10 años después de las precuelas, y 32 años después del Episodio VI de la trilogía original, J. J. Abrahams y Disney lograron despojarse del cáncer que amenazaba con arruinar Star Wars para siempre: George Lucas. Star Wars: El Despertar de la Fuerza tiene la difícil tarea de traer de una vez por todas la saga a este siglo, ya que la saga de precuelas, solo empastó y atrasó lo que debía haber sido la gran historia de Anakin Skywalker, y la cambió por la de un chico malcriado y caprichoso. ¿Y los Siths? ¿Y Los Jedi? ¿Y Candela? Nada más al arrancar la película nos encontramos con que lo jugoso, lo importante de Star Wars: El Despertar de la Fuerza ya pasó. Pasó entre Episodio VI y Episodio VII. Y si bien es algo desconocido, no es spoiler contarles la sinopsis, ya que es lo primero que vemos ni bien arranca la peli (está ahí en las letritas.) Toda la película gira en torno a encontrar a cierta persona que parece haberse auto exiliado tras los acontecimientos sucedidos previos a este episodio, esos que no vimos. Y explota en sus dos personajes principales dos viejas preguntas recurrentes entre los fans. ¿Los Stormtroopers sienten algo? y ¿que pasa si alguien siente un despertar de la fuerza pero ni siquiera la conoce? Bueno, les presento a Finn y a Rey. La mayor pegada de la pelicula, ya que en ellos tendremos a dos personajes que generan empatía instantánea. Y será su historia la que seguiremos, mientras que nuestros viejos amigos serán solo accesorios a esta historia. ¿Kylo que? Adam Driver es el niño caprichoso de turno, Kylo Ren. Si bien no es un Lord Sith, pertenece a otra orden, la orden de los Ren. Trabaja bajo las ordenes de su maestro, el Supremo Lider Snoke, quien se hizo cargo de lo que quedó del imperio bajo el nombre de La Primer Orden. Abocados a acabar con la república y la resistencia y sobre todo obsesionados con encortar a cierta persona para destruirla de una vez por todas. Aun así, ambos villanos siguen el patrón del amo y aprendiz, como Palpatine y Darth Maul, Palpatine y Darth Vader y ahora Snoke y Kylo Ren siendo también como sus predecesores, un villano plagado de dudas, preguntas y perseguido por su pasado y las cosas horribles que hizo. Aun así, actoralmente me parece un punto medio bajo en la película. Nostalgia de alto vuelo El Halcón Milenario, Han Solo, Chewbacca, Leia Organa, R2-D2, C3PO, todos hacen su aparición, pero no como fan service, sino como componentes funcionales de la historia, sus apariciones son justas y bien ubicadas. Si bien, hay dos particularidades que me molestaron, que son la aparición del Halcón Milenario y el sable laser de Luke, que no tienen explicación en la película. Es más, cuando se requiere una explicación, los personajes responden con evasivas, al lo Looper (Dios, como odio Looper). Aun así no llega a molestar. Los fans son los fans, y habrá muchos que odien, muchos que amen y muchos que piensen en frío y evalúen la película que están viendo. Será difícil complacer a todos. (Inclusive a mi que odio el tema del “pase de antorcha a nuevas generaciones” o “32 años esperando para que pase cierta cosa que no voy a spoilear”.) Por otro lado la historia es un molde exactamente igual al de Episodio IV: Una Nueva Esperanza, pero igualito igualito. Lo cual en cierto punto tiene sentido como kick start para una nueva saga. Seguramente lo que viene será similar a Episodio V: El Imperio Contraataca y así sucesivamente. También seguramente tendremos una película inserta entre los Episodios VI y VII contando que pasó. A ver muchachos, la ultima vez que los vimos: el emperador estaba muerto, Anakin volvió al lado luminoso de la fuerza y murió, no había mas estrella de la muerte, el imperio había caído. ¿Como cuernos es posible que arranque Star Wars: El Despertar de la Fuerza y siga todo mal? ¿Como carajo puede ser? En fin… sino, no habría películas. Pero personalmente, y luego de haber repasado toda la saga completa, estoy algo cansado de ver películas en las que está todo mal, todo el tiempo. Conclusión Como fan de la saga, habiendo visto Episodio VI en cine en 1984 con tal solo 6 años, y con todo el amor que le tengo, debo admitir que recibí mucho más de lo que esperaba. Pero no se si es merito de J.J. o tan solo George Lucas quién había dejado la vara demasiado baja tras sus espantosas precuelas. No hay dudas que la gente va a disfrutar Star Wars: El Despertar de la Fuerza, no hay política, no hay charlas estúpidas, no hay escenas en el senado, no hay personajes estúpidos insoportables (BB-8 es adorable y genial!). En cuanto a los fans, son otra raza, otra estirpe más indescifrable. Calculo que en su mayoría el saldo sera positivo con algún que otro ocasional hater y youtuber ranteando como loco. Por otro lado las ganas de más, más y más que me quedaron en el paladar son culpa del lado oscuro de la fuerza, manejado a la perfección por Disney y sus Lords Sith. Seguro nos darán anualmente alguna entrega de Star Wars, más allá de los episodios, que nos contaran historias laterales. Bobba Fett, Jar Jar Binks y sus amigos, R2-D-2 al rescate, C3PO va a Europa y un sin fin de películas que seguramente nos intentaran vender. Y Mientras nos den cosas copadas como El Despertar de la Fuerza, denle para adelante muchachos, pero los vamos a estar vigilando.
Star Wars: la nueva generación de la Fuerza y la reinvención de la nostalgia “El Despertar de la Fuerza” no es sólo el estreno más esperado de los últimos tiempos, sino que también cumple todas las expectativas y las supera. Star Wars es un legado; es una pasión que se traspasa de generación en generación. Los que tuvimos la suerte de que nuestros padres nos hayan inculcado el amor a la gran saga de George Lucas, hace tiempo que veníamos aguardando ansiosamente su retorno, pero la espera ya llegó a su fin: la fuerza despertó de un sueño larguísimo, más poderosa que nunca. “Star Wars: El Despertar de la Fuerza”, el episodio VII de la franquicia, es la primera película de la saga dirigida por JJ Abrams (Super 8, Star Trek) y arma de una manera especular un vínculo nostálgico entre los personajes y la leyenda de la que se enamoraron los fans, y una nueva generación de mitos. Pasaron más de treinta años desde la caída del Imperio y Luke Skywalker (Mark Hamill) está desaparecido. Su hermana Leia (Carrie Fisher) sigue luchando en la Resistencia y lo busca desesperadamente con la ayuda de su mejor piloto, Poe Dameron (Oscar Isaac), quien parte con el droide BB-8 para encontrar un mapa para dar con el paradero del Jedi antes de que lo haga Kylo Ren (Adam Driver), un misterioso guerrero obsesionado con el Lado Oscuro de la Fuerza. Dameron, Finn -un Stormtrooper arrepentido interpretado por John Boyega- y Rey (Daisy Ridley) se ven envueltos en una carrera contra el tiempo para hallar a Luke y derrotar a Kylo Ren antes de que sea demasiado tarde. En sus caminos no sólo encontrarán fantasmas de viejas leyendas sino también a sí mismos. Han Solo y Leia Skywalker (y nuestros queridos C3PO, R2-D2, y Chewbacca) hacen el regreso triunfal que todos estábamos deseando, con la misma fortaleza, carisma y picardía de siempre. Pero la esencia de “El Despertar” son las nuevas caras que conforman un elenco de primera. Adam Driver (Girls) es tan inquietante como enigmático, Boyega e Isaac desbordan de carisma, y Daisy Ridley es la verdadera estrella del film, y se convierte en la heroína mujer que tanto veníamos esperando. Desde que leemos en la pantalla la tan icónica frase “Hace mucho tiempo en una galaxia muy muy lejana…” hasta la última e inolvidable secuencia, Abrams logra una solidez narrativa fuerte y consistente, desarrollando cada personaje hasta que cada uno logra una faceta tridimensional de la que carecen muchas de las películas del género. Esto, sumado a las acertadas interpretaciones de sus protagonistas, lleva a que “El Despertar de la Fuerza” no sólo comience a formar parte de una leyenda, sino que se ubique entre las mejores realizaciones de la saga creada por Lucas.
La saga de Star Wars no necesita introducción alguna. Sí, suena así de cliché, pero es la verdad, es la trilogía que cambió para siempre la industria del cine, la imaginación de incontables generaciones y los corazones de millones de fanáticos. La cultura pop de la actualidad fue forjada por el inabarcable universo de Star Wars y aunque quizás el legado se haya visto afectado por sus tres últimas incursiones en la pantalla grande, hoy comienza una nueva trilogía. Una revancha. El Despertar de la Fuerza comienza dando rienda suelta al legado poniendo al espectador en el medio de la acción y de una operación que parece concluir pero que sólo está por comenzar. Gran acierto de parte del director J.J. Abrams por empezar casi de la misma manera que lo supo hacer la clásica “Una Nueva Esperanza“. Y es que la parte más sólida de este filme es saber cómo mezclar los puntos más fuertes de los clásicos episodios IV, V y VI. Aunque quizás tome más de la primera película, las tres se sienten presentes en espíritu. Los homenajes a las películas previas merecen un párrafo aparte. Los planos, la paleta de colores, los tropos de personajes, los efectos prácticos, las razas extraterrestres y los vehículos retrotraen a un universo conocido pero que todavía hoy tiene potencial que explotar. La cantidad de guiños es inconmensurable y cada uno de ellos lleva a un territorio familiar distinto para nunca olvidarse del bagaje que esta película tiene detrás. Los fanáticos se sorprenderán y conmoverán por la cantidad de parafraseos al guión original, las vueltas narrativas y las clásicas e imponentes imágenes homenajeadas en una variada cantidad de planos. Los nuevos personajes y actores se llevan la mayoría de los laureles. Cada uno representa clásicas figuras retóricas, así como los personajes originales también supieron hacerlo, pero con una vuelta de tuerca que renueva el panorama. Finn y su búsqueda de un nuevo propósito, la travesía por encontrar el destino de Rey y el caído Kylo Ren. Mención especial para este último ya que no sólo nos muestra un lado desconocido de la Fuerza sino que cumple con las características del villano clásico de Abrams, colérico, agresivo y brutal. Aunque hay algún que otro personaje promocionadísimo y que no resulta muy presente a lo largo de la película, Star Wars puede permitirse algún bache en información o contexto. Porque la franquicia es así, forma parte de un universo, las historias detrás de algunos personajes, si es que hacen falta, vendrán pronto. Lo que sí podría tildarse de crítica es algunas cuestiones con respecto al guión. Si bien la clásica fórmula de “inicio, desarrollo y desenlace” se siente intacta hay momentos que parece que la trama se encuentra en un bucle y no avanza. El segundo acto está un poco estirado y cuando parece que el clímax se aproxima, surgen nuevos problemas que alargan un poco de más el desarrollo. Aunque sería mentir decir que esas escenas paralizan la fluidez del relato, no tienen importancia narrativa, ya que ningún momento de la trama es desperdiciado y cada escena tiene su función específica. Comienza una nueva aventura, una nueva trilogía y “El Despertar de la Fuerza” da un puntapié desde mitad de cancha que se convierte en gol. Así de sencillo. Una película especial para que fanáticos puedan gritar, entusiasmarse y llorar de la emoción, así como también que las nuevas generaciones puedan sumergirse por primera vez en esta increíble galaxia y que cambie para siempre sus vidas. Definitivamente estamos en casa, Chewie.
INFANCIA RESTAURADA Treinta años después del final de la trilogía original todo vuelve a la normalidad en la galaxia. En el medio, tres precuelas, una peor que la otra (La Amenaza Fantasma 1999, El Ataque de los Clones, 2002 y La Venganza de los Sith 2005) cortesía de George Lucas, a quién le debemos toda la maravilla del universo que creó, pero que con esa nueva trilogía puso a los fans en insurgencia. Bastaron apenas 4 billones de dólares para que Lucas venda los derechos de toda su creación a Disney que rápidamente comenzó a sondear productores, asi llegó Katheleen Kennedy, de la mano de Spielberg que se negó a dirigir el film pero convenció a JJ Abrams a hacerlo, lo cual inició automáticamente un buzz positivo entre los fans. J.J. venía de revitalizar las franquicias de Mission:Impossible y Star Trek. El despertar de la fuerza, es un gran film no sólo en producción. Abrams resuelve el código que el propio creador de la saga no pudo y lo hace con armas genuinas como algunos de los efectos “prácticos” del filme. Construcción de personajes y sentido de propósito. Toda la cautela y dudas que generaba en los fans este episodio VII son respondidas: ¿Valió la pena volver a ver a los personajes originales de la saga? Si. Son el corazón del film y los generadores de guiños. Imprescindible. ¿Puede Star Wars finalmente tener un personaje femenino fuerte? Si. Rey es la estrella del film y se deja bien claro que nunca es la “damisela en apuros”. Inspiración para las nuevas generaciones. Un filme de Star Wars que pasa el test de Bechdel. Impensado. ¿Los efectos? Perfecto balance entre animatronics, maquillaje y CGI. El diseño de los personajes nuevos homenajea y agiganta el universo. ¿Y los viejos? Nunca se vio un Gral. Ackbar tan bello. ¿Y la historia? Simple pero efectiva, sabemos adonde va pero mucho no importa al ser el viaje tan disfrutable. ¿Entonces es “fan service”? Si y no, abraza el pasado para setear el futuro de la nueva trilogía, es todo lo que queríamos, pero con mejoras. “El despertar de la fuerza” funciona en todos los aspectos, guión, humor, actuaciones, efectos, respeto por el pasado y visión de futuro, nadie saldrá decepcionado -incluidos los niños de hoy- y los niños de ayer disimuladamente regresarán a un lugar que nunca abandonamos: casa.
La suma de todos los mitos Aunque no se revelan elementos claves de la trama, sí se adelantan ciertos detalles. Quienes no quieran saber nada de la película, pueden leer la crítica después de verla. El despertar de la fuerza transcurre treinta años después de los hechos narrados en El regreso del Jedi, el tercer episodio de la trilogía original de La guerra de las galaxias. La búsqueda del legendario Jedi Luke Skywalker será el centro de la trama. Un piloto extraordinario, llamado Poe Cameron (Oscar Isaac), recibe información vital para la resistencia –los viejos integrantes de la Alianza rebelde- en su lucha contra la fuerza imperial llamada la Primera Orden. La información es guardada en BB8, un robot que será uno de los nuevos y más simpáticos personajes de la saga. BB8 terminará en manos de una joven chatarrera llamada Rey (Daisy Ridley, la gran revelación de esta película) y sus nuevos aliados, que incluye a los personajes originales y a un Stormtrooper, Finn (John Boyega) que deserta de las fuerzas imperiales. Las expectativas con respecto a este nuevo film eran enormes. No solo por el regreso de los personajes clásicos, sino también porque el mando había cambiado de manos. Pero todo ese universo previo de quejas, temores, fantasías y deseos queda de lado ahora. El despertar de la fuerza es una realidad y no hay que seguir especulando. La historia que contamos en el párrafo anterior le sonará con fuerza a los seguidores de los films anteriores. El parecido entre Episodio IV: Una nueva esperanza (1977) y el Episodio VII (2015) es evidente. No son pocas las similitudes y obviamente no son accidentales. Rey vive en un planeta desértico, soñando y esperando, como lo hizo antes Luke. Un robot porta un elemento clave para la trama de la película. Un arma capaz de destruir planetas está en el centro de la batalla final. Un grupo desparejo forma una pequeña banda de hermanos que combate en el nombre del bien. Si hasta el villano brilla por su vos grave, su máscara y su lucha interna entre el bien y el mal. Las similitudes son muchas más, claro, e incluyen también al siempre prestigio Episodio V: El imperio contraataca (1980). El despertar de la fuerza no se guarda nada y a la vez abre la puerta para los siguientes films. Uno de los problemas que tienen las trilogías es que el capítulo inicial suele ser un problema narrativo. Demasiadas presentaciones, demasiadas especulaciones, demasiado tiempo esperando que la historia comience. No es lo que ocurre acá. Abrams y su equipo ponen todo lo que tienen. Pasan muchas cosas muy importantes a lo largo de la trama y elementos claves para toda la saga se resuelven aquí. No hay nada de esperar a que todo arranca. Todo arranca y lo hace con inusual potencia, casi demoledora, para los espectadores, en especial para quienes amas los films de Star Wars. J. J. Abrams, el director de la película, es un verdadero misterio y objeto de estudio para el cine de hoy. El es el responsable del renacimiento de la serie de películas de Star Trek y el director de Super 8, una maravilla donde Abrams juega a ser Steven Spielberg –el de los ochenta- por un rato. Es decir que estamos frente a un curioso director capaz de renovar y hacer brillar el cine popular en su conjunto. Abrams, como los productos y los guionistas, toma nota de todo aquello que no debería hacerse en un film de Star Wars, tomando nota de todo aquello que no convenció o que fue un paso atrás en los Episodio I, II y III. Abrams no solo contruye un film con el espíritu de los originales, sino que también repite la estructura dramática y evoca con claridad los Doce pasos del héroe que Joseph Campbell que sirvieron de base a George Lucas. Pero lo más importante a los ojos del espectador es que la estética es coherente con aquellas primeras películas. Aprovechando al máximo la tecnología del 2015, El despertar de la fuerza igual se luce al crear un mundo que se ve parecido al de Star Wars. Basta ver eso para sentirse dentro del universo de las películas. Este efecto se logra también por el aumento de decorados reales y un trabajo mucho más elaborado y realista en los efectos especiales. Lo mismo para la banda de sonido creada por John Williams. Cada acorde nos sumerge en la saga, cada emoción es acompañada por su enorme talento musical. John Williams también es Star Wars. La guerra de las galaxias es la suma de todos los mitos. Los mitos más antiguos de oriente y occidente se dan cita desde el primer film. La literatura universal con todos sus héroes, los mitos religiosos y los cinematográficos confluyen para crear la más poderosa y perdurable de las sagas cinematográficas de todos los tiempos. Así nació y así vuelve a presentarse ahora. Con un añadido brillante: la nueva saga incluye entre sus mitos a La guerra de las galaxias. “Todas las historias que escucharon, todas son reales” dice Han Solo, ese eterno héroe interpretado por el gran Harrison Ford. Quienes se acercan a El despertar de la fuerza, sean fanáticos o advenedizos, podrán sumarle esos mitos cinematográficos creados por George Lucas. Porque esos mitos ya son parte de la cultura mundial. Esto que parece algo simple, no lo es, es la prueba de cómo ha impactado culturalmente la saga. Generaciones nos hemos criado con estos films. Hemos aprendido acerca de la naturaleza humana, del bien y del mal, del camino del héroe. Yo me he formado con esa suma de mitos, con su versión entretenida y cinematográfica. Si este nuevo film se parece tantos a los primeros, es obvio que sus temas también son parecidos. Sin embargo, y en esto sí se nota el paso del tiempo, el gran eje que nuclea a todo el film es el legado. Una nueva generación de personajes jóvenes protagoniza la película, incluyendo un robot nuevo, para renovar del todo a los que dominan la pantalla. Esa apuesta es complicada y en La amenaza fantasma, El ataque de los clones y La venganza de los Sith no logró cuajar el nuevo grupo de personajes, al menos en comparación. Rey, Finn, Poe, BB8, son los nuevos héroes y son espectaculares. Rey es un personaje fuera de serie, nacido para convertirse en clásico, como en su momento fueron Luke, Leia y Han. El futuro de la saga y el triunfo de esta película depende de ella y de los otros personajes. Lo mismo para los villanos. Desde Kylo Ren, que cumple con todas las reglas del villano Star Wars, sino también. O el General Lux (Domhnall Gleeson), la versión más claramente nazi del Grand Moff Tarkin que interpretó Peter Cushing en La guerra de las galaxias. Otros personajes secundarios también son acertados y crean ese universo variopinto propio de la saga. Y lo que todos esperábamos era ver nuevamente a Han Solo (Harrison Ford), Leia (Carrie Fisher) y Luke Skywalker Mark Hamill). Para a alguien que como yo hace treinta y ocho años que admiro a estos personajes, su regreso es muy impactante, sin duda alguna. Chewbacca, C3PO y R2D2 son por supuesto figuras igualmente queridas, pero tuvieron una presencia en la segunda trilogía creada por George Lucas. La emoción será intensa para todos los seguidores y en eso es donde más se notará la diferencia con los nuevos espectadores. Enormes, más grandes que la vida, los viejos personajes de Star Wars completan la grandeza de una película única, claramente un regreso al origen y al corazón mismo de la saga.
Podemos decir que la galaxia está en orden. No literalmente hablando, pero sí este universo que creó George Lucas hace casi cuarenta años. Cómo se esperaba, la corrección de J.J. Abrams vuelve a traer el equilibrio a la Fuerza, y a una franquicia que perdió su brillo (y un poco del cariño del público) con tres malogradas precuelas. Hace mucho tiempo… En una galaxia muy, muy lejana. Las palabras aparecen en pantalla y algo se remueve en el interior, sin siquiera poder evitarlo. Ya no hay apertura de Fox, pero tampoco está la de Disney, porque no es cuestión de romper la mística desde el primer segundo. En apariencia, todo está igual, como si no hubiera pasado el tiempo y tres precuelas que nos dejaron con gusto a poco. Star wars, la que recordamos con cariño, está de vuelta, pero para contarnos una historia muy diferente. Poco y nada se puede decir sobre la trama sin entrar en terreno de spoilers. Un terreno que se empieza a transitar desde el scroll inicial que, como siempre, marca el contexto del episodio. Si algo aprendieron J.J. Abrams, Lawrence Kasdan (que vuelve a la franquicia tras “El Regreso del Jedi”) y Michael Arndt es que no necesitamos un montón de explicaciones. Acá, pasaron 30 años desde la caída del Imperio, pero algo ha sobrevivido. La Primera Orden (First Order) está tomando fuerza bajo el estandarte del Lado Oscuro, pero la Resistencia tiene a la República de su parte para hacerles frente. El tema fundamental en cuestión, como ya nos lo veníamos preguntando, es ¿dónde esta Luke Skywalker (Mark Hamill)? Buscado por los buenos para unirse a la causa, y por los malos para destruirlo. “Star Wars: El Despertar de la Fuerza” (Star Wars: The Force Awakens, 2015) es cíclica. Ya no son los planos de la Estrella de la Muerte los que cruzan el camino de los personajes principales, sino la supuesta ubicación del Jedi. Poe Dameron (Oscar Isaac), el mejor piloto de la Resistencia, tiene la misión de recoger dichos planos en Jakku -un planeta desértico y plagado de desechos de antiguas guerras-, y es ahí donde empieza a desatarse el caos. Así como R2-D2 fue la clave de “La Guerra de las Galaxias” (Star Wars, 1977), BB-8, el droide de Dameron, es el héroe improbable de esta historia. Abandonado a su suerte en este planeta lejano y con los dichosos planos a cuestas, pronto se convierte en blanco más buscado por todos. En Jakku hace amistad con Rey (Daisy Ridley), una jovencita independiente y autosuficiente que intercambia chatarra por comida y cuenta los días hasta que alguien (esas personas que la abandonaron allí) venga a buscarla. Lo que sí va a encontrar es la aventura de su vida, de la mano de este androide y de “Finn” (John Boyega), un stormtrooper renegado que en su primera batalla decide que esto de matar y destruir no es lo suyo. Podemos decir que Rey vive su viaje iniciático, su pequeña odisea (o el comienzo de ella), de la misma forma que Luke, recorriendo la galaxia y sorteando todo tipo de peligros, aunque sin la guía de un maestro Jedi, aunque con todas las habilidades de una sobreviviente. La química entre los personajes es la clave de todo y el triunfo de una historia que, seamos justos, no es súper original ni puede evitar los lugares comunes. J.J. sigue al pie de la letra la receta de Lucas, pero cambiando un poquito los condimentos. Todo es reconocible para los fans de la saga y una gran aventura para aquellos que entren por primera vez a este universo. No hay abuso de pantallas verdes, aunque sí de la nostalgia de aquellas primeras entregas que cambiaron la forma de ver el cine para muchos de nosotros. Ya no hay princesas en peligro, hay generales que dan órdenes y huérfanas que salvan las papas de sus compañeros masculinos. Nuestros héroes –Han, Chewy, Leia- están de regreso con varios conflictos a cuestas y pasando el testigo a nuevas generaciones. Los malos son un tema aparte. Está la figura misteriosa que maneja los hilos –el Líder Supremo Snoke (Andy Serkis)-, el militar que se encarga de las estrategias -General Hux (Domhnall Gleeson) y, por supuesto, ese aprendiz seducido por el Lado Oscuro de la Fuerza. Kylo Ren (Adam Driver) no es Darth Vader, ni mucho menos. Es un joven bastante confundido (y conflictuado) que también tendrá que recorrer su propio camino, un personaje con muchísimas más facetas de lo que venimos atestiguando. “Star Wars: El Despertar de la Fuerza” tiene todo lo que queremos ver en una película de la saga. Todo es correcto y muchísimo más variado: hay aventura, humor y drama. Hay épica intergaláctica. ¿Es la mejor de todas? Por supuesto que no, pero hace un gran esfuerzo para arrimarse a esa mística que flota en el aire desde hace casi cuatro décadas. La nostalgia juega un papel importante, y el sentimiento lo sigue aportando la inigualable partitura de John Williams. Los nuevos personajes son un gran hallazgo para expandir este hermoso universo. Héroes y villanos con los que podemos relacionarnos y hasta preocuparnos por un ratito. Tal vez exagera con el humor (te estamos mirando a vos, Finn), pero es parte de las características de un protagonista que todavía tiene que descubrir su verdadero rol en esta historia. ¿Y Luke? Skywalker el alma de esta fiesta, una presencia que lo une todo, casi, casi como la Fuerza. “El Despertar de la Fuerza” no va a cambiar la historia del cine más allá, tal vez, de algunos records de taquilla, pero Abrams logra devolver un poco de la magia perdida, de ese disfrute de la epopeya intergaláctica de la que Lucas nos despojó con sus últimas entregas. El entretenimiento, la diversión y la nostalgia están bien presentes en esta galaxia un poquito más cercana. Dirección: J.J. Abrams Guión: Lawrence Kasdan, J.J. Abrams, Michael Arndt. Elenco: Daisy Ridley, Mark Hamill, Carrie Fisher, Harrison Ford, Oscar Isaac, Adam Driver, Gwendoline Christie, Peter Mayhew, Domhnall Gleeson, John Boyega, Simon Pegg, Kenny Baker, Lupita Nyong'o, Andy Serkis, Anthony Daniels, Warwick Davis, Max von Sydow.
Tengo que hacer una aclaración importante: no soy un fan de Star Wars. Si disfruté aquellos episodios iniciales (los del medio, obviamente). Vi esas películas en el cine... creo. También en cumpleaños donde la proyectaban en 16mm… hace muchos años en esta misma galaxia, claro. Y no lo cuento para provocar a nadie, simplemente lo digo para darle un entorno a esto que voy a decir: AMÉ EPISODIO VII J.J. Abrams, “Yei yei” de ahora en más, hizo un trabajo impecable con la historia, con los personajes, los efectos especiales, la fotografía, redondeó de manera perfecta la tarea de un director una vez más. Además hizo una película “inclusiva”, buscando el entretenimiento sin defraudar ni a propios ni a extraños. El elenco presentado es muy sólido. Es imposible no amar a su protagonista absoluta la británica hasta hoy desconocida Daisy Ridley. Sus gestos cuidados, sus miradas y su actuación física es perfecta. También su compañero de aventuras parcial John Boyega cumple muy bien su papel donde además suma toques de humor que suman mucho en la historia. ¿Qué se puede decir de Harrison Ford? Es inevitable aplaudir cuando aparece y luego disfrutar sus gestos y su historia con la saga. Volviendo a la tarea de yei yei es para aplaudir el trabajo de efectos especiales bastante alejando de lo que eran los episodios más recientes. Y también es notable como dejó sus obsesiones cinematográficas como esos rayos de luz que acá no los vi o esos zoom rápidos en las tomas que no usará más de tres o cuatro veces. Dejó esos sellitos de lado, pero no la calidad que lo caracteriza. Star Wars Episodio VII es una fiesta del cine de ciencia ficción, de las buenas historias, de las grandes realizaciones. Una fiesta que organizó yei yei y que nos invitó a todos y seguramente la mayoría la pasará muy bien.
¡Emoción y nostalgia pura! Esa es una buena manera de arrancar para analizar Star Wars: El Despertar de la Fuerza. Primero voy a hablar de la nostalgia porque se aplica en todo. No solo a nivel historia y narrativo (hay un gran correlato en estructura entre este estreno y Una Nueva Esperanza, 1977) sino también en la manera en la cual está filmada. Ojo que J.J. Abrams sigue manteniendo su sello pero aquí evoca mucho a la identidad de la trilogía original. Por suerte quedaron atrás los grandes excesos de CGI de la trilogía precuela y se le vuelve a abrir el camino a los efector prácticos (los viejos VFX pero modernizados) incluso con marionetas. No puedo hablar mucho de la historia más allá de lo que se ve en los trailers porque todo es un gran spoiler. Solo voy a decir que hay giros y contragiros que no solo sorprenden sino que incluso pueden hacer gritar y hasta llorar si uno es fan. Si puedo hablar de los personajes, todos maravillosos, y voy a comenzar con Rey, quien por lejos se roba la película. Daisy Ridley hace un trabajo excelente y se va a comprar a todos, definitivamente ya es parte del mito Star Wars. Hay muchísimo más para decir sobre ella pero no se puede… John Boyega es otra gran adquisición para esta franquicia, le da una gran frescura a todo y tiene intervenciones geniales, tanto dramáticas como cómicas. Poe Dameron, el gran nuevo héroe interpretado por el siempre genial Oscar Isaac, también tiene peso y marca la diversidad de estos tres personajes, todos muy diferentes entre sí, pero ensamblados. Del resto de los nuevos no puedo hablar así que llega el turno de tirarle todas las flores posibles a Harrison Ford. Es increíble que con más de 70 años se encuentre en ese estado y que su Han Solo siga más que vigente en su persona. La dupla con Chewie sigue intacta y sus comentarios y “one-liners” hacen reír mucho y hacernos sentir “como en casa”. Y todo es emoción cuando lo vemos en pantalla junto a Carrie Fisher, su Leia (ahora General y no más Princesa) tiene una gran presencia pero por sobretodo una carga emotiva descomunal. Otro que se roba la película es el robot BB8, es como un redoble a R2D2 y C3PO con toques que por momentos me hicieron acordar a Wall-E. Estos maravillosos personajes y los no nombrados son el primer ladrillo en este universo que acaba de dar vuelta la página para escribir un nuevo capítulo y las cosas no podrían ser mejores. Ahora bien, muchos se preguntan si ésta es la mejor película de la saga y la verdad que si no lo es le pega en el palo junto a El imperio contraataca (1980), y eso es decir mucho. Se recobró el mito, J.J. Abrams y equipo lo lograron y tenemos que estar muy agradecidos. Por momentos vemos verdadero cine, hay algunos planos que son impresionantes, por momentos la música es arrolladora y por momentos los diálogos son geniales. Pero en todo momento la mística está en lo más alto, con lo que nos muestran y con lo que no, todo bien unido por La Fuerza en este gran Despertar… Prepárense para delirar a lo grande porque este estreno es, sin lugar a dudas, uno de los mejores de la década.
Treinta y dos años tuvieron que pasar para que los fanáticos pudieran ver cómo continuaba la historia de su saga favorita. En el medio hubo de todo; desde historias paralelas dentro del mismo universo, continuaciones en otros formatos (novelas y comics) que dependiendo el grado de fidelidad y fanatismo se tomarán como parte o apócrifas; y por supuesto, la gran hazaña de narrar los hechos previos a lo que nos habían contado. La espera terminó, se tardó, pero bien que valió la pena. Hay un nuevo capítulo; esta vez de la mano del director J.J. Abrams quien se encargó de que la magia se mantuviese intacta. Transcurrieron treinta años desde que Luke, Leia, y Han lideraran la rebelión que pusiera fin al Imperio. Varios hechos ocurrieron en el medio, el Lado Oscuro volvió a sentirse formando la Primer Orden en base a lo que fue el Imperio. Luke ha desaparecido refugiándose, y se ha convertido en el ser más buscado desde ambos lados. Y hay nuevos personajes, los héroes, Poe Dameron (Oscar Isaac) el mejor piloto de la rebelión, encargado de ubicar a Luke; Finn – o FN 2187 - (John Boyega) un Stormtrooper en fuga que se une a Poe; Rey (Daisy Ridley) una chatarrera a quien el destino la está llamando; y por supuesto, BB8, el nuevo droide de la saga. Del otro lado, en la oscuridad aguardan el líder Kylo Ren (Adam Driver) con una historia que lo une a la luz; el duro General Hux (Donham Gleeson), y Snoke (con la voz y movimientos del experto en la materia Andy Serkis) el Supremo. ¿Qué función cumplen cada uno dentro de esta historia? ¿Cómo entran a jugar nuestros personajes clásicos? No, vayan a verla. Abrams, acompañado en el guión por Michael Arndt (Toy Story 3) y el experto en la saga Lawrence Kasdan, creó una película que funciona dos puntas. Por un lado, trae toda la nostalgia del clásico, sobre todo del original Episodio IV del cual casi es una remake; por otro, permite que las nuevas generaciones o los hasta ahora inexpertos, se puedan adentrar cómodamente. Tal como hizo con las celebradas dos Star Trek, Abrams conjuga los elementos de modo tal que fanáticos y nóveles salgan contentos; porque sabe narrar la aventura como pocos en el Hollywood actual. Hay emoción, hay diversión, sobran los momentos vibrantes; y esperen a ver las entradas de Han, Chewie, C3PO, y el Halcón Milenario, verdaderas pruebas para fanáticos. Los personajes rebozan de carisma y carnadura, y agrega un elemento que hasta ahora se había visto en menor cantidad durante los seis episodios anteriores, humor; no parodia, humor. Los diálogos son ágiles y el todo se comprende sin perderse nunca. Hay momentos más calmos (jamás aburridos, siempre sucede algo), y otros en donde revienta la acción, siempre comprendiéndose todo lo que se nos muestra, sin apabullar y con un inteligente y cuidado uso del 3D. A diferencia de lo realizado por George Lucas en los episodios previos estrenados en 1999, 2002, y 2005; Abrams no hace un despliegue tecnológico; retoma el camino de una aventura “como las de antes”, siendo inevitable la utilización de CGI en varios tramos lógicos. Esto no es detrimento de uno u otro realizador, simplemente son estilos diferentes. Como siempre, la omnipresente partitura de John Williams agrega el plus de esplendor; y la fotografía de Daniel Mindel (usual colaborador del director) aprovecha los enormes escenarios para que todo luzca realmente inmenso. Son solo elogios para una saga que se mantiene viva a lo largo de los años y que, pese a los cambios de mano (aunque la mano “invisible” de Lucas siempre se nota) supo otorgar los suficientes cambios sin necesidad de modificar su espíritu. ¿Qué más se puede decir? Que Star Wars nos deja siempre a la espera de más; y ahora tiene la posibilidad de desarrollar toda una gama nueva de personajes que recién empezamos a conocer pero ya nos conquistaron. Me olvidaba, Que La Fuerza los acompañe.
Tengo un mal presentimiento sobre esto… “Luke Skywalker ha desaparecido”. Así comienza Star Wars: El despertar de la fuerza (Star Wars: The Force Awakens). Luke ha desaparecido, y el Imperio – ahora llamado Primer Orden, si bien técnicamente hubo por lo menos otros dos antes – le está dando caza. Un pequeño droide abandonado en el desierto contiene el secreto de su paradero. No es R2-D2, sino BB-8. No está en Tatooine, sino en Jakku. No busca a Obi-Wan, sino a Poe Dameron. No lo encuentra Luke, sino Rey. Hay un patrón acá. La película es, sorpresa, prácticamente una remake del Star Wars: Episodio IV - Una nueva esperanza (Star Wars, 1977) original. Los personajes han intercambiado roles, y se le ha cambiado el nombre a las cosas. Pero desde el lado estructural y narrativo cuenta el mismo cuento de Rebelión vs. Imperio, a la misma velocidad, golpe a golpe: el ataque imperial, los planos secretos, el droide en el desierto, el joven que lo encuentra, el escape del Millennium Falcon, Han (Harrison Ford) y Chewbacca, la cantina, el rescate, el sacrificio y la batalla final. El guión ha sido escrito por Lawrence Kasdan, guionista original de los episodios cinco y seis, como si le hubieran quedado ganas de escribir el cuarto. Sus co-guionistas son Michael Arndt y J.J. Abrams, quien también dirige. La gran duda era si Abrams podía elevar la saga que George Lucas había creado (y luego arruinado, en mayor o menor medida). En cierto sentido lo ha logrado. Ha hecho una película que auténticamente recrea la emoción de los films originales, si bien no su mismo impacto. La acción vuelve a concentrarse en unos pocos personajes, y sus acciones van definiendo la trama, no al revés (como en el caso de las precuelas). La historia les pertenece, y la vivimos a su nivel. Así como en la película original la trama se funda sobre un pasamanos de motivaciones (Leia quiere salvar los planos secretos mediante R2-D2, quien quiere encontrar a Obi-Wan, quien quiere entrenar a Luke, quien quiere irse de su planeta mediante Han, quien quiere dinero), la nueva película describe una cadena de acción similar entre Poe (Oscar Isaac), Rey (Daisy Ridley) y Finn (John Boyega); respectivamente, un piloto rebelde, una modesta chatarrera y un Stormtrooper penitente. Por distintos motivos, y luego de una serie de desventuras, terminan en el medio del conflicto entre los rebeldes y el Primer Tercer Orden. La parte divertida de la película es la primera mitad, mientras vemos cómo sus recorridos van definiendo la trama principal. La segunda mitad es mucho menos interesante, y delata la mano enguantada de Disney, cuyo plan maestro es lanzar una nueva película de Star Wars todos los años (hasta el 2020, por lo menos), con lo que decide dejar muchas cosas colgando y enchufar el piloto automático para concluir esta primera entrega de la forma más lánguida y conservadora posible, no sea que desperdicie sus mejores ideas de entrada. Una de las mayores decepciones es que Luke queda relegado a un cameo silencioso al final de todo, traicionando las expectativas de la película y convirtiéndole en un gancho. Otra gran decepción son los malos, que resultan poco más que versiones aguadas de sus antecesores. El Emperador Palpatine ha sido reemplazado por el Emperador Snoke (horrendo nombre, digno de la parodia de Mel Brooks), el místico enmascarado Darth Vader ha sido reemplazado por el místico enmascarado Kylo Ren (¿para qué la máscara?), y el recto líder militar Tarkin ha sido reemplazado por el recto líder militar Hux. ¿Quiénes son todas estas personas? ¿De dónde salieron? ¿Por qué se ha vuelto a dar la misma trinidad de poder? ¿Cómo lograron construir una nueva Estrella de la Muerte, esta vez del tamaño de un planeta, sin que nadie los detuviera? La película hace un pésimo trabajo en justificar la continuidad de la lucha entre los Rebeldes y el Último Primer Orden. ¿Qué hay de Han, Chewie, Leia, los droides? Todos roban 5 minutos de cámara. Su papel es hacer acto de presencia, suavizar la transición generacional. De todos ellos Han es el único verdaderamente relevante a la trama, y posiblemente quien recibe el trato más injusto. Pero no nos engañemos: la intención de la película es volver a contar la misma historia sin animarse a llamarla un remake, relevando al elenco con actores jóvenes en papeles más o menos parecidos. De los tres, el más versátil es Isaac, uno de los grandes actores infravalorados de nuestros tiempos. Ridley como una chatarrera en un desierto inclemente resulta inverosímil. Es demasiado elegante, limpia, británica. El quid de su personaje es que es mejor que todos en todo – mejor superviviente que Finn, mejor luchadora que Kylo Ren, mejor co-piloto que Chewbacca, mejor mecánica que Han – lo cual la convierte en un personaje tan increíble como detestable. El manual de estilo dice que es de mal gusto criticar en primera persona. El lector quiere una verdad matemática, infalible ¿Cuál puede llegar a ser el veredicto objetivo sobre Star Wars: El despertar de la fuerza, que no ponga en juego mis propios sentimientos hacia la saga? Es entretenida, no es aburrida, tiene momentos de gracia, tiene momentos de dolor, y para una película tan espectacular hay un comedido balance entre los efectos prácticos y los efectos digitales, cosa maravillosa en una época en que la industria es tan adicta al CGI. Está condenada a reactivar una franquicia billonaria e inspirar mejores películas, y por ello sufre sus limitaciones. Pero no deja de ser una buena aventura. Como crítico, esta es una película satisfactoria. Como fan, me hallo inconsolable.
La fuerza sigue con ellos Hace casi cuarenta años George Lucas creó una historia, una historia de ciencia ficción, galaxias lejanas, naves veloces, criaturas extrañas, y por supuesto héroes y villanos. Algunos de estos personajes tenían una misión a la que llegaban con heroísmo y valor, otros simplemente porque estaban destinados a ella; y durante tres películas los rebeldes lucharon mientras el lado oscuro hacía de las suyas. Algo tan básico como el bien y el mal se resumían en "el lado oscuro" y "la fuerza", y así se inmortalizó la frase que acompañaría por décadas a nerds y fanáticos: "may the force be with you". Ahora, muchos años después, con varias generaciones de seguidores de diferentes culturas y de todos los lugares del planeta -y luego de tres olvidables precuelas que no tuvieron la esencia de las originales, y no aportaron demasiado- George Lucas desempolvó la máquina de escribir y volvió a darle vida a los entrañables personajes de Star Wars, con Abrams a cargo del guión. C3PO, R2D2, Leia, Han Solo y Luke Skywalker han vuelto, la historia no terminó luego de "El Regreso del Jedi", la fuerza y el lado oscuro siguieron su rumbo, y la historia continúa. El fondo negro, las letras amarillas y la inolvidable música de John Williams de fondo nos dicen que el lado oscuro ha conquistado todo lo que quedaba, ha ganado y la rebelión comandada por Leia -ahora convertida en general - trata de resistir y encontrar a Luke quien se ha marchado luego de perder a su mejor discípulo en manos del lado oscuro, y nadie sabe donde se encuentra. La historia comienza con Poe Dameron (Oscar Isaac) un hábil piloto quien, antes de caer prisionero, guarda en el interior de su androide BB-8 parte de un mapa que contiene la ubicacion de Luke. El lado oscuro, ahora comandado por Kylo Ren (Adam Driver) hará todo lo posible por encontrar al androide, que es rescatado por Rey (Daisy Ridley), una habitante del desierto que sobrevive buscando y vendiendo chatarra. Mientras ayuda a BB-8 a llegar a destino se encontrarán con Finn (John Boyega), un Storm Trooper que ha decidido dejar de serlo. Ambos personajes serán claves para ayudar a la rebelión y a partir de ellos la historia se reanuda, los viejos personajes se suman a la aventura, y comenzaremos a saber de a poco qué ha pasado con cada uno de ellos, cómo ha continuado esta historia, de la que se puede decir muy poco, porque cualquier dato revelaría mucho. A pesar de la diferencia técnica que hay entre las más de tres décadas que separan un film del otro, la estética es la misma; en 3D, digital y con los mejores efectos especiales, las naves, los extraños habitantes de cada planeta, el desierto, todo, absolutamente todo mantiene la misma estética, la misma magia, pero con una excelente calidad. Los tonos de las escenas, la paleta de color, e incluso las luces utilizadas en las batallas son las mismas, solo las luces de los sables láser han cambiado un poco, lo mismo sucede con el sonido, especialmente el de las naves. Pocas películas despiertan tanto fanatismo, sus personajes son íconos de la cultura pop desde hace décadas, la vara estaba realmente muy alta, pero la historia supera enormemente las expectativas de cualquier fanático, y por supuesto no faltan las escenas para la tribuna, esas donde el espectador no puede evitar los aplausos o las lágrimas (sí, lágrimas), especialmente aquellas en las que reaparecen los personajes originales, quienes realizan muy buenas actuaciones, al igual que el nuevo elenco. Oscar Isaac quien ya viene despuntando desde hace un tiempo realiza una gran interpretación, Daisy Ridley tiene carisma de sobra para el personaje que debe interpretar, pero quien realmente se destaca y sorprende es Adam Driver, quien venia trabajando en filmes pequeños o independientes, y descolla con uno de los personajes más fuertes e interesantes de la historia. George Lucas creó un universo, una historia que no envejeció, y como si eso fuera poco ahora vuelve con un filme visualmente extraordinario, y un guión redondo, firme, con situaciones esperables y otras absolutamente sorprendentes, donde J. J. Abrams supo capturar la magia y el alma del primer film. Son más de dos horas con muy buen ritmo, persecuciones, humor e intrigas en un universo de ficción disfrutable para los seguidores de siempre y para aquellos que recién llegan. El trío original ha seguido su camino, y la fuerza también, nuevos personajes se suman a una historia que continúa, no solo para llenar butacas, sino también para permitirnos seguir disfrutando de una historia única, que ha sido parte de la vida de muchos, y que ahora va por más.
Enorme expectativa y público cautivo que en todo el mundo agotó la venta anticipada de entradas. Y la espera valió la pena. La saga, en manos del fanático y talentoso J.J. Abrams, acompañado de un gran equipo, lograron sus objetivos: reflotar la mística de la primera trilogía que conocimos y que despertó un fanatismo que nunca menguó, aún frente a la segunda y floja trilogía de precuela. Aquí el hallazgo es unir a los veteranos protagonistas, los viejos robots, con la nueva generación y juntos develar secretos (que no cometeremos la osadía de revelar) y presentar situaciones nuevas e impactantes. Y además, provocar la empatía con los nuevos y dejar los suficientes interrogantes como para tener ganas de ver ya la segunda entrega. El argumento es redondo y entretenido, aún para aquellos que no son iniciados en la saga. La historia pesa tanto como las escenas de batallas y eso es mucho decir. El espíritu lúdico, las viejas naves, la vieja generación y la nueva, lo pensaron todo mucho y bien. Diversión del principio al fin.
En el Hollywod del siglo XXI existen los reboots, las remakes y las secuelas, pero no es muy usual ver una película que, como STAR WARS: EL DESPERTAR DE LA FUERZA, sea las tres cosas a la vez. El filme de J.J. Abrams basado, obviamente, en la original trilogía creada por George Lucas es, en principio, una secuela del Episodio VI de aquella saga, con hechos que ocurren 30 años después del final de EL REGRESO DEL JEDI. Pero por su naturaleza cinematográfica, la manera respetuosa y casi religiosa con la que Abrams se enfrentó al desafío de tocar “la sagrada familia” de las trilogías fílmicas, EL DESPERTAR DE LA FUERZA es también un reboot, como si la primera película volviera a contarse otra vez, con algunas modificaciones pero manteniendo el look, el espíritu y la lógica de la original. Y también, por lo específico de su guión –los vaivenes de la trama, los escenarios y personajes– uno podría verla casi como una remake del filme de 1977… adaptado a estos tiempos. Dicho todo esto, esta remake/reboot/secuela es una película extraordinaria, que toma lo mejor y más noble de la trilogía original (su espíritu de aventura, sus personajes entreverados en situaciones que parecen imposibles de resolver, sus diálogos más ingeniosos y simpáticos, su magia única de western espacial y su costado heroico/mitológico/familiar) dejando de lado todo lo que estaba mal en las precuelas y aún en algunas partes de la trilogía original: cierta pomposidad, diálogos impostados y explicativos, cierta infantilización dramática y otras cuestiones del tipo “biológico” que Lucas incluyó en su regreso de 1999/2005 a su millonaria saga. Y Abrams lo hace actualizando, si se quiere, el ritmo y tempo a los modos del cine de hoy pero sin por eso pasarse de la raya y entregando un producto que solo es efectos, velocidad y confusión narrativa. No. EL DESPERTAR DE LA FUERZA es un ejemplo de old school y new school ensamblándose a la perfección, casi un paso de mando generacional entre los “baby boomers” cuya nostalgia de los seriales de su infancia generaron la primera saga a los “Generation X” –como Abrams– que vivieron la original STAR WARS como su mito creativo de la niñez. starwars1Si la película original era una de las primeras expresiones de posmodernismo mainstream en el cine norteamericano –con su mezcla de citas que van de Kurosawa a los westerns, de los seriales a EL MAGO DE OZ y van–, la séptima película de la saga esta ocupada en sostenerse en ese momento y lugar del mapa cinematográfico, solo agregando a la propia STAR WARS al universo de referencias. No es una actualización en el sentido tradicional –más allá de un ritmo más propio de la época– sino, casi, una película-homenaje, una suerte de imitación juguetona de un aplicado alumno y admirador que, especialmente luego de sus problemas desafiando al canon STAR TREK, no quiere líos con los fans. Y no los tendrá. Salvo por algún cavernícola que se oponga a que los principales protagonistas sean una mujer y un afroamericano, EL DESPERTAR DE LA FUERZA tiene todo para ser vitoreada por el ejército mundial de guardianes de la tradición STAR WARS. Y, claro, de convertirse en un éxito descomunal. Si bien no haré mención a las escenas que pueden ser consideradas “spoilers” de la trama –sé que muchos lectores no querrán saber nada de nada de lo que pasa y es entendible–, tras reiterarles que la película es un deleite de principio a fin, un gran, divertido, humano y emocionante homenaje a la saga más famosa del cine con nuevos y extraordinarios personajes que hacen pensar que hay STAR WARS para rato, los invito a abandonar la crítica aquí. Lo que sigue es contar, mínimamente, de qué va la película y justificar así esa opinión del filme. Cuando venga algún “spoiler”, no teman, serán avisados con suficiente anticipación. starwars2Tan fiel a la original es EL DESPERTAR DE LA FUERZA que hasta la sumatoria de secuencias en el filme es bastante similar, comenzando en un planeta desértico para luego ir y venir entre las naves espaciales y las bases de las distintas facciones para culminar con un enfrentamiento muy parecido al de al menos dos de los tres filmes de la trilogía original. Aquí el personaje que vive en el desierto y que desconoce su procedencia es Rey (Daisy Ridley, la gran revelación de la película) y es ella la que se ve involucrada, sin querer, en las grandes batallas que están sucediendo entre el Primer Orden (los sucesores del Imperio), por un lado, y la República y la Resistencia, por otro. El “lazo” que la une a esta batalla se produce al toparse con Finn (John Boyega, también excelente), un storm-trooper que ha decidido desertar tras presenciar una masacre cometida por sus pares de uniforme blanco. Finn y el piloto Poe Dameron (Oscar Isaac, que por ahora tiene un papel menor) son atrapados por las hordas de Kylo Ren (Adam Driver) y sus secuaces admiradores de Darth Vader, pero logran fugarse. A ellos los acompaña BB-8, ese redondo y expresivo droid mezcla de WALL-E y pelota de fútbol que, como su simil R2-D2 en el filme original, carga con una información que puede ayudar a encontrar a Luke Skywalker, quien –como se cuenta ya en el texto inicial que abre la película– es hoy el último jedi, ha desaparecido hace años y nadie sabe su paradero. Pero el Primer Orden también quiere el mapa y es ahí donde el caos comienza. Star Wars: The Force AwakensPh: Film Frame©Lucasfilm 2015Y es allí que Finn se topa con Rey y ambos se escapan en la casi chatarra que es hoy el Millennium Falcon (voy a usar los nombres originales en inglés en estos casos, sepan disculpar). Como era previsible –y ya fue adelantado en los trailers– se encontrarán con Han Solo y Chewbacca, y de allí en adelante… conviene que sigan descubriendo los detalles de la película por sí solos. Lo cierto es que la aparición de los miembros del elenco de la trilogía original le ofrece al filme un grado de emoción y de sensación de pertenencia a una tradición que son únicas para los amantes de la saga original. Tanto Solo –el que mayor peso y participación tiene aquí, con Harrison Ford sacándole el jugo al máximo– como la ahora General Leia (Carrie Fisher, en un segundo plano), Chewie, C-3PO y los demás son el puente generacional que permite a los nuevos personajes despegar (de Luke cuanto menos sepan por ahora, mejor). Y lo mejor de EL DESPERTAR DE LA FUERZA es que estos nuevos personajes –y los actores que los interpretan– están a la altura de la exigencia, con sus propios problemas, traumas y misterios. Es cierto que esos traumas, esas zonas familiares ocultas y, especialmente, varias escenas específicas del filme son excesivamente similares a la película original, pero casi en ningún momento se sienten forzadas. Es natural y previsible que los misterios de la Fuerza sigan siendo lo que son (pasándose entre herederos que poco y nada saben de su pasado, o que directamente lo rechazan) y que los vaivenes entre los “lados de la Fuerza” continúen en las nuevas generaciones de héroes y villanos, pero algunas escenas casi calcadas de STAR WARS parecen estar más como guiño a los fans que por reales necesidades dramáticas. starwars3El proceso de reconstrucción de la identidad de la saga STAR WARS que el propio Lucas había ensuciado un tanto con las precuelas fue revertido y completado por Abrams, casi como si fuera el arquitecto encargado de revitalizar y darle nueva vida a este archivo fílmico histórico. La suya es una tarea cumplida casi a la perfección y la película es de una agilidad, ligereza, dramatismo y convicción que asombran. Ahora es turno que el hombre le pase la posta a Rian Johnson, Colin Trevorrow y sus respectivos equipos de guionistas para que, a partir de esta restauración, ellos le den a las nuevas secuelas una vida propia, un tanto menos dependiente de las glorias pasadas y proponiendo nuevos caminos, aún a riesgo de ofender a los fans de las sacrosantas escrituras. La Fuerza despertó magníficamente, como todos soñábamos y aún más. Para las próximas películas, como uno espera que suceda con los buenos herederos, es hora de que vuele por sus propios medios. ATENTOS: Algunas ideas sueltas sobre EL DESPERTAR DE LA FUERZA que pueden ser consideradas SPOILERS. starwars55-La película amenaza de entrada con un ángulo político (la masacre de una población entera que vive en un desierto) que luego parece abandonar. ¿Volverá en las secuelas o ese ángulo no existe y solo está en mi imaginación? -Las escenas de acción en el aire marcan una clara diferencia técnica con la trilogía original: son mucho más inmersivas y están editadas con notable claridad y potencia. A la vez, aquellas sorprendían porque no era algo familiar en el cine de entonces mientras que las actuales son parte del cine que vemos semana a semana. –El personaje de Rey (Ridley) es notable, pero me llama la atención la excesiva velocidad en la que aprende todo (desde manejar armas a naves espaciales a otras cosas). A juzgar por los acontecimientos, calculo que eso estará explicado en las secuelas… force-awakens-stormtroopers-El Lider Supremo Snoke (Andy Serkis) es un punto flojo del filme, una suerte de Gollum gigante con cara de Voldemort. El único error ostensible de la película. ¿Coinciden? –Harrison Ford, uno diría, “se puso la camiseta” por la película. Uno tiene la impresión que Carrie Fisher no tanto. ¿Sintieron lo mismo? -Un gran acierto de Abrams respecto a la trilogía original fue limitar al máximo su aspecto más infantil. Los androides, robots y criaturas apenas hablan y son mucho más expresivos sin decir mucho. Especialmente Chewbacca. C-3PO en la trilogía original me resultaba agotador… -Las armas de destrucción masiva del Primer Orden, verán, son realmente destructivas. ¿Hacía falta esa masacre gigante, a lo SUPERMAN, de la que el filme luego no se hace mucho cargo? Y hay un plano ahí, para mí, que sobra… -¿Eso es todo lo que va a hacer Max Von Sydow? Espero que vuelva en las secuelas, sino es un desperdicio… -A los ingenieros y arquitectos de la Estrella de la Muerte y sus posteriores imitadoras habria que explicarles que ciertas cosas que no funcionaron antes no deberían volver a ser construidas, ¿no? –Curiosamente, pese al deseo de ver a los clásicos personajes y actores, los cuatro nuevos protagonistas (Ridley, Boyega, Driver e Isaac) son fantásticos y hacen pensar que a futuro las cosas solo podrán mejorar. ¿Cuál es su favorito de los nuevos personajes? Para mí, es Ridley/Rey. Pese a que el guión la pone en un lugar excesivo de “corrección política de género” (“soy mujer y puedo sola, no necesito ayuda” es casi su mantra), uno le cree esa mezcla de miedo y atrevimiento, de nervios y poder de decisión. Algo que, pensándolo bien, tienen al menos tres de los nuevos personajes. Los invito a los que quieran responder estas cuestiones, discutir, debatir o analizar la película con SPOILERS a hacerlo en los comments. Los que entren ahí, háganlo sabiendo las consecuencias…
Recuperando la épica Cuando años atrás George Lucas reflotó la saga de Star Wars con los episodios 1, 2 y 3, nunca imaginó que sería en realidad J.J. Abrams el responsable de devolverle la mística y la épica a la historia y no él. Porque justamente “Star Wars: El despertar de la Fuerza” (USA, 2015) es la vuelta a aquella narración episódica que comenzó en 1977 con la inmensa historia que sería recordada por generaciones y que seguramente sumará nuevas para poder así dejarse seducir por una película que puede potenciar la imaginación hasta límites insospechados. Como ya hizo con “Star Trek”, en esta oportunidad Abrams va a las fuentes y logra alcanzar su objetivo desde la recuperación de personajes como Han Solo, C3PO, R2D2, Leia y Chewbacca, entre otros, que volverán a sumarse a la historia desde un lugar que evoca y promueve la nostalgia. También aquello que logra es trabajar nuevamente valores como la amistad y la pasión, sumando nuevos héroes como Rey, Finn, BB8 y Poe, que se enfrentarán al siniestro Kylo Ren, quien con el correr de la historia se revelará como un dato esencial que une la vieja saga y la nueva. Abrams, con atino, también suma una recreación escénica, que si bien tiene presente el croma y efectos especiales, ha prevalecido en ella la realización de los espacios más vívidos y reales. La búsqueda de Luke, perdido desde la destrucción del Imperio, con una pista en BB8 que puede dar luz sobre uno de los secretos más oscuros de la saga, también refuerzan una historia que atrapa, impacta y que cree en el cine como espectáculo inspirador de aventuras en todos aquellos que se acerquen al cine. PUNTAJE: 10/10
La fuerza más viva que nunca Habiendo pasado horas después de haber visto Star Wars: El despertar de la fuerza (Star Wars: The Force Awakens, 2015) sigo preguntándome cada vez con más frialdad qué escribir acerca de ella. ¿Qué esperan los fanáticos? ¿Qué esperan los lectores? ¿Qué esperan de mí, que esperan de ella? De mí no sé, pero de la película seguro que algo fantástico. Y tal vez esa es la clave para comenzar a hablar sobre la película. De más esta decir, que el entusiasmo que ha despertado esta nueva entrega de la saga más famosa del cine de ciencia ficción es tan grande y apabullante que termina contagiando con todo su fervor hasta al más desinteresado. También es verdad que ha generado algunas controversias con un sector al cual se le puede atribuir un hartazgo por la locura que se ha desatado en los últimos días. Lo más claro es que Star Wars no es solo una saga de films de ciencia ficción, sino también una pasión, una que no duerme y que hoy en día está más viva que nunca. Algunos se preguntaran si El despertar de la fuerza le hace honor al resto de las películas, y más que nada a la primera trilogía. Sin dar más vueltas y trayendo alivio a los lectores, puedo asegurarles que la respuesta es sí, le hace honor a la primer trilogía, y usando esto como catapulta comienzo a darles mis parecer. Siendo esta la 6ta película como director de J.J. Abrams (incluyendo una para TV) sigue sorprendiendo su desempeño por la docilidad y templanza al momento de enfrentarse ante producciones tan grandes y estresantes como esta. Y lo más llamativo en esta producción es que aun así su visión parece haber sido contenida, casi como reprimida hasta cierto punto, y todo para no alejarse tanto de la narrativa tan común dentro de la saga, que se diferencia de su manejo tan ¨moderno¨ y distintivo al momento de dirigir. El guion es sólido y entretenido, de eso no cabe ninguna duda, inclusive se puede decir con plena seguridad que cumple con lo prometido, e inclusive sorprende con su factor altamente cómico, sobre todo en la primera mitad del film antes de que se desemboque la verdadera acción. Francamente mientras pasaban los primeros minutos mi interés en la balacera de chistes y situaciones cómicas descendía cada vez más, ya que llega un momento en que ya parecen demasiados e innecesarios, algo que comienza a restarle fuerza a la trama, aunque rápidamente esto es compensado con cada nuevo paso que dan los personajes en su aventura y así como la historia parece pecar de liviana y con poca acción, comienza de a poco a delimitar el comienzo de una gran batalla con una trama mucho más seria y oscura que el resto del film. En la historia no faltan los guiños y las referencias más que evidentes, y algunas no tanto, pero lo que más sorprende es la solvencia de estos vínculos referenciales que terminan siendo tan necesarios para la historia, aun cuando parecen totalmente forzados y estar en el límite de perjudicar todo, logrando así ser tan bien justificados que resultan toda una delicadeza. Ya desde declaraciones al comienzo de la producción del film se hablaba de la impronta que tendrían las figuras femeninas en la nueva saga y esto queda totalmente confirmado con los personajes a cargo de las bellas Daisy Ridley (Scrawl), Gwendoline Christie (Game of Thrones) y Lupita Nyong'o (12 Years a Slave), aunque en los dos últimos casos sus rostros no se vean la impronta de sus personajes es evidente, aun en el caso de Lupita con su personaje totalmente virtual. Pero claro está que quien más resalta por su papel principal es la joven Daisy Ridley interpretando a la chatarrera del planeta Jakku que verá cambiar su vida con la llegada de BB8, el nuevo y querido droid de la saga. Su interpretación es más que adecuada y hace recordar a la Furiosa de Charlize Theron (el gran personaje femenino del año), aunque en comparación quede opacada por esta última. Los personajes míticos y que regresan al ruedo no solo forman parte del lado emotivo de la película, sino que son un eje central de ella siendo claros motores de la trama en el caso de los personajes de Han Solo y Leia, junto a los inseparables Chewbacca, C-3PO y RD2D. Sin ir más lejos en donde la mayoría de los personajes masculinos se desempeñan de manera ejemplar es donde se encuentra lo que parece ser uno de los grandes errores de la película de la mano de un Kylo Ren interpretado por un Adam Driver (Frances Ha, Tracks) que muestra tanta tibieza como falta de tacto y el cual se ve incrementado hacía el final de la película. Uno podría justificar esto con la naturaleza del personaje, pero es evidente que hay un problema en la interpretación del mismo. Otro de los grandes inconvenientes de la cinta es el abuso de CGI con algunos personajes que están tan alejados de una visión realista que logran decepcionar bastante, sobre todo porque no se entiende la decisión tomada. Claro ejemplo es el del personaje de Maz Kanata, virtualmente a cargo de Lupita Nyong'o. El proceso 3D en la proyección es destacable, pero no indispensable, ya que su utilidad narrativa va disminuyendo con el pasar de los minutos hasta quedar totalmente relegado. Star Wars: El despertar de la fuerza podría haber sido mejor, pero no parece que esto sea necesario ya que cumple de tal manera que dejara a todos contentos, desde el más fanático hasta al más nuevo y joven amante de su universo, y lo más importante es que deja rienda suelta para una aventura totalmente épica en sus próximas entregas.
Hacerse cargo En su crítica sobre En la oscuridad: Star Trek, Mex Faliero dejaba en claro su convicción de que era más bien difícil que J.J. Abrams haga una mala película y que el futuro de la saga de Star Wars -recientemente se había anunciado que iba a dirigir el Episodio VII- estaba seguro en sus manos. Por suerte, Mex no se equivocaba: Star Wars: el despertar de la Fuerza logra la fusión justa y necesaria entre el espíritu de la trilogía original y las nuevas dinámicas de estos tiempos, devolviéndole a la saga la inteligencia y perspicacia narrativa que se había perdido con los últimos tres capítulos dirigidos por George Lucas. Para esto, Abrams (y sus coguionistas Lawrence Kasdan y Michael Arndt) dialoga con la tradición de Star Wars -lo cual explica las reapariciones de Han Solo, Leia, Luke, C3PO y AR2R2-, pero no deja de tener bien en claro que este nuevo Episodio debe emprender su propio camino, haciéndose cargo de los films que lo precedieron pero estableciendo un presente firme, para así poder marcar un rumbo a futuro. De esto se trata en su núcleo El despertar de la Fuerza: de personajes que deben hacerse cargo de quiénes son, del lugar en el que están parados, de cómo llegaron hasta donde están, de lo que perdieron en el camino, de lo que pueden ser y hacer, incluso de quiénes no son o las acciones que no pueden llevar a cabo. Y es ahí donde vuelve a surgir la esencia de Star Wars, que es la del drama familiar, la de los vínculos de sangre puestos en crisis y buscando recomponerse, aunque en el fondo se sepa que ya no podrá ser igual. Esto de hacerse cargo es un factor que siempre ha transitado las diversas creaciones de Abrams: desde sus tiempos televisivos de Alias y Lost que el cineasta viene recorriendo esta senda, que no sólo involucra aspectos individuales, subjetivos o vinculados a lo grupal, sino directamente éticos y generales. Ya en el cine también supo aparecer esa mirada, esa visión sobre el mundo de relaciones que habitan personajes como Ethan Hunt en Misión: Imposible III (retomando su rol activo en el campo), Kirk y Spock en las dos entregas de Star Trek (encontrando la forma de complementarse desde la amistad y el profesionalismo) y Joe Lamb en Súper 8 (aprendiendo a aceptar la pérdida de su madre para poder seguir adelante con su vida). Esta construcción de conflictos es la que les da la necesaria impronta clásica a los personajes, mostrándolos como seres con una fuerte capacidad icónica pero también sumamente cercanos al espectador en la humanidad que exhiben, lo cual Abrams vuelve a aplicar en El despertar de la Fuerza. El Episodio VII tiene un contenido político pero alejado por completo de los Episodios I, II y III y mucho más próximo al de los otros tres capítulos: su estructura ideológica pasa por lo humano, por cómo busca que los protagonistas se vayan encontrando a través de la acción, y a través de esos encuentros cambien no sólo ellos, sino el mundo que integran y el contexto que los rodea. ¿Por qué era Abrams probablemente la elección ideal para resucitar la saga de Star Wars? Porque ama el cine clásico, pero el amor que demuestra en sus propias películas a esa vertiente no es vacío o estático, no decanta en una mirada retrógrada. Abrams mira hacia el pasado, pero haciéndose cargo de su presente, de las expectativas del espectador actual, de las nuevas posibilidades estéticas, formales y narrativas. Eso es lo que le permite recuperar a ese aventurero nato que es Han Solo y su vínculo romántico-humorístico con Leia, pero ahora atravesado por una pátina de melancolía, de dolor por lo que no pudo ser, de heridas que el tiempo no logró cicatrizar del todo. Y por ende, introducir a personajes nuevos como Flinn, Rey (notable la aparición de esa potencial estrella que es Daisy Ridley), Poe Dameron (probablemente el menos desarrollado de los personajes) y Kylo Ren (un villano sumamente interesante en su concepción interna), quienes ya tienen un pasado consistente a partir de ciertos indicios muy puntuales -en esto, el film demuestra indirectamente la redundancia de la segunda trilogía-, rápidamente plantan bandera dentro de la estructura de la historia general y empiezan a tener un futuro que nos interesa, nos importa, incluso nos apasiona saber, porque los vemos construir sus identidades frente a nosotros. Abrams logra el pequeño pero predecible -por sus capacidades- milagro de revitalizar a Star Wars. Lo hace con un film potente, que sabe desplegar sus piezas con sabiduría, que recupera el humor que siempre caracterizó a la saga y que posee una narración vigorosa, que sin embargo sabe cuándo tomarse los tiempos exactos para reposar y trabajar sobre los dilemas e indecisiones de los personajes. Pero El despertar de la Fuerza es además una película valiente, que no sólo es dirigida por un realizador que se hace cargo del material que tiene entre manos, sino que es asimismo capaz de pedirle al espectador, especialmente al fanático de la saga, que también se haga cargo; de que sea consciente de que los tiempos han cambiado, que los personajes ya no pueden ser los mismos porque hasta los actores ya no son lo que eran, que hay escenas irrepetibles que el cine ha mutado y que nada puede ser exactamente igual, pero que aún así hay esperanza. Y hay esperanza porque hay gente como Abrams haciéndose cargo, demostrando amor pero no idealización por el pasado, y confiando en las posibilidades del presente y el futuro. La aventura es distinta y al mismo tiempo sigue siendo la misma, porque el espíritu ha resurgido en su consistencia original. Volvió Star Wars, despertó la Fuerza. Bella noticia para terminar el año.
El regreso de la aventura El creador de Lost y director de las dos últimas rendiciones de la otra saga espacial por excelencia, Star Trek, recupera el espíritu aventurero de la trilogía original, evitando esa carga trágica y “oscura” que había llevado casi al ridículo al Episodio III. La fuerza (que no la Fuerza) del evento es tan fuerte que resulta casi imposible evadir perspectivas, juicios a priori y comparaciones con el resto de la saga. Desembarca finalmente el Episodio VII de Star Wars y lo hace con todo el aparato de prensa pisando el acelerador, el griterío de los fans de fondo y, en el caso de la Argentina, un nuevo record de salas a su disposición: 450, casi la mitad de las que dispone el país. Y el pedido encarecido, casi un ruego, de no contar nada de nada de esas tres o cuatro revelaciones telenovelescas de la trama que, al fin y al cabo, poco y nada influyen en el disfrute que el film puede llegar a proveer. Es que, para muchos, se trata de algo más que una película: un mito, una religión, la vida misma (o algo mejor que ella) proyectada en la pantalla. Ahí está, nuevamente, la placa del inicio, la misma de siempre, con los compases de John Williams acompañándola, como un logotipo de dos líneas, prometiendo una nueva dosis de eso que el adicto está esperando con desesperación: “Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana...”.Star Wars: El despertar de la Fuerza, ahora bajo el dominio del emporio Disney y sin George Lucas ocupando un rol central, retoma la historia de los primeros tres largometrajes, unos treinta años después de la clausura de El regreso del Jedi, con Luke Skywalker perdido en algún lugar del universo, el Lado Oscuro apoyando a la Primera Orden –nueva reencarnación de la política imperialista y fascista luego de la caída del Imperio–, y la implacable Resistencia haciendo lo que mejor sabe hacer: resistir. En esos primeros minutos los guerreros blanquecinos del mal arrasan con toda una población al intentar recuperar un preciado mapa, información que, nuevamente, llevará en sus tripas un droide, familiar del más famoso R2D2. Y al cabo de algunas escenas surgirá con claridad uno de los personajes centrales de esta nueva entrega: Finn (John Boyega), el stormtrooper desertor que, junto con Rey, la joven chatarrera del planeta Jakku (Daisy Ridley), ocupan el centro de la escena. Al menos hasta la aparición con vida del legendario Han Solo (Harrison Ford, ¿podría ser otro?), quien afortunadamente tiene bastante que hacer en las más de dos horas de proyección, nuevamente a bordo de su Halcón Milenario.J. J. Abrams (el creador de Lost y director de largometrajes como Super 8 y las dos últimas rendiciones de la otra saga espacial por excelencia: Star Trek) recupera el espíritu aventurero de la trilogía original y suscribe una parte sustancial del énfasis en la acción, evitando esa carga trágica y “oscura” que había lastrado y llevado casi al ridículo al Episodio III. Los mejores momentos, los más disfrutables y nobles, son indudablemente aquellos en los cuales los personajes discuten, corren, disparan y tratan de escapar de algún peligro, acompañados por el sentido del humor acuñado por algunos diálogos y situaciones, que ayudan a que las aristas más solemnes de la trama pasen algo inadvertidas. Es una pena que el paso de screwball comedy ensayado en un principio por Rey y Finn sea borrado de un plumazo para nunca más volver, reemplazado por un esquemático y trivial concepto de romance en ciernes. Y que el guión –del propio Adams, Michael Arndt y el veterano Lawrence Kasdan– que comienza hilvanando pacientemente relatos paralelos y equidistantes, apelotone luego momentos climáticos y confidencias (y una cantidad ingente de encuentros físicos en lugares imposiblemente gigantes, probablemente otro record histórico).El despertar de la Fuerza también puede ser vista como una oportunidad perdida de volver a foja cero, de reinventar la leyenda con nuevos tópicos e ideas. A tal punto que, en gran medida, la película funciona como una suerte de remake de La guerra de las galaxias (la que luego sería rebautizada como Episodio IV), por su estructura básica pero también por la evidente reedificación con variantes de escenas puntuales: el saloon espacial, el encuentro y enfrentamiento entre padres e hijos, el vuelo acrobático en pos del punto débil de la fortaleza del Mal. En ese sentido, resulta interesante preguntarse hasta qué punto el espectador actual –especialmente el más joven– sigue reconociendo las referencias a los seriales clásicos, el western, la comedia alocada, el cine bélico de aviación o el swashbuckler que Lucas había impreso en la película seminal –y que Abrams repite aquí a rajatabla– o, por el contrario, esas filiaciones han quedado absolutamente absorbidas por la cosmogonía de Star Wars, como una divinidad monoteísta que ha asimilado características de otros dioses ancestrales.Es evidente que el peso de la mitología (léase: las expectativas puestas en el producto y las esperanzas de los seguidores) resultó demasiado pesado para escaparle por completo a la reinvención. Por momentos, incluso, el film se parece a una de esas fiestas del reencuentro en las cuales viejos amigos y conocidos vuelven a reunirse, aunque no tengan demasiado para decirse. Es el caso manifiesto de la princesa Leia (Carrie Fisher), personaje completa e inútilmente desaprovechado, a pesar de la importancia de las revelaciones que tiene para ofrecerle al espectador. La excepción es Han Solo, tercera pata fundamental del trío de aventureros de este nuevo capítulo que, junto al peludo Chewbacca, intentan evitar males mayores en el equilibrio de la galaxia. La joven actriz británica Daisy Ridley, por otro lado, es uno de los grandes descubrimientos de El despertar de la Fuerza: su Rey tiene precisamente eso (fuerza y Fuerza), además de entereza y presencia. A diferencia de los malos de la película, que parecen desdibujados en un rictus de maldad impostada, clones truchos de Darth Vader y del Wilhuff Tarkin de Peter Cushing. La apurada coda final anticipa nuevos descubrimientos personales y un próximo Episodio VIII. Y así la leyenda continúa, con mano firme para la aventura, pero sin demasiados sobresaltos, tratando de no pisar aquel terreno que no se vea firme y seguro.
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Lo más del lindo de Episodio 7 es volver a disfrutar una historia de esta saga con la inocencia de desconocer por completo el conflicto y el destino de los personajes. A diferencia de las películas que comprendieron la primera trilogía, donde uno ya sabía cómo iba a terminar el argumento, en este caso nos encontramos ante una trama nueva que hasta el día de hoy fue muy protegida por Disney. Algo muy inusual que no es moneda corriente en Hollywood. Sobre todo por la facilidad con la que se filtra la información en internet. Con Episodio 7 lograron que la gente llegue a los cines con la intriga de conocer la nueva historia, sin arruinar la experiencia en los trailers promocionales. Por consiguiente, creo que las reseñas deberían seguir el mismo camino si bien en nuestro caso nos impide analizar la película con una mayor profundidad. Pero bueno, opinar sobre algunos detalles importantes de la historia significaría arruinar la experiencia de Episodio 7 al lector que no la vio. Si sos muy fanático de Star Wars y no pudiste conseguir entradas para este fin de semana mi recomendación es que te retires de las redes sociales y medios de comunicación hasta que tengas vista la película. En Twitter ya aparecieron algunos rengos mentales que revelaron el spoiler más importante de este episodio. No vale la pena. Entiendo la expectativa y las ansias que hay por este estreno, pero menos mientras menos información tengas más vas a disfrutar la experiencia. En este reseña opté por destacar algunos aspectos generales del film sin incluir ningún tipo de spoiler. J.J.Abrams cumplió en brindar una película memorable cuyo éxito radica en volver hacernos disfrutar en el cine una aventura de Star Wars. Seguramente si me pusiera a digerir más el film, cosa que no tuve tiempo de hacer porque esta vez lo vimos a horas del estreno, seguramente le encontraría algún detalle que podría ser discutido. En esta primera visión en caliente creo que es un espectáculo fascinante que retoma el espíritu de la trilogía original al mismo tiempo que adiciona novedades interesantes. En primer lugar hay que destacar que Episodio 7 finalmente redimió a las mujeres dentro de la saga, una deuda pendiente que en mi opinión tenía esta franquicia hasta la fecha. Sí bien en el pasado la Princesa Leia y Padmé Amidala tuvieron algunos momentos destacados, el foco de atención nunca estuvo puesto en ellas y dentro de las tramas contaban con un marcado rol secundario. La nueva película cambió esta situación de manera radical y la misteriosa Rey, interpretada por una brillante Daisy Riley, es quien se roba literalmente esta producción con un personaje fuerte que será muy interesante de seguir en las entregas que se vienen. Inclusive se pueden ver personajes femeninos entre los villanos, algo que tampoco tenía antecedentes en la saga, donde el dominio de la Fuerza parecía ser un don destinado a los hombre. Sí, en las precuelas que se vieron a comienzos del siglo 21 aparecían jedis femeninos pero eran extras. En esta nueva trilogía todo indicaría que esta cuestión apunta a recompensar esa falta de equilibrio que siempre tuvo Star Wars en este aspecto. Otro detalle notable, que en lo personal me enganchó mucho, es que el film explora con más profundidad algunos personajes que nunca tuvieron relevancia como las historias personales de los Stormtroopers que estaban de relleno para ser abatidos por los héroes. El personaje de soldado Finn y su historia de vida es muy interesante y también sobresale entre las novedades de la historia. Una de las grandes claves de esta película es que J.J.Abrams y los productores fueron muy acertados con el casting que conformaron, un aspecto muy debil que tuvieron los últimos trabajos de George Lucas. La dupla que conforman Daisy Riley y John Boyega tiene muchísima química y desde el momento en que se cruzan sus caminos en el conflicto uno quiere verlos juntos en esta aventura. Obviamente el gran placer de esta entrega pasa por volver a encontrar a Harrison Ford, Carrie Fisher y Mark Hamill en esos roles icónicos que convirtieron a esta franquicia en una gran pasión para mucha gente. Es imposible no emocionarse cuando los volvemos a ver en la pantalla una vez más dentro de este universo de ficción. El lado oscuro me tienta para profundizar en este tema pero no voy a ceder. En términos generales me quedó la sensación que Abrams hizo una película donde se cuidó de no decepcionar al público con esos elementos que generaron tanta discordia en las precuelas de Lucas. El film tiene algunos momentos de humor pero están muy bien insertados en el argumento y nunca llegan a ser estúpidos. Por otra parte, las secuencias de acción, que no abusan del CGI, estuvieron muy bien desarrolladas y mantienen el entusiasmo y la adrenalina de los filmes originales. La narración de Abrams no decae en ningún momento y el misterio que gira en torno al conflicto hicieron que la película sea fascinante y entretenida de la primera a la última escena. Seguramente no faltará la gente que le busque la quinta pata al gato y encuentre algún motivo para quejarse. Por mi parte creo que Episodio 7 es un tremendo relanzamiento de esta saga que cumple en brindar la dosis de fantasía y aventuras que uno espera de Star Wars. A disfrutarla como corresponde en una buena pantalla de cine. Eso sí, lleven pañuelos porque los van a necesitar.
Con El despertar de la fuerza, la galaxia vuelve a brillar El Episodio VII es uno de los mejores films de la saga, muy superior a la discreta trilogía de George Lucas: construye una narración más moderna y más emotiva La industria de Hollywood se ha sustentado cada vez más en cuatro conceptos: secuela, remake, reboot y spin off. En más de un sentido, Star Wars: El despertar de la fuerza es todo eso junto. Al ser el séptimo episodio de una saga, retoma ciertas líneas fijadas previamente, pero también es un reboot porque relanza o reinicia (con nuevo director y franquicia en manos de Disney) aquello que George Lucas pergeñó. También es un spin off porque con la incorporación de nuevos personajes que toman la posta de la Vieja Guardia va derivando hacia algo completamente nuevo. Y, finalmente, es en cierta forma una remake porque lo que Abrams hace es contar con una narración más moderna, más emotiva y con mayores recursos tecnológicos la misma historia de fuerzas enfrentadas, relaciones entre padres e hijos, traiciones y tensiones románticas. Más allá de conceptos de marketing y cuestiones industriales, hay que decir que El despertar de la fuerza es uno de los mejores films de la saga, muy superior en todos los rubros a la discreta segunda trilogía de Lucas. Es probable que los fans ya caigan rendidos a los pies de Abrams apenas suenen los clásicos acordes de John Williams y el rodante con las letras en diagonal nos haga la primera actualización de la situación: Luke Skywalker está desaparecido, pero hay un mapa (el MacGuffin de la historia) que podría establecer su paradero. Luego se va presentando a los nuevos personajes: Rey (Daisy Ridley), una joven que se gana la vida juntando chatarra; el piloto Poe Dameron (Oscar Isaac), y Finn (John Boyega), un desertor de los stormtroopers que se une a la resistencia; así como a los malvados (desde el Kylo Ren de Adam Driver hasta el Líder Supremo Snoke de Andy Serkis). Si bien los nuevos intérpretes no desentonan, los adoradores de la saga esperarán reencontrarse con los ya míticos Han Solo (Harrison Ford), Luke Skywalker (Mark Hamill), Leia (Carrie Fisher), Chewbacca, C-3P0 y R2-D2. Algunos tardarán más que otros en aparecer, pero hay unos cuantos momentos emotivos e impactantes, incluido un hermoso plano final que nos hace esperar con ansias la octava parte. J.J. Abrams y sus coguionistas Lawrence Kasdan y Michael Arndt armaron una verdadera ingeniería de subtramas y personajes que reciclan elementos del pasado y construyen una base para expandir con el desarrollo de la saga. En ese contexto de tantas ramificaciones y estructuras corales se destaca la inglesa Ridley, verdadero motor de la historia. Algunos podrán cuestionar con razón que los villanos de la Primera Orden no son todo lo convincentes que una película de estas características requiere, pero incluso con esos u otros reparos Abrams no sólo sale airoso del desafío, sino que potencia, moderniza y transforma la película en un entretenimiento no sólo destinado a los nostálgicos que empezaron a consumirla hace ya casi 30 años, sino también accesible para el gusto y las exigencias de los nuevos públicos.
la secuela que todos estábamos esperando La saga retoma con más energía, con personajes conocidos y una camada nueva que revitaliza el universo galáctico. Todo fan de Star Wars sintió un cosquilleo cuando se enteró de que Disney había comprado Lucasfilm, la productora de George Lucas. La picazón amenguó cuando se difundió que J.J. Abrams, cerebro detrás de Lost, iba a dirigir el primero de los tres filmes de esta nueva trilogía que son los Episodios VII, VIII y IX. Fanáticos de Star Wars, seguidores de la Fuerza, admiradores de Luke Skywalker y Han Solo, podemos quedarnos tranquilos. El despertar de la Fuerza es la secuela a El regreso del Jedi que todos estábamos esperando. Hace honor a la saga, lo que no habían hecho las precuelas. El despertar... tiene entidad propia, porque J.J. Abrams es un buen discípulo de Lucas, pese a que no escuchara sus sugerencias para construir la nueva trilogía. Y si parece más un filme de Steven Spielberg (de quien Abrams es amigo y fan) que del Lucas de 1977 a 1983 (por favor, olvidemos la etapa de Episodio I a III), debe contarse como un elogio. Abrams es fanático de lo que Lucas produjo entre 1977 y 1983 (los Episodios IV a VI). Y llamó a Lawrence Kasdan, guionista de El Imperio contraataca y El regreso del Jedi, por lo que el espíritu que anida en El despertar de la Fuerza está embuido, sumergido en la, llamémosle, época gloriosa del universo galáctico. Cuando la fanfarria inicial de Star Wars, debida a John Williams, arranca, junto con el crawl con el enunciado de por dónde arranca el Episodio VII, el sentimiento de zambullirse, dejarse llevar por una nueva aventura permanece intacto. Emociona. Allí nos enteramos de que Luke Skywalker lleva años desaparecido y de que de las cenizas del Imperio surgió la Primera Orden. Que la ex princesa Leia (Carrie Fisher), hermana de Luke, ahora es generala de la Resistencia (antes, la Alianza rebelde) y quiere hallarlo. Hay que combatir a los seguidores del extinto y maléfico Darth Vader, padre de Leia y Luke. Abrams y Kasdan entienden que se deben a un público adicto, pero también quieren generar uno nuevo, saben que niños y adolescentes ingresan al universo galáctico recién con El despertar de la Fuerza. Y entonces la ingenuidad de los nuevos protagonistas (Rey, Finn y Poe) es bienvenida. Ellos se maravillan, como los nuevos espectadores, de las figuras míticas de la saga. Y aquí están esos nuevos personajes. Rey (Daisy Ridley, 23 años), una chatarrera o cartonera, que en el desértico Jakku rescata a BB-8, un droide rodante y pariente cercano de R2-D2 que tiene en su poder un mapa que permitiría saber dónde está Luke. En Jakku, Rey y BB-8 se cruzan con Finn (John Boyega), un Starmtrooper renegado, que no quiso participar en la matanza que abre la película, donde el piloto Poe (Oscar Isaac) le entrega a BB-8 el mapa que a su vez le había dado un aliado de Leia (Max von Sydow). Ya saben que en algún momento Rey -que tiene un protagonismo avasallante y bienvenido, y es más heroína que Finn, a quien le dejaron más chistes que momentos de proezas, que los tiene, aunque quién sabe qué pasará en el Episodio VII dentro de dos años- y Finn se cruzarán con Han Solo (Harrison Ford) y Chewbacca. El que también quiere conseguir el mapa es el misterioso Kylo Ren (Adam Driver), seguidor de Darth Vader, que viste de negro, tiene casco y su voz sale a través de un filtro, y a quien de movida un personaje le dice que sabe a qué familia pertenece. Kylo responde al Líder Supremo Snoke (un malvado en holograma, muy desdibujado por cierto), que quiere eliminar al último Jedi, Luke, porque sin él no podrían formarse nuevos Caballeros. Si toda película de aventuras tiene su horma en el villano, Kylo ofrece una tipología novedosa en la saga. No es un Darth Vader, es un tipo a veces temeroso, confundido, lo que lo hace bastante más rico y menos lineal que muchos malvados de estos días por esta galaxia. Mucho pudo cambiar (o no) en los 30 años a los personajes que sobreviven de El regreso del Jedi, pero sí bastante cambió la manera de filmar. Por suerte, este Episodio VII no tiene esa manía de cortes de montaje abruptos, apresurados y modernos, y la edición es más tranquila. Se parece a la trilogía de los Episodios IV, V y VI. Los efectos especiales (Star Wars creó los efectos especiales tal como los concebimos hoy en día, por si alguien se olvidó) son esenciales, pero no distraen. Esto es: las persecuciones y batallas de las naves espaciales desafían la gravedad, hay bichos y especies extrañas, están los sables láser, la escenografía es colorida, pero todo es un combinado. Y aquéllos que nunca vieron un fotograma de La guerra de las galaxias, también la pueden disfrutar y entender (aunque lo primero, un poquito menos). También, y como era de esperar, quedan muchas preguntas sin respuestas, al margen de un final presumiblemente abierto. Por qué tal personaje tiene ciertos poderes, cómo y por qué otro tenía el sable láser de Luke, de qué familia proviene la huérfana Rey, y más. Pero la sensación que queda al final de El despertar de la Fuerza es qué bueno tener que esperar dos años para saber cómo continúa, algo mucho más placentero que la incertidumbre que tuvimos después de ver Episodio I La amenaza fantasma, y temer que todo se desbarrancara más. “Algunas cosas no cambian”, dice Han Solo, el héroe que tanto estábamos extrañando.
"STAR WARS" es el estreno del año y la peli más esperada por todos sus fans. La saga viene cautivando a varias generaciones y seguramente cosechará nuevos adeptos porque este EPISODIO VII es ESPECTACULAR. Si no sos simpatizante de "Star Wars", haceme caso, metete en el cine y dejate deslumbrar cuasi como un niño porque este "despertar de la fuerza" es lo que te sucederá cuando la veas. J. J. Abrams, su director, merece una ovación por el trabajo realizado, sobre todo porque respeta los primeros episodios que tantas veces vimos en televisión. La magia de la banda sonora, los efectos especiales, las transiciones entre escena y escena, los momentos - varios - de gratas sorpresas/apariciones (que incluso en la privada de prensa hizo aplaudir a los críticos - cosa que nunca sucede) y el plus de saber que se vienen dos episodios más en el camino, hacen que todo esto merezca un gran brindis de fin de año. "STAR WARS: EPISODIO VII" supone 136 minutos de magia, aventura, acción, 3D y una historia que sirve para disfrutar en familia una y otra vez. ¿Hace falta que te obligue ir a verla? Andaaa, ¡vale la pena! (Ahh, me olvidaba: BB-8 es la estrella de la peli)
El despertar de la fuerza: Dialéctica del amo y el esclavo En este texto no hay spoilers de ningún tipo El día llegó. Star Wars vuelve a los cines, está vez de la mano de J.J. Abrams y hacía rato que no se vivía así la previa de un estreno. Después de ver cada tráiler centenares de veces y revisar una y otra vez los posters buscando símbolos ocultos que nos cuenten un poco más, lo único que faltaba era ver la obra para saber si realmente estaba a la altura del hecho histórico. Amigos, ahora puedo afirmarles que la nueva Star Wars es increíble. Star_Wars_VII_EntradaVoy a empezar desde la superficie. J.J. Abrams filma mejor que Lucas, punto. Negar ese hecho por admiración hacia el creador de este universo sería ilógico. Abrams pone la cámara en lugares que Lucas jamás imagino, organiza el relato con un ritmo que por momentos le resulta ajeno a la saga y no detiene nunca la acción, ni siquiera ante el humor o la presentación de los personajes. El guión de Star Wars: El Despertar de la Fuerza (Star Wars: Episode VII – The Force Awakens) es hermoso. Organiza las referencias y aprovecha el universo autónomo dado para contar la nueva historia sin perder de vista que la película tiene que funcionar también para los que la van a usar de puerta de ingreso a la saga. Esa consciencia atraviesa todo el film y está apoyada en un amor inmenso a los nuevos personajes. La narración es excepcional, Abrams digita cada fibra emocional del espectador a su antojo y le imprime un grado de acción al que los fanáticos sólo se habían podido acercar por medio de los videojuegos basados en el universo de Lucas. Otra duda que traía el cambio de director era como iban a relacionarse las temáticas de este film con los demás dado que todos deben seguir una curva única cuando se estrene el Episodio IX. Episodio I, II y III transferían el camino del héroe de Luke a Anakin y ahí radica la potencia de ver hoy en día el arco desde La Amenaza Fantasma hasta El Retorno del Jedi. ¿Qué más podía esperarse que aporte una nueva trilogía? Lo trágico, en el sentido más griego de la palabra. El Despertar de la Fuerza demuestra que el error de Anakin pesa sobre todo el linaje Skywalker y que una suerte de destino trágico acecha a los que portan el apellido. Como si se tratara de Moiras griegas este destino parece no detenerse ante nada y nada parece satisfacerlo del todo. Star Wars: El Despertar de la Fuerza no se parece a nada que haya realizado el director antes ni a ninguna otra de la saga. La séptima parte de la saga no sólo es oscura sino que además es dulcemente trágica, porque algunos errores parecen desequilibrar demasiado la Fuerza y está parece alterarse para siempre. Es trágica, además, porque al vencer al Imperio se instaura una República que pronto se va a corromper y a convertir nuevamente en Imperio en un bucle en donde la Resistencia deviene en lugar funcional para el poder. En esta estructura hegeliana, la paz, es sólo la parte aburrida entre el episodio VI y el VII en donde hasta la Fuerza se quedó dormida. La vida es un poco eso, un poco una mierda, y Abrams prefiere estetizar esa amargura para que resulte catártica en lugar de apelar al escapismo. Siempre encontré similitudes en las posturas de los dos films de Star Trek del director con su serie Fringe, tanto en lo estético como en la visión de mundo. Sin embargo Star Wars difícilmente encuentre referencias posibles en productos anteriores de Abrams y también parece junto a Super 8 uno en los cuales se lo nota paradójicamente más libre. Esperemos en este sentido que tome con el mismo empuje las próximas y que los spin-off no arruinen esto que en primera instancia parece, va a ser muy grande. Hay mucho que hablar sobre esta nueva entrega pero no es mi intensión arruinar la experiencia de nadie usando spoilers. La nueva trilogía no pudo haber arrancado mejor, se abandonó el regocijo a la burocracia sin perder la veta política, se presentaron nuevos personajes con interesantes texturas emotivas, se volvió a las raíces pero desde una perspectiva novedosa, tiene todo lo que el fanático busca y creo no equivocarme en afirmar que además tiene todo lo necesario para crear nuevas hordas de fanáticos. Gracias Star Wars, gracias J.J. Abrams, gracias cine.
Me acuerdo cuando en ´99 y mi desesperación por ver Star Wars La Amenaza Fantasma. Eran épocas en que por estos lados apenas era posible usar internet y me pasaba todos los días anteriores al estreno haciendo zaping por canales de cable para intentar ver cada segundo de comercial que fuera mostrado. Me acuerdo también que salí del cine enloquecido porque estaba viendo un nuevo Star Wars, pero a las pocas horas sentía que algo estaba mal. Resumiendo hoy no la puedo ver entera, realmente hay grandes errores de George Lucas en varias partes, pero bueno esto es texto para otra analisis. Pero quería empezar por esto para mostrar mi gran preocupación con el Despertar de la Fuerza, será que saldría del cine de la misma forma y después caería en la cruda realidad? Bueno la realidad de hoy es gráficamente distinta.Porque cuando vi el Despertar de la Fuerza salí con sentimientos encontrados, pero después de enfriar la cabeza me doy cuenta de que el verdadero Star Wars volvió, J.J. Abrams lo consiguió. Con la “ingrata” misión de atraer los fans que se decepcionaron con la nueva trilogía y fans de la vieja, y de atraer una nueva generación que poco conoce del mundo de Star Wars y que vive con películas de Marvel y explosiones de Michael Bay. Con ese objetivo, Abrams terminó creado una secuela con cara de remake, haciendo básicamente la Jornada del Héroe que fue introducido en la Nueva Esperanza con algunos toques de El Imperio Contraataca, Ren es el nuevo Luke, que se cruzara con un androide misterioso como lo hizo C-3PO y R2-D2 cuando se cruzaron con Luke, dando comienzo a la ópera espacial que magistralmente fue creada con Star Wars La Nueva Esperanza. En eso no se escapa ni la introducción de los villanos de la Primera Orden, de Kylo Ren y los stormtroopers que es muy parecida. El gran acierto esta en los personajes de Ren (Daisy Ridley) y Finn (John Boyega), la química entre ellos es increíble y las escenas en las que están juntos son las mejores de la película, utilizando un humor muy descontraído y muy orgánico. Daisy da un show aparte en su actuación y lleva en grande parte la película. El personaje Poe Dameron (Oscar Isaac) es carismático pero su personaje a pesar de ser central en la trama no tiene tanto peso. Y que se puede decir de BB-8, compra a la audiencia desde el primer segundo que aparece en pantalla, la empatía con él es instantánea, trayendo la magia del cine en su estado puro, talvez como cuando en ´77 el excéntrico R2-D2 apareció por primera vez en pantalla, mostrando el gran acierto de J.J. Abrams en crear un robot real y no sólo usar CGI. La vieja generación trae el fan service, Han Solo (Harrison Ford) es mentor y la figura paterna, un tipo de Obi-Wan de esta generación. El, Chewbacca y la Millenium Falcon establecen la conexión con las viejas películas, lo positivo es que en ningún momento es forzado el fan-service y si enfocado en honrar el legado de George Lucas. Leia (Carrie Fisher) tiene un pequeño papel por la envergadura de su personaje, pero probablemente se usará más en las próximas continuaciones. Sobre Luke (Mark Hamill), comenté que era sin spoilers, así que los dejo a ustedes que lo descubran ; ). Los villanos terminan siendo el primer problema de esta nueva película, Kylo Ren (Adam Driver) tiene el papel más ingrato de esta nueva trilogía, tiene el peso de intentar suplantar a Darth Vader, siendo una figura trágica con un pasado que carga y de mucha importancia en la trama. Tiene mucho potencial para las películas futuras, siendo tal vez un poco mal desenvuelto en esta. Ya el General Hux (Domhnall Gleeson) me pareció el peor de los nuevos personajes, con una interpretación exagerada, como una copia mal hecha de Palpatine y obviamente sin su peso y sin llegar a la clase e imponencia del Gran Moff Wilhuff Tarkin, que sería el personaje de mejor comparación. Capitán Phasma (Gwendoline Christie) entra y sale sin mucha gloria siendo más un personaje para vender muñecos. Continuando con los villanos, la Primera Orden es otro problema de la película, siguiendo los pasos del Imperio, pero surge sin ninguna explicación y también sin mucha gravedad en sus actos, usando la vieja arma que puede destruir planetas enteros llevando los mismos planos de sus antecesores. En resumen, la Primera Orden es más un favor para los viejos fans para que no pierda la sensación de continuidad. El mayor problema para mi, es que la película tiene una necesidad grande de repetición, llevando a resolver sus problemas con soluciones apresadas y ridículamente fáciles o aún inocente, sacando un poco la gravedad de las situaciones, algo que la trilogía original también tuvo su grado de culpa. La sensación de que ya has visto eso en algún lado está en prácticamente en toda la película, como dije en el comienzo es una secuela con cara de remake. La parte técnica es impecable, visualmente espectacular mostrando la saga más viva que nunca. El futuro envejecido y gastado de las viejas películas está todo ahí y se siente palpable. El gran acierto es el uso y mezcla de efectos prácticos al máximo con CGI, dejando la película bellísima. Star Wars The Force Awakens oficialmente ahora en los créditos llamada como Episodio VII, sacando los problemas destacados, es la película que todo fan que se maravilló viendo la trilogía original estaba esperando, honrando su pasado, honrando a sus fan de la antigua y con todo el potencial de maravillar una nueva generación de fans. Y ahora nos queda esperar el Episodio VIII y empezar a sacar nuevas teorías de lo que pasa….
El destino manifiesto y la singularidad intergaláctica del nuevo milenio. La noción del “destino manifiesto” se forjó dentro de la cultura estadounidense como esa idea según la cual el país está destinado a expandirse, está -por algún motivo- condenado a la grandeza. Algo similar sucede en el universo de Star Wars: la saga que redefinió la ciencia ficción moderna y cambió el mapa genético de la industria del entretenimiento parece destinada a seguir expandiéndose a través de las generaciones ad eternum, y no hay ningún Jar Jar Binks ni midiclorianos que la detenga. El mal siempre resurge, el bien intenta prevalecer y aquellos involucrados se saben parte de algo inmensamente superior a la suma de todas las partes, algo por lo que siempre vale la pena el mayor sacrificio. Este es el tono que marca el espíritu de Star Wars: El Despertar de la Fuerza (Star Wars: The Force Awakens, 2015). Sintetizando la trama: de las cenizas del viejo Imperio surge La Primera Orden, un nuevo poder dictatorial con gran despliegue bélico -stormtroopers, naves y una Estrella de la Muerte versión 3.0- que amenaza con destruir todo lo conseguido por la República y los Rebeldes en la ya lejana época de Luke Skyawalker, Han Solo y la Princesa Leia. Ray (Daisy Ridley) es una joven que vive de juntar chatarra en Jaku, una árida región que nos retrotrae a la Tatooine de La Guerra de las Galaxias (Star Wars, 1977); Finn (John Voyega) es un stormtrooper que cambia de bando cuando experimenta en primera persona la crueldad de La Primera Orden. La casualidad y el destino une a ambos personajes en lo que se convertirá en una aventura de auto-descubrimiento, la cual involucra llevar una preciada información a manos de los Rebeldes, clave para el sentido en el cual podría inclinarse la batalla. Hasta bien avanzada la historia es difícil determinar quién es el personaje central, quién va a ser el núcleo de todo, pero eso no significa algo negativo sino todo lo contrario: nos encontramos sumidos en la mayor de las intrigas. Seguramente el hecho de que Lawrence Kasdan (guionista de El Imperio Contraataca) haya dado una mano con el guión al director J.J. Abrams (Lost, 2004; Star Trek: El Futuro Comienza, 2009) tiene mucho que ver en esto de dotar a El Despertar de la Fuerza de esa impronta nostálgica de la trilogía original. A diferencia de lo que sucedía con los personajes de las infames precuelas de George Lucas, aquí tenemos sujetos que experimentan sensaciones realmente movilizadoras, que atraviesan un arco dentro del relato, y eso lo vemos plasmado satisfactoriamente en pantalla. Los personajes tienen profundidad, logran identificación con el espectador. Abrams logra performances de alto nivel por parte de Ridley y Boyega, a la altura de la grandilocuencia de todo lo que sucede. La estructura narrativa propiamente dicha toma prestados aquellos elementos fundamentales de Episodio IV: la irrupción del orden malvado, el viaje iniciático del personaje llamado a convertirse el héroe, la guía de la sabiduría, el sacrificio, el villano con un origen difuso. Pero eso no significa que todo sea una simple acción de “copy+paste”, y es ahí donde entra el concepto de la singularidad. ¿Acaso el universo de Star Wars está destinado a reiniciarse de tiempo en tiempo? ¿Las viejas historias necesitan volver a ser contadas? ¿Siempre presenciaremos el fin de un ciclo mientras se da inicio al siguiente? Hubo otras dos películas en este 2015 que cargaron con el peso de reversionar éxitos antiguos: Terminator Génesis (Terminator Genisys, 2015) y Mundo Jurásico (Jurassic World, 2015). En ambos casos la nostalgia tomó control total y excesivo de la situación, con un resultado no fue el óptimo. El Despertar de la Fuerza hace un buen uso de la nostalgia, porque no la convierte en un fin en sí mismo sino en el medio a través del cual las nuevas generaciones de espectadores -y fans por supuesto- se acercan a una historia que nació hace prácticamente 40 años y dos generaciones atrás. Lo importante a tener en cuenta es que, en este reinicio, lo escencial va más allá de los sables láser, los stormtroopers y las estaciones espaciales. Vuelven a ser parte del núcleo temáticas universales como el destino de cada persona, los lazos interpersonales y la búsqueda constante de superación. J.J. Abrams logra que su obra se destaque por un despliegue visual que la acerca mucho a la trilogía original. La mayor parte de lo que vemos en pantalla sucede justamente en cámara, algo que cambia rotundamente nuestra percepción. Las construcciones, las locaciones, las texturas, todo da la sensación de ser real, de ser algo que podríamos tocar con nuestra propias manos. El director insistió en filmar en 35mm para emular la estética visual de las originales y sin dudas fue una apuesta que pagó con creces. Pero por sobre todo estamos ante un film que no para un segundo. Cada secuencia de acción desemboca en otra secuencia de acción, de ninguna forma se siente como algo vertiginosamente agotador y al mismo tiempo logra intersticios en los cuales desarrollar momentos de mayor peso dramático. Aquellos dispuestos a hilar extremadamente fino podrán encontrar cierto patrón establecido en entregas anterior desde lo argumental y algún que otro detalle no del todo desarrollado, pero tampoco es algo grave; en particular si recordemos que cuando todo empezó, teníamos a un viejo que decía ser un antiguo guerrero, hablando de una fuerza sobrenatural que forma parte de todo y hace que cada elemento del universo este en perfecto equilibrio. Star Wars siempre fue algo en lo que creer más allá de lo que indican los hechos empíricos, más allá de la lógica. No hay que saber todo ni tener una respuesta para cada pregunta… a veces menos es más. Es por eso que El Despertar de la Fuerza es una pieza muy sólida dentro de la totalidad de la saga, una que vuelve a los orígenes tomando los elementos fundacionales y abriendo las puertas a una nueva aventura, tan atemporal como la eterna lucha entre el bien y el mal. Siempre que haya nuevas generaciones esperando que el mito sea rememorado, vamos a seguir teniendo Star Wars, así como en la ficción es necesario que nuevas generaciones conozcan el mito y formen parte de la aventura épica, lo mismo pasa del otro lado de la pantalla. Y tal vez esa sea la mejor forma de explicar este nuevo capítulo que de aquello que pasó hace mucho tiempo en una galaxia muy, muy lejana…
J. J. tiene aguante A 32 años del estreno de Return Of The Jedi (1983), la saga Star Wars recupera su personalidad y se actualiza al J. J. Abrahams style. John Boyega -Finn-, Daisy Ridley -Rey-, Adam Driver -Kylo Ren- se llevan por delante sus roles y le dan juventud a la trama treintañera que presentan junto al ya consolidado elenco de Carrie Fisher -Leia Organa-, Harrison Ford -Han Solo- y Mark Hamill -Luke Skywalker-. El peso sobre las espaldas de J. J. Abrahams era enorme, hasta en las primeras negociaciones con Lucasfilm/Disney el director llegó a declinar dichas ofertas. George Lucas y el ratón Mickey fueron insistentes y rindió frutos. Durante el rodaje el hermetismo fue absoluto, escapaban noticias a cuenta gotas, ni los trailers revelan demasiada información, el resultado: pulgar arriba En cuanto al clásico elenco, Harrison Ford logra un Han Solo de la vieja escuela, no como el Indiana Jones a media máquina de Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal (2008). En pantalla junto con Chewbacca -Peter Mayhew- se siente Star Wars. Carrie Fisher, “la sexy” Princesa Leia Organa, ahora en tiempos de guerra “la tía” General Organa, es tal vez la menos lograda de esta entrega, el poco tiempo en cámara es posible culpable. J. J. logró una cómoda cintura para dirigir dentro de tanto impedimento de productores y eso en el film se nota. Al igual que en Star Trek (2009), también revivida por Abrahams, el paso de la película es ágil y no pierde firmeza. Ahora, los nuevos personajes (Finn, Rey, BB-8, Kylo Ren, Supreme Leader Snoke y Poe Dameron) tienen su tiempo en cámara para establecerse y ser la historia. Otro punto a favor de la dirección es no quedarse en la nostalgia, El despertar de la fuerza encara siempre, con obvios guiños/contextualización a las previas entregas. Sin dudas es una de las entregas más oscuras de la franquicia y al nivel de las mejores historias de los Skywalker contadas en la pantalla grande. Los cortes de comedia, en ese sentido, fueron bastantes y certeros en sus momentos. J. J. Abrahams le dio una gran bocanada de aire a la saga más legendaria de Hollywood y Disney se regodea con otra gran franquicia en un “gran momento”
Star Wars: el despertar de la fuerza, la película más esperada del año resultó la decepción profunda de una historia que nunca estará a la altura de todo lo que pudo ser. Cuestiones éticas no me permiten ahondar en la trama, es necesario evitar los spoilers a fin de que ciertas ideas puedan expresarse sin temor a herir la experiencia artística.
Respetando la estética y el concepto de las tres películas originales, el equipo liderado por el realizador J. J. Abrams entrega un atrapante relato de ciencia-ficción, acción y humor, y abre una puerta en una galaxia muy lejana. La expectactiva terminó y Star Wars: Episodio VII: El despertar de la Fuerza es una realidad para beneplácito de sus seguidores. No es para menos tratándose de una película que ha atravesado a varias generaciones. Ésta sitúa la acción treinta años después de la trilogía original, La guerra de las galaxias, El imperio contraataca y El regreso del Jedi, las tres quizás más festejadas por el público. El director J. J. Arbahms, un realizador muy bien posicionado en el género fantástico luego de la serie Lost, Montruoso, Super 8 y del reboot de Star Trek, sabe crear climas, dirigir actores y entrega un relato bien dosificado que presenta nuevos personajes a partir de subtramas que alcanzan el interés adecuado a partir del guión que le pertenece, junto a Lawrence Kasdan y Michael Arndt. Star Wars: Episodio VII: El despertar de la Fuerza tiene todo para atrapar al público y recurre al toque nostálgico cuando trae nuevamente a Han Solo -Harrison Ford, quien aparece a los 45 minutos del film-, Leia -Carrie Fisher-, Chewbacca -Peter Mayhew- y a los recordados robots C-3PO y R2D2, que se mantiene en modo de "bajo consumo", además de una galería de criaturas asombrosas y nuevos personajes. La galaxia todavía está en peligro y un misterioso guerrero, Kylo Ren -Adam Driver- sube al poder. Frente a esta nueva amenaza, surgen y cruzan sus caminos el soldado imperial Finn -John Boyega-, que traiciona a Ren y se une al piloto Poe -Oscar Isaac-, enviado por Leia para una misión importante y Rey -Daisy Ridley-, la joven que lleva una espada láser y está acompañada del simpático droide BB-8. La aventura y los desafíos los esperan en su camino para encontrar al guerrero más poderoso, el Maestro Jedi Luke Skywalker -Mark Hamill-. El máximo acierto de la historia es conjugar en su medida justa la acción, la intriga -con una sorpresa que obviamente no develaremos- y la lucha de poderes a través de criaturas que desafían su propio destino. En esta oportunidad, los grandes escenarios, el despliegue visual de los combates entre naves y las peleas con sable láser en mano, nunca pierden la fuerza y se ven potenciados por los efectos digitales que no fagocitan una película que mantiene una estética clásica. Todo está apoyado por la maestra batuta de John Williams, un elenco que sostiene el andamiaje y un buen uso del recurso del 3D que convence en sus secuencias para acentuar la profundidad de campo, las alturas y con una nave que parece salir de la pantalla. El resto es puro disfrute para las nuevas generaciones y la excusa ideal para que los adultos vuelvan a una galaxia muy lejana, como si se tratara de un cuento que nos convierte, una vez más, en chicos con ganas de vivir muchas aventuras en el espacio.
Crítica emitida por radio.
Star Wars: El despertar de la fuerza se desarrolla treinta años después del final de El regreso del Jedi. La galaxia se encuentra todavía en guerra y un misterioso guerrero, Kylo Ren, lidera una malvada fuerza leal a la memoria de Lord Vader, surgida de las cenizas del Imperio Galáctico. Su objetivo es crear un nuevo ejército y completar una nueva y más grande Estrella de la Muerte. Frente a este amenaza muchos de los héroes clásicos como Leia, Han Solo y Chewbacca se unirán a nuevos personajes para encontrar a Luke Skywalker desaparecido hace tiempo, el último Jedi capaz de equilibrar "La Fuerza". J.J. Abrams construye una película ágil y moderna, cuya estructura dramática recuerda a la primera película de la saga, la mítica Star Wars dirigida por George Lucas. El director une con sutileza criaturas digitales con efectos visuales mecánicos, y presenta a los nuevos héroes moviéndose codo a codo con los personajes ya conocidos. Conocedor del espíritu de la serie, el creador de Lost nos presenta en dosis correctas momentos de acción, batallas aéreas, persecuciones imposibles, secuencias dramáticas y claro, momentos de puro humor. Los elementos melodramáticos, los conflictos familiares de culebrón, también están presentes, y los giros argumentales dejarán a más de un fanático con la boca abierta. Con respecto al reparto, Harrison Ford es el que más se luce. Su Han Solo, mayor, no ha perdido ni el encanto ni la ironía. Verlo en pantalla es un deleite, sobre todo cuando la complicidad entre él y el peludo Chewbacca inundan el cuadro. Los droides C3-PO y R2D2 tienen una dura competencia: BB-8 la esfera giratoria que tiene gran protagonismo en el metraje, es divertido, juega momentos de gran adrenalina y transmite una increíble humanidad. "Star Wars VII: El Despertar de la Fuerza" El nuevo villano, Kylo Ren, luce temible, su sable láser rojo y en forma de cruz es otro de los grandes aciertos. Tomar la posta de Darth Vader no es fácil, sin embargo la presencia de Adam Driver debajo de la máscara dota al personaje de una terrible presencia escénica. Secundado por troopers de diseño moderno, y un inquietante personaje llamado Capitán Phasma, el lado oscuro está muy bien representado en el filme. Los nuevos habitantes de este universo, cumplen: Rey, la heroína del filme, es una mujer bella y de armas tomar. Lejos de la estética naif de la clásica princesa Leia, Rey cautivará al público femenino que se acerque a la saga. Finn, un stormtropper arrepentido es una grata sorpresa, pero el mejor de la nueva camada es Poe Dameron encarnado por Oscar Issac, un rebelde con alma dispuesto a todo. Y los que preguntaban por Luke, porque no aparecía en el tráiler, ni en el póster... Luke... bueno descubran ustedes qué ocurre con él en este bienvenido regreso a una galaxia muy, muy lejana.... ¡La fuerza finalmente despertó!
Una nueva esperanza ‘El despertar de la fuerza’ se parece demasiado a 'Episodio IV’ pero sienta las bases de una nueva trilogía que promete ser la mejor. Suele decirse como si fuera una verdad tallada en piedra que la segunda trilogía de La guerra de las galaxias es muy mala. Volví a verla en estos días como precalentamiento para El despertar de la fuerza y no encuentro la manera de desmentir eso: realmente son flojas. El CGI exagerado, los diálogos horribles y algunos detalles estúpidos de la trama (la explicación científica de La Fuerza, la muerte de Padmé) nos hacen pensar que George Lucas la pegó una vez y después fue incapaz de estar a la altura de su propia creación. Pero aún así, la segunda mitad de La venganza de los Siths logró erizarme la piel. No es por la pericia de su director y guionista, mucho menos de sus actores -el inefable Hayden Christensen, Ewan McGregor y una Natalie Portman reducida a su mínima expresión-, sino por el peso de la historia anterior. Toda esa segunda trilogía parece existir en función de que veamos cómo Anakin Skywalker se transforma en Darth Vader y esas escenas son emocionantes a pesar de la torpeza con que están ejecutadas. Alrededor de esa máscara negra que desciende sobre el rostro quemado del futuro villano gira no sólo una trilogía de películas que sabemos de memoria sino además los treinta años de un mito popular y, para los que tenemos casi 40, toda nuestra infancia. Por eso la noticia de que Disney había comprado Lucasfilm y que J.J. Abrams se iba a ocupar de dirigir la primera de la nueva triolgía me esperanzó. Por un lado, porque Abrams es un director con talento para el cine de influencia clásica, como lo atestigua la spielberguiana Súper 8. Pero sobre todo porque el universo de La guerra de las galaxias necesitaba y merecía, además de una inyección de frescura, un plan a largo plazo, consistente, del que Lucas fue incapaz. El resultado es el esperado. Abrams borra de un plumazo la estética de la segunda trilogía y vuelve a la mugre polvorienta de la primera que fue la que sentó las bases de su éxito. La semilla de la idea original de Lucas siempre fue “un western en el espacio”, y la arena de Tatooine vuelve en la superficie de Jakku, y los uniformes de los Stormtroopers vuelven a estar sucios y abollados. El despertar de la fuerza es una película de aventuras en el espacio a la manera de la película original de 1977 pero con mayor pericia narrativa, un par de escenas que alcanzan una tensión importante y más humor que todas las otras seis películas juntas. Pero el peso específico de la historia y los personajes elevan esta película de aventuras correcta por sobre la media. Abrams y sus coguionistas Lawrence Kasdan -responsable de la historia de El imperio contraataca- y Michael Arndt -Toy Story 3, nada menos- se aprovechan de esto a la perfección, introduciendo nuevos personajes atractivos y usando con mesura y viveza a los anteriores. Quizás lo que resulte un poco perezoso sea la similitud entre la historia de El despertar de la fuerza y la de la primera película. Por momentos casi parece una remake. Hay un villano con máscara (Kylo Ren, Adam Driver) que es secuaz de un villano más poderoso (Snoke, Andy Serkis), una joven que sueña con la Resistencia (Rey, Daisy Ridley), un androide enviado a un planeta lejano (BB-8) y parentezcos sorpresivos. Pero más allá de este reparo, sin dudas es un gran comienzo de trilogía, que sienta las bases para una segunda película que probablemente sea aún mejor, ya despojada de la necesidad de diferenciarse de algunas cosas e imitar otras y con el comando de Rian Johnson, otro director muy promisorio -responsable de Looper – Asesinos del futuro, y uno de los mejores capítulos de Breaking Bad, “Ozymandias”-. Gracias Lucas, pero ya no te necesitamos.
Gran secuela y homenaje La nueva "Star Wars" se las arregla para ser tanto una continuación como un homenaje. Y en ambos aspectos consigue logros notables. La película transcurre tiempo después de "El retorno del Jedi" la ultima entrega de la trilogía original. Las fuerzas del Lado Oscuro amenazan tanto a la Republica como a la Resistencia, desprovistas del poder de la Fuerza, considerada una leyenda igual que los Jedis, dado que el último de estos caballeros, Luke Skywalker, decidió autoexiliarse tiempo atrás luego de sufrir una experiencia perturbadora. Como el último Jedi podría ser el único obstáculo para que la maligna Nueva Orden domine el universo, el robot que guarda el mapa de su escondite es el trofeo por el que pelean héroes y villanos. Que, por supuesto, en algunos casos estan conectados por tortuosos lazos sanguíneos. Con el aporte de Lawrence Kasdan en el guion, el director J.J. Abrams logra revivir la mitología de la saga original sin dejar de introducir innovaciones formidables, empezando por el detalle de un héroe que no es otra cosa que un "Stormtrooper" (es decir, uno de tantos anónimos soldados con armadura blanca) que se rebela contra sus superiores. La escena en cuestión abre el film a sangre y fuego, dándole una intensidad y crudeza pocas veces vistas en cualquiera de las seis películas anteriores de la saga. El stormtrooper redimido, encarnado por el afro-británico John Boyega, funciona como excelente nexo entre todos los otros personajes surgidos más o menos directamente de las películas anteriores. Hay una chica con potencial de Jedi, interpretada por Daisy Ridley, que sostiene bastante bien el personaje que da su titulo al film. Y también está Han Solo, revivido gloriosamente por Harrison Ford, acompañado por el peludo Chewbakka, además de una Carrie Fisher no tan acompañada por la Fuerza, los inseparables C3PO y R2D2 (Arturito), e inclusive un auténtico resucitado, el mismísimo Mark Hamill, más conocido como Luke Skywalker, que luego de tanto tiempo se parece sorprendentemente a Herbert Lom (lo que es toda una buena noticia). Tambien hay un Max Von Sydow extraordinario, pero que aparece poco, y obviamente mucho talento humano combinado con efectos digitales, empezando por el maestro del rubro, Andy Serkis como el genio del mal detrás del discípulo de Darth Vader, el malísimo enmascarado Adam Driver cuyo mayor temor es abandonar el Lado Oscuro debido a la buena influencia de la Fuerza que corre en sus venas. Si bien tienen sus momentos, todo lo relativo a los villanos es lo menos equilibrado: cuando se los muestra a escala épica, parecen salidos de "The Wall" de Pink Floyd, y en situaciones mas intimistas tienen cierta tendencia al melodrama. Igual, ni el folletín ni el humor bobo casi nunca interrumpen del todo la superacción, que incluye imágenes increibles, muchas veces elaboradas a partir de escenas de la trilogía original, pero que en sus mejores momentos cobran vuelo propio. Por ejemplo, cuando usa todos los paisajes de la trilogía original: desierto, montañas nevadas o un bosque magnifico para un duelo samurai.
tar Wars: The Force Awakens fue desde el momento de su anuncio un plato muy esperado, no sólo por los fanáticos acérrimos de la saga, sino por todo cinéfilo que aprecie a la serie iniciada en 1977 por George Lucas como un verdadero hito del cine de ciencia ficción. Lo cierto es que J.J. Abrams no tenía el territorio muy complicado luego de las tibias precuelas, y si algo se sabe de él es que tiene el toque de Midas: todo lo que roza con las manos lo convierte en oro. Sin ir mas lejos, miren lo que logró con el reinicio de Star Trek en 2009. No debe ser coincidencia alguna que lo hayan convocado para el resurgir de la Fuerza, porque The Force Awakens es la película de ciencia ficción que cierra el año a pleno, con una secuela que dignifica a la saga y que promete volverla a su legítimo lugar en el podio del género, ese que durante treinta años prestó a otras compañeras. Más de lo que se puede ver en los trailers, uno no puede contar, para no perder la emoción de ver cómo sigue la historia luego de la caída del Imperio en Return of the Jedi. El equipo al comando de la historia con el propio Abrams, el regreso de Lawrence Kasdan luego de los Episodios V y VI, y Michael Arndt -Little Miss Sunshine, Toy Story 3, Hunger Games: Catching Fire- tuvo una gran tarea entre manos. Esa fue la de crear un puente entre lo viejo y lo nuevo, entre la historia asentada en la mitología y el futuro de la serie, y creo que salen airosos en su intento. Star Wars es icónica y su huella en el cine es muy visible todavía. Por ello, esos treinta años de historia se han convertido en mito dentro del marco narrativo de The Force Awakens, y los personajes de la trilogía original son leyendas, aún cuando anden desperdigadas por la galaxia. Si de algo tengo mis reservas es en la historia, que sigue mucho los lineamientos generales de A New Hope casi a rajatabla. Dentro de la lucha a gran escala del Bien contra el Mal, la aventura es casi la misma, pero con muchísimos toques de nostalgia absolutamente deliciosos, pero que distraen de una trama que podría ser mucho más profunda si quisiese. Tras un sinfín de metacomentarios, de revelaciones y giros del guión, la historia es sólida y cimienta una continuación que aparentemente no tiene miedo de sacrificar elementos en pos de dramatismo puro. Abrams nunca le tuvo miedo a saltar al vacío y acá lo demuestra con creces. Hay riesgos que tomar, y él los toma. A nuevas generaciones, nuevos protagonistas deben seguirle la pista, ya que Mark Hamill, Carrie Fisher y Harrison Ford están un poco mayores para andar corriendo de aquí hacia allá. El nuevo trío que anclará el peso narrativo durante esta trilogía son la carroñera Rey (Daisy Ridley), el soldado Imperial Finn (John Boyega) y el piloto de la resistencia Poe Dameron (Oscar Isaac). Este grupo que se ve arrastrado a la aventura casi sin quererlo, en la búsqueda de un personaje desaparecido que sería la clave para enfrentar a la naciente Primera Orden, la heredera orgánica del Imperio, comandada por el General Hux (Domnhall Gleeson) y el misterioso enmascarado Kylo Ren (Adam Driver). Dicho elenco puede parecer muy ecléctico, pero su relativo bajo perfil ayuda demasiado a encariñarse con los personajes desde el comienzo. Rey cierra un muy buen año para ser una protagonista femenina en el cine de acción, y le lucha codo a codo a los muchachos -buenos y malos- en su lugar propio de guerrera que sabe más de lo que deja ver. Hace un gran dúo con el Finn de Boyega, que tiene presencia y ayuda a alivianar tensiones con sus constantes chistes, y el diplomático piloto Poe Dameron los abraza a ambos aunque no tenga gran peso en la historia -por ahora-. Éste es el encuentro entre Rey y Finn, y su batalla sin cuartel contra el siniestro Kylo Ren, un convincente Driver que parece nacido para ser malo. Podría seguir hablando eternamente sobre el elenco, pero hay que guardarse un poco. Los cameos se hicieron esperar y, cuando llegan, suscitan aplausos de la platea, en especial el gran papel que tiene el inoxidable Han Solo, que se anima a corretear por el universo con los debutantes de la saga sin perder el aliento. Y las andadas por la galaxia nunca lucieron mejor. Haciendo un uso del 3D que en algunos momentos vale la entrada, Abrams construye un viaje cargo de adrenalina y lleno de escenas de acción, persecuciones a toda velocidad, vueltas de cámara imposibles y criaturas rebosantes de animación y efectos prácticos de gran calidad. No escatimaron en gastos y eso se nota en la pantalla grande, que es de la única forma de disfrutar por completo esta gran película. Todo lo que la saga quiso ser y nunca pudo por cuestiones de presupuesto, hoy en día esos sueños están concretados en pantalla, en cada salida del Halcón Milenario, en cada combate mano a mano con sables láser, en cada efecto de sonido. Es, personalmente, todo lo que quise que Star Wars sea, y más. Es el sueño del pibe, cumplido. ¿Hace falta una reseña para decidir si ir a ver o no The Force Awakens? Me parece que no. J. J. Abrams es sinónimo de calidad y no habrá nadie que salga decepcionado con lo que hizo en esta monumental secuela. Seas fanático o no, es un momento histórico que se tiene que vivir dentro de una sala de cine.
Ha habido un despertar en la fuerza. Hace un par de años cuando nos enteramos que Disney había comprado Lucasfilms, sabíamos lo que venía. La expectación era muy alta, la emoción mayor. Mientras pasaban las semanas, nos iban llegando noticias, la identidad del director, información del elenco que volvía y de los nuevos, fotos de las naves, los primeros trailers, y nuestro hype crecía inmensurablemente. Creo que nunca había ansiado ver una película como lo hice con Star Wars: El Despertar de la Fuerza. Es más, hace unos años yo había comprado la edición en blu-ray de la saga, y hace unos meses nos empezamos a juntar, una vez por semana, con amigos cinéfilos, para refrescar el contenido. Por otro lado, la presión de esta película era enorme. Pensemos en todos los fanáticos que pedían desde hace años una nueva película, que finalmente iban a poder disfrutar. No podía salir mal, no debía salir mal. Pero ¿de qué trata esta nueva aventura? 30 años después de la derrota del Imperio, un nuevo grupo vuelve para completar lo que alguna vez Darth Vader y compañía empezaron, llamado La Nueva Orden. Del otro lado, está la incansable Resistencia, el grupo de rebeldes liderados por la generala Leia Organa. Al ver que el lado oscuro de la fuerza se está volviendo a despertar, no les queda otra opción que buscar a Luke Skywalker, el último Jedi, que luego de fracasar en su intento de volver a iniciar la orden Jedi, se retira a un planeta lejano. El mejor piloto de la resistencia, Poe Dameron, es enviado a Jakku para recuperar información esencial para encontrar a Luke, pero La Nueva Orden hará hasta lo imposible por frustrar sus planes. Nuevos personajes irán surgiendo, como Rey, Finn, Maz Kanata, el simpático BB-8, y los temibles villanos Kylo Ren y el general Hux. Pero también volveremos a ver a viejas caras conocidas, como la mencionada ex-princesa Leia, Han Solo, Chewbacca, C-3PO y RD-D2. Debo decir que me sentí como un niño desde que se apagaron las luces. La estructura, los diálogos, la acción, las batallas, están basados en las tres películas originales, y están diseñados para que le llegue al espectador hasta la última fibra emotiva. Esto a muchos podría sonar como un truco o una maquinación marca Disney para vender más entradas. Y por un lado si lo es, pero también es lo que querían los fanáticos ¿o no? Hace unas semanas el mismo George Lucas, luego de haberla visto, declaró que no es la película que él hubiera hecho, pero sí la que le iba a gustar a los fanáticos. ¿La película es predecible? Muchas cosas sí, pero no me dió tiempo de ponerme a pensar en las acciones. Mi mente estaba enfrascada en los personajes, en las acciones, en lo peligros y en los descansos cómicos del genial Han-Solo. ADVERTENCIA – CONTIENE ALGUNOS SPOILERS Los personajes debe ser lo más destacado del guión escrito por J.J. Abrams, Michael Arndt (Toy Story 3, Little Miss Sunshine, Hunger Games 2) y Lawrence Kasdan (Star Wars Ep, V y VI, Indiana Jones). Rey es una joven recolectora de chatarra, esperando que su familia vuelva a buscarla. Su ingenuidad y el descubrimiento de los mundos fuera del desértico Jakku, nos remite inmediatamente al joven Luke Skywalker en Episodio IV, que se ve obligado a abandonar el planeta de Tatooine para salvar a una joven princesa que vió en un holograma en R2-D2. Luego tenemos a otro de nuestros protagonistas, Finn, o también conocido como FN-1128, su nombre de Stormtrooper. Es un soldado de la Primera Orden, como otros miles de soldados vestidos en el uniforme blanco, que luego de enfrentar su primer batalla y ver a uno de sus hermanos morir en sus brazos, decide abandonar la única vida que conoce y adentrarse al espacio profundo. Y finalmente el hermoso personaje de Kylo Ren, el hijo rebelde de Han y Leia que luego de fracasar en su entrenamiento con su tío Luke, se inclina por el lado oscuro de la fuerza para ser un alfil más en la guerra del líder supremo Snoke. Kylo Ren es por lejos el personaje más interesante en esta nueva saga. Por un lado vemos a este monstruo, con una máscara y estilos similares a Darth Vader, temido por todos y con un gran poder oscuro. Pero por el otro lado, cuando se saca la máscara, vemos a un niño perdido, luchando en contra de los impulsos que siente hacia el lado de la fuerza, que extraña a su padre y a su madre, pero que siente una responsabilidad muy grande al querer llenar el gran espacio que dejó su abuelo, Darth Vader. La música vuelve a estar impecable de la mano de John Williams, el genio que nos realizó las bandas sonoras legendarias de Star Wars, Indiana Jones, Jurassic Park y muchas otras. Otro gran aspecto para destacar, es algo que se vió muy criticado en las precuelas: El Despertar de la Fuerza utiliza muchos efectos mecánicos y materiales reales para los diferentes extraterrestres, las naves, etc, que claramente es superior a cualquier efecto digital que tal vez pierda cierta calidad con el paso de los años. Sinceramente J.J. Abrams cumplió con lo que se esperaba. A pesar de haber dudado en algún momento de agarrar este hierro caliente, fue el director adecuado en el momento adecuado. Utilizó muchas de las ideas y estructuras viejas y las transformó en algo fresco para este nuevo episodio. Los personajes y los diálogos son entrañables, y al terminar la película, sentí la necesidad de saber que viene, Puntaje: 10- Increíble, era todo lo que me esperaba para esta nueva entrega de la saga de Star Wars.
Hay pocas historias cinematográficas que no requieran de presentación. Hay pocas historias que soporten nacer en cine y expandirse al infinito. Hay pocas de esas que perduran tanto entre la gente que terminamos sintiéndolas parte nuestra, traspasando edades y su propio tiempo. Hay pocas, muchas menos aún como Star Wars. De mis predilectas de mis cuentos de niñez y la que hoy, después de seis films, cómics y mucho más, esperé ansiosamente. Y valió la pena. No voy a spoilear y no es necesario que plantee el argumento, porque todos conocen de qué va. Lo que a lo mejor no conocen es la capacidad de JJ Abrams (director y co guionista) de poder captar qué es lo que necesita ver el fan y cómo utilizarlo. Los saltos a la velocidad de la luz son un must, los mantiene, pero agregando un dinamismo visual impresionante. Lo mismo con casi todas las escenas de batallas donde la coreografía de la cámara es tanto o más importante que de los objetos frente al lente. Visualmente, además, vuelve a los escenarios reales y deja de lado el chroma key en exceso que tienen Episodio I, II y III y retornamos a los desiertos con su luz perfecta y a las carpas de chatarras, a maquetas de naves que conocemos y amamos y que todos queremos pilotear. Ni hablar de los homenajes a Una Nueva Esperanza, la música impresionante de Williams que te pone la piel de gallina al máximo. Otro gran diferencial respecto a la precuela (cuesta mucho ser objetivo con Episodio IV, V y VI, de manera que los tomo como el máximo standard de calidad) es que tiene buenos actores que están bien dirigidos. La chica principal, que se llama Rey en el film y la interpreta una casi desconocida Daisy Ridley es bellísima y como actriz sostiene tanto las coreografías como el melodrama (que todos los que conocemos la historia sabemos que hay, y mucho). La acompaña una batería de secundarios que son la gran parte caras nuevas y renuevan la escena elevando el nivel. Principales menciones a Oscar Isaac y John Boyega (este último debe ser mi personaje favorito luego del precioso BB-8). En cuanto a la historia y sigo sosteniendo mi voto de no spoiler, honestamente no hay sorpresas, pero es una película inteligente: cautiva al fan, engancha al espectador y les da lo que necesitan, cocinando para la segunda entrega. Una de las mejores formas de cerrar el año. No volveremos a dudar de JJ.
Estreno Star Wars: El despertar de la fuerza de J.J Abrams La película mas esperada del año, Star Wars: El despertar de la fuerza de J.J Abrams. Terminó el hermetismo con el que se blindó el estreno de Star Wars: El despertar de la fuerza. Los trailers develaban apenas los rostros de los protagonistas y poco más. El resto era pura expectativa, que en la era de internet y de información instantánea, no está mal conocer a medida que se va desarrollando la historia, de que se trata la cosa. En ese sentido, toda esta campaña de hábil marketing que rodeó a esta entrega remite también a situarse en la época en que fue estrenada la trilogía primitiva, en la que no existía la web y todo era puro asombro al momento de entrar al cine. Y si bien se conocía que Mark Hammill, Carrie Fisher y Harrison Ford participaban de este proyecto, no se sabían mayores detalles en cuanto a de que manera aparecerían. Y lo visto tiene mucho de nostalgia, con la mayor de las dignidades. Pero también evadiendo la aparición episódica, ya que forman parte de la acción, sin que ello signifique que su presencia está puesta con calzador. Treinta años más tarde de lo que se cuenta en El regreso del Jedi, el núcleo narrativo se centra en la búsqueda de Luke Skywalker, el último Jedi, que ha desaparecido. Un hábil piloto de la Resistencia, Poe Dameron (Oscar Isaac) esconde información sobre un mapa en un robot, el nuevo BB-8, antes de ser capturado por el nuevo villano Kylo Ren (Adam Driver). BB-8 perdido, se encontrará con Ren (Daisy Ridley), una chatarrera que vive en el planeta Jakku. A la vez hay un storm-trooper de la Primera Orden que decide desertar, Finn (Jhon Boyega). Cuando Finn y Ren se escapan en un destartalado Millenium Falcon comienza la acción que no conviene contar. El director J: J. Abrams aceptó la tarea de dirigir este episodio VII de Star Wars, no era sencillo conformar a todos, pero quien revitalizara Star Trek y a la vez dirigió la genial Super 8 (que tenía tanto espíritu de los Films de aventuras de los ’80) parecía inevitable para llevar a cabo este proyecto. Junto con los guionistas Michael Arndt y Lawrence Kasdan (que a la vez escribió los guiones de los episodios V y VI), Abrams transformó a la historia en una suerte de remake, reboot y secuela sin traicionar el espíritu de aventuras, situaciones de escape imposible, western espacial con costado heroico, sin desdeñar los conflictos familiares, presentes en la original. Sin abusar de efectos especiales, volviendo a utilizar escenarios naturales y maquetas, lo clásico y lo nuevo conviven Star Wars: El despertar de la fuerza. Lo nuevo de la mano de un dúo protagónico llevado a cabo por una mujer y un afroamericano. Y lo clásico, ahora con un toque Disney, un robot (BB-8) que es casi un perrito faldero, una mascota, mezcla de Wall-e y pelota de futbol mundialista. La relectura de R2-D2 con mayor poder de deslizamiento. Y un estilo intermedio que da mayor plasticidad a criaturas que antes eran muñecos algo rústicos y ahora son realizados con tecnología de captura de movimientos como los interpretados por Lupita Nyong’o (Maz Kanata) o Andy Serkis (el Lider Supremo Snoke). Gran divertimento, humana y entrañable de principio a fin. No está mal que esta entrega sea demagógica como primer paso a una nueva trilogía. Deja en claro que tiene mucho por mostrar, con el ojo puesto en el futuro, pero sin olvidar de dónde viene y cuales son sus cimientos. Por que ahora Star Wars comparte el reinado, y amenaza con robarle el cetro, que ostentan las series televisivas, en cuanto a narrar en forma episódica con la diferencia que vuelve a colocar al CINE en una sala a oscuras, con las características de ritual. La misa más grande del mundo, con fieles alrededor de todo el planeta, asistiendo enfervorizados a venerar su religión.
"Star Wars: El despertar de la Fuerza", regreso a las fuentes. Carrie Fisher, Mark Hamill, Harrison Ford, Peter Mayhew, Anthony Daniels, Kenny Baker, todos ellos entraron al Olimpo de los actores que siempre serán recordados por haber participado de una de las sagas más importantes de la historia del cine: Star Wars. ¿A quién no se le cayó una lágrima cuando hace más de dos años el mundo se enteraba de que se estaba gestando una séptima película y que todos ellos volvían para deleitar a los fans? Finalmente, después de más de un año del lanzamiento del primer trailer, ya se puede disfrutar en los cines del séptimo episodio (el primero en que el número es correspondiente con el orden en la saga) titulado "Star Wars: El despertar de la Fuerza" (Star Wars: The Force Awakens, 2015). Han pasado 30 años de lo sucedido en la Batalla de Endor, y aunque el Imperio desapareció una nueva fuerza maligna ha surgido: la Primera Orden, comandada por el líder supremo Snoke (Andy Serkis) y sus lugartenientes Kylo Ren (Adam Driver) y el general Hux (Domhnall Gleeson). Pero para poder controlar toda la galaxia debe destruir a la Resistencia, que dirige la general Leia (Carrie Fisher), y cuyos esfuerzos están enfocados en tratar de encontrar antes que su enemigo a Luke Skywalker (Mark Hamill), el último jedi que existe. Esta titánica tarea será llevada a cabo por tres personajes principales: Poe Dameron (Oscar Isaac), el mejor piloto de los rebeldes; quien se topará con Finn (John Boyega), un stormtrooper desertor; quien a su vez se encontrará con Rey (Daisy Ridley), una joven chatarrera del planeta Jakku. Y hasta ahí nomás porque seguir contando traería el peligro de poder caer en spoilers, y también porque vale muchísimo más la experiencia de vivir los sucesos del filme en carne propia y a medida que se presentan en la pantalla. Es que desde los primeros acordes de John Williams es imposible que el ambiente no se impregne de fantasía, magia y emoción, y que al espectador no le dé piel de gallina. Haber elegido a J.J. Abrams como director fue la mejor elección que se pudo hacer, ya que tenía que resolver la continuación de una franquicia que tranquilamente podría haberle explotado en las manos, pero logró salir adelante. Es que también se supo rodear bien, como por ejemplo tener como guionista a Lawrence Kasdan, que conoce a la perfección este universo tras haber escrito "El Imperio contraataca" (Star Wars: Episode V - The Empire Strikes Back, 1980) y "El regreso del jedi" (Star Wars: Episode VI - Return of the Jedi, 1983). Otra cosa que se hizo bien fue evitar el uso de tanta pantalla verde para los efectos y tratar de utilizar más locaciones reales y modelos en miniatura, que es más caro pero le da también más veracidad a todo. Lo único que se le puede criticar a la película es el constante homenaje a la saga y las referencias a la trilogía original (en muchos momentos son forzadas y llegan a abrumar). Es demasiado y algunas son muy obvias. Si hasta la elección de Ridley, Isaac y Boyega recuerda a la que hizo George Lucas con Carrie Fisher, Harrison Ford y Mark Hamill: elegir actores que no eran muy conocidos o no tenían tanta carrera hecha. Haciendo un alto en esto, muy bien y gran descubrimiento el de Daisy Ridley. Más allá de este "detalle", el filme rescata esa enorme mitología que la saga supo construir en casi 40 años. Y vayan preparados para las sorpresas que hay porque, algunas, son históricas y quedarán en los anales del cine. Consigan sus entradas, relájense en sus asientos, prepárense a disfrutar como cuando eran chicos y que la Fuerza los acompañe.
“Abrams y su equipo tomaron una franquicia desgastada y recuperaron su sentido de magia y de mito”, publicó Daily Telegraph sobre la nueva entrega de Star Wars. ”Un verdadero triunfo” y “un auténtico clásico” fueron otros de los elogios que recibió el séptimo episodio de la historia creada por George Lucas. Está claro que la primera trilogía es, fue y será una revolución en el modo de ver, sentir y hacer cine. Además fue pionera en como extender las sensaciones, el cariño que uno puede ir generando hacia una obra de arte e instalar esa pasión en la vida de cada uno al adquirir cuanto producto se le cruce por los ojos y hacer perdurar ese cariño muchos años después del estreno. Todo ese amor fue pasando de generación en generación y su actual director, J.J. Abrams lo supo plasmar en Star Wars: El Despertar de la Fuerza. Esta nueva entrega tiene todo lo que tiene que tener una historia que involucre a la República, los Rebeldes, el lado oscuro y esta nueva versión del imperio llamada La Primera Orden. Es para el fan, es para el nuevo espectador: ese joven con ganas de hacer volar su imaginación. Es una remake y una secuela. ¿Cómo es esto? La película le da continuidad a la historia que inicio allá por 1977, pero a su vez, construye el nuevo film de una manera similar al Episodio IV. Hasta acá voy a contar sobre este aspecto porque sería relatar demasiado de lo que se debe disfrutar en pantalla. En los tiempos de mucha remake, spin-off, secuela y reboot, Star War es todo eso pero pensando en el espectador y en los números por lo cual se rige el negocio del cine. Todo comienza en Jakku, cuando Poe Dameron, en una misión de suma importancia, debe ir en busca del mapa que indica donde se encuentra el último Jedi, Luke Skywalker –repite el MacGuffin de Una Nueva Esperanza-. Descubierto por La Primera Orden, el mejor piloto de la Resistencia, Dameron, debe entregar esa información a BB-8, el nuevo androide que llegó para conquistar a grandes y chicos. Este Astromech que queda varado, debe encontrar ayuda y allí es donde se cruza con Rey, una chatarrera que fue abandonada en ese planeta cuando era pequeña. Ambos, con la ayuda de un Stormtrooper que decide buscar un nuevo camino alejado de planes de La Primera Orden, se embarcan en una aventura que posee de todo: comedia, drama familiar, el camino del héroe, y lo más esperado, se toparan con los secretos de La Fuerza y el malvado y enfurecido Kylo Ren. El drama familiar es la verdadera historia de Star Wars. Olviden la Fuerza, las referencias religiosas, incluso cualquier profundidad filosófica. Hasta de la lucha por el poder. Star wars es una telenovela traducida a épica galáctica que se extiende por tres generaciones de familias enfrentándose y reconciliándose. Y esta idea es fundamental para entender El Despertar De la Fuerza. También vuelve las batallas. Hay que atacar, contraatacar y evadir persecuciones. También hay duelos de espadas laser, los mejores de las siete películas. Sin tanta acrobacia como en el episodio I, II y III, pero con más dinamismo y coordinación que en la trilogía original. Y hay humor, más de lo esperado y encima funciona de forma impecable. Los personajes, los nuevos y los viejos, son tratados con amor, afecto y respeto a la historia, a su carácter y a su historia. Pero se destacan tres: BB-8, Kylo Ren y Rey. El pequeño astromech, que ya tiene una replica en el mercado capaz de manejar desde el celular, es parecido a una pelota de fútbol, de lo más divertido de la película y el personaje más expresivo. Bill Hader y Ben Schwartz aportan su voz para contruir las expresiones de este adorable personaje. El villano de turno es Kylo Ren. Desde la apariencia, ya es aterrador. Todo un conflicto interno lo conduce al lado oscuro. Enojado con su destino, obsesionado con el poder y entregado a la voluntad de Snoke, Kylo Ren, interpretado por Adam Driver, es un villano a la altura de las circunstancias. Por último se destaca Rey, la gran protagonista de esta historia. Eso se supo desde que se publicó el póster de El Despertar de la Fuerza para IMAX. La joven actriz, Daisy Ridley, posee un carisma sin igual. Su sonrisa, su mirada, todo se vuelve un imán de sensaciones. Aprobó con crecer en un primer gran papel en pantalla. Pasó mucho en el medio en estos treinta años de historia en aquella Galaxia muy, muy lejana. Pero de la mano de Lawrence Kasdan, el guionista, y J. J. Abrams, el director, han desarrollado una historia muy similar al esquema de Star Wars: Una Nueva Esperanza, empezando por un planeta desértico, alguien que pasa una información en un pequeño robot hasta… El concepto en el que sostuvo la trilogía inicial: la esperanza. Aquí me voy a permitir unas líneas: la parte más ingrata de esta actividad de analizar las películas es que cuando ves algo que verdaderamente te gustó y te llena de felicidad, hay que reconocer que no todo es color de rosa y que el film tiene algunas fallas. Primero que para explicar algunos puntos argumentales esenciales habrá que esperar al Episodio VIII y que aclare muchas cuestiones que quedaron en el aire. No debe ser algo que se les haya pasado por alto, solo un gancho para mantener atrapado al espectador, pero en Star Wars eso no es necesario. Por otro lado la relación entre los nuevos personajes está bastante forzada. Sobre todo la de dos de ellos que prefiero no ser tan específico y dejar que el espectador saque sus propias conclusiones. J.J. Abrams, el director más querido por los fans de Star Wars hoy. Eso si ya viste El Despertar De La Fuerza. El director de Misión Imposible 3, creador de una serie que forma parte de la revolución de las series; Lost y quién dirigió dos películas de Star Trek, prometió hace más de un año y medio que iba a hacer una película que recupere el espíritu original de esta historia. Y no mintió. Corrigió defectos pasados e introdujo nuevos personajes sobre los que puedan descansar futuras entregas. El significado o el impacto cultural de lo que armó JJ en el episodio 7 es inconmensurable. Como ya demostró en Star Trek y aquí confirma que sabe complacer a la industria y el público por igual, pero no del todo que sea capaz de contar cosas o generar emociones propias. Pero ya que vamos a seguir soñando sobre las cruces de la Fuerza y la familia Skywalker, quizás, en el futuro, debería explorar nuevos rincones de esa Galaxia muy muy lejana y salirse, solo un poquito, del esquema y la fórmula del éxito. Atrás quedan las precuelas, sus debates cuestionando cruelmente los efectos, la dirección de actores y Jar-Jar Binks. De nuevo está Han Solo al mando del Halcón Milenario, su coequiper Chewbacca, la General Leia Organa y… de fondo, esa melodía de John Williams que se niega a envejecer. Todo está armado para que usted, fan desde que tiene uso de razón, se emocione y la vea más de una vez en el cine. Pero también es para su hijo, su hermano o sobrinos que se van a enamorar de la historia de Rey, Finn, Poe Dameron y BB-8.
Crítica emitida por radio.
Revitalizar el mito Décadas atrás nacía un mito, consolidado en una historia y en una galaxia muy muy lejana, que rápidamente se nutrió de personajes increíbles y que despertaron en cada espectador la curiosidad por querer saber de qué se trataba ese western espacial donde los caballos se transformaban en naves; los indios en habitantes del desierto arenoso, cubiertos por máscaras y túnicas, sin sheriff a la vista pero con el caos dominando la escena y la resistencia de aquellos que no estaban dispuestos a claudicar una batalla entre el bien y el mal. Nacía un mito desde la imaginería de George Lucas, un niño en cuerpo de adulto que admiraba el cine de aventuras y los seriales de su infancia, que suponían un pacto entre el espectador y el hacedor: la capacidad de creer. Y eso fue la esencia de todo, la idea de leyenda y personajes vivos simplemente porque había necesidad de creer en sus aventuras, en sus aprendizajes de vida y en su tránsito por el lado oscuro o la tentación de hacer mal las cosas y abonar al caos imperante en el universo. Dejemos de lado el rebote filosófico o pseudo religioso para comprender una idea más sencilla que implica buenos y malos; oscuridad y luz, sin otra carga binaria que esa y en el que el principal motor de fe es la aventura hacia lo desconocido. Star Wars significó a lo largo de los años la recuperación del cine como mito y no de la representación del mito dentro del cine porque la suspensión de la racionalidad se remplazó por la capacidad del asombro y la confianza en el verosímil, despojado de toda realidad para que los héroes o heroínas se acerquen al arquetipo pero sufran las contradicciones humanas y los dilemas que arrastran los mandatos y los legados paternos. Padres e hijos ocupan el centro de esta historia y padres e hijos ocupan butacas en los cines o sillones en la comodidad de sus hogares, como parte de la herencia del padre George, el todopoderoso y creador que lo único que pidió desde el minuto en que el Episodio IV llegara a los corazones de cada uno de esos niños y padres fue simplemente revitalizar el mito. Y si de herederos o legados se trata qué mejor que J.J. Abrams, responsable de la revitalización de Star Trek para tomar la posta de la saga más importante de la historia del cine, sin caer en el lado oscuro de la tecnología, en la tentación de la solemnidad que atravesó el concepto de la trilogía donde la pereza de George Lucas se perdona a medias, y los interrogantes sobre tamaña lapidación de recursos e ideas albergan las mejores respuestas hoy en todas las correcciones de rumbo de la mano del creador de la serie Lost. Sin entrar en detalles, El despertar de la fuerza es por lejos el retorno esperado por todos, desde el fanático más religioso de Star Wars, hasta aquel público que intenta un encuentro con aquella mística transmitida oralmente por generaciones. Basta con entender el efecto espejo buscado como una versión aggiornada de la Guerra de las galaxias no sólo por la recuperación de sus personajes emblemáticos bajo la premisa de la funcionalidad para la historia y no el mero recuento o partido homenaje para satisfacer la espera porque el rol de Han Solo es imprescindible para que el mito recupere esa fuerza y que desde su impronta comunique a la nueva generación, Rei y Finn por ejemplo, que todo lo que escucharon no era leyenda sino verdad. En ese sentido para que El despertar de la fuerza funcionara la recreación del universo no podía ser digital y las coreografías de los ataques aéreos debían comprenderse de A a Z como si J.J hubiese filmado una peli bélica de aviones. El ensamble entre lo nuevo y lo viejo, el dialogo permanente entre lo artesanal y la técnica, es lo que hace de su opus una rara avis y su prodigiosa dirección un soplo de aire a la decadencia narrativa de Hollywood, por confiar en una estructura clásica y en la que cada subtrama se desarrolla al mismo nivel sin diálogos explicativos. J.J confía en el valor del plano para dejar la información necesaria, hace del detalle no un puente exhibicionista sino el ornamento adecuado al embellecimiento de la imagen porque un mito sin una imagen es tan estéril como una leyenda sin historia. Por eso si hay algo que agradecerle al padre George Lucas y al heredero J.J Abrams es haber depositado en cada uno de los espectadores la difícil tarea de creer y apostar -como un acto de fe- a que el cine siempre necesitará de creyentes para que el sentido de su existencia renueve El despertar de la fuerza de la imagen.
NO SOY FAN No soy fan, nunca lo fui. No es mi universo Star Wars, tampoco mi vida, pero desde chica vi pasión, obsesión y emoción en torno a ese inmenso universo creado por George Lucas. Recuerdo a William Shatner decir en un sketxh de SNL “Get a life” y me reí mucho. No hay límites cuando una persona es fan… El cine es pasión. Esta séptima entrega superó las expectativas, no solo de los fans, sino de una persona común, que ve cine, que ama el cine, y que ama la fantasía, la ciencia ficción, y ver en pantalla grande una aventura galáctica única, es emocionante. Esta entrega está repleta de efectos especiales durante los 135 minutos, en donde hay adrenalina, no hay baches, hay humor, peleas bien ensayadas. Hay todo lo que se puede pedirse en este género. Hay guiños para los fanáticos y emoción para las viejas generaciones, en especial al ver a Harrison Ford y a Carrie Fisher, otra vez. (¿Qué habrá pasado que no se vieron por 30 años…?) Y fue así que treinta años después de la victoria de la Alianza Rebelde sobre la segunda Estrella de la Muerte (hechos narrados en el episodio 6: El retorno del Jedi), la galaxia está todavía en guerra y una nueva República se ha constituido, pero una siniestra organización, la Primera Orden, ha resurgido de las cenizas del Imperio Galáctico. La Princesa Leia, con otro peinado (más de abuela) es ahora una General y sigue siendo la reina guerrera de la resistencia. Y Han Solo ha estado por todos lados con su inseparable y fiel amigo Chewie. En esta oportunidad Star Wars, El Despertar de la Fuerza, nos muestra y recuerda a la idea original, la esencia de la saga. Nos encontramos con los héroes de siempre, que luchan ahora en la Resistencia, y se suman nuevos: Poe Dameron, un piloto de caza, Finn un desertor de la Primera Orden y una cuota de humor, Rey, una joven chatarrera que cambiará todo (muy buena actuación en esta joven que promete), y también un BB-8, androide rodante (la cuota de diversión y “ternura”). También se aprecia una excelente actuación de Adam Driver, como Kylo Ren, el nuevo Señor Oscuro, cruel y rencoroso. No analizaré todo técnicamente sobre el film, ya está todo dicho (casi). Lo real es que J.J. Abrams cuidó el universo de su único creador, y brindó al público lo que ellos esperaban… y un poco más.
Esta es una historia sólida y atractiva donde la acción no decae nunca, es el reencuentro con el pasado, llena de guiños, pinceladas de humor y emoción, su banda sonora estupenda, nuevos personajes protagónistas, muy simpatico BB8 un “droide” adorable, un gran casting, divertida para las viejeas y nuevas generaciones. La franquicia, está ahora en manos de Disney, con la dirección J.J. Abrams (“Star Trek”, “Misión imposible III”). Atrapará a viejas y nuevas generaciones. Sale con 451 copias, un verdadero record.
Ni tanto ni tan poco. Para empezar, el que quiera aventuras muy bien filmadas y con buen pulso narrativo, las tendrá. Claro que en cierto sentido es necesario ser un fan de Star Wars para que todo funcione emocionalmente como se pretende. Abrams genera en realidad una remake de la primera de las películas, la fundacional de 1977, y da su propia versión: nos cuenta por qué, para él, Star Wars ha sido tan importante. Por cierto, esta versión está mejor “hecha” que la primigenia, aunque tiene varios problemas. El primero, que el peso de una mitología que se ha vuelto rápidamente universal lo obliga a juntar elementos que no funcionand del todo bien. Y eso le quita vuelo y libertad. En otros, la necesidad del vértigo quita peso a las relaciones entre los personajes -quizás lo mejor sea la que se desarrolla entre los nuevos héroes Rey (Daisy Ridley) y Finn (John Boyega), más el nuevo robot BB-8, muy parecido a un Wall-e redondo). A la hora de la acción, hay planos virtuosos y llenos de invención. Pero en otros momentos -el encuentro entre Carrie Fisher y Harrison Ford- parece que todo se concentrara más en la memoria emotiva del espectador que en la construcción de una verdadera tensión emocional. El espectáculo, de todas maneras, llena al fan y convence al neófito. Más que una gran película, una buena película con sus virtudes y sus defectos, eso sí, muy personal.
Marca un nuevo momento histórico en el cine de ciencia ficción espacial Cuando uno se encuentra como espectador frente a un fenómeno semejante como lo es la saga de Star Wars, indefectiblemente se ponen en juego las múltiples sensaciones que se conjugan y revuelven en la mente: espectacularidad, nostalgia, espíritu curioso, cierto temor, capacidad de reflexión, emoción, y por supuesto una profunda admiración. El estreno de “Star Wars Episodio VII: El despertar de la fuerza” viene precedido de mucha/s historia/s. En principio, lo logrado por la trilogía basal (entre 1977 y 1983) como fenómeno cultural y re significación del cine de aventuras imbuido claramente en la lucha del bien contra el mal, nombradas “la fuerza” y “el lado oscuro” respectivamente. Luego, lo hecho por George Lucas dirigiendo los Episodios I, II y III que terminó por confirmarlo como el gran creador de este universo en desmedro de su capacidad como director. Finalmente la gran noticia del año pasado cuando Disney confirmó la compra de la franquicia y la puesta en marcha de una nueva trilogía para regocijo de billones de fans en todo el mundo. Acá sí que la gran decisión, el gran cambio fundamental conformado como una apuesta a futuro, fue el iluminado llamado a otro iluminado como J.J. Abrahams. Es, para Star Wars, como si el Real Madrid comprase a Messi hoy. La referencia al equipo madrileño, en términos de rivalidad, no es casual porque el creador de “Lost” (2004/2010) venía de reinventar Star Trek, la saga que siempre ha corrido detrás del mundo de Darth Vader y compañía. “Hace mucho tiempo en una galaxia muy, muy lejana” (la particular forma de decir “Había una vez” acuñada por Lucas) es lo primero que leemos. Luego vendrá la obertura de la banda de sonido de John Williamas que arranca el aplauso de todos. Estamos situados unos 30 años después de que los Ewoks y los rebeldes festejaran el triunfo sobre el Imperio. Luke Skywalker (Mark Hamill) ha desaparecido, y la princesa Leia (Carrie Fisher) ha mandado a un piloto para tratar de encontrar el mapa que lo lleve a él, pues hay rumores de que el Imperio se está rearmando con un arma mucho más poderosa que la frustrada Estrella de la Muerte. Así las cosas. Poe (Oscar Isaac) es el piloto, Finn (John Boyega) es un soldado desertor, Kylo (estupendo, Adam Driver) viene a ser como el “nuevo” Vader, y Rey (Daisy Ridley) es una chatarrera que, como Luke en Episodio IV, vive casi resignada. Sobre estos cuatro personajes girará una historia que se beneficia con la inclusión de los viejos y queridos de antaño. En especial Han Solo (Harrison Ford) y Chewbacca (Peter Mayhew) que se transforman en el puente que une la generación del “medio” con la actual. Dos factores influyen claramente: la dirección de J.J. Abrahams que logra balancear (como un Jedi) las transiciones con las escenas de acción cada una en sus dosis justas para aportar dramatismo sin llegar al regodeo. “Star Wars Episodio VII: El despertar de la fuerza” es perfecta en ese sentido porque si bien toma un código que ya conocemos todos, y hasta se podría decir que es una remake de los (ahora) episodios del medio, logra adquirir personalidad propia a pura fuerza narrativa y estética. Desde el punto de vista de la presentación de los nuevos personajes es Una nueva esperanza, con el manejo de la oscuridad que tiñe el mal y el despertar del bien es El Imperio contraataca, y en la dinámica de la aventura es El regreso del Jedi. Todo es posible gracias al invalorable aporte de Lawrence Kasdan como guionista junto a Michael Arndt y al propio realizador que lleva su obra a un ritmo más cercano a su admirado Steven Spielberg. Aparecerán homenajes por todos lados, desde armas y vehículos a referencias puntuales. El aspecto del mundo de los fanáticos está claramente muy cuidado en esta producción, pero sin dudas se trata de un relanzamiento que impulsa e inyecta una energía arrolladora para lo que se viene. Es más, estando en plena temporada de premios, no sería de extrañar una decena de nominaciones que incluso haga justicia con las 10 recibidas en su momento por la original. Un momento histórico en el cine que arranca su carrera para romper todos los récords, todo el marketing; pero principalmente todos los corazones.
La ambigüedad de la idiosincrasia bélica. Una vez más J.J. Abrams demuestra su enorme sensatez como realizador y redondea la mejor película posible de la saga intergaláctica más famosa, dentro de las limitaciones que impone el Hollywood higiénico contemporáneo. En Star Wars: El Despertar de la Fuerza (Star Wars: The Force Awakens, 2015) el neoyorquino lleva a cabo una triple lectura del universo en cuestión, que a su vez se traslada de manera prístina al espectador: tenemos la reinterpretación clasicista (una remisión a la estructura narrativa de la trilogía original de las décadas del 70 y 80), la ideológica (el conflicto entre absolutismo y democracia sigue vigente, ahora bajo la apariencia de una suerte de guerra civil entre la Primera Orden y la Resistencia, ésta última amparada por la República) y finalmente la nostálgica (hoy sin dudas resulta fundamental la inclusión de personajes archiconocidos y referencias sutiles). Todo en la propuesta funciona como un espejo -al mismo tiempo respetuoso y vitalizante- de lo que fuera el origen de una franquicia multimillonaria, propiedad por estos días de The Walt Disney Company desde la adquisición en 2012 de Lucasfilm: haciendo propio el catalizador de La Guerra de las Galaxias (Star Wars, 1977), centrado en un androide que guarda un secreto muy importante para el destino de la contienda, la trama construye una dialéctica basada en los genocidios, los detalles melodramáticos y un nuevo trío principal compuesto por la chatarrera Rey (Daisy Ridley), el stormtrooper renegado Finn (John Boyega) y el piloto Poe Dameron (Oscar Isaac); “reemplazos” de Luke Skywalker (Mark Hamill), la Princesa Leia (Carrie Fisher) y Han Solo (Harrison Ford), respectivamente. La vehemencia y la rigurosidad del fanático son sinónimos de un éxito de corazón vertiginoso. La estrategia del director es extremadamente sencilla y apunta a dos líneas de acción, así en primera instancia se decide a corregir los desniveles de la progresión general de las precuelas (aquí enfatiza el desarrollo de personajes y la dimensión humana de la historia) y en segundo lugar deja de lado la fastuosidad de la humillación política de antaño (ahora descubrimos que desapareció por completo aquella preocupación por edificar un retrato meticuloso acerca de la génesis de una dictadura). Sin embargo, es en el apartado visual y la escenificación donde encontramos la mayor cantidad de cambios: en vez de la prolijidad estéril de los CGI y un entorno metropolitano sobrecargado, en esta ocasión predomina un equilibrio entre los “practical effects” y las criaturas/ naves/ explosiones animadas, lo que deriva en un regreso a los desiertos y los bosques, el asilo de la heroicidad de los apóstatas. Como no podía ser de otra forma tratándose de un entramado melancólico de esta índole, el relato invoca géneros como el western, el cine bélico y las aventuras, apoyándose en los pilares conceptuales que ofrecen los protagonistas, léase el desamparo de Rey, la disidencia pragmática de Finn y la osadía de Dameron. Más allá de la excelente intervención de Ford, en Star Wars: El Despertar de la Fuerza se destaca el desempeño de Boyega, a quien ya pudimos ver en la genial Ataque Extraterrestre (Attack the Block, 2011), debido a que su derrotero pone en primer plano la conciencia que ha ganado la saga en lo que respecta a la ambigüedad de la idiosincrasia castrense y su “complejo de culpa”. Abrams recupera el viejo arte de metamorfosear los errores y contradicciones de los personajes en un imán para la empatía, el humor afable, los arrebatos más entusiastas y ese naturalismo a nivel macro. Desde ya que la película no puede escapar del todo de determinados vicios de la industria cultural de nuestros días (mientras que algunos seres se hubiesen beneficiado con simples prótesis faciales, Ridley por su parte cumple con dignidad aunque por momentos bordea los clichés de los profetas del páramo) y la experiencia en su conjunto no resiste un análisis en profundidad en el campo de las novedades concretas (el desenlace toma elementos de las tres obras originales y deja muy poco margen para la sorpresa). No obstante, el film cuenta con la inteligencia suficiente para compensar con creces estos déficits que pueden ser atribuidos al conservadurismo actual del séptimo arte, logrando apabullar en lo referente al ritmo narrativo y la carnadura de nuestros adalides -sin caer en la literalidad durante gran parte del metraje- y enarbolando el furor más ingenuo de un pasado que sigue presente…
Vuelta a las raíces Star Wars: El despertar de la fuerza retoma el tono, los personajes y el humor de la primera trilogía. Comentario libre de spóilers. Si los fans temían por los resultados de la nueva entrega de Star Wars; su director J. J. Abrams temía aún más por la reacción de los fans. Los mutuos recelos pueden aplacarse: el director se esmeró, ante todo, para que El despertar de la fuerza respete la sacra franquicia de George Lucas. Desde la clásica tipografía que se pierde en la pantalla estrellada (que pone piel de gallina a los seguidores de la saga), el filme está repleto de guiños que, más que homenajes vintage, son una manera meticulosa de volver a las raíces. Sin prólogo, la historia presenta enseguida a sus nuevos personajes: Finn (John Boyega), un stormtrooper desertor; Poe (Oscar Isaac), un piloto de la Resistencia cuyo androide BB-8 carga información valiosa; y la joven buscadora de chatarra Rey (Daisy Ridley, actriz inglesa, la nueva Keira Knightley), que vive en el marginado planeta Jakku. En la vereda de enfrente, en el Lado Oscuro, Kylo Ren (Adam Driver) es el nuevo villano. Su aspiración, claro, es que la Primera Orden (reencarnación el Imperio) acabe con la Resistencia. Para eso, debe secuestrar la información que esconde BB-8. Pasaron 30 años desde los acontecimientos del Episodio VI. A lo largo de su misión, estos nuevos personajes se reencontrarán con los héroes clásicos, cuya inclusión legitima esta nueva historia y, sobre todo, traza una línea filiatoria con la trilogía original, abandonando las referencias a la segunda y criticada trilogía. Así, de a uno, aparecen Chewbacca y Han Solo (Harrison Ford, envejecido pero con el magnetismo intacto, incluso para cargar con gran parte de la acción del filme); Leia (su rol es menor en la trama); C3-PO y R2-D2 (que sólo están para activar la fibra nostálgica) y el mismo Luke (mejor no adelantar demasiado sobre su rol para evitar spóilers). Tradición renovada Las comparaciones pueden ser odiosas pero son inevitables en la saga más importante del cine de ciencia ficción del siglo pasado. Pero también son inevitables porque el mismo J. J. Abrams busca, como un arqueólogo empecinado, retomar esa tradición y continuarla. ¿Cómo la retoma? El despertar de la fuerza vuelve a las fuentes de las clásicas películas de aventuras: la meta de los héroes es sencilla, se prioriza el relato dinámico, la música (el emblemático tema de John Williams, en este caso) acompaña y subraya la acción. El director no se deja tentar por los efectos especiales de Disney y los usa sólo para agilizar el ritmo del relato, que sutilmente se actualiza a los estándares actuales (la secuencia de lucha con sables láser en la nieve es simple y prodigiosa). La operación no sólo recupera el género de aventuras (como J.J. lo hizo en Súper 8). El filme también retoma la identidad setentista del western galáctico: los paisajes áridos y desérticos de varios planetas; las máquinas y naves de aspecto analógico, cubiertas de polvo. La estética de esa galaxia moderna y decadente es fiel, y el Millenium Falcon, la nave de Han Solo, yace en una chacarita como un Renault 12 galáctico. Incluso vuelven las transiciones retro entre escenas. Lo más destacado de ese giro al pasado, sin embargo, es el humor: El despertar de la fuerza deja atrás la solemnidad de los episodios I, II y II (incluso abandona el tono grave que impera en las recientes películas de ciencia ficción y superhéroes). Los momentos cómicos del filme abundan, descontracturan y hacen respirar la película. Aunque pueden resultar extraños para los espectadores más jóvenes. Sólo para el desenlace se reservan el drama y la gesta épica. ¿Y hacia dónde continúa? Hay que admitir que J. J. se preocupó más por retomar que por inventar. Pero arroja algunos hilos para las próximas dos películas: simplifica las explicaciones mitológicas y políticas de su galaxia, presenta pocas nuevas criaturas pero encantadoras (el empático BB-8, la astuta Mazz), como en Lost apuesta por la diversidad (una actriz y un actor negro encarnan a nuestros héroes). Quizás faltan sorpresas y riesgo. Quizás están reservados para la próxima entrega. Lo cierto es que El despertar de la fuerza hace honor a su título. Y su final abre las perspectivas.
¿Qué agregar sobre la importancia de la saga de Star Wars? Con decir que, a partir de 1977, La Guerra de las Galaxias (a la que luego se le sumó Episodio IV: Una Nueva Esperanza), El Imperio Contraataca (ahora Episodio V) y El Retorno del Jedi (también Episodio VI) cambiaron la historia del cine y de la cultura pop se estaría haciendo una buena síntesis. Sin duda, George Lucas dio en el blanco cuando mezcló mitos antiguos, seriales de ciencia ficción de los 40, westerns y film de samuráis para engendrar una mitología propia, con sus propios héroes, villanos y mundos. Un universo que fue refinando y al que agregó tres películas más, en clave de precuela: Episodio 1: La Amenaza Fantasma, Episodio 2: El Ataque de los Clones y Episodio 3: La Venganza de los Sith. Pero el pionero no siempre es el mejor. Así como Lucas merece un monumento, él debería hacerles monumentos (varios y bien, bien grandes) a quienes mejor supieron ejecutar su gloriosa sinfonía: para empezar, Irvin Kershner y Lawrence Kasdan (director y guionista, respectivamente, de El Imperio Contraataca, aún considerada la mejor), ahora, a J.J. Abrams, responsable de Episodio VII: El Despertar de la Fuerza. Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana, pero décadas después del final de El Retorno del Jedi, la paz es acechada por un nuevo peligro: la Primera Orden, organización surgida de lo que supo ser el Imperio. El brazo ejecutor es Kylo Ren (Adam Driver), un mortífero individuo de vestimenta negra y máscara, como Darth Vader en su momento, en busca de un mapa que puede conducir a Luke Skywalker (Mark Hamill), desaparecido tiempo atrás. Un clima siniestro, pero aparecerán héroes: Rey (Daisy Ridley), una joven aldeana; Poe Dameron (Oscar Isaac), un piloto de la Resistencia; y Finn (John Boyega), un stormtrooper huyendo de su rol de asesino al servicio de los malos. Y junto a ellos, el regreso de personajes míticos: Han Solo (Harrison Ford), Chewbacca (Peter Mayhew), todavía en el rubro de cazarrecompensas, y Leia (Carrie Fisher), ahora General de la Resistencia. En cuestión de horas, deberán impedir que Kylo Ren obtenga el mapa y que una máquina de guerra, mil veces más grande que La Estrella de la Muerte, acabe con toda la galaxia. Como lograra con las sagas de Misión Imposible y Star Trek, Abrams revitaliza la invención de Lucas gracias a un balance milagroso entre los ingredientes que hicieron únicas a las primeras películas (conecta especialmente con La Guerra de las Galaxias, incluso a la hora de captar la frescura) y un film que se sostiene por sí mismo, sin caer sólo en los guiños para devotos. Su notable estilo visual y su sentido del ritmo se complementan con el guión del muy añorado Kasdan. El resultado: aventura, humor, tragedia griega y la capacidad para entusiasmar y asombrar tanto a los fanáticos más veteranos como a una generación que recién empieza. Los recursos cinematográficos, la preocupación por la historia y los personajes y un trabajo de arte y de maquillaje que privilegia lo artesanal por sobre lo digital humillan a los episodios I, II y III. En aquellas oportunidades, el propio Lucas pretendió contar los orígenes de Darth Vader como verdugo, pero su engolosinamiento con la tecnología digital le nubló los sentidos y no se preocupó en hacer un buen casting para el papel de Anakin, además de no saber dirigir a actores como Ewan McGregor y Natalie Portman. De hecho, Abrams y Kasdan, además de presentar nuevos héroes, sacan a relucir su talento en el desarrollo de un nuevo ícono malvado de la franquicia. Y deteniéndose en el elenco, las jóvenes incorporaciones -bien elegidas y muy bien aprovechadas- encajan perfecto y no tardan en cautivar. Isaac y Boyega ya venían de demostrar su capacidad en otras películas, pero la debutante Daisy Ridley es la verdadera revelación: convincente a la hora de expresar emociones y de luchar contra rivales. Si se la lleva bien, no tendrá techo. BB-8, el nuevo y simpático robot, cumple una función dramática y no es una mera excusa para vender muñecos. Adam Driver demuestra que puede ser un villano a la par de Vader, incluso más complejo y feroz. Siguiendo con el Lado Oscuro, Domhnall Gleeson es como una versión actual de Moff Tarkin (Peter Cushing) y Andy Serkis da otra cátedra de actuación con captura de movimiento, en el rol del verdadero líder de la Primera Orden. Las presencias de Harrison Ford y Carrie Fisher, al igual que Chewie, C-3PO (Anthony Daniels) y R2-D2, funcionan como las anclas principales con la trilogía original. ¿Y Mark Hamill? De eso no se puede dar detalles… Star Wars: El Despertar de la Fuerza toma la esencia pura y dura de esta mitología y la lleva más allá, en una dirección excitante y novedosa, sin darle la espalda a la nostalgia pero tampoco ignorándola. Además, es la prueba de la importancia de un buen guión, no sólo en esta saga sino en toda película, y que para filmar vibrantes e inolvidables secuencias de acción no es necesario hacer un videojuego de dos horas. Sin duda, una de las mejores Star Wars y el comienzo de nuevas grandes epopeyas.
El regreso de los viejos y queridos héroes galácticos “Star Wars” son muchas películas en una misma historia que se repite siempre a partir de tres ejes: la acción, el dramón familiar y la historia política del planeta Tierra llevada a toda la galaxia. Con el esperado estreno de “El despertar de la Fuerza” ya son tres las generaciones familiares odiándose y amándose, enfrentándose y reconciliándose, y esta idea es fundamental a la hora de entender la saga. También, hoy son tres las generaciones de seguidores alcanzados por la saga inaugurada en 1977 con “Una nueva esperanza”. Casi 40 años de distancia entre aquel estreno inesperadamente exitoso, con planetas de tergopol colgando, maquetas, y naves y guerreros rígidos como soldaditos de plomo, a este estreno en 3D, tan sobrio como fluido. “El despertar de la Fuerza” no hace un derroche de lo digital, tal cual ocurrió en la trilogía de precuelas realizadas por el mismo Lucas entre 1999 y 2005, películas subestimadas hasta por los propios seguidores, a pesar de que fueron siempre muy útiles para entender la historia. Pero sí, es cierto, la nueva película está lejos de estas precuelas. Hasta las naves se parecen más a las de los años 70 y 80. No es casual la reaparición de aquella enorme chatarra voladora de Han Solo llamada Halcón Milenario. Ni es un mero guiño al pasado, sino que la vieja nave viene acompañada por el mismísimo Han Solo, la princesa Leia, Lucas Skywalker y el lanudo Chewbacca. Los héroes de las primeras tres películas. Los seguidores de la saga seguramente se emocionaron con el abrazo entre Solo y Leia —Harrison Ford y Carrie Fisher—, ahora dos adorables setentones. El despiadado paso del tiempo no perdona a nadie, ni siquiera a los héroes del séptimo arte. Se sabe, Solo y Leia están tan grandes como muchos de sus fans. “El despertar...” es la secuela de “El regreso del Jedi” (1983). Pasaron tres décadas y la galaxia está gobernada por la Primera Orden, nacida de las propias cenizas del Imperio. En la vereda de enfrente están los resabios de la República y la Resistencia, liderada por la ex princesa Leila. Estos están a la búsqueda de Luke, oculto en algún recóndito planeta. Es esencial su regreso para que no desaparezcan los Jedi. El Lado Oscuro también quiere saber su paradero, claro que por otros motivos, pero, sin embargo, nadie parece saber dónde está el ahora viejo Jedi. Por todo esto, eran necesarios los regresos a la saga de Ford, Fisher y Mark Hamill (Luke). Por otra parte, los nuevos personajes que encarnan Oscar Isaac, Daisy Ridley, John Boyega y Adam Driver, son en realidad variaciones de lo representado entre el 77 y el 83 por Han Solo, la princesa Leia, Lucas Skywalker y Darth Vader. A Harrison Ford —Han Solo, el mítico contrabandista-estafador y héroe sin quererlo de la Alianza Rebelde— se lo ve disfrutar como un chico en este regreso. Es un imán en la historia, pero no avasalla ni es el centro de la trama. Y sigue siendo un actor de pocos recursos cuando no está en medio de una acción. La dirección de J.J. Abrams fue un acierto, a pesar de que en varios momentos del filme esté más cerca del tono de “Mad Max” —grandes desiertos, montañas de chatarras y la tonalidad nihilista y apocalíptica de algunos planetas— que del autor de la saga, George Lucas. En realidad, “El despertar...” puede verse como el gran regreso de la saga, de su tradición hoy mitológica. Y también se puede ver, una vez más, como pequeñas historias que se repiten con mínimas variaciones en la gran historia (el droide que lleva oculto un mensaje secreto, como en el primer filme; la búsqueda del punto débil de las fuerzas del Imperio). Encima, es el inicio de una nueva trilogía. Por lo cual, se trata de un sentimiento contradictorio: por un lado la descarga de adrenalina y emoción por el nuevo estreno y, por otro, el convencimiento de que no queda nada nuevo por decir en la historia.
Volvió la magia de "Star Wars" Treinta años después de la Batalla de Endor, la galaxia no ha podido acabar con la tiranía y la opresión. La Alianza Rebelde se ha transformado en la `Resistencia` y combaten los restos del Imperio, ahora renombrado como la `Primera Orden`. “El despertar de la fuerza” entretiene de principio a fin, sin falencias, con humor, acción y un gran guión. Pantalla en negro, logo de LucasFilm (franquicia creada por George Lucas, hoy de Walt Disney Company) y la clásica frase: “Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana...”. Comienza a sonar el tema principal de “Star Wars”, que también hace su aparición en forma de logo, con fondo espacial. Casi imposible no emocionarse con esa sinfonía llena de vientos, tan épica y presagio de una nueva aventura espacial. Treinta años pasaron desde los sucesos que vimos en “El retorno del Jedi”. La lucha entre el bien el mal continúa, y con los caballeros Jedi extintos y considerados tan sólo “un mito”, lo que antes era el Imperio ahora es llamado la Primera Orden y lo único que sobrevive de esas batallas pasadas es el lado oscuro de la fuerza. La princesa Leia (Carrie Fisher) -ahora general del ejército de la Resistencia- envía a su mejor piloto, Poe Domaron (Oscar Isaac) a buscar un mapa con la ubicación de Luke Skywalker (Mark Hamill), de paradero desconocido y alejado de todo, tras un grave incidente del que se siente culpable. El piloto es buscado por el misterioso Kylo Ren (Adam Driver), un ex aprendiz de Jedi que se pasó al lado oscuro (como le pasó a Annakin- Darth Vader) y que luce una máscara y atuendo similar al que lucía el gran villano de la saga. “Terminaré lo que él empezó”, dice, enojado cuando su alma malévola se ve permeada por el lado luminoso, lo que nos puede hacer adivinar qué tipo de genes tiene. Mucho pasará en el camino, y por supuesto aparecerán Han Solo (Harrison Ford) y su fiel ladero Chewbacca, parte del equipo que luchará para que triunfe el bien sobre el mal. Todos conformes El director J.J Abrams se confesó fan de la saga y, respetando la ortodoxia de “Star Wars” (si hablamos de fanatismo existe dogma, queramos o no) realizó un filme que tiene todo lo que a él y a los millones de seguidores alrededor del mundo le gustaría ver. O, mejor dicho, que deben verse en una película de la “Guerra de las Galaxias”. Con una duración que apenas sobrepasa las dos horas, “El despertar de la fuerza” entretiene de principio a fin, sin falencias, con humor, acción y un gran guión -todo esto más destacado si recordamos los episodios solemnes I, II y III-. Otro acierto de la producción fue quitar de las publicidades el número VI, para incluir a aquella gente que, aún no tan empapada en la historia, pueda disfrutar el largometraje de igual manera. Fuerte en el relato, efectos especiales a la altura de las circunstancias, entretenimiento inocente y la épica correspondiente, dejan como resultado una obra exacta, sin falencias.
Casi 40 años pasaron desde la primera entrega de Star Wars, que marcaría un antes y un después en la historia del cine, llevándose todos los elogios y ganando seguidores por doquier, en ese momento de la mano del director George Lucas. Hoy, y luego de 6 episodios en manos del mismo director, la historia es distinta pero la magia sigue intacta. Disney adquirió ya hace unos años el estudio LucasFilm y relanzo la saga Star Wars con el anuncio de un nuevo episodio, marcando la locura de todos los seguidores, que estaría a cargo del reconocido director J.J. Abrams. Hay que mencionar que existía una gran incertidumbre sobre si la saga tendría un giro brusco y como esto repercutiría en la misma y en los seguidores. ¡Tranquilo! ¡Pueden dejar de lado sus miedos! Toda teoría que indicaba que J.J Abrams no lograría adaptarse y representar el mundo creado por George Lucas, quedo descartada. Star Wars: El Despertar de la Fuerza respeta a raja tabla las bases de la saga, hasta el más mínimo detalle, tan así que la película tiene un gran, posiblemente excesivo, parecido con otro episodio que no vamos a mencionar para que no arruinar la experiencia. Así que nostálgicos, preparen los pañuelos para la que ya es una de las películas con más ventas en la historia gracias al fanatismo de sus seguidores, que reúne a personas de todas las edades, porque así es Star Wars, tengas la edad que tengas cuando vez estas películas quedas impactado con el mundo creado y todo a su alrededor. Sin ahondar en muchos detalles, y como nos tienen acostumbrados, esta primera entrega de la trilogía sirve de introducción a la misma, tanto sumando a los personajes que continuaran en la próxima entrega como sacando a quienes no, con unas actuaciones más que aceptables salvo un protagonista preponderante en particular, que personalmente no me gusto. Si bien suceden muchas cosas, al ser repetitivas a anteriores películas, argumentalmente la producción es simple y no aporta mucho a la saga, más allá de los nuevos protagonistas y el inicio de un nuevo conflicto, pero el punto fuerte y el esperado por todos los fanáticos está, la nostalgia se siente en nuestro alrededor como la fuerza en los Jedi. En cada escena, en cada esquina o rincón, cada cosa que pase, salvo las obvias que nos harán lagrimear como niños/as, nos mantendrán con una sonrisa constante, tanto por el simple hecho de ver una nueva entrega de nuestra querida saga y sus protagonistas luego de tanto tiempo, como por el excelente uso del recurso de la comedia, mas potenciado que en anteriores entregas, con situaciones que sin duda nos harán saltar de la butaca, siendo este uno de los puntos que se rescataba principalmente en la primera trilogía, pero que en esta parece aun profundizarse más terminando siendo un aspecto muy alto de la producción y que sin duda agradecemos. “… tan tan tan, tan tarara tan…” Fiel hasta la medula, la banda sonora nuevamente es manejada por John Williams, creador de la música original de Star Wars, y ya se encuentra disponible para escucharla en Spotify con 23 temas disponibles que contienen nuevo material inédito, que mantiene el picor, como así también varios temas de entregas anteriores, aunque tengan cuidado ya que si se presta atención contienen algún que otro spoiler de la película, como ya paso en otras entregas. Ahora sí, EL PUNTO del que se esperaba un cambio claramente era desde el aspecto técnico, con algo mucho más visual hacia el espectador gracias al cambio de época y los avances tecnológicos desarrollados desde la última producción, más el entusiasmo particular por los tráilers marketineros que fueron liberándose. ¿Se cumplieron las expectativas? ¡SI! ¡Y en un gran margen por suerte! ¡Las escenas de acción son apoteósicas! Realmente muy bien logradas desde todos los aspectos, con ideas originales y un gran uso de las cámaras desde distintas perspectivas, algo que nos ponía al borde de la butaca de la emoción, aunque también hay que decir que el famoso 3D nuevamente es casi imperceptible salvo en un par de escenas en particular, cosa que lamentablemente sucede en la mayoría de las producciones, y esta no es la excepción. Saliendo del tema que nos compete, esto nos invita a pensar si es necesario urgente un cambio de tecnología o si las productoras no están aprovechando el máximo potencial de esta técnica. En síntesis, Star Wars: El Despertar de la Fuerza es el despertar de una pasión que tanto tiempo lleva en nuestras corazones hacia una de las sagas más populares de la historia, representada muy fielmente a sus antecesoras pero con un más que aceptable y esperado cambio de tecnología, mucho más vistoso. J.J. Abrams, quien ya no será el director del próximo episodio dejando su lugar a Rian Johnson, cumplió el pedido de todos los seguidores al traernos, aun con sus errores que van dependiente de los gustos de cada espectador, una de las más grandes producciones del año que sin duda cumple con ansias nuestras expectativas y nos pone a reiniciar nuestro reloj a la espera del Episodio VIII. “Que la fuerza los acompañe”
Volver al futuro A juzgar por lo que está sucediendo en las últimas décadas, lo que mejor funciona en Hollywood es la nostalgia. Cuando ya no hay mas películas de superhéroes o adaptaciones de novelas adolecentes que explotar, la gran maquinaria cinematográfica apela a retrotraer clásicos de épocas pasadas con el fin de adaptarlas a las nuevas audiencias, pero sin perder esa mirada respetuosa hacia lo que se hizo previamente. Sucedió con las sagas de Rocky, Jurassic Park e Indiana Jones entre muchas otras, y es a lo que apela el director J.J. Abrams con Star Wars: El despertar de la fuerza, la primera de una nueva trilogía del universo intergaláctico creado por George Lucas, quien decidió despegarse de la franquicia al venderle todos los derechos de la misma a Disney en el 2012. Luego del fracaso creativo rotundo que significaron los episodios I,II Y III, en los que al contar el origen del villano Darth Vader a Lucas se lo comió el monstruo de la digitalización convirtiendo a dichos films en meros pastiches visuales sin ningún grado de emoción, Abrams (quien ya había demostrado su capacidad de resucitador de franquicias sci-fi con su versión alegre y relajada de Star Trek) opta por volver a los orígenes más nobles de la saga y retomar los caminos de las tres primeras películas, iniciado allá por 1977. Esta vez, si bien los protagonistas originales como el inoxidable Han Solo y la ahora General Leia hacen sus apariciones respectivas para el deleite de los fans, el centro de la historia pasa por una nueva generación de héroes: El dubitativo Finn, ex soldado Imperial en busca de redención, el valiente piloto rebelde Poe Dameron, y Rey, una joven chatarrera en busca de su verdadero destino. El lado oscuro está encarnado ahora por La Primera Orden y liderado por Kylo Ren, una suerte de Vader 2.0 con graves problemas de ira y un secreto que conviene no revelar. Alumno aplicado de la escuela de Steven Spielberg, Abrams es un cineasta que sabe narrar con mucho vértigo y pulso narrativo. Sus personajes se encuentran siempre en movimiento y no hay mucho espacio para las explicaciones ni la solemnidad. El Despertar de la fuerza tiene muchos momentos de humor y espectacularidad que alivianan el relato y devuelven la saga a su punto más básico, el de la aventura clásica de ciencia-ficción (o space opera, como se solía llamarla) inspirada en los clásicos seriales como Flash Gordon y Buck Rogers, entre otros. En contra del film, se puede decir que si bien Abrams es un talentoso narrador (y gran director de actores, ya que todas las nuevas incorporaciones resultan brillantes descubrimientos) es tal la reverencia y el respeto que tiene por el universo Star Wars que uno siente a El despertar de la fuerza casi como una remake de la primer película, con una nueva Estrella de la muerte incluida a la que hay que destruir de manera similar. Por otro lado, la película también sufre el clásico problema de estructura episódica que tienen todas las sagas, con interrogantes sin responder y pistas varias que serán retomadas en las películas posteriores. Aun así, es mucho lo bueno que hay en El despertar de la fuerza como para que sigamos confiando en viajar a esa galaxia muy muy lejana y sentirnos como niños nuevamente. La Fuerza (y los millones) por ahora están de su lado.
Las películas que venden muñequitos Con un relato sostenido, la nueva entrega de Star Wars reinicia la franquicia sin novedades respecto de las anteriores. J.J. Abrams y la mirada que se espeja. La nostalgia como vehículo comercial. El cine de la infancia y el cine infantil. Signo del Hollywood de estos días, la relación infantiloide que prima no podía dejar fuera la puesta al día de una de sus marcas registradas. De este modo, y a la par de otras incursiones -entre las que destella la miríada de títulos Marvel-, Disney pega otro batacazo y cumple cada vez más el rol de aquella compañía financiera que Mel Brooks bautizara -proféticamente, en La última locura de Mel Brooks- como "Abarca y Devora". Antes bien, es justo señalar que J.J. Abrams es uno de los nombres mejores para pensar el vínculo imbricado, de cuño transmedia, entre la televisión y el cine. Su predilección por los mundos paralelos, los universos superpuestos, han permeado esta relación -desde siempre antitética, ahora medular- para reformular el relato clásico en términos audiovisuales. Desde que sus héroes pisaron esa isla de tiempos perdidos en la serie Lost,el cine sintió el cimbronazo y quedó herido. Cineastas, intérpretes y técnicos, se fueron para el lado televisivo. Y Abrams, formado a su vez desde el cine y las películas televisadas, se fue también para el cine. ¿Qué es lo que define a uno y otro lado? Es algo que importa, parece, cada vez menos. Así, el director/productor ha logrado que el robotito rojo de su compañía (Bad Robot) esté presente de modo indistinto. En otras palabras, su filmografía destaca por hacer patente el diálogo con lo visto o sucedido, en ese pretérito que es la infancia, contenido en películas y series. Súper 8 (2011) es la que mejor lo expresa, al dar cuerpo a esa pasión de cine que nacía al amparo de lo que se veía. De manera evidente, la tercera entrega de Misión Imposible o el díptico Star Trek lo confirman, al re-filmar en pantalla grande lo que habitaba la pantalla chica. En todo caso, los mundos alternos son esos universos que los relatos enhebran, que habitan con uno en la forma indefinida de "infancia", y que Abrams sabe cómo "rebootear" o revivir para, de paso, hacer lo que le gusta. El caso Star Wars, por eso, es otra vez lo mismo. De nuevo lo que se había visto. No habrá, en este sentido, novedades que realmente infrinjan lo que todo espectador sabe, sino golpes de efecto que, eso sí, espejan lo sucedido para barajar y dar de nuevo. Espejar es atravesar la imagen desdoblada, aceptar un reflejo invertido. Procedimiento empleado en Star Trek, Lost, Fringe y, desde ya, en Star Wars. Ahora bien, así como con Star Trek, lo que Abrams practica en Star Wars es también una remake, provista de todos los lugares comunes y previsibles, establecidos a lo largo de una saga que, si se detiene uno en la primigenia película de 1977, también ésta era consciente de tal premisa. Pero sin gozar del reconocimiento institucional actual, filmada a la par del desaire de los grandes estudios. De acuerdo con esta línea, George Lucas fue un cineasta capaz de refundir aspectos presentes en los westerns, la space opera y la historieta, con Flash Gordon como guía. Le añadió, a su vez, una intuición de futuro sucio, viejo, que provenía de su anterior THX 1138 (1971), profético de cara a la ciencia ficción del cine posterior. Abrams dice proseguir, voluntariamente, este camino, pero lo que de veras hace es mentir de modo disimulado, para disfrazar el rumbo del cine del nuevo siglo, digital y sin sonido de película que se proyecta. Su nueva Star Wars se asemeja de modo epidérmico a la trilogía original, a aquello que, fatalmente, ha sido. Que Abrams diga filmar en celuloide no devuelve la vieja experiencia, tampoco los muñecos o actores enfundados en trajes peludos. Lo que sucede, en todo caso, es un eco que podrá despertar cierta nostalgia, pero que contradice las motivaciones mismas de las películas de Lucas. En otras palabras, si lo que Hollywood tiene hoy para ofrecer es una versión remozada de La guerra de las galaxias -ese título cada vez menos recordado en la distribución local-, lo que culmina por sobresalir es el artificio de un comercio que, se decía, sólo abarca y devora. Al seguir este planteo, lo que aparece es la revalorización de la nueva trilogía de George Lucas, la conocida como Episodios 1, 2 y 3. Se la ha atacado y menospreciado de modo progresivo. En muchos aspectos, con razón. Pero hay algo que allí sucedía, de manera acorde con las películas de origen: Lucas trabaja desde el adelanto tecnológico, con un cine que está mirando al futuro. Episodio 2: El ataque de los clones, de 2002, fue la primera película digital de la historia, que prescindió del celuloide para su rodaje. Mientras el episodio anterior incorporaba por primera vez un personaje enteramente digital. La nueva Star Wars ya tiene todo esto a favor, y lo que hace -¿podría haber sido diferente?- es reiterar siempre lo mismo. Se podrá decir que el mito retorna, pero lo cierto también es que la lógica comercial que promueve Hollywood se ha vuelto tan cerrada, que las grietas por donde podría filtrarse cierta espontaneidad están cada vez más soterradas. De acuerdo, Abrams aporta un relato sostenido, encendido, que guarda ciertas sorpresas y eso, en un cine eminentemente narrativo, no es poca cosa. Pero también habrá que pensar que el desarrollo argumental tiene puntos flacos hacia su mitad, en donde la incredulidad debe estar muy suspendida para permitir que el film prosiga. Junto a una secuencia de clara recreación nacionalsocialista, en clave iconográfica con sesgo terrorista, lo que hace que el film respire algo de lo que resuena por estos días. La "resistencia", está claro, no es otra cosa más que una marca registrada Disney. Y sí, por qué no, también celebrar que esos personajes que el espectador vio, hace mucho tiempo en esa galaxia lejana de nombre infancia, todavía están y respiran. Algo es algo, bastante irresistible, si bien fugaz.
Como todo fanático de la saga creada por George Lucas allá por mediados a fines de los ’70, una vez completada la primera trilogía, que constó de los Episodios IV (Una Nueva Esperanza), V (El Imperio Contraataca) y VI (El Regreso del Jedi), siempre nos preguntamos: ¿y por qué empezó por el cuarto? Como si fuese el mismísimo Yoda quien programara los lanzamientos. Empezar por el final, para luego tener una nueva trilogía que empezaría por el episodio I (La Amenaza Fantasma) y seguiría con el II (El Ataque de los Clones) y el III (La Venganza de los Sith). Estas precuelas se estrenaron dos años más tarde del reestreno de los episodios cuatro al seis, remasterizados y con material adicional con motivo de cumplirse 20 años de su estreno en 1997. Ok, ahora sí, tenemos los todos los episodios del I al VI… pero luego, la pregunta pasó a ser… ¿Y los Episodios VII, VIII y IX? En muchas entrevistas, George Lucas dijo siempre que tenía una idea para hacerlos, pero que no estaba en sus planes llevarlos a cabo. Así, un par de años atrás, le vendió su empresa Lucasfilm a Disney y con eso se anunció lo que todos queríamos desde hacía mucho tiempo: una nueva trilogía que continuaría lo desarrollado por la saga original. Primero, se dio a conocer el reparto, parte del original, algunas caras conocidas y algunos ilustres desconocidos… luego se anunció el título, y fue todo un acontecimiento… “El Despertar de la Fuerza”… Parece mentira, pero ya pasó todo eso, muchas cosas se dijeron, se especuló desde la trama hasta si J.J. Abrams (un gran realizador de TV, director de cine y ultrafanático de “Star Wars”) utilizaría los tan mencionados destellos (flares) que utilizó en Star Trek. A propósito de eso, a Abrams le ofrecieron dirigir “Star Trek”, y cuando le preguntaron por qué un fanático reconocido de “Star Wars” va a dirigir “Star Trek”, él simplemente dijo… “porque no tengo una película de “Star Wars” a la cual dirigir”… Su deseo se hizo realidad y todos confiamos en él porque sabíamos que no iba a tratar la historia o su ambientación como lo haría cualquier otro director. Hoy es el día. Se estrenó por fin el tan ansiado “Episodio VII – El Despertar de La Fuerza” y es algo impresionante. Es nuevo, pero a la vez respeta mucho la frescura de la película original de 1977. El planeta desierto, Jakku (que no es Tattoine); un planeta muy parecido a Yavin IV en donde tienen su base los rebeldes; Han (Harrison Ford), Chewie (Peter Meyhew), Leia (Carrie Fisher)… ¿Luke? (Mark Hamill)… Jedis, Sith, Tie Fighters, X-Wings y Starkiller, algo así como una nueva Death Star, pero terriblemente más grande. Tiene todos lo que uno pueda soñar y más. Ok, y ¿la historia? se preguntarán… A eso voy. La historia comienza con un Piloto rebelde de X-Wing, Poe Dameron (Oscar Isaac) en un planeta desértico (Jakku), con un androide que contiene un mapa (BB-8), que cae en manos de una chatarrera huérfana llamada Rey (Daisy Ridley) que se junta con Finn (John Boyega), que es un Stormtrooper que acaba de desertar de la “Primera Orden”, que es algo así como una continuación del antiguo Imperio Galáctio, dirigido por el Líder Supremo Snoke (Andy Serkis) cuyo aprendíz de sith es Kylo Ren (Adam Driver) y ambos detectan un despertar en la fuerza. Rey y Finn tienen que dejar todo de lado para iniciar un viaje de aventuras que les cambiará las vidas para siempre. ¿Les suena familiar, no? En fin, es imposible para mi decirles más que eso porque ni se imaginan las cosas que se van a enterar cuando la vean y la cantidad de preguntas que quedan planteadas para los siguientes episodios. Lo único seguro es que se van a emocionar, reir, llorar y quedarse con ganas de más y más en los casi 135 minutos de duración.
Como antes, y mejor 38 años separan a esta película de la primera entrega de Star Wars, la que dio inicio a una de las sagas más queridas por varias generaciones de cinéfilos y que para muchos ha formado parte indisoluble de su formación elemental y su existencia misma. Una experiencia nefasta a comienzos de los 2000 –los episodios I, II y III, dirigidos por George Lucas– marcaban una estrategia fallida y un camino de errores a eludir. Entonces, borrón y cuenta nueva: reboot, volver a cero. En vez de centrarse en la historia previa, dar un gran y bienvenido salto hacia adelante y comenzar una nueva, con un recambio importante de personajes y sin cargar con los lastres de la trilogía anterior. Es por eso que esta nueva película es un notable ejercicio de nostalgia que retrotrae continuamente a la primera trilogía, la buena. El primer mérito a señalar es que en el rodaje ya no se apuntó tanto a los efectos digitales y a las pantallas verdes, sino que hay más escenarios reales y maquetas, menos muñecos animatrónicos y más disfraces de látex, tangibles y horripilantes. En segundo lugar, la iconografía echa por tierra y termina de una buena vez con los drones, gungans, shaaks y otros animales y razas inútiles que parecían incorporados como para llenar los vacíos de imaginación de las anteriores entregas. En cambio, se retoman aquí las inquietantes máscaras imperiales, las viejas naves, los androides torpes, las tavernas de mala muerte colmadas de monstruos. Si bien es un placer encontrarse en pantalla con Harrison Ford, Carrie Fisher y Mark Hamill encarnando a los personajes de antaño (ahora avejentados), estos carismas se equilibran notablemente con nuevos a la altura, fruto de un brillante trabajo de casting y de un guión eficiente a la hora de crear personajes fuertes y novedosos. En primerísimo lugar, la gran estrella aquí es Daisy Ridley en el papel de Rey, nueva protagonista y aprendiz de Jedi que vendría a ser como el Luke de la primera trilogía pero mucho mejor: una chatarrera obstinada, con un temperamento estimable y un gran sentido de la lealtad que, rompiendo con los roles dominantes dedicados a las mujeres, cuando es secuestrada se las ingenia para rescatarse sola, a pesar de que un equipo de rescatistas hombres viene a por ella. Por otra parte, tanto Finn –John Boyega, un soldado imperial traidor a los suyos por entereza y farsante por vergüenza propia–, como Poe (el guatemalteco Oscar Isaac, que podemos recordar del protagónico de Inside Llewyn Davis), un rebelde experimentado, dan en la tecla y están provistos de toda la guerra que es necesaria. Estos personajes nuevos sugieren ya fortalezas y debilidades internas, las ambigüedades necesarias como para volverse realmente atractivos y, por qué no, para que temamos por su eventual tentación hacia el lado oscuro. Es así que la película se sirve de lo mejor de la antigua trilogía, pero también tiene una personalidad propia. Y es que tres guionistas de primer orden se encuentran detrás de este proyecto, por un lado el mismo director y productor J.J Abrams, con experiencia no sólo en una de las series más exitosas y fraudulentas de los últimos tiempos (Lost) sino también en haber hecho renacer cinematográficamente otra vieja franquicia: Star Trek. En segundo lugar el veterano Lawrence Kasdan, autor entre otros del libreto de El imperio contraataca y El regreso del Jedi. Por último Michael Arndt, responsable del guión de la magnífica Toy Story 3. Estos nuevos aires, este soplo de aire fresco se siente también en los vistosos parajes verdes que circundan al cuartel de la resistencia, en oposición a las gélidas instalaciones de la Nueva Orden (lo que antes supo ser el Imperio), pero sobre todo a la frialdad provista por tantos escenarios en CGI en los que Lucas se descansó para la últimas trilogías. Efectivamente, “la fuerza” encontró aquí un nuevo despertar. Ojalá se mantenga.
Borrón y cuenta vieja Star Wars VII es, al mismo tiempo, una extraordinaria puesta en valor y una negación de las ideas que el creador de la saga expuso en los episodios I (La amenaza fantasma, 1999), II (El ataque de los clones, 2002) y III (La venganza de los Sith, 2005). Una rebelión pautada y a la vez la reafirmación de la permanencia de los episodios IV (La guerra de las galaxias, 1977, luego rebautizada “Una nueva esperanza”), V (El imperio contraataca, 1980) y VI (El regreso del Jedi, 1983). Un trabajo cumplido casi a la perfección y a la vez una renuncia a cualquier innovación. Y, por sobre todas las cosas, la reafirmación -una vez más, por si hiciera falta- de la estatura artística de J. J. Abrams y a la vez la dilución de su identidad. Vamos por partes. La trilogía I, II y III, dirigida por el propio George Lucas, tuvo altos componentes de decepción: personajes objetados casi furiosamente, elecciones de casting caras y poco creativas, narrativa arenosa. Pero, sobre todo, se trataba de una apuesta conceptualmente errónea. La intensa digitalización absurda del mundo de Star Wars -o, en otros términos, su antibazinianismo irreflexivo- hizo que estas películas se vieran falsas e “intocables”, hasta con innecesarias frutas digitales mal resueltas. Esa digitalitis -que el III sufrió un poco menos- contagió también, con modificaciones y retoques innecesarios, a los episodios IV, V y VI, relanzados en “ediciones especiales”. Había además, en las precuelas, una suerte de ostentación de casting, de mostrar “mirá a todos los que puedo contratar” antes que una elección arriesgada de gente que no fuera estrella (y cuando se salía de ese libreto, con Hayden Christensen por ejemplo, se fallaba). A diferencia de los episodios IV, V y VI, los I, II y III tres no convirtieron a nadie en estrella. El VII muy probablemente, casi con seguridad, ya lo ha hecho. Por otro lado, Lucas aparentemente creía que el grueso del público de Star Wars quería saber cómo se había llegado al universo de la trilogía original. Pero el público, evidentemente, y lo demostraron las recaudaciones menores de la II y de la III que de la I, quería otra cosa: la reactivación de la historia detenida al final del Regreso del Jedi. La película de J.J. Abrams ignora galácticamente las precuelas, y más allá de la distancia en términos de historia con respecto a la III, es muy significativo que no busque integrarse con ellas. Si El despertar de la fuerza es una remake general y una puesta al día del universo de Star Wars, lo es de las IV, V y VI que, producidas entre fines de los setenta y principios de los ochenta, han quedado mucho más vigentes que las I, II y III, antiguallas de digitalismo rudimentario de fines de los noventa y comienzos del nuevo siglo. Lamentablemente Abrams -en uno de las escasos yerros de su película- incurre en el digitalismo vaporoso hologramático -para peor, en su versión Andy Serkis- con el personaje de Snoke. A diferencia de su gran trabajo de reelaboración cromática y rítmica de las dos Star Trek, en donde puso vida cinematográfica en donde casi no la había, en esta Star Wars Abrams -sí, mantiene unos cuantas luces que dan de frente en el objetivo- hace un trabajo más undercover: la puesta en movimiento de un gigante que estaba aletargado desde mediados de los ochenta. Abrams ya había demostrado que podía ser magistral y desde, sobre y con el espíritu del cine de los ochenta con Súper 8. La nueva Star Wars es un negocio recíproco: Star Wars usa al mejor director mainstream surgido en el siglo XXI, que a su vez tiene el privilegio de despertar a la fuerza de forma convencida y convicente. Si a eso se suma que volvió al guión Lawrence Kasdan, estamos ante una ganancia generalizada para el cine de presupuesto gigante. El despertar de la fuerza es una de esas películas en la que los creadores a cargo saben que se trata de una obra colectiva, mayor a la suma de las individualidades, en la que el brillo del uniforme de los stormtroopers formados en la obvia disposición de acto fascista es también parte fundamental de la propuesta. Abrams, con esta película, resigna cualquier búsqueda de originalidad en aras del rescate emocional y hasta táctil de una galaxia que había quedado muy lejana, tapada parcialmente por las tropelías de las precuelas. Y, al hacerlo, más que diluir su identidad lo que hizo es reafirmarla, al demostrar que su individualidad creadora está hecha, en buena parte, de esas películas, de las tres que hicieron perdurable a este gran invento de Lucas de los setenta.
Un despertar moderado Lamento no compartir la euforia de muchos fans (me considero uno), los vítores y alabanzas sobre este nuevo episodio dirigido por JJ Abrams. ¡Ojo! Me parece una buena película de aventuras y ciencia ficción que retoma y respeta el espíritu de la primera trilogía de George Lucas, algo que luego de la segunda trilogía se manifestó como prioritario, pero no me parece que sea la gran película del año o que sea tan fantástica como se viene diciendo. En general me parece que se planteó al episodio VII como una película de transición, de inicio, previendo milimétricamente qué mostrar y qué no para seguir obteniendo espectaculares resultados de recaudación con sus entregas futuras. Desde el punto de vista comercial es muy bueno, pero desde el punto de vista cinematográfico es medio mezquino. Se incluye un gran número de personajes nuevos de los cuales al final del film seguimos sin saber casi nada. Ejemplos: Maz Kanata (Lupita Nyong'o), Lor San Tekka (Max von Sydow), Poe Dameron (Oscar Isaac), Líder Supremo Snoke (Andy Serkis), Capitana Phasma (Gwendoline Christie) y algunos más. Sus intervenciones son esporádicas, casi de relleno y no aportan a la trama principal. Desperdiciar a actores como von Sydow y Christie para personajes tan secundarios me parece un despropósito. Por otro lado, se nota que el film fue bastante recortado en su edición final ya que se pueden evidenciar ciertas torpezas narrativas, como la aparición y desaparición de personajes que perfilaban más importantes para la trama. Dicho esto, sí creo que JJ Abrams tiene un muy buen entendimiento de las sagas que se le encargan y del significado de la palabra entretenimiento. Con "Star Trek" demostró que podía recuperar una saga que estaba freezada, en "Super 8" nos hizo volver a la infancia por casi dos horas y con series como "Alias" y "Lost" nos mantuvo enganchados. "Star Wars: The Force Awakens" es una buena película, pero no es lo mejor de su repertorio. Es muy lindo volver a ver personajes míticos como Han Solo (Harrison "me cobré la vida para esta peli" Ford), Leia (Carrie Fisher), Luke (Mark Hamill), Chewbacca (Peter Mayhew) y más. Hace a la mística de la saga, nos hace volver a la niñez y hasta nos emociona. Es interesante ver también la incorporación de nuevos personajes, sobre todo el de Rey (Daisy Ridley) que se come la película y cuyo carisma eclipsa las intervenciones de Poe Dameron (Oscar Isaac) y Finn (John Boyega). Creo que la incorporación de Daisy Ridley es el mayor acierto de la película. Lo de Kylo Ren me convenció parcialmente, no por la composición del personaje, sino porque al final sólo quedan dudas sobre él en lugar de deslizar algunas certezas importantes. En fin, en mi interior batalla la alegría de volver a ver personajes y vivir aventuras que me hicieron enamorar del cine cuando era chico, ver algunos aciertos importantes como la incorporación del personaje de Rey y la vuelta al verdadero espíritu de Star Wars, con la contracara que incluye torpezas narrativas, desperdicio de talentos y mezquindad en cuanto al desarrollo de la historia. Un buen comienzo, que pienso podría haber sido más fantástico de lo que terminó siendo. Que la fuerza los acompañe!
La fuerza compaña. Tras comprar Lucasfilm hace un par de años, Disney se aseguró de dos cosas: que haya una nueva trilogía de Star Wars y que George Lucas no tenga nada que ver con ella. Luego de ver lo que éste había hecho con Indiana Jones IV, los creativos del mega-estudio prefirieron mantenerlo lejos, y en buena hora. Contrataron, en cambio, al quizás máximo heredero inspiracional de Steven Spielbierg, J.J. Abrams, quien ya había demostrado con el relanzamiento de Star Trek que la reedición del cine de culto no es una camiseta que le quede grande. The force awakens cumple su cometido, como propuesta de ciencia ficción y también como la digna continuación que merecen los fans. Paradójicamente, Abrams fue más respetuoso de la trilogía original que su propio creador hace más de una década atrás, y minimizó la edición digital en pos de la escenografía, el maquillaje y el vestuario, lo que le otorga a esta nueva entrega de la saga cierta familiaridad. Pero lo mejor de la propuesta está, para mi gusto, en lo bien que ha sido compuesta la historia. Star Wars siempre fue más acerca de su mística argumental que de rayos surcando el espacio, y el director supo captar eso, como director y seguramente también como fan. Hay un desarrollo impecable de la trama y sus protagonistas, lo que facilita la transición entre El Regreso del Jedi y esta nueva trilogía en la saga. Está presente, también, ese espíritu de telenovela tan característico de los 3 episodios originales. El nuevo capítulo de la saga de ciencia ficción más taquillera de la historia no defrauda, gracias al enorme compromiso que Disney ya había evidenciado en la última Tron. Pese a lo que muchos creían, ha sido un milagro que éste haya comprado Lucasfilm, rescatando de los delirios destructivas de Lucas a uno de los máximos hitos de la historia de la ciencia ficción. Esperemos que puedan hacer lo mismo con Indiana Jones.
Volver Luke ha desaparecido, por razones de fuerza mayor. La república muestra su lado endeble, sin caballeros Jedis que la defiendan. De las cenizas del viejo imperio surge la Nueva Orden, para restaurar el poder del Lado Oscuro. Ese contexto es la excusa perfecta para barajar y dar de nuevo. Ya no está Lucas, y Disney es la Nueva Orden anhelando el poder perdido. En medio de decisiones puramente comerciales, acierta al poner al frente proyecto a J. J. Abrams. Porque Lucas será un gran creador, pero Abrams es mejor intérprete, y con oficio le hace frente al desafío con convicción y cariño, sin colgarse demasiado de las viejas glorias pero sin despegarse nunca del libreto original. Más cerca de la remake que del relanzamiento, la película se integra con coherencia con el universo de la trilogía original, ignorando por completo a la segunda trilogía y su festival de excesos (de vestuario, diseño y digitalizaciones innecesarias). Se vuelve a lo básico, contar una historia con el ritmo exacto y los intérpretes adecuados. Sin que sobre ingenio ni originalidad, pero con más humor y sentido del tiempo, Abrams sale fortalecido de la experiencia. Los espectadores podrán estar agradecidos, los nuevos, pero sobre todo los viejos, aquellos que supieron vincularse con esos personajes creíbles y esos mundos increíbles, y que atesoran recuerdos de la infancia, esa galaxia muy lejana.
Si nunca viste una de Star Wars, no te preocupes, ya que es 100% entendible, disfrutable y atractiva por sí misma. Felizmente a pesar de ser un nuevo equipo el que se puso al hombro esta nueva entrega, el producto es muy digno, muy fiel a su estilo y se nota que está bien elaborado como para...
Odisea para volver a casa ¿Cómo empezar una crítica sobre una de las sagas cinematográficas que han delineado la industria cultural de los últimos 40 años? Porque el cóctel preparado por George Lucas (un combinado de space opera, la rama de la ciencia ficción más cercana a la fantasía épica y sus caballeros y princesas, con historias de piratas y de samuráis; todo bañado con una pátina de sincretismos religiosos que hizo las delicias de teóricos como Slavoj Žižek) revolucionó la industria del entretenimiento, desde la potencia visual de sus efectos especiales a la aparición del merchandising. ¿Cómo poder hablar sin spoilear nada a quien todavía no la vio? La expectativa es muy grande, tanto como el desafío afrontado por J.J. Abrams, nuevo timonel de la franquicia, que contó con el apoyo en el guión de Lawrence Kasdan, coautor de “El Imperio contraataca” y “El regreso del Jedi”. No sólo por ser una nueva cinta de la saga, sino porque se mete de lleno en la continuidad de aquella trilogía que se conoció primero, a pesar de ser los episodios IV a VI. Si la trilogía de precuelas (allí empezó a usarse la palabra) nos metía en los tiempos idealizados de la Vieja República y su declive, ahora nos enfrentamos con la pregunta: ¿qué pasó con los héroes de la infancia y adolescencia de dos o tres generaciones? La clave del misterio Como en las dos trilogías anteriores, la nueva empieza en un planeta desértico, en este caso Jakku. Ya los textos iniciales (sí, los renglones amarillos que fugan al infinito, mientras suena la marcha compuesta por John Williams: uno sabe hasta cómo baja la cámara, pero eso no quita la emoción) cuentan que 30 años después de la caída del Imperio, la galaxia tiene una nueva república, débil, desafiada por la Primera Orden, una fuerza salida de las cenizas imperiales. Luke Skywalker ha desaparecido luego de un incidente con uno de sus aprendices mientras trataba de formar a una nueva generación de Jedis (algo que iremos conociendo más adelante), y la ahora general Leia Organa envía a su mejor piloto, Poe Dameron, a conseguir información. Como antaño, la información queda en el interior de un droid simpático, BB-8 (de gracioso diseño), que termina a cargo de dos personajes de lo más exóticos: un Stormtrooper desertor (ya no son clones de Jango Fett) y una chatarrera del desierto, bonita y flaca, con mucho potencial. Del otro lado está una especie de aprendiz de Sith, Kylo Ren, portador de una máscara temible y un peculiar lightsaber (se pudo ver en el tráiler) con el que se desfoga demasiado seguido. Y hasta acá contamos: los fans no nos permitirían mucho más. Pero sí: los adelantos ya mostraron que los tres protagonistas de antaño vuelven a vestir sus mantos. Universo familiar Abrams (que ya reactivó la franquicia de “Star Trek” poniéndole cierta estética propia de “Star Wars”, mal que le pese a los trekkies) sabe que es muy difícil sorprender desde el punto de vista de la imaginería visual, algo que la propia saga ayudó mucho a desarrollar para la historia del cine, de la mano de la compañía Industrial Light & Magic de Lucas. La apuesta entonces es por una fidelidad estética y narrativa a lo ya conocido y querido. Que la historia pueda avanzar, pero que al mismo tiempo haya tópicos familiares: un desierto en los confines del universo (una referencia bíblica, para los académicos), tensión sexual, maestros y discípulos, y lazos familiares. Y droids, X-Wings, Tie Fighters, cruceros imperiales, lightsabers sacándose chispas, tabernas multirraciales, y mucho más que no desarrollaremos en estas páginas por relacionarse con la historia. Lo que no se puede dejar de nombrar es la omnipresencia de la música de John Williams, que agrega nuevos motivos y variaciones a una de las partituras más célebres de la historia del cine. Mitos y revelaciones La sola aparición de Harrison Ford, el antihéroe por antonomasia de una era, en la piel de Han Solo, escoltado por el sempiterno Chewbacca (adentro está el original Peter Mayhew en varias escenas), es tan impactante como ver a la Millennium Falcon remontar los cielos; y tan fuerte como la ternura que despierta la Leia de Carrie Fisher, ya una señora, secundada por un todavía denso C-3PO (Anthony Daniels vuelve a ponerse bajo el latón dorado). Mark Hamill... bueno, puede empezar a cerrar un círculo. Pero el hallazgo sin duda es Daisy Ridley, la encargada de ponerle el cuerpo a la chatarrera Rey: acento británico, estampa algo desastrada y pasta de heroína épica: algo que tendrá que derrochar en próximas entregas. La secundan John Boyega como el redimido Finn, temeroso pero abierto a nuevas emociones; y Adam Driver como Kylo Ren, mucho más hábil en el control de la Fuerza que de su espíritu, bastante dividido. El rol de Oscar Isaac como Dameron es como haberle dado más metraje al histórico Biggs, pero acompaña bien. El director se da el lujo también de tener un gran elenco bajo las máscaras o el motion capture: Lupita Nyong’o como la veterana Maz Kanata, Andy Serkis (el actor más digitalizado del cine) como el Líder Supremo Snoke, Gwendoline Christie como la capitana Phasma y Simon Pegg como el traficante Unkar Plutt. Algunos podrán repetir y mostrar más, pero ya se han dado un gusto, seguramente. Como lo hace Max von Sydow en su pequeña aparición como el informante Lor San Tekka, más por ser parte del mito; del otro lado, un ascendente Domhnall Gleeson sabe que tendrá revancha con su general Hux. La Fuerza se ha levantado nuevamente, del Lado Oscuro pero también del luminoso. Los que conserven la capacidad de asombro de una niñez en tiempos más inocentes, se sentirán de vuelta en casa. Aunque sea en una galaxia muy lejana.
Brillante, magnética, digna de las mejores piezas de la saga La tenebrosa Primera Orden avanza hacia la conquista de la galaxia. La clave para detenerla está en un mapa, la punta del ovillo que puede derivar en el anhelado regreso de los jedis. Una chatarrera, un soldado desertor y un androide serán claves para la Resistencia. Está absolutamente todo lo que un fan de Star Wars espera: el Halcón Milenario, las peleas con sables láser, los seres más exóticos que puedan imaginarse, locaciones maravillosas, Chewbacca, C-3PO, R2-D2, un Lord Sith y los personajes de siempre -con Han Solo a la cabeza-, a los que se suma la nueva generación. Felizmente, ese es el punto de partida de esta trilogía. J.J. Abrams se apropió de toda la iconografría y la liturgia que hacen de Star Wars un clásico moderno y los puso al servicio de la historia. El ejercicio nostalgioso que pudo haber sido “El despertar de la Fuerza” sucumbe ante la potencia de su propio relato. Abrams y Disney, propietaria del legado de George Lucas -a cambio de miles de millones de dólares, justo es decirlo-, nos han entregado una gran película. Al “El despertar de la Fuerza” le sobra lo que les faltó a las tres precuelas: emoción. Y magia. Una de las razones del fenómeno Star Wars radica en ese componente invisible y complejo de definir, que pasa exclusivamente por el corazón del espectador. Abrams lo atrapó y lo tradujo en más de dos horas de acción, drama, suspenso, comedia y un espectáculo visual fascinante. Eso fue siempre Star Wars y ha vuelto. La película remite a los episodios IV y V, que son a la vez los mejores de la saga. El monstruoso desierto de Jakku se enlaza con los arenales de Tatooine. Es el retorno del western espacial que tanto fascinó en los 80. La trama tejida por Abrams, Lawrence Kasdan (perfecta elección) y Michael Arndt está impregnada de sentimientos porque la épica cruza las relaciones colectivas con las personales. Star Wars, no lo olvidemos, es la historia de una familia disfuncional. “El despertar de la Fuerza” opera en ese sentido. Abrams se toma su tiempo para estructurar a los personajes, que son muchos. Se agradece ese cuidado por la columna vertebral de Star Wars. Rey (Daisy Ridley) y Finn (John Boyega) son los nuevos héroes. Una mujer y un negro. Algo está cambiando en Hollywood. Las figuras clásicas van apareciendo de a poco, sabiamente dosificadas por Abrams. Eso hace de “El despertar de la Fuerza” una bienvenida sucesión de sorpresas. Un consejo: es harto difícil aislarse del bombardeo de spoilers que caracteriza a la fiebre multimediática. Hay que hacer el esfuerzo y atornillarse a la butaca incontaminado. Se disfruta infinitamente más la experiencia y permite medir con claridad qué será de Kylo Ren (Adam Driver), quien sólo quiere ser tan poderoso como Darth Vader. El lado oscuro de la Fuerza es el más seductor.
Borroneo y cuenta nueva “El despertar de la fuerza” recurre a elementos de la primera trilogía para volver a captar a un público amplio. La saga Star Wars comenzó a mediados de lo 70 con Una nueva esperanza, como un ensayo de George Lucas en el que pocos creyeron y que, de hecho, tuvo dificultades de financiación. Pero el público la adoptó, y el éxito de la película hizo que Lucas se involucrara en la financiación de las dos secuelas -El imperio contraataca (1980) y El retorno del Jedi (1983)- que completaron la denominada "trilogía original", protagonizada en lo medular por Mark Hamill, Harrison Ford y Carrie Fisher. Dada su influencia y la jerarquía "de culto" adquirida, una nueva etapa inició para Star Wars, con el advinimiento del nuevo siglo. La amenaza fantasma (1999), El ataque de los clones (2002 ) y La venganza de los Sith (2005), conformaron la precuela de la serie previa, con Liam Neeson, Ewan McGregor, Natalie Portman, Hayden Christensen, en el reparto. A pesar del éxito obtenido en las boleterías, desde el punto de vista argumental esta segunda serie parecía requerir un conocimiento previo del tema, o al menos así se vivió, dadas las hordas de fanáticos que llenaron los cines, munidos de íconos alegóricos y de preguntas acerca de los orígenes y destinos de tal o cual personaje, absolutamente desconocidos para el común de los cinéfilos. El despertar de la fuerza parece querer revertir cierta condición "elitista" adquirida por la franquicia, presentándose como secuela de la "trilogía original" y situándose temporalmente a treinta años de los sucesos narrados en El retorno del Jedi, dando sentido, por un lado, a la presencia de los ya mayores Harrison Ford, Carrie Fisher y Mark Hamill y a la aparición de nuevos personajes, sus sucesores en la trama. En esta historia, la galaxia está todavía en guerra, y mientras la Resistencia busca encontrar a Luke Skywalker, quien ha desaparecido hace tiempo pero es la esperanza para que la nueva República mantenga su fuerza, una siniestra organización, la Primera Orden, ha resurgido de las cenizas del Imperio Galáctico. En este escenario -que recurre tanto a la nostalgia y el homenaje como a la innovación- se definen los destinos de ese mundo futurista, tanto como el de la serie que, quizás, recupere a partir de ahora un público más amplio para sus salas.
La nueva esperanza Tras las malogradas precuelas, Star Wars: El Despertar de la Fuerza (2015) llega para instalarse definitivamente en la generación venidera como también para revindicar a la anterior, que quedó defraudada con la historia inicial de Anakin Skywalker. Después de 30 años del estreno de Episodio IV, finalmente conocemos (o no) que fue de la vida de gran parte de los personajes clásicos y como continuó el universo Star Wars luego de los acontecimientos narrados en El retorno del Jedi (1983). El despertar de la Fuerza es la conexión directa, necesaria y definitiva de Star Wars en una nueva era. Una nueva historia pero siguiendo las líneas determinantes que George Lucas planteó desde sus comienzos. Así, Episodio VII conmueve y profundiza en su argumento, desde el carácter de la inoxidable Princesa Leia (Carrie Fisher), el intrépido y aún viejo y todo sinvergüenza Han Solo (Harrison Ford), pasando el mando, la antorcha que todavía continuaba en pie tras los desaciertos de los primeros tres episodios. La fotografía, música y ambientación es un deleite a los ojos de los espectadores y por sobre todo a los fanáticos costumbristas que podrán encontrar muchos, muchos guiños y mimos de distintas secuencias a lo largo de los seis films, pero principalmente con Una nueva Esperanza (1977). La Millionaire Falcon, Chewbacca, C-3PO y R2-D2 erizan la piel del espectador en cada una de sus intervenciones. Como Alec Guinness encarnando al viejo maestro Obi-Wan Kenobi en Episodio IV, Han Solo actúa como el mentor y foco de sabiduría sobre creencias que se creían olvidadas y perdidas en el tiempo, a pesar de su promoción como antihéroe. Ford es la conexión de estos universos tan similares entre sí, una unión que necesitaba de un emisario tan importante para congeniarlos de manera apacible y conmovedora. Un beso a la nostalgia de lo que ya fue y otro de despedida de lo que vendrá a futuro. Star-Wars-7-Trailer-3-Han-Solo-Harrison-Ford El director J.J. Abrams, quien en su haber contaba con “resucitar” un pez gordo como Star Trek (2009/2013), acogió este embrión indefenso atacado desde el prejuicio injustamente por el traspaso de la saga a Disney. Así y todo, el director corrió el riesgo de que si la película no alcanzaba una maduración adecuada, podría salirse de las máximas que son y forman a Star Wars y terminar del otro lado de la fuerza como La Amenaza Fantasma (1999). Pese a todas las dudas e interrogantes, Abrams lo hizo otra vez. El despertar de la Fuerza es la adaptación definitiva a esta nueva era, con detalles propios de humor (como hoy en día vemos en las películas de Marvel), sin abusos del CGI (como prometió) y una edición de 3D que funciona y acompaña con el deleite visual propio y característico de la saga, en sus paisajes tan diversos y significantes. El despertar funciona porque Abrams entendió que ciertos aspectos tótems no se negocian: 30 años después de la caída del imperio, La nueva Orden busca instalar su gobierno desde el miedo, la violencia e intimidación, mientras que La Resistencia es el último núcleo rebelde que trata de evitarlo. ¿Les suena? No vamos a hablar más de la sinopsis porque el truco está allí: el propio espectador debelará qué rol cumple cada uno de esos personajes que nos cautivaron en la época de los ’80, y qué ocurre con ellos. promotion-shots-the-force-awakens Si en su momento Mark Hamill, Fisher y Ford marcaron una diferencia, estamos ante una situación similar tres décadas después. Daysy Ridley, quien se pone en la piel de Rey es la heredera definitiva, la hija legítima y perfecta de lo que se espera como protagonista de Star Wars, con la misma fuerza que Fisher irrumpió en aquella época. Oscar Isaac interpreta a un personaje único como Poe Dameron, el piloto más valiente y ejemplar de la resistencia. Junto a Finn, entablan una conexión de amistad y compañerismo muy similar a la que apreciamos con Luke y Han Solo, aunque en esta película se deja entrever más de lo que sucede. ¿Cuántos dudaban de John Boyega? Otro gran acierto del director, ya que Finn desde el principio genera empatía con el espectador gracias a su humor hilarante y las ganas de hacer lo correcto. Ahora, sí hablamos de Star Wars, hablamos de Darth Vader y los antagonistas, el lado oscuro y necesario del cosmos para llegar a un equilibrio entre el bien y el mal, un status quo imprescindible para que El Despertar de la Fuerza pueda codearse entre las primeras tres películas en emisión (algo que falló en la segunda trilogía hasta La venganza de los Siths [2005]). 118387.alfabetajuega-star-wars-vii-el-despertar-de-la-fuerza-kylo-ren-130815 Adam Driver carga con un consternado y contradictorio Kylo Ren, el sucesor de Vader y la orden maligna que busca acabar de una vez con los Jedis. Lamentablemente, Ren es el personaje más flojo de todos pero no por eso malo. Ya al comienzo, aparece y seduce desde la crueldad y desenfado, pero comienza a desinflarse a medida que se desarrolla en el film. A su vez, las contradicciones y dudas que lo acogen, lo exhiben de manera vulnerable y muy juvenil para un personaje de una carga emocional tan fuerte. Sin embargo, como los demás de la película, Kylo Ren es un personaje en construcción que muestra gran parte de sus armas en Episodio VII pero que explotará de manera definitiva en las siguientes secuelas. A pesar de esos momentos de duda, el final de El Despertar de la fuerza deja a la vista que Ren es la antítesis perfecta y siniestra que merece esta nueva trilogía. Finalmente, llegó el momento de hablar de BB-8, el androide principal que ayuBB81da a Rey y la resistencia. BB-8 brilla desde el primer momento que aparece en la película y enamora a los espectadores con una personalidad única y encantadora. Los zapatos que dejó el tan querido R2-D2 no le pesan a este nuevo droid, aunque sea muy diferente al original. BB-8 actúa desde el costado cómico e ingenuo, con una forma y gestos de interractuar con los demás muy al estilo de Wall-E (2008), mientras que R2-D2 mostraba un espíritu más combativo y de lucha. A todo esto, no dijimos ni una palabra de Luke Skywalker (Mark Hamill), ¿por qué? Será mejor que lo descubran ustedes mismos. Solo podemos decir que es épico. El despertar de la Fuerza cuenta con algunos fallos en los diálogos y en cuestiones que no se expresa de manera explícita pero se dan a entender. Tal vez un poco larga para su composición (132 minutos) por lo cual a veces pierde su sentido de atención, hasta que logra volver a eje gracias a grandes secuencias. Estos detalles, quedan disminuidos debido a la gran ópera que armó Abrams donde cada punto en cuestión funciona en sintonía y a la par, al igual que lo hace la orquesta de John Williams con los temas característicos de la saga. Star Wars: Episodio VII – El despertar de la Fuerza es la nueva esperanza confirmada de que todavía queda mucho, mucho por recorrer y conocer en un universo donde La Luz y el Lado Oscuro se disputan el corazón de los hombres y fanáticos.
La primera trilogía, aquella iniciada en 1977, supo demostrar osados relatos que sabiamente conjugaron la acción, el humor, la tragedia y el suspenso con revolucionarias y artesanales manofacturas de recursos visuales para su puesta en escena que hicieron de Star Wars un pináculo del séptimo arte. A finales de la década del 90 la segunda trilogía de precuelas, acaso engolosinada y atiborrada por una parafernalia digital generada por el gigantesco imperio cimentado por George Lucas, había perdido el rumbo de respecto de sus antecesoras a la hora de contar la trágica caída de Anakin Skywalker hace el lado oscuro. Ahora es el turno de JJ Abrams y Lawrence Kasdan al frente de Star Wars: EL DESPERTAR DE LA FUERZA oficiando como la apertura de una nueva trilogía que tiene como finalidad enaltecer la grandeza de aquella clásica trilogía, corriendo el eje del cine de industria contemporáneo hacia la audacia de aquellas superproducciones de Hollywood de los años 70 y 80. STAR WARS: EL DESPERTAR DE LA FUERZA se suscribe como la continuación directa de “El Retorno del Jedi”, evidenciando lo lejos que estuvo dicho universo de los mentados finales felices, donde la caída del imperio tan solo ha sido una tregua temporal en la guerra constante de la galaxia. Vale destacar que la profunda identidad de STAR WARS : EL DESPERTAR DE LA FUERZA reside en la afinidad de sus co-escritores: JJ Abrams y Lawrence Kasdan. Uno nació bajo el signo de una generación determinada por Star Wars como referente cultural, el otro es uno de los legendarios autores que dieron rienda suelta a un frondoso imaginario para la elaboración de un guion y una mitología arraigada a la cultura popular desde hace decadas. De modo que EL DESPERTAR DE LA FUERZA tiene un carácter simbólico donde conviven lo moderno y lo clásico. 12404815_10208361614461804_894807821_o JJ Abrams, quien llega como una brisa de frescura a la franquicia cinematográfica, junto a Lawrence Kasdan afrontaron el desafío de idear un nuevo episodio de la saga en pos de redescubrir la emoción de antaño. El objetivo era concreto, hacer de EL DESPERTAR DE LA FUERZA una declaración de intenciones que oficiase como una reinterpretación del primer componente de la épica espacial “Star Wars: una nueva esperanza”, respecto a su estructura narrativa y detonantes dramáticos. Una apuesta por demás arriesgada con un resultado que elude elegantemente caer en la repetición. Esta nueva superproducción continúa 30 años después de los acontecimientos de “Star Wars: El regreso del Jedi” (1983), asegurando de parte de JJ Abrams una gran reverencia por el material original, que hace de EL DESPERTAR DE LA FUERZA una superproducción dotada de una atemporalidad y universalidad sostenida mediante una estructura narrativa con el atrevimiento necesario para romper los códigos narrativos inherentes a la mitología de Star Wars para apropiarse de ellos y recrearlos desde incuestionables simetrías con la saga original. En EL DESPERTAR DE LA FUERZA personajes diferentes generaciones se entremezclan, en virtud de pasarse un legado colmado de conocimientos y emociones desde un relato oportunamente condescendiente al material original. Esta loable transición es mérito propio de Lawrence Kasdan, quien haciendo gala de su sentido tan teatral de una dramaturgia clásica, franca y clara, niega todo espectáculo de virtuosismo y trampas narrativas tan comunes y recurrentes por estos tiempos, sumado a su usual impronta temeraria y un (muy) irónico sentido del humor. 12394834_10208361614381802_132457609_o Definitivamente JJ Abrams se corona como el referente de la cultura nerd que conquisto la industria de Hollywood, afianzándose paso a paso en una carrera que inició con ingeniosas propuestas televisivas como Lost, Alias y Frige que le valieron el salto a la realización integral de superproducciones cinematográficas meticulosamente elaboradas, desde una truncada y cancelada revitalización de “Superman” en 2002 (Superman flyby), la fabulosa saga de “Misión Imposible”, la revitalización de “Star Trek” otra gran Space-Opera, o la discreta “Super-8” unaincuestionable carta de amor al cine de los 80 de Spielberg, Zemeckis, Landis y Joe Dante. JJ Abrams en alude a la pericia necesaria para “mitificar” la mayoría de sus escenas sin forzar el relato o restringir entretenimiento por solemnidad y viceversa, aportando frescura a una franquicia cinematográfica de la cual Abrams posee total comprensión de las reglas del juego y su potencial evocador. Prestando la atención debida a la trilogía original y el justo homenaje a la trilogía de precuelas, la historia de EL DESPERTAR DE LA FUERZA coincide con la sensación de estructura narrativa cíclica que es una marca registrada de la saga, determinando lo que STAR WARS realmente es: Una historia acerca de las familias y la tragedia de héroes, que aunque lo intenten, jamás podrán alejarse de su viaje y su destino.
32 años. Ese es el tiempo en que los fans de Star Wars estuvieron esperando una secuela decente de la película que idolatraron desde su infancia. Algo que prolongara las aventuras de los héroes legendarios, que respetara la mitología y que, sobre todo, fuera emocionante. Nada de tipos saltando desde 10 pisos de altura sin lastimarse, o de enanos dando volteretas en el aire y que después se la pasan rengueando con un bastón; o sapos parlanchines e insectos ridiculos de mal genio pensados únicamente para generar merchandising infantil. Atrás quedaron los malos romances y los temibles diálogos. Desaparecieron las estupideces de los hipocloritos, midiclorianos o como diantres se llame lo que figure en la sangre para medir científicamente que uno es el chosen uán. A quén carajo le importaba la suerte de un pibe perdido en un planeta desértico si desde 1977 hemos estado esperando correr nuevas aventuras con Luke Skywalker, Han Solo y el resto de su troupe de héroes. Lo que ocurre es que, agotado el talento, entra el pánico escénico: si metia la pata con una secuela directa de un original tan venerado como imbatible, George Lucas corría el riesgo de matar a la gallina de los huevos de oro: su fuente eterna de dinero gracias a un merchandising interminable que se prolongó hasta 4 décadas después de su natural fecha de vencimiento. Hoy en día nadie fabrica videojuegos de Lo que el Viento se Llevó, hace luncheras de la Trilogía del Dolar de Sergio Leone, o siquiera vende merchandising a nivel masivo de 2001, Odisea del Espacio simplemente porque fueron productos de su tiempo y han quedado relegados a la categoría de recuerdos. Es por ello que sería injusto desconocer el mérito de Lucas en esto, en el hecho de mantener la leyenda viva y vigente para las generaciones surgidas a lo largo de 40 años; pero cualquier universo de ficción precisa evolucionar y expandirse para poder sobrevivir y, sobre todo, debe respetar las expectativas de los fans. Lástima que la cobardía creativa lo llevó a embarcarse en la construcción de una saga de horrendas precuelas, las cuales fueron odiadas por todo el mundo y siendo él el único que abogó por mantenerlas a flote a toda costa como si se trataran de productos minimamente potables. Debo admitir que no soy un gran fan de La Guerra de las Galaxias. Me gustó la primera, el resto me parecieron ok, y las precuelas las odié con toda mi alma. Siempre me parecieron algo ñoñas, carentes de filo, cuentos juveniles sobre producidos. Aún con todo ello abracé con fruición su mística por fuera de los filmes: es que los mismos tenían ocurrencias geniales - las naves, los sables laser, Darth Vader, la música - que funcionaban muy bien en otro entorno (por ejemplo, he quemado mi vista (y mi trasero) en interminables partidas de los simuladores X-Wing y Tie Fighter y he probado casi todos los juegos de estrategia basados en Star Wars). Le faltaba un enfoque mas maduro y, aunque La Guerra de las Galaxias: El Despertar de la Fuerza no es un avance enorme ni un cambio radical de la mecánica de la saga, al menos da algunos pasos en el sentido adecuado. Hay violencia, sangre y matanzas, y la amoralidad flota en el ambiente. Ciertamente hacerse cargo de semejante monstruo debe haber sido una tarea tan fascinante como aterradora. Imagina que la saga mas amada del planeta le ha sido arrebatada a su dueño - por mal ejercicio de su patria potestad - y ahora te la han dado a ti. Es una oportunidad algo tardía - si esto hubiera pasado en 1999 (cuando llegaron las precuelas), tendrías a un Harrison Ford o un Mark Hamill aún frescos y con años por delante para correrías arriesgadas y creíbles - pero aún tenemos algo de tiempo para aprovechar lo que el destino nos ha dejado en el estado en que se encuentre. La magia digital ha avanzado hacia limites imposibles; los protagonistas originales están algo vetustos, y John Williams siempre está a mano como si viviera en un frasco de formol. Entonces, ¿qué hacer?. Si Lucas tuvo pánico escénico y decidió escaparse por la tangente con sus precuelas, J.J. Abrams decidió hacer la gran Superman Returns y recicló una enorme cantidad de elementos de los filmes originales: respetando mitología, continuidad y emotividad - como hizo Bryan Singer en la aventura del encapotado - se aseguró efectividad y el respeto por parte de los fans y la crítica especializada. Abrams cuenta con la ventaja que aún dispone de los vetustos y oxidados ídolos del original, con lo cual no es necesario un polémico (o discutible) reemplazo. Sumémosle algunos protagonistas frescos que sí puedan saltar y pelear, y agregue una enorme cantidad de nostalgia. Oh, sí, hay mucho reciclado en El Despertar de la Fuerza y - en el caso del climax - el olor a recalentado puede resultar bastante molesto pero, a diferencia de las idioteces que George Lucas rodó a partir de 1999, el filme de Abrams emociona. Es lo que ocurría con Singer y Superman Returns, con el hombre de acero volando sobre el planeta y guiñando a la pantalla tal como lo hacía Christopher Reeve, o el placer de escuchar la partitura original, el deleite de ver que los protagonistas mantienen su personalidad aún después de varias décadas de inactividad y de ser interpretados por otros actores. oferta software de sueldos Lo primero que me gustó fue la camada de recién llegados, que son excelentes en lo suyo. Oscar Isaac, el cual siempre detesté desde Sucker Punch, va camino a una segura rehabilitación conmigo - es un delicioso engreído, tan simpático como valiente -. John Boyega mezcla heroismo y comicidad con absoluta naturalidad. El nuevo robot BB-8 es un ladrón constante de escenas y tiene mas expresividad que el antiguo R2D2 (es increíble lo que puede hacer sólo moviendo la cabeza). Pero las palmas se la lleva Daisy Ridley: es emocional, fuerte, despierta, hermosa y carismática. Oh, yes: the recycled is strong in this one: otra persona que vive en el desierto y encuentra un robot que contiene un secreto, el malo que viene con las tropas a obtenerlo y tortura a los héroes, la super arma planetaria que va a arrasar todo en cuestión de segundos, el salvataje a ultimo momento por parte de un grupo de tipos valientes. Como Star Trek: The Next Generation cada personaje nuevo es un licuado de personajes preexistentes: Finn tiene algo de C3PO, Rey es el par femenino de Luke Skywalker, y Poe Dameron (imagino a los tipos que escribieron esto inventando el nombre de Cameron Poe y buscando recetas para que no sonara tan corriente) es un Han Solo enrolado en la milicia. Mientras que el trío (y el robot) deslumbran, lo que me resulto mas deslucido es la inserción de los personajes clásicos: Carrie Fisher está demasiado vieja y inexpresiva como para transmitir algo, Harrison Ford da la impresión de funcionar en piloto automático, lo de Chewbacca no es mas que un cameo extendido y lo de Mark Hamill es tan corto que uno se lo pierde si pestañea demasiado. Digo: esta gente cuando aparece en pantalla el público lo aplaude de pie - y lo mismo ocurre con la utilería, sea parlante o no; son formidables las entradas del Halcón Mileniario y la sorpresiva aparición de C3PO - pero, a los que les toca actuar, pareciera que vinieran a media marcha. Ese es el problema de trabajar con tipos que bordean los 70 años. Gracias George Lucas: nos hiciste perder la flor de la juventud de nuestros ídolos cuando éstos aún podían mover musculos faciales en 1999. Por suerte la trama es rápida y la accion es intensa. Los nuevos personajes son interesantes y llevaderos. Los combates rebosan excitación, en buena parte debido a que Abrams los sacó del contexto clásico - el espacio - y los puso sobre decorados reales (junglas, desiertos, lagos). Todo el filme da la impresión de ser Star Wars: Una Nueva Esperanza versión 2.0 con efectos mas modernos, guiños para los fans y detalles pulidos. Ciertamente la existencia de los filmes originales pesa ya que muchos de los mecanismos de El Despertar de la Fuerza funcionan por una cuestión de ineludible - e impresionante - carga nostálgica. Saquen a Han Solo o Leia (o reemplácelos por otros personajes con distintos nombres), y seguramente la trama perdería efectividad. Algo de eso ocurre con los villanos, ya que los históricos están muertos o desintegrados: hay un Moff Tarkin pelirrojo y algo gritón (que parece la versión malvada de Ron Weasley), un clon pendex de Darth Vader y un Gollum gigante con aires de emperador. Los tres están bien, pero distan de ser memorables: son funcionales a la trama, tienen sus momentos, pero carecen de misterio. El mas elaborado es el Kylo Ren de Adam Driver - con el cual el departamento de maquillaje se las ha apañado para hacerlo atractivo e interesante y tapar los radares que tiene por orejas -, otro tipo atormentado por problemas personales y que suele perder el temperamento a cada rato, algo que contrasta con la fria eficiencia imperativa de Darth Vader. Es un malvado ok, que tiene sus momentos de intensidad, pero que no genera una impresión durable. Al menos exuda bravura en el combate final, el cual me resultó mucho mas excitante que la mayoría de los duelos que pululan a lo largo de toda la saga. ofertas de software Star Wars: El Despertar de la Fuerza no es ni por asomo el colmo de la originalidad, ni tampoco es ese monstruo innovador del género que fue Episodio IV: Una Nueva Esperanza en 1977; pero posee un elemento que se había desvanecido en la franquicia, y es la capacidad de emocionar. Súmese la nostalgia, el reencuentro con nuestros idolos de la infancia recreando sus papeles clasicos, y obtendrá un éxito formidable. Es un licuado hecho con viejas ideas, pensado para fanáticos y neófitos, y que tiene cosas apasionantes para todos. La esperanza ahora es que no sólo cumpla lo que promete sino que se de maña para encontrar un camino nuevo, fresco y excitante, de manera de poder salir de la sombra del clásico que le antecede a la vez de generar su propia estatura y personalidad... un reto mas que dificil en vista de lo enorme y sagrado que resultan ser las credenciales previas de la franquicia.
Escuchá el audio (ver link). Los sábados de 16 a 18 hs. por Radio AM750. Con las voces de Fernando Juan Lima y Sergio Napoli.
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Pasaron casi 40 años desde el estreno de “Star Wars”, aquella película de George Lucas que creó un mundo hermoso que algunos creen que no debía haber continuado, porque iba a significar que alguien pudiese destruir eso tan especial que se había hecho. Lawrence Kasdan se hizo cargo de escribir las dos películas que cerrarían con la trilogía y lo había hecho de gran manera. Pero pasaron los años y Lucas decidió revivir todo, ésta vez sólo hizo una precuela, en el que conoceríamos el pasado de Anakin Skywalker. Muchos pueden decir que esta trilogía no era necesaria, que arruinó Star Wars y un montón de cosas más, pero ya no importa, porque pasaron diez años del estreno de “La Venganza de los Sith” y se podría decir que los nuevos fans que llegarán luego del “Despertar de la Fuerza”, no necesitan saber quién era Anakin, así que nos podemos olvidar de él y Padme girando en el pasto durante veinte minutos.
Hace un par de años, en la lejana galaxia de Hollywood, se anunció que la saga más influyente del cine fantástico continuaría con la historia que comenzó en 1977. La idea era tentadora pero al mismo tiempo arriesgada. ¿Cómo podrìa relatarse la lucha del bien contra el mal luego de tanto tiempo sin otra novedad que las polèmicas precuelas que encarò George Lucas a comienzos de este siglo y con Disney habiendo comprado Lucasfilm? Hoy, luego de largos meses de trabajo y una campaña de retorno como pocas veces se ha visto, podemos decir que Star Wars quedó en buenas manos, a tal punto que quizá estemos ante la mejor película de las siete realizadas hasta hoy. J.J. Abrams se hizo cargo de la mejor tradición del cine de aventuras, esa que George Lucas sublimó con la primera entrega de la saga en 1977 y le dejó luego a Irvin Kershner, que dirigió la impecable El imperio contraataca. Y Abrams, responsable de las remakes superadoras de Star Trek, hizo con el universo de Luke Skywalker y R2-D2 lo que mejor sabe: perfeccionar y sacar lustre. El renacer de la fuerza tiene todo lo que puede querer ver alguien que disfruta del cine fantástico y de Star Wars en particular: dos horas de aventura bien contada, personajes icónicos como Han Solo (impecable Harrison Ford), Leia (Carrie Fisher, casi irreconocible), Luke (Mark Hamill), Chewbacca y los amados C-3PO y R2-D2. Como bonus, un nuevo elenco que le aporta ya no desde el estrellato como en la trilogía de 2001-2005 sino desde la solidez y la empatía por los nuevos héroes: Finn (John Boyega), Rey (Daisy Ridley) y Poe (Oscar Isaac).
Star Wars Episodio VII: ¿Una nueva esperanza? “Estuve demasiado tiempo afuera”. Dice el personaje de Rey rechazando la oferta de Han Solo de incorporarse a la tripulación del halcón milenario. Sin embargo, tanquilamente podría haber sido dicha por Curt Henderson de American Graffiti, la película que dirigió George Lucas en 1973, después de haberse ido de la ciudad que tanto dudó en abandonar. Es que esta frase puede ser tan simbólica de la problemática que surge a partir del visionado de Star Wars: El despertar de la fuerza: la imposibilidad de escapar de un pasado, un origen, una nostalgia que no permite avanzar hacia un futuro y no poder despegarse de los antepasados que cargan una gran sombra y amenazan poder salir hacia la luz fuera de una cueva. Es que estar fuera de casa mucho tiempo genera incomodidad ante lo que estamos acostumbrados día a día. Para comenzar, se puede decir que la factura técnica y realizativa de J. J. Abrams innegable a manos de J. J. Abrams, al igual que el resto de películas como Misión Imposible 3, Star Trek y Super 8. Movimientos de cámaras que favorecen la dinámica de los personajes en recorridos veloces y sosteniendo la física corporal (como el largo plano de Tom Cruise corriendo sin parar en Shangai de Misión Imposible 3), planos secuencias diseñados para engañar al ojo y falsificar el corte (aunque muchos tengan una carga más de alarde de la técnica que una función narrativa o de lenguaje), uso del plano con angulación distorsionada para enfatizar el dramatismo de una escena. Ni hablar de los llamativos flares que por suerte aquí están reducidos y no causan la molestia como en ocasiones anteriores. La elección de este director, el cual relanzó y homenajeó varias películas o sagas antiguas, parecía ser la correcta para tratar de regresar a casa esta saga que había estado demasiado tiempo afuera con la nueva trilogía que había diseñado George Lucas a partir de 1999. Esto, sumada a la participación del guionista Lawrence Kasdan, quien también había escrito los episodios V y VI. Ahora, ¿Era necesario que retornar a los orígenes significara copiar casi calcadamente la estructura y las escenas de la película original? La primera escena es la misma: el droide llevando unos planos secretos que le deja el piloto Poe Dameron, luego del ataque de la Primera Orden a cargo de un villano con un casco con voz distorsionada, como Darth Vader y la Princesa Leia en el episodio 4. Hay también un planeta desierto, una joven sin padres (como Luke Skywalker) que encuentra el droide y escapa de sus perseguidores, una escena con el mismo bar con una banda tocando y negociando para obtener una nave, una escena donde hay una visión como el Episodio V. Hay por tercera vez una Estrella de la Muerte, ahora llamada Base Starkiller, solo que 4 veces mas grande, y en vez de destruir un planeta, tiene el poder para destruir 4 al mismo tiempo. Hay una escena de interrogatorio como la de Vader con la Princesa. Hay una escena de La Resistencia en la base que también planea cómo destruir la Base Starkiller, y resulta que por más poderosa y enorme que haya sido construida, POR TERCERA VEZ tiene un PUNTO DEBIL que hace que se destruya entera!! (la segunda vez en El retorno del jedi por lo menos estaba justificada en que se debía a un plan del emperador Palpatine para destruir a la rebelión), además de una forma muy fácil de entrar con los escudos activados y luego de desactivarlos, y luego la forma habilidosa de ingresar del piloto para disparar y finalizar con la misma. ¿Era necesario? En una nota del blog de cine español Las Horas Perdidas[1], el autor narra un repaso que hizo de toda la saga con su hermana de 11 años. Cuando ella ve el Episodio 7, podía reconocer y mencionar todas los elementos que reconocía que eran iguales a la película original. Como para mencionar que el planteamiento mío no es para nada inédito y hasta una persona de su edad puede reconocer estos elementos. Vista una segunda vez y con las expectativas ya muy bajas por haber visto estos detalles, se debe reconocer que en sí, la película funciona: tiene un ritmo que permite que nunca decaiga y unos personajes con los que se consigue empatizar fácilmente (a pesar de momentos humorísticos que hacen que estén al límite del ridículo, como en el caso del personaje de Finn). Esto a diferencia de los Episodios I y II, que eran su mayor defecto justamente: falta de ritmo en la historia, con la excepción de determinadas escenas de acción, y una ausencia de construcción de personajes interesantes que permitan empatizar fácilmente (la única excepción para mí es el Episodio III, que con sus puntos bajos, llega al nivel de la trilogía original). Se le podía reconocer el interés por introducir un tono político en relación a la crisis de la república, pero este estaba desarrollado de una forma confusa y poco dinámica, en contraposición con la más simple de la trilogía original del Imperio contra La Rebelion (además de su visión un tanto elitista de senadores que no dejaban de ser representantes de las monarquías). La realización de J. J. Abrams, como se mencionaba previamente, es correcta y permite utilizar los recursos que se veían en sus anteriores películas para lograr unas dos horas que se pasan rápido y sin puntos muertos, con momentos destacados como es el plano inicial como la silueta de la nave de La Primera Orden sobre una luna, la secuencia de la persecución de Halcón Milenario en Jakku, o el plano de larga duración durante el ataque de La Resistencia para salvar a sus colegas, donde la nave de Poe Dameron se ve en el cielo destruyendo los Ties mientras Finn en la tierra dispara frente a los Stormtroopers, al igual que luego la persecución de este para llegar a la nave característico de las peliculas de J. J. Un momento cúlmine es el encuentro en el puente entre Kylo Ren y Han Solo, simulando el de Darth Vader con Obi-Wan Kenobi (curiosamente, Han Solo le grita “Ben” a su hijo, al igual que el pseudónimo que tenía Kenobi en el episodio 4, como para remarcar otro paralelismo de El despertar de la fuerza con Una nueva esperanza). En una escena anterior en la película, el villano, de espalda a la máscara de Vader, le pide disculpas ya que siente de nuevo “la atracción de la luz”. En la escena del puente, la luz proveniente del sol que está consumiendo la Base Starkiller, para atacar el planeta donde está la resistencia, “ilumina” el espacio donde se encuentran ambos. Aquí la discusión entre el hijo y el padre está simbolizada en ese debate interno de Ben entre la luz y oscuridad. Y el rojo de la luz puede representar la sangre del linaje, como así también la herida de la sangre mortal. Cuando parece que Kylo acepta volver con su Padre, la luz desaparece, y él decide matarlo: el balance finaliza con la oscuridad, y la sangre con la herida mortal y la separación del linaje paterno (o un contrato millonario para las próximas entregas). A pesar de la empatía que generan los nuevos personajes, hay algunos aspectos en su desarrollo que son un tanto inverosímiles. Como hablábamos, Kylo Ren padece una contradicción interna entre la posición en la que se encuentra, pero nunca es bien explicada la motivación que lo lleva a estar en su lugar. “Un niño, un aprendiz, se volvió en su contra destruyendo todo” es simplemente lo que se dice en referencia a su rebeldía frente a Skywalker (¿se desarrollará mejor posteriormente?). Pero también en momentos presenta debilidades frente a situaciones: su costumbre de destruir lo que tiene frente a él como un adolescente caprichoso cuando se enfada, además de que la habilidad para detener un disparo de Poe en el comienzo desaparece misteriosamente cuando Chewbaca lo hace al final hiriéndolo. Ni hablar de que Finn, sin ningún entrenamiento previo, se le resiste a un caballero formado en las artes del duelo y no muere en el intento (¿la Fuerza estará también en él?), como así también que el mismo personaje se rebele inesperadamente frente a La Primera Orden en su primera batalla, pero nunca se desarrolle bien las motivaciones para tomar esta decisión. O también que Rey incorpore fácilmente en un corto plazo habilidades para pilotear, manipular mentalmente y luchar con el sable e incluso derrotar a Kylo Ren (¿de qué familia vendrá la Fuerza?). “Una buena pregunta, para otra ocasión” diría Maz Kanata. Estas incógnitas mencionadas sobre le final se suman a diversas que la película decide dejar sueltas, como el origen de Rey, cómo surge de la nada La Primera Orden con un arsenal incluso superior al del Imperio caído, o quién es Snoke. Todo al servicio de una intriga para generar mas contenidos que seguro no se agotarán en los films sino que seguirán en videojuegos, historietas, libros, series. La saga de Star Wars se convirtió en una herramienta al servicio del marketing y la industria que se recompone y regresa para consolidarse en nuevas generaciones y en las viejas que no pueden escapar a la nostalgia. Los personajes de la saga original, mas allá de alguna posible decisión guionística de incluirlos nuevamente, están atados al “Star System” (que también se transforma en una guerra) que hace que los actores tengan un valor para el público más allá de los personajes que encarnan. A diferencia de un arte como la literatura, escribir un séptimo episodio en un libro e incluir a los personajes cuesta unas palabras. En el cine, se mide en dinero. Lo que cuesta incorporar a los actores que los interpretan y lo redituable que son frente al público. Y si un plano se tiene que mantener unos segundos más, para que no quede la menor duda que estamos frente a esta estrella, mejor (algo que ocurre varias veces en este film). Es que no hay que ser ingenuo frente al advenimiento nuevamente de la saga de Star Wars, que siempre tuvo una relación con el contexto histórico y político de Estados Unidos, haciendo alusión a “la única lucha. Contra el lado oscuro” mencionada por Maz Kanata. El imperio en la trilogía original estrenada en medio de la guerra fría con la URSS. Los guerreros Sith y la concepción del “enemigo interno” de la nueva trilogía estrenada entre el 1999 y el 2005 en el marco del enfrentamiento con el terrorismo. ¿Cuál es la lucha que se presenta en este momento? ¿Esas cenizas del imperio resurgiendo como La Primera Orden harán alusión a la sensación de un nuevo conflicto con Rusia, “el antiguo imperio”?. Porque la fuerza que verdaderamente despierta es la del poderío millonario de Walt Disney, que compró a Lucas Films por 4050 millones de dólares y tienen una nueva arma para difundir su concepción ideológica al mundo. Pero la máquina ya está en funcionamiento, ante el éxito de la nueva película. No va a parar, y se va apoderar de todos los espacios de exhibición que conozcamos. Éxito derivado de repetir la estructura y elementos de “Una nueva esperanza” de George Lucas, ya que los ejecutivos y J. J. Brahams tenían miedo a un fracaso parecido a los episodios I, II y III frente a un público que reclama por lo mismo. Como Rey le dice a Kylo Ren: “Tú temes que no serás tan fuerte como Darth Vader”[2]. Esperemos que por lo menos el episodio VIII, el cual será dirigido por Rian Johnson (director que tomó elementos del cine negro y la ciencia ficción para realizar sus films “Brick” y “Looper”), se de cuenta que “la pertenencia que busca no está en el pasado sino en el futuro”, y no escape como Rey ante el temor de lo que pueda pasar ante lo nuevo. Sino se hará algo parecido a lo que pasaba en el film Star Trek de 2009: retornar al pasado para estabilizarlo y protegerlo de cualquier cambio que pueda modificar el curso de la historia. Pero ya sabemos que las esperanzas de innovación y de libertad, siempre mueren, para garantizar la seguridad y la estabilidad. De la misma forma que la República en La venganza de los Sith: con un estruendoso aplauso. [1] http://www.lashorasperdidas.com/index.php/2016/01/01/star-wars-el-despertar-de-la-fuerza-no-es-la-mejor-pelicula-del-ano-y-no-hay-nada-de-malo-en-ello/ [2] Recomiendo el texto de Nicolás Prividera en el blog “Con los Ojos Abiertos”, el cual se centra más en el análisis político e histórico de la saga de Star Wars. Y partiendo de la frase que Rey le dice a Kylo Ren, dejo una pregunta abierta: en el hipotético caso que George Lucas, en vez de ser el padre, como menciona Prividera, represente a ese abuelo que J. J. Abrams teme nunca poder equiparar en fuerza… ¿quiénes representarían a los padres (o madres) del cine estadounidense contemporáneo y que serían rechazados por los actuales realizadores?
A propósito de Star Wars VII Me resulta muy difícil decir algo del último episodio de La Guerra de las Galaxias (Parte VII: El Despertar de la Fuerza), un indudable entretenimiento para niños de hasta doce, digamos trece años de edad. Sonido y furia sin matices, ruido y luces, chapa y neón, vértigo y vacío, poco más que eso. Los decorados, personajes y situaciones recuerdan el batir de un tambor: un segundo están, al otro segundo no están, y así durante dos interminables horas. El cine transformado en una montaña rusa donde al espectador sólo le queda pestañear entre estallidos lumínicos diversos y una amorfa banda sonora que mayormente sirve para acompañar las explosiones. Wikipedia nos sorprende gratamente al calificar a StarWars como dentro del género “Space opera”, algo así como “Teleteatro del espacio”. Antes las hacían de cowboys, ahora son del espacio. En su reseña para La Cueva de Chauvet, Pablo Ceccarelli la resume con precisión: “La saga de StarWars se convirtió en una herramienta al servicio del marketing y la industria que se recompone y regresa para consolidarse en nuevas generaciones y en las viejas que no pueden escapar a la nostalgia.” El objetivo de esta nota no es reseñar la peli sino reproducir y comentar algunos conceptos vertidos por John Wight en su artículo “StarWars y la muerte del cine americano”, publicado a fines del año pasado en el sitio web CounterPunch. El autor comienza señalando el uso frecuente del cine como herramienta de propaganda. Acto seguido argumenta que tanto George Lucas (el creador de StarWars y director de los primeros episodios de la serie) como Steven Spielberg constituyen figuras surgidas en el seno de la reacción al fenómeno contracultural ocurrido en los EEUU durante los sesenta y comienzos de la década de 1970. “Lucas y Spielberg alcanzaron la fama a mediados de los setenta con películas que, más que atacar o cuestionar al establishment, celebraron el papel de este último como protector y árbitro de la moral de la nación”. En su opinión, esta época, que coincide con el agotamiento de los movimientos contraculturales, permitió al cine estadounidense restaurar la mitología del American dream y su carácter de bastión de la democracia. Desde el punto de vista formal, estos nuevos directores habrían de enfatizar el espectáculo cinematográfico en desmedro de la profundidad de la historia o la densidad de los personajes. La aplanadora cerebral de esta nueva narrativa cinematográfica sería entonces algo así como: “están los buenos y están los malos; nosotros somos los buenos; punto”. De hecho, Wight sugiere que la StarWars original de George Lucas tuvo el efecto de volver a hacer sentir bien a los estadounidenses con ellos mismos. Los malos son los otros. Al respecto, y volviendo a la cuestión del cine como propaganda, el autor señala un detalle de la última StarWars: la utilización de un personaje muy parecido al actual presidente ruso, Vladimir Putin, como uno de los generales del bando de los malos (el diabólico Kylo Ren). Qué quieren que les diga; en mi opinión, ni eso. StarWars Episodio Siete es, ni más ni menos, un instrumento de tortura. El equivalente a agarrar a un tipo en la calle y darle con una maza en la cabeza hasta que se le empiece a caer la dentadura por la boca. Lo que queda de esa golpiza es un engendro babeante e incoherente, incapaz de ir al baño sin hacerse pis en los calzones. Este relativamente nuevo estilo de violencia ilimitada con la psiquis de las personas no comenzó con StarWars ni terminará con ella. Hablamos del cine del Fin del Imperio, de una herramienta específica para achicar cabezas, embrutecer conciencias, demoler pautas de conducta, asimilar (digámoslo de una vez) la idea de el genocidio de tres o cuatro millones de personas que viven al otro lado del mundo no está tan mal después de todo. Dos horas de gritarle a la gente que ya no existen más los semitonos, las sombras, los claroscuros, los matices. Nada. Palo y a la bolsa, y si no están con nosotros es porque están en contra.
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Vivitos y coleando La película que inaugura una nueva trilogía galáctica llega con nuevo director y un elenco que toma la posta de los legendarios actores. Y lo hace muy bien. Y llegó el ansiado día en que, tras diez años, un nuevo filme de Star Wars ve la luz ante los fanáticos y lo hace un día antes que en su país de origen, nada más y nada menos. El Despertar de la Fuerza llega con varios objetivos a cumplir y el primero de ellos es el pase de posta entre la histórica distribuidora 20th Century Fox y Disney, la nueva dueña de Lucasfilm. Es clásico para cualquier fan esperar a escuchar la clásica fanfarria antes del "Hace mucho tiempo en una galaxia muy, muy lejana..." pero el estudio del ratoncito tomó cartas en el asunto para que la cosa se solucione de manera salomónica. El siguiente punto para el director J.J. Abrams era conseguir un elenco de actores que le hiciera justicia y lograr tomar la posta que todavía llevan con dignidad Mark Hamill, Harrison Ford y Carrie Fisher y la verdad es que, como buen conocedor de intérpretes, el casting fue más que correcto y tanto John Boyega como Daisy Riley construyen a Finn y a Rey, que logran una fuerte química en pantalla y se desenvuelven más que bien con el resto. También hay que llenar el "hueco" que dejaron villanos clásicos como el Emperador y Darth Vader y al respecto, se podría decir que ahí la cosa no llega al cien por ciento con cuatro "malos" que no terminan de convencer pero que tampoco están mal. Por demás, el director se encargó de construir un film de Star Wars clásico en el que no faltan las secuencias de acción, el humor (a veces en mayor proporción de lo que sería deseable) y la intriga. Y aunque hay una importantísima revelación en los primeros 50 minutos, todavía quedan muchas incógnitas por revelar en los próximos episodios. La historia en esta entrega cuenta que la Resistencia (el brazo armado de la Nueva República reestablecida tras la caída del Imperio) está en la busca del paradero del maestro Jedi Luke Skywalker, que desapareció hace varios años tras una mala experiencia entrenando a una nueva generación de caballeros Jedi. Pero los miembros de la Resistencia no son los únicos que buscan a Skywalker ya que la Primera Orden, los herederos del Imperio que responden a un misterioso líder llamado Snoke, también quieren dar con su paradero para ponerle fin a su vida y despejar el camino hacia el ascenso del poder en la galaxia. Es una de estas incursiones bélicas en la que un soldado de asalto llamado Finn decide desertar y escapar de su nave con la ayuda de un piloto prisionero llamado Poe Dameron que le cuenta que ha encontrado una importante pista para dar con Skywalker. De ahí en más el ex soldado unirá fuerzas con una chatarrera llamada Rey y juntos intentarán hacer llegar al androide BB8 hasta la base de la Resistencia con la ayuda de un viejo contrabandista llamado Han Solo y su compañero Chewbacca, mientras los villanos les pisan los talones. Pero la verdadera experiencia de ver este nuevo episodio, para los fans maduros es ver cómo se reciclan los mejores elementos de la historia original de George Lucas (un héroe que surge de un planeta desértico junto a un androide, un villano que busca destruir a los caballeros Jedi por completo, un arma interplanetaria de gran poder destructivo) y se construye un nuevo relato que le permite incluso a los iniciados en la saga comenzar a ver desde este episodio VII en adelante. El regreso de los actores originales es, quizá el tractivo más grande de este filme y el director lo sabe explotar con plenitud ya que los mismos cuentan con un gran protagonismo y minutos en pantalla. La fotografía y los efectos especiales complementan un panorama que pinta muy bien, con planos que emulan (y gracias al avance de las tecnologías, superan) a las realizadas hasta el momento y una gran variedad de personajes interpretados por humanos pero con retoque digitales como los que el realizador ya supo desarrollar en las dos películas de Viaje a las Estrellas (Star Trek) que estrenó en 2009 y 2013 respectivamente. Mención aparte para las batallas espaciales entre los cazas de combate de la Resistencia y la Primera Orden, trepidantes y espectaculares al nivel de las que se desarrollan en los videojuegos de la franquicia. Pero el mayor acierto de Abrams, fanático confeso de la trilogía original que se estrenó entre 1977 y 1983, es que conoce bien la esencia de la franquicia y no cae en los errores que –sin más intención que explicar el contexto- cometió George Lucas con la trilogía de "precuelas" que rompieron las taquillas entre 1999 y 2005. Por ende, en este filme hay poco palabrerío político y mucha pero mucha acción filmada en escenarios naturales de Abu Dabi, Irlanda, Escocia, Islandia y en los inevitables estudios británicos de Pinewood -donde se grabaron las escenas de todos los episodios anteriores-, con la intención de recuperar el espíritu de esas tiempos. Y el resultado no podía ser más logrado ya que, salvo los detalles antes mencionados, El Despertar de la Fuerza es LA película de Star Wars del siglo XXI, un producto muy bien logrado que si bien no logra desbancar a El Imperio Contraataca (esto a criterio del que escribe) como la mejor de todas las películas, sí se puede ubicar tranquilamente en el segundo o tercer puesto (a disputarse con el Episodio IV, "la historia lo dirá") de las siete películas estrenadas hasta ahora; y eso, señores, no es poca cosa. Por el momento, hay equilibrio en la Fuerza.
Sin lugar a dudas Star Wars: El despertar de la fuerza es una de las mejores películas de la saga, superando a la mesurada segunda trilogía que George Lucas lanzó en 1999. Su nuevo director, J.J. Abrams, se encargó de crear una epopeya más actual con una gran batería de recursos tecnológicos manteniendo las temáticas centrales de la mítica saga de ciencia ficción: la lucha contra el lado oscuro, los vínculos entre padres e hijos y, sobre todo, las traiciones entre los personajes. Al ser el séptimo episodio de una saga que casi cumple las cuatro décadas de vida, Star Wars: El despertar de la fuerza, retoma algunas líneas argumentales de las películas previas, pero también reinventa en parte lo que su creador, George Lucas, llevó a cabo con tanto éxito en los seis films anteriores. Además, al agregar nuevos personajes a la historia y relanzar la franquicia con nuevo director, la intención es más que clara: generar definitivamente algo nuevo. Treinta años después de la batalla de Endor, la galaxia no pudo acabar con la tiranía y la opresión. La Alianza Rebelde se ha transformado en la Resistencia, los cuales combaten los restos del Imperio Galáctico, ahora renombrado bajo la bandera de la Primera Orden. En este contexto, el último Jedi, Luke Skywalker, se encuentra desaparecido, pero existe un mapa que especifica su paradero actual. A partir de aquí, comienzan a presentarse de a poco cada uno de los nuevos personajes: el experimentado piloto de la resistencia, Poe Dameron (Oscar Isaac) y su adorable androide BB-8; Finn (John Boyega), un desleal Stormtrooper que toma la decisión de abandonar las fuerzas del Imperio Galáctico para unirse a la resistencia; y finalmente Rey (Daisy Ridley), una joven que se gana la vida vendiendo basura tecnológica que será elemento clave y motor de la historia. Del lado oscuro, los malvados Kylo Ren (Adam Driver) y el Líder Supremo Snoke (Andy Serkis) serán algunos de los villanos de turno. Pero eso no es todo. Los clásicos y queridos personajes de la historia también darán el presente. Algunos tendrán más tiempo en pantalla que otros, pero finalmente ahí estarán: Han Solo (Harrison Ford), Leia (Carrie Fisher), Luke Skywalker (Mark Hamill), Chewbacca, C-3P0, R2-D2 y hasta el Halcón Milenario, el carguero corelliano que Solo piloteaba en la primera entrega de Star Wars. J.J. Abrams logró amalgamar ingredientes del pasado para edificar una nueva cronología que promete mucho más para el futuro desarrollo de la saga. Además de su exquisita sensibilidad para poner en escena esta fantástica historia, hay que destacar su valentía, y no sólo por hacerse cargo de un clásico del peso histórico de Star Wars, sino por lograr sobreponerse a las comparaciones inevitables. Seguramente el brazo más ortodoxo de los fans cuestionarán dos o tres decisiones muy jugadas de parte del realizador (que no mencionaremos por ser elementos claves de la película), pero incluso con estas objeciones este nuevo capítulo supera el difícil desafío, creando un producto altamente recomendable no sólo para los melancólicos, sino también para las nuevas generaciones de espectadores.