, aunque nunca pierden la frescura y el humor. El acotado presupuesto (apenas 35 millones de dólares) se nota bien utilizado y, sobre todo, cuando los efectos (todo muy surrealista y gore) son necesarios. El resto es el paisaje pintoresco de un pueblito de Maine (cuando no) y sus habitantes a lo largo de todo un año, a lo que hay que sumarle algunas referencias, guiños y temitas musicales copados. Muschietti cierra perfectamente su historia y, a la vez, la deja abierta para lo que viene. Logra condensar linealmente la primera parte del masacote de King, aunque no puede evitar que la película se extienda un poco más de lo que queramos y, por momentos, pierda un poco el ritmo. “It” es canchera y moderna, a pesar de estar ambientada a finales de la década del ochenta. Es nostálgica en la medida justa, y terrorífica cuando Skarsgård reemplaza la postura aniñada por una oscuridad absoluta. En definitiva funciona tan bien por sus personajes queribles, en especial Lieberher y Sophia Lillis como Beverly Marsh, la única chica del grupo que despierta todo tipo de sensaciones, bastante inocentes cuando se trata de los “losers”, pero no de los adultos. Lo mejor de la película es el equilibrio que logra. Ni demasiado terrorífica, ni demasiado referencial; una gran aventura que explora los dramas, miedos, angustias y la amistad adolescente.
Si bien en el guión de la película, una muy buena adaptación de la novela mas famosa de Stephen King, solo llevada a imágenes en una miniserie de la tele, el director, el argentino del momento Andy Muschetti no figura, están sin dudas sus apreciaciones y enfoques, sobre una novela que lo aterrorizo y él transformó en un film record en EE.UU. Estamos hablando de un film de terror, pero también de un grupo de preadolescentes que forman “el club de los perdedores” y que sufren en carne propia no solo el mas despiadado bullying sino situaciones familiares y sociales de humillación, violencia, abuso y la mas terrible soledad. El que ha perdido a un hermanito-en una secuencia inicial igual al comienzo de la novela, que pone los pelos de punta, y tartamudea. El judío, el hipocondríaco, la chica de mala fama, el negro. Toda una infancia lastimada por un mundo adulto violento y castrador. Y esos niños se enfrentan a una entidad que emerge cada 27 años con la comprensión terrible y liberadora: los monstruos que temen son y hacen lo que los adultos le dijeron que son y hacen para tenerles pavor. Y que ese miedo los alimenta. Un acierto sin dudas mostrar lo mas terrorífico de las criaturas fantásticas, armadas según los terrores infantiles con los que cargamos y la posibilidad de tener la llave de la victoria en la solidaridad y el valor. No por nada una de las escenas más violentas la representa el padre abusador de la pequeña heroína. Con efectos de sonido perfectos y extraños, y un clima de tensión casi permanente, con un payaso, un Pennywise de aires antiguos y modernos al mismo tiempo, grandes efectos especiales, mucha aventura y una casa de los horrores, la película cumple con creces las expectativas creadas. Para los amantes del género un lujo. Para los que no lo frecuenta, el mejor comienzo. Stephen King le dio su bendición. Tiene destino de éxito y la espera impaciente de la segunda parte que se anuncia al final.
Bienvenida esta revisión del clásico de Stephen King. Andy Muschietti logra con honestidad una de las películas más directas sobre la transición de la niñez a la adultez con sus complejidades, pero también con su microuniverso de sensaciones a flor de piel. Estamos ante una obra que trasciende el mero efecto y el género, que apuesta a la dimensión humana de sus personajes, y entornos, para construir un relato nostálgico sobre los miedos más profundos. Un clásico instantáneo.
Atrapante relato que apuesta por los inadaptados para salvar al mundo Los números son elocuentes. Cuando empezó a circular por Internet el primer tráiler de esta película basada en una exitosa novela de Stephen King publicada en 1987 y dirigida por un argentino, Andrés Muschietti, fue reproducido 197 millones de veces en apenas veinticuatro horas. Batió así el récord de 139 millones que ostentaba Rápido y furioso 8. Y en sus primeros diez días de exhibición, recaudó en Estados Unidos y Canadá 220 millones de dólares. No siempre un boom de taquilla equivale a calidad cinematográfica, pero en este caso sí hay coincidencia. El propio autor de la novela elogió esta adaptación, beneficiada por una notable imaginería visual, un atrapante ritmo narrativo y una gran capacidad para propiciar múltiples lecturas. Las dos referencias más visibles a las que echó mano Muschietti son Cuenta conmigo (1986), excelente adaptación de una novela de King dirigida por Rob Reiner, y Stranger Things, popular serie que Netflix estrenó el año pasado. El realizador argentino cambió la época de la historia (de los años 50 saltó a los 80, una década cuyo revival está en boga), pero mantuvo la idea medular de la niñez como universo con sus propias reglas y siempre amenazado por la incomprensión de los adultos. En Derry, un pequeño pueblo de Maine que encaja en la tradición de films de terror ambientados en ese tipo de contexto, abundan los padres abusivos, los chismosos y hasta los hostigadores precoces (el australiano Nicholas Hamilton encarna a uno realmente inquietante). Contra ellos y sobre todo contra las fantasmagóricas apariciones de un sanguinario y despiadado payaso asesino que se alimenta del miedo de sus víctimas peleará el heterogéneo escuadrón de preadolescentes que se transforma en el héroe colectivo de la historia. Es un club de perdedores integrado por un niño tartamudo, otro absorbido por una madre hipocondríaca, un judío muy inseguro, un afroamericano que no va al colegio, un charlatán con gafas enormes, una niña encantadora de la que abusa sexualmente su padre y un recién llegado excedido de peso que se enamora perdidamente de ella. Los únicos que perciben el terror y lo enfrentan son ellos. Como el propio Muschietti declaró, son los "raros" de un lugar cuya apariencia perfecta empieza a resquebrajarse. King escribió It para aludir, entre otras cosas, a la parálisis colectiva provocada por el temor social en la era Reagan. Treinta años después, la llegada de Donald Trump al poder reactualiza ese oscuro espíritu de época.
Entretiene y horroriza Lograda adaptación del director argentino Andy Muschietti de la novela de Stephen King, con un payaso que se nutre de temores infantiles. A lo escalofriante que es el libro de Stephen King, el director argentino Andy Muschietti (Mamá) le ha adosado una idea de la infancia como el final de la inocencia. It (Eso) trata sobre el adiós a muchas cosas queridas que se viven en esa etapa de la vida. Del descubrimiento de la maldad, cuando se la vive en carne propia, se aprende que lo que nos rodea no es un cuento de hadas. It (Eso) es una película de niños…. Para adultos. Fanático de King desde temprana edad, cuando leía sus libros en su casa en Acassuso, a la hora de adaptar It, Muschietti, por lo pronto, tomó dos decisiones. Una, no hay adultos que relaten en flashbacks sus encuentros de niños con Pennywise, el payaso maldito, como en el original -la secuela que planea es precisamente retomar a los niños, pero 36 años después-. La otra, trasladó la acción de los años ’50 a los ’80, por varios motivos. Uno, porque él tenía la edad de los chicos más o menos en esa década, y además porque secretamente confiaba en que vendría una segunda parte y así poder contarla en tiempo presente. La película comienza con la desaparición de Georgie, arrastrado a una alcantarilla por Pennywise (Bill Skarsgård), cuando allí cae el barquito de papel que le construyó su hermano Bill. Lo que sigue es cómo ese grupejo de siete amiguitos se enfrenta al despiadado monstruo, venciendo -o no- sus propios temores. Pennywise se nutre, usa los miedos de los chicos para cambiar de forma y alimentarse de ellos. Lee las mentes de los niños. ¿Puede haber algo más aterrador que eso? Pero Pennywise no es un Freddy Krueger, el personaje de Pesadilla en lo profundo de la noche que, caramba, apareció dos años antes que la publicación de It. No se apodera de sus sueños y los convierte en pesadilla. Pennywise es una pesadilla. Las formas aniñadas de manifestarse, aunque sea un horrible monstruo, lo hacen parecer menos hostil que el que ofrecía Tim Curry en la miniserie de 1990. Pero es una apariencia, porque It (Eso) es tremenda como película de horror, aunque en algún momento se torne despareja. Es allí donde entra a jugar más el Cuenta conmigo, la unión de los chicos ante las discrepancias frente a la maldad “real” -el maltrato de los adolescentes con ellos; los abusos o destratos de los padres- y no la fantasiosa. El compañerismo, el primer amor, el andar en bici por las calles del pueblo (Derry, cuando no en el condado de Maine) son más que apuntes en un filme que entretiene y horroriza, y que tiene mucha más aristas que todas esas porquerías de películas gore que nos venden como cine de terror y que no son más que bodrios, rejuntes y bazofias.
IT (eso) es una de las películas más esperadas del año y no es noticia, ni estoy diciendo nada nuevo, pero es un éxito mundial y va a ser un éxito en nuestro país. Una historia potente, cuyo germen es el libro homónimo de Stephen King y una miniserie antecesora, que marcó una época con un Pennywise icónico, interpretado por Tim Curry. A todo eso, hay que sumarle la expectativa de un público que ama ver nuevas versiones de films que marcaron un momento de sus vidas, con fanáticos sedientos de criticar o de dejarse sorprender y amantes del libro con deseos de ver la mejor versión de IT hasta el momento. El director, argentino, Andy Muschietti, puso en la balanza ingredientes de películas sobre la amistad, grupete de chicos pasando un verano intenso; con un poco de terror: un miedo enorme con forma de payaso. Estos dos elementos van oscilando en esa balanza precisa, de un lado hacia otro logrando el equilibrio perfecto para que IT se lleve muchos puntos. El casting de niños ha sido preciso. Cada personaje tiene su color y están muy bien diferenciados. Algunos son más callados, otros más valientes, mientras que algunos bromean o la tienen difícil. Un hallazgo, el cast de esta película que no es una simple película de terror, sino más bien, podríamos decir que el terror es uno de los condimentos. Las escenas más espeluznantes están muy bien logradas, desde el Pennywise, que merece un capítulo aparte en cuanto a diseño, vestuario, gestos y mirada, un gran payaso de Bill Skarsgård; hasta la fotografía, movimientos de cámara con gran apoyo del sonido. Los asustadizos saltarán de la butaca en más de una oportunidad, hay momentos que sorprenden y algunos planos espeluznantes, que inquietan. Muschietti, tomó cosas del libro de King, y otras las cambió y consiguió que el público se sienta más identificado o allegado, por ejemplo, cambiando la época donde transcurren los hechos, de los ’50 a los ’80, las edades de los chicos y el trasfondo de sus historias. Lo que me gustó de esta versión es que hay mucho de metáfora, el payaso que toma la forma de los miedos, la historia de Beverly con su pelo, cómo ese cabello se transforma en otra cosa, y sobre todo, esa sensación de que en algún punto el mundo de los adultos es lo que más han de temer, mostrando unos adultos bastante inquietantes. La simbología en esta película hace de IT un film profundo e interesante para analizar.
Llega la esperada nueva adaptación de, uno de los libros más leídos de Stephen King, It. Esta vez dirigida por Andy Muschietti. Es verano, se termina la escuela y ellos son niños que deberían pasar su tiempo libre jugando y divirtiéndose. Pero no es un año cualquiera en un lugar que no es cualquier lugar tampoco. En el pueblo de Derry pasan cosas extrañas que todos parecen ignorar y este año, en particular, empiezan a desaparecer misteriosamente muchos niños. Uno de ellos es el pequeño Georgie, hermano menor de Bill, uno de los protagonistas que será parte del club de los Perdedores. Un grupito de niños que parecía no encontrar su lugar en el pueblo hasta que sus caminos convergen y se encuentran entre ellos. La desaparición de Georgie no va a quedar fuera de cuadro. Al contrario, esa secuencia inicial ya sitúa el tono perturbador que busca la película. En It hay casi dos películas en una. Por un lado, la de terror, la que se enfoca en sustos y en retratar pesadillas que se tornan cada vez más reales; y por el otro, la de la amistad en esa época entre la niñez y la adolescencia, acá reforzados por un ambiente que siempre les es hostil a los protagonistas. Ambas se fusionan, pero en general es esta segunda la que va ganándole lugar a la otra. A partir de extrañas pesadillas vivientes que le van sucediendo a cada uno de estos niños en cuestión, que los enfrentan directamente a sus mayores miedos, es que Bill, Stan, Eddie, Richie, Beverly, Ben y Mike van a pasar su verano tratando de encontrar una manera de derrotar a este ente maligno, esta “cosa” que suele aparecer tomando la forma de Pennywise, el payaso. Las problemáticas que sufren los niños en su día a día, antes de ser Pennywise su principal antagonista, siguen siendo tan actuales como siempre. El bullying en la escuela, el maltrato y el abuso por parte de los adultos. Eso sí, acá es todo llevado hasta los extremos, porque en Derry nada es normal, todo parece estar bajo una maldición que saca lo peor de cada uno de modos casi irracionales. En el medio se van retratando cuestiones propias de la edad, como el despertar sexual o un primer enamoramiento. A la larga, crecer es lo más aterrador. La película dura más de dos horas y contó con muchas reescrituras de guion. La empezaron escribiendo Cary Fukunaga (quien iba a dirigirla antes de diferencias creativas y problemas de presupuesto) junto a Chase Palmer pero fue luego Gary Dauberman (el mismo de la actualmente en cartelera Annabelle 2) quien terminó de tocarlo hasta darle forma para que pudiera encajar, incluso, con el presupuesto que tenían de unos 35 millones de dólares. Estas reescrituras se ven inevitablemente reflejadas en algunas cuestiones a la hora de presentar y desarrollar personajes, quedando algunos más desdibujados que otros, sin poder terminar de ahondar en cada uno de sus traumas por igual. Después, así como sucede con los personajes, las interpretaciones infantiles también son desparejas, aunque la mayoría funciona, destacándose mejor Sophia Lillis como Beverly, más allá de que su personaje termine cerca del final ocupando una posición poco feliz en la historia: el de damisela en apuros. Por otro lado, fue Bill Skarsgard quien tuvo la no fácil tarea de convertirse en esta nueva versión de Pennywise, aquel personaje que popularizó Tim Curry en la miniserie de 1990. La idea parece, sin dudas, despegarse de aquella, ese payaso de aspecto infantil, para convertirse en algo más parecido a un psicópata. Para generar miedo se cae en sustos inesperados varios y en algunas secuencias pesadillescas (hasta con referencia directa a Mama, del propio director), unas más efectivas que otras. No obstante, el uso y abuso que se hace del aumento de volumen en estas escenas en cierto momento comienza a molestar. Pero en Skarsgard hay más que disfraz y maquillaje y es lo que está en sus ojos, en esa sonrisa perversa y en su risa maníaca. La historia está ubicada a fines de los 80 y, sin embargo, a diferencia de Stranger Things por ejemplo (es imposible no mencionarla por la clara influencia que tuvo de King la serie y porque hasta repite un actor), no se regodea en esa nostalgia sino que, en cierto modo, se la siente aggiornada y moderna. Hay referencias ochentosas y música de esa época pero aparecen de un modo que se percibe más auténtico. Otro punto a favor que tiene el film es el arte. Se juega además mucho con las perspectivas en las escenas principales de terror. La fotografía de Chung-hoon Chung (quien suele trabajar con Chan-wook Park) también está muy lograda. Eliminando la estructura original de la novela, que iba entre tiempos narrativos para terminar de construir cada una de las dos apariciones de Pennywise, -la que los encontró como niños y la que luego los encuentra como adultos-, acá sólo tendremos acceso de manera lineal a la primera. La idea es hacer la segunda parte con ellos como adultos y, si bien todavía no hay nombres ni siquiera para la producción, es sabido que va a suceder tras el increíble éxito que está teniendo este primer capítulo.
Amistad, nostalgia y poco terror Sobran los dedos de una mano para contar las películas realmente destacables del sin fin de adaptaciones que han tenido las novelas de Stephen King a través del tiempo. Probablemente, y más allá de no ser una versión fidedigna, claro está, la mayoría coincidirá en que The Shining (1980) se encuentra en lo alto del podio. Carrie de Brian De Palma, Misery y Stand By Me también se han consagrado como obras alabadas y queridas tanto por la crítica como por los fanáticos del maestro del terror. Sin embargo, si hablamos de la novela más reconocida del autor, aquella rudimentaria miniserie de 1990 lejos estuvo de hacerle justicia. A pesar de la sobresaliente e icónica actuación de Tim Curry como Pennywise, el IT de Tommy Lee Wallace no deja de ser un relato agotador, edulcorado, con un ritmo bastante irregular y cuya vejez le ha sentado bastante mal en comparación con otros clásicos mucho más añejos. Sin lugar a duda, la novela de más de 1000 páginas merecía una adaptación en pantalla grande que la sacara de aquel pozo en el que había quedado atrapada y, en este caso, fue un argentino el elegido para comandar la misión imposible. Andy Muschietti, conocido por su renovadora ópera prima Mamá (2013), es quien dirige esta primera parte del payaso asesino. La elección de dividir la película en dos capítulos ha sido más que acertada, sobre todo teniendo en cuenta que adaptar tal extenso libro requiere necesariamente de más de tres horas de duración. Lo mismo cabe decir de la idea de que el filme transcurriera a mediados de 1980 y no en la década de 1950, ya que le ha asegurado un buen caudal de fans nostálgicos por una de las épocas más memorables del cine de terror. El grupo de los losers recuerda mucho a los niños de Stand By Me (1986) y entre ellos los que más se lucen son Finn Wolfhard, en un rol muy ocurrente como Richie, y Sophia Lillis en la piel de la sufrida Beverly. Cada chico detenta una personalidad muy marcada y el filme explora uno por uno los temores anclados en traumas familiares y la complicada etapa de la preadolescencia. El vínculo de camaradería entre los siete protagonistas resulta creíble y le otorga a la historia momentos de risas, superación y una importante transmisión de valores. El personaje de Pennywise, interpretado por Bill Skarsgård, es muy diferente al de los ’90 y no solo desde el punto de vista físico. El actor hace un muy buen trabajo al evitar las imitaciones y se presenta como una entidad siniestra y menos carismática que la de Curry. El origen de este no tiene lugar en la película, aunque recientemente el actor ha dicho haber grabado unos flashbacks, así que tal vez veamos algo de aquello en la segunda parte. La versión de Muschietti tiene una narrativa ligera que se extiende un poco en el tramo final, pero por lo general resulta entretenida. La principal crítica negativa radica en la escasez de una buena dosis tétrica y perturbadora que como película de género actual debiera poseer. No así sucede con el típico recurso de los “jump scare”, que aquí se han empleado de manera exagerada e innecesaria. Podemos afirmar que IT es una película que supera con creces al telefilm y que está pensada para un público amplio, por lo que puede que los aficionados al terror que vayan a verla con altas expectativas queden inconformes ante el resultado. No es una película que genere grandes climas de miedo y tensión, pero aun así se trata de un acontecimiento cinematográfico fiel a la literatura de King que vale la pena su visionado en salas.
Video Review
Un payaso que vuelve más malo que nunca. Destinado a ser un gran éxito del cine de terror, el film del director de Mamá no decepcionará a los fans del rey del género. Hablar de cine de terror en pleno furor del género es hablar de números. Y los números de It asustan tanto o más que la propia película: ya es el estreno de septiembre con mejor taquilla en la historia de Estados Unidos gracias a sus más de 220 millones de dólares conseguidos en apenas dos semanas de explotación comercial. Y los pronósticos auguran un piso mínimo de 300 millones para fin de mes. Esa cifra le permitiría disputarle el trono a El exorcista y convertirse en el film de terror con calificación R (equivalente a un “promedio” entre el SAM 16 y SAM 18 argentino) con mejor recaudación. Aquí las cosas no se vislumbran muy distintas, con la preventa de entradas a todo vapor y una salida con 417 copias –que ocuparán casi la mitad del parque de exhibición– preanunciando un éxito comercial sin antecedentes. Pero las películas aún dirimen su batalla máxima una vez que se apagan las luces. Incluso a veces ellas mismas parecen andar a los tironeos internos. Tal como sucede aquí. El libro de 1400 páginas de Stephen King publicado en 1986 y la miniserie televisiva de 1990 instalaron a It en el inconsciente colectivo de una generación, convirtiendo a Pennywise, el malvado payaso que reaparece cada 27 años en un pueblo de Maine para saciar su apetito con el miedo de los más chicos, en uno de los personajes icónicos del género de los gritos y los sustos. Gritos y sustos que en esta versión adaptada por los guionistas Chase Palmer, Gary Dauberman y Cary “True Detective” Fukunaga –éste último también a cargo de la dirección durante la etapa larval del proyecto y luego alejado por diferencias artísticas– llegan desde la secuencia introductoria, aquélla en la que Georgie sigue el curso del barquito de papel que armó con su hermano Bill hasta verlo caer en las tinieblas del desagüe. Quien se lo devuelve es el Pennywise versión 2017 (un Bill Skarsgård cubierto por toneladas de maquillaje y/o efectos especiales), uno más histriónico, ampuloso y pop que el de 1990, como si el responsable del diseño hubiera sido Tim Burton. Y también más aterrador que su predecesor: al pobre chico le arranca el brazo antes de arrastrarlo a las profundidades del sistema cloacal. Muschietti decía ayer en estas páginas que trató de respetar sus sensaciones al leer la novela incluyendo los detalles más violentos e intensos que habían quedado afuera en la versión para TV. Acá hay un puntazo para el director de Mamá (2013), quien no es explícito ni tampoco su película una de esas ultragore con vísceras y hectolitros de sangre que brotan semana tras semana de la cartelera comercial, pero que se las ingenia para entregar una de las imágenes más fuertes del género en años cuando muestra a Georgie gritando rodeado de un charco de agua rojiza y sin un brazo. Un chico en pleno sufrimiento y agonía primero, y una chica abusada por su padre y con sentimiento de culpa por eso después: pocos terrenos más vedados para Hollywood que ése. Aquí ellos sufren, y mucho, tanto física como psicológicamente. En ese sentido, y como en gran parte de las adaptaciones de la obra literaria de King –con Cuenta conmigo a la cabeza– It es un relato de iniciación centrado en el complejo paso a la pubertad, con toda la pérdida de inocencia y los primeros pliegues del mundo salvaje y “adulto” metiendo la cola que eso implica. Sin los saltos temporales del texto original, que iba y venía entre los 50 y mediados de los 80, ahora la acción transcurre únicamente en 1989, meses después de la desaparición de Georgie, cuando Bill y sus seis amigos son los únicos que lo buscan. Muschietti destina una buena porción del metraje –inhabituales 135 minutos– a presentarlos y construir una progresiva sintonía entre los integrantes de lo que ellos llaman “El club de los perdedores”. Sintonía muy parecida a la de los chicos de Stranger Things, con toda la iconografía de los 80 incluida, mientras Pennywise los persigue en alucinaciones que filtran lo real deformándolo hasta lo terrorífico. A eso debe sumársele otro elemento, el problemático, que es la obligación de funcionar como historia autónoma a la vez que preludio de una segunda película. It funciona mejor separada que como un todo entrelazado. Es muy buena su vertiente de “iniciación” y el manejo preciso de los tiempos en construcción climática de Muschietti, pero el desbalance entre sus componentes hace que el peso monstruoso del entorno le gane la batalla al mismísimo payaso, quien seguramente en unos años volverá para vengar su deslucimiento.
Crítica emitida por radio.
Disfruté mucho IT, pese a no ser fanático del terror realmente. Acá encontré una gran historia muy bien contada, con un elenco increíble y una gran realización. El gran logro de la historia y la dirección es que uno va integrándose a los personajes en el desarrollo de la película en cuanto a lo de ir entendiendo que hay que superar los miedos. Esto se logra por un elenco muy aceitado que hay que anotar para el futuro sin lugar a dudas, porque muchos estarán pisando fuerte con el avance de sus carreras. El chico protagonista (que es tartamudo), la chica Sophia Lillis (que es hija no reconocida de Amy Adams sin lugar a dudas) es brillante, son fundamentales en la fuerza del relato El equipo que logran harían posible que también sean parte de una remake de Cuenta conmigo (de King también) o incluso de Los Goonies. Excelente el clima que logra el director, buena musicalización, gran laburo de cámaras, un gran entretenimiento que termina siendo redondo.
It es una de las adaptaciones más cariñosas que se hicieron en el último tiempo sobre una obra de Stephen King y se disfruta especialmente si llegás al cine con las expectativas controladas. En otras palabras, si no te dejás llevar por los redactores de elogios sin fundamento, que te venden una propuesta que después no encontrás en las salas, el espectáculo que ofrece el director Andrés Muschietti es formidable. A diferencia del fiasco de La Torre Oscura, en este film nos encontramos con una adaptación que sigue con fidelidad la trama de la novela original y respeta la esencia de los personajes principales. Ahora, quienes busquen en It la gran película de terror de la década van a salir decepcionados ya que Muschietti desarrolló la adaptación a través de la fusión de diversos géneros. Si bien el terror juega un papel relevante, el conflicto también explora la angustia juvenil del Coming- of-age, la aventura y las comedias adolescentes con un marcado contenido humorístico. Un enfoque que claramente apuntó a acercar esta propuesta al público general que no es fan del cine de terror ni de Stephen King. Aunque la historia conserva todos los temas densos de violencia y abusos que trabajaba el libro, en la película de Muschietti estas cuestiones se desarrollaron de un modo más liviano. Por consiguiente, el film conserva la esencia de la obra literaria pero sin jugarse demasiado con la oscuridad que posee la retorcida creación del escritor norteamericano. El trabajo de Muschietti sobresale especialmente en la dirección de los jóvenes protagonistas y el modo en que abordó los elementos surrealistas en las escenas de terror. En este último punto varios momentos intensos del film traen al recuerdo el cine de Wes Craven, especialmente en la primera entrega de Pesadilla. El director construye muy bien la tensión de las escenas de terror que son muy creativas y consiguen ser efectivas. Una de las secuencias más destacadas tiene lugar en los primeros cinco minutos donde Muschietti brinda prácticamente una recreación literal del primer capítulo del libro que es excepcional. Otro detalle que me gustó mucho de esta película y era fundamental en la adaptación de esta propuesta es el modo en que el pueblo de Derry se convierte en un personaje más de la historia. A medida que se desarrolla el conflicto la ciudad empieza a cobrar protagonismo y hacia el final sobresale como una localidad aterradora. Los jóvenes protagonistas lograron capturar muy bien las personalidades de los Perdedores y desde un comienzo generan muchísima empatía por la humanidad que le dieron a los roles. Sophia Phillis, quien tiene un notable parecido con Amy Adams, es quien más logra destacarse con su labor dentro del reparto. Curiosamente la actriz trabajó en la serie de HBO, Sharp Objects, donde interpretaba la versión juvenil del rol de Adams, quien es una de las candidatas junto con Jessica Chastain a integrar la segunda parte de esta producción en el rol de Bev. Con respecto al payaso Pennywise en mi caso me dejó sentimientos encontrados. Si bien en esta película su presencia es mucho más relevante y estuvo mejor aprovechado que en la miniserie de los años ´90, el abuso de los efectos digitales en sus apariciones le quitan fuerza al trabajo de Bill Skarsgard. En ese sentido el viejo Pennywise de Tim Curry me parece completamente superior. En la versión de los ´90 el actor lograba dar miedo con su tono de voz y el maquillaje como único recursos. La película de Muschietti por momentos se excede con el CGI y Skarsgard se destaca más en los pocos momentos en que lo dejan actuar. Después de su primera aparición, los movimientos digitales del payaso se vuelven redundantes y deja de sorprender. Un tema que se puede corregir para la próxima entrega. Lo mismo se aplica al contenido humorístico que podría tener un lugar más secundario. Hay momentos en que el personaje de Richie, interpretado por la figura de Strangers Things, Finn Wolfhard, se vuelve tedioso. Un par de objeciones que no afectan el balance general de este film. Comparado con toda las producciones mediocres del género que llegan mensualmente a la cartelera, It es una obra superior que entretiene y te deja con la expectativa necesaria para conocer su conclusión en la próxima entrega.
El miedo que construimos El director argentino Andy Muschietti trae nuevamente al aterrador payaso a la pantalla grande. Esta versión de la historia de Stephen King se toma licencias, pero sin perder de vista toda la concepción del terror. Este Día de la Primavera no traerá sólo flores, ya que casualmente hoy se podrá ver en pantalla grande a Pennywise, el payaso más terrorífico del mundo. Esperada con ansias por fanáticos del cine de terror, seguidores de Stephen King (autor de la novela original que fue adaptada) y cinéfilos en general, esta primera versión cinematográfica de “It” llega de la mano de Andy Muschietti, director argentino que está radicado hace muchos años en Estados Unidos. Todo comienza con la emblemática escena de Georgie (Jackson Robert Scott), cuando un día de lluvia se acerca a una boca de tormenta para buscar el barco de papel con el que jugaba y es interceptado por Pennywise (Bill Skargard). Desde ese momento, la expectativa por el modelo de payaso 2017 se convierte en realidad, y es, en verdad, espeluznante. Bill (Jaeden Lieberher) juntará a sus amigos Richie (Finn Wolfhard), Eddie (Jack Dylan Grazer), y Stanley (Wayatt Oleff) para convencerlos de que su hermano sigue vivo y que lo ayuden en su búsqueda. Se debe decir sobre “It (Eso)” en su “Capítulo 1”, como está citado el subtítulo para advertirnos que esta es sólo la primera parte de una historia que continuará, es que es una película llevada por tres emociones/ géneros bien definidos. Por un lado, la parte más sentimental, que es la construcción de amistad grupal de “Los perdedores”, como se hacen llamar los chicos por su poca “popularidad”. Esto será el motor principal del filme, pues a través de su unión descubrirán su fuerza, y tanto sus desarrollos individuales como de interrelación también sumarán comedia y drama al género de terror, que es otro de los elementos esenciales de la estructura tripartita del largometraje. Obviamente, el payaso como catalizador del miedo es lo que llevará adelante la narrativa porque todo apuntará hacia él, tratando de adelantarse a la cacería que el mismo Pennywise lleva a cabo. Para que los factores mencionados funcionen, el engranaje que los conectará es el miedo psicológico que vendrá a consecuencia de los temores que forman parte de la personalidad de los protagonistas. Este es uno de los cambios más personales del film, pues Muschietti, quien tuvo a su disposición el excelente guión de su hermana Bárbara, decidió modificar los temores de los niños y en lugar de supeditarse a monstruos famosos de cine y TV, los encarnó en cuestiones más humanas (hipocondría) e incluso temas difíciles de tratar (abuso sexual). Esta versión de “It” se toma licencias pues el libro original da esa libertad, pero sin perder de vista que toda la concepción de terror e incluso de Pennywise está arraigada a la perspectiva juvenil, avanzando sobre la premisa de que el peor fracaso es incentivar nuestro propio miedo en lugar de enfrentarlo.
Para un artista no es fácil lograr que se lo reconozca sólo con ver su obra. B.B. King estuvo muchísimos años hasta que pulió y logró ese sonido dulce, dorado, en Lucille. Uno escucha sonar esa guitarra y dice “Ese es B.B. King”. En el cine eso es menos frecuente. Son pocos los directores que a lo largo de su carrera pudieron imprimir un sello en su estilo por el cual uno los reconozca con sólo ver un plano, un movimiento de cámara. Podríamos nombrar a Scorsese o a Wes Anderson entre los miles y miles de realizadores existentes. Ahora bien, marcar un estilo no sólo en la forma de encuadrar o componer un plano sino a la hora de crear un monstruo ya es otra cosa. Ver a ese monstruo en pantalla y decir “Eso es de Muschietti” requiere de un talento a la altura, quizá, de los directores antes nombrados. Porque eso es lo que hace Andy Muschietti –Mamá (Mama, 2013)- en It: Eso (It, 2017), la nueva versión del clásico de Stephen King. Él dirige y su hermana, Bárbara, produce. En este caso, llevan a otro nivel lo hecho en 1990 y lo aggiornan a la dinámica cinematográfica de hoy. La historia, obviamente, es la misma: en el pueblo de Derry un payaso (Penniwise, interpretado de manera increíble por Bill Skarsgård) secuestra y mata niños alimentándose de sus peores miedos. Un grupo de chicos descubre los planes del payaso y trataran de detenerlo a toda costa. Bien. Hasta ahí, la sinopsis. Eso no cambia. En el libro es así. En la película de 1990 es así y en esta también. Pero volvamos a lo que hablábamos más arriba: el estilo. Los monstruos de Muschietti son reconocibles a simple vista. Caminan de una forma imposible. Ya en Mamá se veía esto: contorsiones totalmente inhumanas; formas de caminar imposibles que recuerdan al stop-motion; ángulos que ningún humano podría lograr y que perturban hasta al más escéptico y, una vez que el monstruo casi acorraló al personaje, una corrida loca y final hacia cámara desde un plano subjetivo. Este recurso aparece varias veces en It, pero no por eso deja de ser efectivo. Además, ya en la secuencia con la que Muschietti decide abrir la película (Georgie corre su barquito de papel que baja por el agua hasta desembocar en la alcantarilla) sienta las bases y nos dice “Miren que esto no va a ser como en la versión anterior. Esta película va a dar miedo en serio”. Esta nueva versión de It está dividida en dos partes. En esta vemos la historia de los chicos y en la segunda parte veremos a estos mismos chicos pero de adultos, que vuelven a Derry para terminar lo que empezaron casi treinta años antes. En el libro, la historia de los chicos transcurre a finales de los años ‘50 y la de los adultos a finales de los ‘80. En esta versión son los chicos los que están en la década del ‘80 y los adultos estarán en la actualidad. En el libro las dos historias (la de los chicos y la de los adultos) están entrelazadas. Por cuestiones narrativas y de producción, explicaron los hermanos Muschietti, es que decidieron separar las épocas y reordenarlas de forma correlativa. Aunque dijeron que en la segunda parte habrá flashbacks que recuerden más la narrativa original y el espíritu del libro. It 2017 es una película de terror clásica, como las de antes. Con una estructura dramática y un pulso, un tempo, un latir en el montaje que recuerda otras épocas del cine. Con efectos visuales increíbles y una mezcla de sonido excelente, terminan creando una obra de poco más de dos horas de pleno disfrute.
La película de terror del año La adaptación del libro de Stephen King es una obra maestra del género, un filme de horror tan atrapante como escalofriante En un pequeño pueblo de los Estados Unidos, algunos niños están desapareciendo, pero no es un hecho aislado, el fenómeno tiene lugar cada 27 años. Un grupo de adolescentes excluidos y maltratados en la escuela (el club de los perdedores) descubren el horror detrás de las abducciones: un payaso llamado Pennywise es el responsable, un demoníaco clown que se alimenta del miedo infantil. La novela original de Stephen King (una de sus obras más extensas y extraordinarias) ya había sido llevada a la pantalla chica en formato de miniserie. Pero esta versión fílmica dirigida por el argentino Andy Muschietti es mucho más fiel al libro y contiene elementos que la transforman en un clásico instantáneo. Lo primero que sorprende del filme, es que solo narre los hechos ocurridos en la niñez de los protagonistas (ya está anunciada la segunda parte en donde los personajes adultos deberán enfrentarse nuevamente cara a cara con el payaso) Lo segundo, es la gran reconstrucción de época, que remite a los ochenta (el libro se desarrolla en los cincuenta) sin necesidad de caer en los lugares comunes ni en los homenajes gratuitos a clichés de la década. Luego, el elenco es increíblemente sólido y creíble. Todos los niños están fantásticos y podemos vivir y sentir con ellos el terror en primera persona. Y por supuesto: Pennyweise. ¡Bill Skarsgård en la piel del payaso mete miedo! Visionar su presencia en escena (de la que el director jamás abusa) es sencillamente una experiencia de horror extremo hasta para el más valiente de los espectadores. Pero como la historia es mucho más que (un payaso asesino persiguiendo chicos) el metraje nos depara un amplio catálogo de logrados monstruos. Esta metáfora sobre los miedos infantiles, el temor a la oscuridad y el despertar de la adolescencia, tiene todos los elementos necesarios para ser considerada no solo una de las mejores adaptaciones de King, sino uno de los grandes filmes de horror de la historia. It (Eso) seguirá dando vueltas en la cabeza de todos los que se atrevan a verla y algunas de las imágenes perturbaran, acosarán y darán pesadillas a otros tantos. Si un filme de horror como este logra "eso", podemos decir que la misión está cumplida.
Terror casi metafísico en gran adaptación A diferencia de otras novelas de Stephen King, "It" no pertenece a un subgénero específico del fantástico, sino que es una compleja historia de terror más abstracto y metafísico de lo usual. Salvo el monstruoso payaso Pennywise, que en realidad es un enigmático ente maligno que cambia de forma según los miedos de sus víctimas, no hay un personaje principal sino un grupo de preadolescentes atormentados que se unen para defenderse de ese extraño mal. Esto, más la complejidad de la novela que alterna flashbacks de los chicos intercalados con sus vivencias como personajes ya adultos, atentó contra la eficacia de la vieja miniserie interpretada por Tim Curry en el papel del payaso. En cambio, esta nueva versión para cine a cargo del argentino de "Mamá", Andy Muschietti, es contundente desde el electrizante y climático prólogo en el que un chico se encuentra con el payaso, que acecha dentro de una alcantarilla. El guión elimina todo lo relativo a la etapa adulta de los personajes lo que deja material para la segunda parte que veremos en un par de años- y se concentra, primero, en las experiencias de estos chicos que además de sufrir un violento bullying por parte de algunos de sus salvajes compañeros, son acosados por este espectral payaso que viene haciendo desaparecer chicos y adultos desde la misma fundación del pueblo en el que viven. El director logra un brillante crescendo narrativo, considerando lo coral del asunto, casi como si fuera un Robert Altman del terror, y dosifica el relato con imaginativos momentos horripilantes. En particular, durante la larga combinación de secuencias en la que los chicos combaten al payaso el terror no cesa, generando un vértigo de sustos digno de los maestros del género que Muschietti admira. Si, comparado con esto, el desenlace es un tanto anticlimático, probablemente se deba a que no es un autentico final sino una pausa antes de que todo siga en el capítulo siguiente. La actuación de Bill Skarsgard es impresionante, pero también hay que destacar lo bien dirigidos que están los chicos, empezando por la talentosa Sophia Lillis.
“Eso” es el peor monstruo que imaginamos en nuestras pesadillas. Hacer una especie de remake (la anterior en formato miniserie) de un clásico del terror y llevarlo al cine es todo un desafío. En este caso el argentino Andy Muschietti como director se animó al reto con la colaboración de su hermana Bárbara Muschietti en producción. Un gran equipo de guionistas se ocupó de adaptar y aggiornar la novela de Stephen King de 1986. El espíritu de la peli es fantástico. Que los protagonistas sean de alguna manera un grupo de chicos adolescentes (bastante nerds) situados en algún pueblo perdido y fantasmagórico donde ocurrirán una serie de hechos espeluznantes en la década de los 80’ es todo un lindo combo. El trabajo logrado mediante máscaras y efectos especiales es aterrador de verdad. El payaso, conocido como Pennywise, que va mutando simbólicamente de forma monstruosa, aterradora, acosando a los más temerosos, que se maneja por las alcantarillas y que aparece cada 27 años… detalle que habla de una próxima segunda parte. Hay situaciones que son para que se te pongan los pelos de punta. La fotografía, los escenarios, el trabajo de todos los chicos, las luces y sombras, el sonido… la suma de todo hace de IT un film escalofriante. ¿Y vos, también vas a flotar?
Inocencia interrumpida IT es la adaptación de la clásica novela de Stephen King de 1986 y la miniserie de 1990 protagonizada por Tim Curry como el payaso Pennywise. La historia inicia en 1988 en la ciudad de Derry, Maine. El pequeño Georgie Denbrough se ve atraído por acercarse hasta una alcantarilla en el momento justo en el que pierde su barco de papel. Es el momento en el cual el horror revive y con él muchos años de desapariciones de niños. Un grupo de jóvenes bautizados como “El Club de los Perdedores”, liderados por el hermano de Georgie, Bill (Jaeden Lieberher), y Beverly Marsh (Sophia Lillis), lentamente van dando cuenta de lo que está sucediendo en la ciudad. Es así que la unión del grupo los lleva a investigar y ahondar en sus propios miedos. Esta primera parte narra los acontecimientos de la infancia de los personajes sin profundizar en la adultez de los mismos. El argentino Andy Muschietti (pueden ver su corto Mamá acá), su director, tomó el proyecto de la película luego de un largo ciclo de producción bajo la supervisión de Cary Fukunaga. Posiblemente este último haya avanzado bastante con el guion (incluso figura en los créditos del film), pero fue Muschietti quien aprovechó el estilo Cuenta conmigo de Stephen King, donde vemos la representación justa de la captura de la pérdida de la inocencia en la infancia. IT cuenta con escenas maravillosas y se toma el tiempo para lograr que nos creamos la conexión entre los pequeños. Son actores perfectamente elegidos y entrenados donde además de los ya mencionados tenemos al hipocondríaco Eddie Kaspbrak (Jack Dylan Grazer), el cínico de Richie Tozier (Finn Wolfhard), el miedoso Stanley Uris (Wyatt Oleff), el chico nuevo Ben Hanscom (Jeremy Ray Taylor) y Mike Hanlon (Chosen Jacobs), un afroamericano víctima de discriminación. También vamos a encontrarnos con detalles que llevan al film a un nivel superior al de cualquier película de terror, donde la nostalgia se nos impregna a la piel, partiendo por el hecho de que desde el inicio Muschietti cambia la época del relato original (años 50) y nos transporta a los 80, década que la mayoría pudimos vivir. Se nos vienen recuerdos de la infancia como el grupo de amigos, los paseos en bicicleta, las travesuras en verano, el humor naif, las peleas, la música… Finn Wolfhard resulta mucho mejor en su personaje descarado de Richie que en el de Stranger Things. Cuenta con mayores condimentos como para lucirse en su papel. Y Sophia Lillis cuenta con una naturalidad particular, que sin dudas le depara una exitosa carrera cinematográfica. Bill Skarsgård es un soberbio Pennywise, sobre todo en el último tercio de la película cuando hace su mayor aparición. Durante el resto del film se limita a dejar el protagonismo a los niños, sin dejar que sus apariciones no generen de igual forma miedo mientras se desarrollan los problemas de cada uno del resto de los personajes. Requirió de un trabajo físico importante (no todo se reduce a maquillaje y CGI) y logra sin dudas reinventar al mal. En cuanto a aspectos más técnicos, es disfrutable tanto la delicada fotografía de Chung Chung-hoon como el no abuso de los efectos visuales. Desde ya que están presentes porque hay escenas que lo requieren, pero se lograron resolver muy bien otras sin recurrir a lo artificial que otorga la digitalización. El soundtrack de IT es tema aparte: luego de colaborar con Hans Zimmer, Benjamin Wallfisch se encarga de la música del film, desafío no menor considerando la popularidad de una obra considerada como la novela más importante de Stephen King. IT pasa de los miedos de los niños al hecho de no saber si de verdad el payaso existe, hasta que comenzamos a creer que puede ser así, todo con el miedo justo. Su primer trailer recibió 197 millones de visitas en sus primeras 24 horas, más que cualquier película en la historia de YouTube, lo cual no garantiza calidad del producto final, pero podemos dar cuenta de que así fue. “Ellos eran sus amigos y su madre se equivocaba: no eran malos amigos. «Tal vez —pensó— no existen los buenos y los malos amigos; tal vez sólo hay amigos, gente que nos apoya cuando sufrimos y que nos ayuda a no sentirnos tan solos. Tal vez siempre vale la pena sentir miedo por ellos, y esperanzas, y vivir por ellos. Tal vez también valga la pena morir por ellos, si así debe ser. No hay buenos amigos ni malos amigos, solo personas con las que uno quiere estar, necesita estar; gente que ha construido su casa en nuestro corazón”.
Monstruos del hogar Cualquiera con dos dedos de frente sabía de antemano que la nueva versión de It se alejaría tanto de los componentes más sórdidos de la legendaria novela original de 1986 de Stephen King como del tono más lavado y amigable del telefilm de 1990, ya que desde el vamos lo que domina hoy por hoy en la industria hollywoodense es una nostalgia más cercana al origen de la cultura popular desideologizada e infantiloide de nuestros días, léase la década del 80, que al retrato visceral del colapso del idilio norteamericano con sí mismo -propio de las grandes urbes y de los pueblitos de los años 50- que King llevó a cabo de manera magistral en su libro. El resultado es de hecho un mashup entre la novela, la adaptación previa y algunos elementos del cine contemporáneo, no obstante el director argentino Andy Muschietti evita caer por completo en el fetichismo melancólico de Stranger Things o la catarata de clichés y latiguillos berretas que caracterizaron al horror mainstream de la década anterior. La premisa es la misma: un grupo de siete jóvenes deben hacer frente en simultáneo al sadismo de otros niños, sus padres y una fuerza malévola que adquiere diversas formas pero suele preferir la de un payaso que responde al nombre de Pennywise. Las herramientas de las que dispone el realizador, quien además intervino en un guión colectivo que atravesó un sinfín de fases a lo largo del accidentado desarrollo del proyecto, son muy variadas ya que abarcan por un lado las nociones clásicas del texto original (la marginación de los protagonistas, el bullying al que son sometidos por parte de sus compañeros de colegio, el carácter espantoso y profundamente regresivo -a nivel social- de sus padres, el mal como una sombra polimorfa que acecha según la víctima de turno, los rituales de amistad y el argot compartido como mecanismos de defensa, la persistencia de los traumas iniciáticos en la adultez, etc.) y por el otro lado las recurrencias actuales del séptimo arte, aunque en este caso por suerte tamizadas desde la sensatez formal (hay una fuerte presencia de jump scares, CGI y combates mano a mano pero utilizados de un modo mucho más imaginativo y minimalista que el habitual en nuestra contemporaneidad, porque en vez de estar incorporados desde el primer minuto en un contexto fastuoso de peleas hercúleas, aquí el diseño visual del terror apunta a poner de manifiesto los engendros que habitan en la coyuntura cotidiana, sean éstos entes demoníacos o simples seres humanos). Como era de esperar, It (2017) se concentra exclusivamente en la etapa inaugural de la historia, la infancia de los protagonistas, dejando para una segunda parte la otra mitad del relato, la adultez, una estrategia que -por una buena vez- se condice con las necesidades del opus en cuestión y no funciona como un mero capricho comercial de los productores (vale recordar que King en la novela alternaba constantemente entre ambos tiempos, sin jamás efectuar una partición tradicional cronológica del tipo “niñez primero, mediana edad después”). Sin dudas el punto fuerte de la propuesta pasa por hacer hincapié en la relación entre los personajes, sus dilemas particulares y una construcción escalonada de la tensión de fondo, ahora vinculada a una más que importante frustración parental que se transforma en hipocondría, negación, violencia, pederastia y una desidia general que vuelve a poner el grito en el cielo en lo que respecta a la estupidez y la crueldad que yacen latentes en cada hogar bajo la fachada de una estabilidad siempre presta a caerse a pedazos. El traslado de la acción de 1957/ 1958 a 1988/ 1989 no genera una andanada interminable de alusiones culturales al período y hasta se desdibuja frente al progreso de los acontecimientos en sí. Si bien resulta innegable que el libro de King continúa sobrepasando por mucho al film en aquel glorioso realismo sucio marca registrada del escritor (hablamos de la multiplicidad de detalles concernientes a la sexualidad, los atropellos físicos, el gore y una discriminación social que se ubica en sintonía con la homofobia y el racismo habituales de Estados Unidos), la obra de Muschietti se las arregla para elevar los marcadores en todos los niveles si los comparamos con los del opus televisivo, lo que también tiene que ver con la decisión de crear un producto orientado a una calificación R en vez del clásico combo aséptico PG-13 para púberes y adultos bobalicones. Lo anterior asimismo funciona en consonancia con la excelente labor de un elenco encabezado por Jaeden Lieberher y Sophia Lillis, en lo que atañe a los pequeños, y por Bill Skarsgård en la piel del tremendo Pennywise: el hecho de que Lieberher es un gran actor no es una novedad, recordemos su estupenda participación en St. Vincent (2014) y Midnight Special (2016), en cambio Lillis sí constituye toda una revelación y hasta se podría decir que especialmente lo realizado por Skarsgård también, teniendo presente que el sueco no había encarado nada en verdad memorable en el pasado. Ahora bien, más allá de la energía de la película en general, la convicción narrativa que demuestra a lo largo de sus 135 minutos y la ausencia específica de esos típicos baches de los relatos corales de esta envergadura, el éxito de fondo vuelve a ser de King, quien ideó un núcleo retórico inoxidable que le pasa el trapo a cualquier esquema pueril y/ o naif símil “coming of age” porque va siempre un paso por delante, enturbiando toda aventura de aprendizaje en línea con lo que podría ser -si seguimos extrapolando conceptos del ámbito literario al terreno del séptimo arte- el eje de Los Goonies (The Goonies, 1985) y la misma Cuenta Conmigo (Stand by Me, 1986), aquella adaptación de otra obra del señor de Maine. Mediante la metáfora del payaso macabro que se alimenta del miedo de los niños -y eventualmente de los propios purretes- el último verdadero maestro del horror examina los monstruos camuflados que durante los años formativos de la vida se esconden en la propia familia, el vecindario, la escuela o en el catálogo de referencias supuestamente alegres de la juventud, como por ejemplo el enclave circense y sus clowns. El abuso, la violencia y la segregación son todos tópicos que provocan consecuencias concretas en la trama, jamás quedándose en formulaciones macro que nos acercan a una redención autocontenida, la preferida por Hollywood y la industria cultural. El maravilloso nihilismo esperanzador de King nos dice que algunos problemas no tienen solución, que algunas personas de hecho merecen morir y que sólo la confianza mutua y la proactividad aguerrida pueden salvarnos de determinadas situaciones en las que los engendros reaccionarios y despiadados del hogar se nos presentan construyendo un contexto de disparidad de fuerzas al extremo, el cual podremos dar vuelta con la ayuda de nuestros pares y con un sacrificio colectivo que habla más de las relaciones entre los seres humanos que de la influencia maléfica de una otredad.
Cada vez que una remake aparece en Holywood, no son pocas las voces que comandadas por el odio y el arraigo a un sentimiento infantil intentan destruir por medio de redes sociales (sin éxito) a dicha nueva adaptación. A veces con razón… (Ejem, Cazafantasmas…). A veces sin razón… (Evil Dead)… Veamos donde entra It (Eso). Holywood necesita más Argentinos Arranquemos con todo, Andrés Muschietti hizo un excelente laburo. No le pongamos más suspenso: It (Eso) es una excelente película. Desde el comienzo, a los 3 minutos de película, Muschietti setea el tono de lo que va a ser SU version de It (Eso). Para que quede clarísimo. Esta no es la peli de los 90, este Pennywise no es el del inmortal Tim Curry. Esto es otra cosa. Y eso es bueno. La visión de Muschietti, plagada de amor ochentoso, con olor a Goonies y a Stranger Things (aunque nobleza obliga, hay que decir que el rodaje comenzó previo al de la serie), se deja ver a lo largo de todo el metraje. Y se disfruta muchísimo esta visión fresca, muy superior a la de su previo film, Mama. Este Derry sí asusta: El primer cambio sustancial de esta gran versión de It (Eso) es que asusta cuando se lo propone. Hace reir cuando se lo propone. Y sobre todo no falla al momento de tocar la fibra sentimental. Los Losers se sienten amigos desde siempre con una química genial que se ve sin ninguna duda en cada escena que comparten. Cuantos más hay en escena, mayor es la energía que transmiten como grupo. Teniendo en cuenta que Warner fue quien -en un atentado contra nuestras billeteras- decidió dividir en dos la adaptación de It (Eso), Muschietti decidió QUÉ poner en cada una. Y ahí es donde acertó. Si bien el libro es una sucesión de flashbacks, este primer capítulo tan solo se centra en contar la experiencia de Los Losers cuando son preadolescentes y su encuentro con Pennywise, dejando para la segunda parte la reunión de los mismos 27 años después. La historia casi todos la conocemos. El pueblo de Derry es un pueblo raro, en el que desaparecen personas y niños. Sobre todo niños. Y es la desaparición de Georgie, hermano de Bill, la que ponga en marcha los hechos de la película. Obsesionado por la desaparición de su hermano, Bill investiga el sistema de cloacas de Derry y supone que Georgie está perdido en algún lugar de ellas. Cuando llega el verano, en vez de disfrutar de el como todos los niños, formará un equipo con sus amigos para intentar recuperar a su hermano perdido. Al mismo tiempo Pennywise, esa entidad maligna que anida debajo de Derry, intentará matarlos y separarlos como equipo. Los Loser descubrirán con el tiempo que juntos son más fuertes y tienen una chance de derrotar a Pennywise, pero solo si logran superar sus diferencias. Pennywise, modelo 2017: Si bien los 7 protagonistas niños (y no tanto) están realmente muy bien y llevan perfectamente adelante “solos” la película, sin ayuda de actores adultos donde apoyarse, son las intervenciones del Pennywise de Bill Skargard las que hacen saltar a la historia. Con un visible esfuerzo físico, y un tremendo expresionismo facial, el Pennywise de Skarsgard se aleja a años luz del de Curry. Ni mejor, ni peor, diferente. Aunque en lo personal, y a pesar de amar a Tim Curry, debo decir que es un Pennywise superior en materia terrorífica. Toda la adaptación de It (Eso) es en y por sí misma. NO hace guiños a la versión del 90, no lo necesita. Es completamente nueva. A pesar de los fanboys de la sobrevaloradísima versión televisiva, el trabajo de Muschietti es superior en todos los aspectos, y no solamente en el obvio aspecto técnico tras 27 años de diferencia. (Epa!, me acabo de dar cuenta que Pennywise volvió 27 años después!). Conclusión: IT (Eso) es una gran adaptación de la novela de King. Muschietti hace un gran trabajo y logra lo que se le pide a toda película de terror: asustar. Y no lo hace solamente con Jumpscares, sino que construye espacios inquietantes, y apoyado en la polimorfia de IT, saca conejos de la galera más de una vez. También logra hacer reir con sus protagonistas, contrastando el mundo de estos preadolescentes con el terrible mal que es Pennywise. It (Eso) es una gran película de terror que demuestra, como dije al principio, que Holywood necesita más argentinos.
La esperada versión definitoria del clásico de stephen king, fenómeno histórico de taquilla en todo el mundo, se estrena en el país natal de su director, Andy Muschietti. Son más de dos horas de sustos y desarrollo de su joven grupo de personajes, los niños que se enfrentan al mal con forma de payaso asesino, en esta primera de dos partes que entrega, con eficacia, un coctel de terror, violencia, ternura y nostalgia ochentosa. Con un estupendo elenco de chicos y un sentido homenaje a la fuente original.
La remake de una de las historias que más atemorizó a chicos y adolescentes en la década del ´90 vuelve renovada, aunque mantiene la esencia del libro Stephen King. Fines de 1950. Numerosos niños desaparecen en la ciudad de Derry, entre ellos el pequeño Georgie, quien es atacado por el terrorífico payaso Pennywise (Bill Skarsgård). Desconociendo lo que le sucedió a su hermano, Bill (Jaeden Lieberher) y sus amigos, los “perdedores” de la escuela, comienzan a buscarlo. Pero en el intento deberán superar macabros obstáculos y apariciones. El director argentino Andy Muschietti logra una excelente adaptación. Y se vale de los recursos técnicos de la época actual, pero lo hace en su medida justa. Si bien el género terror es el centro de It (2017), lo más destacable es que también se perciben los sentimientos y emociones. Cada personaje está perfectamente delineado y en esa construcción aparecen los miedos de cada uno, aspecto que le imprime mayor suspenso y, si se quiere, realidad. Imágenes de alta calidad, actuaciones a la altura de la producción y un buen argumento, no decepcionarán las expectativas del público. Terror asegurado que promete una segunda parte.
Probablemente “It” sea la obra maestra de Stephen King. Probablemente, también, la más angustiante y dramática, la más triste. La adaptación de los años ochenta estaba “bien”, aunque ponía más el acento en la demoníaca entidad con forma de payaso que acababa con la vida de niños que en la enorme tristeza por las pérdidas que asuelan a sus jóvenes protagonistas: se encaramaba –con decencia, es cierto– al susto y al efecto, aunque sentó una fuerte iconografía. En esta versión Muschietti –que ya demostró una mano enorme para el género en “Mamá”, otro éxito de taquilla en los Estados Unidos– capta el trasfondo de cada personaje más allá de la trama, y juega con sus sentimientos. El resultado es una película que realmente da miedo, más allá de la perfecta caracterización de Bill Skarsgaard como Pennywise o de los precisos efectos especiales. Sólo la primera secuencia, la del barquito y el nene, la de la pérdida y la tristeza, alcanzan para ver que esta es una película que utiliza las herramientas del género para otra cosa. En este caso, retratar el gigantesco vacío que crea la adolescencia, el descubrimiento brutal de que todos hemos de morir, el más brutal aún de que el mal –y el Mal– existen. Al tensar esas cuerdas por encima del mero susto, el realizador logra una película notable que, de paso, otorga otro peso al original literario. No es poca cosa.
Como toda adaptación de un éxito literario o remake de un film consagrado, lo más recomendable antes de ingresar a una sala, es olvidar todo material precedente. Incluso, neutralizar los recientes elogios del propio Stephen King, autor de la novela que da origen a la película que aquí nos convoca. Para quienes vimos en VHS la versión de It de 1990, que condensaba en poco más de 3 horas una miniserie destinada originalmente a la televisión, quedan algunos destellos de aquel payaso que marcó la adolescencia de una generación, interpretado por el genial Tim Curry (astro de otro hito de culto: The Rocky Horror Picture Show). En ese entonces, había que ajustarle el tracking a la cinta por la cantidad de veces que había sido alquilada, antes de darle PLAY en nuestro reproductor de video hogareño. Ingresando de lleno en el renovado abordaje de It, en rigor el primero realizado exclusivamente para cine, nos encontramos con un relato ambientado a fines de los '80, en lugar de los años '50 de la novela de King. Es decir, el realizador argentino Andy Muschietti vuelve al tiempo en que el mencionado VHS fue furor en los videoclubs de barrio, y a su vez aquella era en la que el director habrá gastado los cabezales de su videocasetera con películas como Los Goonies, E.T.; y claramente, Cuenta conmigo (entrañable film de Rob Reiner, también basado en una novela de King, con el que este éxito de taquilla mundial guarda más de un punto de contacto). La opción de ubicar la historia a fines de los '80, tiene entonces para Mushietti una fuerte carga de homenaje a la vibra del cine de aquellos años, pero esa elección también ayuda a potenciar la garra emocional del relato. Un preadolescente de hoy, de cara a los fenómenos que los protagonistas ven (o creen ver), tendería a grabar todo con su celular, y compartirlo automáticamente en el grupo de WhatsApp de sus amigos. En cambio, este puñado de queribles y pueblerinos "loosers" de 1989, transitan la experiencia palma a palma, tratando de escapar de las filosas fauces del temible payaso Pennywise (notable interpretación del actor sueco Bill Skarsgård ), quien se alimenta de los cuerpos y miedos de cuanto niño caiga en sus garras. Muchos han encontrado vínculos entre este ejercicio de nostalgia cinéfila con el de Stranger Things, pero aquí la atmósfera es mucho más revulsiva y tiene un contundente anclaje con el presente. De hecho, lo más fascinante de It, versión 2017, es que logra conectar la sensibilidad del cine de los '80 con la violencia más visceral que se haya visto en el cine de Hollywood del nuevo milenio. La película de Muschietti no se agota en el guiño ochentoso, ni en el abuso de alusiones. Puede sonar brevemente algún hit de New Kids on the Block, pero en la banda sonora también navegan canciones de bandas de culto como XTC, The Cure y The Cult. Desde la introducción, el cineasta argentino juega cartas fuertes y se despacha con un aperitivo ultra sangriento. Sin embargo, las escenas más poderosas de It, no siempre están vinculadas con la aparición del excéntrico y temible bufón. Los adolescentes que practican un brutal y sistemático bullying a los adorables teens que emprenden la búsqueda de la guarida de Pennywise, conectan con aquel cine ochentoso en el sentido de que son más grandulones que los pequeños perdedores; pero sus golpes tienen la más cruda ferocidad del presente. De hecho, el contexto de todos los protagonistas conecta desde el lugar más desesperado con los flagelos cada vez más frecuentes: una adolescente que es víctima del acoso sexual de su padre, un chico que vive empastillado por su propia madre, o el ejercicio más descarnado de la violencia de un integrante de la pandilla de villanos, como reflejo del autoritarismo de su padre policía; sólo por citar algunos casos. Andy Muschietti, quien tiene por el momento una filmografía breve, pero que incluye al contundente cortometraje Mamá, luego transformado en exitoso largo que amasó una buena taquilla; da en en la tecla con algo fundamental para todo film de horror: conjuga con maestría timing y desarrollo de personajes. Quitando honrosas excepciones, el cine de terror actual tiende más al festín efectista, que al ingreso en profundidad en los conflictos de sus criaturas. El director elude también la solemnidad de los traumas que aquejan a los protagonistas, a motor de buen pulso como cineasta y de una desbordante pasión cinéfila. Si bien la penúltima secuencia puede estar pasada de vueltas en cuanto a pirotecnia de artificio, el film jamás pierde garra y sensibilidad. Visualmente, hay un par de escenas que quedarán en la antología del cine cosecha 2017. Una es la del lavatorio que expulsa sangre a borbotones, en una suerte de demencial momento de película de Dario Argento. Ese catártico pasaje, tan estético como espeluznante, se ubica entre los escasos picos de éxtasis conquistados por el cine de horror de los últimos años. Otro instante aterrador se da cuando los púberes ven una secuencia de diapositivas, en una síntesis de perfecto ensamble formal entre lo artesanal y la truca digital ultra moderna. Más allá de su atmósfera perturbadora y de la contundente historia que cuenta, lo que hace de It una gran película, es la glorificación del genuino vínculo de la amistad. Ese refugio que no conoce barreras ni intereses, ese abrazo incondicional que se eleva más allá de cualquier disidencia. Pero It también es una película de resistencia. En un presente tan dinamitado por el egoísmo y la virtualidad, un grupo de adolescentes se une para dar batalla colectiva a sus infiernos personales. Muschietti deja la expectativa muy encendida para el capítulo 2, que ya está anunciado y retomará a los mismos personajes transformados en adultos. El realizador argentino se enfrenta al reto de levantar la vara que él mismo ha puesto bien por lo alto. Ahí estaremos, abrazados a la promesa de un cine de terror que siga tan vivo como inquietante. It / Estados Unidos / 2017 / 135 minutos / Apta para mayores de 16 años / Dirección: Andy Muschietti / Con: Jaeden Lieberher, Sophia Lillis, Jeremy Ray Taylor, Finn Wolfhard, Chosen Jacobs, Jack Dylan Grazer, Wyatt Oleff, Bill Skarsgard, Nicholas Hamilton y Jackson Robert Scott.
Stephen King en todo su esplendor Con algunos cambios drásticos con respecto a la novela original, el director Andrés Muschietti logra plasmar un relato perturbador en varios niveles. La magnitud de la obra de Stephen King y su influencia en el género del terror se evidencia con creces en esta nueva versión de “It” (Eso) que llega a los cines de la Argentina este jueves, amparada por los récords de taquilla que ha tenido en los Estados Unidos. En una primera mirada, y sin tener en cuenta la existencia de la novela, el espectador se puede dar cuenta de la enorme cantidad de argumentos y lugares comunes en los que ha caído el terror estadounidense en los últimos años, por el simple hecho de que parece una película en la que se condensan al menos una decena de exponentes del género. La criatura que acecha a los niños de un pueblo (como en las Pesadillas de Freddy Krueger), el monstruo que regresa del letargo tras varios años (Jeeper Creepers) y los amigos “perdedores” que se unen para enfrentar un mal en común (Cuenta Conmigo, también de King) son algunos de los tópicos sobre los que gira esta historia de 135 minutos de duración. El director argentino Andrés Muschietti (Mamá) desdobla la novela original y la trae de los años ´50 a una tiempo más cercano (1988) para relatar la infancia de los protagonistas. El pequeño Georgie (Jackson Robert Scott) sale de su casa a jugar con un barco de papel y desaparece en la calle tras encontrarse con una entidad siniestra. Su hermano Bill (Jaeden Lieberher), que no pudo jugar con el pequeño debido a una enfermedad, se propone averiguar qué pasó con él o al menos encontrar su cuerpo y dedica gran parte de su tiempo a explorar rincones alejados del pequeño pueblo de Derry con sus amigos, todos ellos marginados por “nerds”. Pero en Derry se empiezan a multiplicar los casos como el de Georgie y muy pronto los protagonistas no tardarán en asociarlo a una extraña presencia que se les aparece en los lugares más inesperados: la de “It”, encarnado como el siniestro payaso Pennywise. Si bien la película no adapta la totalidad de la historia, sí logra contar una historia muy sólida basada en los flashbacks (recuerdos) que los protagonistas rememoran en el texto original condimentado con escenas que sin llegar al nivel del “gore” logran causar sustos varios en base a una sutileza exquisita a la hora de crear escenografías que van preparando el terreno para el impacto. Pero además, el director y el guionista también evitan convertir al malo en el depositario de todas las maldades y por eso la responsabilidad de los males del mundo están repartidos entre éste y los adultos del film, que no parecen acusar recibo de todo lo que ocurre alrededor mientras maltratan a sus hijos de una u otra forma. Además de una dirección de arte impecable, bien de fábula norteamericana clásica, el otro aspecto que resalta del film es la dirección de actores. Bill Skarsgard compone a un villano realmente escalofriante pero son los niños los que se llevan las palmas ya que componen a un grupo muy unido que parecen realmente ser amigos desde hace muchos años. “It” no sólo se merece el increíble éxito que está teniendo en todo el mundo sino que deja las expectativas por el cielo con respecto a la seguna entrega, en la que el director ya se encuentra trabajando.
Nueva adaptación de la popular novela de Stephen King, "It" (Eso), dirigida por el argentino Andy Muschietti, es un viaje a lo mejor del terror más puro y clásico, el que anida dentro nuestro. Stephen King es probablemente uno de los autores actuales cuyas obras más veces han sido llevadas a la pantalla, ya sea en formato de series, mini series, o películas. Gran parte del terror de los últimos años de los ’80 y la primera mitad de los ’90 provienen de adaptaciones de su pluma, convirtiéndose en una marca registrada. Entre esas adaptaciones, una de las más populares quizás sea la de la miniserie IT que en 1990 dirigió Tommy Lee Wallace. Odiada por los fanáticos de la novela, y adorada por toda una generación que creció aterrorizada por ese Pennywise personificado por el inigualable Tim Curry. Es por eso, que la tarea del director de la celebrada Mamá, Andy Muschietti, era un desafío doble. No solo debía adaptar una de las novelas más populares del prolífico autor de Cementerio de animales, debía lidiar contra un recuerdo imborrable de lo que claramente es un clásico del horror noventoso. Ante esta prueba, Muschietti y el guionista Gary Dauberman (rescribiendo un original de Cary Fukunaga y Chase Plamer), superaron cualquier expectativa. "It" (Eso) 2017 es una propuesta ágil, vibrante, con mucho horror, y también diversión, pero principalmente, es una producción en serio. Algo que normalmente sucede con el género de terror es que se lo asume con un algo menor, pasatista, y que no suele necesitar del mismo cuidado que otros géneros. Sin embargo, películas como El Conjuro, Mamá, e It (Eso), entre otro pequeño puñado reciente, demuestran que pueden ser asumidas con el mismo rigor que cualquier otra producción, y no es necesariamente una cuestión de presupuesto. Los resultados mejorados están a la vista. Las historias de King suelen equilibrar correctamente el drama con el horror, su estilo suele estar asociado a horrores que más allá de lo sobrenatural, expresan algo real. Ese espíritu se encuentra a la perfección en este nuevo film. Algo sucede en Derry, Maine. Sucesos extraños, tragedias que van desde incendios hasta asesinatos, como si algo perverso vibrase sobre ese suelo. Es 1988, y el número de desapariciones en adultos triplica al de cualquier otro pueblo, y en la población menor es mucho peor. Los niños desaparecen y nadie encuentra mayor explicación que un infortunio. Como si los menores estuviesen a su propia voluntad, el comportamiento de los adultos dista de ser ejemplar. Entre estos chicos encontramos a un grupo de amigos, Bill Denbrough (Jaeden Lieberher), Richie Tozier (Finn Wolfhard), Eddie Kaspbark (Jack Dylan Grazer), y Stan Uris (Wyatt Oleff); a los que luego se sumaran Ben Hanscom (Jeremy Ray Taylor), Beverly Marsh (Sophia Lillis), y Mike Hanlon (Chosen Jacobs). La banda de los siete perdedores que deberán enfrentarse al horror que subyace en Derry. Ese mal se personifica en un payaso, Pennywise “El gran bailarín” (Bill Skarsgård), un ser inexplicable, un Eso, que hurgará entre los temores más profundos de sus víctimas para atraerlos y “hacerlos flotar”. Muschietti y Dauberman aciertan en llevar esos temores internos a algo real, no son pura fantasía, está en los dramas que puede transitar cualquier infante traumado. Esta personificación tan interna de lo perverso es lo que carga al film de un dramatismo palpable. "It" (Eso) rescata el aura de las películas propias de los años ochenta, con esa banda de amigos que deben mantenerse unidos para enfrentar al adversario superior desde la individualidad. "Los Goonies", "Los exploradores", y por supuesto, "Cuenta Conmigo" (otra adaptación de un texto de King), están ahí presente, en cada viaje en bicicleta, en cada entrada a las alcantarillas, en cada recreo en el lago. La historia atemoriza cuando debe hacerlo, refuerza las tuercas necesarias, sin abusar de los golpes de efecto (quizás sí, haya algún efecto digital de más, producto inevitable de esta era) y creando por lo tanto, una sensación de miedo real. El miedo se asocia a una angustia, y ese es el clima que se maneja desde la historia y desde las imágenes. Los chicos están solos y deben enfrentarse a lo sobrenatural, pero también a lo humano, a la actitud de sus adultos, y de los jóvenes un poco más grande que ellos. Cada uno de ellos atraviesa un drama diferente, esencial para la cohesión de la historia. El Pennywise de Bill Skarsgård se aleja de la imagen creada por Curry. Sabiendo que aquel sería insuperable, no intenta imitarlo o equipararlo, transita otro camino, más propio del terror actual, con altas dosis de momentos espeluznantes. El grupo de amigos cada uno maneja características diferentes, y trasciende esa idea de “la unión hace la fuerza”, son amigos que pelean por una causa común. En el individual, Sophia Lillis y Jeremy Ray Taylor serán quienes consigan mejores momentos, sin desmerecer al resto. Muschietti se muestra sólido y a la altura de una propuesta de alto vuelo como esta. La asume con seriedad, con la convicción de estar haciendo algo que puede llegar a quedar en el recuerdo. Desde las elecciones en la banda sonora, la suavidad del montaje (que repetimos, no acude al martillazo del golpe de efecto), y una fotografía que oscila inteligentemente entre la oscuridad y lo soleado; todo hace ver que se trata de un director muy atento al detalle y seguro de lo que quiere encarar, un autor. "It" (Eso) es un film de terror que no pasa desapercibido, que no busca el camino fácil de provocar un gran grito y dormirse en los laureles, crea una atmósfera permanente, un ritmo cauteloso que no decae en sus ágiles dos horas y cuarto, y compenetra al espectador con las emociones de pavor de sus protagonistas. Eso se alimenta de nuestros miedos, y no es tarea sencilla encararlo sin sentir el frío corriendo por nuestra espalda.
Payaso de alcantarilla La coulrofobia es un tema serio, un pánico irracional que se dispara ante la imagen de un payaso y que es sumamente común entre niños y adultos. Según los especialistas, los colores vivos, el exceso de maquillaje, el reconocer un cuerpo con formas humanas pero con características diferentes o exageradas pueden ser muy chocantes para los niños pequeños, y una mala experiencia temprana de este tipo podría derivarse en un trastorno y una fobia de por vida. Se ha dicho que el telefilme It, de 1990, adaptación de la novela homónima de Stephen King, terminó por acentuar ese miedo atávico y colectivo, y cierto es que a partir de entonces el payaso maligno se consolidó en el imaginario popular como uno de los íconos de las historias de terror. No era para menos; un par de escenas en las que el payaso se aparecía en los desagües eran la imagen viva de lo que Freud llamaba “lo ominoso”, lo siniestro que se aparece desafiando toda racionalidad, y fueron lo suficientemente poderosas como para aterrorizar a generaciones enteras. Abundan las historias de jóvenes espectadores que luego de ver la película no podían ir al baño por miedo a que Pennywise (la criatura payasesca) emergiera de las cañerías. Con tales precedentes y luego de un sinfín de películas clase B que se continuaron, era de esperarse esta remake. Lo curioso es que viene liderando la taquilla estadounidense desde su estreno hace dos semanas, y está siendo un éxito inesperado incluso para los mismos estudios. La nostalgia funciona muy bien para vender entradas, como vienen demostrando docenas de superhéroes resucitados, y para esta apuesta se reclutó al director argentino Andy Muschietti, autor de la notable Mamá, quien había demostrado cierto talento para las atmósferas enrarecidas, y especialmente para la incorporación de criaturas profundamente desagradables. Es de suponer que las presiones de los productores afectaran los resultados, y el libreto, escrito a seis manos por Chase Palmer, Cary Fukunaga y Gary Dauberman, bosqueja una trama irregular, excesiva en sobresaltos y en apariciones macabras. Lo ominoso deja de serlo si comienza a ser predecible, y ese es uno de los mayores problemas de esta película; la seguidilla imparable de amenazas sobrenaturales de todo tipo –que además se suman a amenazas del mundo real: un grupo de adolescentes bullies, un padre abusador– lleva a cierta monotonía y a que la experiencia se torne una suerte de tren fantasma en el cual se sabe que luego de cada giro aparecerá indefectiblemente una nueva fuente de sustos. Así se resiente el suspenso y la expectativa; It cuenta con escenas intensas que aisladamente pueden funcionar muy bien, pero el resultado es sumamente irregular. Como detalle aparte, es curioso que un triángulo amoroso presentado, en el cual una de las partes es un niño con sobrepeso, acabe desarticulándose para que el romance se concrete entre los otros dos. Lo llamativo es que hasta entonces la película señalaba al gordito como un candidato inteligente, sensible, que conectaba con la chica, sin otra baza en contra que su físico particular. En ningún momento se explica por qué la chica opta por ese otro muchacho. Es decir, la película parte de la base de que por más cualidades que tenga, ni siquiera es imaginable que un chico como él pueda gustarle a la muchacha en disputa. Como mensaje es bastante lamentable.
Frente a la cantidad de adaptaciones en cine y televisión de las innumerables novelas de Stephen King – muchas de ellas por lo menos discutibles o fallidas – es fácil suponer que existe una gran dificultad para los realizadores a la hora de representar de manera eficaz y fidedigna el retorcido imaginario del prolífico escritor de Maine. Sin embargo, es innegable que las buenas adaptaciones (no solamente las icónicas desde lo cinematográfico como Carrie [1976] o The Shining [1980], sino también las que captan la esencia literaria como Stand by Me [1986], Misery [1990] o incluso The Shawshank Redemption [1995]), son la razón principal por la que sus obras sean redescubiertas constantemente por el público y por cineastas emprendedores por igual. Una de sus más grandes novelas, probablemente una de las que mejor simboliza las inquietudes metafísicas de King, fue IT, de 1986. Aclamada por la crítica e inmortalizada en la miniserie noventosa protagonizada por Tim Curry, la historia del payaso diabólico que comía niños fue la pesadilla más recurrente de toda una generación que aprendió a desconfiar de cualquier desconocido que regalara globos. No obstante, IT siempre fue mucho más que un simple payaso. IT, o Eso desde su traducción más literal, es la definición más cercana que puede haber para explicar su enigmática existencia. IT no es solamente un monstruo o un depredador, sino que es la encarnación de su propio entorno, su contexto, un mundo hostil envuelto en la incertidumbre constante del miedo en sí mismo. Una sensación tan indescriptible como el pánico que deriva en uno de los desafíos más complejos para cualquier director deseoso de trasladar ese horror a la gran pantalla. Pero como la industria del cine no sabe de limitaciones y tiene bien en claro que los públicos se renuevan, tras muchas idas y vueltas en cuanto guión y presupuestos, confió finalmente en el argentino Andy Muschietti (apadrinado por Guillermo del Toro y joven promesa en ascenso desde su primera película hollywoodense Mamá [2013]) como el encargado de actualizar la imagen del terror omnipresente en esta nueva adaptación, y cumpliendo con creces en la tarea de capturar la naturaleza perturbadoramente abstracta de IT sin que eso le quite dinamismo a su propuesta. El horror omnipresente Más de mil páginas de la novela original avalaban la idea de dividir esta nueva interpretación en una saga de dos partes, y es así que IT: Capítulo uno se centra exclusivamente en la juventud de los protagonistas, dejando de lado la adultez para su secuela y focalizando aún más en la conformación del llamado Club de los perdedores: un grupo de siete chicos en plena pre-adolescencia unidos por su condición de marginados que deben hacer frente a las inexplicables desapariciones de sus compañeros de escuela en la pequeña localidad de Derry, durante el verano de 1989. Algo que se suma a los problemas emocionales de cada uno, a los constantes abusos de los matones de turno y a la mismísima materialización de sus peores miedos personificados en un aterrador payaso que se hace llamar Pennywise, y que parece tener una influencia maligna sobre todo el pueblo. IT (2017) contiene en parte la esencia del paso de la niñez a la adultez, como la mística Spielbergiana de The Goonies (1985) o del mismo Stephen King en Stand by Me, lo que puede remitir claramente a la reciente generación Stranger Things con un elenco juvenil entrañable (incluso repitiendo a Finn Wolfhard, uno de los personajes principales de la serie de Netflix), la musicalización y los numerosos guiños a los 80’ como la década de moda actual por excelencia. Sin embargo, el film de Muschietti decide tomar un tono mucho más adulto y visceral desde un principio, dejando en claro que no se va a escatimar en violencia gráfica y subyacente. Ya a partir de esto es que la primera escena del film – la recordada desaparición de Georgie en la versión original – se convierte una declaración de intenciones con mutilaciones y planos perturbadores sin filtro. Una clara muestra de esta impronta de terror explicito es la nueva representación de Pennywise que lo posiciona como uno de los villanos más irreales y ambiguos de la ficción. La personificación del sueco Bill Skarsgård es por momentos aniñada, para luego convertirse en la criatura más bestial sin ningún tipo de transición, logrando ser aún más impredecible y peligroso que lo que llegó a desarrollar Tim Curry. En esta versión IT es omnipresente y antinatural en todo sentido, desde su vestimenta con algunos elementos renacentistas casi atemporales, hasta en la forma que se mueve desafiando la física con sus movimientos ingrávidos. Sin embargo, la condición sobrenatural de Pennywise no solo se ve a través de su apariencia esotérica, sino que toma la forma de toda la decadencia humana que acontece en Derry. Es así que en el film no hay casi ningún adulto que no se comporte de manera abusiva con los jóvenes protagonistas, profundizando la desesperación de tener que hacer frente a sus peores temores, incluso cuando IT no está presente. Este detenimiento a la hora de comprender el conflicto emocional de cada uno de los integrantes del club de los perdedores, focalizando específicamente en cada uno de sus miedos, es lo que hace que la sensación de opresión sea todavía más grande. Son miedos comunes, como monstruos, zombis y demás figuras comunes del cine de terror. Pero es allí donde radica otro grado de simbolismo al ver que aparecen motivos como la culpa, el temor a crecer e incluso se llega a insinuar un abuso sexual incestuoso. Elementos perturbadores que hacen pensar que las alucinaciones son solo parte de sus traumáticas infancias. De todas formas, la fórmula puede que se vuelva algo repetitiva a lo largo de las dos horas que dura la película: Uno de los chicos se enfrenta a su fobia más grande, para que luego ver como Pennywise se las ingenia para hacer aún más terrible la experiencia. Predecible hasta cierto punto, saber o intuir lo que va a suceder no le quita méritos al resultado final, sino que redobla la apuesta y sorprende superando las propias expectativas de cuan horroroso e impresionante puede llegar a ser ese momento en la vida real. Las comparaciones siempre son odiosas, aunque resultaría inevitable comparar IT (2017) de su predecesora, más teniendo en cuenta el impacto que ha llegado a tener en la cultura popular. Sin embargo, la nueva versión de Andrés Muschietti resulta mucho menos esquematizada, encorsetada, que la original por cuestiones de formato y tiempos (esta sería la primera entrega hecha especialmente para el cine, ya que la anterior fue solo una miniserie). La historia se da manera mucho más orgánica y eso se ve favorecido en que es una saga de dos partes, con el preludio del paso de la niñez a la adolescencia, el coming-of-age como eje principal. Siendo una adaptación de uno de los libros más icónicos del horror, y con toda la presión que eso significa, IT: Parte uno deja las puertas abiertas a una segunda entrega con más incógnitas de las que esperaría. Qué partes específicas del material original serán representadas, y de qué manera específicamente (si esta se inclinará por el horror más puro o se abrirá a planos más metafísicos como la novela), dependerá de la propia visión de Muschietti, que hasta ahora parece ser la misma que gran parte de los fanáticos de Stephen King.
En 1986, Stephen King retrata desde el horror la infancia de fines de los años 50 en una de las mejores novelas jamás escritas. En 1990, Tommy Lee Wallace la llevaba a la televisión en formato miniserie, hecho que marcó un hito en la época y llevó al actor Tim Curry a darle vida a Pennywise, un personaje terrorífico que nadie olvidaría en el mundo de la cultura y el cine. Hoy llega el turno del audaz Andy Muschietti –Mamá (Mama, 2013)-, un argentino que se animó a despertar a un nuevo payaso diabólico en una adaptación muy personal del libro de King. El resultado es majestuoso. Lo que para King pasaba durante el verano de 1958, para el cineasta argentino fue más fácil llevarlo a 1989; esa facilidad pasa por ambientar los hechos en la misma época en la que creció. Las vivencias y experiencias (juegos, relaciones, amistades, miedos) de El Club de los Perdedores en la ficción, son propias de Muschietti por esos años, lo que propicia una representación y encarnación del miedo mucho más moderna y fresca, incluso con toques de humor. El equipo de los siete preadolescentes (un casting en donde no falla ninguno de los actores y donde la presencia de Finn Wolfhard potencia no sólo la dinámica entre ellos sino la totalidad de la trama) se enfrenta a una fuerza maligna que secuestra y devora a los niños del pueblo de Derry. Una criatura ancestral de otro mundo capaz de tomar diferentes formas, que ataca a la población cada 27 años. Mientras esta versión de It retrata sólo la infancia de los personajes, como quizá la encontremos en obras maestras como E.T., el Extraterrestre (E.T. the Extra-Terrestrial, 1982) o Cuenta Conmigo (Stand by Me, 1986), se decidió hacer una segunda parte de la película que se centrará en la adultez de los mismos- haciendo honor al diálogo necesario entre dos líneas temporales que contiene la novela- al momento de reencontrarse para matar a “la cosa”. Más allá del enfoque y las diferencias entre libro y películas, la historia no pierde su esencia y pone el foco sobre lo más vital: los traumas de la niñez que aún perduran en la pubertad en medio de una trama policíaca y de suspenso con altas dosis de terror y violencia, y presenta una sociedad que, ante esto, decide mirar hacia otro lado como si nada pasara. Se nota la mano hábil de Muschietti a la hora de tomar decisiones de estilo, estética y construcción del villano, desde la creación física y gestual de una nueva versión de Pennywise hasta contar dentro del casting con el actor sueco Bill Skarsgård para interpretarlo, en un balance perfecto entre el rostro aniñado y la mirada siniestra; una grata sorpresa hasta para los más puristas de la novela. La It: Eso (It, 2017) de este año desembarca en los cines más que renovada desde la primera escena (la clásica en la que vemos al pequeño Georgie jugando en la lluvia con su barquito de papel dirigiéndose hacia la alcantarilla, hermosamente construida con un clima escalofriante y tenso). El film de Muschietti no se guarda nada y toda la potencia narrativa, visual y violenta del libro se hace presente todo el tiempo, mientras que la miniserie de los ’90, a pesar de calcar tal cual los diálogos, narraba la historia de manera solapada. En esta nueva versión vemos mutilaciones, torturas, signos de abuso sexual y violencia física. El talento de Muschietti para marcar una huella estilística y para crear climas ya quedó afianzado. It: Eso es mucho más que sólo una buena película de terror. Es una obra maestra que no se parece a ninguna otra. Es con seguridad uno de los mejores films de terror de todos los tiempos.
Puntaje: 75%- Crítica emitida el sábado 23/9 en "Cartelera 1030" por Radio Del Plata (AM 1030)
HERMOSOS PERDEDORES La lluvia no cesa, en medio del diluvio un niño con su piloto amarillo impulsa un barquito de papel en el cordón de la vereda. El viento empuja la frágil embarcación con rauda velocidad y el chico acompaña el rumbo. Tras un bruto tropiezo, ve que su creación manual cae en la alcantarilla. Cuando se acerca, su barco está flotando, no en el agua, sino en la mano de un extraño payaso. Solo en el pueblo ficticio de Derry puede darse la aparición surrealista de un clown que desde el desagüe parlotea, con dulce perversidad, con un inocente niño. Intención non sancta la de esta entidad maléfica que sin piedad le arranca el brazo al joven, con dientes voraces, arrastrándolo luego a un submundo oscuro, perdido, ancestral. Pennywise no quiere carne, sino alimentarse del miedo. Esta escena funciona como preludio en la transposición al cine de It, la mítica novela del gran Stephen King. Su director, Andy Muschietti, desde el principio ya dota de ciertas propiedades simbólicas, y hasta arquetípicas, a algunos elementos que serán una constante en el universo del filme, como el barco de papel, el piloto amarillo, los globos rojos y por supuesto la presentación de un Pennywise sin concesiones. Más allá de la historia coming age y grupal del Club de los Perdedores, aquí Eso encarna a la maldad en su máxima expresión, por lo que no le va a temblar el pulso si tiene que despedazar a un niño, de hecho, las desapariciones de los más jóvenes en el pueblo son incontables. Casi todo sabemos que la trama del filme gira en torno a un grupo de “loosers”, que con valentía deciden enfrentar a este payaso malvado que está devorando cuerpos y almas. Es cierto, y también un cliché, que el relato tiene ese trasfondo romántico del adolescente que debe enfrentarse a la vida y a sus miedos internos, pero que bien lo explota Muschietti, ya que acertadamente adapta la época en que suceden los hechos a los años 80´. Época que conoce muy bien y la matiza de pura nostalgia, con la vuelta en bicicleta, el primer amor, también el primer beso y un humor relacionado al despertar sexual. Párrafo aparte la construcción de Pennywise, es la personificación perfecta de una y mil pesadillas. Físico, ambiguo, oscuro, mutante y por momentos hasta empático. Con una carga tan histórica, como enérgica, de una maldad que viene arrastrando por décadas y que con el pasar del tiempo se comienza a arraigar, materializar y hasta mimetizar en un sinfín de formas. It es lo palpable y lo inalcanzable a la vez; es leyenda viviente. El ritmo de una narración inefable, con personajes hermosos y queribles (notable la dirección actoral), y escenas del horror más obsceno elaboradas con gran precisión, ponen a It en la cúspide de las transposiciones, ya que Muschietti no solo rescata la esencia de la desquiciada historia de King, sino que además le añade su propia mitología fílmica. María Paula Ríos @_Live_in_Peace
Ya se vio en los trailers y múltiples adelantos que este film ofreció los pasados seis meses: un payaso malvado se aloja en el interior de un desagüe, desde donde atormenta a un niño que, inevitablemente, caerá presa de sus atrocidades. La escena es fuerte, y de un impacto visual raras veces visto en el terror, por su combinación de lo siniestro con la osadía de una barrera destrozada (la del “no te meterás con un niño”, que el género suele cumplir). El resultado es contundente: la sangre se mezcla con la lluvia, dando pie a uno de los comienzos más escalofriantes de todos los tiempos, aún para una película de firma Stephen King, y aún cuando su predecesora de 1990 ya había esbozado el mismo planteamiento pero de un modo más tímido. Conviene aferrarse a esta escena, no obstante, porque será lo mejor de la película. Pero no, lo que resta no es para nada desdeñable: It, versión 2017, funciona, y a fuerza de un enormemente talentoso casting compuesto en su mayor parte por niños, que complementa una maravillosa fotografía y puesta en escena. La dirección de Andy Muschietti (quien venía de aprobar en el género con su anterior Mama) es correcta, y su pasión por el terror está ahí, intacta. Pero algo falta. O sobra. El factor nostalgia abunda (también, por ende, redunda) y la sombra de Stranger Things que predice que éste será “un gran éxito” sobrevuela toda la trama. Estamos de nuevo en los 80s, y aunque es justo trazar una mejor comparación con Cuenta Conmigo (Stand By Me, Rob Reiner) por pertenecer a la misma pluma de King, el clima huele demasiado a lo que está de moda. No es que moleste, porque de algún modo incluso hasta parece justificado, sino que no sorprende. Del mismo modo que no lo hace el antagonista absoluto, el payaso Pennywise (encarnado aquí por Bill Skarsgård), que si bien muestra todo su potencial en la mencionada escena del inicio, va perdiendo brillo a medida que avanza la película. Muschietti, vaya uno a saber si por temor a la comparación con la (gran) interpretación de Tim Curry, apuesta al casi mutismo del personaje, justamente cuando lo que más funcionaba en la anterior entrega era su tono burlón y desprecio absoluto por la raza humana. Cuando Curry hacía bullying a los pequeños en la original de It, lo hacía desde un lugar perverso y sardónico. Cuando Skarsgård atormenta a los protagonistas, lo hace desde el susto más primitivo: corre hacia la pantalla y muestra sus dientes. Y esa escena se repite, por lo menos, cinco veces. Pennywise aquí es un monstruo, en definitiva, del cual es fácil distanciarse porque jamás se lo percibe como real. Puede que esto último tenga que ver con el relato, ya que después de todo, se supone que el payaso (en esencia un shapeshifter, es decir, una figura que cambia de formas) es apenas la representación de los miedos, pero no el miedo en sí. En ese sentido, la idea funciona, aunque sabiendo que es eventualmente algo que puede superarse, el terror pierde lugar en la historia. Y para saber qué asusta a cada uno de los integrantes, Muschietti se toma más de la primer mitad de la película, con una estructura que, hasta que no despega cerca del tercer acto, se reduce a un catálogo de fobias. Afortunadamente, el tercer acto llega y el horror se multiplica: la batalla en las cañerías es verdaderamente espeluznante, el lazo que para entonces constituyeron entre sí los niños es fuerte y es fácil identificarse con el mismo, y Pennywise despliega todo su poder, de manera casi desesperada, hasta retirarse para esperar su venganza en la segunda parte. Que, a razón de los cientos de millones de dólares que It lleva ya recaudados en la taquilla, de seguro no tardará en llegar. Habrá que ver si Muschietti y equipo logran esquivar el tedio que acorraló al segundo episodio de la primer película.
Hermosos perdedores En reiteradas ocasiones el universo literario de Stephen King supo encontrar un negocio redituable al trasladar sus trabajos a la pantalla grande. Sus novelas se adaptaron en distintas ocasiones, desde producciones millonarias hasta miniseries olvidadas (incluso hubieron directores que intentaron profundizar en su imaginario en diferentes oportunidades como el obsesionado de Frank Darabont). Entre sus creaciones más ambiciosas encontramos a It (1986) como una de las más desafiantes para ser versionada, considerando la complejidad de determinadas instancias y lo intrincado de su narrativa. El telefilm de 1990 se limitaba a adentrarse en los aspectos insidiosos por tratarse de un producto concebido para el consumo televisivo, aunque respetaba la estructura del argumento con referencias detalladas. En It (2017), la segunda adaptación en manos del realizador argentino Andy Muschietti, se modifican conceptos específicos del entramado para desvirtuar el proceso y presentar una versión alternativa. De esta manera el racismo que transitaba por los sucesos históricos es reducido, y la sexualidad que consolidaba a sus personajes al renunciar a la inocencia se transmite con una acentuada liviandad. Otro punto substancial es el recambio generacional que transforma enteramente el escenario (una maniobra para refrescar la historia incluida en los primeros bocetos del cineasta Cary Fukunaga antes de que abandonase el proyecto). Ahora el conflicto de estos perdedores que se enfrentan al macabro payaso Pennywise se desarrolla en los ochenta, y se desprende del mecanismo conservador que alumbraba la iconografía devaluada de los años cincuenta. Muschietti no se condiciona por trasladar detalles a rajatabla, por lo que impone sus intenciones de construir un relato que contraste con la fidelidad considerada por el telefilm homónimo de Tommy Lee Wallace. Una de las decisiones más acertadas del tratamiento de Muschietti se encuentra en la atmosfera del panorama, donde el espectador atraviesa las diferentes sensaciones que dominan el imaginario de estos personajes, y asumiendo la realidad de enfrentar a sus demonios personales (bullying escolar, maltrato familiar, abandono de las autoridades, abuso sexual). Estas instancias no terminan abusando de la referencia a la cultura popular, sino que se alimentan de los condimentos que justifican al subgénero de los coming of age (la aventura, el misterio, la amistad, el romance y las angustias). Durante las primeras secuencias Muschietti se encuentra insertando imágenes pintorescas sin adentrarse en trasfondos narrativos. Estas situaciones nos muestran a los perdedores soportando sus traumas individuales, mientras son acosados por entidades sobrenaturales, aunque tomando distancia de los ciudadanos y sus alrededores. Digamos que la precisión narrativa se fortalece al unificarse las transiciones de los protagonistas, donde consigue momentos acertados en los que prevalece una significativa cantidad de suspenso y dramatismo, sobre todo en los diálogos. Es para resaltar la encarnación de Bill Skarsgard como Pennywise y las actuaciones de quienes conforman al club de los perdedores, en especial las revelaciones de Sophia Lillis y Jack Dylan Grazer. Esta versión de It conserva el espíritu que enaltece a la novela de King, incluso al reformular figuras esenciales. Muschietti termina entregando un producto personal que le permite alejarse del modelo original, a diferencia de otros encargos que todavía no consiguen hacerle justicia a una obra tan inmensa como la del propio King.
Tras su elogiada ópera prima Mamá, el director argentino consiguió un inmenso éxito comercial (y un sólido segundo paso artístico) con la esperada transposición de la célebre novela ochentista de Stephen King. La historia del siniestro payaso Pennywise que aterroriza a un grupo de siete chicos -queribles perdedores- en el pueblo de Derry sintoniza a la perfección con la generación Stranger Things, pero sin por eso atenuar las dosis de gore y perversión del relato original. El del argentino Andy (Andrés, bah) Muschietti es el sueño del pibe. Formado en la FUC, autor de un corto futbolero rodado en el barrio de La Boca (Nostalgia en la mesa 8) que formó parte de Historias Breves III (1999), filmó luego otro corto, Mamá (2008), que llamó la atención de Hollywood y, sobre todo, de Guillermo del Toro, quien ofició de “padrino” y coproductor de su ampliación al largometraje con el mismo título. Tras el éxito de ese film de terror de 2013 con Jessica Chastain y Nikolaj Coster-Waldau, a Muschietti le llovieron los proyectos. Se lo vinculó, por ejemplo, con Shadow of the Colossus, pero cuando Cary Fukunaga (True Detective) abandonó la realización de It, Muschietti asumió la dirección. La historia reciente es más conocida: rodada con un presupuesto de 35 millones de dólares, esta nueva versión del best seller de Stephen King va camino de transformarse en la gran sorpresa comercial de 2017 y en una de las películas de este género más taquilleras de todos los tiempos. Además, será responsable también de la segunda parte, que se convertirá sin dudas en uno de los proyectos más esperados de los próximos años. Más allá de que los fans del original literario de King y los cultores de la miniserie de más de tres horas estrenada en 1990 (It: El payaso asesino), con Tim Curry en el papel de Pennywise que ahora interpreta Bill Skarsgård, harán el típico juego de las diferencias, la transposición modelo 2017 (el protagonista reaparece según la leyenda cada 27 años así que este estreno calza a la perfección) resulta bastante eficaz en casi todos los terrenos. No era sencillo el desafío para Muschietti en su segundo largometraje. Stephen King es uno de los escritores más admirados del mundo y de su mente surgieron no sólo notables novelas y guiones sino también transposiciones a cargo de directores como Brian De Palma (Carrie), Stanley Kubrick (El resplandor), George A. Romero (Creepshow: El festín del terror), John Carpenter (Christine), Rob Reiner (Cuenta conmigo y Misery), David Cronenberg (La zona muerta), Frank Darabont (Sueños de libertad) y un largo etcétera. Lo cierto es que, más allá de que por momentos los 135 minutos resultan excesivos y de cierto uso ampuloso, subrayado y efectista de la música, Muschietti se consolida como un sólido narrador (cierta estilización propia de su formación en el universo del cine publicitario no interfiere con la construcción de tensión y climas ominosos) y como un inspirado director de actores. Si en Mamá ya había una presencia infantil, la carga dramática era sostenida sobre todo por Chastain. En It, en cambio, la narración ya es decididamente coral con los chicos como protagonistas absolutos en la línea de Stranger Things (hasta repite un actor como Finn Wolfhard), que es lo mismo que decir en el espíritu de Cuenta conmigo. Las conexiones con otros relatos de King también se pueden apreciar, por ejemplo, en el tema omnipresente del bullying que remite a Carrie. Con su recreación de la estética ochentista (la acción arranca en octubre de 1988) y de la dinámica pueblerina, y con la tan mentada diversidad políticamente correcta (entre los siete chicos protagonistas hay un negro víctima del racismo, un judío de familia represiva, una chica rebelde atacada por la violencia machista, un obeso que sufre discriminación, etc.), It no escatima momentos de gore ni de perversión (no hay un solo adulto medianamente normal y varios son directamente abusivos hacia los menores) que obligaron a una calificación “R” en los Estados Unidos y Apta para mayores de 16 años en Argentina, lo que limita la presencia en las salas de menores de la edad (alrededor de 13) de esos queribles “perdedores” que son los personajes principales. La mencionada violencia en el ámbito escolar, la desaparición de chicos, los traumas y pesadillas infantiles, la pérdida de la inocencia y el despertar sexual en pleno verano, los sórdidos sótanos, las leyendas urbanas en Derry, Maine, las casonas siniestras que guardan secretos centenarios, los bosques y las alcantarillas, el SIDA, las canciones de The Cult, The Cure y sobre todo los juegos con New Kids on the Block, y las referencias a películas como Arma mortal 2, Pesadilla 5 o el Batman de Tim Burton conforman el universo de It, que tiene como principal malvado al siniestro payaso Pennywise que Skarsgård construye con algunas reminiscencias del Guasón (Joker) de Heath Ledger. Podrá argumentarse con razón que a Muschietti todavía le queda un largo camino por recorrer (y mejorar), que It no es del todo convincente como, digamos, El conjuro, pero está a años luz de la catarata de subproductos de terror que llegan cada semana a la cartelera argentina. El realizador argentino se suma, así, al gran momento que están disfrutando los directores latinoamericanos ligados al cine fantástico encabezados por el patriarca Guillermo del Toro y que tiene como otro valioso exponente al uruguayo Fede Alvarez (Posesión infernal, No respires). Bienvenida sea esta tendencia y que se sigan abriendo otras puertas.
Redonda y efímera El salto que Andrés Muschietti da en It con respecto a su anterior Mamá es notable: lejos de ser un filme de terror literal más, It hace la diferencia en los luminosos detalles (casting, fotografía, ambientación); en el cuidado reverencial con el que trata a sus personajes (una pandilla de niños héroes entre los que paradójicamente sobresale la incandescente Sophia Lillis); en una personificación del mal que sorprende cuando aparece, no cuando se oculta (Pennywise, un desgarbado, estrábico y estúpidamente siniestro Bill Skarsgård) y en una historia que es doble: está el monstruo, sí, pero la comedia y el humor y el romance son claves emotivas de la película. It aun así no llega al nivel artístico de cumbres recientes como It follows o The witch: los efectos digitales de las criaturas que personifican los miedos de cada niño son banales y opacan la entrañable materialidad de la comunidad estadounidense de Derry, el último tercio en casa embrujada aplana y concentra todo aquello que hasta entonces permanecía virtuosamente disperso y las citas a Street Fighter, los New Kids on the Block y el crecer en la década de 1980 lucen redundantes en una era consagrada a ensalzar la nostalgia. Los besos, los chistes y los enfrentamientos con los pesados de turno son encantadores pero ya se han visto mil veces: más que un filme sobre el fin de la infancia, It representa el fin de un acercamiento natural a la niñez. Cinta infante para adultos, It no es todo lo oscura que podría ser –sus escenas más potentes involucran la mutilación de un brazo y un chorro de sangre de baño abstracto muy Kubrick-, haciendo que la impresión final sea ambiguamente ATP. It es más el globo que el payaso, una figura ligera que está en suspenso sin caer ni esfumarse, destacándose en su singularidad redonda pero efímera.
Todo parte de la extraordinaria novela de Stephen King (un escritor favorito para muchos). En esta oportunidad llega esta adaptación cinematográfica dirigida por el argentino Andy Muschietti (“Mama”) y producida por su hermana Bárbara Muschietti. Los niños son perseguidos por una figura siniestra llamada Pennywise (Bill Skarsgård, excelente interpretación, le da matices, sus cambios de voz, su mirada y postura corporal. Siniestro) un ente sobrenatural que se transforma en lo que los niños temen y se alimenta de los miedos de estos. Todo está reflejado en los temores de la infancia y miedos muy profundos. A través de siete niños (el club de los perdedores) que tienen problemas en sus vidas podemos ir observando por ejemplo: el niño que sufre bullying, padres que prestan poca atención o los protegen demasiado o un padre quiere que su hijo se haga hombre o una joven que sufre abuso de su padre, en conclusión habla muchos de los temores y de la perdida de la inocencia. Se encuentra ambientada en los años 80 (la anterior era en los cincuenta) y los niños usan bicicletas (como lo hacían en “E.T. El extraterrestre”. Otras situaciones tienen alguna semejanza a “Los Goonies”), contiene grandes efectos visuales, horror, sobresaltos, se crean buenas atmósferas, va creciendo la tensión, escenas perturbadoras, aventura, humor y un gran nivel de producción. Siempre mantiene el terror sea de día o de noche (la mayoría de los films de terror son de noche). Nos encontramos con un elenco sólido y los niños que son poco conocidos, logran una gran interpretación, algunos se lucen más que otros: Jaeden Lieberher (“St. Vincent”, la serie de televisión); Sophia Lillis (“37”); Jack Dylan Grazer (“Cuentos de Halloween”); Wyatt Oleff (“Guardianes de la galaxia”), Jeremy Ray Taylor (“Ant-Man”); Chosen Jacobs (“Movie Trivia Schmoedown-TV Serie); Finn Wolfhard (“Sobrenatural”, la serie de televisión) y Nicholas Hamilton (Capitán fantástico). Una vez más queda demostrado que se puede realizar una buena historia sin incorporar escenas gore. Aunque a esta le sobren algunos minutos. Contiene una buena fotografía a cargo de Chung Hoon Chung (“Old Boy”) y la banda sonora comandada por Benjamin Wallfisch (“Talentos ocultos”, “12 años de esclavitud”, “V de venganza”). En dos semanas en la taquilla mundial lleva recaudado más de 375 millones de dólares. Sólo nos resta esperar la segunda parte que sería para el 2019.
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Andrés Muschietti logra honrar la historia original de King adaptándola a la perfección y haciendo un film muy personal y centrado en los personajes. Actuaciones excelentes, buenos efectos especiales, geniales sustos y la dosis justa de sangre y nostalgia ochentosa hacen una película de terror genial que sin dudas se volverá un clásico. Pocas obras literarias han tenido tanto impacto en la cultura pop como It (1986) la más extensa y genial novela de Stephen King. A través de sus más de 1000 páginas King nos lleva de viaje a Derry en los años 50 (donde King experimentó su infancia), un pueblo en el estado Maine donde habita una terrorífica criatura interdimensional que existe hace siglos en nuestro planeta, cazando niños para alimentarse de sus miedos y consumirlos literal y figurativamente. Este mismo pueblo donde los niños desaparecen, suceden crímenes y tragedias horribles y los adultos parecen no darse cuenta de la violencia real y sobrenatural que acecha en las sombras, como una metáfora de la sociedad americana de la era Reagan en los 80, obsesionada con los valores tradicionales de un pasado cincuentoso idílico, pero fría, ignorante y anestesiada ante un clima opresivo y oscuro que sucede frente a sus ojos. Los protagonistas de la novela son un pintoresco y adorable grupo de marginados, inadaptados y víctimas de bullying que se hacen llamar el Club de los Perdedores (Loser’s Club): Bill Denbrough, un joven tartamudo; Stanley Uris, un niño obsesionado con la limpieza que es discriminado por ser judio, Richie Tozier, un bromista que habla hasta por los codos, motivo de burla por representar al típico arquetipo del nerd; Eddie Kaspbrak, un chico asmático e hipocondríaco que vive siempre medicado con su obesa madre sobreprotectora; Mike Hanlon; un joven negro en un pueblo de mayoría blanca (y en los años 50, para colmo de males); Beverly Marsh, una chica abusada por su padre que vive en la zona pobre de Derry, y Ben Hanscom, víctima de bullying por su obesidad. Este grupo de amigos se enfrenta a una presencia demoníaca que aterroriza Derry y mantiene a la población adulta hipnotizada para ignorar su presencia. It (Eso) no tiene nombre ni forma física real, pero se presenta ante los chicos como Pennywise, el payaso bailarín. El manjar favorito de Eso son los niños, a los que atrae como payaso para luego transformarse en sus peores miedos. El Club de los Perdedores logra vencer a Eso en las alcantarillas de Maine, pero no saben que 27 años después Pennywise regresará para matarlos cuando ellos sean adultos. Además de la novela, la historia de It se hizo muy popular por una miniserie para televisión de 1990 (Stephen King’s It) protagonizada por Tim Curry en el papel de Pennywise. Pese a contar con recursos limitados y no haber envejecido bien, logró cautivar a una generación y generarle fobia a los payasos a mucha gente. Cuando esta nueva versión de It comenzó a gestarse, en principio iba a ser dirigida por Cary Fukunaga (True Detective, Beasts of no Nation), pero por diferencias creativas y recortes presupuestarios el cineasta se bajó del proyecto. La película cayó en manos de Andrés Muschietti, director argentino responsable del film de terror Mamá (2013). Con un guion ya escrito por Fukunaga, Andy tenía la difícil misión de adaptar una de las historias de terror más populares y recordadas con un mítico personaje que se convirtió en un ícono de la cultura pop. ¿Cómo hacer para lograr una buena película y no cagarla? Hacer algo nuevo respetando el material original. El pequeño Georgie Denbrough (Jackson Robert Scott) desaparece en una tormenta tras perseguir a su barquito de papel y encontrarse con un siniestro payaso que vive en las alcantarillas llamado Pennywise (Bill Skarsgård). Su hermano Bill (Jaeden Lieberher) se obsesiona con su búsqueda, creyéndolo aún con vida, y con la ayuda de Bev (Sophia Lillis), Mike (Chosen Jacobs), Richie (Finn Wolfhard), Ben (Jeremy Ray Taylor), Eddie (Jack Dylan Glazer) y Stan (Wyatt Oleff); sus amigos del Losers Club intentará encontrarlo. Pero descubrirán algo mucho más terrible, una entidad sobrenatural capaz de transformarse en sus peores miedos y que acecha en Derry desde hace décadas o tal vez siglos. Esta criatura sin nombre a la que llamarán “Eso” despierta una vez cada 27 años para cazar niños a los que atrae con su apariencia de arlequín para después alimentarse de sus miedos y sus cuerpos. Los adultos del pueblo no parecen notar el patrón de muertes y desapariciones ni creen en monstruos metamorfos, así que estos niños marginados deberán unirse y confrontar sus peores terrores para acabar con el monstruo. It es una gran película por sí misma antes de ser una gran película de terror. Andy Muschietti logra con pericia experta manejar los tonos y géneros para hacer un film que combina en justas proporciones el terror, el drama sentido y personal, los chistes y el humor, el relato de coming of age y el tenso manejo del suspenso. La película sigue bastante al pie de la letra la historia de la novela, pero con un cambio: en lugar de ir y volver entre las dos líneas temporales (los niños del Club de los Perdedores y sus versiones adultas 27 años después) este film se centra en sus versiones infantiles. Esto permite desarrollar mucho más sus personalidades, historias, temores, angustias y su amistad. Muschietti insiste en el costado humano del film sin dejar el miedo de lado (pero si en segundo plano) y por eso la película funciona tan bien, el espectador conecta con los personajes a nivel emocional, siente lo que ellos sienten y sufre junto a ellos como si Pennywise lo estuviera acechando también. A pesar de que los chicos son la verdadera estrella del film, hay que destacar la enorme labor de Bill Skarsgård (Hemlock Grove, Atomic Blonde) en la piel de Pennywise. Lejos de querer parecerse al payaso encarnado por Tim Curry, en este caso optan por un diseño más antiguo y siniestro, similar a un arlequín del Siglo XVI. Esto le da un aspecto ancestral, como si fuera un monstruo que habita en la tierra hace tiempo. También se siente mucho más sobrenatural en su forma de hablar, sus expresiones faciales (cuando lo vean apuntar con sus ojos en dos direcciones diferentes, eso no es CGI, lo hace de verdad), su forma de moverse y caminar. Otro punto para destacar es el elenco, principalmente los actores infantiles. La química entre ellos es innegable y verdaderamente se sienten como un grupo de amigos que se hacen chistes y bromas pesadas. También se expresan de una manera más real, con insultos y groserías. El cast está muy bien elegido, con actores jóvenes de gran talento que son un calco de las personalidades de sus personajes. Jaeden Lieberher es la sangre que corre por las venas de la película y Sophia Lillis es el corazón. Jack Dylan Glazer se roba cada una de las escenas en las que interviene y Finn Wolfhard parece haber nacido para interpretar a Richie Tozier. En cuanto a los sustos, Muschietti logra generar un inquietante clima de tensión y nervios que se mantiene hasta culminar siempre en un susto bien construído. La película no abusa de los jump-scares y screamers y llega a asustar a plena luz del día. Lo único más terrorífico que las apariciones de Pennywise es su inquietante presencia, cuando el payaso está acechando en las sombras esperando el momento para dejarse ver. También juega con los miedos más personales e internos de los chicos, en lugar de colgarse de los productos nostálgicos (en la novela It aterroriza a los chicos como los monstruos de las películas clásicas de Universal) y prefiere utilizar imágenes perturbadoras de rostros deformes y cuerpos decapitados. It es una gran película, bien escrita, filmada y actuada con mucho corazón. Al verla uno puede sentir el amor y el respeto que Muschietti tiene por la novela original de King. Una historia donde el verdadero horror no se queda en el monstruoso payaso metamorfo sino que profundiza en el miedo a la muerte de un ser querido, a adultos que no te cuidan ni te creen, al bullying, los padres sobreprotectores, el abuso, la crueldad y la frialdad de la que somos capaces. La mayor arma con la que podemos enfrentar nuestros miedos siempre serán nuestros amigos.
STRANGER IT Se puede explicar el éxito rotundo de It (Eso) con relativa facilidad, entendiendo el lugar que esta historia ocupa en el imaginario de toda una generación cuya infancia transcurrió en los 80, la década que estableció a los grupos de preadolescentes como protagonistas de grandes aventuras. No es la voluminosa novela de Stephen King la que quedó grabada en el inconsciente colectivo, sino la adaptación de 1990 dirigida por Tommy Lee Wallace, con Tim Curry como el payaso Pennywise, la que se recuerda con fervor, la famosa miniserie luego editada como película para video. Era una de esas salvaciones para quienes teníamos cierta fijación con pasar horas en los videoclubes eligiendo sin encontrar nada. Hay que decirlo, aquella versión no ha envejecido de la mejor manera, le falta oscuridad y violencia, y aunque logra con recursos limitados escenas de terror icónicas (inolvidable la escena inicial con el barco de papel, o la escena de las duchas, o a Ben viendo cómo su padre que murió en la guerra se transforma en Pennywise), también tiene momentos irreconciliables para el gusto promedio del espectador ( la insalvable araña berreta del final), con lo cual esta nueva adaptación de la novela que llega de la mano de Andrés Muschietti arriba en el momento justo. Un momento donde las personas de entre 30 y 40 estamos ávidos de (además de consumir cantidades ridículas de sobrevalorada cerveza artesanal) revivir las emociones audiovisuales de nuestra infancia, cosa que se puede probar fácilmente si vemos otro éxito rotundo como es Stranger Things, la serie de Netflix sobre las aventuras fantásticas de un grupo de niños en los 80. Es que It (Eso) es en gran parte Stranger Things, o al menos comparte esa mirada autoconsciente y moderna sobre los 80. Claro que Muschietti tiene la habilidad de captar aquello que le faltaba a la adaptación de Wallace: es más oscura cuando debe serlo, actualiza y mejora las secuencias de terror, y a medida que los personajes se encuentran con Pennywise, aumenta la tensión y la intensidad. El director dosifica con maestría el terror, la aventura y el humor: el grupo de chicos es encantador, con casi todos los personajes bien establecidos. Probablemente lo único que falla es ese mecanismo de la trama, que también estaba en la película de Wallace, que consiste en mostrarnos uno a uno, el primer encuentro de cada uno de los protagonistas con Pennywise, algo que detiene el ritmo de la película y la alarga innecesariamente. Una vez que esquivamos este bache, la historia fluye a puro ritmo e intensidad. El tema fundamental aquí es nuevamente la amistad como refugio. Todos los niños en IT están oprimidos por sus familias, por la sociedad retrógrada de Derry (machista y racista, las piedras fundacionales de buena parte de la sociedad norteamericana), por el brabucón del pueblo y por el monstruo que de alguna manera es la sublimación de todo lo anterior. Los protagonistas encuentran en el grupo de amigos el único espacio positivo, pero, por supuesto, no saldrán ilesos de la batalla por sobrevivir a tanta hostilidad, pero eso lo veremos convenientemente en la ya anunciada secuela. Por último, lo que se consolida aquí es el nombre de Muschietti como director con talento para el cine de terror mainstream, quien, luego de Mamá, mejora en casi todos los rubros. Podemos agregarlo al podio de este oficio cada vez más olvidado junto a James Wan y a Fede Alvarez.
Entre lo siniestro y lo feel-good Finalmente se estrenó la esperada y demorada It; con cambio de director encima y con la fiebre ochentosa en baja después del boom Stranger Things, serie que le ganó de mano en el terreno fantástico de la reciente explotación de la nostalgia de aquella década fucsia, dura y sintetizada. Decimos en baja pensando en la originalidad, los números muestran que el jueguito de los recuerdos sigue pagando bien: It viene arrasando en la taquilla americana y pronto arrasará en la nuestra. Claro que la nueva película del director Andy Muschietti –nuestro nuevo Messi del cine que despierta el chauvinismo ridículo y reaviva el cadáver del american dream- y su hermana y productora Bárbara tiene más derecho a explotar aquella década que la serie de los también hermanos Duffer: la novela de Stephen King es del año 1986. Aunque, claro, la historia del libro se desarrolla en gran parte durante los años 50, y el cambio temporal obedece a cuestiones de marketing y no a los 27 años en los que –según la novela- Eso aparece en el pueblo de Maine; dado que no estamos ante una continuación de nada sino ante una nueva adaptación de la historia de King. El gore del comienzo posiciona a esta adaptación cinematográfica en un lugar diferente al de la versión televisiva de 1990. La primera escena en la que vemos como el payaso Pennywise le arranca el brazo a Georgie, promete un desenfado y una brutalidad que se disuelve con la progresión. La promesa de una película por fuera del buen gusto de esta época y que a partir de esa primera escena podríamos pensar como la versión sin tapujos de su hermana audiovisual del 90, queda inconclusa. La violencia es clipera y el sexo aparece como abuso de los mayores o como comedia inocente (recordemos la escena en la que los chicos miran a Beverly tomando sol y luego se hacen los distraídos). Si la novela y la versión televisiva se construían a base de flashbacks de los protagonistas ya crecidos, acá el guion planteará una historia directa de niños traumados en un pueblo casi fantasma en el que los adultos sólo aparecen como figuras abusivas. Estamos en la era de la técnica y Muschietti asoma como un alumno aplicado del maisntream. Sin embargo, la prolija construcción de las escenas y algunas interesantes alegorías en las que el director sabe trabajar al mismo tiempo discurso y estética (como la de la sangre en el baño de Beverly) no se complementan del todo bien con la cohesión narrativa. Las escenas centrales de los primeros actos (las de la representación de los miedos de los protagonistas) quedan algo aisladas entre sí al ser yuxtapuestas arbitrariamente. De todos modos, más allá de lo mencionado en este párrafo, de la falta de sorpresa producto de la masividad que logró una serie en muchos puntos similar como Stranger Things, y a pesar de quedarse a mitad de camino entre la brutalidad gore y el coming of age á la Stand by me (1986), It resulta un producto inocuo pero afable, si es que eso puede ser considerado un cumplido.
Lo indecible tiene cara de payaso La película indaga en los miedos infantiles mientras retrata una sociedad hipócrita, marcada por la violencia que se disimula. Pennywise sobresale en un relato donde el mayor miedo de cada uno de los niños es convertirse en adulto. Son varias capas de sentido las que se superponen y hacen de It una película nodal en el mundo Stephen King. Sea por sumar un capítulo sustancial a una filmografía ecléctica ‑en donde sobresalen De Palma, Romero, Kubrick, Darabont‑, con algunos films memorables -Cementerio de animales, Maleficio, Los ojos del gato‑ y otros deleznables, pero sobre todo por colocarse como un hito, capaz de actualizar un disfrute que parecía perimido o de caldo efectista, si es que se piensa en el cine mainstream. Evidentemente, el realizador Andy Muschietti filma It a partir de lo que ha vivenciado entre tantas películas de terror vistas durante su niñez y adolescencia. Son los años '80 y allí están las alusiones al cine de la época, entre carteles y marquesinas, pero con el faro puesto -de modo explícito‑ en Cuenta conmigo, el estupendo film de Rob Reiner, seguramente una de las mejores versiones de la obra de King. Como en aquel título -y tantos otros de esos mismos años, con un grupo de niños como protagonista‑, la It de Muschietti recrea un mismo sentimiento de amistad, aventura, miedos. Aspectos que los niños adoptan como un lazo, con el desafío puesto en el enfrentamiento al mundo adulto. La tragedia o el desprecio habrán de marcar sus vidas, un rasgo que la literatura de King ha trabajado de manera intensa. Como variaciones de ese cuento de King en donde papá se transforma en algo monstruoso luego de beber latas de cerveza, en It podrá verse esto y más. El film logra actualizar un disfrute que parecía perimido o de caldo efectista, si es que se piensa en el cine mainstream. Vale decir, It retrata una sociedad en donde la violencia se tapa o disimula mientras se la ejerce. Los adultos, si aparecen, es para observar, vigilar, retar y, de paso, propagar en sus hijos un mismo hacer violento. La policía interviene pocas veces, y cuando lo hace es porque debe reprimir y degradar a los más jóvenes, aunque se trate de sus propios hijos. Madres, padres... los adultos no son personas confiables. Vale decir: tras los gestos preocupados de una madre que sólo mira televisión, se esconde una sujeción para toda la vida; la bibliotecaria que debiera incentivar la lectura sin embargo alecciona al pequeño: debieras estar afuera -le recomienda‑, jugando; o tal como enseña el padre a su hijo, durante el carneo de ovejas: matas o te matan. Dado el panorama, los niños tendrán que adaptarse y sobrevivir, o lo que es lo mismo, crecer. Como rasgo esencial, aparece el miedo. El payaso Pennywise, justamente, encarna "eso". Desde el orden figurativo, la película de Muschietti ha logrado reinventar la imagen del Pennywise televisivo que delineara el actor Tim Curry en 1990 (ese fin de época donde se sitúa la nueva It). Es decir, el payaso Pennywise finalmente se inscribe -y es esta película su rúbrica‑ en la galería de los nuevos monstruos clásicos, a partir de la interacción benéfica que suponen los distintos registros: cine, cómic, literatura. Tal como le sucediera al monstruo literario de Frankenstein a partir de la caracterización de Boris Karloff, el Pennywise que ahora interpreta Bill Skarsgard redunda una misma combustión. Por otra parte, es cierto que el film de Muschietti encuentra filiación con otros ejemplos de misma voluntad, como Super 8 o Stranger Things, pero su concepción apunta al díptico. Puesto que el segundo capítulo transcurrirá en el tiempo presente, habrá que completar la película allí, ya que será con ese film como el realizador -se espera‑ conciba una recreación más acerada, desde el presente, con los niños ahora convertidos en el mayor de sus miedos: ser adultos. Como rasgo mayor, hay que destacar la propuesta formal de It. Por ejemplo, es en Beverly, el personaje femenino, en donde el film encuentra un vaivén simétrico. En este sentido, si bien la desaparición del hermanito de Bill es la que guía el devenir de los hechos (a través de un grupo de niños prioritariamente masculino), es la irrupción femenina la que organiza el relato: la menstruación, el baño explotado, el primer beso. Cada una de estas instancias estará atravesada por la sangre: sugerida o desbordante. El beso aludido, por su parte, dejará su mancha roja sobre el rostro del niño, para que la infancia concluya con la promesa del reencuentro. Todo un desenlace.
En 1990 se estrenó la primera adaptación del, para muchos, mejor trabajo del maestro del terror contemporáneo, el señor Stephen King. El relato en formato de telefilm, que aunaba los dos capítulos de un grupo de amigos combatiendo al payaso Pennywise, suscitó diferentes opiniones en cuanto a su calidad, pero aún así fue suficiente como para insertarse dentro de la cultura pop. 27 años después, IT llega a la pantalla grande con una nueva representación, mucho más perturbadora y profunda, de la mano de nuestro querido Andy Muschietti en la dirección de la que ya se ha convertido en una de las películas más comentadas del año, que ha llegado a aterrorizar al mismísimo autor de la novela.
Obra que capta la esencia natural de la prosa de Stephen King No hay muchos antecedentes de tanta expectativa frente a una adaptación cinematográfica basada en un texto de Stephen King, aun cuando los resultados finales en general han sido tan decepcionantes. Sin ir más lejos, el bofe de “La torre oscura”, estrenada hace algunas semanas, sirve como botón de muestra. Si a eso le agregamos los pésimos productos del género ingresados a la cartelera últimamente el panorama no es precisamente alentador. ¿Qué es lo que genera tanta ansiedad entonces? Dos cosas: primero, la enorme (¿mejor?) novela escrita hace treinta años y, segundo, el director, el mismo de “Mamá” (2013), muy buena muestra del manejo del horror y el suspenso con la cual saltó a las luminarias de Hollywood. El primer gol de Andy Muschietti fue romper la estructura de la narración original que iba y venía entre pasado y presente rebotando el punto de vista entre siete personajes y distintas edades. El segundo fue dividir su adaptación en dos capítulos: El de la niñez-pre-adolescencia de los protagonistas y el de la adultez (a estrenarse en dos años aparentemente). Por último, trasladó la acción a la década de los ‘80, la cual conoce muy bien en todo sentido. Estas fueron las premisas, los puntos de partida para el guión, muy bien escrito por Chase Palmer, Cary Fukunaga y Gary Dauberman, éste último íntimamente relacionado con libretos para películas de terror. En la introducción vemos a Georgie (Jackson Robert Scott) yendo a hacer flotar un barco de papel, que le hizo su hermano mayor Bill (Jaeden Lieberher), en plena tormenta de lluvia. Desde una alcantarilla alguien lo asesina. Poco más de un año después las clases están por terminar y todos los chicos andan felices por el período de vacaciones excepto Ben, que no ha parado de tratar de encontrar a su hermano. Ante todo “It” es una obra sobre la amistad y los miedos (sobre todo los que generan los cambios de etapas de la vida, niñez-adolescencia). El texto tiene muchísimas referencias al cuento corto del mismo autor que luego derivaría en la enorme “Cuenta conmigo” (Rob Reiner, 1986), empezando poque también se trata de chicos de 12 años. Bill, Ben (Jeremy Ray Taylor), Beverly (Sophia Lillis), Richie (Finn Wolfhard), Mike (Chosen Jacobs), Eddie (Jack Dylan Grazer) y Stanely (Wyatt Oleff) tienen algo que los une más allá del mismo colegio y su autodenominado “Club de los perdedores”. Los siete han atravesado, o atraviesan, por experiencias traumáticas con carencias importantes en el seno del hogar, y a su vez tienen visiones espantosas con un payaso diabólico llamado Pennywise (Bill Skarsgård) que les muestra el horror de sus temores más ocultos. Si en “Mamá” los dos niños protagonistas tenían un vínculo fuertemente parental con el fantasma de marras que ejercía la sobreprotección, en “It” se trabaja el factor externo del desamparo, la crueldad, y la carencia afectiva como causante de los temores internos. Mike es forzado a matar animales en un corral, Beverly sufre abusos de su padre, Eddie no tiene padre, se contagió la hipocondría de su madre y le tiene miedo a todo tipo de contagio, Jeremy sufre el constante y cruel bullyng en el colegio, y así con todos, conformando la fuente de alimento del mal. Pennywise es el instrumento con cual el guión explica la oscuridad del mundo, así como el “Alien”(1979) lo es para Ridley Scott. Desde el lado estético, más allá de la estupenda dirección de arte, efectos y música (algo estridente a veces) “It” es un “cálido abrazo”, y a la vez el costado negro, de historias icónicas de los años ochenta como “Los Goonies” (Richard Donner, 1985), “Los exploradores” (Joe Dante, 1985), la citada “Cuenta conmigo”, y en cierta medida de E.T. (Steven Spielberg, 1982), mezclado con la más reciente “Super 8” (J.J. Abrahams, 2014). Como en todas ellas el elenco juvenil es sencillamente estupendo. Se los ve relajados, naturales y con una tremenda personalidad frente a la cámara y en gran parte del buen funcionamiento tiene que ver con la química entre ellos. Claramente es un terreno que el realizador conoce bien y en el cual se siente cómodo, porque la cantidad de guiños a ese cine es innumerable. Este estreno, que va a romper varios récords, se inscribe como de lo mejor del género de este último tiempo con escenas que se recuerdan un tiempo largo, pero sobre todo por la capacidad de haber captado perfectamente la esencia natural de la prosa de Stephen King, ese factor humano, frágil y vulnerable a la hora de enfrentar los miedos y superarlos. Cuando esto pasa, el producto final es casi imbatible.
No leí el libro y tengo unos vagos recuerdos de aquella mini serie que salió en los 90, la cual vi y me dio algo de miedo. No iba con muchas expectativas, no me llamaba tanto la atención como a gran parte del resto de los mortales. La película se centra más en la relación de nuestros jóvenes “héroes” que en Pennywise. Buenas actuaciones tanto por parte de los pequeños actores como de este nuevo payaso, que aparece poco pero lo hace muy bien. Algo a favor de la película es que no cuenta con muchos “saltos” (son esos momentos de tensión que acompaña la musiquita y luego ¡PUM! Algo te hace cagar en las patas), creo que hay 2 o 3 y bien distribuidos. Me pareció larga, con escenas y momentos de más. No termina de captar mi atención, dispersa por momentos. A diferencia de la mini serie adaptada anteriormente, que mechaba presente con pasado, esta película se centra únicamente en el pasado (que si no viste o leíste nada para vos será solo presente) donde los personajes se cruzan por primera vez con el payaso bailarín. Está anunciada una segunda parte para el 2019, dónde seguramente veremos a los amigos 27 años después juntarse una vez más. La caracterización del payaso y de los otros monstruos está muy bien realizada y son pocos (gracias) los momentos de CGI. Mi recomendación: No es una gran película de terror, pero entretiene. Verla en el cine o en tu casa no hay mucha diferencia.
It", miedo a lo inexplicable Lo inexplicable da miedo. Si fuese posible encarar el tema central de "It" como una noticia -un payaso que hace desaparecer niños- hay una sola pregunta que quedaría sin respuesta. Posiblemente en esa incógnita -como en casi todas las buenas películas de terror- radica el éxito de la película dirigida por el argentino Andrés Muschietti. El filme responde qué, quién, dónde, cómo y cuándo suceden las cosas. Pero no responde por qué ese payaso siniestro que vive en las alcantarillas aparece cada 27 años desde 1908 ni tampoco el móvil de sus crímenes. En eso y en la dirección de Muschietti, que evita los golpes bajos y que sugiere más de lo que muestra, radica la eficacia de esta versión. Durante más de dos horas ese ser siniestro que se hace llamar Pennywise se dedica a torturar psicológicamente y a intentar apropiarse de varios chicos conocidos como Los Perdedores, con el hermano del primer desaparecido como líder del grupo. La primera mitad del filme ambientado en los 80 y no en los 50 como el original, describe cómo afecta el personaje a cada uno de ellos aprovechándose de sus miedos y debilidades hasta que comienza la fase de ataque en la que el grupo decide enfrentarlo. Y allí aparece una nueva incógnita por resolver cuando el final queda abierto a una segunda parte de este filme que tiene mucho para dar y un gran interrogante por responder.
IT llega a las salas argentinas con toda la expectativa y los ingredientes para ser una de las películas del año. Un clásico del gran Stephen King dirigido por el argentino Andy Muschietti y un elenco de actores juveniles que incluye a Mike de Stranger Things. ¿Qué más se puede pedir? Un resultado a la altura. ¿De qué se trata IT? El pequeño Georgie desaparece luego de hablar con un payaso (Bill Skarsgård) que aparece en una alcantarilla. Su hermano mayor, Bill, junto a su grupo de amigos, vivirán en carne propia como “eso” parece ser el responsable de la desaparición de los niños de la ciudad de Derry. Los aciertos de IT Pará. Ahora que te conté de qué va la cosa, me voy a poner personal. Al momento de ver la película y escribir esto voy por la página 400 de IT, de un total de 1200. Aha, me falta un montón. Pero el punto es que fui con la historia en la cabeza, con una idea sobre los personajes y sobre los sucesos de la historia. Quizás no se experimente lo mismo si no se leyó el libro. Pero hay una cosa de la que estoy segura: vas a AMAR esta película. Los niños son graciosos, creíbles, adorables. El director Andy Muschietti narra esta película con personalidad, no como alguien a quien le han encargado un film más sino consciente de la responsabilidad que implica llevar una gran historia al cine y convertirla en otra gran historia. Mis aplausos para Muschietti también por dos puntos esenciales. Es muy fácil caer en el morbo sanguinario cuando la historia trata de un ente que come niños. El film no es una escena sangrienta o violenta tras otra sino todo lo contrario. No se regocija en lo sanguinario y eso es de un mérito tremendo. Digo, porque estamos en tiempos en que ninguna película puede dar a entender que se da una inyección sin mostrar el primer plano de la aguja. Y lo otro que quiero destacar es que tampoco hace alarde de efectos especiales. Los efectos están a favor de la historia y no al revés. Los tanques cinematográficos caen con tanta facilidad en efecto especial gratuito… acá no pasa. ¡Al fin! IT, el terror y la amistad Vale decir que, en honor al libro, IT no es una película de terror convencional. Ya sabés, de esas en que cuatro tipos sin personalidad se meten al bosque, luchan contra algo sobrenatural, lo vencen y vuelven a sus casas sonriendo. No. Ni por asomo. Esta es una película de terror con sustancia. Stephen King es el nombre de la sustancia y qué maravilla ver que esté a la altura. Muschietti refleja en poco más de 2 horas muchos de los rasgos de personalidad y las historias de vida de este grupo de amigos de Derry. Y ahí está la clave. Los personajes tienen características claras que los vuelven atractivos al público, aún cuando “eso” no los persigue. Después de todo, esa es la base de las grandes historias: personajes que sentimos que realmente existen y que, un día, viven hechos extraordinarios. Puntaje: 9/10 Duración: 135 minutos País: Estados Unidos / Canadá Año: 2017
La obra de Stephen King está construida, en buena medida, alrededor de la dicotomía más vieja de todas: el Bien contra el Mal. En la mayoría de sus historias hay un elemento intrínsecamente malvado que es derrotado (o no) por un agente del Bien. Lo que Stephen King logra y lo que lo hace genial es cómo construye, alrededor de esa dicotomía, una historia con personajes. Mi papá me dijo una vez que las premisas de muchas de las novelas de King son completamente ridículas pero que, cuando funcionan, son brillantes (el riesgo está en que esas premisas ridículas, cuando no funcionan, se convierten en libros ridículos). Ejemplos: en Cell, una señal transmitida a través de teléfonos celulares convierte a las personas en salvajes. En 11/22/63, un hombre viaja al pasado para evitar que maten a Kennedy. En Christine, un auto cobra vida y mata gente. It es, quizás, la novela paradigmática, no solo de Stephen King, sino de la literatura americana del siglo XX. En It están, en su máxima expresión, los dos elementos que caracterizan al autor: el terror y los personajes. El gran mérito de la novela es lograr que la lucha entre el Bien y el Mal exista en sí misma pero que, además, sea funcional al desarrollo de los personajes que encarnan esa lucha. La novela es aterradora, pero me parece que definirla como una novela “de terror” le un da énfasis a un aspecto de la novela que termina dejando de lado otro que es, sin dudas, igual de importante. Si me viera obligado a catalogarla de alguna manera concreta, diría que It es un coming of age de terror. Esta introducción parece innecesaria, pero es particularmente relevante para hablar de It, la película. La película, digámoslo, no es una buena película de terror. El payaso, si bien es inquietante, no es demasiado aterrador, y excepto por un par de escenas excepcionales, la mayoría de los sustos están planteados como golpes sorpresivos, jump scares. Terror de manual: el jump scare funciona cuando es, apenas, la catársis de un estado previo de tensión que termina siendo insoportable. La expectativa del jump scare, la conciencia de que algo va a aparecer repentinamente para asustarnos, es lo que realmente aterra, pero no ese algo en sí mismo. Lo desconocido e inesperado. El suspenso. En It esto no funciona. Ahora bien, lo dicho: la novela no es solamente una novela de terror. Es, también, una novela de aprendizaje y de crecimiento y de reencuentro con la infancia (es todo eso en serio, ¡es larguísima!). La parte de reencuentro con la infancia no la tenemos en la película (que solo adapta la parte de la historia que transcurre en la infancia de los personajes), pero todo lo demás está. Y eso sí que está bien. Stephen King es un gran constructor de personajes, pero es, especialmente, un maestro escribiendo chicos. La película triunfa cuando deja de ser una película de terror y pasa a ser una versión extendida y más poblada de Cuenta conmigo. Los siete chicos son encantadores, están elegantemente distinguidos entre ellos y cada uno tiene una función específica para la trama, ninguno sobra. En la primera escena, Georgie Denbrough sale de su casa en medio de una tormenta demencial ante la completa ignorancia de su madre. Mientras persigue un barquito de papel, se golpea la cabeza con una baranda. No hacía falta que habiera un payaso asesino suelto para que quede claro que Georgie Denbrough está siendo, como mínimo, imprudente. Cuando finalmente encuentra a Pennywise, una señora lo ve desde su porche, echado en el suelo, mirando hacia la alcantarilla, mientras le caen litros y litros de agua encima. La señora decide no hacer nada. Al pobre Georgie le arrancan un brazo y grita desesperado mientras el payaso asesino lo arrastra hacia las alcantarillas y la mujer jamás se da por enterada. Apenas levanta las cejas cuando cree ver un charco de sangre en medio de la lluvia. Desde la primera escena entendemos el contexto en el que crecen los personajes: Derry es un pueblo en el que los chicos están completamente librados a su propia suerte. No hay protección de nada y los adultos solo actúan como obstáculos o amenazas. Es cierto que, si It es tanto una historia de terror como una de crecimiento, no es un problema menor que uno de esos dos elementos no funcione, y menos lo es que esa falla venga del hecho de que el payaso titular no dé todo el miedo que debería dar. Pero la otra parte, la parte de los chicos y su desarrollo en ese terrible pueblo olvidado por Dios, está tan pero tan bien que podemos perdonar el pecado original.
El payaso no asusta y eso es todo lo que realmente interesa saber de It (2017) versión del libro de Stephen King dirigida por Andy Muschetti. Pero tratar de entender las razones se puede explorar un poco más los motivos. Cuando a fines de 1990 se estrenó en Estados Unidos el telefilm (o miniserie, según como se lo vea) dirigido por Tommy Lee Wallace el fenómeno alrededor del libro se trasladó a la pantalla chica y más tarde al video. Itfue un clásico instantáneo en los videoclubes. Por ser una película para televisión y por algunas limitaciones que tenía aquella versión, parecía sencillo entender porque alguien querría hacer una nueva versión pero esta vez en la pantalla grande. Las comparaciones entre aquel film, el libro y la nueva versión sin duda serán una fiesta para cinéfilos, fans y demás seguidores que busquen obsesionarse con eso y pensar que en las diferencias está toda la valoración de las obras. EL PAYASO NO ASUSTA. It está contada con la habilidad técnica y las posibilidades del cine actual. Cualquier cosa que un cineasta sueñe (y no se vaya de presupuesto) puede ser plasmada en la pantalla. Entonces el mundo de las variadas pesadillas que acosan a los protagonistas del film puede ser desplegado con absoluta libertad y espectacularidad. Aun así es sorprendente como esto termina jugándole en contra a la película. Está claro que no estamos frente a un cine de terror clase B ni una de esas películas adocenadas que nos llegan todos los jueves para nutrir a los incondicionales seguidores del maravilloso género de terror. Y sin embargo toda la potencia visual del director para resolver muchas de las escenas termina siendo confusa y poco efectiva a la hora del terror. It resuelve bien todo menos el terror. En el terror (a diferencia de Mother, excelente película, también del mismo director) las situaciones son de efecto básico, el despliegue del villano se agota en los efectos especiales más que en el genuino terror. Todo está demasiado arriba siempre, todo a un nivel en el cual domina más el ruido que la construcción del genuino horror. A juzgar por el éxito descomunal a nivel mundial que ha tenido con esta película, lo más probable es que el director y el género sigan por esta misma línea. A veces el terror más simple y absurdo es más efectivo que el gigantesco despliegue que se plantea en esta nueva versión de It. En definitiva todos han pagado una entrada para ver la novela de Stephen King y al payaso inmortalizado por Tim Curry, Pennywise, convertido en algo completamente nuevo y a la vez parecido. Pero no caigamos en comparaciones, solo queda esperar películas de terror más originales y con estilo. Mientras tanto les repito: acá el payaso no asusta.
El pasado nunca muere La esperada adaptación de It sacrifica la épica de la novela pero logra contar una historia redonda que asusta de verdad. Es probable que It sea la obra maestra de Stephen King y su libro más conocido aún por los que no lo leyeron. El terror que producen los payasos nos fue inducido por King en esa extraordinaria novela, al punto tal que el año pasado tuvo que salir en Twitter a decir “ey, muchachos, es hora de aflojar con la histeria por los payasos… la mayoría son buenos, alegran a los chicos, hacen reír a la gente”. Ahora con la llegada de esta esperadísima adaptación al cine (la primera, porque la anterior fue una miniserie para televisión) la Asociación Mundial de Payasos se quejó de que algunos de sus miembros están perdiendo el trabajo. Esto que puede parecer un chiste o una anécdota que no tiene mucho que ver con la valoración de la película de Andy Muschietti, lo que demuestra es la importancia extraordinaria de la novela dentro del género del terror de las últimas décadas. No voy a descubrir acá el talento de Stephen King, pero quiero dejar en claro que ese talento encontró su pico en It y que a 30 años de su publicación sigue marcando a fuego la memoria colectiva. It cuenta la historia de siete chicos que se enfrentan a un ser maligno que se alimenta de sus propios miedos, un ser que vive en las alcantarillas de Derry, el pueblito ficticio del estado de Maine donde transcurre la historia. Estos chicos son bullyeados en el colegio y tampoco son muy bien tratados por el mundo de los adultos, pero encuentran en la amistad y la unión entre ellos, la fuerza para sobreponerse a esos miedos (miedo al monstruo pero también miedo a cosas más prosaicas de la vida, como un padre abusador o una madre sobreprotectora). Pero a la vez que King nos cuenta la historia de estos chicos en el verano de 1959, también nos cuenta, alternadamente, la de estos chicos ya crecidos, adultos en 1986, que tienen que reencontrarse porque el terror volvió a Derry y solo ellos lo pueden enfrentar. La novela tiene dos virtudes. Por un lado, el terror es ubicuo y total. Acá no hay zombies, vampiros, hombres lobo o asesinos seriales; no basta con huir físicamente de una casa embrujada o de un vecindario oscuro. El “monstruo” es el terror que todos tenemos dentro, nuestros miedos más profundos. Por el otro, cuenta una historia muy sólida, un coming of age clásico pero que va más allá, porque alterna esa historia de un grupo de chicos a fines de los ‘50 con otra, en el presente (el presente en que fue publicada la novela, años ‘80), en el que esos mismos chicos ya son adultos y tienen que enfrentarse a los fantasmas de aquel verano. En un punto, It parece inspirada en aquella frase extraordinaria (y rotundamente cierta) de William Faulkner: “El pasado nunca muere, ni siquiera es pasado” (en inglés suena mejor: “The past is never dead, it’s not even past”). Lo primero que salta a la vista de esta adaptación es la decisión de contar solo la historia de los chicos y dejar la de ellos como adultos para una segunda película que funcione como complemento de esta. Para un fanático de King y de esta novela en particular como yo, está decisión era sacrilega. Era despojar a It de la épica que la hizo grande. La gracia de la historia es poder ver qué fue de esos chicos al mismo tiempo que los vemos enfrentar a los bullies y a Pennywise. Y también percibir que el enemigo no es solo un payaso perverso sino un “ser” que existe a lo largo de años, décadas y siglos. De hecho, la novela comienza diciendo: “El terror, que no terminaría por otros veintiocho años (si acaso terminó alguna vez)…” Pero es recomendable deshacerse del traje de fanboy y reconocer que los guionistas Chase Palmer, Cary Fukunaga y Gary Dauberman tomaron la decisión correcta. El resultado, es cierto, pierde épica y fuerza, pero funciona muy bien por sí mismo: It, la película, es una especie de Cuenta conmigo de terror que no se ahorra escenas cruentas, que juega al fleje con la sexualidad adolescente y que redondea una historia sencilla (a diferencia de la novela) que balancea con precisión claridad y oscuridad. El mérito es casi todo de Andy Muschietti, que consigue crear unas imágenes potentes e ingeniosas para asustar al espectador: yo diría que son “sobresaltos con contenido”. Es un clásico en las películas de terror las escenas de sobresalto (muchas veces el causante es un gato, nada más). Acá los sobresaltos provienen de imágenes construidas con una precisión milimétrica: voces de chicos desaparecidos que se escuchan a lo lejos, un globo flotando, un payaso que sale de un ataúd. Antes de ver la película, leí varios comentarios de Twitter que destacaban que era “mucho más que una película de terror”. Es una afirmación equívoca. It no es nada más (ni nada menos) que una película de teror. Asusta. Pero tiene algo que muchas películas de terror no tienen: gente que pensó un rato largo en la mejor manera de asustarnos. El primero de esa lista fue Stephen King. Pero los que vinieron después hicieron su trabajo de la mejor manera posible.
Crítica emitida por radio.
Seamos honestos: las remakes y reboots siempre nos dan miedo. Miedo que arruinen la película original, miedo que quieran reinventar algo que aún sigue vigente*, miedo que destruyan nuestra infancia (como han dicho, erróneamente, muchas personas acerca del reboot de Ghostbusters). El tema con IT (basada en una novela de Stephen King que ya tiene 30 años, y remake de la mítica miniserie de TV de 1990, con el icónico Pennywise de Tim Curry) es que justamente, nos tenía que dar miedo. El argentino Andrés Muschietti venía de generar climas realmente perturbadores en Mama y nos preguntamos (particularmente después del fracaso de El Pulso y La Torre Oscura) si estaría a la altura del maestro del terror. Spoiler: la rompe toda. (*) Como Meg Ryan, que se recauchutó innecesariamente toda la cara cuando todavía estaba buenísima. Bill, en cama, deja salir a su pequeño hermano Georgie a jugar a la calle un día de lluvia, con un pequeño barquito. El barquito cae por una alcantarilla y le propicia un encuentro con Pennywise, tan perturbador y violento que te hace entrar de golpe en el código que manejará la película. Bill es parte del Club de Perdedores, los chicos de la escuela que sufren bullying, junto a Eddie, Stanley y Ritchie. No sufren el típico bullying verbal, sino que la violencia que sufren es desmedida en algunos casos: Henry, uno de los chicos malos, le graba a Ben, el gordito nuevo en el pueblo, una "H" en la panza con un cuchillo; nada de decirle "¡Gordo comemilanesas!" y salir corriendo. Bill está convencido que Georgie sigue vivo y, a pesar del toque de queda que hay en el pueblo debido a la desaparición de varios chicos, arrastra a sus amigos a hurgar en las canteras y alcantarillas del pueblo para encontrarlo. Al grupo se suman Beverly, quien sufre todo tipo de abusos por parte de su padre, y Mike, atormentado por la muerte de su familia en un incendio. Y la historia desde aquí es conocida: deberán derrotar al payaso para cortar con el ciclo de matanzas y desapariciones que devasta el pueblo cada 27 años. El primer gran acierto de la película es la manera en que dosifica la información. No importa si leíste el libro o viste la película anterior, esta versión construye su propia narración (como se debe). Por ejemplo, se aprovecha el hecho que Ben sea nuevo en el pueblo y no tenga amigos para indicar que usó su tiempo libre en investigar la historia del lugar y nos ahorra una tediosa secuencia donde los chicos van a la biblioteca local y hurgan en libros y periódicos para hacerse de la información que finalmente les permite encontrar a Pennywise. Lo mismo con la presentación de los personajes: no hay presentaciones profundas al inicio de la narración, sino que el máximo conocimiento de quiénes y cómo son estos chicos lo obtenemos a partir de asistir a las pesadillas lúcidas con las que el payaso los atormenta. Eddie por ejemplo se encuentra sobreprotegido por su madre y maneja un exceso de información sobre enfermedades, virus, bacterias y normas de higiene que si bien le da cierta veta cómica al personaje, lo limita constantemente. Como el payaso les genera alucinaciones que los colocan frente a sus máximos temores, en su caso se manifiesta como un linyera sucio, lleno de gusanos, que lo amenaza con darle una de sus píldoras con sus manos apestosas. Estos momentos, materializados desde lo más profundo de los temores de cada uno de los chicos, nos muestra de manera genuina quiénes son. A esta narración inteligente se le suma el excelente uso de los recursos técnicos. Los movimientos de cámara siguen a los personajes o se alejan de ellos dando mucha fluidez a sus acciones, permitiéndole al espectador involucrarse en mayor o menor medida de acuerdo a lo que cada momento necesita. Muschietti se coloca junto a James Wan (El Conjuro, Insidious) en el bando de los grandes narradores contemporáneos de cine de terror, desplegando una amplia capacidad para generar climas y provocar sugestión y angustia psicológica, demostrando que el género es mucho más que asustar mediante sobresaltos inesperados y subida desmedida de los decibeles de la banda sonora. De hecho, hay muy pocos sobresaltos de este tipo, y los que hay son completamente efectivos. Por cierto, la banda sonora está construida minuciosamente. Por momentos mezcla sonidos reales con sonidos propios del mundo generado por Pennywise, haciendo que el espectador se meta de lleno en la subjetividad de cada uno de los personajes, compartiendo el temor y sintiendo el peligro. Mínimo una nominación al Oscar tiene asegurada. El último gran punto a destacar, además de la impecable dupla Arte-Fotografía, son las actuaciones. Cada uno de los chicos tiene una personalidad perfectamente definida, y sus registros individuales muestran sutilezas que no son habituales en las actuaciones infantiles que estamos acostumbrados a ver. El (único) punto flojo... es el payaso. Este nuevo Pennywise genera un enorme "meh!". Cuesta despegarse de aquel de Tim Curry por su peso nostálgico (obviamente, si lo viste de chico y te dio mucho miedo, es muy poco probable que con el paso de los años hagas las paces. Yo vi E.T. de chica y me dio tanto miedo que no la pude volver a ver) y por su excelente interpretación; esa mirada era diabólica. Como el Pennywise de Bill Skarsgård es medio virola, no te intimida. Lo que sí genera rechazo es el constante caer de baba de su boca, pero no alcanza para aparecer en tus pesadillas. VEREDICTO: 8 - ¿CUÁNDO SALE LA 2? Un payaso flojo no logra arruinar una fiesta cinematográfica en todo su esplendor: buen ritmo, buen guión, actuaciones impecables y la mano maestra de Muschietti articulando todos los recursos para lograr climas realmente angustiantes y perturbadores.
Celebrando a King It es una muy buena propuesta de terror, pero también es un gran homenaje a Stephen King y a la ficción de los 80´ en general. Divertida y escalofriante en partes iguales, la película logra fusionar géneros de manera magistral, inspirándose narrativamente en Cuenta conmigo, de Rob Reiner, y cinematográficamente en el cine de terror japonés. Quizás sea, junto a Cuenta Conmigo, Cementerio de Animales y Misery, una de las mejores adaptaciones a la pantalla grande de la literatura del renombrado escritor. Indispensable para cualquiera que haya nacido antes de 1980. Lo mejor: - Las escenas de terror - Humor pre-adolescente eximiamente guionado
Ingeniería argentina. Esa falacia tan arraigada en la prensa argenta que, si no hay un criollo involucrado, el 99% de los proyectos exitosos del mundo nunca hubieran despegado. Como ese cohete lanzado por la NASA, diseñado y armado por un equipo de 250.000 tipos… y el cual nunca habría dejado tierra de no ser por el único argento involucrado (que quizás no era siquiera ingeniero sino el tipo que limpìaba los baños). Algo de eso hay en megaéxito de la adaptación 2017 de la novela de Stephen King It. “Andy Muschietti, creador de It, el filme de horror mas taquillero de la historia”. Claro, como si King no hubiera aportado siquiera una coma, o no estuviera un groso como Cary Fukunaga detrás… Hay que decir la verdad, y es que Muschietti es muy bueno asustando. El tiempo dirá si el tipo está a la altura de James Wan, pero lo cierto es que Mamá era muy efectiva e It vale su peso en shocks: nunca ví una película de horror tan cargada de sobresaltos. Que haya recaudado una cantidad obscena de dinero no la hace la mejor pelicula de terror de la historia – ese podio le corresponde a El Exorcista -; el problema es que el villano es esencialmente arbitrario tanto en su naturaleza como en la manera de combatirlo. Era el problema de la miniserie de 1990 y es el problema de la película de ahora; el tema es que la cinta de Muschietti lo camufla tan formidablemente que uno nunca termina de cuestionarse de dónde salió este bicho. It es una película de refrigerador (diría Hitchcock) hecha con gran maestría para tapar sus debilidades de construcción y sus falencias de lógica (como el ridículo detalle de un chico de 10 años obsesionado con los desastres ocurridos en el pueblo en los últimos dos siglos, y que tiene empapelado las paredes de su dormitorio con semejante morbosidad; ¿ningún padre ha pensado que esa no es una afición sana para un pibe tan chico?; claro, como es una construcción del guión para ilustrar la leyenda al público neófito, uno debe tirar la lógica por la ventana y dejarse llevar por el relato). Portal Datacraft: codigos postales, telefonos utiles, articulos de interes en tu revista digital Hay muchos muchos shocks efectivos. Hay muy buenas actuaciones. Hay una gran camaradería, real, palpable, entre los actores infantiles. Bill Skarsgard es sumamente efectivo como el bicho de marras simplemente porque tiene sus momentos simpáticos e inofensivos – se siente como un muchacho grande jugando a ser payaso, y no como un adulto intimidante -. Pero creo que lo mejor de todo es que el horror no se reduce a Pennywise y su doble hilera de dientes. Aquí hay un montón de gente enferma, y un montón de momentos incómodos: desde padres abusadores de sus hijas hasta matones de colegio secundario capaces de cortar a un pibe en pedacitos (u orinarse encima cuando el sicópata del padre los atormenta de la peor manera posible). Sin Pennywise It podría haber funcionado perfectamente como drama (a lo Stand By Me, otro filme basado en un cuento de King construido de manera similar)… y como uno que incomoda al espectador de manera profunda. Como filme basado en un libro de Stephen King, It 2017 debe figurar entre las mejores adaptaciones por lejos. El tema es que éste es el capítulo 1 – autoconclusivo, satisfactorio – y nos queda un capítulo 2 donde todos estos pibes regresarán hechos unos cuarentones y listos para lidiar con Pennywise de una vez por todas. Ojalá Muschietti pueda sortear los problemas de la miniserie de 1990, en donde esa segunda mitad resultaba tremendamente floja. Como sea, It 2017 es un filme de terror hecho y derecho, desbordante de shocks y con un villano para aplaudir. Y sí, quizás no hubiera funcionado si no hubieran puesto un argentino al mando.